El laberinto de la sociedad mexicana

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FR ANCISCO HINOJOSA

CARLOS VEL ÁZQUEZ

DIOS Y YO

LIKE SWIMMING

ESGRIMA

JAIME LÓPEZ

El Cultural N Ú M . 9

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

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Civilidad y ciudadanía

EL LABERINTO DE LA SOCIEDAD MEXICANA L. M. OLIVEIR A

K YR A G ALVÁN: LUNA DE SANG RE


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El Cultural SÁBADO 15.08.2015

Baja moral, crisis de confianza y del sentido comunitario, predominio de los intereses privados o de grupo, en suma: una degradación de los valores que mantienen la congruencia y solidez de las sociedades, son algunos de los síntomas que menciona este ensayo, desde una perspectiva filosófica. El balance y sus posibles consecuencias implican un desafío mayor para el futuro y la viabilidad del país.

CI V I L I DA D Y CI U DA DA N Í A

EL LABERINTO DE L A SOCI E DA D M E X IC A NA L.M. OLIVEIRA

M

éxico como proyecto de cooperación se cae a pedazos. Y no lo digo como provocación, no es que quiera echarme encima a quienes defienden que la patria es una esencia magnífica y abstracta por la que vale la pena dar la vida. En lugar de imaginarnos a los países como entidades de las que emana nuestra identidad y nuestro orgullo, deberíamos pensarlos como asociaciones de personas que buscan una meta nada abstracta: vivir en mejores condiciones. Es decir, tener acceso a la salud, a la educación, a un trabajo digno, a la protección de la integridad física y psicológica, etcétera. Como están las cosas hoy día, decir “me siento muy orgulloso de ser mexicano” es difícil: orgulloso ¿de qué? ¿De las pirámides de Teotihuacán? ¿De los héroes que nos dieron patria? ¿De la Constitución del 17? ¿Del territorio que nos dio la casualidad? Porque nadie con tres dedos de frente puede estar orgulloso de la violencia de género ni de la delincuencial, de la desigualdad económica extrema, de nuestros partidos políticos y el nivel del debate público, de la discriminación rampante, de la corrupción, de la impunidad. No quiero provocar a nadie, pero ¿qué hemos hecho las generaciones que hoy día habitamos este territorio para sentir orgullo? ¿Transitar a la democracia? ¿El ine? ¿El inai? ¿Algunas resoluciones de la Suprema Corte? Quizás, pero en buena medida, el orgullo de ser mexicano es más propaganda nacionalista que un

sentimiento emanado de nuestros logros colectivos. De hecho, el país es una máquina de injusticia. El economista Gerardo Esquivel escribió hace poco en la columna de un diario nacional los siguientes datos: “El número de personas en situación de pobreza multidimensional en México aumentó en casi dos millones de personas entre 2012 y 2014. Esto representa un aumento de 83 mil pobres por mes, más de 2 mil 700 por día, 114 por hora o casi 2 pobres adicionales por minuto”. Sí, casi dos pobres por minuto. Y nuestros logros colectivos son nulos porque en realidad no trabajamos cooperativamente a gran escala, me atrevo a decir que tenemos un desarrollo moral localista y tribal, casi familiar. En México la lealtad con el círculo más íntimo está por encima de la justicia. Por eso, en el encuentro entre grupos con intereses distintos, lo que hallamos es conflicto, violencia, podredumbre moral. Sobran ejemplos de la inmoralidad que agobia todo lo colectivo: la corrupción es el más obvio, y abundan casos de la utilización de lo público para beneficios privados, que van desde el uso de las banquetas y de los lugares de estacionamiento hasta el de las aguas de los ríos. En las últimas semanas otro síntoma de esta podredumbre moral se ha manifestado de manera alarmante: en México nadie renuncia. No renunció el secretario de Gobernación ante la fuga del Chapo, ni renunció la secretaria de Desarrollo Social ante el contundente dato de su fracaso: desde que tomó el cargo, ya cité a Esquivel, aumentó en

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“LA INTEGRIDAD PERMITE QUE LA SOCIEDAD ASUMA QUE LOS INDIVIDUOS ACTÚAN CON CONSISTENCIA Y DISCIPLINA CON RESPECTO A SUS PROMESAS. QUIEN NO LO HACE ES RESPONSABLE DE UNA VIOLACIÓN A LA INTEGRIDAD QUE SU PUESTO EXIGE.” casi dos millones el número de pobres. Ellos dirán que no son responsables directos de la debacle y que por eso no renuncian: las crisis son para enfrentarlas. Patrick Dobel, doctor en ciencia política y especialista en ética pública, tiene un artículo muy recomendable que se llama The Ethics of Resigning (no estaría de más traducirlo y pasárselo a nuestros funcionarios), donde sostiene que saber renunciar a un puesto es parte fundamental de la vida de un servidor público. Y nos ofrece tres razones: por integridad personal, porque refuerza la responsabilidad moral de los funcionarios y porque ayuda a asegurar la rendición de cuentas. El argumento de la integridad está ligado con la autoevaluación: la integridad permite que la sociedad asuma que los individuos actúan con consistencia y disciplina con respecto a sus promesas. Quien no lo hace es responsable de una violación a la integridad que su puesto exige. Pero va más allá, un funcionario con integridad tiene la capacidad de reflexionar y evaluar el papel que sus acciones y decisiones han jugado para cumplir con las metas de su encargo. Si no viviéramos en medio de la podredumbre moral, no tendríamos que esperar las investigaciones de las autoridades (vaya conflicto de interés) para saber quién es responsable por acción u omisión de tal o cual suceso: un funcionario íntegro haría una evaluación pública de su trabajo y sus dudas y de resultar posible responsable, renunciaría. Las segunda y tercera razones que ofrece Dobel van de la mano, me detendré en la última: para la democracia es fundamental la rendición de cuentas y la renuncia de los funcionarios abona en ese sentido: si algo no funciona, es al menos en parte porque el encargado de hacerlo funcionar no ha logrado cumplir con los objetivos que se le encomendaron. En cambio, en un país donde nadie renuncia, la señal que se manda es que nadie es culpable: si aumentaron los pobres es culpa de las turbulencias griegas, si se escapó el capo es por culpa de su excepcional inteligencia. Sin responsables, ¿cómo podemos corregir el rumbo?

El síntoma de la falta de renuncias es grave: habla de egoísmo, de falta de responsabilidad y nula capacidad de cooperación. Además subraya la incapacidad de nuestro sistema político de hacer que los gobernantes rindan cuentas (¿una democracia donde no se rinden cuentas? Es como un olmo que da peras). Y ¿ cómo hemos llegado hasta aquí? Me parece que hay tres elementos fundamentales que nos ayudan a comenzar a explicarnos nuestro descenso a este abismo: la naturaleza humana, la

desigualdad, y la falta de educación cívica. Dicho esto, quiero recalcar que no reduzco toda explicación de nuestra situación a estos tres elementos, sería inocente, lo que digo es que juegan un papel importante en la explicación de nuestra realidad. Que no se me malinterprete.

