Desvío Cósmico N° 22

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Narrativa breve

“Elegía de las calles perdidas” Por Marmat Padilla

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as calles escondidas no aparecen a primera vista. Tampoco es fácil saber -o recordar- si las has transitado. Es más, entre tanto urbanismo hay que pensarlas para que aparezcan. Es que en esas calles hay casas de barro y caña habitadas por perfumes y evocaciones. Todavía les cuelgan rejas marchitas, de hierros deshilachados y despintados. Las calles escondidas y las baldosas flojitas, carcomidas, con pocitos, olorientas a cemento rancio y a tierra profunda. Las calles escondidas florecen en la siesta, aparecen, y se van, por la tarde, con el sol, con la fresca, del otoño. Las calles escondidas están ahí, para usarlas, y besarse con mujeres apuradas y dormirse en sus veredones para soñar con el bálsamo de sus cuellos, de sus dedos, de sus pechos. Las calles escondidas están a la vuelta de tu casa y de la mía. La ciudad está plagada de calles escondidas que no identificamos porque vamos reprochando y maldiciendo, demasiado, especulando: con la pulpa del salario, con la nata del trabajo, con la grasa del colchón que te amilana y desvela. Son esas calles, a la vuelta de tu casa, encerraditas, que duran poco, que miden poco, que terminan rápido; las únicas calles donde se piensa, se ama, se duerme, se calma, se siente, se ríe y se llora, a escondidas. Son calles para pasearlas sin tiempo. Hay que equivocarlas y aparecerlas. No hay autos, no hay gente, no hay ruidos. Pero hay plantas y árboles gigantes, (de cien años), hay gatos de la guarda, (de cien años) hay casas semiabandonadas (de cien años). Las hay en Godoy Cruz, en Las Heras, en Luján. Me gustan mucho las de Dorrego, cuando camino a casa de mis amigos las piso, las estrujo, las aliento. Me las llevo, me las robo, me las envuelvo. También las he visto bonitas a una cuadra de mi casa y, de vez en cuando, salto expulsado de mi silla, con un pucho en la comisura de los labios, las manos en los bolsillos, en plena siesta, a eso de las tres de la tarde, a vivirlas unos minutos, porque ¿cuánto te puede llevar caminar esas calles escondidas, que miden dos o tres cuadras, y topan en un portón marrón donde caduca todo amor, donde expira el pensamiento de todo ladrón, o la ansiedad del asesino? Y pienso específicamente- en la calle Arce, en Godoy Cruz, a dos cuadras de la calle San Martín, subiendo por Rivadavia. Una calle. Sólo una cuadra se llama Padre Arce. Y es la mejor calle, la mínima calle, la calle achicada pero eterna. La calle que caminé de adolescente. La calle que usé para descansarme y relajar las primeras derrotas, los fatales desamores, las sorpresivas angustias, los perjurios silenciosos. Y ahí he vuelto no hace tanto ni hace mucho. A pasear a mis hijos, a pasear a mis perros, a pasearme entero y a pedazos. A veces voy, solamente, por ir, para comprobar que está, que no ha sido obturada por una clínica para ojos o un spa para ambiciosos o extenuados. A veces voy y vuelvo. Por una vereda o por la otra. Por el medio de la calle o haciendo equilibrio sobre el cordón de la acequia. Pero siempre voy y siempre vuelvo. Y espero la siesta, y espero las tres de la tarde, para que no se vaya, para que no me deje.


