MOHAMED ALÍ (1942-2016)
ESPECIALES | La Razón
EL ÚLTIMO
MITO ASÍ, BALBUCEANTE y con el cuerpo paralizado por una
enfermedad despiadada y dolorosa, murió el más lenguaraz y el más dinámico de los últimos íconos vivos de la década prodigiosa de los años sesenta (la de los Kennedy, Luther King, Malcolm X, Lennon, Capote, Brando, Elvis, Marilyn…) El destino es dueño y señor de ese tipo de caprichos: el hombre que habría podido mirar desde el espacio hacía abajo y saber que en el gran planeta que Yuri Gagarin descubrió en 1961 que era azul, no había un ser viviente que no supiera su nombre, pasó sus últimos años sin poder pronunciar bien
Foto>AP
“Mohamed Alí”.
Por Rubén Cortés pág. 8
II
ESPECIALES | La Razón razon.com.mx
La Razón | Lunes 06.06.2016
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
EL HOMBRE DE PAZ QUE ACABÓ CON SUS RIVALES
UN MUSULMÁN
DE RAZA NEGRA
EN LOS AÑOS 60
INICIÓ A BOXEAR luego de que le robaron una bicicleta en su natal Louisville, a los 12 años; Clay abrazó la religión del islam desde la adolescencia y la convirtió en un modo de vida Por Ricardo Otero >
Cassius Clay es el nombre de un esclavo. No lo escogí. No lo quería. Yo soy Mohamed Alí, un hombre libre”
ricardo.otero@razon.com.mx
E
1 1960
Cassius Clay después de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma en la división de los semicompletos.
Mohamed Alí
Foto>AP
n un restaurante de Louisville, Kentucky, a un chico no le quisieron servir una hamburguesa. Una escena cotidiana en los Estados Unidos a principios de los años 60, pero resulta que el joven, de raza negra y apenas 18 años de edad, recién había ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Roma 1960, en la categoría de los Semipesados del boxeo. Cassius Marcellus Clay Jr. había derrotado a los mejores púgiles amateurs del mundo, con una claridad y limpieza inusitada, en un país lejano, a una edad en la que no podía pedir una cerveza, pero ese día entendió que la lucha más grande que iba a enfrentar era ser tratado como un humano. Cuatro años más tarde, enfrentó a Sonny Liston por el título mundial de los Completos por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y el Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Clay era una celebridad naciente, un bocón, el chico que no temió decirle al campeón mundial que era un “oso horrible” al tiempo que le mostró una trampa para cazar a esos animales, además de que le llamó “vago” en la ceremonia de pesaje y que se lo comería vivo. Los cronistas de la época decían que era cruel que un jovencito simpático se enfrentara al exconvicto que poseía el cinturón de monarca. El 25 de febrero, cuando sonó la campaña para iniciar el séptimo round, Clay se levantó de su banquillo y salió de su esquina, pero Liston permaneció sentado. Se había terminado la pelea, oficialmente por nocaut técnico. El nuevo campeón bailó en el ring, se deslizó de lado a lado hacia las cuerdas y gritó “¡Tráguense sus palabras! ¡Tráguense sus palabras! ¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! ¡Sacudí al mundo!” Pero la sacudida era en realidad sólo el aviso de lo que estaba por venir, un huracán al que ni siquiera la muerte ha vencido. Al día siguiente, hizo saber al mundo que ya no se llamaría con el nombre que
EL ACTIVISTA Malcolm X apoyó a Clay en sus primeros años de carrera.
le pusieron sus padres, sino Cassius X, en honor a su amigo, el activista Malcolm X, quien lo apoyó abiertamente antes de su pelea contra Liston, pues ello, para él, demostraría la superioridad del islam en el mundo. Desde 1959, siendo un menor de edad, se acercó por primera vez a la organización Nación del Islam; al año siguiente fue campeón olímpico y en 1961 terminó su conversión. Sin embargo, para el tiempo de la pelea, Malcolm X había sido suspendido de la Nación del Islam por comentarios inapropiados alrededor del asesinato del presidente John F. Kennedy. Ante la disyuntiva, Cassius X se alejó de su amigo en favor del líder de la organización,
Elijah Muhammad, y finalmente adoptó el nombre con el que fue reconocido hasta el día de su muerte. En lo inmediato, la religión de Alí lo alejó de un sector de los afroamericanos de su país, el que profesaba la fe cristiana, la misma de su emblema, Martin Luther King. La realidad es que no le importaba ser odiado en los Estados Unidos, ya que él pertenecía “al mundo de la raza negra. Siempre tendré un hogar en Paquistán, en Argelia, en Etiopía. Eso tiene más valor que el dinero.” Para Elijah Muhammad, al igual que para Malcolm X, Alí era el general de una cruzada que probaba la superioridad del islam, sobre el cristiano Liston. El lí-
der de la Nación del Islam modificó sus paradigmas, abrazó el boxeo después de pensar que el deporte y las apuestas perjudicaban a los afroamericanos, y que una posible derrota de Clay en realidad sería dañina para su comunidad. Alí logró disociar su religión de la lucha por los derechos civiles. Llevó su espectáculo en el ring a países donde hoy es impensable una pelea estelar, como Zaire (hoy la República Democrática del Congo) o Filipinas. Recién coronado campeón del mundo, viajó a Ghana y Egipto como embajador de la Nación del Islam, pero se separó de ella en 1969, en plena suspensión de su carrera deportiva por no ir a la guerra de Vietnam, al declarar que seguiría boxeando sólo para hacer dinero. Siempre promovió al islam como una religión de paz. Lo hizo en 2001, después de los ataques terroristas de Al Qaeda a Nueva York y Washington, e incluso en diciembre pasado, cuando le envió una carta al hoy candidato republicano a la presidencia, Donald Trump. “Hablando como alguien que nunca ha sido acusado de ser políticamente correcto, creo que nuestros líderes políticos deberían usar su posición para brindar comprensión sobre la religión del islam y clarificar que esos sanguinarios asesinos están pervirtiendo la opinión pública sobre lo que realmente es el islam”, expresó en un fragmento. El magnate olvidó su discurso de odio el viernes por la noche y dijo que Alí “fue un gran hombre” y “siempre será extrañado por todos”. El excampeón dejó el mundo cerca de terminar el mandato del primer presidente negro de su país y sin saber el destino que le depara a sus correligionarios.
