4
POLÍTICA.
DOMINGO 7 AGOSTO DEL 2022
ENTREVISTA CARLOS ROMERO PEREIRA
“Sin voluntad de unión el abrazo par Cree que si el partido hace un buen trabajo electoral no hay ninguna concertación que le pueda ganar. “Percibo mucha discrepancia interna en ese frente opositor”. Aníbal Saucedo Rodas Fotografías de Emilio Bazán
¿Q
uién es Carlos Romero Pereira? Una sonrisa es su respuesta. Pero, luego, confiesa: “No me gusta definirme, ya debo estar definido por la gente, seguramente”. Para muchos jóvenes es solo un referente histórico del Partido Colorado. Para nosotros, fue un militante de la democracia, fundador del movimiento Ético y Doctrinario dentro de la Asociación Nacional Republicana en la década de los 80, lo que incomodó al gobierno de entonces (Alfredo Stroessner), valiéndole ser objetivo de las represiones del régimen. Rápidamente se convirtió en una de las figuras más sobresalientes en la lucha contra la dictadura. En la era democrática fue senador, ministro de Defensa, integrante de la Convención Nacional Constituyente de 1992 (que redactó la actual Constitución Nacional) y miembro del Tribunal Electoral Partidario de la ANR. Hoy, a sus 84 años, vive retirado de la política activa, aunque no rehúye las largas y apasionadas conversaciones sobre el pasado, presente y futuro de su partido. No podía ser de otra manera. Es hijo de Tomás Romero Pereira, excombatiente de la Guerra del Chaco y presidente provisional de la República en 1954. Y sobrino de dos víctimas de nuestras luchas políticas: Cayo fue asesinado en su consultorio (era médico) de Corrientes y Emilio murió ahogado durante la revolución de Laureles, en 1909. -La pregunta tiene su justificación ante la preeminencia del relativismo en todos los ámbitos de la vida y, naturalmente, en la política. Se tiene la sensa-
ción de casi un menoscabo de parte de los jóvenes a la experiencia de los líderes mayores, una juventud a la que no le interesa, en apariencias, el origen y la esencia de los partidos políticos, ni siquiera la historia política del país, como si viviera exclusivamente la fugacidad del momento. Es por ello que debemos recuperar la sana costumbre de quién dice qué, el fundamento ético de la palabra. -Creo que una parte de la pregunta lleva implícita la respuesta en un punto específico: la que se refiere a la juventud. La juventud es la que define roles, la que define posiciones políticas o su contracara, la falta absoluta de interés por la política. Eso no ocurre solamente en Paraguay, sino en el mundo entero. La juventud asumió una actitud de menosprecio, por llamarlo de alguna manera, hacia los políticos y la política. Y privilegia lo inmediato, le interesa hoy, ni siquiera mañana. Un inmediatismo que debe ser parte, seguramente, de esta nueva generación. La juventud mía fue completamente distinta. En muy poco tiempo Paraguay entró en una onda global, en la cual ha de ser muy difícil, supongo, para los militantes de la arena política, que no es mi caso, convencer a esa juventud a asumir una determinada posición política. -¿Prioriza otras urgencias? -Yo creo que la juventud se volvió como es la sociedad: una sociedad muy consumista, muy inmediatista. Entonces, lo que la gente quiere es resolver sus problemas, tener un buen pasar, y después veremos lo que venga. Es mi visión de esta cuestión. Puedo estar
equivocado, naturalmente. -Siempre tengo a mano unas afirmaciones del entonces cardenal Jorge Bergoglio en su crítica a la discontinuidad histórica que experimentamos en América Latina, una ruptura con el pasado. Y sin la memoria, esa potencia integradora de la historia, también se desarticulan los vínculos comunitarios. Fenómeno que es fácilmente detectable en nuestra sociedad, ese desinterés, como dijo, de conocer lo que fuimos para definir lo que somos y lo que nos gustaría ser, manoteando un poco una frase muy conocida de Paulo Freire. -Yo tengo la misma visión del hoy papa Francisco en cuanto a la pérdida del interés por la memoria. Es muy difícil que los pueblos construyan el presente, y ni qué decir el futuro, si no conocen el pasado. Esa es una conversación constante con los miembros de mi familia, con los jóvenes en general. Y no hay una respuesta precisa para eso. Sobre todo, si tenés al alcance de la mano una tecla de la computadora que te proporciona toda la información del presente. Yo también, a veces, pienso lo mismo. Nos volvemos perezosos, por ejemplo, en cuanto a manejar diccionarios. Hoy en Google encuentro todo. Eso nos domestica y nos vuelve muy pasivos. Esta es una civilización de la pasividad. La gente
