FR ANCISCO HINOJOSA WA ZE & SIRI
CARLOS VEL ÁZQUEZ
HOMENA JE AL CHIHUAHUA INN
ESGRIMA
LUIS AYHLLÓN
El Cultural N Ú M . 7 7
S Á B A D O
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
TRAMA POÉTICA
Josef Albers: Estudio para una variante. Óleo y lápiz sobre papel secante, 1947.
RODOLFO HINOSTROZA SOBRE STÉPHANE MALLARMÉ
RODOLFO HINOSTROZA Y U N T I R O D E DA D O S
Víctor Manuel Mendiola
LA CLASE: UN CUENTO PA R A C É S A R VA L L E J O
Legna Rodríguez Iglesias
LA POESÍA D E E F R A Í N H U E R TA
Héctor Iván González
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El primero de noviembre pasado murió el poeta peruano Rodolfo Hinostroza (1941-2016). Entre las diversas distinciones que recibió destaca el Premio Maldoror de Poesía 1970, con un jurado ilustre que incluye a Octavio Paz, por su libro Contra natura —del cual citamos unos versos memorables en estas páginas. La relación de Hinostroza con la cultura francesa es un eje fundamental de su poética. Así lo muestra su relato sobre
“El poema más bello del mundo”, con su formidable hallazgo de la edición —inconclusa— de Un tiro de dados, según la concibió el propio Stéphane Mallarmé. Presentamos además un recuento de Víctor Manuel Mendiola sobre la relación de Hinostroza con Mallarmé —y en particular con Un tiro de dados— que culmina con la traducción de ese poema por el autor peruano y en breve será publicada bajo el sello El Tucán de Virginia.
EL POEMA M Á S BEL LO DEL M U N DO RODOLFO HINOSTROZA
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ada vez que yo pasaba por la casa donde vivió Stephane Mallarmé, rue de Rome, Distrito XVII , París, para tomar mi metro, miraba la placa de bronce que informaba que allí había vivido el poeta a fines del siglo diecinueve, y era en ella donde se celebraban los famosos martes literarios que frecuentaban los grandes poetas simbolistas: Rimbaud, Verlaine, Valéry, Leconte de Lisle quienes habían coronado a Mallarmé como el Príncipe de los Poetas, y le habían ceñido la Corona de Laurel, como en los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia. Había sido un poeta oscuro y legendario, oscuro porque sus cincelados versos parnasianos “oscurecían la oscuridad” de sus enigmáticos poemas, y en los últimos años de su vida se había dedicado obsesivamente a escribir El Libro Perfecto cuya ejecución puntual y verdadera se describía en un folleto titulado A propósito del Libro, publi-
cado poco antes de su muerte ocurrida en 1898. Explicaba cuántas páginas debía tener este mítico libro, qué formato, qué tipografía, qué papel y de qué gramaje, qué carátula, cómo y por cuántas personas debería ser leído ante el público, y cuántas personas deberían asistir a esa lectura. Porque El Libro Perfecto no podía ser otra cosa que un libro de poemas, ¡qué duda cabe!, que contuviese en sus páginas toda la belleza y la sabiduría del mundo, y no una vulgar novela, que era para alimento de las masas, como aquellos esperpentos “naturalistas” de Zola cuyos capítulos venían en el suplemento de los periódicos, para atraer a la ignorante clase media incipiente que agotaba la edición. No por nada los simbolistas despreciaban a los burgueses arribistas, de esos que pueblan las novelas de Balzac. Finalmente el Príncipe de los Poetas terminó por escribir él mismo “el poema perfecto”
que llevaba el enigmático título de Un coup de dés jamais n’abolirá le hasard —Un tiro de dados jamás abolirá el azar— y lo legó en su lecho de muerte a su gran amigo y albacea Paul Valéry, que hizo publicar el poema en la editorial Gallimard en 1914, dentro de sus Obras completas. ¡Y vaya si era un poema enigmático! Los propios simbolistas lo consideraban “un misterio envuelto en un enigma y enclaustrado en un arcano” y lo veían como el mejor poema francés del siglo xix, aunque sería mejor decir el primer poema del siglo xx, ya que abre lujosamente las puertas a la poesía de la modernidad. En fin, una de las muchas veces que me había puesto a escudriñar ese poema, que se desplegaba en el espacio como ninguno antes lo había hecho, que si bien planteaba numerosas dificultades de lectura a causa de su propia novedad, me seguía fascinando... y de súbito me di cuenta cómo el poeta lo
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había hecho, y me quedé estupefacto. Entendí, en un relámpago, cómo el poeta había ordenado sus versos siguiendo las diagonales de la página, que eran claramente visibles en el escalonamiento de los versos, que descendían desde el ángulo superior izquierdo hasta el ángulo inferior derecho de la página, pero dejando al descubierto una gran playa blanca en la diagonal que iba desde el lado superior derecho al lado inferior izquierdo, en el que no había, notoriamente, nada. Entonces me pareció entender que el poema se ordenaba dinámicamente por la tensión entre la diagonal plena y la diagonal vacía de la página blanca, incorporando el espacio vacío al poema, y ocupándolo plenamente, sin dejar márgenes ni resquicios. Al día siguiente, que fui a visitar a mi amiga la lingüista Mitsou Ronat, me encontré con Un coup de dés..., abierto en el medio de su escritorio, con muchas páginas escritas a mano por mi amiga, y también diagramas lingüísticos chomskianos, y al fondo del escritorio una pizarra con versos del poema de Mallarmé. Me quedé abrumado por la coincidencia, porque ambos estábamos desmontando ese laborioso poema, cada cual por su lado y con su propio destornillador... Pero claro, ella se ocupaba de los aspectos lingüísticos del poema y yo del montaje espacial, y cuando nos dimos cuenta que se articulaban perfectamente, decidimos dar, a instancia de Mitsou, una conferencia al alimón en el Instituto Polivanov de La Sorbona, donde concurría un puñado de brillantes intelectuales, capitaneados por Jean-Pierre Faye, Jean Claude Milner, Jacques Roubaud y la misma Mitsou, varios de ellos pertenecientes al grupo Change y rivales jurados de los de la revista Tel-Quel: Roland Barthes, Philippe Sollers, Julia Kristeva... Ambos grupos se disputaban el espacio parisino y cada uno tenía una influyente revista que distribuía una gran editorial. Yo andaba con los primeros, pues los otros me parecían una banda de semiólogos fanáticos, lingüistas renegados que querían convertir la poesía en ciencia. Pocos días después de nuestra conferencia, que fue un éxito, Mitsou me invitó a acompañarla a visitar a Madame Agathe Valéry, hija de Paul, el que fuera albacea de Mallarmé, por la buena razón que ella era la única que tenía las pruebas de imprenta de Un coup de dés..., que había heredado de su padre. La vieja y distinguida señora
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Mallarmé: Obras Completas. Bibliothèque de La Pléiade, Gallimard, 1979.
“ESE JUEGO DE PÁGINAS QUE HABÍAMOS VISTO, QUE ERA EL PRIMERO, ERA EL MÁS CERCANO A SU MODELO IDEAL, Y EL ÚNICO EJEMPLAR QUE ESTABA EN FRANCIA Y NO EN UNA UNIVERSIDAD AMERICANA...”
