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Aún es tiempo de enmendar el rumbo

El ruido del tránsito violento, en la calle, no permite escuchar el murmullo del infante que en la esquina solicita ayuda, una moneda o un trozo de pan; mientras, nosotros vamos mirando el horizonte y no somos capaces de detener la marcha, escuchar su susurro o reclamo de atención. Entonces, se nos aparece la indiferencia, el abrigar sólo nuestro hogar; aunque, algunos pasos más allá, alguien se cobija en una choza en los baldíos de papel cartón y fonolita tiritando de frío, hambriento en el dolor…

Justo al pie del semáforo, jóvenes juegan al malabarismo, algunos con destreza, otros limitados aprendices, pero ambos, solicitan una moneda de ayuda solidaria, una oportunidad de encuentro con el semejante que se adormece en la calidez de su vehículo y la música predilecta de antigua generación transitoria.

En nuestra sociedad, la pobreza y las condiciones de miseria aparecen por todos lados, pero siempre invisibles a la luz de quienes disfrutan de un pasar acomodado y carentes de necesidades.

Puede el ser terrestre, dueño del poder, despreocupar tanto su atención ante el semejante que se permite ignorar su existencia o más aún, desconocer su presencia y discriminar sin remordimiento. Debemos refugiar al mendigo de la calle y aquel más desvalido, dar cuidado predilecto a sus necesidades.

La cordura es una virtud y aparece mientras cada quien va creciendo y habitando la vida, aunque la locura es una muestra de amplitud, un viaje más allá del alto cielo donde duendes aparecidos nos reclaman verdad y lucidez; por tal, estar cuerdo tiene un contrapunto: Respetar el desquicio de la mente enajenada cuando se pierde la razón.

Nuestro mundo presente ha sido castigado con frenesí durante el último tiempo por apremios de todo tipo, nos agredió la Pandemia, aumentó la cesantía, el costo de la vida; se visibilizó la pobreza que de alguna manera se encontraba solapada y escondida: Este fue el fin del horizonte que se perfiló al inicio del nuevo siglo, apremio, dolor y necesidad.

Los niños y jóvenes habitantes del siglo XXI deben ser educados en la práctica cotidiana de valores transversales, fomentar la integración, brindar mejores oportunidades de aprendizajes de calidad, posibilidad de recibir las herramientas que permitan resolver los problemas que nos presente la existencia adulta, descubrir el horizonte abierto en toda dirección; por tal, la modernización debe asumir la responsabilidad de mejor educación para todos según sus propias necesidades educativas.

Abandonemos el ruido electrizante de la calle y refugiémonos en la gama infinita de colores del arcoíris, aún es tiempo de enmendar el rumbo.

Arrebol Parralino

Neruda, infinito punto cardinal expandiéndote sin fronteras, sin amarras ni prejuicios que te puedan doblegar.

Parral mamadre del poeta vate universal provinciano no te extingues en tus versos inmortales hay arenga a los hombres y sus mujeres a sus hijos, a sus montes ,a sus valles, a los trigos con sus trinos, a las viñas y sus vinos, al labriego, al obrero, pescadores y artesanos que es tu pueblo

¿Quién más grande que un Homero?

¿Quién más cierto que él Quijote?

¿Quién más puro que un soneto de tú digno cavilar?

Siempre humano, siempre triste, siempre novio de tú patria… de sus playas de su mar.

¿Cuántos seres en sus calles te soñaron, cuanto llanto en sub mundo vio sangrar, Cuantas calles polvorientas le besaron, cuántos ojos sin mirada vio pasar?

Alfarero, inmortales van tus versos, es un voto siempre eterno por la paz.

Luz andina, impregnado en la esperanza de los hombres, la familia y el hogar. Migratorio en lontananza, siempre pronto a tu patria regresar.

Tempestuoso verso ardiente que es plegaria en nuestra voz.

Copa plena de caliche, en la pampa más ardiente bebiste las miserias más profundas sin final.

Sementeras maduradas en tus versos fueron techo abrigo y pan

Caminante del pensar sin fronteras, ¿Cuánta pena y que niña enamorada no se siente reflejada cuando calla o está ausente en el 15 o en el 20

Oscar Mellado Norambuena. fue tu cruz en vuestro andar?

Trovador de nuevos cielos, ni desdichas ni destierros te pudieron doblegar.

Manos fuertes limpias manos, cuantas letras de alma noble nos dejaste en heredad.

Tus raíces parralinas arraigó en ensenadas, maduro en madre selvas, floreció allende el mar.

Tras las eras, alumbrados con chonchones y con velas se sembró tu poesía.

En las minas prohibidas te leía el sudor, oración a un mejor día, para acallar hambre, injusticias y dolor.

Esperanzas son tus versos que nos llevan a la amada tan lejana, nos acerca tu cantar.

Tierra agraria, develaste el Machu-Picchu y la roca milenaria te entrego su castidad nunca elogiada.

Juglar de la vida y sus caminos, no fue fácil tu destino, trovador del amor al duro olvido.

Roble mar, las más fuertes convicciones te elevaron de los rieles más allá de geografías, al lenguaje Universal.

Paso fuerte de hombre noble, en tu andar no olvidaste los villorrios ni casucha en el zaguán.

¿Quién no lee Firewall?

Quién no ha visto cómo crece y desvanece el sol crepuscular con tus versos en nuestras manos, con el beso de la amada junto al mar. Hijo ilustre, tu canto heredo a nuestra patria el Premio Nobel, Siempre eterno, parralino universal.

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