Guara, aula de la naturaleza

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GUARA, AULA DE LA NATURALEZA DAVID GÓMEZ SAMITIER

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA


Director:

BIZÉN D.0

Río

Redacción: INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES

Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» tienen, sobre todo, una vocación didáctica; están concebidos para enseñar —si es posible, deleitando— de una manera sencilla; pretenden poner al alcance de cuantos se asomen a ellos los más variados temas de la realidad pasada y presente del solar en el que nacen, tierras llanas y quebradas de Huesca. Mas, a pesar de su sencillez, no renuncian ni un ápice a la rigurosidad de sus contenidos. Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» no desdeñan los datos y detalles pequeños y elementales, siempre necesarios para el tratamiento analítico de cualquier tema, pero se interesan también, y mucho, por las ideas y los métodos de trabajo. Tienen, por lo tanto, otra intención: la de alentar el espíritu crítico. Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» hablarán de cosas múltiples. De piedras seculares y de odres para aceite y vino; de valles y plantas medicinales; de gentes anónimas y sus comidas, juegos y refranes. De los ríos, tal vez... Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» quieren incitar a recorrer, recoger, guardar y admirar; a preguntarse por las cosas, a que cada cual, movido por la curiosidad, trabaje a su manera por defender la cultura de todos. Edita: Instituto de Estudios Altoaragoneses (2.1ed.) (1.2 ed. 1988) Autor: David Gómez Samitier Depósito Legal: HU-54/93 ISBN: 84-86856-00-0 Maguetación: Agustín Ubieto Arteta Composición: Fot-jomar'd, S. L. Imprime: Grafic RM Color S.L. C/ Comercio, parcela I, nave 3 Tel: (974) 24 54 64 - 22006 Huesca Impreso en España/Printed in Spain


Buitres leonados volando hacia su buitrera.

ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN a) Situación, morfología y primeras exploraciones. b) La presencia humana en la sierra

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2. EL MEDIO RUPÍCOLA 3. LOS BOSQUES a) El pinar b) El encinar c) Ornitofauna de los bosques d) Aves especializadas e) Bulos y leyendas f) Rapaces nocturnas

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4. EL MEDIO ACUÁTICO

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5. BIBLIOGRAFÍA

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Los Mallos de Ligüerre.

1. INTRODUCCIÓN La sierra de Guara, por su configuración y estructura, por los muchos ríos que en ella nacen o la cruzan a duras penas; por su vegetación y su fauna características, constituye una auténtica aula de la naturaleza. Todavía es posible meditar y estudiar en sus agrestes vacíos, cada vez más faltos de hombres, donde los silencios son rotos por raudos aleteos en busca de su pervivencia. En Guara, cualquier observador medianamente avispado puede aprender lecciones inolvidables de libertad y servidumbre, a la vez.

Situada en una de las alineaciones montañosas del Prepirineo, concretamente, las sierras exteriores, abarca la zona comprendida entre el cauce del río Flumen, al Oeste, y del río Vero, al Este. Guara está formada por las sierras Gratal, Bonés, Águila, Balces y Sevil. Su extensión se considera de unos cuarenta kilómetros cuadrados. 2

En la actualidad, la mayor parte de estas sierras aparecen formadas por calizas de alveolinas y numulites sobre una base de conglomerados, y, con menor importancia, aparecen zonas formadas por areniscas y margas en secuencias deltaicas. Durante el cuaternario, los ríos que tienen su nacimiento en la sierra (Flumen, Guatizalema, Alcanadre, Mascún, (suela y Vero) encontraron primero la zona impermeable de depósitos terciarios y, a continuación,


Río Vero.

la masa caliza sepultada en conglomerados. Estos ríos se abrieron paso, aprovechando fisuras y excavando profundos cañones, lo que dio lugar a la formación de la impresionante arquitectura de los barrancos existentes en Guara. El conocimiento de la sierra se debe principalmente a exploradores franceses. Así, el maravilloso barranco Mascún recibió su primera visita en 1870 por parte de LACOTTE-MINARD, acompañado del guía

Henri-PAssET. Hasta 1904 no se publicaron fotos de la sierra. Éstas fueron tomadas por el francés Lucien BRIET, que fue también el descubridor de Ordesa. En 1950, los españoles, por medio de «Peña Guara», empezaron a hacer sus primeras ascensiones a distintas rocas de Guara. En la actualidad, es frecuente en verano encontrarse grupos de 30 a 40 personas en lugares privilegiados, dirigidos en su mayoría por guías franceses.

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Un pilar de la personalidad de Guara lo constituyen sus barrancos y las estrecheces de sus ríos, así como la patente presencia de cuevas y entrantes en sus farallones rocosos. Entre el neolítico y la edad del bronce, estos covachos fueron morada de los primeros pobladores de la sierra, los cuales dejaron una gran cantidad de pinturas ru-

pestres esquemáticas, muchas de ellas de estilo levantino. Normalmente, representan escenas de caza o fecundidad; incluso una de ellas reproduce la domesticación de un ciervo salvaje. Muchas de estas pinturas se hallan acompañadas de signos misteriosos de significación convencional. El megalitismo también está representado en la sierra. Uno de sus numerosos dólmenes es el de Losa Mora, ubicado al final del Vallejo de los Moros.

