Bob Dylan 75 Revisitado

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FR ANCISCO HINOJOSA FERIAS DEL LIBRO

FERNANDA PÉREZ GAY JUÁREZ

L A MEMORIA ES UN CABALLO VOL ADOR

ESGRIMA

EDGAR CHÍAS

El Cultural N Ú M . 4 7

S Á B A D O

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

BOB DYLAN 75 REVISITADO CARLOS VELÁZQUEZ

SEXTING Y PORNOGR AFÍA NAIEF YEHYA


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El próximo 24 de mayo, Bob Dylan cumple 75 años, con más de cinco décadas consagradas a una búsqueda sin tregua en el ámbito musical, y de manera muy particular, desde luego, en la composición, la vena poética de las canciones que constituye su identidad primera: letras que “no sólo se convirtieron en clásicos, sino también en himnos”. Un trayecto cuya extensión, riqueza, intensidad y metamorfosis constante recorren y detallan estas páginas, con dibujos creados por el propio Dylan para ilustrar algunas de sus composiciones.

BOB DY L A N 75 R E V ISI TA D O CARLOS VELÁZQUEZ

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s probable que si Bob Dylan hubiera pretendido ingresar al mundo de la música por la puerta del rock & roll le habrían negado la entrada. Ninguno de los asistentes a la presentación que ofreció en el Gaslight Café en 1961 habría creído tampoco, si alguien les hubiera dicho, que se convertiría en la voz más emblemática del rock. Por ambas razones la leyenda tuvo que comenzar desde el blues. El primer gran logro de Dylan fue convertirse en telonero en los conciertos de John Lee Hooker. Que un chico blanco menor de veinte años actuara para una audiencia negra define a la perfección el poder de la magia Dylan. Conseguir el respaldo de un bluesman de la generación anterior y no ser linchado por el público. Tal atrevimiento puede acabar con una carrera. Pero Dylan ni siquiera tenía una carrera. Más que como músico, se comportaba como un publicista de sí mismo. Su siguiente paso, y el que definiría su filosofía en la música durante esa temprana etapa, fue la visita que realizó a Woody Guthrie, quien se encontraba hospitalizado en Nueva York. Observado a la distancia, este gesto asusta por lo conveniente que resultó. Parece diabólicamente calculado. Al señalar a Woody como el gran pastor de la canción americana preparó su ingreso en el ambiente folk. Era un desconocido. Pero con este acto Dylan había establecido que las hazañas de Woody necesitaban un continuador. Y él era el elegido. Como bluesman, Dylan sabría que se encontraba en desventaja. La carrera eléctrica estaba por comenzar. Y el interés de Dylan se encontraba centrado en la poesía, no en el virtuosismo en la guitarra. Es horrorizante la capacidad de Dylan para leer su entorno de aquel entonces. Nada fue gratuito en las acciones de Dylan. Ni un equipo de mercadotecnia lo hubiera podido hacer mejor. Antes que Jim Morrison mintiera al declarar que sus padres habían muerto, Dylan manejaba distintas versiones sobre su origen. Ninguna de ellas comprobables por sus ahora biógrafos. Su primer álbum, el homónimo Bob Dylan, de 1962, marca a la perfección la transición del blues hacia el folk. Los pilares del disco eran “In my Time of Dyin’”, “Highway 51 Blues”, “House of the Rising Sun”. Sólo dos composiciones pertenecían a Dylan. “Talkin’ New York” y “Song to Woody”, el instrumento maquiavélico del cual se serviría para

situarse al frente de la vanguardia folk. Nadie cuestionaría la legitimidad de su figura como podría hacerse en el blues. Era el tercer paso. La pinza se había cerrado. Robert Zimmerman había transmutado en Bob Dylan. Pero como ocurriría a lo largo de su carrera, todos sus movimientos obedecerían al misterio. Dylan había engañado a su época. Le hizo creer a todo el mundo que era el nuevo mesías del folk, cuando en realidad era un ambicioso chico que blanqueba canciones negras. Así nació el mito, con una broma.

CUALQUIER COSA EN LA QUE VALGA LA PENA PENSAR MERECE SER CANTADA La vía más rápida para obtener la legitimación que necesitaba era el folk. Dylan no deseaba ser un cantante de folk, pero necesitaba un campo donde desarrollar sus dotes de fabulador y de storyteller. Actitudes que fueron mal interpretadas según el propio Dylan. Sin manifestar un compromiso político abiertamente, fue calificado como un cantante de protesta. “Blowing in the Wind”, “Masters of War”, “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”, “Talking World War III Blues”, “The Times They Are A-Changin’”, “The Lonesome Death of Hattie Carroll”, “All I Really Want to Do”, “Chimes o Freedom” eran canciones que contradecían a Dylan en cuanto a su negativa a aceptar el papel que se le había asignado. Ser el portavoz de su generación. La ambigüedad era por entonces el arma favorita de Dylan. Por una parte era la voz de los oprimidos, pero renegaba de todas las responsabilidades que se supone debía asumir al cantar esas canciones. A diferencia de otros productos folk, las canciones enumeradas en el párrafo anterior consiguieron sobrevivir al paso del tiempo. Algunas son antibelicistas pero contienen el ingrediente que convierte a las obras en atemporales. Una honestidad insobornable. No fueron concebidas como hits ni tampoco como panfletos. Eran, son, arte. Desde el momento en que fueron estrenadas no sólo se convirtieron en clásicos, sino también en himnos. Y lo más aterrador era el carácter prolífico de Dylan para edificar un himno tras otro. Dylan tenía una prisa por cantarlo todo. Por desentrañar todo lo que ocurría a su alrededor a través de una canción. La amenaza de la guerra, la lluvia nuclear, la

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TRES LIBROS SOBRE DYLAN Bob Dylan. La biografía, Howard Sounes (Mondadori, 2002). Así como los fans hurgaban cubos de basura en busca de las pruebas que inculparan a Dylan de heroinómano, Sounes escarba en la vida del cantante con la ambición de conseguir el retrato total. Malicioso por momentos, inclemente con su biografiado, se trata de uno de los mejores documentos que existen sobre el cantante. No se detiene a la hora de examinar el lado oscuro de Dylan, buscándole la mezquindad, siempre con la intención de mostrarlo como un ser imperfecto. Rolling Thunder: Con Bob Dylan en la carretera, Sam Shepard (Anagrama, 2006). Presumido a menudo como un clásico de la literatura, en realidad es un diario de viaje a la manera de Crónicas de motel. Durante la gira de promoción de Desire, Shepard acompañó la caravana de Dylan y registró pequeñas postales como polaroids de momentos entrañables. Como la visita que realizaron a la tumba de Kerouac. Dista mucho de ser el mejor libro que se haya escrito sobre Dylan. Tampoco es el mejor de Shepard. Sin embargo, consta como el único documento sobre los distintos viajes que hizo Dylan emulando On the Road.

“Just Like Tom Thumb’s Blues“. Dibujo de Bob Dylan.

alienación producto de la época. Era un fenómeno que escribía canciones. Y para cierta parte de la crítica, una “auténtica curiosidad americana”. Pero esa curiosidad tenía un lado B. Que hablaba de un existencialismo alejado de toda propaganda. En The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The Times They Are A-Changin’ (1964) y Another Side of Bob Dylan (1964) existen claves de la fuga que Dylan emprendería hacia el ámbito eléctrico. “I Shall Be Free”, “With God on Our Side” y “It Ain’t Me, Babe”, son canciones que respondían a premisas distintas a las del folk. Son muestras de un individualismo creciente que el cantautor experimentaba. El concepto de música folk se asociaba a una especie de comunidad rural homogénea que mantenía una tradición musical creada anónimamente. Con sus composiciones Dylan había destruido la condición del anonimato. Que Peter, Paul and Mary cantaran una versión de “Blowin’ in the Wind” era la prueba de que Dylan había impuesto una nueva tradición. Por lo cual era imposible preservar la anterior. En pocas palabras, Dylan había destruido el folk. Las canciones de antaño era documentos de un tiempo específico. Las canciones de Dylan eran cultura pop. “La cultura pop es el folk del mercado moderno”, dijo Greil Marcus. Dylan siempre fue un maldito disfrazado de cordero. Su poco agraciada voz lo situó aparte, en relación a otros cantantes folk (José Agustín dijo alguna vez que era sólo para heavies). Pero el de la credibilidad era él. El poeta. El iluminado. Que otros con dulces voces cantaran sus canciones era accesorio. Cosas de la industria. Listo como nadie, se consiguió como novia a Joan Baez. La princesa folk por excelencia. Dylan tenía un control absoluto de todo. Pero la ingenuidad con la que provocó el embelesamiento folk con la imagen de la portada de The Freewheelin’ Bob Dylan (nótese la obsesión de Dylan en esos años por los apóstrofes en los títulos) fue suplantada por la actitud desenfadada de la portada de Another Side of Bob Dylan. Que como bien lo indica el título, es un mensaje en clave. El trovador se preparaba para escapar de la lluvia. Pero no la lluvia radioactiva. Sino la que él mismo había creado.

