Cumbemayo - El camino del agua

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LEYENDA DE CUMBEMAYO “…EN ESE LUGAR EXISTÍAN PUQUIOS DE AGUA QUE SERVÍAN PARA EL CULTIVO Y PARA EL SERVICIO DOMÉSTICO, HASTA QUE APARECIERON UNOS HOMBRES EXTRAÑOS Y MALOS QUE CANALIZARON Y DAÑARON TODO, HASTA PROVOCAR LA DESAPARICIÓN DEL AGUA. A ESTOS HOMBRES LOS CUISMANGO LOS LLAMARON SECSES. POR ESTA CIRCUNSTANCIA, LOS CUISMANGO SE ORGANIZARON EN CUADRILLAS PARA LABRAR UN CANAL QUE RECOGIERA EL AGUA DE TODOS LOS CERROS CIRCUNDANTES, PERO LO HICIERON CON RESPETO Y CON VENERACIÓN A ESTE LÍQUIDO VITAL…” Apuntes para la Historia de Cajamarca. María Jaeger Vallejo


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Nuestro saludo

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Fidel Ramírez Prado Ph.D - Rector

¿Qué se dice de Cumbemayo después de 75 años?

Cumbemayo,

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el camino del agua 75 años de su descubrimiento científico © UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS Av. Cayetano Heredia 1092, Lima 11 e-mail: webmaster@uap.edu.pe www.uap.edu.pe / Teléfono: 266 0197

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Luis Alberto Peláez Pérez Editor

Colaboradores: Paulino Vásquez Cueva Richar Vigo Gutiérrez

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Impreso en los talleres gráficos de la UAP

Lima, enero de 2012

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El canal de Cumbemayo

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Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2004 - 8647 ISSN: 1994-7224

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El agua en la ideología andina

Fotografía: Jaime Deza Rivasplata Arte y Diseño: Jaime Deza Santibáñez Grimaldo del Solar 120. Miraflores. Telf. 445 4342

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El medio, los instrumentos y el hombre

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Revisión de textos: Luis Peláez Pérez Víctor Rojas Benavides

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De pie ante la historia

Fidel Ramírez Prado Ph.D Rector © Dr. Jaime Deza Rivasplata Investigación y textos j_deza@uap.edu.pe

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Cumbemayo en el centro del cosmos

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Prohibida la reproducción parcial o total de las características de esta publicación. Ningún párrafo o imagen contenida en esta edición pueden ser reproducidos, copiados o transmitidos sin autorización expresa de la Universidad Alas Peruanas. Cualquier acto ilícito cometido contra los derechos de propiedad intelectual que corresponden a esta publicación será denunciado de acuerdo al D.L. 822 (ley sobre el derecho de autor) y con las leyes que protegen internacionalmente la propiedad intelectual.

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Leyendo la piedra

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La leyenda del clarín

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SALUDO

NUESTRO

SALUDO

En el 75 aniversario de su descubrimiento científico, la Universidad Alas Peruanas, con la presente publicación, se suma al homenaje que los hombres de hoy rinden a los hombres de ayer por el portento que legaron a la cultura universal. Cumbemayo es la síntesis de sus alcances científcos.

Cumbemayo es un portentoso legado preínca que, a pesar del paso del tiempo y de la incuria que muestran los obligados a su conservación, se mantiene incólume y ofrece al mundo de hoy un ejemplo del ingenio y sabiduría de los antiguos peruanos. Quienes lo visitan quedan inevitablemente maravillados por la belleza del conjunto que conforma con el cautivante entorno natural que se escogió para levantarlo. Piedra sobre piedra, trabajado con singular esmero, fue construido presumiblemente para honrar a los dioses y hacer de él un adoratorio y asiento de la comparsa de sacerdotes que ejercían el culto al agua, para observar desde allí el discurrir alegre y cristalino de las aguas. Sus tres partes, el Santuario, las Grutas y el Acueducto, constituyen un verdadero complejo arquitectónico hidráulico y ceremonial. Cumbemayo, obra inigualable de ingeniería hidráulica, se adelantó en el tiempo a la preservación del líquido elemento, que, abundante en todas las comarcas cercanas entonces, solo se necesitaba para el culto y no se requería para alimentar a los otros elementos de la naturaleza. Cubierto de petroglifos en algunas de sus áreas, Cumbemayo es también un mensaje “escrito” para la posteridad, cuyo significado es todavía un misterio. Es lamentable que esta reliquia no haya sido cuidada y mantenida como se merece. Quizá sería necesario hacer de él un atractivo turístico y un laboratorio de investigación ideológica y de ingeniería hidráulica. Tal vez solo entonces queden despejados muchos misterios de la antigua cultura peruana. La presente publicación es el homenaje que rinde la Universidad Alas Peruanas a los hombres preíncas, hacedores de una cultura que en no pocos aspectos sobrepasa en importancia a otros sitios importantes de la primigenia cultura universal, emulando a Machu Picchu en el uso de la piedra como mensajera de la eternidad, y al mismo tiempo se hace eco del reclamo por un relanzamiento digno de su estirpe. Fidel Ramírez Prado Ph.D Rector

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Debajo de la tierra, entre tubos de roca, aún corren turbulencias de aguas hirvientes, pero allá en la cumbre, a todo aire vasto, donde ya no existe nada encima del pajonal de ichu, el hombre domesticó a la piedra, esta domesticó al agua y esta a la pendiente y esta a la línea recta, desde una amplia azotea sobre el mundo…” (Manuel Ibáñez Rosazza)

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HISTORIA

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VOCES

CUMBEMAYO ES UN VOCABLO QUE DERIVA DE DOS VOCES QUECHUAS LUGAREÑAS: CUMBE (“PIEDRAS A MODO DE DEFENSA”) Y MAYU (“RÍO”). SE DICE TAMBIÉN QUE PROVIENE DE CUMPI, QUE SIGNIFICA “FINO”, Y MAYU, QUE SIGNIFICA “RÍO”. EL NOMBRE HARÍA ALUSIÓN A LAS CARACTERÍSTICAS DEL RÍO QUE TIENE POCO CAUDAL. ASIMISMO, SE SUELE ATRIBUIR SU ORIGEN A VOCABLOS DE LA LENGUA CULLE, QUE ES LA ANTIGUA LENGUA DE CAJAMARCA.

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l Parque Arqueológico y Área Intangible, reconocidos por la Ley 24047, se ubican en una meseta de pastizales sin árboles, entre frailones de colinas talladas por la erosión del viento. Como una serpiente de piedra, el canal Cumbemayo nace en la cumbre de la divisoria del Pacífico y el Atlántico, y sigue un camino a veces recto, como queriendo clavarse en las nubes, y a veces zigzagueante. Cortando la roca viva, y calentándose con los rayos solares, lleva el agua cristalina por nueve kilómetros hasta las tierras de cultivo. No se conoce su origen, pero todo indica que hace más de tres mil quinientos años, aún sin tener cerámica, fue escenario de complejos ritos de invocación, los mismos que la antropología andina no puede decodificar todavía. Sus originales trazos no tendrían otra motivación. No de otra manera se pueden explicar las miles de horas invertidas en tallar 853 metros de roca

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Cumbre de Los Frailones, lado este, 3 730 msnm.

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viva para trasladar un litro de agua por segundo. Bien pudo ser construido de otra manera. Si en realidad hubiera sido hecho con un sentido utilitario, es decir, para el riego, pudo haber tenido mayores dimensiones, pero las iniciales, en la roca viva, de 0,35 a 0,50 m de ancho por 0,10 a 0,30 m de profundidad solo obedecerían a un objetivo: ser parte de un escenario para la magia del rito. Si a esto agregamos que cada cierto tramo aparecen llamativos petroglifos que, como escrituras de quién sabe qué oraciones olvidadas, señalaban el proceso, debemos concluir que tal fue la razón de su construcción. No sabemos cómo los hombres de Cumbemayo se comunicaban con sus dioses, o con el Dios del Agua en particular, pero el estudio de la geometría y símbolos de sus petroglifos resulta apasionante y sorprendente.

Las nubes y el agua recorren juntos los canales.

Dos milímetros de pendiente por cada metro de longitud es suficiente para comprobar el dominio de la agronomía que poseyeron nuestros antecesores. ¿Con qué herramienta calcularon la pendiente?, ¿cómo la proyectaron sin errores durante todo el trayecto? En la actualidad, tal precisión solo se logra con el laser, para el caso de excavaciones mineras precisas. En efecto, con el laser se puede establecer esa inclinación exacta que con los viejos teodolitos no se podía precisar. Y si el bisoño tallador fallaba, ¿cómo se hubiera remediado el error? No existen huellas de tales fallas. Fueron capaces de una precisión solo posible por manos diestras y experimentadas, pero no se han descubierto los pasos previos de tal experimentación. Mal hacemos en llamarlo canal, pero aceptémoslo como una manera de entenderlo referencialmente, en tanto forma parte de un complejo rito periódico de comunicación con el agua. Es un cáliz de granito. Es la hoja bíblica —tal vez la primera— de un génesis andino. Pero ahí está, clamando ser descubierta

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Los frailones que ofrecen a la vista un paisaje de colores difícil de olvidar, llaman a la meditación sobre la inmensidad del espacio andino, proyectándose esas moles que toman una coloración marrón bajo el cielo azul y limpio.

por la ciencia moderna, y esta no puede comprender ese llamado. Describiremos sus trazos, sus formas y dimensiones, especularemos sobre las causas y razones de su construcción, calificaremos y compararemos sus alcances, pero las razones verdaderas ni siquiera podremos arañarlas. Todo él es un misterio, y en su comprensión pondremos todo nuestro empeño. Acaso se construyó agoreramente, como una revancha del mundo que ya no es nuestro, para enrostrar a la ciencia moderna sus limitaciones, como queriendo recordarle los conocimientos alcanzados por un pueblo que los extranjeros consideraron salvaje. Los Andes fueron grandes, y formaron con su imagen los conceptos básicos de un pueblo que supo ganar su confianza conviviendo con ellos. Sus altitudes crearon hombres sabios que los creyeron dioses, y no podía ser de otra manera: bastaba observar en las alturas sus figuras imponentes y E ediciónextraordinaria

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cómo de ellas llegaba el agua que los sostenía. Los Andes fueron grandes dioses humanizados que bajaron a convivir con los hombres enseñándoles la fuerza de las leyes humanas, para que todos fueran uno con la naturaleza. Celosos por la persecución de idolatrías, oscurecieron abandonando a sus amautas, como guardando para el futuro la sabiduría de sus hijos. Como una profecía, tal vez sabían que a Cajamarca llegarían extraños e inspiraron a sus hijos el mensaje de Cumbemayo. Mientras tanto, el viejo canal continúa trasladando agua en silencio, escuchando los mitos nuevos, y angustiado espera en silencio la respuesta que no llega.

Las investigaciones No son numerosos los estudios arqueológicos en el valle de Cajamarca, aunque sí muy importantes. Los estudios científicos los inició en 1937

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VOCES

Julio C. Tello, que dejó un conjunto de materiales inéditos que aún no se dan a conocer. Diez años más tarde, los esposos Henry y Paule Reichlen, arqueólogos franceses, trabajaron en la región (años 1947 y 1948) y propusieron la columna estratigráfica y cultural del valle. El cubano Antonio Núñez Jiménez (1986) publicó reproducciones de algunos sitios de la región con petroglifos, con propósito informativo. Debemos recordar también los estudios y opiniones de científicos sociales como Fernando Silva Santisteban y Roger Ravínez, intelectuales cajamarquinos que ratifican los estudios anteriores. En 1997, los arqueólogos Edgardo Silva Mego, César Cornelio Lecca

Julio C. Tello

y Alfredo Narváez participaron también trabajando en el inicio del canal y ofreciendo información arqueológica de gran valor.

