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Nº 23 Año III 01 de Setiembre 2011
La matria está felíz
23 Nº í s o De v ico cósm fanzine
Año III
01 de Setiembre 2011
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Pensamiento
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Desvío ico cósm
“El Purgatorio del agnóstico en Dorrego Lover”
Por Marmat Padilla
l es un hombre que mastica y fuma, acodado en la barra de un bolichón de Dorrego Lover, que cerró hace 20 años. Quedó inmutable, en mute, estatuado por la diáspora, con algunas muecas.
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Por la zona las casas no son más las casas. Son altos edificios que erigen una ideología, montan una superestructura del abismo entre el cielo y el infierno. Eros y Tánatos bailando un minué rapeado, guiñándose, quedan como testigos del contraste de vientos y mareos en la cuadra. La ginebra sigue ahí, tibia en agosto, hirviendo en eneros lentos. El fuego lo ha consumido todo. Sin embargo, él sigue allí, acodado en la barra del bolichón, como muñeco de amianto, esperando. Está como duro, tieso, recóndito, pero sí puede vérsele una lágrima congelada en la mejilla izquierda. Es un duro. Un duro que lloró y congeló su lágrima, tal vez como testimonio de un pasado de olvidadizas entregas. De fetiche nomas está él acodado, masticando y fumando en el purgatorio del agnóstico. El peritaje indica que tiene dos orificios de bala. Uno en el pecho a la altura del corazón, y otro en la sien. Pero insisto, el tipo mastica y fuma quieto, duro, con la lágrima congelada en la mejilla izquierda, acodado en la barra de madera, desierto el salón, chamuscados los sillones y las cortinas. Ni una lengua de fuego ha podido rozarlo. El agnóstico no cree ni deja de creer. Se queda ahí acompañado de su ginebra sin importarle la existencia del edificio que sombrea la vereda fresca. Si hasta se ignora a sí mismo, como hacen las moscas cuando copulan sobre el filo de un cuchillo dentado. Y como no tiene un mito que lo sostenga, el desangelado se apoya en la madera con el codo y se tira a esperar que lo llamen por el apellido o por el número que no ha sacado en la puerta de entrada. Su particularidad es que “ya no cree ni en el escepticismo” (Mario Franco dixit). Está aggiornado a la pereza y al ocio que transmiten los veranos tórridos. Pegoteado como un caracol a la hoja. Pintado como en un cuadro de Hugo Martí, en plena desolación de un bar cualunque, el agnóstico casi no respira por pitar el último suspiro. Nada. Lo vi y me detuve unos minutos a observarle el humo del tabaco que tejía anillos de colores sobre su sombrero. Creo que él es el hombre. El hombre de la transición. El hombre frágil del cartel. El último hombre de la propaganda de la vida.
Etimologías
“Pecho Frío”
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Juan Manuel Lucas
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omo otras numerosas expresiones del campo popular, sus orígenes se remontan a los principios de la década infame: después de haber expulsado a la aristocracia patricia del monopolio político, los irigoyenistas resistían la embestida oligárquica en el propio seno de la Unión Cívica, en ese entonces, todavía Radical. Las galeras y bastones alvearistas defendían la necesidad de “modernizar” al partido enterrando las aristas antiimperialistas del frente irigoyenista en descomposición. La raíz popular que había germinado con el aluvión zoológico que aglutino Don Hipólito se hundía en la impotencia y en las proyecciones históricas de FORJA. Eran tiempos de definiciones y el viejo caudillo ideó una metáfora para señalar a los politiqueros oportunistas y ladinos que no dudaban en sumarse a la farsa oligárquica en los orígenes de la década infame. El ingenio popular del escolazo y los burros le dio la pauta: antes de apostar, la trampa de la época radicaba en acceder a las caballerizas antes de las carreras, palpar el pecho de los pingos y diseñar exactas, perfectas o trifectas de acuerdo a la temperatura corporal del caballo. La fija estaba atada a aquella comprobación empírica. Cuando el propio Irigoyen se refería a alguien como “Pecho Frío” apuntaba contra los dirigentes de fina estampa que, sin embargo, carecían de la sangre necesaria para correrle de igual a igual al “régimen falaz y descreído”. El “Pecho