Caniggia
r e r r o c para qué ! r a l o v s é d o p o d cuan
24 Nº í Desv o ico cósm fanzine
Año IV
11 de Octubre 2012
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Historias
“Celeste por partes, negro en algunas, gris en el techo. Único en su especie.”
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Desvío ico cósm
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noche me robaron el auto. Taunus GXL, modelo 1978. Celeste por partes, negro en algunas, gris en el techo. Único en su especie.
Anoche me robaron el auto, repito. Repito por si alguien no se alarmó con el escándalo terrible que presupone que A MÍ me roben EL AUTO. No se trata de cualquiera, se trata de mí… y para mí, mí soy muy importante. Me importa tanto mí que pienso sólo en cómo estoy mí o yo. Y no estoy nada bien. Sé que cuando me entierren sólo tendré un traje, y probablemente sea prestado o muy viejo. Pero me gustaba el auto. Me gustaba su aroma, su olor a mojado, a calor, a aceite quemado, a mendigo baleado y desangrado, a cáscara de banana, a humedad, a muerte… su aroma a hogar. El auto era mi hogar andante. Me llevó lejos, mas no siempre me trajo de vuelta. Tenía proyectos para el auto. Quería enseñarle a manejar a mi hijo en él, para que supiera que nada es fácil en la vida. Menos manejar un Taunus GXL, modelo 1978. Celeste por partes, negro en algunas, gris en el techo. Único en su especie. No es fácil domar a una bestia que no conoce de dirección asistida, de hidráulicas. Que no se entera aún de las homocinéticas, del servo, ni del air bag… tampoco del electro, el medidor de nafta, el espejo retrovisor en la puerta del acompañante, de las balizas, de la pastilla de freno. El Taunus se reveló ante mí como un sobreviviente. Venía de un largo recorrido. De una tapa de cilindro incendiada. De continuas recalentadas. De tres choques. De cinco mil fiestas. De dos fundidas. De un cambio de fundas. Fue más fiel que muchos otros ejemplares de muchas especies. Es cierto. Siempre pensé que el final sería distinto. Quién sabe en qué desguasadero están haciendo su ablación, están extrayendo la caja de cambios, la manguera que va al carburador que era nueva, el traba volantes que me olvidé de colocar, el porta esquí que guardaba en el baúl, el tubo de GNC con más de 150 kilómetros de autonomía. Extrañaré, sí, la pérdida de aceite del cigüeñal, el sonido quejumbroso de una marcha mal puesta, la envidiable gracia de apagarse en plena autopista. Extrañaré el día que arrancó debajo de la nieve, luego de tres termos de agua caliente bien puestos en el cañito que conduce el gas. Extrañaré tener que andar conduciendo con gorrito de lana puesto porque se bajaba la ventana del conductor, la incertidumbre del arranque en las mañanas de invierno, el sonido muerto de una batería que me abandona… extrañaré, sí… Pienso que se trata de un karma instantáneo, una manifestación clara por tantos olvidos. Creo que de eso se trata. Es más, acababa de cambiarle el sistema eléctrico y le había arreglado las puertas: todas cerraban y abrían. Además se estaba perfilando una visita al lavadero y un presupuesto de tapicería. Tal vez al demostrarle amor, interés, luego de tanto maltrato, se produce la paradoja kármica de la desaparición del auto. No supiste quererme, y cuando quisiste hacerlo, no estuve más. Paradoja kármica.
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Por Daniel Potaschner Soñé distintos finales: Compartido por mis hijos para sus salidas de juerga, utilizado por mi mí del futuro como un síntoma de melancolía y distinción, debatido en la herencia porque todos mis hijos y mis nietos lo querrían, arrastrado por un enorme monstruo de acero que asolará la tierra en 2019. Miles de diferentes e inesperados finales. No este. Aún así es una manera de terminar. Cada uno tiene la suya. Hoy empecé los trámites del seguro. Mañana vendrá la nieve que prometieron para esta primavera. Algo termina, algo comienza. Adiós Taunus GXL, modelo 1978. Celeste por partes, negro en algunas, gris en el techo. Único en su especie. Post Text: El equipo editorial de desvío cósmico fanzine aprovecha este humilde espacio para sumarse al terrible dolor que está sufriendo la joven familia Potaschner tras la desaparición de su automóvil. Ta u n u s G X L , m o d e l o 1978...presente.... ahora y siempre... Peugeot 504 Sedan, modelo 1985... presente... ahora y siempre... ... y que sigan las firmas...