LA ELECTRICIDAD AÚLLA EN LOS HUESOS DE SU ROSTRO La semilla del rock siempre habitó en Dylan. En 1965 le dio la espalda a su pasado reciente. El espíritu de “Highway 51 Blues” de su primer disco resurgió. Reunió los ingredientes necesarios para consolidar su divorcio del mundo folk. Terminó su relación con Joan Baez. Se mudó paulatinamente a la guitarra eléctrica. E ingenió un método de composición disparatado. Que consistía en desparramar por el piso páginas arrancadas de revistas (incluidos anuncios publicitarios) y crear versos a partir de libres asociaciones. Cierto malestar se cernía sobre Dylan. La nueva ola del rock inglés. Agrupaciones como The Yardbirds y The Rolling Stones estaban utilizando el mismo método que Dylan había empleado en su primer disco. Reapropiarse del blues. Con la diferencia de que Dylan lo había hecho desde la acústica, y los ingleses se servían del electric blues. Bringing it All Back Home (1965) se divide en dos partes. La primera introduce el universo eléctrico de Dylan. La segunda preserva cierto aire folk. Canciones con guitarra de palo. Sin embargo, las nuevas canciones acústicas no encajaban dentro del movimiento folk. “Mr. Tambourine Man” era el nuevo “The Times They Are A-Changin’”. Capturaba el pulso de la época como ninguna otra melodía pop hasta el momento. Resumía a la perfección el estado de ánimo que imperaba en los sesentas. Y en lo que acabarían convirtiéndose. Dylan estaba convencido en llevar hasta sus últimas consecuencias la postura de Rimbaud del poeta como visionario. Predecía el futuro. Pero Dylan se le había escapado de las manos a su audiencia folk. No conseguían comprenderlo. Al grado que en un concierto en 1966 un fan entre el público le gritó Judas antes del comienzo de “Like a Rolling Stone”. A lo que Dylan respondió “I don’t believe you. You’re a liar”. Y luego a su banda “Play it fucking loud”. De ese tamaño era la afrenta de Dylan. Se le consideraba un traidor de Cristo. Había dejado de abogar por las buenas causas para cantar historias de forajidos, “Outlaw

Like a Rolling Stone. Bob Dylan en la encrucijada, Greil Marcus (Global Rhythm, 2010). Greil Marcus no podía escapar a la atracción de Dylan. El gran analista de la cultura de la segunda mitad del siglo xx dedicó casi doscientas páginas a “Like a Rolling Stone”. Víctima de su propia exageración, Marcus establece paralelismos en ocasiones forzados entre su bagaje cultural y su objeto de estudio. Quizá este sea el libro que más risa le provoque a Dylan de entre todos los que le han diseccionado. Con nadie estaría más en desacuerdo sobre lo que quiso decir que con Greil Marcus.

Blues”. Había confeccionado un segmento de su nueva identidad a partir de sus lecturas de la Generación Beat. Profesó una admiración incalculable por Jack Kerouac. Y estableció una estrecha amistad con Allen Ginsberg. Existe un video donde ambos van a visitar la tumba de Kerouac, en quien sin duda se inspiró para escribir “On the Road Again”. La historia de la literatura ha ninguneado a la Generación Beat. Pero sin ella no existiría Dylan como hoy lo conocemos. Highway 61 Revisited continúa lo iniciado en el disco anterior. Lo trasciende en un aspecto. Como un gesto aún más provocador, Dylan no incluye ninguna canción acústica. En su nueva etapa el Dylan político no había desaparecido, “Maggie’s Farm”, una crítica a las imposiciones de la vida americana, era muestra de ello. Ni tampoco el personal, “It’s All Right, Ma (I’m Only Bleeding)” demostró que la capacidad de Dylan para escribir canciones que cuestionaran la existencia per se continuaba intacta. Pero Highway 61 Revisited cambió para siempre la historia con “Like a Rolling Stone”. En primer lugar evidenció que si Dylan había renunciado a ser una curiosidad americana no era para convertirse en una insulsa estrella pop. Sus palabras tenían el poder de transformar el mundo. Desde el rock o desde donde se le antojara. “Like a Rolling Stone” era el himno que todos estaban esperando. La melodía que los definiera. Y vaya si lo hizo. Contenía una filosofía de vida a la que antes sólo podías acceder a través de las obras de los grandes pensadores. “Like a Rolling Stone” era el Walden de los sesenta. Blonde on Blonde (1966) presentó al mundo el verso más portentoso de Dylan. “La electricidad aúlla en los huesos de su rostro”, perteneciente a la canción “Visions of Johanna”, resumía a la perfección la cima de su experiencia como compositor. La prolijidad de Dylan le impedía quedarse sin canciones. Hacía apenas cuatro años que


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sector de la crítica lo trató bien y “Gotta Serve Somebody” obtuvo un premio Grammy, una nueva traición había cobrado vida. El mesías, el Judas, el judío no practicante, abrazaba la religión católica. A estas alturas haber sospechado que Dylan había sido adicto a la heroína parecía una broma. La conversión, sin embargo, era incomprensible. La mayoría de las estrellas de rock buscan a Dios para superar un problema de drogas. Pero la responsable de la nueva encarnación de Dylan era Carolyn Dennis. Una mujer negra que había cantado gospel y era corista en la banda que Dylan había armado para salir de gira después de su divorcio. Slow Train Coming, al igual que Saved (1980) y Shot of Love (1981) son discos marcados por el prejuicio. Estuvieron en la lista negra de la discografía de Dylan por muchos años. Se ganaron el desprecio generalizado. Pero pese al rechazo, Slow Train Coming está dentro de los mejores discos de la carrera de Dylan.

había permanecido en habitaciones malolientes del Greenwich Village encerrado practicando con su guitarra. Y ahora estaba convertido en la máxima estrella del pop mundial. Pero una condena pendía sobre él. A sus acusaciones de traición al movimiento que se atribuía su creación, se sumaba el rumor de que padecía una adicción a la heroína. En 1966 sufrió un accidente. Se cayó de su motocicleta en Woodstock. Movimiento que Dylan aprovechó para retirarse de la vida pública. Se presumía que el accidente había sido inventado para desaparecer mientras se desintoxicaba. Pero nunca se comprobó ni su supuesta adicción a la heroína ni que el percance fuera fabricado. También se dijo que había muerto. Y que abandonaría la música. Dylan se esfumó un año. Pero la leyenda ya estaba en marcha. Y no se detendría. Su ausencia no hacía otra cosa que producir más fascinación dentro del mundo del espectáculo.

EL HOMBRE EN MÍ Durante su retiro, Dylan grabó con The Band varias canciones en su sótano de Woodstock, que verían la luz en 1975 en el álbum doble The Basement Tapes. El lost year de Dylan no fue tal. En 1967 regresaría con John Wesley Harding. Mientras los Beatles estrenaban Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Dylan había decidido replegarse. Sacó un álbum post-folk. Pero a su manera supo mantenerse al frente a través de la versión eléctrica de Jimi Hendrix de “All Along the Watchtower”. Otra canción que como “Like a Rolling Stone” y “Mr. Tambourine Man” hablaban con rabiosa actualidad sobre el sentir de la época. Dylan mantendría un más o menos bajo perfil en los siguientes tres años. Hasta que se presentó el primer gran regreso a lo Dylan. En 1970 lanzó New Morning. El que sin duda es el mejor disco de su carrera. Un álbum intimista. Con un Dylan desnudo como nunca antes. Un disco hermoso. Es Dylan frente al espejo. Se observa y reconoce que no es otra cosa más que un hombre. “The Man in Me” es su canto a mí mismo. Su regreso a la patria Whitman. El tiempo pasa lentamente, afirma. New Morning es una alusión a un nuevo comienzo. Pero en 1970 Dylan ya había tenido demasiados nuevos comienzos. La diferencia ahora es que pareciera que el Dylan que canta es un Dylan envejecido. Es el álbum que realiza desde la cima más alta de su experiencia.

UN SIMPLE GOLPE DEL DESTINO Si New Morning no existiera, Blood on the Tracks (1975) sería el mejor disco de Dylan. Tras New Morning pasó su primera etapa oscura. La crítica, que siempre lo había tratado bien, comenzó a atacarlo. Con excepción de “Knockin’ on Heaven’s Door”, el trabajo de Dylan atravesaba un momento difícil. Al que se sumaron sus problemas personales. Sus desavenencias con su esposa Sara, que cristalizarían en divorcio en 1977. Pero el clima de tensión en su relación y el bache creativo origi-

“Talking New York. Song to Woody”. Dibujo de Bob Dylan.