LA NATURALEZA HUMANA Y LA EVOLUCIÓN DE LA MORALIDAD El siglo xxi está lleno de libros sobre psicología moral y sobre cómo la moralidad surgió como una ventaja competitiva. Puedo recomendar estos tres, pero hay muchos más: Just Babies de Paul Bloom, The Bonobo and The Atheist del primatólogo Frans de Waal y Moral Tribes, de Joshua Greene. Me referiré con cierta extensión a este último. Greene sostiene que la moral es un conjunto de adaptaciones psicológicas que permiten que individuos egoístas colaboren. La esencia de la moralidad es el altruismo, la disposición a pagar un costo personal para beneficiar a los demás. Ahora, si bien la moralidad evolucionó para permitir la cooperación, esto tiene una salvedad importante: los seres humanos cooperamos en grupos pequeños, compuestos generalmente por aquellos con quienes tenemos una relación personal. Nuestros cerebros no evolucionaron para cooperar entre grupos. Y ¿por qué no desarrollamos una capacidad de cooperar universalmente? Porque esto sería inconsistente con los principios que rigen la evolución. Veamos: las tendencias cooperativas no habrían podido evolucionar si no implicaran una ventaja competitiva para los cooperadores. La cooperación universal no habría sido ninguna ventaja, al contrario, los fuertes habrían ayudado a los débiles a sobrevivir. La cooperación evolucionó no porque es gentil y agradable, sino porque brinda ventajas para la sobrevivencia. En un mundo

ideal con recursos ilimitados, donde no se compitiera por estos, los grupos no cooperativos no estarían en desventaja, pues incluso siendo un desastre podrían sobrevivir. Pero en un mundo con recursos limitados la desventaja es evidente y los grupos de individuos que cooperan para sobrevivir tienen más probabilidades de lograrlo. Si hoy día tenemos inclinaciones a la cooperación es gracias a que nuestros ancestros tenían esa tendencia moral que les ayudó a vencer a sus vecinos menos cooperativos. Esto implica no sólo que la moralidad como adaptación biológica pone al nosotros sobre el yo, sino, y esto es bien importante, también al nosotros sobre el ellos. Somos tribales. Todo grupo cooperativo necesita protegerse de la explotación de aquellos que no son miembros del grupo, es decir, de individuos ajenos que se benefician de la cooperación. Esto requiere cierta habilidad para distinguir a los nuestros de los otros. El antropólogo Donald Brown identificó en sus investigaciones que tanto el etnocentrismo como la parcialidad hacia el propio grupo están presentes universalmente en las sociedades humanas. Es decir, cada uno de nosotros ocupa el centro de un conjunto de círculos concéntricos, el primer círculo está compuesto de amigos y parientes, el que sigue de parientes lejanos y conocidos. En un círculo más lejano se encuentran los extraños a quienes estamos ligados por nuestra membresía a distintos grupos: un barrio, una ciudad, una tribu, una religión, un país, etcétera. Los humanos, dice Greene, le ponemos especial atención a las personas que residen en nuestros universos sociales egocéntricos y tenemos una tendencia a beneficiar a quienes se encuentran en los círculos más íntimos, a esto se le llama tribalismo. Sin duda, es fácil reconocer a quienes habitan nuestro círculo más íntimo, pero los humanos cooperamos en grupos más amplios tanto activamente (construyendo un puente) como pasi-

“EN UN PAÍS DONDE NADIE RENUNCIA, LA SEÑAL QUE SE MANDA ES QUE NADIE ES CULPABLE: SI AUMENTARON LOS POBRES ES CULPA DE LAS TURBULENCIAS GRIEGAS, SI SE ESCAPÓ EL CAPO ES POR CULPA DE SU EXCEPCIONAL INTELIGENCIA. SIN RESPONSABLES, ¿CÓMO PODEMOS CORREGIR EL RUMBO?”


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vamente (no agrediéndonos). Para cooperar con extraños necesitamos una forma de distinguir a aquellos con los que podemos trabajar en conjunto de aquellos que nos explotarán. Para esto usamos marcas de pertenencia cultural. Dice Greene que los experimentos de Katherine Kinzler indican que los humanos estamos predispuestos desde una edad muy temprana a usar señales lingüísticas como marcadores de identidad de grupo y como base de nuestras preferencias sociales. Un experimento con niños franceses e ingleses mostró que los bebés de seis meses prefieren mirar a los hablantes que no tienen acento extranjero y que los niños de diez meses prefieren aceptar juguetes de hablantes nativos de la lengua en la que han crecido que de quienes hablan “raro”. También mostró que niños de cinco años prefieren ser amigos de niños que no tienen acentos extranjeros. Parece, dice Greene, que el cerebro humano, incluso antes de que sea capaz de generar habla, usa el lenguaje para distinguir a nosotros de ellos. Hay experimentos que muestran que tenemos tendencia a apoyar a los miembros de nuestro grupo. Henri Tajfel y sus colegas mostraron que las categorías sociales se convierten fácilmente en la base de nuestras preferencias sociales. Tajfel llevó gente a su laboratorio y la dividió en dos grupos basándose en diferencias azarosas. Luego pidió a las personas que le asignaran dinero de manera anónima a los otros individuos del experimento. Encontró que la gente tendía a favorecer a los de su grupo, aunque ese grupo sólo existiera para ese experimento. A lo anterior debemos sumar que las personas tendemos a la imparcialidad sesgada. Déjenme explicar esto: en la mayoría de las disputas tratamos de escoger de manera imparcial la mejor opción para solucionarla, pero tendemos a escoger de manera inconsciente la que mejor se acomoda a nuestros intereses (de ahí el nombre de imparcialidad sesgada que bien podría llamarse parcialidad). Varios experimentos, nos dice Greene, dan razón de esto. Linda Babcock y George Loewenstein llevaron a cabo la siguiente prueba: compararon la dificultad para alcanzar un acuerdo en dos circunstancias distintas, sobre la cantidad que tenía

que otorgársele a un motociclista que había sido golpeado por el conductor de un auto. En la primera, a cada uno de los dos sujetos del experimento que actuarían como abogados, se les pidió, después de revisar la evidencia del caso (mapas, fotos, testimonios, reportes de policía), adivinar la cantidad que el juez otorgó al demandante en el caso real, que podía ir de cero a 100 mil dólares. Resultó que aquellos a los que les correspondía el papel de abogados del motociclista estimaron en promedio una cantidad 15 mil dólares mayor y los

“LOS HUMANOS, DICE GREENE, LE PONEMOS ESPECIAL ATENCIÓN A LAS PERSONAS QUE RESIDEN EN NUESTROS UNIVERSOS SOCIALES EGOCÉNTRICOS Y TENEMOS UNA TENDENCIA A BENEFICIAR A QUIENES SE ENCUENTRAN EN LOS CÍRCULOS MÁS ÍNTIMOS, A ESTO SE LE LLAMA TRIBALISMO.”

supuestos abogados del automovilista 15 mil dólares menor. Además, mientras mayor era la discrepancia entre las estimaciones que hicieron los falsos abogados antes de argumentar su caso, más difícil resultó que llegaran a un acuerdo. Las parejas de sujetos con discrepancias pequeñas fracasaron en alcanzar un acuerdo sólo en un tres por ciento de los casos. Las parejas de abogados con grandes discrepancias iniciales quedaron sin acuerdo en treinta por ciento de las ocasiones. En la otra versión del experimento, se les pidió a las partes que adivinaran la cantidad que otorgó el juez, antes de indicárseles a quién representarían. Sus estimaciones fueron más cercanas y el porcentaje de negociaciones totales que no llegaron a un acuerdo cayó de 28 a 6 por ciento. Así, dice Greene, estos experimentos muestran no sólo que somos negociadores sesgados, sino que además lo somos inconscientemente. Súmenle a esto nuestra tendencia natural al tribalismo. Los humanos, dice Greene, también tendemos a que nuestra percepción de la realidad sea sesgada: nuestros juicios de lo que es justo o injusto dependen de lo que entendemos como los hechos relevantes de un caso. Si los hechos son ambiguos, las personas tendemos a favorecer la versión que apoya nuestros intereses. En un experimento clásico, dice Greene, estudiantes de dos universidades vieron la repetición de un partido de futbol americano entre los equipos de sus escuelas. Se les pidió que evaluaran algunas decisiones controvertidas de los árbitros. El resultado del experimento fue que los estudiantes le atribuyeron más errores a los árbitros en las jugadas contrarias a su equipo. En otro experimento, se le pidió a árabes y a israelitas que vieran la cobertura

que se hizo de la masacre de Beirut de 1982. Los dos grupos vieron la misma cobertura mediática y los dos concluyeron que la cobertura estaba sesgada en favor del grupo contrario. Decía que el tribalismo es muy útil para sobrevivir en pequeños grupos, sin embargo, es un impedimento para la cooperación a mayor escala. Afortunadamente, dice Greene, la moralidad puede hacer otras cosas más allá de aquellas para las que evolucionó. Como seres morales, podemos tener valores que se oponen a las fuerzas que le dieron vida a la moralidad. Greene toma prestada la frase de Wittgenstein para explicarnos esto: la moralidad puede subir la escalera de la evolución y luego patearla lejos. Así, lo que necesitamos en el mundo plural en el que vivimos es un tipo de pensamiento que permita que grupos con moralidades que están en conflicto puedan convivir y prosperar. En México necesitamos políticas educativas que enfrenten el hecho del tribalismo, el rechazo natural a los marcadores lingüísticos y culturales a partir de los cuales los grupos discriminan, a la imparcialidad y la percepción sesgadas, si queremos una sociedad cooperativa donde seamos capaces de superar nuestra naturaleza predispuesta al conflicto entre grupos. Volveremos a esto.

