34. La repoblación forestal en la provincia de huesca y sus impactos geográficos

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LA REPOBLACION FORESTAL EN LA PROVINCIA DE HUESCA y SUS IMPACTOS GEOGRAFICOS

I;RANC'1IS CIIAUVEI . . IER

COLECCIONOEESIUDIOSALIDARAGONESES

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Francis CHAUVELIER nació en Burdeos el1 de enero de 1946. Es profesor investigador en el Departamento de Geografía de la Université de Pau et des Pays de l'Adour. Pertenece a CRISSA (Centre de Recherche sur l'Impact Socio-Spatial de l'Aménagement) , uno de los organismos de investigación del C.N.R.S. (Centre National de la Recherche Scientifique). Como geógrafo, es especialista en ordenación del espacio rural, habiéndose doctorado en la Universidad de Burdeos (junio de 1987) con una tesis sobre la repoblación forestal y la ordenación del territorio en la provincia de Huesca, origen del presente libro.


LA REPOBLACIÓN FORESTAL EN LA PROVINCIA DE HUESCA y SUS IMPACTOS GEOGRÁFICOS



FRANCIS CHAUVELIER

LA REPOBLACIÓN FORESTAL EN LA PROVINCIA DE HUESCA y SUS IMPACTOS GEOGRÁFICOS

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES DIP UTA C IÓN DE HU ESCA

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«COLECCiÓN DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES», 34 Director: Antonio D URÁN GUDIOL Tr aducción: Ana

I. ESCALONA ORCAO

I.S.B.N.:

84-R(íR'i(í-~

1-0

Depósito Legal HU-193J90 Redacción y Administración : I. E. A. Avda. del Parque , JO. 22002 Huesca Imprime: Grafic RM Color S.e. - C/. Comercio, parcela '1 , nave 3. 22006 Huesca.


Este trabajo no habría podido realizarse sin el concurso de los miembros del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza. Nuestro pensamiento va en particular a V BIELZA DE ORY, catedrático de geografía humana, así como a los profesores 1. CALLIZO, 1.M. CUADRA7; A. ESC/ILONA, S. ESCOLANO Y 1. M. MARíN. Nuestro reconocimienro va dirigido especialmente a Ana ESCALONA, que tradujo nuestro manuscrito, con la ventaja de halagar al lector por su excep cional dominio de la lengua fioancesa y su profundo conocimiento del Altoaragón. Que R. GUERRERO, colega de la Universidad de Pau que participó en la releclura de nuestro trabajo, reciba también la expresión de nuestra gratitud. Nos es desgraciadamente imposible citar aquí a todos los responsables de las administraciones regionales o provinciales, a los alcaldes o consejeros agrícolas, a los ingenieros forestales o guardas forestales, a los agricultores o pastores que, a veces intrigados pero siempre acogedores, nos han proporcionado la substancia misma de este estudio, haciéndonos aparecer progresivamente ciertos aspectos de la realidad aragonesa. ¡Que estas personas sepan que no las hemos olvidado!

Francis

CHAUVELlER



ÍNDICE

PRÓLOGO. ............ ... .. ............ ........ .... ....... .. .. ....... .... .... .......... ... .... .... .... ... ..... .. ..... ......

11

INTRODUCCiÓN ...... ... ... ... .... ...... ... ...... ..... ..... ....... ... .... .. ... ..... .. ... ....... .... .. ... .... ... ... .. ...

17

PRIM E RA PARTE: L AS R E I)OBLA CIO NES FO R ESTAL ES: UN NUEVO ESPACIO FORESTAL.. .. .. ... ... ..........

2S

1.

La organización de un nuevo espacio forestal.. .... .... ....... ...... ..... ..... ....... ..

27

La justificación de la política hidráulica y forestal e n la provincia de Huesca .............................. .... ....... ............ ........... ... .... ..

28

E l nacimi e nto de una política de repoblación : e l ca rácter simbólico de las prim e ras rea lizaciones ...... .... ..... .... ..... .......... .......

29

De los afios cincue nta a los setenta: las repoblaciones e n masa.. ........... .. ........... .. ... .. ..... ... ... .... ... ....... ... ......... .......... ...... ....... ..

32

Naturaleza, distribución y tipos de repoblación .... .......... ... .... ....... ..... ..... .

38

Un predominio absoluto de las conífe ras ........... ..... ..... ..... ... ... ......

38

2.1. 1.

Una se lecc ión de especies de origen loca l ... ........ ..... ... .

39

2.1.2.

Las especies de la repob lació n: distribución geográfica .. ............. ..... ........ ........ .......... ........ ...... ..... ...... .. .

41

1.1 .

1.2.

1.3.

2.

2.1.

7


2.2.

El marco jurídico de las repoblaciones ....................... ..... ..............

43

La repoblación forestal: una actuación propia del sector público ............................................................ .

43

Distribución espacial y marco jurídico de las repoblaciones ...................................................................

45

Un marco de intervención cada vez más estatal. .........

47

Tipos de repoblación y medios en los que se inscriben: una gran variedad .............................................................................

49

2.2.1.

2.2.2.

2.2.3. 2.3.

2.3.1.

2.3.2.

2.3.3.

2.3.4. 3.

hidráulicas ....................................................................... ..

49

Las repoblaciones destinadas a la revalorización de las tierras degradadas ................................................ .

53

Las repoblaciones destinadas a la protección del suelo o a la mejora del medio ambiente ...................... ..

56

La populicultura .............. .. .............................................. .

57

Las repoblaciones en la práctica: sus medios, sus limitaciones y los problemas derivados de la ampliación del espacio forestal..............

59

Los caracteres técnicos de la repoblación ............. .. ...... .. ...... .. .......

59

3.1.1.

La red provincial de viveros .............................. .. .......... .

60

3.1.2.

Las técnicas utilizadas en la repoblación forestal ........

61

3.1.3.

Los equipamientos y el personal vinculados a la repoblación ................................................................

66

Las agresiones al nuevo espacio foresta!.......... .. ...... .. ....................

68

3.1.

3.2.

3.2.1.

3.2.2.

3.2.3.

8

Las repoblaciones asociadas a las infraestructuras

La eficacia variable, aunque creciente, de las actuaciones forestales .................................................. ....

69

Los problemas fitosanitarios que afectan a las plantaciones .............................................................

71

Una amenaza permanente para la repoblación: los incendios forestales .. ..................................................

75


S EGUN D A PA RTE: LA S REPOBLA CIONES FOR ESTALES: IMPACTOS SOBRE E L MEDIO AMBI ENTE Y SOBRE EL ESPA CIO PROVINCI A L ......... ...... .... ... .. ....... ..... ....... .. .. ..... ........ ....... ....... .

1.

2.

La organización espacial de la provincia a principios de los años cuarenta .. .. .. ... ........ .. .... ... ...... .. ......... ... .... .......... ......... .... .... .. ... ........ ......

87

Las repoblaciones forestale s y su impacto sobre el entorno provincial......... ... ... ......... .......... ..... ... .. ... ........ ............. ......... .. .... .. ....... .... ... .. ..

94

2.1.

3.

85

Las repoblaciones forestales y la desertificación de la mitad se ptentrion al de la provincia .... .. ........ .... .. .. .... .......... .. ... .. .... .

94

2.2.

Las repob laciones y el espacio agrícola.......... .... .......... .... .... .. .... .. ..

101

2.3 .

Las consecuencias sociales y económicas de la repoblación........

109

2.4.

La repoblación forestal y el medio ambiente .. .... .... .. .... .. .. .... .. .. ....

118

2.5.

La repoblación forestal y la creación de nuevos paisajes.. .... .. .....

124

La influencia de la repoblación forestal en la estructuración progresiva del espacio provincial .................. .... .... .. .... .... .... .. ............ ...... ...

127

3.1.

La provincia de Huesca a principios de los años ochenta: un espacio heterogé neo, sectorizado y compartimentado .. ...... ...

127

La contribución de la repoblación fores tal a la sectorización del espacio provin cial y a la margin ación de las zo nas montañosas ... .. .. .. ........... .. ......... .......... .. ..... ................. ...... ......... .. .... ..

132

El espacio reforestado: problemas evidentes de integración .. .. .. ... .. .. .. .. .

137

4.1.

U na integración sisté mica siempre limitada ...... .. ...... .... .. ... .. ... ......

137

4.2.

Las repoblaciones forestales: espacios yuxtapuestos.... .......... ......

139

CONCLUSIÓN .. .......... .. ...... .. ........... ... ........ ........ ..... .. .. ...... .. .. ....... .... .. ... .. .... .... ... .. ...... .

143

BIBLIOG RAFÍA ...... ... .... .. .... .. .. ......... .. .. ...... ... ...... .. .. .. .. .. ....... .. ....... .. .. .. .. .... .. ... .. .......... .

147

Í N DI CE DE CUA DROS.. .. .... .. ......... .... .. .... .. .. ..... .. ........... .. ...... .. ..... .. .... .. .. .. ..... .. .... ....... .

161

ÍNDICE DE FIGURAS ........... ... ... ... .... .. ..... .... .... .. .. .. .... ..... .. .. .. .. ......... ....... ...... .. .... ... .. ...

163

3.2.

4.

9



PRÓLOGO

En numerosos países europeos, y particularmente en los de la mitad meridional de Europa, se ha concedido tradicionalmente gran importancia a las repoblaciones forestales. Pero entre todos ellos España constituye, por diversas razones , un caso peculiar. Aunque se trata de un país cuyos dirigentes se han interesado desde hace siglos por la protección de los bosques, sin embargo no encontramos huellas de una verdadera política forestal más que desde principios del siglo XX . Dicha política, a pesar de ser reciente, ha dado lugar a importantes y complejas actuaciones que repercuten en la naturaleza y en los grupos sociales de las regiones afectadas. El patrimonio forestal espailol entra en el siglo XX gravemente enfermo. La degradación que le caracteriza, cuyos orígenes podrían remontarse al final de la Edad Media, es consecuencia tanto de las leyes que protegieron la ganadería trashumante como de las que, más tarde , favorecieron la construcción naval , sin olvidar los nocivos efectos de técnicas agrícolas propias de sistemas de cultivo arcaicos. A mediados del siglo XIX las leyes de la Desamortización, que provocan como se sabe la enajenación de los bosques pertenecientes a la Iglesia, al Estado y a los municipios, suponen una nueva amputación de la riqueza nacional. Habrá que esperar a 1863, año de la adopción de la primera "Ley forestal " , para que el gobierno aborde el problema de la conservación y regeneración del bosque mediante un intento de clasificación sistemática de las superficies boscosas. Pero sólo a principios del siglo, con el Decreto de 7 de junio de 1901 que establece las Confederaciones Hidrográficas, la política de repoblación pasará de mero proyecto a realidad. Tales organismos serán los ejecutantes de las primeras repoblaciones 11


de gran envergadura. Se tratará esencialmente de trabajos de defensa y protecc ión de vertientes, como los emprendidos en los alrededores dc la estación internacional de Canfranc, o los rea lizados en las provincias de Málaga, Almería y Granada, a lo largo de los cauces de los ríos Guadalhorce, Andarax, Motul y Guadalfeo. En 1935 los servicios hidrológico-forestales serán sustituidos por e l Patrimonio Forestal del Estado (P.F.E.), al qu e según la ley de 10 de marzo de 1941 se le asigna una dobl e función : gestionar los bienes domaniales y dirigir las operaciones de repoblación. En e nero de 1939, a pesar de la Guerra Civil, se acaba la elaboración del " Prim e r Plan General de R epoblación ". En él se fija como objetivo la repo blación de 6 millon es de hectáreas , colocándose Espafía a la cabeza de los países e uropeos en materia de repoblación. El ritmo previsto, de 60.000 has. anual es, se alcanzó, e incluso se sobrepasó ampliamente, a partir de medi ados de los cincuenta , hasta el punto de que más de 3 milones de hectáreas habían sido repobladas a mediados de los setenta. En 1971 , como consecuencia de una reorga nización institucional del Ministerio de Agricultura, se crea el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) , qu e supone la fusión de los Se rvicios de Pesca Continental y de Parques Nacionales. El nuevo organismo, a utónomo aunque asignado al Mini sterio de Agricultura, proseguirá , como parte de sus funciones , la ingente obra repobladora reali za da por el P.F.E. Sin embargo , desde 1952 también estaba e n vigor la ley de "ay uda a la iniciativa privada o pública e n materia de repobl ac ión " . Y e n 1968, la promulgación del " Plan Nacional de R epoblación con especies de crecimiento rápido ", especialmente chopos, favorece la aceleración del fe nómeno repoblador. Consecuencia de todo ello es que en 1982 España sobrepasa los 3,5 millones de hectáreas repobladas, de las que sólo 2,9 lo fueron por iniciativa pública (P.F.E. y después lCONA) , proviniendo el resto del sector privado . Si la importancia cuantitativa de la repoblación justifica por sí sola la atención del geógrafo, no menos interesante es la posibilidad de establecer un balance de las realizaciones , habida cuenta del tiempo transcurrido desde que e n los años cuarenta se inici a n las primeras repoblacion es masivas. En efecto, una pe rspectiva de cuatro decenios permite abordar la mayoría de los problemas socio-espaciales o ecológico-económicos inherentes a tod a área de repoblación , incluso en los casos en los que la fase de madurez de los árboles no se ha alcanzado todavía. Pero e l interés del caso español es aún mayor si se considera en el marco de la evolución política y económica de l país durante el período 1940-1980. Y es que en e l curso de dichos años, España ha conocido una evolución que le pe rmite integrarse hoy e n 12


día en el bloque de las de mocracias liberales de Europa Occidental. Esto ha supuesto desde el punto de vista político, además del paso relativamente rápido de la dictadura a la democracia, la aparición de un lluevo espíritu crítico en materia de intervención pública sobre el espacio, tanto si se trata de ordenación rural en general como de la propi amente forestal. Las repoblaciones forest ales, presentadas a los ojos de las generaciones pasadas como muestra de la potencia y la eficacia del régimen franquista , se han convertido ahora en el centro de las críticas encarnizadas de numerosos grupos sociales, y en especial de los ecologistas. No puede tampoco olvidarse que las zo nas rurales espa í'iolas han expe rimentado en las tres últimas décadas una profunda transformación en sus estructuras sociales y en los usos del suelo, tanto por la intervención del Estado como, principalmente, por la influencia de los mecanismos funcion an tes en los países encarrilados en la vía del desarro llo liberal: concentración generalizada de las explotaciones, éxodo rural intensivo que ha vaciado literalmente ciertas provincias, etc. La originalidad del caso español se debe tambi én a las profundas modificaciones ocurridas, desde 1977, en la organización misma del Estado. Desde el principio del sig lo XX hasta el final de la era franquista , la centralización ha sido la característica básica de la historia administrativa del país, a pesar de los frecuentes cambios constitucionales y de la alternanci a en el poder de elementos conservadores y progresistas. Salvo durante la tentativa de regionalización de la Segunda República en 1931, puede afirmarse que las estructuras municipal es y provinciales, base de la articulación de la administración local, han estado ligadas durante más de un siglo y medio al poder central mediante rígidas relaciones jerárquicas, con lo que tal hege monía centralista supone desde el punto de vista de la ordenación del territorio. Desde 1939 hasta principios de los años sesenta, la regionalización fue, bien un tema tabú , o bien el objeto de una reflexión de orden histórico o puramente académico. Puede imaginarse la agitación de los medios políticos, económicos y administrativos cuando la Constitución de 1978 instauró el sistema de "Autonomías territoriales". Una constitución en la que, por ejemplo, podía leerse que la planificación económica debía elaborarse a partir de las entidades locales; que los municipios tendrían competencias crecien tes en materi a de ordenación del territorio ; que las zonas de montaña serían objeto de un tratamiento especia l por lo que se refiere a su desa rrollo económico , etc. Una constitución, en suma, en la que se reconocía el derecho de todos a disfrut ar del mejor medio ambiente posible. Nos encontramos por tanto en un momento clave de la histori a española, lo que no hace sino aumentar el ya grande interés que ofrece este país para su estu13


dio, aunque preeisamente la falta de experieneia, la angustia o incluso la confusión presentes en ciertos servicios administrativos, no hayan facilitado el análisis de los cambios ocurridos desde hace escasos meses. El uno de enero de 1986 EspaCia entraba oficialmente a formar parte de la Comunidad Económica Europea. Con la integración el país asumía ciertas obligaciones, a la vez que se abrían nuevas perspectivas en materia de la ya muy desarrollada ordenación rural. Los resultados de la política de repoblación han sido objeto de intentos de evaluación, a todas las escalas territoriales, por parte de los expertos forestales. Sin embargo, sin que ello signifique hacerles un reproche, es necesario reconocer que se ha buscado esencialmente caracterizar o delimitar la evolución cuantitativa o cualitativa de la biomasa que los mismos habían creado. Igualmente tales resultados han proporcionado los argumentos de diversas reflexiones de orden sociológico, si no político, cuyas conclusiones, frecuentemente muy severas, alimentaron hace ya diez ailOS numerosas polémicas sobre su utilidad. Las transformacion es espaciales derivadas de la política de repoblación e n España forman parte de nuestra Tesis de Doctorado en Geografía. Se ha adoptado, por tanto, un enfoque geográfico que nos parece plenamente justificado tratándose de un tema que se sitúa en la interfase naturaleza-sociedad. En efecto, toda repoblación está sometida a las leyes naturales así como a las de la sociedad; toda repoblación, igualmente, contiene una historia más o menos larga. Por todo ello nuestra investigación ha seguido dos direcciones fundamentales: la de las consecuencias espaciales de la extensión de la superficie arbolada (aspecto magnificado por los técnicos por contribuir a la recuperación del medio rural, pero al que pueden no ser ajenos otros efectos más nocivos, como la desorganización, la marginación o incluso la dominación de dicho espacio rural por elementos exógenos); y, en segundo lugar, la de la integración , económica y ecológica por ejemplo, del nuevo espacio resultante. La investigación, por otra parte, se ha centrado en una región representativa, el Aragón septentrional. En eFecto, desde hace medio siglo este espacio ha estado marcado por importantes realizaciones hidráulicas: presas impresionantes y amplias áreas regadas forman parte hoy en día de los paisajes de la montaila pirenaica y de los somontanos. Especialmente en el Prepirineo, el estado español ha llevado a cabo una política sistemática de repoblación, argumentando la necesidad de proteger un medio "natural " ya muy degradado y sin encontrar apenas resistencia en medios socieoconómicos también muy deprimidos.

14


En el presente trabajo analizaremos los resultados de ce rca de un siglo de actuaciones foresta les en la provincia de Huesca. En este caso, y sigui e ndo el e nfoque que proporciona nuestra di sciplina, prestare mos especial atenci贸n al impacto socioespacial de las repoblacion es con objeto de juzgar la contribuci贸n de este tipo de orde naci贸n a la transformaci贸n del espacio regional.

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INTRODUCCIÓN

La provincia de Huesca, la más septentrional de las tres aragonesas, tiene una extensión de 1.567.000 has. (el 5,1 % del territorio nacional). Desde el punto de vista de los aprovechamientos agrarios, ese espacio provincial se repartía en 1982 de la forma siguiente': las tierras cultivadas, en secano o regadío , cubrían el 36% de la superficie, y el espacio improductivo, el 7%. El resto correspondía a terrenos forestales , tanto monte bajo o matorral (31 %), como monte alto (26% )2. Hay que tener en cuenta que la definición de espacio forestal, por tomar sólo este ejemplo, varía según las fuentes . No obstante puede estimarse en algo más de 400.000 has. la superficie de bosque de la provincia, lo que supone el 3,5% de la extensión forestal española, y la convierte tanto en términos relativos como absolutos en la más forestal de las tres provincias aragonesas. Durante los últimos 45 años la superficie de los bosques oscenses ha pasado de menos de 350.000 has. a algo más de 400.000, lo que significa un aumento de alrededor del 15%. Este aumento está lógicamente ligado al fenómeno de la repoblación; no la repoblación "espontánea", que es muy reducida, sino la repoblación "artificial", que se ha realizado en unas 140.000 has. (6% de la repoblación nacional). Se deduce por tanto de lo anterior la importancia de tales repoblaciones, que hacen de la provincia de Huesca una de las tres primeras provincias españolas en este tipo de actuaciones sobre el territorio. La superficie repoblada equivale a más de un tercio de la superficie forestal inicial y, además, durante los últimos años ha tenido lugar una explotación intensiva del espacio arbolado. La consecuencia ha , CL "Censo Agrario de España, 1982". Recuérdese que estas proporciones no son más que aproximadas debido a los problemas encontrados con las estadísticas. 2

17


sido, en conclusión , la creación de un nuevo espacio forest al, con importantes modificaciones respecto del ex iste nte a final es de los años treinta. De los 119 municipios con los que cuenta la provincia , 112 han sido afectados hasta ahora por la repoblación. Pued e decirse, de forma esquemática, que la repoblación se ha ce ntrado ese nci a lmente e n la mitad septentrional de la provincia, es decir, e l Pirineo y Prepirin eo. Por el contrario e l Somontano apenas si ha sido afectado, con la exce pción de los municipios ribere ños del Gállego y Cinca. Si se a naliza la distribución geográfica de las repoblacion es e n re lación con los usos del sue lo , se descubre n cierto número de rasgos significativos. En primer lugar las re poblaciones constituyen un fe nó me no marginal e n aquella parte de la provincia donde el porcentaje de superficie cultivada es importa nte; se limitan , además, a la alta montaña pirena ica, donde el bosque " natura l", qu e se rege ne ra fácilmente, cubre un espacio importa nte y e n la que los espacios improductivos so n exte nsos; por último , las repoblaciones afectan a sectores medianame nte arbol ados y constituye n en estos casos una ex te nsión de l bosqu e original, o bi e n un a conquista sob re e l matorral. La superficie repoblad a es, por todo ello, muy distinta de unos municipios a otros. Los datos de l cuadro 1 nos permiten precisar nuevos aspectos. Aproximadame nte una décima parte de los municipios de la provincia dedican más del 20% de su superficie a la re población. Casi todos ellos se locali za n en el Prepirin eo y puede afirmarse qu e su paisaje se ha visto profundamente modificado e n menos de medio siglo. Por otra parte, e n más de un te rcio de los municipios la supe rfici e repoblad a ll ega al 5%, lo que es ya suficiente para que , e n la mayo r parte de los casos, pue dan reco noce rse las huellas de la misma .

Cuadro l. Porcentaje de la superficie repoblada en cada municipio y nLÍmero de municipios repoblados (provincia de I-Iu esca). % de la superfici e repoblada e n cada municipio me nos de 5%

18

Núme ro de municipios repoblados 39

de 5 a 10%

27

delO a 20%

28

de 20 a 30%

8

de 30 a 45%

8

más de 45%

2


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F i g.l: Índice de repoblación en cada municipio (1981).

25 km


La distribución espacia l de la re población forestal reprod uce a grandes rasgos los contrastes de la prov inci a. Aunque es fundam e ntalme nte pire naica , la provincia de Huesca es tá atravesada por diversas unid ades geográficas lon gitudin a les por lo que ofrece una gra n va ri edad de medios físicos y hum a nos . El re lieve prese nta dos ámbitos clarame nte dife re nciados: el de la mo ntaila , a l norte; e l de la s bajas mesetas y llanuras, al sur. E l cont acto entre ambos es bastante brutal y corresponde a dos unid ades estructural es y morfol ógicas dife re ntes. Como se sa be la montaña pire naica e n su ve rti e nte española prese nt a un di spositivo e n band as más o me nos para le las que comprende, de sur a norte, las Sierras Ex te riores o Prepirineo, la D epresión Intrapire na ica, las Sie rras Inte riores y la Zona Axial , cuyos principales macizos sobrepasa n ya los 3.000 mts. Este dispositivo ha dificultado tradicionalmente las re lacion es me ridi anas , pe ro ha co ntribuido, e n cambio, a crear un a fu e rte conciencia region a l intra-montana en cada valle. Las principa les a rte ri as de la red hidrográfica (G á ll ego, Cinca, Nogue ra Rib ago rza na) dese mbocan e n e l piedemonte me ridi o na l despu és de habe r fra nqueado las Sie rras Exteriores a través de impresionantes foces. E n las ll a nuras de l sur, qu e se elevan e ntre 200 y 500 mts. , e l único accid e nte importa nte lo constituye la Sierra de Alcubierre, que alcan za los 800 mts. de a ltura. D ebido a la altitud crecie nte hacia e l norte y a la ba rre ra qu e supon e n las Sierras Exteriores, desde e l punto de vista climá tico se distingue n dos ámbitos o pu es tos: el mediterrá neo continental, que correspond e a la mitad me ridional de la provincia , y el montailoso, e n su mitad septentrional. A la alta montaña , qu e recoge más de 1.500 mm . de precipitación al año, se le opone la zo na baja e n la qu e e l déficit pluviométrico ge ne rali zado (menos de 300 mm. anuales algunas veces) hace indispe nsa ble e l ri ego para intensificar los cultivos. E l Prep irineo constituye un sector intermedio con precipitaciones e ntre los 800 y los 1.000 mm. Sus ma torra les sa lpicados de encinas supo ne n e l es labón, biogeográfica me nte hablando , e ntre la pseudo-estepa de l Va lle del Eb ro y las formacion es de la monta ña domin adas por e l pino silvestre. Las formas de utilización del suelo, así como la importancia tradicional de l bosq ue e n los sistemas de ex plotación distingu e n, una vez más, las dos mitades de la provincia. En el pi ede monte, e n efecto, los cultivos de seca no o de rega dío ocupan lo esencial de un espacio rura l que ha conocido desde hace treint a años un a fuerte intensificació n de su aprovechamiento. El bosque, muy degradado desde hace ti e mpo, se componía e n e l mejor de los casos de a lgunos te rrenos para pastos e n la vertiente norte de la Sierra de Alcubie rre o e n sus prolongaciones orientales. 20


La lei'ia pa ra el fuego, así como la madera, se importaban de la montai'ia. Sei'ialemas sin e mbargo que , hoy e n día, el árbol no está totalm ente a use nte del paisaje ya qu e el chopo (que además crece espo ntá neamente e n las riberas de los ríos) está siendo objeto de una especulación ca da vez más activa, aunqu e los cereales, los tubérculos, las leguminosas y, ocas ion almente, la ganadería esta bulada, siguen sie ndo el fundamento de la economía agrícola. Por lo que respecta a la montai'i a, y a pesar de las difere nci as que ofrecen desde el punto de vista de su aprovechamiento, las tierras de la alta montai'ia , de la de presión inte rmedia y de las sierras exteriores, tie nen todas e n común la oposició n, dentro de cada finca, entre el " monte" y el "campo" (espacio cultivado), relegado e n la mayor parte de los municipios a una estrecha franj a de las fincas. Dicha parte además se ha visto después aún más reducida como co nsecue nci a del éxodo rural. En cuanto al monte , a pesar de incluir extensiones esté riles, ha constituido trad icion almente con sus pastos, su matorral y sus bosques, el soporte de actividades silvopastoriles ampliamente desarrolladas, especialmente e n la alta montai'ia. En es te último contexto el monte alto representa frecuentemente e ntre el 30 y el 50% de la superficie municipal y da luga r habitualmente a un a explotación colectiva. En muchos valles pirenaicos las sustanciosas rentas provenientes de la explotación forestal se ai'iaden a las obte nidas de la ga nadería ovina y bovina. E n la depresión longitudin al la porción de espacio cultivado es netam e nte más importa nte y a los cultivos arb ustivos instalados e n las primeras vertientes se ai'iaden los cereales. En este medio , el bosque que hoy recubre las vertientes que domin an las depresiones es, e n la mayo r parte de los casos , el prod ucto de la repobl ación efectuada por el Estado o por los ayuntamie ntos. El Prepirineo, por último , ha pose ído siempre un "monte" bastante desarrollado; pe ro , a dife rencia de los ámbitos anteriores, el " monte alto " se ha visto limitado e n su exte nsió n hasta un a época reciente, debido a las actividades pastoriles y a la ll egada de los rebai'ios trashum antes, de la montai'ia o de la ll anura, durante las estaciones intermedias. Ai'iádase a ello la sobreexplotación de la cobertera arbolada a cargo de los carboneros y de los mismos agricultores. No obstante, hoy en día las importantes repoblaciones efectuadas confieren a este medi o unas características biogeográficas particulares" como se verá más adelante. La mayor parte de las

Véan se al respecto los trabajos de M. D Au MA s y G A RCÍ A R U IZ , a los qu e nos refe rire mos frecuent emente en lo sucesivo, y e n especial sus tesis sobre " La vie ru ra le dan s le Haut Arago n Oriental " y " Modos de vid a y ni ve les de renta en el Prepirineo del Alto Aragón Occidental ".

.1

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pequ e il as ex pl o tacio nes ha n desa pa recid o y só lo s ubs iste n e n los int e rrluvi os las pardin as o masías, vas tas ex te nsio nes de ti e rras e n ma nos de pro pi e ta ri os a bse nti stas o Las pa rdin as, situ adas e n las ti e rras más ri cas, asoc ia n c ulti vos ce rea li stas y fo rra je ros co n un a ga nade ría mayo r, a lt a me nt e meca ni za da y mo to ri zad a . O tras pa rdin as, a ba ndon a nd o e l c ulti vo, se ha n " reco nve rtid o" e n fin cas de mo nt e de dicá ndose al a lquil e r de pas tos o a la explotació n fo res ta l a pa rtir d e pl a nt acio nes na tura les, lo qu e no ex clu ye q ue a lgun as se ha ya n sac ri fica do e n a ras de la repo bl ació n. E n es te últim o caso e l Estad o ha co ntribuid o a la tra nsfo rm ac ió n d e los pa isa jes medi a nt e la co mpra de mil es de hectá reas de ti e rras in cult as y de garri gas y s u pos te ri o r re po bl ac ió n, la más impo rt a nte de tod as las efectu adas e n la p rov in cia. Co n todo e ll o e l bosq ue, q ue cubre frec ue nt e me nt e m ás de la mit ad de la supe rfi cie de los muni cipi os, se ha co nve rtid o p rog res iva me nt e e n o bj e to d e espec ul ac ió n co n graves co nsec ue ncias pa ra e l medi o a mbi e nt e. Desde e l punt o de vista socioeco nómi co, la repo bl ac ió n fo res ta l se ha d ado e n un medi o ca racte ri zado po r su escaso desa rro ll o y co ntinu a desva lo ri zació n. A unqu e se ex ti e nd e po r e l 3,5% de l te rrit o ri o nac io na l. la p rov in cia d e Hu esca , co n 2 14.000 ha bit a nt es según e l ce nso de 198 1, no co nti e ne más qu e e l 0,6% de la po bl ac ió n espa il o la , lo q ue supo ne un a de nsid ad de 13 hab it a nt es po r Km 2 . La provin cia ha pe rdid o m ás de 50.000 ha bit a nt es d esde 1950, afio d e su a pogeo de mográfi co. Co n respecto a l ce nso de 1900 se o bse rva un a pé rd ida e n su d e nsida d de 3 hab ita ntes po r Km 2, mi e nt ras que pa ra e l co njunt o de l pa ís se ha produ cid o un a ga na ncia de 33 ha bit a nt es po r Km 2. D e hec ho si se exc lu ye n los muni cipi os ur ba nos, las de nsid ades e n zo nas rura les osce nses está n a me nud o co mpre ndid as e ntre los 2 y los lO ha bit a nt es po r Km ", co n la excepció n de los secto res regados de l s ur de la p rov inci a. E n e l co njunt o de la po bl ació n p rov in cia l, e l 37% de los ac ti vos pe rt e nece n tod avía e n 198 1 a l secto r prim a ri o (fre nt e a l 30% de l secund a ri o y e l 33% de l te rciario) lo que hace de Hu esca un a p rov incia rura l y ma rgin ad a de ntro de l co njunto espa il o l. Ma rgin ac ió n qu e se obse rva ta mb ié n e n e l co nt ex to a ragonés , e n e l qu e po r su a leja mi e nto de l e je d e l E bro apa rece vin cul ada prin cip a lm e nte a Za ragoza , destin o de las co rri e nt es mi gra to ri as qu e tradi cio na lm e nt e ha n d re nado sus ex cede ntes de pob lac ió n. N o o bsta nte , la je ra rq uía urb a na de la prov in cia es bas ta nte equilibrada , co n cua tro ciud ad es e ntre 10 y 15.000 ha bita nt es (J aca , Sa biíl á ni go, Mo nzó n y Ba rbas tro ) ade más d e la ca pita l co n sus 45.000 ha bita ntes. Sin e mb a rgo, la d ista ncia qu e sepa ra a Hu esca de los 700.000 ha bit a nt es de Za ragoza , re fl eja la dim e nsió n de l desequilibri o regio na l a ragonés. T ras un sec ul a r a isla mi e nt o , la provin cia de Hu esca , o más exacta me nte su mitad se pte ntri o na l, se a bre a l mund o mo de rn o grac ias a la co nstru cció n de g ra ndes e mb a lses destin ados a l ri ego de las ti e rras bajas as í co mo a la p rod ucció n de 22


electricidad. Fue ron nume rosas las razo nes que e n su día impulsa ron el equipamie nto del espacio pire naico: la ex iste nci a de ríos co n caudales medios re lativame nte impo rta ntes (como el Aragó n, el Gá llego , el Cinca, Nogue ra Rib agorza na, Ése ra, todos ellos con va ri as dece nas de me tros cúbi cos); las necesidades de agua para la agricultura e n el co razón de la depresión del Ebro; la de ma nd a de e ne rgía eléctrica pa ra los núcl eos urbanos e industriales de Za ragoza, Ca taluñ a y el País Vasco; la ex iste ncia de e mplazamie ntos adecuados para la construcción de grandes e mbalses, especialme nte e n el Prepirineo, etc. Por ello se idearon numerosos proyectos y se ll eva ron a ca bo algun as rea lizacion es durante la prime ra mit ad del siglo XX. Sin e mb argo, el pe ri odo de las grand es obras se sitú a e ntre 1950 y 1970. Es fácil compre nde r que, e n re lación con tales obras hidráulicas y co mo medid a pa ra favorece r el mejor aprovechamiento de los recursos hídricos, se iniciase un a política de repobl aci ón inte nsiva que afectará, lógicame nte, a la' mit ad septe ntri onal de la provincia. Para e ntonces, además, tambi é n parecía in aplaza bl e proceder a la restauració n de la cobertera vege tal, neces idad cada vez más palpable desde principios del siglo.

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PRIMERA PARTE LAS REPOBLACIONES FORESTALES: UN NUEVO ESPACIO FORESTAL



Toda política de ordenación del territorio se expresa por medio de textos de intención y de textos legislativos. Igualmente toda política territorial supone la producción de nuevos espacios cuyo análisis debe efectuarse tomando como referencia el lugar y el momento en el que comienza su transformación. Si se trata, como en este caso, del estudio de un nuevo espacio forestal resultante de la repoblación, deben incluirse necesariamente en el análisis otras consideraciones, relativas a su naturaleza biogeográfica, al marco jurídico o al entorno físico y humano en el que se inscribe. Sin que se olvide , por último , el análisis de los métodos y las técnicas utilizadas; el de las actuaciones secundarias derivadas de la repoblación; la referencia al personal implicado, etc. Todos estos aspectos serán considerados en nuestro estudio más adelante. No obstante, podemos adelantar que en la repoblación forestal de Huesca se observan algunos desajustes entre los objetivos perseguidos por los técnicos y los resultados conseguidos. De ahí probablemente la incidencia de las enfermedades fitosanitarias ; la no menos importante de los incendios, etc. sin olvidar los efectos del escaso éxito de algunas, bastantes, plantaciones. Todo parece indicar que el nuevo espacio, dotado de una dinámica compleja en la que interaccionan elementos ecológicos, socioeconómicos y políticos, ha podido en cierto sentido escapar, al menos parcialmente, del control de quienes lo idearon. A lo que es, por tanto, una difícil problemática, se dedicarán los párrafos siguientes, en los que se presentan los efectos observados tanto en las zonas de media como de alta montaña afectadas por la extensión, frecuentemente brusca y rápida , de un espacio primitivamente dedicado al bosque o a las actividades agropastoriles.

1.

La organización de un nuevo espacio forestal

Si se toman como referencia las primeras memorias de las divisiones hidrológico-forestales, podemos estimar que a principios del presente siglo, la extensión del " monte alto " de la provincia de Huesca representaba menos del 18% del total provincial (frente al 26% actual) , mientras que el " monte bajo" suponía el 37% (31 % actualmente). Por lo que respecta a los espacios improductivos, compuestos por suelos desnudos o degradados, suponían , según la misma fuente , aproximadamente un tercio de la extensión provincial, dato que hoy nos parece exagerado y que debe explicarse por la necesidad de justificar ante la opinión pública la función del nuevo organismo. No obstante , es evidente que la secular deforestación que afectó a la provincia desde finales del Medievo había mermado notablemente su patrimonio ecológico y ambiental.

27


1.1 .

La justificación de la polílica hidráulica y forestal en la provincia de H uesca

Desde tiempos remotos los fenómenos de erosión han afectado, al menos localmente, a suelos y vertientes del Altoaragón. Sin embargo, son pocos e imprecisos los testimonios de tales fenómenos , y de sus efectos, con anterioridad al siglo XVIII. De hecho , es en el conocido libro de Ignacio de Asso 1, de finales de ese siglo, donde se encuentra por primera vez una referencia a la desaparición de la cubierta vegetal en vertientes empinadas. Sef\ala , en efecto, que "en las montañas de los alrededores de Jaca, hay muchas que debido a su elevada pendiente o a la fuerza de las aguas, han perdido la tierra necesaria para la vegetación ... ". No obstante , durante la segunda mitad del siglo XIX se asiste a una aceleración de los procesos erosivos, hasta el punto de justificar su estudio de forma sistemática por parte de los nuevos organismos forestales. Los efectos de la erosión pueden ya "leerse" sin dificultad tanto a la escala de vertiente como a la de las grandes cuencas hidrográficas. Especialmente expresivo es el testimonio del ingeniero D.H. Ayerbe' referido a 1908. Según él son frecuentes por toda la provincia los fenómenos torrenciales " ... debidos a las fuertes pendientes. La destrucción de la cubierta vegetal provoca la del suelo, la de los pequeños cultivos en las partes bajas y, en ocasiones, la de pueblos próximos a algún torrente, ante el riesgo de desaparecer enterrados. Tal es el caso de Canfranc, Villanúa, Arruey, ... Otros ven desaparecer los cimientos de las casas que amenazan con derrumbarse, como ocurrió en Bergosa .. . ". Un poco más adelante el mismo autor sef'íala que , "las causas de estos desastres deben de buscarse únicamente en la destrucción de los bosques debido a talas abusivas de leña y madera, a los incendios y a los aludes. A ello se añaden los efectos derivados del abandono de tierras de escasa estabilidad. Las tierras son trabajadas por las aguas. Después de una o dos cosechas, dejan el suelo desnudo o abarrancado". D.B. Ayerbe destaca igualmente otra consecuencia habitual de la alteración de la cubierta vegetal: el crecimiento de la irregularidad de los regímenes de los ríos. Tal irregularidad, señala, aumenta a medida que se remontan las cuencas, en relación con las mayores pendientes y la también progresiva rarificación de la vegetación con la altitud. Lamentablemente, debido a la falta de una red hidromé-

4

Cf. 1. de Asso , " Historia de la economía política de Aragón " .