ya no quiere leer diario ni ver televisión. Prefiere las redes, los medios telemáticos. Y nos alejamos de los valores que fueron nuestros valores. En mi caso particular, desde muy joven escuchábamos lo que significa el arraigo a la tierra, el amor a nuestra historia, los hechos heroicos que nos hicieron una nación, desde su creación hasta el genocidio espantoso de la Guerra del 70. Del más grande genocidio de América ya nadie se acuerda. Eso me da pena. Me da pena por el país como país. Me da pena por los protagonistas a quienes no les interesa nuestra historia. Por eso, muchas veces nos vemos condenados a repetir los errores del pasado. -¿Hay una necesidad de repensar la política de parte de los políticos o, tal vez, peor, deberíamos sentarnos a pensar la política? -La política debe ser pensada todos los días. Porque la política no es sino el reflejo de la vida, de la sangre vital de una
sociedad. No es una actividad despreciable, no es algo denigrante. Al contrario, es algo que eleva. Debería ser, como querían los griegos, el manejo correcto de las cuestiones del Estado. De las antiguas culturas podemos extraer lecciones tan actuales. Así como de otras culturas actuales, porque vemos comunidades o pueblos que llevan una vida tranquila, sin grandes complicaciones con la tecnología, ni las agobiantes urgencias por lo más nuevo. Debemos abrirnos a otras culturas preservando nuestra identidad. El mundo es un conglomerado de sociedades de las cuales podemos aprender. Hoy creo que el ser humano perdió la cordura. Quizás la recupere alguna vez. El ataque a Ucrania de parte de Rusia es para mí una demostración clara de la pérdida de rumbo. Esos modelos, entre la agresión y la dignidad, son los que deberíamos estudiar antes que perder tanto tiempo en tonterías. Sobre todo, en nuestra política criolla, referidos a hechos irrelevantes, como esa cuestión del juicio político (a la Fiscala General) y cosas por el estilo, con la sola intención de sacar a alguien del camino. Que es una forma innoble de resolver los problemas, por cierto. -La apertura democrática debió ser la puerta abierta para una alternancia política constante y sistemática. Sin embargo, en siete elecciones, bueno, en seis, porque el general Rodríguez (Andrés) venía con la aureola
de haber derrocado al dictador… -Venía con la inercia del poder (risas). -¡Exacto! Pero, de seis elecciones, el Partido Colorado perdió una sola. ¿Cuál es la clave, cómo mantiene y atrae a su electorado? Muchos argumentan que es por el modelo clientelar y prebendario (cada vez más en decadencia); otros aseguran que el factor determinante es la pasión por los símbolos, que es el componente emotivo el que hace la diferencia. -Para bien o para mal, la emoción es un factor muy importante. Quizás hasta sea determinante. Y quizás también sea determinante algún estilo de política que no se agota en la mera discusión, como la que estamos presenciando en la Cámara de Diputados, por ejemplo. Somos un partido muy emocional, y no es de ahora, viene de siempre. Porque la historia nuestra es una historia trágica y el Partido Colorado no puede escindirse de esa historia. Al contrario, está imbricada a ella. Nace nuestro partido, decían Caballero (Bernardino) y los fundadores, con la Patria Vieja, vinculados por tradiciones honrosas. Esas son frases que nos ponen piel de gallina. Yo no pierdo la esperanza, veo gente joven, gente conocida, que no está militando tal vez en ningún partido político, pero que está interesada en los hechos de la historia y, fundamentalmente, en la historia como la gran educadora de la humanidad, como decía aquel maestro de la Revolución Francesa. -Ya es reiterativa la posición de los referentes del Gobierno, del oficialismo, de que no habrá el “abrazo republicano”, salvo con los que ellos consideren “buenos colorados”. La historia del partido es una historia de facciones, es por eso que Natalicio González solía repetir que no importa la discordia entre treinta o cuarenta dirigentes, allá en