La Razón Especiales Sábado 22 Domingo 23. 11.2014
UNO DE LOS MÁXIMOS representantes del arte figurativo contemporáneo es mexicano. Ha participado en más de 200 exposiciones, dejando huella de la miniatura a lo monumental… la obra de Jorge Marín ha sido vista por los habitantes de la Ciudad de México, y es ya un emblema cultural de la urbe. La Razón presen-
ta una entrevista y una crónica de Rubén Cortés (Crónicas de Guerra, Nueve meses en la eternidad, ¡Cuba, Cuba!) sobre los colores, los aromas, las texturas del entorno del artista que remonta el vuelo. Sus alas salieron del DF, ya se posaron en Tel Aviv, Israel, y Berlín, Alemania, y ahora toman altura hacia otras ciudades del mundo.
LAS ALAS de La Razón, dibujo de Jorge Marín para este diario.
EL ESCULTOR DE MÉXICO
REMONTA EL VUELO
JORGE MARÍN
El escultor de México remonta el vuelo
adriana.gochez@razon.mx
“LOS MUSEOS SON
EL CEMENTERIO DE LAS OBRAS DE ARTE”
Asegura que no difundir cultura limita a la población de un sentido intelectual; desde los siete años vive en la ciudad de México, uno de los exponentes del arte figurativo
Jorge Marín OCUPACIÓN: Escultor EDAD: 51 años
1963
NACE en Uruapan, Michoacán, el 22 de septiembre.
1970
LLEGA a la ciudad de México.
1980
INICIA sus estudios en la ENAP-UNAM, en la Licenciatura en Diseño Gráfico.
EL ESCULTOR posa con una de sus piezas para La Razón. Fo to> Am ar an
t
aR ui z >L
2014
DONA a la ciudad de México su escultura Alas de México.
5
2013
EL CONGRESO de Michoacán le otorga la Presea Melchor Ocampo.
Millones de personas han compartido en redes sociales fotografías de la obra Alas de México
a
onsiderado uno de los mayores exponentes del arte figurativo en México y con 25 años de trayectoria artística, el escultor Jorge Marín encontró en el bronce, hace aproximadamente veinte años, el material indicado para crear figuras humanas, caballos, máscaras, alas y acróbatas, que predominan en su obras. Está convencido de que la filosofía y el arte deben salir a las calles para sembrar dudas en los transeúntes, como sucedió en Bogotá, Colombia, en los años 90 bajo la dirección del alcalde Antanas Mockus, que logró bajar los índices delictivos con medidas como la creación de corredores culturales. Por ello, es parte de un programa de la ciudad de México para convertir su obra en mobiliario urbano, “me parece muy cruel limitar a la gente en su sentido intelectual, y es lo que pasa en la cultura light, la rápida, la de hoy, es parte de la inmediatez de la información, que no permite la profundización. Entonces es importante sacar el arte, porque la gente no va a los museos; además, de repente llegó un divorcio extraño del arte con la vida cotidiana y empezaron los museos, que son los grandes cementerios de las obras de arte”, comparte en entrevista con La Razón, el escultor egresado de la la Universidad Nacional Autónoma de México. Jorge Marín nació en Uruapan, Michoacán, pero desde los siete años radica con su familia en la ciudad de México. En 1980 se graduó como licenciado en Diseño Gráfico y dos años más tarde estudio la licenciatura en Restauración en Bienes Muebles en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Pasó de concebir el arte como un recurso para la conservación, a una herramienta de expresión, y, sin duda, uno de los personajes que influyó en él, fue la escultora checoslovaca, Gerda Gruber, con quien hizo sus primeros estudios. En el taller de la artista comenzó a trabajar con la cerámica. Otra influencia fue su papá, quien es arquitecto, por esto sus primeras referencias artísticas estuvieron en la biblioteca familiar. La escultura clásica griega y del Renacimiento italiano, son los temas que lo motivaron. Por eso su trabajo se ha caracterizado por lo figurativo, con cuerpos atléticos de imagen occidental; pero encontró la forma de mezclar razas en su trabajo reciente. “Estaba muy clavado con la estética occidental, por mi formación clásica, pero me he ido cautivando por otras anatomías. Estudié mucho la anatomía indígena americana, la de la raza negra, asiática, y he encontrado una forma de jugar con la genética, por eso ahora me gusta combinar formas, con lo que resultan personajes con personalidad”, explica. Es identificado como el escultor de la ciudad, ya que en el Paseo de la Reforma se erigen dos alas de cuatro metros de altura por cuatro metros de ancho que atraen “lo mismo al paseante del Bosque de Chapultepec, que a los señores que viven en Las Lomas y que bajan un momento de su auto para tomarse una fotografía en esa escultura”.
