Revista Unidos en La Salle 6 - 2010

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Revista No. 6-2010

UNIDOS en La Salle Distrito de Centroamérica-Panamá

Personaje lasallista

Hno.José Cervantes Hernández, México

Santo Hno. Héctor Valdivieso

Horizonte pedagógico-pastoral PERLA Región Latinoamericana Lasallista -RELAL-

Nuestras Obras Lasallistas Colegio La Salle, Margarita Colón, Panamá

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Familia Lasallista y Asociación. El desafío de discernir para Caminar


Apreciados Educadores y Educadoras Lasallistas: Reciban mi saludo fraterno y mis mejores deseos porque todo marche bien para ustedes, sus familias y las obras educativas. En septiembre de este año tendremos nuestra II Asamblea de la Misión Educativa Lasallista (Asamblea MEL). La Asamblea MEL es de carácter educativo, pastoral y administrativo que manifiesta la unidad existente entre los lasallistas, Hermanos y Seglares, y les posibilita participar de forma activa, directa o delegada, en las instancias de reflexión del Distrito. (I Asamblea MEL Distrital. 2008).

Es una buena oportunidad para… …agradecer a Dios por nuestra misión: “anunciar el Evangelio a los niños, niñas y jóvenes y descubrir en ellos el rostro del Señor.” …renovar nuestro compromiso con aquellos que nos han sido confiados, para anunciarles el Evangelio en la tarea cotidiana de nuestras obras educativas. …Responder creativamente, con mayor fuerza y novedad, a los profundos anhelos de justicia y dignidad que viven nuestros pueblos. …”Mantener viva la búsqueda de soluciones a las inquietudes existenciales de los niños, niñas y jóvenes que educamos” (Cf. Hno. Alvaro Rodríguez. Informe de la Asamblea Internacional para la Misión 2006)

…Para crecer en espíritu de comunidad y establecer vínculos de unión, de pertenencia, de fraternidad, de asociación…


…Reflexionar sobre nuestras prácticas - relaciones pedagógicas a la luz de nuestro Ideario Educativo y la evaluación realizada en todas nuestras obras educativas en el 2009/2010. …Evaluar nuestro caminar desde la I Asamblea MEL a la fecha. El Hno. Superior General nos recordaba en la Asamblea Internacional de la Misión 2006 en sus palabras finales, que nuestra misión debe favorecer el desarrollo de la interioridad, del amor gratuito, de la entrega generosa y lograr que los jóvenes integren en su persona lo racional, con lo emotivo; los sentimientos y los instintos, la voluntad y la fragilidad. Y nos dice, por eso creo que es necesario que nos planteemos con honestidad cuál es la realidad de nuestros centros educativos y de nuestras demás obras apostólicas ante la necesidad de “algo más” que manifiestan los jóvenes de hoy. Ojalá que podamos reflexionar está inquietud del Hno. Superior en nuestras obras educativas y en nuestra próxima Asamblea MEL. Unidos en La Salle,

Otto Armas Visitador

La

Salle


Familia Lasallista y

ASOCIACIÓN

El desafío de discernir para caminar. 1.

Desde la realidad

Cuando hablamos del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas La Salle- en América Latina y el Caribe pensamos en una comunidad internacional dedicada a la educación cristiana, con multitud de rostros locales. Generalmente, se trata de Hermanos y Laicos que desarrollan propuestas educativas formales e informales. Tanta variedad expresa la búsqueda de una comunidad que tiene una historia, un lenguaje propio, una cultura organizacional y, sobre todo, un carisma que le aporta sentido y direccionalidad. La Salle -como comunidad- tiene una historia de más de tres siglos. Ha experimentado el impulso carismático inicial, propio de los tiempos de su fundación; momentos de crecimiento y expansión que ayudaron a sentar las bases de una comunidad de Religiosos comprometida en la educación cristiana de la niñez y juventud; momentos de desasosiego y persecución, como los experimentados durante la Revolución Francesa; un nuevo resurgimiento, con el reconocimiento de la escuela como institución social prioritaria para la construcción de las sociedades modernas del siglo XIX; tensiones, conflictos y retos vividos en un mundo en cambio, a las puertas del siglo XX, que impulsaron la expansión universal del Instituto en los cinco continentes. En la actualidad, a más de cuarenta años del Concilio Vaticano II, nos situamos como una comunidad de Hermanos y Maestros llamada a construir el reino desde la escuela. Nos sentimos invitados a reflexionar sobre el futuro de la Familia Lasallista desde el compromiso por la asociación para el servicio educativo de los pobres. Hoy en las obras educativas lasallistas hay un grupo sólido y comprometido de Laicos que se identifican con el carisma de La Salle. Llevan adelante proyectos educativos en relación con una comunidad de Hermanos -no siempre presente físicamente- que sirve de referencia local o distrital, con quienes descubren día a día el ministerio de la educación cristiana, sintiéndose parte de una Iglesia al servicio de los niños, jóvenes y adultos, preferentemente los más pobres. Esta realidad es la que ha impulsado, desde hace más de tres décadas, la reflexión sobre el perfil de la comunidad lasallista, a manera de una familia con diversos grados de pertenencia, donde conviven diferentes formas de comprometerse en el servicio educativo, siendo la asociación de los Hermanos la primera y fundamental. Los Laicos, por su parte, están

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Comunidad

Educativa descubriendo nuevos espacios ministeriales desde su propia experiencia familiar, social y profesional. Por ahora, entendemos el término de Familia Lasallista como el conjunto de aquellos que participan en el proyecto educativo de La Salle, especialmente a los que se sienten llamados a compartir el espíritu y la misión de San Juan Bautista de La Salle (cf. Botana, 2008:84; Hermanos de las Escuelas Cristianas, 1997: 182). Por eso, involucra a todas las personas, grupos y movimientos que han encontrado su inspiración en el enfoque educativo y en la espiritualidad heredada del Santo Fundador. En este amplio grupo podemos ubicar al conjunto de los Maestros Laicos, Religiosos y Sacerdotes que comparten la misión educativa lasallista; resaltamos especialmente la presencia de tres Institutos Religiosos Lasallistas: los Catequistas de Jesús Crucificado y María Inmaculada, las Hermanas de La Salle de Vietnam y las Hermanas Guadalupanas de La Salle, quienes han concretado una pertenencia aún mayor a nuestra familia desde su propia especificidad vocacional. La definición anterior es un punto de encuentro de muchas búsquedas. La reflexión sobre la misión compartida, que surgió con fuerza a partir del 41° Capítulo General de 1986, ayudó a explicitar lo que ya era un hecho en el mundo de las escuelas lasallistas: los Hermanos habían comenzado, desde hace algunas décadas atrás, a “asociar” con gusto a los Docentes a su misión educativa, ofreciendo, incluso a los que lo deseaban, medios para conocer al Fundador y vivir según su espíritu (cf. Regla,17). A partir de ese momento, se avanzó por comprender el impulso carismático que esta experiencia de asociación lasallista estaba desarrollando, en fidelidad a los signos de los tiempos. En el año 1988, el entonces Hermano Superior General,

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John Johnston, en su Carta Pastoral a los Hermanos, clarificó dicho criterio, a partir de la experiencia vivida hasta entonces en la misión compartida: “Aceptamos que de hoy en adelante nuestras escuelas no sean ya Escuelas de hermanos, animadas por la comunidad de los Hermanos con la colaboración secundaria de seglares, padres, estudiantes. En cambio, serán Escuelas lasallistas, animadas por comunidades educativas lasallistas de fe, dentro de las cuales se realiza la actividad apostólica de la comunidad de Hermanos…” (Johnston, 1988: 33-34). La escuela lasallista, como espacio vital del carisma, ayudó a comprender la necesidad de seguir buscando ejes articuladores de la experiencia cotidiana: desde esa búsqueda, emergió con fuerza la experiencia de la asociación, no sólo como un acontecimiento fundacional, sino como una razón para comprender lo que sucedía y que trascendía la experiencia de la misión compartida. A casi veinte años, después de esta constatación, la Asamblea de la Misión Educativa (2006) identificó al proceso de asociación como la experiencia fundamental para seguir avanzando en nuestra comprensión sobre la Familia lasallista; por ello, pidió al Instituto entero avanzar en la definición de las características fundamentales de la asociación para el servicio educativo de los pobres, no sólo como un aspecto a ser reflexionado, sino también como una experiencia que necesita ser discernida por quienes se sienten vocacionalmente llamados a vivir esta nueva realidad dentro de la Familia Lasallista (AI-MEL 2006: 21). Más aún, el 44° Capítulo General (2007) ratificó esa intencionalidad, identificando la centralidad del voto de asociación como un aspecto esencial para comprender hoy, no sólo la identidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, sino también la identidad de aquellos que quieren hacer realidad esa experiencia de asociación desde su vocación cristiana particular. Esto implica, en consecuencia, caminar en un itinerario de búsqueda, reflexión y discernimiento. Hasta ahora, han surgido algunas convicciones importantes: los Hermanos reciben un carisma que hoy desborda los límites del Instituto y se expande


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Lasallista en la Iglesia, especialmente entre aquellos que han descubierto su vocación como Educadores cristianos; hay una espiritualidad lasallista, una manera propia de mirar, trabajar y pensar desde Dios y con Dios, apropiada para hombres y mujeres que viven con intensidad la escuela, de la cual los Hermanos son testigos privilegiados, mas no exclusivos; el carácter laical de los Hermanos les permite establecer un diálogo más cercano, de tú a tú, con los Seglares con quienes viven los problemas cotidianos de la escuela, hecho que favorece el desarrollo de una nueva eclesiología de comunión. Las experiencias vividas en los últimos años están encaminando al Instituto a plantearse nuevas estructuras que incorporen a los Laicos, comprometidos e identificados con el carisma lasallista, en procesos de animación educativa y formación permanente; de hecho, existen comunidades de Hermanos y Maestros que están asumiendo proyectos de servicio educativo a los pobres. Aún así, no hemos llegado a definir con claridad el final del camino. Lo que sí sabemos es que el modelo de Iglesia Pueblo de Dios-Comunión nos ayuda a entendernos y a narrar nuestro hoy y aquí como comunidad de Hermanos y Laicos lasallistas con un proyecto común.

