Poetas Latinoamericanos in the USA

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CARLOS VELÁZQUEZ

CÓMO SANTANDER ME ROBÓ

JESÚS RAMÍREZ-BERMÚDEZ

LOS LIBRETOS DE LA ENFERMEDAD MENTAL

El Cultural N Ú M . 9 0

S Á B A D O

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

POETAS LATINOAMERICANOS IN THE USA ARTURO DÁVILA

DONALD TRUMP EL AUTOR POR SÍ MISMO

RAÚL TREJO DELARBRE

CARTOGRAFÍA NARRATIVA DE UN PAÍS EN PEDAZOS 6

VEREDA HASTA LA INGLE MENAHÉN GUADARRAMA


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Ha comenzado a circular en librerías el volumen La Tinusa. Poetas latinoamericanos in the USA (Secretaría de Cultura-Aldus), antología y estudio preliminar de Arturo Dávila. Incluye poetas de diferentes países de América Latina, nacidos entre 1950 y 1963, que han continuado su obra en español desde su residencia en Estados Unidos. El propio autor de la antología seleccionó la muestra que presentamos —incluso con algunos textos corregidos— de esta generación de poetas cuya voz, con Alfonso Reyes, resuena desde “la ausencia y la distancia”.

P OE TA S L AT INOA M ER IC A NOS In the USA

PR E S E N TAC I ÓN Y S E L E C C I ÓN > A RT URO DÁV I L A

Combien que j’aie demoré Hors de ma douce contrée

Vidame de Chartres (Ca. 1200) Esto es la nostalgia: habitar en la onda y no tener patria en el tiempo.

Rainer Maria Rilke

V

LA PALABRA ERRANTE

ersado en errancias desde su juventud, Alfonso Reyes escribió: “La ausencia y la distancia nos enseñan a mirar la patria panorámicamente”.1 La experiencia migratoria, voluntaria o no, otorga una visión lejana en el espacio, cercana en el recuerdo. El tiempo vivido en otras latitudes invita a sacar cuentas del viaje. Gloria Anzaldúa, quien nunca cruzó la frontera, sino a quien la frontera la cruzó, propone otra coordenada: “I am a turtle, wherever I go I carry ‘home’ on my back”. 2 [“Soy una tortuga, adonde quiera que vaya cargo la ‘casa’ en mi espalda]. Y esta cita escrita en inglés puede ayudar a definir este trabajo de poetas latinoamericanos in the USA ya que, si la lengua fue compañera del imperio, como quería Antonio de Nebrija, el español, al cruzar la frontera, se vuelve una lengua en lucha, subalterna, casi subversiva. No obstante, el caparazón lingüístico castellano, en el que los autores de este libro han escrito, aunque afectado por lenguas y vocablos extranjeros, se enriquece y sigue arraigado a un espacio atemporal, a una tradición poética que se desplaza y se sostiene, se transforma, y permanece firme. En La Tinusa subyace, también, otra idea: T. S. Eliot afirmó que un poeta debe decidir que la poesía será su vocación hacia los

veinticinco años; los autores aquí reunidos cuentan con más de cincuenta años de edad y llevan por lo menos veinticinco en el ejercicio poético. Es decir, no sólo cumplieron con el consejo de Eliot y desde muy jóvenes decidieron su destino poético, sino que lo continúan y no lo han abandonado en la madurez. La poesía se convirtió en su devenir, en su apuesta existencial. Porque tal vez la poesía es punta lanza de la lengua y se esfuerza, como quería Mallarmé, por “dar un sentido más puro a las palabras de la tribu”. Su batalla es contra el tiempo; su misión, la atemporalidad. La poesía ocupa un lugar distinto al discurso político, a la publicidad y al periodismo, géneros que a cada instante son visitados por millones de lectores —o televidentes— y que, sin embargo, están condenados, tarde o temprano, a convertirse, en su mayor parte, en viento, en palabras efímeras, o “a la conversación de la tarde y al olvido”, como sentenció Borges. El poema reestablece la palabra, mutilada constantemente por su uso demagogo y mercantil. Aunque su lucha parezca inservible por invisible, sobrevive. En todos los libros, escribió Marcial a Avito, hay versos buenos, regulares, y malos. Dejemos al tiempo y a lectores y lectoras establecer el juicio sobre esta breve invitación a La Tinusa. Poetas latinoamericanos in the USA. Sin embargo, parafraseando una idea de Juan Carlos Onetti, hay que pensar que, en definitiva, la poesía siempre tiene razón, sin importar las victorias o las derrotas. Y sirva esa afirmación para justificar el libro. C Oakland, California, marzo de 2017

1

Alfonso Reyes, “Discurso por Virgilio”, en Obras completas, tomo XI, FCE, México, 1960, p. 176.

2

Gloria Anzaldúa, Borderlands / La Frontera, 2a. ed., Aunt Lute Books, San Francisco, 1999, p. 43.

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Carlos Trujillo (Chile)

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Lila Zemborain (Argentina)

LA CREACIÓN POÉTICA Ceremoniosa se me acerca la palabra

Y la retórica biológica es este ritmo acompañado

Para iniciar su propia ceremonia

de pájaros y magnolias, cada flor un perfume, cada

Ceremoniosa se me allega

perfume un peristilo, los fosforitos desprendiéndose

Totalmente desnuda bajo su capa de misterio

al caer de los pétalos, o los pimpollos aguerridos

Ceremoniosa me empuja

imposibles de pelar, estrellas formidables en los

Suavemente me agrede

cuartos, una sola flor hace el florero, una sola flor

Como en un juego entre viejos amigos

de textura jabonosa.

No hay juego en esto

Y se desea que no sea la muerte hoy, que el año pase

Ceremoniosamente cumplo la tarea

sin la muerte, pero el azar todo lo determina y una

Que creo que cumplo

sincronía es lo que cuenta cuando corre el aire o la gente duerme, o se mueve en su cuna el recién nacido, o ladra un perro, o cantan los chimangos, o la vida se

No sé si soy el oficiante o el oficio

reparte en los insectos que se comen las hojas generosas de la hortensia, LAVA que se despeña de un volcán en la otra punta del planeta, el tronar desde los cielos,

Eduardo Espina (Uruguay)

VIENTO de agua dicen o cielo cargado.

AQUÍ, Y AHORA

(Las horas siguen como si nada) ahora son, países separados por cualquier razón a ciegas. Al llevárselos, el zarzagán no siguió un orden alfabético, no terminaron sus cenizas en algún mar —hay uno a mano, por si quisieran— sino bajo el mármol, mar hasta la mitad. Sus nombres apenas se ven en noches de lluvia, en las de niebla tienen la valentía de quedarse sin que el aire lo sepa.

Foto > Sandra Enciso

Aquí descansan mi padre y mi madre. Cada uno como

Róger Santiváñez (Perú) MODIFICACIÓN DE LAS NUBES Escalones transparentes cartones cortados

El silencio les alcanza y sobra para no morir un poco más.

La forma de una voz en el viento sofocante

Como suele acontecer con las horas elegidas

Una canción esquiva las presencias reales

por el infinito final, la imposibilidad respeta a quienes ha dejado fuera para hacerlos visibles.

Ahora recuerdas la mañana de sol una

Aquí descansan, ambos de una vez por todas.

Suave envoltura de carey en la bocatoma

La cuerda que los une no está hecha de seda.