20 GRANDES MOMENTOS. Éstas son algunas de las peleas más memorables de su trayectoria. 2 3 4 5 17 de mayo de 1962
El joven Cassius Clay, a los 20 años, boxeador de peso completo de Louisville, Kentucky.
1962
Cassius Clay con su entrenador Angelo Dundee en el gimnasio de City Parks, en Nueva York.
1963
Cassius Clay en las calles de Nueva York en 1963.
1964
Cassius Clay levanta las manos en señal de victoria tras vencer a Sonny Liston en la Sala de Convenciones de Miami.
III
ESPECIALES | La Razón Twitter @LaRazon_mx
Lunes 06.06.2016 | La Razón
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
UN LARGO DERRUMBAMIENTO DE DOS SEGUNDOS POR
E
sa noche hacía calor. El aire se haría más tropical a cada asalto. En su rincón, Alí parecía sufrir cuando respiraba. ¿Eran los riñones o las costillas? Dundee le hablaba y Alí sacudía la cabeza en señal de desacuerdo. En contraste con la expresión de Foreman, la suya era despierta, sus ojos parecían tan vivaces como los de una ardilla. Sonó la campana que daba comienzo al octavo asalto. Con un trabajo lento y deliberado, retrocediendo una vez más, dándose entre uno y otro, tomando puntería, Alí asestó seis buenos directos de derecha y de izquierda. Era como si aún tuviera una reserva de buenos golpes, pero en cantidad limitada, como el soldado que en medio de la ciudad sitiada cuenta las balas que le quedan, de modo que cada golpe tenía que realizar una porción predeterminada del trabajo. Las piernas de Foreman se movían con torpeza, como un caballo que avanza por una calle rocosa. Alcanzado por centésima vez con un golpe cruel, su respuesta consistió en devolver un gancho de izquierda que resultó tan feroz que por poco no salió él mismo despedido entre las cuerdas. Pero este golpe salvaje pareció haberlo refrescado con la promesa de recuperación de una parte de su poderío. Si bien sus golpes más potentes se perdían en el vacío, al menos eran buenos golpes. Una vez más podría ser un prodigio de energía. Pero una agitación en las cuerdas recordaba el gran bombardeo del quinto asalto. Y Alí seguía burlándose, el diálogo continuaba. “¡Pelea con ganas! – decía Alí. Yo creía que dabas buenos golpes. Eres un debilucho. Ya no das más.” Después de un rato, los golpes de Foreman silbaban menos que su respiración. Por decimoctava vez, el rincón de Alí gritaba: “¡Sal de las cuerdas! ¡Noquéale! ¡Mándalo a su casa!” Foreman había agotado la reserva de fuerza que transportara el séptimo asalto al octavo. Dio suaves zarpazos a Alí, como un niñito de un metro ochenta de estatura que agitara su brazo fuera de control. Cuando quedaban veinte segundos para que terminara el asalto, Alí atacó. De acuerdo con su cálculo, producto de veinte años de boxeo, y con todo lo que había aprendido acerca de lo que se podía hacer en el ring en cada
NORMAN MAILER
momento, escogió precisamente ese instante como la ocasión adecuada y, recostado contra las cuerdas, lanzó a Foreman un derechazo y un izquierdazo y luego se liberó de las cuerdas para asestarle un izquierdazo y un derechazo. En este último golpe hizo intervenir otra vez el guante y el antebrazo, un golpe demoledor en la cabeza que lanzó a Foreman hacia delante haciendo eses. Cuando pasó al lado de Alí, éste le pegó en un lado de la mandíbula con la derecha y se alejó de las cuerdas de tal manera que fuera Foreman quien quedara más cerca de ellas. Por primera vez en todo el combate, ponía a Foreman al borde del ring. Alí lo castigó con una combinación de golpes tan rápidos como los del primer asalto, pero más fuertes y más seguidos, tres derechazos capitales en serie dieron de lleno en Foreman, luego un izquierdazo, y por un instante asomó a la cara de Foreman el reconocimiento de que estaba en peligro y que debía empezar a buscar su última protección. Su adversario estaba atacando y detrás de él no había cuerdas.