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Cuidado con Petra Petra nació con un orificio ancestral, un hueco hondo que se ha ido rellenando con todo tipo de mercancías. Alguna vez se le ha quedado tapado por días, algunas veces se le desplaza y se acomoda en otra parte de ella. Los días catorce le duele, lo busca, y lo acaricia como se tocan las materias sensibles, con los mismos dedos de los que cambian el mundo; y lo escucha reír de gusto. Lo lleva abierto en su piel, le coge los ojos, se le sube por la nariz, le cosquillea el cerebro, le para los pelos de los brazos y la hace llorar, gritándole por dentro que no lo deje crecer, que no la deje romperla en trozos, tirándola de la piel, publicando recuerdos de horror en sus pupilas, trepándose sobre ella. Los humanos encuentran agradable su hueco, unos se sientan encima, otros intentan hacerse pipí dentro, apuntando desde lejos, creyendo que no se da cuenta. Casi todos le temen a esa alcantarilla que parece que piensa por ella, le da órdenes a su lengua, y a esos movimientos; erráticos con los que baila. Un domingo Petra se compró un hombre para taparlo, pensando que tenía una figura estupenda para asfixiarlo. El machito se divirtió mares sofocándolo con el pie, pero luego decidió meter su pene para jugar con él. En un segundo el orificio se cerró, sacó unos dientes que tenía guardados y se lo tragó. Luego, con gritos cavernosos, le hizo el amor a Petra.
María Paz Ruíz Gil http://lacomunidad.elpais.com/ historias-de-una-cronopia/posts
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no pueden negar que están aburridos pueden negarlo mejor dicho pueden imaginar o vender que no pero se les nota y lo peor es que no saben cómo salir ni lo pueden aprender porque están encerrados y por eso no van a salir vivir toda la vida aburridos segundo por segundo aburridos años hablando sin parar como un poeta aburridor que conozco probando combinaciones sobre todo probando y nunca tragando síncopas obviedades saltos para quedar bien ludus eterno jueguito carril sin fin de la mismidad buscar siempre lo mismo los mata y negarlo más no pueden salir no van a salir canción que nunca termina y nunca termina de destruir lo que debe destruir tortura Juan López
A través del tiempo Dicen que el tipo va silbando un tango compuesto en el futuro, tres agujas tengo en la pared silba y baila aquí en el año 1958, va de traje y corbatín, zapatos y un reloj de bolsillo, tres agujas tengo entre las manos, sueña mientras la desviste con el recuerdo, dulce y apasionadamente, quién dice que la nostalgia es triste, quién se atreve a sospechar semejante absurdo, ella está sonriendo, aquí y ahora, en el futuro, muerde sus labios y el aroma del tabaco la envuelve y la despierta, él sigue caminando solo por la rue de Seine, es tan bello pero aunque casi imposible hacer el amor a través del tiempo. C. F
Espejo 65 pa´l Laburante 7º “G” Mendoza Dr. Alexis Barraza 4297157 Abogado Laboralista 156163239 alexisbar@speedy.com.ar
Pensamiento
“Suerte de perros”
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Por Marmat Padilla
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a jauría de perros vagabundos ha salido a hacer de las suyas esta noche. Son cerca de veinte hambrientos, aullando y corriendo entre los jardines de las casas. Arrasan con todo: aves de corral, bolsas de basura, juguetes olvidados y ropas tendidas. No me dejan dormir con su aspaviento. Ladran toda la noche sin parar un maldito segundo. Son unos verdaderos salvajes. Ellos -estoy seguro- me devoraron hace unos días los ocho patos y las seis gallinas, dejando plumas, carne con sangre y restos de presas masticadas alrededor de la casa. Son demasiados para combatirlos. Están alterados y famélicos. Ellos imitan e incorporan hábitos