El dolmen de Losa Mora, situado en el Vallón de los Moros.

Pintura rupestre (escena de caza). 4


Pintura rupestre (cabra). Por supuesto, en toda la sierra se hallan vestigios de distintas etapas: visigoda, musulmana, románica,... Pero todo ello parece olvidado; pinturas rupestres son arrancadas a golpe de piqueta, cementerios musulmanes son saqueados e incluso iglesias románicas se derrumban en un débil susurro de auxilio. Mediada la década de los años setenta, el éxodo rural hizo que la mayoría de los pueblos de Guara quedaran desiertos. Fue entonces cuando desaprensivos fueron arrancando puertas y llevándose todo lo que encontraban de valor en el interior de las casas, dando a los pueblos un aspecto de desolación y fantasmagórico. En la actualidad, algún pueblo parece resurgir gracias al entusiasmo de algunas familias (Otín, Las Bellostas, etc.), que, si bien con medios aún muy precarios, permanecen en la sierra durante todo el año.

2. EL MEDIO RUPÍCOLA En estos paisajes de arquitectura pétrea, de paredes verticales de roca, de barrancos profundos salpicados de riscos inaccesibles, se halla el mejor refugio para el buitre leonado o común (Gyps fulvus). De esta especie existen numerosas buitreras, localizadas principalmente en las grandes moles de conglomerado que se forman a la salida de los distintos ríos de la sierra. Cabe destacar las colonias de Vadiello y del barranco de San Martín de la Val d'Onsera, ya que entre las dos poseen el importante número de 230 buitres censados en el año 1985. El total de la población de este carroñero en la sierra se aproxima a los 600 ejemplares. El buitre leonado realiza grandes desplazamientos en busca de cadáveres, bien domésticos, bien salvajes. En verano, viajan 5


El buitre leonado alcanza en la sierra de Guara una densidad de poblaciรณn bastante numerosa.

El rรกpido halcรณn peregrino suele descansar en lo alto de los cantiles de roca.

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111W-,.•

Vista del barranco Mascún.

hacia el Pirineo siguiendo la trashumancia del ganado. Sin embargo, en invierno, permanecen en la Hoya de Huesca, Monegros,... A principios del mes de marzo, aparecen las primeras parejas de boletas (Neophron percnopterus) provenientes de África. Todos los años suelen utilizar el mismo enclave para la ubicación de su nido, normalmente en el interior de una cueva situada en el tercio superior de la roca. El alimoche (boleta) es muy conocido por los habitantes de Guara, pues tiene como costumbre visitar basureros y desperdicios humanos. Como anécdota, referiremos el relato de un pastor de Alquézar, el cual explicaba con expresivos gestos cómo el alimoche se comía la placenta de las ovejas una vez abandonadas. Incluso comentaba que había observado a un alimoche comiéndose los excrementos dejados por su rebaño. Águila perdicera inmatura con una perdiz recién capturada.

El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es una de las principales joyas aladas 7


de Guara; en efecto, se trata de una de las rapaces europeas más escasas en parejas reproductoras. Las magníficas habilidades veleras de esta ave le permiten parasitar a otras aves carroñeras e incluso a aves cazadoras. En el barranco Mascún, se vio cómo un ejemplar adulto de quebrantahuesos arrebató un conejo a un águila real en pleno cielo, aunque la principal fuente alimentaria la consigue siguiendo las evoluciones de los buitres

las extremidades para su rotura. En esta acción, el quebrantahuesos se sitúa volando contra el viento y permanece in situ encima del rompedero, como si estudiara la forma de lanzar el hueso. Seguidamente, tira el hueso, y él se deja caer en un picado para comprobar el resultado de su lanzamiento. Si de esta sorprendente maniobra consigue unas esquirlas, limará con su poderoso pico el borde cortante de éstas, para se-

Quebrantahuesos adulto con una pata de cabra para cebar a su único pollo. y de los córvidos. El quebrantahuesos espera a veces pacientemente a que los buitres terminen su festín para conformarse con extremidades o duros pellejos. Otras veces, cuando ve la ocasión, arrebata con una agilidad asombrosa un pedazo de hueso de entre el bullicio de los buitres. El quebranta, una vez con el hueso en las garras, se traslada al quebradero o rompedero, que es el lugar (normalmente, una pedriza inclinada) donde el Gypaetus lanza 8

guidamente engullírselas. Si no consigue romper el hueso a la primera tentativa, repite la hazaña cuantas veces sea necesario. Por suerte, la población de esta especializada rapaz parece no descender. Así, en la sierra es relativamente fácil observar ejemplares jóvenes de quebrantahuesos salidos de los nidos de Guara y otros provenientes de las cercanas estribaciones del cicatrizado Pirineo.