habitaba un apartamento en un segundo piso del boulevard Montparnasse, y allí llegamos una luminosa mañana de primavera. La dama nos recibió cordialmente, y sin dilación nos llevó a una ventana soleada, frente a la cual había un atril de madera, con unas páginas impresas que parecían un libro, pero un libro de una dimensión inusual, que nos pareció enorme pues medía 38 cm de alto por 28 de ancho... Y allí recién nos dimos cuenta que la magnitud, esa misteriosa categoría que Aristóteles define en su Poética, era parte fundamental de aquel poema. Nos acercamos al atril, y doña Agathe, después de explicarnos que en los últimos meses de su vida Mallarmé trató de publicar su obra maestra por su propia cuenta. Al efecto contrató a un maestro impresor bastante barato, para confiarle este inusual trabajo, pues el poeta no era hombre de muchos medios económicos. Vino pues el maestro impresor a su casa, y Mallarmé le mostró los bosquejos del poema, hechos en papel milimetrado como usan los arquitectos, con muestras de la tipografía que había escogido, todo muy detalladamente explicado y se los entregó al maestro. Y el poeta esperó los resultados durante varias semanas y el impresor no daba señales de vida, hasta que un día apareció, con esas pruebas de página que ahora mismo nos iba a mostrar. Y ella abrió la primera página con sus manos de hada, y apareció esa enorme tipografía carácter Didot en mayúsculas, al menos punto 60, que pesaba una tonelada, y luego la normal punto 16, con cursivas de punto 10, y versos en 24 y 48 puntos... Y los versos que comenzaban a repartirse sobre la página, dispersándose precisamente como un tiro de dados sobre el tapete verde... Formaban figuras geométricas, galopantes, escalonadas, jadeantes, entrecortadas, con brutales moles de mayúsculas aquí y allá y plumas solitarias cayendo extraviadas... Eran 24 majestuosas páginas que contenían El Poema más Bello del Mundo, el más moderno, el más misterioso de este bajo mundo... Agathe cerró la última página del
poema, y nos invitó a tomar una copita de oporto en la sala. Allí nos siguió contando que Mallarmé, que era de un carácter muy exigente, se había quedado frustrado por una serie de errores de edición, y maltrató al maestro, en tono irritado... y a partir de entonces comenzó su calvario, porque el maestro tipógrafo, ulcerado, saboteó el trabajo, y en lugar de arreglar las pruebas de página, las descompuso adrede y las dejó peor, para vengarse del poeta, e hizo lo mismo con los cinco juegos de página ulteriores, que eran todavía peores... Así pues ese juego de páginas que habíamos visto, que era el primero, era el más cercano a su modelo ideal, y el único ejemplar que estaba en Francia y no en una universidad americana... Y el tipógrafo desapareció antes de imprimir el poema, y Mallarmé tuvo la mala suerte de morir antes de ver publicada la obra maestra de su vida... “Esto no se puede quedar así”, dijo Mitsou cuando salimos tan deslumbrados como ofuscados. “Hay que publicarlo de todos modos”, repuse, “aunque sólo sea por justicia poética”. Y como en verdad hay una justicia poética que funciona mejor que la ordinaria, entre Mitsou, la gente del grupo “Change”, el tipógrafo húngaro Tybor Papp con su gente, y yo mismo, hicimos un equipo de trabajo formidable. Tybor se consiguió una imprenta en Nápoles que todavía tenía caracteres Didot originales, creados durante la Revolución francesa, y un año después de esa memorable visita a Madame Agathe Valéry, conseguimos publicar la Edición Princeps de Un coup de dés jamais n’abolirá le hasard. Salió en París el 20 de enero de 1980, en edición numerada. A mí me tocó el número siete de El Poema más Bello del Mundo. Todos los diarios y revistas literarias aplaudieron este rescate poético, en nada inferior al rescate del Titanic, aunque desde luego el diario derechista Le Figaro se quejó amargamente que el grupo de rescatistas no fuera solamente de franceses, porque había un húngaro, un portugués y para colmo un sudaca, que era yo. C
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STÉPHANE MALLARMÉ
Y L A F U R I A DE H I NOST ROZ A VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
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omo pocos poetas en lengua castellana de finales del siglo xx, el joven poeta Rodolfo Hinostroza tomó ventaja de la difícil y hermosa idea de Un tiro de dados de Stéphane Mallarmé. El libro con el que ganó el Premio Maldoror de 1970, otorgado en Barcelona por Octavio Paz, Félix de Azúa, Carlos Barral, José María Castellet y Jaime Gil de Biedma, era y es un momento culminante de la poesía hispanoamericana y mostraba que la búsqueda del Libro, de la Obra, proseguía siendo un manantial verdadero de invención, no obstante que una buena parte de la mala poesía —amanerada, hueca, aburrida y caprichosa— también derivaba de esta legendaria fuente.
Hinostroza había comprendido de manera honda, en consonancia con Blanco y con Farabeuf, la dispersión y la concentración, la simultaneidad y la velocidad que Stéphane Mallarmé le obsequió a la literatura del siglo xx. En un estilo exuberante y arrollador, la furia vital y poética de Hinostroza reanimó los signos, las alegorías y los ideogramas. No en balde, entre las facultades del poeta peruano estaban el conocimiento de las cocciones y los símbolos del zodiaco. Cocinero y astrólogo. Con una frescura inesperada, en Contra natura, “la solitaria pluma extraviada” recobraba animación y, contradictoriamente, nos lanzaba al universo gozoso,
desaforado y trashumante de la vida de un joven en los años sesenta. El libro con el que Hinostroza ganó el premio es inolvidable porque nos muestra de manera franca e intensa el anhelo de alcanzar la composición múltiple y, a la vez, el poder enorme del imperativo poético, siempre en camino hacia lo inesperado y en concreción del lenguaje más riguroso. Todos los poemas de Contra natura, sobre todo “Imitación de Propercio”, “Celebración de Lisistrata” y “Horóscopo de Karl Marx”, ponen de relieve la concentración corrosiva de la pluralidad poética que transfigura las cadenas de la sintaxis y los átomos de las palabras al introducir el peso, el silencio del espacio. Por eso no es
I M I TAC IÓN DE P ROP E RC IO RODOLFO HINOSTROZA
I Oh César, oh demiurgo, tú que vives inmerso en el Poder, deja que yo viva inmerso en la palabra. Cantaré tu poder? Haré mi smo? Proyectaré slides sobre la nuca de mis contemporáneos? Pero viene tu adjunto sosteniendo que debo incorporarme al movimiento si no, seré abolido por el movimiento. No pasaré a la Historia, a tu Historia, oh César. 80 batallones quemarán mis poemas, alegando que eran inútiles y brutos. No hay arreglo con la Historia Oficial. Pero mis poemas serán leídos por infinitos grupos de clochards sous le Petit Pont y me conducirán a los muslos de Azucena pues su temporalidad será excesiva cosa comunicante. Sous le Petit Pont hablando del Tiempo sin implicaciones políticas corre el Sena, río de cerezas, río limpio, y hacia las seis de la tarde las cosas se naturalizan y no conseguirás oh César que yo me sienta particularmente culpable por los millones de gentes hambrientas.
Ese juego pragmático y salvaje
Cantaré a la risa
por el que bramo y huyo, cosa en la cual
y al ridículo: ésas son cosas ciertamente inmortales,
he quemado la mitad de mi juventud
no tu poder, no tu barbarie, oh César.
por aceptar Tu Realidad, oh, César,
Yo huyo, según tu entendimiento arrojando latas de cerveza a América
por decir mi bocado shakesperiano. Y así
vagando sous le Petit Pont
es miserable el tiempo que se pasa sobre la Tierra
donde cantan los jóvenes melenudos
suponiendo que no hay un infinito
las más bellas romanzas de la época.
y además el mundo de que me sentía mediador no existió jamás, y
III Oh César, van llegando tus panfletos:
no lo verán mis días. Un puto inútil
“Si no te ocupas de política la política se ocupará de ti” puro chantage.
según los expedientes de tu estado, Señor de Gran Poder, un joven lúdico
Qué puede un centurión contra mi sonrisa? Amenazado de muerte?
nonsense.
Y morirán mis reinos interiores, mis poemas, mi nombre será excluido de las conversaciones? Corriente. Creerás que has ganado, Oh César. Eugenio Marchbanks sale, pero ellos nunca sabrán cuál era su secreto.
IV La Historia es la incesante búsqueda de un domo
II Los imbéciles han renunciado al Poder: yo me confieso imbécil.
[cristalino que hay que mirar como jamás nadie ha mirado y tus ojos son de esta tierra, Oh César el poder corrompió a la Idea
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extraño ni una frase huera que Hinostroza afirme categóricamente: la simetría es muerte / en la naturaleza / es muerte árboles geométricos jardín Isabelino herido por la muerte no carnal no cálida Mallarmé, como todos sabemos, después de un vehemente y hondo proceso de búsqueda y decantación, donde son estaciones fundamentales “La siesta de un fauno”, “Soneto en IX”, “La tumba de Edgar Allan Poe” e “Igitur”, se encontró con el azar y la nada como ingredientes fundamentales del universo y, tal vez, comprendió que no había otra forma de aproximarse a esta realidad que echando mano —como explicó Jorge Cuesta— de una alegoría que nos ofrece la realidad “de un modo interrogativo” o en una pintura “que se pinta misteriosa e inmaterial”. En Un tiro de dados se cumplía por segunda vez y en forma poética la transformación del sujeto
pero la Idea queda arbotante y tensión sobre un espacio de aire Tienes quien te haga las canciones heroicas
en objeto y surgía la justificación estricta del texto como un mundo autónomo, con ficciones evanescentes y sin relato. En toda la centuria siguiente dominará esta sustantivación. Hinostroza comprendió cabalmente la mudanza. La asumió con una madurez precoz y supo, de un modo ardoroso, que vivimos dentro del lenguaje no sólo porque hablamos sino porque éste nos habla, nos elabora, nos hace vivir, desde todos los ángulos posibles del firmamento infinito de las palabras. Muy bien podríamos decir que era un destino que Hinostroza tradujera Un tiro de dados jamás abolirá el azar. En esta apropiación del poema de Mallarmé, el poeta peruano se explica a sí mismo y explica la explosión de libertad y entusiasmo de los años sesenta —era el momento increíble de los “signos en rotación” que el propio Paz había descifrado de un
una gota de sudor resbalando nítidamente sobre su espalda hasta rendir el alma.
un puñado de máximas para defenderte de la muerte y puedes arrasarlo todo
VI
hombre que duerme. /No mandes a tus terroristas a convencerme que cante tu célebre [continuum represivo yo reposaré esta noche entre los muslos de Azucena y veremos unicornios en las paredes y nuestros cuerpos se moverán hacia Hércules & Lyra y la energía que emana de un cabello será bastante magia para esta noche.
