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VALLEJO SEMPITERNO Y VIGENTE
ARLINDO
Sobre los 16 versos libres del poema dice Víctor Vich: “…muestra una lucha entre lo racional y lo instintivo: una lucha entre Dios, la conciencia y la represión moral, por un lado; y la animalidad, el goce y la muerte, por el otro”. Estos versos quedan fijos en la memoria del lector de poesía: “He almorzado solo ahora, y no he tenido / madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua, / ni padre que, en el fecundo ofertorio / de los choclos, pregunte por su tardanza / de imagen, por los broches mayores del sonido”. (XXVIII)
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La reciente donación del terreno para el hospital EsSalud, por parte de la familia Dyer, para la construcción del nuevo Hospital EsSalud en Huánuco, es un claro ejemplo de generosidad y compromiso con la región.
Este acto demuestra que, cuando las autoridades locales, empresarios y ciudadanos trabajan juntos en pro del bienestar colectivo, es posible lograr grandes avances en poco tiempo.
El gobernador regional Antonio Pulgar ha demostrado gran diligencia en la gestión de este proyecto, desde su propuesta inicial hasta la obtención del terreno y la elaboración del expediente técnico.
La inversión de más de 400 millones de soles en esta moderna infraestructura hospitalaria beneficiará a los 190 000 asegurados de EsSalud en la región, garantizando una atención oportuna, de calidad y humana.
La cooperación entre el alcalde de Santa María del Valle, Wilson Palomino Claudio, el director de la Red Asistencial Huánuco, Jhimmy Bernuy Pimentel, y el sindicato de trabajadores de EsSalud ha sido fundamental para cristalizar la construcción del hospital.
Tal como señaló Antonio Pulgar, “un pueblo y un país se construyen con la articulación y con la participación del pueblo”.
Es importante reconocer y agradecer el desprendimiento de la familia Dyer y su fundación, quienes han demostrado un verdadero compromiso con el desarrollo de la región.
Este gesto altruista debería servir de inspiración para otros empresarios y ciudadanos, motivándolos a colaborar en el crecimiento y mejoramiento de Huánuco.
Nuestra región merece un futuro próspero y saludable, y este proyecto es un paso importante en esa dirección. La construcción del nuevo Hospital EsSalud es una muestra de lo que se puede lograr cuando trabajamos juntos, con ética, identidad regional y enfocados en el desarrollo de nuestra tierra.
Sigamos este ejemplo de generosidad y compromiso para continuar construyendo un Huánuco más justo y próspero para todos.
Si César Vallejo solo hubiera publicado, antes de irse del Perú, en 1923, a París, Los heraldos negros (1918), Trilce (1922) y Escalas (1923) y no Escalas melografiadas, seguramente, sería un poeta continental de innegable prestigio como Rubén Darío, Vicente Huidobro o Pablo Neruda, poco conocido en Europa, pero con un libro que revolucionó lingüística y estéticamente la poesía en lengua española: Trilce. “Afortunadamente” se reabrió el proceso judicial pendiente que lo mantuvo injustamente preso (noviembre de 1920 y febrero de 1921) y se embarcó, apenas tuvo oportunidad, hacia París que lo esperaba con los brazos fraternos abiertos y las fauces de la pobreza, la condición de migrante americano, la incompetencia del francés y una vida incierta, pero se sobrepuso con coraje e instinto de artista y se convirtió en el ciudadano poeta de trascendencia universal que hoy es leído, admirado e imitado. Todos los poetas tienen el ADN de la poesía de Vallejo. Borges y Vallejo han ejercido una poderosa influencia en los escritores de cuento o poesía; nadie se libra de su sombra generosa y libertaria. José Carlos Mariátegui y Abraham Valdelomar, durante el gobierno de Leguía, salieron del Perú, pero regresaron a realizar su obra política y literaria. Vallejo se fue y nunca regresó; no sé si habría querido regresar. Vallejo partió del Callao el 17 de junio de 1923 y llegó a París el 13 de julio. El 15 de marzo de 1923 apareció, según Ricardo González Vigil, Escalas, colección de 12 cuentos, distribuidos en dos bloques de seis. ¿Por qué no siete? Solo Vallejo lo sabe.