Narrativa Breve Breve

“Sedante” Javier Piccolo

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lla está nerviosa. Lo sé. Corre por el jardín, no se está quieta por más de cinco segundos en un solo lugar; su cola se mueve frenéticamente en líneas rectas, no dibuja la alegría que la caracterizaba en círculos. Ahora mismo ha agarrado una rama. La hace correr junto a ella, se detiene, la muerde, la lanza hacia arriba, cae y la muerde con más fuerza. La rama no se quiebra aún, ella tampoco se tranquiliza masticando astillas, por el contrario, su locura crece. Yo también estoy nervioso. No corro, de hecho estoy sentado, pero el talón derecho repiquetea en el suelo y este es el quinto cigarrillo que fumo habiendo usado solamente una vez el encendedor. Estoy nervioso, lo sé, ella lo sabe, eso la altera más y viéndola así me dan ganas de tirar el cigarrillo por la mitad y prender otro. El talón taladra el piso y no lo puedo detener. Ahora se ha echado, pero sigue tensa. En el suelo se revuelca siempre con la rama en la boca. A veces la atrapa entre las patas delanteras, la sostiene y así la ataca con vehemencia. Los pensamientos disparan y rebotan dentro de mi cabeza, ya empieza dolerme. Intento focalizarme en uno solo. Imposible. Gotas minúsculas, millones de ellas se escurren por mi frente afiebrada. Las corro con mi antebrazo (lo siento helado). Mis dedos, los de la otra mano, ya se mueven con una autonomía demencial. Juegan con el cigarrillo aún encendido, como escurriéndolo entre sus juntas. Me distraigo un segundo viendo la brasa bailando en mis nudillos. Me he quemado. Apago el cigarrillo con furia, con la furia de mi talón derecho que va creando un dolor que quiere subir por mi pierna. Poco más va a aguantar la rama en su mandíbula. La lame, queriendo ablandarla y luego la aprieta entre sus dientes, que se van enterrando. Le falta poco y me pregunto si eso la calmará. Me da una puntada en la canilla, después otra en la rodilla. Puede ser por el movimiento del talón. Paso mi mano por ahí. La siento húmeda, sospecho que es por el sudor. Quiero otro cigarrillo, para quemarme nuevamente. El paquete sale vacío del bolsillo y, paradójicamente, eso no me altera sino que más bien me reconforta un poco. Mi mano (casi me olvidaba de ella) sigue sobando la pierna, que todavía duele. Cada vez está más húmeda y la miro: está bañada en sangre. La pierna también. Los chorros brotan de miles de agujeros en ella, muchos de ellos gigantes cráteres de amplio diámetro que llegan hasta el hueso. Ya casi ha logrado arrancarle toda la corteza a la rama. Pronto va a ceder. Ella es consciente de eso y se apresta a darle la mordida de gracia. El hueso se quiebra, ella empieza a chupar gustosamente el jugo de su interior que lentamente la va calmando. Veo por segunda vez el paquete vacío de cigarrillos. Veo mi talón. Sin ninguno de ellos estoy más tranquilo y la veo a ella disfrutando con su triunfo. Aflojo el cuerpo, puedo pensar sin migrañas. No sé por qué pienso que lo último que quedará será la ampolla de aquella quemadura. Ella se relaja. Yo también me relajo y espero a que vuelva por el resto.

LITERATURA DE TOILETTE javier píccolo

Todos los jueves 22:30

JUGUETE RABIOSO Juan B. Justo 836 - Ciudad de Mendoza


Sexualidad

“Cómo confesar un sueño erótico” “Mil Quinientos” Por Claudio Fernandez Por Francisco Llorente