Frío” podía tener cierto talento, pero carecía de esa fibra pasional que le permitía animarse a las épicas de un Pegaso, un Rocinante. La expresión se popularizó en el fútbol también. Hace referencia a esos jugadores que sólo tiran tacos y caños con el resultado a favor. El Pecho Frío no juega cuando el equipo pierde o empata. No la pide, se diluye en las marcas rivales, levanta las manos en gestos tribuneros para expresar su fastidio, jura que quiere hacer un gol pero no le sale una. Si casualmente le queda algún revote la devuelve cuadrada y segura atrás para no comprometerse con una eventual derrota. Es el talento ahogado por el resultadismo. La esencia de Menotti sometida a la racionalidad de Bilardo. Con un tres a cero aparece, la entretiene, la pisa, tira caño, gambeta y sombrero, se transforma en la figura. O en un figurón como diría Irigoyen. Figurón porque la hinchada lo sabe. Detesta a los que jamás raspan en la disputa por la pelota, no van al piso, no traban. Vox Populi, Vos Dei, el Pecho Frío es un tibio. Y a los tibios los vomita Dios. Las tribunas también. En la indignación popular contra el pecho frío el tiempo es una variante decisiva. Durante el primer tiempo es relativamente tolerado. Ahora, nadie se la perdona cuando se esta jugando el alargue y su sibaritismo futbolero le impide tirar un pelotazo arriba, meter un rápido centro a la olla, patear al arco sin compromisos y renunciar, una vez por lo menos, al grisáceo, lánguido, deslucido y mediocre reino de la indefinición. En política también hay tribunas. También hay pechos fríos. Ahora, los caños, gambetas y sombreros seguirán siendo una extrañeza hasta que no aparezca una fija de ascendencia tan popular como afiebrada.
Pensamiento Impúdicos
“Gustavo Adolfo Vete ”
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“Mil Quinientos”
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Por Francisco Llorente por Mariana Zeballos
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oy, que aparento la tranquilidad que la jauría social espera ver en mi. Hoy, que parezco un cuadro de un salón de bingo, y hasta comentan que no me duele nada. Hoy, que me imaginan tan perra como domesticada. Hoy. Estoy
preparada para hablar de las náuseas que me provocan los poemas de amor. A mí nunca me gustaron los poemas de amor. Los poemas de amor son vampiros, en pleno vuelo, en pleno ego. Los poemas de amor son elogios de sexos anémicos. Los poemas de amor son plagios, al amor. A mí nunca me gustó el amor, como me lo contaron en esos poemas de amor. Los poemas de amor son idealizaciones de un paraíso aburrido, construido en nombre del amor. Y en nombre del amor se hizo la guerra, y se separó a la poetiza del narrador. En nombre del amor se hicieron versos, y le hicieron el verso, al amor. A mí no me gustan los poemas de amor, que parieron anillos, en la encrucijada del dolor. A mí sólo me gustan los besos de los hombres que murieron de rabia antes del nombre, del sello, y aún antes del amor. Y no es por agravios ni por desamor que prefiero los labios, los cuerpos sudados, y el barro como un tango alrededor. A mí no me gustan las palabras organizadas desde una oficina de recursos inhumanos. No me gustan los cuarteles de la conducta, no encajo en las células a control remoto. A mí no me gustan los versículos de los poetas del amor. Y si usted me lo permite-y si no me lo permite, también-a mí sólo me gustaría aniquilar sus poesías y bailar desnuda sobre la destrucción masiva de los poemas de amor. Quiero un escribiente en medio del desastre. Quiero que se saque la corbata y me ate a los extremos de su semen forajido. Quiero derrotar a la razón, y a esas racionalizaciones, que pretenden justificarlo todo invadiendo de Clonazepám el corazón. Quiero garchar como vine al mundo y no con el mundo sobre mí. Quiero una danza de peces entre mis piernas. Y usted sólo me habla de poemas de amor. Usted, trabaja para la competencia. No conoce el jardín, ni los senderos que se bifurcan. Sinceresé: usted prefiere el parqué. A mi nunca me gustaron los pitos acuartelados. Y menos hoy, que me desataron el cuerpo con los dientes. Quiero que mueran los concursos de poemas de amor. Quiero que se mueran de amor. Y, después de todo, usted nunca entenderá que a mí sólo me gustaría hacerle lo debido. Aunque lo debido, también se llame amor.