Mis comentarios y conjeturas proceden de la audición de la conferencia César Vallejo: un poeta del acontecimiento de Víctor Vich (Casa de la Literatura, 11-8-2022). La clave de la poesía de Vallejo está en sus versos. Se inaugura con “Hay golpes en la vida, tan fuerte… Yo no sé! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, / la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma… Yo no sé!” Aquí empieza la revolución poética de Vallejo: un sufrimiento que produce un dolor poderoso en la vida diaria del ciudadano, sin la compasión de Dios. El dolor es una experiencia que surge de una causa y Vallejo se atreve a decirlo con sinceridad. No lo había dicho Valdelomar, Eguren, menos Chocano. El dolor que revela Vallejo es consustancial y congénito al ser humano. ¿Hay una sociedad tribal o moderna donde no haya dolor físico, espiritual o emocional? La visibilidad poética del dolor de Vallejo es vigente y eterna. “Hasta cuándo estaremos esperando lo que / no se nos debe… Y en qué recodo estiraremos / nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo / la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.” (“La cena miserable”). El gran salto cualitativo de la poesía continental: Trilce, neologismo que no significa nada o acaso “triste y dulce”, dos adjetivos metafóricamente complementarios. Trilce es la aventura consciente, la revolución poética, la renovación total; después de Trilce la poesía es otra, tiene otros horizontes, estilos, audacias y vocabulario. “Pienso en tu sexo. / Simplificado el corazón, pienso en tu sexo, / ante el hijar maduro del día. / Palpo el botón de dicha, está en sazón. / Y muere un sentimiento antiguo / degenerado en seso”. (XIII).
Viraje irreversible hacía la poesía de combate, social, militante, de arenga, de nervio político en Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz. Vallejo logra equilibrar con inteligencia, sensatez y visión trascendental la estética, la visión cosmopolita y la sensibilidad social. Vallejo es el abanderado notable que no está en el frente de batalla, pero su palabra y su poesía, ya constituidas como un misil poderoso, fomentan la solidaridad, la lucha contra la barbarie, el fascismo y la tiranía. Desea, aunque nunca verá ser realidad, la justicia, el triunfo de la civilización y el respeto de la voluntad del pueblo. Vallejo era republicano y comunista consecuente. Vallejo escribió sobre la tragedia de la Guerra Civil Española, como Picasso pintó Guernica, el mayor alegato contra la barbarie. Cuando Vallejo expiró en 1938, la Guerra Civil Española (que había empezado en julio de 1936) ya tenía dos años de haberse desencadenado. En la ponencia La responsabilidad del escritor, leída en el II Congreso de Escritores Antifascistas (Valencia, julio de 1937), Vallejo dijo: “… los escritores libres están obligados a consustanciales con el pueblo, a hacer llegar su inteligencia al pueblo y romper esa barrera secular que existe entre la inteligencia y el pueblo, entre el espíritu y la materia”. El ansia de justicia social y fraternidad comunitaria están latentes en su poesía militante y al servicio de la causa republicana. “Pedro Rojas, así, después de muerto / se levantó, besó su catafalco ensangrentado, / lloró por España / y volvió a escribir con el dedo en el aire: / “¡Vivan los compañeros! Pedro Rojas”. / Su cadáver estaba lleno de mundo”. (España, aparta de mí este cáliz, III).
César Vallejo murió el viernes 15 de abril de 1938, hace 85 años. Vallejo es un patrimonio literario de la humanidad. Su poesía no envejece ni marchita con el tiempo, su nombre está en la memoria colectiva. Siempre que haya un ciudadano con enojo contenido, con felicidad precaria y vida acechada por el consumismo y las tentaciones diarias de los siete pecados capitales recordaremos los versos finales de “Los nueve monstruos”: “¡Ay! Desgraciadamente, hombres humanos, / hay hermanos, muchísimo que hacer”. Vallejo siempre será el poeta de iniciación, admiración, paradigma, desafío y revitalización para un lector o poeta. Quien no entiende a Vallejo, no sabe leer poesía o quien solo se queda en “Los heraldos negros”, “Los dados eternos”, “A mi hermano Miguel”, “Masa” o “Piedra negra sobre una piedra blanca” conoce un centímetro de profundidad la poesía de Vallejo. “Quiero escribir, pero me sale espuma, / quiero decir muchísimo y me atollo” (“Intensidad y altura”), “Por entre mis propios dientes salgo humeando, / dando voces, pujando, / bajándome los pantalones… / Váca mi estómago, váca mi yeyuno, / la miseria me saca por entre mis propios dientes,” (“La rueda del hambriento”). Para un ciudadano medianamente leído y culto, Vallejo es un poeta de lectura obligatoria. Estoy seguro que seguiremos siendo afectados en la sensibilidad y la inteligencia con estos versos: “Madre, me voy mañana a Santiago, / a mojarme en tu bendición y en tu llanto. / Acomodando estoy mis desengaños y el rosado / de llaga de mis falsos trajines”. (LXV).