decidiste tarde

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DEDICATORIA A todos esos hombres que han hecho llorar a una mujer. A todas las mujeres que han llorado bajo las mentiras de un ser amado.

AGRADECIMIENTOS A las circunstancias de la vida, por bien enterarme de cosas que me hicieron crecer y madurar como persona.


SINOPSIS

No siempre las cosas terminan con un final feliz. Cuando una mujer ama realmente y no es correspondida las cosas pueden tomar un giro inesperado. A veces, para amar hay que ser paciente... Y ser fuerte. Pero... ¿Tú podrías ser fuerte? ¿Podrías ser paciente? Y si... deciden tarde amarte.


CAPÍTULO 1 “Conociéndonos”

— Hola Sandra ¿Cómo fue tu día? Al escuchar a Francisco, volteé para poder mirarlo a los ojos,

terminé

sonriendo,

este

hombre

es

realmente

agraciado, alto, moreno, ojos color café, cabello corto y sonrisa hermosa… sencillamente de sólo verlo y tenerlo tan cerca, el ser se me removía. — Sandra te he preguntado… ¿Cómo te fue en el día? Oh no, mejor dime ¿Ya has comido algo? ¿Quieres que te pida algo para comer aquí?... ¿o prefieres que te lleve a algún restaurante?, por cierto ¿Qué hora es? —Francisco miró la hora en su celular, porque se había dado cuenta que no llevaba reloj: —

Faltan

Entonces

veinte ¿qué

me

minutos dices?

para

la

¿Quieres

hora

de

almuerzo.

acompañarme

algo? Claro, si en realidad no te ha dado

a

comer

tiempo

de

almorzar, no sé cómo es la situación en esta empresa. Nerviosa,

observándolo

y

escuchando

su

invitación

le

sonreí. Como pude terminé diciéndole: —

Dame

unos

minutos

para

cerrar

el

sistema.

Además

necesito decirle a mi jefa que debo salir para ver si me da permiso de llegar un poquito más tarde… ¿Te parece? — Bien me parece una buena idea, te espero entonces. Él

se

sentó

en

una

silla

a

mi

lado

computador muy sonriente, por mi parte el sistema.

observando

el

empezaba a cerrar


— Hey Sandra ¿esa eres tú? Francisco miraba una foto que tenía de mí como fondo de pantalla en el computador. La había tomado en una sala de baño, salía muy mona y decidí dejarla. < No me culpen tengo ataques de narcicismo en cualquier sitio> Mi cabello rojo lo tenía lacio en esa ocasión, suelto, simulando lava roja,

me llegaba hasta los hombros, mis

ojos café se veían muy brillantes y todo esto unido a una enorme sonrisa con un delicado brillo labial. Asentí apenada, en realidad me veía demasiado diferente a como venía a trabajar, entonces él me dijo: — ¡Estás realmente hermosa! Cuando

escuché

eso,

sentí

instantáneamente

como

me

sonrojaba hasta los tuétanos, pues a su lado me sentía como una niña de 15 años, a pesar de que tenía 29. Aunque viéndome bien parecía tener realmente unos 23, pues mi cuerpo

estaba

haciendo

bien

ejercicios

conservadito,

ya

contantemente;

plano, senos pequeños pero firmes,

que tengo

me un

mantenía vientre

grandes caderas en

conjunto con gruesas piernas… la mujer que parecía todo el mundo querer… pero a Francisco simplemente no parecía llamarle la atención. Ya era la tercera vez que lo veía en la oficina, pues él venía a conversar con mi jefa porque ambos querían cerrar un negocio sobre importación de automóviles. ¿Qué ironía no? Yo era una mujer que no sabía nada de autos

y

únicamente

había

conseguido

trabajo

en

esta

pequeña empresa que se encargaba de importar automóviles.


Francisco sencillamente daba los buenos días, entraba a las reuniones con mi jefa y terminaba yéndose por donde mismo entraba… por mi parte al verlo, instantáneamente soltaba una sonrisa y terminaba pensando en él todo el día. — Sandra ¿Has terminado?...

deberíamos irnos para que

luego no regreses tan tarde al trabajo. Francisco me sacó de mis divagaciones diciéndome eso, así que me levanté de la silla y fui a la oficina de Carmen. Nuestras

oficinas

eran

sencillas,

algo

pequeñas,

las

paredes de color crema, con pocos muebles: un archivo, el escritorio y dos sillas por cada oficina. Pasé sin tocar la puerta y le solté una sonrisa a Carmen. — Hey Carmen saldré almorzar con el Sr. Francisco, me tardaré un poco. — Sí, claro… no tengo problema con eso, puedes irte. Aunque dime ¿Ya terminaste la nómina? — Claro, esta mañana en cuanto llegué la terminé de una sola vez, sabes que no me gusta dejar trabajo acumulado. — Excelente, eso es lo que me gusta de ti, bueno déjala lista

sobre el escritorio antes de irte por favor.

— Bien, ya te traigo eso entonces. Caminé hacia mi oficina para ver a Francisco que aún estaba

sentado

hablando

por

donde

lo

teléfono

dejé. con

Pero

esta

alguien

que

vez

estaba

obviamente

desconocía. Entré, imprimí la nómina y regresé de inmediato de nuevo a la oficina de Carmen. Todo ese tiempo Francisco no hizo más que hablar de negocios por su celular.


Cuando entré a la oficina de mi jefa, ella me esperaba con una sonrisa pícara y ladeando la cabeza musitó: — Vamos Sandra, no vayas a comer tanto en ese almuerzo— el tono burlón fue descarado. Puse

mis

ojos

en

blancos

susurrándole

para

que

nadie

escuchara: — ¡No seas metida y averiguadora! Era mi jefa pero teníamos una amistad, a pesar de eso debíamos

guardar

trabajo

para

las no

distancias despertar

en

nuestro

comentarios

lugar entre

de mis

compañeros. Salí

de

la

oficina

observar

mi

ropa,

deteniéndome terminé

en

el

pasillo

arreglándome

un

para

poco

el

pantalón de vestir, me fijé si todos los botones de mi camisa estaban cerrados, retoqué mi cabello peinándomelo con los dedos. Una vez

que supervisé mi imagen física,

caminé hacia mi escritorio, tomé mi cartera y le dije a Francisco: — Ya podemos irnos, Sr. Francisco, estoy lista. — Sandra, por favor, sólo llámame Francisco. Asentí, mientras le daba la espalda para empezar a salir de las oficinas hacia su auto. Una vez ambos montados, encendió el motor y salimos a las calles coloridas y hermosas de Barcelona. — Sandra ¿Qué te apetece comer? —

Mmmm…

no

sé,

déjame

pensar—

dije

mirando

a

la

carretera, ya que si lo miraba a él era muy probable que terminara embobada y era consciente de que eso no me convenía.


Gracias a Dios era una de las pocas mujeres que adoraba llenarse de carbohidratos, no me imaginaba diciéndole a este hombre… “Vamos a comer caldito de pollo”… la verdad me encantaba todo tipo de comida y más que probarla me deleitaba. — Vamos a un restaurante chino, esa comida me encanta— le dije sonriendo. Muchacha tonta, sigue sonriendo y se te congelarán los dientes de tanto enseñarlos— me reproché mentalmente. — Buena idea… vamos entonces a buscar un buen restaurante chino. Mientras él manejaba buscando un buen lugar en la ciudad, empezó a preguntarme diferentes cosas que

al parecer le

interesaban un poco. — ¿Qué estudiaste Sandra? ¿Ya te graduaste? — Sí, soy licenciada en contaduría. —

¡Excelente!

Por

mi

parte

me

gradué

en

ingeniería

mecánica. ¿Qué edad tienes?— me preguntó con un destello de curiosidad en los ojos. — Tengo 29 años. Él puso una fugaz cara de asombro, contestándome: — Creo que te llevo unos cuantos años, a decir verdad diez, ya que tengo treinta y nueve años. Pero tú pareces tener menos edad, pensé que tenías entre veinticuatros, Para

romper

veintitrés o

no más de allí. un

poco

el

hielo,

y

no

darle

tanta

importancia al asunto de la diferencias de edad, le dije entre risas:


Bueno

entonces

haz

de

cuenta

entonces

que

tengo

veinticuatro. Él se empezó a reír conmigo, al parecer le hizo bastante gracia mi punto de vista. Llegamos al sitio más rápido de lo que me esperaba. Nos bajamos del auto y entramos al lugar. Era muy acogedor, las luces estaban un poco bajas, con un ambiente muy colorido. <Ya saben cómo son los chinos, con todos esos cuadros y cosas guindando por el lugar> Nos dirigimos a una de las mesas para dos, que estaban retiradas al lado de una de las paredes del lugar. Francisco me movió la silla para que pudiera sentarme, el gesto simplemente me derritió, no podía parar de sonreír, me sentía nerviosa pero a la vez cómoda a su lado. Una vez ya sentados, Francisco empezó a verme con unos ojos penetrantes, parecía que pudiese ver a través de mí, de inmediato sentí que me empezaron a sudar las manos. — A ver, Francisco, tengo algo de curiosidad ¿Vives en esta ciudad? Quería saber la respuesta pues poco lo veía y eso que muchas

veces

salía

con

Carmen

a

hacer

diligencias

en

otras empresas pero jamás nos topábamos con él. — Vivo relativamente cerca… solo vengo a este lugar por cuestiones de trabajo. Eso explica por qué lo veo poco—pensé. — Entiendo… y ¿tienes familia?... ¿Hijos? —

claro

hembras.

tengo

3

hijos,

un

varón

y

dos

hermosas


Está una

casado— punzada

pensé en

el

escandalizada. pecho

que

no

Sentí pude

inmediatamente

identificar,

la

noticia me caía de la patada y por alguna razón me sentía netamente egoísta. Normalmente no soy así, soy muy segura de mí

y me enseñaron a respetar lo ajeno.

