Eco de voces sin aliento Compilación y edición Carlos Araque Osorio

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ECO DE VOCES SIN ALIENTO

Compilaciรณn y ediciรณn Carlos Araque Osorio


ECO DE VOCES SIN ALIENTO Compilación y edición Carlos Araque Osorio Clara Angélica Contreras José Assad José Ruíz Mercado Hugo Salcedo Efraín Franco Carlos Vázquez Ariel Martínez Camilo Ramírez Eliecer Cantillo Carlos Araque Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas, 2016. ISBN Primera edición Bogotá, 2016. Coordinación Editorial Carlos araque Diagramación: Diana Marcela Ayala Imagen de portada Diana Marcela Ayala

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso de la Universidad Distrital Francisco José de caldas


CONTENIDO PRÓLOGO

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CTRL+ALT+SUPR Clara Angélica Contreras Entradas agotadas José Assad Una Silla José Ruíz Mercado Dur@ de follar Hugo Salcedo

34 46 60 92

Traficantes de oro rojo. Efraín Franco

106

Perder todo Carlos Vázquez

134

¿Tengo razón o no? Ariel Martínez

160

El curandero Camilo Ramírez

182

Alejandro Petión o Papá Banké Eliecer Cantillo

200

El fallecido ojo de vidrio. Carlos Araque

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PRÓLOGO

UN DECÁLOGO COMO SÍMBOLO DE CREACIÓN PARA LA ESCENA

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C

omo siempre la labor de intentar hacer una presentación de los escritos de diez autores, y una artista plástica y visual todos ellos y ellas de diferentes tendencias, con diversas formaciones y con múltiples inquietudes como dramaturgos, siempre será compleja y riesgosa. Si a esto agregamos que necesariamente hay que hacer una clasificación para presentar estos escritos y estas imágenes al lector y al observador, de tal manera que comprenda porque fueron organizados de esa forma, implica no solo riesgos, sino quizás inconformismos y diferencias por parte de los colaboradores de este proyecto. Pero creo que no hay escapatoria; fui designado para hacer la compilación y edición y no puedo evadir esa responsabilidad, tarea que por demás acepto gustoso y sorprendido. No siempre tiene uno la posibilidad de reflexionar sobre el trabajo creativo que realizan sus amigos, coetáneos, compañeros y compañeras de oficio, y no siempre uno lo puede hacer de tal manera que tenga la posibilidad de ser leído y consultado por un buen número de personas. Fue el mundo artístico y académico el que nos llevó a esta situación y en el que logramos articular una pro-9-


puesta, para que autores y artista plástica de dos países pudiesen publicar en un solo texto, diversas formas de entender, escribir un unipersonal e ilustrar estos escritos. Entre el 15 el 21 de agosto de 2015, con la presencia de los representantes y miembros de los grupos de investigación: Estudios de la voz y la palabra de la Universidad Distrital de Bogotá y CA-9 investigaciones Estéticas de la Universidad de Guadalajara, se acordó realizar la publicación de un libro de monólogos o unipersonales; (textos dramáticos o teatrales donde la acción recae principalmente en un personaje, persona, presencia o apariencia). En esa misma ocasión se determinó que las dos universidades adelantarían propuestas de Radio Teatro, publicación de libros sobre investigación teatral, organización de eventos artísticos, escénicos y afianzamiento de programas de posgrado como la Maestría en Voz Escénica, con posible doble titulación o co-titulación y con movilidad internacional de maestros y estudiantes. En ese momento y para garantizar que los proyectos llegarían a buen término, se designaron responsables para cada uno de ellos. Quisieron los dioses del teatro que a mí me correspondiera este asunto de editar, recopilar, prologar y presentar este libro que ahora tienen en sus manos. Este tipo de proyectos tiene antecedentes que vale la pena rescatar; por ejemplo, la publicación del libro “Para jugarse la vida” por parte de la Secretaria de Cultura del gobierno de Jalisco- México, el cual incluye monólogos con personajes masculinos, de autores mexicanos y colombianos que ha tenido una amplia difusión en toda Latinoamérica, de los cuales se han realizado al menos cinco montajes en diferentes países, con el ingrediente de que varios de ellos se han presentado y proyectado, no solo en América, sino en Europa. Igualmente es necesario destacar el libro “Voces impúdicas, vicios políticos y confesiones públi-10-


cas”, publicación realizada por Ediciones escenología/drama, que trata sobre personajes femeninos e incluye cuatro monólogos de autores mexicanos con la presentación por parte de un autor colombiano. Como en el caso anterior, estos textos dramáticos ya fueron llevados a la escena en varios países, alcanzando notables representaciones. Se traen a la memoria esos proyectos porque de alguna forma representan una tendencia actual y es la de reactivar la publicación y el montaje de unipersonales, soliloquios o monólogos, lo cual se deba quizá a la facilidad que implica poner de acuerdo a un reducido número de personas para adelantar un proceso de montaje, desplazar un pequeño equipo cuando el montaje está realizado y sobre todo tener la posibilidad de presentarlo en los múltiples y variados escenarios que se ofrecen en la contemporaneidad para el teatro y las artes escénicas. Otro elemento a destacar es que en las publicaciones anteriores de alguna forma, tanto autores mexicanos como colombianos, han estado comprometidos en su escritura, elaboración, edición y socialización, lo que conlleva a una idea binacional de cooperación, intercambio, movilidad y sobre todo fraternidad creativa entre los dos países. Para fortalecer esta lógica los dos grupos de Investigación comprometidos con este proyecto se proponen realizar al menos dos montajes; uno por grupo de investigación, de algunas de las obras publicadas en la presente edición, para ser presentada en el país par. Hay que destacar, que por fortuna y para poder cumplir este compromiso, una dramaturga colombiana, Clara Angélica Contreras, cinco autores colombianos: Camilo Ramírez, Eliecer Cantillo, Ariel Martínez, José Assad, y Carlos Araque; y cuatro mexicanos: Carlos Vázquez, Efraín Franco, Hugo Salcedo y José Ruíz Mercado, enviaron sus escritos, lo que nos da un total de 10 monólogos -11-


de diversos estilos, tendencias, inquietudes y estéticas. El listado de los dramaturgos y sus escritos es el siguiente: Autor Monólogo Clara angélica Contreras Camilo Ramírez Eliecer Cantillo Carlos Vázquez Ariel Martínez Efraín Franco Hugo Salcedo José Assad José Ruíz Mercado Carlos Araque

CTRL+ALT+SUPR El curandero Alejandro Petión Perder todo ¿Tengo razón o no? Traficantes de oro rojo. Dur@ de follar Entradas agotadas Una Silla El fallecido ojo de vidrio.

Con este buen y cabalístico número de contribuciones, (recordemos que diez nos remite a la totalidad en movimiento, del retorno a la unidad y en su sentido más trasparente expresa el retorno a la vida, pero también a la muerte), surge una pregunta interesante: ¿cómo establecer el orden en el cual serán publicadas? Lo primero que se me ocurre es que deben ser clasificados según algunos estándares más o menos aceptados en los medios teatrales: Si son escritos en primera, segunda o tercera persona, si son una propuesta de presentación de su autor, representación de un personaje o una combinación entre autor y personaje, si el personaje interpela al público, a seres imaginarios o se interpela a sí mismo, si es un texto histórico, ficcionario o una combinación entre las dos opciones, si involucra al público en la acción, lo distancia o juega con él entre estas alternativas, si es una propuesta teatral, performativa, o una especie de instalación contemporánea.., en fin…, podríamos buscar otras formas de clasificación y de ordenamiento, todas ellas reconocidas y practicadas en las artes escénicas. -12-


Ahora bien, también se podría pensar en hacer una selección por orden de entrega de cada uno de los materiales, teniendo en cuenta la fecha en las que fueron remitidos; pero existe un inconveniente y es que en cada país, había una persona encargada de hacer esa recopilación y en el término de dos o tres días antes de vencer el tiempo de entrega, estas personas enviaron los monólogos sin especificar la fecha en la que fueron entregados por sus autores. Otra manera simple de ordenarlos es por el número de páginas, lo cual podría ser de mayor a menor o de menor a mayor. Esta propuesta puede resultar incluso tediosa para algunas personas; sin embargo, es utilizada con más regularidad de la que se podría sospechar. En este caso no lo haremos, dado que consideramos que ella no da razón, por ejemplo de temáticas, géneros o estilos, intereses y tendencias. Como tampoco daría cuenta de estas inquietudes ordenarlos en orden alfabético, según el apellido o nombre de los autores. Se podría utilizar el recurso de ordenarlos por el país de origen; primero los mexicanos y luego los colombianos, o por el contrario primero los colombianos y luego los mexicanos. La dificultad de esta propuesta es que atenta contra la posibilidad de intercambio y estaría amparada como en una especie de segregación nacionalista. Lo mismo ocurriría si los ordenamos teniendo como parámetro el mayor o menor número de textos de cada país. Otra posible forma de entregarlos al lector es clasificándolos por un supuesto género dramático, por ejemplo; primero las tragedias, segundo las comedias, después los melodramas, quizás seguidas de las farsas…, en fin, esto nos llevaría a un debate dispendioso sobre que es una tragedia en la actualidad o que podríamos entender por farsa, o a que denominamos comedia. Y otra vez por fortuna nos salva la misma naturaleza de los textos, dado que -13-


varios de ellos, por no decir todos, son difíciles de clasificar y no están regidos en su construcción por cuantificaciones tradicionalistas, clásicas o acartonadas; por el contrario un varios de ellos se podrían ubicar entre lo que conocemos como nuevas dramaturgias o escritos para la escena contemporánea. Que esto sea a no una virtud es algo que solo podrá entender y definir quienes tengan el placer de leerlos, pero sobre todo aquellos osados que vean en algunos de estos monólogos la posibilidad de llevarlos a la escena. Bueno que hacer? Como compilador y presentador de esta propuesta, me tomé el atrevimiento de clasificarlos por género, pero no por género teatral, sino por género en cuanto a la condición sexual de los personajes. Al leerlos percibí que “CTRL+ALT+SUPR”, había sido escrito por una mujer y nos presentaba a una dama en cruel y despiadado conflicto con la sociedad contemporánea; cuatro de ellos, aunque estaban escritos por hombres, colocaban como protagonista a una mujer o a varias mujeres interpretadas por una sola actriz; “Entradas agotadas” de José Assad, “Traficantes de oro rojo” de Efraín Franco, “Dur@ de follar” de Hugo Salcedo y “Una silla” de José Ruiz Mercado, tienen como protagonista a una o varias mujeres y remiten a una problemática particular de este género, destacando sus anhelos, frustraciones, deseos y sobre todo sus debates y luchas con el medio y mundo que les tocó vivir, capotear y enfrentar. “Perder todo” de Carlos Vázquez, si bien es un texto dónde el protagonista es un hombre, toda su problemática se centra en tres mujeres; su madre, su esposa y su hija. En “¿Tengo razón o no?”, de Ariel Martínez, los personajes centrales son Carlos, un hombre petulante y maduro y el actor que lo interpreta, pero el conflicto del texto se centra en la relación que tiene con María su mujer, quien finalmente lo abandona. El curandero” de Camilo Ramírez nos muestra a Nicolás un viejo yerbatero que todo el tiempo debate hasta con su sombra, -14-


pero principalmente con Javiera, una india bruja y resabiada que según parece, quiere robarle su conocimiento. “Alejandro Petión” de Eliecer Cantillo nos muestra el panorama de un líder negro, hijo de una esclava liberta africana. En “Un fallecido se confiesa” de Carlos Araque, no hay duda de que se trata de una muerte interpretada por un hombre, aunque la muerte siempre será, y no se sabe por qué extrañas razones, femenina. Siguiendo esta lógica es que presento y organizo los monólogos que componen esta edición, con ello espero no ofender a los autores y mucho menos que queden con la idea de que seguí una lógica preferencial. Sin duda sigo un impulso emotivo y visceral, pero este no tiene nada que ver con gustos o con disgustos, ya que todos los textos me parecen interesantes, propositivos y altamente creativos, aportan, contribuyen y fortalecen sin duda el panorama escénico internacional. Siguiendo ese impulso emotivo es que voy a comenzar a plantear algunas reflexiones sobre el monólogo “CTRL+ALT+SUPR”, de Clara Angélica Contreras, quien es nuestra única autora y que por cosas de su propia naturaleza, nos introduce en la vida de una fémina imbuida en los medios masivos de comunicación, que lucha por sobrevivir en esta jungla de violaciones a la intimidad, producto del mismo sistema. Lo paradójico es que aunque se trata de un monólogo súper intimista, el espectador-testigo se entera de todo lo que le sucede en la soledad de su apartamento, ya que lo que ella escribe por Facebook, es proyectado en una pantalla gigante, así que sin quererlo, terminamos convertidos en voyeristas. Pero esto no es suficiente pues también escuchamos las llamadas, los mensajes, los reclamos, las declaraciones de amor, las incomprensiones y hasta los rechazos. -15-


Nuestra dramaturga se decide definitivamente por el uso de la tecnología de punta para realizar su propuesta escénica, es así como también nos lleva a los mismos link que ella activa para ver y escuchar sus videos preferidos o aquellos que reflejan su estado emotivo, sus sentimientos y algo de sus gustos pictóricos; Escher, Van Gogh y quizás otros son proyectados, no con la intención de destacarlos como grandes genios sino como aquellos que mejor delatan su enfrentamiento con la sociedad. Pero nada mejor para mostrar esta situación, que recurrir a la magia maravillosa de la poetisa suicida María Mercedes Carranza, pues nadie mejor que ella para describirnos esta situación cuando afirma: “Queda la palabra Yo. Para esa, por triste, por su atroz soledad, decreto la peor de la penas: Vivirá conmigo hasta el final” Sí, son largos e intensos textos los que tenemos que leer y por los que nos enteramos del trágico final de este personaje, el cual después de una urgente incertidumbre nos revela su verdad; el camino es el suicidio, pero no sabemos y no podemos enterarnos si realmente este hecho ocurre, pues como en el teatro griego las muertes ocurren fuera de escena, con la diferencia que en este pequeño cuarto, ya no hay nadie que puede venir a ratificarnos el triste final. Sin duda un nuevo confesionario, donde una mujer desnuda su alma a partir de lo elemental y nos convierte en testigos de su profunda desgracia, y nosotros al final terminamos siendo los protagonistas, que escuchamos un terrible secreto que por cosas de la modernización se convierte y muy a pesar de ella, en voz populi. ¿Pero cuál es ese secreto; que se pudre el personaje, o que la socie-16-


dad ya llegó a su máximo grado de putrefacción? Para continuar esta lógica demencial no está de más continuar con “Entradas Agotadas”, de José Assad, ya que se trata de un homenaje a una dramaturga latinoamericana que murió en Madrid y que a pesar de ser una gran promesa para el teatro, terminó sus días sola y olvidada en un apartamento y por cuestiones aun inexplicables fue encontrada sin vida y con sus escritos entre las manos. En el monólogo nos adentramos en espacios emotivos y porque no, sentimentales; Luz Amalia Peña Tovar, actriz dramaturga, novelista taquillera, secretaria, maestra universitaria, murió en la soledad y en medio de una complicada situación económica. Ella es el personaje que atiende detrás de una ventanilla en un teatro. Por medio de su palabra nos describe no solo su situación, sino la de muchos inmigrantes que dan su vida por sobrevivir dignamente. No se sabe aún con certeza qué día y por qué causa falleció esta novelista de 48 años, ya que aún no hay resultados de la autopsia realizada en el Instituto Anatómico Forense. “Luza” como la llamaban sus amigos, no tiene un reporte muy claro de cómo murió; apareció muerta en su apartamento y eso ya es suficiente para pensar en una vida llena de dramas, contradicciones e incertidumbres, al estilo de los personajes y de la vida de autoras como la brasilera Clarice Lispector, o la inglesa Sara Kane. De nuevo una reflexión sobre la penosa condición que implica ser mujer y ser artista, de nuevo esa cruda realidad que padecen aquellos que toman como oficio la dramaturgia. En este caso se nos muestra un personaje que atiende una taquilla y que se desdobla en otro que describe los pensamientos y sucesos de sus seres novelescos. Se entrecruzan de forma ingeniosa y magistral la realidad del personaje con los pensamientos de los entes de su novela, complementando una reflexión un tanto deprimida, apocalíptica y decepcionante, en donde se pone en duda el pensamiento mítico religioso y se demuestra por ejemplo, que creencias como las -17-


del Arca de Noé no son más que supersticiones acomodadizas sin argumentación posible, pero eso sí, empleadas para justificar la desigualdad, el hambre y la miseria. Y por ello es necesario cuestionarse si vale la pena, “Nacer crecer, complicarse hasta el máximo y morir”. Este tipo de reflexiones que nos acercan a Hamlet, Segismundo o Fausto, son parte de la herencia maravillosa que nos deja este monólogo, dónde el homenaje es tan solo el punto de partida para empezar a rescatar las obras de varias dramaturgas, que por cosas del destino, hoy viven casi que en el anonimato. Su novela “Cuando cierra la Noche” es el punto de partida para el texto de Assad, quien retoma su estilo ágil, gris, a ratos mordaz, a veces humorístico y en varias ocasiones intimista, pues en realidad la ventanilla de taquilla por la que nos habla Luza, opera igual que un confesionario, debelándonos sus problemas y relatándonos la difícil situación en su país, lo que en realidad la lleva a emigrar en busca de mejores opciones. Está claro; “Lo real es lo ilusorio en el teatro”, pero muchas de las ilusiones en las que se ampara la realidad, pueden ser verdades mágicas en la escena. El personaje nos recalca que: “Mi país duele en mi cuerpo como si fuera una extremidad magullada, reumática, lacerada. Es increíble que el impacto de la ficción golpee más duro a la gente que un evento trágico de la realidad”. Ella debe recurrir incluso al fracaso como estrategia publicitaria, eso al menos nos cuenta en su soledad, dónde una silla es la compañera ideal para interactuar y para crear situaciones, a veces cómicas, otras veces inverosímiles, pero por lo general salpicadas de un halo de tragedia, ya que el suicidio es el tema que atraviesa, no solo la problemática del personaje, sino que nos remite a esas situaciones desesperadas, como las que tienen que soportar -18-


los que asumen las tablas como forma de vida, donde el suicidio siempre será una alternativa. De alguna forma este monologo me lleva a pensar en Artaud, cuando afirmaba: “La angustia que hace a los locos, la angustia que hace a los suicidas, la angustia que hace a los condenados, la angustia que lesiona la vida”. El personaje nos conduce por parajes inhóspitos que tienen que ver con la política, el poder, la historia y la realidad que tienen que afrontar quienes escogen el arte como su quehacer vital, e incluso mueren por defender sus ideales. Quizás el elemento más importante es que el monólogo propone un debate de género a partir del uso y empleo del lenguaje y de la escritura. ¿Cómo escribir ahora dramaturgia sin ofender a los diferentes sectores que buscan ser reivindicados en todos los territorios, pero sobre todo, a partir del lenguaje? Esa puede ser una de las grandes preguntas que nos deja este monólogo. En un cuadro algo doloroso se nos plantea que incluso el teatro callejero es una alternativa de rebusque y de sobrevivencia, pero lo extraño es que todo esto ocurre en un cuarto de encierro, en donde Damiana, juega y recrea vidas, momentos y acciones por medio de sacos, vestidos, velas, maquillaje, sombreros, mayas y especialmente con su cuerpo. En “Dur@ de follar” Hugo Salcedo nos propone un poema dramático que presenta a una supuesta mujer; La Chucha Cuerera como personaje, pero no es una mujer cualquiera, es la mujer patria, la mujer bandera, la mujer, atropellada, calumniada, domesticada, dominada, asesinada, vilipendiada, ultrajada. Es la nación mexicana que tiene cara, cuerpo y sentimiento de mujer. No es el país, no es el macho mexicano ni el varón invencible. En realidad se vuelve a presentar un debate de género, ya que patria es mujer y país es hombre. Es un debate entre lo mujeril, lo hombruno y cómo cada género construye o destruye la nación según sus inte-19-


reses. El autor nos propone a quemarropa que siga siendo mujer, sin importar si es puta, digna, mojigata, honorable, o pulcra. “Dur@ de Follar” es un monólogo abiertamente político, contestatario, que nos recuerda los mejores días del teatro de vanguardia, de la pancarta o del panfleto contestatario de los años 60 y 70, con el ingrediente de que en este caso es un extenso poema que no calla, que no cede, que no permite respiro, pues es una andanada bien construida de lo que es en realidad la nación, es una retahíla controversial de lo que es la patria, una locura lúcida de lo que en la actualidad puede significar enarbolar una bandera, en donde se vislumbra una postura ácrata que propugna por la suspensión del poder, por el derrocamiento de la autoridad y por la aniquilación de un orden perverso, inútil y fácilmente manipulable. La misma estructura del monólogo es eso, una secuencia de palabras sin un orden predecible, sin puntuación y siempre en profundo caos. Es, digámoslo sin temor, una exploración sobre el lenguaje y sus complejidades, sobre la palabra y su poder, sobre la renuncia a la razón pura, para instaurar la poética en la escena. Ya el autor en textos como “Confesiones de una telefonista erótica” nos había sorprendido con su cualidad y su condición para combinar y construir estructuras gramaticales. “Muchacha maaaaaal paridaaaa, - sabandija, suripanta, talonera, taconera, teibolera, tubera, concubina, magdalena flor del fango, flor silvestre, flor marchita, floripondiaca, fichera, proxeneta, estalactita y estalagmita”. ¿Quién nos habla, una oradora desquiciada, una mujer alucinada, una doncella azteca neurótica, o simplemente una emanación femenina que reclama justicia? ¿Un pedir a grito abierto que se aclaren los crímenes de estado, de los políticos, de los ejércitos? Si un aullido enloquecido contra los infanticidios, los feminicidios, los geronticidios, los estudianticidios. -20-


Pienso y no sé porque en una pieza autobiográfica. Es el autor que pregona una detención inmediata de la violencia, los asesinatos, la corrupción, la discriminación, la persecución, la desigualdad, la segregación, la separación, en fin de todas aquellas características de la raza humana que nos hace pensar como ya lo dijo Shakespeare, que si hablamos de bestias, los humanos encabezamos la lista. En los “Traficantes de oro rojo” de Efraín Franco, se entrecruzan algunas mujeres con redes, órganos, vericuetos, caminos sin salida. La relación vísceras de res con órganos humanos, es inquietante y descubre una situación dramática amenazadora en relación con el tráfico del oro rojo, que es el símil del tráfico de órganos humanos. En estos países donde la vida es un infierno, el tráfico de órganos es en sí misma una poderosa mafia que se enriquece literalmente a partir de descuartizamiento del cuerpo humano, por ello existen las redes delincuenciales que operan con el apoyo oficial, no solo de la justicia, sino del mismo sistema médico. Una red en la escena como símbolo de una sociedad que envuelve, que atrapa que acorrala, que aprisiona y que obliga a soluciones desesperadas y donde varios personajes, interpretados por una sola actriz o por varias actrices, se debaten entre aceptar, criticar denunciar o simplemente dejar pasar. Nancy al igual que la Madre indígena lloran a sus seres queridos, los cuales literalmente fueron vaciados como muchos otros; por ejemplo como los cuatro jóvenes que fueron encontrados sin ojos, sin pulmones, sin hígados, sin riñones. Es claro se trataba de cuatro personas pobres, porque en estas sociedades; “solo los pobres son hechos polvo sin ojos, sin boca, sin manos, sin corazón”. Y es allí donde aparecen situaciones desesperadas como la de Sara -21-


que pregona en la plaza pública sobre un supuesto satanás contemporáneo que ahora recorre el mundo. Estos demonios andan por todas partes convertidos en bandas de criminales que secuestran niños y jóvenes para drogarlos y extraerles algún órgano, para entregarlo a un ser anónimo, que tiene cómo pagar este tipo de servicios y que lo hace sin compasión, sin arrepentimiento, sin duda. Y sin tan siquiera preguntarse de quien proviene ese órgano que ahora lo mantiene vivo; ¿de alguien que dejó la vida sin quererlo? Esto es lo que revela Alicia, la médica que hace el trabajo sucio de anestesiar los cuerpos para que después sean tasajeados, por ello no es sorprendente que ella labore en el Hospital, “El Sospechoso”, dónde se extraen órganos, pero también dónde muchos dejan su vida y nadie se entera del suceso, pues las personas pasan de ser seres sociales a anónimos sin familia. Eso es un negocio, creciente, poderoso y rentable; el negocio del oro rojo y quienes lo ejecutan lo hacen por comodidad, complicidad, dinero y fama. Si, un negocio que corroe el alma humana, por eso tampoco nos extraña que Teresa la rebuscadora, haga lo que sea para sobrevivir, incluso vender su riñón. Claro, la sociedad la empuja a esta situación, pero ella no tiene ni los medios, ni la formación para entender que es un recurso miserable, amparado en una de las peores mafias contemporáneas. Así por lo menos no la describe La Madre de Alberto, quien empieza a vivir con resignación el hecho de que su hijo haya decidido en vida, donar sus órganos, pero que finalmente entiende que actos heroicos cómo ese, son los que sostienen esa red de negociantes macabros. Es doloroso ver como la Madre afirma que: “Sé dónde y quién tiene una partecita de mi Alberto, quién tiene las córneas, cómo se llama el que recibió el hígado; dónde vive a quien se le injertaron los riñones; pero no he podido saber quién tiene el corazón”. Eso ocurre porque hay redecillas poderosas que nos -22-


atrapan, que nos sustraen, que más amarran; son los traficantes de oro rojo quienes han conformado organizaciones tan poderosas como los carteles de la droga, como los partidos políticos, como las religiones. “Perder todo” de Carlos Vázquez es la historia de un hombre que cuenta parte de su vida, pero paradójicamente, así el personaje sea un hombre, en realidad el tema central esta argumentado en el hecho de que Enrique asesina a su madre, a su esposa y a su hija. No se trata de justificar o no los crueles actos del personaje, solo que esta situación nos lleva a varias reflexiones, muy al estilo de autores como Edgar Alan Poe, dónde el crimen lo que hace es delatar la verdadera condición del ser humano. Asesinamos porque somos humanos y como tales somos los únicos que encontramos razones psicológicas para llevar a cabo el crimen y al final no tenemos reparo en ejecutarlo y justificarlo. Con una estructura sobria y con un texto que nos vuelve a llevar a los “clásicos” pero que también nos recuerda las mejores películas de suspenso de Alfred Hitchcock, el personaje se nos muestra misterioso, incomprensible, terrorífico. Es interesante descubrir una primera parte donde Enrique utiliza la estrategia de la acción para retardar el conflicto, el cual no aparece en una larga secuencia de acciones y de texto, solo sabemos que el personaje tiene un objetivo y es el de la confesión y que de algo terrible nos vamos a enterar. Una pequeña acción tras otra, nos van dando información sobre su comportamiento, su dualidad, su justificación para permanecer en la oscuridad, sus pasatiempos, sus temores y sobre todo su locura, aquella de querer organizar todo lo que está descompuesto, de tratar de crear y dar vida a figuras que representan quizás a los seres queridos asesinados, por ello no encontramos raro que converse con ellas como si se tratara de verdaderos seres humanos. -23-


¿Cuántas acciones inútiles o sin sentido nos inventamos los humanos para dar razón a la existencia? Como no hay una razón para existir, tampoco hay razón para que otros vivan, por ello el personaje justifica el asesinato de su madre como generadora de la desesperada situación, de su mujer como la que debe morir por sus actos promiscuos, e incluso el de su hija, quien sin madre, sin abuela y sin explicaciones acertadas, no tendría una razón para vivir. Enrique habla, describe, narra y construye atmosferas, ambientes y conflictos. Esa misma capacidad de referir situaciones, espacios, emociones, nos llevan a pensar en la lógica de composición empleada por Joyce, en la cual una descripción de una hora de vida, nos puede ocupar cientos de páginas. Claro aquí se trata de teatro, donde todo es condensado y comprimido, donde algo debe ocurrir porque lo primordial es la acción, la cual Enrique ejecuta por ejemplo limpiando el cuarto, ordenándolo, lo que nos lleva a pensar en un ser que tiene como objetivo la limpieza; limpieza física, limpieza espacial, limpieza social que el personaje considera necesaria y válida, No podemos entonces olvidar que estamos frente a un criminal y que no dudará en buscar justificaciones para sus actos, así estos nos parezcan deplorables. Como último recurso el sorprendente mecanismo teatral, que nos lleva a dudar si Enrique nos habla desde la muerte, el sueño o el más allá, lo cual contribuye a generar el pánico necesario que nos produce saber que estamos frente a un asesino que no tiene escrúpulos ni remordimientos cuando de asesinar se trata. En ¿Tengo razón o no? de Ariel Martínez, se retoma de manera frontal el tema de la cuarta pared en el teatro. Se desarrolla como en muchas obras de teatro, un conflicto fundamental entre el personaje y el actor, pero en este caso el actor comienza un juego en el cual no sabemos todavía si está representado un personaje o -24-


está como actor, siendo confidente con el público. Aquí se nos presenta un primer debate sobre la condición del actor real en la escena. –hacer o no caso a las indicaciones de la subdirectora-, -ser o no ser-, es decir confesar ante el público que piensa de su propio oficio, del estilo, de la estética, de la vida. Luego se nos presenta el personaje. No nos dice quién es, pero por medio de su comportamiento sabemos de quien se trata; es Carlos un hombre de aproximadamente 50 años con un conflicto cotidiano, que se debate entre dos mujeres es decir tiene mujer y amante. Este conflicto nos plantea de entrada la postura machista del personaje; es supuestamente galán, irresistible, domina al género opuesto, las mujeres mueren por él e impone las condiciones en cualquier relación. En otro momento se nos bosqueja un juego interesante, en donde el personaje siendo el mismo actor discute entre sí, es decir el actuante asume una doble personalidad, nos devela que es un actor de carne y hueso pero a la vez es un personaje producto de la ficción. Al estilo de “La puerta” pieza corta que forma parte del libro “Pervertimiento y otros gestos para nada” de José Sanchis Sinesterra, el personaje es directamente quien nos plantea la problemática de la siguiente manera: “Pero él no soy yo. Por favor: no vayan ustedes a confundirnos. El actor es el actor… y yo soy yo”. “Él ha interpretado mi papel, es cierto, y no del todo mal, hay que reconocerlo”. En “¿Tengo razón o no?” el actor contesta de esta manera: “Me disculparán, pero aquí les voy a pedir que cierren la cuarta pared. Lo que pasa es que a este personaje se le olvidan las cosas”. A partir de estos momentos conocemos el verdadero conflicto del personaje y es que su mujer, María lo abandona, Sí, claro: queda el actor, el cual nos pide que comprendamos a Carlos, que lo apo-25-


yemos, que no lo dejemos solo, pero sabemos también que él es el mismo personaje y que el actor le presta su cuerpo, voz y sentimientos para que pueda existir, y también sabemos que cuando desaparezca por la puerta de foro o por los laterales, será el personaje el que dejará de existir, y no sentiremos compasión por él, así esté a punto de sufrir un infarto. Nos deja como moraleja que sufre y que al hacerlo muestra su verdadera esencia de hombre pusilánime, cobarde y ególatra, que desprecia y vilipendia a su mujer, la ultraja y la subvalora, pero cuando ella lo abandona, llora desconsoladamente incapaz de asumir las consecuencias de sus actos. Así que no hay lugar para la compasión. “El Curandero” de Camilo Ramírez es un texto que se construye a partir de la tradición popular y de un saber primigenio. En él se mezclan y entrecruzan cantos, rezos, plegarias, insultos, fórmulas y conjuros que sirven para que Nicolás, nos construya un firmamento y una cosmología, en la cual argumenta su razón de ser y su relación con la sociedad. Durante todo el monólogo, con la palabra y la acción de Nicolás se crean universos mágicos, míticos y religiosos, que nos llevan a imaginar tanto lo sagrado como lo profano en ciertas culturas indígenas, lo maravilloso y lo supersticioso en la sociedad colonial y republicana, y lo alucinante y demoniaco en la edad media europea. Por ello no están ausentes esas formas de relación que derivan del servilismo, del feudalismo y del campesinado de los siglos XVIII y XIX. Aún hoy en varias culturas Latinoamericanas y en algunas Norteamericanas, se le llama curandero al médico tradicional que utiliza el encantamiento para restablecer entidades, tanto físicas como espirituales, por ello puede incorporar en sus prácticas, plantas, rezos, conjuros, decires, secretos y relacionarse con los antepasados y los sabios de la comunidad, al igual como lo hacen -26-


los chamanes. Nuestro curandero se ufana de cumplir funciones que van desde proveer curación a enfermedades mentales, emocionales, físicas y espirituales, mediante tratamientos herbolarios, masajes e incluso afirma poder purificar el espíritu y sanar de males, no solo con plantas y remedios sino con la ayuda de espíritus sobrenaturales. Todo esto no lo exime de su propio conflicto, que se evidencia en la soledad en la que se encuentra. Su encierro voluntario o no, es efectivo y es que el encierro es el dispositivo dramático, que nos delata a un personaje en continua diferencia con sus seres cercanos y en constante lucha por el conocimiento, con aquellas personas que lo han acompañado, incluso en sus momentos más difíciles. Es muy interesante ver cómo Nicolás construye variados conflictos con personajes que ya no existen, con algunos que incluso inventa, con otros que tal vez lo abandonaron hace tiempo e inclusive con un perro que quizás lo único que quiere es acompañarlo. El conflicto es entonces con el afuera, con el mundo exterior. Como espectadores sabemos que si existe el afuera, pero el Curandero lo crea con elementos mínimos y eficaces y con una problemática de la que no puede escapar sino huyendo. El texto se remite a sucesos históricos que varios de los lectores y posibles espectadores desconocemos. No tiene sentido preguntarnos si son o no verdaderos, lo cierto es que de alguna forma nos remite a la historia. ¿Son estos los inicios del teatro histórico o un teatro argumento en una base histórica? Desde mi punto de vista creo que en este unipersonal comienza esa búsqueda del autor por relacionar historia y teatro de una manera absolutamente creativa. Eliecer Cantillo encabeza su monólogo con un hermoso y extenso poema que nos sumerge en la configuración racial y étnica del -27-


hombre americano. Quizás un día antes morir “Alejandro Petión o Papá Bonké”, decide hablarnos de sus deseos de libertad, de unión y de felicidad. Desarrollando un discurso poderoso, nos relata en primera persona sus deseos, inquietudes, logros y decepciones. El mecanismo dramático es ese; el discurso en primera persona y la confesión reflexiva de un cabecilla que está a punto de morir. Hijo de un francés blanco, esclavista y de Úrsula, una esclava liberta, inicia junto con otros líderes como Simón Bolívar, la abolición de la esclavitud y la liberación de América. Si miramos con cuidado esa búsqueda de la libertad está amparada en cientos de acciones que la respaldan: la clausura del inútil y servil Congreso de Puerto Príncipe, la primera reforma Agraria de América, el reconocimiento y la búsqueda del origen africano, la lucha constante contra la esclavitud y a sus promotores, el ataque frontal a los invasores franceses y españoles, la crítica mordaz a los dirigentes militares americanos, que si bien buscaban la libertad, no dudaban en copiar la modas, estilos y comportamiento de los ejércitos napoleónicos. Sus congéneres prefirieron llamarlo Papá Banké, nombre que se ganó por sus aportes al pensamiento independentista y libertario. Ya desde niño estaba seguro, que el mundo y la sociedad deberían estar organizados de otra manera, por ello indagó en cosas tan elementales como por ejemplo; ¿cómo es posible que en nuestro hermoso e inmenso globo terráqueo no se derrame hacia el universo ni una sola gota de agua? Pensamientos que en su juventud se fueron orientando hacia la razón de ser y de estar de las negritudes universales, por ejemplo cuando afirmaba que la palabra negro es más una expresión de la pintura que de la misma humanidad, o que no somos mulatos, ni mestizos, ni zambos, sino ciudadanos de América. -28-


Y es por ello precisamente que se centra en el estudio y la comprensión del origen del hombre americano y en particular en el origen del negro haitiano y en su comportamiento especial, no solo para entender el proceso de la esclavitud, sino para intentar entender el horrendo hecho de que, “comparativamente, pocas personas esclavicen a millones de negros”. Bueno, para él la esclavitud era la peor de las enfermedades y solo en ella se podían promover actos tan aberrantes como la recaptura de los esclavos que optaban por liberarse y que al final terminaban siendo verdaderas carnicerías públicas, ofrecidas a la sociedad como espectáculo de escarmiento. Si, la historia también es racista, por ello en los libros oficiales nunca vamos a encontrar reflexiones como la siguiente: “el mar, cansado, sólo murmuraba las rabias pasadas por ser testigo, no de la felicidad, si no por las invasiones, asaltos y mortandades aquí en Puerto Príncipe. El mar está cargado de amarga culpa”; reflexiones que sin duda conectan a las culturas africanas con el océano, con la selva, con el bosque y que los llamados conquistadores nunca tuvieron en cuenta, pues para ellos simplemente los negros no tenían alma y es por esto también que “en el pasado la humanidad padeció vergüenza y dolor. Tal vez en el futuro la humanidad sufra tormentos totalmente destructivos”. “El fallecido ojo de vidrio”, es el discurso de un armazón desquiciado. Que un esqueleto cuente sus peripecias y los avatares que ha tenido que sobrellevar en el mundo del más allá, es algo que innegablemente puede llenarnos de regocijo y no siempre de temor, como normalmente lo entiende la creencia judeo-cristiana. Ya Quevedo en el siglo XVII la había predicho cuando escribió en uno de sus sonetos; “La mayor parte de la muerte siento, que se pasa en contentos y locura”…, y que en esta propuesta podríamos complementar con aquello de que, “y que se expresa en puros senti-29-


mientos, que nos conducen por caminos de dulzura”. Es extravagante, pero todas las escenas de este texto nos remiten a situaciones y realidades vividas en algún cementerio perdido en medio de cualquiera de nuestras ciudades, y todo ocurre gracias al misterioso ojo de cristal que el personaje exhibe orgulloso. El texto encara problemáticas como la democracia mal entendida, los muertos desaparecidos en fosas comunes, el aniquilamiento sistemático de la oposición, pero todo esto se hace plagado de un humor sarcástico y corrosivo que no permite que el espectador-testigo sufra de nuevo las consecuencias de esos comportamientos malsanos, sino que tenga la opción de disfrutarlos para luego cuestionarlos. Se podría pensar en un monólogo que quiere relatar cierta actividad y actualidad histórica, sin interpretarla como algo postizo, sino como símbolo de diversas situaciones, que ejemplifican la idea que tenemos los humanos sobre la muerte y de cómo la podemos convertir en una acción humorística; lógicamente sin banalizarla. ¿Y cuál es el mecanismo dramatúrgico que se emplea para lograr estos objetivos? El autor solicita que el espacio sea un claro lugar de representación. La diferencia con el teatro clásico, es que no hay ni escenario, ni platea, todo forma un conjunto; elementos de utilería, objetos de actuación, mecanismos escenográficos, están propuestos para que el sentido de teatro como lugar cotidiano desaparezca. Incluso ya no se puede hablar de espectadores o de público sino de testigos, pues el personaje, (humorista), interpela directamente a los asistentes como si fuesen habitantes de su cripta. Esto quiere decir que los espectadores-testigos se integran de facto con el suceso escénico y no tienen otra opción sino la de ser compañeros y colegas de tumba. Con el trascurrir de la acción lo que finalmente se pone en duda es -30-


el comportamiento cotidiano de los asistentes y el humorista pasa a un segundo plano. En esta extraña situación hay tiempo hasta para la burla, el desparpajo, la complicidad, y el cuestionamiento, pero sin olvidar que incluso la muerte, que como ya se mencionó, siempre será femenina, está regida por el mundo de los vivos, es decir sin muerte no hay vida, así como no hay posibilidad de un mundo interno e interior, sin la existencia de un mundo exterior, y es por ello que finalmente los espectadores-testigos deben regresar a ese mundo externo en donde se les ha encomendado una misión, que deben cumplir para estar preparados para cuando a cada uno le llegue la hora de la hora. Alfonso R. Castelao, quien dio origen a este monólogo, lo expresa en estos términos; “La muerte no me produce escalofríos y el mal que deseo a mi enemigo es que viva hasta sobrevivirme. Yo soy de los que estrujan la cara para palparse la propia calavera y jamás huyo de los cementerios”. Vale la pena rescatar el trabajo de diseño e ilustración que realizó Dimarc Ayala, pues con el conocimiento previo de cada uno de estos unipersonales, se entregó a la tarea de construir, seleccionar y rescatar imágenes de su propia creatividad y de su universo fantasmagórico por no hablar de su cosmogonía personal. Dimarc, después de leer cada monólogo, se aventuró a proponer una imagen, no por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, sino por aquello de que un texto acompañado de la imagen apropiada impacta a lectores, directores y posibles actores y actrices que quieran disfrutarlo, o pensar en un futuro no muy lejano llevarlo a la escena. Nuestra artista ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas, entre las que se destacan Fragmentos Gráficos 2 y FIU 2014, en la que nos deja ver su estilo altamente elaborado y su percepción del mundo, el cual también aborda desde el video destacándose como editora y libretista. Ella se define como una -31-


la realización de murales y bocetos, pero yo no puedo dejar de mencionar su capacidad creativa como ilustradora profesional y como fotógrafa. Ahora bien; Dimarc, tiene un vínculo visceral y vivencial con la academia, no solamente porque se o formado a nivel pre gradual y pos gradual sino porque gran parte de su trabajo lo realiza en universidades públicas y privadas. profesional enfocada en la investigación y elaboración de pigmentos renacentistas para Como siempre algunas de las imágenes seguramente propiciaran un debate, pero en eso consiste nuestra labor como creadores y como artistas; generar debates, sentimientos, contradicciones y sobre todo posibilidades para el arte y la cultura en estos tiempos volátiles y descarnados. Disfrutemos complacidos estos diez monólogos y estas imágenes. No les pongamos calificativos de buenos o malos, bonitos o feos, dejemos esa función crítica para quienes finalmente tengan la posibilidad de verlos puestos en escena. Rescatemos esta labor como una acto intimista, como la acción de una dramaturga, una ilustradora y nueve dramaturgos que tuvieron el tesón y quizás el descaro de compartirnos sus sentimientos, emociones e inquietudes culturales por medio de este siempre complicado, pero fantasioso quehacer. Claro, la palabra decálogo no deja de significar la multiplicidad del universo, ya sea creado, imaginado, soñado o inventado. Aceptamos que diez de ellos lo crean por medio de la palabra escrita y que una lo recompone y lo rehace por medio de la fantasía pictórica. Carlos Araque Osorio