; Citado por V. BIELZ A D E ORY Y C. VALE N Z U E L A FU E RTES en " Aspectos histórico-geográficos de la degradación de un ecosistema de montaíia: los altos vall es pirenaicos aragoneses occide ntales" .

28


trica digna de este nombre antes de 1920, no es posible establecer comparaciones con los regímenes hidrológicos actuales". De todo lo anterior parece deducirse, aunque no queramos afirmarlo de forma categórica, la existencia de importantes aludes durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX. Tal hecho está sin duda relacionado con el rigor de aquellos inviernos, pero es forzoso reconocer que la degradación de la cobertera vegetal no fue tampoco ajena a la generalización de tales aludes, cuyas consecuencias directas e indirectas significaron, a su vez, nuevos ataques a los suelos y a la cubierta vegetal. A este respecto, según numerosos testimonios , la carretera de Zaragoza a partir de Canfranc quedaba cortada cada invierno como consecuencia de los aludes, que podían tener un a duración de uno a cinco meses. En defi nitiva , y como sei1ala el mismo 1.M. Aye rbe , " no hay tranquilidad en los pueblos porque es raro el que no se e ncuentra en las proximidades de un arroyo que les amenaza hasta el punto de impedir la vida e n él. Por esta razón, son numerosos los hab itantes de la provincia que em igran por falta de recursos , incluso de los más elementales". Aunque esta visión pueda pecar de cierta exageración, por el deseo de Ayerbe y de sus colegas de dar importancia a su labor ante los ojos de Madrid; y aunque debamos, por ello, ser prudentes en la interpretación de los hechos expuestos, podemos sin embargo concluir que la situación de la provincia de Huesca en los albores del siglo XX justificaba ple namente la defensa del paisaje. En cualquier caso en otras regiones espai10las tiene lugar una similar toma de conciencia sobre la situación de los bosques, lo que habría de desembocar en la puesta en marcha de una política forestal verdaderamente moderna.

1.2.

El nacimiento de una política de repoblación: el carácter simbólico de las primeras realizaciones

La repoblación forestal en la provincia de Huesca se inició, al igual que en el resto de Espai1a, en algunos puntos claves, localizados en los sectores de utilidad pública. La ley de 24 de junio de 1908 dispone que "se consideran de interés general y utilidad pública los montes existentes y los terrenos que deban repoblarse

" Cf. L. D AVY. " L'Ebre: étude hydrologique " .

29


foresta lm e nt e en las cabece ras de las cuencas hidrográficas. los que sirva n para reg ul a r las alteracion es de l régim e n de las agua s ll ov id as , los que ev it e n despre ndimi e ntos de ti e rras, rocas, s uj e te n o a firm e n los sue los sueltos. deficndan cana li za cion es o vías de comunicación , o impidan e l e nturbiami e nt o de las ag ua s qu e abastecen poblaciones, los qu e sa ne e n parajes mont a ilosos. y los que sirvan pa ra hace r pe rman e nt es las condiciones hi gié ni cas y económicas de los pu e blos comarcanos" . Esta ley hi zo posibl e e l trabajo de las entonces creadas division es hidro lóg icofo resta les, cuyos técnicos e in ge ni e ros ll e vaban ya dive rsos afios recorriendo e l terre no. Sin e mbargo, la sex ta divisió n no co ntab a más qu e co n un escaso presupuesto por lo que sus trabajos hasta medi ados de los años ve int e no pasaron de se r modes tos. No obst a nte , tuvi ero n un import ante va lo r simbó li co debido a los bu enos res ultados obtenidos y a su loca li zació n. Se optó preferentemente por la sa lvagua rd a de las vías d e co muni cació n, ta nto carre te ras como ferrocarriles , y e n especia l por las que reco rre n los a lt os valles del Aragó n y del Gá ll ego, que a trav és del Somport y e l Portalet conectan co n Francia. La s reali zacion es más espec tac ulares (repo blaciones co n pinos silves tres. diques, proteccion es co ntra los a ludes) tuvi ero n luga r e n las proximidad es de la es tac ió n internacional de Ca nfra nc, especialmente a lo la rgo de las orillas de los to rre ntes Est ivi e lls, Ep ifa ni o y Las Meses. Agua s abajo se aco ndicion a ro n las pe ndi e nt es próx im as a Yillanúa. Casti e llo de J aca y J aca . E n e l a lto Gáll ego. los es fu e rzos se centraron e n los ríos que desembocan e n la pequeña cuenca de Biescas, es pecialmente en e l Arratiecho y e l Aras, qu e a menaza ba n al pequeño pueblo de Acumuer. D esde principios de los años tre inta , a la acti vid ad de la sex ta di visió n hidro lógico-fo resta l, se un e la de un nuevo orga ni smo que aca ba ba de se r creado por un decre to -l ey de S d e ma rzo de 1926: la Confederación Sindical Hidrográflca del Ebro. Co mo se sabe has ta e nto nces, y desde fin a les del siglo XIX , e l Estado se había co nte ntado con o torgar las concesiones para la re ali zac ió n de ob ra s hidrá uli cas a organismos privad os que rec ibían además .s ubve ncio nes muy mod estas. Co n ta l fa lta de medios, y e n un contexto donde frecue nt eme nte se prese ntab an dificul tades, los ri egos del Altoa ragó n no había n pasado de la fase de int e ncion es o, si lo había n hecho , no ll ega ron a su té rmino. E l 7 de julio de 1911 , un a ley daba a l Estado la ini cia ti va e n la ejecució n de los trabaj os de rega dío . Durant e la Di ctadura de Primo de Rivera se crean dive rsos o rga nismos especia li za dos en este tipo de trab ajos, cuyo prime r objetivo se rá e l de racio naliza r los es fu e rzos que e n e l futuro hab ría n de rea liza rse e n ese ca mpo. Se observa, por ta nto , un a nu eva concepción

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,

11 I I I

Vía férrea N

o

Trabajos realizados por la 6' Di v is ión h id rol óg ico-f orestal

+

, . Siescas 2. Canfranc

3. Villanua 4. Castiell o de Jaca 5 . Jaca 6 . Panticosa 7. Acumue r 8. Benasque

o

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__-===*Lwd __

25 km

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Trabajos realizados por la Confederación Hidrográfica del Ebro 1 Navasa 2 . Acum uer 3 . Jav ie rrelatre 4 . Ena

5 . Ves te (La Peña)

P antanos construidos a ntes de 1940 1. Barasona 2. Mediano 3. La Peña

6 . Barasona

7. Mediano

Fig.2:

Localización de las primeras repoblaciones efectuadas entre 1910 y 1940_


de la política hidráulica, siguiendo las recomendaciones de uno de sus más decididos impulsores, el aragonés Joaquín Costa. De ahora en adelante la Confederación Hidrográfica del Ebro será la encargada de coordinar las iniciativas de los diferentes sindicatos de rega ntes existentes en toda la cuenca, considerada ya como una unidad; de la Confederación saldrán también los medios para la construcción de grandes embalses con vistas a la explotación total de las aguas: para riegos y para la producción de hidroelectricidad. El fundador y primer presidente de la Confederación fue Manuel Lorenzo Pardo, quien la dirigió con gran acierto, por lo que acabó sie ndo una referencia para las otras confederaciones hidrográficas españolas. Para evitar los riesgos de e ntarquinamiento de los embalses, y sacando provecho de la experiencia de sus predecesores, los inge nieros de la Confederación decidieron proceder a la re población de las vertientes, contando además con la inestimable ayuda técnica de los servicios de la división hidrológico-forestal. Ello desembocó, desde principios de los años treinta, en la repoblación con pinos silvestres y Laricio alrededor de los embalses, o futuros embalses, de Barasona, Mediano, La Peña, con una extensión de varios centenares de hectáreas. Al final de los años treinta , el balance de las repoblaciones efectuadas en la provincia de Huesca no pasa de ser modesto: afectaron a 1.500 has. en una veintena de años. Igualmente llama la atención el hecho de que tales repoblaciones hubiesen sido únicamente concebidas por sus impulsores como un medio para la protección de las pendientes en ciertos lugares precisos, como las proximidades de las vías de comunicación o las vertientes de los embalses. Con este fin fueron empleados varios centenares de hombres de forma estacional, pero nunca se destacaron los evidentes efectos económicos de tal empresa. No es difícil sin embargo adivinar que, a partir de los años cuarenta, el fenómeno de la repoblación abordará objetivos más numerosos , y más ambiciosos, requiriéndose para ello un mayor esfuerzo humano así como un tratamiento del medio más acorde con su complejidad.

1.3.

De los años cincuenta a los setenta: las repoblaciones en masa

También el suroeste y noroeste de España han conocido actuaciones forestales, ya que en el transcurso de los años cincuenta y sesenta, sus provincias recibieron una repoblación que como media se sitúa por encima de las 40.000 has., es decir, algo más que la media nacional. No obstante, la provincia de Huesca las

32


supe ra ya que la supe rficie repob lada ascie nde a 61.000 has. Recuérdese tambi é n que, e n e l caso de Aragón , ninguna de las tres provincias, y e n especial las de Huesca y Teruel, han contado nunca con una población num erosa e n el medio rural, ni siq ui era antes del fuerte éxodo rural de los afias cincuenta , pudiéndose les incluso considerar como a uté nti cos vacíos de mográficos. Por tanto no hay más remed io que relacionar, como se ha hecho e n el párrafo anterior, el fenómeno repoblador con la importanci a de las ob ras hidráulicas realizadas o e n proyecto: los pantanos de Barasona, Media no, La PeÍla, Yesa, ri egos del Somontano, etc. Da la impresión de que el comie nzo de las repob lacio nes e n masa e n la provinci a de Huesca fue más le nto que e n el resto del país: e ntre 1940 y 1950 so n so lame nte 720 las has. repobladas y se loca liza n en los municipi os de Castiell o de Jaca, Gurrea de Gállego y Alcubierre. En el primer caso se trata de la continuación del trabajo iniciado cuarenta años antes para protege r el eje inte rn acio nal del Somport; e n los otros dos se pretende la conso lidación de vertientes inestabl es. Sobre es te retraso pueden darse vari as exp licaciones. En primer luga r parece lógico que el Estado concediese me nos ate nción a un a provincia con buena reputación forestal ; pero no es me nos verdad que e n esa é poca num erosos sectores pote ncialmente favorables a la repoblación estaba n fa ltos de accesos y, por tanto, muy aislados. Y por último no conviene olvidar que , por su posición fronteri za, a algunos sectores del norte de la provincia, tales como pue rtos o gra ndes va ll es, se les a tribuía un valor estratégico, lo que justifi ca la presencia del Ejército y el control de los desplaza mientos de la población civil. A este respecto, parece qu e en las sierras más aisladas - Galardón, Aineto, Olsón , Turbón-, subsisti e ron bandas de maquis provocando un a constante presencia militar e n los interfluvios. Este contexto cambia progres ivame nte durante los años cincuenta ya que hasta final del dece nio se repoblaron 29.282 nuevas has. distribuidas por 77 municipios, que será n 112 a principios de los oche nta. En ese dece ni o se dibujan tambié n las características de la distribución espacia l actual. E n e fecto , se destaca ya netamente el Prepirineo occidental, y en me nor grado el oriental, así co mo los términ os municipales de Jaca y Sabiñánigo, e n cada uno de los cuales se repueblan varios miles de has. La alta montaña y el somontano , dond e el regadío está en plena expa nsión, quedan al ma rge n por el mom e nto. No obstante, e n los municipios somo nta nos situados a lo largo del Cinca, el Patrimonio Forestal del Estado (P.F. E. en ade lante) repoblará algun as hectáreas ampará ndose e n la legislación sobre lechos principales de los cursos de agua. Entre 1960 Y 1970 la repob lació n fo restal en la prov inci a de Huesca afecta a 30.565 has. Al igual que ocurre en el resto del país, se ma nti e ne exacta me nte e l ritmo observado durante el periodo precedente. Sin embargo, las localizacion es

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,

_ 5000 h as .

_ 2500 N

_10 00 _ 500 _ 100

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+

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__

25 km

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Fu ente: ICONA

Fig.3: Superficie repoblada en cada municipio entre 1950 y 1960.


evolucion an poco. Se observa no obsta nte un cierto reequilibrio e ntre las dos partes del Prepirineo, así como la difusión a partir del eje "Jaca-S abií'iá nigo" haci a los municipi os del va lle del A ra (Fiscal, Bo lta ña, A ín sa') o del G áll ego medi o (Las Pe ñas de Riglos). E l núm e ro de municipi os afect ados disminuye lige rame nte supera ndo los 75. H ay por ta nto respecto del periodo ante ri or una inte nsificación bastante clara de l fe nóm e no repobl ador e n los sectores co nside rados como más aptos, lo que denota quizá un a vo luntad de re ntabilización más afirm ada que anterio rme nte. En res um e n, la superficie repobl ada e n la provin cia de Huesca al fin al de los años sese nta representa el 45% aproximada me nte del total repoblado a principios de los oche nta. A esca la nacional tal propo rción , e n la misma fecha, es de l 71 %, dife re nci a qu e sigue acusa ndo el retraso osce nse al que a ntes se ha hecho refe re ncia. No obstante, las 70.000 has. que será n repobladas e ntre 1970 y 1985 acaba rá n por reducir dicha dife renci a . E n el transcurso de dich o periodo se obse rvan además dife re ncias de ritm o e ntre la repobl ación a escala nacio nal y la de Huesca. E n efecto, si los últimos a ños se ca racteriza n e n ge neral por un a ne ta rale nti zaci ón de las operaciones - las supe rficies anualm ente afectadas caerán por debajo de las 2.000 has.-, parece que e n la provincia de Huesca el ritmo elevado de fin ales de los sese nta - e ntre 4 y 6.000 has. repobladas anu alme nte- se ma ntie ne hasta fin ales de los setenta, supe rando cl arame nte la med ia nacional. Bie n es ve rdad que so n numerosas las tie rras " libe radas" y que ta mbié n la prov in cia se ha be nefici ado de la re población co n especi es de crecimie nto rápido gracias a los regadíos de su parte meridion al. D esde el punto de vista de la distribución espacial, la comparación del mapa de las supe rficies repobladas por té rmino municipal desde 1970 con el correspondie nte al deceni o precede nte, muestra un crecimie nto del núm ero de municipi os afectados. Las realizaciones han te nido luga r tambié n e n la alta monta ña pire naica, que hasta a hora había sido escasa me nte tocada . Tal es el caso de los municipios de H echo , Broto, Benasqu e, de los del Valle de Tena, e tc. Por otra parte, ta mbi é n se observa n algun as operaciones, a unque rea lme nte menos importantes, e n la pa rte más meridio nal de la provincia: municipi os de La Li te ra, de la Sie rra de A \cubi erre y del valle del A \ca nadre. Pero un a vez más el Prepirineo occid e ntal se sitúa en cabeza aunque hay que añadir tambié n los municipios del sector de BoIta ña y los de las Sie rras de G uara y Ai ne to. Sin e mbargo, los municipi os más occide nt ales, do nde se había n

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,

_5000 has.

N

_2500

_1000 _ 500 _100

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Fuente: ICONA

Fig.4: Superficie repoblada en cada municipio entre 1960 y 1970.


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5000 has.

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25 km

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Fuente: ICONA

F i g. 5: Superficie repoblada en cada municipio desde 1970.


efectuado impo rta ntes repo bl aciones a nte riorm e nte re lac ion adas con e l equIpami e nt o hidroe léc trico de los ríos Ésera y Nogue ra Rib agorzana , apenas han a mpliado esta supe rfici e dura nte e l último pe riod o. De cara al futuro, según las es timacion es de la Dirección Provinci a l las in ve rsion es se efectuarán priorita ri amente e n tres sectores: la Sie rra de Guara, donde las ti erras disponib les so n todavía muy num e rosas, la Sierra de Alcubi e rre y e l nort e de los Mon egros. E n esta últim a zona , a fectada por una inte nsa d egra d ació n de l medio , e l rega dío hab rá de dese mpe Íl a r e nto nces un pa pel de gran impo rta ncia , gracias e ntre o tras cosas a las re pobl ac io nes de chopos. En conclusión , la fase inte nsiva d e las re po bl ac ion es parece habe r ll egad o a su té rmino , aunqu e las rea li zacion es prev istas a co rt o pl azo a fectan todavía a un a dece na de mil es de has. , sin incluir la posibl e inte rve nci ó n de l sector privado. De ahora e n ade la nte , por ta nto, de berán abordarse otro tipo de trabajos más impo rt ant es desd e e l punto d e vi sta cua lit at ivo, como la rege ne ración de la cubi e rta vege taL e tc. Se con seg uirá ta mbi é n, con ello, pre pa ra r las áreas fores ta les para su aprovechami e nto SOCIOrecrea tivo , prot egié ndol as de las posibl es agresiones qu e pudieran sufr ir.

2.

Naturaleza, distribución y tipos de repoblación

Antes de prese nta r los resultados d e cua tro dece ni os de re pobl ació n fo resta l, es necesa rio qu e nos inte rrogue mos sobre sus ca racte rística s biogeográficas así como so bre su soporte jurídico. Como se verá a continuación , dos son al respecto las pa lab ras clave: "co nífe ras " y " bosque domanial " respectivamente. Por otra parte, ta mpoco es posibl e di soc ia r e l " nuevo espacio fores ta l" de l medio físico y a la vez humano e n e l que se in se rt a . Por e ll o nos ha pa recido necesa rio in sistir, más de lo qu e se ha hecho e n la introd ucción , e n algun as precisio nes sobre los dife re ntes á mbitos " natura les", sob re los dife re ntes medios qu e co nstituye n la provin cia osce nse. D e tal es co nside racio nes se deduce la ex iste ncia de dos grand es tipos de re pob lac ion es, que se distingue n por los objetivos que les ha n sido as ignados as í como por los contextos e n qu e se han rea li zado. E n cualquier caso, no obstante, y sea cua l sea la ex te nsión qu e ocupa n, las repobl acio nes contribuyen a uniformi zar e l es pacio. oculta ndo un matorra l más o me nos de nso e, igualm e nte , las pe ndi e ntes y ba nca les e n otro ti e mpo cultivados.

2. 1.

Un predominio absolulO de las coníferas

A pesar de los progresos obse rvados rec ie nte me nte e n la populicultura, las co nífe ras so n con mucho la especie más utilizada e n las repo bl ac iones oscenses, ya 38


que suponen el 95% del total. Se trata además de un reducido número de variedades (pino Laricio, de Alepo, el pino silvestre , pino negro) y que además forman parte de la vegetación espontánea de la provincia. No ha habido por ta nto en este caso, a diferencia de otras provincias españolas, una introducción masiva de especies exógenas' . En algunos momentos, como se sabe, las repoblaciones sistemáticas con coníferas han podido responder a la existencia de una fuerte demanda de madera. Sin embargo, en este caso hay que reconocer que tal opción se ha basado fundamentalmente en la consideración de los imperativos del medio natural.

2.1.1. Una selección de especies de origen local Especie espontánea de la vertiente norte de la Sierra de Alcubierre, el pino de Alepo (Pinus halepensis) cubre hoy en día casi 12.000 has. de repoblación , es decir, algo menos del 9% de la superficie total repoblada. Se trata de una especie típicamente mediterránea por sus exigencias de luz y calor, que soporta bien la sequedad, pero muy sensible a los fríos invernales porque no tolera mínimas absolutas inferiores a los 10 grados bajo cero. Por otra parte el pino de Alepo se adapta bien a todos los tipos de suelos, aunque encuentra su óptimo en los suelos calcáreos y en las margas blandas. En los casos más favorables alcanza fácilmente los veinte metros de alto y su crecimiento puede ser relativamente alto , con sus dos floraciones anuales. En suelos esqueléticos su rendimiento es mucho más débil , el tronco se retuerce y su tamaño no excede más que raramente la decena de metros. El pino Laricio (Pinus laricio ssp. salzmanii) y el pino silvestre (Pinus sylvestris) han sido las especies más utilizadas para la repoblación , ya que suponen el 85% de la superficie y a cada una le corresponden aproximadamente unas 58.000 has. El pino Laricio crece de forma espontánea en la vertiente española de los Pirineos centrales, donde ocupa la parte baja del piso submediterráneO"' . Más resistente al frío que el pino de Alepo , se le encuentra también a ambos lados del río Cinca y al sur de la Sierra de San Juan de la Peña , aunque más diseminado , entre los 500 y los 1.200 mts., sobre todo en las vertientes expuestas al sur. " Proveniente de la disgregación de un área circummediterránea , antaño mucho más vasta y continua , aparece acompañado de un cortejo de especies mediterráneas y submedite-

, Nos refe rimos naturalme nt e a la repoblación eon e ucaliptus de las region es d e l noroest e de Espafia. x el'. la leye nda del mapa d e vege tación d e Francia. Fc uill e de Lu z. Se te ndrán igualment e e n cuenta los trabajos de P. M ONTS E RRAT y L. VILL A R.

39


rráneas que se encuentran también asociadas a la serie del Quercus ilex o del QuercLls pubescens"'J. Según los botánicos el pino Laricio puede alcan zar de adulto de 20 a 25 mts. sobre suelos profundos. Y aunque también se adapta bien a otros tipos de suelo, sus rendimientos bajan ostensiblemente en los suelos poco desarrollados, sobre los que es frecuente encontrar ejemplares centenarios que no sobrepasan los diez metros de altura. El pino silvestre, por su parte, es el árbol típico de los pisos de montafia en el Altoaragón. Se adapta especialmente bien al clima seco y luminoso de la región pero, una vez más , sus rendimientos pueden variar de forma notable en función de las condiciones ecológicas y, en particular, del factor edáfico. Encontramos, por tanto , árboles adultos con el tronco e rguido que superan los veinte mts., e igualmente ejemplares de porte achaparrado con escasa altura. Este último tipo es muy abundante en los ambientes más secos, por lo que los autores del mapa de vegetación de Luz, al que antes se ha hecho referencia , distinguen entre un pino silvestre xerófilo, propio de las solanas y de los suelos esqueléticos, y un pino silvestre mesófilo, caracte rístico de los sectores más favorables. En estos casos puede aparecer asociado con el pino negro en la parte superior de su piso habitual, pudiendo superar los 1.800 mts. en los lugares mejor orientados. No obstante, tal distinción forma parte de un debate dentro de la comunidad científica que no está en absoluto cerrado. La última especie de las coníferas de repoblación en la provincia de Hu esca es el pino negro (Pinus unóna(a), que ocupa una extensión inferior a las 1.000 has. Constituye la especie representativa del piso subalpino y se encuentra normalmente entre los 1.700 y los 2.500 mts. de altura , aunque sólo forma verdaderas extensiones boscosas en las partes bajas del piso, es decir (y según la exposición) entre los 1.600 y los 2.200 mts. Con grandes necesidades de luz y muy resistente a los fríos -puede soportar bien las nevadas prolongadas- , el pino negro es capaz de crecer sobre sustratos muy rocosos, por lo que no es infrecuente verle remontar las laderas de forma espontánea hasta los 2.700 mts. de altura , aunque en estos casos son ejemplares aislados y de peq ue ño tamaño. Y como en los casos anteriores, la productividad depende fundamentalmente de las condiciones edáficas. Ninguna de las frondosas presentes en los bosques aragoneses (hayas , encinas , alcornoques) se ha utilizado para la repoblación forestal. El chopo (Populus

') eL

40

nota prece dente.


nigra) crece e n las rib eras de los ríos, pero las especies e mplead as para su cultivo so n de orige n exóge no. Se trata en efecto de productos híbridos obte nidos por el cruce de di ve rsas va ri edades. Es así co mo se obtie ne el cl on " 1 214", el más empleado e n los últimos años debido a su fac ilidad de adaptaci ón e n los suelos más a rcillosos y sa linos, así como por su crecimiento sum ame nte ráp ido. Otros clon es, como el 0 268, 1488, MC, el " Flevo", obtenidos e n los inve rn ade ros del Ministeri o de Agricultura, puede n utili zarse tambi én como protección ante el ataque siempre posible de algun os hongos o de parás it os"'.

2.1.2. Las especies de la repoblació n: distribució n geográfica Ya hemos indicado anteriorme nte que, desde el punto de vista espacial, las repobl aci ones e n la provin cia de Huesca se han hecho, en la mayor parte de los casos, pro longa ndo masas fo restales preex iste ntes o ha n supuesto, e n otros, una ocupación de tie rras aba ndonadas o cubie rtas por matorral. Es por ta nto oportun o, a la hora de co nside rar la d istribución geográfica de las cinco especies elegidas para la repobl ación, qu e se recuerd e la influencia de los imperativos del medio físico, e n especial de la altitud y la exposició n, sobre la cubie rta vegetal del Altoaragó n. Pero e n la repobl ació n tambié n inte rvie ne n fac tores de orde n económico, cuya importa ncia es notab le e n el caso de las coníferas y de los chopos. E n la parte meridi onal de la prov in cia, caracteriza da por el ca lor y la sequ ía, aunque los ríos dispone n de recursos qu e han hecho posibl e el regadío, las repobl acio nes se han efectu ado a base de pin os de Al epo y del cultivo de chopos. D e pin o de A lepo hay importa ntes exte nsiones e n los muni cipios situados más al sur (Gurrea de Gá llego, Alcubie rre, Castejón de Mon egros, Ballob ar, Fraga), la mayo r parte de los cuales se encuentra n en la ve rti ente norte de la Sie rra de Alcubie rre o e n los Monegros, e n alturas co mpre ndidas e ntre los 200 y los 700 mts. E n otros sectores ti e ne un inte rés muy margin al, aunque aparece a alturas similares como e n el caso de algun os municipios de La Li tera y del Bajo Cinca: Alca mpell, Pe ralta de Ca lasanz, A za nuy-Alins, Fonz, Barbastro, Monzón ... Igualme nte se le e ncue ntra re montando el curso del Noguera Ribago rza na, por dond e se e ncamina n las influe nci as cá lidas hasta la altura de Pue nte de Monta ña na. Pero e n tal caso el pin o de Alepo no sobrepasa los 700 mts. de altura. Por últim o, y sie mpre por debajo del

lO

el'. M. HERNANDEZ LEÓN. " Los chopos". 41


umbra l altitudin a l se ñal ado , se e ncu e ntra n eje mpl a res de pin o de Al e po e n las ve rti e ntes me ridi o na les de l Pre pirin eo occid e nt a l (municipi os de A güe ro, Argui s y Nue no ). E l cultivo de l ch o po , por su pa rte, no se practica más qu e e n la pa rt e ba ja de la provinci a, co n la excepción de las choperas de l té rmino muni cip a l de Biescas y las d e la Canal de Be rdún. No rm a lm e nt e se e ncue ntra e n dos co nt ex tos dife re ntes: bo rd ea ndo , a modo de la rgas cintas que pu ede n a lcan za r de 500 a 1.000 mts. de largo , los ca uces fluvi a les, espec ia lm e nte e l C in ca -agu as aba jo de El G rado- y al go me nos en e l Flum e n; o bi e n cultivado e n rega dío. Esta mo dalidad se ha desa rro ll ad o especialme nt e e n los últim os di ez a ños y destaca e n los muni cipi os de la Hoya de Huesca a lrede dor de Gra í'i é n, así como e n los de la pa rt e ori e nt a l de La Lite ra: Altorricó n, Ta marite y Albe lda. H abid a cue nta de l éx ito creci e nte de ta l mod a lidad , es de es pe ra r qu e su exte nsión siga a um e nta nd o a pa rtir d e los ce ntros e n los qu e ya es un a rea lidad. E n e l norte mo nta ñoso de la provinci a se di stin gue n a su vez d os zo nas. E l pin o La rici o, qu e no supe ra , sa lvo e n raras exce pcion es, los IAOO mts. de a ltura , inclu so e n las ve rti e ntes ori e ntad as a l sur, es la especi e represe nta tiva de la re po bl aci ó n e n e l Prepirin eo. En ca mbi o e l pino silvestre , y e n ocasio nes e l pin o negro , son las especies propi as de la a lt a monta ña pire na ica . E l pin o La ri cio ll ega a fo rma r no tabl es ex te nsio nes que a lca nzan frecue nte me nte va ri os mil es de hec tá reas, las cua les se e ncu e ntra n desde la Sie rra de Sa nto Domin go a l oes te, a l va ll e del Nogue ra Ribagorza na al est e . No obsta nte, ocas ion a lm e nte pe ne tra e n e l me dio propi a me nte pire naico graci as a las re pobl aci o nes d e los va ll es occid e ntal es y a la s de las ve rti e ntes mejo r ori e ntadas de los re li eves situados a l no rte de l río Ara. E l mi smo fe nóm e no pe ro a la inve rsa se da e n e l pin o silvestre , qu e pu ede desce nd e r haci a e l Pre pirin eo , a unque sin so bre pasar la divi soria de aguas , sigui e ndo sie mpre la s ve rti e ntes norte a a lturas a me nudo supe ri o res a los 1.200 mts. de altura. Tambi é n e l pino silves tre cubre ex te nsio nes co nsid e rabl es , especialm e nt e cua nd o se yuxtapo ne a las masas de pin o Larici o. E n es tos casos se da lu gar a unid ad es d e gra n dim e nsión: más de ve inte Km s. d e ancho a l no rte d e J aca, una tre inte na e n las Sie rras de Porti e llo y Ain eto , un a quince na e n las de Loan'e o Santo Domin go , e tc. Por últim o d ebe mos destaca r o tro hech o, como es que e n la mayo r pa rte d e los municipios y especialm e nte e n e l Prepirin eo, principal á mbito de la re po bl ación , se observa la presencia siste mática d e a l me nos dos especi es. E ll o se de be natura lm e nte a facto res topográ fico s, pe ro , cua ndo e l re li eve es re lativ ame nt e ho mogé neo (com o e n e l va ll e de l Gá llego y va ll e de l Se rrablo) , co n ta l dive rsifica42


ción se pretende aumentar las posibilidades de éxito de las operaciones repobladoras. Llegados a este punto del análisis, podemos por tanto concluir que los responsables de la repoblación en la provincia de Huesca se han guiado por criterios sencillos y que las especies seleccionadas se adaptan bien a las condiciones ecológicas. No obstante, más adelante se verá que la realidad es sin duda más compleja, sea cual sea el nivel de análisis, y que las relaciones entre las repoblaciones y los bosques son cuando menos contradictorias.

2.2.

El marco jurídico de las repoblaciones

Recuérdese que desde 1940, los organismos repobladores -el P.F.E. y el ICONA , a partir de 1971- , vienen procediendo de dos formas diferentes: mediante la firma , en primer lugar, de contratos ("consorcios" ) con los propietarios públicos o privados; o mediante la adquisición de montes, que pasan así a incrementar la extensión de los montes de propiedad estatal. Los montes cuyo proyecto de repoblación surge de los citados contratos son calificados como "Montes consorciados".

2.2.1. La repoblación forestal: una actuación propia del sector público Según los datos disponibles , entre 1940 y 1981 el Estado ha adquirido en la provincia de Huesca, con fines de repoblación, cerca de 67.000 has. , mientras que son 66.000 las repobladas en montes consorciados. En el casi medio siglo transcurrido se constata un equilibrio casi perfecto entre ambos marcos jurídicos, teniendo además en cuenta que las realizaciones puramente estatales han descendido ligeramente en los últimos afios. A este respecto hay que señalar una originalidad de la repoblación oscense, como es que la efectuada en los montes estatales está muy por encima de la media nacional, en la que éstos suponen sólo el 20% de la superficie total repoblada" . En el caso de Huesca, sin embargo, el Estado tiene un gran protagonismo como consecuencia de la adquisición de numerosos terrenos con dichos fines.

11

Fue nte: ICONA.

43


Frondosas

). Coníferas

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Pino de Alepo Pino Laricio Pino Silvestre Pino Negro Chopo Fuente: ICONA

F i g. 6: DisLribución por especies de la superficie repoblada.

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Propiedad estatal Ayuntamientos Sociedades de vecinos Socied. industriales y comerciales Particulares Fuente: ICONA

F i g. 7: Distribución de la superficie repoblada según su régimen jurídico.


Hasta 1981 se han realizado en la provincia de Huesca 946 operaciones de repoblación, distribuidas de la siguiente forma: 394 en montes del Estado y 522 sobre montes consorciados. Por otra parte, la extensión media de cada intervención ha sido de 172 y 119 has., respectivamente. El Estado, por tanto, ha operado en parcelas de mayor dimensión si se trataba de montes de su propiedad, lo que ha ocurrido en buena parte de los casos. Si se consideran de forma más detallada los montes consorciados, se observa la siguiente distinción en cuanto a las entidades que suscriben los acuerdos: el 66% de las superficies repobladas pertenecen a los municipios; el 13,6% a sociedades de vecinos; el 8,3% a sociedades industriales o comerciales, y el 12% restante, a particulares. Es de destacar, por tanto , que el 83% de la superficie repoblada resulta del acuerdo entre el Estado y las entidades locales. Si a la misma se añade la superficie repoblada por las sociedades de vecinos, resulta que casi el 90% de la extensión repoblada en la provincia lo ha sido por iniciativa pública. Dicho de otra manera, el capitalismo privado apenas se ha incorporado a la empresa repobladora, lo que constituye por otra parte una peculiaridad del caso español. ¿A qué puede achacarse este hecho? ¿A la debilidad del capital privado o a su ausencia? Más adelante tendremos ocasión de responder a ambos interrogantes.

2.2.2. Distribución espacial y marco jurídico de las repoblaciones Las estadísticas proporcionadas por el ICONA referentes al periodo 19401981, muestran que son 20 los municipios en los que la repoblación se ha efectuado exclusivamente en montes estatales; y 35 los que lo han hecho en montes consorciados. Pero la mayor parte, 57, han aprovechado los dos marcos jurídicos. Ya se ha señalado más arriba que , de los 199 términos municipales con que cuenta la provincia , 112 habían sido afectados por repoblaciones hasta 1981, situados casi todos ellos en los dos tercios septentrionales de la misma. Ahora podemos añadir que el Estado, por la mediación primero del P.F.E. y después del ICONA, posee tierras repobladas en 77 municipios de extensión variable, aunque considerable en algunos casos, como los de Sabiñánigo, con 6.131 has. ; Fiscal, con 5.542; Jaca, con 5.359; Bierge, con 4.733; Caldearenas, con 4.012; Las Peñas de Riglos, donde posee el Estado 3.942 has., etc. Un examen en profundidad de tal distribución muestra que el Estado, en tanto que propietario, detenta las mayores extensiones repobladas en el Pirineo y Prepirineo occidentales y centrales; sectores afectados, como después se verá, por 45


adquisiciones masivas de tierras , por expropiaciones, etc. Su presencia, mayoritaria o exclusiva, se constata también a lo largo de los ríos principales, Cinca y Alcanadre, cuyo cauce controla tras la ley de octubre de 1941. Por último , y lógicamente, la presencia del Estado también es importante en las proximidades dt: los pantanos, debido a la ley de Montes de 8 de junio de 1957 en la que se definen los perímetros de repoblación con carácter obligatorio. Por ello en la parte oriental de la provincia las repoblaciones estatales son relativamente importantes en los municipios ribereños de los pantanos de Barasona, El Grado , Mediano; o en los situados en el valle del Noguera Ribagorzana. A la inversa de lo que se acaba de exponer, las repoblaciones efectuadas en el marco de los consorcios, que afectan a 92 municipios, son más importantes desde el punto de vista territorial al oeste, sur y este de la provincia, y especialmente en los municipios situados entre el Cinca y el Noguera Ribagorzana. Como en el caso precedente, las superficies son variables pero suelen alcanzar valores considerables: 4.481 has. e n Casbas de Huesca, 4.559 en Aínsa-Sobrarbe, 4.157 en Jaca , 3.518 en Caldearenas, cerca de 2.000 has. en los municipios del oeste y este de la provincia. También a este nivel es especialmente ilustrativo el análisis de la propiedad en los Montes Consorciados (en los que , recuérdese, el P.F.E. y el ICONA actúan como prestatarios de servicios asociados a la explotación), así como su distribución espacial. De los 112 municipios oscenses afectados por la repoblación, 78 son total o parcialmente propietarios de las superficies repobladas, alcanzándose también en estos casos extensiones notables: cerca de 4.600 has. en Aínsa, más de 4.000 en Jaca , 3.500 en Caldearenas, de 1.500 a 2.000 en los municipios del noroeste de la provincia , siendo aquí grande la importancia de los montes comunales. En realidad son raras las zonas en las que los municipios no hayan participado en la repoblación. Las únicas excepciones notorias las constituyen el norte de La Litera y la margen derecha del Noguera Ribagorzana , donde, en contrapartida , los acuerdos para la repoblación se han firmado preferentemente con sociedades privadas, particulares o sociedades de vecinos. En el primer caso, el menos frecuente , se trata de serrerías de Arén , de Puente de Montañana y de Huesca en el municipio de La Sotonera. Los particulares, es decir, los propietarios de montes que han establecido acuerdos con la Administración, tampoco son muy numerosos: apenas una docena de propietarios absentistas, titulares de grandes dominios en La Litera y Benabarre dedicados parcialmente a la producción de resina. Cabe destacar sin embargo el caso de la finca de los Condes de Guara, perteneciente actualmente a la Duquesa de Villahermosa, en la que se repoblaron 4.200 has. con pinos silvestres y lari46


cios. Quedan por último las sociedades de vecinos cuya génesis, en realidad, se debe a la iniciativa del propio P.F.E. o del ICONA al asociar en un mismo acuerdo a propietarios de características diferentes (públicos o privados, individuales o colectivos), con objeto de repoblar sectores homogéneos y fácilmente accesibles ' 2•

2.2.3. Un marco de intervención cada vez más estatal Continuando con la presentación de los marcos jurídicos en los que se ha realizado la repoblación forestal de la provincia de Huesca, vamos a considerar a continuación su evolución. Tomando como referencia los cuatro decenios de historia repobladora, señalaremos las extensiones que corresponden, por municipio, a cada uno de los marcos jurídicos explicados. Pero completaremos esta visión cuantitativa con la necesaria dimensión espacial, o geográfica, de los hechos. En el transcurso de los citados cuarenta años, tiene lugar un progresivo aumento de las superficies correspondientes a los montes estatales, pero deberán pasar todavía dos decenios hasta que el Estado adquiera su actual rango entre los propietarios de la provincia. Durante los años cuarenta las intervenciones puramente estatales son casi inexistentes (excepto en Castiello de Jaca); el P.F.E. se contentará con intervenir en los municipios de Gurrea de Gállego y Alcubierre, tras la firma del correspondiente acuerdo con una sociedad de vecinos y el ayuntamiento. En el decenio siguiente el ritmo de las repoblaciones se intensifica, pero debido a las dificultades encontradas en el control de los interfluvios así como en el acceso a determinadas zonas por el mal estado de las carreteras, el Estado actúa primero en las áreas más abiertas (sur de la Jacetania, término municipal de Sabiñánigo, etc.). No obstante, en este periodo el mayor número de intervenciones, y por tanto la mayor superficie afectada, se da en los montes consorciados. De hecho serán 195 las intervenciones y 21.329 las has. repobladas, frente a las 66 actuaciones en 7.233 has. , correspondientes a los montes estatales. En este caso, además, se trata de actuaciones localizadas en las riberas de los ríos o en las proximidades de los embalses. En cambio, al este de la provincia, se dan importantes repoblaciones cuya iniciativa corresponde a pequeñas sociedades industriales o comerciales. Durante los años sesenta, contrariamente al decenio anterior, el Estado acaba confirmándose como principal promotor de repoblaciones: serán 134 las

12

M.