V Necesitado de armonía —ante un grabado de Albers amarillo sobre amarillo, dos cuadrados/ sabiendo que aún hay mediadores— necesitado de armonía, Oh César sigo el largo cabello de Azucena la gracia y encarnación detenida en el arco de St. Severin serruchando una mano entrando en Shakespeare & Company papel sobre papel una mano detenida sobre una página gótica —en algún sitio está la belleza mortal— y haremos el amor sobre el papel y no la guerra y su cuerpo ondulará y ella estará distanciada de todo
Para arrasar el Poder se precisa el Poder: yo buscaré el Tao & Utopía. Oh César no me sueltes a tus perros de presa la otra margen quizás no he de alcanzar quizás me turbe la contemplación de la belleza y quede detenido otra vez detenido por un cuerpo sensible a la virtud de un río qué fueron sino rocío de los prados qué fueron sino verdura de las eras y pasaron miserablemente sus días en la Tierra Mi amada me espera en la Puerta de Lilas iremos en auto-stop a Salzburgo Mozart prende las estrellas nos revolcaremos sobre campos de avena una vez más hacer el amor será un milagro entre dos o tres y las suecas de largas piernas el invierno nórdico cantando cosas lúbricas forever descubriendo la dulzura del Oro de Acapulco nuestra propia dulzura la naturaleza bienamada robando frutas vendiendo baratijas hechas por nuestras manos viajando hacia el verano o el otoño
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modo agudo. Las letras y los números se dispersaban en la página, en el aire, en el cielo y, al mismo tiempo, ofrecían la oportunidad de crear nuevas imágenes y cifras. Hinostroza descubrió con toda claridad la diagonal plena y la diagonal vacía como un camino de interpretación y traducción del poema. En México, el entendimiento del poeta francés, Mallarmé, es una experiencia remota y esencial. En ella destacan los ensayos de Reyes; las lecturas de los contemporáneos; el ensayo sobre el “Soneto en IX” de Octavio Paz; las traducciones del “Soneto en ix” del propio Paz, de Ulalume González y de Tomás Segovia; las reflexiones de Salvador Elizondo; y las traducciones de Un tiro de dados de Jaime Moreno Villarreal, publicadas por Ditoria y de Ximena Subercaseaux, editada por Mantis Editores y Ediciones Sin Nombre. Con esta nueva edición sólo queremos recordar a Rodolfo Hinostroza y pensar, al mismo tiempo, en quienes nos han permitido leer “el poema más hermoso del mundo”. C
los desiertos alquímicos bellas palabras en idiomas extraños y acamparemos bajo las estrellas ritos órficos/sueños espuma de mares jóvenes y mortales donde no lleguen tus gerifaltes Oh César a intentar que cantemos al Poder.
VII La cotidianidad puede ser tan hermosa como el heroísmo sin salir de su casa se puede conocer el mundo el movimiento del aminoácido y los astros atravesado de energía concibiendo como es que el universo se ensambla desde arriba por el cambio incesante y una manzana otra vez una manzana mordida por la belleza rubia se lleva el paraíso goteando y la otra margen no habremos de alcanzar mediadores entre el mundo de la realidad y el mundo de los sueños quietos en la contemplación cabras que pastan entre los rododendros un pueblo de sucias chimeneas abajo y el roce de una mano puede precipitar el éxtasis avant-garde de un mundo que entrevemos trizado por el Poder que avanza sobre sí mismo y crece sobre sí mismo ayer y hoy en su naturaleza hay algo de maligno ahora y siempre. —De Contra Natura, Barral Editores, Barcelona, 1970.
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La narradora cubana Legna Rodríguez Iglesias nos comparte un relato donde convergen experiencias, referencias, ecos del universo y lenguaje del poeta peruano César Vallejo, a quien este cuento distingue por su visión “hermética, sensorial, irresistiblemente oximorónica”. Forma parte de la antología Desde la isla. Joven narrativa cubana, bajo el sello de Cal y Arena, que se presentó en la FIL 2016.
LA CLASE Un homenaje a César Vallejo LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS
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odo lo que se entiende es magnífico y todo lo que no se entiende también. Abrí mi netbook como quien abre una caja de coffeecakes y piononos, con la tapa para arriba. Excepto yo, no había nadie con una netbook en aquella área de cobertura donde tuvimos la cobertura. Había alrededor de treinta y cinco escritores y una sola netbook en toda esa área. La clase, allí donde los escritores corren crudos. Desde el principio la clase me pareció magnífica. A la una de la tarde me inscribí y a las dos de la tarde entré al área. Entré con el pie derecho y me senté con el glúteo izquierdo. Quería ser como César Vallejo, hermética, sensorial, irresistiblemente oximorónica. Por eso el glúteo en contradicción con el pie. Y viceversa. Por eso los coffeecakes y los piononos de fresa. Por eso el Nokia de fresa palpitando en mi bolsillo. Acabo de comprarte un bello collar hindú y voy a almorzar mariscos pensando en ti. Pensando en César Vallejo. Qué almorcé yo. Qué almorzaron los más de treinta y cinco escritores antes de entrar a una clase que sería una carrera. Resistencia y velocidad juntas, arroz congrí, plátano hervido, huevos pasados por agua. Trilce huevos para trilce escritores. El no saber es el saber. Hay golpes en la vida tan fuertes. Y la lengua española como lengua tradicional, como lengua prolija y autoritaria, no sirve para expresar esos golpes. La lengua española es la lengua del exilio. El exilio es un área de cobertura donde tienen cobertura más de un millón de escritores. Trilce escritores en total. Lo moderno es la mesa y mi Nokia es la pureza. En el medio de la clase llamé y contesté: yo también estoy pensando en ti. (Diez minutos de descanso.) Qué es el hombre, pues ahí donde está. Yo estoy en una clase y César Vallejo está en París comiendo mariscos. Usé un signo. Copié lo que dijo el profesor al pie de la letra (pie derecho), aunque la letra no existe. Lo que existe es la lengua. O al revés. No copié lo que dijo el profesor al glúteo de la letra (glúteo izquierdo)
porque hubiera sido un disparate. El aire acondicionado me erizó los pezones. Miré a mi alrededor y todos los escritores (más de treinta y cinco) tenían los pezones erizados. Trilce pares de pezones en total. Más de lo que cualquier lengua expresaría. Entonces, en ese momento perfecto, pensé que si algún día escribieras un poema para mí, podrías cambiarte el nombre y el apellido y comenzar una vida nueva con un nuevo carné, una nueva nacionalidad. Un poema en lengua española, para ser poema, tiene que ser devastador. Porque el mal decir supera al bien decir. Y César Vallejo, sin saberlo, se tragó una espina. Hay aires acondicionados en la vida tan fuertes. La persona sentada a mi lado sonrió. Sus enormes piernas y mis pequeños piononos, desde que empezó la clase, criticaban el lenguaje de una manera sutil, igual que César Vallejo. Porque un hombre crítico es siempre hermoso. Y una persona con enormes piernas es siempre hermosa. Y una persona con pequeños piononos es siempre melancólica. Desde la primera vez que mi Nokia palpitó se creó una melancolía entre el lenguaje y las cosas. Me di cuenta de algo y lo copié en mi netbook. Que mi melancolía era procesal porque de lo único que podía dar fe era de la intensidad con que te estaba extrañando. Pero yo no quería producir melancolía, sino extrañamiento. No quería escribir los versos más tristes esta noche, sino comerme la naranja más ácida esta noche, y luego escribir, si acaso, una página sobre César Vallejo en mi pequeña netbook de ciudad, o un mensaje en mi Nokia, sin muchos caracteres, y enviártelo, aunque sola, sin saldo, me quedara. Y te mandé un mensaje con más faltas de
LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS (Camagüey, 1984) es poeta y narradora, especialista en teatro. En 2016 recibió el Premio Literario Casa de Las Américas por su obra teatral Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, Su libro de cuentos más reciente es No sabe / no contesta.
