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De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
Me pregunto
El castigo de leer Ethel Krauze
Ciertamente leer es un derecho, y quien lo ejerce descubre el significado y se maravilla ante el milagro que se abre delante de su espíritu…
C Héctor Azar.
Caprichosa vida
Héctor Azar: magister dixit David Magaña Figueroa
Donde se cuenta la estulticia estudiantil. Una anécdota incluso para representarla en una obra teatral de un acto… a mi maestro Héctor Azar Desearía que lo que narro a continuación fuera ficción, lamentablemente sucedió en una clase de composición dramática impartida en la Escuela de Escritores de la Sogem, donde fui alumno. Primera generación.
“
El teatro ha funcionado desde sus orígenes como un vehículo conductor de ideas y sentimientos, es por eso que se practica lo mismo para formar que para informar. Lo mismo para vender que para comprar. Lo mis… —interrumpe su disertación y, tolerante, pide—: Les suplico a los jóvenes que están platicando allá atrás que guarden silencio, su cuchicheo me distrae… —abre descomunalmente los ojos, se acomoda el suéter y continúa—: Como les decía, el teatro ha funcionado desde sus orígenes lo mismo para atraer o inducir que para alejar o rechazar. Lo mismo para exaltar que para reprimir. Lo mismo para cultivar que para embrutecer. Lo mismo para herir que para curar. Lo mismo para liberar que… —el rostro del maestro toma un tono camarón, levanta la voz sin llegar al grito—: ¡Señorita, por favor, es segunda ocasión que le pido que guarde silencio, comprenda que le está faltando al respeto a la clase!… —rostro descompuesto, ira contenida, así continúa—: Como conclusión, ya que el teatro (la capacidad de representar) está inserto en todos los actos de la vida humana, son ellos (los sucesos de la vida familiar y social) los que constituyen la esencia de lo que queremos re-presentar, esto es lo que conocemos como material drá…” El parloteo es descarado. El ambiente se torna tenso. Azar explota: “¡Basta! En este preciso momento ustedes cuatro –los danzantes, Sidharta y la Ojos de chihuahueño (así les decían)– se me largan. Están expulsados de mi clase”. Como respuesta, la Ojos lanza mirada perruna, se encoge en la banca, los autóctonos ignoran qué sucede. Sidartha (ese era su nombre) intenta irse pero la Ojos lo toma de la mano impidiéndolo. Impostando la voz y con mirada de águila, el maestro amenaza: “Ustedes o yo”. El danzante flaco –sin saber qué sucede– se incorpora en cámara lenta y arrastra al pasillo a su enmariguanado compinche. Sidartha intenta salir otra vez, la Ojos le clava las uñas en la mano, controlándolo. Mientras explica, el rostro de Azar adquiere tono violáceo: “Deben saber que yo no cobro un centavo por estar aquí. Vengo a dar esta clase porque José María, el presidente de la Sociedad de Escritores, me lo pidió como un favor muy especial. Por lo tanto, no tengo porqué soportar a patanes. ¡Ustedes o yo!” La Ojos cruza la pierna, enciende un cigarro y lentamente lanza el humo hacia el techo. El fundador de CadaC sale bufando. Como resorte se levanta una compañera y la increpa: —Idiota, ¿no sabes quién es él? Quitada de la pena, la Ojos responde: —Lo sé. Es un fascista.
lamor en el medio escolar y familiar por un peligro cada vez más evidente: las madres castigan a sus hijos, incluso con golpes, si no cumplen con el cometido de leer sus 20 minutos diarios. Los profesores castigan y reprueban a los alumnos que se distraen o juegan durante el horario semanal de lectura obligatorio en las escuelas. ¿Cómo hemos llegado a esta aberración? Recibo denuncias de este tipo en cada uno de los foros públicos y académicos en los que me he presentado en las últimas fechas. Actores, políticos, divas, deportistas, líderes empresariales, en los medios de comunicación abruman con mensajes a la población para que se “divierta” leyendo. Los niños lloran ahora delante de los libros, como han llorado siempre delante de las matemáticas, la ortografía y las boletas de calificación. Los jóvenes ahora temen, desdeñan o se defienden de los libros, como siempre lo han hecho ante las imposiciones de los padres, los maestros y los redentores. Leer se ha vuelto un deber: social, moral, político. Un hábito de higiene. Una tarea más, añadida a las muchas que ya cargamos: pagar impuestos, hacer ejercicio, comer frutas y verduras, ahorrar para la vejez, reciclar los desechos, cuidar el agua… todas éstas, sin duda, actividades necesarias, responsables, impostergables. Ciertamente leer es un derecho, y quien lo ejerce descubre el significado y se maravilla ante el milagro que se abre delante de su espíritu. Pero no es una obligación, y jamás tendrá sentido como imposición. Leer es un acto de suprema libertad. Como la fe. Como el amor. Es imposible marcarle derroteros, decidir por el otro, convencerlo de algo que no nace de su propia necesidad, de su propio corazón. Se vuelve significativo, deseable y necesario, sólo para quien ha ejercido la libertad de decidir qué, cómo, cuándo, dónde y para qué leer. De lo contrario, se convierte en una dictadura intolerable, en una suerte de tortura emocional e intelectual. Claro, para ejercer esa libertad hay que tener la posibilidad de ejercerla; es decir, contar con libros al alcance de la mano. El fomento a la lectura debiera estar centrado en el fomento a las opciones: diversidad de temas, autores, formatos y lugares de acceso; sobre todo, disponibilidad de precios. Pensemos en los juguetes. Los niños, desde que balbucen, eligen sus juegos, deciden con qué juguete quieren jugar, y cuando ya satisfizo su curiosidad lo dejan y buscan otro. Los padres de familia llevan a sus hijos a los centros comerciales a ver juguetes, recorren los anaqueles, los sacan, los prueban y son los niños los que escogen, dentro del presupuesto viable, aquellos que van a pedir a Santa Claus o a los Reyes Magos. Cuando reciben regalos sorpresa de cumpleaños son los niños los que, en ejercicio de su libertad, deciden cuáles quedarán guardados en el cajón, a pesar de que sean carísimos e interesantísimos según el tío o la abuela, porque sencillamente no les atraen, y cuáles van a considerar sus favoritos, aunque sean unos palitos artesanales. Si nunca obligamos a jugar a los niños, pues, aunque quisiéramos, no resultaría, ¿por qué habríamos de obligarlos a leer? Sí podemos llevarlos de paseo a las librerías y a las salas de lectura, como los llevamos al parque. Y soltarlos para que escojan el libro que les gustó, sea por los dibujos, la portada, el título, o los colores. Honrar su libertad. En el aula, poner a su disposición una serie de libros adecuados a su grado escolar y dejar que cada uno elija el suyo. Y jamás solicitar reportes por escrito. Quien lee por placer tiene también el placer de compartir lo que descubrió en el libro. Los niños juegan y comparten espontáneamente. Como profesores y padres de familia, tendríamos que empezar de nuevo, en este sentido, junto con los niños: recobrar el juego y la espontaneidad en uno de los pocos actos de suprema libertad que todavía podemos y debemos defender: el placer de leer. Me pregunto si todavía estamos a tiempo.
Editorial
De Largo Aliento / Periodismo cultural
Los temores de la democracia
Oxalosis primaria
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El licenciado Vidriera El personaje de Miguel de Cervantes Saavedra no es totalmente ficticio: los vidrios se cristalizan en el cuerpo a causa de una enfermedad rara. Eduardo Monteverde
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Ilustración de Ricardo Polo López.
a reforma en telecomunicaciones ha cerrado un nuevo capítulo de su historia sin haber modifcado sustancialmente las estructuras de su entelequia social. En efecto, hay cosas que se transforman sin cambiar en absoluto. Pueden existir ciertos desplazamientos, fuctuaciones o maniobras, dentro del invariable circuito, que aparenten otra movilidad sin perturbar la rutina ancestral, artifcio harto conocido en México: cada seis años los partidos políticos prometen su radical renovación, pero lo único que sucede es el arribo, acaso, de nuevos nombramientos que continúan, impertérritos, los lineamientos establecidos. ¿Por qué los reformadores de las telecomunicaciones son tan timoratos en sus teorías, en sus planteamientos, en sus propuestas? El eufemismo es innecesario: esfumar el término “permisionadas” (sin permiso para transmitir publicidad) para formalizar, sólo, el de “concesionadas” (con la aquiescencia del Estado para enriquecerse según sus alianzas con el mundo empresarial) no hace sino exhibir el juego burocrático del asunto. Sí, ahora todas las emisoras, tal como lo eran antes, son “permisionadas” con una prudente e irrelevante trilogía clasifcatoria: de uso comercial, de uso público y de uso social, membretes de ornato sólo para ratifcar lo que ya estaba expuesto: únicamente podrán ganar dinero los consorcios privados, no las estaciones institucionales ni los de servicio comunitario ni culturales, a menos que alguna autoridad decida apoyarlas con el (minimizado) presupuesto que para ello les otorga la nación. Es decir, lo mismo sólo que con otras concepciones. Porque, y habría que decirlo con todas sus letras, ¿qué funcionario va a respaldar económicamente a una emisora que transmite desde la lejana serranía?, ¿o qué campesino va a dejar de comer para donar sus pesos a una radiofonía que probablemente no vele por sus intereses? Los temores de esta democracia nuestra son inexplicables, porque si algún día los responsables de las concesiones telecomunicacionales por fn (digamos, en una utopía digna de una canción de Joan Manuel Serrat) abrieran su espectro pluralizado se percatarían de que nada hubiera servido su estrategia aquí sí renovadora: ningún empresario se anunciaría en estaciones culturales ni en las comunitarias e indígenas, porque, y esta es una paradoja del legado empresarial del país, los acaudalados preferen mil veces acomodar su dinero en la industria de la banalidad que en la confección del conocimiento. ¿Sabrán acerca de esta infamia los integrantes del Congreso de la Unión, ellos mismos —o por lo menos la inmensa mayoría— relajados y entusiastas, coaccionados sin saberlo, regidos por las vértebras electrónicas, receptores del brutal acto manipulador de la red de la telecomunicación nacional? ¿Por qué los sindicalizados de la radio y la televisión se iban a ver afectados si la reforma en cuestión otorgaba licencia a las emisoras comunitarias para recibir dinero de los anunciantes?, ¿por qué habría una “competencia desleal” si participaran otros proyectos que no fuesen los suyos?, ¿por qué en el país los diputados y los senadores teorizan de una manera y en la práctica se contradicen? Estos temores, mal nacidos, de la incipiente democracia que permea en la política mexicana son, por supuesto, infundados: si los reformadores de estas leyes estuvieran enterados de la realidad de su entorno bien sabrían que, aunque lo autorizaran, las emisoras indígenas, comunitarias, culturales o educativas de todos modos continuarían en sus íntimos sufrimientos por su vitalidad fnanciera, ya que los repartidores de la publicidad están afanzados —desilustrados como suelen mostrarse en sus determinaciones empresariales— en divulgar sus propósitos comerciales en los diales y los canales donde se acostumbra la abyección y la vulgaridad así como la venta y el entretenimiento informativos, de otro modo los grandes inversionistas sentirían verdadera vergüenza al mirar y oír (porque fnalmente no ven ni escuchan) dónde se reproduce su propaganda. Así que esta reforma, con palabras del subsuelo lingüístico, viene a ser la misma gata nomás que revolcada con la evidente —ni siquiera simulada— intención de satisfacer a los perennes magnates de la industria de la comunicación.
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e que hay gente que se puede romper, la hay. No sólo en el sentido fgurado o en la paranoia inmensa cervantina. La fragilidad de Tomás Rodaja, joven viajero que ve mundos cuando pasa por Cartagena, Florencia, Nápoles, Venecia, a la que compara con México, y Génova, de tanta observación padece del cuerpo hasta cuando lo miran. Licenciado por Salamanca, hombre de libros, una mujer se siente despreciada y lo hechiza. Pasa seis meses en cama dolido de huesos y entendimiento, lo curan de lo primero, no de la razón. Se siente de vidrio de la cabeza a los pies. Los vecinos lo abrazan para mostrarle que es de carne, el licenciado se revuelca adolorido, les pide que se alejen y responderá preguntas. Sus respuestas son ingeniosas. Revela que es judía una familia que aparenta ser conversa. Le preguntan si es poeta y responde: “No he sido tan necio que diese en poeta malo, ni tan venturoso que haya merecido serlo bueno”. La psicología barata interpreta al personaje como un ególatra y pervertido. Al fnal de la novela es sanado por un cura y se pierde nuevamente en un viaje en el que cambiará su ingenio por las armas. Una noche en un pueblo en las serranías mexicanas un médico itinerante, anciano y avezado, extrajo el riñón de un joven. Sobre una mesa lo empezó a cortar en rodajas. Chirriaba el escalpelo en cada rebanada, el tejido se pulverizaba en vidrio molido. Miró el cadáver, desde niño había tenido fracturas, sus músculos estaban duros, adoloridos al menor contacto. Más de una vez se rompió los huesos. La gente del caserío no se le acercaba. Estaba embrujado, decían, tan sólo verlo y lloraba de dolor. El cura lo bañaba con agua bendita, nada. Así pasó los años. Cuando el anciano médico llegó, velaban al muchacho en la nave de una iglesia en ruinas del siglo XVI, en medio de exorcismos. Esa noche llovió a cántaros, el médico le pidió a la familia que le dejaran sacar un riñón. Le dieron permiso si lo sacaba para conjurar al diablo. La operación fue en la sacristía. Le dio el riñón al cura, que desapareció entre la neblina. Una ánfora de vidrio cubierta con plata brilló en la mano del médico, dio un trago de Jack Daniel’s, un cirio alumbraba un retablo virreinal con Santa Emerenciana, mártir apedreada hasta morir. Empapó su pañuelo en whisky, envolvió una roja de riñón, la guardó en la alforja; un recuerdo, se dijo. Dormitó hasta el amanecer, trepó a su mula. Cuando llegó a un pueblo luego de cruzar bosques y desfladeros, envió su recuerdo por correo a un hospital de la ciudad. El tejido se descompuso a pesar del alcohol, quedaba lo más preciado: los cristales. No necesitó el médico que le confrmaran el diagnóstico: una oxalosis primaria, enfermedad rara, genética, que cristaliza los riñones, los músculos y partes de los huesos. Era un vitral. El niño no estaba embrujado. Los chamanes y curanderos retardaron la curación, pudo haber vivido más y mejor con tratamientos de la ciencia. El licenciado Vidriera está basado en un refranero popular para las respuestas ágiles de Tomás Rodaja. Hay una que se ajusta a este joven de la historia: “Tachaba la negligencia e ignorancia de los procuradores y solicitadores, comparándolos a los médicos, los cuales, que sane o no sane el enfermo, ellos llevan su propina”. El anciano doctor, experto itinerante, se había ganado sus honorarios, envió otro pedacito de riñón a que lo engarzaran en un amuleto, era su ganancia, la propina, los cristales, los restos incorruptibles y perpetuos del joven vidriera. Llenó su ánfora con whisky, acomodó los instrumentos y las medicinas. Montó en su mula y retornó a los bosques.
Comité directivo David Magaña Figueroa Felipe Reyes Ruiz Víctor Roura Director general Víctor Roura Director ejecutivo David Magaña Figueroa Director de relaciones institucionales Ricardo Magaña Figueroa Gerencia José Luis Díaz López Jefa de relaciones públicas Viridiana Villegas Hernández Jefatura de información Ernesto Herrera Subjefatura de información Emmanuel Islas Reporteros Daniel Cisneros Karla Zanabria Carmen García Bermejo Silvina Espinosa de los Monteros Rossi Blengio Jefe de redacción Eusebio Ruvalcaba Zona fotográfica Arturo Talavera Pascual Borzelli Iglesias Mesa digital Elisa Aguilar Funes Arte y diseño Josefina Larragoiti Cuidado de la edición Fatna Lazcano Consejo periodístico Federico Arana/ Jaime Avilés/ Alberto Chimal/ Fernando de Ita/ Juan Domingo Argüelles/ Armando González Torres/ Ethel Krauze/ Marco Lara Klahr/ Omar Raúl Martínez/ Eduardo Monteverde/ Humberto Musacchio/ David Ojeda/ Emiliano Pérez Cruz/ Agustín Ramos/ José Reveles/ José de Jesús Sampedro/ Ignacio Trejo Fuentes/ Gabriel Trujillo Muñoz.
/delargoaliento @LargoAliento De Largo Aliento, fundado el 1 de marzo de 2014, aparece el primer lunes de cada mes. Este número 6 fue impreso el 30 de julio de 2014. Es una publicación editada y distribuida por Magaña, Reyes y Roura, SA de CV, con dirección en Luis González Obregón No. 25, piso 3, esquina con República de Argentina, Centro Histórico (Área 2), C. P. 06010, Delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal, Tel. 57022252. www.delargoaliento.net. Editor responsable: Víctor Antonio Roura Pech. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo Nº 04-2014-021411235500-101, otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Impresa por Encuadernaciones Maguntis, SA de CV, Calle Batalla de Casa Blanca No. 1621-B, Colonia Leyes de Reforma, 3ra. Sección, C. P. 09310 en la Delegación Iztapalapa, Distrito Federal. Certificado de Licitud de Título y Contenido No. 16190 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Queda estrictamente prohibida la reproducción parcial o total de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Magaña, Reyes y Roura, SA de CV. La información, opinión y análisis contenido en esta publicación es responsabilidad de los autores, salvo error de apreciación de su parte.
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Artistas transforman la violencia
Con las manos manchadas de pintura A un siglo de que comenzara la Primera Guerra Mundial, la violencia no tiene fin en el planeta. El exterminio entre Palestina e Israel, por ejemplo, es interminable. En México la guerra ocurre por otros motivos, y pareciera que el modelo de las batallas globales no cesará jamás. Sencillamente, el hombre es el enemigo del hombre. Cien años han transcurrido ya, y la lección no ha servido de nada. Carmen García Bermejo
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l terror y el miedo se han instituido en la población. Ninguna entidad de México se libra del azote de la violencia azuzada por el control de las rutas del tráfco de drogas, las pugnas entre grupos criminales y la batalla entre la delincuencia organizada y el gobierno federal. Los artistas plásticos apelan a la maquinaria que ejerce esa violencia, y transforman sus obras en piezas de refexión. En los últimos años un buen número de las producciones artísticas contemporáneas giran en torno a esa violencia que tiene en total desasosiego a la sociedad. Y no es para menos: suman ya más de 100 mil los muertos y desaparecidos registrados durante el combate al narcotráfco, situación que ha provocado el abandono masivo de seis millones de casas-habitación en los estados de la República más confictivos. La tragedia va más allá. Tanto el gobierno como el crimen organizado han convertido en un show mediático la guerra contra las drogas para mostrarle a la sociedad su “capacidad” de respuesta. La televisión y la radio emiten el “parte de guerra” sin un análisis de por medio. Transmiten a la población el hecho en sí, y en algunos Censurar la violencia. Obra de Andrés Orjuela. casos hasta recrean cómo ocurrió una masacre, el rompimiento de las barreras de la civilización con representaciones computarizadas. para entrar en un mundo de degollados, colgados, Algunos artistas plásticos han logrado estrucsecuestrados, encobijados y de fosas comunes. turar esta condición material de la violencia, re—Después de México al Filo —señala— conociendo sus efectos no sólo en las víctimas comprendí que había que voltear hacia otra parsino en la población que la padece. Entonces, te. Llevo muchos años trabajando con niños en asaltan el sentido común para desarrollar sus proyectos y plantear piezas tendientes a sacudir Metralletas alta vulnerabilidad y me percaté de un sector la conciencia de una sociedad anestesiada por el y pistolas muy abandonado: los huérfanos de padres policonsumo cotidiano de violencia. que hacen cías. En la ausencia del jefe de familia son las música. madres las que sacan adelante a sus hijos. Ellas se enfrentan a una burocracia que las empuja Obra Manos manchadas En medio de esta encarnizada lucha contra el de Pedro más hacia la marginación. Reyes. Por supuesto, el artista no ignora la historia narcotráfco, el artista plástico Emiliano Girode corrupción que hay en la policía. Pero afrma nella Parra realizó, en 2009, la obra México al que esa práctica también está dentro de la SEP Filo en la que muestra, con diferentes técnicas, debido a que “es una maña” que mancha a todos los decapitados caídos en esa guerra. No es apolos sectores y niveles de la sociedad. logía, ni simbolización. Expone la crueldad de En Manos Manchadas de Pintura los niños, una sociedad enferma e inmersa en el tráfco y primero, cambian la idea del policía ausente por consumo de estupefacientes, así como la barbala del padre heroico muerto en combate. Este trarie transmitida por los medios de comunicación. bajo se hace con cuentacuentos. Después, GiroEl artista no se detuvo ahí. Desde 2011 desanella Parra empieza a pintar con los infantes de rrolla Manos Manchadas de Pintura, un trabajo forma lúdica para que se diviertan y, luego, todos estético que realiza con hijos de policías asesinase despiden alegóricamente de sus padres soltandos o mutilados durante la guerra contra el nardo un globo al aire. co. Por eso creó una fundación y, a la fecha, ha —Hay heridas de combate —apunta Giroefectuado tres talleres para 60 niños, con los que nella Parra—, pero también psicológicas. Por ya produjo más de 100 obras. ejemplo, cuando tu padre fallece en una Si los asesinos tienen manchadas las muerte violenta el arte tiene herramienmanos de sangre, estos niños tienen las tas para sanar esa herida. Mancharse las manos manchadas de pintura. Este manos de pintura es una forma de ayuprograma lleva su parte de denuncia, dar. Los niños no tienen dogmas, en los pero su esencia se enfoca en la recontalleres juegan y descubren otra opción ciliación social. Asimismo, emplea el de curarse. Lo que queda son obras de arte para sosegar el duelo sufrido por arte, como registro de que ellos existen. los huérfanos de los policías caídos. El pintor precisa que, a través de esEl también escultor explica que hizo tos procesos creativos, hace visible el México al Filo porque la violencia ha problema de estas familias, lo cual sigllegado a tal grado, que aún no comprennifca un primer paso para ir reestructude cómo la sociedad ha caminado hacia
rando el ya lastimado tejido social. La intención es que las obras de arte que surgieron de este programa hablen de empatías, de sentir el dolor ajeno como propio. —Cuando la población se solidarice con esa gente que la defende —subraya el pintor—, logrará hacer un movimiento social para contrarrestar la violencia. Pero los habitantes tenemos que asumir nuestra responsabilidad y hacer un frente común, ya que el mundo de las autodefensas se volverá viral si no reconocemos a los que nos deben proteger. Aunque los gendarmes tendrán que cambiar esa oscura reputación que, a la fecha, tienen. Gironella Parra también trabaja con los policías heridos que se encuentran, algunos, en estado de abandono y, otros, incapacitados porque les amputaron un brazo, una pierna, quedaron ciegos, etcétera. Dentro de un año, montará una gran exposición en el Museo Memoria y Tolerancia con las obras desarrolladas con los niños huérfanos y los guardianes del orden. —Algunos de los murales que realicé con los niños —concluye— ya se exponen en la Sala de Héroes del Museo de la Policía. También editamos el libro Manos Manchadas de Pintura donde presento todo este trabajo. Ahora estoy en busca de recursos para realizar un documental con el que pueda dar un impacto masivo y directo tendiente a reconstruir el tejido social a través del arte.
Instrumentos por armas El fujo desmesurado de armas es otro de los fagelos de la guerra contra el narco. Estos artefactos en manos de civiles provienen de Estados Unidos, China, Rusia e Israel, pero también del escaso control que existe en las policías estatales y municipales. De acuerdo con un reporte de la Secretaría de la Defensa Nacional, entre diciembre de 2006 y noviembre de 2012 el número decomisado de ametralladoras, fusiles Barrett y rifes AK-47 ascendió a 75 mil 752, mientras que la cifra de revólveres, pistolas y rifes fue de 49 mil 894. En total: 125 mil 646 unidades incautadas, más diez mil 576 granadas y 13 millones 15 mil 107 cartuchos. En ese contexto, el artista plástico Pedro Reyes desarrolló su proyecto Palas por Pistolas al convocar a la población de Sinaloa a donar armas a cambio de una pequeña despensa. A sus manos llegaron mil 527 pistolas, ametralladoras y rifes, mismas que destruyó para fundir el metal y elaborar el mismo número de palas, que usó para sembrar árboles en un vivero de Culiacán. —No busco hacer un ejercicio sólo de denuncia —asevera Reyes—. Uno tiene que usar la creatividad para proponer alternativas. No te puedes quedar en señalar lo que está mal. Como artista manifesto cómo me gustaría que las cosas cambiaran, y ofrezco la visión de una transformación social, a la que me gustaría llegar. Comenta que el objetivo es mostrar que la sociedad es víctima del tráfco de armas, ya que las compañías que producen, venden y compran estos artefactos también utilizan los medios de comunicación para promover sus productos me-
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diante el cine de Hollywood, programas de televisión y de videojuegos, donde aparecen las armas como algo positivo y cool, cuando su función es totalmente lo opuesto. Luego de consumar Palas por Pistolas Pedro Reyes fue contactado por la Coordinación Nacional para la Prevención del Delito para avisarle de la destrucción de seis mil 700 armas, requisadas en confictos vinculados con la droga, en Ciudad Juárez, Chihuahua; que podría solicitar para hacer más palas. En ese momento el artista seguía sembrando árboles, pero se planteó un proyecto distinto: —Consideré que ese material lo podría convertir en objetos para la convivencia. Entonces elaboré el proyecto Imagine en el que, junto con seis músicos, destrozamos el armamento para convertirlo en 200 instrumentos musicales de cuerda, viento y percusión. Para celebrar la segunda vida de estas armas, organizamos un concierto y mostramos que la música fuye perfectamente. Lograron hacer dos tipos de instrumentos, unos los tocan los músicos en vivo y otros son programados por computadora para que funcionen como esculturas sonoras, a las cuales se les prepara una composición y esa obra se puede estar ejecutando durante el trascurso de una exhibición. El artista plástico y los músicos organizan exposiciones, talleres y conciertos en los que se presentan estos instrumentos como protesta por el auge de la violencia en México, en el que los responsables son tanto los que usan las armas como los que las fabrican. —En el cine y en las artes plásticas —asegura Reyes— hay muchos casos en donde las obras se enfocan a manifestar la denuncia. Para mí es importante ofrecer una alternativa. Uno puede transformar un objeto al derretir el metal de una pistola. Pero el objetivo está en demostrar que, como sociedad, tenemos que sufrir una metamorfosis cultural. Cuando esta idea se colectiviza se convierte en un cambio social. Considera que su trabajo es una especie de metáfora para transformar la naturaleza humana y su instinto de muerte. Convertir esa energía negativa que provoca la violencia en algo creativo. Explica que al quitar un arma de circulación se remueve algo maligno del mundo. Se trata no sólo de cambiarlo, sino de convertirlo en algo nuevo y, al hacerlo, tendrá un impacto positivo en la humanidad. —Por ejemplo —precisa—, cuando fundimos el metal de las armas para hacer palas, ese objeto se convirtió en algo para sembrar árboles. Ahora hay un bosque. Con los instrumentos tratamos de contribuir a despistolizar al país y visualizar que un arma, en lugar de producir muerte, emite música. Se trata de una batalla cultural.
El proceso industrial En 2009 el entonces subsecretario de Fomento a los Agronegocios de la Sagarpa, Jeffrey Max Jones, declaró: “Hay muchas cosas que se pueden aprender del narcotráfco. Es un sector que ha aprendido, de manera efectiva, a identifcar los mercados y crear la logística para atenderlos. Por desgracia, están en un cultivo nocivo para la salud. Pero esa misma lógica es la que hay que aprender para el campo”. El funcionario fue cesado de su cargo. Pero sus palabras detonaron la refexión e imaginación del artista plástico Roberto de la Torre para abordar el tema del narcotráfco, la corrupción y toda la violencia que esto ha desatado en el país. —Me interesó abordar el problema —indica en entrevista— desde una perspectiva de la que poco se habla: cómo funciona la industria del narcotráfco, ya que ésta es una gran empresa que genera dinero, reactiva diferentes sectores productivos y crea fuentes de trabajo donde no las hay. Fue entonces cuando De la Torre desarrolló la instalación Harina y Epazote justo en el año del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución Mexicana, cuando Felipe Calderón hizo un derroche de recursos para mostrarle al mundo que en el país no hay guerra, ni terror. El artista montó su obra a una cuadra del Palacio Nacional, en el Ex Teresa Arte Actual:
—El tema de la guerra, la violencia y el narcotráfco rebasa cualquier obra de arte por el impacto que tiene sobre la población. Mi objetivo era hacer una pieza que no mostrara ni carteles, ni leyendas alusivas al narco. Monté entonces una fábrica donde se ve el proceso industrial que tiene la harina y el epazote. El artista hizo toda una ambientación: áreas donde se cultivan desde la semilla del epazote hasta su cosecha; espacios para deshidratar la hierba; una bodega con una gran cantidad de costales de harina; un laboratorio; espacio de descanso para los trabajadores; la nave principal donde se procesan los productos, y, al fnal, el sitio donde se hacen los paquetes de estos alimentos. —Fue una obra viva —comenta De la Torre—. La intención es vencer la indiferencia hacia los problemas del país, y mostrar cómo la industria del narcotráfco vino a suplir la inacción del gobierno ante un campo devastado por
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cuartizarlos, colgarlos, decapitarlos. Por eso los crímenes han sido tan brutales. El pintor subraya que en México se hace publicidad al crimen organizado. Pero esto no es reciente, si se considera que Alarma! surgió en 1963; es decir, los mexicanos consumen violencia desde hace 50 años, y esta situación es más fuerte en los estados de la República, donde la gente ve la nota roja como parte de la información cotidiana. —Aunque no seas un lector de esos medios —repara— se exhiben en los kioscos de periódicos, y además la nota roja la transmiten por televisión. Es decir, la violencia se expone abiertamente a la sociedad e inconscientemente se la consume. Mi obra propone crear un espacio de refexión para que la población se percate de que ese tipo de noticias lo anestesia ante la realidad. Orjuela empezó a comprar Alarma! para intervenir con tinta china y pintura sus portadas.
Procesos de producción en el campo. Obra de Roberto de la Torre.
el ingreso de México al Tratado de Libre Comercio. Con esta instalación mostré que la droga no se legaliza porque se acabaría el negocio. De la Torre considera afortunados a quienes viven en el Distrito Federal, pero recomienda voltear a ver a los que residen en Tamaulipas, Guerrero, Morelos, Coahuila, Veracruz, Estado de México, Chihuahua, Durango… donde la gente tiene miedo de salir: “Se ha generado una violencia que en ninguna otra época del México contemporáneo habíamos vivido. El gobierno le dio al panal de abejas para agarrar a ciertos capos, pero éstos se multiplicaron y mantienen el terror en toda la población”, fnaliza.
Tinta china y pintura El artista plástico Andrés Orjuela pertenece a un país clasifcado como de los más violentos del mundo. Pero en Colombia nunca trabajó ese tema. En 2008 llegó a México a realizar el proyecto El cuerpo fraccionado / La escultura griega y romana. Pero se encontró con un periódico de nota roja que lo impresionó. Empezó a investigar la razón por la que hay un consumo tan fuerte de nota roja en México, percatándose de que la televisión también transmite las ejecuciones y los decapitados en noticiarios estelares, al igual que en diarios de circulación nacional. Así, su primer fn de semana en México le dio para ocho años de trabajo. Orjuela explica que si bien en su Colombia existieron masacres atroces, nunca le interesó al crimen organizado publicitarlas porque se ganaba enemigos en la sociedad. En cambio, en México los cárteles de las drogas sí quieren aterrorizar a la población. —Aquí la curva de atrocidad es de alta escalada —asegura—. Hemos visto que si un grupo criminal acribilla a 20 personas, sus contrincantes asesinan, en respuesta, a 40. Pero cuando eso ya no fue sufciente para garantizar una portada en la prensa, iniciaron las prácticas atroces: des-
Así, devino la exhibición abierta de los cuerpos asesinados y mutilados, la censura colocando calaveritas y esqueletos, similares a los dibujados por José Guadalupe Posada; aunque esas imágenes intervenidas conservan los encabezados reales de las noticias. —Posteriormente me entrevisté con el director de Alarma!, Miguel Ángel Rodríguez, para explicarle porqué no me gustaba su revista. Le propuse hacer un juego de páginas intervenidas para dibujar unas calaveritas sobre los muertos que aparecían en las páginas intermedias y, de esa manera, censurar esa violencia. Accedió y realicé mi trabajo en los 350 mil ejemplares que tiran en una semana. Orjuela expuso la intervención de esta revista, y le dio el título de Alarma! JGP (José Guadalupe Posada) en Zona Maco / Feria de Arte Contemporáneo 2011. Al siguiente año preparó la obra Muestrario, en la cual presenta una serie de registros de sangre extraídos de los diarios mexicanos, a manera de colección de laboratorio, donde cada muestra corresponde a un crimen. —Me interesa dar a conocer las dimensiones que tiene, a nivel mediático, la circulación de la muerte y su relación con un consumo de violencia desmedida que, visualmente, tiene la sociedad mexicana. En La Prensa registré 700 asesinatos en un año; es decir, un lector que compra cotidianamente ese periódico ve esa cantidad de muertos. Después, Orjuela hizo la pieza 1011 Muestras Revista Alarma! 2012. Nuevamente tomó ese semanario y, esta vez, sí registró el nombre y la edad de las personas asesinadas con el fn de exponer que esos muertos no son simples estadísticas. —En esa pieza —indica— registré mil 11 personas asesinadas en un año, sólo en el semanario Alarma! donde aparecen las fotos explicitas de la tragedia. La pieza la instalé el año pasado en Zona Maco y medía 27 metros de largo. De esta forma trabajo el tema de la violencia sin caer en la representación de la misma.
