El Cultural 100

Page 1

ROGELIO GARZA

CARLOS VELÁZQUEZ

NAIEF YEHYA

EL RETORNO DEL CASSETTE

YA ESTAMOS HASTA LA MADRE

ALIEN: COVENANT

El Cultural N Ú M .

100

S Á B A D O

2 7 . 0 5 . 1 7

[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

UN POETA

LUIS ANTONIO DE VILLENA POR LUIS JORGE BOONE

UN CUENTISTA FERNANDO CORONA POR ADOLFO CASTAÑÓN

EC #100.indd 3

26/05/17 4:35 p.m.


02

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

Desde su primera edición, uno de los objetivos declarados de El Cultural ha sido proponer y (re)descubrir obras y autores que tal vez no reciben la difusión que merecen en nuestro medio. Así sucede con el poeta español Luis Antonio de Villena y el cuentista mexicano Fernando Corona. Los publicamos en este número 100, con textos de su autoría y presentados por Luis Jorge Boone y Adolfo Castañón.

Pese a su reconocimiento, la obra de Luis Antonio de Villena —poeta, narrador, ensayista, traductor— se conoce poco en México y su disponibilidad es casi nula. Así, su antología En afán desmedido (Editorial Veracruzana, 2017) es una especie de desagravio, punto de partida de la valoración y el recuerdo de Luis Jorge Boone en estas páginas, con tres poemas del autor español.

QUE EL INCENDIO LLEGUE SIEMPR E LUIS JORGE BOONE

1

Los libros tienen múltiples biografías. Esa que puede contar el autor, y las que pueden contar sus lectores. Ambas versiones no son sino el relato de un encuentro y un proceso que entraña un cambio, una enseñanza, una revelación. Desde hace casi veinte años soy lector constante de los libros de Luis Antonio de Villena. La primera vez no leí sus poemas, los escuché. En un disco compacto con su voz, una voz que me pareció rotunda, teatral, educada, seductora. Estaba en casa de un amigo mío, uno de los grandes amigos de mi vida. Yo había viajado 200 kilómetros para verlo —también, debo decir, para escapar del pueblo donde vivía, mi pueblo natal, con su consiguiente red de asfixias familiares, sociales, morales, vocacionales—, y para hablar de poesía, para beber hasta la madrugada y leer en voz alta poemas premeditados o al azar, sacados de su biblioteca; fue un ritual que sostuvimos durante una época de nuestras juventudes. Pero esa ocasión mi amigo me avisó que alguien más leería con nosotros. El poema por el que entré a esta obra fue “Blue movie”, que forma parte del poemario Celebración del libertino, publicado en 1998. Imagino que el libro recién había aparecido en la editorial Visor, y una versión en audio había llegado de manera más bien azarosa a esa casa en Saltillo, Coahuila, donde nos seguimos de largo escuchando la grabación. Los primeros versos del poema dicen: Donde no parece haber significado, brota [significado. Y lo muy lejano, de repente, se acerca. ¿Qué hacía allí, en lo alto de las colinas de [Hollywood, Dame Edith Sitwell, larga y sublime, como las grullas y como las jirafas, divinísimas,

toda turbante y eclosión de huesos, gerifalte adunco de piedras merovingias, y esos dedos larguísimos, ahusados, fumadores, [cadavéricos, y al tiempo mismo, sutiles y botticellianos, aquella vieja poetisa inglesa, en un moderno chalet, en un party con barbacoa, junto a esta piscina californiana, azul, como las pinta en sutileza el pervertido Hockney? Quedé prendado de los versos y las sustancias de aquellos poemas. Me sorprendió, me arrebató la cantidad de relatos, imágenes, voces, vuelos líricos, revueltas espirituales, erotismos y muertes que contenía cada uno de ellos. El verso “Donde no parece haber significado, brota significado”, es un anuncio y una instrucción de lectura que orienta la razón a dejarse llevar por fuerzas a las que usualmente rechaza, un estandarte que flota siempre sobre el hecho de leer un poema, cualquier poema: lo que parece ocurrir al margen, en las penumbras de la razón, será lo que, de pronto, dé sentido al mundo. El poema cuenta la visión que la poeta británica tuvo junto al resto de los invitados a la fiesta californiana, cuando una joven atraviesa, desnuda, la alberca en calma: “Contemplen la sutilísima perfección del cisne... / Nos ha salvado, amigos.” Y es en esa restitución del sentido del mundo, a partir de la belleza, del misterio, de la discordancia y la contravoz que un acto sencillo puede clavar en la degradación de la vida, que ésta, renovada, vuelve a ser posible. Tanto lujo verbal, tanta seducción, tanto mundo revelado. Volvía a Monclova, mi pueblo, con el corazón en otro lugar. Estoy convencido de que hay tres o cuatro poetas que lo acompañarán a uno por el resto de la vida. Yo estuve seguro,

DIRECTORIO

El Cultural [ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

Twitter:

@ElCulturalRazon

Roberto Diego Ortega Director @sanquintin_plus

Delia Juárez G. CONSEJO EDITORIAL

Editora

Facebook:

@ElCulturalLaRazon

Carmen Boullosa • Ana Clavel • Guillermo Fadanelli • Francisco Hinojosa • Fernando Iwasaki • Mónica Lavín • Eduardo Antonio Parra • Bruno H. Piché • Alberto Ruy Sánchez • Carlos Velázquez Director General ›Rubén Cortés Fernández Subdirector General ›Adrian Castillo Coordinador de diseño › Gonzalo Pérez Barroso Contáctenos: Conmutador: 5260-6001. Publicidad: 5250-0078. Suscripciones: 5250-0109. Para llamadas del interior: 01-800-8366-868. Diario La Razón de México. Nueva época, Año de publicación 7

EC #100.indd 4

26/05/17 4:36 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

o algo presentía, que justo eso acababa de sucederme. Y el paso de los años me ha confirmado tal instinto: el presentimiento de que había encontrado una obra cuyo hilo sería un elemento central en la trama de mis lecturas y mi vida, que son lo mismo.

EC #100.indd 5

“SOLTAR, DEJAR IR, POSEER TRANSITORIAMENTE, MIRAR Y QUE EL RECUERDO DE LA EXPERIENCIA SEA EL VIÁTICO QUE NOS PERMITA ENFRENTAR EL PASO DEL TIEMPO, ENCARAR LA MUERTE, DESPEDIRNOS.” Belleza y deseo son flamas que entre sí se engendran. La fugacidad y la pérdida. El amor que es el centro del mundo, caos que contiene a los contrarios. Hay que hablar siempre del cuerpo, porque eso somos también, o esos somos puramente. Dice el poeta: “un cuerpo hermoso / provoca al mismo tiempo fiebre y melancolía”. Y en esa claridad está una de las vetas más radicales y señeras de su obra. El amor como renuncia, el amor nunca convencido de su bondad suprema, descreído de sí y por eso mismo entregado a la marea y la fugacidad de la vida. El bien mayor es la libertad, y el amor nunca será un obstáculo para ella. Soltar, dejar ir, poseer transitoriamente, mirar y que el recuerdo de la experiencia sea el viático que nos permita enfrentar el paso del tiempo, encarar la muerte, despedirnos. El amor que es enseñanza, lección de vida, y símbolo, borgiano aleph que la contiene toda. El amor que es todo porque nada queda fuera de su gravedad. Uno de los poemas en los que símbolo y realidad, utopía y fugacidad, experiencia e inocencia, se entretejen mejor es “Versión segunda del ‘emblema’”: Saldríamos una noche. (Me ha [apetecido desde que te he visto.) Y al tomar [una copa, en ese momento en que brilla [rebosante el whisky, pensaría que tú eres [como la copa. Esplende ahora. Fulge el cristal. [Pero un rato más, y estará vacía y sucia. Un [cristal manchado. Y de modo igual tu [adolescencia. Así pensaría, al beber, viendo tu [cabello negro, y tu delicioso cuerpo de [diecisiete años. Después, mirándote, trataría de [explicarte por qué pensé eso, y qué es lo que [la copa significa.

