Castillos del Siglo XI en la provincia de Huesca

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Castillos del siglo XI

en la provincia de Huesca I PASEOS POR LA HISTORIA I


Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca. El largo camino


Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca. El largo camino Coordinación: equipo de redacción de Prames Textos: Adolfo Castán Sarasa Fotografías: Adolfo Castán: 7, 8, 9 ar., 10, 12, 13, 15, 17 cent. y ab., 18, 19 ar., 20 ar. y cent., 22, 23, 24, 25, 27, 28, 31, 32 ar., 33 cent., 34 cent.-ab. y ab., 35 ar. y ab., 36, 38, 39 ab., 40 ar. y cent., 42, 47; Archivo Prames: portada, 3, 6, 9 ab., 11, 14, 16, 17 ar., 19 ab., 20 ab., 21, 26, 29 ab., 30, 32 ab., 33, 34 ar. y cent.-ar., 35 cent.-ar. y cent.-ab., 37, 40 ab., 43, 44, 45, 46; Mariano Olivera: 29 ar., 39 ab. Croquis: autor Diseño, maquetación y tratamiento de imágenes: equipo gráfico de Prames Edita: Prames • Camino de los Molinos, 32 • 50015 Zaragoza www.prames.com ISBN: 978-84-8321-903-4 DL: Z 1504-2019 Impreso en Aragón (España) y en papel reciclado.

Foto portada Castillo de Montearagón

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ÍNDICE

Prólogo 5 Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca. El largo camino 7 La expansión navarra 11 Y llega el Año Mil 12 La frontera de Sancho el Mayor 14 La edad de oro de los castillos medievales: el siglo XI 15 Dos castillos de Sancho Ramírez 39 Visitando los castillos medievales oscenses 41

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I PRÓLOGO I

Hay pocos escenarios históricos tan sugerentes y evocadores como los castillos. La colección Paseos por la historia de la provincia de Huesca centra su atención, en este nuevo volumen, en los castillos oscenses del siglo XI. Son fortalezas de frontera, de unos territorios cristianos que miraban o avanzaban decididamente hacia el sur. Y son, sin duda, una parte fundamental de nuestro patrimonio, pues no solo nos hablan de guerras y conquistas, o de métodos de construcción, táctica militar o, incluso, estilos artísticos –pese a su austeridad–, sino que también nos dan ciertas claves del territorio, de su ocupación y de las vías de comunicación que lo atravesaban en el pasado, aspectos vitales para entender esos aspectos hoy en día a la hora de trabajar sobre ellos. Recordar también el atractivo inherente a estos lugares, siempre dominantes, desde donde otear el horizonte y deleitarnos con los maravillosos paisajes de cualquier rincón de nuestra provincia. El potencial turístico de nuestros castillos es enorme, más allá de contar con el castillo románico mejor conservado de Europa, el de Loarre, y este libro desea facilitar el ‘paseo’ a ese visitante sensible que, respetuoso y admirado, se acerca a conocer unos de nuestros principales monumentos. Diputación Provincial de Huesca

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I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I Castillo de Loarre

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I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca. El largo camino Los comienzos En la primavera del 711, el islam abre la puerta de la península y cruza el estrecho de Gibraltar derrotando al ejército godo en Guadalete. Hacia 714, fuerzas árabes y beréberes se internan en el valle del Ebro. Dividida la península en marcas, Saraqusta –Zaragoza– será capital de la Marca Superior, que en principio tendrá dos coras o demarcaciones, Wasqa –Huesca– y Larida –Lérida–. Se detectan discrepancias en el proceso militar. Según Al -Raci, tomada Zaragoza, las poblaciones se rinden. Al -Udri recoge un largo asedio en Huesca, siete años hasta que los resistentes la entregan. Por el lado cristiano, la Crónica Mozárabe del 754 detalla que, más allá de Zaragoza, los árabes queman ciudades, crucifican hombres y descuartizan jóvenes y lactantes. La Crónica de San Juan de la Peña manifiesta que sobrevivientes fueron reducidos a esclavitud o huyeron a lugares inaccesibles de las montañas para comenzar la resistencia. Seguimos el rastro de los hechos a través de leyendas como la de los nobles zaragozanos Voto y Félix –San Juan de la Peña– o por la arqueología: excavaciones de las cuevas Foratata y Carrasca en Paúles de Vero, o por fragmentos residuales de sigillata romana que llevaron gentes huidas pregonando tiempos difíciles – Castelillo (Jacetania), Pardina Estaún (Serrablo), La Aisuala (Sobrarbe) –. Abajo Fragmentos cerámicos procedentes

de Pardina Estaún

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Castillo de Pano, mito o historia Hasta el momento legendario, la tradición sostiene que cristianos huidos se fortificaron en el monte Pano, cerca de Jaca. Los cien de Pano – trescientos en la crónica pinatense– pudieron ser aniquilados por Abderramán I – venía de atacar Pamplona– en el año 781. Pano enraizó en el entorno de San Juan Peña, pero Loma en la Garcipollera que pudo acoger el mítico castillo de Pano nada lo atestigua. Planta de torre en Bescós Sin embargo en el valle de la Garcipollera, en lugar boscoso y montaraz entre Bescós y 0,65 m Cenarbe, perduran huellas de 27 m2 una loma dominadora y vigilante, emplazada a 1.380 m, fortalecida con torre y recinto. Con ser asombroso este esquema, impropio del área geográfica y del momento histórico, sorprenden más los Adornos personales hallazgos de armas –venablo y punta de flecha doblado por uso, puntas de flecha variadas– y ornamentales en bronce y hierro –fíbula, aguja, botón–. No hay paralelo de semejante refinamiento entre los castillos y despoblados oscenses de similar cronología. Estos materiales no nacen en ambiente medieval, son de refugiados urbanos que habían gozado de otro nivel de vida y cayeron en este recóndito valle a través de la vía del Summo Portu. Solo una adecuada intervención arqueológica resolverá el enigma y en ello estará un equipo en el verano de 2019. Y así puede que el mítico castillo de Pano, “del que ningún cristiano pudo escapar”, pase a ser historia. 8


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Castiello de Atarés, el primer baluarte A mediados del siglo IX, defendiendo las tierras del conde Galindo Aznárez I en el valle de Echo, se alzó un castellum en la zona norte y un castelillo inferiore al sur, así como un castilgón en el valle de Ansó. No hay rastro de estas fortalezas. Galindo Aznárez II (893-922) fue el primer conde aragonés que amplió territorio mediante conquista, dominando hasta la sierra de San Juan de la Peña y, por oriente, el valle del Gállego. Según la Crónica Pinatense, Galindo II levantó el castillo de Atarés entre 893-924, igualmente el de Senegüé, pobló muchas villas y fundó el monasterio de San Martín de Cercito. Una pista que parte del pueblo de Atarés (Jaca) facilita la aproximación a un otero conocido en el lugar como tozal de Castiello (904 m). Escarpado por el sur, una cortina protectora de piedra suelta al otro lado como muro de cierre y viviendas de los pobladores, que se hicieron fuertes, desparramadas en el suave collado soldado a la peña por la vertiente norte. Testigo del hábitat, cerámica de pasta clara, común a los despoblados y castillos medievales de la montaña oscense. Por restos conservados y acreditación documental, Castiello de Atarés es un viejo fortín armado en los albores del s.iglo X, por tanto, el primer baluarte que aúna vestigios e historia. Croquis del tozal de Castiello de Atarés

Cerámica de Castiello

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Otros castillos de aquel tiempo: Espuéndolas, Sorripas y Ainielle La Torraza de Espuéndolas (Jaca) es un islote cónico (1.063 m) que domina los fondos de una hondonada frente al despoblado de Espirilla, con iglesia prerrománica, hoy ermita de Santa Isabel. En ambos espacios hemos recogido cerámica clara, clavos de hierro y un colgante de hierro con morfología de ballena. La cima del otero se enrasó, posiblemente tuvo cerca perimetral de piedra y una arquitectura diferenciada e interior en la esquina norte. El tozal de Santa Cruz, en Sorripas (Sabiñánigo) es una colina –frente a Senegüé– con la cima explanada donde se observan huecos y ruinas poco esclarecedoras. Pero brotan huesos humanos apresados en tierra y cerámica clara convencional. Probablemente, estos vestigios identifican al castillo de Santa Cruz, mentado en la delimitación del patrimonio monástico de Cercito realizada por Galindo II. Cercito se construyó en el cercano barranco de Acumuer. Tozal de Castillón en Ainielle (Biescas) es un promontorio situado sobre el collado de Ainielle, a 1.520 m de altura. Conserva algunos tramos del cerco pétreo que lo protegió. En nuestra labor de prospección recogimos fragmentos cerámicos y escoria ferruginosa en el horizonte de los establecimientos medievales montañeses.

