50 Años del Boom

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50añosdelboom La Razón | Sábado 24. Domingo 25.11.2012

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“¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?”

Alejo carpentier Precursor sustancial de los ramajes mágicos del Boom Por Carlos Olivares >

carlosolivaresbaro@hotmail.com

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n el prólogo de El reino de este mundo (1949), Alejo Carpentier (1904–1980) sustenta la tesis de lo real-maravilloso: “¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?”; Mackandal —personaje central de esa fábula carpenteriana— responde, con gestos sustanciales, a esa pregunta abierta con la que el autor de Los pasos perdidos remata el prefacio de una de sus novelas más emblemáticas y significativas para los autores que aparecen en las circunstancias del Boom de los años 60/70 del siglo pasado. “En sus ciclos de metamorfosis, Mackandal se había adentrado muchas veces en el mundo arcano de los insectos, desquitándose de la falta de un brazo humano con la posesión de varias patas, de cuatro élitros o de largas antenas. Había sido mosca, ciempié, falena, comején, tarántula, vaquita de San Antón y hasta cocuyo de grandes luces verdes. En el momento decisivo, las ataduras del mandinga, privadas de un cuerpo que atar, dibujarían por un segundo el contorno de un hombre de aire, antes de resbalar a lo largo del poste. Y Mackandal, transformado en mosquito zumbón, iría a posarse en el mismo tricornio del jefe de las tropas para gozar del desconcierto de los blancos”, relata el narrador en terce-

El autor » Alejo Carpentier » 1904-1980 » Cuba

La obra

» El reino de este mundo, 1949

ra persona de El Reino de este mundo (Apartado 8: El gran vuelo). El novel ista cuba no sabía muy bien que lo imaginario en literatura es siempre representación. Lo real-maravilloso se conjuga por imprevistas mudanzas del escenario dramático: develamiento, “iluminación inhabitual, fe creadora, otras dimensiones de la realidad, sueño y ejecución”. Metamorfosis en ave: naturaleza y mitología en cruzamiento que termina en mutación, rememoración mítica del cosmos afroantillano. En Los pasos perdidos (1953), Carpentier trasmuta el espacio narrativo y el personaje protagónico busca en el Orinoco los elementos iniciales de una identidad que el tiempo ha nulificado: otra recreación mítica, pero ahora desde la “adivinación de un pasado perdido” y un futuro arropado por la presencia (real-maravilloso). Franz Roh acuña el término “Realismo mágico” en 1925: ¿Habrá hecho alguna asociación el autor de El acoso con los postulados del crítico alemán? Si en Juan Rulfo (Pedro Páramo, 1955) está latente la visión de un “pasado reciente” y la recreación ritual de otro mito: la búsqueda del padre, en Carpentier lo legendario se sublima en extensiones de concurrencias con Cien años de soledad (Gabriel García Marquez), La casa Verde (Mario Vargas Llosa), El obsceno pájaro de la noche (José Donoso) o Terra nostra (Carlos Fuentes).

El novelista cubano sabía que lo imaginario en literatura es representación; El reino de este mundo es una de las novelas emblemáticas Narradores del Boom en vasos comunicantes con Rómulo Gallegos, Borges, Carpentier, Rulfo, Guimarães Rosa y Onetti. No olvidar que el Victor Hugues de El siglo de las luces se pasea campante en uno de los folios de Cien años de soledad y que Mackandal, disimulado en los gestos de una incitante mujer, vuela en los vaivenes de unas sábanas: confluencias que develan la admiración y deuda del autor de La hojarasca con el novelista cubano.


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“El escritor no desempeña ninguna tarea de

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importancia social. La literatura jamás deber ser comprometida. Simplemente debe ser buena”

“Escribir bien no es algo que el auténtico escritor se propone. Le es tan inevitable como su cara y su conducta. Además, la literatura es un arte”

ONETTI:

MáS ALLá DEL BOOM

El escritor uruguayo publicó en 1938 la que Mario Vargas Llosa llamaría “la primera novela moderna latinoamericana”, El pozo Por Gerardo De la Concha >