Bogotá, Abril del 2016 -32-



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CLARA ANGÉLICA CONTRERAS CAMACHO, Maestra en Artes Escénicas de la Facultad de Artes- ASAB de la U.D.F.J.C. Terminó una Maestría en Educación en la Universidad Pedagógica Nacional, actualmente se encuentra realizando estudios de Doctorado en Educación en Brasil. Sus indagaciones académicas se han desarrollado alrededor del currículo que forma actores y directores teatrales. Sus indagaciones como directora y actriz del grupo Vendimia Teatro se encuentran en los contornos del teatro dramático y lo que podría llamarse pos dramático, poniendo un énfasis especial sobre la actuación, el cuerpo, la imagen y la puesta en escena. A lo largo de 15 años de labor artística ha participado como actriz y asistente de dirección de los montajes: La Geografía de los nervios”, “El destino del caminante”, “Ingenuidad en un cercado”, “A la deriva”, “Memorias del poeta insepulto”, “De pelonas, tilicas y calacas”. Como directora “Strep-tease”, “Los ciegos”, “Alicia dónde estás”, “La suegra misteriosa”. Aunque escribe cuentos, pequeñas obras de teatro y adaptaciones es un campo en el que siente que debe empezar a explorar. -35-


E

n escena se observa a una mujer, aunque podría ser un hombre que escribe en la computadora, los espectadores ven lo que escribe. La escena da tiempo para que el público observe el escenario, donde las cosas deben estar dispuestas de tal manera que los indicios ayuden a descifrar a este personaje. Escribe: “Si la felicidad prevista no llega a materializarse, siempre está la posibilidad de echarle la culpa a una elección equivoca antes que a nuestra incapacidad para vivir a la altura de las oportunidades que se nos ofrecen” Zygmunt Bauman. Sale del documento e ingresa en el Facebook, revisa sus mensajes y chequea los perfiles de algunos amigos (sería interesante que dentro de esos perfiles aparecieran personas del público, comenta en voz alta algunos perfiles). -36-


Sobre una pequeña mesa reposa un teléfono con contestador. El teléfono suena varias veces hasta que se activa la contestadora. No hay mensaje. Nuestro personaje no ha tenido ni la más mínima intención de responder. Vemos que encuentra el celular que había estado tirado. Unos segundos después se vuelve a escuchar el teléfono…sólo se escucha un mensaje. Mensaje 1 (Puede ser una voz masculina o femenina de acuerdo a las necesidades del montaje): ¡carajo! ¿Dónde estás? ¡Responde! Vuelve al documento, continua escribiendo: Tengo 45 años, dos divorcios. Quizás he vivido más de la cuenta. Sin lugar a dudas soy de esa generación a la que le toco aprender a hacer las cosas rápido, a los dos años ya me encontraba estudiando, a los 15 estaba por terminar el bachillerato, podría decirse que soy de esas personas modernas, emprendedoras, que luchan por conseguir sus sueños. Me case a los 22 años con un alguien del colegio que me contacto por el Facebook, habíamos estudiado juntos en la misma institución educativa, aunque en cursos diferentes, empezamos a salir porque quería ir conmigo a la celebración de los 60 años de nuestro amado colegio, me dejé convencer, aun intento recordar cómo terminé en esa relación; el matrimonio fue de lo más pomposo, la verdad hubiera preferido algo más discreto, pero las familias querían, echar la casa por la ventana. La cosa termino rápido así como comenzó, creo que no fue dolorosa la separación pero sí muy cara. Pues dentro de la unión marital se habían comprado varias cosas y como esposos convencidos del “Para siempre, hasta que la muerte los separe” habíamos comprado varias -37-


cosas y teníamos algunos prestamos, al final tuvimos que entrar en el debate de quien se quedaba con que, el carro y el apartamento fue lo que causo más debate, los dos queríamos quedarnos con las dos cosas, un juez que nos sacó un ojo de la cara, decidió por los dos; yo me quedaría con el apartamento. Mi familia que siempre me apoyó dijo que yo había salido ganando, la verdad es que yo quería salir corriendo, largarme para otra parte, además el carro ya estaba cancelado en su totalidad, yo me quedé con el apartamento y con la deuda a 15 años. De nuevo entra al Facebook que mantiene siempre abierto. Otra vez el ritual de mensajes y revisión de perfiles. A la par que hace esto, realiza en voz alta comentarios al respecto de cada perfil. Segundos después, teléfono suena… Mensaje de una voz de mujer. Mensaje 2: Mi vida, ¿ya saliste? Bueno imagino que sí, apenas me levanté recordé lo importante de este día maravilloso, que dios te bendiga, hablamos en la noche. Besos. Intentan responder el llamado, escucha con atención y casi que en su rostro se dibuja una pequeña sonrisa. Abre una página https://youtu.be/l8A_8V5mDUM (este vínculo puede variar de acuerdo a las necesidades del montaje) Chequea otras páginas de noticias sobre el calentamiento global, la guerra en Siria, la escasez de agua, etc. De nuevo el teléfono. Mensaje 3: (respiración) ¡Pensé que te estabas bañando! Y tampoco contestas el celular. Te dije que me esperas un momento y -38-


fue muy difícil para ti, siempre con tus benditos afanes… Continúa escribiendo: Haciendo la fila para entrar al cine, conocí a la persona con la que me casaría por segunda y última vez. Tenía una sonrisa bonita y unos bellos ojos azules. Estábamos esperando a alguien y pues la vida hizo que nuestras soledades de esa tarde se unieran. Después de ir a cine terminamos en mi apartamento y después de cuatro meses intensos, decidimos casarnos y así como en una de esas malas películas terminó nuestra relación, una serie de eventos desafortunados: llamadas a media noche, mensajes, fotografías y hasta vídeos calientes, donde mi pareja era la estrella, llevaron la relación al fracaso y agotamiento. Lo peor de todo es que ni con la evidencia en las manos acepto sus infidelidades, cada vez que se le pedía una explicación entraba en una especie de histeria, gritos, pataletas hasta que terminaba culpándome de todo pero nunca acepto sus infidelidades. La relación término muy mal, después del divorcio intento contactarme, pero la verdad ya tenía pereza de todo. De nuevo llamada. Mensaje 4: Música de propaganda del banco HSBC. Usted es uno de nuestros mejores clientes por eso queremos hacerle la invitación para que se acerque a nuestras instalaciones y pregunte por la tarjeta plata. Que tenga un feliz día. Teléfono de nuevo suena. Mensaje 5: Hola, espero estés bien, oye no me llamaste. Supongo que lo que paso ayer te deja muchas preguntas, a mí también, me gustaría mucho volver a hablar contigo. No salgas corriendo como siempre. Te dejo un beso (respiración) ¿me llamas? -39-


De nuevo la escena en silencio. Continúa escribiendo: Por fortuna desde mi segundo matrimonio, tal vez antes, tengo amante, nos descubrimos en la biblioteca, luego nos volvimos a ver por casualidad en una obra de teatro y luego en una cafetería cerca de la biblioteca, nos gusta hablar mucho de diferentes temas, antes de hacer el amor y después leemos o me cuenta historias… Por alguna razón, anoche discutimos de nuestra relación, tal vez los años me han hecho volver a pensar en la soledad y la compañía. No sé de donde sacamos la idea de que la felicidad se encuentra al lado de otras personas, de los hijos, de la familia; Me hubiese gustado no tener familia y no porque me desagrade la que tengo, sino porque se generan unos compromisos a largo plazo que no tuve la posibilidad de elegir. Ahora puedo elegir no tener pareja, no tener hijos y sin embargo en alguna parte de mi cerebro aparece la pregunta del por qué. No me importa morir en la soledad, pero cuando pienso en la mezcla soledad- enfermedad me entra una angustia enorme. Lo que tengo claro es que los hijos y el matrimonio no son la respuesta a la soledad. No sé si será la edad, pero en el tiempo que he vivido me siento como de 100 años, con angustia, ¿de qué?, buena pregunta, “El amor es el anhelo de querer y preservar el objeto querido” dice Bauman, quizás Bauman tenga razón, pero bueno finalmente él escribió desde Europa y para Europa, que ha de saber de las dolencias mentales y emocionales de las relaciones amorosas de los latinos. Tengo miedo a la soledad, pero tengo más miedo al compromiso, donde la responsabilidad de otros recaiga sobre mí. No quiero eso, a duras penas puedo conmigo para tener que responsabilizarme de otros. Quizás sea el mismo egoísmo que me llevo a tomar la decisión de no tener hijos y si ampararme en la disculpa “somos muchos”. -40-


Recuerdo algunas palabras de una poetisa colombiana que en el siglo XXI, cometió uno de los actos más valientes que se pueden realizar en estas nuevas generaciones, se suicidó, sin hacer tantos aspavientos, con la convicción de ser consecuente. En el mundo de la globalización esta palabra ya no existe. “Sobran las palabras …Amistad queda condenada a la hoguera, por hereje la horca conviene a Amor por ilegible; no estaría mal el garrote vil por apostata para solidaridad; la guillotina como el rayo, debe fulminar a Fraternidad; Libertad morirá lentamente y con dolor, …Fusilaré sin piedad a Civilización Por su barbarie; Cicuta beberá Felicidad. Queda la palabra Yo. Para esa, por triste, por su atroz soledad, decreto la peor de las penas: Vivirá conmigo hasta el final”. María Mercedes Carranza. Quisiera una despedida especial, creo que el ego ha jugado un papel importante en mi vida, siempre busque el reconocimiento, al no conseguirlo, procure la aceptación, para mí siempre fue fundamental que las personas me aceptaran y no tal como era, sino como pretendía ser para ellas. Como no fui como nadie, ni siquiera como quisiera haber sido. Les dejo algunas imágenes que siempre me gustaron. -41-


Quizás por esa finitud en Escher; aclaro que el orden de los artistas no implica una secuencia histórica.

De nuevo ingresa al Facebook, ahora escribe en su perfil: “No quiero incomodarlos, para mí es muy difícil pero siento que ya no puedo más, quienes me conocen saben que lo he intentado todo, pero la angustia y la desesperación me llevan a tomar la decisión de dejarlos, POR FAVOR, NO ME BUSQUEN, NO INTENTEN PERSUADIRME DE LO CONTRARIO. Espero algún día me perdonen por el daño que les causo, pero es lo que he decidido para mí. Mamá reza por mí. Sale. -42-


Van Gogh

Mensaje 6: Le estamos llamando de la Universidad Nacional, recursos humanos, usted presento su hoja de vida, al departamento estamos muy interesados en realizar una entrevista, es urgente que se comunique antes de las 3 de la tarde, le hemos estamos llamando a su número celular pero no responde. Puede comunicarse al número 2883689 extensión 1214, recursos humanos, pregunte por Margarita Arenas. De nuevo el teléfono. Mensaje 7: Buenos días, para avisarle que su visa americana fue -43-


denegada por no presentar la documentación completa, tiene tiempo de subsanar hasta hoy antes del mediodía. Comuníquese urgente con nosotros, para explicarle el procedimiento. De nuevo silencio…unos segundos después se escucha que golpean a la puerta, nadie responde, envían un sobre de manila por debajo de la puerta. De nuevo el teléfono. Mensaje 8: (misma voz del mensaje 1 y 3) Me canse de llamarte, parece que no te importa esta relación, ayer te estuve llamando al celular y a la casa y tampoco respondiste. ¿Dime qué diablos te pasa? Suena el teléfono. Mensaje 9: (misma voz del mensaje 5) oye, sé que no estás en casa y que seguro dejaste el celular, pero no he podido dejar de pensarte, tengo atravesado el pensamiento con las cosas que nos dijimos ayer. Quizás podemos vernos esta noche, o mañana. Tengo ganas de verte. Explícame eso que acabaste de publicar en el Facebook. Ahora suena el teléfono, el celular, golpean a la puerta, se escuchan voces. En la penumbra se ve proyectado el perfil de ella o él se lee los siguientes mensajes: Mensaje 1: Alguien por favor vaya a ver que este bien, yo no puedo ir, estoy trabajando. Mensaje 2: Es cierto, por favor si es una broma, es de muy mal -44-


gusto. Alguien que por favor confirme la información del mensaje del Facebook. Mensaje 3: pero cómo va hacer esto, yo aún no lo puedo creer. Mensaje 4: ¡pero no está aquí! ¿Entonces qué se hizo? hay que dar aviso a la policía. Persona del mensaje 1 al de mensaje 4: ¿Usted está ahí en el apartamento?, por favor diga si es cierto, diga si está bien, o es una broma. Mensaje 5: no es por ser pesimista pero después de publicar ese mensaje en el Facebook, le queda muy difícil no hacerlo. Persona del mensaje 3 al de mensaje 5: ¡calle esa boca! No sea cruel. Imprudente. Se escuchan golpes y voces en la puerta. La escena queda de nuevo en silencio, esta vez por más tiempo que los otros silencios. Suena el teléfono. Sin mensaje. De nuevo suena el teléfono, sin mensaje. Suena el teléfono. https://youtu.be/C1jz7qP66w8 FIN Clara Angélica Contreras Camacho

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ENTRADAS AGOTADAS

JOSÉ ASSAD CUELLAR

Actor, dramaturgo, guionista, director, investigador y docente universitario. Maestro en Arte Dramático de la Escuela Nacional de Arte Dramático ENAD. Estudios de Dirección escénica en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid RESAD. Magister en Escrituras Creativas con énfasis en Dramaturgia de la Universidad Nacional de Colombia. Docente de la Facultad de Artes ASAB de la UDFJC, en donde se ha desempeñado como coordinador del programa de Artes escénicas y como Decano de la Facultad. Miembro del ITI- (Instituto internacional del Teatro. Miembro del Consejo Nacional del Teatro, periodo 2008-2010. Sus obras dramáticas han sido publicadas y traducidas en diferentes ediciones y antologías nacionales e internacionales.(España, México, Brasil) Sus textos dramáticos montadas por un sin número de colectivos tanto en Colombia como en otras naciones: EEUU, Uruguay, Cuba, Argentina entre otros . jossad@gmail.com -47-


In memoriam de Luz Amalia, una luz que se encendió en tiempos de incertidumbre para dejarnos en su compañía. El espacio escénico es la ventanilla de la taquilla de un teatro. La enumeración de los cuadros supone elipsis temporales.

I

S

on las tres de la tarde y la boletería ya se agotó para la función de esta noche, pero a pesar de estar publicada la noticia en grandes letras rojas en el lugar mas visible del vidrio, la gente me pregunta: ¿ya no hay entradas? ¡Mierda sí!, gilipollas ¿es que no leyeron el aviso?; ?; me provoca gritarles … pero no soy capaz , porque este curro me da el tiempo y las soledad imprescindibles para garrapatear las ideas de mi próxima novela. De lo contrario esta paz salpicada por las sandeces de la gente sería insoportable. Además combinándolo con las clases de escritura que doy en la en la universidad, me permite el ejercicio de la penosa sobrevivencia en este mundo cutre… La verdad no me quejo de la vida por hacer lo que hago, o por vivir en este país y en esta ciudad que me dio una segunda oportunidad para soportar la penosa misión de tener que inventarme una causa para justificar madrugar cada día -con lo rico que es dormir- sobre todo en las noches en que -48-


uno no sueña o no recuerda haberlo hecho. Dormir así, es como no existir, o como la existencia antes de la vida… (Pausa) EEs que nacer… ¡Mierda! es un crimen de lesa humanidad; Nacer es como cuando uno se despierta por la mañana en invierno ¡Que pereza!... (Mirando a través del vidrio) Visión nublada y un frio que cala… Son la primeras sensaciones de la vida… ¿Qué futuro podemos esperar? (Pausa. Mira a través de la ventanilla siguiendo a alguien con la mirada) Cuando veo acercarse a alguien a la taquilla, como ese joven rasta que viene allí, me pregunto, (Con un tono cargado de histrionismo) ¿Cuál es el verdadero sentido del teatro?… (Pausa. Luego mira la ventanilla) -Sí chaval, no hay entradas para hoy... vale(Pausa.) ¿Que motiva a la gente a asistir a una obra? …No me refiero al motivo explícito, circunstancial, ¡No!, me refiero a la causa más esencial. Por qué uno puede decir que va al teatro para divertirse, para compartir, para no aburrirse; también por un interés o un impulso de orden espiritual… bueno, o por una curiosidad bizarra... o porque se le da la gana… en fin. Pero todo eso me suena a excusa, o a una falsa convicción, como uno creer en dios porque todos creen. (Pausada y pensativa) Las cosas que nos resultan familiares realmente, pensándolo bien, son las más incomprensibles. Las aceptamos porque nos parecen normales y nadie parece cuestionarlas, pero en realidad son las más difíciles de explicar. ¿No sé, si sería un buen tema para una novela?… (Toma alguna nota en la pequeña libreta) Quizás un personaje que busca en el teatro la respuesta del teatro mismo, a lo Pirandello, o a lo Sanchíz… pero su interés no reside en lo dramático, quiero decir, no está en el teatro ni en sus temáticas, ni en sus técnicas. Para este, mi personaje, el teatro es su laboratorio para descifrar el sentido de la existencia misma...sobre todo cuando esta vida se nos presenta como una cárcel oscura…infranqueable… (Pausa) Así -49-


que la respuesta es inexpugnable desde esta oscura cárcel. “¿La vida? –reflexionaría en uno de sus soliloquios desesperados- es una imposición arbitraria, inconsulta…ella no puede ser dimensionada o comprendida estando inmersa en ella; entonces habría que someterla a un efecto de distanciamiento, a lo Brechtiano, para poder comprenderla en sus causas”. Concluye. Pero él sabe que eso no es posible estando sumergido en ella. Es una paradoja fascinante; algo así como observar la vida desde la muerte para entenderla. Mientras tanto estamos como en una obra de teatro en donde los personajes no pueden escaparse de la predestinación diseñada por el autor, que además les tiende un velo que les impide ver o siquiera sospechar que son una creación arbitraria, sometida a las exigencias taxativas de un guión. (Levantando la mirada y dibujando una leve sonrisa de amabilidad como si mirara a alguien a través del vidrio de la taquilla) -Sí, ¿dígame?... II ¡Sí señor! después de “A puerta Cerrada” se estrena La vida es sueño, dentro de dos semanas… el auto sacramental, no la comedia… ¡Sí, es cierto! el espacio escénico es propicio porque como sabéis este teatro fue una iglesia, pero no es el motivo principal para el grupo… Bueno, la… Hasta luego… Pero que prisa ¿Entonces para que establece conversación?. Tenía necesidad de hablar pero no de escuchar… la gente no sabe lo que quiere y mucho menos lo que hace… pero ¿qué se nos exige?, sino tenemos ni la menor idea de por que estamos aquí y sobre todo que ese impetuoso impulso reproductivo que nos acosa desde la pubertad pareciera estar respaldado por una motivación inoficiosa, pues nos multiplicamos apenas para sobreaguar en el mar, que tarde o temprano nos ahogará a todos en sus profun-50-


didades… La reproducción es una frágil balsa en medio de una tormenta apocalíptica. Es un aplazamiento inoficioso de la extinción. Noé, al fin y al cabo lo que hizo no fue evitar el naufragio, sino aplazarlo. ¡Joder! tanto que le costo construir el Arca de Noé, y sobre todo acopiar todo el inventario biológico del globo terráqueo. Para poder hacer eso tuvo que darle la vuelta al mundo, y no se enteró en su afán recolector de que el mundo es redondo… y que había descubierto a América ¡Claro!, Noé fue el que descubrió América… tuvo que haber ido por allá y pasar por la Patagonia y recoger algún bicho, y luego por las Islas Galápagos a por las tortugas jurásicas, y luego por Colombia, mi país, por sus pájaros y ranas exóticas, porque que entre otras cosas, dicen que su territorio contiene la mayor biodiversidad del planeta; y por Ilha de Marajo en el Amazonas, para capturar a la parejita de búfalos suramericanos y luego hasta Alaska por los osos polares… para que al final, cuando quedó encallado en las cumbres del Monte Ararat se engañara pensando que había salvado al mundo de la hecatombe, cuando aquella hazaña fue como una llovizna bogotana comparada con el choque de las galaxias que nos devolverá a nuestra condición inicial de polvo estelar… Voy a escribir esta idea de la regresión a nuestra condición primigenia e inconsciente de cuando éramos polvo estelar… Los hijos son la extensión del agónico estertor de nuestra especie. No tengo hijos. ¿Mi personaje de la novela, los tendría? (Toma nota). III Cuando indagamos sobre el sentido de las cosas más simples sospechamos que corresponden a una realidad inabarcable, inaccesible para las posibilidades de nuestro cerebro… El otro día observaba a un perrito ridículamente emperifollado que cargaba una mujer durante una manifestación contra el aborto. Él estaba allí ¡sí,! pero a la vez ignoraba por completo el contexto de su presencia y su papelón ridículo luciendo ese corte de pelambre y esa -51-


bisutería canina. Se interesaba por cosas, tales como los olores, los ruidos que le inquietaban, estaba atento a todo lo que pasaba; Entonces caí en cuenta que a pesar de estar allí, no estaba enterado de que se encontraba en una manifestación en contra del aborto, mucho menos tenia conciencia de su apariencia ridícula que era una deshonra para una especie por naturaleza depredadora. Su sentidos estaban allí, aguzados en máxima alerta; sin duda percibía más olores y más sonidos y más movimientos que su dueña que estaba absorta, ora en escuchar los planteamientos, ora en gritar las consignas. Pero eso no le hacía más consciente de la situación que le rodeaba. Entonces me pregunté que a lo mejor su dueña también estaba incapacitada -a pesar de toda su atención y concentración en los asuntos de la marcha- para percibir otra dimensión de la realidad que estaba fuera del alcance de su cerebro, aunque estuviese allí mismo en las narices de su entorno… igual que su perrito. ¡Todos somos perritos en una marcha contra el aborto!... Estamos perdidos en un universo que supera nuestra consciencia… Así la vida o lo que creemos que es, es un engaño. ¿Que sentido tiene entonces padecer uno este engaño tan doloroso como un callejón sórdido sin salida? Se me ocurre que el personaje de mi novela acude a una representación de la Muralla China de Max Fritz y allí en alguna de las escenas en que interactúan personajes de la literatura con personajes históricos llega a la conclusión de que no es normal esto de aceptar lo real solamente como aquello que percibimos, Esta podría ser una primera conclusión a la que llega el personaje de la novela. “¡Lo real es lo ilusorio en el teatro!”… ¡Coño! somos como perritos en una manifestación contra el aborto… (Toma nota. Mira hacia la ventanilla y esboza una sonrisa) -Se acabaron las entradas para la función de esta noche ¡Claro! este personaje busca entender las claves por las cuales el -52-


teatro es una metáfora de la vida… ¡Sí! como en “La vida es sueño”… nuestro próximo estreno. Pero este, mi personaje, está desesperado y al final comprende que todos sus intentos por entender la razón de vivir, utilizando el teatro como el laboratorio para su experimento, no es nada distinto a lo que hace todo el mundo, es decir, inventarse un pretexto para sobrellevar la existencia… algo así como construir un motivo distractor sobre una trama que no podemos controlar sino en sus nimiedades, pero nunca en el inexorable y repetido final. Miles, y millones de argumentos por los siglos de los siglos amén, desde el primer Homo Sapiens, pero un solo final verdadero. El mismo para vidas trágicas, cómicas, tragicómicas, fársicas, melodramáticas. Mi personaje de pronto se auto-percibe como el buen actor que entre mejor y con más originalidad se apropia de su papel más fiel es al autor incidental e invisible que escribió el final… Él solo resuelve las tareas escénicas a su manera, pero no controla su propia historia. “Es que es sobre esas nimiedades que construimos esta falsa motivación, cualquiera que sea, para cargar a la vida de sentido”… buena reflexión a la que llegaría mi personaje de la novela. Un mitómano víctima de sus propios autoengaños. Un timador de sí mismo, un usurpador de su propia credibilidad. Mejor dicho: ¡Un buen político consigo mismo! ¡Como para suicidarse! El pobre habrá de caer en la trampa por evitarla ¿Que le queda entonces por delante a mi desdichado personaje? … ¿Seguir en la celda oscura?... ¿romper los muros?... ¡He ahí el dilema mayor! A lo Hamlet; no sin antes dejar una carta de contentillo para aquellos que se lamentarán por no haber podido hacer nada para evitar su fuga… otra nimiedad, pues solo podemos lamentarnos de no haber podido hacer algo que no hicimos, pero que al final en el supuesto de haberlo hecho, poco o nada cambiara el final; a los sumo solo lo aplazamos o lo anticipamos un poco. La vida es como una liga de caucho; se estira y se estira hasta que se rompe. Otra nimiedad…su extensión en el tiempo solo depende de -53-


la velocidad con que se estire ¿Qué es un mes, o así pasen cinco años frente al mar del tiempo? En fin… Somos tejedores de nimiedades; arquitectos de fantasías frágiles como esculturas de hielo, ahora que pienso en cosas frías lo asocio con las ¡Sí! Tal cual como las Tres Hermanas, -la obra de Chejov- que ven en Moscú el regreso al útero tibio que cambiaron por el frío quiebra-huesos de esa vida en el exilio. El nacimiento es como el inicio del periplo del exilio uterino, al cual soñamos regresar algún día. ¡Ese es el verdadero drama de emigrantes! Porque todo somos emigrantes… la tierra prometida, no está en la geografía del futuro sino en el retorno a la tibia atmosfera del útero materno. ¡Moscú es la metáfora del útero en donde la felicidad es posible porque no conservamos memoria de ella! -No se sí este podría ser un pensamiento de mi personaje, o lo dejo en la esfera de mi intimidad-. Igual me deprime de manera terrible. En esa misiva postrera se verá obligado mi perturbado personaje a argumentar en ella motivos convincentes dentro del espectro referido de las nimiedades, dirigido al sentido común de las mayorías. ¡Como en la democracia! que se permite escuchar las nimiedades de las mayorías ¡La crisis económica! ¡Los derechos universales! ¡El medio ambiente! En fin… nimiedades pero… él sabe que es solo un argumento cargado de conmiseración para con sus amigos y familiares. ¡La crisis económica!... suficiente y democrático argumento que al final dejará contento a todo el mundo… ¡La crisis económica es la Madre de las desdichas!... (Pausa) - “El pobre no soportó la idea de tener que regresar a su país de origen con una mano adelante y la otra atrás después de luchar durante mas de veinte años por encontrar una estabilidad proporcional a sus logros, a su empeño, a su talento”. ¡Mierda! (Rompe en llanto que luego contiene. Atisbando a través de la ventanilla de la taquilla) Allá viene otro despistado o desocupado para preguntar si hay -54-


entradas para esta noche… Tiene cara… está leyendo el aviso que dice que no hay entradas y seguro que me va a preguntar sí hay entradas para esta noche… (Mirando hacia la ventanilla con un falso gesto de amabilidad) No… no hay entradas para la función de hoy… así es, se agotaron… Sí, mucho público… (Para sí) ¡Pelmazo! (Mira a través de la ventanilla y sonríe con falsedad. IV Yo entiendo la razón por la cual la gente acude al médico o al abogado. Pongo el ejemplo del abogado porque yo cambié el derecho por el teatro. Yo tenía claro cual era el papel de los abogados en la sociedad, incluso antes de entrar a estudiar derecho, pero después de veinte años de estar en el mundo del teatro ya sea en el escenario actuando, o dando talleres de escritura dramática, o haciendo asistencias de dirección o como simple taquillera… No comprendo aún qué nos impulsa a hacer teatro para mostrárselo a otros, que no tengo ni puta idea porque vienen a verlo. Y lo peor de todo es que me parece perfectamente normal, actuar, escribir, enseñar, y hasta este oficio de taquillera… ¡Una dramaturga taquillera!, que buen chiste; (Exaltada) ¡Soy una novelista y dramaturga taquillera!, no porque se vendan mucho mis novelas, ni porque mis obras hoy sean repertorio obligado de las compañías más famosas ¡No! Pero soy como lo pueden ver: ¡una novelista y dramaturga taquillera!… (Ríe a carcajadas. Mira hacia la ventanilla y reprime la risa. Pausa) No señora, función si hay hoy, lo que ocurre es que las localidades se han agotado… Eso no me divierte… No señora… No es eso tampoco, no me burlo de usted… pues bien, entonces haga lo que quiera y ponga su queja ¡Joder!.. ¡Si! ¡Una dramaturga taquillera!… (Ríe a carcajadas) Dejar el derecho por el teatro, abandonar mi país por esa pasión que me impulsaba a buscar nuevas experiencias: lavar platos, ser-55-


vir cafés, estudiar en la mejor escuela de actuación, dar clases en la universidad, escribir y ganar premios. Renunciar a los favores de mi familia, que es una familia pudiente, sí, pero ¡carajo! Conservadora; y pretender conquistar un sueño incierto e indefinido como si se tratara de satisfacer algo esencial en mí, pero secundario para la mayoría de la gente…Porque los que van a teatro no pueden dejar de ir y sin embargo, esto no tiene mayor importancia en sus vidas… O tal vez, dejé atrás a mi país porque viviendo allí sufría su día a día de silencios atroces… Es verdad, no quería contagiarme de una pandemia asintomática que ataca a todos y los mata a traición y los diezma sin llegar al exterminio total, como exhortando a los sobrevivientes transitorios para que aprendan una dolorosa lección, quizás pagando el error de generaciones anteriores. Como en la tragedia griega. Colombia es una Medea de un millón y medio de kilómetros cuadrados con cuarenta millones de hijos esperando su hora de la tibia y protectora mano maternal. (Examinando su imagen reflejada en el vidrio) Mí país duele en mi cuerpo como si fuera una extremidad magullada, reumática, lacerada. Ahora me veo en el vidrio que refleja mi imagen como una sobreviviente de la plaga, como un Edipo, atisbando culpables a través del espejo, pero pasando por alto su propia imagen reflejada. Edipo estaba ciego desde mucho antes de sacarse los ojos… (Pausa)… En fin… atrapada en este estrecho cubículo de la taquilla de un teatro, igual que el personaje de mi novela que se ve reflejado en la oscuridad de la diminuta celda. La oscuridad allí es su luz interior que le revela, que se encuentra atrapado en el ojo de un huracán que lo catapulta hacia un centro que cambia de lugar a cada momento, mientras arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Solo fragmentos de realidades ahora dislocadas como si tuvieran lugar en la imaginación de Salvador Dalí: patas de mesa caminando solas por la calle, puertas de coches fungiendo como lápidas en un cementerio, zapatillas voladoras, hidrantes como -56-


ojivas, sofás navegando entre la polvareda… confusión esclarecedora del absurdo de las cosas. Pero estoy aquí esperando a que me pregunten sí hay entradas para esta noche a pesar del letrero que advierte que ya no hay boletas para la función de esta noche. Así somos, incrédulos hasta el último momento... como cuando tomé el avión y vi a Bogotá desde las alturas y no podía creer que esa imagen fuera real y no podía creer que dejaba a mi país porque no quería morir en sus brazos como una hija de aquella Medea inmensamente verde. V Un día tomé la decisión de dejar todo atrás y partir muy lejos para probar que mi vocación era verdadera; profundamente comprometida con mi deseo de poder llegar a vivir haciendo lo que más me gustaba, porque así la vida sería más llevadera. No quería ser esa prístina abogada defendiendo a capa y espada los derechos de los más débiles, porque estoy segura que habría terminado en mi ejercicio como una defensora de los derechos humanos… sobre todo en un país en donde son violados todos los días. Un estado fallido en donde la gente a veces esta mas consternada por la traición del malo del culebrón que por la masacre cometida en algún lugar distante de la capital, pero real. Es increíble que el impacto de la ficción golpee más duro a la gente que un evento trágico de la realidad…Pero así es mi país. Nunca podré entender eso… porque allí se sufre más por la derrota de la selección de futbol que por la debacle humanitaria que padecemos desde los tiempos de la conquista... o desde antes, tal vez. No lo entiendo y nadie tiene porque entenderlo, además no tiene sentido intentar entenderlo, es que no se puede entender… VI Esa abogada sin futuro, tal vez desaparecida, asesinada o sobrevi-57-


viente es la no historia, lo que no hice, lo que pudo ser y no fue… La no abogada defensora de las causas perdidas… La historia no son los hechos posibles, sino los consumados. La historia son las cenizas de los eventos… Pero me apasiona la idea de indagar en esa segunda realidad hipotética, esa historia paralela; ese espacio inmaterial de los universos posibles. El espacio de las constelaciones probables en donde se guardarían las cenizas de los hechos que nunca ocurrieron, pero que pudieron haber ocurrido… ¿qué habría sido de mi si hoy no fuera la no abogada sino la no dramaturga taquillera?... ¿existiría? Me pregunto… ¿se trataría entonces de la misma persona? Solo que haciendo cosas distintas… ¿eso será posible? ¿Podría uno vivir una vida totalmente distinta sin dejar de ser el mismo? ¿o uno es lo que es? Lo que hace… como lo sugiere Aristóteles en su Poética cuando define al personaje como su accionar. Aquella decisión fue valerosa, motivada por un impulso vital que me apuraba a cumplir una misión irrenunciable… Un buen pretexto para estar en este mundo sin pretextos, sin motivos aparentes, sin causas loables… Existir por existir hasta morir por morir… Ciclo inoficioso, ¡Claro! si los considero como un ciclo. ¿Y si no? … ¿Si la noción de “ciclo” es solo una interpretación caprichosa y reduccionista de la realidad?... Esto se lo pregunta el personaje de mi novela cuando entiende que la trama de una obra, es un ciclo truculento, que falsea la complejidad inabarcable de la realidad, porque la realidad es casual y no causal. Mejor dicho, un engaño para entretener y cargar de sentido a las acciones de los hombres… en fin… Nacer crecer, complicarse hasta el máximo y morir… inicio, desarrollo y desenlace… ¿pero sí realmente no hay inicio, ni desarrollo, ni desenlace? … ¿Si no se nace?... ¿sino no se crece?, ¿si no se muere?… ¿Porque no puede ser así?, que capricho tan reduccionista pretender meter todo dentro la noción de “ciclo” dividido en tres esquemáticas partes. Pobres dramaturgos que no hacen sino repetir esta fórmula de entender la vida en sus fábulas simplistas de tres actos… ¡Pobre de mí!... Visto así, el teatro no revela nada nuevo, solo reproduce -58-


una vieja y tonta fórmula para creer entender la vida y la realidad que atrapa a sus personajes. ¿Si no existe la muerte entonces porque no morir? … Fue la revelación que vivió el personaje de mi novela antes de no existir porque en esa posibilidad no existe la muerte, ni la vida, solo existe, lo que existe, como en… “morir, dormir” desvarío del dubitativo Príncipe… ¡Morir, dormir!… Determinación anticipatoria del personaje de mi novela. Suicidarse no es matarse entonces, no es quitarse la vida, es simplemente anticipar el final inexorable, comprimir la acción, para no aburrir al respetable público en donde mi personaje comprende que es un espectactor como lo concibió Augusto Boal; y por conmiseración a hacia los demás y hacia sí mismo resuelve tomar el sartén por el mango y escribir de su puño y letra el final de su drama, en donde es él, el protagonista que no concibe su final como fue toda su vida, una trama dictada. Para los demás, en la lógica de los tres actos, tiene claro que morirá, pero en su intimidad sabrá que no habrá muerto porque también existe la posibilidad de que tampoco haya nacido. Así que su decisión es una simpe y categórica renuncia al precepto dramatúrgico del “ciclo” y se concilia con la reflexión del hombre en la Vida es sueño: “¿Si la vida es sueño, no es fuerza después que duerma esta triste Vida, que mejor vida despierte?” VII Ya son las ocho, hoy es la última función de La vida es sueño, el auto sacramental, y ya no hay entradas, así que doy por terminada mi faena en esta pequeña celda que es como la tumba de esta exitosa taquillera dramaturga… en fin, y que el personaje de mi próxima novela pase a manos de otro autor, alguno que se apiade de él para escribir la segunda parte, a partir de su segundo nacimiento que debe de ocurrir justo después de su primera muerte… es tarde ya… tengo sueño, pero sobre todo ganas de no tener que madrugar mañana… morir… dormir, como mi amigo el -59-


dubitativo, o como el personaje de mi novela, o como yo en mi propia voz (Se levanta) o como el personaje del hombre en la vida es sueño que llega a la conclusión de que “¿Si la Vida es sueño no es fuerza después que duerma esta triste vida, que mejor vida despierte?” (Con accionar rutinario y despreocupado escribe una última nota en su libretica que luego guarda en el bolso. Arranca el cartel del vidrio que anunciaba la boletería agotada. Baja una chirriante persiana metálica que resguarda la ventanilla. Apaga la luz del pequeño cubículo de la taquilla. Penumbra total y absoluta. Se escucha un portazo concluyente con timbre metálico. Su eco retumba en la noche) Fin Bogotá, Diciembre de 2015

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UNA SILLA

JOSÉ RUIZ MERCADO

Dramaturgo, poeta, ensayista, narrador, investigador, periodista cultural y docente. Obtuvo el premio Miguel Marón (1973) por Psikomanía; premio Nacional INJUVE, Beca Salvador Novo; miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (1993-2000). Autor de más de 50 obras de teatro, entre otras: Como cualquier historia de familia, Vuelve a cantar los cantares María; El mojado James, El circo, Airam, La gata Brenda, La historia de un baúl o el proyecto de un político. Teatro para adultos e infantil. Autor de libros de teatro: Juan y los marcianos; La banda y otras obras; El circo; Memorial de abril. Sus obras han sido publicadas en antologías y libros colectivos. Se han escenificado cerca de una veintena de sus obras, tanto en México como en el extranjero. -63-


PERSONAJE Damiana (Por siempre, a la memoria de PELOS, quien se fue un 27 de marzo del 2015. A su entrañable caminar por los parques) (Una silla. Varios sacos de diferentes estilos, colores. Un par de mallas. Todo tirado en el piso. Al fondo una lámpara de piso. Una linterna encendida en algún rincón. Una caja de zapatos con maquillaje. Una guitarra con cuatro cuerdas (las otras rotas) La voz de una mujer fuera de escena. Damiana, de edad indefinida.) DAMIANA.- ¡Ya te vi! Ni creas podrás esconderte. Te voy a encontrar aunque tenga boletos para ir a ninguna parte ¡No te escondas! (La luz de la lámpara parpadea. La sirena de una ambulancia pasa a lo lejos. Un silencio largo. Nuevamente la voz de la mujer) DAMIANA.- ¡Ya verás! Muchacho de porra ¡Ya verás! (La luz de la lámpara vuelve a la normalidad. Entra secándose el cabello con una toalla, la cual luego anuda en su cabeza) DAMIANA.- Muchacho de porra. Le encanta observar por su ventana cuando me baño; debería ver a su madre. A su madre ¿Qué le ve a la flaca esa? ¿Qué puede verle? (Mira al piso, a la luz de la linterna, la cual, dibuja un leve camino hacia uno de los sacos; lo recoge, reflexiva, como regresando el tiempo, como se abraza al ser amado, introducirse en el alma en un proteger y protegerse. Se detiene al sentir el contenido de una de las bolsas del saco, mete la mano, se topa con una vela, con su base, de esas utilizadas de antaño para alumbrarse por las escaleras, fabricadas hoy como nostalgia del pasado. Regresa su vista a la linterna, deja el saco en el respaldo de la silla, une la vela en su base, levanta la linterna y, juguetona se la lleva a la cara, hace muecas, se ríe, fresca, se sienta en la silla para dejar caer -64-


sus brazos al mismo tiempo que apaga la linterna, suspira, melancólica pronuncia su siguiente frase) DAMIANA.- ¡Ah, las luces! Fría, brillante. Tiempos pasados, cuando los reflectores hacían fila. Hoy sólo me queda ayudar a vestir las nuevas luminarias. Por mucho tiempo hice teatro, luego me invitaron a una película. ¡La gran Damiana! ¡Sí! La gran Damiana en un co-estelar. Mi nominación, el descubrimiento, se decía. Pero ya jamás me invitaron. La gran Damiana. Fueron los foros experimentales quienes me dieron cabida. Los espacios con mínimo público. Recuerdo una anécdota. Una noche estábamos por suspender función. Cuando llegó una pareja de enamorados. Los muchachitos felices. Dos personas ya es un público. Iniciamos. Había una escena de seducción. La niña empezó a tomarse selfies. Él celoso. Empezaron a discutir. Ella siguió. La discusión fue mayor. Optaron por salirse. La función continuó. No nos enteramos hasta cuando el director y uno de los técnicos nos dijo: La mitad de la función la hicieron para ustedes. Pasaban cosas extrañas cada función. Pero esa fue única. Fue ahí que conocí a Fonseca; administrador de un grupo de comediantes, fue quien me llevó hasta la televisión. Gané, ejercí, fui reconocida. Entonces me llamó el cine ¡Ah! El cine. (Se levanta lenta de la silla, la rodea, la observa impersonal, ceremoniosa) Señor, el día de hoy hasta dónde quiere llegar, no estoy preparada para eso. Usted me entiende ¿Usted me entiende? ¡Con una chingada! ¿Usted me entiende? (Primero es a manera de pacto, -65-


luego semiangustiada, para terminar en un acto de impotencia) ¿Entiende usted? Ya nadie desea estar aquí. Nadie ¡Necio! ¡Más que necio! Hace días terminamos con el agua. Semanas del último mendrugo de pan ¿Y todavía desea permanecer aquí? (Se pasa al otro lado de la silla) ¡Anda! Díselo tú. A ti te hace caso. Un poco de razón. Imprégnale un poco de razón. Tan sólo un poco. Los años que viviste siendo su prisionera ahora te permiten conocer sus debilidades y tratarlo como tu sirviente. ¡Anda! ¡Díselo! Velo a los ojos. No le despegues la vista ¡Acósalo como él lo hizo! Así, eso, así. Tú sabes cómo (Ríe) Es débil y tú lo sabes. ¡Qué escena aquella! Luego de la frase es débil y tú lo sabes venía un close up a su cara angustiada. Un impacto visual al espectador. Sin movimiento, sólo su cara. Mientras le tomaban fotografías yo me peinaba. Bebía esa mezcla de piña con coco y un poco de ginebra ¿Un poco? Para la primera actriz lo que quisiera. Pero no era la protagónica. No tenía cartel. Sólo una actricita de teatro. Si, de teatro. De espacios experimentales, por lo tanto, sin premios, sin participación en bienales, ni en muestras nacionales. Algunos diarios locales escribieron de mis actuaciones en algunas funciones. Pero jamás los de mayor circulación. Cuando se estrenó la película se dijo de la actriz protagónica. Cuando fui premiada, estos últimos, se abocaron a mencionar los pleitos de la principal. Ella fue nominada sin ganar. El escándalo fue mayúsculo. Ya no tuve contratos en la televisión. Un dramaturgo, también sin cartelera me escribió una obra. Vol-66-


ví a los espacios experimentales. Llenos completos. El escándalo había servido de algo. Este es el saco utilizado en esa obra de retorno por Rodrigo. Muchacho guapo, cortés, salido de academia ¡Qué actor! Desde el momento de salir a escena. Me enamoré como casi todos. Poco duró el gusto. Me enteré que es gay protegido por mamá. Sí, luego dirán: Los teatreros. Para algo debemos de servirles. Por lo menos para remediar los males ajenos. Cuando eso sucede en una familia de bien, se oculta, aparecen los matrimonios convenidos. Cuando sucede entre la gente del medio, se vuelve viral. Eso no importa tanto cuando la amistad da un giro. Eso pasó. Me enteré. Mejor dicho, me lo dijo. Se lo agradecí. Fuimos grandes amigos. Estuvimos con esa obra varios meses, luego nos invitaron a muchas lugares ¡Nos fuimos de gira! La primera obra triunfal para nuestro autor, quien siguió escribiendo para nosotros. Luego lo invitaron a dar conferencias, ofrecimos cursos en varias universidades. Un día llegó un reportero de los de circulación en grande. Primera plana. Ahora sí. Salió por separado. Empezábamos nuestra carrera. Ahora sí un triunfo. Los quince segundos de gloria duraron poco. Primero, nuestro autor de cabecera ya no tuvo tiempo para nosotros. Lo llamaron para escribir en una de las universidades a las cuáles asistimos. Incluso le dieron una chambita de maestro. El tiempo se lo acabó con tiempo completo. Una noche llegó un grupo de estudiantes. Se dirigieron con él. Era el verdadero, el actor comprometido con su trabajo (Ella toma el saco como si fuera un muñeco e interactúa con la silla) No escuché la charla. Me hicieron a un lado. -67-