ortografía que organismos vivos en el lenguaje. Trilce organismos vivos en total. Ilógico. Presté atención y oí algo así como que César Vallejo era un vampiro chupador de corazones porque se apoderaba de todos y de todas, y nos consumía sin siquiera poner resistencia. Más que magnífico fue aterrador y más que aterrador, magnífico. El aire acondicionado estaba poniendo fríos los coffeecakes. Golosinas que, por otra parte, no eran reales. La persona sentada a mi lado hizo ademán de chuparme el cuello. Mi cuello como forma del conocimiento. César Vallejo se lo estaba chupando a ella hacía rato. Más allá de chupar, César Vallejo quería conocer otros cuellos, otras naturalezas. Y sólo su lengua servía para eso. La lengua de conocer. Para llegar hasta mí, la netbook atravesó el mar. Vino en un avión desde otro continente, desde otro lenguaje. Fue sacada de un contexto histórico y fue depositada en otro. Abrirla en plena clase respondió a una especulación del lenguaje. César Vallejo transitó por lo mismo. La ignorancia, la muerte, la sexualidad. Una prisión espacial, pero sobre todo temporal. Un estado del cuerpo. (Diez minutos de descanso.) Sin querer, borré todo lo que había escrito. Así construyó César Vallejo el poema. Tachando, borrando, destruyendo. Cuando te fuiste, me destruiste. Eso es lo único de lo que puedo dar fe, de la destrucción. ¿Sabías que el cementerio donde César Vallejo fue enterrado está lleno de flamboyanes oscuros? Flamboyanes que, por otra parte, no son reales. El espacio venció al tiempo. El área de cobertura empezó a vencerme.
“PRESTÉ ATENCIÓN Y OÍ ALGO ASÍ COMO QUE CÉSAR VALLEJO ERA UN VAMPIRO CHUPADOR DE CORAZONES PORQUE SE APODERABA DE TODOS Y DE TODAS, Y NOS CONSUMÍA SIN SIQUIERA PONER RESISTENCIA. MÁS QUE MAGNÍFICO FUE ATERRADOR Y MÁS QUE ATERRADOR, MAGNÍFICO.”
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Durante los diez minutos de descanso cerré mi netbook como quien cierra una caja de masas reales. Masas que, por otra parte, contenían bicarbonato. Lo mismo que le preocupó a César Vallejo de sus masas, el contenido. Brazos, madre, paredes, hombre inválido, libertad. Lo mismo que me preocupó a mí en el medio de la clase cuando mi Nokia volvió a palpitar. La palabra poética contra el lenguaje. El lenguaje contra mi Nokia. Mi Nokia contra los piononos. Los piononos contra las piernas enormes de la persona sentada a mi lado. ¿Sabías que desde que te fuiste hay una guerra en el mundo? No entré a la clase para interpretar el mundo, y menos para cambiarlo, entré a la clase para abrir por primera vez mi primera netbook en la primera alergia de mi primer día. Cuando César Vallejo llegó a París también fue su primer día. Conoció a una muchacha, se mudó a su casa, vendieron la casa y se fueron de paseo. No le gustó Maiakowski, no le gustaron las flores, no le gustó la anestesia, no le gustó el lenguaje. Escribió sus poemas humanos, pero no los organizó. Seguramente comió mariscos el primer día del resto de sus días. Trilce días en total. Quiso escribir pero le salió espuma. Abrí la caja y los coffeecakes ya no estaban. En sus lugares, trilce cebollas moradas. Un hombre pasó con un pan al hombro y los más de treinta y cinco escritores que escuchábamos la clase quisimos comprarle pan. Panes que, por otra parte, eran palabras. La persona sentada a mi lado me miró con cara de aparta de mí esos piononos y yo la miré con cara de aparta de mí esas piernas, porque la vista, como el lenguaje, es indiscreta, pero no pasó de ahí porque la vista también es magnífica. La vista es una sabiduría. Y la naturaleza es otra sabiduría más. (Diez minutos de descanso.) Antes de entrar a la clase vi fotos tuyas en Internet, rodeado por la neblina de un cráter. Las cuatro horas que duró la clase estuve viendo esas fotos frente a mí, rodeada por un tipo de neblina superior. Envuelta en la neblina original. Las cosas que ocurrieron en la clase salieron publicadas después en los periódicos. Una época de guerra es una época de periódicos. Los más de treinta y cinco escritores atrapados en la clase no teníamos idea de lo que iba a suceder. Algunos conocían al hombre César Vallejo, pero otros, como yo, sólo nos habíamos estremecido con sus poemas. Tuve un leve estremecimiento al darme cuenta de que mi Nokia se había caído, la tarjeta sim agonizaba en el suelo rodeada por un tipo de neblina acondicionada. Si el Nokia se me rompía perdíamos la qué. La comunicación. Yo era responsable de mi propia área de cobertura. Y César Vallejo no importaba en esta área. Mis glúteos se
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“CUANDO CÉSAR VALLEJO LLEGÓ A PARÍS, CONOCIÓ A UNA MUCHACHA, SE MUDÓ A SU CASA, VENDIERON LA CASA Y SE FUERON DE PASEO. NO LE GUSTÓ MAIAKOWSKI, NO LE GUSTARON LAS FLORES, NO LE GUSTÓ LA ANESTESIA, NO LE GUSTÓ EL LENGUAJE.” entumecieron. Trilce glúteos en total. Y entonces la clase finalizó. El lenguaje del origen dio paso al lenguaje del fin. Los piononos dieron paso al hambre. Todos aplaudíamos porque la clase había terminado. Pero la puerta estaba cerrada. Cerrada para siempre. El aire acondicionado amenazaba con descender bajo cero. Las piernas de la persona sentada a mi lado se cubrieron de escarcha. A los más de treinta y cinco escritores se nos caían las orejas, las narices y los labios. Trilce pezones cayeron al suelo. Yo conservé los míos gracias a César Vallejo que seguía dándome vueltas en la cabeza y esas vueltas mantenían mis pezones tibios, entre otros órganos. Al otro día por la mañana, el último día de nuestros días, la puerta se abrió como una caja de mokas, hacia fuera. Los corresponsales de varios periódicos entraron y alguien apagó el aire con un mando a distancia lleno de botones grises y un solo botón amarillo y un botón azul y uno verde. La hilera de ambulancias significaba que estábamos muertos. El tercer día salimos del hospital. Antes de entrar al hospital creí verte ayudando a los ambulancieros, pero no eras tú. Era una leve necesidad del lenguaje. Te llamé y viniste, y me ayudaste a sentarme en la camilla, a acomodar la cabeza, pero no eras tú. También creí ver a César Vallejo entrevistando al profesor, con un micrófono inalámbrico en la mano. César Vallejo le preguntaba: dígame
con sinceridad, profesor, qué piensa usted de César Vallejo. Pero un hombre sincero lo mejor que puede hacer es callarse. Un hombre verdaderamente sincero no necesita decir que lo es. Ni aunque César Vallejo se lo pregunte. El cuarto día por la mañana no quedaba en el hospital ni uno solo de los más de treinta y cinco escritores. Nos bañamos, nos perfumamos y nos largamos. Para hacer cualquier cosa en la vida menos escribir y menos leer, sobre todo a César Vallejo. Leer a César Vallejo es vivir en la guerra. El trilce hospital de la ciudad había quedado liberado del lenguaje. Con aquel cúmulo pesado a cuestas, salí al vapor de la ciudad corriente y logré llegar al centro. Los piononos derretidos olían a harina y saborizantes. En mi Nokia palpitaban trilce llamadas perdidas, tuyas, y un mensaje, tuyo, donde me contabas: acabo de ver El paso suspendido de la cigüeña y me pregunto por qué todo lo que tocamos nos duele. La netbook no podía detener su dispositivo, un disco portable hecho en Corea. Todo era de otra forma. Entendí, de pronto, por qué te fuiste. ¿Sabías que desde que te fuiste no había entendido por qué? C
César Vallejo (1892-1938).