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Las muertes del Estado
El silenciamiento de las cifras Los números van y vienen. Nadie se pone de acuerdo, porque conviene silenciar las catastróficas cifras. El caso es que la violencia y la muerte caminan juntas.
Rossi Blengio
Un grito de socorro Lo sucedido el 19 de septiembre de 1998 a la ciudadana holandesa Arsène van Nierop la llevó a realizar una noble labor en un país cuyo sistema judicial le había fallado en el esclarecimiento del asesinato de su hija Hester, joven víctima de lo que se conoce como crímenes de odio, o feminicidios, en Ciudad Juárez, Chihuahua. Desde el otro lado del mundo, Arsène inició el viaje de regreso hacia donde nunca habría querido volver, el cual narra en Un grito de socorro desde Juárez (Grijalbo), libro a la memoria de Hester escrito por su madre, quien fue informada en enero de 2014 de que el asesino de su hija había sido capturado. Hasta el momento de esta entrevista el presunto culpable se hallaba amparado. ¿Cómo saber si es el verdadero asesino? Fue la pregunta que fotó tras la presentación de este libro. Para De Largo Aliento respondió el embajador de los Países Bajos en México, Dolf Hogewoning, acerca del desempeño de la policía mexicana y su efcacia respecto de la holandesa: “Yo creo que hay varios factores que hacen diferentes los casos. Holanda es un país pequeño, pero con una historia de mayor justicia y profesionalismo de la policía. México tiene unos desafíos tremendos: Ciudad Juárez es un lugar muy cercano a Estados Unidos y todos sabemos los problemas de drogas y cárteles que existen. Además de otros factores como la pobreza que no tenemos, digamos, en esta proporción en Holanda; entonces, el feminicidio es el producto de una combinación de pobreza, de machismo (que también lo hay en Holanda), y de muchas mujeres vulnerables que emigraron de Centroamérica al norte y son la mayoría de las víctimas, por lo que es un asunto muy complejo. Pero aquí lo importante es que no haya impunidad y exista justicia profesional; dar también atención y satisfacción a los familiares de las víctimas”. Arséne Van Nierop empezó a incursionar en el activismo, contando con el apoyo de diversas organizaciones de Holanda. En 2005 creó la Fundación Hester logrando llevar a cabo los proyectos Autodefensa Para Mujeres, comenzando en 2011 el impulso de una biblioteca para Casa Amiga
y el respaldo, en 2012, al proyecto Información y Denuncia de la Violencia Doméstica contra las Mujeres en Ciudad Juárez, a través de los cuales más de tres3 mil 500 personas recibieron ayuda urgente, más de 600 participaron en el curso de derechos civiles, mil 400 se benefciaron de asesoría judicial, seis mil 330 jóvenes y adultos recibieron información sobre la prevención de violencia, 550 profesores tuvieron acceso a la misma información y 650 personas siguieron una terapia después de haber sido víctimas de violencia. Pregunto a Arséne cómo ha surtido efecto el programa de Autodefensa para Mujeres: “Hemos hablado con las mujeres que han seguido este curso y me han dicho que se sienten de nuevo con la fuerza sufciente para andar en la calle, para ir al trabajo o hacer las compras; y sus hijas también lo han cursado porque, de igual manera, se da en las escuelas con el fn de fortalecer a las jovencitas y decirles que tengan valor, que son importantes tanto para sus familias como para la sociedad y el país. Siento que lucho junto con mi hija, estoy segura de que ella está orgullosa de lo que se ha logrado”
Asuntos pendientes mexiquenses Con nosotros está Irinea Buendía, madre mexicana que también perdió a su hija Mariana Lima, asesinada en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México en 2010, y que debido a las irregularidades en la investigación del crimen un juez dictaminó que Mariana se había suicidado. Este feminicidio es el que abre el libro escrito por Humberto Padgett, con un ensayo fotográfco de Eduardo Loza intitulado Las muertas del Estado (Grijalbo), en el que sus autores sostienen la tesis de que el feminicidio es un crimen de Estado. Especifca el autor: “El título del libro es un doble sentido en que no sólo nos referimos a la ubicación geográfca en que esto pasó, sino a la responsabilidad que existe por parte del Estado y el conjunto de instituciones y quienes las integran como primeros responsables de que tantas mujeres hayan muerto. Hacemos también referencia a las muertas con la intención de visibilizar lo que ocurre en el Estado de México en contraste con el problema, cierto y gravísimo, de Ciudad Juárez que sí fue observado, que sí fue visto fuera
de México, en tanto que las mujeres asesinadas en el Estado de México, a pesar de que han sido en términos relativos, no sólo absolutos, más que las de Juárez son mujeres cuyas vidas se perdieron y nadie protestó”. A este respecto, la subprocuradora Martha María del Carmen Hernández Álvarez, quien fungiera como magistrada federal, descalifcó las cifras absolutas en función del Estado, y reclamó que el criterio aplicado fuera el de las tasas. Sobre el tema de las cifras mucho se ha dicho que están alteradas, y todo es un montaje con diversos fnes particulares. Humberto Padgett responde: —Mintieron Martha María del Carmen Hernández Álvarez y Lorena Cruz, quien ahora es la directora del Instituto Nacional de las Mujeres. Cuando se pretendió emitir la alerta de género para el Estado de México se establecieron toda clase de argumentos más que jurídicos o con perspectiva de género, de tipo político y más claramente de pretensiones electorales. Martha Hernández redujo las tasas en una tercera parte de manera inexplicable, lo sé porque nosotros hemos construido las cifras con apoyo de demógrafos, de estadísticas vitales que están integradas en el INEGI y que pasan a la Secretaría de Salud, en donde se pueden establecer las distintas causas de mortalidad y se plantea una tasa en función de eventos; en este caso de asesinatos intencionales de mujeres, y el número de esos asesinatos por cada cien mujeres residentes en el municipio, estado o país donde se haga referencia. Existe otra asignatura, dice Padgett, si bien es la menos confable: el índice delictivo que presenta la Procuraduría de Justicia del Estado de México, que, “al igual que todas las procuradurías, adelgaza las cifras. Esto ocurre por varias razones, y en el caso del feminicidio, que es en realidad un tipo penal reciente en el país, redactado de una manera tan subjetiva que para que se consigne un expediente como feminicidio se requiere una serie de requisitos que generalmente son imposibles de reunir, pero que redundan en que la cifra sea lo sufcientemente baja como para que se diga que el jefe del Ministerio Público (que no es el procurador, sino el gobernador) es una persona que preside con conciencia de género. Pero eso no es así. En el Estado de México,
durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, se asesinaron mujeres en 119 de los 125 municipios, a diferencia de otros estados que tienen ubicado el fenómeno en regiones específcas”. En la tipifcación del feminicidio, aclara el autor, “apenas se hicieron modifcaciones que harían más viable que el Ministerio Público decida en función a las características del asesinato de mujeres. A nosotros la experiencia nos llevó a buscar las historias que nos cuentan, porqué y cómo ocurren las cosas. Y lo que ahí sucede es que el Ministerio Público, las policías judiciales adscritas al caso, así como el perito que atiende el asunto, son personas sin perspectiva de género. Inician la investigación sin considerar la culpabilidad de un hombre, sino la responsabilidad de una mujer en su propia muerte. Ella es merecedora de lo que le pasa, y esta situación se reproduce entre las autoridades de mayor nivel. Por su parte, Marcela Lagarde, quien creó el término feminicidio, afrma que cuando existe un comportamiento persistentemente omiso en que se tolera, prohíja y consiente la violencia sistemática contra las mujeres, entonces el feminicidio se vuelve de Estado”. Premio Nacional de Periodismo en cuatro ocasiones, Humberto Padgett considera que la mejor manera de quedar protegidos es con la difusión de este trabajo: “Lo cual no ha sido del todo posible, pero ni siquiera creo que porque la ofcina de Comunicación Social de la Presidencia haya tomado el teléfono y le haya ordenado a los medios que no nos busquen; más bien creo que éstos mismos dicen: que no se cree la confusión de que nosotros no estamos del lado del señor presidente”. Eduardo Loza, el autor del ensayo fotográfco, sostiene: “Quisimos darle rostro a esas mujeres víctimas del asesinato y después a las madres de las chicas que enfrentan la injusticia y el olvido. Quise mostrar a mujeres vivas, con fotografías de ellas mismas aportadas por sus padres; de sus zapatos, sus aretes, sus mascotas, e incluso los lugares donde perdieron la vida o la tumba en donde están sus restos”.
Ni vivos ni muertos El periodista Federico Mastrogiovanni (Roma, 1979) vive en México, donde ha trabajado temas de comunidades indígenas, migración, vio-
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lación a derechos humanos y movimientos sociales. Acaba de publicar su primer libro: Ni vivos ni muertos / La desaparición forzada en México como estrategia de terror (Grijalbo). En este compendio su autor observa que la desaparición forzada no es un acontecimiento casual, sino constituye una verdadera estrategia de terror que es funcional al Estado. En el capítulo “Noche y niebla, ya no hay nadie”, en el que cita a Claudia Piedra Ibarra, nos damos una idea de lo que esto representa: “Es todo un aparato represivo que fue creado especialmente para llevar a cabo la desaparición forzada. Es algo que creó Hitler con el plan Noche y niebla. Un proyecto para desaparecer a la persona, todos sus documentos, su vida, que nadie supiera de él o ella. En México ocurrió por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial”. —El número que usted menciona es de 27 mil desaparecidos hasta 2013; en días recientes el secretario de Gobernación informó que las cifras de personas no localizadas es de 16 mil. —Salieron muchas cifras y siguen cambiando. Yo tomé en cuenta ésa porque en el momento que escribí el libro era la última disponible de la Secretaría de Gobernación, y es muy fuerte, porque estamos hablando de que quizá rebasen los números de la dictadura argentina y aquí vivimos, pues, en un contexto democrático. Pero al mismo tiempo tenemos el problema de que no se logra tener una cifra única, confable. En muchos de los casos hay poca información entre instituciones del Estado, federales, estatales, municipales, etcétera. Se trata de seres humanos de los que no hay forma de saber cuál es o fue su historia; son muchos los familiares de desaparecidos que se han quitado la vida, otros siguen en pie, como Fernando Ocegueda en Baja California, o Imelda Alvarado en Guanajuato, con la esperanza de encontrar a sus hijos. Como en el caso de Alan Israel Cerón Moreno, un joven de Morelos cuyo cadáver fue encontrado; pero no signifca que se haya hecho justicia, le digo a nuestro entrevistado, quien reconoce esta situación: “Pero después de encontrar el cuerpo de Alan, sus padres sufren un enorme cambio tanto emocional como psicológico, porque si bien viven una tragedia pueden elaborar el duelo y cerrar el círculo, como dicen ellos. Pero el delito no se resolvió, no imperó la justicia, y por increíble que parezca fue una suerte que encontraran el cuerpo. Es terrible que maten a tu hijo, pero es peor que nunca jamás sepas de él”. —Dice usted que los medios de comunicación hacen su parte al subirle o bajarle el nivel a los asuntos de violencia, y en donde son recurrentes las opiniones improvisadas en las que
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Contra los periodistas
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l gremio periodístico en México ha sido también arrasado por esta ola de asesinatos, desapariciones y amenazas. Ingrid Therese de Vries, traductora de Arsène van Nierop, dio a conocer la amenaza de muerte que recibió Martha Durán de Huerta, amiga y corresponsal de Radio Nederland en México, un día después de que Arsène y ella salieran de México. La organización Reporteros sin Fronteras expresó su preocupación por las amenazas sufridas por periodistas. Gustavo Sánchez Cabrera, director general del portal de noticias La Policiaca del Istmo, que se edita en Salina Cruz, Oaxaca, también fue amenazado. Ambos periodistas, Martha Durán de Huerta y Sánchez Cabrera, presentaron denuncias ante las autoridades.
difunden la idea, el lugar común, de que las víctimas de desaparición forzada son criminales y, por ende, se merecían lo que les pasó. —Son dos temas importantes. En el caso de Veracruz, escuchar palabras que están grabadas y disponibles en YouTube, donde el gobernador afrma que algunas personas se merecían esto y justifca que un poder fáctico ejerza su propia justicia es muy grave, ya que las instituciones deberían de decir no, nadie tiene el derecho de la suministración de justicia y del orden público más que el Estado; sólo él puede llevar a cabo un proceso y condenar a alguien. Decir que alguien se merecía una muerte violenta o propagar la idea de que las víctimas tenían nexos con criminales ni lo saben ni es su deber, la función de los medios es dar a conocer los acontecimientos. —Hay un estudio que hizo el doctor Rogelio Flores acerca de los trastornos psicológicos en periodistas y
personas que sufrieron pérdidas por un duelo no terminado, lo que representa una tortura sin fn. —Ese estudio es muy valioso, porque los periodistas que trabajamos aquí sufrimos los mismos trastornos de los periodistas que cubren su fuente en países en guerra. Esto quiere decir que el nivel de violencia y presión es tan alto que se presentan estos síntomas. Está afectada la sociedad en su conjunto. Seguridad es lo que está pidiendo la gente de todos los colores. La hermana Consuelo Morales Elizondo, quien dirige la ONG Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, hizo un trabajo muy importante en conjunto con las instituciones. No es que así vayamos a resolver el problema —señala—, pero es una herramienta más, un paso hacia una situación mejor. Hay segmentos del Estado que sí están en disposición de resolver esta lucha, y es ahí donde se tiene que rescatar la fuerza de la sociedad civil para lograr resultados.
Las fotografías del primer bloque son del fotógrafo italiano Fabio Cuttica, ganador del Word Press Photo. —Esta labor no se puede hacer en solitario —sostiene Cuttica—. Luis Ramírez y yo trabajamos juntos en el proyecto. Yo busqué la forma de contar estos hechos difíciles de digerir. En el periodismo son varios los maestros que uno elige, a mí especialmente me tocó el grandísimo periodista italiano Tiziano Terzani, y, por supuesto, Kapuscinski. Yo decidí ser periodista leyéndolo a los 18 años. La pregunta que me hacía era cómo estar presente sin ocupar un espacio que no te corresponde, porque no eres el protagonista. Eso me lo enseñó Gianni Miná. En la última parte de su carrera él ya era un personaje; todo el mundo lo conocía, y de eso me di cuenta porque lo acompañaba horas en salas de espera para hacer una entrevista después de 50 años de ser periodista, y él te decía: tienes que acordarte siempre que eres el que cuenta la historia, tú no eres la historia; tienes que aprender la humildad de este trabajo, porque tú no existes sin la historia, y tienes que entender siempre cuál es tu lugar.
Melissa Roura
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Escribir sobre él es una misión geográfica. Desde lo alto nevado hasta el ras de lo arenoso, pasando por volcanes, valles floridos o umbrosos, ríos, rocas, neblina, por todas partes va el longitudinal Dr. Atl confundido entre el horizonte. Gerardo Murillo (1875–1964), pintor, es una pincelada color copal de nuestros paisajes mexicanos, en lo absoluto.
Foto de Tomás Montero Torres.
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En el Paricutín, hacia 1943.
Dr. Atl, a medio siglo de su partida
Narrador de paisajes El paisajista pictórico y narrador de paisajes se fue de este mundo el 15 de agosto de 1964. Su vida fue como el temblor de una hoja de un árbol nevado… Emmanuel Islas
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scribir sobre el Dr. Atl es una misión geográfca. Desde lo alto nevado hasta el ras de lo arenoso, pasando por volcanes, valles foridos o umbrosos, ríos, rocas, neblina, por todas partes va el longitudinal Dr. Atl confundido entre el horizonte, al este y al norte de la capital tapatía, desde Juanacatlán hasta cerca de las costas rumorosas del Pacífco. Gerardo Murillo (1875–1964), pintor, es una pincelada color copal de nuestros paisajes mexicanos. Es parte de nuestro territorio de cielos encendidos y protagónicos. Su educación artística va como un viento preclaro de un altiplano a otro. De Guadalajara a Aguascalientes. De allí a la Ciudad de México. De aquí a hacer mella más allá del Atlántico, y luego de regreso para recomenzar el infnito. Sus clases fueron largas caminatas entre peñascos y borrascas; sus maestros: el crujir de las hojas, la confuencia de los ríos, el azul inhabitable de día y estelífero de noche. El Dr. Atl —bautizado en champaña por el poeta Leopoldo Lugones en París, en 1902— asciende a la claridad de sus cielos. Es inventor del aeropaisaje. Él y sus paisajes tienen esa fecundidad agreste en que fores, invisible polen y nubes regordetas conviven en la luz machacada con aceite de lino, resina y pigmentos molidos. Pero las letras… mejor dicho, los letrados, lo descienden a pesar de su prolífca narrativa que va de la fcción al ensayo. Es un narrador sano y olvidado como piedra de río, inédito en las casas editoriales de referencia (desde la década de 1950 no existen reediciones de sus obras de fcción). Cuentos bárbaros (1930) y los tres volúmenes de Cuentos de todos colores (1933, 1936 y 1941) revelan su conocimiento de las costumbres y el modo de expresión populares al inicio del sigo xx antes, durante y después de la Revolución Mexicana. Como prosista y connato de poeta fue también fértil. Sus novelas Un hombre más allá del universo (1935), El padre eterno, Satanás y Juanito García
(1938), su autobiografía novelada Gentes profanas en el convento (1950) y su “ensayo, poema o lo que sea” intitulado Las sinfonías del Popocatépetl (1921) son sólo una parte de su obra narrativa donde agarra al vuelo la palabra y la transcribe sin perderle su vigor, donde desafía los límites de la oralidad y los de la lengua escrita, y logra empapelar el habla, ser testimonio de una época, de una dimensión cultural de la vida social, de las peculiaridades identitarias que hermanan —o enemistan— a una nación espinosa, una particularmente difícil ante su concreción identitaria por cuantos kilómetros —horizontes de desiertos y mares, de planicies y llanos— separan el sur del centro, éste del norte, alejando, a su vez, las distintas identidades modernas de un México oscilante de altitudes y latitudes. Y, sin embargo, son sus cuentos sobre la realidad de la vida cotidiana un documento social con valores estéticos, narrativos e históricos. Como autor exploró variedad de temas sin especialización, algunos como ensayos, otros como monografías. Sobre vulcanología escribió ¿Cómo nace y crece un volcán? El Paricutín y Volcanes de México. Respecto a cuestiones artísticas ensayó Las artes populares en México, Las iglesias de México, El paisaje, un ensayo y El catálogo de la colección Pani. En antropología y lingüística incursionó con Un grito en la Atlántida, y sobre explotación de recursos naturales no renovables escribió Oro, más oro y Petróleo en el Valle de México. Su vida política es, en cambio, un ancho estuario turbio y confundido de ideas ondulantes (como su barba, como las montañas) que van de lo revolucionario al nazismo. En Italia, de joven, apoyó la rebelión por el abaratamiento del pan y escribió textos políticos en el periódico socialista Avanti. En Francia fundó la revista L’Action d’Art. En México organizó los primero Batallones Rojos. Fue en el estado de Morelos donde se reunió con Emiliano Zapata y propuso la conciliación con carrancistas, aceptada al fnal del día. Fue en Orizaba donde saqueó varios
templos e instaló, en el de Los Dolores, dos prensas, linotipos y aparatos del taller de grabado para imprimir el periódico revolucionario La Vanguardia. Nunca satisfecho, pensó en fundar, a decir de Mario Brant, “una ciudad de unos cien mil habitantes en que habría un grupo más o menos permanente de científcos, artistas, maestros y técnicos de todo el globo. Estos instruirían y ayudarían a desarrollar las habilidades latentes de la población trashumante compuesta de estudiantes, aprendices y estudiosos”. Esta Ciudad Internacional de la Cultura, dedicada al progreso de la humanidad a partir del arte y la belleza aristocráticos, llevaría por nombre Olinka. Incluso tuvo sede: el Valle de Pihuamo, Jalisco, sugerido por el entonces gobernador Agustín Yáñez, letrado como pocos. Pero su utopismo choca de repente contra el nazismo, a semejanza de una ola contra la roca que aguarda el vaivén. La admiración a los totalitarismos centroeuropeos gana sobre su Olinka —planeada durante 40 años— y apoya abiertamente al Tercer Reich. Y no hay reconciliación ni concreción: hay desmoronamiento, como en el amor. Ése otro tipo de vida turbia y confundida —o de muerte, según quiera vérsele. Sobre todo el primer amor —y el más doloroso— que él mismo reconoce, cuando a los 30 y tantos el Valle de Lágrimas se contempla en su exagerada dimensión. Ella se llamaba Amada, mujer atemporal, que vino como viene —sin saber de dónde— el agua a los mares, las fores a mayo. Era sobrina de Joaquín Clausell, pintor por quien se interesó tras una discusión sobre la altura del Popocatépetl. La retrató ebúrnea y reidora, pícara y curvilínea también. (De tan delicado, aquel retrato llegó tiempo después a manos de un muralista grandote de apellido Rivera.) Ella tenía 15 años; él, veintitantos más. Lo suyo no pudo ser. Más tarde, esto leyó Federico Gamboa en una carta a propósito de ella: “Y mi amor creció sin obstáculos y como una nube en medio del espacio, se engrandeció y vagó por los cielos, potentemente, cargada de tormentas, hasta que un día se estrelló contra la cima de una montaña, se deshizo en lluvia y bajó por los fancos del monte, en agua, en torrentes, en lodazales. ¡Y toda aquella cosa bella que iluminó mi vida se convirtió en un pantano!” Años después escribió en un artículo periodístico que no había mejor remedio para las enfermedades del alma que 20 grados bajo cero entre los hielos de las puntas de un volcán. Y remató con otra carta a su amigo Gamboa: “Tú sabes que yo pasé dos años entre los peñascos y las nieves de nuestras montañas maravillosas. Allí recuperé mis fuerzas, renació mi esperanza, comprendí la vida, bajo la acción del sol, junto al alentar arcano de las rocas desnudas y entre la pureza de los hielos, que sólo toca el invisible rocío del polvo sideral”. Pero un día, un 15 de agosto de hace 50 años, su salud de piedra de río menguó para siempre. Su geografía humana de paisajes y pasajes voló de lo alto nevado hasta el ras de lo arenoso.
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Daniel Cisneros ue considerada sinónimo de beF lleza, sensualidad y erotismo. Y a pesar de que creció en una familia porfrista acaudalada, mostró una conducta liberal que contrastaba con el puritanismo de su época, lo cual se comprueba no sólo al haber sido pintada y fotografada desnuda en múltiples ocasiones sino al ingresar a lugares donde las mujeres no tenían cabida. Se le conoció como Nahui Olin a partir de que el Dr. Atl le puso ese sobrenombre. Nos referimos a la poeta y pintora María del Carmen Mondragón Valseca (Ciudad de México, 1893-1978), quien inspiró a Felipe Sánchez Reyes para escribir la biografía Totalmente desnuda: vida de Nahui Olin (Conaculta / Instituto Veracruzano de la Cultura): —Cuando yo estudiaba la maestría en letras, Vicente Quirarte nos impartió un curso sobre las mujeres de los años veinte en México —dice el autor—. Fue así como descubrí a Nahui Olin, quien me cautivó por su belleza e inteligencia, y porque logró romper con el modelo de la mujer tradicional mexicana. Esto me llevó a escribirle un libro cuyo título alude a su poemario Cariñosamente estoy dentro, donde refeja su pasión por posar sin ropa. Además, en mi texto desnudo su vida. —¿De qué forma infuyó en Nahui Olin el que, de niña, sus padres la mandaran a estudiar a Francia? —En mucho, porque en un internado de allá comenzó sus estudios en francés. Recordemos que se fue a los cuatro años y regresó a los doce. Durante ese tiempo también se empapó de la ideología liberal de las mujeres francesas, que, a diferencia de México, andaban sin su pareja en la calle o se iban solas al trabajo. Esa independencia la ayudó a defnir su personalidad. Y dicha manera de pensar y actuar la plasmó en su poesía: —Su inquietud por la poesía quizá nace a partir de que Diego Rivera la lleva, durante su estancia en París, con los surrealistas —explica nuestro entrevistado—. Para defnir su trabajo poético debemos analizar sus libros Óptica cerebral, Calinement je suis dedans y A dix ans sur mon pupitre, los dos últimos escritos en francés. En el primero aparecen sus pensamientos, su visión del mundo y su idea de la mujer madura. En el segundo proyecta sus emociones, su sensualidad y su gusto por mostrarse desnuda. Y en el tercero, que realizó cuando regresó a México, encontramos sus recuerdos de haber estudiado con maestras monjas. —¿Hasta qué punto el futurismo italiano se advierte en sus versos? —Ese movimiento, efectivamente, la infuye. Tanto, que en sus primeros libros evita las metáforas, los adjetivos, los puntos, las comas, y no respeta el orden sintáctico. Pero Nahui Olin no solamente tuvo amor por la poesía, sino también por el arte pictórico: —Este gusto surge desde la casa de sus padres, donde tenía maestros de pintura. Y aunque muchos de sus cuadros los efectúa fuera de México, cuando regresa a nuestro país empieza a pintar imágenes naïf. En sus piezas vemos colores muy vivos, escenas del pueblo y, sobre todo, a ella con sus parejas. De hecho, una de las obras que más me agrada, porque resume su sensualidad, es su autorretrato Nahui
Retrato pintado por el Dr. Atl.
Felipe Sánchez Reyes desnuda a Nahui Olin
El deseo de la liberación Antes de que las actrices en México comenzaran a desnudarse en cintas acaso ya olvidadas, Nahui Olin ya lo había hecho, motivo por el cual fue apreciada por los artistas de su época… desnuda y Agacino frente a la isla de Manhattan. Algo que también caracterizó a Nahui Olin fue su amistad con personalidades del medio cultural de su época, como Diego Rivera, Tina Modotti, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Ernesto El Chango García Cabral: —Supongo que como viven la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial están al flo de la navaja y les gusta disfrutar el momento. De ahí que con muchos de ellos Nahui Olin se reuniera en festas donde se fumaba mariguana, se tomaba tequila, se dialogaba, se escuchaba música y se cantaba. Eran veladas que duraban hasta el día siguiente porque, además, vivían muy cerca entre sí. Su vínculo con el mundo cultural se mantuvo tan estrecho que fue pintada por Diego Rivera y el Dr. Atl, así como fotografada por Antonio Garduño y Edward Weston:
—Decidieron pintarla y fotografarla no sólo debido a que convivía con ellos, sino por la belleza de su rostro, su sinuoso cuerpo y su espíritu de libertad, porque en ese momento no todas las mujeres hubiesen aceptado posar desnudas. No obstante, su familia se molestó muchísimo al ver las imágenes. —Y mantuvo una intensa relación amorosa con el Dr. Atl… —Sí, se conocieron durante una exposición pictórica cuando ella tenía 28 años y él alrededor de 48. Su relación empieza luego de que ella deja a Manuel Rodríguez Lozano, quien resultó ser homosexual. Por eso su sexualidad y su cuerpo están un tanto dormidos. Pero su deseo regresa al encontrar al Dr. Atl, quien vive plenamente su libertad y posee mucha experiencia: siempre tuvo varias amantes. Incluso él le pone el sobrenombre de Nahui Olin, que signifca “movimiento perpetuo”, debido a que en ambos
se despierta la pasión dormida. Sin embargo, terminan a causa de los fuertes celos que los llevaron a discusiones y golpes. —¿Qué papel jugó su biografada en la liberación femenina y en la apertura sexual en México? —Aunque Nahui Olin no ha sido estudiada en ese campo, su ideología y sus actos demuestran un deseo de liberarse. Tanto, que empieza a censurar a las mujeres que son prisioneras de papá, del esposo, de la sociedad o de las instituciones religiosas. Es más, a los diez años retoma algunas ideas del libro Las desencantadas, del autor francés Pierre Loti, y dice: “No quiero llevar la vida de estas esclavas de su casa, quiero tener mi propia vida”. Y la tuvo. Tan sólo recordemos que a pesar de que en el cine el nudismo femenino se da a partir de los sesenta por impulso del movimiento hippie, Nahui Olin se desnuda desde antes. Y precisamente esa actitud es la que simboliza a la liberación femenina. —Incluso en México fue pionera en el uso de faldas ajustadas… —Sí, es una de las primeras que empieza a lucir ropa entallada, medias, zapatillas, collares, labios pintados en forma de corazón y cabello corto. Esto generó locura y fascinación en los hombres, así como repudio en las mujeres que vivían atadas a su moral. —¿A qué atribuye que, como afrma en su biografía, Nahui Olin sea poco recordada en el medio cultural mexicano? —Al temor a represalias por parte de la familia de ella que sigue teniendo poder en el país. De ahí que solamente haya existido el reportaje que le hizo la periodista Adriana Malvido, las exposiciones que ha montado el curador de arte Tomás Zurián y la obra de teatro de la dramaturga Gilda Salinas.
Manjarrez
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Las guerras de Blanca
Ariel y Oscar,
Sergio Raúl López
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n mal augurio acompaña a aquellos cineastas cándidos que, haciendo acopio de buena voluntad, inscriben sus obras ante la consideración de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográfcas (amacc). Primero, porque claramente ganar la estatuilla plateada o dorada no corre aparejado a resucitar, por unos pocos días, en la cartelera comercial –como sí ocurre con la entrega del Oscar, el premio de la academia estadounidense−, ni que el logotipo del galardón haga que más personas busquen la copia en video o la miren en la televisión por cable. En México, ganar el Ariel es motivo de festa, de orgullo, de reconocimiento gremial, pero muy poco en el aspecto industrial, económico o masivo. Contra lo que se cree, existen además dos periodos de inscripciones de flmes al año. El primero conduce a la noche de gala en el Palacio de Bellas Artes y a la ceremonia de premiación anual, que abrió el 17 de noviembre de 2013 y cerró el 31 de enero del presente año. Pero un poco antes una convocatoria de menos relumbrón, menos visible, se realizó del 8 al 21 de agosto de 2013, llamando a las películas mexicanas que aspiran a representar al país en los premios Goya, de la Academia Española, y en los premios Oscar, de la Academia de Hollywood. Pero, más que un honor, pareciera que la selección deviene en una suerte de premio incómodo, ya que es complicado e improbable que una cinta mexicana aparezca en la selección fnal de nominados, pues aunque ocho cintas lo han logrado desde 1961, las dos últimas no fueron flmadas en México: Biútiful (España-México, 2010), de Alejandro González Iñárritu, y El laberinto del fauno (España-México-Estados Unidos, 2007), de Guillermo del Toro. Y aunque naturalmente más producciones lleguen en los cinco meses que separan ambas convocatorias, de pronto la primera seleccionada para los Oscar ya no tiene el mismo valor en la “Fiesta del cine mexicano”. Ocurrió con Biútiful, que aspiraba a premios en siete categorías, sólo ganó una: fotografía, para Rodrigo Prieto. Un año más tarde, Miss Bala (México, 2011), de Gerardo Naranjo, sólo obtuvo tres nominaciones y ningún premio. En 2013 Después de Lucía (México, 2012), de Michel Franco, también apareció de forma raquítica, sólo en tres categorías y tampoco ganó ninguna. Este año el que cargó la maldición fue Amat Escalante, el realizador guanajuatense que había logrado el premio a Mejor Director en el 66 Festival Internacional de Cine de Cannes, en mayo de 2013, pues su flme se alzó 14 candidaturas –mismo número que La jaula de oro (México, 2013), de Diego Quemada-Díez–, pero sólo pudo conseguir un premio, justamente el de Mejor Director. Esta relación no agradó del todo al productor de la película, Jaime Romandía, y sólo le confrmó un cierto rechazo a lo que sucede en el seno de la Academia. En 2005 su empresa Mantarraya Producciones no inscribió Batalla en el cielo (México-Bélgica-Francia-Países Bajos, 2005), de Carlos Reygadas, ni Sangre (México-Francia, 2005), opera prima de Amat Escalante. Y explica: “Sentíamos que eran premios otorgados desde la Academia para la Academia, premios de ellos para ellos. Es una cuestión difícil, porque en otras ocasiones hemos inscrito películas y ganado el Ariel, creo que tenemos siete u ocho premios y la verdad que es complicado juzgar en términos de si sí me toca hablo bien y si no me toca hablo mal”. De igual opinión era Amat Escalante. Recién retornado a México tras triunfar en el festival de la Riviera francesa, recordaba la decisión de no inscribir su primer largometraje Sangre –ga-
parientes desunidos
Es tan contradictorio el Ariel como el mismísimo cine mexicano, de modo que a nadie debe sorprender las complejas, o absurdas, circunvoluciones en su celebración.
nador del premio fipresci en Cannes−, y luego decidió sí hacerlo con Los bastardos (MéxicoFrancia-Estados Unidos, 2008) –tras ganar en Bratislava, Mar del Plata, Lima, Morelia, Sitges−, pero sólo recibió nominaciones en Efectos Especiales y Efectos Visuales, aunque sólo hay un efecto especial en la película. Aun así, tampoco ganó la categoría. Explica Amat: “No sé, de alguna forma no me entusiasma, siento mejor no meterla para no arriesgarnos a hacer el ridículo: la metes y no te
nominan, para qué hacerla de tos, mejor ya ni meterla, porque además no tiene ningún tipo de consecuencia. Supongo que tiene consecuencias entre los amigos, supongo que te felicitan en las festas y en las comidas a las que irás después con tus cuates, pero no mucho más. Aparte, no tengo ni siquiera muchos conocidos en el Distrito Federal”. La historia, al fnal, se reiteró. Mantarraya acabó por inscribir Heli a ambas convocatorias. Primero, luego de empatar a veinte votos con La jaula de oro, los miembros de la amacc decidieron enviar al Oscar la cinta de Escalante, por ser su tercer largometraje y haber ganado un gran premio en Cannes mientras que la ópera prima del español, afncado en México, Diego Quemada-Díez, fue la representante nacional al Goya. Ya durante la noche de la quincuagésima sexta entrega, el equipo de La jaula de oro, acabaría por ganar, de forma apabullante, nueve categorías. En cambio, Heli recibiría sólo uno, el de Mejor Director. Sucinto y parco, fel a la personalidad que le ha caracterizado en su carrera, Amat Escalante simplemente agradecería a la Academia porque “les gustó una de mis películas”. El cómico televisivo Eugenio Derbez ni siquiera inscribió su No se aceptan devoluciones (2013) –con todo y su taquilla de 15 millones 200 mil pesos− para someterla al criterio de los votantes, ofendido porque no fue elegida como representante mexicana para el Oscar. Tampoco lo hacen los productores de la industria de la animación, pues la categoría de largometraje ha sido declarada desierta seis años consecutivos, tiempo en que se han producido más flmes de esta técnica que en el último medio siglo. La plata y el oro que cubren al Ariel, esa réplica en miniatura de la escultura ejecutada en 1946 por el chihuahueño Ignacio Asúnsolo e inspirada por el libro de ensayo flosófco homónimo del uruguayo José Enrique Rodó, publicado en 1900 y que oponía el más noble latinoamericanismo grecolatino sobre el utilitarismo estadounidense, debiera también oponer el sentido de los premios de ambas academias: una de alta industria, de artistas e intelectuales; la segunda, al menos idealmente.