Derecha Croquis del tozal de Castillón, en Ainielle

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Arriba Ermita de Santa Isabel. Espuéndolas Abajo Colgante con figura

de ballena. Espuéndolas

Tozal de Santa Cruz

Tozal de Castillón

Collado de Ainielle desde el oeste

Explanada superior


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La expansión navarra El ensanchamiento territorial del condado aragonés fue frenado en seco por el rey navarro Sancho Garcés I, que en los años 921-924 ocupa el territorio aragonés y sus castillos, y penetra en Sobrarbe. En el año 962, un documento del monasterio de Rava revela que los dominios del rey García Sánchez I se extendían desde Pamplona hasta la ribera del Ara. Croquis de la fortificación de Pardina Estaún

Para estudiar el proceso de encastillamiento, a la luz de los datos actuales y a falta del método arqueológico, podemos referirnos con cierta fiabilidad a un sector de SerrabloSobrarbe, donde la ocupación del monarca navarro Sancho Garcés I facilitó en el primer cuarto del siglo X el levantamiento de “castillos y fortalezas” según la Crónica de San Juan de la Peña. En el camino del Guarga a Boltaña hemos detectado estos enclaves: Pardina Estaún, Castiello de Guarga, Secorún, Castellar de la Pardina de San Juan, Espierlo y Silves. En la ribera del Ara: Castiello de Muriello (Broto), Muro de Solana o del Valle, Gabarre, Castillón de Ginuábel, Aguilar y Ascaso. En el eje Nocito-sierra de Balcés: La Torraza de la pardina Torre del Portillo, Castillón de Nocito, Pardina Os Melons de Bara y San Salvador de Otín. En algunos se hicieron obras y otros son castillos naturales con amplio campo visual y fuerte pendiente como valor militar. Abajo Despoblado de Silves, al fondo Peña Montañesa

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Y llega el Año Mil La transición de milenio es traumática. En el año 999, Almanzor ataca el condado de Aragón “obligando a los cristianos a compartir las habitaciones conyugales con sus caballos”. La virulenta razzia de Abd al-Malik –1006– destruye la fortaleza sobrarbense de Abinyunas, saqueando los alrededores. En Ribagorza, devasta lugares, monasterios – Obarra– y apresa al obispo de Roda, Aimerico.

Muro

Morillo de Tou

Crismón

Aljibe de Banastón Viejo Aljibe

San Martín

Piedra suelta

Aterrazamientos 12

Iglesia

Viviendas-muralla

ca

Fortificación de Banastón Viejo superior

Fortificación de Morillo de Tou

Ro

El legado castral antiguo se limita a: defensas naturales y “muros”. Las defensas naturales –ya mencionadas–, a veces poseen muros periféricos lisos. Se ubican en altos solitarios con amplia visión, alejados de la primera línea de castros de obra sólida; a su alrededor aparece la cerámica clara y suelen dominar cursos fluviales. Castiello de Muriello (Broto) es el más norteño, en cota 1.410 m, sobrevolando el río Ara. El más meridional, la Pardina Castillón (Nocito), a orillas del Guatizalema. Los “muros” representan un paso adelante, pero desconocemos su temporalidad, ajustada entre finales del siglo X y primeras décadas del XI. No están bien definidos, pero son altos protegidos mediante barreras de piedra seca, dando consistencia excepcionales anchuras. No intercalan torres. Son modelos: Muro de Roda –los cubos actuales son del siglo XVI–, El Campanal de Morillo de Tou, el puntón de Surta, los altos de Banastón Viejo y, tal vez, los ríos de piedra de La Morería en Paúles de Vero.

Puntón de Surta


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Fortificaciones ribagorzanas

San Pedro de Cornudella de Baliera. Un poco más arriba perduran los restos del castillo

Entorno de la ermita de San Saturnino. Aguilar

Ermita

borde

San Saturnino

Ruinas

muros al Vertiente

Corrales

este con

ste en co

rtado

A ermita de San Andrés

Vertiente oe

En cuanto a defensas naturales, la fisonomía es similar, no hay “muros” y sí rasgos propios. Son ejemplo de defensas naturales: Abenozas y Aguilar. Abenozas (Graus). El barrio Alto está dominado por un “castillo” de conglomerado escarpado y roto, sin señales de obra. En la falda, iglesia de San Cristóbal (siglo XII) y, al norte, la Virgen de los Baños guarda necrópolis de tumbas antropomorfas. Aguilar (Graus). Al norte es evidente un cerro cónico de largo y sufrido acceso. Es lugar especialmente dotado para la función castrense, con bordes cortados y espectacular mirador abierto al río Ésera. Montones de ruinas rodean la ermita de San Saturnino (siglo XII). A corta distancia, resisten los despojos románicos de San Andrés. Castillo de Cornudella, Rivera de Vall (Arén). Entre las fortalezas ribagorzanas erigidas en el siglo X, solo esta puede considerarse de la época. Se agarró a una aguja caliza que llaman castillo de Moros. Acceso complejo, sin camino y, en el tramo final, bóveda de arbolado. Oponía un par de lienzos transversales, el primero de grandes bloques no trabados, para impedir el asalto. En lo más alto iglesia románica engastada en la arista. San Pedro de Bacamorta (Foradada del Toscar). Pequeño hábitat fortificado a orillas del barranco de Bacamorta, protegido por muralla lineal de piedra seca. Al lado, ruinas ermita de San Pedro.

Ruinas Crucero

Restos del castillo de Abenozas 13


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La frontera de Sancho el Mayor (h. 992-1035) Sancho el Mayor unifica los condados: Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Este rey navarro dirige en 1016-1018 una gran campaña que pondrá en sus manos las comarcas acantonados al norte de las sierras Exteriores hasta Perarrúa. El resto de Ribagorza es, al menos a partir de 1025, territorio de su reino. Y para proteger este espacio alinea fortalezas e instaura la figura del tenente. Sumando las defensas enumeradas por A. Durán y F. Galtier, estos serían los castillos de frontera en el año 1036: Agüero, Murillo, Cacabiello, Loarre, San Emeterio, Nocito, Secorún, Boltaña, Buil, Samitier, Abizanda, San Martín, Santa Liestra, Perrarrúa, Erdao, Fantova, Roda, Güel y San Esteban de Mall.