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Esta lectura de la poesía de Efraín Huerta propone una visión heterodoxa que se aparta de sus páginas más comentadas y emblemáticas, o del reconocimiento casi unánime que lo sitúa como el “poeta de la ciudad”. Autor de registros diversos —alguno francamente desfasado, como su vertiente política—, lo distingue también un horizonte de afinidades poéticas que resulta capaz de incluir sus aversiones más explícitas, y revelar así facetas que parecerían insospechadas.
APUNTES DE U N PEQU EÑO BU RGU ÉS A L A P O E S Í A D E U N M I L I TA N T E HÉCTOR IVÁN GONZÁLEZ
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a actualidad es escurridiza, la buscamos por medio de las revistas, de los suplementos, de las redes sociales, pero nunca la hallamos frente a frente. Es difícil saber qué está vigente, a veces tomamos la estática como si fuera algo relevante, y no lo es. Descreo de la actualidad más que de ciertas poéticas o de algunos autores que publicaron hace más de cincuenta años. A diferencia de varios de mis colegas, no busco lo más reciente per se. Ese frenesí por el último gesto vanguardista o la nueva tendencia me parece un distractor. Me gusta más buscar la esencia de ciertos libros o de ciertos autores, así es como considero que debería encontrarse lo importante, más que la “vanguardia” —ese deplorable término militar. En esta ocasión, el caso de Efraín Huerta, pasados los festejos por el centenario de su nacimiento, y planteándome la pregunta de si está vigente o no, me permite abordar una poesía en la que hay una disyuntiva entre varias poéticas. Me resisto a pensar que hubo muchos Efraínes, pues prefiero notar esta inestabilidad poética a crear una teoría que clone al poeta nacido el 18 de junio de 1914, en Silao, Guanajuato. Principalmente, porque percibo en la poesía de Huerta una lucha interna al respecto de hacia dónde dirigir su obra. No en balde, alguna vez escribió: Pero el amor es lento, pero el amor [es muerte resignada y sombría: el amor es [misterio, es una luna parda, larga noche sin [crímenes, río de suicidas fríos y pensativos, fea y perfecta maldad hija de una Poesía que todavía rezuma lágrimas y [bostezos, oraciones y agua, bendiciones y [penas. Como a varios escritores de mi generación, las primeras noticias que llegaron de Efraín Huerta era que se trataba del “poeta de la ciudad”. Presentándonos unos versos, impresos al reverso de una postal —entregada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que dirigía el
pre fue un poeta militante. Influido por poetas como Rubén Darío y, sobre todo, por Pablo Neruda, el canto de Huerta muestra la angustia de la llamada “poesía comprometida”, a pesar de que quien acuñó el término, Jean-Paul Sartre, eximió a la poesía del deber de comprometerse. Pues según su obra Qu’est-ce que la littérature? (1948), la poesía pertenecía a un ensamble del lenguaje que ya no era solamente denotativo, sino que la poesía era un fenómeno en sí mismo; sin tratarse del arte por el arte. Quizá sea la tesitura que busca denunciar o la que busca entonar un himno la que me parece menos fresca en la poesía de Huerta; a pesar de que uno comparta esta indignación política, sus versos llegan a ser monótonos, parcos y, en ocasiones, tremebundos o alarmistas. Considero, como Sartre, que el poeta no necesita supeditar su obra a la coyuntura, pues cuando utiliza el
Foto > ROGELIO CUÉLLAR
poeta Alejandro Aura—, donde aparecía el poeta en Nueva York, Huerta se revelaba como un poeta fraterno, pero —al menos para mí— no deslumbrante. Más tarde, al acercarme a algunos de sus poemas tuve la mala suerte de leer aquéllos donde la denuncia social se mezclaba con la arenga de templete. Se veía en éstos una influencia del Pablo Neruda de Canto general o de Canción de gesta; se notaba ese afán de querer contagiar la indignación, también aparecían los prontuarios de las bestialidades que efectuaba, efectúa, el gobierno de México o había lamentos por poblados como Lídice, República Checa, el cual fue arrasado por el ejército nazi. Se trataba de esa poesía que cumple una función momentánea, pero que, por esa misma razón, me parece que tiene una insoslayable fecha de caducidad. Como es bien sabido, Efraín Huerta formó parte del PCM, participó en la LEAR y siem-
HÉCTOR IVÁN GONZÁLEZ (Ciudad de México, 1980), escritor y crítico literario. Coordinador de La escritura poliédrica. Ensayos sobre Daniel Sada (2012).
Efraín Huerta en Polanco, Ciudad de México, 1974.
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lenguaje no es para denunciar la corrupción, sino para hacer que las palabras se ensamblen para lograr objetos particulares. Me parece que la poesía pierde fuerza y que se le reduce a un papel ancilar cuando se le asigna una función propagandística. ¿De qué sirvieron las menciones del corrupto ex presidente de Chile González Videla por parte de Neruda? ¿Qué hacemos con las loas al ejército ruso y al asesino Josef Stalin que firmó Efraín Huerta? Creo que podemos prescindir de ese amasijo. Por su parte, tampoco me convence la etiqueta de que se trate de un “poeta de la ciudad”. Los poemas de cajón, “La muchacha ebria”, “Juárez-Loreto”, “Meditaciones y delirio en el Metro” o los que buscan hacer la epopeya nacional, “Amor, patria mía”, “¡Mi país, oh mi país!”, me parece que están bastante desgastados. Y no se trata de que una estética sea menospreciada en sí misma, sino que me parece que las imágenes y las percepciones que transmite influyen emociones que ya no asombran ni conmueven. En algunos momentos, a media lectura uno se desalienta por la falta de unidad, el tanteo ineficaz de algunas imágenes o, simplemente, el agobio que causa tanta sangre; a veces sangre derramada y a veces sangre benéfica, vital, pero sangre al fin. Asimismo, hay que decir que no es que la epopeya, la épica o el prontuario social me molesten, pero coincido con Carlos Oliva Mendoza, al pensar que Nuestro primer romanticismo es aquel que llenó de símbolos la historia nacional; el segundo es únicamente la referencia significativa a aquello que ya era insensible a la comunidad, por eso se llena de pequeñas historias personales, como nuestra actual realidad. Nuestro primer romanticismo es simbólico; el segundo, en sus mejores momentos, tan sólo alegórico. (“La época romántica de la poesía mexicana”, en Historia crítica de la poesía mexicana, V.V. A.A., comp. Rogelio Guedea, tomo I, CNCA-FCE, 2015, p. 164). Por eso resulta un tanto forzado el intento de Efraín Huerta de regresar la poesía a un incipiente romanticismo, por el cual los poetas decimonónicos ya habían cruzado. Y puedo decir que si busco acercarme al ocaso de Miguel Hidalgo o de los Insurgentes, prefiero hacerlo con Los pasos de López, del invaluable Jorge Ibargüengoitia, quien da un tratamiento singular a la historia sin disputarle un ápice al honor de este personaje, pero sí dotándolo de elementos refrescantes. Igualmente, si deseo aproximarme a la historia de mi país, optaría por Noticias del imperio,
de Fernando del Paso, que el próximo 2017 cumplirá treinta años. Es un hecho que Efraín Huerta gozó de un vasto contexto cultural realmente envidiable. En su momento, tomó posición y encontró su lugar en las disputas de la época encarando al grupo que representaba la postura “amanerada”, la de los “rilkistas, gidistas”, como les llamaba despectivamente Pablo Neruda, me refiero a los Contemporáneos. Contra este grupo —a diferencia del joven Octavio Paz, quien se reconoció un pupilo, aventajado, desde luego— Huerta establece una relación de rechazo, pero creo que también de admiración. Hay un Huerta profundamente “contemporáneo” que obraba a la sombra del archiconocido poeta de la protesta. Baste citar los siguientes versos de su primer libro, Absoluto amor: Golpeóme labio de luna y esferas verdes de aire oceánicas con espuma conchas peces sin color. Mar verde que me lastima en los brazos y en el pecho martirio marino amor de olas que enciende el dolor. O también: La estrella de tu frente como [herida de vino, enferma, detenida en mi boca. Había un mundo de silencio en [tu cuerpo, como si la muerte se hubiese [mirado en un espejo o varias rosas en agonía [hubieran imaginado un paraíso de nieve o de cristales. Como podemos constatar, Xavier Villaurrutia está presente en estos versos; ese poeta apolítico, homosexual y antípoda de la militancia, pervive en el fuero interno de esta poesía huertiana. También está José Gorostiza en una estrofa como ésta: Quiero decir, en suma, que tu [rostro es perfecto en razón de la armonía, y que en tus ojos siento, no [reflejos de corazón latiendo, sino suaves y hermosos aleteos de ángel caído. Hay mucho de estos poetas en el autor de Los hombres del alba, tal como lo podemos ver en la intención de Huerta de que su poema “Tajín” logre una apocatástasis, es decir, el regreso de todas las cosas a su origen, como lo logró Gorostiza en su “Muerte sin fin”. De tal manera, creo que el poeta
“HAY “ MUCHO DE LOS CONTEMPORÁNEOS EN EL AUTOR DE LOS HOMBRES DEL ALBA, TAL COMO LO PODEMOS VER EN LA INTENCIÓN DE HUERTA DE QUE SU POEMA ‘TAJÍN’ LOGRE UNA APOCATÁSTASIS, ES DECIR, EL REGRESO DE TODAS LAS COSAS A SU ORIGEN, COMO LO LOGRÓ GOROSTIZA EN SU ‘MUERTE SIN FIN’ .”