— Estoy casado desde hace unos cuantos años— le escuché a decir a Francisco mientras pensaba. Mierda, esto definitivamente me caía como un balde de agua fría. — Entiendo— musité mientras asentía y me tomaba un trago de agua. Mis defensas súper feministas saltaron ante mí, poco a poco empecé a formar un enorme letrero imaginario en la frente de Francisco que decía “Prohibido”… pero la acción me causaba mucha tristeza. Por Dios, ¿será que dejaré de sentirme tan bipolar cerca de este hombre?; de repente estoy realmente feliz, luego siento

celos,

y

ahora

quiero

apartarme

de

él…

vas

progresando Sandra— pensé. — Sandra ¿Quieres acompañarme con una copa de vino? —Por

supuesto,

de

por

sí,

es

una

de

mis

bebidas

preferidas. Él

sonrió

plenamente

y

llamó

al

mesero

para

que

nos

trajera dos copas de vino blanco. — ¿En qué piensas Sandra? Estás como distraída. Oh, bien, aquí estoy de nuevo perdida en el limbo—pensé. Dándome cuenta que estaba mortalmente seria pensando en lo que Francisco me acababa de decir. Quise ser un poco graciosa y le respondí:


— No pienso en nada… aquí estoy— le dije en tono burlón. — Sí, tienes toda la razón… ¡Estás aquí!... pero tu mente al parecer está en otro lado. — Eso no es cierto— empecé a decir, pero el mesero nos interrumpió ya que nos estaba colocando sobre la mesa las copas de vino ya servidas. Le dimos un pequeño toque, copa con copa y me tomé un sorbo del sabroso vino. Seguidamente Francisco hizo lo mismo, tomó también el menú y empezó a ver qué era lo que él pediría. Mientras él estaba realmente entretenido observando con sus pequeños lentes el menú, aproveché para observarlo; y sí, el hombre me ponía los pelos de punta, realmente me gustaba, era serio, pero con una sonrisa que me removía el

alma,

me

llevaba

unos

cuantos

años

pero

no

me

importaba, apuesto que podría aprender muchísimo de él, tenía hijos y eso le daba algo más de madurez… el único defecto era que estaba casado y por alguna razón eso me decepcionaba demasiado. — ¿Qué vas a pedir? ¡Que me jodan!... ya notó que lo veía. — Ah sí… déjame ver. Tomé el menú, normalmente no como carnes rojas, así que decidí pedir unos camarones con salsa agridulce. —Me pides unos camarones en salsa agridulce, arroz con camarones y otra copa de vino, por favor. Él asintió y me dijo: — Pediré una ensalada de vegetales, con una rica crema que sirven aquí y si no es mucha molestia comeré un poco


de tu arroz con camarones, la verdad ya sabes cómo son los chinos, sirven demasiada comida. — Sí, tienes razón— le dije asintiendo. Él llamó al mesero y le dio la orden. Inmediatamente nos trajeron otra copa de vino y comenzamos a conversar de trivialidades sobre las cosas que nos gustaban. Simplemente, limitaba

a

por

lo

trabajar,

que

podía

compartía

percibir poco

con

él su

sólo

se

familia

y

viajaba realmente mucho. De mí lo que él pudo saber es que

me

encantaba

estudiar,

que

salía

poco

y

que

me

gustaba muchísimo trabajar. Parecía bastante complacido con la conversación y yo también me sentía muy a gusto. Su presencia seguía haciendo que mi cuerpo reaccionara compulsivamente

hacia

él,

pues

cuando

sonreía

con

algunos de mis comentarios me parecía que el tiempo se detenía; a medida que lo conocía un poco más me sentía muy

identificada

con

siempre y eso si que

él,

sentía

que

lo

conocía

estaba empezando a afectar

desde mi

corazón pues parecía no dejar de palpitar a mil por hora. —

¿Dónde

vives

Sandra?

¿Y

con

quién?

¿Estás

casada?

¿Tienes hijos?— las preguntas las hizo rápidamente, con tono

interesado,

pues

dejó

de

beberse

su

copa

para

mirarme a la cara. — Vivo a casi una hora de la oficina, aquí mismo en la ciudad y eso depende del tráfico claro… madre y no…

vivo con mi

no tengo hijos.

Cuando terminé de hablarle, percibí un rápido brillo en sus ojos, pero fue tan veloz que no supe si realmente había estado allí o si la imaginación me hizo una mala jugada.


Nos sirvieron la comida, entre conversaciones cortas y triviales

degustamos

curioso,

fue

ver

los al

ricos hombre

platos.

Un

hecho

cuidar

tanto

de

muy su

alimentación, pero bueno cada quien con lo suyo. — Sandra ¿me permitirías que te lleve hoy a tu casa? La invitación me dejó realmente complacida pero recordé que del restaurant debía irme directo a la oficina. — Debo llegar al trabajo, Carmen está esperándome. — Mi invitación es para después que salgas del trabajo. Estoy bien enterado de que debes trabajar y bueno en realidad también tengo que hacer algunas cosas antes de las tres de la tarde… ¿te sirve a esa hora?... Si no, bueno, no me molestaría esperar hasta que salgas. Recordé que había terminado todo el trabajo en la oficina por el día de hoy,

que si Carmen necesitaba de algo sólo

tendría que imprimirlo, así que estaba segura que ya a las tres estaría lista. — Creo que a esa hora ya estaré desocupada, así que no tendré problemas de salir a las tres. —Bien— terminó diciéndome Francisco, el resto del tiempo que estuvimos comiendo lo pasamos en silencio. Una vez que terminamos, el mesero retiró los platos de la mesa y nos trajo dos copas más de vino. Cuando él le dio el primer sorbo me dijo: — Sandra realmente eres muy bonita, se me es difícil aceptar que estés sola… ¿De verdad no me estás mintiendo? — No… no lo hago, soy muy sincera, en realidad estoy sola porque siempre consigo hombres muy mal mentirosos… Yo no digo que mientan pero ¡Por Dios! Deberían ser un poco


menos

descarados

en

el

hecho—

le

respondí

en

tono

irónico. Él sonrió pero terminó soltando una pequeña carcajada. Entonces

sin más le repliqué:

— ¡Estás realmente ciego, Francisco! Al decir eso de mí. Él

sonrió,

aun

riéndose

y

negó

con

la

cabeza,

como

diciendo que me equivocaba pero no dijo nada, tomó un poco más de su copa… y llamó al mesero para pedir la cuenta. — Dame un segundo, Francisco, necesito ir al baño. Me levanté con cuidado y caminé al baño, desgraciadamente note dos cosas; las copas ya se me habían subido a la cabeza y por alguna razón que no quería aceptar < por el alcohol > me moría por besar a Francisco. — Maldición… ¡Tenía que ser casado!— susurré. Mirándome en el espejo, dándome cuenta que tenía poca sensibilidad en el rostro. < Estoy pasada de tragos ¡Qué horror! > Terminé retocándome el maquillaje, revisé que mis dientes no tuvieran restos de comida y me acomodé el cabello. ¡Lista, tan mona como siempre!... ¡Y qué me lleven quién me trajo!... ¡Estoy mareada! —

Vamos

Sandra,

camina

derecha

y

lentamente…

nada

te

pasará… sólo no te caigas— susurré. Eso mismo hice, caminé hacia Francisco. Él me esperaba cerca de la puerta del restaurante… que caminamos hacia el auto.

ya había pagado así


Una

vez

dentro

de

este,

vi

que

abrió

la

ventana

y

encendió un cigarro; brinqué de la emoción. ¡Él fuma! así que no se incomodará por que también lo haga— pensé. Sonreí complaciente, me armé de valor y le pedí un cigarrillo. Sin mucho preámbulo me regaló uno y pude notar que no se escandalizó con el hecho. Lo hicimos mientras viajábamos a la oficina de regreso se sintiera un

haciendo que el viaje

poco más corto, ya

que

no

cara

me

conversamos por estar fumándonos el cigarrillo. Al llegar, él se estacionó y mirándolo a la despedí: — Muchas gracias por el almuerzo… te espero aquí a las tres. — Aquí estaré,

Sandra.


CAPÍTULO 2 “Equivocaciones”

¡Definitivamente

las

copas

se

me

habían

subido

a

la

cabeza! —

¡Ajá!...

¡Sandra

has

tomado!—

Carmen

estaba

muy

cercana,

nos

sonriente. En

realidad

Carmen

era

mi

única

amiga

confiábamos todo y nos contábamos hasta la más grande intimidad, ella era muy buena escuchando, a decir verdad, nunca

me

criticaba

y

en

todo

me

apoyaba

así

me

equivocara, claro no sin antes sermonearme. — ¡Algo!... sólo fueron tres copitas y necesito salir a las tres de la tarde, así que no te antojes ¡Por favor!— arrastré esas últimas palabras— de pedirme algo déjalo para mañana ¿Sí? — Claro que puedes irte, me muero del remordimiento si te digo que no ¿Acaso crees que no me doy cuenta que se te cae la baba cuando lo ves? — ¡Eso no es cierto! a mí no se me cae nada por él y mucho menos la baba— respondí frustrada al ver que era tan evidente. Que Carmen se diera cuenta, me preocupaba. Sí que debía ser evidente, pues ella era la mujer más despistada que conocía en la tierra, apuesto a que ya Francisco debe estar bien enterado de lo mucho que me gusta. Carmen estaba a punto de desmayarse de la risa.


— Si eso no es cierto Sandra… explícame cómo fue que al mediodía te paraste en el pasillo para arreglarte la ropa antes de verte con él… ¡Niégamelo!— me dijo aún entre risas. Quedé impactada de que ella se diera cuenta de eso y le refuté rápidamente: — Eso fue sólo cuestión de estética, Carmen, no me jodas con eso. — A siii… ¿Cuestión de estética no?... ¡Defiéndete mejor, Sandra! ¡No soy una niña! Ahora niégame que no se te subieron seis litros de sangre a la cabeza cuando te dije lo que te acabo de decir. Mierda— pensé. —Eso fue culpa del alcohol que tengo en la sangre, deja ya de fastidiarme, Carmen. Pero empezó a reírse aun más alto y no pude evitar reírme con ella… ahí fue cuando me rendí y terminé aceptando ante ella lo que me pasaba. —Él te puede hacer feliz un rato ¿o no?... de ser tan amargada y permítete

Sandra deja

un rato de felicidad.

Ante la afirmación me puse mortalmente seria. — ¡Está casado Carmen! Y ya eso implica que para mi tiene un “No Tocar” gigante en la frente… eso me cohíbe de querer tener algo con él. — Sí, te entiendo, pero respóndeme algo con sinceridad… ¿Tú tendrás algo con él?... o ¿con su esposa? — Ah Carmen tú siempre con tus condenadas preguntas que arrinconan a uno. — ¡Respóndeme, Sandra!


— Si llegara a tener algo con él… sería ¡sólo con él! No con su esposa— muerta de la vergüenza al responder su pregunta tan específica, pero claramente debía aceptar que

todo

este

tema

tenía

un

trasfondo

que

no

podría

ocultar con un solo dedo. — ¡Ves! Me estás dando la razón. Además, tú no sabes cómo es en realidad esa relación que él lleva con su esposa… tal vez ellos no estén juntos y vivan cada quien por su lado. Además entiende algo: hombre enamorado no mira para los

lados…

y

mira

la

realidad,

él,

al

parecer,

está

interesado en ti. Al final, el desgraciado no debe estar enamorado de su mujer o ¿me equivoco? — Los hombres miran a cualquier mujer, Carmen… Ponle a una escoba1 una falda y verás como unos cuantos voltean— contesté entre risas. — Ah Sandra… sigue así y te quedarás para vestir Santos… aunque no… no creo que eso pase ya que no eres virgen. — Perra irónica— le solté. Ambas nos reímos un buen rato hasta que se nos salieron las lágrimas. Nos tomamos un café < éramos adictas a la preciada bebida> y nos pusimos a revisar unos cuantos documentos que nos estaba pidiendo la aduana, durante ese tiempo

tomé

bastante

café

para

bajar

mis

niveles

de

alcohol en la sangre. — Bueno, todo listo Sandra. Ya te puedes ir si quieres. Haré unas cuantas llamadas y luego me voy a casa. Miré el reloj y eran las 2:30 de la tarde, faltaba media hora para que llegara Francisco.