Publicaciones más connotadas Georg Petersen G. publicó en 1947 “Cumbemayo: acueducto arqueológico que cruza la divisoria continental (departamento de Cajamarca, Perú)”, estudio topográfico publicado en la Revista de la Universidad Nacional de Ingeniería, donde el autor presenta fotografías del canal y sostiene que “esta obra de ingeniería hidráulica cruzaba la divisoria continental, conduciendo las aguas de la vertiente del Océano Pacífico a la cuenca del río Amazonas, y, por

ende, al Océano Atlántico…” (1947, 113). La publicación presenta los mapas elaborados con instrumentos topográficos de la época, y señala el trazo completo del canal desde la captación hasta el ingreso a Cajamarca. La Corporación de Desarrollo de Cajamarca publicó en 1985 un estudio topográfico de la primera parte del canal, incluyendo 89 secciones y fotografías en cada sección. Realizado con instrumentos topográficos de actualidad, el estudio se limita a describir la morfología del canal. A pesar de que se ha escrito y publicado sobre el canal Cumbemayo, básicamente se repite lo escrito por Julio C. Tello sobre la base de los trabajos realizados

Fernando Silva Santisteban

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durante la expedición arqueológica al Marañón en 1937, por Petersen (1947), Roger Ravínez (1982) y Fernando Silva Santisteban (1982). En su estudio de tesis, William Guillén Padilla escribe lo siguiente: “Teniendo en cuenta la concepción moderna de agricultura, el trabajo habría priorizado el producto agrícola y no el hombre y su cultura (agrónomo). La dinamita habría cumplido un rol fundamental, igualmente el cemento. Prueba de ello es el canal moderno construido paralelo al prehispánico. Este nuevo canal no solo representa otra concepción de la vida, sino un elemento frío, sin mayor aporte que conducir agua para dar vida a plantas de un comité de regantes no mayor de 500 usuarios. La diferencia notable no solo radica en la forma, sino en la concepción: el canal prehispánico surca el divortium acuarium al ras de suelo, el canal moderno a través de un túnel, pues la cota de inicio así lo exige”. Finalmente, invitándolos a ingresar en el misterio y admiración del lugar, debemos decir que desde los Andes y su meseta gélida del Cumbemayo corre un canal más de tres veces milenario. Sus aguas son cristalinas, se aceleran y frenan por la mano encallecida de unos hombres que hablaron con ellos. Es un sitio que unas veces se oculta entre las ramas y otras veces nos llama, pero del que siempre regresamos cautivados por los mitos que los comuneros narran. Allá en las alturas de Cumbemayo, como deslizándose entre los frailones, restos de colinas talladas por la fuerza eólica, se encuentra este complejo que, creado por el poblador local, es un emblema de la sabiduría agrícola y su concepción religiosa. Cumbemayo es una estadía del proceso humano, de la creatividad y de la ciencia de los caxamarcas. Se tiene con este valle una deuda que no se puede cancelar con discursos E ediciónextraordinaria

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sino estudiándolo, entendiendo que la belleza que admiramos reside en la sabiduría de sus progenitores. Cumbemayo es no solo una maravilla para el turismo y los conciertos comerciales, es más que eso: es un símbolo de los alcances de la ciencia y la fe de nuestros ancestros. Con su aroma de eucaliptos que se aleja, Cajamarca debe conocer y comprender que hace más de 3500

años los hombres regaron artificialmente esos campos para domesticar el valle que hoy disfrutan. Al pie de los frailones, que la erosión del tiempo ha tallado, bordeando las faldas, en parte rectas, en parte curvas, cortando y puliendo las rocas, el canal Cumbemayo luce como una clase didáctica de sabios. Parece batir palmas cuando llegan los visitantes, pero se queda solo por las tardes.

Estructuras misteriosas se descubren entre los frailones.

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HISTORIA

De pie

ante la historia

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l canal de Cumbemayo fue ignorado oficialmente hasta que un día de febrero del año 1937 don Ernesto Puente Velezmoro, administrador del fundo San Cristóbal, lo encontró entre los pajonales asociado a figuras “extrañas” talladas en la roca. Informado Julio C. Tello de tal hallazgo, en el mes de septiembre, tiempo en que estaba de paso por el lugar encabezando su expedición arqueológica al Marañón, trabajó en el lugar y postuló la hipótesis de que el canal había abastecido de agua a Cajamarca por la quebrada de San Vicente y el sistema de Agua Tapada, concluyendo en dos reservorios en el cerro Santa Apolonia.

las chorreras que bajan de los cerros Majoma, Yanacanga, Consejo, Frailones y Cumbe; es decir, traslada las aguas que irían a los ríos Magdalena y Jequetepeque, rumbo al Océano Pacífico, y las lleva hacia dos grandes pozos al pie del cerro Santa Apolonia, al oeste de la ciudad de Cajamarca. George Petersen continúa la obra y hace una descripción más completa del Cumbemayo, observando que el canal tiene tres segmentos diferenciados que parecen corresponder a cronologías sucesivas. Tomando estas propuestas, el primer tramo mide 853 metros de largo, y en él se observa el trabajo realizado en la roca para abrir el canal, el trazado de curvas a compás y de ángulos en escuadra, junto a petroglifos cuyos diseños son de clara factura del Formativo andino acerámico, pues por ausencia de cerámica

A la historia se le ha dado diversos y valiosos conceptos; sin embargo, por otro lado, se piensa contrariamente que ofrece poca utilidad.

El canal, en promedio, se encuentra a 3 550 m de altura y a 25 km al oeste de la ciudad de Cajamarca, tiene un recorrido de 9 km y traslada las aguas de la vertiente del Pacífico a las del Atlántico. Recoge las aguas de

en la plataforma donde se encuentran los principales restos del monumento, podría tener su nacimiento en esta época, es decir, por comparación, hace más tres mil quinientos años. El segundo tramo está excavado en la ladera del cerro Consejo. Tiene dos y medio kilómetros de largo y fue logrado gracias a cortes en la roca con muros de contención a manera de terraza artificial que corre pegada a la ladera para lograr la elevación requerida y mantener la inclinación constante a 3 547 mde altura. Finalmente, el tercer tramo, de cinco kilómetros y medio de longitud, es un canal en zanja que baja por la quebrada de San Vicente, pasa por Relingo y Agua Tapada, para llegar al reservorio por una quebrada natural cuyas medidas originales, según propuso Julio C. Tello, debieron ser de 25 a 30 m por lado. Pero, ¿tendría valor estudiar el canal de Cumbemayo y conocer su historia, habiendo “apremios más urgentes” en la actualidad? Comencemos recordando qué es la historia. A la historia se le ha dado diversos y valiosos conceptos; sin embargo, por otro lado, se piensa contrariamente que ofrece poca utilidad. Para algunos, es la ocurrencia o la suma de acontecimientos pasados que engolosinan nuestra imaginación o nos causan pesares, nostalgias o alegrías, que nos hacen sentirnos superiores o nos maltratan. Se dice también que la historia es hija de la partera revolución. Se afirma incluso que es el sueño de lo que debió o no debió ser. Pero la historia es más, vive con nosotros, la heredamos y lega-

Segmento del canal que parte del dique de recepción y se dirige a la plaza principal, donde está la compuerta. E ediciónextraordinaria

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HISTORIA

mos enriquecida a las generaciones del mañana. Nada se ha dado por añadidura; ella se crea y se recrea porque es consustancial al hombre. Está con nosotros en las costumbres y tradiciones cotidianas, en el pan diario, en la forma de expresar nuestro amor y odio. En fin, da cuenta de aquello en lo que nos hemos convertido desde que decidimos bajar del árbol para caminar semierguidos con un palo en la mano, hasta lograr el sueño de la Internet y las esperanzas de conocer otras galaxias. Es, pues, el estudio de cómo los hombres se organizan para producir bienes que satisfagan sus necesidades y la manera en que se distribuyen esos bienes. La historia somos nosotros, con las virtudes y pecados que la ética actual nos endilga. Somos el más hermoso episodio de una línea infinita que no acaba. Qué lejos está la historia de ser el simple estudio de hechos pasados; por supuesto que esos hechos son importantes, pero son solo un párrafo, una pequeña parte, y es necesario reconocer el real sentido de la historia para entender quiénes somos. Nuestra tragedia es pensar que estamos fuera de ella, que somos un grupo de hombres que miran para entretenerse desde un balcón del siglo XXI lo que ya no existe, anticuarios de objetos extraños, sin entender que estos viven y son parte de nuestra identidad. Se dice también que la historia de las nacionalidades, y en especial la de las ideologías, ha llegado a su fin, que no tiene razón de ser, pues el mundo globalizado

será una sola realidad sincrética, de generalidades episódicas, donde por supuesto los países dominantes, no las naciones, impondrán la suya como un modelo lineal en el que los países satelizados alambicarán las propias, y con ello se perderán las simientes de los procesos locales. Las naciones perderán su identidad y seremos una cáfila de hombres “modernos” desnaturalizados, en un mundo donde el plástico desplazará el verdor de los campos y una música estridente callará a los pájaros. La historia habrá muerto, y ya no sabremos quiénes somos, y de un crisol artificial saldrán los rostros nuevos, similares, idénticos, y hasta las huellas dactilares se volverán semejantes. Navegaremos proa a un futuro de individualidades, y el egoísmo se habrá impuesto a lo social, al compañerismo, y no existirán más las normas de reciprocidad andina de nuestros pueblos ancestrales.

dominará y serán aniquiladas las identidades. ¿Que no será verdad? ¿Que todo lo que ocurre es transitorio y que tomaremos nuevamente el camino de lo justo y lo honrado, que es una burbuja espontánea? Hay que ser iluso para pensarlo. Todo está dirigido, el consumo y la droga caminan de la mano, y lo que vemos son las primeras brisas, los vientos iniciales que anuncian la cabalgata apocalíptica de las nuevas religiones. Considerando lo dicho, nos preguntamos: ¿qué sentido tiene hablar de historia y gastar dinero y tiempo para conocerla?

Un pueblo que no se conoce, que no sabe de sus raíces, es como un árbol al que una brisa derriba o como una plumilla incolora arrastrada por el viento. Destruir nuestra historia es destruir nuestra identidad como nación.

¿Será verdad? La ciencia ficción así lo pregona, y el voraz mercado de producción y consumo ocupará el sitial de un nuevo dios en los altares, y todo se hará en su nombre y la producción masiva

Contrariamente, hay quienes piensan que la globalización obligará a reforzar las identidades nacionales con sus valores de compromiso, y que en la diversidad cultural radicará el equilibrio social de los pueblos. Es una alternativa y tenemos que defenderla, si queremos que nuestros nietos hereden un planeta verde y sano, bueno, libre y humano. Que las armas se vuelvan hospitales, y los medios de comunicación,

Cortando la roca se inicia el canal. E ediciónextraordinaria

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HISTORIA

Segundo segmento del canal, corre entre las faldas del cerro y el muro artificial.

universidades. Que Gabriela Mistral, Rubén Darío, Cervantes, Shakespeare, Juan XXIII, Alcides Carrión —que entregó su vida para curar a sus hermanos—, Miguel Grau —el Caballero de los Mares, el Marino del Milenio—, regresen a guiar las mesas familiares. Todo es posible. Estamos en el vértice de dos caminos, y ojalá que el mito de Pinocho, aquella marioneta de madera que se convirtió en humano, se haga realidad.

La historia somos nosotros, con las virtudes y pecados que la ética actual nos endilga. Somos el más hermoso episodio de una línea infinita que no acaba.

No es que la historia haya pasado, haya llegado a su fin, o, en el mejor de los casos, sirva para no repetir errores. Ella es la evolución del hombre, de nuestra sociedad, y los hechos no se repetirán porque las condiciones sociales y ambientales han cambiado. Existirán nuevos errores y también

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nuevas oportunidades; de la inteligencia de los hombres dependerá el futuro de la humanidad y de nuestras comunidades. Conocer la historia no es un capricho o una actitud intelectual, es responder a la necesidad de saber quiénes somos y hacia dónde vamos.