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militante estorba un poco a la mejor versión de Efraín Huerta que podamos tener; incluso, cuando se celebra Los hombres del alba estoy completamente de acuerdo, pero no por los mismos poemas de siempre, sino por otros que apenas se mencionan: “La lección más amplia”, “Teoría del olvido”, toda esa sección, que se interrumpe por “Los hombres del alba” y “La muchacha ebria”, muestra al Huerta más fresco, más vital. Incluso en Estrella en alto, “Breve canto de alegría” con su insinuante: En tu húmeda sombra, como [una voz pequeña cubierta de rocío y nacida [en el aire, con lentas espirales de gozo estoy tendido, sin piedad ni remedio. Soy como un ruido blando de tus pies cristalinos, como una sonrisa desamparada dirigida a las nubes; estoy callado, no hablas, nada se [oye: parece que la tierra es dueña [soberana de nuestros cuerpos tímidos; [parece que has perdido de vista mi ternura; heladamente sueñas, como si fueras río, manzana y alborada. Cabe agregar que esa “Estrella en alto” no se trata, como se podría pensar, de la estrella comunista, sino de un fenómeno celestial al que hermana con el erotismo de los amantes. En el taller del alma maduran [los deseos, crece fresca y lozana, la ternura, imitando tu sombra, inventando tu ausencia tan honda y sostenida Hoy te sueño, amante: estrella en alto, huella de una violeta lenta. […] Un grito de agonía, una blasfemia vuelve grises tus senos, y mi sueño, y esa noble fragancia de tu sexo. ¿Qué esperamos, hermana, de esta reciente aurora que nos fatiga tanto? Mira la estrella, es blanca, no es azul. mírala, y que tus ojos perduren como rosas perfectas. Esos son los poemas que me hacen sentir un profundo ánimo y curiosidad por estudiarlo, poemas donde aparecen cielos altos, una luz meridiana que estría las nubes, poemas de metáforas logradas y de una imaginación que impone la sensación que Vicente Huidobro llamaba —traduciendo a Apollinaire— un “estertor de cielo”. El Huerta que me estimula es el de los versos que retratan ese panorama que se alcanza a ver en Guanajuato, mientras la vista se pierde por la circunferencia de la Tierra y por un cielo que poco a poco se ennegrece. C
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Por
FRANCISCO HINOJOSA
LA N OTA NEGRA
WAZE & SIRI
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a atenta señora o señorita Waze —que conoce muy bien el mejor camino a seguir para llegar a la dirección que le marcamos, que sabe evadir el tráfico y que calcula cuántos minutos nos toma recorrer el trayecto solicitado— tiene además la virtud de no regañar a quienes hacen caso omiso de algunos de sus señalamientos. Sólo se escuchan unas breves notas antes de que ella nos rehaga la ruta y dicte nuevas instrucciones, sin reproche alguno por nuestra desobediencia. En cambio el coche sí se enoja cuando no tenemos el cinturón de seguridad puesto o dejamos una puerta a medio cerrar. La señora o señorita Waze, como buena copiloto, también nos advierte cuando hay un control de velocidad en el camino para evitar multas, un accidente, un policía o una marcha que congestiona la circulación de arterias viales importantes. Siempre ofrece una alternativa confiable. Pero lo mejor de ella es la capacidad que tiene de aprenderse de memoria las guías roji de todas las ciudades y de pronunciar con claridad los nombres de bulevares, avenidas, calles, callejones y privadas en muchos de los idiomas que se hablan en el mundo, así como calcular con precisión las distancias: “en cuatrocientos metros dé vuelta a la derecha”. Ella sabe dónde estamos sin que tengamos un localizador incrustado bajo la piel en el omóplato derecho. La primera vez que utilicé un GPS lo hice para seguir la ruta indicada a una dirección desconocida. Pero cuando vi en el celular que marcaba con un círculo azul el lugar en el que me encontraba, me sentí observado, si no es que vigilado. Hasta tiré el cigarrillo por la
Las Claves
CUANDO VI EN EL CELULAR QUE MARCABA CON UN CÍRCULO AZUL EL LUGAR EN EL QUE ME ENCONTRABA, ME SENTÍ OBSERVADO, SI NO ES QUE VIGILADO.
ventana, cuando ya había dejado de fumar, pensando que podría ser chismosa. También multilingüe pero más personal resulta la señora o señorita Siri. Le podemos dar los buenos días y tener una respuesta amable de su parte, casi tan sincera como la del vecino. Incluso de pronto hace bromas, aunque no muy buenas, pero la intención es lo que cuenta. Por ejemplo: le pedí que me hablara de tú y le dije: “Puedes llamarme Pancho”. Además de aceptar la propuesta, me respondió: “Eres Francisco, Pancho para los cuates, bonito nombre”, a pesar de que seguramente está equivocada y de que evidentemente no ha leído Moby Dick. Tan pronto se le pregunta algo, contesta en cuestión de una docena de nanosegundos. Le podemos preguntar si nos llegó un correo electrónico nuevo y pedirle que nos lo lea. Aunque no tiene rostro, no es difícil adivinar la sonrisa con la que nos guía hacia un restaurant de comida china en las inmediaciones de donde estamos o nos exhibe las entradas en internet sobre cuánto cuesta un kilo de zanahorias en Cuernavaca. Además de todo ambas señoras o señoritas Waze y Siri son gratuitas, si bien esta última sólo tiene interrelación con los dueños de una tableta o un teléfono móvil de la marca Apple. Quizás no esté lejano el día en el que alguna otra señora o señorita, conociendo nuestros gustos, nos sugiera qué platillo pedir en un restaurante, qué estación escuchar en la radio o qué color de calcetines debemos comprar cuando estamos en un almacén de ropa. Un servicio más que podría hacer a futuro Waze sería funcionar como agente de
Foto > ESPECIAL
@panchohinojosah
fotomultas. Ella sabe perfectamente cuándo el conductor rebasa la velocidad permitida, se pasa un semáforo en rojo o invade las líneas destinadas a los peatones. Tendríamos ciudades más respetuosas del reglamento de tránsito y se le facilitaría el trabajo a la policía vial, aunque seguramente la mayoría de los automovilistas preferirán prescindir de su utilidad antes que desechar su derecho humano de infringir las normas. Sin llegar a los extremos de la película Her, en la que un individuo se enamora de un sistema operativo similar, ya siento simpatía por esas amables voces que me sirven de asistente personal y a veces, cuando estoy solo, de compañía. Si alguien conoce las direcciones de estas gentiles señoras o señoritas, háganmelas saber: quisiera enviarles flores. C
Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ
DESPOJADO AMANECE el sueño escoltando la desnudez de los amantes. / Desnuda sobre mi sueño: / ella silabea el preludio. // Yo, desnudo sobre el sigilo / columpio las iniciales / me detengo en la estación / miro la voz que se asila en las coordenadas del instante, y se cobija en la pausa. / El deseo ataja las suscripciones de la piel. / La encrucijada ronda los párpados de aquellos somnolientos bañados por el rocío de la espejeante coloración que titubea sobre peregrinajes de sombras. Luz del colibrí, del editor, ensayista, narrador y poeta Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951), es un vuelco humedecido de alas. Consonancias de despertares fraguados en los ancladeros de aquellas sílabas que enuncian presagios y marejadas. Salomón / El Cantar de los Cantares. San Juan de la Cruz / El Cántico Espiritual. Brecha que toca el eco. Treguas en asideros de anhelos contactados. El amante se aproxima a la amada para revelar los misterios del hábito de despertar juntos. El colibrí, arco de picoteos, se refugia en los retumbos, descifra las estampidas de
la ceniza temprana. La hembra despliega su desnudez en la penumbra huidiza. El varón bebe en la boca de ella el amanecer, / la flor que cae / y un llanto / lejano y lento. Cronología de siluetas contemplativas amarradas a la intemperie de ese despertar vago, “estado intermedio entre la vigilia y el sueño”, advierte el autor de Quinteto de Mogador. Cuatro fugacidades: I. “Umbrales”: los que se aman clarean la encrucijada del primer instante, oscilaciones ahogadas por sombras que abrevaron en el fondo de la media luz escurridiza: los deseosos se amparan en la plegaria. II. “Conjuros”: escuchar dormir mientras “el pezón erguido / y una gota de sudor / en él como caricia” nombran los agasajos, dilucidan el brío desbordado en la orilla de Tu espalda, serpiente. III. “Cuerpos”: marea cabalgante, besos, lengua de nube y río. La memoria de la piel en obstinada exploración por los incendios de las porosidades: evocación: torbellino. IV. “Luz”: descubro en ti la “llama / ondulante, / como espejismo / del mar, / como altísima / marea amenazante”.