De la luz concéntrica por el deseo sinuoso Porque esta tarde también ha de sucumbir

Víctor Rodríguez Núñez (Cuba)

Aunque la frágil impostura de los árboles Sea un viento dulce como la mujer más pura

deshielos hacer como la nieve indecisa en silencio acompañando desatar una elíptica al sistema lunar

Hay claves sonoras que rondan el rondín Del apagado eclipse invisible para la Reunión de las célicas divinas argentinas

una vuelta completa

Cuando el cielo se junta con la sílaba ideal

la gracia del rigor

& se hace noche aparte incorpórea superficie

regresar a la isla

Donde aposenta su belleza la diosa más cansada que flota en el vacío

y jamás olvidar que en el espejo la imagen respira


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María Auxiliadora Álvarez (Venezuela)

Nicasio Urbina (Nicaragua)

palabra

HUELLAS EN LA NIEVE

¿Y cuándo fue

Los copos de nieve caen durante toda la noche.

que fue

Al amanecer la tierra está cubierta de estrellas

libre

que bellas se extienden por todo el horizonte.

ese animal

Abrigado, un hombre atraviesa el descampado.

de estimación?

Fatigosamente avanza hacia un destino impostergable. La última colina lo esconde para siempre.

:palabra

A mediodía el sol brilla esplendoroso

de golpe:

y caldea un poco las hojas de los árboles. Al atardecer toda la nieve ha desaparecido

que rozó

y algunas hojas de hierba se broncean tranquilas.

lo insoportable

De las huellas de aquel hombre no ha quedado nada. Todo lo que fue se ha derretido:

Despavorida

sus trabajos, sus esfuerzos, su caliente jadeo,

de ser

todo se ha esfumado en la nada y sólo queda su recuerdo en mi memoria. Yo también me esfumaré como la nieve y acaso sólo quede este imperfecto poema. Cincinnati, enero 2008

ALADIÓS Señor ojalá del ala aleve laves sin lamentos graves

Foto > Gabriel O. Dreyfus

A rturo Dávila (México) M ariela Dreyfus (Perú) IMAGEN

el oro del loro que se calla ahora

Ahora que tendido nuevamente a mis pies, tu cabeza

y la nieve de tus bendiciones verdes

en mis muslos, reposas,

surque tibia sobre el jueves de mis huesos

pregunto por el clima que define esta escena distraigo la mirada / apunto hacia el espejo

Ojalá

y busco detener nuestras formas calmadas

la ola de las velas vientre

en una imagen que nos ligue al tiempo.

se eleve al alba de esta mi alma alondra y el quejido de lámparas gemelas

Dos animales huyendo de la muerte:

ilumine en el espejo los reflejos

tal la instantánea que nos capta. Y otro ángulo revela:

Ojalá

genitales de espuma

la boca viuda que te nombra

textura y vellos

rompa el silencio de la luz que anhela

tu vientre de mercurio

y en la bruma lenta de lumbre de luna

[en mi vientre de espliego

navegue el humo del perfume mudo

un crispado equilibrio entre el placer y el miedo.

Ojalá

No importa, amor. Qué más da si ahora somos

la rosa transparente sea morena

este par de jinetes extraviados / perdidos

visite pueblos vientres multitudes

el afán y una mañana

con el viento de tu nombre entre los dientes

por el juego de holgar en nuestros cuerpos.

y ojalá del ala aleve laves sin lamentos graves

Todo lo cambiaría por esta plenitud, este efímero grito,

el oro del loro que se calla ahora

esta membrana ardiente que se entrega al delirio.


Foto > Denise F. Adams

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Luis Pérez Oramas (Venezuela)

José A ntonio M azzotti (Perú)

RESIDENCIA EN PARAÍSO

De SAKRA BOCCATA

para José Antonio Suárez Londoño

Vusco volver Vallejo vibra yo también pero saliendo de [un laberinto de hielo

Llegarán los delfines a los bosques

Vusco tu rosca hosca y colorada tus pantuflas invisibles

y ocuparán el alto de los árboles

[el reflejo de un árbol sobre el lago

todavía vivos

En ellos se concentra tu perfil de Lemnia de lunática

todavía en la cresta el peso

[marea de control

del luminoso efebo

Andrónico los navegantes de ese lago no reconocerán

que dormía sobre su tibio lecho

[sus estrellas así dicen

de incienso cuando el agua

Tiemblan como el niño que se acerca a su primer acto

de los dioses desbocaba sus furores.

[de amor

Llegarán los delfines

Se llamaba Yola y él tenía quince años las olas arañaban

al laurel de Diana congelada

[los cirros el Círculo Negro dio

en músculos de mármol

Su vuelta primera y el muchacho se lanzó

y hambre.

[a la Resurrección

Llegarán como el deseo

De la Carne porque Santo es el Nombre del Señor

llega a su residencia en paraíso

Que habita entre tus Rocas Cianeas has vuelto de la Nada

como llega un peregrino

como un sueño recordado

a la tierra donde ya no es forastero.

Tras siglos de silencio Santo es el Nombre

¿Cuáles son los dioses que nos transforman en piedra y en pantano? ¿Cuáles las plantas

Del Señor porque cura las heridas alivia a los enfermos [nos bendice Con su carne en dos ríos concéntricos boca

que alojan en su tallo el cuerpo

Del claro día que conjuga

y abrevan para siempre

Bajo los dobles arcos de su sangre, por donde

en nuestra hora?

Hay que pasar tan de puntillas

Sólo nos queda de aquel holocausto misterioso

Vusco Vusco Vusco Vusco

sangre y pan

Tu rosca hosca y colorada tus pantuflas invisibles

en una frase oscura

[el reflejo de un árbol

proferida en arameo para nadie

Sobre el lago

y todos. O buscar entre cantos y sudores en los bosques erguidos alimentos

Juana Iris Goergen (Puerto Rico)

espasmos, sueños, sombras de delfines florecidos.

EVA: UTOPÍAS DEL LENGUAJE La culpa del culpable sin disculpa no lo es.

A ndrés Fisher (USA-Chile) ZAPATO POEM*

Disculpada es la culpa si el culpable

Duro y caminando. Duro babe. Hundiéndose y elevándose como un zapato. Duro. Tan buena como en los viejos días. Duro y caminando. Metiéndosela toda como en un zapato. Duro y hundiéndose. Duro y elevándose. Como en los viejos días. Tan buena y toda. Duro. Como aquí. Como ahora. Duro babe. Caminando.

no lo es. Y el peso de la culpa, y el culpable, y la disculpa desaparecen, si la inculpada descubre

* De Michael Wright, casi.

que su culpa, nunca fue.


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El actual presidente de Estados Unidos ha construido en sus diversos libros, como en su actuación pública, un personaje contradictorio, “protagonista del estilo americano de lucrar” —apunta Raúl Trejo Delarbre— que combina bravatas con simplezas, fórmulas inspiracionales, pragmatismo y humor involuntario. El afán, la primacía del poder y la riqueza, determinan la exclusión de cualquier posible obstáculo, con una extraña resonancia de El Ciudadano Kane.

Donald Trump

E L AU T O R POR SÍ M ISMO RAÚL TREJO DELARBRE

L

a abundancia, la reiteración, la monotonía y por encima de todo la autocomplacencia de la obra escrita de Donald Trump demuestran que no basta tener muchos libros para decir muchas cosas y que un autor prolífico no es necesariamente un autor con ideas propias. Never Give Up. How I Turned My Biggest Challenges Into Success, Wiley & Sons, 2008 (Nunca te rindas. Cómo transformé mis mayores desafíos en éxitos) es el décimo quinto libro de Trump. Después de ése publicó otros cinco. Mercadotecnia y autopromoción van de la mano en estos libros, de la misma manera que en toda la biografía del ahora presidente de Estados Unidos y especialmente en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca. Para Trump sus libros no son espacios para explicar, mucho menos para discutir ideas de otros sino, exclusiva y reiteradamente, para ocuparse del tema que más le interesa: él mismo. En este libro de 184 páginas describe sus éxitos como empresario inmobiliario: los rascacielos que ha comprado o edificado en Chicago, Cincinnati y por supuesto en Nueva York, sus clubes de golf en Florida, Los Ángeles y Escocia, las inversiones en bienes raíces en sitios tan diversos como Dubai y Panamá, sus apariciones en televisión que lo afianzaron como protagonista del estilo americano de lucrar y hacer riqueza. El elogio de su perseverancia, el escarnio que hace

de sus adversarios en el negocio de la especulación inmobiliaria, las sentencias que no alcanzan a ser fórmulas de autoayuda porque se limitan a lugares comunes de la literatura pretendidamente inspiracional, están al servicio de su propia construcción como personaje público.