LA DESIGUALDAD México, lo sabemos de sobra, es una sociedad extremadamente desigual. Quiero señalar que la desigualdad tiene efectos en la moralidad. Pero comencemos con algunos datos que tomo del

“NUESTROS JUICIOS DE LO QUE ES JUSTO O INJUSTO DEPENDEN DE LO QUE ENTENDEMOS COMO LOS HECHOS RELEVANTES DE UN CASO. SI LOS HECHOS SON AMBIGUOS, LAS PERSONAS TENDEMOS A FAVORECER LA VERSIÓN QUE APOYA NUESTROS INTERESES.”


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“HAY UNA ASOCIACIÓN IMPORTANTE ENTRE DESIGUALDAD DE INGRESO Y UNA LARGA LISTA DE PROBLEMAS SOCIALES. CITO ALGUNOS MUY SIGNIFICATIVOS: HOMICIDIO, CRIMEN VIOLENTO, OBESIDAD EN ADULTOS, SOBREPESO INFANTIL, RESULTADOS DEFICIENTES EN MATEMÁTICAS, LECTURA, Y CONFIANZA ENTRE CIUDADANOS.”

informe que hizo para Oxfam México el mismo Gerardo Esquivel, a quien antes cité. En su informe nos dice que gracias al Coeficiente Gini de 0.441 que tiene México, frente al promedio de los países incluidos en la Standarized World Income Inequality Database, de 0.373, podemos decir que nuestro país tiene mucho más desigualdad que el promedio. México ocupa el lugar 87 de 113 países. Dice Esquivel: Un reporte de Wealth Insight (2013) revela que en 2012 había en México 145 mil individuos con una riqueza neta superior a un millón de dólares (sin incluir el valor de su residencia habitual). En conjunto, sus riquezas ascendían a un total de 736 mil millones de dólares. Estos millonarios —representantes de menos del 1% de la población total— concentraban en ese año alrededor del 43% de la riqueza total del país. El reporte de Wealth Insight señala que la riqueza de estos millonarios excede por mucho el promedio que corresponde a los millonarios de otros países, quienes concentran apenas el 29% de los recursos de sus respectivos países. En el informe de Oxfam, Esquivel señala que una de las posibles consecuencias de la desigualdad es que el crecimiento de la economía puede disminuir. Sin embargo, la desigualdad no sólo es un obstáculo para el crecimiento económico, cada vez se encuentran más datos de los efectos nocivos que tiene la desigualdad en las sociedades. Richard G. Wilkinson, especialista en el asunto, publicó en 2009, en la Annual Review of Sociology, un artículo destacable titulado “Income Inequality and

Social Dysfunction”, donde señala que la evidencia analizada (se compararon datos de países ricos), sugiere que hay una asociación importante entre desigualdad de ingreso y una larga lista de problemas sociales. Cito algunos muy significativos: homicidio, crimen violento, obesidad en adultos, sobrepeso infantil, resultados deficientes en matemáticas, lectura, y confianza entre ciudadanos. Esquivel nos señala en su estudio que Ted Namorado y otros encontraron en una investigación que la desigualdad ha tenido un papel importante en el aumento de la violencia durante los últimos años en México: “muestran que un aumento de un punto porcentual en el Coeficiente de Gini a nivel municipal se asocia con un aumento de cinco muertes por cada 100 mil habitantes”. Un dato interesante es que los beneficios de una sociedad menos desigual tienen incidencia no sólo en los más pobres, como podría suponerse, sino también en los más aventajados, que también ven una reducción en estos problemas que señalo. Pero decía que la desigualdad impacta negativamente en la confianza y esto, a su vez, en la cooperación. Déjenme dar un rodeo para luego referirme al asunto: muchos experimentos confirman que los humanos somos castigadores prosociales, es decir, que castigamos al que no coopera. El experimento más famoso al respecto, nos dice Joshua Greene, lo llevaron a cabo Ernst Fehr y Simon Gächter usando el “juego de los bienes públicos” que a continuación describo: los jugadores reciben un monto inicial de efectivo. En cada ronda cada jugador puede contribuir una suma de su dinero al fondo común. Todo el dinero que se reúne en éste es multiplicado por dos, y luego se

“EL CASTIGO PROSOCIAL ES MOTIVADO POR EMOCIONES COMO LA INDIGNACIÓN. LOS EXPERIMENTOS HAN DEMOSTRADO QUE LAS SOCIEDADES MÁS COOPERATIVAS SON AQUELLAS DONDE LAS PERSONAS ESTÁN MÁS DISPUESTAS A CASTIGAR A QUIENES NO COOPERAN.”

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distribuye en partes iguales a cada uno de los jugadores, sin importar quién cooperó y quién no. Supongamos que hay cuatro personas, cada una con diez pesos y todas aportan todo su dinero al fondo común. Reunirán cuarenta pesos, que al multiplicarse por dos se convertirán en ochenta. Esto es, cada jugador recibirá de vuelta sus diez pesos y diez más. Sin embargo, es aquí donde aparecen los vividores que no aportan nada. Hagamos el ejercicio: supongamos que tres de los jugadores aportan sus diez pesos y uno se abstiene, ¿cuál es el resultado? En el fondo común tendremos treinta pesos que al multiplicarse por dos serán sesenta, que al dividirse entre cuatro (son las reglas del juego) distribuyen quince pesos a cada jugador. Así, los tres que cooperaron recibirán sus diez más cinco, mientras que el vividor recibirá quince, que sumará a sus diez. De este modo, el que no ha cooperado terminará la ronda con veinticinco, y quienes sí lo hicieron tendrán quince. Típicamente, nos dice Greene, cuando se pone en práctica este “juego de los bienes públicos”, las personas comienzan cooperando, y aportan al fondo común al menos algo de su dinero. Pero pronto aparecen los vividores que no contribuyen nada. A las pocas rondas los cooperadores advierten que están siendo explotados y reducen o eliminan su contribución. Mientras más declinan las contribuciones de una ronda a la otra, más jugadores mandan todo al diablo. El resultado es que las contribuciones desaparecen casi por completo. Ahora, cuando los cooperadores tienen la oportunidad de castigar a los explotadores (en el experimento el castigo es económico), las cosas cambian, y aquellos que podrían convertirse en explotadores prefieren no hacerlo. El castigo prosocial es motivado por emociones como la indignación. Los experimentos han demostrado que las sociedades más cooperativas son aquellas donde las personas están más dispuestas a castigar a quienes no cooperan. Benedikt Herrman y sus colegas llevaron a cabo el juego en distintas ciudades del mundo y encontraron niveles de cooperación muy distintos: los ciudadanos de Boston y Copenhague resultaron ser intuitivamente cooperativos (aportaron mucho de su dinero desde el principio). En cambio, los ciu-

dadanos de Atenas tuvieron resultados de cooperación inicial (y final) mucho más pobres. Las personas que dijeron tener más altos niveles de confianza a la hora de interactuar diariamente con sus contrapartes en el experimento, fueron las que cooperaron más de manera intuitiva. Parecería que la desconfianza disminuye la cooperación. Y dicho esto, podemos volver a la desigualdad: si la desigualdad aumenta la desconfianza y la desconfianza disminuye la cooperación, ya tenemos otro argumento para atacar la desigualdad.


