UNA HISTORIA SIN NOMBRE
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UNA HISTORIA SIN NOMBRE
UNA HISTORIA SIN NOMBRE Prof. Alberto Enrique Viana Reyes
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UNA HISTORIA SIN NOMBRE
Dedicado a mi esposa y a mi hija que fue quienes me alentaron a seguir escribiendo despuĂŠs de leer esta, mi primera novela. A mis hijos y a mis nietos
ISBN 978-9974-98-978-8
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UNA HISTORIA SIN NOMBRE
INDICE CAPITULO I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI XXII XXIII XXIV XXV XXVI
PÁGINA 9 15 23 35 45 51 63 67 71 75 83 87 97 103 111 119 123 127 131 137 141 149 159 175 189 207
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CAPITULO I
Junio de 2009. Eran la 7 de la mañana y sonó el despertador. Javier se dio vuelta en la cama, como para seguir durmiendo pero, en ese momento, recordó que tenía mucho que hacer antes del fin de semana y ya era miércoles. Javier vivía solo en un departamento muy amplio en Pocitos cerca de la rambla costanera. Pocitos es un barrio de Montevideo. Este barrio está sobre las costas del Río de la Plata, bordeando la playa del mismo nombre. Al igual que muchos barrios de Montevideo, Pocitos nació como un poblado independiente, absorbido por la ciudad en su crecimiento Su arquitectura consiste en edificios de 10 a 15 plantas donde están lujosos apartamentos, conviviendo con casa antiguas. Es una de los barios preferidos por la clase media y alta. La parte comercial está compuesta por grandes superficies que alojan comercios muy variados y de lato nivel internacional Al abrir las cortinas de su dormitorio, con control remoto, vio al mar muy agitado, el cielo nublado y, además, estaba lloviendo. Era evidente que debía hacer mucho frío. Él no lo sentía porque su departamento estaba calefaccionado. En su dormitorio estaba su cama, un somier de dos plazas (king sise) con un respaldo formado por un barrote de madera oscura de la que cuelga una especie de cortina de la misma tela del acolchado, beige son algunos dibujos muy tenues en blanco. A cada lado hay una mesa de luz y, sobre cada una de ellas un spot direccional. A los pies de la cama y, sobre la pared, había un televisor LCD de 32’’ que Javier encendió ni bien se despertó
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A la izquierda de la cama y debajo de una ventana que da al mar, había una mesa acompañada de dos sillones reclinables tapizados en cuero marrón oscuro. En la pared opuesta a la ventana había un pequeño corredor que tenía, a un lado, el baño y, al otro el vestidor. El pequeño corredor se abría a otro más grande al cual daban, a la izquierda el dormitorio de huéspedes, seguido de un baño. Más adelante, una puerta que daba a un amplio living – comedor y al final el corredor desembocaba en la cocina. Javier se levantó en calzoncillo y camiseta para dirigirse al baño. Era un hombre de unos 39 años, de 1,80 m de altura, con algunos quilos de más (por la falta de ejercicio, según él), pelo corto y entrecano, con ojos azules y piel algo dorada por el sol. Pasó por el vestidor y tomó ropa interior y una camisa blanca Dolce & Gabana, lisa, para luego ir a afeitarse y darse un baño. Al salir del baño, toma un traje Marteletti gris oscuro de casimir, medias, zapatos negros Dolce & Gabana y una corbata Louis Vuitton azul, lisa. Dejó el saco sobre la cama y se dirigió a la cocina, donde se preparó un café y un par de tostadas. Desde la cocina se oía el sonido del televisor donde estaban dando las noticias, pero Javier no les prestaba atención. Esta era una rutina de todas las mañanas hacía un tiempo ya que desde que fallecieron sus padres, vivía solo después que su hermana se había ido a vivir al exterior. Había tenido algunas relaciones amorosas, pero nunca de verdadera importancia, excepto la última con María Federica. Cuando todo parecía que se iba a concretar en un casamiento, cosa que cambiaría su vida totalmente, María Federica decidió hacer un viaje y, sin previo aviso, se fue.
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Una vez que terminó su desayuno, fue al baño a lavarse los dientes y, en ese momento, oyó que entraba Felicia, la señora que le limpia y ordena el apartamento. Felicia es una señora de unos 55 años que conoce a Javier desde que era chico porque trabajaba en casa de sus padres Él se puso el saco, verificó su celular y se dirigió a la cocina. - Buen día Felicia, ¿está feo afuera, no? - Está lloviendo. Abrigate muchacho. Estamos en pleno mes de junio. Siempre desabrigado te vas a agarrar una gripe – rezongó Felicia. - No te preocupes por mí, sabés que con la calefacción nunca tengo frío. - ¿Venís a comer, Javier? - No, creo que comeré algo en la oficina. En todo caso si tenés ganas, preparame algo para la noche porque está muy feo para salir a comer afuera. Pero no te preocupes demasiado. - Te voy a hacer algo rico. - Hasta mañana, le contestó Javier que ya iba saliendo al palier y llamando el ascensor. El ascensor lo llevó hasta el garaje donde estaba su Citröen C4 Coupé gris oscuro. Sus amigos le dicen que tiene que cambiar de auto y comprarse un Mercedes o una BMW, pero él contesta que no le gusta andar haciendo bulla y, además, le encanta su auto. El Portero le abrió el portón de salida y se fue rumbo a su oficina en el Word Trade Center. Javier, siendo Ingeniero, era Director, para Uruguay, de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), una Empresa Multinacional de fabricación y venta de grandes maquinarias para la industria y la construcción. Un puesto de gran responsabilidad ya que en los últimos tiempos habían ganado licitaciones muy importantes. Estacionó su auto en el garaje del WTC y subió, usando el ascensor interno, a su oficina en el piso 18. Al llegar ya estaba todo el personal. Pasó al lado de su secretaria, Claudia, le pidió un café y entró 11
en su escritorio. El mismo estaba finamente amueblado pero de manera más bien espartana. Se quitó el saco que ubicó sobre el respaldo de su asiento, un comodísimo sillón de cuero negro. Sobre su escritorio solo había un teléfono y una notebook. Javier se sentó y se puso a pensar todo lo que había pasado desde que él se hizo cargo de la dirección de la Compañía en Uruguay en el año 2001. A pesar de de los inconvenientes derivados de las crisis económicas, había podido posicionar a la Compañía en un puesto que no se esperaba al comienzo de su gestión como, por ejemplo, haber ganado la licitación para la venta de maquinaria para la construcción de la nueva terminal del Aeropuerto Internacional de Carrasco. Dicha obra, que estará terminada para octubre de 2009, había significado una inversión de 165 millones de dólares y estaba a cargo de la empresa Puertas del Sur. También se proveyó de la infraestructura necesaria en las diferentes etapas del WTC Montevideo. Siempre había sido bastante fácil colocar la maquinaria representada debido a la calidad de los productos y a la seriedad del cumplimiento en los plazos de entrega por parte de CAMB MACHINERY & CO. LTD. U. S. A. Sin embargo, a partir del año 2006 se había comenzado a complicar la operativa. Fue en ese año que la Compañía delegó las operaciones para América Latina a la central mejicana. Desde ese entonces, la filial en Uruguay, había comenzado a tener tropiezos con las entregas, existían órdenes de importación que se retrasaban con el consiguiente pago de multas cuando se trataba de entregas en licitaciones. Cuando estaba pensando en todo eso, entró su secretaria trayendo el café y le dijo: - Señor, le están esperando los señores de JUMPA S. A. que se les rompió una máquina y la llevaron en taller. - Hágalos pasar
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Entraron dos hombres bien vestidos que Javier ya conocía porque él mismo les había vendido la maquinaria. - Buen día, tomen asiento y cuénteme que les está pasando. El mayor de los dos le contestó: - Hace dos días que se rompió el brazo hidráulico de una de las máquinas y no hemos podido lograr que la reparen. Imagínese, Ingeniero, que los tiempos corren y nosotros tenemos que cumplir con los plazos estipulados en el contrato. - Permítame un momento – le contestó Javier y, por el interno, dijo – Claudia, comuníqueme con González en el taller Se escuchó un murmullo en el aparato que se supuso un si de la secretaria. Al momento sonó el teléfono. Era la secretaria: - Su comunicación, señor. - Hola, González, ¿qué sucede con la máquina de JUMPA? Recibió una respuesta y, aumentando el volumen de la voz, dijo: - Por favor, González, si no hay ese repuesto aquí, pídalo a Buenos Aires. Esta Empresa no puede esperar. Llámelo enseguida a Palma aquí en la oficina y déle el número de la pieza para que tramite la importación urgente. Estos temas no tienen que llegar a mí, ¡por favor! - Señores - dirigiéndose a sus clientes - tengan la seguridad que yo mismo me voy a encargar de este problema y ustedes tendrán su máquina en un par de días. - Muchas gracias, Ingeniero, sabíamos que vuestro servicio es el mejor. Fue por eso que elegimos esta marca. Saludaron y se fueron. Ni bien salieron por la puerta, Javier llamó a Claudia y le dijo: - Comuníqueme con González, urgente Sonó el teléfono - Hola González, yo otra vez. Discúlpeme el tono pero tenía que hacer algo de teatro frente a los clientes. Cuénteme, ¿cómo hicieron estas bestias para romper un brazo hidráulico? Luego de un momento, después que González le relató lo sucedido, colgó el teléfono.
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Este gesto con González es lo que todo el personal de la empresa más le elogia de Javier. Nunca se enoja y siempre apoya a su gente. En ese momento Javier se dio cuenta que no había tomado su café por lo que debía estar frío. A pesar que le daba cierta vergüenza, le pidió otro café a Claudia y se puso a trabajar en su notebook. Había algunas situaciones que lo tenían preocupado. La parte financiera no funcionaba como él quería. Existían diferencias entre sus reportes a Méjico y lo que la central en Méjico obtenía mediante sus auditores. Además era bastante extraño que, desde el 2006 cuando asumió Méjico la dirección de la Compañía, se pidiera que se exporten las maderas de los cajones en los que vienen embaladas las máquinas. Todo esto y la incomodidad de depender de un Presidente para América Latina totalmente arbitrario y autoritario lo tenía preocupado. En varias oportunidades había tratado el tema con Gerentes de la Compañía en Estados Unidos, pero todos le respondían lo mismo: al Directorio de la Compañía le parece mucho más apropiado que quien dirija las operaciones en esta zona sea un latinoamericano.
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CAPITULO II
La semana siguiente, se llevaría a cabo, en Colonia del Sacramento, la asamblea anual de directores de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Latin America) y Javier debía preparar un informe que justificara la permanencia de la Compañía en Uruguay. Evidentemente no se trataba de una tarea fácil. Los volúmenes de venta diferían de los de otros países como Chile, Argentina o Brasil. El que Uruguay sea un país con poco más de tres millones de habitantes, no había servido como argumento frente a la Dirección de la Compañía por lo que debía ser convincente en su presentación para evitar que CAMB MACHINERY & CO. LTD. redujera su participación en el país. Pero todos esos elementos extraños en todas las operaciones comerciales efectuadas no lo dejaban tranquilo. Estaba convencido que detrás de todos esos manejos había algo que él se propuso investigar. Cada uno de los puntos que iba encontrando lo anotaba en su Notebook, generando una especie de “borrador” de un informe que, estaba seguro, lo iba a llevar a la verdad. Estaba concentrado en su trabajo cuando entra Claudia que le traía el café y le avisó que tiene una llamada desde San Pablo. Levanta el tubo - Hola - Alo. Como esta voce? - Bien, Felipe. Qué dices - A gente está chegando a Montevidéu sexta feira na manha em vôo do TAM. - Está bien. ¿Qué necesitas? - Faz favor alugar um carro pra min. Tem que ser Mercedes o BMW soamente. A gente vá chegar com secretaria. Da pra entender? – y largó uma carcajada. - Está bien Felipe, no te preocupes. Las reservas de hotel ya están hechas. - Mais tem presente que a gente no vai sozinho, Ok - Está bien. No te preocupes. Buen viaje. 15
“Este brasilero loco lo único que viene es a pasarla bien y yo trabajando como loco tratando de preparar algo creíble”, pensó Javier tomando el café. -
Al rato entró Claudia Señor, voy a almorzar. ¿Usted va a salir? No Claudia. Hágame el favor, pídale a Pedro que me consiga un sándwich de pan negro de jamón y queso y un refresco. Déle dinero de la caja. Gracias
Normalmente Javier salía a almorzar a alguno de los restoranes de la zona, donde se encontraba con ejecutivos de otras empresas, pero hoy no tenía ganas de alternar con nadie. Seguía preocupado por la convención y con esa sospecha de que algo no funcionaba bien. En ese momento sonó su celular. Un mensaje de texto: “Este fin de semana viajá a Colonia y te daremos una sorpresa. Llamá al…” Era uno de esos mensajes de publicidad, por lo que dejó su celular y se dedicó a la presentación que estaba preparando. Pero una idea recurrente le venía a la mente: “¿Qué había cambiando desde el 2006? ¿Por qué ahora se consideraba que la filial Uruguay de la Compañía no era redituable? Se había pasado la crisis en que estuvo el país en del 2002 sin ninguna pérdida gracias a los manejos que se habían efectuado en ese entonces. La pregunta es: ¿Dónde está la explicación?” -
Golpearon la puerta de su escritorio. Adelante – Era Pedro con el sándwich y el refresco que había pedido. Gracias Pedro.
Se lo devoró, casi sin darse cuenta y se tomó la mitad del contenido del refresco. Estaba con sed. No quería reconocer que la calefacción le daba mucha sed. Fue al baño a lavarse las manos y volvió a su escritorio. Ya estaba todo el personal que había vuelto de almorzar. “Como se pasa el tiempo, pensó” 16
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Claudia, puede venir un momento – intercomunicador.
llamó por el
Al instante apareció la secretaria. Claudia, comuníquese con la empresa que está preparando la convención y pregúnteles como tienen todo. Recuérdeles a Caroline y Antonia que deben viajar el viernes a Colonia para supervisar todo. Ellas, ¿estarán allá todo el fin de semana? Le pregunto por el alojamiento. No creo que sea necesario, pienso que se pueden volver el sábado. Dígales que alquilen un buen auto para poder irse cuando quieran y, sobre todo, para movilizarse en Colonia. OK, ¿algo más? Ah, gracias por preguntar. El viernes llega el Presidente de la compañía para América Latina. Su nombre es Benito Ramírez López y es mejicano. Viene en un jet privado y, como no puede aterrizar en Colonia, quiere disponer de un helicóptero para viajar hasta allá. Por favor, dígaselo a Francisco. Él sabe como conseguirlo. Por favor, otro café, ¿puede ser?
Al retirarse Claudia, Javier quedó pensando: “¿Qué se creerá este individuo? Viene nada más que a molestar porque nunca le oí dar ninguna idea. ¿Cómo habrá llegado a ese puesto? A lo único que se ha dedicado es a poner piedras en el camino y dar órdenes ridículas como la exportación de las maderas de los embalajes. ¿No se da cuenta lo que encarece todo? Pensará que las podemos vender para hacer asados” terminó, sonriendo Al instante estaba Claudia con su café. Esta vez se lo tomó enseguida para evitar que se enfriara. Lo llamó por el interno el Gerente de Importaciones que quería hablar con él. - Si, Palma, venga -
Unos minutos después entró Jaime Palma Siéntese. ¿Qué sucede? Ingeniero. En la importación que estamos haciendo vienen una cantidad de cajones. No quiero abrumarlo con números, pero si 17
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usted entra en importaciones, puede verlo. Me preocupa mucho cuánto va a salir la exportación de la madera. Tiene razón, Jaime, pero son las órdenes que tenemos. Una pregunta: ¿Dónde quedan almacenados los cajones hasta su exportación? Siempre es el Gerente de Ventas, el Ingeniero Dolmos que se encarga. Según él, eso se debe a que es su departamento que sabe cuáles son los cajones a desarmar primero. Está bien, Jaime. Páseme un informe sobre lo que hemos gastado con la exportación de ese material. Una cosa más, Ingeniero. En el puerto hay dos contenedores que no han sido despachados. Cuando se lo comenté al Ingeniero Dolmos me dijo que no me preocupara, que cuando fuera necesario lo despachábamos. Bien, no se preocupe. Lo hablaré con el Ingeniero Dolmos cuando vuelva de Buenos Aires
Luego de esa distracción, Javier siguió trabajando tratando de concentrarse. Lo que le había dicho Palma no hacía más que confirmar sus sospechas, pero ¿sospechas de qué? No podía concentrarse en lo que estaba haciendo. Cuando se dio cuenta eran las 5 de la tarde. Claudia se despidió recordándole que mañana tenía una reunión con todo el personal para arreglar todo durante lunes y martes que duraba la convención ya que él no va a estar presente. -
Gracias – contestó Javier – ¿Quedó café? Si señor, está recién hecho. Hasta mañana Hasta mañana, Claudia.
Javier era conciente que los gastos se habían ido a las nubes y eso le molestaba mucho porque no había sido por ineficiencia sino por órdenes expresas desde Méjico. “Pero ¿como justificarlos de tal manera que no cambiaran el estatus de la empresa en el país y pasaran todo a Argentina? Hay días que lo agarraría a patadas al mejicano”, pensó Luego de un rato, salió de su escritorio a servirse otro café. Estaba todo iluminado porque ya había llegado el personal de limpieza. 18
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Saludó y se quedó mirando la oficina. Ocupaba una cuarta parte de un piso de la torre. Está dividida en boxes abiertos, a la manera de las oficinas americanas, excepto los escritorios de los gerentes que están cerrados con vidrios fantasía. Tomó el café, se sirvió otro y volvió a entrar a su escritorio. Pretendía seguir preparando su trabajo, pero estaba cansado y además se insultó por tomar tanto café. Desde que había dejado de fumar hace 6 años, tomaba más café. “Al final no se que me hace más daño”, pensó. Zás. -
Sonó su celular. Era el abogado de la compañía, doctor Antonio Ingeniero, perdóneme que lo moleste. ¿Está todavía en la oficina? Si, doctor. ¿Qué necesita? Que me firme una documentación. En un minuto estoy ahí. OK
En un par de minutos llegó el abogado que tiene su estudio en el mismo edificio. - ¿De qué se trata? – preguntó Javier - Tenemos un pequeño problema de reclamación por los precios en una licitación. ¿Recuerda que ya se lo había comentado? Bueno es la respuesta con todos los datos que ya habían sido puestos en los pliego de condiciones. En realidad es solo una formalidad. - Muy bien, ya me acuerdo. ¿Algo más? - No. Gracias y nos vemos. “Qué rompe este come – papeles, ¿no podía esperar hasta mañana?”, pensó Javier Eran las 7:15 PM por lo que resolvió guardar todo para irse. En ese momento volvió a sonar su celular. Era otro mensaje similar al anterior: “Cuando llegues a Colonia te vas a sorprender. Llamá al…”. Se guardó el aparato en el bolsillo, se puso el saco y salió de la oficina. Bajó hasta el garaje se subió al C4 y salió rumbo a su casa. Había pensado ir a tomar algo a algún “Pub”, pero el tiempo estaba feo y, además, sentía la cabeza pesada, como adormecida. “Es la computadora y mi maldita idea de no usar lentes”, pensó 19
Al llegar a su casa, se desvistió, guardó el traje y se puso jeans y una remera de algodón, unas medias blancas de algodón y se quedó sin zapatos. Con la moquete del departamento y la calefacción no era necesario. Miró en la cocina. Felicia le había dejado unos arrolladitos de merluza rellenos de mejillones, bañados en crema. Sobre la fuente que estaba cubierta con papel de aluminio se leía: calentalo en el microondas y no olvides de sacar el papel antes. Javier se sonrió por la advertencia. Abrió la heladera, puso hielo en un vaso y se dirigió al living – comedor. Abrió el bar, se sirvió un whisky, se sentó en un sillón forrado de cuero color bordó oscuro de uno de los juegos de living que amueblan la habitación, encendió el televisor, un LCD de 42’’ y se puso a mirar el informativo. En ese momento, sonó el teléfono: -
Hola, ¿Javier? – una joven voz femenina que Javier reconoció enseguida.
Era Alicia su hermana, menor que él, que vive en Nueva York. Ella y su esposo trabajaban para las Naciones Unidas y hacía unos cuántos años que vivían allá. Cuando el 11S, tanto Javier como su mamá, que vivía con él, pasaron momentos muy angustiados tanto que Javier siempre sostuvo que los problemas cardíacos que llevaron a su madre a la muerte, surgieron en esos momentos. - Alicia, ¿qué hacés llamando a esta hora? ¿Pasó algo? - No, nada, pero estaba segura que estarías en tu casa. “Como buena mujer casada está segura que los hombres salen del trabajo y van para la casa”, pensó Javier. - Javier: ¿estás bien? – preguntó Alicia - Si lo más bien, con mucho trabajo por la convención, pero bien - ¿Estás seguro? ¿no estás mintiendo? - No mujer, ¿Por qué iba a mentir? - No se, noto algo raro en tu voz. Javier, ¿Por qué no largas todo y te venís a vivir aquí? Sabés que tenés un montón de oportunidades. No hay nada que te ate para quedarte allí. - ¿Otra vez con lo mismo? No volvamos a discutir – contestó Javier Alicia, haciéndose la desentendida, le dijo 20
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¿Sabés a quien vi aquí en Nueva York? A María Federica y me preguntó por ti
Se hizo un silencio. Javier no quería recordar lo que había pasado y las palabras de su hermana, revolvían en esa herida que no había sanado, todavía. - Javier, ¿Estás ahí? – preguntó Alicia - Si, pero sabés que no quiero tocar el tema. - Bueno, perdón, solo era para tratar de convencerte que te vinieras. Entonces estás seguro de estar bien. - Si Alicia, no te preocupes, cuando me muera serás la primera en enterarte – bromeó Javier - Siempre el mismo con esos chistes macabros. Un beso y llamame cualquier cosa - Si, Alicia. Un beso Colgó el teléfono y se quedó pensando: “Que extraña esta llamada de Alicia; ya llamó la semana pasada y nunca lo hace tan seguido. No me quedó claro”. Tomó el teléfono como para llamarla, pero luego se arrepintió. La historia con María Federica lo había dejado muy mal. Se habían conocido en una fiesta hace unos años. Enseguida existió entre ellos una atracción muy especial. Ella era una mujer muy bonita, alta, delgada, muy elegante y siempre estaba vestida a la última moda. Habían hecho el amor varias veces y siempre ella se terminaba quedando dormida en sus brazos. Desde que falleció la madre de Javier, María Federica, prácticamente se había instalado en el departamento de él y compartían momentos muy agradables. Una tarde, cuando Javier retornó del trabajo, notó que ella se había llevado la ropa y encontró un papel sobre la cama en el que decía “Viajé a Nueva York. Creo que lo nuestro no da para más. Te deseo lo mejor” Javier tomó el papel y quedó totalmente desconcertado. No entendía que podía haber pasado. Trató de llamarla varias veces a su celular y siempre figuraba apagado. Luego de esto, sintió que ella lo había traicionado y eso justificaba la respuesta que le dio a su hermana. Fue hasta la cocina y, mientras terminaba la bebida, puso la comida en el microondas. Decidió comer en la ante - cocina por ser 21
más cómodo. Tenía una magnífica mesa de metal con cubierta de melamina roja, rodeada de modernos taburetes de pie único de acero inoxidable. Luego de comer, fue al baño a lavarse los dientes y decidió acostarse porque se sentía muy cansado. Desde su control remoto especial, apagó todas las luces y cerró las cortinas. Se tomó un calmante para el dolor de cabeza que le proseguía e intentó dormir.
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CAPÍTULO III
A las 3 de la mañana se despertó sobresaltado. Estaba todo traspirado. Había tenido una pesadilla. La recordaba perfectamente. Tres mujeres jóvenes, todas vestidas de negro con una cofia en la cabeza que apenas dejaba ver sus caras le decían: “No vayas a Colonia. Te puede ir muy mal”. Sus voces eran de mujeres jóvenes y muy parecidas a la de alguien que conocía pero no ubicaba. Javier.
“Este trabajo me va enloquecer. Ya hasta sueño con él” pensó
Se levantó, se dio una ducha bien caliente, se cambió y volvió a acostarse. Le costó volver a dormir porque le seguía esa sensación de tener la cabeza adormecida. Sonó el despertador. Eran la 7 de la mañana y hoy ya era jueves. Javier se levantó apresurado. Seguía con el mismo malestar pero quería estar temprano en la oficina ya que se trataba de un día muy complicado. Luego de haberse afeitado, bañado y vestido, se preparó, como siempre, un café con unas tostadas. Recién en ese momento recordó el sueño de la madrugada. Se sonrió. No podía creer que un trabajo le trajera pesadillas. Él no creía en el stress, pensaba que es un pretexto de los vagos para no trabajar. dice: -
En ese momento entró Felicia. Venía muy abrigada y Javier le Buen día, Felicia. ¿Hace tanto frío? No te imaginás m’hijo y eso que camino solo dos cuadras hasta aquí. Además sigue lloviznando. Felicia – le dice Javier – ¿sabés?, ando con una molestia en la cabeza. Como si estuviera “atontada” ¿Por qué no vas al médico? Puede ser presión. No te cuidás nada y a tu edad es peligroso Estás loca. Voy al médico y me manda reposo y ¿qué hago? – le dijo Javier con una sonrisa Bueno, después no digas que no te lo advertí – sentenció Felicia. Mirá que 23
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Si, ya sé. No venís a almorzar. ¿Te gustó o que te hice para anoche? ¿Lo calentaste? Si estaba muy rico y no me trates como a un chiquilín ¿Y no lo eres acaso? – respondió Felicia riendo – ¿Te preparo algo de cena? No, no te preocupes, voy a cenar por ahí. Bueno me voy que se hace tarde. Hasta mañana.
Salió tan rápido que ni siquiera oyó la respuesta de Felicia. Tomó el ascensor, bajó y se fue en su C4 para la oficina. Llegó al mismo tiempo que los empleados. Saludó y se fue para su escritorio. La llamó a Claudia por el interno y le pidió un café. Un instante después entró la secretaria con el café y le dijo: -
Ingeniero ya llegaron el Ingeniero Dolmos y el Contador Fresi
Dolmos era el Gerente de Ventas y Fresi, el Gerente Financiero de la Empresa. Habían viajado ambos a Buenos Aires a arreglar la llegada de nueva maquinaria que se había comprado en conjunto con la filial en Argentina. -
Claudia, por favor, dígales, que cuando puedan vengan los dos juntos. Si señor. Le dejo estos comprobantes para firmar. Son de la empresa que organiza la convención. Ya está apurados por cobrar, ¡que gente! – rezongó Javier – está bien, Claudia, vaya nomás.
Un rato después, mientras Javier revisaba los comprobantes y tomaba su café, entraron el Gerente de Ventas y el Gerente Financiero. - Buen día, ¿Cómo les ha ido? – preguntó Javier - Buen día – contestaron ambos a coro – ya le contamos, dijo el Ingeniero Dolmos. El Ingeniero Dolmos, Gerente de Ventas, era un individuo alto, muy delgado y de aspecto medio tenebroso. Con pelo muy negro y abundante, cara muy blanca y angulosa adornada por un bigote finito debajo de una nariz aguileña y ojos negros muy encajados 24
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en sus órbitas. A Javier siempre le llamó la atención que solo usaba trajes y corbatas negras con camisa blanca. Era de nacionalidad argentina y había venido a ocupar el cargo cuando se jubiló el anterior Gerente de Ventas. Javier siempre pensó que ese nombramiento había sido una trampa del mejicano Ramírez López, y nunca le gustó El Contador Fresi era una persona bajita, más bien barrigón, pelirrojo en el poco que le quedaba, cara rosada, siempre vestido con trajes de colores llamativos y corbatas excesivamente estrafalarias. -
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Dolmos tomó la palabra: Le cuento Ingeniero. La compra de la maquinaria quedó condicionada a que nosotros aportemos el 50% por adelantado. ¿Cómo dijo? – saltó Javier – ¿Están locos? Si nosotros vamos a quedarnos solo con algunas de las máquinas. ¿A cuánto asciende el costo de las máquinas para nosotros, Fresi? Seis millones setecientos mil dólares puestos en el puerto de Montevideo – contestó temerosamente el Contador. Según lo que ustedes me informaron, y eso fue lo que informé a la Presidencia de la Compañía, el total de la operación es de treinta y tres millones y medio de dólares, es decir, lo que nos corresponde a nosotros sería de la quinta parte de la operación
Ya a esa altura Javier estaba que hervía. Siempre los de la filial argentina querían pasarlos por arriba. - Además hay otro problema – acotó Dolmos – Tenemos que pedir un adelanto de rubro de lo correspondiente al 2009 a la casa Matriz. Contale Fresi - De acuerdo a lo que solicitan desde México, estamos atrasados en nuestras cuotas y no tendríamos suficiente capital ni para la compra ni para seguir operando aquí en Uruguay. Esa deuda asciende a más de 2 millones de dólares. - Fresi, tráigame los últimos informes sobre situación financiera que me pasó – le dijo Javier ya sin disimular su enojo. Ahí salió el Contador y a Javier le pareció percibir una cierta sonrisa en la cara de “póker” de Dolmos.
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Cuando volvió el Contador con los informes, Javier los tomó y mirándolos detenidamente dijo: - De aquí no surge eso que ustedes me están contando. O estos informes están mal o por alguna razón nos quieren hacer aparecer con pérdidas. Por favor, a ustedes dos les encargo que verifiquen todo y se lo comunique a Argentina y a México. No nos vamos a quedar de brazos cruzados cuando, según esto, nos estaría sobrando más de tres millones. A propósito Fresi, ¿como va el cobro a UTE y al puerto? - Se ha demorado algo porque faltaban unos certificados, además como no estuve, no se como está ahora. - ¿Y no tiene gente que se encargue? Hágame el favor, Fresi, sean más eficientes. Pueden retirarse y manténgame informado. -
Cuando cerraron la puerta, Fresi le dice a Dolmos, ¿Viste cómo se enojó? No te fíes y no digas nada. Mirá que en cualquier momento nos puede pegar una patada en el culo.
Javier no cabía en si de bronca y pensó “aquí hay algo que no entiendo”. El malestar y dolor de cabeza se le hacía insoportable. Llamó a Claudia y le pidió un calmante, agua y un café. Casi de inmediato entró Claudia con lo que le había pedido. - ¿Ya firmó los comprobantes? - Si, se los puede llevar - Salgo a almorzar – dijo Claudia – ¿le hago traer algo? - No, gracias, voy a salir a despejarme un poco – respondió Javier. - No olvide, Ingeniero, la reunión con el personal que usted pidió para esta tarde. Ya le avisé a González en el taller. Quedó fijada para las tres. - Gracias, Claudia, estoy aquí antes de esa hora. Javier se tomó el calmante con agua y luego tomó el café. Quedó pensando en que estarían tramando en la filial de Argentina. Tenía que actuar rápido, pero si todo lo financiero estaba a su favor, ¿qué hacer? Este nuevo problema lo mortificaba bastante y, sobre todo, no sintiéndose bien. Tomó, de su guardarropa, su gabardina Burberry, beige oscura, se la puso y salió. Se fue caminando hasta un restaurante muy 26
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fino que hay en las cercanías. Le gustaba ese porque era en un ambiente tranquilo y, además se comía muy bien. Al entrar, el portero lo saludó, tomando su gabardina. - Buen día Ingeniero. Hacía tiempo que no teníamos el gusto. ¿le apronto una mesa para usted solo? - Buen día, Juan, si hoy vengo solo. En ese momento vio que una mujer le hacía señas desde una de las mesas del restaurante. Era Patricia una vieja amiga. - Deje Juan, me voy a sentar con la señora – dijo Javier. Patricia Rutmani era una Ingeniero que había sido compañera de Javier en los primeros años de Facultad. Luego ella se había especializado en Ingeniería Civil y Javier en Industrial y Mecánica. Era una mujer de 1,65 m de estatura, bien formada, con pelo castaño claro (teñido para esconder las canas, pensaba Javier), con un corte “carre” y cerquillo. Ojos verdes claros y una espléndida sonrisa. Tenía la misma edad de Javier pero aparenta unos años menos. En ese momento era directora de una empresa consultora que también está instalada en el WTC. Ella vivía con sus padres que son hacendados dedicados a ganado de cría y a la agricultura. - ¿Qué haces Javier? Tanto tiempo sin verte, trabajando en el mismo edificio – dijo Patricia que se levantó a darle un beso en la mejilla. En ese momento Javier recordó que ella era nacida y criada en Punta del Este, por su modo de hablar. Recordó además que se había casado pero solo al año se divorció. Nunca se atrevió a preguntarle que había sucedido. - Aquí me tenés, luchando con todas las dificultades de este trabajo. Nadie se imagina lo complicado que es. - No te quejes – contestó Patricia – tu cargo lo envidian muchos. Pero no te veo bien. Se nota en tu cara. ¿Te pasa algo? En el momento que Javier iba a responder se acercó el maître y Javier ordenó un petit entrecot con papas noisette y una botella de agua mineral con gas. Al retirarse el maître, - No sé. Hace ya unos días que ando con una molestia en la cabeza. A veces me duele, pero en general es como si hubiera bebido demás. 27
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¿Consultaste con un médico? Podría ser presión y sabes que eso es delicado a tu edad. No, no creo en eso. Además no seas coqueta que los dos tenemos la misma edad. ¡Qué grosero! No tenías porque recordármelo – rió Patricia.
Continuaron hablando de cosas triviales mientras almorzaban. Javier miraba a Patricia medio hinoptizado por la sonrisa de ella y pensaba: “Quizás podría enamorarme de una chica así, pero no creo que le interese a ella y nunca podría decírselo. Quizás se rompería una amistad de tantos años. Me tendré que conformar” Terminado el almuerzo, Javier le hizo una seña al maître. Este ya sabía que significaba que anotara los dos almuerzos en la cuenta de la Empresa. Ambos se levantaron, se pusieron sus respectivos abrigos y salieron rumbo al edificio de oficinas. Tomaron el mismo ascensor y, cuando llegaron al piso de la oficina de ella se despidieron ambos con la promesa de no dejar demasiado tiempo sin verse. - Tú sabes mi teléfono – dijo Patricia – llámame cuando estés menos ocupado y vamos a cenar a algún lado. Al corazón de Javier le dio un vuelco. “¿Se habrá dado cuenta que la miraba como embobado?” pensó. Javier entró en su oficina. Eran las 2 y media de la tarde. Se quitó la gabardina y al pasar por al lado de Claudia, le pidió un café. -
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Enseguida apareció la secretaria y le preguntó ¿Necesita algo en especial para la reunión de esta tarde? No, nada diferente. Saque nota como siempre. Si quiere ponga en funcionamiento el grabador. Después le pasa las notas a todos los Gerentes. ¿Precisa el proyector? No, Claudia, gracias.
La secretaria se retiró y Javier quedó pensando: “¿Qué les digo a éstos? Espero que en dos o tres días que estaré afuera no se arme lío. De cualquier manera se pueden comunicar conmigo cuando quieran” 28
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La reunión transcurrió sin mayores novedades. Javier le fue preguntando a cada responsable de área qué tenía pendiente y cuando pensaba resolverlo. Cuando ya estaba por terminar la reunión, Sofía, la Gerente de Recursos Humanos, le preguntó: - Mañana Caroline y Antonia viajan a Colonia. ¿No cree que sería conveniente que yo las acompañara? Sofía era una señora de unos 50 años, con gran experiencia y conocimiento de la Empresa. Javier le respondió - Me parece fantástico. Usted las puede ayudar mucho. Arréglelo con ellas. No se sacrifiquen todo el fin de semana. Si ven que está todo bien, se vuelven. Para eso les pagamos, y bastante, a la empresa que organiza el evento. - Gracias señor, ya enseguida hablo con ellas porque, la verdad, fueron ellas que me lo pidieron. - Ah, dijo Javier, les dejo con Claudia unos ejemplares del programa de la convención. Ella se los hará llegar junto con el acta de la Reunión. - Claudia, déle hoy mismo sendas copias a cada una de las chicas que viajan mañana - Si señor - Bueno, cada uno a lo suyo. Recuerden que yo viajo mañana, así que cualquier asunto que no puedan resolver ustedes, me lo avisan. Espero no recibir ninguna llamada – sonrió Javier. El Programa de la Convención decía Sábado 6 de junio de 2009 Hora 10 – Acreditaciones en sala de Convenciones del Hotel Hora 11 – Primera reunión preparatoria Hora 13 – Almuerzo en comedor del hotel Hora 16 – Palabras del Sr. Presidente para Latino América Hora 16:30 – Preguntas sobre el desarrollo del evento. Actuará de moderador el Director de la Empresa para Uruguay, Ingeniero Javier Covielles. Hora 18 – Fin de la jornada de trabajo Hora 21 – Cena de inauguración de la Convención Domingo 7 de junio de 2009 Hora 9 – Desayuno en comedor del hotel 29
Hora 10 – Se viaja a la ciudad de Nueva Palmira ha observar la maquinaria entregada en el puerto de esa localidad. Se servirá un asado con cuero. Se prevé el retorno a Colonia a la hora 16 Resto de la tarde libre Lunes 8 de junio de 2009 Hora 9 – Desayuno en el comedor del hotel Hora 10 – Formación de los grupos de trabajo. Dirigirá el Ing. Javier Covielles Hora 13 – Almuerzo en comedor del hotel Hora 16 – Exposición de cada uno de los grupos de trabajo. Moderador: Ing. Javier Covielles Hora 21 – Cena de cierre de la Convención Martes 9 de junio de 2009 Partida de las delegaciones Luego de la reunión, Javier quedó más cansado que de costumbre y no entendía porque. Sería, quizás, por ese estado de molestia continua que sentía. Se puso a preparar su presentación, como sería su actuación como moderador y decidió no llevar su Notebook. Pondría todo en su mail y en un pendrive, por si acaso se presentara algún problema. -
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Entró Claudia a su escritorio y le dijo: Señor, mañana a primera hora ya tendré todo lo dicho en la reunión Formidable, Claudia Los señores Dolmos y Fresi quieren hablar con usted. Dígales que pasen y traiga café. Pregúnteles a ellos si quieren. Si señor Al rato entraron Dolmos, Fresi y Claudia con el café. Díganme señores, ¿qué necesitan? Queremos saber en qué grupo de discusión nos tocará en la convención. 30
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Cada uno irá al grupo que esté formado de acuerdo a sus especialidades. Nosotros viajaremos el sábado en la mañana. De acuerdo – contestó Javier – yo lo haré mañana porque llega el Presidente de la Empresa y no quiero que falte nada. Gracias señor. Nos vemos en Colonia – dijo Dolmos. Adiós, contestó Javier y pensó “lo menos que tengo ganas es de verte la cara” Cuando ellos se fueron, entró Claudia: Me voy señor. Ya son las 5. Que tenga buen viaje y que salga todo bien. No dude en llamarme si necesita algo. Muchas gracias Claudia, se que cuento con usted. Nos vemos el martes en la tarde.
