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A nuestras mentes, c贸mplices incansables de nuestras locuras creativas @DeTodoUnFoco
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SERVILLETAS Ser psicoanalista, ser terapeuta es un ofcio apasionante. Requiere saber “escuchar” y “mirar” con todos los sentidos y con absoluto respeto, historias únicas, vivencias injustas, siempre inesperadas. Un otro mostrándose a la espera de ser mentalmente recibido, contenido, provisto de aquellos signifcados que lo puedan aliviar , que le permitan comprender-se y lo inviten a encontrar sentido y razones para lograr una mejor existencia. Un quehacer caracterizado por la conexión y el tacto hacia ese otro. Que demanda tolerancia al dolor mental, a la falta de respuestas, a la espera. Implica renuncia a las necesidades propias por las de ese otro que debe ser comprendido, atendido y acompañado. El analista ofrece un lugar: el de la mente, el del vínculo. Ofrece una mirada particular y una escucha respetuosa de lo que ese Otro Es, de lo que le pasa, de lo que necesita para Ser y Existir mejor. Para ello se utilizará “el consultorio”, donde constantes en presencia, tiempo y espacio permitirán que dos psiques conectadas, le encuentren sentido a la existencia. Pareja que transitaran un tiempo de vida, encontrando pasado en el presente, para construir el mejor futuro posible. En ese espacio íntimo, de elaboración y digestión psíquica, está presente una protagonista silente, héroe anónima de esos cincuenta minutos de sesión: la Servilleta o pañuelos de papel. No se utiliza siempre. No se nombra. Se ofrece o se toma , cuando es evidente su utilidad. El paciente agarra la servilleta, el klines, en el momento necesitado y al retirarse, la deja dentro de la cesta que está en mi consultorio. El paciente se va y se queda. Una vez que sale del consultorio, en esos minutos de recogimiento personal por la experiencia que ha dejado la sesión, recojo su servilleta. Es como preservar sus cosas privadas, sus secretos. Asegurarle que su mundo interno queda resguardado en el registro de mi mente. Y es así, para siempre. Resulta conmovedor ver la Servilleta que deja un paciente. Sorprende la forma en la que queda ese trozo de papel, lo que recibe, lo que dice. Quedan lágrimas, tristezas, frustraciones, impotencia, desconsuelos, desencantos, quedan dichas aquellas palabras que no pudieron expresarse verbalmente. Amuñuñadas, apretujadas, enrolladas, dobladas, deshechas, envueltas, pelotitas varias, punticas enrolladas, torcidas, las servilletas de mis pacientes contienen esencias de sus esfuerzos e historia. Servilletas que cargan con ese momento duro, rudo, amargo de algún momento de la vida, porque “la vida es así”. Servilletas que absorben el dolor insólito, inmerecido como todos los dolores. Servilletas que se impregnan de secretos, verdades, batallas anónimas, de absurdos, de fnales tristes, de indignación, de “no puede ser”. Servilletas llenas de ausencia, de desamor, de despedida, de soledad, de “sin sentido”, de desamparo, de exclusión, de maltrato, de resentimiento, de odio, de cáncer, de muerte, de “¿por qué a mí?”. Las Servilletas de mi país, servilletas de impotencia, miedo, despedidas, de futuro incierto. La servilleta del hijo asesinado, la de la bala perdida en el barrio donde vivimos todos hoy. La servilleta del expropiado, la del desempleo, la del desabastecimiento, la del padre preso, la de la rabia, la del odio, la del estudiante torturado, la de la desesperanza.
