Bienestar y consumo

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BIENESTAR Y CONSUMO EL CONSUMIDOR MEXICANO DEL SIGLO XXI

JOSÉ MERINO

COORDINADOR



BIENESTAR Y CONSUMO EL CONSUMIDOR MEXICANO DEL SIGLO XXI

JOSÉ MERINO COORDINADOR



BIENESTAR Y CONSUMO EL CONSUMIDOR MEXICANO DEL SIGLO XXI

JOSÉ MERINO COORDINADOR


Bienestar y consumo. El consumidor mexicano del siglo XXI © PROCURADURÍA FEDERAL DEL CONSUMIDOR ISBN 978-607-96002-0-4 Av. José Vasconcelos 208, col. Condesa, del. Cuauhtémoc, México, DF CP 06140 Tel. 5625 6700 y 01800 468 8722 www.profeco.gob.mx www.consumidor.gob.mx Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los tratados internacionales aplicables. Ilustración de portada: Jonathan Isaac López Villanueva Fotografía adicional: Dreamstime


Procuraduría Federal del Consumidor

COORDINACIÓN DE LA PUBLICACIÓN

Bernardo Altamirano Rodríguez

José Merino Coordinador

Procurador Federal del Consumidor COMITÉ EDITORIAL

Gerardo Rodríguez Sánchez Lara Coordinador General de Educación y Divulgación

Tania Rodríguez Ortiz Coordinadora General de Administración

Roberto Bello Salcedo Director General de Difusión

Alejandro P. Celis Albarrán Director General de Estudios sobre Consumo

Pilar López Fernández Directora de Análisis de Mercados

Carlos Martínez Velázquez Secretario particular del Procurador Federal del Consumidor

Fernando del Villar Arias Coordinador editorial y dirección de arte

Cynthia Castañón Leal Subcoordinadora editorial

Hugo Alfredo Hinojosa Díaz Editor

Gabriela Cordourier Consultora cuantitativa

Alejandro Sánchez Entrevistas

Jonathan Isaac López Villanueva Infografías

Joel Phillips

Marisol Cruz Martínez

Editor

Diseñadora editorial

Marco Menéndez

Patricia Madrigal Elizondo

Corrector de estilo

Fotografía


índice presentación

Bruno Ferrari García de alba Secretario de Economía

presentación

Bernardo Altamirano Rodríguez Procurador Federal del Consumidor

viii

x

Gasto en movilidad entrevistas

Introducción

1

Bienestar vía consumo privado básico

8

síntesis

10

Consumo alimentario

12

entrevista

27

John Scott andretta Profesor-Investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Héctor BoUrges rodríguez Director de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Vicente Yáñez solloa Presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, AC (ANTAD)

Consumo energético entrevista

Antonio Vivanco casamadrid Director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)

29

GUILLERMO PRIETO treviño Presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA)

48

50

Bienestar vía consumo de bienes públicos

52

síntesis

54

Empleo y fuentes de ingreso

56

entrevista 30

Gustavo A. Cárdenas villafaña Presidente de la Cámara Nacional de Autotransporte de Pasaje y Turismo (Canapat)

40

Juan Luis Gómez Chapital Country manager Bumeran México

Capital humano: educación y salud entrevista Salomón Chertorivski woldenberg Secretario de Salud

86

90 108

32 39

Uso del tiempo

112

entrevista Marcela Eternod Arámburu 118 Directora investigadora de la Dirección General de Integración, Análisis e Investigación del INEGI


Bienestar vía consumo de bienes financieros

122

síntesis

124

Servicios bancarios entrevista

JAIME RUIZ SACRISTÁN Presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM)

Crédito, certidumbre y propiedad privada entrevista

126 136

140

147 ARIEL CANO cuevas Director general de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi)

Bienestar vía consumo comunitario

170

síntesis

172

Capital social

174

entrevista

JAcQUELINE BUTCHER garcía-colín Directora del Centro de Investigación y Estudios sobre Sociedad Civil, AC

Gasto cultural y recreativo entrevista

Bienestar vía consumo de tecnología e información síntesis

148 150

Telefonía fija y móvil

152

entrevista

Internet entrevista

MONY DE SWAAN addati Comisionado presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel)

184 190

158

Conclusiones 162

MAURICIO BRAVERMAN Presidente de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci)

CONSUELO SáiZAR guerrero Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)

182

168

Anexo. El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

ensayo

Glosario

194

204

José Ramón Cossío Díaz Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Rodrigo Montes de Oca Secretario Auxiliar 220


Bruno Ferrari García de Alba

SECRETARIO DE ECONOMÍA

E

l consumo es un componente fundamental de la economía. De una u otra manera, todos somos consumidores y participantes del ciclo económico. Compramos alimentos, ropa, calzado y otros bienes; usamos transporte público o privado, rentamos o somos propietarios de una vivienda; y somos consumidores de servicios como la energía eléctrica, el agua potable, el teléfono y la televisión, entre otros. De esta forma, el consumidor constituye un agente primordial de la economía, pues participa y es elemento clave en el ciclo económico, al mismo tiempo que, a través de sus decisiones, define la etapa final de los procesos productivos. A su vez, estos patrones de consumo reflejan la solidez y la dinámica de la economía e impulsan nuevos mercados y nuevos procesos productivos, económicos y sociales. Es por ello que el consumidor no representa un individuo ni una decisión aislada de otros procesos sociales, sino que forma parte

de un sector definido que participa de manera relevante en diferentes etapas del ciclo económico. Esto hace que el consumo no sea un proceso exclusivamente de adquisición y usufructo de bienes y servicios, sino también un proceso de inversión, en el que el consumo es un componente esencial en el desarrollo de las empresas y en el fortalecimiento de las capacidades productivas de una sociedad. Por ejemplo, podemos apreciar cómo el consumo de ciertos alimentos puede repercutir en los patrones de conducta y en la salud de las personas, lo que, indudablemente, impacta su posibilidad de desempeñar actividades productivas o de adquirir otros bienes que incrementen sus niveles de bienestar como la educación, la información o la recreación. En este sentido, el consumo es un elemento fundamental en el mejoramiento de las condiciones de vida y en el bienestar de las familias. De acuerdo con lo anterior, hoy resulta de gran relevancia contar con un estudio minucioso y detallado, como el que aquí presentamos, que nos permita conocer los patrones


de consumo de las familias mexicanas a fin de atender sus necesidades como consumidores. Así, este trabajo constituye uno de los esfuerzos más completos que se han realizado para describir y analizar esta dimensión de la vida económica del país. Es importante señalar que para estos efectos, el estudio se construyó a partir del análisis de dos variables muy importantes que determinan los patrones generales de consumo: el ingreso y el gasto total de las familias de México. Así, mediante el estudio sistemático de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) entre 2000 y 2010, este análisis ofrece un panorama comparativo de la estructura y de los cambios que ha tenido el gasto de las familias mexicanas, tanto por niveles de ingreso como por niveles de gasto total. De esta forma, el estudio muestra que a lo largo de la última década, los mexicanos hemos aumentado nuestro consumo en varios rubros como resultado de una mayor estabilidad económica y de un mayor ingreso real de las familias. En este sentido, uno de los hallazgos más importante ha sido que los mexicanos de menor ingreso fueron quienes tuvieron un mayor incremento, no solo en su ingreso, sino también, y en mayor proporción, en términos de gasto total. De acuerdo con los resultados del análisis, se encontró que el ingreso corriente promedio de los hogares de los deciles uno, dos y tres creció en 17%, 14% y 17%, respectivamente, en términos reales entre el año 2000 y el 2010, lo que significó que, ante un mayor ingreso, estos hogares pudieron no solo cubrir sus necesidades básicas, sino también acceder a otros bienes y servicios que incrementaron sus niveles de bienestar. Así, al finalizar dicha década, 70% de hogares con menores ingresos contaba con un ingreso real mayor que en el año 2000. Estos resultados han estado acompañados de cambios en la estructura laboral y en

la dinámica de la participación de la población económicamente activa. Mediante el análisis de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de los años 2005 y 2010, esta obra también presenta hallazgos importantes acerca de los cambios en el mercado laboral mexicano. Entre esos años, por ejemplo, el número de mexicanos económicamente activos creció más que la población total y registró niveles de edad y de escolaridad promedio más altos. De igual modo, en ese quinquenio la participación laboral de las mujeres se incrementó con respecto a la de los hombres, de manera tal, que hoy en México las mujeres son un componente insustituible de nuestro capital humano y de la riqueza de nuestra fuerza productiva. Avanzamos por el camino correcto. Estos y otros hallazgos no son solo datos aislados. A lo largo de los últimos quince años, México ha construido una economía fuerte, con finanzas sanas y con esfuerzos focalizados en los grupos más vulnerables, lo que nos ha permitido llegar a los resultados que aquí presentamos. México se fortalece y sigue creciendo a pesar del adverso entorno económico mundial, y es claro que en la administración encabezada por el Presidente Felipe Calderón hemos generado las condiciones de una economía sólida y en crecimiento y con un mayor bienestar para toda la población, en especial, para los sectores más desfavorecidos. Los invito a que sigamos trabajando juntos, con fuerza y determinación, a fin de seguir avanzando hacia mayores niveles de bienestar para las familias mexicanas y para que sigamos construyendo las condiciones para un crecimiento económico sólido y sostenido en los años por venir. Solo con el trabajo y el esfuerzo conjunto de los diferentes órdenes de gobierno, del sector privado y de la sociedad civil, podremos construir el México más justo, más próspero y con más oportunidades que todos anhelamos. 


Bernardo Altamirano Rodríguez PROCURADOR FEDERAL DEL CONSUMIDOR

L

a Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en el marco de la conmemoración de su 35 aniversario, realizó diversas actividades durante 2011, entre ellas las orientadas hacia la investigación y generación de conocimiento. La organización de foros estatales merece una mención especial, ya que a través de ellos se convocó a académicos, autoridades estatales y municipales, representantes de cámaras industriales, líderes de opinión y organizaciones de la sociedad civil, para reflexionar, a partir de las realidades de cada región, acerca de la transformación del consumidor del siglo XXI, la evolución de los patrones de consumo y las reglas para prevenir riesgos y combatir abusos. En ese mismo contexto, destaca la invitación que hizo Profeco al doctor José Merino y a su grupo de investigación, para analizar los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), en el periodo de 2000 a 2010, y para conocer la correlación que existe con los resultados de

la ENIGH y sus campos de acción, por parte de los responsables y los especialistas en materia de salud, cultura, vivienda y servicios bancarios, entro otras. El resultado de este enorme esfuerzo es el libro Bienestar y consumo. El consumidor mexicano del siglo XXI. El presente estudio es pionero en la investigación del cambio en los patrones de consumo de la sociedad mexicana durante los primeros años de este siglo. En sus páginas se documenta la drástica transformación del consumo en México, que se deriva, en parte, de los cambios tecnológicos, sociales y culturales. También se da a conocer la evolución de los consumidores mexicanos, diferenciada por grupo de ingreso y su efecto en el bienestar, a través de rubros como alimentación, transporte, tecnología, educación y uso del tiempo, por citar algunos. Los cambios en el sistema político, la economía mundial, las nuevas tecnologías y las políticas que han construido mejores condiciones de equidad y libertad, así como espacios de participación ciudadana han determinado el rumbo del país durante la última década. Dichos cambios han generado


El presente estudio es pionero en la investigación del cambio en los patrones de consumo de la sociedad mexicana durante los primeros años de este siglo. En sus páginas se documenta la drástica transformación del consumo en México, que se deriva, en parte, de los cambios tecnológicos, sociales y culturales

nuevas oportunidades y retos en el camino por alcanzar un mejor nivel de vida en los hogares mexicanos. Los patrones de gasto y consumo se han diversificado tanto que, en ocasiones, se han extendido más allá del gasto en bienes básicos como los alimentos o medicinas o, incluso, se han dirigido hacia rubros como educación, vivienda, transporte y tecnología. Algunos productos que se consumen actualmente en varios sectores de la población mexicana eran poco accesibles hace algunos años e inclusive eran considerados artículos de lujo, como los teléfonos celulares y el internet. En esta investigación se señala en qué consisten los cambios y en qué ámbitos se han manifestado durante esta última década. Lo anterior se realiza mediante un análisis del gasto y el consumo de los distintos grupos socioeconómicos de la población y la relación que estos mantienen con el bienestar. Los datos aquí expuestos resultan invaluables, no solo por su valor académico, sino también porque nos ofrecen dos panoramas sobre la evolución de la sociedad mexicana.

En el primer panorama, que es sin duda alentador, las cifras muestran la magnitud de la mejora en la calidad de vida de muchos mexicanos en aspectos trascendentales como la alimentación, la educación y la vivienda. Por ejemplo, durante este decenio se dio un gran paso en la mejora de la calidad de vida de los sectores de la población con menos recursos con el incremento de su ingreso, el cual se ha traducido en un aumento en su gasto en bienes básicos, principalmente en alimentos, combatiendo así la pobreza alimentaria que padece esta parte de la población. Dicho aumento en los ingresos también permitió a estos sectores expandir sus gastos en rubros como vestido, productos de cuidado personal, salud y educación. Así, además de cubrir sus necesidades básicas, los sectores más necesitados ahora pueden invertir parte de su ingreso en desarrollo humano, lo cual es clave para dotar de un mejor futuro a las nuevas generaciones. La vivienda es otro ámbito en el que se ha presentado una mejora considerable. En contraste con el año 2000, en 2010 más hogares de todos los sectores socioeconómicos


En esta investigación se señala en qué consisten los cambios y en qué ámbitos se han manifestado durante esta última década. Lo anterior se realiza mediante un análisis del gasto y el consumo de los distintos grupos socioeconómicos de la población y la relación que estos mantienen con el bienestar reportaron estar pagando la propiedad de sus viviendas. Esto es el resultado de la puesta en marcha de programas de crédito para la vivienda por parte del gobierno federal, con los que se ha favorecido a millones de mexicanos. El segundo panorama que ofrece el presente estudio corresponde a los retos actuales y futuros que sociedad y gobierno, juntos, debemos enfrentar para que todos los mexicanos contemos con los recursos suficientes para gozar de una vida digna. Uno de los grandes retos es continuar desarrollando la cobertura de servicio de salud y educación para que estén al alcance de los hogares más pobres. De la misma forma, el desarrollo tecnológico, la generación de nuevas tendencias de comunicación y transporte nos plantean desafíos inéditos. Aquí se muestra

una sociedad moderna con un consumo extenso de aparatos eléctricos, transporte y redes de telecomunicaciones. En concordancia, resulta necesario mantener un desarrollo sostenible, por medio del uso eficiente de recursos y el mayor aprovechamiento de las oportunidades que nos ofrece la tecnología. Con base en lo ya expuesto, Profeco promueve la construcción de conocimiento y de espacios donde todos los actores cumplan con su responsabilidad en torno al tratamiento de temas vinculados con los retos que enfrentan. Es fundamental reconocer que el consumidor es al mercado, lo que el ciudadano es a la democracia: la esencia y la razón de existir del sistema que lo cobija, que lo promueve, y que él mismo genera. La interdependencia entre los involucrados en los intercambios comerciales es la clave

REVISTA DEL CONSUMIDOR ediciones

N0.1 (1976) N0.3 (1977)

N0.30

N0.39 (1980) N0.59

N0.63 (1982) N0.88


Las cifras muestran la magnitud de la mejora en la calidad de vida de muchos mexicanos en aspectos trascendentales como la alimentación, la educación y la vivienda

para llevar a cabo la protección de los derechos del consumidor: desde el gobierno, la empresa y la sociedad civil. Profeco promueve el esquema de corresponsabilidad en la construcción de una Comunidad Pro Consumidor basada en la confianza. A través de herramientas como el Portal del Consumidor y la Revista del Consumidor, el consumidor puede tomar las riendas de su propia protección, al mantenerse informado, participativo, vigilante y propositivo en cuanto a la evaluación del trabajo de la autoridad y de las prácticas comerciales. Esta investigación es un ejemplo en el que se concreta un exhaustivo análisis de las prioridades y necesidades en México, desde la perspectiva del gasto y el consumo y de la modificación de patrones. Profeco, como agencia moderna de protección al consumidor, debe generar

investigación y debate sobre las tendencias de consumo y las prácticas comerciales. De esta manera podrá combatir abusos y prevenir riesgos de una forma más eficaz. El dinamismo de los mercados supera la rigidez operativa en la que se desarrollan las instituciones. Por eso estas investigaciones fortalecen a los consumidores en sus análisis para la mejor toma de decisiones. Es mediante la generación de información, como la que se presenta aquí, como se pueden plantear estrategias de desarrollo, tanto económico como social, para la construcción de una sociedad con mayor igualdad y bienestar. Con esta publicación, Profeco reitera su compromiso con la investigación y estudios de utilidad pública para el desarrollo de una sociedad mexicana más consciente e informada. 

N0. 29

N0.15 (1978)

N0.27(1979)

N0. 58

N0.51 (1981) N0. 87 (1984) N0.75 (1983) N0.100

N0.99 (1985)


ediciones

N0.101

N0.112 (1986)

N0.105-106

N0.131

N0.136 (1988)

N0.161

N0.171 (1991) N0.190

N0.195 (1993)

N0.200

ediciones

N0.201

N0.207 (1994)

N0.230

N0.243 (1997) N0.259

N0.267 (1999)

ediciones

418

N0.288 (2001)

N0. 301

N0.311 (2003)

N0.330

N0.335(2005) N0.359 (2007)

N0.389

N0.396 (2010)


N0. 130

N0.124 (1987)

N0. 160

N0.146-147 (1989)

N0.159 (1990)

N0. 189

N0.183 (1992)

N0. 229

N0.219(1995)

N0.228(1996)

N0. 258

N0.255 (1998)

N0. 287

N0.281 (2000) N0.300

N0.267 (2002)

N0.329

N0.323 (2004)

N0.358

N0.347 (2006)

N0.371 (2008)

N0.383 (2009)

N0.407 (2011)

N0.418




CONSULTA DE DATOS http://bit.ly/librobienestar En este link puedes consultar los datos con los cuales se hicieron las gráficas de este libro (en formato Excel), así como los datos fuente (en formato stata, junto con los do files), generados a partir de las bases públicas del INEGI, de la ENIGH y/o la ENOE.


Introducci贸n


2

Bienestar y consumo II Introducci贸n


Introducción II Bienestar y consumo

¿por qué hacer este libro? El perfil del consumidor mexicano ha cambiado drásticamente durante las últimas dos décadas. Hoy tomamos decisiones más sofisticadas sobre una canasta más amplia de bienes. En esta transformación concurren dos cambios históricos: apertura económica y apertura política. La primera ha incidido en los niveles de competencia en el mercado, afectando los precios, a la vez que ha ampliado el rango de bienes de consumo disponibles. La segunda ha permitido un ejercicio más efectivo de derechos asociados con el consumo, al tiempo que ha abierto la puerta para que los votantes reaccionen electoralmente ante cambios en sus niveles de bienestar, y evalúen el desempeño de quienes toman decisiones. Estos dos grandes cambios coinciden, además, con la generación de políticas públicas dirigidas a una mejor medición y combate de la pobreza. La creación del Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa) en 1997 y su continuación y profundización vía el Programa Oportunidades ha estado dirigida a incrementar el consumo alimentario presente en los hogares en condiciones de pobreza, y a elevar la adquisición de capacidades que se trasladen en el acceso a fuentes de ingreso futuro, a través de la adquisición de capital humano (i.e. nutrición, educación y salud). En la concepción misma de estos programas hay un entendimiento de la pobreza como la exclusión respecto del consumo asociado al bienestar, ya sea alimentario, de bienes generadores de capacidades, o de acumulación

patrimonial que permita consumo futuro. Así, nuestro entendimiento económico sobre bienestar ha descansado históricamente en consumo. Por ello, al intentar medir y comparar niveles de bienestar en la población, es común que usemos sus niveles de ingreso y gasto como una aproximación válida, dado que ello nos da un indicador sobre el acceso de los individuos al consumo de bienes básicos para su sobrevivencia digna, a la vez que permite prever consumo futuro, por medio del ahorro y la inversión. Este libro presenta un mapa del consumo de los mexicanos en la primera década del siglo XXI, justamente a partir de esta concepción de bienestar que lo vincula con la adquisición de ingresos y decisiones de gasto, pero que no se agota ahí. Lo hacemos analizando a detalle la evolución diferenciada entre varios tipos de consumo y bienestar de los mexicanos entre distintos grupos de ingreso. Este es el primer ejercicio que concentra en un solo lugar la descripción del consumo de los mexicanos en todos los rubros asociados a bienestar. Este mapa de consumo es posible gracias a la disponibilidad de datos generados junto con las políticas públicas de medición y mejora en bienestar de los hogares y sus miembros. En concreto, usamos la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), que es bienal e incluye información detallada sobre las fuentes y montos de ingresos de los hogares; así como sobre sus decisiones de gasto y el acceso al consumo de bienes públicos. La continuidad en el levantamiento de esta fuente nos permite, además, contar la historia de la evolución de los consumidores mexicanos durante la década pasada, entre 2000 y 2010. Eso es importante, no solo porque provee una fotografía de los cambios en consumo y bienestar entre ambos años, sino porque nos permite ponderar los efectos, tanto en ingreso como en consumo, de la crisis financiera ocurrida entre 2008 y 2009. Los consumidores mexicanos toman hoy decisiones más sofisticadas de consumo sobre un rango más amplio de bienes. Esto se relaciona con una diversificación en las canastas de ingresos de los hogares (i.e. trabajo, transferencias, negocios, etcétera); pero también con el arribo de nuevos bienes (i.e. bienes tecnológicos y financieros), y con un entendimiento más complejo del consumo,

3


4

Bienestar y consumo II Introducción

que incluye, por ejemplo, decisiones o restricciones sobre el uso del tiempo. La ENIGH ha ampliado, paralelamente a este proceso, el rango de temas y la especificidad de su medición. Durante la década pasada se detallaron mediciones previas, por ejemplo, en el consumo educativo y de salud, a la vez que se incluyeron baterías de preguntas para medir el consumo de otros bienes, como telefonía celular, internet, bienes financieros y, desde 2006, uso del tiempo dentro de los hogares. En la redacción de este libro hay también un enigma empírico: la evolución y diversificación del consumo no se empata con cambios similares en ingresos, particularmente en hogares de ingresos menores. La evidencia presentada a lo largo del libro confirma este enigma y ofrece algunas respuestas: los hogares de menores ingresos son los únicos que mostraron incrementos, aunque pequeños, en ingreso corriente durante la década pasada, explicados en gran parte por transferencias (públicas y privadas); al tiempo que elevaron sus niveles de ingreso disponible mediante la adquisición de bienes de consumo públicos, especialmente salud; estos cambios marginales en ingreso implicaron

cambios importantes en patrones de consumo, tanto en montos como en el rango de bienes consumidos por estos hogares. Por supuesto, el bienestar no se limita al consumo presente de bienes privados básicos. Una aspiración legítima de los individuos y los tomadores de decisiones, es maximizar la adquisición de capacidades y facilitar su traducción en fuentes de ingreso necesario. El bienestar es, sobre todo, un espacio de libertad para que los individuos lleven a cabo sus aspiraciones y lo hagan con la garantía de acceder a fuentes de ingreso para cubrir sus necesidades de consumo básicas. Por ello, en este libro intentamos agotar de forma descriptiva los múltiples caminos por los que el consumo tiene un efecto positivo en el bienestar.


Introducción II Bienestar y consumo

cubrir necesidades básicas (alimentación, energía y movilidad) El consumo alimentario es condición necesaria para el bienestar presente y futuro de los individuos, es el rubro de consumo irreductible bajo cualquier entendimiento de bienestar. Ahora bien, los incrementos en ingreso no se traducen en incrementos similares en consumo alimentario; de hecho, el crecimiento en recursos disponibles incrementa más que proporcionalmente el consumo de otros bienes privados, como ropa y calzado, vivienda, alcohol y tabaco, y productos de cuidado e higiene personal. Por su parte, el consumo de bienes energéticos afecta directamente la calidad de vida en los hogares, mientras que eleva el consumo de otros factores asociados a bienestar, como higiene,

salud, tiempo e información. Finalmente, movilidad se vincula con dos factores centrales en el bienestar de las personas: uso de tiempo y acceso a fuentes de ingreso.

garantizar la adquisición de capacidades (educación, salud y tecnología) El concepto de bienestar, como se mencionó, se basa en la ampliación de libertades y capacidades para que las personas puedan acceder efectivamente a fuentes de ingreso y garantizar el consumo futuro. En ese sentido, educación y salud son formas de consumo presente para la acumulación de capital humano para la generación futura de ingresos, vía el mercado laboral. Por otro lado, el consumo tecnológico, medido aquí en gasto y acceso a telefonía fija, móvil e internet, facilita el acceso a bienes públicos (como salud y seguridad), a la vez que reduce costos de transacción en la adquisición y distribución de bienes privados. Del mismo modo, el consumo de bienes tecnológicos potencia la acumulación de capital humano y el acceso a información relevante para el bienestar de los miembros del hogar, facilita el acceso a bienes públicos y eleva los niveles de transparencia y rendición de cuentas.

5


Bienestar y consumo II Introducción

6

traducir capacidades en ingresos (empleo)

El principal espacio en el que las capacidades de los individuos se traducen en bienestar es el mercado laboral, que permite convertirlas en ingresos. Los ingresos monetarios y no monetarios de los hogares se transforman en consumo de bienes privados básicos, pero también en capacidades para otros miembros del hogar, ya sea a través de ingresos o del acceso al sistema de seguridad social asociado al empleo formal. Asimismo, incrementos en ingresos monetarios derivan en la posibilidad de ampliar el espacio decisional sobre el uso del tiempo, el ahorro y la acumulación de capital fijo. Por supuesto, los ingresos de un hogar pueden ser tan diversos como las ocupaciones y decisiones económicas de sus miembros; no podemos escribir un libro sobre consumo y bienestar sin analizar montos y fuentes de ingresos en los hogares, es decir, la evolución en la composición de las canastas de ingresos monetarios.

permitir decisiones de consumo intertemporales (bienes financieros) Cualquier mapa de consumo estaría incompleto sin la inclusión del acceso a los bienes que por definición permiten la toma de decisiones económicas intertemporales: ahorro y crédito. El ahorro implica la acumulación de ingresos como garantía de consumo futuro, mientras que el crédito es el traslado de ingresos futuros en consumo presente. De igual manera, ambos permiten la acumulación de capital para invertir o acumular capital fijo; es decir, para salir de niveles de ingreso, consumo y bienestar presentes. Ahorro y crédito pueden ocurrir por medio del sistema financiero formal, pero también por mecanismos informales, como la construcción de una vivienda propia o el uso de cooperativas y esquemas comunitarios.

ampliar el espacio de libertad para generar ingresos y bienestar (uso del tiempo) El tiempo es un bien escaso en cuya distribución las personas obtienen bienestar directo, al consumir ocio; o bien, de manera indirecta al permitir el consumo de generadores de capacidades que elevan

potencialmente el bienestar futuro; garantizan el bienestar de los miembros del hogar mediante ocupaciones no remuneradas (i.e. cuidado, preparación de alimentos, limpieza, acarreo de agua, etcétera). El tiempo también es un bien de inversión para la generación de ingresos, vía su uso en trabajo remunerado. Claro, hay restricciones sobre la libertad para distribuir el tiempo, que generan costos de oportunidad: el trabajo no remunerado dentro del hogar es tiempo que tendría un valor de mercado si se hubiese usado en una actividad remunerada, por ejemplo.

reforzar vínculos comunitarios (capital social y cultura) Los hogares consumen regularmente bienes que son provistos gratuitamente por miembros de su red social inmediata. Se trata de bienes de consumo, en especie o monetarios, que afectan positivamente el ingreso corriente disponible; o de servicios que tienen un valor de mercado, como el cuidado de niños, la atención a enfermos, o incluso, la consecución de un empleo. Al ser este un libro sobre consumo y bienestar, es inevitable incluir una descripción de este consumo, ya sea en la adquisición de estos servicios gratuitos, o en la medición de transferencias de ingreso. El efecto en bienestar de estos bienes comunitarios no se limita a su valor de mercado, sino que afectan integralmente la calidad de vida de los hogares y las comunidades en las que se ubican. En suma, el consumo afecta el bienestar en varios momentos:


Introducción II Bienestar y consumo

desde la cobertura inmediata de necesidades básicas, hasta la garantía de ingresos futuros y el acceso a oportunidades para salir de trampas de pobreza en el largo plazo. El primer paso para la adquisición de capacidades y su traslado en ingresos futuros, es comer hoy. La dotación de bienes públicos; la acumulación de capital humano; la adquisición de nutrientes; el acceso al consumo de bienes financieros y tecnológicos; todos ellos tienen un efecto positivo en el tiempo sobre el nivel de ingreso de los individuos y/o los hogares; y, por tanto, en los niveles y tipos de consumo que elevan sus niveles de bienestar presente y futuro. El libro está dividido en capítulos que describen estas conexiones entre consumo y bienestar. En el primer capítulo abordamos la evolución de los ingresos y gastos corrientes

en los hogares, y su efecto en consumo alimentario, energético y en movilidad; así como en otros bienes privados básicos, como vestido y calzado, productos de higiene y cuidado personal, o vivienda. En el segundo capítulo nos enfocamos en el consumo de bienes generadores de capacidades, primero a través del tipo de acceso al mercado laboral y la diversificación de fuentes de ingreso, luego por medio del consumo en educación y salud; y en el uso del tiempo dentro de los hogares. En el tercer capítulo mostramos la evolución en el consumo de bienes financieros, ya sea mediante servicios bancarios formales o en términos de otros mecanismos de ahorro y crédito. En el cuarto capítulo centramos nuestro interés en el consumo de tres bienes tecnológicos en los hogares: telefonía fija, telefonía móvil e internet. Finalmente, en el quinto capítulo, describimos a detalle la percepción sobre el acceso a bienes comunitarios con un valor de mercado (i.e. cuidado), la evolución de transferencias públicas y privadas en la conformación de los ingresos de los hogares, y el gasto en entretenimiento, cultura y educación extracurricular. He aquí, pues, una ambiciosa y exhaustiva caracterización del consumidor mexicano de la primera década del siglo XXI y sus niveles de bienestar. 

7


capítulo 1

Bienestar vía consumo privado básico consumo alimentario consumo energético gasto en movilidad


12 32 40


10

Bienestar vía consumo privado básico II Resumen ejecutivo

síntesis En términos de ingreso corriente total (pesos de 2010), es posible apreciar un crecimiento constante entre el año 2000 y 2006, así como una caída de 2006 a 2008, y un segundo desplome, de menor magnitud, entre los años 2008 y 2010. Los hogares de menor ingreso constituyeron el único grupo que durante toda la década incrementó de manera sistemática su gasto alimentario y tuvo un crecimiento relacionado con transferencias gubernamentales en dinero y en especie (como desayunos escolares, despensas y programas para adultos mayores).

En este tenor, entre los años

2000 y 2008, los hogares mexicanos, en todos los niveles de ingreso registrados, aumentaron su gasto mensual en electricidad debido, en gran parte, a que existió una mayor cobertura de la infraestructura eléctrica. Por contraste, entre 2008 y 2010, dicho gasto mensual

Los hogares mexicanos más pobres lograron un mayor incremento en términos de ingreso entre el año 2000 y 2010, el cual fue mayor en términos de gasto total. Un hogar promedio en el 10% de mayores ingresos gastaba 34,014 pesos en el año 2000 y 23,543 pesos en 2010. En los hogares con pobreza alimentaria, el gasto total pasó de 3,242 pesos en el año 2000 a 4,303 pesos en 2010 (el máximo se ubicó en 2008: 4,338 pesos), mientras que el gasto en alimentos pasó de 1,444 a 1,708 pesos.


Resumen ejecutivo II Bienestar vía consumo privado básico

se redujo, y para la totalidad del periodo 2000-2010, únicamente 30% de los hogares con menor ingreso gastó más en electricidad.

En este capítulo se observa, además, que el grupo en el que se

incrementó el gasto en transporte fue en el de menores ingresos, lo cual significa que se trasladan más para consumir bienes, en tanto que los segmentos poblacionales que más dependen del transporte público son los intermedios. Entre 2000 y 2010, la proporción de hogares con vehículos En 2000, un hogar promedio en el 10% de menor ingreso erogaba 61.6 pesos (de 2010) para el pago de energía eléctrica. Esta cifra remontó a 117.7 pesos en 2008 y cayó a 86.8 pesos en 2010. En 2010, por cada auto en el 10% de hogares de menor ingreso, había 7 en el 10% de hogares de mayor ingreso.

particulares creció, con excepción del 10% de hogares de mayor ingreso que permaneció con pocas variaciones. Sin embargo siguen siendo los propietarios de la mayor cantidad de autos: en 2010, por cada auto en 10% de hogares de menor ingreso, había 7 en 10% de hogares de mayor ingreso. 

11


consumo alimentario Solo los hogares de menores ingresos reportaron crecimientos en gasto durante la década pasada, mayores incluso al incremento en sus ingresos corrientes totales. Esta situación se reflejó en sus montos de gasto alimentario y de manera notoria en los gastos en otros rubros. Por contraste, los hogares de mayores ganancias fueron los que reportaron mayores pérdidas en ingresos corrientes y una disminución aún mayor en gasto, en donde el rubro menos sacrificado fue, precisamente, el alimentario.



Bienestar vía consumo privado básico II Consumo alimentario

consumo alimentario Ingreso, gasto y alimentación son las variables analizadas en esta sección, y el principal hallazgo es contundente: los hogares mexicanos de menor ingreso son los que mayor incremento tuvieron en términos de ingreso entre 2000 y 2010. Sin embargo, el incremento es aún mayor en términos de gasto total; y de forma interesante, el rubro de gasto de menor crecimiento en estos hogares fue el de alimentos. Ciertamente, de entre todos, estos hogares fueron los que más incrementaron su gasto alimentario, pero el incremento fue mayor en otros rubros de gasto, como vivienda, ropa y zapatos, y productos de higiene y cuidado personal. En contraste, los hogares de mayores ingresos tuvieron un decremento notorio en el mismo periodo en términos de ingreso, gasto total, gasto alimentario, y el resto de rubros de erogación. Estos resultados se confirman si clasificamos a los hogares por condición de pobreza en lugar de nivel de ingresos. Ahora bien, todos los grupos tuvieron una caída en ingresos entre 2006 y 2008, y otra caída, aunque menor, entre 2008 y 2010, particularmente notoria en los hogares de mayor ingreso (y/o no pobres).

14

los hogares mexicanos contados por deciles Hace 12 años, en 2000, éramos 99.2 millones de mexicanos que vivíamos en 23.67 millones de hogares; para 2010, sumábamos 112.7 millones de personas,

habitando 29.97 millones de hogares. ¿Cómo dividir tantas personas y tantos hogares de un modo que nos permita entender la evolución de ingresos, gastos, y patrones de consumo? Por razones de comparabilidad con otros estudios y por claridad descriptiva, optamos por dos criterios: deciles de ingreso y condición de pobreza. Dentro de los hogares hay miembros que reciben ingresos por actividades fuera del hogar o por transferencias, y puede haber miembros que no reciben ningún tipo de ingreso (probablemente porque no están económicamente activos); si sumamos los ingresos de todos los miembros, obtenemos el ingreso del hogar; si además dividimos este ingreso entre todos los miembros del hogar, entonces obtenemos el ingreso per cápita de los hogares. Ahora imaginemos que podemos ordenar los hogares mexicanos en orden ascendente de acuerdo con este ingreso per cápita, desde el hogar en el que, en promedio, sus miembros reciben menos, hasta aquel en el que

Deciles de ingreso o de gasto

Si formamos los hogares o personas con base en su ingreso o gasto, y los dividimos en 10 partes iguales, obtenemos los deciles de gasto o ingreso por hogares o individuos. Menor ingreso o gasto

10 %

10 %

Mayor ingreso o gasto

10 %

10 %

10 %

10 %

10 %

10 %

10 %

10 %

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Menor ingreso y gasto

Pobreza

Utilizamos aquí la clasificación de pobreza utilizada por Coneval.

alimentaria Ingresos insuficientes para cubrir una canasta básica de alimentación. Deciles de ingreso 1 y 2.

Mayor ingreso y gasto

capacidades

patrimonial

no pobre

Ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas de salud, educación y vestido. Deciles de ingreso 2 y 3.

Ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas relacionadas con la vivienda. Deciles de ingreso 3 y 4.

Ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas. Deciles de ingreso 6 a 10.



Menos desiguales, pero con dos ángulos posibles.

Los primeros siete deciles tienen más ingreso hoy que en 2000, pero los últimos tres deciles tienen menos ingreso hoy, y la pérdida es proporcionalmente mayor.

El gasto total creció más que el ingreso en los primeros deciles (pero el crecimiento en gasto en alimentos fue menor); mientras que en los últimos deciles el decremento en gasto fue mayor que en ingreso. ingreso

2010

ingreso

Gasto e ingreso son dos fenómenos distintos.

gasto total

8 200

2000 2002

alimentos

2004

2006

2008

2010

06 20

10

9

200 4

8

7

6

2002 5

4

2000

3

2

6

5

4

3

2

1

2004

50,000

2002

2000

Ingreso corriente mensual (pesos de 2010)

1

2010

7

2008

8

2006

9

Deciles

10

Deciles de ingreso

45,000 40,000 35,000

10

30,000 25,000 20,000 15,000

5,000 0

8 7 6 5 4 3 2 1

Deciles de ingreso

10,000

9


17

Ingresos estables en hogares pobres.

Hay un crecimiento pequeño en el ingreso de los hogares con alguna condición de pobreza, entre 2000 y 2010, y una caída más notoria en los hogares no pobres.

200 2

2000

ingreso

No pobre

Pobreza patrimonial

2004

Pobreza de capacidades Pobreza alimentaria

2006

8 200

2010 Ingresos estables, gastos variables.

El gasto total creció más que el ingreso de los hogares con alguna condición de pobreza, especialmente en aquellos en pobreza alimentaria. ingreso

gasto total

alimentos

2000 2002 2004 No pobre Pobreza patrimonial Pobreza de capacidades Pobreza alimentaria

2006 2008

2010

sus miembros reciben más; formaríamos una fila de 29.97 millones de hogares. Si dividimos esa fila en 10 partes iguales, obtenemos grupos idénticos en tamaño (2.9 millones de hogares en cada uno), separados por su nivel de ingreso. Así, el grupo 1 estaría formado por el 10% de hogares de menores ingresos, mientras que el grupo 10 correspondería al 10% de hogares de mayores ingresos. A estos grupos, así formados, se les llama deciles, y en el resto del libro usaremos esta clasificación de hogares (con base en el ingreso per cápita de sus miembros), para entender su evolución en términos de ingreso, consumo y bienestar. Pero las fuentes de ingreso son múltiples, y al momento de sumar necesariamente tomamos una decisión sobre qué incluir y qué dejar fuera. Hay dos tipos de ingreso básicos: neto y corriente. El ingreso neto incluye lo que entra en los hogares, monetario o no monetario (pagos en especie, autoconsumo, regalos recibidos, y la estimación de la renta por el uso de vivienda), pero excluye regalos dados por el hogar. Es este el ingreso con base en el cual estimamos los deciles de ingreso descritos en el párrafo anterior. El ingreso corriente, que usamos como medición del ingreso por hogares a lo largo del libro, agrega igualmente ingresos monetario y no monetario, pero no resta los regalos dados por el hogar. Esta distinción fue hecha con el propósito explícito de permitir la comparabilidad entre el contenido de este libro y los análisis hechos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Del mismo modo, y siguiendo la metodología de Coneval, reprodujimos algunos resultados con base en la condición de pobreza de los hogares: alimentaria, en capacidades, patrimonial, o no pobre. Como definición elemental, un hogar en pobreza alimentaria es aquel en el que sus miembros, dado su ingreso per cápita, no pueden adquirir una alimentación mínimamente aceptable; en un hogar con pobreza en capacidades se pueden satisfacer esas necesidades alimentarias, pero no aquellas asociadas con el consumo de bienes generadores de



19

Diversificación del gasto.

Los deciles de menor ingreso destinan una proporción mayor de gastos a rubros como vivienda y productos de cuidado personal; mientras que los deciles de mayor ingreso han incrementado su proporción en gasto alimentario. resto

vivienda

2000 2002

alimento

vestido

2004 2006 2008

alcohol

2010

1

2

3 4 5

6

7

Deciles de ingreso

8

9

10

Consumir en la pobreza.

Ante incrementos pequeños en ingresos, los hogares en pobreza alimentaria elevaron su gasto total, especialmente en rubros no alimentarios. Por contraste, respecto al año 2000, los hogares no pobres gastan proporcionalmente más en alimentos. No pobre

Patrimonial

Capacidades Alimentaria

2000 2002 2004 2006 2008

2010

capacidades (i.e. educación y salud); un hogar en pobreza patrimonial logra satisfacer los dos anteriores, pero su ingreso per cápita no alcanza para adquirir mínimos indispensables de vivienda, vestido, calzado y transporte de los miembros del hogar; finalmente, un hogar no pobre es aquel en el que el ingreso per cápita de los miembros basta para cubrir las tres necesidades de consumo señaladas. Por supuesto, en estas categorizaciones de pobreza, el ingreso es un factor central; no sorprende, entonces, que sean mediciones altamente correlacionadas. La correlación entre las condiciones de pobreza y el ingreso corriente mensual de los hogares era 74.2% en 2000 y 72.2% en 2010. Una correlación muy alta, pero no perfecta, dado que la medición de la pobreza incluye otros factores asociados con el acceso a bienes públicos, así como condiciones de la vivienda. Si hacemos un cruce estadístico entre los deciles de ingreso y las condiciones de pobreza, los cambios en el tiempo se vuelven notorios: en 2000, 54% de los hogares en pobreza alimentaria se encontraba en el primer decil de ingreso; esta proporción creció a 83.2% en 2006, para colocarse en 67.7% en 2010. Por definición, los hogares en pobreza alimentaria se colocan únicamente en los primeros dos deciles de ingreso, mientras que los hogares con pobreza en capacidades se ubican entre los deciles 2 y 3; y aquellos en pobreza patrimonial se distribuyen básicamente entre los deciles 3 y 4. Ello implica que la mayoría de los hogares considerados como no pobres se ubica entre los deciles 6 y 10 (i.e. 50% de hogares de mayor ingreso). No obstante, en todos los años una proporción se ubica entre los deciles 4 y 5; en 2010, por ejemplo, 11.5% de los hogares no pobres se ubicaba en alguno de estos deciles. La imagen se vuelve más difusa cuando el cruce lo hacemos por gasto, no por ingreso (también medido en términos corrientes). Ello no sorprende dado que, en general, el gasto no crece en la misma proporción cuando hay incrementos en ingreso (o viceversa, no decrece en la misma proporción cuando hay caídas en


Bienestar vía consumo privado básico II Consumo alimentario

ingreso). Por ejemplo, en 2000, 97% de los hogares en pobreza alimentaria se encontraba dentro del 50% de hogares de menor gasto; mientras que para 2010 esta proporción cayó a 90.5%. Esto es, para 2010, casi 10% de los hogares que, por definición, estaban en el 20% de menores ingresos, se colocaba entre el 50% de mayor gasto; lo mismo ocurrió ese año con 18% de hogares pobres en capacidades y 39% de hogares en pobreza patrimonial. Como es de esperarse, la proporción de hogares no pobres ubicados entre el 50% de mayor gasto es mucho más elevada, 86% en 2010 (91% en 2000). Emerge un patrón: los hogares de menor ingreso parecen haber incrementado su consumo, mientras lo opuesto ocurre con los de mayor ingreso. Confirmaremos este hallazgo en las siguientes secciones; por ahora podemos hacer un cruce entre deciles de gasto y deciles de ingreso. Por ejemplo, en 2000, 74% de los hogares que se encontraban en el decil 1 de ingreso también se encontraban en el decil 1 de gasto; esto es, 7 de cada 10 hogares colocados en el 10% de hogares con menores ingresos (netos, per cápita) se ubicaban también en el 10% de hogares que gastaban menos. Para 2010, esta proporción cayó a 57%; y 30% de ellos reportó niveles de gasto correspondientes a los deciles 2 y 3. En contraste, en ese mismo año, 70% de los hogares en el decil 10 se encontraba en el mismo decil, contra 78% en 2000. Esta es una sección que caracteriza de forma muy básica a los hogares mexicanos, como primer paso para evaluar en las secciones siguientes la evolución de su consumo. No podemos cerrar este apartado sin describir un fenómeno interesante en cuanto al tamaño de los hogares; es decir, el número de miembros promedio que los componen: los hogares, en todos los deciles de ingreso, redujeron su tamaño; sobre todo aquellos ubicados en el 10% de menores ingresos (que pasaron de 5.7 a 5 personas), y aquellos en el 10% de mayores ingresos (de 3 a 2.6 personas). Ahora bien, el número promedio de miembros se reduce linealmente, conforme incrementa el decil de ingreso en el que se encuentran los hogares. Esto muestra un patrón demográfico que afecta montos y patrones de consumo: a mayor ingreso, menor número de miembros, pero respecto de 2000, son los hogares de menor y mayor ingreso los que

20

drásticamente han reducido su tamaño.

ingreso y gasto en los hogares Para la descripción de ingresos hemos optado por medirlos en términos corrientes; es decir, con la inclusión de regalos y transferencias dadas y recibidas. Consideramos que es así como se obtiene una medición más acertada de lo que los hogares reciben y consumen; y todo indica que, al menos en lo que toca a los hogares de menos ingresos, la relevancia de regalos y transferencias ha crecido en el tiempo. Por ejemplo, en 2000, el ingreso neto en los hogares en el decil 1 representaba 81% de su ingreso corriente; mientras que en 2010 representó 76%. Esto es, los regalos y las transferencias en especie representaron casi una cuarta parte de su ingreso corriente. No podemos omitir esta tendencia si queremos entender la dinámica de ingreso y gasto en los hogares mexicanos. Si hacemos un corte entre 2000 y 2010, como una imagen de la década, 70% de hogares con menores ingresos (i.e. los primeros siete deciles) reportó mayores ingresos en el último año, particularmente aquellos en el 30% de menores ingresos. Así, el ingreso corriente promedio de los hogares en el 10% de menores ingresos creció 17% en términos reales en la década; mientras que en el 10% de mayores ingresos decreció en 22%. En consecuencia, la relación de ingresos entre los hogares más pobres y más ricos cambió sustancialmente: en 2000, por cada peso de ingreso en un hogar en el


¿Alguna vez se quedaron sin comer? Entre 2008 y 2010, en todos los deciles de ingreso, hay un incremento en la

proporción de hogares en los que adultos y menores se quedaron sin comer por falta de dinero; particularmente notorio en el 10% de hogares más pobres, en los que pasó del 22.1% al 30% en adultos, y del 18.4% al 22.4% en menores de edad. En hogares en pobreza alimentaria los cambios fueron de 20% a 30% y de 16% a 23% respectivamente.