Al irse me llevó a un rincón (El saco muñeco continúa) Me besó. Es un beso de amigos, me dijo, mira qué amigos, le respondí. Luego, sin más. Detuvieron a mi primo. Lo acusan de seducir a un adolescente. Es grave el cargo… Me dijo, me miró a los ojos, le pregunté directo ¿En dónde se metió tu primo? Volvió a verme a los ojos. Porque si fuera cierto estos casi niños no hubieran venido a avisarte. Si fuera cierto, Damiana, si fuera cierto (Saco muñeco la abraza, Damiana con la otra mano le da vuelta a la silla, como si le diera la espalda, ella, la actriz, en grado cero: Los objetos cobran vida) Te lo juro. Yo mismo le reprocharía, lo cuestionaría, le tiraría agua a la cara, le diría bestia, poco hombre. Si fuera cierto (Vuelve a girar la silla, ahora de frente al saco) ¡Te lo juro! (transición) Poco hombre me quedó resonando. Hombre ¿Qué quiere decir hombre? (Saco muñeco se acerca a silla. Silla se aleja en corto. Saco le da la espalda. Silla se agacha conmovida. Saco se acerca a ella, toma el respaldo) ¿Y me preguntas por qué creo en su inocencia? Él no es gay. El gay soy yo. Por mi culpa lo acechan. Lo acechan ¿Entiendes eso? ¡Yo no! (Silla se va levantando hasta quedar de frente a el saco) Buscamos a quien lo acusaba. Un grupo en defensa de la diversidad sexual nos contactó. Toda una organización con abogados, trabajadores sociales se pusieron a nuestra orden. La pelea legal fue larga y asquerosa ¡La ganamos! A los días su primo se suicidó (Deja caer la silla, corre con el saco, toma otro, los une) Él se ausentó de la vida pública. Se refugió en casa. Ce-68-


rró todas las puertas (mientras dice esto levanta la silla, acomoda tiernamente los sacos en la silla), las ventanas. Apagó su celular, descolgó teléfono y se sentó en su sillón preferido. Fui con Fonseca, se río con un ¡Ah, los actores! Ya se le pasará. Por cierto, tengo un contrato para ti. Una película en donde tú saldrás desnuda desde la primera escena. Un buen billete. Por toda contestación mía recibió un ¡Vete a la mierda! Me fui entonces con los del grupo. Ellos me escucharon, uno de ellos se levantó, dijo sereno, pues, avisemos a la policía, luego nos vamos a forzar la puerta ¿Y por qué a la policía? Porque vamos a hacer algo ilegal. Entrar a una casa particular sin permiso ¡Pero ya! Dos de ellos se fueron a la policía. Los demás se armaron de un puño de llaves, y unas ganzúas. Esto lo hacemos con frecuencia. No te preocupes. Nos fuimos en un carro antiguo, todo destartalado. Parecíamos comitiva estudiantil en tiempo de elecciones, tour de familia pobre de vacaciones a la casa de la abuela en pueblo cercano, parodia de comediantes, o sencillamente un grupo de amigos preocupados. Cuando llegamos uno de ellos, digo, de los del grupo solidario se bajó, tocó la puerta, luego, pasó su dedo en la cerradura, sacó una llave, de las muchas que traía, y abrió; nos metimos corriendo, así, atropelladamente. Ahí estaba. Sentado en su sillón, sin moverse. Ya no sé cuántos días había permanecido en la misma posición. Tenía los labios resecos. Fui directo al garrafón de agua, un vaso, rápido un vaso. Lo encontré. Serví el agua y me fui corriendo a él. Me lo quitaron ¡Así lo vas a matar! Me dijo uno de ellos. Traía una servilleta. La mojaron para hacerla pasar por sus labios, su -69-


frente. Empezó a reaccionar cuando llegó la policía y una ambulancia. Soltó el llanto. La policía hizo muchas preguntas. Los paramédicos sólo una ¿Cuántos días ha estado así? Y las preguntas de la policía continuaron. Uno de los paramédicos nos dijo. Tenemos que llevárnoslo para su observación. Le pusieron un suero. Lo colocaron en una camilla. Los policías con sus preguntas. Lo subieron a la ambulancia. Yo quería subirme con él. Los policías con preguntas. Partió la ambulancia. Los policías con preguntas. ¿Por qué no se van a la mierda si ustedes lo orillaron a eso? Me subieron a la patrulla. Me llevaron a la demarcación ¡Más preguntas! Con setenta y dos horas de arresto. Cuántas preguntas ¿Cuántas? (Silencio. Largo) Ellos pagaron la multa. No me iban a dejar salir sin llevarse unos billetes después que les grité ineptos, fascistas, homofóbicos ¡A la mierda! Ya eran dos veces que utilizaba esa frase ¡A la mierda! Y no es que me gustara, no, es que se la habían ganado. Hoy es… creo veintiuno de noviembre. Sí, eso pienso. No sé exactamente porque lo digo, y si no lo sé, no me debería de preocupar. Sin embargo sé cuál es este día. Vaya manera de medir el tiempo tan absurdo. Perdí tres días de mi vida en esa celda. Sólo con la idea de salir. Cuando lo hice, o mejor dicho, cuando me permitieron, me encontré con la noticia de que a mi amigo, mi compañero necesitaba un psicólogo. Eso saldría caro. Aunque el grupo tenía algunos, ellos no podían llevar el caso. Necesitaba un especialista. Entonces fui con Fonseca. -70-


¿Te gusta la mierda? Fue su saludo. Definitivamente si es una mierda. Por eso no guardo nada de él. No hemos terminado la película. Serán unas cuantas tomas. Y sin preguntarme me pasó los avances. Una película insulsa. Toda la trama radicaba en la aparición de una mujer desnuda por una calle, la cual se intercalaba la misma escena como cuarenta veces. Lo ves. Me dijo. Sólo nos falta la escena de la mujer. Tú necesitas una lana. Yo, tu encuere. Sólo nos llevará una o dos horas. Aquí mismo lo podemos hacer. Y se hizo. Sacó un gran telón con una calle de noche. Proyecto unas luces sobre este ¿Qué esperas? Me desnudé. Ahora camina muy lenta. Así, eso. No te adelantes. Lo hice, repetí el caminado en varias ocasiones. Bien, ya está. Me vestí rápido. Fue el momento cuando me acordé de lo principal ¿Cuánto me vas a pagar por esto? Ah, no te dije. Voy a preguntarle al productor cuanto te podemos pagar y mañana te lo digo. ¡Los video homes que Fonseca les dice películas experimentales! (Lenta toma los sacos para llevarlos a un rincón, izquierda arriba, y casi ocultarlos. Con su vista recorre toda la habitación como su propia vida, sus anhelos, sus esperanzas, cada objeto como el aire que respira. Se recarga en el rincón y aún más lenta se pone en cuclillas.) No me pagó. Me hizo creer que con otro encuere me pagaría todos. Lo hice. No me pagó y mi amigo, compañero se puso más grave. Necesitaba ayuda profesional. Entonces montamos obras callejeras para sacar fondos. ¡Pase usted a contemplar lo mejor de los comediantes italianos! -71-


Directamente, desde el Vaticano y más allá. Eran las llamadas de atención en las plazas públicas. Teníamos que mocharnos con el inspector en turno para así poder trabajar. Todo es legal. Nos decía. Forma parte de la institucionalidad. Si no se hiciera así… Y luego le seguía con todos los discursos oficiales, los cuáles, ve tú a saber si eran ciertos o se los inventaba para sacar su… Ve tú a saber ¿A quién se lo estoy diciendo si estoy sola? Ve tú a saber. Sola. Aquí en este cuarto retomando los momentos del pasado. Ve tú a saber. Pero, las historias debían de ser diferentes. Había gente que pasaba todos los días. Con algo se tenía que parar. Luego nos dimos cuenta de los horarios. De quién pasaba. A qué hora. Rumbo a dónde. Sacamos una, la cual nos dio mejores resultados que la de los comediantes italianos, o la consabida atrás de la raya que estoy trabajando, y luego hacer una raya enorme para luego jugar con ella. Buenos días, buenas tardes, buenas noches, buenas serán si usted así lo quiere y si no lo quiere también porque eso usted no lo decide sino quien lo está viendo porque más vale una buena mirada y si se puede una présteme su atención que hoy es 21 de diciembre pero me voy a enterar hasta mañana esa es la ironía o la buena onda ya no se sabe en estos días cuando sin considerar se meten virus hasta en dónde se imagina no penetrarían por algo el bicho que no mata engorda y esta ocasión no es la excepción porque no fue el 21 sino el 20 hasta posiblemente fue en noviembre cuando se firmó eso de la libertad. Y luego, ah, la exposición mayor. Esta sólo la entrada. La llamada -72-


de atención. La gente se va acercando, curiosa, otra pasa sin voltear a vernos, y continúa la réplica, tardes, noches, días, buenas las tenga, señora, señorita, y para que nadie se enoje, transexual nuestro de todos los días. Algunos se ríen, otros se incomodan, se va haciendo el círculo. Dos y hasta tres funciones dábamos, luego nos íbamos a otra plaza. Otra mochada. La mochada de todas las plazas. Una tarde, ya casi noche, llegaron unos camarógrafos a grabarnos. Quise reconocerlos, pero entre la multitud no los reconocí: Entonces tome uno de los muñecos de la maleta (Toma una de las mallas como muñeco de guante) Los usábamos cuando veíamos niños. A esa hora ya no había niños. Así que inicie: Premonición. Trescientos años de conquista se convierten en otros tantos y este canto ya no es una premonición. Cualquier otra cosa. Una advertencia. Un canto de lucha, de resistencia. Muchos indígenas se levantaron para nada. Otros se fueron a la montaña, al desierto, a las zonas más agrestes. Para nada. Mejor vayamos a Zapotlanejo antes que llegue el ejército realista y la matanza se haga mayor. Y mayor será la matanza si seguimos separados. Unidos podemos más. Cuando terminamos, después de cantar y hacer bailar a más de uno, sentir las monedas; busqué a los camarógrafos. Ya no estaban. Se habían ido en el momento cuando nos regalaban las monedas. Regálenos una sonrisa. Y por supuesto, una moneda que a su economía no altere, decíamos, mientras guardábamos los muñecos. Contamos lo del día. Ya podíamos pagar a un psicólogo. Casi corrimos con los del grupo. Ahí estaba, bañado, peinado. Le hablé. -73-


Le comenté la necesidad de ver a un profesional. (Toma el saco. Con ternura le habla a su amigo) Vamos. Hemos trabajado en la calle. Hicimos una obra especial. Como tú dijiste una vez. No tires el teatro a la calle. La calle tiene su propio teatro ¡Así le hicimos! ¿Quieres verlo? Le pregunté. Por un momento calló para luego hablar. (Mete los brazos por las mangas del saco, camina hacia la silla, charla) ¿Por qué a los muertos los exhiben en sus féretros como si estuvieran dormidos? No entiendo…Mira, cuando me muera, me hacen una silla especial, así, alta, con un gran respaldo. Me sientan en ella, con hilos a mis brazos, al igual como marioneta, detienen mi mano, un letrero, por favor, bien hecho. Puede usted saludar al muerto. Ah, de disculpar que no se pare. No es hora de decir eso. Ahora no. ¿Ahora no? ¿Entonces cuándo? ¡Cuando vengan por mí? Ya una vez lo hicieron, y no deseo una vez más. Me quedó sonando eso último. Cómo se puede hacer tanto daño ¿Cómo puede llamarse humano a quién tiene como oficio el hacer daño? Ahí estaba el gran actor encerrado en un mundo caótico, en mundo tan extraño para el exterior. Entonces me di cuenta que ya nadie lo salvaría. Había tomado al primo como personaje ¿Cómo hacerle entender que no era él? (Deja caer el saco) ¿Cómo? (La lámpara empieza a parpadear. Toma la vela, la enciende. La -74-


Lámpara se apaga. Camina con la vela) Dime, amigo, en dónde estás ahora el teatro continúa con vida ¿Contigo se acabó la escena? ¿Contigo la presencia actoral se volvió fría, sin sentimientos, o sólo se detuvo para descansar en las esferas del tiempo? (Se sienta en la silla. Mantiene la vela encendida en la penumbra de su cuarto, la única iluminación de la habitación, la única del recorrido por la vida como un hacerse de cotidiano. La vela. La vela rítmica en los vaivenes de la vida, en la luz que buscan los espíritus y los esotéricos se aferran a los colores de la cera en una acción mágica de otra dimensión, las dimensiones simbólicas de la escena, la teatralidad plena. Damiana sentada en la silla juguetea con la vela, la hace sentir personaje) Cuando matan a quien está en la batalla da tristeza pero es parte de la regla. Pero cuando matan a quien no le interesa el interés de quienes se juegan posiciones ni es de justicia ni digna gloria a quien ejecuta la orden de un superior en jerarquía. ¿Existe gloria dónde hay acciones mecánicas? ¿Gloria dónde la muerte reina? ¿Por qué matar a un hombre por la claridad de sus ideas? Pero aún más: ¿Morir es vivir en lo automático? Vivir, morir, y volver a hacerlo, siempre todos los días, toda el ansia mía, en la ansiedad de vivir con claridad en la luz de las ideas. Cuando se muere alguien porque su convicción así lo necesita da tristeza, da angustia, no se puede tener un descanso hasta que llega la calma, el ya ni modo, la intervención injusta, pero intervención, y llega el por si acaso, la calma. Entiendo tu pesar amigo. Tu primo vivía otra circunstancia. Hijo -75-


de familia. Amante fervoroso. Y de pronto… Mataron a un hombre por sus ideas. Al hombre que vi llorar cuando un gato mató a un ratón. Eso es parte de la cadena alimenticia, eso dicen. Eso me dijo. En una guerra muere quien no debe morir y los asesinos no son asesinos. Véalo usted con su cara de muerto, con su cara de inocencia pequeñita. Mataron al hombre más amado. Lo mataron sin matarlo. Ahí está. Situado en otra dimensión. Sitiado en otra dimensión. Mirando al infinito y el infinito no existe. (Deja la vela en la silla. Camina hacia una caja de zapatos, regresa con ella. Se sienta en el piso, a un lado de la silla, de tal manera que le permita verle la cara. De la caja saca maquillaje; empieza su trabajo con una base blanca, enseguida va sacando un amarillo ocre que dispersa sobre sus mejillas. Luego un rojo intenso.) Una silla. Verdad, una silla de inmediato. Vengo de una colonia lejana. Tráfico lento. Ya sabemos, esta ciudad no está diseñada para soportar una lluvia. Mucho menos la tormenta desatada cuando avisaron. Y si él, o quien esté ahí, murió de un semaforazo, no deseo quedar igual, o por lo menos no, mientras no lo decida. El tráfico lento. El agua en olas por las banquetas acentúa lo gris del día. Pareciera lugar común hablar de muertos en estos días, pero también lo es hablar de amor, de agua rediviva cubre a los amantes. Dejé el auto en la cochera para abordar el transporte público y marchar entre las calles a ese ritmo lento tan peculiar de los autobuses entre el frenar acelerado nervioso como burócrata sin -76-


convicción, sí, preferí tomar el colectivo, reflexionar acerca de la noticia. Un masculino cargaba en su libreta de direcciones su nombre y teléfono. Un masculino ¿Por qué no pueden decir un hombre? ¿Les cuesta trabajo pensar en un ser con existencia propia? Extraña manera de negar el género humano. Sí, porque decir masculino también pueden referirse a un perro, a un gato, a una rata. Sí, no es lo mismo rata a ratón. Dos especies diferentes ¿O también van a exigir, con eso de la lucha de géneros hablar de rata y/o rato? ¿Ratón y/o ratona? Me imagino a un político en su discurso: Ratas y ratos, ratones y ratonas. Estamos hoy aquí congregados para… Disculpe, en verdad discúlpeme. De seguro la mujer de los pantalones sexuados no disertaría sobre el ser y la existencia en estos momentos. Me encanta esta escena de esa obra. Y por supuesto, el maquillaje no era de una linda payasita. Era de una mujer elegante, sobria. Con gran personalidad. No de una payasita de semáforo brincando la cuerda, moviéndose curiosa, graciosa, chistosa, payasa. Moviéndose sencillamente. Cargo muchos discursos en mi mente. Los cargo y los saco como saco las rutinas de mi vida. Soy una y muchas al mismo tiempo. Ahora no sé cuál es la real. Para comprenderlo requiero de toda la lucidez, y ahora, amigo, te la he entregado pero no la encuentras. Soy el lenguaje. Soy la luz. Soy muchas cosas y a la vez nada, nada porque en este momento repaso las escenas que vivimos juntos y ya no recuerdo si las vivimos o las representamos. Me dicen rutinas. Otros rutinitas. Los más allegados, debo decir, quienes me quieren, sonríen. Luego bromean, me invitan a caminar por las calles del barrio. Y yo, por supuesto, acepto gustoso. -77-


Me gusta caminar las calles. Algunas me agradan más. Soy selectivo. Las con árboles son más propias, tienen una personalidad, si es que a las calles se les da ese adjetivo, tan propias, digamos, tan definidas, sin esa medianía de las llenas de autos, de peatones insensibles, caminar monótono. Alguna vez escuché decir el cómo, hasta en el andar se observa la creatividad. Algo de lo más afable para mí es un espacio con árboles, largas jardineras, por el cual tránsito de vez en día, principalmente los fines de semana, aunque en ocasiones lo haga en otro día, con sus casas al lado color café, naranja, amarillo; con los verdes en tonos diversos (he contado veintiséis entre hojas de árbol y plantas) He contado los tonos de ese espacio, incluyendo ese tono especial de cantera de la banca a la mitad de ese espacio cambiante a diversas horas por los rayos del sol, por la luz de la luna. Salgo de ese espacio con el alimento visual. Descanso de lo cotidiano. El semáforo de la esquina de casa funciona. El árbol cambia sus tonos. Lo veo desde la azotea. Este tiene más tonos con el reflejo de la luna. Lluvia de colores. Lluvia. Los colores, sí, pero también la música. Armonía sensorial. Combinación con la cual he recorrido senderos. Recorrido cientos de formas, estructuras. Cuando llegué a esta casa mi rutina era mínima. Aquí conocí otra manera de mirar el mundo. Y es que la música (Viene un silencio largo. Su mirada se pierde en lo alto. Toma un poco más de maquillaje rojo para colocarlo en puntos sobre el amarillo ocre de sus mejillas. La luz de la lámpara regresa) ¡Ah, la luz! (Apaga la vela. Da un salto) ¡Señoras! ¡Señores! ¡Señoritas y señoritos! La casa invita. Si usted nos da una moneda en este sombrero, nosotros se la regresamos convertida en una sonrisa. Una oferta la cual usted no debe des-78-


perdiciar. Este es un sombrero de la suerte. No existe. Vea usted. Es mágico. Si desea verlo lo ve. Si no, pues no. Nadie lo va a engañar. (Toma la guitarra) Pero esta guitarra, el instrumento soñado, la percepción del mundo, su existencia. En esta se encuentra la luz del mundo, la resonancia de los juglares en las calles de Sevilla, de Turín, pero sobre todo, el canto granadino. Lorca, Lorca, excelso vibrador de las entrañas mías. Estábamos en eso, en una de las plazas con más gente, cuando se aparece Fonseca con sus camarógrafos ¡Uta! Ahora entiendo ¿Qué quiere este wey? Me dije, y continuamos con el numerito. La verdad, me puso nerviosa, ya no me salió como quería. (Recarga la guitarra a un lado de la silla, mecánica, así, nada más para deshacerse de ella) Cuando terminamos, y yo rápida, a desmaquillarme, así rápida (Toma una de las mallas para desmaquillarse. Rápida, ansiosa) Se me acercó Fonseca, con su risa maliciosa de empresario buena onda, tranza e hijo de puta, muchas gracias por chingarme eres un amor, pinchi lame güevos de político políticamente correcto, arrastrado de los mil amores y otros adjetivos listos para sacar el billete a la menor provocación ya ni me acuerdo lo siguiente pero que mala onda que llegara a mitad de función y que yo lo viera antes de tiempo. Así que el Momo sacó una chequera, una pluma, de la sobaquera que siempre ha cargado. No entiendo, pistola y chequera juntas, y además pluma ¿Para qué traer un arma? Mejor dicho. Un representante de actores para qué traer un guarura ¿Lo cara de baboso es sólo disfraz o parte de lo posmoderno del asunto? Ve tú a saber. Lo cierto es que ahí estaba Fonseca. -79-


A veces quisiera hacer una canción que inicie: Ahí estaba Fonseca, nadie sabe porque soy tan pendeja. Digo, siempre me atrapa en la babosees. Nos quedamos por un momento sin hablar. Luego soltó la risa y yo en la babosees. Tenemos una deuda pendiente. Creo que ya te enteraste porque no te pagué. Lo hubieras desperdiciado a lo pendejo. Ya sé que no me importa. A cada quién su estupidez. Pero me caes bien. Y yo ahí, escuchándole. Luego vino lo bueno. Firmó uno de esos papeles llamado cheque y me lo entregó. La pornografía deja ¡Hey! Si te hubiera entregado ese cheque hace un rato, no tendrías ni un cinco y debías más. Así son los médicos. Si te hubiera dicho que era para darle un toque especial a una porno video home. No tendría los contratos que ahora tengo. Y de todos modos seguiría tan loco como antes tu gay amigo. Una bofetada la tenía ganada y la tuvo. Volvió a reírse. Lo que se gana se gana igual. Y yo me la gané. Hasta la tenía planeada. Bueno, ahora el negocio. Ahora el negocio, me dijo Fonseca. Ahora el negocio. Le encanta jugar con los sentimientos. Y yo siempre caigo en sus trampas. Esos juegos de abalorios tan cualitativos de él. Nos invitó a cenar. Ya era casi noche. Un espacio especial. Lugar entre palmeras con mesas enmanteladas en plástico rojo cuasi café. El lugar con el peor gusto, muy a lo Fonseca, caro. Lo comestible no estaba tan peor. Tirándole a bueno. Pidan lo que quieran, incluso, si quieren vengarse, pidan lo más caro. Uno de los compañeros preguntó ¿Vengarse? ¿De qué? Sin darle mucha importancia contestó. Lo digo por Damiana ¿Me equivo-80-


co? Y luego empezó a soltar el plan maestro, para la felicidad del grupo. Viaje. Sí, viaje, con espectáculo callejero. Todo pagado. En algunos espacios se podría hablar de extras. En otros se suprime. Pero todo pagado. Con entrevistas en televisión. Luego, al festival internacional de teatro callejero ¿Dónde? Había tres de importancia. Todo estaría en los promocionales. Recorrimos el país. Fuimos a varios países. Siempre con nuevos ejercicios. Siempre apuntándonos a generar mayores expectativas. Los pásele, paséele, cambiaban de tono, ritmo y hasta instrumento. En una de esas, llegó con prisa Fonseca. Necesitamos una obra pequeña para un espacio cerrado. Entramos junto a dos de los mejores de esta ciudad y este país. Lo grabarán para una cadena internacional. Quizá hasta entremos en los diccionarios de teatro. ¿Entramos? Le dije con sorna. Bueno, entrarán. Entran o salen, pero de que se las meten, se las meten… A la sala teatral. Chingado, la necesidad es grande, Damiana, antes de todo este desorden desmadrazo, tenías un montaje que no se logró consumar, se podría, digo, rescatar algo de ahí. ¿Dices…? Pretendí contestarle, pero me interrumpió de inmediato ¡Ese! Lo quiero hoy, después de su presentación en la plaza ¿Hoy? ¿A qué hora? A las nueve, me contestó de tajo. A las nueve. Y salió. Hacia el papel de una amiga, de esas babosotas con una transa. La historia usual. Salía de una tienda de autoservicio con una enorme bolsa de papel, casi le cubre la cara. Así, cuando llegué a la televisora, mejor dicho, al teatro dónde estaba la televisora -81-


grabando, Fonseca me dio una serie de bolsas, una adentro de la otra. ¡Uta! Eso era improvisar en serio. Estaba atrás de las cortinas. Los aplausos arrebatados, estruendosos, la doble salida de la actriz, oriunda del lugar y reconocida personaje, estaba a rabiar. No la tienes fácil, me dijo Fonseca, como si yo no supiera. Adelante. Y entré ¿Entré? Me cubrí la cara con las bolsas, me escondí el alma con las bolsas y casi me caigo. Las risas y los aplausos no se hicieron esperar. Pero esa entrada no fue programada. Así soy yo. Siempre me caigo al entrar. Lo dije, y más me aplaudieron: Así soy yo. No le vuelvo a cumplir caprichos. Por supuesto que no. Somos amigas, si, pero eso no le da derecho a pasarse de lanza. Escuchó de una dieta fabulosa sin dejar de comer. Y ahí está tu mensa. Yo sé de una tienda en dónde venden todo eso. Si quieres… Y ya no me dejó terminar. Cómpramelos, y sirve que tú también compras para ti. Yo no quiero hacer dieta. Me dije. Te lo dije y jamás escuchaste. Traías la lista hecha, las cantidades exactas de cada uno de los componentes para tu dieta perfecta para un mes. Día por día: Almendras, nueces, arándonos en pasita… ¿Arándonos? No, no, eso es de arar. La conexión de los conceptos. Ya hasta creo que lo pedido tiene relación con eso del lenguaje. Con eso de sus estudios de lingüística. Le encanta jugar con la gente. Luego lanza cada frase chistosa, para ella, claro, a veces no la logro entender. Lo cual a ella no le importa. Pinchi Cynthia, eso es lo que menos le interesa. No sé por qué. En ocasiones presiento su juego. Hasta su marisco. -82-


Pobre pendejo. Mira que quitarle su paquete de condones después de dos años de divorciados. Luego burlarse de su carita de niño bobo en su primera comunión. Bueno, la verdad si es de dar risa su carita de niño cumplidor. Hasta parece hijo de madre soltera. El niño vestido como papá. Eso no le quita lo buena onda, y la similitud conmigo; a los dos nos trae arando. Tiene una manera tan especial. Digo, Cynthia, no el niño bobo. Mira, manita. Porque hasta de manita me habla cuando quiere algo. Y ahí está tu pendeja. Cuando dice manita, algo quiere, ya lo sé, pero tiene una manera de convencer. Cuando estoy sola me digo. No caigas. Si ya la conoces. No caigas, pero caigo. Como hoy. Hasta le compré de más. No tiene la culpa el indio sino quien le sostiene la pata. Hay, no. Así no va. Pero el caso es, digo, el caso de sentirse servida, con su carita de yo no sé, tú eres lo máximo. Y ahí estoy de nuevo. Vaya manera de hacerse servir. Esta vez le dije. Son muchas bolsas. De ida puedo irme en camión. Pero de regreso…Si, ésta bolsa trae muchas bolsitas y yo con hambre. Me lleva la que me trajo, quien no me educó para evitar a las gandayas. Quizá sea por la educación de madre chantajista. Cynthia dijo que mandaría un taxi para mí. Y luego, el estacionamiento es muy grande, le dije. No te preocupes, le dices a un cerillo que te los lleve a la entrada, ahí, a la parada, me dijo. Sí, como no. Quitar de su puesto a un cerillo es quitarle la oportunidad de mejores propinas, o de ganarse un regaño. Ya me dio hambre y no puedo sacar nada de las bolsas. Aunque quiera. Están súper pesadas. Después para volvérmelas a subir. No, está cabrón. Mejor me voy a la parada, de seguro ya estará -83-


ahí. Dijo con toda serenidad, si no puedo, te hablo. Pasa el bus por ahí. El bus ¿Por qué no dijo el camión, el colectivo, el ya ni la hace, el del chófer, el hágase Huey, el, cómo se diga? El bus. Cuando me dio su número me pasó una fotografía suya. Dizque para saber yo que era ella y nadie más. Como si se me fuera a olvidar su número. También me hizo un juego de memoria 33 66 39. Así, para empezar: 3 + 3 = 6, luego 6+6 = 3, entonces 6+3= 9. Me hizo repetir para no olvidarlo. Luego vienen… Está sonando el celular. Lo traigo en mi bolsa de mano ¿Cómo voy a contestar con estas bolsas? Ya le veo su cara. Ya la veo en la fotografía. Ya la veo. (Cara de asombro)¿Y ahora cómo saco el celular? Ahí entraba el telón. Ahí entraron los aplausos. Los viva, los que vuelva, que vuelva. Salí corriendo. Me encerré en el camerino. Se había escrito ese sketch junto con otros, que ensayamos para un bar. Nunca lo presentamos. Era lo último que nos escribió nuestro dramaturgo de cabecera. (Silencio largo. Recoge del piso los objetos. Los dobla uno a uno. Todo lo deja a un lado de la lámpara. Se sienta cerca de los objetos. Recita sin darle tono) Bueno. Me asusta cerrar los ojos ¿Cuándo se deja de ser feto? No te rías hermanito. Sí, si, de acuerdo, las cajas, la rueda rueda en la rueda de las cajas cerradas. A la rueda, rueda las cajas cerradas rueda. ¿Cuántas obras se quedaron así? Ensayadas pero sin llevar a escena como un feto a la espera del nacer. No sé si lloré porque necesitaba hacerlo. Por ese trabajo sin continuar, o por el estado de mi amigo, mi compañero. -84-


Entonces llegó Fonseca (Se levanta rápido) Nunca se deja una puerta abierta, me dijo, ya lo vi, le contesté. Estuviste fabulosa. Tenemos contrato y otro cheque. Mañana lo cambio y te entrego tu parte. Escogieron tres de los diez que se presentaron; pronto tendremos más cheques. Los pasarán por televisión nacional, luego, y luego, Damiana, los venderán a una compañía internacional. Más cheques. Fonseca gustaba de decir, más cheques, como bendición divina. ¿Quién escribió esto? Me dijo. Ya sabes, le contesté. Fue buenísimo ese juego numérico; aún más como lo dijiste. Ahora, desmaquíllate, borra esas lágrimas, los empresarios te esperan. Regresamos a las calles, a ese festival de teatro callejero. Ganamos la ovación en las calles. Nos despedimos de ese público amistoso con una obra en contra de la guerra. Con discursos alusivos a la paz de la buena gente. Cuando matan a quien está en la batalla da tristeza pero es parte de la regla. Pero cuando matan a quien no le interesa el interés de quienes se juegan posiciones ni es de justicia ni digna gloria a quien ejecuta la orden de un superior en jerarquía. ¿Existe gloria dónde hay acciones mecánicas? ¿Gloria dónde la muerte reina? ¿Por qué matar a un hombre por la claridad de sus ideas? ¿Por qué se persigue a quien piensa diferente? Los discursos políticos no son bien recibidos por la gente del poder. Entonces fuimos detenidos. Nadie sabía de nosotros. Dos días encerrados en un cuarto oscuro. Luego nos sacaron vendados para subirnos en un avión y dejarnos en la frontera. Jamás supimos quien ni dónde. Tomamos un camión el cual compartimos con gallinas y cerdos. Cuando llegamos a la capital de -85-


otro país, el cual tampoco sabíamos dónde era, nos esperaba Fonseca. Irritado gritaba ¡No hay cheques! ¡No hay! A él también lo detuvieron. Pagó una fianza, ofreció, dio, un buen billete para salir y saber dónde estábamos ¡No hay! La maldición más grande para él. Mi actuación no se difundió internacionalmente. Un actor de tercera se quedó en mi lugar. Los cheques fueron para él. De regreso al terruño. Fonseca se separó de nosotros. Ya no quiso más ser nuestro representante ¡Aunque te encueres! Me lo gritó varias veces. De los cheques que logró cobrar no me dio un centavo. Eran por gastos y prejuicios. Me dijo, lo recalcó con su frase ya consabida ¡Aunque te encueres! Y por supuesto, decidimos ser independientes para la paz de la buena gente. Una tarde, después de una función, nos topamos con nuestro dramaturgo de cabecera (Toma otro de los sacos, se acerca con el hacia la silla) Y sin más me dijo. Conocí a un viejo trovador. A los días murió. Estoy escribiendo algo acerca de él. Lee este manuscrito. Lo leí. (Mueve la silla para dialogar con el saco) Cuando uno se hace viejo no puede detener sus ganas de orinar. Cuando el niño tiene miedo tampoco. Repite las mismas frases. Ya no tienen contenido. Secuencia. Y hasta se nos olvida lo que estamos haciendo. De joven integré un trío. Era la moda. Tuve varios hijos. Siempre me sentí orgulloso de ellos. Uno ha sido mi preferido. Gané mucho dinero con la música. Me pasee. Viajé. A todos los lugares donde iba me saludaban sin yo conocer a la gente ¡Y hasta sabían mi nombre! -86-


Cuando murió mi esposa, pasé la nostalgia más grande. Entonces heredé a todos mis hijos. Decía Chema, el último de los integrantes del trío, que no lo hiciera. Y lo hice. Tengo 86 años. Vivo solo. Tengo una pensión de cuando trabajé en el Ayuntamiento de la ciudad dando clases de música los sábados por la mañana. Cuando cumplí setenta años me despidieron. De los quince discos del trío sólo uno se vendía. Y ya no era Long Play, sino CD. Y ya no supe cómo se oía. En el café de Augusto me dan de comer. Cuando pago, luego me dicen que me sobró. Yo sé que no. Pero ellos insisten. Sopa caliente. Mis hijos vendieron las casas, los terrenos. Sólo me dejaron mi guitarra. Ahora está sin cuerdas (Toma la guitarra, la coloca en la silla.) Me dieron ganas de orinar y no alcancé a llegar. Ah, mi hijo. Él que tanto quiero. La última vez que lo vi me habló alto. Dijo que ya tirara este viejo traje gris. Pero no tengo otro. Y de mi corbata azul, vieja y pasada de moda se burló. Me dijo viejo miado. Entonces me di cuenta que efectivamente olía a orines como cuando era niño. Sopa caliente y un poco de atención. Es la historia de un viejo. La estoy escribiendo. Me gustaría que ustedes la montaran. Puedo conseguir teatro. Lugar de ensayos, luego se dirigió al grupo, y con voz suave preguntó ¿Lo harían? (Pasa las mangas del saco por la silla) Y se puso a escribirla, y nosotros, a ensayarla mientras él lo hacía. De nuevo un dramaturgo de cabecera. De nuevo quien escribiera para nosotros. Un día antes del estreno. Fui a visitar a mi amigo, mi compañero al hospital psiquiátrico dónde estaba internado. Ahí estaba, -87-


sentado en una silla, sin moverse. Le platiqué de nuestro nuevo trabajo. No me respondió. Cuando salí, una enfermera me dijo: No reconoce a nadie. Llegué a casa. Igual que él. ¡Ya te vi! Ni creas que podrás esconderte. Te voy a encontrar aunque tenga boletos para ir a ninguna parte ¡No te escondas! Muchacho de porra. Y solté la risa para terminar en un llanto. El día del estreno estaba dividido en dos. La parte de atrás indigentes, casi la mitad de la sala. Los asientos de adelante, gente del medio y prensa. Ahí estaba el reportero que sacó la nota laudatoria. Y Fonseca con Momo. Trató de hablarme pero lo mandé al lugar dónde siempre me ha gustado mandarlo ¡A la mierda! Pero parece que le gusta el lugar. Se río para salir con su frase de siempre ¡Ah, los teatreros! Me dejó su tarjeta con dedicatoria. Te espero mañana en la oficina. Tuvimos una buena temporada. Cuatro funciones vendidas a instituciones de beneficencia. Incluyendo el psiquiátrico. Ahí estaba él. Mi amigo, mi compañero de siempre sin hablar. Sin expresión alguna. Quise saludarlo y la enfermera me lo impidió: Será mejor así. Dos días estuve encerrada en mi cuarto. Compré un galón de leche. Un queso y varias piezas de pan. Para no salir. Al tercer día, fui a la oficina de Fonseca. Buena función. Me dijo, al mismo tiempo que me lanzaba tres periódicos. Léelos. Buena función. Te tengo una, me dijo, teatro para niños y no tanto. Es un autor español. Vamos, lee algo de él. Tomé el libreto con miedo. Antes de abrirlo le dije ¿Otra tranza tuya? Se río sin ganas. Te adelanto la mitad de tu paga. Aquí está el sobre ¡Espera! ¡Espera! Primero léelo y luego… -88-


Empecé a leerlo, sin dejar de mirarlo. Fonseca es peligroso: Quizá tenga que decir un nueve de diciembre salí de casa. Las primeras horas de la mañana. Desde entonces nadie me ha visto. Quizá sea mejor así. En estos casos no se sabe. La verdad ni yo lo sé. Cuando nací, apenas si pude ver, me metieron en una caja para dejarme en un solar, Desconocí el espacio. Bueno, siempre fui una gata presumida, mejor debo decir, todo me invitaba a reconocer territorio; así lo hice. Tres hombres charlaban y comían. A uno de ellos se le cayó un fragmento de comida, la cual devoré con gusto. Aún no conocía el miedo. Quizá, así como debo decir la fecha, antes debí presentarme. Mi nombre es Calabaza. Nací en el Centenario. Un año de júbilo. Para quién me enseñó palabras con propiedad; escuchar Mahler, aprendí a ver colores, a presentir los cariños, a compartirlos. A volverme cursi, como se supone debiera ser una gata. ¿Te imaginas vestida de gata? Te verás fantástica ¿Entonces? Si tienes papeles para mis compañeros. Quizá. Volvió a reírse ¡Para todos! Cincuenta funciones pagadas. Un éxito, dos obras. Un éxito. Por primera vez Fonseca se portaba a la altura. Casi un año de trabajo. Dos placas centenarias. El éxito. Volvimos a las calles. A hacer teatro para la paz de la buena gente. Habíamos aprendido que no importa si la policía te agrede, si los inspectores te sacan una lana. Incluso aprendimos… Muchas cosas de la calle. Ya tenía más de un año de no visitar a mi amigo al psiquiátrico. Fui, deseaba verlo, no importando como. Y lo encontré sentado. Cuando me vio, me dijo: Me gusta caminar las calles. Algunas me agradan más. Soy selectivo. Las con árboles son más propias, tienen una personalidad, si es que a las calles se les da ese adjetivo, -89-


tan propias, digamos, tan definidas, sin esa medianía de las llenas de autos, de peatones insensibles, caminar monótono. Alguna vez escuché decir el cómo, hasta en el andar se observa la creatividad. Luego se quedó callado. Una obra. El texto de una obra en la cual habíamos trabajado. Por lo menos ya no estaba con la visión de la muerte, trataba de recuperar su vida. Si bien no estaba del todo lúcido, ya no hablaba de muertos y de rituales de la muerte. Lo vi a la cara. Inexpresiva. Luego, con una voz de niña, casi balbuceante, lentamente, como si le costara mucho trabajo decirlo, casi imperceptible, como un susurro. Ya te fastidiaste teléfono ¿Por qué timbras si no te voy a contestar? Cuando un teléfono suena es por algo importante. Pero tú no me vas a llamar. Te fuiste sin decir adiós. Una vez me dijiste lo bien que cantaba, la excelente coloratura, el timbre de mi voz. Entonces caminamos las calles en busca de un instrumento mientras yo cantaba por las calles. Un violín. Sí, un violín es lo adecuado. Dije. Grité. Propuse. Y brinqué como una niña. A tu alrededor. Sí, un violín. Fue cuando imité las cuerdas, hice su sonido. Era el instrumento perfecto. Nos metimos por un Stradivarius y salimos con uno de ocote acorde a tu sueldo. Eso dijiste. Yo merecía un Stradivarius pero tu sueldo. Yo fui feliz. No me importaba si el instrumento tenía pedigrí o sólo tenía la esencia de las cuerdas. Toqué por todo el trayecto. Desandamos las calles con un violín. Cantaba lo por ti escrito unos días atrás: De pronto no sabía a qué se refería. Su cara de inexpresiva pasó a una leve sonrisa, luego, regresó al texto. Yo merecía un Stradivarius… Verdad. La obra, la que ya no trabajamos juntos, a la que -90-


fue junto con sus compañeros de retiro. Luego repitió una y otra vez Yo merecía un Stradivarius, yo merecía un Stradivarius, yo merecía un Stradivarius, tú merecías un Stradivarius, tú merecías un Stradivarius. Y me vio a la cara para terminar con un tú. Los dos callamos. A los dos se nos rodó una lágrima. Los dos nos merecíamos un Stradivarius. (Vuelve a levantar todos los objetos de dónde estaban a un rincón. Deja la silla y la guitarra en medio. Se aleja para observar el espacio. Toma nuevamente los sacos y los acomoda como si fuera una cama, o algo similar. Lleva la Lámpara, cuidando que no se desconecte, al centro, la silla con la guitarra al centro. Camina hacia dónde entró y se detiene) Merecemos un Stradivarius; eso nos dijimos sin decirlo. Dijo mi parlamento. Se lo aprendió. Desde el Ya te fastidiaste, teléfono. Ahí donde el personaje inicia a crecer. Se lo aprendió ¿Algún día lo volvería a ver en los escenarios? Ah, la silla. En una silla ha vivido en el psiquiátrico. En una silla lo sentaron en el interrogatorio de su primo. Cuándo me confesó su preferencia, me dijo, siéntate, voy a confesarte algo. Una silla fue mi primer examen de actuación. Hoy, cuando apenas me levantaba, Fonseca llegó a este, mi depa, me dijo, siéntate, ya tu amigo, compañero, no va a salir. Sé lo mucho que lo estimas, pero, antes de que me mandes a dónde siempre me has mandado, te digo ¿Te casarías conmigo? -91-


Sólo si no me pides cambiar. Entonces, te casarías conmigo. Ah, la silla. (La lámpara se va apagando hasta el oscuro total, mientras se escucha un concierto de Vivaldi con violín) GUADALAJARA, JALISCO, A 27 de noviembre de 2015 JOSÉ RUIZ MERCADO: GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO.