Narrativa Breve
“Jesuses”
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por Javier Piccolo
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ios, nos dicen, hay uno solo. También dicen que tuvo un solo hijo, Jesús. Pero hay evidencias, ocultadas o malversadas, que indican la presencia de otros Jesuses. Por otro lado, se sabe a ciencia cierta que los hermanitos no fueron contemporáneos. A saber: El primer Jesús está debidamente registrado en los libros. Nació por lo menos 5 años antes de sí mismo (según las fuentes su nacimiento fue perseguido por un tal Herodes, quien murió unos años antes del nacimiento oficial de cristo), en un territorio que pocas veces no estuvo en disputa. Se la atribuyen muchos hechos y aun más interpretaciones. Así, mientras para algunos fue una figura revolucionaria que se opuso al imperialismo romano, para otros fue un mesías que vino a salvarnos de la perdición y probarnos su existencia y la de su padre. Multiplicó panes, caminó sobre el agua, transformó el agua en vino (aparentemente en aquella época el agua sobraba) y otros milagros más, entre los que se cuenta la resurrección después de ser crucificado. El segundo Jesús nació poco tiempo después que su hermano. Fue en Egipto. Vagó por el desierto y dicen que ofrecía agua a los mercaderes. Nadie sabe de dónde conseguía el agua. Saulo (ahora San Pablo), fue el encargado de su olvido. El tercer Jesús fue muerto junto a su esposa durante las cruzadas. Había cometido el terrible error de nacer en el mismo lugar que su hermano, pero oponerse a los invasores que lo atacaron en su propio nombre. Es posible que el famoso sudario le pertenezca. El cuarto Jesús fue mujer. Filósofa y médica, ejerció de manera ilegal porque al parecer su padre no calculó el terrible castigo que le impuso a su hija otorgándole ese género. Algunos apócrifos aducen esta condición a una prueba divina, impuesta por el padre. Curó a los enfermos del centro de Europa, hasta ser capturada y acusada de bruja por el santo oficio de la inquisición. Murió quemada luego de ser torturada por no reconocerse a sí misma. Nunca le ofrecieron espejos. No hay noticias de su resurrección. El quinto Jesús curó y besó los pies cobrizos de sus compañeros en las minas de Potosí. Los curas no comprendían idioma no latino y su lengua aymará fue silencio para ellos. Cuando vio su propia imagen crucificada en manos del patrón de la encomienda, decidió alzarse contra sí mismo y fue ahorcado. En el altiplano todavía se lo recuerda y las imágenes que ofrecen los niños en la calle nos lo muestran con piel oscura. Otro de piel oscura fue también mujer. La sexta. En África era, según se sabe, reina de su tribu. Aparentemente fue reconocida y aceptada por sus pares, haciendo de esto un caso único en la familia de Jesuses. Hasta que fue capturada y vendida como esclava a las colonias inglesas en América. Quiso comprar su libertad y la de sus compañeros. Cuando la vieron danzando desnuda quisieron enseñarle los mandados de cristo. Se opuso. Se sabe lo que sucede con los esclavos que se oponen. En Haití todavía la gente le pide, con mayor o menor éxito. El séptimo Jesús no sabía que lo era. Tuvo una vida normal, dentro de todo. Logró estudiar en la universidad y fue un químico de renombre. Él no tuvo la culpa de nacer en una familia agnóstica. El octavo Jesús, antes de llegar a la madurez (etapa necesaria para ser mesías), fue asesinado en Hiroshima. Entre tantos otros, no alcanzaron a reconocerlo. El noveno Jesús fue el otro día a mi trabajo, en el centro comunitario. Llegaba, según dijo, de muy lejos. Tenía la mirada perdida, como de haber visto mucho. La enfermera lo trajo de la calle, donde estaba desmayado. La ayudé a sentarlo y sentí sus huesos sin carne. La policía le preguntó su nombre y ahí me enteré. Daba la casualidad que vivía en su propio barrio, en Jesús Nazareno, departamento de Guaymallén, Mendoza. Todavía guardaba las cicatrices en sus muñecas. Al parecer había escapado del centro de rehabilitación. Pensé en lo jodida que debe ser su tarea. Quizás por eso, el paco le permitía olvidarse un rato de sí mismo.