Discursos van y vienen
L
a solicitud de ir de pipa y guante formaba parte, en realidad, de una estrategia mayor por visibilizar y ampliar las resonancias de la premiación más antigua –el Ariel se entrega desde 1946, y se suspendió entre 1958 y 1972 y emblemática del cine mexicano, que este 2014 alcanzó su edición quincuagésima sexta con acciones que iban desde conducir a candidatos e invitados en auto, por Avenida Juárez, desde el Hotel Hilton hasta la alfombra roja en la explanada de Bellas Artes, convenio con Canal 22, emisora pública encargada, desde 1997, de producir y transmitir la entrega, con un par de días de retraso, para que Canal Once tomara la estafeta con la promesa de que la emisión, si bien diferida, se realizaría el mismo día. Las siglas del Tratado de Libre Comercio fueron reinterpretadas como la Total Liquidación del Cine. Y Blanca Guerra, haciendo honor a su apellido, cerró su discurso con una denuncia contundente: “Empecemos por hacer que se respete y aplique nuestra Ley Federal de Cinematografía y acordemos las reformas necesarias para volverla una herramienta eficaz para compensar las marcadas desigualdades en materia de exhibición. Mucho hemos escuchado acerca del compromiso del Ejecutivo Federal con el fomento a la cultura. Es hora de ver, en el terreno de la exhibición y la distribución cinematográficas, hasta dónde llega esa disposición.” Ni tardo ni perezoso, Agustín Torres Ibarrola, presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Cine y el Videograma (Canacine), atajó sus dichos al día siguiente, advirtiendo que las declaraciones de la presidenta de la amacc eran incorrectas y carecían de sustento, pues ningún exhibidor quebranta la ley mexicana y que el público mexicano busca “historias que conecten, que sean atractivas”, lo que no siempre logra la producción local.
La F uria del P ez Mi vecino es el retrato de un subtítulo de Bielczyk cuentos de Inocencio Reyes Ruiz y Jimena Magz
“Una nada que duele” Inocencio Reyes Ruiz A todo neurótico preocupado por su miserable destino le recomiendo que escriba un drama y lo ponga en escena. Sławomir Mro ek
“
El infierno sí existe”, me dice un vecino de rostro surcado por sombras de melancolía. Mi vecino, que ya le ganó la carrera al tiempo, me explica que el infierno llega de repente: “Llega cuando uno ya no tiene pretextos”. Mi vecino es politólogo. Por su facha, algunos creen que es diputado. No: es –fue durante más de 30 años– un reconocido profesor universitario. No le entiendo. Le pido que me explique. Pone su mano en mi hombro y, con una voz del color de la bilis negra, trocea su amargura. “Antes, durante años, yo tenía muchos pretextos. Era rico en pretextos. Iba y venía y mi mujer no hacía gestos. Congresos aquí, foros allá, reuniones más allá. La vida era maravillosa. Mi mayor error fue jubilarme. La jubilación es la puerta del infierno, el fin de la esperanza. Al principio, digamos los primeros meses, me quedaron algunos pretextos. Había amigos. Nos reuníamos dos veces por semana. Tú sabes: el trago, los chismes, el trajín de la vida. Pero después se esfumaron todos: los amigos y los pretextos. Ahora no tengo a qué salir de la casa. Soy ridículamente transparente. Mi mujer sabe a dónde y con quién voy. Siempre supo todo de mí, pero nunca dijo nada. Ahora lo grita en silencio: me ve, me pregunta, hace gestos. Ya no tengo a dónde ir. Mejor dicho: ya no tengo pretextos. Ya ni siquiera soy dueño del control de la televisión. Es el infierno”. ¿Y los amigos?, le pregunto. “Están en sus casas, sin pretextos”, responde. Prosigue: “Doy vueltas y vueltas. El jardín de mi casa ya está harto de mis andares, ya hiede del interminable vagabundeo circular. La eternidad del círculo es el infierno. Y en la ventana mi mujer, oliendo mis pensamientos, escudriñando mis añoranzas, escupiendo sobre las dos o tres palabras que a veces suelto. Ella ha visto –es triste reconocerlo– mi conversión en cuadrúpedo, morder el polvo, tragar a solas las últimas luces de la tarde”. Quise decirle que la nostalgia es, como definió a la perfección Pessoa, “una nada que duele”, pero él no tiene porqué saber quién fue Pessoa. Él es analista político. (A decir verdad, yo tampoco tengo porqué conocer a Pessoa. Es cierto, soy profesor de literatura, pero en el programa no está incluido este poeta. La cita es de segunda mano. Tal vez de tercera o de cuarta. De hecho, en el programa no está incluido ningún literato extranjero, lo cual no tiene nada de extraño si pienso que tampoco están incluidos, digamos, José Emilio Pacheco u Octavio Paz, a quienes tampoco he leído pero a quienes admiro por encima de todos.) Mi vecino ya no tiene pretextos y la vida dejó de tener sentido. “Además –dice– ya no soy hombre de mujeres. Eso también pasó. Lo fui, y mucho, y ahora la estoy pagando con esta maldita eternidad de ir de la recámara al estudio, luego a la cocina, después al patio; y vuelta a la recámara, al estudio, a la cocina y al patio. Mi mujer anda siempre cerca. Me ve, oye mis pasos, percibe mi respiración, huele mis pensamientos. Mis pretextos son ahora sus miradas, sus silencios, sus recuerdos anudados en su propia sangre. No habla, pero yo escucho todos los murmullos que lleva acumulados durante 40 años. Los pretextos son la sal de la vida. Sin ellos, ¿cómo se podría vivir? ¿Qué decirle a la esposa si ella los conoce todos, si cuando sales a la calle sabe adónde vas, hasta dónde, con quién. Los congresos eran el Paraíso. Tú sabes: las alumnas, los aplausos, los diplomas, las reuniones académicas, las asesorías”. Mi vecino es el retrato de un subtítulo de un libro del escritor polaco Marek Bielczyk: De los que la dicha perdieron y no la hallarán más. No he leído el libro. Lo vi en una librería y me gustó el subtítulo. Lo anoté y por eso lo recuerdo. ¿Y no tienes miedo de que tu mujer un día hable?, le pregunto. Al preguntarle, pensaba en La piedra de la paciencia del escritor afgano Itak Rahimi, un libro que tampoco he leído. Leí, eso sí, la reseña en un suplemento. “Si habla, el estallido se oirá en todo el mundo conocido y todavía más allá”, me dice asustado. Entonces, consuélate; a lo mejor no estalla nunca, le respondo a modo de consuelo, pero es evidente que cuando ya no hay pretextos tampoco hay consuelos. Me despido y le deseo de corazón que encuentre un buen pretexto. Fue la última vez que lo vi. Esa misma tarde regresó a su jardín a dar vueltas y más vueltas. Para su fortuna, se tropezó con un pretexto. Lo tomó, lo redondeó, lo anudó a su cuello y se ahorcó en una rama escondida en la fronda negruzca del árbol de su jardín.
Retrato de generación Jimena Magz
M
e frustra. Me frustra no saber qué me sucede, qué me falta… En apariencia, ¡para mi edad lo tengo todo! Amigos. Novia. Económicamente mis padres están bien. No se nos considera disfuncionales, nos llevamos bien como familia. Sin embargo, me siento solo… vacío. Recuerdo un día en que mi hermana mayor entró a mi recámara. Yo estaba con una pila de libros de filosofía por un lado y, por el otro, una Biblia. —¿Qué haces? —preguntó, curiosa. —Le busco sentido a la vida — respondí cortante, sociable Tomy—. Cierra la puerta cuando te retires —dije, sin prestarle atención. —La vida tiene mucho sentido —dijo—, lo descubrirías si salieras de esta cueva y apreciaras lo bello que es el mundo. Hablo de ser más atento. En aquel entonces estaba a nada de arribar a los 18 años. Pensaba que justo el día de mi cumpleaños pasaría de ser un adolescente a convertirme en un hombre. Pensaba. En algunas culturas hacen un ritual cuando los niños cumplen 12 años. Yo simplemente leía, esta era mi forma de prepararme para este mundo. ¡Vaya que no estaba preparado para esto! Ningún libro, ni el mejor tratado de psicología me podría ayudar a comprender la situación. Claro, pueden decir: “Estás deprimido, tienes sueños frustrados de la niñez, algún trauma te perturba”, etcétera. He ido al psicólogo, me confesé tres veces, recé 12 padres nuestros y unos credos más. Hice yoga, intenté seguir la cultura budista, di limosna, alfabeticé niños. Fui a marchas en contra del gobierno. Me traté de hundir en el alcohol, pero no pude: las bebidas me producen un asco del carajo. He estado consumiendo marihuana, las primeras veces sin éxito, a la cuarta mi primer mal viaje. Sí, el primero. Porque soy tan idiota que me comí en muffin en el desayuno. No recordaba que tenía hachís con glaseado de algún jodido alucinógeno. Entre payasos en moto, hipopótamos voladores y un gran edificio que se desdoblaba como efecto de la película El Origen, mi único pensamiento, por así decirlo, era: déjalo fluir, let it be, déjalo ser. Let it beeeee let it beeeee let it beeee… Tanto esfuerzo para nada. Tal vez deba tusarme el cabello, teñirlo, pues se me ven las canas y aún soy joven. No, no, no, eso lo hacen las viejas cuando no se hallan y necesitan “un cambio”. Qué bueno que no está Amelia, ella me hubiera gritado misógino y me dejaría de hablar mínimo una semana. Amelia, mi hermosa novia, una mujer tan independiente. Es anarquista, socialista, feminista, budista, protestante, atea, católica, intelectual, hueca, culta, materialista, ignorante, odia a la gente mundana, bisexual… perdón, heteroflexible, liberal, homofóbica, todo esto según sea el caso. Aun así, ¡la amo tanto! Para ser sincero, no sé porqué estoy con ella. Tal vez me quiera probar algo a mí mismo. He pensado seriamente en el suicidio, pero soy muy orgulloso. Pensar que alguien se va a compadecer de mí y tenerme lástima es algo que me asquea. Vida sin dolor no es vida. La vida es un constante sufrimiento. Aprendes a madrazos y así se te quita lo imbécil. Fui una buena persona bastante tiempo hasta que por diversas situaciones me volví burlón, sarcástico y desgraciado. Fuera de eso soy una persona agradable y bien educada. ¡Ah, olvidé mencionarlo, también llegué a ir a una terapia grupal! —Hola, mi nombre es Tomás. Estoy aquí porque no le encuentro sentido a la vida, aparte de que me siento completamente solo. —Hola, Tomás —respondieron desiguales como niños de primaria saludando a una autoridad cuando visita el salón. Tendré mucho que contar en mi vejez. ¡Vaya estupideces que he hecho! Como sea, espero algún día descubrir el meollo de todo esto, ya me estoy desesperando. Ahora voy a la casa de Amelia a ver una película francesa de los años veinte, no sé porqué si ella es más de cine comercial, es fan de Crepúsculo y Juegos del hambre… ¡ah, también le gusta Tarantino! Sin más por el momento, me despido compitas. Nuestra lucha sigue. ¡Abajo y a la izquierda! (Aunque no sé qué significa eso.)
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De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
Impa Ciencia F inita Darwin en San Ildefonso
“No contradice la Biblia, porque no es una teoría” La teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin (1809-1882) cambió al mundo. Una exposición lo recuerda.
Despacho de Darwin.
Silvina Espinosa de los Monteros
E
squeletos, fósiles, diarios, mapas, animales vivos y disecados, así como la reproducción del estudio donde el padre de la biología moderna escribió El origen de las especies, constituyen algunas de las piezas que integran Darwin, exposición que actualmente se presenta en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico). Originalmente creada por el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, junto con otras cuatro instituciones extranjeras para conmemorar el bicentenario del natalicio de Charles Darwin en 2009, esta muestra, que ha viajado a una decena de países, está considerada como la más exhaustiva que se haya hecho sobre la vida y obra del naturalista de origen británico. Además de pretender conscientizar a los visitantes sobre la protección del ambiente y las especies endémicas, el maestro Ery Camara ―coordinador de exposiciones del recinto anftrión― señala en entrevista la importancia de este esfuerzo, ya que “el despliegue de la muestra es en realidad la demostración de una teoría”. Camara advierte que desea despejar una confusión recurrente: “Muchas personas dicen que Darwin contradice la teoría que manifesta la Biblia, pero en primer lugar la Biblia no es una teoría; y, en segundo, lo que hizo el naturalista tampoco es un dogma: es un hecho científco que se puede demostrar con ejemplos. A lo largo de la exposición lo que se ve es justamente cómo se fue gestando la teoría evolutiva”. ―¿Qué buscan subrayar específcamente en cuanto a la fgura de Darwin? ―Es importante decir que esta muestra es contextual, en el sentido de que no nada más se centra en la historia del personaje sino en sus antecedentes. Es decir, cuáles son los estudios naturalistas que lo preceden y el carácter del personaje como un niño muy observador. De su
abuelo, médico, recibió gran infuencia, ya que fue autor de un libro llamado Zoonomía [1794]. Su padre quiso que también se dedicara a la medicina, pero cuando Darwin vio las operaciones quirúrgicas casi se espanta, por lo que entonces pensó que podía ser clérigo. Sin embargo, el joven tuvo la suerte de contar con un mentor, John Henslow, quien lo orienta hacia la botánica y la geología, y le manda la invitación para recorrer el mundo como naturalista en el barco Beagle. Los viajes en dicho navío se prolongaron de 1831 a 1836, recuerda Ery Camara, quien subraya un detalle esencial: “La prevención del estudioso de llevar a bordo una pequeña biblioteca con los libros de naturalistas de la época como Humboldt, que le iban a permitir argumentar e ir cocinando poco a poco su teoría”. ―¿A qué atribuye que Darwin haya esperado más de 20 años en publicar El origen de las especies? Armadillo.
―Cuando Darwin regresa al Reino Unido en 1836 ya era ampliamente reconocido en los círculos científcos y publica sus diarios de viaje en un lenguaje muy asequible. Sin embargo, realmente tenía el conficto de publicar. Darwin vivía con una familia muy religiosa. Se casó con una prima suya, que profesaba gran devoción hacia Dios y que, incluso, estaba un poco en contra de la evolución. Tuvieron diez hijos. Imagínese querer guardar esa relación en buenas condiciones y tener ese peso familiar y social, ya que Inglaterra estaba igualmente inmersa en la religiosidad, por lo que sabía que si sacaba a la luz sus investigaciones se iba a desatar una polémica tremenda. ―En las salas de exposición podemos advertir la comparación y similitud entre diversas especies animales… ―Sí, una de las premisas básicas de la teoría de la evolución de Darwin es que todas las especies tienen un ancestro común, y la evidencia, a veces, puede notarse en la estructura ósea que compartimos con los cuadrúpedos, que tienen cuatro aletas, garras, patas o alas. Hay mucha semejanza en la cantidad de huesos, por ejemplo. ―Otra de las escenas que llaman la atención es la presencia de un gliptodonte, el antecesor del armadillo que todos conocemos. ¿De qué modo se explica esto en el contexto la selección natural? Árbol de especies.
De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
I mpaciencia finita El padre de la biología moderna en una novela
La autobiografía teológica de Darwin Sabina Berman crea la autobiografía teológica de Darwin a partir de los pensamientos del naturalista británico... Silvina Espinosa de los Monteros
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―El gliptodonte es un animal extinto. Al ver su gran caparazón podremos entender el contexto en el que vivía. Para él era necesaria esa protección porque en su entorno había animales gigantes como los dinosaurios. A veces se ha llegado a creer que, según la teoría darwiniana, las especies que sobreviven son las más fuertes; pero no es cierto, son las más aptas. Los dinosaurios, aunque eran muy fuertes, no tenían dónde esconderse, así que desaparecieron tras la explosión que causó aquel famoso asteroide que cayó en Yucatán. Después de ellos, los que sobreviven son mamíferos más bien chicos, porque tenían escondites y agujeros donde la radiación no llegaba. Además, al salir no tenían depredadores y podían multiplicarse sin que nadie los molestara. Todo este fenómeno, Darwin lo explica muy bien. Y, algo que seguramente le complacería, sería enterarse que los avances en el campo de la genética comienzan a darle la razón. ―A nivel político y social, ¿hasta qué punto se ha tergiversado la teoría darwiniana? ―Con el llamado darwinismo social, ha habido cierta tergiversación. Pero ante la crítica eso es algo que no opera. Darwin no pensaba eso. Para nada. Es muy importante señalar que era una persona respetuosísima. Con el capitán del Beagle, Robert Fitz Roy, que era más bien creacionista, Darwin siempre evitó la polémica. Por otra parte, él jamás compartió las ideas de la esclavitud, aun cuando Inglaterra era un país esclavista. Con esos ejemplos te puedes dar cuenta de que su moral era muy distinta a la que abanderaron los seguidores del darwinismo social. ―¿Cuál es el propósito de la Sala Mexicana que se ubica al fnal de la exposición? ―El doctor Sarukhán, quien encabeza la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad [Conabio], nos orientó muy bien para mostrar los antecedentes de la exploración en México, por lo que principiamos el recorrido con José Mariano Mociño [1757-1820]. Antes que Darwin, él hizo un viaje muy importante comisionado por el rey Carlos III de España. Fue el botanista de una larga expedición en la que se recolectaron más de dos mil especies. México es de los 17 países en el mundo que conservan el 70 por ciento de la biodiversidad del planeta, ocupando el quinto lugar. Lo que pretendemos con esto es que haya una toma de conciencia. No somos los únicos habitantes del planeta y deberíamos reencauzar nuestras políticas para preservar, conservar y divulgar la riqueza que tenemos. De pronto, la vemos tan natural que creemos que es eterna pero, por supuesto, eso no es así.
ajo el género del thriller, la escritora mexicana Sabina Berman pone al día los argumentos de debate entre ciencia y religión con la publicación de El dios de Darwin (Destino, 2014), novela que tiene como protagonista a Karen Nieto, bióloga marina cuyo autismo, más que un obstáculo, constituye una peculiar manera de “leer” el mundo. Un texto póstumo de Charles Darwin, que en la narración es el equivalente a su autobiografía teológica, se vuelve blanco de asedio de la iglesia, de los científcos y de las agencias de inteligencia. Mientras está en altamar, rodeada de sus entrañables atunes, Karen Nieto recibe una solicitud de ayuda de la Interpol. Un compañero suyo de la Universidad de Berkeley ha desaparecido, y es a ella a quien ha enviado lo que parece ser su último mensaje. Después de la publicación en 2010 de La mujer que buceó en el corazón del mundo (que también tiene como protagonista a Karen Nieto), Sabina Berman se dio a la tarea de seguir investigando sobre Darwin. Y cuando fue a Londres a presentar dicha novela, visitó la Abadía de Westminster donde encontró la tumba del naturalista británico detrás de un altar. ―Eso era una absoluta incongruencia ―asegura Berman―. No tenía sentido. A los 40 años Darwin dejó de entrar a los templos. Incluso cuando se murió su hija no asistió a la ceremonia religiosa. Cómo era posible que sus hijos y su esposa hubiesen permitido que lo enterraran ahí. Y, más aún, cómo es que los sacerdotes lo hicieron si ellos mismos lo llamaban “el asesino de Dios”. ―En algún momento de su vida Darwin confesa que hará de la ciencia su sacerdocio. ¿De qué manera se da este punto de infexión en su vida? ―A los 20 años él era estudiante de divinidad en Cambridge, quería ser sacerdote y biólogo, pero se topa con la oportunidad de circunnavegar el planeta y se deslumbra con la intrincadísima exuberancia de la naturaleza. Según lo relata, durante ese viaje le promete a Dios dedicar cada uno de los días de su existencia a descubrir las leyes, dictadas por él, que la rigen. La paradoja es que después de muchos años de investigación descubre que ya no puede creer en Dios o, por lo menos, en el Dios de la Biblia. Y Darwin regresa no a las religiones establecidas, sino a las áreas que estudian la religión y que precisamente El origen de las especies no abarca. Diez años antes de su muerte publica otro libro, casi desconocido, llamado El origen del hombre [1871]. ―Siendo el eje de la novela, que además está basado en el volumen que acaba de mencionar, ¿cómo edifcó la autobiografía teológica de Darwin? ―Esta autobiografía está absolutamente ceñida a los hechos históricos. Claro, si en algún momento digo que prendió un cigarro no me consta que haya sucedido, pero todos los hechos que referen afrmaciones científcas están tomadas textualmente, o casi, de ese libro y de sus otros escritos. ―Karen Nieto, además de extraordinaria bióloga marina, es autista, ¿cuál fue la mayor complejidad a la hora de crear al personaje? ―Escribir disciplinándome a ella, porque es alguien que no usa metáforas y no entiende las ajenas, y prácticamente tampoco emplea adjetivos; por lo tanto, comunicar su percepción del mundo fue lo más difícil. ―Usted se siente identifcada con el autismo, ¿realizó alguna investigación para ahondar en dicho padecimiento? ―Yo me siento muy próxima a eso, a mí me cuesta un ovario y otro ser sociable. En la adolescencia tuve que tener un tratamiento muy fuerte para adaptarme a la vida social. Fue un gran esfuerzo. Y Karen Nieto, pues, es de lo más libre. Si por ejemplo tiene una discusión y se da cuenta que ésta es inútil, la ignora. Si la otra persona insiste, la agarra por la cintura y la tira al mar. Ella vive en un barco y bucea varias horas al día, es muchísimo más fuerte y alta que yo. Tiene capacidades que sinceramente envidio. ―Estamos hablando de una autista bastante funcional… ―Yo creo que ella logra hacer más que la mayoría de los “adaptados”, porque está centrada únicamente en lo que le interesa. Justo ésa es una ventaja que tienen los autistas altamente funcionales; en mexicano diríamos que son “muy clavados”. ―La novela posee muchos niveles de lectura. Hay una refexión sobre lo que signifca el lenguaje, y el que empleamos de manera recurrente pero que no transmite nada. No sólo a nivel personal, sino también en el caso del discurso científco. ¿Lo considera así? ―Exacto. Yo creo que el habla es el tema de la novela. El relato constituye una relación oral de eventos que nosotros ponemos en la realidad, acaso de manera artifcial, ya que a veces ese vínculo no existe y nos viene de un pensamiento científco, como sucede con la tergiversación de algunas partes de las investigaciones de Darwin. De eso trata la novela: del habla, del relato científco, del relato religioso, pero también del relato sin habla de la naturaleza, lo cual es una de las grandes enseñanzas darwinistas. Estamos tan encerrados en el habla humana que eso se nos olvida. La naturaleza está contando una historia: cada forma viva contiene su pasado y los elementos de lo que va a ser en el futuro. Eso es maravilloso. ―No pareciera, ¿pero es posible un camino de reconciliación entre religión y ciencia? ―¿A qué religiones te referes? ―pregunta junto con un gran suspiro―. ¿Las que nos vienen desde hace siglos? Pues sí, siempre y cuando asimilaran con sinceridad y de manera radical lo que sabemos a través de la ciencia. Lo que sucede es que van muy lentas. Cuando Benedicto XVI era el prefecto de la Doctrina de la Fe, dijo:“Ya no cuestionen la Teoría de la Evolución; sí es cierta”. ¿Cuántos siglos tuvieron que pasar para eso? Pero, en fn, para convivir no tenemos que tener el mismo relato. ―Obviamente son dos narrativas distintas. ¿Deberían tocarse en algún punto? ―Sí, se tocan en un punto al fnal del libro, cuando Darwin, preocupado del efecto de su relato de la lucha por la supervivencia y el triunfo del más apto que había señalado en El origen de las especies, voltea a la naturaleza y encuentra un mundo de amor y cooperación como, por ejemplo, en los grupos de chimpancés pigmeos obonobos, que son los animales más felices que hay. En el amor es donde esta narración científca se toca con la religiosa, pero no de manera idéntica. Las diferencias son bien signifcativas. ―En ese sentido, ¿considera que la autobiográfca teológica de Darwin que usted propone en la novela podría constituir ese eslabón perdido entre religión y ciencia? Sabina Berman se queda pensativa durante un instante, y luego sonríe pícaramente antes de exclamar: ―¡Ésa es la intención!
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De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
Karla Zanabria
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a danza pura, marcada por la esencia del movimiento corporal en toda su complejidad, ha bastado para ser la materia prima del bailarín, coreógrafo y profesor Miguel Ángel Palmeros, quien este año celebra medio siglo de bailar profesionalmente con un programa al cual ha bautizado como Sincuenta. Miguel Ángel Palmeros. Aniversario. Cofundador junto con Valentina Castro y Cecilia Baram de Expansión 7 (1973-77), la primera compañía de danza contemporánea independiente en México, Miguel Ángel Palmeros inició su carrera en 1964 en su natal Xalapa: “Tenía 20 años cuando recibí mi primera clase, y en ese momento supe que me iba a dedicar a la danza. Tomé mi primera clase con Guillermina Bravo en el Conservatorio de Música de Xalapa. En esa época había una maestra ahí que daba clases de todo, y ella invitó a Guillermina Bravo para dar clases maratónicas los fnes de semana. En poco tiempo se armó la Compañía Titular de Danza de la Universidad Veracruzana. Éramos 12 hombres y 12 mujeres. Fue en esa etapa cuando Guillermina Bravo me dijo que yo tenía las puertas abiertas del Ballet Nacional cuando lo deseara”. No pasó mucho tiempo para que la prestigiosa maestra se ausentara de Xalapa; sin embargo, Palmeros decidió tomarle la palabra a Guillermina Bravo, y en 1966 se integró al Ballet Nacional de México: —Llamé por teléfono a Guillermina y le dije: “Maestra, ya me decidí y quiero integrarme al Ballet Nacional”. Ella me respondió: “Mañana mismo lo espero. La clase es a las cinco de la tarde”. Al día siguiente, tal como ella me lo pidió, estaba yo en el salón de clases sin más compañía que una caja de cartón, donde guardaba mi ropa, y ya me había conseguido un lugar donde vivir mientras me asentaba como bailarín. Dueño de talento y calidad interpretativa, Miguel Ángel Palmeros tuvo cabida en importantes agrupaciones que marcaron la historia de la danza mexicana, como el Ballet Independiente que dirigía por aquel entonces Raúl Flores Canelo, y posteriormente el Ballet Teatro del Espacio, comandado por el ya fallecido Michel Descombey. A partir de 1972 colaboró con el Ballet de las Américas de Amalia Hernández, el Ballet Clásico 70 de Nelly Happee y el Ballet Clásico de México. Como coreógrafo debutó en el Ballet Independiente, y tiene en su haber más de 150 obras. A fuerza de sudor y constancia fue adquiriendo conocimientos de técnicas modernas y contemporáneas, a partir de los cuales se dio a la tarea de ir desarrollando una técnica de entrenamiento, misma que ha compartido tanto a estudiantes como a maestros de esta disciplina artística por todo el territorio nacional. En octubre de 2005 recibió el Premio Raúl Flores Canelo precisamente por su labor como profesor dentro del Festival Internacional de Danza Lila López, y dos años después se le ofreció un homenaje por su trayectoria como coreógrafo dentro del VII Encuentro Nueva Danza Nueva Música en la Ciudad de México. A partir de 2008 ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte. A menudo se dice que dedicarse profesionalmente a la danza implica resignarse a vivir por corto tiempo el éxito debido a que no se asocia la madurez con la intensidad que requiere bailar en los escenarios. Sin embargo, cuando se le pregunta a Miguel Ángel Palmeros si él pensó alguna vez en dedicarse a otra cosa, el otrora intérprete de los movimientos pulcros y la negra melena ensortijada sonríe como retando al tiempo: —Eso es un mito. La danza no es exclusiva de la gente joven. Puedes dedicarte a la danza de muchas formas. La docencia y la coreografía también requieren de profesionales; no nada más es bailar. Yo seguiría bailando, lo que pasa es que tengo un desgaste que ha sufri-
Miguel Ángel Palmeros: medio siglo de trayectoria
“La danza no es sólo para gente joven” Nacido el 2 de julio de 1944 en Xalapa, Palmeros cumple siete décadas de vida en este 2014. No sólo eso. También celebra medio siglo dedicado a la danza. do el cartílago de mi rodilla; pero eso le sucede a cualquier individuo aunque no haga ejercicio como yo. No obstante sigo dando mis clases y hago coreografía. Nunca dudé y nunca me he arrepentido de haberme dedicado de lleno a la danza —enfatiza. Como todo creador, ha tenido sus etapas de experimentación, y la improvisación, básica para muchos, para él nunca ha sido determinante: —Yo como coreógrafo no trabajo con la improvisación. Aprovecho lo que el bailarín me da y le explico a nivel emocional lo que quiero que haga, e incluso lo hago yo mismo, pero no trabajo con improvisación, a pesar de que la hice hace ya mucho tiempo. Yo no estudié coreografía en una escuela, nada más trabajé con los más grandes coreógrafos del país. Puro ojo. Foto de Gloria Minauro.
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Mirada a repulsión, la más reciente obra de Palmeros.
Observé el movimiento y lo memoricé. Como le decía, el movimiento lo es todo para mí, porque sin movimiento no hay danza. El uso del cuerpo, así como decir cosas con él, es lo que yo llamo danza pura. No soy afecto a las cosas fuera del cuerpo. Desde luego que hay que emprender búsquedas, y cada uno tiene diferentes maneras de hacer arte, pero a mí la cosa intelectual no me anima. Me ha tocado ver obras que en el foro no me dicen nada de lo que anuncia el programa de mano, también he visto gente que habla mucho de lo que quiere hacer, pero no monta nada. A mí eso no me gusta —resume el homenajeado, quien al frente de su compañía Momentos Corpóreos (fundada en 2001 en codirección con Maribel Michel) hará tres funciones en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes los próximos 15, 16 y 17 de agosto. Dichas presentaciones tendrán lugar con la pieza coreográfca Mirada a la repulsión, su más reciente creación, cuyo tema se refere al erotismo como un pariente en primer grado de la locura, dado que se trata de una de las actividades donde los seres humanos tratan de transgredir sus propios límites, alimentándose por igual de la belleza que de la perversión. Miguel Ángel Palmeros también impartirá a fnes del presente mes de agosto el módulo IV del Diplomado de Actualización Profesional en Danza, que se está impartiendo en el Centro Veracruzano de las Artes Hugo Argüelles en el puerto de Veracruz.
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Los 80 años de Gerardo Deniz
Aproximaciones al prosista Foto de Fernando Fernandez.
Gerardo Deniz cumple 80 años el 14 de agosto. Es nuestro único raro o heterodoxo vivo, pero a él le tienen sin cuidado estas clasificaciones. Su fama se debe sobre todo a su poesía, pero hay otras zonas de su escritura que aquí se exploran. Gerardo Deniz.