LOS LIBROS DE DYLAN Tarántula (Océano, 2013). Promocionada como una novela, se trata en realidad de un extenso poema experimental. Exento de trama, de historia, de cronología. Esta primera y esperadísima novela planeada para ser publicada en 1966, fue retrasada por Dylan después de su accidente en moto. En 1971 salió por fin a la luz. Pero las habilidades del Dylan poeta no concordaban con su aspiración de escribir una novela. Y el producto no fue el esperado. Sin embargo, se trata de un objeto que consigues ver un segundo cuando la noche cerrada es alumbrada por un relámpago. Crónicas. Vol. 1 (Global Rhythm). La autobiografía de Dylan. En la que se esperaba que contara toda la verdad. Aunque albergáramos en el fondo que no confesaría sus más oscuros actos. Pero resultó un fraude. Un relato naturalista sobre la Norteamérica de sus amores, sí, pero que se guarda de manera flagrante todos los hechos de su vida hasta ya muy entrada su carrera. Un proyecto que incluía la publicación de varios tomos. De ahí el subtítulo de volumen uno. Pero que ante la fría recepción se vio truncado. La voz narrativa de Dylan es distinta a Tarántula. Y no alcanza los niveles de poesía de éste.

naron Blood on the Tracks. El disco más portentoso que se le haya compuesto al amor (o a la ausencia de él). Con este disco Dylan recobró la confianza en sí mismo. Es una obra maestra de principio a fin. Se encuentra en la misma vena que New Morning. Un Dylan dispuesto a no callarse nada. Con una rabia y una desesperación tan palpables que por momentos parece que se saca el corazón y te lo ofrece para que le des un mordida y degustes el dolor. Con Desire (1976) el Dylan político reapareció. “Hurricane” era una oda al boxeador Rubin Carter que fuera acusado de cometer un triple asesinato. Dylan lo visitó en la cárcel. Confiaba en su inocencia. Y pugnó públicamente por su liberación.

TIENES QUE SERVIR A ALGUIEN El trago más amargo en la carrera de Dylan llegaría en 1979. Devastado por los efectos de su matrimonio se convirtió al cristianismo. Y lanzó el disco Slow Train Coming. Y aunque cierto

VIVIMOS EN UN MUNDO POLÍTICO Los ochenta fueron la peor época para Dylan. Discos en vivo (uno junto a Grateful Dead), un recopilatorio y tres discos en estudio francamente malos y que pasaron desapercibidos. En 1989 se produciría el segundo gran retorno de Dylan. Oh Mercy era la prueba de que Dylan había resucitado al tercer día. Y como paradoja mayor, lo había conseguido al renunciar al cristianismo. Un Dylan ateo, escéptico, volvió a la vida con un disco a la altura de sus mejores trabajos. “Men in the Long Black Coat” era el “Ballad of Thin Man” de la naciente Generación X. En “Political World” Dylan anunciaba el cambio que se produciría de manera global en la siguiente década, los noventa. Y para el que parecía decir que estaba preparado. “Shooting Star” era la balada más bella que había compuesto en muchísmo tiempo. No había duda. Dylan estaba de regreso. La estela continuó con Under the Red Sky (1990). Como su antecesor, era un disco perfecto. A la manera del mejor Dylan. Demostró que no importaba cuántas veces perdiera el camino, Dylan lo recobraría. Y de qué manera. “Born in Time” trataba sobre eso. No importaba cuántos años había estado en el negocio. No era parte de él. Era el negocio en sí mismo. Dylan había inventado el tiempo. Y salía y entraba de él. La hermosura contenida en “Born in Time” no tenía competencia en el panorama musical que se desarrollaba en 1990. Nadie era capaz de producir tal efecto con una canción. Con la excepción de Dylan. En el inicio de una década convulsa Dylan nos hacía sentir cobijados. Ese poder, esa magia era única. Sólo le pertenecía a él.

EL FINAL DE LOS TIEMPOS HA COMENZADO Pero lo que prometían los noventa para Dylan tardaría en aparecer. Le robó el tiempo el lanzamiento de los tres primeros volúmenes de The


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“NO EXISTE ARTISTA MÁS GRANDE QUE DYLAN DENTRO DE LA HISTORIA DE LA MÚSICA. NI ELVIS PRESLEY, NI MADONNA, NI MICHAEL JACKSON, NI JOHN LENNON, NI HANK WILLIAMS, SE ACERCAN SIQUIERA A SU ESTATURA.” Bootleg Series; el concierto de celebración por su treinta aniversario, que tuvo de invitados a Neil Young, Tom Petty, Lou Reed, Eddy Veder, et al.; la publicación de dos discos con viejas canciones tradicionales folk, buenos álbums pero en los que Dylan no arriesga nada; y su aparición en MTV para la serie de unplugged de la cadena. En esos años no vio la luz ningún material inédito de Dylan. Por lo que ese periodo se puede interpretar como otra caída. Y lo que se podría identificar como otro gran regreso, el mejor de todos, fue la publicación de Time Out of Mind (1997), que le puso fin al silencio de siete años de Dylan. Una placa por la que le otorgaron tres premios Grammy. Y un disco sombrío, desgarrador, apocalíptico, sobre el desamor. Que de no existir New Morning o Blood on the Tracks sería el mejor disco de Dylan sin discusión. Canción a canción, Dylan construye un mapa de las emociones humanas. Además del favor de la crítica, obtuvo un tremendo éxito comercial. Y es hasta el presente el último gran trabajo de Dylan. Producido por Daniel Lanois, es también el último trabajo en que Dylan contrató a un productor. A partir de Time Out of Mind él mismo produciría sus discos bajo el pseudónimo de Jack Frost, inspirado en Jack Kerouac y Robert Frost. De 1997 a la fecha la obra de Dylan ha gozado de reconocimiento. Love and Theft (2011) levantó el aplauso unánime de la crítica. Pero no se encuentra a la altura de Time Out of Mind. Lo que Dylan necesita es una mirada externa. Su siguiente gran regreso no se concretará hasta que no contrate a un productor. Time Out of Mind está lleno de frases demoledoras. Y contiene “Highlands”, una pieza de dieciséis minutos. Más que una canción se trata de una novela. Modern times (2006) contiene otro gran momento de Dylan, “Ain’t Talking”, una canción de casi nueve minutos que comparte el espíritu de Time Out of Mind.

TRES CUARTOS DE SIGLO Los resbalones no han estado ausentes en los últimos años. Un disco navideño y otro de cóvers de Frank Sinatra. Y uno más del mismo estilo de standards que saldrá a la venta el veinte de mayo de este año. Cuatro días antes de que Dylan cumpla setenta y cinco. Tras su accidente en la motocicleta en 1966, Dylan declaró que las cosas se encontraban tensas (lo que sea que eso significara) y que si hubiera seguido por ese camino habría muerto. Sus palaras son un misterio. No sabemos si se refiere a la adicción a la heroína que se

THE BOOTLEG SERIES O LAS GRABACIONES CLANDESTINAS Another Self Portrait, 1969-1971 (Columbia, 2013). Primero renegó del folk. Se mudó al rock. Luego renegó de su nuevo sonido. En 1970, a manera de una autobiografía apócrifa lanzó Self Portrait. La crítica lo destrozó. Cuarenta años después lanza las sesiones de grabación del disco. Un puñado de canciones de otros dylanizadas. La crítica estaba equivocada. En Another Self Portrait existen joyas de la tradición dylaniana que se encontraban ocultas como “Pretty Saro”, que fue lanzada como el sencillo (si así lo podemos llamar) de promoción.

“Long Distance Operator”. Dibujo de Bob Dylan.

le achacaba. A la fama. A sus nervios. O a su estilo de vida. Pero aquel año que pasó en Big Pink con The Band grabando canciones sin ningún tipo de presión le salvó la vida. Esa decisión lo ha traído hasta aquí. Tres cuartos de siglo después de su nacimiento. Existen pocos músicos de rock que no hayan sido influidos directa o indirectamente por Dylan. Su influencia se extiende incluso más allá. Al mundo de la poesía. Ha sido acreedor a varios premios destinados sólo a escritores, como el Miguel Ángel Asturias en 2007. Cada año su nombre se baraja en la lista de los candidatos al Premio Nobel. No ha conseguido entrar en la terna. Pero si todavía existe justicia en el mundo no debe faltar mucho tiempo para que sea nominado y le otorguen el premio. Con respeto por los escritores que año con año se quedan en la raya, Dylan lo merece más que cualquiera de ellos, con la excepción de Philip Roth. Las contribuciones de Dylan son invaluables. Junto a Leonard Cohen ha escrito los versos más hermosos y desgarradores utilizando la música como trinchera. No existe artista más grande que Dylan dentro de la historia de la música. Ni Elvis Presley, ni Madonna, ni Michael Jackson, ni John Lennon, ni Hank Williams, se acercan siquiera a su estatura. Dylan se ha salvado en ocasiones de Dylan mismo. Y el mantenerse vivo es una proeza extraordinaria. Como tantas otras estrellas pudo aniquilarse durante su juventud. Pero ese final no le correspondía. Paradoja exquisita. Dylan es la máxima figura del rock. Pero ha vivido como un forajido. Never Ending Tour es el nombre que le otorgó a una gira interminable. Nunca