Un pueblo que no se conoce, que no sabe de sus raíces, es como un árbol al que una brisa derriba o como una plumilla incolora arrastrada por el viento. Destruir nuestra historia es destruir nuestra identidad como nación. Conocer la historia no significa quedarse en el pasado, añorándolo. ¿Acaso para evaluar nuestro estado de

salud no es necesario conocer los orígenes de nuestros males o la razón de nuestra buena salud? Pensando en Cajamarca, la patria chica que nos hospeda, de la que somos parte y de cuyas creaciones somos herederos, se hace necesario hacer un alto en la descripción de sus logros, que son muchos y que no terminan, para reconocer que no es Francisco Pizarro lo más importante de aquella tarde del 16 de noviembre de 1532, la misma que solo constituye un hito en el cambio hacia un régimen económico social y económico distinto al que hubiera correspondido a su natural evolución. Es lo mismo que ocurrió con el devenir de muchos otros pueblos. La historia nunca será olvidada, ya que desde sus orígenes el hombre se interrogó de dónde viene. Si esta no se enseña en los centros educativos o en las universidades, es porque nuestros “educadores oficiales” la consideran innecesaria, la han proscrito, como a otras disciplinas humanistas. Tenemos un rico pasado, no de apología sino

científico y social, y mal hacemos en no darlo a conocer a nuestros jóvenes para que desarrollen y robustezcan su identidad, sin complejos. Por eso tenemos presidentes de la república que hablan como gringos o ciudadanos que imitan modismos argentinos, chilenos, venezolanos, mexicanos o puertorriqueños. No obstante, mientras la educación oficial ha archivado los textos de historia, ahora más que nunca se editan libros de esta materia, y el turismo de adultos en especial se mueve interesado en estos destinos. Otra de las contradicciones crueles de nuestro país oficial. Como un aporte a las respuestas a esta cuestión, hablaremos de Cumbemayo, un prodigio de ciencia y religión en el contexto de una sociedad que no ha desaparecido, en la que las razas aborígenes se han mezclado y cuyos alcances subyacen en el inconsciente de los cajamarquinos, como herederos y participantes de un proceso milenario.

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ANTROPOLOGÍA

EL MEDIO

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l río Cumbemayo es la línea matriz en la que se orienta este espacio cultural desde los años prehispánicos. A este se suman diversas quebradas pequeñas, que no están registradas con nombres en el lugar ni en los mapas, por la naturaleza de su caudal.

En las partes altas, sobre los 3 500 m, en las colinas de Cumbemayo, los suelos son pobres para una agricultura intensiva. Allí, cientos de años atrás, los herederos de los pueblos que se aglutinaron para predecir los tiempos en Layzón, comprendieron que el Dios de las Aguas haría que sus aportes mejoraran las tierras planas del valle, si construían un altar para los ritos propiciatorios, el mismo que debían hacer tallando la piedra. Los nuevos alimentos, no los de la horticultura experimental, que pasaron a ser secundarios en la dieta diaria, sino los ricos en proteínas como la quiwicha (Amaranthus caudatus), la quinua (Chenopodium quinoa) y el tarwi (Lupinus mutabilis) se complementaron con los carbohidratos, las tuberosas y las algas. Comenzaron por aprovechar el riego de secano, desbrozando los bosques de altura, cuyos biotipos principales fueron el queñual (Polylepis spp), el molle (Schinus molle), la intimpa (Podocaus glomeratus) y el quishuar (Buddleja longifolia);

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Campiña cajamarquina.

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ANTROPOLOGÍA

pero también aprendieron a conducir el agua hacia los terrenos aptos y más cercanos desde las pequeñas lagunas andinas, al punto que años más tarde ampliarían tal experiencia para llevar el riego a las faldas agrícolas.

Siempre en las mañanas las flores de Cumbemayo abren pétalos sonoros.

El medio como escenario receptor original dio paso a nuevos conceptos agrícolas y al rito primario de veneración, convirtiéndose en un templo libre, extenso, que por sus condiciones de ubicación, donde los Andes comienzan a disminuir su altitud y las lluvias periódicas y los valles interandinos con sus extensas áreas de niveles horizontales o de poca inclinación, favorecieron el desarrollo de zonas de vida muy similares, ofrecía retos, respuestas y experiencias comunes. Esa fue la condición para el desarrollo social de una amplia región, a diferencia de otras localidades donde la diversidad de zonas de vida limitadas por cordilleras o desiertos, aisladas, se desarrollaron como un archipiélago de economías sociales cuyas experiencias no fueron comunes. En realidad se trataba de pequeñas sociedades dispersas que respondieron acertadamente a sus limitadas zonas de vida, pero cuyas experiencias no fueron útiles en otros lugares, porque la altitud, ubicación y características de los suelos y el agua limitaban sus posibilidades de replicarse. El hecho de presentar Cajamarca suelos con inclinaciones poco pronunciadas, a excepción de los suelos accidentados comprendidos entre los cerros Seccesamayo y Balconcillo, y extensiones planas en sus alturas, como sucede en Cumbemayo, condicionaron la presencia de grandes áreas de pastizales para el desarrollo de camélidos (Lama glama, Lama paco, Vicugna vicugna) y cuyes (Caviar sp.), productores de la proteína animal básica que luego, en la colonia, serían cambiados por los vacunos principalmente. Pero aquellas áreas fueron también propicias para la agricultura, como es el caso de sus abrigadas quebradas, donde prosperaron los frutales que hasta hoy sorprenden por su sabor, como la chirimoya (Annona chrimoia Mill), la lúcuma (Pouteria abovata) y la guanábana (Annona muricata), cuyos frutos y hojas poseen propiedades anticancerígenas. E ediciónextraordinaria

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Con estas propicias condiciones para el desarrollo agrícola, resulta lógico pensar que el agua pudo inspirar los primeros actos rituales. En el caso del Cumbemayo, esta agua no se toma de un río sino que brota de un pequeño puquio formado por filtraciones y quebradas de las colinas cercanas, desde donde se inicia el canal y corre tallado en la piedra, acompañado de figuras que debieron responder a diferentes gestos de un prolongado rito. No se trataba de derivar el agua hacia el Pacífico, pues estaban lejos aún de comprender la geopolítica que hoy conocemos, que en realidad es un concepto moderno. Se trataba simplemente de llevar las bendiciones a sus terrenos de cultivo.

El medio propicio favoreció el desarrollo agrícola manifestado en la presencia muy temprana de complejos como Pacopampa, Kunturwasi, Layzón y, en este caso, Cumbemayo, el más desarrollado exponente de la organización social, el arte y las concepciones, pero sobre todo de la ingeniería al servicio religioso. Por su altitud, sus características geográficas corresponden a las de la puna (3 500 a 4 800 m.s.n.m.), con humedad y bajas temperaturas. Respecto a la flora, destacan las siguientes especies: Totora (Luzula ecuadoriensis), ichu ( Stipa ichu), ishpingo

(Amburana caerensis), muña (Bystropogon mollis), colle (Buddleja coriaceae), puya - tullo (Puya herrerae), entre otras. En la fauna destacan las siguientes especies: Tuco, búho (Buho virginianus), indio pishgo (Zonotrichia capensis), china linda (Phalcobaenus megalopterus), picaflor verde y blanco (Amazilia viricauda),aguilucho grande (Geranoaetus melanoleucus), halcón (Falco femaralis), zorro andino (Dusicyon culpaeus), vizcacha (Lagidius peruanus), cuy silvestre (Cavia tschudii) y sauros principalmente.

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ANTROPOLOGÍA

LOS INSTRUMENTOS La técnica agrícola se manifiesta en los sistemas de riego por secano y en los canales de riego por gravedad, en los que resulta sorprendente el manejo de la inclinación, los frenos y aceleración del caudal; pero el otro instrumento es la chaquitaclla y su complemento: la chira o sichira básicamente, acompañada del azadón, la raucana o rocuana, la jallmana, la chinca de cuerno de venado, el allachu, la huactana, el huarmicpanan, la taclla, la pacpana o cuti, el bastón de sembrar, entre otros desterronadores. Tales herramientas eran simples, adecuadas para plantas de raíces cortas, como el maíz (Zea maiz) por ejemplo, que no precisaba de una roturación profunda del suelo. Todas produjeron exitosos resultados, pero siempre dentro de un manejo social coordinado y sustentado en el ayni, basado a su vez en las normas de reciprocidad. La fuerte tradición corporativa permitió el trabajo de las comunidades organizadas voluntariamente en torno de objetivos comunes. El sistema de trabajo colectivo (minga o minka), el de reciprocidad (ayni), y la mita estatal suplieron la falta de instrumentos complejos y de mayor tamaño. Ciertamente, esta forma organizada de trabajo nos sirve para comprender su agricultura y la eficacia de los instrumentos de que se sirvió, por simples que estos parezcan. Si bien la construcción de los canales se inició hace tres mil quinientos años,

aproximadamente, cuando en el lugar se desarrollaba una cultura propia, religiosa, antecesora a la Chavín y Cupisnique, se continuaron construyendo durante los cajamarcas —organizados ya como una sociedad definida culturalmente—, desde Cajabamba hasta Jaén. Entre estos, los más conocidos son los de Bambamarca, Santa Cruz, San Gregorio y Hualgayoc, todos de difícil cronología pero todavía utilizados. Es importante establecer que en el desarrollo de los sistemas de irrigación no se debe tomar en cuenta solo un factor, o suponer la primacía de uno o dos de ellos por sobre los demás, pues estas obras no son el resultado de un plan general inspirado por un genio constructor, conducido y ejecutado en un período corto de tiempo, o por una generación o dos. El perfeccionamiento de los canales fue gradual, temporal y social, y se dio a medida que las familias (linajes) se expandían y necesitaban de más áreas de cultivo para el sustento de sus nuevos miembros. Los canales se erigieron gracias a la concurrencia de cuatro factores principales y condicionantes: geomorfológicos, climáticos, técnicos y sociales.

“LAS HERRAMIENTAS CON QUE LABRAN LA TIERRA SON UNAS PALAS DE MADERA RECIA, DE CINCO A SEIS PALMOS DE LARGO Y COMO UNO DE ANCHO Y EN MEDIO UNA MUESTRA QUE HACE EMPUÑADURA CON QUE SE HACE FUERZA PARA DAR MAYOR GOLPE, Y CON ELLA LABRAN LA TIERRA MÁS A PLACER QUE CON AZADONES, ASÍ POR EL USO QUE DE ELLA HACEN COMO DESMENUZAN MEJOR LA TIERRA...”. (Quito. Anónimo, 1582: II: 24)

Las características geomorfológicas obligaron a los aldeanos a buscar respuesta a estas interrogantes básicas: ¿por dónde debe conducirse el canal?, ¿qué tipos de suelo se deben evitar?, ¿qué relación debe tener el volumen de Segmento del canal que parte del dique de recepción y llega a la plaza principal,donde está la compuerta.