Hoy la asociación implica el proceso de comunión para la misión desde el carisma lasallista. Es el producto de un largo camino de profundización y participación en el carisma, la espiritualidad y la comunidad lasallista. Sentirse parte de la Familia Lasallista y compartir la misión en la escuela es sólo un primer paso, necesario por supuesto. Quienes se sienten llamados por Dios, descubren una vocación particular a vivir de acuerdo con el carisma de La Salle y eso impacta en su vida de fe, su manera de vivir en relación con otros un proyecto de servicio y su apertura a la realidad. La asociación quiere caminar hacia el desarrollo de comunidades de fuerte identidad carismática dentro de la Familia Lasallista (cf. Botana, 2008:19). Es una invitación para todos pero, al fin, exige un compromiso vocacional de cada uno, surgido de una experiencia personal entre el Dios que llama y la persona que responde. Y aquí entramos en la dinámica profunda de la fe. La reflexión que proponemos en este artículo se enmarca en la dinámica personal y comunitaria del discernimiento de la llamada de Dios; esta dinámica es la que sustenta la experiencia de asociación para el servicio educativo de los pobres de quienes, como Lasallistas, intentamos vivir con autenticidad nuestra vocación en la escuela cristiana. Partimos de opciones fundamentales que nos sitúan en una eclesiología de Pueblo de Dios-Comunión, propia del Concilio Vaticano II; desde ella, queremos aprender a releer la experiencia fundacional, cuando Juan Bautista de La Salle y los primeros Hermanos confrontaron sus vidas en un itinerario a veces nada claro, complejo como la realidad misma. Por eso, ofrecemos una mirada a algunos iconos lasallistas que pueden ayudarnos a comprendernos a nosotros mismos, a nuestros procesos y experiencias personales y comunitarias. Esperamos que el conjunto de esas experiencias iniciales nos aporten pistas relevantes para tener una mayor comprensión del llamado que hemos recibido desde la experiencia de la asociación en la escuela lasallista.

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Lasallista Por supuesto que esta búsqueda suscita en nosotros muchas preguntas: ¿qué tanta distancia –o aproximación- hay entre la experiencia que vivimos en lo cotidiano y los discursos que dan razón y sentido a nuestra experiencia? Mucha, sin duda. Sabemos que la búsqueda de la coherencia es una tarea de toda la vida. Pero estamos conscientes que la comunidad exige la construcción permanente de narrativas capaces de impulsar la búsqueda de experiencias referenciales desde el mundo fragmentado y relacional que vivimos. En esa experiencia, siempre frágil, de lo humano, surge la comunidad como un espacio rico en relaciones, como una instancia donde se vive la experiencia de un Dios que irrumpe, que se hace cotidiano y que impulsa a una comunidad a entregarse al servicio educativo, teniendo siempre en su horizonte la causa de los más necesitados. Desde esta perspectiva realista, queremos hacer una lectura pastoral de la experiencia de discernimiento que hoy pueda iluminar el camino de la Familia Lasallista y la Asociación en nuestra Región, reconociendo que el proceso está abierto y exige un mayor esfuerzo. Sabemos que hay múltiples lecturas. No obstante, asumimos una postura cercana a nuestra realidad, porque nos ayuda a ubicarnos, no desde la seguridad de los que llegaron a la meta, sino desde la provisionalidad de los que se encuentran en camino, como en éxodo. Es necesario que caminemos juntos en esta aventura institucional.

2. Las opciones que iluminan el camino La Iglesia católica, a partir del Concilio Vaticano II, inició una nueva reflexión teológica y una intensa acción pastoral. Por su parte, la Iglesia de América Latina y el Caribe impulsada por este acontecimiento y atenta a los signos de los tiempos- no ha cesado de buscar, a partir de las conferencias episcopales de Medellín y Puebla, un rostro propio capaz de comulgar con las necesidades de tantos hombres y mujeres que viven sin esperanza en nuestro continente. El Instituto en América Latina y el Caribe ha participado en estos procesos de búsqueda desde la tesitura propia del mundo educativo, incorporando a Hermanos y Laicos en la reflexión pero, sobre todo, en la acción pastoral dirigida a niños, jóvenes y adultos. En este contexto eclesial, ¿cuáles han sido las opciones eclesiológicas que podríamos identificar como fundantes para releer y repensar la experiencia pastoral lasallista de nuestra Región? ¿Desde dónde podríamos discernir nuestra realidad como Lasallistas hoy? Consideramos que existen cuatro opciones, coherentes con el modelo de Pueblo de Dios –Comunión, esenciales para un proyecto eclesial en camino al horizonte de la Familia Lasallista y la Asociación. Éstas son:

2.a) Reflexión desde el contexto No cabe duda que el discurso de la Iglesia es un discurso sobre Dios. Pero, de un Dios que se acerca al hombre, que camina con él. Un Dios que irrumpe en la historia, que llama y convoca desde una realidad concreta. Sabemos que los teólogos de América Latina se identificaron con el Dios del Éxodo que es capaz de “abajarse” para escuchar el clamor de su pueblo (Ex 3,7). Ésa es la imagen que ayuda a muchos cristianos a comprender el

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Lasallista sentido de su fe en el mundo de hoy: sólo prestando oído atento al Dios que irrumpe en nuestras vidas, a través de las personas y de los acontecimientos, es como podremos comprender su llamamiento. A partir de esa experiencia del éxodo, seremos capaces de elaborar un discurso sobre Dios, porque Él se ha hecho vida en nuestra vida.

2.b) Desde la historia de la salvación La presencia de un Dios cercano que camina con nosotros hace de nuestra vida una historia de salvación que sólo tiene sentido desde Jesucristo, quien habla en nombre del Padre. El Evangelio es buena nueva para nosotros, porque nace de una comunidad de fe que reflexiona sobre la experiencia del Hijo de Dios que se encarna para devolvernos la dignidad de hijos y de hermanos, al asumir con radicalidad la fraternidad como proyecto del Padre. Por eso, Jesucristo nos invita, nos cuestiona, nos desestabiliza, nos hace salir de nuestra zona de confort. Siendo nuestro ser fragmentado y relacional, nos descubrimos ante Él débiles y necesitados, como la pecadora que enjuga los pies de Jesús con sus lágrimas (Lc 7,38), como el endemoniado a quien nadie comprende (Mc 5,4), como el enfermo al borde de la piscina que no encuentra apoyo (Jn 5,5). Jesús se relaciona con nosotros, establece con nosotros una alianza eterna, nos alimenta, nos reconcilia con nuestra propia fragilidad y nos pide hacer lo mismo con los demás; es decir, nos ayuda a reconstruirnos a partir de la referencialidad de su Palabra, para hacer camino con los otros, porque rompe la lógica de nuestro egoísmo. La prueba máxima del amor es su resurrección, que vence a la muerte. Con la fuerza del Espíritu, nos lanza al encuentro con el prójimo, especialmente hacia aquél que no goza de la aprobación social, como el leproso, el endemoniado o el samaritano de hoy. Al salvar a otros, nos encontramos paradójicamente con nosotros mismos.

2.c) Dinámica encarnación-alianzaresurrección Experimentamos la dinámica de la encarnación-alianza-resurrección cuando recibimos la fuerza del Espíritu Santo. No somos capaces de proclamar a Jesucristo si el Espíritu no nos empuja, no nos alienta (Rm 8,15). El Dios trinitario se encarna en la persona de Jesucristo para asumir la historia del hombre y llevarla a su plenitud. Establece una alianza con su pueblo y, al morir en la cruz, abre la historia humana a la dinámica de la resurrección. La experiencia de Jesucristo se convierte en la referencia permanente para nuestras vidas: es Él quien nos invita a encarnarnos en las situaciones humanas concretas que demandan de nosotros una respuesta, una alianza con personas de carne y hueso que necesitan resucitar a una vida nueva. Esa entrega hace surgir la fraternidad que produce vida, y vida en abundancia; no tiene lugar la búsqueda del propio bienestar, egoísta y destructor. La experiencia de Jesucristo nos lleva a la comunidad, sobre todo, a comprender que ella misma es sujeto de salvación para la humanidad entera. Es en ella donde las narrativas existenciales se entrecruzan y se dejan afectar unas a otras. La búsqueda de sí mismo pasa a un segundo plano; en el otro encontramos la imagen más acabada del Dios que nos llama, sobre todo cuando ese “otro” ha perdido su dignidad de hijo y de hermano.

Con Jesucristo, dejamos de ser simplemente un yo perdido e impersonal para convertirnos en un tú relacional, rico en posibilidades, capaz de construir una experiencia comunitaria que nos invita a la santidad, esto es, a la plenitud de nosotros mismos en nuestra entrega al proyecto del Reino de Dios.

