COSAS NUESTRAS
42
Hacia el valle de Benasque Por los caminos de la Ribagorza aragonesa Roberto Benedicto Salas
Hacia el valle de Benasque Por los caminos de la Ribagorza aragonesa
Hacia el valle de Benasque Por los caminos de la Ribagorza aragonesa
Roberto Benedicto Salas
BENEDICTO SALAS, Roberto Hacia el valle de Benasque : por los caminos de la Ribagorza aragonesa / Roberto Benedicto Salas. — Huesca : Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2019. — 373 p. : il. bl. y n. ; 21 cm (Cosas Nuestras; 42) Bibliografía: p. 367-370 DL HU-243/2018. – ISBN 978-84-8127-293-2 Ribagorza – Descripción 908 (460.222 Ribagorza)
© Roberto Benedicto Salas © De la presente edición, Instituto de Estudios Altoaragoneses 1.ª edición, 2019 Colección: Cosas Nuestras, n.º 42 Dirección de la colección: Carlos Garcés Manau Diseño: José Luis Jiménez Cerezo Comité editorial: Julio Alvira Banzo, M.ª Pilar Benítez Marco, Ramón Lasaosa Susín, Antonio Turmo Arnal y Eduardo Viñuales Cobos Coordinación editorial: Teresa Sas Bernad Fotografías: Salvo otra indicación, las fotos corresponden al autor Imagen de cubierta: La cascada de Aigualluts con el Aneto al fondo. (Foto: Esteban Anía) Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación Provincial de Huesca) Parque, 10. E-22002 Huesca Tel.: 974 294 120. Fax: 974 294 122 www.iea.es / publicaciones@iea.es Impreso en España Imprime: Gráficas Alós. Huesca ISBN: 978-84-8127-293-2 IBIC: RGL, HBJD, 1DSEC DL: HU-243/2018
A Maite y a Clara, que aman este valle como yo
Introducciรณn
ร NDICE
Había perdido por poco el enlace del autobús que desde Estadilla debía llevarme a Castejón de Sos. Eran casi las siete de la tarde y allí estaba yo en la plaza del pueblo, desconcertado y sin saber qué hacer, mientras el autobús que me había traído hasta aquí se iba hacia Huesca y los que conmigo habían llegado se adentraban por las calles. La desolación me embargó ante la perspectiva de no poder llegar a mi destino y tener que pasar la noche allí. No estaban mi peculio ni mi talante para eso, yo todavía andaba estudiando Arquitectura en Barcelona. Iba a Castejón de Sos para encontrarme con Maite, con quien más tarde me casé, o se casó ella conmigo. Era agosto del año 1970. Una amable señora que estaba conversando con otras en la plaza debió de intuir lo que me pasaba, se compadeció de mí y se me acercó sonriendo. Me dijo acertadamente que debía coger el taxi del pueblo e ir hasta Graus, donde aún tenía tiempo de enlazar con otro autobús que subía desde Huesca y pasaba de largo por Estadilla, aunque debía hacerlo enseguida. Ella misma llamó al taxista, que afortunadamente estaba disponible, lo que me reconfortó notablemente. Ante mí apareció un Seat 1500, negro y lustroso, uno de aquellos coches de cierta prosapia para aquellos años, desde el que el taxista con un displicente ademán de saludo me invitó a subir. Era confortable, y lo primero que hice fue tratar de bajar el cristal de la ventanilla, más que nada por que me diera el aire que por el olor a cerrado que había. En un momento circulábamos por la carretera que remonta el curso del río Cinca. Al fondo, sobre las grisáceas y azuladas altas sierras emergía majestuoso el macizo del Monte Perdido, aún para estas fechas de comienzo de agosto revestido de nieve que amarilleaba el sol del atardecer, limpiamente recortado sobre un cielo aún 9
Hacia el valle de Benasque
azul; a su derecha y en un plano adelantado se veía la Peña Montañesa, rotunda y límpida. Tenían que ser ese pico y esa montaña; antes de comenzar el viaje había consultado algunos mapas y una guía que andaba por casa. Siempre me gustaba saber por dónde y adónde iba. Enseguida la carretera se introdujo en un congosto, el congosto de Olvena, por cuyo fondo discurre el río Ésera, que iba a desembocar en el Cinca muy cerca de aquí. Pregunté al taxista por qué se llamaba así este congosto. El Ésera desde el puente del Diablo.
—El pueblo de Olvena está ahí arriba, solo se ven unas pocas casas desde la carretera, queda poca gente —dijo, señalando hacia atrás.
Me volví y aún pude ver asomar esas casas, arriba, recostadas sobre una alta ladera detrás de un pitón rocoso. Hoy Olvena, entonces con poca gente, ha crecido notablemente. En realidad, y como supe más tarde, lo de congosto de Olvena es relativamente moderno; su nombre era la tallada de Castro, como aparece en todos los documentos de los reyes de Aragón. No sé por qué razón se perdió esa denominación. Desde la carretera, que atravesaba varios túneles, no se podía ver el río, que discurre por el fondo del congosto, ni los dos de los tres magníficos puentes que salvan su estrecho cauce. Años más tarde pude conocerlos con detenimiento.
10
Introducción
Si hacia la mitad del congosto, a la salida de un túnel, se desciende por un caminito que señalaba hace años el puente del Diablo y hoy señala el puente de la Sierra, se llega muy pronto al segundo de ellos; es el más notable. Una leyenda tipo, similar a tantas otras relacionadas con la construcción de estos puentes, cuenta que el diablo lo construyó en una noche a cambio del alma de una doncella, que pudo burlar ese terrible compromiso dejando al diablo compuesto y sin doncella. Según esa leyenda, de ahí viene su nombre. Le va de perlas lo del Diablo porque su paso El puente del Diablo. es estrecho y con muy bajos antepechos, salvando un profundo cañón a una altura vertiginosa y muy inquietante, con el río remansado al fondo. Asomarse y tratar de ver el agua no conviene nada a los que tienen vértigo; se ve abajo, muy abajo, con reposadas aguas de un color verdoso nada tranquilizador. Ese pequeño puente tiene aires medievales y fue construido alrededor de los siglos xiii-xiv; un solo arco, estribado en las rocas de las laderas en que se abre el cauce del río, salva el vacío. Pero hoy se llama puente del Diablo al primero que se encuentra nada más comenzar el congosto, precisamente se sitúa a más bajo nivel que el actual puente moderno que permite a la carretera de Olvena cruzarlo, y está a altura más cercana al río. Es un puente al que infundadamente se le asigna tradición romana, porque presenta a ambos lados de su vano otros laterales que funcionan como aliviaderos, y se le asigna tan venerable cronología por cuestiones tan
11
Hacia el valle de Benasque
peregrinas como que lo que fue el emplazamiento romano de Labitolosa está muy cerca. Fue construido en el siglo xiii. Por último, al final del congosto y cercano a la presa del pantano de Joaquín Costa, antes de Barasona, encontraremos el tercer puente, de características similares a los dos descritos. Los tres puentes, bien que relativamente tardíos, son testimonio de tres pasos que salvaban el congosto correspondientes a tres caminos antiguos ya abandonados. El puente del Diablo, que también se llamó del Infierno, se llama hoy de la Sierra. El congosto, que se denominaba la tallada de Castro, se llama hoy de Olvena y el pantano que yo he conocido con el nombre de Barasona recibe hoy el de Joaquín Costa. No son estos los únicos cambios recientes de nombres en la Ribagorza, tal parece que a alguien le acometió un irrefrenable impulso por cambiar nombres. Y eso que los nombres antiguos en nada tenían referencias políticas. Altos farallones de roca cierran el congosto y se abren de vez en cuando ofreciendo espacios solo un poco más amplios. La vista se me iba a uno y otro lado, sorprendido por el espectáculo que se me ofrecía. —Por aquí han encontrado hace poco pinturas rupestres, por arriba, aunque no sé bien por dónde —me dijo el chófer, señalando con el brazo a las abruptas laderas de nuestra derecha.
Y recordé un trabajo de Miguel Beltrán sobre los restos de pinturas neolíticas que se descubrieron en algunos de los abrigos de estos altos farallones, con accesos que deben de ser muy complicados. Con el paso de los años se han estudiado adecuadamente. Esta zona del congosto de Olvena cuenta con varios lugares en que se han encontrado yacimientos neolíticos. El abrigo del Remosillo, donde se dice que se conserva esquemáticamente pintado el carro más antiguo de España, y la cueva del Moro, con restos del 4000 a. de C. Para recordar esto al viajero, al comienzo del congosto se han erigido unas hermosas figuras de caballos recortadas en gruesas planchas de hierro, cinco, y en su final otras dos representan a habitantes de aquel tiempo en actitudes de caza. Son magníficas y oportunas; sobre todo para quien se las encuentra por sorpresa, enmarcadas por el vano de salida del primer túnel viajando en dirección contraria. En tan pocas ocasiones se hacen cosas tan acertadas cuando se quiere mejorar 12
Introducción
culturalmente el entorno de una carretera que quiero señalarlo. Lo más frecuente es ver cosas ininteligibles y absurdas, que cabrean por ver cómo se malemplea el dinero. Hacia la mitad de este congosto, y sobre un lugar elevado, se veía la ermita de San Román de Castro, con sus piedras de suave color melado en este atardecer, y que me llamó la atención por sus numerosos contrafuertes. Es notable entre otras cosas por su espléndido coro mudéjar de madera tallada y policromada. Esta magnífica iglesia es el único resto construido que sobrevive del esplendor de la baronía de Castro que aquí tuvo su castillo y casa solar, junto a una población desaparecida ya en el siglo xix. Este lugar de Castro fue conquistado por Sancho Ramírez, para impedir el paso a las tropas musulmanas del sur, en su intento logrado de conquistar Graus. Jaime I el Conquistador lo otorgó a su hijo natural, Ferrán Sánchez, a mediados del siglo xiii. Este Ferrán, de vida muy conflictiva y contradictoria, ya que quiso ser fiel a su rey y a la defensa del poder de la nobleza y los fueros de Aragón, que Jaime I trataba de ignorar en beneficio de la realeza, fue origen de esta baronía de larga trayectoria. Murió ahogado en el río Cinca, acosado por las gentes del entonces infante real y luego rey Pedro III, declarado enemigo suyo por considerarlo un firme opositor a la herencia del reino. Los mínimos restos de su castillo, perdido y en ruinas, sobreviven junto al flanco norte de la ermita; quedan restos de su torreón, de la muralla y su foso circundante, en un lugar abrupto y rodeado por cortados vertiginosos. A poca distancia y hacia el interior está el yacimiento romano de lo que fue la Labitolosa romana y más allá el pueblo de Castro. Merece la pena acercarse, desde La Puebla de Castro a Labitolosa, cuyas excavaciones están interrumpidas desde hace años, pero que han sacado a la luz los magníficos e interesantísimos restos de sus termas y de lo que fue su curia. Ambos debidamente protegidos, cubiertos y visitables. Quizás con un despliegue estructural excesivo en el caso de la cubierta que cubre las termas. Al final del congosto, pasamos por delante de la presa del pantano de Barasona, hoy de Joaquín Costa; alguien no quiere recordar ese pueblo inundado. Es una corta y no muy alta presa de aspecto algo sombrío, que aprovecha este estrechamiento final del congosto para generar ese embalse. La cosa es que, superado el túnel que se abre en su margen izquierda, la vista se llena de un 13
Hacia el valle de Benasque
amplísimo panorama al que se adelanta la notable extensión del pantano. Al fondo, a lo lejos y a la derecha, emerge en soledad una importante montaña, es el Turbón, con su rotundo volumen lejano y grisáceo por las gleras y las rocas que conforman la vertiente que desde aquí ofrece. Es la montaña mágica y ancestral de la Ribagorza, que se hace presente desde muchísimos lugares de ella. Una montaña así, potente, emergente y aislada, debió de concitar el respeto y el temor desde la más lejana antigüedad. Ese amplio, rotundo y bello panorama que se abrió repentinamente tras salir del túnel, sorprendente entonces para mí y habitual para el taxista, parece que le animó a la charla. —No te preocupes que llegamos a tiempo, vamos muy bien de hora, incluso tendrás que esperar un poco en Graus.
Le agradecí sus buenas palabras. El coche iniciaba la larga recta del pantano de Barasona. «[…] con sus choperas dulces lamidas por el cieno del pantano y los almendros de abril que ahuyentan a las nieblas. El agua baja y llena, llena y baja para llenar abajo, ahora quieren que se llene más arriba, vaciando...».1 Barasona es un pantano que en verano, lleno de agua, es una hermosura y que frecuentan esforzados piragüistas, o que deja ver el cieno de su fondo con solo un poco de agua por la pertinaz sequía, de forma que en su cola y en estas ocasiones emergían los restos de la torre de la iglesia del pueblo de Barasona inundado por las aguas del pantano. Ahora el agua y el cieno ya han podido con ella. —Este año el pantano está así, así. No sé si llegará el agua para regar. El problema que tenemos es que, con los años, los arrastres de tierra que trae el río están colmatándolo y cada vez cabe menos agua. No se draga, y si no se hace llegará el momento en que no se embalse casi nada.
Se veía en sus márgenes asomar el cieno unos 2 metros por encima del agua. En el momento en que repaso este texto, Barasona está espectacularmente seco, nunca lo había visto así, solo un poco de agua se conserva junto a la presa; todo es cieno amarillento que pone
1
14
Frase que incluí en alguno de los artículos que publiqué, no recuerdo dónde, cuando el pantano de Campo era una firme amenaza.
Introducción
de manifiesto lo que el taxista decía: no queda apenas capacidad para embalsar agua. En algunos puntos de esa larga recta de la carretera que bordea el pantano por su margen izquierda, el taxista reducía la marcha del coche. —Mira esa cruz. Aquí se mataron algunos en accidentes de coche antes de que reformaran estos tramos de la carretera.
Herrumbrosas cruces de hierro con tarros de cristal que contenían flores ya secas y polvorientas, pero al parecer aún renovadas de vez en cuando, trataban de adornar esos mantenidos recuerdos. Desde luego, la carretera era entonces una recta traicionera por la que los coches, tras pasar tantos tramos de curvas, se lanzaban a altas velocidades, con algunos endiablados cambios de rasante que propiciaban esos accidentes. Al acercarnos a Graus, el taxista me señaló cómo al fondo se veía el Aneto con su glaciar y a su izquierda, el macizo gris del Cotiella, con su rotundo pico emergente, mientras hacia la derecha, el Turbón emergía potente y más cercano. Llegué a tiempo a Graus. El autobús, renqueante y panzudo como entonces solían ser, soltaba un espeso humo que llenaba el ambiente de un fuerte olor a gasóleo, con lo que yo iba al borde del mareo hasta que pude abrir algo la ventanilla, que se resistía, e ir respirando aire fresco. Es lo que recuerdo de aquel viaje. Era la madrugada del día siguiente, sobre las cinco, cuando con todos los primos de Maite, que estaban en Castejón, y alguien más que no puedo recordar, salimos de excursión, ni más ni menos que ¡al tercer lago de Coronas! Menos mal que entonces yo era joven y resistente. Para el que no sepa dónde está eso del tercer lago de Coronas, diré que a unos 3000 metros, al pie del último tramo de ascensión al pico del Aneto. Para llegar allí había que ir en coche, pasar Benasque, llegar al Pla de Senarta y desde allí tomar una pista de tierra en mal estado hasta el final del valle de Ballibierna; un buen recorrido. Desde el final de ese valle ascendía uno de los caminos al Aneto que pasaba sucesivamente por cada uno de los tres lagos de Coronas. Íbamos al tercero, el más alto de los tres. Al bajar del coche, lo menos que tenía eran ganas de subir cuestas; un café y un pitillo me hubieran ido mucho mejor. Total, unas cuatro horas de fuerte 15
Hacia el valle de Benasque
subida, de la que no recuerdo más que el agotador subir entre pinos, canchales, yermos y fuertes pendientes. Al llegar a ese lago, agotado y cabreado por tanta cuesta interminable que los demás subían como si nada, cayó una niebla espesa que ocultaba todo y hacía del lugar algo sombrío e inquietante. Los primos de Maite, sube cuestas impenitentes, decidieron, en un momento en que el cielo parecía abrirse, andar un poco más cada uno por su cuenta. Yo no iba a quedarme atrás, así que con Maite y otra acompañante, no hicimos otra insensatez que subirnos a un pico que estaba allí mismo, casi gateando con pies y manos entre las rocas. La verdad es que a esa altura a uno se le pasa el cansancio, así que llegamos a la cima. Conservo en el estudio una foto de Maite en ese pico. Como Ana Aragüés decía, Maite parece pintada por Botticelli, aún lo parece. No sé cómo al bajar del pico no nos perdimos y fuimos hacia otro lugar que al lago al que debíamos ir, de donde salimos porque la niebla había vuelto a caer. Mi buena orientación nos condujo sin titubeos al lugar exacto de donde partimos, donde el grupo nos esperaba entre la niebla, sentados en unas rocas, apiñados de frío y con cara de «¿Qué se ha creído este?». Bueno, hubo mucha suerte, porque nos podríamos haber perdido al bajar e ir hacia sabe Dios dónde; hubiera sido un buen estreno. Al volver de allí, bajando por la abierta canal de Coronas hacia los coches, pero con las piernas que se me iban a uno y otro lado, nada, unas tres horas o así, con un sol radiante, arrasador y frontal, yo me ponía la crema Nivea en la cara a montones, que desaparecían como si me los comiera. No sé ni cómo llegué abajo. Este fue mi primer contacto con el valle de Benasque. Desde entonces mi relación con el valle de Benasque y la Alta Ribagorza ha sido constante, muy intensa hasta 1995 y más distante ahora. Las cosas suceden como suceden, de ello trataré en su lugar. Pero, en cualquier caso, lo que en estas tierras pude disfrutar, ver y aprender, fueron decisivas para mí y para definir mi actividad profesional que en pocos años iba a iniciar. Por un lado desarrollé, principalmente desde la Asociación Guayente, una intensa actividad en el campo de la promoción y el estudio de la cultura y la historia de toda esta zona. Por otro, aquí inicié mis primeros trabajos sobre la restauración del patrimonio, preci16
Introducción
samente sobre no pocas de sus numerosas iglesias románicas. El poder abordar estas restauraciones dignamente me planteó muy pronto la urgente necesidad de conocer y estudiar a fondo los procesos de la arquitectura antigua y su historia; lo que para mí fue el inicio de continuados estudios, numerosos viajes e investigaciones que mantengo con constancia desde aquellos años como mi principal actividad, y que me llevaron a largos años de docencia universitaria que tuve que abandonar. Madrugar, viajar hasta La Almunia, cuatro horas seguidas de clase que daba de pie y hablando hasta que se hacía la hora; cosa que se me hacía notar por el rebujeo de algunos alumnos en sus asientos y porque otros cerraban ruidosamente su carpeta, como diciendo «Ya vale, tío», me cansaba. No veía que, salvo para unos pocos alumnos, mi esfuerzo merecía la pena, era mejor dejarlo y dedicar mi tiempo a otras cosas. Como consecuencia de aquella docencia y mientras la ejercía, vi la necesidad de ofrecer a mis alumnos en forma de libritos y apuntes los asuntos que les era necesario conocer, dispersos y muy difíciles de encontrar agrupados en otros textos, y pronto comprendí que siempre «[…] hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa […] un tiempo para callar y un tiempo para hablar […]»2 y que para mí había llegado el de contar lo que hasta entonces había aprendido. Así, dedicado a esto, publiqué una serie de libros y artículos, pronuncié conferencias y organicé cursos al respecto, en lo que sigo ya con dedicación plena. Así que todo se inició para mí con Maite, que fue el soporte y la razón de todo esto. Y con las pequeñas iglesias de este valle. Hoy, y con respecto a aquellos años y estos lugares, son pocas las relaciones de amistad que conservo. Pero cuando vuelvo a ellos sigue ahí la hermosura de los paisajes y de los rincones de este valle y el sosiego que aquí se puede disfrutar, si se sabe encontrar. Todo ello me anima a contar lo que en este texto cuento, porque a alguien le interesará y creo que no debo guardarlo solo para mí.
Leigh Fermor (2015), dedicatoria del texto (Ecl 3, 1-7).
2
17
Advertencia
Ă?NDICE
«Nada, o casi nada, merece la pena que se hable de ello con gravedad». Con esta frase comienza Stendhal sus conocidos Paseos por Roma,3 tras una estancia en ella de diciembre a febrero de 1824. Eso sí que eran viajes y no los que ahora podemos hacer. Esta idea se ajusta al propósito del texto al que doy comienzo, que pretende ser una particular reflexión absolutamente personal —en buena parte autobiográfica— sobre lo bueno y lo malo que a lo largo de tantos años he podido aprender y vivir en estas tierras y con algunas de sus gentes, y que quiero contar para que las cosas no se olviden sin más. Al tiempo que explico brevemente los hechos que han sucedido en los distintos lugares que se recorren y que les dan sentido en nuestra historia; bien que el paso del tiempo y el creciente desinterés por las cosas de nuestra pasada historia los han sumido ya en el olvido. Hoy, esta parcela de la microhistoria reciente de los lugares y, sobre todo, de las gentes que trabajaron generosamente por su progreso es poco transitada, y creo que merece la pena recordarla. Mi afición por la literatura de viajes, tan espléndida y atractiva, me impele en buena parte a ello. El glorioso Josep Pla nos dijo: «[…] No hay nada como alejarse un poco para curarse de la psicosis de la proximidad, de la deformación de la proximidad, de la que todos estamos atacados. Hay que viajar para aprender —a pesar de todo— a conservar, a perfeccionar, a tolerar […]». No puede expresarse mejor. Y yo añado que la lectura de los libros de viajes es la mejor introducción posible al viaje, que con esa lectura se desea hacer lo antes posible, y aun para los que nunca haremos. Stendhal (2007-2015).
3
21
Hacia el valle de Benasque
Este texto cuenta un viaje supuestamente hoy realizado a lo largo del cual inserto mi narración, contando cómo recorrer y apreciar el valor y la hermosura de los lugares descritos. Podía haberme centrado solo en algunos de ellos tratándolos con más profundidad, pero mis recuerdos alcanzan a todos ellos. Tantos años de ir y venir por ellos me lo facilitan y me parece que apartarlos de mi narración dejaría de ofrecer la imagen adecuada, al menos la mía, de estas tierras. Aunque no recorro toda la Ribagorza, he elegido los caminos más directos hacia el valle de Benasque, los del Ésera y el Isábena, que no pueden dejar de conocerse en un viaje por la Ribagorza aragonesa. Así que por hacer más operativo este texto dejo al margen las tierras de Barbastro, Benabarre y Monzón, el Montsec y parte de las bañadas por el Noguera Ribagorzana, ricas en monumentos y acontecimientos, que son parte muy importante de nuestra historia. Es necesario decir que existe otra comarca catalana también llamada Ribagorça, que no se recorre en este texto, geográficamente adyacente al este de la Ribagorza aragonesa y separada administrativamente de ella por el río Noguera Ribagorzana. Nuestra Alta Ribagorza, la aragonesa, que en parte vamos a recorrer y que viene desde el siglo ix, coincide hoy en muy buena parte en su extensión con la que tuvo el condado altomedieval de Ribagorza (872-1044). Es un territorio de alta montaña, que se tiende al sur de la más alta barrera pirenaica, desde Gistaín y el límite oriental del Sobrarbe, hasta la cuenca del río Noguera Ribagorzana, que surcan de norte a sur los ríos Ésera, Baliera, Isábena y el propio Noguera Ribagorzana, que constituye su límite oriental.
22
De camino al valle de Benasque
Ă?NDICE
El salón era grande y la cálida luz de las lámparas lo hacía un lugar amable y acogedor. Tres amplios balcones se abrían a la plaza y un techo artesonado de madera, de esa que huele a buena madera nada más verla, lo cubría. Molduras estucadas enmarcaban las paredes. Todo eran estanterías repletas de libros. Dos sofás y acogedores sillones orejeros ocupaban un lado del salón junto a la chimenea en la que crepitaban las brasas, sobre uno de ellos Bernardo había dejado el libro que leía cuando llamé a la puerta. Había también más libros, revistas y papeles anárquicamente distribuidos sobre las mesas, con ese desordenado orden en que uno sabe dónde está cada cosa y que más vale no alterar. Mi estudio estaba igual y se lo comenté, con gesto de aceptación dijo: —No sabes lo mal que lo paso cuando limpian todo esto. Con lo de quitar el polvo siempre me han de mover las cosas y luego no las encuentro, no hay manera.
Había quedado con Bernardo en su casa de Graus. Era un caserón casi palaciego algo ajado ya, que estaba en la plaza Coreche; una pequeña y recoleta plaza cercana a la plaza Mayor. Adiós, Marieta del alma, que me voy a mi retiro y mañana me hallarás de tus amores cautivo.
Este corto poema, una albada que me dicen que se canta en las fiestas de Graus, aparece dos veces pintado en la fachada de una casa de esta plaza. Pese a mis preguntas nadie ha sabido decirme a qué obedece esto. Algo tuvo que suceder en esa casa o en esa plaza que motiva esta inscripción, por demás hermosa y sugerente. 25 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Nos sentamos en una estupenda solana cubierta de la parte alta de la casa, vieja pero llena de nobleza, y que aquí y allá mostraba los restos de la continua presencia de palomas. Bernardo la había conservado estupendamente, con sus maderos pintados con aceite de linaza, su magnífico y ya desgastado solado de baldosas y los muros pintados con blanca cal. Por encima de las casas de enfrente asomaba el santuario de la Virgen de la Peña; hacía una buena tarde y pronto anochecería. La señora que cuidaba de la casa y de Bernardo, menuda, delgadísima, eficiente, con rostro noblemente ribagorzano y con su pelo blanco delicadamente peinado y recogido con un rotundo moño, nos sacó enseguida vino del Somontano y una fuente con trozos de la deliciosa longaniza fresca de Graus, frita, curruscante y rica. La noche cayó sin darnos cuenta, contándonos lo que hacíamos y cómo nos iban las cosas, sobre todo porque el vino fluía en las cristalinas y delicadas copas de la casa, siempre con el correspondiente posavasos. La señora nos llamó para cenar. Nada más entrar en la casa nos arropó un delicioso aroma a ternasco asado que nos esperaba en su espetón al calor de unas brasas que avivaba el ama y en las que alguna gota de grasa provocaba el estallido de pequeñas llamitas. Un terso y elaborado mantel cubría parte de una gran mesa de madera que apetecía acariciar por el brillo delicadamente lustroso que tenía. La cocina era amplia, de esas de la montaña, con sus cadieras, estantes y hornacinas repletas de tarros, vajillas y cristalerías; aquí y allá había sartenes y ollas colgadas; en una alacena semiabierta se veían ristras de embutidos y algunos perniles, saquitos de sal, azúcar, legumbres y cestos de mimbre con patatas. Un montón de troncos y leña menuda estaban a un lado de la chimenea, con una notable campana sobre el hogar. No se veía ningún artilugio moderno, ni nevera ni lavavajillas. Así lo comenté. Estaban en un cuarto aparte, a Bernardo no le gustaba verlos, le parecían intrusos en aquel verdaderamente noble y acogedor espacio. Tan acogedor como aquel aroma a ternasco en su punto que lo llenaba. El ama nos lo trajo a la mesa, mientras avivaba las brasas y echaba alguna leña y troncos al fuego que muy pronto iluminaron cálidamente la cocina. Bernardo traía un par de botellas de vino del Somontano, pero del bueno, claro. Mientras descorchaba la primera botella y lo servía en las copas de cristal tallado, delicadas y transparentes, dijo: 26
Del camino al valle de Benasque
—Como sé que te gusta el ternasco, te lo han preparado. Es muy rico, aunque para cenar sea algo indigesto y estemos ya para cuidarnos; un día es un día.
Ante este despliegue, y mientras el ama nos servía los primeros y más jugosos trozos, no pude evitar recordar y comentar la gloriosa narración que Patrick Leigh Fermor, uno de mis autores predilectos, hace en su libro Roumeli,4 describiendo cómo él y su amigo Marko dieron buena cuenta de una pierna de cordero lechal en similares circunstancias a las que teníamos aquí. Aunque con una glotonería y avidez que nosotros no íbamos a desplegar, el sudor perlaba sus frentes mientras la consumían hasta dejar los huesos pulidos y brillantes. —¿Roumeli? No lo he leído, ni conozco la obra de ese Patrick que dices, pero desde luego compraré inmediatamente ese libro. —No dejes de hacerlo, es increíble que contar algo tan normal como eso le lleve entre unas cosas y otras cinco páginas, llenas de hermosura literaria, donde no sobra nada, y que se leen con la misma avidez con que uno escucha a Poirot —a poder ser interpretado por Peter Ustinov— desvelar los intríngulis de un crimen después de haber desayunado sus riñoncitos al jerez. Messieurs… Mesdames… Mademoiselles… Es algo sublime. Bueno, este hombre escribe como los ángeles y estas descripciones las repite para cualquier cosa. Si lees ese libro te pasará como a mí, buscarás uno tras otro sus libros publicados para leerlos inmediatamente, y escribió largos textos.
El ternasco estaba delicioso, suelto, dorado, nada grasiento y en su punto, como Maite me lo hacía de vez en cuando. Y el vino nos animó a una grata y larga conversación. Cuando ya casi nada quedaba en la fuente, el ama, que sentada en un rincón reía con lo que decíamos y a veces comentaba alguna cosa, puso un puchero con café en el fuego. Al servirnos el café, con voz como de quien quiere decir algo realmente interesante, nos contó: —Vosotros, que os interesan tanto las cosas pasadas, ¿conocéis la historia del gigante de Graus? Tenía un solo ojo y un rebaño de ovejas que guardaba en una cueva —vaya a saber usted dónde estaba—, dicen que en la alta montaña. Claro, como era un gigante, no le costaba nada ir desde Graus hasta allí en un periquete. La cosa era que si encontraba
Leigh Fermor (2011: 288-292).
4
27
Hacia el valle de Benasque
a alguien perdido, con buenas palabras lo llevaba a la cueva que tenía cerrada con una gran roca y lo devoraba, chupando los huesos con avidez, como quien se come unas gambas de Huelva, tan difíciles de probar por aquí. La cosa es que una vez se llevó a un chico y este, al ver lo que le iba a pasar, cogió un tronco de madera de la lumbre y se lo hincó en el ojo. A la mañana siguiente, mientras el rebaño salía de la cueva, el chico se puso una piel de oveja y escapó, engañando al gigante, que pasaba la mano por los lomos de las ovejas para evitar que el chico se escapara. Bueno, para no cansarles, el gigante, ciego, lo persiguió, pero cayó en el río, donde se ahogó, librándose Graus de ese malvado gigante. —Pero, oye, eso es la historia de Ulises y el gigante Polifemo. ¡Qué cultos eran en Graus para esto de las leyendas!
Yo conocía muy bien a Bernardo, en realidad desde siempre. Fuimos compañeros de colegio y luego en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, en la que los dos nos graduamos, incluso hicimos juntos la mili. Los jóvenes de hoy, que ya no tienen esa obligación, no saben qué era eso, ni que fue precisamente Aznar el que la suprimió regalándoles un año y medio para ellos. Yo le hubiera guardado eterna gratitud por eso. Pero las cosas de la vida nos alejaron; Bernardo trabajó por Europa en distintos lugares, y hace unos quince años nos reencontramos de una forma bien inesperada. Bernardo acudió a alguna de las conferencias que daba por la zona y al final le gustaba ponerme en aprietos con sus preguntas, a veces verdaderamente molestas; disfrutaba con eso. El paso del tiempo nos cambia a todos y entonces Bernardo me causó una gran impresión por sus intuiciones y claras ideas, y así se renovó nuestra antigua relación con mutuo interés por tantas cosas que compartíamos. Bernardo tenía un agudo sentido crítico y socarrón. Sus rápidas respuestas provocaban en la gente, que no las comprendía bien, sorpresa disimulada con risas nerviosas; eso que se perdían; porque Bernardo tenía muy claras las cosas que interpretaba aguda y certeramente. Recuerdo cuando un amigo le preguntó: «¿Qué haces ahora?». Bernardo, de la forma más natural, le contestó: «Buscar sosiego. Si sabes de alguno raro dímelo, que me interesa». Claro, ese amigo se quedó sin saber qué decir, pero como todos nos reímos con la respuesta la cosa quedó en nada, aunque tenía miga y reflejaba muy bien su carácter. Era sesentón como yo, apartado de todo y 28
Del camino al valle de Benasque
dedicado a la lectura, al estudio de lo que le interesaba y a lo que le daba la gana. Como a mí, le molestaba todo aquello que le sacara de su mundo que quería apacible y de sosiego, defendiéndose por todos los medios de aquellas perturbaciones. Su cuidada barba y abundante pelo ya blanquecinos de tantas canas enmarcaban un rostro subrayado por espesas y negras cejas, poco propicio a la sonrisa. Aunque la primera impresión que causaba en la gente era de distancia y algo adusta, era una falsa impresión; si se le trataba era todo lo contrario, un cercano cacho de pan. Me sorprendió cómo se autodefinía, decía que se sentía un hombre de la segunda mitad del siglo xviii. Eso sí, avanzado, decía. Cuando en España se formaron las Academias como promotoras de cultura y a las que habría pertenecido, como a las Sociedades de Amigos del País, que entonces nacieron para llevar a la práctica y difundir los conocimientos del tiempo entre el vulgo. Y añadía, que seguro que habría tenido serios problemas en el xix, porque no habría podido hacer otra cosa que militar en el espíritu ilustrado y afrancesado del tiempo —«Todo por el pueblo, pero sin el pueblo»— y eso le identificaría con las aviesas intenciones de las tropas de Napoleón que invadieron España. Tendría que haberse marchado o le habrían cosido a palos sin dejar explicar nada, o algo peor. —¿Y por qué dices eso de avanzado? —Bueno, no es fácil de explicar, porque la gente no conoce bien la historia. Tú lo entenderás. Quiero decir que, identificándome con lo que supuso la Ilustración, me alejo radicalmente de su idea de abrazar la modernidad con profundo rechazo de lo propio, de creerse los poseedores de la razón y los más cultos, despreciando a los demás, pugnando por un progreso contra «el progreso», es decir, contra el que hasta entonces se había logrado y que no coincidía con sus ideas. Y sobre todo —y como consecuencia de ello— con ese sentimiento racista que ejerció sobre todo en América. En fin, no es fácil de explicar con pocas palabras, pero la Ilustración no fue tanto el paraíso de la libertad y de la cultura, aunque, eso sí, con sus luces y sus sombras está en la raíz de nuestros tiempos, o debería estarlo.
Bernardo era, pues, un hombre de mi interés y muy próximo a mí, a quien no podía dejar pasar, sobre todo con esta irreflexiva, torpe, inculta, generalizada y ciega cháchara vacía que nos acomete hoy. 29
Hacia el valle de Benasque
La cena fue estupenda, rematada por un incomparable orujo y trocitos de un riquísimo chocolate negro de Graus, de casa Puyet. En un momento dado le pregunté por su nombre, nada usual: —Es por Bernardo de Clairvaux, el del Císter. Mis padres eran muy amantes de la cultura medieval, muchos de estos libros vienen de su biblioteca, formidable para aquellos años y que me ha sido utilísima desde mi juventud. Aunque si hubiera sido chica me hubieran llamado Clara, como a tu hija. Ya ves.
30
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
ÍNDICE
CASTEJÓN EL RUN
BARBARUENS
TABERNAS SEIRA VIU
SENZ CAMPO
AGUASCALDAS
A AÍNSA
A LAS VILAS DEL TURBÓN
BESIANS FANTOVA
PERARRÚA
PANILLO
GRAUS
SAN ROMÁN DE CASTRO NA VE OL
A BENABARRE
Mapa 1.
Como de forma hermosa y certera nos dijo Machado, «[…] Caminante, no hay camino, se hace camino al andar […]», así que juntos, Bernardo y yo, haremos camino. Porque, remachando lo de Machado, resulta que «[…] Romero, para ir a Roma, lo que importa es caminar; a Roma por todas partes, por todas partes se va». Y no son pocos los caminos que nos llevarán al valle de Benasque por estas tierras de la Ribagorza, y al recorrerlos pacientemente y uno a uno nos mostrarán su esencia y nos permitirán conocerlas bien. Digo tierras, pero ellas nada hacen sino es seguir el curso de la naturaleza. Son los hombres y las mujeres, su manera de adaptarse o modificarlas para mejorar las cosas y sobrevivir en ellas, lo que les da sentido. Vamos a ello. Quiero advertir que después de las diez de la noche, más o menos, todas las gasolineras que existen a partir de aquí y aquí están cerradas. Hay que llegar a Barbastro para reponer combustible. En alguna ocasión y por olvidarlo he tenido problemas. Así que estén atentos a esto y repónganlo durante el día. Al salir pasamos por el monumento a Joaquín Costa, que murió aquí. —Este hombre fue algo muy importante en su tiempo, es el grausino más importante, y Graus entonces casi nadie sabría dónde estaba —dijo Bernardo. —Hombre, Joaquín Costa es un personaje mítico para Aragón. Y pasó a serlo desde el día después de su muerte. Ya sabrás que se había organizado el traslado de su cuerpo a Madrid, pero el pueblo de Zaragoza, bien que organizado desde la prensa local, se opuso rotundamente a ello. Detuvo el tren que debía trasladarlo a Madrid y logró que se enterrara en Zaragoza. En ese día Aragón reconoció a Costa todo lo que antes le había negado, y lo elevó al mito que hoy es.
35 ÍNDICE
—Fue un prohombre de Aragón y de España, aunque eso de prohombre… no está bien traído, es raro el nombre ese. Los romanos decían «Primum vivere deinde philosophari» y no les fue nada mal. Pero este hombre fue más allá, nada de primero vivere y después philosophari. La escuela, el saber, el conocimiento, que llevan a eso de nutrir con seguridad la despensa. Y nada de primero una cosa y después la otra, las dos cosas a la vez. Lo tenía claro. —De todas formas, tanto este monumento como el que se levantó en el cementerio de Zaragoza como su cenotafio, son poco afortunados. Y para qué te voy a hablar del cabezón que se le erigió delante de la iglesia de Santa Engracia, poco arte tienen ninguno de ellos. —Hombre, al menos en este el rostro de Costa está representado con dignidad. —Hay algún estudioso que asegura que eso de «¡Que nos quitan el agua!», que por aquí se grita de vez en cuando, viene del discurso de Costa sobre no dejar perderse el agua de los ríos y aprovecharla para la agricultura. Ha calado a fondo esa idea entre los aragoneses.
Borda de adobe a la salida de Graus.
36
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Su obra Política hidráulica y sus largos, claros y cultos discursos al respecto fueron decisivos para ello. Repetía constantemente que el agua era para Aragón y España el mejor instrumento para el progreso en todos los aspectos. Una España entonces dedicada al cultivo de secano y a la ganadería extensiva, con enormes zonas de sus territorios en estado semidesértico y pocas zonas de huertas. —Y, en particular, respecto a la Ribagorza, no se cansaba de insistir en que el Ésera podía ser la madre de todos los progresos. Algo se ha hecho al respecto aquí. Pero él nunca lo pudo ver realizado. Ya sabes, se insiste en aquello de que no legisló. —Claro que sí, aunque eso de hacer riegos, acequias y huertas que iniciaron los romanos, los musulmanes que ocuparon España supieron aprovecharlo y continuarlo de manera excelente, perfeccionándolo e introduciendo las rotaciones de cultivos y mecanismos para aprovechar el agua como la noria o los molinos.
Nada más salir de Graus veremos a nuestra derecha una borda de adobe, pese a su sencillez es magnífica y la única que conozco en toda la Ribagorza. Cualquier día la tirarán, debía de estar adecuadamente protegida como un resto precioso de este tipo de construcciones, de las que debió de haber no pocas por aquí.
El monasterio budista de Panillo Bernardo dijo que no podíamos dejar de visitar el monasterio budista de Panillo, y allí fuimos. Nada más salir y tomando el desvío que recorre el inicio de la fragosa vertiente que separa la cuenca del Ésera de la del Cinca y el Sobrarbe, en 7 kilómetros se llega muy pronto a Panillo, un poco más allá hay ni más ni menos que un monasterio budista construido y en funcionamiento desde los años 1984-1985. Su verdadero nombre es Dag Shang Kagyü, que a saber qué significa. Para mí, esta era la primera visita a este lugar, nunca me había llamado la atención. La estupa principal emerge desde lejos entre el arbolado como el caserón que oficia de templo. La primera impresión es que los monjes tienen buenas piernas, cuestas y escaleras con altas gradas que cuesta subir, acceden a la breve plataforma de la zona «sagrada» alrededor de la que se levantan los edificios que conforman el recinto sagrado del monasterio, donde no se puede 37 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
fumar. Un poco más allá y separado de este hay una zona de acceso restringido con un albergue y residencia, casitas diseminadas y alguna estupa más. Todo tenía un cierto carácter budista bastante escenográfico. Tras una gran puerta de aire budista, una breve avenida decorada en un lado con una hilera de pequeñas y esquemáticas estupas con cuerdas tendidas entre ellas de las que cuelgan innumerables papelitos plastificados con oraciones, da acceso al recinto principal y único. En un extremo está el templo, un caserón con cubiertas que aproximadamente recordaban ese pretendido ambiente, una cosa curiosa y particular que se quiere ampliar. Enfrentado a él y en alto aparece emergente la estupa principal con su molino de plegaria, espectacular, grande y alojado en su interior; hay que hacerlo girar y pedir un deseo. La estupa principal está rodeada de pequeños molinitos de plegarias que el visitante ha de hacer girar. Todo está pintado con fuertes colores en perfecto estado y en un ambiente lejano y extraño en este paraje pirenaico del Somontano. Llama la atención junto a la pequeña caseta de venta de cosas y servicios, una máquina dispensadora de Pepsi Cola, tan lejana a estos cultos. No vimos un solo monje ni a nadie más. En el monasterio, además de los monjes, viven temporalmente gentes de todo tipo que se retiran aquí buscando una nueva espiritualidad, una nueva manera de entender la vida y practicarla, o quizás solo alejarse de todo durante un tiempo. —Tenías que conocerlo. Esto de los monjes atrae a mucha gente que viene a ver y conocer este ambiente y a los monjes, y vuelve encantada. En fin, no creo que nosotros aguantáramos estas cosas. Hasta para estar solo se necesita estar como nos dé la gana, y eso de estar con horarios fijos no nos va nada de nada. —Bueno, ya me hubiera gustado a mí ser abad de Poblet durante solo algunos años, más no que me agobiaría. Pese a eso de los horarios… esa biblioteca, ese gregoriano, todos obedeciéndote… —Ya, no tienes mal gusto. Hace unos años vi por el valle de Benasque unos monjes budistas con sus túnicas naranja y con sandalias, deslizándose por la nieve y gozando como niños. Me sorprendió mucho que la nieve les hiciera tan felices, parecía que no la habían visto nunca; cualquiera supondría que venían del Nepal o así, pero resultó que eran de tierras bastante más al sur, donde la nieve era algo casi inexistente, lo que explicaba esa felicidad. Incluso pude ver cómo un señor traía un notable caldero humeante que debía de contener
38
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
algún potaje, llamándoles a comer. Debían de venir de aquí. Vámonos, que ya lo has visto.
Tras volver, e inmediatamente, cruzamos el río Ésera a su margen derecha. A partir de aquí se abre el amplio y verde paisaje de los campos que cierran los montes hacia el norte, y abrazan los que separan la cuenca de este río con las del Cinca y el Isábena, la Valle Magna altomedieval, una amplia zona que poco a poco va perdiendo su antes nítida definición por algunos almacenes y granjas recientemente construidos, y por algún impertinente campo con placas de captación de la energía solar. —Esto que tú llamas la Valle Magna era un territorio que entonces dominaban los musulmanes de Graus; a los cristianos no se les ocurría andar por aquí abandonando la seguridad de sus montañas. Todo debían de ser huertas y campos, incluso he oído que eso del vino tuvo entonces su origen aquí. Estas placas de energía que te molestan las pusieron cuando daban subvenciones verdaderamente jugosas, un turbio asunto; ahora ya no son tanto negocio y tienen problemas, aunque siempre darán algo más que un campo. ¿Para qué?
Sobre los nombres del río Ésera y su nacimiento El río Ésera, en su camino hacia la tierra baja, atraviesa los montes del fondo. Al topónimo de este río, que según un documento del año 959 era llamado Calonicha, se le han asignado varios significados, entre los que considero más riguroso y serio el que Bienvenido Mascaray, del que trato más adelante, nos explica haciendo referencia «al lugar donde va a parar la vena de agua […]», y algún otro autor «río fuerte». Es decir, al hecho de que en la alta montaña, donde nace recogiendo las aguas del glaciar del Aneto y de las montañas de su entorno, sobre todo del barranco de Barrancs, recorre un corto tramo que al salir del Pla d’Aigualluts forma una abundante y amable cascada y sus aguas caen en una inmediata y profunda sima, el Foráu d’Aigualluts. Dicen los que la han medido que tiene 230 metros de largo, 50 de ancho y 40 de fondo. Es a este lugar donde «va a parar la vena de agua» y le da ese nombre, desapareciendo el río. Una buena parte de él discurre por el subsuelo hasta aflorar en los Ojos de Joeu, en la Artiga de Lin, ya en el valle de Arán, para desde allí engrosar, si no hacer nacer, el río Garona. 39 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
—Jorge Mayoral, que de esto sabe un rato, dice que desde el Foráu de la Renclusa, que está más arriba, donde el refugio, ya baja agua subterránea a Aigualluts y que desde allí hasta los Ojos de Joeu, el recorrido subterráneo es una línea casi recta. —Sí, eso le he oído decir. Pero lo que no tengo claro es dónde exactamente nace el Ésera, porque desde Aigualluts no se ve cauce de ningún tipo que baje, hasta después de pasar el Pla d’Estanys, bastante abajo. —Claro, Jorge asegura que las aguas del Ésera vienen de que ese Pla d’Estanys actúa como una esponja, retiene el agua que le pueda venir de Aigualluts, poca ha de ser, recoge la del pequeño ibón de Bacamorta, encima de Estanys y la de la lluvia para soltarla algo más abajo. —Así será, porque este asunto siempre me ha despistado. Lo cierto es que en todo el Pla d’Estanys no se ve más que un mínimo cauce, normalmente seco. Hay que entrar en el bosque para escuchar el rumor del agua, que recorre un corto tramo para subsumirse nuevamente en el subsuelo y desaparecer. Solo un poco más adelante,
El Aneto con su glaciar. El autor y, en primer plano, la cascada de Aigualluts.
40
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
en una poza rocosa, vuelve a manar el agua para constituir un débil cauce decididamente creciente y seguro que llega al valle detrás del Hospital. A partir de aquí se acrece con cascadas y numerosas afluencias diversas (Gorgutes, Remuñé, Lliterola, Ballibierna, Cregüeña), siendo el barranco de Cregüeña el que aporta la mayor cantidad de aguas al río, al comienzo del hoy pequeño pantano de Paso Nuevo, al que igualmente afluye el Ésera. Superada la presa, el cauce adopta el verdadero porte de un río de montaña, el Ésera. —Si no fuera por el agua que se va al Garona, hay que imaginar el caudal que tendría el río. ¿Nunca ha pensado nadie en taponar el Foráu? —Anda, que buena se organizaría... —Pero, con lo que dices, cabría suponer que el nombre del Ésera viene de ese incierto transcurrir de su cauce. Si será o no será, para ser definitivamente. —Bueno, es verdad que el nacimiento del Ésera es así de incierto, no nace de un punto claramente determinado. Pero tu opinión me parece que tiene poco futuro.