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captación o caudal inicial con la longitud del canal, para transportar el agua necesaria y concluir adecuadamente el riego de los terrenos de cultivo?, ¿cuál es la fórmula correcta para lograr una eficiente conducción del agua?, o, en otras palabras, ¿cuál es la fórmula que correlaciona la longitud del canal, la cantidad de agua a conducir y su pérdida por filtración y evaporación con la extensión del terreno agrícola a cultivar? Además, en este tipo de suelos, donde el promedio de pérdida de agua canalizada por kilómetro de recorrido es elevado, ¿cuál debía ser la velocidad, resistencia e impermeabilización para lograr reducir al mínimo las pérdidas del agua que traslada? Por supuesto, para la construcción de estos canales se requería que los responsables de encontrar el curso correcto del agua poseyeran habilidades especiales. Probablemente, las técnicas de construcción se introdujeron poco a poco, según surgían los contratiempos planteados por las nuevas circunstancias. Un criterio adoptado respecto al punto de captación fue que cuanto más arriba se instalaba la bocatoma, mayor era la zona de tierras en pendiente que podía ser regada. Por ello, el punto más alto se ubicó en el cuello del valle, donde el río comienza a bajar a Magdalena para atravesar el delta fluvial de su propio valle. El conocimiento de estos principios básicos de riego por gravedad les permitió controlar la velocidad cuando los desniveles resultaban muy pronunciados y no se tenían espacios suficientes para extender el trazo. Esto los llevó a construir segmentos del canal con innovadas variaciones en la geometría del cauce. Angostando o ampliando en algunos tramos el ancho del

canal, reducían la velocidad y disipaban energía por efectos de expansión. También construyeron zigzags como en el canal Cumbemayo, y algunas veces colocaron obstáculos (por lo general grandes bloques de piedra) en las orillas del cauce, con el fin expuesto. Sabido es que cuando un canal con flujo subcrítico (F < 1) entra en un canal más ancho, se expande y desacelera. Un canal supercrítico (F > 1), en cambio, acelera su velocidad cuando el fondo del canal aumenta bruscamente en pendiente negativa, y el tirante o profundidad disminuye. En otras palabras, esta técnica de acelerar o frenar el flujo, que se explica con la fórmula de Froude, fue conocida y muy bien empleada por los constructores andinos. F = Número de Froude

F=

V gD

V= Velocidad media de la sección, en m/s g = Aceleración de la gravedad, en m/s2 D = Longitud característica de la sección, en metros Régimen subcrítico Régimen crítico Régimen supercrítico

F<1 F=1 F>1

Estos principios fueron conocidos en el caso del canal Cumbemayo, aunque originalmente no estaba orientado al riego de terrenos de cultivo extensos, ya que en su primera etapa debió estar ideado para satisfacer las necesidades de un hecho ritual, cual era el de obtener el agua que emergía de las cochas para trasladarla simbólicamente a fecundar la tierra. Por eso tallaron la piedra viva.

Segmentos del canal sin limpia de acequia. E ediciónextraordinaria

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EL HOMBRE Los resultados de esta fuerza laboriosa son ancestralmente conocidos por los campesinos. El canal Cumbemayo pertenecía a los dioses, y por lo tanto tenía una explicación religiosa. Fue construido con trabajos de minga —trabajo común en beneficio común— y de ayni o de reciprocidad, orientados por la experiencia acumulada y por sus sacerdotes. La organización social, en correspondencia con su visión cosmocéntrica del mundo, permitió el desarrollo de una fuerza productiva que emergía totalmente de la comunidad, además de contribuir a la eficiencia de sus instrumentos de producción, por más simples que estos nos parezcan. Incluso durante la “muerte”, considerada un estado, un paso a nuevas formas de existencia, su mallqui (momia) tenía responsabilidades y obligaciones. De aquí surge la importancia que le dieron al respeto y cuidado de sus mallquis y a los lugares sacros, pues los consideraban parte de la armonía cosmogónica necesaria para alcanzar y mantener el bien común. En este punto participa un factor que ha pasado frecuentemente sin ser percibido: el factor tiempo libre. El hombre, ya sea individualmente o en grupo, necesita contar con un tiempo de ocio. Los campesinos disponían de tiempo libre y necesitaban gastarlo vivencialmente. Es así que los trabajos comunales se convertían en medios de socialización indispensables para mantener la cohesión de la familia extensa, linaje o ayllu. Estas comunidades autosuficientes basaron su desarrollo en la fuerza de trabajo y en la organización, más que en la complejidad de sus instrumentos de labranza. La concepción del hombre andino respecto a su origen, presencia y finalidad tiene como eje central la armonía con su medio. Allí descansa la cohesión social y armónica que alcanzó en la lucha diaria por la sobrevivencia. Su fuerza se multiplica gracias al carácter integral de su sociedad, en la

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que él es un eslabón armónico en la naturaleza. Todo su ethos responde a la lucha del bien y del mal, propia de su concepción dual de la vida, y a la unidad indivisible de dos planos de existencia, planos en los que radica el principio y la continuidad de la vida, la misma que se rompe o llega a su fin cuando dichos planos se desestructuran. La defensa del bien común surgida en el ayllu permitió la construcción de este canal para y por la actividad agrícola, hecho a fuerza de mano de obra que labra la piedra, excava el suelo, construye muros, conserva la obra y controla su adecuada utilización. De esta manera, la obra pública fue tarea social y constituyó un beneficio para la comunidad toda, que conquistó de este modo una nueva fuerza de control social. En este contexto ideológico, la tecnología hidráulica habría estado respaldada por el desarrollo de la fuerte tradición organizativa de los ayllus, por una visión integral de su mundo y por una determinante economía agrícola de servicio que maximizaba el esfuerzo colectivo, como corresponde a este “modo de producción andino”. Por estas razones, el agrónomo (agro: “planta”, nomo: “cultura”) de Cumbemayo, además de su experiencia acumulada por generaciones, de contactos con el suelo, de su relación con las plantas y el agua, tuvo una concepción de la vida que le facilitó participar activamente en una religión con dioses vivos, palpables. Su concepción está impresa en esas piedras, como claro testimonio de un constructor que vio en el agua a un ser vital, al que había que rendir respeto, amistad y culto. De ahí viene, pues, su importancia agronómica.

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El Santuario, inicio del rito al agua.

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l agua como elemento indispensable para la vida ha merecido, desde tiempos inmemoriales, una atención especial. El hombre, en su afán de dominar a la naturaleza, ha perfeccionado técnicas que le permitieron crear diversas estructuras para conducir el agua hacia lugares que favorecieran el crecimiento de plantas comestibles u ornamentales. El objetivo era garantizar la subsistencia o la belleza de su entorno. El ser humano ha estado atento a la comprensión y dominio de la naturaleza como fuente de conocimiento. Su agudeza en la observación le ha permitido incrementar sus técnicas y sistematizar lo aprendido. Los canales de riego por gravedad de las culturas prehispánicas testifican el notable conocimiento basado en una rigurosa observación de lo que rodea al hombre: la naturaleza. Se trata, sin duda, de un conocimiento ligado y explicado con concepciones míticas de lo que veían y sentían en torno a sus vivencias. Cumbemayo es un centro arqueológico que constituye un rico testimonio de religiosidad y singular pensamiento agronómico, en el que cada elemento ha sido concebido en armonía con la naturaleza. Nada es casual. Por ello, una aproximación a su estudio merece hacerse desde disciplinas convergentes. Así, la arqueología, antropología e hidrología (como ciencia que estudia el agua) serán la base del corpus que nos aproximará al reconocimiento de la ingeniería prehispánica como producto de una larga y rica acumulación de experiencias adquiridas por generaciones.

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Místico monumento al agua, aprovechando una gruta natural conocida como El Santuario.

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En sus inicios se descubre una vereda que nos conduce y facilita el recorrido, nos lleva a la primera estación del “altar” principal flanqueado por pequeñas oquedades en la colina, de las que salen pequeños canales (0,10 m de ancho por 0,03 m de profundidad) que según se opina son representaciones vaginales entregando el agua que discurre. Es de notar que en el mes de diciembre (día 17) se proyecta la sombra al interior de la cueva, cayendo al medio de una hornacina (70 cm x 60 cm). Hemos repetido esta experiencia en oportunidades y es invariable esta escena, mas no así en otros meses. ¿Se trataría del espacio y fecha ritual al inicio de las lluvias? Consideramos oportuno comentar que tal vez esta sería su función. Existen otros hoyos rituales, cuatro de ellos imitando a la Cruz del Sur, cuyo brazo izquierdo coincide con el centro de la hornacina. Ya cruzando una pequeña abra, se divisa el canal que avanza con dirección al este.

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La boca de la gruta sagrada, desde donde el viento modula todos los sonidos del agua.

La importancia del canal, por su sentido matemático, está manifiesta en el tratamiento y dominio de la piedra y el agua. Su cosmovisión es mágica, y ella no es producto de la observación empírica sino de la observación sistemática, rigurosa y paciente de los astros y la naturaleza como entes vivientes. Su culto es dominio del constructor, de ahí que el primer segmento (853 m)

de este canal, concebido como un centro ceremonial, no solo debe considerarse como una obra hidráulica sino principalmente como una estructura que expresa un conjunto de concepciones y lenguajes que es necesario preservar y revalorar. No es posible entender la verdadera dimensión del canal sin comprender la organización

social, filosofía e ideología prehispánicas, esta última basada en una concepción cosmocéntrica. Por ello, su culto tuvo que tener dinámica, movimiento, y qué mejor para ello que el agua, elemento que propiciaba el nacimiento, crecimiento y fructificación de las plantas. Los pueblos históricamente han creado sus propias respuestas

frente a lo desconocido, y la más temprana, surgida en torno de la comprensión de su hábitat, ha sido el animismo. Ello explica por qué en toda sociedad, desde sus orígenes, aquellas bandas familiares que caminaban temerosas por las praderas recogiendo frutos, acosando animales o construyendo trampas, asignaban a ciertas imágenes no el concepto del engaño sino un poder animista, el mismo

que permitía a sus realizadores la caza de las presas necesarias para su alimentación. No se explicaban la muerte de la presa por la simple caída en la trampa o por acción del dardo, sino gracias a una fuerza que controlaba los acontecimientos, es decir, a un ánima mayor, con la que establecían alianzas expresadas en ritos y transmitidas a través de mitos. 47

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Oquedades naturales de las que discurre el agua de las primeras lluvias y avanza entre miniaturas de canales rituales, que se unen a un colector común.

En la concepción animista, que es el inicio de la religiosidad, el dolor, la alegría, la tristeza y hasta la muerte, eran entendidos en el marco de ciertas alianzas con elementos de la naturaleza. En algunos casos existía una relación bioquímica natural, pero al no comprender la relación causal, asignaban a tales elementos un espíritu. Las hierbas son el ejemplo más evidente de esto. El mal no era “aliviado” por el principio activo de la naturaleza química de E ediciónextraordinaria

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la planta, sino por el espíritu que en ella –se creia– vive. Así pues, existen las plantas demonios o maleras y las plantas buenas, así como los espíritus que hacen daño y matan y los que protegen y curan. Consideraban que cada elemento poseía un espíritu que, semejante a la entidad humana, piensa, habla, sufre, siente hambre y se enamora, con el agregado de que cambia de forma pasando de una naturaleza a otra, según sus objetivos.

Este es en realidad el origen de las religiones. Cuando no existían deidades mayores, creadoras, ni la idea del caos original, los hombres simplemente establecían con determinados elementos alianzas que les permitían no solo explicar el mundo que los hospedaba sino también existir en él. Las primeras ideas consideraban que todos los elementos, visibles e invisibles, tenían vida, como los

humanos, aunque diferenciados por sus formas externas. Se producía un concierto natural con seres distintos y poderes diversos, con los cuales había que convivir en alianzas para avanzar y reproducirse, para pedir y hacer favores. Una primera alianza se produjo con la piedra, porque en ella encontraron los hombres el poder para hacer fuego, fabricar armas y brindarse abrigo, es decir, alimentarse y vivir. Pero esta relación no fue con cualquier piedra, desde

luego, sino con el sílex, con el que la pequeña banda familiar podía hacer fuego, tallar sus herramientas y parafernalia de caza. En la piedra grabaron sus expresiones mayores, y en ella dibujaron sus primeras imágenes (pintura rupestre), y con ella crearon y levantaron sus dólmenes protectores. Fue la piedra la primera aliada de los hombres. Tal vez gracias a ella alcanzó el homínido

su condición humana. Es así que cuando aquellas primigenias bandas llegaron a desarrollar estructuras sociales más complejas, fue ella, la piedra, la escogida para sus edificaciones, tal vez por su dureza y por su carácter de eternidad. Tal vez la eligieron por la naturaleza sagrada que le atribuyeron. En efecto, los templos, los dólmenes protectores y los canales de rito fueron hechos en piedra. En los Andes, las comunidades locales tenían un 49

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menhir sagrado al que mostraban respeto: “Algunas piedras grandes (alecpong) frente a las cuales se hacía sumisa reverencia o evitaban pasar por donde se encontraban, dejando piedras pequeñas como presente”. (Calancha 1638, 1985.)