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Lasallista 2.d) Opción por el pobre Para el cristiano, la salvación se traduce en una opción permanente por la persona humana. Si Dios Padre llama, si Jesucristo se encarna y el Espíritu impulsa a una comunidad no es sino para hacer realidad las exigencias del Reino en la vida concreta de los hombres y mujeres de aquí y ahora. La opción por el pobre se convierte en una exigencia cristológica, entendiendo que sólo por ella somos fieles al proyecto del Padre. Claro que esta opción se debe traducir en una fidelidad creativa capaz de expresarse en múltiples facetas, tan variadas como la misma actividad humana. El compromiso por el pobre nos exige asumir las consecuencias del anuncio y de la denuncia de todo aquello que esclaviza y destruye a la persona humana. Por eso, comporta el signo de la cruz de Jesucristo; no sólo de la cruz cotidiana del pecado personal, sino también de la cruz que surge del pecado estructural que lleva a la muerte y a la destrucción. Desde la fragilidad propia del hombre postmoderno, el mensaje de la cruz incomoda, atemoriza; pero, felizmente, ayuda al mismo hombre a desnudarse ante la fuerza de la fragilidad de Dios que no deja de acompañar la historia humana. Es en ese misterio donde el planteamiento de Dios se hace actual y pertinente, especialmente en las comunidades que creen, luchan y esperan por el advenimiento del Reino, a veces en contextos conflictivos y desesperanzadores.

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nuestra historia y convierte nuestra frágil existencia en salvación para cuantos caminan con nosotros en la escuela; gracias a la encarnación de su Hijo, establece una alianza eterna, y con su resurrección establece su proyecto de fraternidad universal al cual todos somos convocados; finalmente, el Espíritu Santo nos hace proclamar a Cristo en el pobre.

3.Un itinerario de discernimiento

en la experiencia del Fundador Juan Bautista de La Salle es un hombre de su tiempo y de su Iglesia. Sin embargo, encontramos en él las intuiciones necesarias para dialogar con su experiencia. Desde su genialidad de inspirador y fundador, fue capaz de vivir, junto a los primeros Hermanos, una serie de acontecimientos donde Dios se entrecruzó en su camino. Hizo de su historia personal una experiencia de salvación para sí y para cuantos tuvieron relación con él. En las alianzas que consolidó asociado a hombres sencillos, y muchos de ellos faltos de formación cristiana y experiencia escolar, construyó una comunidad fundada en la fe, de fuertes lazos fraternos y con un proyecto común. Pero todos estos logros sólo fueron posibles gracias a una labor de discernimiento de la voluntad de Dios en su vida, de la invitación siempre presente de un Dios atento y preocupado por la salvación de los más pequeños, los niños y jóvenes menos favorecidos de la sociedad. Sauvage y Campos (1977) señalan que ese discernimiento no fue fruto de una ideología, de una teoría espiritual o de un texto de la Sagrada Escritura:

Asumir la realidad se convierte, en consecuencia, en la respuesta del hombre de fe que acepta el proyecto de Dios en su vida. Desde allí, puede, gracias a la acción de Espíritu, dar vida en abundancia como Jesucristo, con una comunidad comprometida con los valores del Evangelio.

Su materia es la existencia misma: las exigencias que imponen los acontecimientos, las necesidades concretas, las interpelaciones de los maestros. La comunidad constituye el lugar de ese discernimiento activo… se realiza bajo la luz y con la fuerza inspiradora de un proyecto que los reúne de ahora en adelante más fundamentalmente todavía que una obra común: poner la salvación de Dios al alcance de una juventud pobre y abandonada (1977:44).

En conclusión, el modelo eclesiológico de Pueblo de Dios-Comunión nos ayuda a tomar conciencia de que Dios Padre irrumpe en

Esta dinámica personal y comunitaria se corresponde con lo esencial del ser cristiano: es en discernimiento, esto es, buscando con amor y pasión la voluntad de Dios en la


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Lasallista coherencia del propio proyecto de vida; no desde una teoría, sino en respuesta a una realidad inquietante y retadora. Dios, en su sabiduría, se manifiesta a través de personas y acontecimientos que se constituyen en testigos de su presencia, en signos que ayudan a comprender una realidad más profunda. A continuación, presentamos algunos iconos lasallistas; en su conjunto, son personas concretas en la experiencia histórica de San Juan Bautista De La Salle que hoy nos invitan a tomar conciencia acerca de los elementos esenciales del discernimiento. Desde la fragilidad de la experiencia humana, nos hablan del paso de Dios en nuestras vidas.

3.a) Dejarse impresionar por la realidad Somos herederos de un carisma nacido de la experiencia de un sacerdote de mirada profunda, generoso, que se dejaba cuestionar por la realidad. En Reims, en el año de 1678, se dejó interpelar por un maestro de la ciudad de Ruán, llamado Adrián Nyel, quien era portador de una carta, solicitándole ayuda para abrir una escuela al servicio de los niños pobres. Juan Bautista, que estaba inquieto y que buscaba con ansia una alternativa pastoral de servicio, encontró en el experimentado maestro una oportunidad para asomarse al mundo desconocido de los maestros de escuelas de caridad que existían en su ciudad. Y fue allí, en la pobreza material, académica y espiritual de esos maestros, abandonados de todos, en donde descubrió el llamado de Dios a la educación cristiana. Gracias a Nyel, nuestro futuro Fundador, sacerdote y teólogo, tuvo la experiencia del encuentro con el Dios vivo en la realidad concreta de los maestros y de los niños pobres. Años más tarde, fue capaz de dar su propio testimonio:

Dios, que gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no acostumbra a forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que tomara por entero el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente imperceptible y en mucho tiempo, de modo que un compromiso me llevaba a otro, sin haberlo previsto en los comienzos (Memorial sobre los orígenes, 6). La Regla de los Hermanos comienza afirmando que: San Juan Bautista De La Salle, atento por inspiración de Dios al desamparo humano y espiritual de “los hijos de los artesanos y de los pobres”, se consagró a la formación de maestros de escuela enteramente dedicados a la instrucción y a la educación cristiana (R.1). Es en esa experiencia del Dios que irrumpe, que cuestiona, en la que Juan Bautista rompe con su pequeño mundo de privilegios y comodidades; a partir de esa experiencia nosotros también podemos revisar nuestra propia imagen de Dios y aprender a dejarnos cuestionar por Él. Adrián Nyel se convirtió para Juan Bautista en un instrumento privilegiado de Dios para impulsar, a los treinta años, un cambio en su vida. Es el primer icono de la experiencia lasallista que queremos poner a consideración. Su papel, a veces un tanto caricaturizado y desvalorizado, surge con fuerza. Es el hombre experimentado que viene recomendado por la prima Maillefer de Ruán. Es el maestro que, al momento de conocer a Juan Bautista De La Salle, había dedicado treinta y ocho años de su vida a la organización de una red de escuelas para los pobres de Ruán, ganándose la confianza y el aprecio de las autoridades de su ciudad (cf. Poutet, 1988: 22). Nyel nos recuerda que Dios habla a través de las personas y de los acontecimientos. Es una convicción profunda que encontramos perfectamente aleccionada en la vida de La Salle. El Dios de la historia se encarna en la realidad de los maestros y de los niños. Nuestro Fundador escribe su experiencia a partir de la realidad. Y la comparte con sus Hermanos.

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Lasallista 3.b) El discernimiento de la voluntad de Dios en el seguimiento de Jesucristo En el año 1712, Juan Bautista De La Salle, de sesenta y un años, vive una experiencia que para muchos de sus biógrafos resulta enigmática y reveladora (cf. Bannon, 1988/2004: 210). Durante más de treinta años había vivido profundas decepciones al llevar adelante el proyecto de las escuelas para los niños pobres. Había sufrido el alejamiento de familiares y amigos, la hostilidad de párrocos influyentes de París, el intento de ser desplazado como superior de los Hermanos por incompetente, el hostigamiento de los Maestros calígrafos y los juicios contra las escuelas. En ese año, el párroco de San Sulpicio -señor de La Chétardie- comienza a influir sobre algunos Hermanos de la comunidad de París, molestos por su presencia. Éste, al ver la incomodidad cada vez más creciente de algunos, comienza a sentir la dificultad para discernir el camino que Dios quería para él. Al sentir el rechazo dentro de la misma comunidad, duda de su propio papel y de su vocación como fundador. Por eso, decide retirarse al sur de Francia. En ese trayecto, La Salle visita algunas comunidades y disfruta, sin duda, el apoyo y la estima de los Hermanos alejados de las tensiones de la capital del Reino. Pero, al llegar a Marsella y recibir el apoyo local para establecer un Noviciado, se declara opuesto al jansenismo y eso provoca no sólo el rechazo de las autoridades locales sino también el cierre de las obras de los Hermanos. “De acuerdo con Blain, ésta fue la ocasión escogida por varios Hermanos para decir al Fundador que había venido al Sur para demoler más que para construir”(Bannon, 1988/2004: 220). No obstante, el Fundador sigue esperando una señal de Dios para su vida. Continúa por Mende y Grenoble, actuando como un Hermano más en la comunidad, trabajando en las escuelas con los niños. Es cerca de Grenoble, en Parmenia, donde tiene la oportunidad de visitar a la solitaria Sor Luisa, quien gozaba de un afamado don de discernimiento. Producto de sus diálogos espirituales con ella, además de otra circunstancia a la que haremos referencia en el siguiente punto, comprende que el Señor le llama a continuar y fortalecer la obra que había iniciado hacía más de treinta años junto