Tenía los ojos puestos en Alí, y lo miraba desde abajo, sin ira, como si fuera el mejor hombre que conocía en el mundo” ¡Qué conmoción! ¡Se habían invertido los ejes de su existencia! ¡Ahora el que estaba contra las cuerdas era él! Luego un tremendo proyectil exactamente del tamaño que un puño dentro de un guante penetró hasta el centro mismo de la mente de Foreman, el mejor golpe de esa noche, sorprendente, el golpe que Alí había guardado durante toda su trayectoria profesional. Los brazos de Foreman volaron hacia los lados. Doblado en dos, trató de alcanzar el centro del ring. Durante todo ese tiempo tenía los ojos puestos en Alí y lo miraba desde abajo, sin ira, como si Alí fuera en realidad el mejor hombre que conocía en el mundo y lo estuviera mirando el día de su muerte. El vértigo se apoderó de Foreman y lo hizo girar. Todavía doblado por la cintura en esa postura de incomprensión, manteniendo los ojos fijos en Mohamed Alí, empezó a tambalearse y a caer aun cuando no lo deseaba. Su mente quedaba sujeta por imanes en lo alto, mientras su título de campeón
y su cuerpo buscaban el suelo. Cayó como un mayordomo de sesenta años y un metro ochenta de estatura que acaba de recibir trágicas noticias, sí, fue un largo derrumbamiento de dos segundos durante los cuales el campeón caía por partes mientras Alí daba vueltas alrededor de él, formando un círculo estrecho y con la mano preparada para pegarle una vez más, pero no hubo necesidad; fue una escolta completamente íntima hasta el suelo. El árbitro llevó a Alí al rincón. Allí permaneció de pie, perdido en sus pensamientos. Luego movió los pies con rapidez, pero con contención, como si se disculpara por no haber pedido nunca a sus piernas que bailaran, observando atentamente a Foreman, que trataba de incorporarse. Como un borracho que espera poder levantarse de la cama para ir a trabajar, Foreman se giró y luego dio comienzo la lenta y angustiosa incorporación de toda aquella mole que Dios le había dado y, oyera o no la cuenta, se puso de pie una fracción de segundo después que ésta llegara a diez y el quedara derrotado, pues cuando el árbitro Zack Clayton lo condujo con una mano sobre la espalda, caminó con paso dócil hacia su rincón sin ofrecer resistencia. Lo recibió Moore. También lo hizo Sadler. Más tarde, se conoció la conversación que mantuvieron. —¿Te sientes bien? —Sí —dijo Foreman. —Bueno, no te preocupes, ya es historia. —Sí. —Estás bien —dijo Sadler— lo demás se arreglará solo. En el ring, Alí fue asaltado por Rachman, Gene Kilroy, Bundini y una multitud de amigos negros, viejos, nuevos y novísimos, que se abalanzaron por los pasillos, saltaron sobre la plataforma, pasaron entre las cuerdas y se acercaron para tocarlo. Norman le dijo a Plimpton con admiración, como un padre tonto que de pronto se da cuenta de que su hijo está real e indudablemente casado: “¡Dios mío, es campeón otra vez!”, como si durante años se hubiera preparado para no esperar tan buenas noticias. En el ring, Alí se desmayó. Ocurrió de repente, sin ningún aviso y casi nadie lo vio. Angelo Dundee, que giraba alrededor de las cuerdas lanzando men-
sajes de felicidad a los reporteros, no se dio cuenta de lo que había pasado. Lo mismo ocurría con todas las caras sonrientes. Sólo lo supieron las ocho o diez personas que tenía a su alrededor, las ocho o diez bocas que acababan de abrirse para una celebración y se convirtieron en muecas de horror. Bundini pasó de la risa al llanto en cinco segundos. Por qué se desmayó Alí es algo que jamás se sabrá. Advertencia contra el orgullo excesivo en los próximos años —señal personal de Alá—, o debilidad provocada por el agotamiento repentino, ¿quién podía saberlo? Pudo haber sido incluso el espasmo de un reflejo que hubiera estado elaborando inconscientemente durante meses, la capacidad para recuperarse en sólo unos segundos de la pérdida total de conciencia. ¿Se había visto obligado a probarlo al menos una vez aquella noche? En todo caso, tenía demasiada pasta de campeón como para permitir que aquello se convirtiera en un incidente, de modo que antes de que pasaran diez segundos estaba otra vez de pie. Sus entrenadores, primero exaltados, luego contenidos, aterrorizados y nuevamente exaltados, lo miraban con cara de triunfo y abatimiento, la máscara risueña de la comedia y la boca sufriente de la tragedia, en ese instante una junto a la otra en el ring africano. David Frost gritaba: “Mohamed Alí lo ha conseguido. El gran hombre lo ha conseguido. Es la escena más feliz que jamás se haya visto en la historia del boxeo. Es una escena increíble. El ambiente desborda locura. Mohamed Alí ha ganado.” Y como el locutor que le precediera había empezado la cuenta con retraso –iba dos segundos por detrás del árbitro- y estaba en ocho cuando Clayton decía diez, en todas las pantallas de circuito cerrado del mundo pareció que Foreman se había incorporado antes de que se hubiera agotado la cuenta y la confusión reinó por doquier. ¿Cómo podía ser de otra manera? Los medios de comunicación siempre sembrarían las semillas de la confusión. “Mohamed Alí ha ganado. Por knockdown —decía Frost de buena fe—. Por knockdown.” De regreso a Estados Unidos, todo el mundo decía ya a voz en cuello que la pelea estaba amañada. Sí. También lo estuvieron La ronda nocturna y Retrato del artista adolescente.
TOMADO DEL LIBRO AMÉRICA, DE NORMAN MAILER. ANAGRAMA, 1998
6 1967
Mohamed Alí y Martin Luther King. Alí se encontraba en Houston por una audiencia de la corte tras ser llamado a enrolarse en el Ejército el 28 de abril.
7 1966
Cleveland Williams tumbado en la lona mientras el réferi Harry Kessler envía a Mohamed Alí a una esquina neutral durante una pelea.
8 1967
Alí, escoltado en la estación de ingreso y examinación de las fuerzas armadas en Houston, luego de que el boxeador rechazara entrar al Ejército.
9 1971
Mohamed Alí en la víspera de su primera de tres peleas contra Joe Frazier.
10 1971
Mohamed Alí y Joe Frazier en la “Pelea del Siglo”, en Nueva York. Frazier ganó en el round 15.
IV
ESPECIALES | La Razón razon.com.mx
La Razón | Lunes 06.06.2016
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
GRANDES RIVALES
MOHAMED ALÍ VS. TEÓFILO STEVENSON
LA GRAN PELEA
DE MOHAMED ALÍ
QUE NUNCA PUDO SER
ricardo.otero@razon.com.mx
L
os años 70 fueron el esplendor del boxeo profesional. Dos grandes leyendas de los cuadriláteros fueron contemporáneos: Mohamed Alí: Joe Frazier y George Foreman. Una serie de combates entre ellos popularizaron al deporte de los puños en todo el mundo. Gracias a ellos el término “peso completo” se volvió una metáfora que va más allá del número que escupe una báscula: un “peso completo” es reconocido en cualquier ámbito como un grande, como uno de esos a los que vencer representa una hazaña. Alí al menos una vez le ganó a ellos, a los más grandes de su época. Pero hubo un gigante contemporáneo al que no pudo vencer.