Pobreza Decil

¿Alguna vez usted o algún menor de 18 años se acostó con hambre?

2 1 5

3

Pobreza Decil

3 2 8 5 9 1 46 C 7 10 B A D

¿Alguna vez usted o algún menor de 18 años se acostó con hambre?

10

10 6 7 B 9 8 C D 2008

A Alimentaria B Capacidades C Patrimonio D No pobre

A

8

3

6 5 9 7 D

B C

1

5

4 6 8 7 9 10 C B A D

2

1

¿Alguna vez usted o algún adulto en su hogar dejó de desayunar, comer o cenar?

4

4

2

3

¿Alguna vez usted o algún adulto en su hogar dejó de desayunar, comer o cenar? A Alimentaria B Capacidades C Patrimonio D No pobre

A

2010


$34,014

Peso sobre peso.

Los deciles de menor ingreso gastan más en alimentos (pesos de 2010), pero sobre todo en otros rubros de gasto no alimentarios; exactamente lo contrario ocurre en los deciles de mayor ingreso.

resto vivienda alimento vestido alcohol y tabaco

Cambio relativo.

El 10% de hogares de menores ingresos fueron los únicos con incrementos en gasto permanentes entre 2000 y 2010. $5,165

$16,340

$12,264 $10,734 $ 8,917 $8,217 $7,023 $5,993 $5,165

1

Deciles

2

3

4

5

decil 1, un hogar en el decil 10 recibía 16.3 pesos; para 2010, este monto cayó a 10.9 pesos. Debe tomarse en cuenta que todos los valores en ingresos entre años están deflactados a pesos de 2010; de modo que resultan perfectamente comparables, y los cambios porcentuales son reales. Ahora bien, durante esos 10 años, la dinámica es más compleja. Con excepción de los hogares en el 10% de mayor ingreso; el resto de hogares mostró crecimientos en su ingreso entre 2000 y 2006; una caída importante entre 2006 y 2010, y otra caída menor entre 2008 y 2010. Por ejemplo, un hogar promedio, en el 10% de menores ingresos, obtenía 2,638 pesos en 2000; 3,538 pesos en 2006; 3,122 pesos en 2008; para terminar el periodo en 2010, con 3,083 pesos. Sospechábamos que la crisis financiera de 2009 había tenido un efecto negativo en los hogares mexicanos

6

7

2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2000 2002 2004 2006 2008 2010

$3,910

8

y descubrimos una historia más compleja: los hogares de menos ingresos recibieron un golpe mayor antes de la crisis financiera, y el efecto de esta en sus ingresos fue marginal, mientras que sí afectó claramente a los hogares de mayores ingresos. La historia es aún más sorprendente si vemos la evolución del gasto corriente total de los hogares: el 10% de los hogares de menores ingresos (i.e. el decil 1) fue el único grupo de hogares que mostró incrementos en gasto corriente durante todo el periodo (2000-2010). Así, en 2000, por cada

9

10


$14,502

23

Crisis y gasto.

Los hogares en alguna condición de pobreza elevaron su gasto, con una caída pequeña después de la crisis financiera de 2009, y particularmente aquellos en pobreza alimentaria, que pueden, en consecuencia, gastar más en rubros no alimentarios. La historia es exactamente opuesta en el caso de los hogares no pobres.

hogar en el decil 1, el gasto en alimentos creció 28%. Sí, este es el decil de ingresos con un crecimiento más grande en gasto alimentario, pero otros rubros de gasto crecieron aún más. Ante una mayor disponibilidad de ingreso, estos hogares cubren necesidades alimentarias, pero también se permiten decisiones de gasto centradas en el consumo de bienes no alimentarios. En pesos de 2010, el gasto en alimentos en el 10% de hogares de menores ingresos pasó de un promedio de 1,242 a 1,587 pesos mensuales; mientras que en un hogar en el 10% de mayores ingresos pasó de 4,445 a 4,469 pesos. Así, por cada peso gastado en alimentos por un hogar en el decil1 en 2000, un hogar en el decil 10 gastaba 3.6

$6,550

$5,426

2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010

2000 2002 2004 2006 2008 2010

$4,338

Alimentaria

Capacidades

Patrimonial

No pobre

peso gastado por un hogar en el decil 1, un hogar en el decil 10 gastaba 12.8 pesos; en contraste, en 2010, por cada peso gastado en un hogar en el decil 1, un hogar en el decil 10 erogaba 6 pesos. Esto se debe a incrementos en el gasto corriente de los hogares en el 10% de menores ingresos, pero también a decrementos en el gasto de los hogares en el 10% de mayores ingresos. Por ejemplo, entre 2000 y 2010 el gasto corriente mensual de un hogar en el decil 1 pasó de 2,655 a 3,910 pesos; mientras que en un hogar en el decil 10 pasó de 34,014 a 23,543 pesos. En tanto que el gasto corriente total creció 43% en la década en un

pesos, contra 2.8 pesos en 2010. Visto de otro modo, de cada 100 pesos de gasto, en 2000 un hogar en el decil 1 destinaba 47 pesos a alimentos y un hogar en el decil 10, 13 pesos; para 2010 este monto bajó a 41 pesos para el decil 1 y subió a 19 pesos para el decil 10. El patrón es claro: en el 30% de los hogares de menores ganancias, el ingreso corriente creció en la década más que en el resto de hogares; el gasto corriente creció aún más que el ingreso, pero el gasto alimentario creció en menor proporción. En contraste, el 30% de hogares de mayores ingresos son los únicos con caídas en ingreso corriente en la década, y reducciones mayores en gasto. El patrón se confirma incluso si clasificamos a los hogares por condición de pobreza en lugar de decil de ingreso. Pensemos en un hogar en pobreza alimentaria. En 2000, este hogar recibía un ingreso corriente mensual promedio de 3,417 pesos; gastaba 3,242 pesos, y de estos, 1,444 pesos se destinaban a alimentos. Para 2010, recibía 3,631 pesos en ingresos corrientes mensuales; gastaba 4,303 pesos (recordemos que incluye regalos y transferencias), y destinaba a alimentos 1,708 pesos. Así, en la década entre 2000 y 2010, un hogar en pobreza alimentaria reportó un incremento de 6.3% en ingreso corriente, 32.7% en gasto corriente, y 18.2% en gasto alimentario. En


Distribución de ingreso corriente total.

El ingreso encuentra su máxima frecuencia entre los 5 y 6 mil pesos, mostrando una mejora entre 2000 y 2010, y un leve retroceso entre 2008 y 2010, mayor a más altos niveles de ingreso. .0001

.0001

.00008

.00008

.00006

.00006

.00004

.00004

.00002

.00002

0 0

2002

20,000

2004

40,000

2008

60,000

80,000

2010

contraste, en el mismo periodo, un hogar no pobre tuvo un decremento promedio de 10.4% en ingreso y de 15.2% en gasto total, aunque el gasto en alimentos se mantuvo estable. La conclusión apunta al mismo lugar. Los hogares más empobrecidos están hoy mejor respecto al inicio de la década en términos de ingreso, pero notoriamente en términos de gasto, que se refleja en gasto alimentario, y, sobre todo, en otros rubros (que analizaremos en la sección siguiente). Esto se debe centralmente a un efecto marginal de la crisis financiera en estos hogares, que no revierte las ganancias notorias en todos los rubros entre 2000 y 2006. En contraste, los hogares no pobres mostraron incrementos más moderados en esos primeros seis años, pero decrementos más dramáticos durante los cuatro últimos años de la década, terminando el periodo con ingresos más bajos, que derivaron en reducciones aún más amplias en términos de gasto, aunque mantienen montos similares de gasto en alimentos.

otros rubros de gasto Respecto al inicio de la década, los hogares de menor ingreso gastaron, en 2010, una proporción menor en alimentos, y una proporción mayor en otros rubros, particularmente vivienda, transporte (analizado a detalle más adelante), y productos de cuidado e higiene personal. Exactamente lo contrario ocurre en los hogares con mayor ingreso. El principal resultado de esta sección no es menor: entre 2000 y 2010 solo los hogares en el decil 1 erogaron montos mayores en todos los rubros de

0 0

5,000

10,000

15,000

20,000

Versión aumentada de la gráfica izquierda

gasto; mientras que en el mismo periodo, solo los hogares en el decil 10 mostraron decrementos en todos los destinos de gasto. Un incremento de 17% en ingreso corriente y de 43% en gasto corriente, muestra cambios drásticos en decisiones de gasto en los hogares de menores ingresos en México. En efecto, estos hogares son los que reportan un mayor incremento real en gasto alimentario, de 28%, pero el incremento en el resto de rubros es mayor. Un hogar promedio, en el 10% de menores ingresos, gastó, en 2010, 67.6% más en vivienda; 66.1% más en transporte y productos de cuidado e higiene personal; 60.9% más en alcohol y tabaco; y 42.9% más en vestido y calzado. Esto parece confirmar que pequeños cambios en ingreso disponible derivan en cambios radicales en decisiones de gasto en hogares de muy bajos ingresos. En sentido contrario, el gasto parece ser altamente volátil a cambios en ingreso en los hogares de mayores ingresos. Decíamos antes que el ingreso corriente promedio en los hogares del decil 10


Distribución de gasto corriente total.

En ingreso, el gasto ha mejorado respecto al 2000; sin embargo, en 2010 este se ubica en un rango menor que en 2006 y 2008. .0001

.0001

.00008

.00008

.00006

.00006

.00004

.00004

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.00002

0 0

2002

500,000

2004

1,000,000

2008

1,500,000

2010

cayó en 22% entre 2000 y 2010; con una caída asociada de 30.8% en el gasto corriente total. ¿Qué rubros de gasto sacrificaron estos hogares? No el alimentario, que se mantuvo estable (+0.5%); pero sí el resto: -38.3% en alcohol y tabaco; -37.4% en vivienda; -35.6% en transporte y productos de cuidado e higiene personal; y -20.6% en vestido y calzado. De manera más general, en la década pasada solo 70% de los hogares de menor ingreso reportó mayor gasto en vivienda, transporte y bienes de higiene personal; y entre menor el ingreso mensual de los hogares, más alto el incremento. Por su parte, el crecimiento en gasto en vestido y calzado ocurre solo en 30% de menores ingresos, mientras que en 70% de mayores ingresos decreció, y a mayor ingreso de los hogares, mayor el decremento proporcional. Por último, el gasto en alcohol y tabaco crece únicamente en los deciles 1 y 9. Quizá sea más ilustrativo si se presenta el cambio en pesos. Pensemos en dos hogares entre 2000 y 2010, uno ubicado en el decil 1 y otro en el decil 10. El gasto mensual

0 0

5,000

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20,000

Versión aumentada de la gráfica izquierda

promedio en vivienda pasó de 437 a 733 pesos para el primero, y de 9,084 a 5,685 pesos para el segundo. El gasto en vestido y calzado pasó de 132 a 189 pesos para el primero, y de 1,300 a 1,032 pesos para el segundo. En el resto de gastos (transporte, productos de higiene personal, entre otros) pasó de 837 a 1,390 pesos en el primero, y de 19,005 a 12,246 pesos en el segundo. Por último, en alcohol y tabaco, el gasto en el hogar en el decil 1 pasó de 7 a 11 pesos, mientras que en el hogar en el decil 10 pasó de 179 a 111 pesos mensual promedio. A partir de los resultados descritos, se puede inferir que los hogares en alguna condición de pobreza incrementaron su gasto en todos los rubros, en particular aquellos en pobreza alimentaria, mientras que los hogares no pobres lo redujeron. Lo interesante es observar cómo distintas condiciones de pobreza derivaron en patrones distintos de asignación de gasto. Por ejemplo, el gasto corriente creció 33% en los hogares en pobreza alimentaria, con un incremento del 18% en gasto alimentario; pero tuvo un crecimiento de 51% en el rubro “resto”, que incluye transporte y productos de higiene personal, entre otros; de 38% en vivienda; y 28% en ropa y calzado. En contraste, en los hogares con pobreza en capacidades y patrimonial, el incremento en gasto es más moderado, y su principal destino es el rubro de vivienda, el destino de gasto, junto con transporte y productos de cuidado personal, en el que los hogares no pobres redujeron más su gasto en el periodo. En suma, los más pobres gastan un poco más, los no pobres un poco menos; y los primeros redistribuyeron su gasto en los rubros que los segundos sacrificaron. 



John Scott Andretta

27

profesor-investigador del centro de investigación y docencia económicas (cide)

Para John Scott Andretta, investigador del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE), explicar los problemas de la crisis ocurrida en México entre 1994 y 1995, en comparación con los problemas económicos actuales, no es ningún reto. Durante la crisis de 1994 a 1995 se dio un aumento en la pobreza: esta pasó del 21% al 37%. Existieron algunos casos en los que las familias sacaron a sus hijos de las escuelas para ponerlos a trabajar; muchos de esos jóvenes, por desgracia, nunca regresaron a las aulas. Por si fuera poco, aumentó la mortandad infantil por la baja calidad de nutrientes y por las pocas posibilidades de tener atención médica general. Con esas palabras, John Scott muestra el panorama real de mediados de la década de los noventa, mientras continúa narrando otras historias de familias de todas las clases sociales que lo perdieron todo. Con lo anterior, nos adentramos a conocer distintas interrogantes de interés, como el patrón del consumo nacional actual, luego de haber gozado, durante años, de una supuesta consolidación financiera. Mientras la conversación avanza, Scott se encuentra frente a su computadora, en la que despliega diversas estadísticas, tablas de esos años y análisis comparativos que contrastan

los efectos de la crisis mundial de la década pasada (2006 al 2009). Después nos habla un poco sobre el cambio en el consumo que se dio en los últimos años. Quienes perdieron sus trabajos y enfermaron, en ese tiempo, dejaron de consumir los medicamentos necesarios y de recibir asistencia médica. También se modificaron los hábitos alimenticios, se dejó de consumir ciertos alimentos por otros de menor calidad, es decir: fuentes de calorías más baratas, menos carne, más tortillas. Imaginémoslo de esta forma: uno está destinado a consumir con respecto a lo que gana; antes se podía invertir y ahora se pierde el dinero fácilmente. Luego de la crisis de los años noventa, la economía mejoró. Sin embargo, llegó 2006. ¿Qué pasó exactamente? La pobreza alimentaria estaba en un 13.8% (cifras no muy distantes de principios de los años noventa), pero para 2008 nos encontrábamos ya en un 18.8%, y la razón principal que provocó esto fue el desmedido

incremento a los precios de la canasta básica, por la crisis internacional. No obstante, para 2009 se vivió otra crisis financiera, ¿cómo nos impactó? Sin menospreciar la magnitud de la crisis, se puede decir que no nos fue tan mal como se esperaba, gracias a que el país contaba con buenas finanzas internas. Si contrastamos la crisis de 2009 con la de 1995, de la segunda se pudo salir pronto debido a que era un problema de finanzas interno. La crisis de 2009 le pegó más a los sectores urbanos que a los sectores pobres del medio rural, ya que estos están desconectados de la economía de los mercados y de los centros de actividad económica nacional. Debido a esa crisis se perdieron más de seis puntos del PIB, ¿acaso fue la población rica la que resintió más la problemática económica? La crisis de 2009 no afectó a los pobres extremos; a los pobres con un nivel moderado y a la clase rica les fue mal. 


La diversificaciรณn de los deciles de gasto.

Entre 2000 y 2010, la proporciรณn de hogares que se encuentran en el mismo decil de gasto e ingreso se ha reducido, particularmente en los deciles 1 (que se ubican en deciles de gasto mรกs altos) y el 10 (que se ubican en deciles de gasto menores).

Deciles de gasto 10

2010

9

8 7

Deciles de gasto 10

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1

5

4

8

7

6

9

Deciles de ingreso

Deciles de ingreso

2000

3 2

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1

6

5 4 3 2 1

1

2000

Proporciรณn de hogares en el mismo decil de gasto e ingreso.

2010 75.6

1 49.4

2 3 4

Deciles de ingreso

57.7 29.5

38

25.9

32.5

21.4

5

27.7

23.5

6

30.4

22.2

7

34.9

25.2

8

38.3

30.4 52.1

9

41.1

10

79.5

71.6

Pobreza

Condiciรณn de pobreza y decil de ingreso.

Proporciรณn de hogares dentro de la condiciรณn de pobreza

Por construcciรณn, los tipos de pobreza se empatan con deciles de ingreso de manera mรกs o menos estable; no obstante, respecto al 2000, en 2010 una mayor proporciรณn de hogares en algรบn tipo de pobreza se ubicรณ en deciles inferiores de ingreso.

2000

100

Ingreso

Alimentaria Capacidades Patrimonial No pobre

2010

100

80

80

60

60

40

40

20

20

0 11

Proporciรณn en el mismo decil de gasto

0 22

33

Deciles de ingreso

44

55

66

77

88

99

10 10

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10


Héctor Bourges Rodríguez

29

director de nutrición del instituto nacional de ciencias médicas y nutrición salvador zubirán

En la actualidad, los especialistas aseguran que el consumidor nacional es muy inteligente. Los consultorios médicos y los hospitales, sin embargo, demuestran que los mercadólogos también lo son para lograr ciertos objetivos comerciales. El médico nutriólogo Héctor Bourges sostiene que la mercadotecnia ha distorsionado ciertos hábitos de consumo entre la población, provocando que las personas enfermen por el abuso de los productos pobres en nutrientes. Por todo esto, es necesario que la población aprenda, día con día, a conocer mejor los alimentos que consume. ¿Cuál es la enfermedad más común en los niños debido a la mala alimentación? Podemos detectar, según los índices de desnutrición infantil, que uno de cada siete niños tiene una talla insuficiente para su edad. ¿Podríamos hablar de la obesidad como una enfermedad? La obesidad complica los partos en las mujeres, complica las cirugías y favorece a otras enfermedades que genéticamente están relacionadas. Pero con un tratamiento adecuado lo anterior puede controlarse. ¿Qué enfermedades derivan del aumento de peso? La diabetes, la hipertensión, colesterol en la sangre, además de otros padecimientos ginecológicos en el caso de las mujeres. Sin embargo, todo lo anterior también puede

prevenirse aprendiendo a llevar ciertas dietas que beneficien a nuestro físico y salud. El ejercicio es una parte importante, no solo una buena dieta. ¿El problema son los productos en sí o cómo los consumimos? Un adulto no debe consumir por día más de 50 gramos de azúcar. Cada refresco de lata les da 28 o 30 gramos, y no se toman solo uno. Hoy, el consumo promedio es de 160 o 170 gramos. Consumimos la quinta parte menos de lo recomendado en frutas y verduras. Digamos que los productos y las personas son responsables. Es decir, nosotros debemos aprender a llevar dietas balanceadas y eso nos ayudaría, ya que podríamos consumir cualquier producto, pero de manera moderada. 

50 gramos de azúcar al día es la dosis máxima recomendada para un adulto


30

Vicente Yáñez Solloa

presidente ejecutivo de la asociación nacional de tiendas de autoservicio y departamentales (antad)

Pocos hombres en México conocen las peculiaridades del consumidor de alimentos del nuevo siglo como Vicente Yáñez Solloa, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD). También sabe de la capacidad que hay en los hogares para satisfacer sus necesidades alimentarias, pues 47.2% del menudeo de los productos alimenticios que se comercializan en el país se hace en sus tiendas. Háblenos sobre las características del consumidor actual, en relación al público de hace más de 10 años. Hoy se realizan compras en menor tiempo, pero con mayor frecuencia. Ahora también se le da importancia a los artículos para la salud y para el medio ambiente, pues compran cosas orgánicas. Con respecto al año 2000, ¿cómo se ha dado ahora la compra de alimentos y de algunos otros productos necesarios? El 60% de la población destina ahora un 45% de su ingreso en alimentos. Existe una mejora. Por ejemplo: desde hace 10 años a la fecha, el consumo de pollo pasó de 20 a 28 kilos cada mes, por habitante. Antes pocas familias podían acceder a este tipo de productos. Esta es una mejor alimentación y más barata. Hoy las mujeres tienen menos tiempo para ir de compras, pero van con mayor frecuencia, ya que se sumaron a la vida laboral. El que cada vez haya menos familias en las que solo el padre trabaje y la mujer se quede en casa a cocinar y a encargarse de los hijos, propició que hoy exista una revolución tanto en las procesadoras de comida como en los puntos de venta. Las nuevas tecnologías y la globalización han favorecido que hoy la calidad sea mejor. Ahora existen consumidores más inteligentes,

exigentes y con mayores aspiraciones. No necesariamente la exhibición del producto en los anaqueles marca la pauta de compra. ¿Hoy ANTAD vende alimentos u otros artículos que antes no vendía? Esta es una parte importante contrario a lo que se pueda pensar. Antes en ANTAD nosotros no teníamos estadísticas. De unos tres años para acá hemos logrado desagregar por línea de mercancía. Antes nada más teníamos supermercado, mercancías generales y ropa, pero ahora los desagregados se dividen en electrónica, electrodomésticos, hogar. Aquí es donde te das cuenta de que la gente está comprando más cosas y no solo comida y vestido. Ahora la gente compra aparatos domésticos o electrónica, algo a lo que antes no tenía acceso. Existe un crecimiento enorme que se aprecia en la adquisición de ropa, calzado, enseres mayores, enseres menores y hasta juguetes, que reflejan una medida de bienestar económico. ¿Qué tanto han influido las tarjetas de crédito? Con la ayuda del crédito ya pueden comprar artículos como lavadoras, pantallas, refrigeradores. Esto se debe a que existe una inflación baja en cuanto a los créditos,


Hoy los costos se redujeron en un 13% contra los costos de hace 10 años, debido a que la distribución está centralizada y también porque ahora se atiende mejor

47%

del menudeo de productos alimenticios se comercializa en ANTAD

que ayudan a brindarle una estabilidad económica al país. ¿El consumidor de ahora es más racional y eficiente? Hoy los costos se redujeron en un 13% contra los costos de hace 10 años, debido a que la distribución está centralizada y también porque ahora se atiende mejor. ¿Se puede decir que la crisis de 2009 afectó los precios, la calidad y la venta de diversos productos? Todo habría sido peor si no hubiéramos tenido un manejo responsable de las finanzas públicas. Sin embargo, en ciertos estratos, el consumidor cambió de formatos más finos a formatos más baratos. ¿Actualmente ustedes tienen un nivel ascendente en la demanda? El nivel de venta es muy plano para el

potencial económico de nuestro país. Creceríamos más con mejores reformas estructurales. ¿Qué es lo más destacable del consumidor del siglo XXI? Un consumidor está más educado e informado y toma sus decisiones de compra, además tiene dónde escoger sus productos, ya que hay una gran variedad de ellos; considero que ese sería el eje más importante. Además, el consumidor ha obligado al productor a ofrecer una mejor calidad, pues el cliente ya no compra aquello que no cumple con esta característica. Por ejemplo, en productos perecederos tienes un mejor manejo de fríos. Existe tecnología que impide el maltrato del producto que se traslada desde la fábrica procesadora hasta llegar al consumidor con las respectivas etiquetas que garantizan la calidad. 

31


consumo energético Tanto en montos reales, como en proporción respecto a ingresos, únicamente el 30% de hogares de menos ingresos elevó su gasto en electricidad durante la década pasada, lo que puede reflejar un crecimiento en acceso al servicio. El resto de hogares mantuvo un gasto similar o marginalmente menor. Asimismo, dichos hogares fueron los únicos que elevaron su gasto en combustibles para el hogar (gas, leña o carbón).



Bienestar vía consumo privado básico

|| Consumo energético

consumo energético El acceso al consumo de bienes energéticos mejora directamente la calidad de vida en los hogares, al afectar otros factores asociados al bienestar como nutrición, higiene, salud y, por supuesto, información. Asimismo, el consumo energético tiene un efecto indirecto en bienestar al permitir, potencialmente, una redistribución en los patrones de bienes de consumo asociados a la adquisición de capacidades generadoras de ingreso, en específico: tiempo. En todos los niveles de ingreso los hogares mexicanos incrementaron su gasto mensual en electricidad entre 2000 y 2008, y lo redujeron entre 2008 y 2010. Para la totalidad del periodo, 2000-2010, únicamente 30% de los hogares de menor ingreso gastó más en electricidad. Del mismo modo, en la adquisición de otros bienes energéticos (i.e. gas, carbón o leña), solo 20% de hogares de menor ingreso incrementó sus erogaciones; particularmente notorio en el 10% de menos ingreso, cuyo crecimiento fue de 29% en el periodo, mientras que, por ejemplo, el 10% de mayor ingreso lo redujo en 15%. Estos hallazgos confirman las conclusiones de la sección anterior, en la que se observó un crecimiento más alto en ingresos y gasto en los hogares de menor

34

Pobreza, combustible por ingreso (%).

2002

electricidad Mayor gasto en electricidad en los hogares puede ser reflejo directo de un cambio en tarifas, en intensidad de consumo, y/o síntoma de una mayor cobertura. Esta aclaración es relevante dado el principal hallazgo de esta sección: entre 2000 y 2010 solo 30% de hogares de menores ingresos incrementó su gasto en electricidad; particularmente aquellos ubicados en el decil 1, que reportaron un incremento real de 41% en este rubro, mientras que, en contraste, un hogar promedio ubicado en el decil 10 redujo su gasto mensual promedio en 31%.

Pobreza, gasto vs. alimentos.

Gasto en combustible para la vivienda como proporción de ingreso por condición de pobreza. 2004

ingreso, que derivó en un crecimiento en gasto alimentario, pero, sobre todo, en otros bienes de consumo, como vivienda y, en este caso, energía. Un patrón que se confirma si el análisis se hace con base en condición de pobreza, en lugar de niveles de ingreso.

Gasto en electricidad como proporción de gasto en alimentos por condición de pobreza.

2000 2010

2010 2008

2006 2008

2006

2010 2004

alimentaria

capacidades

patrimonial

no pobre

2002

2000


MĂĄs gasto en electricidad a menor nivel de ingreso. Gasto promedio del hogar en energĂ­a elĂŠctrica por decil de ingreso (pesos 2010).

2004 2008 $6 00 -

700

2002

2006

30 0

10

$ 30 0-

2010

400

$ 40 0-

500

$ 50 0-

600

2000

$0

-10 0

so gre e in sd cile De

8

1

$1 00 -20 0

$2 00 -

9

7

2

6

3

4

5


Gasto por pobreza.

Gasto promedio del hogar en energía eléctrica por condición de pobreza (pesos de 2010). 1. no pobre 2. patrimonial 3. capacidades 4. alimentaria

NO POBRE 2006

2004

200 8

2 200 0 200

00 $3

1

10 20

00 $2

0 40

0 30

0 -10

4

2

$0

3

Así, un hogar promedio en el 10% de menores ingresos pasó de gastar 62 a 87 pesos; mientras que un hogar promedio en el 10% de mayores ingresos pasó de 523 a 363 pesos. De este modo, durante la década pasada en los hogares de menores ingresos, el gasto en electricidad pasó de representar 2% de su ingreso a 3%; al tiempo que en los hogares de mayores ingresos se mantuvo en 1%. De hecho, entre todos los grupos de pobreza, únicamente los hogares en pobreza alimentaria incrementaron su gasto en electricidad, en tanto que aquellos en pobreza en capacidades, patrimonial o no pobres, lo redujeron, particularmente estos últimos.

CAPACIDAD ES

combustible El gasto en otras fuentes de energía, que incluye gas (natural o LP), así como leña y carbón, muestra una mayor estabilidad, pero una tendencia muy similar.

Aquí, como en el caso anterior, los hogares de menores ingresos fueron los únicos que incrementaron su gasto promedio mensual en la década pasada, especialmente aquellos en el decil 1, que pasaron de gastar 73 a 94 pesos, lo que significa un incremento real de 29%. De igual manera, fueron los hogares en el decil 10 los que reportaron el decremento más importante, de 15% (de 341 a 290 pesos). Así, como proporción de ingresos totales, para 2010 el gasto en este rubro es idéntico al gasto en electricidad, 3% en el decil 1, y 1% en el decil 10. 

ALIMENTARIA

PATRIMONIAL

0 -20 00 1 $


10

Gasto eléctrico. En el 70% de hogares el gasto eléctrico representó 2% del gasto total; solo el 10% de menos ingresos mostró un gasto mayor (3%), mientras que el 20% de mayores ingresos mostró un gasto menor (1%).

9

8

7

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5

4

3

2

4

$100 $3

2000

3

2002

2

2004

1

1

2006 2008

0 2000

2010 2002

2004

2005

2008

2010

$100 $5

2000 2000

Gasto de alimentos vs. electricidad.

Aun cuando su gasto total sea superior, respecto al gasto alimentario los hogares de mayores ingresos erogan una cantidad menor.

2002 2002 2004 2004 2006 2006 2008 2008

Gasto en electricidad como proporción del gasto en alimentos.

2010 2010 Deciles de ingreso

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

1 2, 3 y 4 5,6,7 y 8 9 10



Antonio Vivanco Casamadrid

39

director general de la comisión federal de electricidad (cfe)

Para Antonio Vivanco Casamadrid, director general de la Comisión Federal de Electricidad, la energía eléctrica es un bien que debe considerarse como parte de la canasta básica; además, comenta que, cuando llega la energía eléctrica a una comunidad, esta se transforma para bien y las relaciones familiares se estrechan aún más. Hoy, Antonio Vivanco, nos habla sobre los procesos que se llevan a cabo para lograr la mejor eficiencia energética en todo el país. ¿Qué tanta energía eléctrica se consume en el país? En la medida en que México se desarrolla y se vuelve más competitivo, el consumo de energía se incrementa. Hoy el mismo número de mexicanos consume más energía. ¿Cuánto destinan las familias al consumo de energía eléctrica? Existen 30 millones de clientes domésticos. El recibo promedio es de 100 pesos. ¿Cuántos mexicanos carecen de energía en pleno siglo XXI? El último censo del INEGI registra que solo un 2% de la población carece de electricidad; es decir, poco más de mil poblaciones con menos de 100 habitantes. Sin embargo, actualmente estamos elaborando convenios con las entidades federativas para generar un buen capital económico que nos permita abastecer de energía convencional o solar a cada población. ¿Qué esfuerzos se hacen para modular el consumo energético? Intentamos siempre hacer más con las mismas herramientas, además de que nos esforzamos por tener un desarrollo armonioso con el medio ambiente, generando

un mayor suministro gracias a energías renovables. ¿Qué nos puede decir sobre el programa de sustitución de focos? Esto va en el quinto mes de operación y es muy exitoso. Sustituimos, de forma gratuita, focos incandescentes por focos ahorradores, los de cola de cochino. Con esto se logró una reducción de pagos por consumo cercana al 8% y 9%, en la mayoría de los casos se utiliza este tipo de focos. ¿Y respecto al impulso de proyectos sustentables de eficiencia energética como “la casa ecológica”? Nos involucramos con las hipotecas verdes sobre todo con el tema de la energía, esto es: implementamos ahorradores de energía. Por otra parte, logramos generar políticas públicas y programas que tratan acerca del consumo eficiente de la energía a nivel nacional. Uno de nuestros programas exitosos lleva por nombre “Cambia tu viejo por uno nuevo”, que se refiere al cambio de los electrodomésticos; nos ayudó a medir que, en un periodo de seis años, se dio un cambio significativo en el ahorro de la energía.

Hoy hay quejas en contra de la CFE, ¿cómo aborda este tema? Con la extinta compañía el 60% de la facturación era estimada, no correspondía al consumo, había un desajuste de años, algo histórico. Nosotros no operamos con estimaciones y logramos reducir ese 60% a un 12%. ¿Debido a eso los recibos emitidos por la CFE se expidieron, en un principio, con precios muy altos? Sin lugar a dudas, en este proceso de toma de control se dio un estrés operativo que generó errores que corregimos. Sin embargo, antes existían prácticas comerciales que aparentemente daban altos beneficios a los clientes; pero esta nueva administración cumple cabal y transparentemente con los trabajos que realizamos. Luego de una amena charla, Antonio Vivanco comenta que la CFE ha logrado que el consumidor sea menos apático al momento de pagar por el consumo: “el régimen anterior tenía 100 puntos de pago, ahora tenemos 4 mil”. El futuro, no obstante, está en el crecimiento y consumo de las energías alternas sustentables. 


gasto en movilidad El gasto en transporte público se concentra en hogares de ingresos intermedios. No obstante, durante la década pasada los hogares que más elevaron su gasto en este rubro se concentran en grupos de menores ingresos. Es notorio que precisamente en esos hogares creció más el gasto en gasolinas, lo que refleja un incremento drástico en la propiedad de automóviles particulares en todos los grupos de ingreso, pero, en especial, en hogares de ingresos más bajos.



42

Bienestar vía consumo privado básico || Gasto en movilidad

gasto en movilidad El gasto en movilidad se relaciona directamente con generadores de bienestar como el uso de tiempo y el acceso a fuentes de ingreso. Hay dos formas centrales de movilidad: transporte público y vehículo particular. En cuanto a transporte público, en el periodo 20002010, únicamente 30% de hogares de mayor ingreso redujo su gasto en este rubro, mientras que el resto de hogares lo incrementó, particularmente 10% de hogares de menor ingreso, cuyo crecimiento fue de 78%. Hoy estos hogares destinan a transporte público 7 de cada 100 pesos de su ingreso mensual. Ahora bien, si en estos hogares el incremento en gasto en transporte público fue visible, su incremento en gasto en combustible para vehículos fue dramático: 399%. Del mismo modo, en los hogares en pobreza

alimentaria este gasto creció en 285%. En efecto, con excepción de 10% de hogares de mayor ingreso, en el resto de grupos de ingreso la proporción de hogares con vehículos particulares creció entre 2000 y 2010. En 2000 apenas 4.5% del 10% de hogares de menor ingreso tenía auto; en 2010 la proporción creció a 16.4%. En el mismo sentido, en los hogares en pobreza alimentaria la proporción pasó de 7.1% a 18.4%. Sobra decir que los hogares de mayor ingreso todavía son los propietarios de la mayor cantidad


Gasto en movilidad || Bienestar vía consumo privado básico

de autos. En 2010, por cada auto en el 10% de hogares de menor ingreso, había 7 en el 10% de hogares de mayor ingreso.

transporte público Los hogares que gastan más en transporte público (como monto total) se ubican en niveles intermedios de ingreso, pero los hogares que más incrementaron su gasto en este rubro, entre 2000 y 2010, fueron los de menores ingresos; en particular aquellos ubicados en el decil 1, que, en términos reales, lo elevaron en 78%, al pasar de 117 a

Transporte vs. Ingreso.

El 50% de los hogares de menor ingreso incrementó su gasto en transporte público, como proporción de su ingreso. El 50% de mayor ingreso lo redujo. Gasto en transporte público como proporción de ingreso

Deciles de ingreso

2000 2000 2002 2002 2004 2004 2006 2006 2008 2008 2010 2010

Transporte vs. Alimentos.

En 2000, un hogar en el 10% de menores ingresos gastaba 117 pesos en transporte; en 2010, esta cantidad subió a 209 pesos. Gasto en transporte público como proporción de gasto en alimentos

2000 2000 2002 2002

2004 2004 2006 2006 2008 2008 2010 2010

10

10

209 pesos mensuales promedio. Así, como proporción de su ingreso mensual, el gasto en transporte público pasó de 4% a 7% para los hogares en el decil 1; mientras que en los hogares en el decil 10 representó apenas el 1%. Esto explica en gran parte el crecimiento que habíamos descrito en los hogares de menores ingresos en el rubro de “resto” en la primera sección de este capítulo. Por supuesto, estos resultados se reflejan en el mismo sentido cuando los hogares son clasificados por condición de pobreza. De esta manera, el transporte público es uno de los rubros al que los hogares de menores ingresos redirigieron más que proporcionalmente el incremento en ingreso y gasto corrientes totales. De manera notable, entre 2008 y 2010, y ante un decremento en ingresos, el único grupo de hogares que incrementó su

9

9

8

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7

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4

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Bienestar vía consumo privado básico || Gasto en movilidad

gasto en transporte público fue el decil 10, mientras que en el resto se reportó una reducción marginal.

44

vehículos particulares

Este es quizá el resultado más inesperado del capítulo: los hogares mexicanos que más incrementaron su gasto en combustible para vehículos son aquellos en el 10% de menores ingresos. Entre 2000 y 2010, estos hogares pasaron de gastar 15 a 74 pesos mensuales, un incremento de 399%; un crecimiento real mucho mayor al reportado en transporte público, aunque, por supuesto, el promedio de gasto sigue siendo mayor ahí (209 pesos). Del mismo modo, los siguientes hogares de mayor crecimiento en gasto en este rubro son los deciles 2 y 3; mientras que, contrario a toda expectativa, los hogares de mayor ingreso (decil 10) redujeron su gasto en 12%, para ubicarse en 1,177 pesos. Para que nos demos idea del cambio, en 2000, por cada peso gastado en combustible para vehículos en un hogar en el 10% más pobre, un hogar en el 10% más rico gastaba 90.3 pesos; para 2010, este monto cayó a 15 pesos. Asimismo, en lo hogares en pobreza alimentaria, aquellos que por definición carecen de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades nutricionales básicas, el gasto en combustible creció en 285%; de 22 a 84 pesos mensuales promedio (pesos de 2010). Se trata del crecimiento más alto entre los grupos de hogares clasificados por condición de pobreza, para representar 2.3% de su ingreso corriente total. La causa principal del incremento tan dramático en este gasto es, por supuesto, un crecimiento en la proporción de hogares con un vehículo particular; en específico en los hogares de menores ingresos. En 2000, apenas 4.5% de los hogares en el decil 1 reportaba tener un automóvil; en tanto que, en 2010, este porcentaje creció a 16.4%. Es un cambio enorme. El número de vehículos en este grupo de ingreso pasó de 115,779 en 2000, a 554,433 en 2010; al tiempo que en los hogares en el decil 1 se pasó de 3.3 a 3.9 millones. De hecho, todos los deciles de ingreso reportaron una proporción mayor de propiedad de automóviles en el periodo, con excepción del de más altos ingresos. De manera similar, la proporción de hogares en pobreza alimentaria con un vehículo particular pasó de 7.1%

a 18.4%; el crecimiento más alto entre todos los grupos de hogares. Así, para 2010, de cada 100 hogares, tenían automóvil: 18 en pobreza alimentaria; 23 en pobreza en capacidades; 31 en pobreza patrimonial y 56 no pobres. La propiedad vehicular es probablemente el síntoma más radical de los patrones que comenzamos a identificar al inicio del capítulo: los únicos hogares con incrementos en ingreso y gasto corrientes fueron aquellos más pobres, y esto se trasladó en incrementos más que proporcionales en gasto en bienes no alimentarios, incluyendo, contra todo pronóstico, vehículos y combustibles; mientras que los hogares más ricos, ante decrementos en ingreso, redujeron más que proporcionalmente su gasto total, excepto el rubro alimentario. El cambio en movilidad en los hogares mexicanos es complejo y contradictorio. Quizá la mejor ilustración de ello sea el ratio de propiedad de bicicletas y autos por decil de ingreso. En 2000, en los hogares en el 10% de menos ingresos, había 3.4 bicicletas por cada auto; para 2010, apenas 1.1. Sí, estos hogares tenían casi el mismo número de bicicletas que automóviles. En contraste, en 2000, en el 10% de hogares de mayores ingreso había 62 autos por cada bicicleta; 10 años después, 37. Los de menos ingresos adquirieron más autos que los de mayores ingresos, y estos, a su vez, adquirieron más bicicletas. Aunque como se observa en la gráfica, los deciles de ingreso 2 a 4 son los que sistemáticamente tienen una tasa de propiedad de bicicletas más alta. 


Gasto en combustible como proporci贸n de gasto en alimentos

2000 2000

2002 2002

2004 2004

2006 2006

Pobreza y combustible.

2008 2008

Gasto en combustible como proporci贸n de gasto en ingresos

2010

El grupo de pobreza con un mayor incremento en gasto en combustible vehicular es aquel en pobreza alimentaria: en 2000 gastaba 22 pesos mensuales; y, en 2010, 84 pesos. Esto es, por cada 100 pesos gastados en alimentos en 2000, destinaba 1.5 pesos a combustible; en 2010 este monto creci贸 a 5 pesos.

2008

2010 2010

2006

No pobre Patrimonial Capacidades Alimentaria

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

2004

2002

Porcentaje de hogares con... 10%

10% 10%

por decil de ingreso

alimentaria capacidades patrimonio no pobre

2000

2010

2000

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10


Gasto en transporte por hogar (pesos de 2010).

2000

2002

2004

2006

2008

2010

$589

$617

$502 Deciles de ingreso

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

$465 $305

$344

$245 $220 $209

$117

2000

2002

2004

2006

2008

2010

Transporte y pobreza.

En 2000, los pobres destinaban 5 pesos de su ingreso a transporte público, en 2010 subió a 7 pesos; el único incremento entre los grupos de pobreza. Como proporción de su gasto alimentario, pasó de 11% a 14%.

2010

No pobre Patrimonial Capacidades Alimentaria

2008

2006

Alimentos y transporte público. Gasto promedio en transporte público como proporción del gasto en alimentos por condición de pobreza. No pobre Patrimonial Capacidades Alimentaria

2004

2002

2000


Un incremento no esperado. En 2010, por

cada peso gastado en combustible para autos por el decil 1, el decil 10 gastaba 16 pesos, pero en 2000 este monto era de 90 pesos.

2000

2002

2004

2006

2008

2010

$1,333 $1,177

Deciles de ingreso 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

$73.7

$14.8

Combustible vs. ingreso.

Por cada 100 pesos de ingreso, el 10% de hogares m谩s pobre gastaba, en 2000, 60 centavos en combustible vehicular; en 2010 este monto creci贸 a 2.40 pesos. Por ejemplo, de cada 100 pesos gastados en alimentos, el 10% de hogares de menor ingreso destinaba 1.20 pesos a combustible en 2000; y 4.60 pesos en 2010.

Deciles de ingreso 10 9 8

2000 2002 2004 2006 2008

Gasto en combustible como proporci贸n de ingreso

2010

2000 2002 2004 2006 2008 Gasto en combustible como proporci贸n de gasto en alimentos

2010

7

6

5

4

3

2

1


48

Gustavo A. Cárdenas Villafaña

presidente de la cámara nacional del autotransporte de pasaje y turismo (Canapat)

Hoy, a diferencia de otros tiempos, quedaron en el olvido los autobuses de pasajeros que dejaban escapar grandes cantidades de contaminantes, que transportaban a los pasajeros apretujados, manejando sin límites de velocidad, y operados por gente que, en ocasiones, conducía en dudosos estados de salud. Actualmente, por lo menos 600 empresas del ramo de transporte, afiliadas a la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo (Canapat), se han adecuado a la modernidad. “Esto es lo que hoy ofrecemos”, dice Gustavo Cárdenas Villafaña, presidente de la Canapat, mientras enseña una edición de Autobuses, la revista del autotransporte de pasaje y turismo. “Sus pasajeros no tendrán que esperar hasta 2050…”, afirma el titular en una de las páginas, a manera de promocional de servicios y productos. En la actualidad hay camiones de viaje último modelo con asientos más anchos de lo común. Cada uno cuenta con un sistema individual de entretenimiento con acceso a internet, juegos, películas, documentales, música y conexiones USB para que cada quien vea, escuche o trabaje paquetería Office, mientras llega a su destino. “La lógica sería que las tarifas de los autobuses de pasajeros fueran más caras, pero no podemos afectar a los usuarios. De las personas que se movilizan en todo el país, un 90% utiliza el transporte terrestre. Hay que cuidarlos”, afirma Cárdenas Villafaña.

¿Hoy existen usuarios más exigentes? El usuario está consciente de cualquier producto o servicio que adquiere. En el caso del transporte requiere de nuevos servicios a la hora de trasladarse. ¿A qué me refiero? Todo va más allá del precio del boleto. El cliente busca qué va a obtener de intercambio por la tarifa, o cuál será, en todo caso, su beneficio al viajar en tal o cual compañía. ¿Cuáles son las nuevas demandas de los usuarios? Los clientes buscan mayor comodidad, mayores dimensiones, red inalámbrica, conductores bien capacitados y comida. Se ha reducido el número de asientos. Comúnmente el promedio era entre 40 o 45, hoy los vehículos llegan a tener 34 asientos únicamente. Son bondades que no existen en los aviones.

Los transportistas se enfrentan a una competencia que, incluso antes, no existía con el sector aéreo: viajes redondos más económicos. Los usuarios valoran muchas cosas. Un avión está sujeto al clima, a los retrasos; no obstante, la gente tiene que llegar a cierta hora a su destino, sin pretextos. Ahora pueden transportarse mientras van trabajando en su laptop con Wi-Fi. Con todo y eso los usuarios siguen buscando la forma más económica de viajar. La nueva infraestructura de carreteras, sin embargo, ha impactado en el ahorro de tiempo de traslado. ¿Eso cómo beneficia en las tarifas? El esfuerzo que ha hecho el gobierno por mejorar la infraestructura carretera en los últimos años, y últimamente el presidente Felipe Calderón, sin lugar a dudas


La lógica sería que las tarifas de los autobuses de pasajeros fueran más caras, pero no podemos afectar a los usuarios. De las personas que se movilizan en todo el país, un 90% utiliza el transporte terrestre

34 600

asientos utilizan en promedio los vehículos de transporte

beneficia no solamente a nosotros, sino más bien a todas las personas que viajan por este medio. ¿Quiénes son sus clientes? Básicamente trasladamos a estudiantes y a gente que se tiene que transportar a sus zonas de trabajo. Pero el transporte es tan flexible que se utiliza para otro tipo de actividades, por necesidades de salud o de esparcimiento. Son un promedio de 3 mil 200 millones de personas las que se mueven al año en nuestro país. ¿Así como aumenta la demanda, también se incrementa la oferta? Existe un nivel de competencia más fuerte, y se podría pensar que hoy se transportan más pasajeros que nunca y no es una locura pensarlo.

empresas están en promedio afiliadas a la Canapat

¿Es nueva la profesionalización del autotransporte? En 1989 se creó la Canapat. A partir de ese momento dio inicio una carrera, un camino hacia la profesionalización y eficiencia de nuestro sector. Las empresas comenzaron a innovar, a crear mejores mecanismos, a capacitar a su personal, a tener conductores mejor entrenados, a contar con nuevas legislaciones, que fijan, por ejemplo, el límite de velocidad. Y ya para 1992 se dieron a conocer las nuevas tecnologías de motores que emiten menos contaminantes. Gustavo Cárdenas Villafaña asegura que la profesionalización ha reducido el número de accidentes y, con ello, las muertes de viajeros. Ahora el reto, dice, seguirá siendo reinventar el servicio ante un usuario cada vez más inteligente. 