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a los primeros maestros en Reims. Este relato, lleno muchas veces de misticismo, nos presenta a un La Salle que vive con intensidad la noche oscura de la fe descrita por San Juan de La Cruz. Y en ese momento difícil, de duda y confusión, una mujer sencilla, llena de fe, tiende la mano a Juan Bautista y le ayuda a discernir. Es Sor Luisa, a quien identificamos como el segundo icono de esta reflexión. A decir de los biógrafos, Sor Luisa es determinante en el proceso de discernimiento que Juan Bautista vivió en el año 1714; gracias a ella, percibe con claridad que no es voluntad de Dios alejarse de sus Hermanos sino, más bien, ir con ellos para terminar el trabajo que comenzó en Reims (cf. Watrigant, 1923: 46). Juan Bautista es fiel al proyecto de Dios en su vida, es capaz de asumir su historia de salvación cuando se deja confrontar aun en los momentos más difíciles de su propio itinerario. La presencia de una mujer llena de fe, capaz de hablar con la autoridad de quien se sabe cercano al Señor, es capaz de fortalecer en La Salle su camino hacia el reencuentro con sus Hermanos en París. ¿Por qué la proponemos como el segundo icono? Por varias razones. La primera, se trata de una mujer del pueblo con una fe inquebrantable en Jesucristo. ¡Cuántas mujeres en América Latina han sido para nosotros testigos de la fe, como maestras y catequistas en la escuela! ¡Cuántas se han convertido para nosotros en compañeras de camino en nuestro seguimiento de Jesucristo dentro de la escuela cristiana! La segunda razón: es una persona con quien La Salle comparte su experiencia de Dios. Es cierto que Dios se revela en el corazón de la persona humana; pero, sobre todo, en los momentos de crisis, se hace necesaria la confrontación con el otro, que posibilita el encuentro del nosotros; es el espacio existencial donde la narración de la experiencia del Dios vivo interpela y llama. Tercera y última razón, es la persona que impulsa a La Salle a volver al encuentro de sus Hermanos. Lo desafía a


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Lasallista salir de su seguridad, que definitivamente deja cuando recibe la Carta de los Hermanos Directores de París, quienes lo invitan a volver, “… en virtud del voto de obediencia”. Sor Luisa nos interpela como tantas mujeres lasallistas que viven a diario la dureza de la jornada de trabajo y que, desde su experiencia particular de fe, impulsan con su amistad, con su perseverancia y con la fuerza de su fe a los Hermanos y a los demás compañeros Laicos a seguir descubriendo la voluntad de Dios cada día.

3.c) El carisma exigente y cercano de la fraternidad Como consecuencia de la experiencia ya descrita, vivida entre 1712-1714, La Salle decide alejarse de los Hermanos para ver con más claridad la voluntad de Dios. Y es cuando, en abril de 1714, los principales Hermanos de las comunidades de París esto es, los Directores- le envían una Carta, que será la respuesta que La Salle espera de Dios. Una carta fraterna, llena de contenido espiritual, exigente y afectuosa, que transcribimos a continuación: Señor y amadísimo Padre nuestro: Nosotros, los principales Hermanos de las Escuelas Cristianas, teniendo como finalidad la mayor gloria de Dios, el mayor bien de la Iglesia y de nuestra Sociedad, reconocemos que es importantísimo que vuelva usted a tomar la dirección general de la obra santa de Dios, que es también la suya, puesto que plugo al Señor servirse de usted para establecerla y dirigirla desde hace tanto tiempo. Todo el mundo está convencido de que Dios le ha dado a usted y sigue dándole las gracias y talentos necesarios para gobernar bien esta nueva compañía, que es de gran utilidad para la Iglesia; y con toda justicia damos fe de que usted siempre la ha dirigido con mucho éxito y edificación. Por lo cual le rogamos, Señor, muy humildemente y le ordenamos, en nombre y de parte del cuerpo de la Sociedad al cual usted prometió obediencia que se haga inmediatamente cargo del gobierno general de nuestra Sociedad. En fe de lo cual hemos firmado. Dado en París el 1 de abril de 1714. Y quedamos, con el más profundo respeto, Señor y amadísimo Padre nuestro, sus muy humildes y muy obedientes inferiores… (Bannon, 1988/2004: 235-236).

Creemos que esta carta puede ser leída a partir de varias perspectivas. Nosotros queremos llamar la atención acerca del sentido de fraternidad que recorre todo el texto, de principio a fin. En ella, una comunidad de hombres ha discernido el itinerario de su Fundador, a quien se dirigen con un afecto exigente y determinante: por eso, le ruegan, pero también le exigen. Proponemos al conjunto de los Hermanos Directores de París como el tercer icono lasallista de nuestra reflexión. Se reconocen inmersos en una circunstancia para nada favorable; están verdaderamente desorientados. Los párrocos quieren asumir la dirección de las comunidades de Hermanos, con lo que la Sociedad llegaría a su fin; si esto se formalizara, ya no tendría sentido mantener la asociación para el servicio educativo de los pobres que -por más de treinta años- ha costado construir y que ya expresaban, para ese momento, a través de una fórmula de votos. En dicha Carta, los Hermanos Directores de París son capaces de reconocer a La Salle como el portador de un carisma que construye a la comunidad, dándole direccionalidad y sentido. Es él quien lo ha suscitado a través de los dones recibidos de Dios. Por eso, los Hermanos le agradecen y le exigen. Es el carisma de una fraternidad afectuosa, y a un tiempo comprometedora, que los impulsa a participar en el proyecto de las escuelas. Esta exigencia recuerda el compromiso de encarnación-alianza-resurrección que se expresa en la comunidad de la Iglesia cuando ella misma es sujeto de salvación para los demás. Y eso no es posible sin el ejercicio de una fraternidad atenta a las mociones del Espíritu. De La Salle fue el hombre de Dios que comprendió la necesidad de contar con una fraternidad para asegurar el servicio de las escuelas. Y acertó al proponer que el Maestro actuara ante sus alumnos con la firmeza de un padre y la ternura de una madre. Es la actitud que había moldeado a los Hermanos

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Lasallista que firmaron la carta de 1714.

3.d) Con corazón pobre para colaborar con el proyecto de Dios ¿Qué sentido tiene seguir a Jesucristo si no es para colaborar con el designio de salvación del Padre? Nuestro Fundador, después de tantos años de esfuerzos, de luchas, de dificultades, está consciente que Dios es tan bueno que, una vez creados por Él los hombres, quiere que todos lleguen al conocimiento de la verdad y se salven (MTR 193,1). Es la convicción con la que inicia las Meditaciones para los Hermanos y Docentes a quienes prepara momentos de Retiro durante el verano. Tras casi cuarenta años de servicio a los niños pobres, soportando adversidades por atreverse a impulsar una iniciativa que iba en contra de los moldes eclesiásticos, gremiales y escolares de su época, entiende que el sujeto preferencial de las escuelas cristianas es el niño pobre y, junto a él, la familia con quien establece profundos lazos de cooperación en las escuelas. Para nosotros, el cuarto icono lasallista que puede ayudarnos en esta reflexión, son los niños pobres de las escuelas, descritos por De La Salle en sus Meditaciones. De manera especial, la Meditación 86 para la Fiesta de la Natividad, podría ayudarnos a releer la opción cristológica por el pobre en el servicio educativo: Jesús no se contentó con nacer pobre. Como había escogido por herencia la abyección en el mundo, según lo que dice el Real Profeta, quiso realizar su entrada en él por un lugar donde fuera desconocido, donde no se tuviera ninguna consideración ni hacia Él ni hacia su santa madre, y donde estuviera abandonado de todos. Es verdad que lo visitan en su nacimiento, pero son sólo unos pobres pastores que no pueden tributarle otro honor que el de sus deseos; pero incluso es preciso que un ángel les anuncie, de parte de Dios, que el niño que acaba de nacer

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en Belén es su Salvador, y que su nacimiento será motivo de sumo gozo para todo el pueblo. Fuera de estos pobres pastores, nadie piensa en Jesús cuando nace. Y parece incluso que Dios no quiere que los ricos e importantes puedan llegarse a él, pues el ángel que anuncia su venida no da a los pastores otra señal para reconocerlo que el estado pobre y abyecto en que lo han de hallar, capaz sólo de repugnar a quienes no estiman más que aquello que deslumbra. Nosotros, al elegir nuestro estado, debimos estar resueltos a vivir en la abyección, igual que el Hijo de Dios al hacerse hombre; pues eso es lo más relevante en nuestra profesión y en nuestro empleo. Somos pobres Hermanos, olvidados y poco considerados por la gente del mundo. Sólo los pobres vienen a buscarnos, y no tienen más nada que ofrecernos más que sus corazones, dispuestos a recibir nuestras instrucciones (MDF 86,2). En esta Meditación identificamos cuatro ideas sustanciales. Primera, ubica la comunidad de los Hermanos desde la realidad de pobreza que han


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Lasallista asumido en fidelidad al proyecto de educación de los niños pobres, dentro de una sociedad profundamente desigual, determinista y descalificadora. Ser pobre implica no ser reconocido por quienes dictan las pautas en la sociedad. Es colocarse en la periferia, no en el centro de las decisiones. Implica entregar la vida en el servicio educativo hacia aquellos que sólo pueden agradecernos con su amistad. Significa un cambio de lugar social para aquellos que quieren colaborar con el proyecto salvífico de Dios. Los satisfechos no tienen nada que buscar, ya están saciados. Segundo, la condición humilde y pobre recuerda el pesimismo teológico del siglo XVII; rescatamos de él la imagen del Dios que es capaz de abajarse, de encarnarse, de humillarse para caminar con el hombre en su propia realidad. Recordamos las palabras del profeta: Mis planes no son vuestros planes (Is 55,8). Dios rompe la lógica del mundo; nace donde nadie le espera, y se da a conocer incluso a aquellos que no esperan recibir nada. Esta convicción nos recuerda que debemos revisar periódicamente la imagen de Dios que fundamenta nuestra fe; Él se hace el escurridizo con quienes desean atraparlo y poseerlo para sí. Tercero, la experiencia del encuentro con Dios no es un asunto que compete exclusivamente al área personal; es la comunidad quien es convocada; es ella quien conoce al Señor y se siente comprometida en darlo a conocer a otros. Es la comunidad de los Hermanos quien busca y es buscada por los niños pobres que vienen a las escuelas. No hay protagonismo personal porque Dios llama y salva “en racimo”. El “nosotros” representa el espacio existencial donde Dios se comunica y donde interpela al corazón de los hombres. Cuarto, sólo un Hermano pobre puede ser entendido por un niño pobre. Hay empatía en la pobreza: se trata de un lenguaje común, nacido de la convicción de ser hijos en el Hijo, de ser testigos de una verdad que no puede quedarse escondida. Y se trata nada menos de tocar el corazón y dejarse tocar. El corazón representa el centro de la persona humana, el lugar donde Dios llama y el hombre responde, el lugar de la evangelización. El Hermano, el Maestro, deben prepararse para dialogar con el niño y el joven que Dios ha puesto en su camino. Es el verdadero acto de pobreza: desprenderse de todo

aquello que no promueve ni permite el encuentro con el otro que me interpela. Nuestros alumnos estarán dispuestos a recibir nuestras instrucciones, nuestros esfuerzos, nuestra propuesta educativa si descubren que nosotros estamos disponibles para vivir con ellos la experiencia de la escuela. No somos funcionarios; tampoco simples profesionales de la educación. Somos ministros de Jesucristo en la escuela. En la diversidad propia de las obras lasallistas de nuestra Región, el icono de los niños pobres de las escuelas es una llamada a revisar el sentido que tienen las comunidades de Hermanos y Laicos en el mundo concreto de la educación del continente.