Ernesto Herrera
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omo él lo ha declarado en no pocas ocasiones, la poesía no ha sido el primer interés de Gerardo Deniz, nom de plume de Juan Almela (Madrid, 1934). A pesar de su pretensión de mantenerse a saludable distancia de ella, puede considerársele el último gran renovador de nuestra lírica. No por nada, cuando estaba en sus 50 Gabriel Zaid lo califcó como “el poeta más joven de México”. David Huerta ha observado de su trabajo: “Eriza, es difícil, pero siempre enriquecedor en la multiplicidad de sus búsquedas: la química, el color, las mujeres, la refexión, la mitología y la música. En fn, esa cosa llamada poesía, comprendida de una manera poco convencional: la suya”. Erdera (Fondo de Cultura Económica, 2005) reúne casi la totalidad de su poesía. Pero Deniz también ha cultivado la prosa —ensayo, cuento—, zona de su trabajo que ha sido poco tratada pero que tiene íntima relación con su poesía. Anticuerpos (Juan Pablos / Ediciones sin Nombre, 1998), Alebrijes (Ediciones del Equilibrista, 1992), Visitas guiadas (Gatuperio Editores, 2000), Paños menores (Tusquets, 2002), Carnesponendas (UNAM, 2004) y Red de agujeritos (Ficticia / Universidad Veracruzana, 2013) integran su corpus prosístico. Bien podríamos hablar de estas obras en orden cronológico, pero dado que aún ahora continúa insistiéndose en la difcultad de su poesía, comencemos hablando de Visitas guiadas, cuyo subtítulo es “36 poemas comentados por su autor”. Deniz aclara desde el principio que no se trata de un libro de “explicaciones”, porque se sabe que la poesía no las necesita. La “lista de ingredientes”, como él la llama, que conforman los comentarios nos acercan esas búsquedas de las que habla David Huerta. Cualesquiera de ellos nos permiten intuir el modo en que su mente trabaja un poema a partir de sus vastos conocimientos (si bien hay que decir que igualmente rechaza la palabra “erudición”). Al lector le toca hacer su examen de conciencia para aceptar o no lo leído, porque como anota en el comentario a “Dones de Asia”, donde pasado y presente se hacen uno sin que se dé cuenta el lector desprevenido, “¿Quién manda leer a GD?” Anticuerpos, Paños menores y Red de agujeritos conforman una trilogía donde conviven el ensayo y las memorias. En ellos queda claro al lector que las actividades que guiaban su vida eran estudiar química y escuchar música. La cuestión química se trata más en Anticuerpos; por ejemplo, en el texto curiosamente intitulado “Orbes de música verbal”, donde aborda los dos “ámbitos verbales” de la química: el vocabulario general del ofcio y la terminología sistemática. Para Deniz, que está en su elemento, “el vocabulario de la química es amplio y disfrutable”. Yo, como lego en la materia, me acerqué a él como si estuviera leyendo uno de sus poemas, es decir, como escribió David Huerta, esperando enriquecerme. Las personalidades que estudia se
alejan de los famosos de 15 minutos que pueblan nuestros días, y no dejan de ser descubrimientos como el texto que dedica al humanista de la Colonia don José Antonio Alzate Ramírez, editor de la Gazeta de Literatura de México; y de no menor interés es su acercamiento a Antonio Gómez Robledo, a quien puede “despacharlo con sarcasmo” pero al que al mismo tiempo respeta porque “se le entiende, y (se) aprende unas cosas de él”. Pero ante todo destacan las páginas que dedica al gran estudioso de la mitología Georges Dumézil, de quien fue traductor, y que es uno de los fundamentos de su modo de hacer. Como memorialista, Deniz nos lleva a su infancia: tanto a su estancia suiza como a uno de sus barrios de la Ciudad de México —San Rafael—; reivindica a la XELA, por mucho tiempo la única estación de música clásica de nuestra ciudad, que para él fue el origen de su amor por ella, viaje en el que estuvo acompañado un tiempo por Pedro F. Miret. Igualmente vale leer sus animadversiones: ahí están su despiadada crítica a Jorge Guillén y sus cuestionamientos a José Emilio Pacheco, que no dejarán de molestar a sus lectores. Alebrijes y Carnesponendas muestran su faceta como cuentista. Como sucede con la poesía, su dominio del cuento es impecable. Carnespondendas (se trata de un neologismo de su creación, que, como explica Pablo Mora en el prólogo, sería un antónimo de “carnestolendas”, que signifca “abstinencia de carnes, ayuno”; el porqué del titulo se entenderá en los renglones fnales de este texto) incluye cuentos de Alebrijes, pero por el modo en como están organizados los materiales resulta un libro nuevo. Hay que detenerse en la serie “Literales”, en donde a partir de un epígrafe desarrolla la historia. “De esta manera”, explica Mora, “la literalidad funciona como un experimento que, como una reacción química, revela un aspecto que no era visible o pone en evidencia lo cuestionable de las palabras citadas o bien nos revela algún aspecto inconsecuente o incongruente de un escritor con sus propias palabras”. Los dos cuentos con los que cierra el volumen acaso sean los que más se gocen, pues exploran un territorio que le quita toda la intelectualidad y lo convierte en un ser humano como todos: el erotismo. No cometeré la indiscreción de resumirlos, el lector interesado e inteligente irá a conseguir el libro.
Contra las solapas Víctor Roura*
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ice Gerardo Deniz que trabajó “largos años en el Fondo de Cultura Económica”, donde redactaba “solapas para libros” cuya revisión y pruebas le habían encargado (“condición ésta que me eximía de hacer solapas de literatura: tales pulgas no brincaban en mi petate”). No obstante, en enero de 1971 recibió la “orden de confeccionar en tres días una solapa destinada a cierta vasta compilación de Marco Antonio Montes de Oca [Ciudad de México, 1932-2009]. Nada había tenido yo que ver con dicho libro, pero órdenes son órdenes. Para entonces mi concepto del gran poeta ya era exactamente el mismo de hoy. Ahora bien, semejante opinión sería impublicable en una solapa”. En febrero de 1994, más de una década después, “por un sinuoso y retrasadísimo camino”, descubrió Deniz que Montes de Oca, hacia principios de los años ochenta, había reaprovechado aquella anónima solapa “como prólogo a una antología suya publicada en España con nombre viejo: Delante de la luz cantan los pájaros (Plaza & Janés, Barcelona, 1980)” Montes de Oca, dice Deniz, “amablemente” lo hizo “firmar”, reconocer como suyo “un encargo editorial que debía desempeñar, porque así me ganaba la vida”. Sin su firma, “no existiría problema: haga Montes de Oca lo que le plazca con el mugroso material publicitario que suscita”, pero, vamos, ¿con el nombre de Deniz avalando dicha antología? Lo consuela, escribió Deniz en 1994 (cuando aún vivía Montes de Oca) en un artículo publicado en el número de abril de la revista Viceversa que luego incorporó en su libro Red de agujeritos (Editorial Ficticia, 2013), advertir que la recopilación poética que, “según el simpático Marco Antonio”, él prologó, “fue dedicada, en fragante coyuntura sexenal, a doña Margarita López Portillo”. Su “mejor recompensa”, empero, “es haber sido preferido por el genio entre su corte de incontables... milagros”. “Lástima —finaliza Deniz— que en esa solapa ascendida a presentación mi firma implique tanto aprecio como la que puse esta mañana al pie de la lista de calcetines y calzoncillos que mandé lavar”. ¡Vaya puñetazo a un escritor encaramado, en ese justo momento, en la cima de la cúpula cultural mexicana!
*Tomado del libro Poder leer es ya no volver a estar solo (Editorial Lectorum, julio 2014).
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De Largo Aliento / Periodismo cultural
“Conozco a un gran ablandador, un sujeto que todo lo que 6 ve lo ve blando, lo ablanda con
sólo verlo, ni siquiera con mirarlo porque él más bien ve que mira, y entonces anda por ahí viendo cosas y todas son terriblemente blandas y él está contento porque no le gustan nada las cosas duras” (página 37). “Nadie puede dudar de que 7 las cosas recaen. Un señor se enferma, y de golpe un miér-
coles recae. Un lápiz en la mesa recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a nada o a nadie se le ocurriría recaer pero lo mismo está sujeto, sobre todo porque recae sin conciencia, recae como si nunca antes” (página 39).
Centenario de Julio Cortázar
La muerte se viste de distancia El 26 de agosto de 1914 nació, en Bélgica, el argentino Julio Cortázar, uno de los mayores escritores hispanoamericanos, que murió, cosmopolita como era, en París el 12 de febrero de 1984. En su centenario, celebramos al prolífico narrador. Víctor Roura
“Una vez un crítico musical serio le preguntaba por las profundas razones 1 estéticas que lo habían movido a abandonar la batería por el saxo tenor, y Lester Young le contestó: “—La batería tiene un alcance muy limitado. De nada vale que uno se fje en las chicas más bonitas de la platea, puesto que cuando ha terminado de desarmarla ya todas se las han picado” (página 9).
“Si un hombre muerde a otro mientras está comiendo lentejas, la mordedura 2 es incurable” (página 10). “Manera sencillísima de destruir una ciudad. 3 Se espera, escondido en el pasto, a que una gran nube de la especie cúmulo se sitúe sobre la ciudad aborrecida. Se dispara entonces la fecha petrifcadora, la nube se
los grandes momentos del siglo XX que me había tocado vivir. Sin pensar, como siempre que voy a decir algo que está realmente muy bien, contesté: --Señora, a mí me tocó asistir al nacimiento de la radio y a la muerte del box. La señora, que usaba sombrero, pasó inmediatamente a hablar de Hölderlin” (página 69).
“Cuando Gardel canta un tango, su estilo expresa el del pueblo que lo 9 amó. La pena o la cólera ante el abandono
de la mujer son pena y cólera concretas, apuntando a Juana o a Pepa, y no ese pretexto agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de este tiempo, tan bien afnado con la histeria de sus oyentes” (página 89). “Si un gobierno declara ininteligible a un almirante pasarán cosas 10 extrañas en el país, porque nunca se ha sa-
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l 14 de febrero de 2014 se cumplieron tres décadas de la muerte de Julio Cortázar, partiendo de este mundo cuando contaba con 69 años de edad. Aunque nacido en Bruselas el 26 de agosto de 1914 y radicado en París desde 1951 hasta su muerte en 1984, Cortázar es considerado, y también él se consideraba, un escritor argentino. De los cinco a los 37 años radicó en la tierra de sus padres: Argentina, igualmente suya por adquirir posteriormente su nacionalidad. La vuelta al día en ochenta mundos (Siglo XXI, 1986) es un maravilloso libro. Cortázar siempre aparece nuevo, renovado, oculto entre sus palabras. Escrito al estilo de Último round —también en dos volúmenes—, La vuelta al día en ochenta mundos intercambia relatos con poesía, ensayos con periodismo, diario íntimo con fantasía. No resta más que escucharlo:
“Una noche me tocó involuntariamente dejar estupefacta a 8 una señora que me preguntaba cuáles eran
bido que a un almirante le agrade ser declarado ininteligible y todavía menos que un gobierno civil haya declarado ininteligible a un almirante” (página 110).
“Detesto al lector que ha pagado por su libro, al espectador que ha 11 comprado su butaca y que a partir de allí
convierte en mármol, y el resto no merece comentario” (página 11). “Una de las pruebas del subdesarrollo de nuestros países es la falta de natu4 ralidad de sus escritores; la otra es la falta
de humor, pues éste no nace sin naturalidad. La suma de naturalidad y de humor es lo que en otras sociedades da al escritor su personería. Graves y Beauvoir escriben sus memorias el mismísimo día que se les antoja, sin que ni a ellos ni a los lectores les parezca nada excepcional. Nosotros, tímidos productos de la autocensura y de la sonriente vigilancia de amigos y críticos, nos limitamos a escribir memorias vicarias, asomándonos a lo Frégoli desde nuestras novelas. Y si cualquier novelista hace siempre un poco eso, porque está en la naturaleza misma de las cosas, nosotros nos quedamos dentro, constituimos domicilio legal en nuestras novelas, y cuando salimos a la calle somos unos señores aburridos, preferentemente vestidos de azul oscuro” (página 13).
“Con los años descubrí que si todo poeta es un extrañado, no todo extra5 ñado es poeta en la acepción genérica del término” (página 23).
aprovecha el blanco almohadón del goce hedónico o la admiración por el genio. ¿Qué le importaba a Van Gogh tu admiración? Lo que él quería era tu complicidad, que trataras de mirar como él estaba mirando con los ojos desollados por un fuego heracliteano. Cuando Saint-Exupéry sentía que amar no es mirarse el uno en los ojos del otro sino mirar juntos a una misma dirección, iba más allá del amor de la pareja porque todo amor va más allá de la pareja si es amor, y yo escupo en la cara del que venga a decirme que ama a Miguel Ángel o a E. E. Cummings sin probarme que por lo menos en una hora extrema ha sido ese amor, ha sido también el otro, ha mirado con él desde su mirada y ha aprendido a mirar como él hacia la apertura infnita que espera y reclama” (página 208). “Ser poeta es ansiar, pero sobre todo obtener en la exacta medida 12 en que se ansía” (página 212).
“Sólo los débiles tienden a enfatizar el compromiso personal en su 13 obra, a exaltarse compensatoriamente en el
terreno donde su aptitud literaria los vuelve por un rato fuertes y sólidos y del buen lado. Muchas veces se es autobiográfco o panegirista como en otros terrenos se es racista: por fojera, por sentimiento vergonzante de inferioridad” (página 213).
De Largo Aliento / Periodismo cultural
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CronoGrafías
Un pasajero en el autobús
Cortázar y el Mal
Ignacio Solares
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La maldad se percibe, es visible, casi palpable. Cortázar la miró en carne propia… Foto de Sara Facio.
ingún aspecto más fascinante de la llamada “literatura cristiana” como el de su tratamiento del Mal. Nuestra sociedad de consumo ha conseguido distraernos —sólo eso: distraernos— de esa cuestión fundamental: la presencia del Mal entre los hombres. Una cuestión que no sólo depende de circunstancias externas sino —como dijo Freud con relación al instinto de muerte— de nuestra más profunda intimidad. Hay que leer a autores como Bernanos, Mauriac, Greene, Faulkner y, sobre todo, a Dostoievski —abiertamente cristianos— para entender (sentir) lo que es el Mal encarnado en el mundo. Porque el Mal no es una cuestión teórica, sujeta a especulación, sino muy concreta y cotidiana, que sentimos en carne propia y nos duele. Hay autores refractarios al tema, o que le dan un carácter más bien social o político. Otros, sin necesidad de llamarse cristianos, lo han tocado en forma excepcional. Tal es el caso de Julio Cortázar. Si para sentir una poesía cristiana fuese necesaria una cercanía de fe, entonces yo no podría sentir a San Juan de la Cruz ni a Fray Luis de León, ni a Sor Juana Inés de la Cruz, ni a Charles Péguy, que me emocionan. Nadador entre dos aguas, el poeta no sabe racionalmente nada de eso (Eso) que, sin embargo, algo en él lo sabe y formula. La gran paradoja es asomarse al Mal sin perderse en él. Por eso, en lo personal, admiro sobremanera a los escritores que trabajan con fuerzas que en apariencia los van a destruir, y que terminan por fortalecerlos. El Mal: zona esquiva o indefnible. Cuando aforan de nuestro lado algunos de sus raros, verdaderos testimonios, comprendemos lo contigua que estaba de nosotros, las palabras falsas con que la insolencia y el miedo buscan defnirla para mejor encerrarla y acotarla. Cortázar lo vio una noche de invierno en el autobús que une la Porte de Champerret con la Gare Montparnasse. No recordaba exactamente en qué parada subió el hombre del sobretodo y el sombrero negros, la cara inexplicablemente pálida. En algún momento alcanzó su ticket al guarda y se quedó entre los pasajeros, tomado del tubo, mirando el suelo, frotándose los ojos. Lo que recordaba muy bien Cortázar es que antes de la parada de la Avenue Bosquet algunos lo descubrieron y se retrajeron, buscando una distancia protectora en los diarios que leían o en la contemplación de otros pasajeros. Era difícil defnir la sensación y más bien tenía que ver con el aura —horrenda— que lo envolvía. Muchos bajaron en la parada de École Militaire. Se entraba en el último trayecto y el autobús estaba caliente de aire viciado, de cuerpos laxos debajo de los chalecos y las bufandas. Entonces Cortázar tuvo plena conciencia del miedo que se había instalado en esa plataforma en donde a nadie se le hubiera ocurrido imaginar que alguna vez tendría miedo (esa clase de miedo). El hombre del sobretodo negro, con el cuello subido tapándole la boca y la nariz, y el ala del sombrero sobre los ojos, sabía o quería que eso fuese así, que debía ser así. En ningún momento miró a nadie, pero era todavía
peor: la amenaza que emanaba de esa incomunicación se volvía tan insoportable que los pasajeros estaban como unidos y a la vez indefensos, esperando que cualquier cosa pudiera suceder. En un momento dado, el guarda miró al hombre y casi inmediatamente desvió la vista hacia los tres o cuatro pasajeros que aún seguían de pie en la plataforma. Califcarlo como el Mal no es decir nada. Lo insoportable —y eso lo sentía el guarda en su simplicidad, lo sentían todos desde sus diferentes horizontes— era la falta de todo signo manifesto. Cortázar estaba seguro de que si el hombre hubiera levantado bruscamente la cabeza para mirar a cualesquiera de ellos, la respuesta habría sido un grito o una carrera a ciegas en busca de la salida. En esa suspensión del tiempo jugaban fuerzas que ya nada tenían que ver con ellos mismos. Cuando en la parada de la Avenue Lowenda no subió ni bajó nadie, Cortázar comprendió que le tocaba acercase al hombre para alcanzar la campanilla; en ese momento vio —lo vieron todos— que la mano dentro de un guante negro resbalaba por la barra de apoyo buscando el botón de llamada. Cuando bufaron las puertas automáticas y el hombre, con un movimiento brusco y a la vez interminable, giró dándoles la espalda para bajar, Cortázar y otros dos pasa-
jeros lo siguieron. Imposible posponer el descenso, no había ninguna razón manifesta para hacerlo. La avenida los cegó con su silenciosa oscuridad y pisaron con precaución para no resbalar en la capa de nieve y de escarcha. Los que habían bajado juntos esperaron a que el autobús arrancara para atravesar la avenida sin hablar —¿qué hubieran podido decirse, qué relación legítima había entre ellos?— y como avergonzados de esa complicidad que tardaba en romperse. El hombre había subido a la banqueta después de cruzar la calle y estaba inmóvil en la esquina de la avenida y la rue Oudinot, sin mirar hacia ellos. Sus compañeros se siguieron por la avenida y Cortázar debió cruzar la calle e internarse por la rue Oudinot, solitaria como siempre a esa hora. En algún momento resbaló y tuvo que abrazarse al tronco de un árbol. Cuando alcanzó a mirar furtivamente hacia atrás, la esquina estaba desierta. Seguí viajando muchos meses en el 92, a las mismas horas; me tocaron con frecuencia el mismo guarda de aire apacible y algunos de los compañeros de aquella noche. El Mal no volvió a subir, y nosotros, como en realidad no nos conocíamos, jamás hablamos de aquella noche. Por lo demás, son cosas que no se hacen en París.
Chandler, Hammett, etcétera... José de Jesús Sampedro
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na (propuesta ahora) estrategia táctica, de complejo y/o de simple empleo, en unánime beneficio sólo de aquellos a quienes el postmoderno tedio bordea o impregna o redunda: vivir la vida (infiérase, a intervalos) o a semejanza o a arcano de la trama de una hardboiled novela negra cuyo comienzo y cuyo fin, alternos ambos (o aun simultáneos) en su heptaedro, ocurran luego en Nueva York o en Fort Worth o en Los Ángeles, depurativas transmutaciones obvias de la inmutable cuadra en que habita quizá el espíritu (fáustico, rítmico) que caracteriza casi a la summa de los presuntos beneficiarios ya informalmente arriba substantivados. A foro. Importa: antípoda o al morbo o al buen gusto, mi estrategia táctica no demanda involucrarse en ninguna especie de crimen; sí demanda, en cambio, imaginarse en alguna especie de crimen, desdoblarse, instaurarse o frecuentarse en el flujo de la consciencia extrema (o también: en el flujo de la inconsciencia extrema) de un imbuido Yo que circunscribe al Yo verbal que lo imbuye en acatamiento exacto de la ilógica de una necesaria necesidad acrática, metafísica, y diluirse todo en éste al diluirlo, y ocultarlo o atorarlo y retomarlo entonces justo cuando la interna magia de nuevo aúne a la externa magia (como lo expresé pues, a intervalos). Pero para convencer ya a plenitud de mi propuesta de ahora al Yo exiguo, de inmediato explico de qué manera me fue factible irla intuyendo e irla determinando hasta llevarla a una eucrasia óptima, y la ejemplifico substrayéndole estratos claves que la conforman. Fervor, doy fe. Rememoro: me aficioné a la lectura de una amplia y/o selecta serie de autores pertenecientes (o adherentes, en lenguaje o en tema o en estilo) a la denominada novela negra, menos siempre en su escisión hardboiled y acaso siempre en su escisión detectivesca clásica manifiesta en los parámetros de un sincrético modelo en cierne estadounidense (cierto: en azarosa busca apenas de su mordaz artificio durante la década de los 1940), mismo que habría de compactarse en su hipnosis conforme hipnotizaba a una inmersa asamblea juvenil durante la década de los 1970 gracias a la indemne obra de Raymond Chandler, de Dashiell Hammett (de Carroll John Daly, o de James Hadley Chase; no sobra imprecarse aquí: me resisto a inventariarlos), alegórica jaula urbana irónica, y gracias a la indemne obra que justifica a sus conturbativos protagonistas (concentrados de rutinaria forma en comprarse una botella de whisky, en bebérsela entre un romance y una duda y un juicio, en introducirse a un barrio que asoma a un cementerio, en enfrentarse en un profuso duelo balístico, en esquivarlo, en inspirarse en una enclenque oficina del centro donde ensayará a sobornarlo un matarife a sueldo del candidato a feo alcalde), a quienes sólo aquellos a quienes el postmoderno tedio bordea o impregna o redunda habrán de trasplantar o a su Cuerpo o a su Alma yendo a reiniciar la Aventura. Suena Frank Sinatra, “Devil may care”. A la Aventura.
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Alberto Zuckermann
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on motivo del Festival Eurojazz 2014, en el Centro Nacional de las Artes, y una gira por el sureste, estuvo entre nosotros el notable pianista francés Laurent de Wilde (1960), quien cuenta con más de diez álbumes propios de excelente factura y una documentada y apasionante biografía sobre uno de los genios del jazz: Monk, la edición francesa en Gallimard (1996) y la española en Alba Editorial (2007). Tuve ocasión de entrevistarlo al fnal de su gira en nuestro país.
Descubrimiento Nunca supe porqué me gustó, lo que sí sé es que la primera vez que lo oí fue con un disco de Oscar Peterson que trajeron unos familiares a casa. Fue un amor instantáneo. Me sacudió. De inmediato pregunté que era eso. Es jazz, me dijeron. Tenía 11 o 12 años de edad. En mi familia no había músicos, en el vecindario no había a quién le interesara y en la escuela tampoco. Fue algo que me estrujó. La gente dice que el jazz es complicado, que es música intelectual, como la música clásica. Que para apreciarlo tienes que estar informado y… bla, bla, bla. Yo no lo creo. Alguna gente queda súbitamente atraída o no. Algunas veces toma algo más de tiempo acostumbrarse a ese sonido, pero para mí fue amor a primera vista.
Formación El jazz puede tocar a muy diferentes personas, ricos y pobres, gente discreta o extrovertida. Es muy misterioso. Tenía un piano en casa, que empecé a tocarlo de forma autodidacta y a ensayar con las notas. Luego tomé algunas clases particulares con métodos de clásico. Comencé a estudiar jazz más tarde, cuando tenía unos 17 años con un pianista norteamericano: Jeff Gardner, quien en ese tiempo radicaba en París. Él me enseñó un montón de cosas buenas, al grado de querer irme a Nueva York para aprender más. Gracias a él llegué con bases sólidas. Le estoy muy agradecido. Ya en Nueva York con la escuela, escuchando muchos músicos en escena y con los consejos que me daban crecí más compenetrado en el jazz y sus diferentes estilos. Descubrí muchas cosas que no sabía. Puedo ahora decir que fue una gran experiencia aprender ahí. Pertenezco a la misma generación de los Marsalis, principios de los ochenta. Fue una época en la que ahí se dio un renacimiento del jazz, se volvió a las raíces. Tomé lo mejor de la tradición para luego moverme hacia otras cosas, a otros territorios para expandirme.
Pianistas Cuando era joven los pianistas que más me atraían eran los que pude ver en París, como Chick Corea, Herbie Hancock y Keith Jarrett. Después descubrí a otros de períodos anteriores contemporáneos de Oscar Peterson. Cuando conocí a Mulgrew Miller, que fue mi maestro por un minuto, él también era seguidor de Peterson y le pasó lo mismo que a mí con ese gran pianista. Luego descubrí a pianistas un tanto oscuros o poco conocidos, como Paul Bley y a varios
De Largo Aliento / Periodismo cultural
El pianista y escritor Laurent de Wilde
El jazz no está con nosotros El francés De Wilde recuerda que Zawinul dijo que el jazz ya está muerto, pero él no lo cree. Por eso se interna en esa música para poder hallarle distintas rutas. más que me abrieron los oídos y mi concepción de la música. Aún ahora descubro a otros, sobre todo a pianistas de antaño que no conocía. Todos ellos son muy inspiradores.
Declaración Sé que Joe Zawinul dijo que el jazz estaba muerto, que era cosa del pasado y que ya no lo tocaba. Defnitivamente él ya no estaba tocando jazz y me tomó tiempo darme cuenta que antes él era un pianista de la corriente principal. Cuando era joven no me perdía ninguna actuación en Francia de su grupo Weather Report. Yo estaba siempre ahí y realmente me gustaba. Lo habré escuchado unas siete veces. Me gustaba su manera de abordar los diferentes teclados eléctricos. Era funk jazz, pero también algo más. Sin embargo, no creo que el jazz esté muerto, pues nunca morirá. Por ejemplo, a veces toco jazz acústico y a veces me involucro en otras formas, como en lo electrónico. Soy de la generación de después de Zawinul, y ya estamos en otra cosa, una música diferente. Cada músico tiene que preguntarse qué está pasando ahora y cómo su comprensión
lo puede llevar a nuevos territorios. Conozco a varias personas que piensan que el jazz se detuvo a fnales de los cincuenta. Ellas así lo ven y están contentos con eso. Para mí eso no funciona así. El jazz es un refejo de su tiempo y hoy es diferente. Yo trato de poner en mi música todo lo que es parte de mi entorno. Aun en mi repertorio acústico trato de incluir distintos ritmos, diferentes acercamientos, música africana, reggae, funk y todo lo que es parte de mi bagaje . No pretendo sonar como nadie, no me gusta cuando dicen que encuentran en lo que toco algo de Fulano o de Zutano. Cuando dicen eso pienso que debo de estudiar más para que no me comparen.
cribir el libro. Debo decir que esto ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. El libro ha sido traducido al español, al italiano, al japonés y al inglés. Ha sido algo muy positivo, ya que cuando la gente lo ha leído puede darse cuenta de mi amor por esta música, por Monk . Sé que hay en inglés un libro sobre él muy completo, pero mi biografía es personal. Hago comentarios, opino y me hago preguntas sobre porqué hizo determinadas cosas. En Estados Unidos no les interesó mucho mi libro, ya que allí se preferen los libros en que el autor no participa, ni argumenta, ni toma partido. Es muy difícil escribir sobre música. Cuando la escuchas es fácil, generalmente, entender de qué se trata; pero cuando escribes sobre ella tienes que hacer que la gente te entienda con tus palabras. Es un ejercicio difícil: tienes que encontrar el ritmo adecuado, hacer existir la música con tus palabras en vez de con los sonidos. El jazz con frecuencia se ha cerrado a sí mismo, tú sabes lo fuerte de la tradición. Yo entendí que debía romper con eso y asumir que a la gente que le gusta esta música no tiene que estar tan en conocimiento de todo para poder acercarse a ella y a sus fguras. Esa fue básicamente mi misión y propósito. Actualmente escribo un libro sobre los pianos y sus inventores. He investigado bastante. En fecha próxima voy a ir a California para visitar a un par de inventores que aún viven. El libro debe salir el año que viene.
Libros
Francia
El libro Monk me costó mucho trabajo, me tomó seis años para concluirlo. Todo empezó cuando conocí a un editor en una reunión. Era seguidor del jazz y me dijo al fnal que yo era la persona que estaba buscando para hacer una biografía de Thelonious Monk. Le dije que si la haría. Me dio un anticipo que pronto me gasté, así que tuve que ponerme en serio a es-
La situación del jazz en Francia es bastante buena. Las artes en mi país tienen bastante apoyo del gobierno. Por ejemplo, tenemos varios programas para ayudar a los músicos, como cuando estamos en el desempleo se nos otorga un respaldo económico. Cuando les digo esto a los norteamericanos se quedan boquiabiertos. No digo que la situación sea del todo ideal, pero hay muchos festivales, muchos discos, muchas maneras de ayudar a los jóvenes músicos, como becas y premios. Confeso que no me gustaría tener 20 años y empezar en el jazz ahora. Porque hay tantos músicos capaces, tantas escuelas enseñando jazz, que no hay lugar para todos. Es difícil, el jazz no está más en el centro de nuestra civilización y es actualmente algo más bien periférico. Fue signifcativo entre fnales de los veinte y los sesenta. Aun así, sigue vigoroso y pleno de energía. Podrán decir, como Zawinul, que está muerto; pero recuerdo lo que dijo Frank Zappa: “Sí está muerto, pero no huele a podrido”.
De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
Edith Ruiz, Alejandro Escuer, Abel Romero, Fernando Domínguez y Edgardo Espinosa.
Ónix Ensamble llega a la mayoría de edad
Tres discos para la celebración A las celebraciones de la considerable trayectoria de Ónix Ensamble se ha unido otra noticia: en febrero pasado Alejandro Escuer fue nombrado Flautista Solista Internacional por la compañía holandesa Kingma. Viridiana Villegas Hernández
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ste año Ónix Ensamble, agrupación de música contemporánea dirigida y fundada en 1996 por Alejandro Escuer, ha alcanzado la mayoría de edad. Para celebrar este acontecimiento, uno de los tres discos que planea producir —durante este 2014— ya salió a la luz. Se trata de Equinox, un álbum con obras inéditas de distintos compositores de origen mexicano y extranjero que fusionan la tradición con la modernidad. “Llegamos a nuestros primeros 18 años con mucha actividad”, asegura al principio de la conversación el fautista Alejandro Escuer y charla acerca del magno proyecto discográfco con el que los festejos comenzaron este año, mismo que es apoyado en una coinversión entre el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), la asociación civil Onix Ensamble y la iniciativa privada. —Nos encontramos muy contentos al dejar testimonio interpretativo y composicional. En 2013 grabamos Equinox y lo lanzamos a principios de este año; es parte de una serie de tres discos nuevos que preparamos; el segundo álbum ya lo hemos iniciado, aunque aún no tiene título, y cerraremos con uno más. Pasaron ocho años para que este grupo, dedicado a la fusión de la música clásica con otras tendencias y estéticas, grabara de nuevo; la razón, explica el director artístico, es que prefrieron “esperar con el fn de generar repertorio interesante y distinto que les permitiera seleccionar muy bien la música que llevarían al estudio”.
—¿Cuál es la esencia en la formación sonora de Equinox? —Radica en el sonido contemporáneo e internacional; de manera fundamental se trata de música abstracta que, a la vez, mezcla la modernidad y la tradición. Por ejemplo, hay obras relacionadas con la cultura maya, como “Kukulkán II” [David Dzubay, Estados Unidos], poseedora de seis movimientos desarrollados en 20 minutos de duración, la cual es reinterpretada de una forma actual por completo; observa una carga histórica, sí, pero desde la mirada colocada en el siglo XXI. Otra pieza es “Zachic IV” [Alejandro Cardona, Costa Rica], acerca del famoso cenzontle, pájaro de 400 voces, obra que parte del pasado al tiempo que comparte una visión hacia el futuro. Asimismo, “El Águila bicéfala” [Gabriela Ortiz, México] y “Música para cinco” [del también mexicano Samuel Zyman] son composiciones enraizadas en las costumbres de un pueblo. Estas composiciones se encuentran inspiradas en la cultura precolombina de nuestro país. —¿El siguiente par de discos seguirá la misma línea conceptual? —Puedo decir que contarán con otras colaboraciones de autores extranjeros provenientes de Inglaterra y Portugal; no obstante, el énfasis seguirá en el trabajo de los compositores nacionales actuales, con la grabación de obras inéditas que de otra manera no se podrían conseguir ni escuchar. A lo largo de estas casi dos décadas la alineación de Ónix Ensamble ha sufrido cambios de manera dramá-
tica, y hoy sólo la integran la pianista Edith Ruiz, el clarinetista Fernando Domínguez, Edgardo Espinosa en el violonchelo, Abel Romero en el violín y el fautista Alejandro Escuer, quien explica el porqué de las modifcaciones en el grupo: “Si bien antes éramos más músicos, viajar en aquel entonces se tornaba muy difícil, por lo que era necesario un subsidio muy grande que no obtuvimos nunca. Decidimos reducir el número de integrantes y nos comprometimos a trabajar de una manera más condensada, con menos elementos. Hace ya diez años que somos un quinteto en el que participan algunos invitados de vez en cuando, sobre todo percusionistas y cantantes”. A las celebraciones de la considerable trayectoria de Ónix Ensamble se ha unido otra noticia: en febrero pasado Alejandro Escuer fue nombrado Flautista Solista Internacional por la compañía holandesa Kingma, que diseñó en plata para él la fauta contralto en sol, instrumento único en México, España y Latinoamérica. Si bien se comenzó a escribir música para este instrumento como solista desde la época barroca, en el siglo XIX se abandonó esta tarea —aunque no del todo— por integrársele a una orquesta sinfónica; en la centuria pasada esta situación fue reconsiderada, y recuperó entre los compositores su auge solista. —El instrumento que han puesto en mis manos es muy novedoso y aún no hay repertorio para él, pues no existía sino se acaba de inventar. Kingma, con quienes tenía relación debido a
que hace una década les compré una fauta, me honraron ahora al designarme como el primer fautista en poseerla en toda América Latina y España, gracias a que eligieron mi trabajo, lo que me permitirá acercarla a jóvenes de distintas regiones en el mundo. Esto es un orgullo e implica una gran responsabilidad, pues debo comenzar por la improvisación y seguir con la composición formal para ella; desde luego tengo el cometido de invitar a los compositores e intérpretes de todo el orbe a escucharla. Algunas de las especifcaciones de la fauta contralto en sol es ser una octava abajo de la fauta de sol que conocemos, motivo por el que es más grave; además, debido a su tamaño se toca de pie y requiere de una espiga; tiene una embocadura diferente y también posee un mecanismo que se abre a la experimentación desde su ensamble, pues posee un hilo que abre una válvula con la que es posible cambiar el timbre. Por otra parte, esta no es la primera pieza que le es entregada a Escuer en exclusiva debido a su reconocida trayectoria; poco antes del nombramiento que le otorgara la compañía holandesa, le fue conferida la fauta microtonal de concierto en do, hecha por los constructores especializados Lev Levit y Eva Kingma, la cual, según palabras del también profesor de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, “posee un registro escalonado, la transición en cada acorde se expande por medio de las llaves que los creadores le añadieron y que facultan al músico para controlar su afnación, conseguir una sonoridad más nítida e incluso llegar a otro tipo de notas”. Las primeras demostraciones que Escuer ha ofrecido de la fauta contralto en sol ante el público han sido llevadas a cabo en Tamaulipas, Morelia, Guadalajara, León y el Distrito Federal, ciudad capital donde teniendo como marco el lago de Chapultepec presentará en noviembre una instalación acompañada del sonido de los trombones con la música que ya compone para este recién inventado instrumento. Asimismo, el fautista adelantó que incluirá en el próximo disco de Ónix Ensamble la primera pieza que escriba para ella.
