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El fracasado socorro de Kinsale por Juan

Estatua de Red Hugh O’Donnell en Donegan

El fracasado socorro de Kinsale

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Red Hugh O'Donnell (príncipe de Tyrconnell) y Hugo O'Neill (príncipe de Tyrone) se habían sublevado contra el dominio inglés en 1594. Comenzaba entonces la llamada guerra de los nueve años. En el siguiente lustro, los sublevados consiguieron dominar casi toda Irlanda, después de derrotar a los ingleses en Clontibret y Yellow Ford. La reina Isabel I se vio obligada a enviar en 1599 un ejército de casi 17.000 soldados, al mando del conde de Essex (Robert Devereux). El citado conde apenas consiguió reducir el territorio ocupado por los independentistas y la reina se decidió a organizar otra expedición al mando de Lord Mountjoy (Charles Blount). Gracias a la traición de Niall Garve O'Donnell (primo de Hugh que aspiraba a sustituirle como señor del condado de Donegal o principado de Tyrconnell), conseguiría desembarcar en las proximidades de Derry (actualmente perteneciente al Ulster y en la frontera con el citado condado). Los sublevados tuvieron que batirse en retirada y pidieron ayuda a España. Se consideraban descendientes de conquistadores venidos de Iberia e incluso algunos llegarían a reconocer como rey a Felipe III (rey de España desde 1598).

Por fin, el monarca español se decidió a ayudar a los irlandeses y seguir la política de su padre, Felipe II. Pretendía minimizar el acoso de la piratería inglesa en las Indias, que tanto daño causaba al comercio español, así como contrarrestar el apoyo de Inglaterra a los sublevados de los Países Bajos. Con este fin, envió a Irlanda una flota de 33 barcos al mando del almirante Diego Brochero. Debía transportar los tercios del maestre de campo general Juan del Águila y del maestre de campo Francisco de Toledo, compuestos por cerca de 4.500 soldados.

La flota partió de Lisboa el 2 de septiembre de 1601, pero un tremendo temporal la dispersaría. Tres naves, con tropas al mando de Alonso de Ocampo, llegarían a Baltimore, al suroeste del condado de Cork. Brochero, con la mayoría de los navíos, conseguiría el 1 de octubre entrar en la ría formada por el río Brandon y desembarcar cerca de 3.000 hombres en Kinsale. Era una pequeña población de cerca de 400 habitantes, situada próxima y al oeste de la capital del citado condado, ciudad que tenía su mismo nombre. Fuertes vientos del norte le habían impedido entrar en Cork. Los otros 9 barcos, al mando de Pedro de Zubiaur, con más de 600 combatientes y gran parte de los abastecimientos, regresarían a La Coruña. Brochero había convencido a del Águila de desembarcar en el sur, porque el maestre de campo general consideraba más convenien-

te hacerlo en el norte de Irlanda. Las vicisitudes posteriores le darían la razón.

Del Águila, en principio, pensó unirse a los irlandeses en el condado de Donegal (principado de Tyrconnell), pero desistió al desconocer el terreno que debía atravesar para cruzar la isla de sur a norte. Sin víveres y abastecimientos, pues los restos de la escuadra de Brochero se habían vuelto a España, decidió organizar la defensa de las dos riberas de la desembocadura del río Brandon, mediante los fuertes de Castlel Park y Ringcurran, y resistir el futuro y previsible cerco de Kinsale, por parte inglesa, en espera de recibir refuerzos de España. Efectivamente, lord Mountjoy no tardó en acudir con cerca de 11.000 soldados, de los cuales más de 600 eran jinetes. Completaba el cerco una flota mandada por Richard Levison. Varias salidas de los españoles causarían muchas bajas a los británicos, pero no lograrían que levantaran el cerco. Los británicos reaccionaron y llegaron a tomar el fuerte de Ringcurran (10 de noviembre) e incluso Castlel ParK capitulaba el 29 de noviembre, pero fracasaron frente a la ciudad. Los prisioneros serían bien tratados con el fin de provocar la desmoralización de los defensores, que pasaban hambre y enfermedades. Aunque Del Águila ya había tenido cerca de 50 deserciones, igualmente bien acogidos por Mountjoy, se negaría con reiteración a rendirse. Una nueva flota, al mando de Zubiaur, formada por 10 navíos, que transportaba más de 800 soldados y los abastecimientos necesarios, había salido desde La Coruña para reforzar a Del Águila; pero, de nuevo, una gran tormenta le impediría atracar en Kinsale; sólo llegaron a las costas irlandesas del sur seis navíos, que se refugiaron en Roaring Water (extremo suroeste de Irlanda) el 11 de diciembre. Con el fin de no perder más barcos atracaron en Castlehaven, un pequeño pueblo de pescadores de no más de 200 vecinos. Pedro López de Soto, que mandaba las tropas, rápidamente inició su fortificación. Animados los clanes irlandeses de la zona por la llegada de los españoles, reunieron cerca de 3.000 combatientes y pidieron a Zubiaur picas y arcabuces para luchar contra los ingleses, pero no hubo para todos. A pesar de ello, fueron ocupados varios puertos de la zona y organizado defensivamente el territorio.