LOS CAMPEONES MUNDIALES profesional y amateur perfilaron un combate que no se pudo realizar por diferencias ideológicas y políticas entre ellos
ALÍ sorprendió al mundo al destronar a Liston.
Cuando ya era un peleador reconocido a nivel mundial, el primer gran combate del entonces llamado Cassius Clay fue el 25 de febrero de 1964 ante Sonny LIston, campeón de la AMB y el CMB. Previo al encuentro, Cassius declaró la forma en cómo se comportaría en el ring: “flotaría como una mariposa y picaría como una abeja”. Venció a Liston en el séptimo asalto por nocaut técnico, por problemas en el hombro del campeón defensor. El 25 de mayo de 1965 llegó la revancha, con triunfo del ya rebautizado Alí por nocaut en sólo 2 minutos y 12 segundos.
JOE FRAZIER Adiós al invicto
STEVENSON fue campeón mundial amateur en tres ocasiones: La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986
A la par de aquella época, en el deporte olímpico se gestó la leyenda del cubano Teófilo Stevenson, ganador de tres medallas de oro en los pesos completos, en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, un récord histórico que comparte con su compatriota Félix Savón y el húngaro Laszlo Papp, aunque se dice que Stevenson pudo ganar su cuarto y hasta quinto oro si Cuba no se une al boicot del bloque comunista en Los Ángeles 1984 y al de Corea del Norte en Seúl 1988. El impulso que le dio el régimen de Fidel Castro al deporte vio sus primeros frutos precisamente en el boxeo, con los oros de Orlando Martínez, Emilio Correa y el propio Stevenson en Múnich. Pero uno de los ideales de Castro era la abolición del profesionalismo, por lo que para que alguno de los grandes púgiles de la isla accediera a un título mundial y sus jugosas bolsas de dinero, era necesario abandonar el país. El promotor Don King se obsesionó con la idea un combate entre Muhammad Alí y Teófilo Stevenson. Imaginemos la escena: dos campeones olímpicos, el campeón mundial profesional y amateur vigentes; el cubano más alto y más técnico, el estadounidense más fuerte y más espectacular; uno más reservado, el otro como un torbellino de emociones; ambos con una pegada descomunal y, por si eso fuera poco, de fondo, la rivalidad política de dos naciones separadas
El primer gigante que tumbó
Foto>Getty Images
Por Ricardo Otero >
SONNY LISTON
ALÍ Y TEÓFILO STEVENSON en el malecón de La Habana.
3 61
Oros olímpicos ganó el cubano Stevenson
y el tercero contra Frazier, se realizaron en países gobernados por dictadores que accedieron a financiar los pleitos por millones de dólares.
Peleas como profesional tuvo Alí
por unos cientos de kilómetros de distancia y una guerra de ideologías. King tenía como arma una bolsa de millones de dólares para ambos púgiles. Cuba pedía que su peleador no perdiera su status de amateur y que se realizaran cinco combates de tres rounds (para cumplir los 15 asaltos) bajo el formato del boxeo aficionado. El promotor no aceptó y el costalazo de billetes no era capaz de doblegar al gran campeón cubano. Es cierto: Castro le dio dos casas, dos automóviles y aseguró su vida, a Stevenson no le faltó nada, pero dejó pasar la oportunidad de ser millonario. Para él no había suma que valiera sus ideales ni los de su Revolución. Pero Alí, independientemente de que sí le gustaba ganar mucho dinero, congenió con regímenes antagónicos al de su país. Su figura no oficial de embajador de la Nación del Islam lo llevó a países de la África musulmana. Y dos de sus más grandes combates, ante Foreman
CUBA ERA ASIGNATURA PENDIENTE. La gran leyenda hizo las paces con su gobierno, pero eso no evitó que, en pleno embargo comercial, se dirigiera a la isla. Alí y Stevenson se reunieron en La Habana en 1996, poco después de que el estadounidense encendiera el pebetero de los Juegos de Atlanta, y una vez más en 1998. Teófilo recibió debajo del avión en el Aeropuerto José Martí a Mohamed, ya con visibles síntomas del mal de Parkinson. Curiosamente, Alí llevó medicamentos prohibidos por el embargo de Estados Unidos a la isla, rompiendo de cierta manera esa barrera ideológica que les impidió pelear. Pero los púgiles estaban tan viejos ya que no boxearon, sino que convivieron como amigos bajo el sol del Caribe. Stevenson falleció el 11 de junio de 2012 y cuatro años más tarde, en el mismo mes, pero en el día 3, Alí se le unió en la eternidad. Ya no hay barreras económicas, políticas ni ideológicas que les prohiban tener su partida en el ring de los inmortales.
FRASIER y Alí tuvieron tres peleas, todas memorables.
La primera gran pelea de la década de los 70 comenzó a gestarse desde 1968 cuando Joe Frazier derrotó a Buster Mathis. “La pelea del siglo” fue el 8 de marzo de 1971 en Nueva York. Para el round 15, un gancho de izquierda provocó la tercera caída de Alí, quien se levantó y terminó la pelea, pero la decisión de los jueces fue unánime a favor de Frazier, quien así despojó del estatus de invicto al campeón olímpico en 1960. Hubo dos peleas más entre ellos; en 1974, Alí tomó revancha; y en 1975, en Manila, Filipinas, donde Alí también resultó vencedor.
GEORGE FOREMAN La batalla en la jungla
FOREMAN era favorito para vencer a Alí.