Conocimiento Sociología de la Vida Cotidiana (SVC)
“Argentinidad”
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urante décadas la argentinidad fue una construcción simbólica con identidad negativa. Cualquier significante argentino estaba maldito. Si un artículo industrial era de producción nacional era malo, sobre todo si se lo comparaba con el importado que siempre sería mejor, sin importar en que país había sido producido. La última dictadura se identificó con la Patria, quienes crecimos en ella odiamos la Patria por considerarla un producto del ejército, que se había apoderado de la historia, la cultura, la verdad, la justicia y que hostigaba al pueblo con sus políticas de exclusión, silencio y exterminio. Es por eso que preferíamos decir Nación Argentina, que es un término más abarcativo, que no tiene fronteras y que al igual que el lenguaje sus límites políticos son siempre conquistables. La Patria eran la Sociedad Rural, Galtieri, Videla, Massera, López Rega, en cambio la Nación eran los trabajadores, los amantes salvajes, los profetas, los poetas, las mujeres valientes, los músicos de rock, las madres, los locos y los marginados. Esa tajante separación antagónica no pudo ser salvada por los primeros años de la democracia. La transición hacia la libertad de pensamiento fue tan lenta que casi agotó sus fuerzas en el primer periodo de gobierno. La democracia se identificaba entonces con el gobierno nacional y este, casi por descarte, se identificaba con la Patria. Como el gobierno democrático no podía con los saldos pesados que heredaba, entonces la democracia tampoco servía, el gobierno nacional era inútil, el significado Patria otra vez estaba maldito. La política en democracia era obsoleta, “con la dictadura estamos mejor” decían las vecinas, “a mí los milicos nunca me molestaron” decían los señores. Si la dictadura había fracasado y la democracia no servía, entonces el problema eran los argentinos, los que decían Patria y los que preferíamos decir Nación: todos los argentinos. Los humoristas de la época (Luís Landriscina, Enrique Pinti, Nito Artaza) retomaron las mismas banderas del pesimismo para llenar los teatros y recibir aplausos calurosos y risotadas de los mismos argentinos que se identificaban como lo peor. “El argentino hace papelones en Europa, no sabe comportarse en el exterior, se roba las toallas de los hoteles, si encuentra algo en un aeropuerto no lo devuelve, es un grasa vagabundeando en el primer mundo”. El único defensor de la identidad nacional en el ámbito público y masivo era Maradona, pero su argentinismo de los suburbios alardeaba demasiado y molestaba a las capas medias, que no querían ser identificados en el exterior por un cabecita negra que le reprochaba al Papa sus riquezas, que desafiaba a los poderosos con la misma fiereza y altanería que contra cualquier otro contrincante. Este niño diez no era de oro sino de barro, y el barro ensucia y queda feo. “Matemos a Maradona. Se droga, va de putas, tiene hijos con otras mujeres, que se guarde el diablo de identificarlo con el argentino-medio”. Así las cosas, la democracia se devaluaba junto a la moneda y el nivel de vida de las clases medias. La democracia en los noventa se identificó con la corrupción y el desprestigio. Si decir patria era decir democracia y decir democracia era decir política: ser