Los Nuevos Narradores (2000 2015)

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FERNANDO IWASAKI FUER A DEL HUACAL

CARLOS VEL ÁZQUEZ

CONTR A EL EXCESO DE EPÍGR AFES

SERGIO HERNÁNDEZ ESGRIMA

El Cultural N Ú M . 2

S Á B A D O

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

LOS NUEVOS NARRADORES (2000-2015) Panorama de la literatura mexicana • I Alejandro de la Garza

TERTULIANO EN LA FAENA [Un regreso al centro de la ciudad] Guillermo Fadanelli


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Narrativa

[PA NOR A M A DE L A L I T E R AT U R A M E X IC A N A I]

LOS N U E VOS

N A R R A D O R E S (2000 -2015) Con estas páginas, El Cultural inicia un ciclo sobre la literatura mexicana en los quince años cumplidos del siglo XXI. El propósito es intentar un balance, delinear un panorama, distinguir los rasgos de la producción literaria en México, sus autores y títulos clave, en un periodo de cambio y transición cuyas consecuencias resultan, todavía, imprevisibles. Esta primera entrega aborda tres vertientes principales de la narrativa: la novela, el cuento, la crónica. El número siguiente se concentra en la poesía; el tercero y último de la serie estará dedicado al ensayo.

POR ALEJANDRO DE LA GARZA

I

ntento aquí una suerte de corte de caja literario del nuevo siglo, una cartografía de autores del siglo XXI de lectura necesaria para acercarse a la narrativa mexicana de hoy (novela, cuento y crónica). Como todo mapa, se restringe a un territorio definido: el de los escritores nacidos a partir del año setenta del siglo viejo, quienes se sumarían a nuestros autores ya consolidados —desde la llamada Generación de Medio Siglo hasta los nacidos entre los años cuarenta y sesenta, quienes continúan escribiendo y son parte constitutiva de las letras mexicanas contemporáneas. Mi propuesta crítica se ambiciona documentada y ponderada, pero siempre regida por un gusto personal basado en la experiencia vivida durante la lectura de las obras, en el testimonio veraz de su impacto en mí. Mis comentarios parten de la emoción de la lectura, de las ideas y

reflexiones generadas por estos relatos durante la experiencia de leerlos; intento ubicarlos en su contexto, apuntar su relación con la tradición, con el pasado y el futuro. Aprecio el genuino afán estético y el verídico impulso artístico de cada obra, su posibilidad de alcanzar al lector, como sus elementos de mayor trascendencia, más allá del éxito de ventas, la oportunidad del tema, los premios y reconocimientos o el afán canónico. De antemano acepto la posibilidad de ausencias en esta apuesta; no obstante, propongo la aceptación de los autores y las obras aquí incluidas como ya indispensables en el panorama de nuestras letras actuales. Hay autores del siglo XXI (digamos una media docena) ya reconocidos de manera consensual por la crítica, el público lector más o menos especializado, y referentes indispensables de la narrativa mexicana del siglo XXI. Destaco enseguida a tres de ellos.

DIRECTORIO

El Cultural [ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

Roberto Diego Ortega Director @sanquintin_plus

@ElCulturalRazon

CONSEJO EDITORIAL

Delia Juárez G. Editora

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“UNA DE LAS TANTAS RAZONES QUE ME IMPULSARON A ESCRIBIR ESTE LIBRO ES QUE TODAS LAS OBRAS QUE CONOCÍA SOBRE EL TEMA ESTABAN FILTRADAS POR LA MIRADA DEL REPORTERO. PERO NO EXISTÍA UN RELATO AUTOBIOGRÁFICO DE PRIMERA MANO. ASÍ QUE ME DECIDÍ A CONTAR MI HISTORIA COMO PADRE DE UNA HIJA, COMO HABITANTE DE LA CIUDAD (TORREÓN) Y COMO CONSUMIDOR DE SUSTANCIAS.” —CARLOS VELÁZQUEZ, EL KARMA DE VIVIR AL NORTE, SEXTO PISO, 2013.

C a r l o s V e l á z q u e z ( Torreón, Coahuila, 1978), reconocido como un innovador por su elaboración de una narrativa crossover (relatos y crónicas) capaz de trastocar las realidades coahuilenses (y norteñas en general) en una geografía íntima y un universo personal denominado post-norteño, en sus obras Cuco Sánchez Blues (2004), La Biblia Vaquera. Un triunfo del corrido sobre la lógica (2008), Remix EP (2009), La marrana negra de la literatura rosa (2010) y las crónicas de El karma de vivir al norte (Sexto Piso, 2013). G uadalupe N et tel (Ciudad de México, 1973) centró en un inicio su prosa transparente (relato y novela) en temas extraños y enigmáticos. En la novela El huésped (2006) y en los relatos de Pétalos y otras historias incómodas (2008) hace una indagación literaria en personajes y comportamientos extravagantes, en lo anormal o lo perverso. Luego, de cariz autobiográfico, publicó El cuerpo en que nací (2011), y en El matrimonio de los peces rojos (2013) confrontó la experiencia afectiva humana metaforizada mediante la vida animal. Con esa sutil prosa indagatoria de las circunstancias existenciales del enamoramiento, el engaño, el deseo y la infidelidad, su reciente novela Después del invierno (Anagrama, 2014), es una historia de arranque lento cuya segunda parte alcanza plena intensidad literaria.

LOS OTROS: V IE JAS Y N U EVAS TR A DICION ES B ernardo E squinca (Guadalajara, 1972) reencontró en su obra una tradición perdida o acaso olvidada entre los pasquines de Tradiciones y leyendas de la Colonia: lo fantasmagórico, el misterio, lo escatológico, el asesinato ritual. Su escenario suele ser la Ciudad de México, donde ubica a sus personajes, periodistas o fotógrafos, en busca de resolver viejos enigmas prehispánicos o rituales asesinatos contemporáneos. Belleza Roja (2005), su primera novela, es protagonizada por un esteticista fotógrafo de nota roja. En los cuentos y la nouvelle de terror Los niños de paja (2008), la entomología forense y la locura, la lepra y la autoinmolación, el filicidio y la videncia catastrófica son las anomalías. Y si en las narraciones de Los escritores invisibles (2009) se toma un descanso temático para parodiar la vida literaria, en su novela La octava plaga (2011) conjuga todas las oscuras obsesiones de su obra (incluido el gusto por el desgarramiento de los cuerpos y las prótesis). Le han seguido los relatos fantasmales de Demonia (2012), la novela de misterio enraizada en la época prehispánica Toda la sangre (2013) y los relatos de Mar negro (Almadía, 2014). Alberto Chimal (Toluca, 1970), ha imaginado o creado su propia tradición de cuento fantástico, obras de imaginación contra el poder y lo esta-

“SABÍA QUE DENTRO DE MÍ TAMBIÉN VIVÍA UNA COSA SIN FORMA IMAGINABLE QUE JUGABA CUANDO YO JUGABA, COMÍA CUANDO YO COMÍA, ERA NIÑA MIENTRAS YO LO ERA. ESTABA SEGURA QUE ALGÚN DÍA LA COSA IBA A MANIFESTARSE, A DAR SIGNOS DE VIDA…” —GUADALUPE NETTEL, EL HUÉSPED, ANAGRAMA, 2006.

A ntonio O rtuño (Jalisco, 1976), cuyas novelas El buscador de cabezas (2006), Recursos humanos (2007) y Ánima (2011) parecen iniciarse luego de una catástrofe espiritual, humana y ética palpable en los personajes y sus extremadas circunstancias: una suerte de teatro de la crueldad de una sociedad sin alternativa, violenta y criminal. Sus cuentos “El jardín japonés” (2006) y “La señora Rojo” (2010) trasladan a otros personajes, incluso infantiles, este irremediable patetismo de una sociedad post-ética. En La fila india (Océano, 2013) amplía esta representación hasta novelar la realidad concreta de los inmigrantes centroamericanos en su infernal paso por el territorio mexicano.

blecido. Acaso el más prolífico de los escritores del nuevo siglo (una veintena de obras en su haber), Chimal es también profesor, experto en medios digitales, periodista y un promotor de la escritura y la lectura entre los jóvenes. Sus talleres, concursos y ejercicios literarios colectivos han tenido resonancia, mientras su obra se multiplica (relatos, cuentos, novela). En 2011 lanzó dos colecciones escritas para internet: 83 novelas y El viajero del tiempo. Entre otras de sus obras están los relatos sobre cultos religiosos reunidos en Grey (2006), las perversiones sadomasoquistas de Los esclavos (2009), las historias fantásticas de La ciudad imaginada (2009), las aventuras de El último explorador (2012) y el escatológico ejercicio novelístico La torre y el jardín (2012). En 2014 obtuvo el Premio Colima a obra publicada por su antología Manda fuego (2013), donde reúne buena parte de su narrativa de imaginación e invención, creación y fantasía, fuera de las convenciones del realismo y la dictadura de los géneros tradicionales.