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i bien Juan Carlos Onetti (19091994) terminó representado por Carmen Bacells, la madre del Boom, y compartió espacios en congresos literarios y premios internacionales con los célebres escritores que marcaron la historia de la literatura latinoamericana a partir de su promoción en el mercado europeo, él es algo anómalo dentro de este fenómeno. No es en realidad parte del boom, ni anti Boom, ni post Boom, ni siquiera supra Boom. Él ya en 1938 había publicado con El pozo la que Mario Vargas Llosa llamaría “la primera novela moderna latinoamericana”. Cuando en 1974, la dictadura militar uruguaya lo encarceló por haber sido parte del jurado que premió en un concurso de la revista Marcha el cuento de Nelson Marra “El guardaespaldas” —texto al que los censores del gobierno le atribuyeron ser una apología de la guerrilla tupamara, además de estar plagado de obscenidades—, hubo cierta sorpresa en las esferas gubernamentales de Montevideo por las muestras de solidaridad a su favor, pues hasta Jorge Luis Borges —pero después de cerciorarse, como lo recuerda en un ensayo Ramón D. Tarruella, de que no era comunista— había firmado pidiendo se le dejara libre y, por su parte, Octavio Paz encabezaba desde México una campaña intercontinental en protesta por su encarcelamiento. No entendían en la dictadura ese apoyo a un personaje oscuro, un escritor alcohólico poco leído y al cual nadie le hacía caso pues sólo era un redactor anónimo de una revista subversiva. En El Pozo, su personaje Eladio Linacero, todavía joven, desolado en una pensión mugrienta, no vive los tormentos espirituales de los personajes dostoyevs-

El autor » Juan Carlos Onetti » 1909-1994 » Uruguay

La obra

» El pozo, 1938

quianos en el sentido demoniaco o angelical, ni la caída sicológica en el absurdo, sino se descubre inmerso en una descomposición en vida, un malestar encarnado semejante a una enfermedad secreta, es como si estuviera en un basurero existencial, pestilente, inmundo; Onetti, desde un principio de su carrera literaria, estuvo influido por Louis Ferdinand Céline quien es el cantor por excelencia de la descomposición, el rechazo y el nihilismo. Céline, como lo señala su biógrafo Maurice Bárdeche, no revelaba la verdad de sus personajes mediante los sueños —al modo del sicoanálisis de Freud—, sino reemplazaba éstos por un estado de trance que los convertía en alucinados y así es como se movían en el gran guiñol de sus novelas. Este tipo de alucinamiento prevalece en las novelas de Onetti y su Santa María de El Astillero y Juntacadáveres donde se movería la mayor parte de sus personajes, no tiene nada que ver con el realismo mágico de Macondo o con los murmullos fantasmales del sueño mortuorio de Juan Rulfo, pues se trata el suyo de un espacio decadente, fangoso, con moho y óxido en el metal abandonado, donde la muerte y el olvido son reales. Hace unos días, en Buenos Aires se celebraron las Jornadas de Literatura Francesa y Francófona y ahí se expuso la ponencia de Alma Bolon Pedretti: “Pureza e inmundicia en Céline y Onetti”. Este ensayo ratifica que Onetti está más allá del Boom latinoamericano. Se encuentra en un espacio distinto donde la literatura, más lejos de la celebridad y el buen gusto literario, es la expresión cruel llena de horror y desesperanza de quienes se saben vencidos por la vida y por la muerte. Y en donde, sin embargo, la literatura aporta un fulgor, momentáneo e invencible.


México

Juan Rulfo

1917-1986

1927

1910-1976

» Fragmento del libro:

Cien años de soledad, 1967

Guatemala

Miguel Asturias 1899-1974

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocerlos nuevos inventos...”

Otras obras: »Ojos de perro azul, 1973; »Crónica de una muerte anunciada, 1981

Colombia

Cuba

José Lezama Lima

» Obra emblemática:

Pedro Páramo, 1955

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Gabriel García Márquez

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» Obra emblemática:

Los hombres del maíz, 1949

Paradiso, 1966

» Obra emblemática:

1929-2005

» Fragmento del libro:

Tres tristes tigres, 1964

1928-2102

» Fragmento del libro:

La muerte de Artemio Cruz, 1962

1936

» Fragmento del libro:

La ciudad y los perros, 1962

Cava sintió frío. Los baños estaban al fondo de las cuadras, separados de ellas por una delgada puerta de madera, y no tenían ventanas. En años anteriores, el invierno sólo llegaba al dormitorio de los cadetes, colándose por los vidrios rotos y las rendijas; pero este año era agresivo y casi ningún rincón del colegio se libraba del viento, que, en las noches, conseguía penetrar hasta en los baños, disipar la hediondez acumulada durante el día y destruir su atmósfera tibia. Pero Cava había nacido y vivido en la sierra, estaba acostumbrado al invierno: era el miedo lo que erizaba su piel...”

