calamar
Ernesto ChĂŠvere HernĂĄndez
ESTUDIO HISTÓRICO DE LAS ETAPAS DE LA
GLOBALIZACIÓN: PERSPECTIVAS Y RETOS ANTE UN FUTURO INCIERTO Segunda edición
Estudio histórico de las etapas de la globalización: perspectivas y retos ante un futuro incierto Ernesto Chévere Hernández Copyright © 2015 Ernesto Chévere Hernández Copyright © 2015 de esta edición: Calamar Calamar PO Box 9974 San Juan, PR 00908-0974 www.ink-calamar.com
Diseño, diagramación e ilustración de portada: José Hernández Díaz Fotos: Osvaldo Budet Meléndez Edición y corrección: Alexandra Pagán Vélez Corrección: Aida Guzmán
Hecho e impreso en Puerto Rico ISBN: 9 7 8 - 0 - 9 8 5 6 4 0 7 - 9 - 8
ESTUDIO HISTÓRICO DE LAS ETAPAS DE LA
GLOBALIZACIÓN: PERSPECTIVAS Y RETOS ANTE UN FUTURO INCIERTO Segunda edición
Ernesto Chévere Hernández
…único camino
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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ÍNDICE:
Nota del autor ..................................................................................................ix Presentación .....................................................................................................xi Introducción .....................................................................................................1 1- Globalización: breve explicación conceptual .........................................5 1.1. ¿Qué significa globalización? ............................................................8 1.2. Dimensiones de la globalización .....................................................11 1.3. Aspecto formal de la globalización .................................................14 1.4 Faceta capitalista y neoliberal de la globalización ..........................17 1.5. La “subpolítica” en la globalización .................................................24 2- Etapas de la globalización ........................................................................29 2.1. Primera etapa (1492-1800 ...............................................................32 2.2. Transición: hacia la segunda etapa de la globalización (Revolución Industrial) ..........................................................................39 2.3. Segunda etapa (1800–2000) ............................................................41 2.4 Transición: en la tercera etapa de la globalización ¿o hacia ella? (Revolución Tecnológica) ...............................................48
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3- Periodos de aceleración en la segunda etapa de la globalización ..............................................................53 3.1. Primer periodo de aceleración: (1870–1914) (aumento del comercio, laissez faire y patrón oro) .............................57 3.2. Segundo periodo de aceleración (1944–1973) (Bretton Woods) ......................................................................................63 3.3. Tercer periodo de aceleración (1991– presente) (Nuevas circunstancias y facetas determinantes de la globalización: ¿aceleración o transición?) ........................................70 4-La tercera etapa de la globalización: un futuro incierto......................79 4.1. La crisis económica: breve recuento histórico de su inicio ....................................................83 4.2. Crisis como síntoma mundial ........................................................85 4.3. Evolución de la crisis: mirada 5 años después ..............................92 4.4. Retos y conclusiones ........................................................................96 Bibliografía ...................................................................................................104
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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Nota del autor
En 2008 me aventuré a realizar y publicar una investigación sobre la
globalización y sus componentes. Este trabajo académico se encaminó a construir y promover el desarrollo de distintas propuestas alternas al actual sistema, capitalista y neoliberal, de la globalización. Un estudio histórico nos permitió distinguir la cualidad cíclica de la globalización y su capacidad de reinventarse una y otra vez. El resultado de todo ese análisis fue la primera edición de este libro.
Con la ayuda de Calamar he desarrollado esta nueva edición, con algu-
nos ajustes de corte ortográfico y con un pequeño análisis de la coyuntura actual. Esta edición no dista mucho de la primera, pero por su cualidad cambiante, la actualización de este tipo de análisis es necesaria. Les presento la segunda edición revisada y actualizada de Estudio histórico de las etapas de la globalización: perspectivas y retos ante un futuro incierto.
Prof. Ernesto Chévere Hernández San Juan, Puerto Rico
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Presentación
En el año de 1994, en la Selva Lacandona del empobrecido estado de
Chiapas, México, un grupo de hombres y mujeres encapuchados, se alzaron en armas contra el Estado Mexicano y elevaron su voz en un llamado de justicia para todos los pueblos y poblaciones marginadas. Su mensaje se difundió casi de manera simultánea por todos los rincones del orbe. Muy pronto, el mundo se enteró de que en México, las condiciones de pobreza y marginación poco coincidían con la imagen de un país que se proyectaba internacionalmente como un ejemplo de desarrollo y modernidad económica y política. Los años de deriva económica, se decía, habían quedado atrás; y se anunciaban nuevos tiempos de prosperidad y estabilidad política.
El asombro fue doble: primero, México, ejemplo de reestructuración
económica y disciplina neoliberal, tenía en la peor marginación y olvido a millones de indígenas, mientras celebraba su ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) –el grupo de los ricos– y su exitoso acuerdo con América del Norte para crear uno de los mayores mercados del mundo. Segundo, el movimiento zapatista utilizó
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como plataforma la Internet, símbolo inequívoco de la globalización, para difundir su mensaje y reivindicaciones, con lo que atrajo la atención y solidaridad de la sociedad civil local e internacional. Esta gestión le permitió muy pronto colocarse al resguardo de la mirada internacional como un interlocutor legítimo de frente al gobierno mexicano y no como un grupo criminal o sedicioso. No pocos reconocieron que la estrategia zapatista y su mensaje anunciaban un nuevo tiempo histórico definido por la era de la información, el neoliberalismo, y también por el malestar social generado por un sistema económico que nuevamente marginaba de la riqueza y del bienestar a millones de seres humanos. Estos hechos evidenciaban que México se globalizaba en lo económico y en lo informático; y años antes de las movilizaciones de los globalifóbicos y de los indignados, un movimiento social y armado se apropió de las tecnologías de la información para difundir su mensaje, convocar a los pueblos del mundo y reclamar un cambio en las políticas económicas y públicas inspiradas en el consenso de Washington (manifiesto del neoliberalismo).
Pocos años después, la ronda de negociación de la joven Organización
Mundial de Comercio (OMC) se vio asediada por un grupo nutrido y heterogéneo de manifestantes. En lo particular, las consignas de estos grupos tenían como común denominador el rechazo a las políticas comerciales diseñadas en el seno de dicha organización e instrumentadas por los Estados miembros; y en lo general, rechazaban la globalización, símbolo y paladín de las organizaciones internacionales como la OMC.
En 1997 se desató una crisis financiera internacional que se inició en
los países del sudeste asiático, en especial en Tailandia, Malasia, Corea, Filipinas e Indonesia, y que alcanzó a Rusia y América Latina. El bath (mo-
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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neda tailandesa) había cotizado durante diez años a 25 dólares, y de la noche a la mañana cayó un 25 por ciento. Pronto la crisis se propagó entre muchas de las economías del sudeste asiático y disparó las alarmas en el resto del mundo. Como señala Robert Gilpin (2003): la crisis fue en parte el resultado de la globalización y de la transformación de la naturaleza de las finanzas modernas, es decir, de la escalada absoluta de los movimientos financieros internacionales, en especial de los flujos de inversión especulativos, la creciente velocidad de estos movimientos a través de las fronteras nacionales y su alcance global. (p. 173)
Las instituciones financieras internacionales y los gobiernos de las eco-
nomías afectadas, desarrolladas y emergentes se apresuraron a responder a la emergencia y crearon el G-20, un mecanismo informal de concertación caracterizada por reunir países desarrollados y economías emergentes a nivel ministerial.