49


50

Guillermo Prieto Treviño presidente ejecutivo de la asociación mexicana de distribuidores de automotores (amda)

Los Prieto son una familia mexicana en la que tres generaciones se han desarrollado en el mundo de la venta de autos nuevos. Ahora que Guillermo Prieto Treviño (cuyo abuelo en su calidad de agente de ventas vendió el primer vehículo Chrysler que circuló en el Distrito Federal) preside la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), le preguntamos: ¿cómo ha variado el perfil de los compradores de coches? Dio una respuesta que hasta a él mismo disfrutó con una sonrisa: hay agencias en el país que al recibir a las familias aíslan al esposo en un recibidor, le sirven una taza de café y lo ponen a ver un programa de TV o un partido de futbol mientras la mujer hace una inspección de los automóviles. Al final es la señora la que toma la decisión. El potencial del consumidor ha sido incrementado en buena medida gracias al internet, a grado tal que los agentes de ventas de las concesionarias han quedado evidenciados de su desconocimiento sobre las características específicas y capacidades de las unidades en promoción. Podemos decir que se acabó el clásico comprador que veía el flamante coche rojo, se subía, se enamoraba y lo compraba. ¿Hasta qué grado es cierto que hoy existen mayores posibilidades de adquisición de un auto nuevo? Como resultado de la apertura comercial de nuestro país, el número de marcas automotrices disponibles pasó de apenas cinco (hace 15 años) a más de 30 (a la fecha), ampliando las opciones de compra al consumidor de 50 modelos a más de 400, concediendo al mexicano la posibilidad de hacerse de una unidad acorde con sus necesidades y gustos. Por otra parte, adicional a la banca, la ampliación en la diversidad de opciones de crédito, de esquemas de autofinanciamiento y arrendamiento (mejor conocido como leasing), han permitido que cada vez más mexicanos aprovechen tasas de financiamiento más bajas y periodos de pago más largos, así como la deducción de sus vehículos a personas físicas y morales. ¿Cuál ha sido el papel del gobierno en cuanto al mercado automotriz? Las autoridades han desarrollado

programas de garantías para que cada vez más instituciones financieras liberen financiamiento en beneficio de los consumidores; incluso, entre autoridades y distribuidores se realizó el primer programa de renovación vehicular del país, que permitió a casi 25 mil mexicanos cambiar sus viejos automotores por nuevos. Por último, a pesar de la crisis que impactó al país en 2008, actualmente el crecimiento en el índice de confianza del consumidor está motivando a que cada vez más mexicanos estén considerando renovar su vehículo, su segunda propiedad más importante después de la vivienda. ¿Se cumple la ley de la oferta y la demanda, es decir, a mayor venta de coches el precio es más accesible? Sí, pero no como quisiéramos. Tenemos una frontera norte de más de 3 mil kilómetros. Siendo México el traspatio de Estados Unidos, circulan en México más de 6 millones 400 mil (30% del parque


51

Con la apertura comercial de nuestro país, el número de marcas automotrices pasó de apenas cinco (hace 15 años) a más de 30 en 2010, ampliando las opciones de compra al consumidor

25

mil automóviles es la cifra aproximada de mexicanos que pudieron cambiar su auto con el programa de renovación

vehicular) coches deteriorados, con una antigüedad de 18 o 20 años, por lo que allá no circulan, acá los arreglan y los venden. ¿Las personas compran más en efectivo o a crédito? ¿A cuántas mensualidades? La adquisición de unidades a crédito es más común que las compras de contado. Así, por ejemplo, en 2005 la relación entre el financiamiento de unidades respecto de la comercialización total representó 62%, mientras que en 2010 fue de 48.1%. Se estima que en 2011 debió concluir con aproximadamente 53%. En cuanto al esquema de financiamiento que se pone a disposición del cliente, existen plazos y condiciones que se adaptan a todas las necesidades del consumidor, dentro de los que destacan los plazos de 24, 36 y

48 meses. Sin embargo, se observa desde 2008, un crecimiento de solicitud de plazos de hasta 60 meses. ¿Tiene la AMDA información sobre cuántos coches nuevos llega a adquirir una familia? Tenemos datos respecto del número de vehículos por cada mil habitantes. Estos registros señalan que en 2005 y 2006 esta proporción fue de 10.9 autos. En 2009 disminuyó drásticamente a siete y en 2011 fue de ocho, una ligera mejoría. En otros países como Brasil y Argentina, la relación es de 18 y 21 vehículos, respectivamente, por cada mil habitantes. ¿Cómo describiría al consumidor mexicano del siglo XXI en el sector automotriz? El consumidor mexicano se ha vuelto más exigente debido a que cuenta con una mayor cantidad de información disponible en internet. Asimismo, es un consumidor que incrementará su preferencia hacia vehículos compactos y subcompactos con mayor rendimiento de combustible y menor contaminación al medio ambiente, sin demeritar la comodidad del vehículo; esto dentro de la amplia gama de marcas y modelos en México. Finalmente, y como ya se mencionó, en cuanto al esquema de adquisición, es más frecuente que las unidades se obtengan a crédito en vez que por medio de una compra de contado. 

60

meses

es el tipo de plazo de crédito con mayor demanda desde 2008


capítulo 2

Bienestar vía consumo de bienes públicos empleo y fuentes de ingreso capital humano: educación y salud uso del tiempo


56 90 112


54

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Resumen ejecutivo

síntesis Durante la primera década de este siglo, uno de los rubros que más aumentó fue el de ingresos percibidos por transferencias, debido a los distintos programas sociales creados por el gobierno. Asimismo, los hogares con mayor índice de pobreza diversificaron sus fuentes de empleo (en comercio informal) de forma independiente para incrementar sus entradas económicas ya que, durante la década pasada, fueron afectados considerablemente por la crisis financiera. Fue hasta el periodo de 2008 al 2010 cuando se dio una recuperación en cuanto a ingresos y un mayor acceso a empleos formales, después de la caída en ambos rubros por la crisis de 2006 al 2008. En la década pasada, con motivo de los cambios económicos del sector laboral formal, el grupo de los hombres fue el más vulnerable respecto de los cambios macroeconómicos. También se detectó que las mujeres están en desventaja con respecto a los hombres: una mujer con estudios, aunque percibe mejor sueldo que una que no los tiene, no cuenta con las mismas posibilidades laborales que un hombre sin preparación escolar. Independientemente de sus grados académicos, las mujeres nunca logran mayores ingresos que los hombres.

Por otra parte, gracias a los

programas del gobierno, un mayor número de hijos pertenecientes a los

En 2005 había 54 millones de mexicanos entre 20 y 64 años de edad; de estos, 37 millones eran económicamente activos y 18 millones eran inactivos; para 2008 sumaban 39 y 18 millones respectivamente; y para 2010, 41 y 18 millones. En 2005, de los 72.1 millones de habitantes en edad productiva: 13.4 tenía primaria incompleta; 15 la tenían completa; 6.7 tenían secundaria incompleta; 14.5 la tenían completa; 5.3 preparatoria incompleta; 7.8 la tenían completa; 5.7 universidad incompleta; y 3.9 la tenían completa o más.


Resumen ejecutivo II Bienestar vía consumo de bienes públicos

hogares con menor ingreso accedieron a la educación y por esto se dio un aumento en este rubro. Tanto en los hogares de mayores ingresos como en los de menores ingresos, cuando los hijos llegan a la universidad el gasto decrece debido a que los primeros estudian en universidades públicas y los segundos abandonan sus estudios.

Sobre el tema de salud, el nivel en México es mejor respecto

de otros países en condiciones similares de desarrollo. Incluso, durante la década pasada creció la cobertura de salud, en especial en hogares de menor ingreso: para 2010, 62.3% de quienes se encuentran en pobreza reportó acceder a un servicio de salud. En 2005, 38% de mujeres y 74% de hombres en edad laboral se encontraban económicamente activos; para 2010 la proporción fue 41% y 74%, respectivamente.

El uso del tiempo es una

variable fundamental para enteder el consumo y el bienestar. México está a la vanguardia de su investigación en Latinoamérica. Desde 2008 se incluyó el módulo del uso del tiempo

La proporción más alta de mujeres ocupadas se encuentra en el sector informal de la economía, con un 30% tanto en 2005 como en 2010, contra 27% en el caso de los hombres.

en la ENIGH. A lo largo de la década

Una mujer en el decil 1 dedica 24 horas semanales al cuidado de niños, enfermos y adultos mayores, 6 a mantenimiento, 31 a labores del hogar y 16 a cosas que le agradan.

cuidado de los hijos y del hogar. Des-

pasada, fue notorio que cada vez un mayor número de hombres dedicó más tiempo al trabajo no remunerado dentro del hogar, especialmente al taca que en el decil de menor ingreso, una mujer dedica al trabajo no remunerado 37 horas a la semana más que un hombre, mientras que en los deciles 8 y 9, una mujer dedica al trabajo no remunerado 20 horas a la semana más que un hombre. 

55


empleo y fuentes de ingreso Entre 2005 y 2010 se redujo la brecha de género en términos de participación económica, desempleo e ingresos laborales. Lo cual se explica más por los efectos de la crisis financiera en hombres, que por una mejora sustancial de la participación laboral de las mujeres. De hecho, el grupo de menor impacto fue el de mujeres de baja escolaridad, el grupo con mayor desventaja respecto de hombres, especialmente cuando se trata de mujeres ocupadas en el sector informal. Por contraste, las mujeres en el sector público, que es el grupo en menor desventaja respecto de hombres, fue el que resintió más los efectos de la crisis.



Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso

ocupación y mercado laboral Imagine que dividimos a todos los mexicanos en dos grupos, aquellos menores de 14 años y aquellos mayores de 14 años; este segundo grupo formaría a la población en edad laboral (PEL). Por supuesto, estar en edad laboral no implica que se trabaje o que se desee hacerlo. Entonces, podemos a su vez dividir a este grupo en dos grandes bloques, aquellos que ni tienen ni buscan un empleo, y aquellos que tienen una actividad económica o están buscando tenerla. El primer bloque formaría a la población económicamente inactiva (PEI): individuos que seguramente tienen ocupaciones (i.e. en el hogar o escuelas), pero cuyos quehaceres no implican una actividad económica. Dentro de este bloque habrá algunos que estarían dispuestos a aceptar un empleo si se les ofreciera, aunque no lo estén buscando, y constituirían lo que llamamos PEI disponible; mientras que aquellos que no aceptarían un empleo, aunque se los ofrecieran, definen a la PEI no disponible. Entonces, la población económicamente activa (PEA) está formada por el segundo bloque; es decir, aquellos que tienen una actividad económica o buscan tenerla, sin conseguirlo. Los primeros forman el segmento de población ocupada y los segundos el de población desocupada. Ahora bien, decir ocupada no necesariamente equivale a decir remunerada; una división importante de la población ocupada ocurre entre aquellos que reciben una remuneración por su trabajo y aquellos que no (trabajo no remunerado). Por supuesto, quienes tienen un trabajo remunerado pueden desarrollarlo en el sector formal o informal; y dentro del primero, en el sector privado o en el sector público; y en aquel, en pequeñas empresas o en unidades económicas más grandes. Asimismo, quienes se encuentran ocupados pueden tener distintas posiciones: empleadores, empleados, por cuenta propia, o no remunerados. En esta sección analizamos cada una de estas categorías de participación y ocupación, en tanto tienen efectos diferenciados en el bienestar de las personas, en términos de remuneración, pero también en términos del acceso al consumo de bienes públicos que afectan el bienestar presente y futuro, propio y de los miembros de sus hogares (i.e. servicios de salud, ahorro y retiro). Para ello utilizamos datos de la Encuesta Nacional de

58

Ocupación y Empleo (ENOE) que, a diferencia de la ENIGH, que reporta datos a nivel individual y de hogares, contiene datos solo a nivel individual, y para el periodo 2005 a 2010.

población económicamente activa Si tuviésemos que poner los hallazgos sobre PEA en una frase, diríamos que se ha incrementado, envejecido, feminizado y escolarizado. Así, aunque el periodo comprende apenas seis años, hay patrones identificables en términos de la participación en la PEA. Primero, hay mayor participación: el número de mexicanos activos económicamente creció más que la población entre 2005 y 2010. Segundo, hay un incremento en la edad de quienes participan, que refleja un cambio demográfico en el país, pero también pequeños cambios en participación económica entre ambos años; el grupo más joven redujo su participación marginalmente, mientras que grupos de más edad, particularmente aquel entre 50 y 54 años, la incrementó. Tercero, la brecha en participación económica entre hombres y mujeres sigue siendo amplia, pero se ha reducido en el periodo, como resultado de decrementos en la participación de hombres y pequeños crecimientos en la participación de mujeres. Este efecto es particularmente notorio a mayor nivel de escolaridad y entre los 25 y 29 años. Cuarto, la PEA tiene niveles de escolaridad promedio más altos, como consecuencia de mayores incrementos en participación en el periodo entre quienes reportan mayor educación formal; a esto se agrega un patrón ya conocido en


Empleo por edad

2005 2005

2006 2006

2007 2007

2008 2008

2009 2009

2010 2010

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2005

2006

2008

2009

2010

14-19

inactiva empleo formal

20-24

empleo informal desempleada 25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65+

Empleo por gĂŠnero

Inactiva

Mujer

inactiva

Empleo formal

empleo formal

Empleo informal

empleo informal Desemplaeada desempleada

Hombre

2007


60

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso

el que la participación económica crece junto con escolaridad, aunque se observan fuertes caídas entre quienes tienen grados incompletos (en primaria, secundaria, preparatoria). Veamos a detalle estos cuatro patrones. Entre 2005 y 2010, el número de mexicanos en edad laboral pasó de 74 a 80 millones, un crecimiento de 8%; mientras que la PEA pasó de 43 a 47 millones, un crecimiento de 9.4%. Aunque la PEA creció más que la población en edad laboral, no se trata de un cambio dramático; en seis años la proporción de la población en edad laboral que se encontraba activa pasó de 58% a 59%. Lo que sí es notorio es el cambio en ambos por grupos de edad. Los grupos entre 14 y 44 años representaron proporciones muy similares dentro de la población en edad laboral y la PEA; en tanto que los grupos a partir de los 45 años incrementaron su presencia. Por ejemplo, el grupo entre 50 y 54 fue el de mayor crecimiento de personas en la PEA (20%), y pasó de representar 6.9% del total en 2005, a 9.5% en 2010. Como se observa en los gráficos, respecto de edad, en ambos años la PEA tiene una forma de “u” invertida, con participaciones menores en los grupos de edad en los extremos, y un máximo en el grupo entre 35 y 44 años (74% en 2010). Sí, la PEA ha envejecido pero, sobre todo, se ha incrementado su nivel de escolaridad, como efecto de un cambio en la composición de la población en edad laboral. Entre 2005 y 2010, la proporción de mexicanos en edad laboral con primaria incompleta cayó en 15%, mientras que la de aquellos con preparatoria completa o universidad incompleta creció en 32%. El crecimiento entre quienes tienen universidad completa o posgrados fue más moderado. Así, respecto de 2005, en 2010 una proporción visiblemente más alta de la PEA estaba compuesta por personas con escolaridad entre preparatoria terminada y universidad incompleta. Esto se debe al cambio demográfico en los mexicanos mayores de 14 años, pero también a que, a mayor escolaridad, la tasa de participación económica crece, aunque no de manera lineal: sistemáticamente los individuos con grados incompletos, particularmente secundaria y preparatoria no terminadas, tienen tasas de participación menores. Para 2010, el grupo de escolaridad con la participación en la PEA más baja era el de secundaria incompleta, con 34.3%; mientras que la más alta correspondía a aquellos con universidad completa o posgrado, con 85.4%.

No es una novedad decir que existe una brecha de género en la participación económica, pero quizás sí sea novedoso decir que esta se redujo entre 2005 y 2010. En tanto que la proporción de las mujeres en la PEA creció de 38.5% a 40.7%, la de los hombres decreció de 74.4% a 73.8%. Es un cambio pequeño, sin duda, pero en la dirección correcta. El acceso desigual al mercado laboral entre hombres y mujeres implica un acceso desigual a fuentes de ingreso y su prolongación en el tiempo, al inhibir un acceso igualitario al consumo de bienes de consumo y generadores de capacidades. La reducción en esta brecha de género es distinta entre grupos de edad y escolaridad, aunque no hay un solo grupo en el que las mujeres participen igual o más que los hombres. Ocurre un fenómeno interesante: la participación de hombres en la PEA se redujo marginalmente en todos los grupos de edad entre 2005 y 2010, en especial aquellos mayores de 50 años; al tiempo que la participación de las mujeres creció en todos los grupos de edad, particularmente aquellos mayores de 50 años (y el segmento entre 25 y 29 años). Así, la reducción en la brecha de género se explica centralmente por el cambio inverso en las tasas de participación por género en los mexicanos y mexicanas mayores de 50 años. De manera casi lineal, a menor escolaridad menor la brecha en participación entre hombres y mujeres, lo cual es una señal clara de la importancia en el consumo de bienes públicos como generadores de capacidades que se traducen en acceso a fuentes de consumo. El


Empleo por escolaridad

2005 2005

2006 2006

2007 2007

2008 2008

2009 2009

2010 2010

Primaria incompleta

Primaria completa

Secundaria incompleta

Secundaria completa

Preparatoria incompleta

Preparatoria completa Inactiva inactiva Empleo formal empleo formal Empleo informal empleo informal Desemplaeada desempleada

Universidad incompleta Universidad completa Mรกs que universidad

PEA

Hombre Mujer

Hombre / mujer / por edad y escolaridad

2007

2008

2009

2010

100

100

100

100

80

80

80

80

60

60

60

60

40

40

40

40

20

20

20

20

0

a b c d e f g h i a) 14-19 b) 20-24

j

c) 25-29 d) 30-34

k

0

e) 35-39 f) 40-44

a b c d e f g h i g) 45-49 h) 50-54

2007

i) 55-59 j) 60-64

j

k

0

a b c d e f g h i

j

k

0

2008

2009 100

100

50

50

50

50

2

3

4

5

6

7

1) Primaria incompleta 2) Primaria completa

8

9

0

1

2

3

3) Secundaria incompleta 4) Secundaria completa

4

5

6

k

8

9

2010

100

1

j

k)65+

100

0

a b c d e f g h i

7

8

9

0

5) Preparatoria incompleta 6) Preparatoria completa

1

2

3

4

5

6

7

7) Universidad incompleta 8) Universidad completa

8

9

0

1

2

3

9) Mรกs que universidad

4

5

6

7



Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

grupo que rompe este efecto lineal es aquel con secundaria completa, en el que crece la brecha en participación económica por género. Así, en este segmento, 43.3% de las mujeres en edad laboral es parte de la PEA, contra 85% de los hombres; en contraste, entre quienes tienen un posgrado, las tasas de participación son 82.3% y 87.7%, respectivamente; por mucho, la brecha más pequeña entre todos los grupos de escolaridad. Sí, pero ocurre un fenómeno peculiar entre 2005 y 2010: el grupo con estudios universitarios es el único en el que la brecha de género en la PEA crece; mientras que el grupo en el que se redujo más fue el de primaria incompleta, aunque se explica más por una caída en la participación de hombres que por un crecimiento dramático en la participación de mujeres.

querer y no poder: desocupación La evolución del desempleo promedio anual (la proporción de personas económicamente activas que buscan ocuparse) entre 2005 y 2010 está mediada por los efectos de la crisis financiera entre 2007 y 2009. En todos los grupos de edad y escolaridad se observa una caída en las tasas de desocupación entre 2005 y 2007; incrementos entre 2007 y 2009; y una caída entre 2009 y 2010, que no compensa los crecimientos previos, de modo que todos los grupos muestran tasas de desempleo en 2010 superiores a las reportadas en 2005. Esto, por supuesto, tiene efectos negativos en los ingresos monetarios de los hogares, que, como vimos en el capítulo anterior, son compensados

en los hogares de menores ingresos con transferencias e ingresos en especie. Ahora bien, debido a la tasa y tipo de participación en el mercado laboral, el efecto es distinto entre grupos de edad y escolaridad. El incremento más fuerte en tasas de desocupación ocurre en aquellos menores de 30 años; en específico los que se encuentran entre los 14 y 24 años; en tanto que entre aquellos mayores de 44 años, el crecimiento es más moderado. Este efecto de la crisis financiera se agrega a un patrón ya conocido en el que a mayor edad, menor tasa de desocupación. Esto es, los jóvenes tienen una de las tasas de participación en la PEA más bajas, al tiempo que tienen entre aquellos que forman parte de la PEA, las tasas de desocupación más altas y más vulnerables a shocks económicos; mientras que los grupos de mayor edad tienen tasas de participación aún más bajas, pero entre los que participan económicamente la desocupación es muy baja y estable. La diferencia no es menor, la desocupación entre los 14 y 19 años alcanzó 11.3% en 2010, contra apenas 1.6% en los mayores de 65 años. En los mexicanos de entre 35 y 44 años, por mucho los de mayor participación económica, la tasa de desocupación se ubicó entre 3.5% y 4%. Las tasas de desocupación son más bajas en los extremos de grupos de escolaridad, dado que aquellos con primaria incompleta o con posgrado son los que muestran las tasas más bajas y los menores efectos derivados de la crisis financiera. Por su parte, quienes sistemáticamente reportan las tasas de desocupación más altas, así como una mayor vulnerabilidad a los efectos de la crisis financiera, son quienes tienen grados incompletos de secundaria y preparatoria. Así, para 2010 la tasa de desocupación más baja ocurre en aquellos con posgrado, con 3.2%, al tiempo que la más alta se reporta entre quienes tienen preparatoria incompleta, con 8.1%. No obstante, la recuperación en ocupación entre 2009 y 2010 ocurre principalmente en los grupos con preparatoria completa o menos. Llama la atención que, para la totalidad del periodo 20052010, aquellos con universidad incompleta o completa ocupan el segundo y tercer puesto en crecimiento de tasa de desocupación, al pasar de 3.8% a 6% y de 5.7% a 7.7%, respectivamente. Como en el caso de participación económica, hay una reducción en la brecha de género en desocupación;

63


Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso

aunque ello se explique en gran parte por un crecimiento mayor en desempleo entre hombres que entre mujeres. Sí, pero en todos los años las mujeres tuvieron una tasa de desocupación promedio mayor a los hombres. Los cambios relativos en desocupación en el periodo implicaron que para 2010, la tasa de desocupación a partir de los 35 años fuese menor en mujeres que en hombres; y esto se explica centralmente porque el crecimiento en desocupación en mujeres entre 45 y 64 años fue el más bajo, mientras que en ese grupo de edad, los hombres reportaron el crecimiento más alto. Observando los datos por escolaridad, parece haber una historia inversa por género entre la brecha en participación en la PEA y la tasa de desocupación. A menor escolaridad, la participación de las mujeres respecto de hombres es menor, pero su tasa de ocupación es mayor; en tanto que en los niveles más altos de escolaridad, la participación femenina crece, pero también su tasa de desocupación respecto de hombres. Como habíamos dicho, la relación entre escolaridad y desocupación no es lineal, sino en forma de “u” invertida, pero notoriamente, el mercado laboral sobrecastiga a las mujeres con grados incompletos, por ejemplo, en 2010, por mucho la tasa más alta de desocupación ocurre en mujeres con preparatoria incompleta, ubicada en 10.1% (contra 6.9% en hombres con la misma escolaridad). En un resultado sorprendente, entre 2005 y 2010, la desocupación creció más entre hombres que mujeres a menor grado de escolaridad, mientras que entre los grupos con estudios universitarios o de posgrado, el crecimiento es notoriamente mayor en mujeres. Por ejemplo, entre ambos años, la tasa de desocupación de mujeres con posgrado pasó de 1% a 5.5%, mientras que en hombres cayó de 1.6% a 1.4%.

64

hablemos de brechas de género: la informalidad Hay dos formas de entender la informalidad en términos de ocupación: como el trabajo en el sector informal de la economía; o como el trabajo que no puede reclamar para sí el marco legal de protección de derechos laborales, ya sea en el sector formal o informal. No es una diferencia menor; con base en el primer criterio, la población ocupada en la informalidad como proporción del total de la población ocupada, se

duplica al movernos de un criterio a otro. Por comparabilidad, utilizamos la definición de informalidad usada por INEGI: trabajo realizado en unidades económicas que llevan a cabo sus actividades a partir de los recursos de los hogares, pero sin constituirse como empresas. Hasta ahora sabemos que las mujeres en todos los grupos de edad tienen una participación en la PEA sensiblemente menor a los hombres, aunque se ha reducido marginalmente. Sabemos también que, a mayor escolaridad, menor la brecha en participación por género en la PEA. Descubrimos igualmente que, a partir de los 35 años, las mujeres tienen tasas de desempleo inferiores a los hombres, que el efecto entre 2000 y 2010 fue menor en ellas, pero que esto se puede deber a que en los niveles de menor escolaridad, las mujeres muestran tasas de desempleo menores a hombres, y que contra lo esperado, las mujeres con mayor escolaridad fueron las que más resintieron incrementos en desempleo en el periodo; de modo que para 2010, a partir de primaria completa, las mujeres sistemáticamente tienen tasas de desempleo superiores a hombres. Justamente a mayor edad y menor escolaridad, la participación de las mujeres en el sector informal respecto a la de los hombres crece dramáticamente; y en todos los niveles de escolaridad, la brecha entre hombres y mujeres creció de 2005 a 2010. Es verdaderamente notable la diferencia del efecto de edad en la participación en informalidad por género. En los hombres hay una relación


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

estable, en la que la participación en este sector, para todos los grupos de edad, se mantiene entre 24% y 29%. En cambio, en las mujeres entre 20 y 29 años, la ocupación informal cae drásticamente, siendo incluso inferior a la de los hombres; por ejemplo, en aquellas mujeres ocupadas, entre 20 y 24 años, apenas 20% lo hace en la informalidad, mientras que 56% de las mujeres ocupadas mayores a 65 años, lo hace en la informalidad. Para sorpresa de pocos, a mayor escolaridad, menor ocupación en el sector informal, y esta relación es lineal para ambos sexos (con un pequeño crecimiento en aquellos con secundaria incompleta), pero particularmente notoria para las mujeres, que están sobrerrepresentadas en el sector informal cuando tienen baja escolaridad, y subrepresentadas cuando tienen alta escolaridad. Respecto de 2005, en ambos sexos hay un incremento en la tasa de ocupación informal para quienes tienen un nivel de escolaridad de preparatoria completa o menos; justamente los que ya habíamos identificado como más vulnerables a vaivenes económicos y, nuevamente, el efecto en mujeres es más notorio. Para darnos una idea del efecto interactivo de escolaridad y género, la ocupación informal más alta entre todos los grupos ocurre en las mujeres con primaria incompleta, 46.9%; mientras que el más bajo ocurre en mujeres con posgrado, 3.3%. Nada reduce ocupación en el sector informal como la escolaridad; en especial en mujeres.

¿red de protección?: ocupación en el sector público Si las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector informal a mayor edad y menor escolaridad, lo opuesto ocurre respecto de su participación laboral en el sector público, donde a menor edad y mayor escolaridad, la proporción de mujeres trabajando (como proporción del total de mujeres ocupadas) es mayor a la de hombres. Sí, pero hay un efecto doble entre 2005 y 2010. Por un lado, la proporción de ocupación en el sector público crece entre menores de 30 años, los más afectados por crecimiento en desocupación, al tiempo que se reduce entre los de 30 y 44 años, los que tienen tasas de participación económica más altas. Por otro lado, se trata de un sector que captura a trabajadores con mayor escolaridad, la participación entre quienes tienen preparatoria incompleta o más crece, y particularmente entre las mujeres pero, simultáneamente, la ocupación en este sector decayó de forma drástica entre mujeres con grado de escolaridad menor al nivel universitario. El efecto conjunto de escolaridad y género es realmente notorio. Mientras la ocupación en el sector público no rebasa el 9% para hombres y mujeres con preparatoria incompleta (o menos), cuando hablamos de trabajadores con universidad, 44 de cada 100 mujeres ocupadas están en el sector público (contra 29 hombres); y entre aquellas con estudios más allá de la universidad, la cifra llega a 60 (contra 48 hombres). En contraste, la proporción de mujeres con preparatoria completa ocupadas en el sector público pasó de 25% a 19% entre 2005 y 2010.

pequeñas empresas, grandes empleadoras No hay mejor forma de empezar esta sección que con un dato contundente: de cada 100 personas ocupadas, 57 están en un lugar de trabajo con menos de cinco empleados y, aunque en todos los años la cifra es mayor para las mujeres, la diferencia respecto de hombres nunca ha superado los tres puntos. Como podrá sospecharse, en cuanto a escolaridad, la proporción de personas ocupadas en pequeñas unidades tiene una forma de “u”; es decir, se reduce en grupos intermedios de edad dentro de la población en edad laboral, y crece en los extremos; al tiempo que se reduce linealmente respecto de escolaridad.

65


66

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso

Ahora bien, incluso cuando la proporción de personas ocupadas en unidades de cinco empleados o menos se reduce en grupos intermedios de edad, el nivel más bajo observado está lejos de ser insignificante: 45% (entre los 25 y 29 años). A partir de este grupo, la proporción crece en ambas direcciones, para colocarse en 72% entre quienes tienen de 14 a 19 años; y encontrar su máximo en los trabajadores de más de 65 años, con 85%. Notoriamente, la proporción de ocupados en estas pequeñas unidades se ha mantenido realmente estable entre todos los grupos de edad, y también los grupos de escolaridad. Como se mencionó, a mayor escolaridad, menor proporción de trabajadores ocupados en unidades pequeñas, moviéndose de un máximo de 82% entre quienes tienen primaria incompleta (probablemente

explicado por trabajadores por cuenta propia), hasta un mínimo de 19% entre quienes tienen un posgrado, por mucho la proporción más baja entre todos los grupos de escolaridad (la proporción entre quienes tienen estudios universitarios suma 27%).

ocupados y ocupadas, pero no en la misma posición Una persona puede estar ocupada en una diversidad de circunstancias, que definen su posición dentro de la unidad económica. La forma más común, por supuesto,

Promedio de horas semanales trabajadas por género (2005-2010) 2005

Por edad Mujer

2010

2005

14-19

45-49

20-24

50-54

25-29

55-59

30-34

60-64

35-39

65+

40-44

Hombre

1 día

2 día

3 día

2005

Por escolaridad Mujer

2010

Primaria incompleta Primaria completa Secundaria incompleta Secundaria completa Preparatoria incompleta

2010

Preparatoria completa

Hombre

2005

Universidad incompleta Universidad completa Mas que universidad

72

60

48

36

24

12

0

2010


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

es ser empleado y recibir un ingreso por su trabajo. Del mismo modo, ya sea en el sector formal o informal, una persona puede crear una unidad económica y emplear a otros; en este caso, hablamos de un empleador. Puede ocurrir, igualmente, que alguien venda sus servicios/productos en el mercado de forma individual, en cuyo caso los llamamos trabajadores por cuenta propia. Por último, podemos trabajar de manera cotidiana en un establecimiento sin recibir remuneración alguna, monetaria o en especie, y nos definiríamos

como trabajadores no remunerados. Por edad, las tendencias son muy intuitivas, constantes en el tiempo, y con patrones claros por género. Así, conforme nos movemos de los grupos de menor edad a aquellos de mayor edad, la proporción de empleados decrece (a partir de los 20 años), y es superior en hombres; la proporción de empleadores aumenta y es siempre inferior en mujeres; la de quienes trabajan por cuenta propia también se incrementa y es superior en mujeres; y finalmente, la proporción de no remunerados toma una forma de “u”, con proporciones más bajas en los rangos de mayor participación económica, entre los 30 y 39 años, y más altas en los extremos de edad, particularmente entre los 14 y 19 años, y claramente superior en todos los grupos de edad entre mujeres.

67


Bienestar vía consumo de bienes públicos || Empleo y fuentes de ingreso

Pero los efectos más notorios se dan en el cruce de género y escolaridad: a mayor escolaridad, la proporción de mujeres ocupadas en un empleo crece (superando incluso a hombres), mientras se reduce la proporción de las que trabajan por cuenta propia y/o sin remuneración, y crecen marginalmente las mujeres empleadoras. En el caso de hombres, el efecto de escolaridad en empleo es positivo, pero menor a mujeres, compensado por un claro efecto positivo en aquellos que se vuelven empleadores, y una reducción más pequeña en los que trabajan por cuenta propia. De este modo, la relación positiva entre escolaridad y proporción de ocupación como empleados es lineal y más clara en el caso de mujeres. Se trata de un efecto doble; por un lado, el mercado laboral castiga más a mujeres con baja escolaridad que a hombres; al tiempo que a mayores niveles de escolaridad las mujeres se ocupan más como empleadas que los hombres, aunque entre 2005 y 2010 se percibe un decremento en la proporción de mujeres empleadas en niveles intermedios de escolaridad. No sorprende que la proporción de mujeres que labora por cuenta propia con una escolaridad por debajo de preparatoria completa, está siempre por debajo de los hombres, mientras que conforme las mujeres tienen mayor escolaridad, la proporción de trabajo por cuenta propia se reduce drásticamente. Notoriamente, la escolaridad no tiene un efecto relevante en la proporción de mujeres empleadoras, en tanto que, en el caso de los hombres, esta proporción crece para los niveles más bajos y más altos de escolaridad, y está por arriba del reportado por mujeres. Por último, como se mencionó anteriormente, la proporción de mujeres ocupadas sin remuneración es superior a la de hombres en todos los grupos de escolaridad, aunque en ambos sexos hay un decremento a mayor escolaridad, particularmente en el caso de mujeres. No se trata de una relación lineal porque, como en el caso de participación en la PEA y en la tasa de ocupación, quienes tienen niveles incompletos en educación secundaria o preparatoria presentan un comportamiento anómalo, reportando en este caso tasas de empleo no remunerado mayores a quienes tienen un nivel de escolaridad inmediatamente inferior. Quizá valga la pena cerrar esta sección ilustrando estos patrones. Pensemos en un grupo de 100

68

mujeres y 100 hombres ocupados y con primaria incompleta. De estas 100 mujeres, 45 serían empleadas, 39 trabajarían por cuenta propia, 14 no obtendrían remuneración por su trabajo, y apenas dos serían empleadoras. En cambio, entre esos 100 hombres, 48 serían empleados, 40 trabajarían por cuenta propia y, de los 12 restantes, seis serían empleadores y seis trabajarían sin remuneración. En contraste, si formáramos estos grupos de 100 entre aquellas y aquellos con posgrado, de las 100 mujeres, 87 estarían empleadas, ocho trabajarían por cuenta propia, cuatro serían empleadoras, y dos trabajarían sin remuneración; y entre los hombres, 77 serían empleados, 13 empleadores, 10 trabajarían por cuenta propia, y 0.3 no remunerados.

no todo es ingreso: seguridad social y ocupación Al principio del capítulo se dijo que la ocupación económica es un generador de bienestar directo a través de la provisión de ingresos monetarios (o no monetarios), pero también de la adquisición de bienes generadores de capacidades, como acceso a servicios de salud, ahorro para el retiro, o créditos para la vivienda. No podemos hacer un mapa del acceso al mercado laboral asociado al bienestar sin describir, aunque sea brevemente, los patrones de acceso a ocupaciones económicas que, junto con ingresos, provean a las personas del acceso a estos otros bienes. Dados los patrones de acceso al mercado laboral descritos hasta ahora, en términos de participación, desocupación y posición en el trabajo, debe ser intuitivo esperar que


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

69

de ocupaciones con acceso a seguridad social; y, de nueva cuenta, este efecto es mayor para mujeres que para hombres a partir de preparatoria completa; mientras que a menores niveles de escolaridad, y en congruencia con patrones de acceso descritos antes, las mujeres tienen un acceso menor a empleos de calidad que los hombres. En un resultado menos intuitivo, aunque hay un decremento entre 2005 y 2010 en la proporción de ocupados con seguridad social en casi todos los grupos de edad y escolaridad, los cambios son realmente pequeños. Una buena noticia dado el efecto que tuvo la crisis financiera en las tasas de ocupación, así como en el número de horas trabajadas e ingresos, como veremos en las secciones siguientes.

la relación entre grupos de edad y proporción de personas ocupadas con acceso a seguridad social forma una “u” invertida; alcanzando un máximo entre los 25 y 29 años; y mínimos entre los grupos de 14 a 19 años y mayores a 65 años. No deja de ser notorio que, incluso en los segmentos de mayor acceso a seguridad social, la proporción se mantiene por debajo de 50% (48% en mujeres, 45% en hombres, en 2010); en el grupo de mayores de 65 años se encuentra incluso por debajo de 10%. Tampoco debe resultar sorpresivo que a mayor escolaridad crezca drásticamente la proporción

la otra variable: horas trabajadas Hasta ahora se ha contado una historia de acceso

38.4

38.4

38.7

38.7

40 35.5

Seguro social.

2005

2006

2007

2008

2009

2010

38.4

Mujeres

38.4

38.4

38.7

40

38.7

40

39.7

40

Hombres

35.5

35.5

36.2

36.2

38 62.2

36.1

36.6

38

39.7

58.4

57

2005

2006

2007

Mujeres

62.2

58.4

57

57

62.2

Hombres

62.2

58.4

57

Primaria incompleta 60Primaria completa

58.4

63.8

60

Secundaria incompleta

53.2

Secundaria completa

63.1

53.2

54

57

2008

36.4

60

63.1

53.2

53.2

66.2

54

63.1

53.2

66.2

54

54

63.1

63.8

2009

57 63.8

60

63.8

60

60

63.8

58.4

58.4

36.1

58.4 36.1

60

53.2

53.2

54

54

61.9

66.2

61.9

57.4

56.3

57.4

57.4

66.2

2010

66.2

56.3

61.9

61.9

57.4

Preparatoria incompleta

Universidad incompleta

Preparatoria completa57.4

Universidad completa

56.3

36.4

63.8

56.3

Más que universidad

6

63.1

53.2

63.1

65 +

63.1

36.1

36.1

5536.4 - 59 60 - 64

36.6

39.2 36.6

45 - 49 50 - 54 36.4

60

63.8

38 38

38

63.8 36.4

57

39.7 36.2

58.4

39.2

36.1

36.6

35 - 39 39.2 40 -44

36.6

36.6

Seguro social. Proporción empleada con acceso a seguridad social por género y grado de estudio. 62.2

38 38

38 62.2 38

62.2 36.6

36.2

36.2

36.2

39.7 36.2

38 35.5

40

39.2

25 - 29 30 - 24 38 39.2

39.7

38

35.5

38.7

40 35.5

38.7

38

38.4

38.7

39.7 38.4

38.4

35.5

57

14 -19 40 20 -24

35.5

Proporción empleada con acceso a seguridad social por género y edad.

62.2

38.7

39.7 36.2

66.2

54

61.9

57.4

56.3


70

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso

desigual al mercado laboral entre hombres y mujeres, en términos de participación y desocupación; y en el caso de mujeres con menor escolaridad, calidad del empleo, informalidad y acceso a seguridad social. Todo lo anterior importa, porque incide directamente en niveles de ingreso y bienestar presentes y futuros. Tiene sentido, entonces concluir esta sección analizando patrones en el número promedio de horas trabajadas a la semana. El tiempo es, por definición, escaso, y en su distribución las personas enfrentan dilemas entre el trabajo remunerado y las ocupaciones no remuneradas dentro del hogar. Como podrá imaginarse, para todos los grupos de edad y escolaridad, el número de horas dedicadas al trabajo remunerado de mujeres es inferior al de los hombres. El cruce por edad es revelador. En el caso de hombres, tiene un claro patrón de “u” invertida, alcanzando un máximo en el grupo entre 35 y 39 años. En el caso de las mujeres, a partir de los 20 años: a mayor edad, menor número de horas semanales laboradas. La

brecha más grande por género ocurre entre los 30 y 49 años, probablemente asociado a la reproducción, en donde los hombres trabajan en promedio 10 horas más que las mujeres. Notoriamente, entre 2005 y 2010 hay reducciones pequeñas en todos los grupos de edad de hombres, mientras que en mujeres se mantienen los promedios estables. Para 2010, el grupo de mujeres con más horas dedicadas al empleo fue el de 20 a 24 años, con 39 horas semanales; mientras que, en el caso de los hombres, el punto máximo ocurre entre los 35 y 39 años, con 46 horas semanales. Del mismo modo, para todos los niveles de escolaridad los hombres trabajan más


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

horas semanales que las mujeres, aunque el patrón es similar para ambos sexos. Se observa una reducción en horas semanales laboradas en grados completos de escolaridad, en especial en secundaria y universidad; y en tanto que el máximo de horas en ambos sexos ocurre en el grupo con preparatoria completa (47 en hombres, 38 en mujeres), el menor número de horas semanales ocurre, también en ambos sexos, entre quienes tienen posgrados, 32 en el caso de mujeres y 39 en el de hombres.

fuentes de ingreso El efecto más obvio de ocupación laboral en bienestar ocurre a través

de los ingresos, que permiten el consumo de bienes básicos, la adquisición de bienes generadores de capacidades y, potencialmente, ahorro y acumulación patrimonial. En el capítulo 1 analizamos la evolución en los hogares (por decil de ingreso y condición de pobreza), del ingreso corriente total de los hogares; esto es, la suma de todos los ingresos en el hogar, monetarios y no monetarios, incluyendo transferencias y regalos. Lo hicimos para entender patrones en ingresos y gasto, y decisiones de erogación sobre bienes privados básicos. El ingreso laboral al que nos referiremos en la sección siguiente difiere de esa medición en dos aspectos centrales. En primer lugar, su reporte es a nivel individual, derivado de datos de la ENOE; a partir de ellos, no sabemos nada sobre los hogares. En segundo lugar, se refiere únicamente a la remuneración, monetaria o en especie, que las personas reciben a cambio de su trabajo. Por supuesto, cuando decimos trabajo, nos referimos a quienes se ocupan como empleados, pero también a quienes lo hacen como empleadores y por cuenta propia.

71


% hogares

Ingresos por decil.

Ingreso monetario

Monto mensual promedio y proporciĂłn de hogares que reciben algĂşn ingreso proveniente de:

Rentas 2000 2006

1

2

3

4

5

6

7

8

Deciles de ingreso

9

10

2008

PrĂŠstamos 2010

2000

2006

2008

Ingresos financieros 2010

2000

2006

2008

2010


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

Los ingresos laborales son una de varias fuentes posibles en los hogares. Por ello, en la segunda parte de esta sección regresamos a los datos a nivel de hogares, con base en la ENIGH, para entender la composición de los ingresos de los hogares entre ingresos laborales, por negocios y transferencias; y a partir de la clasificación utilizada anteriormente por deciles y condición de pobreza. Ello nos permite presentar un mapa más completo de las canastas de ingresos de los hogares, su nivel de bienestar inmediato y las decisiones en respuesta a cambios en el mercado laboral y el entorno económico.

ingresos laborales Las condiciones de acceso al mercado laboral, descritas en la sección anterior, se trasladan en diferenciales de ingreso; en consecuencia, los patrones observados por edad, escolaridad y género en términos de participación económica, desocupación y características de la ocupación, se reflejan en patrones similares en términos de los ingresos laborales percibidos. Un ejemplo contundente de ello es que no existe un cruce entre género y edad o escolaridad en el que las mujeres obtengan una remuneración igual a la de los hombres. En términos reales (pesos de 2010), todos los grupos de edad, escolaridad y condición de ocupación, perdieron ingresos entre 2005 y 2010, que van de -2.1% entre las mujeres con primaria incompleta, hasta -30.5% en los hombres con posgrado. Claramente, este es un efecto directo de la crisis financiera entre 2008 y 2010, y el patrón

temporal es el mismo en todos los grupos: un salto positivo entre 2005 y 2006; crecimientos moderados entre 2006 y 2007; una caída fuerte entre 2007 y 2008, seguida de una de menor magnitud entre 2008 y 2010. Este decremento en ingresos laborales es notorio entre los 30 y 49 años, en trabajadores con mayor escolaridad y en hombres. No es un dato irrelevante; ello implica que los grupos que identificamos en la sección anterior como vulnerables laboralmente, jóvenes, mujeres, y con baja escolaridad, tuvieron el impacto económico más moderado en términos de ingresos como consecuencia de la crisis financiera. Una consecuencia obvia de lo anterior es una reducción en la brecha de ingresos por género, aunque ello se debe a una pérdida más fuerte en ingresos en hombres. Por ejemplo, entre aquellos con universidad incompleta, los hombres ganaban 39% más respecto de las mujeres en 2005, y 27% más en 2010, dado que la caída real en ingresos de los hombres en este segmento fue de 25%, contra 17% en mujeres. Como es de esperarse, debido a la combinación de escolaridad y experiencia laboral, los grupos de edad de mayor ingreso se encuentran entre los 30 y los 49 años; esto es el rango en el que la brecha en ingresos por género es más amplia. En contraste, los ingresos entre los grupos de menor y mayor edad son los más bajos. Un ejercicio más revelador es analizar el cambio en ingresos laborales de un grupo de edad en el periodo; es decir, un comparativo por cohortes, por ejemplo, quienes estaban en el grupo 14 a 19 años en 2005, están ahora en el grupo 20 a 24 en 2010 (al menos quienes continúan siendo parte de la PEA). En cuanto al 2005, únicamente dos grupos de edad reciben ingresos laborales más altos en 2010, quienes tenían entre 14 y 19 años en 2005 y tuvieron en 2010 entre 20 y 24, ganan 58% más si son mujeres, y 62% más si son hombres; y quienes tenían entre 20 y 24 años en 2005 y entre 25 y 29 en 2010, ganaban 10% más si eran mujeres y 13% más si eran hombres (en términos reales). Este crecimiento es posiblemente reflejo de un cambio en las condiciones de acceso al mercado laboral, resultado de mayor escolaridad relativa y redistribución de tiempo. Por supuesto, no deja de ser una noticia alentadora. Menos alentador resulta ver que, en ambos casos, la brecha de género, lejos de reducirse, se

73


Ingreso monetario por monto 2000

2002

2004

2006

2008

2010

1 2 3 trabajo negocio renta transferencias

4 5 6 7

Deciles de ingreso

8 9

10

Ingresos laborales

Ingreso monetario (%) trabajo

2000

negocio

2002

renta

2004

2006

transferencias

2008

Sueldos

2010

2000 1

2

2

3

3

4

4

5

5

6

6

7

7

8

8

9 10

Deciles de ingreso

Deciles de ingreso

1

9 10

2002

Otras remuneraciones

2004

2006

2008

2010


Empleo y fuentes de ingreso II Bienestar vía consumo de bienes públicos

amplió. En contraste con estos dos grupos, el resto de grupos perdió ingresos al tener más edad, sobre todo el grupo que en 2005 tenía entre 55 y 59 años, en 2010 tenía entre 60 y 64 años, y ganó 34% menos si eran mujeres y 43% menos si eran hombres (de nueva cuenta, aquellos que permanecieron como parte de la PEA). Vale la pena resaltar que solo en dos de estos grupos la pérdida en ingresos fue mayor en mujeres que en hombres: quienes tenían entre 25 y 29 años en 2005, y entre 30 y 34 años en 2010 (-9% en mujeres, -3% en hombres); y quienes tenían 50 a 54 años en 2005, y 55 a 60 años en 2010 (-25% en mujeres, -23% en hombres). Ello significa que, a mayor escolaridad, mayores ingresos derivados de la ocupación laboral; este efecto es notorio en el caso de las mujeres, que encuentran en la educación una forma efectiva para compensar por el acceso desigual al mercado laboral. Dicho de otro modo, no es que las mujeres con mayor escolaridad ganen más que los hombres, es que las mujeres con baja escolaridad ganan mucho menos que los hombres. Cuando se tiene primaria incompleta, una mujer gana por su trabajo 1,714 pesos y un hombre 2,376 pesos; cuando se tiene un posgrado, los ingresos laborales promedio al mes crecen a 7,677 y 8,865 pesos, respectivamente. Estos son los ingresos laborales más bajos y más altos entre todos los grupos incluidos en el análisis. Es de subrayar que, a pesar de que todos los grupos por escolaridad tuvieron decrementos reales en ingresos laborales, la

caída es más fuerte en los grupos de mayor escolaridad, especialmente en hombres. Así, hay una reducción en la brecha de ingresos por género en todos los grupos de escolaridad, notorio en los dos extremos, aquellos con primaria incompleta y aquellos con posgrado. Esto coincide con la tendencia que identificamos en el capítulo anterior sobre ingresos corrientes totales por hogar y su decremento en los deciles de mayor ingreso. Por ejemplo, una mujer con primaria incompleta perdió en términos reales 2.1% de su ingreso laboral, mientras que un hombre con posgrado perdió 30.5%. Dada la historia que hemos contado hasta ahora, no sorprende si decimos que en 2010 los hombres con una ocupación en el sector formal ganaban 16% más que las mujeres; pero hay un hallazgo verdaderamente inquietante: los hombres con una ocupación en el sector informal ganaban 103% más que las mujeres. De esta manera, cuando las mujeres logran ingresar a trabajos formales, usualmente como resultado de una mayor escolaridad, logran asimismo reducir la brecha que las separa de los hombres. No obstante, cuando el acceso a un empleo formal no ocurre, un escenario que, como vimos en la sección anterior, sucede con mayor probabilidad entre las mujeres, entonces estas son severamente castigadas en términos de ingreso. En 2010, una mujer en el sector formal de la economía ganaba en promedio el doble que una mujer en el sector informal; que a su vez, ganaba en promedio la mitad que un hombre en el mismo sector. Los ingresos laborales mensuales son superiores en el sector formal que en el informal; tanto en hombres como en mujeres. No obstante, respecto de 2005, las caídas son más fuertes en términos reales en el sector formal de la economía, sobre todo en el caso de hombres. Este resultado se repite en cuanto a los ingresos de quienes tienen seguridad social en el trabajo y quienes no; los primeros ganan más, pero perdieron también más en ingresos reales en el periodo, especialmente hombres; y en términos de la posición en el empleo, donde los empleadores ganan más que los empleados, y estos más que quienes se ocupan por cuenta propia; pero respecto de 2005, estos últimos tuvieron la caída más baja en ingresos, mientras que los primeros tuvieron pérdidas más notorias, y de nueva cuenta, con mayor claridad en el caso de hombres. La única clasificación en la que las mujeres

75



Proporción de empleados en empresas de menos de cinco empleados.