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DUR@ DE FOLLAR Entremés cuir

HUGO SALCEDO Hugo Salcedo, (Ciudad Guzmán, Jalisco, 1964) Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid; profesor titular en la UABC; dramaturgo, narrador y ensayista. Entre otros premios ha obtenido: el Punto de Partida de la UNAM, por San Juan de Dios; Dos a uno y El viaje de los cantores. Esta misma obra logró el premio Tirso de Molina de España y fue representada por la Compañía Nacional de Teatro del INBA. Premio Nacional de Teatro del INBA por Cumbia, Premio Nacional de Teatro para Niños del INBA por Juanete y Picadillo, y el de las Jornadas Nacionales de los Niños por la Paz con la obra Una rana croar. Premio del Instituto de Cultura de Baja California por Arde el desierto con los vientos que vienen del sur. Miembro fundador del colectivo Teatro del Norte. Ha participado en numerosos foros nacionales e internacionales. Autor de medio centenar de títulos para teatro, algunas de sus piezas se han publicado y/o representado en inglés, francés, alemán, coreano, persa y checo. -95-


UNA VENGANZA DE LAS MACHAS CONTRA EL MAL GOBIERNO DE ESTE PAÍS A CARGO DE LA CHUCHA CUERERA MÁS BONITA QUE NINGUNAAAA.

Desde el fondo del escenario, partiendo madres ella sola, y partiéndose la madre también ella sola, sobre unos tacones del 18 y medio; envuelta y a la vez medio desenvuelta (oséase: desnudita ella) en unos colores satinados de rojo mexicano, verde bandera y blanco incólume, avanza decidida hasta el centro del centro y comienza a vociferar: Here i am Here we are Partiéndome la jeta toda Venidas, en una rica venida del más allá, al fondo de esta espesura (nada más para decirle a ese buey que nada más abre su boquita a lo pendejito): Que ya nada detiene el barullo y la orquestación Que machas somos muchas -96-


Que vamos a dar la guerra que es la guerra Aquí sin detenernos En cuanta marcha vaya a saber usted que se programe, allí vamos a estar: en junio en culiacán en un barco en un popote en guanajuato, guanajuato en cuanto andén de metro nos colemos: bociferaré y bociferaremos hasta reventarnos la garganta porque el dolor ya no se queda adentro, ya no ya son muchos los desaparecidos los muertos los desplazados los sin techo los desempleados los marginados los violentados los secuestrados los extorsionados los devaluados los tratados con la punta del pie los transparentes los ignorados los obligados a comer polvo los vejados los descobijados ya no porque hubo un tiempo en que creímos un tiempo en el que votamos en que alzamos la voz a favor y depositamos la confianza y todos nos hicimos uno para sacar a flote al país a los bancos a las escuelas y nos partimos la madre bien bonito, pagamos puntualmente todos los impuestos bien bonito, nuestros orgullosos padres se partieron la madre bien bonito, nuestros hermanos mayores y los tíos se partieron la madre bien bonito ¿y qué fue lo que pasó? -97-


Esto fue lo que pasó: abusos demagogia histerias de gobiernos crímenes cambios de bando de ideología de partido palabrería impuestos despojos desalojos desplazamientos cambios de gobierno pero todos en la misma chingadera nada más comiendo y cogiendo y dejándonos a los millones sin esperanza ni oportunidades demagogia de la demagogia campañas de miedo gastos y trampas comilonas y beberecua y viajes y hasta drogas y fotografías en el jet set y en el hola y acuerdos debajo de la mesa y casas blancas y casas en las lomas y casas en malinalco y negocios privados fraudes y cochupos ventas y prevendas chayotazo limpio desde el gobierno amiguismos y compadrazgos y chínguense a esa que me ve mal y chínguense a ese que berrea pidiendo un poco así de justicia y buen gobierno y chínguense a esa que desde su programa de radio e internet me está chingue y chingue que no tiene para cuando y chínguense a ese de las fotos y chínguense a ese que quiere subir y chínguense a ese que brilla con luz propia porque temo que me opaque y así… Eso fue lo que pasó y lo digo para que tú ya no te extrañes ni tú tampoco lo digo a Juan para que lo entienda Pedro y también se lo digo a Pedro para que lo entienda Pedro pederasta hijo de la chingada santa sede religioso de moral doble y de lengua doble político corrupto y lame suelas tú y lavador de dinero mucho mejor que en una whirpool de doble centrifugado, -98-


y tú compadre que juntos han llevado a este país hasta la punta de la verga con tanto desfiguro por eso llegó esta otra fase definitiva de la que ya te vas enterando: la de la rebelión de las machas las macanudas las de chile ancho y extensiones en el pelo las de tacones altos con los bigotes de zapata las de zapatillas y barbas de carranza ¡Viva México cabrones, cabronas y puntos intermedios, puntos nodales, puntos atrasados y puntos adelantados y hasta puntos suspensivos…! Viva México hermano-as del club ele del ge del be triple te, del i cú doble y “a” y vis a vis en Almoloya, bailando un ritmo high tecno porno cumbiero cha cha chá mientras hacemos un túnel para fugarnos todos desde las regaderas de este máximo penal que es más lindo que disneyland! Viva Lechedevirgen Trimegisto Viva Pedrito Lemebel Viva México: traileras, tortilleras, operadas, implantadas, travestidos, transgéneros, gais, intergéneros, transexualas, closeteras y desclosetadas, sados y masocas que también vivan, bisexuales e intersexuales vivan l@s CUIR but of course! los questioneer los aliados -99-


y las subgéneros y los multi-forti-géneros Vivan l@s LGBTTTIQQA ¿así o más claro, joven? Vivan México y Tarzán de los monos y over of the rainbow y Monsiváis y su pléyade de gatos apestosos Viva Judith Butler comiendo chapulines tronadores en la fiesta de moros y cristianos, que blanden su viril – viril espada que es su pene que es su espada que es su pene Viva Pedro Infante con sus bubis grandes, metálicas y puntiagudas trepada ella en una harley davidson rumbo al cielo para siempre a silbarle su amorcito corazón a Amy Winehouse (y todavía se atreve a silbar, la loca, ay no) ¡Viva por siempre la Virgen de Guadalupe y Madonna!, la de like a virgen of course, because they are, together ambas juntas son sangres latinas brothers and sisters tan propias y tan necesarias Viva Peter Greenaway paseando en trajinera por nuestro Great Lake que es Xochimilco ¡Viva Villa pero en la cubierta del Titanic sobándole los brazos descalcificados a la momia de la india María! Canto en cochimí en kiliwa en nahuatlaca en zeltal en maya y tojolabal amo el universo cora y los tarascos y las galletas de animalitos bailo la danza del venado y la danza del vientre de alquiler. Me lamento en mi español mexicano estándar y en lenguaje de -100-


señas. Ya no tengo ni la mínima vergüenza de expresarme en mi espanglés aprendido en Minessotta ni de mi español veracruzano que huele a marisco y a café de olla, ni me apeno por supuesto de mi origen jalisquillo quillo, mazahua y tepehuano soy de orgullo y abolengo pai-pai para frenar la extorsión y la extinción en la baja california soy cruz azul soy chiva rayada soy tigre soy puma soy diablo rojo de mi toluquita linda Me dio un aire putrefacto en el rostro, un aire contaminado con las traiciones heredadas del tiempo mexicano desde todavía antes de que el primer galeón español apareciera en nuestras costas, las calles huelen aún a las “agua va” arrojadas desde los balcones coloniales sobre el terregal y las baldosas, apesta a tufo de pulque venido desde los tiempos inquisitoriales y de Maximiliano; me llega el olor apestoso de las reelecciones y luego las traiciones de nuestra disque Revolución erigida con letras doradas en la suprema corte pero que encierra magnicidios, olas de crímenes y traiciones entre unos, los otros y los otros, en esa ambición desmedida de poder y de dinero; me llegó pues el olor rancio de los sindicatos el olor a patas de la clase gobernante me calaron hasta el agujero del culo las olas imparables de inmigrantes muertos -101-


en contenedores, en el desierto, a balazos y en fosas comunes me siguen calando hasta el fondo del culo los crímenes de odio los crímenes contra periodistas los infanticidios los feminicidios los geronticidios y los estudianticidios ¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos de regreso! Soy producto de todo eso, de mi historia y de mi presente, soy hija de la chingada, hijo de la pendejez y del mal gobierno, hija de la madre Conchita, hijo de la tortura, hija de las matanzas de Aguas Blancas, de San Fernando, Apatzingan, Ecuandureo Ayotzinapa, Tlatelolco, Tlatlaya tla tla tla como ráfaga de cuerno de chivo tla tla tla como tlaqueteo de la ignonimia pero ese tla tla tla de Tlatelolco y de Tlatlaya ahora lo traduzco a pocho, a cochimí, zoque y rarámuri para hacer un tla tla tla de acción y puro susto para la clase gobernante, sus partidos mandriles, sus partidos camaleones y todos sus gobiernos hago mía mi lucha y la derrito como cera caliente sobre los papeles de una constitución anquilosada y convenenciera sobre unas reformas vende patrias se la dejo ir a las políticas públicas por su ineptitud y anacronismo va enterita contra la corrupción y el compadrazgo que nunca falta -102-


bien afilada contra la milicia peladita y en la boca contra el nepotismo de aquí y de allá me cago en las ostias que consagra el sacerdote católico que es un pederasta y me defino incluyente no excluyente tolerante no intolerante no unívoco diversa y multiforme inabarcable incontenible ya soy medea soy una medusa un cáncer de próstata inaguantable; soy un trazo fuerte en el mural de Orozco y un estribillo de canción de cuna a punto de hacerse estridente inesperadamente soy lo que mi madre quiso hacer y nunca la dejaron soy un volcán a punto de estallar a punto de derramar su lava su leche fértil en la bóveda ovular que ya tirita soy mexicana y universal soy local y ya global soy heredero del códice florentino y del Facebook en mi muro tengo links que hablan de la partícula de dios y de la guerra de Reforma hablo en pasado perfecto y en futuro post-multidimensional tengo página web llena de selfies y acumulo likes como acumular granizos en una bandeja soy mi yo y muchos yoes soy la gota que derramó el vaso pero soy también el propio vaso y el torrente -103-


que cae a cuenta gotas en la testa del imbĂŠcil gobernante horadando la piedra gota a gota clinc pim pam pum clinc tin tin tin la g o t a a a a a a a a a a a a a a a -104-


a

de esta puta loca a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a aaaaaaaaaaaaaaa a a a aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa a a

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en mi condición más marginal, desde allí, desde el más allá lo marginal de lo marginal: ese es el borde ya nos quedamos llegó la hora la rebelión de las machas de las macanudas si ellos no pudieron si con las leyes no pudieron si se tragaron toda la confianza y la hicieron mierda si se sirvieron con cucharón y nos dejaron las sobras llegó entonces la hora de la hora siguiendo el camino amarillo la luz al final del arco iris no hay lugar para los tibios no hay lugar para los normativos desde afuera del centro ahora sí: que rebiente en sus sentros la tierra al sonoro rujir del cañón

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TRAFICANTES DE ORO ROJO

EFRAÍN FRANCO FRÍAS,

Doctor en Educación Superior y Doctor en Literatura. Profesor investigador titular en la Universidad de Guadalajara, ha sido miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Jefe del Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara; Presidente del Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Guadalajara, actualmente funge como Director del Instituto de Investigaciones Estéticas del CUAAD- UdeG. Se ha desempeñado en el periodismo cultural escrito y radiofónico desde hace 35 años. Es autor de los libros Arte popular y artesanías de Jalisco; Canto y llanto por San Juan de Dios, Malinche y otras obras de teatro; Nunca más abril; Crónica de un adiós, Yesca, corazón del Nayar; 5 obras de teatro didáctico, Los motivos de Onán, coautor de Protagonistas del teatro jalisciense; Pedagogía teatral y política cultural, apuntes y reflexiones; Para jugarse la vida, El arte como objeto de estudio, entre otros títulos.

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L

a obra pueda ser interpretada por una sola actriz. Cada escena es una historia acabada, unida al conjunto por la temática. El director/a puede elegir las escenas que considere pertinentes para su montaje, de acuerdo al espacio que disponga, el tiempo o el público a quien vaya dirigido. De igual manera pueden ser varias actrices las que den vida a la obra, pero la idea primigenia es que se maneje como unipersonal para que la actriz responsable tenga la posibilidad de mostrar y explotar sus cualidades y capacidades histriónicas. PERSONAJES QUE INTEGRAN LA PROPUESTA ESCÉNICA NANCY: enfermera, 40 años, se conserva con buenas formas; divorciada, tiene un hijo de 10 años. Viste de manera informal, le gusta la música tropical. -110-


MADRE INDÍGENA: 45 años pero aparenta más edad. Viste huipil blanco. Habla fluidamente el castellano pero tiene un marcado acento que delata un sustrato lingüístico de la zona maya. SARA: Mujer de 40 a 45 años, protestante de origen hispano, se viste de manera convencional, acorde a las normas religiosas. Predicadora convencida. ALICIA VILLALOBOS: anestesióloga, 40 años de edad, guapa, hija de familia pudiente, lúcida, educada y pragmática. Viste uniforme de médico. TERESA: mujer de extracción popular, viste ropa provocativa, muy ajustada, de mal gusto. 40 años. Casada, tiene tres hijos. JANET, 45 años. Empresaria exitosa. Inteligente, guapa a pesar de las enfermedades. Paciente con problemas de páncreas y riñones. Viste con bata del hospital. MADRE DE ALBERTO.- Mujer de 40 a 45 años, vestida con ropas oscuras que denoten su luto. Rostro adusto. Clase media alta. ESCENOGRAFÍA La escenografía está conformada por una serie de redes que penden del techo y aforan, así como de los laterales, que harán las veces de puertas y ventanas. El piso tiene pintada una red. Junto a las redes colgantes, en lugares estratégicos hay órganos: corazones, hígados, riñones, pulmones, ojos, con luces integradas que encenderán y se apagarán de acuerdo a las necesidades. Los órganos estarán provistos de mecanismos que les permitirán -111-


descender o subir e incluso desaparecer. Una mesita, dos sillas con respaldos con dos pulmones tallados en madera o en otro material llamativo; una lámpara en forma de corazón y una silla de ruedas. Es importante que haya guillotinas, pantallas o superficies en las que se puedan proyectar vídeos o imágenes, éstas, preferentemente deben estar atrás de las redes para que las imágenes que se proyecten también se vean atrapadas. LAS ACCIONES OCURREN EN UNA CIUDAD CUALQUIERA DE AMÉRICA LATINA. ÉPOCA ACTUAL. ESCENA I DE TODOS MODOS JUAN TE LLAMAS Nancy, mujer de 40 años, enfermera. Viste informal. Días de asueto. (Luz de día. Nancy entra radiante, trae audífonos, canta y baila con una bolsa de mandado.) ¡Ah, cómo me gusta esta canción! (Gritando) ¡Juan, ya llegué! (Saca y acomoda las cosas que trae en la bolsa. Lo hace al ritmo de la música que escucha. Se quita el audífono de una oreja) ¿Hijo, quieres fruta? Te traje menudencias ¿Cómo quieres que te las prepare? ¿Con muchas verduras? (No responde. Se pone el audífono, tararea la canción, saca de la gran bolsa riñones, páncreas, hígados, corazones y los cuelga en la red. De hecho las vísceras le dan un sentido grotesco a la situación en tanto que la historia se apega más a un realismo naturalista) Con arrocito me van a quedar para chuparse los dedos. Creo que también voy a preparar algo de pipián y agua de jamaica (Tocan la puerta. Insisten los toquidos que se fusionan con latidos.) ¡Hijo, abre la puerta! (Tocan nuevamente) ¡Juan, abre la puerta! (Juan no responde. Nancy se seca las manos en la ropa y se dispone a abrir.) -112-


De seguro se fue a jugar otra vez con sus amigos y yo aquí gritando como loca (Con precaución abre la puerta. Voltea para todos lados, no encuentra a nadie.) ¡Vaya, algún bromista! ! (Regresa a sus labores. Tararea la canción que escucha por los audífonos. Suena su celular varias veces. Contesta.) Bueno, sí, con ella habla. Sí soy la mamá de Juan. Bien gracias. ¿Qué? ¿Qué dice? ¿Qué le pasó? ¿Hizo algo malo? ¿Nada? ¿Entonces por qué se lo llevaron? ¿Quién es usted? No me lo va a decir. Está bien, pero dígame ¿A dónde se lo llevaron? ¿Qué quieren? ¿Cómo sé que es verdad lo que dice, que no es una broma? Ustedes no bromean con la vida. Comuníqueme con él entonces para que le crea. Juan, hijo, ¿estás bien? Dón… Sí, ya lo oí ¿Pero dígame señor, qué quieren? ¿Por qué lo tienen con ustedes? Lo que usted diga. Está bien, me callo y espero sus indicaciones. No señor, no hablaré con la policía. Sí señor, haré lo que me digan. Sí, sí, espero su llamada. (Desesperada se asoma por las aberturas de la red. Trata de romper la red, de escapar por las aberturas, abre y cierra la puerta, observa la calle. Marca enloquecida un número.) Mamá, mamá, sí, soy Nancy, ven por favor, es urgente. No te lo puedo explicar por teléfono. Secuestraron a Juan. Se lo llevaron. No se lo digas a nadie, a nadie. Ven sola. Deja lo que estás haciendo. Sí, te espero, ven pronto por favor. (Camina para todos lados, se enreda en la red, se suelta, arranca alguna víscera y la estruja entre las manos. Se sienta en una silla, se lleva las manos a la cara, llora. Suena el teléfono. Deja la víscera sobre la silla.) Sí, diga. Sí soy yo. ¿Por qué hablas a estas horas Ernesto? No vas a poder venir a traer la mensualidad. ¿Cuántos días? Dos o tres. Está bien. No se encuentra aquí, se fue… a jugar con sus amigos. Claro que estoy segura. ¿Por qué me lo preguntas? Me oyes extraña. Estoy nerviosa pero nada más. Sí un poco por el dinero, hay que comprarle a Juanito algunas cosas que le pidieron en la escue-113-


la, pero ya veré cómo lo resuelvo. Está bien, en cuánto cierres un negocio vienes. Cuando llegue yo le digo que hablaste. Sí, le digo que no vas a pasar mañana por él porque vas a estar fuera de la ciudad. Hasta luego Ernesto. Ernesto… no nada, hasta luego. (Cuelga el teléfono. Inmediatamente suena de nuevo.) Sí, bueno, bueno. ¿Ernesto, eres tú? Sí, bueno, bueno, por favor contesta. ¡Ah, es usted! Es que no lo oía. No señor, no hablé con la policía. Me habló el papá del niño, no, señor, no le dije nada, se lo juro. Díganme ¿Qué quieren? Yo no tengo dinero, vivo de mi trabajo, pero puedo pedir… ¿Qué? ¿Nada? ¿Por qué se lo llevaron entonces? ¿Hizo algo indebido? Si no hizo nada ¿por qué lo…? Sí, entiendo. Dígame qué hago, qué quieren que haga. Yo hago lo que me pidan pero por piedad regrésenme a mi hijo. No le vayan a hacer daño por lo que más quieran. Sí. Sí señor, espero su llamada. No, no se lo diré a nadie, cuando me… bueno, bueno… (Absorta, casi ida.) No, no se lo diré a nadie. (Escenas rápidas en varias partes del escenario y la red. Tocan a la puerta, luego los toquidos se fusionan con fuertes latidos. Nancy coge una víscera, la mira; se sienta derrotada. Cambia de actitud. Se para y avanza hasta el proscenio. Declarando en el proscenio-ministerio público y en varios puntos de la red) A las tres de la mañana me hablaron, habían dejado a Ivo fuera del hospital donde trabajo, abandonado a su suerte. (Rompe, se dirige a otros sitios) ¿Mamá estás aquí? ¿Dime que no te has ido? Te necesito mamá ahora más que nunca. No se lo digas a papá, no vayas a la policía. ¡No hables mamá, por lo que más quieras no hables! Sí licenciado, lo dejaron fuera del Hospital, estaba inconsciente y todavía anestesiado. Le faltaba un riñón, sólo eso. Ya se está recuperando, el doctor George y la Doctora Alicia lo están atendiendo, ellos saben mucho de eso. Los criminales de seguro sabían dónde trabajaba yo porque allí lo llevaron para no poner en riesgo su vida. Trabajo allí como enfermera desde hace 20 años. Ya se los dije, se lo lleva-114-


ron ayer, no sé a qué hora, yo fui al mercado a media mañana y cuando regresé él ya no estaba. Tocaron la puerta pero no era nadie, luego empezaron las llamadas de un señor que nunca me dio su nombre, me ordenaron que no diera aviso a la policía porque si lo hacía iban a lastimar a mi hijo, yo sólo le hablé a mi mamá. Ah, éste, es el número de Ernesto, el papá de Juanito, estamos divorciados desde hace cinco años, él tiene otra familia, compra y vende carros; me habló para decirme que no iba a depositar la mensualidad de los alimentos, que estaba por cerrar un negocio y se iba de la ciudad, que no iba a recogerlo el fin de semana. No, nada raro licenciado. Ivo, me dice que no recuerda nada, lo vendaron de los ojos y luego lo anestesiaron, no vio el rostro de nadie, sólo oyó que eran varias voces. ¿Ivo? ¿Quién es Ivo? Es mi hijo, así lo llamamos en familia, era el nombre que Ernesto quería ponerle, pero ya en el registro decidió llamarlo Juan, como mi papá… (Pausa. Recapacitando.) Licenciado, cuando me avisaron los secuestradores que lo habían dejado fuera del Hospital lo llamaron Ivo y ese nombre sólo se usa en familia. . (Tocan la puerta, los sonidos se fusionan con fuertes latidos. Nancy se pone audífonos, se los quita de una oreja, se escucha parte de su música estridente. Arranca y arroja mientras habla las vísceras que había colgado. No, hijo, no abras, jamás abras esa puerta sin preguntar antes quién es. Ahora tú también empiezas a entender que la vida es un infierno. Sólo eso. Un infierno. Aquí no importa nada. A nadie le importa nada. Bueno, sí, a unos cuantos. La mayoría, después de condolerse continúa su vida. El dolor no se contagia. Así debe ser. Creo que así debe ser. Nosotros somos los que cambiamos porque nunca volveremos a ser los mismos. En nuestro ánimo se forma algo así como una verruga, como un mezquino canceroso. Pero la vida sigue y a pesar de todo tenemos que vivir. (Se pone los audífonos, pone las vísceras en la bolsa grande y sale. Se escucha una música estridente. Oscuro) -115-


ESCENA II LAS OTRAS BESTIAS Mujer de extracción humilde, madura, vestida con huipil blanco, avejentada antes de tiempo por la miseria y los avatares de la existencia. Camina lento hacia la imagen de la Virgen de Guadalupe, la que se proyecta sobre la pantalla- red del fondo, o de ser posible a través de un holograma; la Mujer lleva en las manos una urna fúnebre. MADRE INDÍGENA.-Madre, yo te lo entregué vivo y así quiero que me lo regreses. Yo te lo ofrecí cuando estaba en mi vientre Madrecita Morena, cuando los sangrados lo amenazaban. Si se logra llevará tu nombre y tú siempre irás en su corazón. Así te lo prometí. Así empeñé mi voluntad. La partera dijo que no se iba a lograr porque nació antes de tiempo y porque yo todavía estaba seca, pero tú obraste el milagro y él vivió sólo con leche de elote y de chiva. Aquí te traigo a tu hijo virgencita del Tepeyac. A tu José Guadalupe. A ver si te duele como a mí. (Guarda silencio. Se dobla de dolor. Cambia de actitud, condolida, tierna) ¡Mira madrecita lo que hicieron de él! (Se hinca. Acaricia con ternura la urna.) Lo vaciaron, le robaron sus entrañas. Lo mataron como a un animal del monte. Él no había hecho nada, era un niño bueno. Pero querer vivir en paz en estas tierras se ha vuelto un delito. Lupito sólo quería eso: vivir. Tú, madrecita ibas con él, por qué no lo defendiste, por qué no clavaste tus uñas en la cara de los asesinos. Tú nos has dicho que debemos perdonar a nuestros enemigos, yo no puedo, ahora no, todavía no. Hace días que estoy muriendo, que me estoy secando por dentro. Ya no puedo llorar. Ya no tengo lágrimas, mis ojos se están apagando como tizones en medio de la tormenta. (Coloca la urna junto a la imagen, saca una veladora de entre sus ropas. A partir de este momento se empiezan a -116-


proyectar imágenes o películas de la bestia y otros trenes cargueros, de inmigrantes luchando por subir a su lomo y de otros buscando apoyo solidario en calles, plazas, parques, cruceros.) Él sólo quería vivir mejor, nada más eso y un día se fue como tantos otros en el lomo de la bestia. Aquí vino y te trajo tus flores para despedirse de ti como siempre lo hacía cuando se iba lejos, cuando había trabajo en los cafetales y era seguro engancharse. Yo sólo te pedí que lo protegieras, que miraras por él, porque yo te lo di cuando era pequeñito como una figurita de barro oscuro. Tú eras su consuelo, su madrecita protectora. María y yo fuimos a despedirlo hasta las vías, lo vimos encaramarse entre los fierros que crujían, y lo seguimos viendo hasta que desapareció su mano que se movía lanzándonos adioses. En el morral llevaba una estampita con una imagen tuya para que lo acompañaras siempre. A sus 20 años, Lupe estaba lleno de sueños y de hambres de hombre viejo. Aquí ya no había nada para vivir ni siquiera esperanzas. Antes, los campos se sembraban de maíz y de frijol, los cafetales crecían a la sombra de las ceibas y se trepaban en el lomerío, pero eso se fue muriendo poco a poco, la tierra se fue muriendo, la fueron matando los hijos de Xibalbá. ¿A qué, para qué se quedaba Lupe? Todos sus amigos se habían ido al otro lado, hasta los más chicos que él. Ni María ni yo podíamos detenerlo. ¿Para qué? Aquí la muerte es algo seguro, lenta, pero segura. Él ya no quiso engancharse con los cafetaleros ni con los otros. No, ése no era su destino. No quería amanecer cualquier día con un tiro de gracia o en una bolsa negra todo despedazado. Lupe tenía sueños, quería hacer algo por mí y por el hijo que lleva María en las entrañas… (Toma unas rosas que están junto a la imagen, se dirige al proscenio, de ser posible se mezcla entre el público y va dejando caer pétalos.) Dicen que lo encontraron en medio de la sierra con otros tres cuerpos, pero estaban vacíos. Supimos que era Lupe por el morral con tu imagen, al principio ni yo, que soy su madre lo podía identificar del todo. No estaba segura, no podía creer que mi niño hubie-117-


ra quedado a mitad del camino. Decían que fueron los animales salvajes los que les arrancaron las entrañas a los cuatro. Cuatro jóvenes sin ojos, sin pulmones, sin hígados, sin riñones. Cuatro niños de acá. Pobres todos. Solos todos. ¿Quién los bajó de la bestia? ¿Quién los llevó a la montaña? Tú madrecita, tú que siempre nos has protegido tienes que saberlo. Lupe tenía un tatuaje con tu imagen junto al corazón. Allí la vimos, casi completa, María y yo. Sí, es José Guadalupe, les dije, pero no nos entregaron su cuerpo para velarlo y enterrarlo. Lo que dejaron de su cuerpo. Hay que incinerarlo, ya no hay tiempo para velaciones, está descompuesto. Vengan mañana por las cenizas, nos ordenaron. De nada valieron nuestras súplicas, mucho menos las protestas. Vengan mañana. Yo quería llevarlo al camposanto y enterrarlo junto a su padre y sus hermanos, para que se hicieran compañía. Los muertos necesitan cruces, un lugar en la tierra para descansar, para recibir las visitas. Vengan mañana dijeron. ¿Quién mató a mi hijo? ¿Quién lo dejó sin entrañas? Vengan mañana. Aquí está madrecita lo que nos dejaron. Te lo vengo a mostrar para que lo mires, para que sientas el vacío como yo, que también soy su madre. Mañana irá con los suyos, con sus mayores, ya hecho polvo, sin ojos, sin boca, sin manos, sin… Hijo, despídete de la virgencita, tu protectora, ya es tiempo de irnos a cumplir con la vida, afuera hay otras madres, cientos de madres con las manos vacías. (Toma la urna y sale. De fondo se escucha Nonantzin en náhuatl.) ESCENA III LA BIBLIA DIXIT Sara, mujer de 40 a 45 años, Biblia en mano, parada sobre una caja de madera y con micrófono inalámbrico. Viste de manera tradicional, como lo hacen los de religiones protestantes: colores serios, falda hasta los tobillos, saco o suéter, bien peinada, sin llegar a la exageración ni a la elegancia. Si lleva, debe ser un maquillaje discretísimo. Con pasión arenga en una plaza pública. -118-


¿Quién de ustedes no le teme a Satanás? Satanás anda suelto por las calles de la ciudad. No tiene cuernos y cola peluda, no huele a azufre como lo han pintado. ¡No! Se parece a usted, a mí, a cualquier persona. En no pocas ocasiones se presenta de manera seductora, hábil con la lengua y sonrisa dulce. Navega en mil formas en el ciberespacio. No se confíen, tengan cuidado con esos zalameros, con esos vendedores de oropel. Así ha ocurrido en otros tiempos, así está ocurriendo ahora. Satanás anda suelto y nos ofrece la vida, los deleites de la vida. No se sorprendan, esto no es nuevo. Todo está escrito ya. El mundo está lleno de maldad desde los tiempos bíblicos. Pero hoy más que nunca nos acercamos a la nueva era, al juicio final, para que los que han vivido de acuerdo a la palabra del Señor habiten en el Edén y los descarriados sean consumidos por el fuego eterno. Miren a su alrededor, observen el mundo de muerte y violencia que nos ha tocado vivir. Vean a ese hombre que golpea a su hijo. Observen a ese policía que soborna al automovilista. Miren cómo ese joven se droga sin control. Escuchen los jadeos de la fornicación. Vean a su alrededor, en lugar de casas familiares, templos o escuelas hay antros, prostíbulos, lugares de pecado y perdición. Prueba fehaciente de la descomposición social, de que está próximo el final de este sistema de cosas. Las noticias no mienten, los buitres nos acechan, son mensajeros de la muerte. Por eso, hermanos, yo los invito, ahora que todavía estamos a tiempo, a que se conviertan, a que renuncien a la vida de excesos, a que lean la Biblia. Dios hizo la naturaleza en armonía, al hombre en armonía. Son los hombres mezquinos los que han creado cepas de virus mortales, los que han hecho experimentos que han provocado enfermedades y mutaciones. No son Dios ni la naturaleza los que han roto el equilibrio, es el hombre con su soberbia y su codicia el que ha destruido los ecosistemas y devastado las selvas, contaminado los aires, los ríos y los mares. Hoy más que nunca las guerras globales nos amenazan. La -119-


industria de la guerra anuncia cada día el Armagedón. Somos una raza de pecadores que se deja dominar por los deseos de la carne y las pasiones, que se guía por los valores materiales; pero después del juicio final que se avecina, el hombre y la naturaleza volverán a estar como en un principio, en armonía, en convivencia plena. (Se baja de la caja y se dirige a una persona imaginaria o a un asistente al teatro.) No joven, a mí no me pagan por hacer publicidad a ninguna secta. No soy ninguna aleluya, soy una creyente en la palabra del Señor y estudiar y cumplir la Biblia es una obligación de los verdaderos creyentes. Es la palabra del innombrable. Tome esta revista, léala, aquí encontrará muchas respuestas a sus dudas. Estamos a tiempo de prepararnos, de arrepentirnos. Cada vez las señales del fin de los tiempos son más claras. El apocalipsis se acerca. Leamos las Sagradas Escrituras, sigamos el camino allí trazado, no hay otro camino para ser salvos. Mienten los falsos profetas que anuncian otras verdades, la verdad que lleva a la vida eterna, el camino que nos salva es sólo uno. Aquí lo dice muy claramente: yo soy el camino el que me siga será salvo. Vivamos en la fe, vivamos con fe. Nada de torcer el sentido de la luz del mundo, nada de adorar imágenes, el único que debe ser adorado es nuestro Padre Yahvé. (De la red empiezan a colgar ojos que miran fijamente, que giran, que rodean a la mujer o en su defecto pueden ser luces que la envuelven como torbellino. Se dirige al proscenio y comparte directamente con el público.) Desde hace varios años sabemos que invaden la ciudad engendros del mal, hijos de Satanás que están cometiendo verdaderos atentados contra la vida. Aquí vienen documentados algunos, apegados a la verdad (Reparte folletos que lleva entre las páginas de la Biblia.) Primero fue en Estados Unidos y ahora en todo el mundo. Andan por todas partes bandas de criminales secuestrando niños y jóvenes para drogarlos y extraerles algún órgano….Dicen que allá, era común que aparecieran las víctimas, todas ensangrentadas en la cama o en la tina con hielo, de algún hotel con la leyenda: “Si quieres vivir llama al 911”. Como el demonio tiene mil y una formas de encarnar, tam-120-


bién empezaron a utilizar a mujeres hermosas para seducir a los extranjeros, con quienes tenían noches de excesos y lujuria, luego aparecían, los jóvenes en hoteles o en lugares solitarios drogados y sin algún órgano. (Reparte más volantes con fotografía. En la Red cuelgan imágenes del joven.) Hace dos semanas nos llenamos de dolor, un hermano nuestro, originario de Nicaragua desapareció después de la convención que tuvimos en el estadio; primero sus padres, parientes y amigos y luego toda la comunidad empezamos a buscarlo, creíamos que se había extraviado porque conocía poco la ciudad. Lo buscamos por todos lados, en hospitales, cruz roja, verde y ámbar; en la Procuraduría de Justicia, en todos los centros policiacos pero no había ni un rastro, ni una señal de él; le marcábamos una y otra vez a su celular pero no había respuesta; al tercer día sonó su teléfono, él contestó pero no sabía dónde se encontraba; le dolía la cabeza y todo era oscuridad. Cuando lo localizamos a través del GPS estaba todavía drogado y con los ojos vendados. Al quitarle la venda sólo tenía las cuencas, las cuencas vacías. El ya no podrá mirar a sus agresores, no podrá identificarlos, pero Dios los señalará con su dedo de fuego. Por más que huyan, por más que se oculten a los ojos de la justicia terrena, jamás podrán hacerlo ante los ojos del Señor. Hoy en el rostro del hermano reina la oscuridad, pero pronto, muy pronto llegarán las tinieblas a morar en la tierra y todos los inicuos, los asesinos, los mutiladores, los parricidas y pederastas, todos, todos alimentarán el fuego de la hoguera del Señor, hasta el fin de los tiempos. La Bestia anda suelta hermanos, como ave de rapiña, como carroñera, mutilando, dejando sin entrañas a los siervos del Señor, señal inequívoca que el fin de los tiempos se avecina. Estamos a tiempo, acérquense a la luz hermanos, éste es el camino. (Señalando repetidas veces la Biblia.) Ésta es la verdad que lleva a la vida eterna. La única verdad. (Casi para sí.) Pero sus ojos, ¿Por qué sus ojos? Satanás anda suelto. Satanás anda suelto (Se marcha repartiendo volantes.) -121-


ESCENA IV OTRA VEZ ALICIA Alicia, mujer soltera de 40 a 45 años, fuerte y hermosa; va con ropa de vestir, bata de médico y estetoscopio colgado en el cuello. Se asoma por los hoyos de la red, como vigilando. Toca algunos órganos que penden de la misma, escucha con el estetoscopio algún corazón, se escuchan por todos lados fuertes latidos y todos los corazones que penden de la red se encienden y apagan de manera intermitente. Al centro mesita con cafetera, tazas y una lamparita con formas de corazón. Dos sillas que tienen de respaldos dos pulmones. En una hay un saco de corte militar. ALICIA.-Así que ésta es una de las casas de seguridad que tienen en la ciudad. ¿No tienen otra mejorcita? Esta me parece macabra e incómoda ¿No era mejor que me arraigaran? Esta pocilga no se ve que sea muy segura ni muy confortable. Además, no me voy a escapar. ¿A dónde podría ir que no me encontraran? (Mientras habla revisa con acuciosidad la red: nudos, elasticidad, aberturas. De su bolsa de la bata saca una jeringa, la coloca discretamente sobre la mesa) ¿Me van a interrogar o sólo estoy aquí por mera protección? No mía, por supuesto, sino de los jefes. Siempre he colaborado, no veo la necesidad de estas precauciones. Espero hayan enterado a mis hermanos de esta situación para evitar malos entendidos. Bien sabe que ellos son nerviosos y pueden reaccionar de manera inesperada. (Va y se sienta en una de las sillas.) Está bien Comandante, sólo por rutina. Ahora en esta casa de seguridad, por enésima vez voy a repetirle la perorata y supongo otra vez me va a grabar. Ah, para ver si hay contradicciones en mis declaraciones. ¿Quién duda de mí? Ah, es mera rutina. Está bien. ¿Puedo tomar café o también para esto hay restricciones? (Va y toma una tacita y se sirve un de la cafetera. Se sienta en la silla y -122-


asume pose de interrogada.) Me llamo Alicia Villalobos, médica de profesión, bueno, especialista en anestesiología. Me llaman mis compañeros La Loba, no es un alias, no soy criminal, sino una forma simbólica de identificación. Al principio fue por mi apellido pero luego por mi forma de ser. La gente común simplemente me dice Doctora. (Mientras habla prepara la jeringa como si fuera inyectar a alguien.) Esto tampoco es un alias, sino un título universitario, bueno, la forma popular de llamar a los médicos. Cuando hay familiaridad me llaman Doctora Alicia. Tengo 15 años trabajando en el Hospital, “El Sospechoso”, bueno, así se le conoce ahora a este nosocomio privado, “Sospechoso” Bah. Ingresé como practicante, luego como médica general y posteriormente me incorporaron en la nómina como anestesióloga. También trabajo en el Seguro Social. Todos trabajamos en el Seguro Social, no lo hago por el sueldo sino por tradición, por inercia. Tengo 40 años. No, no tengo hijos ni pareja fija. No he querido tener hijos ¿Para qué? El trabajo es absorbente, no podría atenderlos. Además, ya se me pasó el tiempo, no quiero que vayan a nacer con taras. Claro que tengo familia, no nací por generación espontánea. El que viva sola no significa que no tenga familia. Todavía viven mis padres y tengo dos hermanos, mayores que yo. Empresarios y profesionistas exitosos y, bien lo sabe usted: influyentes ¿Por qué pregunta por mi familia? ¿Para amedrentarme? Ustedes siempre han sabido dónde vivo, con quién vivo ocasionalmente, cuánto pago de impuestos, cómo los evado. No a ustedes, sino los impuestos. Tienen toda la información que necesitan, no sé para qué me detienen. Si lo que quieren saber es cómo salió la información a los medios, si alguien habló más de la cuenta, bien saben que yo no fui. Sé de qué se trata el negocio. Yo hago mi parte y punto. Jamás, ni con mis colegas más cercanos comento nada de nada. Cada quincena recibo mi pago y punto. No soy la parte más importante ni la más sensible del programa. No, no es broma. Es verdad que yo anestesio todo, mas no por eso -123-


hablo de sensibilidad. Simplemente soy un eslabón de la cadena, un nudito de la red. George me ha querido contar más de lo que necesito saber pero yo le he dicho siempre, siempre, que no quiero saber nada. ¿Para qué requiero saber a dónde van los órganos? ¿Para qué necesito datos particulares del paciente en turno? Yo sólo requiero su historial clínico, no su origen y estatus. Para mí da lo mismo anestesiar a un indigente que a un colegial, a un campesino que a un migrante, la anestesia recorre por igual toda la escala social. Sí, me gusta la literatura, ¿A qué viene esa pregunta tan fuera de contexto? Ah, cuando entraron a mi casa le sorprendió que en mi biblioteca hubiera más libros de literatura que de medicina. Sí, me gusta la literatura, la pintura, el cine arte, la música, todo el arte; no práctico ninguno. En mis ratos libres leo novelas. No, las policiacas no me interesan, son aburridas cuando se comparan con nuestra realidad, prefiero las de corte psicológico, son más profundas. (Se sirve más café, toma unos sorbos) George ha sido una de mis parejas ocasionales, nada serio, sólo placer con responsabilidad, como decimos. Nunca me ha gustado causar problemas familiares a los colegas. Normalmente mis relaciones las tengo con compañeros de profesión, aunque resultan endogámicas, casi incestuosas, son seguras. Hace muchos años tuve una relación que resultó muy dolorosa y enfermiza. Mi vida literalmente se pintó de colores: Miguel Ángel, ¡Cómo pintaba! ¡Cómo mezclaba con colores mi existencia! Sí, lo recuerdo muy bien. A los 22 años vivir con un pintor es una aventura cósmica. Pienso que la elección de la especialidad se debió a esta vivencia, quise aprender a dormir los sentimientos y emociones, la carne y el espíritu, era algo urgente después de 4 años de explorar las sensaciones del cuerpo a través del arte. En los primeros pacientes que anestesié me proyectaba, veía cómo se iban desvaneciendo, cómo la conciencia se iba perdiendo y la luz de sus ojos se llenaba de sombras. El camino más cercano a la muerte es éste. En mis manos tenía el poder de la vida y… de la muerte. Un poco más de anestesia y el viaje no tenía retorno, pero era un viaje sin dolor, -124-


sin conciencia. Varios se fueron, no, no sé exactamente cuántos, imputables en buena medida a mi inexperiencia o a la de los colegas, lo cierto es que mi carácter se fue endureciendo y las pinceladas de Miguel Ángel se fueron diluyendo. Un buen día me vi involucrada en actividades no del todo lícitas, yo lo sabía, pero hacía parecer que lo ignoraba. En el Hospital hay inversiones privadas muy fuertes, de empresarios y políticos prominentes, ustedes lo saben, esto nos ha dado cierta inmunidad o impunidad como quieran llamarla, la semántica es la misma. Pronto los cheques quincenales anestesiaron los pocos atisbos de ética que me quedaban, y, claro me permitieron darme lujos que de otra manera hubiera sido más difícil: viajes, ropa de marca, perfumes, joyas, restoranes exclusivos y placeres, muchos placeres. Es verdad que en los últimos años he acumulado cierta fortuna, que todos los que ahí participamos tenemos condiciones económicas favorables, eso es obvio, en este negocio no hay crisis. Entre más arriba, las ganancias son mayores. Esto es un negocio, oro rojo, como lo llaman,…, eso lo tengo claro. Quizás hace 10 años, por diversas razones no hubiera aceptado participar en el programa, pero ahora que conozco “algo”, habrá que decirlo sin resquemores no sólo participo sino que estoy convencida de su pertinencia. Este tipo de programas son una necesidad social, hay miles de personas que requieren un órgano y que no pueden esperar su turno; personas de la clase privilegiada que no tienen por qué cubrir los protocolos institucionales. Personas, usted lo sabe, Comandante, que pueden pagar su felicidad y su salud. Vivimos en una sociedad de mercado, eso hay que entenderlo. El que puede comprar y ser feliz, que compre y sea feliz. Esto parece una máxima muy cínica pero no lo es, es una máxima pragmática. El mundo es así, la humanidad ha sido así, para qué darnos latigazos de conmiseración y humanismo. Eso hay que dejarlo para las madres de Calcuta y los Gandhis, nosotros somos más terrenos. Millones de niños, de hombres y mujeres mueren cada año de hambre, enfermedades contagiosas, de desnutrición, víctimas de la guerra, de accidentes, de en-125-