EL MUNDO COMO UN MERCADO Recato y autocrítica son conceptos inexistentes en el mundo de Trump. El personaje así mostrado es arriesgado pero sagaz, indómito aunque generoso, paradigma del éxito antes que todo. “Cuando escucho la palabra ‘No’ se convierte en un desafío para mí”. “Rendirse es algo que nunca me ha pasado por la mente”. “Soy un hombre paciente cuando se trata de cosas que me importan mucho”. Esas son algunas de las aproximaciones que ofrece a su propia personalidad. Organizado en 41 breves capítulos, este libro está dirigido a un lector que, enterado del éxito empresarial de Trump, quiere imitarlo o al menos descifrarlo. Por eso está repleto de recomendaciones presentadas como admoniciones: “Pensamiento positivo. Créanme, funciona”; “Enfócate en la solución, no en el problema”; “Deja que la pasión por tu trabajo te conduzca por todos los reveses que se te puedan presentar. Sean viento, agua, renuncias, escándalos, lo que sea, tú puedes prevalecer. El seguro

“‘ESCUCHA A LOS OTROS PERO NUNCA NIEGUES TUS PROPIOS INSTINTOS’, ESCRIBE TRUMP EN UNA FRASE QUE PUDIERA LEERSE COMO COARTADA DE LA MISOGINIA Y LA AGRESIVIDAD QUE SE LE HA CONOCIDO CON LAS MUJERES.”

para superar esos peligros es gratis: se llama ¡no te rindas!” El libro no tiene título, sino un mantra: “¡Nunca te rindas! No te conformes con quedarte en tu zona de confort. Quedarse complacientemente es una buena manera de no llegar a ninguna parte”. Pero esa insistencia en la tenacidad es matizada por el reconocimiento de que los negocios no son fáciles, de tal manera que quien se dedica a ellos tiene que ser pragmático: “Escucha a los otros pero nunca niegues tus propios instintos”, escribe Trump en una frase que pudiera leerse como coartada de la misoginia y la agresividad que se le ha conocido con las mujeres. Siguiendo con la actitud en los negocios, insiste: “Sé un camaleón. Cuando llega una oportunidad desafiante aprovéchate de ella”. O, en el mismo tono: “Mi consejo para ti es que vayas con la corriente, especialmente si no tienes otra opción”. Algunas de esas frases son tan obvias que, fuera del contexto autocomplaciente en el que Trump se instala, parecen acuñadas por Woody Allen. Pero el humor de Trump, aunque frecuente, es involuntario. Hay que imaginar algunas de las situaciones que describe, o buscarlas en YouTube, para constatar que es impermeable al ridículo. Así recuerda la ocasión en que lo invitaron a hacer un sketch en el programa Saturday Night Live: “Si yo puedo hacer un número bailando y cantando en medio de gente disfrazada de pollos, en un traje amarillo brillante delante de millones de personas, usted seguramente puede aprovechar una oportunidad de vez en cuando”. O sea que si él se animó a estar en el centro de una escena tan grotesca, cualquiera puede arriesgarse en los negocios. Para Trump, “los negocios se tratan de conocer el mundo”. Y el mundo a su vez, lo considera “como un mercado emergente... si puedes comenzar a ver a tu vecindario, tu


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DE LA BENEVOLENCIA Este libro tiene como coautora a Meredith McIver, escritora de la Organización Trump y colaboradora en otros libros de Donald Trump. En julio de 2016 McIver tuvo varios indeseados minutos de fama cuando se supo que fue la autora del discurso que Ivana Trump dio en la convención del Partido Republicano en donde repitió, sin citarlos, fragmentos de un discurso de Michelle Obama. Así como su escritora fantasma no tiene especial aprecio por los derechos de otros autores y personajes públicos, Trump no parece muy preocupado por los derechos individuales ni por los de carácter social. En varios pasajes del libro expresa un enfático desprecio por el interés público y sus defensores: cuando estaba construyendo un hotel en el Soho neoyorquino había grupos de vecinos que se oponían porque los 45 pisos de ese edificio contrastarían con la arquitectura de ese barrio. El proyecto, recuerda, “por supuesto

“FRASES CORTAS, MENSAJE DIRECTO, LENGUAJE PARCO. NUNCA TE RINDAS PUEDE SER LEÍDO COMO UNA COLECCIÓN DE TUITS, INCLUSO DE TEMAS TAN CONTRASTANTES COMO LOS QUE AHORA DETONAN LOS HUMORES DE TRUMP CADA MAÑANA.” tropezó con la furia de la oposición proveniente de la comunidad de activistas locales y los políticos que los representan”. Sin embargo el personaje que trata de mostrar en este libro es benévolo y se hace cargo de que hay desigualdades sociales. Una de las muestras de magnanimidad que ofrece es la costumbre para organizar conciertos en la Torre Trump de Manhattan cada 11 de septiembre, en el aniversario de los ataques de 2001. Esos conciertos, se envanece, son “abiertos al público”. Más aún: “Ayudar a coordinar este evento y hacer espacio en nuestro edificio que se encuentra tan atareado nos toma tiempo pero vale cada minuto de ello. Es sólo un ejemplo de cómo no rendirse deja resultados y eventualmente coloca en una posición para retribuir”. En otro sitio del libro Trump se felicita a sí mismo porque ha contribuido a la campaña “Garabato para el hambre” (“Doodle for Hunger”) en donde deportistas, actores y otros personajes famosos hacen un dibujo y lo donan para que sea subastado. Los recursos así reunidos ayudan a gente menesterosa. “A veces, ser un donador te acerca a nuevos talentos”, se ufana, porque en las comidas con motivo de ese evento se ha encontrado a “gente muy distinguida”. Y todo a cambio de nada: “Me toma unos cuantos minutos dibujar algo, en mi caso suele ser un panorama de rascacielos en la ciudad, lo firmo con mi nombre y eso reúne miles de dólares para ayudar al hambre en Nueva York... Puede ser que el arte no sea mi punto fuerte pero el resultado final es ayudar a gente que lo necesita”.

Unos minutos para hacer un dibujito le permiten presentarse como si fuera un personaje benévolo: “Un amigo me preguntó por qué tenía tantos eventos de caridad en mis propiedades. Parecía perplejo de que hiciera eso porque no era realmente necesario y él sabía cuánto tiempo se requiere. Le dije ‘Porque puedo’. Créame. Esas son palabras poderosas, con el igualmente poderoso sentimiento que llevan consigo”. “Porque puedo”, repite Trump. No ha sido un empresario conocido por acciones filantrópicas. Con esos episodios intentó construirse una imagen de acaudalado generoso aunque lo que realmente le interesa es demostrar que puede hacer lo que se le antoje. En 2007 participó en el espectáculo de lucha libre Wrestlemania. Para darse notoriedad desafió al billonario Vince McMahon, promotor de lucha libre. Cada uno de ellos eligió a un luchador. “La batalla de los billonarios”, le llamaron. Un video disponible en línea muestra cómo se levanta de su asiento en ringside, se acerca a su rival para sorprenderlo por detrás y lo tira al piso en donde se enzarza con él en una pantomima de pelea cuerpo a cuerpo. Finalmente pierde el luchador patrocinado por McMahon y Trump sube al ring para afeitarle la cabeza. Trump, el empresario, jamás desdeñó oportunidades para estar en televisión, siempre como parte de su idea de los negocios. Aquel promotor de lucha libre al que le trasquiló la cabeza es amigo suyo. Actualmente la esposa de McMahon forma parte del gabinete de Trump como titular de la Administración para Pequeños Negocios.