Pero me interesa hablar de otro significado que solo es una hermosa leyenda absolutamente injustificada. Según esta, hubo un tiempo en que todos los ríos de la zona se secaron menos el Ésera, por lo que su nombre viene de que es un río que siempre es, era y será, porque sus aguas nacen de las nieves del Aneto. La conseja está bien traída. —Pero, si las cosas siguen como hace años, y con la casi desaparición de los glaciares, me suena excesivo ese nombre. Pero así se llaman aquí, quizás quede muy afectado. El del Posets, que yo he visto pleno y espléndido en agosto, ha desaparecido y es una glera de piedra grisácea lo que se ve en lugar de aquella nieve que lo cubría todo; el de Perdiguero casi igual, ya el Lago Blanco que existe a sus pies —por Lliterola— y que así se llamaba por estar semicongelado y por la nieve que colmaba su entorno, la ha perdido en muy buena parte y el glaciar del Aneto lleva ese camino. Hoy en verano pierde toda la nieve del invierno y lo que ofrece el glaciar es la capa de hielo más o menos perenne hasta hoy. De forma que atravesarlo requiere cuidados y equipo especialmente adecuado para caminar sobre ese hielo, resbaladizo y peligroso. Antes la nieve facilitaba caminar sobre el glaciar de forma bastante más segura; si resbalabas la propia nieve podía frenar tu caída, con el hielo puedes ir a parar a sabe Dios dónde.
41
Hacia el valle de Benasque
—Sí, pero ese glaciar está hoy sucio y lleno de desperdicios que los que dicen amar la montaña tiran sin ningún pudor a su paso. Sin nadie que los recoja. Recientes anuncios de los investigadores de las cosas relacionadas con el cambio climático, dicen que los glaciares del Pirineo central han disminuido en un cincuenta y alguno hasta en un setenta por ciento y que de seguir así, estos glaciares desaparecerán ya en el presente siglo. —Pues entonces, ese nombre de Ésera tendrá que cambiarse. —No, no. El agua, aunque sea poca, seguirá afluyendo. Lo que habrá que cambiar es el nombre de río por riachuelo. Y a alguien se le ocurrirá hacer en Barasona, ya seco, un campo de golf, que no hay ninguno por aquí y es una cosa muy moderna. —Y, hablando de esto de cambiar nombres, mira lo que dice el periódico. El Gobierno de Aragón trata de «rebautizar» los nombres de 160 montañas aragonesas de más de 3000 metros. —¿Tantas hay? —Ya ves. Dice que respecto a esto de cambiar nombres, la Consejería de Vertebración del Territorio a propuesta de una Comisión Asesora de Toponimia, «[…] argumenta, ser el resultado de un año de trabajo de los expertos […] justifica que su intención es eliminar denominaciones inventadas, falsas o francesas, malas traducciones, nombres de montañeros u otros directamente creados por las propias editoriales de las guías […]».5 —Pues sí que estamos bien. Dicen que quieren eliminar nombres «inventados» y se van a inventar nada menos que 160, cosa que se me antoja laboriosa y difícil. Vaya expertos, que tras un año de trabajos concluyen con esto; vaya intenciones fundamentadas y vaya necesidad que nadie entiende de acometer una barbaridad semejante. —Aconsejan cambiar los nombres de picos tan importantes y mundialmente conocidos como el Aneto, Possets, Perdiguero… y sustituir el nombre de picos por el de tucas. Esta gente no sabe que una tuca es una cima relativamente accesible para pastos y no un pico al que solo se accede escalando. Y dice el artículo que «[…] En el caso de Russell (el pico) se pretende que se llame Tuca de Cap de la Vall, utilizando la palabra cap, que en catalán significa ‘punta’ pero en benasqués significa ‘nada’ […]». Hay que ver.
5
42
Heraldo de Aragón, 29 de julio de 2017, p. 15.
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Tal como me lo cuentas es bastante indignante, ¿en qué manos estamos? Imagina cambiar las tradiciones y la historia de siempre porque a algunos insensatos se les ocurran estas cosas. —Y dice el periódico que la oposición crece y se generaliza ante esta tropelía totalmente innecesaria. Esto último lo digo yo. Dios quiera que paren esto. —Yo no he subido nunca al Aneto, ni ganas. Mira Roberto, eso de tener buenas vistas me es indiferente si no me suben hasta allí, y ni tú ni yo somos partidarios de darnos esas palizas. Una vez subí hasta el refugio de la Renclusa y llegué con el alma fuera. Menos mal que allí nos dieron unos huevos fritos con longaniza y unas costillas estupendas que me devolvieron la confianza en poder bajar sin agotarme más. —Pues yo he estado cerca, en el tercer lago de Coronas y acabé deshecho, las agujetas me duraron días y eso que entonces era joven y resistente; fue un palizón que aún recuerdo. La gente contaba entonces con temor lo del paso de Mahoma, una corta cresta de paso obligado para llegar a la cumbre con precipicios en ambos lados, y que había quien la pasaba avanzando a horcajadas, ¿te imagínas? Así que eso no animaba nada. —Debía de acojonar lo suyo. Pero díselo a algún cura del valle que tenía que celebrar misa en la cumbre el día del Pilar y no se había visto en otra semejante. Ahora hay gente que sube con zapatillas de loneta y poca ropa, supongo que las pasarán canutas y tendrán que volverse o cosas peores. De vez en cuando algunos han caído en las grietas del glaciar, que son muy peligrosas, y allí va el helicóptero. —Bueno, en realidad, el helicóptero por unas cosas u otras no para de ir y venir.
La civitas de Fantova Muy pronto se llega a Las Ventas de Santa Lucía. Un desvío a la derecha nos conduce a Fantova, una pequeña aldea en cuya proximidad y en el barranco de la Bodegueta se alzan aún los restos de la que fue la altomedieval civitas de Fantova. Hace muchos años que no había vuelto a ella, y como fue restaurada después de la última de mis repetidas visitas, el camino está señalizado. Antes era fácil perderse entre las pistas que por aquí se entrecruzan. De este pequeño 43 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
conjunto fortificado tenemos noticia ya en el año 1009; se construyó entre las cuencas del Ésera y del Isábena, y con los castillos de Erdao, Güell y el cercano castillo de Perarrúa, que luego veremos, constituía entonces la mínima red de protección al sur del condado altomedieval de Ribagorza. No se estaba entonces, como algún inadvertido autor afirma, para pensar en utilizarlos como elementos de proyección de ataques a tierras musulmanas, bastante había con sobrevivir. Sus emplazamientos conectados visualmente con puntos adecuados del interior del condado aseguraban una red de aviso de lo que se podía venir encima. —Pero es que el condado de Ribagorza en aquellos tiempos era un territorio pequeño y con pocos habitantes; la montaña daba lo que daba, una vida muy dura. Tanto que los musulmanes no arriesgaron nada por ocuparlo, sometiendo a sus habitantes a un distante dominio, ante lo que nada podían hacer. —No solo eso, su influencia política en el conjunto de los nacientes reinos cristianos, que ya eran crecientemente poderosos e influyentes, era nula. Solo algunos matrimonios de miembros de la casa condal fueron su proyección hacia el exterior, y uno de ellos —el de la condesa Ava—, luego lo explico, la causa de la pérdida de la independencia del condado.
Al acercarnos y sobre un promontorio aislado tapizado hoy de arbustos, lo primero que se ve en lo alto son los restos de un torreón semicircular, nada importante, por otra parte, de lo que fue la muralla de protección del recinto del castillo. Su piso inferior se aprovechó para uno de los dos ábsides de la pequeña iglesia del recinto dedicada a santa Cecilia; en su parte superior, se construyó luego una espadaña con dos vanos. La iglesieta que hoy nos llega se construyó en el siglo xii sobre la anterior que formó parte de este recinto y que fue la primera que aquí hubo. Tras ese torreón emerge potente y gloriosa la torre del recinto, alta y de planta circular, la Parietes Altas que nos citan los documentos. Ese nombre explica bien la admiración que esa torre causó entre los ribagorzanos del tiempo, en absoluto habituados a ver aquí obras de esta altura y prosapia. Un notable rebaño de ovejas pastaba tranquilamente por el entorno, algunas lo hacían por el interior del recinto. El pastor, que estaba sentado sobre unas piedras, se levantó, se acercó a nosotros cuando nos vio llegar, apagando su transistor que llevaba colgado al cuello. 44
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Buenas. —Buenas…, a la paz de Dios —contestó Bernardo. —Ya notaba que alguien venía; el perro estaba inquieto. Hace tanto tiempo que no viene nadie por aquí… Esto es tan solitario… ¿Les apetece un trago? Es del bueno.
Nos ofreció su gastada bota de vino y de verdad que era del bueno. —Está rico este vino, gracias. ¿Y cómo solo unas pocas ovejas pastan dentro y las demás fuera? —¿Se ha fijado? No sé si es porque les gusta tenerme cerca o porque prefieren comerse la hierba que crece entre estas piedras, pero las que aquí están son las que tienen peor genio. Es estupenda esta torre, la arreglaron ya hace unos años, pero a lo demás no les debió de alcanzar y está todo hecho una pena. Lo malo es que de vez en cuando vienen y se llevan piedras de estas para arreglar casas. Claro, como ya están cortadas les ahorra mucho trabajo. Esos del Patrimonio no cuidan de esto.
Se veía que el pastor, que se llamaba Matías y era de aquí, donde llevaba una vida de pastor de hace ya muchos años, tenía ganas de conversación, y a nosotros eso nos encantaba.
Torre de Fantova. En primer plano la iglesia de Santa Cecilia, detrás el torreón. (Foto: Amor Blázquez Herrero)
45
Hacia el valle de Benasque
El torreón, recuperado parcialmente. (Foto: Amor Blázquez Herrero)
—Ustedes parecen gente que conoce esto. Dicen que es de cuando los moros. ¿Puedo preguntarles una cosa? He oído a algún guía que ha venido aquí con gente, explicarles que en esta torre se encerraba la gente cuando venían los moros. Claro, yo no lo podría haber hecho, ¿dónde iba a dejar las ovejas?, se las hubieran llevado. Desde luego, yo no me habría quedado nunca encerrado en esta torre a ver si se iban. Me habría ido corriendo tierras adentro con mis ovejas, cualquiera se queda aquí. Además, aquí dentro solo caben unos pocos. Tenía que ser un follón para poder moverse y defenderse; en vez de seguridad me daría claustrofobia. —Toma, y a mí como a usted —dijo Bernardo. —Pero es que también les decían que desde esas ventanas tan altas los que estaban aquí encerrados tiraban aceite hirviendo a los moros. Cerca tenían que estar para que les callera encima. Pero yo he subido allí arriba y asomarse a ellas da vértigo, además de que como arrancan desde el suelo, para tirar ese aceite se tenían que asomar completamente y estaban muy poco protegidos. Y, sobre todo, no me explico cómo podían moverse por esas angosturas con los calderos
46
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
sin quemarse con ese aceite. Quita, quita, que voy con el caldero… Además, ¿dónde hervían el aceite?, la humareda hubiera sido de no aguantar dentro y tener que salir. —Es que hay gente que ha visto muchas películas.
En la coronación de la torre se han reconstruido los vanos, que en realidad eran de paso a unos cadalsos de madera volados que ya desaparecieron y no se han reconstruido, y desde los que se podía tirar flechas, piedras y aun ese aceite del que hablan y lo que se tenía a mano. Esos cadalsos no se han reconstruido aquí; en otros lugares como en la torre de Abizanda sí, lo que complica la comprensión de estos dispositivos de defensa que fueron muy comunes. —Mire, no se puede explicar mejor lo que pensamos, pero la torre se construyó para encerrarse en ella y protegerse. En realidad, debían de ser muy pocos los atacantes y los que aquí se encerraban y eso era factible, salvo cuando venían muchos y era mejor abandonar todo y escapar, cosa que por este lugar no sucedió nunca. Los ribagorzanos tenían puntos de aviso que les anunciaban de lo que se les venía encima y, aunque fuera poco, algún tiempo tenían para decidir qué harían, y bobos no eran. Fíjese que la puerta de entrada a la torre está en alto. —Ya me había fijado en lo alta que está la puerta —dijo Matías—. ¿Cómo subían?, me imagino que con una escalera de madera, claro, pero son muchos metros y no debía de ser pequeña. ¿Dónde la metían si les atacaban?, porque no la podían dejar fuera, menuda la harían. ¿La rompían a trozos? —Buena pregunta. En tiempos de tranquilidad una escalera de madera de quita y pon servía para acceder a ella. Aunque si se piensa bien, mejor sería de cuerda, si no a saber dónde la guardaban dentro de la torre, porque altura tenía. Por esa puerta se llegaba al primer piso de la torre en el que una escalerita de piedra que aquí se iniciaba accedía hasta la azotea; la escalerita se alojaba entre la torre exterior y otra interior que albergaba algunos pequeños espacios.
Hoy, para acceder hasta esa alta puerta de la torre, se ha construido una escalera metálica fija, de diseño. —Además —intervino Bernardo—, todo estaba rodeado por una muralla, que aunque no fuera nada extraordinario valía para tratar de defenderla cuando eran pocos los atacantes. Mire cómo era la puerta de entrada al recinto.
47
Hacia el valle de Benasque
Por los restos de lo que fue la puerta de entrada al recinto, construida en recodo hacia la izquierda para defenderla mejor, se accede a lo que fue su recinto interior. —Esto es algo que ya viene al menos desde Grecia; el asaltante lleva su escudo en su brazo izquierdo y el arma en la mano derecha, de modo que al girar a la izquierda ofrece su flanco derecho desprotegido, o se lía con el escudo y la espada. —Ya me parecía a mí que ustedes sabían de esto. En lo de esta puerta no me había fijado nunca y ahora que me lo explican…
Matías escuchaba con interés lo que decíamos y nos acompañó en nuestra visita, preguntándonos cosas y haciendo observaciones tan agudas como las que había hecho. Se notaba que con tanto tiempo por aquí se había fijado bien en todo. No quedan apenas más restos de la muralla que delimitó su recinto que los mínimos para señalar su perímetro. En su interior se pueden ver los arranques de muros de algunas pocas casas, con sencilla construcción en tapial, mampuestos y rollizos de madera que albergaba el castillo, alguna de un relativo mayor fuste. En realidad, esto era el foco principal de un conjunto de pequeñas y sencillas construcciones diseminadas en el entorno, que conjuntamente tomaron ese algo pomposo nombre de civitas. El castillo y el recinto donde estamos se denominó palaço (‘palacio’). Muy pocos habitantes en un peligroso e inseguro lugar, que veían esa alta torre propicia para su protección ante un ataque, y a ver si los que atacaban se cansaban y se iban. —Matías, ¿cómo va esto de las ovejas, no se aburre mucho aquí? —Lo de las ovejas dicen sus dueños que cada vez peor, que pagan muy poco por ellas. A este paso alguien se comerá las últimas. De lo otro, estoy acostumbrado a este silencio y esta paz, me gusta, si no no podría haberme dedicado a esto. Además, a la tarde bajo al pueblo. Y de día tengo el transistor que me tiene entretenido y me entero de las cosas que pasan. Aunque hablan tanto de los políticos que me aburre siempre lo mismo; no entiendo lo que pasa. ¿No pueden personas de esa cultura y nivel arreglar las cosas, en vez de estar siempre riñendo? Parece que solo les interesa lo suyo y no lo de todos. —Bueno, Matías, que nos alegramos mucho de haberle conocido. Hasta otro ratico.
48
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Allí quedó Matías con sus ovejas y su perro, que en todo el rato estuvo tumbado donde encontramos al pastor y no molestó para nada. Al marchar, oímos el transistor. —¿No te ha llamado la atención lo que nos ha dicho este hombre? Siempre he dicho que un hombre culto no es el que sabe muchas cosas, sino el que interpreta correctamente lo que ve y lo que oye, sin dejarse equivocar por nadie. Matías es un hombre culto. —Sí, y cuando contaba eso del aceite me ha hecho pensar en cómo podían ir unos y otros forrados de armaduras y con todo el calor de agosto soltando mandobles. Eso sí que debía de ser agotador. ¿Qué tipo de gente eran para soportar esto y días y días de cabalgar o andar por estas y por otras breñas? Imagínate batallas que duraban días. —Menos mal que hemos nacido en estos tiempos.
En los años en que acompañaba a mi amigo Fernando Galtier en sus estudios sobre estos castillos, fuimos a estudiar la torre de Vallferosa cerca de Solsona, casi igual a la de Fantova, pero anterior y modelo de esta. Fernando se toma estas cosas muy en serio, y para poder entrar a esa torre que tenía su puerta igualmente en altura, se hizo acompañar por un amigo escalador que escaló por el muro hasta la puerta y desde allí, una vez bien asegurada, nos tendió una escalera de cuerda por la que con cascos pudimos acceder al interior de la torre. Subir no fue gran problema, pero al bajar, al menos yo lo pasé mal. Pero fue interesantísimo. Esa torre circular y alta tenía una escalera intramural entre dos torres concéntricas, como en Fantova, que ascendía hasta su último piso, permitiendo el acceso a pequeñas cámaras intermedias interiores. Todo era ruina y abandono. Claro que lo mejor fue que, cuando ya terminado lo que queríamos hacer allí, agotados, sucios y sudorosos, fuimos a enfrentarnos con un buen chuletón y a comentar todo lo que habíamos visto. La civitas de Fantova es obra lombarda; estos maestros no solo construyeron iglesias en la Ribagorza. Reconstruyeron la torre de Abizanda; iniciaron el castillo de Samitier en el Sobrarbe, en un inverosímil emplazamiento sobre el Cinca, que dejaron interrumpido; y en el naciente reino de Aragón construyeron el recinto superior del castillo de Loarre dejando su pequeña iglesia también interrumpida, pero logrando construir y terminar una estupenda y alta torre albarrana y el glorioso donjon conocido como la Torre de la Reina, coronado con las cuatro espectaculares y bellísimas ventanas que se abren 49
Hacia el valle de Benasque
en su piso alto. Los maestros lombardos, cuando trabajaban en estas cosas de los castillos, solían terminarlas. Era lo que procedía con carácter de urgencia y porque, además, quien encargaba era el rey y a ese no se le podía ir con puñeterías. Loarre se restauró en el siglo pasado, ejemplarmente, y las torres se proveyeron de almenas siguiendo los rastros de las perdidas y el modelo de algunas existentes. Recuerdo cuando un director general de Patrimonio del Gobierno de Aragón me negaba esa posibilidad en el castillo del Compromiso de Caspe, pese a contar con fotografías que acreditaban su existencia, aduciendo que «estaba harto de almenas». Un buen criterio de actuación, ese. Quien visite hoy la torre de Fantova verá la ingeniosidad de la adaptación a la planta circular de la torre de la bóveda de arista que cubre el alto cuerpo de entrada. El primer cuerpo es completamente macizo y tan sólido, que los franceses, en su retirada durante la guerra de la Independencia, quisieron volar la torre con explosivos colocados en su base; no querían dejar tras de sí nada más que destrucción. Se aburrieron y se fueron antes de lograrlo, dejando un importante boquete que pude ver y fotografiar. Pero la torre siguió en pie decenios y decenios. Para el viajero que desea conocer las cosas bien y no al paso, visitar Fantova es, además de placentero, muy interesante. Al volver a la carretera principal y enfrente, hay un bar-restaurante, limpio y agradable, en el que nos sentamos en su terracita, por lo de poder fumar, y comimos, que ya era hora. Esa terraza estaba cubierta por yedra que ofrecía una sombra generosa. Dentro había gente del entorno en plan de tertulia y jugando su partidita. Llegando al final de la Valle Magna y al comienzo de los montes que la cierran hacia el norte, a la izquierda y sobre un emergente y notable peñón rocoso hoy conocido como la Roca de San Climent, se ve una iglesia con su torre, consagrada entre los años finales del siglo xvi y los iniciales del xvii, que se adelanta a los restos emergentes y recientemente arreglados de un torreón. Es lo que queda del castillo altomedieval cristiano de Perarrúa, el Castro Pelato. Antes existió aquí otro castillo musulmán ya citado por la documentación en el año 925 como el Quasr Muns; más adelante, abajo junto al río, está el pueblo de Perarrúa. Esta ayer fue tierra de fronteras. Es tierra de castillos…, de ruinas de castillos que poco a poco se van recuperando, levantados para 50
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
conseguir relativa protección ante las violentas aceifas llegadas desde abajo; organizados también para el aviso con la mediación de enriscadas ermitas y otros castillos. Aquí cerca están Fantova, Erdao, Güell, Pano, Panillo, Troncedo, Abizanda… Perarrúa desde el año 1017 ya casi no es historia; atalaya atemorizadora, luego reconstruida y consagrada, se levantaba vigilante en el camino de los altos valles.
El castillo de Perarrúa Perarrúa fue en su origen un pequeño asentamiento musulmán, el más avanzado de esta zona de la Marca Superior musulmana, con centro político en Barbastro y más cercano en Graus. Esta Marca constituía el límite norte de sus dominios enfrentados a los territorios cristianos de la Marca Hispánica constituida por Carlomagno en la vertiente sur del Pirineo, en los primeros años del siglo ix. Fue reconquistado y reconstruido, con lo que el castillo pasó de ser una amenaza a tener un carácter vigilante, de aviso y defensivo. Nos llega la mitad de esa torre, cortada por su eje vertical, de muy gruesos muros y de alzado ligeramente troncocónico, basamento ciego y hoy sin sus plantas interiores, con algunas ventanas. Su puerta de acceso estuvo situada en altura. Fue restaurado no hace muchos años, continuando sus muros interrumpidos en forma escalanoda y ataluzada con contrafuertes para su estabilidad. Si existió aquí una pequeña iglesia románica, nada queda de ella. —García Omedes cuenta que en la torre de esa iglesia hay una campana sin badajo, que solo suena si se le tiran piedras. —Buena puntería habrá que tener, porque no parece fácil acertar.
El castillo se alzaba en una población ya desaparecida, El Mon de Perarrúa, otro despoblado más. En su entorno y, sobre todo, en la cercana sierra se pueden ver restos ya muy perdidos de estructuras tumulares neolíticas y entre ellas lo que se afirma que es un dolmen, cuando en realidad es una gran losa de piedra sobre muretes de ladrillo. Es decir, algo reconstruido. Fue Perarrúa el primer lugar que Sancho III el Mayor tomó en 1017, en su anexión incruenta del condado altomedieval de Ribagorza. Conviene exponer las circunstancias que condujeron a la presencia en estas tierras de Sancho III, 51 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
que culminaría en 1025 con la anexión del condado altomedieval de Ribagorza y con la pérdida de su independencia. Era el verano del año 1003 cuando Isarno, el último conde ribagorzano superviviente, de manera tan valerosa como imprudente salió al encuentro de Abd al-Malik al-Muzafar, hijo del terrible Almanzor, que se dirigía hacia Lérida, logrando destruir Manresa y llegando al condado de Barcelona, con intenciones de saqueo y destrucción que logró perpetrar. Isarno encontró la muerte en Monzón y en ese desigual enfrentamiento. La casa condal ribagorzana quedó sin legítima descendencia y toda la incertidumbre sobre el futuro inmediato se cernió sobre la Ribagorza. Pero aún quedaba Toda como descendiente de la casa condal, una mujer que nunca esperó verse en estos trances y que a sus cincuenta años, una edad provecta para los tiempos, tuvo que asumir la dirección del condado. Esta situación de debilidad fue aprovechada por los vecinos condes de Pallars para hacerse con parte de los territorios ribagorzanos de la cuenca del río Noguera Ribagorzana. Y ante los hechos consumados y la imposibilidad de enfrentarse a ellos, Toda y sus consejeros aceptaron el matrimonio del ya anciano conde Sunyer de Pallars con Toda, como una incierta garantía de estabilidad. Pero con ello se abrió la puerta a las pretensiones de dominio religioso que el obispado de Urgel trataba de renovar sobre la Ribagorza, y que había perdido con la fundación de la sede de Roda de Isábena en el año 956-957.6 Sancho III el Mayor dominaba entonces sobre la Hispania cristiana, desde Galicia hasta el Sobrarbe; los condados orientales donde más tarde se formaría Cataluña reconocían el prestigio de su autoridad. Era hermano de la condesa Mayor y ambos eran hijos del matrimonio entre García Fernández de Castilla —el de los largos y bellos dedos— y Ava, hija del conde ribagorzano Ramón II (956-964), que con ese matrimonio trató de enlazar su casa con la ya entonces potente Castilla. Por tanto, claras vinculaciones familiares le daban poderosas razones, a las que se unía su enorme poder para pretender anexionar la Ribagorza a su imperio, ahora sin sucesión legítima y con estos acontecimientos en trance de pasar a Pallars. Tras algunos sucesos que narro más adelante al tratar de Roda de Isábena, se diri6
52
Galtier Martí (1981). Es el texto más aconsejable para conocer la trayectoria del condado altomedieval de Ribagorza.
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
gió con sus tropas a la Ribagorza, señoreando en Perarrúa en 1017 y logrando la total anexión del condado en 1025. De esta forma, aquel matrimonio entre García Fernández de Castilla, condado entonces prestigioso y poderoso, con Ava, de una Ribagorza pequeña y de muy poca influencia política, fue algo que sería trascendental para la Ribagorza y tendría en estos momentos la fatal consecuencia de la pérdida de su independencia. A la muerte del rey Sancho, su hijo Gonzalo asumió el dominio sobre el condado de Ribagorza y el Sobrarbe siendo asesinado en Morillo de Monclús (1044). Nuevamente la Ribagorza quedaba sin jefatura política y expuesta a los mismos riesgos anteriormente descritos. Pero en esta ocasión, Ramiro I, que había recibido en herencia de Sancho III el condado de Aragón como reino y en función de ese legado, asumió la Ribagorza como parte de su reino. Sobrarbe y Ribagorza pasaron a formar parte del que fue inicial reino de Aragón. Hoy, los restos del castillo de Perarrúa son un paño de muro de su torre circular que se alza sobre el paisaje de forma lejana, justo donde la Valle Magna altomedieval se cierra.
Besians Muy pronto y a nuestra izquierda, encontramos Besians, junto a la carretera. Besians abajo, Besians arriba; sobre la loma, arriba, la ruina del Besians medieval salida desde el tiempo; junto al río, abajo, el Besians nuevo salido de la necesidad, de la soledad de arriba, del cansino subir y bajar hasta los campos por un camino resbaladizo y cantimpiano… de que se pudo. Y es aquí, donde la montaña ya crece junto al río, donde está el Besians moderno, el de abajo. Pocos vecinos en unas pocas casas alrededor de una pequeña iglesia. Nueve tiones me dijeron que había cuando lo conocí por primera vez en 1986, también me contaron entonces… de las mocetas que se van cuando se casan —que bien hacían—, de los viajes a Graus, Barbastro, Benasque o Monzón los sábados, a ver qué pasa; de gente en el paro, algo de trabajo en unas granjas de pollos y tocinos, campos para cultivar el ordio, la alfalfa y la patata. También era uno el bar que no se usaba apenas, y eso que lo trajeron desde un buque de la Transmediterránea con su mostrador internacional y todo. 53 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Arriba, por una pista agazapada —barro escurridizo sobre roca que al menos tiene un muerto a sus espaldas, en una piedra que ahí sigue, porque es roca te señalan dónde se le fue el tractor—, se llega al Besians viejo —La Bila—, que está ahí desde el año 908, al que se remontan las noticias en los documentos. Como la tarde era agradable dejamos el coche abajo y subimos por la pista. Al llegar, los olivos y algunos almendros que aún producen se adelantan a los muros de las casas abandonadas —inagotable cantera de sillarejo— que se alargan por la arista de la loma asomándose al final al río, con algunas de ellas ya recuperadas. En el flanco sur de la pequeña loma está el barranco de Garcés, que separa el pueblo de las casas de la Señora. En la loma y dominándolo todo la iglesia, que era en aquel año de 1986 una ruina increíble y peligrosa, lograda por el abandono y mil rayos que aún no habían podido con ella. Besians abajo y Besians arriba. Desde la carretera se ve emergente la iglesia de San Juan Evangelista del Besians medieval, que se alza entre un heterogéneo conjunto de ruinas que son los restos de aquel poblado. Pero quien suba allí llegará a un entorno plácido y hermoso con esos olivos y almendros en los que se enreda la luz del atardecer. La iglesia del siglo xii, semirrestaurada pero firme ya, señorea las ruinas de las casas y sobre el valle. Conserva una sencilla y pequeña cripta; la iglesia medieval presenta algunos añadidos del siglo xvi que no alteraron su conformación original. Manuel Iglesias Costa, nacido en Bonansa, por la que pasaremos, y ya fallecido, era entonces delegado del Patrimonio de la diócesis de Barbastro. Don Manuel ha sido uno de los investigadores que más han trabajado y publicado sobre la historia de la Ribagorza y su patrimonio monumental, y con quien ya tenía relación de amistad y de respeto hacia él. Era el año 1986, cuando yo me iniciaba en esto de la restauración monumental y cuando me ofreció asumir la recuperación de esta iglesia. —¿Por qué llamas recuperación a la restauración? —Lo hago y lo rotulo en mis proyectos desde hace años. Hoy se autodefine como restaurador un cocinero, un pastelero, uno que arregla muebles, instrumentos de música y lo que tú quieras. Así que decidí distinguir estas cosas, porque yo no soy ni cocinero ni lo demás. Los nombres degeneran con el uso. Es como esa costumbre de los concejales del gremio de llamar jornadas culturales a los karaokes
54
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
y ruidosos conciertos al uso que organizan. ¿Qué tendrá que ver? Santiago Lagunas me decía: «Roberto, los hijos de la cultura se tienen en solitario y con dolor». Y él sabía de esto, al apurar pitillo tras pitillo de caldo de gallina, fieramente, cuando tenía que enfrentarse al lienzo en blanco.
Recuerdo bien a don Manuel. Era más bien alto y moderadamente potente, siempre con traje gris marengo u oscuro como correspondía a su condición de canónigo, hablando de modo solemne y pausado de las cosas mientras se acompañaba con gestos de las manos. Tenía una vivaz y despierta mirada que adquiría brillo de pillería cuando sonreía o hacía alguna aguda observación; es esto lo que mejor recuerdo de él. Con su redondeada cara siempre bien afeitada, casi calvo, peinando su escaso pelo hacia atrás. Era un hombre cuyo porte y ademán transmitían respeto. Su conversación traslucía su capacidad investigadora. La iglesia de Besians era en ese año una ruina muy peligrosa y completamente abandonada; rayos y rayos habían desgajado el muro norte de la torre, que, vencido y desplomado, cargaba entero y de una pieza sobre la bóveda de la nave y la semicúpula del ábside, produciendo terribles grietas y un estado verdaderamente alarmante. Recuerdo que don Manuel, ante esa tremenda situación, me dijo: «Si crees que se puede hacer algo lo haremos, si no tendremos que abandonarla». Yo estaba completamente abrumado por esa responsabilidad; en esos años era joven e inexperto, así que pasé alguna noche sin conciliar el sueño antes de responder a esa confianza que don Manuel me mostró. Si llegábamos a tocar con el andamio esas grietas, había peligro de que toda esa parte afectada se nos viniera encima. Y claro, la culpa la tiene siempre el arquitecto. Pero la providencia es un hecho real. Comenté esta situación a un constructor entonces amigo, y pasados unos quince días me llamó para decirme que todo estaba ya apuntalado y seguro. Subí a Besians y efectivamente era cierto. Fue Bergasa, un empresario de andamios de Zaragoza, quien con coraje y eficacia la apuntaló. Así que se pudo proceder —con cierta tranquilidad— a consolidar aquella grave ruina. Se dejó la iglesia consolidada pero sin terminar, y retirar aquel muro caído, apeando el chapitel de la torre con un muro provisional, pero dejando solo media torre, ya que no había dinero para completarla, ni para seguir la obra. Aún redacté un proyecto para finalizarla 55
Hacia el valle de Benasque
San Juan Evangelista de Besians. Cabecera antes de la recuperación.
que debe andar por algún cajón. Así, hasta hoy en que algún rayo ha vuelto a caer sobre ella, fue un aprendizaje que no olvidaré. Yo andaba entonces, como hoy, leyendo todo lo que caía en mis manos sobre este tipo de cosas y encontré con asombro, una intervención que Juan Bassegoda Nonell había hecho en la iglesia, creo que de Artiés, en el valle de Arán. Bassegoda había conservado las notables deformaciones que presentaba la bóveda, no solo eso, recuperó las pinturas del falso despiece de sillares sobre el revoco, pinturas tardías del siglo xv o algo más, que seguían esas deformaciones poniéndolas en clara evidencia. Y el autor del artículo lo elogiaba y resaltaba como un nuevo criterio de intervención. Así que aquello me sedujo y decidí conservar en Besians la deformación que presentaba la semicúpula del ábside en la parte afectada por la caída del muro de la torre. Aunque me quedó la duda de si había hecho bien o mal.
56
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
San Juan Evangelista de Besians. Interior con la semicúpula del ábside como la dejé.
—Pero Bassegoda fue nuestro profesor en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. En aquellos tiempos era una indiscutible autoridad, estaba restaurando Poblet y la catedral de Barcelona. Casi nada. —Era un hombre todo erudición y prestigio. ¿Te acuerdas de lo bien que lo pasamos en sus clases?, tenía un humor brillante, a veces de carcajada, contando anécdotas verdaderamente divertidas que le habían ocurrido en su larga trayectoria restauratoria. Una delicia de hombre del que guardo un recuerdo de admiración y respeto. —Hombre, mientras vivió Franco tenía en la entrada de su estudio un busto de Lenin, y cuando murió Franco quitó el de Lenin y puso el de Franco. El entonces incipiente nacionalismo lo fue marginando poco a poco, hasta que quedó solo al frente de la Cátedra Gaudí.
Poco tiempo después, el arquitecto responsable del servicio que financiaba estas obras me llamó. De forma muy prudente, me preguntó 57
Hacia el valle de Benasque
el porqué de esa deformación en la semicúpula que le extrañaba. Menos mal que estuve oportuno. Mis continuas lecturas me facilitaron una razonable excusa. Le dije, con gesto de sorpresa y seguridad, que eso de conservar las deformaciones lo había hecho en una iglesia similar Juan Bassegoda Nonell, y que su restauración se había publicado en revistas como ejemplar.
Intervención de Valadier en el Coliseo de Roma.7
Y aún expuse a mi inquisitivo compañero y amigo otro ejemplo en mi defensa. En el Coliseo de Roma —eso es un monumento de importancia mundial—, Valadier había realizado en el siglo xix obras de restauración y sujeción de su alto muro exterior, que se vencía en su plano, por la falta de la parte de muro que lo continuaba y por la degradación de sus argamasas, de forma que sus arquerías se habían movido cercanas al colapso. La restauración, que consistió en hacer unos potentes contrafuertes de ladrillo y en macizar los huecos de las arquerías de la zona afectada, la había dejado conservando los giros y desplazamientos que tenían en ese momento sus arcos con las dovelas desplazadas y toda la zona aledaña, reflejando los movimientos 7
58
Foto tomada de Jiménez Martín (1982: fig. 7).
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
de los muros próximos al colapso. Es decir, conservando el estado de ruina. Esto se publicó en importantes tratados de restauración, como un nuevo criterio de actuación, y se llamó entonces solidificación con fondo neutro, porque los macizados de ladrillo se habían revocado y pintado con un color neutro que no destacaba. Así que con razones de esa contundencia mi amigo incluso pensó que había actuado según criterios plenos de modernidad, menos mal. Pero mis dudas crecieron al respecto y aun hoy no sé si hice lo correcto; en cualquier caso, ahí está. Pueden creerme cuando digo que no he podido olvidar esta restauración. Así que lo que se ve desde la carretera es el ábside de la iglesia con una extraña media torre, arriba en el Besians medieval. —Pues, si no lo dices tú, no me hubiera fijado en eso. Pasa inadvertido y yo creo que la gente no se da cuenta. Oye, es bien agradable el espacio interior de esta iglesia. Como no la han terminado y la zona de los pies sin bóveda está abierta al aire, como ese ciprés crece ahí tan potente y espectacular y la yedra cubre esos muros, todo tiene un delicioso aire romántico. Claro que hasta aquí arriba no subirá casi nadie, esta iglesia no le hace falta a nadie.
Hace pocos años me llamaron para subir a Besians y volví a la iglesia, un rayo —o varios— había caído sobre el chapitel de la torre en la que no se pudo colocar un pararrayos y habían causado algunos desperfectos. Como el pavimento había desaparecido totalmente ya antes de hacer las obras y no se pudo reponer, el suelo de la iglesia era de tierra, incluso en la cabecera, y sobre la bóveda de la cripta la tierra reproducía la curvatura de su extradós. La iglesia había perdido todo su muro original románico de los pies y la bóveda románica de la nave se interrumpía en ese punto, a partir del que fue ampliada con un tramo más con muros de mampostería y una capilla abierta al norte, habiéndose perdido también sus respectivas cubiertas. Así que por ese notable hueco entraban la lluvia y la luz a raudales, lo que favoreció que la maleza creciera libremente y llenara todo su interior con más de un metro de altura. Nadie había subido a mantener lo hecho. La iglesia estaba firme, incompleta pero nuevamente abandonada; a saber cómo estará hoy. Por lo demás, el espacio de su única nave mantenía su nobleza. Redacté una memoria valorada para buscar dinero y corregir los desperfectos causados, pero la cosa quedó en nada. 59
Hacia el valle de Benasque
Campo y el proyecto de pantano Dejando atrás Besians, la carretera transita entre los montes que crecen en altura y que cada vez se acercan más, mostrando amplias zonas de ocres estratos rocosos entre espesas y verdes masas de arbolado y arbustos. De vez en cuando, vemos a nuestra izquierda y en el fondo el Ésera que por aquí transcurre, en muchas zonas con un amplio cauce pedregoso. Santaliestra está en un ensanche del valle. Nuevamente a la izquierda, al atravesarlo y sobre el hastial de una casa sencilla, hay una bien visible frase pintada en gruesos trazos blancos, ya algo ajados: «Regante, lo que necesitas es amor. Pantano, no». —¿Has visto esa pintada? —Está aquí hace tiempo. Es uno de los pocos recuerdos que quedan de cuando el pantano de Campo, que iba a inundar Campo y todas estas tierras, era una grave amenaza. Un gran pantano que expulsaría a toda la gente de Campo y de estos pueblecitos a sabe Dios dónde, como sus vidas y sus recuerdos, anegando sus casas, campos y sus medios de trabajo y prosperidad. Y todo para regar más y mejor abajo. —Aunque yo no estaba entonces en España, me acuerdo de eso, cuando venía a pasar unos días no se hablaba de otra cosa. La gente andaba entre preocupada e indignada por aquello. Si tan urgente era regar, ¿por qué no se hicieron pequeños y sensatos pantanos, incluso en la tierra baja, sin causar tanto dolor? —Aquí decimos «Ande o no ande, caballo grande». Eran los años de la transición en España, y muchos, muchos aragoneses nos opusimos a esto. En Jánovas, en el Sobrarbe, se estaba perpetrando lo mismo. Se ve que puestos a hacer destructores pantanos no valía con uno. Allí se dinamitaron las casas conforme se obligaba a los vecinos a abandonarlas para evitar toda posibilidad de que volvieran; actuaron como salvajes. —Otra tragedia que desalojó, esta sí, a la gente y un pantano que después de eso y al final no se ha hecho, dejando Jánovas destruido. —Hace pocos años que algunos de los habitantes desalojados de Jánovas han vuelto a reconstruir sus casas y a tratar de recuperarlas, con ilusión pero con el corazón encogido ante tanta violenta e inútil destrucción. Y teniendo que pagar a las compañías eléctricas que los desalojaron y destruyeron sus casas por las ruinas en que las dejaron para poder levantarlas.
60 ÍNDICE
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Recuerdo un recital de Labordeta programado dentro de las muchas cosas que se hicieron para oponerse al pantano de Campo. Fue en una tarde de agosto y en la plaza de Labuerda. Éramos unos sesenta los asistentes, vigilados, como pude comprobar. Yo estaba de pie al final, con Maite y Teodoro, que entonces era párroco de Campo y ya ha fallecido. Teodoro llevaba una pancarta enrollada alusiva a la cuestión. En un momento dado José Antonio entonó su Carta a Lucinio y yo con mi entonces proverbial inconsciencia urgía a Teodoro a que la desplegara: «Ahora, ahora…», pero Teodoro permanecía tieso, callado e inmutable. De repente, una voz vino de detrás de mí: «A ver, su documentación…». Era un cabo de la Guardia Civil que Teodoro había visto y yo no. El susto fue morrocotudo. Menos mal que un amigo que desde la distancia vio lo que pasaba, con solo un gesto dirigido al cabo hizo que este abandonara y se fuera. Bueno, entonces yo militaba en Andalán, que para quien no lo conozca era una revista aragonesista de gran difusión, cerrada ya hace muchos años, que agrupaba a toda la izquierda de Aragón y era muy seguida en el resto de España. Era también delegado de Cultura de la Delegación de Zaragoza del Colegio de Arquitectos, con Santiago Lagunas de decano. Otro querido amigo que hemos perdido. Santiago era un genial e irreductible particular como su gloriosa pintura; la primera abstracta-surrealista de España, que protagonizó con sus delineantes Eloy Laguardia y Fermín Aguayo. La primera de España, y no —como se dice— la del Grupo El Paso, que vino después. Pero yo era joven y esa actitud era la que procedía en los últimos años de vida de Franco. Aunque en lo fundamental teníamos razón. España debía ser como Francia, Alemania, Inglaterra…: una democracia y otro tipo de país. Claro que mucho mejor que hoy, y eso que los españoles somos unos absolutos privilegiados empeñados en la desunión y en estropear lo mucho que tenemos. En esos años yo formaba parte de la junta rectora de Guayente —luego hablaré de ello— y como Guayente estaba promovido por los curas del valle, el obispado de Barbastro, y presidido por Pepe Marión, alcalde de Benasque y diputado por la entonces Alianza Popular, a mí se me espetaba que siendo «de izquierdas», ¿cómo estaba trabajando para ese nido de la reacción fascista? Así que para unos era rojo y para los otros fascista. Ya ves qué cosas pasaban entonces. Marión, al que critiqué la tala de los tilos de Benasque para hacer la 61
Hacia el valle de Benasque
actual ronda que hoy lo circunda, me decía: «Eres como la sandía, verde por fuera, pero si se rasca… roja, roja». También hemos perdido a Marión con quien forjé una sólida amistad, con treinta o más años de alcaldía, trabajando por la promoción de Benasque y su valle; entonces todo era más difícil. Volviendo al Campo de los años del pantano, no quiero olvidar la actitud y el trabajo ejemplar del pueblo de Campo, para lograr finalmente que aquel proyecto de pantano se archivara, hasta hoy. Ni a Bienvenido Mascaray, a quien no veo hace muchos, muchos años, que guio al pueblo de Campo en esa lucha tan difícil con pleno éxito. Hoy me cuentan que sigue metido en la defensa de cuestiones colectivas similares. Con Bienvenido, alto, delgado, fibroso y con rostro enjuto, me hubiera gustado tener más detenidas conversaciones sobre muchos asuntos que él investiga y conoce bien; pero el tiempo nos pasa por encima y nunca encontré el momento adecuado. Bienvenido anda escudriñando las palabras y los nombres para extraer de ellos sus raíces y su significado primigenio, y así publicó en el año 2000 un interesantísimo libro.8 A él acudiré en algunos casos de interés para el presente texto, en el que nos cuenta los significados de un importante número de nombres y topónimos ribagorzanos. Reflejando, además, un excelente conocimiento de lo acaecido en la Ribagorza que nos cuenta desde su personal posición de irreductible ribagorzano de izquierdas. Quiso fundar en aquellos años un partido político ribagorzano. Existía una revista en formato de periódico que se titulaba El Ribagorzano, que a la par de noticias traía artículos sobre la Ribagorza y oficiaba de órgano de difusión de las ideas de ese intento. No se logró; aún conservo alguna carta en que se me reclama la cuota impagada. Ya ven. Al poco de salir de Santaliestra y justo antes del primer túnel, una pista abandonada nos llevará en poco pero esforzado trecho a la ermita de La Piedad, es una pequeña y bien conservada iglesia románica del siglo xii. Fue lombardista, que no lombarda, ya que en el ángulo sureste del ábside conserva una lesena marginal de tradición lombarda; una mínima pilastra resaltada en el ángulo sur del ábside.
8
62
Mascaray Sin (2000).
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Pero es singular por una importante espadaña exenta que se alza desde el suelo junto a su cabecera, en su flanco sur. Más adelante el vallecito por el que transcurre la carretera se estrecha y los cerrados bosques que cubren sus laderas nos hacen llegar su fresco aroma, alegrando nuestro espíritu y transmitiéndonos la cercanía de la alta montaña. Pasado Morillo de Liena, inmediatamente antes de llegar a Campo atravesaremos un moderno túnel que deja de lado un difícil tramo de carretera ya abandonado. Campo está en un espacioso llano respaldado al norte por las laderas de la alta Sierra Ferrera, tras las que emerge el Cotiella con sus altas gleras y sus rocosas estribaciones de color grisáceo. Hay que ver cómo ha crecido y con un buen futuro. Claro que el turismo le beneficia en alto grado como a todo el Pirineo; en especial eso del barranquismo. Se ven numerosos coches y camionetas estacionados al margen de la carretera que llevan a las gentes a los lugares adecuados para practicar este deporte, que tiene un fuerte arraigo e impulso en toda esta zona y es fuente de trabajo para los que organizan estas cosas. —Respecto a esto del barranquismo, el Gobierno de Aragón intentó sacar adelante un decreto para prohibirlo en todos los ríos del Pirineo. Y esto en razón a la protección de la rana pirenaica, una ranita de unos tres centímetros que habita en esos ríos y barrancos y que para él está seriamente comprometida por esto, ¿puedes creerlo? Claro, provocó una generalizada oposición y lo tuvo que retirar. —Pues sí que estamos bien.
A la derecha de Campo se abre un amplio valle dominado por las impresionantes y rocosas vertientes del Turbón. Era el Vall Axén, de Bardaxí, y hoy es el valle de Bardají. Lo de Bardaxí hacía alusión a una muy importante saga familiar ribagorzana que comienza con Ximeno Fortuñón, señor de la Val de Bardaxí, que formó parte de las tropas de Alfonso I el Batallador y participó en la toma de Zaragoza. Su hijo, Berenguer de Bardaxí, adoptó el nombre del lugar como apellido que se perpetuará en todos sus descendientes para siempre y dará nombre a esta importante familia. Una larga y ancha sucesión de señores, ricoshombres, eclesiásticos, nobles de distintos rangos y posición que tuvieron un fundamental papel en la historia de la Ribagorza. Sobre todo en el convulso siglo xvi con las revueltas del final del renovado condado de Ribagorza, que se instauró nuevamente 63
Hacia el valle de Benasque
en el siglo xiv. En los lugares oportunos trataré de ellos y de esas revueltas. Campo contaba con una de las pequeñas iglesias románicas más antiguas y con cronología documentada de la Ribagorza: Santa María, San Miguel y San Vicente de Campo, destruida por los musulmanes. Según nos consta por la documentación fue reconstruida «de stirpe», es decir, desde sus cimientos y nuevamente consagrada en el año 959; fue una empresa exclusivamente episcopal de Roda de Isábena. Por tanto, hubo aquí una iglesia románica de la que apenas quedan algunos sillares reutilizados y un crismón. La iglesia actual se inició alrededor del año 1560, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, es renacentista con añadidos barrocos. Hoy está restaurada, cuidada y abierta a la visita, lo que es infrecuente en estas tierras. Es notable la portada de la iglesia, renacentista, y cobijada por un atrio abierto. Presenta en el frontón y en las albanegas del arco de embocadura escudos, aún con restos de su policromía original. En ellos se ven lo que no sabría decir si eran manzanas o peras. Hasta que en un trabajo de Carmen Morte,9 se nos cuenta que son ajos, que responden a la interpretación popular de Vallis Axenis y son el emblema de la villa. Su interior está perfectamente cuidado y limpio. La vista se va a la zona del crucero, iluminada por la serie de ventanas existentes en la base de la cúpula que lo cubre, que reverbera con los revocos blancos del transepto y su cabecera; el resto de la iglesia es más oscura, sus paramentos son de piedra vista. La nave de los pies se cubre con dos tramos de hermosas bóvedas de crucería renacentista de compleja traza con sus terceletes y sin ligaduras, con sus plementos revocados y los nervios de piedra resaltados. Un coro de madera se sitúa a los pies y cobija en el muro oeste de la nave un nicho bajo bovedita de medio cañón que se aloja en el cuerpo bajo de la torre que se eleva en este lugar. El espacio es sencillo y sin valores especiales, como las imágenes que conserva. Un crismón que debió de pertenecer a la última iglesia románica, estuvo durante siglos empotrado en el muro norte de la actual iglesia y en la última restauración fue trasladado sobre la puerta de acceso a la torre. Es una pieza cuadrada de mármol blanco veteado en la que se inscribe el crismón, rodeado por un círculo y con ocho 9
64
Morte García (2006: 180).
