Cultura para la armonia

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Especiales La Razón

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ntes, en Nurío, Michoacán, las únicas opciones para los jóvenes y niños era migrar a Estados Unidos o trabajar en Apatzingán, lo cual era riesgoso por la presencia de grupos criminales; ahora 150 pequeños integran el Coro y Orquesta Comunitaria de este poblado, como José Luis, quien decidió quedarse para seguir estudiando. Él es uno de los 30 mil beneficiados con el programa de Conaculta que inició hace un año, promoviendo actividades culturales en todo el país. La Razón invita a sus lectores a conocer ésta y otras historias en las que la educación artística ayuda transformar el tejido social.

MUJERES cantaron pirekuas (música tradicional), el pasado mes de abril.

NIÑOS en la obra El rey que no oía pero escuchaba.

Fotos>Cortesía Conaculta

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Actividades recreativas en comunidades

Por Remedios Márquez >

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colaboradores@razon.mx

El programa no pretende acabar con la violencia en Michoacán, es una inversión de la pirámide, trabajar en las bases e ir subiendo hacia la integración comunitaria” Miguel Ángel Pineda Vocero de Conaculta

cine, baile, teatro, así como caravanas culturales, circuitos de artistas y talleres de alfabetización digital para niños y jóvenes, en cien municipios del país, que continúan realizándose en otras regiones. Posteriormente, se definieron cuatro ejes: Arte en Armonía, que integra a jóvenes en agrupaciones musicales, o en colectivos de producción cinematográfica, artes plásticas, fotografía, teatro, circo y danza; Tiempo Creativo, que lleva manifestaciones culturales a comunidades, con el fin de transformar el espacio público. También, Culturas Vivas, que da apoyos a creadores tradicionales y colectivos culturales, y proyectos de estaciones de radio y canales de televisión digitales, con el fin de fortalecer la identidad e impulsar la economía familiar; y Rosa de los Vientos un modelo de acción cultural en zonas urbanas de alta marginación. Entre los proyectos exitosos que hasta ahora se realizan, destaca el colectivo de fotografía integrado por mujeres jóvenes de la comunidad de San Pablo del Monte, Tlaxcala, en la que 13.87 por ciento de la población está en situación de pobreza extrema alimentaria.

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Además, en Michoacán, del 8 de julio hasta el 8 de septiembre, estará abierta la convocatoria para financiar proyectos comunitarios de corte artístico y cultural, hasta por 200 mil pesos, como parte del Programa Especial de Acción Cultural 2014, em esta entidad. Miguel Ángel Pineda refiere que la respuesta a este programa nacional es positiva porque hay una “demanda de otros estados colindantes que quieren, por ejemplo, un proyecto similar como el del estado de Guerrero” donde se crearon ensambles, coros y orquestas, por lo que ahora Conaculta busca atender estas nuevas demandas que surgen en las comunidades.

Foto>Cuartoscuro

un año de la creación del programa nacional Cultura para la Armonía, que surgió con la intención de “reconstruir el tejido social” en comunidades azotadas por la violencia, se promovieron actividades culturales y artísticas para impulsar la participación de niños y jóvenes en 25 entidades del país. A la fecha, 30 mil personas se beneficiaron y se espera cerrar este año con 655 actividades en Michoacán, de acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), dependencia que coordina dicho programa a través de la dirección General de Culturas Populares. Miguel Ángel Pineda, director General de Comunicación Social de esta institución, destaca en entrevista con La Razón, que Cultura para la Armonía “cambia la dinámica de las familias porque antes los muchachos la única opción que tenían era estar en la esquina con los amigos, integrarse o ser obligados a sumarse a un grupo delictivo”. También subraya, que, a partir de las actividades como Cine Sillita, se genera una “microeconomía” porque se desarrolla la “venta de productos alimenticios y alquiler de sillas”, en el marco de este programa que inició como poyecto piloto el 16 de julio de 2013, y el 17 de enero de este año lo inauguró, formalmente, el Presidente Enrique Peña Nieto. Ese día, el mandatario enfatizó, que con éste plan se busca “transformar los espacios públicos a través del arte” en las comunidades comprendidas en los polígonos definidos en el Programa Nacional para la Prevención de la Violencia, en los que 57 municipios son prioridad; y en la Cruzada Nacional México Sin Hambre. Pineda señala que es un hecho “inédito” en México, que “por decisión presidencial una zona de alta densidad delictiva reciba atención de todas las Secretarías, además de Conaculta”. La primera acción como programa piloto fue el Verano para la Transformación Social a través del Arte y la Cultura en el que se realizaron muestras de música,