Canales, grutas y valle. Un solo rito.

Los viajeros realizaban pagos en lugares considerados sagrados. Camino a Chivay, en Arequipa, los viajeros aún dejan pequeñas piedras superpuestas (“apachetas”), como un rito de promesas. Estas son viejas formas de expresión ancestral que sobreviven en un sincretismo de cuyos orígenes ya no se tiene conocimiento. El primer color con que pintaron en la piedra es el rojo, por ser la representación de la sangre del animal que ha caído bajo el poder de la lanza, y significa el éxito de la caza, el alimento o la muerte. Luego se emplearían otros colores, como el negro, para trazar las siluetas o perfiles; y cuando estas figuras debían trascender el acto o el rito diario, los símbolos mágicos se tallaron en la piedra, y nacieron así las expresiones ideográficas (petroglifos). Cuando el hombre deambulaba y era más recolector que cazador, su dieta diaria consistía de frutos y raíces que conseguía en su microrregión. Pero luego, cuando en su zona de vida empieza a atrapar peces y descubre que el alimento a orillas de los ríos y lagos puede obtenerse todos los días y fácilmente, deja de depender de las agobiantes caminatas y de los ciclos de maduración de los frutos silvestres. Al mismo tiempo, cuando comprende que el agua es la fuente de vida, establece alianzas con ella; pero esta, a diferencia de la piedra, que solo tiene un espíritu protector inerte, inmóvil, posee movimiento, trae sequías y avenidas temporales, mata y da vida. El agua no solo corre por un cauce milenario sino que posibilita los frutos de las plantas, fecunda sus

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Réplica de canales. Una malla de riego nace de las oquedades en la colina.

orillas áridas y secas y las llena de verdor. Son las orillas adonde llegan los animales a pastar, y así la cadena trófica se torna plena de vida y color. El agua, en consecuencia, fue una entidad superior, fecundante, que traía abundancia y cuya ausencia provocaba sequías. Sin embargo, el hombre como expresión social no puede dominarla ni comprenderla. El agua se convierte así en una deidad que no solo da vida y alimenta a lo que toca sino que puede también traer desastres. Esto explica que las cochas, los ríos y los canales por donde transitaba se convirtieran en lugares sagrados. El hombre, como buen observador, descubrió la íntima relación entre todos los elementos y seres de la naturaleza, pero no llegó a encontrar y explicar las causas de esa relación, de modo que debió apelar al mito para satisfacer sus necesidades de comprensión. Observó que cada elemento era parte de los ritmos de ese conjunto armónico llamado naturaleza, que nada era producto del azar. Su cosmovisión era mítica y no producto de la ilusión. El culto al agua era su dominio porque conocía los movimientos de su cauce y había descubierto el funcionamiento de su ritmo en relación con el tiempo y la naturaleza. No es de extrañar, pues, que sus canales de distribución hayan sido obras de carácter social.

agua. Pero, ¿de dónde llega esta? De las alturas, se responde. Así pues, mira a las alturas y descubre en ellas la presencia de sus dioses. Nace entonces el Olimpo, con dioses buenos. Satisfizo así el hombre su necesidad de un dios que se constituyera en un ente abstracto que velara por el ritmo de los designios.

Cuando el hombre se pregunta de dónde proviene toda la vida, la respuesta surge inmediata: del

La piedra y el agua fueron los dioses primarios de la sociedad andina. La primera es el hogar, el cerro

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donde radican los dioses locales; la segunda, la vida. Con la primera se construyeron los canales y los templos. Con este fin, las piedras fueron trasladadas desde las faldas donde habitan los apus protectores de las comunidades, sin importar las distancias. No se escatimaron esfuerzos, pues del conjunto dependería la trascendencia y el poder de los hogares divinizados. Por ello, el canal de Cumbemayo se

talló en piedra sagrada, y su altar fue escenario para el rito de la llegada vivificante del dios de la vida, es decir, del agua. El agua, a su vez, ayuda a crear otra deidad: el suelo, la tierra, a la que se atribuye condición femenina. Con tal condición, la tierra por sí sola resulta estéril, pero una vez que el agua, ya de lluvias o proveniente de inundaciones, la fecunda, engendra la vida de plantas y animales. Así,

gracias a este coito divinizado, toda la cadena trófica se desarrolla y expande. El agua es el macho dominante, fecundador. La tierra es la hembra que espera ser fecundada. Donde no llega la lluvia, prevalece el desierto, que personifica a la hembra que no merece ser tomada por el Dios Agua. Esto se explica a través de mitos en los que la esterilidad femenina era considerada como

un castigo o rechazo de los dioses fecundantes, cuando los hombres aun no reconocían el embarazo como una consecuencia de la unión de espermatozoides y óvulos, sino como el resultado del ingreso de espíritus en el vientre de la hembra por iniciativa, o simplemente como un acto de fecundación realizado por el tótem. El agua fue causa de esta genial obra: un lugar construido especialmente

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Así como lo bueno es el resultado de la acción generosa de los dioses protectores, las calamidades como el hambre, las enfermedades, los desastres naturales y las sequías o inundaciones solo tenían como explicación la cólera de los dioses o la presencia avasalladora de espíritus enemigos. Entonces surgieron los mitos negros para explicar la presencia y acciones de los enemigos del bien, al mismo tiempo que los sacerdotes obtenían el poder, por ser ellos los mediadores entre los hombres y los dioses buenos.

Una red de pequeños canales se descubre en el Santuario.

para albergarla. Los cajamarcas asentados en esta zona tenían un elemento de unión social y religioso permanente: el agua. Ella se constituyó en un vínculo de unidad social, de cohesión ligada a un factor importante: el respeto a la naturaleza, a la madre y fuente de toda la vida. El agua y la tierra, es decir, el varón y la hembra, fueron la nueva pareja divina, y este concepto se fue enriqueciendo y transmitiendo a las generaciones a través de mitos, que constituyen la forma de entendimiento en estas sociedades tempranas. El canal de Cumbemayo corresponde a los tiempos en que los hombres se organizaban en linajes o familias

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extensas, hermanados no por el vínculo del vientre maternal sino de generaciones. Es una obra de cuando los miembros de una generación (hombres y mujeres) se consideraban hermanos, y los hijos de estos eran considerados hijos comunes. Estamos hablando de una formación familiar que permitió brindar seguridad social a todos sus miembros, en épocas en que el tiempo de vida era corto y los riesgos de muerte infantil, durante el parto, por enfermedades y por accidentes, eran altos. En consecuencia, esta formación social constituyó una repuesta acertada a tales circunstancias. Reconocieron el poder fecundador del agua sobre una tierra inmóvil y pasiva que esperaba ser regada para

producir vida y reproducir animales que servirían al pueblo de alimento. Los surcos se convirtieron en trazos figurativos femeninos y abiertos, en símbolos vaginales que esperaban la fecundación del agua para producir las plantas, los alimentos.

Este nuevo dios, como es de suponer, reside en las alturas, desde donde, con visión panóptica, controla todo. Para llegar a él se debían aprovechar las elevaciones naturales, y las alturas andinas serían las escogidas.

Como respuesta a las contradicciones de tales divinidades apareció un nuevo dios, que debía ser una abstracción final, asexuada. Este nuevo dios supuso el establecimiento de un orden ecuménico, y en consecuencia, sería un dios superior a todos. En los Andes, este dios fue el panandino Wiracocha, en tanto que el fuego, el agua, la tierra y el aire se convirtieron en los elementos esenciales, comienzo y fin de la existencia.

En este contexto, aparece la arquitectura que ya maneja principios de peso, volumen y resistencia de materiales; es decir, aparecen las matemáticas en su expresión mayor: la geometría. Los animales, que superaban a los hombres en fuerza y agilidad y habían sido respetados casi con veneración, fueron quedando así rezagados en el nuevo Olimpo que los hombres y su imaginario recrearon. A ellos los consideraron inicialmente

dioses totémicos protectores de los pequeños linajes; luego, al unirse diversos linajes, tomaron de sus dioses locales lo más resaltante de cada uno de ellos (sus habilidades y destrezas) y concibieron nuevos tótems. En el mundo andino, esto se observa con meridiana claridad en las estelas Chavín, donde en una nueva figura aparecen representados los atributos más resaltantes de los dioses iniciales, como los rasgos (ojos, garras) de los felinos, el pico y garras de las falcónidas, etc. Las imágenes del lagarto, de la cruz cuadrada, de peces, de caracolas (Strombus) y de otros en una sola estela constituyen una simbiosis mítica que se expresa en un dios supranatural.

La lucha entre el bien y el mal es común a todos los pueblos. Es una pugna en la que el hombre se encuentra al medio, no imaginando el combate diario sino participando en él con su conducta, respetando tabúes y cumpliendo normas, pues del resultado de esa lucha depende su vida o su muerte. Si el dios bueno era vencido, llegarían las plagas o las pestes; pero si en cambio el dios malo era derrotado, el mundo se convertía en un jolgorio. Después de todo, la vida del hombre y de todos los seres de la naturaleza transcurre temerosa entre la felicidad y la tragedia; pero la dicha y la desgracia no son producto del azar, sino que son gobernadas por fuerzas superiores, es decir, por el dios bueno o por el dios malo. La alegría es el tributo al primero; al segundo le corresponde el llanto. En tales circunstancias, el hombre de Cumbemayo estuvo ligado al agua, a la piedra y a la tierra, pero sobre todo a una cosmovisión de la vida que englobaba a la naturaleza con el cosmos y el beneficio colectivo.

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l parque de Cumbemayo, si bien constituye un solo espacio geográfico, se puede dividir, para efectos de su descripción, en dos áreas: los frailones, que se encuentran por sobre los 3 600 metros de altitud, y que constituyen un paisaje de rocas talladas por el viento; y el complejo arqueológico del canal propiamente, a 3 550 msnm. Los frailones, que ofrecen a la vista un paisaje de colores difícil de olvidar, llaman a la meditación sobre la inmensidad del espacio andino proyectándose sobre esas moles que toman una coloración marrón bajo el cielo azul y limpio. El canal, pasando la gruta denominada El Santuario y otra menor, cruza una pequeña abra a 3 620 metros de altitud, desde la cual se le divisa avanzando con dirección al este. Debemos considerar, primero, que para la construcción de un canal se requiere el conocimiento previo de algunas variables importantes, a las que podemos llamar independientes, y de las que depende el éxito del trazo. Tales variables son: a. Volumen de agua que se va a conducir. b. Probable longitud del canal. c. El punto o los puntos de captación de las aguas y los probables puntos de entrega.

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La plaza principal, complejo religioso donde se encuentra “la toma” y los principales altares de piedra, está ubicada a 3 554 m de altitud y a 7° 11’ 28,8’’ LS / 78° 34’ 53,8’’ LO.

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Toma del canal que recibe agua de las primeras quebradas.

d. Extensión, condiciones y composición de los suelos a regar. e. Características del terreno por donde se hará el tendido del canal: • Tramos en laderas y en suelos llanos. • Rocosidad, pedregosidad o naturaleza del suelo. • Pendiente gobernadora. • Variaciones fuertes de pendiente. • Elección de rutas imaginarias (túneles, acueductos, caídas, etc.). • Rombos, elevaciones y distancias que pueden servir para seleccionar la probable ruta. • Ubicación de puntos de referencia: bancos de nivel (BN) y Bench Marc (BM). • Estacado de algunos puntos auxiliares para el trazo preliminar.