fermedades prevenibles, ¿y? ¿Hemos cambiado, hemos transformado al hombre, a la humanidad con programas solidarios y demás como los que anuncian los políticos profesionales? Es verdad que no pocos ciudadanos se indignan por tanta injusticia y hacen marchas y protestas multitudinarias, ¿y? ¿Se ha logrado cambiar la condición humana? Las cosas siguen igual, los buenos y revolucionarios lavan su conciencia echando gritos en calles, plazas públicas y redes sociales, ah pero eso sí, siguen consumiendo productos de las grandes firmas, las que gobiernan el mundo, las que envenenan a media humanidad y contaminan todo. ¿Por qué entonces vamos a ser tan hipócritas y no vivir acordes a las leyes del mercado? No me cuestiono ni tengo remordimientos, estoy más allá del bien y del mal. Ya le dije soy la Loba. De ser necesario devoro a más de un cachorro de la última camada. Sobre las motivaciones profundas que me empujaron a colaborar en la red no puedo contestarle del todo, pero si usted quiere alguna respuesta, pues quizás fue por ciertos vacíos emocionales que viví en la infancia, sí, quizás la falta de ternura y amor paternales me empujaron, pero no creo que esto fuera determinante. A lo mejor los deseos inconscientes de conseguir por mí misma un alto poder económico sean más exactos. Realmente no lo sé. El autoanálisis en este momento no es mi foco de atención. Lo que sí le puedo decir con seguridad es que hacer lo que hago se ha vuelto parte de mi vida cotidiana. Todas las semanas, por alguna u otra razón tengo mis dosis de adrenalina asegurada. Nada de cuestiones éticas, eso es para moralistas y filósofos. ¡Por favor! No me venga con juramentos escolares y esas cosas protocolarias, no sea iluso Comandante. Las cosas son porque son y punto. No Comandante, no sé a dónde pudieron haber ido mis colegas. Quienes deberían saberlo son ustedes. ¿Acaso no les pagan para protegernos? Fuera de las cirugías no nos reunimos como grupo, cada quien es dueño de su vida privada. Comuníquese con sus jefes, ellos de seguro saben dónde están, más de uno de los líderes de la red ocupa altos mandos en la administración central. ¡No me diga que lo -126-


ignoraba! Pues vaya sistema de inteligencia que tenemos. ¿O es que acaso quieren utilizarme como chivo expiatorio? Le aseguro que no soy la parte más débil de la cadena. Si algo me pasa, se lo advierto Comandante, todos pueden salir raspados. Está bien, en cuanto pase el escándalo mediático podré volver a casa, está bien Comandante, está bien. Lo veré por el lado amable, como parte de unas vacaciones forzadas. Por lo pronto, si no tiene inconveniente voy a reposar un rato, estoy cansada. (Se sirve un café, le da unos sorbos) Pero si quiere saber algo más personal, lo espero en la alcoba, Comandante. (Acciona la jeringa hasta que expulsa un chorro de líquido, le pone su tapita protectora y la guarda en la en la bolsa de la bata y sale). ESCENA V CORAZÓN DE MEDIA CUCHARA Teresa, mujer de extracción popular 40 años, de buen cuerpo. Viste ropa provocativa, muy ajustada, que oscila entre lo sensual y lo vulgar. Hace juegos con la red, algunos rayan en lo erótico. Trata de descolgar algunas vísceras. Logra desprender un corazón – puede ser de chocolate- y lo devora. En el escenario dos sillas. En una de ellas una bata de médico. Tengo hambre, hace tiempo que no como bien. He andado de un lugar para otro buscando un trabajo digno. Alguien tiene que sostener la casa. Tengo hijos. Una niña de 12 años y dos más pequeños. No quiero que mi niña se vuelva una gûila como tantas. Sí Doctor, siempre he sido sana. Míreme (Da varias vueltas sensual, provocativa, alrededor de la silla.) hágame pruebas de lo que usted quiera si lo duda. No fumo, no tomo, no tengo vicios. Si acaso las ganas de hombre que no se me acaban, pero creo que a mi edad todavía es normal. (Se sienta provocativa, sensual. Juega seductoramente con el chocolate) Afortunadamente mí Javi, mientras pudo, fue muy aguantador y cumplidor. Aunque en los últimos -127-


meses se estaba consumiendo y hacía grandes esfuerzos para lograr apaciguarme; los pómulos se le saltaron y los ojos parecían cada vez más grandes. Había noches que lo hacíamos con rabia, como poseídos. Yo lo aprisionaba con todas mis fuerzas: con los brazos y con las piernas para que no se me fuera, para que nunca se fuera a escapar. Por él soy capaz de cualquier cosa, hasta de… (Guarda un breve silencio sensual, sugerente, muerde el corazón chocolate) Él trabajaba en la obra, desde niño trabaja en eso, pero nunca ha llegado a ser Maestro de obra. Empezó como chalán, después de años llegó a maestro de media cuchara y aunque sabe de fontanería, electricidad, yesería, no ha pasado de albañil, de buen albañil. Allí aprendió muchas cosas, buenas y malas. El sí tiene sus vicios, le gusta la tomada y fuma sus cosas en la obra, pero casi nunca falta a casa. Cuando no llega temprano porque se va con sus amigos yo lo espero despierta, después de pelear un rato nos desquitamos de la vida queriéndonos hasta que amanece. Hace 7 meses Javi sufrió un accidente, se cayó de un andamio, casi se mata, se rompió las piernas, tres costillas, se lesionó la columna y se partió la cabeza; lo daban por muerto, pero mi Javi es aguantador aunque no se sabe si volverá a quedar bien. Al principio se negaron a darle incapacidad por accidente de trabajo que porque iba borracho. Pero eso no era verdad, era miércoles el día de su caída y él jamás toma en esos días. Lo que pasa es que durante tres días estuvo tomando porque fue mi cumpleaños y el sábado lo dejaron salir temprano para lo de la fiesta. Aunque tomó todos los días, por las noches no me fallaba. Cuando le hicieron análisis de sangre para operarlo dijeron que sus niveles de alcohol eran altos, de ahí se agarraron para negarle la pensión. Fui a todos lados y por fin me arreglé con un licenciado y logré que reconocieran su accidente de trabajo. Antes de su caída Javi comía poco y yo lo miraba cada vez más flaco. El martes cuando se fue a la obra me dijo que se sentía mareado, yo le dije que era por la cruda, que no fuera a trabajar, pero no, no era sólo la cruda, en la noche lo vi mal, no quiso cenar, sólo se tomó una cerveza y se -128-


durmió temprano. El miércoles se veía pálido, no quería almorzar pero yo lo obligué a que se tomara dos blanquillos con coca para que no se fuera con el estómago vacío. A eso de la una me avisaron lo del accidente. Sus compañeros de obra hicieron una colecta y me dieron una buena ayuda. Casi pasó un mes para que le dieran en el Seguro lo de la incapacidad. Como lo tenían registrado con el salario mínimo, con lo que me dan al mes no ajusta ni para una semana. Para que vuelva a trabajar me dicen que va para largo porque sus lesiones fueron graves y necesita mucha rehabilitación. Tengo necesidad Doctor, debo seis meses de renta, el agua, me cortaron la luz, pero ya me pusieron un diablito…Cada día escasea más la comida. Ya nadie quiere prestarme dinero. Ya no tengo nada para vender o empeñar (Silencio) He pensado meterme de mesera en algún bar, hay muchos que solicitan meseras bien presentadas para trabajar de noche atendiendo hombres, pero no, eso no va conmigo, eso sería lo último que haría. (Silencio) A usted no tengo por qué mentirle. Me he visto con algunos amigos de Javi, como saben de mi necesidad, pues… Yo no quiero eso Doctor, lo hago por necesidad y porque desde hace meses Javi no puede y la verdad yo siempre tengo necesidad de dinero y de… hombre. ¿Esto será una enfermedad? Creo que mi marido se da cuenta de lo que pasa pero no me dice nada. Yo sé que le duele y que está viviendo un infierno porque ya ni siquiera le permiten tomar. Yo, cuando lo veo desesperado o muy deprimido le llevo una pachita, no me gusta verlo todo agitado. Nadie sabe que vine Doctor, les dije que iba a una junta de la escuela de los niños. Lo de aquí me enteré por una amiga. Ella me dijo que ustedes me pueden ayudar, que me pueden comprar un riñón… ¿Cuánto pagan por un riñón? ¿Cómo? ¿No compran órganos? Ah, los reciben en donación y ustedes dan un compensación. ¿Cuánto me dan de compensación por un riñón doctor? Ah. ¿En efectivo? No pues, sí. Está bien. Hágame los estudios doctor. Cuando usted me diga. Yo estoy preparada. No se preocupe doctor, yo le firmo todo lo que me indique. ¡Total! Ya inventaremos una historia para justi-129-


ficar mi operación. ¡Además nadie se ha muerto por tener solo un riñón, pero sí se han muerto muchos de hambre y desesperación! Sí doctor, yo arreglo lo de mi familia, por ella no hay problema, sólo necesito avisarle a mi comadre. Estoy lista, dígame cuál es el consultorio de la Doctora Villalobos. Lo que usted me diga, sí doctor yo paso antes a su consultorio. Sí, yo firmo todo. Hago lo que usted me pida. Por eso no hay problema, no hay problema. Lo que usted quiera (Sensual va y se sienta montada en la silla de la bata. Oscuro) ESCENA VI EL DINERO NO ES LA VIDA Janet, mujer madura, elegante. Empresaria exitosa. Va vestida con bata del hospital, a un costado se ve la bolsa de orina y algunas mangueras. Se ve cansada, triste. Una mesita con una licorera y un florerito de cristal cortado, con dos rosas frescas, una blanca y otra roja. Una silla acojinada; atrás una silla de ruedas. Janet con dificultad se sirve una copa. Ayer me dijeron que iba a morir, que ya no tenía remedio. Al principio me hice la fuerte y tomé la noticia como algo natural, pero en cuanto me abrazó George me llegó un terrible sentimiento de impotencia y me desvanecí. Lloré como no lo había hecho en muchos años. Después de tantos estudios, operaciones y trasplantes no me había hecho a la idea, no terminaba por aceptar que eso podía ocurrir. Hace casi tres años cuando empecé con los problemas, no imaginaba lo cansado que es vivir. Desde el principio yo le exigí a George que fuera lo que fuera me lo dijera sin rodeos. Él me mandó hacer mil análisis, hizo consultas con sus colegas para estar completamente seguro. (Toma varios tragos de whiski.) Tengo estrictamente prohibido tomar. ¿Pero por qué no voy a darme este gusto? A estas alturas de la vida ¿Quién puede prohibirme algo? No quiero irme sin haber disfrutado intensamente la sangre -130-


de los dioses. (Se sirve otra copa.) Me gusta el whiski, siempre me ha gustado. Ah, cómo lo disfrutaba en las reuniones con mis amigas, o en la soledad de mis habitaciones o cuando tenía compañía placentera. Esta bebida ha sido algo así como un remanso, como una ventana al placer de vivir. (Cambia la actitud.) Desde hace varios años empecé a sentir algunos problemitas y algunos dolores, yo los atribuía a la diabetes mellitus A, pero no, resultaron ser el páncreas y los riñones, (Bebe un largo trago, deja la copa con suavidad, toma una rosa, la acaricia y empieza a desprenderle pétalos). Yo creía yo que era más fuerte pero ante algo inminente me he dado cuenta que tengo miedo, que tengo mucho miedo. Hace tres años tuve una sensación parecida a la de ayer cuando George me dio la noticia de mi fase terminal. Desde el principio yo le pedí que fuera claro, nada de eufemismos, nada de rodeos. Me ordenó estudios de esto y de aquello y hasta que tuvo certeza me dijo que mi situación era grave, muy grave. George aunque no soy una jovencita no quiero morir, recuerdo que le dije y a él se le rasaron los ojos de lágrimas indiscretas. Quiero seguir viviendo. Haré lo que sea pero quiero albergar cuando menos una esperanza. El mal es irreversible me dijo George con los ojos enrojecidos y los labios extrañamente secos. Yo estallé contra George como si él fuera el causante de mis males. Dime de qué ha servido mi vida de esfuerzos, de disciplina y de proyectos. Yo no me puedo morir. Se requieren trasplantes renales y páncreas de manera urgente. Debes inscribirte en la lista de espera ¿Esperar, estar en la lista de espera? Me dijo. Yo no puedo esperar. ¿Cuánto tiempo, cuántos meses, cuántos años? No, yo no puedo esperar. Debe haber formas de conseguir donantes. Búscalos George. Tú sabes cómo hacerlo. Los costos no son problema. (Pausa. Cambio de luz y actitud, se ve triste, decaída. Se sirve otra copa y lentamente bebe.) George, mi amigo de infancia, en menos de un mes ya tenía programado todo: donantes, cuerpo médico, todo, todo. La recuperación fue lenta y complicada. No había pasado un año y volvieron los problemas, las complicaciones. Necesitas otros trasplantes, tu cuer-131-


po rechaza los injertos. Ya encontraremos más donantes. Sí, el rechazo también era probable. George, amigo, consigue otros, los que sean necesarios…, tú sabes cómo. No quiero morir. No puedo morir a los 45. Hay muchas cosas por hacer, por disfrutar. Quiero respirar el aire de las montañas, recorrer el mundo, bañarme en las aguas de todos los mares. Quiero amar, amar la vida, las cosas simples, llenarme de sol, beberme la piel de los hombres, caminar descalza sobre la hojarasca de los bosques y las arenas marinas. Ya viví suficiente en el mundo de los números y las inversiones, ahora quiero algo de paz y descubrir y caminar nuevos universos. George, me entiendes ¿Verdad? No quiero morir. Dime que vas a encontrar donantes compatibles, dime que moverás las entrañas de la tierra de ser necesario. Por algo somos amigos. (Pausa. Cambio de luz, una más tenue, y de actitud.) Estoy cansada. Ya no puedo más. Demasiados trasplantes en tan poco tiempo. Gracias George, sé que hiciste todo lo que tenías que hacer, pero ya ves, hay algunos cuerpos caprichosos. Me gusta tu protocolo personal, tu lealtad. Sé que moviste toda la red para conseguir donantes. Ya ves, mi cuerpo se ha deteriorado, ya no aguanta más. No sé cómo lo hiciste pero lograste que albergara esperanzas. La ciencia tiene límites, lo entiendo, no sientas culpa alguna, tú hiciste tu mejor esfuerzo. Me duele irme sin haber cumplido todos mis proyectos, pero al final del camino me doy cuenta que fui una mujer casi feliz. Tuve todo, logré lo que me propuse, menos vencer lo inevitable. No voy a mentir tengo miedo, mucho miedo aunque haya tantos seres amados atrás de esas paredes que quieran reconfortarme (Tapa la licorera, toma la rosa blanca, la besa y la coloca sobre la mesita. Se sienta con dificultad en la silla de ruedas.) Quiero confesarte algo George, ayer vi la muerte cara a cara. Durante largo tiempo sentí un escalofrío. Miedo es la palabra precisa. Sí, eso sentí. Pero después de unos instantes me di cuenta que la cosa no es tan terrible. En su espacio lleno de infinito se alcanzaba a percibir una paz extraña. No, no tenía rostro ni formas convencionales, pero estoy segura que era ella la que se -132-


revelaba ante mis ojos cuando me miraba en el espejo. En el fondo del espejo había una luz: sin ropajes, sin carnes, sin nada, sólo una luz. El vacío, fue la sensación del vacío la que me invadió. El universo en su inmensidad me volvió polvo cósmico. Me sentí una mórula en medio del torbellino. Mi condición terrena cobró otro sentido, se evocó en ráfagas sonoras y visibles. Está bien, me dije, no más resistencias, vayamos al encuentro de lo inasible. Nuestro estar y ser en el mundo fue casi accidental, contingente. Ni una lágrima más, ni un rezongo más, la plenitud está más allá de las formas tangibles. (Lentamente se marcha. Se escucha un fragmento de Para Elisa.) ESCENA VII COR, CORDIS Ingresa la Madre por la puerta del fondo, aunque ve diversos órganos pendiendo, ella sólo se detiene en los corazones, lo revisa para comprobar si es el que busca. No lo encuentra. De fondo se escucha “Si yo tuviera un corazón”. Su escena se desarrolla recorriendo el escenario, revisando las vísceras, la red, los muebles. Su accionar se proyecta en la pantalla del fondo, como si estuviera siendo vigilada, como si hiciera un programa de televisión. MADRE.- Hace tres meses murió mi hijo, todavía llevo luto, quizá lo voy a llevar toda la vida. Ya viví varios de los momentos que nos provoca la muerte de un ser querido: al principio lo negué, estaba segura que era un error, una confusión. Dios no podía hacerme esto; luego me indigné, busqué culpables, alguien debía tener la culpa, sobre todo los médicos por su manifiesta incapacidad de salvarlo, pero poco a poco, después de muchas lágrimas fui encontrando resignación; fui aceptando el vacío en mis entrañas, que algo murió en mis adentros. Alberto sólo tenía 22 años, (De ser posible se proyectan en la pantalla central imágenes que ilustran el discurso de la madre.) -133-


estaba lleno de vida, pero los accidentes ocurren a cualquier edad y él chocó contra el muro de contención en plena carretera cuando regresaba a casa. Muerte cerebral dijeron los médicos y ante eso poco había que hacer, yo le pedía a Dios, a la Virgen, a todos los santos, un milagro pero… Alberto desde los 18 se había inscrito en el padrón de donadores de órganos y traía consigo su placa. Debemos cumplir su voluntad me dijeron, al principio yo no pude responder, sentía que me ahogaba. La trabajadora social nos reunió a la familia y nos expuso lo hermoso que sería dar vida a otros seres humanos con el hígado, el páncreas, los pulmones, con los riñones, las córneas, los intestinos, la piel y el corazón de mi hijo. Su hijo seguirá viviendo en muchos otros, su hijo se multiplicará en vidas. Tiene razón, dijimos y yo lo afirmé con la cabeza. Los actos como los de Alberto son un acto de amor por la humanidad. Sí, de eso estoy segura porque él siempre fue desprendido y bondadoso con los demás. La lista de espera de órganos era larga. Cientos de personas de todas las edades y condición social esperaban donadores. Pronto se encontraron los receptores adecuados y entonces desconectaron a Alberto. Si lo mantuvieron con vida artificial fue para eso, para encontrar los receptores compatibles. Me entregaron parte de lo que fue mi hijo para cumplir con los servicios. No me dejaron verlo a pesar de mis reclamos. Cada parte donada, cada órgano sustraído se injertó en personas que estaban en la lista del protocolo. Sé dónde y quién tiene una partecita de mi Alberto, quién tiene las córneas, cómo se llama el que recibió el hígado; dónde vive a quien se le injertaron los riñones; cómo está quién recibió el páncreas, el hígado, partes de piel; ellos también saben quién le dio pedazos de esperanza y han dado muestras de gratitud. Lo que no he sabido y lo busco por todas partes, es dónde quedó su corazón. Nadie sabe nada, nadie dice nada. Parece que hay una red invisible y poderosa de complicidades. Es verdad que era la voluntad de Alberto ser donador, es verdad que consentimos todos entregar el cuerpo, casi todo su cuerpo, eso está claro, -134-


lo que no lo está es el destinatario de su corazón. Quieren hacer creer en sus informes que mi hijo no tenía corazón, pero yo sé que era lo más hermoso que tenía Alberto. Era un corazón hermoso de 22 años, un corazón que amaba intensamente, que latía lleno de vida. Nadie de los que están en la lista de espera se enteró que había un donante porque jamás les dijeron nada, porque jamás se notificó nada. Han pasado tres meses de la muerte de mi hijo y no concilio el sueño, la angustia aparece a cualquier hora, las preguntas me asaltan, las dudas me atormentan. Ahora sé que hay redes poderosas que nos atrapan, que nos sustraen lo que más queremos, que nos ponen espadrapos en la conciencia, que matan la palabra y ahogan el grito. Ya lloré a mi hijo pero mi duelo no termina. Falta su corazón que es el mío, el tuyo. No voy a callar, no puedo callar mientras dure mi duelo. En este país hay clínicas y hospitales donde el tráfico de órganos es algo consuetudinario, algo sabido y que opera al amparo de los que detentan el poder. Los traficantes de oro rojo han conformado redes tan poderosas como los carteles de la droga, como los partidos políticos, como las religiones. Mi voz es pequeña, casi inaudible, pero el corazón de mi hijo es grande y hermoso y mi sed maternal de justicia tiene la fuerza para enfrentar a todas las redes del mundo. Yo puedo perder todo, la vida misma, todo, menos la esperanza de encontrar el corazón de mi hijo que está latiendo en algún lugar del universo (Se dirige a partes de la red y las desprende, las tira, una música acompasada por fuertes latidos la acompaña, las luces se van apagando, mientras esto ocurre se escuchan algunas notas de “Si yo tuviera un corazón”.)

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PERDER TODO

CARLOS MANUEL VÁZQUEZ LOMELÍ: Director escénico y Pedagogo Teatral. Docente Investigador de la Universidad de Guadalajara. Licenciatura en Dirección Escénica en Minsk, Bielorusia (1982-1987); posgrado en la Maestría en Pedagogía Teatral en Leningrado hoy San Petersburgo, Rusia, (1989-1991). Doctor en educación con especialidad en comunicación en julio del 2003. Ha dictado conferencias y leído ponencias sobre el campo teatral. Es co-fundador de la RED CITU, en Puebla, México, 2008. Responsable de la línea de investigación en Pedagogía Teatral en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UdeG. Colaborador como docente en la Maestría en Actuación en la UCE, Quito, 2016. Ha impartido cursos y talleres de su especialidad, la actuación stanislavskiana y la dirección escénica realista desde 2005 a la fecha en Universidades Latinoamericanas. Actualmente profesor investigador Titular “C” de tiempo completo en el CUAAD, Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara. -137-


La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Albert Einstein. Lo creas o no, no quiero matarte. Pero, por favor, date cuenta que dije que no quiero matarte. Eso no significa que no lo haré. Sherrilyn Kenyon.

Personaje: Enrique 1, joven de mediana edad. 02:57 am Tiempo actual. La acción transcurre entre la tarde-noche de un día y la madrugada del siguiente, es decir, entre las 19:30 pm y las 03:00 am. Sólo este momento está en un tiempo adelante, es decir, se está viendo el futuro que durará 3 minutos. Es el cuarto de Enrique que está en un tercer piso o planta, él está durmiendo en su cama. La puerta del cuarto rechina; alguien intenta abrir, se abre lentamente, más no es tan visible la figura-sombra que entra a la habitación que está se1 El personaje se desdobla en momentos en otros, por lo que los cambios de su voz y su gestualidad podría dar la impresión y efecto de estar interactuando verdaderamente con otros personajes. -138-


mioscura. Enrique no parece percatarse, la sombra se acerca a él y le cubre el rostro con una especie de tela negra; Enrique no ofrece resistencia a la falta de aire, la oscuridad casi es total y por segundos se acompaña con el silencio. La figura-sombra desaparece, una leve y tenue luz comienza a entrar del exterior, y se alcanza a ver a Enrique, que yace en su cama. La luz del cuarto va cambiando dando impresión de la transición de un cambio de tiempo (hacia atrás). Es decir, serán 7 horas y 27 minutos antes de la acción anterior. 19:30 pm: Es ya visible lo que está en la habitación de Enrique. El cuarto está en completo desorden; como si en días no se hubiese hecho limpieza. El sonido de una sirena de ambulancia que pasa cerca lo despierta, luego se sienta al borde de la cama, está en calzoncillos tipo bóxer. Enrique joven medio atlético, varonil y medio mal encarado; más esto no significa sucio. La imagen que se percibe definitivamente de él, es que sí parece algo “diabólico”, perverso y oscuro. Los tatuajes en su cuerpo no significan por completo que su personalidad también sea oscura. El cuarto posee ciertas características de la personalidad de su habitante con otras muy disímbolas: afiches, máscaras, espadas y sables, figuras de personajes, desde superhéroes hasta grandes clásicos de la música y pintura; todos dispuestos tanto en libreros como en repisas o en su propia mesa-escritorio. Se levanta para buscar algún líquido para mitigar la sed. No encuentra al momento y decide ir al baño, silencio, luego se escucha perfectamente el sonido que corre del agua del lavabo. Sale del baño y se queda inmóvil por unos instantes, observa su cuarto, va y enciende la luz de su mesa de trabajo. -139-


Luego conecta una bocina portátil a un tomacorriente y sincroniza con su Smartphone, la música comienza a escucharse. Esta se escuchará siempre y en todo momento que transcurre la acción; sólo varía volumen y tipo de música. Se pone un pantaloncillo deportivo y camiseta; siempre estará descalzo mientras esté en su cuarto. Se dirige nuevamente hacia su mesa de trabajo; acomoda cosas, ordena. Luego prosigue en arreglar su cama, pero en un momento desiste de su tarea y se tira nuevamente en ella; toma su Smartphone y localiza algún álbum de su música preferida, sigue escuchándola. Repentinamente se sienta al borde de la cama; mira nuevamente su cuarto y el desorden; camina por su cuarto. Está inquieto y algo desorientado, no está verdaderamente concentrado en lo prioritario de sus deseos o qué es lo que necesita; ve la hora en su Smartphone. De pronto fija su mirada en una foto con tres figuras que reposa en un librero, la observa unos instantes para luego ponerla boca abajo (pausa); su accionar ahora es más lento, como si calculara cada acto, se va calmando, parece que está reflexionando o pensando en algo concreto y a la vez se va convenciendo de su plan. En todo el transcurso de la acción; Enrique irá limpiando o recogiendo cosas de su cuarto en momentos y paulatinamente lo pondrá en orden. Se sienta a su mesa-escritorio, y después de estar decidiendo que hacer, saca de un cajón una navaja y la manipula para continuar esculpiendo o tallando un pequeño trozo de resina maleable que tiene la figura más o menos definida como humana. Enrique: (Con la figura en sus manos, mientras la talla, parece que le está hablando). Tengo algo que decir. Sé que lo tengo que hacer. Ya es hora que decida a hacerlo. Y -140-


tengo una buena razón. Bueno, al menos es mi razón. El problema es que no lo puedo hacer solo, (pausa). Ustedes me pueden escuchar (mirando a los figuras de personajes que tiene en la mesa-escritorio), pero difícil es que yo logre tener la confianza. La confianza plena, absoluta para poder hablarlo todo; que me salga todo…, sin quedarme con nada…, o al menos intentar decir lo más que pueda. Sí…, que diga lo más que pueda, pues mañana ya no sabré si podré hacerlo (pausa). Tal vez lo más probable es que comience por algo fuerte que sea creíble. Algo profundamente sincero…, (pausa, deja sobre la mesa su tarea que esculpe). No tengo miedo, bueno…, pero parece que lo estoy mostrando… ¡Sssííí!, ¡pero no tengo miedo!, ¡ni vergüenza!, (pausa, se levanta, prosigue a seguir recogiendo cosas de su cuarto). Bueno, quiero decir, que para eso estoy aquí, porque así lo quiero. (Se detiene por un instante, con énfasis para sí mismo) ¡Y tengo que hacerlo! Pausa, se levanta y decide ordenar cosas y recoger su cuarto. Hay un silencio largo, sólo de vez en cuando se escuchan los sonidos externos, coches, alguno que otro ruido de escapes o arrancones de motocicleta. Es algo importante…, si, si (pausa). Pensarán (a los personajes-figuras o imágenes de sus afiche que los verá como interlocutores de vez en cuando, a la vez que continúa con la limpieza), que estoy traumado; o que tal vez estoy haciendo psicoterapia, es decir, yo confieso mis cosas…, traumas…, mis pecados y ya me libero de un peso; pues al compartirlo con ustedes, me voy aclarando los porqués, dónde estuvieron mis errores, si los cometí…, (pausa), ¡sí, sí los cometí…!, todos -141-


los cometemos, pues somos humanos; siempre podemos meter la pata, (encuentra una botella de agua, pero está vacía, la tira a un cesto de basura). Ustedes saben…, calenturas mentales o cuando se alborota la hormona…, acá (agarrando su miembro), el cuerpo pide su alimento…, recuerdo una frase que me gustó bastante..., de alguna parte…, una obra de teatro en el taller de la prepa…: “La carne es débil, sobre todo, las nalgas” (pausa, mira a sus interlocutores). Bueno, pero no..., ¡no!, ¡no!; ¡eso no es importante!. ¡Maldita sea…!, ya estoy…, perdón, perdón, perdón; no me concentro (pausa, de pronto como si le llegara una idea importante). Si, tal vez funcione… Comienza a construir una figura humana, bien en una silla, o en donde se preste hacerlo, con ropa, almohadas, ropa propia que usa como molde para dar volumen, etc, etc., y que está regada por su cuarto, y mientras lo va construyendo, se va sintiendo más confiado y seguro. Sí, claro; era lo que necesitaba. ¡Tú!, sí ¡tú..! Señalando a la figura. Es evidente que Enrique comienza a interactuar con la figura, el juego de Enrique es de representar al interlocutor. – ¿No tienes nada que decirme? (pausa). – No soy yo el que tengo que contestar esa pregunta. – Bueno, otra vez…, (retomando la credulidad de la situación). ¡Tú!, dime en ¿qué te he ofendido? Si es que te he ofendido. Pausa, algo inquieto. Sigue corrigiendo o agregando algunos elementos a la figura. -142-


– No está resultando, hace un momento sabía lo que tenía que hacer y ahora me estoy trabando…, será que estoy lelo, bartolo o me estoy haciendo el pendejo…, si, si qué pendejo estoy…, ¡pendejo!, ¡pendejo! (convencido que no resultó la idea, va gritando en crescendo) ¡Pendejo!, ¡imbécil!, ¡estúpido!, ¡tarado!, ¡lelo!, ¡bartolo!, ¡pendejo!; (pausa) ¡sí!, ¡sí!, ¡imbécil! ¡Mil veces imbécil! Va a cambiar la música, le regresa la mirada a su figura, retoma la situación, adoptando otra voz más propia. Creíble. – ¿Por qué te ofendes así? ¿No es suficiente ya lo que estás haciendo conmigo? (pausa). – ¡Qué estoy haciendo contigo? – Pues dándome un estatus de persona, pero no me das una identidad, una libertad propia… y es evidente que estás jugando conmigo para hacer un pedo contigo y me estás involucrando en este circo tuyo… ¿me explico? (pausa). – Más o menos. ¿Te estoy usando? – Si. – ¿Para terapearme? – Sí. – Y, por lo tanto, eres mí… ¿juguete?, ¿no? – ¡Claro! Ya te contestaste…, podrías…, para empezar, darme mi propia consciencia. Mis pensamientos…, y bueno…, también que definas la intención…, porque creo que te estás proyectando en mí, y eso no es justo. Sé más creativo y has algo…, no sé, cambia mi cabeza mejor con una de ésos afiches que tienes en la pared. -143-


Enrique lo piensa, duda…, finalmente despega un afiche, lo lleva a la mesa, busca unas tijeras; recorta la figura de la cabeza del personaje y la fija con cinta a una pequeña almohada; la coloca a su creación. Silencio; observa a su figura que no es tan convincente; Enrique, esforzándose entre la seriedad y lo ridículo va tomando más el carácter del personaje que va materializando. – ¿Lo vas a hacer…?, o mejor, me regresas a mi estado original. Será mejor que no hagas cosas…, que no te atreves a hacer…; estás evadiendo una responsabilidad contigo mismo, pero no sabes, no quieres…, (pausa). – Ahora eres mi psicólogo. – Ahora eres tú el que quiere manipularme..., (pausa). Piensa lo que quieras, pero si vas a decir algo, dilo ya. No toda la mierda de rodeos que estás haciendo. No me involucres, no son mis pedos, son tus broncas. ¿Por qué no te tiras de un edificio de seis o siete pisos? No creo que sobrevivas a la caída si es eso lo que quieres…., (pausa). – Error, craso error. No es eso lo que estoy buscando…, (pausa). – ¿¡Aaahhh noooo!? ¿Seguro? Revisa bien tu azotea, (pausa). – No, no resultará. No me gusta…, así no… Toma una silla y se sienta a la mesa, se queda por un rato inmóvil, pensativo. Luego decide ir al baño…; entra y por segundos no se escucha nada…, sale molesto. Vuelve a sentarse a la mesa-escritorio. Retoma el trabajo con la figura de resina. Silencio largo. La verdad, si…, bueno, no. No sé cómo decir lo que tengo que decir. Tal vez, debería estar más relajado. ¡No! ¡Así no! (pausa, -144-


gesticula con sus manos como si estuviera hablando con sus pensamientos). ¿Por qué las palabras no me ayudan? ¿Tengo que hacer esto? (pausa). Sí, sí, lo tengo que hacer…. (Silencio) No, tampoco es eso…, (Intentando nuevamente pensar y hablar frente a otro ser imaginado por su mente), no se trata de eso…, no creo que sea tan difícil…, la idea es empezar con algo pequeño, poquito, nada más una sola palabra, (pausa), ¡sí…! Con una sola palabra y lo demás vendrá por sí mismo…, (pausa, es notorio su cambio). ¡No creo en Dios….! (pausa) ¡no creo en Dios! (se levanta y camina por su cuarto, más seguro y más fuerte) ¡NO CREO EN DIOS! Pausa, su rostro muestra una serie de variaciones emocionales y expresivas que está dudando de si es creíble lo que acaba de decir. Se para, camina por el espacio, se vuelve a sentar a la mesa…, gesticula con sus manos. Intenta nuevamente para verificar su estado mental y emocional. ¡NO CREO EN DIOS! Dios no existe para mí…, puede existir para los que creen en él. Todos tenemos derecho en creer o no creer…, (Silencio) Pero no es lo religioso o esta cuestión sobre mi ateísmo lo que tengo que decir…, tal vez sea una causa, pero sería como apenas el mínimo de mi problema. Ser ateo no es problema. Mi problema es más grande…. (Pausa). Pero bueno (se para y comienza a realizar otra tarea), lo bueno es que ya empecé, al menos con el uno por ciento de mi problema…, Me falta, apresurarme porque he tardado buen rato, y estas oportunidades son muy escasas. Oportunidades de hablar conmigo mismo, sin que nadie me pare, ni me cambie de idea, ni…, (pausa). Bueno, si quisiera ir al baño, pero no puedo, tengo sed, pero no tengo agua y…, será -145-


mejor no salir a buscar a la calle.., mejor me aguanto y avanzo en este asunto que debo terminar…. Tengo que avanzar y ser más atrevido, y el problema se vaya viendo más evidente, (pausa). Pues sí…, mi problema es que no entiendo para qué estoy en este mundo. La escuela ni la universidad me sirvieron para comprender lo elemental: ¿qué significa ser humano? ¡NO SÉ PARA QUÉ ESTOY VIVIENDO…! (Pausa, esperando que algo suceda). Sí, ya sé, soy un ente vivo, estoy aquí, me percibo; “pienso luego existo”. Sí, entiendo que estoy aquí; pero si me dicen que tengo que hacer algo, algo, ¡ALGO! Que tenga sentido no sólo para mí. Bueno, sí, se entiende…, familia, estudio, trabajo, decir chistes buenos, malos…, regulares, ¡reír!, ¡reír mucho de pendejadas y pendejos! (lo intenta, pensando en algún chiste, pero no lo logra). También llorar…, hacer el amor, sexo, mucho sexo…, contraer alguna enfermedad…, venérea, sida, gripe, viruela, sarampión, tener compadres, jugar dominó, a las cartas, fútbol en el barrio, llevar chicas al cine, al teatro, a los conciertos, beber, emborracharse, drogarse, endrogarse con deudas de banco y tarjetas de crédito, caminar por las calles, por los parques, ir de paseo, llevar a los niños a la escuela; recoger los niños de la escuela, bautizos, la primera comunión, ir a antros a bailar, tener amigos, ser hipócrita, cobarde o valiente si conviene…, agarrarse a chingadazos con el que te friega, ofende o te mienta la madre…, mirar el cielo y las estrellas, viajar, conocer lugares, correr, nadar, descansar, dormir…, morir…, (pausa, pero luego retoma), comprar y comprar cosas inútiles, tragar y tragar porquerías, mandar un chinga-madral de mensajes por el celular, mentarle la madre al jefe…, casarte con la mujer que crees que es la mejor de todas las que te has cogido…, tener hijos…, mandar a chingar a su madre cuando te hacen enojar…, matar a todo hijo de puta que le agarra las nalgas a tu mujer…, golpear a tu vieja si mira a otros cabrones con calentura…, matar a tu vieja si te enteras que se acuesta con otros…, lo típico de siempre cuando comienza a perder la inocencia…, a tener que vivir para los otros…, porque necesitan -146-


chuparte la sangre como garrapatas…, o aprender a jugar el juego que no te gusta…, ¡chinga a tu prójimo como a ti mismo! (reflexionando del sentido). Si te chingas al prójimo, te chingas por chingártelo…, (pausa). Me parece que con esto ya tengo al menos algo de avance de mi problema. Creo que voy mejorando…., tal vez así, esto sea más interesante…, bueno, más gratificante…, (pausa). No es confesionario…, es eso y algo más…., es encontrarme conmigo mismo y algo más…, es entenderme porque estoy aquí, en este mundo que no comprendo, con este cuerpo, con este pene, con este rostro, con este, este, esto… y esto. 21: 33 pm Él continúa con la tarea de acomodar y limpiar el desorden que tiene en su cuarto. Se sienta por momentos, luego reanuda su labor la figura que esculpe; las acciones se vuelven mecánicas o repetitivas porque algo no le permite concentrarse. – No puedo hacerlo…, (silencio, él continúa con las tareas). – Pero si ya empezaste, tal vez con la más difícil, ¡pero ya lo hiciste!. – No es cierto, me estoy engañando a mí mismo; estoy dando muchos rodeos y la verdad es que tengo miedo…, tengo miedo. – ¡Pero miedo a qué! ¡miedo a qué! Ni siquiera tienes que hablar, o decirte a ti mismo cosas, sólo hazlo y ya. ¡Hazlo! -147-


Él se queda inmóvil por unos instantes, como si quedara paralizado. Va y cambia la música; después, ve tras algunas cosas que ha despejado una botella de vino, mira la botella, los grados de alcohol, el tipo de uva, etc., pero la deja con cuidado sobre una repisa y más visible. Se sienta nuevamente a la mesa. Todo empezó…, sólo como una idea; la idea no me deja dormir en ocasiones, cuando algo se presenta o algo se relaciona en mi mente, en mi pensamiento que las imágenes, los recuerdos y las sensaciones regresan. Lo mismo de siempre, algo que me dirán algunos, ¡supéralo!; ¡vamos, supéralo! (pausa). No se trata de superar algo, de dejar las cosas nada más así; borrón y cuenta nueva. Dije que estoy aquí y ahora porque es mi última oportunidad; hoy sólo me quedan horas para hacer y decir unas palabras. Tres palabras como mínimo. (Pausa). 23:34 pm No creo en Dios… y, por lo tanto yo no tengo Dios. No puedo negar ni evitar que otros lo tengan. Eso está claro. Por lo tanto, no voy a involucrar a Dios alguno en mi pedo. Por lo tanto no entra tampoco en mi decisión. Antes tal vez lo hizo, cuando yo no sabía muchas cosas, cuando era muy chico, pequeño. Sí, mi madre me decía que él nos había creado…, y que nada en este mundo se mueve sin su voluntad. Yo nunca sentí su presencia, aunque otros crean, yo decidí que no existía. Masón, ¡masón! Me decía mi madre (pausa). ). Pero no quiero involucrar a nadie en esto. Yo y solo yo es el que decide si hago o no hago lo que quiero. Porque él no es pretexto ni ra-148-


zón por la que estoy aquí. Él no es mi problema. Yo hice algo…, (con dificultad), algo…, pesado… y soy responsable…, eso sí lo creo. Estoy seguro que únicamente yo soy…, yo hice algo y tengo que decirlo…, (la respiración es entrecortada, luego controla perfectamente y se ve cambio drástico de actitud, parece frío). Tengo que hacerlo y tengo que decirlo. Así de sencillo. Parece complejo, pero es mi cabeza que no me está ayudando…., complejo…., difícil en extremo. (Silencio largo) MATÉ a mi mujer, a mi madre…, (pausa), y a mi hija…, también, (pausa). Tengo 27 años, (pausa), muchos años para mí. Me siento más grande…, me percibo como un hombre de 50 años. Siempre trato de encontrarle sentido a las cosas y por eso siento que tengo el control de mi persona (pausa). Esto no es cosa del Demonio, ¡yo soy el Demonio! No es cosa de barbarie o locura. Se buscarán razones; todas. Explicaciones todos buscarán: traumas, que la infancia, complejos…, cualquier cosa que explique lo que hice; me psicoanalizarán y me observarán como a rata de laboratorio; escribirán mucho sobre mi crimen, (pausa). Soy encarnación de lo inconcebible…, (pausa). Estoy aquí porque quiero hacer algo…, decir algo…, (pausa). Para nada tengo ideas o pensamientos de pedir perdón, clemencia o comprensión. Tampoco para pedir el peor de los castigos, ni la pena de muerte de ser posible. ¡Yo merezco mil muertes! Pero tampoco la quiero, porque significaría un modo de perdón. Mi castigo debería ser otro. Entre más pienso en esto, -149-


más creo que no tiene sentido en hacer lo que tengo que hacer. Por eso ni suicidio, ni castigo, ni cadena perpetua; nada de eso es capaz de redimir mi acción. Haber matado a tres mujeres no es concebible, menos si una sí era inocente. Ella no tendría que morir, pero vio todo. En silencio vio cómo asesiné a su madre, muda…, se quedó muda, paralizada. Presentía que también tenía que dormir, no se asustó, no corrió, no gritó ni lloró…, (pausa). Tal vez mi madre fue la principal culpable que cometiera el crimen. Ella me calentó la cabeza, no sé porque le hice caso. Ella no quería a mi esposa (pausa). ¡Nunca quiso a mi mujer! De puta no la bajaba, ramera le dijo en muchas ocasiones. No sé cómo la dejé decir de mi mujer todo eso…, y yo…, cobarde le permití todo. ¡Era mi madre! ¡Mi madre!, eso significaba mucho…, me llegó a odiar por sólo haberme casado con una mujer que parecía puta, (pausa). Pero yo la amaba. En verdad la amé. Era la madre de mi bebé, de mi pequeña Lupita… (Silencio) No pido el peor de los castigos, ni pena de muerte, ni cadena perpetua. La muerte sería como un perdón…, no la quiero…, pero no estoy aquí para que se me perdone con la muerte…, ni mil castigos, ni mil muertes creo serían suficientes…, no estoy aquí para pensar en razones…, causas…, explicaciones…, (pausa). ¿Arrepentimiento? ¡NO! Ya lo hice…, no hay marcha atrás. Razones todas, muchas…., cualesquiera…; todas podrían servir, ¡hasta la mierda de una mosca en la pared…! Razones no pueden buscarse, pues para mí no hay razones. ¡Las maté y ya! -150-