Foto > Especial

2. La obra de Luis Antonio de Villena es omnívora y múltiple. Toma la forma y las estrategias de los géneros (ensayo, narrativa, crítica, biografía, poesía); en cada libro, adopta nuevas búsquedas y replantea sus temas. El autor pertenece al clan de Paz y Borges, autores cuya escritura, a caballo entre géneros, respira siempre en una cualidad poética del lenguaje, esa intensidad que gobierna o se atempera, sin perderse nunca: una particular temperatura del lenguaje. La antología En afán desmedido (Universidad Veracruzana, Colección Ficción, México, 2017), presenta un recorrido amplio y cabal de una obra diversa, plural. Desde sus primeros libros, en los que las imágenes preciosistas se mostraban poderosas y se acumulaban con afán estetizante y pulso exquisito, hasta la escritura de Imágenes en fuga de esplendor y tristeza, en la que los límites entre la prosa y el verso continuamente se trasgreden y un ritmo alimenta al otro y uno se desboca en el otro y viceversa. Según Jorge Cuesta, “La escultura es el límite a que aspiran la pintura y la danza [mientras que] La prosa es el límite a que aspira la poesía”. Si el verso de Luis Antonio de Villena tendía ya al desbordamiento versicular, me parece que fue en su poemario La prosa del mundo donde la escritura encontró su ritmo en la subordinación de imágenes y la amplitud del discurso, en una voz que ya no puede contenerse. Hay asuntos por decir, urgentes, brutales. Como si no quedara mucho tiempo para el fin del mundo. Como si hubiera que abrirse paso a fuerza de palabras entre el derrumbe: depredación, masacres, guerras, y “todo lo demás, lo consuetudinario, lo habitual, lo útil, todo deshecho, escoria [...] La vida es inhóspita.” Para poder seguir detrás de la vida. Del sueño de otro mundo, aún sabiéndolo inalcanzable. Secretamente, con cierta fe. La fe del que sabe que todo termina. Las transformaciones de su escritura conforman las estaciones de un viaje estético. Intimista, filosofante, frío y cruel, frágil y amantísimo, culto y barriobajero, hereje e irónico. La pretensión de un escritor es añadir al mapa de la imaginación humana, una isla; en el caso de Luis Antonio de Villena, sus libros nos ofrecen un continente: sucesión de paisajes en los que la vida se renueva. El dramatis personae urbano y decadente son los sonámbulos, los excéntricos y atormentados: “élite inversa de esta civilización en agonía”. En la nómina de visionarios y perdedores predominan los actores cuya identidad no se establece, “fantasmas de fantasmas” a quienes su drama ha desdibujado. El yo lírico se difumina constantemente en los textos. Indeterminado, el hablante poemático pudiera ser y no ser el mismo autor, voz en off que adopta “voraces máscaras”, “haciéndose pasar por quien no del todo es”: por quien no le es ajeno del todo. Poeta siempre ha sido aquél que presta su voz a quienes no tienen.

03

Luis Antonio de Villena.

La definición que da Luis Antonio de Villena del liberto, en su libro Celebración del libertino, calza perfecto al personaje literario de este escritor polivalente: “quien no se sometía a las creencias o prácticas de la religión. Y, como consecuencia, quien buscaba una vida distinta, desarreglada, respecto a la moralidad al uso [...] un espíritu ancho y libre [...] latino y francés, feliz y anticatólico.” Según Wilde, todo retrato hecho con pasión habla del retratista más que del modelo. Cartografiando su propia genealogía literaria, Villena ha ensayado apasionadamente sobre Kavafis, Cernuda, Miguel Ángel, Rimbaud, Tennessee Williams, encarnaciones de un arquetipo: el espíritu emancipado y vitalista, poseedor de un amplísimo registro crítico ante su época y de razones para no callar. Frívolo y culto, elegante y directo, obsesionado y ligero, helénico y moderno, De Villena encarna su linaje admirado: es el libertino contemporáneo. Personificación del noctívago, el insurrecto y el loco. 3. Siempre he creído que la literatura y el arte nos ponen delante, en el momento preciso, aquellas presencias que necesitamos. Leo a Luis Antonio de Villena desde hace casi veinte años; he podido hacerme, con celo de coleccionista, de cerca de veinte libros suyos, lo cual no es poca cosa, considerando que sus publicaciones circulan casi secretamente en nuestro país. Soy su rendido lector. Su libro, su voz, apareció justo cuando un jovencito lo necesitaba, cuando no sabía hacia dónde dirigir su vida, su pasión, su escritura. Jaime Sabines decía que de sus autores admirados le gustaba copiarles la libertad. Eso justamente, el atrevimiento, es el incendio del que me gusta aprender, fuego que se bebe, de las páginas de Luis Antonio. Su libertad, su desprecio por el mundo diestro y sin fisuras, por la vida cómoda y falsa. Su revelación al decir: “Tú eres la vida, nosotros somos la vida y ellos —que la dicen bendecir y alentar— son muerte”, y su grito de guerra: “Jamás me ha interesado lo normal”. ¿Cómo podría conformarse, ante los mundos alternos que nos abre el poeta, el rebelde? Eso aprendí y eso envidié y eso deseé para mí y para lo que escribía. Y lo sigo haciendo. Hace unos días, al discutir un poema en el taller que imparto, llegué a una conclusión triste: nuestras infancias estuvieron cercadas por el machismo, la homofobia y la misoginia. Para alguien que tuviera una sensibilidad y una expresión ligeramente distintas a la barbarie y la dejadez predominantes en ciertos estratos de la vida, tal distinción significaba el repudio, la exclusión y la violencia.

26/05/17 4:37 p.m.


04

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

Siempre he sentido una empatía clara y una cercanía en ideales con las personas gays. Crecí en un pueblo obrero a mitad del desierto y fui consciente desde que tengo memoria de la segregación y el escarnio que se hacía pasar al diferente, a quien deseaba algo distinto de la vida, a quien apetecía vivir con otra bandera. “Siempre reconozco a los desamparados”, dice un verso del poeta. Siempre reconocemos a quien comparte con nosotros una orilla del mundo. La diferencia, la del poeta y la de quien se sabe distinto provienen

se basa nuestra sociedad. Pero en estos versos encontré la manera de protestar, de rebelarme: gritar, con orgullo y sangre vibrante, que esto somos. Que esto es destino, maravilla y humanidad. Somos cuerpo y deseo, un afán desmedido. En mi lectura a lo largo de los años he encontrado mantras: “El pasado debe dejar de existir —casi cesar— / porque la vida sólo puede parecerse al futuro”. “Un libro debe ser peligroso”. “La verdad es que historias de amor, lo que se dice amor, / yo no las he tenido”.

de la misma sed de otro mundo. Y de aquellas primeras lecturas de los poemas de Luis Antonio de Villena me maravilló el lujo del erotismo y la poderosa exhibición del deseo, la exaltación del cuerpo, el sufrimiento y la dicha que entraña el cumplimiento de la carne, que de una manera tan prominente se dejaba ver. El amor sabe siempre su nombre, lo dice y lo grita, si lo calla es para guardarlo solamente, pero nunca deja de saber quién es. Todo amor, toda pasión, es acallada por la hipocresía y la moralina en que

T R ES P OE M A S LUIS ANTONIO DE VILLENA BORGES Conocí a Borges ya viejo. Y quizá como otros tiendo [a considerar que el anciano de sonrisa perpetua, aferrado a su oscuro [bastón no debió conocer la juventud. Es este Borges al que [retratamos una tarde de 1982. El Borges que (con su peculiar acento, [su continuo tentar la ironía) hablaba continuamente de libros [y de palabras... Recordaba un verso de Lucano, traducido por Juan [de Jáuregui, y lo repitió varias veces, una mientras yo lo conducía [al lavabo: “Muere el mar y es cristal su monumento” ¡Caramba, [qué verso! volvió a reiterar el mítico ciego, acaso para ocultar [lo demasiado humano inevitable. Como algunos grandes [conservadores tenía muchas proclamaciones anarquistas. Había vivido para [los libros y en los libros. Pero ¿no hubo más? ¿Quién era María, [quién su casi infinita madre, quién aquella Estela Canto a quien [dedicó y regaló el manuscrito minucioso de El Aleph? Como [le hubiera gustado decir, Borges era muchos y todos misteriosos, [como tú, casi como cualquiera. Pidió, otra tarde, que le [leyéramos un fragmento

de un viejo cuento suyo, que no recordaba. Lo hicimos. [Y cuando surgía la frase carismáticamente borgeana, decía: [“No está mal eso. ¿Verdad? ¡Caramba! ¿A quién se lo habré copiado yo?”. [Cuando alguien le preguntó qué pensaba de quienes decían cosas [contra él, acentuó la peculiar sonrisa indefinida: “¿Qué voy a pensar, che? [Bueno, que tienen razón, ¿no?” Recuerdo cuando, adolescente, [leí el primer poema suyo que me fascinó, “España”. Recuerdo miles [de posteriores lecturas deslumbradas: “¿Es posible que yo, súbdito de Yakub [Almansur / muera como tuvieron que morir las rosas y [Aristóteles?” Hizo, con daño oculto, de la ceguera un don y se esforzó [en la humildad de quien sabe con sir Thomas Browne que [“el olvido es insobornable.” Su presencia tranquilizaba, pues era igual [a lo que imaginaste y te gustaba saberlo próximo a Quevedo o [a Lugones, cuando leía con voz exacta: “Detrás de los mitos y las [máscaras, / el alma, que está sola.” También ante el espejo en que no [podía verse, resignándose al retrato: “La justa y vasta y necesaria [muerte”. Adiós, Borges. Sin usted todos seríamos, en verdad, [mucho menos...