Lleva sus alas a las calles
n zó Ra
C
Por Adriana Góchez
1982
COMIENZA a estudiar la Licenciatura en Restauración de Bienes Muebles en el INAH.
2008 2012
PRESENTA su exhibición El cuerpo como paisaje.
2010
POR PRIMERA vez sus esculturas se exponen en espacios públicos.
INAUGURA En Alas del Sueño en la SHCP, en la ciudad de México.
43
200
Exposiciones colectivas tiene en su haber
Millones de paseantes y turistas han visitado su obra Alas de México
La Razón Especiales | Sábado 22. Domingo 23. 11.2014
Recorre el mundo
El escultor exhibe en la ciudad de Riga, Letonia, la muestra El lenguaje del cuerpo. Es una exhibición que pretende generar un diálogo entre 20 litografías y textos literarios.
II | III
DIBUJO DE LA INVITACIÓN a la exposición de Jorge Marín en Letonia.
El lenguaje del cuerpo Lugar: Letonia Fecha: hasta enero de 2015
Escultura La Gloria
Esculturas itinerantes
Lugar: Florida, EU
Ringling Museum of Art Fecha: colección permanente
La obra de Jorge Marín ha aparecido en ciudades de los cinco continentes, en más de 200 exposiciones colectivas. Su presencia está en:
Alas de la ciudad Lugar: Houston, Texas, EU Discovery Green Park
Fecha: hasta febrero de 2015
» México » España » Francia » Portugal » Turquía » Alemania » Bélgica » Hungría » Rumania » Dinamarca » Israel » Costa Rica » Panamá
Dioses y Héroes Lugar: Colima, México Teatro Hidalgo
Fecha: hasta febrero de 2015
Alas de la ciudad
Lugar: Distrito Federal, México Paseo de la Reforma
Fecha: colección permanente
El lenguaje del cuerpo Lugar: Tabasco, México
Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara Fecha: hasta noviembre de 2014
C
Por Anabel Clemente Trejo anabel.clemente@razon.mx
alifornia, Florida y Texas, en Estados Unidos; Colima, Distrito Federal y Tabasco, en México; Shanghai, en China; Tel Aviv, en Israel; Berlín, en Alemania... son algunas de las ciudades que han alojado el trabajo de Jorge Marín, el escultor que asegura es hora de acabar con los regionalismos y de romper con los prejuicios del arte mexicano. “Hablar de arte mexicano es casi como hablar de antropología. Somos parte de la aldea global, podemos tener información de todos lados. Entonces, mi obra puede ser mexicana y puede no serlo. Lo mismo pasa con el tema de la temporalidad, me he encontrado con que mi obra podría ser de muchos años atrás”, comparte en entrevista con La Razón, el escultor. El trabajo de Jorge Marín se inserta en lo figurativo, dentro del arte contemporáneo, en el que pareciera que lo abstracto, las instalaciones, lo fragmentario es lo que domina la escena, pero desde su taller, situado en la colonia Roma, salen las ideas del detalle, de la esencia de la escultura clásica, del modelado del cuerpo humano. “Siempre he intentado hacer una obra accesible al público, que cualquiera pueda hacer un vínculo con las piezas sin instructivos. Eso permite el arte figurativo. Pero me di cuenta que la gente puede ir más allá de lo figurativo. Tengo un grupo escultórico con esferas, y los personajes señalan a un
» El Salvador » Guatemala » Canadá » Estados Unidos » Inglaterra » Rusia » China » Singapur » Japón » Indonesia » Letonia
Expone en DF, Texas, Shangai...