humanos. Son, además de amigos, los mejores aprendices del hombre. Depredadores abandonados a un ruin destino. Intento a las cuatro de la mañana continuar con el libro del catalán Enrique Vila-Matas y repaso unas hojas del primer capítulo de “Doctor Pasavento” (una de sus últimas obras), denominado “La desaparición del sujeto”. Todavía sigo hurgueteando en mi memoria para recordar quién carajo tendrá mi “Suicidios ejemplares” (del mismo autor). Presté ese texto hace diez años a alguien que, por supuesto, hasta hoy no se ha presentado para devolverlo. Vaya a saber en qué anaquel, atestado de tierra, se encuentra. Así se hace entonces: los libros prestados terminan siendo un regalo inconsciente. ¿Quién devuelve un libro prestado? Si no lo reclama el dueño será un libro perdido, desaparecido. Varios de mis libros están en bibliotecas de conocidos que no recuerdo o cuyos perfumes he olvidado y en la mía dormitan diversos volúmenes que algún día restituiré a sus dueños, cuando me los pidan. O no. Los libros y las mujeres prestados/robadas jamás se devuelven. Y si te reclaman a una mujer que robaste, pues hay que dar pelea. Pero no quiero distraer más: los perros siguen allí, escarbando la tierra, destrozando plantas. Son horribles bestias negras, marrones y veteadas. No tienen dueño ni lo tendrán. Ya lo dije, son demasiados. Están siempre mugrientos. Saben (su know-how es de alta precisión) que no podrán ser atropellados nunca porque su arte germina de la supervivencia, y no hay auto o camioneta que los pueda levantar en seco, aunque lo intente (he sido testigo de esos vanos ensayos). De a uno, parecen débiles criaturas sin alma, con la mirada marchita y brillante. Pero éstos andan juntos y cuando se juntan son peligrosos. Por eso digo que imitan al hombre. Cuando los hombres se juntan y andan en bandas hambrientas, son peligrosos. Pueden asolar todo. ¿Han aprendido los perros que la unidad da más fuerza a los desvalidos? El saqueo de supermercados tal vez haya quedado grabado en sus memorias. Vaya uno a saber. A muchos los envenenan, por cierto. Pero se reproducen y se unen. Viven en estado de rebelión permanente. Es como si tuvieran de fondo un batuque bahiano que los excitara y los dejara endemoniados, satánicos. Andan en trance por las noches, desinstitucionalizados, presos de abstinencia perpetua, con cabezas de bichos colgando de sus bocazas, chorreando la sangre de otras especies, o diseccionando pañales. Tienen un cimarrón-patrón que conduce la jauría, un líder que se adelanta permanente. Van por más. Y en la soledad de la noche, bajo estrellas fulgurantes y una luna que les hace de faro, sus pasos son seguros, tienen pista, pura pista. Por suerte, antenoche me dejaron terminar “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco”, el último escrito en formato de diario de Charles Bukowsky, antes de morir a los 74 años: un Hank escribiendo en ordenador y bañándose en jacuzzi, desplegando una pletórica despedida de este mundo, sintiendo las facturas que le pasa el cuerpo añoso por “vivir en cubos de basura”, a puro vino, sufriendo los dolores de sus huesos en la más recóndita de las soledades del escritor salvaje. Un sugestivo testimonio antihumano, fóbico, nihilista. ¡Joder! ¡Los perros siguen ahí! Es la condenada música más estridente que haya escuchado de madrugada. No paran. Dan ganas de sumarse a ellos y salir a recorrer la helada noche para olvidarlo todo de una buena vez: comer gallinas de sangre caliente y zanganear por el campo hasta el amanecer. Mimetizarse en perro galguiento y ya. Tomar agua de los piletones y retozar de cuadra en cuadra. Al fin, dormir cuando sale el sol, escuchando “Blue Valentine” de Tom Waits. ¡Se la han montado bien estos hijos de puta! Les ha tocado ser perros. Y a nosotros, su espejo.