2005

2006

2007

2008

2009

2010 Por edad.

14 - 19

Proporción que labora en empresas de menos de cinco empleados.

20 - 24 25 - 29 30 - 34 35 - 39 40 - 44 45 - 49 50 - 54 55 - 59 60 - 64 65 + Primaria incompleta

Escolaridad.

Proporción que labora en empresas de menos de cinco empleados.

Primaria completa Secundaria incompleta Secundaria completa Preparatoria incompleta Preparatoria completa Universidad incompleta Universidad completa Más que universidad

Por género.

Hombres

Proporción que labora en empresas de menos de cinco empleados.

Mujeres

2005

2006

2007

2008

2009

2010


Bienestar vía consumo de bienes públicos || Empleo y fuentes de ingreso

tuvieron una pérdida en ingresos más amplia en el periodo respecto de sus contrapartes, se da en las ocupaciones en el sector privado; que si bien se mantienen por arriba de aquellas en el sector público, tuvieron un mayor decremento.

canastas de ingresos por hogar De acuerdo con los datos estimados en la ENIGH, se mencionó que el ingreso es un factor directo de bienestar, en tanto que define las restricciones al consumo de bienes y adquisición de capacidades. Los ingresos de un hogar pueden ser tan diversos como las ocupaciones y decisiones de sus miembros. En un hogar puede haber miembros con una ocupación formal, con un trabajo por cuenta propia, con un negocio formal o informal, beneficiarios de programas sociales, o receptores de remesas; puede ocurrir también que un solo miembro del hogar sea el proveedor de ingresos o que, aun hay varios miembros con acceso a fuentes de ingresos, estos provengan de un solo tipo de actividad. No podemos escribir un libro sobre consumo y bienestar sin analizar montos y fuentes de los ingresos en los hogares; es decir, la definición de canastas de ingresos. De los ejemplos del párrafo anterior, podemos inferir que hay tres fuentes centrales de ingresos estables: trabajo, negocios y transferencias. Un hogar puede hacerse de recursos por otras vías menos estables en el tiempo, como préstamos, ganancias financieras o rentas asociadas a la propiedad. Una estrategia para analizar cambios en las canastas de ingresos y los ingresos monetarios asociados a estas entre 2000 y 2010, es clasificar los hogares de acuerdo con las combinaciones posibles entre las fuentes estables. Esto genera seis grupos básicos de hogares que reciben ingresos: por trabajo; por negocio; por transferencias; por trabajo y negocio; por trabajo y transferencias; y por negocio y transferencias. Durante la década pasada hubo un descenso en la proporción de hogares con ingresos exclusivamente provenientes de negocios, trabajo (con la excepción notoria de los hogares en el decil 1), o una combinación de ambos; mientras que, por el contrario, hubo un incremento en la proporción de hogares con ingresos por una combinación de trabajo y transferencias; o únicamente transferencias. Ahora bien, la formación

78

de estas canastas de ingresos está sujeta al nivel de ingresos de los hogares, y viceversa, como veremos más adelante. Recordemos, del capítulo anterior, nuestra clasificación de hogares entre 10 grupos de igual tamaño, deciles, definidos a partir del ingreso neto per cápita promedio en los hogares. Conforme nos movemos de los hogares de menor a los de mayor ingreso, la proporción de hogares que reciben ingresos solo del trabajo crece, en tanto que la de aquellos con ingresos solo provenientes de transferencias decrece marginalmente, y la proporción de hogares con ingresos únicamente provenientes de negocios se mantiene estable. Del mismo modo, a mayor ingreso, la proporción de hogares que combinan ingresos de trabajo y transferencias o negocio y transferencias decrece; mientras que los que combinan trabajo y negocios forman una “u” invertida; esto es, aunque sin cambios dramáticos, la proporción de hogares con esta canasta es mayor a niveles intermedios de ingresos. En términos de ingresos monetarios mensuales, que excluyen la parte no monetaria sí incluida en la definición de ingresos corrientes del capítulo anterior, los hogares que más resintieron descensos reales (deflactados por inflación) fueron aquellos con ingresos exclusivamente provenientes de negocios (especialmente en el 30% de hogares de mayores ingresos) o solo provenientes de transferencias; mientras que se observaron incrementos al menos en el 50% de hogares de menores ingresos, cuando la canasta de ingresos estuvo compuesta solo de


% hogares

Canasta de ingresos.

Ingreso monetario

Promedio de ingresos monetarios y proporci贸n de hogares que reciben ingreso solo de:

Trabajo 2000

1

2

3

4

5

6

7

8

Deciles de ingreso

9

10

2006

2008

Negocio 2010

2000

2006

2008

Transferencias 2010

2000

2006

2008

2010


80

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Empleo y fuentes de ingreso ingresos laborales o de una combinación de trabajo y transferencias. De esta manera, en 2010 el monto de ingresos mensuales más bajo se observó en los hogares con ingresos provenientes únicamente de transferencias, y esto ocurre en todos los deciles; en tanto que los ingresos más altos dentro de los hogares en el 10% de menores ingresos (decil 1) ocurren cuando hay una combinación de trabajo y transferencias; y para el 10% de mayores ingresos (decil 10) se reportan cuando la canasta incluye trabajo y negocios. Como se intuirá, la diferencia más pequeña entre estos dos grupos (el de menor y mayor ingreso per cápita) se observa en los hogares con ingresos solo por medio del trabajo, donde por cada peso obtenido por el decil 1, en el decil 10 se obtienen 11.6 pesos. En contraste, la distancia más grande toma lugar cuando los ingresos solo provienen de un negocio, en cuyo caso el ratio sube a 16.6 pesos. No obstante, es importante señalar que, en todas las combinaciones de fuentes de ingreso, la diferencia en ingresos monetarios totales entre ambos grupos de hogares se redujo entre 2005 y 2010. En números (y en términos reales): los ingresos laborales crecieron 3% en los hogares del decil 1 y decrecieron 10% en el decil 10; los ingresos por negocios disminuyeron 41% en el decil 1 y 75% en el decil 10; y los ingresos por transferencias aumentaron 42% en el decil 1 y 14% en el decil 10. Esto es, entre 2000 y 2010, la mayor pérdida se dio en negocios, compensada a través del trabajo y rentas en el decil 10, y del trabajo y transferencias en el decil 1. Al final del periodo, los ingresos monetarios totales crecieron 1.2% para el 10% de menores ingresos y bajaron 20.4% para el 10% de mayores ingresos. Así, en 2010, un hogar en el decil 1 reportó ingresos monetarios totales por 1,800 pesos; de los cuales, en promedio, 908 pesos provinieron del trabajo, 287 pesos de un negocio, 25 pesos de rentas y 580 pesos de transferencias; mientras que un hogar en el decil 10 tuvo ingresos monetarios totales al mes por 27,035 pesos, de los cuales 17,982 pesos se originaron en el trabajo, 2,337 pesos en un negocio, 2,522 pesos de rentas y 4,193 pesos de transferencias. Asumir que la definición de las canastas de ingreso es resultado de una decisión sin restricciones, es poco viable. Los hogares compensan pérdidas derivadas de trances económicos buscando

alternativas en donde pueden. Los patrones descritos antes nos dan pistas en ese sentido. Hay dos canastas en las que se reduce la proporción de hogares incluso cuando hay crecimientos en ingresos monetarios (al menos en los deciles más bajos): los que obtienen ingresos solo por medio del trabajo y los que reciben ingresos por trabajo y negocios. En sentido contrario, la única canasta en la que hubo un crecimiento en la proporción de hogares, pero con decrementos en ingresos en todos los deciles, fue la que se compone exclusivamente de transferencias. Dos grupos mostraron cambios en el mismo sentido en la proporción de hogares e ingresos, los que recibían ingresos únicamente de negocios revelaron cambios negativos en ambos, mientras que los que recibían ingresos por trabajo y transferencias, cambios positivos en ambos indicadores. Para cerrar esta sección se incluyeron dos notas complementarias. En primer lugar, hubo un crecimiento en la proporción de hogares en todos los deciles que reportaron haber recibido ingresos por rentas; y de manera interesante, el monto mensual creció en casi todos ellos. Este es el único rubro de ingresos con incrementos entre 2000 y 2010 en el 10% de hogares de mayores ingresos. Finalmente, en el mismo periodo no se observa un incremento dramático en la proporción de hogares que señaló haber recibido algún préstamo; pero sí se reporta una caída en los montos de préstamo en todos los deciles de ingreso, con las excepciones del decil 2 y 6. 


% hogares

Canasta de ingresos.

Ingreso monetario

Promedio de ingresos monetarios y proporci贸n de hogares que reciben alg煤n ingreso de:

Solo trabajo y negocio 2000

2006

2008

2010

Solo trabajo y transferencias 2000

2006

2008

2010

Solo negocio y transferencias 2000

2006

2008

2010

1

2

3

4

5

6

7

8

9 Deciles de ingreso

10


15000

Primaria incompleta

PĂşblico Privado

Primaria completa

Secundaria incompleta Secundaria completa

Preparatoria incompleta Preparatoria completa

Universidad incompleta Universidad completa MĂĄs que universidad

Empleadores Empleados

Con Seguro Social Sin Seguro Social

Cuenta propia

Formal Informal

12000

Ingreso mujeres. Promedio de ingreso mensual laboral (pesos), por escolaridad, edad, sector y tipo.

9000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

0

2005

2006

2007

2008

2009

2010


15000

12000

Ingreso hombres. Promedio de ingreso mensual laboral (pesos).

9000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

0

2005

2006

2007

2008

2009

2010


Posici贸n por edad.

Cuenta propia

Empleados, empleadores, cuenta propia, no remunerados.

Empleados Empleadores No remunerados

Hombres 2006

Mujeres 2007

2008

2009

2010

2006 14 - 19

20 - 24

25 - 29

30 - 34

35 - 39

40 - 44

45 - 49

50 - 54

55 - 59

60 - 64

65 +

2007

2008

2009

2010


Posici贸n por escolaridad.

Cuenta propia

Empleados, empleadores, cuenta propia no remunerados.

Empleados Empleadores No remunerados

Hombres 2006

Mujeres 2007

2008

2009

2010

2006

Primaria incompleta

Primaria completa

Secundaria incompleta

Secundaria completa

Preparatoria incompleta

Preparatoria completa

Universidad incompleta

Universidad completa

M谩s que universidad

2007

2008

2009

2010


86

Juan Luis Gómez Chapital

country manager de bumeran méxico

Desde hace varios años, Bumeran.com es la empresa líder en anuncios clasificados de empleos online de Latinoamérica. Juan Luis Gómez Chapital es un joven de 31 años que cuando estableció en México un negocio, sus amigos creyeron que iba a fracasar. Juan Luis estudió en Inglaterra y luego hizo un posgrado en el IPADE. Su proyecto buscaba transformar la manera tradicional como la gente buscaba empleo, cuando internet no tenía el alcance que tiene hoy. Antes, ocho o nueve años atrás, según cuenta, gran parte de quienes buscaban empleo compraban el diario y consultaban de inmediato las secciones de clasificados, para después tomar el teléfono y hacer una cita. El problema es que muchas de estas personas, al llegar a la empresa, se topaban con que el puesto ya no estaba vacante.

2010 Año

en que se empezaron a hacer ferias de empleo online

¿Podríamos decir que Bumeran ha propiciado que los clasificados de los periódicos tengan poca vida? Nosotros hemos puesto a disposición tanto de los candidatos como de las empresas, una manera más eficiente, rápida y sencilla de conseguir trabajo o de encontrar talento a través del empleo en línea.

¿Cuál es el perfil que priorizan en el reclutamiento? Brindamos la oportunidad ideal para hacer todo tipo de reclutamiento, ya que al ser un portal de empleos en línea garantizamos que un gran número de candidatos estará disponible, para satisfacer las necesidades de las empresas.

¿Es decir que la empresa y el solicitante ahorran tiempo? México representa uno de los mercados más importantes para Bumeran en América Latina, nuestro objetivo es mejorar la herramienta tecnológica, para que las empresas ahorren tiempo y dinero. También para los postulantes existe un ahorro de tiempo, ya que no necesitan movilizarse para llevar su currículo hasta el lugar de oferta.

¿Cuál es el rango de edades entre hombres y mujeres que solicitan ser colocados en el mercado laboral, por Bumeran.com? Tenemos ofertas laborales para todas las edades. Ahora que si hablamos de las cantidades de ofertas que existen para cada uno de los rangos de edad dentro del mercado laboral en México, podemos apuntar que en el rango superior a los 45 años, la oferta es menor, pero no inexistente. Con respecto a la diferencia entre hombres y mujeres, realmente no vemos diferencias en los anuncios que se publican en nuestro portal.

¿Los solicitantes tienen mejores posibilidades de encontrar empleo? Tienen la posibilidad de postularse desde la privacidad de su hogar y con la seguridad de que su currículo será analizado y promovido al puesto que más convenga a su perfil.

¿Acaso existen diferencias entre los salarios que perciben los hombres con respecto a las mujeres?


Nosotros hemos puesto a disposición de los candidatos a empleos y a las empresas una manera más eficiente, rápida y sencilla de conseguir trabajo o de encontrar talento a través del empleo en línea

Nosotros somos los intermediarios entre los candidatos y las empresas, pero son estas las que realizan el proceso de entrevista y selección. En la oferta no encontramos una diferencia entre los salarios ofrecidos, ya que desde el inicio los anuncios especifican tanto el salario como el “sexo indistinto”. ¿Cuáles son las áreas que tienen mayor demanda? Las de ingeniería, publicidad y electrónicas, por decir algunas. ¿Podría describir el tipo de empleos que ocupan los candidatos, según el nivel de estudios? Las ofertas para jóvenes profesionales encauzan a todos aquellos que aún estudien la universidad o que recién hayan egresado. Usualmente los puestos para mandos medios están enfocados a aquellos que hayan concluido la universidad. Pero en nuestra base de datos hemos visto y tenemos todo tipo de perfiles para distintos puestos, con diferentes niveles de educación. ¿En estos últimos 10 años has hecho modificaciones a tu modelo de encuentro entre candidatos y empresarios? ¿Cómo dirías que se ha transformado el consumidor mexicano de este tipo de servicios? Hace 10 años el perfil de la gente que utilizaba nuestro portal era joven en su mayoría. Pero hoy, gracias a la

45

años es el rango de edad hasta donde hay más solicitudes de ofertas de empleo

revolución de internet, lo utilizan personas de todas las edades, rangos sociales, ciudades o género. “Además, del año 2010 a la fecha, se han organizado en México decenas de ferias de empleo online donde el objetivo primordial es encontrar a los candidatos más aptos y mejor preparados fuera del mercado laboral para integrarlos a sus diferentes campos de especialidad. Y en ese tipo de ferias destacó el portal Bumeran. com, gracias a que maneja una plataforma apta para que los candidatos envíen su currículo y que este pueda ser revisado por los reclutadores. El espacio virtual es el ideal para las empresas que buscan reclutar talento. Pues gracias a herramientas como el social networking, los blogs, las conferencias en línea, entre otras, ahora las compañías tienen la posibilidad de conocer a fondo los intereses, habilidades de sus postulantes y su filosofía; de esta forma los solicitantes se posicionan en el mejor lugar que les convenga”. 

87


Proporción de ocupados en sector público y sector informal por edad, escolaridad y género. Empleo público

2005

Por edad

14-19 20-24 25-29 30-34

45-49 50-54 55-59 60-64

35-39 40-44

65+

Hombres

2006 Mujeres

15.5

23

51.3

60.8

Hombres

2007 Mujeres

15.7

Hombres

25.1

16.2

57.3

47.7

Por escolaridad Primaria incompleta Primaria completa Secundaria incompleta Secundaria completa Preparatoria incompleta Preparatoria completa Universidad incompleta Universidad completa Más que universidad

50.8

2005

Empleo INFORMAL

Hombres

Por edad

14-19 20-24 25-29 30-34

45-49 50-54 55-59 60-64

35-39 40-44

65+

2006 Mujeres

30.1

Hombres

2007 Mujeres

29.9

58.7

Hombres

29.9

54.8

Por escolaridad Primaria incompleta Primaria completa Secundaria incompleta Secundaria completa Preparatoria incompleta Preparatoria completa Universidad incompleta Universidad completa Más que universidad

35.4

35.9 45.6

35.8 44.5


2009

2008

2010

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

22.5

15.8

23.3

16.7

22.6

15

23.2

60

48.2

59.7

61.6

47.5

62.6

51.5

2008 Mujeres

Hombres

2009 Mujeres

29.7

55.7

Hombres

54.9

Mujeres

Hombres

Mujeres

33.8

57.9

38.3 45.4

Mujeres

2010

31.7

36.5 45.7

Hombres

55.6

37.5 47.6

46.9


capital humano: educación y salud La mayor proporción de hogares con miembros en edad escolar se concentra en grupos de menores ingresos, aunque su número se redujo notoriamente durante la década pasada. No obstante, son estos hogares los que además reportaron un incremento más fuerte en su gasto educativo per cápita, particularmente cuando se trata de hogares con miembros en edad escolar básica. En contraste, el gasto en salud se redujo en hogares de menores ingresos, derivado del acceso a servicios gratuitos de salud y dotación de medicamentos, vía el programa Seguro Popular.



92

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Capital humano

capital humano: educación y salud El concepto de bienestar se basa en la ampliación de libertades y capacidades para que las personas puedan ser quienes desean y lo hagan accediendo al consumo de bienes que garanticen la satisfacción de necesidades básicas, la acumulación de patrimonio y la adquisición de conocimiento, información y ocio. Por tanto, el bienestar pasa necesariamente por el acceso a fuentes generadoras de ingreso y el consumo de bienes generadores de capacidades que maximicen el efecto de las primeras. En ese sentido, educación y salud son consumos presentes para la acumulación de capital humano con el fin de generar ingresos futuros, a través del mercado laboral. En el subcapítulo anterior analizamos la evolución del acceso a ese mercado en términos de la participación en la Población Económicamente Activa, tipos de ocupación, y los ingresos derivados de esta. Del mismo modo, describimos la composición de las canastas de ingreso de los hogares y su evolución en el tiempo para entender el efecto de ingresos laborales en los recursos monetarios totales. Una conclusión reiterada fue el efecto que tiene la educación en los niveles de ocupación, los tipos de empleo y los accesos asociados. En esta sección describiremos patrones de consumo de bienes educativos y de salud, con base en la ENIGH y a partir de las mismas categorizaciones que hemos usado con anterioridad: deciles de ingreso neto per cápita y condición de pobreza. Este es un libro sobre consumo, de manera que, más que centrarnos en cambios en el acceso, el acento está puesto en los montos de gasto entre ambos rubros, y entre distintos tipos de hogares.

consumir futuro: el gasto educativo1 La decisión sobre gasto educativo dentro de los hogares depende, en primera instancia, del número y edad de los miembros del hogar. Es una obviedad, pero una obviedad necesaria. No tendría sentido reportar montos totales de gasto por decil o condición de pobreza, si antes no describimos si estos hogares tienen miembros 1

El gasto en educación básica, media superior y superior para los años 2008 y 2010 incluye colegiaturas, inscripción y útiles. En los años 2000 a 2006 solo incluye colegiaturas e inscripción, dado que los útiles se incluían en “artículos educativos”. Ello explica parcialmente los saltos en montos de gasto entre categorías en 2008 y 2010, pero no el crecimiento en los montos totales de la suma entre categorías, que sigue siendo, como veremos, notorio.

en edad escolar y cuántos. Por ello, hicimos una clasificación adicional de los hogares en cuatro categorías: hogares que tienen miembros entre 6 y 15 años de edad (asociados a primaria y secundaria); hogares que tienen miembros entre 15 y 24 años (preparatoria y universidad); hogares que tienen miembros entre 6 y 24 años (en todos los grupos de escolaridad); y hogares que no tienen ningún miembro entre 6 y 24 años. Asimismo, dentro de cada categoría calculamos el número promedio de miembros en el rango de edad correspondiente. Todo ello nos permite calcular el gasto educativo promedio por pupilo para cada año analizado (en términos reales de pesos en 2010). Entre 2000 y 2010 hay tendencias interesantes que se pueden resumir de la siguiente manera: hay un crecimiento en edad de los miembros del hogar, junto con efectos de decisiones reproductivas previas, que implican caídas en el número de miembros en edad básica y un crecimiento relativo en el número de miembros en edad media superior y superior; a pesar de que se observa una tendencia general a un decremento en el número promedio de pupilos dentro de los hogares. No obstante, se observa también un crecimiento en el gasto promedio per cápita; en especial en el rubro que incluye colegiaturas, inscripciones y útiles (CIU), y principalmente en los hogares de menores ingresos. No excluimos la posibilidad de que ambas tendencias estén relacionadas, es decir, que el incremento en gasto per cápita se deba a una reducción en el número de miembros en edad escolar, dado que el


Capital humano II Bienestar vía consumo de bienes públicos

primero está definido como el gasto total dividido por el segundo; pero es difícil pensar que los hogares destinan un monto fijo de su gasto a educación, independientemente de cuántas personas dentro del hogar asistan a la escuela. Por ello, consideramos que se trata de tendencias paralelas, mas no necesariamente con una relación causal entre ellas. La proporción de hogares sin miembros entre 6 y 24 años de edad crece de forma lineal a mayor ingreso, desde 18.2% en el decil 1, hasta 63.9% en el decil 10 (datos de 2010); aunque respecto de 2000, esta proporción creció en todos los deciles de ingreso, en particular los de mayor y menor ingreso. Esto ya nos da pistas sobre lo que ocurre con el gasto educativo. Por otra parte, la proporción de hogares que solo tienen miembros en edad básica (de 6 a 15 años), presenta una tendencia inversa, es decir, decrece de forma lineal a mayor ingreso, desde 40% en el decil 1 (recordemos que este decil contempla al 10% de menores ingresos, mientras que el decil 10 contempla al 10% de mayores ingresos), hasta 11% en el decil 10; pero notoriamente, en cuanto al 2000, la proporción de hogares en esta situación decayó en todos los deciles. Los hogares con miembros solo en edad escolar media superior y superior (de 16 a 24 años) encuentran su proporción más alta en hogares ubicados en niveles intermedios de ingreso, mientras que es más baja tanto en aquellos con menos ingreso (14% en el decil 1), como en aquellos con más ingreso (19% en el decil 10). Sin embargo, entre 2000 y 2010, el decil en el que esta proporción se

incrementó más fue el decil 1, mientras que el decil en el que decreció más fue el 10. Por último, la proporción de hogares con miembros en ambos grupos de edad también decrece por ingreso, entre 28% en el decil 1, y 6% en el decil 10; no obstante, en la década pasada la proporción de estos hogares creció en familias con niveles intermedios de ingreso, mientras que decreció de forma clara en los deciles de los extremos, el 1 y el 10. Como es de esperarse, estos resultados se replican y confirman cuando clasificamos a los hogares por condición de pobreza, en particular en lo que toca al crecimiento de hogares con miembros solo en edad media superior y superior, observable únicamente en los hogares en pobreza alimentaria. Ahora sabemos cómo se distribuyen, a distintos niveles de ingresos, las categorías de hogares con base en el hecho de que tengan o no miembros en edad escolar, y en qué edades específicas. Todavía no sabemos nada sobre cuántos miembros tienen en esas edades. Como probablemente se sospecha, cuando hay miembros en edad escolar, el número total promedio decrece a mayor ingreso. Por ejemplo, en los hogares que tienen miembros solo en educación básica, el rango va de 2.2 en el decil 1 a 1.7 en el decil 7, pero respecto de 2000 fue en el decil 1 donde la reducción fue más drástica (el promedio era 2.6 en 2000), aunque el promedio bajó en todos los deciles de ingreso. Ocurre algo similar con los hogares que tienen miembros en ambas edades. En los hogares en esta categoría en el decil 1, el promedio de miembros es de 3.8, mientras que en los hogares de mayor ingreso baja hasta 2.6; curiosamente, en lo que se refiere al 2000 los hogares de más ingreso (decil 1) son los únicos con un incremento en el número promedio, mientras que los decrementos más importantes ocurren en el 20% de hogares de menores ingresos. Por último, restan los hogares con miembros solo en edad media superior y superior, y aquí, contrario a los dos grupos anteriores, no hay un patrón claro por ingresos y el número promedio es bastante similar entre deciles. Entonces, a mayor ingreso menor proporción de hogares con miembros en edad escolar, en particular básica, y menor promedio de miembros en dichas edades dentro de esos hogares. Estamos, ahora sí, en condiciones de describir el gasto educativo mensual promedio de las familias.

93


Gastos en educación media superior por condición de pobreza.

Gastos educativos por miembro en edad escolar (pesos de 2010) en hogares que solo tienen miembros en edad escolar superior.

2006 2006

2008 2008

2010 2010

$68

No pobre

Patrimonio

Capacidades

Alimentaria

2000 2000

Materiales Materiales

Servicios

Servicios

Artículos

$2,373

Articulos

La suma del gasto educativo se compone de tres rubros principales: colegiaturas, inscripciones y útiles (CIU), servicios educativos (i.e. guardería, transporte, comidas, entre otros) y artículos diversos (que excluye útiles pero incluye, por ejemplo, uniformes, mochilas, estuches, etcétera). Hay varias conclusiones interesantes, la más evidente es que todos los deciles han incrementado su gasto educativo total. Este incremento destaca a menor ingreso y en educación básica, y se debe, en esencia, a un crecimiento en el gasto per cápita en colegiaturas, inscripciones y útiles. Por ejemplo, en 2000 el gasto educativo total per cápita promedio de un hogar

en el decil 1 sumaba 84 pesos, de los cuales el 31% se destinaba a CIU. Para 2010 este monto creció a 312 pesos y el 86% se dirigía a CIU; en el decil 10 este monto creció de 4,693 pesos a 9,313 pesos, con una redistribución similar entre rubros. Esto implica que si en 2000 los hogares del decil 10 gastaban 56 pesos por pupilo por cada peso gastado en un hogar del decil 1, para 2010 el monto bajó a 30 pesos. Curiosamente, los deciles 1


Gastos en educaci贸n superior por decil.

Gastos educativos por miembros en edad escolar (pesos de 2010) en hogares que solo tienen miembros en edad media superior.

2000 2000

2006 2006

2008 2008

1I $39

2II

III 3 IV 4 5V VI 6

7 VII

VIII 8

Deciles

IX 9

X10

$7,392

Materiales

Materiales

Servicios

Servicios

Art铆culos

Articulos

2010 2010


y 2, que juntos componen el 20% de menores ingresos, tienen comportamientos divergentes en este gasto, lo que diluye el efecto cuando clasificamos a los hogares por condición de pobreza, en donde aquellos con incrementos más drásticos se encuentran en pobreza en capacidades, entretanto que el crecimiento más bajo se observa en los hogares en pobreza alimentaria: un efecto del decil 2 dado que, como vimos, en el decil 1 el crecimiento fue importante. Esta divergencia desaparece cuando se trata de hogares con miembros en ambas edades escolares (de 6 a 24 años), en donde los deciles 1 y 2 tienen los incrementos más importantes (272% y 275%, respectivamente), y el decil 10 el crecimiento real más pequeño (88%). En todos los casos se replica la redistribución entre rubros descrita antes. Para 2010, un hogar con miembros en todas las edades escolares y en el 10% de menores ingresos gastaba 246 pesos por pupilo, mientras que uno en el decil 10 erogaba 7,406 pesos. No sorprende, entonces, que entre los grupos por condición de pobreza sean aquellos en pobreza alimentaria los que reportaron el incremento más importante, de 90 pesos por pupilo, a 320 pesos, al tiempo que en los hogares no pobres el crecimiento fue de 1,063 a 1,819 pesos. Finalmente, en los hogares que solo tienen miembros en edad superior el efecto a distintos niveles de

ingreso se diluye, pero no desaparece. Es posible que este resultado se deba al cruce de dos fenómenos: menor atención escolar a menor ingreso en niveles medio superior y superior, y el traslado relativo de escuelas públicas a escuelas privadas en educación superior en hogares de mayores ingresos. Sin embargo, los incrementos más importantes en el periodo se dan en el 20% de hogares de menores ingresos: de 39 a 155 pesos en el decil 1, y de 57 a 437 pesos en el decil 2. Es sorprendente que, en el paso entre un decil y otro, el gasto educativo total crezca 2.8 veces, lo cual puede estar midiendo un incremento importante en acceso. Por contraste, el incremento más pequeño proporcionalmente ocurrió en el decil 10, de 4,147 a 6,696 pesos. Este patrón es aún más claro cuando observamos a los hogares por condición de pobreza, donde aquellos en


pobreza alimentaria en 2010 gastan por pupilo una cantidad incluso mayor que los hogares en pobreza en capacidades. La segunda conclusión también debe ser obvia después de lo descrito hasta ahora: en todos los deciles de ingreso, el gasto per cápita es más alto cuando hay miembros en educación básica que cuando hay miembros en edad media superior o superior. En el decil 1, en el año 2010, el gasto promedio por pupilo en miembros en educación básica duplica a aquel con miembros en educación media superior o superior. En el decil 10, el de mayores ingresos, por cada peso gastado en un miembro en educación media superior o superior, se gastan 1.39 pesos en un miembro en educación básica. Vale señalar que el salto en gasto educativo más notorio ocurre entre el decil 9 y el decil 10.

Ahora bien, si queremos calcular el gasto total de cada grupo de hogares, se debe ponderar el número promedio de miembros. Esto generaría un gasto total de 681 pesos, si el hogar se encuentra en el decil 1 y tiene miembros solo en educación básica, contra 14,076 pesos en un hogar en el decil 10. De este modo, se reduce la proporción de gasto entre el decil de más ingresos y el decil de menos ingresos, para quedar en 21, la misma proporción que se reporta cuando vemos el gasto total educativo en hogares con miembros en ambas edades escolares, 932 pesos en el decil 1 y 19,834 pesos en el decil 10. Como es de esperarse, el ratio vuelve a crecer cuando la edad se limita solo a miembros en edad media superior y superior, donde el gasto educativo total de un hogar en el decil 1 suma apenas 251 pesos, contra 9,288 pesos en el decil 10 (datos del año 2010). Para cerrar, vale la pena estimar el gasto educativo total por deciles de ingreso, es decir, el promedio, ponderando por la proporción de hogares en cada categoría por decil. Así, el gasto educativo total promedio al mes, para todos los hogares en el decil 1, suma 584 pesos, que equivalen a 15% de su gasto total, contra 5,502 pesos del decil 10, que representan 23% de su gasto. Este es el porcentaje de gasto educativo sobre gasto total más alto entre todos los deciles.


Gasto educativo, decil.

Gasto educativo total por tipo de hogar y decil de ingreso (pesos de 2010). Solo bรกsica

Solo media superior

Ambas edades

Ninguno

Gasto educativo total por hogar

Como % del gasto total

Gasto

I1 II 2 III3 $20,000

IV4 V5 VI6

$10,000

VII7 $5,000

Deciles de ingreso

VIII8 IX9

X10

102

$1,000


Promedio miembros, decil.

NĂşmero promedio de miembros del hogar en edad escolar (de cualquier tipo).

2000

2002

2004

2006

2008

2010

1

2

3

4

5

6

7

8

Deciles

9

10

Promedio miembros, pobreza.

NĂşmero promedio de miembros del hogar en edad escolar (de cualquier tipo).

2000 Alimentaria

Capacidades

Patrimonial

No pobre

2002

2004

2006

2008

2010


Porcentaje de hogares y número promedio de miembros en edad escolar por tipo de pobreza. 2000

2006

Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

2008

2010

Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

Básica Básica

Superior Superior

Básica y Superior Básica y superior


Porcentaje de hogares y nรบmero promedio de miembros en edad escolar por decil. 2000 2000 2000 2000 20002000

2006 2006 2006 2006 2006 2006 1II I

IIII II IIII 2

II II 2II II II

III IIIIII 3III III

III III 3IIIIII III

IVIVIV 4IV IV

IV 4IVIV IV IV

VV V 5 VV

5VV V VV

2010

II I 1 II

IX

X X

III IIIIII 3III III

3IIIIIIIII III III

IVIVIV 4IV IV

4IVIVIV IV IV

II

5VV V VV

VIVIVI 6VI VI

6VI

VII VIIVII 7VII VII

VII 7VIIVII VII VII

9 IX IXIX IX IX

VII

VI

V

8 VIII VIII VIII VIII VIII

IV

III

II

I

X

IX

VIII

VII

VIVI VI VI

VI

V

IX

2IIII II IIII

9IX

IXIX IX IX

Deciles

Deciles

IV

VIII

IIII II 2 IIII

2008

1 II I

VV V 5 VV

III

VIII

2010 2010 2010 2010 2010 2010

II I 1 II

XX X10 XX

VII

10XX X XX

2008 2008 2008 2008 20082008

8 VIII VIII VIII VIII VIII

VI

IV

III

II

XX X10 XX

Deciles

I

X

IX

IX 9IXIX IX IX VIII

IX IXIX 9IX IX VII

VIII 8VIII VIII VIII VIII

VI

VIII 8 VIII VIII VIII VIII

V

VII 7VII VII VII VII

V

6VIVIVI VI VI

VII VIIVII 7VII VII

Deciles

IV

III

VIVIVI 6VI VI

II

10XX X XX Bรกsica Bรกsica Bรกsica Bรกsica Bรกsica Bรกsica

Superior Superior Superior Superior Superior Superior

Bรกsica Bรกsica Bรกsica yyysuperior Superior yy Superior Bรกsica Bรกsica Bรกsica Superior Superior Superior


Educación sin miembros en condición de pobreza.

Gastos educativos totales (pesos de 2010) en hogares que no tienen miembros en edad escolar (6-24).

2000

2002

2004

2006

2008

2010

Monto

Alimentaria Capacidades $1,000

Patrimonial $500

No pobre

$100

Gastos en educación básica por condición de pobreza.

Gastos educativos por miembro en edad escolar (pesos de 2010) en hogares que solo tienen miembros en edad escolar básica.

2006

Alimentaria

2000

2008

2010

No pobre

Patrimonio

Capacidades

$221

$2,711 Materiales

Materiales

Servicios

Servicios

Articulos

Artículos


Gastos educación básica por decil.

Gastos educativos por miembros en edad escolar (pesos de 2010) en hogares que solo tienen miembros en edad escolar básica.

2000 I 1

2006

2008

2010

$84

II 2

III 3

IV 4

5V 6VI

VII 7

VIII 8

Deciles

IX 9

10 X

$9,313 Materiales

Servicios

Materiales

Servicios

Articulos

Artículos


104

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Capital humano

mientras tengamos salud Los vínculos entre salud y bienestar son múltiples y sólidos: no morir de causas previsibles, no perder días escolares o laborales por enfermedades mal atendidas, no sufrir pérdidas en la capacidad de acceder a fuentes de ingresos futuros por efectos de largo plazo de padecimientos. Nuestra definición misma de bienestar coloca a la salud como el espacio en el que no se puede negociar, la condición necesaria para el acceso a todos los demás proveedores de bienestar, algo similar al consumo alimenticio y claramente correlacionado con él. Un acceso ineficiente a salud puede derivar en trampas de pobreza de largo plazo y afectar el bienestar futuro de las personas y, por supuesto, de sus descendientes. Siendo un factor de bienestar tan importante, su acceso constituye un derecho, y su provisión, una de las obligaciones centrales por parte de los gobiernos. Entonces, el consumo de atención médica y medicamentos ocurre por dos vías centrales: el acceso a servicios públicos o el consumo de servicios privados. Por supuesto, el primero es una forma de consumo, en este caso, de un bien público. Así, los hogares forman canastas proveedoras de salud determinadas por el acceso a servicios públicos o a la falta de acceso a estos por parte de algunos de sus miembros, y las necesidades específicas de consumo. Por ejemplo, mientras algunos miembros pueden acudir a una clínica del IMSS, es posible que otros miembros del mismo hogar carezcan de este acceso. Al mismo tiempo, quien accede a servicios públicos de salud no recurre a ellos para todas sus necesidades y, ante requerimientos menores, opta por automedicarse o acudir al consultorio de una farmacia. Por ello, optamos por reportar información a nivel individual, en lugar de a hogares, con el fin de informar el acceso a servicios de salud y lugares donde se atienden las personas cuando se enferman; en tanto que, para las mediciones de gasto, la información está agregada por hogares, para poder compararla con el resto del libro. Por disponibilidad de información en la ENIGH, tomamos únicamente los años 2008 y 2010. Los hallazgos de esta sección se pueden resumir en un párrafo: la proporción de personas con acceso a servicios públicos de salud crece de forma lineal con el ingreso; aunque respecto de 2008, ha incrementado en todos los deciles, particularmente los de menos ingreso y como consecuencia del Seguro Popular.

Ello ha implicado una disminución en los montos de gasto mensual por hogar en atención primaria (excepto en el decil 1), atención hospitalaria (excepto en el decil 10) y medicamentos sin receta durante toda la década pasada. Asimismo, conforme crece el ingreso de las personas, la proporción de quienes reportan atenderse en distintos servicios cambia drásticamente, ya que decrece para servicios de Sector Salud (SS), IMSS Oportunidades y curanderos, mientras que crece para IMSS, ISSSTE, otros servicios públicos (Pemex, Sedena, Semar, etcétera) y privados. En el caso de consultorios en farmacias y automedicación, el mayor consumo ocurre en niveles intermedios de ingreso. Estas son tendencias por ingreso, pero en la suma de estas proporciones queda claro que para las personas de menores ingresos, su canasta de consumo en salud está dominada por el SS, consultorios de farmacias y servicios privados, mientras que, en las personas de mayores ingresos, esta canasta se centra en servicios privados, IMSS e ISSSTE. El acceso a servicios públicos de salud ha crecido en todos los grupos de ingreso, ello incluye Seguro Popular y afiliación al resto de servicios públicos. Este incremento es más alto a menores niveles de ingreso. Por ejemplo: entre 2008 y 2010, el porcentaje de individuos en el 10% de menos ingreso que reportó tener acceso pasó de 45% a 61%, entretanto para aquellos en el 10% de más ingreso pasó de 71% a 75.7%. De esta manera, la proporción más baja de cobertura sigue dándose en el decil 1, pero los márgenes de cobertura respecto


Capital humano II Bienestar vía consumo de bienes públicos

del decil 10 (el de mayor cobertura) se han reducido de forma sustancial. Lo mismo sucede cuando clasificamos a las personas de acuerdo con su condición de pobreza, en donde para 2010, 62.3% de quienes se encuentran en pobreza manifestó acceder a un servicio de salud, mientras que la proporción entre no pobres fue de 72.1%. Para darnos una idea del efecto del Seguro Popular en este incremento en acceso, basta ver la proporción que reporta estar afiliado a otros servicios públicos de salud (IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena o Semar), una proporción que, cabe señalar, bajó en todos los deciles de ingreso, excepto en el decil 10, entre 2008 y 2010. Así, para 2010, apenas 7.4% de las personas en el decil 1 se encontraba afiliado a alguno de estos servicios públicos, al tiempo que en el decil 10 la proporción sumaba 89%. Por supuesto, esta proporción se incrementa linealmente conforme crece el ingreso de los hogares, pero los saltos más importantes ocurren entre el decil 1 y el decil 2 y, a su vez, entre el decil 2 y el decil 3, es decir, cuando una persona se mueve de estar en el 10% de menores ingresos al 20%, y del 20% al 30%. Un incremento relativamente pequeño, derivado quizá de un mejor acceso al mercado laboral, tiene efectos drásticos en la entrada a otros servicios públicos de salud. Por ello, si una persona en pobreza alimentaria pasara a estar en pobreza en capacidades, su probabilidad de acceder a estos servicios crecería de 17% a 38%, más del doble. Estos datos reportan afiliación a servicios públicos, lo cual influye

en la decisión de las personas sobre adónde acudir en caso de enfermedad. Influye, pero no determina. Como se mencionó al inicio, los individuos pueden optar por diversos servicios de acuerdo con sus necesidades específicas. Por ello, reportamos también el porcentaje de personas por decil de ingreso que declaró atenderse entre las diversas alternativas cuando estuvieron enfermas. Se trata de categorías no excluyentes, es decir, una persona pudo haberse atendido en varias opciones en distintos episodios de una enfermedad. Una clara mayoría de las personas de menores ingresos se ha atendido en algún centro de salud (SS), quizá como resultado del acceso al Seguro Popular. Para 2010, 65.3% de quienes se encontraban en el decil 1 manifestó haber acudido ahí cuando requirió servicios médicos. Este porcentaje se reduce de forma lineal conforme nos movemos a deciles de mayores ingresos, hasta 4.9% en el decil 10. Es notorio que, entre 2008 y 2010 hay una caída en esta proporción que, aunque es pequeña, se limita al 30% de menores ingresos. Como es de esperarse, la proporción de quienes se han atendido por padecimientos más serios en hospitales del SS también decrece por ingreso, desde 10.6% en el decil 1 hasta 2.2% en el decil 10; a pesar de que, en este caso, hay un incremento en su uso por parte de personas de menores ingresos. De manera interesante, la segunda alternativa más reportada entre personas de menores ingresos son los consultorios de farmacias; pero la proporción, 12.4%, se encuentra muy lejos de la reportada en servicios del SS. Estos servicios privados de bajo costo son usados por personas con niveles intermedios de ingreso, ubicados entre los deciles 4 y 7, en donde 1 de cada 5 personas manifestó haberse atendido ahí y, aunque marginales, la proporción de uso entre 2008 y 2010 creció para todos los grupos de ingreso. De igual forma, sorprende que la tercera opción más común entre personas de menores ingresos sea servicios privados, con 12.2%, aunque este porcentaje crece linealmente a mayores niveles de ingreso, hasta alcanzar 54.2% en el decil 10; por mucho el servicio más usado por este grupo. Cabe señalar que este es el servicio que reporta caídas más importantes en uso en todos los grupos de ingreso y pobreza entre los años 2008 y 2010. No deja de llamar la atención que el servicio más usado por el 10% de mayores ingreso (i.e. decil 10) sea

105


106

Bienestar vía consumo de bienes públicos II Capital humano

privado, cuando 89% de ellos tiene acceso a servicios de salud públicos. En efecto, la segunda alternativa en este grupo es el IMSS, con 30.4% de personas que manifestaron haberse atendido ahí, una proporción menor a quienes usaron servicios privados, aunque claramente mayor al 3.8% de personas en el decil 1. Efectivamente, en el uso de servicios privados se observa un claro salto entre el decil 9 y el decil 10; por ello, no sorprende que la proporción de uso del IMSS en el decil 9 sea superior al del decil 10, con 38%, el más alto entre todos los grupos de ingreso. El ISSSTE es la tercera opción más popular entre las personas de mayores ingresos, con 12.1%: el porcentaje de uso más alto entre todos los grupos de ingreso. Los que menor uso le dan en el lado opuesto de la escala de ingresos es el decil 1 con 0.3%. La proporción de uso del ISSSTE también cayó marginalmente entre 2008 y 2010 en todos los grupos, excepto en el decil 10. El resto de alternativas de consumo en salud reporta porcentajes realmente pequeños de uso, sesgados hacia personas de menores ingresos en el caso de IMSS Oportunidades y curanderos, y hacia personas de mayores ingresos en el caso ISSSTE estados y otros servicios públicos, como Sedena, Semar, y Pemex. La cuarta opción más popular entre todos los grupos de ingreso es la automedicación, que se mantiene en un rango entre 4.9%, en los deciles de menor y mayor ingreso, y 5.6%, en deciles intermedios, pese a que su uso cayó en casi todos. Estos cambios relativos en las alternativas de consumo para suplir necesidades de salud han tenido, lógicamente, efectos en los montos de gasto mensual promedio de los hogares. Así, el gasto promedio en atención primaria o ambulatoria decreció, de 2000 a 2010 entre 10.5% y 32.1% en términos reales en todos los deciles de ingreso, con excepción del decil 1, donde creció 13%, al pasar de 55 a 62 pesos. No obstante, este cambio para la totalidad del periodo esconde un crecimiento, entre 2000 y 2006, y un drástico decremento, entre 2006 y 2010, de 33.4% a 54.9%, derivado de incrementos en cobertura y sustitución entre servicios

privados y públicos. No son cambios menores. Los hogares en pobreza alimentaria redujeron su gasto mensual promedio en atención primaria en términos reales en 47.9%, entre 2006 y 2010, al pasar de 113 a 59 pesos (pesos 2010). Algo muy similar pasa con el gasto mensual promedio en atención hospitalaria, que en 2010 tuvo un rango de entre 14 y 166 pesos del decil 1 al decil 10, pero que se redujo en todos los grupos entre 2% (decil 10) y 79% (decil 2). Por último, un mayor acceso a servicios de salud tendría que reducir igualmente la erogación en medicamentos sin receta y eso es lo que ocurre. Entre 2006 y 2010, el gasto en este rubro cayó entre 35% y 57% en todos los grupos de ingreso. Por ejemplo, en 2006 el rango de gasto entre el decil 1 y el decil 10 era de 16 a 193 pesos, mientras que en 2010 cayó a 9 y 96 pesos, respectivamente. Es notorio que, en los grupos por pobreza, los decrementos más importantes en gasto ocurren en los hogares en pobreza en capacidades o pobreza patrimonial, no en aquellos en pobreza alimentaria. 