Estos hechos, en retrospectiva, nos dan una idea de las rápidas y radi-
cales transformaciones en el mundo. Presenciamos nuevas estrategias de movilización social, creciente interdependencia económica, Revolución Tecnológica, y los asomos de un modelo económico que mostraba ya sus insuficiencias, inequidades y dudas.
Llegó el 2008 y el mundo vivió uno de sus episodios más inciertos y
sorpresivos. El mercado hipotecario y crediticio de los Estados Unidos provocó una crisis financiera y económica de cobertura global. Dicha disrupción financiera produjo la recesión económica más severa de los últimos 80 años. La crisis financiera se extendió velozmente a casi la totalidad de las economías, sin control ni poder suficiente que la contuviera, mostró así
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el lado más oscuro y pernicioso de la globalización. Casi ningún país ha escapado de sus efectos nocivos, en especial las economías desarrolladas del bloque occidental, y algunas economías emergentes (entre ellas, México). Su virulencia y contagio se manifestaron severamente en el desempeño del comercio mundial. Se atisbaron terribles consecuencias humanas, como cuando el Banco Mundial estimó que más de 50 millones de personas, en particular mujeres y niños, habían caído en la pobreza extrema y que hasta el 2015 la crisis dejará entre 200,000 y 400,000 más niños muriendo cada año. Así se ve la génesis, el avance y las penosas consecuencias económicas y sociales de la crisis, tales como la recesión económica, la contracción del comercio mundial, y la “bancarrota” de algunos estados. Mientras otros se enfrentan a una debacle, el deterioro sensible del nivel de vida de millones de personas, el desempleo, la desesperanza y la indignación social, proyectan una enorme sombra sobre el modelo económico neoliberal y la gestión o gobernanza del actual sistema económico internacional; e incitan a un replanteamiento urgente.
En estos momentos de crisis global, el trabajo de exploración histórica
que aquí tengo el honor y la alegría de presentar resulta de sumo valor para entender lo que sucede y encontrar alternativas de salida a la crisis. El profesor Ernesto Chévere Hernández nos introduce en su libro, Estudio histórico de las etapas de la globalización: perspectivas y retos ante un futuro incierto a uno de los temas más controvertidos de las últimas décadas: la globalización. Dicha controversia, se debe a que el tópico y sus matices distintivos se diluyen en otros procesos de semejante naturaleza como son el colonialismo, la mundialización y el imperialismo.
No existe un consenso universal entre los teóricos sociales que esta-
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blezca en qué momento inició la globalización y qué la distingue de otros procesos históricos. Algunos sitúan su inicio en los viajes de Colón y el descubrimiento y la conquista de América; otros, en la expansión mundial del capitalismo financiero e industrial de la mano del imperio británico y otras potencias europeas en el siglo XIX; y otra versión lo sitúa en la aparición de la bomba nuclear y el enfrentamiento bipolar de la Guerra Fría que podía desatar una conflagración lo suficientemente destructiva para aniquilar al mundo en su conjunto. Asimismo, hay quienes lo fijan en las postrimerías del siglo XX con la caída del muro de Berlín, el fin del antagonismo militar e ideológico de las potencias soviética y norteamericana, y con la Revolución Tecnológica de la información –fibra óptica, telefonía celular, satélites, Global Positioning System (GPS), computadoras e Internet. Además, la progresiva masificación y el abaratamiento del transporte de mercancías que anuló casi por completo las dimensiones del espacio y el tiempo, inauguró conjuntamente con estos hechos una era marcada por la instantaneidad y por el triunfo ideológico de la democracia liberal como único modelo universal “deseable y viable” de convivencia social y organización política y económica.
Chévere Hernández, en este abierto e imperioso debate, sitúa el inicio
de la globalización en el mutuo descubrimiento de la cristiandad occidental y de las civilizaciones prehispánicas. Según el autor, en ese momento se reduce por primera vez la escala mundial a dimensiones conocidas. A partir de este evento, la humanidad inicia un proceso integrador de talla global. Es así como el autor propone y defiende con meridiana claridad, que la globalización es un proceso inacabado de integración y que se ha desarrollado en etapas marcadas por las revoluciones tecnológicas
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–la industrial y la informática– y por la expansión de las actividades económicas –producción, distribución, comercio y consumo– más allá de las fronteras nacionales y regionales. Este proceso de integración y “encogimiento” del mundo ha generado unas redes de contactos e interacciones sociales, económicas y culturales que atraviesan el globo y que afectan directa o indirectamente la vida cotidiana de las sociedades y los individuos.
El autor pone a la disposición de sus lectores un recorrido lúcido y
esclarecedor de lo que él denomina: la historia de las etapas de la globalización. En un primer momento, define el concepto de globalización y establece las dimensiones sociales, políticas, económicas y culturales que la caracterizan. Para Chévere Hernández la globalización es un proceso que irreversiblemente encoge el mundo impulsado principalmente por la integración económica de las regiones del globo y acelerado por las revoluciones tecnológicas, y que a su vez, es ideológicamente moldeable y dirigible. No obstante, dicho proceso irreversiblemente encoge al mundo. En este tenor, la globalización, como fuerza integradora y reductora de las dimensiones del tiempo y el espacio, afecta la economía (lo vemos en el aumento del comercio internacional y los flujos de inversión y capitales, así como en la deslocalización de los procesos de producción), y también la cultura, el trabajo, y el medioambiente, todos ellos marcados por una naciente conciencia de pertenencia de las sociedades a un solo mundo, mercado o civilización. Las catástrofes naturales y las amenazas medioambientales se informan de manera casi instantánea y afectan, en muchas ocasiones, a gran parte del mundo. Las sociedades no afectadas por las catástrofes naturales y las guerras civiles se organizan en un gesto de solidaridad internacional para solventar las afectaciones y apoyar a los
Estudio histórico de las etapas de la globalización xix
grupos y pueblos asediados por la muerte y la destrucción. Las amenazas al medioambiente escalan más allá de los ámbitos domésticos y se exige la cooperación de actores estatales y no estatales, locales e internacionales para su solución. Las crisis económicas locales, pronto se propagan a otras regiones, y en ocasiones, como la que hoy vivimos, perturban el desempeño de la economía mundial. Las industrias locales del entretenimiento –cine, radio y televisión– y de la información alcanzan audiencias globales y se enriquecen en un proceso de asimilación e influencia recíprocas. No obstante, para llegar aquí y entender sus orígenes, Chévere Hernández nos propone una mirada retrospectiva que nos remonta a la conquista europea de América, para luego explorar con ojos de historiador el desarrollo de los siguientes tres siglos hasta la Revolución Industrial, y de allí,–organizando y explicando los hechos históricos más relevantes– hasta el nuevo siglo.