EC #100.indd 6

26/05/17 4:37 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

Algunos han terminado como epígrafes de mis propios libros. ¿Qué encontré en estos versos? Dirección: la fugaz, aforística verdad que enciende un instinto. Durante años supe de memoria un poema suyo, aunque ahora quizá me falle algún pasaje: “Sendas y sendas perdidas”, que abre el que es uno de mis libros de cabecera, Celebración del libertino, que se me volvió muy pronto oráculo y talismán. Hace un par de meses le pedí al poeta su amistad (esa variación de la amistad que es posible en la web y sus

LUIS JORGE BOONE (Monclova, Coahuila, 1977) es autor de poesía: Los animales invisibles; ensayo: Lados B. Ensayos laterales; cuento: Largas filas de gente rara y novela Las afueras. Su libro más reciente es Figuras humanas (Alfaguara, 2016).

marejadas) en Facebook. Me aceptó. Pensé al instante en escribirle, agradecerle, y de paso sincerarme acerca de mi gusto largamente sostenido por su literatura. Pensé muchas cosas, maneras de empezar, frases breves que sintetizaran las veinte cosas que quería decir; luego, lo borraba todo de mi cabeza, diciéndome que no era la manera, y volvía a empezar. Luego, por obra y gracia del azar objetivo, Edgar Valencia, poeta y editor, me invitó a formar parte de la mesa de presentación de En afán desmedido. Y empecé a

05

escribir esto que de alguna manera llevaba pensando casi veinte años, y que puedo resumir en las líneas con las que quiero terminar, un mensaje por inbox que no me decidí a enviar, pero que ahora hago llegar a su destino: Muy estimado señor don Luis Antonio de Villena: Gracias por todo. Que la vida sea mucha y que el incendio llegue siempre. Y otra vez gracias. Suyo, un lector. C

RAZÓN DE AMOR

vita nova— no te aparezca nunca.

Contestaré a tu pregunta:

Pues antes lo tuviste, o —es justicia—

La verdad es que historias de amor,

habrás de tenerlo luego.

lo que se dice amor, yo no las he tenido.

Goza en ese caso de los mensajeros. Acepta el cariño, la leve disposición al fuego...

El bellísimo amor coronado de flores

Las camas (si es posible) y los hermosos cuerpos.

que arrastra al peregrino

Pero ten presente (y ahí estoy contigo de acuerdo)

(véase Geoffrey Chaucer, y el cuadro de Burne-Jones),

que eso no es el amor.

el amor que hace al alma brotar alas,

El verdadero amor, coronado de yedra y de violetas,

el amor constante más allá de la muerte,

el muchacho de sandalias doradas,

el que obliga a escribir a sangre y tinta:

que llega, como Alcibíades, al final

de vos no quiero más que lo que os quiero,

del discurso y del banquete, ebrio en la oscura noche,

ese (posiblemente) aún no lo conozco.

hijo de Poros y de Penia,

Y me pregunto ahora qué me falta

gozoso, joven eternamente, limpio y puro,

(o qué me ha faltado) para ello.

y dà per li occhi una dolcezza al core...

Porque la pasión me ha raptado a menudo, y he tenido locuras y delirio

CUESTA ABAJO

por cuerpos muy concretos. Y con ciertas personas

Perder es el gesto más noble de la vida.

(aunque pocas) una leve inclinación sentimental

Pero no hay que engañarse. Solo quien tuvo pierde.

hacia algo más allá, desconocido,

Perder es por ello un doble triunfo. El desdén

empantanado luego en tal o cual laguna,

de ahora y el cortejo relumbrante del principio.

charco, aburrimiento,

Aceptar la miseria tras el oro. Complacerse

que sería largo y sin gracia narrar ahora.

en ser nadie, siendo rico. Deshacerse de todo.

Tú entonces me decías:

Gustar el fango con paladar de príncipe.

Debes seguir, empeñar algo, insistir de nuevo.

(Creadores estériles o reyes en el exilio.)

Pero no. Me faltaba (y me falta)

Pero el verdadero perdedor no es el que busca,

el arrebato ese, que dicen, del amor verdadero.

sino el que acepta —realmente— su destino.

¿En exceso he gustado la belleza física

Luce lo que no es suyo. Y tiene deudas, alcohólico

o —platónico impenitente—

y avejentado, como las tenían los jóvenes lords

la quiero concordar con un alma perfecta?

de hace un siglo. Para comprar diamantes y caballos...

Y es que el amor —lo que se dice amor—

El perdedor nada quiere saber de cuanto amara

llega muy pocas veces, aunque se obstinen tantos

(ha puesto con desgana su firma en aquel libro).

en convertir el aureus en moneda corriente...

Perder es ser otro y ser el mismo. Y vivir

Porque debe la belleza picar dentro del cuerpo,

al fin el tirón desgarrado de la carne, que ennoblece

y debes sentir cómo las alas surgen,

y ensucia. Perder es un último acto de dandismo. C

y volar hacia arriba, y encontrarte a ti mismo (diferente) en codiciable espejo. Mas puede también ser que el amor —incipit

EC #100.indd 7

Estos poemas que publicamos con la anuencia del autor forman parte del libro En afán desmedido (Universidad Veracruzana, Colección Ficción, México, 2017).

26/05/17 4:37 p.m.


06

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

El despliegue imaginario que Fernando Corona teje en sus cuentos fantásticos de El libro de los libros incluye como asunto central —observa Adolfo Castañón— a la lectura y la (im)posibilidad del conocimiento. Un libro que arde, fluctúa de la belleza al horror y comporta “el aliento de lo demoniaco”, según afirman estas páginas, donde el propio Fernando Corona nos comparte un nuevo relato, hasta hoy inédito.

Fernando Corona

EL FUEGO EN LETR AS DE MOLDE ADOLFO CASTAÑÓN

I

EC #100.indd 8

pautan diversos ambientes, pero tienen en común el universo de las bibliotecas y de la historia del arte, exploran lo verosímil y lo fantástico y se plantean, de hecho, como un ejercicio soberbio y audaz de esgrima de la imaginación con lo real. Fernando Corona tiene un aire de aristócrata filipino y su elegancia recuerda la del leopardo y la de la daga. Pienso que quizás alguno de los sutras intestinos del Buda y de su momia coincide con ciertas frases del libro del mexicano que aspira a medir sus ojos con los parpadeos fosforescentes de lo inmemorial. II. “LA CALLE DE LAS APARICIONES” es el último de los nueve cuentos que componen el volumen. “Soy yo el que te veo, y que me veo verte, y que al verme, te hago” reza el epígrafe de Raymond Abellio, ese misterioso escritor francés que se diría un híbrido de Gurdjieff y de Malraux. El cuento del cuento: la historia de un maleante que cambia de rostro contada por un testigo que va revelando su identidad con ese personaje hasta fundirse con él. La narración tiene lugar en un punto específico de la Ciudad de México: los alrededores de la esquina que hacen la avenida Barranca del Muerto y la Calzada de Los Leones. El tema del rapto o metamorfosis del rostro, y en consecuencia de la identidad misma, parecería hacer eco al segundo cuento del libro cuyo tema es el libro que está detrás de o que atraviesa los libros. En “La calle de las apariciones” la experiencia está inmersa o se baña en una progresiva transformación de la conciencia que hace que el narrador,

Fernando Corona.

Foto > Especial

Las tomografías hechas con rayos X suelen hacerse a los pacientes vivos, empero también pueden realizarse en los laboratorios de los museos. Por ejemplo, en Holanda, el Museo de Drenthe, en los laboratorios del Meander Medish Centrum, donde en febrero de 2015 un equipo de investigadores practicó una tomografía digital a una estatua de un Buda para determinar su edad. La escultura cuenta con más de un milenio; fue fraguada entre los años finales del siglo XI y los albores del XII. No se puede pensar que estuviese en mejores condiciones. Al ser examinada por los sensores, reveló que en su seno se alojaba la momia de un monje budista cuyas vísceras a su vez habían sido sustituidas por finos rollos manuscritos que recogían plegarias y poemas en chino clásico. Al parecer, no era inusual la práctica de rellenar objetos de arte con forma humana con restos, que a su vez habían sido colmados de pliegos manuscritos. Esta noticia que conmovió la atención de los orientalistas recorrió la prensa y fue comentada por el periódico español ABC y por El Universal de México en febrero de 2015 en su sección de cultura. En la edición digital de este diario se ve a la estatua entrando acostada a un cilindro blanco donde le sería tomada la tomografía, luego se ve al Buda color amarillo oro sentado en posición de loto, y finalmente la imagen de la estatua al pasar por los rayos X donde se ve la caja toráxica del cuerpo momificado que fue relleno de sutras e inscripciones religiosas. La imagen de esta doble ánfora humana que ha atravesado los siglos transportando un puñado de oraciones y plegarias escritas con diminuta caligrafía se me impone para saludar el libro de cuentos de Fernando Corona (México, 1978) intitulado El libro de los libros.* Se trata de un haz narrativo que se entreteje y evoluciona como una familia de serpientes. El flautista que las encanta con musicado aliento lleva por nombre Fernando Corona. Uno de sus personajes fue su maestro, el académico y humanista Salvador Díaz Cíntora. Los cuentos reunidos en este libro