Otras obras: »La casa verde, 1966; »Conversación en La Catedral, 1969

Perú

Mario Vargas Llosa

Una revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres. Los que quieren una revolución de verdad, radical, intransigente, son por desgracia hombres ignorantes y sangrientos. Y los letrados sólo quieren una revolución a medias, compatible con lo único que les interesa: medrar, vivir bien, sustituir a la élite de don Porfirio. Ahí está el drama de México...”

Otras obras: »La región más transparente, 1958; »Aura, 1962; »Terra Nostra, 1975

México

Carlos Fuentes

Cué tenía esa obsesión del tiempo. Quiero decir que buscaba el tiempo en el espacio y no otra cosa que una búsqueda eran nuestros viajes continuos, interminables, un solo viaje infinito por el Malecón, como ahora, pero a cualquier hora del día y de la noche, recorriendo el paisaje cariado de las casas viejas, las que están entre el parque Maceo y La Punta, que terminaron por convertirse en lo mismo que el hombre le robó al mar para hacer el Malecón...”

Otras obras: »Así en la paz como en la guerra, 1960; »Vista del amanecer en el trópico, 1974

Cuba

Guillermo Cabrera Infante


1924-1996

» Fragmento del libro:

El obsceno pájaro de la noche, 1970

1899-1986

» Fragmento del libro:

Cien años de soledad, 1949

1940

» Obra emblemática:

Brasil

Uruguay

Rayuela, 1963

» Fragmento del libro:

» Obra emblemática:

La tarde del dinosaurio, 1976

PRE-BOOM

Simbología: boom

post-boom

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...”

Otras obras: »Bestiario, 1951; »Historias de cronopios y de famas, 1962; »62 Modelo para armar, 1968

Argentina, 1914-1984

1941

Christina Peri Rossi

» Obra emblemática:

Gabriela, clavo y canela, 1958

Julio Cortázar

19212-2001

Jorge Amado

El Boom fue un fenómeno editorial de los años 60 y 70 que internacionalizó a los escritores latinoamericanos.. La Razón reproduce fragmentos de las novelas más destacadas

un mapa literario

Argentina

Jorge Luis Borges

Chile

Novios y solitarios, 1975

—Bueno, como le digo, la Amalia le hizo su tacita de té bien cargado, como a ella le gustaba de noche, y dice la Amalia que la Brígida se quedó dormida al tiro, tranquilita como siempre. Parece que antes de acostarse había estado zurciendo una camisa de dormir preciosa de raso color crema...”

Antonio Skármeta

Misiá Raquel Ruiz lloró muchísimo cuando la Madre Benita la llamó por teléfono para contarle que la Brígida había amanecido muerta. Después se consoló un poco y pidió más detalles: —La Amalia, esa mujercita tuerta que medio la servía, no se si se acuerda de ella... —Cómo no, la Amalia...

Otras obras: »El lugar sin límites, 1965; Historia personal del boom, 1972; Casa de campo, 1978

Chile

José Donoso Yáñez

el invierno sólo llegaba al dormitorio de los cadetes, colándose por los vidrios rotos y las rendijas; pero este año era agresivo y casi ningún rincón del colegio se libraba del viento, que, en las noches, conseguía penetrar hasta en los baños, disipar la hediondez acumulada durante el día y destruir su atmósfera tibia. Pero Cava había nacido y vivido en la sierra, estaba acostumbrado al invierno: era el miedo lo que erizaba su piel...”


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La región más transparente

fue la novela pionera Para el escritor peruano, Carlos Fuentes sentó las bases del Boom; rompió con el costumbrismo y la literatura regional y modificó el lenguaje para dar a los personajes una voz distinta a la del discurso literario Por Mario Vargas Llosa *