L A TR A DICIÓN DEBAT IDA E dson L echuga (Pahuatlán, Puebla,

1970) debate en sus relatos y novelas la tradición y su vigencia. Su novela Luz de luciérnagas (2010) es una de las más amargas remembranzas del terremoto sucedido en la Ciudad de México en septiembre de 1985, con una perenne marca de angustia existencial por lo vivido. En Llovizna (2011) reúne trece relatos ubicados en su natal Pahuatlán, hincando el diente narrativo en los sentimientos oscuros de los seres humanos de aquel pueblo de la Huasteca. En 2012 Lechuga publicó unos de sus ejercicios novelísticos más interesantes por sus indagaciones formales: la novela gotas.de.mercurio. Sin alejarse de la recuperación memoriosa, lo novedoso aquí es la disposición formal y el ensamblaje de la novela, por momentos de notable impulso poético. Trama tejida con tres tiempos autobiográficos y el tiempo de escritura de una novela en proceso. El protagonista recrea su pubertad provinciana y su ansioso

“NO SUPIERON, EN LA FUNERARIA, EXPULSARLE DEL ROSTRO A MI AMIGO LA MUECA DE MALESTAR CON QUE MURIÓ. YO HUBIERA QUERIDO VERLE UN GESTO QUIETO Y NO ESE JODIDO MOHÍN QUE RETUERCE LA NARIZ Y LOS LABIOS DE QUIENES, COMO ÉL, SUFREN UN REVENTÓN DE VEJIGA, INFECCIÓN GENERAL, DOLORES PROPIOS DE RESES SACRIFICADAS.” —ANTONIO ORTUÑO, ÁNIMA, MONDADORI, 2011.


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descubrimiento del sexo. Transita por su adultez en la Ciudad de México, teñida por el asombro ante la novedad del enamoramiento. Y recrea su estancia en Barcelona al amparo del deseo por otra mujer. Todo mientras escribe una novela sobre la vida en pareja. El sino de las historias es el amor triangular. Esta configuración hace pensar en una novela abierta, en la cual el rumbo se indaga en el acto mismo de escribirla, hasta llevarnos a un final citadino doloroso y muy mexicano. La novela revela una atractiva búsqueda formal. “La literatura es un ejercicio de dudas no de certezas”, ha dicho Edson Lechuga, quien recién publicó otra indagación en la tradición rural e indígena de la zona Huasteca. Anoche me soñé muerta (Axial, 2015), también ubicada en su íntima Pahuatlán, relato del tormento de sus pobladores frente a una devastadora sequía, aniquiladora de vidas, sueños y esperanzas de esta comunidad. “La novela de la revolución no ha muerto”, apunta E miliano M onge (Ciudad de México, 1978) con respecto a su última novela, El cielo árido (2012), una aventura caciquil de aislamiento y muerte, escrita con precisión de relojero mediante un crescendo de la tensión narrativa culminada con acierto e intensidad. Cuando al parecer se había decretado el fin de la narrativa del México rural, Monge propone revisitar novelísticamente la violencia en la cual México sigue históricamente hundido, y lo hace a partir de los capítulos de la vida de su personaje central a lo largo del siglo XX, con sus episodios revolucionarios, guerras cristeras, la fundación del PRI y los fraudes electorales, hasta el vigente imperio del narcotráfico. Monge había publicado los relatos múltiples y un tanto espesos de Arrastrar esa sombra (2008) y el ejercicio novelístico de Morirse de memoria (2010), donde el lector puede confundir su vida con la del amnésico protagonista.

“ESCRIBÍA, ADEMÁS, PORQUE EL TEXTO ES SIEMPRE MEJOR QUE SU AUTOR: LA LETRA ES LA TRISTEZA DE LA QUE ESTAMOS HECHOS NOSOTROS, LOS LETREROS, LOS ESCRIBIENTES.”

— E D S O N L E C H U G A , G OTA S . D E . M E R C U R I O., M O N T E S I N O S , 2 0 1 2 .

M ÁS DEL NORT E Daniel Espartaco Sánchez (Chihua-

hua, 1977) accedió con la misma naturalidad de su prosa a un sitio propio entre nuestros narradores jóvenes. Con el libro de cuentos El error del milenio (2006) se abrió paso y planteó uno de sus temas narrativos centrales: el desencanto de los comunistas e izquierdistas de este lado del mundo tras la caída del Muro. En los seis relatos de Cosmonauta (2011) exploró con mayor pulso literario esta desilusión convertida en experiencia vital para una generación de jóvenes descendientes de los movimientos sociales de los años setenta en México. De ahí su narrativa tomó un derrotero más autobiográfico en la novela Autos usados (2012), donde recupera la aventura de un adolescente de Chihuahua ilusionado con viajar en su auto a Texas pero inmerso y limitado por un entorno provinciano donde se percibe la inminente violencia de la guerra contra el narco. El personaje insatisfecho e irreverente, una suerte de Holden Caulfield, topará de frente con la dura realidad. Ese mismo año publicó un juego lúdico, la nouvelle Gasolina, en donde, como otros de sus temas narrativos preferidos, retrata

a un escritor en ciernes convertido en personaje de aventuras, un hombre de acción involucrado en pleitos de cantina, persecuciones en lancha y enamorado perdidamente de una hermosa joven. En su novela Bisontes (Nitro Press, 2013) narra el mismo tema del escritor, pero uno ya viejo, homenajeado y casi sin fibra narrativa para continuar escribiendo. A Sánchez se le puede definir como se habla de los buenos lanzadores zurdos: es un natural.

A ntonio R amos R evilla (Monterrey, 1977) tenía media decena de libros de cuentos publicados cuando Almadía editó su novela El cantante de muertos (2011), con la cual se instaló en definitiva como uno de los escritores más originales. Su polvorienta road novel transita por pueblos difusos como recuerdos en la memoria para narrarnos la historia de tres generaciones de la familia Rodas, todos músicos dedicados a despedir a los muertos. En medio de ese paisaje seco y desolado, bajo el sol calcinante, los cantantes de muertos cantan en los velorios por fúnebre oficio. Pero la tragedia incluye la orden paterna de asesinar a un cantante rival, la dificultad de la

“RESULTÓ QUE EL PADRE DE NINA Y EL MÍO ERAN AMIGOS DESDE SU JUVENTUD, AMBOS MILITABAN EN EL PARTIDO COMUNISTA. CUANDO MI MADRE SE ENTERÓ DE QUE ESTABA POR CASARME CON NINA ME DIJO QUE ERA LÓGICO QUE, EN UN PAÍS COMO MÉXICO, CON UNA IZQUIERDA TAN PEQUEÑA, LA ÚNICA MANERA DE QUE ÉSTA CRECIERA FUERA POR MEDIO DE LA REPRODUCCIÓN SEXUAL. ERA UNA ESPECIE DE ENDOGAMIA.”

—DANIEL ESPARTACO SÁNCHEZ, AUTOS USADOS, MONDADORI, 2012.

L A L I T E R AT U R A E N L A S PA N TA L L A S Por Roxana Blancas Curiel

E

l 10 de octubre de 2014, justo dos días después de la primera de una serie de marchas nacionales por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, Alberto Chimal se dio a la tarea de contar una historia por entregas: cien tuits bajo el hashtag de #CiudadX (https://storify.com/albertochimal/ciudadx). Una cuenta regresiva de casi 12 horas de tuiteo que nos muestra los pensamientos y sucesos de un territorio apocalíptico. No hay nada nuevo en la idea de crear una historia por entregas, luego de los folletines decimonónicos. Pero aquí entran en juego tres diferencias radicales: la idea de inmediatez al recibir cada entrega en espacios de entre 3 y 7 minutos; la forma que estas entre-

gas adoptan al ser restringidas por la norma tuitera de 140 caracteres; y el papel activo que el lector toma al poder replicar o retuitear de manera casi simultánea a la creación. Lo que podemos ver a través de experimentos como éste es que elegir la plataforma en la que escribimos tiene repercusiones que van más allá de la forma, la concepción e incluso el contenido de los textos. #CiudadX, de Alberto Chimal, ocurre a través de un hashtag, nuestro hilo conductor moderno. Pero en Twitter, el papel de lector pasivo se rompe y da paso, más bien, a un lectoespectador —el término acuñado por Vicente Luis Mora—, cuya participación se vuelve necesaria para la circulación de las minificciones.