ROMPE PREJUICIOS; SU OBRA PUEDE O NO SER MEXICANA, ASEGURA El artista advierte que en la “aldea global” es imposible hablar de un arte mexicano; dice que su obra puede entenderse sin territorio y tiempo específico; lleva su trabajo a universitarios y a las calles del mundo
Jorge Marín Escultor
“
Hablar de arte mexicano es como hablar de antropología. Se debe acabar con los localismos, el decir es arte mexicano, oaxaqueño...”
mismo punto, estas obra provocan cuestionamientos en las personas: ¿a dónde señalan?, ¿por qué tienen esferas? Me encanta generar inquietud, porque si no hay inquietud es que no hay vida, es que estamos en estado de coma”, explica. En la ciudad de México comenzó con una exposición internacional: Ocho ciudades, ocho culturas, con una de las obras que han adquirido abstracción, Alas de México. Es una escultura que ha llegado a países como Israel y Alemania. En cada sitio la población hace propia la obra, “me imagino tantas historias que se basan en la experiencia: se ponen unas grandes alas, a la vista de todos, en la vía pública y después me envían sus fotos. Son varias reacciones sicológicas que te puede desencadenar esa expe-
riencia, hacen su propia escultura”. Conocer la obra de Jorge Marín no se limita a las galerías o centros culturales, sus esculturas son capaces de penetrar en la cotidianidad del ser humano y cambiar el paisaje urbano. Y gracias al éxito que ha tenido Alas de la ciudad, el pasado 10 de junio el artista donó ese trabajo a la ciudad de México, donde se ha convertido en un símbolo. Séptimo II, Árbol de alas, Explosión, Estudio Cabeza del Tiempo, La paz en la balsa, Ángel Iztapalapa, La Conversación, Joven de Tecoh… son algunas de las 18 piezas de Jorge Marín que fueron expuestas en la sala de Arte Javier Barros Sierra, de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, en Naucalpan, hasta el 21 de noviembre.
Las obras forman parte de la exposición Piel de Bronce que tiene el objetivo de llevar el arte a las periferias de la ciudad, siendo el público universitario una prioridad. “Soy egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estoy feliz en mi alma máter, es una satisfacción muy grande estar aquí”, señala el artista. Asimismo, el Centro Cultural Casa Lamm presenta el Jardín Escultórico, con obras como Balanza de surfistas y Violinista en roca, que son un intento más por llevar el arte a todos los sectores, pues el artista está convencido de que la sensibilidad y la posibilidad crítica que permite el arte, ayuda a las personas a vivir mejor.
JORGE MARÍN
El escultor de México remonta el vuelo
TODO LO QUE PROVO
UN NIÑO CHIN J
ALAS DE LA CIUDAD, en Paseo de la Reforma.
COMO POR ENSALMO, las alas tomaron vida propia y dos réplicas ya se posaron en Tel Aviv, Israel, y Berlín, Alemania; y otras van camino a instalarse en céntricos lugares de Shanghái en China y Río de Janeiro, Brasil. Marín piensa también en llevarlas hasta ciudades de África y del Cono Sur en la idea de que “una ciudad regala a otra ciudad” y nada mejor que unas alas que representan los deseos de vivir
orge Marín, el artista mexicano más internacional del momento, sale de un aposento de su estudio, vestido con un suéter ordinario, pantalón café y mocasines ligeros. Aparece envuelto en un mexicanísimo olor a tacos y se dirige hacia el lugar más restringido del recinto, El Cuarto de Pátina, donde tiene colgado un mexicanísimo cartel: “Sabemos que le urge pero… no son enchiladas”. La vasta obra de Marín expone a flor de bronce la influencia de los grandes maestros italianos y franceses del siglo XV, como Pontormo, Rosso, Fiorentino y Miguel Ángel, pero en este escultor que llegó de Uruapan a la ciudad de México a los siete años, se cumple a pie juntillas el axioma de que mientras más nacional sea un creador… más internacional será. “Soy un artista vocero del momento histórico que vive”, susurra mientras se desplaza, con su andar de divo encantador, por los pasillos de madera pintada de un blanco inmaculado de su estudio de varios pisos en un caserón del siglo pasado, en la defeña colonia Roma; mientras lo siguen su mano derecha y primera admiradora, Elena Catalán, y una pequeña multitud de hacedores de La Razón, que prepara con delectación de artistas, también, este suplemento especial sobre su vida y obra: la editora y reportera Anabel Clemente, la diseñadora y fotógrafa Amaranta Ruíz y el ilustrador e infografista Francisco Lagos. Yo los observo a la sombra de Árbol de alas, mi escultura favorita de Marín: una explosión de bronce verde acuoso, una medusa que yerra dubitativa de un lado a otro de un mar fácil de imaginar hasta con un aleteo dulce y cantarino entre aguas más antiguas que el propio tiempo. Es cierto. Marín (para quien la crítica es parte del juego complicadísimo que es el arte contemporáneo y puede ser la cereza del pastel o que no siempre dice la verdad) crea según el momento que vive. Fue, justo por eso, que hace un año decidió quitar, por ahora, las máscaras que han sido para sus personajes, tan vitales como las alas a una mariposa. “Fuera máscaras”, se dijo Marín hace un año en China. Había viajado para presentar su primera exposición individual en Oriente, El cuerpo como paisaje: 21 esculturas de bronce que resumían las últimas dos décadas de su trabajo, en el Palacio Chino de Arte, edificio de 15 kilómetros cuadrados que acogió a la Exposición Universal de Shanghai de 2010, reconvertido en museo. Un niño chino, que imprimía en su
za olmeca o una carita sonriente totonaca, ojos evidentemente asiáticos, talles estrechos inconfundiblemente chinos, al estilo de “la cintura es tan flexible y estrecha como un suave pañuelo”; musculaturas y rasgos negroides nítidamente africanos.