1

Cepillo de barrer.


— Tranquila sabes que puedes irte, recuerda que tengo llave de la oficina, no necesariamente debes esperar a que yo me vaya— Carmen estaba siendo más flexible de lo normal. Sin pensarlo mucho le dije: — Por cierto me iré con Francisco. — ¡No pierdes tiempo! ¿No?— me respondió sonriendo. — ¡Ah, no te metas, necia!— mi Ella

me

hizo

mofa.

Carmen

tono fue burlón.

salió

de

mi

oficina

y

se

encerró en la de ella para hacer las llamadas. Me enfoqué a ver mis correos, twitter y facebook, esperando que se hicieran la hora. A

las

3:00

pm

sentí

que

el

auto

de

Francisco

se

estacionaba en frente de la empresa, lo sé porque mi oficina daba al frente de la infraestructura del lugar. De inmediato sentí cómo el corazón se me aceleraba y me sudaban las manos, definitivamente no me podía controlar con

este

hombre

¡esto

era

absurdo!…

caminé

hacia

la

oficina de Carmen para despedirme, pues ella aun estaba encerrada hablando por teléfono. —

Me

voy,

Carmen,

hasta

mañana—

susurré

para

no

por

el

interrumpirla. —

Cuídate,

Sandra—

vocalizó

pues

aun

hablaba

teléfono, mientras movía su mano en forma de despedida. Tomé mi cartera y salí hacia el auto. Me senté en el asiento saludando a un sonriente y varonil Francisco de nuevo… El condenado me dejaba sin aire al verlo. — ¿Todo listo, cierto? ¿Nos vamos? ¿No se te ha quedado nada?


— Todo listo— le respondí. Y

sencillamente

arrancamos

vía

a

mi

casa.

La

verdad

estaba un poco ansiosa por poder tomar un poco más de alcohol, el café había sido una mala combinación ya que ahora

estaba

hiperactiva,

la

verdad,

sin

pensarlo,

terminé diciéndoselo: — ¿Podemos seguir tomando vino? —

Si

de

verdad

quieres,

con

gusto

te

complazco—

Francisco estaba muy sonriente. Muerta de la pena, porque ya había metido la pata hasta el fondo al decirle eso, simplemente le sonreí y asentí. No

dije

nada

más,

no

fuese

a

ser

que

le

terminara

pidiendo un beso. Nota mental: < El vino definitivamente me prende rápido > Este

hombre

pensará

que

soy

una

borracha.

Aunque

alguna razón me sentía muy cómoda con él o

por

eran los

efectos del alcohol, una de dos, pero de que la sensación estaba allí… ¡Estaba! — Vamos a bajarnos un rato aquí ¿Te parece? Miré hacia el lugar se

veía

asentí.

realmente Él

sin

para darme cuenta que era un club, acogedor

más

empezó

y

nada a

peligroso

buscar

un

así

lugar

que para

estacionarse. Al entrar al club me pareció aun más relajante, el lugar tenía poca luz < eso me haría sentir un poco más segura con él, pues soy bastante torpe y tomada aun más >, no lograba identificar el color de las paredes pero supongo que eran de un tono claro, el lugar estaba repleto de


mesas

con

sillas

a

su

alrededor,

no

habían

muchas

personas así que tuvimos opciones para elegir un buen lugar. Me senté en una de las mesas que estaban cerca de las ventanas y las mismas daban hacia la carretera, él se fue en busca de la preciada botella. Luego se sentó junto a mí y sirvió una copa para cada uno. Estuvimos hablando un poco del trabajo, dándome cuenta que era un hombre que le gustaba tener la mayor cantidad de entrada de dinero posible, tenía un poco de ambición pero siempre y cuando se hiciera con esfuerzo propio y no a costillas de los demás, eso lo dejaba para mí aun en los parámetros normales de sencillez. Para mí los hombres trabajadores eran seres excepcionales pues es común en la actualidad ver que la gran mayoría de los hombres son unos grandes vagos mantenidos por las mujeres. De repente empezamos a reírnos por sabrá Dios qué… pues ya

estaba

simplemente

ebria,

me

di

cuenta

que

sentía

calor en mis mejillas y que ya me costaba decir cosas coherentes… estaba simplemente sobre cargando mi cerebro. A por Dios Sandra, Francisco pensará que eres una zorra borracha— pensé. De repente Francisco se levantó

y tendiéndome su mano me

dijo: — Sandra… ¿Bailamos? — Bien, por mí no hay problema. A mierda, me caeré por andar de inventora aceptando tan enorme invitación y yo borracha… ¡Chévere, Sandra, te la estas comiendo!— me reproché mentalmente.


Él me tomó de una forma delicada en la cintura y acercó su cuerpo al mío, de esa forma pude percibir su olor, quería quedarme allí, no quería alejarme de su magnífico aroma. Empezamos a bailar y sus movimientos eran perfectos y muy coordinados… ¡Gracias a Dios! Le pude seguir el paso sin ningún tipo de tropiezo. Si sigo así… en varios minutos no sabré como coordinar poder tenerlo cerca, olerlo, mirarlo y bailar al mismo tiempo— pensé inquieta. Sin más, la música que bailábamos terminó y colocaron una más

suave

inmediatamente

nuestros

cuerpos

empezaron

a

bailar una excelente danza de seducción; así lo sentí pues mi cuerpo se alteró al ver cómo Francisco empezó a olerme el cabello, luego

bajó una de sus manos

y

la

colocó en mi espalda baja, ya casi un poco más y él tenía su mano en mi trasero…

no

me incomodó, la verdad

ya

estaba hechizada por él… pues con la otra mano me tomó del rostro para así poderlo ver a la cara. Ok… ok… ok Sandra te va a besar…. ¡pero no lo permitas ese hombre no puede ser para ti! no sin antes romper un hogar—pensé. Pero todos esos pensamientos se hicieron añicos cuando me sonrió, su sonrisa era perfecta, pudo ver cómo suspiré e inmediatamente morí de la pena, eso pareció complacerle o más bien pareció darle el permiso para acercarme más a mí y Besarme. Me besó lentamente pero a la vez fue muy febril, sin embargo la explosión que eso provocó en mí fue lo que me dejó más anonadada. Besarlo me hizo sentir que no era la primera vez que lo hacía, sentía como si desde siempre


nos hubiésemos besado, no hubo ningún error, todo fue perfecto; él terminó dejándome sin aliento; cuando nos separamos habíamos dejado de bailar y estamos mirándonos a los ojos así… uno muy cerca del otro. Bajé la mirada llena de vergüenza, ese beso provocó que hasta la borrachera se me pasara, estaba toda llena de adrenalina, estaba sumamente feliz; algo había ocurrido en mí ya que primera vez sentía todas estas sensaciones, pero no por eso debía demostrárselo. Miré mi reloj para disimular preocupación por la hora y le dije: — Necesito que me lleves a casa, ya es tarde. Situación que era mentira pues yo podía llegar a la hora que quisiera en casa, es sólo que estaba loca de huir de todo esto, necesitaba pensar. — No tengo problema con eso, Sandra, vámonos entonces. Francisco retiró un mechón de cabello que tenía en mi rostro, por alguna razón no terminábamos de separarnos realmente: — Besas realmente bien… fue divino, Sandra. ¿Yo beso divino?... Más bien es él quien besa como si te pudiera arrancar la vida con ello. Sentir sus labios fue como caerme en un abismo, estaba segura que no saldría de allí en mucho… mucho tiempo. Este hombre casi que me hace perder el conocimiento y desde que dejamos de besarnos solo quería lanzarme sobre él para besarlo hasta que los labios se me derritieran. — Tú también besas muy bien— le respondí y luego de eso quería que me tragara la tierra.


< Wuao… ¡Qué bien!... ahora Francisco pensará que soy una puta borracha fácil > Él se me quedo mirando algo curiosos < debe ser que con mi cara dije mucho> — ¿En qué piensas, Sandra? <En que moriría si no vuelvo a besarte y eso me convierte en una condenada fácil> —

En

nada,

Francisco,

bueno,

estoy

lista

ya

podemos

irnos— Esto último se lo dije caminando hacia la mesa y recogiendo mi cartera. —

Déjame

pagar

la

botella

que

nos

hemos

tomado.

Permíteme. Le di un pequeño espacio para que caminara y lo seguí. Él canceló la cuenta y nos dirigimos al auto. Una vez dentro y

camino

a

mi

casa,

pasé

gran

parte

del

recorrido

contemplándolo < pues la gran mayoría del tiempo estuvo hablando por teléfono >… y yo pensando en lo que había pasado. < Sandra ¿Por qué cuando tienes a este hombre cerca y aun sabiendo que es casado se te olvida todo lo que tu madre te ha enseñado?... ¿Por qué quieres brincarle encima como si él fuera sencillamente para ti?... Deberías recordar que es casado y que

tiene

tres hijos… sí, Sandra

es

definitivo… ¡Sí eres una borracha, puta fácil! > Francisco me sacó de mis divagaciones diciéndome: — Si sigues así, Sandra tendré que hallar la forma de comunicarme contigo telepáticamente. Solté una pequeña risita y le dije en un tono bajo: — Sólo me siento un poco incómoda.


¿Por

qué,

Sandra?...

¿Acaso

hice

algo

que

no

te

agradara? Al contrario has hecho que mi cuerpo se caliente en zonas que no son adecuadas para personas que recién se conocen; y si soy sincera con él… definitivamente no me molestaba que me ocurriera—pensé. — Ese beso— hice unos segundos de silencio tratando de conseguir mejor las palabras— Eres casado, Francisco y lo que pasó no fue correcto. — No te preocupes por eso, Sandra, sé que mi situación social dice “Casado”, pero eso no es algo que te afectará a ti. No tengo nada con ella, simplemente estamos juntos por

algo

social

y

económico

ya

que

tenemos

muchas

propiedades juntos, pero tanto ella como yo llevamos vida separadas. Mi cerebro, mi cuerpo, mi alma, se sintieron un poco más optimista al escuchar esa información y no pude evitar soltar una sonrisa y él me la correspondió. Al fin llagamos a la casa y aun estando dentro del auto me tomó del rostro de una forma muy dulce, para poderme besar de nuevo pero estaba vez con una pizca de ansiedad parecía que él tenía las mismas ganas que yo de comerle los labios. En ese segundo beso me sentí tan suya, sentí que ese era mi lugar. <Me estoy volviendo loca> Me separé de él algo mareada por la sensación de sus labios, necesitaba aterrizar, entonces — Toma mi número.

me dijo:


Me pasó una tarjetica. La miré, ya en mi mano, y

la

guardé en la cartera mientras bajaba del auto diciéndole: — Mañana te escribo. — Entonces estaré esperando tu mensaje. Caminé hacia la puerta principal de mi casa y él arrancó su carro perdiéndose de mi vista rápidamente.


