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Cómo Disney, Bud Light y otras grandes firmas están en medio de la guerra cultural de EE.UU.

tres primeras semanas de abril supuso sólo el 1% del volumen total de Anheuser-Busch.

A medida que los conservadores se movilizan en torno a cuestiones sociales, el Partido Republicano está chocando con el mundo empresarial estadounidense. ¿Las diferencias terminarán por romper su histórica alianza con los grandes negocios?

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En casa de Sarah Fields, una activista conservadora y madre de tres hijos de Texas, algunas de las marcas más importantes de Estados Unidos ya no son bienvenidas.

Primero se alejó de Disney, disgustada por los programas infantiles en los que aparecían parejas homosexuales.

Después siguieron los boicots a los productos para la piel Olay y a las cervezas Bud Light de Anheuser-Busch por trabajar con la estrella trans de las redes sociales Dylan Mulvaney.

“Lo mío es proteger a los niños. Empecé a prestar atención la primera vez que vi que las empresas promovían cualquier tipo de ideología LGBTQ o trans entre los menores”, dice Fields, de 36 años. “Hay tantas otras, que apenas puedo llevar la cuenta”.

Fields se convirtió en activista política durante la pandemia, protestando contra las políticas de aislamiento, y ahora es delegada del Partido Republicano de su estado.

Es una de las personas que empujan al partido a unirse en torno a cuestiones sociales como la identidad de género y a enfrentarse a las empresas que algunos sectores califican como “woke” en Estados Unidos.

En medio de los intereses de la política

Las empresas están atrapadas en el fuego cruzado de la guerra cultural en Estados Unidos.

A medida que el país se polariza, las empresas se enfrentan a la presión de los empleados, los clientes y los accionistas, tanto de izquierda como de derecha, para elegir un bando.

Pero las medidas legislativas dirigidas a las empresas marcan una nueva instancia entre los republicanos, que tradicionalmente se han aliado con las grandes corporaciones en asuntos como la reducción de impuestos y una menor regulación estatal.

En Florida, los legisladores estatales votaron a favor de quitarle a Disney el poder sobre el distrito donde se ubica el parque Disney World.La decisión se dio después de que Disney criticara una ley que prohíbe las discusiones sobre género y sexualidad en las escuelas.

En Georgia, los legisladores amenazaron con retirar una exención fiscal a Delta Airlines, después de que su director ejecutivo calificara de “inaceptables” los cambios en las leyes electorales.

Mientras tanto, decenas de estados estudian diversas propuestas para impedirque el gobierno firme contratos o haga acuerdoscon empresas financierasque toman en cuenta factores medioambientales, sociales y de gobernanza a la hora de realizar inversiones.

Medidas como esta le habían costado a Blac - kRock, una empresa de inversión multinacional estadounidense con sede en Nueva York, más de US$4.000 millones en fondos de clientes hasta enero.

Las medidas han sido controvertidasincluso entre los republicanos, algunos de los cuales dicen que las propuestas van demasiado lejos al interferir en el negocio privado.

Los argumentos de los defensores

“Mi trabajo es proteger a los contribuyentes y a mis electores de las extralimitaciones vengan de donde vengan”, dice Blaise Ignoglia, uno de los senadores de Florida que respaldó las nuevas medidas del estado contra Disney, una lucha que ahora se ha convertido en una batalla legal por la libertad de expresión.

“Le dieron la espalda a padres e hijos cuando decidieron sexualizara nuestra juventud más vulnerable”.

Ignoglia dice que no le preocupa enfrentarse a Disney, empresa que lo ha apoyado en el pasado y que tiene un gran peso económico y político en Florida.

Al contrario, afirma: “Vivo en el segundo distrito más rojo [republicano] del estado. Mis electores son de la misma opinión”.

Según el profesor Mark Mizruchi, sociólogo de la Universidad de Michigan, las grandes empresas han perdido el control del Partido Republicano, que ha optado por girar más a la derecha y sumar

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