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The Witmark Demos, 1962-1964 (Columbia, 2010) / Live 1964. Concert at Philharmonic Hall (Columbia, 2004). El Dylan más agreste, sin otorgar concesiones, antes de dar el salto al mundo eléctrico. Insobornable, inasequible. Escuchar estas grabaciones es entrar en un proceso de hipnosis. Como el auténtico flautista de Hamelin, te embruja con su sonido. Y pensar que mientras esto ocurre una revolución sonora se estaba fraguando en su interior. Nadie sospecharía tampoco que tras esto Dylan compondría “Like a Rolling Stone”. Aquí se escucha atrincherado, con las convicciones intactas. Son una especie de despedida de sí mismo. Tell Tale Signs, 1989-2006 (Columbia, 2008). De los once volúmenes de bootlegs es quizá el mejor. Captura un gran periodo de Dylan. Los descartes, lados B y versiones alternas de Oh, Mercy, Time Out of Mind y Modern Times. “Marching to the City” es una canción catedralicia de ésas que te hacen preguntarte por qué no está en ninguno de los discos oficiales. Lo mismo ocurre con el blusesote “Dreamin’ of You”, que se convertiría en “Standing in the Doorway”, pero que con un cambio en un par de versos podría haber encajado como una nueva canción en Time Out of Mind.

se detiene. Viaja de ciudad en ciudad, de país en país, de provincia en provincia. Desde hace décadas ha renunciado a tener un domicilio conocido. Su hogar son las carreteras, las autopistas, los caminos secundarios. Duerme en hoteles, en posadas, en hostales. Es imposible asirse a un hombre así. Este mes la humanidad celebra siete décadas y media del nacimiento de Bob Dylan. El nacido en Minessota. El Mayakovsky de la era moderna. Uno de los mejores poetas que se asoma todas las noches a nuestros sueños. Uno de los mejores que han pisado la tierra. Y uno de los cronistas que mejor han descrito nuestro mundo. El cantautor que ha compuesto las canciones más hermosas. “People are crazy and times are strange. I’m locked in tight, I’m out of range. I used to care, but things have changed.” (“La gente está loca y los tiempos son extraños. Yo estoy cerrado con firmeza, estoy al margen. Antes me importaba, pero las cosas han cambiado.”)


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Novedad radical de las nuevas tecnologías y las redes sociales, tendencia juvenil, el llamado sexting consiste en la difusión, mediante aplicaciones diversas de teléfonos inteligentes y otros dispositivos, de imágenes sexuales amateurs que desplazan el mercado virtual de la pornografía hacia una expresión distinta: se propaga en internet de manera gratuita, espontánea, y vincula el placer al espectáculo, en el espacio de lo imprevisible.

SEXTING Y P OR NOGR A FÍ A COM U N IC ACIÓN, E XC I TAC IÓN Y CON F USIÓN NAIEF YEHYA

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aría Lonina de 18 años y una amiga suya de 17, de Columbus, Ohio, conocieron a Raymond Boyd Gates de 29 años, en un centro comercial. Él las invitó a beber y pasar un buen rato al día siguiente, el 27 de febrero de 2016. Aceptaron y después de algunos tragos, Gates comenzó a abusar sexualmente de la chica más joven. María decidió transmitir en vivo la violación de su amiga con la aplicación Periscope. En poco tiempo alguien que conocía a Lonina denunció lo que estaba sucediendo y luego otras personas alertaron a las autoridades. Mientras tanto llovían los “likes” de espectadores entusiastas. Lonina y Gates fueron acusados de secuestro, violación, abuso sexual, así como de producir y distribuir pornografía infantil, y de ser encontrados culpables podrían recibir sentencias de hasta cuarenta años de prisión. Este no es el primer caso en que alguien emplea redes sociales o aplicaciones para difundir imágenes de delitos sexuales. Sin embargo llama la atención por la novedad cruel de que una violación en vivo se vuelva entretenimiento, gratuito y planetario. La documentación de abuso sexual como trofeo o pornografía estuvo también presente en los casos de la canadiense Rehtaeh Parsons y la californiana Audrie Pott, de 2013. Ambas fueron violadas mientras estaban inconscientes por beber alcohol y en los dos casos sus compañeros tomaron y circularon fotos de su abuso. Tanto Par-

sons como Pott se suicidaron colgándose al no poder soportar la humillación y el incesante bullying. Estos casos y otros, como la revenge porn (cuando amantes desilusionados o furiosos postean imágenes sexualmente explícitas de sus ex parejas), conforman un nuevo espectro de la pornografía, uno resultante de las posibilidades que dan los teléfonos inteligentes, ciertas aplicaciones y las redes sociales. Esta nueva pornografía amateur que es realizada por participantes voluntarios, así como víctimas y victimarios, no tiene afán comercial sino una búsqueda de reconocimiento y un deseo implacable de “compartir” para figurar en el radar de otros cibernautas, para volverse celebridad.

PROMESA Y COLAPSO La popularización de internet y en particular de la World Wide Web dio inicialmente un empuje formidable a la distribución de materiales pornográficos. Pornógrafos y analistas dieron por un hecho que el ciberespacio convertiría a la industria del porno en uno de los negocios más redituables de la era digital. Algunas empresas poderosas como Vivid optaron por legitimarse ante el mercado vendiendo acciones en la bolsa de valores de Wall Street. Miles de sitios pornográficos comenzaron a aparecer en la red ofreciendo material nuevo, así como viejas producciones digitalizadas, y con la llegada de la banda ancha era posible ver películas en streaming o bajarlas de manera confiable, eficiente y rápida. Sin embargo, lo que parecía apuntar a volverse uno de los

“ESTA “ NUEVA PORNOGRAFÍA AMATEUR QUE ES REALIZADA POR PARTICIPANTES VOLUNTARIOS, ASÍ COMO VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS, NO TIENE AFÁN COMERCIAL SINO UNA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO Y UN DESEO IMPLACABLE DE ‘COMPARTIR’.”

mayores negocios de la historia comenzó a dar un extraño viraje. Los sitios que ofrecían material pornográfico de manera clandestina y en su mayoría gratuita se multiplicaron, y aunque desaparecían caprichosamente siempre aparecían otros para tomar su lugar. Miles de videos e imágenes pirateadas circulaban en páginas, foros y toda clase de espacios digitales, mientras sus propietarios trataban inútilmente de hacer valer sus derechos de autor o de proteger su material con tecnologías ingeniosas. Lamentablemente para ellos la carrera armamentista entre los programadores que intentaban defender sus páginas y los hackers que se dedicaban a robar contenido terminó inclinándose hacia estos últimos. De esta manera el sueño de que millones de personas en todo el mundo se suscribirían a servicios porno de paga comenzó a desmoronarse. Cada día había menos gente dispuesta a dar el número de su tarjeta de crédito para tener acceso a material que podían ver gratis y al mismo tiempo cada vez había menos empresas de crédito que querían trabajar con los sitios porno debido a una serie de fraudes,


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cobros excesivos, malos manejos y desfalcos que las instituciones de crédito debían resolver. Mientras las grandes corporaciones protegían ferozmente sus productos demandando usuarios por bajar ilegalmente películas, música y otros materiales protegidos por derechos de autor, pocas empresas porno podían defender sus videos e imágenes o incluso ser tomadas en serio ante la ley. El principal problema era que los márgenes de ganancias de toda la industria porno comenzaron a erosionarse y a encogerse pavorosamente. Algunas de las grandes empresas quebraron o abandonaron el género y otras se redujeron drásticamente, de las pequeñas algunas pudieron sobrevivir porque tenían bajos costos de operación y flexibilidad. Es necesario decir que los afectados no eran únicamente los productores, propietarios y estrellas (el talento), sino los técnicos, transportistas, maquillistas, empleados de catering y de todos los demás servicios a la industria, especialmente en el valle de San Fernando, California.

RESISTENCIA Ahora bien, esto no paralizó a los pornógrafos, quienes por lo menos desde la Revolución Francesa han sabido sobrevivir a la censura, la persecución, la hostilidad de la sociedad y el crimen organizado. Así, siguieron promoviendo sus materiales con la confianza de que siempre habrá algunos consumidores exigentes en materia de porno que querrán ver videos de buena calidad, sin recortes abruptos e impredecibles y sin temor de ser hackeados. También los pornógrafos y sus distribuidores siguieron tratando de aprovecharse de las innovaciones que ofrecía el medio. Una vez que quedó claro que los videos convencionales eran fácilmente pirateables, algunos optaron por los live chats, en los cuales el usuario y la modelo (o modelos) interactuaban en una conversación de video, como en las cabinas de los porn shops. Otros han apostado por seguir cultivando el star system del porno, llevar a las estrellas en tours por clubes, así como elaborar porno personalizado (a partir de peticiones especiales y comisiones) entre otros recursos. Y por supuesto hay quienes prefieren la porno 3D, así como las tecnologías de Realidad Aumentada, Realidad Virtual, Teledildonics y otras aún hipotéticas y que por el momento parecen estar controladas por las grandes corporaciones que muy probablemente tratarán de bloquear el acceso a los pornógrafos. Mientras tanto, lo que sigue proliferando son los sitios porno gratuitos conocidos como Tubes (como PornHub, Porn.