Levison con 7 navíos, más potentes que los barcos españoles, intentó conquistar la plaza a mediados de diciembre. Llegó a hundir un galeón, pero, batido por los cañones españoles desde tierra, se vio obligado a retirarse. Esta victoria parcial animó de nuevo a los nobles irlandeses de la zona a reforzar con cerca de 1.200 combatientes a los líderes del norte, O’Donnell y O’Neill, en su intento de socorrer Kinsale. Sin embargo, Zubiaur y López de Soto apenas contribuyeron con 200 infantes al mando de Ocampo; habían conseguido organizar defensivamente el suroeste del condado de Cork y era necesario mantener los puertos seguros para recibir los refuerzos que se esperaban de España.

Efectivamente, O’Donnell y O’Neill, que, en un principio, no querían marchar hacia el sur y que disponían de más de 5.000 combatientes en sus principados del norte de Irlanda (Tyrconnell y Tyrone), se decidieron, al fin, a socorrer al pequeño Ejército español cercado en Kinsale. Las dos columnas del norte, después de una larga y dificultosa marcha de unos 350 ki-

Hacia el campo de batalla

lómetros, enlazaron en Brandon el 15 de diciembre. El itinerario seguido por la columna de O´Donnell transcurría más hacia el oeste que el de O’Neill. Red Hugh tuvo que soslayar un intento de interceptación de una fuerte columna inglesa enviada por Mountjoy y mandada por Carew. Con todo, llegó antes que su aliado O’Neill. A este último se le agregó una columna de 1.000 infantes, cuyo jefe era Tyrrell. Allí recibieron la noticia del desembarco de Zubiaur y del fracaso de Levison.

El único camino transitable del que disponía Mountjoy para recibir abastecimientos por tierra de Kinsale a Cork quedaba gravemente amenazado. De todas formas había recibido refuerzos y disponía de más de 12.000 soldados, así como de una gran superioridad en unidades de Caballería en número y potencia con respecto a las irlandesas.

El 24 de diciembre todas las columnas irlandesas estaban reunidas en Innishannon y quedaron totalmente cortadas las comunicaciones de los ingleses con Cork y Dublín. A pesar de haber reunido cerca de 6.000 combatientes, O’Neill no quería presentar batalla, consciente de la falta de medios y de instrucción de sus infantes, mal armados, sin picas para todos y sin mosquetes modernos. También tenía en cuenta la inferioridad de su Caballería (con demasiados jinetes montados sin estribos y con venablos), más apropiada para llevar a cabo emboscadas y acciones de guerrillas que para enfrentarse a la aballería inglesa con sus lanzas y protecciones. Por ello, prefería esperar a que Mountjoy no tuviera más remedio que rendirse por el hambre, enfermedades y la congelación de sus hombres. Entre las salidas durísimas de las unidades españolas de Kinsale y las inclemencias del invierno ya había tenido aproximadamente 6.000 bajas. Sin embargo, O’Donnell consideraba vergonzoso no acudir a socorrer a del Águila. En el consejo de guerra ganó la postura del príncipe de Tyrconnell y se decidieron a dar batalla.