Grieta de peña Sola con restos de un castillo en Agüero

¿Construyó estos castillos Sancho el Mayor? Observando ruinas y despojos, estimamos que nunca se alzó castillo de obra en Murillo, Nocito, Secorún, Santa Liestra, Güel y San Esteban de Mall. En Agüero resta un murete de sillería distante del sillero típico. Cacabiello, puesto de 11 m2, grosera mampostería, espesor mural de 0,56 m, es observatorio de la baronía de la Peña (siglo XVI). San Emeterio, torre musulmana reconvertida en ermita. San Martín, desconocemos su ubicación. Buil, arrasado, Roda se fortalecería, pero nada perdura, y en Erdao aguanta un trozo del aljibe. Loarre, Boltaña, Samitier, Abizanda, Perrarrúa y Fantova los veremos a continuación. 14


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La edad de oro de los castillos medievales: el siglo XI El rey Ramiro I Sancho el Mayor muere en 1035, repartiendo sus dominios entre sus hijos. A García le corresponde el reino de Pamplona, a Fernando, Castilla, a Ramiro, los territorios del noroeste provincial, con línea divisoria en Matidero, y a Gonzalo, Sobrarbe y Matidero. Boltaña Ribagorza. Esta partición significa de hecho el arranque del reino aragonés, convirtiendo a Ramiro en el primer monarca al agrupar bajo su cetro las tierras septentrionales oscenses, ya que entre 1043-44 es asesinado Gonzalo en el puente de Monclús, pasando su herencia a Ramiro. Después, por pacto matrimonial, lleva su frontera este al cauce del río Noguera Ribagorzana, limex todavía vigente. Hacia 1050 se están fortificando, o lo han hecho ya, las poblaciones de la ribera del Cinca –Abizanda, Escanilla, Samitier, Monclús, Troncedo, Pano, Clamosa...– y Viello Sobrarbe –Arcusa, Los Santos, Azaba, Surta, Sarsa, Olsón, Morcat, Boltaña, Guaso... –. Por el sur se construye Marcuello y se refuerza Loarre. En 1061 lo encontramos ocupando tierras ribagorzanas, previo pacto con Ermengol III de Urgel, quien facilita la toma de Lascuarre, Laguarres, Benabarre, Luzás, Falces y Viacamp. En 1063-1064 Ramiro cerca Graus, población en la que encontró traidoramente la muerte.

Castillos de Escanilla, en primer término, y Samitier, al fondo

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El castillo de Abizanda Conjunto de torre y recinto adaptado al perímetro de un mogote calcáreo. Ha sido estudiado por numerosos autores, atraídos Torre por la fascinación de su soberbia torre, entre lo mejor del medievo peninsular. Torre de 24 m de altura, cinco plantas de entre 40/60 m2 por nivel y 2,10 m de grosor mural en el arranque. Destaca su puerta en alto, accesible en su tiempo con escalera de mano, y las encantadoras ventanas geminadas. En lo más alto, cadalso o Iglesia parapeto para defensa vertical y cobijo de arqueros. Interiormente es insólito el retrete del segundo piso, embebido en el espesor de la potente pared, pieza rara que se reitera en Loarre, Luzás y Viacamp. Son novedosas las arcadas transversales como apoyo de la última planta y la cubierta. Planta del castillo de Abizanda. Blas Estrada El recinto amurallado está incompleto, intercalaba algún cubo rectangular de poco saliente y al lienzo este se adaptó la iglesia de canon románico con cabecera semicircular. Mechinales en la zona alta del lienzo oriental nos transmiten la existencia de un paso de ronda organizado con madera, pero lo más llamativo son las decenas de aspilleras que perforan los paños este y oeste del recinto, incluido el ábside eclesial. Estrechas y alargadas trazan largos recorridos sin visión directa al exterior, a veces con giros internos y ramificaciones. 16


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¿Quién y cuándo se construye Abizanda? A nadie ha escapado que la zona baja de la torre guarda aparejo diferente, proponiendo que pertenece a un castillo musulmán –Guitart–; que es prerrománico –Esteban–; base cristiana de hacia el 990/1000 –Cabañero–; recuerdo de una fortificación gestada hacia 1023 por maestros lombardos, completando el recinto albañiles locales –Esteban, Galtier…–. Creemos que gentes cristianas comienzan una defensa unitaria de torre y recinto. La mano diferente en la torre, despiece de mayor tamaño e hiladas más irregulares, se percibe igual en el lienzo occidental. Vista exterior de la torre

Detalle del acceso

Retrete

Capilla

Planta superior con acceso al cadalso

Técnicamente los maestros canteros eran los que planificaron y realizaron el tramo bajo de la torre y la muralla occidental, ya que en esta tejen la complejísima red de aspilleras en diagonal. Probablemente, llegaron nuevos artífices, también cambió la cantera de material, pero el plan arquitectónico estaba definido. Lo culminan con resultados estéticamente espectaculares. Y ejecutan enteramente el lienzo meridional sin aspilleras. En toda la obra marcaron las juntas con la paleta. Estimamos que la función de las aspilleras es verter algún líquido inflamable susceptible de arder –grasa, pez, resina…– no tiene paralelo en la península, pero se repiten en Bellmunt, Loarre, Pano, Olsón… Creemos que Abizanda no es construcción de Sancho el Mayor, y sí de Ramiro I, de hacia 1045. Ayuda en esta datación Bellmunt. 17


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El castillo de Bellmunt El castillo de Bellmunt (Fet –Viacamp y Litera–) se emplaza en tierras del Corte de aspillera tipo árido Montsec, camuflado en la pinada meridional del pantano de 1,30 m Canelles. La punta del otero donde se asientan las construcciones es alargada en sentido esteCastillo de Bellmunt, muro con aspilleras. oeste. Los colonos que llegaron aquí a mediados del siglo XI, tutelados –se supone– por el vizconde Arnaldo Mir de Tost, levantaron una muralla adaptada a las pendientes y en forma de corona, de unos 50 m de longitud por 25 de anchura. Los paramentos, al menos los que se mantienen en pie, son lineales, no perduran rastros de cubos, y poseen 1,30 m de anchura. Hubo torre centrada, pero no se percibe la forma por hallarse derruida. En la punta este, la iglesia románica –tiene cripta– se integró en la defensa. Las piedras de Bellmunt retienen un par de detalles, uno más normal y otro sorprendente. El primero es que los albañiles repasaron las juntas con la paleta cuando el mortero estaba fresco, como en Abizanda –muralla y torre–. El rasgo extraordinario es que instalaron en la franja inferior de los paramentos un peculiar sistema defensivo basado en estrechísimas aspilleras. El conducto interno es mayoritariamente inclinado aunque en algún ejemplar es casi plano. Emergen al exterior, en algún tramo, con doble hilera y cadencia rítmica media comprendida entre 50/55 cm, como en Abizanda.

Castillo de Bellmunt

Situación del castillo de Bellmunt

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Arriba Ábside del templo y muro con aspilleras en Bellmunt

¿Quién y cuándo se construye Bellmunt? Es aceptado que no llegó a esta zona el impulso expansivo de Sancho el Mayor. Las primeras noticias las debemos al afán combativo de un legendario caballero de Tost, llamado Arnau Mir, vizconde de Ager, vasallo del conde de Urgell –Ermengol III–. Su actividad guerrera llegó hasta la Baja Ribagorza, relacionándose con los reyes Ramiro I y Sancho Ramírez. Difícilmente la fortaleza de Bellmunt pudo construirse antes de la conquista del territorio. Partiendo de esta premisa obvia, la ocupación de Arnau Mir, si se debió a él, aparejó la erección del castillo. Y la historia dice que poco

antes de 1046 Arnau Mir había ocupado Fet, San Lorenzo y castro Bellmont. En 1048 entrega a San Pedro de Ager los términos de Fet y Bellmunt. El señor de Tost propició la fábrica de otros baluartes en Pallars y Ribagorza pero ninguno incorpora semejante esquema. El precedente de Bellmunt no puede ser otro que Abizanda. Las relaciones entre Arnau y Ramiro I fueron cordiales, recibiendo del rey aragonés el feudo de los castillos de Lascuarre, Laguarres y Capella, hacia el año 1062. Bellmunt, ¿pudo conquistarlo Arnau como vasallo de Ramiro?; pero el modelo castrense es de Ramiro, similar a lo que se hacía por las mismas fechas en Abizanda.

