energía + ÓRGANO DE DIFUSIÓN INSTITUCIONAL DEL SINDICATO REGIONAL DE LUZ Y FUERZA (SiReLyF)
EDICIÓN N°9 | AÑO 2015
Personaje. El último guardián del Champaquí
Fotografía. La familia argentina
Menonitas. Una comunidad con reglas propias
energía + sumario
La edad media se acabó hace rato
Un viaje a una colonia menonita de la provincia de La Pampa, que vive bajo sus propias reglas. Por Lautaro Bentivegna
Crónica | pág. 40 Actualidad | pág. 12
Rastrojeros en el cielo Por Lucas Viano
Tercer sector | pág. 48 De la vergüenza al orgullo Por Soledad Soler
Editorial | pág. 4 El camino hacia el futuro Por Eduardo Brandolín Vida y obra | pág. 6 El último guardián del Champaquí Por Natalia Lazzarini Realidad gremial | pág. 16 Más derechos para los docentes universitarios Por César Martín Pucheta Institucional | pág. 22 Bioeléctrica, energía en origen Casa del Estudiante Premio Crónicas Interiores Auditorio Luis Gagliano Ensayo fotográfico | pág. 32 La familia argentina Por Federico Czesli Responsabilidad social | pág. 46 El futuro de la información social Por Alessandra Minnichelli Pinceladas | pág. 51 Daniel Salzano Por Diego Villa Saravia Cuento | pág. 52 Amor de juventud Por Gustavo Oña Humor | pág. 54
Una producción de:
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SINDICATO REGIONAL DE LUZ Y FUERZA
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RESPONSABLES EDITORIALES: Eduardo Brandolín, Máximo Brizuela, María Alejandra Carrillo DIRECCIÓN PERIODÍSTICA: Valeria Brandolín EDITOR: Andrés Acha REDACCIÓN PERIODÍSTICA: Matilde Nasser, Andrés Acha Colaboran en este número: Lautaro Bentivegna, Natalia Lazzarini, César Martín Pucheta, Gustavo Oña, Soledad Soler, Lucas Viano FOTOGRAFÍA: Federico Czesli, Mariano Paiz, Andrés Acha, Javier Bertin, Diego Trevín DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Diego Villa ILUSTRACIONES: Diego Villa COLABORACIÓN EN DISEÑO: Martín Cepa y Juan Marcos Guareschi
SECRETARIO GENERAL Eduardo Ángel Brandolín SUBSECRETARIO GENERAL Máximo Humberto Brizuela SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN Arturo Carlos Cussa SUB-SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN Marcel Cesar Caula SECRETARIO DE VIVIENDAS Y OBRAS Raúl Rodolfo Durán SECRETARIO DE HACIENDA José Alberto Rossi SUBSECRETARIO DE HACIENDA 1º Jorge Antonio Apezteguia SUBSECRETARIO DE HACIENDA 2º Raúl Marcelo Álvarez SUBSECRETARIO DE HACIENDA 3º José Alberto Nicolino SECRETARIO GREMIAL José Antonio Vargas SUBSECRETARIO GREMIAL 1º Rubén Pedro Bergesio SUBSECRETARIO GREMIAL 2º Carlos Julio Recalde SUBSECRETARIO GREMIAL 3º Claudio Eduardo Toranzo SECRETARIO DE PREVISIÓN Fernando Adrián González SECRETARIO DE SERVICIOS SOCIALES Jorge Ricardo Vachetta SECRETARIO DE TURISMO, DEPORTES Y ACTAS Alberto Boglione SUBSECRETARIO DE TURISMO, DEPORTES Y ACTAS Guillermo Cesar Suppo SECRETARIA DE CULTURA, COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN María Alejandra Carrillo VOCALES TITULARES Robert Eraldo Caula - Daniel Eduardo Gil - Jorge David Oviedo - Carlos Armando Coria VOCALES SUPLENTES Omar Jorge Piñal - Oscar Daniel Alba - Carlos Diego Barrionuevo - Carlos Alberto Olmos ADM. CABAÑAS DE COSQUÍN Osvaldo Rincón ADM. HOTEL “INDEPENDENCIA” TERMAS DE RÍO HONDO DE LA FATLYF Julio Bevione COMISIÓN REVISORA DE CUENTAS Y CONTROL DE LOS EMPRENDIMIENTOS TITULARES Daniel Alberto Paván - José Luís Usandivaras - Sandra Viviana Caballero - Damián Juan Sanz - Lidia Norma Castellino SUPLENTES Graciela del Valle Canavesio - Mercedes Omar Alamo COMISIÓN CENTRAL DE JUBILADOS Y PENSIONADOS: PRESIDENTE Juan Carlos Zanforlín SECRETARIO Nelson Gabrielloni VOCALES TITULARES Horacio E. Colson - Julio Bevione VOCALES SUPLENTES Juan Luis Tisera - Juan Hernández - Juan Carlos Bisaro - Olivio Bartolo Bello
editorial
El camino hacia el futuro Eduardo Brandolín Secretario general Sindicato Regional de Luz y Fuerza
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asa cada año. Parece que el 31 de diciembre llegamos a la meta, que nos bajan la bandera y que al día siguiente comienza un nuevo ciclo. La realidad es que el 1° de enero tenemos los mismos problemas, pero también nuevas esperanzas. Es momento de balance y preguntas: ¿Cumplimos con los objetivos? ¿Logramos hacer todo lo que planificamos? ¿Cuál es el resultado? Por nuestra formación y manera de ser nunca estamos conformes. Quizá esa forma de pensar sea el motor que nos permite siempre ir por más, en una inyección que potencia nuestras ganas de hacer mejor. Como la vida, el SiReLyF es movimiento y transformación. Es nuestra filosofía, es lo que aprendimos en años de militancia, es lo que nos permitió pensar y luego poner en acción la Gestión para el Cambio, una forma de hacer con la que logramos una institución modelo, digna de imitar. Es una realidad. Solo es necesario recordar el momento en que asumió esta Gestión y lo que es nuestra organización 13 años después. No ha sido
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El sindicato somos todos, juntos podemos modificar el futuro
fácil, hubo que aplicar mucho ingenio, decisión y esfuerzo y ésta tarea no concluye: la meta se va corriendo y siempre hay proyectos nuevos que hacen cada vez más grande al SiReLyF. Este año ha sido difícil en lo social y en lo económico. La crisis por la que atraviesa nuestro país no nos exceptúa de sufrir consecuencias. No obstante, los objetivos se han cumplido y es importante recordar algunos hechos. El 2013 terminó con un conflicto que nos permitió mostrar la potencialidad que tiene el SiReLyF cuando tocan injustamente a un compañero. Nadie olvidará lo que hicimos juntos, sin diferencia de sectores, cuando la Cooperativa de Los Reartes despidió sin causa a Dante Monsalvo. La fuerza de la unidad logró revertir la situación.
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El 2014 comenzó con una situación similar en la localidad de Monte Leña: otro despido sin causa que tocó las fibras más íntimas de los que participamos en esa movilización. Otra vez una estrategia bien delineada logró recuperar el trabajo para un compañero. Este fue un año de mucha militancia y algunas decepciones. Por ejemplo: a pesar de haber hecho todo lo posible no pudimos revertir lo que parece ser un capricho inconcebible del gobierno nacional: la aplicación del impuesto a las ganancias. Pero fue un año de logros también: las gestiones por los aumentos de salarios, la inmensa tarea realizada en capacitación, el plan Anticipar que permite a los compañeros próximos a la jubilación prepararse para esa nueva etapa en la vida. También fuimos protagonistas de una gesta que modificó la historia de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF). Fueron días memorables recorriendo casi todo el país, visitando cada sindicato, conociendo las necesidades de cada uno y militando por hacer la diferencia.
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El Congreso de la FATLyF en Mar del Plata fue apasionante porque comprobó una vez más lo que se puede lograr cuando la convicción y la unión se juntan con un objetivo. Este año nos dejó además muchas enseñanzas. La que jamás debemos olvidar es que el sindicato somos todos, que juntos podemos modificar el futuro, convencidos de que, además de ser el paraguas protector que nos cobija, es también el lugar donde cada uno de nosotros puede aportar ideas, coraje y participación, sin importar de donde venga. El SiReLyF es la casa que debemos cuidar para seguir creciendo con la convicción de que la Gestión para el Cambio es sinónimo de unidad, solidaridad, coraje, trabajo y decisión. Ese es el camino hacia el futuro.
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Prueba piloto superada
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inalizó con gran éxito la primera experiencia de Anticipar, el programa del Sindicato Regional de Luz y Fuerza creado para colaborar en la preparación de los afiliados que se encuentran camino a la jubilación. A lo largo de seis meses, a través de la Secretaría de Cultura, Comunicación y Formación, se brindaron capacitaciones que acercan herramientas para que la nueva etapa sea vivida con hábitos saludables y en forma satisfactoria. Se trabajó sobre la sustentabilidad económica, el cuidado físico, los
vínculos sociales y la orientación vocacional. El cierre se realizó el 9 de diciembre en las Cabañas de Cosquín con la participación de 40 trabajadores que fueron acompañados por sus parejas. Durante la jornada, Alejandra Carrillo, secretaria de Cultura, Comunicación y Formación del SiReLyF, evaluó como muy positivo la experiencia piloto que pusieron en marcha y dijo que el propósito es que el programa continúe en 2015.
El Sindicato en el Congreso de Responsabilidad Social
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os días 12, 13 y 14 de noviembre se realizó en Buenos Aires el 2º Congreso Internacional de Responsabilidad Social (CIRS2014) bajo el lema “Por una Agenda de Responsabilidad Social para la Integración”. En la sesión “Construcción de alianzas estratégicas para la generación de bienestar social”, el SiReLyF dio a conocer el papel que cumple Generadora Córdoba en la búsqueda de generación de energía sustentable, siendo además el único gremio de trabajadores convocado al
encuentro. Disertó el secretario general del SiReLyF y presidente de Generadora Córdoba, Eduardo Brandolín, junto al contador Luis Luján, gerente general de la empresa. El CIRS2014 es un evento de nivel internacional que convoca a referentes de todo el mundo que trabajan en materia de responsabilidad social. Es organizado por la Sindicatura General de la Nación, la Universidad Tecnológica Nacional, la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social y la revista FONRES.
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a red mundial de escuelas Scholas Occurrentes que difunde el Papa Francisco tiene presencia en Córdoba y el Sindicato Regional de Luz y Fuerza forma parte. El 11 de diciembre pasado, en el Auditorio Luis Gagliano, se realizó el acto de Adhesión y Cooperación entre la entidad, los tres sindicatos de Luz y Fuerza de Córdoba, las CGT y la Obra Social de Personal de Luz y Fuerza para tender puentes entre la educación y el trabajo. El acto contó con la presencia de José María del Corral, director mundial de Scholas. “Esto es un ejemplo para el Papa porque estamos hablando de todo esto en un gremio. El Papa cree que hay que recuperar el pacto educativo. Esto implica que cada uno asuma su propia responsabilidad. Los empresarios, los trabajadores, los políticos, las familias, porque entonces si todos educamos habrá chicos educados”, dijo Del Corral. Scholas Occurrentes es una entidad impulsada por el Papa Francisco que busca mejorar la educación y lograr la integración de las comunidades vinculando escuelas y redes educativas de todo el mundo. El olivo, símbolo de la paz, es su marca distintiva.
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vida y obra
El
último guardián del
Champaquí
Marcos Domínguez es el último de los 16 puesteros que desde el siglo pasado custodian el sur de la Pampa de Achala. Las nuevas generaciones eligen las grandes ciudades. Y las tierras se concentran cada vez en menos manos.
Texto: Natalia Lazzarini Fotos: Mariano Paiz
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n este puesto de montaña que mira hacia el cerro Champaquí, el calendario se detuvo el 13 de junio. Y el reloj de pared, a las seis y diez. Ambos permanecen inmutables ante el paso de las horas, por más que ya sean las 12 del sábado 20 de septiembre de 2014. De la misma forma, esta casa de piedra y adobe crudo también parece rendirse ante el transcurso del tiempo. Aquí la sangre corre tanto como el vino: cuando se carnean vaquillonas o se entierran cuchillos en el corazón del agresor. Las muelas se arrancan de la misma forma en que se enlazan los potrillos. Las quebraduras se emparejan como si se entablillara a un ternero rengo. Las Pampillas es el último puesto que subsiste como tal en el sur de la Pampa de Achala, aquel pedazo de Córdoba que bordea las Sierras Grandes y que concentra los ríos que abastecen de agua al 80 por ciento de la población provincial. Durante buena parte del siglo pasado eran 16 los puesteros que se radicaron en la zona. Pero la mayoría fue vendiendo sus terrenos por poca plata, se fueron a los centros poblados, o al cielo. Atraídas por las grandilocuentes promesas del consumo, las nuevas generaciones se mudaron a la ciudad. Pero a sus ciento-y-pico de años, Marcos Domínguez mantiene viva la tradición serrana como el último de una estirpe que se resiste a desaparecer. Existen varias formas de llegar. Una es más directa pero escarpada, desde Traslasierra vía Los Molles y Cuesta de Los Cerros. La segunda es por Villa Alpina, caminando o a caballo. Es la primera vez que visito a Don Marcos y elijo hacerlo con motivo de su cumpleaños número cien. Marcos Paniagua, guía de montaña del Club Andino Córdoba, conduce la caminata de un grupo de cuatro personas dispuestas a festejar el aniversario más famoso de la Pampa de Achala. Llevamos dos carpas, aislantes,
bolsas de dormir y vinos de regalo. Al rayo del sol andamos 13 kilómetros rumbo al oeste. Pasamos por la cuesta de La Mesilla, luego por el antiguo cementerio. Cruzamos el arroyo Los Socavones primero y el río Paso del Tabaquillo después. Al cabo de seis horas llegamos a una planicie de pasto bien cortado con forma de mesa de billar. Una chimenea humeante –la cocina de leña está siempre encendida–, es señal de llegada. Una riña de gallos Marcos Domínguez está sentado en la punta de una mesa, en un comedor abarrotado de parientes y “turistas”, como llaman los paisanos a quienes no son oriundos del lugar. Lleva un sombrero de ala ancha con sus iniciales, poncho rojo y una sonrisa de oreja a oreja. Sus ojos luminosos están fijos en una torta, con una mirada de quien no le debe nada a nadie. Tiene el rostro surcado por arrugas, pero aparenta ser mucho menor. A juzgar por las velas, no es posible determinar cuántos años tiene. La torta lleva la siguiente inscripción: “Sin cuenta”, y es posible que Don Marcos tenga más de cien. Cuando nació, su madre no lo inscribió en el registro. Recién pudo hacerlo él mismo a los 15 años cuando intentó hacerse enrolar en Alta Gracia. “La vida es para estar tranquilo y contento. No hay que pensar macanas. Que Dios les pague todas las gauchadas que ustedes han hecho por mí”, dice el viejito antes de soplar las velas. Una multitud lo alienta, como si fuese estrella de rock. Hacía dos meses que Jorge Pereyra –hijo de su segunda esposa– venía organizando los festejos. Cargó las bebidas a lomo de mula y pidió a quienes se acercaran que por favor trajeran ingredientes para el locro. El viernes anterior a la fiesta de cumpleaños vendieron 120 porciones. Y el día siguiente carnearon dos vaquillonas para alimentar a 250 personas. En la otra punta de la mesa está sentado Edgar Domínguez, energía + 7
PROPIEDADES. Según los registros de Catastro, el 70 por ciento de las tierras de la región le pertenecen a dos sociedades anónimas. Una de ellas figura con una dirección de Capital Federal, pero en ese lugar no hay ningún cartel que la identifique.