Otro tipo de ejercicios que exaltan estas características y gozan de popularidad son los de escritura colectiva, como el que se realizó para el ciclo de cuentistas en la Feria de León de 2010. En éste, se invitó a toda la comunidad tuitera a unirse a escritores como Cristina Rivera Garza para publicar minificciones en tiempo real, bajo el hashtag #Cuentuitos. De nuevo, la idea de inmediatez se vuelve esencial, aunque al revisitarla asume una forma tradicional (como la lectura de páginas web, que implica un recorrido del texto de arriba hacia abajo, al igual que los papiros de los egipcios). En los procesadores de texto, la posibilidad de trasladar fragmentos de un lugar a otro influye de manera directa en el acto mismo de escribir,

en el hecho de trasladar el lenguaje mediante una pantalla. Por ejemplo, en la novela de Cristina Rivera Garza, La muerte me da (2007), el uso extremo de citas, paráfrasis y traducción de infinidad de textos de otros escritores demuestra que es posible armar una suerte de Frankenstein textual a través de copiar y pegar. La muerte me da y #CiudadX atraen la atención porque exploran territorios donde confluyen viejas y nuevas formas de escritura. En #CiudadX, Alberto Chimal se refiere a los desaparecidos de Ayotzinapa y ya en el segundo tuit menciona los cuerpos hallados en fosas. Los 99 tuits restantes presentan más bien un recorrido que pasa por una ciudad en decadencia, políticos


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“CON LA MÚSICA TAMBIÉN OÍA EL BALBUCEO DE NIÑOS FINADOS ANTES DEL AÑO DE VIDA; EL SUSPIRO DE LOS VIEJOS EN ESPERA DE LA MUERTE; EL ÚLTIMO GRITO DE UNA MUJER ANTES DE SER ASESINADA. LAS CANCIONES DE MI PADRE INVOCABAN UN ENJAMBRE DE QUEJAS, DE CADÁVERES APIÑADOS QUE TOCABAN A LA PUERTA DE MI CUARTO PARA QUE YO TAMBIÉN LOS DESPIDIERA CANTANDO…” — A N T O N I O R A M O S R E V I L L A S , E L C A N TA N T E D E M U E R T O S , A L M A D Í A , 2 0 1 1 .

tarea. Ramos emplea una estrategia narrativa destellante, es un escritor fogueado y ameno, casi divertido aun en los penosos momentos finales de la existencia, para los cuales siempre hay una canción.

DECA N TACIÓN DEL R E A LISMO Julián Herbert (Acapulco, 1971) te-

nía ya en su haber varios poemarios y la novela Un mundo infiel (2004), cuando en España se publicaron sus impactantes relatos de Cocaína: manual del usuario (2006), donde a contracorriente de la literatura sobre el consumo de drogas, Herbert traza el durísimo itinerario de la confrontación realista con la adicción y sus consecuencias, así como el proceso de rehabilitación. Con la magnífica novela Canción de tumba (2011), Herbert se instaló en definitiva entre los escritores superiores de este inicio de siglo. Aquí logra al menos media docena de aportaciones a nuestras letras contemporáneas. 1) El retrato grave y pleno de una figura materna excepcional, cargada de humanidad y fuerza, y el registro literario del avasallador proceso de su enfermedad, deterioro y muerte. 2) El extraordinario relato de una infancia desvalida e itinerante, despojado recuento de una niñez pobre, aventurera y difícil. 3) Una indagación veraz en la contradicción odio-amor en lo profundo del corazón humano. 4) La descripción nítida de una adicción radical y destructiva, más allá de las alegorías tan de moda. 5) Una pertinente exploración metaliteraria sobre los

límites de la autobiografía y la ficción. Y 6) El testimonio novelesco de una desdicha. Herbert continúa escribiendo poesía y ha añadido las crónicas de Algunas estúpidas razones para volver a Berlín (Filodecaballos, 2013).

Jaime Mesa (Puebla, 1977) ha publicado tres novelas a cual más distintas. En Rabia (2008) indaga en la relación humana con el ciberespacio, la tecnología informática como fuente o respuesta a la soledad del ser contemporáneo. En Los predilectos (2013), acaso la más difícil, extrema su planteamiento para narrar los delirios del privilegio, las aventuras de los jóvenes nihilistas en la cima, donde el alcohol, las drogas, la comida y el sexo abundan y pierden sentido. Su novela más reciente, Las bestias negras (Alfaguara, 2015), corre por otra vertiente al cuestionar los vanos prestigios culturales (casi provincianos) característicos de la vida mexicana y profundizar en la discriminación, los odios y la violencia contra la diversidad (sexual y de ideas). En lo formal, la prosa de Mesa se distingue por su lograda composición y la creación de personajes complejos, mientras sus temáticas apuntan hacia la indagación de la soledad como el último y más profundo sentimiento humano.

H IPER R E A LISMO Y A LT ER IDA D Bibiana Camacho (Ciudad de México,

1974) publicó los relatos de Tu ropa en mi armario (2010), donde destaca su planteamiento del temor a la otre-

corruptos, estudiantes violentados, ciudadanos indiferentes, formas múltiples de la violencia y la corrupción. El lector activo se vuelve corresponsable de la historia que circula como instrumento de análisis —y no sólo como denuncia. Por su parte, Cristina Rivera Garza aborda de manera indirecta el caso de las muertas de Ciudad Juárez. La muerte me da sucede como una subversión del género de la novela policiaca: traza las pistas hacia un misterioso asesino (o asesina) que castra hombres en una ciudad fronteriza y deja como sello personal, en la escena del crimen, fragmentos de poemas de Alejandra Pizarnik. La novela repite de manera constante verbos como “cortar”, “ase-

dad, a la alteridad, a la irrupción de realidades ominosas e inesperadas en la tranquilidad inofensiva de la urbana vida cotidiana. En su novela Tras las huellas de mi olvido (2010) rescata la visión original de una adolescente mientras sufre y repele su tormentosa vida doméstica, la relación familiar regida por una madre alcohólica, violenta y chantajista, y un padrastro débil y resignado. Por ello sus recurrentes sueños incomprensibles y su legítima ambición de la alteridad. En La sonámbula (Almadía, 2013), su segundo libro de relatos, la ciudad sigue siendo el gran personaje de contexto en medio de relaciones agotadas, cochambre y polvo urbano. Me atrae de la escritura de esta autora esa riqueza del telón de fondo de sus historias, y si bien centra sus anécdotas en sucesos efectistas (lo real-fantástico en sus relatos), dramáticos (la crisis de la adolescente y su violenta tragedia familiar), las circunstancias urbanas de hacinamiento, marginación y violencia por las cuales camina sonámbula, es el entorno de estos sucesos, lo ocurrido fuera de cuadro y de foco, lo lateral, en donde surgen los destellos de historias humanas memorables, casi como una poética del instante.

a

sinar”, “castrar”, “herir”, “descuartizar”, y equipara al asesino con el lector: El que analiza, asesina. Estoy segura de que sabías eso, profesora. El que lee con cuidado, descuartiza. Todos matamos. Una vez más, el lector aparece como el vértice del planteamiento donde ocurre la novela. Además, si en Twitter el lector tenía la posibilidad de permanecer como simple espectador o lector de los tuits, esta novela le niega la posibilidad de adoptar un papel pasivo: “Esto es una navaja, no una broma”, escribe Rivera Garza. Y en este caso, lector y escritor tienen la misma navaja por el mango. Las pantallas inducen una mutación

F ernanda M el chor (Veracruz, 1982) publicó una serie de crónicas, en la línea del mejor periodismo literario, sobre la situación en el estado de Veracruz. Aquí no es Miami (2013) es testimonio insalvable de la violencia vivida en el puerto de esa entidad. La autora se sumerge en una realidad oscura, ese “lado B” de la vida veracruzana más allá del

de la escritura, determinada en alguna medida por los soportes que le permiten ser concebida, distribuida y consumida, en una fase de transición que representa un reto para la literatura contemporánea. Y esto no se limita a los ejercicios en las redes sociales que hemos mencionado, sino a toda obra creada con algún software. El papel del lector implica una concepción de las palabras como objetos manipulables que pueden transformarse en función del contexto. De esta forma, la responsabilidad compartida entre el lector y el escritor convierte a estas palabras-objetos en recursos nuevos para cuestionar o comprender una realidad caótica. Como ha señalado Kenneth Goldsmith, el contexto de las palabras es el nuevo contenido.