Despoblado de Fet

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El castillo de Loarre Emblemático castillo, obra cumbre entre las fortificaciones medievales europeas. Muros y pitones de roca se abrazan en armoniosa simbiosis, causando asombro su ingenio constructivo, detalle que unido a la excelente conservación ha Torre de la Reina y , a su derecha, la torre del Homenaje propiciado su utilización como escenario cinematográfico, multiplicando el número de visitantes. Tiene Centro de Recepción, amplio aparcamiento y servicio de guías. El recinto superior es más antiguo, descollando las estructuras verticales de las torres de la Reina y del Homenaje. La torre de la Reina protegía la entrada al recinto, despuntando la galería Sector norte, con aparejo diferente en el extremo izquierdo mirador con llamativos vanos geminados. La torre del Homenaje es defensa adelantada, último reducto, tal vez donjón residencial para hábitat permanente. Eleva cinco plantas –como Abizanda– en sus 22 m de altura. En las plantas 4ª y 5ª hubo cadalsos en cada vano para defender el perímetro de los paños. En la segunda, retrete embebido en el muro y, en la tercera, algo único, hogar embutido en la pared taponado por chimenea cónica. Sancho Ramírez revitalizó la fortaleza, uniendo a su función militar un componente religioso mediante la fundación del monasterio de canónigos regulares de San Agustín. Así el lujo románico recala en Loarre en el último cuarto del siglo XI con la construcción de la fantástica iglesia de San Pedro. 20


¿Quién y cuándo se construye Loarre? Los estudios distinguen etapas: primera de 1016-1025 –Sancho el Mayor–, recinto superior; segunda de 1072-80 – Sancho Ramírez–, iglesia de San Pedro; tercera, siglo XIII, muralla exterior. Con respecto a la primera P. Araguás retrasa su inicio a partir de 1040. Todos los autores pasan de largo sobre una torre situada en el ángulo noreste –torre 6–. En la torre y su entorno, los muros son de colorido, aspecto y tamaño del despiece diferente al resto. Después se recrece la torre con sillarejo idéntico al de las torres del Homenaje y la Reina, y se ancló un cadalso de madera –restan mechinales–. Y en otra ocasión se revisten las ventanas de la torre con sillería mal cosida que porta marcas de cantero, en línea con la reforma de Sancho Ramírez. Otra cuestión es que hay dos fragmentos residuales de muralla –3 y 4 en plano– con aspilleras idénticas a las de Abizanda y Bellmunt.

Castillo de Loarre

Y un paralelo. A Ramiro I se atribuye la obra del castillo de Marcuello, único oscense que refuerza su muralla con maderos clavados, sistema que vemos en la torre del Homenaje loarrense. Así que Loarre pudo ser iniciado por Sancho el Mayor –área torre 6–, la gran obra es de Ramiro I, zona superior y muralla –muy reformada– y el artífice de la opulencia románica, Sancho Ramírez –sin discusión–. Pensamos que tiene que ser posterior a Abizanda, por tanto a partir de 1045.

Planta baja del castillo de Loarre

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El castillo de Marcuello Fortificación apoyada sobre un mirador abierto a infinidad de horizontes entre la Sotonera y el Gállego. Compuesta por torre centrada y recinto amurallado. De éste queda trozos del lienzo norte, la alineación del occidental y un poco del oriental, conformando un rectángulo de 25 x 30 m. Poderosa torre rectangular, de 11 x 8,90 m de medidas externas, muros de 1,50-1,70 m de espesor y unos 45 m2 de superficie útil. Es razonable que en planta baja acogiera un aljibe, por el hundimiento todavía perceptible en el centro. En altura ascendían cuatro pisos apoyados en retranqueos, con forjados de madera. En el tercero y cuarto, cadalsos combinados defendían el perímetro. El proceso constructivo de la muralla, al menos en la esquina noroccidental, es de alto interés ya que utilizó en el corazón del muro un sistema de traba que encadenó los paramentos norte y oeste mediante vigas de madera, amarrando las puntas con clavos de hierro. En el seno del muro pueden verse cajas de vigas desaparecidas y piezas lígneas apoyadas una sobre otra y con el clavo introducido. El sistema trataba de fortalecer la estructura, creando un cuerpo único más resistente a los desplomes. Es obra homogénea alzada por Ramiro I que en 1057 se encontraba aquí otorgando un documento.

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Torre de Marcuello

Iglesia y castillo de Marcuello

Muralla de Marcuello, reforzada internamente con trama lígnea


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Otros castillos de la época, sector del Cinca Samitier (La Fueva)

Samitier Planta

Aljibe

Singular conjunto religioso militar compuesto por torre, recinto, iglesia basilical con cripta y torre óptica alejada al sur. Por la trascendencia de sus elementos castrenses, la monumentalidad del templo y los escalofriantes riscos que lo elevan hacia el cielo, es uno de los parajes encastillados sobresalientes de la provincia. Para ubicar el conjunto se buscó una estrecha y afilada cresta calcárea cortada al norte y este por colosales acantilados y, en función de la topografía, se colocó la torre al norte, breve muralla protegiendo el costado oeste y la iglesia cerrando al sur, con función religioso-militar. El primer documento que lo referencia es de 1055 y el primer tenente, Lope Garcés (1060-83). Los maestros que diseñaron la construcción planearon torre rectangular y cuando llevaban 2-3 m de la pared occidental modificaron el trazado, convirtiéndola en hexagonal. La zona baja se hilvanó con sillarejo por hiladas y arriba mampostería menuda cogida con mucha argamasa, transformada ficticiamente en sillarejo rectangular alargado y estrecho, que era la moda imperante, marcando las juntas. Aljibe en la planta baja. La puerta de ingreso al conjunto se colocó en altura, en la pared meridional del templo. Cronología muy próxima a Abizanda, por tanto hacia 1045-1050.

Iglesia Iglesia de Samitier 23


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Castillo de Boltaña El castillo trepa hasta la cima de la colina donde se escalona la población. Lo componen torre y recinto, con muros de sillarejo estrecho, cercano al de Abizanda, en el que repasaron las juntas –puerta, aspillera del este y muros interiores de la cisterna–. El espesor varía entre 1,60-1,90 m para el recinto. Torre y recinto se amoldan al perímetro del peñasco, cercando unos Detalles de la puerta y vano aspillerado 660 m2. En la cortina este se tendió un paso de ronda lígneo semejante al de Abizanda. La puerta de entrada posee arco doblado como Loarre y Abizanda. En la punta norte se ajustó la torre hexagonal y en su interior acoplaron el aljibe cubierto con bóveda. Es parecido al de Olsón. Según Esteban, el castillo es consecuencia de dos fases. Hacia 1017 se elevaría la torre y tramos iniciales de muralla del este y oeste, y entre 1045-1060 se amplía el tramo de la puerta y paramento sur. P. Araguás da un abanico comprendido entre 1040-1070. Es obra realizada íntegramente por las mismas manos. No posee la calidad técnica de la torre de Abizanda, pero ambos son los únicos castillos de Sobrarbe con amplio cerramiento y rasgos decorativos comunes. El hecho de que no disponga de aspilleras tipo Abizanda y que la puerta abra a ras de suelo tal vez explica su alejamiento del riesgo de primera línea. Por tanto ha de ser más tardío que Abizanda: ¿1050-1055? Restos del castillo de Boltaña

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Torre de Escanilla

Torre pentagonal de Escanilla, plantas

Planta baja

Planta 1

Vista oeste, con el lienzo desaparecido

La torre de Escanilla Fue levantada por gentes que vivían entre la ermita de la Virgen y la plataforma del castro, donde construyeron la parroquial de San Juan y enterraron a sus muertos –necrópolis–. En la falda se recoge cerámica clara y escoria ferruginosa. Su contorno es pentagonal irregular, bien ensamblado al brote calcáreo que la sustenta. Está articulada con sillarejo asentado en hiladas homogéneas de diferente altura, mayores en la zona baja. La torre ha perdido el paño oeste y parcialmente el revestimiento en la base del lienzo este. En ambos desconches se aprecia una construcción previa que inclusive fue enfoscada. Tal vez se trató de armar un sólido basamento, pues no se abrieron vanos que indiquen otra funcionalidad, o revela la reconstrucción de una torre anterior, forrando los antiguos muros con sillarejo. El acceso se abría en el paramento norte sobre un espolón calizo que acogió el aljibe. Un par de metros por encima del peñasco estaba la puerta. Es posible que este espolón se protegiera con muretes a los lados, pues por el canto oeste se estira un fragmento de muralla que nace en el torreón. La puerta daba paso a la planta defensiva donde instalaron aspilleras. Alineada con Abizanda y Samitier, sobre la orilla del Cinca, podría ser un poquito más tardía, dentro de la década 1050-1060. 25