sobrino nieto de Don Marcos. El hombre, de 34 años, cuenta Recién al día siguiente puedo hablar con Don Marcos. Ahí me que prefiere mil veces la ciudad. Dice que trabaja como picaenteré de que este personaje nació en Paso de Garay. Que sus pedrero en Las Rabonas y que así está mejor: “Es muy linda la padres eran muy pobres. “No sé si me querían. Me conchabaron montaña cuando sos chico. Cuando crecés, te tenés que mudar. a los 12 años”. Dirá que fue entregado a la familia Quinteros. En la sierra no hay futuro. Necesitás mucho ganado porque si Que con ellos aprendió a trenzar el cuero, uno de sus principano, estás frito”. les sustentos económicos. Y que en 1939 se casó con Carmen Su prima Marisel asiente con la cabeza: “Me fui a vivir a Antonia López. “No era linda, pero no me importó. Una vez un Córdoba porque a mi pareja no le gustaba el campo. Mis hijos no amigo me dijo que si me casaba con una mujer bonita, todo el quieren saber nada con mudarse para acá. A ellos dejálos con la mundo me la iba a mirar. Pero una esposa fiera es igual que una play que así están felices”. perra parida. Nadie te la toca”, dice y se ríe. En una sala contigua a la del comedor un guitarrero cierra los Contará también que mediante un sistema llamado “el tercio” ojos al cantar, como si evocara los se ganó 300 ovejas y 70 cabras. recuerdos más arraigados de su Las Pampillas es el último puesto en el sur de la Pampa Valga antes una aclaración: ya me memoria. Dos paisanos se desmahabían advertido que Don Marcos de Achala, aquel pedazo de Córdoba que bordea las yan sobre un tablón de madera y exageraba. Y que a veces mentía. Sierras Grandes y que concentra los ríos que abastecen Pero lo cierto es que hacia comienmeditan un sueño eterno. “Yo amo a todas las mujeres zos del siglo pasado, los dueños de de agua al 80 por ciento de la provincia porque nací de una mujer”. Ramón las estancias pagaban muy bien a Quintero saluda sacándose el los puesteros. Por cada tres cabras sombrero, sosteniéndose de la pared para no caerse. Su cereu ovejas que nacían, una iba para el trabajador. Con la necesidad bro intenta enviarle órdenes a su boca, para que éstas modulen de establecer su majada, Don Marcos se instaló en Las Pampillas claramente las palabras, pero no puede. Está bien borracho. “Me en 1940. De la misma manera se habían aquerenciado otros 16 dicen Panqueque. No es porque yo sea vuelta y vuelta. Me dicen puesteros. así porque…”, y ya no se le entiende nada más. “Yo soy el último de los puesteros –dice Don Marcos–. Todos El hombre extiende su mano para invitarme a bailar y muestra se fueron muriendo o vendieron los campos por muy poca plata. los pocos dientes que le quedan. Acepto una pieza de chamamé La única forma que me saquen de aquí tendrá que ser en el que resulta interminable. Ramón domina el baile mucho mejor cajón”. que su discurso. Está claro que en la pista las palabras sobran. Más parejas bailan; ellas de jean y ellos de poncho y zapatillas. Un salvaje sin domesticar La segunda vez que vuelvo a Las Pampillas elijo hacerlo a caballo. Dos hombres se disputan una mujer. Se amenazan, gritan. Parece Conseguir animales y guía no es tarea sencilla. Osvaldo González una riña de gallos que evoca épocas más primitivas. 8 energía +
EL CUMPLEANOS. Organizar los festejos llevó dos meses. Cargaron bebidas a lomo de mula y prepararon un gran locro. El viernes anterior a la fiesta vendieron 120 porciones. Y el día siguiente carnearon dos vaquillonas para 250 personas. Hubo baile, conversación y truco.
y su hija Adriana me guían durante el trayecto aquella inestable armó una camilla. Osvaldo nació un 5 de agosto en La Mesada mañana del viernes 3 de octubre. Salimos tres horas después de Alta, camino al pueblo. Desde ese día lo llaman “El Salvaje” y lo previsto. El día amanece lluvioso y el clima recuerda que, en la ninguna mujer lo ha podido domesticar. montaña, la naturaleza domina al hombre y no al revés. El paisaje alterna escarpadas cuestas con pastizales llanos. “No merece la gracia de Dios” Osvaldo no ha parado de hablar por celular en todo el viaje. Me El antiguo cementerio del Champaquí parece un puesto abansorprende su hiperconectividad. Adriana me pregunta: “¿Tenés donado. Un conjunto de piedras perfectamente ensambladas Facebook?”. Con una mano sostiene la rienda; con la otra su rodean el perímetro del camposanto. Adentro, las tumbas más teléfono. antiguas están identificadas con una cruz herrumbrada. Las más Mientras recorro nuevamente los 13 kilómetros, escucho la viejas son de 1941. Las más modernas tienen nichos de cemento primera historia asombrosa de uno de los antiguos puesteros del con fotos, placas de bronce y flores de plástico. Los apellidos Champaquí: a Osvaldo González se repiten: Olguín, Pino, Merlo, lo llaman “El Salvaje”. Este apodo Domínguez, González y pará de “La vida es para estar tranquilo y contento. No hay que no es porque se haya criado como De tanto en tanto, una pensar macanas. Que Dios les pague todas las gauchadas contar. un animal en el medio de la selva. mata de yuyos verdes corta con el que han hecho por mí”, dice Don Marcos antes de soplar gris del pedregal. Lo conocen así porque nació en el monte: su mamá no llegó al Afuera del camposanto existe las velas hospital. Era 1972 cuando Sara otro rectángulo más pequeño. Aquí Ledesma decidió mudarse a la casa yace Chichi Olguín, hijo del puesde sus padres, en Alto El Chicharrón. Por ahí vivía doña Melsa tero Raúl Olguín, protagonista de una de las historias más tristes de Pino y cada tanto su casa funcionaba como dispensario. Los que se recuerden en la zona. Era muy joven cuando decidió quidoctores Tomás y Agustín Caeiro ya le habían advertido que su tarse la vida tirándose por un precipicio. Era más joven todavía hijo nacería en agosto, muy posiblemente el 29. cuando mató a su hermano de una cuchillada. Pero a criterio de Pero el parto se anticipó y a comienzos de mes la mujer tuvo los serranos, aunque haya sido chico para discernir, no merece las primeras contracciones. “Se enfermó”, como dicen en la ser enterrado dentro del camposanto. Debe permanecer afuera zona. Su esposo Ramón González ensilló los caballos y le dijo: para no alterar a las almas que fueron bendecidas por Dios. “Comadre, nos vamos para el pueblo” y partieron hacia Villa Alpina. Por la izquierda para darle la contra Cuando estaban en camino, la mujer advirtió: “Mirá que no Llegamos al puesto sobre el filo de la noche. Minutos después, se llego”. Y sus palabras sonaron a profecía. En el medio de una larga el aguacero. Un viento fuerte arremete con los dos árboles cuesta Ramón detuvo los caballos, retiró los aperos y con ellos autóctonos de la entrada. El río Paso del Tabaquillo, que se enenergía + 9
cuentra a metros de la casa, se desborda por completo. Quedamos aislados. Por suerte Jorge y su esposa Miriam López nos esperan con mate extra dulce y pan casero. Aclaran que, en el campo, la infusión amarga es sinónimo de desprecio. Comentan que Don Marcos no se siente bien: “Debe ser por la fiesta”. Su hijo Jean Carlos juega al truco con Alberto, única descendencia de Don Marcos. Mientras el mate va y viene, las historias siguen el mismo curso. Jorge comenta que con las largas distancias y el difícil acceso a un centro de salud, el puestero se las arreglaba como podía. Las mujeres daban a luz en sus viviendas con la ayuda de su mamá, la partera Rosario Nelly González. Los remedios caseros marchaban a la orden del día. Las “testes” (verrugas) desaparecían con curas de palabra, es decir, rezando dos oraciones: una a Jesucristo y la otra al santo del cual se sea devoto. Cuando al caballo le daba un ataque de “pasmo” (se le secaba el vientre y se le ponían los ojos llorosos) era necesaria una cura de rastro. Había que acercársele despacio y con los brazos cruzados, agarrarle las orejas. Sin dejar de rezar, pegarle tres tirones. Echarle un baldazo de agua fría entre la panza y las patas. Cuando el animal lanzaba un suspiro, era señal de que se había curado. Si tenía mal de querencia, otra cura de rastro. Porque podía pasar que el caballo no se acostumbrara al pago. Había que juntar grasa de gallina y mezclarla con ajo picado. Comenzando por la pata derecha delantera, pasarle el ungüento rezando a Jesucristo y luego al santo del cual se era devoto. Luego se hacía lo mismo con la pata izquierda trasera y las dos restantes. Y para llegar a ellas, era necesario girar siempre en sentido de las agujas del reloj. ¿Por qué por la izquierda? Se sabe que las cartas se dan por la derecha. Cualquiera que lo haga de otra manera estará faltando el respeto. Al caballo en cambio hay que darle la contra. “Así le trabás la querencia”, cuenta Jorge y entrega otro mate extra dulce. Las apuestas de la caja leonera Llega el momento de llevarle el té a Don Marcos. Me ofrezco para hacerlo. Encuentro al viejito absorto en sus pensamientos, con la mirada fija en la ventana de su habitación, como aquel día tenía la vista fija en la vela. Acepta la taza y se mete el pan en el bolsillo. Dice que es una costumbre que le quedó de chico: guardárselo para cuando asalte el hambre. Sus manos parecen dos guantes estrujados. “Vi tantas cosas en mi vida que estoy encandilado”, bromea. Cuenta que hallar una cantera de berilo fue una de las cosas más asombrosas que le pasó en la vida. Fue una tarde en la que enfiló rumbo al poniente, en busca de una ovejita perdida. Hacía tanto calor que se sentó a la sombra de un tabaquillo. Estaba armando un cigarrillo cuando vio el mineral, verde y puntiagudo. Durante los días que siguieron sacó piedras y más piedras de esa cantera. Salían solas, sin la ayuda de un barreno. Dice que se hizo una pequeña fortuna y que pagó todas las cuentas en el almacén Sol de Mayo. También contará que hasta la década de los sesenta, el cuero y la lana se cotizaban bien y los puesteros podían vivir de los animales. Con 700 kilos de lana alcanzaba para tirar todo el año. Pero con el desembarco de la fibra sintética los productores tex10 energía +
tiles dejaron de comprar. Este derivado del petróleo representó para el campo el principio del final. La suerte nunca le ha faltado, aclara. Don Marcos cursó hasta segundo grado y se define como autodidacta. “Una vez que aprendí las letras, les hice decir lo que yo quería”, y se ríe con los pocos dientes que le quedan. Comienza a anochecer. “Ya se escuchan llegar las ovejas. ¿Es tarde?”, pregunta Don Marcos. Cuenta que a las 10 larga la majada y que a las 16 los animales comienzan a regresar al corral. Dos horas más tarde, ya están todos de regreso. Entiendo que está cansado y lo despido. Con esfuerzo se levanta para ir al baño. Bajo la llovizna y con andador, cruza despacito el patio. La cuenta pendiente El sábado amanece igual de lluvioso y deberé esperar hasta el día siguiente para regresar. Miriam enciende una vela y le pide a Dios, a la Virgen y a todos los santos que cuelgan de su altar que por favor proteja a los maratonistas que ese día se disponen a cruzar corriendo desde Yacanto. “Que sea lo que Tata Dios quiera”, dice con una mirada que enternece. “Que no les pase lo que a Luisita Salinas –agrega Jorge–, que la mató un rayo”. Sus palabras no alientan. Aprovecho para llevarle de nuevo el té a Don Marcos y esta vez se lo ve mejor. Vuelve a guardarse el pan en el bolsillo. La cara se le ilumina cuando le pregunto cuántos “leones” cazó en su vida, que es como llama a los pumas. Dirá que mató a 150. “El último lión que pillé era un bicho laaargo y ya me había comido un cuarto de la majada. Le tiré los perros, agarré una piedra y se la partí por la cabeza. Lo enlacé y lo acogoté”. Con oído extraordinario y memoria de elefante nombrará uno a uno a los antiguos puesteros. Dirá que las nuevas generaciones elijen la ciudad y las que se quedan, convierten los sitios en albergues para montañistas. Reitera que es el único que queda. No está errado: según los registros de Catastro, el 70 por ciento de las tierras de la región le pertenecen a dos sociedades anónimas. Una de ellas figura con una dirección de Capital Federal. Asombrosamente, en ese lugar, no hay uno sólo cartel que la identifique. Cuando la charla esté llegando a su fin, preguntaré si le queda algo pendiente. Una vez más, el fuego avivará sus ojos y con la exageración que lo caracteriza contará su última anécdota: “Una noche venía de El Bordo, un bar que había cerca de La Cumbrecita. Ya se estaba haciendo de día. Desde el caballo vi una luz al norte de El Champaquí. Como una quemazón que ardía. Al otro día fui a ver y no había ni rastros del incendio. Me acordé de Pancho Ledesma, un amigo, que me supo contar una historia hace tiempo. Me dijo que en ese lugar había una mina de oro, con un pico plantado encima. Otra noche me volví a fijar y ardía”. Don Marcos concluirá que quiere ponerse fuerte para trepar el Champaquí. Dirá que hallar esa mina de oro es su materia pendiente. Encontrarla le dará paz. Así recién podrá partir tranquilo al cementerio, la única forma posible de abandonar su querido puesto.