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a mayoría de las veces los sueños eróticos son inconfesables, y no tanto por su estructura siempre anárquica en principio, sino más bien por los ingredientes del deseo sexual que ellos implican. En un sueño cualquiera uno puede decir sin pudor que soñó con el número cinco de Banfield o con la quiosquera de la otra cuadra sin el menor recato, alegando en ambos casos algún deseo superfluo, como el de ganarse la quiniela o el de cobrar la revancha de algún delantero lesionado. Pero cuando se trata de sueños eróticos, donde principalmente es el deseo sexual el eje articulador de los múltiples elementos que configuran el texto y contexto de lo soñado, ahí se hace difícil confesar a boca de jarro: “soñé que tu hermana se metía en nuestra cama, y decí que era un sueño, porque estuvo a punto de chuparme la pija, y no sabés con que ganas me sonreía”. Todos los sueños tienen datos, señas, personajes y escenas que jamás confesaremos, pero mal que mal nos animamos a contar el argumento, los actores principales, el final inesperado, la fragmentación de las secuencias, etcétera. No sé si sólo me pasa a mí, pero cuando tengo sueños eróticos las secuencias de las imágenes y el razonamiento de las sensaciones son muy parecidos a los de la vigilia. Lo peor de todos estos sueños felices es que se terminan en lo mejor, justo ahí cuando debería comenzar el placer, justo en ese límite final del deseo. Es allí cuando despertamos, emergemos desde el mundo onírico a la superficie de la aburrida vigilia que nos recibe con los ojos abiertos y el sol entrando por la ventana. Después que te hayas ido de viaje con tus tres mejores amigos de la infancia en una camioneta ranchera, cruzando un largo desierto plagado de médanos, y te encuentres en la mitad de una playa exótica y aparezca la socia de tu mujer vestida de azafata y te invite a comer a la casa de tu hermana, en donde no está tu hermana pero sí uno de tus más despreciables vecinos, y por debajo de la mesa salga tu compañera de trabajo y sin entender bien porqué aparezcan los dos en una especie de burbuja inflable, y ella tenga el pelo más largo de lo común, y sin dejar de ser ella te sugiera que te la cojas por el culo ahí mismo, sin más tapujos, y cuando ella ya se haya dado vuelta y el vestido de raso blanco desaparezca de repente para dejar al descubierto todo su hermoso culo, como un paraíso en donde habitan todos los goces que siempre imaginaste que en algún lugar deberían estar, justo ahí cuando estés a punto de clavar con alma y vida toda tu erguida humanidad, justo en ese momento sonará el despertador o estallará el llanto de tu bebé pidiendo que le cambies los pañales. Al despertar esa mañana junto a tu pareja ya no serás el mismo, tendrás un secreto inconfesable que no te dejará tranquilo durante todo el día. Especialmente cuando aún te estés despabilando e intentes tomar el desayuno y suene el teléfono de tu casa y atienda tu mujer y diga: “es Raquel, tu compañera de trabajo, dice que apenas llegues a la oficina no te olvides de terminar eso que te pidió, que vos ya sabés qué es”. Una gota de vergüenza cruzará por tu rostro y tu culpabilidad será tan evidente que tu mujer querrá saber qué es eso “que tienen que terminar”, pero vos le dirás que no es nada, mientras tu imaginación no deja de reproducir en secuencias infinitas el culo desnudo de tu compañera de trabajo y tus ganas insoportables de cojértela por donde ella te lo estuvo pidiendo hasta hace un rato. Tu mujer se quedará sospechando algo, y no es para menos, en veinte minutos estarás con el objeto de tu deseo cara a cara. Te despedirás de tu espesa a las apuradas con un mustio beso sobre su mejilla, mientras el culo de tu compañera de trabajo sigue dando vueltas y vueltas en tu cabeza. La decisión de irte en colectivo no te servirá de mucho para olvidar el sueño, a pesar de la gente, sus empujones y su mal humor de la mañana. En la misteriosa intimidad que se consigue al viajar entre desconocidos querrás entupidamente volver a recrear parte por parte los fragmentos de tu encuentro erótico, pero será imposible. Sólo te quedarán imágenes desperdigadas de algunas escenas. Todo terminará cuando llegues a la oficina y veas a tu compañera de trabajo con la misma cara de espanto de todos los días, el pelo recogido, sus anteojos de mojigata y su mal aliento característico, ahí recién estarás seguro que todo fue un hermoso y desvergonzado sueño.


Sexualidad

“Esos raros conceptos nuestros”

Mariana Zeballos

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noche fui al cine con un cavernario posmo, y no supe que lo era hasta que advertí que para impresionarme había elegido el modo imperativo en sus diálogos. -Atendé el teléfono, contestáme que te estoy llamando. Contestá che! (Mensaje enviado por él antes de salir). En ese momento comenzó a diluirse ese entusiasmo que me había embriagado alguna vez. El hecho es que el tipo no había sido así hasta que acepté su cinéfila invitación. El uso del modo imperativo fue in crescendo a largo de la noche, además de los tortuosos comentarios acerca de la colectividad de ex novias, a las que llamaba “minitas”. -Soy feminista voy a denunciarte por mal uso del lenguaje y por venderme el personaje de tipo comprensivo e intelectual. No hay nada mejor que la aparición de mi “locura” para que huyan al instante, pero no tuve esa suerte; el homínido dejó resbalar un destello estelar a través de sus ojos brillantes de baba, y agregó: -Me encanta, estás re loca. Nos entendemos bien vos y yo, eh! Supe que era el principio del fin. Me retiré en medio de la película y su perverso amor corrió detrás de mi demencia. Nos fuimos. En el auto encendió su notebook y me mostró un par de imágenes publicitarias de décadas pasadas, muy machistas, a tal punto que hoy estarían prohibidas. -Las mujeres nos necesitan y se quejan encima. Murmuró el ganso enmohecido. - Las mujeres tenemos muchos defectos, le dije, sería mejor que te presente un amigo. Ese fue el fin, obviamente. Pero no para mí, el troglodita había abierto una puerta hacia mis laberintos conceptuales. En mi cabeza hacían eco sus palabras, junto a las imágenes publicitarias añejas, que décadas pasadas ilustraban un rol impuesto a las mujeres desde la desigualdad. ¿Podemos responsabilizar solamente a los hombres? Creo que no, sobre todo teniendo en cuenta que las primeras feministas fueron cuestionadas también por las mujeres (señoras católicas y caóticas). Además, si no hubiera sido por la aparición de mujeres que comenzaron a pensar la realidad de otro modo, los derechos conquistados seguirían siendo una utopía. Entonces, ser mujer se diferencia bastante del invento de “señora”, “minita”, “putita”, “perra”, “dama” etc. Parece que los varones se han acostumbrado a relacionarse con esos significantes relegando al género femenino a un lugar construido religiosamente. Parece también que a muchos y a muchas les conviene esa retroalimentación. La minita consume Arjona, peluches, boliches, libros de Bucay, chongos con autos a nafta, gimnasios pseudo milagrosos y estampitas del santo consumo. El macho para satisfacer su inseguridad se esconde tras el “dime que no” esquizoide de Arjona o la palidez de “su” mujercita sin minifalda que sólo para él- se verá mejor. ¿ Y qué hacemos con esto? Quemamos en la hoguera a todos los machos inseguros? ¿Nos punkeamos frente a toda minita? Mejor pensar, aunque no sea tan redituable, mejor pensar que ser feminista no es quemar en la hoguera a todos los tipos, a ver si así comprenden que una minita no es ni la mínima parte de una mujer.