político y patriota significaba ser corrupto. Los argentinos iban a votar por obligación y en sus sobres colocaban la imagen de sus próceres escolares por creerlos inmaculados, a-políticos, a-partidarios, ademocráticos, a-libertarios, sin conocer siquiera algo de sus vidas. Pero por sobre todo los votaban porque sabían que no podían ejercer ese poder. De haber sabido la vigencia que tenían las intenciones políticas de San Martín, Castelli, Belgrano o Moreno, no lo hubiesen votado, los hubieran calificado de zurditos, subversivos, peronistas, montoneros. Pero por supuesto que estos “héroes” de la historia no pudieron zafar del perspicaz pesimismo periodístico, que a la brevedad editó libros de “chimentos” históricos y trató de desprestigiar a sus propios próceres lo mejor que pudo, no sea cosa que los argentinos crean que “alguna vez” existieron argentinos “pulenta”. Continúa aquí al lado
Por Claudio Fernández Al finalizar el siglo, los jóvenes, por su edad, su convicción de rebeldía, su condición de eternos descontentos, desdeñaban de la política, y ni hablar de la patria. Mientras que la palabra Nación era una vieja canción que a veces se filtraba en algún fogón en el día de la primavera. Los pocos que se interesaban por las prácticas políticas tenían que rastrear revoluciones en héroes ajenos, los Subcomandantes Marcos y los Che Guevaras subieron al podio de “santos en remeras” junto a los ídolos de rock. Los revolucionarios argentinos no servían ni para crear ilusiones, todas nuestras “revoluciones” habían sido golpes de Estado y nuestros rebeldes desaparecidos o reciclados por el sistema. La argentinidad se reducía al mate y al asado, “verás que todo es mentira, verás que nada es verdad, gira, gira”, la “única salida era Ezeiza”. Sin embargo no hay mal que dure doscientos años, y hoy la argentinidad se vive de otra manera. Millones de argentinos salieron a las calles a festejar su mayor fiesta patria, festejaron un hecho simbólico, algo intangible pero creíble, deseban identidad, tenían sed de esa historia y querían ser parte de ella. Después del peronismo, esa identidad con la Argentina sólo la había logrado el fútbol. Este fin de semana diez millones de argentinos votamos a una mujer pre-candidata a presidentA, muchos de esos millones son jóvenes, de clases medias y de clases bajas. La idea de Patria se hace grande, se extiende y se va acercando a la idea de Nación. Los genocidas indultados ahora son enjuiciados, y no sólo ellos, también los jueces, y luego vendrán los empresarios, los periodistas, los escritores de la mentira. El pesimismo sigue firme en su diáspora de amargura pero le cuesta más llegar a ser verosímil, es menos eficaz y queda casi siempre offside. ´ La argentinidad crece en la práctica democrática, la lucha política se ejerce en las canchas, en las aulas, en las redacciones, en las sales de profesores y maestros, en las oficinas, en las fábricas, en las mesas de los domingos. Los jóvenes siguen inventando ídolos, se siguen enamorando de las utopías, van a buscar la palabra de sus próceres para oír lo que dicen desde las rendijas de la historia. Por ahora, en este instante, la identificación de los argentinos con su historia es genuina, se construye desde la memoria y la verdad. La Argentina significa democracia, alegría, esperanza y futuro. Creo, estamos creciendo.