Por Evelyn Luna >

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colaboradores@razon.mx

econocidos artistas como la directora de orquesta Alondra de la Parra, el compositor Arturo Márquez, y las cantantes Lila Downs, Eugenia León y Tania Libertad, se han sumado a la iniciativa, Cultura para la Armonía, en zonas violentas; compartensu conocimiento y ofrecen conciertos, en compañía de menores que participan en ensambles, coros y orquestas del país. Alondra de la Parra, quien nació en Nueva York y radica en México desde los dos años, impartió, por tres días, clases magistrales de dirección orquestal a tutores de las agrupaciones musicales comunitarias del Sistema Renacimiento, en Guerrero, que atiende a más de mil menores de diferentes puntos de la entidad. Además, el pasado mes de abril, dirigió el concierto de la Orquesta y Coro Infantil y Juvenil Renacimiento, integrada por 320 menores que hace dos años no tenían conocimientos musicales. En esa ocasión, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, Arturo Márquez, hizo el estreno mundial de su composición Alas (a Malala), inspirada en la niña pakistaní, Malala Yousafzai, y dedicada a los niños y jóvenes de todas las orquestas comunitarias, en el marco de la presentación oficial del programa Música para la Armonía. En Michoacán, la cantante oaxaqueña Lila Downs, por su interés de llevar “música de calidad a los niños michoacanos”, se sumó a las actividades culturales con las que arrancó el Programa Especial de Acción Cultural en este estado, con un recital gratuito en la Plaza Vasco de Quiroga, en Páztcuaro, el pasado 30 de abril. Mientras que, en junio pasado, la interprete mexicana con una trayectoria de más de 30 años, Eugenia León, dio un concierto, en el que cantó Siete Soles, acompañada por el Coro de Niños de la comunidad purépecha de Nurío, ante cuatro mil pobladores de Lázaro Cárdenas. Además, la artista prepara un disco, con el que impulsará la riqueza cultural de las ciudades oaxaqueñas, con apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) Ese mismo mes, la cantante peruana, nacionalizada mexicana, Tania Libertad, ofreció un espectáculo gratuito “por la paz en Michoacán”, en la avenida Madero, de la ciudad de Huetamo, al que asistieron alrededor de dos mil 500 personas. Ahí, invitó a los mexicanos y extranjeros a visitar esta entidad en la que sólo encontró “hermosos paisajes y una deliciosa gastronomía”. De esta forma, talentos mexicanos y del extranjero, que viven desde hace varios años en el país, aportan con su música y conocimiento, otras opciones a niños y adolescentes que habitan en lugares con altos índices de marginación y violencia.

Foto>Conaculta y Cuartoscuro

Como incentivo para motivar la creación de programas culturales, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el gobierno de Michoacán lanzaron la convocatoria para proyectos comunitarios de arte y cultura, que sirvan para reactivar el tejido social. El concurso es para los 113 municipios de Michoacán, por lo que se publica en español y en cuatro lenguas originarias: náhuatl, otomí, mazahua y purépecha. Los colectivos ganadores recibirán hasta 200 mil pesos, de un total 13 millones 700 mil pesos destinados a esta causa. La convocatoria cierra el 8 de septiembre y puede consultarse en www.conaculta. gob.mx y www.michoacan.gob.mx.

»Fundó en la ciudad de Nueva York la Orquesta Filarmónica de las Américas para promover y difundir obras de jóvenes compositores y solistas del continente, en 2003. »Emprendió un programa educativo para niños de escuelas públicas en Nueva York y Oaxaca, en 2003.

»Ofreció un taller de composición

para jóvenes talento en Jalisco, en 2012. Apadrinó al Sistema de Orquestas y Coros Juveniles de San Luis Potosí, en enero de este año.