El triunfo sobre Joe Frazier garantizó el combate entre Mohamed Alí y George Foreman, otro de los más recordados del siglo XX. Don King se vio en la necesidad de pedir ayuda al dictador de Zaire, Mobutu Sese Seko, para patrocinar la pelea. Fue bautizada como “The Rumble in The Jungle”, el 30 de octubre de 1974 en el Estadio Nacional de Kinshasa. Las apuestas favorecían a Foreman, pero fue en el octavo round cuando Alí atacó con la definitiva combinación de golpes que noqueó a Foreman y le despojó de los cetros mundiales y de la condición de invicto. Por Alejandro Mayorga
11
12
13
14
15
1974
1975
1977
1978
1978
El presidente de Zaire, Mobutu Sese Seko, levanta los brazos de George Foreman y Mohamed Alí en Kinshasa, Zaire.
El campeón mundial de peso completo después de una pelea en Miami Florida.
El campeón atrae gente en torno a sí mientras camina por Times Square, en Nueva York.
Alí defiende su título frente a Leon Spinks en Nueva Orleans y se convierte en el primer peso completo que gana tres veces el título.
Alí participa en una oración en una mezquita rusa durante su visita de 12 días a la Unión Soviética.
V
ESPECIALES | La Razón Twitter @LaRazon_mx
Lunes 06.06.2016 | La Razón
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
LANZABA JABS EN 4 CENTÉSIMAS DE SEGUNDO
EL CAMPEÓN QUE GOLPEABA EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS Infografía Alfredo Peralta y Francisco Lagos
ADEMÁS DE SUS IMPECABLES TÉCNICAS pugilísticas, Mohamed Alí introdujo en la categoría de los pesos completos la velocidad y explosividad. Con golpes certeros, tan rápidos como un parpadeo, y un juego de piernas que contrastaba con la rigidez de sus oponentes, el gladiador de Kentucky desarrolló un estilo que combinaba elegancia, fuerza, agilidad y rapidez, la cual fue su mejor arma para derrotar a oponentes más pesados y fuertes.
UN CUERPO DE GLADIADOR Peso: 97.5 kg
VELOCIDAD
Récord
A lo largo de sus 21 años como profesional peleó 61 veces.
Por su talla, Alí fue el pugil ideal para competir en su categoría. Alcance: 1.98 m
Puño: 38.1 cm
En 1969 un estudio fotográfico realizado con la cámara Omegascope permitió medir la rapidez de los golpes de Alí.
56
Biceps 38.10 cm
triunfos Desplazamiento 41.91 cm
1.91 m Cintura: 34
Talla de pie: 10.5 Mex
Pecho expandido 113.03 cm
5
Campeón de pies a cabeza En sus combates usaba sus largas piernas para eludir embates y contraatacar.
derrotas Desarrolló músculo golpeando el saco.
Trash talk
Alí llevaba el combate fuera del cuadrilátero, desestimando la capacidad boxística de sus rivales, poniéndoles apodos y asegurando que perderían. Desequilibrio del rival al fallar su golpe.
Vuela como mariposa
La velocidad en el ring fue una de sus mejores armas, pues gracias a su rapidez y estatura se mantenía fuera del alcance de sus oponentes más lentos.
Entrenadores
Desde que comenzó a boxear, Mohamed Alí tuvo al menos tres entrenadores y asistentes.
Velocidad del golpe (Del torso al punto de contacto) 4/100 de segundo, equivalente a un parpadeo.
Rope-a-dope
Este estilo consiste en dejarse llevar por su rival contra las cuerdas, resistir las embestidas y esquivar los golpes para agotarlo y contraatacar con potentes y precisos puñetazos.
En este momento abrió sus piernas 127 grados.
Joe Martin (1954) Distribución del peso repartido entre las piernas.
Fred Stoner (1954)
Angelo Dundee (1960-1981)
Alí shuffle
Para mayor adherencia en el ring raspaba la suela de sus zapatos con un peine.
Para mofarse de sus rivales movía rápidamente sus pies de adelante para atrás.
Drew Bundini (1963)* *Asistente de entrenador
UNA MÁQUINA MORTÍFERA
Además de poseer gran velocidad, Alí tenía un amplio repertorio de combinaciones.
Jab
Permite tomar distancia del rival para posteriormente impactar la zona de ojos, nariz y boca.
Gancho
Uno de sus movimientos más letales, pues lo aplicaba cuando sus rivales embestían.
Recto
Era uno de sus movimientos más rápidos y lo ejecutaba después de conectar series de jabs
Uppercut
Movimiento que afecta la zona inferior de la mandíbula del contrincante causándole gran daño.
Juego de piernas
A pesar de su peso el movimiento de sus pies era rápido para escapar de sus oponentes.
Defensa
Al levantar sus dos brazos se cubría la cabeza y la zona abdominal.
VI
ESPECIALES | La Razón Twitter @LaRazon_mx
La Razón | Lunes 06.06.2016
MOHAMED ALÍ
TODOS LOS RIVALES
Premio Martin Luther King, Jr. (1970) Ingresado al Salón de la Fama del Olimpismo de EU (1983) Ingresado al Salón Internacional de la Fama del Boxeo (1990) Medalla Presidencial de la Libertad (2005) Reconocimiento como “Rey del Boxeo” por el Consejo Mundial del Boxeo (2012) Deportista del Siglo XX por Sports Illustrated Deportista del Siglo XX por la BBC Elegido por Time como uno de los 20 personajes más influyentes de los Estados Unidos Cinco veces Boxeador del Año por The Ring (1963, 1972, 1974, 1975, 1978)
DE MOHAMED ALÍ
TRAS GANAR EL ORO de Roma 1960, optó por el profesionalismo; cuatro años más tarde ganó su primer título mundial y su negativa a ir a combatir a Vietnam truncó el mejor momento de su carrera. SUSPENSIÓN POR NEGARSE A IR A LA GUERRA
28
Ernie Terrell 28
Karl Mildenberger 26
23
George Chuvalo 23
5 196
Floyd Patterson 22
29
22 24
27
Henry Cooper 19
25
Doug Jones 18
5 derrotas
CAMPEONATOS CMB AMB The Ring NAFB
33 Jimmy Ellis 34 Buster Mathis
33 34
35 Jürgen Blin
36
36 Mac Foster 37 George Chuvalo 38 Jerry Quarry
37
39 Alvin Blue Lewis
35 39
30
40 Floyd Patterson 41 Bob Foster
38 40
42
41
20
Charlie Powell 17
18
1963
21
19
16
Alejandro Lavorante 15 14
17
George Logan 13
6
4
52
10 9 2
49
196 2
51
Duke Sabedong 7 MEDALLA OLÍMPICA DE ORO
LaMar Clark 6 Donnie Fleeman 5
53
60
61
55 56
Tony Esperti 3
57
Herb Siler 2
cc
59
61
Zbigniew Pietrzykowski 0
ión
29 de octubre de 1960
de
Es la fecha de su primera pelea; fue contra Tunney Hunsaker.