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Conocimiento Sociología y Cine
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“En torno a Zelig, interpelación y rebeldía”
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elig es un falso documental de Woody Allen que, desde su producción en 1983, ha sido muy bien recibido por los sectores ilustrados que ofrece innumberables aristas y flancos de interpretación. Leonard Zelig es el nombre de un curioso sujeto con la capacidad de trascender los límites identitarios, psicológicos, étnicos y/o raciales que lo constituyen. Puede aparecer indistintamente como indio, gangster o médico al lado de personajes como el Papa, Hitler, Chaplin o Al Capone. Si se quiere, Zelig es un ensayo sobre las identidades múltiples y dinámicas que reconocieron los postestructuralistas -Deleuze sobre todo- algunos lustros antes. La película cuenta como ante la naturaleza extraordinaria de “el hombre camaleón”, la doctora Fletcher (Mia Farrow), una sugerente personificación de “la ciencia”, orienta todos sus dispositivos examinadores sobre el cuerpo de Zelig. Finalmente, desde una idea que retomaremos algunos párrafos más abajo, el polifacético Leonard se enamora del personaje interpretado por Mia Farrow en una crítica alegoría sobre una época en que el reconocimiento social se ha constituído en un fetiche universal al calor de la exponencial importancia política e ideológica de las industrias de la comunicación y la información. Zelig, en definitiva, es una sátira sobre esas subjetividades sobreadaptadas que sólo calman su angustia existencial con el efímero reconocimiento del otro. Esa atávica intención del individuo de diluirse en los placenteros fragores de la masa, termina, lógicamente, en una relación amorosa entre el camaleónico sujeto y la personificación de los dispositivos científicos y mediáticos que los produjeron como un “enfermo mental” ante la celebratoria mirada del mundo .De este y otros tópicos sobre la película hablábamos con la socióloga argentina Paola Tagarelli, quién tuvo otro rapto de genialidad diciéndome más o menos algo así: “...lo que pasa es que Zelig no es el nombre de nadie, es un adjetivo, hay gente zelig y gente no zelig. O sos Zelig o estas contra el poder”. Lo tiro así, al pasar, con la incisiva y brutal ingenuidad con que se expresa la rebeldía en la intimidad. De Identidades, caretas y zeligs Una puerta accesible para comprender a Zelig como adjetivo es reducirlo a sinónimo de la expresión barrial de “careta”: un sujeto atrapado por el ambiente que gracias a la virtud de la mímesis más instrumental obtiene, casi siempre al precio de la más llana sumisión, el reconocimiento del otro. La pleitesía y la obsecuencia del careta o del zelig no son ya dimensiones que puedan cuestionarse desde lo moral. El problema con los zeligs es político. Y estratégico. Sí el significante zelig puede ser un adjetivo, es porque señala la asombrosa maleabilidad del aparato psíquico para constituir, desde los otros, ese minúsculo efecto ilusorio que es “la identidad” del sujeto. Parece obvio entonces, que la efectividad de los dispositivos de saber contemporáneos depende de la medida en que puedan traducir la capacidad mimética del sujeto de acuerdo al mandato establecido por el propio dispositivo. En otros términos, el poder de la ideología apunta al “umbral zelig” de cada sujeto, a su camaleónica capacidad y necesidad de ser interpelado por el contexto desde una específica disposición estratégica: la de responder positivamente ante el mandato de identificación (¡eh, usted, oiga!) como prerequisito para obtener el reconocimiento del otro.
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Por Juan Manuel Lucas
Es decir, el sujeto reconoce al poder para reafirmar el reconocimiento del otro sobre sí: “el efecto ideológico elemental”: Zelig es, también, una metáfora sobre el poder positivo de Foucault, su capacidad de producción de subjetividad, su potencial generador del placer de ser reconocido y, por lo tanto, producido o, para decirlo con Althusser y el psicoanálisis, sujetado. Paradojas de los derroteros de la interpelación, Zelig, el adjetivo, no agota la posibilidad de auténtica rebeldía, pero parece -aunque también aquí se trata de un efecto ilusorio- condenarla a una previsible y necesaria derrota: la rebeldía, la contrahegemonía, el antipoder, o la resistencia -póngaselo como quiera- sería la disposición política a prescindir del reconocimiento del otro y, en ese sentido, implicaría renunciar a toda intención de transformar ese contexto del que los sujetos “zeligs”-y estiremos el significante hasta el absurdo- son parte constitutiva. Un rebelde, el auténtico, debería desconfiar de todo reconocimiento del otro, recostarse en un ácrata individualismo o, en todo caso, un sectarismo que lo pusiera a salvo de toda mímesis y sumisión. Jamás publicaría estos párrafos en ningún lado, un militante contra el sistema no exigiría ninguna atención. Quizás pensar, escribir o actuar críticamente no sea más que eso: la respuesta previsible de ciertos sujetos lo suficientemente zeligs como para responder al mandato del dispositivo, aún pretendiendo cuestionar, desnudar o evidenciar eso que, ingenuamente, suponen haber descubierto: sus fundamentos. ¿Hay poder, interpelación y reconocimiento del otro en estas líneas? Ya no importa. Deberíamos estar aterrorizados. Lo definitivamente peligroso es que alguien pensó en Zelig como adjetivo y, a diferencia de Allen o este comentarista, prefirió no dedicarle ningún esfuerzo mimético a averiguarlo.