4.Discernir desde la experiencia fundante del Dios vivo Los iconos que hemos revisado anteriormente, propios de la experiencia de nuestra familia religiosa, nos acercan al núcleo de nuestra reflexión: la experiencia fundante del Dios vivo, que llama comunitariamente para el servicio educativo de los pobres, da razón y sentido a la experiencia de Hermanos y Docentes que desean vivir el carisma educativo heredado de La Salle. Precisemos algunas ideas. Cuando hacemos referencia al concepto de familia, estamos hablando de un universo de hombres y mujeres, cada uno con su historia personal, que en algún momento de su existencia comienza a participar de una comunidad con una identidad propia, construida en torno a la figura de San Juan Bautista De La Salle. Esta narrativa de fe implica un lenguaje, una iconografía, una forma de trabajo; todo está organizado en función de proponer un proyecto de educación cristiana local que tiene una referencia distrital, regional e internacional. En algún momento de la historia particular de cada quien, esta propuesta se convierte en invitación

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Lasallista personal; algunos abrazan un compromiso radical de seguimiento de Jesucristo en la vida religiosa de los Hermanos; otros, consideran con seriedad el asumir la perspectiva ministerial del maestro cristiano comprometido en la escuela lasallista. Cada quien, desde su propia decisión de vida, siente, sin embargo, que el carisma de La Salle le plenifica y le impulsa a descubrir el proyecto de Dios para su vida. Es la experiencia de Dios, indispensable para entender el camino que una vez La Salle vivió con un grupo de Maestros en Reims, allá desde el año de 1679. También es indispensable para evitar encuadrar la vida de los Maestros en el esquema de vida de los Hermanos; cada uno está llamado a ser fiel a su vocación específica. Es la actitud que consideramos pertinente al momento actual porque aporta solidez al proyecto común. Nuestra familia tiene una historia. Pero, desde el aquí y el ahora, cada Hermano y cada Educador comprometido en la escuela cristiana está llamado a construir su propia historia de salvación, junto a otros, con quienes descubre el paso de Dios en su vida. Y no hablamos de hombres y mujeres totalmente construidos; muchas veces, a partir de la fragilidad de sus existencias, donde conviven la incoherencia y el deseo de ser mejores, es donde Dios se muestra cercano; en la debilidad, no deja de manifestarse. La relación interpersonal va fortaleciendo los lazos de una fraternidad humana y espiritual, que sin la referencia explícita a Jesucristo no tiene capacidad para salir de sí misma para ir al encuentro con el más necesitado. Por eso, ¿de qué sirve tener una hermosa fraternidad si no se cuenta con un proyecto de entrega y de servicio? La comunidad existe para una misión, no para el disfrute egocéntrico de una fraternidad que se satisface a sí misma. En ella, el Dios exigente irrumpe para socavar las seguridades y para alentar nuevos

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proyectos. Por eso, es la comunidad la que discierne la misión para enviar en nombre de ella a los Hermanos y Laicos a desarrollar servicios educativos concretos en un tiempo determinado. Y ¿dónde están las estructuras que hacen posible y que sostienen esta experiencia? La presencia de los Laicos en las escuelas lasallistas, y su interés por asumir compromisos mayores, ha llevado al Instituto a plantearse también algunas estructuras que les ayuden a vivir el carisma, pero respetando su condición particular laical, sin que pierdan su identidad propia, hecho que traicionaría la riqueza del laicado y su contribución a la Iglesia. Las experiencias responden a estilos locales que continúan su desarrollo. Las estructuras que existen hasta ahora son consecuencia de un itinerario institucional. Los Hermanos intentan hoy en día renovar el sentido de la asociación primera –la asociación para el servicio educativo de los pobres- que dio lugar a la experiencia que viven como Instituto de derecho pontificio compuesto exclusivamente por religiosos laicales (cf. Regla 2). A partir de esa experiencia, son conscientes de actuar como corazón, memoria y garantía del carisma lasallista; por eso, lo comparten con generosidad a todos aquellos que se sienten llamados a vivir la experiencia ministerial del Maestro cristiano. Creemos que aquí está el desafío actual: construir la experiencia de la Familia Lasallista, ayudando a que cada quien fortalezca su identidad propia y sea coherente con el llamado que ha recibido de Dios. En primer lugar, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fortaleciendo su identidad propia desde la relectura de su experiencia fundante; junto a ellos, los Laicos, definiendo su presencia dentro de una Iglesia Pueblo de Dios – Comunión, abierta al desarrollo de los carismas y ministerios para el servicio de todos. Esto exige del ejercicio del discernimiento. Por eso, frente a tales retos, ¿cuáles serían los elementos que podrían iluminar esta experiencia hoy? Entendiendo que la asociación es para la misión, y ésta se expresa de manera explícita en el servicio educativo de los pobres, estamos invitados a recorrer un itinerario de búsqueda cuyos hitos podrían ser:


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Lasallista ·

·

·

·

Una imagen de Dios consecuente con la experiencia de un Dios vivo y presente, que llama y envía, que manifiesta su voluntad explícita de salvación a todos los hombres, de manera privilegiada desde la educación de los niños, jóvenes y adultos. Un ambiente físico, relacional y espiritual que “hable de Dios”, es decir, coherente con las intencionalidades expresadas en un proyecto educativo que haga posible la salvación para todos. Espacios de oración y reflexión personal y comunitaria, donde la realidad vivida en la escuela pueda dialogar con la Palabra de Dios, donde el Espíritu se manifieste para renovar la mirada, la acción y el compromiso de quienes se sienten convocados a ser testigos de Jesucristo, sus embajadores y ministros. Una experiencia de Dios compartida y madurada, producto de la formación permanente de Hermanos y Maestros que buscan comprender la realidad desde las claves del Evangelio. Esto implica no sólo un conocimiento teórico, sino también el diálogo y el acompañamiento espiritual apropiado para saber leer en la vida cotidiana el paso de Dios.

orientador; dispuesta a servir y no a ser servida, sin que por ello se diluya en la ambigüedad. ·

Una comunidad local de Hermanos abierta, acogedora, comprometida a hacer camino con los Maestros en espacios de oración y de acción, que quiera hacer camino con ellos desde su propia realidad, manifestándose tal cual es.

5. Una invitación a caminar La Salle en América Latina y el Caribe viven esta realidad asociativa a diferentes velocidades. Cada quien, desde su realidad particular, ha entendido e impulsado la vivencia del carisma entre Hermanos y Laicos. Entre los Hermanos, los procesos de formación inicial definidos para la Región siguen su curso; hoy, todos los Distritos cuentan con programas y casas de formación interdistritales que han ayudado a sembrar un espíritu de interdependencia, sobre todo entre los Hermanos jóvenes. No dudamos que los procesos de restructuración de los Distritos también ayudarán a fortalecer los procesos de formación permanente de los Hermanos en general, por las dinámicas de conocimiento mutuo y apoyo que impulsarán en los años próximos. Con respecto a los Laicos, vemos con entusiasmo la preocupación de casi la totalidad de los Distritos en llevar adelante procesos de formación permanente para todos sus maestros y colaboradores laicos. Conscientes de que sólo desde la experiencia de fe es posible fundar una familia con un carisma particular, consideramos que el reto sigue siendo la formación cristiana y lasallista del conjunto de Maestros que hoy trabajan en las obras educativas.

·

Espacios para crear, impulsar, romper con las comodidades y las seguridades que limitan las invitaciones del Espíritu. Estar disponibles para salir del centro a la periferia, para descubrir mundos nuevos, para atreverse a cambiar. Pero no por espíritu de aventura, sino por exigencias de una realidad que nos cuestiona y pide nuevas respuestas.

·

Estructuras comunitarias que eduquen en el diálogo, en función de la búsqueda compartida de la voluntad de Dios para el desarrollo de un proyecto común.

Además de fortalecer los procesos de formación de Hermanos y Laicos, es indispensable seguir promoviendo experiencias de servicio que ayuden a vivir desde la realidad las exigencias de la asociación.

·

Una autoridad consecuente con los procesos pastorales necesarios de animación, capaz de llevar adelante un acompañamiento fraterno, exigente y

Entendemos que sólo a partir del contacto con la realidad podremos reconocer los desafíos que implica el dejarse conducir por el Espíritu que sopla donde quiere, que habla a través de múltiples mediaciones (la Palabra de Dios, la comunidad de referencia, el contacto directo con

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Lasallista las situaciones de pobreza y marginación) y que nos permite comprender que el itinerario vocacional de cada uno exige el acompañamiento de una comunidad de fe y de vida capaz de motivar, impulsar y recrear el carisma heredado desde los cuestionamientos de la realidad de hoy. Juan Bautista De La Salle supo formar una comunidad de maestros capaz de asumir con radicalidad un proyecto de educación cristiana. En el siglo XXI, los Lasallistas, Hermanos y Laicos, seguimos buscando nuevas experiencias comunitarias que nos permitan responder a los desafíos de la educación cristiana de los niños, jóvenes y adultos, sobre todo de aquellos que no tienen ninguna alternativa para salir de su condición de pobreza, cualquiera que ella sea.