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oy muy consciente de que esta generosa decisión del jurado se debe, en buena medida, a ser yo algo así como el último sobreviviente operativo de ese movimiento, grupo o promoción de escritores que, a partir de los años 60, dio brillo y difusión por buena parte del mundo a la narrativa latinoamericana: me refiero al llamado Boom, nadie sabe todavía quién y por qué se le bautizó con esta explosiva onomatopeya. Del Boom fue figura estelar y esforzado promotor el autor de La muerte de Artemio Cruz. La obra de Carlos Fuentes, enorme, de dimensiones verdaderamente balzacianas, a la que él organizó en una totalidad con el título original de La edad del tiempo, abarca todos los géneros: la novela, principalmente, pero todos los cuentos, el ensayo, el teatro, el artículo y alguna vez, de manera discreta y fugaz, hasta la difícil poesía. Se ha dicho que La ciudad y los perros fue, cronológicamente hablando, la primera novela del Boom. Pero creo que sería más justo decir que ese papel pionero, anunciador del Boom, debe concederse a la primera novela de Fuentes, La región más transparente, que apareció en el año 1958, es decir, cuatro años antes que la mía. No me refiero a ella sólo por su importancia literaria, la vastedad de su horizonte, esa visión hemisférica de una ciudad en la que, como láminas superpuestas, van apareciendo todos sus componentes desde la cúspide privilegiada hasta los estratos más humildes, peones, marginales, clases medias, las voces cosmopolitas de la élite americanizada y sensual, hasta los ecos de un pasado indígena encarnado en ese personaje medio ser humano, medio mito, reminiscencia de una cultura, que oculta por los prejuicios y una idea discriminatoria de la modernidad, está siempre viva y desde la sombra y los márgenes pugnando por recobrar una presencia en el México del siglo XX. La región más transparente fue acaso la novela latinoamericana que rompió el aislamiento en que, hasta entonces, nacían, vegetaban y morían tantas novelas que por falta de editoriales, y por la balcanización cultural de

nuestro continente sólo se ponían al alcance de mercados minúsculos y pasaban por lo tanto desapercibidas del gran público. En el Perú de mi juventud no teníamos la menor idea de lo que se escribía en los países vecinos: Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile, Brasil, y probablemente lo mismo ocurría en el resto de los países latinoamericanos. Los únicos centros editoriales importantes eran Buenos Aires y México, pero lo que ahí se editaba llegaba al resto tarde, mal o nunca, siempre a cuentagotas. Ese mismo destino lo habían padecido algunas obras maestras como las primeras colecciones de cuentos y ensayos de Borges, en los años 30 y 40; La vida breve, de Juan Carlos Onetti, de 1950; El reino de este mundo, de 1949, de Alejo Carpentier, y un buen número de otros libros excelentes, que sólo más tarde serían resucitados y reconocidos en toda su valía gracias a la turbulencia provocada por el Boom. La región más transparente sentó algunas pautas que caracterizarían a la literatura del Boom, rasgos que la diferencian de la narrativa que prevaleció en las generaciones anteriores en los tiempos del costumbrismo y la literatura regionalista. La primera, que en la novela de Fuentes era tan importante lo que contaba como la manera de contarlo. En otras palabras, sus páginas traslucían una preocupación por la escritura y la escritura de la historia (que a menudo en el pasado, había estado ausente en nuestros narradores), estaba convencido de que el éxito o el fracaso de una novela residía en la originalidad y potencia dramática de sus temas y personajes, e incluso de que el vigor y riqueza de una historia podían diluirse si el autor se distraía demasiado en formalismos técnicos y experimentos lingüísticos. La región más transparente revelaba, por otra parte, una búsqueda tenaz para dar a la palabra hablada de los personajes el semblante de la lengua oral, la de la calle y la de todos los días, que siempre, como sabemos, es categóricamente distinta de la del discurso literario. Una voz que, en vez de volcarse a su oyente, se escucha sobre todo a sí misma.

Este es un tema importante, otro de los rasgos de las novelas del Boom, o más precisamente de las que el Boom ayudó a rescatar, que establecen una nítida distancia con la que practicaban los autores costumbristas, criollistas, indigenistas, cholistas, negristas, folklóricos... Estos últimos imitaban el lenguaje popular, los dichos, las maneras, las variantes y entonaciones del habla local y a menudo rural, con la intención de resaltar lo pintoresco, el control local, lo llamativo y excluyente. Esas transcripciones fotográficas del habla popular al texto literario conseguían casi siempre, en vez de la autenticidad y fidelidad buscadas, exactamente lo opuesto: el amaneramiento exhibicionista, la caricatura, la parodia. En vez de expresarlos y comunicar su idiosincrasia, esas voces llamativas sustituían a los personajes y los deshumanizaban. Transmitían la impresión de algo artificial y postizo, un esteticismo de vuelo corto y rasante, tan rebuscado como falso, porque la literatura costumbrista fotografiaba el habla oral, en vez de recrearla, de transfigurarla, imprimiéndole una funcionalidad que no dependiera del modelo exterior, sino más bien la emancipara de él, la justificara y le confiriese autenticidad y verdad, sólo en función de la historia que contaba. Eso es lo que consiguió maravillosamente Juan Rulfo en sus cuentos de El llano en llamas, de 1953, y en su novela Pedro Páramo, de 1955: una novela fantástica y al mismo tiempo hondamente arraigada en México, y acaso más estrictamente en Jalisco. Pero eso no quiere decir que esos modos de expresarse, con su vocabulario y su música propios, reproduzcan fielmente las variantes lingüísticas del habla mexicana: nada de eso, se trata de una ficción literaria, compleja y astuta que para rescatar y sugerir en esencia, traiciona, es decir, reforma y amolda la apariencia, una creación lingüística tan atrevida y original, como lo es la densa y compacta historia que cuenta, los seres humanos que en sus páginas gozan, sufren, fantasean y se enfrentan a toda clase de retos en ese mural de la sociedad y la