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actualidad
Rastrojeros en el cielo Aero Boero es la fábrica de aviones más exitosa de Argentina. Está en Morteros y vendió y exportó más aeronaves que la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba.. POR Lucas Viano
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ebajo del vidrio de su escritorio guarda su primer diseño de avión. Es de 1940, cuando tenía 16 años e iba al colegio secundario en Santa Fe. “Lo estuve estudiando y me di cuenta de que volaría. Desde esa época ando entusiasmado con todo esto”, asegura Héctor “Cholo” Boero, uno de los que fundó en 1956 la fábrica de aviones Aero Boero. La empresa familiar sobrevivió 50 años a las turbulencias económicas del país y logró vender y exportar más aviones que la histórica Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. Y todo ocurrió en un sitio impensado: Morteros, una localidad ubicada a 265 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba. El Cholo está en su oficina del molino harinero de su familia. Allí mismo comenzaron a reparar y construir los primeros aviones. “Decolaban en esta calle, antes de que le construyeran el cantero central. Entonces los volábamos desde aquí hasta el aeroclub que estaba para el norte”, recuerda Cholo. Su bautismo de vuelo fue a los 20 años. La familia Boero siempre tuvo muchos aviones. Cessna, De Havilland, Bellanca y Culver, eran algunas de las marcas extranjeras que poblaban el hangar que tenían en el aeroclub del pueblo, que ellos fundaron. Fue el aire, el viento, ese que acaricia las alas de los aviones, el que marcó su destino y animó al Cholo a poner un taller de aviones junto con sus hermanos César y Edith, y con el ingeniero Celestino Barale. En 1956 un fuerte viento volteó el hangar y destruyó parte de su flota. “A veces no hay mal que por bien no venga. Por esa tormenta tuvimos que hacer reparaciones muy grandes. Conocíamos los aviones porque ya habíamos volado mucho. Tenía como
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tres mil horas de experiencia y ya había visto los defectos que tenían los otros aviones”, dice el Cholo. A los dos años comenzaron a diseñar el primer avión, que luego se llamaría Aero Boero 95 o AB95. El primer vuelo lo realizó en 1959, pero la certificación recién la recibieron en 1962. En aquel año la Fábrica Militar de Aviones, el emblema de la industria aeronáutica de América del Sur, ya tenía 35 años. *** En 1962, la Fábrica Militar de Aviones creada por Francisco de Arteaga en 1927, ya había desarrollado los proyectos Pulqui I y II, los primeros aviones jet fabricados en América latina. El avión Ranquel, de la misma categoría que los modelos de Aero Boero, estaba en plena producción. Y pronto volaría una versión mejorada del Guaraní, el cual sería el primer avión de diseño argentino en realizar un vuelo intercontinental. Sin embargo, el mayor éxito comercial de la Fábrica Militar de Aviones era la moto Puma. En sus dos series se lograron producir más de 60 mil unidades. Le seguían el utilitario rural Rastrojero, del que ya se habían fabricado más de 10 mil hasta mediados de 1960, y los más de 3.500 tractores Pampa colocados en el mercado.
A partir de esa década se sucedieron una serie de diseños aeronáuticos, de los cuales la mayoría llegó sólo a ser un prototipo. El más exitoso de todos fue el Pucará, del que se realizaron más de 100 unidades. Por aquella época la fábrica llegó a tener ocho mil empleados en una planta de más de 200 mil metros cuadrados. *** “El ingeniero que tuve fue sólo una ayuda matemática, porque para hacer algo hay que tener años de experiencia. Es igual que si un médico recién recibido se pone a operar cerebros”, asegura el Cholo. El AB95 se diseñó para que cumpliera con la normativa de entonces. El prototipo se construyó sin planos. El mito dice que un esquema del fuselaje estaba dibujado con tiza en el piso del molino y que de allí tomaban las medidas para cortar las piezas. “Teníamos los planos con tiza en el suelo, pero no es que los hacíamos a la bartola. Todos salieron perfectos”, se ataja. Y agrega: “La estructura la hicimos de unos caños finitos, muy adecuados pero difíciles de soldar. El problema era que del molde saliera el avión. Hicimos moldes individuales de cada pieza y por suerte salió”. También renegaron para que el motor no calentara. Boero es mecánico de autos y eso le ayudó a resolver varios problemas. Lo que no ayudó fue la guerra de Estados Unidos contra Vietnam. “Dependíamos hasta de la empresa que hacía los bulones. Un bulón mal hecho o ajustado de más y chau avión”, advierte el Cholo. Y luego cuenta que el AB95 utilizaba motores de la empresa estadounidenses Continental, que a fines de 1968 se dedicó a proveer exclusivamente a las fuerzas militares de Estados Unidos. De ahí en más Aero Boero optó por los motores Lycoming. Con este cambio de motorización y algunos retoques, el AB95 se transformó en el AB115, el avión más vendido en la historia de la industria aeronáutica argentina. *** Jorge Rodríguez, antiguo empleado de Aero Boero, resume su historia en la fábrica en algunas frases cortas: “Entré en 1980, cuando tenía 30 años. Fui a pedir trabajo como cualquier ciudadano. Conocía poco de aviones. Sólo los veía volar. Fui aprendiendo el oficio aero-
El prototipo se construyó sin planos. El mito dice que un esquema del fuselaje estaba dibujado con tiza en el piso del molino y que de allí tomaban las medidas para cortar las piezas náutico de a poco. Trabajé hasta que cerró, en 1995”. Jorge quiso recuperar aquel tiempo e intentó reflotar la fábrica. Pero a los 64 años se conforma con fabricar en su taller algunos repuestos para los Aero Boero que aún vuelan en Argentina. Hace escapes, suspensiones, horquillas y ruedas a pedido. “La fábrica fue el orgullo del pueblo. Cómo será que el escudo de mi barrio tiene un avión”, dice. Lo más lindo del trabajo era la amistad, asegura Jorge: “Era lindo trabajar ahí. Cuando le puse mano a los primeros aviones me entusiasmé mucho”. Y dice que empezó trabajando en la parte eléctrica que era a lo que se dedicaba. A medida que pasó el tiempo fue cambiando a otras secciones como fabricación de alas, montaje de motores, instrumental y comunicación. “Cuando a uno le gusta el oficio es más fácil. La fabricación era muy artesanal. Había muchas cosas que se hacían a mano. Herramientas grandes sólo había dos tornos, agujereadoras y una prensa a mano. El resto se hacía con moldes y se cortaba a mano”, explica. Y agrega que sólo se compraban el motor, las cubiertas, el parabrisas y los controles. “En eso no tenía nada que envidiarle a la Fábrica Militar de Aviones”, asegura. *** Hubo un momento de calma previa. Luego todo chocó con todo. Ese 28 de octubre de 1978 los vientos en Morteros llegaron a 250 kilómetros por hora. Un tornado F4. Viviendas, comercios, fábricas e instituciones desaparecieron. Murieron cinco personas. En Morteros dicen que fue un antes y un después para el pueblo. También en la vida de Jorge y de Aero Boero. “Voló la mitad del pueblo. Yo lo sufrí. Me destruyó la casa donde vivía. Anduve deambulando como dos años hasta que conseguí una casa y el trabajo en Aero Boero, que me ayudó a salir a flote”, recuerda Jorge.
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La fábrica funcionaba en un galpón del molino de la familia. El tornado lo destruyó y también perdieron 10 aviones de serie, el prototipo y dos unidades de serie del Aero Boero 260. Otra vez el aire, el viento, le obligó al Cholo a dar un golpe de timón. “Empezamos a construir la nueva fábrica fuera del pueblo. Pero mientras tanto íbamos fabricando aviones porque teníamos pedidos. No nos retrasamos nunca”, cuenta el Cholo. En 1981 se inauguró la nueva fábrica de dos mil metros cuadrados. Tenía 11 secciones y trabajaban 32 personas. Para esa época ya tenían tres modelos de aviones en construcción: el AB115, destinado al entrenamiento de pilotos; el AB260, el más moderno y potente y de ala baja; y el sorprendente AB180, el mejor remolcador de planeadores de aquella época y la máquina por excelencia para la fumigación aérea. *** El avión bajó de golpe y tocó el suelo con una sola rueda. Levantó tierra y aplausos. Iba al ras de la pista y el ala derecha podaba las malezas del aeródromo de Morteros. Mirko Torretta, el piloto, realizó varias acrobacias más, incluso un looping, donde la fuerza g llega a 3,8 y el cuerpo pesa tres veces más. Finalmente, el piloto se bajó de su AB180 y saludó a varios de los presentes. La celebración siguió. Se dieron discursos y se descubrió una placa en el Aeroclub. El 17 y 18 de agosto de 2013 se realizó el Primer Encuentro Nacional de Aviones Aero Boero
con decenas de aviones que llegaron de todo el país para festejar. Mirko fue la estrella. “Vos decolás, lo ponés arriba y vuela solo. Tranquilito. Mientras no lo jodas va todo derecho”, asegura Mirko, de 50 años y con más de 10 mil horas de vuelo. Se ha subido a otros aviones, pero su AB180 no tiene comparación. “Lo podés volar a 45 millas por hora y va colgado, o lo podés acelerar hasta 130 millas por hora. Eso no lo hacés ni en joda con otros aviones”, asegura. Mirko es aerofumigador y, cuando se lo piden, hace acrobacias con el mismo avión. Tiene cicatrices en su cara producto de un accidente. “Fue cerca de San Francisco hace 20 años. Choqué contra un camión que venía esquivando pozos. Iba en el auto 14 energía +
“Son aviones de paliza: remolque de planeadores, para instrucción de pilotos o para fumigación, donde se vuela a baja altura y con altas temperaturas. Capaz que lo mirás y no das dos pesos, pero cualquierA que lo maneja se da cuenta”
con un amigo. Uno piensa que es más riesgoso andar en avión, pero arriba no tenés con quién chocar”, ironiza. En el aire tuvo 14 emergencias con su AB180, pero asegura que siempre pudo aterrizar intacto. Hay una que recuerda más: “Fue en Brinkmann. Iba cargado con 350 kilos de agroquímicos y volando a la altura de los árboles. El avión se plantó. Tiré de la palanca de emergencia para liberarme de la carga. Eso me dio 100 metros más en el aire. De frente tenía la casa del campo. Salté los cables y árboles y pude aterrizar en un pedacito chiquito de patio”. *** “El avión perfecto no existe, sino serían todos iguales”, se ataja Omar Elaskar, ingeniero aeronáutico y docente de esa carrera en la Universidad Nacional de Córdoba. Y luego explica: “De todas formas, el diseño de los Aero Boero tiene mucha racionalidad y adaptación a la capacidad productiva propia y al mercado y no tanta tecnología como un avión de la Fábrica de Aviones de Córdoba”. Además de hacer un muy buen avión, Omar sostiene que el éxito de Aero Boero fue detectar un nicho comercial. “Es un avión que se adaptó muy bien a un mercado no muy grande como el nuestro, donde los usuarios eran pilotos de aeroclubes y fumigadores, los cuales prefieren bajo costo y sencillez en lugar de excelentes prestaciones y alta tecnología”, explica. Y resume: “Un avión Aero Boero es como un Rastrojero con alas”. El Cholo reconoce la simpleza de su diseño, pero argumenta: “Es simple pero justo. Es como una pared, parece sencillo hacerla, pero te tiene que salir derecha”. Y agrega: “Son aviones de paliza: remolque de planeadores, para instrucción de pilotos o para fumigación, donde se vuela a baja altura y con altas temperaturas. Capaz que lo mirás y no das dos pesos, pero cualquiera que lo maneja se da cuenta”. *** Entre 1988 y 1993, casi todos los meses, diez pilotos brasileños llegaban hasta Morteros para llevarse de vuelta los aviones AB115 y AB180. En total, unos 440, la mayor exportación aeronáutica de la historia argentina. Pero el Cholo minimiza esa proeza. Del negocio con Brasil tiene otros recuerdos: “Cómo les gustaba la joda a los brasileños. Cuando venían la pasábamos muy bien”. “Era una emoción en el pueblo cuando salían los 10 aviones
juntos rumbo a Brasil. Hacían una pasada en formación por el pueblo. Se iban hasta Paso de los Libres para hacer aduanas y cargar combustible, y de allí hasta Porto Alegre”, comenta Jorge Rodríguez, que fabricó más de una pieza de esos aviones. Todo comenzó cuando los brasileños vieron un AB180 remolcar planeadores en un concurso cerca de Oberá, Misiones. Este modelo es uno de los mejores remolcadores de la historia. Los entusiasmó el AB180, pero después también compraron los AB115, el avión argentino más vendido. “Recuerdo que me habló el presidente de la Federación de Vuelo a Vela de Brasil. Le interesaba comprar 10 aviones para remolcar aeroplanos. Así empezó”, cuenta el Cholo. Finalmente, Aero Boero ganó la licitación internacional que había lanzado el gobierno del país vecino. Unos 400 aviones. Cada vez que venían los brasileños a buscar los aviones era una fiesta. Alquilaban un salón y tocaban grupos folclóricos del pueblo y de la zona en medio de grandes comilonas regadas con abundante bebida. “Realmente una fiesta. Nos juntábamos a comer y se armaba algún partido de fútbol”, cuenta Jorge. Durante varios años desfilaron por Morteros funcionarios y pilotos de varios países, además de brasileños. Los Boero intentaron vender sus aviones a otros lugares. Y lo lograron. Hay Aero Boero también en España, Paraguay, Chile y Bolivia. *** Omar, un ingeniero aeronáutico con años de experiencia, trata de explicar el éxito de un pequeño emprendimiento alejado de grandes centros aeronáuticos en contraposición con lo que sucedió con la Fábrica Militar de Aviones. “La Fábrica de Córdoba fue una empresa estratégica y no comercial, lo que explica su fracaso como fábrica sustentable”, dice. Y repasa los proyectos más exitosos: 200 entrenadores militares DL-22 de 1944; más de 200 Ranqueles de 1957; 50 Guaraní II de la década de 1960; 200 Cessna 182/150 entre 1966 y 1972, y finalmente los 106 Pucará desde 1970. “Hace ya 40 años que la producción seriada no es importante. Del actual Pampa apenas se fabricaron 17 unidades en la década de 1980, y ahora otros seis más a terminar”, agrega. Según Omar, el Pampa es un logro de la tecnología aeronáutica argentina, pero está mal pensado. “El orgullo argentino nos hizo pensar en disponer de un entrenador avanzado de máximo nivel mundial, pero sin mucha utilidad. Ni siquiera tenemos los recursos para darnos ese lujo”, comenta. Y enseguida lo compara con la practicidad y simpleza con la que el Cholo Boero pensó sus aviones. *** “Fui casi uno de los que apagó la luz de la fábrica. Todo se acabó cuando se terminó el contrato con Brasil. Fuimos quedando los empleados más antiguos y en 1995 se cerró definitivamente”, resume Jorge Rodríguez el final de Aero Boero. La fábrica fue una víctima más del menemismo y de la convertibilidad. La paridad dólar-peso le quitó una ventaja competitiva para vender aviones. “No pudimos modificar el país donde pusimos la fábrica, pero el país nos modificó a nosotros”, dice el Cholo. El sueño de muchos habitantes de Morteros, incluido uno de
sus históricos empleados, Jorge Rodríguez, es que la fábrica se reabra. “De ninguna manera. No hay mercado. La fumigación está difícil por los problemas de contaminación. Además, parece que el avión pasó de moda, aunque es mejor que cualquiera que hay ahora. Hoy no hay compradores de aviones”, dice el Cholo. Y luego hace cálculos: “El motor del AB180 cuesta 60 mil dólares en Estados Unidos y a eso hay que sumarle impuestos y aduana. Hoy un avión saldría 200 mil dólares. Por el momento, las cosas se escaparon por el dólar. Aunque si es por diseño de aviones, me sobran los proyectos”. Jorge hizo un intento por recuperar la fábrica. “Teníamos un apoyo del gobierno nacional. Nos reunimos con los dueños de la fábrica pero no llegamos a un acuerdo”, resume. Y sueña: “Sería lindo volver a tenerla. En el mundo hay mercado porque ya hay pocas empresas que fabriquen aviones escuela. Me gustaría volver a esa época. Haría falta una fábrica de esas para que repunte el pueblo”. *** En el camino hacia el aeroclub de Morteros se ve el hangar abandonado. Sobre las chapas oxidadas se lee en letras cursivas “Aero Boero”. Allí funciona un taller de reparación mínimo. Eso y las piezas que recrea Jorge Rodríguez son los retazos que quedan de la fábrica de aviones más exitosa de Argentina. Eso y la memoria del Cholo. “Renegamos mucho toda la vida. Y seguimos ahora. Tenemos un ingeniero que es responsable de recibir las quejas de los clientes. Tenemos que seguir respondiendo”, dice. Hacia el final de la charla, el Cholo saca de un sobre una hoja con muchos números. Para su creador, ese listado es la mejor síntesis de la historia y gloria de Aero Boero. El texto se resume así: Si de los más de 600 aviones que fabricó Aero Boero aún sobreviven 250, y cada uno de ellos tiene tres mil horas de vuelo, estos aviones han volado durante 750 mil horas, han aterrizado 2,25 millones de veces, han gastado 22,5 millones de litros de combustible y han recorrido 112,5 millones de kilómetros. En definitiva, han podido viajar 293 veces a la Luna. Un sueño que llegó tan lejos desde Morteros.