Foto>Amaranta Ruiz>La Razón
Foto>Amaranta Ruiz>La Razón
Por Rubén Cortés
EL ESCULTOR Jorge Marín (izq.) posa en su estudio de la colonia Roma, con el director general de La Razón y escritor, Rubén Cortés. escuela un periódico infantil, se le acercó y le preguntó: “Maestro, ¿qué pasa si yo a tus esculturas les quito la máscara?” Marín se quedó mudo. No supo qué responder, pues para él los encuentros de su obra con el público siempre han sido como cuando sale un boxeador al ring, un corredor se sube a su carro, un actor sale a escena… pero no que un pequeño de otra cultura le soltara, fresco como una lechuga, aquella interrogante. Así que respondió después, en México, en esta casa-estudio-taller, en la que el difunto pintor pop Ernesto Lozano observó alguna vez que cada centímetro del espacio está en función de la obra de su dueño y el blanco de paredes y pisos enmarca el espíritu creativo de Marín. “Este lugar parece flotar entre la magia onírica y real de su creación”, describió el autor de Balseros. ¿Cuál fue la respuesta al niño chino? Un detonante hacia una nueva línea en la obra del más internacional de nuestros
artistas del momento: se desenganchó de elementos iconográficos que lo han marcado siempre y las máscaras de sus ángeles se han ido desvaneciendo para dar paso a rostros con rasgos indígenas, cuerpos africanos, fisonomías asiáticas… una producción de corte global, aunque él, como artista, insista que eso nuevo que está haciendo “es América”. La pregunta del niño chino sacó a Marín del mecanismo propio de los artistas, quienes suelen vivir en ostracismo para producir lo que crean, a pesar de que en su caso admite que su gusto por sentir la adrenalina del encuentro con la gente: “No concibo mi trabajo si no tuviera esa última parte, ese clímax, que es mostrar mi obra ante el público”. Las alas y los ángeles quedan atrás, en este momento, y salen de sus manos esculturas de aliento nuevo: sus “paternidades” y “maternidades” se transmutan en hombres y mujeres, en los cuales son distinguibles sus reminiscencias a una cabe-
EL ARTE QUE VALE. ¿Está dando un giro Marín en su obra por negocio, para vender más? No. Si así fuese, Marín debería dedicarse exclusivamente a esculpir miniaturas de sus balsas (Ángel sobre mundo, Nesdrum, Fidens…), bustos (Antifaz, Fracciones, La mirada de Tuareg…), equilibrios (Surfistas, Split, Balanza, Aviador, Salum)… que se venden como salchichas a un mínimo de cien mil pesos en galerías. Sin embargo, sí tiene Marín un interés económico en su obra. No sólo del arte vive el hombre. Incluso, le preocupa la creciente falsificación de su obra: “No todo en la vida es miel sobre hojuelas, ésa es la parte bonita y satisfactoria de mi trabajo. El Gobierno de la Ciudad de México me compra una pieza y la coloca en la Condesa, pero camino hacia el otro lado de mi calle y llego hasta un “tianguis” cultural sobre el paseo Álvaro Obregón y me encuentro con una cantidad de piezas falsas mías en el mercado negro… también hay lágrimas en todo esto. Voy a la Zona Rosa y encuentro piezas falsas… Conozco gente que viene a mí y me cuenta: “tengo una pieza tuya”, resulta falsa. Éstos son parte de los bemoles de ser un artista plástico. Hay un reconocimiento, hay una parte muy bonita y satisfactoria, y hay también una lucha cotidiana con situaciones tan adversas como es la falsificación de arte”. Incluso, Elena, que es su directora de Exposiciones y Proyectos Especiales, deja claro que la obra de Marín se rige con prolijidad por la Convención de París, a la que México está vinculado desde el 11 de septiembre de 1974 para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas originales. Hay piezas que sí pueden quitar el sueño a Marín y a Elena a la hora de vigilar su falsificación. Pero pueden dormir tranquilos con, por ejemplo, Caballo con colada: una locura de abstracción en forma de caballo y jinete en bronce, enredados en algas de una pátina verdosa, de un tono añoso que se antoja uno de los invencibles descubridores del Amazonas, emergiendo de naufragios sucesivos entre los altos galeones que sobrevivían a las tempestades y atracaban extenuados en El país de la canela, y que después su historia no resulta más que un recuerdo en el vacío luminoso del mar. Caballo con colada es, nadie lo dude, una novela de bronce, una experiencia estética única y de ojos vivos que nadie podrá copiar ja-