Nada para decir que fue cosa del Diablo, ¡yo soy el Diablo! ¡Nada que justifique lo que le hice a mis tres mujeres! ¡Nada! Ni pensarlo. Yo soy el Demonio que lo quiso hacer. Yo soy el que le hizo caso a mi madre de que mi mujer me ponía los cuernos con todos los que ella quería. Pues yo no era muy hombre para ella. Todo parece evidente…, pero no lo es… Matarla era la única solución; y mi madre también tenía que morir, por haber provocado esto. Con el tiempo me iba a dar cuenta.., de mis cuernos…, pues mi madre sólo adelantó los hechos... Ella le puso más leña al fuego y salió quemada. Chinga a tu prójimo como a ti mismo…, Pero mi hija…, no debió haber visto cómo moría su madre. Nunca debió estar ahí, en ese momento. Esto…, lo que hice. No es cosa del Demonio, ni designio de algo llamado destino. Menos que sea la voluntad de Dios. Yo no soy creyente aunque me hayan bautizado de chico o me hayan confirmado más grande. Yo nunca pedí tal cosa, fue la voluntad de otros; de mi madre; o la madre de mi madre, qué se yo. Las cosas de tradición dicen que son buenas; no entiendo como pueden ser buenas, si lo maligno ya lo traemos desde que nacemos. Yo nací bestia, demonio, ser maligno, asesino parricida. Todo lo que quieran. Las cosas no cambiarán con más rezos u oraciones. Lo que se necesita es ir a la escuela, tener mejor educación de valores, de respeto y no entrometerse en lo que no les importa, (pausa). Pero no para culpar o responsabilizar a alguien de mi acción. Sí…, mi madre tal vez tenía razón, que Ana no era una buena mujer, que no me convenía… ¡Nunca le -151-


gustó! Pero no debió meterse en mi matrimonio…, sus chismes…, me calentaron la cabeza. Sí también no dudo que me haya puesto los cuernos…, o que mi hija no fuera mía…, (pausa). Siempre llegaba yo cansado del trabajo, era lógico que buscara más satisfacción con otros…. Pero mi madre gozaba recalcándome lo poco hombre que le salí, que un dejado…, un mandilón…., un cobarde…, que la tenía que poner en su lugar…., que le tenía que dar sus chingadazos…, que la metiera en cintura…, (pausa). Ya entiendo, porque si no golpeaba a mi mujer, mi madre se enojaba…, pero el coraje se lo guardaba muy adentro... Y cuando le convenía, me lanzaba su veneno…, (pausa, cambio). ¡Me estoy justificando….!, ¡estoy culpando a mi madre…!, pero fui yo el que le hizo caso a sus chismes; yo soy el culpable. De las tres soy culpable… Sola mi hija, sin su madre…, y sin su abuela… ¿qué razón tendría que se quedara sola? Recordando siempre cómo su padre les quitó a su madre y a su abuela. Sola, en un orfanatorio…, con un estigma que la perseguiría toda su vida, sí…, un infierno. Si ya la vida en sí es un infierno…., qué sentido…. En un hospicio y con el gobierno…, y cuando creciera, buscaría la verdad… La iba a saber tarde o temprano…, que su padre mató a su abuela y a su madre… Muchas cosas podría y pensar…, que maté a su madre porque yo pensaba que mi ella no era mía, sino producto de infidelidad, eso sería también una buena razón…, (pausa). No…, mejor para ella, también morir…, tal vez así fue mejor para ella. Por más razón o no, las he matado, asesinado y no hay marcha atrás…, punto. (Silencio). Soy un asesino…; nací -152-


así. No entiendo cómo pasa. No explicaré nada más de motivos… Estoy aquí por otra razón más… Pero el problema…, es que no tengo problema…, porque no siento culpa, ni remordimiento, ni pena…, ése es mi problema…, siento vacío…, siento un sinsentido de las cosas…, siento que no soy de este mundo…, no creo en Dios…, ni en el Diablo…, esto es algo extraño, tanta indiferencia…, tanta indolencia…, tanto vacío…, sí, algo está mal…, algo no está bien conmigo… Y eso no es así. Las cosas de este mundo no son así. Matar por matar no es normal. Siempre hay razones…, a veces incomprensibles…, a veces imposibles..., a veces misteriosas, o ilógicas…, (pausa). No quiero que me encierren por matar..., por haber matado, asesinado…, o como sea. Parricidio…, feminicidio…, (pausa). Mis tres mujeres…, lo hice…, está hecho… ¡mis mujeres!, ¡mis mujeres! No sentir nada, no es normal, (pausa) ¡Eso no es normal! ¡Quiero morir mil veces!, aunque con eso no pague ni la mitad del crimen…, (Él ve la hora en su Smartphone, marcan las 01:05 pm.) 01:05 am Estoy aquí para hacer algo…, para decirlo todo…, para perderlo todo… Se tira al piso, de pronto comienza de manera vigorosa a hacer ejercicio, tres-cuatro minutos que parecerán mucho tiempo; suda copiosamente, busca desesperadamente agua; no la encuentra. La respiración se irá controlando hasta hacerse suave, imperceptible. Sabe que algo extraño está sucediendo con él y en la habitación..., pero no puede evitar la acción que prosigue; sabe que tie-153-


ne que realizarla. Se prepara para un momento íntimo, auto reflexivo. 01:38 am La luz en el cuarto ahora se centra en un pequeño cenital, haciendo más íntimos sus pensamientos, sus reflexiones; no hay sonidos externos, da la impresión que se encuentra en otro espacio o dimensión. Hace unos días…, no.., no fue hace días…, pero no fue hace mucho…; recuerdo que iba en el camión (pausa), y tuve una extraña sensación…, de vacío…, como que todo lo que veían mis ojos era solo una proyección…, como una película…, en una pantalla enorme, del tamaño que alcanzaba a abarcar mi vista. Pero lo sonidos…, ruidos… voces de la gente estaban lejos…, eran apenas perceptibles… Mi mente, ni mí razón intervenían en pensar el por qué estaban las cosas así…, distantes… y a la vez extrañas… Pero mi pensamiento estaba como en comunión, aceptando ese sentimiento de vacío…, un sentimiento de sinsentido, de nada, (pausa). No era soledad, ni nostalgia, ni tristeza. No sentía dolor, ni alegría..., en mi mente entendía que no necesitaba pensar el porqué de las cosas. Porque quería que así fuera. Así quería ver el mundo…, sin sentido, vacío; con un sentimiento de total indiferencia; sentía que no sentía nada, (pausa). Y quería seguir así, entre los límites de un sueño…, en estado de vigilia y, la vida…, o la muerte en vida. Entre sueño y realidad. Y aunque no pasaba nada…, todo estaba bien..., sin preocupaciones, sin prisas. Pausa, sigue reflexionando en silencio, como tratando -154-


de seguir definiendo las imágenes y la extraña experiencia vivida. Sentía que el tiempo había desaparecido, porque no veía a la gente llevar prisa. Claro, no era hora de entrada al trabajo, ni al estudio. Era una hora tal vez de no hacer nada. Por eso la gente no llevaba prisa. Si, como si el tiempo se haya quedado dormido... Al menos en ese instante, que no pasaba nada. Pensarán que era mi mente que provocaba ese fenómeno de una realidad distante…, con el tiempo dormido, con la gente aletargada… en su caminar, sin llevar prisa para ninguna parte. Pero ellos, la gente…, no se detenían a ver lo que yo veía. Había algo de llovizna, frío y también algo de viento. Como una película con esos efectos, cuasi melancólicos. Era una realidad inusual…, estaba seguro que no estaba soñando, porque todos sabemos lo que es soñar, aunque en ocasiones son muy reales. En los sueños no suele haber muchos detalles, menos en sentirlos en estado de reflexión, como analizando. Yo dejé que mis pensamientos se dejaran llevar por mi percepción de esa extraña realidad. Realidad en armonía porque nadie no se sentía en conflicto con la vida, con la lluvia, con el frío…ni el viento. Estaba dentro y a la vez veía la película, eso me hacía parecer que la gente no me veía, que yo estaba fuera de la pantalla. Bueno…, creo que a nadie le importaba quien venía en el camión…, y, el camión también se movía como nunca…, con lentitud…, como aquellos camiones que llevan gente a los funerales…, por eso todo concordaba con el paisaje…, el tiempo dormido…, la gente sin prisa por llegar a ningún lugar…, lo aletargado de la atmósfera…., la llovizna…, el frío y -155-


el imperceptible viento que apenas movía las pocas hojas de algún árbol. Sentía que el tiempo había desaparecido, porque no veía a la gente llevar prisa. Claro, no era hora de entrada al trabajo, ni al estudio. Era una hora tal vez de no hacer nada. Por eso la gente no llevaba prisa. Si, como si el tiempo se haya quedado dormido... Al menos en ese instante, que no pasaba nada. Pensarán que era mi mente que provocaba ese fenómeno de una realidad distante…, con el tiempo dormido, con la gente aletargada… en su caminar, sin llevar prisa para ninguna parte. Pero ellos, la gente…, no se detenían a ver lo que yo veía. Había algo de llovizna, frío y también algo de viento. Como una película con esos efectos, cuasi melancólicos. Era una realidad inusual…, estaba seguro que no estaba soñando, porque todos sabemos lo que es soñar, aunque en ocasiones son muy reales. En los sueños no suele haber muchos detalles, menos en sentirlos en estado de reflexión, como analizando. Yo dejé que mis pensamientos se dejaran llevar por mi percepción de esa extraña realidad. Realidad en armonía porque nadie no se sentía en conflicto con la vida, con la lluvia, con el frío…ni el viento. Estaba dentro y a la vez veía la película, eso me hacía parecer que la gente no me veía, que yo estaba fuera de la pantalla. Bueno…, creo que a nadie le importaba quien venía en el camión…, y, el camión también se movía como nunca…, con lentitud…, como aquellos camiones que llevan gente a los funerales…, por eso todo concordaba con el paisaje…, el tiempo dormido…, la gente sin prisa por llegar a ningún lugar…, lo aletargado de la atmósfera…., la llovizna…, el frío y -156-


el imperceptible viento que apenas movía las pocas hojas de algún árbol. Era un otoño muy extraño, porque no había mucho por hacer, sin eventos sociales y culturales en la ciudad que motivaran a participar. Como si todos se dirigían sin ganas expresas para hibernar y suspender la vida un tiempo, (pausa). Pensaría que hay lógica en las circunstancias que estaban dadas, pero no dejaba de ser extraño, esa sensación de vacío. Hasta un tiempo pasado de estar sintiendo la sensación…, de sentir y percibir una realidad irreal, de vida aletargada, comencé a entender que era un espectador de tan enorme escenario…, escenario que me tragaba poco a poco, pues me atraía, me hipnotizaba… Su atmósfera de irrealidad en un día cotidiano de otoño me comenzaba a invadir mi mente, mis pensamientos…, luego también mis reflexiones…, porque no solo veía…, también sentía, (pausa). Me sentía como esos halcones que siempre están volando muy alto, y que siempre están buscando algo…, su presa. Yo me sentía un halcón que observaba…, y cuando localicé el objetivo en mi mente…, cuando me concentré y comprendía lo que estaba ocurriendo con la gente, sus movimientos, su andar suave, lento…, casi como zombis…, o robots…, en esa atmósfera de frío, llovizna y viento…, en ese momento sentía la necesidad de bajar del camión, no me importaba que no hubiese llegado a mi destino. Bien sabía que podría volver a tomar otro camión…, pero ese instante de película…, tenía que sentirlo más de cerca, porque ahora lo comprendía (pausa). Bajé del camión y seguí concentrado en la percepción del en-157-


torno, de la realidad extraña…, y la gente parecían maniquíes en movimiento, lentos, pero de sus rostros vacíos. Sin vida interior…, sin calor en sus ojos. Algunos entraban o salían de departamentos, pues era una zona de multifamiliares populares, clase medieros…, pero se veían grises por lo nublado del cielo… y todo lo demás. De pronto sentí un escalofrío…, también algo de dolor que pudo haber sido por el cambio de temperatura de haber estado en el camión y que luego bajé…, para seguir caminando… La gente que veía…, pensé…, pensé que estaba muerta… y, que toda esa realidad irreal, extraña y vacía…, estaba muerta. Ahora, deja el tono reflexivo-narrativo y como si tuviese a un interlocutor cerca de él, como intentando convencerlo de la verdad de su experiencia. El sentido de todo esto es que no tenía sentido; era un sinsentido. Yo no quería pertenecer a esa irrealidad…, no…, no tenía miedo…, tampoco puedo decir que tenga miedo a la muerte, pues es cosa natural. Todos los días la gente muere, ya sea por cuestiones naturales o provocadas: accidentes, homicidios, errores humanos. La muerte es consustancial a la vida. Pero al darme cuenta que no quería ser parte de un mundo sin sentido, una vida vacía…, pues de estar procesando todas las imágenes en mi mente, las sensaciones, el lento devenir de la realidad irreal, después de este mar de información…, de este mar de datos…, y que lo estás procesando todo…, te quedas quietecito…, en silencio, sólo tu mente, tu cerebro trabajando…, haciendo asociaciones, uniendo y atando cabos, como cuando estás resolviendo un -158-


rompecabezas…, y comienzas a verlo casi completo, armado…, toda la imagen, todo el cuadro…, su sentido y significado…, pues casi había terminado de armar el mío…, (se reprime las lágrimas). Sentí en ese instante…, que ya estaba muerto…, porque yo era parte del rompecabezas, aunque era yo el que lo había unido…, y no era un sueño. Varios días estuve reflexionando sobre este acontecimiento, preguntándome qué significaría. Luego empecé a entender muchas cosas que me habían sucedido antes. Pero no quise comentarlo ni con amigos…, ellos…, desde hace tiempo…, ya consideraban que estaba loco…, (pausa). La experiencia en el camión no sé si me ayudó a comprender al mundo…, no sé si con ella ganaba o perdía el sentido de pertenencia…, a la vida…, a mi familia…, al sentido de estar..., pues yo me sentía lejano…. Muy lejano, como de otro mundo… La luz del cuarto regresa. Él se da cuenta de la hora que es, se le nota ya inquieto, o nervioso porque parece que no ha terminado de decir lo que ha querido decir o hacer…, el tiempo se le ha acabado…, e intenta terminar de limpiar y recoger y ordenar las últimas cosas de su cuarto; que ahora luce impecable y limpio. Pero en su premura de tiempo, se detiene, consciente que tiene que hacerlo, o decirlo, respira profundo y ahora se le ve decidido. 02:51 am (Decidido, va y destruye la figura de talla que está sobre su mesa-escritorio). ¡Que se me acabe el alma!… ¡que se me acaben las palabras...!, ¡las ideas, los pensamientos! ¡Todo el entendimiento! ¡Todo lo que tengo -159-


en el cerebro! En el cuerpo, en mis manos, en mis ojos, en el corazón…, en mi piel…, en el aliento. ¡Eso…! Que se me acabe ¡TODO! ¡Soy el hombre bestia; el hombre animal…, el hombre mierda! Destruyo lo que no me pertenece. ¡Díganme! (Como dirigiéndose a alguien) ¿qué tengo qué hacer? ¿Con qué derecho quito vidas? ¿Pedir perdón…? ¿A quién…? ¿A mis mujeres…? ¿A mi madre…? ¿A mi hija…? ¿A mi mujer….? ¡Pero no puedo! ¡Por que no siento culpa! ¡No siento culpa! ¡Eso es lo que no entiendo! ¿Cómo puedo pedir perdón, sino siento la culpa? ¿Por qué no siento culpa? ¿Por qué no siento remordimiento? ¿Por qué no soy normal? ¿Es normal matar a las mujeres? ¿Matar a la madre de uno es normal? ¿Matar a la esposa y a la hija, es normal? ¿Por qué a nadie le preocupa esto? ¿Así es la humanidad…? ¿Así nací yo? ¿La encarnación del mal? ¿Así me hizo Dios…, o el responsable que me creó…? ¿Yo soy el Diablo…? (Pausa). A eso vine aquí; a decirles que he perdido, ¡lo he perdido todo! ¡He perdido el sentido más humano de la compasión, he perdido el sentimiento de remordimiento! (más fuerte emocionalmente) ¡HE PERDIDO TODO!... (Largo silencio). No tengo miedo, bueno…, pero parece que lo estoy mostrando…; ¡Sssííí!, (reconociendo que siente miedo, pero lo asume, parece que entendió qué está sucediendo con él y en su habitación, como atrapado en un Eterno Retorno), ¡Pero no…!, ¡no puedo tener miedo!, ¡ni vergüenza! Bueno, quiero decir, que para eso estoy aquí, porque así lo quiero y así lo quise. ¡Y tengo que hacerlo! ¡MORIR MIL VECES! Y otras ¡MIL VECES! Y después de ésas, otras ¡MIL VECES! ¡Todas las noches!, ¡Todos los días…!, Decir y hacer esto todas las noches…, todos los días…,(pausa). A eso vine… -160-


Decidido va hacia su cama, se sienta, respira profundo, mira a los lados de su cuarto, como intentando ver algo o a alguien, se quita el pantaloncillo deportivo y su camiseta; queda en bóxer, se recuesta; las luces van bajando de intensidad. 02:57 am Prácticamente igual que en el inicio. La puerta de su cuarto rechina, alguien intenta abrir, se abre lentamente, la habitación sigue oscureciéndose. Enrique, con actitud de comprender lo que pasa, entiende que debe hacer. Como si se preparara para lo esperado. Una sombra se acerca a él y le cubre el rostro con una especie de una tela negra; Enrique no ofrece resistencia a la falta de aire, la oscuridad casi es total y por segundos provoca el silencio. La sombra desaparece, una leve y tenue luz comienza a entrar del exterior, y se alcanza a ver a Enrique, que yace en su cama. 03:00 am Oscuro total, el volumen de la música va en crescendo. TELÓN Guadalajara, Jal. México, noviembre/diciembre de 2015

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¿TENGO RAZÓN O NO?

LUIS ARIEL MARTÍNEZ. Licenciado en Arte Dramático. Especialista en Voz Escénica. Director, Actor y Docente de teatro. Co-fundador del grupo de teatro Cualquiera Producciones (Cali Colombia 2001) del cual es su Director General, Actor y Director Escénico. Ha participado en algunas producciones cinematográficas nacionales como Perro come perro, director Carlos Moreno; 180 Segundos, director Alexander Giraldo; Ciudad Delirio, directora Chus Gutiérrez. En 2013, con el Director y Guionista Harold De Vasten, se lanza a la aventura de producir un largometraje de bajo presupuesto en la localidad de Timbío Cauca Colombia, pueblo natal de Luis Ariel. Este sueño se materializa con la película Vía Crucis (diciembre 2013 – enero 2014). -163-


VERSIÓN LIBRE A PARTIR DE LA OBRA HOMÓNIMA DE CONCHA ROMERO. Personajes: Carlos: Hombre de aproximadamnete 50 años. María: (Voz en off – en vivo - Carta de María) Actor: El mismo Carlos

Acto Único Salita de estar de un apartamento modesto. Teléfono y una mesita de centro. Dos entradas, a izquierda y derecha, comunican con el exterior y con el interior del apartamento. Al menos dos botellas de vino. Algunas fotos de María. CARLOS, de unos cincuenta años, viste de traje y lleva un maletín (tipo portafolio). A lo largo de la representación el Actor irá haciendo sus respectivas intervenciones. Lo vemos, desde que el público está ingresando, en la trasescena, quizá en penumbra, como disponiéndose para la función, sin el saco del traje puesto aún. Justo antes de hacer la presentación del espectáculo vemos a la codirectora (aunque no la escuchamos) dando las últimas indicaciones al Actor. Se observa cierto disgusto por parte del Actor. Los vemos discutir. Luego la codirectora hace la presentación oficial de la puesta en escena. Termina diciendo que deja al Actor para que diga unas palabras. -164-


ACTOR (Un tanto inseguro con lo que va a decir. Interviene al público) La obra no ha empezado aún. Es decir, esto no es la obra. Debo decirles que estoy conflictuado. No sé quién soy. Sí, soy Luis Ariel Martínez Silva. Quiero decir, mejor, que no sé qué soy. Bueno, por lo menos sé que no soy el personaje, pues si no ha empezado la obra, no puedo ser el personaje. ¿Soy el Actor? ¿El actante? ¿La presencia? Qué soy. De dónde vengo. Para dónde voy. ¿Dónde estoy? Si estoy aquí en el escenario y ustedes están allá en el auditorio, se supone que ya se está dando el teatro. O la teatralidad. O el hecho escénico. A propósito, me da mucha pena con ustedes porque ustedes pagaron por ver una obra de teatro. Definitivamente no entiendo esto que me acaba de pedir la directora de la obra. Cómo así que justo antes de empezar la función me dice que hable de las búsquedas en las que estamos como grupo. Y yo digo, por qué no lo hace ella misma. Yo me dedico a interpretar el personaje y ya. Me dice que hable sobre nuestra estética. Sobre el teatro posdramático, contemporáneo. Pero si ustedes vinieron a ver una obra de teatro, no a que les hablemos de nuestras búsquedas. De verdad no sé qué quiere. Que les diga que constantemente se va a romper la cuarta pared… y a ustedes qué les puede interesar que les contemos cómo se va a hacer la obra. Y a mí me dice que de tanto en tanto me distancie del personaje y yo le digo que por qué hacerlo justo durante la función. Que para eso ya hemos tenido los ensayos. Además que yo me formé como actor intérprete, no como improvisador. Si me salgo de la línea textual se me olvida todo. Que ustedes no vinieron a ver un ensayo, ni un laboratorio. Me dice que así voy a comprender mejor al personaje. Si ya hice el trabajo de mesa, ya sé que se llama Carlos, tiene cincuenta años, que su esposa se llama María. Ya hice el -165-


trabajo de campo, la bitácora actoral y demás. Disculpas, de verdad… En fin, ya veremos qué pasa. Bueno, lo mejor será empezar, sí, creo que es lo mejor… CARLOS ¡María, María…! Ya llegué. Que conste, ya llegué. (Busca por todos lados llamando a María. En off.) ¡María!... ¡María…! Que conste que llegué antes de las 12. (Entrando en escena de nuevo.) ¡Y para esto me vine corriendo! ¡Para encontrar la casa vacía…! (Quitándose el saco) ¿A dónde se habrá ido? Seguramente a alguna de sus tías le dio un lumbago. ¡Es que no se pueden tener tantas tías ni preocuparse tanto por ellas! En fin cada quien con sus pasatiempos… ¡Y vaya pasatiempo este! (Carlos se sirve una copa de vino) No debería molestarme, pero el caso es que me molesta, no sé muy bien por qué; pero me molesta… Misterios de la vida. Aunque lo que realmente me molesta no es que vaya a cuidar a su tía, sino que no esté en casa cuando yo llego, sobre todo si he venido corriendo para que no se enoje. ¿Tengo razón o no? ACTOR Perdón. Aquí el personaje dijo el nombre de la obra. Y sólo ahora me doy cuenta. Tal parece que la indicación de la directora está cumpliendo su objetivo. Fíjense, tanto análisis y tanto trabajo de mesa y no me había percatado de este detalle. E… Perdón por esta intromisión. Pero… CARLOS -166-


La verdad, no sé si acostarme o esperarla. Sueño no tengo. Me tomaré otra copa. (Se sirve otra copa. Se toma un trago. Marca un teléfono.) Hola… ¿Te desperté?... No, estoy solo… Sí, en la casa. No, ella salió… ¡Y con lo rico que la estábamos pasando! ¡Claro!... Debí haberme quedado un rato más, pero ya sabes cómo es ella, si no llego a comer se pone furiosa y si dan las doce y no he aparecido, se pone histérica… Pero mi amor, no sé de qué te quejas, si paso más tiempo contigo que con ella… Pues claro. Tú lo sabes. Está bien… Te quiero. ¿Cómo? ¡No! Yo no la voy a dejar a ella para irme a vivir contigo. Porque no lo voy a hacer. Tú siempre lo has sabido. Yo soy un hombre de principios. Sí, claro que me sorprendió. Es la primera vez que me lo dices… Creí que eras una fanática de la soltería. ¡Como siempre hablas pestes del matrimonio!... Tienes razón, yo tampoco hablo nada bien, pero lo hago con conocimiento de causa, en cambio tú siempre has vivido sola… Sí, algunas ventajas tiene, aunque, claro, muchos más inconvenientes… Pues no sé… te sientes como vigilado, como un niño pequeño teniendo que dar explicaciones de dónde vienes y para dónde vas… pero, bueno, con un poco de imaginación y unas excusas bien preparadas, no es muy grave la cosa. Las mujeres se tragan todos los cuentos… Es fácil… ¡No, mi vida! A ti nunca te mentiría… ¿Cómo? No me asustes. ¿Para qué? ¿No estamos bien así…? Yo no me puedo casar dos veces. Además soy un hombre de principios. Yo no abandono a mi mujer. (Mientras escucha la larga réplica de la mujer, Carlos hace gestos de contrariedad. Es evidente que no quiere problemas.) Perdona un momento es que estoy escuchando unos ruidos afuera. Yo creo que es María. Te dejo. Nos vemos y seguimos hablando mañana. -167-


(Carlos cuelga el teléfono aliviado.) Me pregunto qué tendré yo para gustarle tanto a las mujeres. ¿Ustedes lo comprenden? ACTOR Recuerden. No vayan a responder. Yo mismo respondo. Si ustedes dicen algo, luego me confundo y se me olvida el texto y… bueno ustedes me entienden. CARLOS Bueno. Tampoco yo. No entiendo. Pero es así ¡qué le vamos a hacer! Se chiflan por mí. Y eso que no soy banquero, ni ejecutivo, ni político, ni artista, aunque algún arte digo yo debo tener y si no, que se lo pregunten a ellas. Pongan cuidado: Susana decía que era muy tierno y Matilde que muy duro. Esperanza me llamaba “ángel” y Cecilia “demonio”. ¡Quién las entiende! La que tenía gracia era la española Patricia dándoselas de importante, de segura, de mujer de mundo, experimentada. ¿Saben lo que me decía cuando acabábamos de hacer el amor? “Carlos, macho, funcionas muy bien, pero que muy requetebién”. Y se levantaba de un brinco. “Te lo has ganado, tío, voy a servirte una copa, ¿qué quieres, lo de siempre?” Se hizo trizas la pobre cuando dejé de verla. Tuvo una gran depresión y ya no levantó cabeza, ¿ustedes lo comprenden? Pues yo tampoco. Otro misterio de la vida. ¿Y Amalia? ¿Qué habrá sido de la vida de Amalia? ACTOR Me disculparán, pero aquí les voy a pedir que cierren la cuarta pared. Lo que pasa es que a este personaje se le olvidan las cosas. -168-


¿Me permiten? ¡Pero Carlos! Bruto. ¿Ya se te olvidó que Amalia se suicidó por tu amor? ¿Se te olvidó la carta que te escribió antes de tomarse dos cajas de Valium y una botella de aguardiente? CARLOS ¡Claro! ¡Qué bruto! Al final de la carta decía: “Carlos, no puedo vivir sin ti”. Y yo que recibo la carta un mes después. Y eso que vivía como a tres cuadras de aquí. ¿Por qué haría una cosa así la pendeja? ¡Con lo buena que estaba! De verdad que no entiendo a las mujeres. ¿Por qué sufrirán tanto? ¿Por qué se lo tomarán todo tan a pecho? Pues, definitivamente me lo tendré que creer. Que no me va a quedar otro remedio que pensar que soy único, insustituible, superdotado. Bueno. Superdotado, así en el sentido de “superdotado” que digamos… Lo dejo en suspensivos. Miren. Yo, obviamente, conozco al actor que me interpreta y… La que tenía gracia era la española Patricia dándoselas de importante, de segura, de mujer de mundo, experimentada. ¿Saben lo que me decía cuando acabábamos de hacer el amor? “Carlos, macho, funcionas muy bien, pero que muy requetebién”. Y se levantaba de un brinco. “Te lo has ganado, tío, voy a servirte una copa, ¿qué quieres, lo de siempre?” Se hizo trizas la pobre cuando dejé de verla. Tuvo una gran depresión y ya no levantó cabeza, ¿ustedes lo comprenden? Pues yo tampoco. Otro misterio de la vida. ¿Y Amalia? ¿Qué habrá sido de la vida de Amalia? ACTOR Me disculparán, pero aquí les voy a pedir que cierren la cuarta pared. Lo que pasa es que a este personaje se le olvidan las cosas. ¿Me permiten? ¡Pero Carlos! Bruto. ¿Ya se te olvidó que Amalia se suicidó por tu -169-


amor? ¿Se te olvidó la carta que te escribió antes de tomarse dos cajas de Valium y una botella de aguardiente? CARLOS ¡Claro! ¡Qué bruto! Al final de la carta decía: “Carlos, no puedo vivir sin ti”. Y yo que recibo la carta un mes después. Y eso que vivía como a tres cuadras de aquí. ¿Por qué haría una cosa así la pendeja? ¡Con lo buena que estaba! De verdad que no entiendo a las mujeres. ¿Por qué sufrirán tanto? ¿Por qué se lo tomarán todo tan a pecho? Pues, definitivamente me lo tendré que creer. Que no me va a quedar otro remedio que pensar que soy único, insustituible, superdotado. Bueno. Superdotado, así en el sentido de “superdotado” que digamos… Lo dejo en suspensivos. Miren. Yo, obviamente, conozco al actor que me interpreta y… ACTOR (Interrumpiendo) Perdón. Exijo un poco más de respeto. No le voy a permitir que se meta en mi intimidad… CARLOS Entonces usted si puede entrar y salir de su interpretación, distanciarse de mí y yo me tengo que aguantar. ACTOR Pero claro. Yo soy el actor. Además no es un capricho mío. Es una indicación de la directora. -170-


CARLOS No señor. No involucre a nadie más aquí. Esto es entre el actor y su personaje. Dedíquese a interpretarme. ¿Acaso no es capaz? ACTOR Pero claro. Yo soy profesional…

Lo malo es que de vez en cuando tengo que cumplir con mi legítima y cada día me apetece menos. Se ha estropeado mucho. En poco tiempo se volvió vieja. Con la pulmonía que tuvo casi desaparece y no se ha recuperado. Claro que tiene más de cuarenta y en una mujer no pasan en balde. En cambio a mí, nada. Parece que tengo treinta. Cada día estoy más en forma y estas canas hasta me hacen interesante. Lo que no me explico es por qué antes de casarme no conseguía nada, no me comía ni una tostada, es que no conseguía nada, pero nada de nada, nada es nada. Y en cuanto me casé, sin saber por qué, por arte de birlibirloque, ¡así las tengo, así, detrás de mí como moscas! ¿Ustedes lo comprenden? Yo tampoco. Otro misterio de la vida. ¿Será que mi mujer me sirve de amuleto? ¡Es muy chistoso, que el sex appeal me lo diera ella! ¡Con lo resabiada que es! Siempre protestando. Que si no me ayudas en casa… que si dejaste las medias y los calzoncillos debajo de la cama, que si yo no soy tu criada. ¡Pero, por Dios! ¡Si debería dar saltos de alegría por el hombre que tiene! ¿He faltado alguna noche a dormir en mi casa? ¿He llegado muchos días después de las doce? Con los dedos de las manos se podrían contar. ¡Y que no se me ocurra, porque el numerito que puede montar la señora es fino! ¿De qué se quejará? Si hasta me está entrando complejo de -171-


Cenicienta. Si en cuanto son las once echo a correr y no paro… hasta miedo le tengo. ¿Qué más querrá la hija de su madre? Nunca mejor dicho, la hija de su madre, porque es igualita, igualita que mi puta suegra. Como se le mete una cosa en la cabeza, hasta que no lo consigue no para. Es tipo gotera. ¡No sé cómo me la he aguantado tanto tiempo! No sé cómo no he cogido la maleta de una puta vez, porque la verdad es que ganas no me faltan. (Carlos mira el reloj.) ¿Si ven? ¿Si ven? La una. La una y sin dar señales de vida. ¡Claro, ella puede entrar y salir sin contar con nadie porque como es una santa, como siempre está haciendo obras de caridad…! Y que no se me ocurra desconfiar, porque ¡madre mía! Un día le dije algo medio en broma, ¡cómo se puso! Y es que no hay derecho, no hay derecho a que uno tenga que llegar antes de las once, regodeándome, además, para encontrar una excusa, y ella, con el cuentico del lumbago de la tía, ni viene ni se le ocurre avisar siquiera. “Pero Carlos, si he ido a casa de mi tía Angélica que no se podía mover de la cama con el lumbago… yo qué culpa tengo si no contestas el celular, como tu trabajo es en la calle…” “¡Yo qué culpa! ¡Yo qué culpa!” El que no tengo la culpa de nada soy yo. ¿Crees que a mí me gusta estar todo el día de un lado para otro? ¿Crees que me gusta vender corbatas de almacén en almacén? Pues no señora, no me gusta ni cinco, me sabe a mierda y si lo hago es porque no me queda otro remedio, porque de algo hay que vivir, como me decías cuando me obligaste a coger el empleo. ¡Si hubieras tenido un poco de paciencia…! Pero no, tú dele que dele, “Carlos que no tenemos para el alquiler… Carlos que el teléfono… Carlos que la lavadora… Carlos que no puedes quedarte en casa sin hacer nada…” Pero ella, a lo seguro. Y lo seguro eran las corbatas de la fábrica de sus tías. (Carlos se sirve otra copa.) -172-


¡Ay! Si hubiera sabido el éxito que me esperaba con las mujeres no me habría casado nunca. Casi sin trabajar podía haber vivido. Total, con desayunar donde una y comer donde otra me hubiera bastado. ¡Si yo no soy ambicioso ni pretensioso! Pero no pudo ser. Me cazó esta lagarta, me hizo la cacería esta vampira. La primera que me miró, y yo como un guevón caí en sus garras. Son casi las dos… ¡Ay!… ¡Ay! ¡Qué injusticia tan grande con migo! A mí me está dando un infarto solo en casa y ella con su tía que apenas tiene un dolorcito de lumbago… Ya me pasó. Habrán sido los nervios. Qué susto tan verraco. Mejor me voy a dormir ya. Mañana hay que madrugar. Adivinen a qué. Pues sí. A vender corbatas. (Carlos sale por la puerta derecha. Vemos en penumbra, en trasescena, al actor quitándose el pantalón. Debajo tiene un pantalón corto de pijama. Se queda en medias. Vuelve a salir pero antes de llegar a la escena se devuelve a la trasescena y toma una carta. Vuelve a salir a escena como Carlos.) CARLOS ¿Y esto? Una carta. Tan raro. MARÍA (Carta): “Querido Carlos: Te escribo porque hubiera sido muy violento decírtelo cara a cara y estoy harta de discusiones. Esta vez es de verdad. Me voy, o mejor dicho, cuando leas la carta ya me habré ido. Me separo de ti para siembre.” CARLOS: ¿Pero, qué dices? ¿Qué bicho te ha picado hoy, vamos a ver? MARÍA (Carta): “Hace ya tiempo que no sentía nada por ti. Bue-173-


no, miento, sentía malestar, frustración, agresividad y un vacío tan grande que me preguntaba que si esto era la vida, no quería seguir viviendo.” CARLOS: ¡Pero se ha vuelto loca de repente! Ayer tan normal y hoy me sale con estas. MARÍA (Carta): “Seguro que ni te has dado cuenta. Vuelves tan tarde y tan cansado y te fijas tan poco en mí… Pero no creas que soy tan tonta, ni que me he chupado el dedo, ni que me he tragado todas las mentiras que me has metido. No, para nada. Estaba al tanto de la situación y de lo que no tenía pruebas lo imaginaba.” CARLOS: Mentira. No sabe absolutamente nada. Es una zorra. Una perra. Lo dice para ver si saca de mentira verdad, a ver si saca algo en limpio, pero que ni crea que voy a morder el anzuelo, tan viva. Además, aunque supiera ¿qué es lo que puede saber? ¿Que he salido con algunas amigas? ¡Y eso qué tiene de malo! Pues, ¡hombre!, como están los tiempos… ¡Y como están las mujeres hoy día… que tienen más libertad que los hombres! Yo hago lo que todo el mundo. Bueno, lo que todo el mundo no, porque la mayoría se separa y dejan a la mujer plantada con los hijos y sin pasarle un peso. No tenemos hijos pero nunca los abandonaría. Como no abandono a mi mujer. Es cuestión de principios. MARÍA (Carta): “He sufrido mucho a tu lado. Sólo los dos primeros años fueron buenos, pese a los problemas económicos. Entonces me querías, pero después… no sé lo que pasó.” CARLOS: ¡Qué va a pasar! Nada, que no se puede estar siempre como el primer día. MARÍA (Carta): “Lo cierto es que en los últimos años hasta me -174-


había olvidado de que era una mujer. Me sentía como un mueble, como un robot que se levantaba, arreglaba la casa, preparaba la comida, lavaba, planchaba y esperaba con ansiedad que regresaras. Y siempre para nada. Mantuve la esperanza demasiado tiempo pensando que cambiarías, que me mirarías como a una mujer, que me besarías con ardor. ¡Lo deseaba tanto! Pero el milagro no se producía. Tú ya venías harto de besos nuevos, frescos y excitantes.” CARLOS: (Tirando la carta al suelo) ¡Si piensas que voy a seguir leyendo babosadas, estás muy, pero muy equivocada! Vamos a ver ¿qué quejas puedes tener de mí? ¿No te doy dinero bastante para la casa y para todos los caprichos que se te antojan? Hasta un lavaplatos te compré. ¡La falta que hará un lavaplatos para dos personas que somos y yo que casi nunca como al mediodía! ¿Y la lavadora secadora que vale cuatro veces más que la corriente? Total ¿para qué? Para secar cuatro camisas… Y el año pasado que se te antojó un abrigo de cuero… ¿te puse algún impedimento para que lo compraras? La verdad, María, no sé lo que quieres de mí, no te entiendo. Cualquier mujer estaría encantada y tú siempre insatisfecha, siempre con tu puto malgenio, con la cara larga, con la cara de palo, haga lo que haga. Además ¿sabes una cosa? Que no creo que te vayas. ¿A dónde vas a ir con la edad que tienes? ¡Con lo vieja que estás! ¡Bueno, a no ser que te vayas donde alguna de tus tías…! ¡Pues vaya cambio! Dejas tu casa, tu marido y veinte años de matrimonio sin motivo ninguno, por puro capricho, porque te da la regalada gana, porque te aburres, porque ya no es como antes. Olvídate de romanticismos, mujer, que los tiempos no están para chistes. Nunca debí dejarte que te pusieras a trabajar. Si no tuvieras un trabaja no me montarías estos actos bochornosos. Pero, claro, allí las amigas te calentarán la cabeza. Seguro que hay muchas sepa-175-


radas y tú, tan inocente, no has querido ser menos. Pensarás que es más moderno separarse. Volverás. Ya lo creo que volverás. Y quizá esta misma noche. No es la primera vez que montas este numerito y te vas a dormir con tu tía del alma. Voy a llamar. Seguro que está allí. (Marca el número) ¿Está María?... ¿De viaje? ¿Qué se fue de viaje?... No, no me dijo nada… Bueno, adiós. (Cuelga el teléfono) ¿De viaje? Esto no me está cuadrando ni cinco. (Recoge la carta del suelo y continúa leyendo.) MARÍA (Carta): “Hace unos meses conocí a un hombre en una cafetería. Él también se encontraba solo desde que murió su mujer.” CARLOS: ¡Un viudo! Tendrá unos ochenta años y hasta le parecerías joven. MARÍA (Carta): “Es más joven que yo, le llevo casi siete años, pero no le importa.” CARLOS: ¡Qué extraño! Aquí hay gato encerrado. Será un vividor. Habrá pensado que tienes dinero. A lo mejor fuiste con el abrigo de cuero. La culpa es mía. Soy un imbécil. ¿Quién me manda habértelo regalado? MARÍA (Carta): “Al comienzo pensé que se estaba burlando de mí. ¡Fíjate, me encontraba atractiva!” CARLOS: Ese viudo debe estar ciego, miope o cuando menos tiene cataratas. MARÍA (Carta): “El caso es que a partir de ese día nos seguimos viendo. Hace ya seis meses.” CARLOS: ¡Vea pues! ¡Quien la ve, la mosquita muerta! ¡La fiel esposa, la que se indignaba cuando me permitía la más mínima -176-


broma! Seis meses poniéndome los cuernos y yo sin enterarme. ¡Sinvergüenza!... ¡Ramera!... ¡Puta! MARÍA (Carta): “Al principio me sentía culpable.” CARLOS: ¡No, pues qué consuelo! MARÍA (Carta): “Pero después, pensando en los dieciocho años que llevas engañándome tú, me pareció una tontería.” CARLOS: No es ninguna tontería. ¡Qué va a ser una tontería! ¿Acaso piensas que es lo mismo el engaño de un hombre que el de una mujer? Pues no señora, no es lo mismo. ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo de mí? Primero un vendedor de corbatas y ahora un cachón, un cornudo. A ver, dime, dime con qué cara me presento mañana al trabajo. Vamos, habla… Tú lo que quieres es hacerme un desgraciado. Un hombre que tiene que dar una buena imagen, seguridad ¿y qué seguridad voy a transmitir todo lleno de cachos y abandonado? ¡Ninguna! ¿Me oyes? ¡Ninguna! No venderé ni una sola corbata. La seguridad es muy importante en la vida. ¡Que no se te olvide nunca! La seguridad ante todo. MARÍA (Carta): “El caso es que he recobrado la seguridad en mí misma, no sólo como mujer sino en todo, ya no me dan miedo los carros, ni los perros, ni nada.” CARLOS: Muy bonito, has recuperado tu seguridad a costa de la mía. MARÍA (Carta): “Hasta me siento y me veo más bonita. ¡No te -177-


rías, es de verdad! Él me desea más que a ninguna otra mujer. Debe ser porque está enamorado. He vuelto a creer en el amor, Carlos, y es maravilloso. Te deseo la misma suerte.” CARLOS: ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! (Arrugando la carta entre las manos) ¿Sabes lo que te digo? Que me alegro de que te vayas. Que estaba de ti y de tus caprichos hasta la coronilla. Que eres fea, vieja y no vales nada, que prefiero estar con cualquier mujer de la calle que contigo, que si no te he dejado antes es porque soy un hombre de bien, con principios, y sobre todo porque me dabas lástima. MARÍA (Carta): “A ti no te será difícil rehacer tu vida con una o varias chicas, como te apetezca.” CARLOS: Desde luego que no, mañana mismo si quiero. MARÍA (Carta): “Este encuentro es un milagro que nos puede liberar a los dos. La verdad es que no comprendo cómo has podido estar conmigo tanto tiempo gustándote tan poco.” CARLOS: El que no comprende soy yo. MARÍA (Carta): “En el fondo es posible que te diera lástima dejarme después de tantos años.” CARLOS: No me daba lástima. ¡Me daba rabia! ¡Rabia de sentirme atado! ¡Rabia de necesitarte para toda la vida! Sería la costumbre, porque ¿qué otra cosa podía ser? MARÍA (Carta): “Nos vamos a vivir fuera. Es extranjero. Puedes quedarte con todo. Él tiene un buen trabajo y yo también trabajaré. Nunca dejaré de trabajar. Adiós y que todo te vaya bien. Sinceramente. María.” -178-