Literatura Vernácula

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“Dicen que está vivo” Por Roberto Pothasner

laro, ahora resulta que todo el mundo sabe que está vivo. Dicen que lo vieron en una isla del Pacífico, a la altura de Chile creo. Cerca de la Fernández o de esa otra de las estatuas, la de Pascua ¡Bah! Parece que está llena de minas la isla, ¿te imaginás?... y pensar que fue a parar ahí por boludo, porque mirá que hay que ser boludo ¿eh? Sí, claro que era bueno, buenísimo. Todo el mundo lo quería, cómo no lo ibas a querer, pero que era boludo, era boludo, no me digás que no. Y por eso mismo es que nadie se animaba. Seguro que a nadie le faltaban ganas, pero cómo se lo ibas a decir si era un amigazo. Aparte loco, todos tenemos defectos, no me digas, así que nadie se animaba. Salvo su mujer claro, ella sí, ella se lo decía a cada rato últimamente. Pero por suerte estaban los viernes para desahogarse, ahí si que nos descargábamos. Como el boludo no iba a los asados de los viernes, era tema obligado. El Pedro lo imitaba a la perfección, así que el Pedro se encargaba de representar para jolgorio de todos nosotros, todas y cada una de las situaciones boludas que, por su corto carácter, había generado durante la semana. Y a pesar de que no eran pocas, no faltaba quien se encargara de repetir cada viernes las más memorables, las que habían pasado a la historia. Relato al que los demás respondíamos con estruendosas carcajadas, cada viernes, religiosamente, como si se tratase de un inexorable ritual secreto. Parece que todo esto, él se lo olía, algo sospechaba… Claro que él sabía que era boludo, lo decía, puta qué boludo que soy, decía después de tomar cada decisión, tendría que haber hecho lo contrario, decía. Y además, más de una vez me lo confesó, me dijo que él no estaba a gusto con nosotros, que sentía que lo considerábamos un boludo, pobre. Y viste que estaba raro últimamente, como ausente. Dicen que la jermu estaba cansada de bancárselo, estaba harta de sus boludeces y se lo empezó a hacer sentir. Bueno, ella varias veces le dijo que era un boludo. Y, se tiene que haber deprimido, viste cómo era con la jermu, para él la jermu era todo, vos viste. Es como que le tiene que haber perdido sentido a la vida. Y encima parece que le llegó algún rumor de lo que se habló el viernes pasado, te imaginás, como que se le cae el mundo, pobre, ponete el lugar, a cualquiera viejo…Cualquiera toma una decisión así. Pero era tan boludo, boludo hasta el hartazgo, que hasta en eso la pifió... Él algo sabía de la Alfonsina, no sé si escuchó la canción o si leyó algo, pero claro, mucho no habrá leído porque mirá que confundirla con Gabriela Mistral… Por eso se fue para Chile el boludo. Pero bueno, para lo que él quería, al final era lo mismo. Capaz que si no hubiera sido tan boludo, ahora estaría en las Canarias. Así que tan mal no le fue. Yo prefiero las minitas que viven casi en bolas en esa isla de mierda, al quilombo que deben meter millones de pájaros cantando todos juntos y que aparte deben cagar de lo lindo, te imaginás… Gran Canaria… Gran Cagada debe ser. Un viernes, aprovechó un viernes para inventar la excusa. Voy al asado con los muchachos le dijo a la jermu. Qué raro le dijo la bruja, si vos nunca vas, en qué andás vos. Y, me insistieron tanto que alguna vez tenía que ir le mintió él… pero ya no le importaba si le creía o no, qué más daba. Así que se tomó el trole y se fue a la terminal, llegó justo como para enganchar el último a Viña. Era la primera vez, nunca había ido, no conocía el mar, ni de un lado ni del otro. Me cago en la puta, fijate en qué ocasión lo viene a conocer, pero bueno era una cuestión de él, qué sé yo, dicen que cada uno elige. La noticia nos dejó hecho mierda, a todos, la jermu no tenía consuelo…nunca encontraron el cuerpo, pobre…, ni velarlo pudimos…pero dicen que lo vieron entrando al mar, lo vieron.