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Iglesia de la Asunción de Campo.
brazos, el horizontal más corto. La p (rho) en el brazo superior, la a (alfa mayúscula) y la omega pinjantes sobre el aspa superior, y la s en el brazo inferior. Pero la circunstancia de tener una -v- en el brazo superior bajo la p y terminar el inferior a modo de una -e- bajo la s, aunque aquí con cuatro barritas horizontales, han dado en traducir esto como San Victorian Eclesia, y aun como Vallis Esera. Acreditando con ello su pertenencia a San Victorián o a este valle. La cosa es que esto se repite en otros crismones de la Ribagorza, que al decir de los estudiosos parecen configurar un grupo ribagorzano. —Ya. Y eso de la -e-, ¿no simbolizará las llaves de san Pedro? —También se ha dicho. Pero Olañeta, que sabe de esto como pocos, desmonta esa simpática versión. La -v- y la -e-, aquí con mayor razón por tener cuatro brazos, que en otros crismones quedan en tres, dentro y fuera de la Ribagorza, manifiestan de forma simbólica las palabras lux (‘luz’) y lex (‘ley’), conjuntamente con las aspas de los brazos. Como se repite en crismones del sur de Francia. Y denomina a este grupo de crismones como crismones parlantes.10 Así que nada de grupo ribagorzano. El que sabe, sabe. Olañeta Molina (2017: 110-111).
10
65
Hacia el valle de Benasque
—Pues es una pena, no se puede presumir de crismones. —Ya ves. —Hace ya muchos años había aquí un bar-restaurante, en la plaza Mayor, donde el menú era solo de setas. Aperitivo de setas en vinagrillo, sopa o crema de setas, tortilla de mouchardinas, platos variados de setas con distintas presentaciones, carne guisada con setas, y de postre, batido o helado de setas. ¿Qué te parece? Claro que tanta seta te hacía orinar de color marrón y te llevabas un buen susto si no sabías por qué. Ese restaurante ya no está, su dueño murió hace ya dieciséis años en un accidente de coche y ahora es su hijo quien lo regenta, ofreciendo platos combinados y cosas así. —Pues sí que lo recuerdo, con Maite lo visitamos hace muchos años. He visto hace poco por televisión la publicidad de un restaurante madrileño que solo sirve platos de setas; eso sí, sofisticadísimos, carísimos y muy escasos, como corresponde a la actual alta cocina, que no quiere saber de gloriosos y abundantes potajes y esas cosas. En esos restaurantes untar el pan en las salsas debe de estar muy mal visto. —Poco pan y poca salsa untarás. No sé si conoces la nueva carretera que se ha hecho por este valle de Bardají, va de Campo hasta Torre la Ribera en el Isábena; es estupenda y rápida. —Pues no la conocía, pero antes una mala pista, larga y complicada, ascendía por este valle, pasando por cerca de Llert y de Las Vilas del Turbón, más o menos hasta donde tú dices. Mañana iremos a visitar todo eso. —De todas formas, esta nueva carretera es la continuación de la que viene desde Aínsa. ¿Te acuerdas de aquello del eje pirenaico? Pues una parte se ha construido aquí ya. Aunque no sé si lo veremos terminado alguna vez. Vete por la Guarguera y verás la de curvas y curvas que hay hasta Sabiñánigo. Mucho paisaje, mucha naturaleza, pero un horror, sale a cuenta dar la vuelta por Huesca. —No me digas, que la conozco bien. Cuando aún no estaba hecha la nueva desde Aínsa hasta aquí, volviendo una noche desde Jaca y en la zona de La Fueva, tuve un encuentro en la tercera fase. Lo cuento pocas veces y nadie se lo cree. —Venga, tío. Estas cosas… Cuéntalo, que parece que quieres contarlo, pero no me lo voy a creer, ya te advierto.
66
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Pues volvía yo a Benasque, venía de visitar una obra mía de restauración cerca de Jaca. Ve en el día de Benasque a Jaca por la Guarguera y vuelve de noche. En la obra no había forma de que se hicieran las cosas como yo quería y me costó que el constructor lo aceptara. Era una noche de agosto de esas llenas de estrellas sin luna y todo estaba oscuro. Así que iba pensando en eso, cabreado por haberme dejado liar para asumir esa obra, además de forma casi gratuita. Y en un momento dado, no sé cómo ni por qué, dije en voz alta: «Si los extraterrestres nos vieran cogiendo una piedra, mirarla, limpiarla y volverla a poner en su sitio, pensarían que estábamos majaras». Fue decir esto y que una luz del blanco más intenso y potente que jamás he visto llenara el interior del coche. Solo el interior, nada fuera del coche, lo recuerdo muy bien. Duró unos segundos, muy poco. Así que el sobresalto fue de consideración. Paré, nada ni nadie había por ningún lado, ni un pueblo cerca desde donde me hubieran enfocado con un foco, aunque una luz como la que vi no podía venir de algo así. Me fumé dos cigarritos y viendo que no pasaba nada me fui. ¿Qué te parece? —Muy raro. ¿No te daría algo a la cabeza? —Oye, que decir lo de los extraterrestres y que se llenara el coche de luz no pudo ser casualidad. ¿Es que a ti no te ha pasado nunca algo así? —Pues una vez, desde la galería de casa y por la noche, vi en el cielo un puntito de luz muy brillante, como un balín, que estaba en el centro de algo así como un enorme arco delgado y blanco, y de repente lo vi salir proyectado a una leche increíble hasta perderse en un amén. Pero esto son cosas de los militares y de los prototipos que se llevan entre manos, así que nada de extraterrestres. —Ya, a Iker Jiménez le interesaría mucho todo esto, seguro que salíamos en algún programa suyo. Por cierto, en ellos se cuentan muchos casos parecidos a lo que te he contado, siempre con una luz así, blanquísima y potentísima.
Entre unas cosas y otras habíamos llegado a Campo y decidimos hacer noche allí; ya estaba bien de coche. Bernardo me llevó a la casa de una familia amiga suya, sin avisar. Era de ver la alegría con que lo recibieron, los abrazos y lo bien que nos acogieron. Al final de la cena, acompañados de toda la familia, surgió de forma inevitable lo del pantano. Hay que ver las cosas que contaron de aquellos años. El miedo, el no dormir por las noches, la insoportable inquietud, la 67
Hacia el valle de Benasque
incertidumbre sobre si así iba a acabar todo en Campo. La abuela de la casa no pudo contener las lágrimas al recordarlo. Pero ahora hablaban ya de seguridad en el futuro y de que las cosas habían mejorado mucho en el pueblo, que crecía.
El valle de Bardají Salíamos de Campo de buena mañana. ¡Hay que ver qué rico es el pan recién hecho y qué bien sabe para desayunar! El cielo, que prometía un azul glorioso, era límpido y transparente. Así, nos adentramos en el ancho valle de Bardají siguiendo la nueva carretera, con el Turbón al fondo. Quería visitar dos iglesias que nunca había ido a ver. Así que nuestro primer destino era Biescas de Bardají, muy cercano a Campo; la iglesia se sitúa a la entrada de la población, de muy pocas casas, y en un rincón muy agradable. Estaba bien restaurada hace poco porque todo se hallaba en orden, a pesar de que el entorno, que en tiempos de más lluvias debía de ser más amable y cercano, ahora estaba seco y amarillento, casi era un rastrojo. Nos acercamos al pueblo a buscar la llave, pero no vimos a nadie ni nadie respondió en las pocas casas que parecían habitadas. Ya volvíamos a la iglesia cuando vimos un coche que venía del pueblo; lo paramos, y el conductor, al decirle lo que queríamos, con gesto airado nos espetó: «Eso, al cura, que la iglesia es de él». Mira por dónde fuimos a topar con un buen parroquiano que no sentía afición ninguna ni por el cura ni por la iglesia. Así que nos tuvimos que conformar con verla por fuera. —Tendrás que enterarte cómo es por dentro en la web de Antonio García Omedes, porque otra vez no vas a venir hasta aquí, supongo. —Supones bien. Eso tendré que hacer.
La iglesia es pequeñita. Su ábside tiene arquillos de tipología lombarda tardía sobre lesenas, que son esas fajas verticales ligeramente resaltadas, por lo que pertenece a la fase románico-lombardista. Una espadaña se alza sobre su muro sur y dos capillas amplían su nave, la norte agobiada por la maleza. Volviendo a la carretera y dejando atrás los desvíos hacia Santa Maura y Espluga, buscamos el de Aguascaldas. El Turbón crecía en el 68 ÍNDICE
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Aguascaldas. Ermita de San Saturnino.
paisaje mientras aparecían en los flancos de los montes, recortadas entre el arbolado, muy peculiares formaciones terrosas grises y arrugadas que recuerdan a Capadocia y que se generalizan más conforme se penetra en el valle, que va adquiriendo una notable anchura. Son margas grises, aquí conocidas como salagón, en las que el agua ha labrado ese aspecto arrugado tan característico y hasta hermoso. Antes de llegar y ante un desvío sin rótulo, preguntamos a unos que salían en un coche que por dónde se iba a la iglesia de Aguascaldas. La respuesta amable y cordial fue: «¿Para qué quieren ir allí? No hay nada». Llegando a Aguascaldas vimos unos campos repletos de neumáticos abandonados, a rebosar, y no eran pequeños. Eso nos sorprendió. ¿Cómo se toleraba esto, con el riesgo que todos conocemos que tienen estos depósitos? Allí están. Ya en el pueblo, había naves con vacas entre las casas y el olor era desagradable. Bueno, si al menos esto facilitaba trabajo y prosperidad, bueno era. Preguntamos por la ermita de San Saturnino y nos señalaron en la lejanía un promontorio sobre el que nos dijeron que estaba. «Salgan a la general y verán un desvío de tierra entre dos vallas en el suelo, con ese coche podrán avanzar solo un poco, pero después hay que andar». Allí 69
Hacia el valle de Benasque
fuimos. Entré en el desvío y tras una corta pero notable cuesta nos topamos de bruces con un campo recién labrado. Todo eran notables terrones de tierra, intransitables hasta para andar. Así que di la vuelta como pude en la estrecha pista y al salir a la carretera di con los bajos del coche con algo, temiendo lo peor. Hubo suerte y no fue más que el golpetazo. —Vas a tener que consultar a García Omedes otra vez. Pero ¿cómo era lo que querías ver? —Nada, una ruina abandonada que conserva solo el ábside en ruinas con arquillos y alguna lesena, quería hacer fotos de eso. Pero ya ves que nunca las haré. Así que como ya conocemos bien el balneario de Las Vilas del Turbón, nos volvemos.
Las Vilas es una pequeñita población que ha adquirido nombre por su balneario de aguas medicinales de antigua tradición, que sigue abierto y es bastante concurrido. Y en donde, además, se embotella el agua mineral de Las Vilas del Turbón. —Claro, no te extrañe. Las Vilas se levanta en la falda del Turbón, y su interior, como me cuentan mis amigos geólogos, tiene enormes cavidades repletas de agua, que como se ve, se aprovechan bien.
Estuve con Maite en Las Vilas hace muy poco y nos sorprendió la reforma que allí se había hecho de las antiguas instalaciones del balneario, que conocimos hace muchos años. Todo estaba muy cuidado y agradable. Nos tomamos una cervecita en los veladores del patio interior. Como se levanta al pie de la falda sureste del Turbón, es impresionante la vista que ofrecen sus laderas rocosas, abruptas y altas que presentan aquí y allá vegetación que dicen es endémica aquí y de alto interés botánico. Por otra parte, aquí aún se mantiene la tradición de las brujas del Turbón, aunque donde más ha arraigado es en su vertiente norte. Trataré de esto más adelante. Pero fue verdaderamente asombroso leer en un papelito expuesto en una vitrina que aquí encalló el arca de Noé. ¡Esa es insuperable!, y el escrito sigue contando que el personaje bíblico gritó: «L’arca va turbá, l’arca va turbá», que en patués quiere decir ‘El arca ha embarrancado’. Ya ves que el patués no solo era conocido por Noé, sino que se expresaba con él con toda normalidad. De ahí, de turbá, el señor José Damián Dieste dedujo, no sé cuándo ni cómo, que viene 70
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
el nombre del Turbón. De turbá, Turbón. Y lo dejó escrito con todo rigor y seriedad científica. Y añade que en su cumbre, los dioses pirenaicos, de los que no se tiene noticia pese a que así asegura que cuentan los abuelos, tuvieron su fragua. Pregunté a las señoritas de recepción que quién había puesto aquí este papelito. Se extrañaron: «¿Qué papel?». Se lo enseñé, no lo habían visto. Pero aseguraron que entre un grupito de gente del entorno esto era algo perfectamente asumido. Ya ven qué tiempos atravesamos. El balneario se fundó en 1934 y durante la Guerra Civil se utilizó como refugio de niños, supongo que trasladados aquí de ciudades expuestas al bombardeo y a la guerra. Hasta 1942 no se reabrió. En su entorno se asegura que hay más de cien fuentes, algunas ya olvidadas; no sé si esto será algo como lo de Noé porque muchas fuentes parecen. Se cita la de la Fuenfosca que se asegura que suministra el agua más fría del Pirineo y que dicen que expulsa aire, piedras y agua. Las del balneario proceden del manantial de la Virgen de la Peña y son un montón de cosas beneficiosas para el cuerpo. —Deberíamos haber ido a tomar un baño. Estas aguas para la próstata son estupendas. Y dan unos masajes que te dejan nuevo. —Sí, pero hay que llevar bañador, chancletas y gorro. Y, si no los llevas, no puedes entrar a la zona de baños. Y para eso que dices hay que tomar un rato de agua de esa, no lo resolverías en unas horas. A menos que te dejen llevarte bidones con esa agua. Tenemos que preguntar cómo andan de la próstata estas gentes. —Te mandarán a escaparrar.
Senz y Viu Volviendo y pasando Campo, ya con un día glorioso y con un calorcito un tanto molesto, a pocos kilómetros y a nuestra izquierda, tomamos el desvío que va a Senz y a Viu, hay 4 kilómetros a Senz y 4 más a Viu. La carreterita asciende por un vallecito entre la Sierra Ferrera al sur y la del Cotiella al norte. Es un valle aislado y solitario por cuyo fondo discurre la Aigüeta de Viu que afluye al Ésera. La carreterita es estrecha, muy poco transitada y se recorre sin especiales dificultades que supongo que aparecerán en invierno con la 71 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
nieve aislando estos pueblos durante algunos días. Transcurre hasta Senz entre bosques de pinos, muchos de ellos hoy profusamente atacados por la procesionaria que parece endémica en esta zona. Senz es pequeño, con unos quince habitantes y muy poco turismo. En mi última visita, ya hace algún tiempo, Maite se quedó junto a la iglesia tomando el sol y yo fui a buscar la llave. Unos diez gatos sesteaban apaciblemente juntos tumbados al sol y sin hacerme ningún caso. No así un perro de cierto tamaño, que poco acostumbrado a los foranos se me acercaba ladrando, más por compromiso que por otra cosa, mientras los gatos permanecían imperturbables. Pero ante mi gesto de rechazo escapó con el rabo entre las piernas; lo encontré tumbado sobre un gran tocón de madera justo ante la casa a la que iba; algo me inquieté pero el perro, dirigiéndome una triste mirada, bajó la cabeza y no se molestó en bajarse del tocón; entendió a la primera que no debía molestar. Al volver con Bernardo nada de esto vimos, todo estaba solitario. El ama nos dio amablemente la llave. Y aprovechamos para preguntarle cosas sobre Senz. Entre otras nos dijo que lo que creíamos que era la Aigüeta de Viu no se llamaba así, sino la Garona, sin calificación de aigüeta o de barranco. En realidad, esta Garona, que obviamente nada tiene que ver con el caudaloso río francés, es la Aigüeta de Viu, que nace en el Cotiella, pasa por Viu y al llegar a Senz le cambian el nombre por el de la Garona. Senz cuenta con una pequeña iglesia románica con una torre, que se alza sobre un pequeño y cuidado cementerio; el ábside tiene arquillos de tradición lombarda sobre lesenas. Está englobada en sus lados por diversas construcciones, por lo que solo se ve bien desde la carretera a la que asoma el flanco sur del ábside y la torre. Ha debido de ser restaurada hace poco porque su estado es cuidado. Su interior es oscuro como en casi todas ellas; hay que buscar la llave de la luz para ver cómo el ábside abarca una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón apuntado posterior, sobre arcos fajones apuntados. Todos los paramentos se han dejado con la piedra vista que con la luz artificial adquiere tonos dorados. Hacia Viu los bosques de pinos son más espesos y cerrados, casi infranqueables, y aquí sin procesionaria; los pinos dejan ver en sus altos troncos los muñones de sus ramas cortadas y, por ello, crecen altos y rectos buscando mejor la luz.
72
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
San Pedro de Senz. Interior hacia la cabecera.
—Parece que alguien se ocupa de cortar las ramas. ¡Vaya trabajo que se llevan, porque hay que ver que casi todos los pinos están así! Lo han debido de hacer para combatir la procesionaria.
Mientras subíamos, se oía el sonido de las esquilas de lo que parecía un gran rebaño de ovejas y cabras; una delicia. En una curva tuvimos que parar, nos encontramos las ovejas pastando en las cunetas y las cabras estirando el cuello para comerse las hojas de las ramas a las que llegaban; no nos hicieron ningún caso. —¡Pero mira qué trompadas está dándole ese macho al otro! ¡Mira, mira!…
Un macho cabrío con puntiagudas y notables barbas saltaba dándose de cabezazos con otro que le debía de parecer excesivamente impertinente, mientras el que los recibía no se movía un pelo del sitio, como en plan de a ver qué te has creído; mientras las ovejas de alrededor, inmutables, seguían a lo suyo. El vigilante pastor, que seguro que nos veía, aunque no lo viéramos, mandó a su perro que con solo una carrerita y sin más nos despejó el camino. Viu es tan pequeño como Senz, se levanta en un ensanchamiento soleado de 73
Hacia el valle de Benasque
la zona alta del valle. Sus casas se han arreglado como conviene a las cosas, y es curioso ver cómo en lo que parecen dos torreones antiguos de una casa fortificada se han dispuesto habitaciones cuyas ventanas de aluminio se abren en sus muros de piedra esquinados por sillares antiguos. Volviendo a la carretera principal, los montes se cierran más y más, el río se encajona, y los espesos bosques, en verano con verdes de diversos e intensos tonos que resalta y enciende la luz, se te ofrecen como un verde tapiz tendido por sus laderas, que incita a acariciar las copas de sus árboles, mientras donde el río se puede ver discurriendo por el fondo, lleva aguas cristalinas y saltarinas o aguas más copiosas de amarillento color terroso si ha llovido aguas arriba. La carretera presenta ahora un trazado complicado con muchas curvas que es preciso tomar con precaución, no tanto por ser muchas de ellas muy cerradas, sino por la posibilidad de encontrarse de frente con otro coche, cuyo despistado conductor que va contemplando el paisaje sale por donde no debe, o con algún que otro esforzado ciclista. Especialmente hay que tener cuidado con el camión del agua de Veri, largo y poderoso, que nos puede aparecer de improviso en ellas y darnos un buen susto, o con el autobús de línea u otros camiones ahora de tránsito más frecuente que antes; cruzarse con ellos, aun en rectas, puede requerir parar u orillarse para hacerlo. Es una carretera para circular despacio. Y siempre hay algún insensato que conduce con esa atronadora música de pum, pum, pum, pum… pam (para variar), que nos agobia pegando su coche al nuestro para adelantarnos donde sea y lanzarse como si le faltara el aire; lo mejor es dejarle pasar cuanto antes. Es carretera para que disfruten los acompañantes, no el conductor. —A esos tíos de la música atronando al personal, los encerraba yo en una habitación unos días con esa música a todo trapo. A ver si la aborrecían de una vez.
Avi y Seira Enseguida, enfrente y en alto, veremos asomar la aldea de Avi, sobre un contrafuerte del pico Baciero. «Abi, Seira y Barbaruens, els tres llugás… més primés», dice el refrán. 74 ÍNDICE
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—No es cierto, no lo dice así. Dice «més dolents». —Bueno, pero a mí me gusta corregirlo, porque no es cierto y porque es solo por la mala leche altorribagorzana. Si lo sé me lo callo. Lo que digo es cierto en parte, porque Avi y Seira —el moderno— son los primeros pueblos que ya anuncian la cercanía del valle de Benasque. Barbaruens no se ve desde aquí, como Seira el Viejo, están arriba en un vallecito por el que iremos ahora mismo, que ya llegamos a Seira. —En Avi, conocí hace muchos años a un abuelo que presumía de no haberse lavado nunca, ni el cuerpo ni los dientes; y el tío los tenía blanquísimos y completos, nos los enseñaba complacido abriendo exageradamente la boca.
Se conserva una pequeña iglesia románica, San Miguel de Avi, que yo estudié cuando estaba prácticamente enronada por la ladera y la maleza, pero ahora todo eso se ha regularizado y la ermita está arreglada. Según Ángel Noguero Ibarz11 aquí se trajo en el siglo xix, procedente del monasterio de San Pedro de Tabernas, el conocido retablo de San Miguel, del que trataré más adelante al hablar de Tabernas. Seira tiene casas que dan la impresión de un cierto aire de balneario que no tiene, es la Seira moderna, de abajo, que se formó con las casas y las naves que aquí se levantaron cuando en 1912 La Catalana de Gas y Electricidad comenzó con la construcción de la central hidroeléctrica. Una más de las que en aquellos años comenzaron a construirse en los ríos Gállego, Cinca y Ésera; comenzaban los tiempos de los aprovechamientos hidroeléctricos en nuestro Pirineo. Aquí fue algo muy importante, dicen que fueron miles los trabajadores que afluyeron a todas esas obras, y las presas, canales, túneles y tuberías que se hicieron fueron modelo de ingeniería y aún llegan en uso hasta nuestros días. Existe un museo local que conserva parte de la maquinaria antigua de esta central. Al comienzo del pueblo se conservan dos espectaculares árboles, en especial un abeto. Desde Seira y a la izquierda, siempre a la izquierda, se toma una carreterita, más una estrecha pista asfaltada, que nos llevará a Barbaruens. Merece la pena subir hasta allí por muchas razones. Esa carreterita con abundantes curvas y estrecha pasa por la Seira Noguero Ibarz (2016).
11
75
Hacia el valle de Benasque
antigua. En su proximidad quedan en pie los restos de un dolmen, el dolmen de Seira. Su acceso era relativamente complejo, hoy existen otros caminos más sencillos por lo que es necesario informarse. Está en un pequeño prau entre el bosque, muy cercano a la margen derecha del río Ésera. En realidad, no es gran cosa, pero es el dolmen mejor conservado en esta parte de la Ribagorza. Está semienterrado y solo conserva una parte de su cámara interior, sin resto alguno de su corredor de acceso, si lo tuvo; de forma que emergen las partes superiores de dos ortostatos que sostienen una importante losa gibosa que le confiere la forma de una tortuga o más bien de un cangrejo enorme. Tiene la peculiaridad de conservar en parte el perímetro original de piedras hincadas que servían para sujetar el talud de tierra que lo cubría. Hoy, el recinto está protegido por una pequeña y baja valla de madera.
San Pedro de Tabernas y Barbaruens A partir de Seira el Viejo, el trazado de la carretera transcurre bordeando la margen derecha de un barranco por el que discurre la Aigüeta de Barbaruens, que en su tramo inferior los de Seira llaman Aigüeta de Seira, para distinguir las cosas. Llegaremos a un amplio espacio de prau abierto en el que se alza una iglesia englobada parcialmente en las dependencias de una granja de vacas, frente a una casa aislada. Las laderas de la sierra de Chía a la derecha y la sierra del Cotiella a la izquierda sirven de fondo a este glorioso e idílico lugar. La iglesia es del siglo xvi, se alza sobre el emplazamiento del que fue monasterio de San Pedro de Tabernas, que con el de Alaón fueron los más antiguos monasterios altomedievales de la Ribagorza, ya documentados en el año 839; Alaón aún era anterior a esa fecha. De Tabernas ha desaparecido completamente todo rastro. No se ha realizado nunca aquí una excavación arqueológica, ni trazas de que se haga, lo que nos priva de la necesaria información de cómo pudo ser este desaparecido monasterio tan rico en historia. La actual iglesia, de perfecta planta cruciforme, no trasluce desde la sencillez de su volumen exterior su calidad espacial interior. Las llaves las proporcionan en la casa de enfrente, cuando están. Fue construida y promovida por don Pedro de Mur (1550-1582), 76 ÍNDICE
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
San Pedro de Tabernas hoy. Alzado norte.
Interior de las bóvedas hacia los pies.
77
Hacia el valle de Benasque
perteneciente a la saga familiar de los Mur de Pallaruelo, un pueblecito del Sobrarbe; personalidades eclesiásticas que tuvieron desde el año 1354 directa relación con este monasterio, con el de Obarra del que ejercieron su priorato y con San Victorián, y cuyo escudo ostenta la actual portada de Tabernas con la fecha de 1573. Este escudo se repite en los varios que portan los capitelitos de la cornisa de imposta, que reciben los arcos de la bóveda de crucería cuatripartita que cubre su crucero; con una curiosidad, algunos de ellos están sin tallar, como esperando la talla de otros nuevos que el futuro aconsejaría labrar. Es el escudo característico de los Mur, que podemos ver en otros lugares dada la importancia de los miembros de esta familia: un pequeño paño de muro con su aparejo de sillares coronado por puntas de flecha en el lugar de almenas. La iglesia es casi igual en todo a la de Rañín en el Sobrarbe, de fecha anterior. Su interior es magnífico y de una perfecta proporción, lo que le confiere una notable calidad espacial. Los cuatro tramos que conforman su planta cruciforme y su crucero se cubren con bóvedas de crucería cuatripartita, cuyos arcos se entregan a una imposta corrida, que en los ángulos del crucero presenta esos escudos con o sin sus escudos. Todavía aquí se celebra alguna que otra boda, las antes frecuentes romerías casi se han perdido. El monasterio de San Pedro de Tabernas fue en los primeros siglos de su larga trayectoria importante e influyente, pero su iglesia y el monasterio desaparecieron totalmente, sin que conozcamos las circunstancias de todo ello. Queda en pie esta iglesia del siglo xvi que aún acogió a monjes, hasta que ya a mediados del siglo xix fue abandonada. Pero lo que le da una importancia singular a Tabernas es el hecho legendario, es decir, producto de una leyenda, de haber conservado una importante reliquia, ni más ni menos que el brazo de san Pedro. Hoy este relicario se conserva en la pequeña iglesia de Barbaruens. Pero esto es más una tradición que un hecho verdadero e histórico. —Oye, eso sí que es una reliquia antañona, de prosapia y de primera mano. Pero tengo entendido que en San Pedro de Siresa, entre las reliquias que allí se conservaban en el siglo ix, había una del brazo de san Pedro, de la que nada se sabe. —A ver si san Pedro tenía más de dos brazos, aunque esta que tú dices está documentada por una carta de san Eulogio de Córdoba, en la que la cita.
78
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
El monasterio de San Pedro de Tabernas se fundó en este vallecito, bien protegido y aislado, que desciende desde el alto puerto de Gistaín hacia el río Ésera. Según la tradición y un documento hoy considerado como falso —la Canónica de San Pedro (de Tabernas)—, el obispo Bencio huyó de Zaragoza ante la conquista agarena con importantes reliquias, allá por los comienzos del siglo viii; de esas hipotéticas e importantes reliquias solo tenemos noticia del brazo de san Pedro. Bencio encontró refugio en este monasterio. Según aquella tradición, la Canónica de San Pedro sería redactada en los años iniciales del siglo viii por el entonces monje de Tabernas, Belastut o Belastuto, que se dice que fue testigo de estos acontecimientos, que recogió en este documento y al que aún hoy se rinde culto en una ermita de Campo, como patrón de los duros de oído, sin segundas intenciones. El aceite de la lámpara de la ermita fue considerado como mano de santo para los dolores de oído. En función de esa leyenda, a Tabernas se le ha atribuido una antigüedad visigoda, sin ningún fundamento documental. La iglesia conserva varias tablas y lienzos pintados del siglo xvii con desigual valor, y los restos de un retablo con relieves policromados que parecen venir desde el siglo xvi. Está todo ello a falta de una ya urgente restauración. Ya he dicho al hablar de Avi, que en el siglo xix y como consecuencia de las desamortizaciones, los monjes decidieron llevar a la pequeña iglesia de San Miguel de Avi un magnífico retablito de tablas pintadas dedicado a san Miguel de la segunda mitad del siglo xv. Quedan tres tablas que no son todas las que componían el retablo, de las que la central que representa a san Miguel es la única completa; las otras dos, que parecen sus laterales, dedicadas a san Jerónimo y a san Juan, presentan amplias zonas perdidas. Volví con Maite a Tabernas hace cuatro veranos. Su interior se conservaba igual que como la dejamos hace algo así como veintisiete años, cuando pude restaurar sus cubiertas, no había dinero para más. La iglesia entonces, como hoy, estaba firme y sin serias afecciones, solo las cubiertas eran ya una pura ruina. Ahora, notorias manchas de infiltración de agua se veían en sus bóvedas. Preguntamos más tarde qué pasaba con esto y nos dijeron que nadie había hecho nada en ese largo transcurso de tiempo; nadie había retejado esa cubierta y en esas circunstancias lo que había era lo natural, casi todas las tejas estaban rotas, movidas y ya no protegían de la lluvia. Aún pudimos oír de 79
Hacia el valle de Benasque
nuestro simpático interlocutor «que lo hicieron muy mal», porque se tenían que haber colocado tejas de cemento, que eran «más fuertes», en lugar de los tejones de cerámica de recuperación que obligadamente se tenían que reponer y tenía entonces la iglesia. —Menos mal que no se enteró ese de que tú fuiste el arquitecto de esa obra, te hubiera puesto a parir. —No te creas, se habría callado. ¿No eres ribagorzano? Aunque tú solo lo seas de nacimiento, deberías saber que un ribagorzano no te dirá así porque sí lo que piensa, callará. Son gente reservada. Tú eres un caso aparte. Lo de las tejas de cemento hubiera supuesto una herejía, ya que lo que tenían las cubiertas eran tejas viejas de cerámica. Así que al final y como siempre, la culpa es del arquitecto. —Hombre, lo extraño es que esta iglesia tuviera tejas en vez de pizarra. —Para nada, esta iglesia viene ya del siglo xvi y en todo caso conocemos muy mal con qué materiales se cubrían estas iglesias. Lo de las lajas de piedra o pizarra comienza a difundirse en Europa en los siglos xii-xiii. Pero he conocido muchas iglesias con tejas de cerámica, que a su vez tampoco se sabe cuándo se colocaron. Piensa que, si en la proximidad hubo un alfar para hacer cacharros, cántaros y tinajas, lo probable es que se hicieran tejas; en algunos lugares esto está probado. En cualquier caso, es algo que conocemos mal y lo mejor es usar el mismo material que ya hay. Así no te metes en líos de estos. —Ya, pero si hacían tejas harían ladrillos y por aquí todas las iglesias son de piedra. —¿Ya empiezas?
Prosiguiendo hacia Barbaruens, hacia arriba, la Aigüeta discurre honda y solo de vez en cuando se escucha su rumor, mientras la carreterita serpentea entre deliciosos y umbríos bosques en los que apetece entrar a pasear y a llenarse con su delicioso aroma. —Oye, Obélix debe de andar por aquí cazando jabalíes a tortazos, o Panorámix, nuestro druida, recogiendo muérdago para sus mágicas pociones. Y qué rabietas cogía Obélix por no dejarle probar nunca la poción; ya sabes que de niño se cayó en el caldero y de una sola vez la probó de por vida. —Esos tebeos eran deliciosos, yo los tengo todos. Ahora tratan de continuar la serie porque dinero da y mucho. Pero el glorioso Goscinny ya murió y Uderzo lo ha dejado. Es otro guionista y otro dibujante
80
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
quienes los hacen y no es lo mismo, incluso los colores se me antojan más apagados. Nunca las versiones superan al original… así es la rosa. —Cervantes puso en boca del licenciado Pero Pérez, que dirigió la quema de los libros de caballerías de nuestro ingenioso caballero don Quijote, ante el lamentable estado en que le llevaron de vuelta a su casa después de su molimiento a palos cuando salió de la Venta, y respecto a estas cuestiones de copiar textos aquello de que «[…] y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua; que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento […]». —Ese es mucho mejor argumento que el mío sobre la rosa. No se puede expresar mejor.
De estas cosas hablábamos cuando llegamos a Barbaruens, de nombre redondo y fragoso. Es un pequeño pueblecito de muy pocos habitantes, pero vivo pese a su aislamiento, al que afluye un número nada despreciable de gentes por aquello del barranquismo que se practica siguiendo el curso del barranco que parece muy adecuado para ello. Nos costó aparcar, porque los pocos lugares para hacerlo estaban ocupados por los coches de los barranquistas; lo hice delante de la rampa de una borda cerrada y noté que un señor se paraba y nos miraba fijamente mientras lo hacía. —¿Puedo aparcar aquí? —Sí, claro, mientras no estés mucho rato.
Al bajar el hombre esperaba. Resultó que conocía a Bernardo. Con lo que lo de los abrazos y los cordiales saludos se repitió nuevamente. —¿Venís a visitar la iglesia? Vamos, que os la enseño. Hemos terminado de arreglarla hace unos meses. Aquí hemos trabajado con los vecinos que podían hacerlo y el pueblo ha aportado el dinero. También el obispado nos dio un poco.
Este hombre había trabajado en esas obras y las había dirigido y con gesto de cierto orgullo nos enseñó la iglesia. Es una pequeña iglesia con cabecera recta y capillas abiertas en sus flancos y una torre, todo muy tardío y de tipología más o menos románica, que ha sido recuperada con acierto. Así se lo dijimos y nos lo agradeció. 81
Hacia el valle de Benasque
Esta gente sigue considerando que su iglesia es algo que los une y los representa y no han querido dejar que se perdiera. Bernardo le preguntó enseguida por lo del brazo de san Pedro. La reliquia está debidamente expuesta. Es un antebrazo de plata en el que se han tallado los bordados de la ropa litúrgica, del que asoma una mano abierta en actitud de bendecir. Se guarda la reliquia en el interior del antebrazo que tiene un hueco acristalado para verla sin que se pueda ver por el estado del vidrio. Cuando hace años la vi por primera vez, pude constatar en tres de sus lados un diminuto sello impreso —llevo siempre conmigo una lupa y una brújula—, en el que figuraba en un recuadrito un anagrama compuesto por tres signos: p, a con una r superpuesta a modo de una sola letra y 7, con la fecha, «año 1736», que debían ser la marca del que forjó ese brazo de plata y la fecha en que lo hizo, fecha que se corresponde bien con su artificio barroco. Siempre escéptico, Bernardo no pudo contenerse. —Entonces, ¿qué fue del receptáculo que contuvo hasta entonces la reliquia? ¿Pero cómo se sabe que este es el brazo de san Pedro? Si lo fuera, hace siglos que estaría en Roma o aquí se habría construido algo de relumbrón y lo sabríamos todos.
El amigo que nos acompañaba hizo un gesto abriendo los brazos: «¿Qué quieres que te diga? Aquí es esa la tradición». No parecía caerle bien la duda. Una abuela, que sentada en un banco nos miraba desde que entramos, nos espetó: «Es maja, ¿verdad?». Y en voz más baja, porque entraban visitantes a la iglesia, remató: «Cuando se llevaron la reliquia para arreglarla, pesaba mucho más»… —No hagáis caso. Son cosas de esta mujer, que se acuerda cuando hace años la bajaron a Barbastro para restaurarla porque estaba negra y estropeada.
Desde Barbaruens parte el sendero hacia el Cotiella, un pico relevante de la zona con cierto prestigio entre andarines y montañeros, al que ni Bernardo ni yo hemos subido nunca, ni subiremos. Tiene en su último tramo de ascensión gleras de piedra suelta muy incómodas de andar y peligrosas al bajar. En ese camino y hasta salir del bosque se podían encontrar abundantes matas de esas pequeñas fresas, tan deliciosas de sabor que ya hemos perdido. El glaciar que aun en verano conservaba el pico va desapareciendo poco a poco. 82
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
Igualmente y desde Barbaruens se puede llegar al puerto de Gistaín. Coronado el puerto se pueden disfrutar de amplísimas y magníficas vistas. Desde el Monte Perdido pasando por el Posets y el Perdiguero hasta el macizo de la Maladeta y el Aneto. Especialmente se contempla desde allí buena parte del valle de Benasque con su último y alto tramo presidido por el pico Salvaguardia; Cerler y sus pistas de esquí, y desplegándose enfrente los pueblecitos del Solano y el pico Gallinero. Una gloria de vistas. Mientras, en las herbosas laderas cercanas algunas vacas y caballos pastan en el mayor sosiego y silencio que adorna el sonido de las esquilas y algún mugido. —Yo he estado allí, pero subiendo desde Chía. La verdad es que te quedas un rato contemplándolas; es algo soberbio. Desde allí baja una pista de tierra hacia Plan, San Juan de Plan y Gistaín, claro que todo eso lleva un buen rato. En las inmediatas laderas que bajan hacia Plan, entre bosques donde el abeto es el rey, he estado recogiendo robellones, rusiñol, cep, pata de rata… Son las setas que conozco, porque hay setas para aburrir. Bueno, había, ahora se recogen sin sentido y de mala manera. Te da no sé qué andar en eso y oír los gritos de la gente que anda por el bosque: «Aquí, aquí…». Recuerdo que de vez en cuando iba a una carnicería de Castejón de Sos en la que además daban de comer ensalada y costillitas de esas pequeñas, riquísimas, curruscantes y tiernas, con profusión. El carnicero nos aseguraba que iba a construir aquí una residencia de ancianos, entonces no había ninguna en la zona. —¡Cómo no lo voy a recordar! Las hacía su madre, que trabajaba a destajo y llevaba la carnicería. Si le decías al carnicero que cómo iba a construir nada aquí, que la nieve en invierno era total, contestaba algo así como «Ya u verás, ya u verás…». Ahora hay aquí en el puerto un pequeño refugio que en verano, si avisas previamente, sirve sencillas comidas.
El congosto de Ventamillo Desde Barbaruens, el retorno hacia Seira con una conducción más relajada es delicioso. Ya en la carretera principal, y continuando nuestro camino hacia Benasque, enseguida encontraremos un túnel. El túnel abre su embocadura en la base de un corte vertical de la roca. Se abrió en 1912 con la construcción de este tramo de la carretera 83 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
entre Barbastro y Benasque comenzada ya en 1899; el proyecto de esta carretera se planteó ya en 1848 incluyendo al final de la misma la apertura de un subterráneo a Francia; la obra fue lenta como se ve. Años más tarde esta carretera se prolongó por encima de Benasque hasta terminar con unos 14 kilómetros arriba de Benasque, en donde ese túnel se tenía que abrir y ahí sigue cerrada. Ese túnel y esa unión a Francia es una importante reclamación de toda la zona; solo traería beneficios al valle de Benasque, al de Luchon y a toda la Ribagorza. —Ahora se vuelve a reivindicar la apertura de ese túnel, desde aquí y desde el lado francés, pero esto aún está peor que lo del Canfranc, que se trata de impulsar mucho más a menudo y cuenta con más difundidos y sólidos apoyos. En el ayuntamiento de Benasque hay colgado un cartel reivindicativo al respecto. Pero no pocos benasqueses en privado son muy escépticos con las posibilidades reales de que se consiga: «No sé, no sé, cuesta muchas, muchas pesetas». —Los Gobiernos de España y Francia no quieren saber nada de esto, como del Canfranc, mientras priman todos los esfuerzos por incidir una y otra vez en los dos únicos y estupendos ejes de comunicaciones, más aún por Portbou que por Hendaya, que están y atraviesan regiones claramente separatistas, con lo que se corre el riesgo de poner en manos de los que nada quieren con España y los españoles cosas tan fundamentales, sin tener alternativas que claramente se tenían que haber hecho ya por el Pirineo central, desde Valencia a Toulouse, pasando por Teruel y Zaragoza. —Roberto, eres un estratega. —Es que hay que estar ciego para no ver esto. Esta carretera redujo entonces la distancia de Benasque hasta Barbastro a cuatro horas, cuando costaba tres días, recorriendo el camino con diligencias y carretas que transitaban por encima de la ladera derecha del congosto que vamos a atravesar, logrando acortar de manera decisiva el viaje a Barbastro.12 Ya fue adelantar. —Ya, ¿y te acuerdas de la línea de ferrocarril? Era 1881 cuando se hablaba de construirlo, ni más ni menos que desde el puerto de Los Alfaques en Tarragona hasta Toulouse pasando por Benasque. Hubiera sido tremendo. —Claro que lo he leído, pero todo eso después de hablar mucho quedó en agua de borrajas y ya no se acuerda nadie más que tú. Por Merino Mora (2015a: 240-245).
12
84
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
cierto, se prefirió hacer el Canfranc, pero como si nada, ahí está parado. —Pero se planteó hacer otras tres líneas más, a la vez. Una por el Cinca y las otras dos siguiendo los cauces de los ríos Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa.13 Era excesiva competencia, un lío político y una muestra más de la incapacidad de unir los esfuerzos en una sola de ellas que de ser así a lo mejor hubiera prosperado.
El túnel está como en el momento en que se abrió; con la roca que aún lo conforma interiormente vista y rugosa, que permite la filtración del agua de lluvia. —En el año 1938, cuando las tropas nacionales se acercaban a esta zona para tomar Benasque, y algún avión tiraba por aquí unas cuantas bombas, camiones con material de los republicanos se guarecían aquí, al abrigo del túnel. —Pues estás bien enterado de esto. ¿Cómo sabes estas cosas? —Mis padres me hablaban mucho sobre lo que pasó en la guerra y luego yo he leído también lo que he podido sobre eso, me interesa, aunque sobre estas tierras se ha escrito muy poco. —Pues has tenido suerte en que tus padres te contaran las cosas, porque no es común y sobre todo sobre la Guerra Civil. Aunque bien pensado los que la sufrieron hacen bien en tratar de olvidar aquello.
Pasado el túnel entramos en el congosto de Ventamillo. Para poder construir este tramo de carretera se tuvo que utilizar una muy importante cantidad de dinamita y desplegar muy complejos trabajos para abrirla por la margen izquierda del río. Es un lugar de sobrecogedora belleza. Un cerrado y estrecho congosto por el que el río Ésera discurre por su fondo. Espectaculares y altos farallones rocosos cortados a pico en no pocos de sus tramos, bueno, abiertos con dinamita, propician un estrecho paso por el que discurre la carretera. De esos farallones cuelgan en invierno espectaculares carámbanos de hielo imposibles de dejar de contemplar, acompañados de la blancura de la nieve que se deposita aquí y allá en los salientes de la roca. Naturalmente, los carámbanos de hielo caen a la carretera en su momento. —Si te caen encima te hacen un agujero en el coche. De todas maneras, cuando hay tormentas se desprenden piedras que te encuentras en la calzada.
Merino Mora (2015b: 75-78).
13
85
Hacia el valle de Benasque
Nos llamó la atención cómo al comienzo del congosto el bosque baja hasta la carretera entre algunos cortes de roca, algo sublime. El intenso color verde de los pinos se veía salpicado aquí y allá por pequeñas masas de abedules y robles, unos con hermosos y dorados tonos de amarillo y los otros con preciosos tonos ocres. Claro que no se puede parar para deleitarse en ello. Especialmente, atravesar este congosto al atardecer es un regalo de la naturaleza. Entonces el sol penetra en él, avivando los relieves de la roca e iluminando la vegetación de las laderas que se enciende en sus ramas. Un verdadero espectáculo que hay que saber disfrutar y preservar por encima de todo. —Sí, pero desde hace años hay una constante reivindicación de mejorar esta carretera desde Campo. ¡Hombre! Es cosa razonable y necesaria. Pero Dios quiera que a ningún político ni ingeniero se le ocurra ensanchar, modificar o destruir el tramo de carretera que atraviesa este congosto. Lo que hay que hacer es un largo túnel por su lado derecho que deje al margen el congosto y no lo toque. Un túnel que respete este tramo y lo conserve tal y como hoy está para poder disfrutar de tanta hermosura. —Incluso ya hace muchos años se debía de haber construido una pasarela volada sobre el río al margen de la carretera para pasear, debidamente protegida del intenso tráfico que hoy soporta. Si se quiere destruir, yo —que ya no estoy para estas cosas— retomaré los tiempos del pantano de Campo, seguro que con muchísima gente más para oponernos firmemente a esa barbaridad. Precisamente, en estos días se ha aprobado un plan de actuación para empezar a renovar esta carretera. Afortunadamente, las obras terminarán en este túnel. No contemplan para nada actuacciones en el congosto. Total, si no hay dinero para el túnel, se va más despacio disfrutando y en paz.
Con una cerrada curva a la izquierda que atraviesa un puente sobre el río se sale del congosto de Ventamillo y entramos en el valle de Benasque. —Este puente fue volado por las tropas republicanas ante el avance de las nacionales para dificultarlo y retrasarlo. Se necesitaba ganar tiempo, porque en esos días mucha gente acudía a Benasque para escapar por los puertos de la alta montaña a Francia. En Benasque los edificios que pudieran servir y no pocas casas se destruyeron y quemaron para no dejar a los nacionales nada útil.
86
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Conozco esa tragedia, una más de las muchas que provocó la guerra. —Se nos muestra de vez en cuando el terrible éxodo de tantas personas por el Pirineo catalán, pero el que aquí se produjo no fue menos trágico. Quienes escapaban se concentraban en Benasque para subir por los puertos de la alta montaña, fundamentalmente por el del Portillón y la Picada. Vamos, por donde podían. —Eso fue en los primeros meses de 1938 y en pleno invierno, Benasque se tomó en abril de ese mismo año. Debió de ser terrible. Es de imaginar a personas de toda edad y condición, además de los restos de las tropas republicanas, tratando de ascender hasta los puertos por esas fuertes pendientes repletas de nieve que dificultaba en gran medida el paso, con la angustia y la pena en sus corazones de no saber adónde iban a ir y si iban a poder volver, cargando con los enseres que podían, con los niños que no comprendían bien qué pasaba y ayudando a sus mayores. Muchos de ellos, que no tenían relaciones familiares con gentes de Francia, fueron acogidos en Bagnères-deLuchon. —Y otros acabaron en campos de concentración y, al poco, teniendo que escapar de los alemanes que ocuparon Francia.