Dicho proceso, como se puede ver, ha contado con dos etapas históri-
cas y nos hallamos en este momento en la transición de una nueva etapa que coincide con una severa crisis económica internacional. La primera etapa se caracterizó por la expansión del comercio trasatlántico, el dominio colonial de Occidente en América y el nacimiento del capitalismo mercantilista. Los grandes estados modernos dirigieron el proceso integrador en función de sus intereses económicos y de sus preferencias ideológicas y espirituales.
En la segunda etapa, Chévere Hernández destaca la Revolución Indus-
trial que afectó la estructura política, económica y demográfica de las sociedades europeas. Los desarrollos tecnológicos de esta etapa significaron un aumento exponencial de la capacidad de producción de las economías que se industrializaban dando paso a una economía basada en la produc-
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ción masiva, en el afán de lucro, el espíritu individualista y la remoción del Estado como rector de la economía. Modelo que pronto se propagó en otras partes del mundo. Esta nueva capacidad de producción repercutió en la demografía de las recientes sociedades industrializadas. La nueva economía demandaba mano de obra que se hallaba en el sector de la agricultura, la cual había sufrido también una inusitada eficiencia productiva dejando bolsas de población al servicio y aprovechamiento del sector industrial. Las tasas de mortalidad cayeron, aumentaron las expectativas de vida y con ello la presión demográfica impulsó las migraciones internacionales trasatlánticas. Sucedieron dos desplazamientos poblacionales. Uno interno, del campo a las ciudades que se colocaban como los centros neurálgicos de la nueva economía industrial y financiera, y otro de costa a costa del Atlántico. Esta segunda etapa, Chévere Hernández la divide en tres periodos determinados por momentos de expansión e integración económica, e interrumpidos a su vez, por contracciones del comercio y la inversión internacionales. La etapa se cierra coincidiendo con la crisis financiera del 2008 que arroja una interrogante sobre el devenir de la globalización y en especial sobre su componente ideológico, el neoliberalismo.
En esta etapa o transición, siguiendo la proposición teórica del autor,
abundan las metáforas que pretenden explicar esta realidad. Se habla de, por citar algunas imágenes, spaceship earth, aldea planetaria, fábrica mundial, mercado global y sociedad-red, cada una de acuerdo con el enfoque, connotación o énfasis económico, político o sociológico que presenten; pero que apuntan a una transformación radical en la escala, intensidad y dimensión de las interacciones sociales, y a sus implicaciones agudas en el devenir de las sociedades e individuos. Por primera vez, las sociedades y
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organizaciones políticas se afectan y condicionan a una escala universal. Como apuntan Held y McGrew (2003): La globalización remite a un cambio o transformación en la escala de la organización humana que enlaza comunidades distantes y expande el alcance de las relaciones de poder a través de regiones y continentes de todo el mundo. (p. 7)
El intercambio comercial es hoy mundial, y la producción y distri-
bución se organizan en espacios nacionales y regionales distintos; se ha constituido en las últimas décadas un sistema financiero de escala global, definido por un flujo casi irrestricto y altamente activo de capitales transnacionales que opera las 24 horas los 365 días del año, trastoca en su curso las políticas económicas de los estados. La nueva tecnología informática permite el intercambio de información de manera instantánea e ilimitada, cuenta los hechos en tiempo real en cualquier punto del orbe y difunde ideas, hábitos y gustos más allá de los particularismos locales y regionales. El Estado-Nación como forma dominante de organización política y fuente portentosa y casi única, hasta ahora, de identidad, está siendo discutido y severamente cuestionado. Los gobiernos se ven rebasados ante la aparición de situaciones, realidades y fenómenos que escapan a sus instrumentos tradicionales de control y dominio de naturaleza “territorialista”. En suma, una nueva realidad apareció en el horizonte de la historia humana y está llamada a cambiar definitivamente los antiguos conceptos y paradigmas con que las sociedades humanas explicaron y organizaron su entorno y su destino. Como lo señaló en su momento el exsecretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger (1995):
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…las relaciones internacionales se han vuelto por primera vez auténticamente globales. Las comunicaciones son instantáneas; la economía mundial opera de manera simultánea en todos los continentes. Ha aflorado todo un conjunto de problemas a los que solo se puede hacer frente en escala universal, como la proliferación nuclear, los problemas ambientales, la explosión demográfica y la interdependencia económica. (p. 18) Chévere Hernández nos explica el desarrollo histórico de la globalización, su naturaleza moldeable e irreversible, y propone, en un momento de crisis, un serio replanteamiento del actual estadio de la globalización que arroja más perdedores que ganadores. Este fenómeno ha estado dominado por un proyecto económico y político diseñado en Washington y ha favorecido, es obvio decirlo, a los intereses de la superpotencia norteamericana y sus aliados trasatlánticos, particularmente. En sí, Chévere Hernández juzga negativamente la presente etapa o transición de la globalización, pero deja muy en claro que en sí misma no es intrínsecamente negativa. En esto coincide con célebres economistas como Joseph Stiglitz y Dani Rodrik, quienes ponen el énfasis en la gobernanza del proceso y su reforma. Las críticas están dirigidas a denunciar la falta de democracia de los nuevos actores internacionales no gubernamentales y gubernamentales y el reparto desigual de sus beneficios y costos. De tal suerte, que el propósito en esta coyuntura es hacerla más justa y democrática.
La escala y profundidad de la crisis económica y sus nocivas ramifica-
ciones; los recursos institucionales existentes y su cuestionable legitimidad; las asimetrías de poder entre los actores del sistema y la aparición inobjetable de nuevos polos de poder; todos estos hechos obligan a los
Estudio histórico de las etapas de la globalización xxiii
miembros de la actual sociedad internacional a la revisión, búsqueda y construcción de nuevas alternativas de organización política y económica, y de mecanismos de cooperación internacional a los ya existentes. Como se puede apreciar, la tarea es monumental y desafiante debido a las características de la actual sociedad internacional: el número y la heterogeneidad de los Estados (demografía, riqueza y poder militar, tradición jurídica, régimen político, identidad y cultura); la característica estructural del sistema internacional (una sociedad sin gobierno, descentralizada y multipolar, al menos en lo económico); la emergencia de nuevos actores no estatales con capacidades cada vez más notables de poder e influencia; las múltiples amenazas como el terrorismo de todo signo, el calentamiento global, el crimen organizado transnacional, las crisis financieras recurrentes, la inestabilidad política crónica de numerosos países y regiones y los variados intereses económicos y geopolíticos en juego. Todas las sociedades cambian, y la sociedad internacional no es una excepción. Se puede decir, con cierta cautela, que nos hayamos en el curso de un cambio cualitativo de las estructuras económicas y políticas del orden internacional originado al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La reciente crisis financiera y económica da cuenta pues de una etapa inédita en la evolución de la globalización que nos demuestra que los destinos de los pueblos y las naciones están atados como nunca, y como nunca, los riesgos y desafíos para el total de la humanidad fueron tantos.