El sábado pasado fui a lo de mi cuñada a comer un asado, nos invitó para ver las fotos de las vacaciones. Fueron a Viña, como todos los años. Siempre las mismas fotos, pero bueno, fuimos. La cosa es que después de comer, mi sobrino prende la notebook, la primera vez que lo veo entusiasmado al pendejo, había hecho como una presentación con las fotos, con música y todo el pendejo. Yo mucha bola lo le di, estaba como viendo sin ver, hasta que algo me llamó la atención. Frente al departamento que habían alquilado se advertía un amontonamiento de gente frente a una cosa, como una ermita parecía ¿Y eso?, le pregunté a mi cuñada ¡Ah!... eso, me dijo, eso es como un santuario que hicieron para pedir favores, parece que pasó un milagro o algo así, dicen que una mañana temprano, cuando despuntaba el sol, algunos madrugadores vieron a un tipo, a un jovato como hablando con el mar mientras caminaba. Por el tono parece que era argentino. Mar adentro caminaba hundiéndose a cada paso, en una marcha tan decidida que nadie se animaba a interrumpir. Dicen los mirones que a pesar de que se les hacía tarde para el laburo, no saben por qué, pero como que se quedaron congelados, absortos, contemplando la escena, como esperando, como presintiendo el fenómeno del que a la postre fueron testigos. Cuando ya estaba su cuerpo totalmente sumergido en el mar, cuando no quedaban vestigios de su calva cabeza, alguien, dijeron ellos, una fuerza superior o como se llame (después sabríamos cómo) hizo que la escena que los había paralizado, empezara a correr hacia atrás, como en una película. Entonces, en prodigiosa ilusión el jovato empezó a emerger del mar, y como montado en una mágica canoa se fue, se perdió en la lontananza, mar adentro hasta esfumarse. Pero ahogarse, el jovato no se ahogó,… dijeron. Yo, todo esto, la verdad no lo sabía, ninguno de nosotros lo sabía, qué te ibas a imaginar, para nosotros estaba muerto. Bien muerto. El lunes cuando se lo conté a los muchachos, se me cagaron de la risa, no seas boludo vos también, me dijeron. Pero la fecha más o menos coincide les dije. No te alcanza con el Gaucho Gil…, qué, ahora querés inventar al Gaucho Boludo. Y quedó… Hasta que empezaron a llegar esas putas postales, las putas postales que nos quitaron el sueño. Un lugar paradisíaco, lleno de palmeras y un mar azul, y minas en bolas. Sin remitente llegaban, cada semana, quién iba ser sino. Ninguno de nosotros estaba de vacaciones, era él, la puta madre, era él. Ese viernes aprovechamos que estábamos todos. Casi ni comimos, nos pusimos a discutir acerca de lo que cada uno había pensado. Elaboramos mil deducciones, fuimos atando todos los cabos, hasta que rematamos en la siguiente conclusión: “Fue la inconmensurable inmensidad de sus bolas las que a modo de colosales flotadores impidieron que su cuerpo se sumergiese y que luego la habilidad del agua dispuso de forma tal que las convirtió en una práctica canoa sobre la que navegó hasta su destino, ayudado por la corriente de Humboldt, los vientos alisios, o lo que puta fuera. Porque para remar no le da.” Yo ahora estoy juntando guita, quiero ir a visitarlo. Voy a recorrer toda la Polinesia si es preciso. Necesito verlo, quiero confirmar mis sospechas, porque no me digás que no te diste cuenta, era medio raro, rarito digo. Porque estoy seguro, pero convencidísimo de que es tan boludo que ahora que está rodeado de minas en bolas, seguro que tomó coraje y se hizo puto.


