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Bebidas
Fiesta sin tequila no es fiesta
Si en realidad desea disfrutar de la famosa bebida mexicana, olvídese de los shots que ve en las películas. Mejor, déjelo reposar en la copa unos minutos y luego tómelo a sorbos para que aprecie matices y aromas. ¡Que el conejo de la felicidad lo acompañe!
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Por Cecilia Torres Fotos: Cortesía
Cuando se habla de tequila lo primero que viene a la mente es el típico shot cuyo tránsito acelerado por la boca hace imposible saborear la ancestral bebida como lo merece, especialmente cuando ha sido fabricada con el mismo esmero que un whisky o un ron de alta gama.
El tequila se produce desde el siglo XVI y su nombre proviene del náhuatl tequitl, que significa trabajo, y de tlan, lugar. Se trata de destilados de calidad, especialmente cuando se refiere a añejos, que acentúan sus sabores durante meses en barricas para convertir la experiencia de tomarlos en algo placentero.
Orígenes divinos
de agave. Al cesar el fenómeno percibieron un olor dulzón, y cuando se acercaron al campo se dieron cuenta de que los rayos habían quemado el corazón de las plantas y el olor emanaba del jugo de las piñas. Recogieron el líquido y descubrieron su agradable sabor. Una parte fermentó y al beberlo lo consideraron un regalo de Mayáhuel, diosa mexicana de la fecundidad y madre de 400 conejos que alimentaba con el pulque proveniente de sus pechos. Los conejos se convirtieron en dioses y a cada uno se le asignó un carácter, alegre, melancólico, hablador, feliz, cantarín, belicoso, etc. Entonces, el comportamiento del que bebe tequila depende del conejo que lo gobierne en ese momento.
Solo agave azul
El agave azul es la variedad más famosa de la planta de la que se extrae el jugo, base del tequila. Es parte de un grupo de más de 295 especies. Solo se puede fabricar la bebida con el agave Tequilana Weber variedad azul, que se cosecha en 181 municipios de 5 estados mexicanos: Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Nayarit y Guanajuato. Si no cumple esa condición, se denomina mezcal o pulque.
La alta producción de azúcares en el núcleo de la planta es su característica más importante, por lo que resulta muy adecuada para preparar bebidas alcohólicas.
Como todas las bebidas espirituosas, el tequila creció al antojo de los fabricantes hasta que se establecieron normas de Denominación de Origen. Para llamarse tequila debe tener 51% de agave, aunque los más puros y selectos tienen 100%. De ese modo se crearon dos categorías, tequila y tequila 100% de agave.
Se puede embotellar directamente o llevar a un proceso de maduración -en barricas de roble o encino- o de abocamiento, que consiste en añadir ingredientes autorizados (como caramelo o vainilla) para enriquecer su sabor y color.
Entre las fábricas tequileras por importancia y volumen de producción destacan: José Cuervo, Casa Herradura, Don Julio, Sauza, Centinela, Siete Leguas, Pernod Ricard, Bacardi & Cazadores, San Matías de Jalisco y Productos Finos de Agave.
¿Cómo lo prefiere?
La costumbre más extendida es la del “caballito”, beber tequila con un golpe de sal y limón en vasos de chupito. La sal hace salivar y el limón ayuda a que no se note tanto el alcohol. Cuentan que esa forma de tomarlo se originó cuando hubo una epidemia de gripe y había escasez de medicamentos. Un médico empezó a recetar golpes de tequila con sal y limón, lo que aliviaba la garganta y el enfermo quedaba muy contento.
Aunque todo depende del gusto de cada quien, los maestros tequileros consideran que un buen tequila se debe disfrutar sin mezclas y sin enfriar demasiado para no inhibir sus aromas.