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• Polígonos, trazos de curvas circulares. f. Datos climáticos de la zona. g. Naturaleza fisiográfica de la zona. h. Fuerza laboral requerida. i. Planos de referencia (con curvas de nivel bien detalladas). j. Tipos de canal (de conducción o de distribución). k. Geometría del canal. l. Otros (estudios geológicos, de suelos, de la vegetación, hidrológicos, de salinidad, etc.). Considerando la magnitud del canal de Cumbemayo, así como sus resultados, estas variables debieron ser conocidas por sus constructores previamente al tendido; no de otra forma nos explicamos la geometría del canal y la perfección de su talla en la roca granítica, sus dimensiones constantes,

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medidas topográficas y métodos de control hidráulico utilizados, los mismos que les permitieron alcanzar una eficiente conducción del agua; sin embargo, lo más sorprendente ha sido descubrir que la inclinación del canal mantuvo una relación constante de uno a dos milímetros por metro de longitud, lo que evidencia el desarrollo de una ingeniería de gran nivel y un dominio total del tallado de la piedra. ¿Cómo lo hicieron? ¿De quiénes recibieron tal experiencia? Como veremos más adelante, tallar en la roca viva, en las paredes y en el fondo del canal con ángulos de 90°, lisos, pulidos y perfectos, no dejaba margen para el error. ¿Cómo y con qué instrumentos realizaron su trabajo? Simplemente fue producto de la paciencia y el buen criterio de los constructores andinos, a lo que debemos sumar el refinado arte de los talladores, que eran consumados artistas y no simples picapedreros.

“El Altar”, en la unión de dos canales que dan inicio al principal.

El elemento básico de toda obra de riego es, sin duda, la observación del lugar donde se va a ubicar la obra hidráulica. Este método empírico dio como resultado que el canal de Cumbemayo haya sido ubicado en el lugar preciso, a la altura de la divisoria de aguas, donde existen condiciones para rendirle culto, sin olvidar el hecho de estar asociado a un elemento primordial: la piedra. La derivación de aguas de una vertiente a otra (de un océano a otro), señalada por Petersen en 1947, es una propuesta tal vez exagerada, pues para eso debieron tener una información tal

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La mira graduada. Medidor de caudal, en la unión del primer afluente con el canal.

Primer canal afluente del principal, que se une en la plaza ceremonial.

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como la que poseemos actualmente. Lo cierto es que supieron canalizar y derivar parte de las aguas que iban a la costa para beneficio de la sierra. Una observación detenida de la naturaleza ofreció a los constructores los principios básicos para diseñar la forma del canal. Tales principios fueron aplicados en las esquinas, curvas cerradas E ediciónextraordinaria

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o semicirculares para controlar la velocidad. Precisamente, el trazo de conducción del agua es el que ha permitido que durante 3 500 años, aproximadamente, el canal haya conservado buena parte de su estructura y continúe controlando su caudal. El canal capta y conduce el agua desde la confluencia de pequeñas

quebradas, donde se ha construido la toma, evitando que se derive al río Cumbemayo, pero también se nutre de otras escorrentías que se le van uniendo en su recorrido. William Guillén opina que en los alrededores del canal existe una representación de este y de sus quebradas que no ha sido tomada en cuenta en ningún estudio.

La piedra de las espirales dando paso al canal.

Se juntaron las manos laboriosas de los Andes, tallando las piedras para ver caminar el agua.

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Curvas y ángulos.

TAL VEZ, PARAFRASEANDO A ALEJANDRO ROMUALDO, PODRÍAMOS DECIR: PODRÁN FOTOGRAFIARLO, PODRÁN DESCRIBIR CADA RINCÓN DE PIEDRA TALLADA, PODRÁN MEDIR SUS DIMENSIONES, CALCULAR SU CAUDAL, LIMPIARLO TODO Y MOSTRARLO AL MUNDO, ESCRIBIRÁN POEMAS Y LEYENDAS, LE DARÁN MUCHOS CALIFICATIVOS Y LO VISITARÁN CADA MAÑANA, PERO NO PODRÁN ENTENDERLO.

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Ubicada en una gruta olvidada, tal representación, que recibe el nombre de El Plano del Canal, se halla a 50 m del mismo, y ha sido tallada en la roca. En ella se puede apreciar una línea que indica el canal, y líneas perpendiculares que representarían a las quebradas que dan al mismo. “No es un trazo casual ni esporádico, ni producto de la naturaleza, pues es una cueva especialmente tallada para tal fin. La construcción del canal, entonces, es obra de grandes planificadores con grandes conocimientos de, entre otras ciencias, topografía e hidrología”. La captación del agua fue realizada en un dique cuadrangular de 20 m de lado, de piedra asentada, cuyo fondo se encuentra a 3 578 msnm (7° 11’ 27,1’’ LS - 78° 34’ 57,4’’ LO). De ahí parte el canal hacia la plaza principal

o ritual, donde se le une un canal de piedra de la primera quebrada colectora en el lugar denominado como “La Toma”. El inicio del canal es un verdadero complejo hidráulico que comprende, además de la toma de captación, dos elementos importantes: el llamado Altar y una plataforma sólida con dibujos tallados en la superficie de la roca, en la que destacan dos pares de pies, uno dirigiéndose al norte y el otro con dirección al sur. Además, se observa in situ la estructura necesaria para medir el caudal de ingreso del agua. El canal tiene tres segmentos que son indicadores de cambios conceptuales en relación con su utilidad, los mismos que han sido progresivos a medida que aumentaba la necesidad de nuevas áreas de cultivo. El primero, de finalidad ritual (853 m),

está tallado en la roca viva, y es la parte mejor conservada. En su trazo, superaron los obstáculos sin destruir las rocas fuertes, que bien hubieran podido ser quitadas; sin embargo, los constructores prefirieron tallar sus orillas o hacer túneles, manteniendo el nivel, lo que muestra su perfecto dominio —“domesticación”— de la piedra. Esta primera parte del canal está labrada totalmente en la piedra del lugar, constituyéndose en parte natural del paisaje. El segundo tramo (2 500 m) obedece a la extensión del rito agrícola, y fue construido tallando la roca de la falda del cerro y en parte levantando el borde paralelo artificialmente con piedras y relleno. El tercero, hecho en zanja, a tajo abierto (5 650 m), fue erigido cuando se hizo necesario conducir el agua para usos prácticos de riego.

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INGENIERÍA

Segundo segmento del canal corriendo entre la roca y el muro de contención.

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NO ROMPE LA PIEDRA, PERFORA EL OBSTÁCULO, SOMETIÉNDOLA.

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INGENIERÍA

No es que el agua tallara la piedra, fueron manos encallecidas de tanto labrarla.

La construcción del canal, como hemos visto, ha seguido los principios básicos señalados. No obstante, debemos recordar que tales conocimientos fueron aplicados hace tres mil quinientos años, lo que significa que sus constructores nos adelantaron en el manejo del nivel, en la adecuación del diseño al manejo del paisaje, en el control de la velocidad del agua, en la calidad de los acabados y en el manejo racional del recurso. Ciertamente, los principios básicos aplicados fueron los mismos que actualmente se siguen en todo levantamiento topográfico.

Características del canal Dimensiones El ancho y la profundidad varían; el primero tiene de 35 a 50 cm y la segunda, excavada en roca viva, varía en su parte más profunda entre los 10 y 30 cm, y en sus partes altas entre los 30 cm y 1 m.

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Cuando fue necesario, se talló la piedra para mantener el ancho del canal, apareciendo pestañas.

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INGENIERÍA

Longitud La longitud del canal está en función de la ubicación y extensión del área a regar, así como del caudal considerado necesario. Tiene una longitud total de 9 km. Curvas Dos son las figuras geométricas básicas: el círculo y el cuadrado, cuyos segmentos constituyen curvas de 90° para enlazar los tramos rectos diseñados en un arco de curvatura circular fácilmente demarcable, trazado por el principio del compás y utilizando una cuerda, la que al girar sobre el centro de curvatura une los tramos rectos. Estas curvas cerradas se encuentran en los inicios del canal, y la presencia de esquinas en escuadra le da mayor misterio a la obra. Caudal y velocidad Considerando las variaciones del área mojada en los tres segmentos, la tirante promedio, la pendiente y rugosidad del suelo y su relación con la longitud de los mismos, podemos plantear que el tipo de flujo que lo recorre es de régimen subcrítico, uniforme. Posiblemente, dadas las condiciones descritas, este debió ser de 0,0743 m3/s. El control del flujo se logró gracias a una pendiente casi rasante, que varía por sectores, a veces de 1 mm a 3 mm por metro lineal, otras se profundiza hasta los 7 mm por metro lineal, para alcanzar la E ediciónextraordinaria

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Un tramo a manera de acueducto penetra la roca.

velocidad que le permita elevarse a otros segmentos de niveles más altos. Pero en promedio, desde sus orígenes hasta el término del segundo segmento (3 550 m a 3545 m de altitud) es de 1,6 m por kilómetro de longitud, lo que la da una velocidad de 0,2935 m/s. No se encuentran segmentos importantes que ofrezcan características de grandes variaciones en la velocidad. Además, todo ello nos estaría indicando que en el diseño se tuvo presente el criterio de no exceder la velocidad permisible ni bajar de la velocidad mínima, con lo que se evitaría la sedimentación. Pendiente de la rasante Como es natural, la pendiente no es homogénea a lo largo del recorrido, aunque se observa la intención de mantener una inclinación constante en los dos primeros segmentos. La pendiente al inicio del canal es muy cercana a la horizontal, con un promedio de 0,001m/0,002m, para nuevamente incrementarse al término del segundo y último tramo del canal, construido a tajo abierto y que se dirige al valle con una pendiente promedio de 0,007 m/m.

Ingreso y salida del canal perforando la roca.

Se sabe que la pendiente de un canal debe tener un rango de 1 a 7 m x 1000 m, es decir, de uno a siete metros de desnivel o bajada por kilómetro de longitud. Si la pendiente es mayor, provoca altas velocidades de flujo, trayendo como consecuencia la erosión y la ruptura del canal. Este desnivel permite que la velocidad también se mantenga en un rango 73

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INGENIERÍA

aproximado de 0,3 a 3 m por segundo (0,3 m/s < V < 3 m/s), ya que no puede ser menor de 0,3 m/s porque ocasionaría sedimentación y colmatación en los canales, y tampoco puede ser mayor a 3 m/s porque provocaría erosión en la base del canal. Rugosidad

Sobre un lecho de roca viva camina el agua cristalina.

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La rugosidad del piso o del fondo del canal depende del material que se utilizó para su construcción. En el primer segmento, el fondo es liso, de piedra tallada —William Guillén le señala un coeficiente de 0,033—, y en el segundo ocurre lo mismo; sin embargo, en el tercero, por falta de excavaciones en su trayecto, debemos considerarlo áspero, ya que al parecer en algunos sectores es de tierra. No obstante, en esta última parte, por las características del fondo, las paredes laterales en talud y su sección compacta, la resistencia debió tener un coeficiente medio, normal, adecuado.

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INGENIERÍA

Tercer segmento, rumbo a Cajamarca.

Últimos tramos del segundo segmento.

Elementos del canal Inicio del tercer segmento aún sin limpiar.