DAuMAS,

"La vie rurale dan s le Haut Aragon orie ntal", p. 256.

47


intervenciones en tierras estatales afectando a 19.448 has., frente a las 124 sobre 11.117 has. efectuadas en tierras consorciadas. También la superficie media por repoblación aumenta en los montes del Estado, pasándose de 109 a 145 has. Parece evidente que en el transcurso del decenio el Estado se ha ido apropiando progresivamente de distintos sectores, aunque el mayor esfuerzo en este sentido ha tenido lugar en el Prepirineo, donde su presencia tiende a ser generalizada. Los años setenta, por último, constituyen una etapa de transición, donde se confirman algunos hechos ya observados y, a su vez, se anuncian otros más contemporáneos. Las repoblaciones en los montes estatales siguen siendo las más importantes: serán afectadas 41.116 has., mientras que la superficie repoblada en montes consorciados alcanzará las 32.140. También aumenta la extensión de la superficie media de intervención , que será de 214 has. Continuando lo visto en el periodo anterior, el Estado intensifica una vez más su presencia en el Prepirineo occidental y central, entre las sierras oscenses y Aínsa-Sobrarbe. Pero por vez primera se observa la presencia del Estado en la alta montaña, más concretamente entre el Valle de Canfranc y el Parque Nacional de Ordesa. Otra novedad del decenio será el interés creciente de los particulares por la repoblación, lo que se manifiesta en el aumento de la superficie media por repoblación, de 100 a 201 has. En este hecho ha debido sin duda de influir la legislación para promover la iniciativa privada en las repoblaciones, la dedicación creciente de ciertas fincas a la producción de resina, así como el auge en el cultivo de chopos. En los últimos años, no obstante, se viene observando una sensible reducción del ritmo repoblador. Por otra parte, parece que el Estado se enfrenta a una falta generalizada de tierras, al mismo tiempo que su voluntad de apropiación y los medios de los que dispone son menores. De ahí que se promueva preferentemente la repoblación , como montes consorciados, de las últimas fincas mediante los correspondientes acuerdos con ayuntamientos. En cambio, la incorporación del capital privado a la tarea repobladora sigue siendo lenta, limitándose a pequeños grupos industriales o comerciales de ámbito local. Como mucho parece crecer un cierto interés por el cultivo del chopo en las pequeñas y medianas explotaciones de regadío, debido a los beneficios que proporciona tal aprovechamiento a medio plazo .

48


2.3.

Tipos de repoblación y medios en los que se inscriben: una gran variedad

Normalmente, según su finalidad' " las repoblaciones se clasifican en diversos tipos, que no son naturalmente excluyentes y que pueden asociarse o jerarquizarse: las de finalidad técnica (protección del suelo contra la erosión, consolidación de vertientes), las de finalidad biológica (reconstrucción de ecosistemas, control del equilibrio biológico ... ), y las de finalidad económica (producción de materias primas) o social (creación de empleos, mejora ambiental), etc. En el caso de la repoblación forestal realizada en la provincia de Huesca, y habida cuenta de su originalidad así como de su localización, nos referiremos a tres tipos fundamentalmente: las repoblaciones relacionadas directa o indirectamente con las grandes infraestructuras hidráulicas, y más concretamente con las hidroeléctricas; las efectuadas sobre tierras degradadas para posibilitar su revalorización y, por último, las destinadas a la protección de suelos o a la mejora del medio ambiente. Mención aparte se hará, al final, de la populicultura.

2.3.1. Las repoblaciones asociadas a las infraestructuras hidráulicas Los em balses que jalonan los ríos pirenaicos constituyen una parte fundamental del complejo sistema de riegos que beneficia desde hace años a las áridas tierras del centro de la Depresión del Ebro. Se comprende por tanto fácilmente, como ya se ha explicado, el interés de los técnicos en la protección de las vertientes de tales emba lses para evitar su entarquinamiento. Como se sabe, las principales arterias de la red hidrográfica cortan perpendicularmente los sistemas litológicos pirenaicos, donde alternan materiales calcáreos resistentes y margas más blandas. Esta disposición explica la localización de las presas en las gargantas rocosas, embalsándose el agua en las depresiones margosas impermeables. Sin embargo, por las características climáticas -especialmente las precipitaciones-, la erosión afecta con particular intensidad a las pendientes próximas, apenas protegidas por una vegetación muy degradada especialmente en el Prepirineo, lo que se traduce en el evidente riesgo de colmatación que amenaza a los embalses pirenaicos. La lucha contra la erosión y la torrencialidad se ha llevado a cabo mediante la canalización de los talwegs, por una parte, y mediante la repoblación de las vertientes, por otra.

1)

cr. J.L.

MONTERO

de

BURGOS ,

" Problemas actua les de la repoblación forestal en España".

49


Número total de intervenciones

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-

MON7ES

Ayuntamientos Sociedades de vecinos

CQNSQPCI.t.DOS

Sociedades indust. y comerciales P ar ticulares

+ + + + Número total de intervenciones ¡ .. ¡

Una so la intervenc ió n Fuente: ICONA

Fig.8: Superficie media de las intervenciones y régimen jurídico por decenios.


Los prime ros esfue rzos se dirigie ron a los alrededores de los e mbalses, como consecue ncia de las leyes de octubre de 1941 (sobre a tribución al estado de las ribe ras de los ríos) y de marzo de 1968 (sobre posibilidad de declaraci ó n de " repobl ación obli gatori a" e n las zo nas próx imas a los e mbalses) ya me ncion adas. No obsta nte, e n much os luga res se vi o la necesidad de actuar tambi é n e n los inte rfluvio s, es decir, de a te nd er de un a fo rm a ge ne ral a toda la cue nca de alime ntación de la presa. Los efectos de rivados de la impl a ntaci ón de un e mb alse iba n a exte nde rse, pues, más allá de sus propi as vertie ntes, hasta afectar, e n ocasiones, a sectores situados e n los interfluvios a quin ce o ve inte kms. de di stanci a. Tal es el caso de las presas co nstruidas e n el Nogue ra Ribagorzan a, Cinca medi o, Ése ra, medio Gá llego; as í como de l embalse de Yesa, cuyo siste ma de protecci ón se re mont a de hecho hasta las fue ntes de l A ragó n, es decir, a más de cuare nta kms. aguas a rri ba del propi o e mb alse . Co mo se ha ex puesto, las repobl acion es asociadas a los equipami e nt os hidrá ulicos se han efectuado e n medi os muy dife re ntes. Pero tambié n dentro de cada un o de ellos los sectores repobl ados te nían inicialme nte funci o nes distintas. E n los gra ndes valles y cue ncas pre pire naicos, los lechos de los ríos as í com o sus riberas, utilizados tradi cio nalm ent e durante los peri odos invern ales como pastos para el ga nado me nor y donde se enco ntra ban algun as pequ eíi as hu e rtas , han sido cubiertos por el P.F. E. y después por el ICONA co n pl a ntacion es de chopos. Va lga como eje mplo el caso de las chope ras situadas e ntre A ínsa y Fisca l, de las de la Ca nal de Be rdún entre Be rdún y Vill a nú a y de las más exte nsas de todas, las que se extie nde n por un mill a r de has. entre Sa biíiánigo y Biescas. E n ca mbio las laderas de los e mbalses, ta mbi é n en el Pre pirineo, estaba n co nstituid as e n su mayor pa rte por terrenos de pas to medi ocres recubiertos por un matorral muy degradado. Pocas fue ron por ta nto las ocasiones (como e n Pu e nte de Mont aíi ana, Gra us, El Grado , Ca ld earenas, marge n de rech a de la Ca nal de Berdún) en que la repobl ación se efectuó sobre los ba nca les dond e se cultivaba el trigo y, excepcionalm e nte, el alme ndro. Ya se ha dicho que las obras hidrá uli cas había n dado orige n a la repobl ación de zon as rela tivame nte alejadas de los e mbalses. D e a hí que e n el caso del Pre pirineo se haya n tocado zo nas e n las que, de bido a su altitud y a lo accide nt ado del te rre no, no se había podido desa rroll ar más que un a med iocre economía agropastoril, basa da en la ga nadería ovin a ex te nsiva y e n un a agricultura ce rea lista de ba jos re ndimi e ntos, y donde el matorral cubría grandes ex te nsion es. E n esta situación se e nco ntraban bue na pa rte de los municipi os del Nogue ra Ribagorza na y otros, como Nava l, al oeste del pa ntano de E l G rado. Po r ello, dura nte los aíi os 51


cincuenta y sese nta, e l P.F. E. ape nas tuvo dificultades ni para comprar ti e rras e n vías de aba ndon o, ni tampoco para firmar acuerdos de repob lación con los propietarios privados y con los municipios. No obstante, ha sido la Jacetania la comarca más afectada por los efectos indirectos de las obras hidrá ulicas. Las repoblaci ones efectuadas en la vertiente norte de las Sierras de Oroel y La Peila se hicie ron sobre los pastos de medi a na altitud utiliza dos durante el invi ern o por los ga naderos de los valles se pte ntri onales. Otros te rre nos de pasto, situ ados en la parte inferior de los valles de Hecho, Aínsa y, especialme nte, Borau, fueron ta mbié n repobl ados, por e ncontra rse dentro del perímetro de repobl ación ob ligato ria . Al tratarse de montes comunales e n buena parte de ell os fue necesaria la firma de los co rrespo ndi e ntes ac ue rdos co n los municipios. No obstante, dentro de la Jace ta ni a la repobl ació n más importante se realizó e n un a zona situada e ntre el valle de Ca nfra nc y el de Te na , concretame nte en los términos municipales de Villanúa, Biescas, Sabiñánigo y Jaca (destaca ndo en estos dos últim os los valles de la Garcipollera y Acumuer respect ivame nte). Se da la circunstancia de que durante los años sese nta y principios de los sete nta , e l P.F.E . y el ICONA adquiri e ron la totalid ad del valle de la Garcipollera (6.000 has. decla radas de repoblación obligatoria), compuesto por las aldeas de Acín , Vill anovilla, Larrosa y Bescós. Las coníferas ib a n aq uí a sust ituir a los an tiguos panares y artigas. En luga res próximos, situ ados e n los términos municipales de Villanúa, Biescas y Sabiñánigo, la acción de los repobladores no fu e ta n sistemá tica , aunque supuso la reducción de terrenos de pasto incluso e n las zo nas altas (por ejemp lo e n el valle del Serrablo o e n el de Basa). Una inte rve nción simil ar, es decir, la com pra de un término municipal por el P.F.E. , se da e n el caso de Burgasé, cuyas aldeas fu eron progresivame nte adquiridas e ntre 1961 y 1967 hasta completar 6.800 has. que forman parte actu alm en te del término de Fisca l. E n conclusión, las zonas en las que la repob lación se asoc ia a las obras hidráu licas o al acondicionamiento de una cuenca representan aproximadamente la mitad de la exte nsión repoblada en la provincia de Huesca. Y como se ha vi sto, casi todas ellas ten ía n un valor bastante escaso desde el punto de vista de la eco nomía loca l, con la excepció n quizás de la ga nadería ovi na del Prepirineo, que pudiera haberse visto más perjudicada por la desaparici ón de parte de sus pastos tradicionales.

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2.3.2. Las repoblaciones destin adas a la reva lorización de las tierras degradadas El esfuerzo repoblador del P.F.E . y del lCONA también se ha dirigido a los interfluvi os pirenaicos si tu ados entre la Ca nal de Berd ún y el Noguera Ribagorzana. Se trata además de un a zona especialmente destaca da puesto que e n ella se encuentra acualmente el 40% de la superficie repobl ada y más de la mitad de la propiedad estatal de la prov incia. Aunque pudieran señalarse otros, el objetivo fundamental de estas repoblaciones ha sido el de reva loriza r unas tierras que, al inicio de la re población , se encontrab an muy degradadas tanto en sus suelos como en su coberte ra vegetal. Por otra parte, se pretendía también sacar de su secular aislamiento a muchos sectores cuyas relacion es con el mundo exterior estaban literalmente cortadas. En 1940 só lo dos carreteras cortaban los Pirineos de norte a sur, aunque no atravesaban prácticamente ningún pueblo. E n el resto de la región las carreteras eran igualmente escasas, con la excepción del valle del Guarga hasta Laguarta. El sector de Guara sólo podía ser recorrido a pie debido a la topografía. A título de ejemplo digamos que hacían falta siete horas para rea lizar el trayecto Nocito-Rod ell ar y catorce para ir hasta Huesca'". En los interfluvios prepirenaicos, por otra parte, y debido a su carácter tod avía montañoso, la superficie agraria útil (S.A.U. en adelante) era bastante reducida, limitánd ose frecuentemente al 10 ó 20% de la superficie municip al. Su aprovechamiento consistía en un a agricultura ce realista basta nte modesta, que se completaba frecuentemente con cultivos arbóreos en los bancales labrados sobre las pendientes. El monte tenía por tanto gran importancia y se utilizaba de dos form as: primero como pasto para el ga nado , especialme nte ovino; y segundo para la explotación de sus recursos (madera, leila, carbón vegetal , e incluso plantas aromáticas). Además, en los sectores de mayor altura (Sierra de Santo Domingo, Loarre, Aineto , Guara) el monte , tanto si formaba parte de propiedades municipal es como de pardinas, se alquilaba cada invierno a los ga naderos pirenaicos. En ese contexto, en el que coexistían grandes exp lotaciones qu e sobrepasaban varios mil es de hectáreas con otras de escasa dimensión, cuyos propietarios además se veían abocados a la emigración , e l P.F.E. act uó de diversas formas. Al principio, durante los años cincuenta, se efectuaron compras de pueblos y aldeas enteros, especialmente en la parte alta del va lle del Serrablo. En ningún caso se

14 G A RCiA R UIZ, 1.M. , " Modos de vida y ni ve les de renta en e l Pre pi rin eo del A lto Aragón O ccide ntal ", op. Cil. , p. 38.

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,

a

N

F""'"'"l Repoblaciones efectuadas en Ld cuencas hidrográficas

+

~ Rep. destinadas a la revalorización

L.:..:..:..:J

de tierras abandonadas o degradadas

~ Rep. asociadas a la protección del suelo o mejora del medio ambiente

1' :)·1Populicultura / /

Principales val les pirenaicos Canal de Berdú n y Val Ancha

~

Grandes val les y cuencas

• • • • Sierra de Al cubierre y Monegro s

~

B D *

25km

Alta montaña Prepirineo Piedemonte

Presas principales

F i g. 9: Distribución espacial de las repoblaciones forestales según su finalidad.


trató de expropiaciones reales con la excepción de los pueblos de Secorún y Solanilla, cuyos habitantes fueron trasladados a Aineto dándose les empleo en las repoblaciones. Un poco más tarde y en la misma zona, el P.F.E. adquirió las pardinas de San Esteban y Bail, lo que le permitió controlar una extensión de más de 6.000 has. , expuestas favorablemente al norte, en la cabecera del río Guarga. Al sur de la Pefla Oroel, en el término municipal de Latre (perteneciente ahora a Caldearenas), fueron comprados los pueblos de Artaso y Sieso de Jaca (3.000 has.), cuyas fincas orientadas hacia el sur estaban también muy degradadas. Igualmente tuvo lugar una masiva intervención del P.F.E. en tierras situadas al oeste del Gállego y especialmente en la vertiente norte de la Sierra de Santo Domingo, que corresponden a los actuales municipios de Las Peflas de Riglos y Bailo. Se trataba en este caso de pardinas casi abandonadas (una vez que sus bosques habían sido talados) , cuyos propietarios -absentistas en su mayoría- las vendieron sin dificultad , aunque algunas de ellas servían como terrenos de pasto invernal a los rebaflos trashumantes de los valles de Ansó y Hecho. Más tarde el interés del P.F. E. , y luego del ICONA , se extendió a la vertiente norte de la Sierra de Belaire y de Guara , donde , o bien se siguió con la compra de tierras (en los municipios de Nueno , Loporzano o Bierge), o bien se firmaron acuerdos con los propietarios de pardinas. Al término de estas operaciones el ICONA controlaba cerca de 15.000 has. aunque en su mayor parte eran de difícil repoblación , debido al poco espesor de los suelos y a las dificultades de acceso. Aparte de estas zonas, el interés de los organismos repobladores sólo se ha manifestado en el caso de grandes fincas situadas de forma aislada y dispersa por la provincia; fincas que fueron objeto de compra o de acuerdo durante los aflos sesenta y setenta. Lo más frecuente era que se tratase de pastos de escaso valor, alejados del centro de la pardina y cuya utilidad era muy poca debido a la disminución de la carga ganadera o a la intensificación de la ganadería estabulada. En conclusión , el Prepirineo ha visto constituirse una enorme propiedad forestal estatal con fines repobladores, por lo que sus efectos sobre la transformación del medio natural han sido mayores que en otras zonas. Ello se debe, entre otras razones, al carácter masivo de las repoblaciones , a su gran extensión y al hecho de que se hayan utilizado no sólo las tierras ocupadas por el monte, sino también en ocasiones tierras de una secular vocación agrícola.

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2.3.3. Las repo bl acio nes destin adas a la pro tecció n de l sue lo o a la mejo ra de l medio ambie nte E l te rce r tipo de repo bl acio nes que se va a co nsid era r, las efectu adas co n e l fin de protege r los sue los agríco las o de mejo ra r e l medi o ambi e nte, represe nt a n un a supe rficie muy reducid a, de a lgunos miles de hectá reas so la me nte . Sin e mba rgo su interés es grand e ya que re fl ejan una voluntad de dive rsifica r los obj e tivos de la po lítica forestal. Ta les tipos de re pobl aci ó n se in scribe n, po r o tra parte, e n medi os físicos y huma nos muy va ri ados. E n la pa rte me ridi o nal de la provinci a, ha n predo min ado las actu acio nes te nd e ntes a co nseguir la pro tecció n de l sue lo agrícola. Se trata, e n efecto , de un a zona ca racte ri zada po r la impo rta ncia de las supe rfi cies culti vadas, con un impo rt ante desa rroll o de los rega díos, e n la que sin e mba rgo e l me di o físico prese nta un ca rácte r extre mado (precipitacion es to rre ncia les, larga sequía inve rn a l, fragilid ad de los sue los) y escasa me nte contro lado po r la acci ó n antrópica. Un a parte de las repobl acion es ha te nid o lugar e n los bo rd es de las ti erras regadas, co mo ocurre e n los té rmin os muni cipa les de Almud évar, Ta rdi e nta, Gra ñé n, Sariñ e na, 8 a ll o bar o Fraga . E n ta les casos las impl a nt acio nes de pin os de Ale po, efectu adas e n co ndiciones muy difícil es sobre los re bo rd es de los glacis, han te nido co mo o bj eto impedir e l a rroya mi e nto de ve rti e ntes co rtas y e mpin adas , primitivame nte oc upadas por fo rm acio nes este pari as poco de nsas de to mill o, esparto , estragó n, etc. E n la mayor parte de los casos e l Estad o se ha co nve rtid o e n titul a r de ta les ti e rras , ca re ntes e n ge ne ra l de vocació n precisa, co mprá ndo las a los muni cipi os o a los pa rticul ares. E l secto r do nd e la inte rve nci ó n ha sid o más importante se sitúa al suroeste de Sa riñ e na (500 has .) , do nde los pin a res e ncie rra n a lgunos a rroza les recie ntes situados e n la marge n de rech a de l F lum e n. Otra pa rte de las re po bl acio nes se ha n loca lizado e n la Sie rra de Alcubi e rre y e n los Mo negros, tra tá ndose e n este caso de ti e rras de seca no dedicadas a la ce rea li cul tura y do min adas po r ce rros cubi e rtos a medi as po r esque lé ticos bosques residua les de pin os de A le po y de sa bin as, y po r un mato rra l más o me nos espeso. Es te últim o pe rte necía a los ay untami e ntos y recibía dura nte e l in vie rn o a lgun os reba I'í os de ovejas llegados desde los Pirineos hasta las partes más a ltas de la Sie rra de Alcubi e rre. E n este co ntex to, y a l cabo de ve inte años, se ha n desa rroll ado nu evos pin ares, ocup and o e n ocas io nes e mplazamie ntos rea lm e nte inh óspitos. De ca ra a l futuro se está estudi a ndo la rea lizació n de nuevos pro yectos de re po bl ació n siste máti ca e n ta ludes y e n las partes más a ltas , ya sea com o sim ples co rta-vie ntos o como cintas de ve rd o r que rompa n la mo no to nía de l pa isaje. Ta les proyectos está n re lacio nados co n los pl a nes de regadío actu a lm e nte e n curso de ntro de l programa de Mo negros II y co n los pro bl e mas de co nservació n que plantea

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este difícil medio. En el mismo caso se encuentra la pa rte occide ntal del término municipal de Gurrea de G áll ego, incluido e n los montes de Zuera. Por lo que se refi e re al segundo de los obje tivos se ñalados en el epígrafe, la protección del medio ambiente y en particula r del paisaje, su apa rición dentro de la histori a repobl adora de la provincia de Huesca es más reciente. D e hecho no se plantean hasta que el crecimie nto de las ciudades y el desa rrollo del turismo lo han hecho necesa ri o. Por ello es lógico que las re poblaci ones efectuadas con esos fin es se encue ntren actualm e nte cerca de dos de los principales centros urbanos de la provincia , Huesca y Jaca, as í como e n sus zonas turísti cas, especialme nte las pirenaicas. Concre tame nte e n el caso de Huesca han sido repobladas algunas decenas de hectá reas, algo menos que las 75 de pino Laricio que desde hace quince años cubren las laderas del monte R apitán, al nordeste de Jaca. Tales repobl aciones ha n sido re alizadas en espacios hasta entonces no utilizados y debe rán continuar e n el futuro , tal y como se prevé e n las tie rras que posee el Ayuntam iento de Huesca e n su té rmino municipal. Con respecto a las repoblación e n zonas turísticas , su comie nzo se sitúa al principio de los a ños sete nta, muchos a ños más tarde que, por ej e mplo, la decl aración del vall e de Ordesa como Parque Nacional. En este caso, la repobl ación se ha efectuado e n la pe rife ri a del parque, e n condicion es rea lme nte muy favorables por tratarse de a ntiguos terre nos de pasto, propi edad del l CONA en un os casos, o consorciados con los ayuntami entos titul ares (Torla, Broto y Fanlo) en otros. D esde el punto de vista ecológico tales repobl aciones han supuesto una notabl e contribución a la protección del medio , sirvi e ndo para consolida r las vertie ntes de los valles del Ara y sus afluentes. No obstante no puede ignora rse su fin alidad prefe re ntemente turística. Lo mismo podría decirse de repobl aciones que ha n te nido lugar e n las proximid ades de las estaciones de esquÍ de Astún y Cerler, como defensa contra los aludes y pa ra mejorar, al mismo tie mpo , un medio muy degradado. Ej e mplos como los anteri ores de be rán de multiplica rse e n los a ños próximos habida cuenta de la evolución del ocio e, igualme nte, de las orientaciones recie ntes de la política forestal.

2.3.4. La populicultura E l cultivo del ch opo se ha desa rrollado en di stintos ámbitos de la provincia de Huesca: su mitad meridion al, la parte occidental de la Canal de Be rdún y la montaña pire naica. No obstante, sus características y la exte nsión que ocupa difie57


re n no table me nte de un as zo nas a o tras . La mayo r supe rFi cie se e ncu e ntra e n las d os prim e ras, do nd e ade más e l cultivo se e Fectú a sobre pa rce las de mayo r dim e nsió n. Po r o tra parte su fin a lid ad es ~ Iar a m e nt e eco nó nii ca e n de trim e nt o de un a pos ible función pro tecto ra de las ribe ras, que, e n últim a in sta ncia, só lo po dría n cumplir la s prim e ras hil e ras de á rbol es. Se tra ta po r ta nto de un cultivo ese ncia lme nte especul ativo , cu ya impo rta nci a crece día a día co mo se d educe de la ex te nsió n qu e alcanza e n ti e rras d e regadío mu y a lejad as de los ríos . No o bsta nte, es todav ía e n las ribe ras y e n sus prox imidad es do nde los chopos so n más num e rosos. Su e mpl aza mi e nt o co in cide co n las pa rtes de me no r pe ndi e nt e de l curso flu via l, do nd e se han de posit ad o mate ri a les grose ros da nd o luga r a l e nsa ncha mi e nt o d e l ca uce. As í ocurre e n las pl a ntacio nes e fectu adas, a ini cia ti va de l Es tado, e n los ríos de l siste ma Cin ca-Ése ra (secto r d e Ol ve na), Ése ra-Alca nadre (secto r de O sso y dc Za idín) , Aragó n-Aragó n Sub o rd á n (sector de Pue nte la Re in a de J aca ). E n to dos los casos e l cultivo se ha rea li za d o sobre pa rce las de dim e nsió n con sid e rabl e, a veces de vari as hectá reas, só lo utili zad as hasta e nt o nces como ocasion a les, y medi ocres, te rre nos de pasto. No o bsta nte esta prácti ca se ha ex te ndid o po r las hu e rt as ribe re ñas, a me naza das hab itua lm e nte por las ri adas, cuyos propi e ta ri os sc ha n vo lca do tambi é n e n e l nuevo culti vo lo mismo qu e agri culto res de los muni cipios de Fraga y To rre nte de Ci nca . A e ll o ha co ntribuido, ade más, la legislac ió n fo resta l espa ño la, qu e , como se sa be , favo rece e l culti vo d e es pecies de crecimi e nt o rá pid o. D e a hí qu e la po puli cultura se es té desa rro ll a nd o a mpli ame nt e a ini ciati va de l secto r privado, oc upa nd o parce las de ta ma ños va ri ados (has ta un a hectá rea) a gra n di sta ncia d e los ríos, co mo a ntes se ha dich o . La pop ulicultura, por tanto, destaca ne tame nt e e n e l pa isaje agrario de com arcas osce nses, co mo La Lite ra, y las pl a nt ac io nes de chopos sustitu ye n a a nti guas hu e rt as y ja rdin es. Sin e mb a rgo, s u ex te nsió n no es tod avía suficie nte co mo pa ra qu e se haya provocad o un a to ta l tra nsFo rm aci ó n de l medi o rura l e n e l qu e se in se rta. Pa ra concluir este p unto va mos a refe rirn os a los tipos de ocupac lo n d e l sue lo ex iste ntes a ntes de la re po bl ació n. A pesa r de que las es tadísti cas so n sie mpre impreci sas, habl a nd o e n té rmin os ge nera les puede decirse que e n víspe ras de la repo bl ación las tres cuartas pa rtes d e las ti e rras es ta ba n oc up ad as po r un ma to rral más o menos de nso, o po r un bosque muy degradado ';. E l res to esta ría Fo rm ad o po r terre nos de pasto , cultivos, banca les culti va dos y hu e rtas; tod os e ll os e n

1; A l va lo ra r e l precio de las ti e rras e l prop ie ta ri o te nía tende ncia a decl a ra rl as C0 l11 0 c ulti vadas mi e nt ras qu e e l Estado a co nside ra rl as co mo aba ndona das .. De a hí la d ifíc il d istin ció n e ntre ma to rra l y pastos. e tc.

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proporciones aproximadamente similares y algunos en un grado más o menos alto de abandono.

3.

Las repoblaciones en la práctica: sus medios, sus limitaciones y los problemas derivados de la ampliación del espacio forestal

En los párrafos siguientes va a hacerse referencia a los medios técnicos así como a los equipamientos propios de la repoblación , por tener todos ellos notables efectos en el marco en el que la repoblación forestal se inserta. Consideraremos además al personal movilizado durante todo el periodo, tanto la numerosa mano de obra de las fases iniciales, como las actuales plantillas dedicadas a la vigilancia y al mantenimiento de los nuevos bosques. Del análisis efectuado se deduce la doble constatación que exponemos a continuación . Por una parte parece que el nuevo espacio forestal corre numerosos riesgos: el porcentaje de éxito es, para empezar, variable; son también serios los problemas fitosanitarios y no hay que olvidar, por último , la amenaza constante que suponen los incendios forestales. Por otra parte, como en cualquier otra intervención sobre el medio ambiente , la repoblación forestal ha acelerado , cuando no transformado, la dinámica existente en su entorno. Por todo ello el análisis de las complejas relaciones que el nuevo espacio forestal mantiene con su medio, requiere la toma de conciencia de los problemas biogeográficos que plantea la repoblación.

3.1.

Los caracteres técnicos de la repoblación

Al hablar de caracteres técnicos nos referimos a los procedimientos utilizados durante todas las fases de la repoblación , especialmente los empleados en las fases iniciales de desbroce y preparación del terreno para la plantación. Todas las modalidades consideradas, ya sea el carácter manual o mecanizado de los trabajos, la utilización de hoyos o terrazas , etc. , tienen gran interés por sus implicaciones en el medio físico y humano. La misma importancia adquieren , por otra parte, los equipamientos vinculados a la repoblación, como es el caso de los accesos. En efecto, no puede haber trabajo forestal sin posibilidad de acceso, requisito imprescindible no sólo para la explotación sino para el cuidado, la vigilancia o la protección de la nueva masa forestal , tanto si sus fines son económicos como turísticos. De nuestra exposición excluiremos la referencia a los estudios previos con que deben contar los técnicos, pero comenzaremos recordando algo también imprescindible para la práctica repobladora, como es la disponibilidad de nuevos árboles en cantidad y calidad suficientes, de lo que el ICONA se suministra en la red de viveros que se extiende por toda la provincia. 59


3.1.1. La red provincial de viveros De las cinco especies utilizadas en la repoblación forestal de Huesca, cuatro (la excepción es el pino negro) se desarrollan en viveros desde el mes de marzo al de noviembre del afio siguiente. Los viveros, por su parte, pueden tener emplazamientos fijos o bien cambiantes, situándose en este caso cerca de las áreas que van a ser repobladas. Hasta mediados de los setenta el ICONA se abasteció de viveros del segundo tipo, localizados de forma sistemática en función de las repoblaciones previstas escogiéndose para ello las áreas donde los suelos eran más favorables. En la mayor parte de los casos no había otra alternativa, dadas las dificultades de acceso de muchas comarcas en las que las repoblaciones eran especialmente numerosas (hasta cincuenta cada año). Pero de este modo se lograba también la aclimatación de los árboles jóvenes al medio que les estaba destinado. Con el tiempo se fue haciendo necesario racionalizar y especializar la producción de plantas, con objeto de incorporar los avances de la ciencia agronómica. Paralelamente el aprovisionamiento a zonas de trabajo situadas a distancias relativamente importantes, se fue haciendo cada vez más fácil. Y por todo ello fue generalizándose el sistema de viveros fijos hasta constituirse una verdadera red extendida por toda la provincia y que cubre todas sus necesidades. El vivero central se encuentra a unos veinte kms. al oeste de la capital, en la localidad de Plasencia del Monte, y sus orígenes se remontan al antiguo Distrito Forestal. Su extensión es de unas diez hectáreas dedicadas en su mayor parte al pino de Alepo y a la selección de chopos. Los otros viveros de la parte meridional de la provincia (Enate, Belver, Fraga) suman unas quince hectáreas ocupadas en su totalidad por chopos, lo que confirma la importancia actual de esta especie, como se ha comentado ya. Las coníferas de la montaña pirenaica provienen en su mayor parte de los viveros situados al noroeste de la provincia. De Biescas y Jaca procede el pino silvestre; del vivero del río Veral, propiedad de los ayuntamientos de Ansó y Fago, es el pino negro, mientras que los planteros de pino Laricio se obtienen en Javierregay, localidad perteneciente al término de Puente la Reina. Al nordeste de la provincia, tras haber sido cerrados los de Benasque y Camporrells, sólo subsiste un invernadero, el de Camporroy (situado en el término municipal de Perarrúa), que se especializa en pino silvestre. Desde 1980 la producción anual de todos los invernaderos citados oscila entre 2 y 4,5 millones de plantas, lo que se aleja mucho de la producción obtenida en 1970, que se acercaba a los 20 millones. En cualquier caso la atención de tales

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instalaciones requiere la presencia de un a treintena de agentes a los que se afiaden los inevitables empleos estacionales coincidiendo con las plantaciones, que tienen lugar en otofio y en primavera. Sefialemos por último que los precios medios practicados por ICONA en 1984'" fueron los siguientes: de 3.200 a 3.500 ptas. por cada 1.000 coníferas para servicios oficiales, y algo más , de 3.500 a 3.800 ptas., para los particulares. El precio de los chopos varía de 60.000 a 66.000 ptas. por cada mil plantas.

3.1.2. Las técnicas utilizadas en la repoblación forestal Desde hace med io siglo las técnicas de repob lación forestal conocen una importante evolución, como se manifiesta en todos los países donde se han practicado y tambi én en Espafia, donde tras sucesivas etapas las operaciones se han ido mecanizando más y más. La provincia de Huesca no ha sido tampoco ajena a tales mutacion es técnicas, a pesar de los problemas que los expertos han encontrado debido al carácter montafioso y a las elevadas pendientes de buena parte de los emplazamientos seleccionados. Comenzaremos, por tanto, recordando la evolución general de las técnicas de la repoblación , para exponer seguidamente las especialmente utilizad as en nuestro marco '", tal y como han sido observadas sobre el terreno o a partir de su descripción por los técnicos". D esde el punto de vista técnico , y de forma esquemática, son tres las etapas que se distinguen en la historia repobladora espafiola. La primera, en la que las operaciones repobladoras son totalmente manuales o se efectúan con ayuda de la tracción animal o con medios muy simples, comienza tras la Guerra Civil y termina a principios de los cincuenta. La segunda, que abarca hasta mediados de los sesenta , supone la aparición de la mecanización de las operaciones, en función siempre de las características del emplazamiento y de las posibilidades de los equipos del P.F.E. Pero desde los afias setenta, ya en la tercera etapa , las operaciones se mecanizan de forma sistemática, siendo además esta posibilidad determinante a la hora de seleccionar los posibles emplazamientos, como se explicará más tarde.

'6 Fuente: ICONA. En relación con los aspectos que se comentan a continuación , véase "Técnicas de forestación" , Monografía n.o 9 del ICONA, así como DINARD. A .. " Voyage d'étude e n Espagne des éleves-ingénieurs civils des forets", Revue forestiere franr;aise. IX Queremos manifestar nuestro agradecimiento a M. VIDAL. guarda de ICONA en Adahuesca, por las exp licaciones que a mablemen te nos dio y el tiempo que nos consagró e n diferentes luga res. I?