La Razón Especiales | Sábado 22 Domingo 23. 11.2014
IV | V
VOCA
NO
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E. ¿Está dando ra por negocio, i así fuese, Maxclusivamente a sus balsas (Ánrum, Fidens…), ones, La mirabrios (Surfistas, r, Salum)… que ichas a un míos en galerías. Marín un interés No sólo del arte , le preocupa la su obra: s miel sobre hoita y satisfactoria o de la Ciudad de pieza y la coloca ino hacia el otro sta un “tianguis” lvaro Obregón y cantidad de piemercado negro… todo esto. Voy a o piezas falsas… e a mí y me cuena”, resulta falsa. moles de ser un econocimiento, a y satisfactoria, a cotidiana con como es la falsi-
UN NIÑO CHINO, que imprimía en su escuela un periódico infantil, se le acercó y le preguntó: “Maestro, ¿qué pasa si yo a tus esculturas les quito la máscara?” Marín se quedó mudo. No supo qué responder, pues para él los encuentros de su obra con el público siempre han sido como cuando sale un boxeador al ring, un corredor se sube a su carro, un actor sale a escena… cial
e Esp
EL MUNDO A SUS PIES. A pesar de la renovación estética de este momento, Jorge Marín no puede despegarse de sus alas. Autor de todo tipo de ellas, sus alas volaron hasta una altura que se le fueron de las manos, cuando, el 10 de junio de 2014, donó a la ciudad de México Alas de la Ciudad, monumental obra que el Jefe de Gobierno, Miguel Mancera, gran admirador de la obra de Marín, decidió colocar en el camellón del Paseo de la Reforma, a la altura del Bosque de Chapultepec, y que los capitalinos han adoptado como parte de su entorno, al igual que El ángel de la independencia, la Diana la cazadora o el Monumento de la Revolución. Como por ensalmo, las alas tomaron vida propia y dos réplicas ya se posaron en el puerto de Tel Aviv, Israel, y Berlín, Alemania; y otras van camino a instalarse en céntricos lugares de Shanghái en China y Río de Janeiro, Brasil. Marín piensa también en llevarlas hasta ciudades de África y del Cono Sur en la idea de que “una ciudad regala a otra ciudad” y nada mejor que unas alas que representan los deseos de vivir, de ser mejores y provocan júbilo de sólo mirarlas, ganas de ponérselas a la espalda… porque todos los días pueden ser buenos si uno puede volar. Después de dos horas deambulando por la casa-estudio-taller, como un ladrón que roba visiones, palabras escapadas del maestro en la entrevista con Anabel, sus poses ante la cámara de Amaranta, confidencias de Elena, imágenes de las obras terminadas, las inacabadas y las que apenas son un esbozo; no resisto la tentación de escabullirme a la oficina de Elena, el puesto de mando de este santuario del arte hiperrealista mexicano actual, para mirar su colección de alas en miniatura. Tiene allí Elena unas alas que no se parecen a ninguna. Son de un verde radiante, lleno de esperanza, pero también de melancolía: en fin de cuentas, las alas sirven lo mismo para llegar que para irse. Éstas que veo, vienen y se van, se confunden a ratos con las otras alas. Pero uno ama las cosas que ama y no a otras. Y yo me he enamorado de estas alas que, de todos modos, se irán a alguna parte un día. Pienso entonces en algún poema enredado en la memoria que lamenta más o menos que la belleza sea una bahía donde los barcos llegan y se van. Vuelvo a observar estas alas verdes y me escucho musitando: “Pero tú, por favor, no te vayas”.