“EL “ SITIO PORNO CON MAYOR NÚMERO DE VISITAS SE ENCUENTRA ALREDEDOR DE 150 MILLONES AL DÍA, LO CUAL ES ENORME PERO HAY QUE CONSIDERAR QUE EL PROMEDIO DE CADA VISITA ES DE NUEVE MINUTOS ÚNICAMENTE.”

com, Xhamster y cientos más) que viven de la publicidad.

LA GRAN MENTIRA Curiosamente, la mayoría de las cifras acerca de la circulación y consumo de pornografía que repiten numerosos sitios parecen haber quedado estancadas en ese momento en que reinaba la ilusión de prosperidad, expansión y conquista del universo virtual. En numerosos sitios y medios informativos se repite que el 37 por ciento de la totalidad del tráfico en internet es porno y éste genera alrededor de 13 mil millones de dólares al año. Estas cifras infladas e imposibles de corroborar se usan para fomentar una atmósfera de paranoia y temor. El sitio porno con mayor número de visitas se encuentra alrededor de 150 millones al día, lo cual es enorme pero hay que considerar que el promedio de cada visita es de nueve minutos únicamente. Esto no es muy impresionante si lo comparamos tan sólo con Netflix, que en el primer trimestre de 2016 tenía 81 millones de suscriptores en el mundo (en 2011 tenía sólo 23 millones) y YouTube tiene más de mil millones de usuarios (una tercera parte de todos los cibernautas). La pornografía no es una fuerza dominante en internet. A lo largo de la historia de los medios la pornografía se caracterizó por ser un motor de la innovación. Desde la imprenta, la fotografía, el cine y el videocasete, el imaginario pornográfico siempre fue a la vanguardia tecnológica. En la era de internet esta tendencia pareció dejarse de cum-

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plir. El impulso inicial de los pornógrafos se vio frenado por motivos tecnológicos y económicos. Principalmente porque la gran mayoría de los usuarios fueron abandonando el internet completamente abierto, casi salvaje e ingobernable donde se valía todo, para limitar su experiencia a una web altamente controlada donde la inmensa mayoría de los cibernautas pasaban la mayoría de su tiempo en entornos cerrados y altamente higiénicos como Facebook, YouTube, Netflix, Amazon (que prohíben la pornografía) y Google (que si bien no la prohíbe sí la margina). Esto se acentuó con la aparición y proliferación de los smartphones. Las plataformas móviles no tienen un bloqueo formal de cierto tipo de imágenes, y de hecho hay docenas de maneras de tener acceso a pornografía desde éstas, pero el hecho de que el App Store de Apple no permita aplicaciones específicamente pornográficas constituye una toma de posición moralista por parte de la empresa. Es evidente que las corporaciones gigantes del ciberespacio no quieren verse asociadas con pornografía para evitar inútiles y a veces costosas polémicas y controversias. Y lo interesante es que a pesar de que saben que hay dinero en la pornografía, entienden que no es suficiente como para correr el riesgo de escandalizar y antagonizar a ciertos usuarios, grupos y gobiernos. Es curioso que aunque nos acercamos a un mundo más tolerante y permisivo en lo que respecta a imágenes sexualmente explícitas, sigue existiendo una tendencia a censurar y anatemizar.


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OTRO PORNO ES POSIBLE Mientras tenía lugar esta debacle económica, la pornografía estaba sufriendo una curiosa transformación. La corriente de pornografía amateur, que era un nicho especializado del género, comenzó a expandirse vertiginosamente gracias al hecho de que prácticamente todo mundo carga en su bolsillo una cámara y una conexión de internet que le permite en cualquier momento filmar y fotografiar escenas y material con contenido sexual y subirlas a alguno de los muchos espacios disponibles en la red. Cualquiera podía convertirse en improvisado pornógrafo, con lo cual los pornógrafos profesionales se volvieron aún más irrelevantes. Basta considerar tres servicios que tienen políticas muy abiertas hacia lo pornográfico: Twitter, Snapchat y Tumblr. Aquí parecería que todo se vale y cualquier perversión imaginable puede ser explorada en comunidades en línea. En éstos y muchos otros dominios existe una variedad tal de videos e imágenes amateurs que es muy probable que pudieran satisfacer la mayoría de los apetitos sexuales. Aparte de eso también hay un vigoroso tráfico de imágenes sexuales en sitios que las prohíben como Instagram y YouTube, donde los usuarios simplemente ocultan la naturaleza de su material con títulos engañosos y tags incomprensibles o en idiomas poco comunes. En la actualidad, gran parte de la producción de imágenes sexuales que flotan en el ciberespacio se debe a un número increíble de adolescentes y jóvenes que hacen sexting (enviar por SMS u otros servicios imágenes sexuales a veces acompañadas de texto) con conocidos o bien con personas que encuentran en línea. Entre muchos grupos de jóvenes hay una especie de economía virtual construida en torno al intercambio de fotos y videos de personas semidesnudas, desnudas y de actos sexuales. El número de escándalos que han estallado en distintas partes del mundo cuando aparecen estas imágenes en el dominio público es alarmante. Algunas de estas millones de fotos que usualmente son resultados de intercambios, provocaciones y juegos eróticos de todo tipo, eventualmente llegan a manos distintas que sus destinatarios originales o son posteadas en una variedad de foros o redes sociales (Instagram es uno de los espacios predilectos) y de esa manera se vuelven incontrolables. Rápidamente pueden reaparecer en sitios porno y en el caso de que los filmados o fotografiados sean menores de

“NUMEROSAS “ REDADAS EN ESCUELAS EN LOS ESTADOS UNIDOS Y EUROPA HAN LLEVADO A REQUISAR MILES DE TELÉFONOS CELULARES REPLETOS DE IMÁGENES TRANSGRESORAS. NO HAY DUDA QUE TANTO EL SEXTING COMO EL TRÁFICO DE IMÁGENES AMATEURS ES UNA AUTÉNTICA EPIDEMIA.”

edad se convierten en material tóxico que puede hacer que quien las haya tomado, quienes aparezcan en ellas, quien las baje o las guarde en su computadora, sin importar su edad, se vuelvan ante la ley delincuentes sexuales o pedófilos. Numerosas redadas en escuelas en los Estados Unidos y Europa han llevado a requisar miles de teléfonos celulares repletos de imágenes transgresoras. No hay duda que tanto el sexting como el tráfico de imágenes amateurs es una auténtica epidemia, imposible de detener y que debe llevar a una reevaluación de las leyes en contra de la pedofilia ya que estas tecnologías las vuelven obsoletas.

RIESGOS En su estudio “Low Risk Associated with Most Teenage Sexting: A Study of 617 18-Year Olds” (publicado por Bridgewater State University, Massachusetts) Elizabeth Englander encontró que el 30 por ciento de los sujetos de su muestra de estudio habían enviado fotos de sí mismos desnudos o semidesnudos y 45 por ciento las habían recibido. La diferencia más inquietante entre quienes sextean es que la mitad de las chicas y la tercera parte de los chicos lo hacen por coerción y bajo diferentes niveles de presión de sus compañeros. Y éstos son los que usualmente tienen mucho más temor de que sus fotos se vuelvan públicas o sean usadas en su contra. De acuerdo con Englander las principales razones para sextear son: 1) porque un novio o novia quería una foto, 66 por ciento (o bien para atraer a una persona deseada, 65 por ciento); 2) para volverse más popular, 22 por ciento; 3) para

demostrarle a la pareja que le tiene completa confianza, 17 por ciento. Si bien uno de los principales temores de los padres es que sus hijos sexteen con adultos, en el 96 por ciento de los casos en este estudio, los jóvenes sexteaban con amigos y conocidos. Y alrededor del 79 por ciento de quienes sextean no tienen problemas por esas imágenes. Uno de los primeros escándalos de sexting entre menores de edad tuvo lugar en una preparatoria rural en Tunkhannock, Pennsylvania, en 2009, un tiempo en el que alrededor del 71 por ciento de los estudiantes tenían teléfonos celulares. Ahí se puso en evidencia la complejidad legal de un caso en el que parecía absurdo imponer severas penas por pornografía infantil a jóvenes que se exhibían entre ellos. No trataban de crear pornografía, sino de establecer un diálogo con carga sexual, de encontrar un lugar dentro de la jerarquía erótica de la escuela y participar en un ritual de maduración que comenzaba a definirse. Es una búsqueda de reconocimiento y de apreciación. Negarse a participar puede llevar, especialmente a las chicas, a quedar excluidas y a ser consideradas mojigatas. Mientras tanto, estas imágenes, una vez “liberadas” en la red, se convierten en pornografía espontánea, provocadora y novedosa: las tres condiciones que mantienen vivo a este género.