y en consecuencia el lector, zozobre en la contemplación, se abisme en lo contemplado, por ejemplo, una escultura del Beso de Piedra, y lo lleve a perderse a sí mismo, a extraviarse y a dejar de ser él mismo para pasar a ser una aparición. El cuento participa de lo fantástico y de lo mágico, sugiere que el autor bebe en fuentes muy antiguas y que su apariencia juvenil es engañosa pues tras su rostro brillan y se mueven ascuas de sabiduría milenaria. Dicho de otro modo, Fernando Corona es un “alma vieja”, suficientemente antigua como para poder hacerse cargo de transmitir esta narración como si sólo fuera un cuento. III. A FERNANDO CORONA lo conocí hace unos años gracias a Alicia Reyes, su amiga, maestra y casi diría tutora. Me llamó de inmediato la atención su mirar penetrante y a la par soñador, su capacidad para escuchar, palpable en sus respuestas y comentarios, su erudición en varios terrenos. Otro dato que me llamó la atención como una suerte de coincidencia, fue su amistad y alianza filial y discipular con el académico, filólogo y políglota Salvador Díaz Cíntora (1937-2004), quien llegó a ser secretario de la Academia Mexicana de la Lengua. A este maestro está dedicado El libro de los libros, junto a Alicia Reyes, José Luis López Habib, “Yusuf” y Roberto Heredia, amigos “en el laberinto” y “guías de bibliotecas y de pasos abiertos”. Díaz Cíntora es además personaje explícito del cuento “La biblioteca”, y quién sabe si los otros mencionados no lo sean en forma implícita y oblicua de algunos de los otros cuentos, como quién sabe si Díaz Cíntora no sea también aludido en forma alusiva y tangencial en alguno de los otros. A los 39 años de su edad, Fernando Corona viene a cosechar estos nueve cuentos. No está aquí reunida toda su obra narrativa. Por ejemplo, no lo está el poderoso y mágico cuento “El roble”, publicado hace doce años, en 2005. El dato no es irrelevante. Corona ha publicado antes algunos libros de

26/05/17 4:37 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

“LOS NUEVE CUENTOS SON COMO NUEVE CAMINOS QUE SERPENTEAN AL PASO DE DISTINTOS GÉNEROS, NUEVE VIAJES ALREDEDOR DE LO SAGRADO, DEL DESEO, LA MUERTE, LA AUSENCIA Y LA PRESENCIA, EL BIEN, EL MAL, EL AZAR, EL TERROR.” poemas como Cantos de silencio, Los trenos de la Iglesia de piedra (2004) o el libro de ensayos Arqueopoéticas. Tres cantos primitivos sudamericanos (2015). Estos indicios bastan para respaldar que no es un azar que haya publicado este libro de tensos e intensos cuentos ni que haya decidido lanzarlo al público desde la Capilla Alfonsina que, podría decirse, es en cierto modo su cuna literaria. Salvador Díaz Cíntora es uno de los personajes del libro. Casualmente, es decir, por un azar que sólo puedo apellidar “objetivo”, este personaje que llegó a ser secretario de la Academia Mexicana de la Lengua con José G. Moreno de Alba como director, fue amigo cercano de Rubén Bonifaz Nuño, de Jesús Castañón Rodríguez, el autor de mis días, y de Enrique Fuentes Castilla, el propietario de la Antigua Librería Madero. No exagero al decir que una de las presencias magnéticas que habitan esta construcción de nueve patios o nueve terrazas es esta esfinge humana

llamada Salvador Díaz Cíntora. Mi padre nunca me habló de Salvador, pero éste sí de él. Me dijo varias veces en la Academia que un día teníamos que hablar de él. Yo traducía eso como “tenemos que hablar de ciertos libros y de ciertas cosas” que él me enseñó. La otra imagen que tengo de la esfinge es la que me ha referido Enrique Fuentes: un hombre delgadísimo que va leyendo en un autobús de pie la Eneida en latín, sosteniéndose en el vaivén de una barra metálica. El libro de los libros es el título de un libro y de un cuento. El asunto central del libro y del cuento es la lectura, el conocimiento, la imposibilidad de la lectura, la imposibilidad del conocimiento. Los nueve cuentos son como nueve caminos que serpentean al paso de distintos géneros, nueve viajes alrededor de lo sagrado, del deseo, la muerte, la ausencia y la presencia, el bien, el mal, el azar, el terror. IV. “EL TRIPULANTE” es una historia de piratas, impregnada de ecos y resonancias de Joseph Conrad y de Robert Louis Stevenson, desde luego de Borges. La historia del capitán Thatch, más que una historia, se diría que es un mapa y traza una geografía. “Él es el infierno”, nos dice el narrador, alguien capaz de decir: “La muerte no es muerte cuando la vida es más terrible, las huellas bien grabadas en vida no puede borrarlas tan fácilmente el soplo de la muerte” (p. 61). Este es uno de los cuentos más estremecedores y atrevidos del libro. En él se da:

“Llegó la hora habitual de mi llegada y con un profético suspiro cayó la mano al suelo, simbólicamente amortiguada por la falda; después, el grito, el golpe y el tumulto.”

L A M A NO MEN DIC A N TE FERNANDO CORONA

C

uando, al llegar a la estación del tren subterráneo, me disponía a comprar boletos (previa caminata por las puertas de la estación de autobuses, las bases de microbuses colectivos, el mercado y el pasillo elevado), un súbito grito, un golpe seco y un gran alboroto anunciaron —otro más— el suicidio de esa tarde. No pude sino mirar a los lados, cabizbajo, y apreciar el tropel de gente que sentía en el suceso el desastre de rutinas resignadas con un acto que rompía los moldes de un esquema cotidiano, habitual, síntoma de sociedad y sistemático. Volví unos pasos al corredor donde una anciana insiste a diario con la palma derecha en lo alto y ahuecada. Esta vez tenía la mano abajo, junto a la rodilla y sobre el vestido azul pálido, quizá antiguamente violeta. Que una anciana arrodillada en el pasillo, más propenso a corrientes de

EC #100.indd 9

07

... la estrecha relación de Thatch con el diablo. Cada cual le atribuía el fruto de sus propios temores. Para algunos era el propio Satanás, altivo y digno, más propio de respeto que de horror, una de esas personificaciones en las que uno confía todo aun cuando se trate de la condenación más honda; para otros era el acólito del diablo, el mensajero en la Tierra —o en la nave—, el eco resonante en las tinieblas; otros más lo veían como el desquiciado poseído por el demonio al que, tarde o temprano, alguien o algo habría de salvar y devolver a la tripulación cuerda y sensata. (p. 64). “Pero Drumond y Thatch son uno mismo”. (p. 65). La frase se repite unas quince líneas más adelante: “Drumond y Thatch son uno solo.” (p. 65). ¿Sería demasiado atrevido pensar que el narrador, Drumond, Thatch y el innombrable son uno solo? ¿Sería demasiado atrevido pensar que esta narración donde se juega a hacer “hogueras privadas” juegue también a ser una suerte de hoguera privada? De ser así no estamos ante un libro tradicional. El libro de los libros quema las manos, trae el fuego, está hecho de llamas en letras de molde e incendios entrelineados en sus páginas. V. EL DE SALVADOR DÍAZ CÍNTORA no es un nombre accidental, es una suerte de clave iniciática de esa poderosa poética arcaica o arqueopoética que tensa y eriza el espacio literario de estos

aire y transeúntes, tenga la mano levantada no sé cuántas horas al día, no tiene ahora más importancia que una mosca apeada en la baranda o la gota que mi vaso derramó cuando me incliné a dejarle la moneda. En esta ciudad el mendigo es un trazo más sobre la calle. Y esto no es difícil de entender; el pintor inmortal elige bien los personajes de sus lienzos: naranjos, pastores, catedrales, mesas rotas, banquetas, jovencitas, niños grises, sombreros, muros viejos, ventanas, catres, paraguas, relicarios... Todo objeto es seleccionado con paciencia y aplicado a una escena arbitrariamente, artísticamente designada. Para esta ciudad hubo menesterosos, más que arbustos o besos en las calles. Fue el capricho de un pintor desconocido. Así es el arte. Días después he vuelto a caminar por el corredor, constantemente gris y transitado. Si uno anda por él con aire distraído, va tomando poco a poco aspecto de túnel. Los hombres, sin embargo, transcurren por él como pasan por la vida y no observan los hechos más sutiles. La prisa, las ansias, las urgencias, les hacen ver tan sólo lo que buscan, las inmediateces del deseo individual. Afuera hay más, donde nada se busca, donde saben los callados que nada hay, donde es posible entender el laberinto porque no se quiere llegar a ningún lado. Semanas después seguían repitién-

26/05/17 4:38 p.m.


08

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

nueve patios. “Cualquier lectura puede convertirse en algo bello o infinitamen te horrendo”. El contexto o paisaje en que aparece esta frase es el siguiente:

EC #100.indd 10

en el papel de Satanás, en la vecina anciana de un primo de Jalisco en el momento en que aconsejaba a su nieta, en mi abuelo cuando hablaba de política, y en mí mismo, sin duda, cuando vuelvo a una estantería. No quise saber del viejo De los Santos, no al menos esa noche ni las subsecuentes, durante casi un mes y medio. (pp. 46-47).