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“DESPIERTO PENSANDO QUE VOY A MORIR. SÓLO UN SUEÑO. NO. UNA VOZ: ALGUIEN LO DIJO. CREÍ ESCUCHAR EL TIMBRE DEL TELÉFONO. EN LA OSCURIDAD LEVANTÉ EL AURICULAR Y EL SONIDO CESÓ. DOS PALABRAS FLOTABAN EN EL LIMBO DE LA LÍNEA. MORIRÁS MAÑANA. REACCIONÉ CON ESTUPOR. TOMO EL TELÉFONO. APUNTO A MI CABEZA CON LA PISTOLA. MARCO NÚMEROS AL AZAR. AMARTILLO. ESCUCHO EL TIMBRE. ESPERO. A MITAD DE LA NOCHE EN UNA HABITACIÓN SUENA EL TELÉFONO. …MORIRÁS MAÑANA …” —LUIS JORGE BOONE, “TELARAÑAS”, LA NOCHE CANÍBAL, FCE, 2008

puerto sonriente y turístico de Los Portales, incluso habla con los personajes involucrados en el crimen organizado para obtener otro punto de vista del horror. En su novela Falsa liebre (Almadía, 2013), Melchor abunda en el reiterado tema de la violencia marginal, el vicio, las adicciones y la vida opresiva y asfixiante de sus cuatro personajes tropicales, pero el acierto de su prosa directa es hacer este paisaje irrefutablemente real, personajes creados a conciencia y no caricaturas para representar situaciones sociales violentas o precarias tenazmente persistentes.

“UNO PUEDE SER SINVERGÜENZA Y CÍNICO PERO ESTAR DISPUESTO, EN UN MOMENTO DE FLAQUEZA, A COMETER PEQUEÑOS ACTOS JUSTOS.”

—NADIA VILLAFUERTE, POR EL L A D O S A LVA J E , E D I C I O N E S B , 2 0 1 1 . La primera novela de Nadia Villa(Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1978) es una de las más descarnadas, feroces y originales de cuantas han escrito los autores nacidos en los años setenta. Por el lado salvaje (2011) narra una quemante historia de temperatura emocional ubicada en el contexto de la migración centroamericana, una trama compleja siempre en desplazamiento como agitada road novel. La novela seduce por su lenguaje: una escritura con una estoica o cínica manera de relatar y aceptar el mundo tal y como es para una migrante, la manca hija de una criada, carne de albañal y burdel, en la inversa dignidad de su viaje personal por el oprobio desde su pueblo chiapaneco de Paredón hasta La Ceiba, en Honduras, donde ejercerá la prostitución, y de ahí a un cabaret-burdel en fuerte

Tijuana y luego hasta Playa Bagdad, en Tamaulipas, para escapar de la sumisión, la dependencia y el sometimiento y desembocar en la libertad como el más absoluto desamparo. La novela muestra sus costuras sin rubor en algunos capítulos, pero su fuerza sigue contundente. Villafuerte había publicado antes los cuentos de Te gusta el látex, cielo (2008).

DE R EL ATOS, U NA ÓPER A PR IM A Y L A R ESACA L u i s J o r g e B o o n e (Monclova,

Coahuila, 1977), es autor de varios poemarios y la novela Las afueras (2012), donde revisita su estado natal para ofrecernos una historia fantasmal y fragmentaria de dos hermanos, sus vidas y sus muertes. Pero quiero destacar los relatos superiores de dos de sus libros: La noche caníbal (2008), siete historias de seres en debate entre la realidad y el delirio; con trazos rápidos, sus personajes se hunden en la locura y a veces arrastran al lector. Y Largas filas de gente rara (2012), once relatos sobre los temores, angustias y el padecer de quienes escriben. Irónico y refinado, Boone toca aquí un nervio sensible para cualquier escritor, desde el consagrado hasta el principiante, pasando por el plagiario, el incapaz y el envidioso, entre varios más. Su crítica al mundillo literario es elegante y conocedora.

Eduardo Rabasa (Ciudad de México, 1978) publicó en 2014 su ópera prima, La suma de los ceros (Sur+), una extensa, minuciosa novela de profundo cariz político, reveladora de cómo el “sistema-mundo” se integra a la vida cotidiana y sus valores de sometimiento y dominación material e ideológica se imponen incluso en el mínimo universo de la unidad habitacional Villa Miseria. Allí donde los villamiserianos padecerán el control del grupo en

CUANDO SE ACUMULAN LOS AÑOS, EL TIEMPO SE VUELVE FRENÉTICO, ROTUNDO Y APESTOSO. ES COMO UN AIRE PÚTRIDO, UN AIRE ARISCO QUE LO DESCOMPONE TODO; LA PIEL, EL CORAZÓN, EL HÍGADO Y EL ÍMPETU. SIN DUDA RESULTA MÁS FÁCIL ENCONTRAR A UN VIEJO MEZQUINO QUE A UN VIEJO TRANQUILO Y SATISFECHO.”

—LUIS MUÑOZ OLIVEIRA, RESACA, PENGUIN RANDOM HOUSE, 2014.

el poder vecinal, la distribución de los roles a jugar por cada quien: los criminales, los narcotraficantes, los periodistas, los artistas, los jóvenes, los ancianos, los trabajadores de limpia, los vigilantes policías… Curiosamente, serán unas elecciones por el poder vecinal y la rebeldía de uno de los personajes, el motor de esta sorprendente narración, donde el individuo se confronta con las circunstancias, el poder y la masa.

L uis M uñoz O liveira (Ciudad de México, 1976) ha publicado Bloody Mary (2011), una angustiosa exploración de las relaciones familiares destructivas, si bien contrapunteada con reflexiones de tono ensayístico. Luego de un libro de ensayos publicó Resaca (Mondadori, 2014), su segunda novela, donde “el vago azar o las precisas leyes” le derrumban a un médico cuarentón sus frágiles seguridades clasemedieras —el amor matrimonial y filial, la muerte de su gato, el respeto emanado de su profesión y su dinero. Enfrenta la pérdida con la bebida, la gresca etílica y la filosofía cantinera. Su redención padece insatisfacción y soledad, y lleva al lector a reflexionar tanto en la banalidad de nuestras endebles certezas, como en que, por pueril que sea, la negativa del borracho a aceptar la realidad nos obliga a echar otra mirada sobre ella y revisar los motivos por los cuales nosotros la aceptamos. La novela como espectáculo perturbador para el ciudadano sobrio y sus coartadas, y el ebrio y sus desbarres.

L AS N U EVAS ESCR I T U R AS (Y LOS QUE FALTAN) Por falta de espacio y porque merecen un texto aparte, mencionaré sólo de paso la búsqueda y el afán de nuevas escrituras de Verónica Gerber (Ciudad de México, 1981) en su libro Mudanzas (2010), así como el caso de Vivian Abenshushan (Ciudad de México, 1972) en sus Escritos para desocupados (Sur+, http://escritosdesocupados.com/sitio/). Esta búsqueda también ha sido reveladora —aun si no tan exitosa— en Heriberto Yépez (Tijuana, 1974) en El libro de lo post-poético (2012) y El imperio de la neomemoria (2013). Y los que faltan.


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T E R T U L I A N O E N L A FA E N A Guillermo Fadanelli La generación considerada en el ensayo que inicia este número de El Cultural tiene como uno de sus referentes más visibles a Guillermo Fadanelli, quien ha publicado alrededor de veinticinco títulos —con traducciones diversas, reconocimientos— que lo han convertido en autor favorito de muchos lectores, y no sólo en México. Este regreso al centro de la ciudad confirma el humor, la acidez, el filo corrosivo de una mirada única en nuestra literatura reciente. Forma parte de El billar de los suizos, que circulará en breve con el sello editorial de Cal y arena.

