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En Buenos Aires está el problema
PorVicenteMassot.
Lo de Massa es audacia y vértigo en estado puro. Cuando se analizan sus decisionesyseponelalupacríticasobre los movimientos que realiza, hay que pensar menos en lo que dicta la cátedra y prescribe el sentido común que en la necesidad de llegar a los comicios de agosto y de octubre a como dé lugar. Cuanto puede hacerle fruncir el ceño -y con razón- a los economistas más destacados, al Ministro lo tiene sin cuidado. Es un improvisado absoluto en la materia pero -de momento- compensa con un ejerciciopocasvecesvistodetemeridad, lo que le falta de solidez técnica.
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textualizar lo que ocurre en nuestro país para verificar que los estragos populistas no son ni de derecha ni de izquierda, son promovidos por líderes autoritarios que repelen y destruyen el control republicano que impone la sana división de poderes. Afortunadamente, en Brasil, fueron jueces de la Corte Suprema los que adoptaron medidas de defensa del amenazado orden constitucional.
Difícilmente avance en nuestro Congreso la arremetida oficial para destituir a los miembros de la Corte -aunque para ello el oficialismo desempolve ahora viejos pedidos de juicio político por razones totalmente distintas de las que hoy esgrime el kirchnerismo- y, eventualmente, cubrir esas vacantes con conjueces afines al Gobierno, pero eso no implica que toda esta provocación y este desgaste no causen un profundo daño al país y a nuestra ya desprestigiada imagen en el ámbito internacional.
Corresponde decir también que, además de la oposición parlamentaria, hay muchos legisladores oficialistas que no están dispuestos a participar de este oprobioso circo con el que se pretende hacer ruido para llegar a las elecciones distrayendo a la ciudadanía con cuestiones que solo interesan a quienes quieren salvar su propio pellejo.
En una reciente columna de opinión publicada en La Nación, titulada "Juicio político a la Corte, una iniciativa caprichosa y boba", el jurista Roberto Gargarella sostenía que, por encima del análisis de esta feroz arremetida contra la cabeza del Poder Judicial, "el impulso dado al juicio nos refiere a una administración desorbitada, repudiada aun por sus integrantes, que se anima a tomar una medida extemporánea y carente por completo de consenso social (…) con el solo fin de ofender, embarrar y deslegitimar a la Corte. Ello, mientras ese mismo Gobierno se muestra impávido e inmovilizado frente a una crisis (económica, social y política) difícilmente equiparable en la historia nacional".
Como describe con acierto Gargarella, el problema es mucho mayor, porque se trata de un Gobierno con un accionar patológico frente a ciudadanos desprovistos de instrumentos de control formal sobre el poder, que poco pueden hacer más que esperar los comicios para pronunciarse con su voto y desear que, sea quien fuere el próximo Jefe del Estado, comprenda que no se puede gobernar de espaldas a los verdaderos problemas de la gente y haciendo trizas las instituciones.
editorial@diariocastellanos.net
Si para muestra vale un botón, ahí está el entuerto de los bonos. Sin importarle demasiado el estado crítico de las reservas, utilizó USD 1.000 MM para recomprar valores de la deuda a precios bienbajos.Suexplicación-paracumplir con las formas, nada más- fue que tenía por objeto mejorar el perfil financiero delpaísyasípavimentarelcaminopara quelaArgentinahiciesesuretornoalos mercados de deuda. En realidad, nadie medianamente lúcido tomó en serio sus palabras. Detrás de la sarasa -para utilizarlapalabraqueMartínGuzmán, en tiempos ya idos, puso en boca de todos-estabalaverdad.Elpropósitoera -y es, porque volverá a insistir con el procedimiento-contenerlasubadelblue y los dólares financieros -MEP y CCL-, acotarlabrechaytratardequeelriesgo país descienda. Por ahora el expediente alqueechómanonohatenidolosefectos que se habían imaginado en el Palacio deHacienda,locualnoquitaqueMassa insista -como un trapecista sin red- con sus piruetas estrambóticas.
ElexintendentedeTigresabe,mejor que ninguno de sus compañeros de ruta dentrodelFrentedeTodos,queeldifícil equilibrioquelehapermitidoconvertirse en el funcionario más importante del elenco gubernamental es directamente proporcional a la esperanza depositada en él para que reduzca la inflación y estabilice la economía, y a la falta de candidatoscompetitivosdeloficialismo. Mientrasdespliegasudestrezademago alaesperadepodermostraralgúnéxito perdurable en términos del índice de precios minoristas, mantiene la duda de si dirimirá supremacías o no con otros postulantes peronistas en las PASO. Tiene tiempo hasta el próximo mes de abril -límite que él mismo se ha autoimpuesto-, de modo tal que sería inútil pedirle una definición antes del comienzo del otoño.