le c
Foto>Especial
re
1960
tu r
INICIA ETAPA PROFESIONAL
a
ALÍ derrotó a los campeones olímpicos de pesos completos en Tokio 1964 y México 1968: Joe Frazier y George Foreman
1 198
198
0
58
78 19
77 19
54 Richard Dunn
57 Earnie Shavers 58 Leon Spinks
59 Leon Spinks
61 Trevor Berbick
PIERDE TÍTULO THE RING
DEJA VACANTE TÍTULO DE AMB EL 06/09/1979
NOMENCLATURA DE RESULTADOS DU: Decisión unánime DD: Decisión Dividida TKO: Knockout técnico KO: Knockout
18
19
20
1978
1982
1996
2005
2006
Mohamed Alí es el encargado de encender el pebetero olímpico en los Juegos de Atlanta.
PIERDE TÍTULOS CMB, AMB Y THE RING
60 Larry Holmes
17 Con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano
53 Jimmy Young
56 Alfredo Evangelista
16 Muhammad Alí con sus hijas Laila, de nueve meses, y Hana, de dos años, en Grosvenor House.
50
55 Ken Norton
Jimmy Robinson 4
Di
49 Ron Lyle
51 Joe Frazier
0
1
Tunney Hunsaker 1
48 Chuck Wepner
52 Jean-Pierre Coopman
7
19
46 Joe Frazier
50 Joe Bugner
48
5
8
45 Rudi Lubbers
47 George Foreman
54
3
Willi Besmanoff 10
Alonzo Johnson 8
46
47
Don Warner 12
Alex Miteff 9
44 Ken Norton
45
13 12 11
Sonny Banks 11
43 Ken Norton
44
15
Billy Daniels 14
42 Joe Bugner
43
1975
Archie Moore 16
37 nocauts
TÍTULO VACANTE DE LA NAFB
32 Joe Frazier
32
1973
Sonny Liston 20
1964
Sonny Liston 21
56 ganados
31 Oscar Bonavena
19 71
1974
66 19
Henry Cooper 24
26
BALANCE
27 defensas exitosas de sus campeonatos mundiales
197 6
Brian London 25
VICTORIAS POR KO VICTORIAS POR KOT VICTORIAS POR DU VICTORIAS POR DD DERROTAS
3 títulos del mundo en la categoría de pesos pesados
72 19
Cleveland Williams 27
Alí fue profesional por 20 años
31
15
LAS 61 PELEAS
15
67
8 9 10 11 12 13 14 6 7 5 N I M Ó R 4 L E A T 3 P E ELEA N QU 2 ND E 1 ROU
19
197 0
ROU ND E 1 A N QUE 2 3 TERMINÓ LA PELE 4 5 6 13 14 7 8 9 10 11 12
Jerry Quarry 30
Zora Folley 29
Seis de sus combates fueron considerados como los mejores del año por la revista The Ring: en 1963 contra Doug Jones, en 1964 contra Sonny Liston, en 1971 contra Joe Frazier, en 1974 contra George Foreman; en 1975 contra Joe Frazier y 1978 contra Leon Spinks.
TÍTULOS
RECONOCIMIENTOS
(1942-2016)
El presidente George Bush lo condecora con la Medalla de la Libertad, en la sala este de la Casa Blanca.
Alí, durante la entrega del Premio de Cristal del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza.
11 de diciembre de 1981
Es la fecha de su última pelea; fue contra Trevor Berbick.
VII
ESPECIALES | La Razón Twitter @LaRazon_mx
Lunes 06.06.2016 | La Razón
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
FRASES CÉLEBRES DE MOHAMED ALÍ
Odié cada minuto de entrenamiento, pero no paraba de repetirme: ‘No renuncies, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón’” Yo sé a dónde voy y sé la verdad. Y no tiene por qué ser lo que tú quieres que sea. Soy libre de ser lo que
LOS BEATLES y el entonces llamado Cassius Clay, en 1964, en Miami, durante la gira del cuarteto de Liverpool por EU.
Foto>Especial
quiero”
UN ÍCONO
DE LA CULTURA POP
Por Omar Hernández >
A
EL PERSONAJE de Apollo Creed, un boxeador de la saga cinematográfica Rocky, está inspirado en el mítico pugilista.
En 1963, nació un álbum de audio con poemas y monólogos originales de Alí, entonces aún llamado Cassius Clay, con materiales que forman parte de su autobiografía literaria llamada The Greatest: My Own Story (1978) y El Alma de la Mariposa (2004), esta última escrita junto a su hija Hanna. También en 1978, su ciudad natal, Louisville, lo condecoró al bautizar una de sus calles con su nombre. El mítico boxeador tuvo participación
Soy el más grande. Me lo dije incluso a mí mismo cuando no sabía que lo era”
No voy a recorrer 10.000 kilómetros para ayudar a asesinar a un país pobre simplemente para
continuar la dominación de los blancos contra los esclavos negros”
omar.hernandez@razon.com.mx
l ser uno de los grandes deportistas de todos los tiempos y una personalidad que además trascendió en el ámbito social, Mohamed Alí ha sido objeto de diferentes manifestaciones culturales, desde obras literarias y cinematográficas, hasta pinturas u otras más que han inmortalizado su legado. La estrella de Mohamed Alí también brilla en el paseo de la fama de Hollywood desde 2002, con la particularidad de ser la única que está en la pared y no en el piso, debido a que el mismo legendario ex boxeador comentó que no le gustaría que su nombre —que significa “El amado de Dios” en musulmán— fuera pisoteado por cientos de personas al día.