REBELIÓN O SUMISIÓN En su libro Girls and Sex, Peggy Orenstein señala que buena parte de esta moda tiene que ver con la cultura del selfie, el cual incita a las chicas a convertirse en objetos que deben de provocar


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“likes” o “me gusta”, y que propician una continua competencia por complacer. Asimismo, los actos sexuales que filman y fotografían estos incipientes pornógrafos, reflejan el imaginario porno convencional, donde los actos son puestos en escena para estimular a un observador masculino y donde el placer femenino queda relegado a una teatralidad orgásmica. Resulta muy sorprendente que en un tiempo en que los tabús sexuales parecen desplomarse, que la fronteras de género no se presentan infranqueables, y que más mujeres que hombres se gradúan de las universidades, los mismos viejos estereotipos misóginos terminan imponiéndose con alarmante regularidad. De hecho se puede argumentar que hemos pasado de un tiempo en que las mujeres eran objetificadas para el placer masculino a uno en el que las mujeres se auto objetifican.

“LOS “ SMARTPHONES, TABLETAS Y COMPUTADORAS ESTÁN MOLDEANDO LA SEXUALIDAD DE NUESTRA ERA Y OBVIAMENTE LOS NATIVOS DE LA ERA DIGITAL ASIMILAN ESTA SEXUALIDAD MEDIATIZADA DE MANERA PERFECTAMENTE NATURAL.” En un artículo de noviembre de 2014 en la revista The Atlantic, el sheriff del condado de Louisa del estado de Virginia, Donald Lowe, reconoce que pasó de caracterizar a las jóvenes de las fotos de ser “víctimas” a “Supongo que las llamaré víctimas” y de ahí a “Tan sólo cayeron en esta categoría en la que se victimizaron a sí mismas”. La pregunta que nadie puede responder con certeza es: ¿Dónde termina la experimentación y la curiosidad y comienza la explotación? Esta no es una discusión simple y está cargada de prejuicios. Es demasiado fácil asumir que las jóvenes que tratan de controlar su sexualidad tan sólo quieren estimular hombres. En sus actos de desafío muchas chicas están conquistando su propia determinación. La cultura millenial es extremadamente complicada y descalificarla porque no cumple con los estereotipos e ideales de las generaciones precedentes es tan ridículo como la actitud de aquellos que condenaban al jazz y luego al rock por provocar actitudes perversas y antisociales. Es un lugar común decir que los millenials padecen de dependencia sexual y social de sus dispositivos. Las y los jóvenes pasan una gran parte de sus vidas en sus teléfonos y estos son instrumentos indispensables de socialización, así como poderosas armas de acoso, ansiedad e inseguridad. Los smartphones, tabletas y computadoras están moldeando la sexualidad de nuestra era y obviamente los nativos de la era digital asimilan esta sexualidad mediatizada de manera perfectamente natural. Es evidente que toda dependencia es peligrosa, pero quién se atrevería en

buena conciencia a decir que las costumbres sexuales de las generaciones precedentes eran más sanas, liberadoras o igualitarias. Es lógico pensar que las preocupaciones que generan estas imágenes son el resultado de una nueva oleada de pánico moral.

REFERENCIAS DISLOCADAS El caso de María Lonina y su desafortunada transmisión en Periscope de la violación de una amiga, es un caso que ilumina la complejidad del universo erótico de los jóvenes que han crecido siempre conectados, en la era del wifi. Pone en evidencia la facilidad con que se pierde de vista la diferencia entre participar en un acto sexual de manera voluntaria o por coerción, así como entre placer y espectáculo. Podemos interpretar de muchas maneras la complicidad de María y Raymond pero es claro que la novedad de la tecnología, su acceso inmediato y el vodka, les hicieron creer que lo que estaban haciendo era divertido y en cierta forma tan común como sextear. Como lo declaró ella misma, los “likes” la estimularon para continuar, poniendo en evidencia que ese sistema

de retroalimentación positiva es una poderosa vindicación y validación que trasciende géneros, edades, culturas e incluso situaciones críticas. Lonina luego declaró a la policía que había filmado el acto para denunciarlo, no para avergonzar a su amiga ni excitar a nadie. Si bien es difícil determinar qué se debe hacer en un caso tan inusual como éste, es claro que Lonina estaba entusiasmada filmando y riéndose, y que nunca intentó detener la violación, llamar a la policía o pedir auxilio en el mundo real (de acuerdo con las transcripciones y documentos de la corte). Es también revelador que el día anterior al ataque Lonina tomó fotos de su amiga desnuda, con lo que podemos intuir una atmósfera sexualizada que hizo que la violación no pareciera fuera de lugar. Esta historia puede venir a confirmar nuestros temores pero también viene a poner en evidencia el malestar de la cultura ante herramientas y actitudes que rompen con los valores morales y sexuales dominantes hasta el siglo XX. La nueva cultura pornificada pronto dejará de sorprendernos. Nos concierne a todos que al normalizarse no se convierta en un régimen de víctimas, victimarios y espectadores cómplices.


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Por

FRANCISCO HINOJOSA

LA N OTA NEGRA

FERIAS DEL LIBRO

@panchohinojosah

D

e joven esperaba con entusiasmo la fecha en la que se montaba la Feria del Libro de Minería, que en este 2016 cumplió su aniversario número 37. Hoy en día es la que más trato de eludir porque me resulta caótica, incómoda y demasiado llena. Lo que en ella se consigue se puede comprar prácticamente en cualquier librería de buen tamaño. Dice Jesús Alejo en una nota publicada en Milenio que en México existen alrededor de cien ferias, desde la más grande —tanto del país como del mundo de habla hispana: la FIL Guadalajara—, hasta las que se organizan en municipios o delegaciones, y sin contar las más numerosas, que son las que se instalan en escuelas, tanto púbicas como privadas. Tan solo en el 2015 estuve invitado a participar en diecinueve, sin tomar en cuenta las escolares, gracias a que fui nombrado embajador de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. La de Bolonia, la más grande dedicada a los libros para niños, es una feria sin duda muy bien concebida que reúne a los profesionales del ramo: editores, agentes, libreros, bibliotecarios e incluso algunos autores e ilustradores. Tan grande como fría: lo que en ella resalta y resulta es el negocio. Algo similar sucede con las de Londres y Beijing: es más importante la compra-venta de derechos que la fiesta. En la primera se presentó Anthony Browne ante un pequeño auditorio; en Guadalajara hubiera llenado una de las salas grandes. Las de Bogotá y Buenos Aires reúnen ambas cosas, aunque se inclinan más hacia el festejo y la venta de libros. Las de Santiago, Quito, Los Angeles y Guatemala son más modestas, pero

Las Claves

DICE BRUNO BETTELHEIM QUE AQUEL NIÑO QUE LEYÓ CUENTOS DE HADAS HABRÁ EJERCITADO LA IMAGINACIÓN, ÚTIL EN LA VIDA ADULTA A LA HORA DE RESOLVER PROBLEMAS Y SORTEAR OBSTÁCULOS.

cumplen con su cometido: acercar a los lectores con los libros. Algunas las conozco desde que nacieron. A otras las he visto desaparecer, como la organizada por María Luisa Armendáriz en el Centro Banamex luego de que trató de hacer propia la FIL Guadalajara. La tendencia es que van en aumento. En algunas, el púbico asistente a las presentaciones es escaso o nulo. En otras, rebasa la capacidad de las salas. Hace un par de años fui a la de Quito, cuando Colombia era el país invitado. Yo di una charla sobre mi obra: tres o cuatro personas que pasaban por allí se sentaron a escucharme, o quizás solo a descansar. Los colombianos intercambiaban sus lugares: ahora arriba, participando en una mesa redonda sobre el español de Bogotá, por ejemplo, ahora abajo como público: ponentes y oyentes a la vez. Decía que las más numerosas en México son las escolares. Para un país con tan bajos índices de lectura parecería un dato contradictorio: leemos alrededor de tres libros por cabeza al año. Sin embargo, esas estadísticas no dan cuenta de la población que más lee: los niños entre los cinco y los doce años de edad. Si los tomaran en cuenta la cifra sin duda crecería mucho. ¿Por qué no se refleja este crecimiento al llegar a la juventud y la vida adulta? ¿Por qué disminuye el interés en los libros al entrar en la mayoría de edad? Creo que las ferias escolares, así como la venta directa que hacen las editoriales a los centros educativos a través de programas de lectura, acercan los libros a sus lectores, libros en su mayoría atractivos, bien diseñados e ilustrados: no voy a la feria del libro, la feria viene a mí. Además, las bibliotecas escolares y de

aula se benefician el resto del año ya que las editoriales regresan en especie una parte de las ganancias obtenidas. Si bien se pierde el interés a esa edad, los beneficios de la lectura permanecen. Dice Bruno Bettelheim que aquel niño que leyó cuentos de hadas (y yo añadiría también los cuentos de tradición oral y la literatura infantil contemporánea) habrá ejercitado la imaginación, útil en la vida adulta a la hora de resolver problemas y sortear obstáculos. Y habrá colaborado, junto con la educación de los padres y de quienes están al cuidado del niño, a dotar de sentido a la vida.

Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ

MILES DAVIS (1926-1991): figura concluyente del jazz moderno. Trompetista y compositor que cambió los esquemas del sonido sincopado durante la segunda mitad del siglo XX. Incursiona en el bebop, cool, hardbop, vanguardia (modal, jazz rock), postbop, jazz funk. Ejecutante que se caracteriza por un discurso de suavidad melódica, lírico e introspectivo, en el uso de notas breves desde las posibilidades de un dominio técnico del registro central. Declamación única con la sordina, alternada con el fliscornio. Protagonista clave de “todas las metamorfosis del blues instrumental”, según afirmaciones de Arnaud/Chesnel en Los grandes creadores del jazz (Ediciones del Prado, 1993). El álbum Kind of Blue (1959) —ese silabario esencial del jazz modal— lo instala entre los grandes músicos norteamericanos del siglo XX. Examen de la improvisación en escala por encima de mudanzas de acordes. Birth of the Cool, ‘Round about Midnight, Sketches of Spain, Porgy and

Bess, My Funny Valentine, Quiet Nights, In a Silent Way, You’re Under Arrest... : obras maestras. Tribute to Miles Davis: álbum doble en el cual Herbie Hancock (piano), Ron Carter (contrabajo), Wayne Shorter (sax), Wallace Roney (trompeta) y Tony Williams (batería) se reúnen para ejecutar piezas emblemáticas del repertorio del “predicador de la trompeta”. Curioso combo: todos sus integrantes colaboraron de manera cercana con el trompetista de Alton, Illinois, en la alineación del segundo quinteto (1964-1968): etapa que transita por el modalismo hard y guiños con el free. Wallace Roney, nacido en 1960, estuvo muy ligado espiritualmente al compositor de “Blue in Green”. Homenaje en que las glosas instrumentales se convierten en evocaciones: “R. J.” (Carter), “Litle One” (Hancock) y “Eighty One” (Carter/Davis) son temas de la placa ESP (1965); “Orbit” (Shorter) pieza de Miles Smiles (1967); “Pinochio”

(Shorter), composición de Nefertiti (1968). “So What” (Davis) y “All Blues” (Davis) son tomadas de Kind of Blue: insinuantes consonancias. Tres inspiraciones de Williams: “Pee Wee”, “Elegy” y “Drum Solo” suscriben momentos espléndidos de este elogio a the sorcerer (el brujo) de la música afroestadunidense. Exégesis de la fonética de un trascendente periodo del carismático instrumentista, amigo de Boris Vian, Louis Malle, Charles Delaunay, Jean Paul Sartre y Juliette Gréco. Las compensaciones se columpian en diseños hard y free. Hancock se explaya con racimos de redundada imaginería; Shorter recrea apuntes de Coltrane y Coleman. Walking carteriano de pujantes pulsaciones. Williams en desafiantes tabaleos. Tribute to Miles Davis: placa de sorpresivas tramas y conformes en que virtuosos concertinos elucidan el estilo sereno del jazzista más confidencial de todos los tiempos. Corroboración de las riquezas del jazz.

TRIBUTE TO MILES DAVIS Artistas: Herbie Hancock, Ron Carter, Wayne Shorter, Wallace Roney, Tony Williams Género: Jazz Disquera: Blue Line, 2016


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LA MEMORIA ES UN CABALLO VOLADOR

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eo que el hipocampo es un pez en forma de S, con una coraza ósea anillada y una cresta dorsal. Su cola es larga, prensil y arrollable en espiral y su cabeza recuerda a la de un caballo. Antes de reproducirse, dos hipocampos se entrelazan en una danza de ocho horas, parte imprescindible de su ritual de apareamiento. Lo asimilo: el hipocampo es un pez de diminutas y múltiples aletas que se agitan rápidamente. Un pez que nada en posición vertical. En la mitología griega, los hipocampos eran monstruos marinos similares a caballos acuáticos: con la cabeza y las patas delanteras del caballo pero la cola serpentina del pez o el delfín. Poseidón, el Dios del Mar, era llevado a través de los mares en un carro jalado por hipocampos, que a veces lo sacaban de las aguas. Era el hombre de los caballos, los terremotos y los mares. Dicen que en una ciudad en las costas griegas llamada Helike construyeron, hace miles de años, un templo a Poseidón. Tras un terremoto, la ciudad quedó sumergida, y con ella ese templo del Dios de los mares rodeado de sus fieles hipocampos de mármol. Para los fenicios, el hipocampo albergaba la mezcla del comercio, representado por el caballo, y el viaje marítimo, representado por el delfín. Sus monedas llevaban hipocampos: caballos nadadores, algunos de ellos, alados. En neurociencia, el hipocampo es una estructura escondida en el fondo del lóbulo temporal del cerebro, que consta de dos mitades curvadas en espejo, una en cada hemisferio cerebral. Plegadas en una estructura de forma semi-circular, las neuronas del hipocampo hilan el pasado y el futuro, siendo una parte esencial del aparato cerebral que

PLEGADAS EN UNA ESTRUCTURA DE FORMA SEMI-CIRCULAR, LAS NEURONAS DEL HIPOCAMPO HILAN EL PASADO Y EL FUTURO.

Misoginia y masculinidad

Por

FERNANDA PÉREZ GAY JUÁREZ

@fhernandhah

consolida nuevos recuerdos y pondera desenlaces. Cuando el anatomista Giulio Cesare Aranzio observó estos cuernos que acompañaban a los ventrículos del cerebro en el siglo xvi, dudó si llamarlos “hipocampos” o “gusanos de seda”. Se decidió por la primera opción, cediendo ante su semejanza con el caballito de mar, o tal vez inspirado por la mitología grecorromana. Tras horas de analizar cifras que intentan calcular patrones de actividad eléctrica cerebral, encuentro en una revista neurocientífica un subtítulo sobre la historia del estudio de la anatomía del cerebro. “De la poesía a la estadística: de la inspección visual y descripción verbal a las medidas independientes del observador”. Es una referencia al modo en que ha cambiado nuestra adquisición y descripción del conocimiento. Hoy, en los tiempos del boom de la neuroimagen y los potentes programas de análisis estadístico, siento a veces envidia por esos hombres que, hurgando con la mirada en la morfología del cerebro, adivinaron caballos de mar en su superficie. En los años cincuenta, un afamado cirujano canadiense operó a un hombre con epilepsia intratable y le extirpó una parte del lóbulo temporal. Junto con ésta, extrajo sus hipocampos. La epilepsia del hombre quedó curada, pero a partir de ese momento fue incapaz de fijar nuevos recuerdos. Las iniciales de ese paciente son HM, letras imborrables en la historia de la neurociencia. Al realizarle pruebas y ejercicios de memoria, la neuropsicóloga Brenda Milner descubrió la importancia para los sistemas de memoria del lóbulo temporal, que alberga, en sus profundidades, al hipocampo. Brenda Milner está, a sus 96 años, aún activa en el Instituto Neurológico de

El sino del escorpión EL ESCORPIÓN trata de escapar de una realidad terrible y descorazonadora, pero ésta se le aparece inocultable en todos los rincones donde transita, en sus recorridos urbanos, las noticias diarias, los mensajes televisivos y videos musicales, en las estadísticas, las redes sociales y los portales de internet. Incluso hasta lo hondo de su cuarteadura en el aplanado del muro lo persigue insistente este duro principio de realidad: en la sociedad mexicana la violencia contra las mujeres tiene carta de naturalización. El hostigamiento sexual hacia las mexicanas, la agresión doméstica, laboral, escolar o callejera; el sometimiento, la violación, la trata, el abuso, la desaparición de niñas y jovencitas, y hasta el horror del feminicidio son una constante nacional normalizada, insiste el arácnido. Una cámara capta cómo una mujer es

CEREBRALIA

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Montreal. Cuando me he cruzado con ella, he deseado pedirle que se tome una foto conmigo. Después me detengo y la dejo alejarse, legendaria y sonriente, con la espalda curvada por la edad asemejando la curvatura anillada de la cola de un caballito de mar. Por una iniciativa de divulgación de la ciencia de mi universidad, voy una vez por semana a hablar con niños de diez años sobre el cerebro. Les gustó saber que la formación de nuevos recuerdos la realiza una parte llamada hipocampo. Les dije que es fundamental en la consolidación de nuevas memorias y también en la navegación espacial. Nos permite la memoria pero también la especulación del futuro, las decisiones posibles. Rara vez los niños recuerdan los nombres precisos de las partes del cerebro que les platico, suelen olvidar, por ejemplo, la pronunciación correcta del lóbulo “occipital”. Pero nunca olvidan el hipocampo. Me gusta pensar que esa C enterrada bajo la corteza cerebral está llena de neuronas que tejen recuerdos cifrados en impulsos eléctricos, y en la sonrisa de Brenda Milner, gracias a quien entendemos gran parte de su función. Y me gusta también el hipocampo como el caballo mitológico sobre el que navegaban y comerciaban los fenicios, o como el monstruo marino sobre el que salía Poseidón del mar, su laberinto. Me gusta pensar en la danza ritual del hipocampo, en el cortejo de ese extraño pez con forma de S, su coraza ósea anillada y sus múltiples, diminutas aletas que bate vertiginosamente. Al contrario del subtítulo de aquel artículo, el hipocampo me abstrae de la estadística y me trae de vuelta a la poesía: la memoria —pienso— es un caballo alado; un pez que nada en posición vertical.

