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TRABAJO COOPERATIVO Y AUTOGESTIVO

El Fuelle Casa Cultural nació con un equipo integrado por muralistas, a la cabeza Nicolás Saavedra con Laura Saavedra, Alfredo Palacio, Nino Valdez, Pablo Vacazur y Lola Greatti que cuenta que “ellos conocían al dueño de la casa donde se inició El Fuelle que era Liquicho Arias, entonces la idea fue brindarle un homenaje y hacer un espacio cultural. Comenzamos a refaccionar la casa y el 30 de septiembre del 2018 la abrimos con feria, música en vivo, danza, clwon en el patio y usábamos algunas habitaciones para hacer talleres artísticos”.

En 4 años el equipo de trabajo se fue modificando y hoy está formado por 15 personas que cada una tiene sus roles definidos y son artistas de diversos lenguajes: música, cine, teatro, diseño gráfico, artes visuales, gastronomía, y también hay psicólogos y nutricionistas.

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La casa siempre se sostuvo a través de los talleres artísticos y los eventos, pero la fuente financiera principal es la cantina, en un trabajo por porcentaje de las entradas y lo mismo con los talleres. Caro cuenta que “lo que se recauda siempre empatamos, y ahora cada vez más; al principio con dos o tres eventos podíamos cubrir los gastos de la casa, pero hoy está terrible con la inflación, pero siempre mantenemos el espíritu de los precios accesibles, en comparación con los bares, y siempre pensando también en la alimentación consciente, sin maltrato animal”. otros espacios que se abrieron en bares de la ciudad pero que al ser bares tienen otros objetivos.

El equipo se reúne todos los lunes indefectiblemente para gestionar y organizar los eventos del fin de semana, armar la agenda, ver qué hay que pagar, es decir la organización base. En un trabajo cooperativo el grupo se divide en comisiones como Diseño y Comunicación, Escenario y Técnica, Administración. “Nosotras vivimos acá –dice Caro- y somos un poco como la cara de El Fuelle, pero en realidad son muchas personas las que trabajamos tanto en la gestión de redes, diseño, la cantina, el equipo técnico, cada uno en su rol; pero obvio si se necesita ayuda estamos todos ahí, como en los 17 meses que estuvimos encerrados por la pandemia y no teníamos cómo gestionar la plata para pagar el alquiler y cocinamos todos, hacíamos chipa, guisos, sopa paraguaya. Nuestro equipo se fortaleció y pudimos sostener la casa y volver a abrir fue posible por la fortaleza del grupo, teniendo en cuenta que muchos se quedaron en el camino y cerraron puertas, pero nosotros pudimos ampliar la red de contactos y en la pospandemia explotó todo”.

“Nosotros somos centros culturales”, dice Caro y enseguida aclara que El Fuelle se identifica más como casa cultural, no como centro, “por eso también buscamos una casa para seguir sosteniendo esa identidad, la palabra casa nos parece más acogedora, más hogar, nos lleva a eso”.

“El objetivo de la casa siempre fue brindar el espacio para artistas independientes, emergentes que puedan mostrar su arte y expresarse”, dice Caro cuando la charla avanzó hacia las actividades que aglutina El Fuelle. En ese espacio explotó la música urbana que había quedado un poco huérfano de lugar al cerrar Trambólico CultuBar, pero definitivamente –agrega Lolca- “el perfil de la casa fue abrir más la cancha para alojar a la disidencia, a la comunidad LGBTIQ +, y fuimos muchas veces sede de las marchas y fiestas de la comunidad, y eso nos distingue porque no hay otro lugar así”.

Y por eso no es casualidad que El Fuelle fue sumando a la disidencia a su equipo de trabajo, personas con diferentes identidades y orientaciones sexuales. Caro dice que “militamos y vivimos eso todos los días, por eso decimos que es una casa segura para la disidencia”. Y Lola agrega: “Siendo feministas nuestra forma de vida es así, tenemos un equipo conformado por diferentes identidades, tenemos un varon cis y militantes que acompañan las decisiones”, y tanto es que así surgió en ese lugar la primera la primera Cooperativa Cultural LGBTIQ + de Formosa.

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