El halcón peregrino (Fa/co peregrinus) y el cernícalo común (Fa/co tinnuncu/us) son asiduos inquilinos de los cantiles más sobresalientes de los barrancos de Guara. Al primero de ellos se le suele sorprender posado tranquilamente en su atalaya de caza o en un fulgurante picado de caza a 400 km/h. Al segundo, al cernícalo, se le observa prospectando cuidadosamente el terreno en buSca de algún ratón o de alguna posible presa.

Por supuesto, en este terreno tan bravo y salvaje, no falta la presencia de la reina de las aves, el águila real (Aquila chrysaetos). Esta poderosa rapaz se ha observado en numerosas ocasiones a lo largo de toda la sierra. Quizás la más espectacular de estas observaciones fue una en el río Vero, en la que una hembra, por defender su nido, atacó a un pacífico buitre obligándole a posarse en tierra y refugiarse en el interior de unos arbustos de boj.

Macho de quebrantahuesos posado en su nido.

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El águila real cría en cornisas o cuevas situadas en plena pared de roca, aunque no descarta la posibilidad de ubicar uno de sus nidos en la horquilla de un viejo árbol. El número de nidos oscila entre dos y cinco, y están construidos por los dos componentes de la pareja. La hembra es la que suele llevar el peso de la incubación. El macho, por su parte, es el encargado de traer comida a su compañera y, más tarde, a su prole. El águila perdicera (Hieraetus fasciatus) es una de las rapaces que cuentan con una menor densidad de población en el Altoaragón. Por fortuna, en la sierra de Guara

existen unas pocas parejas reproductoras en los lugares más escondidos de los barrancos. El ciclo reproductor de las perdices comienza en el mes de febrero. Éste se caracteriza por unos vuelos alocados y, sobre todo, muy agresivos. Durante este período, macho y hembra entrecruzan sus garras en pleno vuelo para más tarde separarse a escasos metros del suelo. En el río Alcanadre, se comprobó cómo un macho de perdicera ofreció en pleno vuelo una paloma a su compañera.

Águila real. 10


Pero quizás el ave que mejor representa el medio rupícola sea el treparriscos (Tichodroma muraria). Es el compañero inseparable de los alpinistas que trepan por las vías de escalada tan numerosas en las paredes de Guara. Es un pájaro típico de los roquedos. Su largo y fino pico busca incesantemente insectos en las grietas de las rocas. Suele criar siempre en las umbrías; algunas veces elige viejas edificaciones. Su nido, voluminoso, tiene como curiosidad el tapizado de pelos de animales y telas de araña. Este pájaro, cuando trepa, lleva entreabiertas sus anchas y redondas alas, de-

jando al descubierto unas bonitas plumas rojas. El cielo de Guara se ve entrecruzado por los rápidos y ágiles vuelos del vencejo real (Apus melba). Muchos recordarán, sin duda, con agrado todas las veces que han disfrutado de su vuelo, cerrando los ojos y escuchando el terrible ruido de fricción que realizan sus aerodinámicas alas al cortar el aire. Estas aves sólo se posan para nidificar y suelen pasar la noche volando a considerable altura. El avión común (Delichon urbica) y el roquero (Hirundo rupestris) son grandes yola-

El gavilán es una de las rapaces más características del bosque. 11


dores, como el vencejo real. Éstos son más pequeños y presentan muy parecidas costumbres. El avión común cría en colonias, es decir, nidos contiguos unos a otros. Su construcción se basa en un acúmulo de barro de forma semiesférica, con un pequeño agujero como entrada situado en la parte superior del nido. El avión roquero habita en colonias menos numerosas que su pariente; incluso muchas veces cría en solitario.

Suele llamar la atención ver a un cuervo colgando boca abajo con una pata en una rama lateral de un almendro, lo que constituye una pauta de comportamiento poco nombrada en los libros de naturaleza. Otros córvidos presentes en este medio son las chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax). Su voz inconfundible parece llegar a todos los rincones, y acompaña

Los bosques de la sierra de Guara tienen un terrible enemigo, los incendios forestales.

El cuervo (Corvus corax) frecuenta con bastante asiduidad basuras y alrededores de núcleos de población. Su presencia se hace patente en todos los ecosistemas de la sierra. Resalta especialmente en los roquedos, pues es aquí donde instala su nido. Destaca en él su inteligencia, ya que resuelve de una forma rápida cualquier problema que se le presenta. 12

todas las excursiones realizadas en los barrancos de la sierra. Son aves muy sociables y se reúnen en bandos bastante numerosos. Se conocen nidos de esta especie en el interior de grutas e incluso en pozos. La avifauna del medio rupícola es un reducto casi virgen en cuanto a especies en vías de extinción. Sería imperdonable que dejáramos perder un lugar como éste.