Toma o punto de captación. Es un dique cuadrangular de retención en cuya construcción intervinieron dos variables principales: la longitud o recorrido que debía tener el canal y la profundidad del cauce del río. En este caso, es el punto de mayor altitud, donde confluyen cuatro pequeñas quebradas que alimentan de agua al canal. Compuertas. Son una estructura de retención y derivación de agua que a la vez puede servir como un medidor de caudal. En el recorrido no se observan compuertas, por lo menos en los dos primeros segmentos, cuyo trazo es limpio y visible. Acueducto. Conducto artificial elevado, utilizado para transportar el agua y cruzar depresiones pronunciadas o quebradas, manteniendo el nivel del canal, como el que se observa en el segundo segmento y los que cruzan las faldas y depresiones de la pampa camino a Layzón, por donde se trazó el tercer segmento. Tomando como base los resultados topográficos y el

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Programa H Canales 2.0, los datos promedio arrojados del levantamiento topográfico realizado por William Guillén son: Tirante promedio (y): 0,487 m Ancho de solera (b): 0,520 m Coeficiente de rugosidad: 0,033 Pendiente: 0,001 m/m Caudal: 0,0743 m3/s Velocidad: 0,2935 m/s Número de Froude: 0,1343 Tipo de Flujo: Subcrítico A juzgar por estos resultados, el escaso caudal de este canal no habría tenido fines agrícolas de abastecimiento para grandes poblaciones; más bien habría servido para regar pequeñas áreas, y por la naturaleza de la sociedad de esa época, habría constituido parte de un complejo ritual de riego y espacios de siembra: toda una concepción mágica del proceso de fecundación de la tierra y la llegada de los frutos en un espacio abierto. 77

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En las paredes vírgenes de piedra quedaron los dibujos de la mano primera (...) en esos olvidados documentos como antiguos espejos, alfabetos en lugares tranquilos y difíciles. Manuel Ibáñez Rosazza “Piedras de Cajamarca” E ediciónextraordinaria

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PETROGLIFOS

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os petroglifos, aquellas figuras abstractas unas, realistas otras, iconográficas, ya aisladas o asociadas, estáticas o expresando movimiento, con sus líneas trazadas por fricción en bajo relieve o logradas con puntillismo, son en los Andes o en las pampas desérticas de la costa –como en muchas regiones del mundo– un misterio aún por decodificar. Son pocos los intentos de clasificarlos, o de ubicarlos cronológicamente. De algunos, por comparación con figuras en la cerámica, de otros por estar asociados con restos hallados en excavaciones, se extrapola su ubicación cultural y temporal; pero son eso: algunos. De la mayoría aún no se determina su ubicación temporal, ni cultural, y menos aún el significado de su mensaje. Se les ubica contextualizados con el medio ambiente, asociados con escenarios que han cambiado, en espacios abiertos, mirando a ríos que aún tienen caudal pero sobre todo a ríos hoy convertidos en quebradas secas, cuyo estudio

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Interior de la gruta principal.

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PETROGLIFOS

Mural con franja de petroglifos. Esquinas con petroglifos.

paleoclimático nos ayudaría a reconstruir, en laboratorio, los escenarios que hicieron posible la ocupación del hombre precolombino. Su presencia nos suscita, primeramente, esta interrogante: ¿por qué se escogieron los lugares donde se les ubica? Tal vez porque fueron escenarios propicios para el rito de una ideología religiosa, no oficial, inventados por los hombres para implorar el favor de sus apus locales, antes de que la religiosidad fuera administrada en los templos –como en Chavín de Huántar, por ejemplo– o al perder los templos su presencia y prestigio frente a innovaciones sociales que no pudieron controlar. De ser así, ya tendríamos dos variables que nos ayudarían a tentar cronologías. Una, la primera, es que serían sucesores de la pintura rupestre, antesala de la gran religiosidad que llamamos Chavín, extendida como producto de culturas locales precursoras, cuyos íconos se trasladaron a los templos formando las estelas; y la segunda es que serían posteriores a las grandes civilizaciones megalíticas, cuando el control social pasó de las manos de los sacerdotes a los gobernantes militares de orígenes míticos. En consecuencia, habría sido el chauvinismo local el que recompuso la presencia E ediciónextraordinaria

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de los apus protectores, cuyos ritos propiciatorios continuaron, a pesar de la “extirpación de idolatrías”, durante la colonia, y hasta nuestros días, como son las huaringas o los cerros que los “brujos” invocan cuando realizan sus sesiones. Tal vez por ello es fácil identificar los petroglifos del Formativo o Pre-Chavín, ya que sus íconos los encontramos reproducidos en las estelas de los templos; pero no los posteriores, porque sus símbolos o íconos respondían a la inventiva del sacerdote o shamán local y a una diáspora religiosa que no alcanzó a tener unidad. Conduce a este ensayo de interpretación, el no encontrar íconos en los cerros que identifiquen o pertenezcan a las culturas regionales del Intermedio Temprano en su esplendor, como los nascas, moches, vicus, waris, etc.

¿Qué quisieron comunicar? Serán oraciones gráficas… “pagapos”… killkas símbolos primarios, signos ordinarios, o la infancia de una escritura andina. Creo que el problema estriba en que por encontrarse en un espacio determinado, es receptor de varias presencias 83

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PETROGLIFOS

culturales y responden por ello a los mensajes de religiosidades con cronologías sucesivas. A estos lugares de rito llegaron durante varios siglos a escribir en la piedra. ¿Serían fonemas que identificaban sonidos guturales para escribir palabras, o serían íconos que representaban ideas centrales, conceptuales? O tal vez eran imágenes simples de shamanes para sus ritos cotidianos… He ahí el reto de la escritura del hombre de los Andes.

Interiores de la gruta principal.

Volvamos a los petroglifos de Cumbemayo. Están asociados a los canales, y sus diseños podrían ubicarse con anterioridad a los templos con residencia de especialistas secretos; por consiguiente, serían de épocas precursoras a las grandes culturas megalíticas; en otras palabras, pudieron aportar al momento histórico de la religiosidad panandina que conocemos como cultura Chavín en los Andes Centrales de América. De ser así, Cumbemayo sería no solo la simbiosis de los alcances logrados por la ingeniería agrícola del hombre precolombino, sino también la expresión local de la infancia de la palabra escrita. Por consiguiente, el intento de estudiarla debería partir de sus murales y sus figuras “extrañas”, señalando el recorrido del canal más de tres veces milenario. He ahí su importancia. He ahí el reto que nos lanza el hombre que se desarrolló en estas faldas del Cumbe. Como toda escritura, sus pasos previos no se encuentran en los símbolos primarios, pues estos son

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EN LA PIEDRA HAY DORMIDA UNA VOZ CRISTALINA, / QUIZÁ VOZ DEL ORIGEN / EN LA PIEDRA HAY UN GRITO DETENIDO / ESPERANDO LA HORA QUE DESDE SUS RAÍCES MÁS PROFUNDAS, / EL HOMBRE, SALVADOR DE SÍ MISMO / SE LEVANTE Y CAMINE CANTANDO SUS NUEVAS DIMENSIONES... (Garrido Malaver. “La dimensión de la piedra”)

el producto de trazos desarrollados culturalmente en épocas anteriores. Serían las representaciones gráficas con que se inician los ritos, y continúan por el camino del agua. Sus murales explicarían el mensaje de los dioses, y por ello graficaron en representaciones naturales las lluvias, los ciclos recolectores, los canales, y alcanzaron en una simbiosis mítica algunos símbolos conceptuales. En el canal no se observa tan solo el trazo de la ingeniería agrícola, sino que además es el camino del Dios Agua. Es la matemática en la piedra tallada. Es el conocimiento heredado de generaciones y que se comprende como entregado por los dioses protectores. En su concepción, era difícil desligar el conocimiento profano de la práctica diaria, de la voluntad divina de los dioses. Los petroglifos, por su ubicación, se han considerado: los existentes al inicio en la gruta o Santuario, en la segunda gruta a trescientos metros al oeste, en la plaza principal, en la trayectoria de los dos primeros segmentos y en la tercera gruta ritual. E ediciónextraordinaria

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La primera gruta. El Santuario. Se sostiene que esta gruta es un espacio de adoración, por la presencia de sus petroglifos, por su orientación al Sol y por su ubicación en el conjunto. La base es casi perfectamente circular (3,10 x 3,30 m con una altura de 2,75 m). Lo interesante es su orientación hacia el este, por donde sale el Sol, fuente de vida. Aunque el nombre no es correcto, como hemos dicho, estaría asociado al inicio del rito, al tiempo que comenzaría cuando la sombra se proyectaba al medio de la gruta, en una hornacina cuadrangular, en cuyo centro se registra el desgaste de la piedra por la escorrentía del agua

que filtra de la parte superior de la colina y que corre depositándose en cinco hoyos, cuatro de los cuales nos recuerdan a la Cruz del Sur. Una barrera de ingreso de 0,20 m de alto muestra figuras en ambas caras, también el piso y las paredes del interior. Cruces, caras, las tres escalinatas, plantas, animales (culebras), figuras humanas en movimiento, otras irreconocibles, cubren la gruta en su totalidad. Querer interpretar su lectura hoy no es posible; ello convoca a un equipo de especialistas, porque aun el símbolo no parece estar asociado a un sonido cuyo conjunto forme palabras. 87

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La segunda gruta.

La segunda gruta. “Santuario menor” Se ubica a 300 m al oeste de la anterior, a 3 592 metros de altitud y a 7° 11‘ 19,8” LS / 78° 34‘33,3” LO). Parecería que por sus características de ubicación, dimensiones, como el estado actual de las figuras, y por estar próxima y asociada a un camino angosto (0,40 m x 5 m de largo) tallado en la piedra que cruza el abra, a 3620 metros de altitud (7° 11‘ 27,1” LS / 78° 34‘57,4” LO) y con finalidad ritual, es anterior al santuario. Al ingreso, en la boca, se encuentra un monolito con figuras distintas a las anteriores, bastante erosionadas y más simples. De él parten canalitos que repiten el trayecto de la escorrentía cuando llueve. Se encuentra sobre una falda que excavada nos daría grandes sorpresas. E ediciónextraordinaria

Camino tallado en la roca en la parte superior del abra.

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La plaza principal Es el complejo hidráulico religioso por excelencia. Se inicia en una gran plaza que descansa sobre una plataforma donde se juntan el canal que viene de la toma en el divortium acuarium con otro menor de piedra, en lo que se conoce como la bocatoma de entrada, con una piedra con marcas horizontales que recuerda la mira graduada que mide el caudal de ingreso. Aquí se observan tres bloques, a manera de escalinatas, en los que se han tallado las primeras figuras, y constituyen el denominado altar o púlpito. A cinco metros se encuentra la “Piedra del Sacrificio”, mesa de piedra rectangular que ha motivado supuestos repetidos acerca de ser un lugar donde se realizaban sacrificios humanos. Destaca la presencia de una plataforma de 1,80 m x 2,6 m, en cuya superficie E ediciónextraordinaria

encontramos, asociados a una doble cadena de hoyos pequeños, dos pares de plantas de sandalias. El primer par de 11 x 23 cm, que inicia el camino al norte, y el segundo de 9,5 x 22 cm, que retorna con dirección al sur. Los guías atribuyen estas figuras a supuestos matrimonios allí suscitados. Cerca se encuentra una roca circular con figuras muy erosionadas, destacando el espiral, a orillas del canal. La parte o cara superior es plana y presenta figuras que por la naturaleza de la piedra están casi borradas. Su presencia hablaría del movimiento, energía, seguimiento, conducción, vida, etc. Este símbolo se repite en todas las culturas y se le califica como la culebra, el cosmos. En la cultura Nasca, se le encuentra en la cola de El Mono. María Reiche, en su libro Mystery on the Desert (1980), lo asocia con una constelación anunciadora de lluvias.

“La piedra del sacrificio”. Obsérvese la figura de las plantas de sandalias.

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La tercera gruta.