»Se unió a una iniciativa de recaudación de fondos para becar a 22 mujeres indígenas de Oaxaca para que estudien el bachillerato, desde 2003.

»Se sumó al plan mundial Playing for Change que tiene como propósito generar la paz a través de la música, en 2012.

»Colaboró al igual que Lila Downs en la iniciativa Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, que tuvo presencia en 90 países, en 2009. »Participó en un concierto para apoyar a los damnificados por los

huracanes Ingrid y Manuel, en 2013.

»Junto con otros artistas mexicanos ofreció un espectáculo musical para apoyar a los damnificados por los ciclones, en 2013. »Fue embajadora de la paz por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

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Por Adriana Góchez > adriana.gochez@razon.mx

un año de iniciar el proyecto Música en Armonía, que es uno de los ejes del programa nacional Cultura para la Armonía, se crearon nuevas agrupaciones musicales y se articularon las ya existentes, con el fin de promover entre sus integrantes valores como la solidaridad, la generosidad y la disciplina, explica en entrevista el coordinador del Sistema Nacional de Fomento Musical, Eduardo García. Para este proyecto que inició con 10 agrupaciones y que ahora conjunta 114, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) otorga instrumentos a fin de que niños, jóvenes y adultos puedan usarlos. Esto ha dado frutos, por eso La Razón presenta cuatro testimonios de jóvenes y adultos que ahora sueñan con ser músicos. Joven promesa oaxaqueña El sueño de Irving Lorenzo López, originario de San Miguel Cajonos, una pequeña comunidad de la región norte de Oaxaca en la que habitan alrededor de 192 personas, es estudiar en el Conservatorio Nacional de la ciudad de México para ser solista en trombón o compositor. En entrevista con La Razón cuenta que su gusto por la música inició hace tres años cuando su madre lo llevó a estudiar a la Banda Filarmónica Francisco Agustín de Los Ángeles, en la que aprendió, de forma gratuita, a tocar el trombón. En la Casa de Cultura que compraron, hace 20 años, los pobladores de San Miguel Cajonos, Irving, de 17 años, toma sus clases de lunes a viernes, además, convive con niños, jóvenes y señores, de los que destaca su “compañerismo y amistad”. Para él son como “una familia” con la que comparte gustos musicales, recuerdos de viajes y conocimiento. Cuando regresa a su casa, también práctica: su madre, ahorró dos años, parte del dinero que enviaba su padre de Estados Unidos, para comprarle un trombón, que tiene un costo de alrededor de 30 mil pesos. “Cuando mi mamá me compró el trombón sentí mucha emoción, felicidad y más responsabilidad, porque tengo que cuidarlo para que no se maltrate y esas cosas... Tengo que limpiarlo porque acumula saliva y cuando salimos a tocar si llueve tengo que secarlo para que no se oxide, esos son los cuidados”, señala. Irving, además, por su dedicación y disciplina, tiene el honor de formar parte de la Banda Infantil y Juvenil del Estado de Oaxaca (BIJEO), que integran jóvenes y niños de las ocho regiones de esta entidad, en la que interpretan música tradicional. Este joven, quiere seguir preparándose, por ello, en el mes de agosto iniciará sus clases como instructor de música en el Centro de Educación Artística Miguel Cabrera (CEDART), en Oaxaca de Juárez, para profesionalizarse. Aunque sus padres querían que estudiara Pedagogía o Derecho,

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ahora ven en la música una opción para que Irving pueda desarrollarse profesionalmente. “La música cambió mi vida por completo” Para Alondra Hipólito Molina, de 15 años, ingresar a la Banda municipal de San Dionisio Ocotepec, pueblo oaxaqueño de donde es originaria, cambió su vida. En entrevista, dice a La Razón que antes de dedicarse a la música jugaba, veía la televisión y no dedicaba su tiempo a “hacer co-

sas creatvas”, ocho años después sabe tocar las percusiones y la flauta. Además, ha visitado otras entidades. Relata que a los siete años le interesó ingresar a la banda de su pueblo porque veía que los “niños que tocaban no se dedicaban a ningún vicio, no iban en las tardes a los videojuegos, sino que se dedicaban a la música, por eso me gustó”. Cuando se abrió la convocatoria para alumnos de primaria su mamá no le dio permiso, cuenta, por eso, acudió con sus dos tíos. Ellos la inscribieron, pero desde que su