3. LOS BOSQUES La sierra de Guara no alberga grandes masas forestales, hallándose éstas muy degradadas por la mano del hombre. Antaño, los carboneros y las talas abusivas dieron al traste con una floreciente población de encinares y quejigares. Hoy, los numerosos incendios forestales van diez-

mando los pocos bosques de la sierra. Sin embargo, aún quedan rincones de frondosa cobertura arbórea: encinares, quejigares, pinares, hayedo-abetales e incluso algún ejemplar milenario de tejo (Taxus baccata). Pero lo más característico de la sierra son sus laderas y caminos, con un denso matorral compuesto por aliagas, coscojares, boj, jaras, sabinas, enebros, tomillares y un sinfín de plantas esclerófilas.

En las proximidades de Otín queda un reducto de lo que fue un extenso y floreciente quejigar.

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En la vertiente septentrional encontramos bosques compuestos principalmente por pino albar (Pinus silvestris), en los cuales habita una rica y variada fauna. La ardilla (Sciurus vu/garis) es relativamente frecuente en este bosque. Las ardillas son muy oportunistas buscando alojamiento; las podemos ver criar en el interior

porcionado una muy mala reputación en todos los pueblos de la sierra; así, podemos encontrar alguna vez cepos dispuestos a acabar con la vida de este escurridizo m ustélido. El pinar también es el refugio del jabalí (Sus scrofa), que es una de las piezas de caza más requeridas por los numerosos cazadores del lugar.

La garduña es un mustélido muy frecuente en el pinar.

de un bidón de gasóleo dejado por los maderistas. La garduña (Martes foina) construye su cobijo normalmente en ruinas o árboles huecos. Suele visitar los gallineros de los pueblos e, incluso, sabe saquear las colmenas de las abejas. Estas costumbres le han pro14

En este medio tenemos una gran representación de aves rapaces. Cabe destacar el azor (Accipiter gentilis) y el gavilán (Accipiter nisus), los más bravos cazadores del bosque. El primero da caza a conejos (Orycto/agus cuniculus) e incluso a liebres (Lepus capensis). El segundo, el gavilán, se alimenta principalmente de pequeñas aves.


El águila culebrera (Circaetus gallicus) viene de África para criar en las zonas boscosas de la sierra. Su belleza se debe a unos grandes ojos amarillentos casi frontales y a un vivo plumaje. Es un ave de gran porte, lo que contrasta con el tamaño de su nido, pequeño y muy mal construido. Lo ubica en las copas de los árboles para así poder posarse mejor en él. Su puesta se compone de un solo huevo, de un color blanco sucio, y es la hembra la que suele llevar todo el peso de la incubación.

boles, aunque se puede observar alguno en la roca. Cuando te acercas a su zona de cría, emite unos penetrantes y largos chillidos, por lo que su localización resulta muy fácil; ello trae consigo que muchos de sus nidos sean expoliados por parte de desaprensivos. El águila calzada (Hieraetus pennatus) ha sido observada en los pinares de Morrano, aunque no se ha podido comprobar su reproducción en la sierra; es posible que

El águila culebrera año tras año suele ocupar el mismo nido para criar.

El águila ratonera (Buteo buteo) es el asiduo visitante de los postes de tendido eléctrico. Los utiliza como atalaya de caza y en ellos se pasa horas y horas, esperando que alguna presa se ponga a su alcance. Su alimentación es muy variada. Consume desde lagartijas hasta el gran lagarto ocelado (Lacerta lepida). Construye sus nidos en los ár-

haya alguna pareja reproductora en algún bosque aislado y tranquilo de Guara. El alcotán (Fa/co subbuteo) es un rápido halconcillo que alcanza velocidades superiores a 250 km/h. Por supuesto, el milano real (Mi/vus mi/vus) y el milano negro (Milvus migrans) están presentes en los pinares de la sierra. 15


El jabalí también es abundante en la sierra de Guara.

El encinar alberga también una rica fauna. Cabe destacar a la gineta (Genetta genetta), mamífero solitario y de vida nocturna, que trepa por los matorrales espinosos y árboles con una gran agilidad. Su dieta se compone de roedores, pájaros, bayas e, incluso, insectos. Suele criar en los troncos huecos y su camada se compone de dos a cuatro crías. El gato montés (Felis sylvestris) es uno de los mamíferos más difíciles de observar en la sierra. Se distingue de su pariente, el gato doméstico, por su mayor corpulencia y por su cola, mucho más gruesa y rodeada de unos anillos oscuros. La comadreja (Mustela nivalis) es conocida en la sierra por el nombre de rata paniquesa. Es el carnívoro más pequeño de los 16

mustélidos. Se trata de un animal muy juguetón; se le ha visto jugar con sus presas largos minutos antes de darles muerte. El tejón (Me/es mees) es llamado tejudo por los habitantes de los pueblos. Es muy temido por su costumbre de saquear los huertos (sobre todo, el maíz). La astuta rabosa (Vulpes vulpes) conoce perfectamente su territorio, lo que muchas veces le es útil para burlar a los perros de caza. Aunque se ha afirmado en repetidas ocasiones que los zorros son capaces de hacerse el muerto como táctica defensiva, esta actitud corresponde más bien a una reacción involuntaria, denominada «shock de terror», que paraliza al animal como si realmente estuviera muerto. Los zorros utilizan al correr su cola como timón; se trata de un verdadero estabilizador en sus carreras.