“Biografía de Cósimo Andrea Galiani”

Fernando Timoner

F

ilósofo, intelectual y poeta de origen italiano. Nace en Perugia en 1890, hijo de un monje benedictino llamado Andrea Catalani, y de madre judía llamada Ana Clements, de origen español. En el año 1899, bajo la presión política que ejercía el unificador, Víctor Manuel II, la pequeña familia debe abandonar la península. Recalan los tres accidentalmente en Glasgow, donde el pequeño Cósimo comienza con el estudio de la Kabbalah. Por ese tiempo su madre se convierte a la Iglesia Anglicana y su padre hace el camino inverso, se pasa al Judaísmo. El único sistema educativo que conoce el niño Galiani es la férrea instrucción del poeta galés Dylan Tomas. Por cuestiones políticas, debe abandonar el reino de Gran Bretaña. En El Paso, México, mediando el año 1914, organiza con soldaderas, viudas, amantes, concubinas, hermanas, madres e hijas de los soldados, un cuerpo paramilitar que se ocupa de matar hombres cortándoles su miembro viril, para instalar un Matriarcado posrevolucionario que finalmente fracasa. Participa en la redacción de la Reforma Agraria, y enfurecido por el carácter burgués que revestía la misma, mancha con tinta roja el documento. Por este hecho debe huir del país azteca vestido de mujer. Días antes de octubre de 1917, discute con Vladimir Lenin, en un viaje en tren desde Suiza hacia Rusia, el origen de la materia. Lo palmea con un blando sonido de tapioca en el sobretodo gastado, y le desea éxitos en la Revolución. A los cuatro meses de esa despedida le desea la muerte al líder revolucionario y a “toda esa trouppe de bolcheviques buenos para nada” En Buenos Aires, Argentina, conoce en Boedo a una prostituta y convive durante un año con la misma en un cuarto de pensión. Con un organito viejo, crea en junio del año 1920 el tango “Mi noche triste”, que gentilmente le regala a su amigo y poeta Pascual Contursi. Meses más tarde, Samuel Linning mejorará la música de lo que hoy se considera el primer tango-canción. Traduce al español y al italiano, en junio del año 1924, el “Tratado teológico político” de Baruj Spinoza. En Medellín, Colombia, despide a Carlos Gardel, el 18 de octubre de 1929, luego de una noche de juerga con el cantor; Cósimo Galiani debía viajar con el zorzal criollo en el mismo avión, pero un cargamento de clorohidrato de cocaína destinado al laboratorio Merck que debía supervisar, retrasa su estadía en Medellín salvándole la vida. Apoya en septiembre del año '30 el Golpe de Estado del General Uriburu y polemiza con el escritor Leopoldo Lugones aconsejándole afablemente el suicidio al autor de “La hora de la espada”. Publica en abril del '31 “El origen de la materia”, luego de sistemáticas lecturas de los atomistas griegos Demócrito y Epicuro, y crea la “Teoría del Clinamen” o “El Desvío Cósmico”, que da origen a la materia. Se producen fuertes polémicas en torno de la obra. Traduce del alemán “El origen del matriarcado” del jurista suizo Bachofen, prologa la obra y se pelea fuertemente con la editorial. Todo esto entre los años '35 y '40. En octubre del año 1940, en un Congreso de Medicina en Viena conoce a Sigmund Freud. Le critica su último libro, “Psicopatologías de la vida cotidiana”, y afirma Cósimo: “no hay vida cotidiana, todo este sinsentido diario es una repetición de formas y significados”. Dos años después, el padre del psicoanálisis, reconoce en un nuevo prólogo los errores cometidos en la primera edición y agradece en forma explícita a Galiani su colaboración en la segunda edición. Continúa aquí al lado


Historias de VVida ida (amor loc locura ura y muerte) muerte) Viene de al lado En los primeros meses del año 1943, se enamora de la actriz de radioteatro María Eva Duarte durante la filmación de una película dirigida por Leopoldo Torre Nilsson “Ángel de la soledad”, en la cual Galiani es guionista. Nace un efímero romance entre la actriz y el intelectual, que queda truncado con la aparición de un coronel integrante del GOU. Adhiere al peronismo recién en el año 1955, renegando del personalismo del militar y advirtiendo su pronta caída. Viaja a Hiroshima y Nagasaki en abril del año 1946, como corresponsal de guerra de la Revista “Mundo Nuevo”. Fotografía los estragos de la bomba nuclear y manifiesta: “que esta y otras cosas más demuestran que el mundo gira sobre un eje podrido” En Nueva York, en una exposición pictórica, escupe en la cara al artista Salvador Dalí, negando todo movimiento surrealista y afirmando con ese escupitajo consistente los principios del realismo. Es deportado de Estados Unidos. Tramita la ciudadanía argentina, pero por problemas entre la no-correspondencia entre el apellido de su padre y el suyo, el trámite se demora por años y años burocráticos. Viaja a la isla de Cuba el 12 de mayo de 1958 para celebrar el nuevo gobierno revolucionario. En una estadía de un mes y harto de ron y tabaco y mujeres cubanas declara: “este gobierno de mugrientos barbudos no va a llegar a ninguna parte, a quién puede interesarle esta republiqueta bananera bajo los pies del Tío Sam” En el año 1976 se instala en la provincia de Mendoza. Intenta la producción de un libro de poesías desde la cumbre del “Coloso de América”. Por razones de salud debe abandonar la empresa. Muere finalmente en el Hospital Central de la provincia de Mendoza, el nueve de abril del año 1980. Según testigos, sus últimas palabras fueron: consumastum est, la última frase que dijo Cristo en la cruz. Pero hay quienes afirman que, al negarse la enfermera a traerle whisky con soda y tabaco, éste le gritó: “andate a la puta que te parió”, y expiró. Dos días después llegó a su domicilio de ese entonces una carta con la ciudadanía argentina.