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“A partir del Boom, muchos escritores deci-

dieron demencialmente consagrar todo su tiempo y energía a la literatura, tratar de vivir, aunque fuera sólo sobrevivir, entregándose de manera exclusiva y excluyente a su vocación”

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“El Boom no duró más de 10 ó 12 años, aunque

su estela se haya prolongado hasta nuestros días, en razón de la inevitable política y a partir del Caso Padilla, célebre en su momento (pero que ahora pocos recuerdan)”

historia moderna de México que es La región más transparente. En las ficciones de Carlos Fuentes hay también huellas de la visualidad y la velocidad que, gracias al cine, llegó a alcanzar la escritura narrativa; sin embargo, pese a su dominio de las técnicas narrativas y al despliegue acrobático que llegó a hacer de ellas a veces, nunca sucumbió en el formalismo, el experimento por el experimento, fueron el lenguaje y el armazón de sus historias. Una preocupación política y filosófica, social o cultural, prevalecía siempre incluso en aquellas historia suyas de factura más pirotécnica como Cambio de Piel, Tierra Nuestra o Cristóbal Nonato. A Fuentes le interesó siempre todo lo importante que ocurría a su alrededor, ya que esta palabra alrededor, en su caso, significaba el mundo entero, su curiosidad era desaforada y genuina, y abarcaba todo, no conocía barreras , pero el hilo conductor y el compromiso primordial de ese espíritu incansable fue siempre la literatura, donde toda su efervescencia intelectual comparecía para volverse fantasía, cuento, novela, ensayo, representación, como quería Flaubert: escribir fue su manera de vivir. Y también en eso Carlos Fuentes resulta un escritor emblemático del Boom, en un sentido estricto el Boom no duró más de 10 ó 12 años, aunque su estela se haya prolongado hasta nuestros días, en razón de la inevitable política y a partir del Caso Padilla, célebre en su momento (pero que ahora pocos recuerdan) la amistad y solidaridad que hasta entonces reinaban y tenían estrechamente unidos a sus miembros, se fue enfriando y a veces rompiendo. Nada hay de raro en que ocurriera así, sólo en la literatura las relaciones humanas llegan a ser perfectas e irrompibles, en la vida real la perfección es sólo un anhelo, una ilusión. En América Latina, a partir del Boom, muchos escritores decidieron demencialmente consagrar todo su tiempo y energía a la literatura, tratar de vivir, aunque fuera sólo sobrevivir, entregándose de manera exclusiva y excluyente a su vocación: lo notable es que muchos lo consiguieron, Carlos Fuentes fue uno de ellos. Tal vez se pueda decir que con Carlos Fuentes nació en América Latina el escritor profesional. Para algunas almas puras, nostálgicas del romanticismo, asociar ambas palabras: escritor y profesión les parece aberrante, la profanación de algo sagrado, pues la literatura a su juicio para no ensuciarse sólo debería ejercerse de manera desinteresada. “Para el poeta, la comida es prosa”, solía decir mi abuelo Pedro, quien creía, como muchos soñadores de su época, que los artistas en general y los poetas en especial, no comían o se alimentaban sólo de aire, pero todavía resulta más pe-