Preguntas para la reflexión 1. ¿Cuál es la imagen de Dios que sostiene tu vida de fe? En tu historia personal, ¿cómo entiendes el paso de Dios en tu vida? 2. ¿Qué impacto tiene la persona de Jesucristo en tu vida personal, familiar y profesional? ¿Es referente para ti? ¿Qué lugar tiene el Evangelio en esa experiencia? 3. ¿Quiénes han sido para ti los iconos de la presencia de Dios en tu experiencia dentro de una obra lasallista? 4. ¿Qué experiencias de acompañamiento fraterno has experimentado en tu trabajo cotidiano? 5. ¿Qué pobrezas de los niños, jóvenes y adultos con quienes trabajas te cuestionan más y por qué? 6. ¿Qué estarías dispuesto a aportar y qué pedirías para incentivar la asociación para el servicio educativo de los pobres en la obra educativa donde trabajas?

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Referencias bibliográficas Bannon, Edwin (2004). La Salle: Peregrino y Fundador. Bogotá: Región Latinoamericana Lasallista (Trabajo original publicado en 1988) Blain, Juan Bautista (2005) Vida del Padre Juan Bautista De La Salle, Fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Bogotá: Región Latinoamericana Lasallista. Libro Primero (Trabajo original publicado en 1733) Botana, Antonio (2008). Vocabulario Temático de la Asociación Lasaliana. Roma: Casa G e n e ra l i c i a F S C . E n s ay o s Lasalianos 3. Elizalde. Oscar (2009). Eclesiología Pueblo de Dios – Comunión: de Medellín a Aparecida. Disponible: http://www.relal.org.co/docum entos/Recursos/eclesiologia/Pu eblo%20de%20DiosComunion%20(Hno%20Oscar%2 0Elizalde).pdf Díaz Díaz, Diego (2009). Eclesiología Pueblo de Dios. Disponible en: http://www.relal.org.co/docum entos/Recursos/eclesiologia/Pu eblo%20de%20Dios%20(Hno%2 0Diego%20Diaz).pdf Hermanos de las Escuelas Cristianas (1977). La misión lasallista. Educación humana y cristiana. Una misión compartida. Roma: Casa Generalizia. (2001). San Juan Bautista De La Salle. Obras completas. Madrid: Ediciones San Pío X. (2005). Asociados para la Misión Educativa Lasaliana. Roma: Casa Generalizia. Boletín N° 250. (2007). Documentos del 44° Capítulo General ”Ser Hermanos hoy: ojos abiertos, corazones


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Lasallista encendidos” Roma: Casa Generalizia. Circular 455. Johnston, John (1988). El destino del Instituto : nuestra responsabilidad. Roma: Casa Generalizia. Carta Pastoral del Hermano Superior General del 1° enero 1988. Lauraire, Léon (2001). La Conduite, approche contextuelle. Rome : Maison Saint Jean-Baptiste De La Salle. Cahiers Lasalliens 61. Nery, Israel José (2009). Pueblo de Dios y Eclesiología en la Biblia, en la Tradición y hoy. D i s p o n i b l e e n : http://www.relal.org.co/documentos/Recursos /eclesiologia/Pueblo%20de%20dios%20y%20Ec lesiologia%20%20(Hno%20Israel%20Nery).pdf

España. Revista de Psicología general y aplicada. Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 52 (2-3) 287-299. Por icono entendemos un signo que ayuda a comprender una realidad. Los iconos lasallistas que proponemos son personas concretas en la experiencia histórica de San Juan Bautista De La Salle que hoy nos invitan a tomar conciencia sobre los elementos esenciales del discernimiento. Desde la fragilidad de la experiencia humana, nos hablan del paso de Dios en nuestras vidas.

Poutet, I. (1988). Jean-Baptiste De La Salle aux prises avec son temps. Rome : Maison Jean-Baptiste De La Salle. Cahiers Lasalliens N°48

Sugerimos la lectura previa de: La Eclesiología del Vaticano II del Hno. Edgar Genuino Nicodem; Eclesiología, Pueblo de Dios-Comunión del Hno. Oscar Elizalde; Eclesiología Pueblo de Dios del Hno. Diego José Díaz Díaz, y Pueblo de Dios y Eclesiología en la Biblia y en la Tradición aquí y hoy del Hno. Israel José Nery. Estos documentos están publicados en www.relal.com.co y fundamentan esta reflexión.

Sauvage, Michel y Campos, Miguel (1977) Juan Bautista de La Salle. Experiencia y enseñanza espirituales. Anunciar el Evangelio a los pobres. Lima: Bruño (Trabajo original publicado en francés en 1977).

Cf. Documento de Aparecida, La opción preferencial por los pobres y excluidos, N°391398.

Nicodem, Edgar Genuino (2009). La Eclesiología del Vaticano II. Disponible en: http://www.relal.org.co/documentos/Recursos /eclesiologia/la%20Eclesiologia%20del%20Vatic ano%20II%20(Hno%20Edgar%20Nicodem).pdf

Watrigant, W. (1923). Soeur Louise de Parménie. Enghien : Collection de la Bibliothèque des Exercices de saint Ignace. N° 83

Notas: Sin entrar en detalles polémicos acerca del uso del término “cultura organizacional”, propio del mundo de la gerencia, queremos indicar que las escuelas lasallistas comparten elementos comunes que le brindan una identidad: la disposición de los locales, los símbolos, el lenguaje, los iconos… todo va colaborando en el desarrollo de una red de significados que son apropiados y reinterpretados por los Hermanos, Maestros, Estudiantes y Familias que forman parte de ese universo escolar. Para la revisión del concepto de cultura organizacional sugerimos el texto de Sánchez García, José C., Alonso, Esteban y Palací, F. (1999). El concepto de cultura organizacional, sus fundamentos teóricos e investigación en

Autores: Prof. Santiago Amurrio, Delegación de Chile Ir. Paulo Fossatti, Distrito de Porto Alegre H. Diego Muñoz, Distrito México-Norte Equipo de Reflexión MEL – RELAL Marzo 2010

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Personaje

Lasallista

en Lembecq-lez-Hall, en Bélgica, donde un año después ingresó en el Noviciado. Emitió sus primeros votos el 10 de octubre de 1927. Regresó a Bujedo para continuar sus estudios. E1 24 de agosto de 1929 fue destinado a la Comunidad de Astorga, en la provincia de León. En este lugar, de gentes sencillas y agradecidas realizó la mayor parte de su apostolado. Se entregó con ilusión a la clase. Y animó con entusiasmo diversas obras de apostolado extraescolar, sobre todo con los miembros do La Cruzada Eucarística, a los que dedicó su ardoroso corazón. También se manifestó decidido difusor de la prensa católica, por la que sentía singular interés. Colaboró con frecuencia en el periódico local «La Luz de Astorga» y en alguna revista de alcance nacional.

San Benito de Jesús Hno. Héctor Valdivielso Sáez (1910 – 1934) Sus padres se trasladaron a la inmensa metrópoli de Buenos Aires algunos años antes de su nacimiento que tuvo lugar allí el 31 de octubre de 1910. Por eso, desde niño, manifestó inmenso amor por la gran nación Argentina. Fue bautizado en la iglesia de S. Nicolás de Bari, en la citada ciudad. Y era muy pequeño cuando regresó con sus padres a España, estableciéndose en Briviesca, en la provincia de Burgos, que era la tierra de sus antecesores. En esta localidad conoció a los Hermanos de la Escuelas Cristianas, quienes tenían su centro de formación en el cercano pueblo de Bujedo. Ingresó el 31 de agosto de 1922. Su padre emigró de nuevo a México, lo que originó una correspondencia abundante que nos permite hoy conocer los sentimientos infantiles, y más tarde juveniles, del futuro mártir. Por sus cartas descubrimos la grandeza y universalidad de su espíritu. Aceptó con regocijo la invitación que le hicieron los Superiores para ofrecerse como misionero en otros países. Pensaba especialmente en su Argentina. Y por eso, el 7 de agosto do 1924 llegó a la Casa Central del Instituto,

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En Septiembre do 1933, año de la secularización, fue enviado a Turón .Para 1934 estalla la revuelta popular. El 5 de octubre los revolucionarios asaltan el colegio y la casa de los Hermanos. La comunidad religiosa y el sacerdote son detenidos en la Casa del Pueblo. El 9 de octubre a la una y treinta de la madrugada, son fusilados y enterrados en una fosa común en el cementerio de Turón. La razón: "por odio a la fe"... En el corto tiempo que permaneció en la cuenca minera, se mostró, como siempre había sido, plenamente entregado a la clase y a las obras juveniles de la Cruzada Eucarística y de la juventud de Acción Católica. Su consagración a estos jóvenes le convirtió en candidato predilecto para el martirio. Beatificado el 29/04/1990 - S.S. Juan Pablo II Canonizado el 21/11/1999 - S.S. Juan Pablo II

Fiesta: 9 de octubre Tomado del Libro: Santos, Beatos y Venerables Lasalianos de ayer y de mañana. www.lasalle.org


Nuestras

Obras Lasallistas

Vista aérea del Colegio La Salle - Margarita, Colón

Cronología de La Salle en Colón Desde el año de 1905, los Hermanos de La Salle dirigían una escuela pública. En 1908 comienzan a interesarse por un colegio para atender a la juventud colonense. El 1° de abril de 1909, se instaló la comunidad y el 15 iniciaron clase los primeros 6 alumnos. Su nombre sería Cristóbal College, situado en la Ave.. Rail Road y H. Lane, para 1910 se matricularon 48 alumnos…y terminaron en 40. En los años de 1915-1916 el colegio pasó a llamarse Saint Josephs College. En 1924 se venden los locales del colegio a la gobernación y se consiguen los terrenos con la Compañía del Ferrocarril de C/9-10 y Meléndez.