Ángel Subirá, amigo de contar las cosas a quien se las quería oír, me contaba que en esas fechas un pastor transitaba por la antigua carretera a Barbastro, que discurría por encima de la ladera derecha del congosto; vio venir a tres hombres y no supo qué hacer, si exhibir el puño en alto o el brazo con la mano abierta. Se equivocó y allí mismo fue asesinado. —Si no hubiera hecho más que decir «¡Hola!»…
Nada más salir del congosto se nos ofrece enfrente la majestad del pico Gallinero, acompañado a la derecha por el más bajo pico Urmella, mientras a su izquierda se alzan las laderas del Solano y a la derecha las estribaciones de la sierra de Abi que cierran el valle al este. El valle se abre desde este punto y se ensancha en verdes praus delimitados por árboles. Inmediatamente después de haber entrado en el valle y a nuestra derecha, veremos unas recientes naves. Es la reciente planta de embotellamiento del agua mineral de Veri, aunque aquí el agua no se toma de Veri, un lugar cercano situado cerca de Bisaurri donde desde hace muchos años se embotella el agua de Veri, sino de El 87
Hacia el valle de Benasque
Run que está al lado. Las dos plantas son desde hace poco de capital catalán y dan algunos puestos de trabajo y nombre a la zona. Y, además, está bien comercializada, es frecuente que te pongan botellas de agua de Veri en los restaurantes, antes era casi toda de Font Vella, que ya no se ve apenas.
El Run En instantes la carretera atraviesa el pueblecito de El Run, anexo a Castejón de Sos, y situado en la inmediata margen derecha del Ésera. —Cuando yo lo conocí eran solo unas pocas casas las que aquí había. —Hombre, llegué a conocer a una señora y a su hija, que eran las telefonistas, que atendían también las llamadas a los pueblos del entorno. Todas pasaban por su centralita, una de aquellas con cables, clavijas, auriculares y cosas de aquellas, mira ahora. También había un horno de pan que atendía a Castejón.
Hoy el pueblo ha crecido notablemente. El nombre de El Run siempre me ha parecido algo enigmático hasta que Bienvenido me lo aclaró: ‘lugar poblado de aliagas’. Desde entonces me fijé en esto y es cierto que aquí crecen con mucha abundancia. ¡Qué cosas tienen los nombres! Introduciéndonos un poco en el pueblo, llegamos enseguida a una fuente conformada por un abrevadero con distintos caños en los que se pueden llenar libremente bidones y botellas de esta agua, muy apreciada en la zona, algo dura e indigesta para estómagos delicados, y que atrae a numerosas gentes. Claro que el hecho de ser gratuita es la principal causa de ello. Esta fuente —La Fuen de El Run— fue construida en 1942. Junto a la fuente y en la terracita del pequeño albergue situado delante de ella nos sentamos a comer algo, que ya eran horas. —¿Qué, cómo va esto? —dijo Bernardo al muchacho que nos servía. —Pues de momento bien, la gente acude, somos baratos y procuramos atenderla bien. Hay que esperar que esto siga igual porque si no a ver qué hacemos.
88 ÍNDICE
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—¿Sabes cómo se construyó esta fuente? Usaron un procedimiento verdaderamente ingenioso. El agua viene de las filtraciones que se producen en la sierra de Chía en cuyo pie se levanta El Run, que se acumula en parte en el interior de la sierra; dicen que tiene cuevas llenas de agua, una parte va por el subsuelo hasta el río en el fondo del valle y como aquí había una vena de agua se construyó una profunda pantalla de hormigón armado en el subsuelo, que cortando esa corriente la hacía afluir hacia arriba hasta su captación en la fuente. ¿Qué te parece? Había buenos y económicos ingenieros entonces.
Desde esta fuente parte un caminito que más adelante se bifurca en dos que llevan a Seira y a Chía, con fuertes pendientes. Son propios para caminantes deseosos de subir y tener vistas panorámicas excelentes sobre el valle. Al poco de iniciarse atraviesa deliciosos praus y bosquecillos. Al poco y antes de que comiencen las cuestas, debidamente señalizada está la ermita de la Virgen de Gracia de El Run. Una muy hermosa y pequeña iglesia románico-lombardista que es imprescindible visitar. Hoy tiene su entorno bien acondicionado con algún reconfortante banquito. Un pequeño prau rodeado de árboles de buen fuste sirve de antesala a la ermita, que ofrece la bella estampa de su fachada sur; la ermita se adosa en su flanco norte a la ladera, cuya maleza no permite verlo. La primera impresión es grata y sorprendente. Un delicado torreoncito se alza sobre ella confiriéndole proporción y prosapia. El torreón es de factura genuinamente lombarda del primer tercio del siglo xii, o poco más. El ábside y su cuerpo adosado, que tienen sus muros coronados por frisos de arquillos, es lo románico-lombardista que viene de los últimos años de transición entre el siglo xi y el xii. —Está casi toda con restos de encalado blanco y no hace mal efecto, me gusta. —Yo la he conocido siempre así y nunca me ha parecido que ese encalado se tenía que eliminar. Le da un aspecto particular muy agradable. Fíjate que el muro oeste del torreón ha perdido ese encalado y que lo que se ve es que toda la parte superior está hecha con piedra toba y el resto del torreón no. —El torreón está notablemente inclinado hacia el norte, y el muro un poco al sur.
Cuando se construyó esta parte lombardista de la iglesia y su bóveda, nadie imaginaba que encima se iba a construir este torreón. Y así, 89
Hacia el valle de Benasque
Ermita de la Virgen de Gracia de El Run desde el este.
Detalle del esquemรกtico crismรณn lombardo pintado en el timpanito central del arquillo oeste del torreรณn.
90
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
pocos años después el peso del torreón venció a la bóveda; o el muro sur giró, arrastró a la bóveda y con ella al torreón. Aunque es notable que movimientos tan importantes no generaran grietas, sobre todo en la bóveda. En cualquier caso, si entras verás un arco apuntado que se construyó de refuerzo de la bóveda exactamente debajo del muro oriental de ese torreón; bajo el muro opuesto del torreón aún existía entonces el muro de cierre del espacio de esta corta nave lombardista en el que se apoyaba también el torreón, y ese muro debía de estar bien. Es lo que se hizo ante esta situación y resultó acertadísimo porque desde entonces no ha habido ningún otro movimiento. —Pero, si fue el muro el que giró provocando todo esto, a lo mejor reforzaron su cimiento. —Es posible, nosotros lo hubiéramos hecho así, pero como eso está tapado por el terreno nada sabremos. Ni tú ni yo nos vamos a poner a picar para verlo. —Si nos encargaran esta restauración, sería lo primero que miraríamos.
El ábside presenta arquillos y lesenas sobre un pequeño zócalo emergente, que se prolongan por los muros laterales de su cuerpo adyacente. Una articulación paramental que caracteriza a la arquitectura románico-lombardista. En un momento que no conocemos, ampliaron la iglesia eliminando el muro de cierre anterior de los pies y construyendo un nuevo arco en su lugar para apear el torreón, dejando la iglesia como hoy está. —Oye, Roberto, que me estás haciendo un lío con eso de lo lombardo y lo lombardista. —Pues es muy sencillo, aunque no es corto de explicar. La marcha de los maestros lombardos de la Ribagorza, que se produjo hacia el año 1030, dejó interrumpidas todas las obras aquí iniciadas por ellos.14 Veremos todas ellas. Su marcha motivó que los maestros locales que les sucedieron, que nada sabían de bóvedas de arista y las estupendas articulaciones del espacio interior de sus obras, resolvieran el cubrimiento de los espacios con bóvedas de medio cañón, en ocasiones torpemente ejecutadas. Pero el prestigio de las obras lombardas quedó y estos maestros adoptaron de ellas lo que era más fácil
Benedicto Salas (2012).
14
91
Hacia el valle de Benasque
de repetir, estas lesenas y frisos de arquillos que caracterizan a la arquitectura románico-lombardista, construida fundamentalmente en los años finales del siglo xi y el siglo xii, con profusión en la Ribagorza y algo menos fuera de ella. Y que podemos ver en lejanos lugares de Europa adornando los paramentos de ábsides, torres y cimborrios aún en fechas muy tardías y en monumentos de muy importante fuste. Además, resulta que después de haberse ido los maestros lombardos, volvieron en los primeros decenios del siglo xii a construir en algunos lugares de la Ribagorza en una segunda fase románico-lombarda que alcanzó a algunos pocos lugares de las zonas que entonces dependían eclesiásticamente del obispado de Barbastro, bajo su obispo san Ramón. Por tanto, esta ermita es románico-lombardista. Pero este torreoncito lombardo, que es su timbre de gloria, pertenece a esta segunda fase lombarda. El torreón tiene un solo cuerpo con dobles ventanas geminadas lombardas que se abren en sus cuatro lados, apeadas en su centro por una columnita con su capitel de zapata y enmarcadas con lesenas marginales esquineras que se entregan superiormente a frisos de arquillos lombardos subrayados por una hilada de esquinillas; una cubierta de pabellón de lajas lo cubre, sostenida por una cupulita de piedra toba. Es un torreoncito hermoso, ligero y bien proporcionado pese a su escasa altura. Pero hay que fíjarse, porque no se ven bien, en los ya débiles trazos de pinturas de almagre que se conservan a duras penas en los rincones bajo los arquillos de su cara oeste, y aún se ve un sencillo y esquemático crismón pintado y restos de otros trazos. Ese crismón presenta solo una cruz, más esquemático no puede ser. Con lo que se ha perdido, eran y son restos preciosos por su testimonio de las características pinturas de almagre que los maestros lombardos practicaban tanto en el interior como en el exterior de sus iglesias. Esas pinturas se practicaban sobre una fina base de pasta de cal, como se ve en el torreón. En la zona hubo pinturas de este tipo en Obarra y en Santa María de Villanova, desaparecidas hace años, pero que se pudieron documentar. Como quedan aún, mínimamente, en las gloriosas iglesias lombardas de San Clemente y Santa María de Tahull, en el valle de Bohí; consagradas por san Ramón de Barbastro en la Navidad del año 1123 y entonces dependientes de este obispado, en Erill la Val; y más lejos, restauradas en parte, en San Paragorio de Noli, en la Liguria, y en otros lugares. —Vale, cualquiera te dice nada, vaya conferencia. ¿No te parece extraño lo distante que está esta ermita del pueblo? Al fin y al cabo es de algún fuste y no es para nada una ermitita al uso.
92
Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera
—Pues sí, siempre me ha extrañado eso, pero no he podido recabar ninguna información al respecto. Y, sobre todo, ¿quién hizo construir aquí este torreoncito y por qué?
En un momento se llega a Castejón de Sos. Hasta hace poco estaba el puente antiguo para entrar en Castejón. Era un puente estrecho que no permitía más que el paso de un solo vehículo por vez, y fue siempre un problema durante años y años en una carretera con tanto tránsito; por aquí se va al valle de Arán. Ahora ya hay un puente reciente sin problemas. —Bueno, hemos llegado a nuestro destino, nos tomamos un café y bajaremos a Graus para comenzar mañana otro camino hacia el valle de Benasque que nos conducirá nuevamente a Castejón. Llama a casa y avisa, que me apetece la longaniza y el chocolate que me diste. Di que preparen esa longaniza con dos buenos huevos fritos y un buen pan para untar. —Marchando y a la orden.
93
Desde Graus, por el río Isábena
ÍNDICE
A CASTEJÓN DE SOS
MONTANUY
ANETO
BONANSA BALLABRIGA OBARRA RALUY BERANUY
ALAÓN
A LÉRIDA RODA DE ISÁBENA
CAPELLA GRAUS A BENABARRE A BARBASTRO
Mapa 2.
Bernardo barruntaba lluvia y ya por la noche dejó preparados dos paraguas grandes de esos de pastor. Ni el buen café nos quitó la pereza con que nos levantamos, así que pasamos un buen rato en los sillones leyendo la prensa, con más café, y se estaba tan bien que costaba irse. Acertó con lo de la lluvia, porque el día salió malo y nos cogió una buena por la carretera, poco transitada y que sigue el curso ascendente del río Isábena que en Graus desemboca en el Ésera. Pronto se pasa por Capella con su puente medieval sobre el río Isábena; aquí se comenzó a producir de forma artesanal aquella longaniza que luego pasaría a Graus donde arraigó como su producción más importante, que se celebra en los días oportunos colgando reproducciones de grandes longanizas sobre las calles como si fueran luces navideñas. —Bernardo, vamos a visitar lugares nucleares en la historia de la Ribagorza…
Pasábamos por Capella cuando a Bernardo le sonó el teléfono. Le llamaban de casa porque se había dejado los paraguas, bien. Me llamó mucho la atención el móvil de Bernardo, era negro, pequeñito y de los que solo sirven para llamar y que te llamen. —Oye, es igual que el mío, sin WhatsApp ni cosas de esas. —A ver, bastante tengo que leer para tener que ocuparme en estudiar cómo se utiliza un teléfono de esos que lleva todo el mundo. Lo probé pero las pantallas se me iban y me hacía un lío. Mira no sé ni poner un correo normalito, lo intenté, pero al escribir el texto me salían tres letras a elegir para poner una. Así que lo dejé harto de eso.
99 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
—Estoy contigo, pero nos perdemos bastantes cosas con nuestra indiferencia hacia esto, que nos da mucha pereza aprender. Claro que, cuando nuestros móviles se estropeen sin remedio, no nos quedará otra que entrar en el WhatsApp y aprenderlo, aunque sea lo mínimo. —El otro día entré en Madrid en un café en que ponía en varios carteles bien visibles: «Aquí no hay wifi, hablen entre ustedes». ¿Qué te parece? Hice hasta una fotografía del cartel, debería cundir más eso. Se está abandonando el significado de conversar. Lo de Internet y eso de las redes sociales está provocando el abandono de los libros y está cuajado de tonterías y falsedades que todos consultan como si fuera un oráculo. Pregunta a cualquier librero y te dirá cómo con ello ha bajado la venta de libros. A este respecto, Umberto Eco decía que: «[…] El ordenador no es una máquina inteligente que ayuda a gente estúpida; de hecho, es una estúpida máquina que funciona solo en manos de gente inteligente […]». —Está bien visto eso y mejor dicho. Pero estas cosas avanzan a tal velocidad… Ahora viene eso de los mundos virtuales poniéndote unas gafas especiales. Pero, claro, verás lo que te den para ver y poco a poco, y con ello se conduce a la gente a esa papilla informe, genuflexa y silente de la que habla mi admirado Juan Manuel de Prada. Todos reconducidos.15 —Bueno, y aún he leído a Javier Reverte, que dice que buena parte de esto está motivado por la soledad de la gente, que espera en esas cosas llamadas que nunca se van a producir o comunicarse torpemente con quien sea. —Un poco extremo me parece, pero algo hay de esto.
Cerca de Capella se excavó un yacimiento que proporcionó algunos restos de hombres de Neandertal. Con la cueva del Moro de Gabasa son los dos lugares, por el momento, en que han aparecido en los territorios de la actual Ribagorza restos de esa importante antigüedad de hace unos 45 000 años. Aunque como se ve, en zonas ya del Prepirineo con clima menos extremo que más al norte.
Juan Manuel de Prada, «Educación a la boloñesa», en el semanal Magazin.
15
100
Desde Graus, por el río Isábena
Roda de Isábena En unos 30 kilómetros, en mitad de una fuerte lluvia que nos empezó a preocupar por si nos fastidiaba la excursión, y a nuestra izquierda, se ve emerger sobre una loma una alta torre extrañamente blanquecina. Es la de la catedral de Roda de Isábena, que señorea sobre el breve caserío. Digo blanquecina porque su cuerpo superior, que es el que más destaca, se ve al acercarse que se ha revocado. Con ese revoco hemos perdido los hermosos tonos dorados con que el sol de la tarde adornaba los paramentos de gastado ladrillo de su torre, que le daba prosapia y nobleza.
Excatedral de Roda de Isábena. Torre con el revoco del cuerpo superior.
—Pues es verdad, no me había dado cuenta, ¿y por qué se habrá hecho eso? —No lo sé, pero esto necesita explicarse con alguna extensión. La restauración monumental no es una simple aplicación de técnicas más o menos complejas de consolidación o restauración. Es una parte
101 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
fundamental de la Arquitectura, es Arquitectura y, por tanto, es Arte, bueno, debería serlo. Aunque sujeto a una serie de principios y criterios de actuación que están recogidos en las leyes que le afectan y son de obligado cumplimiento. Estos principios parten de unos pocos, claros y de general aceptación, que responden a la ya larga trayectoria de esta disciplina. De entre ellos lo más importante se centra en la idea de que debe de primar la conservación sobre la reconstrucción, sin que esta se prohíba de forma absoluta. Solo se pueden efectuar reconstrucciones parciales si son absolutamente imprescindibles, por ejemplo si afectan a la estabilidad del monumento, y en todo caso deben ser reconocibles como tales y reversibles. Claro que estos principios comportan un alto grado de subjetividad, imposible de regular legislativamente y que es el núcleo de las discrepancias y de los desafueros que se cometen. Ya empieza la cuestión por lo de si se considera imprescindible o no la reconstrucción. Acuérdate de Viollet-le-Duc, cuya importante obra restauratoria consideraba imprescindible recuperar en el monumento su arquitectura original, eliminando partes posteriores y reconstruyendo a su criterio lo desaparecido y aun lo que nunca existió para lograr aquella prístina arquitectura. Y en el extremo opuesto las intervenciones en la mezquita de Córdoba de Ricardo Velázquez Bosco, escrupulosamente respetuosas con lo que hasta entonces conservaba el monumento, reconstruyendo solo aquellas partes de cuya existencia estaba plenamente seguro, y sin dañar ni falsear las partes semiperdidas que consolidaba y recuperaba con todo cuidado, sin añadir ni falsear nada. El lograr que las reconstrucciones sean reconocibles no es asunto menos peliagudo. Los modos utilizados para hacerlo oscilaban entre rodear la zona reconstruida con un trazo de pintura roja o pintar una -r- dentro de un circulito, como se puede ver hoy en la obra de Íñiguez en la Aljafería. Pero recientemente se han adoptado modos bien curiosos. Aquel famoso astronauta que se incluyó en la restauración de la puerta de Ramos de la catedral nueva de Salamanca. El simpático señor quitándose el sombrero saludando a las señoritas que andaban por la calle que se talló en un canete de la Casa del Arcediano de Barcelona. Esa cara regordeta, pícara y sonriente que se podía ver antes de su destrucción en el zócalo de la portada de la colegiata de Caspe, o el móvil tallado en la puerta norte de la catedral de Calahorra. Eran cosas que trataban de denunciar de esta manera que esas partes de los edificios restaurados eran radicalmente nuevas; aunque todo esto valía para zonas reducidas de intervención. Pero es
102
Desde Graus, por el río Isábena
fácil de comprender que era inútil para grandes zonas reconstruidas. O en el otro extremo utilizar materiales modernos, cuestión que ha dado lugar a barbaridades que desgraciadamente vemos en los últimos tiempos disfrazadas de una ilegítima modernidad. Vete a ver la sala capitular del monasterio de Moreruela reconstruida con hormigón. Y todavía eso de que sean reversibles es más un buen deseo que algo realizable. ¿O es que se va a revertir la construcción de un pilar que se ha tenido que reconstruir, cuando está sosteniendo bóvedas y arcos? —Pues entonces no hay legislación que pueda regular nada de esto, al aplicarla las cosas se escaparán entre los dedos de la mano. —Bueno, no tanto. Aquellas bases de fijación de criterios de actuación que recogen las leyes son vagas, pero la idea que expresan es clara. Lo que pasa es que las diversas y las distintas circunstancias que presentan los monumentos deben de ser bien interpretadas por el restaurador adecuándose a aquellos principios. Yo creo que lo fundamental es el oficio, la sensibilidad y el conocimiento de quien se enfrenta a estos trabajos, son decisivos para ello. Sin esto cualquier cosa puede pasar. Como corolario directo, es básico que el restaurador debe aplicar el respeto por el monumento y el sentido común para fijar unos criterios de intervención, basados en aquellos principios generales. —Lo que dices me parece muy claro, pero sigue siendo difuso. Al final, esos criterios de intervención pueden llegar a ser opiniones más o menos personales o basarse en maneras de entender la restauración más o menos asumidas por algún sector de la restauración. —Así es, porque al final de todo es una persona o un grupito de personas las que intervienen, y la subjetividad ante estas cosas es inevitable. De hecho, en demasiadas ocasiones y a partir de esos criterios se han generado perjudiciales modas pasajeras que con el paso del tiempo muestran sus vergüenzas. Como la actual que aún padecemos y que nos quieren imponer sobre la modernidad en nuestras actuaciones, pero sin explicar en qué consiste eso. Así, te dicen que tienes que ser moderno y reconstruir zonas perdidas con hormigón armado texturizado, o si te parece excesivo, con perfiles de hierro y lunas de cristal. Yo no estoy para hacer eso, me he negado siempre, y me ha originado serios problemas. Me decían que era ingobernable y en alguna ocasión me han retirado el encargo y se lo han dado a otro más complaciente. Y esto ha sucedido pese al empeño de tratar de regular de forma completa mediante los artículos de una o más leyes una actividad que debe de gobernar el Arte, y, por tanto, es subjetiva
103
Hacia el valle de Benasque
en buena parte y puede generar estas desviaciones que siempre han existido. Acuérdate de lo que se hizo en el siglo xviii en la catedral de Burgos, eliminando las tres portadas góticas de su fachada principal y sustituyéndolas por portadas eclécticas, totalmente ajenas a las que había, o en la misma catedral la demolición de todo el palacio arzobispal adosado a su flanco sur que perpetró Vicente Lampérez. —¡Oye, entonces en todos los tiempos se han cocido habas de estas, no es cosa de hoy! Y eso que los arquitectos de aquellos tiempos tenían una formación académica mucho mejor que nosotros. El que te dijeran que eres ingobernable no se aleja de la verdad. Yo tampoco me dejo mangonear y con la edad eso me va en aumento. —Es que haciéndonos mayores las vemos venir mejor y ya no estamos para templar gaitas ni para soportar tonterías. Es mejor dormir tranquilo que sumar algunos honorarios. De todas maneras, son modas que pasan, dejando destrozos y como en mi caso apartándome de la restauración. Añadiré que no solo se deben consolidar y recuperar los monumentos. En mi opinión, es fundamental saber conservar y lograr seguir transmitiendo su significación, su carácter, su historia y la del lugar, su valor arquitectónico y, por tanto, su cualidad y calidad espacial. Es este un criterio de actuación importantísimo, que además implica el cumplimiento de los que te he citado y sobre el que no veo que se insista suficientemente. Y con esto llego a lo de no perder o dañar estas que pueden parecer sutiles cuestiones, como la de la luz del sol del atardecer resbalando sobre esta torre, que era un gozo para el espíritu. —Bueno, entre ayer y hoy llevas ya dos buenas conferencias, no te pases. Aunque esta me ha interesado mucho.
Tomamos el desvío que lleva a Roda justo en el momento en que la lluvia paraba, menos mal, y dejamos obligadamente el coche en el aparcamiento dispuesto al efecto. Desde allí hay que subir por la calle principal —con algún esfuerzo— ya que, aunque es corta, tiene su pendiente. Al llegar a la plaza, ante nosotros se alza magnífico el flanco sur de la catedral con su espléndido pórtico barroco sobrealzado por una escalinata y a su derecha la estupenda torre barroca, y junto a ella vimos asomar los ábsides románicos. Desde la callecita que discurre por sus pies, y que al fondo preside una magnífica y bien conservada casa renacentista, que se la llama la casa del prior, y que es propiedad particular, pudimos contemplarlos detenidamente. Son ábsides lombardos en su parte inferior —otra vez más 104
Desde Graus, por el río Isábena
interrumpidos— que fueron terminados años después con obra románico-lombardista. Un poco más allá está la Torre Gorda: así llaman a un cuerpo circular cubierto por una potente cúpula, cuya finalidad no es nada clara.
Excatedral de Roda de Isábena.
—¿No formaban parte de los restos de un castillo que aquí existió?
Las nubes comenzaron a abrirse y salió un solecito verdaderamente acogedor. Vimos unos veladores al fondo de la plaza, y sin decir nada nos fuimos directos a sentarnos en ellos, tuvimos que llamar para que nos secaran las sillas; aún no nos habíamos quitado de encima la pereza. Durante un rato estuvimos allí al sol que nos arropaba dulcemente, contemplando la catedral y de vez en cuando a alguien que pasaba por la plaza. «Buenas…», «Buenas...». Tomamos unos cafecitos y aproveché para introducir a Bernardo en la historia de la catedral. Esta catedral se construyó en numerosas fases, las iniciales muy difíciles de distinguir; quien lea los textos referenciados las compren105
Hacia el valle de Benasque
derá.16 Pero al margen de su arquitectura, que refleja fielmente las vicisitudes que aquí se atravesaron, importa conocer por qué está aquí, en un lugar tan aislado de todo y no en una ciudad como corresponde a una catedral. El establecimiento de esta sede fue pertinazmente perseguido ya desde el primer momento en que Ramón I (884-920/930) logró constituirse como conde independiente de los entonces territorios de Ribagorza y Pallars, segregando en vida y para sus hijos estos dos condados, que desde entonces tuvieron trayectorias separadas. Pero como ya hemos visto, manteniendo relaciones que en el tramo final del condado fueron muy complicadas para Ribagorza; eran parientes. Hoy el condado de Pallars se integra en Cataluña y forma parte de la Ribagorça catalana. Carlomagno, en el proceso de constitución de su Marca Hispánica, otorgó a la diócesis de Urgel en el año 814 estos territorios para su organización eclesiástica, que así pasaron a su directa dependencia. Sus gentes sobrevivían aisladas y amenazadas por los musulmanes del sur y aún conservaban cultos y costumbres paganas. Aquello de Urgel era una pesada losa para que los condes de Ribagorza pudieran fundar una sede propia independiente y lograr el control religioso de su condado. Finalmente, Ramón II y su esposa, Garsenda de Fezensac, lograron este deseado objetivo en los años 956-957, erigiendo en Roda de Isábena esta nueva sede y pasando el condado de Ribagorza a ser independiente en lo político y en lo religioso. Cosa fundamental en aquellos tiempos en que todo giraba alrededor del sentido cristiano de la vida. —Pero me parece que no ha quedado nada de aquella primera catedral. —Solo algunos mínimos restos. Un fragmento de una ventanita geminada del siglo x, que se encontró casualmente en 1983 reparando los cimientos de la panda oeste del claustro, que está expuesta en la cripta y cuya procedencia no se conoce. Los de un posible baptisterio, que aún se pueden ver en el cuerpo bajo la capilla de san Agustín, es un lugar que no se visita, y algunas partes de muros con hiladas de opus spicatum. —¿Opus qué? —Venga, Bernardo, que eres arquitecto. Benedicto Salas (2015); Galtier Martí (2012: 159-199); Iglesias Costa (1980).
16
106
Desde Graus, por el río Isábena
Ya he hablado antes de la condesa Toda, que a la muerte de Isarno tuvo que hacerse cargo del condado. No esperaba nunca verse en una cosa así, y mucho menos que aquel Abd al-Malik al-Muzafar que se enfrentó con Isarno derrotándolo y causándole la muerte no olvidara aquella afrenta. Tres años más tarde, en 1006, se encaminó con sus tropas a Ribagorza sembrando el terror y la destrucción. Parece que entrando por el Cinca, Campo y por el Vallis Axenis, que así se llamaba entonces, pasó al Isábena destruyendo el pueblecito de Raluy cercano a Obarra. Los monjes de Obarra huyeron, aunque parece que no destruyó totalmente este monasterio, y llegando a Roda de Isábena, que destruyó, llevándose preso a Aimerico que entonces era el obispo de Roda. Así se perdió la iglesia que oficiaba de catedral, que nos es absolutamente desconocida, probablemente una más bien pequeña iglesia. Toda esta zona quedó ocupada por los musulmanes durante un tiempo, agobiando con impuestos y opresión a las gentes de todo el entorno circundante y sometiéndolas a una difícil y penosa situación. Aimerico logró dejar como rehén a un sobrino suyo mientras acopiaba el dinero para rescatarlo, volviendo a Ribagorza, pero no ya a Roda de Isábena, donde los obispos de Urgel en la anarquía subsiguiente trataban de imponer un obispo adicto, Borrell. Aimerico, medio exiliado y sin perder su condición de obispo, tuvo que refugiarse en Lleps, hoy en Lérida, camino del valle de Bohí. Fueron años en que el condado estaba, por un lado, bajo aquel dominio pallarés y urgelitano, y, por otro, parcialmente ocupado por los musulmanes. Con su obispo exiliado y otro queriendo sustituirle, sin catedral y en una penosa situación. Años que implicaron nuevamente una grave situación política. La condesa Toda intentó resolver esta difícil realidad, pidiendo ayuda a la corte castellana y llamando a los miembros de la familia condal ribagorzana que allí residían; la condesa Mayor, hija del anterior matrimonio entre Ava de Ribagorza y el conde García de Castilla. Y Guillermo Isárnez, hijo natural del fallecido conde Isarno, que había sido enviado allí para su educación. La cuestión se resolvió con el matrimonio de Mayor con Ramón, hijo del conde Sunyer de Pallars, con lo que parecían concretarse así las ambiciones pallaresas y urgelitanas. Pero estaba Guillermo, a quien Castilla dotó de una pequeña tropa con la que pudo liberar hacia 1010 107
Hacia el valle de Benasque
las tierras ribagorzanas sometidas por los musulmanes en el año 1006, entre ellas Roda. Así que, reconquistados esos territorios, se comenzó la construcción en Roda de Isábena de una pequeña iglesia provisional para albergar el culto, probablemente a partir de las ruinas de la anterior destruida, y que al menos sirviera de sede del obispo de Roda. Porque en esos mismos años se toma la decisión de comenzar las obras de una nueva catedral de fuste y prosapia. Por tanto, estaba esa pequeña iglesia, de la que nada conocemos y justo al lado, en su flanco sur, se comenzaron las obras de la nueva que ha llegado hasta hoy. —Pero ¿qué pasó con ella? Porque aquí está la catedral y no hay nada más. —Mira, solo conocemos de ella su consagración en el año 1018. Lo que es testimonio fehaciente de que existió. En cambio, nada sabemos de cuándo se demolió, quizás se hizo para levantar el claustro que probablemente ocupó su emplazamiento. Es lo que hay. —¿Y nadie ha estudiado eso? —¿Qué quieres? En Aragón lo de las excavaciones arqueológicas hasta ahora queda fundamentalmente para lo romano, lo ibérico y lo musulmán, y para esto de lo musulmán en algunos pocos casos. Románico, que yo sepa, se ha excavado muy poco: San Pedro de Jaca con su necrópolis anexa, otros yacimientos medievales en la misma Jaca, Corral de Calvo, algo en Siresa y en Santa Cruz de la Serós, y alguna cosa más, muy poco en tantos años... Hace poco se excavó en San Victorián, donde se han encontrado restos de una iglesia románica anterior a la actual, de buen tamaño y fuste y otros mínimos del mayor interés. Sería imprescindible ampliar en ellos las excavaciones para determinar mejor las cosas, pero nada se hace. Por contra, todo se ha cubierto y pavimentado, pasando por alto la trascendencia de lo encontrado.
La fundación real de San Victorián y su posible emplazamiento original son discutidos aún por la investigación. En cualquier caso, si se hubiera producido en el emplazamiento que hoy reconocemos para este importante monasterio, algún resto de iglesia o iglesias anteriores a la actual barroca, debería de haberse encontrado en la excavación mencionada. Y así han salido a la luz los restos del arranque de un único ábside central, perfectamnte orientado al este, y 108
Desde Graus, por el río Isábena
lo que puede ser un transepto, con su muro norte recto, que dobla hacia el oeste un poco, y los de una esquina suroeste, que podría configurar ese transepto recto, sin más ábsides. Es notorio que en el arranque de la embocadura norte de ese ábside existe una esquina de triple articulación, lo que no se debe considerar necesariamente como relacionada con lo lombardo. Y aún es más sorprendente la cuidada construcción que presentan estos restos con sillería bien escuadrada cuya piedra conserva un tono blanquecino. No me consta la cronología correcta de estos restos, pero es razonable pensar que pertenecen a una iglesia románica construida hacia la mitad del siglo xi, por tanto, en tiempos de Sancho Ramírez, que pudo ser la iglesia abacial del entonces crecientemente poderoso monasterio de San Martín (San Victorián), que desapareció y fue sustituida por la actual y reorientada iglesia barroca. Un precioso eslabón perdido en la evolución del románico en Huesca en esos años. Pero es cierto que sin el precioso dato de su cronología, podrían obedecer a una iglesia posterior. En este caso, ¿es que no existió una iglesia, al menos del siglo xi, en tan importante monasterio? Además, en el centro de la nave aparecieron unos más que sugerentes restos de lo que podría ser una pequeña iglesia, ajados, estropeados y negruzcos por el paso de los años. Que claramente se integraron en el interior de esta posible iglesia románica perdida y pueden ser anteriores a ella. Cosas tan excepcionales no parecen motivar a los responsables de esto a invertir un poco más y conocerlo mejor, y al haberse tapado pasarán al olvido. En Francia es otra cosa, allí llevan años excavando en catedrales, en los centros de ciudades importantes, en sitios de interés. Bueno, con vuelos para identificar restos enterrados tienen ya localizados tal cantidad de yacimientos, que pasarán generaciones hasta que los excaven. Y además lo publican. Son un ejemplo, que por ahora aquí no se sigue. —Ya se ve que allí los arqueólogos tienen fuerza, no como aquí.
La construcción de la nueva catedral de Roda de Isábena se confió a maestros lombardos, portadores entonces de la arquitectura más moderna del tiempo, abovedada y espléndida. Eso no podía ser desaprovechado por quienes querían construir una catedral acorde con los tiempos y timbre de gloria para la Ribagorza. Pero estos maestros dejaron interrumpida la obra muy pronto. Habían iniciado apenas la 109
Hacia el valle de Benasque
cabecera de la iglesia; su obra se engloba en las fábricas de la actual cripta y es difícil de apreciar.17 Ribagorza atravesaba entonces una rara situación. Mayor y Ramón eran los condes, pero Guillermo ostentaba la jefatura militar, escasa por otra parte. Esto fue temporal, porque el asesinato de Guillermo en el valle de Arán en el año 1016 enturbió nuevamente las cosas. Con Guillermo Isárnez desaparece el título de conde de Ribagorza que solo se renovará en el siglo xiv. Además, solo un año más tarde muere Aimerico. Con lo que ya sin problemas de legitimidad alguna, Borrel fue consagrado como nuevo obispo de Roda de Isábena; pero lo fue en Urgel y en expreso sometimiento a sus obispos. Sancho III el Mayor no pudo consentirlo, ya que todo esto ponía definitivamente en peligro sus poderosas pretensiones de anexionar el condado de Ribagorza a su imperio, ya que como hijo de Ava y el conde García hermano de la condesa Mayor, le otorgaba fundados derechos dinásticos para pretender esta anexión, ante el riesgo evidente de perderla para siempre. Y ya domina en ese mismo año de 1017 sobre Perarrúa y en la Valle Magna altomedieval. —Los musulmanes de Graus debían de estar bien asustados.
Esta situación y la inmediata amenaza de Sancho III, generó en el condado la aparición de dos bandos. Uno el representado por Mayor y Ramón, que se ha llamado legitimista por defender los intereses de la línea de la casa condal ribagorzana, radicada ahora en Benasque; y otro ribagorzano, que no aceptaba la intromisión de la condesa Mayor y menos la de Sancho III. Así, en el propio valle de Benasque, donde Mayor y Ramón residían, Villanova y los monjes de Urmella defendían los intereses ribagorzanos. Parece que entre ambos bandos hubo algunos enfrentamientos que no conocemos bien, con toda probabilidad de muy poca entidad; pero sabemos que el conde Ramón de Pallars y ahora de Ribagorza también, veía la presencia y cercanía de Sancho III como una seria amenaza para su relativo poder, y pensando que la presencia de su esposa Mayor podía decantar las cosas hacia Sancho III, la repudió para quedar él solo al mando del condado. Todo esto concluyó muy pronto con la total anexión del condado por Sancho III en 1025, con lo que en Galtier Martí (2012: 159-199).
17
110
Desde Graus, por el río Isábena
Ribagorza desaparece la independencia del condado y se inicia una nueva etapa política, que en 1044, como se ha explicado más arriba, concluirá con la integración de Ribagorza en el naciente reino de Aragón. Fuimos hacia la catedral, la recepción está dentro del pórtico. Las muchachas que ofician de guías, que me conocían, nos abrieron la catedral dejándonos estar a nuestro aire. —¿Se venden los libritos míos? —Cada vez peor, con eso de Internet la gente los ojea y dice que ya lo mirará allí. —Pues vamos bien… Lo que te decía antes.
Sancho III ya dueño de la Ribagorza, ante la deriva religiosa del condado que con el obispo Borrell dependía de los obispos de Urgel, le apartó de la sede de Roda y nombró a Arnulfo como nuevo obispo de Roda de Isábena. Arnulfo era fiel de Sancho, moraba en su corte y fue consagrado en Burdeos. Este hecho denota claramente el aspecto político de este nuevo nombramiento; Sancho no podía permitir intromisiones religiosas ajenas a sus reinos. —Bernardo, aunque no pasamos por Estadilla, que conoces perfectamente, tengo que traerla a colación, que me viene a cuento.
Antes de seguir adelante con Estadilla hay una anécdota que quiero contar. Me acaeció muy cerca de ella y refleja una situación no tan alejada en el tiempo. Inmediatamente antes de llegar a Estadilla, la carretera cruza el río Ésera por el puente de Las Pilas, ahora totalmente reformado en su aspecto. Tras pasarlo se coge el desvío a Estadilla, pero inmediatamente antes está Estada, una antigua población coronada por los restos emergentes de lo que fue su castillo. Cerca se encontró un notable mosaico, hoy en el Museo Provincial de Zaragoza, procedente de una iglesia paleocristiana ya desaparecida e integrada en lo que fue villa romana de Stata. Hace muchos años, precisamente al pasar por aquel puente, una pareja de la guardia civil, ambos personas de edad y expertas, detuvo mi coche. Era uno de mis primeros coches, un pequeño utilitario, sencillo, lleno de bollos y sucio; me acompañaba Ramón, hermano de Maite, y ambos íbamos en camiseta y con pintas poco recomendables, qué le vamos a hacer. Por todo eso nos pararon. 111
Hacia el valle de Benasque
Eran tiempos en que especialmente en el valle de Benasque se había detectado la presencia de etarras. Años de continuos y terribles atentados, dramáticos secuestros y asesinatos que nuestra juventud no sé si recuerda. Años en los que, además, desde esa trágica sinrazón, se pretendía que esa zona de la Ribagorza formaba parte de lo vasco. Hoy es desde Cataluña desde donde se pretende otra sinrazón similar. Así que los guardias nos tomaron por posibles etarras y desplegaron con nosotros todo su proceso de afrontar cosas así, cetme en mano. El registro fue exhaustivo. Menos mal que la experiencia de estos guardias les hizo comprender que todo era injustificado. Claro que después de dar razón de adónde íbamos, quiénes éramos y nuestras relaciones familiares en Benasque. Retornando a Arnulfo. Estadilla no solo es donde perdí el autobús de marras y me pasó lo que he contado, sino que aquí es donde, según la tradición no documentada y hacia el año 1027, el obispo Arnulfo de Roda de Isábena encontró y consiguió llevar a su catedral ni más ni menos que los restos de san Valero. Como es conocido, san Valero fue obispo de Zaragoza y su vida se acompañó de una aureola de santidad y prestigio; tuvo como diácono a san Vicente, mártir no menos prestigioso, y natural de Huesca. Ambos fueron apresados el año 303 en Zaragoza y llevados a pie y con penalidades a Valencia ante Daciano, que en la entonces Hispania romana perpetró la persecución que Diocleciano y Maximiano habían desatado contra los cristianos. Por resumir diré que san Valero fue desterrado a un lugar no conocido de los Pirineos aragoneses donde murió, y Vicente fue cruel y repetidamente martirizado. Así, ambos fueron desde entonces venerados como santos con el mayor prestigio y honor. San Vicente es el primer patrón de Roda de Isábena. Según la tradición no documentada los restos de san Valero estaban en Estadilla, ahora bajo el dominio musulmán, y Arnulfo logró llevarlos a Roda. —¿Y cómo se las arregló si estaban bajo poder agareno? —Pues, mira, esto que dices es lo que algunos investigadores aducen como insalvable dificultad para sugerir otros posibles lugares donde los restos se conservaban. Cosa que no influye en lo principal, que es que Arnulfo consiguió para su catedral los preciados restos de san Valero. Esto no era en aquellos años un asunto tan difícil de lograr. Basta recordar cómo un poco más tarde, en 1063, los restos de san Isidoro se llevaron desde Sevilla, entonces musulmana, a la
112
Desde Graus, por el río Isábena
basílica de San Juan de León en tiempos de Fernando I, y hoy se conservan en San Isidoro de León; por cierto, con un proceso del hallazgo de los restos inhumados de san Isidoro y con un traslado cuajado de circunstancias milagrosas. Y aún, que en 1084 y desde Almería García Aznárez con algunos monjes benedictinos lograron llevar al monasterio de San Juan de la Peña los restos de san Indalecio, nacido en Caspe, uno de los barones apostólicos que con Santiago trataron de evangelizar Hispania. En ese monasterio permanecieron hasta el incendio de mediados del siglo xv, cuando fueron trasladados a la catedral de Jaca, donde se veneran en una urna de plata. Como algunos otros ejemplos que se pueden recordar.
Durante los largos siglos de la Reconquista, cristianos, judíos y musulmanes, todos ellos de distintas religiones que están en la raíz de sus culturas y comportamientos compartirán el territorio. Los cristianos inician la reconquista con un claro sentimiento de pertenencia a un pueblo en el que había arraigado la cultura romana y en buena parte, finalmente, la raíz cristiana de la vida, el pueblo de los hispanovisigodos. Un pueblo invadido, marginado y acorralado, en el que va a implantarse la naciente cultura de raíz europea y la decisiva influencia del papado. Un pueblo cuya cultura es ya plenamente de raíz cristiana, que expulsará a los musulmanes en 1492. El pueblo judío tenía ya en España una considerable importancia en el momento de la invasión musulmana. Vivía reprimido por los visigodos que habían legislado contra él. Numerosas teorías tratan de establecer el momento en que los judíos arraigan en España, que claramente es anterior al 711. Y, finalmente, los bereberes de la inmediata Mauritania, a los que se sumaron gentes árabes y de otras procedencias del islam, que con inusitada facilidad y en pocos años conquistan casi toda la Península. Una cuestión que se ha explicado, no solo por la total desorganización del reino hispanovisigodo de España, sino porque en muchos lugares se les abrieron las puertas —con alguna inútil resistencia local— y en clara referencia al comportamiento del pueblo judío, que vio en ellos una liberación del yugo hispanovisigodo. Pero no solo en España hubo estos grupos sociales durante la Reconquista. Las masivas conversiones de los muladís, es decir, de aquellos cristianos que adoptaron el islam para salvar lo justo, y que 113
Hacia el valle de Benasque
convivieron siempre sometidos bajo el dominio musulmán. Los mozárabes, que conviviendo siempre reprimidos con los moros, lograron mantener la práctica de su religión, entregando todo lo demás. Los mudéjares, sometidos por los cristianos que convivieron con ellos con más relajado dominio. Y, finalmente, tras la Reconquista, los moriscos que quedaron en España tras ella. Un verdadero crisol de religiones, costumbres y culturas que forjarán un numen colectivo que va a estar en la base de los desarrollos culturales del pueblo español durante siglos. Y que tras la expulsión de los judíos en 1492 y de los moriscos en 1610, con la consiguiente permanencia de los conversos de ambas religiones, más o menos fieles a sus nuevos estatus, seguirá iluminando la cultura española con ilustres personalidades que han forjado lo español. Es esta una cuestión que creo irrebatible y que afortunadamente cuenta con innumerables estudios que la acreditan. —Pero la situación de fondo era de sangrientas y cruentísimas guerras entre cristianos y musulmanes, con la única finalidad de destruir y someter al adversario. Con innumerables sitios y batallas y con treguas temporales a causa del agotamiento de ambos bandos. Igualmente, perpetradas entre reyes cristianos por el dominio sobre sus respectivos reinos, como lo fueron entre los mususlmanes. Mira, lo que hemos visto y aún vemos con horror sobre los asesinatos cometidos en Siria de indefensas personas arrodilladas y vestidas con monos de color naranja no es algo nuevo, era común en aquellos años. Los musulmanes cortaban las cabezas de los vencidos cristianos, hacían pilas con ellas y las trasladaban en carretas a Córdoba para su exhibición y público regocijo, esclavizando a mujeres y niños. El comercio de esclavos fue allí una fuente muy importante de ingresos. Lo mismo se hacía en Palestina con los cruzados derrotados. Los cristianos también traficaban con esclavos, aunque eso de cortar las cabezas no me consta. Desde Europa y por el puerto de Barcelona se mantenía un importante tráfico de esclavos hacia al-Ándalus, basta recordar a los esclavos eslavos, que en realidad eran del norte de Europa, de Europa y aun hispanos. Estos eslavos formaron un importante cuerpo del ejército de Almanzor, y algunos de ellos llegaron a altos puestos, como generales, altos cargos de la Administración e importantes comerciantes. Así que esa pretendida armonía y convivencia que se predica desde algunos sectores del nacionalismo andaluz y espontáneos defensores del mismo no parece tan cierta.
114
Desde Graus, por el río Isábena
—Claro que lo que dices sobre la formación de esa cultura común de lo español fue así. Pero también lo que yo te he dicho. Una convivencia o confrontación, o como lo quieras llamar, de tantos siglos tiene que dejar un importante poso. Los hombres de reflexión, estudio, sensibilidad, místicos, científicos… van por otros caminos distintos, a veces de soledad y aislamiento. Y tejen la cultura común buscando cada uno su verdad. Y no lo valoramos en la medida en que hay que hacerlo.
Con la llegada de los restos de san Valero a Roda de Isábena, las obras interrumpidas de la nueva catedral se reanudaron con una extraña y sencilla fase de obras promovida, consagrada por Arnulfo en 1030, y casi desconocida, de la que, no obstante, quedan algunos testimonios en la cripta que permiten identificarla, con mayor dificultad que la anterior fase de obras lombarda. Era necesario exhibir al culto los restos de san Valero; una reliquia de tal calibre era fuente de ingresos, honor y religiosidad y esto no podía dejar de aprovecharse. A tal efecto, la catedral hasta entonces consagrada a san Vicente añadió a san Valero como egregio copatrón. Desde entonces, ambos le dan timbre de gloria. Bueno, no todos los restos de san Valero se conservan en ella. En 1170, y a instancias de Alfonso II y de los canónigos de la zaragozana catedral de la Seo, el cráneo de san Valero fue donado por los canónigos de Roda y trasladado a ella, donde se conserva como venerada reliquia del patrón de Zaragoza, como otros fragmentos de sus reliquias emigraron a Lérida y otros lugares. Con estas dos fases de obras y tras unos treinta y pocos años más, con Sancho Ramírez como rey de Aragón —Ribagorza y Aragón no estaban hasta entonces para estas cosas—, se logró continuar las obras de la catedral con la obra románico-lombardista de sus ábsides y presbiterios. Terminándola en los años posteriores con obra románica y completando estas obras con la estupenda cripta y un hermoso claustro hoy con sus dependencias algo modificadas. En 1533 se colocó en el ábside central un magnífico retablo de Gabriel Yoly, que ocultaba sus tres ventanas, cuyas imágenes fueron destruidas en 1939 durante la Guerra Civil, quedando solo su mazonería muy alterada, que fue retirada en el pasado siglo. Quedan las estupendas sargas (1556) que cubrían las puertas del retablo en Semana Santa, conservadas hoy en los muros laterales del presbiterio. Retablo y sargas han sido estudiadas por la doctora Carmen 115
Hacia el valle de Benasque
Morte,18 y anteriormente por Manuel Iglesias.19 Manuel Iglesias nos da la noticia sobre este retablo: «[…] Solo me permito recordar a título de ejemplo el grandioso Cristo románico y toda la iconografía y relieves del retablo de Yoly [...]».20 Leminyana dispuso en su lugar el calvario, robado por Erik el Belga; del que solo la imagen de san Juan ha sido recuperada, y aquí está presidiendo este ábside con su ventana central cegada. En el siglo xviii se produjeron las ampliaciones barrocas del pórtico, la torre y un coro ampliado al oeste, completando el equipamiento litúrgico que la iglesia conservó en buena parte hasta las destrucciones de la Guerra Civil. Tras ella, la catedral estaba en un lamentable estado ruinoso y de abandono, comenzándose una serie de restauraciones realizadas en el siglo pasado que nos conducen a la actual situación. —Ya que hablas de restauraciones en Roda, ¿conociste a Leminyana? Yo lo traté poco, pero nos conocíamos. Fue quien trabajó arreglando la catedral, que ya solo es la parroquia de Roda. Ya falleció, entonces era su párroco.