Mountjoy, por su parte, mandó a una pequeña unidad destacada de su Caballería de vanguardia a vigilar los movimientos de los irlandeses, a la que seguían dos regimientos de Infantería; a continuación marchaba su Caballería más potente y, como reserva, otro regimiento de Infantería. Había dejado de vigilancia del cerco de Kinsale nada menos que 9 regimientos de Infantería y 3 unidades de Caballería al mando de su segundo, Carew. Sabía que en el cuerpo a cuerpo los españoles eran superiores a sus infantes y no quería ser atacado por su retaguardia. Lo había comprobado en las reiteradas salidas de la ciudad ordenadas por del Águila. En la noche del día 2 al 3 de enero de 1602, los irlandeses iniciaron la progresión hacia los campamentos ingleses. Marchaban en tres columnas mal articuladas y peor coordinadas hacia la colina de Coolcarron. Por lo ocurrido posteriormente, hubiera sido mejor atrincherarse allí para esperar el ataque enemigo, que Mountjoy no hubiera tenido más remedio que llevar a cabo. Las tropas irlandesas no estaban debidamente instruidas y adiestradas, ni tenían las armas adecuadas, para enfrentarse a los ingleses en campo abierto. En la citada colina podría establecer una fortificación de campaña donde entraría parte de su fuerza, dejando al resto de sus infantes y jinetes para efectuar emboscadas, que era lo mejor que sabían hacer. La columna de vanguardia iba al mando del capitán Tyrrel. El grueso lo formaban las tropas de O’Neill con la mayoría de la Caballería irlandesa. Finalmente, O´Donnell capitaneaba la retaguardia. O’Neill, al comprobar que Mountjoy se dirigía a su encuentro, giró hacia el oeste para buscar el amparo de una turbera. Pero O’Donnell, en aquella noche de tormentas y pertinaz lluvia, perdería el contacto y no podría seguirle. Nada más cruzar la turbera, el conde de Tyrone desplegó con sus unidades formadas en cuadro, a la española, ocupando el flanco sur y el centro, mientras Tyrrell entraba en el flanco norte, pero en línea. La Caballería, en principio, entró en el flanco izquierdo, pero se situaría posteriormente detrás del centro, en reserva. Tenía la esperanza de parar y desgastar a los caballeros ingleses, para lo que envió una partida de mosqueteros al borde oeste de la turbera y siempre con la idea de retirarse. Sin contar con O’Donnell, todavía disponía del doble de combatientes que Mountjoy, pues éste se aproximaba con cerca de 2.000 hombres. Era plenamente consciente de su debilidad en campo abierto; pero los tiradores, que mandó desplegar en el borde de la turbera, ni tenían la entidad suficiente ni sus mosquetes eran modernos, por lo que no lograrían impedir que la

pequeña unidad inglesa de Caballería, que les había seguido, la cruzara sin problemas. Posteriormente, serían arroyados con facilidad por uno de los regimientos del grueso inglés.

Una vez cruzada la turbera, los jinetes ingleses de la vanguardia cargaron contra la formación de O’Neill, pero fueron rechazados con una densa descarga de fuego. Era una primera victoria, aunque momentánea. Inmediatamente, Mountjoy lanzó a toda su Caballería, 400 jinetes, contra el centro del cuadro irlandés, apoyados por los dos regimientos de Infantería de su grueso. O´Neill envió contra ellos a su Caballería, aproximadamente de la misma entidad numérica, pero sin las lanzas y protecciones adecuadas, por lo que no resistieron el choque y tuvieron que volver grupas. Lo harían fatalmente a través del cuadro irlandés que se desordenó. Apercibido Mountjoy, no dudó en aprovechar la ocasión y mandar al asalto a los dos regimientos. Los irlandeses se vieron, además, atacados por retaguardia por los jinetes de la vanguardia inglesa, una vez rehechos. La explosión de un barril de pólvora en el centro irlandés desordenó todavía más la formación y provocó la huida y dispersión de las tropas de O´Neill. Tyrrel, con Ocampo en vanguardia, intentó atacar por el flanco norte a los dos regimientos ingleses, pero fue, a su vez, embestido por el regimiento de reserva, que partió su línea en dos, provocando igualmente la fuga de sus tropas. Sólo los infantes españoles de Ocampo se defendieron con bravura. De todas formas, un pequeño grupo consiguió zafarse y refugiarse en Kinsale (50 hombres). Murieron aproximadamente otros 100 españoles y medio centenar fue hecho prisionero.

O’Donnell, retrasado, no conseguiría apoyar a O’Neill y sólo llegó a tiempo de ver la derrota en la distancia. La mayoría de sus infantes, al percibir la desbandada de sus compatriotas se negaron a combatir y se desperdigaron, por lo que el príncipe de Tyrconnell no tuvo más remedio que retirarse con sus incondicionales hacia Castlehaven. Tampoco Del Águila se decidió a realizar una salida de la ciudad con parte de sus tropas, para romper la potente línea de fuerzas que había dejado Mountjoy y atacarle por retaguardia.

Del Águila capitularía el 12 de enero y obtendría una rendición honrosa. Mountjoy proporcionaría los barcos para su transporte a España y el abastecimiento necesario a todas las unidades españolas que ocupaban posiciones en la isla y también a los irlandeses que quisieran acompañarlos. Además, pudie-

ron conservar las armas y estandartes, así como su dinero. Muy mal tuvieron que ver su situación los ingleses para permitir la capitulación con tan favorables condiciones para los españoles, que además cumplieron. El caso es que, dos días después, llegaron refuerzos de España, al mando de Martín de Vallecina y sin que esta vez ninguna tormenta los perjudicara, pero ya sin utilidad alguna. Esta circunstancia le traería complicaciones a Del Águila en su regreso a España con sus tropas. Llegó el 13 de marzo a La Coruña y acabaría por ser arrestado y encausado. Su muerte le salvó de la justicia, pero tuvo tiempo de emplear el dinero que traía en crear un hospital de campaña para atender a sus soldados heridos.