Podemos estar o no de acuerdo con el planteamiento que nos ofrece
este libro, pero de lo que no tengo duda es que su trabajo se suma a otros importantes esfuerzos para esclarecer los tiempos que nos tocan vivir, con rigor intelectual, claridad y destreza expositiva que humildemente aconse-
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jo revisar con detenimiento de cara al futuro que se avizora, como bien lo apunta Ernesto Chévere Hernández, incierto y desafiante. Prof. Mtro. José Manuel del Toro Torres Profesor asociado Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente Universidad Jesuita de Guadalajara. Guadalajara, México
Referencias Gilpin, R. (2003). El reto del capitalismo global. La economía mundial en el siglo XXI. México: Océano. Held, D. y Mc Grew, A. (2003). Globalización/antiglobalización: sobre la re-construcción del orden Mundial. Barcelona: Paidós. Kissinger, H. (1995). La diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica.
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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Introducción
La globalización, como fenómeno que encoge la talla del mundo, dista
mucho de ser un hecho moderno. Las civilizaciones más poderosas a través de toda la historia han buscado la manera de dominar los espacios conocidos por el ser humano. Sin embargo, fue solo a partir del 1492, con la llegada occidental al continente americano, cuando en definitiva se reduce la escala mundial a dimensiones conocidas. Desde ese momento se toma conciencia de las dimensiones reales del globo y comienza un proceso de integración que llega hasta nuestros días. Determinar este proceso puede resultar de suma dificultad en términos de su estructuración objetiva en algún momento histórico en particular. Actualmente hay una diversidad considerable de opiniones y teorías que intentan definir la globalización y estructurar las distintas etapas que la componen, así como sus auges y descensos. En las siguientes páginas definiré la globalización y propondré una estructuración coherente sobre las etapas que la componen, así como analizaré los momentos que han sido más trascendentales en su historia y que la han logrado desarrollar.
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Actualmente estamos comenzando una nueva etapa en la globalización
de la mano de la Revolución Tecnológica que nos ha permitido que las interacciones internacionales –desde económicas hasta sociales– sean más eficaces. Pero, ¿qué supone la coincidencia entre el inicio de una nueva etapa en la globalización y la desaceleración de dicho proceso marcado por una crisis económica del capitalismo? La gran interdependencia que existe actualmente en el mundo, y que no presenta indicios de reducción, nos obliga a repensar la globalización, a proponer métodos para reestructurarla teóricamente, y así contrarrestar el mal que puede causar una crisis económica internacional.
La globalización tiene aspectos positivos y negativos, y dependiendo
de la óptica con la que se mire, priman unos u otros. Sin embargo, independientemente de sendas posiciones, su irreversibilidad es una cualidad intrínseca e inarraigable. Se puede odiar con vehemencia infinita la globalización, pero plantear su desaparición o erradicación es abogar por un supuesto inalcanzable. Más que estar en contra de la globalización, se deben plantear alternativas que contribuyan a su mejoramiento, y para esto es necesario primero comprender los aspectos positivos y negativos que la componen.
Nos encontramos en un periodo crucial: un momento de transición
hacia una nueva etapa del proceso de la globalización y la crisis actual se presenta como un momento idóneo para plantearnos su reajuste. Esta crisis que nos aqueja ha obligado un estudio del sistema económico internacional para la elaboración de estrategias que nos ayuden a salir de ella. Mi intención es, más que poner parchos a un sistema que se muestra débil, puntualizar que debemos reestructurar el sistema de la globalización
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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y defender que en efecto es posible modificarla. Dicha transformación se puede lograr solo sobre los cimientos del actual proceso globalizador, por lo que es necesario estudiar su desarrollo y entenderlo.
Este trabajo pretende ser un marco teórico que defienda la posibilidad
y la necesidad de que hace falta un cambio verdadero, para posteriormente trabajar sobre dicho supuesto. Además, busca ser una herramienta didáctica para el estudio de la globalización y sus procesos tanto para quienes se enfrentan al término por vez primera, como para expertos. Me interesa sobre todo que el principio que planteo en este trabajo estimule a otras personas en la elaboración de propuestas para solventar la actual crisis y crear las condiciones necesarias para la posterior creación de un mundo más justo, participativo y mejor para todas y todos. Esperemos que así sea.
Globalizaciรณn:
breve explicaciรณn conceptual
Estudio histórico de las etapas de la globalización
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A
ctualmente hay diversos conceptos incomprendidos en el mundo. Por ejemplo, cuando hacemos referencia a un “americano” solemos recurrir directamente en nuestro imaginario colecti-
vo a un estadounidense. Este error gravísimo parece estar generalmente aceptado puesto que lo vemos en periódicos, revistas y sale de boca de importantes personalidades del ámbito internacional. Si bien es cierto que Estados Unidos de América (EE. UU.) es la mayor potencia mundial y, por tanto, evidentemente la mayor potencia americana, esta no es razón para prescindir del resto de las naciones que componen el rico continente americano. Un americano es aquel que proviene del continente de América, sea del norte, centro o sur. El gentilicio correcto para referirse a aquel proveniente de los EE. UU. es estadounidense.
La globalización es también un término generalmente incomprendido.
Cuando nos referimos a ‘la globalización’, suele pensarse en una asimilación global al modelo estadounidense, vinculado al neoliberalismo y al capitalismo. Así pasa a ser uno de esos conceptos incomprendidos en nuestra historia contemporánea.
La globalización está entrelazada con nuestro diario vivir y es impres-
cindible comprenderla para poder juzgarla acertadamente. Por esta razón
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Globalización: breve explicación conceptual
es necesario eliminar las distorsiones que puedan conducir a una concepción errónea del término. Existe un sinnúmero de definiciones muy distintas entre sí que distinguen sus cualidades y conceptos claves. Cada investigador le otorga un matiz particular a la definición que elabora de acuerdo con su análisis, ideología o experiencias. A continuación deconstruiré algunas definiciones para conceptualizar de modo que se adecúe a la situación actual y sirva de punto de partida para el desarrollo de los siguientes capítulos.
1.1. ¿Qué significa globalización? El término ‘globalización’ alude conceptos como ‘interdependencia global’, ‘sistema mundial’, ‘aldea global’, entre otros, cuyos orígenes se remontan al trabajo de intelectuales del siglo XIX como Karl Marx y sociólogos como Saint-Simon. Estos teóricos reconocieron que la modernidad estaba, poco a poco, integrando al mundo (Held, 2003). Sin embargo, aunque mencionan el fenómeno, no lo definen de manera concreta.
Para la elaboración de una definición específica del término ‘globaliza-
ción’ miraremos diversas fuentes que nos ayuden a concretizar el concepto. Tomaré como punto de partida las definiciones de algunos de los diccionarios de la lengua española más conocidos y generalmente aceptados, además de las definiciones de algunos autores. El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la globalización como la “tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales”. Esta definición aunque menciona la expansión de los mercados y de
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la empresa, no alude a las sociedades ni las redes de comunicación que funcionan como elemento integrador. Por otra parte, el Diccionario de Ciencias Sociales, Gran VOX, nos presenta una definición más atinada de la globalización: “el proceso por el cual la población mundial se integra crecientemente en un único sistema económico y social, haciendo que la vida de las personas esté cada vez más influida por actividades y acontecimientos que suceden en contextos sociales distintos y lejanos a los de la vida cotidiana”.