Historias de vida (amor, locura y muerte) Contános tu historia en menos de 500 palabras. Requisito: en algún lugar del relato debe decir: “me cagaría en Perón”
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“Uno y Otro” Bebote Piccolo
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os habían dejado solos. Uno lavaba, un poco nervioso. El otro lo miraba cada tanto pero no hacía nada. Ninguno quería estar ahí, eso era seguro. Hubieran preferido otras circunstancias.
Uno esperaba el momento justo. El otro a veces se distraía con la radio. Uno ya llevaba un tiempo ahí, el otro era nuevo. El otro pensaba que por eso mismo lo habían dejado en la pieza que no tenía televisor. A uno no le importaba mucho el televisor. Le preocupaban cosas más cotidianas, como saber dónde estaba. El otro parecía desesperado y escuchaba atentamente la radio. El relato pasaba y los dos se ponían nerviosos. Era un partido importante, pero ya dijimos que para uno había cosas más importantes. El otro era sólo un desgraciado que le había tocado laburar durante la final, justo en la pieza que no tenía televisor. Y de repente, por la radio la garganta se deshace. Gooooooooool. Goooooooool de Kempes. Uno se alegró. El otro saltaba, eufórico. Lo miró a la cara y le dijo “gol, la puta madre, gol, vamo' Argentina carajo”. El otro lo abrazo a uno. Uno se puso nervioso, pero se dejó abrazar. Nunca le había visto al otro ningún gesto humano. Cuando terminó el partido, el otro sacó la pistola y disparó al aire para festejar. Uno supo que ya había terminado el partido y su chance de escapar. Al día siguiente, cuando el otro entró a la celda, uno sabía que ya se habían acabado los abrazos y volvían las torturas.
Séxico aRtE
“Asco”
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por Romina Garshabene
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lena de asco, como una puta, como una enferma, estoy repleta de espinas, yo también me cansé de este sol y quisiera ir a mojarme los pies en la luna, pero no me canso de tanto querer, me canso de no poder ser ninguna, quiero ser clara, sin asco, sin nada. Las migas de la mesa raspan mi espalda desnuda, no puedo gritar, estoy prisionera, sus piernas más fuertes presionan mi cuerpo inerte, como las víctimas que saben de su destino me dejo caer en un estado parecido a la muerte, un lugar de olvido y de un sabor muy amargo. Me dan asco. Demasiado y mucho asco. Quiero reivindicar la palabra asco, basta de demonizar las palabras. Parece que no se puede tener asco, que queda mal, queda feo. Pero tener asco es una defensa, un alerta, un aviso. Pretender que la gente no tenga asco de otras gentes es pretender que no se tenga olfato, además es una pretensión moralista, obtusa y rotundamente burguesa y fofa como una mandarina podrida. Me dan asco ciertas personas, mujeres y hombres. Pero si tenemos que hablar de los varones me dan asco los que me tocan bocina cuando salgo a comprar el pan, famélicos, pajeros, cobardes, reprimidos, escondidos en susfiatspacioagnctuneados, estoy segura que se están tocando detrás de sus vidrios polarizados de plástico negro. Me dan asco los acomedidos que te dejan subir al colectivo o subir primera al ascensor y te miran el culo disimuladamente, estúpidamente. Los viejos con autos de alta gama y bigotes blancos y camisa celeste, no importa lo que hagan, me dan asco. Los tipos que usan ropa deportiva todo el tiempo, a cualquier hora, todos los días. Los que usan barba candado y son pelados, que parecen monos afeitados a navaja. Me dan asco los peluqueros de quince pesos que se tiñen el pelo y están tatuados, los mozos que no usan moño, los colectiveros, todos los colectiveros. Me dan asco los vendedores de muebles de la Alameda, los vendedores de enciclopedias y perfumes que usan trajes que usaron en el casamiento de algún amigo colectivero, los compradores de oro, los que se broncean la piel con una lámpara, esos me dan mucho asco. Me dan asco los novios babosos de mis compañeras de trabajo, que las viven besando y chupeteando como si ellas fueran helados de chocolate. Los tipos melenudos que usan trabitas o binchas de plástico para recogerse el pelo. Me dan asco los coleccionistas de cualquier cosa, quién sabe qué sucio morbo manoseo buscan encontrar entre todo ese montón de porquerías viejas.