Anteriormente, el 6 de enero, O’Donnell con Zubiaur había ya iniciado la singladura hacia España en Castlehaven con la pretensión de solicitar más ayuda a Felipe III. Consiguió entrevistarse con el monarca en Zamora, que le trató bien,

La guerra de los nueve años entre España e Inglaterra terminó con la Paz en Londres en 1604.

pero le dio largas. Volvió a La Coruña y, al no recibir contestación del rey a sus cartas, se trasladó a Simancas (Valladolid), donde moriría sin ser recibido por Felipe III. O’Neill y Tyrrell se retirarían al norte de Irlanda, donde continuaron la lucha, pero también se rendirían al año siguiente.

La guerra de los nueve años entre España e Inglaterra terminó con la Paz de Londres en 1604, ya con Jacobo I como rey de Inglaterra.

Juan Mª Silvela Milans del Bosch

Coronel de Caballería retirado y ha escrito sobre la historia de la Caballería y su Academia de Valladolid

Españoles a las puertas del premio nobel (y III)

Don Fernando de Castro

Recuerdo de un sabio

Don Fernando de Castro Rodríguez fue Catedrático de Histología y Embriología General de la Universidad Central de Madrid, según Rafael González Santander (Cátedras y Catedráticos de Histología, 1994) desde el 11 de marzo de 1951 al 25 de febrero de 1966.

Fue el último y el más querido discípulo de don Santiago, reconocido ya en la primera biografía de Cajal escrita por el médico psiquiatra César Juarros y Ortega (Ramón y Cajal. Vida y milagros de un sabio, ediciones Nuestra Raza, 1935).

Los que conocimos en la década de los sesenta del siglo pasado, como alumnos, a don Fernando de Castro , sabemos cómo el hecho de no alcanzar o compartir el Premio Nobel con Heymans en 1938, dejó marcado para siempre su espíritu y su carácter, y por tanto su rostro que veíamos a diario en las clases y en las prácticas de Histología. También conocimos a su principal discípulo el profesor César Aguirre de Viani, que daba clases particulares (don Fernando era el mayor "hueso" de la Facultad con un grupo legendario de cientos de repetidores.) Todavía vive otro discípulo de Castro, don José Rodrigo García, ex científico del Instituto Cajal, autor de una magnífica y copiosa colección de dibujos y pinturas en torno al sistema nervioso (Los paisajes del cerebro, 2006)

Las clases de don Fernando de Castro

Alto, elegante de formas, con voz grave apagada (como un eco lejano), con una bata blanca larga e impecable, mirada triste y melancólica, no infundía hilaridad en el estudiante. Era frecuente que alumnos de sexto curso (hoy sería inconcebible) tuvieran pendiente la Histología (una asignatura del primer curso), lo que originaba una plétora de cerca de mil alumnos. Aunque Castro nos producía cierta consternación, también sentíamos hacia él una admiración intuitiva.

Una mañana hizo un dibujo (era un excelente dibujante) en la pizarra y nos dijo con gran énfasis: “¡Esta partícula es enormemente grande!” Asustados esperábamos el tamaño y añadía: “Tiene de tres a veinte micras.” Medidas gigantescas para Don Fernando, aunque luego aprendimos que una micra o micrómetro es la milésima parte de un milímetro. En ocasiones su propio bedel, el inolvidable Joaquín, le corregía

Don Fernando de Catro (Dibujo de Bernardo Olabarría)

sus explicaciones sobre los nucleolos, la meiosis o el aparato de Golgi ...¡Qué no don Fernando, qué no...!

Carlos Castilla del Pino en sus memorias “Pretérito imperfecto” (1997) describe a Castro con detalle : "Era alto, delgado, de rostro con secuelas de una viruela padecida en la infancia.” Además, destaca dos aspectos de su vida, uno su amor a la pintura "Era entendido en la pintura del siglo XIX y coleccionaba cuadros de Villaamil" y el otro "Protestaba de su penuria económica que le obligaba a servir de ayudante al cirujano Sala, para sacar así unas pesetas". ¡Qué paradojas! Según Pérez Peña la creatividad y aportación científica, que más adelante describiremos de Castro, fue superior a la de Jiménez Díaz, sin embargo, don Fernando para sobrevivir tuvo que ser durante décadas ayudante de Cirugía Digestiva y General del doctor Pablo Sala. Gran científico al que le "robaron" el Premio Nobel, decoroso y justo profesor a pesar de sus escasas dotes docentes y el millar de alumnos repetidores.

Esbozo biográfico

Marino Gómez Santos ha publicado una completa y excelente biografía "Fernando de Castro. Su vida. su obra" (2009).