CAPÍTULO 3 “Enamorándome”

Buenos días ¿Cómo amaneciste? Le envié ese mensaje de texto a Francisco. Ansiosa que respondiera rápidamente y así lo hizo. Menos de un minuto después, él respondió: Buenos Días. Bien… bien. ¿Y tú?... ¿te dijo algo tu madre por llegar tarde a tu casa? Tenía con una resaca, que haría que en cualquier momento vomitara mi cerebro, pues me dolía a horrores la cabeza. Mi cuerpo estaba tan lleno de alcohol que ni siquiera logré soñar con nada ni con nadie, es mas parecía que no había dormido nada. Aunque

no

debería

bastante

claro,

termina

perdiendo

de

cada esa

extrañarme vez

que

facultad

eso

ingería que

pues

lo

algún

poseía

tenía alcohol

para

soñar

cosas que podrían suceder… dirán que estoy loca, pero si dicen eso estarían equivocados pues varios en mi familia tienen esa cualidad… entonces eso teóricamente tendrían que decir que todos ellos están locos. El hecho está en que prácticamente pueden sentir o ver que hace aquella persona con la que tengo un gran lazo o conexión a través de un sueño, muchas veces las cosas se cumplen, otras veces lo que veo se medio realiza, pero al final a veces es terrible tener esa cualidad… es un don de familia. Aquí en el trabajo… y tranquilo mi madre no se molestó porque llegué tarde.


Le

respondí

responderle

eso con

unos

un

minutos

poco

de

después,

indiferencia

necesitaba

para

que

no

pensara que estaba estúpida por él. — Aunque sí estoy estúpida por él— musité. Ay qué horror, él pensará que soy una niña controlada por su madre. Pensándolo bien ¿Qué dirá de mí Francisco en estos momentos? entonces me llegó un mensaje al celular que decía: ¿Podemos vernos hoy? Cuando leí el mensaje casi se me cae el celular de las manos… ¡Este hombre sí que me ponía nerviosa!... ¿Qué hago?...

¿Qué

le

respondo?...

¡Vamos

Sandra!

¿Qué

te

puede pasar? Solo intenta esta vez no tomar ni agua, porque ya te diste cuenta que tanto gusto por un hombre ligado al alcohol, provocará que entres en su cama en un dos por tres— pensé. Mientras caminaba carcomiéndome de nervios en la oficina. No, hoy estoy muy ocupada, mejor mañana. ¿Puedes pasar por mí mañana por la mañana y dejarme en el trabajo? Necesito llegar a las 8:00 am a la oficina. Inmediatamente

me respondió:

Bien quedamos así entonces, Sandra. Pienso en ti Me

entusiasmé

al

ver

ese

mensaje

pero

ni

loca

le

respondería que yo también estaba pensando mucho en él… a decir verdad no se me salía de la mente. El día transcurrió rápido, fue tranquilo, pero

no dejé

ni por un segundo de pensar en lo que había sucedido. Sentía que lo conocía de otro lugar y mi cuerpo me pedía a gritos estar cerca de él.


Llegué a casa tomé una ducha y me acosté. *** — Vamos quiero tenerte muy cerca de mí— susurró Francisco Él me agarró por la cintura y de una forma medio brusca me jaló hacia él y me besó dejándome sin aire, dejándome jadeante por él. Cuando pensé que el profundo beso me dejaría inconsciente en un movimiento rápido, me volteó dejando mi espalda delante de su pecho. Y besándome el cuello lentamente... Metió una mano dentro de mi jean hacia mi entrepierna, el contacto tan íntimo hizo que mi corazón pareciera que iba a mil por hora, de la impresión solté un chillido de anticipación a lo que él haría. Mi cuerpo sabía lo que pasaría porque no era la primera vez que estaba en esta situación. Sin más, él introdujo un dejó dentro de mí y ambos nos dimos cuenta que no sólo mi ser quería estar con él... Pues mi cuerpo ya estaba preparado, estaba húmeda y por mi intimidad sentía pequeños corrientazos... Necesitaba tenerlo... El cuerpo me pedía a gritos que él estuviera dentro de mí. Todo mi ser se estremecía ante su contacto. Estaba hechizada, luego de unos minutos que me parecieron eternos él sacó su mano y yo tenía ganas de gritar de la frustración, podía percibir cómo olía mi excitación por él. Eso provocó que mi cuerpo colapsara y quedara a su merced. Necesitaba estar debajo de él y sentir su peso sobre mí. — Sandra necesito estar dentro de ti— musitó cerca de mi oído, para que pudiera escucharlo. Sonó tan sensual que me derretí al instante. Sin poder decir palabras simplemente asentí. Empecé a ver cómo él poco a poco, quitaba una a una, mis prendas de


vestir,

pero

cuando

empezó

a

quitarse

las

suyas,

sencillamente dejé de respirar. La genética sí que había sido generosa con Francisco, de su pantalón salió un miembro bien erecto. A simple vista podía ver que dolería de los mil infiernos tenerlo dentro de mí. Pero ya a estas alturas no podía negarle a mi cuerpo

ese

placer

tan

grande,

necesitaba

ser

de

él,

quería que él fuera mío. Me acostó sobre las sábanas azul marino de la cama y se colocó sobre mí, su cuerpo estaba totalmente encima de mí. De una forma delicada movió una de mis piernas hacia un lado y afincó su erección contra mí. Ya estaba tan deseosa

por él, que sentía

que

en

cualquier momento le rogaría para que estuviera dentro de mí. Francisco empezó a besarme apasionadamente tocando cada rincón de mi ser; besó mi cuello haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, pasó sus manos por mis pechos, lamió mi cuello, acarició mis piernas… Y de repente sentí que se paró el tiempo… Francisco se había introducido rápida

pero

delicadamente

movimientos

suaves

perdiéndonos

en

el

y más

dentro

de

mí...

delicados profundo

pero de

sus

Empezó

con

terminamos constantes

movimientos; cada vez más profundos y bruscos. Su miembro era realmente grande para mi intimidad, pero el dolor pasó rápidamente convirtiéndose en una sensación divina.

Ya

estaba

empezando

a

sentir

que

llegaría

al

éxtasis… aun no podía creer que estuviéramos haciendo tan delicioso acto. — Sandra te amo— me dijo Francisco al oído. *** Al escuchar eso desperté, sentándome de golpe sobre la cama toda aún jadeante, con la respiración entre cortada y sin Francisco a mi lado.


— ¡Maldita sea!— susurré. ¿Me dijo que me amaba?... ¡Y me desperté!... oh mi Dios… No sentí que fuera la primera vez entre nosotros, mi alma reconoció la intención, mi cuerpo rebosó de la felicidad cuando escuchó eso… ¡Y fue todo un sueño!... ¿Pero qué me ocurre?... ¡no puede ser! Sentí que fue real, sentí su piel, su peso sobre mí, aun me duele un poco el vientre… definitivamente mi cuerpo está empezando a separarse de mí y está cobrando vida propia. Miré hacia mi entre pierna y me toqué, y qué me lleve quién me trajo… ¡Estaba aun mojada! — ¡Soñé que hacía el amor con Francisco!— dije con un chillido. No puede ser…. ¡Estoy sentenciada!... ¡Seré suya!... no, mejor dicho… me siento como si ya hubiese sido suya, sigo pensando que lo conozco y estoy segura que esto no fue más que un sueño. —Hoy soñé algo que ya en otra ocasión pasó— me dije a mí misma. Miré el reloj que tenía a un lado de la cama en mi mesita de noche… yyyy… ¡No podía ser!... eran las 6:30 am. — Me llevan los demonios ¡Me quedé dormida! Rápidamente me metí al baño, me bañé en 10 minutos, me vestí

bien

compacto

y

bonita, rímel

ya

cargada para Francisco

me que

maquillé no

por

quería

encimita,

parecer

sólo

demasiado

< Las que se maquillan mucho son

las feas… así dicen los diseñadores y yo tomo eso como regla principal > eso ayudó que estuviera lista cinco minutos para las siete de la mañana.


Efectivamente llego bastante puntual exactamente estuvo en frente de mi casa a las 7:00 am. Cuando vi que el auto se estacionó, mi corazón empezó a palpitar a mil por hora, me sentía nerviosa y tonta a la vez. Pero para hoy había decidido preguntarles algunas cuantas dudas sobre su situación sentimental, debía encararlo… ¡soy una mujer de principios! Y lo de ese día no debió suceder y, mierda, tampoco debí soñar con eso, cuando lo recordaba me ponía peor, me confundía aún más. Caminé hacia el carro, abrí la puerta y me senté, lo fui a saludar en su mejilla y él sin más volteó un poco su rostro y me dio un corto beso en mis labios. < ¡No me lo esperaba!> Sentí inmediatamente cómo se me calentó la sangre, hasta los

límites

asombré

donde

ante

mi

no

sabía

reacción

que y

podía para

calentarse, variar

me

terminé

ruborizándome. — ¿Cómo amaneciste? — Bien, dormí bastante bien. Me acordé del sueño y me dio un ataque de tos. Él no le dio importancia a mi pequeña tosedera y arrancó el motor. Como la última vez que lo vi, él pasó casi todo el

camino

hacia

el

trabajo

hablando

por

teléfono.

Yo

estaba sólo atenta al sonido de su voz, él de vez en cuando me observaba y sonreía. Cuando ya llevaba más de 20 minutos seguidos hablando por el celular colgó la llamada diciéndome:


—Discúlpame, de verdad Sandra… Debes entender un poco que mi trabajo es así y utilizo mucho este aparatico— esto último me lo dijo enseñándome su celular. — Tranquilo, no tengo problema con eso— le mentí. Me gustaría conversar más con él, conocerlo más pero esta vez el que me dejara prácticamente sola, me hizo pensar y lléname

de

valor

para

preguntarle

lo

que

en

realidad

quería saber. — Francisco ¿si te pregunto algo serás sincero? — Claro, pregúntame lo que quieras. — Tú estás casado ¡es un hecho!