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La prime ra e tapa se caracteriza por la aplicación de mé todos de rcpobl ació n tradicionales, lo que significa e l e mpl eo de una ma no de obra muy numerosa . Todo se rea li za ba manualme nte: e l desbrozamiento de l te rre no , los hoyos para la pl a ntación, la propia plantación , e tc. Por esa razón las téc nicas ap licadas apenas dife rían de un as zonas a otras, sie ndo las mismas, por eje mplo , e n a mbi e ntes secos y e n ambientes húmedos. Por otra parte, la mano de obra e mpl ea da durante dicho periodo era en su mayoría de origen local , lo mismo qu e todos los medios mate ri ales: instrum e ntos, pl a nton es (procedentes de viveros pequeiios locali za dos cerca de las zonas afectadas) , e tc. Por esta razó n las inve rsio nes e fectuadas tenía n notab les e fectos so bre e l desarro ll o local , ya que todos los facto res de producción , con la exce pción de los capitales, e ra n loca les. Se cumplía así uno de los objetivos fund ame ntales de los inici os de la planificación forestal. No obsta nte, tal a utarquía operacional te nía un inconve ni e nte: e l aislamiento técnico e ra la norma y los profes ionales raras veces inte rcambi aban sus experiencias. E n cambio la segund a etapa se caracte riza por un a mayor difusión de los conocimientos técnicos. Desde mediados de los años cincuenta la revi sta " Mo ntes", donde se publican num e rosos artículos sobre la re pob lació n, se convierte e n la biblia de los foresta les espa ii oles. Al mi smo ti e mpo comienzan a prolife ra r las re uniones y coloquios, organizados por los propi os téc nicos. Especial significación te ndrá la "Segunda Asamblea Técnica Fores ta l", celebrada e n Madrid e n junio de 1962, e n la que se insiste sobre la conveniencia de meca niza r todas las operaciones re lacionadas con la re pob laci ó n, especialmente e n las zo nas secas, dond e es necesa rio trabaja r el suelo a más profundid ad qu e la pe rmitid a por las prácticas ma nu ales. Por lo que se re fi e re a las zo nas de topografía acc ide ntada, en las que la repoblación se efectuaba co n coníferas, los técnicos aconsejaron la utilizaci ó n de banquetas de tracción animal; co n e llo se hacía posibl e la pl a nt ación mecá nica de los nuevos árboles. Co n e l ti e mpo no fue posible seguir contando con los me dios, mate ri a les y animales habitualme nte proporcionados e n los e mplaza mi e ntos de la repobl ació n. Por e llo los servicios fores ta les se vieron obligados a organizar progresivam e nte sus boyerizas y parqu es de meca ni zación propios, recurri é ndose en algunos casos, sob re todo al principio, a l alquil er. Sólo la mano de ob ra seguía sie ndo local , al me nos e n los municipi os e n los qu e tod avía la e mi gració n no había me rmado sus efectivos pobl acionales. Más tarde, no obstante, se ge ne ra liza e l uso del tracto r oruga y aparece e l bulldo zer, esta ndo ambos pl e na me nt e impl a ntados a final es de los sese nta. Gracias a la utilización sistemática de tractores de gran pote nci a, se rea liza ron labores de 60 a 80 cms. de profundid ad , lo que pe rmitió un a mayo r

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humidifi cación del suelo as í como la destrucción de las raíces del matorral. Todo ello naturalm ente facilitó la acción de las nuevas máquin as plantadoras , lo que se traduce, a su vez, en un nota ble aum ento de la eficaci a de la repoblació n. Tambi én e l desbroce se hacía de fo rm a mecá nica, por lo que en el co njunto de la mano de obra empl ea da serán los conducto res los más num erosos. E n todos los casos se obse rva un a creciente multiplicació n de las técnicas de forestaci ón, en aplicació n de la experienci a obtenida de algunos no torios fracasos anteriores; pero tal multipli cación es también consecuencia de la diversificación que se da en los obj etivos asignados a la repoblación y de los propios avances de la investigación en esta mate ri a. Las nu evas técnicas (d e las que se incluye n 24 en el manual de ICONA sobre "Técnicas de fo restació n" ), buscarán la combin aci ón de la productividad con el respeto a las co ndici ones ambie ntales, persiguiéndose en últim a instancia aumenta r las posibilidades de éx ito de cada campaña. E n la provincia de Huesca se sigue un a evo luci ón similar a la ex plicada, pasá ndose de fo rma progresiva de la re población manual a la meca nización ge neralizad a. No obstante tal cambio se da co n un cierto retraso, ya que só lo a fin ales de los sese nta se obse rva una mecanizaci ón sistemática de las labores mediante el uso de tractores y bulldo z ers. Este retraso se expli ca fund amentalmente por dos razo nes: por la situación periférica de la provincia y sobre todo por las ca racterísticas del medi o, muy accidenta do y de sue los encostrados, que hicieron difícil el uso de las prim eras máquin as, por su escasa pote nci a, en numerosas zo nas. Por otra parte, durante la repoblación oscense se rá frecu ente el recurso a mano de obra procedente de fu era de la provincia (d e temporeros andaluces principalmente), lo que se de berá e n un principi o a la e nvergadura de los trabajos rea lizados, que requerirán un a mano de obra más numerosa que la disponible. Sin embargo, durante los dos últimos dece nios el recurso a man o de obra forán ea se rá inevitable habida cuenta de la intensa despoblación que, en ese mismo periodo, afect a a la provinci a. De fo rm a esquemática puede decirse que los procedimientos utilizados para la repoblación forestal en la provincia dependerán, en cada momento y lugar, de tres parámetros: el carácter manual o mecánico de las operaciones, las características topográ fi cas (pendie ntes más o menos acusadas) de los terrenos y, por último , la naturaleza de sus suelos. E n cambio el tamaño de las parcelas no ha sido nun ca obstáculo para el empleo de máquinas potentes, entre otras cosas por ser tod as ellas de dime nsión considerable (con la excepción de algunos banca les preexistentes y de repoblaciones pequeñas de fun ción ornamental o protectora). 63


Mi e ntras el proceso repoblador se rea lizó ma nualm e nte, se come nza ba sie mpre por la elimin ación del mato rral'" según dos procedimi e ntos: la qu e ma, a unque muy excepcionalm e nte, y la roza ma nu al, que e ra el más exte ndido y qu e pe rmitía unos re ndimi e ntos va ri abl es, e ntre 0,1 y 0,25 has./día por pe rsona y jo rn ada de ocho horas, según el espesor del matorral. A esta ope raci ó n le seguía el a hoyado manual (con za papico y azad a), con re ndimi e ntos por jornal qu e vari a ba n e ntre los 40 y 70 hoyos, cuyas dim e nsiones medi as e ran de 0,4 mts. cuadrados po r 0,6 mts. de profundidad . Co mo la di stancia entre los hoyos e ra ge ne ralme nte de 2,5 mts., la de nsidad medi a alca nza ba las 1.500 unid ades ejecut adas po r ha . E l trabajo se e fectuaba en equipos de 15 a 25 hombres, a unque exce pcionalme nte ha bía muj e res, a los que se les ex igía un ritm o medi o de 100 a 250 hoyos, de pe ndie ndo sie mpre de las caracte rísti cas del te rre no y de la técni ca de pl a ntación a plicada. Señale mos por último qu e e n el tra nscurso de los a ños cin cue nta el salari o pagado por el P.F.E. a los te mpore ros era de 30 ptas. diarias, mi e ntras que los asal ari ados agrícolas no recibían de los propi eta rios más que 1821 1• D esde principios de los sese nta la pre pa ració n del suelo, sobre todo e n los casos de sue los profundos e n lade ras de fu e rte pe ndi e nte, come nzó a hace rse de form a linea l, utilizá ndose e n prin cipi o banque tas de tracc ión a nimal. Los equipos, form ados por tres hombres, conduCÍan un a yunta de bueyes qu e tiraba n de un arado agrícola bravá n. Los re ndimi e ntos po r hora de cada ba nque ta rond a ba n los 85 mts. lineales, lo que tuvo importantes e fectos ta mbi é n e n el a um e nto de l ritm o medi o de plantaciones. E l paisaje de las laderas qu edará tra nsformado por los a terraza mi e ntos a que da n luga r las suces iv as pasadas del a rado, has ta form a r ba nd as ni ve ladas de una a nchura mínim a de un metro cin cuent a. E llo pe rmitirá el acceso de tractores y bulldozers así co mo la elimin ación mecá nica del matorral, a unque só lo en te rre nos de pe ndi e nte in fe rior al 30% 2'. Sin emba rgo la técnica más ava nzada pa ra la pre pa ració n linea l e ra el a terraza do con bulldozer. La anchura de las terrazas abi e rtas por los bulldozers a ume nta ron de form a pa ralela a su pote ncia , pasa ndo de 1 mt. a 2,5, alberga ndo estas últimas dos fil as de pl antas. Tambi é n la de nsid ad de a te rrazado va ri a ba,

"J Fuero n raros los luga res e n los q ue se int e nt ó conserva r los ele men tos arbó reos preex istent es. C uando así fue se tra taba ge ne ra lm e nte de encin as o pin os de escaso pOrl e. 20 Dura nte los años sese nt a y se te nta los sa lari os e ran de 60 ptas .. se nsible me nt e miÍs que e n los res ta ntes trabajos agrícolas. 2' La se lecc ió n de los emp laza mie ntos se hi zo precisa me nt e e n funció n de sus fac ilidades de meca ni zación.

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según la pendiente, entre los 2 y los 4 mts. La densidad de árboles plantados por hectárea apenas cambiaba, pero los rendimientos de la plantación, también mecanizada , obtenidos por cada equipo (del que forman parte un conductor y dos plantadores) , eran del orden de 800 plantones por hora. Era una cifra diez veces superior a la obtenida manualmente . En cualquiera de los casos explicados, la preparación mecánica del suelo suponía las siguientes, e indudables, ventajas: el subsolado, es decir, una labor profunda sin alterar los horizontes del suelo; la destrucción de las raíces profundas del matorral; la eliminación de los conejos, tan nocivos por los destrozos que ocasionan en las plantaciones; la apertura de terrazas siguiendo perfectamente las curvas de nivel , limitándose así los riesgos de erosión; mayores facilidades de mantenimiento, etc. Las operaciones descritas se desa rrollaban normalm ente entre los meses de octubre y abril, es decir, durante los periodos de menor actividad agrícola. Se aprovechaba así la mayor humedad de los campos porque favorecía su trabajo a la vez que la plantación se reservaba para los meses más suaves de otoño y de principios de la primavera, evitándose los riesgos de heladas o de vie ntos fuertes del invierno. En las zonas de montaña , sin embargo , el calendario de las actividades se desarrollaba de abril a octubre, coincidiendo con periodos de fuerte actividad agro-pastoril. En cualquier caso los trabajos no se limitaban a la simple plantación. Al cabo de cinco años se efectuaba una operación de limpieza de matorrales entre los árboles ya crecidos; y a los quince se les practicaba a las coníferas una escamonda. No obstante, ya volveremos más adelante sobre el tema del mante nimiento de la masa forestal, tarea cuya intensidad y eficacia variaba mucho según los sectores ... y según el régimen de propiedad. Digamos únicamente que en los trabajos de mantenimie nto (indispensables para reducir el riesgo de incendios, facilitar los accesos y favorecer el crecimiento de los árboles) , actualmente sólo se ocupan algunas decenas de temporeros, estudiantes en su mayoría . Para terminar este punto vamos a referirnos brevemente a las técnicas de plantación empleadas en la populicultura , que son como se sabe radicalmente diferentes. En este caso, dado que se trabaja sobre parcelas llanas, la utilización de máquinas fue posible desde el mismo momento de su aparición 22 • Con dichos medios se consiguió eliminar la vegetación espontánea y realizar e n el suelo labores de 30 a 40 cms. de profundidad. Por otra parte, la plantación se efectúa en hile-

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De hecho las primeras plantaciones importantes de chopos datan sólo de principios de los sese nt a.

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ras intercal adas, en las que los chopos se disponen a una distancia de 6 mts. unos de otros, lo que da una de nsidad teórica de 278 chopos por hectárea. De esa form a se garantiza que cada árbol disponga de los 30 a 40 m 2 de suelo que necesita para su correcto desarrollo, aunque en parcelas de mejores condiciones la distancia entre árboles puede reducirse hasta los 4 mts. Los hoyos, cuya excavación se efectúa con pala mecánica , deben tener una anchura entre SO y 80 cms. y una profundidad de un metro. Por lo que respecta a la plantación , ésta se efectúa desde novi embre a marzo o abril. Pero el mantenimiento es más laborioso que e l explicado en el caso de las coníferas, ya que los chopos necesitan e l riego estival si la capa freática desciende en exceso; requieren también podas cuidadas y regulares, aportes de abono, tratamiento contra las enfermedades, etc. De todo lo expuesto cabe concluir que de las 140.000 has. repobladas e n la provincia de Huesca, alrededor de 50.000 lo han sido de una form a totalmente manual. Es el caso de las primeras repoblaciones efectuadas en la Jacetania y en el Aragón Oriental , entre el Cinca y el Noguera Ribagorzana. En cambio, e n el Prepirineo central y occidental, donde la repoblación fue más tardía , ésta se llevó a cabo de forma esencialmente mecani zada.

3.1.3. Los equipamientos y el personal vinculados a la repoblación El inventario exhaustivo de los bienes de lCON A en cada provincia aragonesa , así como el listado del personal adscrito y su cualificación, aparece en el n.o 179 del Boletín Oficial del Estado (de 27 de julio de1984), el mismo en el que se contiene el Real Decreto de 8 de febrero de ese aí'ío por el que "se transfieren a la Comunidad Autónoma de Aragón funciones y servicios del Estado e n materia de conservación de la naturaleza ". Según esta fuente , por lo que se refiere a la provincia de Huesca, dicho organismo e mpl ea ba en esa fecha a 310 pe rsonas , de las cuales la transfere ncia habría de afectar a 292. Entre estas últimas se contaban 17 ingenieros y cuadros técnicos, 20 administrativos y 255 guardas forestales. Naturalmente los datos se refieren a personal permanente, de modo que para dar cumplida cuenta de los efectivos de los que realmente ha dispuesto este organismo durante los últimos aí'íos, hay que considerar el personal contratado te mporalmente, unas cien personas, dedicadas durante algunas semanas, o algunos meses, a las tareas de desbroce, repoblación, arranque o plantación en los viveros. Por lo que respecta al personal permanente, se había observado un crecimi e nto bastante regular especialmente a partir de la creación del P.F.E. hasta

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mediados de los setenta, cuando comie nza una cierta rale nti zación que refleja un a vez más las dificultades presupuestarias de la administración españo la e n ge ne ral. En cambio, la evo lución del personal contratado acusa e n su desce nso desde los años setenta la mecanizació n ge nera lizada de las operaciones de repobl ación as í como la rale nti zació n de su ritmo. Más ade la nte haremos refe re nci a detallada al número de jorn adas de trabajo paga das por el P.F.E. durante las fases inte nsivas de repoblación, e ntre 1950 y 1970, e n las que se requería a nualment e la participación de miles de brazos. Una vez efectuada la repoblación, sin e mbargo, el principal trabajo sobre el terreno les corresponde a los guardas forestales , como e ncargados de la vigilancia del monte y responsables también de la aplicació n de la legislación forestal. Por esta razó n, por su obligación de de nun cia r las infracc iones cometidas, han sido centro de los ataques de grupos hostiles a la repobl ación (algunos ga nade ros , por eje mplo) , quienes les han presentado a nte la opini ón pública como agentes de información franquistas , deb ido especialmente a los informes que debían e nvia r regularme nte a a la administración prov incial. Actualmente pa rece n mejor integrados au nque su situaci ón varía mucho e n función de su catego ría . Así los guardas comarcales cuentan con más medios , ya que dispon en de 40 vehículos todo te rre no pertenecientes a la administración provincial. Sin e mba rgo , los gua rd as municipales de be n vigilar las, frecuentemente , varias dece nas de mil es de hectáreas que les correspo nd e n con su propio ve hículo y, para colmo de males, pagá ndose ellos mi smos la gasolin a (¡!). En cualqui er caso todos se quejan de la escasez de los medi os con lo que cuentan y de lo duro del trabajo, a la vez que reconocen la neces idad de que se a um e nte el pe rso nal de vigilancia si se quie re n preve nir eficazme nte los incendios forestales. Gran inte rés ti e ne tambi é n la refe re ncia a las infraestructuras realizadas para ate nder las zonas repob ladas, como es el caso de la red de vías forestales . Según los datos correspondientes a 1982 23 dicha red supone e n la provincia de Huesca un total de 1.658 kms. , a cargo fundamentalmente del ICONA. Su de nsidad, que es de 4,1 me tros de vía por ha. de bosque , está cl arame nte por debajo de la media aragonesa, de 5,4, y también de la medi a espa ñola. Ello se debe , e ntre otras cosas, a las caracte rísticas difíciles del relieve e n nume rosas coma rcas de la provincia, razón por la cual la anchura medi a de tales vías no es más que de 4 mts.

n Fuente: ICONA.

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Si a ello se añaden las elevadas pendientes, los cortos radios de curv atura , la ause nci a de revestimiento, etc., se comprenderá por qué es más adecuado conside ra r tales accesos no como vías sino como pistas, e n las que la circulación es difícil incluso para vehículos todo terre no . No es me nos verdad , sin e mbargo, que el proceso repoblador ha impulsado tanto la mejora como el aumento de la longitud de tales vías, que e n 1940 no pasaban de 600 kms. constituidos e n bu e na parte por simpl es caminos según las propias estim acion es del P.F. E. En efecto, desde ese mome nto se han co nstruid o nume rosas vías para facilitar el acceso a los bosqu es, con vi stas a su explotación y mante nimi e nto . D e ahí que todos los sectores de re población intensiva (Prepirineo, mitad norte de la Jaceta ni a) esté n dre nados e n la actu alidad por un a de nsa red de vías forestales. Evidentemente los viejos caminos, qu e al principio de la repoblación sirvieron para los desplazamientos de personas y mate rial es, de bieron se r conveni e nteme nte mejorados, para facilitar el acceso de las nu evas, pesadas y costosas máquin as a las plantaciones, un a vez que se ge ne raliza la re pob lación meca nizada . Por o tra parte la vía forestal , sie mpre y cua ndo te nga la anchura necesa ri a, constituye un a uté ntico med io de lucha contra los in ce ndios forestales, ya que hace de cortafuegos a la vez que facilita e n casos de sini estro la llegada ráp ida de hombres y medi os. De este modo las vías supl e n la a usenci a, bastante frecuente, de co rtafuegos en los bosques naturales que se yuxtaponen a zonas repobladas, e n las que afortun ada me nte se cuenta con tal med io. Señalemos por último la ex iste ncia , a cargo tambi é n de lCONA (o de la región a partir de 1984) de di ez casas forestales o de pósitos de mate riales e n el Pirineo y Pre pirineo. A e llo se a ñade n los 26 luga res acondicionados pa ra el espa rcimiento (áreas de pie nic, campings) en las zo nas más turística s del Pirineo, de los cuales se is se encu e ntran próximos a zonas repobladas. D el mi smo modo que es de espera r para un futuro a corto plazo el trazado de senderos recreativos ta nto e n los bosques naturales como e n los re poblados.

3.2.

Las agresiones al nuevo espacio forestal

No es és te el mome nto de efectuar un bala nce de la re población desde e l punto de vista cuantitativo. Más adelante nos de te ndre mos e n consideraciones de ese tipo y destaca remos especialm e nte la med iocridad de los resultados obtenidos. Nuestro propósito ahora es refe rir nuevas características del espacio repobl ado ,

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como la eficacia de las actuaciones, a pesar de la notable fragilidad del nuevo medio ante las agresiones de los incendios y las enfermedades.

3.2.1. La eficacia variable, aunque creciente, de las actuaciones forestales Según los técnicos de lCONA'", en el transcurso de los 20 últimos años , la eficacia de las nuevas plantaciones (en las que no se incluyen , pese a ser su eficacia muy alta, las plantaciones de chopos de bido a su escasa extensión) es total en el 90% de los casos. Para mayores detalles véase el cuadro n.O2, en el que se reflejan los datos sobre la eficacia de la repoblación en tres años, diferentes por su meteorología y por la importancia de los trabajos que en ell os se efectúan. Obsérvese que para los servicios forestales españoles la eficacia se mide a partir de los datos correspondientes a las "segundas repoblaciones", reveladoras de deficiencias importantes durante las primeras tentativas. Son numerosos los lugares en los que la plantación inicial no prospera, en porcentajes que varían entre el 10 y el 50% , por lo que se reemprende de forma sistemática la plantación.

Cuadro 2.

La eficacia de las repoblaciones en tres años m eteorológicamente diferentes.

Año

Primera repob lación

Segunda repoblación

Total repob lado

1970 1975 1982

1.520 707 950

285 21 621

2.005 748 1.868

Tota l efectivam e nte repob lado

1.805 728 1.576

Eficacia %

90 97 84

Las razones de tales fracasos son diversas y complejas, combinándose además de forma diferente según los años. En principio pueden ser factores puramente técnicos , relacionados con los métodos de repoblación utilizados; pero también interfieren en ocasiones factores accidentales, de carácter meteoro lógico, tales

2. Agradece mos especialme nt e al Or. P EÑA URM ENETA , director de ICONA e n Hu esca, su amable acogid a, su respuesta a las nume rosas preguntas que le hicimos. así como su so licitud al guiar nuestros pasos a tra vés de los difere ntes se rvicios de ICONA , gracias a lo cua l he mos podido dispon e r de gran cantidad de docum entos estadísticos y cartográfico s.

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com o las hc lad as o la sequía. E n ca mbio , e l a um e nto e n la e fi cac ia de las pl a ntac iones de be atribuirse in co ntestabl e me nt e a los p rogresos o bse rvados dura nt e los últimos dece ni os e n los procedimi e ntos de repo bl ac ió n, así co mo a la ex pe ri e ncia adq uiri da e n fracasos a nte ri o res. D esde e l p unto de vista técni co ha sid o po r ta nt o de te rmin ante la meca ni zaci ó n ge ne ra li zad a de las o pe rac io nes , especi a lm e nte po rqu e e ll o ha permitid o la práct ica de labo res pro fund as . E n e fecto, tract o res y bulldo zers e limin a n las ma las hi erbas que pudi e ra n a fecta r nega ti va me nt e e l crecim ie nt o de los pla nt o nes dura nte sus prim e ros, y dec isivos, afios. De l mi s mo mod o se co nsigue un a me jo r humidi ficac ió n de a mp li as ca pas de sue lo, lo qu e tratá nd ose de med ios re lativa me nt e secos es un factor d e impo rt a nci a ca pita l; a la vez e l sue lo se hace más ho mogé neo, ya qu e las máquin as a rras tra n las rocas que pu d ie ra co nte ne r. Rec ué rd ese qu e dura nte mucho ti e m po un a de las ca usas de los fracasos de las repo bl acio nes fu e p reci sa me nte las des igua les aptitud es de l sue lo e n num erosos luga res, cua ndo no la a use nci a to ta l de sue lo. Ya he mos exp li ca do a nt e ri o rm e nte qu e los co nsid e rab les ava nces técni cos e n todo lo re lacio nado co n la re po bl ac ió n, había n provocado ta mbi é n un a mayo r precisió n e n los es tu d ios prev ios a los traba jos, ro mpi é nd ose as í e l e mpiri s mo a ultra nza qu e había ca racte ri za do a las prim e ras inte rve ncio nes de los respo nsa bl es fo resta les. Po r lo que respecta a l ma rco de nu estro inte rés, ta l evo lució n se ma nifi esta e n la se lecció n de los e mplaza mi e ntos (lo que po r o tra pa rte es ca d a vez más fác il , hab id a cue nt a de las gra ndes ex te nsio nes de ti e rras li be radas po r la e mi gració n rura l) a unqu e, sin e mb argo , no a fect a a los crit e ri os de se lecc ió n de espec ies. E n este as pecto las opcio nes sigue n sie nd o re lati va me nte sim ples: la se lecc ió n se efectú a a pa rtir de especies de o ri ge n loca l ob te nid as sobre e l te rre no, co nside rá ndose co mo mucho e l facto r a lt itu d in a l corregid o, as í como la ex pos ició n. Es por ta nt o lógico qu e, hab la ndo e n té rmin os espac ia les, los ni ve les de fracaso mayo res se d iese n e n zo nas situ ad as e n e l límit e e ntre los dife re nt es pisos de vege tac ió n. Se ría e l caso d e los secto res de medi a na a ltitud repo bl ados co n pin o silvestre, co mo po r eje mpl o los de l Prep irin eo occide nta l situ ados e ntre 1.000 y 1.200 mts., qu e sufri e ro n las co nsec ue ncias de las sequ ías regist radas d ura nte los a ños sese nt a , deb ie nd o se r ree m plazad os los pin os silvestres po r pin os La ri cio, es pecia lm e nte e n las so la nas. Otro nive l a ltitudin a l es pecia lm e nte de li cad o, po r s u se nsibilid ad a las he ladas , es e l qu e co rrespo nd e a l límite e ntre e l pin o de A lepo y e l La ri cio. Es co noc id a la fragilid ad de l pin o de A lepo , po r lo que no p uede resistir te mpe rat uras infe ri o res a _1Q 0 c. De hecho e n e l tra nsc urso de es ta in vest igac ió n (co ncre ta me nte d ura nt e un a vi sit a a los té rmin os muni cip a les d e Vi aca mp y Lite ra e n la p rim ave ra de 1985) , tu vimos ocas ió n de obse rva r algun as hectá reas de pin os de A lepo, de un os ve in te afios, to ta lme nte destruid os po r las he lad as -cierto q ue excepc io na les70


del mes de enero, a pesar de estar situados a una altura de 600 mts. y de su orientación al sureste. En cambio los pinos Laricio del mismo sector, orientados al noroeste , no mostraban ninguna secuela de las temperaturas, que incluso habían alcanzado los -15°C. El ejemplo anterior refleja una selección de especies que en la práctica resultó poco oportuna. Sin embargo, al estudiar la eficacia de las plantaciones, hay que tener también en cuenta, como haremos en el punto siguiente, la incidencia de los problemas fitosanitarios.

3.2.2. Los problemas fitosanitarios que afectan a las plantaciones La fragilidad de las zonas repobladas ante los problemas fitosanitarios es grande, como se deduce de los cuantiosos medios , económicos y personales, que se han puesto a disposición de los servicios especializados en ellos. Durante largo tiempo los repobladores han estado pagando un caro tributo a la naturaleza , sin que haya sido sin embargo fácil encontrar una solución. Según los expertos'\ serían 40.000 has. (es decir, más de la cuarta parte de la superficie repoblada) las afectadas por ataques graves, que podrían provocar la muerte de los árboles en una parte no despreciable de dicha extensión . Las coníferas son esencialmente las víctimas de la oruga procesionaria, así como de una especie de mariposa xilófaga, la Ips acuminatus. Los chopos por su parte sufren los ataques de insectos scolytos y de enfermedades criptogámicas. Los ataques más espectaculares por su extensión , así como los más fácilmente identificables en el paisaje a los ojos de los no especialistas, son los de la procesionaria, la Thaumetopea pityocampa, cuyos nidos de un blanco algodonoso adornan las ramas de multitud de pinos pirenaicos y prepirenaicos. Los ataques son más frecuentes en los árboles jóvenes y en los situados en las soianas, ya que la procesionaria dispone de aguijones blandos y prefiere el calor. Por ello la gran víctima de esta oruga es si duda el pino Laricio, que se sitúa entre los 800 y los l.200 mts. Como consecuencia de sus ataques el ritmo de crecimiento de los árboles se ralentiza, siendo también incierta su evolución futura , especialmente el porte que

" Vaya especialme nte nuestro agradecimie nto al Ingeniero Sr. E. MARTÍ N BER NA L, director del Servicio de Plagas (Departame nto de Producción y Salud Vegetal) de la D.G.A., por su ate nción , sus explicaciones y por la documentación que nos proporcionó.

71


alcanzarán los árboles afectados. Cuando la densidad de orugas es alta o las intervenciones se efectúan demasiado tarde , los árboles más frágiles mueren , lo que e n ciertas parcelas puede suponer de un 50 a un 80% del total. No es éste sin embargo un fenómeno exclusivo de la provincia de Huesca, ya que se calcula que en la actualidad afecta a unas 200.000 has. en toda la región , de las cuales 160.000 parecen estar especialmente amenazadas. Sobre la posible relación de este hecho con las actuaciones forestales reflexionaremos más adelante. En conclusión son 100.000 las has. afectadas en la provincia de Huesca, de las cuales 37.000 han sido repobladas en algún momento. Estas últimas se localizan especialme nte al este de la provincia (25.000 has.) y en el Prepirineo occidental (12.000 has.) , lo que representa en total más de la mitad de las superficies repobladas en los dos sectores. Más localizados pero más peligrosos todavía son los efectos del Ips acumina/uso Actuando como larva y como insecto adulto a la vez, el Ips cava galerías en el tronco de los árboles, impide la subida de la savia y amenaza rápidamente la existencia de los árboles. Dicho coleóptero ataca lo mismo al pino silvestre que al pino negro , y su progresión es especialmente rápida en los bosques y repoblaciones malo escasamente cuidados. Esta plaga afecta en la actualidad a cerca de 5.000 has ., constituidas en su mayor parte por repoblaciones efectuadas en el término municipal de Benasque y en los del alto Ara: Torla , Broto, Fanlo y Fiscal. También amenaza los árboles del Parque Nacional de Ordesa 2l, . Al igual que las resinosas, las frondosas, especialmente los chopos, son también muy frágiles ante los ataques de insectos y enfermedades. Dos coleópteros, el Saperda populnea y el Gypsomona aceriana son especialmente peligrosos para los brotes tiernos, de modo que los mayores destrozos los provocan en los invernaderos 27 • Pero más graves son los daños que ocasionan en las choperas dos hongos , Venluria y Marssonina brunnea, que suelen afectar simultáneamente a un mismo individuo, provocando la caída de las hojas en las épocas de mayor subida de la savia. Sus efectos son el descenso notable de los rendimientos y, en el caso de ataques reiterados, la muerte de los árboles. Especialmente graves fueron las epidemias de Marssonina brunnea en las primaveras de 1976 y 1977 (coincidiendo con

26 Un estudio más exhau stivo de los probl e mas fitosanitarios qu e afectan a los bosques repoblados exigiría la consideración de gran número de enfermedades obse rvadas en los órganos aé re os y subt e rrán eos de la s conífe ras. Como quiera qu e sus consecuencias, excepto en e l caso de los rendimi e ntos. no son muy re le vantes , nos limitamos a re mitir a N . ROMA NYK, " Plagas forestales más important es de Espaiia" , y a J. T ORRES J lJN A, "Patología Forestar' . 27

72

Para mayor detall e, véase "Los chopos" de H ERNÁN DEZ DE LEÓN , M.


una situación hídrica y térmica favorable), que afectaron a las plantaciones de chopos de lCONA e n el baj o Cinca, entre Monzón y Alcolea. Los dañ os causados fueron tales qu e se requiri ó la intervenci ón sistemática de los servicios fitosanitarios regionales, así como el desa rrollo de un a investigación propia 2" . Señalemos de paso que la organización de la lucha contra las plagas, así como el diagnóstico y la investigación, so n competencia del Departamento de Producción y Salud Vege tal de la Diputación General de Aragón , con sede e n Zaragoza. Su Servicio de Plagas, que cuenta con no me nos de sie te inge ni eros, trabaja sin e mbargo en estrecha conexión con los técnicos de lCONA e lRYDA. D e hecho son los guardas forestales los que denunci an la ex istencia de un problema fitosanitario y su localización a los servicios provinciales de lCONA. Estos últimos contactan con el depa rtame nto za ragoza no , que cuenta con los mayores recursos financieros , donde se propone el pla n de interve nción que será ejecutado por el personal de l CONA. Las intervenciones son de naturaleza muy variada, desde las técnicamente más simples, como la eliminación de los individuos e nfe rmos, hasta las más sofisticadas, medi a nte tratami entos bióticos, químicos o biológicos. Para proceder contra el Ips acunúnatus, por ejemplo , se abate n los árboles enfe rmos, y se efectúan limpiezas o cla reos de carácte r preventivo en las repobl aciones tod avía sanas. En el alto Ara tambié n se recurre a procedimi entos bióticos consistentes e n atraer el máximo núm e ro de insectos hasta algunos montones de made ra, previame nte situados e n ciertos puntos del bosque, donde seguid ame nte se les elimin a. Métodos como los a nteriores son de una eficacia dudosa y requieren además gran cantidad de hombres para su rea lización. De ahí que cada vez con más frecue ncia se recurra a métodos químicos o bi ológicos, o a veces los dos . Así se hace desde hace algunos a ños e n la lucha contra la procesion ari a 2", combinándose e n las zonas más infectadas la lucha biológica (mediante el Bacilus thurigiensis) y el empleo de productos insecticidas. Estos últim os se colocan e n trampas (entre 1 y 5 por ha. ) con obje to de atraer a los machos, pero e n otras ocasiones se arrojan en primavera desde el aire, según la técnica U.L.v. (" Ultra Trabajo Volume n"). A pesar de su elevado coste, esta técnica se ha revelado como la más efica z. Por lo que se refiere a la lucha contra los hongos parásitos de los chopos, los mayores esfuerzos se han destinado a la puesta a punto de nuevos cl ones resistentes, sobre todo a raíz de los reiterados fracasos obtenidos con el empleo de fungicidas. De hecho, desde hace

2"

Cf. M. SANA GUSTíN, "Se nsibilidad c10nal y factores climáticos en relación con la Marssonina brttn-

neo". 2"

Cf. F. ROI3LEDO. " L os tratami entos co ntra la procesiona ri a del pi no" .

73


t ==~

Oruga procesionaria

( :;: j

"Ips acuminatus" Sentido de propagación de la oruga procesionaria

••••••• ••••••

Area de repoblación intensiva

Fuente:O.G.A. Opto. de Agricultura, Ganadería y Montes

Fig.l0: Áreas de incidencia de la oruga procesionaria (Thaumetopea pityocampa) del /ps acuminatus).


algunos años los viveros han proporcionado tales clones de forma sistemática , mejorándose notablemente el estado sanitario de las choperas oscenses. Donde menores éxitos se han alcanzado, por lo que a las plagas se refiere , es en el caso de la procesionaria, a pesar de las cuantiosas inversiones realizadas desde hace más de 25 años. De hecho , en 1985 la provincia de Huesca se llevó más de la mitad de los 28.000.000 de ptas. que el Departamento de Producción y Salud Vegetal de la D .G.A. dedicó a este fin. La de procesionaria es en el Altoaragón una plaga endémica, cuyo coste económico es difícilmente estimable. No obstante, es fácil deducir que dicho coste ha sido y es muy alto , y que repercute negativamente en la eficacia de las repoblaciones, tanto a medio como a largo plazo. Son , en conclusión, numerosas las amenazas que se ciernen sobre las masas forestales , repobladas o no, del Altoaragón. Y ello sin contar con otros dos problemas que no se han citado. Nos referimos en primer lugar a las lluvias ácidas , sobre las cuales es difícil obtener información precisa por parte de las autoridades regionales competentes, que se muestran bastante reservadas. No obstante, es una realidad cuyos efectos hemos tenido ocasión de verificar personalmente en el Parque Nacional de Ordesa así como en la vertiente pirenaica francesa , concretamente en el sector de Luchan. Pensamos por tanto que éste será en breve un nuevo motivo de preocupación para los responsables medioambientales de la región aragonesa. No obstante, por el momento, tales responsables tienen una preocupación más inmediata, que es la de los incendios forestales , el segundo de los problemas a que antes se hacía referencia y que por su trascendencia analizamos en el siguiente punto de forma detallada.

3.2.3. Una amenaza permanente para la repoblación: los incendios forestales En el conjunto de las provincias españolas la de Huesca no es de las más afectadas por los incendios forestales , a pesar de que la superficie quemada cada año en sus comarcas sea considerable. En el transcurso de los dos últimos decenios la media anual de incendios ha variado mucho , entre poco más de veinte y casi el centenar; lo mismo que las superficies afectadas, que son de menos de 200 has. en incendios pequeños hasta llegar a las 8.000 has. en el caso más dramático"'.

", Todos los datos estadísticos así como las informaciones conte nidas e n est e punto nos han sido proporcionados por el Se rvicio de Incendios Forestales de ICONA e n Hu esca, cuyos miembros con su competencia y amabilidad han facilitado e norm e me nte nu estra labor. Vaya para todos ellos nu estro since ro agradecimi ento.

75


Parece ser que desde principios de los años cuarenta se han destruido más de 85.000 has. de espacio propiamente forestal , en el que no incluimos por tanto ni el matorral ni el monte bajo. De tal superficie, 21.000 has. corresponden a bosques repoblados, es decir el 15% de la superficie repoblada total, de lo que se deduce que son los incendios el más grave de los problemas que afectan actualmente a la repoblación forestal. Por su coste económico directo (desaparición del bosque, pérdida total o parcial de inversiones públicas, etc.) y por sus efectos a todos los niveles (eliminación frecuentemente total de la protección del suelo contra la erosión, consecuencias ecológicas, paisajísticas, etc.), los incendios forestales justifican sobradamente los esfuerzos que los servicios oficiales realizan desde hace décadas con objeto de reducir su número, así como de controlar su origen y sus impactos. Es necesario señalar que las especies utilizadas en la repoblación de la provincia de Huesca" son particularmente inflamables y combustibles. Por otra parte, el ambiente cálido, ventoso y seco (del que no se excluyen episodios tormentosos, sobre todo en las zonas de montaña) propio de los meses que transcurren entre el final de la primavera y los comienzos del otoño, hace de la provincia de Huesca una zona de alto riesgo de incendios. De las especies de repoblación habituales, el pino de Alepo y el Laricio son los más combustibles y de hecho se distinguen por ser de los más igniscibles de todas las formaciones mediterráneas" . No obstante, el pino de Alepo, que soporta bien los fuegos poco intensos gracias al espesor de su corteza, se regenera la mayor parte de las veces con rapidez debido a que las piñas protegen sus semillas. Es más, las piñas estallan bajo los efectos del calor y las semillas se esparcen por el bosque. Lamentablemente en los pinares repoblados el incendio de las copas provoca la destrucción total de los árboles; y no es posible tampoco contar con la regeneración espontánea por producirse ésta siempre de forma irregular, de manera que deben acometerse nuevos trabajos una vez que el incendio está extinguido. Añadamos a ello que las hojas aciculadas de los pinos de Alepo y Laricio forman una espesa alfombra que cubre las superficies repobladas, cuyo sotobosque además es muy poco denso y en consecuencia muy seco, ya que tales especies se implantan en las zonas más secas y cálidas de la provincia. Por todo lo anterior la igniscibilidad de tales repoblaciones es muy alta .

No se incluyen aquí los chopos. a pesar de que durante los veranos Imis secos tampoco están a salvo de los incendios. Sin embargo, su número es siempre reducido, afectando en el peor de los casos a algunas decenas de hectáreas, como ha ocurrido en las plantaciones del bajo Cinca desde su comienzo.

.11

12

76

el'. H.N. LE HOUEROU, " Fire and vegetation in the Mediterranean Bassin".


Circunstancias como las anteriores son menos probables en los pinares de las zonas altas, de pinos silvestres o pinos negros, debido a las diferentes características ombrotérmicas de los medios donde se implantan. En el caso del pino negro sus acículas verdes son normalmente muy poco combustibles, su corteza es por otra parte muy espesa y el sotobosque, por último, está invadido frecuentemente por los rododendros, conocidos por ser difícilmente inflamables. El pino silvestre en cambio tiene menos defensas: el follaje es más inflamable, se emplaza preferentemente en lugares secos y luminosos, su abundante sotobosque suele estar formado por una vegetación arbustiva muy sensible al fuego, etc. Por otra parte, los bosques de pino silvestre, situados en la parte superior de su piso de vegetación habitual, están cerca del límite de los ecosistemas forestales y supraforestales afectados desde siempre, como muestra la historia, por los incendios pastoriles. A todo ello se añaden los riesgos derivados de la creciente frecuentación estival de sus bosques por parte de turistas, excursionistas, etc. Sólo los individuos maduros, cuya corteza es lo suficientemente resistente, se defienden relativamente bien en caso de incendio. Ahora bien, las superficies repobladas están formadas precisamente por ejemplares jóvenes que , por lo tanto, son fácilmente destruidos por los incendios o por las sequías. De ello se deduce que las repoblaciones de pinos silvestres están potencialmente igual 'de amenazadas por el fuego que las de pino Laricio o de Alepo". Las conclusiones anteriores se comprueban fácilmente mediante el análisis de situaciones concretas, como se hace a continuación para el periodo 1977-1981. Consideraremos la distribución espacial, temporal, las causas, etc., de los incendios producidos con el fin de poder valorar la importancia del fenómeno . El tiempo del análisis, un quinquenio, puede parecer corto, aunque contiene años cuyas características meteorológicas fueron notablemente contrastadas, como ocurre con 1981, un año muy seco, y 1977, que fue especialmente húmedo. Las estadísticas disponibles, por otra parte, son muy completas>4. Los datos correspondientes a la extensión de las superficies destruidas , así como al número de incendios en bosques naturales y repoblados, se consignan en el cuadro siguiente. En su libro "Recursos forestales de Aragón ", E. PÉREZ BUJARRABAL y J. PEDRO GUIMBAO aplican un índice de igniscibilidad a las formaciones forestales aragonesas. Tal índice, que fue puesto a punto por el Servicio Nacional de Incendios Forestales de ICONA, combina parámetros físicos y espaciales. Los resultados obtenidos son los siguientes: O en el caso de formaciones forestales dominadas por el pino negro; 3 en las de pino silvestre; 5 y 7, por último, en las dominadas por el pino Laricio y el de Alepo. )4 Como se sabe las estadísticas más antiguas se caracterizan por sus numerosas lagunas y cambios de definición por lo que respecta a las causas de los siniestros.