Nació en la madrileña calle del Arenal el 25 de febrero de 1896. Estudió la carrera de Medicina en la Facultad de Medicina de San Carlos de Madrid, siendo condiscípulo de Carlos Jiménez Díaz y Plácido González Duarte. Con vocación precoz fue alumno interno de Cajal en su cátedra de Histología y Anatomía Patológica e incluso antes de terminar la carrera fue nombrado Ayudante de Clases Prácticas en el año 1921. También de estudiante

publicó sus primeros trabajos sobre el aparato de Golgi en los botones gustativos.

En el año 1923 realizó la tesis "Estudio de los ganglios sensitivos del hombre en estado normal y patológico" , obtuvo el grado de doctor y como becario comenzó a trabajar en el Instituto Cajal. Otros cargos sucesivos fueron profesor Auxiliar de Histología (1925) y Ayudante tercero del Instituto Cajal (1929). El 17 de mayo de 1933 gana por oposición a la Cátedra de Histología, Técnica Micrográfica y Anatomía Patológica de la Universidad de Sevilla, y cesa en mayo de 1935 por traslado como profesor Agregado al Instituto Cajal.

En el año 1934 consigue una beca de la prestigiosa Fundación Rockefeller para trabajar durante medio año en el Instituto Anatómico de la Universidad de Turín con el profesor Giussepe Levi en el cultivo in vitro del tejido nervioso. Durante esta estancia conoce a Rita Levi Montalcini , alumna predilecta de Giussepe Levi, y que años después conseguiría el Premio Nobel (1986) por su descubrimiento del factor de crecimiento nervioso. Rita Levi en sus memorias "Elogio de la imperfección" manifiesta su admiración por Cajal y su escuela.

Castro en el año 1951 obtiene en propiedad por concurso de traslado la Cátedra de Histología de Madrid y que desempeñó hasta su jubilación en 1966. Falleció en Madrid el 15 de abril de 1967.

Contribución científicaFernando de Castro demostró ( años 1927-1928) que la estructura anatómi-

Cuaderno de prácticas, texto de Fernando de Castro (1962)

ca conocida como cuerpo carotídeo, asentado en la bifurcación de la arteria carótida primitiva, estaba formado por el seno carotídeo, puramente vascular y el glomus caroticum, ambos inervados por la primera rama que emite el glosofaríngeo a su salida del cráneo, descrita por Castro por primera vez y que denominó nervio intercarotídeo. ¿Cómo era el cuerpo carotídeo según Castro? Pues una pequeña masa (3-5 mm) de vasos sanguíneos, finos e interconectados, capilares sinusoidales revestidos por endotelio defenestrado, con células glómicas epiteliodes.

La contribución científica de mayor trascendencia fue la aclaración de la estructura y funciones del seno carotídeo, en los que consiguió demostrar que su rica inervación sirve para regular las variaciones de la presión sanguínea. Castro, con estudios morfológicos y complejas disecciones en gatos, consideró que el cuerpo carotídeo es un órgano sensorial preso y quimiorreceptor.

Severo Ochoa (Escritos, CSIC, 1989) siempre destacó que la contribución clásica de Fernando de Castro , la que le dio renombre universal, fue el descubrimiento y descripción de las terminaciones nerviosas del seno carotídeo, a las que atribuyó una importante función reguladora de la presión arterial.

Dedicó también numerosas investigaciones a la génesis y a la textura de los ganglios raquídeos y del simpático periférico, asunto en el que llegó a vero Ochoa: "La demostración experimental de esta función, basada en el descubrimiento de Castro ,valió años más tarde un Premio Nobel de Medicina al fisiólogo belga Heymans”.

Es inquietante la pregunta que se hace don Pedro Laín Entralgo: ¿Por qué Fernando de Castro no recibió con Heymans el Premio Nobel, siendo así que el propio Heymans reconoció poco tiempo después que sus personales trabajos fisiológicos sobre el cuerpo carotídeo no hubieran sido posibles sin los previos de nuestro ilustre compatriota?

Ochoa tuvo un senti-

do reproche: "Aún en sus tiempos difíciles debió España haber hecho lo posible porque hombres con la vocación, el talento y la capacidad de Fer-

"La contribución científica de mayor trascendencia fue la aclaración de la estructura y funciones del seno carotídeo”

ser una de las máximas autoridades mundiales.

El Premio Nobel perdido

Veamos de inmediato las palabras de don Se-

nando de Castro hubieran podido dedicarse de lleno a su labor investigadora".

Pero un aspecto penoso para los estudios de don Fernando fue la Guerra Civil española, porque como lamenta Marino Gómez Santos "los gatos se morían de hambre y Castro no pudo continuar sus trabajos" . Así que el fisiólogo y farmacólogo Heymans basándose en los hallazgos de Castro demostró experimentalmente las respuestas cardiovasculatres de los presorreceptores según la composición química de la sangre (pO2, pCO2) . El resultado fue que Heymans obtuvo Premio Nobel en el año 1938.