Foto >Getty / Alex Wong / Mireia Triguero Roura

pueblo, tu estado, como un mercado emergente, te sorprenderás de qué tan creativo puedes resultar”. No hay dobleces, ni sorpresas: los negocios son su entorno pero también su objetivo y su credo. El mercado, entendido de la manera más neoliberal, es el espacio para que se confronten intereses privados y que allí gane el que tiene fuerza, capital y/o influencia suficientes para prevalecer por encima de otros. Tesón, constancia y audacia. “¿Qué distinguirá a los líderes del mañana en la industria (sic) de los bienes raíces? Tendrán éxito aquellos que tengan tanto visión como disciplina. Una es inútil sin la otra”, asegura Trump. Pero más que capital y esfuerzo, su punto de apoyo ha sido la creación de una imagen. “Negociar es un arte”, dice. Para ello hay que simular: “Se necesita mucha inteligencia para jugar al tonto. Es una buena forma de ver todo lo que tus socios de negocios no saben. También es una buena manera para ver si te están atropellando”. Los títulos de algunos capítulos dan cuenta de ese pragmatismo: “El fracaso no es permanente”. “Me encanta una buena pelea”. “Cuando la otra parte espera un duelo, ofrécele una asociación”. “Aléjate de la multitud quejumbrosa”. “A veces tienes que tragarte tu orgullo”. “No dejes que el miedo te detenga, aunque estés enfrente de millones de personas”. Frases cortas, mensaje directo, lenguaje parco. Nunca te rindas puede ser leído como una colección de tuits, incluso de temas tan contrastantes como los que ahora detonan los humores de Trump cada mañana en su cuenta de Twitter. Así como en sus tuits, este libro de Trump es repetitivo, con asuntos recurrentes: la habilidad para hacer dinero, la obstinación como virtud, el propio autor como centro de la realidad.

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CLAVES DE UNA PERSONALIDAD Aunque no forma parte de sus recomendaciones, al menos de manera explícita, a Trump le gusta incomodar a sus adversarios. En 2005, según cuenta en otro apartado de este libro, envió a The New York Times una carta para despotricar contra el escritor Mark Singer, autor de un libro en donde se hacen menciones que no le gustan a Trump. Allí asegura: He leído a John Updike, he leído a Orhan Pamuk, he leído a Philip Roth. Cuando Mark Singer entre a esa liga, quizá leeré alguno de sus libros. Pero tendrá que pasar mucho tiempo: él no ha nacido con mucha habilidad para escribir. Hasta entonces, quizá debería concentrarse en encontrar su propio “componente solitario” y entonces tratar de desarrollarse como escritor de clase mundial en lugar de

tener que escribir acerca de gente destacada que está claramente fuera de su ámbito. Las mismas palabras se le podrían aplicar a Trump, cuya prosa no tiene mérito alguno —y eso que se apoyó en una escritora pagada para hacer esa tarea—. Quizá el único capítulo que se aparta del tono triunfante que es —forma y fondo— la propuesta del libro, es el que narra su litigio con otro escritor, Timothy O’Brien, un ex reportero de The New York Times que en 2005 publica el libro Trump Nation. The Art of Being Donald (La Nación de Trump. El arte de ser Donald). Trump escribió acerca de ese autor: “No me gusta, y no lo respeto como escritor porque sus hechos eran tan incorrectos y sus artículos eran tan viciosamente nocivos... Había enormes mentiras en su libro e intentó hacerme daño a mí y a mis negocios”. Pero aquel escritor, recalcaba

“UNA PEQUEÑA GOTERA PUEDE HUNDIR A UN BARCO” Trump: Un breviario de citas • “Muéstrame a alguien sin ego y yo te mostraré a un perdedor.” • “Algunas veces tus mejores inversiones son las que no haces.” • “Obtener más educación no hace daño.” • “Intento aprender del pasado, pero hago planes para el futuro al enfocarme exclusivamente en el presente. Ahí está la diversión.” • “Quien piense que de algún modo mi historia está por terminar se equivoca lamentablemente.” • “En realidad no importa lo que [los medios] escriban, mientras tengas un trasero joven y hermoso.” • “Uno de los problemas inevitables cuando te vuelves exitoso son los celos y la envidia. Hay gente —los considero como los perdedores en la vida— que obtiene su idea del triunfo y la realización a partir de su intento de detener a los otros. En lo que a mí respecta, si tuvieran alguna capacidad verdadera no estarían luchando contra mí: estarían haciendo algo constructivo ellos mismos.” —El arte de la negociación. • “Todo en la vida es suerte.” • “Hay un viejo proverbio alemán en el sentido de que ‘el miedo hace al lobo más grande’. Y es cierto.” —Piensa como un campeón: Una educación informal en los negocios y la vida. • “Une para ganar. Divide para conquistar.” —El toque de Midas. • “Mi estilo para lograr acuerdos es simple y directo. Apunto muy alto, luego presiono, presiono y presiono para obtener lo que busco.” —El arte de la negociación. • “Cuando uno se concentra en un objetivo, erradica de su vocabulario las palabras ‘No puedo’, ‘Voy a intentarlo’, ‘Mañana lo haré’ y ‘Tal vez’.” —El toque de Midas. • “Según lo veo, los críticos dicen lo que quieren sobre mi trabajo. Entonces, ¿por qué yo no puedo decir lo que quiero sobre su trabajo?” —El arte de la negociación. • “No contrato a una legión de analistas de cifras y no confío en sofisticadas investigaciones de mercado. Yo hago mis propias encuestas y llego a mis propias conclusiones.” —El arte de la negociación. • “Una pequeña gotera puede hundir a un barco.” —El toque de Midas. • “Las peores cosas de la historia ocurren cuando la gente deja de pensar por sí misma, escucha a los demás y, lo que es aún peor, comienza a seguir a otros. Entonces surgen los dictadores.” —Piensa como un campeón: Una educación informal en los negocios y la vida. • “Las reglas están hechas para romperse.” —El toque de Midas. • “Lo mejor que sé de mí es que soy rico.” Fuente: Lars Blackmore (ed.), The Quotable Trump, Jovian Press, 2017. (En lo posible, evitamos reiterar en esta breve recopilación sus pronunciamientos más conocidos.)

RAÚL TREJO DELARBRE es investigador y comentarista. Colabora en diversos medios impresos y digitales. Entre sus libros, Alegato por la deliberación pública (Cal y arena, 2015).

Trump: “Obviamente no sabía que estaba tratando con un tipo que eventualmente escribiría Nunca te rindas y realmente significa eso”. Trump se disgustó porque en ese libro O’Brien consideró, apoyado en fuentes cercanas al propio empresario, que su fortuna ascendía a entre 150 y 250 millones de dólares y no a los 3 mil millones de dólares que él aseguraba. Constructor de una permanente simulación, a Trump le disgustó sobremanera que acerca de su dinero se difundieran cifras distintas a las que se empeñaba en mostrar o aparentar. Profesional del bluff, su fortuna estaba tan sobredimensionada que cuando se ofrecían otras estimaciones sus negocios corrían peligro. El desenlace de aquel litigio no se relata en este libro. En 2006 Trump demandó al escritor por cinco mil millones de dólares. Durante cinco años mantuvo abierto el proceso legal que le costó un millón de dólares. En septiembre de 2011 el juez que examinó ese caso consideró que la denuncia de Trump no procedía porque O’Brien no actuó de mala fe. Trump declaró más tarde que siempre supo que su demanda no podría prosperar: “Gasté un par de dólares en cuotas legales y ellos gastaron mucho más. Lo hice para hacer su vida miserable, lo cual me da mucho gusto”. En realidad la editorial que publicó el libro, Warner Books, gastó mucho menos que el demandante. Es incierta la posibilidad que ofrecen los libros de Trump, el empresario, para encontrar claves de su gobierno como presidente de Estados Unidos. Por supuesto Trump, el presidente, intenta desplegar en su actual responsabilidad política los criterios gerenciales que conoció en el ámbito de los negocios. Desde luego la simplificación de los asuntos públicos, el enfoque maniqueo, la prepotencia y la soberbia que hicieron de él un empresario zafio y gritón, ahora son rasgos de un presidente desbordado y peligroso. En este libro hay más elementos para comprender la personalidad que para avizorar las políticas de Trump. Cuando alguien le pregunta cuál es su película favorita, Trump responde que El Ciudadano Kane. Sin forzar demasiado las comparaciones se pueden encontrar similitudes significativas entre el ahora presidente y el personaje de la magnífica película de Orson Welles. La primacía del dinero, la avaricia en el trato personal y social, la soledad familiar, la ausencia de escrúpulos para utilizar a las personas, el sobredimensionamiento mediático, el delirio de grandeza. Kane perdió cuando quiso hacer política y Trump ganó aunque, como bien experimentamos y tememos, con pérdidas enormes para el mundo. Todo parece indicar que el Rosebud capaz de conmover al ahora presidente de Estados Unidos es él mismo: su obsesión se llama Donald Trump. C