Ya con eso no puedo

hacer nada, pero ¿tú íntimas con ella?... o sea ¿tienes relaciones sexuales con ella? Necesitaba que él me dijera que no. Noté que ante la pregunta se puso tenso, pero rápidamente me respondió: —

Sandra

de

verdad,

no

te

preocupes,

ella

no

está

realmente conmigo desde hace más de un año, y bueno sí estoy casado como te dije, pero apenas y nos vemos en la casa,

cada

quien

está

por

su

lado,

cada

quien

está

pendiente de su mundo, simplemente nosotros ya no somos pareja. Al escucharlo me provocó una gran tranquilidad, pues para qué

mentirme, yo quería en verdad tener algo con él, sé

que las circunstancias no son las mejores, pero uno debe aprender

a

vivir

con

la

realidad,

y

más

cuando

prácticamente te dan a elegir como en este caso. — Entiendo, Francisco entonces confiaré en tu palabra. Espero que más adelante me demuestres eso, estoy bastante


consciente que esas cosas pasan, tengo varios tíos que viven de esa forma, que están en esa misma situación y no se divorcian por el qué dirán, pues les importan más las apariencias y las cuestiones económicas que encontrar su verdadera felicidad. —

Así

mismo

son

las

cosas—

respondió

Francisco

complacido porque en cierta forma lo entendía. Llegamos a la oficina y él se despidió de la misma forma en que me recibió al montarme en el auto. Pero esta vez el corto beso… fue correspondido por mí. Sentía que podía levitar en sus manos. Le toqué el rostro mientras nos besábamos y él hizo lo mismo sintiéndonos más cómodos así con

el

acto.

Unos

segundos

después

me

jaló

hacia

él

acercando más mi rostro para poderme besar profundamente. Me separé de él porqué ya estaba sin aire, me costaba respirar, no tenía

que verme en el espejo para saber que

estaba ruborizada y con los labios bien rojos. Salí del auto

prácticamente huyendo de él, no sé qué me pasa

cuando estoy cerca, mi corazón y mi alma se regocijan… me siento tan tranquila y feliz. El

día

en

la

oficina

corres,

no

supe

de

fue

tranquilo

Francisco

en

sin

todo

muchos

ese

corre

tiempo.

La

verdad sabía que era un hombre muy ocupado y por mucho que me frustrara la situación estaba clara que sólo hacía eso, “trabajar”. Una que otra vez sentí fuertes ataques de rabia o de ansiedad; manera,

eso

ya

me

que

tenía

no

molesta

lograba

y

desconcertada

entender

el

por

qué

sobre esos

bruscos cambios de humor, si mi día había sido tranquilo y sin percances.


La tarde trascurrió un poco más rápido pero no por eso dejaba de pensar en él, una que otra vez recordaba ese magnífico

sueño

y

podía

sentir

como

el

cuerpo

se

me

excitaba ligeramente. Se hicieron las 5:00 pm < hora de salida legal > entonces apagué el computador y al salir, sorpresa la mía, Francisco estaba esperando por mí en el frente de la oficina. Nota mental: “No escuchar música tan alto en la oficina para darme cuenta cuando llegue alguien” Verlo allí sencillamente me hizo sonreír, todo en mí se intensificó,

mi

corazón

estaba

ya

tan

desbocado

que

sentía que en cualquier momento saldría disparado de mi pecho. A mierda… Me estoy enamorando de este hombre y no tengo ni una semana tratándolo— pensé. — Hola Sandra ¿Cómo te trató el día? —

Digamos

que

bien—

le

dije

recordando

esos

raros

momentos de rabias que pasé sin razón alguna. — A mí no me ha ido bien, pasé demasiadas rabias en el día… pero confío en que termine bien. Él me miró como si todo el peso de esa expresión cayera sobre mí, si supongo que lo que me quiso decir es que conmigo el arreglaría su mal día. Con respecto a su afirmación de que pasó un mal día,

no

quería ni pensar que estaba tan conectada a él como para sentir eso… ¡por Dios lo conocía desde hace sólo unos días!... aunque mi ser parecía conocerlo más de lo que yo pensaba y eso me desconcertaba, pero no mencioné palabra alguna al respecto, ya es suficiente que piense que soy


una borracha a que también crea que estoy

loca, pero

nadie me quita de la cabeza que esas son cosas que pueden pasar. Francisco me sacó de mis pensamientos diciéndome: — ¿Quieres ir a una de mis casa que tengo por aquí cerca? ¡Casa! ¡Él y yo!... ¡Solos!... ¡condenado el diablo que me tienta!— pensé pero antes de poder cerrar la boca y pensar mejor la respuesta le dije: —

Claro,

algo, —

no

hay

problema,

así

aprovechamos

y

comemos

la verdad tengo bastante hambre.

Buena

idea…

eso

mismo

haremos—

respondió

muy

complacido. Nos montamos en el auto y salimos hacia el lugar, al llegar

noté

que

la

casa

era

realmente

algunos lujos, no era difícil imaginarse

bonita,

con

cómo sería la

casa donde él vivía con su familia, era de suponerse que fuera varias veces más bonita y costosa que esta. Cuando entramos, lo siguiente que ocurrió fue demasiado rápido. Francisco me tomó de una mano jalándome hacia él para besarme como si quisiera sentirlo

y

acariciarlo

comerme. Como también

dejé

que

abusara

así

quería de

mis

labios, me dejé llevar por su abrasador beso, me sumergí en él y… ¡Sí!... no quería que esto acabara, no quería que

parara,

me

sentía

única

estando

así,

todo

era

embriagador y demasiado intenso. —Vamos— me dijo entre besos. Dando torpes pasos hacia una habitación.


Me hizo entrar a una bonito cuarto, al observar la cama, al ver el color azul oscuro de las sábanas, mi sueño por enésima vez me vino a la mente, me concentré un poco más en observar ya que los besos de Francisco me consumían, el cuarto era exactamente igual a como lo había soñado. Había un cuadro hermoso con un paisaje casi inimaginable arriba de la cama, los colores de las paredes eran de un color salmón, al lado de la cama estaban dos hermosas mesitas de noche talladas en madera de un color marrón claro eran sencillos estos detalles pero elegante. Me hará suya— pensé. A

estas

alturas

estaba

decidida

a

llegar

adonde

él

quisiera. El sueño resultó ser menos intenso que la realidad, mis gemidos se escuchaban en todo el lugar, la piel se me quemaba ante su contacto, luego que me colocó debajo de él, sentí que fue altamente explosivo… muy excitante… no me sentí cohibida, sentía que no era primera vez que hacíamos esto, estaba relajada, este hombre simplemente me dejó tocar las nubes. — Sandra, te amo. Oh mierda, me lo ha dicho igual como en el sueño— pensé. — Yo también te amo— le dije sin titubear. Al

mencionar

eso

sentí

que

algo

se

llenaba

entre

nosotros, que estando así el amor se podía tocar, sentí su protección y admiración por mí; que él era esa mitad que me complementaba… me di cuenta que era mi mitad.


CAPÍTULO 4 “Sensaciones” Los días siguientes a ese fueron súper hermosos, hacíamos todo juntos, nos contábamos las experiencias, sonreíamos, compartíamos, estábamos muy al pendiente del uno al otro, sentía que era correspondida y que la vida me sonreía. — ¿Te has enamorado así alguna vez?— le pregunté mientras estábamos acostados en nuestra cama abrazados. Decía

“nuestra

cama”

porque

esa

casa

donde

me

llevó

Francisco la primera vez, era nuestro lugar de encuentro para vivir esto tan intenso que ambos sentíamos. — No, Sandra jamás sentí esto por nadie… sólo por ti. Cuando

lo

escuché

me

alegré

infinitamente,

me

hizo

suspirar. Cada vez que recordaba esa conversación todos mis

sentidos

Estaba

muy

se

despertaban

consciente

que

y

quería

estaba

tenerlo

enamorada

cerca.

de

él

y

también estaba claro que él estaba igual de enamorado, cuando ambos estábamos muy cerca suspirábamos sin ningún control a cada rato. Últimamente estamos tan compenetrados que ya podía saber cuando él me diría un “Sandra te adoro”… presentía cuándo me llegarían mensajes bonitos a mi celular, cuándo me llamaría,

ya

sabía

cuándo

me

deseaba,

pero

también

aprendí a sentir otras sensaciones que a él jamás le conté. Sabía cuando él realmente estaba preocupado, ya que las sensaciones corrían por mí ser sin más, sin previo aviso; cuando él agarraba una fuerte rabia me ponía intolerable y en el pecho sentía una fuerte molestia sin ninguna razón.


Pero también había aprendido a sentir todo lo contrario, sabía

cuándo

se

sentía

realmente

feliz

pues

me

ponía

eufórica sin razón alguna y cuándo sentía excitación sin más… ya sabía que era que él me estaba deseando estuviera donde estuviese. Todo esto me daba vergüenza decírselo pues él pensaría que estoy loca, pero sé de mujeres que tienen ese sexto sentido bien desarrollado, y también sé de

mujeres

que

al

igual

que

yo

sienten

todas

esas

sensaciones. En tondo caso a la hora de la verdad eso no era

algo

malo,

tener

ese

vínculo

súper

sensorial

con

alguien era una buena característica para decir que sí corría verdadero amor y complemento entre los dos. Aunque, por si acaso, había investigado en el internet sobre esas cosas, sin tener que buscarme un psicólogo o no mejor dicho un psiquiatra para ver qué era lo que sucedía con mi jodido cuerpo. La verdad ya era suficiente con tener sueños casi proféticos porque todos se hacían realidad al pie de la letra… para ahora también sentir cosas que al parecer no

eran reales… o bueno que

en

realidad a mí me costaba un poquito creer que me pasaran. Me encontré con una gran cantidad de información que me dejó

un poco asombrada y un poco menos loca… leí sobre

la teoría de BUDA2 bueno,

a

la

hora

y sobre mitos que hablaban de Zeus. de

la

verdad

al

terminar

de

leer

determiné que ese Zeus es ¡un gran hijo de su madre!... al ofrecernos a nosotros los humanos semerendo castigo de separarnos en dos y condenarnos a vivir sin nuestra otra mitad < alma >… buscándola por todo el mundo. La otra teoría que me conseguí fue la de Platón en su obra “El banquete” ¡Por Dios! Hablaba de un alma gemela…

2

Buda: Es un nombre honorífico con contenido religioso que se aplica a quien ha logrado un completo despertar espiritual.