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Nuestras

Obras Lasallistas

El 19 de julio de 1925 se colocó la primera piedra y el 19 de febrero de 1926 se mudan las instalaciones del colegio al lugar donde se encuentra actualmente. Para 1928 se hizo una nueva construcción sobre la calle 9. En noviembre de 1944 se construyó el ala derecha sobre la calle 9. El 15 de mayo de 1945 se colocó la estatua de San Juan Bautista De La Salle en la Catedral. El 16 de noviembre de 1951 se bendijo el monumento a La Salle en la Avenida Central. El 11 de marzo de 1957 se inician los trabajos de construcción del pabellón en calle 10 Meléndez para la Primaria y se inauguró el 5 de noviembre (Día de Colón) del mismo año. El 10 de abril de 1972 se abre mixto el II Ciclo: varonesseñoritas. Para 1977 se inician los contactos para el traslado del Colegio a posibles locales en las áreas revertidas, sobre todo por el sector de France Field. Entre 1993 y 1994 se destruyen las casas detrás del colegio, se inicia la construcción del actual gimnasio, que se inaugura el 7 de diciembre con la misa de despedida de los bachilleres. Tras bastantes diligencias entre los años 1990-1995, el 24 de mayo la ARI, comunica a los Hermanos que se alquilará la Escuela Elemental de Margarita, que revertirá días después.

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El 5 de julio se hace la entrega oficial de los americanos a los autoridades panameñas y en la misma ceremonia, del Gobierno Nacional a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. El 31 de julio de 1995, al finalizar las vacaciones de medio año, se inauguró la Salle de Margarita con 624 alumnos de la Primaria. La Secundaria siguió en Colón, mientras se construían las aulas necesarias en Margarita. El primer día de clase de 1997 se inaugura la Secundaria de Margarita, pasando los alumnos del S. José Paulino y de la Asunción a ocupar las instalaciones del c/10 y Meléndez todas bajo la dirección de los Hermanos de La Salle. En el año 2001 se construyó la casa de Convivencias “Nuestra Señora de La Estrella” para uso de os estudiantes en las convivencias juveniles de las obras de Colón. C o m o re c u e rd o i m p e re c e d e ro d e l Centenario de los Hermanos en Colón, se construyó la Escuela San Miguel Febres Cordero (Santo Hermano ecuatoriano que pasó por Colón varias veces). Inaugurándose dicha obra el 4 de marzo de 2002. College. Para 1924 se venden los locales del colegio a Tomado de: la Cronología gobernación y seObras consiguen los en terrenos de las Lasallistas Colón con la Compañía del Anuario Ferrocarril C/9-10 y 2009de - Margarita Meléndez.


Nuestras

Obras Lasallistas

El Colegio La Salle - Margarita cuenta con Preprimaria Primaria, Secundaria y Bachillerato El Colegio De La Salle de Margarita cuenta con un plantel dedicado a la educación de más de 1,000 niños, niñas y jóvenes colonenses...

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Conociendo el Colegio La Salle -Margarita

Momento cultural del Colegio La Salle - Margarita

Banda musical del Colegio La Salle - Margarita

Alumnos y Alumnas del Colegio La Salle - PanamĂĄ

NiĂąas haciendo deporte del Colegio La Salle -Margarita

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Comunidad

Educativa

Horizonte Pedagógico-Pastoral Proyecto Educativo Regional Lasallista Latinoamericano

Los lasallistas, apasionados por el evangelio de Jesucristo, cooperamos en la construcción del Reino de Dios, en Latinoamérica y el Caribe, a través de la educación.

I. Introducción: Una mirada a la realidad

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. La vida de los pueblos Latinoamericanos y Caribeños se desarrolla en medio de luces y sombras. Así lo declara la Conferencia del Episcopado de la región, al reconocer que estos pueblos viven hoy una época marcada por grandes cambios que afectan profundamente sus vidas. La novedad de estos cambios, a diferencia de los ocurridos en otras etapas de la historia, es su alcance global, aunque con diferencias y matices, según las zonas. Habitualmente, nos referimos a ellos como el fenómeno de la Globalización. Este fenómeno ha tenido consecuencias, tanto positivas como negativas, en todos los ámbitos de la vida social y cultural, pues su impacto se percibe en la economía, la política, la ecología, la ciencia, la tecnología, la educación, el deporte, el arte y, naturalmente, la religión. El impacto ha sido tal que influyentes pensadores contemporáneos1 afirman que este fenómeno ha traído aparejada una crisis de sentido.2

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. Afortunadamente, observamos en los pueblos de la región tradiciones y características culturales con suficiente vitalidad para superar la crisis de sentido, tales como la riqueza de las cosmovisiones de su diversidad étnica, su reflexión filosófico-teológica, su religiosidad popular, su actitud solidaria, su respeto por la vida, etc. . En el ámbito educativo, América Latina y el Caribe enfrenta grandes desafíos. En efecto, las nuevas propuestas educacionales en esta región del continente, diseñadas para adaptarse a las exigencias derivadas del cambio global, se sustentan en visiones parciales de la persona, ya que descuidan el desarrollo de dimensiones fundamentales de la misma y conciben la educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado. Por otra parte, estas propuestas, con frecuencia, promueven posturas contrarias a la vida y a la familia, y descuidan enseñar formas de participación ciudadana que ataquen de raíz las causas estructurales de la desigualdad en nuestras sociedades y construyan la paz. 3

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. La propuesta educativa lasallista, en contrapartida, pretende desarrollar todas las dimensiones del ser humano, incentivar la búsqueda de sentido, rescatar el valor de la vida; de esta forma, colabora activamente en la construcción de una sociedad más justa y fraterna. 1. Cf. Edgar Morin, Humberto Maturana, Juan Pablo II, 2. Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Págs. 53-62. (2007). 3. Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Págs. 168-186. (2007).

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Comunidad

Educativa II. El ideal que anima nuestro caminar El legado de De la Salle

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Movidos por el Espíritu y la fidelidad al Fundador, los lasallistas de Latinoamérica y el Caribe discernimos en los signos de los tiempos la voluntad de Dios, actualizamos el legado de San Juan Bautista De La Salle y lo encarnamos en nuestras culturas, a través de nuestras prácticas educativas.

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En virtud de este discernimiento e inspirada por este legado, nuestra presencia en esta región ha promovido, desde sus inicios hasta el presente, la formación humana y cristiana, mediante iniciativas creativas, cuyo impacto ha trascendido el ámbito escolar. El cambio vertiginoso del escenario social y las llamadas, en algunos casos verdaderos gritos, de los niños, los jóvenes y también de los adultos, nos interpelan con mucha fuerza4. Por ello, afirmamos que el fin del instituto, “educar humana y cristianamente a los niños, especialmente a los pobres”5, continua vigente porque responde a estas llamadas.

El sueño lasallista en América Latina y el Caribe.

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En este contexto de carencias y oportunidades, queremos ser una Región constructora de esperanza. Apasionados por el proyecto del Reino de Dios, seducidos por Jesucristo e impulsados por el Espíritu, buscamos hacer de la Región Lasallista Latinoamericana (RELAL) una comunidad de comunidades para el servicio educativo, especialmente de los pobres, en la que, juntos y por asociación, Hermanos, Seglares y otros Lasallistas respondamos a las urgencias educativo – pastorales del siglo XXI.6 Para hacer realidad este sueño, hemos construido participativamente este Horizonte Pedagógico – Pastoral, que pretende ser:

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· Una mirada al futuro, que recoge la riqueza de la presencia Lasallista en esta región del continente y la proyecta con nuevas respuestas a las nuevas necesidades de los niños,jóvenes y adultos del siglo XXI7; ·Una propuesta que oriente, unifique y dé sentido al conjunto de objetivos y acciones que desarrollamos, con el fin de ayudar al crecimiento humano y cristiano de las personas para quienes queremos ser signos de esperanza; ·Un referente para nuestra Misión, que tensione el caminar y comprometa con la construcción del proyecto del Reino de Dios8; y, ·el fundamento del PERLA.9

4. Cf. AIMEL 06. Orientación Fundamental Nº 1 Nuevas respuestas de la Misión a las nuevas realidades (2006) 5. RC. 1,3. 6. Cf. PERLA, pág. 2 (2007). 7. Cf. Discurso de clausura AIMEL 06 del Hno. Álvaro Rodríguez, Superior General, H.H. E.E. (2006). 8.Cf. Carta Pastoral a los Hermanos. Ser signos vivos de la presencia del Reino, en comunidad de Hermanos consagrados por el Dios Trinidad. 1.- Ser signos vivos de la presencia del Reino; apartado: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn. 10,10). (2008). 9.Cf. Proyecto Educativo Regional Lasallista Latinoamericano, versión 2007, pág. 21.


Comunidad

Educativa III. Dimensiones y principios orientadores Dimensiones del Horizonte

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. Las dimensiones que articulan este Horizonte son de carácter pedagógico y pastoral, ambas esenciales para el desarrollo de la Misión Lasallista.

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A continuación presentamos un conjunto de principios relativos a cada una de éstas dimensiones, que pretenden convertirse en un referente común para la acción y, de esta manera, orientar y dar sentido al caminar Lasallista en nuestros Distritos.