mamá supo que las clases son gratuitas y que sólo gastaba en copias comenzó a respaldarla en sus estudios de música, su padre también. Alondra reconoce que este aprendizaje le permitió superar la separación de su papá, quien había migrado a Estados Unidos unos meses antes de que ella entrara a la agrupación. Recuerda que no podía concentrase en las tareas de la escuela. “Cuando estaba triste empezaba a tocar mi instrumento y me cambiaba de sentimiento, ya no estaba triste, llegaba a mi casa feliz”, dice. Alondra, quien también es integrante de BI-


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experiencia musical de José Luis, antes tocaba en la extinta banda Aliadoz del Tiempo, en la que aprendió a tocar el saxor, grabó su primer disco y amenizaba fiestas, con un sueldo de 120 pesos. Por eso, le dio “mucha emoción” que se hiciera una orquesta en su pueblo, llevaba casi un año sin tocar formalmente un instrumento porque el grupo en el que estaba se desintegró. A veces en las tardes se reunía con sus primos para ensayar algunas canciones para que no se les olvidara lo que aprendieron. Cuando se le pregunta por qué eligió tocar la viola en la orquesta, con una sonrisa y en un tono triunfal contesta: “porque saca un tono muy bonito y nadie de mi familia lo toca, y yo voy a ser el único”. A seis meses de dedicar cuatro horas a sus clases de música después de la escuela, José Luis, ha cantado en el Auditorio Nacional, en la ciudad de México, y en el Teatro Degollado, en Guadalajara, entre otros recintos. Por ahora, una de sus aspiraciones es: “De grande me gustaría estudiar música porque es muy bonito y me puede ayudar a cosas, por ejemplo, si mis papás no tienen trabajo y yo tengo uno los puedo ayudar, me gustaría trabajar aquí mismo”.

JEO, señala que le gusta estar en esta compañía porque se “intentan conservar las costumbres y la música de Oaxaca” ya que en un futuro sus “hijos y nietos podrán escuchar la música oaxaqueña”. A sus quince años, esta joven indígena zapoteca está segura de que “no ha perdido el tiempo” y seguirá “luchando” por su sueño: se maestra de música. “Quiero quedarme en Nurío” Michoacán es el tercer estado con mayor flujo migratorio en México, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Uno de los pueblos que padece esta situación es Nurío, que se ubica en el municipio de Paracho, a 40 minutos de Uruapan. Según testimonios de sus pobladores, desde los 12 años sus paisanos van a trabajar sin papeles a Estados Unidos, y hay menores que crecen con los abuelos porque sus padres migran a ese país. Sin embargo, el joven José Luis Alejo Salmerón, de 15 años de edad, tiene otros planes: quiere estudiar el bachillerato en esta comunidad purépecha y la universidad en Morelia para poder continuar con sus clases de coro y viola en la

Orquesta Comunitaria de Nurío, que se formó en julio del año pasado. José Luis cuenta a La Razón que aunque sus padres querían inscribirlo en una preparatoria de Uruapan, decidió estudiar en Nurío. “Yo me voy a quedar aquí porque sí hay escuela. A veces no tenemos dinero y mis papás hacen el esfuerzo de mandarnos, por eso quise quedarme”, relata. Este joven nuriense ingresó hace seis meses al Coro y Orquesta Comunitaria junto con sus cinco hermanos. Sin embargo, no es la primera

