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Entrevista - Michel Hausmann

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MICHEL HAUSMANN: El teatro multicultural en Miami

Gracias a su pasión y esfuerzo ahora Miami figura en la escena teatral estadounidense con una propuesta de montajes, en su mayoría noveles, en las que el público se siente representado

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Por Alejandro Celedón Mendoza Fotos: Cortesía Miami New Drama

Michel Hausmann es uno de los artífices del cambio que está experimentando Miami en su afán por consolidarse como una verdadera urbe. Su campo de acción es una sala de teatro, la del Colony Theatre, ubicada en la esplendorosa South Beach. Desde allí, con su productora Miami New Drama, compañía sin fines de lucro fundada junto a Moisés Kaufman, también judío, venezolano y talentoso, en cada montaje promueve la integración de una ciudad tan multicultural como bilingüe, por eso le habla en inglés, español y hasta en creole, no solo para divertirla sino para promover una interacción cultural entre sus habitantes, de nivel eso sí, a través de historias que de manera intencional en ocasiones sirven de espejo o de oráculo. “Somos una representación fiel de nuestra comunidad”, asegura.

Hombre de teatro, dirige, produce y escribe. “Desde que tengo memoria” responde sobre sus inicios en el arte dramático, para luego especificar que sería en tercer o cuarto grado y como actor. Así fue hasta cuarto año, ya con varios cursos realizados, cuando empezó a dirigir dejando a un lado la actuación: “Era intelectualmente un buen actor, entendía muy bien el timing; creo que podía tener una conexión con el público, pero me gustaba más el todo. Fue una transición orgánica. No he vuelto a actuar y no me hace falta”. Las distintas ediciones del Festival de Teatro de Caracas y las salas de Broadway, en Nueva York terminaron de cautivarlo, sin embargo al momento de ingresar a la universidad se decanta por estudiar cine en el Emerson College de Boston, Estados Unidos.

A su regreso a Venezuela y con una película en mente, comenzó a trabajar en la producción de comerciales sin experimentar la emoción que sentía en las tablas. Siguiendo el consejo de un amigo vuelve al

teatro y estrena con éxito arrollador en el Trasnocho Cultural la comedia de Woody Allen “Tóquela de nuevo”. Luego vino la época de los grandes montajes con su empresa Palo de Agua: “Jesucristo Súper Estrella”, “Los productores”, “Los navegaos”, “El violinista sobre el tejado” y “Actos indecentes”, entre otros, hasta que el creciente antisemitismo promovido desde el chavismo lo unió al éxodo de judíos y no judíos que salieron del país.

Aunque era viable establecerse en Latinoamérica y hacer una versión de Palo de Agua, prefirió irse a Nueva York: “No había estudiado teatro de manera académica, si bien mostraba un talento bruto bastante concreto sentía que era necesario refinarlo, abrir espacio para investigar”. De experiencia extraordinaria califica la maestría en dirección que realizó en la Universidad de Columbia, un posgrado muy competitivo de tres años de duración para solo seis estudiantes y con profesores considerados el Olimpo del teatro estadounidense.

-¿Por qué decidiste establecerte en Miami y no en Nueva York? -Digamos que estaba empezando a florecer pero en el fondo a mí me interesaba ser un director que pudiera establecer una relación con el público. No sabía si tenía mucho sentido abrir una compañía de teatro en Nueva York, es la mejor ciudad del mundo pero ya lo tiene todo. Creo que toda compañía de teatro tiene que entender muy bien por qué existe, entonces pensando en opciones surge Miami como una de las metrópolis más grandes de Estados Unidos sin un teatro profesional. Soy optimista, creo que a Miami podemos convertirla en una gran urbe del siglo XXI. En estos seis años he visto un cambio inminente. Tiene muchos problemas de ciudad joven, le falta cohesión, pero creo que ofrece muchas oportunidades. Es una ciudad con una una audiencia distinta, muy hispana, somos 67%, principalmente cubanos, 20% afroamericano y afrocaribeño, y luego 13% anglo blanco que es el típico espectador teatral del resto de los Estados Unidos y antes las salas de teatro se enfocaban solo en ellos. A nosotros nos parecía errado porque el teatro tiene que estar en conversación con la comunidad, entonces creamos obras para ese público que es multicultural y multilingüe.

Un teatro de primer mundo

En Miami Michel se arriesgó. Alquiló el Colony Theatre por seis meses, en ese momento manejado como una sala de eventos, para presentar “Golem of Havana” vendiendo en ese periodo más entradas que el teatro en los dos últimos años. Con ese aval a su favor se presentó ante la alcaldía de Miami Beach con una promesa: “Yo puedo convertir al Colony en uno de los teatros más importantes de Estados Unidos”. Le creyeron y lo cumplió.

Gracias a montajes como “Our Town”, un clásico estadounidense en una versión con familias haitianas y latinas; “Confessions of a Cocaine Cowboy”, basado en el documental homónimo sobre la época fuerte de las drogas en Miami; “Seven Deadly Sins”, obras cortas presentadas en vitrinas vacías durante la cuarentena; “Piaf, Voz y Delirio”, con Mariaca Semprúm, y “Gente ociosa”, con actores venezolanos, Miami tiene un teatro de primer mundo y el teatro bilingüe más grande de los Estados Unidos, que se distingue por presentar mayormente premieres mundiales salidas de un laboratorio creativo en el que se van desarrollando nuevas obras que progresivamente van estrenando en cada temporada.

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