José María Leminyana. Morte García (2006: 183-185). Iglesias Costa (1980: 240-242). 20 Iglesias Costa (2001: 556). 18 19
116
Desde Graus, por el río Isábena
—Claro que sí, José María Leminyana, como algunos otros curas que yo he conocido por estas tierras, era más un misionero que un cura al uso. Buscaban sobre todo cómo unir a sus feligreses, cada uno con sus medios, que en aquellos años eran casi ninguno. Leminyana se inventó la recuperación de su iglesia logrando involucrar en ello a sus parroquianos y recuperar, finalmente, la catedral, con sus manos y las de su gente. A veces, Leminyana me pedía mi parecer sobre algunas cosas de esta obra y luego hacía lo que quería hacer. Para eso era de ideas fijas. —Pero también le conocí cuando trabajaba en otras iglesias de su entorno parroquial que si no es por él hubieran acabado en el suelo y ¡adiós!
Leminyana era un hombre menudo y delgado, fortalecido por el duro trabajo de albañil que llevaba adelante. Pero era su rostro curtido lo que mejor recuerdo. Inquisitivo o reflexivo, con mofletes siempre colorados, nariz aguileña que sostenía grandes gafas de pasta, frente despejada, con rotundo y espeso pelo blanco peinado hacia atrás y una barba incipiente y descuidada. En alguna ocasión gustaba de revestirse con un blanco hábito de monje cisterciense. «Será mi mortaja», me decía con risita contenida. Siempre fue amable y deferente conmigo, y era un hombre que pese a alguna opinión encontrada siempre me causó un profundo respeto y admiración por su entrega. —¿Y te acuerdas de lo de Erik el Belga, aquel ladrón que fue tratado en las revistas como algo legendario cuando hizo como que se arrepentía? —Cómo no me voy a acordar, he sido testigo de lo que Leminyana tuvo que sufrir con aquel abyecto, vesánico y nocturno robo que Erik el Belga perpetró en la catedral de Roda, llevándose un importantísimo y valiosísimo botín. Fue su continuo pesar, se sentía en parte responsable y al fin y al cabo nada podía haber hecho para impedirlo. Lo de la silla de san Ramón fue espectacular. Ese Erik, para ganar más vendiéndola, la partió en trozos, toma, toma… Al final, con los restos que se pudieron recuperar se fabricó una, poniendo los trozos que faltaban de metacrilato, una cosa rara hecha con poco acierto. Está en Roda. Se van recuperando algunas cosas más. Hace poco un magnífico tapiz que no se guardaba en Zaragoza y, finalmente, tras las repetidas demandas parece que va a retornar a Roda.
117
Hacia el valle de Benasque
La desaparecida silla de san Ramón antes de ser troceada.
—Yo lo seguí a distancia con aquello de las parroquias de la diócesis, que entonces eran de Lérida.
Leminyana era también un hombre inquieto y preocupado por las cosas del momento y se involucró directamente en la lucha diocesana por recuperar para Aragón y la diócesis de Barbastro, las parroquias aragonesas que entonces aún estaban sometidas a la diócesis de Lérida, que se integraban en los territorios aragoneses y que esta se resistía a ceder, como hoy hace con el patrimonio de La Franja. Juan Antonio Gracia, a este respecto, ha escrito sobre Leminyana:21 Luchador nato, sumiso a la autoridad pero rebelde ante el autoritarismo, no admitía componendas con la mentira, ni mucho menos, con la injusticia. Él fue quien despertó al clero de toda la región y suscitó un movimiento de comunión y pertenencia aragonesa en los curas de las tres provincias y de las seis diócesis hermanas. Su tesón y su valentía lograron en buena parte que se cumpliera la vieja utopía de recuperar las parroquias oscenses sometidas a la jurisdicción pastoral de Lérida y configurar así un mapa eclesiástico aragonés Gracia (2009: 9-10).
21
118
Desde Graus, por el río Isábena
que coincidiera con el mapa civil. No todos comprendieron su gallarda defensa de lo nuestro, hasta el punto que algún superior llegó a llamarle loco y lo calificó como «capitán de un piquete de curas subversivos» […].
Esa lucha, largamente perseguida, pudo ser culminada por don Ambrosio Echevarría, entonces obispo de Barbastro, tras años de complejos y difíciles esfuerzos y aquello que no era sino la normalidad se logró. Así lo recuerdan las gentes que lo vivieron. Cuando lo del robo, eran aún los años en que aquella pugna con la diócesis de Lérida por las parroquias aragonesas estaba activa. Y en palabras de Leminyana, que ha dejado escritas por algún sitio: «[…] el delegado de la diócesis de Lérida no se desplazó a Roda, hasta después de seis meses de sucedido el robo, y lo hizo para la presentación de un libro, sin preguntarme nada sobre el robo acaecido. Y sin intervenir en nada para la recuperación de lo robado». —Aún tuvo que ver y soportar, mucho más tarde y como buen cura, el «arrepentimiento» de aquel ladrón, que no devolvió todo lo que se llevó, ni dijo dónde estaba. —Menos mal que a Leminyana se le ha reconocido en vida, con premios y honores tanta generosidad y trabajo.
La obra arquitectónica de esta catedral no es de primer nivel, como por ejemplo lo es la iglesia abacial de Obarra, pero conserva una cripta verdaderamente notable. Fue construida en el espacio de la cabecera de la nave central de la fase lombarda y entre los muros que delimitaron este espacio con la continuación de las obras románico-lombardistas por el obispo Salomón. Una cripta estupenda, la más importante del románico construido en Aragón. Se dice que fue san Ramón, obispo de Barbastro (1104-1126), quien la mandó construir, porque en el año 1125 consagró en Roda un altar dedicado a la Virgen. San Ramón fue desalojado violentamente de su sede por el obispo Esteban de Huesca y tuvo que exiliarse a Roda hacia 1116. Fue un acto más del largo y amargo pleito que las diócesis de Barbastro y Huesca mantuvieron por propiedades en la zona del río Alcanadre, incluidas las intervenciones mediadoras de reyes y el papado, con excomuniones, interdictos y otros actos lamentables. En esa cripta se conserva oficiando de altar que la preside, el que fue primer sarcófago donde se depositaron los restos de san Ramón, obispo de Barbastro. Una magnífica pieza que debió de ser tallada hacia 1170. 119
Hacia el valle de Benasque
Excatedral de Roda de Isábena. Cripta.
—Poco sé de esto, pero esa cripta siempre me ha parecido bastante antigua, más de lo que se asegura. —Tienes un olfato estupendo, yo comparto ese criterio y así lo he dejado escrito. Un buen conocedor de estas cosas no dejará de notar que las bóvedas, capitelitos, columnitas y, en general, el sistema estructural que presenta, es mucho más propio de las criptas que se construyeron en Europa desde el primer tercio del siglo xi, que no de inicios del xii. Pero aquello se dice y así ha quedado.
Pero hay más. En su claustro, magnífico y afortunadamente bien conservado, que transmite el sosiego y la espiritualidad que debe de tener un claustro, se pueden ver grabadas en pequeñas piezas de piedra incrustadas en sus muros y directamente en algunas dovelas de sus arcos, uno de los necrologios más importantes que se conservan en el románico europeo. Esta catedral es la primera construida para tal fin en los territorios que iban a configurar el reino de Aragón; la de Jaca se comenzó más tarde. Y desde el primer momento fue centro de religiosidad y 120
Desde Graus, por el río Isábena
de cultura. Colaboró de manera generosa, con medios económicos y lo mejor de sus canónigos a la fundación de la sede de Barbastro en 1100, cuando se reconquistó definitivamente por segunda vez, y poco después en 1149, con la posteriormente conquistada Lérida a la que se trasladó la sede de Barbastro. Desangrándose en ello con canónigos y dinero y naturalmente perdiendo su condición de catedral. Esta catedral es parte fundamental de nuestra historia y nuestra cultura, que es la de todos y con todos tenemos que compartir. —Por cierto, conviene decir que la primera conquista de Barbastro supuso la convocatoria de la primera cruzada contra los musulmanes promovida en Europa por los papas. Aunque al año Barbastro se perdió.
En el momento en que escribo estas líneas, me llega la noticia de que se está trabajando en la restauración del claustro de esta catedral. Aunque en la reseña que aparece en la prensa se dice algo un tanto inquietante: «[…] La restauración del claustro de Roda de Isábena tiene como objetivo recuperar el estado original […]». Ignoro a qué cuestiones se refiere la noticia respecto a eso de la recuperación del estado original. ¿A qué estado se refieren?
Excatedral de Roda de Isábena. Claustro.
121
Hacia el valle de Benasque
Lo cierto es que el estado de las importantes pinturas románicas de la capilla de san Agustín es muy preocupante, rezuman humedad y ese estado es un serio peligro para su conservación que ya es precaria. El agua se filtra por los tejados del claustro y llega hasta aquí. Espero que esto se pueda solucionar en esta fase de obras y estas pinturas se recuperen adecuadamente. La catedral está abierta permanentemente, bueno con un horario amplio y todos los días del año. Hay unas muchachas del pueblo que ofician de guías, amables y capacitadas, que reciben a la gente y con horarios ya fijos, enseñan la catedral. Fuimos a comer en el refectorio de la catedral, un buen restaurante: «Dan unas alubias que llaman la atención». Y bien ricas que estaban, Bernardo repitió. Con los cafés, la conversación volvió a algunas cosas sobre la catedral, y al comentar yo que habíamos perdido las gloriosas liturgias que aquí se tenían que haber celebrado, claro que no solo aquí se habían perdido, Bernardo comentó un reciente trabajo de Fernando Galtier que había leido.22 —Galtier, haciendo referencia a Roda de Isábena, estudia un Cristo románico con su cabeza giratoria y articulada, de los siglos xii-xiii y del entorno de Roda de Isábena, y la relaciona con conjuntos escultóricos con imágenes articuladas en Santa Eulalia de Erill la Vall, o Santa María y San Clemente de Tahull. Para él ese Cristo se relacionaba con el culto del Viernes Santo. —Lo he leído, qué casualidad que lo hayamos hecho los dos, y a mí también me interesó mucho ese trabajo. ¿A que me vas a hablar de la cita que hace del Pange Lingua? —Debemos de tener comunicación mental. Me impresionó que hablara de aquel canto, Pange Lingua Gloriosi, Corporis misterium… Casi soy capaz de recordar el canto completo, era impresionante. Eso me llevó a las Semanas Santas de mi niñez, con aquellas larguísimas liturgias. En realidad, nos obligaban a ir a los oficios. Bueno, se llenaban de gente que tenía que seguir de pie los largos oficios, no como ahora. —¡Qué me vas a decir! No hace muchos años estuve con Maite en Turín, precisamente un Viernes Santo. Serían cerca de las cinco de la tarde y ya estábamos agotados, así que Maite dijo de entrar en una
Galtier Martí (2016: 399-415).
22
122
Desde Graus, por el río Isábena
iglesia y al menos estar un rato en los oficios, cumpliríamos con la Iglesia y podríamos descansar oyendo los que esperábamos hermosos cantos. Oye, en la primera iglesia que entramos estaba el altar rodeado de curas que celebraban y solo había unas seis personas siguiendo el culto. Pensamos que era algo muy raro y fuimos a otra iglesia que había al lado. Lo mismo. Bueno, estuvimos un rato, pero aquel vacío y abandono de fieles nos impresionó. Y eso que Italia parece más proclive a las tradiciones y a lo cristiano que nosostros. Una pena, pero así son los tiempos. —Aquel Pange Lingua cantado por todos, aquel delicado e intenso olor a incienso que lo llenaba todo y la solemnidad de los oficios, no los olvidaré nunca. —Y, volviendo a la cabeza articulada, Galtier nos cuenta que, en función de lo que explica, tenemos derecho a imaginar el oficio de un Viernes Santo en Roda de Isábena y lo describe. En un determinado momento, con el Cristo expuesto en lugar de honor ante el pueblo fiel, su cabeza se movía, mientras escondidos tras las cortinas que tapaban el altar y el presbiterio, unos cantores entonaban los improperios, un recitado antiquísimo que al menos venía del año 1000, simulando que era el Cristo el que los recitaba: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿por qué me has crucificado?… Respóndeme». Y así los improperios proseguían entre uno y otro cantor puestos en boca de aquel Cristo, que demandaba a su pueblo por haberle crucificado. Culminando todo con la respuesta demandada y los arrepentidos cantos de ese pueblo, entre los que en lugar de honor estaba el Pange Lingua. Debía de ser tan hermoso como trágico y sublime. ¿Cómo hemos perdido todo esto? —Son los tiempos que traemos. También recordé aquel marcial y algo abrumador desfile de los soldados vestidos de gala, con rotundas jarreteras rojas colgadas en sus pechos y sus blancos guantes y puñetas, que acompañaban en las procesiones al paso de Cristo Yacente con el sonido de las trompetas y tambores… Nos queda en España la Legión llevando su Cristo de la Muerte gloriosamente en alto, mientras cantan su himno, algo impresionante. Aunque repetidamente se trata de hacerlo desaparecer. Espero que no lo logren nunca.
En 2 o 3 kilómetros pasamos por La Puebla de Roda, Casa Custodio es hotel y restaurante. Al poco, y en Serraduy, hay otro lugar gastronómico de interés, el hotel restaurante El Peix, que suele estar lleno. Pasando por Biescas de Obarra, Pardinella y Beranuy, en Las Herrerías está el restaurante Obarra. 123
Hacia el valle de Benasque
—En otros sitios no hay tantos restaurantes. —A la derecha está el desvío a Beranuy, lo dejaremos atrás, como subir a Calvera. Volví con Maite a los dos este pasado verano. Laureano nos está esperando en Obarra y vamos muy justos de tiempo. —Pues hay que llegar puntuales. No como suelen acostumbrar los de aquí, que entienden que siempre hay una media hora de respeto. —A mí me lo vas a decir, que cuando subía desde Zaragoza a las reuniones en Guayente, siempre llegaba el primero y tenía que esperar esa media hora o más.
Beranuy Al pasar por el núcleo moderno de Beranuy, se coge el desvío al Beranuy antiguo citado ya en el año 871. Allí está la iglesia de Santa Eulalia cuyo culto tuvo una notable difusión. A la iglesia se puede llegar en coche, con cierto cuidado por algunas cuestas en que hay que poner primera, pero sin más problemas. La iglesia se levanta en un agradable paraje sobre el pueblo. Aquí hubo una iglesia del siglo xii, de la que queda la torre, y quizás buena parte de los muros de la nave. Sea como sea en el siglo xvi se transformó completamente y así llegó hasta el año 2005 en que era una pura ruina con su bóveda en el suelo y el ábside casi desaparecido. Se reconstruyó todo, pero la bóveda no; es una falsa bóveda encamonada y enyesada. La torre es románico-lombardista de inicios del siglo xii, con cuatro pisos. Tiene unas curiosas y algo desproporcionadas ventanas geminadas de tradición lombarda en las cuatro caras de su último piso, con su columnita y capitel del tipo zapata. Altas lesenas esquineras en sus cuatro ángulos que llegan hasta su cubierta. Sin entregarse a ningún friso de arquillos, que quizás se perdió. Esto le otorga la condición de románico-lombardista, la única de estas características que se conserva en la Ribagorza. Cuando estuve con Maite, todo el entorno era un puro rastrojo amarillento por la falta de lluvias; en otras circunstancias, el verdor de la hierba le hubiera conferido un aspecto mucho más agradable. Inmediatos a la iglesia están los restos de lo que fue su abadía que debió de ser de buen tamaño. En esta iglesia se conservaba la talla policromada de la Virgen de Sis. Más allá y con duro camino se llega a la pequeñita ermita de la Virgen de Sis. Roque Alberto Faci nos da noticia de ella: 124 ÍNDICE
Desde Graus, por el río Isábena
Santa Eulalia de Beranuy. Torre.
[…] En los términos del Lugar de Veranuy, ay una tierra llamada Sis […] En dicha sierra ay entre dos peñafcos grandes, un hueco, o cueva muy profunda […] en effe hueco, S. Pedro (llamado el monge porque hizo vida folitaria en dichas montañas) halló el teforo efcondido de las Imágenes de N. Sa. y de S. Juan, y S. Pablo: facolas de aquel Sepulcro, y fabricó el Santo, fobre aquellos penafcos una devota iglefia […] La Imagen de N. Sa. es de madera fu encarnación es hermofífsima, y con haber eftado figlos en aquel fitio tan húmedo, nada le falte del luftre, que en los colores de carmesí, y anaranjado, la dió el Arte […] es bellísima, y mueve todos los corazones a devoción, admiración y ternura.23 Faci (1979 [1739 y 1750]: 232-233).
23
125
Hacia el valle de Benasque
Calvera Cerca ya de Las Herrerías, a la derecha, mal señalizada y como escondida, hay una carreterita que llega a Calvera. Hasta allí fuimos Maite y yo para volver a ver una pequeña iglesia románica-lombarda que ya conocía, San Andrés de Calvera, y tratar de llegar a la de Santa María de Calvera, que no conocía. Llegamos a Calvera en buen momento. Mientras las nubes se iban agolpando y oscureciendo el cielo, los del pueblo estaban celebrando una comilona colectiva en la plaza, bueno, estaban ya con los cafés y las copas y era una fideuá lo que se habían preparado, a juzgar por los restos que quedaban en una gran paellera. Me dirigí a unas personas que sentadas en una larga mesa estaban venga a reírse. —Buenas, que veníamos a ver la iglesia. ¿Quién tiene la llave?
Entre risas —se lo estaban pasando pipa— me señaló a uno de ellos: —Ese pequeñito que está de espaldas.
Total, que me dirijo al señor pequeñito que está de espaldas… y resultó ser Laureano Monclús. Buena y agradable sorpresa. ¡Cómo no iba a tener la llave si era el cura! Nos alegró reencontrarnos así, de casualidad. Laureano fue a por la llave y nos abrió la iglesia, pero le reclamaban fuera porque empezaba el campeonato de guiñote, que ganó, me dijeron que como en otros años. La iglesia de San Andrés de Calvera viene del primer tercio del siglo xi; es una más de las iniciadas en la Ribagorza por los maestros lombardos, pero de las más pronto interrumpidas y abandonadas, como la relativamente cercana ermita de la Virgen de las Rocas de Güell. En la base del ábside quedan los arranques de las lesenas y el aparejo lombardo; especialmente, una de ellas se alza sobre las demás con sillarejos perdidos unos sí y otros no. Los lombardos apenas hicieron esto aquí y se fueron, dejando la obra apenas iniciada. La iglesia se continuó y terminó años más tarde y es románica, con su bóveda de medio cañón apuntado sobre arcos fajones apuntados, lo que es síntoma de obra algo tardía. Tiene una torre mucho más reciente y un atrio añadido. Es de interés su espacio interior ya desnudo de todo tipo de revocos. Aunque en el muro sur del primer 126 ÍNDICE
Desde Graus, por el río Isábena
tramo quedan difusos restos de pinturas, irreconocibles y que, por tanto, no se pueden datar, pero que se conservaron. Hay dos buenas pilas bautismales de pie. Fue salir de la iglesia y empezó a caer la mundial. Todos se recogieron como pudieron llevándose las cosas para adentro de las casas, incluso las partidas de guiñote. Nos despedimos de Laureano y de todos y fuimos corriendo a protegernos al coche. Tuvimos que dejar para otro día ir a ver la ermita de Santa María. Volvimos unos pocos días después a Calvera para visitar la ermita de Santa María que estaba apartada del pueblo. También recibe el nombre de la Cuadra de Carrera y fue posesión de Obarra desde el siglo xiii. El sol pegaba con fuerza y era ya la una de la tarde. Como no sabíamos dónde estaba, preguntamos a un señor que salía de su casa. Y este prefirió llamar a su mujer, que según nos dijo iba frecuentemente a esa ermita. Salió inmediatamente. —Está a unos veinte minutos andando, en la curva de la carretera de abajo está la pista, verán un cartel que explica lo que es la iglesia. ¿Llevan agua? Porque con este calor la van a necesitar. Pero está con unas grietas tremendas y completamente abandonada. La verán en unos campos que son de un pastor que por allí tiene ovejas y cabras, de todas formas está cerrada y su interior es un establo y un almacén de hierba y aperos.
El hombre nos dijo que no podíamos ir con nuestro coche por esa pista, así que a andar. Trabamos conversación, Maite es más propicia a eso que yo. Y resultó que pasaban aquí bastantes meses, y que en Calvera había muy poca gente ya. Se quejaban de la falta de lluvia y de que todo estaba seco. Y eso que en nuestra última visita cayó bastante. —Sí, pero esas tormentas no calan, el agua se va. —¿Y ese caserón con aires de castillo que corona el pueblo? Está en obras. —Son los restos de un castillo muy antiguo. Uno de Palma de Mallorca, que vino por aquí y lo compró, presumía de que no lo pararía nadie, hizo las obras sin nigún permiso y se las dejaron hacer. Total, está todo abandonado hace tiempo.
El castillo tenía un cuerpo de tres plantas del que asomaba un tubo de evacuación de escombros. Un torreón se veía recrecido desde mitad de su altura, y, en cualquier caso, su aspecto dominante sobre el breve caserío de Calvera llamaba la atención. Nos despedimos 127
Hacia el valle de Benasque
y nos fuimos con el coche a por la pista. En el comienzo de la pista, había un buen cartel que explicaba que un poco más allá de Santa María, en una olmeda estaba la ermita de San Valero, románica y hundida, con un cobertizo añadido para romeros. El que lo escribió ignora que romeros son los que peregrinan a Roma, y por aquí ya me dirán. Y que un poco más allá estan los restos abandonados de lo que fue el pequeño pero antiquísimo Castrocit. Otro pueblo abandonado más de la Ribagorza, «devastado y engullido por la maleza», según reza el cartel. Aún se conserva allí en pie la pequeña iglesia románica de San Cristóbal. Ya se sabe, la iglesia prevalecerá a través de los tiempos. Dejamos el coche y nos pusimos a andar. En un rato llegamos a la ermita, situada en un prau de propiedad particular, pero completamente abierto y accesible. Después de recorrerla vimos que podíamos haber ido con el coche con un poco de cuidado. Lo que lamentamos, porque el sol era arrasador y la pista discurría por un terreno seco y sin arbolado. Santa María, iniciada en el siglo xii, solo conserva de su obra románica original su nave norte con su ábside, pero a juzgar por el aparejo de los muros no mucho más. A la nave románica se le adosó otra nave con cabecera recta, en cuyo muro sur se abre una sencilla puerta románica bastante tardía y otra más abierta recientemente. La ermita estaba cerrada; por un hueco abierto en el muro oeste de la nave norte puede verse su suelo terroso a cota bastante baja respecto al terreno. Esa nave norte se cubre con bóveda de cuarto de cañón sobre un arco fajón medial. No conozco en toda la Ribagorza algo así. Se dice que fue una iglesia que iba a tener tres naves, que fue interrumpida y, posteriormente, ampliada con la nave adosada. Y tal parece, porque la bóveda de cuarto de cañón se utilizó en naves laterales de iglesias de tres naves y porque en el encuentro del ábside norte con la cabecera recta existe una lesena marginal que se prolonga con el arranque de un muro de sillería interrumpido, que iba a pertenecer al arranque del ábside central. Es cosa bien notable, una iglesia de tres naves en este aislado lugar, sin motivos conocidos para hacer aquí una iglesia de ese fuste. El ábside norte, de buen sillarejo, se corona con un friso de arquillos de piedra toba; los de su flanco norte ya semiperdidos, lo que le confiere la cualidad de románico-lombardista. Todo el interior de 128
Desde Graus, por el río Isábena
Santa María de Calvera. Ábside norte.
este conjunto está ocupado para establo. No pudimos ver aquellas tremendas grietas que nos anunciaron, bien que por el exterior la ermita presenta un estado normal para su abandono. Volviendo hacia el coche, mientras veíamos que las cuestas no se terminaban nunca y el sudor me caía a chorros, iba pensando en estas soledades y abandonos, en cómo solo la lluvia cuida de estos campos y de los árboles, sin nadie, aunque todo sea de alguien que no lo explota ni lo atiende, de la gente de Castrocit, que tuvo que marcharse porque aquí ya no se podía vivir. Y de mi buen amigo Antonio García Omedes, que ha recorrido y visitado los lugares más alejados de todo y tan parecidos a este por toda Huesca; él sí que podría hablar de abandonos y soledades. Estamos acostumbrados a transitar por lugares explotados y con vida, y estas desolaciones te acongojan un poco. Al llegar al coche sentíamos algo así como un golpe de calor, y después de beber agua, que nos habíamos dejado en el coche y parecía un caldo caliente, fuimos a reponernos al restaurante más cercano. En el restaurante Obarra, en Las Herrerías, bajo un glorioso 129
Hacia el valle de Benasque
nogal que nos resguardaba del sol, nos sirvieron con amabilidad y rapidez unas judías verdes memorables de la huerta del restaurante, y un plato con excelente tomate con una punta de ajo, riquísimo y cultivado aquí. Pollos y gallinas bullían en un corral cercano y nos acompañaron la comida con sus quiquiriquís, mientras unas señoras de la mesa de al lado se entretenían en coger nueces de otros nogales que probablemente estaban aún verdes: «Mira, mira, ahí tienes tres». El segundo plato fue tan copioso que no pudimos terminarlo. Bueno, con lo del calor nos trajinamos cada uno dos cervecitas —sin alcohol— y una buena botella de agua. Y todo resultó barato. Creo que lo bueno se ha de conocer y por eso lo cuento.
Santa María de Obarra Obarra, como Roda de Isábena, es visita obligada. Es la iglesia abacial de lo que fue el altomedieval monasterio de Santa María de Obarra lo que nos llega de él. Al acercarnos vemos desde la carretera la iglesia en el fondo del valle, respaldada al norte por montes coronados por notables peñas rocosas. Dicen, en un escorzo algo extraño, que el nombre de Obarra viene de esto: las Peñas Trancadas, Obarra. Bienvenido Mascaray no está de acuerdo con esta interpretación, que anatematiza, y explica que Obarra significa: «[…] la concavidad de piedra», es decir, el hondo y encerrado lugar, por los montes que lo circundan, en el que se erigió el monasterio y del que toma el nombre. Este ancho vallecito, que se llamaba el Valle Ripacurcense en los tiempos del condado altomedieval de Ribagorza, fue su centro político. En su entorno inmediato se levantaba el Castrum Ripacurcense que le daba nombre y que era el castillo de residencia condal. Por algún lugar de este contorno debió de estar, pero absolutamente nada sabemos al respecto, salvo la noticia de su existencia que la documentación nos da. Un castrum directamente relacionado con Obarra y Calvera, y que cuando se logró fundar la sede de Roda de Isábena un poco más abajo, ambos centros constituyeron el eje político y religioso del condado. Estamos, pues, en el corazón de aquel condado.
130 ÍNDICE
Desde Graus, por el río Isábena
Abacial de Obarra desde el sur.
Al acercarse, con Obarra a la vista, abajo en el valle, hay que dejar el coche obligadamente en una zona previa dispuesta para ello junto a la carretera, si la pasas hay que volver. Allí estaba aparcado el coche de Laureano Monclús con quien habíamos quedado. En unos metros desciende un caminito hacia Obarra. Pasaremos un extrecho puente sobre el río, arrasado por una crecida y reconstruido en los años setenta del siglo pasado con aires medievales, y lo primero que se ve entre algunos árboles es un caserón que se destinó a colonias veraniegas infantiles y que hoy ya no se usa como antes. Laureano, que nos esperaba allí, salió a nuestro encuentro con voces de bienvenida. Mi buen amigo Laureano Monclús es el párroco de Veracruz, Beranuy, Calvera, Obarra y otros pueblecitos del entorno. Pese a su ya avanzada edad, sigue cuidando de Obarra con mimo y dedicación. —Vendréis a dormir a casa. Este caserón está muy desangelado y frío, no es ahora nada acogedor.
131
Hacia el valle de Benasque
—Pero, hombre… —Ni hombre ni nada, no tengo otro sitio y así me hacéis compañía. Ya os he preparado la habitación para esta noche. ¿Os gusta el puente? Tendríais que ver cuando, en alguna boda que se celebra aquí, el coche de la novia se empeña en llegar a la iglesia atravesando este puente, con lo estrecho que es, para que la novia no tenga que ir andando por este caminito y llegue con prosapia a la puerta de la iglesia. Alguno pasa, pero no sin llevarse buenas raspaduras y pasarlas canutas, por mucho que los invitados ayuden en la maniobra. Hay que ver, hay que ver…
Subiendo un breve repecho, un magnífico, amplio y verde prau se nos ofrece. A la derecha está aislada una pequeña ermita románica del siglo xii dedicada a san Pablo, normalmente cerrada. A la izquierda se nos ofrece la majestad de la iglesia de Santa María de Obarra.
Obarra. Ermita de San Pablo.
Bernardo comentó: —Es extraño que esta ermita esté tan separada de la iglesia, ¿no? Y ese crismón sobre la puerta…
132
Desde Graus, por el río Isábena
—Pues sí —contestó Laureano—, alguno de los que saben me han dicho que posiblemente hubo dependencias desaparecidas que la unían más o menos a la iglesia. Pero nada se sabe, aquí no se han hecho nunca excavaciones arqueológicas y es sitio para hacerlas y salir de muchas dudas, porque seguro que se encuentran cosas de mucho interés. Como cada vez hay menos dinero para estas cosas… Y hay quien dice que esta ermita conserva restos, que no he sabido ver, de una anterior construida de forma provisional para alojar el culto de los monjes que retornaron a Obarra después de las destrucciones de Abd al-Malik, mientras los maestros lombardos construían la actual abacial. No sé, no sé. —¿Y ese crismón sobre la puerta? Es bien extraño. —Lo que sé es que se recuperó entre escombros, no estaba aquí sobre esta puerta, aunque se colocó a comienzos del siglo pasado sobre ella…, pero boca abajo, tan raro les pareció de interpretar. Luego lo pusieron derecho. Se nota que está incrustado en el muro. Es una plaquita de piedra arenisca en la que hay un círculo en relieve que engloba al crismón también tallado en relieve. Tiene seis brazos. La P (rho) superior parece un báculo y en el lugar de la S inferior dos bracitos parecen conformar una mínima cruz, y bajo la -P- se repiten los bracitos y una extraña forma. La A (alfa mayúscula) y la omega penden del aspa superior. Así que esas dos crucecitas y ese extraño signo hacen de este crismón algo difícil de interpretar completamente. —Pero hasta hace poco —tercié yo dirigiéndome a Laureano—, como no fuera por ti, la gente que acude no podía entrar en la iglesia. —¡Y tanto! Venían y vienen a buscarme a casa, y antes más o menos iba, pero ahora, chiquet, no estoy ya para eso, me canso mucho. También es verdad que la gente, como no se cobra la visita y yo les explicaba lo que podía, dejaban algunas perras en el cepillo y algo se recogía. Roberto, que la luz y mantener todo esto limpio y en condiciones cuesta perras y no me llega con lo que me dan. Al final se ha conseguido que en verano y en algunos días en que se esperan más visitas, la iglesia esté abierta y haya una guía amable y enterada que explica las cosas. Me ha costado lo suyo.
Lo decía con gesto de humildad, porque Laureano es un hombre tímido que quiere ser sencillo, pero al que hay que escuchar porque cuando quiere te dice verdades que no esperas, con nítida claridad. En la garita de la guía se pueden comprar los textos que referencio y que detallan la arquitectura y la historia de este monaste133
Hacia el valle de Benasque
rio.24 Antes de entrar en la iglesia, Laureano nos llevó a ver el heterogéneo conjunto de restos de edificios que sobreviven como pueden en los pies de la iglesia y que están vallados en un recinto cerrado. —No dejo entrar aquí a la gente, no vaya a pasar algo. Como veis todo es una ruina, está así hace decenios y nadie hace nada. Al fin y al cabo son las dependencias que quedan del monasterio, pero de fechas más bien tardías. Me duele tanto verlo así…
Visitamos todo detenidamente, mientras Laureano nos explicaba qué era una y otra cosa. Me impresionó ver la potencia de las yedras que habían crecido sobre algunos muros, espesas y agarradas con firmeza a ellos, tanto que dije que era mejor que no se trataran de quitar sin tomar muchas precauciones, daba la impresión de que esa red de yedras era la que trababa y sostenía en su sitio los sillares de los muros. Laureano se ocupaba de tener todo limpio, recoger las hojas caídas y hasta de apuntalar alguna que otra pequeña cosa, no podía llegar a más. —Pues no olvidaré eso que dices, no vayamos a tenerla. ¿Crees que se podría hacer algo con todo esto? Ya me conformaría con que se conservara como eso que llaman una ruina consolidada para la visita…
Bernardo intervino tajantemente: —Y todos, pero lo de la restauración ha caído en picado en estos últimos años, como todo. El dinero para las cosas de la cultura es el primero que se ha recortado, y mucho. Es lo más fácil. No sé si veremos nosotros esto en condiciones… un sitio como este tan importante. Por cierto. Todo esto, con las yedras, la hierba y el musgo, los muros en ruinas, los matojos que crecen entre la yedra y los espacios interiores en penumbra que se dejan adivinar, tiene un aspecto tan romántico… Si Ruskin lo hubiera conocido estaría entusiasmado, porque esto es un magnífico ejemplo de sus teorías sobre lo pintoresco. Aquello del carácter casual de las ruinas que valoraba en tanto. —Me sorprende que traigas esto a colación, es muy acertado. El estado de estas ruinas es casual porque así se han conformado con el tiempo y, por tanto, es plenamente pintoresco en la idea de Ruskin. Además, esa idea de arquitectura pintoresca está en contraste y Galtier Martí y Benedicto Salas (2012); Iglesias Costa (1975).
24
134
Desde Graus, por el río Isábena
acompañada por la arquitectura completa y nada casual de la iglesia abacial. —Goya diría que el tiempo también pinta. —José María Bonet gusta de practicar la escalada, y me pasó una foto de Obarra hecha desde los cortados rocosos de encima del monasterio. Se ve todo abajo, como si fuera un plano. Es curioso ver cómo desde allí, las yedras que coronan los muros de estas ruinas conforman una retícula que parece un parterre francés de lo más peculiar. No conozco otra foto así. A ver quién sube hasta allí para hacer fotos de Obarra.
Obarra. Vista desde lo alto de los cortados rocosos. (Foto: José María Bonet)
Obarra tiene fecha documentada en el año 884, pero la iglesia que aquí vemos pertenece a los primeros años del siglo xi. Nada conocemos de lo que fue la iglesia abacial y el monasterio anterior. Fueron maestros lombardos los que iniciaron esta obra dejándola nuevamente abandonada cuando ya se había construido buena parte de ella y faltaban por terminar los tramos de los pies y sin colocar las piezas 135
Hacia el valle de Benasque
de la cubierta. La iglesia fue terminada en pocos años más por los monjes del monasterio de San Martín del Sobrarbe (San Victorián), al que Obarra, como todo el mundo religioso de la Ribagorza, había sido sometido por Ramiro I de Aragón y Sancho Ramírez, buscando eliminar disidencias y un reino unido proyectado hacia la reconquista de las tierras del sur.
Obarra. La nave norte hacia la cabecera.
Laureano abrió la puerta, cerrojo tras cerrojo. El sol ya comenzaba a bajar y todo estaba inmerso en una sutil penumbra; el espacio interior era soberbio. En la parte construida por los maestros lombardos, las bóvedas de arista y sus arcos se continúan hasta el suelo en sus pilares de triple articulación, introduciendo unos potentes ritmos verticales que acompañan más pausadamente los de los tramos de la nave hacia el altar y el ábside, de forma que, por sus tres ventanas y por la mañana cuando el sol incide por ellas, derraman gloriosamente la luz que da sentido y direccionalidad a todo el espacio. Laureano encendió las luces y la sensación inicial de ver el ritmo de los pilares como emergiendo de zonas en penumbra desapareció. Ahora las 136
Desde Graus, por el río Isábena
luces recortaban las bóvedas con confusas líneas de sombra y planos más iluminados, y todo se acompasaba en un nuevo ambiente bañado por la luz amarillenta de las lámparas. Uno siente la necesidad de sentarse y dejar que la espiritualidad que emana del espacio le penetre. Es fácil imaginar el perdido canto gregoriano, cadencioso, claro y glorioso, que los monjes entonaban con piedad y dedicación con sus voces acompasadas y contrapunteadas entre el olor del incienso que uno de ellos hacía crecer con su incensario. Ya desde los primeros oficios de maitines y laudes, tenuemente iluminada la iglesia por algunas velas que apenas permitían ver sus blancas túnicas en las últimas horas de la noche y agradeciendo con ello un nuevo día. Sobre las diez de la mañana los monjes acudían nuevamente a la iglesia para celebrar las tercias y la misa diaria, sencilla pero solemne por el rito que en ella se desplegaba. Los monjes sentados en el coro, ya perdido, respondían o acompañaban al canto del monje que dirigía el rito, se levantaban, se arrodillaban y volvían a sus lugares según avanzaba la misa, con creciente complejidad de sus cantos y salmos, entre profundos silencios de oración. La misa concluía con una procesión por el claustro guiada por el abad, si es que aquí existió un claustro del que nada sabemos. En el que entonces el canto gregoriano inundaría sus pandas recortadas por la luz del sol que penetraba por sus arquerías. Así, el día pasaba con la celebración de las restantes horas canónicas, sexta y nona, la oración, la lectura, los trabajos diarios que cada monje tenía encomendados y la minuciosa redacción de documentos en el escritorio —Obarra fue archivo de la casa condal e importante foco de cultura— para terminar el día con las vísperas y las completas. Tuve la ocasión de asistir con Maite a unas completas en el monasterio de la Trapa, cerca de Palencia. Bajo el coro de los pies de la iglesia cubierto por una magnífica bóveda de crucería casi plana, tenuemente iluminado por dos bombillas y separado de la nave por una estupenda reja, nos reunimos unas diez personas. La iglesia estaba oscura a esa hora final del atardecer y solo dos cirios en el altar proporcionaban una débil luz que permitía adivinar las bóvedas y el espacio del coro de los monjes. Poco a poco los monjes acudieron a sus sitiales, algunos de ellos con paso lento moviéndose con alguna dificultad por su avanzada edad. Pero la mayoría eran mucho más jóvenes, alguno en particular de no más de veinticinco años; eran 137
Hacia el valle de Benasque
unos quince, cosa que me sorprendió favorablemente, el monasterio acogía a un número de monjes de cierta entidad para estos tiempos. Algunas lamparitas dispuestas sobre los sitiales se encendieron aquí y allá, y pudimos ver a los monjes en sus sitiales, revestidos por sus hábitos de un blanco ya gastado que con la luz dorada de las bombillas y los cirios parecía de un suave y noble color melado. Todos se pusieron en pie con la entrada del abad y el incienso comenzó a llenar el espacio con su penetrante y delicado aroma. De forma especial el monje que lo distribuía se nos acercó a cierta distancia y nos dirigió el incensario distraídamente en reconocimiento a nuestra presencia. Un monje comenzó a recitar parte de la Regla de San Benito y al terminar su discurso el canto gregoriano comenzó a alzarse de forma soberbia, aunque algo monótona en su salmodia con los primeros cantos. Pero llegó el momento final de entonar la salve: «Salve Regina, Mater Misericordiae…», entonó el abad. Y el coro le siguió con entusiasmo, conscientes de la belleza del canto y de lo que para ellos significaba. Daban ganas de acompañarles y quizás lo debiéramos de haber hecho, al fin y al cabo éramos copartícipes de esa ceremonia. La salve acabó dejándonos emocionados por su belleza. Siguió un silencio sobrecogedor y dándose por terminado el acto, el abad avanzó solo un poco de su sitial y con voz firme y alta dijo: «Que Dios y la Virgen nos propicien una noche de sosiego y nos permitan ver la luz de un nuevo día». Mientras se apagaban los cirios, los monjes salieron dirigiéndose a sus cuartos y a descansar las pocas horas que la regla les daba para ello. Nosotros salimos al mundo exterior con el recuerdo imborrable —como se ve— de los momentos a que habíamos asistido. Se puede decir más alto, pero no más claro. La vida del monje que nos parece que se desarrolla en la monotonía de las cosas repetidas, en el silencio exigido, la obediencia ciega a su abad y la mortificación. No es lenta ni aburrida para ellos. Aunque para muchos del mundo exterior sea incomprensible e inútil; su verdadera razón es la oración, la absoluta necesidad de alabar a Dios y con ello ser intermediarios ante él y rogarle el perdón para sí mismos y para el mundo pecador. Su vida es grata, dulce y plena de libertad interior, solo esperando la muerte para acceder a la gloria eterna. ¿Cómo hemos perdido esa belleza y esa gloriosa espiritualidad? 138
Desde Graus, por el río Isábena
Pero Obarra, como los monasterios de su tiempo, no solo fue esto. Su actividad se desplegaba también desde el campo de la cultura como lugares donde sobrevivieron corpus de textos y documentos, acrecentados por sus escritorios que los copiaron, confeccionando delicadamente otros nuevos. Fueron focos de religiosidad, evangelización y de reestructuración de sus territorios, que promovían la agricultura, la ganadería y la industria del tiempo. Sin que sus abades dejaran de intervenir en las cuestiones políticas. Basta recordar la trascendental influencia, más tardía, de la Orden de Cluny o de la cisterciense que llega a nuestros días tras sus repetidas reformas. En concreto, los monjes de Obarra fueros decisivos en la forja de un cierto espíritu de independencia y del carácter de lo ribagorzano de su tiempo. Una inequívoca muestra de esto es La canción del pros Bernard, del siglo xiv, que conocemos por algunos fragmentos. Se redactó por los monjes de Obarra en unos tiempos en que la Ribagorza, como más adelante expondré, inauguró un nuevo periodo condal en 1348. Parece que con ello y desde Obarra surge nuevamente un ya olvidado espíritu localista que trataba de reivindicar glorias anteriores, bien mantenidas en el recuerdo, y buscar su renovación. —No os extrañe —dijo Laureano—. En esos años en San Victorián surge algo similar con respecto al rey Gonzalo y el Sobrarbe, y en San Juan de la Peña como reivindicación de los orígenes del reino de Aragón. Es un momento, además, en que las canciones de gesta y, en definitiva, los libros de caballerías se difunden y toman un indudable prestigio, que conducirá a que en 1605, más de dos siglos después, Cervantes escriba la primera parte del Quijote, tratando de evidenciar las absurdas situaciones a que los libros de caballerías habían llevado. —Bueno, bueno, Laureano, estás muy bien informado. La canción del pros Bernard, cuya redacción es una realidad histórica que tuvo en su tiempo una cierta difusión, se ha sumido injustamente en el campo de la leyenda. Cuando lo que es verdaderamente leyenda y para nada una realidad histórica es su contenido. De forma absolutamente interesada y en el contexto que has expuesto tan brillantemente, los monjes de Obarra no dudaron en identificar al conde ribagorzano Bernardo Unifredo (916-950) con Bernardo del Carpio, un personaje legendario, cuya realidad histórica es negada por la investigación y al que se le atribuye una vida repleta de hechos gloriosos. La leyenda lo sustituye por nuestro Bernardo Unifredo como el Pros Bernard. La evidencia de la falsedad que contiene esa canción es manifiesta, basta
139
Hacia el valle de Benasque
Obarra. Parte caĂda de los pies, con el muro que la separaba de la parte lombarda en pie. Vista desde el suroeste con la moldura de referencia. NĂłtese un cuerpo adosado revestido de yedra, es el inicio de una torre lombarda interrumpida. (Fotos: Tricas Comps, Roberto Benedicto Salas)
140
Desde Graus, por el río Isábena
ver que entre Bernardo del Carpio y Bernardo Unifredo, el Pros Bernard, hay un lapso de tiempo de algo más de un siglo y medio, más o menos. Y saber que Bernardo Unifredo no logró en la Ribagorza ni de lejos, análogos hechos que los que se le atribuyen al del Carpio. Pero los monjes de Obarra no cejaron con ello en ese intento tardío, inútil y extemporáneo, tratando de forjar una renovada nacionalidad ribagorzana.
Los tramos de los pies de la iglesia, que los lombardos dejaron sin hacer, fueron construidos por los monjes de San Victorián tras pasar Obarra a ser su priorato dependiente. Se cubrieron con bóvedas de medio cañón; sus maestros de obra no sabían de bóvedas de arista ni de articulaciones y solo trataron de terminar la iglesia lo antes posible. De todos modos, esta parte cayó en el pasado siglo xix, obligando al entonces párroco a construir un muro que segregara y protegiera la parte lombarda, que no cayó porque estaba mucho mejor construida, y poder utilizarla para el culto que entonces ya era muy poco. Así llegó a los años setenta del siglo pasado en que el arquitecto Pons Sorolla y la zaragozana empresa Tricas Comps, comenzaron su restauración que llega hasta hoy, y reconstruyeron toda esa parte. —Por cierto, es rara esa ancha moldura recta que corona el muro occidental, es como una cornisa recta. —Como ese muro había caído y no existía, Pons Sorolla se inventó eso en sustitución del friso de arquillos que imaginó que existió. Es rara, y producto de una moda de intervención que estuvo en boga en aquellos años, el sólido capaz, que representaba el volumen de lo que se perdió. Un asunto que al pasar de moda se abandonó y ha dejado cosas tan peregrinas como esta.
Es necesario salir a ver la cabecera de la iglesia con sus tres ábsides, con las características articulaciones lombardas de arquillos y lesenas; el central además con losanges, galerías ciegas y friso de esquinillas, de forma estupenda; el ábside sur había caído y fue reconstruido, una hermosura. —En el amanecer del solsticio de verano, el 21 de junio, ha comenzado a venir aquí año tras año cada vez más gente —dijo Bernardo—. Esperando que no amanezca nublado, lo que es un riesgo. Porque en esa hora un nítido haz de sol incide limpiamente desde la ventana central del ábside principal sobre el ara del altar. Yo no lo
141
Hacia el valle de Benasque
Obarra. Cabecera y efecto del rayo de sol. (Fotos: Roberto Benedicto Salas, Fernando Galtier MartĂ)
142
Desde Graus, por el río Isábena
he visto, pero sí que he visto alguna fotografía de ese momento, es espectacular. —Ya lo creo, he tenido que venir a abrir la iglesia; hace poco subió un grupo desde Zaragoza para verlo y tuvieron suerte, hizo un espléndido amanecer. Aunque Laureano contaba en voz baja, que algunos hablaban de cosas esotéricas, raras, y de trazados enigmáticos de la planta de la iglesia. En fin, todo sea por Obarra. ¿No es bien normal que si las iglesias se levantaban con sus ábsides orientados hacia la salida del sol, aquí pase esto?