ligroso creer que por la importancia de su oficio, los hombres de pluma deban vivir de dádivas o prebendas de los gobiernos o de los poderosos como en los tiempos en que los nobles alimentaban a sus escritores igual que a sus bufones. Nada tiene de degradante que un escritor viva de su trabajo de escribir, si haciéndolo mantiene su independencia y no se vuelve un mercenario, alguien que alquila su destreza literaria a la vez que sus principios. De buen número de los escritores del Boom, se puede decir que, al igual que Carlos Fuentes, vivimos para escribir y también de escribir, lo que quería decir, claro está, que no sólo vivíamos de nuestros derechos de autor, lo que es sólo posible para un minúsculo puñado, sino complementando este ingreso con trabajos periodísticos, editoriales, traducciones, cursos universitarios y actividades más o menos afines a la literatura. De este modo, creo que los escritores del Boom contribuimos a corregir esa imagen estereotipada e irreal del escritor como un diletante, resarcido de la realidad cotidiana, que prefiere flotar entre las nubes antes que pisar el suelo firme y compartir las angustias y miserias de los otros que se ganan la vida con el sudor de su frente. Los escritores son hombres y mujeres que trabajan igual que los demás. Lo hacen mejor o peor, de acuerdo a su talento, a su voluntad y rigor, a su autenticidad. Y si lo hacen bien, gracias a lo que escriben, la lengua que hablamos se mantiene viva y se renueva, nos permite comunicarnos mejor, pensar más claro y entender más a fondo el mundo en el que estamos pues la literatura, además de hacernos gozar añadiendo a la nuestra otras vidas que en el hechizo de la literatura parecen tan verídicas como la que vivimos de verdad, crea unos denominadores comunes entre los lectores de hoy de mañana y de otras partes que son prueba inequívoca de que aquello que nos une es mucho más importante que los que nos separa: un antídoto contra los prejuicios, racismos, dogmatismos, fanatismos que, levantando murallas de incomunicación y odio entre razas, culturas, creencias y opciones políticas, han llenado a la historia humana de genocidios, guerras y cataclismos vertiginosos. De otro lado, a la vez que configura una patria espiritual para todos los seres humanos, sin exclusiones ni privilegios, nada mantiene tan activo el espíritu crítico en una sociedad como la buena literatura. Ella nos enseña, de manera directa, que la realidad está mal hecha, que nunca será capaz de satisfacer todos nuestros deseos.

* Fragmentos del discurso pronunciado por el Nobel de Literatura 2010 el 21 de noviembre de 2012, al recibir el Premio Carlos Fuentes.

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Aureliano

Nació con cola de cerdo, en él está el fin de los Buendía.

Aureliano Babilonia

Descubre lo que dicen los manuscritos de Melquíades.

Mauricio Babilonia

Aprendiz de mecánica de la compañía bananera.

Amaranta Úrsula

Gastón

José Arcadio

Tiene las mismas características de Úrsula (la matriarca).

Esposo belga (15 años mayor) de Amaranta Úrsula.

Renata Remedios

Tiene la personalidad de los Arcadios anteriores.

Es enviada a la escuela para aprender a tocar el clavicordio.

La eternidad de aureliano

Fernando del Carpio

Existen personajes inolvidables de las novelas del Boom. Uno acapara la atención de los lectores por el interés de su estirpe y la historia que desencadenó: el coronel Aureliano Buendía, de Cien años de Soledad. Conoce a los integrantes de su familia.

Remedios la bella

José Arcadio Segundo

Provocaba la muerte de quienes se enamoraban de ella.

Santa Sofía de la Piedad

Aureliano Segundo

Una mulata que se convierte en amante de dos Buendía.

Arcadio

Impulsivo, como todos los José Arcadios de la familia.

Aureliano José

Se convierte en un dictador como profesor en Macondo.

Huérfana que come tierra en sus crisis; adoptada por Úrsula.

Renata Argote

Petra Cotes

Hermano gemelo de Aureliano Segundo parecido al coronel.

Era hermosa de joven; amante y mujer de Arcadio.

Rebeca

Fernanda del Carpio

La mujer más hermosa de entre cinco mil mujeres del país.

17 Aurelianos

Hijo de Pilar Ternera, se enamora de su tía Amaranta.

Durante sus 32 guerras civiles, el coronel tuvo 17 hijos.

Pilar Ternera

Remedios Moscote

Lee y predice el futuro en las cartas; regentea un prostíbulo.

José Arcadio

Deja a su familia por el amor que siente por una gitana.

Esperó hasta la pubertad para casarse con el coronel.

Aureliano

El primero en nacer en Macondo. La soledad lo rodea.

José Arcadio Buendía

Patriarca de la familia Buendía y fundador de Macondo.

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Amaranta

Crea una rivalidad con Rebeca que la hace morir soltera.

Úrsula Iguarán

Es el motor espiritual y económico de la familia.

» Edición: Lizeth Gómez de Anda » Diseño: Mario Palomera Torres y Anabel Clemente » Corrección: Alfonso González

» Ilustración e infografía: Carlos López y Karla García


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