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Talleres y cortometrajes
A favor del cómic Se dice que en Guadalajara resurgió la animación, de ahí que el Imcine esté trabajando en varios proyectos. Asimismo, la Casa de Méliès realiza con los niñós cursos de historieta… Elizabeth Cruz Madrid
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a Casa de Méliès es el nombre que agrupa los distintos talleres de creación artística y visual para niños y jóvenes que ofrece la Casa de Francia junto con el IFAL (Instituto Francés de América Latina). Su logotipo muestra la clásica imagen de la película de Georges Méliès: El viaje a la luna, en la que el satélite es picado en el ojo por una nave espacial. Sobre por qué utilizaron esta escena para ilustrar sus actividades, Anthony Groussard, coordinador de los cursos, explica: “Primero buscamos una figura del cine francés y nos gustó este cineasta porque, además, fue un mago, un genio y un pionero de los efectos especiales. Es un ejemplo de cómo utilizar las distintas artes dentro del cine y eso es una referencia muy importante, porque desarrollamos clases no sólo enfocadas a este arte”. El proyecto surgió en enero de 2013, año en el cual dieron un total de 28 talleres que incluyeron estudios de lenguaje cinematográfico, realización, fotografía digital y artes urbanas como el graffiti y el uso de esténcil. Hasta la fecha también enseñan animación stopmotion, flipbook y narrativa gráfica para cómics. Al respecto, Groussard puntualiza: “No es sólo enseñar a dibujar bien, también se trata de que aprendan cómo desarrollar una historia en viñetas. Todo el proyecto de La Casa de Méliès busca no solamente formar técnicos o desarrollar habilidades a partir de la tecnicidad sino también formar espíritus, nutrirlos del arte y de referencias del contexto internacional de la filmografía”. En los talleres de cómic, según el promotor cultural, hubo muy buenos resultados. “A veces nos preguntamos —dice— si el alumno de diez años dibuja mejor que el maestro”. Groussard también comenta que les interesó dar estos aprendizajes porque se imparten dentro de la mediateca de la Casa de Francia, misma que tiene un acervo importante de historietas a las que deben dar vida: “Que los lectores las aprovechen y las usen”. Por eso están planeando hacer un festival de cómic en el que invitarán a creadores tanto franceses como mexicanos. Entre los objetivos de estas actividades es tener más contacto con la comunidad, porque, explica el maestro, “el IFAL es una institución que tiene más de 70 años en México, pero tuvo su decadencia. Muchos escritores mexicanos como Carlos Monsiváis y Carlos Fuentes aprendieron y se involucraron mucho con el IFAL, por eso es importante replantear la institución como un centro de arte y cooperación cultural”. Y recuperar al público infantil es uno de sus temas centrales: “Antes había actividades para niños —dice Groussard—, lecturas bilingües, artes manuales, pero eso se perdió. En cinco años no hubo. Y en esta ciudad hay mucha demanda que no está satisfecha. Por ejemplo, empezamos a dar clases de dibujo y
pintura para edades cada vez más tempranas: a partir de tres años, porque no hay muchas actividades para niños de esa edad”. La Casa de Méliès está dentro de un proyecto más amplio llamado La Fábrica de las Imágenes que desarrolló Patrick Clanet, director adjunto del IFAL, que incluye una galería de arte y charlas con creadores visuales.
Sobre cómic
Quisimos centrar nuestra charla con Anthony Groussard en el cómic, ya que Francia desde 1974 realiza el Festival de la Historieta de Angoulema (Angoulême), uno de los más importantes de este tipo, y porque en ese país hay un interés muy generalizado en el cómic (cualquier librería francesa tiene una importante sección dedicada a este género), así que le preguntamos: —A partir de los talleres que imparten, ¿han notado interés de los mexicanos en los cómics? —El cómic no es un arte menor y queremos rescatar el interés en las historietas mexicanas. Óscar G. Hernández, uno de los maestros, es editor en la revista Marvin y está muy vinculado con el cómic mexicano. Ha conocido su decadencia y el enfoque que se ha dado a los álbumes ilustrados, que son muy buenos, pero no son historietas. En México falta hacer renacer un arte que ha desaparecido y fue muy fuerte en los años setenta70. También hace falta adaptar la literatura y el cómic al cine. En Francia existe esta posibilidad (como con Astérix y Obélix, Tintín), y eso también las populariza. En los talleres intentamos tener transversalidad y hacer que los alumnos se interesen en otros tipos de arte porque al final todo está relacionado, como el story board con el cómic. De todos modos Groussard comenta que el interés por el cómic en México “ha comenzado ha resurgir desde hace unos cinco o diez años y también hay un festival de cómic que nació hace poco. Además, hay referencias muy buenas de creadores como El Doctor Lakra. En el taller de cómic también tratamos de interesar hacia lo mexicano —explica—. Me importa siendo francés porque aquí vivo, y a Óscar Hernández le afecta mucho la decadencia del
cómic, siendo él narrador gráfico. Por eso tiene planes editoriales y nosotros tenemos como trabajo final de las clases sacar una revista con los cómic de los participantes. Por otro lado, también tratamos de relacionar este taller con Indesign para que los alumnos aprendan a hacer la revista. Les enseñamos a utilizar el programa de diseño editorial, pero el enfoque primordial es que sepan desarrollar la narración gráfica”.
Y hablando de narraciones en cine…
Bajo el título Narrativa breve infantil, Imcine publicó una colección de cortometrajes para niños, que es una primera compilación de los 113 proyectos apoyados por este instituto de 2007 a 2012. Para su selección consideraron que estuvieran completamente animados y si tienen galardones. “La mayoría se premian como mejor cortometraje en los festivales de Guadalajara, Morelia, Guanajuato, o son ganadores del Ariel o de otros reconocimientos en el mundo, aunque no teníamos tanta animación para público infantil”, aclara Yuria Goded, subdirectora de cortometraje de Imcine. De hecho, “el apoyo a la animación en el Imcine se retoma con Jacinta y con Cómo los niños pueden volar. Se empezaron a apoyar dos proyectos en 2007, después fueron tres, y ahora ya son cuatro. Con temática infantil, la mayoría”, dice Goded, quien al mismo tiempo afirma que “cada año se inscriben más proyectos. En este décimo cuarto concurso recibimos 57 propuestas para animación”. Sin embargo, la primera película animada de México: Los Reyes Magos, data de los años ochenta, y apenas en 2002 “los Estudios Ánima comenzaron nuevamente a hacer largometraje animado con películas como La leyenda de la Llorona y Don gato y su pandilla [2011]”. Asimismo, “hay directores que hacen solamente cortos”, dice Yuria. —¿Se puede notar alguna tendencia en cuanto al lugar o preparación de donde vienen los directores que hacen animación? —Siempre hemos tenido gente de Guadalajara. En este estado se efectuó el surgimiento de la animación, principalmente stop motion con René Castillo y discípulos como Luis Téllez. Se ha generado un gremio de animadores ahí, pero también nos llegan proyectos de diferentes estados que están generando sus propias animaciones —contesta Goded.
De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
El mundo banal de la televisión
La voz inaudible de la infancia Si miráramos con los ojos de los niños tal vez los comprendiéramos, pero mientras esto sucede las políticas públicas permiten las atrocidades televisivas…
Ilustración de Patricio Betteo.
Ana Corina Fernández Alatorre*
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scuchar a las niñas, niños y adolescentes, darles un lugar en la toma de decisiones no forma parte de nuestras habituales prácticas de convivencia. Desde los medios la presencia de la infancia se expresa sobre todo, en indicadores de delincuencia, violencia, abusos, adicciones y carencias. Son raras, casi inexistentes, las notas informativas que se ocupan de hacer visible la perspectiva de este sector de la sociedad. Con motivo del Día del Niño se publicó en La Jornada del pasado 30 de abril que “en el país, hay 40 millones de mexicanos menores de 17 años, de los cuales más de la mitad, 21.2 millones (equivalente al 53.8 %), se encuentra en pobreza y, de éstos, 4.7 millones (12.1 %) sufren pobreza extrema, 6.4 millones (16.4 %) no es pobre ni enfrenta ninguna situación de vulnerabilidad, 22.4 % (8.8 millones) se ubica en condiciones de vulnerabilidad por carencias sociales y 7.5 % (2.9 millones) es vulnerable por ingreso”. También en estos días el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) publicó en su informe de 2014 que “casi tres quintas partes de los niños de tres años (60 %) y dos quintas partes de los de 15 a 17 (39 %) no se están inscribiendo a la escuela”. También informa que hay “casi tres millones de niños de 12 a 17 años que trabajan jornadas extensas (más de 20 horas); de ellos, más de la mitad no asiste a la escuela (53.9 %). Esta condición afecta en mayor medida a los varones (56.9 %), a los que viven en zonas rurales (48.6 %) y a los que habitan en regiones de alta o muy alta marginalidad (49.7 %). La inasistencia aumenta con la edad”. Las cifras de estos rasgos se incrementan cuando la lente se cierra ante las niñas, niños y adolescentes indígenas. Al respecto, la UNICEF señala que la tasa de mortalidad infantil de la población indígena es 60 por ciento mayor que la de la población no indígena, y su tasa de analfabetismo, frente al promedio nacional (7.4 %), es cuatro veces más alta. Estos mexicanos nacen, crecen y sobreviven en un país que enfrenta un severo dislocamiento, producto de una ya prolongada crisis de Estado; de la autarquía de los sistemas financieros; de un pobre desempeño económico; de los altos índices de corrupción y de un severo y sostenido nivel de violencia criminal. Han pasado ya casi 25 años desde que México firmó la Convención sobre los Derechos del Niño en donde se reconocen, además de sus derechos a la supervivencia, al desarrollo y a la protección, su derecho a la participación como uno de los elementos más relevantes para asegurar el respeto a ser considerados como protagonistas que pueden y deben ocupar un papel activo en su entorno mediante el reconocimiento de su derecho a formarse un juicio propio, a expresar su opinión libre-
mente en todos los asuntos que le afectan y a que esta opinión sea tomada en cuenta en función de su edad y madurez (artículo 12). A ello se suman, en los siguientes tres artículos, el reconocimiento a su derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, así como su derecho a la información. Una de las pocas vías de realización de esos derechos han sido las Consultas Infantiles y Juveniles impulsadas desde el (ya desaparecido) Instituto Federal Electoral. La última consulta fue realizada en 2012, cuyos resultados están aún disponibles en Internet y representan una importante referencia respecto al punto de vista que las niñas, niños y adolescentes tienen sobre sus condiciones de seguridad, entendida ésta como los recursos —tanto individuales como colectivos, privados como públicos, materiales como institucionales— para prevenir las amenazas y protegerse de ellas. Existen organizaciones de la sociedad civil como la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), la Red por la Infancia, la Mesa Social contra la explotación de niñas, niños y adolescentes, la organización Hacia una Cultura Democrática, que, entre otras, se ocupan de la defensa de los derechos de las niñas y los niños en México. Pese a ello, sabemos bien que las posibilidades de que estos empeños puedan incidir en las políticas públicas y en los recursos destinados a atender la grave situación de la niñez en México, son bastante escasas. Pero, más allá de la falta de voluntad política de las autoridades gubernamentales; más allá de la impunidad de que gozan los que se sirven del cuerpo y la fuerza de trabajo de las niñas y los niños en este país, hace falta rastrear qué es lo que hace posible que el resto de la sociedad renuncie a su derecho a la indignación frente a los abusos y la negligencia que mantiene a tantos menores de 18 años en condiciones infrahumanas. Las causas son muchas y vienen de siglos atrás, por eso conviene explorar un poco la fuente de algunas de las creencias y de las habituales prácticas que nutren la mirada adulta hacia las y los niños. Esta mirada, estas formas de posicionarse frente a los que han vivido pocos años, es congruente con la palabra que los nombra. En español se llama “infancia” al período de la vida que va desde el nacimiento hasta la adolescencia y, en su sentido etimológico, significa “ahí-no-palabra”. Esta metáfora, que proviene del latín, ha sido una verdad puesta en práctica durante largo tiempo y aún hoy se mantiene de muchas maneras. También se les nombra con la palabra “menores”, con lo que su condición queda definida a partir de una descripción negativa que refleja una carencia y no un atributo que los identifique como lo que son. Se les nombra así a partir de lo que no son. Las y los adolescentes no corren mejor suerte, pues el vocablo alude a que adolecen, a que padecen de algo como
si la condición de edad adulta supusiera un estado de pleno desarrollo. No nos referimos a ellos en alusión a su sustancia como personas completas, con una individualidad, una historia y una identidad única e irrepetible. Nimbada de símbolos, la infancia es la depositaria de los anhelos narcisistas de los adultos que se refieren a ella, en el mejor de los casos, como lo que habrá de ser y nunca como el ser humano del aquí y el ahora. Así, vemos al niño o a la niña como objeto de disfrute y dominio; objeto de regulación de su cuerpo y de su mente; como objeto de uso para la guerra y para el mercado. Ahí están como muestra las niñas y los niños maniquíes y los niños fashion, que, sobre asistidos, desconocen que la pasión de sus padres por las marcas banalizará su identidad como privilegiados sujetos de consumo. Los otros, los que no pueden consumir, si no son útiles, dejan de existir todo el año con excepción de fechas especiales que a algunos los hacen visibles como el Día del Niño, la Navidad o en Reyes. Vivimos tiempos de intensa des-sensibilización, dice el filósofo italiano Franco Berardi, Bifo, quien en su obra Generación Post-Alfa nos comparte su búsqueda de “… los signos de un sufrimiento que no es realmente posible cuantificar. Sin embargo, estoy convencido de que en esta creciente infelicidad por desatención se encuentra el punto decisivo para las estrategias de subjetivación por venir, porque la desatención es el efecto de la explotación competitiva de nuestro tiempo”. Para encontrar esos signos de des-sensibilización, añade Bifo, basta con acercarse al lenguaje pobrísimo, esquelético y banalizado que se ofrece a los jóvenes en el arte, la literatura y el cine contemporáneos. Relatos donde el otro se revela incapaz de cualquier empatía. Un otro que permanece inaccesible, frío en tanto insensible. Y la insensibilidad se comunica inevitablemente como imposibilidad de comunicación, como autismo, en el marco de escenas donde “la identificación masculina y la identificación femenina se enmarañan en un doble vínculo sádico sobre el cual la identidad de los adolescentes es obligada a formarse. La sexualización forzada de la infancia es el lenguaje dominante de la identidad televisiva”. Si esperamos a que las políticas públicas tomen en cuenta los efectos devastadores de los contenidos mediáticos de los que dispone nuestra infancia, es muy probable que nos quedemos sentados a la eterna espera. Mientras tanto podríamos intentar, de vez en cuando, un ejercicio de sensibilización mediante el esfuerzo de mirar el mundo con los ojos de los niños.
* Investigadora-docente de la Universidad Pedagógica Nacional.
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De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
Luis Fernando: 35 años de trayectoria
“Una obra nunca está terminada” Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Artista plástico, Luis Fernando cumple este 2014 tres décadas y media creando obras. Autor de la sexta litografía de nuestro mensuario, el dibujante se desnuda hablando de sus ideas y concepciones del arte…
Viridiana Villegas Hernández
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os parejas icónicas del siglo XX dentro del mundo del arte: Diego Rivera y Frida Kahlo, así como la dupla conformada por John Lennon y Yoko Ono. Ellos son los protagonistas de la litografía contenida en el sexto número del mensuario De Largo Aliento, trabajo realizado por Luis Fernando, uno de los representantes más importantes del cómic en el país y uno de los caricaturistas más experimentados en el trazo de roqueros en México; para él dibujar sigue siendo un juego, sí, aún después de 35 años de trayectoria. Era 1979 cuando Luis Fernando comenzó a publicar de manera profesional, primero en el periódico catorcenal Melodía / 10 Años Después, luego en los suplementos “Másomenos” del Unomásuno e “Histerietas” de La Jornada. Entre uno y otro rotativos, en 1986 colaboró en Las Horas Extras, proyecto editorial fundado por Víctor Roura —justo como el resto de los medios ya mencionados— donde elaboró un dibujo a blanco y negro en el que unió a
Ray Davies (Kinks). Óleo.
Luis Fernando.
Diego Rivera —por el centenario de su nacimiento— y a John Lennon —por su sexto aniversario luctuoso—, ambos acontecimientos ocurridos un 8 de diciembre. Se trata de una imagen que 28 años después, ahora a color y en De Largo Aliento, nos vuelve a maravillar, complementándose con la presencia de sus mujeres: una Frida Kahlo de corazón en la mano y una Yoko Ono ataviada de negro y sombrero que hace recordar a las brujas malvadas de los cuentos de hadas. De manera aparente, las parejas que engalanan la litografía de agosto no tienen nada que ver; en principio porque no se desarrollaron durante la misma época y, “hasta donde se tienen registros, Diego Rivera no cantaba ni Frida Kahlo tocaba la guitarra eléctrica”, comenta el caricaturista. Sin embargo, Luis Fernando piensa posible establecer por lo menos un vínculo mínimo entre dos fguras disímbolas para acercarlas en tono satírico a través del dibujo, jugar y sorprenderse con el resultado, tal como lo ha llevado a cabo en su serie intitulada “Entrevistas imposibles”, de la cual ha publicado más de una veintena en la revista El Chamuco, donde ha hecho dialogar, por ejemplo, a Alejandro
Magno con Enrique Peña Nieto; a Marta Sahagún con Cleopatra y a Bob Dylan con Agustín Lara. —En la década de 1920 el entonces joven monero Miguel Covarrubias, gran maestro de la plástica mexicana, vivía en Nueva York, donde gracias a su estilo revolucionario entró a las mejores revistas y tuvo la brillante idea de publicar entrevistas imposibles: un autor escribía un texto satírico y él lo ilustraba; por ejemplo, en alguna ocasión se les ocurrió acercar a Al Capone junto al ministro de Justicia de Estados Unidos de aquella época. Por esta razón no puedo decir que descubrí el hilo negro, sólo que me gustó tanto la intención que retomé el planteamiento original y ahora yo redacto y trazo mi propia colección; pero, sí, es una especie de homenaje a ese espléndido artista que fue ignorado por décadas. —¿Qué le preguntaría a Diego Rivera si tuviera oportunidad? —Charlaría con él sobre su afción por la comida, pues vivió el periodo posrevolucionario cuando se comenzó a tener conciencia de lo que era México, de ir a sus raíces y poner en relieve a las clases populares, ya que durante el porfriato la mirada había estado puesta en Europa, en específco en la alta cultura proveniente de Francia. En los tiempos de Rivera los muralistas pintaron a los indígenas mientras escritores como Juan Rulfo le dieron cabida al campesino, y músicos como Carlos Chávez o Silvestre Revueltas incorporaron a sus composiciones
elementos sonoros tradicionales; es decir, todas las artes se empaparon de esta ola: la gastronomía no fue la excepción, pues se revaloraron ingredientes y guisados típicos de cada región. —¿Qué piensa acerca de Yoko Ono? —Ella no necesitó de John Lennon para ser conocida en el mundo del arte, pues ya tenía un nombre cuando se conocieron; era una de las artistas que formaron parte del movimiento vanguardista de los sesenta. Tal vez le pediría su opinión acerca de la gente que sigue produciendo lo mismo que ella realizó hace más de 50 años: arte conceptual y performance. Cabe recordar que no fue fundadora de esas corrientes, pues detrás de ellas se encuentra el surrealismo, el dadaísmo y el objet trouvé o arte encontrado propuesto por Marcel Duchamp, que en el viejo continente y el orbe entero reconstruyó el sentido de un objeto transformándolo en una obra plástica. En la segunda y tercera décadas de la centuria pasada aquello fue un acto revolucionario e innovador que provocó una aguda refexión y amplió la perspectiva de qué es el arte; hoy todo eso, a mi parecer, es un lugar común. Considero que hay un abuso y un exceso de ese tipo de trabajos, pues ahora ya no importa lo que exista detrás de cada pieza: las galerías exponen una caja a precio exorbitante y es comprada sin mayor cavilación. —¿Hoy el arte contemporáneo permite la singularidad en la interpretación?
AGOSTO 2014
En La noche cazando (2000, óleo sobre tela), Arturo Rivera pone de manifiesto el estado onírico, donde el ser humano aclizadas. Hoy con facilidad puedo hacer crecer una cede a esferas que le dan sentido a su imagen en mi monitor hasta ver sólo un ojo de la realidad. El pintor remite al espectador a fgura completa y es cuando laspara imprecisiones, su mundo noto interior enfrentarlo con los las cuales no se perciben en formato real a primera fotogramas oscuros deosu imaginación: la vista. El original lonoche, conservo, limpié la luzsólo y laretoqué sombra,y la mujer y una la copia; lo digital ayuda a retocar sin el alterar, constelación como origenasí delque universo y deque la atracción por encontrarse en sólo detallé el estilo poseía ensecreta esos tiempos”. la realidad con los personajes —Por cierto, ¿qué tema conversaría con Johninvisibles que lo habitan. Esta litografía, seleccionaLennon? da por el propio Arturo Rivera, —¡Qué difícil! Capaz de que lo veo sentadoy que en su tamaño mide 100 x 80.5 cenfrente a mí y me quedo mudooriginal por estar mirándolo, tímetros, es la quinta obra artística que justo como me sucedió la ocasión que tuve a unos ponemos en las manos de nuestro lector.
—No, de manera inequívoca una pieza expuesta de arte contemporáneo siempre es acompañada de una fcha que vende una idea, una interpretación interminable que el visitante debe creer, pero no porque el objeto lo diga por sí solo. Ahora se apoyan en el concepto, no en la obra, cuando la historia del arte es al revés; si hoy una persona desconoce el contexto en el que fue creado algo, por qué o para qué se realizó, no importa: al ver los bisontes dibujados en la era de las cavernas quedará maravillado y lo mismo le sucederá con un cuadro del año 1100 o con esculturas del Museo del Templo Mayor debido al impacto estético que le causarán los colores, los trazos y las formas. A diferencia del arte bizantino o el arte egipcio que ha trascendido milenios enteros porque sigue generando sensaciones, dentro de cien años si vemos un bolígrafo colgado en una pared, por más que se afanen en explicarnos el concepto, no se adaptará al mundo de entonces… sólo causará indiferencia. A pesar de sólo haber agregado color al dibujo que hizo en los ochenta de Diego Rivera con la Catrina de Posadas a sus pies leyendo un libro que en su portada lleva la leyenda “Pa´ siempre” y John Lennon, parado en un campo de fresas mientras de su cabellera se asoma una paloma blanca con un laurel en el pico, Luis Fernando no dejó pasar la oportunidad de hacerle algunos ajustes: “Antes no existían las herramientas digitales que pudieran reproducir con alta fdelidad el arte. En 1986, al menos en México, todo era tradicional y no imaginábamos que un cuarto de siglo después dibujaríamos en tabletas electrónicas con diferentes programas y aplicaciones especia-
cuantos pasos de distancia a Julio Cortázar en Querétaro, cuando asistí como invitado a la Fiesta de la Santa Cruz, en la que se llevan a cabo las danzas de los concheros, provenientes de distintos puntos de la República Mexicana. La anécdota es que me encontraba en el mostrador del hotel donde me hospedaba y escuché a un hombre de acento argentino al que no le presté mucha atención sino hasta que volteé y me topé con un hombre altísimo. Mi impresión fue enorme y no pude decirle absolutamente nada; estaba pasmado ante la sorpresa de haber encontrado en el lugar menos pensado a uno de los autores que con sus obras marcaron de forma defnitiva mi juventud. En fn, creo que en una entrevista imposible con Lennon le preguntaría algo muy simple y que Los Beatles odiaban: ¿qué se siente vivir con un nivel extremo de celebridad desde muy joven? En su tiempo la fama no era algo tan industrializado ni prefabricado, no había medios digitales, pero igual desquiciaba a los artistas. Sería interesante escucharlo. Casi tres décadas después de aquel dibujo que uniera a Rivera con Lennon, Luis Fernando reúne este 2014 a la musa del pintor y a la del músico: Frida Kahlo y Yoko Ono aparecen abrazadas, una con dos veladoras prendidas a Stalin al fondo y la otra junto a un bulto en el que pide una oportunidad para la paz mientras sostiene un vinilo del álbum Unfnished Music No.1: Two Virgins. Ahora, frente a la litografía completa que entregó para De Largo Aliento, el caricaturista acepta que el tiempo no pasa en vano y su estilo ha cambiado: “Cuando hace poco dibujé a Frida y a Yoko me di cuenta que he cambiado mi forma de hacer las cosas, aunque de golpe no se note; por ejemplo, mi trazo hoy es mucho más gara-
Germán Robles y Bela Lugosi. Gouache.
Sexta litografía para De Largo Aliento.
bateado, el delineado más nervioso, más suelto y ya no me preocupa tanto la precisión de la línea. Ha sido una evolución natural. En la actualidad llevo a cabo mi trabajo sin seguir tantos pasos y hago fguras con muy pocos trazos, mientras que antes por inseguridad o por pretender que pareciera una fotografía las marcaba hasta lograrlo. Una pintura que es ejemplo de garabatos impresionantes y brochazos de cerca es Las Meninas, de Diego Velázquez, misma obra que, al alejar la vista del lienzo, las manchas se convierten en fguras precisas: una fotografía perfecta”. —Ahora que ha trazado a Frida Kahlo, ¿le ha dado curiosidad alguno de sus rasgos? —Siempre me ha impresionado el mundo alterno y fantástico que se construyó desde la infancia, pues al ser de las integrantes más pequeñas de su familia, y debido a su forma de ser, se aislaba de todos. Hay una historia que me gusta mucho sobre ella cuando era niña: cuentan que cuando vivía en la Casa Azul de Coyoacán había una ventana en la que jugaba con su amiga imaginaria, platicaban y, al crecer, ella pensaba que esa compañera era una de sus bases y, a nivel muy profundo, se encuentra plasmada en el cuadro de Las dos Fridas. Desde entonces me identifqué mucho con la pintora y no porque yo haya tenido un amigo imaginario, sino porque también fui un niño solitario y ahora tengo claro que en aquel entonces tenía un mundo personal muy intenso; mi hermano se la pasaba más en la calle y claro que también yo salía a jugar futbol, pero prefería estar adentro, tirado en el suelo con mis muñecos vikingos y soldaditos creando historias. Frida es especial. Si bien no me ha infuenciado, sí me ha estimulado artísticamente. Recuerdo que cuando era joven me gustaba ir de visita a su casa museo y ver todos sus cuadros colgados ahí, las frases escritas en las paredes; eran los tiempos en los que ese hogar se apreciaba casi habitable, pues no había vigilancia y al entrar no se sentía la frialdad de una instalación museográfca de luces direccionadas y ventanas desaparecidas, lo cual en su momento fue muy polémico. —Además de lo vivido en su niñez, ¿qué otros elementos han sido importantes en la construcción de su mundo creativo? —Ese universo se encuentra instalado en el subconsciente, de donde salen cosas no del todo racionalizadas sino brotan y ya, como parte de un proceso que nunca ha estado planeado de forma intencional. Es complicado responder algo así, porque corresponde a mi interior y, a menos que fuera al psicólogo, podría explicar mejor mis procesos mentales, pero no lo voy a hacer, menos a estas alturas. Porque no creo que ya tenga mucho caso. La creatividad es un fujo natural que todos poseemos y está confgurado por experiencias buenas y malas, ideas, sueños, anhelos, creencias e inventos; la diferencia es que el artista tiene la capacidad de moldearla y materializarla en un objeto. Hablar es un acto que implica concentración y raciocinio para argumentar y lograr ser claro; tal vez este sea el motivo por el que para la mayoría de los creadores es todo un tema desembrollar su proceder interno, aunque seguro hay quienes no tienen problema con ello. Por ejemplo, el surrealista Luis Buñuel no analizaba todo lo que le surgía, él lo vertía en una película y lo soltaba, así que la importancia del signifcado la confería a la individualidad de cada espectador. Luis Fernando piensa que una obra nunca está terminada, sin embargo cuando decide liberar una de ellas procura no caer en la tentación de modifcarlas sin fn: “Un dibujo, una pintura, siempre será modifcable porque nunca se cierra, a menos que uno decida que el resultado es satisfactorio; soltar una pieza es parte de un proceso muy intuitivo, pues no hay nadie que te detenga o te muestre el mejor camino. El arte posee vida y no tiene una terminación: es posible regresar a una composición 20 años después con una óptica diferente y es obvio que se detectarán fallas que antes no se repararon, pues se va evolucionando y perfeccionando un ofcio, pero no por ello hay que sucumbir a corregirlo todo. Tengo cuadros de mis inicios y, ahora que los observo, me critico, pero me abstengo en intervenirlos ya que, por más fea que ahora me parezca la perspectiva que elegí entonces, sé que fue un momento de mi trayectoria, es parte de mi historia y gracias a ello he descubierto cómo he batallado para llegar a un estilo”.
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Dibujo con globos
El extraño caso de los Hernandez
Arnaldo Córdova (1937-2014)
Hombre de ideas, pasiones, libros
Jiro Suzuri
Los hermanos Hernandez, con sangre mexicana, aún no saben hablar, ni quieren hacerlo, en español, pero en sus trabajos historietísticos fusionan lo estadounidense con sus orígenes ancestrales…
L
a obra de Gilbert y Jaime Hernandez (Oxnard, California, 1957 y 1959) ha sido traducida al francés, croata, danés, portugués, italiano y español… pero de España, no al nuestro. A pesar de contar con un padre mexicano y una madre texana —también de ascendencia mexicana—, los hermanos han eludido las garras de nuestro ramplón nacionalismo ávido de reivindicación, ése que le reclama a Cuarón no haberle dedicado el Oscar a su México lindo y querido. La insignificancia del cómic no siempre es algo lamentable. Hay, no obstante, razones más válidas, menos egoístas, por las que su obra amerita nuestro interés. 1) En el ámbito del cómic, Gilbert y Jaime son los principales, y casi únicos, representantes del segmento latino de la población estadounidense. Dan voz a una visión minoritaria del mundo, con todas sus inspiraciones y preocupaciones, obstaculizando su ninguneo o descrédito. Y, muy importante, escriben sobre seres marginales sin darles trato de marginales. La influencia del arte en la realidad —sobre todo la política— es equívoca e impredecible, mas no impalpable. Una gente sin cultura se condena al silencio. 2) Su obra ocupa un sitio clave en la historia del cómic en Estados Unidos: Love and Rockets (1982 a la fecha), además de revalorizar los géneros industriales —el romance, la ciencia ficción y el terror—, conectó a la historieta contracultural de Crumb y Shelton, agotada a mediados de los setenta, con la independiente de Clowes y Ware, pujante desde principios de los noventa. La actitud diy —“hágalo usted mismo”— y la variedad de lecturas de los hermanos bien pudieron haber salvado al cómic underground de terminar siendo un callejón sin salida. 3) La narrativa de los californianos constituye una alternativa a la novela de narcos y a la épica migratoria a que nos tienen habituados los autores latinoamericanos, y en particular los mexicanos. Si bien Gilbert y Jaime no esquivan tópicos como el narcotráfico, la crisis de identidad, la nostalgia por el terruño o la discriminación racial, no son en modo alguno sus únicas coordenadas: son parte de una paleta temática más amplia e idiosincrásica. En sus relatos, la vida no se reduce a los titulares de los periódicos. 4) A la uniformidad de formato impuesta por la “novela gráfica”, los Hernandez le anteponen una estructura narrativa que la desborda: entre su producción alternan narrativas de escala novelística con relatos breves, anecdóticos casi. Pero los primeros son también retazos extensos de una historia proyectada a largo plazo, y los segundos están tan imbricados entre sí que con frecuencia cuesta trabajo leerlos como cuentos autónomos. Por ahí se ha dicho que lo que los hermanos practican es la saga o la novela río. Pero no: lo suyo es más bien la confección de una obra completa. 5) La entronización de la “novela gráfica” también ha impuesto un modelo elitista que prefiere los temas serios, dignos o exaltados. Para el artista comprometido con el cómic, cualquier cosa que haga ¡pop! se volvió materia prohibida. Impertérritos, Gilbert y Jaime no han renunciado a géneros eminentemente populares como la telenovela, el cine de monstruos o el cómic de super héroes. Mas no por eso han dejado de cultivar —como pocos historietistas— la sutileza, la complejidad y la ambigüedad. Ofrecen, así, una visión alterna de lo que puede ser un cómic adulto no estirado. 6) En sus cómics se trenzan una serie de contradicciones temáticas y formales que, por la tensión y la cizalla que generan, obliga a leerlos críticamente. Entre las más prominentes se cuentan el denuedo con el que conciben personajes multifacéticos, rabiosamente femeninos, pero delineados por una mirada masculina propensa a cosificarlos; su apropiación del cómic como medio para la expresión personal acudiendo a estilos forjados en la impersonal industria del entretenimiento; o, simplemente, cultivar una sensibilidad punk barnizada con una capa de pulcritud. 7) Sin alharaca ni ánimo didáctico, los Hernandez han ido elaborando un sincretismo que arrejunta lo estadounidense y lo mexicano, con sus múltiples contradicciones, en una identidad híbrida, crispada pero íntegra. Quizás esto explique la nula atención recibida de parte de sus paisanos al sur del Río Bravo: su concepción de sí mismos —intuida del pensar, sentir y hacer de sus personajes— pone en jaque a nuestro patrioterismo, resuelve el conflicto entre el gringo y el wetback: se puede ser uno y otro sin avergonzarse de ninguno.