El arrendajo (Garrulus glandaríus) es un córvido muy frecuente en el encinar. Ave muy bulliciosa, suele acudir a muchos de los desperdicios dejados por los excursionistas.

defensiva, ha logrado muchas veces que sus enemigos se den a la fuga.

El cuco (Cuculus canorus) es un ave que parasita los nidos de otras aves en su reproducción, es decir, que deposita sus huevos en la puesta de otros, para desentenderse de la incubación y de la crianza.

El encinar recibe una gran cantidad de aves invernantes que encuentran en este medio arbóreo un hábitat perfecto para recuperarse de sus largos viajes. Entre estas aves, cabe destacar: el mirlo común (Turdus meru/a), el zorzal charlo (Turdus viscivorus), el zorzal real (Turdus pilaris), el zorzal común y el alirrojo.

El torcecuello (Jynx torquilla) es un ave pequeña, que retuerce la cabeza de una forma muy característica, imitando los movimientos de una víbora e, incluso, realizando un bufido de culebra. Con esta técnica

La encina (Quercus ilex), conocida en el Altoaragón como carrasca, es un árbol que se está cortando en exceso para leña, sin ningún control. Deberíamos tener presente siempre que es uno de los tesoros más preciados de la naturaleza.

En el cañón del Balces se encuentran bosques compuestos, principalmente por la encina.

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La abubilla levanta su cresta segĂşn las circunstancias y su estado de ĂĄnimo.

La corneja ubica su nido en los ĂĄrboles. 18


Las urracas suelen ser las primeras en acudir a la carroña.

—Chotacabras gris (Caprimu/gus euroAdemás de las aves citadas, que se localizan en el encinar y en el pinar, hay un gran número de aves que pueden observarse en el interior de los bosques y en las laderas de Guara. He aquí una lista con las principales especies: —Paloma torcaz (Columba pa/umbus). —Tórtola común (Streptope/ia turtur). —Perdiz común (Alectoris rufa). —Codorniz (Coturnix cotumix). —Pito real (Picus viridis). —Pico picapinos (Dendrocopos major). —Agateador común (Certhia brachydctyla)

—Trepador azul (Sitta europaea).

paeus)

—Abubilla (Upupa epops). —Alondra común (Alauda arvensis). —Cogujada común (Galerida cristata). —Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio). —Alcaudón común (Lanius senator). —Alcaudón real (Lanius excubitor). —Chochín (Troglodytes troglodytes). —Acentor común (Prunella modularis). —Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)

—Curruca capirotada (Sylvia atricapilla). —Roquero solitario (Monticola solitarius).

—Collalba negra (Oenanthe leucura). —Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros). —Petirrojo (Erithacus rubecula). 19


—Mito (Aegithalos caudatus). —Herrerillo común (Parus caeruleus). —Carbonero común (Parus major). —Carbonero garrapinos (Parus ater). —Verdecillo (Serinus serinus). —Verderón serrano (Serinus citrinella). —Verderón común (Carduelis chloris). —Lúgano (Carduelis spinus). —Pardillo común (Acanthis cannabina).

d) Aves especializadas Con las últimas luces del día, el cielo, por unos instantes, se tiñe de rojo y acaricia con su manto cumbres y riscos de la sierra. Todo se adueña de un silencio profundo; los pájaros esconden su cabeza dentro del plumaje; quizá alguno emita un último trino, como desafiando a la incipiente oscuridad.

El mochuelo suele habitar muy cerca de los olivares.

—Jilguero (Carduelis cardue/is). —Pinzón vulgar (Fringilla coelebs). —Pinzón real (Fringilla montifringilla). —Camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) —Estornino negro (Sturnus unicolor). —Urraca (Pica pica). —Corneja (Corvus corone).

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Cierto es que la mayoría de los animales descansa después del ajetreado día. Pero el lirón, el ratón de campo, la musaraña, prosiguen su búsqueda incesante de comida. Y ahora, cuando todo parece tranquilo y silencioso, los prolíficos roedores campan a sus anchas por todos los ecosistemas de la sierra.