Gasto en salud.

Por decil de gasto y tipo de pobreza.

$50

$100

$500

$1,000

Gasto mensual promedio en atenci贸n primaria o ambulatoria (pesos de 2010) Deciles de gasto

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

Patrimonio

No pobre

Patrimonio

No pobre

2000 2002 2004 2006 2008 2010 Gasto mensual promedio en atenci贸n hospitalaria (pesos de 2010) Deciles de gasto

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Alimentaria

Capacidades

2000 2002 2004 2006 2008 2010 Gasto mensual promedio en medicamentos sin receta (pesos 2010) Deciles de gasto

2000 2002 2004 2006 2008 2010

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Alimentaria

Capacidades


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Salomón Chertorivski secretario de salud

Con apenas 37 años, Salomón Chertorivski Woldenberg es el secretario más joven en el gabinete del presidente Felipe Calderón Hinojosa. Él encabeza hoy la Secretaría de Salud y nos habla acerca del Sistema Nacional de Salud y del Seguro Popular (el Sistema de Protección Social en Salud para la población mexicana no afiliada a sistemas como el IMSS o el ISSSTE), el cual conoce perfectamente, ya que dirigió dicho programa desde sus inicios. Hoy por hoy, el Seguro Popular es la institución de financiamiento para la salud más grande de México y beneficia a más de 51.3 millones de personas a lo largo de la República Mexicana. ¿Qué cubre actualmente el Seguro Popular? Cubre alrededor de 95% del segundo nivel de atenciones; es decir, aquellos servicios médicos por los cuales tendríamos que permanecer hospitalizados por lo menos una noche. Además de que podemos acudir a una consulta y salir de ella con los medicamentos recetados por el médico. ¿El sector salud está preparado para los retos epidemiológicos del siglo XXI? Nos estamos preparando y el secreto está en poder dar un viraje enérgico del enfoque curativo al preventivo, implementar programas que son fundamentales para disminuir riesgos; para darte un ejemplo: la lactancia materna exclusiva los primeros seis meses de vida de cualquier niño es fundamental para la nutrición y para generar, en el recién nacido, los anticuerpos que lo inmunizan ante las enfermedades. Son cosas que parecen sencillas, pero que tenemos que cambiar a profundidad en nuestros hábitos. Además de que tenemos que fomentar una cultura de la detección oportuna de enfermedades y, en pocas palabras, hacer que los mexicanos aprendamos a ir al médico para mantenernos sanos. Es necesario que la

cultura de la prevención se arraigue entre los mexicanos, esto incluye, por supuesto, a los profesionales de la salud. Los altos costos en el tratamiento de las enfermedades crónicas no transmisibles están colapsando a los sistemas de salud en el mundo. En México estamos apenas a tiempo para anticipar y evitar ese colapso. ¿Qué motivos pueden provocar este segundo nivel de atenciones? En términos de frecuencia son partos, apendicitis e intervenciones sencillas. También se cubren los servicios de altas especialidades; todos los cánceres en menores de 18 años, cánceres de mama, cervicouterino, testicular, VIH-Sida para el cual se otorgan todos los antivirales y las pruebas de carga viral. Vale la pena destacar que el seguro médico se otorga a una nueva generación, esto es: para los niños menores de 5 años existe un seguro con cobertura del 100% de sus necesidades de salud. ¿Lo antes mencionado significa que actualmente se está reduciendo el nivel de mortandad en el país? Efectivamente, por dar un ejemplo, se redujeron a un 41% las muertes por


La epidemiología del mundo se ha movido de tener que atender polio y sarampión, por ejemplo, a enfocar su atención a enfermedades metabólicas, cardiovasculares, pulmonares y todo tipo de cánceres

51.3 41% millones de personas son beneficiarias del Seguro Popular en la República Mexicana

diarrea en niños, gracias a que el Seguro Popular comenzó a financiar la vacuna del rotavirus. En el mismo sentido, en otros tiempos, una de cada cuatro mujeres con cáncer de mama fallecía por abandono de tratamiento por problemas financieros; hoy la tasa de abandono es menor a 3% y ya nunca por problemas financieros. En términos sencillos, significa un mayor acceso a los servicios de salud, una reducción del gasto de bolsillo para la salud de los mexicanos y una reducción muy importante del gasto catastrófico. ¿El sector salud está enfrentando enfermedades de nueva generación? La epidemiología del mundo se ha movido de tener que atender polio y sarampión, por ejemplo, a enfocar su atención a enfermedades metabólicas, cardiovasculares, pulmonares y todo tipo de cánceres; hay un cambio epidemiológico

se redujo la mortandad en niños por diarrea

muy importante y México no es la excepción. Hoy dos terceras partes de los fallecimientos son por enfermedades crónicas no transmisibles, y más de 70% de estos son evitables. ¿Cómo es, entonces, el consumidor del siglo XXI en su sector? ¿Podría describir el perfil del usuario de servicios de salud pública del siglo XXI? ¿Cómo son los mexicanos que acceden hoy a los servicios de salud en comparación con los de hace 10 años? ¿Qué enfermedades los aquejan? Hay un elemento fundamental que, en los últimos años, ha tocado de manera muy profunda la estructura social de México, y que es la transición democrática. Sin duda este hecho ha cambiado el perfil del mexicano, que se ha vuelto más demandante en cuanto al ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos. Este cambio es muy

109


110

Es necesario que la cultura de la prevención se arraigue entre los mexicanos, esto incluye, por supuesto, a los profesionales de la salud

23 positivo, y desde la Secretaría de Salud lo estamos promoviendo a través del fomento de la cultura de la exigencia del derecho a la salud que todos los mexicanos, con independencia de su condición laboral, tienen para recibir servicios de salud de calidad. “Como dije antes, el tipo de servicios que los usuarios de salud demandan actualmente están relacionados con el cambio del perfil epidemiológico de la población. Ello ha implicado un crecimiento de las enfermedades crónicas, como los cánceres, la diabetes y las cardiopatías, cuyo tratamiento es costoso y, en muchos casos, conllevan cuidados paliativos que mejoran la calidad de vida del paciente, pero que no resuelven su problema de salud. Sin embargo, también las enfermedades infecciosas son causa de hospitalización. “Los panoramas epidemiológicos que he planteado cambian entre los medios rurales y los urbanos y se distribuyen de manera desigual y combinada a lo largo y ancho de la geografía del país. Cabe señalar que la descentralización de los servicios de salud a las entidades federativas fue una respuesta a la heterogeneidad sanitaria del país.

de decesos en México son por enfermedades crónicas no transmisibles

“Los servicios de salud que los usuarios demandan son múltiples y variados y van desde los estudios para diagnóstico, como exámenes de laboratorio, rayos X, resonancias magnéticas, cirugías, rehabilitación física, medicamentos y otros insumos como prótesis, por señalar los más frecuentes. “Un aspecto en el que me detengo un poco es el relacionado con los medicamentos, que son insumos de suma importancia para la salud. En este campo estamos impulsando acciones de desregulación y simplificación administrativa para que, una vez que vence la patente de los productos innovadores, se pueda registrar y fabricar sin mayor contratiempo la versión genérica que garantice calidad, seguridad y eficacia terapéutica. Ello nos ha permitido diversificar y fortalecer el mercado, a la vez que disminuye significativamente el precio de estos insumos, con lo que mejora el abasto en el sector público y la economía familiar se beneficia.” 


Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en un centro de salud (SS) Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en un hospital o instituto (SS)

2010

2008 2010

2008 2010

2008 2010

Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en el IMSS

2008

Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en IMSS Oportunidades

2008

Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en ISSSTE

2008

Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en ISSSTE estatal

2008

Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en otro servicio público (Pemex, Sedena, Semar, DIF, INI, GDF) Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en un servicio privado Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende en un consultorio de farmacia Proporción de hogares en los que al menos un miembro se atiende con un curandero, hierbero, comadrona o brujo Proporción de hogares en los que al menos un miembro se automedica sin otra atención

2010

2010

2010

2010

2008 2010

2008 2010

2008 2010

2008 2010

2008 2010

4

5

6

7

8

9

10

No pobre

Proporción de hogares afiliados a servicios públicos de salud (IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena o Semar)

2008

3

Patrimonio

Proporción de hogares afiliados y/o Seguro Popular

2

Sin % hogares

Capacidades

Deciles 1

% hogares

Alimentaria

Salud. Por decil y tipo de pobreza.


uso del usotiempo del

tiempo

En ningún otro tema vemos una brecha de género más amplia que en lo que se refiere al trabajo no remunerado dentro del hogar, que puede ser de hasta 37 horas más en el caso de las mujeres en comparación con los hombres (61 horas contra 24 horas). A mayor escolaridad la brecha se reduce, incluso más que a mayor ingreso, pero se trata de efectos distinguibles: mayor escolaridad en mujeres reduce horas dedicadas al quehacer, pero eleva horas dedicadas al cuidado (niños, enfermos y adultos mayores); mientras que mayor ingreso reduce horas de quehacer y cuidado, y eleva horas dedicadas al ocio.



114

Bienestar y consumo de bienes públicos II Uso del tiempo

uso del tiempo El tiempo es un bien escaso en cuya distribución las personas obtienen bienestar directo (i.e. ocio), acceden al consumo de generadores de capacidades que elevan bienestar futuro (i.e. educación e información), o bien, es una inversión para la generación de ingresos, que claramente se asocia con bienestar presente (i.e. trabajo remunerado). De este modo, las decisiones sobre la distribución de tiempo generan lo que los economistas llaman “costos de oportunidad”: el tiempo dedicado al ocio es tiempo no dedicado a la generación de ingresos o adquisición de capacidades, y viceversa. Por supuesto, hay restricciones sobre la libertad para distribuir el tiempo, por ejemplo, la urgencia por obtener ingresos implica reducir el tiempo dedicado a otras actividades. Asimismo, la asignación de roles en los hogares, junto con la capacidad para adquirir los servicios en el mercado, involucran usos de tiempo diferenciados sobre actividades que no son remuneradas: cuidado de hijos o adultos mayores, quehaceres o mantenimiento de la vivienda. Estas son horas semanales no remuneradas que, se puede argumentar, generan bienestar al cuidar del hogar y proveer servicios a sus miembros, pero que generan costos de oportunidad como los descritos antes, o implican accesos desiguales a la adquisición de capacidades o fuentes de ingreso. Como en el caso del empleo, nuestra principal variable de clasificación para identificar tendencias en uso de tiempo es el género, dado que ahí se observan las principales diferencias, a su vez dividida por grupos de ingreso, edad y escolaridad, lo que nos permite presentar un mapa mucho más completo de tendencias en el uso del tiempo. La ENIGH incluyó un módulo específico sobre uso del tiempo hasta 2008 y, por ello, solo se presentan los datos correspondientes a ese año y el último corte, en 2010. Reportamos, además, el número de horas semanales dedicadas al trabajo no remunerado dentro del hogar para tres actividades principales: cuidado (que agrega cuidado de niños, enfermos y adultos mayores), mantenimiento de la vivienda y quehacer. Ello implica que no se incluye la descripción del uso de tiempo para la preparación de alimentos, acarreo de agua y acarreo de leña. Finalmente, también tomamos en cuenta información sobre el número de horas que las personas reportan que dedican a “actividades que les gustan”.

Las horas semanales dedicadas al trabajo no remunerado (TNR) en el hogar por parte de las mujeres superan sistemáticamente las de hombres, pero esta brecha varía por ingresos, escolaridad, edad, y por tipo de actividad. Los hallazgos generales de esta sección apuntan a que, a mayor ingreso, se reducen las horas dedicadas al TNR por parte de mujeres, especialmente las relacionadas al cuidado, mientras que a mayor escolaridad el efecto es más fuerte en tareas asociadas al quehacer. Existe un efecto sustitutivo entre quehacer y cuidado, en el que las horas que las mujeres logran dejar de dedicar a lo primero, las dedican a lo segundo, y marginalmente a actividades que les gustan. Tal es el efecto cuando comparamos uso del tiempo para mujeres al mismo nivel de ingreso, entre quienes tienen agua entubada o refrigerador o estufa o lavadora, y aquellas que no los tienen. La actividad a la que los hombres dedican más tiempo que las mujeres es al mantenimiento de la vivienda, aunque la suma nunca supera las 10 horas semanales. No parece haber grandes diferencias por género en el número de horas dedicadas a actividades que les gustan. Uno de los resultados más sorprendentes se refiere al uso del tiempo entre hombres y mujeres en el grupo de edad entre 12 y 24 años: este es el único segmento en el que los hombres dedican más horas al TNR en el hogar que las mujeres, y en todos los deciles de ingreso y, curiosamente, debido a tareas del quehacer, más que de cuidado. De hecho, los hombres en este grupo de edad dedican


Tiempo por tipo de pobreza, solo mujeres.

Horas a la semana que dedican tiempo para una actividad, si tiene o no tiene:

A - Cuidado

B - Mantenimiento 2008 A B C

D

2010 A B C

D

C - Quehacer 2008 A B C

D

D - Cosas que les gustan 2010 A B C

D

Alimentaria Capacidades

Agua entubada

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

Refrigerador

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

Estufa

Patrimonio No pobre Alimentaria

48 hrs.

Capacidades

Lavadora

Patrimonio

Tiene

No pobre

= 48 HRS

No tiene

NO TIENE

TIENE

más horas respecto de mujeres conforme crecen ingresos, entre dos horas más en el decil 1 y 15 horas más en el decil 10 (la suma de horas totales de TNR en hombres en ambos deciles es de 45 y 32 horas, respectivamente). En cambio, entre las mujeres de este grupo de edad, las del decil 1 dedican 43 horas al TNR, mientras que las del decil 10 destinan 17 horas, lo que constituye una diferencia de 26 horas semanales que las segundas pueden dedicar a otras actividades, como adquisición de capacidades o generación de ingresos.

La imagen cambia por completo cuando nos movemos al segmento entre 25 y 65 años, el de mayor peso demográfico. Las mujeres en este rango de edad y en el 10% de menores ingresos dedican 61 horas semanales al TNR dentro del hogar, lo que supera por mucho las horas promedio dedicadas a la semana al trabajo remunerado que vimos en la primera sección de este capítulo, y que supera en 37 horas el tiempo dedicado por los hombres en el mismo grupo de edad e ingreso a las mismas actividades. Por supuesto, a mayor ingreso se reducen horas y brechas: en el 10% de mayores ingresos, las mujeres dedican 45 horas totales, 22 más que los hombres en el mismo grupo, pero 17 menos que las mujeres en el grupo de menos ingresos. Esta reducción se da en tareas asociadas al quehacer, debido,


Bienestar y consumo de bienes públicos II Uso del tiempo

quizá, a la contratación de una persona para tales tareas, que pasa de 31 horas a 19 horas semanales, pero no a cuidado, que pasa de 24 a 22 horas. Cabe destacar que, tanto por género como por ingreso, el número de horas semanales dedicadas a actividades que les gustan no difiere de manera importante; ahí el efecto más relevante ocurre por edad. Una mujer de 66 años o más dedica un promedio de 10 horas adicionales a actividades que le gustan, respecto de una mujer en el mismo nivel de ingresos, pero de menor edad. Ello se debe a que en este grupo de edad hay un decremento sustancial en las horas dedicadas al cuidado y una caída moderada en las horas destinadas al quehacer; no obstante, ambas actividades suman entre 36 y 41 horas semanales, y entre 9 y 15 horas más respecto de los hombres también mayores de 66 años. Se puede argumentar que el ingreso está capturando un efecto en uso del tiempo derivado de escolaridad; sin embargo, al cruzar ambos factores, la imagen es más compleja. En efecto, a mayor escolaridad la brecha entre hombres y mujeres decrece para niveles similares de ingreso, y esta reducción es más fuerte que aquella observada cuando crece el ingreso para niveles similares de escolaridad. Es decir, la escolaridad reduce de forma clara la distancia entre hombres y mujeres en horas semanales destinadas al TNR, pero esto se debe más a una reducción en este tiempo en mujeres que a un incremento en hombres, aunque sí hay un incremento marginal en estos en términos del tiempo dedicado al cuidado cuando tienen más escolaridad. Entre mujeres, el crecimiento en ingreso reduce el número de horas dedicadas al TNR y eleva el número de horas destinadas a actividades que les gustan, pero con mayor contundencia a menores niveles de escolaridad. De manera interesante, incrementos en ingreso parecen tener un efecto en la reducción de horas dedicadas al cuidado, mientras escolaridad tiene un claro efecto reductor en el tiempo dedicado al quehacer, a la vez que incrementa el tiempo destinado al cuidado. Ilustremos lo anterior con tres grupos de mujeres. Las mujeres con primaria incompleta y en el decil 1 de ingresos dedican un total de 60 horas semanales al TNR dentro del hogar (36 más que los hombres de igual escolaridad e ingreso); de las cuales, 25 se dirigen al cuidado, 5 al mantenimiento de la vivienda y 30

116

al quehacer, destinando 18 horas semanales a actividades que les gustan. En cambio, las mujeres con primaria incompleta, pero en el decil 10 de ingreso, dedican 37 horas semanales al TNR (19 más que los hombres en las mismas condiciones) y 25 a actividades que les gustan; de las primeras, apenas 12 se dirigen al cuidado, 3 al mantenimiento de la vivienda, y 22 al quehacer. Por último, las mujeres con universidad o más en el decil 10 de ingresos destinan 38 horas semanales al TNR (19 más que los hombres en las mismas condiciones), pero 21 de ellas se dirigen al cuidado, 3 al mantenimiento de la vivienda y 14 al quehacer, con un total de 18 horas dirigidas a actividades que les gustan. Este patrón se confirma y refuerza cuando la clasificación se hace con base en condición de pobreza, en lugar de deciles de ingreso. En congruencia con este hallazgo, cuando los hogares en los que viven las mujeres pasan de no tener agua entubada, refrigerador, estufa o lavadora, a tenerlos, decrecen las horas asignadas al quehacer e incrementan las horas dedicadas al cuidado; en particular en niveles más bajos de ingreso y en el caso de refrigerador y estufa. Esto es, el tiempo ahorrado en tareas asociadas al quehacer no necesariamente se dedica a actividades que les gustan, sino que se redistribuye en el cuidado de niños, enfermos o adultos mayores. No obstante, en el caso de refrigerador y lavadora, sí crece el número de horas destinadas a actividades que les gustan, aunque se trata de un incremento realmente pequeño. 


Tiempo por tipo de pobreza y grado de estudios.

Horas a la semana que dedican para una actividad, si tiene o no tiene:

A - Cuidado

B - Mantenimiento 2008 A

B

C

C - Quehacer

2010 D

A

B

C

D - Cosas que les gustan

2008 D

A

B

C

2010 D

A

B

C

D

Alimentaria Capacidades

Hasta primaria

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

Hasta secundaria

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

Hasta preparatoria

Patrimonio No pobre

Alimentaria Capacidades

Hasta universidad

Patrimonio No pobre

Alimentaria Capacidades

Universidad o mรกs

Patrimonio No pobre = 48 HRS

MUJERES

HOMBRES

48 hrs.

Mujeres

Hombres


118

Marcela Eternod Arámburu directora investigadora de la dirección general de integración, análisis e investigación del inegi

¿Usted a qué dedica las 24 horas del día? ¿Cuáles son sus actividades, sus quehaceres o sus obligaciones? Por supuesto que las respuestas a estos cuestionamientos dependerán del sexo, la edad, la condición migratoria, el estado civil, el lugar de residencia, la clase de hogar en el que se viva y el nivel académico, entre muchos otros factores. Sin embargo, para Marcela Eternod Arámburu lo importante no es medir el tiempo, sino conocer quién lo posee y para qué. Le interesa saber si hay pobreza o no de aprovechamiento del tiempo, así como indagar sobre qué actividades son las que consumen más tiempo a nivel personal. Sin duda, se puede decir que para esta investigadora lo más relevante es trazar políticas públicas que se enfoquen en conocer y solucionar estos complejos cuestionamientos. En cuanto a los métodos de investigación que usted usa para analizar el empleo del tiempo desde distintos puntos de vista, ¿qué retos deben superar las encuestas que se realizan sobre el tema? Las encuestas de uso del tiempo son herramientas útiles para entender las dinámicas del comportamiento y la organización de los hogares. Como toda encuesta, requiere de levantamientos periódicos y que, con base en el análisis de los resultados, se consolide su marco teórico y metodológico, para definir las realidades que indiquen los cambios. Ahora, para profundizar en la discusión sobre el uso del tiempo y el género, ¿tiene que ver con la administración de horarios y actividades? Creo que sí tiene que ver. Lo primero que observamos en las encuestas recientemente hechas con respecto al uso de tiempo, es que ambos géneros invierten su tiempo en actividades muy diferentes. Las mujeres, por ejemplo, llevan a cabo más actividades domésticas (preparación de alimentos, limpieza del hogar y cuidado de hijos o miembros de la familia) que los

hombres, durante un lapso mayor de tiempo. Las mujeres le dedican a estas actividades no remuneradas un promedio de 51.5 horas a la semana, mientras que los hombres apenas 18.2 horas durante el mismo periodo. “Por contraste, los hombres le dedican en promedio 51.9 horas a la semana al trabajo remunerado y las mujeres un promedio de 34 horas. Es importante notar que las mujeres le dedican en promedio 85.6 horas al trabajo, ya sea remunerado o no remunerado, mientras que los hombres gastan un promedio de 70 horas en ambos tipos de trabajo, casi 16 horas menos que las mujeres.” Según sus estudios, ¿en qué actividades se gasta o invierte más tiempo? Todos en general necesitamos invertir una determinada cantidad de horas en actividades vitales como dormir, comer, en el arreglo personal, y tomando como referencia los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2009, los hombres y las mujeres de 12 años de


Muchas personas dedican un tiempo considerable a los cuidados de otros miembros del hogar, al cuidado de niños y niñas, de adolescentes, de ancianos, enfermos y discapacitados

70 86

horas dedican de tiempo los hombres al trabajo, ya sea remunerado o no

edad o más destinan a estas actividades 66.2 y 68.5 horas semanales, respectivamente, en promedio por semana. ¿Además de las actividades personales, a cuáles se les dedica más tiempo? A las actividades personales (dormir, comer, aseo y arreglo personal) se les dedica un promedio de 67.5 horas a la semana (68.5 horas las mujeres y 66.2 los hombres); al trabajo remunerado para el mercado se le destina un promedio de 45.2 horas por semana (40 horas las mujeres y 48.3 horas los hombres); al estudio se le dedican en promedio 36.3 horas por semana (36.4 las mujeres y 36.2 los hombres); a la limpieza y preparación de los alimentos para el propio hogar se le dan en promedio 30.5 horas por semana (37.3 horas aportan las mujeres y 14.9 horas los hombres); al cuidado de otros miembros del hogar se le destinan

horas a la semana dedican las mujeres a la semana al trabajo, ya sea remunerado o no

en promedio 23.2 horas por semana (27.5 las mujeres y 15.6 horas los hombres). “Aquí es importante señalar que entre las actividades de cuidado destaca el hecho de que los hombres destinan ese tiempo a jugar, acompañar y transportar a las personas que cuidan, mientras que las mujeres destinan el tiempo a limpiarlas, alimentarlas, vestirlas, asearlas, hacer las terapias, entre otras; finalmente, estaría ver televisión o escuchar radio, con un promedio de 13 horas por semana (13.5 horas los varones y 12.4 horas las mujeres).” ¿Hay diferencias o inequidades en la asignación de diligencias domésticas y extradomésticas? En general podemos decir que, cuando el hogar se organiza de acuerdo con la división sexual tradicional del trabajo, el varón es responsable solo del trabajo remunerado y la mujer del trabajo

119


120

A nivel nacional el tiempo que se invierte en promedio en llegar al trabajo es de 5.7 horas por semana

67.5 horas dedican en promedio hombres y mujeres a actividades personales

doméstico, entonces las cargas de trabajo se reparten de una manera mucho más equitativa. El problema radica en los hogares donde las mujeres tienen que realizar el trabajo remunerado y el no remunerado, es decir, además de realizar el trabajo en sus oficinas, tienen la carga casi total del trabajo doméstico, incluyendo los cuidados de otras personas. ¿Cuentan las mujeres en la actualidad con mayores posibilidades de desarrollo fuera del hogar? La tasa de participación económica de mujeres y hombres en los últimos años, que van de 2005 a 2011, no muestran variaciones importantes, y se ubica para las mujeres entre el 40 y el 42%, y para los hombres en 77%. Si consideramos que en el año 2000 la tasa de participación económica de las mujeres era de 36.4%, apreciamos un pequeño aumento en la participación femenina en los mercados de trabajo.

¿Cuál es la relación de uso, tiempo y transporte por género? A nivel nacional el tiempo que se invierte en promedio en llegar al trabajo es de 5.7 horas por semana. Las mujeres invierten una hora menos en promedio que los hombres, 5.1 respecto de 6.1 horas, debido a las distancias. “Otra de las actividades cotidianas que exigen un tiempo regular de traslado es el estudio. La ENUT 2009 reporta que, en promedio, las personas que realizan esta actividad necesitan cuatro horas semanales para llegar al lugar donde estudian, sin diferencias entre hombres y mujeres.” ¿Qué tanto influye la edad en el uso del tiempo? Dependiendo de la edad se realizan actividades específicas: estudiar, trabajar, realizar trabajos domésticos o disfrutar del tiempo de ocio. Muchas personas dedican un tiempo considerable a los cuidados de otros miembros del hogar, al cuidado de niños y niñas, de adolescentes, de ancianos, enfermos y discapacitados. 


Tiempo por tipo de pobreza, por género y edad. Horas a la semana que dedican para hacer:

A - Cuidado

B - Mantenimiento 2008 A

B

C

C - Quehacer

2010 D

A

B

C

D - Cosas que les gustan

2008 D

A

B

C

2010 D

A

B

C

D

Alimentaria 12 a 24

Capacidades Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

25 a 65

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

65 y más

Patrimonio No pobre Tiempo por tipo de pobreza, indígena y no indígena. Horas a la semana que dedican para hacer:

Alimentaria Capacidades

No indígena

Patrimonio No pobre Alimentaria Capacidades

Indígena

Patrimonio No pobre 48 hrs.

= 48 HRS

MUJERES

HOMBRES

Mujeres

Hombres


capĂ­tulo 3

Bienestar vĂ­a consumo de bienes financieros

servicios bancarios crĂŠdito, certidumbre y propiedad privada


126 140


124

Bienestar vía consumo de bienes financieros || Resumen ejecutivo

síntesis Podemos hablar de que existe un patrón constante: a mayor ingreso, mayor proporción de hogares reporta algún depósito en cuentas, tandas o cajas de ahorro. En la década pasada hubo un incremento de 2000 a 2006, pero un decremento de ese año a 2008, debido a la crisis financiera, y luego una recuperación hacia 2010. Destaca que los hogares de menor ingreso fueron los que se recuperaron más rápido de la crisis; incluso se incrementó el número de estos hogares que accedieron a crédito a través de tiendas de autoservicio, lo cual no es deseable, pues se trata de un crédito muy caro que no representa acumulación. No obstante, los hogares de menor ingreso son el grupo más cauteloso para pedir prestado, en tanto que, en los grupos de mayor ingreso la volatilidad es mayor, y reducen sus compras a crédito cuando sus ingresos son inferiores.

Por otro lado, el porcentaje de

hogares que habita una vivienda prestada creció en todos los deciles de ingreso entre 2000 y 2010. En cuanto a viviendas rentadas, la proporción de hogares que habita una vivienda de este

La proporción de hogares que reporta el pago de deudas personales a su empresa o a instituciones bancarias, de mostrar una tendencia creciente positiva por ingreso en 2000, se ha invertido para 2010. El porcentaje de hogares que habita una vivienda prestada ha crecido en todos los deciles de ingreso entre 2000 y 2010. La proporción de hogares que reporta habitar una vivienda rentada creció en 50% de hogares de menores ingresos entre 2000 y 2010, y decreció en 50% de hogares de mayores ingresos.


Resumen ejecutivo || Bienestar vía consumo de bienes financieros

tipo creció en el 50% de hogares de menores ingresos entre 2000 y 2010, y decreció en el 50% de hogares de mayores ingresos, una mayor proporción de estos últimos reporta estar pagando la propiedad de su vivienda. Los hogares de menor ingreso constituyen el grupo de mayor proporción con casa propia, debido a que se hacen de ella ahorrando ladrillo a ladrillo. Dicha vivienda tiene muchas funciones para este segmento de la población ya que puede servir, por ejemplo, como ahorro o crédito para hacerse de otros bienes. Como resultado de la crisis financiera, en todos los grupos de ingreso se redujo la proporción de hogares que rentaba una Respecto a 2000, en 2010 únicamente el decil 8 mostró un incremento en la proporción de hogares que tiene una vivienda propia.

vivienda, excepto en el decil 1, que es

El 85% de los hogares en el decil 1 reportaba vivienda propia en 2000, contra 74% en 2010.

ción de hogares que tiene una vivienda

el grupo donde más se incrementó. En suma, respecto a 2000, tan solo el decil 8 mostró un incremento en la proporpropia en 2010; en el resto hay un decremento, particularmente notorio, en los deciles de menor ingreso, aunque se mantiene un patrón interesante: a menor ingreso, mayor proporción de hogares que reporta vivienda propia (regular o irregular). 

125


servicios bancarios La proporción de hogares que reporta un depósito bancario, así como el monto de esos depósitos, se redujo en todos los grupos de hogares durante la década pasada, en especial en hogares de mayores ingresos. Pero se trata de un efecto de la crisis financiera, pues hasta 2006 todos reportaban incrementos. Notoriamente, entre 2008 y 2010, cuando inicia una recuperación, esta es más visible en hogares de menores ingresos.



Deuda por decil.

Monto promedio y porcentaje de hogares con pago de deudas a empresas, personas o instituciones. Deciles

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

2000

2002

2004

Gasto $500

2006

$1,000

$3,000

2008

$7,000

2010

Dep贸sitos por decil de ingreso.

Monto promedio y porcentaje de hogares con dep贸sitos a cuentas de ahorros, tandas, cajas de ahorro. Deciles

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

2000 % Hogares 2002

2004

Monto $500

2006

$1,000

2008

$3,000

2010

$7,000


Servicios bancarios || Bienestar vía consumo de bienes financieros

acceso y montos de ahorro Respecto del año 2000, para 2010 la proporción de hogares con depósitos en una cuenta de ahorros, tanda o caja de ahorro, se redujo en todos los niveles de ingreso y también los montos depositados. En ambos casos se debe a un claro efecto de la crisis financiera, que implicó drásticos decrementos entre 2006 y 2008, en particular en los hogares de mayores ingresos, y una recuperación entre 2008 y 2010, sobre todo, en los hogares de menores ingresos. Para 2010, la probabilidad de haber depositado o haber recibido un depósito fue más de tres veces mayor en un hogar en el 10% de mayores ingresos (decil 10), que en un hogar en el 10%

de menores ingresos (decil 1), y esta diferencia no se redujo en la década pasada. En efecto, esta es una medida inexacta de bancarización y ahorro. Puede ocurrir que un hogar tenga una cuenta de ahorros que no ha reportado movimientos en los tres meses previos a la entrevista realizada para la construcción de la ENIGH (que es específicamente lo que se pregunta en esta encuesta); y puede ocurrir también que un hogar ahorre sin depositar sus recursos fuera del hogar, sean estos monetarios o en especie. Pero esta medida ofrece una ventaja clara: permite conocer al mismo tiempo el acceso a mecanismos de ahorro fuera del hogar, la regularidad de su uso y los montos destinados. La proporción de hogares que reportó depósitos en cualesquiera de los tres destinos (cuenta bancaria, caja de ahorro, o tandas) crece linealmente con ingreso, entre 12.4% en el decil 1 hasta 41.1% en el decil 10. Se trata de proporciones menores que en 2000, donde el rango se ubicaba entre 17.3% y 62.4%, pero mayores respecto de 2008, con 5.6%

Tarjetas de crédito por decil.

Monto promedio y porcentaje de hogares con pago por tarjeta de crédito bancaria o comercial. Deciles

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

2000

2002

2004 Gasto $100

2006 $500

2008

$1,000

2010

$3,000

129


Depósitos por condición de pobreza.

Monto promedio y porcentaje de hogares con depósitos a cuentas de ahorros, tandas, cajas de ahorro. Alimentaria Capacidades Patrimonio No pobreNo pobre Alimentaria Capacidades Patrimonio

Deuda por condición de pobreza.

Monto promedio y porcentaje de hogares con pago de deudas a empresas, personas o instituciones. Alimentaria Capacidades Patrimonio No pobreNo pobre Alimentaria Capacidades Patrimonio

2000 2000

2000 2000

2002 2002

2002 2002 a

2004 2004

2004 2004

2006 2006

2006 2006

2008 2008

2008 2008

2010 2010

2010 2010

Monto Monto

Monto Monto

% Hogares % Hogares $500 $1,000 $3,000 $3,000 $6,000 $6,000 $500 $1,000

y 27.7%, respectivamente. Así, los efectos negativos de la crisis financiera, visibles en 2008, comenzaron a revertirse para 2010, en específico en los hogares de menores ingresos. Lo mismo ocurre cuando observamos los hogares con base en su condición de pobreza, con crecimientos moderados en la proporción de hogares con depósitos entre 2000 y 2006, una fuerte caída en 2008, y una importante recuperación en 2010, donde 13.3% de los hogares en pobreza alimentaria reportó un depósito dirigido al ahorro, contra 31.1% de hogares no pobres. La historia de los montos es aún más interesante: la recuperación entre 2008 y 2010 derivó en que los hogares en pobreza alimentaria o en capacidades reportaran cantidades de ahorros similares o incluso mayores

$50

a

% Hogares % Hogares $100 $1,000 $1,000 $50 $500 $100 $500

a las de 2000, a pesar de los claros decrementos en 2008. Para 2010, el monto mensual promedio depositado en un hogar en pobreza alimentaria fue de 98 pesos (cercano a los 106 pesos del año 2000), una recuperación notable de los 67 pesos observados en 2008, mientras que en un hogar en pobreza en capacidades el paso entre 2008 y 2010 fue de 50 a 146 pesos (con 140 pesos en el año 2000). La historia de hogares no pobres es contrastante, con decrementos entre 2000 y 2006, una drástica caída hacia 2008,


Tarjeta de crédito por condición de pobreza.

Monto promedio y porcentaje de hogares con pago por tarjeta de crédito bancaria o comercial.

Crédito automotriz, hogares no pobres.

Monto promedio y porcentaje de hogares que tienen crédito de automóvil.

Alimentaria pobre AlimentariaCapacidades CapacidadesPatrimonio Patrimonio NoNo pobre

2000

Alimentaria No pobre

Capacidades Patrimonio No pobre

2000

2002

2002 a

% Hogares 2004

2004

2006

2006

$1,000

$5,000

2008

2008 $10,000

2010

2010

Monto Monto

Monto $100 $100 $500 $500 $1,000 $1,000 $2,000 $50

%% Hogares Hogares

con un promedio de 459 pesos y una recuperación hacia 2010, para terminar la década con depósitos promedio de 893 pesos (claramente por debajo de los 1,990 pesos de 2000). En suma, en todos los niveles de ingresos, la proporción de hogares que reportó un depósito a cuenta de ahorros, tandas o cajas de ahorro decreció entre 2000 y 2010; lo mismo que los montos en dinero reportados (pesos de 2010), pero el efecto fue mayor en niveles de ingreso más altos. Este dato reporta, simultáneamente, dos

$15,000

$100 $500 $1,000

$2,000

% Hogares

fenómenos: uso e intensidad de uso de mecanismos de ahorro. Por ello, hay una caída entre 2006 y 2008, de similar magnitud en todos los niveles de ingreso, resultado de la crisis financiera, y una recuperación entre 2008 y 2010, pero muy notoria en los hogares de menores ingresos. Así, durante la década pasada, por cada hogar que reportó depósitos en el decil 1, 3.3 hogares en el decil 10 lo hicieron; sin embrago, en tanto que en 2000, un hogar en el decil 10 tenía depósitos de 57.5 pesos por cada peso en el decil 1, la proporción bajó a 29.5 pesos en el año 2010. Los hogares de menores ingresos tienen aún acceso limitado al ahorro y los montos que destinan son pequeños, pero en lo que toca al ahorro, resintieron con menor intensidad los efectos de la crisis financiera. 




CrĂŠdito automotriz por decil (50% de mayores ingresos).

Monto promedio y porcentaje de hogares que tienen crĂŠdito de automĂłvil. Deciles

6

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9

10

2000

2002 % Hogares

2004

2006 $5,000

2008 $10,000

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$20,000


Efecto de crĂŠdito en gasto 2000.

Efecto de crĂŠdito en gasto 2010.

Diferencia entre ingreso y gastos corrientes (pesos de 2010). No paga tarjeta

Diferencia entre ingreso y gastos corrientes (pesos de 2010).

Paga tarjeta

No paga tarjeta

Paga tarjeta

12,000

6,000

4,000 8,000

2,000

Deciles

Deciles

1

1

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3

3

4

4

5

5

6 7

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No paga tarjeta

7 8

9

9 10

-4,000

Paga tarjeta

No paga tarjeta

1

1

2

2

3 4 5

3

Gasto en alimentos como porcentaje de gasto total.

4 5

6

6

7

7

8

8

9

9

10

Deciles

Deciles

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Jaime Ruiz Sacristán presidente de la asociación de bancos de méxico (abm)

“A diferencia de lo que acontece en muchos de los bancos en Europa y Estados Unidos, la banca en México se ha convertido en un referente internacional y en uno de los impulsores del desarrollo económico de México en este periodo difícil”, afirma con mucho orgullo y contundencia Jaime Ruiz Sacristán, presidente de la Asociación de Bancos de México. El presidente de uno de los sectores clave para el crecimiento económico del país nos muestra su visión sobre la evolución de la banca en los últimos años, el impacto que ha tenido la crisis internacional en el sistema bancario mexicano, y la forma en que se ha modificado el perfil de los consumidores de este tipo de servicios en los últimos 10 años.

¿Qué diferencias tiene la banca hoy respecto de la crisis que se dio en el 95? La banca hoy está sólida, tiene niveles de capital altos, cercanos al 16%, y además está otorgando crédito, lo que refleja la liquidez de su balance. La capacidad de otorgar crédito en momentos complicados no es fácil, sin embargo, la banca lo está haciendo y está apoyando a la economía en todos los sectores, gracias también a los avances que ha tenido en sus sistemas de admisión de crédito y de gestión de riesgo. “Actualmente tenemos fortalezas muy importantes que no teníamos en el 95. La deuda externa en aquel entonces era enorme, había inestabilidad en los mercados financieros, la inflación no estaba controlada, y las tasas de interés de los créditos se elevaron, afectando a un buen número de clientes. Hoy estamos en una situación muy distinta, porque las tasas de interés de los créditos están estables, algunas incluso han ido bajando, y la inflación también está controlada. “En suma, la banca cuenta actualmente con la suficiente solvencia y solidez, lo que le

está permitiendo ser parte de la solución de la crisis económica del país.” De 2000 a la fecha, ¿qué tan fortalecido está el sistema bancario en el país? Durante la última década se han llevado a cabo, en México, acciones encaminadas a fortalecer el sistema financiero. Entre ellas, se pueden señalar las mejoras a la regulación y la supervisión bancaria, los avances en materia legal y el establecimiento de mejores prácticas en la gestión de riesgos. En este contexto, la banca ha trabajado en conjunto con las autoridades y se ha fortalecido. Como muestra de lo anterior, puede señalarse el hecho de que durante este periodo la banca en México ha mantenido un nivel de capitalización que prácticamente duplica el mínimo regulatorio. “Esta misma fortaleza bancaria ha permitido, que del año 2000 a la fecha, la banca mantenga importantes niveles de reinversión por un monto de 439 mil millones de pesos, lo que ha impulsado el desarrollo del crédito y la infraestructura bancaria. Es así como su capital contable pasó de 145 mil


La banca en México tiene dentro de sus principales retos mantener el crecimiento de su oferta de crédito y aumentar la cobertura de sus servicios a la población

4.8% fue el registro alcanzado de morosidad en el último trimestre de 2011

millones de pesos a 584 mil millones al cierre de noviembre de 2011.” En 2008 y 2009 la crisis vino de afuera, ¿cómo vivió la banca esa contención negativa? Como es sabido, la crisis afectó principalmente a las economías desarrolladas, entre ellas la de Estados Unidos de América, nuestro principal socio comercial. Al disminuir la demanda de nuestros productos por parte de nuestro vecino del norte, nuestra economía se vio afectada, sobre todo en el sector exportador. Sin embargo, es de destacarse que en este proceso la banca en México no representó un problema. De hecho, la banca no recibió apoyos públicos, como ocurrió en otros países, y reitero, más que un problema, fue parte de la solución. “Quiero resaltar que, en la crisis, los bancos fuimos preventivos y proactivos, y ante la incertidumbre económica se atendió

a cerca de 2 millones de clientes, ampliando plazos y diseñando soluciones de pago que muchos clientes adoptaron, la mayoría al corriente, y de esa manera pudieron reducir hasta un 30% sus pagos mensuales.” ¿Cómo se comportó el crédito en ese periodo de crisis? Antes de la crisis el crédito venía creciendo a tasas cercanas al 18%, durante 2009 cayó por debajo del 5% –en buena medida por la prudencia de nuestros clientes­– y afortunadamente desde 2010 retomó su crecimiento en 10%. “Actualmente, la cartera al sector privado crece a una tasa del 17% anual. Dentro de esta, el crédito a empresas crece al 16%, la vivienda al 13% y el crédito al consumo crece al 24%. “Es de resaltar que la banca en México está comprometida con el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, las cuales son los mayores generadores de empleo en el país. Actualmente, financia a más de la mitad de un universo de un millón de pequeñas y medianas empresas, y esta cartera de crédito es la que experimenta el mayor dinamismo: 19% anual. “Del mismo modo, la banca aporta poco más del 70% del financiamiento de los proyectos de infraestructura social en los que puede participar.” En los últimos 10 años, ¿cómo se han comportado los indicadores de tarjetas de crédito en el país? En los últimos 10 años pasaron de poco

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La banca mantiene la red de servicios más grande en México y está presente en los municipios que concentran el 93% de la población adulta y más del 95% del Producto Interno Bruto nacional

menos de 8 millones de tarjetas a más de 25 millones, lo que representa un incremento de 212%, lo que muestra los importantes avances en bancarización que se han llevado a cabo en México. ¿Qué desafíos enfrentan los bancos en México? La banca en México tiene dentro de sus principales retos mantener el crecimiento de su oferta de crédito y aumentar la cobertura de sus servicios a la población. “En este sentido, la banca se ha propuesto mantener, durante 2012, un crecimiento de doble dígito en su cartera de crédito y ha ampliado sus medios de acceso a través de las figuras de corresponsales bancarios y la telefonía móvil. “Al respecto, cabe señalar que la banca mantiene la red de servicios más grande en México y está presente en los municipios que concentran el 93% de la población adulta y más del 95% del PIB nacional. “Otro desafío importante es incrementar el número de pequeñas y medianas empresas a las que la banca atiende, así como la difusión de la educación financiera en México.” ¿Cómo se ha comportado la captación tradicional en la banca en el periodo de 2000 a 2010? La captación total de la banca ha mostrado una tendencia positiva en este periodo, con pequeñas variaciones en los últimos años. Al cierre de 2011 registró un crecimiento anual de alrededor del 12%. En el caso particular de los depósitos a la vista, el crecimiento anual

fue de 18%. Cabe señalar que durante los últimos años han surgido nuevas opciones de inversión, ofrecidas incluso por entidades no bancarias, generando competencia en el sector para ofrecer cada vez más opciones y mejores precios. La estabilidad macroeconómica del país también contribuye a esta tendencia, así como la recuperación moderada que ha tenido el país en algunos sectores. ¿Cómo se ha comportado la cartera en el rubro de tarjetas de crédito en el periodo 2000-2010? Se ha dado un crecimiento anual del 13% al cierre de 2011. “Al último trimestre de 2011 el nivel de morosidad en este rubro es del 4.8%, lo que refleja una importante reducción con respecto a los niveles observados durante la crisis de 2008 y 2009, en la cual alcanzó el 12%. “Otro dato también relevante a considerar es que el nivel de morosidad, en general, entre los usuarios de la banca se ubica, al mes de noviembre de 2011, en 3%, y aun durante la crisis, este índice no rebasó el 4%. Lo anterior es consecuencia del adecuado manejo en el otorgamiento de crédito y una gestión activa de los riesgos, apegada a las mejores prácticas internacionales.” ¿En qué usan su crédito la mayoría de los mexicanos? El crédito para la actividad empresarial representa cerca de la mitad de la cartera de crédito de la banca (46%). Le siguen, en orden de importancia, el crédito a la vivienda, que representa el 18% de la cartera; el crédito


Hemos visto que existe un mayor interés por parte de los clientes en conocer las diversas opciones de financiamiento y precios que ofrecen las instituciones bancarias, a lo que se ha venido a sumar la mayor competencia que existe en el sector

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millones es el promedio de indicadores de tarjetas de crédito en el país

para la adquisición de bienes de consumo duradero, por ejemplo, un automóvil, el cual representa el 11%; y finalmente, la tarjeta de crédito, que representa el 10%. El 15% restante de la cartera crediticia se enfoca en entidades gubernamentales. ¿Qué tanto moderó la gente sus compras con la crisis? Cabría señalar que el ingreso nacional, el PIB, cayó 6% durante la crisis. En este contexto, el crédito al consumo llegó a caer, en octubre de 2009, un 18%. A partir de entonces empezó su recuperación y hoy en día crece al 24%, es decir, experimenta una recuperación de 42 puntos porcentuales. ¿Cuál es el cumplimiento de los pagos a los préstamos? Muchas veces el debate se focaliza en las personas que no pueden pagar, pero yo te diría que la inmensa mayoría de las personas sí puede liquidar sus deudas y eso les ha

permitido incrementar en buena medida su nivel de vida. Como reflejo de lo anterior, la cartera vencida solo representa el 3% de la cartera total. En aquellos casos donde la gente no pueda cumplir con sus adeudos, la banca siempre ha ofrecido opciones de refinanciamiento que les permitan cumplir con sus compromisos financieros. ¿Podría describir el perfil que tiene hoy el consumidor de servicios bancarios en comparación con el año 2000? Sin duda que tenemos un consumidor de servicios financieros con mucho mayor conocimiento y prudencia en el manejo de sus finanzas personales. Esto lo vimos reflejado claramente durante 2009, en que tuvimos una caída en el crédito y fue mayormente por la prudencia de nuestra clientela. “Asimismo, hemos visto que existe un mayor interés por parte de los clientes en conocer las diversas opciones de financiamiento y precios que ofrecen las instituciones bancarias, a lo que se ha venido a sumar la mayor competencia que existe en el sector, así como los esfuerzos que han hecho los bancos, en conjunto con las autoridades regulatorias, para brindar mayor claridad y transparencia en los productos bancarios. “No obstante, estamos conscientes de que todavía tenemos mucho camino por recorrer en términos de penetración bancaria y educación financiera. En este sentido, la banca está trabajando para ampliar la cobertura de sus servicios y medios de acceso a través de la figura de corresponsales bancarios y banca móvil”. 