Ya al marchar nos detuvimos a contemplar el cuerpo interrumpido de una torre lombarda que de haberse finalizado sería como las magníficas torres lombardas de Cuxá, el Canigó o Gerona… hubiera sido una torre gloriosa, pero los lombardos eran así, unos culos de mal asiento, que a saber por qué no terminaron nada de lo que comenzaron en el condado altomedieval de la Ribagorza, como en tantos otros lugares. Al lado está la puerta original románico-lombarda con las columnitas de sus ángulos interiores que presentan semiperdidos capitelitos genuinamente lombardos que se han confundido con visigodos, datando por ello la iglesia en fechas imposibles. Es aquí donde se conservaban mínimos restos de pinturas de juntas polícromas lombardas de almagre, ya desaparecidos pero que se pudieron documentar, como en El Run, Santa María de Villanova y Tahull. A la izquierda de esta puerta se abrió en el siglo xvi otra de amplio dovelaje que ostenta el escudo de los Mur de Pallaruelo, priores notables que fueron tanto de Obarra como de Tabernas. En Obarra se conserva una magnífica talla policromada de la Virgen. Nuevamente Roque Alberto Faci nos dio noticia de ella: […] muy hermofa, pura, y fin imperfección de corrupcción alguna: la capilla de N. Sa. es muy hermofa, y capaz, cerrada con Rexado de hierro, eftá fentada: tiene al SS. Niño Jesvs, también fentado en fus brazos, delante de fus Sacratífsimos pechos, ambos tienen riquíffimas coronas de plata, y viften Mantos muy hermofos: el Retablo es una pintura tan antigua, como fingular, y perfectífsima, fobre tablas al uso antiguo […].25
Faci (1979 [1739 y 1750]: 475-476).
25
143
Hacia el valle de Benasque
La imagen policromada es del siglo xiv, formaba parte de un retablo del xvi; el retablo se quemó en 1936, como tantos otros, pero la imagen se salvó, fue robada y devuelta años más tarde en secreto de confesión, se restauró y hoy se puede ver aquí. De aquel retablo queda una tabla dedicada a san Pedro que se conserva en el Museo Diocesano de Barbastro. También se perdió en ese año un magnífico mausoleo del señor de Espés, trataré de él más adelante. —Pero tengo entendido que aún existió una Virgen de Obarra del siglo xii, sedente, que se guardaba en la colección Godín, en Barcelona, y de la que no se sabe nada. —Bueno, se acaba de publicar que se ha localizado en la Fundación Antonio Tàpies esa virgen. Ya ves.26
La parte lombarda de esta iglesia es una de las obras capitales del románico-lombardo en la Europa de aquel primer tercio del siglo xi. Por tanto, debemos valorar, cuidar y enorgullecernos de ella como algo que nos pertenece a todos, como San Pedro de Roma, que es patrimonio del mundo. Es obra de nuestros antañones ancestros que nada sospechaban de las actuales zaragatas y estupideces en que andamos. No la hemos construido nosotros, pero tenemos la obligación de transmitirla a nuestros hijos en las mejores condiciones posibles, como a su vez, ellos lo han de hacer. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? Al volver, entramos a cenar en el restaurante Obarra. Un caldito muy reconfortante y unas costillitas de esas pequeñas y bien curruscantes, cayeron unas cuantas. ¡Y qué rico estaba el pan! Pero lo realmente agradable era la compañía. En un momento dado, le dije a Laureano: —¿Te acuerdas del día en que te dieron el premio? Estabas emocionado, yo aún recuerdo tu discurso. No lo olvidaré.
Fue en el año 2012, cuando los esfuerzos que Laureano Monclús ha hecho siempre por limpiar, cuidar y mantener Obarra, acompañando antes a los visitantes, colmándoles de explicaciones y atenciones, fueron premiados por el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA) con su premio anual a aquellas personas que trabajan por Menjón (2017: 28).
26
144
Desde Graus, por el río Isábena
el patrimonio con el desinterés y las dificultades que Laureano tenía. No sé si se sabe que el SIPA fue fundado en 1925 bajo el lema «Todo por y para Aragón», un lema parecido al de los tres mosqueteros, y que en 1936 este Sindicato fue declarado de utilidad pública, hasta hoy, en que cuenta con un muy nutrido y creciente número de socios y simpatizantes. En el acto de entrega del premio, que se celebró en esta iglesia de Obarra y al que subimos un autobús de socios del SIPA, claro que, visitando antes Roda y comiendo en su refectorio, al que recientemente se le ha otorgado el Premio de Gastronomía 2018, por la Sociedad Gastronómica Aragonesa, se presentó también un librito sobre Obarra que habíamos escrito Fernando Galtier y yo. Laureano, para agradecer el premio y entre otras cosas, dijo, porque es cura y además porque esa es la verdad, que esta iglesia había sido construida con mucho esfuerzo pero con una sola intención: rendir culto a Dios, dar con ello testimonio de fe y acoger a cuantos quisieran venir a ella. Bueno, lo dijo con palabras más hermosas. Pero no las he olvidado desde entonces y siempre que puedo transcribo estas ideas en mis libros, conferencias y trabajos. —Bueno, agradezco tanto que en Zaragoza se acuerden de este cura… Mira, volvemos a estar juntos aquí y charra que te charra. Te acordarás que cuando venías a hacer fotos, planos y a estudiar esto siempre terminábamos aquí. ¿Y qué tal está Fernando Galtier? Menuda caída que tuvo aquel día, me he acordado mucho de él.
Mis visitas a Obarra con Laureano, que me bienacompañaba para abrirme la iglesia durante los trabajos de documentación que yo tenía que hacer en ella, mientras él aprovechaba «para dar vuelta a las cosas», terminaban celebrando esos ocasionales reencuentros en este restaurante. Al terminar aquel acto con la presentación del libro, Fernando Galtier y yo nos quedamos firmando libros y conversando con algunos amigos. Al salir de la iglesia, ya caída la noche, nos jarreó encima una repentina tormenta de cierto carácter. La cosa es que entre la insistente lluvia y la oscuridad reinante, Fernando se salió del sendero, resbaló en la hierba y se cayó, gritándome a mí, que iba detrás de él, que se había roto la pierna. Alerté a los que quedaban en la iglesia para que acudieran y lo llevamos como pudimos al autobús, donde nos esperaban los demás a resguardo de la ya fuerte lluvia. Le decían: 145
Hacia el valle de Benasque
«Nada, nada, eso solo es un esguince»… Tenía el peroné roto y seriamente afectado. Así que Fernando recordó esta celebración durante meses. No la olvidará. —Comenté que las brujas del cercano Turbón, que salen a esas horas del anochecer, cuando las hadas de Fadas ya se han recogido y no pueden contrarrestar sus maleficios, al ver que en Obarra se hacía algo santo y bueno tomaron venganza, y Fernando lo pagó. Laureano se reía con lo de las brujas: «Está bien visto eso, está bien visto».
De Fernando Galtier diré que es mi querido amigo, un hombre reflexivo y concienzudo en sus cosas y aún más en sus investigaciones, que expone con orden, sosiego, y con un lenguaje culto y a veces literario, que no vanamente florido. Es catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza. Su libro Ribagorza, condado independiente, y su tesis doctoral, que trataba de los mismos asuntos, con un magnífico análisis de la arquitectura lombarda en la Ribagorza, inauguran con rigor este campo de la investigación y nos abrieron un camino impagable para investigaciones posteriores, cosa que aún no se le ha sabido reconocer debidamente y menos aún en la Ribagorza. Fernando cuenta con una larga trayectoria docente y con un extensísimo corpus de trabajos, libros, conferencias y asistencias a congresos internacionales. En ellos suele encontrarse con «estudiosos» catalanes, que predican aquello de que el románico lombardo es de origen catalán y cosas así. No saben a quién se lo dicen. Sus respuestas desde el profundo conocimiento de la historia son apabullantes y demoledoras, poniendo en evidencia a esos estudiosos de lo político reinante, más que de la historia, aunque logra convertir a la razón a pocos de ellos. Los dos gustamos de largas y gratas conversaciones, si puede ser acompañadas de un buen chuletón. Hoy anda investigando cosas sobre las cofradías y cultos de la Semana Santa a lo largo de la historia y asuntos relacionados con ello. Disfruta saliendo en procesiones revestido con los hábitos y capirotes del caso. —Eso que cuentas de los congresos es para haberlo visto —dijo Bernardo—. ¿Cómo se puede ir a esos sitios a hacer política de esa? No me extraña nada que Fernando se rebele, hace muy bien y con lo que sabe ni le rechistarán.
146
Desde Graus, por el río Isábena
La casa de Laureano estaba aislada junto a la carretera, tenía dos plantas y siendo sencilla era todo muy agradable. Laureano fue a hacer unas llamadas y enseguida salió con un pacharán que hacía él mismo; entraba suave y confortante. Hacía una buena noche y nos quedamos sentados en un banco respaldado por la fachada de la casa en un pequeño jardín junto a la carretera. Un largo rato.
Raluy y Ballabriga De mañana y después de desayunar en el restaurante donde cenamos, con buen pan recién hecho, reanudamos el viaje. Pronto se llega a Raluy, un pueblecito encaramado en las laderas de la izquierda de la carretera, que fue arrasado por Abd al-Malik. No vamos a visitarlo, como Ballabriga, que está un poco más adelante. Tenemos noticia de Raluy ya desde los años 930-936 y de Ballabriga desde los primeros años del siglo xi. Aunque no tienen iglesias de mayor interés, sí que contamos con noticias sobre ellos que merecen comentarse. Raluy es hoy otro pueblo más despoblado en la Ribagorza, agobiado por una desbordante maleza, la ruina generalizada y por el total abandono. Su interés es que se relaciona desde el año 988, con transacciones de propiedades con los abades de Obarra y muy en especial con su abad Galindo, que fue el directo impulsor de la recuperación de Obarra tras la destrucción perpetrada por Abd al-Malik y de la construcción de su iglesia abacial. Galindo y los monjes de Obarra tomaron a su cargo la tarea de repoblar y reconstruir Raluy. Así, Galindo reconstruyó, dotó y se apropió de su destruida iglesia de San Clemente, consagrándola hacia el año 1007. Esa apropiación le generó algunos problemas. Todo ello según la documentación que nos llega. Pero lo que es destacable es el acta de consagración de esta iglesia de San Clemente de Raluy, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. Al margen de sus contenidos escritos, es verdaderamente llamativo el dibujo, esquemático y sin color que abre el texto: un estupendo pantocrátor. Y aún más, la magnífica ave que coge un pez en sus garras que aparece al pie del documento, unos delicados dibujos del año 1007.
147 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Ballabriga se levanta en el altomedieval Valle Apricha muy cercano a Obarra. En la mitad sel siglo xi se compuso aquí un rotulus, el rotulus de Ballabriga, con veintiséis documentos que constituyen un precioso corpus documental sobre el tiempo. Se guarda en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza. Se conserva otro rotulus, el de Benasque, del que trataré en su lugar. Un rotulus es una serie de pergaminos enrollados sobre un cilindro de madera. El rotulus de Ballabriga consta de veintiséis documentos que tratan del matrimonio entre Sanga y sus sucesivos maridos Enardo y Apo Galindo, ambos de Ballabriga. Enardo y Sanga militaron en aquel bando legitimista de la condesa Mayor. En especial, Enardo prestó tan buenos servicios a la condesa que fue llamado su fiel. Apo Galindo era ya poseedor de buenos bienes en Ballabriga cuando a la muerte de Enardo casó con Sanga y trató de constituir allí un dominio señorial. A lo largo de todos estos documentos se relacionan las compras y las transacciones que esta familia llevó a cabo, aportando una excelente información sobre la Ribagorza altomedieval, precisamente en sus últimos años de independencia y en la transición al nuevo poder navarro. En Ballabriga quedan los restos del ábside de una pequeña iglesia románica, la de San Esteban, probablemente del siglo xi; tienen en su base dos hiladas de notables sillares recrecidas con obra posterior de sillarejo probablemente en el siglo xii. Hoy ese ábside, cuyos muros se alzan solo un par de metros, está agobiado por nichos, especialmente espectaculares y blancos son los adosados en su flanco sur, que dejan al pobre ábside como algo absolutamente secundario y disminuido. A fines del siglo xix la iglesia fue desmantelada y sus materiales reutilizados para la construcción de la nueva iglesia. Desde Obarra, y por las laderas de la izquierda, ascendía el camino altomedieval más antiguo conocido para llegar a las tierras altas del condado, un camino que tiene tradición de haber sido romano, y que por la falda occidental del Turbón accedía a las tierras altas llamadas entonces Super Aras, por encima de las Aras, por lo que este camino tomó el nombre de Gradum Aras, hoy puerto de las Aras. Todavía se puede recorrer en parte con esfuerzo porque es de fuertes cuestas, para acceder a la zona de Espés y Abella, ya en la alta montaña. En algún tramo de su recorrido he podido recoger fósiles marinos de cuando estas tierras estaban bajo el agua, hace, no sé, un montón de milenios. 148
Desde Graus, por el río Isábena
Pero a este respecto hay que señalar que las recientes investigaciones sobre los resultados de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la cueva de Els Trocs, en la zona de Super Aras (San Feliu de Veri), conducen a que este camino del Gradum Aras es de una antigüedad impresionante, hacia el 5000 a. de C., o anterior. Y que era un camino de acceso a los pastos de las tierras altas, utilizado estacionalmente. De esto hablaré con alguna extensión más adelante por su alto interés. Nada más reanudar el viaje, entramos en un congosto que forma aquí el Isábena; no es tan espectacular como el de Ventamillo, pero tiene su aquel. —Le han cambiado recientemente el nombre y ahora ponen en los rótulos congosto de Obarra. Pero hasta hace poco se llamaba la garganta de la Croqueta, a saber por qué. No me negarás que era un nombre delicioso. —A alguien le pareció que eso de la Croqueta no era moderno.
Bonansa y Bibiles Se pasa por varios túneles, con la carretera discurriendo junto al barranco que forma el río y, al salir de él, la carretera sube hasta Bonansa dejando al margen una cantera de piedra que aún sigue abierta. Y un agradable bosquecillo, el bosque de Pegá, donde se recogen abundantes setas. Bonansa es un pueblecito que conserva en la ladera sobre él casi una reliquia construida. Una pequeñita y sencilla ermita románica repetidamente arreglada, San Aventín de Bonansa. Este san Aventín es el Saint-Aventin venerado y mártir en el valle francés de Larboust en el cantón de Bagnères-de-Luchon, aunque se asegura que su origen era benasqués. La ermita es, con la de los Santos Juan y Pablo de Tella, en la cuenca superior del río Cinca, una de las dos pequeñas ermitas románicas conservadas que fueron construidas por maestros locales en los primeros años del siglo xi, mientras los maestros lombardos desplegaban en la Ribagorza su estupenda arquitectura. Estas dos ermitas, pese a sus innumerables arreglos se han conservado bien y nos transmiten la simplicidad y la sencillez de lo que aquí se construía entonces y el enorme progreso que supuso la 149 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
arquitectura de los maestros lombardos. Antes de sus últimas restauraciones las dos parecían ser más unas bordas que ermitas. Camino de Bielsa, a un lado de la carreterita que sube a Tella y a la ermita de los Santos Juan y Pablo, se conserva un pequeño dolmen muy sencillo y escueto que es una delicia de ver. Menos cuando hay gente. Como es tan bajo, siempre se tiene que subir encima alguno para hacerse así una foto graciosa, cuando la foto sublime que se puede hacer de él es al atardecer, cuando los rayos del sol que se pone por la sierra de enfrente lo iluminan atravesando su pequeña cámara y haciendo de él una pequeña joya iluminada. Muy cerca de Bonansa se levanta sobre un altozano la ermita de San Salvador de Bibiles; es pequeña y sencilla, pero merece ser destacada por dos asuntos. El primero de ellos es que se conservan dos pequeñas cajitas de consagración o tecas, extraídas de su altar en el año 1973 por Manuel Iglesias, que hoy se pueden ver en el Museo Diocesano de Barbastro. La primera de ellas se encontró bajo el ara del altar, es como una panzuda ollita de boca estrecha con su tapita, muy similar a la que san Ramón depositó en San Clemente de Tahull en su consagración del año 1123; la segunda es una pequeña cajita que estaba alojada en el frontal de ese altar y tiene forma de ataúd; para Manuel Iglesias corresponde a una consagración anterior. La segunda cuestión es que aquí había un frontal de altar ya desaparecido con pequeñas tallas de madera de las que ocho están en el Museo de Arte Románico de Cataluña. Manuel Iglesias encontró otra talla más entre los escombros que entregó a un taller de restauración para su recuperación; desapareció. La ermita ha sido restaurada y en un paño de su bóveda interior se han conservado unas pinturas que quieren imitar un firmamento de estrellas pintadas con azulete sobre el fondo blanco del revoco. Está muy bien conservar este tipo de pinturas que son producto de la devoción popular. A partir de Bonansa, la carretera baja decididamente hasta su encuentro con otra que viene desde la carretera que de Lérida va al valle de Arán y a Francia, pasando por Pont de Suert. Esta carreterita es el acceso oriental que permite llegar al valle de Benasque. —Nos conviene ahora ir desde aquí a Alaón, no podemos dejar de visitarlo. Así que ya volveremos por aquí. Te va a gustar ver otra vez Alaón.
150
Desde Graus, por el río Isábena
Hacia Pont de Suert, enseguida la carretera desemboca en la general que va al valle de Arán y a Lérida. —Ya estamos en el río Noguera Ribagorzana, que es límite de la Ribagorza y Aragón con Cataluña y lo fue en tiempos medievales entre Ribagorza y Pallars, aunque hoy, en algunos sitios más arriba, Aragón y Cataluña se interpenetran un poco a ambos lados del río. Mira, por esa carretera se va al valle de Bohí, ahora le llaman La Vall de Boí. —Ya me gustaría poder tener tiempo para volver a Tahull y los pueblecitos de alrededor. Tienen unas iglesias románico-lombardas estupendas con gloriosas pinturas románicas, torres sensacionales… en fin, un gozo de visita. Además, en pocos kilómetros pasaríamos por Lleps, ese pueblecito en que se refugió y murió Aimerico. Nunca he estado allí. —Desde luego que sí. En verano eso está lleno de gente. Cuando conocí todos esos pueblecitos, no se había hecho la estación de esquí que hay ahora y no habían crecido tanto. Los veías pequeños, agrupados y con sus tejados de pizarra sin resaltar apenas una casa de otra… La última vez que estuve había en Tahull una feria de quesos y embutidos, compre un queso riquísimo y lo que siento es que no sé cuál era. —Y por ahí se va a un pueblecito, unas casas apenas al que ahora no sabría ir; me llevaron a comer a una casa que decían daban de comer muy bien, Irgo creo que se llama. Bueno, estaba bien y todo estaba muy bien decorado. Un montón de platitos de entrantes muy apetitosos y luego lo consabido, longaniza, costillas, conejo, caza… A elegir, ¿eh? Gusta mucho a la gente, pero a mí estas comidas no me llaman la atención, aparte de que no hago ningún esfuerzo para ir a restaurantes que dicen son especiales, ni mucho menos soporto esperar. Me voy. —Quita, quita, a mí que me pongan pocos platos pero abundantes y en debida forma, qué sé yo, un buen potaje, una buena carne, un buen vino. Y nada de platitos.
Pont de Suert es la población más importante de la zona y ha crecido notablemente, aquí se hacen buenas mantas y lo que queda de su casco antiguo está junto al río, lo demás es todo reciente. Siguiendo hacia abajo, la carretera transita por la margen derecha del Noguera Ribagorzana que enseguida se transforma en la cola del gran pantano de Escales. 151
Hacia el valle de Benasque
—Vamos a fijarnos, por aquí emergía del agua lo que quedaba de la torre de la iglesia del monasterio de Lavaix que inundó el pantano este. Aunque me parece que ahora hay mucha agua para verla. O se ha caído ya, aunque aguantaba. —Lavaix era un monasterio muy antiguo, y tuvo alguna influencia en algunos lugares de la Ribagorza, que le pertenecieron. Pero todo lo que empieza, acaba. —Leches, no seas agorero.
Santa María de Alaón Después de pasar algunos túneles, ya con tráfico de coches y camiones, llegamos al congosto de Escales en cuyo comienzo, o en su final para nosotros, se construyó la presa de este pantano. No se ve desde la carretera, pero aquí como en Barasona se aprovechó una zona estrecha del congosto para construirla. Un paso fragoso y difícil de transitar en aquellos tiempos. A sus pies están Sopeira y Alaón; había que estar atento para coger el desvío a la izquierda de la salida de un túnel, que hoy se ha modificado para bien. —Ya lo creo que era difícil y peligroso atravesar esta zona, había bandoleros que asaltaban a la gente. Quienes tenían que atravesar este congosto hacia la alta montaña adquirieron la costumbre de echar por la aspillera de la ventana de la cripta del monasterio algunas monedas en prenda de seguridad. Con la carretera y la presa, ni una sola perra más. Aunque como ya conocía esto, la última vez que estuve tiré un euro por esa ventanita. Oye, Dios me lo tendrá en cuenta. —Algún visitante se lo habrá llevado, aunque como la cripta está tan oscura igual sigue ahí. En la cripta se conservaba el Cos Sant, que era a quien se encomendaba aquella gente. Vamos, el cuerpo incorrupto de Benito de Latras que fue abad de Alaón entre 1669 y 1682; me acuerdo bien de esto porque acabo de publicar un libro sobre Alaón27 donde lo cuento y lo repasé hace poco. No sé por qué me pongo a repasar lo ya escrito, lo vuelvo a cambiar y cambiar. —Claro, nunca estás a gusto con nada. A este abad le dio el Gobierno de entonces un dinero para construir un mejor camino a Benedicto Salas (2017); Iglesias Costa (1990).
27
152 ÍNDICE
Desde Graus, por el río Isábena
través del congosto. Pero el hombre, al que se le debía encoger el corazón viendo tanta miseria alrededor, lo repartió entre los pobres en vez de hacer la obra. Así que lo depusieron, menos mal que no le hicieron nada más; murió poco después probablemente del disgusto. Pero resultó que su cuerpo permanecía incorrupto. Y eso impresionó tanto al personal que lo enterraron en la cripta de Alaón y el pueblo le dio el nombre del Cos Sant, venerándolo y atribuyéndole hechos milagrosos. Allí estuvo hasta que en la Guerra Civil desapareció con casi todo lo que había en la iglesia.
La abacial de Alaón desde el sur.
El monasterio de Alaón es de fecha anterior al año 810. Un documento de esa fecha se refiere a él como ya existente, aunque ignoramos su verdadera fecha de fundación, con lo que se sitúa como el monasterio más antiguo de la Ribagorza. Durante todo el proceso histórico del condado altomedieval de Ribagorza, Alaón, con Obarra y Tabernas, fueron los monasterios más potentes y fundamentales, que tuvieron escritorios que se constituyeron en importante foco de cultura. Los abades de Alaón mantuvieron hasta los siglos xiii y xiv un importante poder, por formar parte perpetua del Consejo de la 153
Hacia el valle de Benasque
Corona y de las Cortes de Aragón, junto con otros altos cargos de representación. El cargo de abad de este monasterio fue por esta causa objeto de apetecida ostentación, implicando la lejanía y el abandono de sus obligaciones para con el monasterio y produciendo con ello un periodo de decadencia que fue ya irreversible, agravada por los saqueos e incendios sufridos en las diversas guerras y ocupaciones a que fue sometido. Finalmente, llegaron las sucesivas desamortizaciones y la exclaustración de monjes, pasando Alaón a ser parroquia de Sopeira hasta hoy. Tuvimos que buscar que nos abrieran la iglesia, resultó que la persona que lo tenía que hacer tardaría un rato, así que nos decidimos por aparcar delante de la explanada del monasterio. Desde ella se ve toda la fachada de la iglesia con una potente torre detrás; no da la impresión de ser algo especial aunque la iglesia es grande. Por un caminito que pasa junto al río por delante de los ábsides fuimos a dar un paseo; el camino era agradable, risueño, y penetraba hacia el congosto. En un momento dado vimos la presa a no lejana distancia. —Oye, no es que sea tremenda, pero da respeto estar debajo de ese murallón. Todo lo cercano que es este camino cambia viéndola, transmite un cierto acojono verla, ¿no?
Al volver nos detuvimos a contemplar los ábsides. En la parte inferior del central estaba la ventana aspillerada de la cripta, la de las perras. La iglesia fue restaurada en el siglo pasado, había rejuntados blancos bastante llamativos e inconvenientes. La guía venía a abrirnos la iglesia y pudimos entrar. Como me conocía de otras veces se alegró de poder dejarnos a nuestro aire e irse a cosas que tenía que hacer. El interior estaba oscuro, hasta que la guía encendió las luces que recortaban confusas líneas de luces y sombras en las bóvedas; eran más bien molestas, pero sin ellas no se veía bien. La iglesia está abierta durante los meses de verano y días de afluencia, y cuenta con una guía que atiende con solicitud y buenas explicaciones a los visitantes. De todo lo que fue este monasterio nos llega solamente su iglesia abacial con una cripta, una torre tardía y los pocos restos recientemente excavados en el año 2006 de lo que fue su claustro. Para Manuel Iglesias esta iglesia, que llega a nuestros días y que se alza sobre las anteriores, de las que salvo la cripta nada queda, se comenzó en el año 1103 y se terminaron las obras en 154
Desde Graus, por el río Isábena
1123, porque san Ramón, que viajaba a consagrar las iglesias de Tahull en ese mismo año, pasó un tiempo en él, consagrando el 16 de octubre en la cripta un altar dedicado a san Pedro y san Pablo y el 8 de noviembre un altar dedicado a Santa María, que probablemente era el altar mayor. Por ello, la investigación toma este año de 1123 como el de la finalización de la obra románica de la iglesia. La primera impresión que produce su espacio interior de tres naves es de unidad. Pero ante una mirada conocedora esa unidad desaparece. Es notorio que los pilares compuestos homólogos a norte y sur que separan los tramos son iguales entre sí, pero cada pareja de ellos son distintos en todos los tramos; o que faltan arcos fajones en la bóveda justo donde se abrieron algunas ventanitas. Y, sobre todo, que el primer tramo es doble siendo los demás sencillos. Este primer tramo tiene arcos estribados en sus extremos en pilares y pilastras compuestas y en su centro sobre columnas que se coronan con capiteles lombardos, los llamados de águilas, por las que esquemáticamente presentan sus ángulos. Es un tramo lombardo, diferente de los demás tramos de la iglesia. Es a mi juicio de alto interés este tramo doble que fue construido por nuevos maestros lombardos que vuelven a trabajar en la Ribagorza en esos años del primer tercio del siglo xii, después de su marcha en los años 1030-1040. Tiene un directo antecedente, aunque lejano, en la capital de la Lombardía, en la gloriosa iglesia lombarda de Sant’Ambrogio de Milán, hacia 1050; y en mi opinión se relacionan claramente con el análogo artificio estructural que presenta la catedral de San Pedro de Jaca, construida años antes que la iglesia de Alaón. Estos maestros lombardos han abandonado ya sus pilares de articulaciones triples y sus obras han progresado conforme el románico ha evolucionado en Europa. Son los años en que san Ramón consagra en la Navidad de 1123 las iglesias de San Clemente y Santa María de Tahull en el valle de Bohí, y se construye el torreoncito de la ermita de la Virgen de Gracia de El Run, todas ellas obras lombardas que acreditan esta renovada presencia lombarda en la Ribagorza. Solo con lo expuesto se hace evidente que esta es una iglesia muy compleja de comprender correctamente. Pero en términos generales se corresponde muy bien con el románico que se construía en Europa en esas fechas. Cuenta con partes de mucho interés, como ese primer doble tramo, sus capiteles y, sobre todo, el mosaico del 155
Hacia el valle de Benasque
La abacial de Alaón. Tramo doble lombardo sur. Vista parcial del pavimento del presbiterio.
presbiterio sobreelevado y la inscripción que hay en el intradós de la bóveda de la cripta. El mosaico que oficia de pavimento en el presbiterio de la iglesia es de gran valor. Lo conforman piezas taraceadas de mármoles de distinto color en distintas disposiciones de carácter geométrico, siendo uno de los pocos ejemplares conservados en el románico europeo. Bajo el presbiterio se conserva la sencilla y esquemática cripta anterior a la actual iglesia que se construyó sobre ella. Sobre el intradós de la bóveda se conserva una inscripción pintada que trata de la consagración del referido altar dedicado a san Pedro, además se pueden ver en sus muros los restos de cruces de consagración y otra dedicatoria de notable antigüedad ya casi perdida. En el exterior hay que fijarse en los arquillos lombardistas de sus muros que se coronan con una cornisita de taqueado jaqués, rehecho todo ello con cierta torpeza, y en la magnífica portada, que presenta presidiendo su arco exterior de embocadura un crismón muy bien conservado. Una pieza de piedra rectangular, que se adapta inferior156
Desde Graus, por el río Isábena
mente al arco inferior, de la misma piedra que el arco, presenta el crismón tallado en bajorrelieve. Tiene ocho brazos, el horizontal más corto, con las p, a y omega en sus lugares canónicos. Desde el interior de la iglesia se accede a los restos excavados del claustro, un claustro sorprendentemente pequeño y sencillo, pese a la importancia y el poder de los abades de Alaón. —Eso del taqueado jaqués… ¿A qué te refieres? —A esas hiladas con taquitos de piedra al tresbolillo. En algún momento alguien acuñó para esto este apelativo de jaqués, porque en la catedral de Jaca existen estos taqueados y esa catedral ejerció una importante influencia en otras iglesias románicas del Camino de Santiago sobre todo. Pero lo cierto es que esto se puede ver en otros lugares que no tienen relación con Jaca. Es asunto difícil de aclarar, pero así ha quedado.
Retornando desde Alaón, en la gasolinera Ribagorza, repusimos gasolina; más adelante y por la noche no hay gasolineras abiertas.
Aneto Río arriba está el pueblo de Aneto, se levanta cerca de la carretera en las estribaciones occidentales de la alta sierra de Llauset y es hoy uno de los accesos al Parque Natural de Posets-Maladeta. En su centro de interpretación puede uno informarse bien de los caminos, excursiones, naturaleza y todo lo referente al parque natural. Hace muy poco tiempo, breñas arriba, se inauguró un moderno y acogedor refugio de alta montaña para hacer desde aquí más cómoda la ascensión al Aneto y todos esos picos. Pero lo que es verdaderamente espectacular es la presa de Llauset, construida a más de 2000 metros de altura dentro del parque natural y a la que quien quiera llegar tendrá que recorrer unos cuantos kilómetros de mala pista. Es soberbia, convexa hacia el pantano y encajonada entre dos laderas, creo que tiene una capacidad tremenda. Al menos un pantano tan enorme como es este, ni molesta ni hace daño a nadie. Y debe de dar sus buenos réditos. La iglesia de San Clemente de Aneto está a la entrada del pueblo, sobre una lomita. Es una pequeña iglesia románico-lombardista que estaba en obras en 1979, cuando yo la visité por primera vez 157 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
acompañando a Manuel Iglesias. A ambos nos extrañó que se estuviera colocando como pavimento una tarima de madera, tan inconveniente aquí. Hoy tiene un pavimento de adecuadas y grandes losas de piedra y la iglesia parece haber sido arreglada no hace mucho. No tiene un interés especial, salvo porque su ábside, agobiado por nichos sorprendentemente adosados a él, como no queriendo taparlo pero tapándolo, conserva unas lesenas que han perdido el friso de arquillos a que se entregaban en la parte superior. El frontal de altar llamado de San Clemente, conservado en el Museo de Arte Románico de Cataluña, procede de aquí. Buscamos dónde tomar un café y tras ver un importante número de gatos sesteando al sol y subir alguna cuesta, encontramos un restaurante en el pueblo, cosa que nos parecía difícil dado lo pequeño que es, y nos atendieron bien. Tomamos los cafés en un pequeño y agradable patio entre casas por el que un gato iba y venía, subía y bajaba mirándonos desde lo alto. Fue entretenido.
Montanuy Volviendo y en Vilaller se puede tomar un desvío hacia Montanuy, que está hacia el interior tras recorrer unos 8 kilómetros de carreterita asfaltada. Es ayuntamiento que centraliza un importante número de pueblecitos, diecisiete, que se reparten entre el valle del Baliera y el del Noguera Ribagorzana. Lo verdaderamente lamentable es que en los diez últimos años la población total de todos ellos ha disminuido un 30%, de 311 a 221 habitantes. Todo esto, además de con las soledades de esta montaña, tiene que ver con las expectativas frustradas por el momento, de ampliar la estación de esquí de Cerler por los altos yermos de Castanesa. Esther Cereza, alcaldesa de Montanuy, nos cuenta que ahora entre los diecisiete pueblecitos no hay ni cien habitantes con una población mayor de 65 años: «[…] Llegará un día en que desapareceremos, tendrán que venir los ecologistas a cuidar del mundo rural […]». Es este otro grito de desesperación ante el olvido en que está sumida esta parte de la Ribagorza, rodeada por pueblos florecientes en el lado de Cataluña. ¿Por qué extraña que lo catalán haya 158 ÍNDICE
Desde Graus, por el río Isábena
arraigado tanto en toda esta zona, ante el abandono que desde Aragón se perpetra aquí? —Montanuy está organizando unas jornadas sobre emigración en lugares de alta montaña como este y sobre las acciones que en otros lugares se producen para aliviar estos problemas. Será una buena cosa porque facilitará el encuentro y dará publicidad a esta situación. —No obstante, Montanuy cuenta en su entorno con un relativamente importante número de pequeñas iglesias románicas, más o menos transformadas, algunas en ruina total y otras recuperadas, como la de Aneto. Visitaremos alguno de estos lugares.
Montanuy está más o menos en el centro de todos estos pueblecitos, en lugar ciertamente aislado de las carreteras. Estuve con Maite hace unos meses. Es pueblo interesante del que destaca su iglesia con su torre, de Santa Cruz y San Marcos, del xviii, alrededor de la que crecen las casas. —¿Me podrían decir dónde está la iglesia de Santa Eulalia? —¿Qué iglesia dice usted? Aquí solo tenemos esta —nos contestaron señalando a la de Santa Cruz. —Es una pequeña, en ruinas, románica, al lado del cementerio. —El cementerio está aquí arriba, pero allí no hay ninguna iglesia, salgan a la carretera y verán un frontón, allí está el cementerio.
Hasta allí subimos, y había un frontón pegado al cementerio, pero nada de nada. Yo estaba seguro de la referencia que traía, y nos extrañó mucho que no hubiera nada allí. —Pero, aunque no se juegue en ese frontón más que de Pascuas a Ramos, por lo menos los muertos podrán entretenerse algo.
La cosa es que nos tuvimos que ir sin ver la iglesia. Resultó que estaba al otro lado de la carretera. Allí están las ruinas de la pequeña iglesia de Santa Eulalia de Forcat, otra vez una advocación a esta santa, unos restos difíciles de localizar y ya en el olvido y en el abandono. Solo nos llegan parte de sus muros y su ábside semiperdido que conserva algunas lesenas sobre un zócalo resaltado, que hay que imaginar más que ver. Es una más de las numerosas y pequeñas iglesias románico-lombardistas de la zona. Para no salirnos del camino adecuado retornamos a Vilaller y desde allí al punto de la carretera que nos traía de Obarra, Bonansa 159
Hacia el valle de Benasque
y Bibiles. Ya abandonada la que va al valle de Arán y entrando en Aragón pasaremos inmediatamente por un anexo de Montanuy. Es el Ayuntamiento y Centro de Salud de la zona. El emplazamiento, alejado de buenos accesos, de Montanuy aconsejó situar aquí esos edificios, con mayor accesibilidad para dar mejor servicio a los pueblecitos del entorno.
160
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
ÍNDICE
A GRAUS
CASTEJÓN DE SOS
GABÁS
A BENASQUE
TURBÓN
VERI
BISAURRI
Mapa 3.
LA MURIA ABELLA
OBARRA
ESPÉS BAJO
ESPÉS ALTO
LASPAÚLES SEÑIU
NERIL
ARDANUÉ
VILLARRUÉ
ARCAS
TURBINÉ
RENANUÉ
URMELLA
BONANSA
CASTARNÉ
BIBILES
NOALES
MONTANUY
CASTANESA
FONCHANINA
A LÉRIDA
A VIELLA
Castarné y Pegá Continuando hacia Castejón de Sos, en situación elevada, prominente, espectacular y a la izquierda, está Castarné, una pequeña aldea de muy pocos habitantes de la que se destaca lo que queda de su castillo que es citado ya en el año 959, y que desde la carretera aparece sobre un emergente y notable pitón rocoso. A Castarné se accede desde la carreterita que viene de Bonansa. Es el Castrum Nigrum o de Castarné, que fue de la importante saga de los Azcón, barones de Castarné y otros lugares, extinguida ya a finales del siglo xix.
Castillo de Castarné.
165 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Lo que nos llega de él, ampliado y modificado a lo largo del tiempo, está recuperado como ruina consolidada, se alza en un extremo del pueblo junto a las casas y la visita es libre. El castillo ha perdido sus plantas superiores y ha conservado dignamente las ruinas de su parte inferior. Una escalerita de caracol metálica dispuesta al efecto permite llegar hasta su parte más alta desde la que la vista es espectacular. Castarné se sitúa en un punto verdaderamente adecuado para vigilar el acceso desde el Noguera Ribagorzana a estas tierras. —Lo de Castrum Nigrum suena un tanto amenazador, y dices que viene de antiguo. —Bueno, ese nombre no tengo idea desde cuándo viene. Es el castillo de Castarné el que viene de esas fechas. ¿Castar-né…, castillo negro? Yo qué sé. Aunque es cierto que la base de algunos de los muros exteriores del castillo tienen piedra de color oscuro. Bienvenido Mascaray habla de un Kastenuí, que puede referirse a Castarné y que significa ‘la propiedad del hombre gastador o derrochador’. Ya ves qué cosas, debía de ser rico ese hombre.
Muy cerca de Castarné queda la ruina absoluta de lo que fue una pequeña ermita, Nuestra Señora de Burás, apenas los restos de unos muros embebidos en la vegetación, que guardaba una imagen gótica de Nuestra Señora de Burás, muy venerada en Castarné y su entorno. Fue quemada en la Guerra Civil. La ineludible leyenda de su hallazgo dice que un pastorcillo la encontró excavando un pozo al pie de un olmo, donde una de sus ovejas persistía en levantar la tierra con sus patas; se construyó una ermita para albergarla con el patrocinio de los Azcón, que hicieron un pequeño retablo con sus armas en ella. Nada queda, pero quien quiera saber más sobre esto puede acudir a Roque Alberto Faci.28 Un poco más adelante, los montes que se acercan a la carretera nos impiden ver a nuestra izquierda un monte más alto que los demás, coronado por un breve pitón rocoso a modo de giba. Es la Roca de Pegá, que se ve airosa y emergente viniendo en sentido contrario desde Laspaúles, donde el paisaje ofrece una mejor perspectiva. Sobre Pegá se han dicho simpáticas tonterías, como la que afirma que hasta allí tenían que subir las gentes del entorno a pagar los impues Faci (1979 [1730 y 1750]: 269-270).
28
166
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
tos a no se sabe quién, justificando con ello el nombre de Pegá, por pagar —Pagá, Pegá—. —Pero eso suena más a andaluz que a otra cosa. Oye, ¿no sería aquel hombre gastador el que recogía aquí los impuestos, crujiendo al personal? Es que eres un incrédulo con las cosas.
A Pegá se sube desde Bonansa. Se ha querido relacionar también este alto emplazamiento con el del Castrum Ripacurcense, ya que está cercano a la garganta de la Croqueta y Obarra. Hace muchos años estuve en su cima y allí queda un pedregal que es cierto que tiene algún fragmento de rojo ladrillo, pero que es tan reducido en su espacio que esa idea no es factible. Aunque aquí pudo existir una más de las torres altomedievales de comunicación y aviso de la zona. Eso sí, la vista sobre todas estas tierras de Super Aras es magnífica, se domina el valle y el camino de acceso a las tierras de Super Aras desde el Noguera; pueden verse hacia la izquierda y a lo lejos las montañas que encierran el valle de Benasque y los altos picos, a la derecha Castarné y enfrente la sierra de Llauset y el valle alto del Baliera con los pueblecitos que salpican sus laderas. Además y desde Pegá, si se sabe situar se ve Dos, hacia el valle de Benasque, donde hubo otra torre de aviso altomedieval con la que, sin duda, estaba comunicado Pegá. Estamos entrando en un territorio por el que transcurre el río Baliera en su curso final y que en tiempos altomedievales se llamaba la Vallis Signicitana o Valle Segnicii, hoy Val Señiu, por el cercano pueblecito de Señiu que le dio y da nombre, y por el que pronto pasaremos. La carretera discurre dulcemente entre hermosos praus. Bueno, no tan dulcemente, uno se lleva la sorpresa de que en un prau inmediato a la izquierda de la carretera hay almacenados un importante número de neumáticos; deben de ser ya muchos, porque hay extendido sobre buena parte de ellos un plástico blanco que no sé que finalidad tendrá: proseguir con el montón o enterrarlos. ¿Cómo se permiten estas cosas que antes no pasaban por aquí, y que como en Aguascaldas anuncian un negro futuro si no se cortan? ¿Imaginan un incendio en esta zona a causa de esto? ¿Quién es el guapo que lo parará? Por otra parte, esto produce una cantidad importante de ratas, insectos y otros animalitos agradables. Superado esto, volvemos a lo del dulce discurrir. Así llegamos al desvío que se abre en una amplia curva, que por Noales sigue el curso alto del Baliera; en el mismo 167
Hacia el valle de Benasque
desvío y junto a la carretera se vende un excelente pan de hogaza y embutidos de la zona, una buena combinación para parar. Tomando este desvío llegaremos hasta Denuy, con buena casa rural y una pequeña iglesia románica muy modificada. Pero antes y a la derecha, tomando otra carreterita recientemente arreglada que pasa cerca de Benifons y Ardanuy, se llega a Castanesa y un poco más allá a Fonchanina. —Ese nombre de Fonchanina es suave y melodioso, dicen que viene de Fons Janina o Fuente del Dios Jano, ahí es nada; y que acredita la presencia romana en estos lugares tan aislados. —Eso es una cosa indemostrable, aunque guste al personal. —Pero ahí están los nombres latinos de Gradum Aras con su camino de acceso a la Tierra Super Aras. —Hay que hacer caso a lo que dice Bienvenido, que de esto sabe un rato, y para Fonchanina da una bien extraña significación, ‘la muñeca de juguete’, que nada tiene que ver con los romanos. Ya ves. —No sé, suena muy raro eso, aunque él sabrá.
Todos estos pequeños pueblecitos, ya casi despoblados, son un remanso de sosiego y naturaleza al que afluyen en verano gentes interesadas en disfrutar de ello. Lo que hoy por hoy se constituye en la única fuente a explotar; como la ganadería que pasta por las laderas de sus montes, aunque esto va en franca recesión. Más arriba nos introducimos en las altas y suaves laderas de la sierra de Llauset. Estas laderas ascienden con una gran extensión hasta la vertiente del dominio esquiable de Cerler, con yermos en que crece la hierba. Lo que motivó ya hace años la intención de crear aquí una estación de esquí conectada con la de Cerler y, dada la complicada accesibilidad, comunicadas ambas con telesillas, como una prolongación de la estación de esquí de Cerler. Este proyecto fue para las gentes del entorno una magnífica esperanza y una oportunidad para tratar de fijar su población. El Ayuntamiento de Montanuy recalificó unas 50 hectáreas para financiar esta operación. Pero casi desde el principio el asunto entró en pleitos y recientemente una decisión judicial ha anulado el proyecto inicial redactado para ello, creo que por falta del necesario estudio de impacto ambiental. Ya ven. Hoy el Gobierno de Aragón, Aramón, Montanuy y las gentes del entorno prometen volver a tomar las medidas necesarias para superar esto. Pero como 168
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
he dicho, la importante disminución de la población de toda esta zona, falta de recursos para sobrevivir, se ha producido ya. Así que en estos pueblecitos se espera ese acontecimiento como benéfica agua de mayo que les permitiría fijar su escasa población y crecer, cosa que además influiría decisivamente en la economía de toda la zona circundante. —Pero nada serio hay. La cuestión es problemática. Sería imprescindible mejorar mucho los accesos, habría que crear desde la nada una adecuada infraestructura hotelera y de servicios. En fin, un proyecto difícil de arrancar en los tiempos que corren, y que ojalá cuaje cuanto antes.
Castanesa —Me tocó ir frecuentemente por esta carreterita a Castanesa ya hace algunos años, cuando aún no se habían iniciado las obras de su mejora. Estaba restaurando su iglesia de San Martín. Tenía que llamar antes para saber si la nieve no la había cerrado —la programación presupuestaria de la Administración obliga casi siempre a hacer las obras en los últimos meses del año, de manera absolutamente inconveniente en estas tierras— y me llevé algún susto; ya ves que la carretera es estrecha y con curvas cerradas y alguno bajaba imitando a Alonso. Vamos a entrar en Castanesa.
Manuel Iglesias Costa cuenta que ya desde el antañón año de 1013, los monasterios de Obarra y de Alaón tuvieron aquí propiedades y derechos. Que en los tiempos de la Mesta el abundante pasto y la extensión de las laderas mencionadas propiciaron la trashumancia de importantes rebaños que aportaron riqueza a los habitantes de la zona. Que Castanesa pasó a dominio eclesiástico de la sede de Urgel hasta el retoque de límites diocesanos de 1956 en que pasó a la diócesis de Barbastro; y que esta es la razón por la que Castanesa tiene dos iglesias románicas: San Martín y Santa María de la Nova. La de Santa María de la Nova se levanta en la población y tiene una interesante torre en la que en su cuerpo inferior se abre un paso abovedado. A media altura presenta hiladas de esquinillas y se corona con un cuerpo de campanas enmarcado en alfiz, cuyos vanos se subrayan con «taqueado jaqués». Así que de todo tiene. 169 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
La de San Martín está al comienzo del pueblo; era totalmente románica, cuya primera cita documental viene del año 1024, aunque casi todo se ha perdido ya. Una portada de amplio dovelaje se construyó en su muro oeste en el siglo xvi perdiéndose la original románica. Toda la zona de su cabecera se sustituyó en el siglo xviii, con nuevos transepto, crucero, cimborrio y cabecera recta. De modo que sólo quedaba de la iglesia románica la nave con su bóveda de medio cañón y la torre, alta y estrecha que no es precisamente espectacular. Cuando se me confió la recuperación de esta iglesia, toda la parte de los pies de la nave estaba en el suelo quedando solo la parte inferior de sus muros laterales, y la portada precariamente sujeta por fragmentos de muros en sus flancos, en un estado que amenazaba ruina inmediata. Con lo que de la nave románica solo queda la parte adyacente al crucero con su bóveda, la parte inferior de los muros de los pies y la torre. Grandes montones de escombro llenaban la zona caída de la nave, lo que me propició hacer alguna interesante fotografía desde el interior con el enorme montón de escombros en primer plano y el paisaje enmarcado por el notable hueco existente. En el tiempo que me llevó la redacción del proyecto y poder comenzar las obras, alguien se llevó las piezas de la portada, de buenas y notables dovelas y sillares. Nadie del pueblo sabía nada y si lo sospechaban, la prudencia les aconsejaba callar; estará luciendo su prosapia en sabe Dios dónde. Menos mal que había medido bien y fotografiado esa portada antes de su robo; la pudimos reconstruir con piedra nueva que hubo que manchar para que su impacto no fuera tan notable. Así que reconstruimos y limpiamos todo, arreglando todas las cubiertas, incluso el cimborrio. Pero a mí, me molestaba particularmente ver en el chapitel de la torre una impertinente e innecesaria llucana que a alguien se le ocurrió hacer. Y que aún debe de seguir allí porque no se consiguió dinero para seguir la obra que quedó firme, pero interior y exteriormente sin terminar. Aún en los años en que parecía que aquello de la estación de esquí iba adelante, se me pidieron memorias para hacer allí un centro de interpretación del valle de Castanesa. Pero quedó en nada, que yo sepa.
170
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
San Martín de Castanesa antes de su recuperación.