D

77


Cuadro 3. Superficies deslruidas y número de incendios enlre /977 y / 98/.

Bosque

S

Repoblación

S

Total

S

N N N

1977

1978

1979

1980

1981

24 23 4 3 28 27

412 23 352 9 764 32

510 2\ 93 13 603 34

1.172 32 4.203 9 5.375 41

915 54 349 22 1.264 76

Total

3.033 153 5.001 56 8.034 209

S = Superficie en hectáreas. N = Número de incendios. Fuel1les: Servicios Forestales (leONA de Huesca) .

¿Qué hechos relevantes hay que tener en cuenta en relación con el fenóm eno de los incendios forestales? En primer lugar puede afirmarse que los bosques repoblados parecen menos expuestos a los incendios que los bosques " naturales" . En los bosques repoblados, en efecto, los incendios son sin lugar a dudas menos numerosos (una tercera parte sólo que los observados en los bosques natural es) a la par que menos graves, ya que afectan a una superficie inferior a l 50% de la quemada en el otro caso. No se incluye en estas consideraciones el tremendo incendio que afectó en 1980 a la Sierra de Aineto, que por su carácter excepc ional falsea ligeramente la realidad. Hay que ver en esa feliz realidad los efectos pos iti vos derivados de los cuidados sistemáticos, de la realización de cortafuegos y caminos de acceso; de la lim pieza, a pesar de sus limitaciones, eficaz del sotobosque; e n definitiva, de una vigilancia más fácil y también más apoyada. No obstante, hay que reconocer forzosamente que los bosques repoblados no están exentos de verdaderos desastres: lo ocurrid o en 1980 es buena prueba de ello y lame ntablemente no fue e l único caso. En efecto, durante e l vera no de 1985 fueron arrasadas por el fuego ce rca de 2.500 has. repobladas de pino silvestre y Laricio en la localidad de Banaguás, del término municipal de Jaca. Para explicar tal catástrofe habría que recordar el carácter homogéneo de las repoblaciones, el hecho de que cubren en a lgunos sectores extensiones muy importantes pertenecientes a un único propietario, etc.; circunstancias todas ellas que contrarrestan los efectos positivos derivados ele las prácticas preventivas antes señaladas.

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Por lo que se refiere a la distribución espacial los incendios han afectado a la casi totalidad de los municipios con bosque de la provincia. No obstante, el Prepirineo ha sido la zona más castigada. Sus comarcas recibieron la mayor parte de las repoblaciones y en ellas encontramos las mayores extensiones repobladas afectadas por los incendios. Por lo que se refiere a las especies, y haciendo nuevamente abstracción del incendio de la Sierra de Aineto, la mayor incidencia se dio entre los pinos de Alepo y Laricio. Gran interés tiene también la distribución anual de los incendios forestales, considerando además su frecuencia y su gravedad. Se observa una clara adaptación al calendario meteorológico, ya que las tres cuartas partes de los incendios totales tienen lugar en junio, julio, agosto y septiembre. No obstante, también destacan los meses de noviembre, enero y marzo, bien por darse en ellos periodos de tiempo seco y ventoso, ya por coincidir con periodos de quema de rastrojos. A este respecto convendría detenerse en considerar brevemente las causas que originan los incendios. A pesar de las conocidas dificultades a la hora de determinar las causas de los siniestros", según los técnicos de ICONA y diversos estudios realizados>" una tercera parte se debe a las negligenci as cometidas tanto por agricultores, dentro de sus prácticas culturales habituales, como por excursionistas y fumadores descuidados, que desprecian totalmente las más elementales normas de seguridad. Los accidentes, como en el caso de los incendios provocados por el rayo, son la causa de otro 15% de los siniestros, aunque en las zo nas de alta montaña este porcentaje se eleva considerablemente por ser ésta la causa fundamental de los incendios registrados. La conclusión, al menos en lo que las estadísticas recogen, es que los incendios provocados no representan más del 4 ó 5% de los registrados en la provincia de Huesca durante los últimos veinte años. Así, por ejemplo, entre 1972 y 1982 sólo en 14 de los 275 incendios registrados , se reconocieron causas criminales, siendo por otra parte sólo 6 los que afectaron a bosques repoblados. Se está aquí afortunadam ente muy lejos de la situación observada a nivel nacional en el transcurso de los años sesenta y setenta, donde el gran número de incendios provocados llevó a los analistas a hablar de acción terrorista con fines políticamente desestabilizadores; y a los ecologistas a justificar sus reiteradas y violentas críticas contra la políti>; E llo explica e l gra n núm e ro de ince ndios que e n las estadíst icas apa rece n clasificados en la categoría

"de origen desconocido" y qu e suponen casi la mitad de los siniestros. >" Se puede citar e ntre otros, e l que se contiene e n "Recursos foresta les de Aragón ", de E. PÉREZ

BUJJ\RRJ\BAL y J . Pedro GUIMBAO.

79


ca de repoblación . Aun en el caso hipotético de qu e hubi era una relación entre la frecuenci a de los incendios y la densidad de población , no parece que e n el Altoaragó n la repoblación haya levantado la misma hostilid ad qu e en otras zonas de España, como las provincias del noroeste, ni que se haya traducido por tanto e n una oleada de incendios provocados'7. No obstante cuál sea el origen de los incendios , sus consecuencias so n siempre graves tanto desde el punto de vista eco nómico como eco lógico. E l valor comercial de una hectárea de pinar puede elevarse hasta varios mil es de pts. Ahora bien, si se trata de una hectárea repoblada su valor rea l, ha bida cuenta de los trabajos que ha recibido, es netamente más alto. No obstante, más graves parecen, y así lo consideran los expertos, las consecuencias para el medio ambie nte. En efecto, tras el incendio e l espacio forestal es más frá gil si cabe qu e antes de la re población ; el suelo desprovisto de vegetación se expone a la acción de las torm entas de origen mediterráneo tan frecuentes desde principios del otoño. A falt a de estudios precisos sobre tales efectos en nuestra zo na de estudio , e l Altoaragón , remitimos a los rea lizados por C. Ore ngo y G. Ross i" en un medio, como el del Macizo de Tanneron (en el departamento de Alpes Marítimos) , cuyas características climáticas tienen algunos puntos en común con el medio pirenaico. Tales a utores observaron los efectos del arroyamiento sobre las áreas incendi adas, constatando que en pendientes relativamente fuertes (de l 17%) desprovistas de vegetación por un incendio , la e rosión había provocado la desaparición de 0,4 mm . de tierra en 7 meses, es decir, 13 veces más que un a verti ente próxima tomad a como refe re ncia. A la vista de la realidad exp licada , y demostrada empíricamente desde hace años por los técnicos forestales, refe rente a la intensidad de los fenómenos erosivos, parece necesario reconside rar las cualidades atribuidas habitualm ente a las repoblaciones como factor de protección del suelo. No obstante, tal constatación ha desembocado también en la elaboración de una política de lucha y preve nción de incendios, tanto a esca la nacional como region al y provincial. Mom ento es de preguntarnos por sus medios y, posteriormente, por los resultados. Hasta med iados de los setenta los técnicos forestales pensaban que para controlar e l problema de los incendios bastaba con mejorar las posibilidades de acceso a la zona forestal, así como aum entar las dotaciones de los equipos de sa lvación . No obstante, las verdaCon tra ri ame nte a los qu e se dijo e n su mome nto en tre los pastores, incluid os los más hos til es, la proporción de pirómanos no es más alta que e n e l resto de la pobla ció n.

37

" cr. c. ORENGO y G. née n

80

t ,.

ROSS I,

"S ur I'évolution des versa nt s dé nud és par in cend ie sous clim at méd it e rra-


deras catástrofes que asolan el espacio forestal español en 1978 y 1981 fueron decisivas para convencer a las autoridades de la necesidad de coordinar mejor las intervenciones, pero especialmente de emprender gran cantidad de medidas preventivas. Entre éstas destacan las campañas de educación de la población , especialmente de escolares y jóvenes; el reforzamiento de la señalización; la mejora de la vigilancia; el desarrollo y mantenimiento de la red de cortafuegos, etc. En cumplimiento de lo anterior, desde 1982 se aplica un plan de lucha contra los incendios forestales, el plan I.N.F.O., en el que coordinados por la Dirección General de Protección Civil participan diversos servicios de las administraciones públicas, tanto a escala nacional , regional, provincial como local. En el caso de Aragón, y una vez concluido el proceso de transferencia de competencias, es la Diputación General el organismo rector en la prevención y lucha contra los incendios forestales"'. Una de las primeras decisiones tomadas en la región fue la de reforzar el material y los sistemas de detección , aunque se han atendido prioritariamente las necesidades de las provincias de Teruel y Zaragoza, debido al proporcionalmente mayor riesgo de sus zonas forestales. También se ha prestado especial atención a la formación del personal de ICONA, tanto técnicos como subalternos (ya que a todos compete la lucha contra los incendios) , con objeto de crear en el futuro un cuerpo profesional de bomberos forestales"o. Habida cuenta del escaso tiempo transcurrido no es posible establecer un balance de los efectos de tales medidas. Entre 1982 a 1984 las superficies destruidas por los incendios disminuyen, tanto en los bosques sin repoblar como en los repoblados, pero esto se debe más que nada a factores meteorológicos favorables , siendo de nuevo 1985 un año catastrófico. Por otra parte, también el número de incendios se ha reducido, aunque muy ligeramente. ¿Puede ello deberse a una mayor eficacia o rapidez de las intervenciones? Sea como fuere , las campañas de información siguen estando más justificadas que nunca, y parece necesario continuar con tales esfuerzos a la vista del número creciente de personas que frecuentan los espacios forestales de la provincia.

*** ," Por Real Decreto 1410/1984 de 8 de febrero. B. 25.

"0 Tal iniciativa aparece con re traso respecto de otras áreas Forestales e uropeas, donde lleva ya ti empo experiment,índose con éx ito.

RI


Como se ha expuesto en las páginas anteriores, la problemática planteada por las repoblaciones forestales es muy compleja. No obstante, a modo de conclusión de la primera parte, podría decirse 4 1 que dicha problemática presenta una cuádruple dimensión: demográfica, espacial, socioeconómica y ecológica o medioambiental. La vertiente demográfica es evidente desde el momento en que el crecimiento de las superficies de bosque significa el retroceso de la vida agrícola, como consecuencia de "fenómenos de desorganización " a los que nos referiremos más adelante. Por otra parte, el bosque, sobre todo en los primeros momentos de la plantación , no puede proporcionar ni los empleos (que no son más que cien por hectárea en el mejor de los casos) ni los salarios obtenidos en las tareas agrícolas tradicionales, entrando por tanto las zonas afectadas en periodos de baja actividad que pueden prolongarse durante decenas de años. Los efectos sobre la composición por sexos de la población en el medio rural también son interesantes, aunque sólo sea por los empleos habitualmente masculinos que proporciona, lo que contribuye a reforzar la ya elevada tasa de masculinidad de los municipios de montaña , de la que se derivan conocidos efectos sobre la nupcialidad y, en definitiva , sobre la evolución negativa de la población. A la vista de todos estos hechos una pregunta surge inevitablemente: ¿la repoblación es anterior a la pérdida demográfica en las comarcas afectadas, o a la inversa? O dicho de otra manera , ¿es la repoblación un factor directo o indirecto del éxodo rural? La respuesta es naturalmente difícil, aunque un análisis con más alcance que el nuestro pondría sin duda de manifiesto que los dos fenómenos están muy interrelacionados, formando una especie de CÍrculo vicioso cuyo efecto es en cualquier caso la desertización demográfica. Sefíalábamos también antes la dimensión espacial como componente de la compleja realidad de la repoblación forestal. En efecto, la extensión de los espacios repoblados se hace siempre a costa de las tierras cultivadas o de los herbazales. Se plantea , por tanto, de forma inevitable un conflicto de competencias por los usos de suelo, menos problemático en las áreas abandonadas desde hace tiempo que en las que sobrevive o incluso se desarrolla con cierta prosperidad la economía pastoril. Tal competencia puede desembocar en enfrentamientos abiertos entre ganaderos y repobladores, al imponer éstos su autoridad en zonas habitualmente utilizadas por los ganados; o simplemente por el hecho de que la repoblación sustraiga terrenos de pasto, o de paso, de los rebaños. En el mismo orden de cosas,

Así se recoge en las actas del congreso de la Federación Francesa de Economía de Montaij a, " La J'oret en montagne" , ACles du congres organisé á Grenoble les 23 el 24 avri11976.

41

82


también la repoblación afecta a una población que tradicionalmente ha venido aprovechando el " monte" para proveerse de leña o para la recolección de diversos frutos . Por lo que respecta a la vertiente socioeconómica, su importancia, como se expone a continuación, también es innegable. Refiriéndose al problema del equilibrio entre el bosque y la agricultura en zonas de montaña media, como las que aquí nos ocupan, F. Bret 42 seÍlala que en un primer momento la extensión de la superficie forestal por repoblación suele admitirse en las áreas rurales afectadas como una salida natural, y conveniente, ante el declive agrícola. Para los numerosos "espectadores" del medio rural -y por desgracia , señala F. Bret, para muchos técnicos- la repoblación es la más recomendable de todas las fórmulas posibles para la revalorización de tierras abandonadas por la agricultura. Desde este punto de vista, el esquema de evolución agro-silvo-pastoril parece sencillo, exento de ambigüedades y de compromiso: el nuevo bosque toma el relevo de una agricultura que no ha sabido mantenerse; y la repoblación , continúa F. Bret, se presenta a la vez como una respuesta racional de la economía al éxodo rural y como un signo revelador del declive de lo agrícola en la montaña. Aplicando tales planteamientos a nuestro caso, podríamos preguntarnos hasta qué punto se adapta la repoblación a las necesidades económicas locales, regionales o nacionales. Bien es verdad que en las repoblaciones los objetivos económicos nunca fueron prioritarios, supeditándose a otros de orden técnico, biológico o social. Sin embargo, la pregunta anterior no deja de tener interés, máxime comparando los escasos rendimientos obtenidos en las repoblaciones con los proporcionados por explotaciones forestales en regadío. Todo parece indicar que , desde el punto de vista estrictamente económico, las tierras repobladas han sido más el objeto de una "congelación" que de inversiones realmente productivas; o dicho de otra manera, que en su estado dificultan, o imposibilitan, cualquier iniciativa para relanzar en el futuro la economía agro-pastoril. Las reflexiones anteriores están hechas desde la prudencia que exige la complejidad del fenómeno repoblador; prudencia que también se requiere al considerar, por último, su innegable dimensión ecológica y medioambiental. En efecto, la repoblación modifica los geosistemas, los paisajes y también el medio ambiente, no

F. BRET, "Approche du proble me de l'é quilibre agriculture·fore t en région de moye nne montagne: le cas du Haut Beaujolais".

42

83


sólo e n las zo nas directa me nte afectadas sino también e n sus proximidades. Un e jemplo clásico, e n este caso de efectos físico-químicos, sería la influe ncia de las raíces de los árboles en la mayor fertilidad de los campos vecinos. o tambi é n la so mbra que sus copas proporcionan a dichos campos. Se ha observado igua lm e nte, sin qu e e llo signifique por ahora que nos definamos sobre e l carácter posi tivo o negativo de un fenómeno ta n complejo como éste, que la ex te nsión mas iva del bosque va seguida de un aumento de la lluviosidad así como de la hum edad atmosférica. Por lo que se refiere a las modificacion es del medio ambiente, tampoco hay duda por último de sus repercusiones estéticas e incluso sociológicas. De hecho, ¿có mo reacciona la población loca l, o incluso los forasteros, a nte la unifo rmización que la repoblación forestal introduce en "su" paisaje?; ¿có mo reciben los agricultores el hecho de que sus campos y sus pueblos se vean progresivamente e ncerrados por e l cerco forestal, con grave ri esgo de ince ndios? Son és tos otros tantos aspectos que habría que considerar en cualquier balance.

84


SEGUNDA PARTE LAS REPOBLACIONES FORESTALES: IMPACTOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE Y SOBRE EL ESPACIO PROVINCIAL



La transformación de los espacios agro-pastoriles o agro-silva-pastoriles en espacios netamente forestales como consecuencia de la repoblación, ha sido desencadenante de diversos procesos, generadores o aceleradores a su vez de desequilibrios geográficos. Es cierto que , como se ha explicado al principio, la acusada deforestación de la provincia de Huesca en los albores del siglo XX era alarmante, y causa de numerosos riesgos de diverso orden. No obstante, tampoco se puede negar que las repoblaciones forestales han sido factores de desorganización del espacio geográfico, a pesar de ser pretendidamente medios para la reorganización de dicho espacio. Antes de tratar en este capítulo las consecuencias de la repoblación en el espacio oscense, parece indispensable recordar brevemente algunas características del marco espacial en el que se implantan desde principios de los años cuarenta. Se insistirá especialmente en los diferentes sistemas socioeconómicos que lo constituían, así como en los vínculos que les relacionaban a todos ellos. La consideración del espacio oscense antes de que empiece a ser remodelado por las grandes actuaciones hidrológico-forestales, nos permitirá descubrir algunos caracteres muy marcados. Por un lado destaca su innegable variedad, debido a la existencia de comarcas relativamente especializadas. Sin embargo, no están aisladas en absoluto unas de otras, habiendo también una notable complementariedad entre todas ellas.

1.

La organización espacial de la provincia a principios de los años cuarenta

Desde el punto de vista de la distribución de su población , la provincia de Huesca distaba mucho de tener la heterogeneidad que hoy le caracteriza, a pesar de que desde 1900 los movimientos migratorios ya habían comenzado a contrastar las densidades de población. Por lo que respecta a los aprovechamientos del suelo, también era notable el contraste entre el sistema intensivo de los regadíos del Somontano oriental y el uso cerealista de los campos occidentales; así como el existente entre el sistema agro-silva-pastoril de los valles pirenaicos y el fundamentalmente agro-pastoril del Prepirineo, o el policultivo de las depresiones intrapirenaicaso No obstante, salvo en los casos con mayor impronta del medio físico (como la alta montaña pirenaica) o en los de mayor especialización (como los regadíos de La Litera) , se detecta en los espacios rurales de la provincia una cierta homogeneización socioeconómica, tanto por razones técnicas (carácter rudimentario generalizado de las técnicas agrícolas, escasa utilización de abonos químicos, práctica generalizada del barbecho, etc.) como por las características de sus paisajes agrarios, 87


co nstituidos e n la mayo r parte de las zo nas por grandes ex plotaciones y pequefias hue rl as tradic io na les, y sa lpi cados de viñ edos, a lm end ros, o li vos, e tc., junIo co n reba ños de cab ras y ovejas. Bucn indicador de esta ho moge ne id ad es cua lqui e r mapa el e densidad de pobl ación: co n la excepció n de los secto res de la a lt a mon tafí a, de l vall e de l Cinca y de La Lite ra, las zo nas rura les o frece n de nsid ades compre ndid as e ntre los 5 y los 15 hab ita ntes por Km 2. Es e l caso de la montaÍ'ia pirenaica e n gene ral , de l Pre pirin eo occid e nta l y o ri e nta l, d e la Sie rra de Alcubi e rre y, por so rpre nd e nte que parezca, de la mayo ría d e las coma rcas de l pi ede mo nt e'. Si se a na li za la evo lució n d e mográ fic a de la provinci a y de sus comarcas se ll ega a la con clusió n de que la te nde ncia nega tiv a que les caracte ri za desde hace tres déca das está ya co me nzada a principios de siglo. Desde e nto nces e l A ltoa ragó n pierd e terre no e n e l conj unt o de la reg ió n, a be ne fi cio del corazó n de la cue nca de l Ebro, tanto e n términ os absolutos como rel a tivos . No obstante, nin gun a co ma rca ha visto hundirse sus efectivos demográficos e in cluso Sobrarbe y Ribago rza ret ie ne n todav ía su población , mi e ntras qu e la J ace tan ia a lcan za su máximo poblacional e n 1950. Por e ll o, y to mando como refere ncia los estudi os de Ga rcía Ruiz o de Max Daum as sob re e l Prepirineo occid e nt a l y e l A lto Aragón o ri e ntal , no es posibl e habl a r de verdadero éx odo rura l hasta 1940-'-'. Por o tra pa rte, la je ra rquía urba na , he redada de la situ ación impera nte desd e fin a les de l siglo XIX , está escasa me nte contrastada, de lo qu e se deduce qu e nos e nco ntramos todavía fre nte a lo qu e podría co nside rarse un ag rega do de comarcas o de pequ e ñas unidad es te rritorial es, con fu e rte pe rso na lid ad desde lu ego, pe ro separadas por dife re ncias e n su nive l de vida poco ac usad as. La única excepc ió n la co nst ituye n los regad íos más mode rn os, cuyas ti e rras co mi e nza n a distinguirse netam e nt e de l resto de la provincia. La capital prov in cia l, Huesca, contab a e n 1940 co n 16.775 habitantes, es dec ir, ape nas e l dobl e d e J aca, F raga o Barbastro, co n 7.95 1. 7. 120 Y 7.072 hab ita ntes respectiv ame nte . La influ e ncia de tales centros urba nos se limitaba a sus e ntor-

4' En

La L itcra las densidadcs oscil an cntrc los 25 y los 50 habitantcs por Km 2 Sus rcgad íos so n mu y antiguos, aunquc no se comp lctan has ta 1932. tras la co nstru cción dcl pa nt ano dc Ba ra so na. Por lo qu e

sc reficrc al ca nal dc A ragón y Ca talu fía. sus ob ras co menzaro n a mcd iados dcl siglo XIX .

.,., J .M.

G/\R c iJ\ R U I Z ("Modos dc vid a y ni ve les de renta cn el Prepirinco de l A lt o Ara gón Occ idcntal") escribc quc "cn defi niti va. si cl pc ri odo 1900-1 950 marca un a fasc de reces ión cnl a mayoría dc los muni cipi os prcpirc naicos, los vcrdadcros mov imicntos migrat ori os no han co mc nzado todavía. E n numerosos casos. cs cn cl cc nso dc 1950 donde sc obscrva el co mienzo de la dccadc ncia tota l de los Pirin cos. Por su partc Max DJ\UMJ\S ("La vie ru ra lc dans le Ha ut A ragon or ient a!" ) sc fí ala quc "dc 1890 a 1940 c l cxcede ntc dc nacimientos sob rc las defunciones es todavía apreciable pero insuficicnt c para co mpensa r las pé rdidas dcbidas a un mov imicnto migra torio quc sc intcnsi fica. lo que co nllcva una despoblación mod era da ".

88


,

-

Límite entre zonas

G)

PIRINEO

WQ]

Monte alto y estivas

D

Zonas forestales y cultivos de altitud

N

.:::.::: Grandes valles CUENCAS PIRENAICAS Policultivo cerealista

y arbustivo

o

D

o

Viñédo residual

PREPIRINEO

Id

Cultivo cerealista y ganado menor

c.'",,J

Area de pardinas

PIEDEMONTE

r7.l L:::.:.:.J Cultivos de secano o

-

-

Ejes principales de trashumancia

---+ •

Eje de comunicación moderna Pueblo >2.000 habitantes

@

Capital comarcal

Capital provincial

®

~

Olivar

~ ~

Regadío (policultivo intensivo)

SIERRA DE ALCUBIERRE

[J]]

Grandes fincas y ganado ovino

F i g .11: Los espacios rurales a principios de los años cuarenta,

25 km

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o o o o o

-

+


nos rurales más próximos, incluso e n el caso de Hu esca capital, ciudad cuyo escaso desa rrollo -su pobl ación en 1857 e ra de 10.069 habitantes- ape nas se había visto pote nci ado por las funciones administrativas progresivam e me nte asumidas, acusando todo ello su aislami e nto tanto de los Pirineos como del centro de la D ep resión del Ebro por la falta de vías de comunicación mod e rn as. Dicha organización policé ntrica , junto con la casi in ex istente vid a de relación a esca la provincial, ex plican la import anci a de las cabece ras de comarca e n la organización del territorio rural, as í como de gra n núm e ro de pequeños centros que servían de enl ace e ntre la capital comarcal y e l resto de la comarca. Nuestra investi gación nos ha pe rmitido comprobar la importancia de las funciones social es y económicas de estos últimos e n el caso de la Jace tania. E n efecto , en 1.940 e ran al me nos 19 los núcl eos de más de 2.000 habita ntes y 36 los de más de 1.500. D e la misma forma cada valle piren aico, incluso los más peque ños, e nce rraba e n esa época tal tipo de organización. En el mismo Pre pirin eo, a pesa r de los probl emas de mográficos que comenzaban a afectarle, había todavía se is peque ños "ce ntros" de más de 1.500 habitantes. Y e n e l Somontano, por último , ta mb ié n este tipo de organización "cuadricul a" admirablemente el espacio, organizando la vida del medio rural a una escala que se sitúa e ntre lo local y lo microrregional. Ya se ha insistido anteriormente en la importancia de los despl aza mi e ntos pastoril es, y en especial de la trashum a ncia , e n la mayoría de los sistemas socioeconómicos de la provincia. Como se sa be, la tras hum ancia encuentra su justificación desd e ti empo inm e morial en la complem entariedad de los recursos alimentarios ofrecidos por los diferentes ambie ntes de la provincia, así como e n las variaciones de su cantidad según las estacion es. No hay, efectivamente , coincidencia e ntre los pe riod os de máxima producción de la alta monta ña pirenaica y, por eje mpl o, del Somonta no. Si a esto se añade que los ganaderos pirenaicos neces itan comple tar la insuficie nte producció n local de alimento para el ganado, todo ello explica el funcionamiento de las grandes corrie ntes trashum a ntes. Desde el mes de mayo los ganados del piede monte suben a los pue rtos prepirenaicos, donde pe rm a nece n varias se manas. Junto a esta trashumancia de ve rano hay otra de invierno, protagonizada en sentido inverso por los rebaños pire naicos que inician su descenso hacia el llano a final es de septiembre". Es un desplaza miento le nto, e n e l qu e se aprovechan los rec ursos del monte prepire naico y se utiliza n los corrales y pa ride-

La trashum a nci a so lía come nza r hab itu a lm e nte para Sa n Migue l (29 de septiembre), impo rt a nt e fiesta e n muchos munici pi os arago neses.

4;

90


ras que jalonan las cabañeras. Hasta principios de diciembre la mayor parte del ganado no llega a los barbechos somontanos, o al monte de la Sierra de Alcubierre, donde permanecen durante todo el invierno junto con los rebaños locales. La trashumancia descrita hasta ahora corresponde al ganado ovino, el más importante en esa época. No obstante, había también una trashumancia del ganado bovino a partir de los valles de Ansó, Hecho y, en menor medida, de Aragüés, Canfranc o Tena. En efecto, pequeños rebaños de vacas (de 50 a 100 cabezas) originarios de tales valles pasaban el invierno en las Bardenas navarras, en las pardinas próximas al sector de Bailo o en los alrededores de San Juan de la Peña. Estos desplazamientos se complementaban con otros de menor alcance que ponían en relación los altos valles y la Canal de Berdún o, por ejemplo, las diferentes zonas de los Prepirineos occidental y oriental. No obstante lo anterior, la mayor debilidad del sistema la constituye la situación de los pastos de invierno, en especial su escaso control por parte de los ganaderos pirenaicos, lo que les ponía en una situación de dependencia respecto de los agricultores de las zonas bajas, menos vinculados que ellos a la trashumancia. La actividad ganadera de estos últimos era muy secundaria y además podían modificar la composición de sus ganados en función de las características del año agrícola. Por otra parte, los agricultores del piedemonte podían recurrir, además de los pastos de verano, al uso de barbechos y forrajes del regadío para alimentar sus ganados. Los ganaderos pirenaicos, en cambio, han encontrado desde tiempos medievales la oposición de la poderosa Casa de Ganaderos de Zaragoza"', que con sus frecuentes subidas del alquiler de los pastos era un motivo de preocupación constante para aquéllos. Lo mismo puede decirse de las vías de acceso al piedemonte que jalonaban el Prepirineo. Aunque la mayor parte de las cabañeras eran gratuitas, su utilización sólo estaba garantizada en realidad por el derecho consuetudinario" . Sin embargo, muchos propietarios prepirenaicos, a pesar de que sacaban algún provecho del paso de los ganados por sus tierras, se quejaban de las usurpaciones sistemáticas, o más o menos anárquicas, efectuadas a partir de las cañadas reales cuya anchura inicial, de 75 mts., tendía a reducirse progresivamente.

Sobre este aspecto, y en especial sobre el papel desempeñado por la Casa de Ganaderos de Zaragoza, véase la tesis de L.M. FRUTOS "Estudio geográfico del Campo de Zaragoza".

46

Todavía en esa época su administración es bastante vaga e imprecisa. Sólo a partir de 1971 , con la creación de ICONA , los caminos ganaderos estarán bajo la tutela directa de dicho organismo.

47

91


,

•• • •• • •

••

~

_

Límite entre zonas

1 _ZONA DE TRASHUMANCIA DE

INVIERNO

N

a t . ~ Est ivas pireanicas que reciben ganados del llano

b :::2::< Pastos de verano prepirenaicos 2 _ZONA DE TRASHUMANCIA DE VERANO

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R,,\m;"" Y b"b"ho, d, \, C",' d, ."dúo b o~o Monte prepirenaico utilizado en la primavera y el otoño e

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Rastrojeras Y barbechos del Somontano

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"Monte" de la Sierra de Alcubierre ,.

Trashumancia ovina

......... Trashumancia vacuna

• Trashumancia ovina local

F i g .12: Las zonas de trashumancia hacia 1940.

o

==

+

25km J


En las prácticas ganaderas tradicionales existe, como se ha explicado, una complementariedad natural entre el ámbito pirenaico y las zonas bajas, aunque la misma se traduce más en diversas relaciones técnicas entre ganaderos y agricultores que en una verdadera solidaridad socioeconómica. De hecho, a escala provincial y en vísperas del comienzo de las grandes obras hidrológico-forestales, se ponen de manifiesto notables desigualdades entre ambos grupos o, lo que es lo mismo, la situación de inferioridad de los ganaderos pirenaicos. El sistema trashumante comienza a dar signos de debilidad frente a la evolución ya iniciada en las técnicas agrícolas; y frente a la especialización progresiva de ciertos sectores. Por todo ello las oportunidades de supervivencia del viejo sistema parecen hipotecadas. En efecto, el aumento de la superficie de regadío habrá de perjudicar notablemente la práctica trashumante: no sólo supone la disminución del terreno de pasto habitual, sino que favorece la intensificación de la ganadería en las zonas bajas y, en consecuencia, el descenso relativo de las rentas obtenidas por los ganaderos pirenaicos en sus desplazamientos veraniegos. Por otra parte, con la progresiva utilización de los abonos químicos, se justifica cada vez menos la presencia de los rebaños para abonar de forma natural los barbechos, cuya extensión además disminuye en las explotaciones más modernizadas. Desde el punto de vista demográfico, aunque no se haya desencadenado el gran éxodo poblacional (que se iniciará como ya se ha explicado a mediados de los cincuenta) se observa la repercusión en la actividad pastoril de la emigración, que venía mermando los efectivos pirenaicos durante los últimos decenios. Hay que considerar igualmente factores de tipo sociológico, como el rechazo de la dura condición de pastor itinerante, que contribuyen a la rarefacción de los candidatos al oficio de pastor". Por último, debe recordarse un hecho sumamente significativo de la evolución en curso, como es la adquisición por parte de grandes ganaderos pirenaicos de extensiones de pastos en las zonas bajas. Esta práctica, observada desde finales de los años treinta, no sólo no soluciona la tradicional dependencia frente a los agricultores (ya que sigue siendo necesaria la travesía del Prepirineo), sino que contribuye, al igual que los factores antes citados, a la descomposición de la vida comunitaria sobre la que reposa tradicionalmente el sistema socioeconómico de la montaña.

Los salarios de los pastores no aumentarán sensiblemente hasta mediados de los sesenta, debido a la competitividad de la mano de obra durante la realización de los trabajos hidráulicos y forestales.

4X

93


Por lo que respecta al Prepirineo, sabemos que los sistemas socioeconómicos se apoyan, en la mayor parte de los casos, sobre un aprovechamiento individual del suelo; además, la ocupación del espacio es generalmente mucho más laxa. Por estas razones los grandes proyectos de repoblación forestal van a encontrar escasa oposición. Se iniciará así un proceso de transformación acompañado de diversas perturbaciones, el cual, como se intentará demostrar, afectará primeramente a las bases del sistema pastoril de montaña, extendiéndose en una segunda fase sus efectos a todo el territorio provincial, mediante procesos regresivos en función de las interrelaciones espaciales explicadas.

2.

Las repoblaciones forestales y su impacto sobre el entorno provincial

Desde principios de los años cuarenta la organización espacial de la provincia de Huesca ha conocido profundas transformaciones, perfectamente apreciables al considerar la situación actual. Tales modificaciones se deben en buena parte a actuaciones relacionadas con la ordenación del territorio , como es el caso de las repoblaciones forestales, No entraremos ahora a debatir si dichas repoblaciones fueron impuestas o voluntarias; como tampoco evaluaremos su integración en un espacio posiblemente de escasa aptitud en su momento para recibirlas. Nos limitaremos por ahora a juzgar el impacto de las repoblaciones forestales, su influencia en la transformación brutal del paisaje y sus efectos sobre los componentes estructurales de la economía provincial. Dicho objetivo implica, entre otros, el análisis de las consecuencias de la repoblación sobre su entorno " natural "; de su impacto socioeconómico, de las relaciones entre el espacio agrícola y el espacio urbanizado, etc. No obstante, consideraremos en primer lugar los fenómenos demográficos ligados a la repoblación. La repartición geográfica de la población de Huesca, causa y a la vez efecto de las transformaciones acontecidas en la organización espacial, no ha sido nunca tan desigual como en la actualidad. ¿En qué grado y mediante qué procesos han podido contribuir las repoblaciones forestales a la distribución de la población en el marco provincial?

2.1.

Las repoblaciones forestales y la desertificación de la mitad septentrional de la provincia

A la vista del mapa de densidades municipales de la provincia de Huesca, se observan dos ámbitos bien diferenciados: Somontano y mitad septentrional. En el 94


ARAGON 1000000

f+ +++++++++++++++++++++++++ +++++

P. de Huesca

1000 0 0

_.-.-.-.- ......... . ..........

,

Hoya de Huesca

. ................ . .................. ... -.

Somontano

-

Jacetania Bajo Cinca la litera

t- .. - .. - .. - .. - . . - . • _ •. _ •. _ . • _

......

~-- - --------------------

......

- .. -------

Ribagorza Monegros

10000

Sobrarbe

2 000 1000 +-----~----._----r-----r----.r---~----~-----r--~--

1900

1910

1920

1930

1940

1950

196 0

1970

1981

F i g.13: Evolución de la población por comarcas de 1900 a 1981.


prim e r caso, la ocupación de l sue lo es continua e incluso re lativam e nte fu e rt e, si se la compara con la media de los espacios rural es español es. Se observan no obstan te difere ncias sensibles e ntre los municipios ne tam e nte urbaniza dos (con dens id ades supe riores a los 50 habitantes/ K( 2) , los que cuentan con zo nas regad as (den sidad es entre 20 y 50 habitantes/K( 2 ) y aquellos dond e predominan los cultivos de seca no (con densidad es e n torno a los 5 habitant es/K( 2). En cambio, la mitad no rte de la provincia llama la at e nción por la de bilid ad y la irregularidad de la prese nci a humana . A dife re ncia de la situación que prevalecía e n 1940, num e rosos valles se han vaciado de hombres o prese ntan , e n o tros casos, un poblamie nto casi simbólico (del a 2 habitant es/K( 2 ). Esto ocurre e n valles que pudieran se r considerados como secundarios, pe ro ta mbi é n e n otros que ha n dese mpeñ ado un pape l re leva nte e n la histori a pirenaica (como son los valles de Ansó, Hecho, Aínsa, Broto, Benasque, e tc.). En e l Prepirineo la de nsid ad tam bi é n es muy baja y va ll es como e l Gállego med io, del Guarga, Sierra de Guara y Nogu era Ribagorzana constituyen verdad eros desi e rtos de mográficos. Co n la excepción de los núcleos de J aca y Sabiílánigo, la población , ca da vez má s escasa, se concentra prefe rentem e nte a lo largo de los ejes que recorren los vall es principales: valle de Canfranc y de Tena. E n e l extremo sur de la provincia , la Sierra de Alcubierre y la verti e nte no rte de los Monegros está n igualme nte muy poco pobladas (con me nos de dos hab ita ntes/K( 2 ); ade más , e n dichos municipios, y contrari ame nte a lo que se podría deducir del ma pa, la población se concentra en las zo nas más bajas, rega das todas ellas o e n vías de se rlo . Las modificacion es que desde hace medio siglo ha n te nido lugar en la di stri bución de la población e n la provincia son , natura lm e nte, e l res ultado de los mov imie ntos naturales y mi grato rios. Claro que , e n e l caso qu e nos ocupa, tal es variacio nes se debe n espec ialme nte a la exce pcion a l inte nsidad que ha caracte rizado a los segundos"". E n efecto , los balances vege tativos, nega tivos e n muchos municipios, acusan un éxodo rura l muy se lectivo que les afecta desde los años cincue nta. Los movimientos migratorios so n protagonizados po r un a pobl ación masculin a y jove n que se dirige a centros loca les como Jaca, Sabiñánigo, Barbastro, Fraga, Monzón; hacia la capital provinci al, y, sobre todo, a Zaragoza. En e l Somontano los municipios con regadío consigu e n retener su poblaci ó n aunque no atrae n inmi -

.•" Sobre este aspecto y los que siguc n véanse los estudios de V. B IEI.Z/\ DI' ORY. " Los co ntra stes soc iocco nómicos e ntre las provincias y municipios arago nescs" y "La població n aragonesa y su problemática actu a l" .