Servilletas que sostienen lagrimas largas, cortas, fnas, gruesas, redondas. Lagrimas densas, livianas, pesadas, tímidas, profundas, siempre delatando un duelo, más grande, más pequeño, el duelo siempre hinca. Concentrado de dolor que se queda en esa página de historia personal, en ese papel demasiado blandito que recibe sin queja, lo demasiado fuerte. La lagrima, concentrado en gota de aquello que urge ser expulsado, colocado afuera porque adentro, no se tolera. Por obvia, la servilleta parece insignifcante. La usamos con convicción y la desechamos indolentemente. Solo reciben, solo cargan, como el analista, como la pareja seca hace tiempo, como la poesía. Este año en mi país triste, faltaron las servilletas. Y se nos hicieron importantes, indispensables, valiosas. Se convirtió en problema a analistas y terapeutas no poder encontrarlas, no poder ofrecerlas, y ¿cómo se secarían sus lágrimas los pacientes? En ninguna página de los libros sobre “Técnica Psicoanalítica” se menciona su uso, ¿Cuándo habló Freud de servilletas? ¿Qué servilletas usaría Ana O? ,¿Qué servilletas se usaron en el “Malestar de la Cultura” de 1911 o en “Duelo y Melancolía” de 1917? Hay quien entra al consultorio y de una, toma espontáneamente la servilleta, porque “vine a eso”. Otros, no se atreven a agarrarla, evitan admitir tanta tristeza dentro de sí. Hay quien la dobla, la estruja, la rompe, la deshecha, la acaricia, la acomoda. Hay quien se la lleva consigo, necesitando cargar con sus pertenencias. Y hay quien NO la usa porque “llora pa´dentro”: Que no se vea, que no sea evidente la vulnerabilidad. Sentirse frágil siempre avergüenza. Se esconden lágrimas detrás de cada pliegue de tristeza. Este trabajo trata sobre la estética de las emociones en una servilleta. La alegría no suele necesitar servilletas. Están las llenas de amor, las llenas de inicio. Sabemos de las servilletas de la cotidianidad: la de la notita rápida, la del dato, la de la receta, la de la dirección, la del dibujito para explicar algo, hoy día muchas sustituidas por el mensaje de texto, por el arroba punto com., la servilleta virtual pues. Hay servilletas de la risa, lágrimas de risa cuando ya al fn, se ha transitado en análisis sufciente, como para darle lugar al humor que hace ver las cosas de otra forma. Alivio de lo superado, de lo reparado. Todos, más cerca o menos, tenemos esas servilletas. Acompañante silente, Gracias. Auxi Scarano -2013-2014 Transformaciones de un acontecer creativo compartido. Sentí que las diferentes formas de la servilletas descansadas ya en la Cesta, comunicaban emociones transitadas en esa sesión y en muchas otras de la experiencia analítica. Quise registrarlas en mi memoria pero admitiendo la humana limitación, recurrí al celular y las fotografé contando con la fel memoria que no padece olvido. La imagen de la foto y lo que la antecedía, generó entonces la escritura de un texto: la palabra profundizando y reafrmando un acontecer mental y emocional. Es la tarea del analista o terapeuta cuando interpreta y le ofrece a ese otro, una forma, una defnición que permite entonces pensar, reconocer y hacerse cargo de esa parte de sí.
Seguro faltarán otras emociones de lo humano, pero en esta ocasión treinta tres armaron esta propuesta. Propuesta que recibió la Galería Cultura Tres y3, con la sugerencia de incluir treinta y tres miradas de fotógrafos venezolanos. Entre miradas crecemos más. Resultando una experiencia de intercambio entre imaginación, representación, simbolización y realización que superó las expectativas de todos. Al azar fueron escogidos los fotógrafos, se les envió el texto, y así se inició la primera fase del proceso creativo, cada uno debió imaginarse desde sus referentes cómo poner en escena su foto. Al llegar a la Galería el fotógrafo era informado sobre el contexto y origen del proyecto, se le presentaba a los protagonistas principales: la cesta y la forma de la servilleta. Y se le enfatizaba que las constantes a preservar en el trabajo serían , la presencia de la cesta y la forma de la servilleta. El resto, tendrían su libertad para transmitir a través de la foto, la emoción correspondiente. Cada uno con su equipo fotográfco, su ojo clínico, su estilo, su postura frente a la vida. Cada uno con su punto de vista y con su técnica eligió una línea o una composición, una puesta en escena de su Servilleta. Alguno añadió un símbolo enriquecedor, unos dejaron la servilleta dentro, otros la sacaron, todos la sintieron. Transmitir la emoción a través de la foto, fue el reto. Finalmente, la experiencia de intercambio resultó una grata convivencia de solidaridad, entusiasmo y afectividad por el objetivo común. Nos encontramos con esa grata venezolanidad y compañerismo que termina sintiendo que la esperanza de este país, está justamente en gente con disposición a incluirse en proyectos creativos que aportan ideas y logros.