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EDUCACIÓN CIVIL

Hay pruebas muy contundentes que demuestran que los seres humanos somos tribales, y que además cuando intentamos ser imparciales somos sesgados y, aún peor, que vemos los hechos, cuando cabe cierta ambigüedad, de manera que apoyen nuestra postura. Afortunadamente, también respondemos bien al castigo prosocial y hay conductas como la indignación que nos mueven a actuar de manera cooperativa. Martha Nussbaum publicó en 2010 un libro que se llama Sin fines de lucro; por qué la democracia necesita de las humanidades, donde expresa que ningún sistema democrático puede ser estable si no tiene el respaldo de ciudadanos educados para ser democráticos. En toda sociedad encontraremos personas dispuestas a convivir con los demás en un ambiente de respeto mutuo y reciprocidad. Sin embargo, también habrá personas que se sientan cómodas con la dominación y la desigualdad. De lo que se trata, dice Nussbaum, es de averiguar cómo formar más ciudadanos del primer tipo que del segundo. Para ella, las humanidades son importantes en la formación de ciudadanos, gracias a que nos ayudan a acercarnos a los otros como seres con alma (en el sentido figurado) y no como un instrumento útil para nuestros fines. Si no tuviéramos la capacidad de acercarnos a los demás como seres que importan y tienen sus propios intereses y necesidades, la democracia, dado que es un sistema basado en el respeto y el interés por el otro, estaría destinada al fracaso. Para lograr un acercamiento, la imaginación y la emoción moral son fundamentales. Tendría que ser obvio que los planes educativos que cancelan las humanidades y exaltan el espíritu empresarial, egoísta y competitivo, sólo socavan la civilidad: quizá la economía crezca más con tantos emprendedores, pero el desarrollo democrático, civil, humano, sólo puede mantenerse en la putrefacción en la que se encuentra. No quiero hablar contra el espíritu de líderes y emprendedores, el problema es la falta de equilibro: fomentar el egoísmo puro, en lugar de la cooperación, únicamente puede llevarnos al desastre. Nussbaum habla de la importancia de que los ciudadanos sean capaces de argumentar en una democracia. Sócrates proponía que las personas hicieran un autoexamen crítico de su propio espíritu, de ahí que dijera “conócete a ti

“NECESITAMOS UNA EDUCACIÓN QUE REFUERCE EL SENTIMIENTO DE INDIGNACIÓN FRENTE A PRÁCTICAS INACEPTABLES COMO LA CORRUPCIÓN, LA DISCRIMINACIÓN, LA VIOLENCIA DE GÉNERO. HAY QUE ENFRENTAR, DESDE LA ESCUELA, LA FALSA TOLERANCIA.” mismo” (lo que obviamente se relaciona con la integridad). Para Nussbaum, quien no se conoce carece de claridad con respecto a cuáles son sus objetivos particulares y, por ello, tampoco sabe cuáles son las metas políticas que persigue. El resultado puede ser que las personas se dejen influir por las palabras engañosas de un demagogo. Sin duda, cuando se pierden de vista los argumentos y los propios fines, es más fácil dejarse llevar por la fama o el prestigio de un orador. En cambio, desde la perspectiva socrática, es evidente que nada de esto es lo más relevante. En realidad, podríamos decir que lo único que importa son los argumentos. ¿Será desmedido exigir que las personas tengan claras sus finalidades políticas? Quizá funcione para los asuntos nimios, pero cuando se trata de decidir qué vamos a hacer con los recursos naturales del subsuelo o con la laicidad del Estado, por mencionar un par de ejemplos, no sólo es importante saber lo que valoramos sino pensar, dado que la sociedad es plural, en cómo alcanzar un acuerdo con los otros. Saber argumentar implica ser responsable de las propias ideas, lo que puede ayudar a que las personas se sientan también responsables de sus actos. En un mundo multicultural, donde hay ideas distintas sobre el bien, es fundamental ser capaz de intercambiar ideas con respeto. Para que esto sea posible, es decisivo que las personas puedan imaginar y comprender la posición del otro. Y también que sean conscientes de su propia tendencia a defender juicios sesgados y enfocar las cosas a su conveniencia. Por otro lado, ya que tenemos una tendencia natural a distinguir a nuestro grupo de los otros por marcadores lingüísticos, culturales, etcétera, la educación tendría que centrarse en superar estos instrumentos que ayudaron a sobrevivir a nuestros antepasados. Necesitamos una educación que refuerce el sentimiento de indignación frente a prácticas inaceptables como la

corrupción, la discriminación, la violencia de género. Hay que enfrentar, desde la escuela, la falsa tolerancia. En La fragilidad del campamento, un ensayo sobre la tolerancia, hablo del tema. Martha Nussbaum cree que cierto tipo de patriotismo es importante para motivar a las personas a actuar moralmente y recurre a Guiseppe Mazzini para explicarnos su punto de vista. Mazzini piensa que nuestras vidas están inmersas y dirigidas por la avaricia y el interés propio. El asunto es cómo hacemos para superar esta inclinación natural. Para él, necesitamos una emoción que nos dirija con fuerza hacia el bien común, para que lo apoyemos de maneras que implican sacrificios. Pero coincidir en esa motivación no puede ocurrir en la búsqueda de un objetivo meramente abstracto como “la humanidad”, sino más inmediato y concreto, como “la nación”. Dicho lo anterior, no puedo dejar de señalar que el patriotismo nos puede llevar por caminos indeseables como la xenofobia y la guerra. De lo que se trata es de encargarnos de formar un sentimiento que nos dirija a una idea de bien común en la que no cabe ni se justifica el daño a los otros. Si planteamos un proyecto de nación a veinte años, claro y justo, quizá podríamos caminar unidos. Creo que hay elementos de sobra que explican la podredumbre moral en la que vivimos y bien podríamos atacar las causas de esta devastación, al menos las que aquí señalo. Aunque, claro, no siempre basta con saber cuál es la causa de nuestros problemas. ¿Cuántos enfermos no mueren luchando contra una enfermedad que conocen? Pero al menos lo intentan. Nosotros nos abandonamos al abismo, en un descenso que es cada vez peor. L.M. OLIVEIRA (Ciudad de México, 1976) es filósofo moral y se dedica a la investigación y la docencia como miembro del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM. Es autor de las novelas Resaca (2014) y Bloody Mary (2010), y del ensayo La fragilidad del campamento (2013).

“EL PATRIOTISMO NOS PUEDE LLEVAR POR CAMINOS INDESEABLES COMO LA XENOFOBIA Y LA GUERRA. DE LO QUE SE TRATA ES DE ENCARGARNOS DE FORMAR UN SENTIMIENTO QUE NOS DIRIJA A UNA IDEA DE BIEN COMÚN EN LA QUE NO CABE NI SE JUSTIFICA EL DAÑO A LOS OTROS.”


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Cuatro poemas que confirman la calidad y distinción de la poesía de Kyra Galván. Forman parte de su trabajo más reciente, reunido bajo el título que comparte esta página, y recrean, de acuerdo con su autora, el destino de un grupo de “mujeres en la historia, el mito o la leyenda”.

LUNA DE SANGRE Kyra Galván

CLITEMNESTRA I Clitemnestra, hija magnífica del rey de Esparta, está cansada de Agamenón. De sus constantes aventuras en otras carnes y de sus proyectos para ir a Troya a recuperar a la perra traidora de Helena. En aquella época los hombres jugaban a la guerra y los corazones de las mujeres eran pisoteados. II

Clitemnestra en duda, antes de apuñalar a Agamenón, Pierre-Narcisse Guérin, 1819.

NEFERTARI Sus ojos maquillados con lapislázuli se reflejaron seductores sobre el espejo. El oro pulido le guiñó un destello. Manos expertas le untaron perfume de loto al amanecer. Peinaron su cabello crespo en una unidad perfecta. El collar de cuentas enmarcó su cuello de garza. El velo de lino se deslizó palpitante dando forma sediciosa al contorno. Se sentó mujer y se levantó diosa. Tenía cita con el hombre más poderoso del Universo: Ramsés el Grande.

Clitemnestra nunca comprendió cómo la mano de Agamenón —en un segundo inexplicable— enterró hondo la hoja afilada del cuchillo en el pecho de su Ifigenia. Aquella joven parida de sus entrañas tenía una dulce voz que cantaba, y era hija de él y de ella. Ella la amaba con todo el corazón. El bruto buscaba agraciarse con los estúpidos dioses de los vientos y todo, para que aventara lejos los sombríos barcos de los aqueos, llevando muerte y desgracia por todo el mundo conocido. III Clitemnestra fingió su bienvenida, es cierto. Con sangre fría le preparó un baño rico en ungüentos y perfumes. —Me extrañaste —le preguntó su marido. —No sabes cuánto —murmuró. Con manos hábiles le acarició la espalda y con el odio acumulado durante diez largos años en las palmas y en la garganta y en el pubis, sin dudar un segundo, clavó el puñal en ese corazón de hombre, entintando el agua, apaciguando el dolor.


