Misa de Miércoles de Ceniza en la Catedral Metropolitana de Managua, Nicaragua, el 26 de febrero, 2020, durante la pandemia del COVID-19. Este año, Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la Cuaresma, es el 17 de febrero, iniciando el tiempo de ayuno, sacrificio y oración para la Iglesia mundial, Foto/Oswaldo Rivas, Reuters
Que esta Cuaresma sea diferente que las anteriores
E
l tiempo de Cuaresma ha llegado, y junto a él, nos enfocamos de manera especial en la importancia de la oración y la penitencia al encontrarnos de nuevo en el “camino a Jerusalén” con nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Santo Padre Papa Francisco, en su mensaje para Cuaresma del 2021, nos pide pasar estos cuarenta días penitenciales de Cuaresma “renovando nuestra fe, esperanza y amor”. Tal renovación cuaresmal nos invita a “ayunar, orar y dar”, los caminos cuaresmales tradicionales hacia la conversión. Recomiendo a todos los católicos tomar unos momentos para leer y reflexionar sobre el mensaje del Santo Padre para Cuaresma este año. Como pastor humilde, comparto unos pensamientos simples para Cuaresma. SOBRE LA FE, ESPERANZA Y AMOR.
LA FE. La Carta a los hebreos nos ofrece una descripción profunda de la fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 111:1). ¡La certeza y la esperanza! Hagamos que esa disposición sea la nuestra esta Cuaresma, especialmente mientras seguimos afrontando la pandemia del COVID-19. LA ESPERANZA. San Pablo escribió a los efesios: “Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos” (Efesios 1:18). Abramos “los ojos del corazón” esta Cuaresma para ver más allá que los limites de este mundo y ver las glorias que sean nuestras en Cristo y compartamos esa visión uno con el otro.
Reflexión para Cuaresma 2021
OBISPO DAVID M. O’CONNELL, C.M.
EL AMOR. El mandato más grande del Señor era/es que “nos amemos uno al otro”. Esta Cuaresma, recordemos a nosotros mismos que “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos” (Juan 15:13). Estemos dispuestos sacrificarnos por los demás. SOBRE EL AYUNO, ORACIÓN Y LIMOSNA.
EL AYUNO. Unos 800 años antes que la venida de Cristo, el profeta Isaías proclamó, “El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura?” (Isaías 58:6). Esta Cuaresma, ayunemos para crear un vacío en nuestras vidas que solo Cristo puede llenar. LA ORACIÓN. Ningunos otros momentos de mi vida son más importantes que aquellos que paso con el Señor. Esté a solas ante el siemprepresente Señor en el Santísimo en el silencio de mi capillita o en alguna iglesia parroquial; leyendo la Palabra de Dios; celebrando la Misa u orando con otros, mi oración es fundamentalmente un acto de la fe y una acción de gracias en y por la presencia de Dios en mi vida y mi mundo. Esta Cuaresma, demos más tiempo para escuchar lo que Dios nos tiene que decir. LA LIMOSNA. La dicha antigua suena cierta: “No me digas que me amas, demuéstramelo”.
42 REVISTA EL MONITOR Febrero 2021
Esta Cuaresma, hagamos un esfuerzo concertado y verdadero de demostrar nuestro amor por Dios a través de compartir el amor con los demás. Dejemos algo. Demos algo. Pongamos en acción la fe y esperanza de manera consciente. El escritor espiritual, trabajadora social católica y fundadora de la “Casa Madonna”, Catherine de Hueck Doherty (1896-1985) escribió que la “Cuaresma es un tiempo de introspección profunda… ¿Qué se pone de obstáculo entre nosotros y Dios? ¿Entre nosotros y nuestros hermanos y hermanas? ¿Entre nosotros y la vida, la vida del Espíritu? Lo que sea, que lo quitemos de una vez, sin hesitar”. Como el obispo de la Diócesis de Trenton, permítanme sugerir tres cosas esta Cuaresma para su consideración: Primero, orar más y orar más profundamente. No demos escusas. Podemos lograr hacerlo. Segundo, sacrificarnos. La Cuaresma es un tiempo de penitencia. Que nos duela un poco para restaurar y arreglar el pecado. Como decía el arzobispo Fulton Sheen, “Si nos falta un Viernes Santo en nuestra vida, ¡jamás habrá un Domingo de Pascua!” Tercero, dejar que nos importa el prójimo. Dejemos claro que las personas a nuestro alrededor nos importan. Demostremos un cariño autentico como parte de nuestras resoluciones cuaresmales. Quisiera concluir con una oración del escritor espiritual católico Henri Nouwen (1932-1996): “Oh Señor, haz que esta Cuaresma sea diferente que las anteriores. Déjame encontrarte de nuevo. Amén”.