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realidad gremial
Después de más de 400 años de historia los docentes de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) tienen su primer Convenio Colectivo de Trabajo. Es un avance nacional que tuvo a Córdoba a la cabeza de las discusiones de un proyecto que estuvo en la agenda de los docentes durante más de dos décadas.
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ueron las últimas. Porque siempre a ellas todo les ha costado mucho más. Desde la sanción de la Ley 26.844 que instituyó el Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, finalmente la sociedad argentina comenzó a salvar, aunque por ahora en cuotas, su vieja deuda con uno de los colectivos de trabajadores más grandes del país: el de las empleadas domésticas. El Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) es un contrato entre los sindicatos y el empleador que regula las condiciones y establece acuerdos mínimos en el funcionamiento de las relaciones de trabajo. Históricamente, la existencia de los CCT era algo que estaba reservado a los trabajadores privados. Luego, con los avances de la legislación argentina, se abrió la posibilidad para que los trabajadores de las entidades públicas también pudiesen tener sus acuerdos para regir sus actividades profesionales. En Argentina, ni la administración pública, ni los empleados judiciales, ni la policía tienen, hoy, un CCT, aunque en cada una de estas áreas las negociaciones en torno a proyectos en ese sentido estén en desarrollo. Un proyecto de 20 años Hoy existen en Argentina 49 universidades públicas a las que concurren alrededor de
un millón y medio de estudiantes a cargo de unos 140 mil docentes universitarios. La posibilidad de alcanzar un CCT que rija la actividad de los docentes universitarios se discute desde mediados de los años 90. En aquel momento, en consonancia con el espíritu de la Ley de Educación Superior (la norma aún vigente que puso a las universidades en la órbita del paradigma neoliberal) el presidente Carlos Menem estableció una forma de negociar las paritarias universitarias entregándole a los rectores todo el poder a la hora de establecer el funcionamiento de las altas casas de estudio. Con esa base, los docentes comenzaron a pensar un convenio. Fueron años de discusión entre los representantes gremiales de todas las universidades del país. Aquel era un país diferente, con un marco distinto en materia de regímenes políticos, económicos, culturales y, claro está, educativos. En ese contexto, los gremios congregados en la Confederación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) esbozaron un borrador que fue discutiéndose en un clima político distinto. El primer proyecto de un CCT para los docentes de las universidades nacionales se aprobó en el Congreso Extraordinario de Conadu que se realizó en junio de 2004 en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero. Allí, con más de diez años de discusiones, conquistas y retrocesos a cues-
La posibilidad de alcanzar un CCT de docentes universitarios se discute desde mediados de los años 90. Los primeros resultados se alcanzaron en 2011. El primer proyecto se aprobó en junio de 2004. La UNC aprobó la puesta en vigencia del CCT el 4 de noviembre de 2014
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tas, los puntos centrales de los acuerdos del sector lograron confluir en un cuerpo de principios reguladores que luego debía ser discutido en las mesas paritarias que sentaban al Ministerio de Trabajo de la Nación y al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Los primeros resultados concretos de los años de trabajo se alcanzaron en 2011. Pablo Carro, Secretario General de la Asociación de Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (Adiuc), dice: “Todo se aceleró en los últimos cuatro años. La aparición de nuevas universidades rompió el núcleo histórico de rectores que dentro del CIN tenían una posición bastante cerrada para avanzar”. Fue entonces cuando nació el primer proyecto de CCT 18 energía +
que luego se aprobó al interior de la Conadu a principio de 2014 y fue ratificado por el Ministerio de Trabajo de la Nación el 22 de agosto pasado. La UNC aprobó la puesta en vigencia del CCT el 4 de noviembre de 2014. Autonomía y avance cordobés Para preservar el espíritu de la autonomía universitaria, el mecanismo de discusión adoptado por el CIN estableció un requisito mediante el cual cada universidad podía establecer un número de “salvedades” sobre el proyecto original que colisionaran con los estatutos locales. A esa figura se le llamó “reservas estatutarias”. La UNC presentó 21 reservas que fueron modificadas
en la negociación local. Alberto León, Secretario General de la UNC, opina: “Fue una experiencia muy importante ya que desde la UNC siempre se apoyó el avance en la redacción nacional. Por suerte, pudimos trabajar junto al gremio y salvar lo que entendimos que podía generar malos entendidos”. Los docentes de Córdoba salvaron algunos de sus avances incluso por sobre el CCT nacional. Uno de ellos tiene que ver con el ingreso a la carrera docente. En la norma nacional el concurso es la llave de ingreso a la carrera docente, mientras que en la UNC la propuesta es mixta, ya que el docente elige (una vez vencido el plazo que el concurso habilita) si desea o no entrar a la carrera docente. “Todos los puntos se aclararon, salvo el que se presenta con una disposición transitoria en el Art. 73 que establece que los docentes interinos que tengan cinco años o más en un mismo cargo van a ingresar a la carrera docente de un cargo que sea concursable, van a hacerlo a través de un mecanismo que se debe acordar en la paritaria local y, hasta tanto eso ocurra, no se le puede modificar la situación. Es decir que se le garantiza estabilidad”, dice Carro en torno a este punto que prevé solucionarse durante el año 2015 y para el cual se deberá convocar a una asamblea universitaria. El Secretario General de la UNC explica: “La idea es solucionar la situación de aquellos docentes que sean interinos al día de la firma del convenio a nivel nacional (el 16 de abril de 2014). No va a quedar una norma que cada docente que cumple ese requisito de aquí en más va a pasar a la carrera docente. De esa manera también se busca evitar la acumulación de contratados”. ¿Qué pasará, entonces, con los docentes contratados que acumulen dos, tres o cuatro años de contrato?, la idea de la UNC es que en la próxima renovación del contrato se convoque a concurso. El CCT cordobés tiene, también, dos puntos que no están en el nacional. Uno que establece el 16 de abril (día de la firma
La UBA, afuera
Pablo Carro. Secretario General de la Asociación de Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (Adiuc)
del CCT) como Día del Docente Universitario, con el asueto correspondiente y otro que establece una “cuota solidaria” que apunta al fortalecimiento de la entidad gremial. Este punto dice que cuando el docente recibe la primera cuota de los aumentos obtenidos en la paritaria, el aporte sindical será universal, aunque el acuerdo permite también renunciar a ese aporte. El Secretario General del ADIUC considera: “La mejora más importante del CCT quizá sea la concepción política. Cada universidad nueva que se crea es una universidad sin derechos laborales. Cada una de ellas puede fijar salarios, formas de contratación, tareas, etcétera. El CCT es un piso de derechos a nivel nacional. Eso representa un avance fenomenal. También es necesario destacar que muchos de los puntos que forman parte del convenio fueron extraídos de avances que ya existían en nuestra universidad. Por ejemplo, la extensión de las licencias de maternidad a 180
La Universidad de Buenos Aires (UBA) le quitó al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) el poder para representarla en la mesa de negociaciones del proyecto de Convenio Colectivo de Trabajo (CCT). Eso generó un problema en el seno de la mesa porque la UBA representa casi a la mitad de las universidades nacionales. Eso genera que, a nivel nacional, el CCT esté casi parado porque en parte lo sigue estudiando el Ministerio de Trabajo y en parte el de Economía, porque, además, incluye ítems que tienen que ver con erogaciones de dinero. Por ejemplo, uno de los puntos centrales establece que el salario de los docentes universitarios deberá aumentar un 25 por ciento en los próximos cinco años, independientemente de las negociaciones que se lleven a cabo en las paritarias. Ese avance llevaría el salario de los trabajadores al punto histórico más alto desde 1988. En ese sentido, Carro advierte: “Los docentes de la UBA cobraron la primera parte de ese aumento, por lo que, ¿para ese punto están dentro del CCT y para los otro no? Es una situación extraña”. energía + 19
días fue algo que se aprobó durante la última parte del rectorado de Carolina Scotto y hoy forma parte del convenio nacional. Es decir que para los cordobeses muchos avances no significan cambios sustantivos en la práctica laboral. Otras sí, como los casi 2500 interinos que obtienen estabilidad. O el capítulo que trabaja sobre las condiciones y medio ambiente de trabajo que supone la conformación de comisiones mixtas que tienen capacidad de inspeccionar o las mejoras salariales. En esos puntos ganamos todos”. Desafíos Entre los docentes que participaron en la construcción de las bases del CCT, los cordobeses destacan dos tradiciones políticas de las más fuertes que han nacido en la provincia. La que se reconoce en el proyecto sindical y combativo que tuvo su protagonismo durante finales de los años 60 y comienzos de los 70 y la Reforma Universitaria de 1918. “Los dolores que quedan son las libertades que faltan”, decía una de las líneas más memorables de aquel texto trascendental. Con el correr de los tiempos y las conquistas, las batallas se actualizaron y forjaron nuevos desafíos. Para 20 energía +
Carro, uno de los puntos centrales es el presupuesto que se destina a la educación superior: “Por mucho que haya mejorado en todos estos años, lo cierto es que en muchas áreas siguen faltando docentes y obras de infraestructura. En ese sentido, hay algunas dependencias que comparadas con otras universidades del país experimentan un retraso”. El gremio también señala como necesidad la urgencia de avanzar sobre los “bolsones de trabajo flexibilizado” en la UNC y sobre las desigualdades en las condiciones de trabajo. “Hay docentes que tienen 15 alumnos y otros que tienen 200. Ahí es necesario un trabajo político colectivo para subsanar esa dificultad, que es real y hasta comprensible, si en materia de reconocimiento y de salario es lo mismo estar ante un curso de 200 que ante uno de 15. Así, los docentes con mayor preparación se concentran en los cursos superiores y se alejan del masivo y del campo de batalla que debería experimentar cualquier proyecto universitario que se considere inclusivo”, sostiene Carro.
A la vanguardia del continente El Convenio Colectivo de trabajo (CCT) cordobés es un avance no solo en relación a las otras unidades nacionales, sino a la mayoría de las universidades en el continente. Pablo Carro dice: “En la mayoría de los países del continente las universidades están bastante más retrasadas en materia de derechos en comparación con nuestro país. Casi todas están como hace 20 años estábamos en Argentina. Con leyes flexibilizadoras, con contratos que duran 10 meses y se cortan o con sistemas que son super jerárquicos. En países como Brasil o México es así. Si ingresás, ganás muy bien. Pero ahí entraron muy bien las lógicas neoliberales: si sos productivo, ganás bien. La mayoría de las universidades están en poder de la derecha y eso impide avances significativos. En Centroamérica y en Colombia la situación es dura: hay perseguidos políticos y docentes presos. Es muy complicado”.
institucional
energĂa + 21
institucional
Bioeléctrica
energía en origen 22 energía +
nota de tapa
El Sindicato Regional de Luz y Fuerza y Generadora Córdoba se incorporaron a un nuevo emprendimiento de energía renovable: generar electricidad a partir del maíz.
E
l 2 de diciembre pasado el secretario general del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF), Eduardo Brandolín y el gerente general de Generadora Córdoba, Luis Luján, viajaron a la ciudad de Río Cuarto para asistir a la asamblea de accionistas de Bioeléctrica, el nuevo emprendimiento de energía renovable donde participa el SiReLyF. “La energía eléctrica es el futuro económico del país”, dijo Brandolín. “Este proyecto que hemos encarado es importante para las economías regionales porque la idea es replicarlo en al menos otros 30 puntos de la provincia de Córdoba. Esta primera planta de Río Cuarto produce un MWh (megavatio-hora) pero está previsto que las próximas sean de dos. El panorama hacia el futuro es muy interesante”, agregó. ¿De qué se trata? El Ingeniero Químico Juan Córdoba, que participó en la construcción de la planta, lo explicó así: “Se trata de producir bioenergía a partir de biogas. Metemos el maíz en un biodigestor, con un porcentaje muy pequeño de estiércol que aporta las bacterias que hacen que se digiera el maíz. Es como el estómago de una vaca. El gas que produce esa digestión recibe un pequeño tratamiento para mejorar su calidad y alimenta, utilizado como combustible, un motor acoplado a un generador de energía eléctrica. Genera 1,2 MWh, las 24 horas del día, los 365 días del año. Esto representa el consumo
de unos mil hogares. La idea es agregar valor a las materias primas que producimos localmente, en este caso el maíz”. Además, el Ing. Córdoba explicó que hay un subproducto de ese proceso que es un fertilizante para el campo. “Es una agricultura circular, porque los nutrientes que obtuvimos del maíz vuelven a la tierra en forma de biofertilizante. Es un círculo virtuoso. También recuperamos el calor que desprende el equipo de refrigeración del motor, así que obtenemos un 41 por ciento de energía eléctrica, pero también obtenemos otro 41 por ciento de energía térmica. Ambas son energías comercializables”, explicó el Ing. Córdoba. Argentina cuenta con un parque de generación de energía altamente dependiente de la disponibilidad de hidrocarburos, que son responsables de la mayoría de la energía eléctrica generada en el país. A su vez el consumo de electricidad ha registrado un incremento sostenido en los últimos años. El desafío de este proyecto es aportar a la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables. En este sentido, Luis Luján aseguró: “Estamos ayudando a la sustitución de las importaciones de combustibles fósiles. Además, hacemos un aporte al desarrollo regional porque se produce energía en origen que se distribuirá en los pueblos; se genera empleos de forma directa en el manejo de la planta e indirecta en la siembra, cosecha y transporte de la materia prima. Generadora Córdoba no participa como un simple inversor sino que lo hace
“Este proyecto que hemos encarado es importante para las economías regionales porque la idea es replicarlo en al menos otros 30 puntos de la provincia de Córdoba”, dijo Brandolín energía + 23
cultura
Encuentro. Eduardo Brandolín expuso sus ideas sobre el proyecto de energía renovable en la asamblea de Bioeléctrica en Río Cuarto.