Imposible no es un hecho. Es una opinión. Imposible no es una declaración, es un desafío. Imposible es potencial. Imposible es temporal. Nada es imposible”
De pequeño le pedía a mi hermano Rudy que me lanzara piedras. Así es como aprendía mis
movimientos, esquivando pedradas” Un hombre que ve el mundo a los 50 igual que a los 20, ha perdido
30 años de vida” ANDY WARHOL fotografía a Mohamed Alí con su hija Hanna, su esposa Verónica (atrás), en 1977, en el campo de entrenamiento de Alí, en Deer Lake. en el musical de Broadway Buck White, de 1969. Pero su incursión en la cultura pop también trascendió hasta las salas de cine cuando en 1970 se estrenó The Super Fight, una película en la que se presenta una pelea simulada por computadora entre el mismo Mohamed Alí y Rocky Marciano, único campeón de boxeo retirado invicto en pesos pesados. Entre la década de los 70 y 80, Mohamed Alí apareció en múltiples programas de televisión, incluido un programa de dibujos animados llamado Las aventuras de Mohamed Alí en 1970. La leyenda de Ali ha sido inspiración para canciones como I Shall be Free No. 10, Black Superman, The World’s Greatest, entre otras, así como los documentales y películas se han realizado sobre su persona en cine o televisión,
La Razón SUPLEMENTO ESPECIAL
»COORDINADOR Ricardo Otero
entre ellas: The Big Fight: Muhammad Ali - Joe Frazier (1975), The Greatest (1977), When We Were Kings (1996), Beyond the Ropes (2008) o Ali (2001), una de las más conocidas por ser protagonizada por el actor Will Smith. No sólo la televisión gozó de tener a Mohamed Alí en dibujos animados ya que también apareció en la historieta llamada Superman vs. Muhammad Ali, de DC Comics en 1978, misma cuya trama enfrentaba a los dos iconos estadounidenses en medio de un antagonismo racial que termina con un mensaje de reconciliación. Asimismo, el artista plástico Andy Warhol realizó pinturas de Mohamed Alí como parte de una serie en la que incluyó a otros diez deportistas históricos.
»TEXTOS Omar Hernández Alejandro Mayorga
»DISEÑO E INFOGRAFÍA Fernando Montoya Alfredo Peralta Francisco Lagos
No soporto ver sangre. En
muchas de mis peleas tenía que mirar a otro lado”
No cuentes los días, consigue
que los días cuenten”
El boxeo es un montón de hombres blancos viendo cómo
un hombre negro vence a otro hombre negro” Yo fui el Elvis del boxeo, el Tarzán del boxeo, el Superman
del boxeo, el Drácula del boxeo. El gran mito del boxeo”
»RETOQUE DIGITAL Luis de la Fuente
» EDICIÓN Y CORRECCIÓN Javier Chávez y Carlos Olivares Baró
CONTÁCTENOS. Conmutador: 5260-6001. Publicidad: 5262-8170. Suscripciones: 5250-0109. Para llamadas del interior: 01-800-8366-868. Diario La Razón de México. Nueva época, Año de publicación: 7
VIII
ESPECIALES | La Razón razon.com.mx
La Razón | Lunes 06.06.2016
MOHAMED ALÍ (1942-2016)
LA CONJURA DE LA DESDICHA POR
A
l final ha sido un triunfo de la desdicha, de la desventura, de la fatalidad y de la tristeza. Todas se ensañaron en el personaje estadounidense más original del siglo pasado, nacido en una familia negra clasemediera de Louisville como Cassius Clay, el 17 de enero de 1942, hijo de un rotulista profesional y de una afanadora; y muerto el viernes pasado, sin demasiado dinero pese a haber sido millonario, en un hospital de Phoenix, porque ya sólo tragar saliva le resultaba una tortura medieval, y sus pulmones quedaron sin espacio para expandirse dentro del pecho rígido, granítico tras 32 años de sufrir el mal de Parkinson. El deportista más electrizante de la historia, el mejor campeón de los pesados en el boxeo de todas las épocas, quien dos años antes de ganar el título ya se consideraba “el más guapo”, “el más grande”, “el rey del mundo”, “el que mejor habla”, vivió sus últimos años con el peor infortunio que podía vivir “el más guapo”, “el más grande”, “el rey del mundo”, “el que mejor habla”: el mal de Parkinson lo obligó a dejar de hacer las cosas que le complacieron en sus tiempos de gloria, cuando el mundo le cabía en un pliegue de su célebre calzón blanco de combate marca Everlast: parlotear, alardear, pontificar, chillar en público… porque ya casi no se le entendía nada de lo que decía y odiaba el esfuerzo que le suponía hacerlo; ni tampoco poder mostrar su rostro, antes hermoso de Adonis negro, agarrotado a causa de los músculos faciales entumecidos para siempre, desde 1984. Sin embargo, soportó la desventura con una aceptación fanática, como el lobo viejo que entrega, manso, su cuello al lobo joven de la manada, pensando todo el tiempo en el Día del Juicio, visitando hospitales, haciendo buenas obras, asistiendo a cenas benéficas (por las que cobraba algún cheque para sobrevivir con decoro de campeón) y rezando cinco veces al día. Pensando siempre en el Paraíso y dueño de algo con lo que todos soñamos poseer: serenidad espiritual. Estaba convencido de que las cosas que
RUBÉN CORTÉS
cuentan en la vida no están en la tierra sino en el cielo. Porque desde que contrajo el mal de Parkinson, “el más guapo”, “el más grande”, “el rey del mundo”, “el que mejor habla”, puso todo su empeño en ascender al cielo. Y estaba convencido de que lo obtendría. Pero Cassius Clay no habría llegado al cielo, porque Cassius Clay era un apóstata, un hombre acomplejado, renegado de su germen y de su nombre. La escritora negra Toni Morrison, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, insiste en ello en la biografía que escribió sobre él (The Greatest: My Own Story) al desgranar las circunstancias del tiempo y lugar de su nacimiento: “De clase media, sí, pero de clase media y del Sur, lo cual en absoluto quiere decir clase media blanca”. Por eso Clay desertó de su nombre de nacimiento (“nombre esclavo negro”) y del cristianismo, pues había sido bautizado a los 12 años (“yo no fui consciente de ello, crecí en la idea de que Jesucristo era blanco y todos en la última cena eran blancos”).