Mujeres incursionan en la música La mujeres indígenas nurienses a partir de la conformación del Coro y Orquesta Comunitaria de Nurío hacen música en un pueblo donde por tradición era una actividad para los hombres; ejemplo de ello es Hermenegilda Alejo Lázaro, de 45 años, quien es la mayor de las alumnas. Dentro de la orquesta el caso de Hermenegilda al igual que el otras dos de sus compañeras de 20 y 26 años, es excepcional, son solteras y decidieron estudiar música junto con niños y jóvenes de entre cinco y 17 años. En entrevista en la Escuela Primaria Bilingüe Benito Juárez, donde toma sus clases, cuenta a La Razón que desde niña le interesó la música pero nunca tuvo la oportunidad de aprender. Sólo su abuelo sabía tocar el órgano y la guitarra pero nunca quiso enseñarle porque decía que “no cualquiera podía”, por eso cuando se abrió la convocatoria y se anunció mediante el megáfono, método que utilizan en la comunidad para comunicar anuncios, no dudó en inscribirse. “Creo que pensaban que sólo podían los hombres por eso no lo hacían las mujeres, ahora las niñas ven en la televisión que las mujeres tocan cualquier instrumento y han de decir pues yo también puedo”, señala. Aunque la convocatoria era para menores, el maestro la aceptó. Comenzó a aprender la clave y el pentagrama, para después tocar el teclado. “Al principio lo que quería era llegar y tocar pero pues primero nos dijeron que teníamos que conocer el solfeo, el tiempo... así fue porque no se podía nada más llegar y hacerlo”, recuerda . Hermenegilda señala que a diferencia de sus paisanas a ella no “le llena” cocinar por eso nunca se casó ni tuvo hijos, ella quiere hacer música y pintar, por eso quiere seguir aprendiendo en la Orquesta Comunitaria. Con una sonrisa tímida se despide para continuar sus actividades y remata: “Para mí la música es hacer mi sueño realidad, a la mejor soy un ocaso pero por lo menos aprendí lo que quería”.

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R Por Evelyn Luna >

Fotos>Conaculta y Especial

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econstruir el tejido social a través de la recuperación de espacios públicos y que los niños y jóvenes encuentren alternativas contra la violencia, es el principal objetivo del programa nacional Cultura para la Armonía; por ello, la especialista en políticas culturales Carmen Pérez Camacho explica a La Razón cómo la cultura puede incidir en las comunidades marginadas o que presentan un alto índice delictivo.

¿Cómo se puede reconstruir el tejido social a través de la cultura? Buscando que no solamente sea un escenario para eventos, para espectáculos o para el ocio, sino cómo esta cultura va a dar identidad y va hacer que reflexionen todos los involucrados. No solamente es entretenerte una tarde sino cómo esta identidad genera vínculos con la familia y con los vecinos. Es todo un reto, porque en realidad hablar del tejido social implica elementos multifactoriales, hablar de la violencia en Michoacán, por ejemplo, no es solamente un tema de cultura, es multifactorial y por eso se requiere de la vinculación de distintos actores institucionales, de la sociedad civil, de académicos, de investigadores que puedan hacer un trabajo de colaboración. ¿Estas relaciones que se van fortaleciendo en la familia y en la comunidad qué valores promueven? Valores para salir adelante, ya que éstos son una pauta que te permite decidir qué está bien, qué está mal o hacia dónde podemos movernos; te va marcando normas, la necesidad de decir somos sociedad y ,por lo tanto, tenemos otra serie de elementos que nos permiten ser, como la solidaridad y el acompañamiento. En lugares que son focos de violencia ¿cómo incide la cultura? La situación de la violencia que la gente vive de pronto es tan natural que la sensibilidad ya no está presente, pero cuando los pobladores reconocen que esa situación se puede modificar, la cultura nos dice de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. No es solamente el momento del espectáculo y ya, sino que los talleres, los grupos de música, de

La cultura puede hacer mucho porque te sensibiliza, te acerca a expresiones artísticas y te mantiene con alternativas diferentes a los espacios de violencia, de crisis, de conflicto… es una cultura que te va a dar identidad”

La cultura que nos dice de dónde venimos y hacia dónde queremos ir, éste es el concepto de cultura que hay que trabajar y que las instituciones tienen que poner en la mesa y en operación para que realmente hablemos de que se está trabajando con el tejido social”

Carmen Pérez

Especialista en políticas culturales canto, de danza, los libros que se están llevando a las bibliotecas vayan más allá, que participe la ciudadanía, eso hace la diferencia. La gente también tiene que decidir si este evento está resolviendo una expectativa respecto al arte, si está resolviendo este tema de la memoria, que realmente esté dando vinculación o convivencia, no sólo entre los que participan directamente, sino con sus familias, con la comunidad… ¿Cómo puede detectarse que las actividades recreativas están generando