La reciente exposición "Escuela Cajal. Patrimonio de la neurociencia" , en el Colegio de Médicos de Madrid dedica estas líneas a Fernando de Castro : " Tras una visita de Fernando de Castro al laboratorio del belga Corneylle Heymans, éste reorienta la investigación fisio-farmacológica de todo su grupo hacia el cuerpo carotídeo, estudios que le valdrán el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1938. La Academia Sueca llega a discutir la pertinencia de un premio compartido Heymans - de Castro, pero lamentablemente nadie ha propuesto al español, requisito indispensable para la Academia que otorga el Premio Nobel. De hecho, en Suecia no saben si vive aún Fernando de Castro, quien se ha quedado en Madrid tras el estallido de la Guerra Civil, defendiendo la integridad del Instituto Cajal, que está en la línea de tiro para el frente establecido en la zona de Villaverde".

Una escena conmovedora. En el año 1948, Buño, profesor de Histología de la Facultad de Medicina de Montevideo, en la presentación de Castro que iba a impartir un ciclo de conferencias dijo : "Aquí está el profesor Heymans que ha dicho que su Premio Nobel debía haber sido compartido con el doctor Castro"

Fernando de Castro Soubriet

La Fundación Ramón Areces organizó el 28 de noviembre de 2017 una jornada titulada "Reconocimiento a cinco siglos de Medicina Española" en la que intervino Fernando de Castro Soubriet, único nieto de Castro y apasionado como su abuelo por el estudio del sistema nervioso. El nieto, neurobiólogo del Instituto Cajal y Jefe del Grupo de Neurobiología del Desarrollo, impartió una brillante conferencia de apertura titulada “Quizá la más exitosa escuela de la Historia de la Biomedicina: Cajal y la Escuela Española de Neurohistología”.

Castro Soubriet destacó con amargura , como hacía su abuelo en las clases de Histología, la relación frustrada de la Escuela Española con la Academia sueca. Mencionó las propuestas al Premio Nobel de don Pío Río Hortega en 1929 y 1937, la historia de su abuelo, y un dato menos difundido, Rafael Lorente de No , líder mundial en neurofisiología en la mitad del siglo pasado fue ¡un eterno candidato al Premio Nobel!

En el libro de la mencionada jornada de la Fundación Areces escribe : "La Historia de la Ciencia Española hubiese sido muy diferente si Pío del Río Hortega hubiese recibido el Premio Nobel, en la década de 1920 o de 1930, si Fernando de Castro lo hubiese conseguido en 1938 o si Rafael Lorente de Nó lo hubiese lo alcanzado a finales de la década de 1940 o principios de la siguiente : entonces nadie en nuestra patria podría haber reclamado que Cajal había sido una excepción y quizá sería mucho mayor el conocimiento de lo excepcional que fue Cajal para la ciencia".

Una esperanza : Francis Mojica

El 5 de diciembre de 2017 Francisco Juan Martínez Mojica impartió una brillante conferencia en la Real Academia Nacional de Medicina con un título sugestivo "CRISPR, de salvaguarda bacteriano a redactor genético". (El acrónimo CRISPR , de iniciales inglesas, significa "clustered regularly interspaced short palindromic repeteat")

Mojica es microbiólogo, profesor del Departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Ali-

cante.

Las salinas de Santa Pola : pasión y tenacidad por la investigación. ¿Qué hacía un joven científico en las playas de Alicante? Pues dedicó un cuarto de siglo a investigar un microorganismo que habitaba en las salinas de Santa Pola. Tenía una pregunta intrigante - ¡preguntar es rebelarse!- ¿por qué algunas bacterias eran capaces de sobrevivir en el agua estancada de las salinas? (Manuel Ansede, El País Semanal, 217-2017) .

Una observación trascendente. La bacteria era una arquea haloferax mediterranei responsable del color rosáceo cuando aumenta la concentración de sal. Al investigar el ADN de la arquea advirtió que existían reiteraciones de una misma secuencia que describió como "repeticiones palindrómicas cortas agrupadas regularmente espaciadas" , que más tarde se conocerían con las siglas CRISPR. Sus indagaciones posteriores dieron lugar a un sorprendente hallazgo ¡la emoción del descubrimiento!- : eran fragmentos del ADN de virus insertados en el ADN de las bacterias. Curiosamente era como una vacunación genética.

En el año 2012, Emmanuelle Charpentier , microbióloga y bioquímica francesa, y el norteamericano Jennifer Doudna demostraron que el mecanismo CRISPR se puede usar como una herramienta para la edición de cualquier genoma. El mecanismo CRISPR Cas 9 se puede programar para llevarlo a cualquier localización de ADN, cortarle y añadir otro fragmento de ADN ¡Un corta y pega como en un procesador de textos!