> Foto
su directora de tos Especiales, Marín se rige con ción de París, a la do desde el 11 de la Protección de sticas originales. ueden quitar el a la hora de viro pueden dorjemplo, Caballo e abstracción en e en bronce, enpátina verdosa, antoja uno de los es del Amazonas, os sucesivos enue sobrevivían a ban extenuados que después su que un recuerdo mar. Caballo con e, una novela de estética única y podrá copiar ja-
más de los jamases. Ni siquiera su padre.
ÁNGEL CUCLILLAS IV Monumental, 2006; bronce 185 x 120 x 180 centímetros.
JORGE MARÍN
El escultor de México remonta el vuelo
El Molde Maestro
Cera perdida, entre fuego y moldes
2 Se hace con un modelo de caucho sostenido por un casco de yeso. Registra los detalles esculpidos en la arcilla. La plastilina suave se remueve del molde maestro, arruinándose en el proceso.
El proceso escultórico aparece con la cultura acadia, a mediados del II milenio a.C. Infografía>Francisco Lagos y Erick Zepeda>La Razón
Método de fundición a la Cera Perdida
Este proceso permite que una escultura hecha de materia suave pueda reproducirse varias veces en un material más duro, como el bronce.
1
Para realizar la transición de plastilina a bronce el escultor requiere crear dos moldes de la figura original.
El escultor utiliza materiales blandos para dar la forma a la escultura.
La plastilina es de color naranja para observar los juegos de luz y sombra en los detalles más finos de la figura.
Crea varios moldes para tener una pieza de bronce terminada.
Las herramientas.
Estiques y barras de metal se utilizan para relizar los moldes. Los hay de plastico o metal.
Estiques metálicos con puntas planas y redondas ayudan para afinar las formas raspando los excesos.
Vienen en diferentes puntas; planas, redondas...
Crea sus bocetos con volumen
EN UNA CASA PORFIRIANA FLORECE SU CREATIVIDAD
Su taller se encuentra en una casa porfiriana; comenzó sus modelos con cerámica hasta que encontró la forma de perfeccionar su obra; es una tarea comunitaria, asegura
E
Por Sofía Carranza
colaboradores@razon.mx
n una casa de 500 metros cuadrados, de principios del siglo XX (1921), edificada en el corazón de la colonia Roma, se encuentra el estudio del escultor del bronce, Jorge Marín. En el interior, cada rincón existe para dar vida a su obra. El blanco en las paredes y techos hace más luminosa la estancia y permite observar las esculturas en plastilina que sirven como primeros bocetos, las piezas experimentales que conserva luego de los errores de fundición, una pintura monumental realizada por él mismo, así como una balsa flotante. Son las piezas que dan la bienvenida al visitante, “aquí
hay un montón de elementos que pudieran ser deliciosos para una instalación”, comparte al explicar la evolución de su trabajo: “comencé con lo más barroco que puede haber, y me fui simplificando. A nivel conceptual me he ido limpiando muchísimo”. Dice Marín que para trabajar el día es lo ideal, no utiliza bocetos en papel, él prefiere ocupar el volumen desde el principio y enfocarse en los detalles para que cuando llegue al trabajo en bronce descubra la extensión de su imaginación. “Regularmente empiezo a pensar, a dibujar y al rato, ya no puedo dejar el dibujo, ya se armó algo, entonces lo acabo; pero generalmente, me voy directo al material para escultura; a veces otra técnica es tener al modelo enfrente y empezar a jugar con una figura viva para encontrar una imagen lo suficientemente atractiva para organizarla en un proyecto”.
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3 El vacío resultante se llena con cera caliente.