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Cronicas Conocimiento Cuyanas
“Las lesbianas”
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uando llegó del trabajo me encontró ebrio y durmiendo en el sillón. Encendió el televisor a todo volumen y comenzó a limpiar el departamento con gran alboroto. Yo me desperté y maldije en voz baja. Cortésmente me preparó un trago. Eso me calmó. Me levanté tratando de convivir con el dolor de cabeza. Esa noche me tocaba trabajar. Decidí darme una ducha y olvidar el mal humor con mi mujer. Durante mi jornada laboral, entre papeles y denuncias que nunca llegarán a nada, estuve pensando en lo mal que había tratado a mi mujer. Doce años conviviendo y las cosas no habían cambiado en todo ese tiempo. Durante esa semana las cosas continuaron de mal en peor. Cuando ella llegaba del trabajo yo ya no estaba en casa, andaba por ahí y luego me iba a trabajar. Fueron noches difíciles. Hasta que una tarde ella me preguntó qué me haría feliz. Le respondí que en ese momento lo único que me haría feliz sería volver de nuevo a mi juventud ¿Quería en verdad ser nuevamente joven y tener pelo en todo el cuero cabelludo? No, para nada. Sin que yo preguntara siquiera un ápice de lo que ella necesitaba para ser feliz, me confesó: quisiera festejar mi cumpleaños con unos amigos en el departamento. Quiero que te comportes bien y que no bebas demás. Me gustaría que pidas permiso en el trabajo para poder estar conmigo y así poder ayudarme con la organización ¿Es mucho pedir eso como regalo de cumpleaños? Quedé sin palabras y casi boquiabierto ante la imposibilidad de negarme. Lo único que se me cruzó por la cabeza fue saber si estaba invitada su amiga de la oficina. “¿Viene tu amiga, esa de pelo corto? La lesbiana, esa que el cumpleaños pasado vino con una novia”, alcancé a preguntarle antes que comenzara a limpiar la alfombra con la aspiradora. O no me oyó o no quiso responderme. A la semana siguiente fui beneficiario de algunos francos que se me adeudaban y por lo tanto puede ser parte de la organización de festejo de cumpleaños de mi esposa. A la celebración acudieron sus jefes, sus compañeros y el personal de ordenanza. Es increíble que la gente haga amigos en el lugar donde trabaja. Toda era gente detestable, exceptuando uno o dos de los tipos de ordenanza. Desde el inicio de la fiesta me comporté como un verdadero ser civilizado, servía tragos, llevaba comida hacia el comedor, cambiaba de discos, colocaba ceniceros en lugares estratégicos, y por sobre todas las cosas, bebía moderadamente. Toda mi serenidad acabó cuando por la puerta de entrada llegó la compañera de mi mujer, esa que yo llamaba la lesbiana. Desde ese momento comencé a beber sin control, tratando de disimular la hostilidad que ella me producía. La saludé con un gesto adusto y ella respondió de la misma manera. Durante toda la noche evitamos el contacto, éramos como hormigas yendo y viniendo, alertas de no encontrarnos. Continúa aquí al lado
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por Fernando Timoner
Mientras avanzaba la noche, la gente se fue yendo poco a poco. Me desplomé en el sofá y le grité a mi mujer wishi wishi, eso quería decir que quería oír el tema ocho de un disco de Pink Floyd. La música comenzó a sonar, en ese momento mi mujer y su compañera comenzaron a bailar en la sala despejada de invitados. En un primer momento estuvieron un tanto separadas, luego se fueron fundiendo, y poco a poco comenzó el show. Se tocaron, se besaron. Todo mientras yo sorbía el whisky importado que tenía guardado hacía meses. Eso es todo lo que recuerdo de la noche del cumpleaños de mi mujer. A la mañana siguiente todo el departamento parecía un gran depósito de cenizas de cigarrillos. No tenía ganas de limpiar los pisos, de levantar las copas, de reconstruirme. Amanecí en el mismo sofá donde grité por última vez wshi-wishi. Como pude me levanté para ver si mi mujer se encontraba en nuestra habitación. Efectivamente. Todo estaba en orden en ese espacio de la casa, con un pequeño detalle que cambiaba el paisaje de la mañana: las dos dormían juntas, estaban desnudas y con toda la cama desordenada. Grité lesbianas y pegué un portazo. Desde esa noche las cosas con mi mujer han cambiado. No hemos vuelto a discutir y hasta estamos más cariñosos. En cuanto a la lesbiana no he vuelto a saber de ella, mi mujer tampoco. Renunció al trabajo y se mudó de ciudad.