La tercera gruta Parece que pertenece a la siguiente extensión del canal, aprovechando una gruta natural a 3 553 metros de altitud (7° 11‘ 31,6” LS / 78° 34‘ 35,7” LO). Se encuentra a un costado del trayecto, junto a un pequeño acueducto del canal que se prolonga cortando la roca viva y en cuyos E ediciónextraordinaria

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interiores se observan dos manos de tamaño natural y pies pequeños. El ingreso se facilita por una gradería tallada desde la parte inferior hasta la boca de la gruta. Sus figuras son más reconocibles, sobresaliendo el símbolo de las tres gradas acompañado por la cruz cuadrada. 93

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PETROGLIFOS

A partir de este lugar, se registran en las paredes de piedra del canal figuras aisladas cada cierto tramo, como caras, brazos doblados en escuadra mostrando la palma de la mano, caras de frente y sobre todo cruces cuadradas sin asociación a otras figuras.

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Estelas talladas en pequeñas rocas solitarias, al ingreso de la gruta.

Al término es visible un mural de tres metros de largo, como una cinta de inconfundible inscripción conceptual. Entonces, el canal se profundiza en la tierra vía a Layzón, como esperando a que las investigaciones continúen para describir su recorrido total. 95

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PETROGLIFOS

Se dice que esta roca tallada es la representación gráfica de las quebradas que dan agua al canal.

En el trayecto Destacan algunos trazos de tipo Chavín, motivo por el que se le asocia con esta cultura, lo que es posible, pero influenciando o contribuyendo a su formación. Todas las figuras están relacionadas con el canal; no de otra manera se explica su ubicación, para expresar ideas asociadas al trayecto del agua. E ediciónextraordinaria

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Las figuras se encuentran aisladas, separadas por cierta distancia, o en murales, limitadas por el tamaño de la piedra, pero constituyendo un conjunto. Cabe destacar la presencia de la cruz cuadrada, de la cual evoluciona la chacana. Este símbolo es la base de los trazos en el canal. También se pueden ver rostros o partes del cuerpo, como manos, pies, brazos en alto, caras, ojos, espirales, escalinatas, surcos, hoyos.

Importante es la presencia de la Cruz del Sur. Ligada a las lluvias, su presencia no ha dejado de tener vigencia. Muchas costumbres y tradiciones de Cajamarca están asociadas a las cruces: fiestas religiosas, ubicadas sobre los techos para protección, etc. En el caso de Cumbemayo, se repiten en el trayecto del canal, pero con una base cuadrada como elemento asociado. La presencia de la Cruz

del Sur resulta más impresionante en el mes de mayo, cuando se la puede apreciar en forma vertical. Allí coinciden algunas fiestas religiosas que en las comunidades contiguas al canal ya se han perdido. Asociado a las cruces se tiene un petroglifo en forma de estrella de cuatro lados, con resplandor con cuatro líneas a cada lado. La “estrella” más resplandeciente en el firmamento es, sin duda, Venus. 97

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PETROGLIFOS

La cruz cuadrada

hecha en la piedra

sería el símbolo primario

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de la concepción cosmocéntrica

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del mundo de los caxamarcas.

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COSMOS

Cumbemayo

En el centro del Cosmos C

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Por Ignacio Alva Meneses

umbemayo fue uno de los centros ceremoniales más importantes del Perú Antiguo, durante el primer milenio antes de nuestra era. Está ubicado a 7 km de la ciudad de Cajamarca, entre las cumbres que forman la divisoria continental, una de las zonas más altas de la región, donde las aguas se condensan en arroyos que se precipitan bien hacia la vertiente del Pacífico o del Atlántico. El canal ceremonial Cumbemayo, trazado en una quebrada profunda que constituye el centro de aquel paisaje, toma aguas en su origen conduciéndolas a la vertiente oriental cuando deberían fluir al Pacífico, creando de este modo un eje simbólico en el centro de la Geografía Sagrada. En su trazo monumental de un kilómetro de largo, tallado en roca viva de la quebrada, el canal corta también bosques de roca que fueron labrados como altares y acueductos, con ángulos y petroglifos que son reminiscencias del símbolo de la cruz; referida al concepto de centro, origen, lugar de intersección de todas las regiones del cosmos. También hay esculturas de formas circulares vinculadas a los astros y sus movimientos. La historiadora Mónica Buse refiere que el Cumbemayo fue descubierto por Ernesto Puente Velezmoro, administrador del fundo San Cristóbal; luego, cuando Julio César Tello llegó a Cajamarca en septiembre de 1937 a cargo de la Expedición Arqueológica al Marañón, se le mostró el hallazgo y permaneció hasta el mes de noviembre realizando las excavaciones que develaron lo que ahora se conoce de esta fabulosa

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* Diario La Industria. Compendio de Arqueología Nor Peruana. Segunda Edición. Trujillo, agosto de 2008.

obra. Según el mismo Tello, sólo alcanzó a hacer “rasguños insignificantes”. Los informes de aquella expedición y las excavaciones permanecieron depositados en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, hasta que finalmente fueron publicados en octubre del año 2004; en esas páginas se pueden admirar la capacidad de Tello para reconocer la forma y función del canal, recurriendo a comparaciones etnográficas para comprender su significado. Tello notó en ese entonces que junto a la toma del canal existen sepultadas tres plataformas arquitectónicas. Los trabajos de limpieza efectuados en 1997 confirmaron que fueron construidas con grandes bloques de piedra perfectamente cortados; sólo futuras excavaciones arqueológicas podrán descubrir y comprender íntegramente la complejidad del monumento. En las inmediaciones del canal, además de los altares y plataformas, se encuentran grutas y cuevas acondicionadas con fines rituales; la enorme roca que forma el piso de una gruta tiene tallados escalones de acceso y petroglifos. Un grabado cruciforme simbolizaría en este contexto la intersección de las tres regiones del cosmos: cielo-tierra-inframundo. Del mismo, modo varios arroyos que siguen la dirección del canal lo hacen bajo las rocas, entre cavernas subterráneas que patentizan el concepto de las tres regiones del universo. En muchas culturas antiguas, el simbolismo de centro es el eje de las creencias religiosas; según el historiador de regiones Mircea Eliade: “Todo microcosmos, toda región habitada tiene lo que podría llamarse un Centro, un lugar sagrado por excelencia; aquí lo sagrado se manifiesta de modo total… la cima de la Montaña Cósmica no es solo el punto más alto de la Tierra: es el ombligo de la tierra, el lugar donde comenzó la Creación… en las culturas que conocen la concepción de las tres regiones cósmicas, el Centro constituye el punto de intersección de estas regiones, donde resulta posible una ruptura de nivel y al mismo tiempo una comunicación entre ellas”. En un farallón que tiene forma de gran cabeza humana, llamado la “Cabeza del Indio”, se talló una gruta a modo de púlpito. Esta obra constituyó un altar de culto cósmico; el piso circular y las paredes están cubiertos de petroglifos, y en el piso, cuatro perforaciones siguen el orden de la constelación de la Cruz del Sur; en lo que sería un mapa del firmamento con la constelación central, las paredes abigarradas de petroglifos, combinaciones de figuras geométricas y animales parecen representar un mito de origen o un mapa de la región. En Cumbemayo el culto al origen del agua era el culto al génesis de la vida, instaurado en el centro del cosmos. Las cruces cuadradas en los petroglifos, los trazos zigzagueantes del canal, los ángulos de las plataformas y la unión del trazo principal con un canal secundario son reminiscencias del simbolismo de Centro, que aquí cobra absoluto significado uniendo el supramundo de la Cruz del Sur con el inframundo de los ríos subterráneos. Las ceremonias congregaban a grupos de distintas regiones para festejar el retorno de los ciclos de tiempo, en función del movimiento de los astros, que producían sombras y alineamientos con las estructuras y rasgos del paisaje, permitiendo reconocer y renovar los ancestrales vínculos de la comunidad con la naturaleza y el tiempo mítico de los orígenes. 101

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LEYENDA

LEYENDA

La leyenda del

clarín por Temístocles Noriega Díaz

El clarín es un instrumento propio del departamento de Cajamarca. En el campo, en las faenas, en las mingas, en los trabajos comunales, en las cosechas y en la mayoría de reuniones familiares, como fiestas y entierros, están presentes el clarinero y el cajero. El clarín es hecho de un carrizo de más o menos dos metros de largo, como mínimo, ya que existen los de hasta de siete metros. Su confección consta, además, de una boquilla, de una mama boquilla y un guguache, y en el extremo final, se coloca una calabaza cortada por la mitad. Este nuestro instrumento musical fue declarado “Patrimonio Cultural de la Nación” en el año 2008. La referencia oficial del clarín la dio el obispo don Baltazar Jaime Martínez de Compagnon y Bujanda. Se dice que este singular instrumento fue creado en el siglo XVIII, pero también se comenta que un ejemplar forjado de metal se encontró en el templo de Tantarica (1200 al 600 a.C.), en la década de los años 70.

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La característica es que produce melodías tristes, únicas. Dicen que el diablo le tiene miedo al carrizo; por eso, cuando uno anda con el clarín, los malos espíritus no atacan. Se conoce por la zona de la Encañada y Llacanora (zona rural de la provincia de Cajamarca) una leyenda de cómo apareció el clarín hace muchísimos años. En el hermoso valle de Cajamarca, por las laderas de Llacanora, existían dos campesinos, muy bien parecidos, que vivían un idilio en secreto, y que siempre se reunían por las tardes a orillas del río Cajamarquino, a gozar del aire puro y del agradable aroma que esparcían las flores silvestres. Este gran idilio se vio interrumpido por la aparición del hijo de un curaca que gobernaba el valle, quien quedó prendado de la bella campesina. Tal personaje intentó en muchas oportunidades ganarse la simpatía y amistad de la joven, pero siempre fue rechazado, ya que tenía un gran amor y cariño por su pareja.

Enterado el hijo del curaca del romance de la bella, asesinó al joven campesino, y lo enterró cerca de un manantial de agua cristalina y sabor muy agradable. La campesina lloraba sin entender la ausencia de su amado, hasta que un día el hijo del curaca le contó la verdad, pensando que ella se vería obligada a estar con él. Después de mucho sufrimiento y melancolía, la joven decidió quitarse la

vida en el lugar donde habían asesinado a su amado. Al poco tiempo, en aquel sitio, nacieron dos plantas de carrizo desconocidas. Del carrizo grueso apareció el Clarín Roncador (hombre), y del carrizo delgado o más fino, el Rambino (mujer).

Juan Carlos Quiliche Gallardo Pintura “Fiesta”. Técnica mixta. 20 x 30 cm. Taller de Arte de Llacanora, 2007.

Por eso se dice que de ambos instrumentos, por más que alguien se esfuerce por sacarles notas alegres, siempre saldrá solo música triste y única, aunque pasen los tiempos y las generaciones.

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Últimas palabras Cuando llegamos a Cumbemayo para afinar detalles que enriquecieran esta publicación, nos encontramos con un equipo de arqueólogos que iniciaban sus investigaciones para poner en valor el complejo. Nuestra alegría no podía ser mayor. Para quienes vienen bregando en estas lides, promoviendo el estudio de la historia nacional, complace que en Cajamarca, autoridades locales y jóvenes estudiosos –que darán seguramente lustre a la arqueología– hayan emprendido tan noble investigación. Que no desmayen, que por sobre las vicisitudes que conlleva el hacer ciencia en nuestro país, conserven la perseverancia. Los alcances científicos y sociales del hombre andino reclaman su presencia, que ayudará a modelar, sin chauvinismos, los conceptos que los peruanos tenemos de nuestros antecesores, inspirándonos el futuro que nos pertenece.

De izquierda a derecha: Balbina Romero Gutiérrez, Élder Antezana Condori, Ernesto García Calderón, Lucero Angulo Valdeiglesias, Jaime Deza Rivasplata y César Rosa Guzmán.

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