Retomar la iniciativa proletaria por el Marxismo-Leninismo Diego Contreras Vela Invierno, 2013 El Perú en el año 2021 celebrará su bicentenario como república. La burguesía, clase dominante que impone en el país su poder en el orden político, económico, ideológico, social y cultural, viene haciendo desde ya los preparativos políticos para que el 28 de julio del 2021 sea el colofón de una fecha trascendental en la vida de todos los peruanos. Pero el humor y el sobrado optimismo burgués para celebrar con bombos y platillos el bicentenario no representan las genuinas aspiraciones
de la
mayoría de desposeídos de la ciudad y del campo. Por el contrario, la globalización neoliberal impulsada por el imperialismo a escala mundial ha sido una nefasta ola contrarrevolucionaria que
ha terminado por arrasar
definitivamente con la soberanía de los países sujetos al sistema capitalista mundial, engrilletando al Estado Nación burgués a los intereses de las corporaciones multinacionales y, en un segundo plano, condicionando a las burguesías nativas a hacerse socias menores de aquellas para recoger las migajas de la sujeción, precio al fin y al cabo de su descarriado entreguismo a los intereses foráneos. En este marco concreto, la oligarquía imperialista para asentar su dominación en todo el orbe, se las ha ingeniado torpemente para ocultar con mil velos la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, oponiendo el risible sambenito del “fin de las ideologías”, “la caída del socialismo” y el “fracaso histórico del comunismo”, y cargando su ofensiva ideológica en la desaparición de las clases y de todo conflicto histórico. Pretendiendo de esta forma negar la realidad, maquillarla con sesudas teorías academicistas para embalsamar la confrontación histórica entre capitalismo y el socialismo científico. Una de ellas es que el “fin de las ideologías” conduce a la configuración de una sociedad que no es ni capitalista ni socialista, de esta forma –afirman los apologistas del capitalismo decadente-asistimos a una nueva era que se ha denominado postmodernidad, o
que estamos en tránsito a una sociedad
postindustrial, cuya característica fundamental es que está asentada en el conocimiento, siendo por tanto, éste la nueva materia prima que produce el capital intelectual para crear nuevos bienes y servicios. Se afirma, pues, que todos son trabajadores del conocimiento, que ya no existe la clase obrera, es decir que ha desaparecido. De modo que ahora lo único que cuenta es el desarrollo de la ciencia y la tecnología que permite el desarrollo y bienestar de las naciones. Y para que aquellas se vean beneficiadas con el progreso es necesario el libre comercio, la libre competencia, la iniciativa privada, la democracia liberal, la libertad y el respeto a los derechos humanos. De modo que las naciones atrasadas deben hacer eco de estas “nuevas” banderas adoptándolo como arquetipo de desarrollo social para la humanidad. Pero, la realidad es más tozuda que los sueños de paz social de los burgueses y, progresivamente, la lucha de clases se ha ido abriendo paso con sus múltiples aristas por todo el orbe, erizando el fascismo en las diversas latitudes para aplastar la iniciativa histórica de las masas proletarias y populares por el socialismo. De modo que se asiste a una saga de escaramuzas políticomilitares, en donde los países imperialistas hacen todos los esfuerzos por establecer un nuevo reparto de los mercados mundiales; pero, como ya les es imposible ocultar las infamias contra el socialismo científico, han recurrido a una nueva teoría para negar la lucha de clases y la disyuntiva histórica que se ha perfilado en el mundo: capitalismo o socialismo; de allí que esta nueva teoría esbozada por Samuel Huntington: Choque de civilizaciones, de tufo fascista pretenda ahogar en sangre el camino independiente de las masas por el socialismo; esté orientado a aplastar la lucha de los pueblos que pelean dignamente por su emancipación política y social de la opresión imperialista; particularmente en la zona del Medio Oriente, Asia y África musulmana, donde la lucha de los pueblos se han ido atizando más contra el imperialismo principalmente norteamericano. Pero la base de toda esta ofensiva que busca ocultar por todos los medios la lucha de clases, tiene su sustento en la nueva ideología que el imperialismo ha escogido para afirmar su supremacía sobre el resto de naciones y pueblos, nos referimos a la ciencia y tecnología que ha sido erigida al grado de nueva ideología del siglo XXI. Es decir, en el demiurgo de la sociedad del siglo XXI ni
capitalista ni socialista, como apuntalan en hacernos ver los epígonos del capital. En suma, el imperialismo, como sistema decadente de opresión y explotación de naciones ha tomado una nueva ideología sostenida por la revolución de la ciencia y la tecnología, para reciclarse ad infinitum y seguir manteniendo el statu quo burgués. De todo esto, podemos decir que el empeño de los intelectuales asalariados del imperialismo está abocado a ocultar la lucha de clases, engatusar a los oprimidos de la ciudad y del campo con falsas expectativas de bienestar mediante el emprendedorismo y, al mismo tiempo arremeter contra el Marxismo-Leninismo, contando con el beneplácito de revisionistas y reformistas recalcitrantes.
De
modo
que,
la
tarea
primordial
de
la
vanguardia
auténticamente marxista-leninista es retomar la iniciativa y, en el terreno ideológico comenzar a disputar la lucha de clases contra las viles calumnias y complots de la burguesía imperialista y nativa contra el socialismo científico, al que catalogan como un “dinosaurio” e inviable históricamente, tremenda falacia que la burguesía se ha empeñado en desacreditarla históricamente, para desalentar y apartar en los corazones de las masas, el socialismo científico.