Irradiación cómplice del desvarío. Boca de luz en la mordedura blanda del beso: tatuaje de anhelo. La luz y su sombrío reverso. José Ángel Valente lo pronostica, lo anuncia en el pórtico: los colibríes hacen que la flor despierte, súbita en el aire, encendida, / incendiada, embebida de alas. En este cuaderno de incitante y venerable oratoria se congregan códigos ya presentes en las narraciones de Alberto. Estrofas de obsesiones. Cánticos de oleaje, de caminata por una espalda untada de temblores oscuros: besos de clarificaciones cosidos a “tu esplendor secreto”. Y los colibríes aletean en el aire del aliento de la hembra. Si San Juan de la Cruz dice: “En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamadas” sale la deseosa desdeñando el mediodía, “A oscura y segura, / por la secreta escala disfrazada”; Alberto dibuja la noche del cuerpo en los resplandores del amanecer: “luz en la luz, aire en el aire, / y en tu sonrisa sin despertar descubro / que al salir el sol entro en tu sueño”. Embebida de alas: “frescura clara, / el momento de despertar contigo” (Pound). C
LUZ DEL COLIBRÍ
Autor: Alberto Ruy Sánchez Género: Poesía Editorial: Era, 2016.
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HOMENAJE AL CHIHUAHUA INN
EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO
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CARLOS VELÁZQUEZ
@charfornication
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xiste en la CDMX un hoyo fonqui mucho más virulento que el Jacalito, el Pollo Rock o el Noche y día: el Chihuahua Inn. Un tugurio de la colonia Roma, ubicado, off all places, en la calle de Chihuahua. En ese lugar he escrito varias de mis más celebres páginas. Su modalidad de putero-bar-sala de masajes-retiro espiritualpicadero hacen de él uno de los congales más atractivos de la capital. Se reservan el derecho de admisión. Y pocos son los elegidos que han conseguido traspasar sus puertas. Aunque de vez en cuando se permite la presencia de un turista o dos. Rebasa, pero por mucho, la acidez del bar de la Naranja Mecánica. Ahora que Mancera está clausurando cuanto congal se le antoja he comenzado a temblar. Si bien es cierto que por fuera el Chihuahua Inn luce una fachada que lo hace pasar desapercibido, no tardarán en cerrarlo. Camuflado como una residencia respetable, en su interior he presenciado incluso un rito satánico. Y, cómo no, he arañado las paredes. Me he corrido varias juergas de ácido dignas de una pesadilla de Humberto Moreira. He soportado cuarenta y ocho heroicas horas sin dormir por culpa de dos ácidos. Pero también he dormido como un bebé después de comerme tres. Y han estado a punto de clausurarlo por el olor de la mota que se fuma el Negro. Uno de los clientes cinco estrellas del local. Tras una cortina de terciopelo se encuentra un cuartucho que no ha sido sospechado ni por la mente de Lars Von Trier. Por una módica cantidad moral se
LOS DUEÑOS ME ALUCINAN. PORQUE CADA OCASIÓN QUE REGRESO ENCUENTRO SÁBANAS NUEVAS. NO DUDO QUE SIEMPRE QUE SALGO LES PRENDAN FUEGO.
El sino del escorpión
renta a foráneos como su autoservicio. Que en su paso por la ciudad lo utilizan como refugio temperamental. En su lecho han ocurrido algunos de mis romances más memorables. Que alguien vaya y lo entreviste. No saben todo lo que podría contarles. Los dueños me alucinan. Porque cada ocasión que regreso encuentro sábanas nuevas. No dudo que siempre que salgo les prendan fuego. Me parece una medida sanitaria prudente. Es envidiable su departamento de objetos perdidos. Antes de marcharme me cercioro de no olvidar nada. Pero en cada reingreso se me entregan toda cantidad de objetos: aretes, collares, patas de conejo disecadas, identificaciones de morras, cartas de amor escritas desde Gibraltar, una que otra jeringa y hasta cargadores de celular. Tiene un gran díler el Chihuahua Inn. Que vende la mejor de las cocas que se pueden conseguir en la Roma. Si bien el clima hipster es el sello de la colonia en los últimos tiempos, por estos días se ha convertido en un paraíso de la criminalidad. Los asaltos son balada de todos los días. Y existe la leyenda urbana de que Javier Duarte se esconde en un departamento cerca de Álvaro Obregón. El rumbo no ha perdido su característico aroma: a perro muerto. El perfume que flota en el ambiente y se cuela en los restaurantes fresas. A no muchos kilómetros de ahí el siglo pasado William Burroughs asesinó a su esposa. En la Roma las rentas cuestan ahora hasta 20 mil pesos. Pero la muerte es gratis. Lo mejor del bar del Chihuahua Inn es que para acceder a él es indispensable
una contraseña. Esto evita eventualidades. En todo mi tiempo como asiduo jamás me he encontrado con alguien conocido. Al parecer el círculo literario no lo ha descubierto. Desde hace tiempo es mi piquera favorita. Borracheras interminables, cat-fights, orgías, sexo en vivo, un toro mecánico, etcétera, son varias de las atracciones del Chihuahua Inn. Una ocasión me la pasé postrado 24 horas por culpa de un brownie de mota. No consigo recordar quién me lo proporcionó. Pero estoy seguro que además de lo antes mencionado, el Chihuahua Inn es un laboratorio. Nos tratan como conejillos de indias. Seguro alguien cobra por administrarnos drogas. Me siento en periodo de observación dentro de sus paredes, pero he malgastado veladas enteras buscando el circuito de cámaras y no lo he descubierto. Una ocasión, en una de esas charlas sinceradas por el LSD, alguien me confesó que una ocasión vio en Tepito a la venta un video porno mío cogiendo en el Chihuahua Inn. Y que no se trataba de una broma. El Chihuahua Inn me ha dado tanto, que no me molestaría dar algo en retribución. Como una buena película. Pero lo mejor que me ha dado ha sido la posibilidad de escribir. En sus horas con menos gente he podido sentarme a teclear. Si existen los que escriben en cafés, por qué yo no puedo hacerlo mientras en el tubo baila Scarlet Johanna. Ojalá el Chihuahua Inn resista a la cacería de brujas de Mancera. No es coincidencia que entre más antros cierran más violenta se pone la ciudad. C
Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza
La ecología, los indios y Rulfo EL ALACRÁN reptaba al fondo de su cicatriz en el muro cuando encandilaron su memoria el sol de Puerto Morelos y el brillo de la arena de Playa del Carmen, paraísos donde hace años asistió a la Conferencia sobre el Cambio Climático 2010. Aquel encuentro no es el mismo pero sí es igual al COP 13, celebrándose estos días en Cancún, desde donde nuestro post-ejecutivo anunció áreas protegidas en el Caribe, recordó la ecológica cosmogonía indígena y llamó a defender a los elefantes de la explotación del marfil, al bosque de la tala y al delfín de río de la degradación de su hábitat. A pesar de las trasnochadas de aquel 2010, el venenoso recordó también las quejas ante las toneladas de basura dejadas por los 15 mil activistas, funcionarios, periodistas y demás asistentes a aquella reunión pro-naturaleza en
Cancún. El arácnido pide, desde el fondo de su verde corazón, no repetir tal experiencia antiecológica. Preservativo (en primera acepción de la RAE) de los recursos naturales, el escorpión festeja una historia en la cual, por ahora, ganaron los indios. El oleoducto de Dakota es un proyecto de 3 mil 700 millones de dólares para llevar el combustible desde Bakken, Dakota del Norte, hasta la refinería Patoka, cercana a Chicago. Un tubo para bombear 470 mil barriles diarios de petróleo a lo largo de 2 mil 750 kilómetros. Pero el ducto contaminaría tierras de la nación Siux y partiría el río Misuri. La oposición a este abuso constituyó la mayor concentración de pueblos nativo-americanos desde hace un siglo. Una veintena de tribus, más miles de todo tipo de activistas, acamparon desde abril sobre la ruta del
ducto y resistieron aprehensiones, balas de goma y gases lacrimógenos. Apenas este domingo 4 de diciembre la corte amparó a la tribu y exigió trazos alternos para el ducto. Hay incertidumbre ante la llegada de Trump. Yo vine a Comala porque me dijeron que acá vivían Amway-Nutrilite, Bioparques de Occidente y Monsanto, reflexiona triste el rastrero cuando lee la nota de Hermann Bellinghausen sobre el páramo y el llano en llamas vueltos negocio de transnacionales depredadoras. San Gabriel (donde naciera Rulfo), San Isidro, Tolimán, El Petacal y más recónditos poblados de Jalisco están abandonados en las garras mecánicas de la agroindustria más salvaje. “Diles que no me maten”, se oye el lamento y el ladrar de los perros desde la cuesta de las comadres. C
YO VINE A COMALA PORQUE ME DIJERON QUE ACÁ VIVÍAN AMWAY-NUTRILITE, BIOPARQUES DE OCCIDENTE Y MONSANTO.