de manera activa, porque parte de nuestro personal está integrado a este proyecto. No olvidemos que esperamos que sean unas 30 plantas de dos megavatios cada una distribuidas en toda la provincia”. Este emprendimiento tiene como base el asociativismo de los productores regionales, permite a los emprendedores potenciar sus capacidades individuales y evolucionar hacia organizaciones que favorezcan el desarrollo del capital social, agregando valor a la producción de maíz y protegiendo el medio ambiente. Ecología y alimentos Para el secretario general del SiReLyF hay un dato que a primera vista puede resultar difícil de entender: “Vamos a producir energía a partir de un alimento, cuando en el mundo hay hambre. La explicación es simple: en Argentina no hay donde colocar toda la producción de maíz. En Estados Unidos, por ejemplo, hacen dos cosechas de soja y una de maíz para que el maíz le dé a la tierra los nutrientes que 24 energía +
necesita para producir soja. En Argentina se suelen hacer cuatro cosechas de soja y una de maíz, con lo que se destruye la potencialidad de la tierra. Eso sucede porque no hay donde colocar la producción de maíz. Por eso, con este proyecto incentivaríamos su producción porque en los lugares donde haya centrales de bioenergía los productores locales van a tener a quién venderle su producción a un precio internacional. La materia prima es local, la mano de obra también y la energía que se produce se consume en el lugar”. En Alemania, por ejemplo, donde casi cinco millones de hogares son abastecidos con electricidad a partir de biogas, en 2011 se destinaron 700.000 hectáreas de maíz para la producción de energía. Por su parte, el gerente general de Generadora Córdoba explicó: “Argentina es el sexto productor de maíz del mundo y el segundo exportador. Eso no es una buena noticia. La buena noticia sería que se le ponga valor agregado a esa materia prima y la esencia de Bioeléctrica es
agregarle valor al maíz y convertirlo en energía. Además, hay que tener en cuenta que es una energía mucho menos contaminante: el dióxido de carbono que se libera al ambiente al usar el biogas equivale al 20 por ciento de lo que se liberaría si usáramos combustibles líquidos. Es decir que estas plantas reducen sensiblemente los impactos ambientales”. La biomasa es un recurso plenamente renovable ya que su valor proviene de una fuente natural de energía: el sol. Desde el punto de vista ambiental, las plantas eléctricas que operan con biomasa no producen lluvia ácida, ni generan gases de efecto invernadero debido a que el dióxido de carbono que se libera es captado nuevamente durante el crecimiento de la planta de maíz. De esta manera el SiReLyF no solo hace un aporte a las economías regionales, crea puestos de trabajo, ayuda a la sustitución de importaciones de combustibles fósiles, sino que cuida el medio ambiente a través de la producción de energías renovables.
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institucional
Materia química en estudio Terminar el secundario y seguir estudiando. La historia de Fernanda Suárez, una joven de La Tordilla, en el este de la provincia de Córdoba, que vino a la Casa del Estudiante en la capital cordobesa a estudiar una carrera universitaria. Con vocación y un gran desempeño académico en las Ciencias Químicas, continúa su camino profesional.
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l living de la Casa del Estudiante está lleno de jóvenes de diferentes localidades de la provincia de Córdoba. Vinieron a conocer el lugar donde vivirán mientras cursen sus estudios universitarios. Su director, Miguel Valente, les cuenta cómo es el edificio, cómo funciona, en qué piso se alojarán y las reglas de convivencia que compartirán con el resto de los estudiantes. Las chicas escuchan atentas. Dentro de poco, su vida estará acá. En una mesa, al lado, está Fernanda Suárez. Ella también vivió esa experiencia en 2003 cuando la Casa abrió sus puertas a los hijos de los afiliados del Sindicato Regional de Luz y Fuerza. Once años después, la satisfacción por sus logros es inmensa ante la posibilidad de continuar sus estudios del mismo modo en el que lo harán estas jóvenes. Vocación y profesión Fernanda siempre quiso estar entre tubos de ensayo y reacciones químicas. En cuarto año del secundario se fue de La Tordilla, su pueblo, hacia Arroyito, donde viven sus abuelos, a estudiar en el IPEM Nº 68 Coronel Luis Álvarez que tenía orientación en Alimentación y, claro, mucha química. Luego viajó con sus amigas de la escuela a hacer el cursillo de ingreso a la Licenciatura en Ciencias Químicas en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). El tiempo pasó, Fernanda cumplió 31 años y lo que fue un deseo de chica es hoy una realidad. Es Licenciada en Ciencias Químicas con orientación en Química
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Biológica y Licenciada en Bioquímica Clínica. Está haciendo el Doctorado en Ciencias Químicas, es becaria del Conicet e integra un grupo de investigación del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici) del mismo instituto. Además, es docente universitaria. “Esto es lo que soñaba desde chica. Tenía cuatro años y mi papá compraba la revista Anteojito y Muy Interesante. Un día vi ahí una estructura molecular y desde ese momento imaginé que me gustaba la ciencia. Me imaginaba con un guardapolvo”, dice Fernanda. Cuando terminó el secundario este edificio por el que han pasado 720 estudiantes de toda la provincia todavía
no estaba terminado. Fernanda se instaló en un departamento y al año llegó su hermana Analía, también a estudiar. En 2003, cuando estaba en tercer año y comenzaba a cursar la Licenciatura en Bioquímica, la Casa se inauguró y abrió un nuevo escenario de oportunidades. Posibilitó que los hijos de los afiliados puedan estudiar en una residencia estudiantil de seis pisos que puede albergar hasta 96 personas, con 16 habitaciones por piso, comedor, lavadero, baño y espacios para el estudio individual y grupal. Además, tiene un reglamento de convivencia y rendimiento académico para los jóvenes hecho a partir de valores cooperativos.
Bien de familia. “Mi mamá se enteró lo de la Casa del Estudiante y enseguida lo puso en marcha. Porque para mantener en Córdoba a dos, luego a tres, y en una etapa a cuatro hijos, con un único ingreso de mi papá, la Casa era una posibilidad excelente. No lo dudamos”, cuenta Fernanda.
“Mi mamá se enteró lo de la Casa del Estudiante y enseguida lo puso en marcha. Porque para mantener en Córdoba a dos, luego a tres, y en una etapa a cuatro hijos, con un único ingreso de mi papá, la Casa era una posibilidad excelente. No lo dudamos”, cuenta Fernanda. Y agrega: “Por eso, gracias a Dios que puso en los dirigentes del Sindicato hacer una obra así que favorezca a un montón de chicos que vienen desde el interior a estudiar y a cumplir el sueño”. Después llegó Silvina y por un tiempo se mudaron a un departamento. Al regresar a la Casa, Fernanda finalizó Bioquímica y arrancó las prácticas profesionales. “Tenía 24 años, dos títulos, y 26 para la Licenciatura en Química”, cuenta. Honor al legado El papá de los hermanos Suárez, Carlos Alberto, es jubilado del Sindicato y trabajaba en la cooperativa eléctrica de La Tordilla. Su mamá, Ester, es ama de casa. Trabajó un tiempo en la central telefónica del pueblo hasta que nació Analía, y desde ese momento se dedicó a la crianza de sus cuatro hijos. Hoy, Analía trabaja en Regional Salud, es nutricionista y está estudiando medicina. Silvina es profesora de Psicología y está terminando la Licenciatura. Facundo, el más chico, es empleado en Arcor, la principal fuente de trabajo de Arroyito. “Creo que estudiaba lo necesario. Para eso estaba. Entendía que era una de las herencias más importantes que nos dejaban nuestros padres. Había que hacerle honor a eso. Ellos no tuvieron
la misma posibilidad que nosotros de venir a estudiar a Córdoba y querían ver plasmado eso en nosotros”, explica Fernanda. Estudiar la materia La especificidad de las ciencias hace de los estudios un universo amplio y delimitado al mismo tiempo. Queratopatía climática esferoidea. Así se llama la patología que estudia en el grupo de investigación del Cibici y con la que realiza su doctorado. Se trata de una enfermedad degenerativa de la cornea humana, muy poco frecuente en el mundo y escasamente estudiada. Avanza hasta producir la disminución de la visión y en estadíos más avanzados, la ceguera. Ciertas características y factores ambientales como el clima semidesértico, la inadecuada protección a la radiación UVB (RUV-B,), estarían involucrados en su génesis. En Argentina se presenta en Aguada Guzmán, Río Negro. Uno de los objetivos de la investigación es dilucidar cuáles son las causas y los mecanismos moleculares involucrados para que en el futuro se pueda actuar de manera preventiva o minimizar las posibilidades de progresión de la enfermedad. “Estamos estudiando una enfermedad donde el único tratamiento que tiene es el trasplante de cornea, que es muy difícil porque son pacientes que viven lejos, donde no hay infraestructura para curarlos. Pensar que podemos conocer cómo se desarrolla y otros posibles tratamientos es muy bueno. El hecho de conocer gente de otros países, de tener la posibilidad de ir a otros lugares a formarte y volver a Argentina a aplicar lo que
aprendiste es excelente”, explica Fernanda, quien también vuelca ese compromiso en la docencia. Da clases en el Departamento de Bioquímica Clínica e Inmunología y en el Área de Inmunología para las carreras de Bioquímica y Farmacia de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC. “Me encanta la docencia. Al mismo tiempo que enseño, aprendo. Aprendo a enseñar y más. Eso me lleva a ser más curioso y a interesarme más por lo que hago, por lo que trasmito”, cuenta. En mayo de 2014 participó en el Congreso Internacional de la Asociación para la Investigación en Visión y Oftalmología en Estados Unidos y conoció un instituto que, considera, es el número uno de oftalmología: el Bascom Palmer, en Miami, donde volverá durante tres meses en 2015 gracias a la beca que ganó, de la Comisión Fulbright. “Mi apuesta está puesta en Argentina, pero hay una etapa por la que pasa la gente que hace lo mismo que yo que es la de irse un tiempo afuera, formarse y volver y aplicar lo que aprendiste. . En mi caso no sé qué va a pasar cuando termine el doctorado”, dice. Por lo pronto, Fernanda continua viviendo con sus hermanas en un departamento a dos cuadras de la Casa, trabaja, sigue estudiando, va a la iglesia evangélica con un grupo de amigos y con ellos los domingos dan actividades en una escuela Camino a San Carlos Km 8 ½, y hace tres años está de novia con Luciano: “Nos acostumbramos tanto al barrio que no nos pudimos ir muy lejos. Hoy mi vida está en Córdoba”. energía + 27
Historias contadas desde adentro
E
l misterio y la rabia, de Ernesto Picco, es el texto ganador de la primera edición del Premio Crónicas Interiores, organizado por el Sindicato Regional de Luz y Fuerza, con el apoyo de la editorial Recovecos, Regardé Comunicación y la revista Anfibia. El premio fue creado como un estímulo para autores que buscan visibilizar las historias, vivencias y problemáticas del interior del país a través del periodismo narrativo. El misterio y la rabia cuenta una trama de abuso policial, complicidad política, silencio mediático y naturalización de la violencia urbana en Santiago del Estero. Su autor es docente, becario del Conicet y periodista. Su texto será publicado a principios de 2015 junto con otros seis finalistas en un libro que pretende ser una instantánea de la Argentina actual. Después de una larga deliberación, el jurado seleccionó los siguientes finalistas: El último tiro de Agosti, de Pablo Perantuono; La reina del oro verde, de Mariana Liceaga; Elemento volado, de María de los Ángeles Alemandi; Esther Díaz: sexo, academia y rock and roll, de Marcela Repossi; Es que todo se volvió gris, de Juan Cruz Taborda Varela y Sonríe, Dios te ama, de Adrián Camerano. El acto de premiación fue el miércoles 26 de noviembre en el Auditorio Luis Gagliano del Sindicato Regional de Luz y Fuerza. “La convocatoria del Premio Crónicas Interiores logró algo que muchos periodistas buscamos desde hace tiempo, que es federalizar la información y la comunicación”, dijo el autor en el acto de premiación. Por su parte, Eduardo Brandolín, secretario general del SiReLyF, dijo: “Nunca pensé que una buena idea fuera a tener tanta repercusión no solo en todo el país sino también en el exterior. Nuestro sindicato tiene un aspecto fundamental en su Gestión para el Cambio: la cultura. Es algo que seguiremos fomentando porque trabajar para la cultura es fundamental para una organización como la nuestra”.
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institucional
El ganador
N
ació en Santiago del Estero un martes de tormenta de 1982. Era trece y, dice, sobrevivió tres décadas, así que no cree en la mala suerte aunque confía a ojos cerrados en el azar. Si tiene que recomendarle un libro a alguien que le cae mal, Ernesto Picco propone alguno de los que Jorge Lanata escribió sobre la historia argentina. En el año 2000 viajó a Buenos Aires. Vendió historietas en un local de la calle Corrientes y trabajó de telemarketer. Después de diciembre de 2001, se volvió a Santiago. Empezó a estudiar Comunicación Social, trabajó en una radio y en un diario. En 2010 se alejó de las redacciones: se dedicó a estudiarlas. Ganó una beca del Conicet con la que terminó un doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires con una
tesis sobre la relación entre los medios, la iglesia católica, las empresas constructoras y de servicios.
Tuvo una tortuga que se llamaba Enzo, por Francescoli, y un gato que se llamaba He-Man, por He-man. Lo tuvo que regalar. Sumando los kilómetros que hizo todas
las veces que fue y volvió de Santiago del Estero a Buenos Aires, podría haber hecho algún viaje al espacio. Sólo de ida. Trabaja en las dos universidades de Santiago. En la Nacional forma parte de un equipo de investigación sobre política y ciudadanía, y en la Católica es profesor en la carrera de Comunicación Social. Escribió sobre Cuba, Malvinas y algunas crónicas sobre política santiagueña en la revista local Cabeza. En 2012 publicó su primer libro: “Medios, política y poder en Santiago del Estero”. Ese año empezó con un grupo de colegas el programa Foro 4200 en Radio Nacional, para hablar sobre los alcances de la Ley de Medios en la provincia y abordar los temas que la prensa tradicional calla en Santiago. Con sus compañeros de equipo siguió los casos policiales que después dieron lugar al texto con el que ganó el Premio Crónicas Interiores.
La vitalidad de un género E
n su dictamen, el jurado –integrado por Sergio Carreras, Federico Bianchini y Dante Leguizamón– expresó su satisfacción por la cantidad, calidad y variedad temática de los casi 130 textos enviados al Premio Crónicas Interiores. “En conjunto, los trabajos fueron una evidencia de la frescura y vitalidad que exhibe el género de la crónica en Argentina. Fue como un reencuentro con el género, un abrazo con docenas de nuevos autores, compañeros que están trabajando y escribiendo los textos del periodismo y la literatura no ficcional del futuro”, dijeron los miembros del jurado. Llegaron trabajos de numerosos
Sergio Carreras
puntos del país que retratan situaciones, procesos y personajes tanto de las grandes ciudades como de pequeños parajes del Interior. Las historias rescatan acontecimientos que han permanecido anónimos y también episodios paradigmáticos de nuestra realidad. “Los trabajos mostraron algunas de las problemáticas urgentes de la Argentina 2014: la impunidad, la violencia en sus múltiples formas (institucional, policíaca, económica), la corrupción política, las muertes por accidentes de tránsito, el debilitamiento de las religiones oficiales y la búsqueda de nuevas prácticas espirituales, la censura periodística, el fortalecimiento del modelo agroexportador, etcétera”, dijeron.
