Cuaresma: oportunidad para la conversión del corazón
E
n su mensaje anual para Cuaresma, el papa Francisco nos invita a “entrar al desierto” donde podemos encontrarnos con el Señor Jesús “cara a cara”. Al comenzar este tiempo santo de Cuaresma, permítanme proponer unas ideas para su consideración durante estos “cuarenta días”: 1. (Oración) O rar más inte nsame nte. Conscientemente debemos apartar tiempo durante los cuarenta días de Cuaresma para orar y no dejar que se nos interrumpa. No faltar ninguna Misa de domingo. Confesarnos: dejemos atrás nuestros pecados, todo el equipaje que cargamos por la vida, y que nos esforcemos a convertir nuestro corazón y cambiar nuestra forma de ser. ¿Qué importa cuanto tiempo haya pasado desde la última vez? Nos confesamos para nosotros mismos, no para el sacerdote ni nadie más. Nosotros necesitamos de la misericordia de Dios
y esta es la manera que los católicos se OBISPO DAVID M. la pidamos. Estemos O’CONNELL, C.M. conscientes de la presencia de Dios por todos lados – en cada situación; en cada persona. ¡Así se reza! 2. (Limosna) Dar algo. ¿Cuánto costará el café exótico que “no nos puede faltar cada día” o aquel donut? De vez en cuando, es mejor que contribuyamos ese dinero a algún esfuerzo caritativo. Hay tanta necesidad. Demos a los pobres. Brindemos el don del tiempo a nuestros padres mayores o a los enfermos o al vecino o, mejor todavía, a sus hijos. Hagamos comentarios positivos o tiernos a alguien que los necesita oír. Dejemos de juzgar todo el tiempo. ¡Actuemos con bondad sin tener alguna Mensaje del
Llamados a vivir Cuaresma de verdad: LAS NORMAS CUARESMALES PARA LA IGLESIA CATÓLICA Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, urante los días y semanas de penitencia que nos quedan por delante – desde el Miércoles de Ceniza el 26 de febrero hasta Jueves Santo el 9 de abril – la Iglesia Católica mundial conmemora el tiempo sagrado de Cuaresma. El modelo que Jesús nos dio para “estos cuarenta días” fue su propia experiencia en el desierto y las tentaciones que le siguieron donde se encontró cara a cara con satanás. Pero allá, Jesús, a solas en el desierto, ayunó y oró intensamente. Él venció al diablo y triunfó sobre la tentación, a pesar de su fuerza y persistencia durante los cuarenta días. Nosotros entramos al desierto de Cuaresma como Jesús, guiados por el Espíritu Santo, para confrontar nuestros diablos, nuestras tentaciones. Pero nosotros no estamos solos. El Señor Jesucristo está con nosotros. Y entonces, también está la Iglesia, la comunidad entera de fe que observa la Cuaresma. Aquí es lo que la Iglesia Católica de los Estados Unidos nos requiere como católicos bautizados: -Los días de ayuno (solamente una comida fuerte) y la abstinencia (no carne) son el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. No hay dispensaciones durante estas solemnidades menos por razón de estar enfermo o las razones enumeradas abajo. -Todos los otros viernes de Cuaresma son días de abstinencia (no carne). Todos entre 18 y 59 años están obligados a ayunar (una sola comida fuerte). Mayor de los 14 años, las personas también están obligadas a abstener (no carne: esta obligación prohíbe
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comer carne, pero no los huevos, productos lacteos ni condimentos de todo tipo). La obligación de observar las normas del ayuno y la abstinencia es grave para los católicos. Faltar de observar un día penitencial en sí no se considera un pecado grave. Se considera grave el faltar de observar todos o muchos de los días penitenciales. Las personas en estado de gracia deben cumplir con la obligación, realmente el privilegio, de recibir la Eucaristía por lo menos una vez al año – conocido como el “deber Pascual” – entre el primer domingo de Cuaresma al Domingo de la Trinidad. Sin embargo, la ley de la Iglesia permite cumplir este precepto en otro momento del año con causa justa. Yo animo a todos los católicos a confesarse y aprovechar de los sacrificios y las tradiciones que siempre han sido parte de las prácticas cuaresmales en nuestra Iglesia. De manera muy real, ayunamos y oramos con el Señor Jesús y con nuestros compañeros católicos. Que este tiempo de penitencia nos guie a todos nosotros a la gracia y la alegría de la Pascua. Sinceramente suyo en Cristo,
El reverendísimo David M. O’Connell, C.M. Obispo de Trenton