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CARTOGRAFÍA NARRATIVA DE UN PAÍS EN PEDAZOS 6 Dilecto lector: nos acercamos a ti en mitad de esta selva de textos, librerías, editoriales, autoras, editores, narradoras, poetas y libros, para decirte bajito que entendemos que la exuberancia vegetal puede ocultarnos el bosque; pero que nosotros, desde estas páginas, intentamos desbrozar el terreno y señalar el movimiento cuentístico

que late por debajo de la piel de esta tierra letrada, letra.herida y proponemos esta Cartografía narrativa de un país en pedazos donde recogemos voces y texturas con la idea de obtener una muestra de lo que se cuece a lo largo y ancho de este país nuestro. —Edson Lechuga, coordinador

V E R E DA H A STA L A I NGL E MENAHÉN GUADARRAMA (Ciudad de México, 1972) Los dos estamos idos de la mente, desde que nos queremos, desde que nos amamos. Estamos casi locos de a remate, de tanto que nos vemos y nuestro amor nos damos. “Idos de la mente” Los Relámpagos Del Norte

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n la vena que se le marcaba como surco en el cuello, se veía la letra de la canción que estaba cantando. Caligrafía de doctor para un bolero ilegible, receta para un perdedor. Frase tras frase se mostraban las palabras una encima de la otra, revueltas en un cascajo de resentimiento con mezcla de saliva que al salir de su boca, se transformaban en una rocola viviente de traje azul marino. Sus babas aceitaban el sonido del resto del trío en el ambiente de la cantina de ese nublado viernes. Su voz no era digna de un pentagrama, cuaderno a rayas a lo mucho, pero el humor de otro cuerpo le deforestaba el amor, a flama bajita, y lo hacía cantar desde dentro, desde sus purititos huevos. Atendiendo a los clientes de la mesa once, El Maracas sin perder el ritmo con sus manos, llevaba la voz al límite, a la orilla donde nace el grito, al llamado de atención que no pasaba desapercibido por los asistentes y meseros de la cantina. Mucho menos de sus dos compañeros del trío Se te olvida, quienes confusos se volteaban a ver entre sí y hacia él, en reclamo por el apoderamiento del escenario. Los clientes que habían solicitado el servicio del trío mostraban sus caras de alegría ante la actuación del Maracas digna de los ¡salú, salú, salú..!, entre ron, chamorro y canciones. El Maracas era un hombre desencuadernado por culpa de un ser al que le hacía su propia fiesta por dentro. Los boleros siguieron entre los tragos que le invitaban, los que lo tenían en cautiverio. La tarde proseguía y un rojo pugilístico le inundó la cara como si hubiera boxeado contra José Alfredo y Álvaro Carrillo. Sus compañeros del trío intentaban calmarlo pero era inútil, sólo lograban emputarlo más. Los clientes de la mesa once lo defendían, tanto así, que uno de ellos al mostrarles la cacha de una pistola calibre 22 mal enfundada a su cintura, obligó al resto del trío a beber de la misma botella.

Llegó el momento en que su voz embarraba por el suelo algunas de las “as”, las “ies” y las “os” de las canciones. Su voz ya no rimaba con su boca y su falsete se arrastraba en la terracería de la garganta. Cantaba como si trapeara el lugar con una cubeta hecha de campechanos: lágrimas y ron blanco. Por las mejillas le escurrían algunos de sus escombros. Fue entonces que al volverse para cantarle de frente al requinto del trío, veintitrés años menor que él, transformó su berrido en una serenata particular bajando a un tono sin sobresalto, amoroso, tierno, sin el desafino de la ofensa. Por fin se escuchaban los instrumentos y su voz en sintonía, por fin sonaba bonito el trío Se te olvida. El Maracas se acercó al requinto hasta donde su mínima vergüenza pudo mantenerlo a salvo, a la distancia de un secreto, de una complicidad y le cantaba como si le aventara cada frase a la ventana para pedirle que la abriera otra vez de par en par. En cada palabra le suplicaba que lo dejara entrar una vez más hasta el fondo de sus entrañas, extrañaba sentirlo enterito. Con sus ojos brillosos como si recién se los hubieran boleado, ojos que tantas veces le vieron la espalda al requinto en posición de chivito mirando al precipicio, lo invitaba a volver a compartir los baños de fondas, taquerías y cantinas como cuando nació, en esa misma fecha y en ese mismo lugar, su amor a escondidas cinco años atrás. Fue en esa misma cantina cinco años antes que jugueteaban y entre broma y broma se agarraron las nalgas. Luego se pegaron de a mentis en la verga y en los huevos en un jugueteo de cabrones. Después se la enseñaron con el pretexto de ver quién la tenía más grande y más bonita, hasta que terminaron cogiendo sobre un escusado descompuesto con tufo a orina que remojaba desechos en su interior. Cinco años atrás algo se había puesto en armonía. Cinco años atrás notó que el requinto ya no lo veía como antes. Confirmó que aquellos ojos café claro le cantaban harto, y le miraban a los labios mientras él hacía lo suyo con los boleros. Quién iba a decir que después de tantos años de cantar y de ver de frente a muchos requintos o guitarros, fue hasta

MENAHÉN GUADARRAMA ha participado en talleres de escritura con Guillermo Samperio y Óscar de la Borbolla entre otros. Prepara su primera novela.

sus cuarenta y cuatro años que este requinto veintitrés años menor que él, le había hecho equivocarse de letra en alguna de las baladas románticas a pesar de su memoria privilegiada, o perder el ritmo con las maracas, o trastabillar con el sueño al intentar dormir en la casa donde vivió con su difunta mujer. Al principio le incomodó la situación, pero poco a poco la sensación de sentirse deseado por otra persona, más joven, alguien nuevo a quien enseñar y sorprender con horas y horas de conversación y música, le emocionaba. Le excitaba enseñar a coger otra vez a su manera, bonito, recio, con algo de porquería, pero siempre tomando el control como alguna vez lo hizo con su mujer. A él siempre le había gustado mandar desde dentro, desde sus purititos huevos. Una vez que enviudó, El Maracas se sentía tan solo como el uno de la ficha uno-blanca del dominó. Fue entonces que el día a día hizo de la coquetería del requinto una costumbre reservada para ellos dos en cada canción que cantaban juntos viéndose de principio a fin. Las canciones fueron indirectas, pero pasado poco tiempo porque no se hizo tanto del rogar, fueron los detalles, las invitaciones a comer, los regalos, los caprichos y los deseos cumplidos en la cama los que lo hicieron encularse del requinto. Cómo no cantarle si es nuestro quinto aniversario, pensaba ese viernes de cantina. Cómo no le iba a rogar con lágrimas en los ojos si desde hace cinco años lo había enculado lueguito lueguito con la destreza que tenía al usar la boca y los dedos callosos de tanta rozadura de cuerdas. Fue entonces que armado de valor y sin nada que perder, El Maracas limpió los mocos y las lágrimas de su cara hinchada con la manga del saco, y una vez limpio de algo de tristeza, aventó las maracas al piso para lanzarse sobre su ex amante intentando darle un beso en busca de una reconciliación instantánea. Una reconciliación como la había soñado despierto desde varios días atrás. Él cantándole la de “Esclavo y amo” y el requinto recibiéndolo con un beso al vuelo de esos que le hacían vereda hasta la ingle.