Raúl Trejo Delarbre
El lunes 30 de junio murió el historiador Arnaldo Córdova, a los 77 años de edad…
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a biblioteca de Arnaldo Córdova era —es— enorme, profusa, generosa, desbordada, como bien sabía Borges que deben ser las grandes bibliotecas. Ese era su lugar de reflexión y trabajo —actividades, ambas, que en ese maestro de multitud de generaciones iban inevitablemente una con la otra. La tarea de Córdova fue pensar al país, desde su historia pero con una inquietud constante por el futuro. Junto a esos libros fraguó sus consideraciones más destacadas, comenzando por aquella distinción ya clásica que entendió a la Revolución Mexicana como una revolución política que renovó a las élites gobernantes pero sin una revolución social capaz de reivindicar el interés de las masas populares. Las fuentes de aquella reflexión se encontraban en esa biblioteca que colmaba las paredes de la casa de Córdova en Magisterio Nacional, en Tlalpan. No había que esforzarse para encontrar los textos de Justo Sierra, Emilio Rabasa, José C. Valadés, Jesús Sotelo Inclán y, por supuesto, Andrés Molina Enríquez que nutrieron, entre muchos otros, aquella Ideología de la Revolución Mexicana que modificó las maneras de entender la historia de los inicios del siglo XX mexicano. Arnaldo Córdova era un fanático de la palabra impresa. Su colección bibliográfica la construyó en una hazaña de varias décadas hurgando en librerías de viejo con porfiada obsesión. En ella, reunía publicaciones y documentos de la historia de nuestro país, junto con los resúmenes de las indagaciones hemerográficas que le hacían sus alumnos. Durante un tiempo al menos, Arnaldo era conocido —más bien temido—entre los estudiantes del posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por dos motivos: el primero, la obligación de leer de cabo a rabo los libros de Kant, Hegel, Constant, Rousseau, Humboldt y por supuesto Maquiavelo, que constituyeron el pensamiento político moderno. La discusión de esos textos clásicos en su seminario de teoría política era un privilegiado ejercicio de inteligencia y erudición. Pero tenía un costo: los alumnos debían revisar periódicos y revistas que a él le permitían documentar su indagación de la historia de México y que para los estudiantes eran forzoso entrenamiento en técnicas de investigación
documental. Las fichas que el profesor Córdova solicitaba eran una pesadilla para sus estudiantes. No les pedía docenas o centenares, sino miles de ellas. “Fulano, me debes seis mil fichas”, les decía cuando estaba por terminar el semestre y esa era una aduana infranqueable. Menos para mí. Tengo el modesto orgullo de haber cursado, a fines de los años setenta, varios semestres en el seminario del doctor Córdova sin haberle hecho jamás una sola ficha. Nunca entendí bien a bien porqué toleró aquella rebeldía, pero desde el primer momento le dije que no cumpliría con ese requisito al que accedían todos sus alumnos. “Está bien, cabrón”, me replicó, “pero tienes que hacer todas las lecturas”. Por supuesto así fue y siempre he agradecido aquellas sesiones en su seminario. Había conocido a Arnaldo desde que fue célebre su examen doctoral, el primero que hubo en el posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Fue a comienzos de 1973 y en aquella comunidad tan pequeña que los prestigios se extendían tan fácil como las desavenencias, ese fue un memorable acontecimiento académico. El Salón Uno, que era el recinto más grande en las pequeñas instalaciones que tenía entonces la FCPyS, estaba tan repleto que muchos se quedaron sin poder entrar. Por varias horas el inminente doctor defendió su tesis sobre la revolución política y no social ante un jurado en el que participaban, si no me equivoco, Luis Villoro, Francisco López Cámara, Elí de Gortari y Adolfo Sánchez Vázquez. La de esos años era una Universidad en donde se discutía con intensidad y con razones. Discrepancia e in-
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teligencia iban de la mano y no se veía mal el ánimo para debatir. Me temo que hoy en día no se puede decir lo mismo de nuestras universidades públicas. Al día siguiente de aquel examen la tesis doctoral de Córdova, convertida en libro, ya estaba en librerías. Editorial Era tuvo que esperar a la realización del examen para distribuir el desde entonces cardinal volumen de portada color magenta de La ideología de la Revolución Mexicana. Un año antes la misma editorial había publicado el breve y también fundamental La formación del poder político en México que propuso definiciones entonces novedosas, y ahora quizá discutibles, de conceptos como nacionalismo, populismo, reformas. En 1974 apareció La política de masas del cardenismo que explica el sexenio del general con abundante documentación atribuyéndole a Cárdenas una capacidad casi providencial en la organización social que se extendió en los años treinta. En tres años, antes de cumplir 40, Arnaldo había publicado tres libros esenciales para comprender al país. Junto con ellos, había contribuido a entender las concepciones más renovadoras en la ciencia política gracias a la cercanía que tuvo con estudiosos italianos como Umberto Cerroni. No sé en qué medida el éxito de aquellos libros opacó sus trabajos posteriores. La Revolución en crisis / La aventura del maximato, que Cal y Arena publicó en 1995, es una obra tan extensa y documentada y a mi juicio tan importante como La ideología... pero no tuvo el éxito de aquélla. El mismo Arnaldo, en esos años, era más conocido por su actividad política y periodística que por sus libros académicos. En 1982 fue diputado federal por el PSUM. Sus intervenciones en tribuna eran tan elegantes como su vestimenta. De allí siguió en las sucesivas recomposiciones de la izquierda en el PMS, el PRD y en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador. En las más recientes de esas aventuras ya no coincidimos. Discrepé, mucho, respecto de posiciones con las que él se comprometió intensamente. En los últimos años, cuando nos encontrábamos en el Instituto de Investigaciones Sociales, nuestro centro de trabajo, o en reuniones de amigos, charlamos sobre otros temas. Su talante rudo, que a menudo anteponía sentencias categóricas por encima de la conversación amistosa o intelectual, ahuyentaba a no pocos de quienes lo estimaban. En lo personal jamás padecí ningún comportamiento altisonante de su parte. Al contrario. Creo que no exagero si digo que siempre nos vimos con afecto mutuo. Cuando me casé, hace más de un cuarto de siglo, el de Arnaldo fue el regalo de bodas más singular. Él y la querida Annapaola nos dieron a Patricia y a mí una edición facsimilar, en varios tomos, del Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, de Alejandro de Humboldt. No era un obsequio precisamente habitual. Arnaldo, en su lucidez intelectual y sus apasionamientos políticos, tampoco era un hombre común.
Eko
Elogio del demonio
Trilogía
Eusebio Ruvalcaba
Aquí se habla de tres grandes hombres: Jesucristo, Beethoven y Dostoievski, que sufrieron indeciblemente pero otorgaron a la humanidad obras maestras… 1) Tres hombres vienen a mi mente, que han dado todo lo que está en sus manos para aliviar el
desconsuelo humano. A costa de su propio sufrimiento. Y que no lo lograron en su totalidad, pero que han paliado tanta congoja y zozobra. 2) Cada uno de estos hombres puso lo que estaba a su alcance para hacer menos doloroso el tránsito entre la vida y la muerte, del individuo transido de dudas y congoja. De quien se sabe perdido. Sin importar el orden, el primero se llama Jesucristo, el segundo Beethoven y el tercero Dostoievski. 3) Lo que sí puede decirse es que sufrieron de forma semejante, y que apostaron todo lo que tenían para darle a la humanidad un poco de lo que habían recibido de ella. Por muy paradójico que suene. 4) La muerte, que no la vida, de Jesucristo es la que más estupor ha provocado. ¿Cómo es posible que un hombre que vino a paliar el desconsuelo, a lamer las heridas, haya atravesado tal calamidad de sufrimientos? ¿De verdad estuvo tan abandonado que nadie le dio una mano para hacer frente a la maldad de los individuos que lo rodeaban? 5) A ese hombre hay que verlo como a un mortal, no como a un dios. Para que su estatura doliente adquiera un nivel con el cual es posible compararse. Porque solamente si se le mira como a un hombre sin características divinas su sufrimiento adquiere niveles de ignominia. 6) Beethoven siempre estuvo convencido de que traía una misión sobrenatural en las manos. Darle a la humanidad momentos de armonía y entretenimiento a través de su música. Quien lo escuchara, se encaminaba hacia su paz interior. “La música es superior a toda filosofía”, solía decir al que se aproximara. Y era cierto. Porque si de algo sirve la filosofía al hombre es para sembrar de inquietudes su espíritu. Lo cual está bien. Y para Beethoven ése era el principio del pensamiento. Apenas el principio. Pero el final —o mejor aún, el trayecto— estaba en el devenir de ese camino. Hasta toparse con la música. Cuando se habían disipado las brumas sobrevenía la cascada sonora. Entonces un consuelo se apropiaría del alma de ese hombre y estaría preparado para vivir y morir a plenitud. 7) ¿Pero por qué ubicar a Dostoievski en la misma esfera que a Jesucristo y a Beethoven? ¿Qué puede tener Dostoievski que lo vuelve emblemático? 8) Pues su modalidad literaria. La problemática humana que se desparrama en su narrativa. 9) Digamos que Dostoievski es hombre antes que escritor; y más que eso, un hombre que ha atravesado el dolor humano más inconfesable y humillante antes que la literatura le dijera bienvenido. Cuatro años en Siberia, con grilletes perennes a temperaturas de 40 grados bajo cero, le permitió palpar la angustia humana en toda su más execrable realidad. La más atroz prostituta puso en sus manos una moneda —que él guardó toda su vida—, bajo el manto de unas cuantas, contadas palabras: tome usted, pobre hombre. Una experiencia tras otra nutrieron su ser de la única materia de la cual habría de alimentarse el alma de un escritor. 10) Piénsese en un padre que pierde a su hijo, que es el dolor más tremendo que un hombre puede atravesar. Acaso la audición de Beethoven, la lectura de Dostoievski o del Sermón de la montaña alivie su sufrimiento. La verdad de las cosas es que no tiene tantas opciones. 11) No hay que escarbar mucho para dilucidar la prueba de que Dios existe: a Beethoven, como último acto de su vida, le dio la oportunidad de componer su Sinfonía Coral; a Dostoievski, en las mismas circunstancias, Los hermanos Karamazov, y a Jesucristo morir en la cruz. Tres obras maestras investidas de sentimientos que provocan una descarga de adrenalina y de inequívoca devoción.
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Nuevos narradores policiales
Como los fieros alacranes Tres novelas han vuelto a interesar a este acucioso investigador de las letras mexicanas para volcarse de nuevo al género policiaco… Vicente Francisco Torres
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urante varios lustros he sido aficionado al género detectivesco. Pude hacer una pequeña historia del género y proponer las que, a mi juicio, eran las obras más destacadas de nuestro país: Ensayo de un crimen de Rodolfo Usigli, El complot mongol de Rafael Bernal y El miedo a los animales de Enrique Serna. Esta apuesta trajo aparejada una conclusión: las mejores obras policiales han salido de la pluma de autores que no se dedican centralmente al género, sino por autores oficiales, como asentó Alfonso Reyes. Sin embargo, a pesar de que había pensado no volver ya sobre el tema, cada que surge un nuevo cultor del género siento curiosidad por saber qué propuesta novedosa tendrá y sucumbo a la lectura. Claro que muy a menudo esa novedad no pasa de ser una oferta publicitaria que encuentra en el lector a su más encarnizado crítico. En las líneas que siguen me refiero a tres autores que me parecen notables y
dejo de lado algunos nombres que la publicidad pone por las nubes pero que sus primeras páginas me han disuadido de seguir adelante.
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Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) es un joven escritor que tiene en su haber tres novelas y dos libros de cuentos. Toda la sangre (2013), su cuarta novela, tiene mucho enigma y un solo policía, que además lleva un papel secundario. Como en la época del boom, cuando Carlos Fuentes publicó “Chac Mool”, Julio Cortázar “La noche bocarriba” y José Emilio Pacheco “Tenga para que se entretenga”, así Bernardo Esquinca construye Toda la sangre en un escenario eminentemente urbano, con elementos religiosos prehispánicos y se atiene en su construcción a los rasgos de la narración fantástica. En Toda la sangre nuestro autor vuelve sobre personajes que ya habían aparecido en sus libros anteriores. Así como Honorio Bustos
Domeqc resolvía los enigmas policiales que le llevaban hasta su celda de la penitenciaría de Buenos Aires, Esquinca concibe al Griego, un personaje que resuelve enigmas desde su habitación del hospital psiquiátrico en donde está recluido. El personaje Casasola es periodista de nota roja, un tipo de información que a Esquinca siempre le ha interesado, quizá porque pone al ser humano desnudo frente a las trampas de la vida. Esta novela es una bitácora puntual del Centro Histórico con sus bares, restaurantes y cervecerías, pero sobre todo de algunos edificios y de las ruinas que vemos en la superficie. A esto debemos agregar los meandros que se encuentran debajo de la Catedral metropolitana y que no son accesibles a todos nosotros. El autor fue a visitar esos espacios para montar sus ficciones sobre ellos pero, sobre todo, se documentó en libros de historia y arqueología para hacer una novela verosímil. Esto es lo que los novelistas de antaño llamaban la arqueología de sus ficciones. Vale la pena destacar que la más reciente novela de Esquinca, así como las más recientes novelas históricas de Ignacio Solares –véase El sueño de Bernardo Reyes (2013)–, son novelas con bibliografía, sin que esto le dé un tufillo académico a sus creaciones. Toda la sangre relata cómo Casasola va tras un asesino ritual y, en las últimas páginas de la novela, es auxiliado por un policía. Estamos ante una novela detectivesca sin policías y, como sucedió en la novela negra norteamericana, el esclarecimiento de los ilícitos queda en manos de un periodista. Aunque el desenlace de la novela podría ser fantástico, cabe la posibilidad de que haya habido una sugestión y el mundo siga girando bajo el orden de todos los días. Toda la sangre, por su argumento, por su escritura, pero sobre todo por su sabia dosificación del enigma, es una novela que puede colocarse sin desdoro junto a El miedo a los animales, de Enrique Serna.
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Hace algunos años, en un curso de narrativa policial mexicana que impartía en Ciudad Juárez, un alumno tijuanense me obsequió la fotocopia de un libro que se llama Tríptico lagunero. Por si algún día se hace sociología literaria de nuestro tiempo, debo confesar que lo que me impulsó a leer aquellas copias borrosas fue el nombre de su editor: Yoremito, una palabra extraña y cantarina; una suerte de jitanjáfora. El autor era Francisco José Amparán (Torreón, Coahuila, 1957) quien desgraciadamente murió a los 52 años de un infarto. Por otro viaje reciente supe que Yoremito es palabra que se encuentra en un verso del poeta Abigael Bohórquez, quien falleció en 1995, y que reza:
“Yoremito de cuerpo arrimoroso / Y de clavito mortal”. Otras caras del paraíso (Almadía, 2012), según apunta Julián Herbert en el prólogo del libro, fue publicada desde 1995 y es la única novela de Amparán. Surgió motivada por las muertas de Juárez que, se sospechaba, estaban nutriendo el cine pornográfico en esa vertiente llamada cine de extinción, que filmaba los asesinatos de las mujeres. Arriba me referí a la fotocopia del libro Tríptico lagunero porque allí estaba un cuento titulado “Gótico lagunero”, una ficción policial hilarante porque ponía en boca de un judicial las muertes de varias brujas autoras de amarres, con un desenlace fantasioso que involucraba a María Félix y a Juan Gabriel. Otras caras del paraíso repite el acierto con la creación de un detective que no le pide nada al Filiberto García, protagonista de El complot mongol. Es un profesor universitario que resuelve enigmas sólo por afición, pero que no soporta ver cadáveres porque le provocan pesadillas. Este caso habla de la desaparición de una joven cuya búsqueda le encargan al profesor quien, por indagar el paradero de la muchacha, se va metiendo en más problemas hasta que llega con el hijo de un senador, un joven desquiciado por todos los lujos que ha tenido y que acaba filmando orgías que culminan con el sacrificio vandálico de las mujeres, mismas que antes representaban su matrimonio ante las cámaras. Luego viene el ajuste de cuentas al senador, que no conforme con su estratosférico salario, como el que detentan hoy sus semejantes, quiere despojar de sus tierras a un grupo de ejidatarios, tal como sucede hoy día con las tierras de San Salvador Atenco. Y, ¡oh milagro!, el senador recibe su merecido a pesar de su fuero y de sus contactos corruptos igual a él. Otras caras del paraíso tiene elementos de la novela de enigma y de la novela negra. De la primera porque, mediante un ingenioso artilugio, según el cual el profesor y su amigo policía iban a morir frente a una metralleta, su captor se dio el lujo de regalarles la explicación de algunos pasajes de la escabechina a la cual asistimos. De la novela negra tiene el señalamiento de la corrupción de los adinerados, lo cual es ya un pleonasmo, además de los abundantes cadáveres y las escenas picantes. Cuando profesor y policía tienen encañonado al senador, Amparán nos regala a los ofendidos y saqueados mexicanos de hoy una escena que nos daría gusto protagonizar con algún diputado, senador o ministro de los que se inscriben en las abultadas nóminas que existen para pagar a los que se dicen servidores de México pero que sólo saben servirse con la cuchara grande: “No nos vamos a identificar, Ovalle. Y no le voy a decir senador porque es una vergüenza que alguien que debe defender los intereses de la nación ande esquilmando campesinos. Gente como usted es la que ha hundido a este país…” Y estas palabras las escribió apenas en la docena trágica. Si hubiera visto cómo se han cocinado las contrarreformas que padecemos y pade-
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Álbum Zútico
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Ceremonia
Luis Fernando
ceremos, seguramente su discurso hubiera subido de tono. La trama de esta novela está tejida magistralmente y tiene una enorme virtud: es capaz de hacer reír al lector a lo largo de 385 páginas en las que chispea el lenguaje, menudean las ocurrencias ingeniosas y se insertan multitud de epígrafes tomados de canciones en inglés y en español. Cierto que es difícil mantener el mismo nivel de interés a lo largo de tantas páginas, pero con esta novela de Amparán sucede algo semejante a lo que vemos en Luces de Hollywood, de Horace Mc Coy: un enigma policial es capaz de mantener interesado al lector y, las pequeñas caídas, las aprovechamos para ir a tomar o a expulsar agua.
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Bernardo Fernández (Ciuda de México, 1972), que firma como Bef, es historietista y autor de narraciones policiales. Voy a referirme a su primera novela Tiempo de alacranes (2005). La portada del volumen y sus primeras páginas despiertan reservas porque uno piensa que entrará en uno de tantos novelines de narcos y guaruras que son superados por las páginas rojas y criminales, generalmente muy bien escritas, de medios como La Jornada y Proceso. Pero Fernández urde su novela con inteligencia, sin calcar un hecho específico suficientemente documentado en la prensa y tiene un gran acierto: su versatilidad para reproducir el coloquialismo de los mafiosos mezclado con hablas marginales de distintos países. El libro está dividido en tres caídas, como en la lucha libre, para señalar que la vida del matón profesional que protagoniza la novela es una lucha constante por sobrevivir y por alejarse del mundo criminal. Aunque es conocido como el Güero, no por el color de su piel sino porque tiene la ferocidad y la letalidad de los alacranes dorados, es un asesino con corazón de pollo que le perdona la vida a un testigo protegido, sólo porque descubre que es un buen padre de familia. La novela está contada en pequeños capítulos que no permiten que el lector la suelte. Fernández logra construir una suerte de arquetipo del mundo criminal porque perfila sicarios, ladrones de tierras, policías, guaruras, drogadictos, líderes de cárteles, escabechinas y hasta matones de buen corazón. Incluso entrega una jefa de cártel que le regala al Güero los recursos para recomenzar su vida fuera del mundo delictivo. La lectura de estas tres novelas hace que recobre el gusto por el género gracias a una sencilla razón: son capaces de hombrearse con cualquier novela mexicana de nuestro tiempo sin necesidad de echar mano del adjetivo protector que las separaría del cuerpo de la literatura sin adjetivos. Son novelas policiales, sí, pero antes que nada son simplemente buenas novelas. Si, como decía Juan Carlos Onetti, a la novela policial no le falta nada para ser literatura sino le sobra la voluntad de interesar, estas tres novelas cumplen con creces lo que con perspicacia apuntó el maestro uruguayo.
Érase una vez
¡Se me olvidó! Juan Miguel de Mora
El Usumacinta, tan bello que es, puede causar olvidos periodísticos o armar una fina ironía…
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a Justicia es hermana inseparable, casi melliza (pero no melliza) de la Libertad. No está usted para saberlo, pero una vez, hace muchos años, un campesino de Balancán, y va usted a perdonarme, pero cada vez que menciono esa población tabasqueña me distraigo: está en la región más hermosa que pueda imaginarse, a la orilla del Usumacinta, río cuyo sólo nombre evoca selvas y paisajes de José Eustasio Rivera en La vorágine. ¿Y quién no se sale del tema pensando en el Usumacinta? Esa hermana de la Justicia, la que se llama Libertad, es tan hermosa que, como decía un cura que hubo en Comalcalco hace muchos años, “incita al pecado”. Yo creo que ha sido una inocente broma de Dios haber puesto deliberadamente en Tabasco un río tan mavilloso en un paisaje tan extraordinario para que algunos curas jóvenes ejerciten su fuerza de caracter. Pero Comalcalco, aunque sí tuvo a ese cura que dijo lo que le dije, no tiene nada que ver con el campesino del que le voy a hablar, porque Comalcalco, “la perla de la Chontalpa” como dice una canción de allá, no está en la región de los ríos sino en la Chontalpa, también tierra muy bella pero vaya usted a saber como esté ahora, después de la desgracia del petróleo… ¡que vaya si fue mala suerte! Cuando el petróleo pudo haber sido la gran suerte siendo de todos los mexicanos, pero nunca lo fue: primero los líderes sindicales y sus paniaguados lo manejaron como cosa propia; después los políticos del PRI lo consideraron su botín y ahora los hijos y nietos de aquéllos se lo vendieron al vecino, ese tío de sus sobrinos al que llaman Sam y que siempre anda vestido de pantalón a rayas, como para dar la impresión de que estuvo en el bote o para alentar la esperanza de que algún día estará allí, vanas ilusiones pues ahora los que van al bote son los que luchan por México, por sus riquezas naturales y por el bienestar de sus hijos, hombres, mujeres y niños que también son afectados gravemente por la falta de lo que más necesita el país, como escuelas y hospitales rurales, allá en esos pueblos olvidados de Dios. (Y de gobernadores y alcaldes.) Pues como le venía diciendo, aquel campesino de Balancán me contó lo que le dijo una mujer que recuerda los tiempos en los que Dios quería mucho a México, ¡a lo macho que sí!, y no es que ahora no lo quiera sino tal vez en algúna galaxia muy lejana están sucediendo cosas que reclaman su atención. Tuvimos nuestro petróleo porque, además de Cuauhtémoc y de don Benito Juárez, nos tocó… ¡Lázaro Cárdenas! Tata Lázaro era como si hubiese nacido de la tierra, de esta tierra nuestra, entre un nopal y unos magueyes. Él sí quería a México. Entonces no era como ahora en que los gobernantes sólo piensan en venderlo todo. Justamente como esas familias en que el padre trabajó desde chamaco 12 o 14 horas diarias, hizo una fortuna y montó una industria o una explotación agrícola. Y a la muerte del padre, hijos borrachales o mujeriegos que viven para la pachanga, sólo piensan en vender todo para repartirse el dinero y gastarlo en francachelas. Veo con pena que otra vez me estoy alejando de lo que iba a decirle que me dijo un un campesino de Emiliano Zapata… ¡Diablos, otra vez me perdí! Me equivoqué y puedo explicarlo. ¡Ay, Dios, ya se me olvidó! La razón de mi último error es fácil de entender: los pueblos a orillas del Usumacinta son Emiliano Zapata, Balancán y Tenosique y de pronto se me olvidó si el campesino que me dijo lo que me dijo sobre las dos hermanas, la Libertad y la Justicia, no recuerdo si la mujer era de Emiliano Zapata o de Balancán, pues los dos pueblos están a la orilla del Usumacinta. Lucifer, con toda la malicia de la que sólo el demonio es capaz, se vengó llenando de petróleo el suelo de Tabasco. Y uno de los grandes poetas que ha dado México, Ramón López Velarde, lo hizo público en su (y nuestra) tan suave patria: “El niño Dios te escrituró un establo / y los veneros de petróleo el diablo. / Patria: tu mutilado territorio / se viste de percal y de abalorio…” ¡Ya se me olvidó!
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“Se han relajado los convencionalismos”
Medio siglo literario y siete décadas de vida
San José Agustín de Lecumberri Él mismo se dice guerrerense, porque uno es de donde se hace; pero nació, en realidad, en Guadalajara el 19 de agosto de hace 70 años, motivo por el cual le rendimos homenaje a este creador cuyo primer libro, La tumba, está cumpliendo medio siglo. José Carlos Oliva
“
¡Se está haciendo tarde!”, fue el grito de una generación de escritores irreverentes a los que les urgía por escribir, con propia voz, su visión de la vida: la Revolución Mexicana había concluido décadas atrás y, con ella, el tema literario por excelencia. Era el momento de enterrar el pasado, del que se sirvieron pocos y sufrieron muchos. La tumba la puso José Agustín en 1964, y a partir de ahí se dejaron venir otras voces con inquietudes ajenas a la ya trillada discusión de la construcción nacionalista. De perfl clasemediero, José Agustín es relevante al importar los estilos técnicos de J. D. Salinger, Nabokov y Tom Wolfe; al mover la pluma al ritmo de la pelvis de Elvis y Mick Jagger, y al apropiar un discurso que niega lo solemne y lo políticamente correcto. No hay tiempo para consideraciones. Tiene la virtud de mostrar sin penas los cóncavos más profundos de la urbe, lo más marginado de lo marginado (como él mismo suele describirse). En su libro ¡Ay vida, no me mereces!, Poniatowska destaca, en el ensayo que dedica a los “onderos”, que la apropiación del lenguaje coloquial de los jóvenes de las capas más rechazadas de la sociedad logró fltrarse en los de la clase media a través de esta nueva literatura. Las barreras que existieron entre las juventudes mexicanas fueron desapareciendo si bien no económica sí culturalmente. Los libros agustinianos fueron moneda de cambio entre la raza de Ciudad Nezahualcóyotl y los juniors de la Narvarte. Y no sólo eso, la accesibilidad de sus textos fue tal que no era extraño ver que, además de cargar con el armatoste de formatos y ofcios, la burocracia de media tabla se mostraba de vez en cuando con algún título del acapulqueño entre tanto papeleo. ¡Qué tiempos! A 50 años de la publicación de La tumba pareciera que las inclemencias e incertidumbres de los jóvenes siguen vigentes. Acaso será el deseo, la pretensión o la aspiración lo que cambió de forma, pero los confictos continúan en el mismo tenor con el segmento poblacional que desde siempre ha sido reprimido. A su lectura, varias generaciones después de su publicación siguen agradecidas por identifcarse en esa tumba, por tener una voz que habla por ellos y por extirpar la imposición de sometimiento que la mayoría de veces fue mamada desde casa. A pesar de ser parte de una generación –que torpemente Margo Glantz trató de homogeneizar– desenfadada e inconforme, José Agustín buscó refugiándose en la marginación. Imposible: con la novela De perfl (1966) consolidó su potencial popular y formalizó el inicio de un estilo necesario para las nuevas conciencias. El desencanto con lo tradicional y lo solemne (“con el establishment”, dirían algunos) llegó a los planos gramaticales: cuántos dolores de cabeza le causó a Aurelio Garzón del Camino, jefe de correctores de la Editorial Novaro, por su manía de juntarmuchaspalabrasenunasola. Deta-
lles de tipo y estructura se integraron al discurso como muestra viva de las quejas y demandas políticas, sociales y culturales que inyectaban los personajes del imaginario agustiniano. Pero regresando a las etiquetas que en su tiempo llegaron a esta generación tan rápido como la devaluación del peso, es atinado lo que también menciona Poniatowska a propósito de la necesidad o, mejor dicho, necedad de los críticos de encajonar corrientes, usos y costumbres literarios. Desde que empezaron a categorizar su propuesta literaria a la par de sus colegas – Parménides García Saldaña, Jesús Luis Benítez, Gustavo Sainz, Juan Tovar, René Avilés Fabila, entre otros–, Agustín siempre se confesó anacoreta de la Onda. “Acabé como pájaro solitario”, declara en El rock de la cárcel (1984). En diciembre de 1970 fue víctima de un operativo policiaco improvisado en Cuernavaca, dirigido por el mismísimo Negro Durazo, quien en ese momento se erigía como la cara horrible de la corrupción en México (Elba Esther apenas acababa de ingresar al PRI). Para pronto y sin procesos de averiguación previa lo acusaron de posesión de drogas, por lo que pasó a ocupar una celda en la crujía H del Palacio Negro. La cárcel representó reencuentros y refexiones profundas. Pasada la violenta represión estudiantil por parte del gobierno, José Agustín dio cuenta de que la agresión no acabó jamás: ni siquiera es necesario que el Estado intervenga cuando es la propia sociedad la que señala e incrimina. En Lecumberri fue testigo del maltrato físico y psicológico que reciben jóvenes de cla-
1. “La tumba lo escribí a los 16 años, y para mí fue una maravilla verlo aparecer. Juan José Arreola me mandó que se lo llevara a escritores muy buenos como Salvador Novo, José Revueltas y Emmanuel Carballo. Ellos fueron mis primeros lectores. No sólo ha sido uno de los textos que más me ha dado para vivir (porque se empezó a vender mucho), sino me brindó una presentación de lujo en todas partes”. 2. “Algunos de mis cuentos son muy primerizos, porque era un adolescente cuando los escribí, y por eso mismo la mayoría de su temática implica a los jóvenes. El que más recuerdo es el que llamé ‘Los negocios del señor Gilberto’, cuya historia se basa en un personaje que lleva una vida demasiado aventurera. Tanto, que está en la cárcel; al salir se casa en Europa y, cuando regresa, en el aeropuerto lo arrestan de nuevo debido a que uno de sus delitos aún no prescribía”. 3. “No estoy muy seguro de que haya mejorado la situación social en México, pero sí ha cambiado. Se han relajado un poco más los prejuicios y los convencionalismos. Yo sabía de esos asuntos porque era cliente de la censura. Por ejemplo, la primera vez que un guión mío llegó a la Dirección de Cinematografía dijeron: “Mientras nosotros estemos, aquí no filmaremos nada de ese señor”. 4. “Estoy trabajando ahora en una nueva novela: La locura de Dios. Trata de un hombre que tiene buena chamba y vive feliz con su familia. Pero de pronto le viene la mala suerte y pierde todo”. Daniel Cisneros
ses media y baja por el simple hecho de consumir drogas en menor o mayor medida; son tratados peor que asesinos, violadores o defraudadores. Es como si el hecho de ser joven fuera delito. En su crujía no dejó de producir y consumir letras. La lectura del I Ching lo inquietaba todas las tardes. Fue en su celda donde a mano (la máquina de escribir que su amigo Juan Tovar le había prestado se descompuso al redactar “de un jalón” el cuento “Todos somos uno”) escribió Se está haciendo tarde (fnal en laguna), novela que es considerada una de las más grandes de la literatura mexicana de fnales del siglo. Sin embargo se publicó en 1973, cuando José Agustín estaba libre. Si en un principio fue ninguneado por los que dictaban las normas y los encuadres literarios, de golpe construyó el reconocimiento de narrador legítimo. Sus obras siguientes matizaron lo que ya se vislumbraba desde antes de terminar la década de los setenta. Incluso hay quienes le atribuyen ser parte moral de los movimientos de resistencia y lucha estudiantil previos al 68. Alrededor del paradigma agustiniano no dejan de emanar nuevas manifestaciones discursivas herederas de una generación jubilosa de un contexto específco de la vida en México. Sin embargo, no deja (ni dejará) de ser necesario referirse al que aportó un nuevo gesto a la riqueza literaria del país. ¿Se imagina usted la ausencia de José Agustín en la cultura mexicana? Si así fuera, no sería raro encontrar mestinazis en todas partes.