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CLEOPATRA I Julio César le mandó construir una estatua para ser adorada —a manera de Diosa— en el Foro Romano, pero nunca la llamó esposa, ni madre de su hijo. II

Muerte de Cleopatra, Jean-André Rixens, ca. 1869.

Marco Antonio la poseía, la fornicaba todos los días y todas las noches y la hizo su esposa y le concedió territorios para afrenta de los triunviros. Sin embargo, ella, lo abandonó en el mar durante la batalla de Actium.

YOCASTA

III

¿Qué será de ti en este infierno de silencio? Quisiste escapar del destino, salvar al hijo recién nacido… Y lo amaste con el cuerpo, con la boca, con el sexo. Con pasión desatada, como vendaval y naufragio. Con complacencia última a tu vanidad de mujer: fuiste amada por su elástica juventud, sin saberlo, sin sospecharlo. No pudiste dejarlo apartado de tus pechos. Desliza la cuerda por tu cuello de cisne. Tu crimen perdurará por la eternidad.

Augusto. Octavio Augusto, la odiaba. Le temía. Y le hizo la guerra y la persiguió hasta matar a su descendencia. Claro que de estos hechos vergonzosos, la Historia no guarda registros, ni detalles, ni fotos, ni nada.

KYRA GALVÁN HARO es autora de los libros de poesía: Un pequeño moretón en la piel de nadie (1982), Alabanza escribo (1989), Netzhualcóyotl recorre las islas (1997), Incandescente (2010), Espejo celestial (2011), Poesía es jeroglífico y Artificio del duelo (ambos de 2013); y de las novelas: Los indecibles pecados de Sor Juana (2010) y Corazón de plata (2014). Ha colaborado en la sección cultural de El Universal y en revistas y suplementos nacionales. Actualmente es columnista de la revista virtual El Replicante.


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LA N OTA NEGRA

DIOS Y YO

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Por

FRANCISCO HINOJOSA

@panchohinojosah

D

igamos que Dios existe o existió —todos los dioses, cualquier dios— y que le atribuimos el poder de haber creado todo a su antojo. Él es responsable de que el mundo sea como es, al menos en el planeta Tierra. Sin duda fue un gran inventor: a partir de la nada (léase Heideger y Sartre) le dio forma, cuerpo y diseño a una jirafa, una cebra, un caballito de mar y un ajolote, por no hablar de los colores que presumen muchos peces que viven en la oscuridad del fondo marino sin que nadie los pele. La pitahaya, el brócoli y el rambután. Los tornados, las esmeraldas y Saturno. Sólo puedo imaginármelo muy divertido en esos tiempos pre-pre-pre-históricos con varias copas consumidas de eso que nosotros llamamos bebidas espirituosas, con los pies sobre una especie de escritorio, con un habano entre los dedos (que se apresuró a crear antes de inventar lo demás) y con la sonrisa a flor de boca: “ahí les va un hipopótamo, una jacaranda y el Everest”. Y de inmediato la carcajada, que tan solo le dio ánimos para añadir: “ahí les va también la pampa, la escherichia coli y los tréboles de cuatro hojas”. ¿Por qué no le dio vida a un árbol que diera frutos parecidos a una berenjena amarilla con espinas alucinógenas y carne con sabor a detergente y vitamina c? Seguramente se aburrió de tanto inventar. Habría que añadir ahora que también se le ocurrió crear a los seres humanos —o evolucionarlos (léase

Las Claves

HAY ALGO QUE TODOS LOS DIOSES QUE EXISTIERON, EXISTEN O EXISTIRÁN COMPARTEN: NECESITAN SER ADORADOS... CASTIGAN SIN PIEDAD A QUIENES NO ESTÁN PENDIENTES DÍA Y NOCHE DE SU BIENESTAR. ASÍ SON ELLOS.

Darwin)—, que son los únicos capaces de poner en cuestión sus obras y venerarlas o deplanamente declararlas inexistentes (léase Nietzsche). Esa fue su primera gran equivocación. Ya antes había inventado a esos animales de gran formato, conocidos genéricamente como dinosaurios (véase Spielberg), y tuvo que desaparecerlos del mapa porque no podían compartir el mismo espacio con esos otros animales más pequeños, que andan en dos patas y que, según ellos mismos, tienen inteligencia. Debieron haber sido largas y muy divertidas las jornadas en las que Dios se puso a inventar el mundo y sus cosas. Hay algo que todos los dioses que existieron, existen o existirán comparten: necesitan ser adorados. Sé que hablar de narcisismo en cuestiones divinas no es un término que se pueda aplicar de la misma manera que se hace con Cristiano Ronaldo o Vicente Fernández, ya que ellos solo ven las muestras de admiración de sus fans e ignoran a sus detractores. En cambio los dioses castigan sin piedad a quienes no están pendientes día y noche de su bienestar. Así son Ellos. Mi relación con Dios ha sido muy complicada. No sé qué piense Él del asunto —dado el caso de que exista y de que le interese mantenerse en contacto conmigo—, pero para mí no creo que haya una posible reconciliación. A pesar de que hace mucho rompimos —gracias al esmero que hicieron por satanizarlo los lasallistas con los que

me eduqué—, con frecuencia surge el tema de su existencia en películas, libros, saludos y despedidas (“gracias a Dios”, “que Dios lo bendiga”, “Dios mediante”) y noticias en la prensa. Estas últimas son terrenales y totalmente humanas, pero siempre se esconden tras la palabra de Dios. El Papa Francisco declara, por ejemplo, que el divocio no significa excomunión (o sea que hasta ahora me entero que no estoy excomulgado por tercera vez a pesar de ser agnóstico, léase Kierkegaard) y que el Vaticano no será indulgente con los curas pedófilos, como sí lo fueron sus predecesores con el sacerdote millonario Marcial Maciel, pese a que tenía una gran cantidad de demandas en su contra. No sabemos si Dios los respaldó, pero al menos aquí la pgr sí lo hizo, al igual que Norberto Rivera, cardenal mexicano otrora papable, y otros cuantos obispos y arzobispos que al parecer próximamente serán juzgados en un tribunal de la santa sede por el delito de encubrimiento. Del cajón de tuits: Ya no beba tanto, padre, luego se pone usted muy pederasta.

Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ

CRÓNICA DE UN EMBUSTERO. Circula en México El impostor (Random House, 2014), de Javier Cercas (Cáceres, España, 1962), novela sin ficción que cuenta la historia de Enric Marco Batlle (Barcelona, 1921), el nonagenario que durante muchos años fingió ser un sobreviviente de los campos hitlerianos y alcanzó notoriedad de héroe —llegó a ser presidente de la Asociación de los Supervivientes Españoles de los Campos Nazis, recibió distinciones y dictó conferencias por toda Europa— hasta que un desconocido historiador, Benito Bermejo, lo desenmascara: muestra públicamente todas sus simulaciones en un affaire de gran repercusión social que molestó y exasperó a buena parte de los españoles en mayo de 2005. El “sindicalista”, secretario general de la Confederación Nacional del Trabajo (cnt) de España —quien hizo llorar con su discurso a los parlamentarios en el homenaje a los republicanos deporta-

dos por el Tercer Reich— había falseado su biografía: nunca pisó un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial. “Me cautivó el personaje. Me obsesioné: uno a veces no sabe las causas por las cuales lo seduce una historia; pero tenía motivos para que ésta me mantuviera en vela durante un buen tiempo”, ha dicho el autor de Anatomía de un instante (2009): informe sobre el intento de golpe de estado en 1981, protagonizado por Alfonso Armada y Jaime Milans, en el Congreso de los diputados españoles. Marco encarna la ilusión: necesitaba habitar las circunstancias de una existencia que no le correspondía. “Viví en la mentira, no lo niego, para ser reconocido y admirado, tal y como quisiéramos todos”, explica el protagonista. Una madre recluida en un hospital siquiátrico donde da a luz a Marco, quien vagabundea de casa en casa y sin familia bajo la custodia de un padre despreocu-

pado: infancia y juventud marcadas por el infortunio. Cuando cumple cincuenta años decide apropiarse de una identidad que lo redima: concibe un pasado que lo convierte en héroe de la Guerra Civil, víctima de los nazis y miembro activo de la resistencia antifranquista. Javier Cercas explora los enigmas de un personaje arropado por fingimientos y también, por verdades, en un periplo de más ochenta años por la historia de España. Empalme de crónica, apuntes conjeturales propios del ensayo, notas biográficas y despachos históricos: El impostor atrapa y perturba a los lectores por la pasión manifiesta y los riesgos estilísticos asumidos. “Los libros se escriben desde adentro, desde las entrañas. Marco hizo posible que me hiciera muchas preguntas. Éste es quizás, el texto en el que se reflejan mis inquietudes más profundas”, precisa el Premio Internacional de Literatura Terence Moix 2010.