Como estaba muy cansado, Javier no tenía más ganas de quedarse en la oficina. Tomó su saco y salió rumbo al ascensor. Allí se acordó que le había dicho a Felicia que no le hiciera de comer. Medio fastidiado, se puso a pensar a donde podría ir. Llegó a su apartamento, se quitó el saco, la corbata. Fue al baño se lavó las manos y pensó “¿y si llamo a Patricia para ir a cenar juntos?” Enseguida se quitó la idea de la cabeza. No quería arruinar una amistad tan linda. “Tenés miedo de enamorarte” pensó, “eres un cobarde”. Se sonrió y fue a la cocina a sacar hielo de la heladera. Se dirigió al living y se sirvió un whisky. “No puedo ser tan cobarde” se dijo y tomó el celular - ¿Patricia? - Ay, ¡déjame que me siente! Tú llamándome. - No seas mala. Sabés como soy. No te imaginás la cantidad de vueltas que di antes de tomar el celular. - Javier, ¿a mí me vas a contar?, como si no te conociera. - Decime, ¿dónde andas? - En casa con mis papis, ¿por? - Me gustaría invitarte a cenar, ¿qué decís? - Si, en un minuto estoy pronta. - Lo del minuto no te creo, pero en quince te paso a buscar. - Aclárame algo, ¿desde cuando eres tan conocedor de mujeres? - Tengo una hermana, no te olvides – bromeó Javier - Bueno, te espero. 31
A los quince minutos estaba Javier en su auto en la puerta del edificio donde vivía Patricia. Ella lo estaba esperando vestida con pantalones, sweater y chaqueta. “Está cada día más linda” pensó Javier que se bajó a abrirle la puerta del auto. Patricia le dio un beso en la mejilla y subió al coche. Se fueron a cenar a un fino restaurante en el barrio de Punta Carretas. Punta Carretas es un barrio al oeste de Pocitos, sobre las costas del Río de la Plata. Es uno de los lugares donde están algunos de los mejores restoranes de Montevideo y bares, además por supuesto, del característico Shopping de Punta Carretas, nacido con la reconstrucción de un histórico y famoso penal de reclusión. Durante la cena, ella lucía feliz, lo que le hizo olvidar a Javier todos los problemas del trabajo. Tal alegría repartía ella que Javier estuvo a punto de declarársele, de decirle que siempre la había amado, pero que nunca se animó por miedo a perder su amistad. Querría haberle dicho el golpe que fue para él cuando ella se casó y lo maldito que se había sentido cuando se alegró por su divorcio. Pero nada de eso se animó a decir y solo conversaron de su época de estudiantes, de sus compañeros, de lo que habían pasado hasta ahora. Ambos eludieron, casi a propósito el casamiento y divorcio de ella. Luego de cenar, salieron del restaurante y, cuando caminaban hacia el auto, ella tomó a Javier del brazo, como algo muy natural entre dos viejos amigos. A él le corrió como un golpe eléctrico pero hizo todo el esfuerzo para que no se notara. -
Cuando llegaron a casa de Patricia y ella lo invitó a pasar Te agradezco pero mañana tengo que viajar a Colonia y no he preparado nada. Bueno, esta vez, te salió bien el pretexto. Cuídate mucho
Le dio un beso a Javier y corrió hasta la puerta porque había comenzado a lloviznar. Javier llegó a su casa, se tiró en el sillón del living a mirar televisión. Sin darse cuenta se durmió. Se despertó con un horrible dolor de cabeza, fue al botiquín del baño, tomó un calmante, se desvistió y se
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acostรณ en su cama. Las luces y los televisores se apagaron mรกs tarde, automรกticamente.
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CAPITULO IV
Ya era viernes de mañana. Javier se levantó sin muchas ganas. Eran las 7 AM y todavía tenía que arreglar un bolso con la ropa a llevar. Tomó su bolso y puso un par de pantalones y camisas sport, ropa interior, medias, zapatos de vestir, los artículos de afeitarse, etc. Llevaría un traje oscuro en su bolsa junto con un par de camisas de vestir para las presentaciones “formales”. Se vistió con jeans, remera y buzo “Lacoste”. Tomó una campera de gamuza negra. Pensó, “no me la voy a poner, por lo menos en el viaje, pero, por si acaso”, Fue hasta la cocina y se preparó un café y un par de tostadas. Buscó en la heladera algo más de comer y encontró queso de untar y jamón. Se preparó un par de sándwiches y se sentó a desayunar. “No tengo mucho apuro” pensó, “el mejicano debe llegar cerca de mediodía”. Fue al baño, se lavó los dientes y se dispuso a partir. Bajó al garaje, se subió en su C4 y salió rumbo a Colonia. “Lo mejor es salir por la rambla y ya aprovecho a cargar combustible”, pensó. Una vez en la ruta, se dio cuenta de cómo le molestaba esa sensación de mareo con dolor de cabeza, por lo que decidió no ir muy rápido ya que temía que sus reflejos no fueran los de siempre. Dos horas y media más tarde entraba en Colonia de Sacramento. Se dirigió al hotel que había elegido para él. Un hotel de aspecto colonial que queda cerca del Casco histórico de la ciudad. Todos los demás se alojarían en un lujoso hotel cerca del Real de San Carlos, pero él quería mantenerse un poco lejos de la charlatanería sin sentido que se generaban durante los tiempos “muertos” de las convenciones. El hotel en el que se alojó con más de 100 años de construido, fue totalmente restaurado por lo que tiene muy buenas instalaciones. Ni bien se instaló, fue hasta el “lobby” y pidió un calmante. El dolor de cabeza y la sensación de mareo lo seguían
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mortificando. Lo tomó y salió hacia el otro hotel, donde se realizaría la convención. Al llegar vio, en lobby del hotel un cartel que anunciaba: Convención de CAMB MACHINERY & CO. LTD. Latin America Ya estaban allí Caroline, Antonia y Sofía. Lo saludaron y le comentaron que estaba todo en orden. Que ya habían revisado hasta los menús de las comidas. Javier, dando muestra de asombro, les dijo: - Pero, mujeres, ¿a qué hora salieron de Montevideo? Las tres se miraron, sonriendo - Nos vinimos ayer de tarde al salir de la oficina, Ingeniero – dijo Sofía – no queríamos perdernos las comodidades de este hotel. - Lo bien que hicieron – respondió Javier – La verdad que no se me ocurrió, si no hubiera hecho lo mismo. “Capaz que, en mi estado, me daba una piña de novela, manejando al atardecer”, pensó - Voy a dar una vuelta, si tienen algún problema me llaman. Anduvo deambulando por el hotel. No se podía estar mucho afuera porque hacía mucho frío, pero de cualquier manera salió a ver las instalaciones externas que hasta incluyen un mini campo de golf. Al rato fue a ver la sala en la que se realizaría la convención. Las mesas dispuestas en “U” con micrófonos individuales, banderas de cada país en cada una y en la mesa principal, las notebook, proyectores y una pantalla a cada lado. Javier pensó “Evidentemente, cobran caro por son muy buenos organizando” Cuando no había salido de la sala todavía, sintió movimiento afuera. Había llegado el mejicano, por lo que salió a recibirlo. - ¿Como está Covielles? – Saludó el mejicano – Bastante ruin el helicóptero - Bien, doctor (así le gustaba que lo llamaran). Lamento. Sucede que, seguramente en México se deben conseguir mejores - No lo dude, Covielles, no lo dude. ¿Y porqué elegimos este hotel en el medio de la nada? Hubiéramos ido a Punta del Este. Allí se pasa bien. Javier no tuvo gana de contestarle y el mejicano siguió al Botones que lo guiaba a su habitación. 36
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Benito Ramírez López, Presidente de CAMB MACHINERY & CO. LTD. para América Latina, era un mejicano típico. Alto, de bigote espeso, tez curtida “de tanto tomar sol en Miami”, pensó Javier y estaba vestido con un traje beige claro, zapatos marrones, camisa blanca y una horrible corbata de todos colores. Traía, además, un enorme y ridículo sobrero de paja. Javier pensó “este mejicano, siempre pronuncia mal mi apellido e ignora mi título, pero si a él no le decís “doctor”, eres hombre muerto”. Mientras estaba en estos pensamientos apareció, otra vez, el mejicano y le dijo - Covielles. Tenemos que hablar por la situación de la Compañía en Uruguay Cuando Javier le fue a contestar, se dio media vuelta y se fue. El enojo de Javier iba creciendo: “¿Quién habrá sido el hijo de puta que le alcahueteó lo de Argentina? Seguro que fueron los mismos argentinos. ¿Qué estarán tramando? ¡Que los parió!” Como, seguramente el mejicano no lo iba a atender ahora, Javier decidió volverse a su hotel. En ese momento se dio cuenta que no había almorzado y ya eran las 3 PM. Antes de irse ubicó a sus empleadas y les avisó que se iba y que lo llamaran al celular si lo necesitaban o si alguien lo buscaba. - Venir desde mi hotel hasta aquí me lleva menos de 5 minutos, les dijo. Al llegar a su hotel se dio cuenta de lo cansado que estaba, por lo que sacó un agua mineral del frigo bar, tomó un calmante, se quitó los zapatos deportivos y se tiró en la cama vestido, “por si me llaman”, pensó. Cuando Javier despertó ya estaba oscuro. Encendió la luz y miró la hora. Eran las 7:30 PM. Se incorporó rápidamente pensando que quizás lo habrían llamado y no había escuchado, pero al hacerlo, tuvo que recostarse nuevamente ya que se mareó y sintió un dolor insoportable en las sienes. “Esto no está nada bien”, pensó, “en cuanto llegue a Montevideo tendré ver a un médico, pero ahora tengo que seguir”. Se levantó lentamente y con cuidado, y fue hasta su campera para sacar un calmante que había comprado cuando venía desde otro hotel. Se lo tomó y decidió salir a caminar por el “Barrio histórico” de la ciudad. Si bien estaba
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oscuro y frío, no llovía, por lo que suponía que el aire fresco lo ayudaría a despejarse. Iba caminando por el frente de la Iglesia Matriz, rumbo a la Plaza Mayor, cuando se le acercaron, desde atrás, tres mujeres, totalmente vestidas de negro, con cofias sobre sus cabezas y un tul negro en la cara que, junto con la poca luz que había, no se les podía ver. - Por favor, vete de Colonia de inmediato. La vas a pasar muy mal, le dijo la que parecía mayor. Javier quedó petrificado y cuando quiso reaccionar, las mujeres ya habían desaparecido. Luego que se repuso de la sorpresa pensó: “Me estoy volviendo loco. Tengo alucinaciones. ¿Qué significa esto?” y, en ese momento le vino a la cabeza la pesadilla que había tenido hacía dos noches. Entonces, convencido que el cansancio y las preocupaciones le hacían ver cosas imposibles, volvió hacia el hotel con paso cansino. Se dirigió hacia el “snack bar” y pidió que le llevaran a la habitación un sándwich de pan negro y un agua mineral con gas. Entró en la habitación, encendió la televisión buscando en qué entretenerse que le desviara la atención de lo que le había sucedido hacía un rato No entendía qué le estaba pasando. Parecía que todo se le había “torcido” en su vida. Primero, empezar a sentirse mal, luego lo del negocio con la filial argentina, más tarde el destrato del mejicano y ahora las apariciones misteriosas. “Es como se me hubieran hecho una brujería”. En ese momento golpearon la puerta, lo que lo sacó de sus meditaciones. Era el mozo del Snack bar que le traía el pedido. Le dio una propina importante y se dispuso a comer. Desde el desayuno que no probaba bocado y, con todos los calmantes que había tomado, tenía el estómago desecho. En ese momento sonó su celular anunciando que tenía un mensaje. Lo tomó y leyó: “Ahora que ya estás en Colonia, vas a recibir la sorpresa”. Lo leyó varias veces como queriendo descubrir que era lo que se escondía detrás de todos estos acontecimientos. Se puso a comer mientras miraba un programa en la televisión. Cuando ya había terminado y estaba dispuesto a cambiarse y acostarse, sonó otra vez su celular, pero esta vez era una llamada. Pensó en varias cosas, hasta que al mejicano se le hubiera ocurrido hablar con
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él. Mientras tomaba el aparato pensó “que espere hasta mañana. Yo quiero dormir”. Miró y era Patricia - Hola Javier. ¿Cómo estás? Quería decirte que anoche pasamos muy bien, ¿no? - Bien, gracias, Patricia, al fin oigo una voz agradable. Pasamos tan bien que hasta me habían olvidado de los problemas. - ¿Por qué, te ha pasado algo? Javier se sintió tentado en contarle todo lo que le estaba pasando, pero nadie se lo creería, ni ella que es tan comprensible. - No nada que no se pueda solucionar – mintió Javier – todos problemas de trabajo. Sabés que siempre una convención trae dificultades y discusiones. - Es cierto, pero tú te tomas las cosas muy a pecho. Trata de disfrutar - Es que no sé hacer las cosas de otra manera. Necesito a alguien que me enseñe – bromeó Javier. - Estoy a la orden – le contestó Patricia, riendo – Llámame si necesitas algo. No hagas lo de siempre de esconderte en tus problemas Evidentemente Patricia lo conocía muy bien y sabía que él era incapaz de confiar sus problemas a alguien. - Te repito, Javier, llámame. Aunque sea solo para charlar. Ah, ¿cuándo vuelves? - Te voy a llamar. Vuelvo el martes de tarde. - Si no estás muy cansado, sería una buena oportunidad para cenar juntos y que me cuentes en qué problemas estás – sugirió Patricia - Es muy buena idea – contestó Javier, sin querer demostrar todo el entusiasmo que le embargaba. - Un beso y acuérdate de llamarme. - Adiós y gracias Patricia. Cuando cortó la comunicación quedó pensando en qué bien le haría tener a su lado una chica como ella. Sería alguien en quien confiar, que cuidara de él y tendría a quien cuidar y mimar. Fue al baño a lavarse los dientes y siguiendo pensando en la última llamada, se cambió y se acostó. Al rato ya estaba dormido. 39
A las 7 AM Javier estaba despierto. Le seguía esa sensación de “estar en el aire” y el dolor de cabeza que, si bien, el descanso le había ayudado a disminuir, seguía allí. Se dijo a si mismo: “voy a tomar las cosas con calma porque hoy va a ser un día complicado”. Se levantó fue al baño se dio una ducha con agua bien caliente, se afeitó, y se vistió con el traje y camisa que había llevado y se puso una corbata Armani, gris hielo de seda. Todos sus movimientos eran lentos debido a ese estado que lo ha estado molestando desde hace unos días. Se calzó unas medias Polo Ralph Laurent y zapatos Mariano Nápoli negros clásicos. Salió de la habitación, luego de haberse asegurado de llevar su celular, y de dirigió al salón comedor a desayunar. Una vez terminado, volvió a la habitación a lavarse los dientes y ya tomó las llaves del auto. Salió del hotel y se dirigió hacia al que congregaba a todos para la convención. Cuando llegó, vio que habían llegado muchos autos. La mayoría de ellos alquilados aunque había algunos matriculados en Argentina. Este es muy lógico. Buenos Aires está a solo 40 minutos en Ferry. Javier dejó el suyo junto a los demás y se dirigió hacia el salón de la reunión. Si bien hacía frío, había dejado de llover, el cielo estaba despejado y se sentía el calor del sol. Ni bien entró al hotel le sorprendió ver a Sofía. Le preguntó - ¿Todavía por aquí? - Si señor, nos dimos cuenta que había trabajo que hacer y que solo con las promotoras que puso la empresa organizadora, no alcanzaba. - Está bien Sofía, ustedes siempre tan eficientes - Señor, el Doctor Ramírez López preguntó por usted y nos pidió que ni bien llegara, fuera a hablar con él. - Gracias, Sofía. Allá voy – contestó Javier pensando “otro lío más con el mejicano y yo en este estado que no sé ni donde piso” Buscó en una sala especial al mejicano y se hizo anunciar con su secretaria. Recién se dio cuenta que el mejicano había venido con todo su “séquito”. 40
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Pase, Ingeniero, dijo la secretaria Buen día Covielles, descansó bastante ¿no? – dijo el mejicano con un tono socarrón. Buen día Doctor. Si descansé, creo que todos tenemos derecho. Bueno Covielles, dejémonos de tonteras y vamos al punto. De acuerdo a los informes que me han llegado, la situación de la Empresa en Uruguay se hace insostenible. En lo que va del ejercicio solo hemos visto pérdidas, no se han concretado ventas importantes y, lo que es peor, habría una deuda de dos millones de dólares con la casa matriz – dijo en ese tono sobrador que lo caracterizaba
Javier tuvo que contenerse para no levantarse y mandarse encima del mejicano para retorcerle el pescuezo. ¿De donde sacó esa información este mejicano? - Permítame explicarle – comenzó Javier - Si pero rápido porque no tenemos mucho tiempo y, no me venga con pretextos de situación del país, etc. - No tengo que dar pretextos. No sé que información le llegó a usted pero, antes de salir de Montevideo estuve verificando la información económica y no es como usted dice – le respondió Javier en forma enérgica. - ¡Qué! ¿Acaso duda de lo que estoy diciendo? Mis informantes son fidedignos y no le voy permitir a usted ni a nadie que dude de ellos – saltó el mejicano rojo de furia. - No estoy dudando, solo le digo la información que tengo en mis manos, deberíamos pedir una auditoría a la Casa Matriz y así saldríamos de duda. - Ninguna duda ni que auditoría ni que nada. La situación es mala y usted solo quiere salvar su puestito – dijo el mejicano y continuó – esto se arregla antes de fin de año y pasamos todo a nuestra filial argentina. Puede retirarse. Javier salió con la cabeza que le estallaba. “¿Qué estaba pasando? No entendía el porqué del encono con la filial uruguaya o ¿era en contra de él?” Cuando llegó al salón de la convención observó que ya habían llegado todos. Algunos habían traído una delegación más numerosa que de costumbre. Javier calculó que en total habría unas 150 41
personas. El bullicio era enorme por lo que intentó salir a buscar un calmante para tomar pero, en ese momento, se le presentaron Dolmos y Fresi. - Hola Ingeniero. Lo estábamos buscando por si necesitaba algo – dijo Dolmos que era siempre el loro que hablaba Javier se contuvo de decirles que él los estaba buscando para matarlos, después de la entrevista con el mejicano. - No, por ahora está todo bien. Les sugiero que intenten conectarse con gente de sus áreas en diferentes países para ver si hay algo nuevo o nuevas estrategias - Si señor, así lo haremos – contestó Dolmos y se fueron ambos. La mañana pasó sin mayores contratiempos. Javier estuvo saludando a integrantes de las diversas delegaciones. Le costaba recordar los nombres de personas que habían trabajado con él y eso lo preocupaba. Quizás la entrevista con el mejicano lo había dejado mal, pero él sabía que su malestar venía de antes. Pensaba: “tengo que concentrarme. Esta tarde tengo que actuar de moderador y no puedo fallar justo frente al mejicano”. A la hora del almuerzo prefirió sentarse junto al Director de la filial de Chile a quien conocía desde hacía mucho tiempo. Estuvieron hablando de cosas sin importancia y, en ningún momento, se tocó el tema trabajo ni relaciones en la empresa. Terminado el almuerzo, que se prolongó más de la cuenta, Javier se disculpó, se levantó y fue al baño a lavarse la cara porque se sentía como si hubiera tomado una botella de vino y, justamente, solo había tomado una botella de agua mineral. En un momento le pareció que le atacaban náuseas por lo que estuvo un buen rato en el baño, que era de extremo lujo y con una ventilación perfecta. A las 4 PM se dirigió a la sala de convenciones. El mejicano ya estaba pronto para comenzar su discurso. Ni bien todos estuvieron instalados en sus lugares, el Presidente de la compañía para la América Latina, comenzó con el discurso que todos ya conocían, en el que solo se auto elogiaba y les caía a todos por igual, arengándolos a que debían trabajar mucho más para obtener los resultados que la empresa esperaba. Según él: “Los directores en nuestra casa matriz esperan lo 42
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máximo de mi como Presidente para la América Latina y, si eso fracasa, será solo por la falta de contracción al trabajo de parte de ustedes”. Frente a esas palabras se hizo un silencio increíble en la sala. Y terminó diciendo: “Solo espero que en la convención de enero del 2010 en Cartagena, asistan los mejores, es decir los que haya podido superar la mediocridad. Buenas tardes” Cuando terminó todos aplaudieron pero sin mayor convicción ya que más que un discurso, había sido una amenaza que a todos dejaba muy mal parados. Javier pensó: “Este tipo está loco si cree que de esa manera la gente va a trabajar mejor. O no sabe nada de relaciones humanas, que es lo más probable, o lo mandaron a cerrar todas las filiales frente a la crisis económica mundial. Por otro lado me quedo tranquilo porque no fue solo conmigo” Enseguida de haber terminado su discurso, el mejicano se fue con sus ayudantes. - Quiero estar mañana en Bogotá. Me espera un negocio muy importante – dijo a manera de despedida Las siguientes hora y media fueron un verdadero suplicio para Javier. Tenía que actuar de moderador frente a las ponencias de las diferentes delegaciones. A pesar de su estado de poca lucidez y dolor de cabeza, pudo darse cuenta que todas las filiales tenían dificultades financieras. La crisis mundial iniciada un año antes había golpeado a todos. Ante esta realidad Javier se preguntaba porqué se habían ensañado con la idea de eliminar la filial en Uruguay y pasar a depender de la de Argentina. Y ahí pudo darse cuenta de algo realmente llamativo. Los únicos que no habían hecho ninguna ponencia eran, justamente, los argentinos. Hasta el brasilero Felipe de Lourenço, con lo cabeza loca que es, según Javier, estaba desconcertado y enojado. Fue, entonces que Javier, luchando con su malestar preguntó: - La delegación argentina no ha efectuado ninguna ponencia. Doctor Laya, ¿no tiene nada para proponer? -
Javier, sin saberlo, lo había puesto en un aprieto Ingeniero – dijo el Doctor Laya – hemos estado escuchando las ponencias de los demás y coincidimos con muchas de ellas y no
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quisimos ser reiterativos. El lunes en los grupos de trabajo compartiremos nuestras necesidades “Mentiroso”, pensó Javier, “algo te traés entre manos”. Finalmente, cuando ya eran las 7:30 PM, se dio por finalizada la reunión. Javier les recordó a todos los presentes que estaban invitados a la cena de inauguración a las 9 PM, en el salón comedor del hotel.
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Al haber terminado la reunión, se le acercaron Sofía, Caroline y Antonia. Sofía, que es quien tiene más confianza por los años que hace que trabaja con él se atrevió a preguntar: - Ingeniero, no se ve bien. Perdóneme que me meta pero, ¿por qué no consulta a un médico? Aquí mismo en Colonia hay servicio de nuestro Seguro. - Gracias, Sofía, es solamente cansancio y preocupaciones. Vayan y póngase más lindas aún, si se puede, para la cena – bromeó. Las tres se rieron y salieron hacia su habitación. La cena fue realmente muy buena, muy bien organizada. Se disponía de diversidad de platos según los gustos de los participantes, carnes, pescados y mariscos Se ofrecieron vinos de excelente categoría, en general de procedencia nacional. Las charlas durante la cena fueron amenas y poco o nada fue lo que habló de trabajo. Parecía que todos querían sacarse de la cabeza el discurso del mejicano y disfrutar de una muy buena cena. Javier, a pesar que extrañaba su whisky de todas las noches, tomó solamente agua mineral. Como realmente la sobremesa se prolongaba, se disculpó y se fue hacia su hotel. “Todavía me quedan dos jornadas más” pensó apesadumbrado. Llegó al hotel, se desvistió, tomó un calmante; ya había perdido la cuenta de cuantos había tomado en el día; y se acostó. Se sentía cansado y se le cerraban los ojos, cosa que lo tenía preocupado ya que él era un hombre acostumbrado a trasnochar, pero, desde hacía una semana, vivía agotado. Se durmió de inmediato, hasta con la luz encendida. El domingo se despertó a las 7:30 AM. Recordando lo que le había sucedido anteriormente, se incorporó lentamente. Si bien el malestar no había cedido, por lo menos casi no le dolía la cabeza. Se afeitó, se bañó y se vistió con jeans, una remera blanca, un sweater azul oscuro, calzado deportivo y la campera de gamuza. 45
Fue al comedor, desayunó y volvió a la habitación, tomó su celular y las llaves del auto y salió rumbo al hotel por la costanera de la ciudad de Colonia. El día, si bien hacía frío, era espléndido. Totalmente despejado y con un sol radiante, que, realmente, lo hizo sentir mejor. Al llegar al hotel de la convención, vio que ya estaban los dos autobuses, modernos y enormes, que los llevarían hasta la ciudad de Nueva Palmira. Una vez que estaban todos a bordo de los autobuses, partieron, por Ruta 21 hacia Nueva Palmira, distante 72 Km. de Colonia. Cada coche llevaba una guía que iba indicando los lugares interesantes como el pasaje por la entrada a Conchillas donde se proyecta la instalación de otra planta de fabricación de celulosa, los viñedos de la zona de Carmelo, la ciudad de Carmelo, etc. Una hora y media más tarde ya estaban en Nueva Palmira. El puerto de Nueva Palmira se ha trasformado en una importante vía de salida al mar de productos que vienen por la Hidrovía Paraná-Paraguay, encontrándose en el Km. 0 de dicha Hidrovía. Las delegaciones recorrieron las diferentes instalaciones del puerto viendo la maquinaria allí instalada. Las cintas transportadoras, las grúas, las chatas que trasladan la celulosa desde la fábrica en Fray Bentos para su embarque posterior en buques de carga hacia diferentes países. con cuero.
Más tarde se sirvió el almuerzo que consistió en un asado
Una de las costumbres más reconocidas en Uruguay es el asado con cuero, esta delicia se preparaba desde la época de la colonización cuando el ganado abundaba por todos lados y la manera más sencilla de poder comer algo mientras se estaba de viaje era carnear un novillo y luego de limpiarlo y prepararlo, colocarlo sobre las brasas del fuego con el cuero hacia abajo y éste se cocinaba tomando el sabor del humo y el cuero lo protegía para que la carne no se quemara. Al terminar el almuerzo, todos se embarcaron en los autobuses para volver a Colonia, adonde llegaron a las 4 PM. Javier, 46
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luego de saludar a todos, como la tarde era libre, tomó su auto y se volvió hacia su hotel en plena ciudad de Colonia. Era una tarde espléndida de sol, por lo que decidió ir despacio por la costanera, apreciando el paisaje que ofrecía el Río de la Plata. Se podían divisar perfectamente las islas Farallón y San Gabriel La isla Farallón es un pequeño trozo de rocas y tierra en el Río de la Plata, perteneciente a Uruguay. Está en las cercanías de la ciudad de Colonia del Sacramento. Tiene una altura de 4m y cubierta de árboles. Rodeada de piedras, impide la navegación a menos de 1 KM de sus costas. Hay, en ella, un faro que funciona desde 1870 y, desde 1928, tiene un sistema que permite que funciones, automáticamente a la entrada del sol En esta isla hay instalado un faro que data de 1870 y desde 1928 tiene una maquinaria que permite que funcione automáticamente con la entrada del sol, dejando de funcionar a la salida del mismo. En caso que las mantillas, que producen un excelente foco de luz, se quemen, se reponen solas por medio de un ingenioso mecanismo. En enero de 2006 fue declarada Monumento Histórico, junto con la vecina Isla San Gabriel. La isla San Gabriel es una pequeña isla del Río de la Plata, perteneciente a Uruguay. Dicha isla está ubicada a unos 3 kilómetros de punta San Pedro, en las cercanías de Colonia del Sacramento. Javier detuvo su automóvil en la puerta del hotel. Puso las llaves en su bolsillo. Después de haber cerrado se dio cuenta que había dejado el celular en la guantera del coche. “Mejor así nadie me molesta por un rato” se dijo para si y se dirigió hacia el barrio histórico de la ciudad. Le interesaba ver lo que quedaba de aquello que había sido motivo de tanta disputa entre España y Portugal. Tomó por la calle detrás de la Iglesia Matriz. Fue recorriendo los diferentes lugares de la ciudad histórica como la llamada Puerta de Campo. Fue restaurada en el mismo lugar donde se ubicaba en 1811. Conjuntamente con la puerta, el puente tendido sobre el foso, los pilares de piedra y el propio fuerte son atractivos de interés histórico.
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Javier siguió caminando hasta llegar a la llamada Calle de los Suspiros. Una calle muy angosta, pavimentada con piedras de cuña y desagüe central. Se encuentra atrás de una típica casa de la primera mitad del siglo Más adelante se encontró con el Museo Portugués. Es una edificación de la época portuguesa de la primera mitad del siglo XVIII, con techo de tejas a cuatro aguas. A pesar de que hacía frío, quiso llegar hasta el Convento de San Francisco. Las ruinas del Convento de San Francisco Javier, son una de las más antiguas construcciones de Colonia del Sacramento Las ruinas del Convento de San Francisco Javier, corresponden a una de las más antiguas construcciones de Colonia del Sacramento. Su construcción se ubica entre los años 1683 y 1704. En 1857, se le agregó la torre del actual faro. Caminado por la calle Del Comercio, con frente a la Plaza Mayor y sus jardines sobre De las Misiones de los Tapes y De las Flores Javier llegó hasta el Museo Municipal. Este edificio portugués fue muy reformado en el período español, con varias inserciones y reformas posteriores. Destinado actualmente a museo con abundante material, conservando documentos de interés del Real de San Carlos y de la vida social en la pasada Colonia del Sacramento. Cerca del museo se encuentra la Casa del Virrey. Así se llama a un conjunto de muros, arcos de piedra, y pavimentos, conformando distintos espacios de las construcciones que ocupan la esquina de la calle Del Comercio y De las Misiones de los Tapes. Javier aprovechó para entrar en el Archivo Regional. Tiene abundante documentos sobre la Colonia del Sacramento y funciona en una casa de origen portugués, recobrada en la época española y reformada posteriormente. Finalmente llegó hasta la Iglesia Matriz. Es la más antigua del país, habiendo sufrido sucesivas destrucciones parciales motivadas por hechos de guerra , incendios o accidentes.
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Mientras Javier caminaba por aquellas calles empedradas, recordó una historia de fantasmas que le había contado sobre la existencia de brujas en la antigua Colonia del Sacramento y como el pueblo podía sacrificar, en la hoguera a toda aquella persona que tuviera ideas anti católicas. Ya se estaba poniendo el sol y el recuerdo de la historia hacía sentir más el frío por lo que Javier decidió volver a su hotel. De pronto, cuando ya había pasado por el costado de la Catedral, sintió un pinchazo en la parte derecha de su cuello, como si lo hubiera picado un mosquito, pero, cuando quiso elevar el brazo para espantarlo, se le oscureció todo y sintió que se desmayaba. De lo último que se dio cuenta fue que lo tomaban de los brazos, con firmeza.
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CAPITULO VI
Ya eran las 10 AM del lunes 8 de junio. Las diferentes delegaciones ya habían desayunado y se estaban instalando en la sala de convenciones. Extrañada, Sofía les preguntó a Caroline y Antonia si no habían visto a Javier, ya que si él no estaba no podía comenzar la reunión. Amabas negaron con la cabeza, por lo que Sofía se dirigió a Dolmos y Fresi a preguntarles lo mismo. Como tampoco lo habían visto, Dolmos, con aire de ser la mayor jerarquía, le dijo - Sofía, llame al hotel. Casi seguro que se durmió. ¿No vio la cara que tenía ayer? Sofía tomó su celular y llamó al celular de Javier y le dio un mensaje de fuera de servicio. Esto le extrañó mucho por lo que decidió llamar directamente al hotel. Allí le informaron que las llaves de la habitación estaban en recepción y que nadie lo había visto desde ayer a la mañana. A Sofía le corrió un escalofrío. ¿Qué le habrá sucedido? Creo que debemos averiguar en los hospitales de la zona. Hay que recordar que él no se sentía bien. Se dirigió a Dolmos y le dijo - Me parece que debería hacerse cargo de la situación, por lo menos hasta que tengamos alguna noticia concreta. Yo me voy ahora hasta la ciudad para ver que averiguo. Voy a tratar de recorrer los hospitales por si estuviera internado. - Está bien – dijo Dolmos – que se sentía importante, pero no haga demasiado aspaviento no vaya a ser que tengamos problemas con los demás aquí. - ¿Y qué problemas? - Por si lo secuestraron - Perdóneme, Dolmos, pero no diga pavadas. Sofía tomo el auto que habían alquilado y se dirigió al hotel donde se alojaba Javier. Al llegar le llamó la atención que su auto estaba estacionado frente a la puerta. Entró en el hotel y se dirigió a la recepción. 51
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Buen día, dijo y prosiguió antes que respondieran, soy la Gerente de Relaciones Humanas de la empresa en la que es Director el Ingeniero Covielles y nos llama la atención que no ha aparecido en la reunión que estamos desarrollando. Espere, señora. Voy a llamar el Gerente.
Enseguida apareció un hombre de unos 60 años, bajo, canoso y, amablemente, le dijo a Sofía - Cuénteme, señora, qué sucede. - El Ingeniero Covielles, que se aloja en este hotel, debería haber estado, hace más de una hora, en la convención que desarrolla nuestra empresa y no ha aparecido. Estamos preocupados porque él es una persona muy puntual. Además me llama la atención que su auto está en la puerta. -
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El gerente, dirigiéndose al recepcionista Verificaron las entradas y salidas de huéspedes Si señor y, hace un rato, yo le dije a la señora, por teléfono, que no lo veía al Ingeniero desde ayer a la mañana. Me acuerdo porque me comentó que iba a ir hasta Nueva Palmira. ¿Y no regresó? Habría que verificar con la gente de la noche, pero las llaves de su habitación están aquí. Hágalo inmediatamente Si señor
Sofía no podía esperar. Estaba muy nerviosa. Sospechaba que a Javier le hubiera pasado algo muy malo. Por esta razón decidió llamar al Doctor Jorge Tosantos que, además de ser un abogado de gran renombre, era íntimo amigo de Javier. Llamó al celular del Doctor para no tener que pasar por las secretarias del estudio. -
Doctor Tosantos, le habla Sofía Tande. Si, ¿Cómo está Sofía; algún problemita? Doctor, no lo va a poder creer, pero el Ingeniero Covielles ha desaparecido aquí en Colonia
Sofía le explicó con lujo de detalles las distintas circunstancias que rodeaban al caso como eran la convención, el viaje a Nueva Palmira, etc. 52
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¿Tiene auto, Sofía? – preguntó el doctor Tosantos. Si, doctor Bueno, espéreme en una hora en el Aeropuerto Laguna de Los Patos de Colonia. Ya estoy saliendo para allí. ¿Lo denunció a la Policía? No doctor, estoy donde se alojaba el Ingeniero. Solo he venido hasta aquí. Bien, no haga nada hasta que yo llegue. Puede ser que no haya sucedido nada.
Al cortar la comunicación, llegó una de las personas del hotel que había estado en la noche anterior y dijo que no lo había visto a Covielles, que él lo conocía bien porque siempre le pedía algún calmante. Sofía llamó a Caroline y le contó lo que había hecho hasta ese momento y le preguntó se había sucedido algo en la convención. Caroline le comentó que todos estaban preocupados y un grupo de delegados habían propuesto finalizar la reunión a mediodía por temor que se tratara de un secuestro. Había que recordar que todos eran altos ejecutivos de una multinacional y los secuestros estaban de moda en Argentina y, como estaban a solo 40 Km. de Buenos Aires podía darse. - En este momento – dijo Carolina con la voz entrecortada por los sollozos – Dolmos y Fresi están deliberando que hacer. - Por favor tranquilizate Caroline. Es posible que no haya sucedido nada grave. - Si, pero lo que más me duele es que Fresi le dijo a Dolmos “este se fue con los dos millones que nos dijeron en Argentina que faltaban, y no lo agarran más” -
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Sofía no pudo contenerse y lanzó un ¡Qué hijos de puta! – y prosiguió – ya llamé al doctor Tosantos y viene para aquí en avión o helicóptero así que me voy a esperarlo al Aeropuerto de Colonia. Tú quedate tranquila, comentale a Antonia y decile a Dolmos que viene el Doctor ha hacerse cargo. Si Sofía, gracias.
Sofía no sabía a qué distancia estaba el aeropuerto. Tomó por la Ruta 1 como hacia el oeste y a los 8 Km. vio el cartel. Dobló a la derecha y llegó al aeropuerto. 53
Se trataba de un aeropuerto para la operación de aeronaves pequeñas o de mediano porte. Las instalaciones no eran nada excepcionales existiendo solo una pequeña sala de espera. Sofía se quedó en el auto muy nerviosa esperando que llegara al doctor Tosantos. El tiempo había pasado volando y ya eran las 2 PM pero ella ni se había dado cuenta que no había almorzado. Luego de 45 minutos de espera que se hicieron eternos, Sofía escuchó un helicóptero que se acercaba. Un instante después estaba aterrizando y bajaba de él el Doctor Tosantos. Era un hombre de unos 40 años, delgado, muy elegante y a Sofía le llamó la atención que venía vestido de sport. Traía, además, un maletín y una Notebook. Inmediatamente de haber bajado, el helicóptero tomó altura y emprendió el regreso. En cuanto la vio a Sofía se aproximó a saludarla y ella, en un ataque de llanto, se abrazó a él. - Perdóneme doctor, pero es que estoy tan preocupada. El Ingeniero nunca habría hecho una cosa así por lo que estoy segura que le ha pasado algo. - Bueno, tranquilícese. Ahora precisamos usar todo lo que esté a nuestro alcance para resolver este problema. ¿Dónde tiene el auto? Sofía le indicó y él se sentó en el asiento del conductor ya que estimó que, en el estado de nervios que se encontraba ella, le sería imposible conducir. Salieron del aeropuerto y se dirigieron directamente hacia la Jefatura de Policía de Colonia. En el camino le comentó a Sofía que el Comisario era muy conocido de él y que, además, le debía un par de favores. Al llegar a la Jefatura de Policía, el doctor Tosantos le pidió al policía que estaba en la puerta que le anunciar al Jefe que él quería verle, entregándole una tarjeta. El policía medio entre dientes le dijo: - No sé si lo va a atender. No suele hacerlo. - Usted déle la tarjeta – dijo el abogado en forma imperativa, mientras Sofía permanecía a su lado totalmente demacrada. 54
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De inmediato salió el propio Jefe de Policía a recibirlos. Un hombre sesentón, canoso con mucho pelo desprolijamente peinado. - Doctor ¡que alegría verlo después de tanto tiempo! ¿En qué puedo servirle? El doctor Tosantos le contó lo que él sabía y le pidió a Sofía que le contara al Jefe, si se acordaba de algo más. En ese momento ella se acordó de lo mal que se había sentido Javier todos los días pasados. De sus dolores de cabeza y sus malestares. Entonces el Jefe de Policía le pidió al doctor que le diera los datos de Javier y su descripción. Llamó a un asistente, le dio los datos que le habían suministrado y le dijo: - Saque copias y ponga dos patrulleros a que recorran los sanatorios y el hospital, de inmediato. Dígales que se comuniquen conmigo por la radio por la positiva o negativa. -
De inmediato tomó el teléfono y dijo: Comuníqueme con el Prefecto. Vamos a agotar todas las posibilidades – dijo el Jefe – no vaya a ser que haya salido del país
Sofía estuvo a punto de saltar para negarlo, pero el abogado la contuvo. Había que agotar todas las posibilidades. Sonó el teléfono del escritorio del Jefe y este tomó el aparato para responder - Hola. ¿Qué hacés Luis? Escuchame. Tengo un problemita. Hay la denuncia de la desaparición de una persona importante. Si, si ya envié mi gente a recorrer hospitales… está bien, espero tu llamada. -
Dirigiéndose a Sofía y al abogado les dijo Tendremos que esperar. Por ahora solo nos queda eso.