Auxi Scarano
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Desde la Mirada del Otro “Quien se dedique a esta búsqueda deberá esperar gran vejación del espíritu. Con frecuencia tendrá que cambiar su curso con los nuevos hechos que vaya descubriendo…el Diablo hará todo lo posible para frustrar su trabajo mediante alguno de estos tres sorprendentes conjuntos, ellos son, nominalmente, La Prisa, La Frustración y El Engaño”[1] La Alquimia es la metáfora antigua y medieval para la comprensión del Proceso de Individuación, aquel mediante el cual llegamos a ser quienes somos en interacción creativa, responsable y autónoma con el otro y el ambiente. Ella es, al mismo tiempo, la madre de la psicología profunda, es decir, aquella que cree en los motivos y los procesos inconscientes del desarrollo y crecimiento del alma. La alquimia inferior creía en la transformación de los metales en oro, Los maestros decían “Aurum Nostrum non est Aurum Vulgi” (Nuestro Oro no es oro del vulgo) y, añadimos, “Nuestro Oro es el del Desarrollo y la Purifcación Psíquica.” Ellos, los alquimistas, llevaban a cabo su “Opus” en la soledad de su laboratorio. No compartían su Obra o sólo lo hacían con otros iniciados en el recipiente hermético. La escribían en lenguaje críptico, metafórico, ocultando sus descubrimientos y evitando que los gases que se producían en las entrañas del “Vas Hermeticum” los contaminaran. En el proceso, obra y alquimista, son modifcados, de igual forma, en cantidad y en calidad, por tanto la experiencia, personal e íntima, es intransmisible. El Otro, quien observa, es un intruso, modifca y es modifcado en la medida en la cual se involucra en la contemplación del proceso, es decir, en la medida en la cual lo hace propio. Toda labor artística, creación o búsqueda, es individual, íntima; es un diálogo entre la obra, quien la crea y quien la observa. El ojo del observador la hace propia y en ella habla, calla o se arroba. Auxi Scarano, mujer, psicólogo, psicoanalista y alquimista; nos presenta su obra, esta, al ser mostrada, ya no le pertenecerá y si lo hará. Es de ella y del ojo y la penetración del Otro. La analista propuso el proyecto, TRESy3 convocó y así acudieron los fotógrafos, artistas curiosos, interesados y distraídos; vinieron libres de prejuicios y llenos de buena voluntad. Les atrajo el tema, no sabían que esperar, de su asombro surgió un compuesto diferente y singular. En el encuentro el observador dejó de serlo: emoción, encuadre, arte, ojo y mirada se hicieron urdimbre en lo captado. La imagen repetirá su hechizo en quien la observe.