EL IMPOSTOR

Autor: Javier Cercas Género: Novela sin ficción Editorial: Random House, 2014.


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CARLOS VELÁZQUEZ

El Cultural SÁBADO 15.08.2015

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

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@charfornication

M

urakami se equivoca. Correr no es como escribir. Nadar es como escribir. La soledad del corredor de fondo es una analogía hipster. No es la carrera lo que impulsa el relato de largo aliento. Por más que lo intento, no consigo consolidar en mi mente la imagen de un Dostoyevski con un reloj Nike presumiendo en las redes sociales la cantidad de kilómetros que recorre a diario. Redactar una novela de amplia extensión, aunque se crea lo contrario, no implica lo mismo que correr un maratón. De qué hablamos cuando hablamos de correr. De cualquier cosa, menos de un novelista. La cultura de lo light ha dado paso a la cultura del bienestar. Jabones orgánicos, alimentos orgánicos, escritura orgánica. Descafeinada. Cómo se escribe una novela de quinientas páginas. No de la misma forma que se corre el maratón de Nueva York. Para completar un maratón se requiere de preparación. De acuerdo. ¿Entonces el cuento es la preparación para convertirse en novelista? No. Si fuera el camino tendríamos a más cuentistas que novelistas. Se salta a la novela directamente. A adoptar la pose de San Murakami. De entre todas las analogías que se pueden entablar entre escritura y deporte sólo una es pertinente. La natación. Cómo se escribe una novela de quinientas páginas. Primero se redactan seis. Luego diez. Enseguida tres. Después veinte. Se constata cómo el archivo comienza a crecer. Hasta que en determinado instante se descubre que la extensión del texto ha conseguido las quinientas cuartillas. Plantearse la redacción de un texto voluminoso,

CUANDO POR FIN AFINAS EL ESTILO, LA RESPIRACIÓN, LA VELOCIDAD Y EL TRANCE, ENTONCES OBTIENES LO ÚLTIMO: EL MÚSCULO. Y A BASE DE MÚSCULO CONQUISTARÁS LA NOVELA DE QUINIENTAS PÁGINAS.

El sino del escorpión Superchido booktuber EN EL FONDO de su resquicio lunar en la pared, el escorpión ajusta la cámara, dirige las luces y dispone el estrecho escenario donde hará su debut como booktuber. La palabra colige a esa pandilla de jóvenes hiperactivos surgida en España y otras regiones de Europa, extendida por Estados Unidos, imitada luego en México y ahora esparcida hasta la Patagonia; muchachas y muchachos entre 17 y 25 años, quienes por necesidad de comunicación, deseo de fama, buena voluntad o aburrimiento, deciden platicar de manera “ligera, divertida y chida” sobre sus libros preferidos a innumerables seguidores pendientes de sus comentarios en YouTube (aunque a veces también hablan de maquillaje, moda o películas). En la etapa de la promoción y el lucro a toda costa, las mayores casas editoriales alentaron el fenómeno en favor de mayo-

o como los llaman los lectores poco entrenados, mamotretos, te paraliza. Te infunde miedo. El consejo es nunca pensar en el tamaño. Dedicarse a acumular palabras. Sin presiones. No pensar en el maldito maratón de Nueva York. Deslizarse apenas unos metros. Por qué nadar es como escribir. Para poder desarrollar velocidad y resistencia en la natación primero se deben dominar los estilos: libre, dorso, pecho y mariposa. Y aquí reside la diferencia radical con el atletismo. Si bien es cierto que correr es un deporte de alto impacto, implica una competencia externa. Prepararse para cada día correr más kilómetros. En la natación la competencia es contigo mismo. Y el reto consiste en perfeccionar los estilos. Si nuestra literatura fuera consciente de esto, tendríamos menos novelas que se quedan a medio maratón. En tus primeras incursiones en el agua apenas si avanzas media página, página y media. Pero una vez que consigues domar los estilos comienza la narración. El siguiente paso a domesticar es la respiración. En el argot del nadador se le conoce como bucito. Respirar por la boca y exhalar por la nariz. Desarrollar capacidad pulmonar. Además hay que obligar a la cabeza a que se acostumbre a estar abajo del agua. Esto es indispensable para alcanzado un punto entrar en trance. No dudo que en el atletismo ocurra este fenómeno. Pero conlleva implícito un grado de concentración. La meta, el objetivo, no desaparece nunca de la mente. En la natación la concentración consiste en dejar de pensar. No se piensan los estilos. Se ejecutan. No se piensa en narrar, se narra. Incluso en una competencia de natación, la mente opera en blanco por

lapsos. En la escritura ocurre lo mismo. No permea la preocupación por alcanzar determinado número de páginas. Se limita a narrar. Una vez que se consiguen domeñar los estilos y la respiración, el siguiente paso es la velocidad. La velocidad opera de manera distinta en la escritura. No es el reflejo de un mecanógrafo raudo. Opera en la construcción de las oraciones. En la sintaxis. En cómo se acomodan estas dentro del tejido semántico. La velocidad del pensamiento para ejecutar el estilo. Para responder al reflejo incondicionado sin que interceda el pensamiento. El grado hipnótico de la narración sólo lo posee la natación. El escritor deambula para concentrarse, para rumiar una idea, nunca corre detrás de ella. Pero sí puede nadar en su búsqueda. Nadar es suspenderse, es hacer volar la médula espinal. Cuando nadas te pones en contacto con esa región del cerebro de donde Joyce afirmaba que nacen las palabras antes de ser manifestadas por el habla. Cuando por fin afinas el estilo, la respiración, la velocidad y el trance, entonces obtienes lo último: el músculo. Y a base músculo conquistarás la novela de quinientas páginas. La construyes día a día. No con una misma rutina, como pretenden los corredores. Con combinaciones. Incluso con aletas. Con paletas. Con pull. Para que te expandas al máximo. Para que tu cuerpo se estire al máximo. Para que se narre a tope. Y te olvidarás de la competencia. Sólo te ocuparás de narrar. Correr jode las rodillas. Y los verdaderos narradores no se joden las piernas. Los narradores auténticos se pueden joder la cabeza, las tripas, el corazón, pero jamás las piernas.

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

res ventas. Comenzaron por recomendar a esa panda lectora y difusora de novedades, la abastecieron de libros juveniles de moda, best sellers o sagas de aventuras y le abrieron luego espacios en las ferias del libro, donde ante un emocionado público juvenil se presentan las estrellas booktubers entre vítores, aplausos, griterío y la selección de los diez más guapos. El escorpión lee en los diarios de nuestro país cómo a estos jóvenes incluso se les denomina “la nueva crítica literaria”, y aguijoneado evoca a los formalistas rusos, a los estructuralistas y la deconstrucción, al orientalismo, el nouveau roman y la nouvelle vague y las teorías postcoloniales. Incluso recobra las formativas lecturas de crítica literaria de Luis Mario Schneider, Luis Cardoza y Aragón, Rosario Castellanos, Margo Glantz, Huberto

Batis, Carlos Monsiváis y tantos más, para concluir con un aforismo de José Joaquín Blanco: “La crítica es la conciencia que la literatura tiene de sí misma”. No obstante, como el escorpión no es un amarguete (aunque le insistan las familias felices), y apoya cualquier impulso a la lectura, improvisó ya un platicado y superchido comentario para grabarlo en YouTube. Se trata de una novela bien tripeada de un mundo paralelo dominado por muertos vivientes muy freaks, adonde el Walking Dead Johnny Precious va en busca de su creador, el jefe zombi y rey del páramo extendido entre la realidad y el mundo paralelo. No voy a dar spoilers, pero el final es deconstructivo (todo se desmorona), y mucho ojo al personaje de Susan St. John, interpretado en la película por Salma Hayek.