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s cierto porque es absurdo”, esta sentencia se atribuye al teólogo nacido en Cartago en el primer siglo de la era cristiana, Tertuliano, y escrita con el propósito de defender el mito de la encarnación: “Es cierto porque es absurdo”, ¿qué mérito tiene creer en lo que nos parece lógico? La fe no conoce de sumas exactas. Tomando impulso de un espíritu semejante podríamos también decir: “Es un paseo porque nadie sabe cuándo y dónde va a comenzar”. Yo al menos no lo sé. Cuando echo a andar respiro y lleno los pulmones de humo, de aire frío o de olor a comida. Los pulmones son prostíbulos, a donde quiera que los lleves. Y la tierra tiene un pulso secreto aunque se halle recubierta de cemento. Uno sabe que las puertas tarde o temprano serán abiertas y que es determinante tomar una posición al respecto: ¿qué hacer cuando esa puerta comience a girar sobre su eje? Puedes observar, desde una distancia juiciosa, la manera y el ritmo en que se presentan las acontecimientos, o puedes ser tú mismo quien arriesgue el primer paso y provocarlos: eso es asunto de cada quien. Yo prefiero esconderme y mirar a resguardo. Los mirones también somos personas decentes y nadie debe considerarnos un mero accidente en la vida de los héroes que se dedican a abrir puertas. Hace veinte años, o mucho más, era yo el primero en girar la perilla y encontrarme con lo desconocido. Ahora sé que siempre existirá otro que llevará a cabo esa acción y que asumirá las consecuencias. Aun así, cuando me siento de buen humor, abro la puerta de una taberna en penumbras o me tiro a

C UA N D O M E S I E N T O DE BUEN HUMOR, A B R O L A P U E RTA D E U N A TA B E R N A E N PENUMBRAS O ME TIRO A DORMIR EBRIO EN EL CAMASTRO DE UN HOTEL DE BARRIO: ¡CÓMO D I S F RU T O E S TA R DE BUEN HUMOR! D I S F RU TA R D E L B U E N H U M O R E S PA RT E D E L BUEN HUMOR: UNA R O T U N DA I D I O T E Z .

dormir ebrio en el camastro de un hotel de barrio: ¡cómo disfruto estar de buen humor! Disfrutar del buen humor es parte del buen humor: una rotunda idiotez. Con qué ingenua ansiedad aguardo a que una tarde de clima inesperado me haga sentir dichoso un par de segundos. ¿Y luego? Y luego nada.


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“Las ciudades llevan siempre la batuta de la imaginación humana”, escribió Walter Benjamin, el topógrafo urbano de la filosofía. Si uno se acerca a la obra de este hombre encontrará, reunidos en la forma o imagen de su escritura y de sus ideas, los accidentes comunes de una ciudad, sus callejones y casas, las tuberías herrumbrosas y las novedades que en sus aparadores exhiben los grandes almacenes y también las tiendas modestas, los palacetes y la habitación en ruinas: “Mientras haya un mendigo, habrá mito”. (W. B). Ciudad y cuerpo se corresponden, el corazón humano se adapta como una plaza pública a la que conducen las principales avenidas de nuestro sistema sanguíneo, y cada vez que la pasión hace de un hombre un don nadie, provoca desastres en las calles y modifica el ritmo habitual de los transeúntes, de los limosneros y de los animales que van a su lado. Hacia mediados de un enero casi frío mis pasos, apresurados, pero efectivos, me trasladaron a los portales del Zócalo. Fue una experiencia extraña porque yo abandoné el centro de la ciudad hace más de una década empujado por la aversión que las multitudes me despiertan. La muchedumbre no conoce el pudor y en ella encuentran resguardo los temperamentos más torvos. Estoy convencido de que hasta los seres abominables pueden volverse tratables cuando no se encuentran acompañados: la belleza y la soledad se conocen bien, se aman en secreto y se hacen compañía cuando los ejércitos de cualquier clase toman la plaza y cantan victoria. Las aceras me parecieron más sucias y manchadas que nunca. La causa de este desaseo no proviene de las pisadas humanas, sino del tiempo que en vez de aclarar oscurece casi todo lo que cae en sus manos. Es una impresión íntima y se relaciona más con mi ánimo confundido que con la suciedad de las calles mismas. Las calles están sucias a causa de la mancha humana, no de mi ánimo. Las personas que, apiñadas y gesticulantes, venden mercancía barata en las aceras del Eje Lázaro Cárdenas son, seguramente, criaturas honradas que buscan el pan cotidiano pese a que un ojo sabio y pervertido insista en mirarlas como a monstruos que engullen todo lo que encuentran a su alcance. Entré a la sombrerería Tardan. Aproveché para preguntar por un panamá como el que, según mi madre, usaba mi abuelo: los recuerdos y la gimnasia del espíritu, la gimnasia que te lleva a la obesidad. Todo dentro de ese local había sido dispuesto para que los clientes se sintieran intimidados por un tufo impostado

ABANDONÉ EL CENTRO D E L A C I U DA D H AC E M Á S D E U N A D É C A DA E M P UJA D O P O R L A AV E RS I Ó N Q U E L A S M U LT I T U D E S M E D E S P I E RTA N. L A MUCHEDUMBRE NO CONOCE EL PUDOR Y EN ELLA ENCUENTRAN R E S G UA R D O L O S TEMPERAMENTOS M Á S T O RVO S”. de elegancia rancia y opaca. ¿Qué había sido de la antigua sombrerería atendida por personas amables y sin más pretensión que la de vender sombreros? Ahora se quiere convencer a la clientela de que se halla dentro de un museo y de que los vendedores, en vez de cachuchas de lana, toman de las vitrinas el legítimo camafeo de la emperatriz Carlota. Defender nuestras mentiras a como dé lugar, ¿no es eso? Aturdido por el arte de la sombrerería salí de aquel local, y caminé por Madero en dirección al viejo Salón Corona para beber cerveza y saludar a Domingo, su más cortés y antiguo mesero. Conservaba la esperanza de que al menos, en ese lugar, los meseros seguirían conven-

cidos de que trabajaban en una cervecería y no en un salón de arte. ¿Cómo es que uno se vuelve tan amargo? Un buen paseante observa, tiene impresiones y no lanza opiniones a diestra y siniestra. Las opiniones se desploman como cagarruta de palomas que ensombrece las tejas y los campanarios de las iglesias. Es mejor callar cuando se camina, callarse en la mente. Vagué cerca de cuatro horas por el centro de la ciudad, en silencio, como quien no termina de acostumbrarse a lo que es eterno. Las nuevas calles cerradas a los automóviles me dieron, por un momento, la impresión de que el cuerpo muerto alojado en mis recuerdos podía sanar. Una cerveza tomada en la parte más escondida de una terraza o bajo la sombra que se acumula en las cantinas es un ungüento vital para los huesos y la memoria. No le veo ningún sentido a introducirme en los bares o restaurantes recién inaugurados porque no quiero decepcionarme, ni pensar que la ciudad se aleja de mí en una dirección que desconozco. Prefiero caminar desde la cantina El Tío Pepe, en el Barrio Chino, hasta La Faena, en Venustiano Carranza, y tomar cerveza, e irme acostumbrando a los ataúdes donde no les será sencillo velarme pues carezco de nombre real —soy escritor y cualquier fama me es insignificante— y cuento como uno más en este río humano que parece no desembocar en ningún lado. ¡Qué sensación de abandono! A nadie debo rendirle cuentas por estar despatarrado sobre una silla de plástico o en un sillón pulgoso. Y después de unos cuantos tragos la lógica se resquebraja y el destino se vuelve maleable, la noche se torna senil y el paseo termina en el lugar menos esperado, allí donde la puta se quita los zapatos, allí donde se come y se duerme. Y entonces puede afirmarse, como lo hiciera Tertuliano: “Esto es cierto porque es absurdo.”


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FUERA DEL HUACAL

P R I M AT E S E N P O L Í T I C A

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urante los últimos años del siglo xix y primeros del xx, don Mariano de Cavia (18551920) publicó una columna donde defendía la lengua española y arremetía contra los “galicursis” y cuantos “pedescriben”. Aquellas columnas fueron reunidas póstumamente en Limpia y fija (Madrid, 1922) —por aquello del lema de la Real Academia: ‘limpia, fija y da esplendor’— y entre sus páginas descubrí divertido cómo don Mariano deploraba que el vulgo ignaro llamara “primates” a los políticos y que a los tales políticos les encantara el mote porque “como ellos, por lo común, son gente de muy escasa instrucción general, han aceptado el apodo tan satisfechos y ufanos; porque su raíz y su desinencia —el sonsonete más bien— les suscitan la idea de primacía y de magnates”. Don Mariano proclamaba rotundo que “en castellano claro y limpio, los que tienen alguna primacía son primados” y que ‘primates’ —más bien— “es el nombre masculino de un orden de mamíferos que comprende los designados vulgarmente con el nombre de monos”. Sin embargo, los políticos de aquella época se sentían tan importantes cuando los llamaban ‘primates’ , que don Mariano de Cavia los fulminó así: “De modo que ya saben el orondo Don Fulano y el inflado Don Mengano. Cuando en los periódicos se les da el mote de ‘primates’, no se hace más que equipararles con los cuadrumanos que