Gonzalo Himiob Almándoz [1] Tomas Norton “Ordinal of Alchemy” citado por Edward Edinger en Anatomy odf the Psyche” Ed. La Salle Illinois 1994
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Posponer la vida Someterse Temer no soportar LA IMPOTENCIA Fot贸grafo: Beatriz Bellor铆n
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La rabia por no tener lo que el otro tanto disfruta Inconformidad constante Insaciabilidad adictiva Si no es para m铆, para nadie EL ENVIDIOSO Fot贸grafo: Tita Rafalli
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Sentencia cruel Penalidad por la torpeza Condena por las consecuencias Severidad recorriendo la piel LA CULPA Fotógrafo: Óscar Lucien
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La del te quiero siempre La de “gracias por existir” aunque sea repetido La del “cuenta conmigo” La del amor en tiempos de Revolución EL AMOR Fotógrafo: Adán Zárate
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La que desteje el nido La que comprende que los hijos deben buscar otros horizontes La que despide simulando alegría La que confronta que el tiempo que no vuelve EL NIDO VACÍO ANTES DE TIEMPO Fotógrafo: Laura Morales
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”...y en ese momento se quedaron en silencio y me desesperé, me dio mucho miedo, grité, dije que tenía miedo, quería salir rápido de allí tenía miedo a la nada, y allí estaba la nada chupándome, horrible lo negro, ese espantoso silencio negro” LA PACIENTE EL MIEDO Fotógrafo: Marianella Perrone
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Admitir que el país cambió Reconocer que en la Vinotinto podríamos coincidir todos Encontrarnos en la empanada, en la arepa, el toronto y el pirulín Entrañable Democracia Tan maltratada por el resentimiento Necesitada de sensatez Pero, ahí va, pujando libertad y progreso LA RECONCILIACIÓN Fotógrafo: Julio Estrada
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Denuncia por incapacidad Rumia circular por no tener Inhabilitado para resolver LA VERGÜENZA Fotógrafo: Carlos Germán Rojas
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Desordenada Desconcertada Descompuesta EL IMPULSIVO Fot贸grafo: Omar Salas
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Finalmente rendirse Disolver cotidianidad Bajar a Maiquetía Confrmar que hay que irse EL QUE ELIGE EMIGRAR Fotógrafo: Luis Márquez
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La de la nueva mirada de un acontecer que antes le hizo sufrir La del paso del tiempo que le confrma que es posible reparar Alivio al fn LA RISA Fot贸grafo: Jenny Abreu
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El dolor de lo que no puede ser De no poder poseer La rumia del autoenga帽o Las injustas renuncias LA AMANTE Fot贸grafo: Ana Cristina Febres
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Desgarre solitario que arruina la noci贸n de S铆 Desconcierto amargo por lo no posible Tortura del desamparo EL DESAMOR Fot贸grafo: Julia Arvelaiz
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La del país desmoronado La de la hedionda morgue La del secuestro y la expropiación La de la angustia, el miedo, el odio, la rabia La de la desesperada incertidumbre La del desabastecimiento de valores La de Iván Simonovis, su familia y sus amigos La del Ávila mirando nuestra melancolía MI PAIS TRISTE Fotógrafo: Jorge Castillo
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La del miedo a no ser querido A que nadie te toque más nunca la piel A no poder tomar la mano de otro para sentirse seguro y acompañado LA SOLEDAD Fotógrafo: Ricardo Jiménez
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Dolor doblado en el privado cl贸set mental Esfuerzo de contenerse por temor a deshacerse La baranda obsesiva para sostener Ser EL OBSESIVO Fot贸grafo: Diana Vilera
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Amu帽u帽ada indignaci贸n Impotencia concentrada Angustia y furia reprimida LA RABIA CONTENIDA Fot贸grafo: Carlos Arvelaiz
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Amargo dolor por la hija distinta Apretado espanto por el rechazo social Adiós a la ilusión de trascendencia Culpa retorciendo sensatez LA MADRE DESCONSOLADA Fotógrafo: José Ramón Hernández
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EL dolor de no poder pujar El cuarto que hay que recoger La rabia con el cuerpo EL EMBARAZO INTERRUMPIDO Fot贸grafo: Mar铆a Susana Himiob