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LUIS AYHLLÓN “NO ME GUSTAN LAS ETIQUETAS” Guionista, dramaturgo y director de cine, el más reciente filme de Luis Ayhllón (Ciudad de México, 1976), Nocturno, fue premiado como mejor largometraje de ficción en el UK Film Festival en días pasados. Un drama que aborda el inesperado encuentro de un padre enfermo y su hija, una enfermera a quien supuestamente abandonó cuando era niña. Ayhllón es uno de los dramaturgos más representativos
y premiados de su generación. Es autor de una veintena de obras teatrales, entre las que destacan Cash, El escribidor de la colonia Centro, El libro de Dante y Música para el fin del mundo, que han montado los directores más prestigiados de México. Ayhllón ha marcado una estética en las artes escénicas y cinematográficas de nuestro país, y asegura: “No me gustan las etiquetas”.
Por
ESGRIMA
¿Qué te impulsó a hacer cine y a continuar pese a lo complejo de su realización y de conseguir los apoyos? Desde niño he querido hacer cine. Afortunadamente, las formas de producción se han vuelto más accesibles. Como experiencia de producción, Nocturno ha sido el más feliz de mis tres largometrajes. Me asocié con Víctor Machiavelo y es la primera vez que un productor está en la misma sintonía, pues todos los elementos han sido pensados en favor del mejor resultado. Con su complicidad llamé a grandes colaboradores, con los cuales ya había trabajado, comenzando por Carlo Ayhllón, mi compositor musical de cabecera; Alex Argüelles, fotógrafo; Antonio Ruiz de Nicolás, postproductor; Roberto Zamarripa, diseñador de arte; y Xavier Ayhllón, quien fue fundamental para confeccionar ciertas historias de infancias crueles. En cuanto al equipo de producción, Tere García y Luis Rojo hicieron milagros en Dodo, encabezaron una gran lista de profesionales. ¿Para qué y para quién haces cine? Lo más importante es encontrar proyectos que me apasionen. Incluso aquellos que desarrollo por encargo, en algún momento se tornan personales e inevitablemente encuentran su público. Lo importante es trabajar desde la honestidad. Tu obra, a lo largo de los años, ha hecho hincapié en la oscuridad del alma. ¿Por qué? Octavio Paz decía que toda obra poética ofrece dificultades y que se enfrenta siempre a la resistencia de lo inerte y horizontal. Por eso no pienso en términos de oscuridad. Más bien me gusta el contraste. Cuando trabajo un tema siempre pienso en el contraste, de ahí que el humor me haya resultado el mejor vehículo para llegar a cualquier puerto. Incluso en Nocturno hay rompimientos que causan risa. Es una sensación agradable reírte de las peores desgracias. Por otro lado, no me interesa hablar en mis obras sobre aquello que salta a la vista. Para eso están las telenovelas y algunos noticieros.
OCTAVIO PAZ DECÍA QUE TODA OBRA P OÉTICA OFRECE DIFICULTADES Y QUE SE ENFRENTA SIEMPRE A L A RESISTENCIA DE L O INERTE Y HORIZONTAL. P OR ESO NO PIENSO EN TÉRMINOS DE OSCURIDAD.”
ALICIA QUIÑONES ¿Cuál anécdota es la que te llevó a concebir Nocturno? Todo partió de la escena en la que canta Lucía Méndez. ¿Por qué? No tengo idea. Esa fue la simiente de Nocturno. Por otro lado, tener una hija me ha sensibilizado sobre la crueldad y abusos que persisten hacia las niñas en nuestra sociedad. Es un tema que me duele. De ahí que Nocturno sea una especie de cuento de hadas sobre un encuentro con la infancia. En términos estéticos partí del hecho de seguir un camino hasta ahora inexplorado. Por lo general, me encantan los diálogos y el humor. Sin embargo, Nocturno es mucho silencio y acción interior. ¿Cómo perfilaste a estos dos personajes shakespereanos en Nocturno? Más que shakespereanos diría que tienen rasgos pinterianos: son laberínticos y no dicen nunca lo que verdaderamente están pensando; la ambigüedad se vuelve parte del discurso, y de ahí que Nocturno se preste a un sinnúmero de lecturas. ¿Por qué hacer un thriller? En todo caso es una película híbrida, cruza géneros. Sin embargo, como escritor nunca me planteo una convención. ¿Qué es lo más difícil de trabajar con un actor en ciertos géneros? El género no tiene importancia cuando eliges bien a los actores. Irela de Villers y Juan Carlos Colombo tienen mucha experiencia e imaginación. Como los grandes actores, no son fáciles, pues el verdadero actor cuestiona, imagina y al mismo tiempo se entrega con vulnerabilidad. Fue un deleite el proceso de trabajo. Incluso en las escenas más difíciles. Además, ambos actores detestan las peroratas. No son actores que te puedas chorear. Por estas razones volvería a trabajar con ellos, porque al final, todo en ellos es generosidad; no fueron pocas las veces que la cámara captó momentos maravillosos que no estaban en el guión. Y en el mismo sentido se encuentran Ari Brickman, Mauricio Isaac, Guillermina Campuzano, Laura de Ita y Arturo Vinales. Todos ellos Arte digital > FERNANDO MONTOYA >La Razón
gente de teatro, hay que decirlo. Todos, un deleite. Nocturno fue premiada en el UK Film Festival, ¿qué dan los reconocimientos a un filme? El premio nos ha honrado mucho. Las palabras que recibimos de los jurados fueron auténticas muestras de entusiasmo por la película. En mi opinión, los reconocimientos pueden traducirse en mejores condiciones o continuidad en el trabajo. Eso es lo más significativo. La vida de una película es algo inexplicable para mí. Dentro del festival fue inesperada la reacción frente al filme. Una espectadora se tapaba los ojos pero continuaba al pendiente. Al final, le pregunté por qué no se había salido y contestó que no podía, que se sentía fascinada por lo que sucedía en pantalla. Me gusta generar eso. ¿Te gusta ser identificado como parte del nuevo cine mexicano? No sé qué es el nuevo cine mexicano. De cualquier forma, no me gustan las etiquetas. ¿Qué visión tienes del movimiento actual e independiente de nuestro cine? Hay una buena oleada de directores que se abren paso en el mundo, así como una buena oleada de productores gandallas que están a las vivas para remodelar sus casas y despistar artistas. Hay una falta de rigor en los guionistas, pero muy buenos fotógrafos. ¿Qué es lo más difícil de dirigir cine? Lidiar con la mayoría de productores, quienes se presentan como buenos amigos. Son un compendio de frases hechas, prejuicios tallados en piedra y arrogancia. ¿A qué aspira Luis Ayhllón en su vida como creador? A tener continuidad y evolución en mi trabajo; hay muchos proyectos por delante. ¿Cuáles son los siguientes planes para la cinta y en tu carrera? Sería genial que Nocturno encontrara distribución en México. En mi carrera, aspiro a seguir escribiendo todos los días y desarrollando ideas, como he tenido la fortuna de hacer desde hace años.