Dante Leguizamón
El jurado también consideró oportuno señalar que “muchos trabajos que mostraban gran potencialidad y abordaban temas originales y atractivos, quedaron a medio camino porque se percibió falta de profundización en el trabajo de reporteo (salir a la calle, caminar, tomar notas, buscar nuevas voces, contrastar). En algunos casos eso se vio incrementado por cierta comodidad estilística (reiteración de fórmulas, regreso a lugares comunes, fortalecimiento de estereotipos, recaída en la mirada folklórica de lo que llamamos el Interior). Deseando que todos los participantes sigan el camino del género, el jurado se atreve a estimular en los participantes a profundizar en la autoedición de sus propios textos”.
Federico Bianchini
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Eduardo Soteras
Eduardo Soteras estaba trabajando en un pueblo finlandés, rodeado de cien mil borrachos que bailaban y cantaban, pero no podía dejar de pensar en que Gaza desaparecía bajo las bombas. Así que volvió a Israel, recorrió los 56 kilómetros que separan su casa de la frontera con Gaza y se quedó un mes documentando la guerra. Todos los días repetía una rutina triste: primero iba a los lugares bombardeados, luego al hospital y su morgue, después al funeral y volvía al hotel a editar sus fotos. Cada día buscaba observar de cerca la tragedia sin chamuscarse las pestañas. El periodista y fotógrafo cordobés contó su experiencia y mostró sus fotos el miércoles 5 de noviembre.
Sigmaluca El viernes 21 de noviembre Sigmaluca presentó su primer disco. La banda, integrada en su mayoría por músicos de Santiago del Estero, transita desde 2009 el rock progresivo, el rock sinfónico, el brit rock, el rock alternativo, el new metal y también canciones en formato acústico. El nuevo material ya se encuentra disponible en todas las disquerías del país y se puede escuchar y descargar de internet. El show propuso además una puesta en escena audiovisual y músicos invitados.
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El jueves 27 de noviembre La Arcaica Blues Rural presentó su primer disco. La Arcaica es una banda de country blues que recorre la música del sur estadounidense de comienzos del siglo 20: blues del Delta y del Missisippi, el bluegrass y el country tradicional en versiones acústicas. Blues rural, su primer disco, ofrece una mirada panorámica y respetuosa de los estilos musicales del sur de los Estados Unidos, con una impronta de raíz negra.
El Ojo con Dientes
El sábado 6 de diciembre El Ojo con Dientes cerró el ciclo de transmisiones en vivo desde el Auditorio que se emitían en simultáneo por RadioLyF. Durante todo el año, un sábado al mes, se presentaron músicos, escritores, artistas plásticos, del teatro, de la cultura y el espectáculo para contar qué hacen y cómo hacen su trabajo desde Córdoba.
Cadáver Exquisito La Arcaica Blues Rural
A través de la cooperativa de trabajo Calex, integrada por ex presos, Consuelo Cabral y Yael Crivisqui llevan adelante un taller de periodismo en el penal de barrio San Martín, en Córdoba, al que asisten 15 hombres que cumplen su condena. De ese taller salió una revista hecha por los presos. “Es una revista que va a estar en las celdas y en las plazas. Adentro y afuera. Un espacio imaginario de encuentro. El encierro es físico. La libertad está a la vuelta de cada página. Las condenas se cumplen. Los deseos también. ¿Que alguien crea en vos te puede hacer mejor?”, se preguntan en la revista, que se presentó el 18 de diciembre.
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Recepcionista
///////////////////////////////////////// ensayo fotogrĂĄfico la Familia argentina
Federico Czesli
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La familia argentina
Coplera
La familia argentina Federico Czesli (Villa Crespo, Buenos Aires, 1981) escribió ficción y poesía hasta que a los 24 años se dio cuenta de que no tenía nada más para decir. Con la fotografía sintió que podía acercarse a mundos ajenos, extraños. Estudió la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires donde, dice, aprendió a dudar. A sus 30 años se preguntó: “Si supiera que me voy a morir dentro de seis meses, ¿qué haría?” Viajar, respondió. Así que renunció a su trabajo, agarró la mochila, una cámara de fotos, un grabador de periodista, una computadora y se sumergió durante nueve meses en el interior de su propio país, de donde salió La familia argentina. “Este trabajo muestra que los argentinos somos de muchas formas distintas y que, cuando se recorre el país paso a paso, los arquetipos y los modelos no tienen ningún sentido”, dice. Hoy está haciendo la maestría en Antropología en la Universidad Autónoma Metropolitana de México. 34 energía +
Federico Czesli
Dandy
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La familia argentina
Familia de vacaciones
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Federico Czesli
Vicedirectora de escuela
Travesti de pueblo agropecuario energĂa + 37
La familia argentina
Gallero
Pan 38 energĂa +
Federico GabrielCzesli Orge
Obrero
Pareja campesina energĂa + 39
La edad media se acabó hace rato Hace 30 años una colonia menonita se instaló en el sur de la provincia de La Pampa y, desde entonces, un comerciante fanático de Boca Juniors viaja todos los días para llevarles provisiones. Un viaje de negocios a una comunidad que vive bajo sus propias reglas.
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crónica
L
Texto: Lautaro Bentivegna Fotos: Javier Bertin
e temen a Dios. Por eso son así. Por eso trabajan duro y no se pelean ni discuten ni gritan ni ostentan el dinero. Le temen a Dios porque él los está mirando todo el tiempo y porque saben –creen, tienen fe– que irán a un lugar mejor si se portan bien, si son ordenados, si se resisten a las tentaciones del mundo, si no hablan de más, si trabajan todos los días hasta que caiga el sol. Hace 15 años, cuando yo tenía 12 y acompañaba a mi tío abuelo a vender a la Colonia Nueva Esperanza, un campo de 10.000 hectáreas al sur de la provincia de La Pampa, él solía explicarme algunas cosas. Con la vista fija en el camino, el viejo me decía que los menonitas eran de hablar poco y que no les gustaba que los anden viendo como personajes extraños. Que entre ellos hablaban un idioma parecido al alemán y que son naturalmente buenos. Que las mujeres no hablaban castellano porque no les enseñaban. Que las chicas se casaban jovencitas y que tenían muchos hijos porque así lo indicaba Dios. Y que muchos hijos es mejor porque después podían trabajar todos juntos en el campo. Que iban los domingos a misa y que a las seis de la tarde, en invierno, ya estaban todos durmiendo. Que no festejaban los cumpleaños y que las fiestas eran aburridas. Que los velorios duraban varios días y que a los muertos les ponían barras de hielo en la espalda para que no se pudrieran. Que no había músicos, que los únicos sonidos eran de la sierra en la carpintería, el de los caballos y el de los gallos a la mañana. Que los chicos eran respetuosos con sus padres y que nunca les discutían. También el tío solía decirme que todos los menonitas eran de Boca Juniors porque él mismo se había encargado de convencerlos de que no había club más grande en el mundo. Íbamos solos en una camioneta Ford, a los saltos por el camino de tierra que separaba la colonia –una de las dos congregaciones menonitas que hay en el país– de Guatraché, un pueblo de tres mil habitantes y pocos atractivos, de no ser por una laguna que de tan salada se parece al mar muerto. La camioneta tenía encima –y sigue teniendo– años de polvo y costras de barro como capas geológicas. El camino era entonces –y sigue siendo– malo. Eso es casi lo único que no ha cambiado.
El tió bostero
Aldo Jalet Dayup es uno de los siete hermanos de mi abuelo y el único que mantiene el oficio de su padre, un comerciante sirio que llegó a la Argentina a principios del siglo pasado. Pisa los 80 años pero tiene la fuerza de un muchacho de 20. En el pueblo todos lo conocen por ser el hincha más fanático de Boca Juniors. Se viste con los colores de Boca, su negocio está pintado de Boca, la lona con la que tapa la mercadería es de Boca y a veces, cuando firma un cheque y aclara su firma, remplaza Jalet por la palabra Boca. No soporta cargadas y no tendría inconvenientes en irse a las piñas si alguien lo gasta cuando el equipo de la ribera pierde. Hace dos años enviudó y ahora Boca y los menonitas son sus dos mayores preocupaciones. Desde que ellos llegaron a La Pampa les vende mercadería. “Cuando llegaron nadie les daba bola, no les entendían. Pedían frijoles y condimentos extraños que acá no había. Yo me esforcé para entenderles porque me imaginé a mi papá cuando llegó de Siria. Alguien lo debe haber ayudado. Cuando les menonitas llegaron hubo mucha gente que los estafó. Les vendían árboles que no prendían y perros guardianes que se volvían al pueblo. Nunca tuve un problema con ellos y después de que murió Nelly, mi mujer, el viaje a los menonitas se convirtió en una terapia. Antes andaba a las corridas y hacía hasta tres viajes por día. Ahora estoy más tranquilo”, dice Aldo. Lo de la terapia es literal: para hacer los 40 kilómetros hasta la colonia se toma casi 45 minutos, lo mismo que una sesión de psicoanálisis.
El quejido de una chata
Noviembre de 2014. La camioneta sigue siendo una Ford pero cambió de color. En la cabina somos tres: el tío Aldo, Silvio y yo. El sol está pleno, no hay ninguna nube y todavía perdura en el aire el olor a lluvia. Vamos apretados porque al lado de la palanca de cambios hay un bolso con todo lo que el tío vende aunque esté prohibido para los menonitas: una decena de paquetes de cigarrillos, botellas de whisky, tabaco para armar. En la caja se apilan sin orden aparente botellas y cajas de vino, cuatro bolsas de arpillera con girasol tostado, tres packs de gaseosas de segunda marca, un cajón de naranjas y dos de mandarinas, veinte pollos faenados, una caja con lechuga –un poco chamuscada– y tomates de un rojo improbable, dos cajas con pre pizzas, una caja con plantines, una docena de salchichones y tres bolsas de pan. energía + 41
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Antes de abandonar el pueblo la camioneta traquetea como si tuviera una leve renguera mecánica. Una de las ruedas de adelante está torcida y hace que todo se zarandee. El tío dice que no hay que prestarle atención, que es solo un amortiguador que anda jodido.
El polo menos pensado
Silvio no dice cuánto gana por los silos, tinglados, comederos, carros y sinfines que vende. Quizás no lo hace por discreción o porque sin querer se ha vuelto medio menonita. O tal vez para que nadie más se atreva a entrar al negocio. Tiene 30 años pero todavía vive en la casa paterna. Silvio es uno de los tantos intermediarios que proliferaron en los últimos años en el pueblo. Los menonitas no pueden manejar vehículos a motor –tractores sí, para labrar la tierra–, y por eso necesitan de gente que les lleve la mercancía hasta los campos ralos de la Patagonia o los vergeles del litoral profundo. Los silos fabricados en la Nueva Esperanza han cruzado las fronteras hacia Chile o Brasil. “Ahora tienen como 32 fábricas. Las más chicas llegan a producir 70 silos por año. Las más grandes han llegado a un millar. El metal se lo compran directamente a Acindar”, dice Silvio. Los silos, unas moles de chapa galvanizada, aparecen en el medio del campo como el reflejo de un oasis. Tienen varios metros de altura y sirven para acopiar semillas. Silvio dice que cuestan entre 10.000 y 45.000 pesos. A eso hay que agregarle la comisión del vendedor y el flete, las tajadas que enriquecieron a varios guatrachenses. La producción de silos es tanta que la colonia se ha vuelto el polo industrial más importante de la provincia de La Pampa y, quizás, de la Patagonia. Pero nadie habla de eso. A lo mejor porque los que trabajan son menonitas –especie de ciudadanos difíciles de catalogar– o porque las fábricas han obligado a que otras metalúrgicas del país deban cerrar sus puertas: no pueden competir contra los bajos costos de la mano de obra, el trabajo de sol a sol de todos los hombres de una familia –que suelen ser entre cinco y 10–, y los aportes salariales que no existen: no hay ART, ni aguinaldos, ni sumas fijas a fin de año. Se paga por el trabajo de una jornada entre 200 y 300 pesos y listo. “Todavía no hice las cuentas del año, pero alcanza para vivir”, dice Silvio.
Kandi, kandi, kandi
Al lado del bolso prohibido el tío suele llevar una bolsa con caramelos Lipo, duros y ácidos. Cuando los mini menonitas ven aparecer la camioneta salen desesperados de sus casas para saludar y agitar los brazos como pidiendo socorro. Después gritan ¡kandi, kandi, kandi!, que es lo mismo que decir ¡caramelo, caramelo, caramelo! y el tío toma un puñado y los arroja por la ventanilla. Generalmente terminan revolviendo entre el polvillo para rescatar los dulces. Ahora estamos en una de las seis despensas que vamos a recorrer en las cuatro horas de reparto. Afuera del negocio hay cinco varones y una nena que se hace cargo de un bebé como si fuera la madre. Cuando el tío entra a vender, los chicos abren las puertas de la camioneta y la usurpan. Uno hace
que maneja, otro toca bocina y enciende el limpiaparabrisas. Los demás buscan la bolsa de Lipo y después piden. Más allá, como una tromba aparece un menonita más grande con un ejemplar del Die Menonnitische Post, un periódico que recopila noticias de las distintas comunidades alrededor del mundo. Los demás van a mirar las fotos a todo color, en donde puede verse a los menonitas diseminados por el resto del mundo. En México se visten como vaqueros, con jeans, botas tejanas y sombreros tipo cowboy. En Europa parecen más ortodoxos y siguen con el enterito azul. Pero aquí mismo, en esta comunidad minúscula, los menonitas tampoco son todos iguales. Alcanza con verles el calzado: hay desde botas de cuero y taco alto hasta alpargatas agujereadas en la punta. Incluso, en verano, hay menonitas que andan descalzos. El que sostiene el diario lo mira al revés. En la contratapa hay un avión bombardero con mísiles ilustrando una nota que habla de la guerra en Siria. – ¿Qué es esto?, dice. – Es un avión. – ¿Es para el campo? – No Sería complicado explicarle que ese pájaro de acero sirve para matar gente. En la Colonia Nueva Esperanza la gente se muere de vieja o de enferma. Desde que se instalaron en La Pampa no hubo allí ningún homicidio, ni un herido de arma blanca, ni una trifulca feroz. Nadie mató a nadie. – ¿Y para qué sirve? – No sirve para nada.
Hacete hombre
– Bájeme diez pre pizzas, tres bolsas de girasoles y un poco de pan. Juan Fehr es el encargado de la despensa del campo 6. Con sus hermanos Pedro y Elizabeth cuidan el negocio de su padre y anotan cada movimiento en una libreta. Entre los tres mantienen el piso brillante, la mercadería estibada, los números en regla. Juan supera por muy poco la altura del mostrador. – ¿Cuántos años tenés? –13. – ¿Y vas a la escuela? –No, yo ya terminé. Liz tiene 14 y hace tres que terminó el colegio. Juan 12 y este año se egresa. En la Colonia los varones tienen escolaridad hasta los 12 y las nenas hasta los 11. Lo importante es que sepan hacer cuentas y escribir en su idioma. Entonces ya son grandes.