Sociología de la vida cotidiana
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“Spinetta según Capusotto”
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uis Almirante Brown, ese delicioso personaje de Peter Capusotto (parodia-homenaje a Luis Alberto Spinetta) es una de las maravillosas creaciones del actor. Para el que no lo vio o no lo recuerda, L. A. Brown es la representación del artista incomprendido por las masas, un artista delicado y lírico, de indiscutible nivel poético, poseedor de una pluma sublime, pero con un lenguaje extremadamente “elevado” para el común del público. Alertado por su escasa conexión con las masas, el mismo personaje busca estrategias de conexión con la “lengua popular”. En su intento por desenredar su intrincado laberinto de metáforas, el artista traducirá su lírica poética al idioma de las masas populares. Los resultados serán abrumadores, la dichosa traducción de la “poesía” al lenguaje de los “lumpen” se transforman en contundentes éxitos de masividad y su correspondiente records de ventas. Los tópicos de la parodia “capusottiana”, en este caso, son múltiples y podemos hacerles diversas observaciones con distintos niveles de profundidad analítica. Quizás el tópico más notorio es la parodia que se le realiza al mismísimo L. A. Spinetta, músico de notable respeto e intachable reputación literaria, que sin embargo se caracterizó durante toda su carrera por un mensaje “hermético” y una “militancia creativa” que siempre luchó en contra de lo “vago” y lo “trivial”, lo que no significa un rechazo a lo popular, pero si una marcada “estilización” del uso de la palabra escrita y cantada. Dejaremos en el nivel de las anécdotas la consabida admiración que siente Capusotto para con la obra del músico de Bajo Belgrano, así como también la instantánea “interpelación” o “identificación” que sintiera este último al verse “retratado” en el personaje de L.A. Brown. El tópico central de esta parodia se centra en la estrategia “bretchtiana” que utiliza el personaje para desnudar el sentido del significante y mostrar el verdadero sentido del significado, dar vuelta la escena para mostrar lo que queda oculto tras la metáfora, la “traducción” del idioma “civilizado” al lenguaje de la “barbarie”. Los ejemplos son claros, cuando el poeta lúcido y sublime canta “déjame elevar mi bruma estelar hasta el contorno de tus palabras”, lo que en realidad está diciendo es “Me pides abrigo para que tu boca reencarne... acá tengo mi bufanda de carne”. L. A. Brown argumenta que el público popular no conoce y no maneja los códigos de la academia y del “buen gusto” y por tanto adolece de un criterio cognitivo capaz de desmenuzar el sentido y la interpretación de sus metáforas, pero lo que en realidad hace el personaje de Capusotto es irse al otro “extremo” de la interpretación, al costado más “primitivo” del entendimiento, dejando al descubierto que lo que el poeta está expresando en su obra es el resultado de un sentimiento primario y tan común, como es el deseo sexual. El “poeta sublime” comparte con el obrero de la construcción los mismos intereses y las mismas necesidades relacionadas con lo sexual: “Que tal si comparten silla/ vos/ tu hermana /y esta morcilla”. Un tercer tópico de esta parodia está dedicado a la producción masiva de “mercancías culturales”, que más que producciones artísticas son reproducciones burdas y banales, refritas imitaciones del “sentir popular”, exacerbando lo “primitivo” y lo “bruto” y consagrándolo a través de los estadios y los teatros llenos, el “éxito televisivo” y los miles de discos vendidos.