Como le resulta imposible presentar un plan de estabilización creíble en virtud de la falta de confianza que genera el kirchnerismo, los pocos meses que faltan para que se substancien las elecciones, el escaso margen de maniobra con el que cuenta y la poca entidad de su equipo, Sergio Massa redoblará la apuesta que, desde el instante en el que reemplazó a su antecesora Silvina Batakis, le ha posibilitado mantenerse a flote y generar la ilusión en las filas oficialistas de que puede obrar milagros.
Cualquieraconocehastaquépuntoel mejor mago hace descansar su habilidad en los trucos que el ojo del espectador -aún el de mejores reflejos- no es capaz de captar. Pero con un barco que amenaza zozobrar, todas las tribus peronistasquieren-necesitan-creerque la magia sin ardides existe. Por eso Massa ha logrado capear el temporal. La suya es una política de parche tras parche, de afeites menores y retoques queloquelogranespatearlacrisispara adelante, con la idea de que la bomba le explote a sus sucesores.
En este orden de cosas, las vallas que deberásortearnosontantolapreocupación demostrada por el Departamento de Estado norteamericano respecto de la embestida efectuada contra la Corte
Suprema de Justicia o los incumplimientos con la hoja de ruta que se comprometió a seguir con el Fondo Monetario Internacional, como las consecuencias que las medidas y declaracionesinútilmente provocativas- que genera a diarioelGobiernopuedantenersobrela marcha de la economía. Dicho de manera distinta, el peligro no se halla en Washington tanto como en Buenos Aires.¿Porqué?Laadministracióndemócrataestámetidaenunberenjenalcomo para prestarle atención a lo que sucede enelRíodelaPlata.Porsupuesto,tiene que levantar su tono de voz y mostrarse preocupada por el ataque llevado a expensasdelmáximotribunaldelpaís.De ahí a tomar cartas en el asunto y obrar algún tipo de sanción que pudiese afectar al gobierno de Alberto Fernández, media un abismo. Sobre el particular, suactitudseparecealadelFMI:desliza críticasentérminosgeneralesparaluego hacer lugar al siga, siga.
La reunión de la CELAC que se lleva a cabo en Buenos Aires ilustra la cuestión mejor que mil manuales. El organismo citado es una de las tantas creaciones de la izquierda latinoamericana -más precisamente de Hugo Chávezque,alfinaldeldía,nosirvenparanada. Nunca va más allá de unas declaracionesdetonodeclarativo.Aunquemuchos serasguenlasvestidurasyseagravien, la CELAC y el G-20 -como tantas otras organizaciones internacionales por el estilo- son bastante parecidas en punto a su inanidad. En los Estados Unidos que desde Díaz Canel, Lula y hasta OrtegayMaduro-siacasohubiesensido delapartida-juntoalomásgranadodel kirchnerismo se sienten a debatir naderías,noleinteresaanadie.Noesla TricontinentaldeLaHabanaquesesionó en esa ciudad en plena guerra fría y sentó muchas de las bases que pusieron en práctica -más tarde- los movimientos subversivos marxistas, desde México a Tierra del Fuego. Entre la Cuba castrista de l960 y la de hoy media un abismo.
El quid de la cuestión reside en Buenos Aires en razón de que moverle hostilidades a la Corte, flirtear con los dictadores marxistas del subcontinente y presentarenlaONUunadenunciacontralaJusticianacionalsonotrastantas medidasquenoleresultanindiferentes a los mercados. En el fino fondo de sus convicciones, a Sergio Massa, movidas como las antes señaladas no le hacen ninguna gracia. Es consciente de que conspiran contra su plan de parches de una manera peligrosa, y es por eso que bajo cuerda, por líneas interiores, ha tratado -sin éxito- de atemperar sus efectos. Cuanto mayor sea el ruido que metan los maximalistas del Gobierno, peorseráeldesenlacedelaeconomía.El problema cobra una dimensión aún mayor si se tiene en cuenta que es a veces el propio titular de la cartera de Hacienda el que habla de lo que no sabe -moneda común con Brasil-, mete la pata por irse de boca -referir al "hermano menor uruguayo"- o adopta decisiones disparatadas -poner a los camioneros a controlar precios-.
En atención a la deriva que lleva la inflación se requeriría un milagro -o poco menos- para que en abril el índice se acerque al mágico 3% que le daría al ministro Sergio Massa una cierta tranquilidad. Los aumentos del mes de enero en los principales rubros de la canastadelconsumidorparecenpreanunciar que este mes el alza del costo de vida rondará 5,5% o -más probablemente- el 6%. Si así fuese, resultaría un torpedo enlalíneadeflotaciónparalasexpectativas gubernamentales. El escenario preelectoral en tal caso resultaría dramático para el oficialismo. Salvo -claro está- que alguien imagine competitivos a Wado de Pedro, Daniel Scioli o Axel Kicillof.