Casi al unísono sonaron el teléfono y la radio. El Jefe tomó el teléfono y su asistente la radio. Ambos estaban anunciando que no habían encontrado ningún rastro de Javier. - Vamos a tener que dar cuenta al Juez para que nos autorice a iniciar una investigación, dijo el Jefe 55
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Está bien pero creo que muchos de los que ha estado con el Ingeniero ya deben haber partido de Colonia. No importa. Voy a llamar a la brigada de investigaciones. Déme un teléfono donde pueda llamarlo. Me voy a quedar por lo menos hasta mañana aquí en Colonia. Dirigiéndose a Sofía le preguntó ¿dónde está alojada usted? Sofía le respondió y le dijo. Bien, yo me voy a quedar en el hotel donde estaba Javier. Lléveme donde pueda alquilar un auto y usted vuélvase hacia allá. Trate de ser lo más parca posible en las noticias que de. Yo la voy a tener al tanto. Yo tendría que volverme a Montevideo mañana Bueno, hágalo. Yo me mantendré en contacto. Deje todo en mis manos.
Se despidieron del Jefe y fueron hasta una empresa de alquiler de autos. Sofía dejó al abogado allí y se fue hacia el hotel de la convención. Ya eran las 7 PM y, al llegar, Caroline, Antonia, Dolmos y Fresi la esperaban. - Pudieron averiguar algo – se adelantó Dolmos - No – contestó Sofía – pero el Doctor Tosantos se está ocupando – y dirigiéndose a Caroline y Antonia les dijo – arreglen todo que mañana temprano nos vamos para Montevideo. - Nosotros nos vamos ahora – dijo Dolmos. Jorge Tosantos era reconocido por actuaciones que había tenido a nivel penal y, además conocía a la mayoría de los Jueces Letrados departamentales. Tomó su celular y llamó a su oficina en Montevideo. - Hola Fabricio - Hola doctor, ¿Cómo le ha ido? - Más o menos. Haceme el favor, averiguame el nombre del Juez en Colonia. Te espero. - Si, señor. Al instante, Fabricio le dice - Hola, es el doctor Matías Zárate - OK, gracias, Fabricio 56
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Enseguida llamó al juzgado, pero como ya eran las 7:30 PM, no respondió nadie. Se subió al auto que había alquilado y se fue al hotel. Cuando llegó allí le causó mala impresión ver el auto de Javier. Se registró y enseguida, antes que el botones lo acompañara a su habitación, preguntó por el teléfono particular del Juez. Normalmente es un dato que solo lo tiene la Policía, pero una buena propina puede mucho más y se lo dieron. El doctor Tosantos tomó su celular y llamó al teléfono que le habían dado. - Hola, ¿hablo con la casa del doctor Zárate? - Si, señor – respondió una voz femenina, ¿qué desea? - Habla el doctor Jorge Tosantos y desearía hablar con el doctor Zárate. - Espere un momentito a ver si lo puede atender. -
Luego de unos minutos Jorge, ¿Dónde estás? Hola Matías, estoy en Colonia y necesito hablar contigo por un problemita que tengo.
Ambos abogados habían sido compañeros de estudio y, si bien, uno se dedicó a la carrera judicial y el otro a su actuación privada, siempre siguieron manteniendo una relación amistosa en la distancia. - Decime Jorge en qué te puedo ayudar - Mirá, es un asunto bastante complicado por lo que me gustaría hablarlo personalmente. - De acuerdo, venite para casa y tomamos algo. ¿Estás en un hotel? ¿Tenés en qué moverte? - Si - Preguntá ahí que te digan donde es mi casa y venite. Te espero. Sin perder un momento, el doctor Tosantos, salió hacia la casa del Juez siguiendo las indicaciones que le había dado. A pesar que ya estaba oscuro, no le resultó difícil encontrar la casa, ubicada sobre la costanera de la ciudad de Colonia. En la puerta lo esperaba el doctor Zárate. Tosantos se bajó del auto y se dieron un abrazo 57
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Pasá y ponete cómodo. Para que te hayas venido hasta aquí se debe tratar de algo complicado, porque se que moverte de Montevideo es difícil, a no ser para viajar a Europa – bromeó el Juez
La sala estaba muy bien amueblada con unos cómodos sillones y una estufa a leña que estaba encendida y le daba, al ambiente, un clima muy acogedor. -
Bueno, contame cuál es el problema, dijo el Juez
Tosantos le contó todo lo que él había escuchado de parte de Sofía y su actuación frente a la Policía y la Prefectura Naval. -
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Bueno, en principio estos casos, tú sabés, siempre son complicados. ¿Tú conocés bien al Ingeniero? ¿Creés que pudiera haberse ido sin previo aviso? Si, lo conozco muy bien. Nunca se hubiera ido. Es uno de los tipos más formales que conozco además de cumplidor. No te imaginás las veces que lo he invitado a viajar juntos o que vaya a pasar unos días en mi casa de Punta del Este y nunca lo pude arrancar de su trabajo. Entonces, ¿pensás que estamos frente a un secuestro? Me temo que si aunque, pero es más intuitivo que otra cosa. Me contó esta señora Sofía que, desde hace muchos días, él se sentía mal, tomaba calmantes y andaba muy decaído, por lo que se me ocurrió que pueda haber perdido la memoria o algo así y se encuentre “vagando” sin saber donde ir.. Bueno, contestó el Juez, pongámonos en acción de inmediato. Voy a llamar al Jefe de Policía y vamos al hotel donde estaba alojado el Ingeniero. Con una orden entraremos en su habitación y comenzaremos por allí. ¿Sabés qué tipo de celular tiene el Ingeniero? No, exactamente
Al llegar al hotel ya estaba un patrullero de la Policía con el Jefe. Entraron los tres al hotel y pidieron por el encargado. Salió la misma persona que había atendido a Sofía.
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Señor – le dijo el Juez – queremos entrar en la habitación que ocupa el Ingeniero Covielles. Aquí tiene la orden.
El hombre fue en busca de las llaves y los acompañó hasta la habitación. Allí estaba todo en orden. El Juez preguntó - ¿Quién ha entrado a la habitación? - Solo la mucama pero, como encontró ordenado y sin uso, la habitación quedó cerrada hasta ahora. - Muy bien – contestó dirigiéndose hacia Tosantos – ¿querés llevarte las cosas? - Está bien – contestó y se puso a juntar la ropa de Javier - Mirá aquí están las llaves del auto de Javier. Creo que es un duplicado. - Formidable contestó el Juez, así podemos ver que puede haber él. Salieron a la calle y pusieron todo en el auto en que andaba el doctor Tosantos. Fueron al auto de Javier y lo abrieron. El juez estaba revisando la guantera bajo la atenta mirada del Jefe de Policía y dijo - Aquí está el celular del Ingeniero – a lo que Tosantos contestó - ¿Es extraño, no? Javier nunca se separaba de su celular. - Bueno, contestó el Juez, aquí no tenemos más que hacer. Vamos a cenar y planificar lo que haremos mañana. Jefe, por favor ponga sobre aviso a todas las patrullas. Si bien no tenemos una foto de la persona, tenemos su descripción. Que estén atentos y le comuniquen cualquier novedad. - Si, doctor - Vamos, Jorge, quizás podamos hablar personalmente con el Prefecto. Se dirigieron hacia la Prefectura Naval de Colonia. Al llegar tuvieron que identificarse frente al guardia y preguntaron por el Prefecto Martínez. El guardia les contestó que todavía estaba en la oficina. Llegaron hasta allí y ambos lo saludaron. Le contaron cual era el motivo que los había llevado a hablar con él. - Estaba enterado de algo, doctor. El Jefe de Policía me lo comentó esta tarde. ¿Se ha sabido algo?
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No, justamente estamos por eso. El doctor sospecha que pueda tratarse de un secuestro o de una pérdida de memoria por lo que vengo a requerir su colaboración. Muy bien. Ya paso la orden. ¿No tienen fotos de la persona? No, ahora, pero mañana se la haremos llegar vía fax.
Ambos abogados se fueron hacia el centro de la ciudad de la ciudad de Colonia y eligieron un restaurante en el Barrio Histórico para cenar. Mientras lo hacían estuvieron conversando sobre los caminos a seguir como, por ejemplo, hablar con el proveedor de servicio de celular, para saber si hubiera habido llamadas al celular de Javier. Se despidieron y Tosantos se fue al hotel. Realmente estaba muy preocupado. Si mañana no se sabía nada, había que dar intervención a la Justicia Especializada y todo iba a trascender. Como el helicóptero que lo había traído, resolvió volver a Montevideo en el auto de Javier. Entró al hotel, pidió la llave de su habitación y se acostó, fastidiado porque ni siquiera había traído ropa interior para cambiarse. El martes 9 de junio a las 11 AM ya se encontraban en Montevideo todos quienes habían participado de la convención. Incluso el doctor Tosantos se encontraba en su oficina estudiando cuales serían los mejores pasos a seguir frente a la desaparición de Javier. Lo que él pensaba y temía ya se había producido. Los diarios anunciaban la desaparición de un alto ejecutivo de una empresa multinacional, aunque sin dar nombre, relataban de manera más o menos precisa los hechos. El abogado pensó: “es imposible mantener una noticia de estas oculta. ¿Quién sabe por donde se filtró la información?” En ese momento se acordó de la hermana de Javier que vivía en Nueva York y comenzó a procurar comunicárselo, si es que ya no se había enterado. Entonces llamó a Sofía a la oficina para averiguar si sabía como comunicarse con Alicia. Sofía le dijo que enseguida le conseguía el número de teléfono y, además, se ofreció a llamarla ella a lo que Tosantos contestó que lo haría él mismo. El abogado tomó aire como para darse valor. Comunicar una situación de estas no era tarea fácil. Miró la hora y prefirió esperar a la tarde para llamarla directamente a la casa. Tomó el teléfono y llamó a uno de los detectives conocidos de la Policía de Montevideo. Le contó la 60
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historia a pesar que el detective ya la conocía porque como integrante del Departamento de Delitos Complejos, ya se lo había comunicado desde Colonia. El detective le dijo: - Doctor, vayamos hasta el Juzgado especializado y hablemos con el Juez. Creo que, por ahora es la manera de ir adelantando camino. - Tiene razón. Nos encontramos allá en una hora, ¿le parece? - Perfecto, ya me voy a comunicar con el Juez y le adelanto la visita.
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CAPITULO VII
Mientras tanto, al mediodía de ese día martes, Javier despertó. Estaba acostado en una cama media rota y tapado con unos andrajos. Estaba atado de pies y manos y tenía los ojos tapados. Le dolía todo la cabeza y todo el cuerpo. Quiso gritar pero solo le salió un susurro. Sintió que alguien entró en la habitación y salió corriendo. Escuchó una conversación, fuera de la habitación pero, en su aturdimiento, no pudo descifrar qué hablaban. Al rato escuchó que entraban lo que le parecía eran varias personas. Uno de ellos, con voz autoritaria dijo - Sacadle la venda de los ojos así puedo hablar con él Javier percibió que alguien se acercaba. Tenía un olor nauseabundo, entre orín y sudor. Le destapó los ojos. Javier no podía ver bien porque estaba todo en una semipenumbra. Entonces la misma voz anterior dijo - Traed una lámpara para poder iluminar la habitación. Al instante entró una persona con una especie de candil. Con lo poco que Javier podía ver, sus ojos casi se le salen de sus órbitas. Estaba encerrado en una habitación de paredes de piedra que tenía un ventanuco cerrado por una madera y una puerta de madera que parecía un pedazo de tronco de árbol. Él estaba vestido con unos pantalones y una camisola de un tejido muy grueso cuyo color no podía distinguir y, a su frente estaba parado un hombre de barba negra y espesa, pelo negro largo y un traje que le hizo acordar a un disfraz: botas altas, pantalón estrecho de color claro, una campera corta de colores rojo y azul. Lucía adosada a su cintura, una espada de la época de la conquista. A cada lado de la cama en la que estaba Javier, había dos individuos vestidos con lo que parecían uniformes militares antiguos y cada uno tenía en sus manos lo que Javier pensó era un arcabuz, aunque nunca había visto antes.
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El hombre de barba negra, que parecía ser el que mandaba, dirigiéndose a Javier, dijo - Estimado caballero, habéis tenido mucha suerte en que nuestros hombres os hallan encontrado antes que los aborígenes que rodean estas tierras y vuestra suerte ha sido mayor ya que hasta hace unas semanas, esta plaza era posesión de los traidores portugueses. Javier, que no podía dar crédito a lo que estaba viendo, que pensaba que su estado afiebrado le hacía ver alucinaciones, quiso incorporarse pero tuvo que desistir por tener las manos y los pies atados. Quiso gritar pero su mente no podía coordinar y terminó balbuceando: - Quiero tomar agua -
agua. -
Enseguida, el hombre barbudo dijo Dadle agua al caballero – y dirigiéndose a Javier continuó – Caballero vos estáis muy enfermo y hemos tenido que manteneros amarrado para evitar que os hagáis daño. En ese momento entró un hombre con una vasija con Desatadle las manos y dadle el agua – sentenció quien era la voz cantante.
En la mente de Javier se produjo como un destello de lucidez y pensó “este puede ser el momento de escapar” Pero en ese mismo estado de poca lucidez pensó que era imposible ya que tenía los pies atados, no sabía donde estaba y estaba cuidado por dos hombres armados lo que le hizo desistir. Cuando se incorporó para tomar agua sintió un fuerte mareo, se le movía toda la habitación en forma vertiginosa lo que hizo que debiera recostarse nuevamente. El mismo hombre dio paso a otro individuo que traía en sus manos otra vasija. El hombre barbudo, dirigiéndose a Javier le dijo - Ahora os van a dar una pócima para el mal que os aqueja. El hombre con la pócima se acercó y le hizo toma a Javier una bebida de sabor repugnante que casi lo hace vomitar. El gusto amargo le irritó la garganta y tosió, lo que le hizo estremecer de dolor todo el cuerpo. Casi enseguida de haber bebido cayó en un estado 64
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somnoliento que de, a poco, lo iba sumergiendo en la oscuridad de la que había salido hacía un rato.
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CAPITULO VIII
El doctor Tosantos y el detective Marín llegaron casi al mismo tiempo al juzgado. Entraron, se presentaron al oficial de guardia que los hizo pasar de inmediato al despacho del juez. El juzgado estaba instalado en una vieja casona en la zona conocida como Ciudad Vieja. Esa casona había sido restaurada, pero mantenía los rasgos típicos: Puertas muy altas de madera y vidrios esmerilados, lambris de roble oscuro. Las ventanas que daban a un patio interior, también eran muy altas y estaban cerradas. Chocaba con el aspecto de aquella habitación, un escritorio moderno sobre el que había un teléfono con intercomunicador. Junto al escritorio había una mesa con una moderna computadora. El Juez Mercado se levantó de su espléndido sillón a saludar a los recién llegados - Señores, ¿cómo están? – y agrego – es una pregunta casi de rigor porque ya me imagino cual debe ser vuestro ánimo. -
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Tosantos le respondió Usted puede imaginarse, doctor. El Ingeniero Covielles es un íntimo amigo y hasta el momento, es como si se lo hubiera tragado la tierra. ¿No han recibido ningún tipo de reclamación? Es decir, si se trata de un secuestro, es lógico que exista alguna comunicación de parte de los secuestradores Eso es lo que nos tiene más desconcertados. Yo, personalmente, pienso que se trata de un secuestro, pero al no existir ningún tipo de reclamo, me hace dudar Dirigiéndose al detective Marin, el juez le preguntó ¿Qué piensa de todo esto detective? Usted tiene experiencia en este tipo de casos. En este momento no quiero hacer ninguna conjetura que nos lleve a una pista equivocada. Pienso que deberíamos comenzar por averiguar si el celular del Ingeniero recibió llamadas y quien las hizo. 67
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Es cierto – dijo el Juez – pero usted sabe que ese trámite, en nuestro país es algo dificultoso. Yo me encargaré personalmente de seguirlo. Mientras tanto haremos un cierre de fronteras, aún cuando puede ser un poco tarde.
El detective, a su vez dijo que iba a poner a su personal a trabajar en el caso. Ambos, el abogado y el detective se despidieron del Juez y salieron. Cuando ya estaban en la calle, el detective, con vos sombría - Si no hay noticias en unas horas, me parece que vamos a estar frente un hecho trágico. Tosantos, sin pronunciar palabra, asintió con la cabeza. Se saludaron y se dirigieron cada uno a diferentes lugares. Tosantos llegó a su oficina y miró la hora. Eran las 6:30 PM. Pensó que la hermana de Javier ya debía estar en la casa y decidió llamar. Atendió, en inglés, una voz femenina con acento centroamericano - Hello - Hi, I’m speaking from Montevideo, Uruguay, and I want to talk with Mrs. Alicia Enseguida se oyó la voz femenina con acento centro americano - Señora Alicia, un señor quiere hablar con usted desde Montevideo - Hola – atendió Alicia – ¿Quién habla? - Jorge Tosantos, el amigo de Javier, no se si me recordás - Si Jorge, decime que no pasó nada grave. - Mirá, es por Javier. Me resulta difícil relatarlo por teléfono. Hace unos días, el domingo o el lunes, no lo hemos precisado, Javier ha desaparecido.
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En ese momento Tosantos solo sintió un golpe como que el aparato se había caído - Hola, insistió - Hola – contestó una voz de un hombre – Habla Martín Mas, el esposo de Alicia Covielles. ¿Quién habla? ¿Que ha sucedido? - Martín, te habla Jorge Tosantos, el abogado amigo de Javier. Te paso a contar lo que ha sucedido Luego que le relatara al cuñado de Javier todo lo que se sabía del caso, le dijo - Creo que sería conveniente que, por lo menos Alicia estuviera aquí en Montevideo. - ¿Podría ayudar en algo ella? Lo digo porque la noticia le ha caído muy mal y ahora está en un mar de lágrimas - Sucede que hay ciertos trámites, como entrar al departamento de Javier que, estando ella se facilitarían mucho más. - Está bien – contestó Martín – tenemos que arreglar nuestras cosas aquí y partiremos en el primer vuelo que podamos. Jorge, ahora que Alicia no me oye y, por favor, no me mientas, ¿Javier está vivo? - Realmente espero que si. Como te decía anteriormente, no hemos tenido ninguna noticia de él. Sospechamos de un secuestro pero, como no estamos seguros, no se lo comentes a Alicia - No, lógico. Nos vemos en Montevideo. Adiós y gracias Tosantos cortó la comunicación y quedó pensando ¿estará vivo Javier? El miércoles en la mañana había un gran revuelo en la oficina de la compañía en el WTC. El Ingeniero Dolmos les había solicitado que se reunieran todos y le dijo: - Además de los hechos de los cuales todos ustedes están enterados, quiero ponerlos en conocimiento de un mail que ha llegado del Doctor Benito Ramírez López, Presidente de CAMB MACHINERY & CO. LTD. para Latino América. Paso a leérselos en sus partes más importantes: “En vista de lo sucedido al Ingeniero Covielles y frente a la necesidad que la Compañía siga funcionando lo más prolijamente posible en Uruguay, he dispuesto que el Ingeniero Dolmos tome 69
la Dirección. El Ingeniero Dolmos tendrá toda la autoridad y prerrogativas de las que disfrutaba el Ingeniero Covielles” De ahora en adelante, se comunicarán todos los gastos al nuevo Director y se requerirá de una austera economía que justifique nuestra presencia en ese país” - Más adelante sigue con otras consideraciones que hacen al desempeño de mi nuevo cargo. Lo que no dijo Dolmos es que en ese mail, el Presidente de la Compañía ya le anunciaba que en Uruguay quedaría, solamente, una oficina de representación dependiente de la filial argentina, es decir, que desaparecería CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay). Tampoco les dijo que en pocos días vendría a Montevideo el doctor Laya, Director de la filial en Argentina para conversar con él sobre su nueva posición en Buenos Aires.
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CAPITULO IX
Javier se despertó con la misma sensación de pesadez. Estaba con frío y no sabía como expresarlo. No se sentía con fuerzas como para luchar contra ese malestar que le aquejaba. Además no podía pensar. Todo le daba vuelta en la cabeza. Se preguntaba una y otra vez ¿qué me está pasando? Sintió que había alguien a su lado. Con todas las fuerzas que pudo pidió, balbuceando: - Por favor, quítenme las ataduras y la venda de los ojos. Como me siento nunca podría ni siquiera ponerme de pie. -
Enseguida oyó una voz, que no era la del barbudo Quitadle las amarraduras y la venda de los ojos.
Así lo hicieron otros individuos que estaban junto al que hablaba. La habitación estaba iluminada por solo la luz de un candil y, además, como había estado con los ojos vendados, a Javier le costó ver lo que lo rodeaba. Lo primero que distinguió fue a los dos hombres de los que tenía algún recuerdo, armados cada uno con un arcabuz. No llegaba a ver su vestimenta pero si a percibir ese olor nauseaban de quien no se baña hace mucho. Se pasó la mano por la cara. La barba le había crecido al igual que el pelo, lo que le llevaba a pensar que hacía mucho tiempo que estaba en esa situación. A su lado, sentado en un taburete, había un cura. Javier, que se consideraba cristiano creyente pero no muy apegado a la religión, no supo distinguir a la congregación que pertenecía el cura de acuerdo a su hábito -
El cura comenzó a hablar Caballero, yo estoy aquí para daros esperanza en la curación que vuestro cuerpo necesita y, al mismo tiempo limpiar esa alma que debe estar llena males y pecados. Javier, con su poca voz, le dijo
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Padre, por favor dígame donde estoy, como he llegado hasta aquí. Se lo pido por amor a Dios ya que de esa manera iré limpiando mi alma. Está bien, hijo, os paso a contar.
Entonces el cura comenzó a contar una historia que, al escucharla, Javier pensaba, con ese hilo de luz que enredaban sus pensamientos, están todos locos o el loco soy yo y solo veo alucinaciones. En ese momento quiso incorporarse pero sus fuerzas no se lo permitieron. El cura le relató: - Tras el último ataque portugués de febrero de 1776, su excelencia el rey Carlos III decidió realizar una expedición de castigo y represalia en la Colonia del Sacramento. Para ello decidió organizar una columna de 9.000 hombres embarcados en un convoy de 93 buques mercantes y escoltados por seis navíos, siete fragatas y ocho buques menores. El Su Excelencia el Rey designó como jefe de la expedición al teniente general don Pedro Ceballos Cortés y Calderón, entonces Comandante General de Madrid, cuyo nombramiento se expidió el 25 de julio de 1776. El mando de la escuadra de escolta recayó en el teniente general de la Armada don Francisco Everardo Tilly y Paredes, marqués de Casa Tilly, quien recibió su nombramiento en la isla de León el 4 de agosto y comenzó la preparación de la flota de transporte y escuadra de escolta. Con objeto de que el éxito de la expedición perdurase en el tiempo, su excelencia el rey Carlos III creó el virreinato del Río de la Plata nombrando a Ceballos como primer virrey del Río de la Plata. El 20 de febrero de 1777 la expedición llegó a la isla portuguesa de Santa Catalina. Su guarnición se rindió sin resistencia y se capturaron 3.816 prisioneros. -
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Luego prosiguió Por esta razón es que os digo que habéis tenido mucha suerte. ¿Acaso no habéis escuchado el estampido de los cañones durante la toma de esta Plaza? Javier trató de tomar aire para preguntar ¿En qué año estamos? En el año 1777 del Señor – contestó el cura 72
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Al querer seguir la conversación para saber si podía sacar alguna conclusión, entró el barbudo con la espada y, dirigiéndose al cura: - Padre, os he dicho que no os acerquéis a este enfermo. Podríais enfermar - Solo fue un acto de caridad – contestó el cura - Dadle de comer, agua y la medicación al caballero – indicó a los hombres que permanecían en la habitación. -
Dirigiéndose a Javier Pronto emprenderemos la navegación hacia Santa Teresa, aún en poder de los portugueses y volveremos a España donde, seguramente curareis vuestros males.
Los hombres vinieron con unos pedazos de un pan más bien duro, una carne mal cocida y muy salada y una vasija llena de agua que, en la oscuridad, no se veía si era muy limpia. Una vez que Javier terminó con su comida, le trajeron otra vasija con la misma bebida de gusto repugnante que ya le habían dado. Quiso resistirse pero su falta de fuerzas no lo dejó. Al poco rato cayó en el estado de “coma” en que se sumía cada vez que tomaba ese remedio.
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CAPITULO X
El detective Marin lo llamó al doctor Tosantos para explicar que habían revisado, conjuntamente con la Prefectura Nacional Naval, todas las zonas cercanas a Colonia, sin ningún éxito. - Lo que nos tiene más desorientados es que no aparezca nadie que lo haya visto y que tampoco haya pedido de rescate, - Es cierto – contestó el abogado – Ya llamé a la hermana del Ingeniero y llega el próximo sábado. - Eso quizás nos permita encontrar alguna pista entre sus conocidos. Ah, quería decirle que hemos citado a los empleados de la empresa en la que trabajaba el Ingeniero. - Detective, ¿cree que se puede encontrar algún indicio? - No se, exactamente, pero es por donde se nos ha ocurrido empezar. - ¿Los van a citar judicialmente? - No, los vamos a invitar a tener una conversación sobre los hechos, poniendo algunas preguntas que puedan ayudarnos. Doctor, ¿usted sabe si podremos contar con la colaboración de la empresa para poder conversar con los empleados? - No creo ya que eso podría causar algún revuelo en todas las oficinas. Me parece que lo mejor que puede hacer, Marin, es citarlos a mi estudio. Quizás es menos “ofensivo” y perdón por la palabra, que tener que enfrentar directamente a la policía. - Es buena idea. - Yo me encargo con quien sea el responsable ahora que no está el Ingeniero Covielles y le aviso. - Formidable, espero su llamado. Tosantos llamó a su secretaria y le pidió que lo comunicara con Sofía Tande en CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay). Enseguida recibió la llamada. Oyó una voz femenina ansiosa - Doctor, ¿ya pudo averiguar algo? - Hola, Sofía. No todavía, pero quiero pedirle un favor. - Sí, dígame
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Al detective Marin se ha ocurrido interrogar a la gente que últimamente ha trabajado junto al Ingeniero Covielles, pero no quiere hacer en forma oficial, sino solamente una conversación. ¿Cree usted que será posible? - Pienso que si, pero me parece que lo mejor sería que usted lo conversara con el Ingeniero Dolmos que, ahora, pasó a ocupar la dirección de la compañía en Uruguay, en lugar del Ingeniero Covielles. - Qué apuro, ¿no? - Es cierto, pero vinieron directivas desde la Presidencia de la compañía. - Sofía, ¿podría arreglarme una entrevista con el Ingeniero Dolmos? - Espéreme un momentito, doctor Unos minutos después - ¿Doctor, le queda bien mañana a la 10 AM? - Perfecto, confírmela y gracias - Adiós doctor. -
El jueves a las 10 AM estaba el doctor Tosantos en las oficinas de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), para entrevistarse con el Ingeniero Dolmos. Este lo recibió de inmediato. - Doctor, tome asiento. ¿un café? - No gracias Ya, en una primera impresión, no le había caído bien al abogado este Ingeniero. No sabía bien porqué pero, como buen abogado penalista, se sabía guiar por la intuición - Doctor, dígame a que debo su visita. No lo imagino comprando alguna de nuestras máquinas – bromeó Dolmos queriendo dar una buena impresión. - No, Ingeniero, se trata de la desaparición del Ingeniero Covielles. - Si, un caso verdaderamente doloroso. Dígame en qué puedo ayudar. - El detective Marin, por encargo del Juez Mercado, desearía entrevistar a algunas de las personas que estuvieron en contacto con el Ingeniero los días antes a su desaparición. Le aclaro que no sería un interrogatorio oficial, sino una entrevista para pedir
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una colaboración voluntaria a las personas con el propósito de ir atando circunstancias que antecedieron a los hechos. Claro, doctor. ¿Dónde se harían estas entrevistas? Pensamos, con el detective Marin, que lo mejor sería hacerlo fuera de aquí, para no crear un trastorno, por lo que yo ofrecí mi estudio y él estuvo de acuerdo. Dígame Doctor cual sería la metodología y yo me encargo. Desde ya le agradezco su colaboración. Le agradecería que me pasara, vía mail la lista de las personas que estuvieron en contacto con el Ingeniero Covielles para citarla. Los horarios los pone usted, ¿puede ser? Perfecto, le envío el mail
El abogado saludó y salió del despacho de Dolmos. Este se quedó pensativo y se preguntó: ¿por donde querrán empezar la investigación? Cuando el abogado llegó a su estudio, le pidió a su secretaria que lo comunicara con el detective Marin. Ella se lo confirmó y le dijo, a su vez, que tenía una llamada de Alicia Covielles. Tomó el teléfono - Hola Alicia. ¿Dónde estás? - Jorge, ya estamos en Montevideo. Vine con Martín que insistió en acompañarme. Estamos alojados en un hotel en el centro. No quisimos ir a lo de Javier por si hubiera algún impedimento judicial. En realidad nos gustaría estar allá Yo tengo llave del departamento - No creo que haya impedimento pero dame el teléfono del hotel, consulto y te llamo - Jorge, sin mentiras, ¿se sabe algo? - No todavía, pero no desesperes. Te llamo en un ratito. -
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Sonó el interno Doctor, el detective Marin en la línea dos Gracias, Andrea Hola, Marín. Ya hable en la compañía y no pusieron ninguna traba. Tenemos que esperar que me pasen una lista de las personas que estuvieron con Covielles. Está bien. Ya lo hablé con el doctor Mercado y me dijo que procediera con cuidado. Que no lo convirtiera en un interrogatorio. Espero su lista. ¿Algo más? 77
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Si. La hermana del Ingeniero Covielles ya está en Montevideo. Está alojada en un hotel pero le gustaría alojarse en el departamento del Ingeniero. ¿Hay algún impedimento? No, doctor. Fíjese que la señora que atiende ese departamento ha estado entrando, saliendo y haciendo la limpieza, así que allí no podríamos encontrar ningún indicio. Gracias. Lo llamo en cuanto tenga la lista de personas OK, hasta luego. Por intercomunicador, el abogado llamó a su secretaria Andrea, tráigame un café y le voy a dar un teléfono para que me comunique.
Enseguida apareció Andrea con el café y el abogado le dio el número de teléfono del hotel donde se alojaba Alicia. Pasados unos minutos, sonó uno de los teléfonos. Era la voz de la secretaria - Su llamado, doctor. - ¿Alicia?, Jorge. Se pueden alojar en el departamento de Javier. No hay inconvenientes. - Gracias, Jorge. Ya nos vamos para allá. ¿Por qué no te vienes esta noche así conversamos? - Está bien. A eso de la 8 PM estoy allí - Te esperamos El abogado cortó la comunicación y se puso a pensar que iba a ser un encuentro difícil. Lamentaba no tener nada concreto para decirle. A las 8 PM estaba Jorge Tosantos tocando timbre en la puerta del departamento de Javier. Abrió la puerta Alicia. Ella era una mujer de unos 32 años, delgada pero con una espléndida figura, sus ojos son verdes y el cabello, largo, castaño claro está recogido con un moño. Estaba vestida con jeans, un sweater de lana con cuello alto y zapatos deportivos. - Hola Jorge – le dijo abrazándolo – estás igualito. - No creas, los años no pasan en vano, tú te ves muy bien. - Pasá. Martín, mi esposo – le presentó Alicia - Hola – contestó Martín – dándole la mano. 78
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Martín era un hombre alto más bien fornido, de unos 36 años, con pelo muy corto y oscuro. También vestía jeans y una remera blanca Nike. - Jorge, sentate y contanos todo – dijo Alicia – Martín servile un whisky. Ah, te quedás a cenar. No digas que no. Ya encargué la comida. Jorge se sentó en una de aquellos magníficos sillones de cuero y Martín dijo - Alicia, dejalo tranquilo a Jorge, por favor. - No, está bien Martín. - Bueno – comenzó Jorge – voy a contarles lo que se hasta hoy. Contó todo lo que él sabía, ya sea por lo que le había contado Sofía o por lo que él había sacado de conclusiones. También les contó a qué altura estaban las investigaciones. Entonces Alicia, que había estado callada y atenta - Pero ¿cómo no puede saberse nada? Una persona desaparece así como así y ¿ya está? - No, no es tan así. Evidentemente debe haber hechos anteriores a la desaparición, hechos que no conocemos, que llevaron a esta situación. - Jorge ¿no es raro que, si es un secuestro, no hayan pedido rescate? - Si, es raro, pero puede ser que estén estudiando la situación y no quieran quedar en evidencia. - ¿No estará muerto? – dijo Alicia llorando. - Mirá. Para serte franco y muy duro. Si hubiera muerto ya habríamos encontrado el cuerpo. Así que lo podés ir sacándotelo de la cabeza. En ese momento sonó el teléfono. Los tres se miraron. Martín tomó el teléfono - Hola - Hola, ¿Javier? – dijo una voz femenina - No, habla Martín, el cuñado de Javier. ¿Quién habla? - Patricia Rutmani, una ex compañera de estudios y amiga de Javier. Tu esposa me conoce. - A ver, esperá un momento, te paso con ella. 79
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Poniendo el teléfono en espera le dice a Alicia Dice que es Patricia y no entendí el apellido, amiga de Javier. Ah, si ya se, pasame el teléfono Patricia, Alicia te habla. Hola, Alicia, tantos años. ¿Viniste de paseo? ¿Por donde anda el bandido de tu hermano? Desde el martes de noche lo estoy llamando y no contesta ni el teléfono ni el celular Ay, Patricia, no lo vas a creer, Javier ha desaparecido desde el domingo, por eso estamos mi esposo y yo en Montevideo
Se hizo un silencio que a Alicia le pareció que se había cortado la comunicación - Patricia, ¿estás ahí? - Si, perdóname Alicia – dijo con la voz entrecortada por sollozos. – ¿Qué pasó? - Mirá en este momento estamos con Jorge Tosantos, el amigo de Javier. Tú lo conocés. Nos está contando lo que ha sucedido. ¿Por qué no te venís? - OK, gracias Alicia, ya salgo para allí Pasados unos diez minutos y mientras los tres conversaban, tocan el timbre. Era Patricia. Las mujeres se abrazaron y rompieron a llorar. Los hombres, que estaba de pie, las calmaron y saludaron a la recién llegada. Jorge, en forma resumida, volvió a contar lo que sabía. Patricia, pensativa, les cuenta. - La semana pasada nos encontramos, al mediodía, por casualidad, con Javier. Le pregunté si le pasaba algo porque noté que su cara no era la de siempre. Me dijo que estaba cansado porque estaba preparando la convención. Lo raro es que esa misma noche me llamó y fuimos a cenar. Estaba feliz y hicimos bromas de todo tipo recordando la época de estudiantes -
Jorge le preguntó Perdoname. No te contó nada en especial. Nada fuera de lugar. No, nada. Conversamos de cosas intrascendentes. Sin embargo, el viernes de noche volví a llamarlo a su celular. Me dijo algo así como “al fin oigo algo agradable”, lo que tomé como una galantería, pero de cualquier manera le pregunté si le había 80
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pasado algo y me contestó “nada que no pueda solucionar”. Al despedirnos, me dijo que el martes, cuando volviera Montevideo me llamaba. Por eso llamé. ¿Y qué pasó con el celular de Javier? Lo encontré en su auto, apagado
En ese momento sonó el celular del abogado. Disculpándose, se levantó para atenderlo. Miró el display y era el detective Marin. - Perdóneme, doctor, pero era necesario comunicarme con usted - Si, no hay problema. Dígame - Recién me llamó el Doctor Mercado y me dijo que las investigaciones y los interrogatorios se hicieran a nivel policial y judicial. Además me pidió que pase todos los antecedentes a INTERPOL - ¿Algún indicio que le haya hecho cambiar de idea? - Me dijo que ya había transcurrido demasiado tiempo sin tener noticias y que era necesario movernos más de prisa. Doctor, ¿el auto del Ingeniero lo tiene usted? - Si, Marin, está aquí en el garaje del Ingeniero Covielles. - Bien, es necesario que avise que mañana de mañana van a ir de Policía Técnica a revisar el coche. - Está bien. No se preocupe. ¿Algo más? - No, por ahora. Cualquier novedad lo llamo - Gracias, Marin. Nos vemos Cuando cortó la comunicación, comentó las novedades a quienes estaban con él. Alicia preguntó. - Perdón, Jorge, como no entiendo nada de esto. ¿Es mejor o peor que intervenga INTERPOL? - No, creo que es mejor. Vamos a tener, a partir de ahora mayor apoyo en la investigación. Una vez que terminaron con una cena informal, el abogado se despidió prometiendo tenerlos al tanto de cualquier novedad. Martín dijo que estaba muy cansado y que se iba a acostar, quedando Alicia y Patricia a solas. Estuvieron hablando de cosas sin importancia hasta que Alicia dijo - Decime la verdad Patricia: ¿estás enamorada de mi hermano? Patricia se sonrojó y con una sonrisa 81
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Mira, la verdad cuando almorzamos juntos algo se removió en mí. No se si decir que es amor, pero, a la hora de la cena, que lo vi tan animado estuve a punto de decirle que lo amo. Pero viste uno no hace las cosas y después se arrepiente. Ay, cómo me gustaría que Javier comenzara una nueva vida, con alguien que lo cuide. No sabés las veces que le he dicho que se venga a vivir en Nueva York, pero él adora su trabajo y no quiere por nada irse del país. Bueno, pero si nos enamoramos, no me lo vas a quitar – bromeó Patricia Ay, ¡que horrible! Estamos hablando de Javier sin saber donde está, que hace, que le está pasando – comentó Alicia mientras se le caía una lágrima. Bueno, tengamos confianza. Ya vamos a salir de esto. Alicia, tengo que irme, es tardísimo y mañana tengo que estar temprano en la oficina.
Se saludaron y Alicia acompañó a Patricia hasta el ascensor. Al volver cerró la puerta y con lágrimas en sus ojos pensó: “¿dónde estás Javier? ¿Qué te pasó?” Apagó las luces y se fue a acostar. Martín ya estaba dormido pero a ella le costó dormirse a pesar de estar muy cansada. En su cabeza daban vueltas ideas que se le hacían cada ve más horrorosas como la de ver a Javier ahogado en medio del Río de la Plata.