La sinceridad de Abraham
Años atrás, Abraham Braun era uno de los líderes de la comunidad. El hombre era el señor del campo 6 y tenía –sigue teniendo– la ventaja de haber ocupado el casco de la estancia con su tienda de provisiones y ropa. Su negocio es por el que energía + 43
habitualmente pasan los turistas porteños y que fotografían los diarios y las revistas. En el depósito del mercado, donde ahora hay tres hijos tomando mate y comiendo galletas de maíz e higos secos, se apilan provisiones como para afrontar meses de sequía o la furia de un huracán. Abraham es uno de los mejores clientes que tiene el tío. El hombre tiene una dentadura postiza impecable, seis hijos y 27 nietos de los cuales –en su inmensa mayoría– no recuerda el nombre. Su casa, perfecta y reluciente, tiene luz eléctrica. En el patio, donde hay una mecedora de ensueño y tres perros mansos, está instalado un zepelín monumental de gas que un camión viene a recargar cada tanto. “Tengo luz pero casi ni la uso porque sale caro”, dice Abraham. La relación comercial entre Abraham y el tío Aldo es tan fructífera como honesta. Se tratan de usted y cuando hacen alguna transacción no cuentan lo que el otro le entrega. Hoy Abraham pidió pan y salchichones. Mientras el tío reniega con el amortiguador de la camioneta, los hijos de Abraham se despachan a gusto. – El tío dice que ustedes son muy buenos clientes... – Nosotros sí, pero hay otros que no tanto. Algunos no le han pagado. Cuando el tío cierra el capó de la chata, Abraham le pregunta: – ¿Usted le contó a su sobrino de los que no le han pagado? El tío sonríe, mira para abajo y retruca: – Son los menos, siempre han tratado de arreglar. Qué se le va a hacer.
Asado con Ricardo Iorio.
En el campo 3 hay una quesería. Son las cinco de la tarde y la jornada laboral acaba de terminar. Afuera hay seis jóvenes menonitas. Están levantados desde las cinco de la mañana porque al tambo lo hacen a mano: las máquinas están prohibidas. En los pies llevan zapatillas deportivas Nike y Adidas. Uno, de 16 años, 44 energía +
tiene lentes como culo de botella y está en silla de ruedas. Cuando ven llegar la camioneta los muchachos enfilan para la caja. Piden puchos y se sirven a gusto varias botellas de cerveza caliente y algo de verdura. El tío me pide el celular porque él no tiene, no usa, no lo necesita. Cuando termina la llamada, el menonita de la silla de ruedas pregunta por el teléfono. – ¿Saca fotos ese? – Si ¿nos sacamos una?, – Dale. Improvisamos una selfi. – ¿Vos tenés celular? – No. Ellos tienen –señala a los demás menonitas jóvenes– pero hay que tenerlos escondidos, porque los más viejos no dejan. Si los descubren hay problemas. ¿Cuánto vale tu celular? – No sé. Me lo regalaron. El jefe de la quesería es Francisco, un cincuentón rubio al que todos le dicen Pancho. Si no hablara, uno podría pensar que es el más menonita de toda la colonia. Pero cuando conversa parece un porteño recién llegado: –El otro día estuve en Guatraché. Fuimos a comer a una parrilla con mis chicos y estaba Ricardo Iorio, el cantante de rock. Muy piola el tipo. Juntamos las mesas y nos dijo que se había comprado un campo acá cerca. Otras veces vino acá a comprar quesos. Mis pibes se sacaron fotos y todo. Nada que ver con lo que sale en la televisión. –¿Ustedes tienen televisión acá? –No. Pero sabemos quién es. Está en la tele.
Gangsters de las pampas
En el campo 3 también hay una despensa. La que atiende es una menonita que no debe superar los 20 años pero ya lleva en su cabeza el pañuelo negro de las casadas. Las mujeres solteras, nínfulas blancas y rubias, llevan debajo del sobrero de ala ancha
uno de color blanco. La muchacha habla bien el castellano. Hace años, cuando el tío solía traerme de acompañante, ninguna mujer me hablaba. Ahora, en el campo 8, uno de los más alejados al que el tío nunca llega, hay otra menonita que abrió su propio emprendimiento y da de comer a los turistas. El plato suele ser siempre el mismo: varénikes rellenos de ricota y nuez acompañados por una salsa de crema y un tuco de carne y verduras. Para tomar sirve jugo diluido o gaseosa. De postre duraznos el almíbar con dulce de leche. Todo casero. Ahora la muchacha le pide al tío cajas de vino, pre pizzas, y un cartón de cigarrillos. –Traerme un cartón de Philip Morris. Pero traélo escondido que no te vea el anciano que está afuera¬, dice el tío. La menonita disimula detrás del mostrador. En un segundo hacemos un pasamanos y los cigarrillos van a parar debajo de la caja registradora. Después, inmutable, ella larga una sonrisa.
Gritar un gol
Dos kilómetros antes de llegar al pueblo la camioneta dice basta. Una de las ruedas se sale y vamos a parar a la banquina sin frenos ni control. Silvio se despierta. Por suerte al tío no le gusta la velocidad y en pocos metros la Ford se clava en el pasto y nadie
sale lastimado. El sol cae lento y un trigal se levanta improbable detrás de un alambrado. Más allá hay 12 vacas negras y una báscula para camiones. Silvio putea. El tío mira el reloj. Son las seis de la tarde y en media hora Boca se juega la permanencia en la Copa Sudamericana contra Cerro Porteño. El tío vuelve a pedirme el celular y llama al mecánico que dice que va a tardar. Silvio llama a su padre para que lo venga buscar y en menos de diez minutos quedamos solos, el tío y yo. En la caja los pollos comienzan a transpirar. Si en este momento cayera un control de Senasa podríamos ir presos. Esperamos. Comemos mandarinas. El tío se lamenta por no estar en su casa. Que la camioneta esté rota y la mercadería llena de bichos no le preocupa. El tío prende la radio y comienza el partido. El sonido por los parlantes atorados de polvo sale con tanta fritura que es difícil concentrarse en el juego. A los diez minutos, Jonathan Calleri mete el primer gol y el tío se olvida de todo. Como un niño, como un loco, como un fanático, grita y le pega al volante. Los bocinazos se pierden en el campo y las vacas miran raro. Después, como si la suerte viniera toda de un golpe, la Chevrolet del mecánico aparece lento en el horizonte. Y la noche cae.
El porfiado peregrinar de los menonitas | Por Emanuel Baretto*
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n 1985 llegaron a Guatraché un grupo de inmigrantes menonitas que venían de México, Bolivia y Paraguay. Llegaron atraídos por la venta de una estancia de 10.000 hectáreas donde fundaron la colonia “La Nueva Esperanza”. Querían que sus descendientes mantengan la línea conservadora que los distingue y que era muy difícil de preservar en lugares donde el crecimiento demográfico y la cercanía a centros urbanos impedían mantener apartados a los jóvenes de la cultura globalizada y consumista. Además, la tradición impone a cada padre dar a cada hijo, cuando se casa, una parcela de tierra y algo de ganado para que tenga medios para mantenerse. Y para eso necesitaban mucha tierra. Sus miembros están organizados como una comunidad unida por una conservadora y férrea filosofía de vida inspirada en creencias religiosas que establecen formas estrictas de trabajo, educación y vida cotidiana. Se empeñan en mantenerse como portadores de una cultura inmutable procedente de la fuerza de su religión, ajenos a toda influencia cultural. Los menonitas surgen en el siglo XVI como uno de los muchos movimientos protestantes. Su religión y nombre están basados en Menno Simons, quien nació en una familia de aldeanos del antiguo Sacro Imperio Romano Germánico, región que pertenece hoy a los Países Bajos. Sus padres lo destinaron al estudio de las letras y al sacerdocio, así que conoció desde niño la biblia. Tenía 20 años cuando se volvió párroco de su aldea y dio un vuelco religioso radical: hacia 1536 surgió la primera congregación de menonitas. Esta reinterpretación religiosa se basaba en concebir a la Biblia como única palabra divina, a Jesucristo como único
mediador, a la idea de que los hombres deben vivir libres de toda esclavitud y opresión, amar a sus enemigos, abstenerse de toda violencia, solidarizarse materialmente con los pobres y obtener el perdón divino a través de la vida dedicada al trabajo, la familia y la fe. Por eso viven en una comunidad de esperanza y oración, de mutua corrección fraterna y solidaridad con el prójimo. Se congregan en colonias conformadas por granjas familiares, huertas y frutales en los alrededores de sus casas y con parcelas para el cultivo. Viven de la agricultura y el tambo, aunque la idea de autosuficiencia y las crisis por las subdivisiones de las tierras sumadas a contingencias climáticas los han obligado a adoptar actividades como la carpintería, la apicultura y la quesería. Trabajan de lunes a sábado mientras haya luz y los domingos son para misas y descanso. Los hombres siembran, cosechan, hacen carpintería y construcción, mientras que las mujeres se dedican a la huerta, al ordeñe, a la costura y al cuidado de los niños. Hablan un dialecto que mezcla el holandés y el alemán, leen solo la biblia y van a sus propias escuelas desde los 5 hasta los 11 años: aprenden a leer y escribir, matemáticas básicas, religión y la historia de su congregación. Se casan desde la adolescencia, para toda la vida, y tiene prohibido usar métodos anticonceptivos. Viven incrédulos de cualquier poder que no sea divino y recelosos de las ideas de Estado y Nación, lo que ha provocado que sean perseguidos y obligados a migrar: de los Países Bajos a Alemania, de allí a Prusia, de ahí a Estados Unidos, México, Bolivia, Paraguay. Y, al final, a las pampas argentinas. *Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Sur, docente e investigador.
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editorial responsabilidad social
El futuro de la información social Alessandra Minnicelli Presidenta de FONRES S.A. y de la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social (FORS)
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eflexionar sobre el futuro de la información social en nuestro país supone pensar cómo y qué se cuenta en relación a las acciones de Responsabilidad Social (RS) que realizamos desde nuestras organizaciones. En definitiva, cómo se construyen los balances sociales. El primer paso es tener claro el rol de los que integran nuestro ecosistema de RS. Reconocer que la RS va mas allá de la empresa privada y que todos tenemos un papel dentro de un nuevo modelo de organización social, con nuevos ejes sobre los que reorientar las relaciones sociales, económicas y medioambientales de las organizaciones sociales. Es un nuevo modelo que permite alinear a la organización a una visión de país y ver a la RS como voluntad de compaginar competitividad, crecimiento económico, sostenibilidad y cohesión social. En un Estado social y democrático de derecho, con políticas públicas que plantean el camino hacia un Es-
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La organización debe reforzar el sentido de transparencia y de compromiso oponiendo el balance económico financiero tradicional al balance de gestión social
tado de bienestar, hay un nuevo actor que presiona por mayor presencia: la sociedad. Los ciudadanos imponen a las organizaciones una mirada sobre sus expectativas, sobre sus necesidades sociales y de desarrollo. Esto significa salir del marco de la RS asociada a la filantropía y plantearla como un equilibrio entre los objetivos comerciales de una organización y los objetivos sociales para lograr una sociedad sostenible. En ese marco deben insertarse los informes, reportes, balances y toda rendición de cuentas. Para eso hay que medir el éxito y esto supone la verificación de la eficacia en el cumplimiento de los resultados y la identificación del rol de cada uno en la RS. De este modo, desde la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social (FORS) proponemos construir la RS identificando la gestión del equilibrio comercial relacionado con su actividad, que se rige naturalmente por las reglas del mercado. Y en un plano de igual jerarquía deben incorporarse los objetivos sociales y de desarrollo que lo vinculan al entorno social y ambiental
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al que pertenece esa organización. Para que esto ocurra, la organización debe reforzar el sentido de transparencia y de compromiso oponiendo al balance económico financiero tradicional balance de gestión social. De esta forma se pueden analizar las metas de acción en términos de competitividad y crecimiento económico de esa organización con las metas de sostenibilidad, cohesión social y de desarrollo del entorno al que pertenece, que es el punto de encuentro con las políticas públicas en modelos sociales como el argentino. Para eso hay que considerar no sólo el cumplimiento de la legalidad, la verificación de estándares éticos, las relaciones entre los accionistas, empleados proveedores y clientes, sino el respeto al ambiente, el compromiso con el desarrollo de la comunidad, la ética en los negocios, el compromiso con el otro y las expectativas de todo el ecosistema sobre la organización. Esto implica otra mirada sobre los procesos producti-
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vos y sobre el impacto de la actividad de la organización sobre el entorno social y ambiental y un sinceramiento sobre la información social: la conceptualización cierta y la cuantificación precisa de la información social debe ser el objetivo. Esto significa pensar el desarrollo sostenible. El futuro de la responsabilidad social y el futuro del balance social van unidos. Los principales indicadores utilizados para reportar iniciativas de RS carecen de legitimación y solo son efectos de culminación si no somos capaces de desentrañar el comportamiento real, el compromiso cierto de las organizaciones con el crecimiento y la sostenibilidad del entorno social y ambiental. Desde FORS creemos que una estrategia de desarrollo económico y productivo con igualdad exige una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad, y una herramienta es la RS, porque nos permite cambiar la forma de relacionarnos entre nosotros como país, como región y con el resto del mundo.