Charpentier y Doudna recibieron el Premio Princesa de Asturias en 2012 e increíblemente nos olvidamos de nuestro propio compatriota.

Emmanuelle Charpentier a la pregunta un periodista (El País, 30-9-18) ¿cree que va a ganar el Nobel? ¿debería también recibirlo Mojica que descubrió el CRISPR? contestó : "Me sorprendería si el trabajo de investigación detrás de CRISPR Cas 9 no es reconocido por el Nobel en algún momento. Quien reciba el premio depende de qué aspectos quiera premiar el Comité, de cómo de importante piensa que es el trabajo de investigación fundamental, los primeros pasos que llevaron al descubrimiento". ¿Podría llegar el día en que Mojica sea el tercer español en conseguir un Premio Nobel de Medicina ? Mojica dice "que si se reconoce el descubrimiento del sistema inmune de las bacterias , ahí sí que contribuí de for-

Francis Mojica en la Real Academia Nacional de Medicina

ma fundamental".

Hasta ahora Mojica ha recibido el reconocimiento con los premios Jaime I por Investigación Básica, Fundación Balmes, Albany de Estados Unidos, y el premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.

Epicrisis

Breve etiología de nuestra penuria de los premios Nobel científicos. 1. El factor más importante es el déficit de inversión I + D . El presupuesto real para la ciencia ha decrecido un 50%. El gran reto de la ciencia española es subir el PIB dedicado a I + D. 2. Las universidades españolas habitualmente están fuera de las mejores del mundo. La endogamia y el escaso rigor en la evaluación de las tesis doctorales contribuyen poco a la investigación. 3. Factores sociales. El precariado de los investigadores, la llamada "fuga de cerebros", el despecho a la investigación -somos un país de letras- , a los investigadores vocacionales en archivos, bibliotecas, organismos e instituciones oficiales. El desprecio, marginación y ninguneo a los científicos que han cumplido la "edad reglamentaria del BOE" . Margarita Salas y Rita Levi en Italia, son un ejemplo a contracorriente. 5. La guerra civil española y la segunda guerra mundial, el exilio y las depuraciones políticas fueron una sangría irrecuperable de científicos españoles.

Mariano Barbacid sostiene (El Mundo, 5-5-17) que "si en España hubiera ahora en Premio Nobel no sería reflejo de cómo está la ciencia. Podría serlo si los hubiera de forma continuada".

A lo último, tenemos un colectivo "dolor por el pasado" o "la enfermedad de la nostalgia del pasado" , con una melancólica ucronía que no nos deja ver las verdaderas causas de aquello que ayer no fue.

Post Sctriptum: La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo concedió el Premio Nobel de Química (7 de octubre de 2020) a Emmanuelle Charpentier y a Jennifer A. Doudna "por el desarrollo del método de edición genética" . Por tanto, quedó fuera Francis Mojica. considerado el responsable de sentar las bases de la técnica CRISPR.

Francisco Javier Barbado Hernández

Ex Jefe Sección Medicina Interna del Hospital Universitario La Paz y ex Profesor Asociado de la Universidad Autónoma de Madrid.

Ulises clavando una estaca ardiente en el ojo de Polifemo. Bartolomeo Crivellari, 1756. Cortesía del Metropolitan Museum of Art, de Nueva York.

Mitología para médicos (X)

En el artículo precedente referí la lucha de Hércules con la Hidra, un monstruo marino ctónico (término griego que alude a su origen terrenal, a diferencia de los dioses celestiales), que habitaba en la laguna de Lerna.

Según el diccionario de la RAE era una «culebra acuática, venenosa, de unos 50 cm de largo, de color negro por encima y blanco amarillento por debajo, cubierta de escamas pequeñas y con la cola muy comprimida por ambos lados y propia para la natación, que suele hallarse cerca de las costas…». Tal gesta fue el segundo trabajo de Hércules, por encargo de su primo Euristeo, rey de Micenas, para poner a prueba su valía. En la tradición mitológica, el progenitor de la Hidra era Tifón y su madre Equidna. Tifón era una descomunal criatura alada, mitad serpiente y poseedora de cien cabezas de dragón, que vivía en una cueva de Asia Menor. Simbolizaba el poder destructor de la naturaleza, que emana de los huracanes y gozaba de la fama de haber atacado el cielo con sus enormes brazos, arrojando montañas contra el Olimpo, cuando se enfrentó a Zeus, para vengarse de él por haber derrotado a los Titanes; le hizo prisionero en una cueva en Cilicia y le arrancó sus tendones, que recuperó Hermes y devolvió al cuerpo de su dueño; entonces Zeus peleó con Tifón en el monte Casio hasta derrotarle, ayudado por las armas celestes forjadas por los cíclopes. El Cíclope es un drama satírico de Eurípides, género caracterizado por la intervención de un coro compuesto por sátiros y encabezado por Sileno, padre adoptivo y preceptor de Dioniso, el dios del vino. Se inspiró en un pasaje de la Odisea en el que Ulises (Odiseo) ataca al gigante Polifemo, que posee un solo ojo y le deja ciego.