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CAPITULO XI
Javier volvió a despertar de su estado de inconciencia. Le llamó la atención no sentirse atado, a pesar que tenía los ojos vendados. Trató de hablar. En ese momento, alguien que estaba sentado en la habitación llamó - Soldados: el enfermo ha despertado. Venid a atenderlo. Inmediatamente las manos de un hombre le quitaron las vendas de los ojos. Evidentemente era de día porque la luz le lastimó la vista. Con los ojos entornados, miró a su alrededor. Era la misma habitación con paredes de piedra pero tenía abiertas la puerta y la ventana. Se quiso incorporar pero el continuo dolor de cabeza y la falta de fuerza, se lo imposibilitó. El mismo hombre dijo - Ayudadle a incorporarse que quiero hablar con él – cosa que hicieron los dos hombres hediondos. Cuando estuvo sentado en la cama, vio que quien había dado las órdenes era el cura con el que había hablado antes. - Quiero saber como os sentís – dijo el cura - No sé – respondió Javier en casi un susurro – me siento extraño, con dolor de cabeza, sin poder pensar. - Bueno, dijo el cura, os voy a contar. Vos sois un ser que nos ha confundido mucho. No habláis como nosotros. Cuando os encontramos, vestíais con un ropaje totalmente desconocido. Vuestro comportamiento nos ha hecho sospechar que sois un ser demoníaco que albergaban los portugueses y os dejaron para vengarse de su derrota. Además estáis enfermo, habláis incoherencias que no entendemos. - Cuénteme Padre cuáles fueron esa incoherencias. -
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Persignándose, el cura dijo Pedíais que os lleváramos a vuestro auto. Que llamáramos por teléfono a vuestros amigos, bah, cosas que no tienen ningún sentido. Padre lo que sucede es que yo vivo en el año 2009 y no tengo idea de cómo llegué hasta aquí. 83
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Hijo, ya estáis desvariando. Como os dije estamos en el año 1777 del Señor. No quiero seguir escuchando cosas que me aseguran de que estáis necesitando un exorcismo para quitar los males que tenéis dentro. Ahora os van a llevar a que podáis higienizar tu cuerpo ya del alma trataré de encargarme yo.
Llamó a los soldados que había permanecido en la puerta y les indicó que lo llevaran. Cuando salió de la habitación quedó enceguecido, por un instante, por la luz del sol pero, cuando pudo recobrar la visión, no podía dar crédito a lo que veía. Estaba en la fortaleza de Colonia del Sacramento en su estado original, según pensó. Él estaba alojado en la Casa del Virrey. Lo llevaron a otro patio casi arrastrándolo, le quitaron toda la ropa y le tiraron agua por todo el cuerpo. Se sintió morir por el frío. Además sintió que se había hecho sus necesidades encima. Los soldados, que ahora eran varios, reían a carcajadas. Luego lo dejaron un momento desnudo tirándole después ropas que, por lo menos, parecían más limpias. Cuando hubo terminado de vestirse, ayudado por los soldados que lo trataban como un muñeco, levantó la vista tratando de ubicar la ciudad de Colonia por encima de los muros. Miró hacia el río y vio varias embarcaciones a vela muy antiguas, una de ellas muy grande que según pudo descifrar estaba armada con cañones en toda su parte lateral. Siguió mirando hacia la zona de la playa y no existía la rambla. Entonces se acordó del faro. Miró y no existía. En su lugar había una construcción de piedras que, según recordó era un convento o algo así Javier enloqueció. “No me puede suceder esto a mi. Estoy soñando. ¿He podido viajar en el tiempo? Pero, ¿cómo?” Quiso sacarse de encima a los soldados para correr sin saber hacia donde, pero estos lo tomaron fuertemente y lo arrastraron hasta la habitación. Allí seguía el cura. - Ahora que estáis limpio por fuera, decidme quien sois. - Le repito padre, no se como he llegado hasta aquí. Lo último que recuerdo es estar paseando con mis amigos en un autobús. - ¿Veis? Seguís desvariando. Un alma mala os ha poseído. Vos estáis muy enfermo. -
Dirigiéndose a uno de los soldados Dadle de comer y de beber. Una vez que termine, dadle la medicación.
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Javier ya sabía que la medicación lo iba a dormir nuevamente. Había notado que su barba y su cabello habían crecido enormemente, por lo que concluyó que hacía bastante tiempo que se encontraba en esa situación. Cuando llegaron los hombres comió lo que le dieron, tomó agua y trató de resistirse a tomar ese remedio pero, la fuerza de los dos hombres era mucho más de lo que él podía resistir, por lo que bebió todo el contenido de gusto repugnante de la vasija. Antes de caer en el coma en que lo sumía la bebida, quiso volver a pensar en cómo había llegado hasta ahí. Quería ordenar sus pensamientos y lo único que recordaba era su persistente dolor de cabeza y ese malestar que lo había acompañado antes. Pensó, “¿no será que tuve un derrame cerebral y estoy internado en un coma inducido? Entonces todo lo que veo y hablo son alucinaciones. Solo de esa manera puedo explicar todo esto.” “Quiero gritar que me saquen de aquí” fue lo último que pensó antes de volver a caer en el estado de inconsciencia.
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CAPITULO XII
El viernes, temprano, el Ingeniero Dolmos recibió una citación del Juzgado especializado. Quedó sorprendido. Pensó: “lo voy a llamar a ese abogaducho que me prometió que no iba a poner esto en la justicia, y lo voy a putear todo” Luego recapacitó y se dio cuenta que una actitud de esas podía comprometerlo. Decidió, entonces, llamar a su abogado. Lo hizo desde su celular. - Mastaldo. Recibí una citación de un juzgado. Supongo que es por el asunto de Covielles. Tenés que acompañarme. - Bueno, quedate tranquilo. Decime que juzgado es y a qué hora tenés que estar - Dice Juzgado Especializado y tengo que estar a la 2 PM - ¡A la mierda! Esto si va en serio. Decime, ¿vas a estar en tu oficina? - Si, por - Voy para allí. No te muevas. Tenemos que hablar antes de llegar al Juzgado -
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Dolmos cortó y llamó a Claudia por el intercomunicador Claudia, traeme agua y un café Si, enseguida Claudia le trajo enseguida lo pedido y le preguntó ¿Te sentís bien? ¡Tenés una cara de muerto! Andate y no que no me moleste nadie. En cuanto llegue el doctor Mastaldo lo hacés pasar enseguida.
A Dolmos lo había dejado muy preocupado la interjección que se había mandado el abogado. Evidentemente caer en ese juzgado no era muy bueno. -
Al rato llegó el doctor Mastaldo y Claudia lo hizo pasar Hola, Mauricio, ¿cómo andás? Como el culo, después de haber recibido la citación y sobre todo por lo que vos dijiste por teléfono Bueno, contame, ¿en qué lío estás metido? 87
El abogado ya había tenido que interceder a favor de Dolmos, en otra oportunidad, por un lío que había tenido con una prostituta de lujo a la que él no le quería pagar. - No, ningún lío. Es que la desaparición de Covielles es algo en lo que no tengo nada que ver y no entiendo porqué me citan. Además, ayer quedamos con el abogado de Covielles que un detective nos iba a entrevistar en su estudio para que no apareciera la justicia pero, evidentemente, todo cambió. - El problema es que en esos juzgados no se filtra nada, así que no nos enteraremos de nada hasta estar ahí. - ¿Y yo cómo me aguanto hasta esa hora? - Si no tenés nada que ver con el asunto, no te preocupes, debe ser por el conocimiento que tenías del Ingeniero. Nada que ver con el asunto de la putita – rió el abogado – Bueno me voy y nos vemos en el juzgado. Esa mañana, a las 8 AM, como siempre llegó Felicia al apartamento de Javier. Al entrar le llamó la atención hallar la cocina y el living desordenados y pensó: “llegó Javier y ya armó un fiestita”. Fue hacia la habitación de Javier y vio que la cama estaba sin desarmar, pero también vio que en el corredor había valijas. En ese momento se abrió la puerta del cuarto de huéspedes y salió Alicia - ¡Alicia! No lo puedo creer. ¿Tú por aquí? - Acá me tienes Felicia, pero no por nada bueno. ¿Tú no has sabido nada? - No, m’hija, ¿de qué? - Javier ha desaparecido. Alicia vio que Felicia empalidecía y pensó “¡que bruta soy! Capaz de darle algo” - ¿Estás bien, Felicia? - Si, m’hija si, pero no puedo creer lo que dijiste. Contame lo que sabés Alicia le contó todo lo que ella sabía y qué se estaba haciendo para tratar de encontrarlo. - No te puedo creer, Alicia. Es como una fatalidad. Pobrecito Javier. - Contame como lo viste los últimos días ante de irse para Colonia 88
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Mirá, yo lo veía mal. Se vivía quejando de dolor de cabeza y que, además no dormía bien. Le aconsejé que viera un médico, pero viste cómo es tu hermano, cabeza dura me dijo que era solo mucho trabajo. Si, da la casualidad que yo lo llamé uno de esos días y noté en su voz algo raro. Anoche estuvo aquí una amiga de él y dijo también que lo vio mal. Eso es lo que tengo miedo que le haya pasado algo y no sepamos qué.
Cada vez que Alicia se ponía a suponer lo que lo podría haber pasado a su hermano, se ponía a llorar. En ese momento apareció Martín a consolarla. Felicia lo saludó y les dijo - Vengan a la cocina que les preparo un rico desayuno. Allí se fueron los tres A las 2 PM estaba en el juzgado Dolmos y su abogado. Se anunciaron con un oficial y esperaron. Al rato lo hicieron pasar a Dolmos el que pidió que quisiera que su abogado estuviera presente. El Actuario que le iba tomar declaración accedió y los tres tomaron asiento en una oficina contigua a la del juez. El Actuario leyó la citación, mientras un auxiliar escribía todo en una computadora - Señor Dolmos, ¿es usted compañero de tareas del Ingeniero Dovielles? - El Ingeniero Dovielles es, o más bien, era el director de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), y yo era el Gerente de ventas de la compañía - ¿Por qué dice que era el Gerente de Ventas? ¿No lo sigue siendo? - No ahora pasé a ocupar el cargo del Ingeniero Dovielles, por orden de la Presidencia de la compañía para Latinoamérica. - ¿Desde cuando trabaja en la compañía? - Bueno, en realidad desde antes que se fundara la filial en Uruguay. Yo, que soy argentino, trabajaba en el Departamento de Ventas de la filial en Argentina. Cuando se fundó la filial en Uruguay, la Presidencia para América Latina me nombró en el cargo de Gerente de Ventas. - ¿Notó usted últimamente algún cambio en las actitudes del Ingeniero Dovielles? 89
Cada vez que tenía que contestar, Dolmos miraba a su abogado como preguntando si seguía adelante o no. Este asentía con la cabeza. - No, estaba bien como siempre. Tuvimos alguna discusión, pero solo por trabajo. - ¿Qué tipo de discusión? -
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Allí intervino el doctor Mastaldo Por tratarse de asuntos que competen a la compañía, mi cliente no tiene porque contestar Está bien – dijo al Actuario y prosiguió – ¿usted estuvo en Colonia en la convención? Si, señor ¿Allí notó alguna actitud fuera de lo común del Ingeniero Covielles? No porque tuvimos muy poco o ningún contacto durante la convención ya que yo estaba en el grupo dedicado a estrategias de ventas. ¿Cuándo fue la última vez que lo vio al Ingeniero Covielles? El domingo, cuando volvimos de la visita a Nueva Palmira. Como él estaba alojado en otro hotel, tomó su coche y se fue. Bueno, es suficiente. Perdón – dijo el abogado de Dolmos – ¿en calidad de qué queda mi representado? Solamente como testigo. Esperen que enseguida le damos la copia para que la firme. Gracias
Se retiraron de la sala donde había transcurrido el interrogatorio. Cuando salieron se encontraron que en la sala de espera estaban Sofía y el contador Fresi. Este último estaba como un pollo mojado, como si lo hubieran acusado de algo. Cuando vio al doctor Mastaldo, se abalanzó sobre él - Francisco, te quedás a acompañarme, ¿no? - Si, tranquilo, solo los han citado en calidad de testigos por ser quienes vieron en última instancia al ingeniero Covielles.
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En ese momento llamaron a Sofía a la sala de interrogatorio. A diferencia que el caso anterior, además del auxiliar y el Actuario, estaba presente el Juez doctor Mercado. -
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Sofía entró acompañada de su abogado el doctor Otero. Quiero aclararle abogado – dijo el Actuario – que la señora se encuentra aquí en calidad de testigo. Si, gracias, así lo entendí yo cuando ella recibió la citación. Bien señora, ¿usted es la Gerente de Relaciones Humanas de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay)? Si, exactamente. Supongo que en ese cargo, tendría contacto permanente con el Ingeniero Covielles Lógicamente, era con él que debía resolver las situaciones referentes a situaciones del personal de la Compañía. No era, mi caso, diferente, a los demás Gerentes ya que todos debíamos reportar a él como Director. ¿Cuánto tiempo hace que conoce al Ingeniero Covielles? Desde que se fundó la filial Uruguay de la Compañía, en el año 1998. Si hace tanto tiempo, debía conocerlo muy bien. Allí intervino el abogado de Sofía La señora tenía un trato laboral fluido si con eso trata de decir que “lo conoce muy bien”. Quizás me expresé mal – dijo el Actuario – es lo que quise decir. Si, contestó Sofía ¿Usted recuerda que haya habido un cambio en la conducta del Ingeniero Covielles en los últimos tiempos? – continuó el Actuario Creo, pero es algo muy subjetivo, que no estaba bien de salud. Tomaba calmantes y, en más de una oportunidad, me dijo que siempre tenía un dolor de cabeza que le molestaba. Y esa situación, ¿cambió el carácter del Ingeniero Covielles? No, conmigo, por lo menos. Y creo que con ninguna persona de la compañía. Recuerde que como Gerente de Relaciones Humanas, si hubiera habido algún problema, me habría enterado. Lo que si recuerdo que el martes o miércoles de la semana 91
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pasada, volvieron de Argentina el Gerente de Ventas, Ingeniero Dolmos y el Gerente Financiero, contador Fresi. Cuando se reunieron a darle, al Ingeniero, el informe sobre lo actuado, se produjo una discusión muy fuerte. Evidentemente no se de que se trató, pero el Ingeniero Covielles quedó muy alterado después de eso, cosa extraña en él Vayamos, ahora, a la situación en la ciudad de Colonia. Usted fue allí por la convención, ¿verdad? Si Notó algo diferente o algo que nos quisiera contar con respecto al Ingeniero Covielles
Sofía miró a su abogado. Ella había visto la situación con el mejicano. El doctor Otero asintió con la cabeza, como autorizándola a decir todo lo que sabía. - Bueno. El Ingeniero Covielles seguía con su malestar a tal punto que le sugerí ver un médico allá en Colonia. Él me contestó que no, que no me preocupara, que en cuanto llegara a Montevideo, lo haría Sofía siguió relatando lo que ella sabía de la entrevista de Javier con el mejicano y lo dura que habían sido las palabras de este. Dijo, además, del tono del discurso del mejicano en la apertura de la convención. - ¿Puedo agregar algo más? – preguntó Sofía - Adelante - Esto me lo contó una de las chicas que me acompañaron a Colonia. Cuando yo estaba haciendo las primeras averiguaciones en el hotel donde se alojaba el Ingeniero Covielles, ellas oyeron que el Ingeniero Dolmos le decía al Contador Fresi: “Este agarró los dos millones que dicen en Argentina que faltan y se rajó con la plata” - Perdóneme que haga esta pregunta – dijo el Actuario – pero al traer usted esto se me ocurrió: ¿usted cree que el Ingeniero Covielles pueda haber hecho eso? -
Intervino el doctor Otero Usted le está pidiendo a mi representada una opinión muy subjetiva que no creo que agregue nada a lo investigado. 92
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No, está bien – dijo Sofía – No, no creo que fuera capaz de hacer eso. Bueno, muy bien, hemos terminado. Muchas gracias señora, abogado.
Sofía firmó su declaración que le había entregado el auxiliar. Salieron ella y su abogado, tocándole el turno a Fresi. No lo llamaron enseguida porque el Juez había recibido una llamada del detective Marin informándole que ya tenía la lista de llamadas recibidas por el celular de Javier. Le dijo que entre el jueves 4 y el sábado 6, había recibido tres mensajes de texto de un mismo número y una llamada desde otro celular a nombre de Patricia Rutmani. El celular de donde se emitieron los mensajes de texto no era ubicable por tratarse de un aparato no registrado. Terminó diciendo: - Con esto creo que esta línea de investigación debíamos abandonarla. - No, detective, no la abandone del todo. Investigue si es posible que se detecten llamadas al celular del Ingeniero. Quizás ahí podamos tener la punta de la madeja. - OK Terminada la conversación, lo llamaron a Fresi. El contador entró con su abogado. Seguía estando presente, además del auxiliar y el Actuario, el Juez - Contador Fresi – comenzó el Actuario – ¿qué cargo ocupa usted en la compañía? - Soy el Gerente de Finanzas. - ¿Desde cuando ocupa ese cargo? - Desde que se formó la compañía en Uruguay. Yo, si bien soy uruguayo, trabajaba en el Departamento Financiero de la filial en Argentina. - Conoce bien al Ingeniero Covielles. - Solo como mi superior inmediato. No he tenido otro tipo de trato con él. - ¿Ha tenido alguna discusión por temas de trabajo con él? -
El doctor Mastaldo intervino Tratándose de asunto internos de trabajo de la compañía, mi representado no está obligado a contestar. 93
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Bien, prosigamos – contestó el Actuario que ya sabía que el abogado iba a interponer esa observación – ¿existe alguna dificultad financiera de la compañía que estuvieran estudiando con el Ingeniero Covielles? El doctor Mastaldo, casi saltando del asiento Mi representado no tiene ni puede informar en una audiencia como testigo sobre la situación financiera de la compañía. En ese momento intervino el Juez. Usted está en lo cierto, abogado, pero nos está obligando a abrir una investigación sumarial que nos permita saber de esa situación. Señor Juez, ¿está amenazando a mi representado? De ninguna manera, simplemente le estoy anticipando lo que puede suceder. Bien, señor Juez, proceda como usted lo crea conveniente – y dirigiéndose a Fresi – Contador firme la declaración hasta aquí y nos retiramos.
Fresi, que estaba con un susto impresionante, firmó con una mano temblorosa y salieron rápidamente del Juzgado. Cuando estaban en la calle - Francisco, ¿Qué hiciste? - ¿Por qué? - Sabes que nos van a tirar a la DGI encima y nos van a poner a un auditor. - ¿Y? - Y a mi me pegan una patada en el culo y me echan de la compañía - ¿Tan jodida está la cosa? Fresi se dio media vuelta y se fue. Al llegar a su auto que había dejado en un estacionamiento, lo llamó a Dolmos y le contó lo sucedido. Este le contestó - ¡Puta, qué problema! Bueno pero ahora no me jodas que estoy con una niña hermosa. El lunes hablamos – dijo y cortó.
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Fresi qued贸 p谩lido y no pod铆a arrancar hasta que se acerc贸 un funcionario del estacionamiento a preguntarle si le pasaba algo. Sin contestarle, Fresi puso el coche en marcha y se fue.
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CAPITULO XIII
Alicia se levantó muy temprano, abrió la puerta del departamento y tomó lo diarios para tratar de ver si decían algo de su hermano. No había nada. Evidentemente la policía y la justicia habían decidido mantener el hecho en el más absoluto hermetismo. Se sentó en uno de los bancos de la cocina y se puso a preparar el desayuno para Martín y para ella. En ese momento apareció Martín. - Alicia, que hacés levantada tan temprano. - Ay, mi amor, no puedo dormir. ¿Cómo saber donde está Javier, qué le ha pasado? Me mata no tener ninguna noticia. - Tenés que tranquilizarte. Está en movimiento toda la policía y la justicia. - Si, ya se, pero eso no me convence. Debe haber algo que nosotros podamos hacer - No se me ocurre que - ¿Y si vamos hasta Colonia? Quizás nosotros podamos encontrar algo. - Mirá, Alicia. Tú sabés que te amo, que aprecio mucho a tu hermano, pero no es hora que nos pongamos a hacer locuras que, quizás, pueda interferir con las investigaciones. - Tenés razón – dijo Alicia abrazándolo. - Vamos a tomar el desayuno y ver que podemos programar para pasar el día Luego de tomar el desayuno, ambos se bañaron y se vistieron. Ella con jeans, una remera y un sweater grueso de lana. Él, también con jeans, remera y sweater de lana más fino. - ¿Y si llamamos a Patricia? Hoy es sábado y no trabaja. Podemos ir a dar una vuelta y almorzar en algún lado. - OK, Alicia llamó a Patricia y le contó del programa que tenía pensado. - ¿Sabes que? – contestó Patricia – vámonos a pasar el fin de semana a Punta del Este.
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A Patricia se le ocurrió que era la mejor manera de que el tiempo pasara y pudieran despejar la mente. - Ay, estaría bárbaro – dijo Alicia – pero, ¿no te joroba? - No, me viene muy bien así veo mi departamento que hace días que no voy. Además de alguna ropa para cambiarse, lleven malla de baño. El edificio tiene una piscina climatizada divina. En una hora los paso a buscar. A la hora justo les avisó, por el celular, que estaba abajo esperándolos. Ellos bajaron y se encontraron con Patricia que estaba en su coupé Mercedes E350, gris metalizado. Subieron, Alicia adelante y Martín atrás. Patricia condujo el Mercedes Benz hasta tomar, como lo haría cualquier uruguayo que se sienta orgulloso de su costa, la rambla costanera. De allí se desvió para tomar el intercambiador que los llevaría, por la Avenida de las Américas, una doble vía de 4 carriles hasta, pasando por el intercambiador que comunica con el Aeropuerto Internacional de Carrasco, hasta la Ruta Interbalnearia. La ruta Interbalnearia, llamada así, por atravesar todos los balnearios al este de Montevideo, es una autopista de 120KM de largo. En poco más de una hora estuvieron en Punta del Este. Punta del Este es una ciudad peninsular situada en el extremo meridional de Uruguay, siendo uno de los balnearios más importantes de Sudamérica, Patricia entró su auto al garaje de un imponente edificio que da sobre la Playa Mansa. Se bajaron todos del coche y se dirigieron hasta el ascensor que los llevó al décimo piso donde se ubica el departamento. Entraron al living del departamento, amueblado con dos juegos de sillones de cuero blanco, una mesa ratona y un televisor LCD de 42” colgado de la pared. El living da a una espaciosa terraza desde podía divisarse el mar. El apartamento contaba también con tres dormitorios amplios con lujosos somier de dos plazas, dos baños y una amplia cocina. - Patricia, ¡que precioso departamento! – exclamó Alicia
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En realidad es de mis padres, pero ellos vienen a veces en verano. No les gusta Punta del Este en invierno. Dicen que es triste. Claro no hay tanta gente. Bueno, elijan ustedes en qué habitación se quieren quedar. ¿Y tú cuál ocupás? Me quedo con la de mis padres. Ustedes pueden ir a esta que también tiene el baño en suite. Bárbaro. Martín ¿qué te pasa? ¿estás mudo? Sabés que estoy preocupado Bueno, bueno – intervino Patricia – tratemos de pasarlo lo mejor para poder descansar. Nos espera una semana complicada. Además yo sé que todo va a salir bien. Y ahora a cambiarse que nos vamos a la piscina. Ay, Patricia no sabés – dijo Alicia – cuando dijiste que precisábamos mallas, tuvimos que salir corriendo hasta un Mall, ustedes le llaman Shopping, a comprarnos una. Nunca pensamos que en Montevideo, en pleno invierno las necesitaríamos.
Patricia estaba tan preocupada como Alicia y Martín por la desaparición de Javier, pero quería ayudarlos y pensó que era la mejor manera distrayéndolos. Ella pensaba también que, estando todo en manos de la policía y la justicia, lo que ellos podían hacer era muy poco o nada. Además si se producía alguna novedad, los ubicaban enseguida por celular y estaban a solo una hora de Montevideo. Luego de haber estado un rato en la piscina, se cambiaron y decidieron ir a almorzar. Patricia eligió un restaurante muy elegante frente al puerto de Punta del Este. Luego de almorzar y cuando volvían al departamento, Patricia le dijo - Ustedes siéntase libres de hacer lo que quieran. Yo que soy “viejita” – bromeó – me voy a recostar un rato. Martín tú tienes licencia así que si quieren salir en el auto, háganlo. - Quedate tranquila. Creo que nosotros vamos a recostarnos un rato a mirar televisión. - Ah, si. Tienen señal satelital así que tienen para elegir. A la 8 PM apareció Patricia en el living donde ya estaban Alicia y Martín.
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Me parece que se me fue la mano. ¡Es mentira que no existe el sueño atrasado! A mi me hacían falta un montón de horas de sueño – dijo Patricia con una sonrisa. - ¡Qué suerte que pudiste descansar! Nosotros también. Parece que el cambio de aire nos hizo bien – le contestó Martín que ahora parecía más animado. - ¿Les parece si nos arreglamos un poco y vamos al Casino? - Bueno – bromeó Martín – ahora se puso bravo - ¿Por? - No se cómo vamos a sacar a Alicia de dentro del Casino Alicia lo miró con cara de hacerse la enojada y los tres se rieron. -
Fueron al Casino de un gran hotel y de allí se fueron a cenar en unos de los restaurantes del propio hotel. Allí había mucha gente entre los que hubo varios hombres que vinieron a saludar a Patricia. - ¡Que popular que eres! – dijo Alicia – ¿algún pretendiente? - No, nada que ver. Es por mi trabajo. Además tú sabes que solo tengo mi corazón para alguien especial - A ver, a ver, ¿qué me estás confesando? Patricia se ruborizó y entonces Martín intervino - Alicia, no seas así. Ella debe tener un novio escondido - Pero mirá que eres tonto. ¿No sabés que ese alguien especial es Javier? - Bueno, no seas mala. Ella no te dijo eso - Es intuición femenina, ¡nene! Los tres se rieron y salieron del restaurante. Hacía mucho frío. Se había levantado un viento muy fuerte por lo que Patricia le pidió al “valet parking” que les alcanzara el coche. Una vez lo tuvieron, volvieron al apartamento. - Bueno que descansen. No tienen que levantarse temprano. Aquí eso es de mal gusto – dijo Patricia con una sonrisa. - Gracias. Lo mismo para ti Cuando se fueron a su cuarto, Alicia y Martín estuvieron charlando un rato sobre que habría pasado con Javier. Alicia no tenía consuelo. Para ella Javier estaba muerto y lo que la policía estaba haciendo era buscar su cuerpo. Se puso a llorar, mientras Martín la 100
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consolaba dándole palabras de aliento. Así se quedó dormida. Martín se quedó pensando como una persona puede desaparecer sin dejar ningún rastro. Realmente era muy raro. A la mañana siguiente, el tiempo se había desmejorado y además de muy frío, estaba lloviznando. Cuando Alicia y Martín se levantaron, Patricia ya había preparado el desayuno. Unas tostadas y café - No me pidan mucho más porque, de cocina, yo, nada. - Mira que en casa sucede más o menos lo mismo – dijo Martín. - Bueno, a partir de ahora cocinás tú – le contestó Alicia. - Era una broma. - ¿Qué quieren hacer? - Lo que tú digas - ¿Les parece si dentro de un rato nos vamos a la piscina, después pedimos algo para almorzar y nos volvemos a Montevideo? - Perfecto – contestaron a coro Alicia y Martín - Les digo, porque el tiempo está tan feo que me parece que no da para hacer otra cosa. Así lo hicieron y a las 6 PM Patricia dejaba a Alicia y Martín en el departamento de Javier en Montevideo.
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CAPITULO XIV
El lunes, a las 8 AM, el Juez doctor Mercado lo llamó al detective Marín y le pidió que se pusiera en contacto con el Jefe de la Brigada Antidrogas. Quería tener una reunión lo más temprano posible en su despacho con este, Marín y con quien designara INTERPOL para el caso. Una vez que estuvieron reunidos, el doctor Mercado les contó que había estado leyendo las declaraciones obtenidas y que tenía una leve sospecha que detrás del funcionamiento de la compañía se ocultaba algo ilícito. Al comparar las declaraciones de Dolmos y Fresi, si bien no había contradicciones evidentes, estaba seguro que no habían dicho todo lo que sabían. Le había llamado la atención la negativa de ambos a responder preguntas sobre situaciones de la empresa. Pidió, entonces, al oficial de INTERPOL que averiguara la situación del doctor Benito Ramírez López, Presidente de CAMB MACHINERY & CO. LTD. para Latinoamérica explicando que tenían que comenzar a tirar los “cabos” lo más lejos para tratar de saber lo que ha pasado. También les dijo que había solicitado a Dirección Nacional de Aduanas un resumen de las importaciones hechas por la compañía. Les contó, además, que había librado una orden de levantamiento del secreto bancario de las cuentas de Covielles, Dolmos y Fresi y que proseguiría con las citaciones a declarar de otras personas vinculadas con el Ingeniero Covielles. Obviamente solicitó la mayor de las discreciones en las actuaciones. El Juez estaba seguro que detrás de la desaparición de Javier se tejía una serie de enredos que estaban tapando algo, pero no se los dijo porque no tenía evidencias. ¿Y cómo encajaba la desaparición de Javier en todo esto? Era evidente que Javier debería conocer o sospechar de qué se trataba y, antes que los denunciara, lo hicieron desaparecer.
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¿En qué basaba sus sospechas? Al no existir pedido de rescate luego de haber pasado una semana, era evidente que no se trataba de un secuestro. Estaba más cerca de creer que se trataba de un asesinato. Pero, ¿dónde buscar el cadáver? Todas las actuaciones hasta el momento no habían dado ningún resultado. Ante la pregunta de varios de los presentes de porqué no ordenaba el inicio de un sumario con la declaración de quienes podían ser los involucrados, les contestó que no quería que advirtieran que ese era el propósito ya que podrían hacer desaparecer pruebas, cosa que ya había sucedido en otros casos que no se habían manejado con la suficiente discreción. Agregó, además, que en combinación con la dirección Nacional de Migraciones, había repartido fotos de Javier, para investigar la posibilidad de haber salido del país Al terminar la reunión, el Actuario le alcanzó al Juez, las declaraciones que había hecho Claudia Pérez, Secretaria de Javier. En ellas no había nada nuevo. Solo se repetían las declaraciones de los anteriores testigos, con algunas variaciones que no agregaban nada a lo que ya habían obtenido. -
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Alicia llamó al Doctor Tosantos Jorge, ¿no has tenido novedades? No, Alicia. Parecería como que todo está dentro de un enorme misterio. El sábado llamé al detective Marin y me dijo que a partir de hoy la investigación se iba a extender más, pero no me podía dar más detalles. ¿No te parece que ya ha pasado demasiado tiempo? ¡Ya no doy más! Para mejor Martín se tiene que volver a Nueva York porque lo llamaron. Por favor, Jorge, si sabés algo decímelo enseguida. Quedate tranquila, seguramente en el correr del día de hoy vamos a tener alguna novedad.
El abogado estaba seguro que hoy no pasaría nada, pero tenía que darle ánimo a la hermana de Javier. Además, por su experiencia en casos similares, pensaba que lo más probable es que, si encontraban algo, iba a ser el cadáver de su amigo. Ni bien cortó la comunicación con el abogado, Alicia fue a ayudar a Martín con su maleta. 104
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Martín, por favor, llamame tan pronto llegues allá. Si, mujer. Calmate. Si te ponés así no podés razonar y no podrás ayudar en nada, en caso que sea necesario. Tenés razón, mi amor. Cuidate – le dijo dándole un beso y abrazo prolongado porque ya le habían avisado que el coche que lo llevaría al aeropuerto lo estaba esperando.
Al cerrarse la puerta del departamento, Alicia corrió hasta el dormitorio y se puso a llorar. En ese momento sintió que entraba alguien. Era Felicia. - Oíme, chiquita. No ganás nada poniéndote a llorar. Vení a comer algo. - Ay, Felicia no tengo ganas de comer - A Felicia no se le dice no, ¿te acordás? Eso era lo que te decía cuando eras chica. Con una sonrisa mojada de lágrimas, Alicia fue hasta la cocina y la abrazó - Bueno, vamos a levantar el ánimo y ver que hacemos de comer – le respondió la empleada. Una vez que comió lo que Felicia le había preparado, se fue al living, tomó su celular y llamó a Patricia. - ¿Patricia?, Alicia. - Si, ya vi. ¿Pasó algo? - No, no se sabe nada. Perdoname, no me acordé que estás trabajando. ¿Me podés llamar más tarde? - No, no te preocupes. Cuéntame qué necesitas. - En realidad una bobada. Martín se tuvo que volver a Nueva York y me quedé sola. Si no tenés ningún proyecto, ¿podrías venir después al salir de tu trabajo? - Mira, pienso algo mejor. Voy hasta casa, recojo algo de ropa y me instalo contigo allí - Ay, eres divina. Pero. ¿y tus padres? - Felices de no tener que aguantarme – rió Patricia - Bueno, bárbaro. Le voy a pedir a Felicia que nos prepare algo de cenar para no tener que salir. - Si, más vale, porque por lo que es por nosotras dos, nos morimos de hambre. 105
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Te espero Un beso.
Ahora Alicia se quedó más tranquila. Patricia, además de ser una muy buena amiga, era una persona tranquila, que transmitía esa tranquilidad que ella necesitaba ahora. Alicia fue enseguida a contárselo a Felicia y pedirle que les dejara algo preparado para la cena. Felicia suspiró aliviada ya que había pensado en quedarse ella, por lo menos, esa noche. En ese momento pensó “igual que a Javier, le voy a preparar la cena” y se le cayó una lágrima Alicia pasó la tarde leyendo unas revistas que había comprado el sábado y que ni las había tocado. De a ratos miraba algo de televisión, pero no encontraba nada interesante. A las 7:30 PM, llegó Patricia. Le contó que le había preguntado al portero donde ubicar el auto y él le había indicado un lugar que estaba reservado para las visitas. - ¿Dónde querés instalarte?, preguntó Alicia. - Donde tú digas - No te molesta dormir conmigo. La cama es grande y no ronco. - OK, creo que yo tampoco – rió Patricia Llevó sus cosas al dormitorio y se fue a cambiar porque que estaba con la ropa que había ido a trabajar. - Solo junté alguna de mis cosas en casa y salí enseguida para aquí, explicó. - Está bien, ponete cómoda Patricia se vistió con jeans, una remera blanca y un saco. Estaba con un calzado deportivo. Esa vestimenta, además de realzar su figura, la hacía mucho más joven. Se pusieron a conversar de cosas diversas, modas, de que se usaba en Nueva York, cuáles eran las diferencias con Uruguay. Estaban concentradas en la charla cuando sonó el teléfono del departamento. - ¿Quién podrá ser? – dijo Alicia y tomó el aparato 106
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Patricia vio que Alicia palidecía - ¡No, no! ¡No corte! ¡Dígame algo más, por favor! Tiró el inalámbrico y se puso a llorar como con convulsiones. - Alicia, ¿qué fue? ¿Qué pasó?, preguntó Patricia temiendo lo peor. - Un hombre… - Sí, dime que más. - Dijo que si no… El llanto no la dejaba hablar. Patricia se armó de valor. La tomó del brazo y le pidió que se tranquilizara. Que le contara todo, despacio. Al fin, Alicia, dando un fuerte suspiro - Era la voz de un hombre, o por lo menos parecía. Dijo que si no paraban la investigación iban a matar a Javier. - Bueno. Vamos a llamar a Jorge. Es quien nos puede orientar – dijo Patricia que en ese momento temblaba como una vara de mimbre. - Si, Patricia, llamalo, por favor. -
Tomó su celular y llamó al doctor Tosantos Jorge, Patricia te habla. Es necesario que vengas al departamento de Javier. Alicia y yo estamos aquí. ¿Pasó algo? Si, pero preferimos contártelo personalmente OK, en un momento estoy allí
Alicia caminaba de un lado para el otro en el living. No podía calmarse estaba en un estado de shock. Por más que Patricia le trajo un vaso de agua y un calmante, ella seguía con la vista perdida como si su mente estuviera en otro lado. Tocaron el timbre. Era el doctor Tosantos. Después de saludarlas a las dos con un beso. - Bueno, con toda la tranquilidad que puedan, cuéntenme que sucedió. Las dos comenzaron a hablar al mismo tiempo y en entonces el abogado les dijo. - Una por vez, por favor, quiero entender todo. - Está bien, perdón. Cuéntale tú Alicia 107
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Estábamos charlando con Patricia. Ella se ofreció a acompañarme porque Martín tuvo que irse a Nueva York. Sonó el teléfono del departamento. Yo pensé que podía ser Martín que ya hubiera llegado pero, entonces, una voz que parecía ser de un hombre, dijo: “decile a los imbéciles de la Policía y la Justicia que si no paran la investigación, vamos a matar a tu hermanito” Bueno, vamos a mirarlo desde el lado positivo, dijo el abogado. Nos da la esperanza de que Javier esté vivo. Pero mejor voy a llamar al detective Marin. No, mejor, me voy a buscarlo, no vaya a ser que estén vigilando este departamento y vean entrar a un policía. Voy y vuelvo. Quédense tranquilas pero no esperen que las llame.
El abogado se fue en busca del detective. Lo llamó mientras iba en camino y quedaron en encontrarse en un cine de Shopping ya que se podían perder en la multitud. Ambos entraron por separado y se sentaron juntos. El abogado le contó lo sucedido. El detective sacó como conclusiones que debería se alguien que conocía el teléfono de Javier, ya que no figura en la guía y que sabía que la hermana de Javier estaba en Montevideo. - Doctor, creo que empezamos a tener algo entre manos - ¿No se tratará una broma de mal gusto? - Siempre existe esa posibilidad, pero no podemos descartar este camino por esa causa. Voy a hablar con el Juez para pedir la autorización de intervenir el teléfono. Por favor adviértaselo a la hermana del Ingeniero. Si vuelven a llamar que trate de mantener una conversación lo más larga posible. Que pida que le dejen hablar con su hermano, por ejemplo. Estamos en contacto. El detective salió del cine y el abogado esperó un tiempo prudencial para salir. No había usado su auto para que no fuera tan fácil seguirlo. Tomó un taxi y volvió al departamento de Javier. Les contó a las dos mujeres lo que habló con el detective y le dio las instrucciones a Alicia para el caso que volvieran a llamar. Alicia le contó que había llamado Martín desde Nueva York, pero que no quiso contarle nada para no preocuparlo. - Jorge, es tarde. ¿No quieres quedarte a cenar con nosotras? – dijo Patricia 108
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Mirá que la comida no la hicimos nosotras, la hizo Felicia, divina ella – bromeó Alicia – Andá y servite un whisky mientras nosotras preparamos todo OK, contestó el abogado que se quedó mirando la televisión.