él decía que dos personas se podría conocer durante sus varias vidas, reconocerse y volverse amar. Todo

lo

que

decían

esas

condenadas

teorías

parecía

hacerse realidad en mi vida. — Necesito de verdad una clase de autodesarrollo para dejar de sentir que dependo tanto de este ser— me dije a mí misma en forma de reproche. La verdad es que a medida que pasaba el tiempo yo quería todo con Francisco; ser siempre de él, que viviera para mí y yo para él, ya me sentía en el punto de que si no estaba con él me sentía vacía, sentía arduos celos por su esposa a pesar de lo que él me había dicho. cómoda… ya no la

No me sentía

quería cerca de él… tenía muchas deseos

de que abandonara su hogar y que ambos nos fuéramos a vivir a la casa donde siempre estábamos juntos. En dos ocasiones tuve un ataque de celos y terminamos discutiendo,

pero

luego

nos

arreglamos

y

terminamos

haciendo el amor por horas… entre más lo hacíamos más nos enamorábamos, queríamos estar siempre juntos. Miré mi reloj. — Es bastante tarde, me dormiré— susurré. Mañana era fin de semana y había quedado con Francisco en vernos para salir, lo extrañaba a horrores, simplemente me

quería

dormir

para

que

llegara

mañana. *** — Ven mi amor… Ya es tarde te necesito.

rápido

el

día

de


Escuché la gruesa voz de Francisco llamándome, mi cuerpo se excitó de anticipación, volteé para conseguirme con mi amado, pero lo que vieron mis ojos fue desgarrador. Frente

a

estaba

una

mujer

un

poco

mayor

que

yo,

bonita, con un buen cuerpo y cabello muy amarillo. Ella caminaba hacia Francisco en movimientos gráciles. ¿Se meterá esa mujer en la cama con él?— pensé mientras miraba la horrible y dolorosa escena. — No, Francisco no lo hagas— le grité. Pero parecía no escucharme, la mujer terminó sentándose al lado de él y tocó su rostro dulcemente, mirándolo con deseo y viéndose tan cómoda a su lado. Él la tomó por su rostro como muchas veces me hizo a mí y la

besó

apasionadamente.

Ver

esa

escena

hizo

que

me

ahogara en una horrible desesperación, sentía ganas de despertar ¡ya me había dado cuenta de que esto era un maldito

sueño!

Pues

esto

no

podría

estar

pasando

en

realidad. Pude

ver

cómo

se

tocaban,

cómo

se

comían,

cómo

se

besaban, cada contacto que vi, lo sentí como puñales que se incrustaban en mí. — Francisco, yo te amo ¿Por qué me haces esto?— le grité a todo pulmón con mis ojos llenos de lágrimas. Pero él no podía escucharme, parecía no verme, no podía sentir mi presencia allí. Me senté en el suelo y puse mi cabeza entre mis piernas y empecé a llorar cada vez mas fuerte e incontrolablemente, pero mis oídos aun estaban muy conscientes de lo que pasaba… ambos gemían… se decían palabras, que si recordaba él también me las había dicho a

mí,

ambos

llegaron

al

clímax

y

luego

durante

unos


minutos escuché un brutal silencio, levanté mis ojos y miré la escena. Ambos estaban acostados muy cerca del otro, la cabeza de la mujer estaba sobre el pecho de Francisco, ella parecía estar

durmiendo,

respiraban

con

pero

mucha

Francisco

la

tranquilidad,

contemplaba, en

los

ojos

ambos de

él

había adoración por ella, pero lo que escuché luego sí que acabo con mi corazón. — Te amo, Yuliet… siempre seré tuyo. *** Me desperté llorando… con el corazón destrozado, ahogada en el dolor, no podía parar de llorar

y el sufrimiento

era insoportable. Caminé un poco pero todo fue en vano. —

Él

estaba

con

ella…

con

su

esposa—

susurré

entre

lágrimas y me acosté en mi cama a llorar por lo que restaba de madrugada. Al levantarme en la mañana vi que mis ojos estaba muy hinchados; ya me dolían y el pecho lo sentía oprimido… ¡Yo no debí soñar eso!... ¡no debería estar sintiendo todo

eso!...

¿Qué

me

pasa?...

debería

confiar

en

la

palabra de Francisco, ¡Estos estúpidos sueños no todos deben ser realidad, estoy segura! Esperaré a que

llegue

a mi casa como quedamos y olvidaré ese sucio sueño. Francisco nunca llegó, se pasó todo el sábado y todo el domingo sin enviarme un mensaje, sin llamarme, no supe nada de él. Le

escribí

extrañaba,

mensajes que

diciéndole

necesitaba

de

que él,

lo

amaba,

pero

no

que

lo

respondió

ninguno de ellos. Llamé cientos de veces a su teléfono pero él no contestó.


Me acosté y me puse a ver la televisión para que pasara el tiempo, me sentí muy preocupada de que le hubiese pasado algo malo, me sentía tan dolida como preocupada. Volví a llamarlo para ver si respondía pero era inútil el celular repicaba e inmediatamente salía la contestadora. Ya eran las 9 de la noche del domingo,

no sabía qué

sentir… si dolor de pensar que le hubiese pasado algo o rabia de pensar que estaría con su esposa. Mi celular empezó a repicar y me di cuenta que era la llamada

que

tanto

inmediatamente

mi

estaba ser

se

esperando… emocionó

¡Era

por

Francisco!…

completo

y

mis

malos sentimientos se volcaron para poner en mi rostro una sonrisa. — Hola mi amor— le dije entusiasmada rápidamente le seguí diciendo— ¿Por qué no me has contestado las llamadas he estado preocupada por ti mi vida? — ¡¿Mira, quién eres tú?!— me dijo una mujer. Sentí como el corazón se detuvo dentro de mi cuerpo, me quedé en silencio pues de la impresión no podía decir nada. — Soy Yuliet la esposa de Francisco… ¿me puedes explicar quién eres tú?... ¿Y por qué lo llamas tanto? Cuando escuché ese nombre todas mis sospechas se hicieron cierta ¡Él aun estaba con ella! sentí una inmensa rabia y le contesté impulsivamente a la mujer: —

Soy

Sandra

la

mujer

de

tu

marido—

le

colgué

de

inmediato. No hice más que sentarme a llorar, él se había burlado de mí, me había mentido, había jugado conmigo.


De repente sentí esa sensación fuerte en mi pecho… era rabia… pero no era mía pues yo sólo sentía dolor… era de él.

Supongo

que

debía

de

estar

en

estos

momentos

discutiendo con ella, estaría aclarando las cosas con esa mujer. El

dolor

que

sentí

los

siguientes

días

fue

casi

agobiante, tenía sueños donde ambos nos amábamos, veía también esos sueños donde ellos se amaban, pero no podía negarlo mi cuerpo necesitaba de él… yo necesitaba unas disculpas y unas cuantas

verdades de ese desgraciado…

quería explicaciones, pero eso nunca llegó, simplemente él por varias semanas desapareció. Por mi parte dejé de vivir para solamente existir, estaba sumergida sonreír, ningún

en me

una

agobiante

sentía

muerta

alimento,

pedí

depresión,

por

un

dentro,

permiso

nada no en

me

hacía

me

apetecía

mi

trabajo

<vacaciones> y simplemente me encerré. Sencillamente dejé de ser yo… la chica genial que reía y echaba bromas con todos a quienes conocía, para convertirme en una sombra viviente… perdí peso… no lograba comer… no sentía nada de apetito… no dejaba de llorar… no dejaba de sentir ese mal en mi corazón… Estaba vacía… incompleta… sentí que no volvería a ser la misma… pues aun lo amaba y por eso aun sufría.


CAPÍTULO 5 “REENCUENTRO” Ya había pasado más de un mes desde el incidente con la esposa de Francisco. No supe más de él, hasta que me envió un mensaje de texto que decía Sandra, te adoro y por más que me lo niegue a mí mismo no puedo vivir sin ti. Cuando leí el mensaje sentí rabia por cómo reaccionó mi cuerpo, inmediatamente me puse feliz, dejando a un lado todo el desgraciado mes de sufrimiento que había pasado… mi corazón palpitaba rápido… ¡y sí quería responderle!... necesitaba responderle. Yo también te amo. ¿Por qué me hiciste esto? Mis lágrimas empezaron a correr y todas esas imágenes que soñaba me vinieron a la cabeza… me lastimaban… me herían… pero

quería

verlo…

quería

amarlo…

necesitaba

una

explicación. Iré a buscarte Sandra. Espérame. Cuando

vi

el

mensaje

fue

rápidamente

a

bañarme,

a

vestirme bien bonita como acostumbraba a ponerme para él, me solté el cabello, me apliqué el perfume que tanto le gustaba, estaba realmente atractiva, aunque las sombras debajo de mis ojos se me hicieron un poco difíciles de ocultar. Una parte de mí estaba ansiosa de verlo, pero la otra reprimía un fuerte dolor. Aún así igual esperé ansiosa su llegada. Pasaron las horas y no llegó, ya eran las 9 de la noche, era evidente que no volvería, la decepción me cubrió como una nube negra, terminé tirada en mi cama


llorando de nuevo, corriéndoseme todo el maquillaje. Mi cara

estaba

completamente

demacrada

y

me

sentía

humillada. Empezó a sonar mi celular y al mirar la pantalla noté que era él quien me llamaba. Contesté quitándome las lágrimas de los ojos <como si él pudiese verme> agarré aire para calmarme, ya que no quería que él se enterara que estaba llorando, debía mantener un poquito mi orgullo. — Hola Francisco ¿Por qué no has llegado? Me he quedado esperando por ti. — Mi amor, tuve un problema en el trabajo y se me hizo imposible. — Lo de tu trabajo lo puedo entender pero ¿Por qué no me lo has dicho? ¿Por qué no me llamaste para avisarme? — Me quedé sin batería, mi amor, pero mañana te prometo que paso por ti… tengo que colgar la llamada— sin más él colgó

la

llamada

y

no

dejó

que

le

diera

las

buenas

noches. Me acosté sobre la cama y me quedé dormida llorando, indignada porque dentro de mí sabía que mentía. Al

otro

día

por

la

mañana

me

vestí

y

esperé

a

que

llegara, tenía miedo de que volviera a dejarme plantada pero esta vez no fue así, él fue a buscarme a casa bien temprano por la mañana y era definitivo el que nosotros estuviéramos juntos en un mismo lugar creaba un completa explosión, fuimos a esa casa donde siempre nos amábamos e hicimos el amor, hacerlo fue lo más intenso, fue súper apasionado; al verlo y corresponderle sus besos fue como dejar expuesta mi alma, él me llenaba, hacía que todo mi ser cobrara vida, me hacía muy feliz.


— ¿Eres mía, verdad Sandra? — Sí… sí lo soy— le dije mientras él embestía con su miembro

una

y

otra

vez

dentro

de

mí,

su

tacto

era

abrazador… me sentía amada… me sentía viva. — ¿Y tú, Francisco?... ¿Tú eres mío?— le pregunté con respiración entrecortada pues estábamos a punto de llegar al éxtasis. Él me beso y sin mirarme a los ojos me dijo: — Sí, Sandra. Soy solamente tuyo. La afirmación me hizo aterrizar pues sentí un inmenso convencimiento de que él en ese momento me mentía, pero no

pude

decirle

nada

porque

inmediatamente

después

llegamos ambos al clímax, gemí tan alto de satisfacción que momentáneamente olvidé el dolor en el pecho y me hundí entre sus brazos. Percibí su olor y me hizo suspirar. Lo que dije se me escapó de los labios: — Francisco, te amo. — Yo te adoro— soltó rápidamente. Me

quede

abrazada

a

él

para

unos

minutos

después

preguntarle: — ¿Por qué me has mentido? siento que tienes algo con tu esposa.