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Castillo de Troncedo

Torre desde el interior del recinto

Planta

Vista del torreón en el conjunto urbano

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Presenta la forma común del Cinca, torre haciendo esquina en la punta oriental y recinto desplazado a poniente siguiendo un escarpe. Torre de gran alzada y externamente pentagonal, por dentro cuadrilátera. Sin embargo debió de ser también pentagonal pues guarda testimonio a la altura del primer piso. Interiormente crea unos 64 m2 de superficie útil por planta –tenía tres–, la mayor de las torres oscenses, al abrigo de muros cuando menos de 1,96 m de espesor. Es entretenido ojear el aparejo externo, amoldado a las irregularidades del soporte rocoso. En la parte baja hay piezas variadas, alguna sobrepasa el metro. Hacia arriba es más uniforme, acoplando sillarejo estrecho y alargado, más o menos regularizado por hiladas. Asombra la rudeza del interior por superponer mampuestos menudos creando una imagen indolente. Al igual que en Abizanda y Samitier, subsisten juntas rayadas por los albañiles. El recinto fue zurcido al labio de un resalte, pero es poco lo que resta de muralla –unos 30 m–. En medio de la cortina, cubo rectangular escasamente denotado del muro, fórmula vigente en Abizanda y Pano. Aunque Troncedo se cita en 1035, en la división territorial de Sancho el Mayor, el primer tenente fue Galín Blasco en 1062. En consonancia con las defensas del Cinca pudo ser alzado en la década 1050-1060.


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Castillo de Pano

Aparejo

Se encarama en la cresta montañosa que divide las cuencas de los ríos Ésera y Cinca, un lugar estratégico entre Graus y La Fueva. La superficie fortificada se acopla a un saliente calizo de unos 30 x 18 m, compuesta por torre y recinto. La torre es circular, de 3,08 m de diámetro interno y 2,45 m de grosor mural que proporcionan 7,40 m2 útiles, conservando unos 8 m de altura. Protegía el costado occidental de la fortaleza. El recinto amurallado se ceñía al borde del tozal, reforzado con cuatro contrafuertes a modo de cubos rectangulares de poco saliente, recordando vagamente a los cubos de Abizanda y Troncedo. Las únicas aberturas son dos orificios por lienzo y cuatro en el cubo intermedio más largo; salen muy bajas y tras larguísimo recorrido intramural, funcionando como las aspilleras de Abizanda, Loarre… Los aparejos de torre y muralla son iguales: sillarejo grande en las hiladas inferiores y más pequeño arriba, afianzado por hiladas El resultado es típico de los primeros baluartes medievales cristianos. Torre y recinto no conectan, dando la impresión de que los lienzos estaban en pie cuando se injertó la torre sin trabar con el paño. Sus comienzos son confusos, pues aunque se construye a mediados del siglo XI, hasta 1130 no conocemos el nombre de un tenente: Berenguer Mir.

Torre

Conjunto defensivo de Pano

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Otros castillos sobrarbenses del siglo XI Buil Su fortaleza –arrasada– se clavó en la cima de un montículo que enlaza visualmente todo Sobrarbe. Tenía jefe militar en 1017, Guifredo Gómez, designado en tiempos de Sancho el Mayor. Buil

Arcusa

Azaba

Arcusa, Sarsa de Surta y Azaba, torres pentagonales La de Arcusa con puerta en alto y, en el piso superior, arranques de arcos como soporte. Solo los vemos aquí y en Abizanda. La de Sarsa fue dinamitada. Ostentó cadalso corrido como Abizanda. En Azaba (Almazorre) sobrevive solo el arranque. Cronológicamente hay que situar esas torres, como Los Santos, hacia 1050-1060 con referente en la toma de Alquézar (1064).

Guaso y Morcat, torres rectangulares

Morcat

En Guaso se adivina el basamento, con medidas aproximadas a Abizanda. En Morcat medía 7,80 x 5,80 m. Contó con muro externo de protección y pudo activarse hacia 1020-1030, con el señor Ato Garcianis.

Olsón Quedan fragmentos de muros, aljibe abovedado, idéntico al de Boltaña, y en el lienzo occidental, aspilleras tipo Abizanda.

Torreciudad

Torreciudad 28

Torre circular de tres plantas y pequeño recinto envolvente. El diámetro interior llega a 2,76 m, creando un hueco de 6 m2. Espesor mural de 1,90 m. Las juntas se repasaron con paleta. En 1066 se cita al senyor Ato Galíndez como tenente. Debió de alzarse poco antes, como avanzada del territorio.


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Castillos de Ribagorza Fantova Subió a un pedestal de 100 x 30 m, defendido por escarpes y muralla continua. En la plataforma armonizan el templo de Santa Cecilia con el ábside primigenio formando parte de la muralla, necrópolis de tumbas antropomorfas excavadas y la torre circular en el centro del cerro, manifestando su solidez a los habitantes del valle. Era importante la confianza. Tiene un diámetro interior de 4,55 m y espesor mural de 2,30 m. Puerta en altura con arco doblado de estirpe lombarda. Cubrieron el piso de la puerta Iglesia de Santa Cecilia con bóveda de arista, caso único en la provincia. Después, una escalera intramural, también excepcional, ya que solo aparece en el Salto de Roldán; asciende al piso superior, con siete grandes vanos protegidos mediante cadalsos de madera para defensa vertical. Según Esteban, la torre fue alzada por maestros lombardos y estaba construida en 1015, cuando al recinto se le llama Palacio y a la torre Parietes Altas. Añade que la muralla difiere de la torre, pero suponiéndolas cronológicamente contemporáneas. Creemos que todo es uniforme y de una mano, eso transmite el aparejo de torre y muralla. Por otro lado, el ábside del templo de Santa Cecilia tiene juntas marcadas y por la entrada en codo deslizan unas pocas aspilleras vinculadas al modelo de Abizanda. Por tanto este conjunto no ha de ser anterior a 1045.

Conjunto de Fantova

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Castillo de Petra Rúbea –Perarrúa–

Cementerio

Abadía Entrada

Planta del castillo de Perarrúa

El Mon de Perarrúa

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Iglesia

Hace equilibrios en terrero abarquillado que cruza el cielo 200 m por encima del río Ésera. Es una península terrosa de 55 m de longitud por 22 m de ancho máximo en la esquina sur. En la opuesta, en el istmo que le une a la falda montañosa, se hincó la torre cerrando así el angosto paso hacia el recinto amurallado, deshecho en las reformas del siglo XVI, que colocaron en la cima iglesia, abadía y cementerio. El espacio superior siguió cerrado con entrada por el costado de poniente, donde una puerta franqueaba el paso. Acceso actual por el lado de la torre. De época medieval subsisten tramos cortos y desperdigados de los lienzos y la desguazada – rehabilitada– torre septentrional, gigante y espectacular, con perfil ligeramente cónico y planta que parece circular, pero, al quedar solo la mitad, no es claro su dibujo. Tiene entre 2,82-3,10 m de espesor en el muro este, 3,50 m de radio interno y 38 m2 de superficie útil, con diferencia la mayor de las de planta redondeada. Está condimentada con aparejo variado, menos fino que Abizanda o Loarre. Superpone tres plantas y en la tercera mantiene un retrete incrustado en el poderoso muro. Su referencia documental puede ser del año1020, cuando el rey Sancho el Mayor se afianza en la zona. Conocemos la nómina de tenentes desde 1049 a 1137, iniciándose con Juniero Jozfred. Obra de mediado el siglo XI.