Las Claves

¿QUIERE DECIR ENTONCES QUE EL USO POPULAR DE LA VOZ ‘PRIMATE’ CONVIRTIÓ A LOS POLÍTICOS EN ‘PRIMATES’ ? EN EFECTO, PORQUE LA PALABRA DE MARRAS ENTRÓ POR PRIMERA VEZ EN LA EDICIÓN DE 1913 DEL drae CON LA ÚNICA ACEPCIÓN DE PERSONAJE DISTINGUIDO; PRÓCER.

empiezan en el gorila y acaban en el tití”. Ahora se entiende por qué los políticos propenden a irse por las ramas. Intrigado por la lectura de aquel texto me dirigí a la última edición del drae y leí perplejo: ‘primates’ (del lat. primas – ātis). adj. Zool. Se dice de los mamíferos de superior organización, plantígrados, con extremidades terminadas en cinco dedos provistos de uñas, de los cuales el pulgar es oponible a los demás, por lo menos en los miembros torácicos. 2. m. Personaje distinguido, prócer”. ¿Quiere decir entonces que el uso popular de la voz ‘primate’ convirtió a los políticos en ‘primates’ ? En efecto, porque la palabra de marras entró por primera vez en la edición de 1913 del drae con la única acepción de Personaje distinguido; prócer. Esta definición se mantuvo en solitario a lo largo de las ediciones de 1925, 1927, 1936 y 1939, hasta que en la edición de 1947 la entrada correspondiente a “primate” quedó así: Zool. Orden de los mamíferos superiores que comprende principalmente a los monos. Sin embargo, en la edición de 1956 el drae volvió a admitir la acepción de Personaje distinguido, prócer; dejando en evidencia la mala leche de los académicos que estamparon el adverbio principalmente. Al parecer, don Mariano de Cavia luchó en vano contra el uso popular de la voz ‘primate’ aplicada a ministros, diputados y concejales, porque el habla soberana consagró su inclusión en la norma y así

Por

FERNANDO IWASAKI

www.fernandoiwasaki.com

desde 1913 todos los políticos son ‘primates’. ¿En otras lenguas ha ocurrido lo mismo? Casi, porque en inglés primate sería la traducción de primado y en consecuencia define a obispos, arzobispos y cardenales, además de a los consabidos simios, tal como lo recoge el Thesaurus del Merriam-Webster Dictionary: “1. Mammals: any member of the group of animals that includes human beings, apes, and monkeys. 2. Religion: the highest ranking priest in a particular country or area in some Christian churches (such as the Church of England)”. Como se puede apreciar, el hombre desciende del mono, pero el político vuelve a él. Precisamente, otra acepción de la voz mono viene a ser “persona que imita lo que hacen otros”, y eso se cumple a rajatabla en muchos hemiciclos donde los parlamentarios ya no parlamentan, porque se limitan a apretar el botón que les indica su jefe de bancada. ¿Saben lo que votan en realidad? A juzgar por la cantidad de veces que sus señorías confunden los botoncitos de sus escaños, es obvio que estamos ante un clamoroso fallo de amaestramiento, porque un mono bien entrenado se equivocaría menos que cualquier diputado. Por lo tanto, queda autorizado el uso del sustantivo ‘primate’ para referirse a los políticos sin incurrir en agravio u ofensa, salvo alusión expresa a los encantadores monos, quienes merecen todo nuestro respeto.

Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ

LA POETA Minerva Margarita Villarreal (Montemorelos, Nuevo León, 1957) entrega los resultados de su repaso por la obra poética de Gabriel Zaid (Monterrey, 1934). Apartado M 8534 (antología): cicatrices en la piel de una lectora marcada por la pasión. “En esta obra, la fuerza del amor se pronuncia con ritmos que provienen de una naturaleza drástica, del silencio inclemente de los rayos solares, del vaivén encrespado de las olas [...] imán, proximidad y música”, apunta la autora de El corazón más secreto en la introducción de este compendio celebratorio. Fábula, Sonetos en prosa, Seguimiento, Claridad furiosa, Campo nudista, Práctica mortal y Desperté: siete apartados que resumen más de medio siglo de ingeniera

lúcida con la palabra. Cosmos de variados registros en que el amor y la ironía habitan estrofas epigramáticas y, asimismo, salmos hilvanados en los ecos de Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo… Fábulas, sonetos (en prosa), sentencias, elegías, mitos, canciones… Prototipos de infinitudes en música de suave galope. “Y ya el anochecer / del aire picotea / la eternidad, vencida / de pájaros voraces” (de “Templo”); “No soy el viento ni la vela / sino el timón que vela” (de “Canción de seguimiento”). Ecos gongorinos: “¡Oh, mismo inabarcable! / Danos siempre lo mismo” (de “Elogio de lo mismo”). El dístico como recurso generador de recapitulaciones precisas: “El agua se hace pájaros / contra

la piedra azul” (de “Instantáneas”); “Las alas para qué, / si son errantes. // Los ojos para qué, / si son esquivos” (de “Sombras”). Ironías quevedianas: “Entre vivir y pensar, / la puerta a medio cerrar. / Ver es ser de par en par” (de “Claustro”); “Nadie sabe amor qué pide. / Bien puede pedir dinero. / Y si es amor con el dinero mide / todo en dinero” (de “Réquiem”). Villarreal invita a penetrar un cosmos poético de radiante antisolemnidad: la gracia lírica se vislumbra a través de un diálogo perspicaz con la tradición: el autor de Cómo leer en bicicleta renueva, desde una dicción personal, los matices del canto en castellano. Versículos en que el amanecer renace en la playa, en el núcleo del misterio del día: un reloj de sol de retumbante prosodia.

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GABRIEL ZAID: APARTADO M 8534 (ANTOLOGÍA).

Compilación de Minerva Margarita Villarreal, Conaculta, 2014.


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CONTRA EL EXCESO DE EPÍGRAFES

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Si sabías que dijo Nietzche que el abuso de epígrafes es nocivo para la salud? Existe un método infalible que me resulta anticonceptivo contra la lectura. La epigrafitis. Lo que supone una paradoja. Como lector, los epígrafes son carnada, que si resulta suculenta uno puede picar. Se convierte uno en presa agradecida de un epígrafe. Toda víctima se convierte en victimario. La cita insertada en un libro, que en un principio capturó al autor de la obra, termina por conducto de éste por atrapar a los que se aproximen al texto. Esto en el mejor de los casos. Cuando el epígrafe es una pieza portentosa. Entonces los extractos elegidos con fortuna crean una especie de territorio abstracto en el que se pueden suceder tanto la complicidad compartida como el descubrimiento deslumbrante. Sin embargo, la elección de todo epígrafe conlleva un riesgo. Que resulte significativamente más luminoso que lo que anuncia. No pocas ocasiones abandonamos la lectura de un texto decepcionados por la riqueza de sus citas y la pobreza de su contenido. Lo que entraña un asunto escabroso. Cuál es la manera correcta de elegir un epígrafe. Es evidente que al seleccionar un fragmento de, por ejemplo, Thomas Mann, se sobreentiende que somos impropios de compararnos con el autor alemán y por lo tanto todo lo que él haya escrito será mejor a las líneas a las que podamos aspirar. Sin embargo, no todos los pasajes redactados por Thomas Mann son impecables. Pero eso entraña otra cuestión. Entonces, el asunto central reside en la pregunta cómo elegir un epígrafe. Sonará exagerado, pero sí, se trata de un arte. La cita a incluir debe funcionar como una

COMO AUTOR, EL EPÍGRAFE FUNCIONA COMO UNA ESPECIE DE VIAGRA LITERARIO. SE UBICA AL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN DE LA OBRA COMO UN FARO. LA DIRECTRIZ A SEGUIR. EL PROBLEMA SE PRESENTA CUANDO LA REFERENCIA QUE MARCA EL RUMBO DEVIENE EN EPIGRAFITIS.