En ese instante Ricardo de los Santos vio mi rostro, apretó con su debilidad senil mi brazo por encima apenas de la coyuntura del codo y pronunció lo que nunca debí escuchar, incluso desde que los labios del doctor Díaz Cíntora lo mencionaron como entre las inmediaciones de una broma y un secreto: “Como ves, cualquier lectura puede convertirse en algo bello o infinitamente horrendo”. Pude haber seguido la charla, consultar, cuestionarlo inclusive, pero dejé al viejo con la mano al aire, como queriendo todavía sujetar mi codo, y salí de ahí a paso lento pero urgente, tras una cortés despedida, hasta alcanzar la puerta y apresurarme desde ahí a las siguientes tres esquinas, donde un camión me salvó de seguir andando sin ruta azuzado por el miedo. Un gesto espantoso había esa noche en la cara de Ricardo de los Santos. No era precisamente un aspecto, un rictus o su semblante; nada que ver con la edad ni la apariencia. Mi temor provenía de la forma como el rostro se había revelado: universal, eterno, impersonal. Juro que vi esa expresión en la cara del doctor Díaz Cíntora, hacía meses o años, también en cierto sacerdote cuando era niño, en un personaje de película

VI. SI ESCRIBO que “Los dados del azar” es una fantasía a la vez profética y mágica, puedo querer decir que el cuento está impregnado de una atmósfera inquietante que colinda con el sueño y con el conocimiento matemático, pero quizá también podría entenderse que el narrador tiene algo de mago y de profeta, de taumaturgo y de vidente y más todavía quizá podría sobreentenderse que el objeto literario fabricado por este alfarero de la palabra está hecho con una maliciosa pre-meditación para manipular la atención del lector avezado. Si digo que el cuento “El elevador” se plantea como una construcción falazmente verosímil para introducir en el lector un ánimo desasosegado a partir del episodio en apariencia trivial de alguien que se queda encerrado en un ascensor y empieza a jugar con el lenguaje, quizá soslayo que el verdadero juego desplegado en la narración es el del lenguaje urdido por este sastre de lo inverosímil que sabe entreverar el calcetín de lo supuestamente real con el pie presuntamente firme que anclamos en la realidad. Si enuncio que la

dose los hechos con rigurosa cotidianidad: la marcha, la limosna, la compra del boleto y el ascenso al vagón. Pero un martes, luego de avanzar sin prisa y bostezar con cierto desparpajo en el momento en que doblaba mis rodillas y me encorvaba un poco para dejar monedas en la mano de la anciana taciturna, justo cuando ya recogía de la ventanilla un par de boletos, se oyó el grito, el golpe y el barullo. Pude haber sentido náuseas y angustia, pero una impresión de costumbre, de fatiga moral, de introversión en mis asuntos, me sacudió el rostro lentamente delineando una de esas negativas de consuelo que van al aire, sólo al aire. Repuesto rápidamente de la indiferencia hacia lo ocurrido, fui a compensar mi actitud con la mendiga, como si le asignara a mi propio cliente de limosnas el papel de consuelo por los males del mundo, como si en su nombre abrazara a los tristes y me conmiserara. Casi al llegar frente a ella reaccioné. Ya le había dejado mi cuota de caridad, así que di la vuelta y caminé hacia los andenes, no sin apreciar que la mano de la vieja limosnera se levantaba del suelo y se quedaba en suspenso. Me sumé al tumulto de curiosos y esperé a que volviera a la cotidianidad el suceder de las cosas. Los hechos que ocurrieron en las semanas subsecuentes me llevaron de la actitud del curioso a la del involucrado,

mostrándome que la indagación, cuando no mata al gato, le hace creer que toma parte esencial de los hechos y acaba por borrarlo mostrándole el olvido, revelándole el vacío y el silencio que hay en toda vida. Dos ocasiones más se repitió el suceso de aquel martes; para la siguiente, ya había pasado del asombro a la duda. Por eso decidí dar otro paso, el de la duda al estudio. Llegué más temprano que otras veces en mi hábito de arribo a la estación. Entonces se esclareció mi entendimiento, a precio de estupor y espanto. Hacia la mano levantada de la anciana, cargando en ella quién sabe cuántos días, cuántas desgracias, cuántas generaciones y estirpes mendicantes (no sólo de monedas: de miradas, de lástimas, de uno al menos que supiera mirar en el espejo), llegó la hora habitual de mi llegada y con un profético suspiro cayó la mano al suelo, simbólicamente amortiguada por la falda; después, el grito, el golpe y el tumulto. Este estudio me ayudó a comprender que la operación se había repetido en las anteriores, así que ese día (el único quizá que viví con vehemencia) me puse en cuclillas ante ella, la vi a los ojos y ella sonrió sólo con ellos. Extendió su mano en busca de moneda y la tomé sin vacilar, queriendo levantarla. Con fuerza automática, más plena de ternura y compasión que de violencia, se resistió a marcharse. “Leván-

falsa leyenda clásica “La sombra en la arena” gira y alza su construcción en torno a las palabras del título, parecería que practico un malabarismo retórico, cuando lo único que quisiera apuntar es esta des-construcción sintomática de esta poética negativa. Si tomo “Las llaves de la nada” y pretendo abrir con ellas las puertas de la imaginación y de la percepción, tendré que dar la razón a los versos del pintor apócrifo Cecil Constance: Maldigo sobre todo a este demonio fugaz, introvertido, lúcido, albo, que dice nada y todo lo revela. Y al comentario de la curadora fantástica: es posible ver en el segundo verso al demonio pasar inadvertido, como ráfaga, hacia abajo, directo hasta las catacumbas del alma y sentir en los ojos la intensidad luminosa de su paso. (p. 77). VII. “LAS CATACUMBAS DEL ALMA” son el espacio natural en que se desarrolla o desarrollan las nueve serpientes que anidan en estos cuentos donde se abriga lo inadvertido y por donde pasa como ráfaga el aliento de lo demoniaco. Podría decirse que estos nueve cuentos son nueve luchas contra el demonio. El autor, el lector, han sobrevivido a ellas. C *Fernando Corona, El libro de los libros, colección Piedra de fundación, Gobierno del Estado de México, 2015, 143 pp.

tese, abuelita, no siga ya pidiendo”. Miró calladamente mi expresión de compasivo. Más aun, rompió la piedra de su boca cuando insistí con más profundidad: “ya deje de cargar con ese peso”. Su boca quiso sonreír, pero sólo alcanzó a quebrarse junto con el vidrio de sus ojos. “Déjeme, joven, sólo yo puedo cargar mi cruz; usted, la suya”. Seguía con la mano levantada (sostenía el mundo, se sentía de cerca; estaba el suceso de los días en su mano, el arriba y el abajo sopesados; estaban el hombre, sus dioses y sus bestias; estaba el universo como en cada hoja, en cada piedra, en cada olvido de mis pasos), pero un suspiro la tiró. Y a lo lejos el grito, el golpe y el tumulto. Me retiré consternado. Toda la tarde miré por la ventana el caminar de las vidas por las calles, por el mundo, apreciado desde un fragmento minúsculo. Algún orden, alguna orden mueve todo eso. Pero mi lástima individual, precaria, reducida, me impidió mirar el gran concierto por querer cuestionar sólo un sonido. Decidí que retiraría de ahí a la anciana, a como diera lugar. Al otro día llegué poco antes de mi hora acostumbrada. No estaba en el pasillo. Tras rascarme la cabeza, compré el boleto y bajé al andén. Una vez de pie junto a la línea amarilla de precaución, vi a la vieja a unos metros, junto a la pared. Un suspiro la turbó, bajó su mano. Después fue el grito, el golpe seco y mi silencio. C

26/05/17 5:09 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

09

No estaba muerto, estaba en pausa. El regreso del cassette en la era digital se lo debemos a la nostalgia y a la economía musical independiente. Tras el vinil, hoy es el formato que prefieren las discográficas y grupos emergentes en Inglaterra, Estados Unidos y México por tangible y accesible. Un rescate emocional con dos lados: la cultura y el comercio.

EL R ETOR NO DEL C ASSET TE ROGELIO GARZA

Matias Viegener

LADO A Play all vintage tape En la época musical de Spotify regresamos al pasado en busca de consuelo análogo, mecánico y manual. Es el viaje de la nostalgia, el sentimiento que los rescatistas de la cinta magnética y el sonido lo-fi señalan como el causante de que el cassette esté de vuelta. Me sucede mientras capturo estas notas ante la colección de cassettes que instalé en el departamento hace cinco años. El “Tócame fuerte”, un tape que le grabé a una novia del siglo pasado, suena en la radiograbadora portátil. Eran nueve cajas de archivo muerto repletas de cassettes que rescaté de la casa materna. Había unos doscientos intocables, la humedad estropeó las cintas. A los otros doscientos que suenan les armé un altar en la sala, compré un mueble y nos prestaron la radiograbadora. Escucharlos se convirtió en un ritual de placer sonoro. Mis sábados de oldies but goodies. No he podido tirar tanta música de mis vidas pasadas conectada a tantos procesos neuronales que disparan las endorfinas en el cerebro. Los recuerdos auditivos con gis son como fuegos artificiales en la cabeza. Emociona como aquellas primeras veces que escuché y grabé esta música. Pero nunca pensé en otros nostálgicos, mucho menos que el cassette iba a hacer tanto ruido un lustro después. Hasta que encontré una comunidad en Facebook llamada Solo Tapes. En 2015 apareció Is Everything, el tributo al grupo mexicano Size, en CD, vinil y cassette, lo cual fue una estupenda idea porque así los escuchamos en los ochenta. En menos de un año empezaron a circular cassettes de Los Brujos, Yo Maté a tu Perro y Los Honey Rockets.