Sociología de la Vida Cotidiana

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“Viento Zonda” Claudio Fernandez

l viento zonda nos cambia el ánimo y al ánima a todos los cuyanos, desde Chilecito hasta el Río Diamante y desde el Cristo Redentor hasta la Villa de Tulumaya, es imposible este viento del diablo. Es sabido que a los arenosos se nos pone la piel de arcilla con este viento maldito.

Aquí en Capital la gente anda como loca, mire usted que los automovilistas, tan proclives y susceptibles al insulto y al mal trato simbólico, están tan aturdidos por el silbido del viento que ni se tocan bocina, casi un milagro. Ni qué decir de los taxistas, que cansados de escuchar Cadena 3, o tal vez porque se les corrió el dial sin que se dieran cuenta, se ayunaron con un tanguito liviano y hasta se acordaron los motivos de su majadera existencia. Las señoras gordas Jauretchianas de la Emilio Civil han consensuado no hablar mal de la presienta hoy, dicen que ya es suficiente con el viento para andar haciéndose mala sangre. Pero en cambio decidieron organizar una procesión a la virgen de Lourdes para que Mirtha vuelva a la televisión, no sea cosa… A los cuidacoches de la calle Colón se les volaron las rejillas y éstas andan revoloteando entre las piernas de las oficinistas, que de tan apresuradas corren despavoridas desde Rentas hasta Anses sin precaverse de la inmediatez de sus pudores. Es sabido que a niños y ancianos el zonda los pone violentos, por esta razón el Señor Ministro de Educación, con buen atino y por el cuidado de la ciudadanía activa, decidió no suspender las clases por más que se corte la electricidad y se rebalcen las cloacas de los colegios públicos. Esta medida, que puede parecer arbitraria, es una estrategia para no dejar a los abuelos y abuelas sin su mayor responsabilidad del día, que es la de ir a buscar a los nietos a la escuela y prepararles la merienda. Parece que no es aconsejable dejar a los gerontes todo el día encerrados frente al televisor, mientras que el viento sigue soplando allá arriba. Las consecuencias pueden ser terribles, dicen que suelen ponerse violentos con sus despiadados hijos, responsables directos de sus miserables vidas.

Sin embargo, los cronistas policiales esta mañana tuvieron que madrugar para poder presenciar la bellísima escena de un vecino de Las Heras de 78 años de edad, que a las 6:38 de la mañana corría desnudo por plena calle Independencia al vivo grito de “cuando el mundo no tiene respuestas o se vuelve incomprensible, yo sigo acá, insoportablemente vivo”. A pesar de que los medios locales atribuyen al zonda como el único causante del desequilibrio mental del anciano, entre los vecinos se corrió la noticia de una doble confusión. Por un lado el abuelo se confundió de tabaquera y en lugar de armar su primer cigarrillo de la mañana, como es su costumbre, con el tabaco francés que le regalaron la última Navidad, se armó un terrible porro con unas hierbas que el nieto cultiva en el fondo de la casa, de tan buen aroma que le hizo acordar sus épocas de purrete cuado se fumaba las chalas de los choclos. Por otro lado, ese mismo nieto le cambió las canciones del MP3, y en medio de la confusión y el mareo el abuelo descubrió que aquella canción de La Renga era en rigor una versión de cualquier poesía de Discépolo. Así las cosas, el viento nos pone mal a todos. Sin embargo hay quienes le sacan provecho a las situaciones. Al escuchar las noticias de que bajaría el insoportable viento caliente, los animosos deportistas y trotadores de la primera tanda de madrugadores que le dan vueltas y más vueltas al Parque Central todos los días, decidieron no arriesgarse esta vez y no salir a correr por miedo a pescarse una peste. Esta desgracia deportiva les vino bien a los estudiantes del secundario, que viven siempre la feliz efervescencia de la primavera, porque hoy la ciudadanía los dejó revolcarse tranquilamente con sus respectivas parejas ocasionales en las lomadas de dicho parque. Los púberes tuvieron la libertad soñada de toquetearse a gusto, bañados por la luz del día, a la intemperie y sin temor a que pase corriendo algún tío Roberto que los descubra “in fragantti” con la mano en la bragueta de alguna buena niña o, en tal caso, acogotando el ganso del primer escolta. Así estamos… con este viento del demonio.