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El requinto, demostrando no sólo tener agilidad en los dedos que bailaban a modo entre las cuerdas, lo esquivó con dos pasos laterales como si fuera un boxeador profesional, y sin dejar de tocar se colocó detrás de su otro compañero el guitarro, quien se interpuso entre ambos, y quien intentaba mantener la seriedad del trío llevando el ritmo con sus cuerdas y unas leves sonrisas simulando sorprenderse de lo que acontecía. Algunos clientes y meseros de la cantina animaban con carcajadas y gritos al Maracas a que recuperara a su amante, le gritaban: “No seas puto y lánzate por otro beso” y “Beeso, peelos, peelos, peelos...” y “Requintooo no te abras, que te dejiiir las maracas”. El requinto respondía ante los gritos con una sonrisa de incredulidad como demostrando no entender nada, intentando hacer un gesto masculino para que no quedara duda de su hombría en ese lugar de cabrones y cabronas. Las pláticas y la atención de todas las personas habían cambiado de rumbo hacia el fondo de la cantina donde se ubicaba la mesa once, cerca del baño de hombres del que provenían los gritos, las risas y la música que por un momento se había quedado ausente de maracas y de voz. A pesar de sus diversas infidelidades y coqueterías con algunos clientes, meseros y una que otra trabajadora de changarro, El Maracas sabía que su requinto tarde o temprano regresaba y le pedía perdón porque El Maracas era su macho y nadie se lo bajaría. Cómo iba a ser, si él también lo había enculado enseñándole a coger como nadie le había mostrado antes, con algo de porquería. Pero no todo era felicidad, sabía con certeza que tarde o temprano tenía que llegar el momento del abandono por la diferencia de edades, y ese día había

Las Claves

RECORDABA EN LA PIEL AQUEL REQUINTO QUE SE DEJABA MAQUILLAR, VESTIR DE FALDA Y TACONES ALTOS, EL QUE LE HACÍA MAGIA CON LAS MANOS Y LA BOCA.

llegado. Pero no pensó que fuera tan de repente, de nocaut y en su quinto aniversario. Esas eran puterías, se gritaba desde dentro, desde sus purititos huevos. Ante los rechazos del requinto desde hacía varios días, al Maracas no le quedaba otra que lamentarse y evocarlo en sus masturbaciones. Recordaba en la piel aquel requinto que se dejaba maquillar, vestir de falda y tacones altos, el que le hacía magia con las manos y la boca. Dónde estaba su requinto, imaginaba empuñando y agitando a dos dedos la verga, aquel al que le decía en corto Chamorro cuando le colocaba en el lunar de la pantorrilla saliva o semen al cogérselo de a perrito. Dónde estaba su requinto, empuñaba el pito a cinco dedos frenéticos, aquel que se dejaba atar como los marranos de su pueblo para después cachetearlo y escupirle en la cara. Aquel que se dejaba meterla entera en la boca hasta que las arcadas y lagrimeos brotaban de sus ojos desorbitados por los ahogadores que le aplicaba. Dónde quedó su requinto, eyaculaba y gemía, aquel al que le embarraba su venida en el rostro o en las nalgas o al que le meaba en la cara cuando estaba pedo y caliente. El Maracas levantó del piso sus instrumentos amarillos y retomó su canto acompañado de una tristeza comparada a la de una fiesta infantil vacía. El trío Se te olvida continuó pero después de tres canciones, cuatro tragos y un coro estremecedor, El Maracas esperando hacerlo por sorpresa, una vez más arremetió bufando como toro como si tuviera un trapo rojo ante sí, y embistió con todo su peso nuevamente hacia su ex pareja. El bolero sonó a desastre. Debido a un nuevo esquivo de su ex amante, El Maracas caía sobre los clientes de la mesa once como ficha de

dominó, quienes carcajeando lo acompañaron en su visita al piso entre empujones, abrazos y resbalones. Intentaban levantarse no sin antes caer más de una vez y hacerse bolita entre todos ellos echando desmadre y burlándose del Maracas, al cual no dejaban levantar por más esfuerzo que éste hacía. Forcejeando y entre empujones con los clientes, dos meseros obligaron al Maracas a levantarse a jalones. Ninguno de sus compañeros del trío se acercó a defenderlo. Mientras los meseros lo llevaban hacia la puerta de la calle no cesaron los chiflidos, gritos e insultos de los asistentes desaprobando lo que le hacían al Maracas. Éste, al pasar frente a su requinto, le rogaba con una mirada agónica, pero el requinto sin inmutarse, lo observó con un desprecio que no le conocía, que nunca le había visto ni siquiera frente a las cosas que detestaba como el curado de apio o el hígado encebollado. Fuera de la cantina intentó regresar, pero después de varios esfuerzos desistió ante las amenazas de los meseros que alguna vez consideró sus amigos, y con los que alguna vez incluso compartió mesa para comer o para ver el box. —Les perdono la vida, culeros —les dijo El Maracas. Ellos rieron. Humillado, se retiró como un desecho que caminaba por las calles intentando encontrar una grieta en donde refugiarse. Su andar era tan fragmentado como las cenizas de un muerto. Se sentía un terreno baldío. Ido de la mente, El Maracas caminaba a la deriva cargando la pistola calibre 22 que le había robado a su cliente de la mesa once al jalonearse con él en el piso. Necesitaba esparcirse en estallido, disparar más de una vez el arma con todas sus ganas desde dentro, desde sus purititos huevos. C

Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ

AGRUPACIÓN SONERA originaria de Santiago de Cuba fundada en 1995 por el tresero Fernando Dewar. Con nueve álbumes de exploración en la sonoridad del son oriental como rúbrica, en 2010 y 2013 logra nominaciones al Grammy Latino por Oye mi son santiaguero y Vamos pa’ la fiesta, respectivamente. En 2015 se alza con el Premio Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Tropical Tradicional por Tributo a Los Compadres. No quiero llanto. Heredero de Ignacio Piñeiro y Arsenio Rodríguez, El Septeto Santiaguero es el más importante ensamble de son en la música popular cubana contemporánea. Aparece Raíz, nueva propuesta del Septeto Santiaguero comandado por Dewar (tres, coros) e integrado por Inocencio Chencho Heredia (voz), Giraldo El Flaco Bravo (voz, güiro), Rudens Chiquitín Matos (voz, guitarra), Dairon Robert (baby bass & contrabajo), Gabriel La historia Montero (congas, pailas, cajón), Alberto Castellano (bongó, campanas), Alain Dragoní (trompeta, flugelhorn) y Alden González (percusiones, coros). Invitados de lujo: Rubén Blades, Charlie Aponte,