De Largo Aliento / Periodismo cultural
AGOSTO 2014
PACHUCA, Hgo.— Un hombre sonriente. Así se le mira al escritor Agustín Ramos. Ni siquiera las gotas de lluvia que se estrellan en su rostro (y en la lente del reportero que lo retrata afanoso) le restan serenidad, y no es para menos: hace unas cuantas semanas fue designado como merecedor del Premio al Mérito Artístico del Estado de Hidalgo 2014. Dicho galardón es otorgado por el gobierno de esta entidad —a través del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes— a quienes cuentan con una trayectoria relevante que supere los 25 años de quehacer en las ramas del arte y la cultura. En septiembre lo recibirá —en esta ciudad capital, de manos del gobernador Francisco Olvera Ruiz— el prosista Agustín Ramos (Tulancingo, 1952), quien estudió lengua y literaturas hispánicas en la UNAM. Una buena parte de su prestigio como narrador se lo ha ganado por sus novelas Al cielo por asalto, La vida no vale nada, Ahora que me acuerdo, Tú eres Pedro y La visita: un sueño de la razón, por citar algunas. —Me sentí muy bien cuando me dieron la noticia. Mi teléfono celular es poco efciente, así que cuando mi hija mayor me comunicó que me había buscado el director del Consejo de Cultura de inmediato me comuniqué para saber qué pasaba y así fue como me dio la noticia de que había ganado este premio. Fue algo muy satisfactorio —comenta quien en el pasado ocupara precisamente la dirección del Consejo Estatal de la Cultura y las Artes de Hidalgo (Cecultah). Por si acaso surgieran las interpretaciones malintencionadas, Agustín Ramos se desmarca y nos pide dejarlo muy claro: —No me interesa para nada volver a ocupar un puesto directivo en la administración de servicios culturales. Yo ya no puedo hacer nada más, ni me interesa infuir en lo absoluto. Fui funcionario y me siento orgulloso de cómo lo hice, siento que hicimos las cosas como debían ser… pero hasta ahí; a mí ya me tocó pagar mi cuota de servicio. Mientras fue funcionario público, su quehacer literario se vio seriamente mermado, como él mismo lo recuerda: —Básicamente es una cuestión de tiempo, el trabajo al frente de un organismo cultural que pretende servir a todo el estado. Fue muy absorbente, no se trataba nada más de tener contentos a los grupúsculos sino de servir a todos, pero yo estuve callado porque no podía hablar en esa etapa. Desde luego el haber formado parte de una administración no me hacía partidario ni cómplice, ni mucho menos, de esa administración, pero el hecho es que desde mi cargo no podía hablar del tipo de cosas que pasan en un sistema absolutista como el que vivimos en México, en general, y en Hidalgo en particular. Yo me dedicaba a hacer mi trabajo lo mejor posible, y no tenía tiempo para nada más. Volvemos al tema del premio, que para Agustín Ramos encierra un signifcado entrañable porque implica un gesto de amor, como él mismo lo relata: —Mi compañera Melina González Guzmán fue la persona que se dio cuenta de que existía este premio, y además insistió en que yo podría ser
Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
V ecindario I ntimo
Agustín Ramos.
Premio al Mérito Artístico de Hidalgo
“Escribo lo que se necesita decir” El novelista recibe en septiembre el Premio al Mérito Artístico, y sus libros ciertamente lo avalan. Hidalgo reconoce la trayectoria de un incansable escritor, que no calla nunca sus saberes. Karla Zanabria ganador. En un principio me negué, porque yo pensaba que todas las condiciones eran adversas, además yo tenía un poco el pudor de proponerme a mí mismo, así que fue ella quien realmente se encargó de todo y yo le prometí entregarle los materiales que ella necesitara para la postulación, que se hizo por parte del Instituto de Administración Pública de Hidalgo. Realmente creo que éste fue un premio para ella, que se manejó con mucha madurez y efciencia. La verdad es que nunca me he sabido mover en el ámbito de los premios, así que para mí este reconocimiento encierra además una muestra de cariño, de afnidad y de solidaridad por parte de mi pareja; por eso, como dijo alguna vez Fernando del Paso, tomo este premio y lo hago sin ningún sentimiento de culpa. Mirándolo detenidamente aceptar un premio de esta naturaleza no lo condiciona a uno a cambiar ni su manera de pensar, ni de escribir, y mucho menos de modifcar la forma en que concibe la literatura.
“No me interesa para nada volver a ocupar un puesto directivo en la administración de servicios culturales. Yo ya no puedo hacer nada más, ni me interesa influir en lo absoluto. Fui funcionario y me siento orgulloso de cómo lo hice, siento que hicimos las cosas como debían ser… pero hasta ahí; a mí ya me tocó pagar mi cuota de servicio”.
Y prosigue: —En el sentido de ejercer la literatura, hago lo que quiero hacer. Utilizo la palabra para lo que quiero utilizarla. Durante el Campeonato Mundial de Futbol que se celebró en Brasil me di cuenta de que abundan escritores de mucha estimación mía que, aparte de tener un gran talento para escribir, demuestran su talento para decir lo que los demás quieren que ellos digan. Yo no comparto la postura de quienes usan la palabra para decir lo que la gente espera que digan, lo que el poder necesita que se diga y que se repita una y otra vez, como pasó por ejemplo con el portero Guillermo Ochoa, que es muy malo y lo hicieron parecer un héroe. Me encantaría ser diplomático para decir lo que la gente desea oír, pero desgraciadamente no lo puedo hacer. Yo escribo lo que siento que se necesita decir y eso ha vertebrado mi arte poética. Decir lo que se necesita decir no es un acto de heroísmo, ni un afán de convertirse en mártir, es sencillamente un acto de sinceridad y un compromiso de ser congruente. Nunca trabajé para un reconocimiento. Siempre estoy lleno de dudas y de ideas muy frmes acerca de lo que me hace falta trabajar, no me considero, a pesar de mi edad, ni con mucho un escritor consumado y presiento que me faltan muchas cosas. Este premio lo tomo como un cariñito. Recibir este premio no me sirve para convencerme de que voy por buen o por mal camino. —Desde su perspectiva, ¿es un lujo escribir lo que uno desea en este país donde decir lo políticamente correcto se impone con frecuencia? —Lo es. Escribir sin duda es un privilegio de gente rica, como lo es jugar futbol y llegar a un equipo de primera división; se necesita mucho billete para que dejen a los chavos hacer lo que les gusta. Aunque suene anacrónico, esta sociedad se sigue dividiendo en clases, y los privilegiados son los que tienen derecho a la palabra. ¿Qué le quiero decir con todo esto? Quiero decir que si escribir es un privilegio, razón de más para ser responsable con la escritura. En primer lugar hay que ser responsable con la claridad de la escritura, en segundo, con lo que vamos a decir. —Acerca del estado que guarda el panorama cultural en Pachuca, ¿qué opina? —En Pachuca el cambio de dirección fue benéfco, porque la gente que estaba se había enquistado. Aquí se maneja mucho el patrimonialismo, que es consecuencia del mismo atraso cultural. La gente piensa que ser parte de tal o cual grupo la hace dueña de algo. El cambio ahora puede funcionar para bien ya que el nuevo director, sin ser completamente ajeno a estos grupos, ha mostrado cierta independencia, y la prueba está en que para este premio se hizo una convocatoria abierta y no en secreto, como suele hacerse cuando prevalece un grupo hegemónico; entonces, me parece que puede haber una mejora si se abre más la posibilidad de participación y no nada más a ciertas iniciativas, a ciertos representantes de intereses localizados, sino a la gente que quiere participar y además tiene algo que aportar. Defnitivamente se tiene que caminar hacia la formación de más público y de más artistas.
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P olíticas C ulturales
Medio siglo del Museo Nacional de Antropología
La construcción de saberes
El Museo de Antropología cumple 50 años el 17 de septiembre, razón por la cual hablamos con Antonio Saborit, su director, para saber las políticas culturales de dicho recinto. “La impaciencia es el signo de nuestros medios de comunicación”, dice, de ahí la pobreza de la cultura visual de la gente. Rossi Blengio
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l director del Museo Nacional de Antropología, Antonio Saborit (Torreón, Coah. 1957), está de gala: su recinto cumple 50 años el próximo 17 de septiembre, y, al fn doctor su titular, dice que el emblemático Museo se encuentra, como buen cincuentón, un poco traqueteado. Explica: “Hemos tenido mucho trabajo en el interior del Museo, las dos colecciones que le dan origen (la arqueológica y la etnográfca) crecieron en este medio siglo, también ha crecido el acervo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, que está aquí, en el mismo inmueble. Han crecido los acervos, se han incrementado los saberes, por lo que tenemos que adecuar y ponerlo todo al día. Son nueve hectáreas las que ocupa este espacio, una de las obras más importantes de la arquitectura mexicana del siglo XX, declarado monumento artístico en 2010, el cual tenemos que preservar escrupulosamente tal como fue concebido por Pedro Ramírez Vázquez y su enorme equipo de colaboradores”. Viviéndolo va uno , dice Saborit, “descubre paulatinamente los secretos del diseño, y cuando digo secretos me refero a esos pequeños detalles que buscan hacer la visita lo más signifcativa posible. Ahora estamos trabajando en un jardín botánico que nos servirá de apoyo para los servicios educativos en la parte suroriente del predio, mismo que estará abierto en unas semanas. La fuente de Tláloc se niveló, porque había un ligero desplazamiento de tierra y se concluirá la limpieza del monolito durante este agosto”.
Historia Hace 50 años el Estado mexicano asumió con enorme seriedad el tema de su sistema de museos. Y empezó por realizar un diagnóstico minucioso de los recintos que entonces existían en el país. En 1959 fue el antropólogo Daniel Rubín de la Borbolla el primero en realizar uno. A partir de éste y otros diagnósticos, el gobierno de Adolfo López Mateos —y en particular la Secretaría de Educación Pública, encabezada por Jaime Torres Bodet— se introdujo en el tema del museo de una manera integral, ya que es pieza fundamental del sistema educativo mexicano. Con claridad lo dice Rubín de la Borbolla en su diagnóstico: el museo es el mejor espacio donde se conjugan la educación y la investigación. Sobre la manera como concibe las políticas culturales, “es un tema que con toda sinceridad me rebasa”, dice Saborit: “Pienso en el Museo como un espacio en el que se construyen saberes cotidianamente, en todos los niveles. Todos los días este lugar es un espacio en el que los que pasan están involucrados en la construcción de saberes, desde los niños hasta los adultos. Creo que nuestra responsabilidad no es otra que hacer que esta sea una experiencia signifcativa. El Museo congrega a un conjunto de especialistas, pues es un espacio dedicado a la educación y a la investigación. ¿Y a dónde va esa investigación? A nutrir esa otra parte que es la educación. A ve-
ces creo que hago mayor énfasis en esto, quizá porque se tiende a olvidar que es tan relevante una como la otra. El Museo debe ser generoso con los investigadores nacionales y extranjeros, ya que lo que resguarda le importa, por fortuna, a muchísimas naciones, a muchísimos estudiosos que se acercan con seriedad cotidianamente al Museo para construir nuevos saberes, para ofrecer nuevas luces sobre el pasado. No hay nada más inestable que el pasado, el que crea que el pasado es una cosa resuelta y fja lo engañaron en sus clases de historia”. Sí, el Museo alberga las fuentes de estudio del pasado, sentencia Antonio Saborit: “Eso pudiera ser una política educativa, en efecto. Por otro lado, nos toca cuidar la colección, mantenerla en buen estado, mostrarla, afnar cronologías para tenerlas cada vez más precisas, conocer con más puntualidad el pasado, invitar y recibir a nuestros colegas. Mantener vivo el Museo para el visitante. Porque las salas no deben estar dirigidas a los especialistas, ellos son los que en este caso deben comunicar sus conocimientos al gran público: ese es el reto no de éste, sino de todos los museos, ofrecer la mayor cantidad de información de la manera más clara y generosa”. Acerca de la política de no permitir los eventos sociales y de cualquier índole en este Museo, Antonio Saborit declara: “Es uno de los espacios más solicitados, y lo entiendo: es uno de los sitios más hermosos con que cuenta la ciudad. Las solicitudes que a diario recibimos para su uso van desde los que se quieren tomar la foto de la generación hasta la entrega de premios. Yo creo que, a consecuencia de ello, se emitió un decreto ofcial en 1985 u 86 para limitar este asunto. Porque no puede ser usado para otra cosa. Creo que el secreto de éste, y de cualquier otro museo, es respetar su naturaleza. Me toca preservarlo, por lo que quizá soy el antipático de la película; pero es parte de mi responsabilidad hacerle ver a los demás que todos estamos comprometidos en preservar la dignidad de este Museo”. Sin embargo, asevera Saborit que ésta a veces no es una razón sufciente para muchas personas, de ahí que pasen por encima de las normas. —Es porque están mal educados —dice—. Por ejemplo, la ecología ahora es un tema en todas las escuelas y los niños crecen ya con una conciencia sobre el tema, si bien eso no garantiza que no la vayan a violar; pero, por lo menos, ahora ya lo saben. Esto tiene que ver con las reglas de la convivencia, con la manera en la que estamos plantados en la Tierra, en la manera en que miramos la obra de las generaciones anteriores y la manera como nos miramos nosotros en ese escenario. Si seguimos creyendo que todos los que nos antecedieron no tienen nada que decirnos, entonces seguiremos pasando por encima de todo lo que construyeron. Y tratando inútilmente de empezar de cero. Por lo tanto, habrá que preguntarse: ¿qué museo queremos que sea este museo? Podemos tener una idea de cómo lo
Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
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Antonio Saborit.
queremos hoy para este aniversario que ya empezamos a celebrar y seguiremos festejando el próximo año, porque sería un despropósito celebrarlo sólo el 17 de septiembre. Este día es sólo una fecha clave, una piedra angular que sostiene un conjunto de actividades que tienden a recordarnos, a celebrar, a renovar compromisos. ¿Y hacia dónde vamos? Yo sé muy bien lo que no me gusta del Museo hoy, lo que hay que arreglar. —¿Qué es lo que no le gusta y hay que arreglar? —Muchas cosas. Ese espacio no existía [señala un área exterior de su ofcina]. Era un espacio muerto. Ya no es así. Tenemos que recuperar la idea original de que cada jardín tenga la fora de la región. Los jardines están muy hermosos, han embarnecido muy bien al cabo de 50 años. Ahora les tenemos que agregar el detalle, aunque parezca una minucia; pero quizá no lo sea tanto: su aroma. No hay aroma en los jardines, tenemos que añadir plantas aromáticas. ¿Por qué? Porque no sólo son placenteros para los sentidos, sino va a permitir a personas con capacidades diferentes disfrutar otra parte del Museo. Estamos trabajando en varios proyectos para que el Museo pueda ser disfrutado por todos y de muchas maneras. Me interesa la limpieza: el buen mantenimiento de un espacio empieza por su limpieza, y hemos limpiado toda la parte de abajo del Museo, la que la gente no ve y tiene que ver con las áreas de trabajo. Se van a rehacer todos los baños, tenemos que ofrecer mejores servicios para el público. Las pantallas de plasma en las exposiciones no le gustan a Antonio Saborit “Creo que se abusó de ellas. Hemos quitado muchísimas. Deben estar confnadas a lugares muy específcos, donde no interrumpan la visita. Una de las bromas que hacemos es que vemos que la gente no ve, la gente no se detiene en una pieza más de 45 segundos. Nuestros guías procuran que el visitante se demore en la observación de algo. Nada más en arqueología hay cerca de ocho mil piezas expuestas. Con esto no estoy sugiriendo que cada visitante se quede cinco minutos ante cada una de ellas, digo que vengan con más frecuencia y las observen. El Museo es suyo. Se dice que ahora tenemos una cultura mucho más visual, pero es de una pobreza impresionante... entre otras cosas por la calidad de las imágenes que la gente mira, y porque no va acompañada del lenguaje, de la palabra. Las personas están acostumbradas a clickear, la impaciencia es el signo de nuestros medios de comunicación. Y lo que tiene el Museo es la cultura material: el encanto de cualquier museo es que, por medio de él, accedemos a la cultura material de la civilización, a las cosas más acabadas y a las más sencillas. Esa es la oportunidad que el Museo ofrece para quien lo pueda ver. Y esa es la chamba de todos los días”.
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AGOSTO 2014
Jesuitismo
Sinrazones universitarias
El Estado de Babia
Idioma y poema
Federico Arana
Un reconocido profesor universitario que es, además, músico, poeta, narrador, biólogo y dibujante no sabe las razones por las cuales su universidad, a la que sirvió con disciplina, no habla con claridad…
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o podría empezar este artículo sin antes contarles que en 2013 me vi obligado a optar por la temida jubilación porque la idea de seguir siendo un paria dentro del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) no me cuadraba demasiado. ¿Paria, paria, de plano paria? Pues sí, porque me convertí en el único profesor de carrera que, a pesar de tener todos los títulos posibles y contar con más de 30 libros publicados en editoriales de prestigio –Joaquín Mortiz, Grijalbo, Mc Graw Hill, Trillas y el Fondo de Cultura Económica, entre otras– cobraba cero estímulos, cero. Precisamente por ello acudo al llamado para aplicar algún auxilio a cuanto las autoridades salientes dejaron de la agonizante Gaceta del CCH. Porque este semanario ha sido, desde su aparición y por derecho natural, el instrumento encargado de dar cohesión a la comunidad, de informar, de convocar, de difundir algo de ciencia y de cultura y hasta de divertir, al menos esa vocación logró cumplirse en tiempos de David Pantoja, Javier Palencia, Pepe Bazán y Rito Terán. Pero no todo en nuestra larga ruta ha sido digno de echar las campanas al vuelo por la presencia en el Colegio de personajes que han sabido imprimir a la institución su vocación por el autoritarismo, el disimulo, la gazmoñería y el recoveco. Para ilustrar lo dicho voy a referirme a tres anécdotas muy presentes en mi agrietada memoria. 1. En marzo de 2011 renuncié a la presidencia de la Comisión Dictaminadora de la Dirección General del CCH porque las autoridades juzgaron inaceptable que mis colegas rechazaran la solicitud de promoción del impresentable, inepto y oscuro señor González Teissier debido a que, simplemente, no daba el ancho. Tampoco aceptaron que el abogado general de la UNAM examinara el expediente para dictaminar si se había obrado con objetividad o no. ¿Creen ustedes que la Gaceta hubiera servido para informar a la comunidad que ésta y otras comisiones dictaminadoras funcionan sólo para los casos neutros y que, cuando se trata de asuntos relativos a la corte no pasan de ser un simple adorno? La vieja norma de “a los amigos: justicia y gracia; a los enemigos: la ley a secas”, cayó aún más bajo y quedó convertida en “con los amigos gangas y despachaderas, con los enemigos desafueros y zancadillas”. 2. En 2012 el gobierno del estado de Hidalgo me hizo un homenaje que incluía dos exposiciones de dibujo y pintura (una en el Museo de la Estación y otra en la galería Leo Acosta), varias mesas redondas sobre mi desempeño como escritor, divulgador de la ciencia y músico así como un concierto del grupo Naftalina. Puedo jurarles que entre mis aficiones no se cuenta la de buscar reflectores, pero me pareció jocoso que la Gaceta no dijera absolutamente nada sobre el tal homenaje porque, cuando cualquier alumno o profesor gana el tercer lugar en el Concurso de Charamuscas de Fantasía de la colonia Sifón, suele publicarse la nota con bombo, platillo, luces multicolores y a toda plana. El mismo destino corrieron los libros que me publicaron entre 2010 y 2014: Biología para bachilleres (Trillas), Blues de los coyotes (Trillas), Memorias desclasificadas de un rocanrolero irredento (Cuadernos del Financiero), Archipiélago Naftalina (unasletras / El Juglar) y Rumores de la arboleda (Ediciones del Ermitaño / El Juglar). 3. Como único participante en activo de los trabajos de planeación de la Escuela Nacional Profesional y el Colegio de Ciencias y Humanidades –ambos integraban lo que dio en llamarse Nueva Universidad–, al cumplirse los 40 años del Colegio me pidieron una entrevista para Pasos del Sur que abarcaba cuatro o cinco cuartillas y que, una vez pasadas por la censura, quedaron reducidas a casi un renglón completo. ¿Me dieron alguna explicación? No, simplemente la encargada me retiró el saludo para no contaminarse y el director fingió que nada había ocurrido. ¿Por qué esa represión, ese jesuitismo y ese miedo santurrón a sacar a la luz nuestra propia historia? Quizá sea que quieren repetirla, pero creo sinceramente que ni en la Florencia de Savonarola ni en la Televisa de El Tigre, ni en la España de Franco se alcanzaron tales cuotas de intolerancia. Como en México estamos acostumbrados al pilón, les cuento que ninguna de estas anécdotas me sorprendió demasiado porque de sobra sabía cómo se las gastan los cortesanos de nuestra institución. Sin ir más lejos, antes de que Guillermo Sheridan nos prestara el gran servicio de desencadenar el escándalo que le costó el puesto al petulante y endiosado Sealtiel Alatriste –que a la postre resultó un vulgar descuidero empeñado en parecerse a Sean Connery y a Vargas Llosa– tuve la inocente pretensión de mandar un artículo a la Revista de la Universidad. Pensaba que no habría problema puesto que no soy un escritor desconocido, llevaba cerca de 45 años como profesor en la UNAM y ya había colaborado en más de una ocasión para “nuestra” revista. ¿Saben cuál fue la respuesta? Ninguna, porque, simplemente, si le caes mal al tlatoani en turno no existes. Y me pregunto, ¿qué le costaba a este hatajo de genuflexos dar cualquier excusa de las incluidas en el amplio repertorio nacional? Con eso hubiera bastado.
Esto de hablar tiene su arte, porque hay cosas que son intraducibles en otros idiomas. Mas sin en cambio… Pablo Fernández Christlieb
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al vez lo más interesante de que alguien diga que siempre no es descubrir que “siempre” no siempre quiere decir siempre, sino algo muy raro que quién sabe qué sea, y que “tal” y “vez” no es una “vez tal” sino a lo mejor se refiere a “quizá” o “probablemente”, pero entonces no se sabe porqué se dijo “a lo mejor” si por allí nada mejora. ¿Será que la gente es capaz de decir cosas que no tiene ni la menor idea? Capaz que sí, y de comprender todo sin saber qué dijo, lo cual parece una especie de definición de poesía (nota: “¿será?” no significa “va a ser” sino “¿a poco?”; “¿a poco?” quiere decir “de cuándo acá”, ¿a poco no?). Y nadie nunca podrá saber porqué se dice así para decir eso. En fin, esta otra definición de poesía que viene en el diccionario también es muy buena: “Combinación de palabras cuyo significado no es la suma del que tienen sus componentes”, como en “oh inteligencia soledad en llamas”; lo único malo es que no es de poesía sino de locución, igualmente denominada idiotismo, que en inglés es idiom, y en español también, o sea “Idioma: modo particular de hablar de algunos (y por extensión, de un país)”, como en “eso que ni qué”, “sin más ni más”, “hasta eso”, “quién quita”, “se me hace”, “de por sí”, “poner en tela” de juicio. Cada quien puede encontrar varias, es cosa de buscarle. La lengua, como la lengua materna o la lengua nacional, es esa parte del lenguaje que sí se traduce, como mesa: table, pero en cambio el idioma no tiene traducción, porque a ver cómo se dice en inglés “de vez en cuando”, y si alguno responde que “once in a while” se le puede contestar que no sea tonto y eso sí se puede traducir, pero lo que no se puede traducir al español es “once in a while” (“una vez en un mientras”, como que no). O a ver, que traduzca “tú te lo ten” que cualquier niño comprende sobre todo si le dicen Fraile Mostén, pero que ni siquiera tiene traducción dentro del mismo idioma, ya que no se puede saber porqué eso se dice así, y lo que se dice no significa nada pero sí quiere decir algo. Un idioma es lo que se va a poder repetir, pero jamás se va a poder entender aunque se sepa español o se aprenda inglés. El idioma es un poema. Y un poeta es una persona que trata de inventar frases como ésas, y nunca jamás, o rarísima vez, lo logra, pero es terco y optimista, mientras que la gente, que es sabia por costumbre, las dice como si nada. Total, que parece que las definiciones de la poesía son las mismas que las de las frases de diario. Otra definición: la poesía son esas palabras que cuando uno trata de averiguar qué quieren decir se queda callado porque no hay respuesta; por eso dice Octavio Paz que es un órgano verbal productor de silencios, y efectivamente, cuando alguien dice “qué cara”, “qué tal”, “qué va” o “esto tiene que ver con esto otro” o “no que no”, si se analizan palabra por palabra diccionario en mano, se encontrará que “qué” y “va” y “ver” no quieren decir nada de lo que dijo, y sin embargo cuando las dice se siente a gusto y se siente seguro de que no está diciendo zonceras sino de que está hablando su idioma correctamente. Estas palabras son distintas a todas porque son como si no hubiera de dónde agarrarlas, como si estuvieran hechas no de cosa, ni siquiera de palabra, sino de aire o de vapor o de nube, o incluso de nada. Y es que estas palabras no tienen significado, sino tienen sensación: no tienen nada adentro, sino lo tienen alrededor. No tienen contenido: tienen aura, halo, ángel, algo que no se puede pescar ni definir pero que envuelve a quien las dice y se siente parte de la gente que habla así. Y entonces podría afirmarse que la poesía, en su sentido más original, se encuentra en el lenguaje cotidiano, con el que habla la gente y donde, como dice Alain Bosquet en su maravilloso poemita que tampoco se puede traducir, “no hace falta entender”. O dicho en idioma, por lo pronto, lo que son las cosas, con todo y que por fin uno creía que iba a saber lo que decía, qué crees, haz de cuenta que ya mero y cuál no sería mi sorpresa que pues no. No pues sí, y eso sin contar los neologismos altamente técnicos como “no le aunque” o “mas sin en cambio”.
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B arrios Colaterales Conmemoración y luto
Dos lados de la salsa
Foto de Michael St. Maur Sheil.
Ernesto Herrera
Balón con el que ingleses y alemanes jugaron un partido amistoso en Francia.
En la Gran Guerra Foto de Yaimí Ravelo-Granma.
La pequeña paz Emmanuel Islas
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esde la oscuridad de una trinchera, un soldado gritó que la tierra estaba regada de cadáveres, putrefacta; que él estaba solo y desarmado, y pensaba que, quizá, sería un acto de buena fe sepultar cada quien a sus muertos. Entonces uno del otro bando trepó su pequeño abismo de barro y, desarmado, se encontró a medio camino con el otro. Hablaron poco, diciendo mucho. Temblaban. Los francotiradores, apostados en lugares inexpugnables de esa zona de guerra entre Francia y Bélgica (en Tierra de Nadie), bajaron sus armas, bajando su orgullo: alemanes y británicos acordaron para el día siguiente cambiar los rifes por las palas, las trincheras por las fosas, y ya después, si estaban todos de acuerdo, el pan negro por los cigarrillos, el té por la cerveza. Era diciembre de 1914 y un espontáneo movimiento pacifsta corría a lo largo de las fronteras en guerra. Recuerda el alemán Michel Jürgs en su libro La pequeña paz en la Gran Guerra un episodio que los historiadores han dejado fuera de sus pesados tomos sobre la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y desmerece más de un pie de página: el armisticio informal que pactaron soldados ingleses y alemanes en víspera de Navidad, desacatando, casi todos, las órdenes de sus superiores, cómplices también. La historia fuera de la Historia –“la historia está escrita por los vencedores”, decía el escritor serbio Danilo Kis– continúa así, según la reconstrucción que hace Jürgs a partir de un centenar de cartas leídas: Treparon al alba tras 120 días de plomo tan frío como la muerte de sus compatriotas insepultos. Un ofcial alemán ofreció a un capellán sueco ofciar las exequias. Lo primero fue separarlos acorde a su nacionalidad: unos de un lado, otros del otro. Enseguida abrieron las tumbas y cerraron poco a poco, al ritmo de los entierros, las heridas demasiado humanas del pesar, del remordimiento. Cabizbajos, respetuosos, soldados sin cascos ni gorros rezaron el salmo XXIII primero en inglés, después en alemán con la traducción de un joven teólogo. Al fnalizar intercambiaron saludos y regalos, y ya que estaban todos de acuerdo, pan negro por cigarrillos, té por cerveza. El resto del día, de la tarde y noche convivieron a distancia, cada quien en su trinchera, cercanos bajo las reglas de la guerra mundial, bajo las estrellas nocturnas y universales. Para sorpresa de miles, la pequeña paz no terminó ahí. En el diario de los fusileros de Lancashire fue confrmada la noticia: los Fritzes (alemanes) le ganaron a los Tommys (ingleses) por 3 a 2 en un partido amistoso de futbol. Donde no había pelota, usaban un pedazo de paja bien aprisionada envuelta en alambre o latas de conservas vacías. Pero en Tierra de Nadie los ingleses treparon con un balón de verdad: uno de cuero cosido como pelliza. Recuerda Jürgs que “había ofciales ingleses –y esto no es ninguna leyenda– que pateaban la pelota para adelante y avanzaban en el campo de batalla seguidos por su equipo, o sea su compañía. A veces incluso tenían éxito con estos ataques, pues llegaban hasta las líneas enemigas antes de que los alemanes salieran de su estupefacción y se decidieran a disparar”. Aquel día las porterías estaban delimitadas por cascos o gorros. El terreno, mezcla de tierra, alambre de púas y municiones, era complicado ya para defender, ya para atacar. Ni siquiera los más experimentados –acaso los ingleses del así llamado Footballers Battalion– se libraban de las trampas naturales, de las grietas del campo ajado, del montón de imprecisiones, caídas y chanzas. Y no obstante, el tercer gol de los Fritzes, venido en fuera de lugar, lo decidió todo. No hubo disputas ni altercados esa tarde; algunos, dice Jürgs, pensaban en clave de revancha. Pero al día siguiente el cielo amaneció apretado, negro y desolado como el campo amasado en barro. El nivel del agua subió en las trincheras, lo anegó todo en Tierra de Nadie. Allá se acabó la cerveza y el pan; a cien metros, el té y los cigarrillos. También la paz. Y alemanes e ingleses reanudaron en poco tiempo el tiroteo cotidiano bajo las reglas de la Gran Guerra.
Lado A: 50 años de Fania Records ¿De qué hablamos cuando hablamos hoy de salsa? Por el éxito que tienen, de cantantes a los que les organizan todo (los directores de la orquesta y los arreglistas están olvidados): Marc Anthony, Gilberto Santa Rosa, Víctor Manuelle y Maelo Ruiz. No faltarán los despistados que lleguen a creer que todo comenzó con Marc Anthony (y, claro, van a decir que Héctor Lavoe lo imitó). Ante la desmemoria e ignorancia imperantes en nuestros días en todos los ámbitos, se hace necesario hacer cada cierto tiempo un corte de caja para no olvidar los orígenes. Por lo mencionado arriba, primero es necesario recordar quién fjó el término “salsa” para defnir la nueva música afrocaribeña que se venía gestando en Nueva York. De ello hay versiones que diferen en algunas circunstancias, pero la que se tiene por defnitiva cuenta que fueron Richie Ray y Bobby Cruz quienes lo acuñaron en un programa de radio venezolano a fnales de los agitados años sesenta —1968— (nótese que la revolución musical de la década no fue privativa del rock). El locutor, Fidias o Phidias, Danilo Escalona, que era conocido como El Loco, les pidió que defnieran su música, que en su opinión ya no era chachachá, ni guaracha, ni guagancó, ni nada conocido. Richie Ray le contestó que su música era como la “Ketchup, la salsa que se le echa a las hamburguesas para que cojan sabor”. Entonces el locutor sentenció: “Pues ya lo oyeron, amigos radioescuchas, la música de Richie Ray y Bobby Cruz es salsa”. Para el crítico mexicano Ernesto Márquez, el primer disco que aparece bajo este concepto es Los durísimos (The Strong Ones, 1966), que será más conocido por su subtítulo “Salsa y control”. Otro especialista, Miguel Herrera, productor del Festival Vive lo Salsero, también coincide en señalar a este par como los creadores del género, aunque él menciona otros discos: “Yo creo que el disco inicial sería Agúzate (1970), si bien El bestial sonido de Ricardo Ray y Bobby Cruz (1971) es el que defnió su propio estilo”.