Abogada y procuradora por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Doctora en Derecho de la Universidad de Salamanca y presidenta de FONRES S.A. y de la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social (FORS)
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tercer sector
////////De la vergüenza///////// /////////////al orgullo///////////// La experiencia de la Cooperativa Libertador San Martín es un ejemplo de organización colectiva y determinación. Está compuesta en su mayoría por mujeres que se animaron al rubro de la construcción y demostraron que hacer los cimientos es solo el comienzo. Por Soledad Soler
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n el barrio todos los vecinos las conocen. Los primeros días tenían miedo de agarrar la cuchara porque cuando pasaban los hombres se les reían. La primera pared les salió un poco chueca pero al segundo intento mejoró y hoy nos reciben con el mate en el salón que construyeron con sus propias manos. “Nadie sabía nada de construcción. Yo era ama de casa cuando arrancó la cooperativa. Nunca me imaginé que iba a agarrar una cuchara y un balde. Cuando me lo propusieron me daba un poquito de miedo, pero teníamos claro que no iba a ser imposible”, cuenta Silvia, una de las siete integrantes de la Cooperativa Libertador San Martín Ltda, de barrio
Cabildo, en la ciudad de Córdoba. Dicen estas mujeres que al poco tiempo se lo tomaron “como un trabajo más” y como “una nueva experiencia de vida”. Eso las impulsó a seguir aprendiendo. “Para mí fue algo maravilloso. Me imaginaba que era un trabajo pesado, pero vas aprendiendo todos los días algo nuevo. Me di cuenta de que me gusta el rubro. Lo que más me gusta es todo lo que es en altura, revoque fino y grueso, levantar paredes”, relata Silvia. La cooperativa arrancó en 2010 como parte de un programa del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que apunta a crear inclusión y mejorar la calidad de vida de las familias de los barrios más vulnerables a través de la generación de puestos de trabajo, de capacitación y de organización cooperativa para la ejecución de obras de infraestructura. Natalia, otra de las integrantes de la cooperativa San Martín, ceba un mate dulce y cuenta que ahora están trabajan-
do en el marco del Programa Nacional de Capacitación por Obra, que llegó a los tres Centros Integradores Comunitarios (CIC), a través de la Mesa de Gestión. Los CIC son espacios públicos de integración destinados al encuentro y la participación de diferentes actores que trabajan de modo intersectorial y participativo, con el objetivo de promover el desarrollo local en pos de la inclusión social y del mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. Estos centros están distribuidos en todo el país y son una instancia de articulación entre el gobierno nacional, provincial, municipal, organizaciones sociales y políticas y la sociedad civil, de la cual también participan los ministerios nacionales que conforman el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. “El objetivo era volver a convocar a las cooperativas que habían estado en los CIC pero como la mayoría estaban disueltas o ya no funcionaban, así que se decidió armar nuevas. Por cada CIC son dos cooperativas. En nuestro caso, estamos nosotras y una más”, explica Natalia. La cooperativa San Martín está conformada por seis mujeres. Isaías es el séptimo integrante. Al consultarle cómo es trabajar junto a este equipo femenino, el muchacho sonríe y las risas cómplices resuenan en el salón impecable. “Yo entré cuando estaba terminando el colegio secundario. Estaba sin trabajo y las chicas ya habían hecho el hueco para los cimientos de este local. Yo no sabía nada, así que aprendí con ellas”, cuenta. Trabajo, mujeres y cooperativismo Para todas es su primera experiencia asociativa. Si bien en principio se les presentó como una alternativa más para mejorar su situación laboral, hoy la eligen como modo de organización del trabajo y de la vida. Considerando que las mujeres corren con desventaja en el mercado del trabajo, los programas de empleo e inserción social promovidos por el Estado son piezas clave para incluirlas progresivamente al empleo. Es muy común que, en ese marco, el cooperativismo aparezca como una salida al desempleo y luego se transforme en un espacio de contención social y de construcción de vínculos que exceden el plano laboral. Para analizar estos mecanismos es interesante recuperar algunos datos. En
América latina las mujeres representan hoy más del 40 por ciento de la población económicamente activa en las zonas urbanas, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Si bien las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral vienen aumentando a un ritmo significativo en las últimas décadas, todavía están en un promedio de treinta puntos por debajo de las masculinas. Además de constituir una condición para la subsistencia, la incorporación al mundo laboral y la obtención del ingreso propio es básica para que las mujeres logren ciertos niveles de autonomía que
//////////////////////////////////// “Para el barrio, ver mujeres trabajando en la construcción fue una novedad. Llamaba la atención que las mujeres estuviéramos levantando paredes. Eso nos ayudó a crecer como personas, porque perdés la timidez. No somos el sexo débil. Sabemos construir” //////////////////////////////////// les garanticen nuevas posibilidades para el desarrollo personal y colectivo. Cerca del 30 por ciento de los hogares latinoamericanos tiene hoy jefatura femenina, lo que implica que ellas son sus proveedoras principales y, en algunos casos, son fuentes exclusivas de ingresos en el hogar. Ahora bien, ser mujer suele ser determinante en términos de vulnerabilidad socioeconómica. Así, además de las dificultades que enfrentan tanto hombres como mujeres al buscar trabajo, las mujeres corren con desventajas previas cuando deciden mejorar su condición. En Argentina, como en el resto de
Latinoamérica, persisten ciertos patrones culturales que no incentivan el trabajo femenino. Las mujeres tienen menos oportunidades de formación profesional, enfrentan una distribución desigual de las responsabilidades domésticas en la familia y les faltan alternativas para el cuidado de sus hijos mientras trabajan. A esto se suma a que existen viejos factores de segmentación ocupacional que limitan la entrada de las mujeres a las funciones y cargos más valorados, lo que se traduce sueldos menores. El cooperativismo aparece así para las mujeres como una estrategia para la inserción en el mercado del trabajo. La generación de ingresos en un marco de identificación con sus compañeras y de pertenencia colectiva refuerza sus capacidades para sortear los obstáculos que les presenta la sociedad heredera de modelos patriarcales y el mercado del trabajo formal, donde los hombres corren con ventaja. “A Jessica –la más joven del grupo– le decimos que vaya a llevar el currículum a otro lado, pero ella prefiere quedarse en la cooperativa. No solo por el trabajo, sino porque es como tener una segunda familia, porque, aunque tenemos nuestras diferencias, nos apoyamos entre nosotras. El cooperativismo, si uno lo siente, te da eso”, explica Natalia. Desde los cimientos Entre los rubros habituales que eligen las mujeres a la hora de agruparse para trabajar de manera asociativa, predomina el textil. No obstante, la actual conformación de la cadena productiva del sector, cuyo eslabones “disciplinadores” son difíciles de sortear, desalentaron a estas mujeres que prefirieron refugiarse en el rubro construcción. La elección les planteó otros desafíos. “Para el barrio, ver mujeres trabajando en la construcción fue una novedad. Llamaba la atención que las mujeres estuviéramos levantando paredes. Eso nos ayudó a crecer como personas, porque perdés la timidez y decís ‘yo también puedo’. No somos el sexo débil. Sabemos construir, podemos”, dice Silvia. En Córdoba son seis las cooperativas de construcción conformadas a través de la Mesa de Gestión. Están compuestas en su mayoría por mujeres que no han logrado acceder al mercado formal de trabajo. Las desigualdades en el rubro son parte energía + 49
Bendito tu eres. La cooperativa San Martín está conformada por seis mujeres. Isaías es el séptimo integrante. “Yo entré cuando estaba terminando el colegio secundario. Estaba sin trabajo y las chicas ya habían hecho el hueco para los cimientos de este local. Yo no sabía nada, así que aprendí con ellas”, cuenta.
de la realidad que les tocó enfrentar a las mujeres de barrio Cabildo. Ellas dicen que a los hombre “no le reditúa mucho” estar en una cooperativa, que les conviene trabajar por su cuenta. “Nosotras cobramos una beca de dos mil pesos. Son pocas horas de trabajo. Pero un ayudante de albañil está cobrando entre 200 y 300 pesos el día”, explica Silvia. Para ellas, la situación es distinta porque es un rubro que tuvieron que aprender de cero. Carmen dice que antes de formar parte de la cooperativa había dejado de trabajar de administrativa en un consultorio. “Me propusieron esto y ni me imaginaba qué era. No sabíamos qué íbamos a hacer y me terminó gustando”, dice, y cuenta que está esperando su segundo hijo. Jessica estaba trabajando de empleada en una casa de limpieza cuando surgió la oportunidad de entrar en la cooperativa. “Me metí sin saber bien qué iba a hacer. Después me sorprendí trabajando en la construcción. Nunca lo imaginé”, cuenta. “Al principio empezamos haciendo una tapia y nos daba vergüenza agarrar la pala”, recuerda Natalia. “Era muy gracioso porque la mayoría somos del barrio, pasaban los vecinos nuestros y queríamos escondernos debajo de la tierra”, reconoce. Natalia cuenta que con el tiempo lo fueron tomando como algo natural y que muy pronto llegó el reconocimiento de su gente. “Cuando inauguramos este salón había más de cien personas y la mayoría eran vecinos que vieron el proceso que fuimos teniendo, el avance que tuvo la 50 energía +
obra”, dice orgullosa. Las integrantes de la cooperativa se acuerdan de que cuando estaban en plena construcción del salón donde nos recibieron para hacer esta nota, los adultos mayores que realizan actividades en el
//////////////////////////////////// El cooperativismo aparece para las mujeres como una estrategia para la inserción laboral. La generación de ingresos en un marco de identificación con sus compañeras y de pertenencia colectiva refuerza sus capacidades para sortear los obstáculos //////////////////////////////////// CIC siempre les acercaban cosas para acompañar el mate de media mañana y las felicitaban. “Eso también te da ánimos. Tu mirada va cambiando y en vez de sentir vergüenza, sentís orgullo por lo que estás haciendo”, afirma Natalia.
Con el tiempo el grupo se consolidó. Al principio eran dieciséis, de las cuales quedaron seis, que son quienes hoy llevan adelante el proyecto. “El trabajo se intensificó y si queríamos lograr este lugar, teníamos que poner todo el empeño”, afirman las mujeres. Ahora se animan a pensar en el futuro y planean convertirse en cooperativa de producción. Quieren asumirse como empresarias y fabricar aberturas de aluminio, lo cual les permitirá aumentar sus ingresos y pasar a otro nivel de organización. “El de la cooperativa fue un proceso en nosotras mismas. Ahora estamos orgullosas y queremos seguir creciendo”, concluyó Natalia.
pinceladas
DANIEL SALZANO. Periodista, escritor y poeta cordobés (1941 - 2014)
ILUSTRACIÓN: dIEGO vILLA energía + 51
crónica cuento
Amor
de
juventud
por Gustavo Oña I Me llamo Agustín y me dicen Colo. Tengo 15 años, soy gordo, colorado y virgen. Tengo un padre exitoso y según él, en esto le doy la razón, soy un fracasado. Papá juega al tenis y todos los jueves a la noche va al after con la gente de la oficina. Yo juego a la Play todas las noches y no tengo un mejor amigo. Mi papá es egocéntrico y no gusta más que de él mismo y a mí me gustan todas, pero sobre todo Sabrina, mi novia, y nos besamos con lengua. Papá dice que es gorda y morocha y que parece una foca, para mí también, pero gusta de mí y yo de ella. Papá nos invitó al río. Dudé, pero Sabrina dijo: —Vamos, Colo, no perdemos nada, tengo el culo chato de estar en el sillón. Vinimos. Mi papá se acaba de sacar la remera y no tiene panza, ni un poquito, a mí me cuelga como una bolsa de asado de oferta. Papá nada y parece un delfín. En cambio nosotros parecemos dos focas gordas y pasivas, una roja y la otra negra, que a la sombra de un árbol jugamos a las cartas porque el sol de la tarde me saca ampollas. Papá acaba de nadar crol y ahora está en la orilla secándose con la toalla, el agua le brilla en el pecho, parece un actor. Sabrina me acaba de decir: —Che, Colo, está rebueno tu viejo. Pero lo que realmente hubiera querido decirme es: Colo, qué feo que sos, ¿a quién mierda saliste? Ahora estoy nadando. Papá después de secarse se acercó a nosotros como si caminara por una pasarela y me pidió que me fijara si allá, —estoy nadando hacia allá—, había piedras en el agua porque quiere tirarse un clavado desde la punta de la cascada. Le encanta hacerse ver, lo disfruta. Estoy nadando y mis brazos están cansados y no doy más. Nado de pecho, pero sobre todo, perrito. Me falta el aire y nado todo destartalado, parece que el agua me da corriente y tengo miedo de ahogarme. Odio a papá. Me tendría que haber quedado en casa viendo televisión. Constaté lo de las piedras y pegué la vuelta. Braceo con las últimas fuerzas que me quedan y me acabo de jurar que me voy a poner a dieta. Le voy a decir a mi vieja que comamos más ensaladas y tomemos agua, dos litros por día, mínimo. Mis viejos están separados. Mamá es gorda y papá sale con pendejas, la pasa mortal. Papá está en la punta de la cascada a punto de realizar su salto. Pone los brazos como el Cristo Redentor y flexiona las rodillas. Sabrina y yo estamos sentados arriba de la toalla porque el pasto me da alergia y Sabrina me aprieta la mano como si papá estuviera a punto de patear un penal. Toma aire y salta, parece un águila que tapa el sol, extiende sus brazos y es un superhéroe. El corazón me late fuerte. II Se me fue la mano. Estoy sentado apoyado contra un árbol y tiemblo como una hoja. Mi espalda siente la 52 energía +
autor:
GUSTAVO OÑA
Gustavo Oña (Córdoba, 1980) es escritor y psicólogo por la Universidad Nacional de Córdoba. Ha participado de la antología “Latinoamérica Escribe, 2009”, publicada por Ediciones Raíz Alternativa. En el año 2011 publicó su primer libro de cuentos “Sábado de baile y soledades” por Ediciones del Boulevard y en 2013 publicó la novela corta “Contame una novela o te mato”, ediciones de autor. Se encuentra terminando “Casting”, su próximo libro de cuentos que saldrá por Ediciones del Boulevard.
dureza del tronco y corre viento, no tengo remera y se me pusieron duros los pezones. Una mujer policía me pone una toalla en la espalda y me mira con pena, este gordo podría ser su hijo. —¿Cómo te llamás, querido? —Agustín. Una camilla lo lleva a papá. Está hecho pelota, perdió los dientes y está todo raspado. Los curiosos miran y escucho que alguien dice “pobre tipo”. Estamos los tres en la ambulancia y vamos camino al hospital. Papá está con oxígeno y Sabrina me mira de reojo. —Colo… lo hiciste a propósito, ¿no? —¿Qué cosa? —Le dijiste a tu papá que no había piedras en el río, él saltó y ahora se está muriendo. —No fue mi culpa. No tuve nada que ver. —Vamos, Colo, hacete cargo. Si se muere es el crimen perfecto. Sos un genio. III Desde que mi padre sufrió ese horrible accidente, Sabrina y yo nos hicimos muy unidos. Lo que le hicimos a su madre, modestia aparte, fue una obra de arte. Barajamos varias opciones. Sabrina quería algo clásico, propuso poner jabón en la escalera. Le dije que no, que estábamos para más. Cuando le conté mi idea a ella le pareció dudosa, pero le dije que no se olvidara de que yo era un genio. En el patio de la casa hay un alambre en donde la madre colgaba la ropa. Necesitábamos un día de lluvia y la ropa colgada. Y llovió. Y la ropa estuvo colgada y la madre de Sabrina salió corriendo al patio a descolgarla. Sabrina me miró y me dio la mano. La soga estaba conectada a 220 voltios. Escuchamos el último grito de la madre, miré a Sabrina y le dije: —Te toca, mi amor. Se puso de pie, se despeinó y me pidió que le pegara una cachetada, que iba a sumar. La miré con encanto, con orgullo, con amor, y le pegué. Salió gritando a la calle. Gritó bajo la lluvia y los vecinos la calmaron. Tartamudeando dijo: —A mi mamá le cayó un rayo. Exquisito. Castigamos a quienes nos molestan, esa es nuestra manera de defendernos del otro y decirnos lo mucho que nos queremos. IV Sabrina dice que el único responsable de este problema soy yo, porque ella me avisó que íbamos con demora. Para mí, el único culpable de que no hayamos podido entrar al cine es el de la boletería, que no nos vendió las entradas por llegar diez minutos tarde. Por su culpa estamos sentados en este banco de plaza comiendo praliné. Lo odio. Lo estamos esperando. Sabrina me codea. De la puerta del cine acaban de salir. Son cinco. Hablan. Se despiden y seguimos al de la boletería. Yo voy con capucha y Sabrina, con auriculares. Tenemos al chico a unos pasos y frena en el cordón de la vereda. Calculo la venida de ese auto y la fuerza que tengo que usar en el empujón. A veces me gustan las técnicas clásicas. —Suerte, mi amor —me susurra al oído—. Sos mi héroe. energía + 53
crónica cuento humor
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