96


,

N2 de habitantes / Km 2 > 100 100 - 50

5 0 - 30 30 - 20 20 - 10 10 · 5

< 5

Fuente: Censo de Población

F i g .14: Densidad de población de los municipios oscenses en 1940.


grantes. Al término del periodo 1940-1981 el balance no puede ser más e locue nte: casi todos los municipios de la mitad septentrional de la provincia registran descensos en sus efectivos que oscilan entre el 40 y e l 90%. La excepción la constituyen Jaca y Sabiñánigo, que a su vez han incorporado a sus términos municipal es numerosas entidades de población con evoluciones nega tiv as . Sin embargo, es sin duda el Prep irineo, tanto en su sector occidental como oriental, la parte más afectada por la e migración tanto cualitativa como cuantitativamente (los desce nsos de población varían entre e l 60 y el 90%). Sólo escapan a esta regla , pero no mucho , los municipios del bajo Isábe na y bajo Ésera. En la montaila pirenaica propiamente dicha las variaciones de población en el espacio son posiblemente me nos acusadas pero sobre todo más irregulares: los grandes vall es han resistido mejor que los secundarios y, con mayor razó n, que los inte rfluvios. Se sabe también que el éxodo rura l, que acabamos de ex poner, conoce una intensidad muy variable en e l ti e mpo. Su apogeo no se a lcan za verdaderamente hast a la déca da d e los sese nt a . Sea cu a l sea e l medio considerado, tanto pirenaico como prepirenaico, lo cierto es que las salidas, relativ ame nte escasas en los afIas cuarenta, se ace leran desde mediados de los cincuenta. Las densidad es municipales e n 1960 reflejan más un d escenso generalizado de e fectivos que un verdadero hundimiento; e n num e rosos sectores de montaña o media monta ña , se d e tectan tod avía medias de S a l O habitantes/km 2. Las variaciones medias acumuladas de los dos dece nios serán del orden d e -20% . Según la mayor parte d e los autores'" la ace leración brutal de los movimi e ntos migratorios qu e ti e ne lugar a final es de los afias cincuenta, debe atribuirse a la combinación de factore s eco nómicos con otros de orden psicosociológico que, si n se r totalmente nuevos, sí que actúan ahora de una forma más fuerte. Dicho de otra man e ra, la tradicion a l atracción de la ciudad, motivada por la rea li zación de l servicio militar o la emigración temporal , aumenta en e l contexto de la industri a li zación y e l consiguiente crecimiento del núm e ro de empleos secundarios y te rciarios , incidi e ndo d e forma especial en el seno de grupos humanos cuyo nive l d e vida sigue siendo muy bajo comparado con e l de las zonas bajas de su e ntorno. Por otra parte, e l núm ero inicial de candidatos a um e nta como consecuencia de la ausencia de pe rspectivas a nive l loca l: las obras hidrológico-forestales proporcionan sus ren-

'" Pensamos, e ntre otros. e n V. referid o ampliamente.

BIEL7.A,

M.

D AUMAS

o 1.M .

GARCÍA R U I7..

a los cuales ya nos hemos


,

N

Nยบ de habitantes/Km 2

> 100 100 - 50 50 - 30 30 - 20 20 - 10 10 - 5

O ,

+ -

,

25 km

Fuente: Censo de Poblaciรณn

. .. oscenses en 1981. . de los mUnIClplOS Fig.15: Densidad de poblaciรณn


tas durante poco ti e mpo; e l arcaísmo de los siste mas de pro pi edad de la ti e rra e n conjunción con las prácticas de la here nci a (caso de los hereus prepirenaicos e n especia l) impid e n las posibilidades de instalación de los jóve nes. E n las sociedades pirenaicas, por últim o, se desvanece n los lazos de so lid arid ad que unía n tradiciona lm e nte a sus mi e mbros y tal evoluci ó n es ta mbi é n muy nega tiva para su deve nir demográfico. Parece, pues, inn egab le qu e e l hundimi e nto ge ne ra li za do de los efectivos demográficos del Pirineo y e l Prep irin eo oscenses durante los años sese nta, se debe a situ ac ion es socioeconómicas pre existentes; pero también es ve rd ad que e n los casos de mayor brut alid ad de l fe nó me no mi gra to ri o, las causas deben se r buscadas fu e ra de su á mbito. Nos referimos a las ofertas de co mpra de tierras a ca rgo de l Pat rim o ni o Fores ta l (sobre ti e rras de dud osa re nta bilidad) y est imul adas por e l comienzo de las grand es obras hidrológico-foresta les. En e fecto, la s invest igaciones qu e he mos desarrollado a l respectoS!, tanto a esca la loca l co mo mi cro rregional , nos ha n permitido poner e n ev id e ncia e l pape l de "cata liza doras del éxodo rural " que dese mpe ña n ambas iniciativas. Refiri é ndo nos particularme nte a las segu nd as , parecía lógico investigar, comen za ndo a esca la provincial, e l impacto de la repobl ación forestal e n la evo lución de las de nsidades de población , tanto e n e l periodo 1960-1 970, como desde 1940 a 1981. Pa ra e llo e n ca da muni cipi o se ha co mparado la tasa de repoblación con la evo lució n de los efect ivos demográficos durante los dos periodos consid erados. Po r lo que respecta a la repob lació n, e l prim e r periodo se ha to mado desde 1951 con obje to de estim a r sus efectos inme di atos sob re la ma no de obra loca l, por ejempl o, y o tros aspectos; y tambi é n, pa ra co nte mpl ar otras co nsecue ncias a más largo plazo, como su impacto e n las est ructuras agrarias, e n los siste mas de cultivo o ga nade ros, e n la sociedad rura l... , es decir, sob re los e le me ntos claves de la organización de la vida rura l. Las invest igacio nes han mostrado un a e levada correlación e ntre e l fenómeno repob lado r y e l vacia mi e nto de mográfico a fin a les de los años sese nta, tras un periodo que se distingue, rec ué rdese, por e l más fuerte é xodo rura l y por un a o la de repob lación que a lcanzará a más de 60.000 hectáreas al cabo de veinte aí'ios. De los 22 municipios que registra n al término de l pe riodo un a tasa de repobl ación supe ri or a l 20%, e n 20 la caída de la población supe ra e l 30%. E ntre los 24 munici-

" E n nu es tra tes is de docto rado ("Rcboisc me nt s et amé nagcmc nt de I'espacc : I'cxemplc de la provincc dc Hu csca") presentamos dos eje mplos a csca la loca l (c lmuni cipio pirenaico dc Bo rau y c l prcp ire nai ca dc Ca ldca rc nas) y uno a csca la microrrcgio na l (La Jacc tania) .

100


pios cuya población desciende en más del 50% , hay 16 con una tasa de repoblación al menos igual al 15%. Puede por tanto verificarse, ahora a gra n esca la, lo que los ejemplos a escala local o microrregional apuntaban: la repoblación y el mantenimiento de la población son incompatibles, incluso a medio plazo. Las repoblaciones forestales, salvo en contadas excepciones, preceden al éxodo poblacional , dan lugar a procesos demográficos directos e indirectos que , al coincidir con la fase más intensa de la despoblación , contribuyen a desestabiliza r aún más las sociedades rurales. Incluso en municipios del Pre pirineo occidental -Laguarta , Gésera, Ena, Salinas de Jaca , por ejemplo- donde el objetivo confesado por la política de re población forestal era el aprovechamiento de tierras abandonadas (de lo que se deduce su inse rción en medios ya muy deprimidos desd e el punto de vista demográfico), la realización de los trabajos se rá sinónimo de una aceleración del éxodo rural hasta niveles superiores a la media. Los efectos de las repoblaciones son incluso más evidentes si se relacionan con los desórdenes introducidos por las grandes obras hidráulicas: tal es el caso de los municipios ribereños del Noguera Ribagorza na , o de los situados entre Aínsa y El Grado en el valle del Cinca. Las únicas excepciones a lo señalado las constituyen los municipios cuyo territorio se localiza ese ncialmente en los grand es ejes fluviales ; municipios qu<:; conocen, a lo largo de l decenio , un desarrollo eco nómico basado generalmente en el turismo. Por lo que respecta al periodo 1940-1981 , el análisis de la correlación "repoblación-evolución demográfica" conduce a conclusiones similares a las precedentes. Queda por tanto demostrada la implicación directa de la repoblación forestal en la desertificación de sectores enteros de la mitad septentrional de la provincia de Huesca: las Sierras Interiores entre los valles de Aínsa y Broto, el Prepirineo occidental y central y la margen derecha del Noguera Ribagorza na. La mejor expresión de esta correlación es seguramente la que proporcionan las reagrupaciones y fusion es de municipios, que tienen lugar desde 1940, ge nera lmente en el dece nio que sigue a la intervención de los repobladores . Tales fusiones señalan en la mayor parte de los casos el final de la emigración , fenómeno que las repoblaciones habrán contribuido, si no a dese ncadenar, sí a acelerar y sistematizar.

2.2.

Las repoblaciones y el espacio agrícola

El hecho de que las re poblaciones forestales hayan tenido influencia sobre la evo lución demográfica de la provincia no debe hacer olvidar su también notable dimensión espacial; su repercusión en los usos del suelo. ¿No están ocupando

101


acaso cs pac ios tradi cio na lm e nt e dedicados, al me nos e n parte, a la agricultura o a la ga nade ría?; ¿ no ha n provocado, bajo ciertas circun sta ncias , ca mbi os impo rt a nt es e n la propiedad de l sue lo? En e fec to , e ntre la ex te nsió n de las repo bl ac io nes y las mod ifi cac ion es expe rim entadas e n las estructuras agrarias de las áreas a fec tadas, hay un a notabl e relación; co mo ta mbi é n la hay e ntre la repob lac ión forestal y la evo luci ó n futura de los siste mas ga nade ros y de cultivos. A ex pli ca r tal es re laciones y a poner de ma nifi es to sus e fectos, se dedican las páginas qu e sigue n. La evol uci ó n de la supe rfici e c ulti vada osce nse durante los últimos decenios se ca racte ri za por su re la ti va estab ilid ad: e ra n 1.464.665 sus hectáreas e n 1962 fre nte a las 1.461.8 18 que fi gura n e n e l Ce nso Agrario de IlJ82 . No obstante, estos da tos oc ult a n un a evo lució n que difiere tot a lm e nte e n la mit ad me ridional y e n la mit ad septe ntrion a l de la provincia. E n efecto, las co m a rcas pirenaicas y prepirena icas conocen un ne to descenso de la superficie agríco la utiliza da ; e n la s comarcas del Somontano, sin e mba rgo, ta l supe rfici e ha a um e nt ado de ma ne ra se nsibl e. Véanse los sigui e ntes datos a modo de eje mpl o: e n la Rib ago rza la s upe rfi cie agrícola desc ie nd e un 37%, Y un 3 1% e n Sobrarbe; a um e nt a, si n e mb a rgo, unll % e n los Mo negros y un 8% e n la H oya de Huesca, de bid o a la oc upaci ón de tierras de seca no y a la puesta e n exp lo tació n de nuevos regadíos. Las evo luci o nes nega ti vas seíia ladas e n Sobrarbe y Ri bago rza deben a tribuirse e n ca mbi o a l aba ndon o de ti erras marginal es, de terrazas c ultivadas donde la meca ni zac ió n es prácti ca me nte impos ibl e; tod os e ll os son fe nóme nos ha bitu a les desde hace medio sig lo e n las zo nas de montaÍl a. Los escasos islo tes d e cultivos mode rni zados que hace n su apari ció n no consiguen compensar las pérdidas por aba nd o no de ti e rras , ge ne ra li zá ndose as í una situ ac ión que faci lita rá las futuras repoblaciones fo res ta les. A este respecto la evo lu ción del Prepirineo, á mbito de las repob lac io nes más inte nsiv as, será peor a ún que la del Pirin eo (co n la excepc ió n de a lgun os va ll es de las sie rras interi ores co mo Borau, Ga rcipo ll era. Acumue r, e tc .). De la es ta bilid ad globa l de la supe rfi cie cultivada, cabe deducir un a co nce ntració n de ti e rras e n las exp lo tac io nes que sob rev ive n. Dicha co nce ntrac ió n, posible res ult ado de te nd e ncias más o me nos es pont á neas, se ma nifi es ta por e l a um ento d e l ta mafio de las exp lo tacio nes y por la disminución del núm e ro de pa rce las. Así, e ntre 1962 y 1982 e l tamaÍlo medio d e las parcelas pasa de 4,2 a 6,8 hectá reas. Paralelamente e l núm e ro de exp lo tacion es, 38.48 1 en 1962 , se reduce un 26% hasta 1982 , cuando se ce nsa n 28. 179; de e llo se deduce un a um e nto de l ta m a ño med io de las exp lo tacione s, qu e pasan de 38 hectáreas a 52 (36% de in c re me nto fre nte a l 29% de medi a e n la región a rago nesa) . Es e n e l piedemonte donde los co ntrastes so n mayores , debido a la prese ncia de muni cip ios afectados por la colonización

102


,

N

> + 20

a + 19 a-9 - 10 a - 19 - 20 a - 29 - 30 a - 39

10

+9

- 9.5 Media pro vincial

o

+

25 km

~~-------=~---=~!

> - 40 Fuente: Censo Agrario

F i g .16: Porcentaje de variaciĂłn de la superficie explotada en rĂŠgimen directo entre 1962 y 1982.


junto a o tros dedicados a la ce rea li cultura mo de rn a, e n los que se ha n co nst ituid o gra ndes exp lotac io nes. Sin e mba rgo, e n los á mbitos de medi a y alta mo nta ña la disminució n de exp lo tacio nes es cas i siste mática y afecta espec ia lm e nt e a dos tipos de secto res. E l prim e r tipo lo co nsti tuye n los secto res más ais lados de l á mbito mo nt a íioso (inte rfluvi os, ti e rra s a lt as), próximos a va ll es co n desa rro ll o turístico (como e l a lto vall e d e l Aragón , Tena, Be nasq ue, e tc.); e l segund o tipo , que nos interesa especialm e nte por co rresponder a mac izos re poblados, se e ncu e ntra e n la ma rge n derecha d e l Nogue ra Rib ago rza na , e n muni cipi os situ ados a l no rte de J aca, as í como e n e l Prepirineo occide ntal y ce ntral. De gra n inte rés es ta mbi é n la evo lució n del núme ro d e explotacion es superiores a 100 hectáreas. Su proporción e n e l conjunto provincial ha a um e nt ado, pasando de l 5% e n 1962 a l 7% e n 1982. Sin e mba rgo , ha di sminuido su porcentaje respecto de la S.A. U. (q ue es de l 47% e n 1982 frent e a l 69% e n 1962) debido a la no ta bl e reducción de l núm e ro de ex plotaciones de más de 1.000 hectáreas. Es un a te nd e ncia opuesta a la qu e se da e n e l grupo de explotaciones e ntre 100 y 300 hectá reas, es decir, de aq ue ll as cuya dim e nsió n se adapta mejo r a las necesid ades de la ce rea li cultura mode rn a. Su progresió n es patente e n los seca nos tri gue ros de la mit ad me ridi o na l de la provincia, as í co mo e n las pequeñas cue ncas y sectores ce rea li stas mode rnizados de su mitad se pte ntri o na l. E n amb os casos la re población fo resta l ape na s ha in cid id o, como no sea de ma ne ra indirecta. E n e fecto, escaso ha sid o e l núm ero de pardin as (una decena como máximo) tra nsformadas e n finca s de monte , mediante co ntratos suscritos co n e l P.F. E. o e l ICONA (co mo se ha ex pli ca do a nterio rm e nt e) . La mayo r parte de los propi e ta ri os abse nti stas ha prefe rid o ap rovec ha r la ofe rta de los repobladores y vender a l Es tad o ti e rras cuyo porve nir e ra inci e rt o. Por lo que respecta a las fo rm as de te ne ncia , a pesar d e las transformaciones que ha n te nido luga r e n las es tructuras agra rias, e l régim e n directo sigue sie nd o e l predo min a nt e, ya que afecta a l 83% de la supe rficie ex plotada (a l 87% e n 1962). E l arre nd ami e nto ha doblado su proporción , pasando de l 3% de la superfici e e n 1962 al 6% e n 1982. E n camb io, la apa rce ría ha experim e ntado un a no tab le regre sión de ntro de su ca rácte r min o ritar io , ya qu e só lo se da e n e l 3% de las ti e rras (fre nte a l 6% de 1962). H a n progresado por últim o los demás modos de te ne ncia (litigios, te nenci a de ti e rras co mun a les, ti erras exp lo tadas de fo rm a grat uita, e tc.), cuya ex te nsió n se ha multipli cado por dos , sie ndo e n 1982 de l 8% de la s upe rfi cie ex plotada de la provincia . No obstante lo a nte ri o r, las me dias provinci a les oc ulta n una evo lució n municipa l de las formas de te ne ncia e n la que tambi é n se dan nota bl es co ntras tes e ntre 104


los diversos sectores de la provinci a. Desde siempre el reglm e n directo ha sido mayoritari o e n el ámbito pire naico, destaca ndo igua lm e nte las tierras comun ales. E n ca mbi o, la aparce ría, y más aún el arre nd ami e nto , ti e ne n mayor importa ncia relativa e n el Prepirineo y el pi edemonte, afecta nd o a una exte nsión que oscil a en tre un cuarto y un te rcio de la S. A.U. A esca la muni cipal las situaciones son muy diversas, co mo se observa e n e l mapa, e n funci ón de las so luciones adoptadas por los e migra ntes respecto del futuro de sus ti e rras; so luciones cuyo fin e ra sacar el mayor partido posibl e de las mismas y e ntre las que se e ncue ntra, nat uralme nte, la repobl ación fo restal. Limi tá nd onos a la mitad septe ntrional de la provincia'2 se obse rva un a co incide nci a entre los sectores donde la estructura de mográfica se ha trastocado más y aque ll os e n los qu e las formas de te ne nci a se han modi ficado ta mbi é n más inte nsam e nte. Tal paraleli smo afecta a los va lles secundarios situados al norte de Jaca , a los que rodea n Bolta ña, al vall e del Ésera y a los municipi os de la marge n de recha del Noguera Ribago rzana. En todos ellos se dan casos, raros, de e migran tes que ha n arre nd ado sus tie rras; u otros casos , más frecue ntes, de ces ión de una pa rte de las ti erras a colonos del pi ede monte -que las ati e nde n durante breves esta ncias- , y de arre nd amie nto , ve nta o repoblación del resto. Sin embargo , la reacci ón más frecue nte es la de los propi eta rios que, a nte la a use ncia de compradores pa ra la totalidad de su explotación, acaban aband ona ndo las ti e rras o , e n el mejor de los casos, ve ndie ndo un a parte al Estado. Fueron, pues, muy dive rsas las so luciones adoptadas por los propi etari os, aunque todas ell as ha n co ntribuido a un a grave fragme ntación de las explotaciones, hecho éste muy pe rjudi cial de ca ra al futuro de la actividad agríco la. En efecto, tanto la alta como la medi a montaña pirenaicas se caracte riza n hoy e n día por notables desiguald ades: junto a sectores que ha n podi do re modelarse y mode rni za rse, se e ncue ntran otros co mpletame nte desorga nizados. Esta situación es el lógico res ultado de un proceso de diferenci ación de las estructuras agrari as tradicionales; proceso acele rado , co mo se ha visto, por el éxodo ru ral y, en re laci ón co n éste, por la repoblaci ón fo restal. Tampoco las fo rm as de aprovechami ento del suelo han pe rm a necido aje nas a la transform aci ones ge ne rales, incluso a nticip ándose a ellas e n algunos casos . Dura nte los ve in te años transcurridos se obse rva un a crecie nte te nde ncia a la inte nsifi cación, y especialización, de los sistemas tradi cionales, ta nto agrícolas

,2 De li beradame nt e se ha dejado a un lado e l sector meridiona l. e n e l q ue la supe rfci e aFectada por la re pob lació n es rea lme nte muy escasa .

lOS


como ga nade ros. Dich a e voluci ó n es lógica en e l pi ede monte, de bido a la in cid e ncia de los Plan es de Co loni za ción e n la ex te nsió n de las ti e rras rega das. Sin e mbargo, la citada inte nsificación no deja de so rpre nd e r e n e l caso d e ti e rras trad icio nal me nte me nos aprovechadas , co mo so n las de la mit ad no rt e de la provin cia; ti e rras ma rginadas , adem ás , por la política ag ra ria de l Es tado espa il o l. E n este contex to la evo lu ció n de la ag ri cultura tradicional , e n las zo na s dond e a ún sobrev ivía , se de be a la influen cia de la eco no mía de me rcado , c uya pene tració n se efectú a , e n un a prim e ra e tapa, a través de las c ue ncas y prin cip a les e jes fluvial es, irradi á ndose seguidam e nt e haci a los inte rfluvi os y á reas m ás a isladas. Esto ocurre e n e l Prep irin eo, dond e práctica me nt e desa parecen las fo rm as de ap rovecha mi e nto trad ici o nal (policultivo asociado a una modesta ganad e ría) que e ran a lt a me nte co nsumidoras de ma no d e ob ra. Co mo co nsec ue nci a se obse rv a un a crecie nte simplificación de los siste mas ga naderos y de cu ltivos. Sin e mb a rgo, ni la estructura de la propi edad ni la adqui sición para s u re pobl ac ió n po r e l Estado han pe rmitido e l aprovechami e nto ex te nsivo con fin es ga nade ros de a mpli as ex te nsiones de ti e rras. E n este contexto e l tri go se ha co nve rtid o e n e l cultivo pred o min a nte" de g ra ndes ex plotac ion es (e ntre lOO y 300 hec tá reas), tanto a nti g uas -s upe rvivi e ntes- co mo nu evas. Sin duda a e ll o ha contribuido la política de precios practicada e n su día por e l Se rvici o Nacional de Cerea les y después por e l SENPA . Pe ro al ex plicar la evo lu ció n de los pa isajes ag ra ri os prepirena icos no d e be olvidarse otro factor, como es la des integración de l siste ma ga nade ro trad icional , e n la cua l tambi é n influ ye not ab le me nt e la repob lac ió n fo resta l. H ace sólo tre inta a ños la ga nade ría constituía la base del s istem a soc ioeconó mi co pire na ico. Sin e mbargo , dura nte e l pe ri odo tra nscurrido su e volució n e n e l ma rco provincial ha sid o la qu e se deduce del cuadro"': e l ce nso de vacuno se ha multipli cado por cuat ro e ntre 1959 y 1982; e l ov in o, por su pa rt e, ha a um e ntado a unque de form a más modesta , com o re fl eja su índice 154 e n 1982 co mpa rado con e l 100 de 1959. No obsta nte, como e n ocasio nes a nte riores, e l cuad ro ob liga a ma tiza r la e volución ge ne ra l di stin g ui e ndo, por sectores, la s dificultades del ov in o

" Este culti vo represe nt a. seg lll1 1.M . Gi\Rc ii\ R U I Z (en "Modos de vida y ni ve les de re nt a e n e l Pre pirin eo de l A lto A ragó n Occid e ntal"). e l 85'Yo de la s upe rficie c ulti vada de l Pre pirin eo Occ idental. " Co n e l fin de ir directa me nt e a lo ese ncial , no nos rcl'eri re mos a la evo lu ció n d e l ga nad o e quin o y cap rin o. c uyos e fect ivos. por o tra pa rt e, han de sce ndid o no tab le mente desde hace ve int e aiios. Si los prim e ros han sid o víct ima s de la meca ni zació n. la sue rt e de los segund os va li ga da a la del ga nado ov in o. c uyos re baii os tra shumant es so lían e ngrosa r.

106


Cuadro 4. Evolución de los e{eclivos vacunos y ovinos en la provincia de Huesca (número de cabezas). VACUNOS

Jace tan ia

1959

1972

19R2

5.826

10.314

9.234

OVINOS Evo lució n ( 1)

(2)

100

158

1959

1972

143.212

80.466

19S2

Evo lució n (1)

92 .228

100

(2) 64

Sobrnrbc

4.21 1

7.493

6.812

100

16 1

49.667

3].81)0

41.2 10

100

83

R ibago rza

4.936

7.737

9.738

100

197

88 .049

66.457

124.797

100

14 1

Hoya de H uesca

2.460

4.731

12.515

100

508

70.645

79.163

163 .021

100

230

572

1.654

4.351

100

760

19.233

23.773

42 .884

100

223

Somontano

Moneg ros

Litera Bajo C in ca

Tota l provinc ia

611

1.190

7.3R5

lOO

1.20R

3.096

36.5 12

87 .624

100

29 1

1.572

4.027

24.295

100

1. 545

22. 14 1

35.606

75.07 1

100

339

4tN

912

6.482

100

1. 325

19.859

27.440

57.769

100

290

20.677

38.058

80.R12

lOO

39 1

442.902

383.297

684.604

100

154

(1 ) Base 100 en 1959. (2) Índice en 1982 . Fuentes: "Ce nsos ganaderos de la provincia de Huesca , años 1959 y 1972" Y "Ce nso agrario de España, 1982".

desde 1972; y, por comarcas, la regreslOn generalizada de la ga nadería pirenaica frente al progreso espectacu lar de las comarcas de la zona baja. Si en 1959 las comarcas pirenaicas (Jacetania, Sobrarbe y Ribagorza) albe rgaban el 72% de la cabaña bovina y el 63% de la ovina de la provincia, en 1982 ta les porcentajes no son más que el 32 y el 37% respectivamente. Es en las zonas bajas, en cambio, donde se encuentran actualmente las actividades ganaderas más desarrolladas. Desaparecida casi totalmente la trashumancia, la práctica ganadera se basa en la estabulación . Encontramos aquí la intensificación y especialización a las que antes se hacía referencia , cambios ambos que los ganaderos pirenaicos no han sabido o no han podido adoptar más que parcialmente. Buena prueba de ello, aunque sea un caso extremo, es la diferencia de tamaño de los rebaños por explotación: mientras que la media provincial, en explotaciones de ganado ovino, ha aumentado considerablemente desde 1962, pasando de 45 a 189 cabezas, en Sobrarbe actual mente no es más que de 100 cabezas, frente a las 236 y 244 de comarcas como Bajo Cinca y Monegros respectivamente. En la Jacetania el número medio de cabezas por explotación se eleva a 187; se acerca por tanto a la media provincial debido a una ligera concentración de los efectivos paralelamente a su disminución glob al.

107


E n cambio, la progresión de la ga nade ría bovina ha estado muy por debajo de la o bse rvada en las comarcas de l pi e demonte. Los datos refl eja n qu e la mod e rnización de la ga nade ría a partir d e los afios cincu e nt a ha afectado d e forma nega tiva al ámbito pire naico. Mucho se ha escrit o sob re las causas de este declive ge ne ra lizado d e la ga nad e ría a ltoaragon esa, y e n particular so bre los facto res hum a nos, económicos y soc ia les que lo exp lica n" . Pe ro también las repo bl acio nes fores tal es, por s us efectos directos o indirectos, ha n contribuido a agrava r la situ ació n traum át ica de l siste ma ga nadero tradi cio na l. Bue na prue ba de e ll o es la evolución de la comarca de Rib ago rza. Como dice Max D aum as en su tesis sob re e l Altoaragón oriental , " a prin cipi os d e los se te nta la ga nade ría ovina tiende a conce ntrarse e n las zonas más favorecidas tanto por sus estructuras social es como por la capacidad de sus pastos; se e ncu e ntra e n los inte rfluvi os pe ro tambi é n e n los ce ntros de poblaci ó n imp o rta ntes, como Be naba rre, donde tanto funcionarios como pequeños artesanos comi e nzan a int e resa rse e n lo que aparece como una forma de especulación. Es to ex plica las diferencias que ap arece n e n la evo luci ó n municipa l e ntre 1962 y 1972: mi e ntras e l núme ro de cabezas disminuye en tre inta y cuat ro , a um e nta e n veintidós y se ma nti e ne e n los res ta ntes" . Tra nscurridos di ez años desde e ntonces , tal es o bse rvacion es se han visto cl ara me nte confirmadas, como se deduce de l índice 141 que re fl eja el crecimi e nto de l ce nso ov ino comarcal desde 1959 (índice 100). Sin e mb argo, tambi én hay e n la comarca ribagorza na nu eve muni cipios cuyos e fect ivos han desa parecido casi tot a lme nte desde 1962"'. Es e l caso de Viaca mp y Lite ra, Pu e nte Montañana , Tolva, Mon es ma y Cajigar, Pe ra rrúa , Se ira, e tc., muy afectados todos e llos por la repoblació n forestal. La conclusión que se desprende de todo lo a nt e ri o r es que la repo bl ació n forestal es uno de los factores qu e más ha contribuido a modifi ca r las estructuras agrari as así como los siste mas ga nade ros y de cultivos de l Altoaragón. Co n su co ntribuci ó n se han margin ado a ún más zo nas e nte ras d e l Pre pirin eo y de las Si e rras Inte riores, donde la agricultura ha quedado reducid a a me ros islotes cereali stas, ci e rtam e nte mode rnos, pe ro cuyos e fectos y rentas no sie mpre be nefician a la propi a región. Se han agravad o, por tanto, las desigua ldades e ntre las zonas agríco las. E n cuanto a la ganadería, su regres ión no sólo acusa los e fectos d e las tra nsfo rm a-

ss Véa nse a l respecto e l a rtícul o de 1.M. GAR C iA R UIi'. y E. B /\ LC LLI.S "Te nde ncias actu a les de la ga nade ría e n e l A lt o A ragó n" y la ob ra de M. O CAÑ A "E nsayo de planifi cació n ga nade ra e n Aragó n".

'" eL O CA ÑA . M .. " Estudi o socio-eco nó mi co de la co marca de 108

Riba go rza".


ciones sociales (desintegración de la "casa", por ejemplo) que se registran desde hace treinta años. También la repoblación forestal, con su influencia sobre el mercado de trabajo y, en última instancia, sobre la demografía , ha favorecido la desintegración del sistema de trashumancia, cuya primera víctima ha sido la mitad septentrional de la provincia. Queda pues demostrada la implicación de la repoblación forestal en la estructuración actual del espacio en la provincia de Huesca.

2.3.

Las consecuencias sociales y económicas de la repoblación

Pretendemos en las líneas que siguen dar cuenta de los efectos de una política territorial, como es la repoblación , cuyo fin inicial era estimular la economía de las zonas menos desarrolladas mediante la creación de puestos de trabajo y de fuentes de riqueza, y mediante la distribución, por último, de las rentas suplementarias. La evaluación deberá por tanto plantearse a dos niveles. Primero se analizarán los emolumentos percibidos por la población local durante las fases de construcción y mantenimiento, así como el número de puestos fijos creados de forma efectiva. Deberá seguirse con la consideración de las rentas directas que , a medio y a largo plazo, han proporcionado las repoblaciones a sus propietarios, ya sean el Estado, los municipios o los particulares. Sabemos además que los efectos de las repoblaciones forestales se manifiestan más allá del espacio en el que se implantan. Por ello deberán completarse las conclusiones referidas a los efectos directos con la estimación de posibles contrapartidas socioeconómicas de dicha iniciativa, como podría ser la inevitable limitación de las actividades agrícolas que supone. Terminaremos refiriéndonos a las implicaciones de la repoblación sobre la propia explotación forestal , como es el caso de las obras que exige en la zona arbolada , pistas, cortafuegos, etc. La investigación sobre el impacto de la repoblación forestal en la creación de empleo requiere la consideración de situaciones muy diferentes tanto en el espacio como en el tiempo. Por otra parte, el análisis deberá ser extremadamente prudente, debido a la falta de datos, su imprecisión y frecuente inexactitud. De ahí que las conclusiones propuestas insistan más en los aspectos cualitativos que en los puramente cuantitativos. En efecto, los datos que proporcionan los servicios forestales no distinguen las jornadas dedicadas únicamente a la repoblación, ya que las reseñan junto a las dedicadas a otras tareas como cortas, mantenimiento, tratamiento, construcción de pistas, refugios y áreas recreativas, etc. Tampoco precisan los datos si tales empleos son desempeñados por trabajadores locales o foráneos. 109


De ahí que sea imprescindible recurrir a las e ncuestas para completar la información disponible . Sólo así es posible averiguar que , dependiendo de los ailos y los municipios, la propia repoblación ha supuesto entre ellO Y el 100% de los gastos de mano de obra temporal del P.F.E. o del ICONA. En muchos casos la aportación de los salarios percibidos a la economía familiar ha sido notable. El pequeilo municipio de Latre, que con sus S9 habitantes está hoy incorporado a Caldearenas, es buen ejemplo de ello. En 1971 , para la repoblación de S7 hectáreas, el P.F.E. gastó en salarios 193.360 pesetas, a razón de 70 ptas. diarias por trabajador. Fueron por tanto 2.762 los jornales pagados que se repartieron entre 24 trabajadores. Como se nos comentó en una entrevista, 8 de ellos eran vecinos del propio Latre, a quienes tales jornales supusieron un sustancioso incremento en sus ingresos habituales como trabajadores del campo. En efecto, las 8.000 ptas. percibidas por su trabajo en la repoblación equivalían a la tercera parte del salario anual de un obrero del campo a tiempo completo. Esta aportación era sin duda considerable habida cuenta de la necesidad con la que se vivía en muchos hogares. Como la miseria era mayor aún durante los ailos cincuenta, cuando además la circulación monetaria era aún muy débil , puede perfectamente comprenderse que para muchos municipios tales salarios, percibidos durante la realización de extensas y a veces prolongadas campafias de repoblación, constituyesen un verdadero y apreciado maná. De hecho son muy numerosos los testimonios, como el anterior, que prueban el gran atractivo de tales empleos estacionales. Se comprenden también las quejas de los empleadores tradicionales, los capataces de las pardinas por ejemplo, ante la competencia presentada por los contratos en las grandes obras hidrológicas y forestales. Al fin y al cabo sus remuneraciones eran dos veces más bajas, acostumbrados como estaban a frecuentes situaciones de paro, al menos estacional , generalizado. Hasta mediados de los sesenta las campafias de repoblación efectuadas en el Pirineo y Prepirineo contaban con la participación de la mayoría de los vecinos" . El comienzo de las obras venía acompailado de diversos signos externos, relacionados con el aumento de l consumo, o simplemente por la aparición de las bicicle-

S7 E l cálculo del número exacto de personas empleadas es sumamente dificultoso debido a la imprecisión de las fuent es estadísticas. No obstante, es razonable pensar que desde el comienzo de las obras se contratarían varias decenas de miles de vecinos, y que en el periodo álgido de la repoblación en la mitad sept e ntrional de la provincia serían requeridas unas cinco mil personas por aí'io.

110


tas en num erosos hoga res (¡! ). No obstante, el impacto económico de las repoblaciones irá decreciend o e n el tran scurso de los años se tenta. E llo se debe en parte a la ralentizaci ón del ritm o repoblador pero también a las consecuenci as del éxodo rural, que hará impos ible la co nt ratación de temporeros de l municipio, de biend o recurrirse a mano de obra foránea. Lo mismo ocurre con los trabaj os de mantenimiento, que serán en lo sucesivo dese mpe ñados de fo rma exclusiva por trabajadores andaluces o estudiantes zaragozanos. No obstante, tales necesidades de mano de ob ra se rán menores cuando se ge nerali ce la mecanización de los trabajos de preparación del sue lo y de plantació n. En cuanto a los empleos perm anentes relacionados con la repoblación, es posibl e con ocer su número con más precisió n (com o se ha reco rdado en capítulos precedentes) . Su número, muy modesto en los comienzos de la políti ca repobladora (son 112 los trabajadores del P.F.E. en 1951 ), irá aum entando regularmente hasta medi ados de los se tenta, para es tancarse después. E l número de guardas fo restales, puesto de gran interés en espacios rurales como los oscenses, ha aume ntado hasta los 255 que hay en la actualidad. A pesa r de las num erosas quejas, sin duda justificadas, de es te personal, hay que recon oce r forzosa mente qu e goza n de un a posición privilegiada. Indepe ndi enteme nte de las ventajas deriva das de su funci ó n (co mo pudiera ser la segurid ad en el empleo, el prestigio del uni fo rme, la di spos ición de un vehículo todo terreno para algunos de ellos, etc. ), la situació n de los guardas e n las sociedades rurales se fu e clarificando poco a poco, mi entras que cicatrizaban las secuelas de la guerra civil , se atenuaban los co nfli ctos ... y mientras el espacio se ib a vaci ando de sus ocupantes. Con el tiempo su funci ón inicial, más bien represiva , ha ido adquiriendo tintes mucho más constructivos, co mo se deduce de los partes que regul arm ente envían a la administra ción provincial y como hem os tenido ocasión de verificar personalmente durante num erosas entrevistas. Su fo rmació n, por otra parte, ha mejorado y esto, junto co n el mejor co nocimiento del medio y de los hombres, les permite dese mpeñar un papel que se asemeja más al de modesto consejero agrícol a que al habitual de "guarda ". Por lo que respecta a las cortas puede afirm arse que , con excepción de las choperas, todavía no se han realizado en ningun a de las 140.000 hectáreas repobladas en la provincia de Huesca durante los cuarenta años transcurridos. Bien es verdad que la producci ón co mo tal no e ra el objetivo primordial de la repoblación. Sin embargo, sí qu e figuraba e ntre los de las autoridades forestales a principios de los años treinta (e incluso más recientemente) así como en los de ciertos propietarios de la parte ori ental de la provincia.