CARLOS: ¿Al extranjero? ¿Se va al extranjero? No, ni que lo piense, a mí no me hace una mujer esto. Se va a dar cuenta de lo que soy capaz. (Carlos marca nervioso un teléfono) ¿Policía?.. Buenas noches. Oiga, por favor, me encuentro en un gravísimo problema, le ruego que me ayuden… Es una situación desesperada… De mi esposa, se trata de mi esposa… No, no ha tenido ningún accidente… No, desgracia tampoco. ¡Pues por qué va a ser! Porque se ha largado con otro… otro más joven que yo. Y que tiene más plata que yo el hijueputa… perdón. Sí señor… Bueno, pues que la busquen y que me la traigan a casa… Que hagan un operativo de búsqueda. Que cierren las calles, la terminal de transportes, el aeropuerto… Cómo se le ocurre… Es que no hay tiempo para denuncias. Pero… ¿Cómo no van a poder?... ¿Complicado?... ¿No lo hacen cuando se escapa un terrorista?... ¿La seguridad del estado? ¿Y mi seguridad? ¿Es que mi seguridad no le importa a nadie? Si pudiera verme… estoy tan inseguro que hasta me tiemblan las manos… No, nunca la he maltratado… Ya le dije que no, que nunca le he puesto la mano encima… ¡Tienen que ayudarme, me encuentro muy mal!... Yo no necesito ningún médico y menos un psiquiatra. ¿Qué piensa, que estoy loco?... Oiga usted, yo pago mis impuestos y tengo derecho como el que más. Les hago una llamada de socorro y están obligados a ayudarme. Óigame tombo hij… ¿Aló? ¿Aló? ¡Jueputa Me colgó! (Carlos se toma de un trago la copa y marca de nuevo un teléfono.) ¿Angélica? ¿Dónde está María?… Sí, usted lo sabe, claro que lo sabe. María no da un paso sin consultar a su familia… De viaje, sí, pero ¿a dónde?... Aunque me lo jure por sus muertos no le creo… Se arrepentirá de esto, se arrepentirá toda la vida si no me lo dice. -179-


Soy su marido y tengo derecho a saberlo… No me lo dice ¿eh? Pues yo sí que le voy a decir unas cuantas cosas. ¿Sabe lo que son usted y toda su familia? Unos hipócritas y unos traidores encubridores. Y su sobrina ¿sabe lo que es? Una zorra, una ramera, una grandísima puta. ¿Angélica? ¿Angélica…? ¡Jueputa, otra que me colgó! ¡Pues me van a oír! ¡Aunque no quieran me van a…! ACTOR Qué bien. Esto de distanciarse del personaje es muy buen ejercicio. Si alguien de aquí hace teatro o estudia actuación, se lo recomiendo. Es lo mejor. Y hasta la lágrima aparece. Aunque duele un poco el cuello. Pero no importa. De verdad… CARLOS Vuelve María. Vuelve por favor. Te mimaré, te haré caricias, te llevaré al cine y al teatro, iremos a cenar. Te juro que será distinto pero, por lo que más quieras, vuelve. Lo que siento por ti no se puede expresar, no tiene nombre, es algo muy fuerte, más fuerte que yo, más poderoso que el sexo y que el amor. Te necesito, María. Por última vez te lo pido. ¡Vuelve! ¿No vienes, eh? Pues ya me cansé. Ya no te suplico más. (Carlos se sirve una copa y se la toma de un trago.) ¿Qué crees, que no hay más mujeres en el mundo? Pues estás muy equivocada. Y cualquiera vale más que tú. A ver ¿qué tienes de especial? Nada, de especial no tienes absolutamente nada. Para colmo, eres fea. Eres populacha, del montón y en una edad difícil, no me lo irás a negar. ¡Veremos a ver lo que haces cuando ese tipo de deje! A mí no se te ocurra buscarme. (Carlos se sirve otra copa y la bebe pausadamente saboreándola.) Parece que la estoy viendo. En el aeropuerto. El extranjero la -180-


lleva cogida por los hombros del abrigo de cuero que le regalé yo y que le sentaba tan bien. La besa. La besa una y otra vez en la mejilla, en la oreja, con ternura, con pasión, con promesas. Ella se deja hacer, pero de pronto se acuerda de mis besos. Se retira… Se aleja. Él se inquieta. “¿Qué te pasa?”, le pregunta. “Nada”, responde ella. Él vuelve a preguntar, nervioso. Ella tarda en contestar. “Nada, que no puedo olvidar a mi marido, lo siento, me vuelvo a casa.” (Suena un timbre imaginario y potente.) Ahí está. ¿Tengo razón o no? Pasa, pasa, estás en tu casa. Siéntate ¿quieres tomar una copa? Lo suponía, nunca bebes, es igual, aunque deberías aceptarla para hacerme compañía. ¿Qué, te la pasaste bien con ese pollo? Muy bien no estarías cuando has vuelto tan pronto. Si es lo que yo te digo ¿a dónde vas a ir tú con esa pinta y esa edad? ¿Y dónde vas a encontrar a un marido más atractivo que yo? ¡Así, así las tengo a todas, locas por mí, porque soy un superdotado, un superman, un todoterreno, un don Juan, un Rodolfo Valentino, un macho Camacho! (Carlos, que con dificultad por la borrachera ha pronunciado las últimas palabras, se desploma redondo dejando caer la copa al suelo.) --- FIN --(El actor sale del personaje y vuelve a interpelar al público) ACTOR Ya. Ya se acabó la obra. Bueno. Ya está a punto de acabar. Aunque digamos que se acabó. Sólo que quiero quedarme un poco más. Acompañando a Carlos. Mi personaje. Sólo un momento nada más. Mientras ustedes salen de la sala. Lo acompaño. Por-181-


que, de verdad, es muy duro lo que le pasa a mi personaje. Lo abandona la mujer esta. Se van ustedes y si me voy yo al camerino, sería como un triple abandono. Ustedes salen de la sala y ya se olvidan de lo que vieron. Yo, por mi parte tengo una hermosa esposa que me espera en casa con dos hermosos hijos y debo irme también. Por eso me quedaré un momento más. Por otra parte, si fuera por mí les devolvería el dinero, por lo que les dije al comienzo. Ustedes pagaron por ver una obra terminada, no por un ejercicio. El problema es que la directora no lo va a hacer y la sala pues tampoco. Además ustedes se quedaron hasta este momento y ahí sí ni modo. Bueno. Voy a acompañar a Carlos. (El actor retoma la posición que tenía antes de levantarse.) Ya. Mucho. Mucho. ¿Todavía no se han ido? Bueno. No sé. Yo sí me voy. Lo siento. Me voy. (Sale de escena y fin del espectáculo).

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EL CURANDERO (DE LA MEDICINA EN ANTIOQUIA)

CAMILO RAMIREZ TRIANA Dramaturgo, director e investigador teatral, docente de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Magister en escrituras creativas con énfasis en dramaturgia de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en voz escénica y maestro en artes escénicas de la Universidad Distrital de Bogotá. Ha sido coordinador del programa de artes escénicas de la Facultad de artes-ASAB y en la actualidad se desempeña como director de la Unidad de investigación de la facultad y dirige la Revista indexada de investigación en artes “Calle 14”. Beca de creación para franjas de radio ciudadanas del ministerio de cultura, ha publicado en diferentes medios obras teatrales: “Entre el Rayo y la Fronda”, “Opus Póstuma”, “La Traición”, “El Alakrán”, y su investigación “Vigencia del Teatro Histórico”. Dirige el Teatro Vargastejada, es integrante de la Sociedad Teatral Posada & Gutiérrez. Orienta el semillero de investigación en Teatro y Memoria Histórica y es docente de planta del programa de artes escénicas de la Facultad de artes ASAB, donde imparte cátedras como interpretación vocal y montaje de verso. -185-


El Curandero parte del texto “La Medicina en Antioquia” de Manuel Uribe Ángel. Del actor Fernando Pautt proviene la división en escenas y la subtitulación del texto.

EL CURANDERO (De la Medicina en Antioquia) “O mena mansa para calma mía O suana mualla O suana. Amen” Secreto mágico indial. (El curandero José Nicolás de Villa y Tirado está encerrado desde hace varios meses en un rancho astroso a las afueras de Guayaval. Insiste, pasados los 80 años de edad, en vencer un cancro que lo acosa desde joven. No tiene ya contacto alguno con el exterior, pues hace un par de días echó a la mulata que lo acompañaba. En el pequeño espacio y en aparente desorden hay hierbas, una vasija con agua de la que ocasionalmente bebe, un perrero, unos libros viejos, un jergón, una cobija y pocas cosas más. Corre el -186-


año 1845. Son cerca de las tres de la mañana. Está preparando un emplasto con hierbas que oculta una úlcera.) I.- LA AUTOCONSULTA NICOLÁS.- ¡Javiera!... ¡Javiera!... ¿Dónde se metió? (Se examina a si mismo con un pedazo de espejo) Tiene sarro en la lengua. ¿Negro, blanco o amarillo? ¿Sequedad en la boca? Como la de un loro. ¿Vómito? ¿Sed? Tiene calentura. ¿Delira? ¡Delira! (Pausa) ¡¡Javiera!! ¿Fue que se murió o qué? (Pausa. Canta entre dientes.) Cito, nacito ení, ení Cito viejito e engo quí Aquí, aquí... Aquí, aquí... Gallina, llina, cito vení... Aquí tengo verdolaga, raíz de grama, borraja, hinojo, cerraja, toronjil, naranjo y malvavisco. Allí hay raicilla, jalapa, malva, bledo, ruibarbo. No, no hay ruibarbo, ni tártaro. Hace falta zarza, china y quina; harta quina. No hay vendeagujas, no hay espadilla... No hay suero; ¡fuf! No hay espíritu de nitro dulce, ni sal de nitro, ni maná, ni cremor. Basurilla, si arrimaran los indios; y ayahuasca... (Ríe) ¡Ayahyahuasca! Hayo, virola y floripondio, no tengo. Miel de abejas y panela, si hay. Malva y bledo, poquito. (Canta) Gallina, llina, cito, llilli Que tengo quí, ¿Qué tengo aquí? (Se oye un perro que ladra cerca del rancho) ¡Jah! ¡Llegó! Ahí está... (Pausa)

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II REMINICENSIAS NICOLÁS.- (A Javiera con un suave tono de reproche) Ni sueñe que la voy a dejar entrar, ¿oyó? Usted allá afuera, con su perro, en su puesto. Y sin fisgonear. (Ruidos afuera) ¡Ahh! ¿Qué saca con meter el dedo por la rendija? ¿Fue que se le perdió algo? ¿Qué busca, qué se le ofrece?... Ahora quiere entrar, quiere meterse. Quiere que le dé rejo. ¿Es que no se cansa? ¿Qué es lo que quiere? Yo no estoy enfermo y no me voy a morir por que usted se vaya. No necesito una negra fisgona y ambiciosa, que ni siquiera es capaz de ayudar; una bruja que viene a hurgarme por las rendijas. Así que lo que no sirve, que no estorbe... Yo me arreglo solo, desde que era chiquito. La primera vez que me encerré aquí fue hace como 60 años. Con el cancro. Yo mismo me curé. Y después salí sano; Así que... ¡Psé!... Pacho Flórez se burló al principio... Pero cuando me vio salir... cayó de rodillas... “Milagro, milagro” gritaba... Y no era ningún milagro: era conocimiento. ¿Usted conoció a Pacho Flórez, Javiera? No. Eso fue hace más de 60 años. Ahora me ha dado por pensar en él. Lo recuerdo comprando una marrana gorda en la feria (Ríe) y quemando los mazos de tabaco del estanco, y gritando en la plaza de Rionegro. Apestaba como una cachimba inmensa. Y después lo veo clavado en un palito en el camino real, con una telaraña en un ojo. ¡Fhuh! Pacho Flórez. El me enseñó a negociar marranos: “Si se compra una marrana negra, se vende una marrana mona y se encima el chicharrón. ¡Jah! Ese es negocio que no para de dar plata”” Con lo jodido que era él y cuando me vio gritaba: ¡milagro, milagro! (Canta mientras se pone paños en la frente para la fiebre) Cito, cicito vení, niní Par an tasajo ca tango aquí -188-


Citititico niní, comé Carrrne da puerrrco ka yo comprrree ¿Javiera, qué pasó con la marrana, que no se oye? (Amenazante) ¡No, Javiera! ¿Me dejó morir la marrana? ¡Javiera! ¿Me la dejó morir? Conteste. ¿Se murió o no se murió? No se haga la pendeja: la marrana rucia que se comía los mangos; a la que le amarramos una horqueta de guayabo en el pescuezo para que no atravesara las cercas; la que varias veces la tumbó a usté y la pateó. La que mordía los perros. La marrana rucia... ¿Se murió, sí o no?... ¡Se murió, claro! Me la dejó morir. Me la mató. Por no llevarle la comidita. Por no guardarla de noche. Por no mover las patotas. Por no caminar tres pasos. ¿Cuánto le costaba echarle la lavacita, darle las cascaritas, los ponquesitos, tirarle la frutica, darle la hierbita, echarle un pollito? ¿Cuánto le costaba? Pero no se podía. Era muy difícil salir de la cama. Y el bichito se murió, flaquito, parecía un tomate. Nos lo habríamos comido el viernes santo con Pacho Flórez sin que fuera pecado. (Canta mientras mezcla algunas hierbas que va a tomar) Fhuninacito vini comé Necar de tarra ka te crompe Tocinalliga nive nive Necar taa rata ka ta compré

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III DON CASIMIRO NICOLÁS.(Se oyen ruidos afuera) ¿No se ha ido? (Pausa) Está esperando que me duerma para meterse. ¡India Ladrona! Perezosa y ladrona. ¿Qué es lo que se quiere robar? (Pausa) ¿Los libros? Y para que los quiere si usté no sabe leer. ¿Para cocinarlos como hierbas? Además los libros siempre dicen mentiras: Don Casimiro, mi señor padre, curaba con los libros, y recetaba “la triaca”, que se hacía con sangre de víbora y setenta y tres ingredientes más... “Y no puede faltar uno solo porque no hace efecto –decía-. Para curar las heridas de combate, hay que frotar las armas que las causaron con ojos de cangrejos secos y molidos. Las convulsiones se curan metiendo una araña en el bolsillo. Cargar corales salva de la malaria. Llevar castañas de indias libra del reumatismo. A los cotudos se les pone una serpiente venenosa en el cuello y no hay más que hablar”... Todo estaba en los libros y nada servía. El Cuerno del Unicornio” o la “Momia Pulverizada de Egipto” no curaban sino en España y un poquito en Francia. Pero en estas breñas... Al viejo le dio un síncope cuando se lo dije. De inmediato busqué en su libro y le leí al oído: ¡¡¡Gaspar lleva la Mirra, Melchor, el incienso, Baltasar el oro; cualquiera que reciba sobre él los nombres de estos tres reyes magos será curado del mal caduco, por gracia de Cristo!!!” Entonces abrió un ojo y me dijo que cogiera unas cáscaras de naranja y un poco de romero, que buscara un huesito de muerto que tenía en el baúl con los libros, que lo juntara todo en un vaso de barro y lo pusiera en el monumento hasta el día siguiente. Al otro día molí todo y le puse los polvos en una copa de vino. Leyó varios ensalmos y des-190-


pués se la tomó de un sorbo... Ahí quedó. Con los ojitos todavía brillándole de agradecimiento. Lo enterramos por la tarde porque el hedor no se aguantaba. Después dijeron que yo lo había matado. Que era que yo no lo quería. Que le tenía odio. Que lo había descuidado... como yo ya curaba... Lo que pasa es que uno no se muere cuando tiene que morirse, sino cuando afloja; por pendejo o por aburrido o porque le hacen maldad, por lo que sea. A veces mandan del otro lado por uno, y entonces ¡se abre la tierra...! Pero de resto, toca estar despierto y pateando. (Se cubre el pecho, se arregla un poco. Coge los libros) Si quiere se los regalo para que no se los robe. Tenga, váyase con mis libros. A mí ya no me hacen falta. Venga, cójalos, ya no los necesito (Espera. Ella no entra) El verdadero conocimiento, la verdadera medicina, está aquí (señala un sitio especial en su frente), aquí. Y nadie la puede robar. (Pausa) No pudo el embustero francés, el que vino a curar al Presidente-Dictador, mucho menos una india perezosa, por muy bruja que sea (Deja los libros donde estaban) Lliganatoci nive, nive Rop anu bruja que gonte qui Lliganatoci nive, come Carde ne jabru te que compre. IV EL AQUELARRE NICOLÁS.(Se mira de nuevo en el pedazo de espejo. No le gusta lo que ve. Lo estrella contra el piso) ¡Ayayayay! ¡Bruja muy bruja...! Lo que quiere es que me muera ¿No? Me quiere matar. Me quiere matar. Y como no hay alimaña que no le obedezca, todas quieren metérseme al rancho: alacra-191-


nes, gusanos, serpientes, perros... Una flecha espantosa destrozó mi imagen en el espejo. ¡Ayyyy! ¡Auxilio! ¡Sálvenme de esta bruja terrible! Ya vienen las sabandijas, los gallinazos, los perros, esos perros horribles. Ya vienen a acabar conmigo. Ayyyy, ayyyyy, ayyyyy. ¡Señor todopoderoso! ¡Espíritu Santo! ¡Protégeme! (Respira, observa) ¿Ah? ¿No dice nada? (respira, observa) Debe estar durmiendo, mientras yo me muero aquí solo como una cucaracha. Y ella roncando con las patas en el techo. Chimbilá. Debe estar soñando maldades... Pero yo también sueño: anoche soñé que llegaba la peste y se la llevaba a usté. Con todo y hechizos (Respira, observa) Y soñé que un perro risueño se me acercaba y me mordía. Se reía y me mordía. Como el francés... El francés se me acercaba, amigable y simpático, inocente y desprevenido, a preguntar: “¿Qué hierbas son esas? ¿Cómo cura usted el causón?, ¿y los tabardillos? Ha, ha, ha, qué cosa más bella... Es raro encontrar por estas tierras la inteligencia y el talento juntos... Felicitaciones mi querido señor de Villa y Tirado. Pero dígame, cómo cura usted las enfermedades mentales, la locura, la tristeza. Ha, ha, ha, es muy ingenioso para curar la picadura de culebra. ¡Pero cómo: ¿usted también chupa la enfermedad, como los indios?!...” ¡No! No chupo. Y no me enseñó a chupar la enfermedad ninguna india. Y mucho menos usté: ¡muy bruja! Yo no aprendí de usté sino maleficios y hechicerías. Cosas del demonio: bebedizos para viajar a los mundos del mal, venenos y alucinantes que siempre quise, con todas mis fuerzas, olvidar. Pero usté no me lo permitió con sus embrujos. ¡Muy bruja! (Se oye al perro husmear) Chite perro. Chite. Chite perro. Le voy a matar ese perro sino se lo lleva de aquí. No hace sino comérseme lo mío. Le voy a contar una historia: “una vez hubo una revolución para echar de estas tierras a un -192-


rey imbécil, usté se acuerda. Pues bien, a ese rey que se comía lo de uno, lo echaron como a un perro: a patadas”. Así le voy a echar a patadas a ese perro que viene a comérseme lo mío. (Canta mientras se arrebuja en su jergón. Tiene escalofríos) Gllnct ei, ei Pr n tasajo qu tngo qui Gaiaito vni, come Cane e perro qu t cmpre. V EL MEDICO PERRO FRANCÉS NICOLÁS.- Kss, ksss,kssss. Venga perrito A veces pienso que ese perro es como el médico que dejó morir al benemérito Presidente-Dictador Juan del Corral. Tiene los ojos azules. Cuando quiere algo es zalamero y bate la cola. ¿Hablará francés? Y usté se muere por él. Ahh, le gustan los perros, narizoncitos y de ojos azules. Son bonitos los francesitos blancos y rubios. Y vienen de lejos batiendo el culito. Con la cresta parada como gallitos, hablando de Liberté, Fraternité, Egalité... Y no son sino sanguijueleros. Yo vi que el francés era nuestra perdición. Curaba la peste matando de hambre. Le chupaba la sangre a los pacientes y a los dolientes. Y todos se sentían felices y querían más. Emolientes y sangrías: más. Revulsivos y honorarios: más. Dietas y sanguijuelas: más. Para curar el causón: abstinencia. Para curar los tabardillos: ayuno. Curaba el hambre con el hambre y cobraba. Pero quien iba a resistir tanta zalema, tanta deferencia, tanto patriotismo, tanta sabiduría, tanto... tanta “medicina práctica”. Ese francés iba a ser nuestra perdición. Y como se me ocurrió decírselo a usté –traidora, chismosa, engañera, barata-, me convertí en un envidioso, resentido, celoso, ignorante, bruto, incivilizado y godo. ¡Monarquista! Por ahí resulté “peligroso para la república”. Despreciado, perseguido, desterrable. Y ni siquiera mi hermano, el revolu-193-


cionario, intercedió por mí. ¡¡Hagan lo que quieran!! Si Seguier los engrupió y no ven la charlatenaría y el empalago, allá ustedes. ¡Hagan lo que quieran! (Desafiante) ¡Gallinazo brrndo! ¡Vení pa ver! ¡Gallinazo berriondo! (Pausa. Calmado) Después fueron a buscarme: - Que es muy urgente, mandan decir. - Hagan lo que quieran; yo no doy un paso. - ¡Que se está muriendo el dictador presidente don Juan del corral! - Que lo cure el francés, que para eso le pagan. - ¡Que se va a morir! - Que haga lo que quiera. - Que va por las buenas o va por las malas (Sale del jergón) Me llevaron alzado. Era de noche. A lomo de cristiano es más lento pero más seguro. Subimos hasta Rionegro en ocho horas, por el camino viejo. - Parando, parando... ¿Ven esos ojos azules que alumbran entre los matorrales? ¡Mátenme ese bicho inmundo! ¡Era su perro! Y corrió, como alma que lleva el diablo. ¿Qué estaría haciendo? ¿Qué haría por ahí? Hmmm, quien sabe. - Sigamos muchachos: si vamos a ir, vayamos. Si vamos a llegar, lleguemos. En todo caso ya es tarde. Y ya era tarde. Después dijeron que yo también había matado a Don Juan del Corral. Al dictador bueno, al benemérito presidente de la República de Antioquia. Que lo había dejado morir. Que yo era un monarquista resentido. Que era un infame. Que merecía la horca. - Hagan lo que quieran. Me compré una marrana famosa en Rionegro y me vine para Guayabal... -194-


VI

LA SEDUCCIÓN

NICOLÁS.(Revisa la pócima que está preparando) ¿Me vine para Guayabal o para Medellín? La memoria fue facultad grandemente desenvuelta en mí en la niñez, en la juventud y aun en la edad adulta. Ya la voy perdiendo. (Hace memoria) Nací en 1763. En el 80 me curé del cancro. En el 81 mataron a Pacho Flórez. Don Casimiro murió en el 85. Paso, paso, pasó el siglo. La junta patriótica fue como en el 10. En el 13 debió ser la muerte del momposino. Un par de años después echaron al virrey. No... eso fue 5 o 6 años después. !Ah¡, en el 30 me gané este rancho en una rifa! (En voz baja) ¿Cuando fue que llegó esa mulata? Ya no me acuerdo. ¡Hfju! Era flaca; después se le cayeron las tetas. (Pausa) El problema es que no volví a conseguir la hiel de perdiz. Mientras me la puse en las sienes, con los parchesitos de badana, tuve memoria infalible. Ahora no recuerdo ni como se llamaba el secretario; el menor de mi compadre José María... Al hermano le dio una fullerita en el 32. (Pausa) A Corral lo mató el tabardillo. Un tabardillo francés... ¿Oyó india lambona? (De pronto) ¡Manuelito! Manuelito se llamaba. Aprendió a recetar con solo oírme. Ya serás médico importante. Él si me traía las hierbas sin chistar. (Pausa) Me vine para Guayabal, porque doña Josefa Heraclia dijo que yo había matado a su marido. ¡Claro! De Rionegro me vine para Guayabal recogiendo hierbitas por el camino... (Pausa) Recogiendo hierbitas por el camino. Y pensando que a pesar de todo, mi negrita es tan bella y servicial... Porque eso sí: Usté puede ser perezosita pero cuando se decide a ayudar no hay quien le gane. ¿Cierto, Ilba Javita? Pausa) Mire, Javiera, (Confidencial) le voy a enseñar el secreto para achicar las tetas -195-


largas y hacerlas encoger: agarra una onza de la harina de cebada, una hiel de toro, unos huevos de la perdiz, lo amasa todo junto, se unta con eso las tetas y ahí mismo experimenta el remedio. ¿Ve, Javiera? ¿Sí? Javita, mire... ¿Usté que es tan bella, haría el favor de traerme unas hierbitas que me hacen falta? ¿Si? Como usté sabe tanto de hierbas... Haga el favor. Como es tan acomedidita e inteligente. Javiera... Haga el favor. Negrita... Negra... (Pausa) Negra inmunda. ¡Ffff! ¿Qué es lo que está haciendo? ¿Qué es esa hedentina? ¿Qué porquerías está cocinando? Ya querrá que me tome esos brevajos. El agüita del descanso. El caldito del buen morir. Usté quiere envenenarme, Ilba Javiera. Dígame la verdad. ¿Usté por qué quiere matarme? ¿Por envidia? ¿Por venganza? ¿Por celos? Tenía razón mi hermano: “fomentar el contacto muy asiduo entre los que no son iguales, siempre tiene consecuencias funestas”. Cito, cicito nini nini Rop anu jabru qu gonmte qui Gallincct... Tengo raicilla, jalapa y bledo, pero no hay quina, ni vendeagujas, ni espadilla, no hay nitro dulce, ni de sal, ni maná ni cremor. ¡Mffff! (Busca en uno de los libros viejos y lee) “Oración para ablandar una mujer enojada. Poner los dos dedos, el índice y el de en medio de la mano derecha sobre los ojos y luego decir: Con dos te miro y con cinco te ato, La sangre te bebo y el corazón te parto. Tan contenta y humilde vengas a mí, Como mi Señor Jesucristo fue a morir a la cruz por ti y por mí. Se la ha de decir nueve veces en la cara” (Le dice el en-196-


salmo dos o tres veces por las rendijas. No funciona. Desiste.) Ilba Javiera... Haga el favor... Mire que a pesar de todo yo siempre la traté bien. Haga el favor.... Yo si la ayudé lo más que pude.... Y también reconozco que usté me ha enseñado mucha cosa... (Se oyen ruidos afuera) Mire, haga el favor: Vaya traigame una pucha de suero, ruibarbo y tártaro. Me hacen falta zarza, china y quina, hartica quina. Consígame vendeagujas, espadilla y hayo... No tengo espíritu de nitro dulce, ni sal de nitro, ni maná, ni cremor. Vaya, vaya, vaya que yo le cuido el perro. (Pausa. No hay reacción. Lee otro ensalmo) : “Fieles ánimas las que moristis despeñadas, ánimas las que moristis por los montes alanceadas, que confesión pedistis y no la tuvistis, ánimas las que moristis en España, en Madrid, en Sevilla, en Medellín y en Guayabal de muerte súbita, todas os juntéis y os incorporéis y al corazón de Javiera iréis y en la cruz de su cabeza os pondréis y me lo revelaréis en sueños, o en puertas llamando, o en perros ladrando o en gallos cantando”. (Pausa. Observa. Silencio. Bota el libro. Cree ver al perro por entre las rendijas) ¡Seguier! ¡Seguier! Venga perro. Quédese ahí quieto. No se trata de perdonar todas las veces que brilló la intención maligna en esos ojitos azules. Ni de olvidar que se tragó varios terneros. Se trata de llegar al fondo. De asimilar su presencia, para -197-


extirparla, como un ganglio pútrido. El espíritu del intrigante, del falsario, del hipócrita, del traicionero, usurpador y asesino. La enfermedad metida a perro. La enfermedad sentada a las puertas de mi rancho, esperando entrar para devorarme con su gran tarasca. Enviada por esa mujer que me persigue. Perro venga. Le voy a contar un cuento: “hace mucho tiempo sacaron de aquí a patadas a un rey imbécil; pero poco después... el imbécil volvió y acarició la nuca de sus enemigos con el filo del hacha. Entonces los más bravos, los que más habían gritado y pateado, quisieron ser sus amigos; y a todos correspondió el soberano con paternales descargas de fusilería...” Bien hecho, ¿cierto? Seguier? Perrito, ¿cierto?... Pero la cosa estuvo mejor cuando los marranos se revolvieron y ¡ZAZ! (Golpea al perro con el palo por entre las rendijas). Estrangularon al perro imbécil en la plaza pública y después se lo comieron con ají. (Canta bailadito) Kayiñaquito pení, pení Po pun perrito pe penco apí Pallinacito pení, comé Tripas de perro que yo compré. VII ARREPENTIMIENTO A LA FUERZA NICOLÁS.Ahora sí ya no tenemos ninguna opurtinadad. Esa india ladina nunca me va a traer las hierbas. Cuando vea al pobre Sequier, me va a querer matar. Se va a volver el demonio, la muerte de verdad. Va a acabar con migo; con este pobre viejecito que no puede defenderse de semejante bruja; de tanta maldad, de tanta enfermedad y tanta muerte como siembra esa desalmada por todas -198-


partes. (Desafiante) ¡Ilba Javiera Londoño! Aquí está este viejecito, José Nicolás de Villa y Tirado, india Ladina. No me asusta la muerte, ni me asusta la brujería, ni me asusta la maldad. La enfermedad no me asusta. Aquí la espero, negra desalmada, bellaca. Venga que aquí estoy yo: este curandero que sueña y canta. Aquí tengo mis hierbas, mulata hedionda. ¿Dónde dejó al perro? ¿Se lo enterraron debajo de la cama? (Ríe) El pobre Seguier, con sus ojitos azules... (Canta) ¡Gallinacito vení, viní Por una bruja que tengo aquí Gallinacito vení, comé Este pellejo que te guardé!

VIII EL ATAQUE NICOLÁS.- ¡Oigan allá afuera” Aquí estoy yo. ¿No me oyen? ¿Alguien quiere ganarse una marrana? ¿Quién quiere llevarse una marrana? ¿Quién dijo yo, quién dijo? Tomen interés. ¿Nadie quiere tomar interés? ¡Oigan allá afuera! ¡Voy a regalar la marrana! ¿Oyó, Javiera? Voy a regalarla. ¿No se pone feliz? Oiga. ¿Se embobó? ¿Está borracha? ¡India Chichosa! ¿Fue que se murió o qué? (Sale con dificultad al espacio exterior del rancho y ve claramente que no hay nadie, que está solo. Regresa)

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IX INUTIL DEFENSA Y MUERTE DEL INOCENTE NICOLÁS NICOLÁS. - Ojalá se haya muerto y se esté cocinando en un pailón del quinto infierno. A mí no me importa. Negra estúpida. Malagradecida. Ojalá esté bien lejos y no vuelva. Ni falta que me hace. India perezosa. Estará por ahí echada parando oreja. Bruja fisgona. ¿Dónde se metió? (Vuelve a examinar las hierbas) Aquí tengo verdolaga, raíz de grama, borraja, cerraja, hinojo, toronjil, naranjo y malvavisco. También hay raicilla, jalapa, malva... ¿Hay bledo? (Busca la pócima y va hacia atrás cantando entre dientes) Gañiña, ñiña, cito, ñiñi Qu quengo quí ¿Qué qo quengo quí? (Sale. A lo lejos ladra un perro) FIN

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ALEJANDRO PETIÓN O PAPÁ BANKÉ Por tantos años de incondicional amistad A Fernando Pautt Vega

ELIÉCER CANTILLO BLANCO Egresado en 1975 de la Escuela Municipal de Arte Dramático “Margarita Xirgu” de Montevideo Uruguay. Actuaciones en el Instituto Teatral “EL GALPÓN”, Montevideo. Actuaciones, hasta 1978, en la Comedia Nacional de Uruguay. Actuaciones, hasta 1987, en el Teatro Libre de Bogotá. Actuaciones en la Orquesta Sinfónica Nacional. Actuaciones en novelas de CARACOL TV. Actuaciones en el Teatro Camarín del Carmen y participación en la II Olimpiada de Teatro en Japón, 1999. Desde hace 20 años se desempeña como Docente de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, programa de Artes Escénicas, área de Actuación, Adaptación Dramática e Historia del Teatro y del Drama. -203-


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oy yoruba.

Soy el gran padre río Níger. Soy la madre Nigeria. Soy África. Del inmemorial vaivén del mar, de la cadencia en las barcas sobre el mar Soy. Y del latido potente del corazón africano herencia de fuerza y aromas de frutas maduras, Soy. Quejumbre lúbrica y candente amasada en sudor y sangre con raíces tierra y sol. Aliento de indio y de negro susurran en mi origen de son nocturno y éxtasis de agua, calor y selva. Soy abrazo tremendo de bejuco primigenio, -204-


relumbre de ansias en ojos enamorados. Soy retumbe de trueno en la distancia, suspiro de viento y caña, Soy. Conmoción cuajada de senos en celo, susto de beso urgente golpe de cadera Soy. Soy decisión caliente de pubis decisión de rio crecido y nostalgia de remo y mar embriaguez de candela amanecida y lágrimas de esperma, Soy. Soy yoruba. Soy Arawak. Soy Caribe. Soy Taíno. Soy Caribe. Soy Antillano. Huelo a hormiga, soy aroma de tabaco, soy fragancia de caña de azúcar. Soy perfume de mar y lluvia. Tengo sabor a guarapo. De África vinieron espíritus que me habitan. Tales me modifican físicamente y desarrollo defensas y se me ve como un demonio como afirma el cristianismo invasor. Cuando el invasor Cristóbal Colón nombró a mi tierra la Española y tuvo que regresar a España dejando un fuerte llamado Navidad, los soldados custodios maltrataron y esclavizaron a la tribu TAINOS. Ocurrió el primer levantamiento liberador, incendiando y matando a los soldados españoles. Desde entonces Haití ha luchado por abolir la esclavitud. Pero casi inmediatamente la bondad católica respondió sin con-205-


siderar humanos a los negros con almas… ¿tienen color las almas?... Para 1493 el Vaticano expide la Bula Menor Inter – Caetera que facilitó el comercio de humanos negros africanos, para la esclavitud en las Américas. También supe que el venerable Fray Bartolomé de las Casas, en gesto conmovido porque los invasores españoles sometieron a los aborígenes en la explotación minera y como aquellos se debilitaban, decidió, misericordioso, aquel Bartolomé que los africanos no tenían alma: y se produjo la cacería humana de africanos para esclavizarlos en las minas, cultivos y sexo. El africano y el haitiano chapaleaban huyendo en el cieno de la injusticia. La audiencia de mi numerosa audiencia en mi pensamiento, sólo indica, no justicia, sino VENGANZA. El 16 de septiembre de 1501, Los Reyes Católicos avalan a Nicolás Obando para comercializar humanos negros africanos para esclavizarlos hasta sus muertes. Tal vez una de las expresiones de falta de libertad sea el daño en la salud, las enfermedades. La mayor enfermedad sea la esclavitud, el sufrimiento en vida de la aborrecible, denostable y maldita ausencia de libertad. Perseguir y cazar humanos, desarraigarlos de su paisaje y de sus congéneres, no sólo es crimen y como todo crimen es abominable, sino lo peor, que hasta ahora no exista alguna jurisprudencia que lo condene: Vivir la libertad no admite sacrificios, en particular si lo último priva del goce social. Lo tengo aquí, aquí en el recuerdo. El horizonte erizado por numerosas naves veleras. En sus oscuras y tumefactas bodegas venían, como mezcla de gusanos o deshechos, cientos de humanos africanos destinados a la ignominia. -206-


Ya aquí, en Puerto Príncipe, vi desembarcar, como mercancía de dolor y vergüenza, desde aquellos barcos de oprobio, larguísima ristra de muerte encadenados por el cuello y los tobillos. Niñas, niños y mujeres llorando sin consuelo. Hombres viejos y jóvenes soportando un silencio de piedra. Ya arrastrarán una pesada bola de hierro encadenada a sus tobillos. Los piojos en las cabezas de los negros esclavos y los piojos de la burocracia española solo se les matarán con la espada. Desde entonces supe que el sable y el mosquete abolirían la esclavitud en Haití y en América. Tengo amargos recuerdos de la historia de mi pueblo y de mí. Es como la mordedura antigua de una serpiente venenosa que pudre mi sangre. Cuando los infames invasores sometían a fuego, sable y látigo a los forzados inmigrantes de opresión y esclavitud, cientos de negros huían por la madrugada en la manigua de desespero. Los blancos salían en persecución a caballo con antorchas y armas a recapturarlos como si esos negros fuesen delincuentes. Los blancos enviaban a otros sometidos negros esclavizados a recaptura de sus hermanos… so pena de torturas heredadas de la sagrada Inquisición. Ay de quien se opusiera. Sus mujeres y sus hijos a la hoguera… Y no era pecado contra su quinto mandamiento. Tengo amargos recuerdos de mi historia…de Haití… Los blancos lanzaban sus jaurías de perros azuzados contra los negros angustiados en la manigua. La madrugada centelleante de antorchas, de disparos, de amenazas, se conmovía por los sangrientos ladridos y los desgarradores gritos de los esclavos devo-207-


rados en carne viva. Los encarnizados látigos martirizan la piel humana… el follaje. Estalla en ripios de ruido de miedo en toda la manigua. Aullidos de micos aterrorizados huyendo en desespero por las ramas aun dormidas. Confusa gritería de loros y guacamayas coloridas. Las iguanas de numerosos huevos saltan espantadas. El aire se agita por las explosiones y el súbito croar de ranas y sapos interrumpidos en su procreación. Toda la manigua convulsionada como una culebra decapitada. El blanco asustando al orbe con sus carcajadas de ominoso triunfo, continuando con la humillante rutina del esclavo, otra vez el crujido de caña en el trapiche, mugidos de bueyes castrados, esclavizados para girar, girar y girar sin decencia. Los esclavos recapturados, si la ética permitiera el término, serán sometidos, a modo de escarmiento, a los castigos sólo imaginados por lo perverso. Los blancos reunían a todos los esclavos y ante ellos cortaban las orejas, quemaban los sexos, arrancaban los ojos, los colgaban de los pies y otro negro, obligado, con el mismo machete de zafra, lo abre, de un tajo, desde la verija hasta el cuello para ver cómo se derraman todas las vísceras y vida de un esclavo con intensión de evasión. Así, ellos recordaban cómo fueron cazados y apresados por españoles y franceses en su lejana y destrozada África. Pueblo masacrado y triste lejos de su tierra. Francia, Francia, que a la ambición de tus gobernantes les caiga la guillotina más abollada. España, España, que la Inquisición más sanguinaria extinga tus apellidos. Ya en las gimientes noches, después de la inhumana recupera-208-


ción de los esclavos, a lo lejos se oían los golpes fúnebres de los tantanes. Eran ceremonias para ahuyentar a los malos espíritus y salvar a los espíritus de los cuerpos muertos ya que BOKOR, el espíritu, hace resucitar a los muertos para trabajar sin salario. Eran tambores en la noche. Después algunos les temieron, por evitar alguna tendencia incestual, estar en cercanías de habitación con sus hijas. Aquellos golpes de tambor en la noche, tumbaron el gobierno de Henry Chistophe, otro negro esclavo, pero de la ambición. Desde mi infancia el mar ha influido en mi carácter. Algunas veces violento – y no por mi carrera militar – y la mayoría de las veces por mi soledad, tristeza y melancolía. Desde mi infancia miraba ese horizonte marino, esa infinita línea entre el borde del cielo y el mar. En aquella infinitud me abstraía y mi imaginación vagaba por los tiempos incomprensibles de la creación. Para mí era imposible que un mundo redondo y enorme cargado de tanta agua no se le derramara una gota. Desde mi infancia miré esas fases lumínicas y de color entre el mar y el cielo. Para ese entonces supuse que la luz origina el color. Cosas, imaginaciones de niño. El golfo de San Marco oculta allá en su profundidad la breve bahía de Puerto Príncipe. A mi retorno advierto que el golfo y la bahía tienen las características necesarias para el ocultamiento y la piratería. El golfo tiene extremos como gigantescas tenazas de cangrejo, que cuando se cierren jamás podremos salir, parece una premonición. Desde mi infancia y hasta hoy, no obstante, mis comparaciones tristes, aun veo en la bahía los encantos que me influyeron. Ese susurro inicial del mar en las mañanas, el estruendo del olaje en el meridiano y el reposo anciano del mar ya en el ocaso del sol. Para ese momento, imaginaba – como cuento de niño– que el mar, cansado, sólo murmuraba las rabias pasadas por ser testigo, no de la felicidad, si no por las invasiones, asaltos y mortandades aquí en Puerto Príncipe. El mar está cargado de -209-


amarga culpa. Sí, aquella línea entre el mar y el cielo, ya en mí infancia causaron mi tendencia a la melancolía. Recuerdo el dorado del sol en el mar, el acero brillante y duro en el medio día y lo que más influyó del mar y el cielo unidos en aquel color malva fue lo que puso tristeza en mi espíritu. Sólo con Simón en sus angustias pude reír. No por crueldad, siempre quise a Bolívar. Como era pequeño y cabezón sus expresiones daban una caricatura de su sufrimiento. También él se comprometería para abolir la esclavitud en América. Desde mi niñez quise escapar del tormento causado por los numerosos negros, que como mercancía humana se expendían aquí en Puerto Príncipe, si no allá en Cartagena. Aun desde este lado del tiempo solo recuerdo – y no por temperamento – las impresiones de mi infancia. Aprendí idioma francés por mi padre. Aprendí creol en modo oculto por mi madre, lo repetiré, sin vergüenza, esclava africana liberta por mi padre. Cuando desde mi infancia con mi padre en los frescos atardeceres ya de noviembre y diciembre salíamos a pasear en coche – siempre conducido por un negro vestido al modo parisino – y con este toldo para evitar los mosquitos, recuerdo me enseñaba en francés “mira esas murallas, planificadas por españoles, nunca fueron un estorbo para la corona francesa”. El golfo de San Marco oculta allá en su profundidad la breve bahía de Puerto Príncipe. A mi retorno advierto que el golfo y la bahía tienen las características necesarias para el ocultamiento y la piratería. El golfo tiene extremos como gigantescas tenazas de cangrejo, que cuando se cierren jamás podremos salir, parece una premonición. Desde mi infancia y hasta hoy, no obstante, mis comparaciones tristes, aun veo en la bahía los encantos que me influyeron. Ese susurro inicial del mar en las mañanas, el estruendo del olaje en el meridiano y el reposo anciano del mar ya -210-