Alejandro Almenares, Alfredo de la Fe, Arturo O’Farril, Nicholas Payton, Pedro Speck y Orfeón de Santiago, entre otros destacados instrumentistas y cantantes. Catorce pistas y dos bonus tracks en un itinerario por el son, el bolero, el changüí/ clave y la guaracha: el bembé inicia con Arsenio Rodríguez / “No he visto a Caridad”, clásico de suculentas conjunciones rítmicas, complementado por “Cristinita” (Pepe Sánchez), “La fiesta no es para feo” (W. Guevara), “La meneadera” (I. Piñeiro), “La canción de la trova” (S. Rodríguez)... Destacan los arreglos del songo “Si tú te vas” (Van Van / Formell) —violín charanguero de Alfredo de La Fe y flauta vanvanera de Rubén Leliebre—, “Ya se va aquella edad” (Pablo Milanés) —solo del trompetista de jazz Nicholas Payton—, “Cuando canta el cornetín” (Mercerón) —participación del pianista Arturo O’Farril, director de Afro Latin Jazz Orchestra—, “Lágrimas negras” (Matamoros) —voz del salsero panameño Rubén Blades en diálogo con Medoro Madera— y “La rumba está buena / Changüí clave”, del guantanamero Elio Revé, con

incorporación de tambores batá (okónkolo, Iyá, itótele) y chekeré— y el popurrí de temas célebres del sonero Adalberto Álvarez: “Mosaico # 1 (“El son de Adalberto / Tal vez vuelva a llamarme / Pura imagen”). Cuidadosa mezcla en el logro de una sonoridad por las rutas del conjunto clásico sonero (Arsenio Rodríguez, Félix Chapottín...) y la charanga (Aragón, Neno González, Original de Manzanillo, Pancho El Bravo...) siempre en los ejes de la fonología del septeto sonero tradicional (Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, Septeto Habanero, Septeto Típico Oriental, Eliades Ochoa / Cuarteto Patria, Sonero de San Luis...). Apelación a instrumentos musicales múltiples: clarinete, flauta, sax (alto, tenor, barítono), oboe, violín, viola, chelo...: “Septeto” abierto a todas las “fonéticas” que fortalezcan su prosodia. Son santiaguero que se nutre de variantes instrumentales en “atrevida” concepción orquestal. Loable producción discográfica de Fernando Dewar, Geovanis Alcántaras y Alden González. Raíz: ¿quién dijo que el son se fue de Cuba? C

Raíz

Artista: El Septeto Santiaguero Género: Son, bolero, changüí, guaracha Disquera: EGREM, 2017.


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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

C Ó M O S A N TA N D E R M E R O B Ó

Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

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n día recibí un correo electrónico de parte de Santander en el que se me notificaba que no había sido posible cubrir el seguro de mi auto por falta de fondos. Era una cuenta de nómina de mis días de godín y casi no la usaba. Me comuniqué por teléfono con el banco y se me informó que tenía no uno, sino dos seguros contratados. Uno me descontaba cien pesos y otros ciento cincuenta, desde hacía más de tres años. Hice cuentas y en total el banco se había quedado con 12 mil 500 pesos míos. Me comuniqué al departamento de seguros del banco para aclarar que había un error. Yo no había contratado ningún seguro. Era ridículo. Ni coche tengo. Se me informó que sí, que efectivamente tenía un seguro de auto y un seguro de vida nada menos que en un cajero automático. ¿Crees que soy tan idiota para contratar un seguro sin saber los beneficios que me reporta? le pregunté a quien me atendía. Le solicité la cancelación de ambos. Todavía, con un tono neutro en la voz, me invitó a reconsiderarlo. Le menté la madre y le colgué el teléfono. En pláticas con otros defraudados identifiqué el método bajo el que procede el banco. Siempre que haces un retiro de efectivo en un ATM aparece una pantalla que te ofrece el seguro y otra pantalla que te invita a donar tal cantidad para tal propósito, depende de la oferta de temporada de una institución tan altruista como Santander. En ocasiones por la velocidad con la que se suceden las pantallas o por simple distracción, aprietas sin querer la

LA SEÑORITA ME ESPECIFICÓ QUE HARÍAMOS EL TRÁMITE, PERO QUE ERA INÚTIL. EL PERIODO PARA DESCONOCER UN MOVIMIENTO NO DESEADO ES TRES MESES.

El sino del escorpión

opción de contratar el seguro. Pero no te das cuenta. Y no haces nada al respecto. Fue mi caso. Y cometí más errores. Como por ejemplo no revisar mi estado de cuenta. Algo de lo que los bancos se aprovechan. No lo revisé por dos razones. Jamás me imaginé que me estuvieran descontando, robando, y porque la vida moderna a veces no te permite poner atención a todo. Como cuentahabiente defraudado decidí acudir a la Condusef a poner una queja. Para que me tocara turno esperé aproximadamente dos horas. Se me atendió, se me escuchó, y se me entregó un formulario para exponer mi caso. Me dieron todas las indicaciones para darle seguimiento a mi demanda. Debía acudir al banco a solicitar mi estado de cuenta de los últimos tres años. Es decir, desde el mes en que el seguro se activó. “Se los tienen que dar”, me dijo una señorita imperativamente. De lo que deduje que sería un calvario. El banco tendría que gastar varios kilos de papel para satisfacer mi petición. Y quizá por su experiencia previa la señorita tenía contemplado que no sería una tarea fácil. Pero no tuve ni siquiera que enfrentarme a la institución, antes de retirarme la señorita me especificó que haríamos el trámite, pero que era inútil. Por la tajante razón de que el periodo para desconocer un movimiento no deseado es tres meses. Que después de dicho lapso es imposible recuperar lo que el banco expropió. En pocas palabras, el banco tiene licencia para robar. El error fue mío, por no darme cuenta a tiempo. Pero

cómo me voy a dar cuenta si en primer lugar los estados de cuenta no llegan cada mes, a veces simplemente no te los entregan, y en segundo porque uno confía en que nadie tomará el dinero de tu cuenta sin tu aprobación, pero qué iluso soy. Siempre pensé que para contratar un seguro era necesario sentarte y firmar un documento. Pues no, por ley el seguro que activé sin percatarme es totalmente válido. Y el dinero no me lo va a regresar el maldito banco. Le expliqué a la señorita de la Condusef esto. Que si no tienen mi firma es inválido. “Vamos a perder”, me dijo con toda sinceridad. El panorama era desalentador. Invertiría muchas horas y no obtendría nada. Primero en el banco y de regreso en la Condusef. Era un proceso que llevaría semanas. No eran cien pesos lo que el banco me había confiscado, era 12 mil 500 producto del robo sistemático por más de tres años. A cuántos no les ocurriría lo mismo. Seguro a muchos. El robo cibernético es lo de hoy. ¿Seguro de coche? Para contratar uno primero debería comprarme un carro. Pinche cajero pendejo. Maldita sea la hora en la que me dieron en el trabajo una tarjeta Santander. Llamé a Santander para cancelar la cuenta y se me informó que no podía, porque presentaba un saldo negativo de seiscientos pesos. Y qué hago, consulté. Pues nada, deje de usarla y caducará por sí sola. Todavía que robaron tal cantidad me pedían 600 pesos para deshacerme de ese lastre. Qué cinismo. C

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

Cifras alternativas EN EL FONDO de su hendidura en la pared el alacrán se debatía entre guarismos, porcentajes y encuestas para tratar de comprender las “cifras alternativas”, esos datos falseados o trastocados a conveniencia, tan comunes hoy gracias a la potente maquinaria Trump de manipulación y desinformación. Pero en México no cantamos mal las rancheras cifras, según pudo comprobar al arácnido apoyado en su ábaco y el método matemático Kumon (por cierto, ¿en el nuevo modelo educativo hay algún planteamiento innovador para la enseñanza de las matemáticas?). Mucho antes de los hechos alternativos utilizados por los seguidores de Trump, el alacrán leyó sobre la disputa en julio de 2006 entre el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) por

un desacuerdo en la metodología para medir la pobreza (nada más). De un año al otro y sin advertir al Coneval, el Inegi modificó la forma de evaluar las circunstancias de pobreza en la población. El cambio, tan sorprendente como mágico, sacó de la clasificación de pobreza a once millones de personas entre 2014 y 2015. Algo no sólo imposible sino carente hasta entonces de cualquier prueba empírica. Las instituciones se jalonearon durante unas semanas hasta acordar un arreglo de cooperación y comunicación para compartir y valorar las modificaciones metodológicas. Es decir, calladitos y a su chamba. El venenoso trae a cuento las “cifras alternativas” ante el nuevo caso planteado por la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) y el investigador Juan Ortiz Freuler, quien describe cómo a raíz

de otro de sus ya recurrentes “cambios en la metodología de medición”, el Inegi reporta un aumento de los usuarios de Internet en casi 30 millones, pasando de 41 millones de usuarios en 2012 a 70 millones para este año, un incremento del 74 por ciento en cuatro años. La “cifra alternativa” fue incluso celebrada con pompa y circunstancia por el licenciado Peña y el senador Gamboa, pero la medición es incierta y además implica un conflicto de interés, pues la institución evaluadora depende económicamente de la institución evaluada. Con la confianza reptando por los suelos, el escorpión lee además de otras mortales estadísticas inciertas, como la de las personas desaparecidas en Veracruz, cuya cifra pasó de trescientas a finales del gobierno de Javier Duarte, a las más de cinco mil registradas actualmente. C

EL INEGI REPORTA UN AUMENTO DE LOS USUARIOS DE INTERNET EN CASI 30 MILLONES.