Ella

hasta

me

llamó

por

teléfono…

vamos,

Francisco, dime la verdad. — Sandra te doy mi palabra de que yo con ella no estoy, dormimos

hasta

en

cuartos

separados,

ella

sólo

se

enfureció… entiende que ella jamás nos dejará en paz, no quiere

que

cuadritos.

seamos

felices…

y

nos

hará

la

vida

a


¿Pero por qué? si a ella no le importara la situación, simplemente ignoraría todo, no se daría mala vida— pensé. No le dije nada, porque no quería incomodarlo con mis supuestos celos infundados; quería demostrarle que sentía confianza por él. — Pero déjala, Francisco… si ya ustedes no tienen nada… déjala y quédate conmigo… nosotros nos amamos… tú a ella no la quieres. — Sandra, las cosas no son tan fáciles como tú lo dices. — Lo sé… pero las cosas se deben hacer bien, esto de por sí ya no es justo para ella, más que ya sabe lo

de

nosotros, tú tampoco puedes darle mala vida a la madre de tus hijos… todo en esta vida se devuelve y si no lo pagas tú, lo pagaran tus hijos, debes entender que estas cosas son así. — Tienes razón nada de esto es justo… para ti tampoco lo es… pero ya nos queremos ¿o no?... ven acá bésame— me respondió Francisco jalándome hacia él y

colocando su

pierna sobre mi vientre para abrazarme con todo su cuerpo mientras nos besábamos. Así pasamos todo el día, fue magnífico ser suya, más de tres veces en ese día. Llegó la noche y me llevó a casa. Simplemente me acosté para descansar del día tan excitante y a la vez relajado que tuvimos, nada podría quitarme la verdad de la cara en estos momentos. Bajé a la planta principal para conversar un rato con mamá

y

luego

decidí

sentarme

en

la

computadora

para

revisar mis correos, mi facebook y mi twitter como era de costumbre antes de caer en esos días de tristeza que


acababa de salir… quería ver cómo estaban mis amigas y ver cuándo podríamos vernos. Siempre

he

sido

muy

buena

con

todo

lo

referente

al

internet, siempre podría conseguir cualquier cosa que me propusiera.


CAPÍTULO 6 “Verdades” Estando

frente

a

la

computadora

sentí

de

repente

una

punzada de curiosidad y quise ver cómo era la vida social de Francisco en la web, ya saben que todos esos lugares si no son bien bloqueados uno puede entrar en ellos con facilidad y ver todas las fotos y comentarios. Tecleé el nombre completo de Francisco y lo que logré ver casi me hace vomitar de la impresión. La sensación que sentí fue como si me arrancaran el alma de raíz allí mismo en esa silla donde estaba sentada… se me había quedado el cuerpo sin vida. Tenía en su facebook cualquier cantidad de fotos él muy feliz con su esposa, era la misma mujer de mis sueños, entonces logré conocer el nombre completo de ella e hice lo mismo para ver con qué me encontraría y fue casi lo mismo pero fotos más recientes entre ellos. Ambos tienen comunicación reciente en esas páginas tan comunes y yo aquí como idiota sin darme cuenta de lo que en verdad pasaba— pensé. Las conversaciones eran mensajes donde ella le decía que lo amaba y que él era el ser más maravilloso del mundo… él le contestaba a sus mensajes con

un “también te amo”.

Ahora entiendo porque él pocas veces me decía te amo, siempre

me

decía

te

adoro,

así

sería

el

cargo

de

conciencia que tenía el muy desgraciado. Muerta de la rabia decidí invadirle su correo personal < estaba

en

todo

dolida

>

entre

mi

derecho

lágrimas

me por

sentía tantas

frustrada mentiras

y

muy

logré


hackearle el correo a Francisco y lo que logré ver fue aun más doloroso. Ambos tenían mucho contacto y se notaba que se querían… aun peor, era evidente que él la amaba.

Llena de ira y

consternada por todo lo que me acaba de enterar le envié varios mensajes de textos. Quería una verdadera oportunidad contigo… en esos días en que no estuviste te dejé en claro que sufría… me arrastré ante ti para que me prestaras atención… yo simplemente quería ser feliz contigo… pero soy insignificante para ti… me usaste, te burlaste de mí. Él al ver el mensaje

inmediatamente me llamó.

— ¿Qué te pasa Sandra, por qué me dices esas cosas? —

Porque,

grandísimo

desgraciado,

pedazo

de

hombre

infeliz, tú aun estás con tu mujer… no quiero que me busques de nuevo… ¡te has burlado de mí!... nadie me ha hecho tanto daño como tú— le grité entre llanto, sentía que me desmayaría de la rabia. — ¡Estas equivocada, Sandra! te adoro y no estoy con ella. — ¡Mentira! Gran infeliz, yo misma lo vi en el facebook, revisé tus cuentas y la de ella, sus twitter… ¡revisé tu maldito correo!… ¡lo vi todo con mis propios ojos!... ¡te odio desgraciado!— le grité con todas mis fueras. Él no dijo palabra alguna por unos minutos, serían dos o tres,

pero

lograba

escuchar

su

respiración

por

el

celular. Luego de eso me dijo en un tono muy serio: — No debiste revisar mi correo, eso fue un abuso de tu parte, has roto mi confianza.


— ¡Púdrete pedazo de perro! ese no es el hecho por lo que discutimos aquí, ¡tú me mentiste y de eso es de lo que estamos discutiendo!— le dije mortalmente seria pero aun mis lagrimas corrían por mi rostro, quería ser fuerte pero la fachada estaba a punto de derrumbarse. — De ese asunto no hablaré, Sandra— me terminó diciendo y luego colgó la llamada. Eso sí que fue un golpe bajo, con esa actitud él admitió todo, tenía razón en lo que acababa de descubrir, es que a decir verdad no necesitaba su confirmación porque ya estaba segura de todo. Sentía tanto dolor, la cabeza me explotaría en cualquier momento, la sangre me corría caliente por todo mi cuerpo, vomité dos veces de la rabia, desolada me acosté para pensar en todo lo que ocurría. Todos

los

“te

adoro”

que

me

dijo,

los

besos,

las

sonrisas, los abrazos, las miradas dulces, el hacer el amor, el sentirme suya, el estar protegida; todas esas conversaciones donde él me decía que se quedaría conmigo, todos esos arranque de pasión que nos daba, todos esos recuerdos que sólo hace unos días, sólo hace unas horas me hacían tan feliz ahora eran como filosos puñales que se enterraban en todo mi ser. Enterarme

hoy

de todo eso,

me abrió los ojos

de una

manera muy brusca, arrancándome la felicidad de golpe. El ver cómo denigró mí ser, cómo se burló de mí… Ahora debe estar con ella en este momento, viviendo su vida como si nada, hasta

la debe de tener entre

sus

brazos y haciendo caso omiso de todo mi dolor, de todo el sufrimiento que en este momento sentía carcomiéndome la vida.


Seguí

llorando

por

días

enteros…

estas

benditas

vacaciones habían llegado en mal momento porque ahora no tenía nada con que entretenerme, no hacía más que sufrir y llorar en mi cuarto. De ese desgraciado no recibí nunca unas disculpas… Ni un “Perdón Sandra”, tampoco recibí un “Yo acepto mi culpa, te engañé pero quédate jamás

se

apareció…

conmigo”… nada, simplemente jamás

llamó…

simplemente

él se

desapareció. Él me privó de mi felicidad… no me dejó elegir siquiera… me abandonó sin más, le escribí por días y no recibí respuestas de él, estaba tan deprimida que caía en sueños profundos, no comía, descuidé mi presencia, abandoné mi cuerpo por completo mientras no dejaba de pensar en él, me sentía muerta en vida.


Capítulo 7 “Decidiste Tarde” Mis días se hicieron monótonos, miraba mi cel. Esperando ese mensaje

que jamás llegó. Lloraba día y noche, en la

madrugada no hacía más que sentir fuerte dolores en el pecho, cuando dormía tenía sueños de nosotros haciéndonos el amor y me levantaba llena de frustración de no poderlo tener, de rabia por todo lo que me hizo y anhelándolo a la vez porque simplemente lo amaba. Muchas veces soñé con él haciéndole el amor a su esposa, lo hacían incansablemente,

no podía

despertar cuando

soñaba con esas cosas… era una tortura y pensar que no eran los mismo sueños porque podía verlos con distinta ropa…

distintas

posiciones…

cuando

lograba

despertar

gritaba de frustración. Mi cuarto estaba en la planta alta

de

la

casa

así

que

estaba

segura

que

mamá

no

escuchaba nada de lo que me pasaba, no me gustaría que ella supiera de mi sufrimiento, siempre intentaba verme bien

frente

a

ella,

no

quería

agobiarla

con

mis

problemas. Estaba inmersa en una profunda depresión, entonces empecé a tener sueños feos sobre mí…. Me veía muerta… en mi baño… tirada en el suelo y el cabello se me veía aun más largo… ¿o no?... era la sangre tan roja como mi cabello, que se esparcía por todo el suelo y sobre mí. Cuando tenía esos sueños me levantaba toda aterrada, a veces quería que eso fuese verdad pues quería parar tan horrible

dolor,

necesitaba

terminar

con

todo

esto.

Enamorarme así, definitivamente dolía, amar de esta forma me había consumido completamente la vida. Cada vez más


seguido tenía esos tres tipos de sueños, pero de repente empecé a soñar que mamá lloraba demasiado. Intentaba reconfortarla en el sueño pero era inútil pues era un sueño... nada parecía hacerla feliz. Por mi parte, en la realidad no salía de mi cuarto y cada vez me sentía más sola, más dolida, más frustrada; sólo lloraba

y

recordaba,

me

esperando verlo repicar…

quedaba

viendo

el

teléfono…

pero jamás llegó su

mensaje.

Cada vez que dormía terminaba teniendo pesadillas y las sensaciones se sentían reales, cuando soñaba conmigo, que estaba

desangrada

sentía

tanto

frío

y

ardor

en

mis

muñecas que de golpe me despertaba. Llegó un momento en que caí enferma, dejé completamente de comer y me asombraba aun poderme despertar, cada vez sentía

más

demacrado

frío con

estando

grandes

despierta

bolsas

bajos

y

mi mis

rostro ojos…

estaba mi

piel

estaba amarilla y mis ojos inyectados de sangre. Un día sin más… bajé por las escaleras, tenía necesidad de conversar un rato con mamá pues podría jurar que la escuchaba por la casa llorando, una cosa es que yo esté deprimida, otra muy distinta es que mamá lo estuviera… eso me preocupaba. A medida que bajaba las escaleras empecé a escuchar más lo que ocurría: mamá lloraba desconsoladamente, gritaba mi nombre y el sonido era desgarrador,

me entraba frio

de repente al cuerpo sólo de escucharla… el sonido se hizo más potente… más trágico. Me paré delante de ella y le dije: — Mamá ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras así?... ¡Aquí estoy! Mi voz a penas y se escuchaba, no entendía el por qué.