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Castillo de Luzás El castillo, de recinto y torre, llena un tozal aplanado que estuvo protegido por muralla. Mide unos 70 m de longitud por 30 m de ancho en el sector central, donde está la torre. Se conserva testimonio de esta barrera en las esquinas del lienzo oeste, protegidas por torres circulares cuyos aparejos son semejantes a los de la torre interior. La gigantesca torre se eleva unos 25 m, forjada con sillarejo estrecho y alargado, semejante a los de Abizanda. Las juntas se repasaron con paleta. En el arranque, los muros llegan a medir 2,252,48 m de espesor, cercando unos 17,6 m2 de espacio útil. Por fuera es de planta rectangular, en tanto que al interior tiende a cuadrada. En su alzado almacena seis pisos apoyados en retranqueos, vigas de madera y ménsulas. La tercera planta aloja el retrete y la puerta, abierta al norte con arco de medio punto doblado.

Iglesia y torre del castillo

Torre de Luzás, planta tercera que integra el retrete Retrete

Torre de Luzás

El cuarto y el quinto piso abren numerosos vanos, los esquinados con esviaje. En este último se acopló una hornacina-capilla al este. La mayor parte de estos vanos salían al cadalso de madera que, combinado entre ambas plantas, cubría la defensa integral de los paños. Arriba estaba la falsa, con galería de ventanas adinteladas para vigilar el territorio. El primer tenente conocido fue Jimeno Fortuñones desde 1045 a 1062, términos que pueden acotar su fecha de construcción.

Interior de la torre

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Castillo de Falces (Tolva) Espectacular ubicación en lugar escabroso, escondido y fantástico que conserva la imagen del tiempo que lo engendró. Excepcionalmente compuesto por dos recintos e iglesia. El recinto inferior es una gigantesca barrera de unos 70 m de longitud. Un poquito más arriba, se va desintegrando la iglesia románica Castillo de Falces de los santos Justo y Pastor. El recinto superior se adhiere a la cresta y es de trazado irregular. En un extremo está la torre principal, ligada a un lienzo que a mitad del recorrido cambia de dirección para encontrarse con medio cubo. Esta cortina parece originaria en su tercio inferior; recrecida con material y estilo diferente. Paralelo al tramo oriental de la muralla hay un muro que cerraba el recinto primigenio por el sur, con aparejo afín al de la torre. A naciente del medio cubo surge otra pared de mampostería, quizá del siglo XVI. La torre es cilíndrica, de 3,07 m de diámetro interno, 2,25 m de grosor y unos 15 m de altura, organizada con sillarejo. Toda la superficie interna posee las juntas repasadas. El segundo piso es el de la puerta, cubierta con arco rebajado; el piso superior distribuye una corona de vanos para acceder a cadalsos individualizados. Tiene partida de nacimiento, pues en 1062 Ramiro I encargó a Agila de Falces y a sus hermanos edificar un castillo y poblar el término.

Conjunto de Falces

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Castillo de Viacamp Conjunto formado por torre, muralla e iglesia, engastado a un cerro de contorno roto. La torre se yergue en el centro de la plataforma y es redonda. Esbelta y poderosa, mide 4,60 m de diámetro interno y tiene unos 17 m2 de superficie útil entre muros de 2,80 m de espesor. Se edificó con sillarejo que cambia de tamaño, textura y color a lo largo de la superficie. Arriba, en la zona de ventanas, el aparejo está peor acabado, la piedra es más estrecha y se cuelan mampuestos tal cual. Distribuida en cuatro pisos, el primero apoyado en vigas de madera, el segundo retranqueado. Allí abría la puerta bajo arco y una estancia cobijada en el espesor del muro servía de retrete.

Capilla embebida en el muro de la torre

La cuarta planta despliega siete ventanas que daban paso a cadalsos individuales. En medio de estos vanos hay un nicho semicircular cubierto con cuarto de esfera que hizo de capilla. La muralla es lineal y puede que tuviera un cubo poco saliente en el ángulo noreste. Su perímetro mide aproximadamente 175 m, articulado con sillarejo y mampostería. En realidad, el perímetro es mayor, pues la barrera es larguísima, prolongándose a poniente de la iglesia con tramos de aparejo idéntico al de la torre, no dejando dudas sobre su vinculación al mismo tiempo. La muralla, una de las más extensas del Alto Aragón, necesita topografía detallada. 33


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Vista de Montañana desde la ermita de San Juan y pinturas góticas de su interior

Montañana

Torre del siglo XI antes del derrumbe

Después del derrumbe

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Apacible y evocador, el casco urbano de Montañana, fundido en fantástica escenografía, guarda celosamente el recuerdo de dos épocas históricas que marcaron su tejido urbano, rigurosamente adaptado a un suelo escaso, irregular y en pendiente. Topografía áspera y razones medievales subieron a la punta del cerro septentrional una magnífica torre a mediados del siglo XI. Tiempo después, con la tranquilidad de una frontera distante, levantaron a su lado el espléndido templo románico de Nuestra Señora de Baldós. Y abajo, en el río, la ermita de San Juan. Si en el Medievo comenzó la aventura de la vida, fue el siglo XVI el que propició su peculiar fisonomía: dos torres frente a frente –la inferior y “la Cárcel” intermedia–, una barrera de piedra cortando el paso a media ladera, un puente para evitar la fogosidad del torrente y sobrias viviendas de mampostería. Generaciones distanciadas plantaron dos torres circulares, una por barrio. La superior de mediado el siglo XI, la de abajo, del XVI. La torre medieval con espesor mural de 2,26 m, radio interno de 2,20 m y 15 m2 de superficie hueca. Levantó cuatro pisos y, como es costumbre, en el segundo abría la puerta. Al siglo XX llegó arruinada, resistía la mitad, pero derrumbes encadenados la han ido mermando.


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Otros castillos ribagorzanos Morillo de Liena. La ermita de San

Martín se agarra a un peñasco de flancos abruptos. En el vértice perdura la raíz de una torre circular y ante su cilindro se dejan notar muros que la protegieron en el siglo XI.

Morillo de Liena desde el castillo de San Martín

Monesma. Las ruinas de una torre de trazado atípico y su recinto se mueren sobre una loma cercana a la aldea de Puyol. La torre es de planta mixta, tres paños rectos y el cuarto semicircular –29 m2 de superficie–. La fecha de 1050-1060 para su erección coincide con la primera cita histórica. Arén. En el dorso de la Roca veremos

Arén

muros de dos castillos de los siglos XI-XII, el primero formalizado con torre, aljibe y barrera. El segundo más abajo, amojonado por la puerta de una iglesia. Aunque el año 823 se documenta “castro Arinio”, ninguno responde a esa cronología.

Chiriveta o Mongay. Es posición

estratégica, dominadora del Noguera. Constaba de recinto, torre y probable foso. La torre (siglo XI) es circular, con 3,45 m de diámetro interno, 2,20 m de espesor mural y 9 m2 de superficie útil en el piso bajo.

Chiriveta

Laguarres. Basamento de una torre

circular de 8,55 m de diámetro externo, espesor mural de unos 2 m y 2,20 m de radio interior, o sea unos 15 m2 de espacio hueco. Se alzó hacia 1060, registrándose en 1062 la tenencia de Gifred Salla.