La Odisea narra el regreso de Ulises a su casa en la isla de Ítaca, de la que era rey, al acabar la guerra de Troya. Luchó diez años y tardó otros diez en lograr su objetivo, pues el ataque a Polifemo al comienzo de su viaje desencadenó la ira de Poseidón, que le puso todo tipo de trabas. El diccionario de la RAE define al sátiro como un: «Ser de la mitología grecorromana, campestre y lascivo, con aspecto de hombre barbado con patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo». De un varón muy hipersexual, con la libido exacerbada, se afirma que padece satiriasis. Su equivalente en la mujer es la ninfomanía y el mismo diccionario nos hace saber que una ninfa es: «Cada una de las fabulosas deidades de las aguas, bosques, selvas, etc., llamadas con varios nombres, como dríade, nereida, etc.».

A su vez la ciclopía, también conocida como ciclocefalia o sinoftalmía, es una rara malformación congénita caracterizada por la existencia de una sola cavidad orbitaria, y por tanto de un ojo situado en el centro de la frente, pues durante el desarrollo fase embrionario

hay un fallo que impide que se divida en dos la cavidad orbitaria.

El nombre de Ulises está ligado al dicho popular “estar entre la espada y la pared”, una frase coloquial que hace alusión a la dificultad para decidir entre dos personas o cosas opuestas o contradictorias. A este respecto la tradición griega nos remite a un mito que se basa en la afirmación de que en el estrecho de Messina, situado entre Italia y Sicilia, habitaban dos monstruos: Escila y Caribdis. Escila era una ninfa que se había convertido en un monstruo con cara y pecho de mujer, poseía seis caras y doce patas de perro, y desde uno de los extremos del estrecho acechaba a los marineros. En el otro lado de aquel se hallaba Caribdis, que tragaba enormes cantidades de agua y originaba remolinos con los que absorbía todo lo que estaba a su alcance. Ulises decidió enfrentarse a ambas criaturas, a pesar de la advertencia de la maga Circe para no hacerlo. Estuvo a punto de que su nave chocase con la roca donde estaba Escila y al virar casi se lo traga Caribdis. Entonces acudió en su ayuda la diosa Atenea y logró que la nave pasase, con la pérdida de solo seis hombres.

En psicología se llama síndrome de Ulises o del emigrante al trastorno que origina ansiedad, depresión o insomnio en aquellas personas que tras emigrar a otro país sienten nostalgia por la lejanía de sus seres queridos.

El nombre de Equidna, la madre de la Hidra, significa víbora en griego y era un ser híbrido, con una parte femenina de temibles ojos oscuros y el torso de una bella mujer y otra monstruosa simbolizada por un dragón. Vivía en una cueva en Cilicia, ubicada en el país de los arimos. Dichos pobladores europeos fueron descritos por Homeo y Hesíodo, y se cree que se pueden asimilar con los arimaspos, un pueblo legendario que habitaba en los extremos septentrionales de Escitia, en las laderas de los Montes Ripeos

El nombre de Ulises está ligado al dicho popular “estar entre la espada y la pared”

(los actuales Cárpatos o los Urales). Otras fuentes sitúan la patria de los arimos en un lugar remoto y desértico del Asia Central. De la unión de Tifón y Equidna nacieron unos seres horrendos de la mitología griega, como la Hidra.

En una ocasión Equidna asaltó a Hércules durante uno de sus viajes para robarle los bueyes de Gerión, que habían sido el objetivo de su décimo trabajo. Gerión era un monstruoso gigante que poseía un rebaño de bueyes rojos, custodiados por el perro Ortros, hermano del can Cerbero, el guardián del Hades, y el boyero Euritión. Tras un penoso viaje a bordo de una nave de oro, Hércules erigió dos grandes columnas al arribar al estrecho de Gibraltar, una en cada continente, y al llegar al reino de Gerión mató

a Ortros y Aeritión, con lo que logró embarcar a los bueyes rojos. Al retornar a Grecia atravesó diversos países y hubo de afrontar mil peripecias. Cuando Hércules reclamó sus bueyes a Equidna, aquella le dijo que no se los daría salvo que mantuviesen relaciones sexuales. Así logró doblegar la voluntad de Hércules, y de su unión nacieron Agatirso, Gelono y Escites.

Dr. Roberto Pelta

Médico adjunto de Alergología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y Miembro de Número de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas

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