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crédito, certidumbre y propiedad privada El crédito inmobiliario está restringido a hogares de mayores ingresos. No obstante, la proporción de hogares que habita una vivienda propia es mayor en hogares de menores ingresos. Esto refleja inequidad en el mercado financiero y crediticio, pero también indica que los hogares de menores ingresos encuentran formas alternativas de acumulación de capital. Estos mismos hogares fueron los que reportaron un mayor crecimiento en la ocupación de viviendas rentadas o prestadas.



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Bienestar vía consumo de bienes financieros || Crédito, certidumbre y propiedad privada

vivienda: mecanismo de ahorro y acceso a crédito Desde el capítulo 1 vimos que el gasto en vivienda ha crecido, y que este crecimiento ha sido mayor en hogares de menores ingresos. La vivienda que ocupan los hogares mexicanos puede tener varios orígenes y, en el análisis de su evolución, podemos hacer inferencia sobre acceso a crédito y su uso como un mecanismo de ahorro y acumulación patrimonial. Como se mencionó al inicio de este capítulo, la construcción de una vivienda es un mecanismo recurrente de ahorro en hogares sin acceso al consumo de bienes financieros. Del mismo modo, la propiedad de una vivienda puede ser el resultado de acceso al crédito y/o una forma de acceder a este, al poder usar la vivienda como un colateral para la adquisición de préstamos. Por último, la vivienda puede significar una distracción presente de recursos que podrían ahorrarse, dado el pago de renta. Para nuestra sorpresa, una proporción importante de hogares mexicanos ocupa una vivienda prestada que, si bien no constituye un mecanismo de acumulación, tampoco representa una distracción de recursos monetarios, y la proporción de hogares en esta situación creció durante la década pasada para todos los grupos de ingreso, pero particularmente en aquellos de menores ingresos. Así, para 2010, 14% de los hogares en el decil 1 ocupaba una vivienda prestada (este es el grupo de mayor crecimiento entre 2000 y 2010), contra 7.9% en el decil 10; aunque la proporción más alta se da en el decil 3, con 18.6%. También sorprende ver que la proporción de hogares en una vivienda rentada cayó marginalmente entre 2000 y 2010 para el 50% de hogares de mayores ingresos, mientras que se incrementó para el 50% de menores ingresos. No obstante, ello ayuda a explicar el hallazgo del capítulo 1, en el que “vivienda” fue uno de los rubros de mayor crecimiento en gasto en los hogares de menores ingresos. Para darnos una idea del cambio, en 2000 apenas 5% de los hogares en el decil 1 pagaba renta, contra 11% en 2010 y, en el siguiente grupo, el decil 2, la proporción pasó de 7% a 15%. Ello aclara que en los grupos por pobreza, los hogares en pobreza alimentaria pagando renta pasaran de 7.2% a 16.4%, mientras que aquellos en pobreza en capacidades pasaron de 13.5% a 14.8%. Durante la década pasada, los hogares de menores ingresos han recurrido al préstamo o

arrendamiento de vivienda, mientras que los hogares de mayores ingresos han recurrido al préstamo y la compra a crédito. Estos datos pueden estar reflejando procesos migratorios dentro del territorio nacional, con un traslado hacia áreas urbanas en las que ya se encuentran familiares con vivienda propia, o bien, se accede a una vivienda en renta. Por ejemplo, el porcentaje de hogares que está pagando la vivienda que habita en el decil 1 pasó de 0.4% a 0.8%, mientras que en el decil 10 pasó de 9.3% a 11.3%. El porcentaje más bajo y más alto, respectivamente. Los hogares pobres tienen poco acceso al crédito para vivienda, y la década pasada no cambió esta situación, aunque se movió en sentido positivo: la proporción de hogares en pobreza alimentaria que se encontraba pagando su vivienda pasó de 1% a 1.5%; en pobreza en capacidades de 2.8% a 3.3%, y en pobreza patrimonial de 3.4% a 4.6%; al tiempo que en hogares no pobres se movió de 7% a 7.9%. Hasta ahora sabemos que los hogares de menores ingresos son los que más recurren al préstamo de una vivienda y los que menos recurren a la renta (aunque ahí es donde más creció la década pasada) y al crédito inmobiliario. Pues bien, los hogares de menores ingresos son también los que reportan el porcentaje más alto de vivienda propia, regular o irregular. Entretanto, la proporción de propiedad en el resto de deciles se mueve entre 62.9% y 67.1%, en el decil 1 alcanza 74%. Efectivamente, aquellos hogares en pobreza tienen una proporción de vivienda propia similar a los hogares no


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Porcentajes de vivienda por condición de pobreza.

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Porcentaje de hogares con prestada Porcentaje devivienda hogares con vivienda Porcentaje de hogares con vivienda rentada prestada. Porcentaje de hogares que está pagando la vivienda Porcentaje de hogares con vivienda prestada Porcentaje de hogares con vivienda propia regular o irregular Porcentaje de hogares con vivienda rentada

Porcentaje de hogares con vivienda Porcentaje de hogares que está pagando la vivienda rentada. Porcentaje de hogares con vivienda prestada Porcentaje de hogares con vivienda propia regular o irregular Porcentaje de hogares con vivienda rentada Porcentaje de hogares que pagando la vivienda Porcentaje deestáhogares que esta Porcentaje de hogares con vivienda prestada Porcentaje de hogares con vivienda propia regular o irregular pagando laconvivienda. Porcentaje de hogares vivienda rentada Porcentaje de hogares que está pagando la vivienda Porcentaje de hogares con propia regularcon o irregular Porcentaje devivienda hogares vivienda propia regular o irregular.

Porcentaje de hogares con vivienda prestada 2006 2008

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Bienestar vía consumo de bienes financieros || Crédito, certidumbre y propiedad privada

pobres, y superior a los hogares en pobreza en capacidades o patrimonial. Ahora bien, respecto de 2000, es en los hogares de menores ingresos donde esta proporción cayó más drásticamente, aunque cae en todos los grupos. Por ejemplo, en 2000 la proporción de propiedad sumaba 84.9% en los hogares del decil 1, contra el 74% de 2010, y en el decil 2 el paso fue de 79.4% a 66.7%. Ello apunta a dos conclusiones: quizá debido a procesos migratorios más intensos en hogares de menores ingresos, ahí han crecido las proporciones de viviendas prestadas o rentadas; pero siguen siendo los grupos de mayor propiedad de la vivienda y, dado su limitado acceso al crédito, se trata de viviendas que constituyen, de hecho, un mecanismo de ahorro.

crédito y deuda Durante la década pasada creció drásticamente la proporción de hogares que manifestaron un pago por tarjeta de crédito bancaria y comercial, en especial en niveles intermedios de ingreso. Creció la proporción de hogares que reportaron el pago de alguna deuda a empresas, personas o instituciones, de nuevo más evidente en niveles intermedios de ingreso; mientras que la proporción de hogares con un crédito automotriz se mantuvo estable y con un claro sesgo hacia los niveles más altos de ingreso. El acceso al crédito por tarjetas bancarias o comerciales ocurre centralmente en el 30% de los hogares de mayores ingresos. En el resto de los hogares menos del 10% reportó un pago por tarjeta de crédito (1% en el decil uno), aunque en 2000 la proporción era menor al 3% en todos ellos. Los deciles 9 y 10 ejemplifican el patrón en el tiempo al pasar del decil 9 al 10, la proporción de hogares con pago por tarjeta de crédito pasa de 20.6% al 36.6%, pero las proporciones en el año 2000 eran del 6.9% y del 24.9%, respectivamente. El uso de tarjetas de crédito sigue dándose en los hogares de más ingreso, pero el crecimiento de su uso ha sido particularmente notorio entre los deciles del 6 al 9. Ahora bien, el crecimiento importante en el uso de tarjetas de crédito ocurre entre 2000 y 2006, en tanto que para 2008 hay un decremento importante y hacia 2010 otra reducción, aunque de menor magnitud. Ello indicaría que los efectos negativos de la crisis financiera sobre gasto e ingreso que ya

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describimos y que se revirtieron marginalmente entre el 2008 y 2010, en el caso del crédito permanecieron hasta 2010. Esto se refleja no solo en el pago por tarjeta de crédito, sino también en los montos pagados que mantienen el mismo patrón de crecimiento entre 2000 y 2006 y de caída entre el año 2006 y 2010, particularmente para el 30% de hogares de mayores ingresos. En cuanto al año 2000 y a todos los niveles de ingreso, hay más hogares con uso de tarjetas de crédito que erogan, además, montos mayores, pero respecto de 2006 hay menos hogares con uso de tarjetas de crédito y pagando montos menores y, en este caso, el efecto es más claro a mayor nivel de ingreso. Ahora bien, aunque el crecimiento en la década fue más moderado, llama la atención que para el 70% de los hogares de menores ingresos la proporción de hogares con alguna deuda (empresarial, personal o institucional), sea sistemáticamente mayor que la proporción de hogares con pago por tarjeta de crédito, mientras que sucede lo contrario con los hogares dentro del 30% de mayores ingresos. Asimismo, contrario a lo observado en el caso de tarjetas de crédito, el decremento notorio entre 2006 y 2008 es seguido de una recuperación entre 2008 y 2010, aunque de menor magnitud, y lo mismo pasa en términos de los montos pagados en promedio para cubrir estas y otras deudas. Hay, pues, un mercado de deuda no cubierto a través del crédito en niveles más bajos de ingreso. Hagamos un contraste para aclarar el punto: apenas un 1%


de los hogares en el decil 1 reportó algún pago por tarjeta de crédito (aunque esta cifra sube al 2.4% en el siguiente decil), y el monto promedio mensual de este pago fue de 10 pesos, entretanto que 36.6% de los hogares en el decil 10 declaró un pago similar, que promedió mensualmente 1,417 pesos. Al mismo tiempo, el 5% de los hogares del decil 1 expuso el pago de un adeudo, con un monto promedio de 15 pesos (que sube a 65 pesos en el siguiente decil), mientras que el 8.4% de los hogares en el decil 10 manifestó un pago similar, con un monto promedio de 261 pesos. La distancia en endeudamiento entre hogares en niveles contrarios de ingreso ocurre por medio de tarjetas de crédito, no de otras fuentes de endeudamiento. No sorprende, entonces, que la proporción de hogares con un

crédito automotriz para el 50% de los hogares de menores ingresos ronde el 1%; a pesar de que, como vimos en el primer capítulo, en esta mitad de hogares mexicanos la proporción con vehículos propios para 2010 estuvo entre el 16.4% en el decil 1 y el 37.4% en el decil 5. Estos hogares han adquirido un vehículo pero no ha sido a través del acceso a bienes financieros. Aun dentro del 50% de mayores ingresos, el acceso al crédito automotriz se centra en los deciles 9 y 10, es decir, en 20% de los hogares de mayores ingresos. Respecto de 2000 la proporción de hogares con acceso a un crédito automotriz ha disminuido justamente en estos hogares de mayores ingresos, lo mismo que los montos erogados mensualmente, particularmente en el 10% de los hogares de mayor ingreso. El acceso a bienes de consumo financiero sigue estando confinado a los hogares en el 30% de mayores ingresos, pero ha sido ahí donde los efectos de la crisis financiera fueron más notorios, tanto en términos de acceso como de montos, ahorro y crédito. Los hogares de menores ingresos resintieron menos los efectos de la crisis, al tiempo que han encontrado formas alternativas de acumulación de capital y acceso a mercados informales de deuda y crédito. 



Ariel Cano Cuevas

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director general de la comisión nacional para la vivienda (conavi)

En la década de los setenta, se crearon diversas instituciones como el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (Fovissste), vinculando la aportación como un derecho en busca de un fondo para una casa. Ariel Cano menciona que fue hasta la segunda mitad de los años noventa cuando realmente comenzó a existir una política formal en cuanto al sistema de viviendas para las personas de escasos recursos. Sin embargo, los criterios para otorgar los créditos continuaban cerrados en general. La gente tenía la creencia de que gracias al sorteo que llevaba a cabo el Infonavit se ganaban una casa, pero lo que realmente ocurría es que únicamente se ganaba el derecho a tener un crédito y nada más. No obstante, fue en esa misma década cuando hicieron su aparición los créditos hipotecarios. ¿Se pasó, entonces, de la cultura del supuesto sorteo a la responsabilidad directa de pagar tu crédito? Sí. Para el año 2001, cuando llega Vicente Fox al poder, se trató de explicarle al derechohabiente que lo que ganaba no era un premio, sino un derecho a tener un crédito que deberían de pagar como ciudadanos responsables. Ya en el año 2000, Estados Unidos resiente una crisis hipotecaria que se vuelve devastadora algunos años más tarde. En ese tiempo se especuló que en México sucedería lo mismo, ¿pero qué pasó realmente en nuestro país? De 1995 al año 2000 se otorgaron 1.5 millones de financiamientos. De 2001 al 2006, durante la administración de Fox, se dieron 3 millones de créditos; y en lo que va del gobierno actual se han dado 5.7 millones. Todo a pesar de la

crisis de 2008, cuando se generaron créditos subprimes en Estados Unidos, es decir: créditos que no cumplen con el mínimo de los criterios de riesgos. Hoy, sin duda, el mercado hipotecario en ese país está completamente deprimido. ¿Acaso la crisis generó una depuración? No sobrevivió el más grande ni el más inteligente, sino el que mejor se supo adaptar. Las nuevas reglas hipotecarias tienen mayores regulaciones, mayores disciplinas financieras y hoy existe una visión a largo plazo que brinda mucho más apego a la normatividad de vivienda, sustentabilidad y planeación urbana. ¿Qué ocurrió con el consumidor? Prácticamente, la mayoría de la gente que compra una vivienda en México, lo hace a través de un crédito hipotecario. Entonces debemos entender al consumidor de vivienda

como un consumidor doble. Ya que consume un crédito y consume una vivienda. Lo que nos ha costado trabajo es que se distinga esa doble decisión, porque una decisión de crédito es una relación legal, donde asumes obligaciones de pago que muchas veces no se entiende que es una obligación a largo plazo. ¿Hoy se cuida más al consumidor? Si se le pregunta a una persona mayor de 50 años por qué vive donde vive, te va a contestar que ahí le tocó la casa. Aquellos sorteos no eran transparentes, y pues la casa te tocaba en un polo opuesto de tu residencia actual. Pero como dicen los chavos, “la neta” todavía no es tan eficiente, porque el sistema no ha empoderado al consumidor y el principal problema que tenemos, y que no es fácil de resolver, es que la red de distribución del crédito tiene que ver mucho con la fuerza de las constructoras. 


capítulo 4

Bienestar vía consumo de tecnología e información telefonía fija y móvil internet


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Bienestar vía consumo de tecnología e información || Resumen ejecutivo

síntesis A principios de la década pasada, cuatro de cada 100 hogares ubicados en el 10% de menor ingreso reportó tener por lo menos un celular en casa, a diferencia de los hogares de mayor ingreso, donde se encontraban 50 teléfonos por cada 100. Para 2010, 31 de cada 100 hogares de menores ingresos contaban con un teléfono celular en casa; mientras que para este mismo año, 87 de cada 100 hogares de mayor ingreso contaban con el mismo servicio de telefonía. En ese tiempo, el consumo del servicio de telefonía móvil fue inelástico, es decir, que no se dejó de consumir por los problemas económicos de ese periodo. Lo mismo pasó en el caso del uso del coche. Sin embargo, se puede decir que, actualmente, los servicios de telefonía móvil no están aprovechándose al máximo, con base en el potencial que puede ofrecer esta vía.

La proporción de hogares con telefonía fija creció para todos los deciles entre 2000 y 2006. En 2000, un hogar en el decil 1 con telefonía fija erogaba en promedio 472 pesos, mientras que en 2010 pagaba en promedio 276 pesos; en un hogar en el decil 10 el cambio fue de 1,013 a 422 pesos. A mayor ingreso mayor proporción de hogares con al menos un teléfono móvil.


Resumen ejecutivo || Bienestar vía consumo de tecnología e información

En el periodo analizado, el uso de internet es la clave en la

relación entre el consumo y el bienestar, según la información disponible para los usuarios en las redes. En el 10% de menor ingreso, solo uno de cada 100 tiene internet en casa y no accede a este servicio fuera del hogar. Solo a partir del decil 2 los individuos acceden en la escuela o en algún otro lugar público. No tiene internet el 50% En 2002 únicamente 3.7% de los hogares en el 10% de menores ingresos reportó tener un celular; mientras que en 2010, el porcentaje fue de 31.3%. Uno de cada cien hogares en el 10% de menores ingresos tiene internet en casa, mientras que 60 de cada 100 en el 10% de mayores ingresos cuenta con este servicio.

de los hogares de menor ingreso; solo lo tienen algunos hogares de los deciles 5 y 6; y todos a partir de los deciles 7 al 10.

Es fundamental entender

que México no se puede plantear llegar al año 2015 si tiene a más de la mitad de la población excluida de acceso a internet, sería como tener a la mitad de la población sin poder utilizar las carreteras. 

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telefonía fija y móvil Durante la década pasada creció la proporción de hogares mexicanos que cuentan con una línea telefónica fija, debido a un incremento en los hogares de menores ingresos, acompañado de un decremento en el monto mensual erogado con este fin. Ahora bien, hay una tendencia clara a sustituir telefonía fija con telefonía móvil, la cual inició en los hogares de mayores ingresos desde 2006 y en los de menores ingresos desde 2008.



Bienestar vía consumo de tecnología e información || Telefonía fija y movil

líneas telefónicas fijas en los hogares Hoy, una proporción mayor de hogares cuenta con una línea fija, y ello se debe a un incremento importante respecto de 2000 en el acceso a este servicio en los deciles de menores ingresos. En el 30% de hogares de mayores ingresos, la proporción se redujo en la década pasada, resultado del acceso temprano de estos a telefonía celular. Por contraste, en el 70% de hogares de menores ingresos la proporción de aquellos con una línea fija es mayor hoy que en 2000, pero como ocurrió con los de mayores ingresos, a partir de 2006, cuando el acceso a telefonía celular se masificó, estos hogares también han renunciado a tener una línea fija en el hogar. Hablamos de cambios radicales. En 2000, apenas 2.8% de los hogares en el 10% de menores ingresos reportó tener un teléfono fijo; para 2010 este porcentaje creció a 11.8%, pero en 2008 sumaba 14.1%. Las proporciones en 2000 y 2010 para el 10% de hogares de mayor ingreso fueron 88.5% y 80.5%, respectivamente. Mientras la sustitución de líneas fijas por líneas móviles se inició antes en hogares de mayores ingresos, fue más moderada; en los hogares de menores ingresos el despegue del acceso a telefonía celular se acompañó de una reducción más fuerte en la proporción de hogares con telefonía fija. Por ejemplo, en los deciles en pobreza alimentaria, la proporción con teléfono fijo pasó de 5.6% a 17.7% entre 2000 y 2008, para caer a 14.9% en 2010, al tiempo que, en los hogares no pobres entre 2000 y 2010, la proporción pasó de 58.2% a 60.6%, para ubicarse en 58.4% en 2010. Los dos efectos son notorios. En primer lugar, a pesar de incrementos moderados en ingresos corrientes totales, que analizamos en el capítulo 1 y que en el decil 1 sumaron 17%, el incremento en el consumo telefónico creció de forma sustancial. En segundo lugar, quizá debido a restricciones en gasto, la sustitución de líneas fijas por líneas móviles en el 30% de hogares de menores ingresos es notoria. Ello a pesar de una reducción en los montos destinados al pago de telefonía fija en los hogares con el servicio, cantidades que en aquellos en pobreza alimentaria cayeron en 29.6% en términos reales, contra 50.7% en los hogares no pobres. Así, para 2010, el gasto telefónico fijo en hogares del decil 1 con acceso

154

al servicio sumó 276 pesos mensuales, contra 472 pesos en 2000 (pesos de 2010). Ello representa 7% del gasto total mensual de los hogares en este grupo de ingreso, contra 1.8% en los hogares en el decil 10. En suma, en 2000, 39.6% de los hogares mexicanos tenía una línea fija en el hogar, con un rango entre 2.8% en los del decil 1 y 88.5% en los del decil 10, y un gasto promedio mensual de 543 pesos. Para 2006, 51.2% de los hogares tenía acceso al servicio, entre 14.1% en el decil 1 y 83.4% en el decil 10, y un gasto promedio mensual de 432 pesos. Para 2010, 43.9% de los hogares mantenía un teléfono fijo, desde 11.8% en el decil 1 hasta 80.5% en el decil 10, y un gasto promedio mensual de 320 pesos. Esto es, el gasto mensual promedio durante la década pasada se redujo en 38% real, en tanto que, a partir de 2006, una proporción importante de hogares ha renunciado a la telefonía fija para sustituirla, como veremos en la siguiente sección, por servicios de telefonía móvil.

líneas telefónicas móviles en el hogar En 2002, cuando se empieza a medir en la ENIGH, 4 de cada 100 hogares en el 10% de menores ingresos reportó tener al menos un celular en el hogar, contra 50 de cada 100 en los hogares en el 10% de mayores ingresos. Para 2010, 31 de cada 100 hogares en el grupo de menores ingresos tenía un celular en el hogar, y 87 en el grupo de mayores ingresos. Frente a la evolución de ingresos y gastos analizada en el capítulo 1, moderada en hogares de bajos ingresos (vía



156

transferencias) y negativa en hogares de altos ingresos, se trata realmente de un crecimiento importante que inicia en 2004 y que no se ha detenido ni ha reducido su velocidad. Ahí, la crisis financiera no tuvo efecto negativo alguno. Para 2010, 64.4% de los hogares mexicanos dijo tener al menos un celular en el hogar, contra 20.4% en 2002. Esta cifra subestima la proporción total de individuos con un teléfono móvil, dado que condensa los datos al nivel de los hogares en los que, por supuesto, puede haber más de un miembro con celular. Por ello, resultan aún más relevantes los datos aquí expuestos, dado que reflejan una distribución más uniforme de lo esperado, por nivel de ingreso, del acceso a este consumo tecnológico. Por ejemplo, en 2010, 38 de cada 100 hogares en pobreza alimentaria reportaron tener al menos un teléfono celular (respecto a 6 de cada 100 en 2002), y esta cifra crece a 53 en los hogares en pobreza en capacidades, y 61 en aquellos en pobreza patrimonial. Dicho de otra forma, casi la mitad de los hogares con ingresos insuficientes para cubrir un consumo alimentario básico cuenta hoy con al menos un teléfono móvil, y más de la mitad en aquellos hogares con ingresos insuficientes para el consumo de bienes generadores de capacidades o acumulación patrimonial. Contrario a lo que ocurre con el gasto en telefonía fija, que se redujo en todos los grupos de ingreso, y en particular aquellos en los deciles más altos, en el caso de telefonía celular el gasto mensual promedio se redujo en el 50% de hogares de menores ingresos, mientras que se incrementó en aquellos en el 50% de mayores ingresos. Esto se debe quizá a dos fenómenos simultáneos: el uso de sistemas de prepago a menor nivel de ingreso, que no requiere

una erogación para la recepción de llamadas, y la transición a “teléfonos inteligentes” en hogares de mayores ingresos, entre 2008 y 2010, que implican gastos mayores derivados del acceso a servicio de datos. De manera que entre 2002 y 2010, el gasto mensual promedio en telefonía celular se redujo en 34% en los hogares del decil 1 (con acceso al servicio), en tanto que creció 21.1% en los hogares del decil 10. Es decir, por cada peso gastado en un hogar del decil 1 se gastaban 2 pesos en un hogar en el decil 10 en 2002, y 4 pesos en 2010. Pero en los hogares de menores ingresos que cuentan con al menos un celular, la erogación mensual de 177 pesos representaría, en 2010, 4.5% de sus ingresos, contra 2.8% en un hogar de mayores ingresos, que gastaba en promedio 663 pesos. Este contraste en patrones de gasto nos da indicios de cómo, mientras que la brecha en acceso a telefonía se redujo entre los hogares mexicanos de distintos niveles de ingresos, se incrementó en acceso a internet, tema que se analiza en la siguiente sección. 


Telefonía celular por decil.

Gasto promedio y porcentaje de hogares con telefonía celular.

2002

2004

2006

2008

2010

Teléfonía fija por decil.

Gasto promedio y porcentaje de hogares con teléfono fijo.

2000

2002

2004

2006

1

2

3

4

5

6

7

8

9

Deciles

10

Monto 700

300

100

Monto 1,000

600

200

2008

2010


158

Mony de Swaan Addati presidente de la comisión federal de telecomunicaciones (cofetel)

A finales de los años ochenta, no existía en México un órgano regulador en el ramo de las telecomunicaciones. No era realmente necesario, según opinaban algunos funcionarios, ya que solo existía una compañía telefónica y, además, era del Estado. Sin embargo, la privatización de la Compañía Estatal de Telefonía, en 1990, ayudó a que se creara la Comisión Federal de Telecomunicaciones. Luego, los concesionarios privados entraron a la competencia de la telefonía móvil, gracias a que es un mercado en crecimiento, ya que la digitalización de las telecomunicaciones aceleró un proceso de convergencia tecnológica en la cual las mismas redes prestan una multiplicidad de servicios. ¿Hasta qué punto la telefonía móvil y la banda ancha crean una palanca de crecimiento y desarrollo en el país? Tienen un impacto macro y micro. Estos cambian países y transforman a las personas. También sustituyen los accesos tradicionales al conocimiento y a la información. Las telecomunicaciones tienen una creciente participación en la economía. Mientras que, en 1998 la participación porcentual del sector era aproximadamente de 2.3%, para 2010 alcanzó una participación de 4.1%. Según las estadísticas del INEGI, la telefonía en los hogares creció de 2000 a 2006 y decreció entre 2006 y 2010. Esto se debe a una tendencia mundial creciente. Es un fenómeno común en muchos países del mundo. Los mercados de la telefonía se están transformando rápidamente, la reducción de costos para desplegar infraestructura de servicios móviles ocasiona lo que llamamos un “fenómeno de sustitución”. Particularmente, el servicio de telefonía móvil de prepago empieza a sustituir a la telefonía fija. Esto es lo que ha ocurrido en México desde 2006. Esto lo podemos confirmar midiendo el tráfico de voz fija y móvil en el mercado mexicano, donde la correlación es casi perfecta. Es decir: la reducción en el tráfico de voz fija

es casi igual al incremento en el tráfico de voz móvil. Sin duda existen diferencias en la penetración de los diversos servicios de telefonía, según el ingreso de los hogares, sin embargo, el fenómeno de sustitución es general y atañe a la población en su conjunto. ¿Acaso la digitalización y la convergencia de los medios en México han empujado a la baja los distintos precios de los servicios durante estos 20 años? No de manera suficiente al compararnos con nuestros principales socios comerciales. El crecimiento de la telefonía móvil, por ejemplo, se vio favorecido por la ejecución de políticas públicas como “El que llama paga local y nacional”; además de políticas comerciales relacionadas con el sistema de prepago, que en conjunto permitieron el acceso de telefonía móvil a segmentos sociales con bajo poder adquisitivo. En 2011, la telefonía móvil llegó a 100 millones de usuarios. El gasto en telefonía fija de los hogares pobres y no tan pobres ¿se redujo en los últimos años? Las políticas regulatorias que hemos impulsado en Cofetel han contribuido a reducir significativamente las tarifas de la telefonía fija. En particular, las tarifas de


El futuro del internet nos alcanza con una nueva agenda de políticas públicas relacionadas, por ejemplo, con la neutralidad de red y la ciberseguridad. Los posicionamientos de las diversas naciones sobre estos temas empiezan a dibujar la nueva historia de esta herramienta de acceso al conocimiento

interconexión, es decir, aquellas que cobra un operador a otro por terminar una llamada en su red, hemos logrado reducirlas 60%. En 2010, pasó de 10 a cuatro centavos de peso. Esta reducción en las tarifas de interconexión abrió la oportunidad para que algunas empresas reduzcan sus precios finales. En telefonía celular, sin embargo, la historia cambia: hoy las familias reportan tener más celulares respecto del año 2000. La Dirección de Información Estadística de Mercados de la Cofetel estima que nuestro país cerró 2011 con casi 100 millones de suscripciones de telefonía móvil. Esto se debe a la reducción de los precios de las terminales móviles. La empresa Qualcomm ha calculado que el precio promedio de los chips de las terminales móviles pasó de 20 a 18 dólares entre 2009 y 2012. Asimismo, la reducción de las tarifas de prepago y pospago, aunque no muy significativa si nos comparamos con otros países, ha impactado la penetración del servicio móvil de voz. Otro elemento a destacar es que el servicio móvil se ha convertido en una herramienta de trabajo indispensable, además de una necesidad de comunicación personal. Esta situación puede explicar el crecimiento de la disponibilidad de celulares en México. Pero en lo que tiene que ver con el gasto mensual en las familias pobres ha decrecido, mientras que en las menos pobres ha aumentado. ¿Qué nos puede decir al respecto? Si bien ha habido mejoras, aún las tarifas de telefonía móvil son de las más altas en com-

paración con las observadas en otros países miembros de la OCDE. Esto hace prohibitivo que la población de los deciles más pobres pueda usar intensivamente este servicio. Las personas pobres solamente ocupan el celular en casos muy necesarios o de emergencia. Este fenómeno del comportamiento del gasto también se asocia a la política regulatoria ‘El que llama paga’. Esta política ha incentivado que las personas que se encuentran en los deciles de menores ingresos se conviertan principalmente en receptores de tráfico de voz. Esta situación les representa un gasto menor, pero el uso de esta tecnología bajo esta modalidad es sumamente limitado. Nuestro objetivo debe ser garantizar un ambiente para que las tarifas se reduzcan considerablemente, abriendo la posibilidad para que todos los mexicanos puedan acceder incluso a servicios móviles de voz y datos, esto es, no solo telefonía sino internet móvil. ¿Cuál es la situación de la conectividad y del uso de internet entre los mexicanos? Para junio de 2011 se reportaron casi 12 millones de suscripciones de banda ancha fija alámbrica, y más de medio millón de suscripciones de banda ancha fija inalámbrica. Como cifra preliminar, tenemos alrededor de 7.8 millones de suscripciones del servicio móvil de datos al tercer trimestre de 2011. Aclaro que la cifra de los 7.8 millones se reportó como el total de suscripciones móviles que utilizaron al menos una vez el servicio de internet en el último trimestre de 2011, lo cual incluye celulares y tabletas cuya velocidad de conexión puede variar.

159


160

Otro elemento a destacar es que el servicio móvil se ha convertido en una herramienta de trabajo indispensable, además de una necesidad de comunicación personal

Respecto a la relación de la conectividad con las tarifas y el acceso, les comparto que esta en realidad depende de varios factores. Garantizar su acceso al grueso de la población requiere el despliegue de redes de acceso fijo o móvil, entre las tecnologías más eficientes tenemos fibra óptica a la casa, cable coaxial, Wi-Fi, WiMAX o LTE. Además requerimos redes de transporte que puedan mover el tráfico de voz y datos generado por los usuarios, es decir, que conecten a todas las localidades del país. Además de la infraestructura de redes fijas y móviles, se requiere la disponibilidad de espectro, mismo que constituye una propiedad del Estado mexicano y cuyo concesionamiento tiene que garantizar las mejores condiciones de aprovechamiento para ampliar la cobertura de los servicios ubicuos en beneficio de la ciudadanía. Otro aspecto que afecta la conectividad es la intensidad de la competencia en el mercado de provisión de datos. A medida que se tiene un mercado contestable, se generarán incentivos para mejorar el precio y la calidad de los servicios. Esto no ocurre en México, actualmente, el concesionario móvil dominante ostenta alrededor del 70% del mercado y el operador fijo un 80%, de acuerdo con datos de Merrill Lynch. Con una intensa competencia, la reducción en los precios podra hacer más inclusiva la conectividad. ¿Cuál es la historia que Cofetel puede ofrecer respecto a internet? México es un país donde el servicio de internet es considerado como un “servicio de valor agregado”. Ni siquiera está contemplado en el marco regulatorio de la Ley Federal de Teleco-

municaciones y sus reglamentos, situación que dificulta tomar acciones regulatorias en esta materia. Si se busca garantizar el acceso universal al internet, se puede perfilar como una oportunidad de reforma legislativa. Segundo, la historia del internet puede cambiar radicalmente si impulsamos una política para el despliegue de infraestructura de redes de transporte y acceso para la provisión de servicios mayoristas. La brecha de mercado no la hemos cerrado, pero hay una porción de la población que puede acceder al internet si se reducen los precios. Tercero, el futuro del internet nos alcanza con una nueva agenda de políticas públicas relacionadas, por ejemplo, con la neutralidad de red y la ciberseguridad. Los posicionamientos de las diversas naciones sobre estos temas empiezan a dibujar la nueva historia de esta herramienta de acceso al conocimiento. El posicionamiento de la Cofetel en estas materias deberá construirse con la retroalimentación de la sociedad a través de consultas públicas donde participe toda la ciudadanía. ¿Podría ofrecernos cifras y tendencias por deciles de la población en cuanto al uso y gasto en telecomunicaciones? El servicio de internet es quizá uno de los más importantes por los beneficios positivos en la población; de 2002 a la fecha creció de manera importante, particularmente en los cuatro primeros deciles más pobres. En cambio, en los cuatro deciles de mayores ingresos la tasa fue de 19%. Es importante decir que los niveles de penetración en los deciles de bajo ingreso aún es sumamente bajo. 


Telefonía celular por condición de pobreza. Gasto promedio y porcentaje de hogares con telefonía celular. Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

2002

2004

Monto

2006

$500

2008

$300

$100

2010 Telefonía fija por condición de pobreza. Gasto promedio y porcentaje de hogares con teléfono fijo. Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

2000

Monto

2002

2004

$700

$300 $100

2006

2008

2010

% Hogares

Ingreso monetario


consumo de internet El acceso a internet en los hogares ocurre centralmente en la mitad de hogares de mayores ingresos, en donde su crecimiento ha sido dramĂĄtico. En la otra mitad de hogares el acceso a internet, dentro y fuera de los hogares, sigue siendo mucho menor. Es a partir del decil 5 de ingreso que la proporciĂłn de hogares con internet en casa supera el 10%. Internet no es percibido como un bien necesario, como sĂ­ lo es la telefonĂ­a. Por ejemplo, en hogares en pobreza patrimonial, 61% de ellos tiene al menos un celular en el hogar, y apenas 9.6% tiene acceso a internet dentro de la vivienda.



Bienestar vía consumo de tecnología e información || Consumo de internet

consumo de internet La proporción de hogares con acceso a Internet ha crecido en todos los niveles de ingreso, pero centralmente en el 50% de hogares de mayor ingreso, y dentro de estos, en los ubicados en el top 10%. El acceso a internet implica, en la inmensa mayoría de los casos, tener en el hogar una línea telefónica fija que, como vimos, se ha reducido en los hogares de menores ingresos, y un gasto adicional que los hogares de bajos ingresos difícilmente pueden solventar. Así, entre 2000 y 2010, la proporción de hogares en el decil 1 con acceso a internet en la vivienda pasó de 1 de cada 1000, a 1 de cada 100, mientras que en los hogares en el decil 10 pasó de 30 por cada 100 a 60. Por supuesto, uno pensaría que a pesar de tener internet dentro de la vivienda, los miembros de los hogares de menos ingresos pueden consumirlo fuera del hogar. Sin embargo, este no es el caso. El 1.3% de los hogares en el decil 1 tiene acceso a internet en sus viviendas, y apenas 1.9% reportó algún tipo de gasto en el consumo de este servicio, ya sea dentro o fuera de la vivienda. Más aún, el gasto promedio mensual dentro de los hogares con internet en la vivienda crece por nivel de ingreso, entre 133 pesos en el decil 1 y hasta 319 pesos en el decil 10. Ello sería un indicador de mayor velocidad de acceso en los hogares de mayor ingreso. De hecho, en estos hogares en 2010, primer año en que se mide el gasto por paquetes de telefonía e internet, el gasto promedio mensual sumó 617 pesos. Esto implica que por cada peso gastado en Internet entre todos los hogares del decil 1, los hogares del decil 10 gastan 107 pesos. Es a partir del decil 5, que la proporción de hogares con internet supera el 10%. Puesto de otro modo, si dividimos a los hogares en dos grupos de acuerdo con el nivel de ingreso neto per cápita de sus miembros, en el grupo de menos ingresos el acceso a internet en la vivienda es de apenas 5.9%, contra 34.4% del grupo de mayor ingreso. Dicho de otro modo, el 50% de hogares de menos ingresos representa apenas 12.4% del gasto total en México en internet, mientras que el 50% de más ingresos eroga 87.6% del total nacional de gasto de los hogares mexicanos. En efecto, esto mide acceso a internet a través del gasto de los hogares, lo que subrepresenta el acceso gratuito que algunos miembros de los hogares

164

puedan tener en sus lugares de trabajo o en las escuelas. Ese parece ser el caso, de acuerdo con nuestros datos por hogar, del 20% del total de hogares en México que tiene internet en su vivienda, mientras que otras fuentes de información, como encuestas, ubicaron la proporción de mexicanos con algún tipo de acceso a internet en 34.5%. Ciertamente, internet no es un bien de consumo que se perciba tan necesario como la telefonía en los hogares de menos ingresos y, al decidir gastar en uno u otro, la telefonía es la clara opción. Por ejemplo, en el grupo de hogares en pobreza patrimonial, aquellos que tienen un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades alimentarias y de generación de capacidades, 61.2% reportó al menos un celular en el hogar y apenas 9.6% dijo tener acceso a internet en la vivienda. Esto es, prefieren gastar un promedio mensual de 216 pesos en telefonía móvil, que los 261 pesos que gastarían en promedio en internet. Los hogares no pobres no se comportan muy diferente, 74% de ellos tiene al menos un celular en el hogar, contra 31% que declaró tener acceso a internet en la vivienda. 


Internet por decil. Gasto promedio y porcentaje de hogares con internet.

2000

2002

2004

2006

2008

2010

1

2

Gasto promedio 3

$1,000

4

$500

$300 5

$100

6

% Hogares . Sin % hogares.

7

$ Paquete telĂŠfono e internet (2010). $ Paquete televisiĂłn, telĂŠfono e internet (2010) .

8

Deciles

9

10


Acceso a internet por decil de ingreso.

Porcentaje de hogares que gastan en internet por decil de ingreso.

2000

1

2002

2004

2006

2008

Acceso a internet por condici贸n de pobreza. Porcentaje de hogares que gastan en internet.

2010

Alimentaria

Capacidades

2000

2

2002 3

4

5

2004

2006

6

2008 7

Deciles de ingreso

8

2010

9

10

% hogares

Patrimonio

No pobre


Acceso a internet por pobreza.

Gasto promedio y porcentaje de hogares con internet. Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

No pobre

2000 % Hogares . Sin % hogares.

2002

Solo internet .

2004

2006

$ Paquete telĂŠfono-internet (solo 2010). $ Paquete televisiĂłn, telĂŠfono e internet (solo 2010).

Ingreso monetario

2008

2010

$100

$300

$500

$1,000

$2,000


168

Mauricio Braverman presidente de la asociación mexicana de internet (amipci)

En 2000, tan solo un grupo reducido de personas comenzó a realizar las primeras transacciones de comercio electrónico en México. En ese tiempo, Mauricio Braverman estuvo al pendiente del surgimiento de esta nueva forma de consumo, y ahora, 10 años más tarde, se dedica a fortalecer, promover y volver accesibles los variados productos de Visa entre las instituciones financieras y los comercios activos del país. Desde 2010, Mauricio Braverman preside la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), que cuenta con más de 210 miembros de diversas industrias como la banca, el comercio, las telecomunicaciones, los servicios profesionales, medios y tecnología. Los miembros de la Amipci comparten un interés en común: el crecimiento del internet en México, para que esto se consolide como un motor que brinde aún más desarrollo y genere oportunidades. Braverman se especializó en el extranjero, es un hombre afable a la hora de dar entrevistas. “Si hace 13 años le hubiera dicho a mi abuelita que existe una compañía como amazon.com, donde puedes comprar desde calcetines hasta coches o contenidos en línea, seguramente me habría preguntado: ‘¿Que amazon no es una selva en medio del continente americano?’. Y si le hubiera hablado de Google, me habría contestado también con un ‘¿Quéee?’”.

¿Hoy qué noticias tendría que darle a su abuelita? Que el volumen de ventas del comercio en línea en 2010 alcanzó la cifra récord de 36 mil 500 millones de pesos, lo que representa un incremento de 49% contra los 24 mil 500 millones de ventas en 2009. ¿Cómo analizaría esta expansión en este rubro comercial? Creo que hay que analizarlo desde diferentes ejes. Primero desde la tecnología, es decir, se puede hablar del consumidor y de lo que básicamente hacíamos los mexicanos con la tecnología que teníamos en su momento, y sobre todo de cómo hemos evolucionado. ¿Qué nos puede decir con respecto a la tecnología? La tecnología es clave, es el punto de partida. En 1999 había unos cuantos internautas, hoy navegan alrededor de 35 millones

de personas diariamente en el país. Ligado al tema de la tecnología, está también el tema del ancho de banda, ya que en 1999 los módems con formatos cerrados de America Online eran muy lentos. En pocas palabras, la banda era muy delgada y la calidad de la experiencia del usuario era extremadamente limitada. Sin embargo, con todo y estas limitaciones, se dio la primera transacción de comercio electrónico en la que participaron HP, Bancomer y Visa. ¿Qué sucede con las empresas de internet? Para 2004, las empresas que lograron sobrevivir fue gracias a un modelo de negocio sustentable, como los de Google, Yahoo, MercadoLibre, empresas que se convirtieron en los grandes monstruos del comercio web. Empezaron a ofrecer servicios en kilobytes y hoy andan en una velocidad promedio de 2 megabytes en ancho de banda, incluso


Existe una brecha digital tanto en edades como en niveles socioeconómicos. Se han generado debates tratando de buscar que internet se vea como un bien público y no como un bien de lujo

35 49%

millones de internautas, estimamos que solo 10% o 15% compra en línea.

ya con la conexión de fibra óptica hay paquetes comerciales con 10, 20 o más megas de servicio. Y el consumidor en la primera década del siglo XXI, ¿qué papel jugó? Hoy la gente hace de todo. Desde comercio por internet, operaciones de banca, se comunican con sus familiares; existen diferentes medios que no habríamos imaginado hace 10 años, justo como las redes sociales. En la medida en que se genera más contenido en línea, se tienen consumidores más inteligentes con accesibilidad a la información y cuentan con la capacidad de volverse más inteligentes con respecto a las compras que realizan. En las operaciones comerciales por internet, ¿cuáles tienen más demanda? Más o menos un 75% corresponde a gastos por viajes de entretenimiento; compras

aumentó el volumen de ventas del comercio en línea en 2010.

de boletos de avión y reservaciones de hoteles. También se compran electrodomésticos y contenidos en línea. En otros países el porcentaje de tiendas en línea es mayor; conozco porcentajes de 50% respecto del 25 de nuestro país. ¿Cuál es el rango de edad de los consumidores en línea? De los 35 millones de internautas, estimamos que solo 10% o 15% compra en línea. Y de los 35 millones de internautas en México, son menores de 24 años. ¿Cuál es el reto a corto plazo en este rubro? Existe una brecha digital tanto en edades como en niveles socioeconómicos. Se han generado debates tratando de buscar que internet se vea como un bien público y no como un bien de lujo; sino como un bien democratizador. 

169


capĂ­tulo 5

Bienestar vĂ­a consumo comunitario capital social 174 gasto cultural y recreativo 184



172

Bienestar vía consumo comunitario || Resumen ejecutivo

síntesis En el presente estudio se evaluó la dificultad que las personas enfrentan para obtener ayuda en seis rubros: dinero prestado, conseguir trabajo, ir al doctor, mejorar la colonia o comunidad, cuidado de enfermos y cuidado de hijos. Entre los resultados destaca que, para 2010, la proporción que experimentó mayores problemas para conseguir ayuda crece a menor ingreso, en el siguiente orden: 93% dinero prestado; 86% mejorar colonia o comunidad; 80% conseguir trabajo; 53% cuidado de los hijos; 51% cuidado de enfermos; y 36% visitas al médico.