1 11


No es éste e l luga r pa ra establ ece r un ba la nce de las in versio nes, públi cas o privadas, e n mate ri a de repo bl ac ió n fo resta l. N i las fue ntes es tadísticas lo pe rmite n, ni los mé todos pa ra e ll o so n fácil es. De be re mos co nte nta rn os con se ña la r q ue ni siqui e ra e n los sectores más aptos (umbrías pre pire na icas o de las Sie rras Int eri o res e ntre l.200 y 1.600 mts. pa ra e l pin o silvestre, po r eje mpl o ) se rá pos ibl e e fectu a r co rtas e n los próx im os ve inte años, de bid o a l le nto crec imi e nto de los árbo les (incluso de los más vigorosos, qu e sólo alcanza n los quin ce me tros de a ltura a l cabo de treint a y cinco o cuare nt a a ños) . Y ta mpoco es pos ible preve r hoy cuá l se rá e l compo rtami e nto de la de ma nd a de made ra, qu e como se sa be es mu y flu ctu a nte . Las inve rsio nes pri va das de l este de la provin cia , po r su pa rte, no ha n dado resultados mejo res ni más espectacul ares, po r lo qu e las se rre rías loca les, pro mo toras de la repobl ació n, sigue n sin co nta r con un a ma teria prim a sa lid a de los nu evos bosques. E n cambio, los resultad os obte nidos con la populi cultura so n compl e ta me nte di fe re ntes y justi fica n la ini ciativ a de l Estado pa ra su fo me nto . E n efecto, sus re ndim ie ntos son e levados y su productivid ad mu y fu e rte, co mo he mos o bse rv ado d urante la rea lizaci ó n de d ive rsas e ncuestas e n cho pe ras públi cas y privadas de l bajo Cinca. Los e fectos de la se lecció n de pl a nt as, de la pl a nt ació n e n sue los profund os, de la ado pció n de técni cas adecuadas, e tc. se ma ni fiesta n e n e l vo lum e n de made ra po r pi e , que, a l cabo de diez a ños, a lca nza e l me tro cúbico . Al prec io actua l de l me rcado" e l precio de ca da á rbo l e ra de un as 3.800 ptas. Al es ta r pl a nt ados los á rboles e n hil e ras co n un espaci a mi e nto med io de 6 mts., e l producto de la co rta por hectárea se ace rcaba a l mill ó n de ptas ., lo que supo ne un a re nta a nu a l de 100.000 ptas .;" . E n todos los casos la mad e ra e ncue ntra fácil sa lid a e n su ve nta a la e mpresa " Fósforos de l Pirin eo" de Sabiíl á ni go, especia lizada e n la producció n de cerill as y palill os de di e ntes. Nos re fe rire mos a co ntinu ació n a o tros de los be ne fi cios pro po rcio nados po r los bosques repo bl ados, como so n sin dud a los de ri vados de la caza. La ex te nsió n de las supe rfici es repo bl adas, e n co nex ió n con dive rsas medi das específicas, ha favorecido e l crecimie nto y la d ive rsificaci ó n de l stock ci negé ti co de la provin cia. Tambi é n e n es te caso, e l a ná li sis de los be ne fi cios prod ucid os por la caza e n los mo ntes repoblados debe d ife re ncia r los obte nidos e n un ma rco público (rese rvas y cotos nacio nal es) o privado (cotos municipa les y pa rti cul ares) . Según su régim e n ;S

Según ave riguacio nes eFectu adas e n 1985.

Estos da tos co nFirma n los avanzados por M. H ERNÁNDEZ LEÓN e n su li bro " Los Cho pos". No obstante , debe modi Fica rse a la baja e n e l caso de las choperas ribe re li as de los a lt os va ll es pire na icos. cuyos re nd im ie nt os medi os son sensible men te in Fe ri o res. E n este caso la re nt a med ia por hectá rea no cs más q ue de 50.000 a 60.000 ptas.

59

11 2


cinegético, en 1982 las superficies de caza de la provincia de Huesca se repartían de la siguiente forma: las reservas nacionales (Benasque, Los Circos, Los Valles, Viñamala) sumaban 129.019 hectáreas; los cotos nacionales (Anayet, Garcipollera), 8.592, y los 517 cotos privados contabilizaban 1.053.027 hectáreas, representando en total el 76% de la extensión provincial. No nos ha parecido fácil ni posible establecer la proporción exacta de bosque repoblado en los cotos y reservas de caza de la provincia. Señalemos no obstante que, si bien dicha proporción es casi nula en las reservas situadas en la alta montaña, adquiere mayor importancia hacia el sur: mucha en el caso de la Garcipollera y algo menos en el Prepirineo, donde aparece tanto en montes consorciados, como en fincas de monte de particulares. Otra de las consecuencias económicas de la repoblación es el impulso que proporciona a la explotación forestal en la provincia de Huesca. En efecto, con las repoblaciones se consigue aumentar la extensión de masas arbóreas preexistentes, a la vez que se mejoran notablemente sus accesos (gracias a la red de pistas que se construyen para facilitar el tránsito de hombres y máquinas). Por todo ello parece lógico que nos interroguemos sobre la incidencia de la repoblación en el fomento y renovación de la práctica forestal a nivel provincial, tanto a través de iniciativas públicas - Estado o municipios- como privadas. La clave estriba en saber si , habida cuenta de la extensión que alcanza la superficie repoblada y de las garantías que ello supone de cara al futuro, podrían iniciarse de nuevo en la provincia las cortas sistemáticas. Como se ve en la figura , los volúmenes cortados aumentan regularmente entre 1945 y 1956. Dicha evolución va seguida de una cierta estabilización entre 1956 y 1976, aunque con una punta a finales de los sesenta. Actualmente la recuperación de las cortas es manifiesta, especialmente después del fuerte descenso observado a mediados de los setenta. Los precios por su parte aumentan notablemente hasta 1958, año en que se inicia un descenso hasta nuestros días , siendo el precio en pesetas constantes similar al de principios de los cincuenta. En tal evolución, tanto de cortas como de precios, intervienen diversos factores, algunos relacionados indirectamente con el fenómeno repoblador. En efecto, durante los años sesenta, coincidiendo con la gran demanda de madera que se produce como consecuencia del desarrollo económico nacional, el precio por pie experimenta un notable descenso, en una proporción de 1 a 3. Dicho descenso se debe a diversos factores pero especialmente a la mejora de productividad, derivada de la mecanización de las cortas, así como a la multiplicación de las pistas forestales, lo que facilita la evacuación de los productos forestales. De hecho , la facilidad de evacuación será un factor determinante del precio de la madera así como de la localización de las 113


zonas de extracción. A este respecto, la mayor parte de los particulares que firman contra tos de repoblación con e l P.F.E. o el ICONA lo hace co n el propósito de saca r de su a islamiento a los sectores más alejados de sus propi edades. E llo pu ede ex plica r, al me nos pa rci a lmente , los volúm e nes réco rd cortados a final es de los sese nta as í como su recuperación a mediados de los setenta"'. Desde principios de siglo la autorizació n de las cortas, incluso en los bosques priv ados, de be se r so licitad a a los servicios forestal es, quie nes control a n de es ta fo rma la presió n so bre el bosque. Con e ll o, y a pesa r de qu e los volúm e nes de cortas e fectivas son supe riores a lo qu e aparece e n las estadísticas oficiales, tanto el P.F. E. como ICONA ha n contribuido a evitar una sobreex plotación de la masa foresta l; sobreexplotació n favorecid a por la apertura de los bosques, y qu e hubi e ra estado "justificad a" por las pe rspectivas de re novación ofrecidas por la re población. Es más, de ntro del contex to a ragonés, la provincia de Hu esca se caracteriza por una ci e rta subex plotación de sus recursos fores tales, de bida en parte a la prudenci a del Es tado respecto de sus propios bi e nes, pe ro también a las ru e rt es dificultades de acceso de ciertas zo nas pese a la mejo ra de sus co municacion es. De ahí qu e e n los últimos a ños se haya observado un aumento de las cort as e n los Mont es de Utilid ad Pública pire naicos , lo qu e ha provocado la protesta de los ecologistas, que acusa n a los se rvicios forestal es de la región de connivencia con los inte reses priv ados, e n lo que consideran un nuevo y auté ntico pillaj e de l bosqu e oscense"' .

(,,, Según Max D¡\ UM¡\s. la co nstrucción de pistas para at e nd er a las zona s repo bladas favorece 1<\ ex te nsió n de la I.o na explotada así co mo e l desce nso de los costes de exp lotació n. E n decto. e n los sec to res difíci les los costes de transporte supon ía n e n 1956 un as cie n pese tas por me tro cúb ico y km. utili za ndo carre ta s co n tracc ió n animal. C uando la co nstru cc ió n de pistas hi zo posibl e e l uso de ca mi o nes. los costes desce ndi ero n hasta se r de 2 ó 3 ptas. (C L " La vie ruralc dan s le Ha ut A rago n o rie nt a l") . (" E n e l " Hera ldo de Aragón " del 14 de e ne ro de 19R6. un rep rese ntant e ele A.D.E.P.A. (Asociación de De fe nsa del Pirineo Aragonés). decía al denunciar una co rta exces iva: "¿q ué ha ce n los organismos responsabl es'! Todo se ha cc no só lo c n la indifc rc ncia . sin o lo qu c cs peor. co n la aprobación dcl Servicio de prot ccc ió n dc l mcd io a mbi c nt c qu c consic nt c. no sabcmos e n no mbrc dc qué intercscs. los abusos qu c sc ha n co mc tid o c n cstos últim os a \; os. La e mprcsa K.R.I.S.A. (Kml Richtbc rg Ibc rica S.A.) por po ncr un ejc mpl o. ha talado abctos de dos o trcsc ient os aiios c n e l bosquc dc O turia. sin que de e ll os quede co nstancia e n nin g ún acucrdo: y aho ra va a emprcnd e rla co n e l ha ycdo de Santa Orosia ... C ualqui e ra pu ede darse cuenta de lo qu e se está haci endo en la so lana de Ip. e n Canfranc: o visitar e l pinar dc l3arbcnuta. donde va n a co rt arse 60.000 árbo les ... o'.

11 4


-

Valor por pie de la madera Volumen de las cortas Millares de m 3

Pesetas m3

200

2000

150

100

1000

..........

500

_........ -'

50

100

19 50

55

1960

65

1970

75

1980

Fuente : leONA y Mยบ de Agricultura

F i g .17: Valor por pie de la madera en pesetas constantes y volumen de las cortas.


El análisis de las relaciones entre repoblación y explotación forestal muestra que las consecuencias económicas de ese tipo de actuación no son siempre positivas. Algunas, por el contrario, son francamente negativas, lo que nos obliga a matizar el cuadro expuesto en los párrafos anteriores. Parece claro que, por lo que a la mano de obra se refiere, y dejando aparte los aspectos relativos a la creación de puestos de trabajo, los efectos provocados por las obras de repoblación son más bien nefastos. Por una parte, la reducción de la superficie utilizable limita el desarrollo de la actividad agrícola. Además, la mayor parte de los empleos tenía un carácter estacional y momentáneo. Recuérdese que por razones climáticas, los trabajos de repoblación en la alta montaña se han desarrollado entre la primavera y el otoño, coincidiendo con los periodos álgidos de las actividades agro-pastoriles. Pero también en las zonas de media montaña, el calendario de las repoblaciones (que se efectúan frecuentemente a una altitud relativamente elevada) perturbaba enormemente la vida agrícola. J.M. García Ruiz, en su estudio del Prepirineo occidental, ha calculado la distribución mensual de los jornales pagados por el P.F.E. en el afio 1971. Sus resultados son los siguientes: el 57,6% corresponden a los meses de marzo y abril, mientras que los de mayo, junio, julio, agosto y septiembre suponen sólo un 30%. Se da pues una inoportuna coincidencia con los momentos más importantes de la vida agrícola, lo que contribuye a la desorganización de esta última. Pero, además, las obras de repoblación sólo ofrecen perspectivas de empleo a corto plazo, a la vez que el número de empleos fijos, susceptibles de ser ocupados por la población local , es muy bajo, limitándose frecuentemente al de guarda forestal. En definitiva , y como ya se ha afirmado anteriormente, para la población rural las grandes obras hidrológico-forestales han significado poco más que la oportunidad de ahorrar algún dinero que les permitiese iniciar el camino de la emigración. Como conclusión de este parágrafo dedicado a los impactos económicos de la repoblación forestal , vamos a establecer el grado de correlación entre la situación económica de los municipios oscenses en 1981 y la importancia que en ellos ha tenido la repoblación. Utilizaremos para ello la renta municipal, tal y como aparece en una investigación referida al conjunto de los municipios de Aragón , por considerarla un indicador válido de la riqueza municipal"2. Se verifica nuevamente

La fuente utilizada es la "Renta municipal de Aragón", publicación de la Caja de Ahorros de Zaragoza. Aragón y Rioja. No ha sido posible, por falta de datos, establecer diversas comparaciones con la situación de los aijos cuarenta y cincuenta.

(,2

116


Cuadro 5.

Balance anual me di o corta/crecimi e nto e n la provinci a de Huesca ye n la región Aragón e ntre 1971 y 1979. PROVINCIA DE H UESCA

II

1. 111.

2

3

3.424 36 77.788 22.660

32.531 5.239 238.247 100.874

20,5 0,7 32,7 22,5

6.336 4.437 130.128 11 9.843

34.904 13.096 402.589 247.645

18,2 33,9 57 ,2 48,4

Total

103.90

376.891

27,6

360.744

698.234

51 ,7

P. negro P. si lvestre P. Laricio P. de Alepo Otros

5.081 71.492 7.415 2.130 6.243

33.312 240.512 13.040 6.903 37.635

15,3 21 ,7 56,9 30,9 15,5

5.081 193.933 41.487 30.790 42.236

33.480 399.249 65 .309 39.131 92 .168

15,2 48,6 63,5 78,7 45 ,8

Total

92.36 1

331.596

37,9

313.527

629 .337

49,8

4.969 6.578

8.308 39.987

59,8 17,7

38.960 8.257

25.300 43.597

154,0 18,9

11.547

42.295

25,5

47.217

68.897

68,5

Total

11.

3

Estado Consorcios M.U.P. Particul ares

C hopos Otros

III

2

ARAGÓN

Propiedad. Conífe ras. Frondosas.

1. 2. 3.

Corta (m 3) . C recimiento (m 3 ). Corta/Crecimie nto (%) .

Fuente: ICONA .

117


la ha bitu a l o pos ició n e ntre las dos mitad es de la p rov in cia, as í como e ntre muni cip ios rura les y urb a nos. Se da la ci rcun sta ncia , ade m ás, d e q ue po r di ve rsas razo nes( de nsid ades a norma lm e nt e dé bil es, impo rta ncia d e los rec ursos muni cip a les prove ni e nt es de s us pas tos y mo ntes, e tc.) la re nta de a lgun os municipi os a pa rece mo difi cad a de [arm a pos iti va. Po r e llo los co ntras tes inte rmunicipal es son me nos ma rca dos de lo qu e po dría espe ra rse inici a lm e nte. No o bsta nte, ¿qu é pu ede decirse res pecto de los muni cip ios e n los qu e la re po bl ació n ha te nid o un m a yo r desan'o ll o? Las cifras mu estra n que co n la exce pció n de J aca y Sa biíl á nigo (fu e rte me nte urba ni zados y, e n e l segundo caso, tambi é n industri a li za d os), d e los 37 muni cipi os cuya tasa de repob lac ió n supe ra e l 10% , 24 ti e ne n un a re nt a po r ha bit a nt e e ntre un 10 y un 20% infe ri o r a la medi a prov in cia l; y 10 e ntre un 20 y un 40%. Di cho estad o de cosas es ta nto más preocup a nt e si se ti e ne e n cue nta qu e se tra ta de municipi os muy poco po bl ad os qu e ha n re husa do e n ocas io nes la ex pl o tac ió n fo resta l. .. Nos pa rece ría exces ivo a firm a r, com o co nclusió n de lo a nt e rior que, a esca la p rov inci a l, la re po bl ació n ha sid o e l único facto r de e mpo brec imi e nto de aqu e ll os muni cipi os que c ue nta n co n ex te nsio nes impo rta ntes. No o bsta nte , e l a ná li sis e fectu ado nos pe rmite co nfirm a r la hipó tes is a va nzad a a l prin cipi o: e l fe nó me no re pob lado r, e n efect o, no ha co ntribuido ni siqui e ra a la rgo pl azo a e le va r e l nive l de vid a de la pobl ació n afectada. Es m ás, con e l ti e mpo sus e fectos (co nge lac ió n de ti e rras de cultivo, in co nve ni e nt es para la ga nade ría, deso rga nizaci ó n es pac ia l y pe rturb acion es soci a les, e tc. ) pa rece n ese nci alm e nte nega tivos. D e e xi stir efectos pos itiv os, co mo la protecció n co ntra la e rosió n, e tc., se ha n o bse rv ad o prefe re nteme nt e fu e ra de su á mbito de in se rció n, es decir, e n la mit ad me ridion a l d e la provin cia. Pe ro ta les e fectos so n fundam e nta lm e nte de o rd e n eco lógico, po r lo qu e se rá n a na li za dos e n e l p unto s iguie nte.

2.4.

L a repoblación fores /al y el medio ambienle

E n los últim os cua re nta a ños la cubi e rta vege ta l el e la provinci a el e Huesca ha co nocielo nota bl es tra nsfo rm aci o nes, ta nt o c ua ntita tiv as como c ua lita tiv as: ex te nsió n de la supe rficie regada, di sminuci ó n de los te rre nos d e p asto , a um e nto de la supe rfici e a rbo lada co mo co nsecue nci a ele la re po bl ació n, e tc. E n e l caso de la re po bl aci ó n, su progresió n a cos ta de las a ntiguas ti e rras de seca no o de las á reas ele ma to rra l ha supuesto un incre me nto el e l 40% e n la ex te ns ió n ele la m asa a rb o lael a ele la prov in cia e ntre 1950 y 1982, co mpe nsá ndose así a mpli a me nte la

11 8


regresión del bosque " natural" durante el mismo periodo. Pero la repoblación también ha contribuido al aumento del índice de protección del suelo, que ha pasado de 0,53 a 0,62 en las tres décadas. Si bien es cierto que la evolución de dicho índice se debe también a otros factores (como el aumento de la superficie regada o la disminución de las tierras de pasto), la influencia de la repoblación es en cualquier caso notable , pudiéndosele atribuir más del 50% de dicho aumento. De hecho, la repoblación es el principal responsable de las variaciones en la cubierta vegetal de la mitad septentrional de la provincia, mientras que son las transformaciones introducidas en los sistemas de cultivo los factores de dicha variación e n la mitad meridional. Los posibles efectos ecológicos de la repobl ación foresta l son múltiples, habida cuenta de las estrechas interrelaciones entre todos los elementos que constituyen el medio natural. Deberán por tanto analizarse aspectos como: los efectos de la mayor protección de l suelo sobre la erosión y el régimen hídrico; la incidencia climática, edafológica o simplemente paisajística de la exte nsión de la cubierta forestal ; los posibles desequilibrios introducidos por la repobl ación en el marco ecológico, etc. Comenzaremos refiriéndonos al clima y a sus relaciones con la masa forestal. Mucho se ha escrito sobre " microclimas" forestales así como sobre la incidencia del bosque en el clima regional('3. No obstante, la influencia del bosque en ese ámbito está todavía mal conocida y es objeto frecuente de controversia. Según J . Pradet, las investigaciones efectuadas permiten afirmar que, en lo que respecta a temperaturas, la atmósfera está ligeramen te más fría , y por tanto más húmeda , por e ncima de las regiones boscosas. D e ahí la mayor humedad de l aire , que contribuye al aumento de la pluviosidad en dichas zonas (aumento que como máximo es del 6% respecto de las precipitaciones normales). Además , los bosques aumentan la rugosidad del terreno y frenan, por tanto, la velocidad del viento , disminuyendo tambi é n la evapotranspiración potencial. La fotosíntesis se ve así favorecida y, e n consecuencia, los cultivos. Es el clásico caso de los cortavientos, cuyos efectos se observan en una distancia superior a veinte veces su altura. La deseable verificación de dichos efectos en el caso de la provincia de Huesca ha sido imposible por falta de tiempo así como de medios para llevarla a

Véase al respecto la síntesis que hace J. PARDE, autor de " Le microclimat e n roret ", en la obra " Écologie foresti e re", de la que tomamos los puntos que sigue n.

63

119


cabo . Nu evam e nte nos he mos top ado con un as fu e nt es estad ísti cas fragm e nta ri as y ll e nas de lag una s"" por lo que la extrapol ación desde la esca la loca l a la reg io na l a pa rece ll e na de dificultades. Por o tra parte , e n e l caso de qu e las fuent es estadísticas mostrara n variacio nes inte resa ntes e n e l régim e n pluviomé trico , ¿hasta qué punto pu eden atribuirse a las cambios e n la cubi erta vege ta l y no a factores más ge ne ra les del clim a? Ade más, las hipoté ticas influe ncias clim áticas de la cubi e rta vege ta l de pe nde n d e la natura leza y edad de las es pecies, así como de la estru ctura de las plantaciones. Se í'íalemos a l respecto que las repob lacio nes con res in osas, a pesa r e n ocas io nes de la juve ntud y raq uiti smo d e los árboles, ya ha n dese mpe ñado un nota bl e pape l e n e l clima só lo co n minimiza r los e fectos nega tiv os de la deforestac ió n registrad a e ntre principios de l siglo XIX y medi ados del XX . Igualme nt e compl eja, y discutida , es la inrlu e nci a del bosque e n la eco no mía del agua. Los e fectos de la masa fo resta l en e l cicl o del agua se observa n ta nto e n e l pl a no de l balance hídrico , como desde e l punto de vista d e la a lim e ntac ió n de l sue lo , ya que favorece la infiltració n. Por o tra parte , e l bosqu e actú a como un a pant a ll a que protege e l suelo de l choq ue de las go tas de lluvi a, a la vez qu e la capa d e humus amo rti gua dicho choque . Se activa e n co nsec ue nci a la form ación de suel o a la vez que se limita e l a rroya mi e nto y, por tanto , e l poder e rosivo de la s precipitac io nes. Por todo e llo , y desde este punto de vista , la re población fo resta l contribuye, como ya se dijo , a la co nse rvación de los sue los, a l dotarlos de un a protecc ió n mecá ni ca ante los riesgos de e rosión , de degradación , de irregul a rid ad de las prec ipitacion es, e tc. No hay qu e desconoce r, sin e mb argo, qu e los s ue los tambi é n pued e n verse a fectados negat iva me nt e, como es e l caso dc la acidificac ió n que provoca e l uso ge ne ra li za do de co nífe ras en las repoblacion es. C uri osa me nt e, ni los técni cos de l P.F. E . ni los de l ICO NA han ll evado a cabo estudios sob re las influe nci as físicas y químicas de la repob lació n e n los suelos. Ta l ca re nci a se ha justificado e n virtud de la juve ntud d e las repoblacion es, y por e l hecho de que los sue los no registran los e fectos derivados de la mod ifi cació n de su cub ierta vege ta l más qu e tra nscurrid o un pe riod o re lat iv ame nt e largo de ti e mpo . Se ñalan igua lm e nte qu e la mayo r parte de las repobl acio nes osce nses se ha n e fectuado e n medios fundam e nta lm e nte básicos del Prepirineo y de las Sie rras

',.1 I-Iu csca es la única es tac ió n qu e cu e nt a co n se ri es climat o lóg icas la rgas . ya q ue se re mo ntan a I¡Mi2.

La s se ri es de las es ta cio nes pi re na icas y prepirena icas so n mu cho Imís cO rl as y co respo ndcn, co mo Imí xim o. a las últim as décadas.

120


Interiores, por lo que , en consecuencia, los riesgos de podsolización, tanto a corto como a medio plazo, son escasos. Sin embargo, es difícil no coincidir con J.M. García Ruiz"s en que , dado que la materia orgánica producida por los pinos se descompone mucho más lentamente que la salida de cualquier encinar, las repoblaciones prepirenaicas, por ejemplo, dan lugar a suelos muy pobres, cuya recuperación sólo sería posible con una plantación de encinas. Tampoco existen estudios por parte de los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro sobre los posibles efectos de la repoblación forestal en la protección del suelo o en la mejora del balance hídrico general. No obstante, todos los especialistas coinciden en señalar que desde hace unos veinte años se observa una disminución global de los fenómenos erosivos de origen hídrico en la mitad norte de la provincia"". A modo de referencia podemos citar aquí los trabajos de Molchanov',7 en las grandes cuencas de la Rusia europea, poniendo en relación el coeficiente de arroyamiento y la superficie forestal. Según sus conclusiones, con una cubierta vegetal del 10% el coeficiente de arroyamiento supera el 50%; si la cubierta supone el 20% , el arroyamiento no supera el 30%, Y si la cubierta vegetal es de más del 60% , el índice de arroyamiento no llega al 10%. Otros autores 6" que han estudiado más concretamente los efectos de las repoblaciones ...señalan cómo el recorrido del agua a través de los bancales es muy lento. Es evidente que la construcción de terrazas en las laderas aumenta considerablemente las posibilidades de retención del agua. En el caso de fuertes precipitaciones el tiempo de respuesta de la cuenca es en consecuencia más largo: se distancian así las crecidas y se atenúan tambi én sus efectos. Puede por tanto afirmarse que las repoblaciones contrarrestan los excesos de la red hidrográfica, aunque no sea posible evaluar de forma precisa su papel dado que los cursos suelen estar interrumpidos por diversas obras hidráulicas. A este respecto puede ser oportuno considerar el caso del Ebro,

J.M . GARcÍA R UIZ, " Modos de vida y nive les de re nta e n e l Prepirineo del Alto Aragón Occidental ", pág.210.

"S

Tales progresos, que se observan e n los paisajes, se deben en parte e fectivamente a las repob lacion es fores tal es, pe ro tambi én a sus efectos más o menos directos sobre e l abandono del medio rural , lo que, como ya se ha exp uesto , conduce in evi tabl emente a una densificación de la cubierta vegetal. M,

"7 CL MOLCHANov, A.A. ,"The hydrological role of forests " (Op. cit.). ", Véanse , e ntre otros, A. PONCET, " Influence de la foret sur les crues d'origine pluviale et possibilités offertcs par le rebo ise me nt et par la gestion forestiere pour le controle des crues"; J. MI NTEGU I AGUIRR E, "E l bosque e n e l control de las avenidas ", así como Chr. GILAJ3ERT y J.P. R EGAGNON, "L'é rosion actuelle dans les Alberes (Pyrénées Orientales)" . Según todos e llos, la velocidad de evacuación del agua en las repob lacion es con pino de Alepo no es más que de 0,15 a 0,20 m/minuto.

121


tal y como lo hace L. Davy"" en su tesis. Después de haber tenido en cuenta los factores climáticos, y de haber comparado su cuenca con las de otros grandes ríos europeos, L. Davy señala que "tras la realización de las grandes obras, el bajo Ebro se presenta como un río cuyas crecidas son asombrosamente moderadas. Durante el periodo 1940-1974 la crecida máxima no fue más que de 4.580 metros cúbicos/segundo ... En cambio, antes de la construcción de las grandes presas, el río tuvo crecidas bastante espectaculares, como las de 1907 y 1937 llegándose a los 10.000 m 3/segundo ... ". No obstante, en la conclusión del estudio seiiala que "si bien las crecidas no han sido en general ni muy espectaculares ni muy perjudiciales para las poblaciones ribereñas, no puede decirse lo mismo de los estiajes". Para esta autora los estiajes constituyen el hecho más importante de la hidrología de la cuenca, debido a su profundidad, su duración y sus consecuencias en general sobre la vida de la región. Y en su opinión las causas de dicho fenómeno deben buscarse en las condiciones de semiaridez que reinan en buena parte de la cuenca, así como en la acción humana. La autora se refiere evidentemente a los cada vez más importantes bombeos que se efectúan en los afluentes pirenaicos, de cara al desarrollo del regadío. No obstante, no hay que descartar (aun siendo un tema polémico entre técnicos forestales e hidrólogos) los posibles efectos derivados del mayor consumo efectivo de agua por parte de las masas forestales (a pesar del aumento de precipitaciones que provoca). La pregunta, en conclusión, sería la siguiente: ¿las repoblaciones forestales , en la medida en que reducen la intensidad y frecuencia de las crecidas, pueden provocar el agravamiento de los estiajes? Sea cual fuere la respuesta a la anterior pregunta , la realidad de la provincia de Huesca muestra un descenso sustancial de los fenómenos erosivos que afectan a los suelos, a lo cual las repoblaciones forestales no son en absoluto ajenas. La mejor prueba de ello para los técnicos es la disminución de los aportes sólidos en los embalses. Nuestras propias observaciones coinciden con las conclusiones de E. Pérez y J. de Pedro"}: las presas del alto Cinca, Ésera , medio Gállego y el embalse de La peria, pueden considerarse como correctamente protegidas; en cambio, las del alto y bajo Gállego, Cinca medio y las del Noguera Ribagorzana sólo lo están medianamente.

(,,, DAVY,

L.. " L' Ebre: étude hydrologique ", pág. 656.

el'.

y Pedro

70

122

P Jé. R EZ B UJARRAI3AL

G U IMI3AO ,

"Recursos forestales ele Aragón·'.


Cuadro 6. Evolución del índice de protección de los sue los en la provincia de Huesca. 1950

Cubierta vegetal li S 1m prod ucti vo Cultivos seca no Cu ltivos regadío Pastos Matorra l Matorra l arbóreo Monte a lto

1 0,5 I 0,7 0,3 0,6 0,8

58.000 550.000 70.000 145.000 370.000 102.000 271.000

I =I~

1982 Si

S

Si

58.000 225.000 70.000 101.500 111.000 61.200 216.800

96.000 386.000 147.000 112.000 368.000 50.000 250.000

96.000 193.000 147.000 78.400 115.800 30.000 200.000

0,53

0,62

S

S Y Si = superficie e n has. Provi ncia de Huesca = 1.567.000 has. Fuentes: ICONA y Ministerio de Agricu ltura. Índice de López Cadenas.

Cuadro 7. Evolución de l índice de protección de los sue los por comarcas . 1950

1982

Jacetan ia

0,60

0,66

Sobrarbe

0,61

0,66

Ribagorza

0,50

0,59

Hoya de Huesca

0,48

0,59

Somontano

0,49

0,55

Monegros

0,47

0,55

La Litera

0,58

0,65

Bajo Cinca

0,55

0,63

Fuentes: ICONA y Ministe rio de Agricu ltura.

123


Cuadro 8.

E rosió n hídrica e n las provincias aragonesas. Superfic ie

Erosi()n

Erosió n

E ros ión

total (ha s.)

in ap rec iab le Has. (Yo

li ge ra

m ode rada

157 .11111 I AKIIAIIII 1.7 19AIIII

I-Iucsca

Tcrue l Za ragoza

654.23 1 4113. %5 521.71111

41.K

27.3 30A

Ho s.

(Yo

Ha s.

lyo

Eros iún g ra ve Ha s. o,{)

16K 252 15K357 97.666

111.7 111.7 5.7

4%.264 455.547 439.252

3 1.7 30.K 25.5

24K.353 15.K 462.53 1 3 1.2 6611.7K2 3XA

Fll e/lfe: I CONA.

Las consecue nC IaS de todo lo anterior se ma nifi es tan e n e l cuadro siguiente", donde aparece la provincia de Huesca como aqu e ll a de las tres aragonesas e n la qu e actua lm e nte la erosión hídrica es tá mejo r con trol ada (a pesa r de las características e n principio des favorab les del medio: a ltitud e levada , topografía acc ide ntada , importancia y viole ncia de las precipitacion es, etc.). Los datos muestran la influenci a, posi tiva , de las re poblaciones sob re la protección de l sue lo contra la e rosión. No debe olv id arse, sin embargo, otra rea lidad sie mpre preocupante, como es que casi la mitad de la provincia de Huesca sufre los e fectos de un a e rosión hídrica moderada o grave. Se trata de la parte de más a ltitud de la prov in cia (la alta montaña pire naica y las depresiones intrapirenaicas), así como la mitad me ridion al, e n la que los procesos erosivos de orige n eó lico son particu larmen te activos. Pero tampoco las zonas donde la repob lació n ha sido inte nsa escapan a l probl e ma de la erosió n ele sus sue los, que pueele verse incluso ace lerada por un in adecuado allanamiento de las vertie ntes al construirse las terrazas de repoblació n.

2.5.

La repoblación foresta l y la creación de nuevos paisajes

Las exte nsion es repobladas se han convertido e n un e le mento fundam e nta l el e l paisaje e n much as zo nas de la mitad septentrion a l de la provincia ele Huesca. D e hecho, so n raros los lugares en los que no se destaca n, a mayor o menor distan-

" En

124

AllR EU

y

PID J\L,

1.M., "El medio natura l en la p lan i ficación de l desarroll o" .


cia, las marcas de la repoblación sobre las vertientes. Por ello el viajero que recorre la provincia puede seguir itinerarios en los que la repoblación aparece constantemente a sus márgenes y en el horizonte. Es el caso, por ejemplo, de la carretera Sabiñánigo-Boltaña, por el valle del Serrablo; o de la que va de Ayerbe a Jaca por el puerto de Oroel. El impacto de la repoblación en el paisaje oscense es, por tanto, manifiesto. De ahí que, a pesar de la posible subjetividad del tema, nos haya parecido interesante prestarle atención con objeto de analizar dicho impacto y la forma en que es percibido tanto por la población local como por la población urbana. En principio hay dos hechos que deben ser destacados. Primero, que en las regiones de topografía accidentada 72 la repoblación forestal , sea cual sea la escala a la que se realiza, provoca una oclusión de los paisajes. Segundo, que el predominio aplastante de las coníferas conduce a una uniformización del entorno forestal: ni siquiera a una distanci a reducid a, un observador no experto puede distinguir las diferentes especies de repoblación y, en especial, el pino Laricio del pino silvestre". Que las extensiones repobladas pueden llegar a ocluir los lugares es algo que se observa con claridad en el caso de las pardinas y granjas aisladas, y más especialmente en el de las pequeñas aldeas ... , siempre y cuando la "ola " repobladora no las haya cubierto completamente después de haberlas vaciado de sus habitantes 74 • Las aldeas sufren un auténtico acoso que refuerza el aislamiento, de por sí ya grande, de las familias que en ellas viven , especialmente en casos, como el de Nocito (municipio actualmente incorporado al de Nueno), en que la masa repoblada los rodea completamente. Bien es verdad que hay otros muchos casos en los que la masa forestal sólo ocupa una de las vertientes (en Araguás del Solano, Caniás, Ipas, Badaguás, Lerés, etc.), aunque por tratarse de pendientes próximas a la parte más accidentada del término municipal (utilizada habitualmente como terreno de pastos) el fenóm eno de oclusión no es menos evidente, y así lo experimentan los vecinos.

Un es tudi o comparable de los temas que se analiza n en este pá rrafo se e ncu e ntra en e l artículo de F. BRET " Approche du proble me de l'é quilibre agriculture-foret en région de moyenne montagne. Le cas de Haut Bea uj o lais".

72

" Evidenteme nte, en las repoblaciones de la mitad meridion al de la provincia, excepción hech a de las de la Sie rra de Alcubierre, e l e fecto es e l co ntrario: las manchas de pino de Alepo e n e l valle de l Flumen y. con más razón, las chope ras, introducen un a nota original a la vez que a nim an los pa isajes. 74 Tal fu e e l caso de los pequeños pueblos del va lle de la Garcipollera y de dos pequeñas aldeas, Sieso de Jaca y Artaso, en e l munici pio de Caldea re n as.

125


A la esca la de va ll e, tambi é n se observan notabl es mod ifi cacion es pa isajísti cas de bidas a la repoblación. Es e l caso, por ejemplo, de l valle de Borau, auténticame nte " cortado" en su parte baja por la mancha arbolada; y de otros muchos valles secund arios: los de la marge n derecha de l Nogue ra Rib agorza na, e ntre e l e mbal se de Santa Ana y Pont de Suert. De forma inversa, e n ciertos municipios de la ve rtiente me ridional del Prepirin eo, las re poblacion es ha n inundado los talwegs e n la parte alta de l vall e. Esto se o bse rva e n Aguás, Bie rge, Naval, e tc. Las repobl acion es, por último , tambi é n ha n cambiado la fisonomía de cubetas e nte ras y de pequeñas mesetas. E n este caso los mejo res eje mplos so n la cuenca de Ca ld ea re nas y e l secto r comprendido e ntre las sie rras de Galardón y Aineto , e n los qu e e l paisaje ha qu edado compl e tamente cubierto po r la masa formad a po r los pinos de repoblaci ó n y ot ras form acion es foresta les preex iste nt es e n las zo nas más a ltas del sector. A pesa r de los citados ca mbios e n el paisaje, podemos a firmar qu e e l nuevo espacio re poblado no es considerado de form a hostil por la población rural. E n e recto , las encuestas que he mos te nido ocasión de rea li za r de mues tra n qu e no hay rechazo ni siqui e ra e ntre aquellos, como los ga nade ros, pa ra quienes la re pobl ació n ha supuesto un obstácul o e n la reali zació n de su activid ad habitual. Bien es ve rdad qu e e n nuestro ma rco las repo blacion es so n todavía mu y recie ntes y que e n e llas predominan es pecies de crecimi e nto le nto , po r lo qu e las plant acion es so n tod avía poco espesas. Es más, con la excepción de a lgunos ga naderos como los citados, la inmensa mayoría de las pe rsonas entrevistadas es tima que con la repobl ac ión ha n salido ga nando desde e l punto de vi sta es té tico; qu e sie mpre es mejor co nte mpl a r un a masa de árbo les que ma torral es secos. Much os no pu ede n ocultar un legítimo orgullo a nte la o bra aca bada , a pesa r de los te mo res qu e la posibilid ad de un ince ndio susc ita e ntre todos e llos. Es éste , e n efecto, e l único motivo de inqui e tud ; un ri esgo que afecta a sus casas y a sus ti e rras, y cuyo pe li gro tod os conocen por la gravedad de los recie ntes sini es tros que ha n aso lado los bosques de la provincia. La percepción de los e fectos de las repoblacion es e n su e ntorno es muy difere nte e n e l caso de la pobl ació n urban a que frecue nta los bosqu es repobl ados. E n efecto , sus motivacion es so n muy di stintas de las de la sociedad rural. De hech o, la mayor pa rte de los vi sitantes reconoce n, entre otros mé ritos de la repobl ació n, e l de habe r contribuido a diversifica r los paisaj es de la provincia (i!). Pa ra e llos la repoblación foresta l es de la mi sma magnitud que o tras actuacion es en e l medi o rural , como los nuevos regadíos. Evid ente me nte e n dichos ciudadanos ha calado

126


hondo la propaganda del P.F.E. o del lCONA, cuyos mensajes , por otra parte, llega n cotidianamente a los visitantes dominicales a través de las vallas y carteles dispersos en los bosques.

3.

La influencia de la repoblación forestal en la estructuración progresiva del espacio provincial

En capítulos anteriores hemos recordado cómo, tradicion alm ente , en el espacio de la provincia de Huesca se identi ficaban diversos conjuntos supracomarcales, relativamente especializa dos y, en cualquier caso, con diversos vínculos entre ellos, debido a la complementariedad de los elementos socioespaciales que los constituían . Decíamos que el mejor ejemplo de dicha complementari edad eran las relaciones entre los ga naderos pirenaicos y los agricultores del ll ano. E n la actualidad, sin emb argo, la orga nización del espacio provincial es radicalm ente diferente: a falta de relacio nes intraco marcales, la actual especialización ha conducido a una marcada compartimentació n del espaci o , formado por sistemas socioespaciales fácilmente identificabl es.

3.1.