EL ALMA DEL CASSETTE Varios personajes ilustres y empresas electrónicas le dieron vida a la pequeña

EC #100.indd 11

Después del formato 8 Track o cartucho de ocho pistas, invención de Bill Lear y su Lear Jet Corporation —que también tuvo su momento en los sesenta y seguramente tiene una secta de nostálgicos—, el cassette se convirtió en el hijo consentido de la industria discográfica entre los setenta y los noventa. Primero se lanzaba el LP y meses después aparecía el cassette. Luego se lanzaban simultáneamente, hasta que dejó de aparecer el LP y el cassette siguió girando. Finalmente se lanzaba a la par del CD pero el cassette corrió con la misma suerte del vinil. Era barato, fácil de llevar, de almacenar, de escuchar y resistente a los embates del rol. Pero la verdadera revolución se dio cuando TDK y Maxell lanzaron los cassettes con cinta virgen en 1971. Ahora el oyente podía grabar y regrabar su selección musical. También surgieron las radiograbadoras portátiles, algunas con doble cassettera, en las que se podían grabar las canciones del radio.

caja de sonido. Se merecen una ovación el danés Valdemar Poulsen, Don Telegráfono, el primero que grabó sonido y voz en una máquina con un alambre magnético en 1898. Y Fritz Pfleumer, quien inventó la cinta magnética al cubrir una tira de papel con óxido de hierro en 1927. Ambos inventos procrearon el magnetófono en la compañía German General Electric, una grabadora gigante de carretes con usos diversos, pesada y difícil de llevar. Así que en 1963, Phillips introdujo el Compact Cassette, la solución al problema de portabilidad del magnetófono. Un estuche de plástico de 10 cm x 6.5 x .9 en el que giran dos pequeños carretes y una cinta en la que sólo se podía grabar la voz. Por supuesto, el invento venía con su respectivo reproductor, la primera grabadora portátil. Dos años después aparecieron los cassettes con música pregrabada: un catálogo de la RCA que apenas alcanzaba los cincuenta artistas y la calidad de sonido no era muy alentadora. Entonces surgió la grabadora para música hi-fi en 1971, cuando Advent Corporation introdujo su Modelo 201 con el famosísimo sistema Dolby Noise Reduction —que Dolby Laboratories inventó en 1968 para elevar la fidelidad del cassette—, y cubrió las cabezas con dióxido de cromo (CrO2).

EL WALKMAN Y EL MIX TAPE

Foto > Especial

El cassette marcó el momento en que la cultura del consumidor cambió. Ahora el escucha tenía control sobre lo que escuchaba.

El Airmate fue un radio portátil muy popular en los años setenta, estaba integrado a unos enormes audífonos con antena que el oyente usaba para caminar o andar en bicicleta. También conservo uno, lo tiene puesto el busto de Frenología que sostiene una serie de libros junto al altar de los cassettes. Cuando apareció el Walkman de Sony en 1979, cuya invención se le reconoció tardíamente al inventor alemán Andreas Pavel en 2005, cambiaron la forma de escuchar la música y otros hábitos. El vinil rodó cuesta abajo. Ahora la música personal se podía escuchar en cualquier lugar, momento y actividad sin molestar a nadie. El reproductor de cassettes con audífonos estéreo también fue el papá del Discman, el iPod y los reproductores MP3, formato que ya fue declarado muerto por sus creadores del Fraunhofer Institute for Integrated Circuits. Bernhard Grill, director del instituto alemán, anuncia que el nuevo formato que han creado, más eficiente y funcional, es el Advanced Audio Coding AAC). Las playlists actuales también descienden del cassette. Se deben a esa

26/05/17 4:38 p.m.


10

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

bella práctica de grabar cintas con las canciones favoritas, mezclando todo tipo de música con un tema o una historia: el mix tape, considerado por sus practicantes un arte. El mix tape era un clásico de los diyeis y raperos de Nueva York durante los setenta y los ochenta. Desde entonces, en cada oyente hay un creador conceptual y productor musical esperando a ser liberado. Y claro, todos somos diyeis. El cassette virgen era como un lienzo o una hoja en blanco, se podía grabar con la música del radio, los discos, los conciertos, la voz, instrumentos, otros cassettes y finalmente de los compactos. Y lo mejor de todo es que era posible regrabar, editar, corregir. Rotularlos con logotipos y tipografías exóticas era parte del proceso creativo. También fue uno de los formatos favoritos del punk hardcore en los ochenta, por eso Thurston Moore le dedicó un libro. En 2005, el guitarrista fundador de Sonic Youth armó y publicó el audiolibro Mix Tape: The Art of Cassette Culture, una antología de grabaciones y textos realizados por cincuenta personajes de todos los ámbitos culturales, sobre los cassettes que grabaron por noviazgos, rompimientos, viajes, experiencias, aficiones, obsesiones y rituales. Artistas, escritores, músicos y pintores comparten sus listas musicales, acompañadas de la historia detrás de la grabación. Una mezcla de canciones y sonidos que —de acuerdo al compilador Moore—, representaron la expresión juvenil durante dos décadas. “El cassette es como una botella que se lanza al mar”. En esa dirección, fue el vehículo para que la música —el rock, el jazz y el blues— llegara a sitios inaccesibles en los países socialistas. Por todo eso al cassette se le atribuye la masificación y la democratización de la música. Todo iba de maravilla para el querido tape, hasta que Phillips introdujo el Compact Disc (CD). El invento estaba listo en 1980, se tomó una década de trabajo con Sony para lograr que el formato fuera amigable con el mercado, lo cual sucedió en los noventa.

LADO B The NAC El regreso del cassette es un fenómeno que sucede en América y Europa, protagonizado por discográficas como Post/Pop Records en Inglaterra, Burger Records en Estados Unidos y Cintas en México. Lo irónico es que sólo queda una fábrica de cassettes en el mundo, la National Audio Company, ubicada en un simbólico Springfield, Missouri. Steve Steep fundó la National Audio Company (NAC) en 1969 y hoy es el único proveedor de cassettes en el mundo. En los noventa adquirió a precios de remate todos los equipos para fabricar que pudo. Con esas máquinas opera la empresa de cincuenta empleados que produce 100 mil cassettes al día. En 2015, la producción superó los diez millones de cassettes, pedidos por cientos de discográficas y grupos independientes, así como por Universal y Sony Music. Su catálogo incluye cientos de grupos de garage y heavy metal, pero también colmilludos del calibre de Keith Richards, Nirvana, Judas Priest, Ice Cube, Weezer, Metallica, Eminem,

EC #100.indd 12

Blink 182 y Justin Bieber. “Las bandas indies son las responsables de este retorno”, afirmó Steep en una entrevista para Bloomberg. “El casette es tangible, colorido y mecánico en una era efímera. Además, conserva el espíritu punk, artístico, retro-cool”. Para Robert Covertson, el ingeniero de sonido y jefe técnico de NAC, el cassette es único porque su sonido proporciona una sensación de calidez que el digital no tiene. “Pero su retorno se debe a la nostalgia”, dijo en la misma entrevista. Para Covertson, está en boga grabar cassettes porque son muy baratos y conservan lo que llama “el aura vintage, el factor humano que interviene en la creación de una pieza física de arte musical: el diseño de la portada, las letras, las fotografías y tipografías, todo forma parte de la expresión”.

TRES DISCOGRÁFICAS DE CASSETTES En 2007, Sean Bohrman y Lee Rickard iniciaron Burger Records en Fullerton, California, para grabar y lanzar en cassette a los grupos emergentes de Los Ángeles. Hoy es la productora musical de cassettes más importante de Estados Unidos con más de mil lanzamientos; su catálogo incluye a Green Day, Devon Williams y Brian Jonestown Massacre (quienes dieron un alucinante concierto en la Ciudad de México hace unos meses). Partieron de un principio: “Somos análogos y sensitivos. Nos gusta tocar las cosas. Nos gusta sentir”. Al otro lado del océano, el londinense Jed Sheperd, clavado de la música lo-fi, creó Post/Pop Records en 2009. Empezó a grabar a los nuevos grupos ingleses en cassette, formato que ellos prefieren porque es inmediato, accesible y tangible, y hoy ha lanzado a más de cien agrupaciones. “Escuchar un cassette es un ritual sensorial”, afirma Shepherd en la página de su compañía. En Monterrey, Nuevo León, Ernesto Vidal fundó Cintas en 2015, una compañía que ha lanzado a treinta grupos en cassette. “Iniciamos sólo para editar la música de unos amigos, fuimos conociendo más proyectos y actualmente somos una plataforma. Editamos lo que nos gusta y lo que nosotros creemos que propone algo”, comenta Vidal en entrevista. Y explica por qué prefieren lo artesanal en la era digital: “Para nosotros fue una elección estética, de gusto personal. El cassette tiene ventajas, como ser un medio de bajo costo. Y en el mundo de la música independiente siento que es el vehículo perfecto para hacerlo tangible y compartir en un formato análogo. Dicen que es el formato más democrático. No está escrito en piedra, puede ser transformado/regrabado las veces que sea necesario”.