Luego de cenar, Jorge se fue y las dos mujeres se cambiaron para acostarse. Aún cuando ambas dijeron estar muy cansadas, se quedaron conversando - Dime, Alicia, ¿cómo conociste a Martín? - Mirá, tú sabés que cuando falleció papá, me salió la oportunidad de trabajar en la ONU en Nueva York y allá me fui. En realidad el que me empujó fue Javier, prometiéndome que él también se iría con mamá, cosa que no cumplió depués que murió mamá. Pero, bueno eso es otra cosa. Yo había conseguido un loft en Manhattan, chiquito pero muy lindo y que me quedaba cerca de la oficina. Un día al salir, me pecho, yo siempre atropellada, con un chico grandote que me miró y me dijo en español “perdoname no te vi”. Enseguida pensé debe ser argentino y se lo pregunté. Resultó ser más uruguayo que yo. Empezamos a salir, es súper cariñoso y no sabés cómo me tiene. Sus padres viven en Miami, así que, cuando podemos, nos hacemos una escapadita. - ¿Y estás enamorada? - Si, la verdad que me lo he preguntado muchas veces, pero cuando pienso que haría si no estuviera con él, me entra una angustia imponente. Pero ahora contame vos. ¿Cómo va tu vida amorosa? - Estuve saliendo con un chico, pero no era nada en serio. Un día, que habíamos ido a bailar en Punta del Este, pero de esto hace tiempo, me encontré con tu hermano. Allí estaba también María Federica y ¡fui yo quien se la presentó! Un tiempo después, en un viaje me encontré con ella y me dijo que había dejado con Javier, pero no me contó más nada, así que me quedé con las ganas. ¿Tú sabes que pasó? - De acuerdo a lo que yo sé, Javier estaba muy entusiasmado, tanto que en alguna llamada a Nueva York, me dijo de la posibilidad de casarse con ella. Y de pronto me enteré que había viajado para radicarse en Estados Unidos, pero él nunca me quiso contar nada. 109
Ya cansadas, ambas se durmieron
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CAPITULO XV
A Javier lo despertaron tirándole un balde de agua fría en la cara. Él salió de su semiinconsciencia y con las pocas fuerzas que le quedaban se quiso incorporar. Estaba atado. En la penumbra con la única luz del candil, un hombre que nunca había visto le dijo - Es hora que os des una baño y comáis algo. En un rato nos embarcamos hacia España. Antes hemos de pasar por Montevideo y por Santa Teresa de donde ya hemos echado a los traidores portugueses. Cuando Javier oyó lo del baño tembló de miedo, de vergüenza pero, sobre todo de rabia. Sabía que lo iban a destratar, que aquello era una verdadera tortura. Efectivamente, lo arrastraron hasta un patio abierto, lo desnudaron y le tiraron baldes de agua fría. Como en el caso anterior hizo sus necesidades fisiológicas, lo que causó la risotada de los soldados que, a su vez, le volvieron a mojar. Javier no entendía porque no lo matan. No entendía que conseguían con torturarlo de aquella manera. Prefería estar muerto. A tal punto que en, algún momento, pensó en sacarle un trabuco a uno de los soldados y pegarse un tiro. Desnudo lo mantuvieron durante un tiempo a la intemperie. Javier trataba de coordinar sus pensamientos. No podía creer que estuviera en la fortaleza de Colonia del Sacramento, pero no se ocurría que era lo podría haber sucedido. Mirando a su alrededor, en la semipenumbra, solo veía las construcciones de piedra de la fortaleza. Lo mismo que había visto cuando era de día. En su falta de poder pensar con claridad, hasta s le ocurrió que hubiera caído en manos de seres de otro planeta, tal era el desconcierto que tenía. Los mismos hombres que lo había traído, lo vistieron. Tenía mucho frío. Había observado que era de noche. Lo arrastraron a la habitación. Le dieron agua, comida y el consabido remedio para lo que ya no tenía fuerzas para resistirse. Cuando iba entrando en ese “coma” pensó, en su total desvarío, “le tengo terror a navegar en un barco. ¿Qué voy a hacer en España? Ya no puedo pensar…”
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Ni bien Marin tuvo noticias de la llamada, se lo comunicó al Doctor Mercado. Este enseguida llamó a todas las personas involucradas en el caso para reunirse de inmediato, en el despacho del juzgado. Los integrantes del grupo de investigación eran: Marin, un oficial de INTERPOL, un oficial de la Junta Nacional Antidrogas. El Juez les quería poner al tanto de noticias que le habían llegado. Además de la llamada recibida por Alicia, a la que el Juez daba importancia ya que hacía suponer de estar muy cerca de quienes tenían al Ingeniero Covielles, les comunicó que la cuenta bancaria de éste no había tenido movimientos desde el 5 de junio, no así las de Dolmos y Fresi que tenían movimientos diarios de entre ocho y nueve mil dólares, en su mayoría girados a cuentas en el extranjero que se las pasó al oficial de INTERPOL. Pero tenía una novedad que él consideraba más importante. En el año 2006 había existido una importación por parte de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), que vino en varios contenedores. Lo extraño era que la compañía nunca retiró dichos contenedores sino que, después de haberlos declarado en tránsito, aún cuando en el conocimiento de embarque decía destino Uruguay, lo exportó hacia Estados Unidos. Hasta ahora no se había podido determinar el porqué del cambio de destino, pero no dejaba de ser algo fuera de lo común. En ese momento existían tres contenedores en la misma situación, es decir, que vienen destinados a la compañía en Uruguay, pero, transcurridos casi dos meses no han sido despachados. El Juez les comunicó que todos estos hechos ameritaban una nueva citación a los Gerentes de la Compañía en Uruguay. Ante esto, el detective Marin, le comentó del riesgo que podía correr el Ingeniero Covielles si la llamada recibida la noche anterior fuera cierta. Fue, entonces que se decidió seguir investigando con la mayor discreción posible pero sin comenzar con etapas de interrogatorios. A todos los concurrentes a la reunión les quedó un sabor amargo con respecto a la llamada. ¿Cómo se había filtrado la 112
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investigación? Estuvieron de acuerdo que, lo más posible, sería que alguno de los interrogados como testigos, estuviera involucrado. ¿Pero quién? No era fácil dar el próximo paso porque si era en falso, podría precipitar los hechos. A las oficinas de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), había llegado el Director de la filial en Argentina, el doctor Laya junto con un grupo de tres asesores. Solicitó reunirse de inmediato con Dolmos, Fresi y Jaime Palma, Gerente de importaciones de la compañía en Uruguay. De inmediato, Dolmos fue con todos a la sala de reuniones y le solicitó a Claudia que les trajera café. Cuando ella se los trajo, todos estaban conversando de asuntos variados y, entonces Dolmos le dijo a Claudia que, bajo ningún concepto fueran interrumpidos. -
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El doctor Laya tomó la palabra Señores, como ustedes ya lo deben haber sabido, la idea de la Presidencia para América Latina es suprimir la filial en Uruguay. De acuerdo a lo expresado por el señor Presidente de la Compañía, esta filial está acumulando pérdidas que no se está en condiciones de soportar. Ustedes, más que nadie, conocen la realidad de la situación. La idea es que la filial Uruguay quede solamente con una oficina que atienda las ventas ya efectuadas y con el taller hasta tanto se terminen los plazos de garantía dados en los pliegos de condiciones de cada licitación. Todo esto deberá hacerse rápidamente. La idea del Doctor Ramírez López es que todo esté liquidado en la primera quincena de agosto. Aunque suena algo acelerado el plazo dado – dijo Dolmos – todos estamos en conocimiento de las dificultades que estamos pasando. Por lo que creo que no habrá más que estudiar la manera de liquidar esto de inmediato. Fresi decime cuales son las condiciones. Fresi, con algo de temor y con la voz muy baja, dijo Me temo que lo que están pensando no es posible hacer en este país Ya tenés que empezar con tus pelotudeces – le gritó Dolmos – No sabés buscar soluciones para cosas simples. Echamos a todo
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el mundo, nos quedamos con el personal necesario y listo. Y no te cagués cuando hay que tomar resoluciones drásticas. La voz de Dolmos era casi un grito y se oía realmente alterada. Por eso intervino el doctor Laya. - Tranquilo, Mauricio. Seguramente Antolín sabe de lo que está hablando. Decime Fresi, ¿dónde están las dificultades? Fresi, sintiéndose apoyado por Laya, con una voz más alta y firme explicó que liquidar una empresa del porte de esa, era una tarea de tiempo. En principio porque existían compromisos contraídos con otras empresas y con Organismos del Estado que había que cumplir. Otro problema era que despedir a los empleados requeriría de tiempo y una gran cantidad de dinero. Ante la solicitud de Laya hizo un cálculo en el aire y estimó que, solo por concepto de indemnizaciones serían unos seiscientos mil dólares. A eso había que agregar sueldos, aguinaldos, licencias y con los aportes correspondientes a las entidades del Estado. Expresó que con respecto al personal, quizás lo mejor sería plantear un plan de retiros incentivados, pero eso requería tiempo, como lo había dicho anteriormente. Además, dijo, al liquidar la filial Uruguay, habría que crear otra empresa que, aunque llevara el mismo nombre comercial, había que cambiar la razón social A esa altura habló Palma, encargado de importaciones, recordándoles que existían varias importaciones en curso, entre ellas, una en conjunto con la filial Argentina. El cierre de la empresa no podría hacerse hasta no haber despachado toda la mercadería importada, por la misma razón de tener que crear una nueva empresa.
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Laya comentó, entonces Esto no lo debe saber el Doctor Ramírez López. Yo sé que Covielles se lo había comentado vía mail hace un tiempo, cuando el señor Presidente sugirió algo parecido. ¡Covielles ya no está y quien sabe si vuelve! – saltó Dolmos.
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Ignorando lo que dijo Dolmos, Laya le dijo a Fresi Decime, Antolín, ¿quién puede tener acceso a esos mails? Bueno, como ahora que Mauricio es el Director, debe ser él.
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Mauricio Dolmos estaba totalmente absorto en sus pensamientos por lo que no había escuchado nada de lo que se hablaba. Entonces, Laya le recriminó - Mauricio, estamos en una reunión trascendente y vos en la luna. Llamá a tu secretaria y pedile los mails de la Presidencia, y dirigiéndose a Fresi, ¿de qué fecha serán? - Mas o menos marzo o abril Dolmos la llamó a la secretaria y le pidió ese material. La charla siguió tratando de ver los caminos que podrían existir para seguir las directivas de Ramírez López. Nadie quería confesar que, aún teniendo razones fundadas, se animarían a enfrentar al mejicano. En eso, íntimamente, admiraban a Javier que era el único capaz de enfrentarlo. Al rato volvió la secretaria con un disco rígido extraíble, lo conectó a la Notebook de Dolmos y buscó el mail de Javier. Dolmos leyó - “Señor Presidente: lo que usted está solicitando es imposible de llevar a delante en corto plazo. En Uruguay existe legislación que ampara a los empleados frente al retiro de empresas multinacionales, cuando no existen razones reales y comprobables de situaciones económico – financieras que lo justifique. Por otra parte, existen licitaciones que nos han sido adjudicadas y, por lo tanto, debemos cumplir con ellas. Usted me dará instrucciones de cómo proceder de futuro”. - Existe alguna respuesta del Presidente - No -
Sonó el teléfono en la sala Claudia, dije que no me pasara ninguna llamada o no entiende, gritó Dolmos al atender y siguió, ah, ¿es el Doctor Ramírez López?, pásemelo inmediatamente.
La cara de Dolmos empalideció y comenzó a transpirar como si le hubieran dicho que iba a hablar con el diablo. - Doctor, ¿cómo está? Si, señor; no, no señor, hemos estado trabajando en el asunto. Aquí están el doctor Laya, dos de sus asesores, el contador Fresi y Jaime Palma: si ya lo hago, y dirigiéndose a los demás, me pidió que pusiera el altavoz. 115
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Señores, comenzó el mejicano, creo que no les ha quedado claro que la situación es insostenible y se ha complicado aún más con la desaparición de Covielles. Ya me enteré que está participando hasta INTERPOL. Debemos proceder de inmediato. Laya lo interrumpió Doctor, Laya le habla, hemos estado estudiando la situación, analizando todas las posibilidades. Yo, como usted, creía que era algo fácil pero nos hemos encontrado con un montón de dificultades, sobre todo, de orden legal y, como lo sabe muy bien, en eso no podemos meternos. No, ¡por favor! No metan la ley en esto. Laya, hagan un informe de lo que traten hoy y mándenmelo por la vía que conocen. Pero traten de encontrar una solución rápida. Dígame, Laya, ¿Cuál sería el tiempo mínimo para poder proceder de acuerdo a mis indicaciones?
Laya miró a todos los presentes y sobre todo a Fresi, que era que conocía todos los impedimentos. - Me dicen que se podría terminar todo el trámite en noviembre, siempre que no surjan inconvenientes. - ¡Mi dios! Bueno envíenme el documento y me vuelvo a poner en contacto. Solo se sintió el ruido del corte de la comunicación. Se hizo un silencio absoluto en la sala. -
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El primero en hablar fue Fresi ¿Qué medidas vamos a tomar? Digo porque cualquiera que sean, debemos comenzar enseguida para poder llegar en el plazo que le dijimos al Doctor Ramírez López. No se, no se – dijo Dolmos – esto es mucho más complicado, porque ahora con la presión de la Presidencia, casi estamos en un brete. Tenemos que salir de alguna manera.
Hasta el propio doctor Laya transpiraba y estaba pálido. Evidentemente había algo flotando en el aire, una dificultad, un problema que ninguno quería mencionar. Finalmente, él mismo dijo - Salgamos un poco a tomar aire y volvamos a reunirnos en dos horas, ¿les parece? Quizás se nos ocurra cómo resolver esto 116
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Todos estuvieron de acuerdo y salieron en silencio de la sala de reuniones.
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CAPITULO XVI
Alicia y Patricia desayunaron juntas. Felicia había llegado más temprano que de costumbre y se los había preparado. Ni bien terminaron, Patricia salió para su oficina, vestía muy elegante con un tailleur negro, blusa blanca un pañuelo estampado y zapatos de taco alto. Alicia quedó conversando con Felicia. Evidentemente, el tema recurrente era la desaparición de Javier. Alicia le contó a Felicia lo de la llamada de la noche anterior, por lo que le pidió que si sonaba el teléfono, solo lo atendería ella. Mientras Felicia hacía las cosas de la casa. Alicia se entretuvo mirando los diarios del mundo en la Notebook. Al rato, sonó el teléfono. A Alicia le corrió un escalofrío y tomó el inalámbrico. - Hola, hola, ¿quién habla? - Señora Covielles – dijo una voz de hombre – nos alegramos que nos hayas hecho caso - Si, si, yo avisé que no quería que nadie intervenga. Pero quiero saber cómo está mi hermano - Él está muy bien, no te preocupés. Pronto te vamos a llamar otra vez para decirte que hacer para verlo. - Pero, dígame donde está. ¿cómo sé que está bien? Quiero hablar con él - Nena, no estás en condiciones de exigir nada así que calmate - ¡Hola, hola! – gritó Alicia, pero ya habían cortado la comunicación. Alicia quedó muy alterada y se puso a llorar. Felicia no sabía que hacer, pero Alicia le hizo una seña con la mano que no se preocupara. - Pero decime, chiquita, ¿qué fue? – dijo Felicia - Otra vez la misma voz de la llamada de anoche - Y, ¿qué te dijeron? - Nada importante, solo que sabían que la policía no estaba detrás de ellos. - Pero eso no es así, ¿no? 119
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No, pero me dijeron que iban a actuar con máxima prudencia para que pensaran que habían dejado de investigar. Por eso es que ahora no puedo llamar a nadie, de cualquier manera voy a llamar a Jorge a su celular.
Fue a buscar su celular al dormitorio y volvió a la cocina. Estaba tan nerviosa no quería estar sola y Felicia estaba allí. Llamó - ¿Jorge?, Alicia, llamaron otra vez. - Listo, no digas nada, más tarde llamame a casa. El doctor Tosantos llamó al detective Marín y le comentó la llamada - Si, ya sabemos. Espéreme en el Café Brasilero, en una hora. -
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A la hora estaban los dos conversando. La señora Covielles estuvo muy bien – dijo Marin – estiró la conversación lo más que pudo ¡Qué suerte! ¿Y se pudo sacar algo en limpio? La verdad doctor es que se va a sorprender. Por lo que demoraron en la charla, se trata de principiantes o no saben ni se imaginan que el teléfono está intervenido. Por otro lado nos hemos movido rápidamente con el prestador de servicios del celular desde el que llamaban. De acuerdo a lo que se pudo saber, hasta ahora, la llamada vino de algún lugar en el interior del país. De Colonia, seguramente. No, y eso es lo más desconcertante, aparentemente, y tenemos que confirmarlo, vino de alguna zona del este del país. Ahora, además, estamos viendo si podemos identificar el celular, si es que está registrado. Bueno, poco, pero es algo. Por muchas señales que no quiero adelantar, para mi, hemos avanzado bastante. Ya no estamos en punto cero como cuando empezamos. Gracias, Marin. Me voy a la casa del Ingeniero Covielles para comentárselo a la hermana. Ah, algo me olvidaba. Pídale a la señora Covielles que no diga nada al respecto en ningún medio de comunicación, celular, teléfono o mails. Sé que su esposo está en Estados Unidos y ella deberá estar ansiosa por comentarle. Pero que, por favor, no lo haga. Quizás sea solo por unos pocos días más. 120
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OK, nos vemos
Por seguridad, salieron separados. Tosantos paró un taxi y se fue hacia la casa de Javier. Tal como lo suponía, Alicia estaba al lado de la puerta esperándolo y lo acribillo a preguntas sobre lo que había sucedido. Jorge le contó todo lo que le había dicho el detective Marin, pero bajó un poco el optimismo que éste le había demostrado. No quería que Alicia se ilusionara para luego caer en una decepción. Si todo salía bien, mejor y, si no, entonces la decepción no sería tan grande frente al dolor que podría ser la pérdida de un ser querido. Alicia quedó más tranquila y le dijo que le iba a mandar un mail a Martín contándole que todo seguía más o menos igual. Tal como habían acordado en la reunión en CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), en la mañana, en la tarde se volvieron a juntar en la sala de reuniones de la compañía. El doctor Laya comenzó diciendo - Creo que lo mejor es preparar un plan de retiro incentivado para el personal. - Pero eso nos va a costar mucho más que despedir el personal – intervino Dolmos - Es cierto, pero es una manera más suave de de ir haciendo las cosas, sin causar demasiado escándalo. - El problema – dijo Fresi – es la gente de talleres porque están afiliados al Sindicato y, en cuanto se enteren, se va a armar lío. - ¡Pero porqué no lo dijiste antes, pelotudo! – gritó Dolmos. - Porque me acordé después que salimos de la reunión de la mañana. - Cada paso que damos, vamos para atrás. La verdad es que a esta altura preferiría no estar en mis zapatos – dijo Dolmos - Bueno – dijo Laya – vamos a concretar y dirigiéndose a uno de sus colaboradores, ¿vos tomaste nota de todo lo conversado? - Si señor y, además, está todo grabado. - Bien, encargate de pasarlo en limpio. Fresi calculá cuánto se puede ofrecer a cada empleado. Ayudalo Dolmos ya que vos conoces a toda la gente. Usted Palma, pásenos un detalle de las 121
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importaciones que están en camino estimando el tiempo que se demoraría en despacharlas y cuánto costaría. Nosotros nos vamos ahora para Buenos Aires, pero estamos en contacto. No deberíamos demorar más del viernes en tener todo planificado para así se lo hacemos saber al Presidente. Dolmos, vos y yo ahora vamos a mandarle un mail explicando lo que acordamos. ¿Quién se encarga de encriptar los mensajes? La secretaria, Claudia. Bueno, a trabajar.
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CAPITULO XVII
Alicia estuvo un rato escribiéndole un mail a Martín. Trataba de mantenerse calma y escribir con cuidado de tal manera que no se notara su ansiedad, porque sabía que él la conocía muy bien y podría sospechar algo a través del mail. En un principio pensó en comunicarse vía Skype, pero desistió por la misma razón. Una vez que terminó el mail, en el que le contaba que Patricia se había ofrecido a quedarse con ella, además de contarle que hacía frío, sin mencionar, en ningún momento en que estaba la situación de Javier. Solo le mencionó que hasta ahora no se había sabido nada de su paradero. Cuando terminó de escribir y envió el mail, se quedó pensando: “¿hasta cuando puedo resistir esta situación? La verdad es que no creo poder resistir más. Para mejor ahora tengo que estar encerrada por si llaman a dar noticias de mi hermano”. Mientras estaba sumida en sus pensamientos, siente que tocan el timbre. Va hasta la puerta, no sin algo de temor. Era Patricia que ya volvía de su trabajo. - Hola, Alicia – saludó Patricia con una gran sonrisa – ¿cómo pasaste? - Ay, Patricia, ¡ya creo que no puedo aguantar más! - ¿Sucedió algo? Alicia le contó de la nueva llamada y de lo que le había dicho Tosantos. - Pero, entonces, se trata de un secuestro – afirmó Patricia – ¿cómo es que no han pedido nada a cambio? Es muy raro - Tenés razón, no se lo comenté a Jorge. ¿Sabés que?, lo voy a llamar que venga a conversar. Estando tú presente, somos dos cabezas para entender más lo que nos digas. - OK, llámalo mientras me cambio. Alicia tomó su celular y llamó al doctor Tosantos. La atendió la esposa del abogado 123
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Hola, Manuela, te habla Alicia. Ay, hola, ¿como estás? Ya sé, no me cuentes nada. Me imagino como te sentís. ¿Querías hablar con Jorge? Te lo paso en un momento. Hola Hola, Jorge. Me gustaría, si no tenés alguna otra cosa, que te vinieras por casa para charlar. Aquí estamos con Patricia y se nos ocurrieron algunas preguntas que, quizás, nos podés responder. Venite con Manuela que hace años que no la veo. OK, te lo había prometido, voy dentro de un rato. Manuela no va a poder ir porque tiene que ir a la casa de la mamá que está algo enferma. ¿Es de cuidado?, porque sino venís mañana. No es un simple resfrío. La llevo a Manuela y voy para allí. Fenómeno, te esperamos.
Estaban Alicia y Patricia sentadas en el living, cuando tocaron el timbre. Era el abogado, entró, las saludó a ambas y Alicia le preguntó - ¿Qué querés tomar? - No, nada, tengo que manejar y sabés que el tránsito está muy malo. - Horrible, dijo Patricia, recién un ómnibus se tiró a cruzar con luz roja. Suerte que yo no había arrancado. - Bueno, cuéntenme cuales son las dudas que tienen. - Habla tú Alicia ya que sabes todo el desarrollo de los acontecimientos. Yo escucho por si se me ocurre alguna pregunta - A raíz de las llamadas – dijo Alicia – me puse a pensar, y se lo comenté a ella, que estaríamos frente a un secuestro. Pero, ¿por qué no han solicitado rescate o alguna cosa a cambio? Fijate que ya van diez días y no nos han dicho nada. - Miren, en principio, en estos casos, no necesariamente piden el rescate enseguida. Recuerden que, si se trata de profesionales, saben medir los tiempos, creando en los familiares una ansiedad que les permita obtener el máximo en lo que pidan. Esto es en la hipótesis de que se trate de un secuestro. - Y ¿qué otras hipótesis se pueden manejar? – dijo Patricia
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Pueden ser varias. Ya las hemos manejado. Por ejemplo que lo tengan retenido para que no declare en alguna causa judicial. Eso ya ha sucedido antes. Y tú, que eres amigo y abogado de Javier, ¿sabes que estuviera involucrado en alguna causa judicial? No, no lo sé, pero lo manejamos como una hipótesis de trabajo. Es más, que de tratarse de eso, capaz ni el propio Javier supiera que estaba involucrado. Y si fuera así – terció Alicia – esa sería la razón por la que no piden rescate. Exacto, pero mirá que solo es una suposición. Perdoname que te repita la pregunta porque como abogado ya lo habrás averiguado, ¿hay algún problema cerca de Javier que lo haya metido en este lío? No, no te preocupes. Sucede que averiguar que puede ser podría acercarnos demasiado a quienes detenido a Javier y eso puede ser peligroso. ¿Sabés? Esta segunda hipótesis no me deja nada tranquila. Decime la verdad Jorge, ¿lo pueden matar, no? – dijo Alicia poniéndose a llorar. Fuerza Alicia – dijo Patricia – solo estamos conversando de posibilidades. Eras tú justamente que querías saber todas las circunstancias. Si, si, ya sé. Perdoname, es que estoy tan angustiada que no se que hacer. Por ahora – dijo el abogado – es permanecer lo más tranquila posible, manteniendo la fe que todo va a salir bien. Gracias, Jorge, realmente eres un amigo. Bueno, me estoy yendo. Tengo que sacar a Manuela de las garras de mi suegra sino se me queda a vivir allá y los chiquilines quedaron con mi hermana a la que ya deben haberla matado – rió Jorge – Por favor, cualquier duda o cualquier cosa que pase, me llaman. Ah, yo se que tienen portero y guardia todo el día en el edificio, pero por seguridad no abras sin saber quien es. Pará, pará un poquito. No me asustes más de lo que estoy. ¿Pensás que pudieran meterse aquí? Tranquila, solo como una medida más de seguridad, ¿OK? OK y gracias otra vez. Un beso a Manuela. Decile que cuando pasen las cosas nos vemos. 125
El abogado tomó el ascensor pensando: “realmente si a Javier lo tienen retenido para que no declare en algo, no sería difícil que trataran de venirse hasta aquí”. Ya había llegado a planta baja cuando se dijo - ¡Somos unos idiotas! El Juez, Marín y yo. ¿Dónde está la Notebook de Javier? -
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Volvió a subir y tocó el timbre ¿Quién es? – contestó Alicia Jorge, contestó sabiendo que ya lo había visto por la mirilla ¿Qué te pasó? ¿Te olvidaste de algo? No, se me ocurrió algo. ¿Tú sabés donde está la Notebook de Javier? Mirá, creo que está en el dormitorio, que la dejó en el placard. Vamos a ver Allá fueron los tres. Revisaron el placard Aquí está dijo Alicia. Bueno, dijo el abogado, ¿tenés cofre aquí en el departamento? Si Guardá la Notebook allí. ¿Por qué tanto resguardo? Cada vez me asustás más Es que si se confirmara la segunda hipótesis, la información que puede servir debe estar allí y no podemos abrirla sin saber las claves, pero, por lo menos sepamos que está acá.
Al irse el abogado, ambas mujeres se quedaron comentando sobre la incertidumbre que tenía todo este caso. La angustia de Alicia ya era insostenible y se pasaba llorando. Patricia quería pasar por más serena pero no pudo aguantar más y, para no agravar la situación, dijo que se iba a dar un baño, tomó la ropa, se encerró en el baño, encendió la ducha para que no se oyera que se había puesto a llorar. Más tarde las dos comieron algo liviano, tomaron un té cada una y se fueron a dormir, casi sin hablar, metidas en sus propios pensamientos.
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CAPITULO XVIII
Sorpresivamente, en la mañana del jueves aparecieron en las oficinas de la compañía en el WTC, el doctor Laya, dos de sus asesores y el doctor Ramírez López con dos personas más. Cuando Dolmos lo vio al mejicano, casi desmaya. Para peor, había estado de juerga con mujeres y tenía una resaca imponente. Enseguida lo llamó Laya y le dijo que reuniera con ellos y con Fresi en la sala de reuniones. -
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Cuando estaban todos sentados, el mejicano habló Señores estamos en una situación muy peligrosa. Las operaciones que hemos efectuado tanto antes como recientemente pueden ser descubiertas en cualquier momento. ¿Tan así? – preguntó Dolmos que nunca había visto al mejicano tan preocupado. Si. De acuerdo a mis informantes, lo que se viene es una investigación que involucra a todas las importadoras en este país. Se sospecha de una red de corrupción con sobrefacturación en las importaciones destinadas a licitaciones públicas. Además están investigando las exportaciones de los embalajes. Como comprenderán, la única manera de salir de este embrollo es cerrar las actividades de la compañía aquí. Y en la compañía, ¿quién tiene información sobre esto? Además de nosotros, quien tiene información es Covielles. Él llevaba al día las diferencias entre lo vendido y lo facturado y todo lo referente a importaciones y exportaciones. Pero entonces ahora que no está, no habrá de aparecer esa información – dijo Fresi Pero, ¿y si aparece? – contestó Dolmos Para mí – dijo el mejicano – Covielles vio lo que se venía, agarró dos millones de dólares y se mandó a mudar. Pero, si es así nos va a estar chantajeando de por vida Bueno, ese es otro problema que enfrentaremos cuando pase. Ahora tenemos que apurar el despacho de las importaciones que están en curso y arreglar con el personal. Ustedes me pasan la cantidad de dinero que sea necesaria para efectuar la liquidación y se las giramos de inmediato. 127
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Pero tendrá que ser de una manera escondida – dijo Fresi – ya que si aparecen giros importantes desde el exterior, llamará mucho la atención. No descuide, Contador, no se harán giros. Enviaré gente de mi confianza con el dinero. Lo haremos de manera discreta. Pero puede ser una cantidad importante de dinero. Con lo que hemos ganado, no nos vamos a andar fijando en minucias – contestó el mejicano. Y nosotros, Fresi y yo, ¿cómo quedamos? – preguntó Dolmos Ustedes tranquilos. Me piden donde quieren que los traslade y listo. Quiero mañana tener ya todo pronto para iniciar las acciones que ustedes indiquen.
Dada por terminada la reunión, todos se levantaron y salieron de la sala. En el momento que iban saliendo, Fresi le dice a Dolmos - Esto me huele muy mal. Este mejicano nos quiere cagar. La verdad es que me dan ganas de rajar ahora mismo. - No seas cagón – le contestó Dolmos – nunca nos traicionó. Además está tan metido como nosotros. El único que nos puede cagar es Covielles, pero ese no aparece más, te lo garantizo yo. En el despacho del doctor Mercado estaban reunidos todos los integrantes del grupo e investigación. Ya tenían la información de la llegada del mejicano, cosa que les llamó poderosamente la atención. El Juez les indicó que era imprescindible investigar cuales eran las actividades del recién llegado. Le encargó a Marín que pusiera gente de su confianza a seguirlo. Al mismo tiempo le pidió al oficial de INTERPOL que averiguara en Méjico si se podía saber cual había sido el itinerario al llegar al país. Mientras hablaban, Marín recibió una llamada en su celular. Le confirmaban que la última llamada al teléfono del departamento de Javier había sido hecha desde el departamento de Rocha en las cercanías de la frontera con Brasil. También había confirmado que los dos contenedores que estaban en el puerto, habían pasado por el scanner, no revelando nada anormal. Además había una solicitud de importación, efectuada por la 128
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compañía por un total de treinta y tres millones de dólares que, habiendo sido autorizada, estaba en curso. Lo único que llamaba la atención con respecto a esta importación es que había sido declarada en tránsito para Argentina. Se sabía que, una vez llegara a puerto, parte de la mercadería quedaría en Montevideo porque correspondía a maquinaria para una entidad del Estado y el resto sería reembarcado para Buenos Aires. Si bien no había nada anormal en este procedimiento, no era lo usual. El Juez pidió que se comunicaran con los Fiscales de Aduana para investigar esta importación. El doctor Tosantos fue hasta el Juzgado. Quería saber, de parte del Juez si se habían producido novedades. En realidad lo hacía para cubrir las apariencias frente a quienes habían efectuado las llamadas, por el caso que lo siguieran. Como estaban en reunión, según le dijo el oficial, decidió volver más tarde. No quería que nadie lo viera con los detectives. Al salir del Juzgado le pareció que lo seguían, por lo que decidió no ir directamente al estacionamiento donde había dejado el auto, sino que decidió caminar por diferentes calles de la Ciudad Vieja, para ver si podía confirmar sus sospechas. Evidentemente eran dos las personas que lo seguían. En un momento pensó en enfrentarlas, pero, por temor, desistió de la idea. También desistió de volver al Juzgado y fue hacia el estacionamiento. Se había comenzado a poner nervioso por lo que, al salir con el auto, lo hizo despacio para ver si podía identificar a sus seguidores. Por más que puso mucha atención y teniendo que esperar, por el tránsito, para salir a la calle, no pudo ver a ninguna de las dos personas que lo seguían. Algo más tranquilo, pensó que quizás, querían saber si se encontraba con alguien de la policía o del propio Juzgado. De cualquier manera las cosas se estaban poniendo difíciles. Las llamadas a la casa de Javier, la aparición de personas siguiéndolo, todo esto, unido a la desaparición de su amigo, se estaba mostrando como algo peligroso.
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CAPITULO XIX
Javier se despertó de su semiinconsciencia y sintió un viento frío en su cara. Pensó que no era normal porque, hasta ahora nunca lo había sentido. Le pareció que olía a mar, por lo que asoció con lo poco que recordaba respecto a un viaje en barco. Como su estado natural desde hacía tiempo, era de un constante mareo, no podía afirmar si estaba en tierra firme o a bordo de un barco. Se quedó quieto un rato esperando que apareciera alguno de aquellos raros individuos que siempre encontraba a su lado. No sintió nada pero, al tratar de moverse, se dio cuenta que no tenía las manos atadas. A pesar de su estado mental y físico, aún podía razonar y pensó: “claro, si estoy a bordo de un barco, ¿para donde puedo escapar?”. Se llevó las manos a la cara y, lentamente se quitó la venda de los ojos. La oscuridad era absoluta en la habitación pero, al haber tenido los ojos vendados, tenía la vista acostumbrada a la penumbra. Por la puerta, que estaba abierta, se veía la luz de la luna. Haciendo un gran esfuerzo se desató las ataduras de los pies e intentó incorporarse. No pudo. Le dolía todo el cuerpo, sus fuerzas casi no existían y su cabeza estaba adormilada. Después de varios intentos, tratando de no hacer ruido y siempre con el miedo que aparecieran sus custodios, logró ponerse de pie. Casi arrastrándose llegó hasta la puerta y lo único que pudo divisar, a la luz de la luna, fue campo y árboles. ¿Dónde estoy? Fue lo único que se le ocurrió pensar. Luego de permanecer recostado en la puerta descansando del esfuerzo que le había significado llegar hasta allí, se dijo: “es mi oportunidad de escapar; no sé hacia donde pero quizás pueda liberarme y, si me persiguen y me matan, lo prefiero antes que seguir sufriendo esta locura”. Salió de la habitación y miró el cielo. Como cuando era niño, trató de ubicar la Cruz del Sur, tal como se lo había enseñado su padre. Su cabeza le daba vueltas, era un vértigo. Hizo arcadas y vomitó. 131
Pensó en recostarse y entregarse, pero el afán de huir fue más fuerte. Esperó un rato y se recompuso. Logró divisar la constelación que buscaba y dijo, tengo que seguir hacia esa dirección. Era la única manera de no estar dando vueltas en círculos. Cuando comenzó a caminar se dio cuenta que no iba a ser fácil. Su mareo y malestar solo le permitía avanzar unos pocos metros. Fue, entonces que se dio cuenta que sentía mucho frío y que el olor característico del mar que había creído sentir, era real. Siguió avanzando entre pasto, barro, insectos, hasta llegar a un árbol. Se recostó contra él tratando de tomar fuerzas. Pensó: “puedo seguir; no me puedo dar por vencido”. Así siguió un rato caminando, descalzo, sintiendo que había espinas que le lastimaban las piernas. De pronto tropezó con un zanjón lleno de agua. No era profundo. Tomó toda el agua que pudo a pesar del gusto a podrido que tenía, tal era la sed que tenía. La tomó tan de prisa que terminó vomitando. Se incorporó y gateando al comienzo y parándose después siguió aquel viaje que no sabía hacia donde lo llevaba, pero el solo sentir el aire, el poder caminar, era reconfortante. -
Raúl, gritó un individuo, el hombre se fue ¿Cómo que se fue? Le habíamos dado la dosis como para dormir un caballo hasta mañana Pero, no está ¡Vamos a buscarlo! No puede estar lejos. No tenía casi fuerzas y su cabeza, según dijo el doctor, ya no funciona. Si, más vale que lo encontremos enseguida si no el jefe nos mata. Voy a tener que decírselo ¿Te parece? ¿Por qué no esperamos? No, ya lo voy a llamar, es mejor pasar esto de inmediato, vaya que se entere por otro lado.
Los dos individuos estaban vestidos con trajes de campaña, similares a los del ejército. Calzaban botas altas y tenían sendos revólveres en sus cinturas. Eran altos y fornidos, con el pelo largo y barba oscura y larga. -
El mayor de ellos tomó el celular y efectuó una llamada. Hola, jefe, habla Raúl 132
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Idiota, ¿cuántas veces te he dicho que no me llames, que esperes a que yo vaya por allí? Si, señor, pero ha pasado algo muy grave. El hombre se fue. ¡¿Cómo que se fue?! ¡No puede ser! ¡Imbéciles! ¿Es tan difícil cuidar a una persona que ni se puede mover? ¡Pónganse a buscarlo de inmediato! Si, pero jefe, no podemos usar los focos y el Jeep, si no se va a dar cuenta. ¡Me importa tres carajos! Salgan ya y si lo ven, tiren a matar. No lo podemos dejar escapar bajo ningún concepto. ¿Y si lo herimos, que hacemos? Pero, ¡la gran puta! Mirá que eres idiota. Si lo hieren, lo rematan y lo entierran. Ah, usen silenciadores en las armas. En la noche se sienten mucho los disparos y recuerden que los soldados están enfrente a ustedes. ¿Le aviso, cualquier cosa? No, no me llames. Yo voy a estar ahí mañana de mañana. Yo te aviso para poder llegar sin despertar sospechas. Pero, ¡no duerman hasta encontrarlo! Si, jefe. Al cortar la comunicación, con la cara pálida, le dijo al
otro individuo. - Dice que lo encontremos de cualquier manera y que lo matemos - ¡¿Qué?! ¿Está loco? Yo nunca maté a un cristiano. Suponte que lo matamos, si se descubre, cosa que pasa siempre, ¿quien va a cargar con la culpa? No hermano, yo me abro. - Y me vas a dejar solo. ¿No te das cuenta que si te vas los que van buscar son la gente del jefe? Y, te puedo asegurar, esos no se andan con chiquitas. - Entonces vamos a pensar. Lo mejor que podemos hacer, si lo encontramos, lo matamos, lo enterramos y rajamos para Brasil. - Eso está mejor. ¿Tú tienes parientes allá? - Si, por eso. Como mis parientes son contrabandistas, sabrán como escondernos. - Bueno, ve a buscar el Jeep mientras preparo los focos y las armas.
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Javier seguía caminando, a los tumbos, creyendo seguir el mismo rumbo. En su aturdimiento tenía miedo de estar dando vueltas en redondo, pero, cuando su cabeza se lo permitía, miraba el cielo y ubicaba la Cruz del Sur. La última vez que la vio ya había comenzado su descenso hacia el horizonte, por lo que concluyó que había pasado la medianoche. En medio de la oscuridad y ya arrastrándose, se topó con un alambrado. Pensó: “¿y esto? Estoy seguro que en 1777 no existían alambrados. Esto es desesperante” y se puso a llorar, tal era su desconsuelo y su rabia de no poder razonar lo que le estaba pasando. Cuando estaba encogido con la cabeza contra el suelo, un ruido le llamó la atención. Levantó la cabeza y vio una luz muy fuerte que pasaba rápidamente por frente a él. “¿Qué es eso?” se preguntó No se dio cuenta que se trataba de un camión que pasaba por la ruta 9. Un momento más tarde vio una luz que aparecía hacia su izquierda. No sabiendo que era, trató de esconderse entre los pajonales. Nunca sabría que eran los hombres que lo buscaban para matarle. Pasó, con gran esfuerzo el alambrado. Trató varias veces de subir el terraplén de la carretera pero sus fuerzas le flaqueaban. Finalmente subió atravesó la carretera y siguió caminando dando pequeños pasos hasta que, de pronto, cuando levantó la cabeza para ver el cielo, hubo algo que lo deslumbró en el medio de la noche. Una fortaleza, totalmente iluminada. Un chispazo en su cabeza le hizo pensar: “si estamos en guerra con los portugueses, tendríamos que estar a oscuras”. Siguió avanzando hacia la enorme estructura sintiendo que las fuerzas lo abandonaban definitivamente, cayendo hecho un ovillo, quedando en posición fetal. Lo que había visto Javier, en su estado de desesperación y locura, era la Fortaleza de Santa Teresa. La Fortaleza de Santa Teresa en el Departamento de Rocha, a 305 Km. al este de Montevideo y a 36 Km. de la localidad internacional de Chuy, en la frontera con Brasil. Apenas dos kilómetros la separan del océano Atlántico..