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cambios en éstas comunidades? En situaciones de violencia en las que se está perdiendo el sentido de vivir en comunidad y las personas se repliegan a su vida individual, un evento de cine en el que la gente comienza a ir y organizarse para traer algo para la merienda, por ejemplo, ese grado de organización y esa convivencia nos están marcando que algo está sucediendo y que es en positivo, esto está pasando. En el caso de las bibliotecas se explica qué hacer con esos libros, para qué van a servir, entonces, la lectura puede resolver eso y puede cambiar no sola-

mente en percepción la realidad, sino ayudar a cambiarla… En temas de violencia, de la necesidad de vincularse, de convivir, cómo los libros ayudan no por sí solos sino la relación social que se da a partir de lo que se está ofreciendo. Este tipo de cosas ya se está empezando a dar. También con los espectáculos se impulsa una economía local porque se reactivan espacios que se habían dejado solos. Ahora, lo que falta es hacer vínculos con otros programas, esta es una de las primeras recomendaciones que haría para programas como éste.


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LOS PRIMEROS SEIS MESES aprendieron teoría musical y a partir de enero de 2014 ejecutaron sus instrumentos; es la primera agrupación que se formó en Michoacán; es la base del sistema Jimbani Eranpepakua

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Por Adriana Góchez > adriana.gochez@razon.mx

n el corazón de la meseta tarasca, en Nurío, Michoacán, desde julio de 2013 algo cambió: de dos a seis de la tarde la plaza principal se vacía y los televisores de algunas viviendas de techos de lámina y piso de tierra se apagan, los niños y jóvenes acuden a clases de música porque integran el Coro y Orquesta Comunitaria.

Durante los primeros seis meses, sus lecciones fueron sin instrumentos: aprendieron solfeo y a interpretar el canto tradicional, pirekua. Y en enero de este año, comenzaron a aprender con instrumentos que les entregó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). “Los maestros han visto como los niños despiertan a la música, comprenden muy bien la teoría musical, ya no sólo es de oído, están confiando mucho en la lectura, en las indicaciones técnicas”, señala el coordinador General del Sistema Jimbani Erandepakua, Ricardo Rodríguez Durán, quien decidió llevar este proyecto a Nurío por la tradición musical que tiene este pueblo, como parte del programa Música para la Armonía. En un inicio, relata, se pensó crear la orquesta sinfónica en Páztcuaro, Michoacán, “por que es una zona accesible y cer-

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SUPLEMENTO ESPECIAL

Fotos>Cortesía Conaculta

cana a Morelia”. Sin embargo, en Nurío, ancianos, adultos y menores tienen una experiencia musical porque han tocado en bandas que se contratan para amenizar fiestas de este poblado, por lo que es una de las principales fuentes de ingresos, a parte de la fabricación de guitarras. Si bien, uno de los logros de esta proyecto es que los niños y jóvenes nurienses aprenden música, hay otros beneficios: los nurienses se replantean migrar a Estados Unidos o a otros estados; los menores son más disciplinados; y se fomenta la participación de la comunidad. “Muchas familias se están replanteando esos proyectos de migración, algunos

decidieron que no van a salir de Nurío porque los niños ya no quieren dejar la orquesta”, destaca Rodríguez Durán. También los padres de los menores ven beneficios. Alicia Salmerón Pascual quien tiene a sus seis hijos en la orquesta apunta que se volvieron “más responsables, se levantan más temprano y están listos para ir al estudio”. Por su parte, Humberto Romero Carlos, padre de dos niños expresa: “Muchachillos que aquí andan ya con sus drogas dejaron eso y se metieron a la orquesta... también es bueno para que ya no se vayan para el otro lado, aquí de 12 a 15 años comienzan a irse porque no hayan que

hacer, y ya aquí se entretienen con eso de la música, por eso está muy bien que traigan este proyecto”. Ricardo Rodríguez augura que la orquesta permanecerá más años porque “hay un interés muy grande, especialmente de las madres de familia”. Aunque en la comunidad algunos dudaban del éxito de este proyecto, ahora más pequeños nurienses están interesados en integrar esta agrupación musical que el próximo mes de agosto abre inscripciones con un nuevo objetivo: rescatar la lengua purépecha para que los niños y jóvenes de esta comunidad indígena preserven también su cultura.


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