El investigador Guillermo de la Dehesa en su libro Comprender la glo-
balización (2000) la define como “un proceso dinámico de creciente libertad e integración mundial de los mercados de trabajo, bienes y servicios, tecnología y capitales” (p. 18). De la Dehesa defiende que la globalización está basada en ciertas libertades inarraigables –de comerciar con el resto de los países del mundo y aprovechar las ventajas comparativas de cada uno; de invertir los capitales donde tengan mayor rendimiento; de establecerse en el país que se desee. Por su parte, Carles Casals (2001), crítico de la globalización, la define como “un proceso económico con consecuencias sociales, culturales y políticas, que, basado en el lucro, quiere convertir el planeta en un espacio para el libre flujo de mercancías, capitales y servicios, desdeñando cualquier barrera administrativa y enfrentándose abiertamente a estas donde las hubiera” (p. 16). El concepto globalización ha sido utilizado principalmente para describir algunos aspectos claves en la economía internacional. Precisamente, Jagdish Bhagwati (2005) se centra de modo exclusivo en el aspecto económico e indirectamente apunta una variedad de dimensiones que la integran. Según Bhagwati, la globalización supone la integración de las economías nacionales en la economía inter-
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Globalización: breve explicación conceptual
nacional mediante el comercio, la inversión extranjera directa, los flujos de tecnología y los flujos de capital, de trabajadores internacionalmente y de recursos humanos en general. Desde el paradigma social, David Held (2003) señala que: la globalización designa la escala ampliada, la magnitud creciente, la aceleración y la profundización del impacto de los flujos y patrones transcontinentales de interacción social […] La globalización remite a un cambio o transformación en la escala de la organización humana que enlaza comunidades distantes y expande el alcance de las relaciones de poder a través de regiones y continentes de todo el mundo. (p. 13)
Estas definiciones nos ofrecen claves para un entendimiento general
de la globalización. Podemos decir que la globalización es un proceso que aspira a una integración global que sobrepase las fronteras nacionales a través de ciertas libertades. Con este proceso de creciente integración, las vidas de las personas están cada vez más influenciadas por acontecimientos que suceden en contextos sociales distintos a los de su vida cotidiana.
La definición que acabo de elaborar explica básicamente qué es la glo-
balización en general y pretende ser un punto de partida. En definitiva, al hablar de globalización podemos hacer alusión a un dominio relativo del tiempo y el espacio. Claro está, el dominio total y absoluto no ha sido alcanzado, aunque las dimensiones mundiales se han reducido dramáticamente en comparación con momentos históricos anteriores. Por ejemplo, una travesía transatlántica que podía tomar un mes ahora es realizable en apenas 8 horas. Thomas Friedman en La tierra es plana (2006) explica este fenómeno como el “encogimiento” integrador de la talla del mundo.
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1.2. Dimensiones de la globalización
La globalización es un concepto que se consolida prácticamente en la
totalidad de nuestras relaciones interpersonales y de modo evidente en las internacionales. Por esta razón es importante distinguir entre los distintos tipos de globalización que existen y apartarnos de la concepción de que es solo un fenómeno económico, puesto que estaríamos obviando todas las demás dimensiones que la sostienen como fenómeno internacional. A continuación analizaremos brevemente algunas de las dimensiones que constituyen la globalización, según las plantea Ulrich Beck en su libro ¿Qué es la globalización? (1998), y cómo estas se entremezclan con nuestro diario vivir.
Las fronteras estatales son un coladero cuando nos referimos al espa-
cio de la comunicación global. Resulta casi imposible que los Estados se den las espaldas los unos a los otros –aunque algunos estados aún ejercen el control casi absoluto de los medios de comunicación a nivel interno. La soberanía estatal con relación a la información como parte íntegra de la soberanía política de un país se disipa con rapidez. No encontramos una frontera real ante este fenómeno. En el momento en que ocurre algún evento en cualquier parte del mundo y nos enteramos en tiempo real, dado a una red trascendente de información global simbolizada por los satélites, podemos referirnos a que nos encontramos ante la globalización informática.
Cuando se escenifica un problema ambiental que adolece de soluciones
concretas por parte de los estados, nos encontramos ante una situación que repercute y trasciende las fronteras nacionales. Que el daño ocurrido
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Globalización: breve explicación conceptual
sea ambiental le otorga inmediatamente un matiz internacional. La contaminación, el calentamiento global, entre otros problemas ambientales, no conocen fronteras y por esta razón hace falta la acción concertada por parte de la sociedad internacional. Las cumbres con este respecto han demostrado ser poco efectivas porque cada estado y región requiere de un tratamiento distinto. De esta manera se hace evidente la necesidad de negociaciones multilaterales compuestas por actores sociales e internacionales que contribuyan a la crítica y posterior puesta en acción de un sistema de contingencia que logre solventar esta situación. Este proceso de emancipación ambiental que pasa desde la producción, el consumo, la arquitectura e incluso, la política de transportes, lo podemos denominar como globalización ecológica.
Una nueva forma del quehacer económico se ha escenificado a nivel
internacional. Me refiero a la economía virtual de corrientes monetarias transnacionales, cada vez menos deudora del ámbito material y cada vez más inclinada hacia los sistemas informáticos y de la información en general (Beck, 1998). Estos aspectos especulativos o instrumentos financieros traspasan los controles estatales prácticamente inadvertidos, incluso hurtan a las economías nacionales de sus propios cimientos sin que exista un sólido marco reglamentario que regule estas economías transnacionales o globales de una manera efectiva. A este proceso de transnacionalización de la empresa y flujos económicos (por ejemplo, Amazon, Ebay…), que inevitablemente produce el debilitamiento de la institución soberana del Estado en la medida que burla algunos controles estatales como lo pueden ser los impuestos en aduana, le nominamos globalización económica.
Los puestos de trabajo se están exportando. Así se pueden contratar
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empleados en cualquier parte del mundo donde, a través de las telecomunicaciones, su labor beneficie otra parte del mundo. “Así como se organizan algunos viajes internacionales de manera que se puede disfrutar de la primavera en los distintos continentes, así también se podrán repartir teóricamente procesos de trabajo y de producción en todo el globo terráqueo, pagados a la tarifa más baja, y sin embargo, consiguiéndole el rendimiento deseado en el plano de la colaboración” (Beck, 1998: 19). Entonces piezas de productos, por ejemplo, pueden fabricarse en lugares distintos, y el ensamblaje final llevarse a cabo en un tercer lugar que muy bien puede no tener el más mínimo vínculo con los primeros, más allá que la conformación del proceso de producción. Esta dimensión es la globalización de la cooperación del trabajo respecto a la producción.