en el ocaso del sol. Para ese momento, imaginaba – como cuento de niño– que el mar, cansado, sólo murmuraba las rabias pasadas por ser testigo, no de la felicidad, si no por las invasiones, asaltos y mortandades aquí en Puerto Príncipe. El mar está cargado de amarga culpa. Sí, aquella línea entre el mar y el cielo, ya en mí infancia causaron mi tendencia a la melancolía. Recuerdo el dorado del sol en el mar, el acero brillante y duro en el medio día y lo que más influyó del mar y el cielo unidos en aquel color malva fue lo que puso tristeza en mi espíritu. Sólo con Simón en sus angustias pude reír. No por crueldad, siempre quise a Bolívar. Como era pequeño y cabezón sus expresiones daban una caricatura de su sufrimiento. También él se comprometería para abolir la esclavitud en América. Desde mi niñez quise escapar del tormento causado por los numerosos negros, que como mercancía humana se expendían aquí en Puerto Príncipe, si no allá en Cartagena. Aun desde este lado del tiempo solo recuerdo – y no por temperamento – las impresiones de mi infancia. Aprendí idioma francés por mi padre. Aprendí creol en modo oculto por mi madre, lo repetiré, sin vergüenza, esclava africana liberta por mi padre. Cuando desde mi infancia con mi padre en los frescos atardeceres ya de noviembre y diciembre salíamos a pasear en coche – siempre conducido por un negro vestido al modo parisino – y con este toldo para evitar los mosquitos, recuerdo me enseñaba en francés “mira esas murallas, planificadas por españoles, nunca fueron un estorbo para la corona francesa”. Yo sería un negro europeizado con poder para gobernar aquí en Haití. En el pasado la humanidad padeció vergüenza y dolor. Tal vez en -211-


el futuro la humanidad sufra tormentos totalmente destructivos. Pero solo en mi tiempo los humanos ignominiosos infaman la sublimidad de la persona: su dignidad. Las guerras matarán y sólo los sobrevivientes y sus historias tendrán dolor. Pero la dignidad, no de una persona sino millones de dignidades estigmatizadas en la injuria viva de la esclavitud, muestra cómo parte de la humanidad martiriza en su dignidad humana a otros humanos: la esclavitud, sólo por ser de cutis negro, como yo. No tenemos alma de tugurio. Jamás, jamás habrá indulto desde mí, sobre semejante delito. Si te quiebras un pie o una mano, puedes tocar esa herida, ese dolor, pero imposible morigerar el dolor de la dignidad esclavizada. Nunca puedes poner tu mano de alivio en el dolor sicológico y esto es lo aberrante de la esclavitud. Son personas vivas, existentes que penan con dolor que se transmite como enfermedad y herencia horrorosa a sus hijos. Imposible, imposible, imposible, aceptar, soportar semejante daño a otro humano. Cimarrón, cimarrón. Esta palabra los blancos invasores la aplicaron a los cerdos montaraces. Después, cuando desde los iniciales desembarcos de africanos aquí en Haití, huyeron muchos negros hacia la selva, los blancos aplicaron, despreciativamente, la palabra CIMARRÓN .Negros cimarrones. Siempre, aún hoy, celebro que la primera rebelión contra la esclavitud la haya impulsado un esclavo cimarrón: MACKANDAL, el cimarrón. El origen de la primera insurrección. Aun, como en la infancia, veo aquellas bandadas de gaviotas en el horizonte azul como pañuelos blancos en despedida. Allá, las zancudas garzas de largos picos devanando minuciosamente en los pantanos. Aun me admira – siendo aquellas carroñeras el vuelo en círculo de los buitres – nombrados entre nosotros como goleros para caer sobre lo mortecino. Estas aves negras, inescrupulosas, -212-


descienden a picotear y consumir la descompuesta muerte. Pero mi horroroso recuerdo es que aquellas aves oportunistas planeaban en vuelo y caían sobre esclavos insepultos. Carroña humana. No soporté. Busqué incluso la violencia para la libertad del humano negro. A esta edad las imágenes mentales me atormentan. El desagradable olor de los animales en descomposición, jamás se compara con el horripilante olor tumefacto de un humano muerto. Aquí en Haití esa tumefacción procedía de los esclavos muertos abandonados a la intemperie, asunto que empeoraba por las altas temperaturas del trópico. Las infecciones poblaron – aún hoy – la atmósfera, las enfermedades atacaron más a los negros que a los blancos. Los blancos mantenían, día y noche, hogueras para evitar los virus. Pensar que Francia y los Estados Unidos ya se manifestaban sobre el necesario cuidado con los ciudadanos vivos… o muertos. La sepultura no es sólo por salubridad, sino por respeto a la dignidad humana universal. Aquello de la academia militar de París, me enseñó que el poder para la liberación del sometimiento extranjero, requiere de la máxima fuerza y de la insurgencia armada. Así ha sido y será. Para el crepúsculo, la canícula baja, aun es así, surge esa confusión de cantos de pájaros y fuertes aleteos. El zumbido de los mosquitos y la obsesión de los zumbidos de las chicharras… como hasta las siete de la noche. Aún tengo en las mejillas la huella de los jejenes, percepciones que me dieron vida. Las necesarias auto-bofetadas para matar los mosquitos en mi cara. Después vinieron las fiebres, que me consumen. Tal vez sea una paradoja, que un francés blanco y esclavista enviara a su hijo negro a estudiar a la academia militar francesa. Si no es contradictorio es difícil de entender, o sería la condición -213-


oculta de mi destino. Mi padre Pascal Sabés. Mi madre esclava liberta: Úrsula. Yo sólo tenía ocho años cuando mi padre me llevó a la Academia Militar de París. A mi regreso definitivamente aquí a Haití ya cumplía los 28 años. Al regresar comprendí el desastre de las familias africanas. Nada había cambiado. Ya mi Haití como yo sufríamos por ser negros. Lo supe desde niño, lo vi y mi madre Úrsula me lo repitió muchas veces. Lo vi desde niño y cuando regresé tenía consciencia militar y consciencia negra. Allá en la infancia lo recuerdo y aún hoy sigue siendo así: los invasores blancos miran atentos seleccionando el desembarco de africanos y siempre aparecía una joven africana, espigada, de rico perfil, fuertes tetas, cintura y caderas esculturales, nalgas inamovibles y largas piernas. Así era la elección desde los blancos invasores para tener esclavas sirvientas y obligadas al sexo. Mi madre tenía esas condiciones no sólo físicas si no reproductoras: nací. Tal vez sea una paradoja, que un francés blanco y esclavista enviara a su hijo negro a estudiar a la academia militar francesa. Si no es contradictorio es difícil de entender, o sería la condición oculta de mi destino. Mi padre Pascal Sabés. Mi madre esclava liberta: Úrsula. Yo sólo tenía ocho años cuando mi padre me llevó a la Academia Militar de París. A mi regreso definitivamente aquí a Haití ya cumplía los 28 años. Al regresar comprendí el desastre de las familias africanas. Nada había cambiado. Ya mi Haití como yo sufríamos por ser negros. Lo supe desde niño, lo vi y mi madre Úrsula me lo repitió muchas veces. Lo vi desde niño y cuando regresé tenía consciencia militar -214-


y consciencia negra. Allá en la infancia lo recuerdo y aún hoy sigue siendo así: los invasores blancos miran atentos seleccionando el desembarco de africanos y siempre aparecía una joven africana, espigada, de rico perfil, fuertes tetas, cintura y caderas esculturales, nalgas inamovibles y largas piernas. Así era la elección desde los blancos invasores para tener esclavas sirvientas y obligadas al sexo. Mi madre tenía esas condiciones no sólo físicas si no reproductoras: nací. Las guamas en sus frutos interiores son algodonadas, tersas. Las manos de los niños negros perdieron aquella tersura. En tan temprana edad, los niños negros sufren la aspereza en sus manos, de las tuzas secas, tizones en las manos. Aun así, Haití, la civilización de hoy y del futuro, te abandona. ahora, 1818, han transcurrido 325 años…. 325 años trayendo, apoyados por los gobiernos españoles, franceses, portugueses, ingleses y por la curia romana, 325 años trayendo consecutivamente millones de negros africanos, mediante el temor, hasta América. Todos esos gobiernos se reconocen en la piedad cristiana El número de africanos esclavizados, el número de negros que nacen aquí y crecen en la esclavitud, ese número, nunca, nunca, nunca ha sido estimado, contado. La historia se ha fingido ciega frente a la bestialidad de los gobernantes blancos. Hermano blanco ¿Cuándo pagarás? También la historia es racista. Contará el número de estrellas y jamás el número de esclavos africanos y haitianos asesinados. El sable, la daga, la pistola, el mosquete, la pólvora, el cañón contra la piedra arrojadiza. Las armaduras, petos, cascos de metal, cotas de malla contra la desnudez tropical. Haití, es la primera masacre de negros africanos en la historia americana. No será la primera ni la última. -215-


Desde el desencuentro de culturas, en donde la que invade atenta contra la invadida, lo hacen militarmente en un ámbito donde semejante modo de atacar no existía. Se la invade extinguiendo las hablas autóctonas para imponer sus lenguas invasoras. Qué desastre, la invasión corrompiendo la nuestra cultura. Lo peor, la invasión que nos atormenta, no solo trae enfermedades y muerte sino la extinción de nuestras creencias espirituales. Sí, sí, sí. El cristianismo es la peor invasión que América ha tenido. Nuestro panteón, nuestros dioses africanos, nuestras religiones más antiguas que el cristianismo tratan de destruirlas con la colonización espiritual… Lejos de liberarnos nos inculcan el sometimiento a reyes y obedecer a un Dios que patrocina no sólo el sometimiento a falsas y arbitrarias autoridades colonialistas, sino que nos condena al imaginario infierno, cuando los esclavos negros ya lo sufren aquí en Haití. Por eso nuestro panteón Africano y haitiano camufla nuestros dioses africanos con los cristianos. La revolución francesa trajo la vulgarización del conocimiento: la enciclopedia. Aquí, tal no llegó puesto que la mayoría de los negros, tanto africanos como negros nacidos aquí en Haití son analfabetos. Malditos, malditos nos llamamos América por otro italiano que contribuyó a nuestra destrucción. La sometió por acusaciones de un Dios extraño para nosotros y apareció el otro temor: obedecer a la invasión cultural. Religiosa. O caeríamos en un infierno de fuego, aquí, donde los volcanes son nuestros tutelares. Nuestro número de muertos africanos y haitianos, jamás se sabrá su suma. Vinieron a extinguirnos, no para comprendernos, sino para someternos… esclavizarnos…: lo que ahora se nombra México, Hernando Cortés no solo trajo el desastre contra lo que hoy ese pueblo lucha. -216-


El invasor que se autonombró fundador del Nuevo Reino de Granada, Gonzalo Jiménez de Quesada, que en la sumida cultura histórica, se le considerará como un benefactor aun así lo considero el mayor desequilibrio de todas las tribus del norte sudamericano. De Quesada extinguió una cultura inspirada en el maíz. Nunca se reconstruirá. Tan pequeña es la memoria de la historia que aun considera un constructor de cultura al invasor y destructor a Francisco Pizarro que fulminó la cultura inca. Sí, clausuré el congreso aquí en Puerto Príncipe, pues unidos con algunos negros concertados en ventajas políticas y económicas con congresales blancos, demandé ese contubernio. Aquellos se mancomunaron y se opusieron a mi interés por repartir tierras para cultivo, tanto para negros ya ciudadanos haitianos y blancos… Pero por encima de aquellas oposiciones repartí las tierras: los negros me llamaron PAPÁ BON- KÉ. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué se quebrantó la primigenia felicidad de mi pueblo? Vivíamos en natural libertad y de una madrugada a la mañana, todo, todo giró hacia el horror al dolor, a la abominable colonización. Espanto en la amarga historia frustrada de Haití. Maldigo, maldigo, maldigo con todo rencor aquel abyecto 12 de octubre de 1492. ¿Por qué en mi tierra? ¿Por qué en mi tribu? ¿Por qué en nuestra piel negra? Llegaron altaneros pero fingiendo humildad de descubridores. Tardamos tanto en conocer sus deliberaciones, sus criminales intenciones. Todos los términos de sus lenguas no son suficientes para acusarlos frente al estrado jurídico del dolor. Fueron, son y serán falaces, arteros, artificiosos, engañadores, embusteros, especiosos, engañosos, falsos, fingidores, hipócritas, insidiosos, impostores, simuladores. No hay idioma que alcance a condenar el daño a la inocencia de mis tribus…el daño histórico sobre la piel y el hu-217-


mano negro. Sé que gritar mi demanda no tiene eco, resonancia, valoración en la humanidad. Somos negros, palabra más de la pintura que de lo humano. Otro prejuicio condenatorio de los blancos con poder. El maldito cálculo de un navegante europeo… ¿Por qué tenía que caer aquí, aquí, en Quisqueya, desde donde se abren las puertas para la esclavitud? África, África… tu descendencia será despreciada y esclavizada hasta la consumación de los siglos. Aun comen con las manos, sin platos, solo ahuyama hervida servidas en hojas de bijao, aun comen racimos de guineo maduro, que ellos llaman manos de guineo. Recuerdo la guinea africana. Algunos esclavos, ya es herencia, hicieron cucharas con cascaras de totumo hecho, ya para tomar alguna sopa, ya para tener decencia en el alimento. Aun, muchos negros liberados, siguen comportándose como esclavos, es la maldita herencia. Haití, Haití, Haití ¿Cuándo saldrás de tu horrible fundación con aborígenes y negros esclavizados? Las guamas en sus frutas son algodonadas, tersas. Las manos de los niños ya esclavos, ya haitianos, ya perdieron aquella tersura. En tan temprana edad los niños negros, tienen en sus manos las asperezas de las tusas secas. Aun es así. Haití, la civilización de hoy y del futuro te abandona. Hice la primera reforma agraria de América. Francois Dominique Toussaint- Louverture, avanzas en la independencia, por ti nos nombramos Haitianos. Cuidado, te traicionan…no huyas detente. André Rigaud, siempre contigo, toma, toma el sable. Eres el líder negro, eres el general mulato que nos libera. Padre. Madre, madre…siempre te amo… ni los españoles, ni los -218-


franceses, tampoco los ingleses. Somos palabra nuestra, Haití, madre, somos tierra de cerros. El sol es nuestro y lo hemos traído desde tu África. Jean Jacques Dessalines te admiré en tus inicios de independencia, pero al imitar a Napoleón, para convertirte en emperador aquí, yo diligencie tu separación del gobierno y tu muerte. Yo pensando en liberación nacional, igualdades sociales, y tu Dessalines creyéndote otro Napoléon. Por tal hubo que liquidar al presunto emperador en donde ya se intentó la abolición de la esclavitud. Madre…madre… llámalas… Celie tu abuelo intentó lo mismo de mi….No, No. No te vayas… Hersile…nunca regreses…vete, pequeña- NEGRA- vete…muero sólo. Se fue al norte y se quedará sólo. Henri Chistophe vete… yo he sido elegido presidente por el congreso que yo organicé. VETE allá al norte ningún francés te atacará. Los tambores africanos te tumbarán .El vudú te derribará. El vudú tampoco me sanará de esta fiebre. La lucha por la abolición de la esclavitud no es imposible, pero sí ardua. No te rindas y tal vez ha sido la única vez que reí. Nos vimos en juventud en Francia, Pequeño, cabezón, con escaso francés, sus modos para conseguir dinero para la independencia de Sudamérica, se estimaron en dineros británicos, y se lo advertí. Bolívar…Bolívar…Acaba con la esclavitud en sud américa…Pequeño negroide, abomina la esclavitud…que martiriza la vida de -219-


los negros como de África como nuestros negros criollos. Hoy es 29 de marzo de 1818, he cumplido 48 años. He buscado la unión y la felicidad para mi país… pero un enemigo minúsculo, me derrota… aún esos mosquitos en mis brazos, en mi cara…la fiebre…para el 30 de marzo ya no habrá líderes que amparen las negritudes. Nadie abandona… si tienes piel negra… lucha hasta morir, pero que tú esfuerzo extinga la esclavitud. Todos somos la única raza humana… que algo tan pequeño como un mosquito… adiós. Bogotá, julio 24 2015

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EL FALLECIDO OJO E VIDRÍO

CARLOS ARAQUE OSORIO

“Actor dramático y director de escena”, de la ENAD, “Maestro en arte dramático” de la Universidad de Antioquia. Especialista en “Voz escénica”, y “Ciencias de la Educación”. Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia. “Magister en Resolución de conflictos y Mediación”. Dirige el grupo Vendimia Teatro. Docente de planta de la Facultad de Artes de la Universidad Distrital. Participante del Instituto Internacional de Antropología teatral, (ISTA), en Dinamarca y Alemania. Asistente de dirección de Theodoros Terzopoulus, del grupo Attis Theater de Grecia, país en el que participó en el simposio mundial sobre Rito y Teatro. Forma parte de la International Unversity Theatre Association, AITU/IUTA en donde participa en el Congreso Mundial de teatro en Bélgica. Dirige el grupo de investigación “Estudios de la voz y la palabra” de la Universidad Distrital. Entre sus publicaciones se destacan Ceremonial y Ritual Muisca, Voces para la escena, El teatro está en la calle, Teatro en Acción, propuestas pedagógicas, Dramaturgia en Diferencia, Pertenece al comité editorial de la Revista Calle14. -223-


Para Clara Angélica, Cristina Alejandra, María Fernanda y Andrea, quienes actuando, jugueteando, divirtiéndose y sobre todo creando, visionaron un camino esencial para desaterrorizar a la Diva del tiempo, más conocida como la señora muerte.

PERSONAJES El humorista La sombra del enterrador Se ilumina el espacio. Todo, incluyendo la platea debe remitir a un cementerio o un camposanto. Cruces, lápidas, pedazos de ataúdes y uno que otro esqueleto acomodado estratégicamente. En algún lugar se alcanza a observar un hombre-esqueleto que va saliendo de su tumba. Sonríe, se limpia su único ojo de vidrio; mira al público, vuelve a sonreír y finalmente se decide a hablar. Humorista- Algunos de ustedes se estarán preguntando; ¿qué hace este chocarrero aquí? En realidad ni yo lo sé, solo sé que este es el lugar que me tocó habitar…, además es un placer estar con ustedes, un placer morir eternamente, ¿así se dice aquí, cierto?, morir eternamente en este lugar con tan distinguidos huéspedes. -224-


No tienen por qué extrañarse de que me alegre y me sienta a mis anchas en este hueco. Me encanta este sito...; puedo comunicarme y hablar con todos los presentes y de vez en cuando hasta converso, así me cause espanto..., con el enterrador de este camposanto porque sabe miles de historias y leyendas fantásticas. Uff. ufff, un enterrador debe saber muchas cosas, además uno que desviste y descalza a los muertos, para surtir las tiendas de ropa de segunda, como lo hace nuestro..., digamos amigo; tiene que ser el cómplice que le hace falta a un humorista para completar sus bromas. Si..., un enterrador que obtiene sus buenas ganancias del oro de los dientes y de las joyas que les quita a los difuntos, tiene que ser un tipo inquietante y misterioso. A mí ese enterrador me cuenta sucesos trágicos que me hacen reír y asuntos de reír que dan miedo, pero a pesar del temor que le tengo..., conversando con él, se pasan las horas sin que me dé cuenta. Lo que me preocupa es que un día me fui a estirar los huesos y encontré al enterrador malhumorado y neurótico. Después de hablar mucho, me dijo que tenía que decirme un secreto, siempre y cuando yo fuese muy discreto. Me quedé un poco acobardado por el miedo a la sorpresa desconocida. Después de jalarme del hombro y acercarme sus dientes podridos a la testa, me dijo: En este cementerio todos los esqueletos tienen que dejar plasmadas sus memorias. No es que siempre lo quieran hacer, es que si no lo hacen yo les aplasto la cabeza y nunca podrán esfumarse ni al averno, ni al purgatorio y mucho menos al famoso paraíso. El individuo maloliente y fétido, sacó de entre el abrigo un gran puñado de papeles arrugados y me los dio para que se los leyese. Eran trozos de periódico, hojas amarillentas, pedazos de bolsas y hasta envolturas de cigarrillos..., todos numerados y en algunos se alcanzaba a leer títulos como: El fallecido se confiesa, memorias -225-


de esqueletos, crónicas del más allá, un sucumbido cuenta su historia, o leyendas de un fenecido en el infierno. Aquellos relatos en su mayoría eran difíciles de leer…, por la pésima redacción o porque estaban escritos con tizón, mugre o tierra y en algunos casos hasta con sangre. Cuando terminé la lectura, ya había empezado a anochecer y con sorpresa descubrí que el enterrador estaba muy ofendido y juró que si no fuese porque tenía muchos entierros pendientes, se iba donde todos esos esqueletos que habían plasmado semejantes porquerías, y les destrozaba las molleras con un martillo. Me despedí de él a toda prisa y asustado. Cuando ya iba para mi tumba, oí que me gritaba: Oiga, venga aquí!, y con voz ronca me hizo esta pregunta: Usted, que es una huesamenta muy educada, ¿va a garrapatear unas memorias mejores que esas, verdad?, ¿me imagino que no se va a exponer a que le rompa la mula de un mazazo? Por físico miedo le prometí que sí, que intentaría plasmar cosas diferentes a esas quejas, reclamos, protestas e injurias…, muchas de ellas..., cómo no..., dirigidas directamente contra él, lo cual en realidad era lo que más lo ofendía. Cuando yo estaba vivo me tenía sin cuidado que me rompieran o no la cabeza, pero ahora que estoy muerto, que conozco bien el reino de los acostados y que he aprendido a gozármelo, me sentaría muy mal que me rompieran el coco de un picazo. Es por eso que antes de entregarle mis memorias, tomé la decisión de revelárselas a ustedes..., para que me den su humilde opinión..., claro, como juerguistas de gran conocimiento. Por sus caras veo que en estos momentos se están preguntando cómo estiré la pata. Pues bien, se los voy a contar. Yo nací, crecí y me hice hombre sin mayores contratiempos; con dificultades es cierto, pero ¿quién no las tiene en estas épocas? Un buen día me enfermé de este ojo, fui a los médicos y me sacaron un buen fajo de billete, y a fin de cuentas el ojo sanar, medio sanó, pero me que-226-


dó turbio y desviado. Por aquel tiempo tenía en mi casa un gallo tan cariñoso que venía a comer de mi mano. Le llamaba Tenorio, por que cantaba muy lindo, ¿entienden? Un día estando agachado con granos de maíz en la palma de la mano y con la intención de alimentarlo, se vino hacia mí, despacito, pisando la tierra con aquel aire de animal ilustre, muy consciente que era el teso de la gallada. Bueno, se planta delante de mí, levanta el pescuezo para mirar de cerca aquel desafortunado ojo desviado y quizá burlonamente o pensando que era algo de comer, me dio un picotazo tan bien puesto que me dejó tuerto…, ahora sí del todo. Los médicos, después de sacarme otro montón de plata, me pusieron un ojo de vidrio tan perecido a una de verdad, que se movía y todo. ¡Ja, ja, ja,…, a cuántas mujeres conquisté y seduje picándoles el ojo de vidrio…, aún sin quererlo…! Pero por ese..., accidente, no viví lo justo, ni morí de muerte natural, pues el funesto ojo de vidrio, al final me pudrió toda la cara. Me enterraron sin muchos lujos, como se hace con los buenos hombres. En la caja me metieron bien afeitado, bien peinado y con mi traje dominguero, que por cierto..., ahora recuerdo, me lo rapó el enterrador al día siguiente de bajarme a la fosa y me puso este asqueroso disfraz, disque porque yo quería ser humorista. Para mi vergüenza y vestido de esta manera, fui descendiendo lentamente bajo tierra sin que nadie se acordara de quitarme el ojo de vidrio. Una pregunta para ponernos a tono: ¿Algo en especial de estos relatos les está llamando la atención..., no..., seguro? Recuerden que se las cuento, para que me ayuden con el asunto ese del enterrador, ¿no, nada? Uyuy uyuy uyuyuy…, A mí sí hay algo de todo este embrollo que me causa mucha curiosidad y rabia. Según entiendo en la tierra de los desplomados, no está permitido presentarse con jirones de -227-


carne apestosa, todavía pegada a los huesos. Los muertos que husmean como los vivos, la primera vez que me olieron, me dieron el mismo tratamiento que le dan a todos aquellos que aún tienen pedazos de carne enredada en las costillas…, me achararon a patadas y no me aceptaron en su sociedad…, si, es que de alguna manera tendríamos que llamar a estas sospechosas reuniones. Ahora recuerdo, si…, recuerdo cuando finalmente fui aceptado. En una noche de luna llena y después de muchos años de espera, por fin desaparecieron los restos de carne que envolvían mis huesos y por fin salí de la tumba. Trabajito me costó desentumecer las piernas, que por fortuna tenia completas, pues yo sé que entre los extintos hay varios cojos, mancos y avispados que quieren robarse los huesos de los demás para completar sus osamentas. Sin embargo de todo ese embrollo quedó algo interesante; cuando saqué la cabeza fuera de la tierra me quedé pasmado…; aquel ojo de vidrio que me afeaba y que hasta me quitó la vida…, paradójicamente desde este momento empezó a serme útil; sí, para mirar este extraño mundo que me rodeaba. Pues bueno…, loco de contento me lo quité, quise darle dos o tres lamidas pero ya no tenía lengua, así que le zampé con la muelamenta varios besos y lo volví a poner en su sitio. De un brinco salí de la fosa y llegué a este esperpéntico lugar. Lo primero que descubrí y aquí entre nos…; es que, como dice un gran filósofo, todos los esqueletos somos iguales. Los veo y me veo igualito. Por el contrario, parece que los inanimados hacen grandes esfuerzos para establecer diferencias entre unos y otros. Sí..., se discriminan. Debe ser porque solo ven las formas y no siempre logran ver los sentimientos. Yo en cambio con mi ojo de vidrio veo hasta los armazones más enflaquecidos, gritando, moviéndose y alborotando el avispero, como si fuesen micos al ritmo de una “danza macabra”. -228-


La verdad..., prefiero en este momento tan especial dedicarle mi tiempo a otros detalles. (Tomando distancia del público y señalando el esqueleto de una mujer que tiene un niño esqueleto entre los brazos). Por ejemplo, usted que tiene la calavera ladeada; sin duda expresión de tristeza y melancolía. De seguro que es la esqueleta de una mujer que murió, así no se note, por razones ajenas a su voluntad, y sin embargo no veo que tenga en la cabeza agujero, ni en la cadera cortes de sierra o cosas que se le parezcan. En su lápida puedo ver que hay un epitafio, ¿a ver qué dice?: “Ahora sí y después de mucho luchar, ligada a mi tierra, pero en la muerte”. Que cosas hay en estos mundos; unas mueren de amor y otras por seguir luchando. Ufff, ufff, es que por estos días hay muchos entierros. No sé si habrá una especie de epidemia, de peste o de contagio masivo, porqué revolución no debe haber… Que va; con el espanto que muestran los vivos de estos lugares, no…, no creo que haya entusiasmo para ese tipo de trifulcas. (Dirigiéndose al esqueleto de un hombre que se encuentra en otro lugar de la platea). Disculpe, usted que según veo es médico, ¿sabe si hay alguna especie de contagio?... Ya sé que no le importa y que no quiere contestar, quizás sea porque tiene la lengua podrida y ojalá la tenga putrefacta... (Otra vez al mismo esqueleto) Entonces usted que es un gran doctor… ¿no sabe de qué murió? (examinándole la osamenta). Ummmmm ya veo; se pegó o le pagaron un tiro. Disculpe que quiera reírme pero... ¿un médico que tiene una bala incrustada en el cuerpo y ninguno de sus colegas lo ayudó a sanar?, a cualquiera le dan ganas de reírse, ¿cierto? -229-


(De nuevo al mismo esqueleto) ¿Dice usted que esto ocurre porque hay huelga de médicos? (con sarcasmo) Que va a haber huelga de médicos, trabajan más de la cuenta. Yo vi que antes de enterrarlo, dos sátrapas cirujanos de su misma especie, arremangados como carniceros, le abrieron la cabeza con un serrucho dizque para saber de qué murió, como si el agujero que atraviesa su corazón no fuese evidencia suficiente. Je ji ji jijijijijijiji… (Dirigiéndose al público) Disculpen..., dispensen..., excusen, ¿pero no tienen al menos pequeñas confidencias que quieran compartir conmigo, no, no? Yo si tengo otros asunticos que puedo compartirles sin ningún reparo. Por ejemplo cerca de mí, descansa un artista. Un día me contó sus trágicas penas..., en vida era actor, ¿comprenden? Me dijo: Yo tenía una forma de interpretar increíble y una voz que sacaba lágrimas de lo poderosa que era. Por superdotado entré al mejor grupo de teatro de la ciudad; pero al poco tiempo el director me insulto porque no era capaz de aprenderme ni una frase y tuvo el descaro de echarme. Yo había nacido con el gran don de la interpretación, pero no tenía memoria…, no podía aprenderme ni un solo parlamento. Me desanimé y para colmo perdí el placer por actuar. Enflaquecí y me eché a morir. Todas las noches lloraba escondido en las sombras de la calle escuchando los ensayos del grupo, suspirando y con el corazón desquebrajado. La tristeza fue estrujándome el pecho y en el último ensayo que oí, se me escapó la vida con un quejido espantoso y terriblemente dramático. Sí…, morí gritando, berreando, blasfemando y maldiciendo.

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Solo para olvidar ese trágico suceso de nuestro amigo el artista, me voy a desplazar un poquito hacia el mausoleo de los curas. (Se escucha un canto siniestro). Oiga…, aquí se canta, pero... ¿si se baila? Que va…, todo es serio y solemne. Sin embargo escucharé un poco de este…, bonito canto (escucha un canto gregoriano). Disculpen mi mala educación, pero me aburro, sí, me burro, así que me voy para ese grupo que están oyendo ese escuincle que tiene un agujero en la sien; este sí sin duda calavera de asesinado. (Se desplaza a otro lugar de la platea, donde hay otro esqueleto de pie, en actitud de político que lanza su arenga). Por lo visto sus palabras tienen a todos con la quijada desgonzada. Escuchemos un poco a ver de qué se trata. (Se escucha un discurso político). Parece que este orador asesinado tiene como ideal la democracia. (Dirigiéndose al esqueleto) Yo en vida también fui demócrata…, aunque no creo que la democracia sea suficiente para cambiar este país, por eso y solo por eso quiero conversar con usted. No olvide que hay desigualdad, que la gente tiene derechos, que la injusticia campea en todas partes… (Se escuchan silbidos, gritos como pendejo, idiota, cállenlo etc.). Lo que más me hiere de ustedes, es que siendo demócratas, no quieran hablar de igualdad de oportunidades… (Se escuchan voces, muchas voces). Me preocupa que pregonen que el bien nos conducirá hacia una sociedad donde todos seremos tratados de la misma manera, ¿acaso no saben que el bien como el mal son tan solo un delirio, una espejismo, una ilusión? En vez de andar pensando en el bien o en el mal, no permitan que unos pocos se queden con todo. (Se vuelven a escuchar silbidos, gritos y palabras como hereje, satánico, maligno). Están equivocados, no soy ni hereje, ni satánico y menos maligno. Ya deje de empujarme que me están desbaratando el chasis. ¿Cómo quieren cambiar el mundo si no creen en la…? (De nuevo gritos insultos. Apagón, ahora el personaje aparece un tanto resignado en otro sitio del espacio). -231-


Siempre que intento hablar de estos temas no me va muy bien que digamos, pero a pesar de eso tengo buenos amigos; (señalando a otro esqueleto que se encuentra un tanto lejos), como la señorita que se encuentra allá en ese rincón. ¿Recuerda cuando me aconsejo que yo hacía mal al intentar hablar con gente tan conservadora? (Al público) Es una extranjera que no entiende muy bien el español, por eso no quiere hablar. Pero no se preocupen..., es mi amiga. (Al esqueleto) ¿Recuerda cuando un buen día me aconsejo?: mucho hablar por aquí de tierra, pero una cosa ser tierra y otra ser paisaje. Para los vivos la tierra ser algo hermoso, pero para los muertos ser las tinieblas, la penumbra, la oscuridad. Y tomando un puñado de tierra me recalcó: por esta ser que deber luchar. (Dirigiéndose al mismo esqueleto) A pesar de sus nobles pensamientos, descubrí un gran defecto en usted señora…, que me sigue causando profunda ira. No puedo creer que una osamenta tan recta, bonita, amable e inteligente tenga un humor tan sórdido…, y eso que a mí me encanta el humor…, quiero ser humorista. No puedo olvidar ese día que vino a buscarme y como yo no me levantaba, se entretuvo jugando con el esqueleto de un niño. (Confidente con el público). Cuando el niño se descuidaba, le daba un puñetazo en la mollera, se la tiraba al suelo y la veía rodar cuesta abajo y se ponía a saltar de alegría. El pobre esqueletito salía corriendo a tientas y a ciegas tras su cabeza, y después de mucho esfuerzo se la lograba poner de nuevo y con ella ya en su lugar le gritaba; ¿recuerda que le decía?, ¿no?, pues bien, yo se lo voy a recordar: -Uhhyhhh, déjeme quieto y sano gringa, y ya, no me arranque más la peladera. No se pase cucha... Usted le prometía quedarse quieta, pero cuando el pelado se volvía a descuidar destornillada de risa se la hacía rodar de nuevo, (dirigiéndose al público). Cuando me di cuenta de semejante jue-232-


go, yo le hice el reclamo, pero descaradamente usted me respondió: Yo divertirme mucho. Yo sentir no poder dar al chico unas monedillas pa que gastar en helados o dulces, pero aquí money no servir de nada. (Dirigiéndose a la esqueleta) ¿Sabe una cosa?, eso me ofendió mucho más… ¿ah ah ah?…, las cosas que hay que ver en la muerte. Voz del enterrador- ¿Cómo van las memorias de este humorista charlatán? Yo estoy haciendo revisión, y pobre de aquel que no tenga las memorias listas para la ocasión. Aquí esta otro que no fue capaz de escribir bien sus memorias y ahora le toca aguantar más y más porras. (Se escuchan golpes y algo que se quiebra estrepitosamente) Humorista- Me toco apurarme…, me queda poco tiempo, pero creo que el suficiente para terminar esta parte de mis historias. Ese suceso del niño me hizo recordar que siendo aún chico, un día llegó mi padre de la extranja. El pobre no trajo más que unas botas viejas, un tarro mediano de papas transgénicas…, si, aunque parezca raro…; papas transgénicas…, y un equipo de sonido muy antiguo, de esos que llaman tocadiscos. Aquí lo tengo. (Saca un tocadiscos y pone un disco. Se escucha una danza macabra o una misa fúnebre). Mi padre regresó enfermo y murió pronto. Siempre denigré del fracaso de mi padre. Aunque nunca lo tuve por el más bueno, valiente, inteligente y fuerte, mi padre como muchos, malgastaron la vida trabajando en tierras ajenas en los peores oficios y al menos eran dignos de volver sanos y salvos a casa y con algo de dinero en los bolsillos; pero que va… volvió más pelao que pepa e guama chupada por cuatro burros. Hace poco nos reunimos con algunos de los que conocí en vida para hablar de nuestras experiencias. Todavía no había terminado de narrar lo que le pasó a mi papá, cuando un esqueleto con cara de bobo o de tonto, se levantó como un relámpago y me dio -233-


un abrazo tan fuerte que me rompió dos costillas. ¡Era mi padre! Que cosas hay en esta vida, que digo…, en esta muerte. (Fin de la música). La verdad…, la verdad en esta nueva situación tengo tiempo de sobra y por eso a veces lo desperdicio hablando con esa armadura que se trajo en la cabeza una biblioteca entera. (Le habla a un esqueleto que se encuentra sentado entre el público). Esta tipa habla de muchas cosas y de todas sabe un montón…, pero por desgracia no sabe lo que es el humor. Aquí entre nos; cuando llegamos al punto de hablar del tema, me hace cuatro o cinco chistes flojos como este que paso a relatarles...., (cualquier mal chiste), cita a varios humoristas…, y se calla como una piedra, y yo termino sin saber qué piensa de ese asunto. (Al público) Una montura que tiene una biblioteca metida en la cabeza, debe saber definir el humorismo, sino ¿para qué sirve y de que se ufana?; pero no…, esta carranga no puede precisarlo y según lo que me comentó ayer, no hubo ni habrá nadie que pueda hacerlo, pues el humor no se dice sino se hace. ¿Pero si se hace como lo hace usted señora, a donde iremos a parar?... Voz del enterrador- Escucho demasiados murmullos y cuentos de gran barullo, pero nada en concreto. Voy despacito, tumba por tumba, para ver que está diciendo de mí…, esa mula.

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Humorista- (Mirando hacia el fondo). Ya se acerca el sepulturero y trae un mazo en las manos. Tocó correr un poco…, y hablando de correr…, mis compañeros de fosa…, no de fosa común, ni más faltaba; no quieren prestar atención a lo que les digo, y es que desde hace mucho tiempo vengo advirtiendo que algunos podridos esperpentos, salen corriendo de sus tumbas y se escabullen hacia la ciudad y después de dos o tres horas, vuelven al cementerio con los ojos encandecidos, y metiéndose bajo tierra gritan: “incautos estúpidos, pendejos, ingenuos”. La primera vez que me di cuenta de tal cosa, no quería dar crédito a lo que “veía mi ojo”, pero el asunto se repitió muchas veces. Una noche fui tras uno de ellos y vi la escena más horrible que puedan imaginar. (Vuelve a colocar otro tema macabro en el tocadiscos). Una lamparita destartalada alumbraba suavemente la carita flaca de una muchacha que dormía en un lecho miserable. El esperpento se acercó a ella y estuvo un montón de tiempo con los dientes clavados en su cuello. Cuando se levantó, tenía la boca manchada de rojo, mientras por el cuello de la niña corría un hilo de sangre y en su carita se adivinaba la blancura de la muerte. Aquel podrido era un ser despreciable que se dedicaba a chuparle la sangre a los pobres. Chupó la última gota de sangre cuando todavía estaba caliente. Sonó la última campanada dando las doce de la noche, ladraron los perros oliendo la muerte, silbaba el viento, y el monstruo siguió sorbiendo la sangre de su víctima. (Hasta aquí la música). Ese canalla es sin duda un retorcido político. Yo quiero desenmascararlo y busco argumentos por aquí y reviso documentos por allá…, pero no puedo encontrar en los estatutos de este maldito lugar, una buena manera de denunciarlo…, mucho menos de condenarlo y ni pensar en hacerlo encarcelar. Para entender esta compleja situación es que quiero volver a ha-235-


blar con usted; (dirigiéndose a la esqueleta que se encuentra sentada entre el público), sí, la que se trajo una biblioteca metida en la cabeza. Solo para ver si su conversación me iluminaba y me aclara eso de los políticos muy vivos que viven de los pobres. (Se escucha una voz que responde). En los políticos creen muchos pueblos por eso existen. (El personaje le responde al esqueleto). Si señora como no…, pero hay miles de pruebas de políticos que les chupan la sangre a los desposeídos. (Voz que se escucha). Es posible, pero ya pasaron los tiempos en los que se encarcelaban a las personas por tales sospechas. Estamos en una democracia ¿comprende? (El personaje respondiendo). Entiendo perfectamente, esto es una supuesta democracia, pero hay gente en este mundo que cree que en estas democracias hay chupasangres, corruptos y avivatos. (Voz que se escucha). Si los hay; los sacerdotes y los monjes…, los sacerdotes y los monjes hablan de eso y cuentan que el fenómeno se debe a causas metafísicas…; cuando un muerto estuvo en vida muy apegado al dinero y fue un corrupto, sale de la sepultura con el objetivo de mantener el cuerpo físico intacto, a costa de la sangre que chupa a los vivos. (El personaje responde) ) ¿Y entonces de qué manera se puede exterminar a tales bichos? (Voz que se escucha). Pues para apartar el espíritu ambicioso del cuerpo físico, no hay otro remedio que quemar el cadáver…, como la hacían en el medioevo. No, no, no, no puedo creer que sea ese el consejo que me da esta fémina. Lo mejor es no seguir escuchando a esta biblioteca ambulante porque sé que los muertos muy vivos..., existen…, los hay y viven sin hacer nada a costillas de los demás. ¡Ah…, ya, ya, comprendo!…, no hacen nada y viven sin hacer nada a costillas de los demás…, y quizás por eso no estaría mal chamuscar a todos los politiqueros; sean o no presidentes..., de cortes, consejos, cámaras o senados… Pero eso es imposible…, los corruptos son capaces de hacerse los muertos para seguir viviendo por cuenta de -236-


los pobres, de los pobres vivos”, ¿o será de los vivos pobres? Vaya uno a saber. Voz del enterrador- Voy llegando, ya me voy aproximando; el que tenga las memorias listas y correctas las entrega y el que no que aguanté con mazo, pica, pala o martillo la muenda. Humorista- Apreciados…, amigos y amigas, como pueden ver el tiempo se agotó. Ya conocen parte de mis memorias. Por favor... ¿puedo hacerles el último petitorio?..., ¿si, si? Como saben yo también tengo prisa…, y les estoy compartiendo todos estos asuntos para que no sean solo insultos, reniegos y groserías. ¿Recuerdan que el sepulturero me advirtió que si terminaban siendo una sarta de sandeces, me aplastará la cabeza?; pues bien, también es responsabilidad de ustedes que esa desgracia no ocurra y quizás al ayudarme..., adquieren experiencia para cuando les llegue a ustedes la hora de rendir cuentas…, y tengan que escribir sus propias memorias, ¿entienden?, y por ello les voy a pasar estas hojitas, (saca un paquete de hojas de diferentes colores, texturas y tamaños, de las cuales algunas se encuentran en pésima condición. Las va entregando al público), para que en ellas me dejen sus comentarios, opiniones, y críticas y por favor las depositen en la urna que se encuentra a la salida de esta cripta, que yo al leerlas y releerlas podré dejarlas muy comprensibles y así garantizar que mi torre no termine hecha añicos, ni mucho menos aplastada por el mazo salvaje de ese enterrador desquiciado, energúmeno y desconsiderado. (Después de repartir las hojas, se saca el ojo, lo besa con la muelamenta, lo limpia y se lo coloca de nuevo. Mira al público y tapa su fosa sin entrar en ella. El espacio va quedando a oscuras). Solo por despistar hago el amague de regresar a mi fosa, pero me largo para otro lugar ganando algo del tiempo que he perdido conversando tan amenamente con tan distinguidas calaveras. No olviden que todo esto lo hago para -237-


salvar mi hermosa huesamenta de la desgracia. Voz del enterrador- (Se ve la sombra gigantesca de un esperpento que entra con un mazo gigantesco en las manos. No vemos su rostro, tan solo su silueta… va hasta la caja, corre la tapa y al no encontrar al humorista se dirige al público). ¿Alguien ha visto al roñoso humorista?, el mismo que estaba aquí incomodándolos con miles de estupideces. No lo encubran… que igual yo lo encontraré…, y ustedes vayan preparando sus memorias que ya falta poco para que les llegue la hora de la hora. (El espacio se va oscureciendo lentamente). A partir del cuento corto “Memorias de un esqueleto” de Alfonso R. Castelao. Bogotá, Febrero de 2016 Carlos Araque Osorio

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