Un doble agente de Al Qaeda fue quien le habría dado muerte a Bin Laden

Un ex liceísta argentino habría jugado las veces de marine e integrante de Al Qaeda

foto: Ernesto Sanz

9:55 El fiscal de EEUU Eric Holder afirmó que en el asesinato de Bin Laden las personas responsables de la operación actuaron bien, y que “La traición artera de nuestro doble agente se encuadra dentro de las normas legales, legítimas y adecuadas, en tanto ha sido para defender a los sectores más poderosos que velan por la gente de nuestro planeta”. Desvío cósmico se distribuye en Resto “Los Dos Amigos” - Bar “Iguanahaní” - Bar “Casa Usher” - Bla Bla Bar - Bauhaus Bar Creativo - Feria Plaza Independencia - Feria del libros Paseo Alameda, grupo “La Colmena”- Bar “Kasa Babilön” - Bar Juguete Rabioso - Bar Under - Video Club “Sólo Jazz” - Interzona - Carrito Bar “Barloa” - Lubilubar - La Mala - Por Acá - Kamikaze Bar -Biblioteca General San Martín - Entre otros lugares de la ciudad de Mendoza y Godoy Cruz. Si te interesa distribuir “desvío cósmico” conectate vía mail: desviocosmico@gmail.com


Granizo y fuego - Marmat Padilla

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endoza, la tierra del granizo y el fuego. Mendoza/Mendoza/Mendoza… La de los veranos con cactus florecidos y hojas de parra agujereadas por la piedra. Luego de los llantos. Luego de las lluvias. La fresca. La brisa que corre las cortinas. Allí, donde pueden verse los cuerpos desnudos. Ex-transpirados. Repatriados. Hormigas rojas, hormigas negras. Cooperativas de vino. Cazadores de plagas. Mal de amores, mal barajados, mal paraíso. Hoteles dos estrellas, tres estrellas, cuatro estrellas, cinco estrellas. Hoteles sin estrellas. Hoteles para ciegos y para mudos, hoteles para marinos, hoteles para-militares. Vendimia, arboleda. Secano. Garganta con arena del desierto. Gemidos en milcayac. Gemidos en canoa. Caciques. Territorios, tomados por la fuerza y el control de cámaras que saben si te excitan los perros de la calle. Un baldazo de agua bien helada para los súper canales, súper mercados, súper manes. Después de la lluvia, siempre. Después de la lluvia, todo es vapor. Es lo que sucede, siempre, después de la lluvia, del granizo, de la matanza de frutales y de techos pobres. Después, el fuego, el rayo que fulmina a unos tipos en el campo. Los policiales, cientos de policiales. Después del fuego, los bomberos, voluntarios. Es que será siempre así después del fuego. Tarde, anunciado, solitario. De taquitos y gambetas en la siesta brava. Donde la vista se pierde con el codazo del defensor y la piñadera y el bochinche y las tropelías de los muchachos panzones sin religión que los proteja, suspenden la partida. No hay tercer tiempo después del fuego. Sólo corridas, algunos pómulos inflamados y un par de dientes que se pierden en la tierra, en el área chica, en la vida chica. Y aparecen unos platos, volando rasantes por la ciudad quemada, lanzando chorros, lanzando espuma. Unos violines que explotan, unas pibitas que gritan. La eternidad es cosa seria. Como dragones nos decimos secretos y en la falda de la montaña, cien tipos se desnudan, cien tipos se amontañan. Mientras, en las copas de los árboles, hay gente brindando, hasta que la noche los separe, hasta que se mueva la placa madre. Y se caigan como cocos, como cacos, como macacos dormilones.

Contános tu historia en menos de 500 palabras. Requisito: en algún lugar del texto debe aparecer la frase: “me cache en dié”


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