Al mismo tiempo, las rapaces nocturnas (búhos, lechuzas,...), agrupadas en el orden estrigiformes del fascinante mundo de las aves, comienzan su actividad ayudadas de un perfecto y asombroso metabolismo. En efecto, estas aves cuentan con una vista prodigiosa; sus ojos, muy grandes, es-

particular a los sonidos agudos; sus aberturas auriculares son grandes y asimétricas, para percibir así sonidos provenientes de distintas direcciones. Sus cabezas tienen un giro que se acerca a los 270°. Las mueven sin necesidad de trasladar su cuerpo, con lo cual no realizan

Embalse de Vadiello y San Cosme.

tán situados frontalmente de forma que pueden apreciar con gran exactitud las distancias y los volúmenes. Sus retinas son muy ricas en células sensibles a la intensidad de la luz, lo que les permite ver perfectamente en condiciones de baja luminosidad. Su oído es extraordinariamente perfecto, en

ruido alguno al observar los distintos puntos de sus cazaderos. A todas estas cualidades hay que añadir un fino y apretado plumaje, y unas plumas rémiges primarias compuestas por unos flequillos que mitigan el aire al volar. Todo ello hace que su aleteo resulte completamente insonoro. 21


Hay años en que la población de roedores aumenta exageradamente. Entonces, las rapaces nocturnas pueden realizar una segunda puesta y sacar adelante a todos los pollos de esta nidada. Curioso es que la segunda crianza suele ser más numerosa que la primera. Hemos de tener en cuenta la beneficiosa labor de estas aves, al consumir en su dieta un considerable porcentaje de roedores, tan perjudiciales para el agricultor. Los búhos se desprenden de aquellas partes de su alimento que no pueden digerir, regurgitándolas en forma de pelotas o acúmulos de pelo y huesos muy compactas llamadas egagrópilas.

En general, en el interior de las egagrópilas de las rapaces nocturnas se encuentra una gran variedad de restos óseos. Esto se debe a que sus presas son tragadas enteras para su ingestión y los jugos gástricos apenas surten efecto sobre los huesos. Una vez analizados los restos de las egagrópilas, se ve claramente la gran cantidad de roedores que consumen estas beneficiosas rapaces. Los habitantes de los pueblos de la sierra de Guara creen que son aves de mal agüero, portadoras de fines maléficos e incluso de la muerte. Como medida preventiva contra brujas y desgracias, antiguamente se clavaba en los portales de las casas un par de garras de alguna rapaz nocturna. Multitud de leyendas y bulos absurdos referentes a estos duendes de la noche corren por la sierra.

El búho real cada vez es más escaso en la sierra de Guara. 22


Lo que es cierto es que a todo el mundo le resulta sobrecogedora la llamada de búhos y lechuzas en la oscuridad de la noche. Además, como dicen en Alquézar, ¿quién se fía de un pájaro que se oye, pero no se ve? La noche de Guara encierra grandes enigmas y misterios. Entre ellos estará siempre el canto de los búhos y lechuzas, el chillido de un ratón al verse atrapado por las garras de un búho real, o simplemente el vuelo insonoro de un cárabo. Vamos a dejar de lado los antiguos e infundados temores referentes a estas aves y vamos a concederles respeto y admiración, que es lo único que se merecen.

Rannr•PR nnr+Urng' En lo más intrincado y solitario de la sierra, habita la rapaz nocturna denominada Gran Duque, por todos conocida como bobón o búho real (Bubo bubo). Es el mayor de los búhos europeos; grandes ojos de un color anaranjado, penachos prominentes y, sobre todo, destaca su corpulencia, debido a un cuerpo visiblemente rechoncho. Es muy temprano en su reproducción. Muchas veces ya ha puesto en febrero de dos a cinco huevos en el interior de una cueva, tras realizar una somera excavación con sus garras en el suelo de tierra. En ocasiones, el suelo de su nido es de roca y por ello hace un pequeño manto de pelo de conejo proveniente de sus egagrópilas.

El plumaje del búho chico muchas veces se confunde con la corteza de los árboles.

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Pareja de cárabos (fase gris, fase marrón).

Cada vez se escucha menos al Gran Duque en las frías noches de enero. Si desaparece su canto, Guara perderá uno de sus atractivos. El búho chico (Asio otus) es una réplica del búho real pero en pequeño. Su hábitat se da preferentemente en los pinares y encinares de la sierra. Para instalar su nido, aprovecha las construcciones abandonadas de los córvidos. Su mimetismo con la corteza de los árboles es extraordinariamente perfecto. Por otro lado, el cárabo (Strix aluco), llamado en la sierra clavere, es la rapaz nocturna más abundante de la sierra. Su localización es relativamente fácil, ya que es rara la noche en que no se oye la voz del bravo cazador alado. Sus nidos suelen estar ubi24

cados en casas abandonadas y en agujeros de árboles o incluso en roca. Sus pollos son muy precoces y suelen abandonar el nido antes de aprender a volar; por ello, muchas veces se encuentran cárabos jóvenes en los lugares más insospechados. La lechuza (Tito alba), conocida como choliva, caza en los graneros y en las casas abandonadas, e incluso en las habitadas. Su diferenciación del resto de sus parientes es clara; posee un plumaje de color blanco, con el dorso dorado y unos discos faciales en forma de corazón adornados con unos negros y redondos ojos. En la lechuza recae la leyenda de que se bebe el aceite de los candiles. Rara es la iglesia de Guara que no recibe la visita de esta bonita rapaz.