El Parkinson lo obligó a dejar de hacer las cosas que le complacieron cuando el mundo cabía en un pliegue de su célebre calzón blanco” En cambio, Mohamed Alí sí podría conquistar el cielo. El seis de marzo de 1964, dos semanas después de apoderarse del título mundial ante Sonny Liston, en Miami Beach, Cassius Clay decidió que a su nombre de raíz le faltaba significación divina, se hizo mahometano y lo sustituyó por un nombre musulmán: Mohamed Alí. Mohamed era, para él, un hombre muy digno de alabanza y Alí era el nombre de un primo del Profeta: “El más guapo”, “el más grande”, “el rey del mundo”, “el que mejor habla” se había convertido al islam, la religión que mejor acepta la fatalidad como un orden natural de las cosas. Por eso Mohamed Alí asumió la desdicha de haber perdido la apostura, la agilidad, la locuacidad (y que su vida se convirtiese en un marti-
rio) con la aquiescencia del personaje fatídico de una leyenda árabe, La muerte en Samarra, en la que un criado llega aterrorizado a casa de su amo y le dice: “Señor, he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza”. El amo le da un caballo y dinero, y le aconseja: “Huye a Samarra”. El criado huye y el señor va a buscar a la Muerte al mercado. “Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza”, le dice. “No era de amenaza”, responde la Muerte, “sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y resulta que esta misma tarde tengo una cita con tu criado allá”. El Corán lo explica en su capítulo dedicado al arrepentimiento (el Surah), versículo 51: “Sólo podrá ocurrirnos lo que Alá nos haya predestinado. Él es nuestro dueño. ¡Que los creyentes, pues, confíen en Alá!” Este fatalismo ancestral es lo que permite a los musulmanes tolerar y aceptar los designios, su punto de referencia para todas las ocasiones, felices o tristes, y les funciona como bálsamo para el espíritu. La fe ciega en el Islam puso orden en la vida de Alí, le aportó resignación de santo para consentir la ruina física de lo que fue su esencia como un mito estadounidense del siglo XX, que para muchos significaba talento y valor, orgullo racial, audacia y amor, pero que para él significaba en especial la belleza física, la rapidez de su cuerpo, su voz estridente, su lengua mordaz y la fuerza de sus puños. Cuando le ganó el título a Liston la noche del 25 de febrero de 1964 en una de las joyas arquitectónicas del Distrito Art Decó del sur de La Florida, el Centro de Convenciones de Miami Beach, subió al ring luciendo una bata blanca con el rótulo The Lip (el insolente, el charlatán) pegado en la espalda. Y aún una década después, en un campo de entrenamiento de Deer Lake, Pennsylvania, Norman Mailer lo vio de pie ante él, todavía con su mejor aspecto físico y escribió: “Porque el Más Grande Atleta del Mundo corre el peligro de ser nuestro hombre más guapo. Los suspiros de las mujeres son perceptibles. Los hombres bajan la mirada, porque recuerdan de nuevo su poco valor”.
Alí estaba convencido que podía abandonar el ring a tiempo: “No voy a retirarme cuando tenga recuerdos desagradables de mi carrera. No me retiraré con cicatrices, con las orejas como un par de coliflores, con la nariz aplastada, saldré intacto, guapo, bonito y encantador”. Sin embargo, una tarde en la que el Premio Pulitzer David Remnick fue a su casa de Michigan a entrevistarlo en 2001, sonó el teléfono y Alí contestó. “Le costó varios segundos llevárselo al oído. Luego, apenas si le quedaron fuerzas para decir ‘diga’. Le costó mucho tiempo devolver el auricular a su sitio. Casi todo lo que intentaba hacer le costaba muchísimo trabajo”, describió el autor de El Rey del Mundo. El destino es dueño y señor de ese tipo de caprichos: el hombre que habría podido mirar desde el espacio hacia abajo y saber que en el gran planeta que Yuri Gagarin descubrió en 1961 que era azul, no había un ser viviente que no supiera su nombre, pasó sus últimos años sin poder pronunciar bien “Mohamed Alí”. Así, balbuceante y con el cuerpo paralizado por una enfermedad despiadada y dolorosa, murió el más lenguaraz y el más dinámico de los últimos íconos vivos de la década prodigiosa de los años sesenta (la de los Kennedy, Luther King, Malcom X, Lennon, Capote, Brando, Elvis, Marilyn…) demostrando que su existencia no acabó solamente en una atribulada conjura de la desdicha, sino revelando también algo que el propio Alí le describió de una manera bellamente expresiva aquella tarde a David Remnick, allá en Michigan: —El tiempo vuela, vuela, vuela. Se va. En ese momento, muy despacio, Alí alzó la mano y movió los dedos como las alas de un pájaro. —Se va volando —dijo.