Política Social Lo primero que hice fue ir corriendo al primer Centro de Salud que encontré desierto, pero ni noticias, entonces me tomé el trabajo de preguntar en casa, nadie sabía nada, me pareció raro, una noticia así debería estar en todos los diarios. Me creí entonces un adelantado, debe ser que todavía no ha llegado a las redacciones de los matutinos pensé, y me conecté de inmediato a las redes sociales. Los muros estaban repletos de frases bobas, sólo una de Kurt Cobain me gustó, aunque me pareció algo gastada, muy triste aunque todavía autentica “La gente se ríe de mí porque soy diferente, y yo me río de ellos porque todos son iguales”, nuestro rubio y desarreglado John Lennon tenía tanta razón que no se la aguantó, el día de su muerte morimos todos, una generación X que nació perdida y prefirió quemarse a consumirse. Pero no quise perder más tiempo y le mandé un twitter a la moracha sexy pop, sólo ella me podría responder y me arriesgué: “@CFKArgentina gracias presidenta por el LSD para todos. Es una gran noticia para los poetas pobres que necesitamos subsidiar la imaginación!” La respuesta no tardó en llegar “@desviocosmico no son LSD sino LCD de 30’ en 60 cuotas”. Qué decepción, cómo me pude equivocar tan fiero, con esto de la velocidad de las noticias a uno se le amontonan el pensamiento, la imaginación y la ilusión en un solo instante y así anda por la vida, como medio boleado de tanta locura que flota en el aire.
Sexualidad
“Todo Comunica II”
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Por Mariana Zeballos
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ipatía de Alejandría y William Blake estaban cansados de jugar al teléfono descompuesto. Realmente exhaustos de tanto leer a Marx, a Nietzsche y a Freud. Demasiados aburridos de las fábulas de Esopo y Samaniego. Principalmente estaban aturdidos, con las figuras poéticas de los versos de Bécquer que siempre les resultaron patéticas. Estaban agobiados al borde de Carl Gustav Jung. Entre la Ilíada y la Odisea prefirieron una porno. Pero eso tampoco terminaba de encantarlos. Un día, bajo un efluvio erótico se cansaron del Marqués de Sade en formato digital y visitaron las bibliotecas polvorientas para lamer el papel. Pero eso no bastó y bucearon el alma de papeles de ojos grandes y bien abiertos. Pero eso los llevó nuevamente a la profundización del juego del teléfono descompuesto. Entonces, con el orgullo a cuestas decidieron jugarse la vida en un bar, que dicho sea de paso era una digna construcción de esas que aparecen en los cuentos de realismo mágico. Se sentaron entre la pared y la escalera, casi sin hablar invocaron a Galileo. Como el tiempo transcurría y nadie descendía (solamente el tipo de la caja que bajó las escaleras para comunicarles que en 5 minutos cerraban) entonces redactaron sus epitafios cada uno por su lado. Sorprendidos, vieron que estaban de acuerdo. Sus últimas palabras decían lo mismo:”Años lacanianos en vano”. Se miraron, sudaron por dentro y sin pagar se fueron. Cuentan los que han visto, que Galileo los acompañó hasta el telo. Ellos no pudieron advertir su presencia porque el genio se camufló detrás de una planta carnívora que estaba junto a la caja. En la puerta del “Albergue transitorio bombacha veloz” se miraron como nunca antes. A William le quedó claro que Hipatía de Alejandría no se sentía muy a gusto allí. Y pensó que sería buena idea un desplazamiento espacial para ahorrarse el discurso de la fémina ante el nombre del lugar. Entonces fueron al hostel de Enrique Symns, amigo inseparable de William. Hipatía tomó unos mates amargos mientras hojeaba el diario y se peleaba en voz alta con Magnetto. Blacke, se conectó a Twitter y escribió:”Galileo era más que el perro San Bernardo que envenené el año pasado. Galileo era el autor físico-matemático