El popular dicho de cada mochuelo a su olivo cada vez tiene menos sentido en los alrededores de los pueblos de Guara. El moch-uelo común (Athene noctua) era hasta hace poco la rapaz más abundante en los olivares de la sierra, pero actualmente es muy difícil localizar a una pareja reproductora de esta pequeña rapaz nocturna. La causa de su regresión seguramente se halla en que los olivos se arrancan para leña, así como en el despoblamiento y abandono

de los pueblos, ya que se rompe el típico hábitat de esta especie. Por último, el autillo (Otus scops) frecuenta los sotos de los barrancos. Suele ubicar sus nidos en agujeros de árboles; aprovecha incluso los de los pájaros carpinteros. Su dieta se compone de insectos nocturnos y algún roedor, dado que su tamaño, unos 19 cm, no le permite la caza de mayores presas. Su actividad es tanto crepuscular como nocturna; así, es fácil sorprenderlo en pleno día posado en la rama de cualquier árbol.

La lechuza es asidua visitante de iglesias y casas abandonadas.

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El autillo, la rapaz nocturna más pequeña, cría a veces en el interior de los nidos del pájaro carpintero.

4. EL MEDIO ACUÁTICO Los ríos de la sierra de Guara se caracterizan por sus aguas frías y, sobre todo, por su claridad y pureza. Existen diferentes tramos de río; unos de una terrible estrechez, que forman bonitas y difíciles gargantas; otros, en cambio, son cursos tranquilos, que deleitan con sus cristalinas pozas y remansos. En la sierra también nos encontramos embalses artificiales, tales como el de Vadiello, Belsué o el de Cienfuens. El mirlo acuático (Cinclus cinclus) es un ave que nada muy bien, se zambulle, bucea y anda por las piedras del fondo de los ríos. 26

Esto se debe a sus cortas, curvas y afiladas uñas, que se aferran a los mínimos resaltes y grietas de las piedras. Su alimentación se compone de larvas de efímeras, renacuajos, tricópteros,... El mirlo acuático es uno de los pocos pájaros que pueden construir dos tipos de nidos diferentes. Aunque en la mayoría de los casos sus huevos y pollos se alojan en una globosa estructura de musgos y raíces, con un orificio circular de entrada, en ocasiones, el nido se halla en copa, es decir, completamente abierto, en lugares muy seguros y abrigados (muchos de éstos pueden encontrarse tras las cascadas, aprovechando el espacio libre entre la roca y el agua).


Uno de los barrancos mĂĄs frescos de Guara, la Pillera.

RĂ­o Vero. Los oscuros. 27


El martín pescador (Alcedo atthis) es un ave completamente inconfundible por la combinación de colores verdes y azulados en las partes más visibles de su cuerpo. La cabeza, muy afilada, queda rematada por un fino y agudo pico; su obispillo presenta un color azul metálico, y las patas son cortísimas y rojas. El cuerpo fusiforme del martín pescador facilita su penetración en el agua al zambullirse en la persecución de sus presas. Éstas son pequeños insectos acuáticos y algún que otro pececillo. Sus nidos, excavados por ambos componentes de la pareja, se ubican en los taludes arenosos de las orillas de los ríos. En

el río Vero se comprobó cómo una pareja de martines crió dos veces en un mismo nido, lo que viene a demostrar que pueden sacar adelante más de una crianza anual. El abejaruco (Merops apiaster) es una joya alada multicolor (algunos autores la definen como un arco iris). Su plumaje tiene más de seis colores diferentes. Los habitantes de Guara le llaman el abejorro por su costumbre de ir a las colmenas para proveerse de comida. Realiza unas sorprendentes maniobras y picados en el aire, para perseguir a libélulas, abejas,... Tras capturar a sus presas, los abejarucos suelen golpearlas contra las ramas; así las rematan antes de devorarlas.

El sapo común se alimenta de invertebrados, como gusanos, caracoles,...

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Los abejarucos llegan a perder más de un centímetro de su pico por el desgaste que éste sufre al excavar los nidos en los taludes de tierra. Pacientemente, la pareja de abejorros golpea con el pico la tierra y la arroja hacia atrás ayudándose con sus patas. En esta operación, llegan a movilizar unos 10 kg de arena. La lavandera blanca o común (Motacilla alba alba) tiene unas patas finas y largas, que le permiten vadear aguas someras y, sobre todo, circular sobre las lisas y resbaladizas piedras del río. Este pájaro recibe en Guara el nombre de engaña-pastores, el cual tiene su origen

en una leyenda. Un pastor vio cómo una lavandera se posaba cerca de los ojos de una oveja; pensó que el pequeño pájaro la iba a dejar ciega y, rápidamente, lanzó una piedra, con tal mala fortuna que acabó con la vida de su preciada oveja. La lavandera siguió con su tarea de desparasitar al rebaño y, por más que el pastor lanzaba piedras, ésta no hacía otra cosa que esquivarlas una tras otra. La trucha común (Salmo trutta fario) está presente en casi todos los ríos de la sierra de Guara. Desde noviembre hasta enero, la trucha busca las zonas altas de los ríos, allí donde el agua se halla más oxigenada y

La trucha común se encuentra en las frías y claras aguas de los ríos de Guara.