Laguarres 35


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Al abrigo de la roca: San Martín de Capella Capella es localidad posada en el valle del Isábena. De allí sale una pista que acerca a los abrigos de San Martín. Su verdadera imagen hasta hace muy poco ha permanecido escondida bajo ropaje verde. Lo han limpiado, produciéndose un hallazgo sorprendente: arquitecturas de un castillo medieval. Sobre ellas se construyó importante templo románico con pavimento tipo Alaón. A occidente de la iglesia, largo abrigo de 90 m de longitud que reúne al amparo de su visera cuatro estancias. En la segunda veremos grabados medievales y en la postrera, muro de tapial al gusto musulmán. En cuanto a la fortificación es nítida la diferenciación de aparejo –sillarejo– con la iglesia que monta encima –sillar–. Aunque el castro no se acabó, el resultado es seductor, fantástico. Estamos en la entrada hacia algo escondido detrás… En el tramo izquierdo –arco en la base– se culminó el lienzo con red de aspilleras, en el centro se había iniciado la segunda planta con la entrada en alto –ahora cegada– y a continuación se planteó una torre angular ataludada. Limpiando el pie externo de la muralla, han aparecido dos magníficas puntas de flecha que confirman la función militar. Probablemente estas piedras lloraron la muerte del rey Ramiro I, desde aquí se ve Graus. Y quizás esa pérdida supuso el abandono temporal del San Martín inacabado. Templo románico desde la zona del aljibe

Punta de flecha hallada bajo el lienzo de muralla

Conjunto rupestre 36


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En el filo de una cresta: Finestras La población de Finestras, municipio ViacampLitera, se imbrica en la raya fronteriza con la provincia de Lérida. Solo se puede llegar a pie a esta fortaleza enganchada a lo imposible. Está soldada por ambos costados a la dorsal pétrea que le sirve de soporte, comunicándose a través de una muesca natural a modo de puerta. La estancia situada al norte tiende al rectángulo. Mayor desarrollo alcanza la plataforma aprovechada al sur de la formación rocosa, sin otro paso desde el norte que la muesca reseñada. Gruesos muros de 1,95 m de espesor y unos 3 m de altura, conforman potente barrera al sur y oeste, revistiendo accidentadas laderas. En el paño Ubicación en las Murallas de Finestras sur se incrusta la iglesuela románica, que refuerza la muralla, y una puerta baja techada con irregular bóveda rebajada, puerta de comunicación incómoda por asomarse al pronunciado declive. De todas formas pudo ser el camino normal hacia Finestras, a través de vertiginosos peldaños rocosos. Es difícil intuir los espacios cerrados acogidos por el recinto. Al menos hubo uno pegado a la solana del paredón divisorio, pues una hilera de mechinales lo evidencia. El castillo de Finestras debió de ser construido a mediados del siglo XI, figurando entre las conquistas de Arnau Mir de Tost. Planta del castillo medieval de Finestras e interior de la nave de la ermita románica de San Vicente, en ruinas

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De aparejos y juntas marcadas Muros de torres y murallas se aparejaron con sillarejo alargado y estrecho formateado a martillo, trabajándose las caras interna y externa mientras el núcleo se rellena de cascotes y argamasa, constituyendo la masa principal del paño. Se colocaban a soga, pero sorprenden gratamente hiladas atizonadas creando fajas a contrahebra, lajas de canto y numerosas irregularidades a pesar de la tendencia a tongadas horizontales. La sillería asoma en castillos más tardíos: Salto de Roldán, Montearagón, Artasona del Llano, Ayerbe, reformas de Loarre... Mampuestos trenzan paramentos en Los Santos, Chiriveta, Finestras, Monesma, Samitier y Troncedo. Arriba Detalle de la mampostería del interior de la torre

de Troncedo y, abajo, sillarejo de la muralla de Fantova Abajo izquierda Juntas marcadas a bisel en los castillos de Viacamp, Montearagón y Salto de Roldán

En la zona baja de los edificios suelen disponerse piezas de mayor tamaño, superando algunas el metro de longitud. El sillarejo nunca porta marcas. Los canteros, a partir del último tercio del siglo XI, firmaron en los sillares de Artasona, reforma –Sancho Ramírez– de Loarre y algunos lienzos del castillo de Montearagón. Finalmente, los albañiles medievales repasaron las juntas con un objeto puntiagudo o con la paleta. Vemos estas líneas incisas o achaflanadas en el recinto y torre de Abizanda, Bellmunt, Loarre, Los Santos, Boltaña, Luzás, Montearagón, Samitier, Salto de Roldán, Torreciudad y Troncedo, pauta que incorporará el románico rural jacetano. 38


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Dos castillos de Sancho Ramírez Montearagón Objetivo prioritario de la política militar de Sancho Ramírez fue conquistar Huesca. Para ello logró establecer entre 1086-1087 una avanzadilla en el otero de Montearagón, fortificándolo y consolidando una base segura, amenaza constante para la ciudad musulmana. En Montearagón conviven tres unidades arquitectónicas diferenciables por el aparejo de los paramentos: sector comprendido entre la torre albarrana e iglesia por el este, iglesia y torre del Homenaje y costado occidental. Iglesia y torre del Homenaje. La iglesia es Torre albarrana de Montearagón volumen independiente, desconectado de la muralla. En este tramo los canteros marcaron las juntas, hecho que no se plasmó en ninguna otra parte del castillo, pero lo vemos en Loarre y Salto de Roldán. Sector torre albarrana-iglesia por el este. En la torre albarrana y sector colindante la sillería es regular hasta el encuentro con la cabecera del templo. Costado occidental. Va desde la torre pentagonal a la esquina meridional. La característica común es que lienzos y torres acogen piezas con signos de cantero. El castillo de Montearagón es fundación cristiana, pero su fábrica no es unitaria. La iglesia y torre Homenaje son lo más antiguos (fines siglo XI), seguidas de la torre albarrana y paños del este, y finalmente, la torre pentagonal y pantalla occidental, obra del siglo XII. Vista aérea del recinto

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El Salto de Roldán Por el cronista al Razi sabemos que hubo allí “dos castillos excelentes, el de Sen y el de Man”. Tras alternancias de poder, Sancho Ramírez lo conquista hacia 1090, iniciando las obras que ahora vemos. El conjunto militar de Peña Sen, aunque no se llegó a terminar, es uno Iglesia de la zona alta de los más completos que nos ha legado el Medievo: torre de acceso, gran torre superior, aljibes, dos templos románicos y apuntes de viviendas. La torre superior es parte activa en la imagen del monolito. Paramentos de cuidada sillería dieron volumen a la planta baja que acogería el aljibe, al que se bajaría por escalera intramuros. Crismón en la iglesia baja Pero las obras se interrumpieron, la puerta en altura ya estaba marcada al nivel del primer piso y el aljibe –45 m2 de superficie– no se llegó a cerrar con la bóveda ya iniciada. Abandonada la fábrica de la torre se buscó otro lugar para guardar agua. Los nuevos depósitos se ajustaron al norte, bajo una visera rocosa, y uno de ellos se impermeabilizó con mortero hidráulico de coloración rojiza como en Castro (10801083), Sabayés (1087-1094) o Novales (1097-1103). Queda poco margen entre la conquista del Salto de Roldán-Sabayés (1090-1094) y la toma de Huesca (1096). Por este motivo el castro del Salto de Roldán es abandonado apenas iniciado, la frontera va hacia el sur y no tiene sentido acabar una fortaleza ya inútil. Salto de Roldán

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Visitando los castillos medievales oscenses

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I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Sobrarbe Es la comarca oscense que atesora mayor número de fortalezas medievales y Boltaña, magnífico punto de partida para iniciar un circuito por ellas.

Boltaña. Acceso a pie desde la plaza

mayor de la localidad. Caminaremos por fácil senda durante 20 min. Castillo consolidado, está abierto y posee paneles informativos.

Samitier. Desde la población, pista

que precisa todoterreno. Acceso a pie 30-45 min. Conjunto rehabilitado de visita libre. Excepcional mirador sobre el embalse de Mediano.