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LOS LIBRETOS DE LA ENFERMEDAD MENTAL REDES NEURALES

Por

JESÚS RAMÍREZBERMÚDEZ

Foto > ESPECIAL

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l leer el ensayo titulado La Castañeda: Narrativas dolientes desde el Manicomio General. México, 1910-1930, de Cristina Rivera Garza, puede ocurrir una pérdida de fe en una práctica psiquiátrica gobernada por dogmas. Una mirada a los diagnósticos del Manicomio encuentra la caducidad de los términos: idiocia, locura moral... en su momento estas entidades eran consideradas verdades científicas. ¿El léxico psiquiátrico de hoy será igualmente ridículo dentro de cien años? ¿Y qué decir de las prácticas? ¿Qué decir del médico que diagnostica “histeria” al palpar la pelvis de una mujer con dolor en la región del ovario, como sucede en el capítulo IV del libro? Los expedientes médicos del Manicomio nos comunican experiencias de sufrimiento y redención, que ponen al descubierto el guión oculto de la modernidad porfiriana, y contradicen la retórica del progreso de don Porfirio Díaz. Tras la lujosa inauguración del Manicomio en 1910, la revolución mexicana confirmó la existencia de profundos conflictos sociales, puestos en palabras previamente por los internos de la Castañeda. La versión ingenua de la psiquiatría asegura que las entidades patológicas trascienden cualquier intento de relativización histórica, cultural, geográfica, y afirma que ya conocemos tales entidades: el léxico de la psiquiatría contemporánea sería un sistema exacto y preciso para comunicar en forma transparente la realidad patológica. Frente a esta visión positivista de muchos colegas psiquiatras y neurocientíficos, hay una visión crítica igualmente radical, que atraviesa la obra de grandes ensayistas como Michel Foucault y Thomas Szasz, en Europa, o de Néstor Braunstein, en Hispanoamérica, según la cual el poder psiquiátrico es uno de los dispositivos culturales del biopoder. La función de estos dispositivos consiste en someter y explotar económicamente las subjetividades y los cuerpos humanos. Cito el libro Clasificar en psiquiatría de Néstor Braunstein: “Lo que progresa es el mecanismo de dominación y control de los seres humanos (de sus cuerpos, de sus vidas) al servicio del discurso de los mercados.” Según esta perspectiva, todos los diagnósticos psiquiátricos son (siempre) metáforas maquiavélicas cuya función es vigilar y castigar comportamientos que trasgreden cánones sociales, los cuales, a su vez, perpetúan el status quo. Con el advenimiento del “discurso de los mercados”, el diagnóstico explota comercialmente el sufrimiento generado por las condiciones de inequidad del capitalismo salvaje. Aunque se trata de una crítica necesaria, la doctrina antipsiquiátrica me parece

demasiado esquemática: generaliza en exceso y pasa por alto la compleja heterogeneidad de los problemas clínicos, algunos de los cuales son aptos para una deconstrucción sociológica (como el infame constructo de la “histeria”), pero otros probablemente no (por ejemplo, la condición neuropsiquiátrica de origen genético conocida como enfermedad de Huntington). En medio de este debate aparecen las Narrativas dolientes desde el Manicomio General. Con una mirada serena, conseguida mediante la distancia histórica, Rivera Garza estudia los expedientes en su contexto, y afirma que estos resultan de programas culturales, dedicados a codificar la experiencia subjetiva y el comportamiento como normales o anormales. Estos programas aspiran a la universalidad, pero carecen de ella: son contingentes y se transforman con el movimiento social. Sin formular teorías de conspiración maravillosas, sobre la perversidad de agentes sociales (el Estado, la Familia, el Capitalismo), que someten o explotan comercialmente a sujetos vulnerables, la autora se detiene a observar la construcción de los expedientes como un proceso de negociación entre dos libretos de la enfermedad: el libreto del médico con su sistema de creencias (más o menos científicas) y la narrativa (doliente) de los pacientes, influida a su vez por el discurso de las familias. Cito a la autora: “Mientras chocaban y negociaban, los internos del hospital psiquiátrico y sus médicos produjeron narraciones tensas y volátiles de la enfermedad mental, textos de múltiples voces en los cuales ambos actores implicaron y entretejieron sus propias concepciones relacionales de cuerpo, mente y sociedad.” Al leer La Castañeda, imagino una práctica

LOS EXPEDIENTES MÉDICOS DEL M ANICOMIO NOS COMUNICAN EXPERIENCIAS DE SUFRIMIENTO Y REDENCIÓN, QUE P ONEN AL DESCUBIERTO EL GUIÓN OCULTO DE LA MODERNIDAD P ORFIRIANA.”

médica dotada de conciencia crítica, reflexiva, y abierta al diálogo multidisciplinario y la escucha auténtica. Ésa es la ganancia del enfoque histórico. El capítulo final del libro, (Con)jurar el cuerpo, historiar y ficcionar, es un conjunto de cuestionamientos metodológicos, metateóricos: una zona donde el libro reflexiona acerca de sí mismo. Sus interrogaciones son pertinentes en el campo del ensayo narrativo, preocupado por la evocación del barullo de los muertos que originan el trabajo histórico. El texto es simultáneamente un ars poetica sobre la génesis de la ficción como alternativa para conjurar las voces y los cuerpos ausentes. Según Paul Ricoeur, “sólo la doble articulación de la ficción y la historia trae al lenguaje la experiencia humana del tiempo”. Cristina ejerce la doble articulación: lo demuestra su novela más célebre, Nadie me verá llorar, donde pone en escena la ficción novelística como un recurso necesario para conjurar la voz y el cuerpo viviente de una interna del Manicomio. La libertad conseguida por el ensayo académico, mediante recursos poéticos y narrativos de la imaginación literaria, ha hecho posible la aparición del libro más reciente de Cristina: Había mucha neblina, o humo, o no sé qué. Se trata de un texto experimental que explora el territorio anhelado por los internos del Manicomio: la libertad, es decir, la capacidad para poner los recursos simbólicos del pensamiento a favor de un ejercicio creativo, donde la dureza de lo real es trabajada lentamente, con afecto, por la imaginación. El mundo que emerge de esa experiencia no es el escenario brutal donde los individuos son víctimas pasivas del darwinismo social, y tampoco es una fuga a la fantasía. Se trata de un ajuste de cuentas maduro entre la imaginación literaria y el trabajo. La obra se centra en el lado más prosaico del autor mexicano —Juan Rulfo— que revolucionó las estructuras poéticas de la identidad nacional. Cristina rastrea el camino de Rulfo a través de la provincia mexicana, como empleado de una compañía de llantas. En palabras de la autora: si Rulfo no fue un autor prolífico, esto se debe, al menos en parte, a que entre el vivir la vida y el contar la vida, hay que ganarse la vida. ¿Cómo asimilar estas lecciones? Quienes nos ganamos la vida en las profesiones de la salud, podemos desarrollar la práctica reflexiva. La articulación de la literatura y la historia es un camino para escapar de la trampa denunciada por la antipsiquiatría: convertirnos en vendedores del supermercado de la salud. C


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