La provincia de Huesca a principios de los años ochenta: un espacio heterogéneo, sectorizado y compartimentado

En menos de medi o siglo la distribución espacial de la población ha variad o sustancialmente: la relativa homoge neid ad de ayer (explicada anteriormente) ha dado paso a un espacio con fu ertes contrastes, como se veía en el mapa de densidades municipales de 1981. Al desierto de la zona de montaña se opone más que nunca el poblamiento denso del piedemonte . Los intensos desplaza mi entos de la población y sus efectos demográficos explican la importante crisis del medio rural, factor fund amental de los paisajes, as í como de la orga nización socioeconómica de la provincia. Por todo ello nos ha parecid o interesa nte analizar este fe nómeno después de haber intentado traducir su intensidad y sus variaciones espaciales. Para ello hemos seguido el método ideado po r J. Bret, qui en, con obj eto de descubrir las division es regionales del espacio (en su caso la comarca francesa de H aut Bea ujolais, en la región del Ródano), establece para cada municipio un índice de "desvalorizaci ón" demográfi ca y espacial a partir de diversos indicadores 7; . Los valores

7<

eL

F.

BRET,

" Fo rét el aménage ment de l'espace ent re Rh6 ne et Lo ire".

127


de los cinco índices que hemos utilizado, así como su definición , se consignan en el cuadro n.o 10, mientras que los resultados para cada municipio se cartografían en el mapa. La lectura del mapa permite verificar la gran heterogeneidad que caracteriza actualmente al espacio oscense. En efecto, frente a la parte meridional donde el aprovechamiento agrícola del suelo no ha sido nunca tan intenso como ahora, se destaca una mitad meridional en la que, salvo las excepciones de Sallent y Panticosa, el índice de desvalorización municipal es siempre superior a la media. Es más, en el interior de dicho ámbito se distinguen diversos sectores en los que el valor 20 del índice es ampliamente superado. Ello ocurre, entre otros, en el conjunto del Prepirineo; en los valles de Aragüés y Borau, en el valle medio del Aragón y en el triángulo Fanlo-Fiscal-BoltaÍla. En todos los casos el índice traduce el declive, a menudo irreversible, de las actividades agrícolas, desaparecidas en unos casos o reducidas a auténticos islotes de cultivos modernizados, en otros. En consecuencia, lo esencial del paisaje lo constituyen las extensiones de matorral entrecortadas por las parcelas de bosque de repoblación. La evidente y creciente heterogeneización del espacio oscense es a la vez causa y consecuencia de la especialización de sus elementos constitutivos. Habida cuenta de la compartimentación cada vez más neta que caracteriza a dichos elementos, se observa de hecho una sectorización progresiva de dicho espacio. De ahí que hoy más que nunca sean notables los contrastes, por lo que a la ocupación del suelo se refiere , entre las partes montafiosa y llana de la provincia. En el caso del piedemonte, puede hablarse actualmente de una doble especialización. Su parte occidental y meridional , que corresponde esencialmente a la Hoya de Huesca y a la vertiente norte de la Sierra de Alcubierre, se ha orientado, a pesar del desarrollo del regadío, hacia la cerealicultura mecanizada, estimulada por el Estado a través de una política de precios altamente remuneradora para los grandes propietarios. Sin embargo, la intensificación de los métodos de cultivo, que como se sabe contribuyó al declive de la trashumancia, no ha impedido, sino todo lo contrario, el progreso de una importante ganadería estabulada. La continuación de las grandes obras hidráulicas ha confirmado la importancia del somontano de Barbastro, de las vegas del Flumen y del Alcanadre, de La Litera y el bajo Cinca, como las más importantes zonas de regadío de la provincia. Y al mismo tiempo, en dichas zonas ha tenido lugar una importante progresión de la cabafia de ovino y bovino. En definitiva, y por decirlo de alguna forma, la parte baja de la provincia ha vuelto la espalda al mundo pirenaico, orientándose de forma preferente hacia los núcleos

128


Indice

/ ..... - , Zona cuyo índice es superior ' __ " a la media provincial

o

Sector de máxima desvalorización rural (índice >20)

F ig .18: Índice de desvalorización rural (1940-1981).

.....~'=="~ '0_ _I~b.~ IU:..-~15."'


Cuadro 9. Valor de los índices utili zados e n la rea li zación de la fi gura 18, " Índice de desvalorizació n rural".

Va lores

O

3

2

4

5

6

7

Índices a -4 1

-42 a -5'i

-56 a -ó'!

-70 a -X4

'" -H5

20-29

10-39

40-4 9

50-5 9

60-69

'" 70

X- 15

16-23

24-3 1

32-39

40-47

4X-55

'" 56

O

1-5

6-12

lO- IX

19-24

25-30

3 1-16

'" 37

> 50

10-49.9

5-9.9

2-4.2

1-1.9

0.5-0.9

0.2-0.4

< 0.19

Índi ce 11 ." 1

evol. positi va

O a - lO

- 14 a-27

In d icl: n." 2

0-9

10- 19

índi ce n." :1

0-7

índice n." 4 índi ce n." 5

-2~

índi ce n.o 1:

Evoluc ión delllognífica e ntre 1940 y 198 1 (porce ntaj e) .

Índice n,o 2:

Superfi cie en mato rra l (porce ntaj e).

índi ce n .o 3:

Tasa de a rbo lado (c hope ra s exc lui das).

Índi ce n, o 4: Tasa de repoblaci ó n (c hoperas excluidas). Índi ce n, o 5: Tasa dcmognífi ca 19B1rrasa de arbo lado. Fllell les: ·· Ce nso de población de Es pal; a·· ( 1940 Y 19X1) e ICO NA.

urb anos próximos, dando lugar a intensos flujos de re lación transve rsa l (con Huesca y Lérida) y meridiana (Huesca -Zaragoza y Barbastro-Fraga , vía Mon zón). E ll o es posible gracias a la armonización de la red urbana provincial , e n la que ta nto Barbastro, como Monzó n y, e n me nor grado, Fraga, han acortado sus distanci as, tanto en térm in os cuantitativos como cu a litativos, con la capital. La organ iza ción espacial de la mitad septentrional de la provincia es radica lme nte dife rente y, por otra parte, la ocupación de l sue lo presenta más contrastes que nunca. A excepción de la depresión intrapire naica y de a lgun as cuencas (Boltañ a, Aínsa, Graus), en la mayor parte de los vall es e int erfluvios los aprovechami e ntos agrícolas son meramente residuales. Y a unqu e se trate de grandes fincas, tanto trad icional es como mod e rn as, su explotación esuí muy poco integrad a e n e l e ntorno . Los pequ eños pu eblos prepirenaicos carece n de din amismo para a nimar la vida de relación e ntre los vecinos. En este contexto tampoco los dos ce ntros urba nos próximos, Sabiñánigo y J aca, parecen desempeñ ar un papel re levante e n la organización del espacio, esta n-

130


do cada vez más desvincul ados, a unque por razon es di fe re ntes, de su e ntorno montaí'íoso. Sabiñá nigo, impo rtante e nclave industrial por inici ativa de capi ta les foráneos, aprovecha los recursos locales (e lectricidad y madera) pe ro se vuelca pre fere nte me nte hacia Zaragoza, País Vasco y Catalui'í a, destinos todos ell os de su producción (productos químicos y me talúrgicos, alumini o, celulosa ). Jaca, por su parte, a pesa r de su progresió n demográfica, ha sido sin ningún géne ro de dud as la principal víctima de la obso lesce ncia de los sistemas socioeco nómicos de los valles. D e cara al futuro la ciudad int enta se r algo más que un a encrucijada de fluj os diversos aje nos a la región, que un centro turístico o que un a me ra capital administrativa. D e a hí que el a tractivo de J aca y Sabiñánigo, su capacidad para dete ne r el inte nso éxodo poblaci onal de los inte rfluvios, ha n sido basta nte limit ados , comparabl es cas i a los de otros ce ntros secun da ri os como Aínsa o Graus. Por ello e n esta parte septe ntrion al de la provin cia de Huesca se ha n fo rm ado lo que Al ain R eynaud ll a ma "á ngul os mue rtos " del te rritorio"', ex presiva denomin ación que alude a zonas, bie n delimitadas por las vías de comunica ci ón, ca racte rizadas por un a dé bil prese ncia huma na, una importancia notabl e de la repobl ación forestal, un pape l releva nte de l Estado como propi etario del suelo, e tc.; zo nas, e n de finiti va , donde la dese rtificación es irreve rsibl e. Se trata ad e más de espacios qu e, finali zado el episodio de la repobl aci ó n forestal , han sido relega dos por la ini ciativa pública o privada 77 vo lcada desde hace ti empo e n las acti vid ades turísticas, e n proyecto o ya co nsolidadas , de los va ll es pire naicos (Ca nfranc, Te na, Broto, Bielsa, Be nasque y otros ). Parece cl aro que la recupe raci ón soc ieconómica de las zo nas deprimidas, de los citados "á ngulos mue rtos" , requie re una inte rve nción decidida del Estado mediante un a política e ficaz de orde nació n del territ ori o. U na política, por otra parte, qu e evite la sectoriza ci ón del espacio a la que, fo rzoso es reconocerlo , la propia repob lación forestal ha contribuido, en de trim e nto como ya se ha visto de la mitad septe ntrion al de la provincia. E n e fecto, las escasas relaci ones existentes e ntre las dos mitades de la provincia de Huesca so n ade más muy desiguales y benefici an especi alm e nte a las zon as bajas. Nada qu eda ya de la co mpl eme ntariedad que les ca racterizaba a principios de los años cu are nta. Ante esta realidad pode mos preguntarnos: ¿cu ál ha sido la contribución de la repobl ación fo restal a la co nfiguración de los actua les desequilibri os intraprovinciales y a la ma rgin ació n patente de las zonas monta ñosas de la prov inci a? 710

Cf. Al ain

R EYNAU D,

" Socié té, espace et justi ce",

Se ñalaremos no obstante a lgun as exce pciones, co nstit ui das po r los núcleos de agricu ltu ra mode rnizada que se e ncuentran e n e l Prepirineo occ id e nt al y o ri ent al.

77

13 1


3.2.

La contribución de la repoblación forestal a la sectorización del espacio provincial ya la marginación de las zonas montañosas

La política de construcción de obras hidráulicas en la provincia de Huesca data, como ya se ha explicado, de principios de siglo. No obstante, a partir de los años treinta y, especialmente, después de la creación de la Confederación Hidrográfica del Ebro, dicha política se intensifica con dos objetivos fundamentales: la producción de electricidad y el desarrollo de la agricultura de regadío. Tales objetivos requerían la construcción de grandes presas en la parte montañosa de la provincia, así como la realización de diversas obras de acondicionamiento en el piedemonte. A pesar de que ya era manifiesta la necesidad de proteger las obras frente a un entorno físico siempre amenazante, habrán de pasar algunos años hasta que, a principios de los cuarenta, y tras la creación del P.F.E., se inicie una ambiciosa política de repoblación forestal. Los datos muestran la envergadura de las obras realizadas, tanto a escala nacional como regional. El volumen de las aguas embalsadas, por ejemplo, representa el 8% del de España y el 50% del de la cuenca del Ebro. La potencia instalada de los nuevos equipamientos hidro-eléctricos será de 1.700.000 kwh, lo que supone el 9% de la producción hidroeléctrica nacional y el 40% de la aragonesa. Con los pantanos construidos en la provincia se habrían de regar 360.000 hectáreas en las tierras llanas, es decir, el 51 % de los regadíos de la cuenca del Ebro y casi el 13% de los de España. Señalemos por último que, por lo que a repoblaciones forestales se refiere, la provincia de Huesca será la tercera de todas las españolas por la extensión de la superficie repoblada. Contrariamente a lo ocurrido con los nuevos regadíos, cuya posible localización fue siempre evidente y no planteó ninguna duda a los técnicos, la selección de los emplazamientos para las obras hidráulicas y para las zonas de repoblación fue siempre más problemática, hasta que a partir de los años cincuenta los técnicos las situaron preferentemente en el Prepirineo. Efectivamente, la sucesión de faces y cuencas de las sierras exteriores se adaptaba mejor a la construcción de grandes obras que el modelado glaciar de la alta montaña pirenaica. Y por otra parte, los valles prepirenaicos habían conocido una intensa emigración que facilitaba, sin duda, la ocupación del espacio por parte de los repobladores. Poco a poco en el Prepirineo se va dando lugar a una zonificación del espacio natural, en función de las nuevas, y diferentes, finalidades que se le atribuyen, principalmente repoblación forestal o reserva de agua. A la vez que la repoblación forestal quedará definitivamente asociada a la construcción de embalses, de la nueva especialización nacerá una auténtica sectorización del espacio.

132


Desde principios del siglo XX hasta mediados de los años cuarenta, la repoblación forestal vendrá justificada en todos los casos, incluso en las más modestas, por la necesidad de defender desde el punto de vista ecológico el entorno de los municipios rurales, especialmente en la montaña. Este objetivo figura ya en la Ley de 24 de junio de 1908 sobre bosques y repoblaciones forestales de interés general y de utilidad pública. Mediante la protección de las masas forestales existentes, o la repoblación de nuevas extensiones, se pretende "defender los canales y las vías de comunicación, impedir el enturbiamiento de las aguas que abastecen a las poblaciones, que sanean los lugares de montaña" . En el transcurso de los años veinte y treinta, el discurso nacionalista y moralizador habitual en los textos legales sobre repoblación forestal comienza a incluir entre sus argumentos la consolidación de las comunidades rurales. No obstante, las realizaciones seguirán siendo bastante modestas, a pesar de las reclamaciones de diversas instancias para intensificar los trabajos7x. Por ello ni las repoblaciones forestales ni la construcción de embalses cambiarán todavía la fisionomía habitual del paisaje en la mitad septentrional de la provincia. En realidad , la sectorización progresiva del espacio provincial de Huesca, a que antes se hacía referencia , sólo comienza a mediados de los 3110S cincuenta. Hasta finales de los setenta se abre un periodo complejo, caracterizado por actuaciones repobladoras de diversa amplitud, a veces brutales, pero siempre con repercusiones en el medio social. Sin que medie una consulta previa, el Estado llevará a cabo sus intervenciones de forma sistemática, a partir de planes nacionales y en un marco muy centralizado, que deja al margen a la población local. En un primer tiempo, hasta principios de los setenta, tales acciones tendrán un fin esencialmente social, para contribuir a la dinamización de las zonas rurales. Más adelante, sin embargo, la repoblación forestal se justificará en función de objetivos fundamentalmente económicos que darán paso, ya a finales de los sesenta, a otros de carácter netamente medioambiental. Bien es verdad que la propaganda se dirige ahora a una población mayoritariamente urbana, toda vez que el vaciamiento del medio rural , y en especial de las zonas más afectadas por la repoblación, se ha consumado.

Según las estimaciones de XIMÉNEZ de EMB Ú N a finales de los aiios treinta , Aragón debería de contar con dos millones de hectáreas repobladas. Al mismo tiempo aboga por una intervención progresiva de los repobladores con el fin de evitar posibles situaciones de desequilibrio entre la agricultura y el bosque ... 7X

133


TOULOUSE

PAM

TOULOU

-

Límite de zona

i~

Sector de repobl ac ió n intensiva

L..:J

CD

PIRINEO

Ir l

o o

Monte alto y estivas

.::':::': Sistemas ob soleto s de los va lle s CUENCAS PIRENAICAS

b-=3

Cultivo cerealista moderno

PREPIRINEO oo o 00 o

00

o

"Angula muerto"

®

C ASPE

Area de cultivo modernizado (cereales , forrajes)

® SIERRA DE ALCUBIERRE [ ] ] ] Monocultivo cerealista

---+

PIEDEMONTE

r7l

Cultivos de secano

~ ~

Regadío (policultivo intensi v o )

D

Viñedo

~

*

Eje de comunicación moderno

Pueblo>2.000 habitantes Núcleo turístico

...

Núcleo industrial

~

Capital comarcal

Capital provincial

F i g ,19: La estructura de los espacios rurales a comienzos de los años ochenta.


Al término de ese proceso, a principios de los años oche nt a, el Prepirineo - á mbito de mayo r incide ncia de la repoblación forestal- parece haber e ncontrado su luga r e n la organización espacial de la provincia . Viene a se r un a especie de glacis forestal , inmovilizado e ntre un a montaña de recie nte valoración turística y un piedemonte completamente volcado en una agricultura mode rnizada y hoy por hoy muy efi ci e nte. En ese estado de cosas el aprovech ami e nto hidrá ulico , y forestal, de las tierras prepire naicas be nefici a al piedemonte, sin afectar e n casi nada a lo que ya no era más que un a suces ión de "á ngulos muertos" (vid. supra) , de ti erras co mpl etame nte desertizadas y ma rginadas . A falta de haber e ncontrado, como ocurrió e n la tie rra ll ana, un as activ idades propi as y si n haber contado ta mpoco con un proyecto de ordenación del territorio que viniera e n su ayud a, la mitad se ptentrional de la provincia ha ido confirm ando su posició n periférica, su [unción subsidi a ri a, respecto de los ce ntros económicos del valle del Ebro y, más aún , del resto de España, relegá ndose sine die los intereses locales o las exige ncias del equilibri o regional. A la vista de lo expuesto, el papel dese mpeñado por el Estado a través de la política de repoblación forestal e n la es tructuraci ón del espacio osce nse es más importante de lo que en algun a ocasión se ha señalado. No hay que desde ñar, por tanto , la influe ncia de las obras hidráulicas e hidroe léctricas como factores de transformación de las actividades rurales y de la organizació n espacial. Pero tampoco debe dramatizarse a propósito de dicha influencia, habida cuenta de la agónica evo lución experimentada por ot ras zonas montañosas europeas que han carecido de tales actuaciones . Lo que ocurre es que las repobl acio nes forestales oscenses y sus efectos (empleos efímeros, obstáculos al desarroll o agrícola y ga nadero , etc.) han venido a añadirse a las perturbaciones espaciales y sociales derivadas de la ape rtura del Altoaragón a la economía de mercado . La repoblación forestal ha dado lugar a diversos efectos socioespaciales e n cadena. La desorganización del espacio agrícola , consecuencia a su vez del impacto loca l de las primeras actuacion es hidrológicas y foresta les, ha acelerado en num erosas comarcas un éxodo rural ya en marcha. En el co ntexto político-económico de signo claramente dirigista de los años sese nta , el abandono de tierras ha avivado el apetito de los repobladores y sus actuaciones, cada vez más exte nsas, han conmocionado el espacio a esca la microrregional. Por ello a principios de los setenta la prov inci a de Huesca prese nta ya la sectorización espacial que hoy le caracteriza; sectorizació n e n la que corresponde a la repoblación forestal una parte muy releva nte, no sólo por la superfici e que ocupa , sino por los procesos que ha dese ncadenado.

135


1940 Primeras aClu::~iones

foreslales

RefuerLO del éxodo rural

1950 Debililación de las aclividaeles agro-pasLOriles "Ola" masiva ele repoblación

ESCALA LOCAL

1960

ESCALA MICRORREGIONAL

Desorganización de los sislemas agro- paslori les

Liberación ele nuevos espacios

ESCALA PROVINCIAL

1970

Úllima "ola" ele repoblación

Desertilicación del espacio repoblaelo

1980

l SecLOrialización del espacio regional

Cuadro 10.

E l e ncadenam ie nto de los fe nóm e nos socio-espacial es de ri vados de la repob lació n fo restal y sus efectos e n la sectori zación de l espacio oscense: representación esquemática. 136


La repobl ación forestal y sus e fectos territori ales constituye n la herenci a dejada por el Estado tras cu atro décadas de actuaci ones en la provinci a. D esde 1982, sin e mba rgo, es la Comunidad A utónoma quie n, tras asumir dich a here nci a, ha tomado e l relevo e n la política forestal.

4.

El espacio reforestado: problemas evidentes de integración

Lejos de aproxim ar el H ombre a la Naturaleza, las repobl aciones forestales parece n más bi e n habe rles alejado . En e fecto, han erigido al Estado e n dueño y se ñor de espaci os yuxtapuestos, funci ona ndo mal y seguramente para finalidad es exte riores. Siguie ndo esta lógica no es ex tra ño constatar que la he re ncia dejada a la Comunidad A utón oma de Aragón co nsiste en un bie n que plantea casi sie mpre problemas de integració n.

4.1.

Una integración sistémica siem pre limitada

Las reforestacion es e n la provinci a de Huesca, que han sido pl anteadas a partir de obj etivos de masiado sectoriales y no precedidos hasta hace poco de estudios de impacto, dejan al observador, y co n mayor razón a la luz del análisis, un a impres ión de desa rmonía en relación co n los siste mas físicos o socioeconómicos e n los cuales se inse rtan . Peor a ún , las repobl acion es prese ntan pocas conexiones e ntre ellas y, por consiguie nte, con los bosques, de los cuales debería n ser algo más que un a simple prolon gación espacial. Cie rto que la integraci ón biológica de los pinares osce nses es mejor que la de las pl a ntaci ones de euca lyptus de la Espa ña del noroeste, puesto que las especies utilizadas pertenece n, en la inme nsa mayoría de los casos, a la vegetación espontánea. La utilizaci ón de pla ntas de orige n local ha evitado ade más todo riesgo de contamin ación bi ológica. Pero es evidente , por otra parte, que la vegetación natural de la provincia no se compo ne sino excepcionalme nte de poblamientos exclusiv os de pinos y que las frondosas, en especial las encinas, han contribuido sie mpre, por lo me nos históricame nte, al equilibrio de los ecosistemas forestales del Prepirineo aragon és. Podemos, pues, preguntarnos si la prese nci a de cie rtos pinares (paradójicame nte aquell os que han te nido más éxito) no compromete con el tie mpo las aptitudes estructurales de los suelos que los soportan. Los obj etivos productivistas que se habían fij ado los responsabl es forestales en los a ños sese nta en relación con los mercados eve ntuales, las facilidades de repoblamie nto y de vigil ancia que ofrecía 137


la ho moge ne idad de los pin a res, han tra nsfo rm ado e n di scurso ut ó pi co las propuestas razo nabl es qu e ex presa ba n so bre es te pro pós ito ciertos inge ni e ros fo restales. U na utilizació n incluso pa rcia l de fro nd osas hab ría pe rmitid o, segurame nte, a um e nta r e l grado de integrac ió n bi o lógica de las re pob laci o nes; e l e fecto pa isajísti co ha bría si do en tal caso particul arme nte fe li z. Es tambi é n líci to, re firi é nd ose a l ba la nce fun cio na l de las repo bl acio nes fores ta les, co ncluir su déb il grado de integració n eco nó mi ca , cua lqui e ra que sea la for ma e n que se las co nside re. Co n excepció n de las chope ras , las repo bl acio nes no so n ca paces actua lme nte, y sin duda po r la rgo ti e m po, de respo nd e r a la más míni ma de ma nda de las industrias made re ras. No o bsta nte los ava nces rea li zados po r e l Estado , nin gun a ve rd adera co nex ió n se ha producid o e n la prov in cia e ntre e l cap ital y las ti e rras re fo restadas. La a use ncia de ca pi ta les, la ma rgin alid ad y e l a islami e nto de los se cto res repl a ntados, la escasa prese ncia de in ve rsores po te ncia les (pe nsa ndo e n los pequ e ños industri a les de la made ra de l este de la provinci a ), so n o tros e lem e ntos que ha n actu ado e n e l mismo se ntid o. La déb il integració n eco nómi ca de las repo bl acio nes es cie rt ame nt e reve lad o ra de su medi ocre va lo r globa l, in co nve ni e nte de fuste pa ra los que va n a he redarl as. Po r e l co ntrari o, e l ca m po apa rece libre pa ra que los futuros pl a nifi cado res pueda n decidir tra nquil a me nte e l po rve nir de l espacio refo restado. A priori , si se co nside ra n las re po bl acio nes fo res ta les directa me nte li gadas a las gra ndes obras hidrá uli cas, se puede cae r en la te ntació n de evoca r po r un lado e n su favor un ci e rto grado de integración econ ó mi ca. ¿No co ntribuye n acaso a la pro tecció n de obras qu e ha n permitid o e l desa rro ll o agríco la e industri a l de zo nas impo rtantes de la prov in cia o de las aglom e racio nes a rago nesas? Pe nsa r de ta l manera se ría o lvida r mu y pro nto la a use ncia tota l de integració n e n e l pl a no loca l y aun e l ro l desorga nizado r de l espacio que un co njunto de medid as de pl a nifi cació n ha jugado y co ntinúa juga nd o. Nosotros he mos most rado que ta les medid as fun cio naba n pa ra sa ti sfacer necesidades aje nas y geográ fi ca me nte muy a lejadas de l medio a mbi e nte en e l cua l se in scribe n. Tal es an o taci o nes dejan e ntreve r la neces idad ex iste nte, ta nto e n e l pl ano socia l como cultura l, de integrar las repobl acio nes fo res ta les e n su medi o ambi e nte inm edi ato y leja no. Si e n el mo mento de su rea li zació n est uvi e ron integradas (co n todas las restriccio nes pro pi as a o rde nami e nt os de l te rrito ri o impues tos y a las co nsecue ncias que han te nido a la rgo pl azo) , no ocurre hoy lo mi smo. Los juicios qu e he mos podido recoge r e n estos do mini os muestra n hasta la saciedacll as num e rosas diverge ncias que ex iste n e n la pe rce pci ó n de l espac io re fo restado, según se inte rro-

138


gue a rurales o urbanos, y aun a diferentes elementos de un mismo grupo social. No es fácil intentar aproximar los puntos de vista que pueden tener de este espacio los miembros de los grupos ecologistas zaragozanos, los amantes de la caza, los adeptos del pie nie dominguero o los últimos pastores. Se trata, por lo demás, de una necesidad, puesto que la calidad de tales prácticas está ligada a tal acuerdo.

4.2.

Las repoblaciones forestales: espacios yuxtapuestos

La idea que se desprende en este punto del análisis, y teniendo en cuenta las conclusiones formuladas al final de nuestra reflexión sobre el papel de la reforestación en la estructuración del espacio provincial, es que ésta forma actualmente una suma de espacios yuxtapuestos que se insertan a menudo de una manera totalmente artificial en su entorno físico y socioeconómico. Tal es el caso de las repoblaciones forestales en el dominio prepirenaico, donde es muy difícil descubrir alguna forma de integración. Aun en el caso de las repoblaciones del valle del río Guarga o de la Sierra de Aineto, a las que se les quiso hacer jugar un papel en la organización espacial de la provincia, no pasan de ser una reserva de tierras públicas, cuya utilización futura está por definirse. Escapan a la categoría de reforestaciones yuxtapuestas aquellas que se relacionan directamente con los grandes trabajos hidráulicos de la Jacetania, de la parte superior de los valles del Cinca y de la Noguera Ribagorzana. Si se tiene en cuenta el papel que estas repoblaciones juegan en el plano de la protección de las obras, y aun cuando pertenecen más a sistemas socioeconómicos exteriores que locales, pueden considerarse como parcialmente integradas, a escala provincial, si no regional. Todavía habría que precisar, y esto es válido también para la categoría precedente , que cierto número de dichas repoblaciones se encuentran en situación de fragilidad, y aun de amenaza. Ello debido a que su integración biológica ha sido siempre débil, así como también al hecho de que consisten en poblamientos monoespecíficos. Los perjuicios debidos al hielo en los pisos álgidos, los efectos de la presencia de la oruga procesionaria principalmente en las solanas, la frecuencia de incendios, se perciben sistemáticamente en los paisajes. En el mejor de los casos podrían considerarse como repoblaciones bien integradas las choperas del bajo valle del Cinca y de la Canal de Berdún; pero éstas no cubren sino algunos miles de hectáreas de los 140.000 que nosotros tratamos. Su éxito reside sin duda en una plantación más tardía, que contó con investigaciones 139


agronómicas y económicas profundas, permitiendo un verdadero cultivo especulativo sobre superficies limitadas. Es, en definitiva , la ausencia de estudios previos y, por lo tanto, de un desconocimiento de los entornos por ordenar, lo que explica la débil integración de la mayor parte de las realizaciones.

140


N

Zonas de repoblación •••••••

Sector de repoblación intensiva Choperas

+

Repoblaciones no integradas Repoblaciones amenazadas o frágiles Repoblaciones integradas parcialmente Repoblaciones bien integradas

F i g. 2 O: Diferentes niveles de integración de las repoblaciones forestales.



CONCLUSIÓN

Hace ya más de diez años, M. Daumas escribía como conclusión de su tesis: "son o rga nismos públicos o asimilados, el Patrimonio Forestal del E stado, la Confederació n Hidrográfica del E bro, la E mpresa Nacional Hidroe léctrica del Ribago rza na, cuy as intervencion es e inversiones han provocado y acelerado las mutaciones socioeco nómicas acontecidas en la región, benefici osas a nivel nacional, pero gestadoras de desequilibrios y de crisis en la montaña misma. Hubiese sido preferible y sin duda posible , superar las intervencion es sectori ales que se ignoran mutu amente en materia de reforestaci ón, de creación de infraestructuras en vías de comunicación, de equipamiento hidráulico e hidroeléctrico, para promover un ordenami ento del conjunto de la regió n más en conformidad con los intereses de las poblaciones locales. Ello habría fa cilitado la mod ernización y la intensificación de la agricultura, permitiend o a los montañeses sacar mejor partido de los trabajos, a veces grandiosos, realizados en su medio ; permitiendo aSÍ, si no impedir un éxodo inexo rable, por lo menos frenarlo a fin de evitar separaciones inútiles, acaso de prese rvar el porvenir" . Las implicaciones y las repercusiones de las acciones emprendidas en materia de reforestación durante el último medio siglo en la provincia de Huesca, permiten formul ar, al término de nuestra reflex ión , un a primera constatación perfectamente convergente con el balance establecido por M. Daumas: en ause ncia de todo esquema de ordenación territori al qu e haya realmente tom ado en cuenta la especificidad del dominio montañés, las repoblaciones forestales y sus consecuencias derivadas han contribuido a agravar las disparidades intraprovinciales y aun a acentuar los desequilibrios geográficos a escala regional. La política de reforestación, fruto de una lógica estatal ce ntralizada , concebida para responder a las necesidades de la economía nacional, o mejor aún , a las del eje del valle del Ebro, se ha aplicado, en especial a partir de los años sesenta, a

143


espacios que sufrían una muy grave crisis de su economía tradicional y por consecuencia de su demografía. Los procesos socioespaciales inducidos por esta política han sido tanto más brutales y negativos cuanto que los forestales han tendido espontáneamente a sistematizar sus intervenciones en los marcos que ofrecían un máximo de potencialidades espaciales, es decir, precisamente en aquellos donde el abandono rural ya iniciado había comenzado a debilitar el medio. El análisis de ejemplos escogidos en el Prepirineo muestra perfectamente cómo la reforestación , desde que ha entrado en acción en medios frágiles, ha desencadenado fenómenos de abandono imputables hasta entonces al mero éxodo rural. Progresivamente, la extensión del bosque se ha convertido en factor de inhibición para las escasas actividades agrícolas que subsisten y en particular para la ganadería. Hechos todos que dejan a la expectativa a los que reflexionan sobre el porvenir de estos sectores. La repoblación forestal masiva de la mitad septentrional de la provincia oscense ha contribuido por otra parte a una reestructuración del espacio provincial , por lo menos tanto como las grandes obras hidráulicas e hidroeléctricas. Por el hecho de que suponía por definición un gran consumo de tierras, pero también porque los encargados de llevarla a cabo han estado siempre justificándose, la política de reforestación ha producido un espacio forestal de mediocre valor en el Prepirineo, puesto que se componía de repoblaciones muy a menudo esqueléticas y óe vastas superficies de reserva, convertidas en saltus estériles. De este modo, han quedado disociados dos conjuntos inicialmente complementarios: la montai'ía y el piedemonte. Si el dominio prepirenaico ha terminado por encontrar su lugar, si no una vocación en el contexto regional, es como producto de una evolución negativa, a la vez para él mismo y para los otros elementos socioespaciales constitutivos de la provincia. Por no haber sabido o querido plantear otro tipo de intervenciones que las de los forestales, el Estado ha acelerado y reforzado en este dominio los procesos de desertificación y de marginalización; rehusando siempre reconocer su responsabilidad en esta evolución, ha sacado partido para acrecentar su imperio y justificar su empresa. Las diversas entonaciones que han revestido sucesivamente el discurso de los especialistas ocultan mal la lógica implacable del sistema del que constituye su producto y de la concepción del ordenamiento del territorio al cual se liga. En efecto, ya sea idealista, nacionalista y moralizador, economista o elogioso del entorno, la visión del medio que inspiraba tal discurso nunca ha tenido en cuenta la sociedad o el espacio pirenaico en su complejidad y sobre todo por sus propios habitantes. Cierto que es posible descubrir en ciertos responsables nacionales o regionales un análisis de los problemas de ordenación territorial que prefigura la 144


visión integrada, tal como algunos la recomiendan hoy en día; lo que no significa que la administración de la que aquéllos forman parte, más preocupada del control de los espacios de intervención que de su desarrollo armonioso, haya acallado muy pronto sus pareceres y proyectos. Algunas iniciativas interesantes llevadas a cabo por responsables perfectamente conocedores del medio han fracasado a la luz de un ordenamiento forestal integrado, en ausencia de un apoyo, o al menos de la comprensión de los servicios superiores. Inmediatamente a continuación del párrafo que hemos citado más arriba, M. Daumas estima que la preocupación de preservar el porvenir de la montaña aragonesa "parece manifestarse ahora por los ensayos de mejoramiento de la vida agrícola emprendidos en el valle de la Garcipollera , en el Pirineo de Jaca". En este valle no permanece hoy ningún campesino y se ha convertido, siguiendo un estricto plan forestal, en una vitrina de la que ICONA puede enorgullecerse con toda propiedad ... Este último ejemplo debe llevar a la prudencia a quien se interrogue sobre el devenir del espacio pirenaico y en primer lugar a los que acaban de tomarlo a su cargo. Toda operación de ordenación aplicada a medios montañeses particularmente frágiles no puede ser razonablemente lanzada más que al término de un recorrido que establezca un esquema agro-silvo-pastoril que tome en cuenta la evaluación de los impactos socioeconómicos y ecológicos de las opciones efectuadas. Ello consiste en plantear los problemas de ordenación territorial desde la escala local a la escala regional, según una perspectiva global, que asocie al fin, en todos los niveles de la reflexión, al conjunto de los partícipes interesados. Huelga decir que, en cualquier caso, una política forestal a corto término, dictada desde el exterior, según objetivos que no privilegiaran los intereses de la región , no tendría aquí acogida. Es indispensable que las repoblaciones forestales o la simple restauración no se disocien de los esfuerzos, aún insuficientes, que intentan mantener una trama rural mínima. Para progresar por la vía de una ordenación racional del espacio pirenaico, los responsables de la Comunidad Autónoma de Aragón cuentan -no obstante los inevitables problemas de vulgarización- con los aportes de una investigación que se ha desarrollado y diversificado considerablemente en el curso de los últimos veinte años. Si subsisten vacíos, los numerosos trabajos económicos, ecológicos, sociológicos o geográficos, por no citar otros, dan pie en adelante para una reflexión interdisciplinaria fundada en la relación Hombre-Naturaleza.

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ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro 1: Porcentaje de la superficie repoblada en cada municipio y número de municipios repoblados (provincia de Huesca) . ..................................

18

Cuadro 2: Eficacia de las repoblaciones forestales en tres años meteorológicamente diferentes. ............................................................... .... ....... ...........

69

Cuadro 3: Superficies destruidas y número de incendios entre 1977 y 1981...

78

Cuadro 4: Evolución de los efectivos vacunos y ovinos en la provincia de Huesca (número de cabezas).....................................................................

107

Cuadro 5: Balance anual medio corta/crecimiento en la provincia de Huesca yen Aragón entre 1971 y 1979. .................................................................

117

Cuadro 6: Evolución del índice de protección de los suelos en la provincia de Huesca ..................... ...................................................... .. ........................

123

Cuadro 7: Evolución del índice de protección de los suelos por comarcas .....

123

Cuadro 8: Erosión hídrica en las provincias aragonesas....................................

124

Cuadro 9: Valor de los índices utilizados en la realización de la figura 18, " Índice de desvalorización rural ".... ............ .......... ........ ............................

130

Cuadro 10: El encadenamiento de los fenómenos socioespaciales derivados de la repoblación forestal y sus efectos en la sectorización del espacio oscence: representación esquemática. ...................................................... 136

161



ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1: Índice de repoblación en cada municipio (provincia de Huesca) . 1981........................................................................

19

Figura 2: Localización de las primeras repoblaciones efectuadas entre 1910 y 1940 (provincia de Huesca)...................................................

31

Figura 3: Superficie repoblada en cada municipio entre 1950 y 1960 (provincia de Huesca)......................... ........... ... ...........................................

34

Figura 4: Superficie repoblada en cada municipio entre 1960 y 1970 (provincia de Huesca)............. .....................................................................

36

Figura 5: Superficie repoblada en cada municipio desde 1970 (provincia de Huesca) ..................................................................................

37

Figura 6: Distribución por especies de la superficie repoblada (provincia de Huesca) ..... ....... ........ ... ...... ....... ........... ... ................................

44

Figura 7: Distribución según su régimen jurídico de la superficie repoblada (provincia de Huesca). ..............................................................

44

Figura 8: Superficie media de las intervenciones por decenios y régimen jurídico (provincia de Huesca) . ........................ .......................

50

Figura 9: Distribución espacial de las repoblaciones forestales según su finalidad (provincia de Huesca) .......................... ........................

54

Figura 10: Áreas de incidencia de la oruga procesionaria (Thaumetopea pityocampa) y del Ips acuminatus (provincia de Huesca).. .......................... .. ............... ....... ........................ ......

74 163


Figura 11: Los espacios rurales en la provincia de Huesca a principios de los años cuarenta. ..... ........ ........ ....... ........ ................. .......... ...... ...... ... ...... 89 Figura 12: Las zonas de trashumancia en la provincia de Huesca hacia 1940..

92

Figura 13: Evolución de la población de 1900 a 1981 (comarcas oscenses). ....

95

Figura 14: La densidad de población de los municipios oscenses en 1940. ......

97

Figura 15: La densidad de población de los municipios oscenses en 1981. ......

99

Figura 16: Porcentaje de variación de la superficie explotada en régimen directo entre 1962 y 1982 (provincia de Huesca). ..............

103

Figura 17: Valor por pie de la madera en pesetas constantes y volumen de las cortas (provincia de Huesca). ....................................... .. ....... ... .....

115

Figura 18: Índice de desvalorización rural en la provincia de Huesca (1940-1981) ............ ...... ...... ........ .................... ............ .... .. ... .. ....

129

Figura 19: La estructura de los espacios rurales en la provincia de Huesca al comienzo de los años ochenta. ........... ...... ... ... ...... .............

134

Figura 20: Las repoblaciones forestales en la provincia de Huesca: diferentes niveles de integración . ............ ........ .. ...... ....... ......

141

164



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INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES DIPUTACION DE HUESCA

I

9 788486 856311


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