LOS HONEY ROCKETS Es un grupo de garage rock que se formó en 2012 en la Ciudad de México, un protagonista del regreso del cassette. Después de Los Yeti, el bajista Alex Zazá empezó a tocar con el guitarrista Jorge Vilchis antes de formar a Los Honey Rockets, al que se integraron el

“PARA ROBERT COVERTSON, EL CASSETTE ES ÚNICO PORQUE SU SONIDO PROPORCIONA UNA SENSACIÓN DE CALIDEZ QUE EL DIGITAL NO TIENE. ‘PERO SU RETORNO SE DEBE A LA NOSTALGIA’.” baterista Mauricio Ruiz Palacios y Jasmina Hirscchl en el órgano. Han lanzado dos cassettes, su primer EP, Los Honey Rockets, y un split tape compartido con el grupo angelino Las Cruxes. En entrevista, Zazá expone sus motivos: “Pensábamos sacarlo en vinil, que tiene una buena aceptación entre la gente que colecciona discos. Pero uno de los problemas del vinil es que ya no hay imprentas en México que se dediquen a hacerlo. La última era de Retroactivo y dejó de operar hace poco tiempo. Así que nos acercamos a Cintas. Pensamos que el cassette podría darle un valor agregado a nuestra música. Tiene cierto ruido y aire, y eso hace que nuestra música se escuche lo más cercano a nuestro sonido en vivo. Buscamos nuestros sonidos en instrumentos y equipos antiguos. Bulbos, mezcladoras análogas, grabadoras de cinta y algo de ruido. Si volviéramos a ser niños, seríamos de esos que siempre tienen los pantalones rotos de las rodillas”.

ELBOW Y ARRELA, LOS CASSETTE PLAYERS DEL MOMENTO Las radiograbadoras, los walkmans y consolas con reproductor de cassette son tesoros de segunda mano. En Fast Forward la nueva industria ya trabaja en ello. Será posible ver este tipo de aparatos en los escaparates de electrónica, como ya se encuentran, por ejemplo, en Radio Shack. Por lo pronto, dos compañías lanzaron sendos reproductores para disfrutar los viejos y nuevos cassettes. El que ha causado furor, Elbow Cassette Tape Player, es un novedoso diseño fabricado por la empresa lituana BrainMonk. Un dispositivo más pequeño que el cassette, que se prende de la ropa como un clip y se escucha con audífonos. Tiene un cable usb para cargar la pila y reproducir la música en cualquier dispositivo. Tras su lanzamiento en 2016, la compañía se vio rebasada por la avalancha de pedidos y tuvo que colocar un aviso en su página para informar que, por el momento, le era imposible surtir todas las solicitudes. También existe el Arrela Converter, otro tipo de walkman que funciona como convertidor que permite reproducir y pasar la música de cassette a mp3 y cd, si acaso se desea salvarla en digital. Aunque el walkman de cinta haya cedido ante el iPod, con seguridad escucharemos más sobre estos y otros reproductores que traerán la calidez musical de regreso al presente. Mientras eso sucede, los cassettes seguirán girando en el tiempo, como pequeñas ruedas musicales, a su paciente velocidad de 4.76 cm por segundo. C

26/05/17 5:10 p.m.


El Cult ural S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

YA E S TA M O S H A S TA L A M A D R E

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

11 Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

E

n mis archivos tengo una crónica que no me he atrevido a publicar por vergüenza. Se trata de un episodio que sufrí en el aeropuerto de Madrid. Se me detuvo. Y se me encerró en una prisión preventiva. Horas después me dejaron en libertad. Y me permitieron entrar a España. Nunca supe por qué a mí. Eran los tiempos en que escribí un par de textos contra el gobernador Rubén Moreira. Jamás lo relacioné. Días después de la partida de Sergio González Rodríguez releí El hombre sin cabeza. Ahí Serge relata un contratiempo que sufrió en la frontera alemana. Le registraron el ano en busca de droga. No recordaba este pasaje. Pero no me extraña que detrás de este tipo de atropellos estén las autoridades de nuestro país. En fin, si Serge fue un valiente para relatar la humillación que le propinaron, yo por estos días voy a publicar esa crónica que tiene varios años en la oscuridad. En resumen: ser periodista en México es traer una nube negra sobre tu cabeza todo el tiempo a todos lados. Menciono el asunto a raíz del asesinato de Javier Valdez Cárdenas el pasado 15 de este mes. Cuando se terminó el mandato de Felipe Calderón existió un equívoco generalizado. Nadie nos lo firmó, pero concluimos que la guerra vs. el narco había concluido. Y los primeros meses una falsa calma se instauró sobre el país. Pero poco a poco los escándalos de la clase política fueron emergiendo. Se descaró el déspota Duarte. Y se mostró nuestra realidad. El nuevo “orden” tiene sumido al país en la misma situación en que estaba

ES TRISTE PERO MÉXICO HA DEJADO DE SER EL PAÍS CORRUPTO PARA CONVERTIRSE EN EL REY DE LA SANGRE.

El sino del escorpión

durante el calderonato. Basten como ejemplo Coahuila, con los Moreira y la lista de prófugos pertenecientes al partido en el poder. El romance con el nuevo pri fue breve. Hicimos una pausa en el infierno. Pero ha vuelto a alcanzarnos. Y en esta guerra vs. el narco que no termina uno de los frentes más afectados ha sido el gremio periodístico. No se trata de hartazgo, ése ya lo dejamos atrás hace mucho tiempo. No se trata de la pérdida de garantías, con los 43 de Iguala está demostrado que los Derechos Humanos son inexistentes en nuestro territorio. No se trata de dinero, con la subida del dólar quedó claro que nos seguirán apretando el cinturón eternamente. No se trata de seguridad. Los ajustes de cuentas se presentan en narices de la policía y el ejército. ¿Entonces de qué se trata? Es triste pero México ha dejado de ser el país corrupto para convertirse en el rey de la sangre. La agenda de este país ha dejado de lado la política, la economía y se ha especializado en el asesinato. Más que un país esto parece una comedia. Capturan a Duarte pero a ninguno de sus prestanombres. Leonardo DiCaprio pide al presidente la preservación de la vaquita marina y recibe respuesta inmediata del secretario de la Semarnat. Miles, millones exigen justicia y nunca llega. Y mientras tanto continúan los asesinatos de periodistas. Estamos, pues, atrapados sin salida. Los ciudadanos y aquellos que son los encargados de informar lo que ocurre en el territorio. En un principio la guerra vs.

el narco se estableció como una lucha entre el crimen organizado y el gobierno calderonista. Pero esta rápidamente se traspoló. Es el narco vs. el país. El narco vs. el periodismo. El narco vs. todos nosotros. Con la incapacidad de la ley para protegernos como telón de fondo. México ya no soporta un crimen más. Un asesinato más. Una pérdida más. Y sin embargo la impunidad crece cada día. El Estado de Derecho suena tan remoto como un planeta inventado dentro de una novela de ciencia ficción. El asesinato de Javier sigue haciendo más profunda la llaga. Una herida que parece imposible de cerrar. A una tragedia se suma otra y otra y otra. No estás seguro en ningún lado. Ni en tu casa ni afuera de un periódico. A Javier le dispararon afuera del semanario Ríodoce. Y todo esto no se trata de otra cosa sino de una lucha por la verdad. Y del alto precio que se paga por decirla. De la indignación pasamos al miedo y del miedo al pánico. Vamos a cumplir dos sexenios de psiconarcosis. Y la solución no asoma ni remotamente en el horizonte. Y las bajas en el mundo del periodismo están dejando a México mudo. En un país sin habla es en lo que nos hemos convertido. Y ya no se puede negociar con nadie. Ni con el narco ni con el gobierno. No hay otro acuerdo que la inseguridad. En cien años las palabras que más hemos escuchado los mexicanos han sido prosperidad y progreso. Es el mensaje de nuestros políticos. Pero a lo que aspiramos no es ya al primer mundo. Queremos paz. C

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

De intelectuales y cultos LAS VAGAS LEYES o el preciso azar (o viceversa) trajeron al escorpión el video de Mario Vargas Llosa donde señala: “México es la dictadura perfecta”, durante el Encuentro por la Libertad de 1990. A la cita se vuelve con frecuencia para interrogarse sobre las características de nuestro sistema político. Más allá del término “dictadura perfecta”, rebatido desde entonces por los presentes en aquella discusión, al alacrán le interesa otro fragmento de la alocución del Nobel de Literatura, aquel donde afirma: No creo que haya en América Latina ningún caso de sistema (...) que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándolo de una manera muy sutil, a través de trabajos, a través de nombramientos, a través de cargos públicos, sin exigirle una adoración sistemática,

EC #100.indd 13

como hacen los dictadores vulgares, por el contrario, pidiéndole más bien una actitud crítica, porque esa era la mejor manera de garantizar la permanencia de ese partido en el poder... El venenoso recobra el asunto en momentos de cuestionamiento al manejo de los recursos en las oficinas de cultura gubernamentales: ¿Con cuáles criterios se otorgan y se deciden apoyos? ¿Quién propone las ediciones de libros y la promoción de tal o cual autor? Todo porque el artrópodo atestigua cómo la visión de las élites intelectuales y culturales es, en efecto, hipercrítica hacia el sistema político y el gobierno mexicano, pero nunca hacia ellas mismas, pues parecen concebirse alejadas del corrupto lodo mundano. En las entrevistas de su libro El intelectual mexicano: una especie en extinción

(Taurus, 2015), Ana Sofía Rodríguez y Luciano Concheiro documentan la transformación del papel del intelectual en el México del nuevo siglo; por lo mismo, el rastrero insiste en actualizar la pregunta sobre el papel a desempeñar por las élites intelectuales y culturales en esta enésima crisis mexicana. Para documentar su optimismo (si alguno), el artrópodo lee sobre el fotoperiodista Ángel Hernández, quien rechazó el Premio Estatal de Periodismo de Veracruz en protesta por los homicidios recientes de sus colegas en todo el país. “Perdón si llego a ofender a alguien con mi comentario, mis compañeros y amigos saben que respeto su trabajo, pero en este oficio uno trabaja por amor a lo que hace y no por andar presumiendo de algo que quizás ni se merece”, dijo Hernández con sus atributos bien puestos en su lugar.