Dimensión Pedagógica La persona como centro de la formación

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Las instituciones y las personas dedicadas a educar necesitan un determinado concepto de ser humano. Conscientes de este imperativo, los lasallistas fundamos nuestra tarea formadora en la visión cristiana de la persona. En consecuencia, descubrimos en ella la imagen de Dios Uno y Trino, seres en constante construcción y búsqueda de sentido, sostenidas por los distintos tipos de relación, que les permiten alcanzar su plena realización y la de sus semejantes, conforme al modelo de Jesús de Nazareth.

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Desde la óptica del Evangelio, una persona es, a la vez, don y tarea. Es don, por los talentos que le regala el Espíritu Santo para desarrollarse; es tarea, porque está en permanente construcción y evolución.10 Desde esta perspectiva, cada persona está llamada a crecer al máximo en una comunidad de discípulos, que le permita establecer una relación armónica consigo misma, una relación fraterna y solidaria con quienes la rodean, una relación respetuosa con la creación y, como culmen, una relación con Dios. A partir de esta visión cristiana de la persona y el mundo, los lasallistas:

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- creemos que los niños, jóvenes y adultos, que son acompañados por el conjunto de la comunidad educativa, son los principales responsables de su propia formación; - optamos por un currículo centrado en la persona. Éste presenta las distintas disciplinas no sólo como un conjunto de conocimientos por construir, sino también como un conjunto de valores por apropiar y de verdades por descubrir. De este modo, pretendemos el desarrollo integral y armónico de cada quien, para que responda a su vocación más profunda de ser humano.11 Esta integralidad le da su carácter humanista al proceso

10. Cf. Deus Caritas Est. Primera Carta Encíclica de SS Benedicto XVI. (2006) 11. Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Pág. 168 – 186. (2007)

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Comunidad

Educativa ·

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proponemos, con el magisterio eclesial, el crecimiento en la libertad responsable a partir de una educación liberadora12, dirigida a que los niños, jóvenes y adultos asuman activa y responsablemente su libertad, para contribuir a la tarea de la construcción y de la transformación social13; y, buscamos responder, con audacia y creatividad, a las urgencias educativas tales como, la democratización del conocimiento, las nuevas tecnologías, la educación de calidad, la promoción del desarrollo humano sostenible y el respeto y defensa de los derechos de la niñez y juventud14, con el propósito de que las personas puedan alcanzar su realización plena.

Proceso enseñanza-aprendizaje Teniendo presente el interés del Fundador en la buena marcha de la escuela, la tradición pedagógica del Instituto y la realidad educativa actual: -

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entendemos la enseñanza aprendizaje como un proceso de construcción activa de los conocimientos que tiene lugar a lo largo de toda la vida; estimulamos la innovación educativa, con el fin de incrementar la calidad de la respuesta a los nuevos desafíos educativos; diseñamos y utilizamos metodologías que generen aprendizajes significativos; y promovemos una reflexión permanente y crítica de las prácticas docentes, para adaptarlas a los nuevos estilos de aprender de los estudiantes y, también, reforzar la significatividad del rol docente.

Los actores del proceso educativo Entendemos la educación como un proceso intencionado, sistemático, permanente e integral, que, para lograr sus fines, requiere la participación corresponsable de los siguientes actores:

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· los niños, jóvenes y adultos, de acuerdo con su nivel de madurez, son protagonistas de su proceso formativo, porque resuelven problemas y toman decisiones constantemente, al interactuar con su medio; · el docente es mediador del proceso de aprendizaje; por eso, establece interacciones educativas que favorecen el desarrollo del potencial de los niños, jóvenes y adultos, y diseña experiencias pedagógicas que facilitan el encuentro consigo mismos, con los demás, con el entorno y con Dios; · la familia, primera educadora15, propone y modela valores y actitudes, y coloca los cimientos del crecimiento de la fe; · otros integrantes de la comunidad educativa contribuyen, de formas diversas, a hacer efectiva la propuesta pedagógica y pastoral Lasallista. Reconocemos que existen otros actores sociales cuya influencia en el proceso educativo no puede ignorarse, especialmente la de aquellos, como las redes sociales de internet y, en general, los medios masivos de comunicación, que presentan ofertas axiológicas atractivas y que, en no pocos casos, se distancian de la nuestra. No obstante, estos actores representan, al mismo tiempo, una oportunidad para formar el juicio crítico de los niños, jóvenes y adultos que ayudamos a educar. 12. Cf. II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 1968, No. 4. Freire, P., Pedagogía de la Esperanza, 1993. 13. Cf. II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 1968, No. 4. Freire, P., Pedagogía de la Esperanza, 1993. 14.Cf. Documento de Puebla, No. 1025 15.Cf. La familia pasado y presente, El Correo de la UNESCO (1989, Julio). La educación encierra un tesoro, J. Delors, UNESCO, (1996). V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Pág. 168 – 186. (2007)


Comunidad

Educativa La comunidad educativa lasallista · se concibe a sí misma como lugar de reflexión y diálogo que reconoce la diversidad y estimula la observación y el estudio crítico de la realidad. También se percibe como espacio de encuentro con Dios, a través de la integración del diálogo fe y cultura en el proceso formativo. De esta concepción se desprende una formación atrayente para niños, jóvenes y adultos, que los desafía a dar lo mejor de sí, para lograr el desarrollo de habilidades, actitudes y valores que favorezcan su integración a una sociedad en constante cambio, con una postura crítica; y,

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· contribuye así a formar personas comprometidas con la misión humanizadora y evangelizadora de la iglesia y a trabajar por la superación de las necesidades reales de Latinoamérica y el Caribe: la superación de la pobreza, el respeto por la naturaleza y el medio ambiente, la incorporación de los pueblos indígenas, los migrantes y los desplazados, la promoción de la justicia y la paz y la convivencia democrática, entre otras.

Dimensión Pastoral Centralidad de Jesucristo

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La persona y el mensaje de Jesucristo son el centro y punto de partida de nuestra misión educativa. Por él somos convocados a participar en la comunidad eclesial y enviados como sus ministros y embajadores16 a anunciar la buena nueva a los niños, jóvenes y adultos con quienes compartimos la experiencia formativa.

Iglesia Pueblo de Dios- Comunión

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Nos reconocemos como parte activa de la iglesia, la cual entendemos como Pueblo de Dios – Comunión. Asociados a la acción salvífica de Dios, estamos invitados, junto con otros, a instaurar el proyecto de las bienaventuranzas para renovar la historia17. A ejemplo de San Juan Bautista De La Salle, y en comunión con la iglesia, acercamos los medios de salvación a los niños, jóvenes y adultos, particularmente a los pobres, creando espacios educativos, de variados tipos y niveles, que promuevan la construcción de un mundo más justo, fraterno y solidario.

Estilo Lasallista

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Siguiendo las enseñanzas del Fundador, vivimos el espíritu de fe y de celo como don recibido para el ministerio de la educación cristiana. De esta forma, imprimimos un sello particular a nuestro estilo educativo, el cual se caracteriza por la presencia constante entre los niños, jóvenes y adultos y por la relación fraterna con todos ellos18. Así, impregnamos la vida apostólica con el mensaje de Jesús y, como Él, realizamos todo para la gloria de Dios Padre.19

16.Mr. 195.2 17.Cf. Lumen Gentium; Capítulo II (1964) 18.Cf. Estudios Lasallanos N°13, capítulo V El Carisma en los documentos recientes del Instituto (2005). 19. Cf. Carta Pastoral a los Hermanos. Ser signos vivos de la presencia del Reino, en comunidad de Hermanos consagrados por el Dios Trinidad. 2.- En comunidad de Hermanos consagrados por el Dios Trinidad: somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros (Rom 12, 5) (2008).

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Comunidad

Educativa Valores Lasallistas: Fe, Fraternidad y Servicio

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Encarnamos el estilo educativo propio mediante la práctica de la fe, la fraternidad y el servicio.

Por la fe, reconocemos a Dios presente en nuestro caminar y en nuestros esfuerzos por instaurar su Reino.

En virtud de que nadie crece en la fe si no está inserto dentro de una comunidad20, la fraternidad se afirma como otro valor fundamental y característico de nuestro estilo educativo. De La Salle nos invita a vivir como hermanos entre nosotros y, en particular, como hermanos mayores de los niños, jóvenes y adultos confiados a nuestro ministerio. Este rasgo se hace visible en actitudes y hechos concretos, que muestran el amor misericordioso de Dios para sus hijos e hijas. El valor del servicio nace del ejemplo de Jesús, quien “no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos”21. Por eso, los lasallistas, nos entregamos al servicio de los demás, especialmente a los pobres. La práctica de estos valores resulta enriquecida por otras visiones culturales y religiosas. Por ello, acogemos la pluralidad cultural y religiosa de nuestros pueblos, con la certeza de que el diálogo inter-religioso nos permite expresar y experimentar mejor, en el contexto educativo, el misterio de Dios y su presencia en nuestras vidas

IV. Invitación y compromiso Participación transformadora

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Este Horizonte convoca a los lasallistas de Latinoamérica y el Caribe a participar, desde su vocación particular, en la transformación de la sociedad, mediante el servicio educativo inspirado en los valores del evangelio y dirigido especialmente a quienes los mecanismos sociales de exclusión alejan de las oportunidades de alcanzar su plena realización y salvación22.

Tomado de: http://www.relal.com.co/perla.htm 20. 1º Tes. 1 -3. 21.Mt. 20, 28 22. Cf. AIMEL 06 Orientación Fundamental Nº 3 Comprensión de la Misión Lasallana. Orientación Fundamental N° 6 Comprensión y proceso de la Asociación Lasallana (2006).

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ÂĄViva JesĂşs en nuestros corazones... por siempre!


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