Cuando un artista no occidental logra insertarse en el mercado musical
de occidente, vemos un efecto de la globalización que avanza en sentido contrario. En este caso se dota a distintas culturas musicales regionales con la capacidad de influir y obtener audiencias a nivel planetario. Cuando apreciamos este fenómeno, que no solo abarca el ámbito musical, sino el artístico en general y otros aspectos de la vida cotidiana de estados y regiones, cabe hacer alusión a una globalización cultural.
Con estas distinciones expuestas (sin intención de ser excluyentes o
definitivos) es evidente la necesidad de precisar las dimensiones de la globalización. Estas depuraciones demuestran que hacer alusión a la globalización como un mero proceso económico puede caer en la trivialidad, reduce el concepto y eso contrarresta la influencia que este fenómeno tiene sobre las distintas facetas que componen el diario de las sociedades y nuestras vidas.
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1.3. Aspecto formal de la globalización
La globalización en esencia es amorfa, pero moldeable. No tiene ideo-
logías específicas, pero contiene gran capacidad de absorción ideológica. No tiene un fin en sí misma, pero toma la dirección que se le otorgue. A través de su historia la forma, la ideología y la dirección que la han caracterizado no las ha llevado de manera intrínseca.
Desde los comienzos de la globalización en 14921, se han acortado las
distancias y reducido las dimensiones del mundo de manera progresiva. Esto, en esencia, no es una mala cualidad. Actualmente, gracias a este fenómeno, podemos conocer lo que está pasando alrededor del mundo en tiempo real; transportarnos a cualquier parte del hemisferio de manera más efectiva que hace apenas un siglo; comunicarnos con personas en casi cualquier rincón del planeta; e incluso, enfrentar problemas que aquejan a nuestra sociedad y que en otros tiempos no era posible tan siquiera enterarse.
Sin embargo, desde los comienzos de la globalización, aquellos estados
con mayor capacidad, económica y bélica principalmente, lograron moldear los procesos de globalización a su favor. Al ser moldeable, la globalización toma la forma que se le otorgue, y quien lo haga será entonces una potencia. No cabe duda que los mayores beneficiarios de la globalización en su inicio fueron los estados europeos que colonizaron los nuevos horizontes encontrados, por lo que una definición de globalización elaborada
Este supuesto se abordará en el siguiente capítulo cuando se propone una fecha de inicio a la globalización.
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en esa época de los siglos XVI-XIX probablemente parte de la colonización como concepto definitorio.
Así, la globalización se ha desarrollado como un proceso profunda-
mente divisivo; una proporción sustancial de la población mundial está excluida de sus beneficios y, en consecuencia, es un concepto vigorosamente disputado. La irregularidad de la globalización impide que se experimente de forma uniforme en todo el planeta (Held, 2003). Las nuevas tecnologías han hecho avanzar la globalización al tiempo que la han ido transformado al dotarla de las cualidades del Estado o grupo de estados que dominan el panorama mundial. Es decir, ha sido una herramienta cambiante, pero útil y aprovechada por aquellos estados más fuertes y dominantes a través de la historia para expandirse de manera más efectiva y contundente.
Con el fin de la Guerra Fría y por consiguiente, de la era bipolar, se
escenificó un gigante que había estado presente en el mundo durante el siglo XX, pero que su presencia será ahora mucho más protagónica y hegemónica. Con el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dejó de existir un contrapeso que balanceara ideológicamente al mundo. EE. UU. se posicionó como poder único e incuestionable en la vida internacional. Aunque desde la Guerra Hispanoamericana de 1898, EE. UU. apareció en la escena internacional como una gran potencia, no fue hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando comenzó a utilizar la globalización para exportar su imagen y modelo –económico, político y social– alrededor del mundo. El “American Dream” se convirtió en el anhelo de aquellas sociedades menos desarrolladas, no democráticas e incluso de muchas occidentales. Ahora bien, no será hasta el 1991 cuando verdaderamente EE. UU. se posicione como potencia hegemónica sin paralelos
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ni contrapesos en cuestión de poder e influencia a nivel global. Es entonces cuando la globalización adquiere las cualidades estadounidenses. Si bien es cierto que en la década de 1980 se comenzó a exportar el modelo neoliberal defendido principalmente por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y que Chile experimentó con él luego del golpe de Estado de 1973, no es sino hasta la década de 1990 que su propagación global será más efectiva. Entonces desde 1991, EE. UU., sin contrapeso y con el matiz de mayor potencia mundial, será quien moldeará, dirigirá y otorgará su propio carácter ideológico a la globalización.
Ya se han precisado dos asuntos: 1) L a globalización es integradora y reductora de las dimensiones mundiales en cuestión de tiempo y espacio. 2) La globalización toma la forma que le otorgue quien la dirija, que será por lo general, una potencia.
Si tomamos la globalización actual y la deconstruimos, resaltan dos
particularidades que han pasado a entenderse como sus cualidades intrínsecas. Primero, la globalización es económicamente capitalista, y segundo, es políticamente neoliberal. El carácter capitalista ha merodeado en la globalización desde finales del siglo XVIII, inicialmente como un sistema mercantilista2, pero ha sido más bien una cualidad subyacente y no una característica propia. El capitalismo ha sido un componente intermitente de la globalización, que incluso ha tenido que compartir protagonismo con
Concepto creado por el escocés Adam Smith en el siglo XVIII y que sentó las bases para el modelo capitalista. Se explicará su desarrollo en el siguiente capítulo.
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el socialismo durante gran parte del siglo XX. Pero ahora, sin contrapeso y promovido por el neoliberalismo, asumirá un rol protagónico exclusivo. El neoliberalismo nació del liberalismo decimonónico, y considera contraproducente el intervencionismo del Estado en las cuestiones principalmente económicas. Promueve el libre mercado capitalista y la privatización del sector público. La década de 1990 fue testigo de su propagación mundial como modelo económico-político impulsado por los EE. UU. De esta manera, el capitalismo y el neoliberalismo son los pilares que han conformado el andamiaje formal de la globalización desde principios de los noventa. Es por esta razón que se considera la globalización como promotora del modelo estadounidense, capitalista y neoliberal. ¿Qué se pensaría sobre la globalización si la URSS hubiese ganado la Guerra Fría? ¿Serían sus detractores sus actuales defensores y viceversa? La capacidad de absorción de la globalización le ha proporcionado su cualidad actual, y al ser moldeable, puede cambiar nuevamente sus características en cualquier momento. De esta manera, definir la globalización como neoliberal y capitalista sin plantear que esa es su cualidad actual y no su cualidad intrínseca es un grave peligro. ¿Cambiaremos la definición de la globalización cada vez que se escenifique una nueva potencia y exporte su modelo? Si fuese así, nuestra Ciencia carecería de integridad intelectual.