Escanilla. La comunicación con su torre es doble: bien andando desde Escanilla, 45 min a pie por sendero irregular, o bien desde la pista –requiere todoterreno– que lleva a la Virgen del Monte –10 min a pie–. Junto a la torre se alza la ermita de San Juan. Arcusa. Torre ubicada en el barrio de la Villa. Dejamos el vehículo y caminamos 5 min. Se mantiene en aceptable estado por la solidez de los muros.

Olsón. Pocos restos –aljibe y trozos de lienzo– pegados a la monumental parroquial (siglo XVI).

Abizanda. Evocador paseo desde

la plaza. Torre rehabilitada que acoge exposiciones temporales. Muralla parcialmente consolidada. Paneles informativos. Teléfono de contacto e información: oficina de turismo (974 300 372) o Ayuntamiento (974 300 326; solo jueves y viernes por la mañana). Mail: museoabizanda@outlook.es. En la población, Museo de Religiosidad Popular y Casa de los Títeres.

Torreciudad. Junto a la ermita de la Virgen, en el complejo religioso. Perdura media torre en espacio abierto.

Pano. Acceso por pista que parte del km 10 de la carretera Graus-Tierrantona, junto a la Virgen de la Collada. 870 m de buena pista llevan al pie de la fortificación. Al lado, iglesia y restos del poblado. Conjunto abierto. Troncedo. Torre de libre visita en la

población.

Morillo de Monclús. Torre bastante arruinada tras la iglesia local.

Arcusa 42


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Muro de Roda. Visita imprescindible. Acceso desde Tierrantona por pista normalmente adecuada para todo tipo de vehículos. Muro corrido medieval de mampostería (siglos X-XI) que en el XVI agregó cubos. Ermita de San Bartolomé (siglo XI), La Asunción (siglos XI-XVI) y Santa Bárbara (siglo XVI).

Muro de Roda

Aínsa Boltaña

Muro de Roda

Tierrantona Morillo de Monclús

Arcusa Samitier

Olsón

Troncedo Escanilla Pano

Abizanda

Torreciudad El Grado

Graus 43


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

La Ribagorza

El Mon de Perarrúa

Como entidad referencial proponemos Graus para conocer los valles del Ésera e Isábena.

Perrarrúa. Comunicación por pista asfaltada que desde esta localidad lleva al caserío de El Mon. Un desvío señalizado conduce al pie de la fortaleza, con explanación para aparcar. Torre rehabilitada visitable por cómoda pasarela. Fantova. Desde La Puebla de Fantova, no debemos perdernos su casco urbano con dos casas torreadas del siglo XVI, sale una regular pista asfaltada que lleva al valle del Isábena. Aparcaremos en la deshabitada casa Turmo –a 4,8 km–. Y un sendero nos acercará a la fortaleza –10 minutos–. Muralla incompleta que se puede recorrer por el este, hasta la cabecera del templo. Torre rehabilitada con escalera de nueva ejecución. Se puede subir hasta el piso alto, pues está abierta. Paneles informativos. Llave para ver la iglesia de Santa Cecilia guardada en La Puebla de Fantova. Capella. Aproximación al castillo de

San Martín por buena pista sin asfaltar que derrama de la carretera, junto a unas naves industriales. A 1,3 km veremos a la izquierda del camino el depósito 44

Torre de Fantova

de agua. Dejaremos el vehículo y, por sendero que sale a la derecha de la pista, ascenderemos a su monumentalidad en 30 min. Al costado del sendero, ruinas románicas de la ermita de Santa Eulalia. A la vuelta, parad en el fantástico puente.

Laguarres. Llegaremos a la torre por la carretera que desde el valle del Isábena traslada a Benabarre. Un desvío deja en el complejo de antenas, donde está el castillo.


I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Monesma. Comunicado por la

carretera que desde el valle del Isábena lleva a Monesma y Puyol. Desde esta pequeña entidad caminaremos 15 min hasta los restos de la construcción.

Viacamp. Fortificación sobre las casas del pueblo. Torre rehabilitada y preparada para visitar. Paneles informativos.

Luzás. Castro en el propio pueblo con

la torre rehabilitada, sin acceso al interior. Paneles informativos.

Montañana. Sencillo y grato paseo desde la parte baja del pueblo hasta la parroquial medieval, a cuyo lado se alza lo que resta de la torre. Capitel de la portada de la ermita de San Juan. Montañana

A Benasque A Aínsa

A Montanuy

Perarrúa La Puebla de Fantoba Graus

Capella

Laguarres

Luzás

Benabarre

Monesma

Montañana

Viacamp

A Barbastro

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I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Hoya de Huesca-Somontano

Castillo y colegiata de Santa María. Alquézar

Huesca es ciudad de paso hacia la mayoría de las fortalezas medievales somontanas.

Ayerbe. Un altozano a poniente de la

población acoge los restos de “Los Muros”, castillo de fines del siglo XI. Subir a ellos lleva unos 15 min.

Sarsamarcuello. Desde esta entidad sube una buena pista, transitable por cualquier vehículo, que conduce al castillo de Marcuello. A su lado, dos templos románicos. Loarre. Toda alabanza se queda

corta. Carretera hasta el castillo y gran aparcamiento gratuito. Centro de Recepción con amplios servicios. Visitas guiadas. info@castillodeloarre.es.

Castillo e iglesia de los muros. Ayerbe

Salto de Roldán. Carretera muy estrecha desde la entrada a Santa Eulalia la Menor hasta la base norte de los monolitos. Espacio de alto valor paisajístico y monumental. Observación de aves. Para subir al castillo de Sen o Peña San Miguel es necesario caminar 15 min y ascender una pared vertical por escaleras metálicas y grandes clavijas de hierro. No son difíciles, no se conocen accidentes, pero cada visitante debe valorar el riesgo. Puede ser útil una cuerda para hacer seguridad. En la cima, vista sublime. Quicena. Carretera desde esta localidad hasta el castillo de Montearagón. Visita libre, sólo permanece cerrada la iglesia. Paneles informativos. Santa Eulalia la Mayor.

Dejaremos el vehículo franqueadas las últimas casas del pueblo. Paseo de 5 minutos hasta la torre –rehabilitada–. Panel informativo.

Antillón. La muralla y torres de Antillón seguramente sobrepasan el siglo XI, pero el recinto defensivo se conserva con rigurosa integridad, por tanto merece la pena su visita. Paneles informativos. 46


A lq ué za r

Sa nt aE ul al La ia ba la ta M ay or

de lR ol M dá on n te ar ag ón

Sa lto

Ay e Sa rbe rsa Lo ma ar rcu re e llo

I Castillos del siglo XI en la provincia de Huesca I

Quicena

Huesca

Barbastro Antillón

Labata. Fue relevante bastión

musulmán. Los vestigios conservados, torre Carceleta y El Castillo o Fosalé, parecen cristianos, pero integran sillar almohadillado islámico. Labata se conquista hacia 1080-90.

Azara. En el casco urbano flota un

escarpado brote de arenisca conocido como Roca de Santa Margarita. Peñasco con dependencias labradas y obra consolidada.

Roca de Santa Margarita. Azara

Alquézar. Su casco urbano retrotrae al Medievo: calles tortuosas, rincones evocadores, pasos en penumbra y un desafiante castillo varado entre las nubes. Conquistado hacia 1064, es notable la torre albarrana. Tras la robusta colegiata, torre con aljibe. Algo podría quedar de la vieja muralla, prácticamente rehecha en los siglos XV-XVI.

Castillo de Santa Eulalia la Mayor

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El siglo XI vio alumbrar el reino de Aragón en las montañas pirenaicas. Son los últimos años de reinado de Sancho III de Pamplona y, tras su muerte, los primeros de la independencia política de Aragón, que irá incorporando cada vez más territorios, tanto hacia el este cristiano –y también montañoso– como, cada vez con más fuerza, hacia el sur islámico. Y todo un reguero de castillos jalona este desplazamiento de las fronteras, como testigos de una época, feudal y guerrera, en las que se fue gestando el territorio aragonés.


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