Ciudad anónima

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO síntesis de las ideas en las cuales se basa cierta obra. En la actualidad un libro sin epígrafe luce desastrado. Inacabado. Si un autor me pidiera una recomendación entre incluir un epígrafe o no, yo me decantaría porque no. Sin embargo, un libro necesita mucho carácter para ser publicado sin epígrafe. No cualquier obra es capaz de semejante proeza. Cierta ocasión retrasé la ocasión de uno de mis libros porque no atinaba a encontrar la cita perfecta. Ante el tormento que me suponía tal disyuntiva, mi entonces mujer me lanzó una pregunta que me dejó helado. Cuántos epígrafes tiene Pedro Páramo. Como autor, el epígrafe funciona como una especie de viagra literario. Se ubica al principio de la concepción de la obra como un faro. La directriz a seguir. El problema se presenta cuando la referencia que marca el rumbo deviene en epigrafitis. Tal es el caso de los libros de Rodrigo Fresán. La velocidad de las cosas cuenta con once epígrafes. No voy a defender a Fresán, pero en honor a la verdad debo confesar que conseguí reponerme a este abuso por parte del autor y me interné en la lectura de la obra. Que se convirtió en uno de mis libros favoritos de cuentos ever. Pero tampoco miento al sincerarme al respecto de lo que significa el acto en sí. Más allá de las concepciones acerca de la literatura por parte de Fresán, me parece un acceso de pedantería. Qué se oculta detrás de la epigrafitis. Existe un libro en mi biblioteca de una poeta en el que cada uno de los poemas cuenta con un epígrafe. En este caso veo al epígrafe como la manifiesta prueba de falta de seguridad. En otros casos la epigrafitis se puede entender como una muestra de respeto. Es al mismo tiempo un homenaje a aquellos autores que nos

Por DELIA JUÁREZ G.

fin me responde una agente de uniforme: las siete de la mañana. Mi ansiedad aumenta hacia la exasperación, y estoy crudo. Imposible dormir con los gritos y llantos de los demás “despertados”: el retorno a la realidad brutaliza. El Sarij 8 es un campamento de barracas provisional construido con elementos prefabricados. […] Ahí es donde me enterraron después de registrarme y fotografiarme. El cráneo me estalla, tengo ganas de vomitar y sofocos tras el vaso Pyrex irrompible. El retrete es un agujero pestilente a la turca al final del pasillo iluminado con luces de neón. No tenemos derecho

CARLOS VELÁZQUEZ

forjaron. Pero la epigrafitis revela cierta ingenuidad infantil. Existe el momento de dejar atrás la clase en el aula y comenzar la vida laboral. Mencionaba que una obra para publicarse sin epígrafe necesitaba suficiente carácter. Pero también tiene otra lectura. La ausencia de un epígrafe en un libro puede entenderse como un parricidio. Como la negación del padre. Convertirse en un narrador o un poeta o un ensayista o un cronista adulto. Un epígrafe es una gema. Y como tal debe ocupar un lugar privilegiado. Mi reticencia a la epigrafitis radica en que al incluir más de un epígrafe en un libro se pierde la fuerza de la primera referencia. Y si vamos coleccionando citas unas a otras se aplastan hasta desvanecerse. La parte inventada de Rodrigo Fresán cuenta con 15 epígrafes. No es una justificación, pero es un volumen de más de quinientas páginas. Existen aquellos que en cien incluyen seis o siete. Fresán los ubica al principio. Pero también abundan los que en un libro de cuentos con secciones sitúan epígrafes en cada apartado. A mí me parece que este tipo de abuso entorpece la lectura. Y están otros que van más allá. En lugar de elegir una frase, reproducen párrafos extensos. De más de doce líneas. Todo esto a propósito del nuevo libro de Nick Cave, La canción de la bolsa para el mareo. Lo primero que me llamó la atención al comenzarlo a leer fue la ausencia de epígrafe. Que de inmediato me remitió a Una temporada en el infierno de Rimbaud. Tampoco tiene un epígrafe. De entre todas las enseñanzas de Rimbaud ésta me resulta entrañable. No reverenciemos a nadie. Muera el epígrafe. La obra siempre estará contaminada por un pasado literario, no la ensuciemos más con adornos fútiles.

Frédéric Beigbeder y la prisión EL 28 DE ENERO de 2008 la policía francesa detuvo en París al escritor Frédéric Beigbeder por inhalar una raya de cocaína sobre el cofre de un coche. En el capítulo “Declaración de intenciones” de Una novela francesa, Beigbeder describe la prisión preventiva donde lo recluyeron y su relato confirma que las cárceles son prácticamente iguales en todas las ciudades del mundo. “Los polis son gente amable, pero el servicio es lento: tardan una eternidad en traerme vasos de plástico con agua del grifo. Agoto mis energías preguntándoles la hora a través del cristal. Al

Por

a cerrar la puerta. Sirven el desayuno: una galleta blanda y un brick de jugo de naranja caliente. Alegría al sonido metálico de las tres cerraduras cuando el funcionario de policía echa el cerrojo cada vez que alguien vuelve del baño o después de que le hayan dado el vaso de agua tibia que ha estado reclamando durante tres cuartos de hora. En esos momentos uno tiene que contenerse para no deslizar un pie en la puerta, para no patalear, para no suplicar que lo suelten. ¿Cómo se las arregló Brummel en la prisión de Caen en 1835 para conservar la dignidad?”


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L a et er n id a d c om ie n z a u n s áb a do

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ESCRITORES MEXIC ANOS CONTEMP OR ÁNEOS: D O N I R EN EO PA Z

ntre los escritores que defendieron con su pluma los principios proclamados por la revolución de Ayutla y que lucharon en favor de la guerra de Reforma, casi todos han pagado su tributo a la naturaleza, desapareciendo de entre nosotros desde hace largos años, conservándose quizás como el único representante de esa falange el Lic. Don Irineo Paz, quien ha logrado seguir paso a paso en el transcurso del tiempo el proceso y desarrollo de las ideas que con gran tesón defendiera desde su juventud, ya por medio de la prensa, ya por medio de las diversas publicaciones que no ha cesado de producir su fecunda pluma. Es originario de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, donde vio la primera luz el 3 de julio de 1836. Huérfano de padre desde su más tierna infancia y terminada su educación primaria a los trece años de edad, ingresó como alumno del Seminario Conciliar de esa ciudad, donde hizo con aprovechamiento los estudios de humanidades, bellas letras, filosofía y física bajo la dirección de reputados profesores. Entre tanto, deseoso de aliviar de alguna manera a su madre el peso de su educación, alternaba el estudio con el trabajo manual. Una vez que hubo terminado sus estudios preparatorios pasó a la Universidad a cursar las ciencias jurídicas, hasta recibir en 1861 el título de abogado. Desde luego se dedicó al ejercicio de su profesión y al periodismo, y al declararse la guerra de Reforma prestó su contingente a favor de la causa liberal, igualmente que durante la Intervención francesa en que luchó contra el gobierno imperial, tanto por la prensa como con las armas, habiendo llegado a obtener por méritos de guerra el grado de coronel del ejército republicano. Sus arriesgadas aventuras militares durante este tiempo las consignó más tarde en su amena e interesante obra Algunas campañas. A la caída del Imperio fue llamado a desempañar la Secretaría del Gobierno del Estado de Sinaloa y después tomó parte activa en los movimientos revolucionarios encaminados a lograr el triunfo del plan de Tuxtepec. Además ha desempeñado, entre otros cargos públicos, los de regidor del Ayuntamiento de México y Diputado al Congreso de la Unión. Ha sido presidente de la agrupación denominada Prensa Asociada de

UN ESPACIO DEDICADO AL RESCATE DE RAREZAS Y RELIQUIAS LITERARIAS

AL DECLARARSE LA GUERRA DE REFORMA PRESTÓ SU CONTINGENTE A FAVOR DE LA CAUSA LIBERAL, IGUALMENTE QUE DURANTE LA INTERVENCIÓN FRANCESA EN QUE LUCHÓ CONTRA EL GOBIERNO IMPERIAL, TANTO POR LA PRENSA COMO CON LAS ARMAS

México; es miembro de diversas agrupaciones científicas y literarias y en 1900 concurrió a la Exposición Universal de París con el carácter de representante de la prensa nacional. Analizar la labor literaria del Sr. Paz sería tarea punto menos que imposible, puesto que en el curso de más de media centuria ha consagrado su talento, sus energías y sus bienes al fomento de las bellas letras y al periodismo, con la sola mira de propagar sus ideas políticas y de contribuir al progreso de la cultura nacional. Desde su juventud, como acabamos de verlo, inició en Guadalajara su carrera periodística, primero como colaborador y más tarde como editor y director de diversas publicaciones de carácter político. Años después, en 1875, fundó en México La Patria, diario liberal que dirigió durante los treinta y ocho años que tuvo de vida. Como literato ha dado a luz diversas poesías y composiciones dramáticas, que coleccionó en un volumen bajo el título Cardos y violetas (1875); sus novelas intituladas Amor y suplicio (1873); Guadalupe (1874); Amor de viejo (1874); La piedra del sacrificio (1874), y Doña Marina (1883); y sus dos series de Leyendas históricas, en las que ha retratado con arte a los personajes más característicos de nuestra historia, desde la Independencia hasta nuestros días. Ha prestado servicios importantes a las ciencias y letras nacionales, debido a las numerosas obras de carácter diverso que a su costa ha dado a la imprenta, entre los que se enumeran la Biblioteca de cien tomos, colección variada de conocimientos humanos; La Sagrada Biblia, que no llegó a terminar; Los hombres prominentes de México y otras más cuyo catálogo no cabe dentro de los límites de este bosquejo biográfico. Actualmente se ocupa el Sr. Paz, no obstante los ochenta y tres años que pesan sobre él, en escribir el volumen sexto de sus memorias, obra que, debido al grande acopio de datos que contiene, será de suma utilidad para el esclarecimiento de muchos de los problemas que aún permanecen obscuros en nuestra historia. Columna (anónima), en Biblos. Boletín semanal de información bibliográfica publicado por la Biblioteca Nacional. Agosto 9 de 1919.