1.4 Faceta capitalista y neoliberal de la globalización
Como se puntualizó en la sección anterior, las cualidades capitalistas
y neoliberales de la actual globalización son rasgos no intrínsecos, pero palpables, que solo permean en este sistema según lo adelanta EE. UU. con
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la ayuda de algunos otros Estados, sin el contrapeso ideológico a partir del fin de la Guerra Fría. Esto quiere decir que la globalización no es neoliberal y capitalista de manera intrínseca, rígida e inmovible, sino que ese ha sido el sistema que le ha sido otorgado por el estado más poderoso en este momento histórico, así como en otros momentos históricos ha tenido otros sistemas que probablemente han sido percibidos como su cualidad intrínseca permanente. Considerando esta aseveración, es indispensable deconstruir la globalización en cuestión sistemática para comprenderla mejor. En Camino de servidumbre (1986), Friedrich Hayek ataca ferozmente las limitaciones a los mecanismos del mercado por parte del estado, catalogadas como amenazas a las libertades económicas y políticas. Este libro muestra los primeros vestigios del neoliberalismo. Surgió como reacción teórica y política contra el estado benévolo e intervencionista, apuntando inicialmente al Partido Laborista, perfilado a ganar en las elecciones inglesas de 1945. Tres años más tarde, en 1947, Hayek convocó una reunión en Mont Pélerin, Suiza con aquellos que de alguna manera u otra compartían su orientación ideológica, y recibió personalidades internacionales reconocidas como Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, entre otros. Entre adversarios del estado de bienestar y enemigos del New Deal estadounidense, se fundó allí la Sociedad de Mont Pélerin.
La Sociedad de Mont Pélerin tenía como propósito expreso combatir el
keynesianismo3 para preparar otro tipo de capitalismo para el futuro. Sin Véase la teoría presentada por John Maynard Keynes en su libro Teoría general del empleo, el interés y el dinero (2002) que busca cómo estimular la economía en tiempos de crisis. Fue criticado por verse como una mirada al modelo socialista para reimpulsar el
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embargo, el capitalismo comenzaba a pasar por un gran auge y la globalización por un proceso de aceleración4 durante las décadas de 1950 y 1960, con lo cual las advertencias neoliberales traídas por la Sociedad parecían inverosímiles. No fue hasta la década de 1970, particularmente con la gran crisis del modelo económico de posguerra en 1973, que el proyecto neoliberal apareció como uno acertado para algunos líderes mundiales. Según Hayek (1986), “las raíces de la crisis estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que habían socavado las bases de la acumulación privada con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y con su presión parasitaria para que el estado aumentase cada vez más los gastos sociales”.
La ofensiva neoliberal comenzaba a madurar. El proyecto, hasta ese
momento puramente teórico, comenzaba a materializarse. Desde el púlpito neoliberal llovían las alternativas que se abalanzaban para rescatar aquella economía “perdida”. El remedio parecía claro: mantener un estado limitado en el ofrecimiento de los gastos sociales y en las intervenciones económicas, pero fuerte para quebrar el poder de los sindicatos y el control del dinero (Anderson, 2003). El Estado debería estar limitado a establecer y mantener una estabilidad monetaria que contenga el gasto social y establezca una tasa “natural de desempleo” o lo que es lo mismo, un ejército industrial de reserva para quebrar los sindicatos. Además, debían crearse reformas fiscales5 que incentivaran a los agentes económicos. Así, una modelo capitalista. Refiérase al capítulo 3 que explica detenidamente los periodos de aceleración de la globalización.
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Las reformas fiscales se refieren a la reducción de impuestos sobre las ganancias más
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“nueva y saludable” desigualdad estaría supuesta a dinamizar nuevamente las economías avanzadas creando crecimiento económico.
Comenzó a experimentarse con este modelo en el Chile de la dictadura
de Augusto Pinochet durante la década de los 1970, impulsado principalmente por los llamados Chicago Boys6. Sin embargo, en 1979 fue electa Thatcher en Inglaterra por el Partido Conservador, el primer régimen con políticas abiertamente neoliberales. Desde Thatcher en Inglaterra, Reagan un año más tarde en los EE. UU., hasta Helmut Kohl en Alemania, los países capitalistas avanzados comenzaron a adherirse a esta nueva visión de gobierno. Poco a poco se fue dando una ola de “derechización”7 que acaparó gran parte de los Estados más desarrollados. A esto se añade la segunda ola de la Guerra Fría con la ofensiva en Afganistán, para que la vertiente anti-comunista del neoliberalismo le ayudara a ganar terreno político a nivel internacional.
Hubo varios acercamientos al proyecto neoliberal por parte de los Esta-
dos. Inglaterra asumió la mirada que actualmente denominamos “clásica”: Thatcher bajó los impuestos sobre ingresos altos, elevó las tasas de interés, contrajo la emisión monetaria, abolió controles sobre flujos financieros, elevó la tasa de desempleo, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación
elevadas y sobre las rentas. Concepto acuñado en la década de 1970 para los economistas liberales que estudiaron en la Universidad de Chicago bajo la dirección de Milton Friedman y Arnold Harberger, entre otros.
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El concepto proviene de la Revolución Francesa, cuando en procesos de votación en la Asamblea Nacional Constituyente del 11 de septiembre de 1789 se situaron a la derecha de la asamblea los que pretendían conservar el poder de la monarquía, y de allí se refiere al ala conservadora frente a una izquierda algo más liberal.
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anti-sindical y cortó los gastos sociales de su gobierno (Anderson, 2003). Además, lanzó un amplio programa de privatizaciones que iban desde la vivienda pública hasta industrias básicas como el acero, la electricidad, el petróleo, el gas y el agua.
Por su parte, Reagan adoptó un acercamiento algo distinto en EE. UU.
El estilo del estado de bienestar europeo casi no existía en esta nación, por lo que el enfoque neoliberal estadounidense se centró en la guerra armamentista contra la Unión Soviética. Así, concibió una estrategia para quebrar la economía soviética, adhiriéndose al más férreo anti-comunismo. Reagan, al igual que Thatcher, redujo los impuestos a favor de aquellos con los mayores ingresos, elevó las tasas de interés y aplastó huelgas durante su gestión, pero en definitiva su gobierno se centró en una competencia militar sin precedentes. De esta manera, los gastos gubernamentales, que en otras circunstancias pudieron usarse para gastos públicos, fueron utilizados en costosos asuntos bélicos.
Otras potencias europeas adoptaron en general un neoliberalismo más
cauteloso que las potencias anglosajonas, enfatizaron la disciplina monetaria y las reformas fiscales más que el corte de gastos sociales o los enfrentamientos deliberados con los sindicatos. En muy poco tiempo, el neoliberalismo logró alcanzar una considerable hegemonía.
Inicialmente, el neoliberalismo tuvo un éxito innegable en detener la
inflación de la década de 1970. En el conjunto de los países de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) la tasa de inflación cayó de 8,8% a 5,2% entre 1970 y 1980, y continuó bajando durante la década de 1990 (Pain, 2008). En cuanto a la deflación, condición para la recuperación de las ganancias, el neoliberalismo consiguió que las
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ganancias de los países de la OECD aumentaran a 4,7% durante la década de 1980 de un 4,2% que arrastraba de la década de 1970. Esto se debió principalmente al aumento en las tasas de desempleo que casi se duplicaron en la década de 1980 lo que contribuyó a la derrota del movimiento sindical y a su vez, en la notable contención de los salarios.