Desvío ico cósm
Por Claudio Fernández
La mirada de Capussoto se hace ahora menos absurda pero gana en crítica, aunque sin perder su particular cinismo. El público en masa no siente, no piensa, no se expresa, simplemente va hacia la exacerbación de lo primitivo y se deja seducir por lo que el mercado cultural le ofrece, consume la reproducción de sus miserias y desestima lo artístico y lo “sublime”. Lo particular del personaje L. A. Brown es su interpretación de la realidad y su interferencia en ella, este artista no se deja vencer por el fracaso, se sabe un creativo incomprendido pero sin embargo logra convencer a la multitud con lo más grotesco de sus creaciones. Hasta aquí una primera aproximación al mundo capusottiano y su posible interpretación sociológica, muy ligera, muy por encima y totalmente destinada a la crítica más voraz. Este es apenas un tímido intento de apertura al debate y a la discusión. Antes de terminar este esbozo quiero dejarles una última observación, algo alejada del análisis central y un poco caprichosa, sobre el personaje L. A. Brown. Me animo a decir que el personaje no fue creado originalmente por Capusoto sino más bien por su propio “modelo”. Quizás les ayude esta interpretación una tira cómica realizada por el caricaturista Gustavo Sala, que dibujó a un Spinetta sentado frente a una computadora intentando escribir una letra para una canción “rolinga”. En el primer cuadro el “flaco” escribe: “me fumo un faso y me pongo reloco/como un aura de luz en el umbral” y él mismo se responde: “no…”; en el segundo cuadro escribe: “tomamos una birra y quedamos colocados/en el infinito umbral de tu luz de ti” y otra vez la rechaza: “no, no”; en el tercer cuadro intenta nuevamente: “tocamos unos rocanroles y matamos un rati/en la lúcuma del magma de tus ojos”, pero “no” tampoco le suena; hasta que en el último cuadro el Spinetta de Gustavo Sala se da por vencido: “es al pedo… nunca voy a poder hacer una banda rolinga”.
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No saben qué hacer…
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o saben qué hacer con los pendejos, porque los pendejos bardean mal. Los pendejos están despiertos en este mundo ciego y sordo, ellos están enchufados a 380 voltios y los profesores a una pilita recargable de 6 voltios. La cosa se pone caliente, los pendejos quieren romper todo, escaparse por las rendijas, irse a coger y fumar churro, están hartos del encierro. Los dejan pensar, sí, los dejan hablar, sí, les dan alternativas para aprobar las materias, sí, pero los pendejos están a full. Los pendejos sí saben lo que quieren y lo quieren ya! La ley dice que no se los puede echar de los colegios, la ley dice que se los debe dejar allí adentro por más de cuatro horas por día, encerrados en esa cárcel de sentimientos, llorando y riendo, escuchando cumbia y comiendo porquerías, tomando pastillas, escuchando palabras que ya hace tiempo perdieron el sentido. No saben si no hay futuro, pero el presente está podrido, las manos en los pupitres, mirando al frente, todos parados para saludar, bien peinados, sáquese el gorrito, qué es eso del piercing?, todos en silencio, escriban las preguntas, respondan las preguntas, resuelvan el problema, respeten al docente. Habría que preguntarse qué hacen allí todos ustedes, profesores, regentes, directivos y preceptores que no incendian estas casas de mentiras, que no abandonan esta farsa, que no se quedan en sus casas o salen a la calle a pedir por la libertad del corazón del adolescente que día a día palpita frente a ustedes.
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Caniggia "Para qué correr cuando podés volar" La práctica política se instaló en las escuelas de la provincia. "La Caniggia" es un nueva agrupación política con consignas claras y objetivos concretos. Ya desplazó a La Cámpora Mendoza de las instituciones de educación de jóvenes y adultos de toda la provincia. Ahora va por "Franja Morada", agrupación enquistada desde hace años en los colegios religiosos del Valle de Uco.
Desvío cósmico (fanzine) es una propuesta de interacción sociocultural que combina la distribución de cientos de ejemplares que se reparten gratuitamente en bares, teatros, centros culturales y cines de la ciudad de Mendoza. Es un espacio interactivo de literatura, comunicación, sociología, medio ambiente, cultura, política, humor, sarcasmo y diversión. Es un producción de Desvío Cósmico Ediciones - Mendoza - Argentina.
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