VI | VII
El Molde Cerámico 4 Cuando la cera re-trabajada se perfecciona y encajona en la segunda matriz, ésta se hace de cerámica porque debe soportar la temperatura del bronce fundido (sobre 1204°C).
6 Después la matriz de cerámica, con el casco de cera adentro, se coloca en un horno industrial para derretir la cera. De esta forma se convierte en “cera perdida” mientras se derrite y desaparece.
El bronce es una aleación
de cobre y estaño, se funde a una temperatura relativamente baja.
5
El espacio que queda en el segundo molde forma un “vacío” con la forma de la pieza, el cual se llenará con el bronce fundido.
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El Acabado o la Pátina 8 La pátina, o color, es aplicada manualmente, calentando el bronce y aplicando combinaciones de productos químicos que manipulan el proceso natural de oxidación.
Las verjas para verter deben de ser molido, y el bronce perfeccionado por soldadura cuidadosa, limado, molido, y pulido.
Hace 25 años comenzó con la cerámica, pero para él “llegar al bronce fue un camino obvio”. Con la cerámica encontró una limitante técnica: la figura en ese material tiene un punto máximo de soporte; “técnicamente no podía poner a volar las cerámicas, o girar la escultura en un solo dedo, o a subirlas en un banco muy frágil, o a equilibrarlas en una balanza, porque se rompían por la naturaleza del material”. Con el bronce encontró la posibilidad de hacer todo lo que quería, sin importar lo complicado que fuera. Necesita silencio, por eso, en la parte trasera de la casa, la más oculta, pero luminosa, se instala su espacio de trabajo, ahí están sus herramientas, gubias, brochas, espátulas... para modelar. Explica que para concluir una obra de Jorge Marín intervienen muchas personas de distintos sectores: “yo creo que directamente como seis personas (especialistas en molde, el que hace la cera, el que retoca, un ingeniero), indirectamente un montón. Se trata de micropasos para terminar el proceso. Este trabajo también rompe el mito del artista en su taller, con sus musas. Es un trabajo comunitario”.
CONTRA FALSIFICACIONES UN NÚMERO DE SERIE, un certificado de autenticidad y un sello lacrado, son las características de un Jorge Marín, y si quedan dudas, el artista es el encargado de autentificarlas. Las falsificaciones son un problema para los artistas y el escultor michoacano no es la exepción. En Mercado Libre se encuentran seres alados, barcas, esculturas sobre roca, similares a sus piezas; por ello, Marín creó un espacio en sus redes sociales para acercarse a los usuarios: se trata de un álbum en el que denuncia piezas apócrifas encontradas, así como sus puntos de venta. Comparte que a veces camina por la Lagunilla y encuentra vendedores que aseguran tener figuras auténticas, pues presentan certificados y la firma del artista, pero no incluyen el número de serie. Y no sólo en México ha detectado piezas apócrifas, también en ciudades como Nueva York e Indonesia.
9 La atención cuidadosa a la pátina da resultado a profundos y ricos colores que se convierten en parte permanente de la escultura.
10 Finalmente, el número de edición y la firma, se martillan en el bronce y la escultura se encera para proteger la pátina.
La combinación de las propiedades del cobre y el estaño se comenzó a utilizar alrededor del año 3000 a.C., esto dio paso al período prehistórico conocido como Edad del Bronce.
Entonces el bronce fundido es vertido en el vacío dejado por el material derretido. Después de enfriarse, el molde se martilla cuidadosamente para separar y exponer el casco de bronce.