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Posee la forma de un pentágono irregular, y sus cinco ángulos están terminados en bastiones salientes cuyos fuegos se cruzan, imposibilitando el escalamiento de los muros. El perímetro de la fortaleza mide 652 metros y toda ella ocupa una hectárea de superficie. Los muros son gigantes, construidos con enorme sillería de granito, de estricta igualdad en sus dimensiones y perfectamente labradas. La pared exterior mide cerca de cuatro metros de espesor en la base y cerca de dos metros la interior, rellenado el espacio que media entre una y otra, un sólido terraplén que en algunos puntos tiene hasta 7 m de ancho. La altura de los muros por la parte exterior en algunos puntos alcanza a 11,5 m. Estando a escasos kilómetros de la costa, era, en época del enfrentamiento entre españoles y portugueses, un bastión principal de defensa en la boca del Río de la Plata.
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CAPITULO XX
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Buen día, Patricia – dijo Alicia que se encontraba en la cocina junto con Felicia preparando el desayuno. Hay, ¡qué horrible! ¡Cómo me dormí! ¿Por qué no me despertaste, Alicia? Y, dormías tan placidamente, que decidí moverme despacito. Me levanté muy temprano y aproveché a mandarle un mail a Martín. ¿No te imaginás cómo lo extraño? Vení a tomar el desayuno. Déjame darme una ducha para despertarme y voy. Además tengo que llamar a la empresa para avisar que voy más tarde. ¿Querés que yo llame mientras te vestís? Dale, ¿me puedes hacer ese favor?
Alicia hizo la llamada. Al hacerla vio los diarios que había traído Felicia, pero no les dio importancia. Nunca traían nada nuevo y si aparecía algo, era trágico, así que mejor ni mirarlos. Un rato después apareció Patricia, ya vestida como para irse a trabajar. - Patricia, me dijo tu secretaria que no te olvides que al mediodía tenés una entrevista con unos clientes. Yo le dije que, en realidad, no ibas a demorar mucho - Ay, si es cierto. Gracias - Patricia. No sabés lo que soñé anoche. Es posible que no creas en los sueños, pero a mi se me hizo tan real que hasta ahora lo recuerdo. - Cuéntame, no me vas a dejar con la intriga. - Te cuento. Veía a Javier en medio del campo acompañado de papá y mamá. En el sueño me llamaba y decía que fuera a buscarlo. Que yo sabía donde estaba, que quería volver. Fue horrible. Me desperté, vine a la cocina a tomar agua y, cuando me volví a dormir, otra vez soñé lo mismo. - No es que yo no crea. Lo que sucede es que en el estado de ansiedad que estamos, es lógico que aparezcan sueños relacionados con la situación. Dicen que los sueños, la mayoría de las veces, concuerdan con nuestros deseos. Ah, están los diarios. Felicia, ¡eres genial! 137
Mientras Felicia se sonreía por el elogio de Patricia, esta tomó los diarios y el primero que vio decía en titulares. CONTADOR DE UNA IMPORTANTE EMPRESA APARECE MUERTO. - Mira, Alicia – dijo mostrando el diario – te leo: “El contador de una importante empresa multinacional apareció muerto en su auto con un tiro en la cabeza en un barrio apartado de Montevideo. Se supone que quisieron robarle el coche, que es de alta gama, y, al resistirse lo mataron. No pudieron robarle nada porque en el baúl del auto se encontró un maletín con una abultada suma de dinero en dólares. El contador, de nombre Antolín Fresi, trabajaba desde hace años en la empresa. Se está en proceso de investigación”. - Pero es el contador de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), la empresa de Javier. ¡Qué horrible! Pobre hombre. Ya no se puede estar tranquilo en ningún lado. - Bueno, me voy. Si sabes algo llámame – contestó Patricia. El detective Marín se puso en contacto con el Departamento de Homicidios de la Jefatura de Policía de Montevideo, ni bien supo del hallazgo de Fresi en la madrugada. Le dijo que estimaba que en el Departamento de Investigaciones, al que él pertenece, tenían elementos para creer que ese asesinato estaría vinculado con la búsqueda de la persona desaparecida. Inmediatamente se comunicó con el Juez Mercado. Lo puso en conocimiento de lo que había obtenido de parte de la gente de Homicidios. El Juez le pidió que se mantuviera en permanente contacto con la gente que estaba investigando el caso y que le hiciera saber, tan pronto como pudiera, quien era el Juez de lo Penal que tomaría el caso. El Juez Mercado estaba seguro que ambas situaciones tenían algún vínculo y pensaba que la única manera de obtener algo era trabaja mancomunadamente. En la tarde el detective Marin fue hasta el Juzgado. Le llevaba al Juez todos los datos que había obtenido la policía en el lugar del crimen. Le contó que, al principio, el personal de homicidios lo había tomado como un intento de robo, pero existían una serie de indicios que demostraban que se trataba de un asesinato a sangre fría.
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El móvil no había sido el robo porque en el baúl del auto se encontró un maletín con ciento veinticinco mil dólares. También se determinó que lo habían matado en el lugar donde encontraron el auto ya que la víctima estaba sentada en el asiento del conductor y no había señales de que el cadáver hubiera sido cambiado de lugar. De acuerdo a lo determinado, en primera instancia, por la Policía Técnica, el disparo habría sido hecho a muy corta distancia y, seguramente, con una pistola con silenciador. Le contó, además, que el Jefe de Homicidios le había comentado que se iba a tratar de un caso muy complicado, por el tipo de personas que estaban involucradas. La policía comenzó por obtener una orden de allanamiento para el departamento de Fresi. Cuando llegaron allí, encontraron todo revuelto. Aparentemente habían estado buscando algo. Si lo habían encontrado o no era una incógnita. Interrogaron al portero y les dijo que el Contador había estado temprano en la tarde anterior. Quien podría saber algo más sería el sereno que está en la noche y que entraba a las 8 PM. Le preguntaron como podían encontrarlo y les dio el teléfono de la compañía de seguridad que contrataba a los serenos. Luego de sacar huellas dactilares y tomar fotos del departamento, sellaron la puerta y se retiraron. Ahora había que ubicar al sereno para saber si alguien más había entrado en el departamento de Fresi. Luego de diferentes llamadas, encontraron al sereno. Este les indicó que a las 11 PM el contador había bajado y le había abierto a un hombre alto que venía con un abrigo oscuro con el cuello levantado, por lo que no pudo ver su cara. Un rato después se retiraron ambos, pero él no notó nada extraño porque era común que viniera gente a visitar al contador. Normalmente dijo, salían luego a cenar. Le había llamado la atención que, cuando se retiró de su guardia a las 7AM, el contador aún no había vuelto.
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CAPITULO XXI
Estaba amaneciendo cuando un sargento y un cabo de la guardia perimetral de la Fortaleza de Santa Teresa se acercan adonde estaba Javier caído. - Sargento. Hay un hombre caído allí, mire - Cierto. Veamos que le ha sucedido Al estar más cerca ven que el hombre estaba desmayado, con signos de hipotermia, barbudo, con el pelo largo y con lastimaduras en su cara y en sus piernas. Estaba vestido con una ropa que no habían visto nunca, pero no era de extrañar, pues muchos campesinos brasileños de la zona de la frontera se visten con ropas extrañas. -
El cabo se acerca y le dice Hombre, levántese.
Ante la falta de respuesta, vuelve a insistir y le dice al sargento, - ¿No estará muerto? En ese momento oyen que Javier, con apenas un hilo de vos, pero manteniendo su posición fetal, les dice - Mátenme, no quiero volver, ¡no quiero sufrir más! - Sargento, el hombre está vivo. No entiendo lo que habla – dice el cabo mientras toma su capote y lo tapa para tratar de abrigarlo -
El sargento tomó el radio teléfono y dice Capitán, aquí zona peri2, encontramos a un masculino que está severamente dañado Aquí, Capitán. Déme posición exacta y envío un vehiculo.
El sargento le dio la posición. Mientras tanto el cabo había tomado su cantimplora y le trataba de dar agua al ser encontrado, quien seguía repitiendo, - Mátenme, no quiero volver. 141
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Quédese tranquilo, hombre. Nadie le va a hacer daño. Ya lo van a atender
Llegó el vehículo militar en el que venían, además del soldado que manejaba, un oficial y un médico de la guarnición de la Fortaleza. -
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Mi capitán – dijo el sargento – hemos tratado de reanimarlo dándole agua y abrigándolo con un capote. Pero sigue diciendo siempre lo mismo: quiere que lo matemos Está bien, sargento, muy buen trabajo. Dejemos que el doctor pueda examinarlo
El médico, con la ayuda del cabo, pudo extender el cuerpo de aquel hombre debilitado, lastimado y con claros síntomas de hipotermia. Luego, el médico dijo: - Su situación es muy grave. Debemos poder internarlo lo más rápido posible en un centro de salud. - Está bien, doctor. Me voy a comunicar con caminera para ver para donde lo podemos trasladar. Mientras el oficial se comunicaba con la Policía Caminera, el doctor, le puso una vía con suero fisiológico. Le comentó al cabo, que lo ayudaba. - Está muy mal. No reconoce ni donde está. Es difícil que sobreviva, pero haremos todo lo posible. - Doctor, viene una ambulancia de Caminera para llevarlo hasta el Hospital de Chuy. Pero tenemos que acercarlo hasta la ruta. - Bueno, hagamos una especie de camilla con los capotes. Este hombre no se puede tener en pie. Así lo hicieron y, cuando llegaron a la ruta 9, ya estaba la ambulancia. Lo subieron a una camilla y el médico y el oficial subieron con él, dirigiéndose luego hacia el Chuy, distante unos 40 Km. del lugar donde lo habían encontrado. Chuy es una localidad en la frontera con Brasil, de la brasilera ciudad de Chui por una calle compartida entre ambas ciudades. Está ubicada en el kilómetro 340 de la Ruta Nº 9, punto de encuentro con la ruta brasileña BR 471. 142
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Mientras lo trasladaban, Javier repetía: No me lleven a España. Prefiero morir aquí.
El médico haciendo un gesto como que estaba loco, le dijo al oficial - No me animo a darle un tranquilizante. Podría matarlo Al llegar al hospital, lo estaban esperando y lo llevaron a una sala para poder hacerle los análisis necesarios. Al mismo tiempo, el oficial de Policía Caminera comunicaba lo sucedido a su base. Las enfermeras le cambiaron las ropas todas ensangrentadas por las heridas, lo curaron y a una de ellas se le ocurrió afeitarlo cuando ya estaba acostado con una bata blanca. Una vez afeitado y, a pesar de su pelo largo, parecía un hombre fino, no un loco de los que se escapan a través de la frontera. El Jefe Regional de Policía Caminera llegó hasta el hospital y pidió ver al individuo encontrado. El médico de guardia le dijo que lo hiciera solo un momento y que no le hablara porque estaban tratando que se relajara para seguir con los análisis. Al policía de Caminera le pareció que era el hombre que aparecía en la foto que INTERPOL había distribuido a quien daban como desaparecido. Por eso se comunicó de inmediato con dicha repartición y con la Comisaría del Chuy. El Comisario de Policía de la localidad de Chuy designó a dos patrullas que salieran rumbo a la zona de Laguna Negra y alrededores a los efectos de encontrar rastros de quien o quienes podrían haber tenido retenido a la persona encontrada. Un rato más tarde el Comisario de Chuy recibe una llamada por teléfono. - Buenos días, Comisario, le habla el Inspector Detective Marin de Investigaciones de Montevideo. 143
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Buenos días, Inspector. Dígame en qué puedo ayudarle. Nos llegó la comunicación que en el hospital internaron a un masculino que podría ser quien hemos estado buscando. Así es, tal como lo expresó el Inspector Aldao de Caminera. Por favor le pido Comisario, mantenga al hombre con custodia. Es posible que esté involucrado en algo más grave y que lo quieran volver a secuestrar. Ya salió una comitiva hacia allí en un helicóptero de la Fuerza Aérea, para ayudarle. Quédese tranquilo, aquí lo tendremos custodiado. Perdón, Comisario, ¿han podido determinar donde estuvo retenida esa persona? No, todavía, hay dos patrullas recorriendo la zona que presumimos pueda haber estado antes de aparecer en la Fortaleza. Gracias, Comisario. Nos mantendremos en contacto. A usted, Inspector. Cualquier novedad lo llamo.
En el helicóptero viajaban, además del médico personal de Javier, el doctor Reja, un oficial de INTERPOL y el médico del Grupo de Búsqueda y Rescate de la Fuerza Aérea. Mientras atendían a Javier en el hospital se sitió el ruido de las aspas del helicóptero Bell 212 del grupo S.A.R. que llegaba. Un jeep los esperaba en una zona cercana a la localidad y trasladó a los médicos y al oficial hasta el hospital. Los médicos hablaron con el Director del hospital y el médico de guardia que había atendido a Javier. Ambos le manifestaron que, si bien lo habían estabilizado, su estado era muy delicado y temía que el traslado fuera peligroso. El doctor Reja llamó al oficial de INTERPOL que los había acompañado y, además de confirmarle que efectivamente era Javier, le estuvo explicando la situación. Este le dijo que mantener a Javier en Chuy lo consideraba peligroso, sobre todo después de lo sucedido con el Contador. Entonces intervino el médico militar y dijo que podían intentar el traslado. En caso que se complicara, podían descender en Punta del Este e internarlo en un Sanatorio. En la ciudad de Chuy llamaba mucho la atención que el hospital estuviera rodeado de policías y, ahora también de militares. Se 144
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corrían todo tipo de rumores, hasta que habían apresado a un contrabandista muy importante. Una vez que acordaron el traslado, acondicionaron a Javier y lo subieron a una ambulancia para llevarlo hasta el helicóptero. El oficial de INTERPOL se comunicó con Marín para confirmarle que era Javier y que lo llevaban a Montevideo, pero que quizás tuvieran que bajar en Punta de Este, si la salud del enfermo lo requería. Debían tener en cuenta que el tiempo estaba muy malo, llovía y el vuelo se hacía dificultoso Siendo ya el mediodía, tocaron timbre en la casa de Javier. Alicia, tal como se lo había indicado el abogado, preguntó: - ¿Quién? - Jorge, Alicia. - Al abrir, Jorge entró muy agitado. - Ay, Jorge ¿qué pasó? - Encontraron a Javier Antes que Jorge pudiera seguir, Alicia se echó a llorar y a dar saltos - ¡Contame, contame! ¿Cómo está? – y ahí se derrumbó – ¿está vivo? - Si Otra vez Alicia entró en una euforia y se abrazó a Jorge y le gritó a Felicia, “está vivo, está vivo” - Entiendo tu estado, pero dejame explicarte - Si, si, perdoname - Lo encontraron cerca de la Fortaleza de Santa Teresa, en Rocha. Su estado de salud es muy delicado. Lo fueron a buscar en un helicóptero pero, lo más seguro, es que tengan que parar en Punta del Este para evitar que Javier se agrave más. - ¡Pobrecito! ¿Qué le hicieron? - No se nada en concreto, todavía. Viajó el doctor Reja así que está en buenas manos. Ahora tenemos que esperar otras noticias, pero no quería dejar de pasar para avisarte. - Voy a llamar a Patricia. - OK, me voy y te llamo en cuanto tenga más novedades. 145
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Alicia tomó su celular y marcó el número de Patricia Soy yo Alicia. ¿Estás ocupada? Estoy con unos clientes. Largalos y encerrate en el baño. ¿Estás loca? ¿Qué te pasa? ¡Hacelo!
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Patricia, se disculpó y fue hasta el baño, cerró la puerta. Bueno, loca, dime que ha pasado. Encontraron a Javier
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Patricia quiso gritar pero se reprimió y se puso a llorar. Te dije que tenías que encerrarte en el baño. ¡Cuéntame!
Alicia le relató todo lo que le había contado Jorge Tosantos. - Alicia, liquido esta reunión y voy para allí. ¡Que el trabajo se vaya al diablo! - Te espero. Patricia canceló todos sus compromisos por el día y fue hasta el apartamento de Javier. Al llegar, Alicia le abrió y las dos se abrazaron. - ¿Viste, viste? Yo tenía fe. El sueño de anoche fue premonitorio. - Tienes razón, pero dime, ¿cuánto tendremos que esperar? - No se, Patricia, me muero de ganas de ver a mi hermano. Me preocupa mucho sobre lo que dijeron sobre su salud. - Ven, vamos a comer algo mientras esperamos. Seguro que Felicia nos preparó algo rico. - Como no, niñas. Ya tienen el almuerzo. -
Se sentaron en la cocina a almorzar ¿Habrá terminado esta horrible espera? – dijo Alicia – no lo puedo creer. Vamos a tomar las cosas con calma. Si Javier no está bien, quizás tengamos que esperar un poco más. Ya sé, pero quiero verlo Yo también, quiero poder abrazarlo. 146
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¡Ah, bandida! Pero no me lo vas a quitar. Eso veremos Y las dos rieron francamente como hacía tiempo no podían hacerlo. -
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CAPITULO XXII
La gente de la División de Homicidios se presentó en las oficinas de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), con el propósito de comenzar con las investigaciones sobre el caso Fresi. Cuando llegaron los atendió Sofía Tande y se presentó como la Gerente de Relaciones Humanas. Le preguntaron por el director de la compañía y les dijo que desde ayer que se retiraron no sabía más de él. Preguntaron si alguien más había faltado y respondió que la secretaria del director no había venido a trabajar y no había dado aviso. Solicitaron si, con la presencia de ella, podían dar una “mirada” a toda la oficina. Les respondió que no había problema siempre y cuando se tratara solo de mirar ya que, en caso contrario, tendría que llamar al abogado de la compañía. Por las informaciones que tenían a través del Departamento de Investigaciones, debería haber estado presente el Director de la compañía en Uruguay, Ingeniero Mauricio Dolmos además del Presidente de la Compañía para América Latina, doctor Benito Ramírez López y el director de la filial Argentina, doctor Laya. Preguntaron si estos habían estado ayer en la oficina a lo que respondió afirmativamente. Agradecieron a Sofía y se retiraron. Ni bien salieron de allí, se comunicaron con el detective Marín. Querían tener una conversación para aclarar ciertos puntos de la investigación. Se Juntaron en el Departamento de Homicidios y acordaron investigar a las cuatro personas que, habiendo estado el día anterior en la oficina, hoy ya no estaban. Comenzaron por Departamento de Emigraciones y gran sorpresa se llevaron cuando se enteraron que los cuatro habían partido, a medianoche, en un vuelo que, con escala en Panamá, seguía hasta ciudad de Méjico.
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Evidentemente, detrás de todo esto se encerraba la desaparición de Javier y el asesinato de Fresi. No querían dejar ningún cabo suelto, ninguna pista sin investigar ni dar ningún paso en falso, pero todos se daban cuenta que estaban en un callejón sin salida. Podían enviar una orden de captura a través de INTERPOL, pero para eso era necesario tener pruebas contundentes y hasta ahora, tenían las manos vacías. Decidieron, entonces formar un grupo conjunto de investigación, junto con al Juez doctor Mercado, la gente de INTERPOL, personal de Investigaciones, de Homicidios y de Delitos Complejos. La idea es que todos pueden aportar para desenredar una madeja a la que no le encuentran la punta. Les había llegado, también, la información desde Chuy, que habían encontrado un rancho a orillas de la Laguna Negra donde, posiblemente, habrían tenido retenido a Javier, pero quienes habían estado allí, seguramente ya se habrían internado en Brasil. La policía de Chuy había acordonado el lugar y mantenía una guardia permanente. El grupo de investigación decidió enviar a dos expertos de Policía Técnica a “levantar” evidencias que se pudieran encontrar. Lo que les llamaba la atención era que hubieran viajado todos, incluida la secretaria, esa misma noche. Obtuvieron órdenes de allanamiento para las casas de Dolmos y de Claudia. También enviaron a gente a investigar en el hotel donde habían estado Laya y el mejicano. En la casa de Dolmos no encontraron nada relevante. Había muy poca ropa en los placares y era evidente que no había estado allí desde hacía unas cuantas horas. Preguntado el portero del edificio, les dijo que el Ingeniero Dolmos había salido la noche anterior con dos valijas y había tomado un remise que lo esperaba. Recordaba que en el auto había una mujer joven, cosa que no le llamó la atención porque el “ingeniero es terrible mujeriego”.
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Preguntado si había comentado hacia donde iba, el portero dijo que Dolmos nunca hablaba con nadie y era un hombre que siempre parecía de mal humor. En la casa de Claudia los atendió, muy amablemente, una señora de unos 50 años que se sorprendió que la Policía tuviera una orden de allanamiento. Preguntó si le había sucedido algo a Claudia y le explicaron que no había concurrido ese día a la oficina. Ante esto la señora contestó, sin ninguna duda - Ah, en la oficina les informaron mal. A Claudita, mi sobrina, la Compañía la mandó a hacer un Curso en Estados Unidos. - ¿Se llevó ropa, señora? - Si, pero me llamó la atención que no mucha. Cuando se lo dije me contestó que, como le pagaban muy bien, se iba a comprar nueva. Ustedes saben cómo somos las mujeres con los trapos. Los policías, a pesar de tener la orden de allanamiento y frente a la amabilidad de la señora, le pidieron para revisar la habitación de Claudia. No había nada notable excepto una foto en la que aparecía una mujer joven junto a dos hombres. Le preguntaron a la señora si sabían quienes eran y les dijo - Ella es Claudia, el hombre que está a la izquierda es Mauricio Dolmos y el de la derecha creo que es un mejicano que no recuerdo su nombre. Le pidieron para llevarse la foto con la promesa de devolvérsela lo más pronto posible, a lo que la tía de Claudia accedió. Ya había llegado un informe desde Chuy. Habían encontrado a varios pescadores artesanales en la Laguna Negra. La Laguna Negra está en Uruguay ubicada en el departamento de Rocha. Tiene una superficie de 182 Km.² y su profundidad alcanza como máximo los 5 metros. Es una gran reserva de agua dulce con un alto grado de pureza. Los pescadores dijeron haber visto movimiento alrededor de aquel rancho. Que había un Jeep que, por lo menos una vez por día, salía rumbo al Chuy. Dijeron, además, que siempre había dos hombres, que los suponían armados, que custodiaban el rancho. Una vez, pero de 151
eso hacía como una semana, había estado una camioneta grande 4x4 de la que se bajaron varios hombres que, por su vestimenta, no eran del lugar. Los hombres que cuidaban el rancho, de acuerdo a lo que sabían, se habían marchado para Brasil. Obtuvieron, también, una descripción bastante exacta de los dos hombres. De la pericia forense hecha en el cuerpo del contador, se había determinado que lo mataron con una pistola 9 mm en la que usaron silenciador. Lo habían hecho a muy corta distancia porque aparecían rastros de pólvora alrededor de la herida. Otras de las novedades que se habían aportado es que el contador Fresi había cancelado el alquiler de su Apart – Hotel el día anterior y que en un bolsillo interior de su chaqueta se encontraron su pasaporte con visa para Australia y un pasaje con destino Sidney vía Buenos Aires. Ante todos estos hechos, el doctor Mercado, dijo - Bueno, necesitamos comenzar a ordenar todo lo que tenemos. Vamos a verificar donde se encuentran Dolmos, Laya, Ramírez López y Claudia Pérez. Pidan la colaboración de INTERPOL. Es probable que, si están huyendo de algo, cosa que parece evidente, hayan cambiado identidades y hasta el aspecto. Pidan la colaboración de la Policía Militar de Brasil para tratar de ubicar a los dos individuos. ¿Se sabe algo del Ingeniero Covielles? - Lo único que sabemos, desde hace un momento es que el helicóptero que lo traía debió bajar en Punta del Este porque la salud del Ingeniero empeoró. - ¡Qué macana! Pobre hombre. Pensar que estoy seguro que es él quien tiene la llave para desentrañar todo esto. Ya estaba anocheciendo. Se había levantado un temporal de viento y lluvia. El doctor Tosantos llegó al departamento de Javier. - Jorge, ¿qué sabés de Javier? Es raro que no sepamos nada - Me llamó el doctor Reja que venía con él en el helicóptero. Tuvieron que bajar en Punta del Este por el temporal y porque Javier había sufrido un descompensación. Está internado allá. - ¡No, por Dios! – exclamó Alicia – ¿Podemos hacer algo? - Vámonos a Punta del Este – dijo Patricia 152
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Esperen, no sean locas – afirmó categóricamente el abogado – con este temporal y de noche, lo único que falta es que tengan un accidente. ¡Es que no aguanto más! ¡Quiero ver a mi hermano! Bueno, tranquila, sabés que está en muy buenas manos. Además lo más probable que el piloto haya decidido bajar para no enfrentar el temporal.
Una vez que acostaron a Javier en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos, él recobró algo la conciencia y mirándolo al médico le dijo, con un hilo de voz y tartamudeando: - Dígame señor que volví de 1777. No veo aquí a los soldados españoles aquí. ¿Me van a dar el remedio para dormir otra vez? - Tranquilo. Aquí estás bien cuidado. No te preocupes por nada. - Tengo que escaparme de los españoles. Me quieren llevar a España. - No nadie te va a llevar. Tranquilo. La nurse que estaba junto al médico le hizo una señal. Tenía la jeringa para pasarle un calmante a través de la vía. El médico asintió. Javier cerró lo ojos y volvió al coma inducido en el que estaba. Al salir de la sala, la nurse le preguntó al doctor Reja. - No entendí nada de lo que dijo - No, yo tampoco, pero es evidente que ha estado bajo una presión que le ha creado un shock muy importante. - Doctor, están los análisis de las extracciones que se hicieron en Chuy. - Bien, vamos a verlos. Por favor pida a una enfermera que esté a su lado y que, si despierta, me llame de inmediato. Va a ser una noche complicada. - Enseguida, doctor – y dirigiéndose a una enfermera – María ve a la sala 2 y cuida al enfermo. Si despierta, avisa enseguida. Gracias El médico estuvo mirando los análisis y le llamó la atención que, en uno de los de sangre decía: “Sustancia no determinada”. Había al lado, escrito a mano: “parecen alcaloides pero ninguno de las clases conocidas”. Enseguida el doctor Reja llamó a la nurse.
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Por favor extraigan una muestra de sangre del enfermo y póngala a cuidado para llevarla a Montevideo. Aquí hay algo raro que no me gusta nada.
Lo mismo sucedía con el análisis de orina, es decir que aparecían sustancias desconocidas. Estos hechos alarmaron al médico. No podía determinar que efecto a largo plazo podían hacer estas sustancias. Esto, unido a lo que había oído de boca de Javier, le hacía suponer que podría existir un daño cerebral serio. Estaba deseando que el tiempo mejorara para poderle hacer una resonancia magnética en Montevideo. Mientras estaba pensando en esto, entraron el Capitán que pilotaba el helicóptero y el médico de la Fuerza Aérea. - Doctor – dijo el Capitán – la tormenta está pasando, así que cuando usted disponga que se puede trasladar al enfermo, lo hacemos. -
Reja miró al medico de la Fuerza Aérea y este dijo Estimo que es una buena oportunidad Gracias, Capitán. Voy a pedir que apronten la ambulancia para trasladarlo hasta el helicóptero. Si, señor – dijo el oficial y se retiró, quedando el médico. Nurse, llame al médico de guardia así acordamos el traslado del enfermo
Apareció el médico de guardia y, entre los tres especialistas, estudiaron las dificultades que podrían presentarse. Estimaron que el vuelo sería de algo más de una hora, por lo que consideraron que lo mejor era salir cuanto antes, sobre todo después de lo que les explicó el doctor Reja sobre los análisis. Así lo hicieron y ya estaban en vuelo hacia Montevideo. Aterrizaron en el helipuerto de un hospital e, inmediatamente, trasladaron a Javier a la Unidad de Cuidados Intensivos. Ni bien Javier estuvo instalado y sedado, el doctor Reja llamó a Tosantos para comunicarle donde estaba Javier. Jorge se fue hasta el departamento donde estaba Alicia para comunicarle que su hermano estaba en Montevideo. 154
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No lo puedo creer, Jorge. ¿Dónde está?
El abogado se lo dijo pero le agregó que sería difícil que se lo dejaran ver. - No importa, aunque sea quiero verlo de lejos. Voy a llamar a Patricia. Ni bien cortó la comunicación con Tosantos, llamó a Patricia a su celular y le comunicó la noticia. Esta dejó todo lo que estaba haciendo, avisó que salía, fue a buscar a Alicia y ambas se fueron al hospital. Cuando llegaron allí, preguntaron por el doctor Reja. Este apareció con una cara que reflejaba un enorme cansancio. Hacía dos días que no descansaba. - ¿Cómo está Javier? – preguntó Alicia – ¿lo podemos ver? - Mirá Alicia, está muy delicado y no creo que él pueda verte porque está en un coma inducido. Pero, de cualquier manera, por tratarse de familiares, les voy a permitir que lo vean un minuto. Pero, en serio, de a una y solo un minuto. Reja llamó al médico de guardia de la Unidad y le explicó el caso. Este dijo que él mismo las acompañaría a cada una y solo para que lo vieran. Alicia entró primero y cuando lo vio no hizo más que llevarse las manos a la cabeza, ponerse a sollozar y dijo: - Pobrecito, ¿qué le hicieron? El médico la tomó del brazo amablemente y la acompañó hasta la puerta. Le tocó, entonces a Patricia. Al verlo, también se le cayeron las lágrimas y dijo - Mi amor, no me dejes, no ahora. Te amo. Salió junto con el médico y, al llegar a la sala de espera, ambas se abrazaron llorando. Alicia decidió llamar a Martín a Nueva York para explicarle lo pasado. Él quedó muy contento ya que ella no le contó en que estado se encontraba Javier. Martín le dijo que quizás en dos o tres días podría viajar a Montevideo. Ella le pidió que lo hiciera cuanto antes ya que lo extrañaba y lo necesitaba.
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El comisario de Chuy llamó al detective Marín Hola, Inspector. Tenemos a los dos individuos que estuvieron en el rancho reteniendo a la persona desaparecida. Pero, lo felicito. ¿Cómo hicieron?, se suponía que ya habían cruzado la frontera. Es verdad, pero con un poco de astucia todo se puede. ¿Viene usted o gente suya a interrogarlos? Creo que están dispuestos a cantar como pajaritos. Comience usted. Lo que queremos saber, en principio, es quienes lo mandaban y cómo llegaron allí. Pásele todo lo que tenga al Juez de Chuy. Si surgiera algún inconveniente, llámeme. Pero, por favor, no los deje ir. Usted sabe que tiene 48 horas para retenerlos. Perfecto, descuide Inspector. Lo tendré al tanto.
El Comisario del Chuy se entendía muy bien con el Prefeito de la localidad de Chui del lado brasileño. De hecho tenía un acuerdo con la Policía en Brasil. En el Brasil las policías militares son fuerzas de seguridad pública, las cuales tienen por función primordial el servicio de policía ostensiva y la preservación del orden público en el ámbito de los Estados (y Distrito Federal). Ellas están subordinadas a los gobernadores y son, para fines de organización, fuerzas auxiliares y reserva del Ejército Brasileño, e integran el sistema de seguridad pública y defensa social del Brasil. Sus integrantes son denominados militares de los Estados así como los integrantes de los Cuerpos de Bomberos Militares. Cada Estado tiene su propia Policía Militar (en portugués: Polícia Militar - PM), con diferentes estructuras, reglamentos y uniformes. El comisario uruguayo había pasado los datos de los dos hombres a la PM brasileña. Estos encontraron a los individuos en un burdel en Santa Vitoria do Palmar, totalmente borrachos y haciéndose ver por la cantidad de dinero, en dólares, que tenían. Enseguida los policías brasileños supusieron que se trataba de los individuos que andaban buscando. Los detuvieron “en averiguación” y los trajeron hasta la calle que “separa” las dos 156
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localidades. Allí los esperaba un patrullero de la Policía uruguaya y entonces los detuvieron “por desacato”. A la mañana siguiente, cuando los dos hombres estaban sobrios, procedieron a interrogarlos. Ellos contaron que hacía unos cuatro días los había llamado un hombre que siempre los contrataba para pequeñas tareas tales como pasar al “contrabando chiquito” y les encargó que buscaran un rancho abandonado para “guardar” a alguien hasta que pudieran “pasarlo” para Brasil. Ellos encontraron el lugar y avisaron. Un rato después cayó una camioneta grande 4x4 y bajaron, arrastrando a un hombre. Les dijeron que lo cuidaran como su propia vida. Que, cuando se pudiera lo iban a pasar para el otro lado de la frontera. El Comisario preguntó - ¿Y cómo se comunicaban con el que los mandó? El mayor de los dos, contestó - Usando el celular, mi comisario. - Sargento, dijo el Comisario, tráeme el celular del hombre. Vino el sargento el sargento trayendo tres celulares. - ¿Y por qué tres? El hombre mayor contestó - Teníamos orden de no usar siempre el mismo para que no nos detectaran, según dijeron. - Bueno, y después que pasó. - Una noche muy fea, como el hombre siempre dormía, nos vinimos hasta el pueblo para comer algo diferente y ver si conseguíamos unas mujeres. - ¿Y entonces? - Cuando volvimos, el hombre ya no estaba. Se ve que se despertó y se fue. - ¿Para donde se fue? - Nunca supimos. Se desapareció en la noche como un fantasma. Yo llamé al jefe que me había encargado el trabajo y, después de relajarme, me dijo que lo buscáramos y, si lo veíamos, le tiráramos a matar. Que si lo heríamos, lo rematáramos, lo enterráramos y rajáramos para Brasil.
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El otro hombre permanecía callado y solo asentía con la cabeza. Allí hablo: - Recorrimos todo alrededor del rancho y después fuimos hacia el carretero. Como del lado de enfrente está la Fortaleza y al no haberlo encontrado, nos fuimos para la frontera, hacia el lado de la Laguna y cruzamos de noche. - ¿Y cómo tenían tanta plata? - Cuando trajeron al hombre nos dieron un montón de dólares por el trabajo. - ¿Cuánto? - Y como dos mil a cada uno - Sargento lléveselo al calabozo. Los dos hombres se fueron sin decir palabra. El comisario tomó el teléfono y llamó a Marin. - Inspector, creo que tenemos una muy buena información. ¿Se los mando para ahí? - Bueno, pero muy bien custodiados. Pueden ser de cuidado. - Ah, Inspector, tengo, además, tres celulares que usaron los individuos. Se los mando con mi personal. - Perfecto. Gracias, muy buen trabajo Comisario, Lo felicito. Ni bien cortó la comunicación con el Comisario de Chuy, el detective se comunicó con el Juez Doctor Mercado para contarle lo que se había obtenido. El Juez pidió que los alojaran en la cárcel de la Jefatura de Policía de Montevideo y que tomaran extremas medidas de seguridad.
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UNA HISTORIA SIN NOMBRE
CAPITULO XXIII
Alicia y Patricia se quedaron toda la noche en aquellos sillones incómodos frente a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital, a pesar que el médico de guardia y el doctor Reja les habían dicho que se fueran, que estuvieran seguras que iban a recibir noticias tan pronto se produjeran. Ellas pensaron que estando más cerca de Javier, lo podían ayudar. Se alternaban tratando de dormir un poco cada una. A las seis de la mañana, el cansancio las había vencido a las dos y estaban arrolladas una junto a la otra como dos niñas. A una de las enfermeras le habían dado lástima y las había tapado con una frazada. Cuando despertaron ya eran las 7 de la mañana. Se oía el trajinar del personal del hospital. Ambas estaban entumecidas. Patricia se ofreció a ir a buscar, a la cantina del hospital, café y algo de comer. Recién se habían dado cuenta que no habían comido nada en horas. Cuando ambas estaban tomando el frugal desayuno, apareció el médico de guardia. Ambas se levantaron como un resorte. - Doctor, ¿cómo está Javier? – preguntó Alicia. - Se despertó y, físicamente se encuentra bastante recuperado, pero creemos que, mentalmente, aún presenta problemas. Anoche el neurólogo de guardia lo estuvo observando y mandó hacer algunos estudios que vamos a comenzar enseguida. Por eso les pido que entren a verlo no más de un minuto. No le hablen. Dejen que él se exprese. No les llame la atención lo que dice porque puede estar sufriendo alucinaciones. Las dos mujeres se miraron algo asustadas. Ellas habían pensado que, una vez recuperado físicamente, ya iban a poder charlar con Javier. Entraron a la sala y lo primero que vieron fuero los dos ojos azules de Javier que contrastaban con la bata blanca que tenía puesta y que las miraba asombrado. Estaba conectado a varios monitores y lo único que se sentía el sonido de los mismos. En un momento Javier habló.
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¡Qué raras son las cosas en España! Parece que estuviera en 2009. Yo estoy en 1777 y los españoles me rescataron en Colonia de las manos de los aborígenes. Ahora me trajeron porque dicen que soy un ser raro. Por suerte no me dan más el remedio asqueroso ni me bañan con agua helada en el patio. ¿Ustedes son los ángeles que me cuidan?
En ese momento, el médico que estaba detrás de ellas las tomó a suavemente del brazo a cada una y las llevó a retirarse de la sala. Cuando salieron - Ay, doctor, ¡qué horrible! ¿Qué le sucede? – comentó Alicia entre lágrimas Patricia había quedado tan impresionada que no le salía palabra, solo se le caían las lágrimas por sus mejillas. - Creemos que se trata de un estado de alucinación creado por alguna sustancia que le han dado. Por eso el siquiatra quiere estudiar que no exista daño cerebral. - ¿Y qué le puede haber causado ese estado? - Existen algunas sustancias alucinógenas, como fue en su momento el LSD, que causan alucinaciones. Normalmente son pasajeras pero todo depende del tiempo durante el que se haya tomado. - Sinceramente, doctor, ¿se puede recuperar? - Estamos tratando de recuperarlo. No sé si el Doctor Reja les comentó, pero tuvimos que enviar muestras de sangre a Estados Unidos, porque en los exámenes que se hicieron aquí surgieron sustancias que son desconocidas para nosotros. - ¿Qué podemos hacer nosotros? - Por ahora, lo mejor que pueden hacer es irse a casa a descansar. Esto puede ser largo y no quiero que ustedes se vayan a enfermar. - Gracias, doctor Le dio un beso cada una al médico y bajaron hasta donde estaba el auto de Patricia. Se fueron al departamento de Javier y al llegar, se cambiaron y se acostaron, quedándose dormidas de inmediato. Se llama alucinógenos a cierto tipo de drogas que causan alteraciones profundas en la percepción de la realidad del 160
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usuario. Bajo su influencia, las personas ven imágenes, oyen sonidos y sienten sensaciones muy distintas a las propias de la vigilia. Algunos alucinógenos también producen oscilaciones emocionales rápidas e intensas. Los alucinógenos producen sus efectos interrumpiendo la interacción de las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina. Una enorme variedad de plantas y hongos alucinógenos ha venido siendo utilizada por diferentes tribus y civilizaciones desde tiempos ancestrales. Muchas de ellas siguen siendo utilizadas en la actualidad por los sucesores de estas culturas como un medio de adivinación visionaria y un medio para acceder al mundo espiritual de los Dioses. Los dos detenidos en Chuy llegaron a Montevideo y, luego de ser fichados, lo llevaron al Juzgado del Doctor Mercado. Frente a las preguntas de este, los dos repitieron lo que habían contado al Comisario. Una vez que terminaron, el juez les preguntó - ¿De dónde sacaron las armas? Porque por lo que ustedes dicen, andaban armados. - Las entregó el hombre al que llamamos el jefe, porque no sabemos el nombre. - ¿Y dónde estás esas armas? Porque cuando los encontraron, no las tenían. - Las vendimos en Brasil porque eran nuevitas, con silenciador y todo. - ¿Qué calibre eran? - Magnum 9 mm El abogado quedó pensando mientras el auxiliar escribía en la computadora. “El mismo calibre con que mataron al contador. No es un calibre común. Solo de delincuentes grandes”. - Bueno, retírense y permanezcan junto a los agentes que los trajeron. -
Sonó el celular del Juez. Era el detective Marín. ¡Parece que encontramos la punta de la madeja! ¿Qué pasó? Los celulares que tenían los individuos en Chuy tiene registradas las llamadas efectuadas. Seis son al celular de Dolmos, tres al celular de Claudia Pérez y, lo más asombroso es que hay una 161
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llamada a un celular que está registrado a nombre de la compañía CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay). Confirmamos que el celular que está a nombre de la compañía, lo ha usado, indistintamente Dolmos o Fresi. Las últimas llamadas que fueron hechas la noche antes que apareciera Covielles, están hechas a un aparato que no está registrado. Debe ser el celular del argentino Laya. Ya me comunico con la gente de INTERPOL. Vamos a pedir la captura internacional de los tres. A los individuos capturados en Chuy, los voy a procesar, con prisión, por privación de libertad y contrabando, pero los vamos a dejar alojados en Cárcel Central (Jefatura de Policía de Montevideo). ¿Ha podido hablar con el Ingeniero Covielles? No, doctor. De acuerdo a los médicos, se encuentra en lo que ellos llaman un estado de narcosis, es decir que sufre alucinaciones continuas. Según me comentaron, le harán estudios para saber si existen daños mayores a nivel nervioso. Si no los hay, será cuestión de horas para que vuelva a sentirse mejor. Entonces podremos conversar con él. Bien, Marín, esté atento. Sigo sosteniendo que el Ingeniero nos será de gran ayuda para revelar todo.