Open Culture o la cultura en un click Por AMÉRICA ZEPEDA CABIEDES @MeriZepeda

LA CALIDAD Y CANTIDAD del contenido de Open Culture es insuperable. Un extenso repertorio de cine, música, libros, audiolibros, cursos, cátedras, poesía, archivos y catálogos de los principales museos, eso y mucho más en un solo sitio web, al alcance de todos los interesados y de manera gratuita. Open Culture tiene una atractiva oferta de eBooks y otros formatos para leer en dispositivos electrónicos. Los textos disponibles van desde Las Meditaciones del estoico Marco Aurelio hasta libros de Noam Chomsky y Michel Foucault, así como obras mayores de la literatura a través de los tiempos. Entre otros autores, Charles Baudelaire, Herman Melville, Oscar Wilde, Virgina Woolf, Walter Benjamin, Francis Scott Fitzgerald, William Faulkner, Jorge Luis Borges, Samuel Beckett y Sylvia Plath; en total, más de 700 títulos para descargar. Además de estos eBooks, el sitio ofrece 650 audio libros de autores igualmente reconocidos. En materia musical, la oferta no desmerece en absoluto: contiene las obras de una larga lista de compositores clásicos que incluye a Vivaldi, Bach, Mendelssohn, Chopin, Wagner, Dvořák, Fauré. Por otra parte, Open Culture ofrece un espectacular archivo cinematográfico que pone a disposición una variedad enorme de películas. Cabe mencionar y recomendar su oferta de cine negro, conformada por directores de la talla de Fritz Lang, Orson Wells, Robert Siodmak y Joseph H. Lewis, por mencionar algunos. Por si fuera poco, Open Culture ofrece libros de texto para diferentes disciplinas y cursos en línea impartidos por prestigiadas universidades, algunos con el reconocimiento o la posibilidad de obtener una constancia. Además incluye, entre sus cursos de idiomas, cursos de inglés específicos para hispanohablantes. Así que no hay reproche: Open Culture es un sitio que propone a todos los usuarios un acceso generoso y diverso a las manifestaciones del arte y la cultura, desde la antigüedad hasta el nuevo milenio. Un lujo que sólo es posible en internet. www.openculture.com


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LA NADA

SEGÚN SERGIO HERNÁNDEZ Sergio Hernández (Huajuapan de Léon, 1957) juega con el riesgo. En marzo pasado inauguró una exposición en su estado natal, Oaxaca, con cuadros realizados sobre placas de plomo, que al contacto con vinagre dejan al descubierto un color blanco de ensueño. En mayo, se abrió en La Habana la muestra Los Ardientes, óleos de gran formato en los que utiliza polvo de cinabrio (mercurio y azufre), material rojizo que era usado en las urnas funerarias prehispánicas.

La exhibición de Hernández en la capital oaxaqueña se denomina Blanco de Plomo, nombre del peligroso pigmento que produce saturnismo. El uso del cinabrio también puede ser fatal, pero Segio Hernández ya aprendió a manejar elementos tóxicos. Una combinación de ambas exposiciones viajará a Londres como parte de las actividades culturales del Año Dual entre México y Reino Unido, y luego se trasladará a Italia para ser montada en el mágico

laberinto del editor Franco María Ricci, en Fontanellato. Sergio Hernández comenta que la serie Los Ardientes surgió en su mente luego de que visitó el retablo medieval de Issenheim, de Matthias Grünewald, en Colmar, Francia. Sobre todo “La crucifixión”, que muestra a Cristo con la carne necrosada. Grünewald realizó esa obra para el convento de los monjes antoninos, quienes atendían a los enfermos de ergotismo, también conocido como “fuego del infierno”.

Por ESGRIMA Borges dijo que estaría satisfecho si uno de sus versos perduraba. ¿Qué cree que se salve de su obra? No he hecho ninguna obra perdurable. ¿Cómo tendría que ser? Estoy en la búsqueda de la nada, tal vez sólo una mancha. Desde hace cinco años no toco la tela, dibujo en el aire, dejo caer la materia. ¿Al estilo Pollock? Sí, con esa forma de escurrir el pincel. El blanco de plomo y el cinabrio son dos técnicas muy distintas. Lo mismo me dijo el curador de la muestra en Italia. Lo mío es el dibujo y me ayudo con las técnicas que tengo a la mano. No he llegado a madurar las dos vertientes al mismo tiempo; tal vez, cuando lo logre, consiga esa sensación de vacío que busco. Usted viajó mucho para ver una “Crucifixión”, pero en Huajuapan existe un Cristo negro, el Señor de los Corazones, que también tiene su historia. Ese tema lo traté en la serie Corazones. Mi padre se llamaba Corazón porque al nacer se lo ofrecieron a ese Cristo. Usted ha seguido puntualmente la idea freudiana de matar al padre en su obra. Sí. Yo soñaba que mi padre me perseguía y le cortaba las piernas para que no me alcanzara, pero él seguía avanzando con los brazos, y también se los cortaba. ¿Y la tradicional matanza de chivos? Tengo una serie de chivos decapitados. Me llevaban de niño a ver eso y no lo entendía bien. Me impresionaba mucho el color rojo en el río. ¿Lo han psicoanalizado? Psicoanálisis no, pero sí tomé terapia. Gracias a eso pude ser más libre en mi creatividad,

YO S O Ñ A B A Q U E M I PA D R E M E P E RS E G U Í A Y L E C O RTA B A L A S P I E R N A S PA R A QUE NO ME ALCANZARA, PERO ÉL SEGUÍA AVA N Z A N D O C O N L O S B R A Z O S , Y TA M B I É N S E L O S C O RTA B A".

FERNANDO FIGUEROA para atreverme a seguir un camino sin pavimentar en el arte. ¿Cómo se desmarcó de Tamayo y Toledo? A los dos los admiro, y quise ser como ellos pero mis condiciones de vida fueron distintas. Yo salí de Oaxaca siendo niño, viví en Neza bajo situaciones muy adversas y luego en otras colonias del Distrito Federal. En esas circunstancias fue como aprendí a dibujar con el maestro Gilberto Aceves Navarro. Cuando regresé a Oaxaca sí me interesó plasmar su colorido. ¿Por qué viajó a París? Me la pasaba huyendo. Allá me apoyó Toledo, en un taller de grabado en el que estaban Alechinsky y otros artistas del Grupo Cobra. ¿Enfermó allá? De la vesícula biliar, casi me muero. Estuve presente en un asalto a un banco y me asusté mucho. La policía me interrogó y me dieron una botella de whisky; no me obligaron, pero me la tomé toda. Y luego me tomé otra de tequila por mi cuenta. ¿Se llevan bien el alcohol y su trabajo? Mis diez años más productivos fueron con alcohol. ¿En cantidad o calidad? No sé si en calidad, pero sí con mucho coraje y sensibilidad. Ahora bebo con moderación. ¿Por qué le gusta la fiesta brava? Me atrae el colorido. Estuve recientemente en la corrida de José Tomás, me invitaron al burladero y desde ahí se ven las cosas de otra manera. Fui a Aguascalientes a organizar una muestra taurina con otros pintores. ¿Acepta influencia de Edvard Munch? Sí. Sobre todo en lo que hice sobre Tzompantli. ¿Y de Cuevas? Sí, también. Él denunció la barrera del nopal y otros asuntos con mucho tino. ¿Qué le parece la famosa frase de Cardoza y Aragón: “Los tres grandes son dos, Orozco”? Muy acertada.

Arte digital > FERNANDO MONTOYA >La Razón


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