EL ESCORPIÓN LEE EN LOS DIARIOS DE NUESTRO PAÍS CÓMO A ESTOS JÓVENES INCLUSO SE LES DENOMINA “LA NUEVA CRÍTICA LITERARIA”.


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L a et er n id a d c om ie n z a u n s áb a do

2 0 D E A G O S T O D E 1 8 47: L A B ATA L L A D E C H U R U B U S C O

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R E L ATA D A P O R U N S U P E R V I V I E N T E

obre su frente, Santa Anna, hay una mancha imborrable: es el dedo del pueblo que señala. La patria aún llora las desdichas que le ocasionaste con tu perfidia. Cuando llevo al cementerio de la cercana Guadalupe Hidalgo, ofrenda de flores para algún ser querido mío, que allí descansa, nunca me falta una sonrisa de ironía al pasar ante la piedra que cubre tus despojos... Allí estás, y nunca he visto sobre la tumba que te han puesto, siquiera una hoja marchita arrancada por el viento de los árboles del cementerio. ¡Hasta la naturaleza te niega sus dones! Hace algunos años y en ocasión semejante a ésta, escribimos un pequeño relato, de la gloriosa derrota del general Pedro María Anaya. Hablamos entonces, de las operaciones militares llevadas a cabo en la defensa del Convento, el puente de Churubusco y la hacienda de Portales. No omitimos decir que los norteamericanos llegaron a la infamia, marcando con candente hierro a los miembros del batallón de San Patricio, irlandeses que comprendiendo la gran injustica del Presidente Polck, vinieron con los mexicanos a defender la integridad de un pueblo libre. Hoy, buscamos a un superviviente, hombre modesto quien jamás ha puesto en explotación los servicios que prestara a la República. Es uno de tantos obreros, plenos de juventud en el 47, quien como simple voluntario, se asiló en el batallón “Independencia” y ocupó su puesto en las trincheras de Churubusco. Tiene, a la fecha, cerca del siglo. Su memoria no le es muy fiel; pero tanto por el acento de profunda convicción con que habla, cuanto por ciertos momentos en que vive ahora aquellas tremendas escenas de la derrota, revela que vio mucho; que fue a la guerra con el corazón preñado de ilusiones por el triunfo, y que al caer una tarde, regresó tristemente, disperso, con los ojos llenos de lágrimas, a su hogar, para hacer relato de la jornada... —¿Conoció usted al coronel Peñúñuri? —Sí. Antes fue panadero... Poco antes de las dos de la tarde murió. Con un grupo de soldados, quiso salir del Convento, para dividir en dos a los asaltantes, y no regresó. Martínez de Castro corrió igual suerte. ¡Qué valiente fue mi coronel! Los soldados le lloraron, cual si se tratara de un hijo. —Dígame usted. ¿Cómo se llama? —Perfecto Falcón —nos contestó trabajosamente, pues su edad avanzada le impide hablar con soltura. Está, además un tanto afectado del oído. Pesan en él noventa y seis años. Y con gran trabajo solicitamos del superviviente de la heroica epopeya, datos sobre su participación en la batalla. —Mi batallón —comenzó diciendo—, estuvo formado por albañiles, sastres, carpinteros; en una palabra, por puros artesanos. Se llamó batallón “Independencia”. Había otro formado por “catrines”. Nuestro armamento era malo, pues con nuestro peculio hubímoslo, siendo obre-

UN ESPACIO DEDICADO AL RESCATE DE RAREZAS Y RELIQUIAS LITERARIAS

Por AMÉRICA ZEPEDA CABIEDES Batalla de Churubusco, litografía, Julio Michaud y Thomas, ca. 1850.

“MI BATALLÓN ESTUVO FORMADO POR ALBAÑILES, SASTRES, CARPINTEROS; EN UNA PALABRA, POR PUROS ARTESANOS. SE LLAMÓ BATALLÓN ‘INDEPENDENCIA’. HABÍA OTRO FORMADO POR ‘CATRINES’.”

Atrapado en la red

ros, pudimos comprar solamente armas viejas de chispa. En cambio, los “polkos” tenían fusiles percutentes, iguales a los que traían los norteamericanos. —¿Qué cree usted que haya determinado el ataque a Churubusco? —Siempre he creído que la retirada de Santa Anna, dejando comprometido al general Valencia en Padierna. Y dentro del Convento, listos para esperar al invasor, ¡sólo cuatro paradas de cinco tiros cada una, nos dieron por pieza! —¿Y así se sostuvieron? —En esa forma. Por eso entraron los americanos; por fuera nos dispersamos unos, y otros murieron o cayeron prisioneros. Desde que llegamos al convento me tocó como punto la capilla. Allí estuve hasta la retirada. Recuerdo, claramente, que cuando el general Rincón se dio cuenta de que el parque no servía, montó en su caballo y recorrió valientemente las líneas de defensa, gritando: ¡Esta ha sido una traición de Santa Anna, soldados! ¡Antes muertos que rendidos! Me acuerdo cómo cayó el coronel Peñúñuri, comandante de mi cuerpo tomando algunos soldados del batallón “Independencia”, se resolvió a salir en busca del parque, del que traía el enemigo. Y cayó a corta distancia de la puerta del convento, y tras él, muchos de los compañeros míos, a quienes tanto quería. No se olvide decir que los ingleses de “San Patricio” fueron ahorcados, unos, y quemados otros con una T en la frente. Los norteamericanos les llamaron traidores, porque peleaban por la libertad de un pueblo como el nuestro. Yo —dice el anciano Falcón, dando a sus palabras tristísima entonación— vi cuando escondieron la bandera. ¡Tomaban el convento, pero no la enseña de nuestra patria! ¡Allí quedó enclavada en seguro lugar, nuestra querida bandera! Todo era desolación y tristeza. Y no había un solo hombre que no imprecara a Santa Anna. Protegidos por los maizales, llegué a San Antonio, donde fuimos reconocidos: entramos a la ciudad, y el señor mi padre, que me buscaba, al dar conmigo me dijo tristemente: “Es inútil, hijo, que sigas peleando”. Cambié de ropa, dejando el pantalón azul con vivos amarillos, y fui a mi casa a contar todo lo que había pasado. Algunos soldados del batallón “Victoria”, que estaban en San Lucas, nos enseñaron algunos prisioneros yanquis. ¡Cuánto odio sentí por ellos! Firmado por F. R. A., El Demócrata, 18 de agosto de 1918

@MeriZepeda

Viajes a domicilio ARTCHIVE Es una plataforma en línea concentrada en la pintura y las artes plásticas. Contiene más de dos mil imágenes en alta resolución de por lo menos doscientos artistas, en un catálogo que comprende desde el arte clásico hasta el contemporáneo. El principal atractivo, la fortaleza del sitio, es que nos permite ver —con un detalle impresionante— hasta las fibras de los lienzos, la aplicación y las texturas del color. Además, el sitio contiene un apartado de crítica de arte —pintura y escultura, sobre todo— que funciona como una herramienta ideal para acercarse a una obra o artista. Además, desde Artchive es posible imprimir las obras de arte más destacadas de la historia. Una experiencia virtual de las artes, sin duda diferente a la experiencia estética presencial, que puede ser también muy enriquecedora. VIRTUAL FREE SITES Esta página ofrece más de trescientas ligas que nos llevan a recorrer las salas y colecciones de los museos más importantes del mundo. Podemos visitar, bajo un formato de tours virtuales, por ejemplo, el Museo de Historia Natural de Londres, el Museo de Andy Warhol, el Museo Canadiense de la Civilización o el Smithsonian, sólo para dar una idea de la variedad y relevancia de los sitios a los que accedemos a través de esta página. La forma de presentar sus contenidos varía según cada museo —depende de sus realizadores—; de ahí que en algunos casos sólo tenemos acceso a las colecciones permanentes, y en otros podemos visitar, además, las exposiciones temporales en curso. Aquí también podemos imprimir sin restricciones las obras que nos interesen, lo que funciona como los souvenirs disponibles en los museos, aunque para este viaje el visitante no haya salido de su casa.