Cuando Alicia y Patricia despertaron se encontraron con la sorpresa que había llegado Martín. Alicia se colgó del cuello y lo besaba. Sentía tan contenta que no paraba de hablar. - Felicia, ¿por qué no nos despertaste? ¿No te das cuenta que llegó el hombre de mi vida? – bromeaba - Hola Patricia – dijo Martín dándole un beso – gracias por haber aguantado a esta locura. - Lo hice encantada, más teniendo en cuenta que hay que quedar bien con la cuñada. - ¡Esperen! Hay algo que me perdí. ¿Qué querés decir con cuñada? - Pobre Javier, todavía no lo sabe, pero lo estoy esperando como loca. Espero que diga que si. - Yo te ayudo a convencerlo – dijo Martín riendo. - Ay, Martín – dijo Alicia – no tenés idea lo que me ha ayudado esta mujer. Si no hubiera estado, me vuelvo loca. No sabés lo que fueron los días de espera después que te fuiste. - Vamos a sentarnos y me cuentan todo. 162
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Alicia se sentó en la falda de Martín, Patricia enfrente y le comenzaron a contar todo lo que había pasado. De tanto en tanto, Martín las interrumpía, a veces para aclarar algo que no entendía y, otras veces para decirles que no hablaran las dos al mismo tiempo. Un poco más tarde, Felicia les avisó que la cena estaba pronta. Cenaron y siguieron conversando sobre lo mismo. Ya era tarde cuando Patricia dijo: - Bueno, queridos míos, me voy a casa. Ahora que están los dos juntos no quiero ser “paleta”. - No, Patricia, quedate. Tenés el otro cuarto. Mirá, te quedás y mañana temprano nos vamos al hospital y después te vas a trabajar, si no te echaron todavía. - Pobre de ellos. Bueno, me quedo para poder ir al hospital. Voy a llamar a papá y mamá que ya deben pensar que perdieron a la “nena”. En el hospital habían terminado todos los exámenes neurológicos hechos a Javier. Todos habían dado normales. También habían llegado los resultados de los análisis enviados a Estados Unidos. Tal como lo suponían los médicos, las sustancias “desconocidas” no eran más que alucinógenos extraídos de plantas, algunas de las cuales son muy conocidas por los “brujos” en Méjico. El médico de Javier, doctor Reja, convino que, cuando se despertara le harían una entrevista, él, el neurólogo que hizo los estudios y un siquiatra. Reja les explicó que había una causa penal pendiente y que la policía quería poder charlar con Javier lo más pronto posible, pero que querían, al mismo tiempo, que ya estuviera repuesto del todo. Javier se despertó. Se sentía otro. No tenía dolor de cabeza ni mareos ni malestares. En eso llegó la nurse - Hola, se despertó. ¿Cómo se siente? - Muy bien, hasta puedo ver lo bonita que es usted – bromeó Javier La nurse se rió y salió a avisarle al médico de guardia. Este llegó enseguida. - Ingeniero, parece que nos vamos recuperando. - Si, me siento bien. ¿Qué me ha pasado? 163
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Bueno es bastante complejo de explicar pero en un rato va a venir el doctor Reja y otros dos especialistas y le van a explicar, con detalle, que sucedió. ¿Por qué no intentamos levantarnos para ver como nos sentimos? OK – dijo Javier – haciendo el ademán de levantarse. Espere, vamos a llamar a la nurse y al enfermero para que lo ayuden. Así fue. Con la ayuda de los dos, Javier se levantó. Me siento algo raro, pero bien. Es lógico, ha estado mucho tiempo acostado y los músculos lo sienten. ¿Se anima a darse una ducha? El enfermero lo acompaña y lo ayuda.
Sus movimientos estaban algo condicionados por el suero. - Sería fantástico. - De paso ya llamamos al peluquero y, además, lo trasladamos a una sala individual para que esté más cómodo. Cuando Javier se acostó en la nueva sala, se sentía como si no hubiera pasado nada, bañado, afeitado, pero no olvidaba lo sucedido. Le trajeron el desayuno. La nurse, que estaba presente le dijo que tratara de comer, pero que si no podía, no hiciera el esfuerzo. Javier terminó tomando todo el té azucarado y comió media galletita. -
Aparecieron los tres médicos. El doctor Reja lo saludó. Javier aquí venimos en patota a verte porque nos enteramos de tu mejoría. Si ya veo. ¡Todo lo que tuviste que hacer Ramón para que te viera! – bromeó Javier. Mira Javier, queremos hacerte una serie de preguntas que nos puedan guiar. Antes que nada tienes que saber que has estado sometido a fuertes dosis de alucinógenos. Temíamos que hubieran quedado secuelas, pero, por suerte, no las hay. Lo que queremos, los doctores y yo es que nos cuentes, sin hacer esfuerzos, qué es lo que recuerdas de todos los días pasados. Allí intervino el siquiatra 164
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Ingeniero, usted cuente todo lo que le venga a la mente, no importando que ahora le parezcan disparates. De eso, justamente se trata esto. Además, si en algún momento se cansa, nos dice y seguimos la conversación otro día, ¿OK? De acuerdo. No sé si será en orden que ocurrieron las cosas, pero verán.
Comenzó contándoles de los malestares y dolores de cabeza que lo aquejaban desde hacía varios días. De cómo vivía tomando calmantes pero le hacían cada vez menos efectos. Que había viajado a Colonia porque había una convención. Él seguía con malestares y dolores de cabeza. Recordó que, caminando por el barrio histórico se le aparecieron tres mujeres que le dijeron que se fuera. Después, de lo último de esa parte que recordaba era que venía en el auto por la costanera de la ciudad de Colonia. - Lo que sigue, dijo Javier, hoy pienso que es una locura, pero se los cuento tal como lo recuerdo. - Justamente eso es lo que queremos saber los tres, dijo el doctor Reja Contó que, al despertar, estaba con una ropa que no era de él y que a su frente había unos soldados con vestimentas muy extrañas y que decían ser españoles. Les contó que estaba en una habitación de paredes de piedra y, una vez, cuando lo sacaron al patio para bañarlo con agua helada, se dio cuenta que estaba en el Fuerte de la Colonia y que, en el mar había un gran navío como los de la época de la conquista. Contó que le daban una medicación de un gusto repugnante porque aducían que estaba enfermo. Les hizo notar, a los médicos, que repetidas veces le insistían en que estaba en el año1777. - Luego no sé que más pasó. Vagamente recuerdo que me iban a trasladar a España para estudiarme. Pero no recuerdo más. ¿Dónde me encontraron? - Mirá – dijo el doctor Reja – creo que fue alrededor de la fortaleza de Santa Teresa, pero no se como. - Estoy algo cansado – dijo Javier - Está muy bien – dijo el siquiatra – Usted hizo un esfuerzo muy grande. Relájese y trate de descansar lo más posible. 165
Cuando los médicos salieron de la sala, en la sala de espera estaban Alicia, Martín y Patricia. Alicia, dirigiéndose al doctor Reja - Ramón, ¿cómo está? - Hola. Bien. Quizás ahora un poco cansado porque estuvo conversando un rato largo con nosotros. - ¿Y podremos verlo nosotros? -
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El médico miró a sus colegas Ellos son la hermana, el cuñado y una amiga Entonces el siquiatra les dijo Le va a hacer mucho bien verlos. Por favor no pregunten nada de que le ha pasado. Solo háblenle del futuro y de cosas sin importancia. No se demoren mucho. Tiene que descansar. Gracias, doctores – dijo Martín
Entraron a la sala Alicia y Martín y Patricia, que estaba muy nerviosa, pidió para entrar después. A Alicia le sorprendió porque nunca había visto a Patricia tan nerviosa, ni en los peores momentos. - Alicia, Martín, ¿qué hacen aquí? – dijo sorprendido Javier - Te venimos a ver hermanito. Estás divino. Tenés un aire interesante. ¿No te lo dijeron las enfermeras? - ¿Cómo te sentís? – preguntó Martín - Mirá, ahora me siento bien, algo cansado, pero bien. Por suerte no me duele nada. Alicia, ¿esa cara de hacer picardías?, te la conozco. ¿Que te traés entre manos? - Yo, nada. Debe ser que hace mucho frío afuera. -
Patricia se armó de coraje y entró Hola, Javier – dijo tratando de que no se le notara las ganas que tenía de abrazarlo. ¡Patricia, mi amor! ¿Por qué no habré estado contigo? – dijo Javier abriendo los brazos.
Ambos se fundieron en un abrazo lleno de amor y se dieron un beso prolongado. Martín dijo, riéndose - Vamos Alicia. Estamos sobrando aquí. - No seas malo. Patricia moría si no pasaba esto.
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¿Te das cuenta, Alicia, lo que tuvo que pasar para que me animara a decirle que la amo y que la amé siempre? – dijo Javier sin dejar de abrazar a Patricia. Javier, mi amor – dijo Patricia – tienes que cuidarte. Tenemos mucho para hacer juntos. Entró la nurse y les dijo. Ya veo, Ingeniero, que vinieron sus amores, pero lamentablemente usted tiene que descansar. Para hoy ya fue bastante. Si, está bien – dijo Martín – Nos vamos.
Alicia y Martín se despidieron con un beso y Patricia lo volvió a abrazar y le dijo riéndose - No te me escapes. Estaré de guardia. La nurse abrió la puerta para que saliera Patricia y comentó. - ¿Una visita con premio? - Ya lo creo. ¡el mejor premio de mi vida! Los médicos se reunieron a los efectos de evaluar la conversación que tuvieron con Javier. El siquiatra dijo que, en lo relatado, había evidencias de efectos de alucinógenos, pero no en todo. - ¿Como así? – peguntó el doctor Reja - Los alucinógenos tienen efectos más bien cortos. No mantienen al individuo fuera de la realidad por mucho tiempo. No habiéndose producido daños neurológicos, de acuerdo a los estudios, existen partes del relato del Ingeniero que me llevan a pensar que hubo algo más. - ¿Y algo más como que? - Ahora no me lo puedo explicar ni yo mismo - Es cierto – dijo el neurólogo – hay descripciones de lugares y hechos que no son realmente alucinaciones. Son demasiado detallados. - Entonces, ¿ustedes dos está sugiriendo que lo han inducido a creer que estaba en el siglo XVIII? - Si a no ser que se haya desplazado en tiempo – bromeó el siquiatra. 167
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¿Cómo puede hacerse? Con una mente confundida no es demasiado difícil hacerle cualquier cosa creer con algunos elementos adecuados como ropa, personificaciones, etc. ¿Pero entonces estamos ante algo premeditado? Muy bien, yo me voy a comunicar con el abogado del Ingeniero Covielles y que él proceda de acuerdo a lo que convenga. Quizás, se me ocurre, puedan pedir un informe de parte de ustedes que son lo especialistas, Lógicamente – dijo el neurólogo – es más sería muy conveniente que lo hicieran. Estoy convencido que estamos frente a algo muy extraño. Gracias, señores. Nos vemos más tarde
Reja llamó a Tosantos y le contó parte de lo que habían hablado con Javier y las conclusiones que, en principio habían sacado con los otros médicos. - Ramón, le dijo Tosantos, ¿no te animás a encontrarte conmigo en, digamos, una hora, en el Juzgado del doctor Mercado? - Si, Jorge allí estaré. Al rato se juntaron los dos en el Juzgado de la Ciudad Vieja. Solicitaron ser atendidos por el doctor Mercado, quien los atendió de inmediato. - Doctor, le presento al doctor Reja, médico personal del Ingeniero Coviellles. El Juez lo saludó y les pidió que se sentaran. Tosantos le explicó que el médico había tenido una reunión de consulta con los otros especialistas y que quería que le contara las conclusiones a las que habían llegado. El doctor Reja le relató todo lo hablado con Javier y las ideas que habían intercambiado con sus colegas. Hizo especial hincapié en lo que había afirmado el siquiatra sobre el corto efecto de los alucinógenos. Cuando hubo terminado, el Juez se puso de pie y les dijo - Es evidente que aquí hay algo muy grande. ¿Le contaron al Ingeniero de la muerte del Contador Fresi?
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No, doctor, no hemos querido – dijo Reja – recién hoy el Ingeniero se está recuperando por lo que nos pareció que no era apropiado. Está bien. Sucede que no hemos podido avanzar en ningún caso. Recién hoy nos avisaron que detuvieron a quien fue secretaria del Ingeniero cuando pretendía tomar un vuelo de Ciudad de Méjico hacia Madrid. Estamos haciendo los trámites de extradición, pero es complicado porque los cargos que tenemos en contra de ella tienen muy poco fundamento. Desde que comenzó todo, estoy seguro que el Ingeniero debe tener las respuestas. Supone que mi representado – dijo Tosantos – está involucrado en algún delito. No creo, pero él debe saber por donde comenzar. Sonó el celular del Juez Perdónenme. Si diga. No lo puedo creer. Por favor Inspector, mande personas de su estricta confianza a cuidar al Ingeniero Covielles. En este momento está su médico conmigo y él avisará al hospital. Dirigiéndose al doctor Reja, le dijo Por favor, doctor, avise al hospital que personal de Investigaciones de la Policía va a estar permanentemente junto a la habitación del Ingeniero. Que se aseguren bien que las identificaciones sean las correctas. Los va a acompañar el propio Inspector Marín.
Sin decir palabra, el médico tomó su celular y se comunicó con el Director del Hospital. - ¿Qué sucedió? – preguntó Tosantos - Detuvieron a Dolmos tratando de entrar al país a través del puente de la Represa de Salto Grande y suponen que Laya con algunos de sus hombres lo hayan podido hacer. Si es así, vienen por algo y ese algo puede ser el Ingeniero Covielles. La Central Hidroeléctrica Binacional de Salto Grande es una presa y central hidroeléctrica ubicada en el curso medio del río Uruguay, unos 15 km al norte de las ciudades de Salto (Uruguay) y Concordia (Provincia de Entre Ríos, Argentina). 169
Su construcción aprovecha el desnivel que el río presentaba en la zona denominada "Salto Grande", la cual ha quedado cubierta por el embalse. En el coronamiento se encuentra el Puente Salto Grande, ferroviario y carretero. -
¿Usted cree que podemos estar frente a un intento de secuestro? – preguntó Reja U homicidio. Doctor Tosantos, voy a poner una guardia también para los familiares del Ingeniero. Dígame a quienes y avíseles.
Tosantos le dio los nombres de Alicia, Martín, Patricia, los padres de Patricia y le dijo que ya se iba a reunir con ellos para advertirles. Tomó el celular y llamó a Alicia. - Alicia, dame con Martín. - ¿Pasó algo? No me asustes. - No, es algo que creo que él me puede ayudar. - OK - Martín, la situación se ha puesto algo complicada así que el Juez Mercado ha dispuesto ponerles guardia policial a ustedes, a Patricia y a sus padres. Te animarías, sin armar mucho revuelo, con el pretexto que les voy a contar que estuve con Javier, que en una hora se junten todos donde están ustedes. - Si, no te preocupes. Yo me encargo. Usando el pretexto que le sugirió Tosantos, Martín logró que en media hora todos estuvieran, con ellos, en el departamento de Javier. Cuando el abogado llegó, los encontró a todos con cara de extrañeza. Luego de saludar a todos - Les cuento. Apresaron en Salto Grande a unos de los sospechosos de la muerte del Contador. La Policía cree que pueden haber entrado otros cómplices que no hayan detectado. Por eso, el Juez Mercado dispuso que todos ustedes estén bajo guardia policial. Por favor no se asusten. La policía está detrás de ellos. Solo es por precaución. - ¿Y Javier? – preguntó Patricia. - A él también le han puesto una guardia en el hospital -
El padre de Patricia le preguntó Doctor, ¿Usted cree que a nosotros, es decir, a mi señora y a mi, nos puede pasar algo? 170
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La verdad es que creo que a nadie le va a pasar nada. Quizás ustedes sean los que corren menos peligro, pero se están tomando todas las precauciones.
Todos se pusieron a comentar y a conversar, excepto Patricia que quedó acurrucada en un sillón, con la cabeza baja, sin decir nada. De pronto se levantó - Me voy al hospital. Quiero estar junto a Javier. - No seas loca mujer – le dijo el padre – lo más probable es que ni te dejen entrar. - Yo entro como sea. Papá te dejo el auto. Me tomo un taxi. - Patricia, yo te entiendo – dijo su mamá – pero no es conveniente que una chica como tú se ande exponiendo. - Ay mamá, con la edad que tengo. Ando vestida con jeans y campera. Me llamo un taxi desde aquí y no se discute más. - Déjela – dijo Alicia – a una enamorada no hay como convencerla. Patricia llegó al hospital. Como la reconocieron, no tuvo inconveniente en subir hasta la sala donde estaba Javier. Cuando desembocó en el corredor le impresionó ver a los policías en la puerta de la sala. Estos le pidieron documentación, miraron en una lista y le dijeron que podía pasar. Javier estaba recostado, con los ojos cerrados. De pronto los abrió y, sin decir palabra abrió los brazos y ella cayó en aquel abrazo con el que soñaba todos los días. - ¿Qué haces acá, amor? - Vine a cuidar que no te enamores de alguna enfermera – bromeó Patricia - Esa sonrisa – dijo Javier – es la que me hizo sobrevivir todo lo que pasé. Cuando me sentía perdido, pensaba en tu carita, tus ojos y tu sonrisa y eso me daba fuerza para no aflojar. - Bueno, bueno, pero ahora no tienes que pensar más en eso. Tienes que pensar que vas a hacer conmigo. - ¿Cómo que voy a hacer contigo? - Claro, ¿o acaso crees que te vas a deshacer de mí tan fácilmente? - Eso nunca amor. Dame otro beso. Es el mejor de los remedios
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Los dos se besaban apasionadamente pero con gran dulzura. La enfermera que hacía un ratito que había entrado los miraba como embobada. Carraspeó. - Ay, perdón – dijo Patricia con una sonrisa – estaba tratando de recuperar el tiempo perdido. - Ya veo Ingeniero que tiene una ángel guardián - Usted lo ha dicho. Un ángel. - Vamos a levantarnos y a caminar. Tú puedes ayudarlo – le dijo a Patricia. - Encantada. Javier se levantó. Se sentía mucho mejor y hasta con fuerzas. Patricia lo tomó por la cintura y el le pasó el brazo sobre los hombros y así estuvieron un rato caminando por el corredor bajo la atenta y nerviosa mirada de los policías. - Patricia, ya hizo la noche. ¿Viniste en tu auto? - No, se lo dejé a papá. Me vine en taxi. - ¿Y cómo te vas a ir? - Dígame, caballero, ¿quién le dijo que me iba? - Pero… - Nada de peros. Usted ahora está bajo mi cuidado. Volvieron a la sala porque ya le traían la cena a Javier. La auxiliar le preguntó - Señora, ¿quiere que le traiga algo? - Ay, puede ser, cualquier cosa además de agua. - En un ratito se lo traigo. Cuando se fue, Patricia le ayudó a Javier para que comiera cómodo - ¿Viste? ¡Me dijo señora! -
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Javier se rió No te rías, tienes que irte acostumbrando. Sonó el celular de Patricia Hola, si aquí estamos cenando. El niño se porta bien. Anduvimos caminando y todo. Dile a papá y mamá que me voy a quedar esta
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noche aquí, así no se preocupan. Quieres hablar con Javier. Bueno, un beso. Era Alicia. Te manda besos y dice que te quiere ver en tu casa. ¡Yo también me quiero ir!
Ya habían apagado las luces intensas de los corredores, y en la sala solo había una luz tenue. Patricia se acurrucó en el sillón al lado de Javier tomándole la mano y le dijo - ¿Te das cuenta? Es la primera vez que dormimos juntos Javier se rió y le dijo - Espero que no sea la última. Hasta mañana, mi amor - ¡Lógico que no! Hasta mañana y no te preocupes por nada. Yo te estoy cuidando.
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CAPITULO XXIV
En la mañana, la actividad en la División de Investigaciones era intensa. Los agentes de INTERPOL habían traído desde Salto a Dolmos. El detective Marín no quiso interrogarlo. Quería hacerlo con el Juez Mercado. Se trataba de un hombre muy difícil, que ya habían interrogado y no le habían “sacado” nada. Lo llevaron al Juzgado y el Juez, personalmente, dirigió el interrogatorio. - Señor Dolmos, usted está sospechado del asesinato del Contador Fresi, además de la desaparición del Ingeniero Covielles. - Primero – dijo Dolmos con aire petulante – tráteme como un profesional que soy. Ingeniero Dolmos. Segundo, yo no tengo nada que ver con los hechos que usted menciona. Yo volví al Uruguay porque supe que estaba requerido por la justicia, Usted sabe, señor Juez que soy de nacionalidad argentina, por lo que me podría haber amparado en la justicia de mi país, esperando que pidieran mi extradición. - Tiene razón – contestó el Juez – pero no creo que solo haya vuelto porque la justicia lo requería. - Es verdad, vine para firmar, porque soy la única persona autorizada, el pasaje al seguro de desempleo de todo el personal de la compañía. - ¿Se retira la compañía de nuestro país? - Si. Pero sabe que sobre eso no tengo porque dar razones. - Ingeniero Dolmos, ¿qué hizo antes de viajar al exterior?, me refiero justamente a esa noche. - Estuve disfrutando de buena compañía. - ¿Dónde? - En mi casa, pero no tengo que explicar cuales son mis actividades que no estén relacionadas con lo que usted está investigando. - Es cierto. Dígame, ¿tenía usted una pistola Magnum 9 mm? - Si, dijo bien señor Juez, la tenía. Pero me la robaron. Allí el Juez pensó, “te agarré en esta” 175
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¿Cuándo se la robaron? Hace unos diez días. La tenía en el auto, me rompieron un vidrio y la sacaron de la guantera. Pero usted no hizo denuncia del robo. No, lo dejé pasar. Perdón, Ingeniero. ¿Usted deja pasar un robo de un arma que, además para poseerla se debe tener un permiso especial? Es que, a veces los trámites son tan engorrosos. ¿Cuándo se enteró de la muerte del Contador Fresi? Cuando llegué a Ciudad de Panamá Hay algo que no me convence. Usted toma un viaje a Panamá y dos días después está aquí. La globalización, doctor, la globalización. Oficial, llévese al detenido. Tiene derecho a ver a su abogado.
Dolmos se levantó de la silla, le pusieron las esposas y miró al Juez con una siniestra mirada. En ese momento pensaba: “lo que no pueda hacer yo lo harán otros y yo saldré libre” La policía argentina informó que el doctor Laya y dos sicarios conocidos habían desaparecido de los lugares que frecuentaban, por lo que suponían que habían pasado la frontera hacia Uruguay. El Juez Mercado llamó al Inspector Marín y le pidió que preparara, para la tarde, un careo entre los individuos apresados en Chuy y el ingeniero Dolmos. Quería hacerlo en la misma sede de Investigaciones para no correr riesgos. Esa tarde, en una sala de la Dirección de Investigaciones, entraron primero los dos detenidos en Chuy junto con el Juez Mercado. Un poco después entró Dolmos con su abogado. Cuando los primeros individuos vieron a Dolmos pusieron una cara de asombro. El Juez tomó la palabra - Señores, los hemos citado aquí para confrontar vuestras declaraciones. Señores Viera y Da Rosa, quieren nombrar un abogado que los asesore. - Si señor, ya lo llamamos. Oficio
En ese momento entró un abogado de la Defensoría de 176
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Perdón por haber llegado tarde. Mis representados son los señores Viera y Da Rosa Muy, bien. Podemos comenzar. Señor Viera, ¿conoce usted al señor Mauricio Dolmos aquí presente?, y en caso de ser así, ¿en que condiciones lo conoció? Si, señor – contestó Viera – lo conozco. Él fue la persona que nos pagó para el trabajito que teníamos que hacer. ¡Mentira! – gritó Dolmos – ¡yo nunca vi a ese hombre! Señor Dolmos, le sugiero que se contenga. Doctor Mastaldo le pido, por favor que le explique a su representado, Vuelvo con usted – señor Viera – ¿A qué trabajito se refería? Al que usted ya sabe señor Juez. Cuidar al hombre que llevaron al rancho de la Laguna Negra. Y el señor Dolmos estuvo con ustedes en la Laguna Negra Lógico, si fue él que nos llevó la plata Señor Da Rosa, usted comparte lo que dice el señor Viera. Si señor. Estábamos juntos porque Raúl, es decir, Viera, me fue a buscar para que lo ayudara. Señor Dolmos, tiene algo que aclarar Mi defendido no hará ninguna declaración – dijo el abogado de Dolmos. Bien, pueden retirarse.
Entraron los agentes de la policía, les pusieron las esposas y se los llevaron. - ¿Cuándo sabremos su resolución? – preguntó el abogado de Dolmos. - Esta misma tarde le daré vista de lo actuado al señor Fiscal. En la mañana el doctor Reja le había avisado a Javier que le iban a dar el alta. Que tenía todavía que cuidarse, pero podía hacer una vida normal. Los policías que estaban de guardia le avisaron a Marín del alta de Javier y este les dijo que Javier no saliera hasta que él llegara al hospital. - ¡Ay qué suerte! – dijo Patricia – ahora vas a poder descansar en serio. - Si, mi amor, pero hay algo que me preocupa y mucho. - ¿Qué es? 177
Toda la situación. Esto está muy complicado. Quiero, cuanto antes poder hablar con Jorge. Es muy importante. - Mira, en cuanto lleguemos a tu casa, lo llamamos y hablas con él. - Si, amor, sucede que estoy ansioso por poder volver a hacer una vida normal. - ¡No como la de antes! ¡Ahora estoy yo! Javier la abrazó y la besó. -
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Poco después llegó el Inspector Marín. Ingeniero, mucho gusto. Traje dos coches por seguridad. Usted y la señora irán en el de adelante con el conductor y yo y, en el de atrás, irá otro con cuatro agentes de Investigaciones. ¿Tan necesario es, Inspector? En este momento debemos tomar todas las precauciones. Muy bien
Salieron del hospital, bien abrigados porque llovía y hacía frío y subieron a sendos Corolla blancos, en el orden que había dicho Marín. Marcharon hacia Pocitos hacia el departamento de Javier. Los hombres de la policía de uno y otro coche están conectados por radio. Cuando llegaron a un semáforo que le impedía el paso, del auto de atrás avisaron - Cuidado con la moto BMW gris que les acerca por la derecha. En ese momento, quienes iban en el primer auto ven que el acompañante de la moto saca un arma y les dispara. - ¡Poné la sirena y acelerá a fondo! – gritó Marín. Al mismo tiempo se oyeron tres disparos más. Javier vio que Marín estaba sangrando de la cara. Se asustó y quiso agarrarlo. - No importa, Ingeniero, es una esquirla del vidrio que se rompió. Patricia, acurrucada en el piso del auto sollozaba. Javier la tomó diciéndole que ya había pasado. Mientras el auto se desplazaba a gran velocidad con la sirena abierta, Marín se comunicó con los agentes que estaban en el otro auto. - ¿Están bien? ¿Qué pasó? - Todo bien Inspector. Cuando vimos sacar el arma, los tres les disparamos. Uno de ellos murió en el lugar y el otro está herido. 178
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Son argentinos y el que está herido ya largó todo. Una patrulla va en busca del tercero que nos preocupaba. ¡Felicitaciones! Ténganme al tanto. OK
Llegaron a la casa de Javier. Los agentes que estaban de guardia allí habían escuchado todo por la radio, por lo que uno de ellos estaba en la planta baja esperándolos. Cuando llegaron al departamento de Javier, Alicia y Martín estaban muy preocupados y asustados. Patricia que venía abrazada de Javier llorando se abrazó de Alicia y esta no pudieron aguantar su llanto y se puso a llorar. Ambas se fueron hacia los dormitorios. Javier le contó a Martín lo que habían pasado. -
Llegó Marín y Javier dijo. Inspector, tiene que curarse. Dígame a quien llamamos. Ya llamé a la asistencia. Ya vienen para aquí. Tuvimos mucha suerte. Si, pero fue gracias a su gente. Yo ni me había dado cuenta de la moto.
Mientras lo curaban de un pequeño corte, el detective llamó al Juez Mercado y le narró lo sucedido, agregando que Javier ya estaba en su casa. - Ingeniero – dijo Marín – el Juez que tiene a cargo esta causa me pide que consulte con su abogado para ver si autoriza que él se constituya aquí en su casa a efectos de tomarle declaración y, sobre todo para que no salga de aquí, después de lo sucedido. - Yo no tengo inconveniente, pero déjeme consultarlo con el doctor Tosantos. Tosantos, que ya estaba al tanto de todo, le dijo que no había inconveniente, que arreglaran para la mañana siguiente. Marín le dijo que se lo iba a comentar al Juez. Le aclaró que seguiría manteniendo la guardia para Javier y los padres de Patricia, por cualquier cosa, por lo menos, hasta encontrar al tercer integrante. 179
Una vez que se retiró el detective, Javier y Martín fueron hacia el dormitorio. Cada uno de ellos abrazó a su pareja y así quedaron en silencio un rato. Todos pensaban la suerte que tenían de estar juntos pudiéndose dar fuerzas unos a otros. -
Luego, Javier preguntó Alicia, ¿Dónde está mi Notebook? ¿Ya tienes que empezar a trabajar? – dijo Patricia con el ceño fruncido. No es trabajo, mi amor, solo quiero ver lo que tenía anotado antes de irme a Colonia. Está bien, pero solo eso, ¿si? Te tienes que cuidar y cuidarme a mí.
Una vez que tuvo la Notebook, estuvo buscando archivos y cierto momento exclamó - ¡Aquí está todo! El único que se animó a preguntar fue Martín - ¿Qué encontraste? - Todo lo referente a las importaciones. Yo sabía que las diferencias entre lo facturado y las declaraciones estaban en algún lado. Es difícil de explicar, pero seguro le será de gran utilidad al Juez. - Bueno, ya está – dijo Patricia – ahora vamos a sentarnos a tomar algo y después Alicia y yo preparamos algo de comer Todos rieron, pensando que ninguna de las dos sabe cocinar Más tarde, se fueron todos a acostar. Patricia llamó a sus padres avisándoles que estaba en casa de Javier y que se quedaría allí. - Voy a tener que acostarme con Javier, pero no piensen mal, solo porque no hay otro lugar – dijo Patricia - ¿No querés acostarte conmigo y que los hombres duerman juntos? - Estás loca, mala amiga – contestó riéndose. Javier, agotado, ya estaba acostado cuando apareció Patricia vestida con un jogging. 180
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Debes perdonarme, amor, pero me puse lo más sexy que encontré.
Riéndose, Javier abrió la cama - Tú lucís sexy siempre no importa la ropas que tengas. Ella se metió en la cama y, entonces, ambos tuvieron una verdadera noche de pasión. Luego se quedaron dormidos abrazados. A la mañana siguiente, Patricia apareció en la cocina donde ya estaban Alicia y Martín. Alicia saltó de su banqueta y le dijo arrastrándola hacia el living - Patricia, vení acá y contame todo lo que pasó. Perdoname Martín pero son cosas de mujeres. - Ay, mujer, que quieres que te cuente. Fue una noche soñada. Creo que ambos nos la merecíamos pero, por favor, no le comentes nada a tu hermano, sabes que no le gusta contar intimidades. - No está bien Alicia la abrazó fuertemente - ¡Qué suerte Patricia! No sabés que feliz soy viéndolos juntos. - ¿No hay desayuno en esta casa? – Se oyó la voz de Javier Allá se fueron ambas mujeres hacia la cocina Cuando habían terminado desayunar llegaron Tosantos, Marín, el Juez Mercado y un auxiliar con una Notebook. - Ingeniero – dijo el Juez – sé que usted ha pasado por una fea experiencia, pero es nuestro deber continuar adelante con la investigación. Además del ataque que sufrieron ayer, tenemos un asesinato y muchas cosas que aún las tenemos como presunciones, sin que hallamos podido detectar dónde está la base de todo esto. Por eso le pido que trate de recordar lo que ha pasado y todo aquel detalle que, aunque le parezca sin importancia, pueda vincularse a estos hechos. - Si, doctor, entiendo su preocupación que también es la mía. Voy a tratar de relatarle en el orden que sucedieron las cosas, aún cuando, algunas de ellas no estén bien colocadas en el tiempo. - No se preocupe por eso. Es probable que en algún momento lo interrumpa para hacerle alguna pregunta. 181
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La Compañía comenzó a trabajar en el país a partir de 1998. En ese entonces tomé a cargo la dirección. La Casa Matriz estaba instalada en el estado de Illinois en Estados Unidos. Tuvimos muchas dificultades para asegurarnos una buena participación en el mercado. Pudimos, no sin gran sacrificio, sortear la crisis del 2002. Si bien las ventas efectuadas no eran de gran volumen, servían para mantener a la Compañía en el mercado. En el año 2006, nos comunican que a CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay) la había comprado una empresa de origen mejicano y que, desde ese momento pasábamos a depender de ellos. ¿Hubo algún cambio en la operativa? Los cambios que normalmente se producen al depender de otra empresa con diferentes directivas. Lo que si me comenzó a llamar la atención era la importación, en asociación con la filial Argentina, de maquinaria que quedaba en Zona Franca o en tránsito. Otro de los hechos que me llamaron mucho la atención es que nos obligaban a presentarnos a licitaciones con precios por debajo del costo. Además, algo que nunca había sucedido antes, debíamos exportar las maderas de los embalajes, lo que hacía muy complejo el despacho de las importaciones ya que había que declarar “en tránsito” la madera. Según nos decían era bajar los costos, lo que era muy relativo porque la exportación tenía un costo muy alto. Frente a la pregunta de porque había que hacerlo así era que había que ganar las licitaciones a como diera lugar y esa la manera más práctica que se había encontrado. Quiero agregar, además, que la maquinaria que importamos después del 2006, no era necesariamente de la misma marca siempre, como sucedía antes, sino que venían mezclada de diferente procedencia. ¿Este proceder le hizo pensar en algún ilícito? Si, en realidad, me parecían cosas muy raras más cuando comenzaron a darnos la idea que la filial en nuestro país debía desaparecer. ¿Qué beneficio podría traer eso para la Compañía, de acuerdo a su parecer? Según me dijo el doctor Ramírez López, la operativa en Uruguay era muy costosa y no justificaba mantener una filial aquí. Esto suscitó varias discusiones entre el doctor y yo, por lo que relataba anteriormente: si vendíamos por debajo del costo y luego 182
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debíamos exportar el embalaje de madera, era lógico que nuestra operativa no diera las utilidades esperadas. ¿Y hacia donde exportaban los embalajes? Normalmente hacia Estados Unidos o también diferentes países de Europa Muy bien – dijo el Juez – lo que nos acaba de relatar amplía, y mucho, lo que ya hemos investigado. Ahora concentrémonos en su “desaparición” Bien. Desde hace un tiempo supongo un mes atrás, comencé a sentir terribles dolores de cabeza y un malestar constante. Si bien varios amigos me recomendaban ver un médico, como soy bastante reacio a ver médicos, me resistí. Lo atribuía al exceso de trabajo. Cuando me reuní, en Colonia, con el presidente de la Compañía, tuve una discusión muy fuerte. ¿Se puede saber cuál fue la razón? Si. Tal como le relaté anteriormente, según él nuestra filial tenía fuertes pérdidas y había que liquidarla de inmediato. A mí, según la información dada por el Contador Fresi, me daba que existía un superávit financiero por arriba de los dos millones de dólares. ¿A qué atribuye su desaparición? Lo único que se me ocurre es que no siguiera adelante con mi investigación y, al no estar yo, podían “manejar” las cifras a su gusto. Ingeniero, según sus médicos, usted estuvo sometido a la ingestión de fuertes alucinógenos. ¿Recuerda algo de eso? Vagamente. Lo único que no me puedo quitar de la cabeza y que suena ridículo, es que en algún momento pasó como si hubiera viajado en el tiempo y hubiera estado en 1777, cuando los españoles conquistan Colonia del Sacramento. ¿Y usted piensa que no puede ser efecto de los alucinógenos? Sé, de acuerdo a lo que me dijeron los médicos y a lo que he leído, que los alucinógenos no tienen efectos muy prolongados y que, además, en las alucinaciones se ven en formas extrañas, colores nunca vistos, etc. y yo recuerdo personas de carne y hueso y el trato que me dieron. Volvamos un poco atrás. Si lo que querían era mantenerlo fuera de acción por un tiempo, ¿cómo explica el atentado sufrido ayer? La verdad no me lo explico. Solo que la situación se haya complicado tanto que, presumen que yo tengo datos que puedan 183
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comprometerlos. ¿Pero matarnos a Fresi y a mí?, no me lo explico. Justamente es por eso que seguimos adelante. Ingeniero, le agradezco su amabilidad. Espero no tener que volver a molestarlo. Doctor, cuando usted quiera, yo estoy a la orden.