Por ALEJANDRO DE LA GARZA

agredida en plena calle, un video musical ilustra la quema de una infiel, una canción promueve el aniquilamiento de la traidora, otro video real muestra una violación tumultuaria, jóvenes universitarias enfrentan tortuosos procesos burocráticos al acusar a sus agresores mientras las redes sociales las exponen como merecedoras de tales bajezas. En tanto, los ministerios públicos y agencias encargadas de perseguir delitos sexuales victimizan doblemente a estas mujeres afectadas ya física, emocional y psicológicamente. El venenoso se cuestiona también sobre la génesis de esa masculinidad insegura y agresora, y no necesita ser Jacques Lacan para encontrar sus fuentes en la familia tradicional (las hermanas deben atender a los hermanos), la iglesia (la angustia acumulada por la tensión entre

placer y culpa), en la contradicción de la vida real y la publicidad (poseer autos, casas, lujos, mujeres como signo de la masculinidad triunfante), y en esa patética subcultura del narcotráfico y sus canciones, videos y aventuras idealizadas. En tanto, en los estados del país proliferan las alertas de género y México ocupa el lugar 23 en el mundo en número de feminicidios y el décimo en donde éstos se suceden con arma de fuego ( onu ). Aquí se cometen alrededor de 600 mil delitos sexuales al año, según la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Las estadísticas apabullan al rastrero y lo hunden en su cicatriz en el muro, donde sólo lo consuelan las cada vez más numerosas organizaciones exigentes de leyes, sanciones, protocolos, políticas públicas y movilizaciones pare frenar esta barbarie.

EN LA SOCIEDAD MEXICANA LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES TIENE CARTA DE NATURALIZACIÓN.


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EDGAR CHÍAS LOS TEXTOS MAL PORTADOS Edgar Chías (Ciudad de México, 1973) es uno de los dramaturgos y directores teatrales más destacados de la escena contemporánea. Su trayectoria abarca más de veinte obras montadas, publicadas y traducidas a más de cuatro idiomas. Con De insomnio y media noche (2006) se convirtió en el primer autor mexicano, después de Sor Juana, estrenado en la Royal Court Theatre de Londres. Su obra, que explora el dolor, los deseos y los excesos del hombre

a través de esquemas literarios no tradicionales, ha sido reconocida con el Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón, galardón que le será entregado la siguiente semana en el marco de las xxix Jornadas Alarconianas, en Taxco, Guerrero. Su pieza Benito antes de Juárez se presenta en la sala Julián Carrillo de Radio unam, y a partir de julio se estrenará Esto no es Dinamarca, un diálogo con Hamlet, de Shakespeare.

Por

ESGRIMA

Los críticos y especialistas te han reconocido con uno de los premios más importantes de teatro en México. Pero, ¿qué hay del público? Aclaremos que el público no es uno, sino que son “los públicos”, esos que de pronto se encuentran de manera fluctuante en algunas literaturas o experiencias visuales o escénicas. Me siento afortunado porque a lo largo de dos décadas, en algunas de las experiencias que he compartido me he sentido acompañado por el público. Recuerdo particularmente el de Crack o de las cosas sin nombre, que dirigió Martín Acosta en 2006. A este montaje asistió un público diverso y la temporada estuvo llena, de manera que tuvimos funciones los siguientes dos años. En Ternura suite, una de mis más recientes creaciones escénicas, tuvimos una respuesta inesperada. En esta pieza, dirigida por el director mexicano Richard Viqueira, se propusieron escenas perturbadoras.

ALICIA QUIÑONES

Yo estaba sobrecogido por la respuesta del público. Confieso que dudaba de si debían verla o no por las fuertes escenas que contenía el montaje, y fue sorprendente la respuesta. El reconocimiento te convierte en una voz autorizada para hablar del teatro actual. ¿Cómo defines la escena mexicana de estos días? Desde hace aproximadamente una década el teatro se ha diversificado de una manera benéfica para la escena contemporánea de varias ciudades. Guadalajara, por ejemplo, tiene un movimiento significativo de una nueva generación de creadores que entran al relevo —no a sustituir, sino a coexistir con creadores de otras generaciones— y que hacen que la escena de Guadalajara sea vital e interesante. Se produce mucho y con calidad. Lo mismo pasa en Mérida, con menos intensidad, pero se produce buen teatro. Querétaro tuvo un repunte. Hasta hace poco fue sede del Festival Línea de Sombras, uno de los más importantes en el país y quizá de Latinoamérica. Gracias a festivales o impulsos como ése, la escena se refrescó y sus creadores, incitados y contaminados por obras de otras latitudes, intensificaron la producción. En la Ciudad de México hay una oferta increíblemente diversa. Y cuando hablo de

Arte digital > FERNANDO MONTOYA >La Razón

¿QUÉ PUEDO HACER EN EL TEATRO QUE NO PUEDA VER EN EL CINE, QUE NO L O DIGA MEJOR L A TELEVISIÓN? ÉSTA FUE UNA DE L AS PREGUNTAS Y A TRAVÉS DE ELL A SE ENCONTRARON CAMINOS DE RENOVACIÓN.” diversidad me refiero a que la dramaturgia se amplió gracias a las preguntas que los creadores se han hecho: ¿cómo y qué contar de la realidad? Aventurar respuestas hizo posible esta diversificación que está un poco en contra de la academia, siempre ocupada en guardar las formas y los saberes para transmitirlos de forma organizada y estable. ¿La academia no es un ente amable para los cambios en el teatro? No siempre es amable para recibir las modificaciones, los riesgos, sin embargo, suceden. La academia no ha tenido más remedio que aceptar que existen, que se ha convertido en un espacio para estudiar y reflexionar estos cambios en la dramaturgia. Eso es lo que ha pasado con la escena: se amplió. Lo que vemos en el teatro ya no se parece a las ficciones que vemos en la televisión. ¿Qué puedo hacer en el teatro que no pueda ver en el cine, que no lo diga mejor la televisión? Ésta fue una de las preguntas y a través de ella se encontraron caminos de renovación. Pese a las dificultades económicas, que hacen que lleguen a los escenarios establecidos menos propuestas, muchos creadores buscan otros espacios. Esto da una fuerza y afluencia al teatro incomparables.

Pienso que, con el tiempo, la última década va a ser considerada como un hito en la historia de la escena mexicana. ¿Estos cambios tienen que ver con la polémica narraturgia? La narraturgia, esta palabra complicada, apareció hace poco más de diez años en el firmamento de las discusiones. La usaba José Sanchis Sinisterra para regañar a los autores que se salían de los márgenes de cierta conducta textual. Siempre hemos pensado que el vehículo más efectivo del teatro ha sido el diálogo. Sin duda es uno de ellos, pero revisando la tradición literaria de occidente nos encontramos que con cierta frecuencia y a lo largo de muchas épocas, aparecen textos mal portados. La narraturgia abre un espacio para los fueros internos de los personajes de una manera más amplia. Esto no es nuevo. Si revisas las obras de Shakespare, de los griegos o algunas del Siglo de Oro español encontrarás que es un recurso literario que siempre ha estado ahí, pero que de repente, cuando el realismo se volvió el dueño de las expresiones escénicas, se perdió. Esa palabreja engloba cambios concretos en la escena contemporánea no sólo de México sino de muchos países. Parecería que el teatro que habla de los problemas sociales o de México es el que se exporta. Un ejemplo es Mestiza power de Conchi León, que habla de las mujeres de lengua maya y tiene mucha resonancia en el extranjero. Yo tuve la suerte de que El cielo en la piel se tradujera al inglés, francés y próximamente pasará al alemán, al italiano y al griego. En esta obra hablo de la violencia de género. Y pensé que era pertinente decirlo en nuestro contexto. Después de tal respuesta en el exterior, me di cuenta de que estos temas importan en otras latitudes y de que en México estábamos haciendo las cosas bien. Que no hay que aspirar a esa universalidad que tiene que ver con quitarle las marrocas locales a las nuestras. Uno tiene que hablar de lo que conoce, con marcas de identidad propias.


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