En los aspectos antes señalados (deflación, ganancias, y desempleo),
el neoliberalismo obtuvo éxitos. Sin embargo, estas medidas habían sido concebidas para reanimar el capitalismo y restaurar las altas tasas de crecimiento económico para luego estabilizarlas. Aunque logró reavivar la economía parcialmente, el programa neoliberal no obtuvo cambios significativos en las tasas de crecimiento de los países de la OECD. Luego de un álgido momento en la economía internacional, la crisis de 1973 representó un momento de desaceleración económica y de factores de producción que solo a partir de la década de 1990 comenzaron a sanarse (Ford, 1991). Con el neoliberalismo como herramienta se intentó volver a colocar la curva económica de manera ascendente, pero aunque hubo ganancias para el sector privado principalmente, el desempleo y por ende, los gastos sociales que este factor representa, no pudieron ser disminuidos, lo que significó enormes erogaciones para los Estados. Además, la desregulación financiera creó un ambiente propicio para la inversión especulativa más que para la inversión productiva.
En este punto particularmente se encuentra la razón de la no caduci-
dad del neoliberalismo durante este periodo. Los grandes intereses estaban reestableciendo su capital luego de la crisis de la década de 1970, y con la desregulación de controles por parte de los Estados, la empresa se posicionó como ente, muchas veces más supremo que el propio estado. De esta
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manera la gobernabilidad del Estado pasa a manos de la empresa, lo que Beck llama la “subpolitización” (será explicada en el siguiente inciso). Con este fenómeno el Estado pierde fuerza y relega su capacidad de gobernar a las empresas, quienes comienzan a acumular capital. Entonces el Estado, ya sin capacidad económica para gastos públicos, tiene que atenerse a la privatización, lo que representa un ciclo a favor de la empresa y en detrimento del Estado y su población.
El neoliberalismo ha tendido a legitimarse como proyecto democráti-
co, por lo que sin una crítica a dicho proyecto, en particular su apariencia democrática, es prácticamente imposible encontrarle una alternativa. Los estados con las más férreas cualidades neoliberales son los que han logrado dominar el panorama mundial por los últimos 20 a 25 años, por lo que, a pesar de sus críticas, el neoliberalismo ha subsistido en el ámbito internacional y ha tendido a globalizarse. Ha pasado a ser una forma de organizar el capitalismo, al lograr una hegemonía ideológica que parte de la democracia que lo legitimiza y forma parte de la tolerancia popular al empobrecimiento y a la opresión abiertamente represiva. El neoliberalismo ha tomado un proceso histórico objetivo como la globalización, lo ha subordinado a su lógica y ha modelado su operatividad en función de extraordinarios beneficios para unos pocos grupos sociales sobre la base de la explotación de otros (Martínez, 2005). La hegemonía neoliberal se rehace con alternancias entre partidos políticos, incluso en algunos países entre regímenes políticos y militares, con lo cual no se afecta su preeminencia en la economía y en el mercado (González, 2003). Por esta razón vemos actualmente cómo el neoliberalismo permanece en la globalización, y es visto por muchos como una cualidad intrínseca de este fenómeno, adelan-
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tando y fortaleciendo cada vez más a los nuevos actores internacionales.
1.5. La “subpolítica” en la globalización
Con el proceso actual de globalización, el mercado ha comenzado a
desalojar el quehacer político. El Estado ha comenzado a ser tratado como una empresa, y esta a su vez, se ha entremezclado, entre otros actores transnacionales con sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y otros entramados. Con el progreso tecnológico, además de la propagación del sistema neoliberal y su apertura de fronteras, se han escenificado nuevos actores transnacionales con un nuevo poder adquirido. Ya no son solo los Estados los contendientes en la esfera internacional como en otros tiempos, ahora el poder de la empresa y del individuo serán un elemento clave para el futuro de la globalización. La actual globalización permite que se comience a abrir la posibilidad de que instituciones industriales, antes cerradas a la configuración política, se abran al discurso político. Entonces, los cimientos de los Estados y las economías nacionales son socavados, lo que crea una nueva subpolitización. Esta subpolítica ha nacido y emergido sin una revolución, sino con el quehacer económico cotidiano.
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Beck identificó las cualidades que conducen a esta nueva tendencia de
subpolitización: • La repartición del trabajo por todo el mundo gracias a las nuevas técnicas de la información. • La exportación de los puestos de trabajo a donde son más baratos. • La posibilidad de servirse de los estados nacionales, incluso en ocasiones en su contra. • La capacidad de distinguir y escoger entre lugar de inversión, lugar de producción, lugar de declaración fiscal y lugar de residencia.
De esta manera, la subpolítica puede definirse como el conjunto de ac-
ciones, de oportunidades de acción y de poder suplementarias más allá del sistema político tradicional. Para entenderlo mejor hay que reconocer que el estado nacional es territorial y basa su poder en el apego a un lugar concreto y específico. Por otra parte, la sociedad global, resultado directo de la globalización y sus dimensiones, se entremezcla con el estado nacional y debilita su poder soberano. En otras palabras, el actual sistema de globalización, más específicamente en su faceta neoliberal, ha pasado a minar el poder del Estado sobre su territorio y ha introducido nuevos contendientes globales, con poder equiparable y en ocasiones, superior a aquel proveniente del Estado.
Justamente esta es una de las características de la globalización más
criticadas por los movimientos detractores. Muchos de estos grupos, claros contrarios de la globalización, proponen su extinción. Con sus argumentos de justicia social enamoran y persuaden por doquier. Sin embargo,
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hay algo un poco desatinado en su propuesta y que merece revisión. La globalización es un fenómeno irreversible. Se puede estar en contra de ella, criticarla, manifestarse en oposición, hacer foros; en fin, podemos ser sus más férreos opositores. El detalle radica en que su irreversibilidad hace que esas acciones sean banales. Si bien es cierto que los movimientos antiglobalización han funcionado como un contrapeso importante en su carácter de grupo de presión, lo cierto es que estar en contra de la globalización es como estar en contra de la fuerza de gravedad; se puede estar en contra de ella, pero ahí está y permanecerá. Entonces, ¿qué hacer?
Hay que entender que no se debe estar en contra de la globalización.
Sería más sensato y atinado estar en contra del sistema capitalista y neoliberal que esta lleva, si partimos de la premisa de que al ser moldeable y contar con distintas etapas, puede ser cambiada nuevamente. Pero para modificarla efectivamente, primero hay que plantear de manera convincente cuán necesario es que cambie. Muchos ya están convencidos, pero otros, incluyendo un elevado número de países menos desarrollados, reclaman más globalización. Esto porque, quizás, no todos los factores del actual proceso de globalización han sido negativos para ellos.
La historia de la globalización se ha compuesto de varias etapas. Ac-
tualmente está comenzando una tercera etapa que coincide con una desaceleración económica que arrastra potencialmente un efecto dominó por la creciente interdependencia existente entre los Estados. Es entonces necesario juzgar qué dirección debe llevar en la nueva etapa que está comenzando.