Lacustre

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Juan Manuel Corbera

LACUSTRE

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Día uno Quizás no pensaba encontrarme pues me saluda distante la poeta. Su marido le acaricia los cabellos marcando, con vulgaridad, una ciega pertenencia. Yo la había esperado, sobrio, sin disfrutar de las formas y colores vivos con los que su pueblo danzaba. ¿Cómo has estado? Vine hasta aquí a— No hables alto. me dice Me alegra que hayas venido pero sabías que él vendría. Oh, él no es importante le dije encontraremos cómo—

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El marido regresa frente a mĂ­ la besa. Yo lo permito ella lo goza. Prosigo a, como ellos, como todos, embriagarme.

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Interludio de madrugada Por horas brindo con el marido y la poeta, fumamos de las mismas y brillantes agonías. Mi mente persiste clara: él está por desmayarse

ella me sonríe en secreto

¿Se acordará de todo lo que nos dijimos sentir? Se va, va al baño, yo la sigo. Nos besamos con fuegos lentos, mordidas con rabia con la certeza de la soledad mutuamente estar incinerando.

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¿Así van a ser las cosas ahora? —Asintió— ¿Por qué? —me mira firme, impune— Con él tenemos momentos buenos y malos ahora estamos en un momento bueno (pero) él sabe que si me dice algo lo mando a la mierda y él es de venir y ponérseme a llorar ¿A ti te gusta el drama? A mí tampoco.

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Día dos Hoy prefiero probar suerte en orillas lejanas donde no me encuentre el mismo sol que te develaba a mí, ajena. Cruzaré de noche, furtivo, por la frontera que impusieron los hombres. Cambiaré en esa tierra que aún desconozco todos mis papeles por unas monedas un almuerzo y algún lugar donde poder dormir.

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Día tres Aunque vi extraños festejar, no me uní ni permití que me compartieran su licor. Te sabía, pues, en el otro lado bailando y durmiendo con ese que tanto ignora todo lo realmente importante. Partiré de nuevo de noche cuando él esté por volverse a ir.

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DĂ­a cuatro Rodeo tus aguas templadas, paciente, para verte amanecer luego de los carnavales. Posees un temple que no parece tener olas y tus lĂ­mites son infinitos, quizĂĄs por eso me quiero cerca de ti, tener conmigo esa voz de cielos despejados las leves ondulaciones que de tu cabeza caen libres como los versos que al sol cantas.

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DĂ­a cinco Nos volvimos a ver. ConclusiĂłn temprana: hacer el amor es de poetas.

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Día seis Llamadas que despiertan sin espanto. No las comprendo, siempre odié los despertadores. Ella sale temprano, muy temprano, debe unirse con los suyos. Al rato la sigo. Veo y siento la fuerza de los que realmente viven. Presencio bailes que enérgicos varían. Aquí las danzas son las olas, y por una vez no necesito el mar. Este lago enseña y retiene las costumbres y los siglos de los hombres.

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Sol. Ante las brasas y fulgores bebibles los pueblos olvidan las divisiones que antes crearon. Mucho sol. Formas inhumanas, colores imposibles. No llegué acá en vano, esta gente también soy yo, inhumano e imposible. Música. Solo la música tiene corona: baila hasta que tus piernas perezcan, baila, cholito, que el dolor no existe. Siente lo único que hoy es posible sentir: felicidad.

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Llueve sin aviso, sangra el cielo sin piedad, bailar no pares, poeta, canta si debes hacerlo, grita que es necesario purgar esos ojos que hoy no lloran. Granizo, cayendo, como piedras en las manos, en las casas, desmembrando débiles, corriendo blasfemos. Inundación, en los pies, en las calles, separando familias, penetrando iglesias, no se salvan cristos, vírgenes o poetas.

Todo sucumbe, pero ellos bailan, la gente muere y los músicos tocan. La salvación no es para nosotros, me digo, pero ella me pide volver a casa. Felicidad. 15


Día siete ...desnudos ella contesta el teléfono le dice que vuelve al otro día que lo extraña que es solo un día y le endulza la voz hasta a mí enternecerme todo me es muy conocido ella corta ¿Cómo haces para lidiar con esto? pregunto Pienso en cómo él lidiaba con esto responde —se voltea, se duerme—

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Día ocho Afuera hay fiesta pero yo no tengo más dinero ni papeles gastados. La espero, me dijo que vendría pronto No la llamo la realidad no es ni buena ni mala No la llamo hay que dejar ser libres No la voy a llamar ni esperar de nuevo Quizás este es su regalo permitirme dormir elegir hacerlo.

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Día nueve No sé si la pude abrazar de noche o en qué momento ella volvió a la cama Tengo cosas que hacer hoy —me besa, tierna, y yo, feliz— Que tengas un buen viaje, descansa. Tú también. le digo

Gracias, pensé.

Conclusión tardía: también es de poetas jugar a enamorarse.

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Diagramado en la Ciudad Autรณnoma de

Buenos Aires Impreso en los talleres de Derrames primera ediciรณn (junio, 2016) segunda ediciรณn (septiembre, 2016)

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