He visitado innumerables centros de este tipo, muchos de ellos son didácticos, que es lo que tienen que ser, e informan adecuadamente a quien se quiera detener en sus contenidos sobre el objeto que los justifica, ofreciendo además a la venta libritos y folletos de interés. Vamos, que son útiles. Pero también he visitado otros que son una tomadura de pelo. Con cosas que no vienen a cuento, carteles informativos que distorsionan según la ideología dominante la historia y la realidad de las cosas de manera sibilina, que solo notan quienes conocen estos asuntos y no el público en general que se queda con la copla, para eso los redactan así. Y siempre hay un vídeo donde aparecen personajes disfrazados de prohombres que llaman la atención por su llamativa falta de adecuación a la nobleza de quienes quieren interpretar. Vamos, que no se justifica ni el reducido coste de la entrada, ni el gasto que han generado, ni el que los mantiene abiertos. —En los años de la Guerra Civil, había aquí un pastor —bendito sea su nombre, que no sé cuál es— que acogía en unos pajares y
171
Hacia el valle de Benasque
bordas a la gente que aquí llegaba tratando de escapar; venían de la zona republicana. Debían de pasar aquí escondidos los días hasta que ese pastor juzgaba que era el momento oportuno para pasar a Francia. Y hacia allí iban. Un durísimo camino largo y penoso sobre todo en invierno, que les hacia subir hasta la vertiente de la sierra. Por caminos que desconozco llegaban hasta los bosques de la zona del Foráu de Aigualluts en la base de la vertiente norte del Aneto, donde debían esperar el momento oportuno para ascender las fortísimas laderas de enfrente, sin poder hacer fuego para no delatarse, y poder pasar por alguno de los puertos de alta montaña a Francia. El pastor les inyectaba lo que tenía a mano para fortalecerlos, pero muchos no llegaron. Otra tragedia más de nuestra Guerra Civil, pero esta, tantas de estas, no se quieren recordar.
Retornando a la carretera principal, ascendemos por el puertecito de la Espina, con cerradas curvas que hay que transitar con calma. En el buen tiempo veremos a alguna que otra pareja de esforzados ciclistas que con importantes mochilas en la parte trasera de su bicicleta las pasan canutas para subir estas cuestas; no pocos las suben a pie empujando con el manillar su bicicleta; hay que entrar con cuidado en las curvas para evitar atropellarlos, porque no se ven hasta que estás encima. —Por aquí pasaba la vuelta ciclista a España —dijo Bernardo—; subían todos bien juntos con calma y facilidad, esto era poco, el final de etapa era el Llano de l’Ampriu, arriba de Cerler y en el comienzo de su estación de esquí. Eso sí que era un duro puerto de categoría especial. Esperaban atacar allí. —¿Te acuerdas de Perico Delgado haciendo de las suyas? De repente parecía que se descolgaba haciendo pensar que no podía más. Y con un increíble impulso salía desde atrás lanzado con una enorme potencia y se iba, dejando a los que con él andaban estupefactos y sin poder reaccionar a tiempo. —Esos sí que eran ciclistas y ciclismo, no el de hoy, que solo debería retransmitirse por televisión en los 3 o 4 últimos kilómetros, más que nada por no hacer perder el tiempo a quienes lo vemos esperando algo; es entonces cuando algún ciclista ataca algo, hasta allí todos juntitos. —Mira, ahí está Señiu, a la izquierda y arracimado sobre una aislada loma, es un lugar hermoso rodeado de una naturaleza plena de sosiego. Del valle de Señiu tenemos noticias bien antiguas que ya he
172
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
citado; en el siglo ix se llamaba también Valeria (por el río Baliera), y en el x Vallis Signicitana o Valle Segnicii, denominación que deriva del topónimo del castillo más importante del valle, que estaba en Señiu y del que nada queda. De aquí es Joaquín Saura, buen amigo al que no veo desde hace años y del que trataré más adelante. A Joaquín se le ocurrió plantar aquí judías verdes y endivias. Las endivias se le caían porque el huerto era inclinado y aparecían en su linde inferior. Pero no recuerdo judías verdes tan ricas y tiernas como esas; la producción era pequeña y El Corte Inglés se hizo con ella. Creo que Joaquín lo ha dejado. —¿Con una puntita de ajo picado y buen chorreón de aceite? —Pues sí, eran gloriosas. Pero el ejemplo ha cundido y hoy se cultivan en Laspaúles estas ricas judías, que es difícil comprar porque casi toda la producción está previamente comercializada. El agua y el clima de la zona es mano de santo para este tipo de cultivo, como para la lechuga —tiernísima— o para la coliflor y la patata. —Que no hay forma de que te sirvan en los restaurantes…
Superado el puertecito accedemos a una de las zonas más hermosas y poco conocidas del Pirineo, si es que lo ya recorrido no lo es. Las tierras de la Super Aras altomedieval, entre montaña y meseta, que se alzan entre el Baliera y el Ésera. Estas tierras de colores increíbles especialmente en el otoño o adornadas por la nieve en el invierno. Estas tierras de dulzuras infinitas y fríos memorables, siempre presididas por el Turbón que lo señorea todo, entre un sonido rotundo de silencios.
Neril y Ardanué Un desvío con abundantes baches nos llevará a Neril, un pueblecito que en el año 2000 contaba con seis familias y ahora ya son trece. Parece poco, pero no a Esther Farré, la última de las niñas nacida y bautizada en Neril, hace treinta y seis años, a la que no le importa decir su edad y ha fundado una asociación para mejorar la calidad de vida del pueblo: «[…] La Asociación en apenas ocho años de vida ha contribuido al asentamiento de la población, ha restaurado la iglesia de Santo Tomás y su entorno; ha transformado la antigua escuela en centro social; ha restaurado los pilarets; ha recuperado tradiciones 173 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
como la romería a San Marcos, la verbena, las fallas de San Juan y la fiesta patronal […]».29 No eran poco unas familias más. Esther ha hecho un buen trabajo, si no lo hacen los del pueblo, ¿quién lo va a hacer? Una pequeña urbanización de apartamentos que se ha construido aquí colaborará a eso. Desde Neril una pista lleva a Ardanué, otra pequeña aldea con casa rural, cuya iglesia restauré ya hace años. Este verano quise volver con Maite, pero al ver la pista que partía de Neril y en consideración a mi ya viejo coche abandoné la idea. Cuando hicimos las obras siempre me llevaban en coche y yo no me daba cuenta de eso. Pero merece la pena llegar a Ardanué, en las laderas que desde la Tuca de Basibé descienden hacia el curso alto del Baliera. Dice el refrancillo local: «Aire de Basibé, aigua al darré». En toda esta zona y especialmente en el valle de Benasque, se habla aún el patués.
San Esteban de Ardanué.
García Gallego (2009: 21-22).
29
174
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Laspaúles Laspaúles, antes conocido como Lo Consell de Laspaúls y cuyo actual nombre viene del siglo xvii, es nuestro merecido lugar de parada. Es el centro comarcal de toda esta zona desde Castejón de Sos hasta Pont de Suert; y desde que lo conocí en los años setenta del pasado siglo —cómo pasa el tiempo— ha crecido mucho a la sombra del creciente turismo que a él accede. De Laspaúles depende también un crecido número de pueblecitos de su entorno, algunos de los cuales merecerán nuestra visita. Es zona ganadera que va a menos y hoy de servicios. En los hermosos bosques de su entorno crecen innumerables variantes de setas, que eran ávidamente recogidas por gente venida expresamente a esto arrancándolas de mala manera. Incluso grupos de gente se las llevaban para comercializarlas hasta en Barcelona y Zaragoza. Hoy esto se ha regulado permitiendo su recogida controlada y aprovechándolas como producto que se comercializa desde aquí, sobre todo el robellón. Verás en sus bosques cartelitos que avisan de la prohibición de recogerlas sin control. Domingo Subías Armengol nos esperaba en la terracita del restaurante Isábena junto a la carretera, donde solía ir a comer y en el que ocasionalmente nos veíamos. Vino hacia nosotros. —¡Hombre, hombre!… ¡Cuánto tiempo!…
Alrededor de los años setenta, si no un poco antes, Domingo, un irreductible del Somontano, llegó al pueblo como párroco. Era, aun con su avanzada edad, un hombre emprendedor e inquieto que no podía estar sin hacer algo. Domingo hubiera hecho un excelente y cumplido Papá Noel con su porte abundante, su blanca y abundante barba, su tez curtida y morena, sus pequeñas y redondas gafas de pasta y su permanente sonrisa. Su afición por las cosas del arte y la historia le llevó hace muchos años a crear una pequeña escuela de restauración de arte mueble de la que fue el único profesor y gestor, que dispuso en el poco espacio que tenía en la casa parroquial junto a la iglesia. Allí acudían todos los años unos pocos alumnos, no podía acoger a más, que aprendían las técnicas de aplicación y, sobre todo, los criterios razonables de intervención. Trabajaban fundamentalmente sobre las piezas que el obispado de Barbastro les encomendaba para restaurar, y pronto también para particulares. 175 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Además, y anualmente, Domingo organizaba cursos sobre restauración fuera de Laspaúles, en alguno de los cuales pude colaborar. La cosa es que con la presencia de esos chicos y chicas el pueblo se animó con su ir y venir. Pero el asunto prometía más, crecía, y Domingo tenía que hacer algo al respecto. Con la ayuda de Sebastián Espot, en esos años alcalde de Laspaúles y diputado provincial, que siempre trabajó por el progreso de su pueblo y entendió y acogió las continuas y benéficas ideas de Domingo para que fueran realidad, gestionaron y lograron la construcción de un edificio que alojara esta escuela-taller, amplio, con residencia, comedor y los necesarios talleres. Lograron convencer al entonces presidente de la Diputación Provincial, Marcelino Iglesias, para que promoviera las obras de esa escuela-taller, con la ayuda del INEM, que colaboraba en el mantenimiento de los gastos diarios. Marcelino es de Bonansa, fue su alcalde, diputado provincial de Huesca, presidente de esa Diputación y de la Diputación General de Aragón durante varias legislaturas. Sabían a quién acudían. Como hacía buen tiempo, comimos en la terracita del restaurante. Un tranquilo y voluminoso perro de pelo blanco algo sucio, pero de esos que uno tiene que acariciar, venía a olisquearnos y a ver si algo caía mirándonos con ojos tristes. Debía de estar aburrido de sestear al sol y pasearse de aquí para allá. Acabó tumbado debajo de la mesa. Era el año 1988 cuando por invitación de Domingo participé en el acto de inauguración de esa escuela, al que naturalmente acudió Marcelino. Era y es socialista, pero de los que entienden las cosas por encima de ideologías y las tan comunes entonces, aún hoy, ideas contra los curas y la religión. Marcelino había aprendido bien el oficio de la política en los largos años de militancia y jefatura del grupo socialista de Huesca, y comenzó su discurso inaugural con aquello de la botella medio llena y medio vacía, que para él estaba ya medio llena e iba a seguir llenándose. Me puso el palito para que me subiera y dejando el discursete que yo tenía preparado hablé de eso de la botella, que para mí estaba medio vacía, con lo que se entabló una amable y breve polémica que aún me hace gracia, por mi atrevimiento. Un joven e inexperto arquitecto llevándole la contraria en público a todo un presidente de la Diputación de Huesca. Marcelino aún me saluda cordialmente en alguna rarísima ocasión en que he coincidido con él. La cosa es que, como yo sabía que lo del INEM no era seguro que 176
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
fuera a seguir en los siguientes años, se estaba gestionando; dije que para que lo de la botella medio llena fuera realidad en todo caso había que esperar unos años. Efectivamente, hacia 1991 el INEM dejó de subvencionar a la escuela. Me cuentan que eso pasó no porque el INEM no lo quisiese hacer, sino porque desde Diputación se decidió no mantener abierta la Escuela. Así que se tuvo que cerrar. —Con Sebastián —dijo Domingo— hicimos gestiones para poder reabrir el centro y ampliarlo a nuevas disciplinas para reforzar la viabilidad de la Escuela. Eran restauración de arte, medio ambiente, albañilería y cantería. Pero no prosperó. —Me acuerdo de que me contaste que desde la Diputación se pensó en ceder a la Guardia Civil esas instalaciones, pero la cosa no cuajó. Durante tres o cuatro años más la Escuela fue fonda para trabajadores de la zona y restaurante para el turismo, pero finalmente se tuvo que cerrar. —No se pudo hacer otra cosa. El Ayuntamiento no podía mantenerla abierta y hoy es un edificio cerrado, abandonado y en grave proceso de deterioro. Toda aquella ilusión y el gasto ha quedado en eso: un edificio que se podría recuperar y acoger para no pocas funciones sociales o de promoción es una lenta ruina progresiva y abandonada ya hace años.
Pero Domingo no paró. Entre rato y rato, se dedicó a la escultura de forja —tiene algunas colocadas por la zona y, sobre todo, por Laspaúles—, siguió con lo de la restauración, esta vez desplazándose con algunos antiguos alumnos a trabajar en iglesias más o menos lejanas, rumiando nuevos proyectos. Joaquín Saura, de quien antes he hablado, era entonces secretario de Laspaúles y estaba muy interesado en recuperar el patrimonio de esta zona entonces totalmente abandonado a su suerte. Especial y naturalmente el del término municipal de Laspaúles, cosa que Domingo y Sebastián Espot querían lograr. Los tres entendían bien, como dice el amigo Peridis, que el patrimonio además de recuperarse, lo que no es poco, da dinero; bueno, si se explota adecuadamente. Entre unas y otras cosas, no recuerdo bien cómo se produjeron en el tiempo, Joaquín me lio para dirigir esas restauraciones. —Roberto —me decía Joaquín llamándome por teléfono—, que quiero empezar a restaurar esta iglesia, pero ¿cuánto me vas a cobrar? No tenemos apenas dinero, no tenemos subvenciones y lo haremos
177
Hacia el valle de Benasque
con la cuadrilla municipal. Ya verás que trabajan muy bien, haz un esfuerzo porque no estamos seguros de cómo hacer las cosas y necesitamos orientación.
Y así, poco a poco, restauramos varias pequeñas iglesias: Santa Paula de Turbiné, San Esteban de Ardanué, que eran las ermitas románicas de mayor interés; San Pedro de Laspaúles, el molino de Laspaúles, los chapiteles de algunas torres y alguna ermita del entorno que no recuerdo bien. Con Alins no pudimos, su estado de ruina era total, no sé si luego se ha hecho algo allí, con Villarrué tampoco. Todo ese trabajo, permítaseme la figura literaria que Terenci Moix o Terenci del Nilo gustaba de usar, fue un acto de amor. Durante aquellos años, Joaquín, más joven entonces pero con las ideas claras y muchas ganas de ver progresar a su tierra; Sebastián, que como alcalde ayudó en todo lo que pudo; Domingo Subías y la cuadrilla de obras del pueblo trabajamos para hacer posible con poco dinero esa realidad. Mis visitas a las obras en curso eran una cosa agradable, viendo ese interés; bien que haciendo caso a Joaquín mis honorarios apenas cubrían los gastos. Mereció la pena. Eran ya los años en que el turismo empezaba a llegar a toda la zona, con un asedio de promotores y constructores por hacerse con los mejores terrenos para construir. A algunos les pusieron en casa con las cantidades que entonces se pagaban por terrenos que solo servían para la hierba. No pocos de esos terrenos con esta crisis que ya viene desde hace años siguen allí, porque el mercado se ha hundido. Bernardo comentó: —En alguna ocasión alguien me decía que esto del turismo elevaba el nivel del valle, cosa que me sorprendía. Resultó que era porque los apartamentos se arreglaban con muebles bonitos; porque aquí se veían una barbaridad de cuatros por cuatro —aunque entonces no sabía yo si eso era por las ruedas o por algún otro asunto— porque algunas gentes de las que llegaban jugaban al golf; y porque de forma repetida hablaban de restaurantes y hoteles lejanos en los que decían haber estado. Entendámonos, no en los lugares donde estaban aquellos, no visitándolos para llenarse los ojos de sus paisajes y culturas, sino para estar en esos hoteles y restaurantes. Ya veis.
Terció Domingo: 178
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
—Pero no puedes pretender que la gente de aquí continuara con lo de la vaca y el aislamiento que había; la gente joven que podía se iba a estudiar fuera y poco a poco hubo pueblecitos que casi se despoblaron. El turismo se tenía que aprovechar, y afortunadamente y mirando ese crecimiento como hay que mirarlo, el resultado ha sido muy bueno por la afluencia de tanta gente de tan variada condición, que ventiló las ideas, las maneras de ver la vida, y mejoró en mucho la economía de todos. Además, lo construido se ha hecho con cierto respeto por el ambiente Quien haya conocido estos valles en los años setenta tiene que quedar muy sorprendido por lo que hoy son. —Ya te digo, solo hay que ver cómo es hoy este pueblo y cómo lo conocí.
También restauramos parcialmente la iglesia parroquial de San Pedro de Laspaúles. En eso estaba yo, era 1988, cuando un día inspeccionando entre los escombros bajo las cubiertas vi en los de la sacristía o la torre, no lo recuerdo bien, asomar unos papeles entre la copiosa palomina. Al bajar se lo dije a Domingo. Bueno, los recogió con paciencia, los limpió, ordenó y, finalmente, pudo leerlos. Eran un montón a los que en 2001 se añadieron más manuscritos. Que ni más ni menos trataban sobre los procesos contra las brujas que en el siglo xvi se llevaron a cabo en Lo Consell de Laspaúls. Una mina de la que solo Domingo podía comprender y explotar sus grandes posibilidades para la promoción de Laspaúles. En esos documentos de los siglos xvi y xvii se trataba sobre los acontecimientos que acaecieron aquí alrededor del año 1593, que concluyeron con el proceso de veintiocho brujas de Laspaúles y siete de los pueblos vecinos, las espiritadas, que era como entonces las llamaban. Como se ve, los inquisidores del momento no pararon en minucias tratando de expurgar de por vida esas costumbres tan arraigadas. Los procesos concluyeron con la ejecución —así se trataba a las pretendidas brujas— de veintidós de ellas. Una tragedia propia de aquellos tiempos de incultura bien arraigada. He oído a algún investigador de este asunto, que todo fue impulsado por señores locales, como venganza hacia quienes se resistían a su autoridad; si así fue, ya se ve que fueron unos verdaderos salvajes. Lo recogido en esos papeles constituye un hecho histórico documentado, que se sitúa en los mismos años iniciales de las tremendas, terribles y numerosas cazas de brujas acaecidas en Europa, que se 179
Hacia el valle de Benasque
extendieron hasta el siglo xvii y de las que se habla mucho menos. Como sucede con los verdaderos procesos de formación de las leyendas negras que España sufrió durante siglos y que ignoran no pocos españoles.30 Fue un signo de aquellos tiempos. Conviene recordar en España lo de las brujas de Zugarramurdi (Navarra, 1610), o los procesos contra la posesión demoníaca del valle de Tena (1637-1643), que no comportaron ejecuciones. Y aun el similar asunto que con tanta fama, acompañamiento cinematográfico y amplia difusión internacional acaeció en el pueblecito estadounidense de Salem en 1692. Allí han sabido sacar provecho de aquella desgracia. —Me encontré en un curso de restauración que di en Roda de Isábena a Artur Quintana —dijo Domingo—; era de la Universidad de Heildelberg y lo pude convencer para que estudiara estos papeles, fue una suerte, los pude publicar en edición facsímil que dirigí y financié y se difundieron entre los estudiosos de estas cosas, y lo de las brujas comenzó a interesar a la gente. —¡Hombre, tanto que mira la que has montado aquí! —Hemos podido reconstruir y acondicionar para la visita los lugares referenciados en esos textos, los llamamos Parque Temático de las Brujas, con su Museo de la Tortura, aunque hay gente como tú que no quiere ver este museo, les da mal rollo. Todo eso está abierto a la visita y viene mucha gente a verlo. Particularmente Iker Jiménez se interesó en lo de las brujas y ha hecho algún programa en su televisivo y radiofónico Cuarto Milenio. Además, se ha publicado una novela de éxito ambientada en este tema. Y desde hace pocos años y en agosto se celebra la representación de una obra teatral multitudinaria, Lo Consell de Laspaúls, que se escenifica en los lugares que hemos preparado y trata de contar lo que pasó y la ejecución de las brujas. —Yo la he visto —dijo Bernardo—. Interviene buena parte del pueblo bien disfrazado con ropa de la época. Te invitan en vez de a inmundos brebajes y cocimientos a buen vino y torta. Durante dos o tres días el pueblo es una fiesta alegre y un tanto macabra con un importante número de visitantes. Ya se sabe que estas cosas siempre han gustado. Oye, y he visto en el programa de este año que además se celebran Talleres de Meditación Qi Gong, que a saber quién es ese, y danzas del vientre… Ya se ve que aquí gastáis buen humor.
Roca Barea (2016).
30
180
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
—Y, aunque no lo digas tú, todo eso ha salido de tu imaginación y dirección, que ya se ve que es fructífera. Seguro que ahora sigues haciendo alguna cosa. —Pues estamos intentando rodar un corto sobre las brujas, que se va a presentar en el próximo Festival de Cannes. Y va adelantado. —Ahí es nada. A este la edad no le sosiega. Por cierto, habéis recuperado también lo de las Fallas. —Sí, desde hace pocos años; es espectacular y acude bastante gente a participar y a verlo. Pero no somos los únicos. Se celebran también en otros pueblos de la zona y en otros del Pirineo, incluso en el francés. La Unesco las ha declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo que es un impulso de mucha entidad.
Las Fallas, que conviene no confundir con las de Valencia, son una antiquísima tradición aquí y en muchos otros lugares, que se ha renovado y cuyo origen es discutido. Se celebran el 24 de junio en la noche de San Juan, aunque en otros sitios lo hacen en agosto. Los hombres bajan por las laderas de los montes cercanos con leños encendidos y por la noche, lo que supone un escenográfico espectáculo, y al llegar al pueblo encienden una gran hoguera con el jolgorio subsiguiente. Alguno ha planteado que viene de cuando los pastores volvían con sus ganados que pastaban en la montaña a los pueblos y llevaban leños encendidos para iluminar el camino. Pero el 24 de junio, aquí el ganado aún sigue en la montaña, es ya en septiembre cuando retornaba a los pueblos. Pero todo lo que empieza, acaba. Joaquín se fue a trabajar a Graus en asuntos de gestiones internacionales con Bruselas y cosas similares, aunque aquí tiene su casa. Sebastián se jubiló, abriendo un camping que te ofrece en Laspaúles, con lo que acabó eso de la restauración. Domingo sigue. Digo cuando viene a cuento, que nadie es imprescindible, pero que algunos son necesarios. Les he hablado de Manuel Iglesias, Pepe Marión, Bienvenido Mascaray, Leminyana, Laureano Monclús y ahora de Domingo Subías, Joaquín Saura y Sebastián Espot. Como más adelante lo haré de otras personas y amigos que radicaron su trabajo y esfuerzo en el valle de Benasque. Fueron necesarios y en el momento justo. Es cierto que a mí, que miro mi experiencia pasada en estas tierras y con su gente con la perspectiva de los años, se me antoja que con ellos ha pasado aquí una página de la historia local. Hoy es otra. 181
Hacia el valle de Benasque
Y me duele que a todos esos amigos queridos no se les haya reconocido adecuada y públicamente tanto ilusionado y generoso trabajo, excepto a Leminyana y en parte a Manuel Iglesias. Pero así son las cosas. Entre unas cosas y otras se nos hicieron casi las cinco. Domingo nos iba a acoger esa noche en su casa y como él tenía cosas que hacer, después de comer continuanos nuestro camino para volver más tarde. Desde Laspaúles tomamos la carreterita que conduce al cercano Villarrué, hoy con baches de primera categoría. Al poco de transitar por esta carreterita y a la izquierda hay una senda recientemente señalizada que indica el camino a la ermita de Turbiné, yo no he ido nunca por esa senda; cuando la estábamos restaurando me llevaban en coche, como un señor, por una pista que más adelante se toma a mano izquierda y que está sin señalizar, prácticamente con Villarrué a la vista. Yo la recordaba como muy agradable, sobre todo por el intenso color amarillo de las abundantes matas de ginesta, el acre aroma de los matojos de tomillo y otras plantas aromáticas que crecen en sus márgenes.
Turbiné Este pasado verano subí a Turbiné con Maite. Le decía que nada, que eran quince minutos de agradable paseo. Pero nos pusimos en más de una hora para llegar. Cuestas hacia abajo y hacia arriba, no demasiado empinadas, pero para nosotros muy cansinas; lo que tiene ese camino es que lo que bajas al ir, has de subirlo al volver. Claro que para caminantes más jóvenes eso es coser y cantar y nuestras dos horitas se acortan mucho más. Con coche se puede avanzar mucho, casi hasta el tramo final. En fin, que a la vuelta, nos sentamos en el coche como una bendición y volvimos a Laspaúles deseosos de descansar dejando para después de comer volver otra vez a Villarrué y Casa de Arcas, adonde conduce esta carreterita. El camino a Turbiné ofrece en sus márgenes una rica vegetación de plantas aromáticas que en las épocas de floración son un gozo, y algunas setas entre praus y bosquecillos, espectaculares cardos que querrías llevarte a casa para poner en algún cántaro, pero como no 182 ÍNDICE
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
llevas tijeras… mientras que la tierra y las rocas rojizas asoman aquí y allá. Esas rocas de naturaleza ferruginosa son cantera de piedra para las construcciones de esta zona. Todo ello en un dulce paisaje presidido por el Turbón, escoltado por la sierra de Abi, entre suaves lomas que hacia la derecha descienden de los picos Gallinero y Urmella, asomando al fondo la sierra de Chía, ya en el valle de Benasque. Algo que no te puedes perder. Pero merece mucho la pena el esfuerzo. Santa Paula de Turbiné es una pequeña ermita románica-lombardista del siglo xii, muy querida por la gente de Laspaúles que va en romería hasta allí cuando toca y que se alza sobre una loma aislada. Una soberbia panorámica se ofrece desde allí. Se asegura que aquí hubo un pequeño poblado del que formaba parte esta iglesia. Unos mínimos restos de algo construido se conservan en una lomita muy cercana al ábside, pero lo del poblado no es nada claro. La cuestión es que cuando la vi por primera vez el ábside era una espectacular ruina, con su cubierta y arquillos por el suelo, y su muro oeste se vencía peligrosamente con abundantes grietas. En cualquier caso, conservaba sin modificaciones su estado original. La pudimos restaurar salvo su interior en el que no se llegó a poder trabajar. Cuando estuve allí con Maite, notó que un importante número de buitres volaban en círculo sobre nuestras cabezas; fue algo inquietante, parecían valorar a quién de los dos iban a degustar. Dimos unos cuantos gritos y se fueron. Hay aquí, vaya usted a saber por qué, una conseja que dice que en esta iglesia se enterró un tesoro atribuido a los moros, cuya presencia se asegura que existió en muchos lugares de esta zona de forma absolutamente injustificada, sobre todo cuando se quiere acreditar antigüedad sobre alguna cosa, o misterios insondables como este. Cuando estábamos restaurando la iglesia, encontramos que alguien, durante el fin de semana, había abierto un notable agujero en los pies del interior de la nave. Debió de pensar que si no lo hacia él, nosotros íbamos a encontrar ese tesoro ignoto. La conseja sigue con que desde la iglesia se abre un túnel para escapar a no se sabe dónde. ¿Para escapar de quién? Lo cierto es que aquella «excavación» permitió ver un agujero al que, arrojada una piedra, se la oye caer y caer…
183
Hacia el valle de Benasque
Santa Paula de Turbiné antes y después de su recuperación.
184
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Recuerdo una ocasión, hace muchos años, en que logré llevar hasta aquí al director general de Patrimonio del Gobierno de Aragón, cuando Turbiné era una ruina espectacular, para tratar de que la acogiera con otras del entorno en sus ejercicios presupuestarios. Llegábamos por la carretera a Laspaúles desde Castejón y en un determinado momento en que la ermita se veía sobre la loma, a nuestra izquierda, se la señalé —«Ahí está, allí vamos»—; hizo parar el coche oficial y con traje, corbata y zapatos que convenían a su cargo se lanzó cuesta arriba por la ladera de esa loma con un ímpetu saltarín que nos obligó a seguirle con la respiración entrecortada y la lengua fuera. Tantas horas de despacho despertaron en él esas irreprimibles ansias. Cuando pudimos llegar, él ya la había visitado, mostrando su admiración por el paisaje y tanta naturaleza estallando en el lugar. —Roberto, algo habrá que hacer porque esto está muy mal.
Bueno, nos concedió una ayuda para apuntalar, ordenar, seleccionar y limpiar el escombro. Para las demás iglesias, solo buenas palabras. En fin, algo es algo. Finalmente, la pudimos restaurar, aunque no se pudo llegar a trabajar en su interior, que está como se dejó. Aunque algún esforzado albañil rejuntó con terrible mortero de cemento el interior del ábside. He pedido varias veces que eso se elimine, pero creo que sigue igual. Al llegar a Villarrué, tres personas charlaban sentadas en sillas delante de una casa. Nos miraron con cara de ¿adónde irán estos?, saludamos desde el coche y devolvieron el saludo; por el espejo retrovisor vi cómo uno de ellos se levantó para ver adónde íbamos. Villarrué tiene una iglesia románico-lombardista de interés del siglo xii, San Esteban de Villarrué, que estaba cerrada hace años por su estado ruinoso. Es una iglesia pequeña y sencilla de una nave que se conserva bastante bien desde su primera construcción. En el Museo Diocesano de Barbastro se guarda el acta de consagración de esta iglesia, un pergamino encontrado bajo el altar en 1973 al proceder a su remoción. Lleva fecha de 1143 y está suscrita por Gaufrido, obispo de Barbastro (1135-1143), quien en ese mismo año consagró la ya desaparecida iglesia románica de San Pedro en Laspaúles. Lo que constituye la noticia más antigua conocida que hace referencia a Laspaúles. Su actual iglesia, de la que anteriormente he hablado, sustituyó a la románica en el año 1595. 185
Hacia el valle de Benasque
San Esteban de Villarrué tras las últimas obras de actuación. (Foto: Araceli Peguera)
A esta iglesia de Villarrué no pudimos llegar antes de que todo aquello terminara. Cuando yo conocí esta iglesia, una sacristía y una pequeña casa abadía que se adosaban a su flanco sur ya se habían demolido y con ello la cimentación de la iglesia quedó al aire en toda esa parte. En fecha anterior desconocida para mí, un rayo afectó seriamente a la semicúpula del ábside, destruyéndola, y la reformaron construyendo ese extraño recrecido que hoy se ve. Se acaban de terminar unas obras que solo han llegado a la renovación de sus cubiertas, sin siquiera poder recuperar la geometría original del ábside ni retejer sus ya importantes grietas. Y tratando de sujetar la cimentación que estaba afectada con un enigmático muro escalonado. El interior de la iglesia es sencillo y está casi todo revocado. Pero aún se conservan en un amplio descorchón de la zona sur del muro junto al ábside, los restos de unas pinturas de juntas polícromas de almagre sobre el paramento de sillarejo. Algo muy importante, por no quedar apenas restos de este tipo de juntas polícromas. Casa de Arcas está solo un poco más arriba de Villarrué, en un hermoso entorno por el que estuvimos un rato paseando hasta que la noche empezó a caer. Volvimos hacia Laspaúles. La casa de Domingo estaba junto a una pequeña ermita en una curva de la carretera, de esas que solo tienen un pequeño ábside abierto y un santet. La casa la 186
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
construyó Domingo poco a poco encima del pueblo con unas vistas soberbias. Al entrar nos acogió un cuidado jardín con esculturas de forja, de piedra y de madera estratégicamente colocadas que Domingo había hecho. Entramos al salón, todo estaba lleno de trabajos de talla y cosas así, lo de Domingo es una actividad continua. Fuera, las brasas de la barbacoa crepitaban furiosas, y vasito de vino tras vasito de vino, gozamos de una noche de esas gloriosas, con un profundo y negro cielo estrellado surcado por la Vía Láctea que se destacaba con inusitada nitidez. —¡Qué paz, qué sosiego, qué silencio!… Esto es irrepetible, disfrutadlo —Bernardo caló fuerte el pitillo varias veces—. Releí hace poco a Sánchez Dragó, no me acuerdo qué obra, pero era sobre el Camino de Santiago, hablaba de la Vía Láctea y de su relación directa con el camino…
Domingo dijo, sin dejarle seguir: —Bueno, este ya sabéis que echa mano de todo para arropar su discurso, pero leerle es apasionante porque al final con tantas cosas que a veces parecen cogidas por los pelos, arma una argumentación que te seduce. Y de esto del Camino de Santiago ha escrito un rato. Aunque desde hace algún tiempo se sabe poco de él, a saber en qué anda. Yo creo que su obra Gárgoris y Habidis: una historia mágica de España es genial. —Y tanto que lo es, es una particular Historia de España en varios tomitos que debería de ser mucho mejor conocida, sobre todo por la juventud. Al fin y al cabo es una historia de nuestras raíces, de los demonios, heterodoxias, gnosticismos, ocultismos, ascetas, iluminados, alquimistas, culos de mal asiento, consejas, tradiciones perdidas, enigmáticas canterías, otros oficios y costumbres perdidas que están ya casi en el recuerdo de unos pocos y que han sido pertinazmente perseguidas hasta su desaparación o reviven bajo otras formas. En fin, una historia heterodoxa de España que conocen muy pocos españoles. —Lo que quería decir —interrumpió Bernardo— es que cuenta que al final de la Vía Láctea está la constelación del Tahalí, que tiene la forma de tau griega, con olor a chamusquina según Dragó, porque luce precisamente en la vertical del cabo de Finisterre, lo que es decir sobre la tumba del Apóstol. Recordemos el grito de ultreya (‘más allá’) que el peregrino daba con alegría al avistar las torres de la
187
Hacia el valle de Benasque
catedral de Santiago y que significaba que, aun habiendo llegado a su fundamental destino, era preciso seguir más allá, hasta Finisterre. Esa Vía Láctea es el camino señalado en el firmamento de la noche, que el peregrino debía seguir para llegar a la tumba del Apóstol. Mira que he tratado de ver esa constelación de la que habla y nunca lo he conseguido, como ahora ¿la veis vosotros? He consultado hasta trabajos de astronomía para ver dónde estaba y salvo que pertenece a la Gran Nebulosa no he podido saber más. Bueno, soy un ignorante total de estos asuntos. La cosa es que es admirable —añadió Bernardo— cómo relaciona esa constelación con la tau que conformaba el remate del báculo de los peregrinos a Santiago, como si ese remate de su báculo le sirviese de instrumento para orientar su camino y guiarlo. —Y que según añade Dragó, ese remate en tau fue proscrito y sustituido por el bordón hacia 1460. Como si fuera clara muestra de pagana heterodoxia que convenía hacer desaparecer. Y eso que la figura de Santiago en el Pórtico de la Gloria y en el altar mayor luce su bastón con la tau desde siempre. He leído que ese báculo con la tau aludía a la misión apostólica de Santiago y que fue asumido por sus obispos como seña de identidad de su episcopado. ¿Qué pasaría para intentar proscribirla? Y también está ahí el Can Mayor, «una caterva de perros», según Dragó, encima de Finisterre, en las puertas del océano proceloso, desconocido y temido, que en la imaginación medieval era la puerta del Hades, el agua de los muertos, el fin de todas las cosas materiales, el más allá. Se sabe que quien peregrina a Santiago debe llegar al Finisterre si quiere completar su camino espiritual, que no es otra cosa el Camino. —Pero el Can Mayor contiene la estrella de Sirio —añadió Bernardo—. Esa estrella cuenta con la prosapia de ser esotérica referencia repetida en la arquitectura y en las tradiciones antiguas, especialmente en Egipto. Y hay que ver cómo relaciona el crismón con asuntos crípticos relacionados con el camino. —Bueno, bueno, ya se ve que Dragó nos ha impresionado a todos. Pues no recordaba eso. Hemos visto crismones en Campo, Obarra y en Alaón, en el valle de Benasque hay más. Domingo, ¿hay alguno por aquí que tú conozcas? —Pues nunca lo había pensado, pero en Bisaurri hay uno. Ya sabéis que un crismón y la frase «In hoc signo vinces» fue con lo que Constantino soñó la noche anterior a su enfrentamiento con Majencio en el año 312, en la batalla del Puente Milvio, en las puertas de Roma. Hizo poner ese anagrama en sus estandartes venciendo a Majencio y un año después a Licinius, su homólogo en Occidente, ha-
188
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
ciéndose emperador único de lo que quedaba entonces del Imperio romano, que no era poca cosa.
Bernardo intervino: —El instinto político de Constantino le hizo ver claramente que por su propio interés debía ponerse al lado del entonces cristianismo semioculto y perseguido, colocándose no a su lado, sino a su cabeza, como uno más de los apóstoles de Cristo. La iglesia en que se enterró, construida por él en Constantinopla y que ya ha desaparecido, tenía su tumba en el centro de su crucero rodeado por doce columnas, una por apóstol y él en medio. Era un hombre lleno de soberbia que sabía cómo manejar las cosas para su mayor gloria. Solo un año después de la batalla del Puente Milvio, en el 313, promulgó el Edicto de Milán por el que el cristianismo y la Iglesia pudieron crecer y desarrollarse hasta hoy. Aunque hasta Teodosio tuvo que convivir aún con cultos paganos y con alguna pasajera persecución. Fue este emperador el que prohibió y persiguió en su Imperio esos cultos paganos hasta su desaparición. El templo egipcio de Filae en Assuán, dedicado a Isis, fue el último de ellos en cerrarse. —En realidad, el crismón, tal y como hoy lo conocemos, ya fue utilizado por los cristianos en el siglo iii, asociándolo al nombre de Cristo. Y fue precisamente este asunto de la batalla del Puente Milvio el que lo difundió universalmente. Pero aquel sueño, que no es sino una repetida tradición, una leyenda, se cuenta de formas diversas. Por ejemplo, la versión más difundida afirma que Jesucristo se le apareció en sueños mostrándole un crismón con las letras griegas chi y rho, símbolo del cristianismo, y le dijo «In hoc signo vinces», motivando que Constantino hiciera grabar en los escudos de sus soldados este signo, y que durante la batalla se apareció en el cielo una cruz, conduciéndole a la victoria. Pero Eugenio de Cesarea no dice nada de un crismón, dice que Constantino soñó con una cruz luminosa y la leyenda de que hablas, solo eso. Y Lactancio, que lo que vio Constantino fue una X, signo de Cristo, que marcó en los escudos de sus tropas. De forma que poco después el símbolo del crismón pasó a significar algo así como el triunfo de lo cristiano sobre lo pagano. Ya veis que de ahí a hablar de crismón hay una diferencia. Así que entre unas cosas y otras lo que aparece claramente es que la intervención divina favoreció a Constantino. Para el ámbito románico pirenaico parece que el crismón de la catedral de Jaca, espléndido por demás, es el primero y el que influyó en todos los siguientes que llegan a nuestros días.
189
Hacia el valle de Benasque
—Pero Olañeta dice que el de Loarre es anterior al de Jaca y le otorga la cualidad de ser el más antiguo de toda España.31 Está en la clave del arco de la puerta de la cripta y viendo la foto que acompaña, hay en él una ensalada de signos y letras que entienden solo los expertos. No creo que estos crismones fueran entendidos por el pueblo, y puede que aun por no pocos clérigos faltos de la necesaria cultura. Aunque hoy los investigadores han progresado y logrado interpretar con el apoyo de los textos bíblicos y otros, el verdadero significado de estas cosas. —Sucede igual con lo representado en muchos capiteles y portadas, cuyas escenas y tallas no serían interpretadas por el pueblo según los crípticos mensajes que la Iglesia quería transmitir con ellos. Si bien en algunos casos con claridad, el Cristo premiando a los buenos y arrojando a las llamas del infierno a los malos, o las más tardías representaciones de la Virgen en las portadas, como sonriente intermediadora entre los pecadores y su hijo, pero esto último es propio de la cultura gótica.
Mientras repaso este texto, me asalta la noticia de la muerte de Domingo Subías. Unas pocas líneas en el Heraldo de Aragón lo cuentan. Falleció en su casa, de «un accidente doméstico». Mi sorpresa es grande, llamo a los amigos de Laspaúles pero nadie se pone al teléfono y es después de varios días cuando puedo hablar con Joaquín Sauras, que me informa. El funeral fue masivo y Domingo fue acompañado por todo el pueblo, yo lamenté no poder asistir. Espero que a Domingo se le reconozca adecuadamente tanta entrega y trabajo por Laspaúles y la Ribagorza, aunque no sé, no es esto una costumbre en estas tierras. Fue un ejemplo para todos nosotros y con él desaparece, no solo un querido amigo, sino una importante referencia ribagorzana. Abandonando Laspaúles, una pista que se abre a la izquierda de la carretera nos conducirá a Abella, Espés Alto y Espés Bajo. Nos introducimos en una hermosa, placentera y silenciosa zona de suaves lomas que conforman aquí las estribaciones del macizo del Turbón, con hermosos y frondosos bosques cuajados de setas, cuya recogida está controlada, que recortan praus de mayor o menor extensión, en los que las vacas pastan y dormitan con su proverbial parsimonia e Olañeta Molina (2016: 97-133).
31
190
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
indiferencia. Menos mal que las abundantes matas espinosas de moras y de frambuesas, que aquí se llama chordón y que crecen aquí y allá en los últimos días del verano, no son del gusto de las vacas y se pueden recoger. Solo por el placer de probarlas o para hacer buen licor de chordón o deliciosos postres y mermeladas, con paciencia y tiempo que hoy no tenemos. Pero que antes eran cosa normal en las casas de aquí. También hay abundantes clavelinas y pequeñas y blancas margaritas para hacer ramitos de flores, y varias de esas flores y plantas venenosas que las brujas utilizaban para sus brebajes y encantamientos, como el digital, que dicen que no se debe ni tocar.
Abella y las piedras del rayo De Abella, cuya torre arreglamos un poco en aquellos años, recuerdo una visita a Casa Castellano donde fuimos cordialmente recibidos con vino dulce y ricas pastas caseras, sería en 1984 o así. Como nuestro interés se centraba sobre las cosas del arte, nos mostraron un crecido número de imágenes y piezas que allí se guardaban entonces, que fotografié ávidamente por si no había otra ocasión. Los amos nos contaron cosas de antes. Conservo en mi recuerdo esa breve estancia como muy agradable y cercana. Especialmente nos
Hacha neolítica de Abella.
191 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
enseñaron una pequeña hacha pulimentada de bronce, no se distinguía bien, de 9 × 5,5 centímetros; hice un dibujo de la misma. Y nos la mostraron como una piedra del rayo, como si un rayo la hubiese hecho al caer. ¡Qué cosas! Hay otra hacha, la llamada hacha de Laspaúles, de bronce, con sus cantos biselados y que se guarda en el Museo de Zaragoza. —Pero eso de las piedras del rayo viene de una antigua tradición. Se lo he leído a Alberto Serrano, hace años. Ya sabes que Alberto anda, con gozo, viajando para recoger y publicar tradiciones, leyendas y consejas, y las publica. Cuenta esa tradición que tanto en el Turbón como en los altos picos de Benasque había talleres de chispas, esa fragua de los dioses de que se escribe en Las Vilas del Turbón, que generaban las abundantes y estrepitosas tormentas, de forma que los rayos producían lo que Moner y de Siscar llamaba aerolitos que se hincaban en la tierra en forma de pequeñas piezas de hierro, o de material lítico, y que se llamaban popularmente piedras de rayo. Cuando en realidad eran instrumentos de las culturas neolíticas que aquí existieron. Si se encontraba alguna de estas, se utilizaba como protectoras de las tormentas.
Espés Alto y Bajo, el Siñó de Espés y el Coll de Fadas Llegados a Espés Alto, que se llama así por estar más alto que el Espés Bajo, separados pero muy cercanos, acude a mi memoria el señorío de los barones de Espés que viene al menos del siglo xiii y cuyos miembros poseyeron importantes señoríos en el reino de Aragón y ocuparon muy altos cargos designados por los Reyes Católicos. Es de señalar que Ramón y Gaspar de Espés acompañaron a Fernando el Católico en su viaje a Valladolid, disfrazados y a escondidas, para casarse en secreto con Isabel de Castilla; ya fue esa una importante ocasión que revelaba la amistad entre estos Espés y el rey. Ya he dicho que son los hombres y no las tierras los que hacen la historia. Estos señores tuvieron una gran afección por Obarra, a la que desde Espés se accedía por un camino que llegaba a su proximidad; hoy es una pista. Con respecto a uno de ellos, Bernardo de Espés, esa 192 ÍNDICE
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
relación fue trágica. Una leyenda que nos llega con algunas variantes dice en lo sustancial que en los repetidos viajes que Bernardo hacía a Obarra las brujas del Turbón le susurraban: «[…] Siñó d’Espés, Siñó d’Espés, si a Obarra vas a Espés no i tornarás més», a lo que Bernardo respondía con cierta gallardía, sin temor a la amenaza: «¿Emb los tres gosos [perros] que porto y l’aspingarda? Torná o no torná, yo a Obarra vuy aná». Respondiendo nuevamente las brujas: «A Obarra sí i va aná, pero no en va torná».32 Les molestaba que persona de tan alta alcurnia mantuviera con Obarra, lugar santo y de oración, una relación de protección tan intensa; lo de mi querido amigo Fernando Galtier es prueba de que aún les molesta. En uno de sus viajes a Obarra, y en ese camino, Bernardo fue atacado y muerto por personas que querían vengarse de él. Con lo que las brujas se salieron con la suya y Bernardo no volvió a Espés. Lo cierto es que hasta la Guerra Civil se conservaba en Obarra un mausoleo del siglo xiv, abierto en el muro sur del tramo adyacente al ábside sur; bajo arco apuntado, con escultura policromada del barón yacente sobre su sarcófago, que presentaba los escudos de los Espés cobijados en una serie de arquillos apuntados e igualmente policromados, sostenido todo por tres leones erguidos de piedra. Lo que ratifica la excelente relación de la baronía de Espés con Obarra. Todo el conjunto fue destruido en 1936, quedando solo dos de esos leones que hoy se conservan en el Museo Diocesano de Barbastro. No parecen quedar rastros en los dos Espés, que me consten, de lo que pudo ser palacio o casa de esta baronía. Existe una casa Castell sobre el promontorio que domina Espés Bajo. Quizás sea esa casa lo que queda de aquel palacio, pero no me consta nada serio sobre eso. Hay que ver cómo tanta historia y tanto poder quedan en nada. —Sic transit gloria mundi.
De camino hacia Espés Bajo, llama la atención la poderosa torre de la iglesia de San Martín que se levanta a sus pies. Estudié la iglesia hace muchos años, es románica y está muy deformada por seis capillas que se abren en sus dos flancos; aún conserva su ábside original. Pero lo que llama la atención es esa potente y airosa torre que, como la iglesia, es románica algo tardía. Especialmente en la bóveda de Iglesias Costa (1975: 69).
32
193
Hacia el valle de Benasque
medio cañón del cuerpo bajo de esta torre, en parte de sus muros y en el muro de embocadura, se conservan unas estupendas pinturas con trazos blancos y grises sobre fondo negro que pueden ser del siglo xvii-xviii, creo. Representan angelitos, putti y temas florales en la bóveda; en su clave hay una leyenda: «Pedro Gorga, Retor». Directamente bajo la imposta de la bóveda vi cuatro recuadritos separados por bandas florales en su muro sur, ya semiperdido alguno de ellos, con temas de la pasión. En el muro norte, en el tímpano oeste de esa capilla y en ambos lados del muro de su embocadura, quedaban señales de haber existido. Como se ve esas pinturas me causaron impresión y tomé buena nota de las mismas. Aún en las afueras de Espés Bajo quedan los restos de una pequeña iglesia románica, conocida hoy como ermita de la Piedad. Perdió su ábside y hoy un muro ciega su embocadura, pasa desapercibida.
San Martín de Espés. Torre y pinturas murales en la bóveda.