Disponible en:

El Cultural

web En la

razon.com.mx


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El Cultural SÁBADO 15.08.2015

LA IDENTIDAD SEGÚN JAIME LÓPEZ Jaime López nació en su Matamoros querido, pero el jefe de la familia era militar y trajo a su prole, literalmente, de arriba para abajo (Chihuahua, Sonora, Veracruz, Ciudad de México). López entró a la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, pero no se halló e hizo un poco de teatro antes de zambullirse de lleno en la música. Es autor de la célebre canción “Chilanga banda”, éxito de Café Tacvba, pero además

tiene una amplia y sólida discografía en la que el rock convive con cumbia, corrido norteño, huapango, blues y anexas. Baste mencionar tres joyas muy elogiadas por los conocedores: Jaime López (1989), grabado en Nueva York con muy buen presupuesto; Odio Fonky, tomas de buró (1994), al alimón con José Manuel Aguilera; y Mujer y ego (2011). Su más reciente álbum es Di no a la yoga (2014).

Del tamaulipeco también son los libros Lírica (Cal y Arena, 1997) y Diario de un López (Rythm & Books, 2010). En 2002 musicalizó poemas de Xavier Villaurrutia para el disco Y mi voz que madura, de Maru Enríquez. El próximo 6 de octubre se presentará en el Lunario del Auditorio Nacional con el espectáculo En divo y enchufado, al lado de Federico Robledo en la batería y Jorge Lang en el bajo, más invitados por definir.

Por ESGRIMA

Jaime, ya son 35 años de tu primer LP. Creo que no son tantos. El álbum Sesiones con Emilia es de 1980. ¡Ah, caray! A ti sí te salen bien las cuentas. Es que yo sí acabé la Universidad. Y yo me quedé en la adversidad. ¿Qué ves cuando miras hacia atrás? Para mí, la nostalgia es un animal estéril, pero sí veo el pasado como algo que funciona en el presente. Tampoco creo que todo tiempo pasado fue mejor, porque algunas partes fueron peores. Como diría el filósofo, siempre caigo en los mismos errores. Regreso al pasado para rescatar algunos errores y perfeccionarlos. Eres autor de temas emblemáticos, pero también te han echado piropos de grueso calibre. José Joaquín Blanco dice que tus canciones “se cuentan entre lo más afortunado, innovador e inteligente de la literatura mexicana contemporánea”. Eso está mejor que un Grammy. Y que a tus canciones hay que “leerlas, sin excusa, también como estupendos poemas”. Yo he leído casi toda la obra de José Joaquín Blanco y también siento gran admiración por su trabajo. Carmen Boullosa dice que eres “un artista genial”, y alaba tu “antisolemne sabiduría”. Ella y yo pertenecemos a la gloriosa generación del 54. Alguna vez, un amigo me preguntó: “¿Te andas tirando a Carmen Boullosa?” Yo le contesté que no y él me dijo: “Es que habló muy bien de ti”. Esas palabras de Carmen equivalen a... un Óscar. Ella tiene un libro que me gusta mucho, Texas, donde está muy bien ficcionada la realidad fronteriza que me tocó vivir y que llevo en ese rinconcito del yo que llaman identidad. Ahí te va otro elogio, ahora de mi cosecha: “Di no a la yoga” es el más ingenioso título de canción que conozco. Eso es como... un Príncipe de Asturias. ¿En qué circunstancias surgió “Chilanga banda”? Andaba a pie por Reforma, a la altura de Insurgentes y, de pronto, a pesar de mí, empezó a salir algo juguetón. Como lo único que llevaba era mi cuerpo, el sonido de la “ch” surgió como de un bongó al ritmo de la caminada, y luego la melodía. En dos o tres cuadras nació la canción. Hay que decir que tampoco fue por gene-

ración espontánea, porque ya había antecedentes; echando a perder se aprende. Ya existía “Malafacha”, “El mequetrefe”, “Primera calle de la soledad”, que eran mi carta de naturalización chilanga. En mi trabajo están las dos caras de la moneda: la nordaka raza y la chilanga banda, porque yo sí soy de aquí y soy de allá. Cuenta la leyenda que el grafiti “Jaime López cambia a Pepsi” lo escribió el Subcomandante Marcos en sus años mozos. Lo único que te puedo decir es que uno nunca sabe para quién trabaja. ¿Ya sacaste tu credencial del inapam? ¡Nooo! Siguiendo los mitos generacionales, te puedo decir que ando muy a gusto en la Highway 61, y espero que mi próxima estación sea When I’m Sixty Four, y que el 69 no venga tan mal. Ando en mis a go go... nizantes sesentas. En “Para volar” dices: “¡qué más da si existe Dios!” A estas alturas, ¿sigues firme en esa posición? Desde pequeñuelo, la figura del Cristo sangrante me generó rechazo. Además, cuando me caía, mi mamá me decía: “Dios te castigó”. Ella se llamaba Angelita y resulta que parió puros ateos. Me he ido quitando lo hereje porque, según la dialéctica, negar una cosa es afirmarla. Creo en todo, pero nada me convence. Según esto, si te portas mal no te la acabas, y si te vas al cielo, te vas a pasar toda la eternidad adorando a Dios. ¿Toooda la eternidad? ¡Qué güeva! Tu título “Tres metros bajo tierra” podría servir para un narcocorrido en honor al Chapo. Fíjate que tengo una novela inédita, que por lo visto va a seguir en esa condición. Es un submundo de túneles y hay un mero mero que es el capo. Si se publicara ahorita, parecería realismo socialista. Ahora todo en México es underground, y el pop star del underground es el Chapo. ¿Ya te has presentado en el Lunario? Como frontman, no. Me aventé dos palomazos en días consecutivos con Gurruchaga y la Orquesta Mondragón, y tiempo después Fernando Rivera Calderón me invitó a que cantara dos rolas de él. Digamos que es mi debú. El show se anuncia como “Jaime López. En divo y desenchufado”. ¿Alguna vez alguien te ha acusado de divo? No, pero estoy esperando que alguien lo haga. En este mundo no sólo hay divas, también hay divitos y circulando.

FERNANDO FIGUEROA

CREO EN TODO, PERO NADA ME CONVENCE. SEGÚN ESTO, SI TE P ORTAS MAL NO TE L A ACABAS, Y SI TE VAS AL CIEL O, TE VAS A PASAR TODA L A ETERNIDAD ADORANDO A DIOS. ¿TOOODA L A ETERNIDAD? ¡QUÉ GÜEVA!”

Arte digital > Staff >La Razón

Y vas enchufado. Sí. En las épocas gloriosas, cuando existía una industria discográfica, había muchos genios, pero no del lado de la música sino en los escritorios. Siempre tenían grandes ideas para proyectarte, pero conmigo no sabían qué carajos hacer. Un día, uno de esos genios me dijo: “Ya encontramos la fórmula para lanzarte al estrellato: un disco desenchufado”. Le dije que, por si no se había dado cuenta, yo siempre había estado desenchufado, y que quería estar enchufado a la venereable industria discográfica. En Chihuahua, a la gente ingeniosa le dicen que es “muy chispa”. ¿Heredaste eso de tus papás? ¡Déjate lo chispa. Incendiaban toda la frontera! Nosotros nos fuimos de Matamoros a Juárez y luego a Nogales. En Matamoros yo era un huerco, en Juárez pasé a ser un chavalo, y en Nogales un buki. Por cierto, en Chihuahua no dicen chispa sino shhhispa. Pues eres muy shhhispa. Y tú bien carrilla. Cábula, pues, para que entiendan los chilangos.


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