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El dolor de fallarle a un hijo La angustia de no tener, de no poder, de no cumplir Profunda frustración por el esfuerzo que no llega a resultados Amargo sentimiento de injustica Tentación a envidiar tapando el duelo de admitir la incapacidad Difcultad por la espera LOS REALES QUE NO ALCANZAN Fotógrafo: Ricardo Gómez-Pérez
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Pelea con la locura La psique aterrada Ortodoxa desesperaci贸n El dolor de fallarle a los tuyos El terror a no salir del inferno EL ENFERMO MENTAL Fot贸grafo: Felix Le贸n
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Dolor profundo, distinto Tristeza adulta Agradecimiento por haber contado con un v铆nculo que permiti贸 renacer Recuerdos de momentos cruciales del buen an谩lisis EL ANALIZANDO FRENTE A LA MUERTE ESPERADA DEL ANALISTA Fot贸grafo: Marco Aguilar
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Hoyo negro sin encuentro de T煤 Eco sordo sin retorno La convicci贸n delirante de existencia sin existencia EL NARCISO Fot贸grafo: Pal Kerese
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Astillado Agrietado Hecho añicos EL DEJADO Fotógrafo: Andrés Kerese
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Rajada Arrancada Desgarrada Deshecha EL HIJO ASESINADO Fot贸grafo: Juan Toro
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Miedo a que no te quiera Añoranza por los juegos de la niñez donde éramos iguales Difcultad para asumir que las diferencias no signifcan enemistad Renuncia a las idealizaciones LA HERMANA QUE NO TE ENTIENDE Fotógrafo: María Fernanda Sosa
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La que le seca el sudor a Cesar Miguel Rondón todas las mañanas La que limpia el CD de Franco De Vita La que bandeas con María Guinand La que ríe con Laureano Márquez La que lee con Leonardo Padrón La de la historia de Venezuela escrita por Rafael Arráiz Lucca La de Aquiles Báez y sus noches de Guataca La de los medios de comunicación La de mis amigos psicoanalistas y terapeutas La de mis hijos La de todas las mujeres y hombres de este país que se levantan bien temprano a trabajar porque quieren un país mejor LA COTIDIANIDAD VENEZOLANA Fotógrafo: Alvaro Coronel
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Comodidad tanática Difcultad para admitir el sostén de la costumbre Hastío resecando la existencia de dos La tentación de culpar a un tercero “El siete de septiembre” de Mecano Ausencia de coraje EL AMOR AGÓNICO Fotógrafo: Emilio Damas
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“ … Y es que tengo tiempo renaciendo cuando tenía tiempo muriendo ahora soy capaz de dejar de vivir en el cementerio de las mujeres de mi familia no más fores de muerto. Ya no formo parte de eso, ahora me siento al lado de los que viven, viva! De lado de los que creen que es posible dar vida, construir, confar en que lo posible, existe” LA PACIENTE LA ESPERANZA Fotógrafo: Mauricio López
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De no saber De no tener De no poder De no tener existencia propia LA LÁSTIMA POR SÍ MISMO Fotógrafo: José M. Ramírez
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Llena de miedo De fnitud De desespero por rendir los d铆as, las horas, los minutos Terror por transitar las quimio, las radio, la ca铆da de la feminidad Defender la esperanza El insoportable miedo a sufrir EL DIAGNOSTICO DE CANCER Fot贸grafo: Alex L贸pez
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Hecha pedazos Fragmentada Desbaratada Desencantada LA DEJADA Fot贸grafo: Natalia Agostini
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Admitir lo que no sucederá nunca más Las malditas pérdidas El miedo El dolor de no disfrutar a los nietos La inevitable fnitud LA VEJEZ Fotógrafo: Yuri Liscano
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Galería Tresy3 C.A. Teléfonos: (0212) 993.0127 / 0347 / 0330 centroculturaltresy3gmail.com Las Mercedes. Calle California. Edifcio Sonora PB-1 Museografía: Álvaro González Psicoanalista: Auxi Scarano Curador/Galerista: Ricardo Jiménez Collage de Portada: Laura Morales Edición/Diagramación: Ricardo Arispe @DeTodoUnFoco – 2.014
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