Por otro lado, una constante a

lo largo del libro fue el crecimiento en importancia de transferencias en la

Las transferencias incluyen jubilación, becas, donativos, remesas y beneficios gubernamentales.

composición del ingreso de los hogares. Las transferencias incluyen jubilación, becas, donativos, remesas y beneficios gubernamentales. En todos los niveles de ingreso el monto mensual por este rubro creció entre 2000 y 2010, en especial en 30% de los

Respecto a 2008, la proporción de hogares que reportaron recibir remesas en 2010 bajó para todos los deciles de ingreso. En todas las categorías, la proporción que manifiesta dificultad para conseguir ayuda crece conforme baja el ingreso.


Resumen ejecutivo || Bienestar vía consumo comunitario

hogares de menor ingreso. De tal manera, las transferencias monetarias amortiguaron los efectos de la crisis financiera a finales de la década pasada, sobre todo en los hogares de menores ingresos. Por otra parte, los hogares de menor ingreso fueron los únicos que reportaron crecimiento constante en gasto cultural y recreativo entre 2000 y 2010, aunque en todos los niveles de ingreso hubo un incremento en el monto real dedicado a este fin. De este modo, los deciles 1 y 2 son los únicos que incrementaron su consumo en medios impresos, en tanto que los En todas las categorías, la proporción que reportó dificultad para conseguir ayuda creció entre 2008 y 2010 para todos los deciles de ingreso, con excepción de una disminución mínima en el cuidado de hijos en 50% de menores ingresos. Las transferencias monetarias amortiguaron la crisis financiera de la década pasada, en especial en los hogares de menor ingreso. En 2010 cada hogar recibía un promedio de 1,320 pesos mensuales por transferencia.

deciles 9 y 10 consumieron 80% del total de periódicos y fueron los deciles que redujeron su gasto en dicho rubro. En conclusión, en términos de gasto, cultura y entretenimiento son los rubros que más sacrificaron los hogares con mayores ingresos, como resultado de la crisis financiera. 

173


capital

capital social

Conseguir ayuda en situaciones de urgencia (ir al médico y cuidar enfermos o hijos) es el tema en el que sistemáticamente se reduce la dificultad de acceso; por contraste, el préstamo de dinero y la búsqueda de empleo son aspectos en los que se reporta mayor complicación para hacerse de ayuda. La proporción de hogares que reporta dificultad en la consecución de ayuda se incrementa a menores ingresos, en particular en préstamos de efectivo y empleo.



Bienestar vía consumo comunitario || Capital social

conseguir ayuda Desde 2008, la ENIGH contiene una batería de preguntas dirigidas a evaluar la dificultad que las personas enfrentan para conseguir ayuda de otros en seis rubros: dinero prestado, para que le cuiden un enfermo, para conseguir trabajo, para ir al doctor, para mejorar su colonia o comunidad, y para que le cuiden a los hijos. Por supuesto, esta es una medida de percepción que no calcula directamente el consumo de bienes comunitarios, pero es un aproximado útil para los fines de este capítulo. Hay tres hallazgos centrales: a menor ingreso es mayor la complicación para encontrar ayuda en todos los rubros reportados, en particular en el caso del préstamo de dinero y la consecución de empleo; el mejoramiento de la colonia y el préstamo de dinero son los aspectos en los que se reporta mayor dificultad para conseguir ayuda, mientras que ir al doctor y el cuidado de enfermos o hijos son servicios en los que el apoyo de otros es más accesible; por último, a consecuencia de lo anterior, estos son los aspectos en los que no hay un incremento en la dificultad para conseguir ayuda entre 2008 y 2010, mientras que en el resto de rubros crece la proporción de personas que señalaron como “imposible o difícil conseguirla”, en especial en lo que se refiere a la búsqueda de trabajo. De los datos emerge un patrón interesante: la provisión gratuita de servicios en situaciones de urgencia es el consumo comunitario de menor dificultad en su acceso, y en el que, a pesar de existir claras diferencias por nivel de ingreso, son menores respecto de otros rubros, con la excepción clara del cuidado de los hijos, donde el efecto de ingreso es amplio. Esto quizá refleje redes de solidaridad en transferencias de tiempo que se activan en coyunturas específicas, particularmente a menores ingresos, en donde se carece de una red de acceso a servicios remunerados. Sin embargo, las diferencias siguen siendo notorias. Si vemos solo los datos para 2010, 36% de las personas en el decil 1 (i.e. el 10% de menor ingreso) tuvo dificultad para encontrar ayuda para ir al doctor, contra 18% en el decil 10 (i.e. el 10% de mayores ingresos). Asimismo, 51% de las personas en el decil 1 reportó dificultades para que alguien le ayudara a cuidar a un enfermo, contra 32% en el decil 10. Finalmente, 53% de las personas en el decil 1 consideró

176

difícil o imposible hacerse de ayuda para el cuidado de los hijos, contra 32% en el decil 10. Este acceso diferenciado al consumo de bienes comunitarios tiene un efecto directo en el bienestar de los miembros de los hogares, tanto de los que requieren el cuidado, como aquellos que tienen que dedicar tiempo para suplir esta demanda, por medio de trabajo no remunerado. Por mucho, la mejora de la colonia o comunidad y el préstamo de dinero son los rubros que muestran mayor complicación para la consecución de ayuda, pero en el primer caso esta dificultad se distribuye de manera similar a distintos niveles de ingreso; mientras que conseguir dinero prestado es el aspecto en el que la diferencia en la dificultad reportada es más amplia por ingreso: 93% de las personas en el decil 1 estimó muy difícil conseguir dinero prestado, contra 69% en el decil 10. Intuitivamente, esto se explica por la probabilidad esperada de que el dinero prestado sea efectivamente pagado. Así, en el capítulo 3 notamos que a menor ingreso hay un acceso más restringido a servicios crediticios formales; bien, algo similar ocurre con préstamos entre personas. Finalmente, la ayuda para conseguir empleo es el aspecto en el que la proporción de personas que expresó dificultad creció más entre 2008 y 2010, al pasar de un promedio de 63% a 70%, y este incremento es notorio a niveles intermedios de ingreso. Ahora bien, se mantiene una relación lineal en la que a menor ingreso, mayor complicación para hacerse de

Dinero prestado Ayuda para que le cuiden un enfermo Ayuda para conseguir trabajo

Ayuda para ir al doctor Ayuda para mejorar su colonia o comunidad Ayuda para que le cuiden los hijos

Dinero prestado Ayuda para que le cuiden un enfermo Ayuda para conseguir trabajo Ayuda para ir al doctor Ayuda para mejorar su colonia o comunidad Ayuda para que le cuiden los hijos


Encontrar ayuda (por condición de pobreza).

Remesas y transferencias por condición de pobreza.

Porcentaje de población que opina sobre la facilidad de conseguir el tipo de ayuda mencionado. Alimentaria

Capacidades

Patrimonio

Ingreso promedio y porcentaje de hogares que reciben remesas por tipo de pobreza. Alimentaria

No pobre

Capacidades

Patrimonio

No pobre

2008 2010

2008

Ingreso promedio por transferencias* (pesos de 2010).

2000

2002

2004

2006

2008

2010

2010

% hogares

Imposible o difícil de conseguirla

Fácil o muy fácil de conseguirla

Ni fácil ni difícil de conseguirla

$100

$500

$1,000

$2,000

*Transferencias incluye: jubilación, becas, donativos, remesas y beneficios gubernamentales.


ayuda en la búsqueda de empleo. Para 2010, 8 de cada 10 personas en el decil 1 juzgó imposible o difícil conseguir ayuda para obtener trabajo, contra 6 de cada 10 en el decil 10. Así, la consecución de empleo está sujeta a las posiciones laborales de quienes forman parte de nuestro entorno inmediato y es posible que, a mayor nivel de ingreso, los miembros de nuestra red social estén en mejores condiciones de proveer ayuda.

transferencias públicas y privadas Las transferencias monetarias recibidas en los hogares mexicanos y que forman, como vimos en el capítulo 2, una parte importante de las canastas de ingresos, pueden tener un origen público o privado. Entre los primeros podemos encontrar transferencias por jubilación, becas y beneficios de programas gubernamentales, mientras que en los segundos se incluyen donativos y remesas. Como es de esperarse, la proporción de hogares que recibe algún tipo de transferencia se reduce linealmente a mayor ingreso, entre 67% en el decil 1, hasta 42% en el decil 10 (datos

2010), pero esta proporción creció entre 2000 y 2010 para todos los niveles de ingreso, en especial en hogares en niveles intermedios. Así, en tanto que en 2000, 34% de los hogares mexicanos recibía algún tipo de transferencia, en 2010 este porcentaje alcanzó 52%. Al crecer la proporción de hogares receptores de transferencias, los montos promedio de ingresos mensuales derivados de esta fuente crecieron también y este incremento fue mayor a menores niveles de ingreso. Entre 2000 y 2010, los ingresos por transferencias aumentaron en 42% en el decil 1 y en 68% en el decil 2, contra incrementos de 33% y 14% en los deciles 9 y 10, respectivamente (en términos reales). Para 2010, un hogar en el decil 1 recibía


en promedio 580 pesos mensuales por este concepto, contra 4,193 pesos en el decil 10. Esto es un indicativo del peso de transferencias públicas en la composición de los ingresos disponibles de los hogares, lo que confirma una sospecha generada en el capítulo 1: las transferencias monetarias amortiguaron los efectos de la crisis financiera a finales de la década pasada, en especial en hogares de menores ingresos. Para 2010, cada hogar mexicano recibía un promedio de 1,328 pesos entre transferencias públicas y privadas. El peso de las transferencias públicas se confirma cuando vemos los datos sobre remesas, generados desde 2008 dentro de la ENIGH. En 2010, 4.7% de los hogares

mexicanos recibía remesas, con un monto promedio mensual (sobre todos los hogares) de 102 pesos. Cabe mencionar que, la mayor proporción de hogares receptores de remesas no se ubica en el decil 1, el de menores ingresos, sino en los deciles comprendidos entre el 2 y el 6, es decir, no en los hogares en pobreza alimentaria, sino en aquellos en pobreza en capacidades o patrimonial. Como es de esperarse, la proporción más baja se da en el decil 10, donde apenas 2.2% de los hogares reportó recibir remesas. Así, en el decil 1 las remesas representaron, en 2010, apenas 6% del total de ingresos por transferencias, y en el decil 10, 2.8%; mientras que entre los deciles 3 y 6 las remesas aportaron entre 12.4% y 14.6% de los ingresos por transferencias (datos de 2010). En promedio, 1 peso de cada 10 de transferencias monetarias en los hogares mexicanos proviene del envío de remesas; las cuales evidentemente, tienen un efecto importante en términos de ingreso disponible y gasto en los hogares receptores, pero en una imagen más amplia, el efecto amortiguador de transferencias en ingreso y gasto proviene de transferencias públicas. 


Tipo de ayuda por decil de ingreso.

Porcentaje de población que opina sobre la facilidad de conseguir el tipo de ayuda mencionado. Deciles

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Dinero prestado Ayuda para que le cuiden un enfermo

2008

Ayuda para conseguir trabajo Ayuda para ir al doctor Ayuda para mejorar su colonia o comunidad Ayuda para que le cuiden los hijos

Dinero prestado Ayuda para que le cuiden un enfermo Ayuda para conseguir trabajo

2010

Ayuda para ir al doctor Ayuda para mejorar su colonia o comunidad Ayuda para que le cuiden los hijos Imposible o difícil de conseguirla

Fácil o muy fácil de conseguirla

Ni fácil ni difícil de conseguirla


Tipo de ayuda por decil de ingreso.

Ingreso promedio y porcentaje de hogares que recibe remesas por decil. Deciles

I

1

II 2

III 3

IV 4

V

VI

VII

1,000

5,000

5

6

7

VIII 8

IX 9

X

10

2008 2008 2010 2010 Ingreso promedio por transferencias* (pesos de 2010).

2000 2000

2002 2002

2004 2004

2006 2006

2008 2008

2010 2010

% Hogares

10,000

15,000

* Transferencias incluye: jubilaci贸n, becas, donativos, remesas y beneficios gubernamentales

*Transferencias incluye: jubilaci贸n, becas, donativos, remesas y beneficios gubernamentales.


182

Jacqueline Butcher García-Colín

directora del centro de investigación y estudios sobre sociedad civil-itesm

Jacqueline Butcher García-Colín estuvo involucrada en la investigación México Solidario. Participación ciudadana y voluntariado (Cemefi-Limusa 2007), una de las principales investigaciones en México sobre acciones en esta materia. El propósito de dicho análisis fue obtener un diagnóstico sobre estas actividades: su lugar en el país, sus características y motivaciones principales, su inserción y participación dentro de las organizaciones sociales, así como los roles que los sujetos voluntarios emprenden dentro y fuera de estas acciones solidarias. Los hallazgos de su investigación identifican la magnitud y las características de las prácticas solidarias llevadas a cabo cotidianamente por las ciudadanas y ciudadanos mexicanos. Además, ubica a personas e instituciones involucradas en la realización de esta primera aproximación a un fenómeno social raramente valorado. ¿Las personas de los diferentes sectores socioeconómicos del país colaboran por igual en acciones solidarias? Ni los de mayor ingreso ni los de menor realizan más o menos acciones solidarias; asimismo, ni los de menor escolaridad aportan más o menos su tiempo y esfuerzos que quienes tienen más estudios. Este es uno de los hallazgos generales más importantes de nuestro trabajo. Entonces, ¿en torno a qué elementos surge la solidaridad entre ciudadanos? Las preferencias por el trío de acciones solidarias a favor de la Iglesia, la escuela y los vecinos revelan y reflejan la alta importancia que la sociedad mexicana, en su conjunto, le confiere tanto a las dos instituciones (la Iglesia y la escuela), como a aquellos otros actores, los vecinos, quienes por su proximidad son parte de su vida cotidiana. ¿Qué debemos entender por capital social? Hay muchos antecesores de esta definición. El capital social trata acerca de las redes que existen entre individuos y de cómo se organiza en sí la acción colectiva. El capital social

puede entenderse también como todos aquellos rasgos de la organización tales como la confianza, las normas y las redes que pueden mejorar la eficiencia de una sociedad, facilitando la acción coordinada. ¿Cómo se puede entender la acción coordinada? Se puede hablar de dos tipos de acciones. No es lo mismo hablar de la sociedad civil organizada que de la desorganizada. Uno tiene dos mundos, el del gobierno y el de la sociedad civil; la sociedad civil puede estar organizada o no, pero la sociedad civil que está organizada es la que se conoce como “el tercer sector”. El primero sería el gobierno, el segundo las empresas, y el tercer sector serían las organizaciones. ¿Por qué es casi imposible conseguir ayuda de alguien en las siguientes categorías: prestar dinero, mejorar la colonia, conseguir trabajo, cuidar a hijos o enfermos y visitar al médico? Yo no diría que es imposible. Hay varios puntos importantes que habría que revisar antes de aseverar esto. Primero, la falta de confianza del mexicano, especialmente para


Uno tiene dos mundos, el del gobierno y el de la sociedad civil; esta puede estar organizada o no, la que está organizada es la que se conoce como “el tercer sector”

pedir y dar dinero. Su confianza reside en los círculos más cercanos de influencia: en la familia y en la familia extendida, no en el extraño. Es por eso que es más fácil que la gente reciba dinero (comprobado por estadísticas y estudios mexicanos) en un boteo, que si lo pide en el redondeo en el súper o si lo pide de otra manera, porque podemos observar adónde va lo que damos. Todavía estamos lejos de ayudar consistentemente a organizaciones o causas. Las participaciones son más esporádicas que regulares. La falta de confianza en otros es grande y se puede revisar en encuestas recientes. Algunas muestran que ha mejorado. Es aquí en donde hay que construir puentes de confianza hacia los demás a través de la creación de medidas de transparencia, no solo de los gobiernos, sino de las empresas y de las organizaciones no lucrativas por igual. Es la transparencia la que crea la confianza. En cuanto al cuidado de enfermos y conseguir trabajo también tiene que ver con la toma de responsabilidad por los demás. Si recomiendo y sale mal, a mí me pueden adjudicar el error de otros. El problema tiene también que ver con la falta de costumbre. No hemos sido enseñados desde niños a “mejorar la colonia”. ¿Cómo se muestra esa tendencia en cuanto al nivel de ingresos? En cuanto a solidaridad con los demás, demostramos en el estudio de México Solidario de 2008 que la solidaridad y la participación voluntaria, mucha o poca, es generalizada en todos los estratos sociales

y niveles educativos. Estos dos factores no fueron relevantes para medir qué tanto la gente era solidaria con otros o no. ¿Las tendencias han sido las mismas año con año o han variado? En otros estudios que miden el capital social se ha visto que, entre 2005 y 2008 hubo un debilitamiento de los medios formales de generación de capital social y, al parecer, hay más participación en organizaciones en el medio rural que en el urbano. ¿Considera que en los últimos 10 años ha habido transformaciones en cuanto a capital social entre los mexicanos? ¿Ha habido un fortalecimiento o un debilitamiento de estos lazos? Existe una proliferación de organizaciones civiles en los últimos 10 años, sin embargo, al mismo tiempo ha sido difícil lograr que subsistan. Es complicado cumplir con los requisitos de formar una asociación formal, muchos grupos se han creado pero no necesariamente son grupos formales. Podríamos decir que esto indica una mayor conciencia de la necesidad de asociatividad o asociacionismo (este puede ser formal o informal) para resolver problemas comunes. En el campo, todavía se trasminan las costumbres ancestrales de ayuda entre comunidades, sin embargo, la mayoría de la población ya vive en medios urbanos y es importante crear los ambientes necesarios de participación para que no se pierda esta actividad y fomentar el capital social. 

183


gasto cultural y recreativo El gasto educativo en hogares sin miembros en edad escolar creciĂł durante la dĂŠcada pasada, visiblemente en hogares de menores ingresos, aunque la mayor parte sigue estando concentrada en sus contrapartes de mayores ingresos. Algo similar ocurre con el gasto cultural y recreativo, concentrado aĂşn en hogares con mayor disponibilidad de dinero, pero estos lo redujeron sustancialmente entre 2000 y 2010, mientras que los hogares en los primeros deciles de ingreso lo incrementaron.



Bienestra vía consumo comunitario || Gasto cultural y recreativo

gasto cultural y recreativo Difícilmente podemos reducir el bienestar de los individuos a la consecución de ingresos monetarios, o el gasto dirigido a bienes de consumo básico, de generación de capacidades, o proveedores de decisiones económicas intertemporales. La adquisición de educación extracurricular y cultura inciden en nuestro bienestar, ya sea por constituir tiempo dedicado al ocio y actividades que nos gustan, o bien, por proveer información adicional que permiten traducir con mayor efectividad el consumo de otros bienes en bienestar. Asimismo, el consumo de bienes culturales, educativos y recreativos afecta nuestro entendimiento del entorno y nuestra posición en él; constituyen por ello, elementos centrales del concepto de capital social del que se habló al inicio del capítulo. Una forma de aproximarnos al consumo educativo no escolar es calcular el gasto reportado en hogares en los que no hay miembros entre los 6 y los 24 años de edad, los hogares no reportados en el capítulo 2 de este libro. Es una aproximación inexacta, dado que estas erogaciones pueden reflejar gastos en educación preescolar o postuniversitaria, pero creemos también que este gasto incluye el educativo extracurricular. Hay tres conclusiones claras. En primer lugar, este gasto educativo se concentra en hogares de mayores ingresos; para 2010, los hogares en el decil 10 destinaban 1,584 pesos mensuales, contra 103 pesos en hogares en el decil 1. En segundo lugar, en todos los niveles de ingreso ha habido un incremento en el monto real dedicado a este fin. En tercer lugar, este incremento ha sido más fuerte en hogares de menores ingresos. Este patrón llama la atención dado que, como vimos, ha habido otros rubros de gasto en los que los hogares de mayores ingresos han reducido recursos ante caídas en ingresos corrientes, mientras que los hogares de menores ingresos han incrementado más que proporcionalmente gastos en bienes no alimentarios. Este es uno de ellos. En 2000, un hogar en el decil 1, sin miembros en edad escolar gastaba, 11 pesos en educación; para 2010, este monto mensual promedio creció a 103 pesos (pesos 2010); en tanto que en un hogar en el decil 10, los montos pasaron de 1,456 pesos a 1,584 pesos. Esto es, mientras en 2000 un hogar en el 10% de mayores ingresos gastaba

186

127 veces más en este destino que un hogar en el 10% de menores ingresos, para 2010 la proporción cayó a 15 veces. Es una tendencia en los hogares más pobres, esos mismos hogares que tuvieron incrementos, aunque pequeños, en ingresos corrientes durante la década pasada, gracias al efecto amortiguador sobre ingresos de transferencias del que hablábamos antes. Por ejemplo, entre 2000 y 2010, el gasto educativo en hogares en pobreza alimentaria sin miembros entre 6 y 24 años pasó de 14 a 123 pesos (pesos de 2010), un crecimiento de casi 80%, mientras que el crecimiento en hogares en pobreza en capacidades fue de 82%, en hogares en pobreza patrimonial de 34%, y en hogares no pobres, 27%. ¿Se trata de una tendencia limitada a gasto educativo extracurricular o se extiende a gasto cultural? La respuesta es sí. El gasto


Gasto cultural y recreativo || Bienestar vía consumo comunitario

total mensual promedio en libros, revistas y periódicos entre 2000 y 2010 en hogares en pobreza alimentaria creció en 201%, mientras que en el resto de hogares cayó entre 44% y 84%. No obstante, la diferencia en montos sigue siendo enorme. Mientras un hogar en el decil 1 destina apenas 7 pesos mensuales al consumo de estos bienes, un hogar en el decil 10 destina 87 pesos mensuales promedio (datos de 2010). Notamos en el capítulo 1 que un hogar en el decil 10 tiene un gasto corriente mensual total promedio seis veces superior al de un hogar en el decil 1; ahora sabemos que el gasto cultural (vía productos editoriales) es 12 veces superior. Hay un claro sesgo hacia este consumo a mayor ingreso, aunque el único incremento entre 2000 y 2010 ocurre en los hogares de menores ingresos.

Por último, el mismo patrón se confirma en lo que toca al gasto recreativo, que incluye erogaciones en cine, teatro, televisión por cable, loterías y clubes. Entre 2000 y 2010, el gasto mensual promedio en un hogar en pobreza alimentaria pasó de 3 a 19 pesos (pesos 2010), un crecimiento de más del 400%, en tanto que en el resto de hogares cayó entre 17% y 60%. La diferencia en gasto recreativo a distintos niveles de ingresos sigue siendo enorme, entre 11 pesos en el decil 1 y 465 pesos en el decil 10, esto es, mientras el gasto total de los hogares en el decil 10 es seis veces superior al de los hogares en el decil 1, el gasto recreativo es 40 veces superior. En suma, el gasto en educación extracurricular no ha sufrido mermas en los hogares que perdieron ingresos corrientes, aquellos colocados en los deciles más altos, al tiempo que ha crecido más que de forma proporcional en hogares de menores ingresos, los únicos hogares que reportaron crecimiento en gasto cultural y recreativos durante la década pasada. Cambios marginales en ingresos corrientes en hogares de bajos ingresos, que analizamos en los capítulos 1 y 2, tienen efectos importantes en la diversificación del gasto más allá de la adquisición de comida, incluyendo consumo cultural, recreativo y educativo. 

187


Art铆culos culturales.

Servicios recreativos.

Gasto total mensual (pesos 2010) en libros, peri贸dicos, revistas.

Gasto total mensual (pesos 2010) en libros, peri贸dicos, revistas. 1000

350

10

9

9

8

8

7

7

6

6

5 4

Deciles

250

5

800

4

3

3

2

2

Deciles

300

10

1

1

600 200

150 400

100

200 50

0

0

2000

2002

2004

2006

2008

Alimentaria Capacidades Patrimonial No pobre

2010

2000

2002

2004

2006

2008 2010

Alimentaria Capacidades Patrimonial No pobre


Educaci贸n sin miembros, decil.

Gasto educativo en hogares sin miembros entre 6 y 24 a帽os (pesos 2010), decil.

2000

2002

2004

2006

2008

2010

Monto

1 2 3

$2,500

4 5 6

$1,000

7

$500

8

$100

Deciles

9

10

Gasto educativo en hogares sin miembros entre 6 y 24 a帽os (pesos 2010). Por condici贸n de pobreza.

2000

2002

2004

2006

2008

2010 Gasto

Alimentaria

Capacidades

$1,000

Patrimonial

$500 $100

No pobre


190

Consuelo Sáizar Guerrero

presidenta del consejo nacional para la cultura y las artes (conaculta)

El ocio, comprendido como el uso del tiempo libre en actividades de carácter lúdico, es una de las aspiraciones necesarias de toda sociedad moderna. La lectura de un libro, visitar un museo, escuchar un concierto, ir al teatro o al cine, son algunas de las actividades que se realizan durante el tiempo libre y que refuerzan el tejido social, así como la cultura que lo sustenta. Debido a esto, la prioridad del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y su presidenta, Consuelo Sáizar Guerrero, es proyectar y fomentar la cultura, ponerla al alcance del mayor número posible de mexicanos, a la vez que México se proyecta en el concierto de naciones como una potencia cultural en el siglo XXI. ¿Cuál es la relación que existe entre la educación, la cultura y el tiempo libre, y cómo se desarrolla? La educación nos prepara profesionalmente y nos capacita para el mundo laboral. Pero también nos prepara para aprovechar mejor nuestro esparcimiento y nos orienta para disfrutar mejor de la cultura como un gozo individual y colectivo. Las familias que asisten a una exposición o leen en voz alta un texto, intercambian opiniones y se relacionan profundamente. Así la educación se vuelve, no solo una necesidad de capacitación, muy necesaria en esta época, sino una manera de emplearla con vocación lúdica. La cultura va todavía más allá: nos ayuda a expresarnos plenamente como sociedad y a entendernos a plenitud. ¿Cómo afronta nuestro país, en esta época de grandes cambios tecnológicos, el desafío de poner la cultura al alcance del ciudadano? Los mexicanos tenemos la suerte de contar con un gran sustrato cultural, con raíces inmemoriales: nuestro pasado indígena, la época virreinal, el México moderno, la efervescencia creativa actual; todo esto nos permite tener un país mejor. Las prácticas

culturales están cambiando en los últimos años y de manera acelerada: la web, las redes sociales y la propia definición de arte. Para el Conaculta es prioritario no solo ponernos al día, sino estar a la vanguardia de la cultura en el mundo. El español será en este primer siglo del tercer milenio la segunda lengua más hablada en el mundo, y México, su país líder. Para ello se ha impulsado la creación de una plataforma cultural apoyada tanto en la infraestructura física –museos, bibliotecas, archivos– como en la nueva tecnología –sistemas de consulta, páginas web, libros electrónicos, digitalización de los acervos–, como se manifiesta en la Ciudad de los Libros y en el cerebro electrónico de archivos y bibliotecas, ambas iniciativas ya en curso. ¿Cómo se han adaptado las ciudades a estos cambios? Las grandes metrópolis han sido tradicionalmente, desde hace muchos años, los grandes polos tanto de creación como de consumo cultural. Pero el Conaculta considera prioritario hacer llegar la cultura a todos los lugares posibles y romper la inercia centralista. Se estudian las necesidades culturales de los diferentes contextos, no solo de las


La cultura da bienestar social, es un hecho demostrado por la experiencia. Reduce diferencias sociales –a una exposición asisten tanto familias de escasos recursos como personas acomodadas–, igual a una obra de teatro o al cine.

Un

libro se puede leer una y otra vez, por la misma o por distintas personas. porque ante una obra de arte todos somos diferentes

grandes ciudades, también de las medianas, los pueblos rurales, las comunidades más aisladas y se diseña una forma de satisfacerlas. Es en este plano que la vinculación entre educación y cultura es más profunda, la atención a los jóvenes es prioritaria, se crean vínculos sociales a través de la literatura infantil y juvenil, los cuenta cuentos, los paseos virtuales –no hay que olvidar que es una generación ya formada en las nuevas tecnologías, a la que hay que facilitarte la tarea, acercarle la tecnología a quienes no tengan acceso a ella–. Y, un punto esencial, vincular a las personas con la creación y el arte, y con los creadores y artistas. ¿Acaso hoy se lee menos en México? Tal vez nunca se había usado tanto la palabra escrita para comunicarse. Es cierto que ha descendido el consumo de periódicos, revistas y libros en papel, pero lo que ocurre es que se ha desplazado a la lectura en la red.

Pienso que este es un camino irreversible. Esto no significa que desaparecerá el libro tradicional, durante muchos años seguramente convivirán ambas prácticas de lectura. Por eso es importante preservar y difundir al mismo tiempo. Establecer una política conjunta: no elegir entre el brack y el brick, sino realizar ambas. En la reciente encuesta sobre el consumo cultural de los mexicanos, un útil trabajo para planificar las políticas del Conaculta, nos llevamos muchas sorpresas. El mexicano está mucho más cerca de las manifestaciones culturales de lo que se piensa, le interesa su cultura, le interesan sus artistas. Desde luego, nunca será suficiente, siempre hay que buscar aumentar y consolidar esa relación, evitar que los sectores frágiles –el libro es uno de ellos– se vean amenazados. En el terreno cultural es donde la ‘y’, que pone en relación al bienestar y al consumo, se vuelve subrayadamente inclusiva. Es en ese terreno que ambas palabras están íntimamente ligadas. La cultura da bienestar social, es un hecho demostrado por la experiencia. Reduce diferencias sociales –a una exposición asisten tanto familias de escasos recursos como personas acomodadas–, igual a una obra de teatro o al cine. Un libro se puede leer una y otra vez, por la misma o por distintas personas. Porque ante una obra de arte todos somos diferentes, cada uno en su individualidad específica, la cultura es el terreno que menos diferencia hace entre las personas. 

191




Conclusiones



196

Bienestar y consumo || Conclusiones

Este libro cuenta la historia de 29.97 millones de hogares mexicanos en términos de sus patrones de consumo a lo largo de la década pasada. Es, pues, una historia sobre la evolución de ingresos y su efecto sobre decisiones de gasto. Se logró confirmar la hipótesis que dio origen al libro: mientras que el bienestar medido estrictamente con base en la evolución de ingresos creció moderadamente en hogares pobres y se redujo en hogares no pobres durante la década pasada, el bienestar definido a partir del rango de bienes y la intensidad de su consumo cambió dramáticamente. Pequeños incrementos en ingreso disponible en hogares de bajos ingresos derivaron en cambios más que proporcionales en gasto y en el consumo de bienes alimentarios y no alimentarios. Creemos que una parte central de esta historia se explica por un crecimiento importante en transferencias como parte de la canasta de ingresos de los hogares. La nuestra es, por tanto, y de manera inevitable, una historia sobre desigualdad y sobre el efecto de la crisis financiera mundial de la que México no logró escapar entre 2007 y 2009. Descubrimos que, respecto de sus ingresos corrientes en 2000, fueron los hogares mexicanos de menores ingresos los que tuvieron incrementos en términos reales; en tanto que 30% de hogares de mayores ingresos reportaron pérdidas. Más aún, descubrimos que este incremento se debió a que los ingresos por transferencias, particularmente públicas, aumentaron como proporción de los ingresos totales. No es un dato menor: el 10% de hogares de menores ingresos tuvo un incremento real de 17%. Ciertamente no es un crecimiento dramático, pero hay dos historias importantes ahí contenidas. En primer lugar, los hogares de menores ingresos fueron los que mejor resistieron los efectos de la crisis financiera. En segundo lugar, este pequeño incremento en ingresos derivó en cambios importantes en términos de consumo, tanto en montos como en los bienes a los que se tuvo acceso. Así, el único grupo de hogares que incrementó su gasto corriente mensual promedio durante toda la década pasada fue aquel en el 10% de menores ingresos. Entre 2000 y 2010, estos hogares incrementaron su gasto corriente total en 43% en términos reales. Este crecimiento en gasto implicó un engrosamiento del 28% real en gasto alimentario, pero implicó incrementos mucho mayores en otros rubros de gasto

de bienes privados necesarios, como ropa y calzado, vivienda, y productos de cuidado e higiene personal. La historia es simple: en los hogares de menores ingresos, pequeños aumentos en ingreso disponible implican incrementos dramáticos en consumo de bienes alimentarios y no alimentarios; entre tanto que en los hogares de mayores ingresos, decrementos en ingreso disponible derivaron en caídas más que proporcionales en consumo no alimentario. En términos de consumo, en 2010 México fue claramente menos desigual que en 2000; esto se debe en gran parte a pérdidas en ingresos en los deciles más altos, pero también a que los deciles más bajos tuvieron más ingresos que les permitieron acceder a consumo más intenso de bienes no alimentarios, principalmente: ropa y calzado, productos de cuidado personal, movilidad, vivienda, educación, salud y telefonía celular. Este efecto en consumo de pequeños incrementos en ingreso lleva a hallazgos sorprendentes. Por ejemplo, los hogares en el decil 1 aumentaron en 78% su gasto en transporte, pero en 399% su consumo en gasolina. En efecto, para 2010, 16.4% de los hogares en el 10% de menores ingresos, aquellos que por definición se encuentran en pobreza alimentaria, tenía un automóvil particular propio (contra 4.5% en 2000). Pocas decisiones de gasto ilustran con mayor claridad el crecimiento en el umbral de decisiones de consumo ante incrementos en ingreso disponible a través de transferencias. Para 2010, un hogar promedio en este grupo destinaba 74 pesos al consumo de gasolina; esta



Bienestar y consumo || Conclusiones

cifra palidece ante los 1,177 pesos de un hogar en el 10% de mayores ingresos, pero debemos recordar que en 2000 esos mismos hogares erogaban apenas 15 pesos. Así, el número de vehículos en el decil 1 pasó de 116 mil a 554 mil durante la década pasada. La composición de los ingresos en los hogares mexicanos cambió sustancialmente durante la década pasada. Menos basaron sus ingresos únicamente en negocios, trabajo o una combinación de ambos; en tanto que una mayor proporción basó sus ingresos en una combinación de trabajo y transferencia. Ello confirma que transferencias monetarias constituyeron el factor clave en el incremento de ingresos en hogares pobres. En ese sentido, los hogares que más resintieron la pérdida de ingresos derivada de la crisis financiera fueron aquellos cuya fuente central provino exclusivamente de negocios, en especial en los deciles más altos; mientras que los que reportaron incluso incrementos, fueron hogares en deciles más bajos, cuyos ingresos se basaron solo en trabajo, o una combinación de trabajo y transferencias. La pérdida en ingresos por negocios fue compensada por medio de trabajo y rentas en los hogares de mayores ingresos, y de trabajo y transferencias en los hogares de menores ingresos. Durante la década pasada, la proporción de hogares que recibió algún tipo de transferencia monetaria creció a todos los niveles de ingresos. Entre 2000 y 2010, el porcentaje global pasó de 34% a 52% de los hogares, un cambio sustancial. Al cierre de la década, 7 de cada 10 hogares con ingresos más bajos recibía transferencias, contra 4 de cada 10 hogares con ingresos más altos. Las transferencias constituyeron una red de contención de los efectos de la crisis financiera. Contrario a lo que muchos pensarían, no se trata de transferencias privadas: uno de cada 10 pesos provino de remesas. Centrémonos por un momento en los ingresos exclusivamente laborales; hay aquí otro hallazgo sorpresivo: los grupos que son tradicionalmente más vulnerables laboralmente (jóvenes, mujeres y aquellos con baja escolaridad) fueron justamente los que tuvieron una pérdida más moderada en términos de ingresos laborales entre 2005 y 2010. Por ejemplo, una mujer con primaria incompleta perdió 2.1% de su ingreso real, contra 30.5% de un hombre con posgrado.

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Más aún, en el mismo periodo el decremento en ingresos laborales fue mayor entre hombres que entre mujeres, lo que derivó en una reducción en la brecha de género. Si hacemos un corte entre 2005 y 2010, solo aquellos que tenían entre 14 y 24 años en 2005 ganaban más en 2010, cuando tenían entre 20 y 29 años; el resto de grupos de edad ganaba menos por su trabajo en 2010 que en 2005. Por supuesto, la escolaridad eleva ingresos, pero este es un efecto notable en el caso de las mujeres, que encuentran en la adquisición de capacidades una forma de compensar desigualdades estructurales en el mercado laboral. Esto no refleja que las mujeres de mayor escolaridad ganen igual o más que sus contrapartes masculinas, refleja más bien que, a bajos niveles de escolaridad, las mujeres ganan mucho menos que los hombres. Como reflejo de lo anterior, descubrimos que el empleo en el sector informal de la economía castiga dramáticamente a las mujeres en términos de sus ingresos laborales. Así, una mujer con un empleo informal gana 103% menos que un hombre, en tanto que en el sector formal la diferencia es de 16%. El empleo en el sector formal está fuertemente asociado a mayor escolaridad, lo mismo que el empleo en el sector público, donde claramente las brechas en ingresos por género son menores a aquellas en el sector privado. La fuerza laboral mexicana cambió durante la década pasada: ha crecido, ha envejecido, se ha feminizado y adquirió mayores niveles de escolaridad. Entre 2005 y 2010, el número de mexicanos en


Conclusiones || Bienestar y consumo

edad laboral pasó de 74 a 80 millones, mientras que la población económicamente activa aumentó de 43 a 47 millones. Curiosamente, el incremento más que proporcional en la PEA ocurre en grupos de mayor edad, sobre todo en el grupo entre 50 y 54 años, aunque claramente el grupo con mayor participación siguió siendo aquel entre 35 y 44 años. Identificamos, además, patrones diferenciados entre hombres y mujeres. Mientras los primeros redujeron su participación económica en todos los grupos de edad, las mujeres hicieron lo opuesto, y también en todos los grupos de edad. Este fenómeno es visible entre aquellos y aquellas mayores de 50 años, pero no hay un solo grupo de edad y/o escolaridad en el que la participación económica de las mujeres sea superior a la de los hombres. En términos de ocupación tenemos una imagen incompleta que concluye en 2010, ello es relevante dado que no logramos capturar efectos derivados de la recuperación económica posterior a la crisis financiera. Dado esto, concluimos que entre 2005 y 2010 todos los grupos de edad y escolaridad aumentaron su tasa de desocupación; en especial los grupos por debajo de 30 años de edad y con niveles intermedios de escolaridad. De esta manera, para 2010, los mexicanos con posgrado tenían una tasa de desocupación de 32%, contra 8.1% de alguien con primaria incompleta. Del mismo modo, la tasa de desocupación en los mexicanos dentro de la PEA, entre 14 y 19 años, alcanzaba 11.3%, contra 3.5% de alguien entre 35 y 39 años.

Hay aquí una historia similar a la de participación económica: hay una reducción en la brecha de género, explicada por un mayor crecimiento en desocupación entre hombres que entre mujeres. Curiosamente, la relación con respecto a la escolaridad fue inversa: a menor escolaridad, la participación de las mujeres es menor a la de hombres, pero su tasa de ocupación es mayor; mientras que, a mayor escolaridad, la brecha en participación decrece, y se incrementa aquella sobre desocupación. Igualmente relevante es el hallazgo sobre informalidad: las mujeres tienen una tasa de participación superior a los hombres, una diferencia que, además, crece a mayor edad y menor escolaridad. Lo mismo ocurre con el trabajo no remunerado donde, para 2010, 14 de cada 100 mujeres trabajaban sin pago alguno, contra apenas 6 hombres. Si las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector informal a mayor edad y menor escolaridad, descubrimos también que lo opuesto sucede en cuanto a su participación en el sector público. Como proporción total de ocupación, el sector público es claramente más importante en el caso de mujeres que de hombres, y ello ocurre a menor edad y mayor escolaridad. Por ejemplo, 44 de cada 100 mujeres con universidad laboran en el sector público, contra 29 de cada 100 hombres. Finalmente, no deja de ser sobresaliente que incluso en los segmentos de mayor acceso a seguridad social a través de empleo, aquellos entre 25 y 29 años de edad, la cobertura no supere el 50%. Entre 2005 y 2010, sigue siendo una buena noticia que la proporción de ocupados con seguridad social se redujo marginalmente en todos los grupos de edad y escolaridad. El bajo acceso a seguridad social por medio del empleo no implica que no exista un consumo de servicios de salud. Cierto, la proporción de personas con acceso a servicios públicos de salud crece linealmente con ingreso, pero el mayor incremento lo reportaron los deciles de menos ingresos y como consecuencia del Seguro Popular. Para 2010, 61% de las personas en el decil 1 manifestó tener acceso garantizado a atención médica; un porcentaje significativo si tomamos en cuenta que la proporción en el decil 10, el más alto entre todos los grupos de ingreso, promedió 76%. Si viésemos únicamente la fotografía de acceso a servicios de salud públicos asociados al empleo (i.e. IMSS,

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Bienestar y consumo || Conclusiones

Issste, etcétera), el porcentaje en el decil 1 sería de apenas 7.4%, contra 89% en el decil 10. No obstante, el consumo en salud es más complejo de lo que uno esperaría. En ese sentido, la segunda alternativa de consumo más reportada entre personas de menores ingresos son los consultorios de farmacias, seguido muy de cerca por servicios privados. En cuanto a las personas de mayores ingresos, las que tienen un mayor acceso a servicios públicos a través del empleo, el consumo más común ocurre en servicios privados; seguido lejanamente por el IMSS. La salud es un aspecto clave en la adquisición de capital humano, el otro es, por supuesto, educación. Hay ahí un fenómeno demográfico importante que merece ser comentado: un decremento en el número de miembros en edad escolar en los hogares mexicanos y un crecimiento en la edad promedio de estos. Por ello, resulta sorprendente que el gasto educativo per cápita en los hogares se haya incrementado, y especialmente notable que ello pase con mayor claridad en hogares de menores ingresos. Para 2010, apenas 18% de los hogares en el decil 1 no tenía un miembro entre 6 y 24 años, mientras que en el decil 10 este porcentaje alcanzó 64%. En otras palabras, a mayor ingreso, menor proporción de hogares con miembros en edad escolar y menor promedio de miembros en dichas edades, cuando los hay. Sin embargo, todos los deciles de ingreso incrementaron su gasto educativo, y ello se da particularmente en hogares de menores ingresos y cuando tienen miembros en edad escolar básica, debido a un mayor consumo per cápita en inscripciones y útiles. No deja de ser sorpresivo que el gasto per cápita sea mayor en todos los grupos de ingreso cuando quienes acuden a la escuela en el hogar lo hacen en educación básica, que cuando se trata de educación media superior o superior. Ello se explica posiblemente por una reducción en matriculación en estos niveles de educación en hogares de bajos ingresos, y a un traslado de educación privada a educación pública en estos niveles en hogares de mayores ingresos. Ponderando entre todos los hogares y todos los grupos de edad escolar, para 2010 el gasto educativo total promedio por hogar en el decil 1 era de 584 pesos, lo que representó 15% de su gasto corriente mensual total; contra 5,502 pesos en el decil 10, que equivalió a 23% de su gasto.

La adquisición de capacidades y el acceso a fuentes de ingreso pasa por restricciones sobre el uso del tiempo dentro del hogar, y ahí los datos son contundentes: las horas semanales dedicadas al trabajo no remunerado en el hogar son sistemáticamente superiores en mujeres que en hombres. A mayores ingresos este número de horas se reduce, especialmente las relacionadas al cuidado de niños, enfermos o personas de la tercera edad, en tanto que a mayor escolaridad las horas dedicadas con el quehacer se reducen, pero son a su vez usadas para el cuidado. Para darnos una idea del tiempo dedicado a trabajo no remunerado dentro de los hogares, una mujer entre 25 y 65 años y en el 10% de hogares de más bajos ingresos dedica 61 horas semanales, lo que supera por mucho las horas dedicadas al trabajo remunerado, y que sobrepasa también en 37 horas el equivalente en hombres. El efecto de ingreso y escolaridad es dramático: mientras una mujer con primaria incompleta dedica 60 horas semanales al trabajo no remunerado, 36 más que un hombre en las mismas condiciones, una mujer con universidad en el decil 10 dedica un total de 38 horas, 19 más que un hombre de las mismas características. Pero además, la primera mujer dedica en promedio 25 horas al cuidado y 30 al quehacer, al tiempo que la segunda dedica 21 y 18, respectivamente. Descubrimos que el acceso a bienes de consumo como estufa o agua entubada reduce las horas dedicadas al quehacer, pero incrementa las horas dedicadas al cuidado, especialmente cuando


este acceso se da en hogares de menores ingresos. El tiempo es un bien de consumo e inversión. Lo mismo sucede con el consumo de bienes financieros, que proveen simultáneamente de mecanismos de ahorro y de oportunidades para decisiones de consumo intertemporales a través del crédito. En términos de ahorro, en el sector bancario hay tres hallazgos claros: en primer lugar, la proporción de hogares que recibió o hizo algún depósito durante los tres últimos meses cayó durante la década pasada en todos los niveles de ingreso; del igual manera, los montos promedio de los depósitos cayó también; finalmente,

el acceso a la banca formal sigue siendo un privilegio de hogares de mayores ingresos, que tienen una probabilidad tres veces mayor de recibir un depósito por esta vía que un hogar de menores ingresos, y esta relación no cambió sustancialmente durante la década pasada. Ahora bien, incluso cuando los hogares de menores ingresos tienen todavía un acceso limitado al ahorro bancario y los montos que destinan o reciben son pequeños, fueron estos hogares los que resintieron con menor intensidad los efectos de la crisis financiera y quienes se recuperaron más rápidamente de estos efectos entre 2008 y 2010. Ello se debe en gran medida a la recepción de transferencias, tanto privadas como públicas. Un mecanismo común de ahorro es la construcción de una vivienda propia. Descubrimos que una proporción importante de hogares mexicanos ocupa una vivienda prestada, y que esta proporción creció durante la década pasada en todos los grupos de ingreso, sobe todo en los primeros deciles. Es en estos hogares de


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Bienestar y consumo || Conclusiones

menores ingresos donde, además, creció la proporción de viviendas rentadas, lo que explica un hallazgo previo sobre el incremento más que proporcional en vivienda respecto de, por ejemplo, gasto total o gasto alimentario. No obstante, por mucho la renta de vivienda es una característica de hogares ubicados en los deciles de ingreso más altos. Cabe subrayar que, los hogares de menor (o nulo) acceso al crédito hipotecario, son los de menor ingresos y también los que reportan un porcentaje más alto de propiedad de la vivienda. Por ejemplo, en el 10% de ingresos más bajos, 74% de los hogares ocupa una vivienda propia, mientras que en el resto de deciles de ingreso la proporción se mueve entre 63% y 67%. La construcción de vivienda propia es una alternativa de ahorro y acumulación en hogares excluidos del acceso a mecanismos formales dentro del sistema bancario. Reflejo de lo anterior es que el acceso al crédito por medio de tarjetas bancarias o comerciales está prácticamente reducido al 30% de hogares de mayores ingresos; en el resto de grupos, menos del10% de los hogares declaró algún pago de este tipo. Sin embargo, hubo cambios importantes durante la década pasada, y han sido los hogares entre los deciles 6 y 9 los que incrementaron dramáticamente el uso de estas tarjetas; es decir, los hogares de menores ingresos relativos dentro de la mitad de mayores ingresos. Así, respecto de 2000, para 2010 una proporción mayor de hogares usó tarjetas de crédito bancarias o comerciales y erogó por esta vía mayores cantidades. Un sector en donde cambios pequeños en ingresos disponibles en los hogares derivaron en grandes cambios en consumo es el de telefonía e internet. Durante la década pasada, la proporción de hogares en el 10% de menores ingresos con una línea telefónica fija en el hogar pasó de 3% a 12%; hablamos por definición de hogares que son oficialmente clasificados en condición de pobreza alimentaria. No es un hallazgo menor. Asimismo, hay un patrón interesante de consumo durante la década pasada. Respecto de 2000, el 30% de hogares de mayor ingreso manifestó una proporción menor de líneas fijas, en tanto que el 70% restante aumentó su uso. Esto se debe a que los primeros sustituyeron tempranamente teléfonos fijos por teléfonos celulares, pero lo hicieron de forma moderada.