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cuenta con lechos de río con guijarros. La hembra excava, con su propio vientre, una pequeña cavidad, que limpia con cuidado; llama después la atención del macho y, así, uno pegado junto a otro, van poniendo y fecundando los huevos simultáneamente. La madrilla (Chondrostoma toxostoma) aparece en los cursos medios de los ríos y se presenta en bandos apretados como técnica defensiva. Uno de nuestros recientes descubrimientos ha sido encontrar un refugio donde aún sobrevive el cangrejo de río (Potamobius astacus). Su vida es principalmente nocturna. Su alimentación es omnívora; se

alimenta de insectos, huevos de pez, carroña que encuentra en los fondos de los ríos e, incluso, raíces. La cópula de estos animales tiene lugar normalmente a mediados de octubre. En ella, antes de consumar la fecundación, la pareja se entrega a feroces combates, los que muchas veces llevan a algún ejemplar a perder alguna de sus extremidades. A fin de poder crecer, los cangrejos de río necesitan liberarse del caparazón rígido que les envuelve. A lo largo de la cola se produce una abertura a través de la cual el nuevo cangrejo sale reculando hacia atrás

Macho de cangrejo de río.

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La culebra viperina encuentra su hábitat en los arroyos, lagunas, embalses,...

del interior del caparazón antiguo. Esta muda dura aproximadamente una hora y, después de ella, el animal es blando y permanece indefenso en el interior de un orificio que excava debajo de alguna piedra. A los siete u ocho días es cuando el nuevo caparazón se endurece y el animal se atreve a abandonar su refugio. El tritón pirenaico (Euproctus asper) cada vez es más escaso en las fuentes y riachuelos de la sierra, a causa de que, durante estos últimos años, ha habido una gran sequía en toda la sierra. Además, sería preciso erradicar la manía de los excursionis-

tas de llevarse de las fuentes a estos inofensivos animales. Al sapo común (Bufo bufo) también lo encontraremos en las cercanías de este medio. Por supuesto, la rana común (Rana ridibunda) deja escuchar su voz en todos los riachuelos, fuentes y charcas de Guara. Por último, cabe mencionar a la culebra viperina (Natrix maura), la cual, cuando se encuentra acorralada, suele aplanar la cabeza, silbar fuertemente y atacar, lo que le ha proporcionado el nombre de viperina, por recordar con su actitud las costumbres de las peligrosas víboras.

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5. BIBLIOGRAFÍA BRIET, Lucien, Bellezas del Alto Aragón, Excma. Diputación Provincial de Huesca, Huesca, 1977. — CASTÁN SARASA, Adolfo, Sierra de Guara, «Cuadernos de Aragón», núms. 10, 11 (Zaragoza, 1978). — AMBIT, Michel y PONTROUE, Jean-Paul, Les canyons de la Sierra de Guara, Tarbes, 1981. — ENRÍQUEZ DE SALAMANCA, Ca-

yetano, La sierra de Guara, 1982. — HEREDIA ARMADA, Rafael, De Monegros a Guara y cañones prepirenaicos, «Sierras de España», Ed. CECA. — PONTROUE, Jean-Paul y BIARGE, Fernando, Cañones, gargantas y barrancos del Alto Aragón: del monte Perdido a la sierra de Guara, los 50 mejores descensos, Col. Guías del Alto Aragón, 2, Huesca, 1986. — BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio, Historia de Aragón, tomo I (Prehistoria), Ed. Guara, Zaragoza. — MONTSERRAT I MARTÍ, Josep IVP, Flora y vegetación de la sierra de Guara (Prepirineo aragonés), DGA, Zaragoza, 1986. — Enciclopedia temática de Aragón (tomo II, Fauna), Ed. Moncayo, Zaragoza, 1986. — PEDROCCHI RENAULT, César, Las aves de Aragón, Col. Aragón, 28, Ed. Librería General, Zaragoza, 1978. — ARAGÜÉS, Adolfo y LUCIENTES, Javier, Fauna de Aragón: las aves, Col. Básica Aragonesa, 28-29, Guara Editorial, Zaragoza, 1980. — Muus, Bent J. y DAHLSTRÓM, Preben, Guía de los peces de agua dulce de España y de Europa, Ed. Omega, Barcelona, 1970, 232 pp. — ANDRADA, Javier, Guía de campo de los anfibios y reptiles de la Península Ibérica, Ed. Omega, Barcelona, 1980, 160 pp. — CORBET, Gordon y OVENDEN, Denys, Manual de los mamíferos de España y de Europa, Ed. Omega, Barcelona, 1982, 236 pp.

Autor con el hide camuflado para poder realizar las fotografías que ilustran este cuaderno (caza fotográfica). 32


TÍTULOS DE LA SERIE

La siguiente no es una relación cerrada. No obstante, para dar una idea global de su contenido, se indican algunos de los títulos previstos, sin orden de prelación, excepto para los ya publicados o los de inminente aparición. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

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