de la historia”. Luego, encendieron el microondas y se quitaron la ropa frente a la señora porteña que no lee pero borda. ´ No tardaron y brindaron con Actimel sobre el diván de Mozart. Colocaron la bebida láctea en sus cuerpos, y quedaron unidos por un hilo de sabiduría carnal. A esta altura el hilo de William Blake era un gran telar. El Actimel se colaba por los pliegues de los cuerpos hasta llenarlos, quedando ambos embadurnados con el mismo nivel de lechosidad. Entre el vapor y el contexto, Galileo se había convertido en el gran voyeur de la escena. Entonces, se animó a establecer los principios que definen a una de las teorías más importantes de la historia: “Cuando echamos un mismo líquido dentro de diversos recipientes conectados entre sí, incluso si tienen distinta forma y tamaño, la altura que alcanza es la misma en todos ellos. En cambio, cuando los vasos comunicantes contienen fluidos diferentes que no se mezclan homogéneamente, el más denso llena el tubo de comunicación y las alturas del resto de los recipientes resultan inversamente proporcionales a las densidades de los líquidos". De esta manera el genio construyó la teoría de los vasos comunicantes. La prensa mundial olvidó mencionar que el descubrimiento, a nivel intraepidérmico, siempre fue, es y será mucho más que una teoría científica
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Bis al Fuego Dame una pócima Un haiku Alguna poesía rota una de esas que jamás jamás escribirás Dame un diagrama de ven Un sonido una antorcha un bis al fuego Mientras me encierro Dame las cenizas A mí que se me agotaron todos los fénix Dame la esquina verde fosforescente dónde no tenía que ir Pero fui Recogéme o dejáme que salte Escribilo ahora: Re-co-gé-me o de-já-me que salte Recogéme y dejáme Dejáme Dejáme que salte Que salte de mi epitafio.
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Historias de vida (amor, locura y muerte) Contános tu historia en menos de 500 palabras. Requisito: en algún lugar del texto debe aparecer la frase: “empiece de una vez y por favor no hable.”
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FM SiTEA 99.3 “La voz de los estatales”
Mariana Zeballos http://clonandolafelicidad.blogspot.com/
Comida Andina Repostaría Artesanal
Buenos Vinos
cine .
Miércoles 21:30 hs arte .
Alquiler Cabaña 4 p.
4263978 155101251
Camino a Vallecitos 8 km
“La gaceta cósmica”
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Dedicado a los ultra k, que dicen que la opoción no piensa y que no se hace cargo de sus errores...
Esta es la encuesta que el MDZ Online no se anima a publicar, Desvío Cósmico te da varias opciones para que puedas dar tu opinión, entrá a http://www.desviocosmico.blogspot.com/ y llená el cuestionario.
El equipo de investigación y redacción de Desvío Cósmico está convencido que el 50% de los argentinos está caliente con la presidenta. Esta sería una de las causas de su apoyo incondicional. Se dice que el electorado está más sensible que en otras épocas de la historia. Carrió y Alicia Argumedo no miden ni calientan. Amado Boudou arrasa con las encuestas a pesar de tocar la guitarra y no decir nada sobre la inflación en las congresos de economía ¿Cómo influye la atracción sexual en el cuarto oscuro? Desvío cósmico se distribuye en Resto “Los Dos Amigos” - Bar “Iguanahaní” - Bar “Casa Usher” - Bla Bla Bar - Bauhaus Bar Creativo - Blondie Peluquería Pop - Feria Plaza Independencia - Feria del libros Paseo Alameda, grupo “La Colmena”- Bar “Kasa Babilön” Bar Juguete Rabioso - Bar Under - Video Club “Sólo Jazz” - Interzona - Carrito Bar “Barloa” Lubilubar - La Mala - Por Acá - Kamikaze Bar -Biblioteca General San Martín - Entre otros lugares de la ciudad de Mendoza y Godoy Cruz. Si te interesa distribuir “desvío cósmico” conectate vía mail: desviocosmico@gmail.com