JORGE MARÍN
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VIII
El escultor de México remonta el vuelo
EL METAL MESTIZO
E
Por Carlos Fuentes
l bronce es un metal mestizo, producto de la aleación de cobre y estaño. No es gratuito que Jorge Marín lo tome, lo trabaje como metal de nuestra raza, de nuestro país. “Raza de bronce”, se nos llamaba antes. Arte de bronce el de Jorge Marín, no pierde esta connotación mexicana, por más que la supere. Al bronce Marín le da alas: alas de ángel. Sus ángeles de bronce no escapan a la tradición religiosa. Aparecen ángeles en todas las creencias. Hay ángeles judíos, cristianos e islámicos. Su número puede derivar de la Astrología o de las monarquías orientales: ¿cuatro, siete, doce? Y su nombre, del griego que significa “mensajero”. “Compañeros del Cielo”, el cristianismo nos habla de ángeles, arcángeles, serafines, querubines y más tarde, de tronos, virtudes, poderes, principados y dominios. Los arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel son los más conocidos y bautizados en la tradición judeo-cristiana. Pero ellos son sólo parte de una jerarquía que incluye a querubines, sin sexo en la iconografía cristiana, sin sexo masculino en la imagen renacentista, mujeres como el ángel de la anunciación en el famoso fresco de Fray Angélico en Florencia. Y hombres, casi siempre jóvenes, unas veces viejos, en el alado paisaje angélico de Jorge Marín. Hay aquí ángeles que leen (pero leen, como es propio de los ángeles, el globo terráqueo). Hay ángeles de rodillas como si rezaran por su propia salvación. Hay ángeles benévolos, mensajeros de dios, guardianes del trono divino. Hay ángeles mortales, anuncios del juicio final. Hay ángeles malditos disfrazados por máscaras de metal. Hay ángeles cazadores dueños de flechas veloces y mortales. Hay ángeles piadosos, que acuden al socorro de los seres humanos. Hay ángeles con sexo, dirimiendo la disputa sobre “el sexo de los ángeles”, ya que toda forma tiene materia y toda materia forma, de acuerdo con los padres de la Iglesia. Hay ángeles más antiguos que el mundo, pues para San Agustín los ángeles son los “primeros ciudadanos de la tierra”. Y hay ángeles que son iluminados por Dios con la orden: “Crea”.
La Razón
SUPLEMENTO ESPECIAL
La creación de Jorge Marín obedece a este mandato, que en su caso no es divino, sino “humano, demasiado humano”. Lo comprueban sus ángeles-centauro, únicos en nuestra iconografía. Caballos con alas, caballo raptores de mujeres, que por ello fueron condenados al exilio en la montaña, de donde han descendido por obra y gracia de Jorge Marín, para conocer a esas otras criaturas del peligro, las sirenas que intentaron seducir a Ulises en el mar regreso de Troya, obligándole a taponear los oídos de sus marineros, como Orfeo las venció, con su canto superior en la saga de los argonautas. Vencidas, sólo les quedó a las sirenas leer un libro. Es el libro de los descubrimientos firmado por Cristóbal Colón, que venció el mito de la hermosura de las sirenas, describiéndolas como gordas y feas. Las benévolas sirenas de Jorge Marín mecen niños igual que su madona, ésta con dos niños en sus brazos. ¿Dos Jesús, el dios y el hombre, el salvador y el crucificado? No quiero llevar demasiado lejos mis maneras de ver la obra de este artista, que al cabo (como todos) acaba por vencer su propia visión de libertad, capturando a su ángel en una cárcel que, piadosamente, podríamos ver también como un nido. El nido protector no nos salva de la cárcel final de la muerte y quizás por eso la visión de Jorge Marín es, al cabo, optimista. La muerte, la vejez, son descritas crudamente en sus figuras de Chayo y don Javier y anunciadas ya en muchos rasgos de Tere e Isaías. El artista les da el antiguo nombre de Apocatafasis, que significa, ni más ni menos, que el retorno de las cosas a su origen. De vuelta, así, del viaje a la vejez y la muerte, al origen de todo, Jorge Marín les da alas a los ancianos, balsas a los navegantes, flechas al cazador, piedad al triunfo, cabalgadura al ángel, alegría de vivir a todos —a sabiendas de la muerte. Hay cantos, una música de las esferas acompañándolo todo. Música celta, la llama Jorge Marín, como si una lengua común, irlandesa, gaélica, manx, bretona, celtibera, se reuniesen aquí, por un momento, en escultura, y gracias al bronce, le cantarán a México.
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ÁNGEL ARRODILLADO ROTO, 2010; bronce sobre mármol.
*Texto tomado del libro Alas de la ciudad, 2011, Grupo Gráfico Romo SA de CV.
»COORDINADORA »RETOQUE DIGITAL »INFOGRAFÍA Anabel Clemente Trejo Luis de la Fuente y Cintia Cortes Francisco Lagos y Erick Zepeda »ILUSTRACIÓN »REDACTORA »DISEÑO »CORRECCIÓN Francisco Lagos Adriana Góchez Amaranta Ruiz Blancas Carlos Olivares Baró
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