En contraste, a partir de 2006, los hogares de menores ingresos han sustituido con mucha mayor claridad líneas fijas por líneas móviles, ello a pesar de una caída en el gasto promedio en telefonía fija. Por ejemplo, en hogares en pobreza alimentaria la proporción con telefonía fija pasó de 6% a 18% entre 2000 y 2008, para caer a 15% en 2010, mientras que en un hogar no pobre se movió de 58% a 61% entre 2000 y 2008, para quedar nuevamente en 58% en 2010. El dato habla por sí solo: en 2002, 4 de cada 100 hogares en el 10% de menores ingresos tenía al menos un teléfono móvil, para 2010, 1 de cada 3. El crecimiento fue realmente dramático en apenas ocho años. Por supuesto, sigue siendo un consumo desigual: la proporción en hogares en el 10% de mayores ingresos es de 9 de cada 10. En promedio, para 2010, 64% de los hogares mexicanos tenía al menos un celular. Curiosamente, el gasto mensual promedio se redujo en la mitad de hogares de menores ingresos, mientras que se incrementó en la mitad de hogares de mayores ingresos. Esto se debe a que los primeros recurren a planes de prepago sin acceso a datos, que les permiten recibir llamadas aunque no consuman tiempo aire, al tiempo que los segundos han mudado a teléfonos inteligentes que implican mayores erogaciones. Que 1 de cada 3 de los hogares más pobres del país tenga al menos un teléfono móvil es, sin duda, una buena nueva en términos de conectividad y acceso a información. Algo en clarísimo contraste con lo que ocurre en


cuanto al acceso a internet. En esos mismos hogares apenas 1 de cada 100 reportó acceder a la red en sus hogares, mientras que en los de mayores ingresos, en el decil 10, 60 de cada 100 lo hacían. De ese tamaño es la brecha digital en nuestro país. Ciertamente, el internet no es un bien de consumo de costo accesible o que se perciba tan necesario como la telefonía en los hogares de menores ingresos, y al decidir gastar entre uno u otro, la telefonía móvil es la clara alternativa. A modo de ejemplo, en los hogares en pobreza patrimonial, aquellos que tienen ingresos que garantizan consumo alimentario y de

acceso a capacidades, pero no para la adquisición de un patrimonio, 61 de cada 100 tenía al menos un teléfono celular, mientras 10 de cada 100 tenía internet en la vivienda. Por último, en lo que toca al consumo de bienes comunitarios que tienen un valor de mercado, pero que son provistos de manera gratuita mediante redes sociales, descubrimos tres patrones. En primer lugar, a menor ingreso se reporta una mayor dificultad para acceder a ellos, especialmente cuando se trata de préstamos monetarios o ayuda para conseguir empleo. En segundo lugar, mientras que el préstamo de dinero es la ayuda de más difícil consecución, el traslado a un médico y el cuidado de hijos o enfermos son los bienes comunitarios de más fácil acceso. Finalmente, son estos aspectos de cuidado y urgencia los que reportan un menor crecimiento en la proporción de personas que consideraron difícil conseguirlos, independientemente del nivel de ingreso. 


Anexo



José Ramón Cossío Díaz

ministro de la suprema corte de justicia de la nación

El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

U

Ensayo de José Ramón Cossío Díaz y Rodrigo Montes de Oca Arboleya

na de las pretensiones más importantes a cargo del Estado es el reconocimiento del estatus jurídico de cada individuo frente a él. Para esto es necesario que las conductas humanas se regulen en las normas jurídicas que produce el Estado. Esto ha exigido a los Estados la creación de herramientas y procedimientos procesales que reconozcan la protección de derechos con el fin de garantizar el acceso a la justicia. La posibilidad de hacer que estos individuos puedan hacer efectivos sus derechos genera seguridad y certeza jurídica dentro de la sociedad. El acceso eficaz a la justicia no se limita a un aspecto meramente jurídico. El que un país logre que las personas tengan la facilidad de acudir a un juez para dirimir sus controversias y que este determine sus derechos

genera consecuencias positivas en el ámbito económico, social y cultural de la sociedad. Nuestro sistema jurídico en general y el procesal en particular, fueron diseñados desde una perspectiva individualista, que si bien esta concepción satisfizo las necesidades jurídico-sociales de cierta época, en la actualidad este sistema ha dejado de ser del todo eficiente para garantizar el acceso a la justicia de los ciudadanos. Es por eso que la complejidad de nuestros procesos jurisdiccionales constituye una carga onerosa para la mayor parte de la sociedad. Esto induce a que, con frecuencia, la parte económica más débil sea quien sufra el daño causado por injusticias o transacciones desventajosas, no solo por el costo que implica el litigio y lo tardado que son los procesos jurisdiccionales para quien pueda acceder a ellos, sino también porque, en muchos casos, los ciudadanos no cuentan siquiera con las acciones necesarias para hacer valer sus derechos ante los tribunales.


“He resuelto varios casos mediante el método de las acciones colectivas. Desde un fraude por la venta de boletos de una aerolínea hasta la estafa de una empresa constructora de casas en Chihuahua, cuyos litigios se llevaron mediante grupos de consumidores hasta lograr las indemnizaciones pertinentes”

Un ejemplo se presenta en los daños de baja cuantía en los cuales los individuos asumen por completo la pérdida, sin importar en modo alguno la responsabilidad que pudieran tener. Esto se debe a que, por una parte, los costos que deben enfrentar los individuos para ejercer una acción procesal superan con creces los beneficios esperados de llevar a cabo dicho litigio; por otra, y más grave, no encuentran un instrumento procesal efectivo que les garantice la tutela de sus derechos. Así, si los individuos no acuden a las instancias legales que les permiten proteger sus derechos, su situación jurídica general resultará precaria y desventajosa. Bajo este contexto surgen los mecanismos de tutela de los derechos colectivos, entre los que destaca la acción colectiva. La intención de crear una acción procesal distinta a la acción individual obedece a que, cuando un grupo de personas ve afectados sus derechos por un mismo hecho o causa, basta con que un representante legitimado del grupo acuda a los tribunales a exigir la restitución de los derechos violentados, con lo cual rompe con la perspectiva individualista mencionada. El tema de las acciones colectivas como instrumento procesal es muy vasto, por lo que el presente ensayo se enfoca en hacer un recorrido por las diferentes etapas (legislativas y jurisdiccionales) por las cuales hemos tenido que pasar como sociedad para poder tener una solución que permita su tramitación

eficaz. Para lo anterior decidimos dividir el trabajo en cinco apartados. En el primero se expondrán de forma general algunos elementos esenciales de las acciones colectivas que hacen que se diferencien de una acción individual. En el segundo se analizará la acción de grupo en materia de protección al consumidor, la cual, a nuestro juicio, es el único antecedente de una acción colectiva en nuestro sistema jurídico federal. En el tercero, se analizará la experiencia de Profeco en el trámite de una acción de grupo en contra de una empresa constructora, la cual fue resuelta en última instancia por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia. En el cuarto, se hará un breve recuento de las diversas reformas legislativas que se hicieron en la materia, las cuales concluyeron con la publicación de la normativa en materia de acciones colectivas publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 2011. Por último, se expondrán los retos que, a nuestro juicio, se tendrán que superar para la implementación efectiva de la referida reforma.

elementos esenciales de la acción colectiva Como punto de partida podemos decir que no existe una definición unívoca de acción colectiva, principalmente porque la doctrina y las legislaciones han definido sus propios elementos basándose en los tipos de derechos que pretenden tutelar y el mecanismo jurídico que buscan implementar en la sociedad.


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Bienestar y consumo || El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

Sin embargo, la mayoría de los juristas que han escrito sobre el tema coinciden en ciertos elementos esenciales que deben tener los instrumentos procesales para ser considerados como tales. Entre ellos destacan los sujetos legitimados para promoverla, las pretensiones posibles, los mecanismos de incorporación al grupo y, en algunos casos, los efectos ultra partes de la sentencia que ponen fin al litigio. Estos elementos hacen que se distinga de la acción individual y que para su correcta implementación se requieran normas especiales de tramitación, tal como a continuación se muestra. Las acciones colectivas son instrumentos procesales concebidos en general para permitir que se acuda ante un juez en demanda de efectividad, protección, restablecimiento o resarcimiento de un derecho cuya titularidad corresponda a un grupo de personas. Una de las definiciones más aceptadas en los países de Iberoamérica es la del jurista brasileño Antonio Gidi. Él define a la acción colectiva como la acción promovida por un representante (con legitimación colectiva) para proteger el derecho que pertenece a un grupo de personas (objeto de litigio) y cuya sentencia obligará al grupo como un todo (cosa juzgada). En una acción colectiva los derechos del grupo son representados en juicio por un representante y la sentencia dirimirá toda la controversia colectiva, alcanzando a todos los miembros titulares del derecho del grupo1. Tampoco existe consenso en el foro jurídico respecto de la forma de definir los tipos de derechos que se buscan tutelar con este tipo de acciones. Sin embargo, aunque el nombre que se le da a estos derechos no coincidía, el significado es el mismo en varios países. Es por esto que, con independencia de su denominación, se puede afirmar que

1 Gidi, Antonio, Las acciones colectivas y la tutela de los derechos difusos, colectivos e individuales en Brasil, Trad. Lucio Cabrera Acevedo, UNAM, México, 2004, p. 31.

las acciones colectivas protegen tres tipos de derechos: colectivos en sentido estricto, difusos e individuales de naturaleza homogénea2. Estos derechos poseen varias características en común, entre las que destaca su pertenencia a un grupo carente de la posibilidad de lograr una defensa eficaz mediante las acciones individuales tradicionales; otra es que, siendo factible su separación, la prosecución de procesos singulares carece de incentivos reales, tanto por resultar más costosos los procedimientos empleados que la reparación que se pueda obtener, como por su falta de idoneidad para impedir a futuro los abusos denunciados. Un elemento crucial en el establecimiento de las acciones colectivas tiene que ver con la legitimación procesal de los promoventes. El hecho de que no solo sean las instituciones públicas las que puedan promover este tipo de acciones, refleja la importancia

2 El Decreto de reformas al Código Federal de Procedimientos Civiles publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 2011 define los referidos derechos de la siguiente forma: Colectivo en sentido estricto: son derechos transindividuales, de naturaleza indivisible, de los que es titular una colectividad determinada o determinable, cuyos miembros se encuentran vinculados por circunstancias de hecho o de derecho. Entendiendo las circunstancias de hecho como una conducta que afecte o ponga en riesgo a una colectividad de individuos y a las circunstancias de derecho como la existencia de una relación entre los miembros del grupo o entre ellos y la contraparte. Difusos: son aquellos derechos transindividuales de los que es titular una colectividad indeterminada, cuyos miembros se encuentran vinculados por circunstancias de hecho. Como se puede apreciar, son muy semejantes a los derechos colectivos en sentido estricto, lo que los hace diferentes es que, en esta especie, el grupo no es determinado ni puede ser determinable y lo único que los une son circunstancias de hecho. Individuales de naturaleza homogénea: son aquellos de naturaleza individual y divisible que, por circunstancias de hecho y de derecho, permiten su protección y defensa de forma colectiva. En este tipo de derecho también puede no existir una relación jurídica base entre las personas afectadas. Lo que importa es que todos los intereses individuales que poseen sean resultantes de un hecho común. La homogeneidad de los derechos y el origen común de hecho que afecta a los sujetos son, por tanto, los requisitos para el tratamiento colectivo de los derechos individuales.


El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano || Bienestar y consumo

que se le da a este medio de defensa en el ordenamiento jurídico al que pertenece, pues representantes nombrados por la colectividad afectada podrán acudir ante un juez en representación de los derechos de la misma. Lo anterior pone de manifiesto que el nombre de acciones colectivas no es casual, ya que para su ejercicio es necesario que exista una persona legitimada que represente a un número plural de personas que, de forma conjunta, procedan a ejercer su acción necesaria. La doctrina sostiene que lo ideal en un país democrático que busca una mejor protección de los derechos colectivos es que exista la posibilidad de que sean, principal-

procede del derecho anglosajón y tiene la finalidad de disuadir y castigar mediante una sanción económica, adicional a la indemnización, conductas dolosas o gravemente negligentes que suelen ocurrir. Otro elemento característico de este tipo de acciones son los mecanismos de incorporación al grupo. La propia naturaleza de los derechos colectivos impide la participación activa de los afectados dentro del litigio. En este sentido, se hace necesaria una ficción que permita incluir a todos bajo una misma representación. Es por esto que en la mayoría de los países donde se ha adoptado esta institución se prevén dos opciones para

El hecho de que no solo sean las instituciones públicas las que promueven este tipo de acciones, refleja la importancia que se le da a este medio de defensa en el ordenamiento jurídico mente, tres los sujetos que tengan legitimación procesal activa para proteger los derechos colectivos: el Estado, a través de sus instituciones encargadas de velar por los derechos de la población, las asociaciones civiles, cuyo objeto social incluya la promoción o defensa de los derechos colectivos de que se trate, y el propio grupo, a través de un representante nombrado por él mismo. Es importante destacar que estas opciones no son excluyentes entre sí. Por otro lado, tenemos que la acción colectiva es una herramienta jurídica que proporciona a quienes sufren un daño o riesgo, la oportunidad de obtener una indemnización, una compensación, la cesación de la conducta o la disuasión de la misma. La pretensión que exigirá la parte actora depende en gran medida del tipo de derecho colectivo protegido por la norma transgredida. Así pues, son tres los efectos más frecuentes que se obtienen de una sentencia colectiva: efectos indemnizatorios o restitutorios, efectos declarativos preventivos y efectos punitivos (punitive damages). Este último efecto

manifestar el consentimiento de pertenecer o no al grupo. Estos son los mecanismos de opt in (opción de entrar) y opt out (opción de salir), que permite a los afectados ejercer su derecho de ser considerados como parte del grupo o, por el contrario, de no ser considerados como tales, respectivamente. Esta cuestión es de suma relevancia en algunos sistemas, pues las sentencias que derivan de procedimientos colectivos tienen efectos para todo el grupo, con independencia de que hayan litigado o no. Este último punto, nos lleva a la última característica apuntada, que son los efectos de la sentencia. Los principios civiles tradicionales se han construido en el sentido de que la sentencia dictada en un pleito no perjudica a quien no ha sido parte de él. Por el contrario, la acción colectiva parte de la premisa de que la sentencia debe tener efectos ultra partes, es decir, que los individuos afectados por el mismo hecho común (aunque no hayan manifestado expresamente su consentimiento de pertenecer al grupo durante el litigio) pueden resultar vinculados a la sentencia

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Bienestar y consumo || El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

definitiva si logran comprobar el daño causado por el hecho común. Las características anteriores nos muestran que la acción colectiva, a pesar de tener elementos propios que la diferencian de la acción individual, no deja de ser un instrumento procesal que faculta a los individuos a acudir a los órganos jurisdiccionales a solicitar la satisfacción de una pretensión jurídica con el objeto de obtener una sentencia que restituya o proteja el derecho que fue transgredido. Una vez desarrollados los elementos esenciales de las acciones colectivas, analizaremos la acción de grupo en materia de protección al consumidor, la cual es el antecedente legislativo más importante en el ordenamiento federal de un tipo de acción colectiva.

acción de grupo en materia de protección al consumidor El ordenamiento jurídico mexicano ha sido poco proclive a la tutela de los derechos colectivos. A pesar de esto, la Ley Federal de Protección al Consumidor contempla, en su artículo 263, un medio de defensa de derechos

3 “Artículo 26. La Procuraduría tendrá legitimación procesal activa para ejercer ante los tribunales competentes acciones de grupo en representación de consumidores, para que dichos órganos, en su caso, dicten: I. Sentencia que declare que una o varias personas han realizado una conducta que ha ocasionado daños o perjuicios a consumidores y, en consecuencia, proceda la reparación por la vía incidental a los interesados que acrediten su calidad de perjudicados. La indemnización de daños y perjuicios que en su caso corresponda no podrá ser inferior al veinte por ciento de los mismos, o II. Mandamiento para impedir, suspender o modificar la realización de conductas que ocasionen daños y perjuicios a consumidores o previsiblemente puedan ocasionarlos. La Procuraduría en representación de los consumidores afectados podrá ejercer por la vía incidental la reclamación de los daños y perjuicios que correspondan, en base a la sentencia emitida por la autoridad judicial. Las atribuciones que este artículo otorga a la Procuraduría se ejercitarán previo análisis de su procedencia, tomando en consideración la gravedad, el número de reclamaciones o denuncias que se

colectivos al que se le denomina “acción de grupo”. Dicha acción es un instrumento procesal diseñado para facilitar a los ciudadanos el acceso a los órganos jurisdiccionales para resarcir su derecho afectado y, de esta forma, romper con la asimetría que se presenta en toda relación jurídica entre proveedor y consumidor. Así, la referida acción tiene una doble función: por una parte, proteger con mayor extensión a consumidores afectados por la obtención de bienes o servicios normalmente producidos y comercializados en serie; por otra, mejorar los controles de calidad de los propios proveedores en la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios. La acción de grupo es una acción procesal con características que la identifican con el género de las acciones colectivas al contar con los siguientes elementos: – Su objeto es tutelar los derechos colectivos de los consumidores que se vean vulnerados por acciones de los proveedores ante autoridades jurisdiccionales. – El sujeto legitimado para promoverla es la Procuraduría Federal del Consumidor. – La acción de grupo se ejerce ante los tribunales jurisdiccionales competentes. – Las pretensiones posibles tienen fines precautorios e indemnizatorios. – La sentencia declarativa que pone fin al juicio principal del proceso colectivo determina, en su caso, que una conducta de un proveedor o proveedores ha ocasionado daños y perjuicios a consumidores, los cuales deben de acreditar su calidad de perjudicados para reclamar por la vía incidental la indemnización correspondiente.

hubieran presentado en contra del proveedor o la afectación general que pudiera causarse a los consumidores en su salud o en su patrimonio. La Procuraduría estará exenta de presentar garantía alguna ante las autoridades judiciales competentes, para el ejercicio de las acciones señaladas en las fracciones I y II.


El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano || Bienestar y consumo

– La referida sentencia tiene efectos generales, es decir, abarca a toda la clase afectada independientemente de si participaron en el juicio principal o no.

declarativa con efectos generales en beneficio de todos aquellos consumidores que hubieren resentido una afectación en su patrimonio por las conductas dañosas e ilícitas

A pesar de que la regulación para el trámite de dicha acción solo se encuentra contenida en el artículo 26 de la Ley Federal de Protección al Consumidor, podemos sostener que el procedimiento se compone de dos etapas:

etapa 1 (Juicio principal)

realizadas en su perjuicio por la demandada. Vale la pena resaltar que Profeco tendrá como única carga probatoria acreditar la conducta dañosa en que incurrió un proveedor de bienes o servicios, en perjuicio de una colectividad de consumidores, sin necesidad de individualizar a todos aquellos perjudicados por

1. Previo al ejercicio de la acción, Profeco debe hacer un análisis de la procedencia de la acción de grupo tomando en cuenta la gravedad, el

dicha conducta.

etapa 2 (Incidente de reclamación de daños y perjuicios)

número de reclamaciones o denuncias que se hubieran presentado en

1. Con base en la sentencia declara-

contra del proveedor o la afectación

tiva dictada por la autoridad juris-

general que pudiera causarse

diccional, los consumidores que

a los consumidores en su salud

acrediten su calidad de perjudica-

o en su patrimonio.

dos podrán optar por presentar

2. De considerarlo viable y con la

directamente el incidente de recla-

legitimación procesal activa que

mación de daños o perjuicios sufri-

le confieren los artículos lega-

dos, o bien, que Profeco lo haga en

les mencionados, la Procuraduría

su representación.

ejerce acción de grupo en representación de consumidores ante los tribunales competentes. 3. Los consumidores pueden ser una colectividad determinada o indeter-

2. En esta etapa se individualizarán los efectos de la sentencia. 3. Cada consumidor puede presentar pruebas donde demuestre la magnitud del daño causado.

minada, pero determinable a futuro. 4. El objeto de la acción es que el

Cabe destacar que el trámite del

órgano jurisdiccional dicte una sen-

incidente en comento se hará conforme

tencia que declare que uno o varios

a la normativa establecida en el Código

proveedores han ocasionado daños

Federal de Procedimientos Civiles,

o perjuicios a consumidores y, en

al ser este el cuerpo normativo que

consecuencia, se proceda a la repa-

regula dicho incidente.

ración de estos. 5. Aparte de la reparación del daño se

Profeco cuenta desde 1992 con la referida facultad, si bien no con todas las

puede exigir una indemnización que

características que tiene actualmente. La

no podrá ser menor del 20% de éste.

configuración actual quedó prevista en la

6. La sentencia que se dicte es

reforma del 4 de febrero de 2004, pero fue

211


212

Bienestar y consumo || El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

hasta el año de 2007 que decidió ejercer la primera de ellas en contra de Air Madrid Líneas Aéreas, S. A. de C. V. Hasta el día de hoy, Profeco ha ejercido 11 acciones de grupo en contra de diversos proveedores. En cinco juicios se han dictado sentencias favorables a Profeco, mismas que se encuentran firmes; en dos casos se han dictado resoluciones adversas a Profeco, las cuales han sido impugnadas y cuatro juicios aún se encuentran en proceso4. Es importante señalar que en la acción de grupo promovida por Profeco en contra de una constructora de casas habitacionales, la Primera Sala de la Suprema

cual les generaba diferentes daños. Ante la falta de acuerdo entre la empresa constructora y los consumidores durante la etapa conciliatoria, Profeco decidió promover acción de grupo con fundamento en el artículo 26 de la Ley Federal de Protección al Consumidor contra la referida constructora, al estimar que esta última efectivamente había realizado conductas que ocasionaron daños y perjuicios a los consumidores. En primera instancia, el Juez Segundo de Distrito en el estado de Chihuahua absolvió a la empresa constructora de las prestaciones reclamadas. Ambas partes interpusie-

“La acción colectiva es una herramienta jurídica que proporciona a quienes sufren un daño o riesgo, la oportunidad de obtener una indemnización o una compensación” Corte de Justicia de la Nación tuvo la oportunidad de pronunciarse al respecto. En el siguiente apartado analizaremos dicho precedente y mencionaremos algunas de las determinaciones relevantes que se tomaron en el mismo, que pueden servir para el trámite de futuras acciones colectivas.

amparo directo 14/2009 y su relacionado 15/2009 El pasado 26 de mayo de 2010, la Primera Sala de la Corte analizó y resolvió los amparos directos 14/2009 y 15/2009, promovidos,

respectivamente, por una empresa constructora y por Profeco. Entre los antecedentes del caso destaca que un grupo de consumidores presentó quejas ante Profeco aduciendo que las viviendas que adquirieron presentaban fallas estructurales en muros, losas, puertas y ventanas, así como que las instalaciones de gas y eléctricas eran de muy baja calidad, todo lo

4 En la presente investigación hacemos un corte al 31 de septiembre de 2011. Es importante hacer esta aclaración porque, como lo acabamos de mencionar, algunos litigios siguen en trámite.

ron recurso de apelación, el cual fue resuelto por el Segundo Tribunal Unitario del Décimo Séptimo Circuito mediante sentencia del 26 de febrero de 2009 (acto reclamado en el juicio de amparo directo), en el sentido de modificar la sentencia recurrida y condenar a la empresa demandada a resarcir los daños y perjuicios de 82 consumidores. Contra esta resolución tanto Profeco como la empresa constructora promovieron juicios de amparo, que atrajo para su resolución la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el amparo directo 14/2009, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación desestimó diversas violaciones procesales y de fondo, hechas valer por la empresa constructora. La Sala confirmó que, de acuerdo con la Ley Federal de Protección al Consumidor, el procedimiento establecido para el trámite de la acción de grupo consta de dos etapas (juicio principal e incidente de daños y perjuicios) y definió ciertas reglas procesales para el trámite de la referida acción, entre las que destaca que la vía civil federal ordinaria —no la mercantil— es la adecuada para dar trámite de la referida



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acción. Finalmente, resolvió negar el amparo solicitado por la referida empresa. En el amparo directo 15/2009, la Primera Sala sostuvo que, contrario a lo argumentado por Profeco, fue correcto que la autoridad judicial señalada como autoridad responsable en el amparo determinara que no procedía la devolución del precio total de las viviendas y de las cantidades adicionales erogadas por los consumidores con motivo de la adquisición. A juicio de la Sala, esas pretensiones eran accesorias a una acción de rescisión de contrato que presupone la existencia de un contrato bilateral entre las partes y es distinta a la acción que se intenta cuando se interpone una acción de grupo al amparo de la legislación específica en defensa del consumidor, encaminada al resarcimiento de

y en la cual cada consumidor por sí mismo o representado también por Profeco debe mostrar el modo en que se ha visto afectado su patrimonio, para calcular el monto indemnizatorio correspondiente). Por otra parte, la Corte estimó que, tal y como lo había alegado Profeco y contrario a lo que sostenía la empresa constructora, los efectos de la sentencia declarativa no se limitaban a los consumidores que hubieran presentado quejas ante la Procuraduría o que participaron en el juicio principal, sino que cubría a todos los miembros de la clase afectada, definida por el hecho de poder estar afectados por la fuente de daño identificada por la sentencia declarativa (máxime que de autos se advertía la existencia de más casas en el fraccionamiento involucrado). La Corte destacó

“El que un país logre que las personas tengan la facilidad de acudir a un juez para dirimir sus controversias y que este determine sus derechos genera consecuencias positivas en el ámbito económico, social y cultural de la sociedad” daños y perjuicios por hechos ilícitos cometidos en contra de los consumidores que no se hacen depender de la existencia de un contrato. Sin embargo, se determinó que las cantidades exigidas por la Procuraduría podían ser valoradas como parte del daño causado a los consumidores en la vía incidental, momento en el que se podía tomar en cuenta la situación en la que se encontraba cada inmueble. La Corte destacó, entonces, al resolver estos dos amparos, la mecánica y las características de la acción de grupo en defensa de los consumidores, y en particular el contraste entre la función de la sentencia declarativa (que es la que determina la existencia de una conducta generadora de daños y perjuicios e identifica al responsable de los mismos), y la fase incidental (que permite que cada caso sea atendido independientemente

que para que la sentencia declarativa pueda tener estos efectos ultra partes, es necesario que quede satisfecho un cierto estándar probatorio respecto de la totalidad del objeto, que permita inferir que los daños pueden alcanzar potencialmente a la totalidad de los bienes sin importar que sus dueños hayan participado en el juicio principal. El estándar de conformidad con el cual debe evaluarse el material probatorio, subrayó la Primera Sala, es un criterio cualitativo y no un criterio cuantitativo referido al número de personas afectadas. Por último, una vez comprobado que en el caso en concreto efectivamente había quedado superado el referido estándar probatorio, se determinó que le asistía la razón a Profeco al señalar que la empresa constructora debía resarcir en la vía incidental el daño causado por su conducta a todos los interesados que acreditaran su calidad de perjudicados sin


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importar, como acabamos de destacar, que hubieran o no participado en el juicio principal. Asimismo se determinó que, de conformidad con la Ley, tendrá que indemnizarlos con una cantidad que no podrá ser inferior a 20% del monto del detrimento que hubiere sufrido su patrimonio calculado sobre la base del daño causado. De todo lo antes expuesto, podemos advertir que, a pesar de contar con un tipo de acción colectiva, como lo es la acción de grupo en materia de protección al consumidor, en nuestra legislación no se había prestado la atención necesaria para darle la importancia que le corresponde a este tipo de acciones que están diseñadas para facilitar el acceso a la justicia a los ciudadanos. En el precedente que resolvió, la Corte estableció las reglas necesarias para el trámite de dicha acción, adecuando la vía ordinaria civil federal para tal efecto. Sin embargo, dichos esfuerzos aislados no fueron suficientes para afirmar que nuestro país contaba con un mecanismo efectivo de tutela de derechos colectivos de vanguardia y al alcance de los ciudadanos, toda vez que el hecho de no contar con las reglas procesales pertinentes para el trámite de dichas acciones volvía muy complicado el ejercio de estas. En el siguiente apartado analizaremos la reforma en materia de acciones colectivas que emprendió el Congreso de la Unión. Como veremos más adelante, dicha reforma va desde una reforma a un precepto constitucional hasta la inclusión de un libro nuevo al Código Federal de Procedimiento Civiles.

reforma en materia de acciones colectivas El 29 de julio de 2010 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se adiciona un tercer párrafo y se recorre el orden de los subsecuentes del artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El párrafo incorporado es el siguiente:

“El Congreso de la Unión expedirá las leyes que regulen las acciones colectivas. Tales leyes determinarán las materias de aplicación, los procedimientos judiciales y los mecanismos de reparación del daño. Los jueces federales conocerán de forma exclusiva sobre estos procedimientos y mecanismos”. Con la finalidad de cumplir con el mandato constitucional, el senador José Murillo Karam propuso una iniciativa para regular en la legislación ordinaria las materias y el trámite de las acciones colectivas en instancia jurisdiccional. “El día 29 de julio de 2010 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se adiciona el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin duda, lo anterior marca una nueva etapa en la historia de nuestro sistema jurídico en virtud de que, por vez primera, se reconoce en nuestro texto constitucional la existencia de las acciones colectivas. La aprobación de la mencionada reforma constituye una señal clara de que el Poder Reformador de la Constitución fue sensible a la propia realidad que nos permea como sociedad; una realidad caracterizada por la creciente complejidad de las relaciones entre los propios individuos y la relación de estos con el Estado y otros actores sociales y, en consecuencia, consideró indispensable responder a esa realidad a través de introducir en nuestro sistema jurídico, nuevos mecanismos que poseen una doble función; por un lado, protegen en mayor extensión a todos aquellos miembros de una colectividad o grupo cuya afectación u origen les sea común, y por otra, funcionan como un medio para prevenir futuras violaciones o afectaciones.

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Bienestar y consumo || El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

En efecto, es función del Estado garantizar la armonía, la paz y la seguridad de los individuos que lo conforman. Dicha función se traduce, entre otras formas, en la generación de espacios y mecanismos para que los conflictos sociales o colectivos sean resueltos a través de los conductos institucionales que el propio Estado establezca y en consecuencia, puedan alcanzarse los fines y objetivos que, en un momento histórico determinado, una sociedad estime como valiosos. […] De lo antes mencionado, debe precisarse entonces que es responsabilidad de este Congreso de la Unión definir el alcance de la norma constitucional, precisando qué tipo de derechos serán objeto de tutela, el procedimiento que permitirá prevenir o reparar la violación a tales derechos, la o las autoridades competentes para conocer de los procedimientos colectivos, quiénes pueden iniciar los mismos, el alcance de las sentencias, así como la manera de resarcir los daños ocasionados a la colectividad por la vulneración de algún derecho, entre otros aspectos”. La minuta fue aprobada por el Senado y enviada a la Cámara de Diputados en diciembre de 2010. El 27 de mayo de 2011, la Cámara de Diputados, una vez realizadas algunas modificaciones, aprobó el dictamen remitido por su colegisladora, en el que se aprueban diversas modificaciones a distintos ordenamientos legales, entre las que destaca la inclusión del Libro Quinto al Código Federal de Procedimiento Civiles. “Que los Diputados que integran esta Comisión de Economía, consideran acertadas las consideraciones que llevaron al Senado de la República a realizar adiciones a la iniciativa que les fue

propuesta, así como para aprobarla en los términos que se desprenden de este dictamen, por lo que hace suyas dichas argumentaciones para los efectos correspondientes, pues comparten la idea de que el transcurrir del tiempo ha alterado sustancialmente las relaciones existentes entre consumidores o usuarios de servicios y las empresas o proveedores, pues si bien en su momento las instituciones jurídicas dieron alguna solución a las necesidades sociales, los nuevos tiempos ante los procesos de cambio social, económico y político, exigen la actualización del marco jurídico mediante la introducción de nuevas instituciones que colmen las necesidades de justicia de forma colectiva. Así, el establecimiento de las provisiones que permitan la promoción de acciones colectivas tiene el propósito de que todas las relaciones jurídicas sean susceptibles de ser juzgadas por el sistema judicial, independientemente del valor individual que representen”. La ley pasó al Ejecutivo, quien la publicó en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 2011. El artículo 1º transitorio dispone que la ley entrará en vigor a los seis meses siguientes al día de su publicación. Es por esto que la normativa en materia de acciones colectivas entró en vigor el 1º de marzo de 2012. La nueva legislación presenta cuestiones muy novedosas que vale la pena comentar. Para empezar, se podrán promover acciones colectivas en diversas materias y no solo en la materia de protección al consumidor, tales como: servicios financieros, medio ambiente y competencia económica. De dichas acciones conocerán los tribunales de la Federación, lo que implica que serán los únicos órganos que podrán conocer de acciones colectivas. Lo anterior ha sido cuestionado por diversos sectores de la sociedad al alegar la indebida “federalización” de


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El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano || Bienestar y consumo

las acciones colectivas. A nuestro parecer, el hecho de que sea el Congreso de la Unión el que expida la legislación sobre la materia, puede servir para que exista un marco jurídico homogéneo que sirva como referente para que las legislaturas expidan sus leyes en los temas que sean competentes. En caso de que las materias sean concurrentes, los agraviados están en pleno derecho de hacer valer los mecanismos jurídicos para combatir este agravio. Respecto de los sujetos legitimados para promover las acciones se produce un claro avance. Ya no será únicamente Profeco la que tenga legitimación procesal para promover una acción de este tipo, sino que además de ella se incluye la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), la Comisión Federal de Competencia (Cofeco), el Procurador General de la República, el representante común de la colectividad conformada por al menos 30 miembros y las asociaciones civiles que cumplan con los requisitos que les impone la propia ley. A nuestro parecer, otro claro avance es el hecho de que se definan los tipos de intereses y derechos que se buscan tutelar con el ejercicio de las acciones colectivas.

Como ya se había adelantado, la falta de consenso en el foro acerca de la forma de definir estos derechos ha provocado un gran desconcierto en el trámite de las acciones. La nueva legislación busca superar este obstáculo y define tres tipos de derechos (colectivo en sentido estricto, difuso e individuales de incidencia colectiva) estableciendo el tipo de acción que le corresponde a cada uno. Situación por demás novedosa, toda vez que antes, mediante una misma acción, se le daba cabida a la tutela de los tres tipos de derechos. Por otra parte, se establece el procedimiento que debe seguir la promoción de una acción colectiva. Anteriormente, para el trámite de la acción de grupo se usaban las reglas del juicio ordinario civil federal, el cual no permitía que se ejercieran ciertos elementos esenciales de la acción colectiva debido a que no fue diseñado para el trámite de este tipo de acciones. A manera de ejemplo, podemos señalar algunos de estos elementos, tales como: los medios de notificación a la colectividad, la certificación de la demanda y los mecanismos de incorporación al grupo, entre otros. Dichos elementos no podían ser utilizados en virtud de que no se tenían las reglas procesales para su implentación. La nueva legislación se ocupa de forma detallada de cada uno de estos elementos. Ello significa que a partir de que entren en vigor

Evolución de las instituciones políticas y económicas.

IFAI

2002

Cofepris

2001

Condusef

1999

Consar Cofetel Conamed

1996

Reforma al PJF

1994

Comisión Federal de Competencia

1993

CNDH IFE

1990

1976

Creación de Profeco y expedición de la Ley Federal de Protección al Consumidor.


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Bienestar y consumo || El papel de las acciones colectivas en el ordenamiento jurídico mexicano

las referidas reformas tendremos que convivir con nuevas figuras procesales, las cuales nos pueden parecer ajenas debido a que no atienden a la perspectiva individualista desde la cual fue diseñado nuestro sistema jurídico. El nuevo Libro Quinto del Código Federal de Procedimientos Civiles dedica uno de sus capítulos a las medidas cautelares que puede decretar el juez a petición de parte. En la lógica de la dinámica de la moralidad se entiende que en la mayoría de las empresas que incurren en conductas que dañan el patrimonio de un número considerable

delito de desobediencia. Otro elemento novedoso que se incluye en la nueva normativa y que atiende a una práctica que cada vez es más común a nivel mundial en los órganos jurisdiccionales es que el juzgador puede valerse de cualquier persona, documento o cosa, a petición de parte o de oficio, que le ayude a comprender de mejor forma los hechos controvertidos. De igual forma, deberá recibir todas aquellas manifestaciones o documentos de terceros ajenos al procedimiento que acudan ante él en calidad de amicus curiae siempre que sean relevantes para resolver el asunto controvertido. Asi-

“La acción colectiva es una herramienta jurídica que proporciona a quienes sufren un daño o riesgo, la oportunidad de obtener una indemnización o una compensación” de personas, son empresas con problemas financieros. Al enfrentar un procedimiento colectivo que puede traer fuertes cargas económicas en su contra, los proveedores realizan operaciones fraudulentas para pulverizar sus patrimonios y cuando la autoridad jurisdiccional busca ejecutar la sentencia no encuentra bienes para liquidar la deuda. La nueva legislación intenta evitar este tipo de situaciones y contempla medidas precautorias consistentes en la orden de cesación o la realización de actos o actividades que estén causando el daño a la colectividad y el retiro del mercado o aseguramiento de instrumentos, bienes, ejemplares y productos directamente relacionados con el referido daño. En esta misma línea, la nueva normativa contempla medios de apremio, los cuales pueden ser impuestos por los tribunales para hacer cumplir sus determinaciones. Dichos medios consisten en multa hasta por el equivalente a 30 mil días de salario mínimo, auxilio de la fuerza pública, fractura de cerraduras, cateo y arresto hasta por 36 horas. En caso de que fueren insuficientes los referidos medios se procederá contra el rebelde por el

mismo, el juez puede valerese de cualquier medio probatorio estadístico, actuarial o de cualquier otro derivado del avance de la ciencia para resolver el conflicto planteado. Lo anterior pone de relieve el interés del legislador en que el juez se haga llegar de todos los elementos pertinentes para tomar una decisión. Entre mejor se conozcan y se entiendan los hechos que originaron el conflicto, es más probable que se tome una decisión correcta y se actualicen los efectos de la sentencia. Uno de los aspectos que más que se discute en la doctrina acerca de las acciones colectivas, es su relación con las individuales. Las nuevas reformas abordan dicho aspecto y determinan que no procederá la acumulación entre los procedimientos individuales y los colectivos. En caso de coexistencia de un proceso individual y de un proceso colectivo proveniente de la misma causa, el mismo demandado en ambos procesos informará tal situación a los jueces. El juez del proceso individual notificará a la parte actora la existencia del procedimiento colectivo para que, en su caso, decida continuar por la vía individual o ejerza su derecho


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de adhesión (opt in) a la misma. Para que proceda dicha adhesión la parte actora debe de desistirse del procedimiento individual. Como un aspecto relevante de la reforma encontramos las diferentes funciones a cargo del Consejo de la Judicatura Federal, el cual tendrá que crear un registro de las asociaciones civiles que cumplen con los requisitos para poder tener legitimación procesal activa para promover acciones colectivas. Dicho registro también tendrá que contar con los nombres de los representantes de la colectividad que hayan sido removidos por el juzgador por no haber llevado una representación adecuada. El registro podrá ser consultado a través de la página de internet del Consejo de la Judicatura Federal. En caso de acciones difusas donde no se puedan restituir las cosas al estado que guardaren antes de la afectación y proceda el cumplimiento sustituto, la cantidad resultante se destinará a un fondo que estará a cargo del referido Consejo. El dinero del fondo será utilizado para el pago de gastos derivados de procedimientos colectivos, notificaciones a la colectividad, fomento de la investigación y difusión relacionados con las acciones y los derechos colectivos. Estas reformas buscan proporcionar reglas procesales que hagan que la acción colectiva sea una herramienta jurídica eficaz que cambie las conductas antijurídicas de las sociedades mercantiles e, inclusive, las malas prácticas gubernamentales, así como de los particulares en general que afectan a grandes sectores de la sociedad. Es así porque las acciones colectivas logran colocar los incentivos en el lugar apropiado y buscan que prevalezca el beneficio colectivo y no el particular. Asimismo, estas reformas aportan un marco normativo novedoso para el trámite de las acciones colectivas con todos los elementos que las componen que, como ya se dijo, son diferentes al enfoque individualista desde el cual se construyó el resto de nuestro sistema jurídico. Lo anterior trae

aparejada una gran cantidad de retos que debemos superar para una implementación efectiva de esta nueva herramienta jurídica.

retos de la nueva reforma en materia de acciones colectivas Ninguna reforma legal es perfecta desde su origen, menos aún las reformas que se hacen a los ordenamientos procesales, pues será el propio ejercicio de estas acciones lo que nos hará darnos cuenta de dónde están las fallas y los aciertos en su regulación. Con el paso del tiempo y el ejercicio de diversas acciones de grupo se podrá ir ajustando el sistema. Es muy importante que ante las primeras dificultades que se empiecen a presentar por la entrada en vigor de la reforma, los juzgadores interpreten las normas y los hechos de forma compatible con los principios y objetivos de los procedimientos colectivos en aras de proteger y tutelar el interés general y los derechos e intereses colectivos. La mayoría de las reformas jurídicas que se están dando en nuestro tiempo están enfocadas a crear procedimientos y herramientas jurídicas más sencillas, para que el Estado garantice el acceso eficaz a la justicia al mayor número de ciudadanos posible. Prueba de ello son las recientes reformas constitucionales en materia de derechos humanos y Ley de Amparo. El reto más importante se presenta en la armonización que se va a tener que dar respecto de los instrumentos normativos que reglamenten estas reformas constitucionales, pues proporcionan un nuevo entendimiento a antiguos principios jurídicos fuertemente arraigados. Estas reformas definen de diversa manera conceptos como: interés simple, interés legítimo, interés jurídico, autoridad responsable, por mencionar algunos. La coexistencia de estas reformas y el distanciamiento de la perspectiva individualista por parte de los actores del derecho será una prueba que tendremos que librar para la implementación eficaz de esta reforma. 

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glosario Alimentación mínimamente aceptable: Consumo calórico mínimo recomendado diario.

Bienes de consumo: bienes o servicios que los individuos pueden adquirir, mediante una transacción monetaria o transferencias en especie, para cubrir necesidades de bienestar individuales o del hogar. Pueden dividirse con base en su durabilidad (i.e. perecederos y no perecederos), o bien, con base en las necesidades que satisfagan alimentación, ropa y calzado, vivienda, energía, salud, educación, transporte, comunicación, cultura y recreación, y ahorro y crédito.

Canastas de ingresos: combinación de fuentes de ingreso dentro de los hogares mexicanos. Incluyen ingresos laborales, transferencias, negocios, rentas y ganancias financieras.

Condición de pobreza: clasificación de los hogares de acuerdo con su capacidad para cubrir necesidades alimentarias, de adquisición de capacidades o acumulación patrimonial. Se basa

mayormente en sus ingresos como un aproximado de bienestar económico que incluye, además de ingreso corriente per cápita, rezago educativo, acceso a servicios de salud, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación y grado de cohesión social.

Consumidor: cualquier individuo que adquiera, por una acción de compra o transferencia, un bien de consumo final que no será transferido o vendido. a su vez. Consumo alimentario: conjunto de bienes adquiridos para la satisfacción de necesidades o preferencias nutricionales dentro de los hogares.

Costos de oportunidad: el valor de mercado de la alternativa de mayor valor que se deja de obtener por optar por la alternativa actual.

Deciles de ingreso: son 10 grupos de hogares de igual tamaño divididos, de menor a mayor, a partir del ingreso per cápita real de sus miembros.


ENIGH: Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos

calculado con base en el valor de compra de los bienes y servicios, se hayan pagado o no.

de los Hogares, bienal, integrada desde 1984. Su objetivo es obtener información sobre el monto, procedencia y distribución de los ingresos y gastos de los hogares, dentro del territorio nacional. También incluye información acerca de las características ocupacionales y sociodemográficas de los miembros del hogar, así como de las características de la vivienda y su equipamiento.

PEA: Población Económicamente Activa. Personas que durante el periodo de referencia de la encuesta tuvieron una actividad económica o buscaron activamente tener una.

ENOE: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

Personas que durante el periodo de referencia de la encuesta no tuvieron una actividad económica, ni buscaron tenerla.

Se realiza trimestralmente por el INEGI desde 2005; es la fusión de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) y la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), y su objetivo es obtener información acerca de las características ocupacionales de la población a nivel nacional.

Gasto corriente: desembolso que un hogar realiza para atender sus necesidades, por lo tanto, incluye los gastos realizados regularmente para la adquisición de su canasta de consumo, además del gasto regular no destinado al consumo y es

PEI: Población Económicamente Inactiva.

PEL: Población en Edad Laboral o en edad de trabajar, definida con base en la Ley Federal del Trabajo como aquella de 14 años en adelante.

Regalos: donaciones monetarias o en especie entregadas/recibidas por un hogar a otro hogar.

Trabajo no remunerado: ocupación en el mercado laboral por la que no se recibe ningún pago, ni monetario ni en especie.


Bienestar y consumo. El consumidor mexicano del siglo XXI se imprimi贸 en IEPSA. La edici贸n consta de 2,000 ejemplares.




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