La entrevista había sido larga y Javier había quedado agotado. Como Tosantos también se había marchado, aparecieron en el living Alicia y Patricia. Martín había salido a buscar algo de comer porque Felicia no podía venir hoy. - Ay, mi amor que cara tienes – dijo Patricia – no quieres acostarte un rato antes de almorzar. - Claro – dijo Alicia – andá acostarte, pero solito, eh! - Mala – dijo Patricia, ruborizándose. - No, no es necesario. Vení amor, sentate a mi lado. Necesito alguien que me cuide. - Ya veo que estoy sobrando – bromeó Alicia. - Javier – dijo Patricia – tengo algo importante que hablarte. No, no te asustes. Ahora, hace un rato, estuve hablando con papá y me preguntó si ibas a seguir en la Compañía. Le conté como estaban las cosas y me dijo que quiere hablar contigo. - ¿Será que tengo que ir a pedir la mano de su hija? - No seas bobo. Supongo que se trata algo de trabajo. - Está bien. La verdad es que quiero descansar un poco y además saber si termina toda esta locura. Y decime, amor, ¿tu trabajo? - Pedí licencia. Nunca me tomo un descanso. Te voy a decir: no se si vuelvo - ¿Por? - Porque te tengo que cuidar y no lo puedo hacer si estoy trabajando. - Vení, dame un beso que quiero abrazarte. Te voy a contar algo. - ¿Yo puedo escuchar? -
En ese momento entró Martín Vení Martín que Javier le va a contar algo a su amor Mirá que eres metida – dijo Martín – Dejalos que estén solos.
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Ah, si. Cualquier día me pierdo un chusmerío y más si viene de mi hermano Estando los cuatro sentados en el living, Javier dijo Bueno, ¿puedo continuar? ¿Te acordás cuando me llamaste estando yo en Colonia? Claro que me acuerdo. Tu voz sonaba como desde otro mundo. Bueno, cuando cortamos me quedé pensando: “¿por qué no estará Patricia aquí? Necesito a alguien que me cuide y me mime” ¿Y por qué no me lo dijiste? Me hubiera ido de inmediato. ¿No sabés cómo es mi hermano? Parece tan extrovertido y es súper tímido. Si, es cierto. Me tuve que declarar yo – dijo Patricia riendo Vamos a comer. Traje cosas muy ricas – dijo Martín.
Al llegar al juzgado, el doctor Mercado tenía varias novedades. Habían capturado al doctor Laya intentando salir del país a través del Ferry en Colonia. Si bien no había querido declarar, lo detuvieron por posesión de documentación falsa. Se agregó, además, la declaración que había hecho el individuo que conducía la moto cuando atentaron contra la comitiva que trasladaba a Javier. También le comunicaron el hallazgo de la pistola con que habían matado al contador Fresi. Pero lo más llamativo fue que existía una denuncia que en un sitio cercano a la ciudad de Lascano, en el departamento de Rocha, había un galpón que había sido alquilado hasta fin de año y que, luego de existir gran movimiento, hacia ocho días que no se veía a ninguna persona y además los portones del galpón estaban entreabiertas. La policía de la localidad de Lascano había concurrido al lugar encontrándose, según relataron, con sofisticados equipos de filmación y audio además de un poderoso equipo electrógeno. Por esta razón, frente a lo extraño del hallazgo solicitaron la colaboración a Policía Técnica de la Dirección de Investigaciones. Frente a esta solicitud, Marín decidió, luego de comunicárselo al Juez, viajar al lugar del descubrimiento junto con técnicos. 185
El juez Mercado decidió que se hiciera un nuevo careo, pero ahora entre Dolmos y Laya. Ambos asistieron a la sede judicial bajo estrictas normas de seguridad. Mercado estaba seguro que con las declaraciones de Javier, podía encontrar más evidencias que lo llevaran a saber quien era el autor del asesinato y cuáles eran las reales operaciones de la Compañía en el país. Ambos indagados entraron a la sala acompañados de sendos abogados, Mastaldo por Dolmos y Martínez por Laya. La primera pregunta que hizo el Juez los desconcertó a los dos - Cualquiera de ustedes dos, señores, ¿pueden explicarme cuáles eran los objetivos de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay), luego de haber cambiado de dueños? -
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El primero en adelantarse a responder fue Laya Perdón, pero yo no estoy enterado que la Compañía haya cambiado de dueños. ¿Cuál es su opinión, ingeniero Dolmos? Comparto la opinión del doctor Laya. Nunca se habló de cambio de dueños. Quizás se deba a una confusión. Explíqueme, por favor, ¿cuál es esa confusión? La Compañía, que sigue teniendo su casa matriz y fábricas en los Estados Unidos, designó una presidencia para América Latina con sede en la Ciudad de Méjico. Sin embargo – dijo el Juez – tengo la información, sobre que esa venta se efectuó en el año 2006. Mi representado no tiene porqué saber si se trató de una venta o una concesión – intervino el abogado Martínez. Lo mismo digo – asintió Mastaldo. Muy bien – dijo el Juez – ¿quién de ustedes dos mató o mandó matar al Contador Fresi? Señor Juez – dijo en abogado de Laya – se está presumiendo de la intervención de mi representado en dicho asesinato. Que nosotros sepamos, se trató de un simple intento de robo que terminó en asesinato. Repito las palabras de mi colega – dijo Mastaldo. 186
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El Juez ya había procesado con prisión a Dolmos por lo que le dijo que se retirara. Ahora le interesaba aclarar la situación de Laya. - Señor Laya, usted entró al país ilegalmente. Eso ya constituye un delito. ¿Es consciente de eso? - Soy un profesional – señor Juez – entiendo perfectamente lo que me dice - Podría explicarnos las razones de porqué lo hizo. - No tengo nada que declarar. -
El Juez, dirigiéndose al auxiliar Haga entrar al señor Félix Domínguez
Domínguez entró a la sala acompañado de un defensor de oficio. El doctor Laya quedó pálido. Nunca había imaginado que Domínguez había sobrevivido al intento de asesinato de Javier. Según la información que Dolmos le había dado, ambos sicarios habían muerto. - Señor Domínguez, ¿conoce al señor Laya? - Si, señor. - Cuéntenos, por favor en qué condiciones conoció al señor Laya - Este hombre – dijo señalando a Laya – junto con otro que recién vi salir de aquí, nos contrataron, en Buenos Aires Laya saltó sobre Domínguez para pegarle y hacerlo callar, trenzándose en una pelea en el suelo, lo que causó un gran tumulto. El Juez llamó a los policías para que impusieran orden. El doctor Martínez se quedó acurrucado. Nunca esperó que sucediera esto. Evidentemente esta situación agravaba en mucho la situación de su defendido. Una vez que pudo restablecer el orden, el doctor Mercado dio orden que se llevaran a Laya, para proseguir el interrogatorio solo con Domínguez. -
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Tranquilícese, señor Domínguez. Cuando usted me diga proseguimos. Podemos seguir ya. Este hijo de puta nos contrató, no nos pagó lo que había prometido, mataron al “Laucha” y todavía se hace el matón. ¿Para qué los contrató? Teníamos que matar a una persona que iba a salir de un hospital. Ellos dos nos suministraron una moto, nos dieron las armas y nos guiaron hasta el hospital. Nos dijeron que era un trabajo 187
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fácil. Cuando los autos salieron del hospital nos indicaron cuál era el hombre. Nos dijeron que no importaba si matábamos a alguien más y que no nos preocupáramos por escapar porque ellos venían atrás. Lo que habían planeado era que, en el tumulto del tiroteo, ellos nos levantaba en el auto y nos rajábamos. Pero cuando vieron al “Laucha” en el piso los que rajaron fueron ellos, ¡puta que los parió! Cuando usted se refiere a ellos, ¿quiénes eran? El que recién estaba aquí, que se hacía llamar “doc” y el otro que salió antes que lo llamaban Mauro. ¿Y cómo entraron ustedes al país? Según lo que ellos habían planeado. Mauro trataría de entrar por Salto Grande. Como estaba requerido, eso iba a causar revuelo y como era una noche oscura, un baqueano nos hizo cruzar el río en un bote, creyendo que éramos contrabandistas de poca importancia. Así cruzamos yo, el “Laucha” y el hijo de puta del “doc”. Bien, puede retirarse.
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CAPITULO XXV
Luego de haber pasado por tantos problemas, Javier tenía que ordenar su cabeza. Continuamente se hacía preguntas: ¿Por qué querían hacerlo desaparecer? ¿Se habían enterado que él estaba investigando? Si él nunca se lo había comentado a nadie, ¿quién podría haberse dado cuenta? En ese momento se acordó de un hecho al que no había dado importancia. Un día, a fines del mes de mayo, él había llevado su Notebook a la oficina. Al salir a almorzar la dejó sobre su escritorio. Cuando volvió, Claudia, su secretaria, le dijo que había apagado la Notebook porque la había dejado encendida y sin bloquear. A él no le llamó la atención y, además, le agradeció a su secretaria. ¿Podría haber sido ella que, hurgando en su Notebook, hubiera descubierto algo comprometedor de lo que él sabía? Enseguida se dijo: no, siempre fue una chica muy dedicada a su trabajo y muy atenta. Mientras él estaba sumido en sus pensamientos, Patricia lo miraba. No quería interrumpir. Conocía muy bien esa cara de concentración desde que estudiaban juntos. De pronto, Javier se dio cuenta que ella lo observaba - ¿Qué hacés mirándome el lugar de mimarme? - Te conozco muy bien, Javier. Me di cuenta que estabas pensando algo muy importante. ¿Puedes contarme que era? Javier le contó que tenía muchas preguntas a las que no encontraba respuesta. Sobre todo estaba muy preocupado por el carácter violento que había tomado todo el proceso. Ella lo escuchó sin decir palabra. Cuando terminó, Patricia le comentó - Javier. Por más que te esfuerces es muy difícil que tú solo puedas descubrir algo. Es probable que por alguna actitud tuya, se hayan dado cuenta que estabas averiguando algo que ellos no querían que supieras. 189
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Tenés razón. Pero, ¿qué es? Bueno, está bien, pero no quiero que sigas pensando en eso. ¿Qué te parece si vamos a casa de papá y mamá? Alicia y Martín se fueron al cine y no creo que vengan a cenar. OK, es una buena idea.
Al llegar al departamento de los padres de Patricia, estos los recibieron abrazando a los dos efusivamente. - ¡Qué alegría tener a los dos aquí en casa! – dijo la madre de Patricia - Parecía que esto nunca iba a suceder – dijo el papá.. - Y, ¿cómo se llevan? ¿Siguen, no? – dijo la señora. - Mamá – dijo Patricia – no empieces -
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La madre se rió y le hizo una guiñada a Javier. El que estoy más contento soy yo. No se imaginan lo que añoraba estar con gente linda como ustedes. Además, Patricia ha sido mi salvación. Su amor y su dedicación me han devuelto la vida. Ay, Javier – no exageres – dijo Patricia ruborizándose. Bueno, chicos, ¿que les parece si tomamos algo y charlamos un rato? Mamá, dile a Julia que nos traiga hielo. Si, querido
El departamento de los Rutmani es en un sexto piso sobre la costanera en Pocitos con una espléndida vista al mar y un amplio living amoblado con muy buen gusto. La charla se prolongó por un largo rato. En todo momento, tanto el matrimonio Rutmani como Patricia, evitaron hablar de los problemas que había pasado Javier. El padre de Patricia le ofreció a Javier hacerse cargo de la administración y explotación de los campos de su propiedad. - Mira – le dijo – te conocemos hace años. Sabemos que eres muy capaz y que además has estado administrando diversas empresas. Además, yo ya estoy con ganas de retirarme y solo podría confiar en una persona como tú.
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Patricia lo miraba con una sonrisa y con los dedos cruzados detrás de su espalda. - Agustín, es un honor que me ofrezcas esto. No sé si lo haré tan bien como tú, pero lo voy a intentar. Patricia saltó de su asiento y lo abrazó y lo besó repetidas
veces - Ay amor, tenía miedo que no aceptaras. Hasta temía que esto nos separara. Yo ya se lo había dicho a papá, que si no aceptabas yo me iba contigo donde tú fueras. - Mi amor, ya no habrá más nada que nos separe.
Siguieron hablando sobre las condiciones en que se encontraba la plaza agropecuaria, cuáles eran lo ítems de mayor rendimiento etc. Javier preguntó - Y esta niñita, ¿qué va a hacer? - Ella quiere acompañarte – dijo el señor Rutmani – Sé que las parejas que trabajan juntos, a veces, tienen problemas, pero estoy seguro que no será el caso de ustedes. Patricia los miraba como embobada y a la mamá se le caían las lágrimas. Cenaron los cuatro y siguieron charlando sobre proyectos para llevar adelante. - Bueno, se ha hecho tarde – dijo Patricia – mejor nos vamos - No te olvides que tienes padre y madre – dijo la señora Rutmani – parece que te tienen muy ocupada. - Ay mamá no seas celosa. Sabes que no voy a estar ni un segundo lejos de Javier. Ya pasamos mucho tiempo separados. - No te preocupes – Florencia – yo la cuido muy bien. Luego de saludar, salieron los dos hacia la casa de Javier. Al llegar, Patricia estaba feliz y no hacía más que hablar de los proyectos. Javier dijo que había quedado sorprendido por la confianza del señor Rutmani y feliz de encarar otra actividad que no tuviera nada que ver con la anterior. Se acostaron porque hacía frío y todas las emociones cansaban algo a Javier.
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Detenida en Ciudad de Méjico, Claudia había sido extraditada por tener su visa vencida. Como INTERPOL tenía el pedido de detención, la trasladó, tan pronto llegó a Montevideo en un vuelo procedente de Panamá, a la sede judicial para ser interrogada. Sus familiares estaban asombrados y se preguntaban el porque del trato recibido. Le pidieron al doctor Ernesto Zaquieres, amigo de la familia, que la acompañara. El abogado ya estaba en el juzgado cuando Claudia llegó. Por el carácter de detenida no pudo hablar en ese momento con el abogado lo que aumentó el nerviosismo de la mujer. Entró a la sala de interrogatorios y, entonces pudo entrar su abogado. - Señorita Pérez. ¿Supongo que usted está al tanto de lo sucedido antes de que se ausentara del país? - Si, doctor - Podría relatarnos que sabía. - Me había enterado de la desaparición de mi jefe, el Ingeniero Covielles y, más tarde de la muerte del Contador Fresi. - ¿Tiene usted alguna vinculación con esos hechos? - Se está presumiendo de su vinculación – intervino el abogado de Claudia. - Lo haremos de otra manera. ¿Por qué abandonó el país en el mismo vuelo del señor Ramírez López? - Me tenía que tomar unas vacaciones y dio la casualidad que teníamos pasajes en el mismo vuelo. - Sin embargo, su pasaje y el del señor Ramírez López fueron reservados al mismo tiempo desde una computadora de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay) - Si, si, pero… En ese momento se echó a llorar. El abogado no sabía que hacer ya que, al no haber podido hablar con ella antes del interrogatorio, no podía proceder. - Cálmese – dijo el Juez – solo estamos haciendo algunas preguntas sobre hechos que no hemos podido aclarar. dijo
Claudia, hablando en forma entrecortada por sollozos, 192
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En el mes de mayo, por casualidad, leí en la Notebook del Ingeniero Covielles, una serie de informes sobre las importaciones de la Compañía. Yo no entiendo mucho de importaciones, pero había comparaciones de precios de costo y precios de venta, diferentes pesos de los contenedores, exportaciones y otras cosas que no recuerdo. Tomé un pendrive y lo copié. Más tarde se lo mostré al Ingeniero Dolmos. Él me dijo que eso valía mucho, que él lo iba a guardar. ¿Usted guardó una copia? Si. Más tarde se la mostré al doctor Ramírez López. Él me dijo que no hablara con nadie del problema. Me dijo: “el Ingeniero está muy enfermo pero no quiere cuidarse, así que cuando le sirvas café, ponle unas gotas de este remedio. Eso lo va a curar. Pero no le digas nada, sino se va a enojar contigo”. Me dio el remedio, además una cantidad de dólares me dijo: “por portarte bien”. ¿Y lo hizo así? Yo le servía varios café al día al Ingeniero y, cada vez le ponía las gotitas. A mi me pareció que se iba desmejorando, pero se lo atribuí a la enfermedad que me había dicho el doctor Ramírez López. ¿No sabía que era lo que estaba suministrando? No hasta la noche que mataron al contador Fresi. Allí me dijeron que el remedio que le había estado dando al Ingeniero Covielles era un veneno que lo “sacaría del medio”. Esa noche quedamos en la Compañía, el doctor Ramírez López, el doctor Laya, el Ingeniero Dolmos y yo. Entonces me dijeron que la muerte de Fresi podría complicarnos por lo que era necesario que nos fuéramos del país. Me dieron unos cinco mil dólares, el Ingeniero Dolmos me llevó hasta casa para que recogiera mis cosas y luego tomamos un remise y nos fuimos al aeropuerto. Estando en Ciudad de Méjico, ¿volvió a ver a Ramírez López? No, no vi a nadie y como la plata se me iba acabando, decidí volar a España donde tengo familiares, pero no pude.
En ese momento Claudia parecía que se había sacado un peso de encima. Evidentemente no le importaba ir presa con tal de sacarse eso que la había estado atormentando. - ¿En qué calidad queda mi defendida? – dijo el abogado de Claudia 193
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Quedará detenida bajo un cargo de robo de documento privado. Cuando se le de vista al Fiscal, se sabrá si es procesada o no.
Una vez que se retiraron Claudia y su abogado, sonó el celular del Juez. Era el detective Marín. - Doctor, lo que hemos encontrado es muy extraño. Es todo un set de filmación, con pantallas, escenarios muy bien armados. Sin temor a equivocarme esto podría ser lo que usaron para engañar al Ingeniero Covielles. Me parece que sería necesario que viajara el Ingeniero para identificar lo que él vio. - Muy bien, Marín. Me comunico con el doctor Tosantos y le comento. ¿Usted y su gente pueden quedarse allí hasta mañana? - Si, doctor, no hay problema - OK, yo lo llamo en un rato. Ni bien cortó la comunicación, lo llamó a Tosantos y le comentó lo dicho por Marín. Tosantos le contestó que ya estaba contratando un helicóptero para trasladarse en la mañana hasta el lugar. El abogado llamó a Javier. Sabía que era algo tarde, pero era importante. - Jorge, para que llames a esta hora, debe ser importante. - Javier, tenemos que viajar a Lascano mañana temprano en helicóptero. Descubrieron algo que te puede resolver todo. - ¿En Lascano? - Si, mañana a las 8 te paso a buscar - Oíme, Jorge, ¿hay lugar para otra persona? - Si, no te preocupes, con todo lo que hizo por ti no la podés dejar fuera. - OK. Te espero. - Amor, mañana nos vamos de paseo a Lascano. Parece que descubrieron algo que quieren que yo vea. A las 8 AM en punto estaba el doctor Tosantos esperándolos en la entrada del edificio. Patricia y Javier se habían vestido de jeans, sweater y campera, con calzado deportivo. Ella estaba más bonita que nunca, con una sonrisa espléndida, parecía mucho más joven. Él, a pesar de ser más introvertido, también lucía muy alegre y como un chico con su novia tomados de la mano. Se fueron hasta el aeropuerto Internacional de Carrasco donde los esperaba un helicóptero Bell 212 194
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alquilado por Tosantos. Abordaron el mismo y salieron rumbo a la ciudad de Lascano Lascano es una ciudad situada al norte del departamento de Rocha, situado al este del Uruguay. Está rodeada por importantes bañados y humedales del este del país que favorecen la plantación de arroz. Por esta razón la ciudad cuenta con las dos de las plantas arroceras más importantes del país. Está a una distancia de 260 Km. de Montevideo y a 100 Km. de la capital departamental. Una hora y diez minutos más tarde sobrevolaban el destino para aterrizar en uno de los helipuertos de las plantas arroceras. Allí los esperaba el Inspector Marín en una van para llevarlos hasta el lugar encontrado. En el camino, Marín no quiso adelantar nada, a pesar de las preguntas de Tosantos y de Javier. Llegaron hasta un enorme galpón. Afuera de él los esperaba el personal de Policía Técnica de Montevideo a los que se le había unido el Jefe de Policía departamental y personal de la Policía Técnica de Rocha. Ante tanto despliegue, tanto Javier como Tosantos y, sobre todo Patricia quedaron sorprendidos. Al bajarse de la van, el Inspector Marín les dijo - Creo, sin lugar a dudas que hemos encontrado un eslabón muy importante en todo este caso. Sugiero, si ustedes no se oponen, que, inicialmente, entren el Ingeniero Covielles con mi gente. - No hay problemas si usted lo dice – contestó Tosantos. Entraron al galpón Javier, Marín y el personal de Policía Técnica. Javier se llevó tal impresión que el detective lo tuvo que sostener de un brazo. Allí, en ese galpón estaba el casco histórico de la ciudad de Colonia. Estaba el cuarto con paredes de piedra y la cama donde lo habían tenido cautivo. El patio donde lo bañaban no era más que una proyección sobre pantallas tridimensionales.
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De pronto, Marín hizo una señal, se hizo de día, dentro del galpón y, como a lo lejos se divisaba el Río de La Plata y los navíos españoles. En una especie de camarín se encontraban disfraces de personajes de la marina española de la época de la conquista. Javier se encontraba algo perturbado, por lo que pidió para salir. Cuando salió, tanto Patricia con Tosantos se alarmaron. - ¿Qué pasó, mi amor? - Javier, te encontrás bien. - Si, si, pero quiero que ahora entres tú Jorge, no me cabe en la cabeza lo que puede haber pensado quien hizo esto. - Cuéntame, mi amor, que pasó. - Allí dentro está representado todo lo que yo creía haber imaginado. Han preparado un set de cine perfecto, con escenografía y todo para hacerme creer que estaba en 1777. - Pero, ¿para qué? ¿Qué perseguían haciéndote esto? - No tengo idea. Vamos a esperar lo que dictamine la policía y la opinión de Jorge. Una vez que el detective y el abogado salieron del galpón, les dijeron a Patricia y Javier, que se iba a reunir, junto con el Jefe de Policía de Rocha y el personal de Policía Técnica, en la Comisaría de la ciudad de Lascano. Al rato estaban todos reunidos para establecer una videoconferencia con el Juez Mercado, con el equipamiento que había traído Policía Técnica. - Doctor – dijo Marín – lo que hemos encontrado es realmente sorprendente. Lo dejo con el Ingeniero Covielles quien puede relatarle con mayor precisión. - No se, doctor, como describir lo que han encontrado – dijo Javier – Es como si hubieran trasladado el casco histórico de la ciudad de Colonia, reconstruido, hasta este galpón. No tengo ninguna duda que fue aquí donde pasé tantos días recluido. - Ingeniero – dijo el Juez desde Montevideo – ¿aún no puede determinar cuál fue la causa de su secuestro? - La verdad que lo único que se me ocurre no es muy feliz: querían matarme. De cualquier manera y, fuera de broma, era mucho más fácil de otra manera y no armando todo este “teatro”, por eso es que no puedo sacar ninguna conclusión. 196
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Inspector Marín, ¿encontraron algún rastro que pueda identificar a alguien? Doctor, hemos efectuado un relevamiento de todo el lugar con fotografías, planos, huellas, etc. Una vez en Montevideo, creo que podremos avanzar. El señor Jefe de Policía de Rocha se encargará de hacer trasladar todo el material que será cuidadosamente guardado en cajas. Ya solicitamos la colaboración de la División de Ejército quien facilitará el camión y personal para el cuidado del material. Bien hecho, Marín. Los saludos a todos.
A Patricia, Javier y Tosantos los trasladaron hasta el helipuerto. Allí abordaron el helicóptero para volver a Montevideo. Todo el viaje y aún después de haber llegado, Javier había estado muy callado. Volver a ver todo aquello lo había afectado bastante. Tosantos los dejó en el departamento de Javier y Patricia le preguntó - Mi amor te he visto muy mal. Muy callado. ¿Qué pasó? -
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Él, después de besarla con gran pasión Sabes, me volví a ver en ese lugar. No te imaginás las circunstancias vividas. Lo denigrante que fueron algunos hechos. Ver todo aquello fue volver a vivir lo mismo. No sé cómo lo pude resistir y no me maté antes. Ay Javier – dijo Patricia abrazándolo y acariciándole la cabeza – s lo mejor es que ya sabes que lo que pasó fue una gran mentira. Ahora estás conmigo y tenemos una vida hermosa por delante. Javier levantó la cabeza y exclamó ¡Pero qué idiota soy! Me asustaste. ¿Qué pasó? Justamente lo que querían era que me suicidara. De esa manera podrían acusarme de todo lo malo que ellos hubieran hecho. Dirían que apesadumbrado por el peso de las culpas y como estaba medio desequilibrado, había terminado suicidándome. Como no lo lograron, me mandaron matar, pero la gran pregunta es ¿por qué habrían de querer matarme? ¿Qué hay detrás de todo esto? Tiene que ser algo muy grande. Per eso es macabro. ¿A quién se le pudo ocurrir? Habrá que averiguarlo. Voy a llamar a Jorge para contárselo. 197
Mientras Javier hablaba con el abogado, Patricia le contaba a Alicia y Martín, todo lo que habían visto y las conclusiones de Javier. El Juez Mercado había recibido una comunicación de parte de INTERPOL que decía que habían detectado la entrada de sicarios mejicanos en Uruguay. Si bien no tenían certeza de cual sería la misión de estos, no sería difícil que se tratara de gente contratada para matar al Ingeniero Covielles. Esto lo sorprendió mucho al Juez. Evidentemente estaban frente a una organización mucho más grande de lo que se trataba en un principio. Se comunicó con el Inspector Marín, que ya estaba en Montevideo. Le transmitió lo que el doctor Tosantos le había contado sobre la conclusión a la que había llegado Javier. Le dijo, además, de la comunicación de INTERPOL y le pidió que se reunieran en el Juzgado. En el despacho del Juez se encontraban el Inspector Marín, dos oficiales de INTERPOL y el doctor Mercado. - Creo que este asunto ha sobrepasado nuestras posibilidades – dijo el Juez – Debe tratarse de algo a nivel internacional que tuvo como base, por casualidad, supongo, a nuestro país. La entrada al país de individuos dedicados a matar le llevaba a pensar que todos y, sobre todo el Ingeniero Covielles y sus allegados están en verdadero peligro. Lo que más me preocupa es no saber qué es lo que buscan, qué es lo que puede saber el Ingeniero Covielles y no haber podido determinar, más allá de la sospecha, quien mató al contador Fresi. - Todo lo que tenemos son cabos sueltos – dijo Marín – Quizás si supiéramos que buscan, estaríamos sobre una pista más firme. - Si, es cierto. Ahora hay algo en las declaraciones del Ingeniero Covielles que me dejó una pregunta. ¿Cuál es el interés de la Compañía de exportar la madera en que viene embalada la mercadería? - Procedamos a investigar qué sucede con la madera – dijo uno de los agentes de INTERPOL. - Bien – dijo el juez – Marín encárguese de ponerle custodia a los allegados al Ingeniero. Ustedes de INTERPOL, pidan colaboración a la DEA para investiga a Ramírez López y a todos los directores de CAMB MACHINERY & CO. LTD. (Uruguay). Es evidente que tenemos entre manos un caso de estupefacientes 198
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o lavados de activos. Yo me voy a encargar de comunicar al Fiscal de Aduanas que confisquen lo contenedores que está en el puerto y saquen muestras de la madera de los embalajes para analizar. Javier recibió con angustia y temor el anuncio de tener guardia personal otra vez. No se había olvidado del atentado anterior y tenía mucho miedo por Alicia, Patricia, Martín y los padres de Patricia. Por eso pidió guardia personal para todos. -
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Cuando Patricia se enteró, entró en una depresión. Yo pensaba que estaba todo terminado. Que podíamos comenzar una nueva vida. Javier, ¿por qué está todo en nuestra contra? No es que esté en nuestra contra, mi amor, sucede que, sin darme cuenta o si, metí la nariz en algo muy grande. Hasta no saber qué es no va a terminar. Pero quedate tranquila, todo se está moviendo para resolverlo lo más pronto posible. Tengo que contárselo a Alicia y Martín.
Después de haberles contado cual era la nueva situación, ellos quedaron muy preocupados, ya que en los próximos días tenían que volverse a Nueva York. Javier le comento este hecho a Tosantos y él le dijo que trataría de ver cual era la mejor posibilidad. Estando todos reunidos en el departamento de Javier, incluso los padres de Patricia, llamó Jorge Tosantos. - Javier, lo de Alicia y Martín está solucionado. Como son funcionarios de Naciones Unidas, los acompañarán en el viaje dos agentes de FBI. Solo tienen que avisarme qué día viajan. - Gracias Jorge. Es un alivio para mí Cuando les comentó a todos, Alicia dijo que ella no se iba hasta que no se resolvieran los problemas. Entre todos la convencieron que era más fácil que estuviera lejos. Menos probabilidades para que pudieran chantajear a Javier. Luego de un rato de discusiones, se acordó que viajarían en dos días. Hicieron las reservas y Javier le avisó a Jorge.
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Patricia estaba muy angustiada pero no era por su propia seguridad sino por lo que todo esto podría afectar el equilibrio emocional de Javier. Sabía que él estaba haciendo un esfuerzo muy grande para mantenerse tranquilo, pero los médicos le habían advertido que, al haber estado tanto tiempo a alucinógenos, podía entrar, en cualquier momento, en un estado depresivo. Le advirtieron que ella debería estar muy atenta porque era acompañándolo que podría sacarlo de ese estado. De acuerdo a lo que le habían advertido los médicos normalmente los intoxicados precisan ayuda por causa de las crisis de pánico, derivadas del denominado "mal viaje" (experiencia negativa y desagradable), cuyos síntomas son la angustia y la depresión asociadas a confusión mental, alucinaciones visuales y auditivas, sensación de incapacidad, culpabilidad y riesgos de conductas agresivas con pérdida de autocontrol y peligro de suicidio. El padre de Patricia estaba preocupado por su hija y por Javier. Varias veces preguntó si podía hacer algo, pero él mismo se repetía que no se imaginaba en qué podía servir. Luego que los Rutmani se fueron, todos se acostaron, pero esa noche poco o nada fue lo que pudieron dormir. Patricia se quedó despierta toda la noche. Temía que Javier fuera a caer en una depresión. Ella sabía que había sido sometido a una larga sesión de alucinógenos y que eso podía tener consecuencias inesperadas. Lo miraba a Javier como dormía y rogaba que todo aquello pasara. No podía ser que, cuando ambos se habían encontrado felizmente, hubiera algo que, viniendo de afuera, sin que ellos tuvieran nada que ver, les arruinara toda la dicha. Al amanecer, Javier se despertó. Estaba muy serio y lucía concentrado. La miró a Patricia - Mi amor, no se que haría si no te tuviera. Pienso que me estoy volviendo loco. No aguanto más presiones. - Mira, Javier, todo esto va a pasar. No te lo digo yo sino los médicos. Ahora lo mejor es que te quedes aquí a mi lado, descansando. Todo lo demás se va a resolver. Tienes que creer 200
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que nuestro amor va a sobrepasar todas las barreras que se nos pongan adelante. Sintieron que Alicia y Martín ya se habían levantado. Jorge venía a buscarlos para llevarlos al aeropuerto. Alicia se asomó - Hermano del alma. Dejá que Patricia te cuide. Ella sabe como hacerlo. Nosotros estaremos atentos a todo lo que suceda, pero tené confianza. Piensa que mamá y papá nos están protegiendo. - Veni, Alicia, abrazame. Te voy a extrañar pero se que siempre estás conmigo. Tanto a Alicia como a Patricia se les cayó una lágrima. Daba una enorme pena ver a aquel hombre, siempre feliz y sonriente, tan decaído. Martín se aproximó y le dio un abrazo sin decir palabra. Se fueron porque les avisaron que Jorge los esperaba abajo. Patricia se abrazó de Javier y ambos se durmieron. -
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El detective Marín lo llamó al juez Mercado. Doctor, tenemos buenas noticias. Capturamos a los dos supuestos sicarios que habían entrado al país. La ventaja que tenemos con este tipo de gente es que cantan enseguida. Fueron mandados por Ramírez López, conocido como el “Don”. Aparentemente este individuo tiene que ver con todo lo que está sucediendo. ¿Y qué dice la gente de INTERPOL? Hay una denuncia de CAMB MACHINERY & CO. LTD. U. S. A. en contra de él por estar usando a la Compañía para tráfico de drogas. Lo que no han descubierto es cómo lo hacen
El Juez se quedó pensando: “tiene que haber una manera de descubrir la maniobra”. Mientras pensaba, entró uno de los auxiliares del Juzgado y le entregó una carta. “Doctor Mercado: Si usted recibe esta carta es porque me mataron. Yo se la confié a una íntima amiga pensando que podía ser mi salvación, pero no funcionó. Si ha demorado en entregársela es porque ha estado esperando, por orden 201
mía, que fuera segura su entrega. El asunto que ustedes investigan es nada más que un tráfico de drogas. La manera que lo hacen es inyectando en las maderas de los embalajes una solución de la misma. Luego, cuando llega a destino, destruyen el compensado y sacan la droga. El procedimiento fue inventado por Ramírez López, conjuntamente con Dolmos, Laya y yo, habiendo colaborado con nosotros, Claudia Pérez, secretaria del Ingeniero Covielles. Al Ingeniero Covielles, en un principio, querían que se volviera loco y se suicidara, porque era el único que se había acercado a la verdad. Luego, como no se suicidó, lo mandaron matar. Yo quise abrirme porque vi que las cosas iban muy mal y, como se lo dije a Dolmos, me mató Firmado: Antolin Fresi” Cuando terminó la lectura, tomó el teléfono, habló con Marin y con la gente de INTERPOL. Tenían que, cuanto antes, apresar al mejicano. Los agentes de INTERPOL en Uruguay habían recibido la comunicación de la captura de Ramírez López. Le dijeron además que los Estados Unidos estaba solicitando la extradición de Dolmos y Laya. Evidentemente ese trámite va a demorar porque los dos han cometido delitos especialmente agravados en Uruguay, por lo que debe purgar condenas largas. De cualquier manera el Juez quería, antes dictar sentencia de acuerdo a lo solicitado por el Fiscal, interrogar nuevamente a los sospechosos. Se trasladó hasta la Jefatura de Policía, donde estaban los detenidos. Comenzó con el interrogatorio a Laya - Señor Laya, hemos descubierto la maniobra que ustedes venían cometiendo con contrabando de drogas. Quiero que usted me amplíe lo que ya sabemos. - No tengo nada que ver con lo que está hablando y me niego a declarar. -
El doctor Martínez, defensor de Laya, dijo Mi representado está en todo su derecho en negarse a declarar. Tiene razón, doctor. Entonces podemos inferir que el señor Laya fue el autor material de la muerte de Antolín Fresi Allí saltó Laya 202
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No fui yo. Esa muerte la planeó Dolmos porque Fresi nos iba a delatar a todos ¿Quiere agregar algo más? Si – dijo Laya mirando a su abogado – yo siempre estuve fuera de los intentos de asesinato a Covielles y la muerte de Fresi. Todo eso fue planeado por Dolmos con la asistencia y la ayuda económica del “Don”. ¿A quien se refiere como el “Don”? A Ramírez López, el mejicano. Bien, pueden llevarlo – dijo el Juez
Al rato entró en la sala de interrogatorios Dolmos con su abogado doctor Mastaldo. - Quiero que me cuente como era la operación de tráfico de estupefacientes. Allí, como por arte de magia, Dolmos se puso a explicar, con lujo de detalles los procedimientos, quienes eran los involucrados y desde cuando se venía realizando la operación, tal como estaba explicado en la carta de Fresi. No habló para nada de la muerte de Fresi ni del intento de asesinato contra Javier, por lo que el Juez dijo. - Pero además, usted es el autor material de la muerte de Fresi. -
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El hombre palideció, bajó la cabeza Ramírez López me dijo que lo hiciera porque nos iba a delatar. También prometió que me protegería y evitaría que me encarcelaran. Pueden llevarlo Jorge Tosantos apareció, sin avisar, en casa de Javier. Jorge, ¿que haces aquí? – preguntó Patricia – No te esperábamos ¿No soy bienvenido? No seas tonto lo que sucede que no habíamos sabido nada de ti y, de pronto apareces. ¿Traes noticias? Decile al vago de tu amor que venga – dijo riendo
Patricia fue a buscar a Javier, que estaba recostado, descansando. Nunca había visto a Jorge tan eufórico 203
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Jorge, ¡qué sorpresa! Sorpresa es la que tengo para ustedes Habla de una vez, no nos tengas esperando – dijo Patricia
Jorge les contó que se había descubierto toda la maniobra que efectuaban Dolmos, Laya y el mejicano. Les dijo que había tenido una larga charla con el Juez y en ella le explicó: A Dolmos lo procesó por contrabando de estupefacientes, por un delito de homicidio especialmente agravado y por otro de asesinato en grado de tentativa. A Laya por el mismo delito de contrabando y por coautor de los delitos de asesinato e intento de homicidio en grado de tentativa. Además, sobre ambos pesa un pedido de extradición de Estados Unidos. A Ramírez López lo procesaron en Estados Unidos y, lo más probable es que le den cadena perpetua. A Claudia Pérez la procesó robo de documentación privada y por homicidio en grado de tentativa. Tanto a Javier como a Patricia les era difícil pensar que esto estuviera ocurriendo. Era el fin de toda la odisea. Ambos se abrazaron un largo rato, durante el que Jorge se quedó mirando. Disfrutaba haber traído una muy buena noticia a sus amigos, que tanto habían sufrido. Fue Javier que rompió el silencio. - Jorge, contame como lo hacían - Ay, cariño, ahora ya no importa – protestó Patricia - No, Patricia, Javier tiene derecho a saber. Él arriesgó su vida y gracias a eso se descubrió algo increíble. Te explico brevemente. Tú recordás de la exportación de las maderas de los cajones. Eso comenzó cuando se creó la Presidencia para América Latina. Esa madera quedaba a disposición de Dolmos y, con instrucciones del mejicano, encontraron la manera de inyectar la droga en el contrachapado. Luego la exportaban y, al llegar a destino, la transformaban en droga de extrema pureza - ¿Y donde hacía eso Dolmos? - En tus propias narices. Lo hacía en los talleres de la Compañía. Lo tenía convencido a González que se era necesario ese tratamiento para que la madera llegara intacta a destino. - ¡Qué hombre diabólico!, por no decir otras palabras. - Claro, pero tú te acercaste mucho. Yo creo que ya estabas a punto de descubrir todo.
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Mientras ellos hablaban, había desaparecido Patricia que volvió con una botella de Möet & Chandon y tres copas. - ¡Esto hay que festejarlo en grande! - ¿Tú tomando alcohol? - Un día de vida es vida. Javier se levantó y dijo voy a llamar a Alicia y yo a mis padres, dijo Patricia
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CAPITULO XXVI Javier y Patricia se casaron en enero en una ceremonia muy íntima en que solo estaban los familiares y se fueron a Punta del Este a pasar unos días. Javier ya se hizo cargo de los negocios de los padres de Patricia. Un día estando en el campo, apareció Javier a caballo. Patricia se rió mucho - No me tomes el pelo. No podés ser tan mala - Me dio risa ver a un señor ejecutivo montado a caballo - No tenés idea de lo contento y aliviado que estoy. Parece como si siempre estuviera de paseo. Pero, decime, bandida, estás más risueña que de costumbre. ¿Qué te pasa? - Te lo digo, pero no te caigas del caballo. - No, dejame bajar primero. Bueno decime - ¡Vas a ser papá! Javier, haciéndose el desmayado, se tiró en el pasto. - Mi amor, qué te pasó – dijo Patricia acercándose a él Cuando estuvo a su lado, Javier se incorporó y la abrazó y la besó. - Es lo más lindo, después, de tu amor. Te amo Patricia - Yo también… No pudo terminar porque Javier la besó de tal manera que no podía hablar.
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