Ella no lograba escucharme, parecía ni siquiera

poder

verme, me enfoqué un poco en la sala y noté dos cosas: Primero… la gente que estaba era pura familia y conocidos míos. Segundo… todos parecían haber llorado y a otros se les salían las lágrimas al ver a mi mamá gritar mi nombre. — Maldición, mamá aquí estoy ¡No llores así por favor, me da miedo! ¿Qué ocurre aquí?— grité pero mi voz a penas y se escuchaba. ¿Algo pasa pero qué?... ¿no entiendo nada!— pensé. — Vamos Mariela… no hagas todo esto, no llores así, nos lastimas a todos— le decía mi tía a mi madre. — Si, mamá todo está bien— le decía al oído pero ella no me respondía nada. —

Mariela ya han pasado

más de tres meses desde

que

Sandra murió… no llores así, te lo suplico… me rompes el corazón… todos la amábamos tanto como tú. Al escuchar eso sentí que se me salió todo el aire del ser y empecé a ver como mi cuerpo empezaba a congelarse. — ¿Qué?— dije en un chillido. De repente todo lo que ocurrió empezó a pasar delante de mis ojos como una película… veía imágenes cortadas de todo lo que ocurrió. “Mama yéndose de viajes de negocios y yo despidiéndola forzando una sonrisa en mi cara” “Francisco buscándome… yo nuevo”

aceptando y él dejándome

de


“Yo llorando mirándome al espejo y pensando cómo acabar con tanto dolor” “Yo escribiéndole a Francisco que viniera a verme pero nunca llegó” “Recibí

muchos

contentaba…

él

mensajes se

hermosos

acostaba

conmigo

de y

Francisco… luego

me

volvía

a

desaparecer” “Yo cortándome las venas y muriendo a los pocos minutos pues no tenía nada de fuerzas por no haber comido ni cuidado mi cuerpo en días” Mi tía me sacó de los recuerdos ya que le dijo a mi madre: — Mariela… ¡asesinada!... ¡o suicidio!... maldita sea, está muerta… no fue tu culpa… tú ni estabas aquí, nadie sabe el por qué ella lo hizo, ya por favor… cálmate un poco. — ¡Oh madre, perdóname!... yo… yo…— susurré. Y me tiré a llorar desconsoladamente en la habitación en frente de todos mis familiares que no podían verme. < ¿Cuándo acabé con mi vida? > De repente la respuesta llegó a mi cabeza… Luego de la conversación por teléfono de toda la verdad que

había

descubierto

por

el

internet…

pasé

días

llorando, luego mamá se fue de viaje y quedé sola. Esa mujer, su esposa volvió a llamarme y me dijo que los dejara en paz, que dejará de llamarlo… que respetara la felicidad de los demás… sin más, cayendo aun más hondo en la depresión, tomé unas hojillas y desgarré la carne de mis muñecas, exponiendo mi ya débiles venas y viéndome


desangrar me sumergí en más profundo de los sueños… “la muerte”. Mi muerte me confundió los tiempo jamás me creí capaz de hacer esto. Miré por la habitación a ver si estaba entre la gente Francisco pero no… el muy desgraciado no estaba. Aunque no tenía que estarlo porque jamás conoció a mi familia. Él se burló de mí, luego de morir no tuve sueños… lo que yo veía era la realidad… todo esto que él me hizo fue bajo

y

doloroso,

aquí

estoy

muerta

con

mi

familia

y

amigos desolados y ni siquiera saben el motivo por el cual tomé esa decisión de suicidarme. — Me imagino que el maldito de Francisco debe estar muy tranquilo disfrutando de su mujer— susurré. Ya consciente de lo que en verdad pasaba empecé a pensar fuertemente en Francisco para ver si de ese modo lograba ir hacia donde él estaba… y así fue… terminé parada medio en medio de la habitación donde siempre nosotros hacíamos el amor. Pero

lo

acostado

que

vi

me

llorando,

partió desolado,

el

alma.

parecía

Francisco

estaba

tener

tiempo

ya

postrado en esa cama… miré a mi alrededor y el cuarto estaba totalmente desordenado, casi estaba a

punto de

verse bien sucio. Caminé hacia Francisco y él empezó a ver a los lados como si me sintiera, tenía los ojos como platos. — Definitivamente estoy loco… ¡Sandra!... ¡Sandra!... yo puedo olerte, sé que estas aquí.


Sé que estoy muerta pero sentí de todo cuando él me dijo eso… el frío se calmó un poco en mí… y sentí cómo el calor envolvía mi cuerpo. Le vi el rostro. Estaba todo descuidado, la belleza y brillo que alguna vez vi en sus ojos ya no estaba, todo eso había sido suplantado por unos ojos inyectados de sangre, estaba mucho más delgado, había dejado crecer su cabello. — Sandra, perdóname… necesito que me perdones, desde que tomaste esa decisión de acabar con tu vida por mi culpa, mi ser se ha ido muriendo poco a poco, me siento vacío… necesito dormir en paz… te veo en mis sueños todas las noches, veo que hacemos el amor… te extraño… te necesito… siento que me volveré loco… si

es que ya no lo estoy.

Me senté a su lado y él miró a la altura de

mis ojos,

sabía que no podía verme, pero tenerlo así de cerca me hacía suspirar de nuevo. —

Me

equivoqué,

Sandra…

me

equivoqué,

lo

acepto…

fuiste quien despertó el verdadero amor en mí… pero yo no lo vi… no te valoré— gritó todo desesperado. Empezó

a

llorar

descontroladamente

y

escucharlo

me

estrujó… me dañó… quería que parara, no quería verlo más así. — Era por eso que no podía separarme de ti… por eso fui egoísta,

no

supe

discernir

a

quien

en

verdad

quería—

volvió a gritar Francisco y me hizo llorar. Sí… lloré… las almas en pena como yo… sí podían llorar. Coloqué una mano en su rostro y le dije: —

Vamos,

Francisco

no

llores…

te

dije

mil

veces

por

mensajes que te perdonaba… pero tú no quisiste decidirte.


Él no me escuchaba pero noté que se acostó completamente en la cama y empezó a oler esas sábanas que por tanto días nos protegieron del frío mientras hacíamos el amor, no eran las mismas pero nuestra esencia estaba allí. Me partió en mil pedazos verlo así. — Jamás pensé que te atreverías a quitarte la vida… ¡si hubieses esperado sólo un poco más!... yo me hubiese dado cuenta de que en verdad a la que amaba era a ti— gritó a todo pulmón Francisco. Sentí ese feo reproche y mis lágrimas salieron cada vez más rápido de mis ojos marrones. — Después de esa llamada que te hizo mi esposa…que debí alejarme…

empecé

a

sentir

mucha

necesidad

de

repente me sentía muy triste y yo sabía que

ti…

de

no eran

sentimientos propios porque llegaban de repente… esa fea ansiedad sólo se me quitaba cuando te veía y te hacia feliz…

Yo

no

podía

salir

de

mi

realidad,

que

te

enteraste de muchas cosas, pero yo no sabía que te amaba, pero ahora sí sé que te amo— Francisco se quitó unas cuantas lágrimas de su rostro. Él me hablaba como si

me

sintiera en este lugar…

en

verdad él me sentía aquí. Seguí sentada a su lado y él permaneció acostado, tomé su mano

y

él

contacto

hizo

que

sintiera

como

hormigas

pasando por mi mano, él pareció sentir lo mismo porque alzó su cabeza y sin mover la mano la miró con el ceño fruncido. — Sé que estás aquí, mi amor… Sandra llegaste tarde a mi vida, no supe valorarte de verdad, perdóname.


Chité mis dientes y sonreí complacida porque sólo eso era lo que anhelaba antes de morir… “Su arrepentimiento” — No, Francisco… yo llegué en el momento justo, llegué en el

momento

preciso…

tardaste

en

decidir,

por

tu

comodidad, por tu machismo perdiste todo… pero no importa nada…

te perdono.

Sentí como una parte de mí salía y se metía dentro de él… vi claramente cuando él suspiro y sonrió, inmediatamente dejé de sentir esa fea sensación que me acompañaba. — Dime algo… Sandra… ¿Por qué lo hiciste? Sonreí…

era

una

lástima

que

él

no

pudiera

verme.

Me

enfoqué en sus ojos y esta vez vi que tenía ese hermoso brillo igual al cuando me enamoré de él. Y aun sabiendo que él no me escucharía, soné mi garganta y con voz un poco melancólica le dije: — Porque cuando el amor no es correspondido simplemente deja de hacerte feliz… para convertirse en tu verdugo… no fui fuerte… no supe esperar… Te amé más que a mí misma y como no fui correspondida, impulsivamente, acabé con el dolor. Sólo vi cuando Francisco se quedó rendido al terminar de decir esto último… yo sabía que por primera vez en meses él no me encontraría en sus sueños, sabía que nada de lo que le había dicho lo había escuchado, pero sé que le provocó una profunda e infinita paz.

Sin nada más que amarrarme a este mundo, porque ya había escuchado

el

arrepentimiento

de

Francisco,

sentí

como

algo me arrastraba sacándome de golpe de este mundo y hundiéndome en una profunda e incontrolable paz.


NOTAS DE AUTOR La mujer fue creada para proteger y amar… normalmente nosotras las mujeres nos equivocamos eligiendo, y muchas veces a quienes elegimos nos hacen sufrir. Muchas mujeres del mundo son débiles y terminan así como Sandra… pero hay otras que son fuertes y terminan avanzando… a esas son

las

que

yo

admiro.

El

amor

subsiste

en

dos

realidades, o somos realmente felices o sencillamente el sentimiento nos carcome poco a poco hasta dejarnos triste y vacías. Como amigas de todas vosotras les digo: “Que

deben

entender

que

la

verdadera

felicidad

no

se

consigue a través de un hombre o de quienes nos rodean… simplemente se conoce conociendo a Dios, él es el único que te amara sin tener que esperarlo y sin tener que esperar que él decida por nosotras, te será fiel y te juro que jamás te fallará” Y a las ateas les digo: “El verdadero amor lo demuestras poniéndote tú un valor y demostrándoselo al mundo, no dejándote llevar por ningún otro ser sino por ti misma… la felicidad está simplemente dentro de ti”. Y a los hombres les digo: “El amor se debe valorar… porque a veces de nada sirve el arrepentimiento” ¡GRACIAS LOS APRECIO A TODOS!


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