LAS ÉLITES INTELECTUALES Y CULTURALES PARECEN CONCEBIRSE ALEJADAS DEL CORRUPTO LODO MUNDANO.

26/05/17 4:39 p.m.


12

E l C u lt u ral S Á B A D O 2 7 . 0 5 . 2 0 1 7

LA TRANSGRESIÓN DE LA ALIANZA

ALIEN: COVENANT

L

a franquicia fílmica Alien nos ha ofrecido durante casi cuatro décadas reflejos reveladores de la Zeitgeist. La serie que comenzó en 1979 con una espléndida cinta de horror espacial de Ridley Scott que reinventó las fórmulas del género, exploró algunos de los principales temores y obsesiones tecnológicas de la época, así como las ilusiones de la ingeniería social del fin de siglo. En su primera entrega el tema subyacente era el sacrificio de la clase obrera a los intereses militares de un estado corporativo. En Alien, la tripulación de la nave comercial Nostromo es considerada desechable, ya que la verdadera misión, como explica el androide Ash, quien opera como director científico de la misión, es llevar a la tierra al alien del título (el término xenomorfo es usado por primera vez en la siguiente cinta de la serie). Aliens (1983), de James Cameron, es una exploración de la mentalidad bélica y militarizada, así como el comienzo del desmantelamiento de los servicios de seguridad social en tiempos de Ronald Reagan. Alien 3 (1992), de David Fincher, reflexiona en torno a una sociedad penal que refleja el crecimiento desmesurado del complejo militar-policiaco-carcelario y el encarcelamiento masivo resultado de la guerra contra las drogas y el sometimiento judicial de la población negra y minoritaria. Si bien todos los filmes de esta serie tratan el tema de la infección y la epidemia, este es casi una metáfora del terror del sida. En este episodio la suboficial Ripley (Sigourney Weaver) descubre que la corporación Weyland-Yutani quiere convertir al xenomorfo en una arma biológica. Alien 4, Resurrección (1997), de Jean Pierre Jeunet, lleva la temática hacia la manipulación genética (la oveja clonada Dolly nació en 1996); el tráfico humano (de acuerdo con el Departamento de Estado en la Unión Americana, alrededor de 195 mil mujeres fueron vendidas en los mercados sexuales de occidente en 1997); y los derechos reproductivos de la mujer (Ripley 8, uno de los clones de la original, es “un producto secundario” del proceso para obtener una reina). No por nada la computadora de la nave se llama Father y no Mother como en otros episodios. A quince años de la última secuela de Alien, Ridley Scott dirigió la ambiciosa precuela Prometheus, la cual sucede en 2089 (Alien tiene lugar en 2122), y se concentra en temas filosóficos como la búsqueda de los orígenes de la humanidad y la conciliación de creencias y ciencia. Cinco años más tarde Scott dirigió Alien: Covenant, la cual comienza en un cuarto circular, blanco, lujoso y aséptico,

EC #100.indd 14

Por

NAIEF YEHYA

decorado con magníficas obras de arte, desde un enorme David, de Miguel Ángel, y un piano Steinway de cola, hasta una pintura de uno de los maestros holandeses. Otro David (Michael Fassbender), el androide de Prometheus, discute con su creador Peter Weyland (Guy Pearce). Cuando el magnate le pregunta a David 8 en qué cree, éste responde: “en la creación”. Y luego el androide termina la conversación recordándole a su creador que él envejecerá y morirá, un destino que David no compartirá. Weyland no parece orgulloso de un hijo pródigo irreverente y envidioso del poder creador del hombre. Tras esa breve introducción aparece la nave uscss transportando en 2104 a más de dos mil colonos (y otros tantos embriones) al planeta Origae 6. En el camino la nave tiene un percance debido a una explosión de neutrinos que provoca la muerte de varios miembros de la tripulación, incluyendo el capitán (James Franco, a quien sólo vemos en un video, la escena de la “Última cena”, muy promocionada en la red y que fue eliminada) y obliga a la tripulación a despertar del sueño criogénico. Una vez reparada la nave reciben una señal de un planeta y el capitán sustituto, Oram (Billy Cudrup), toma la decisión de acudir a investigar. Esto es una repetición de lo sucedido en la cinta original, un eco deliberado que juega con las expectativas del público al explotar las convenciones genéricas con fervor, astucia e inteligencia. Hay un regreso a la narrativa, dinámica, suspenso y tensión del filme original. Un grupo de miembros de la tripulación (diverso en términos multiculturales, multirraciales, con preferencias sexuales diversas y algunos de ellos casados) desciende al planeta, mientras es sacudido por una feroz tormenta, para encontrarse una ecología desconcertante, la total ausencia de animales y las prodigiosas ruinas de una civilización extinta. Nuevamente aparecen el acecho y la cacería sistemática de humanos, sin embargo la cinta opera a otro nivel. En todos los filmes de la serie ha habido humanos sintéticos o androides. Inicialmente fue Ash (Ian Holm), a quien siguió Bishop (Lance Henriksen), más tarde Call (Winona Ryder) y después vinieron David 8 y la siguiente generación, Walter, quien es idéntico a David pero en una versión menos emotiva y autónoma que su predecesor. En todos los casos la fidelidad de estos hijos de nuestra mente es puesta en entredicho. Si antes los androides jugaban

Foto > Especial

FILO LUMINOSO

EN TODOS LOS CASOS LA FIDELIDAD DE ESTOS HIJOS DE NUESTRA MENTE ES PUESTA EN ENTREDICHO. SI ANTES LOS ANDROIDES JUGABAN UN PAPEL SECUNDARIO, A PARTIR DE PROMETHEUS ESTOS SERES SON EL EJE DEL RELATO.”

un papel secundario, a partir de Prometheus estos seres son el eje del relato y tienen la función de poner en entredicho lo que significa ser humano, por tanto este filme se encuentra en el mismo territorio que Blade Runner. En el planeta la tripulación es rescatada de un ataque de aliens por David, quien llegó a ese planeta tras el final de Prometheus con la doctora Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) en busca de los “ingenieros”, la especie que creó a la humanidad y por alguna razón oscura también decidió exterminarla usando xenomorfos como arma biológica de destrucción masiva. En aquel filme David intenta realizar su propia creación al “inocular” al novio de Elizabeth con la “semilla” de un xenomorfo que lo asesina pero antes impregna a Shaw. Aquí reencontramos a David convertido en un genocida (lo cual vemos en un flashback), un destructor de mundos que experimenta con su creación al explorar la diversidad de su nueva, maleable y destructiva fauna. David es un artista multifacético que crea obras en papel, música y adn con lo que parece querer demostrar que tiene conciencia y por lo tanto no es inferior a los humanos, pero su ambición no termina ahí, ya que en realidad quiere ser como los dioses. El capitán sustituto es un hombre religioso, un hombre que cuestiona sus decisiones y en consecuencia no es una autoridad confiable. Eventualmente él será también sustituido por Daniels (Katherine Waterson), quien viene a funcionar como un eco de Ripley. No obstante, como sucede en todos los filmes de Alien, ellos y el resto de la tripulación es desechable, mientras que la relación en verdad importante es la que se establece entre David y su “heredero” Walter, como dos facetas de la descendencia tecnológica del Hombre. Ahí tiene lugar la alianza (Covenant) del título en forma de la relación ambigua que puede ser entre dos iguales o entre un dios y sus creyentes. La lealtad de Walter será puesta a prueba por la seducción intelectual, casi carnal y casi amorosa de David, quien le ofrece la libertad y el poder de ser un creador a cambio de traicionar al Hombre. David recita partes de “Ozymandias” de Percy Shelley, que habla del inevitable ocaso de los líderes y sus imperios. Esto anticipa el golpe maestro de David, que si bien parece evidente no deja de resultar devastador hasta para el espectador más frío. Mientras vemos el ocaso de nuestra especie se escuchan las notas de La entrada de los dioses al Valhalla, de Mahler. Bienvenidos al paraíso de las mentes artificiales.

26/05/17 4:39 p.m.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.