El sello emblemático de este nuevo ritmo fue Fania, que como escriben en su página es considerado “el sonido Motown de la salsa”. Luego de que la marca Alegre optara por poner como director de su orquesta a Charlie Palmieri y no a él, en 1964 en Nueva York el director de orquesta y multiinstrumentista, aunque sobre todo era reconocido como fautista, dominicano Johnny Pacheco y su abogado Jerry Massuci lo crean. El primer disco que editó el nuevo sello fue Cañonazo, de Pacheco, que anuncia tímidamente los aires que tomará la música que impulsarán. El narrador, ensayista y periodista cubano Leonardo Padura Fuentes, en su libro Los rostros de la salsa (Planeta, 1999), ofrece otra perspectiva considerando que Willie Colón podría ser el iniciador de la salsa con su primer disco: El malo (1967), donde comienza su colaboración con el igualmente grande Héctor Lavoe, emblema del cantante salsero. ¿Por qué esta obra? Porque en ella se conjugan los rasgos fundamentales del movimiento: haber nacido en Nueva York y haber sido creada por músicos de barrio de origen caribeño. Escribe Padura Fuentes: “Aquel joven y sus compañeros de esfuerzo, totalmente desconocidos en los ámbitos musicales, y provenientes, como él, de barrios poco recomendables de Nueva York y otros puntos del Caribe, llegaron ofreciendo una música imperfecta, llena de trombones ríspidos, como claxons y voces desgarradas, sin el menor sentido del espectáculo, pero en la que se propusieron algo que fundaría toda una tendencia: cantar al barrio desde el barrio, hablar del robo, la droga, la prostitución, la nostalgia, la pérdida de valores culturales y, en fn, de la vida de todos los días en las ciudades latinoamericanas”. El sonido de Willie en sus diferentes etapas, marcadas por sus cantantes, se irá
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B arrios colaterales Nobel de Literatura 1991
refnando y será uno de los símbolos del “sonido Fania”. Imposible poner a todos los músicos que hicieron del sello sinónimo de calidad, pero podemos mencionar a los siguientes: Johnny Pacheco, Willie Colón, Héctor Lavoe, Ray Barreto, Larry Harlow, Ismael Miranda, Richie Ray, Bobby Cruz, Cheo Feliciano, Roberto Roena, Celia Cruz, Rubén Blades, Mongo Santamaría, Pete El Conde Rodríguez, Lebrón Brothers, Justo Betancourt, Ismael Rivera, Ismael Miranda, y queda un largo etcétera. Lado B: Juan Formell La salsa, ha quedado claro, no se creó ex nihilo. Retomando el dato de que su nacimiento ocurre en Nueva York, su prehistoria se remonta a la llegada del cubano Mario Bauzá a la Urbe de Hierro y a la formación de Machito y los Afrocubans en los cuarenta del siglo pasado. Cuando a Machito le preguntaron su opinión sobre la salsa, él simplemente contestó: “Es más o menos lo que había tocado durante 40 años”. El substratum cubano de la salsa en realidad nunca se perdió, pero quien volvió a ponerlo en primerísimo plano fue el recientemente fallecido líder de los Van Van: Juan Formell (La Habana, 2 de agosto de 1942 / 1 de mayo de 2014). “La salsa se crea como respuesta a la necesidad de buscar una música que fuera afín a toda esa comunidad latina (de Estados Unidos), y el resultado no podía ser exactamente la música cubana, aunque desde sus inicios se trabajó con una sonoridad muy cercana a la de la música cubana de los cincuenta: Celia Cruz y la Sonora Matancera, Arsenio Rodríguez. (…) sigo pensando que la base fundamental de todo eso es la música cubana y no sólo porque yo lo diga, sino porque todos los grandes de la salsa también lo reconocen”, le explicó a Padura Fuentes. Formell, hijo de un músico que no quería que su heredero siguiera la misma vocación, es un revolucionario a la altura de Johnny Pacheco, Willie Colón y los hermanos Palmieri —Eddie y Charlie—, porque, además de sus raíces, durante su juventud fue un escucha de oídos abiertos que asimismo se impregnó de rock. En un terreno muy superfcial, su revolución puede verse en haber introducido la electricidad a la salsa —guitarra eléctrica, sintetizadores—; sin embargo, hay aspectos más sutiles como su uso de los trombones. Otro rasgo a destacar son sus letras que refejan la vida de los cubanos, lo que no dejaba de hacerlo un incómodo al régimen. Su genialidad consistió en que letra y música se conjugaran para hacer bailar a la gente. “Junto con los cambios en la sonoridad también me propuse ir dejando una crónica de mi época, cantando lo que pasaba en el país, tomando las actitudes y las ideas de la gente, diciendo lo que ellos decían, hablando como ellos… pero siempre preocupado por que bailaran. Y puede parecer una matraquilla mía esto del baile, pero eso es una gran verdad y una gran mentira: el buen bailador tiene una personalidad, una flosofía, y en el contexto del baile popular no le gusta bailar con cualquier cosa” (otra vez, la referencia es Padura Fuentes). Juan Formell fue arreglista de Elena Burke y pasó por la Orquesta Revé hasta que fundó su propia orquesta: los Van Van, en 1969, con los que grabó más de 20 álbumes. Sólo queda bailar en su memoria con cualesquiera de ellos.
Nadine Gordimer (1923 – 2014) Nadine Gordimer, escritora sudafricana, no necesitó terminar la secundaria para obtener el Nobel de literatura en 1991. Autodidacta como otras tantas mujeres escritoras –Olive Schreiner, también africana; Doris Lessing, inglesa, o Carilda Oliver Labra, cubana– su narrativa se reveló ardiente en contra del apartheid, de los abusos imperdonables de la fuerza y la violencia amparadas por el poder. Incansable para la defensa de los derechos humanos –la libertad de expresión, la igualdad entre razas y géneros–, la bisabuela de las letras en Johannesburgo falleció el 13 de julio a los 90 años en su residencia capitalina. Inició su carrera literaria a la temprana edad de nueve años. Su escuela fue la biblioteca de un pueblo minero en Sudáfrica; sus maestros, Proust, Chejov y Dostoievski. A los quince publicó su primer cuento. A los treinta su primera novela: The Lying Days. Y durante todos esos años sufrió en carne propia el maltrato de las políticas de segregación racial que desbarataron África hasta 1992. Ante la persecución y el hostigamiento cotidiano, no es sorpresiva su precoz toma de conciencia. Como tampoco lo es que la mayoría de sus escritos (novela, cuento y ensayo) tengan una línea política y una conciencia de causa defnidas. A su producción ensayística asoman A writer’s freedom (1975), Relevance and commitment (1979) y The essential gesture (1984), donde la autora se muestra en actitud activista, comprometida y solidaria en contra de las injusticias. En los años posteriores a la década del 80 publicó algunas de sus obras más importantes: A Soldier’s Embrace (1980), July’s People (1981), Something Out There (1984), A Sport of Nature (1987) y My Son’s Story (1990), previas, todas ellas, al Nobel. “A través de la palabra los escritores buscan realizar su propia lectura de la sociedad que les rodea, del mundo del cual son una parte. Es en esta indisoluble e indescriptible complicidad que la escritura siempre, y al mismo tiempo, es una búsqueda del yo y del mundo, de la existencia individual y colectiva”, defendió la autora en Estocolmo, y fue sólo un corolario de su combate y compromiso cotidianos, infatigables ante un mundo lleno de injusticias. EI Charlie Haden
Y el free jazz
A Charlie Haden, contrabajista, no le contaban cómo era improvisar con Keith Jarrett al piano o con Ornette Coleman al saxofón, tampoco cómo trabajar con John Coltrane, Charles Mingus o Chet Baker. Su jazz libre (free jazz) en la década de los sesenta, propio del movimiento social y sincopado por los derechos civiles, encontró una forma de decir lo que pensaba y sentía respecto a sus amigos de color, sus iguales por dentro aunque opuestos por fuera. Haden (1937 – 2014) falleció a los 76 años en su casa de Los Ángeles el 11 de julio. Su grandeza conjugó, por un lado, tocar sin tapujos con todos los dedos y, por el otro, alzar la voz en clave de inconformidad. Fue, durante sus años contestatarios, un músico de peso completo. A sus tempranos 22 grabó el referencial The shape of jazz to come (1959), álbum que anunciaba ya su estilo elegante, sintético, ajeno a las superfcialidades y melódico sobremanera. A fnales de los años sesenta, Haden, vinculado a las ideas políticas de Malcolm X, fundó la Liberation Music Orchestra, inspirada también en canciones de la Guerra Civil española. En 1971, durante una de sus presentaciones en Lisboa, Portugal, dedicó “Song for Che” a los grupos africanos independentistas. Sí, lo hizo en medio de la dictadura en África y en un país que aún tenía colonias. Las cuerdas, las percusiones y los instrumentos de viento como tubas, trombones y trompetas se unieron en contrapunto para denunciar, reprochar y criticar. Opositor a la guerra en Vietnam y a las dictaduras, trabajó una versión de “El pueblo unido jamás será vencido”, de Sergio Ortega y Quilapayún, en el disco The ballad of the fallen (1982). En años de tranquilidad estuvo intranquilo y compuso con el guitarrista Pat Metheny Beyond the Missouri sky (1997), disco que le mereció un premio grammy. En 2001 obtuvo otro por Nocturne, álbum de dúos con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba, y remató con uno más en 2004 por su disco Land of the sun. “Toco lo que siento y, ojalá, con las notas correctas. Ya no pienso en lo que toco como jazz, no me gusta hablar de música en término de categorías, para mí la música es real y signifcativa cuando viene de una persona con dedicación y devoción, que no tiene opción, que debe tocar y componer”.
Blues albino
Adiós a Johnny Winter
Tocar blues a los 17 años con Lucille, la guitarra preferida de B.B. King, no pasaba todos los días en tu natal Beaumont, Texas. Fue un suceso único, aislado e irrepetible que lo hicieras en 1957, Johnny. Diez años después trepabas, por invitación, a otro escenario en Nueva York con el célebre guitarrista Mike Bloomfeld (que Bob Dylan alineó en 1965 para el Highway 61 revisited). Esa noche del problemático 68 (¡tenías 24 años!) lo trepidante fue tu sello y productores de Columbia Records te echaron el ojo (mareado por el huracán vertiginoso de tus dedos): un año después trepabas –otra vez– con tu albina y lacia melena a los escenarios más importantes del blues y rock estadounidenses para codearte con los grandes, con Eric Clapton y John Mayall en Inglaterra, con bandas como The Who, The Doors, The Rolling Stones o Fleetwood Mac a tu alrededor. Y aún entre ellas destacaron tus blancos resplandores, y siguieron deslumbrando tus riffs luciferinos mezclados con el folk y country texanos hasta el pasado 17 de julio, cuando a los 70 años trepaste –por última vez– a los escenarios mundiales, acompañado de tu Erlewine Lazer. Después del concierto en Zúrich regresaste al hotel. Dormiste. Después quisieron despertarte, en vano. Tu gira mundial sólo la pudo interrumpir la muerte, Johnny Winter. Tu fama mundial como el guitarrista albino que tocaba incendiariamente a la Jimi Hendrix perdura en la memoria de tus seguidores.
Tommy
El último de Los Ramones En la década de los setenta cuatro desaliñados jóvenes que se hacían llamar Los Ramones sentaban las bases en Nueva York para un género musical efímero y ruidoso: el punk. Johnny, Dee Dee, Joey y Tommy lideraron los escenarios junto a bandas como Television, Talking Heads o Blondie. Ellos fueron breves como su música, pero insistentes también (la banda sufrió varios cambios de alineaciones y tonalidades sonoras a lo largo de su historia hasta desaparecer defnitivamente en 1996). El 12 de julio pasado falleció Tommy Ramone (Tamás Erdélyl, Budapest, 1949), el baterista de Los Ramones, quienes, según la revista SPIN, produjeron el disco más infuyente de música punk en la historia, a pesar de ser tan criticados por muchos otras bandas como “sosos” y “repetitivos”. Los originales Ramones vinieron a recordar a sus contemporáneos cómo se alborotaba un escenario con estridentes guitarrazos y únicamente tres acordes. Su canción más conocida, “Blitzkrieg Bop”, considerada como la primera canción punk (un tanto equivocadamente, pues olvidan “Demolición” de los peruanos Saicos, 1964), fue composición de Tommy Ramone, el último de Los Ramones. Y así como efímeros y ruidosos fueron ellos, así el pesar de esta nota necrológica. En paz descanse.
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De Largo Aliento / Periodismo cultural
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La Oveja Eléctrica
Ciencia a la mexicana Yolanda Gudiño
Han transcurrido 96 meses desde la primera transmisión, y La Oveja Eléctrica, en Canal 22, continúa para fortuna de su público…
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ue el pasado 5 de junio, en el Museo Carrillo Gil, la tarde de un día lluvioso. No se trataba de una ceremonia solemne, sino de una reunión de entrañables camaradas ya por la pasión a la ciencia o la admiración por alguno de sus protagonistas. La tarde, poco a poco, se vistió de palabras. El motivo: los ocho años al aire del programa La Oveja Eléctrica, cuya consigna fue desde el principio la divulgación científica en un país que no siente especial inclinación por ella. En la mesa estaban Gerardo Herrera, investigador del Politécnico Nacional; Miguel Alcubierre, físico e investigador de la UNAM; Sandra Lorenzano, escritora y conductora de Rompeviento Televisión, y José Gordon, escritor y conductor de La Oveja Eléctrica durante estos 96 meses de transmisión y supervivencia. El programa no es sólo una serie mexicana de divulgación, promoción y difusión de la ciencia, sino es un espacio que ha sido creado para tender puentes entre el pensamiento científico y el pensamiento poético, un proyecto que, contra viento y marea, se ha apropiado de un lugar privilegiado en la televisión nacional. Miguel Alcubierre señaló que la ciencia lo atrapó cuando de pequeño vio el programa Cosmos de Carl Sagan. Y se hizo un murmullo quedo entre la concurrencia. Era posible que todos estuviéramos allí por la misma razón, para encontrar de nuevo en los ecos de nuestra infancia aquella sensación de asombro ante la inmensidad del universo en continua evolución. Cosmos, sin duda, fue el primero de muchos programas de divulgación científica. Hoy existen canales dedicados de manera más o menos seria a difundir los resultados de la investigación científica; sin embargo, La Oveja Eléctrica sólo pudo haber sido creada en México: es “ciencia a la mexicana”, en el mejor de los sentidos. ¿Dónde más puede pensarse que la ciencia y la literatura comparten el mismo material genético, si no en un país que es en sí mismo fruto de la imaginación literaria de liberales y conservadores? Sólo un pueblo que surgió como nación a partir de la ficción puede encontrar la clave para unir en un todo armónico las dos realidades en las que deviene el ser. La Oveja Eléctrica dice en voz alta lo que los mexicanos hemos sabido siempre: que la ciencia y la literatura comparten el mismo origen, ambas se gestan a partir de la pregunta del hombre acerca de sí mismo, ambas navegan en las profundidades de la realidad humana interna o externa y no poseen sino el lenguaje con toda su magia y ambigüedad para explicar sus hallazgos.
En Latinoamérica difundir la ciencia es narrarla a partir de la experiencia cotidiana, vincularla al inconsciente colectivo, desacralizarla para que devenga en cotidiana búsqueda de sentido, en respuesta natural a cualquier pregunta, difundirla es enlazarla al lenguaje para que poco a poco se injerte en los dichos y refranes, en las anécdotas y las analogías, para que pase de boca en boca y conserve el sentido de oralidad necesario para volverse saber habitual. En otras latitudes, la ciencia se ha valido de lo fantástico o lo exagerado para impactar en un público ávido de héroes y súper poderes; en México, era necesario que alguien encontrara la clave de nuestro interés: a nosotros nos cautivan la palabra, los formatos oníricos, las voces suaves, las charlas de sobremesa. Es muy interesante observar cómo un formato tan simple y minimalista ha podido traspasar el cerco intergeneracional y atrapar lo mismo al niño de primaria que al intelectual adulto de cualquier disciplina. Somos un país literario, que nada tiene que ver con si leemos o no, la visión poética está en nosotros como una marca identitaria, es parte de nuestro ADN: ser mexicano e incluso latinoamericano significa tener una percepción de la realidad integrada, lo real y lo fantástico, lo poético y lo científico, lo religioso y lo mágico, lo sagrado y lo profano, lo público y lo privado, lo político, económico, social, laboral se entrelazan con la palabra en todas sus formas y dimensiones, somos un país en donde las fronteras cognitivas se desdibujan y al final todo, absolutamente todo, converge en la palabra a guisa de refrán, chiste, discurso, dicho, colaboración intelectual, comentario en el asiento trasero de un taxi, en el pesero, en el Metro, en nuestras clásicas y plurales sobremesas. En México se lee poco, millones aún no tienen acceso a la educación, hay muy pocas vocaciones científicas… sin embargo, el mayor problema es que no nos creemos capaces de proponer soluciones aun cuando las tengamos. Nos hace falta confiar en nuestra intuición, en que la nuestra es una manera bastante válida de hacer las cosas y escudriñar la realidad desde ángulos que quizá sólo pueden ocurrírsenos a nosotros, precisamente por estar parados en la intersección entre la ciencia y la poesía. Todos los científicos mexicanos han hecho asombrosas contribuciones a la ciencia en el mundo, ya sea vinculados a los equipos internacionales en las instalaciones tecnológicas de los países del primer mundo o en los modestos laboratorios eficientes de las universidades públicas. La Oveja Eléctrica cumple también otro propósito que probablemente nunca estuvo enunciado en el planteamiento inicial: nos proyecta la imagen real de nuestras propias capacidades, nos damos cuenta de que hay mexicanos a la altura de los mejores científicos del mundo y de que todos llevamos dentro un poco de científicos y poetas. Pepe Gordon hace referencia a la capacidad de los robots de soñar con ovejas eléctricas; las ovejas eléctricas en tanto, también robots, tienen a su vez la capacidad de tener sus propios sueños. Todos somos ovejas eléctricas: para Pepe Gordon, las ovejas eléctricas congregadas en torno a la emoción científica y literaria tienen, tenemos, al menos seis sueños: 1) soñamos con llegar a obtener un conocimiento pleno del universo, 2) soñamos con un país en donde la ciencia se celebre y se invierta en la investigación científica, 3) soñamos con ganarle a Croacia lo mismo en el Mundial que en el presupuesto destinado a la investigación científica, 4) soñamos con desarrollar la imaginación para proponer soluciones a la altura de las necesidades de nuestra sociedad, 5) soñamos con una educación que mantenga la capacidad de asombro, y 6) soñamos con un diálogo permanente entre ciencia y arte. Y, yo, tras esta auténtica fiesta de la palabra y el pensamiento, diría que también soñamos con muchas más temporadas de La Oveja Eléctrica.
Una feria para el soldado
La casa FN Herstal Emmanuel Islas
No había ferias sino guerras y los festejos eran sólo tras victorias pírricas. Las armas iban y venían escondidas en cajas de azúcar.
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urosatory es la feria internacional de armamento terrestre más famosa del mundo: reúne en el mes de junio, bianualmente, a poco más de mil 500 empresas que ofrecen todo para el soldado: municiones de la casa checa Sellier & Bellot, automóviles blindados contra balas y bombas o el paño blue horizon del ejército francés confeccionado un siglo atrás por la textilera Balsan. También está un clásico europeo de los bordados nazi: la casa Albrecht Bender, fundada en 1864. Este año, entre tanques, lanzadores de misiles o antiaéreos, la empresa FN Herstal celebró allí su 125 aniversario “de excelencia”, sí, con ese adjetivo napoleónico. En el stand de la fábrica belga (a un costado de la bicentenaria Kongsberg, la más antigua en el mercado de
armas), se lee un perfil onomástico donde destaca que el príncipe heredero fue asesinado con una de sus pistolas; no hay ironía de por medio. Hace 100 años su antecesora, la Fabrique Nationale d’Herstal, celebraba un cuarto de siglo cuando una de sus municiones horadó la yugular del archiduque Francisco Fernando y, otra, el abdomen de su esposa Sofía, duquesa de Hohenberg. Era una mañana de junio de 1914 cuando asesinaron al heredero del imperio austro-húngaro. Entonces no había ferias sino guerras y los festejos eran sólo tras victorias pírricas. Las armas iban y venían escondidas en cajas de azúcar, en pequeñas maletas, a través de los campos con rocío de sangre, de las líneas fronterizas de un mapa todavía por definirse
a balazos entre los eslavos del sur (croatas, serbios, bosnios, eslovenos) y los ocupantes germánicos y otomanos. Cuatro imperios estaban a punto de desaparecer y sólo hacía falta un pretexto, una arma, un asesinato que desatara la guerra inaplazable. La FN d’Herstal envío legalmente cuatro semiautomáticas de novedoso diseño a la armería M. Doucet de Koksijde, en Bélgica, durante diciembre de 1913. Allí, Rade Malobabić, jefe de espionaje de la inteligencia militar serbia en Austria-Hungría, mandó a comprarlas. Seguido, llevó las armas a Belgrado, donde iniciaron su periplo hasta Sarajevo. Entraron de contrabando a Bosnia tras un viaje sinuoso por túneles y escondrijos ocultos, custodiadas por Danilo Ilić, un serbobosnio que dirigía la célula “Mano negra”. El 27 de junio Danilo repartió las FN 1910 a los jóvenes serbios que atentaron al día siguiente contra el Imperio. En frente de la pastelería Moritz Schiller, Gavrilo Princip (algunos dicen de él que era escritor y poeta), jaló el gatillo. Un mes después, los países europeos partieron con entusiasmo a la Primera Guerra Mundial, tras la cual murieron más de 30 millones de hombres. “En FN Herstal nos tomamos muy en serio nuestras responsabilidades sociales: los nuevos productos se han desarrollado para maximizar el reciclaje y reducir el impacto ecológico”, celebran en el stand de la feria de armamento.
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B reverías
Tenues respiraciones Víctor Roura
Mi boca, en delirio último, ha robado el lunar que habitaba en su cadera. Ella lo sabrá cuando yo me muera.
Una leyenda azteca
Mafalda no murió atropellada En el suelo azteca corre la leyenda de que, en una tira cómica, Quino mató a Mafalda cuando un camión de sopa la atropella. Eso nunca sucedió. En un homenaje que el año pasado recibió el caricaturista argentino en Monterrey, el humorista José Trinidad Solórzano (Trino) le preguntó sobre el tema. Quino respondió: “Esa tira nadie la ha dibujado, pero todo mundo dice haberla visto. Es un mito mexicano, porque de Guatemala a la Patagonia nadie conoce ese cómic”. Trino expresa en entrevista que Quino nunca aniquiló a Mafalda, sólo dejó de hacer la tira. En efecto, Mafalda se publicó de 1964 a 1973. En el semanario Siete Días
Previsible piratería
Clase magistral
La curiosidad mató al gato
Julian Temple y el documental
A una cuadra de la redacción de este su periódico de confianza, una bocina presume que ahí, en los locales comerciales, se distribuye la mejor piratería del mundo. Nada mala. A otras tantas cuadras de ahí, sobre Tacuba –a un costado del Palacio de Minería, donde presentamos nuestro hermosísimo primer número– hay un bazar con tesoritos inexpugnables: libros, discos, carteles, fotografías. Nada mal, tampoco. Dicen los sabios que la curiosidad mató al gato, y matando al gato por ahí nos encontramos con un regalo conocido para nuestros lectores: la litografía de Los Beatles pintada al óleo y en exclusiva para De Largo Aliento por el muralista Jorge Manjarrez, sólo que en menor tamaño y, por supuesto, sin la firma del autor. Eso sí, reproducida en menor calidad y a sólo 15 baros, es decir diez menos que el costo del mensuario. El cuarteto de Liverpool debe ser una de las bandas de rock más pirateadas en la historia del mercado informal. ¿En serio creímos nosotros que estaríamos exentos de algo así? Por supuesto que no. Sólo esperamos que la mejor piratería del mundo no mate al gato y, de paso, a nosotros. Advertimos, a su vez, que la litografía de este número, regalo de nuestro querido amigo Luis Fernando, tendrá exactamente el mismo destino en los bazares de tesoritos.
El reconocido cineasta inglés Julian Temple (Londres, 1953), director de documentales de rock y una serie de videos musicales para bandas y artistas como Rolling
Ilustrados apareció la viñeta donde la niña audaz se despide, al lado de sus amigos: “Dice el director que podemos darle un descanso a los lectores...” Era 25 de junio de 1973. Quino explicó entonces que, en ese momento,“los escuadrones de la muerte habían empezado a buscar sangre y Mafalda no podía dejar de hablar de eso. Entonces evité hablar de eso o tendría que haberme ido de Argentina. Pero el exilio siempre es un desgarro”. El caricaturista no volvió a dibujar a Mafalda, salvo en 1987 cuando la UNICEF le pidió ayuda para una campaña. En ese mismo año la niña rebelde volvió a aparecer luego del fallido golpe de Estado contra el presidente Raúl Alfonsín. Mafalda lanzó su último gritó: “¡Sí a la democracia! ¡Sí a la justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la vida!”
Stones, Depeche Mode, David Bowie, Paul McCartney o Neil Young, impartirá una clase magistral en el marco de Docupinturas, plan de formación integral para cine documental organizado por LaCasaDelCine. Mx gracias al apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), la Cineteca Nacional y Ambulante. Este evento se realizará el 4 y 5 de agosto en la Cineteca Nacional y tendrá un costo de $1, 200 con descuento para estudiantes y maestros con credencial vigente. A su vez, la clase magistral estará acompañada por una retrospectiva con 10 filmes que componen su obra. Dicha retrospectiva será expuesta del 1 al 8 de agosto. Julian Temple estudió en la National Film and Television School. Su primer proyecto, The Great Rock ‘n’ Roll Swindle (1979), documentó cinematográficamente la corta y turbulenta vida de la banda de punk Sex Pistols. A su obra asoma un relato lírico y poco convencional sobre la relación de Samuel T. Coleridge con William Wordsworth (Pandaemonium, 2000) y un documental sobre el festival de música Glastonbury que rodó en 2006.
Dolores Pla
La historiadora del exilio Dolores Pla Brugat, historiadora catalana, ha muerto. En su nombre llevamos el pesar. Doctora en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNaM, dedicó su vida a preservar la memoria del exilio republicano español (1936-1939). Perteneció al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y coordinó el Seminario Inmigrantes en la Historia de México y el Proyecto de Historia Oral Refugiados Españoles en México para la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Tres semanas antes de su intempestivo fallecimiento, inauguró en el Museo de la Ciudad de México la exposición El exilio español en la Ciudad de México, investigación que hizo junto con el etnólogo Sergio Raúl Arroyo. Dolores Pla es autora de los libros Los Niños de Morelia. Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México; El exilio catalán. Un estudio de la emigración republicana española en México; Ya aquí terminó todo. Testimonios de la guerra civil española y El aroma del recuerdo. Narraciones de españoles republicanos refugiados en México. Descanse en paz Dolores Pla, en cuyo nombre llevamos el pesar.
Silvia Molina
A la Academia Mexicana de la Lengua La novelista, ensayista, dramaturga y editora mexicana Silvia Molina (Ciudad de México, 1946) ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua en Campeche el pasado 26 de junio en una ceremonia celebrada en el Museo Rufino Tamayo. La autora estudió lengua y literaturas hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es presidente del Seminario de Cultura Mexicana y vocal de la Sociedad Alfonsina Internacional. Fue directora de la Coordinación de Publicaciones del INBA y agregada cultural en la Embajada de México en Bruselas. Con una vasta obra literaria, obtuvo en 1977 el Premio Xavier Villaurrutia por La mañana debe seguir gris, el Premio Antoniorrobles de Literatura Infantil 1984 por La creación del sol y de la luna, el Premio Nacional de Literatura Infantil Juan de la Cabada 1992 por Mi familia y la Bella Durmiente cien años después y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1998 por El amor que me juraste, entre muchos otros.
Festival Sabores y Artesanías del Mundo Los días 16 y 17 de agosto se celebrará el 1er Festival Sabores y Artesanías del Mundo, donde participarán 40 expositores provenientes de países como Alemania, Argentina, Bolivia, Francia, España, Colombia, Venezuela, Rusia, Arabia, Ecuador, Chile y México, entre otros. La muestra de intercambio cultural y gastronómico tiene como objetivo dar a conocer las diferentes formas de expresión cultural que hay en el mundo y acercar al público de la capital y de estados aledaños a conocer las costumbres de diferentes países por medio de sus artes manuales y culinarias, invitándolos además a participar en las diferentes actividades musicales y culturales que se realizarán en el marco de esta fiesta de sabores y colores. La sede del festival será el Museo Nacional de Culturas Populares, Av. Miguel Hidalgo 289, Villa Coyoacán, Coyoacán. La entrada será libre.
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AGOSTO 2014
Alien, todavía
Del verbo encaramar
Una feria para el soldado
La casa FN Herstal
Víctor Roura
Entre los periodistas los sacudimientos son íntimos y devastadores, aunque en principio nieguen sus desavenencias…
E
n el periodismo no existen los amigos ni los amores perennes, sí los encaramamientos (y encaramientos, y encamamientos, por qué no). Y reconozco la desfiguración del verbo. Pero encaramarse es una glosa reinante entre los habitantes del gremio. Porque me refiero, por supuesto, a las parejas de parecida profesión. Es más probable la satisfacción, y la perdurabilidad, de un periodista con una mesera, o una paletera, o una bailarina de fragores árabes, o una mudancera, o una pintora que con una periodista, y al revés. Tal vez sea más feliz una periodista con un carbonero, o un horchatero, o un voceador, o un banquero (bueno, aquí lo dudo mucho, aunque las esposas de banqueros suelen hacerse de la vista gorda ante los embrujos amatorios ajenos de sus cónyuges), o un agente judicial (o viajero), o un impresor, o un pescador que con un periodista. Por aquello de los ascensos. No he conocido a un director de diario que no haya compartido el lecho con sus reporteras más atractivas, a sabiendas de que sus esposas, como las esposas de los banqueros, o de los políticos, o de los cantantes mediáticos, o de los futbolistas, se hacen de la vista gorda. Y cuando se halla de veras el amor entre los pares de oficio resulta que no coinciden las ideologías, o el placer culinario (“pues no sé cómo le haces pero, mi vida, te comes toda la cebolla”), o las desazones televisivas, o no concuerdan, maldita sea, las edades que perturban las moralidades sociales. ¿Por qué estas sutilezas, como los aleteos de un colibrí, son inadvertidas, o parecen no advertirse, en los pasillos de las redacciones? Mis ojos han mirado, conmovidos, el abandono de una periodista por la insufrible reciedumbre de un colega suyo de, digamos, alto nivel. He sido testigo del instantáneo enamoramiento de una periodista, casada con un periodista de su mismo rango, por un entrevistado que la ha enloquecido de súbito; pero estas calamidades no suelen ocurrir en una periodista que es amante del subdirector de una revista. Jamás. Preferiría, sólo, morderse con discreción los labios delante de un acaudalado de Elektra. Son moralidades en contubernio, creo. He conocido al dueño de una publicación en cuya azotea, aparentemente yerta, se erige un penthouse con alberca para disfrute de su libidinosidad momentánea con la mujer que así lo deseare. Y vaya que se encaraman (dicen que encamar es su verbo sinónimo, si bien hay quien dice que es el verbo que procede en consecuencia de encaramar; otros, prosódicos, diestros con su lengua —pruritos con la encimosidad redactora—, casi hermeneutas, dicen que encamar es apócope de encaramar; no lo sé). La conjugación de dicho verbo es explícito: yo encaramo, yo encaramaba, yo encaramé, yo encaramaré, yo encaramaría, yo encaramase, yo hubiese encaramado, yo habría encaramado. En todos los tiempos aparece irremediablemente el amor. Por eso a los hombres y a las mujeres les encanta encaramarse. Recuerdo a un director de izquierda que encaramaba con la derecha a cuanta mujer bonita viera andar, como ciruela endomingada, en sus dominios. Y, con donaire, ella no podía negarse a tales ofrecimientos. Es como si la aspirante a la diputación se negara a tomar una copa con el profuso senador en alguna cenaduría de Polanco. Los juegos se juegan con la cabeza, no con los sentimientos. De ahí que los amores, desde los tiempos inmemoriales, sean repartidos inequitativamente: siempre ganan los que están arriba del escalón en que uno apenas anda subiendo. Cuando era reportero una bella dama me preguntó si ocupaba yo, y yo la miraba perturbado en sus ojos de prometedora alcancía corporal, algún puesto trascendente en el diario donde laboraba. Que eso había escuchado, mujer de ralo oído. Dije que no, que era un reportero, pero de los más feroces de la campiña. Como si eso importara a una encaramadora. Estábamos en una fiesta de ruidos impronunciables. Se tomó una copa y partió en busca de un mejor destino. Luego la vi, desmesuradamente alegre, con el estupefaciente subdirector del diario, que de haberse dedicado a la salchichonería en su vida hubiera tenido enfrente suyo a mujer más bella. De amigos no hay mucho que decir. Sólo están mientras dura el éxito. O, mejor, su éxito. Porque el mayor enemigo de un periodista, y lo he dicho numerosas veces, es otro periodista. Un periodista suple con prontitud el lugar de un periodista expulsado. No hay miramientos, sino encaramamientos. El objetivo es situarse en el escalafón siguiente. Porque la envidia, la ambición, la combustión indigna, corren por las venas de un periodista como la natural coquetería en una porfiada, distraída, obsequiosa meretriz. Yo tuve una vez dos amigos que se esfumaron cuando vieron que ya no había más oportunidades de encaramarse en mis decisiones, turbias para ellos, transparentes para mí, como hubieran sido, quizá, turbias para mí si de ellos hubiesen provenido las decisiones y transparentes las suyas, seguramente. Porque, en esta vida, siempre los equivocados son los otros.
La dicha es un gusano cruel
Mariana Salido