Desde Espés Bajo la pista desciende y continúa hasta encontrarse con otra que viene desde Bisaurri. Podemos seguir esta nueva pista hacia la derecha, ya que se está aquí, y adentrarnos hacia San Martín y San Feliu de Veri. Pero la narración exige volver a la carretera principal. 194
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Ya en la carretera, disfrutando de la espléndida naturaleza del entorno y un poco más adelante, llegamos a la zona de Coll de Fadas. No es para tanto eso de Coll, es solamente el culmen de la suave vertiente ascendente que hemos recorrido desde Laspaúles y que una vez coronada desciende hacia Castejón de Sos. Ese nombre de Fadas…, con clara alusión a unas hadas, es bien sugerente y hermoso. Uno se las imagina como gráciles damas de esencia casi divina, inmortales y de sobrenatural belleza, huidizas, bondadosas y majestuosas, que señoreaban en estos lugares dirigiéndose en sus ocasionales apariciones a los hombres a los que protegían con sus encantamientos con su suave voz femenina —Pero yo he leído —dijo Bernardo— que las tradiciones de otros lugares las llaman nereidas y les atribuyen un carácter voluble y licencioso. Que se enamoran fugazmente de los mortales, especialmente jóvenes y valientes, a los que seducen buscándoles la perdición; siendo además muy gustosas de los recién nacidos, que en las casas deben ser protegidos con encantamientos en los primeros meses de vida para que no se los lleven las nereidas.33 En fin, algo muy distinto. —Ya. Pero, puestos a dejar volar la imaginación, ¿no prefieres quedarte con esa anterior interpretación, y suponer, quizás y en todo caso, que las brujas y hadas de esta zona de la Ribagorza, tan presentes en las antiguas tradiciones, pudieran ser una misma cosa, malvadas o bondadosas según el humor y el talante que atravesaran? —Y las ninfas, ¿cómo serían las ninfas? […] Había de todo: ninfas morenas, ninfas rubias y una o dos parecían haberse teñido el cabello. En general, eran delgadas, porque hoy, ya comprenderás que las rotundidades que podríamos llamar valencianas son bastante inasequibles. Jugaban en un claro del bosque, cubierto de verde césped, e iluminado por el sol moribundo con un resplandor de yema de huevo […] eran simpáticas y acogedoras y parecían de muy buena familia […] las ninfas, amigo, no van desnudas ni vestidas, sino que cubren su cuerpo con vaporosos velos, velos que cada uno, según su pudor, puede adelgazar o tupir. No excluyo que conozcan a fondo la gimnasia rítmica, porque es muy buena gimnasia […] Sin embargo, esas ninfas del bosque de encinas, cuando las vi hacían cosas diversas. Unas se paseaban bajo los árboles con postura
Leigh Fermor (2010: 219-222).
33
195
Hacia el valle de Benasque
muy recatada. Otras merendaban, ¡si hubieras visto qué apetito tenían! ¡Madre de Dios, cómo engullen las ninfas! […].34 —Bueno, ya veo que según cuentas esas dos señoritas que están tumbadas tomando el sol en ese prau no son ninfas, sino que quieren ponerse morenas y tanto les da que las vean o no.
Coll de Fadas es un lugar hermoso que lamen los bosques y alfombran los praus. Estupendo lugar para el robellón. —Mucha gente llama níscalo al robellón. ¡Y lo que se disfruta recogiéndolos! Ese sí es un deporte sano. Además, está muy rico tomado con moderación y perfectamente limpio, a la sartén, con poco aceite, ajo y perejil. Aunque se utiliza también para guisos de carne, pero resulta más insípido.
Desde aquí otra pista de tierra nos lleva a los pueblecitos de Buyelgas, Dos, San Martín, San Feliu de Veri y al Turbón. En Dos había otra torre altomedieval de aviso de la que no queda absolutamente nada, solo la noticia documental; he estado en su emplazamiento, que es una suave loma tapizada de hierba y desde él se ve limpiamente Pegá y, hacia el valle de Benasque, Sos; con su recinto fortificado perdido, lo que muestra claramente la función primordial de aviso de estas torres.
San Feliu de Veri y el yacimiento neolítico de Els Trocs San Feliu de Veri ha saltado recientemente a la actualidad de forma bien grata y sorprendente. En enero de 2015, Heraldo de Aragón daba la noticia con un rotundo y periodístico titular: «En busca de la secuencia de ADN de un aragonés de hace 7000 años». —Bueno, en esos siglos no había aragoneses, ni se les esperaba —dijo Bernardo. —Claro, pero un titular es un titular. Ya hace algunos años, yo que recojo todo papel o cuadernillo que veo o se me ofrece sobre los temas que me interesan, cogí uno titulado El Paleolítico catalán, edi-
Pla (2016: 104-105).
34
196 ÍNDICE
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
tado por la Generalitat de Cataluña, esos no se andan con tonterías con lo suyo.
La cuestión es que en una cueva cercana, llamada Els Trocs —de nombre con aromas a Tolkien y a su Señor de los anillos—, situada en la partida de Selvaplana, se realizaron excavaciones que comenzaron en el año 2009 y sacaron a la luz restos humanos, decenas de miles de fragmentos de cerámica, restos de animales y algunos utensilios, distribuidos en sucesivos estratos. Los estudios en curso publicados sobre los resultados de estas excavaciones, a los que he podido acceder,35 son del mayor interés. Los hallazgos revelaron una ocupación de la cueva […] desde el último cuarto del siglo vi hasta finales del iv a. de C., eran unos grupos humanos poco numerosos que practicaban una economía primordialmente pastoril. Las ocupaciones de la cueva fueron recurrentes y estacionales, llegando a estos parajes a finales de primavera o principios del verano y abandonándolos a finales de septiembre […] la primera orientación económica de estas tierras fue la de servir de pastos a una incipiente cabaña bovina […].
Aún se encontraron ocupaciones de la Edad del Bronce y de época romana. Constatando fundamentalmente una ocupación continua en el periodo neolítico, durante tres mil años. Es del mayor interés el hecho de que «[…] los primeros habitantes de la cueva construyeron un auténtico pavimento de cerámicas en toda la sala (15 × 6 metros) que les aislase de la humedad del suelo natural, cubierto por una cama de hierbas sobre la que pisar con comodidad […]». Estas cuestiones se relacionan con la neolitización del valle del Ebro, «[…] preferentemente ganadera, que conlleva la colonización de las zonas montañosas mediante un sistema pastoril migratorio de tipo trashumante […] Los escasos, pero ingentes rebaños que en este tiempo acceden a los pastos de verano al norte del Turbón proceden de las tierras de Barbastro y Monzón y en concreto de los lugares de Selgua y Castejón del Puente […]». Ya es afinar en las cosas.
Rojo Guerra y otros (2016).
35
197
Y no menos importante es el hecho de que siguen en esa trashumancia […] una vía pecuaria que sigue el eje Cinca-Ésera hasta Graus y desde allí por el ramal que discurre paralelo al Isábena, para desde Las Vilas del Turbón subir a los 1905 metros por la cara oeste del mismo y atravesar el puerto de las Aras […] de lo que sí estamos seguros es de que ellos [los pastores] diseñaron unos caminos que, con ligeras modificaciones, se han mantenido hasta la actualidad […] hemos descubierto que crearon de forma artificial campos para el pasto quemando el bosque […] En el nivel más antiguo de la cueva hemos hallado restos óseos de, al menos, siete individuos con signos evidentes de una violencia difícilmente imaginable: flechazos, fracturas, aplastamiento de cráneos, etc. […] solo podemos imaginar una escena en la que, quizás un pequeño grupo familiar se adentró por primera vez en parajes ignotos, con un escaso conocimiento del territorio y nulo control del mismo, pagando trágicamente su atrevimiento […].
En un principio la comprobación de que los restos humanos presentaban claros signos de violencia, se atribuyó entonces a «canibalismo ritual», y el hecho de que se encontraron restos de banquetes y comidas, hizo pensar en que el lugar fue destinado a muy cruentos cultos rituales. Esto ha quedado atrás. Dos universidades analizan el ADN de los huesos, hay que esperar a ver qué resulta. El resto del subsuelo de la cueva promete abundantes hallazgos, aunque en los últimos años la excavación ha sufrido un parón. —Vamos a verla. No conocía nada sobre esto. Con esas fechas son los restos que acreditan la presencia humana de mayor antigüedad para toda esta zona. —Por allí hay cuevecitas y cuevas y es difícil. Yo lo he intentado y no la he podido encontrar. Así que mejor dejarlo si no nos lleva alguien. De todas formas, sé que está debidamente clausurada mientras las excavaciones no se reanuden, poco podríamos ver. Pero me parece tan importante eso de que el paso por las Aras venga ya desde el vi milenio a. de C., cuando se pensaba que era un trazado romano… De todas formas, hay que esperar que en otros lugares similares se constate la misma situación. La arqueología tiene la palabra.
Esos años, para nuestra Península, se corresponden con el comienzo del Neolítico, que se da hoy por comenzado en otros lugares como 198
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
en el mesopotámico Creciente fértil, hacia el 7000 a. de C. Aunque las excavaciones van profundizando desde entonces estas fechas en el tiempo. Allí se inició una nueva economía productora basada en el cultivo de algunas plantas y en la domesticación de ciertos animales. Esto implicó un radical cambio en la vida trashumante de las tribus que marchaban tras los rebaños de animales que cazaban y de los que se mantenían, recolectando lo que la naturaleza les ofrecía. Durante los primeros tiempos neolíticos el hombre simultaneó ambos tipos de vida. Pero esta nueva economía productiva arraigó, creció y fue la razón de que aquel ir y venir se abandonara paulatinamente, transformándose esas viajeras tribus en sociedades crecientemente complejas que crecieron en aldeas fijas, algunas de ellas origen de posteriores ciudades, cuyos primeros testimonios se constatan en Mesopotamia, entre los años 7000-6000 a. de C., como Jericó, Çatal Hóyük, Uruk y Eridu, para cuajar en el ii milenio a. de C., con ciudades amuralladas y con complejas prácticas religiosas. En ellas el logro de excedentes fue decisivo para fijar las poblaciones, almacenarlos y comerciar con ellos, generándose luchas por la posesión de los lugares más productivos y el crecimiento de nuevas estructuras de poder que desembocarán en el periodo histórico. Es decir, cuando se da por comenzada la Historia con la aparición de los primeros textos escritos, allá por el 3500 a. de C., que por mucho tiempo se ha considerado que eran las tablillas cuneiformes de la cultura de Summer, en la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates. —Pero ya sabes que se han encontrado fragmentos de escritura de mayor antigüedad, que siguiendo ese criterio harían profundizar más en el tiempo el comienzo del periodo histórico. En el Museo Arqueológico de Huelva se conserva un fragmento de piedra con inscripciones escritas, intraducibles y desconocidas, a las que se atribuye una mucho mayor antigüedad, de alrededor del 5000 a. de C., como en la actual Polonia. —Porque todas aquellas fechas se modifican profundizando en el tiempo conforme las excavaciones progresan. Basta recordar el bíblico Jericó, que ya sitúa su origen en el 8000 a. de C., cuyas murallas cayeron abatidas por intervención divina, ante el rotundo sonido de las trompetas del ejército de Josué, alrededor del 1200 a. de C. —He seguido eso de Jericó —medió Bernardo—. Y la cronología de estas murallas ha sido asunto discutido. En un principio, la arqueóloga Kathleen Kenyon, una de las más conocidas de Palestina,
199
Hacia el valle de Benasque
que publicó su magnífica obra Arqueología en Tierra Santa, asignaba esas murallas a fechas anteriores al 1550 a. de C., y afirmaba que muy poco después Jericó fue abandonado y no existía ya una ciudad amurallada. Por lo que la Biblia era pura ficción. Pero recientemente David Rohl, un arqueólogo ateo, volvió a estudiar el asunto, y concluyó en su libro A Test of Time, que hubo un error de datación, debido a una errónea interpretación de la cronología egipcia, directamente relacionada con este asunto y que, por tanto, esas murallas eran realmente contemporáneas de los acontecimientos que narra la Biblia y que aquel abandono de Jericó obedeció a la conquista israelita y a la maldición de Josué, quedando la ciudad abandonada durante tres siglos. Aunque para eso de que las murallas cayeran ante el sonido de las trompetas, da otras versiones más razonables y menos atractivas. Como se ve es aún un asunto en discusión científica. —Y está el increíble hallazgo de Göbekli Tepe, en Turquía, cerca de la antigua Urfa, hoy Sanliurfa, una ciudad que ha tenido nombres diferentes y que es considerada el lugar de nacimiento de Abraham, en una cueva que allí concita la afluencia de numerosos peregrinos. Ya es lugar de antañona prosapia. —¿Pero no nació Abraham en Ur de los caldeos, en la desembocadura de los ríos Éufrates y Tigris? —Pues eso se afirma, pero aquella tradición se conserva aún hoy, y eso que son dos lugares bien alejados, aunque ambos están relacionados con el largo periplo de Abraham por toda Palestina y Egipto. Aunque es en Harrán, población cercana a Sanliurfa, donde según la tradición vivió Abraham unos años y donde recibió la primera palabra de Dios, que le prometió la tierra de Canaán y le dijo que se pusiera en marcha hacia allí. —Abraham sigue siendo hoy un personaje cuya existencia no está científicamente demostrada. Y eso que es citado por la Biblia, en el Corán de forma repetida y en textos judíos. Para la ciencia eso no supone suficiente aval. —Lo que pasa es que no se han podido encontrar testimonios seguros y científicos para relacionarlos con él. Lo mismo que para Jesucristo y tantas situaciones que nos cuentan los textos sagrados. —Pero se venera la tumba de Abraham en Hebrón, un poco al sur de Jerusalén. Allí se la puede visitar, en la iglesia de la Tumba de los Patriarcas (Haram el-Khali), donde está acompañado por la tumba de su mujer, Sara, de Jacob y de Isaac, entre otros importantes personajes bíblicos, aunque no me consta que se hayan abierto para ver qué conservan.
200
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Volviendo a Göbekli Tepe, las excavaciones se iniciaron hacia 1995 por Klaus Schmidt. El yacimiento se fechó en un principio ni más ni menos que hacia el 12 000 a. de C., pero dataciones por radio carbono posteriores dan fechas del 9000-8000 a. de C., que no es poca cosa. Por otra parte, se han encontrado yacimientos similares, menos conocidos, en su entorno. —Conocí este asunto ya hace algunos años porque Iker Jiménez lo sacó en uno de sus programas, y de verdad que me sedujo. Aunque con estas cosas siempre queda la duda de si es más una fantasía que realidad, los hechos confirman que es cierto. De vez en cuando los sigo por Internet y las noticias que se dan son del mayor interés.
Merece la pena abundar en Göbekli Tepe. Su excavación sigue en curso, en ella y en un principio se constató la existencia de siete templos megalíticos de planta circular, cuyos ortostatos interiores están coronados por losas horizontales, al modo de las taulas menorquinas muchísimo más tardías, de los siglos ii y i a. de C. —Hay quien estirando la cuerda relaciona esas taulas menorquinas con Göbekli, aduciendo que desde esa parte de Turquía hubo una emigración de gentes a Etruria (Italia), vamos que los etruscos venían de allí. Y que desde Etruria vienen esas taulas menorquinas. —Pero eso es una fantasía indemostrable, como tantas a este respecto. En Etruria no hay una sola taula, que yo sepa. Lo que hubo es una potente cultura que sobre todo nos llega con sus túmulos de enterramiento y sus bellísimas esculturas y pinturas. Vamos a ser serios.
Aquellos ortostatos tienen esculpidos en altorrelieve animales y figuras que no se relacionan con nada de lo conocido, aun en siglos posteriores. Y es verdaderamente singular la constatación arqueológica de que esos templos fueron abandonados y enterrados en arena y tierra hacia el 8000 a. de C., mostrando respeto o temor por el lugar. Göbekli es la constatación de una cultura desaparecida y desconocida, y sus templos la más antigua manifestación religiosa del mundo. Quedan allí muchos misterios por desentrañar, y no es el menor el que no se haya localizado ningún poblamiento relacionado con esos templos. Mientras eso no suceda aparecen como un lugar de culto territorial, sin que nada se sepa de las gentes que los construyeron. Y además son, con clara entidad en su obra y en su número, las más antiguas construcciones megalíticas conocidas. 201
Hacia el valle de Benasque
—Haces bien en decir que hay otras. Aunque te parezca que son fantasías, está el crómlech de Nabta Playa, allá en la Nubia, que viene del 6000 a. de C., y se presenta con una clara relación con calendarios astronómicos y cosas de esas. Están los restos sumergidos en el mar del golfo de Khambhat en la costa occidental de la India. Y están los megalitos de Japón. A los dos últimos hallazgos se les atribuyen fechas del 10 000 a. de C. Y aún por rematar está el inaudito caso de las llamadas pirámides de Bosnia, firmemente negado por los especialistas y que Semir Osmanagich data hacia el 12 000 a. de C. Ya ves que hay más cosas. —Mira, Bernardo. Es cierto que esos yacimientos existen, el de Nabta Playa parece seguro. Lo del golfo de Khambhat es algo absolutamente inseguro y así con lo demás. Si sigues por este camino vamos a hablar de ignotas civilizaciones perdidas, de los distintos diluvios, de los gigantes, de los atlantes y hasta de los extraterrestres. Otra cosa es que la arqueología profundiza en las fechas de manera importante. Pero cálmate que si no te van a llamar de cualquier programa nocturno de cosas esotéricas y misteriosas. —Pero no me digas que si todo eso fuera cierto como se asegura, sería la bomba. Bueno, cosas así revolucionarían los comienzos de la historia…
Göbekli Tepe hace retroceder las fechas comúnmente aceptadas, alrededor del 5000 a. de C., en la Bretaña, para el inicio de la cultura megalítica; así llamada por aparecer con ella las construcciones megalíticas, con grandes piedras, menhires aislados, anillos y alineaciones de menhires, tertres, túmulos, cairns, dólmenes…36 Pero el comienzo del Neolítico varía de manera importante de unos lugares a otros. En España los yacimientos de asentamientos neolíticos más antiguos, por el momento, son los de Ambrona (Soria), de alrededor del año 5500 a. de C. Hace poco tiempo estuve allí, aprovechando un viaje con Maite a Madrid para ver a Clara. Paramos a comer, mal, en Medinaceli; hasta el café era bien malo. Y desde allí y tras unos 15 kilómetros de carreterita que transcurría entonces por áridos, secos, pero bellísimos y solitarios campos sorianos, que se ondulan unos tras otros con suaves lomas subrayadas a veces por los surcos del arado y que se teñían con distintos tonos de ocre en aquella tarde de invierno —pudimos ver hasta algún despistado Benedicto Salas (2010).
36
202
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
ciervo— llegamos al lugar que se anunciaba con esos carteles rojizos que indican sitios monumentales, en este caso como yacimiento de Ambrona. Inmediatamente antes de llegar, se alzaba una llamativa, singular y exacta reproducción de un elefante que aquí habitaba hace milenios, el Palaeloxodon, que se erguía majestuosamente con potentísimos colmillos y con fija mirada que se perdía en el horizonte. Aparcamos, y salvo dos pequeñas casitas, nada vimos, no había ningún tipo de restos arqueológicos en el entorno, solo los ondulados campos sorianos. Nuestra extrañeza fue grande. Entramos en la casita que tenía la puerta abierta y nos salió a recibir un señor con aire de estar aburrido por una infinita soledad. —Buenas… ¿De dónde vienen? —tenía que apuntar la procedencia de los visitantes, como hacen en casi todos los lugares similares. —De Zaragoza. ¿Pero dónde están los restos de las excavaciones? —No hay ninguno, cuando hacen alguna la tapan al terminar y el año pasado hicieron la última. Aquí solo hay este pequeño museo de lo que han dejado y en el almacén de enfrente una reproducción de un trozo pequeño excavado con lo encontrado tal y como era. —Pues podían avisarlo en los carteles. Total, venir hasta aquí para esto… —A mí no me digan nada, que soy solo un vigilante. Si quieren tomen este papel y protesten.
Nos dio rápida y mecánicamente un papel, parecía estar acostumbrado a eso. No pareció extrañarle en absoluto nuestra cordial protesta, que debía de oír con frecuencia. Resultó que aquí no había para nada restos de los yacimientos neolíticos que yo pensaba encontrar, que conocía por algunas pocas publicaciones que tenía y que despertaron mi interés por conocerlos directamente. Esos yacimientos están diseminados por el entorno del valle de Ambrona e igualmente tapados. Lo que aquí se había excavado eran yacimientos paleolíticos de hace 400 000 años, y lo que se mostraba en el almacén era la reproducción de un trozo de excavación con abundantes huesos de animales, colmillos enormes y cosas así. Tampoco había ningún libro publicado sobre Ambrona, al menos como el que yo tenía, y solo había folletos de tres hojas, en inglés, francés, italiano y alemán, pero ninguno en español, se habían terminado hace tiempo 203
Hacia el valle de Benasque
y nadie los había repuesto. Me llevé dos, algo es algo. Pero vaya chasco. Allí quedó este señor que no sé si verá a mucha gente llegar hasta allí. Retornando a Veri y a Els Trocs, tras este breve pero divertido excurso, lo encontrado allí es un yacimiento neolítico, de fechas solo un poco posteriores a Ambrona y, por otra parte, de la misma época que los encontrados en Olvena y en otros lugares de la actual Ribagorza. —Como los de las Forcas, casi en el mismo Graus —añadió Bernardo—. Se han datado restos del Homo sapiens ya en el 13 000 a. de C., con continuidad en su ocupación hasta el año 3000 a. de C. —Bueno, eso es mucho más antiguo. Pero hay que fijarse en que todos estos hallazgos se han producido en cuevas o abrigos rocosos. No hay por el momento restos de poblados, o los arqueólogos no se han topado con ellos. Con lo que parece que el Neolítico llegó a la Ribagorza ya muy retrasado y sus gentes andaban en lo de la vida trashumante y las balbucientes fijaciones de lugares para vivir. Con lo que Els Trocs corresponde a esos años. Hay que esperar a que las excavaciones continúen.
El Turbón La cueva está en las faldas del macizo del Turbón, al que con sus 2492 metros de altitud subí cuando era mucho más joven, con Maite y un nutrido grupo; con un Land Rover militar —entonces no había cuatro por cuatro de esos— veníamos desde Castejón y subimos a la zona que hoy se conoce como La Muria, cercana a San Martín de Veri. Allí hay hermosos praus en que las vacas pacían, con amables bosquecillos salpicados de rocas; es un lugar propio de Heidi. En una zona de La Muria se instalaron mesas a modo de merendero al que en verano acude bastante gente. Unas barbacoas hacían las delicias de los oportunos parrilleros que presumían de saber de paellas y chuletas. Hace años que afortunadamente se han eliminado las barbacoas. Era de ver el entusiasmo destructor que ponían en la recolección de leña y en los fuegos que fuera de las barbacoas se hacían por aquello de ambientar. Un grave peligro constante. Hoy, como ya sabes, si quieres comer algo en toda la montaña te lo has 204 ÍNDICE
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
de llevar preparado en la mochila y está igual de rico. Como debe ser. Desde aquí comienza la ascensión al Turbón, larga y fuerte, unas cuatro horas más o menos, que discurre en su parte inicial por el antiguo camino del puerto de las Aras, donde se pueden recoger aún algunos fósiles marinos si vas atento a ello. El camino pasa primero por la llamada ermita de Las Aras, hoy perfectamente arreglada, a la que los pueblecitos del entorno van en romería. Está situada en un lugar de verdes praderas y yermos en pendiente, con una panorámica excelente hacia Laspaúles y los picos más alteros. Desde allí, un fuerte y largo repecho entre bosquecillos y roquedales nos lleva al inicio de la ascensión de un vallecito que conduce a la cima. Es un lugar singular. Mirando este último vallecito desde su inicio, a la izquierda y en su fondo, existe una roca que en todo es similar al perfil de una persona sentada con aguda nariz recortada en lo que aparenta ser su rostro. Identificarla como una bruja, sin escoba ni su prominente gorro, que vigilante observa a quien se acerca, es lo que ha procedido siempre. El Turbón es considerado por la tradición y las leyendas como la casa de estas brujas. De cualquier forma, este vallecito es lugar de rebecos, flor de nieve —cuando había— y empinadas gleras en sus laderas. En su final y por su derecha se acometen las últimas cuestas que conducen a la deseada cima. Precisamente en la embocadura de este vallecito y en una suave vaguada tapizada por la hierba, pude ver entonces los restos de una pequeña ermita románica, la auténtica de San Adrián; la de abajo se construyó más tarde, porque acceder hasta aquí era difícil empresa y además la de arriba estaba ya arruinada, solo dejaba asomar sus muros que dibujaban su pequeña planta sobresaliendo un poco por encima de la hierba. Ya hace años me llamó por teléfono a Zaragoza un señor, que me dijo que como le habían asegurado que yo sabía de esto, me quería hacer algunas consultas. Resultó que pasaba por la zona unos días de veraneo y, como no debía de saber qué hacer, se había liado a excavar la ermita. Decía que le habían salido muros con unos dos metros de altura y que me invitaba a verlos para que le aconsejara lo que tenía que hacer. Naturalmente, le dije que yo no estaba para subir hasta allí y que abandonara inmediatamente todo, que diera cuenta de ello a los Servicios de Arqueología del Gobierno de Aragón y repusiera 205
Hacia el valle de Benasque
en su lugar la tierra excavada para evitar algún más que seguro desplome de los enterrados muros que decía haber sacado «al aire» y sin mirar qué cosas salían entre la tierra que extrajo. Creo que no le gustó mi respuesta. No sé qué hizo porque no he vuelto a subir allí y a quienes he preguntado nada saben. Ya ven en qué se entretienen algunos en verano. Pues nada, en esta ermita y según la leyenda, habitaba en tiempos de Maricastaña un solitario ermitaño, san Adrián, eso sí que era soledad, lugar apartado y de poco alimento. Pero el santo, que con su presencia y sus oraciones importunaba seriamente a las brujas, solo rezaba y rezaba con los brazos en alto, cosa que al diablo le ponía de los nervios. Así que cuando Adrián levantaba los brazos para rezar, él se los cogía y se los hacía bajar, y así vez tras vez. No recuerdo cómo acaba la leyenda y me da mucha pereza buscar dónde la tengo transcrita. —Pero ese diablo no debía de ser el propio Satanás, tal constancia en la vigilancia correspondía a algún diablo subalterno; Satanás tenía cosas más importantes que hacer. —Está bien visto eso. Así que no solo las brujas andaban por el Turbón, que tiene la particularidad de verse espléndido y emergente desde casi todos los puntos de la Alta Ribagorza y aun al poco de salir del congosto de Olvena. Esta ermita es probablemente la que consagró el obispo Gaufrido en 1140 y que construyó Pedro, un monje de San Victorián que vino hasta aquí para hacer vida de ermitaño, harto de la vida muelle de su monasterio. Vamos, un irreductible de la penitencia. —No creo que Gaufrido estuviera para subir hasta aquí, la consagraría a distancia.
Las pistas que llevan a la ermita de abajo transitan entre bosques que yo no había conocido hasta entonces, espesísimos, de una belleza soberbia a veces de aspecto intimidante, tapizados por la hierba y los helechos, los matojos de boj y otras plantas que aquí crecen con profusión y ciegan el paso por ellos. Es seguramente este tipo de bosque el que los pastores neolíticos encontraron, cerrado e impenetrable por la maleza, y con esfuerzo talaron o quemaron para abrir pastos. Volviendo a la carretera principal, poco a poco, la carretera va perdiendo altura y baja hacia el fondo del valle de Benasque. En una curva, al fondo, las crestas de los altos picos te llenan de paisaje, y en 206
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
los recodos, suavemente, la umbría del bosque fresca de musgos y de sombras se te acerca. Más allá, un prado soleado sirve de alfombra al monte y así va terminando este glorioso recorrido por uno de los lugares más hermosos del Pirineo, la tierra altomedieval de Super Aras.
Renanué Pero aún no la hemos abandonado, pasaremos por Renanué que veremos a la izquierda en un plano cercano pero inferior a la carretera, con su pequeñita iglesia de San Esteban, que es lo que mejor se ve y pude recuperar. Algún amigo me dice que quedó muy mona, lo que es de preocupar. En su altar se encontró una lipsanoteca, que era, en palabras de Manuel Iglesias: «[…] de madera, con reliquias envueltas en una tela, en la que se dibuja un ataurique árabe, pero sin pergamino ni fecha y con una inscripción ilegible en la tapa […]». Hoy se ha colocado allí un icono de tres estupendas tablas pintadas, Cristo, la Virgen y San Juan Bautista, del que es autor un monje ucraniano, que ha pintado recientemente otros para algunas iglesias de la zona.37 —Pero ha quedado bien mona, estupenda, nadie diría que se han hecho obras en ella. —Es lo que intento con mis obras, que pasen desapercibidas, y aquí salió bien. Lo cierto es que viendo su aspecto exterior no se nota en nada que hemos trabajado en ella, y parece estar como estaba antes de hacer nada, claro que sin grietas ni cosas de esas. —Pero, trabajando así, te habrás encontrado con alguno de esos que exigen diferenciar lo nuevo de lo antiguo y te habrán puesto en problemas. —Pues no, mi gesto serio y mi barba imponen algo a la gente y a lo mejor es por eso. Pero lo que dices es verdad, es un asunto muy complicado. Yo creo que estas cosas dependen de las circunstancias que plantea el monumento y que deben de resolverse adecuadamente. Hay medios para hacerlo, por ejemplo, un sutil pero distinto tratamiento del rejuntado de una nueva parte del muro. Como se hizo aquí en las zonas retejidas, que solo nota de cerca quien entienda de esto y no perturba la apreciación global del conjunto, distintos Noguero Ibarz (2016).
37
207 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
San Esteban de Renanué.
trabajos de terminación de la superficie de las piedras, en fin, que hay maneras de distinguir las cosas sin que se tengan que introducir llamativos materiales modernos o que te quede todo pinto, pinto, colorito. —Ya lo dijiste en el discursete del otro día, es absolutamente necesario recuperar la calidad espacial de lo que nos llega, que huela a románico o a lo que corresponda. Vi hace unos meses lo que han hecho con el Salón del Compromiso del castillo de Caspe. ¡Chico, qué cosa!… Parece lo que tú quieras menos el espacio en que tuvo lugar aquello. Vi cortinas como las que tengo yo en casa. —No me mientes ese asunto, que me tocó a mí, yo me negué a hacerlo así y me quitaron de en medio. Al menos tengo la tranquilidad de no haber tomado parte en ese desafuero, pleno de modernidad, que me decían; no me dejaría dormir. En fin, por lo menos fue una derrota profesional con honra, podía pasar horas hablando de esto. Pero mira, junto a la iglesia se ha abierto un pequeño hotel del que hablan estupendamente, yo no he estado en él y no lo conozco. Tenemos que venir un día a ver.
En una de las pocas rectas que hay se pasa por delante de una nave. Es la antigua planta embotelladora del agua de Veri, aún en funciones, que hoy cuenta además con la de El Run. En su cercanía 208
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
había una toma de esta agua de libre acceso a la que venía mucha gente a llenar sus garrafas, ahora está encerrada en una caseta. Mira, esto es Bisaurri, en la iglesia hay un crismón que vamos a entrar a ver.
Bisaurri —Suena a vasco este nombre. —Dice Mascaray que Bisaurri significa algo así como ‘poca agua’. Claro que será en el pueblo donde hay poca, o la poca que haya no es muy buena, aunque había un abrevadero de buen tamaño, y aquí al lado acabamos de pasar por el manantial del agua de Veri. —Si hubieran hecho el pueblo un poco más arriba, se llamaría ‘mucha agua’, y de la buena. No tuvieron buena visión. —El que en todo caso no la tuvo fue el Siñó, que fue un señor feudal local que se instaló aquí. Queda la casa, que es de buen tamaño. A lo mejor el pueblo tuvo que crecer a su alrededor. El que manda, manda, y los demás a templar gaitas. Mira, ahí asoma el porche de la iglesia, junto a ese caserón que lo agobia.
La iglesia nos llega muy modificada sobre su original románica citada ya en 1068; está bien conservada y totalmente repicada. Está dedicada a san Cristóbal, antes a san Pedro. Tiene cabecera recta y capillas a ambos lados y, sobre todo, destaca la alta torre, que ya hace años estaba tan mal que me pidieron unos informes que al final quedaron en nada, hoy está consolidada. En la portada de ingreso con artificio renacentista, hay un sello de piedra en el que figura la fecha de 1592. Es similar a otras de la zona como las de Urmella, Castejón de Sos y Gabás. Mira, encima del arco de embocadura del porche está el crismón. Y debajo, en la clave del arco, otra fecha, 1836, que puede ser la de construcción de este porche. —Esto de los porches viene bien en esta zona, así la gente puede charlar y resguardarse un poco si llueve, fuera de la iglesia donde tendría que estar sin hablar. Yo no recuerdo bien ahora cómo era el crismón de Alaón, pero este se parece más al de Campo. —Bueno, está tallado en piedra blanca, como el de Alaón. El de Alaón en una losita casi cuadrada, este la tiene circular. Fíjate en esa orla tallada con triangulitos a modo de rayos de sol que lo rodea, que dicen que es signo de infinitud; en que aquí como en el de Campo
209 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
aparece la -v-, que en Alaón no está, que la S de abajo, que representa al Espíritu Santo, aquí esta invertida y que la -e- de abajo también está aquí. El fondo de este crismón aún conserva los restos de una pintura que fue roja. El crismón está recolocado aquí, que para nada es su sitio, así que probablemente viene de la iglesia románica. —Mira ese retablito. Hace muchos años me enseñaron en una casa, donde se guardaban bajo una cama, unas tablas pintadas al óleo que me parecieron del siglo xvi. Me dijeron que se iban a llevar a Domingo Subías para que las restaurara. Formaban parte de un retablo dedicado a san Juan Bautista que había en la iglesia, que resultó estar firmado por Joan de Brosin en 1574.38 Hoy se han repuesto allí un total de siete tablas, la más importante dedicada a san Juan Bautista se conserva en el Museo Diocesano de Barbastro. —Pero todo parece un poco inconexo. Como se debió de perder la mazonería que las presentaba, hoy están sobre una tablazón global que no diferencia las calles ni los pisos y da una extraña sensación. —Seguramente alguien guardó las tablas escondidas ante la segura quema que se iba a producir en la Guerra Civil, desapareciendo la mazonería, y al reponerlas se creyó mejor no reconstruirla. —Bueno, lo que importa es que aquí están recuperadas.
Como eran horas buscamos dónde comer algo; había un sitio que estaba en los bajos del ayuntamiento en el que hace poco estuve con Maite. Entonces nos sentamos fuera, bajo una sombrilla y se estaba bien. Resultó que lo habían abierto hacía poco unos argentinos que andaban antes por Laspaúles. Nos llamó la atención que solo hubiera pizzas, y pizza tomamos. Acompañados por la solícita conversación del dueño y de un perro blanco de buen tamaño que se empeñaba en tumbarse a nuestros pies debajo de la mesa. El hijo del dueño, que andaba por allí, lo cogía y se lo llevaba a encerrar en algún sitio que no veíamos, pero el perro erre que erre se escapaba y volvía a su lugar. Así que allí se quedó sin dar ningún mal. Desde Bisaurri, una pista nos llevará a Gabás, pueblecito que se levanta en la parte alta de un barranco que desciende de forma muy pronunciada hacia el comienzo del valle de Benasque y El Run, la Canal del Oso le llaman, aunque no creo que haya habido osos por ella. Gabás es pueblo de poca gente y tiene una sencilla iglesia muy reformada que fue románica, con su torre. Noguero Ibarz (2016: 47-67).
38
210
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Desde Gabás se puede llegar fácilmente a la sierra de Abi. Bueno, subiendo fuertes cuestas. Allí fui hace años con un entonces amigo a ver una ermita —San Juan— situada en la misma cresta de la sierra. Es muy pequeñita y se enmascara tanto con las salientes rocas de esa arista, que hay que estar cerca para reconocerla. Al bajar vimos en el fondo del vallecito un grupo de caballos. Como soy un inconsciente, no se me ocurrió otra cosa que gritarles con los brazos en alto. Con horror, sobre todo por parte de mi acompañante, que gritaba «¡Jodo!, ¡jodo!», vimos que galopaban hacia nosotros. Al ver que él corría —«¡Vamos!, ¡vamos!»—, yo corrí tras él. Era de ver cómo escapábamos valle abajo hasta alejarnos de aquello, saltando entre piedras y arbustos. Lo que debió de pasar es que los caballos interpretarían que les traíamos sal y corrían gozosos a por esta laminería. —Eres un inconsciente peligroso. Eso me pasó a mí estando entre un rebaño de vacas que pastaban, las vacas me rodearon, claro que mucho más pacíficas, con mirada de «Pero, bueno, ¿dónde está la sal?».
Ya de vuelta, al pasar por Gabás mi acompañante se encontró a alguien conocido y emprendió la hebra de una larga conversación. Era lo habitual en él. Esta vez se resolvió con una invitación a tomar algo en la casa de este vecino, asó unas chuletas en el fuego de la chimenea y nos ofreció el habitual y recio vino de la zona. En estas estábamos cuando llegó su hija a la que le contamos lo sucedido. Nos dijo que la otra noche los caballos bajaron al pueblo relinchando, dando coces a las cosas e hicieron alguna trastada. No eran, por tanto, de fiar e hicimos bien en correr. No hace muchos años toda esta zona fue presa de un gran incendio; se va reponiendo bien. Pero aquel día de agosto la preocupación cundió en el valle de Benasque; desde Castejón se veían las llamas. El fuego crecía y era tan indomable que en un momento dado las llamas saltaron desde esta vertiente de la sierra de Abi, salvando el tajo del congosto de Ventamillo, y prendieron en la ladera enfrentada de la sierra de Chía. Luego se supo que el responsable de la dirección de los equipos que luchaban contra el fuego, en un momento dado, se vio tan desbordado por la situación que no sabía qué hacer. Uno de estos equipos, con valor y coraje, tomó las decisiones acertadas y logró controlar el fuego en la zona donde ya creía incontrolable. Menos mal, al final todo quedó apagado y la peligrosa situación se resolvió. 211
Hacia el valle de Benasque
Imagínate que las dos únicas salidas del valle de Benasque, el congosto de Ventamillo y por Bisaurri, quedaran cerradas por las llamas, cosa que pudo suceder si no se lograba controlar el fuego. Y eso en agosto, con el valle lleno de gente, hubiera sido tremendo.
El monasterio de Urmella Camino de Castejón y tras sortear unas cerradas curvas, nada más pasar un estrecho puente que solo permite una única dirección —hay que mirar si no viene nadie— y en la curva de su salida, veremos un cartel rojizo que nos indica la dirección al monasterio de Urmella, es el de los Santos Niños Justo y Pastor de Urmella. De este monasterio, obra lombarda nuevamente abandonada e interrumpida del primer tercio del siglo xi, lo que ya lo hace venerable, solo queda la iglesia abacial muy, muy modificada en los siglos posteriores. Está totalmente abandonada y, como dice mi amigo Fernando Galtier, amante de este tipo de frases: «sumida en la ganga viciosa del tiempo», brillante expresión que resume muy bien lo que hay. Tanto, que la mayor de las decepciones se ofrece al visitante inadvertido que llega hasta aquí, logra entrar y no puede reconocer en ella su verdadero valor; cosa normal, porque no solo hay que entender de ello sino que es preciso advertirlo entre tantas modificaciones, desidia y abandono. Y es que ya hace más de cuarenta años, se dice pronto, que vengo intentando que la Administración responsable de estas cosas venga a recuperar esta iglesia, que es el más antiguo monumento existente en todo el valle de Benasque y en la zona, como San Aventín de Bonansa, y sobre todo Obarra, de las mismas fechas que Urmella. Ni caso. ¿Será cosa de las brujas del Turbón? En los años en que yo conocí Urmella, sobre los años setenta del pasado siglo, al contar a los del valle de Benasque cómo estaba esto, su valor, y que se debía hacer algo, se quedaban perplejos, ni conocían ni situaban esta iglesia; alguno me contestaba: «¡Ah, esa iglesieta!». Total, que pensando, ingenuamente, en que las obras se podían iniciar más o menos pronto, y ante la importante dificultad que representaba el acceso a la iglesia desde Urmella, para los necesarios dumpers, materiales y alguna pequeña camioneta, cuestión que de no facilitarse encarecería notablemente las obras, vi que existía una pista 212 ÍNDICE
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
que desde la carretera accedía hasta la iglesia, pero en un estado que la hacía intransitable. Expuse esta cuestión a Ernesto Durán, entonces párroco de Castejón de Sos de quien dependía Urmella en lo parroquial, y Ernesto, no sé cómo lo consiguió, logró que esa pista se acondicionara. Para nada ha servido, no solo porque la recuperación de la iglesia no llega, sino porque está cerrada y privatizado su acceso para un grupito de casitas que se han construido con el tiempo justo en el lugar al que yo quería acceder junto a la iglesia. No pocas veces mientras trabajaba allí en soledad documentando y estudiando la iglesia, con la puerta abierta, algunos sudorosos y jadeantes visitantes entraban. La última cuesta desde Urmella hasta la iglesia, aunque es corta, es de bigotes. Tras los saludos de rigor, yo escuchaba sus comentarios de decepción: ¿para esto hemos subido hasta aquí, no nos habían dicho que merecía mucho la pena? Parece que mis continuas prédicas sobre Urmella al menos la habían hecho famosa en el valle, aunque siguieran sin conocerla porque de hacerlo no recomendarían su visita. Claro, yo me veía en la obligación de explicarles brevemente la historia y la importancia de lo que aquí había.
Urmella. Embocadura de las tumbas carlistas encontradas.
213
Hacia el valle de Benasque
Su respuesta entonces era de indignación por este lamentable estado de abandono, dándome efusivamente las gracias y deseando que pronto pudiera acometer las obras de recuperación, algún amigo he hecho con estas situaciones. —Es que cuestas como esta no las he tenido que subir hace años, especialmente el último repecho. Subir hasta aquí de vez en cuando, vaya y pase, pero venir con frecuencia… ¿Cómo hacías cuando tenías que venir aquí? Porque hacen falta ganas… —Bueno, al principio yo era más joven y la ilusión podía con todo. Cuando hicimos hace pocos años el apuntalamiento que ahora ves, me las arreglaba para que me subieran. Me han subido hasta en la pala de un dumper, entre ladrillos y sacos de cal. No sé por qué mantengo este interés, hay que subir desde Zaragoza, llegar a Urmella y superar esa cuesta del diablo. Urmella es para mí y para mi amigo Fernando Galtier una tarea por cumplir; ya en un tiempo en que los dos andamos con edad provecta y en que, si acaso alguien se decidiera, nos iba a coger algo cansinos. Perfectamente conocedores de lo que hay que hacer, pero cansados ya de tanta batalla perdida. Así que hace ya ocho años, por si acaso a alguien no enterado a quien se le pudiera confiar la recuperación de Urmella le pudiera servir, publicamos un librito,39 en el que se explican todas las difíciles cuestiones que aquí se dan, su historia y un avance del posible proceso de obras a seguir. Mira, en este prau de enfrente ya hace años descubrí unas tumbas, la tierra se había deslavado y asomaban embocaduras de fosas abiertas en la ladera. Al principio llegué a pensar que había encontrado el cementerio de los monjes. Llamé a los Servicios del Gobierno de Aragón y subieron algunos arqueólogos a ver qué había aquí. La cosa concluyó en que eran enterramientos de las guerras carlistas y todo se quedó más o menos como lo encontré: una decepción más.
Hoy no merece la pena subir hasta Urmella a ver esta iglesia, que además está cerrada y que, si consigues la llave, una de aquellas grandes llaves de hierro que se guarda en Castejón, no hay forma de abrir si no es por casualidad y tras mucho trastear con ella. Tantas veces he pedido que pongan una cerradura que se abra con normalidad… el abandono llega incluso a estas cosas tan menudas. Porque la gente
Benedicto Salas y Galtier Martí (2011).
39
214
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
sube hasta aquí a verla y después de llegar no puede entrar, con el consiguiente cabreo. Tengo que decir que en su interior no se conserva nada digno de ser robado.
Urmella. Estado actual de la planta. (Dibujo: Fernando Galtier Martí y Roberto Benedicto Salas)
La actual entrada a la iglesia se produce por un atrio abierto en el cuerpo bajo de una torre muy posterior, que implicó la demolición del ábside central del que nada sabemos; sus arranques tienen que conservarse en el subsuelo. Una puerta de carácter renacentista da paso al interior. Sobreviven los ábsides laterales, hechos un desastre, pero que en su inicio aún conservan los restos de las lesenas originales lombardas interrumpidas y el aparejo de sillarejo lombardo. —Desde luego es penoso el estado en que está todo y tan oscuro, no me extraña que la gente no pueda distinguir el valor de lo que hay aquí, yo casi no lo veo, a parte de esas bóvedas de arista que imagino serán originales. —Si los maestros lombardos, tan inquietos, la hubieran terminado, tendríamos una iglesia abacial similar a la de Obarra, más pequeñita. Pero como los lombardos abandonaron las obras otra vez
215
Hacia el valle de Benasque
más, la dejaron con su nave norte terminada, los ábsides norte y sur apenas iniciados y con un atrio en el primer tramo de los pies de la nave central cubierto por bóveda de arista sobre pilares de triple articulación, sobre el que se iniciaron e interrumpieron apenas empezadas las obras de una relativamente amplia tribuna que iba a estar abierta a la nave. Este atrio con el inicio de su tribuna es el más antiguo conocido en el románico de todo el Pirineo. El que se conserva en Siresa aún se discute cronológicamente, pero ahí está también. Ni esta circunstancia de tanto valor mueve a nadie. Cuando escribo estas líneas, las fábricas sobre él están a punto de caer y destrozarlo, sin que mis repetidas advertencias muevan a nadie, ni de aquí, ni de fuera de aquí. Cualquier día veré en el periódico que todo esto ha caído.
Después de la marcha de los maestros lombardos, la iglesia fue terminada en pocos años más por los monjes de San Victorián, a quienes, como he dicho, se les confió el control religioso sobre toda la Ribagorza y a los que pasó Urmella como priorato dependiente. Fueron maestros locales los que rápidamente, con chapucería y sin
Urmella. Nave norte lombarda. Véanse las bóvedas de arista y la pilastra de articulación triple.
216
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
ningún arte, terminaron las obras, con muy torpes bóvedas y obra sin relieve. Logrando, eso sí, cobijar el culto y a los monjes. Las noticias sobre Urmella casi desaparecen y hay que esperar al siglo xviii para que aquí se produzca una reorientación de la cabecera de la iglesia, una más de tantas que se realizaron en aquellos años, conformando una nueva cabecera a los pies de la iglesia románica con muros que segregaron el atrio y los dos tramos occidentales de las naves laterales. Esa reorientación implicó establecer una nueva direccionalidad al eje en la iglesia, con la apertura de una nueva puerta en el lugar en que estuvo el ábside central. Pero aquí la cota de acceso estaba 1,40 metros más alta que el pavimento original románico, por lo que este se recreció hasta ese nivel, cegando el acceso por la puerta románica original que aún existe cegada en el muro sur de la iglesia. A esto siguió la construcción de una torre para campanas delante de la puerta, con un atrio en su planta baja; la disposición de un exiguo y apretado coro sobre este atrio, dentro del cuerpo de la torre y abierto a la nave; y así, reforma tras reforma, seguidas por el abandono y el olvido, nos conducen a aquello de la ganga viciosa. En los meses finales de 2007, y ante la posibilidad de que el Departamento de Cultura de nuestra Diputación General dispusiera de algún remanente presupuestario al final del ejercicio, llamé a Vicente Domingo, un eficaz y capacitado jefe de ese Servicio, amable y respetuoso con todo y con todos, para exponer otra vez esta situación. Sin ningún problema dispuso 30 000 euros para esto y los empleé en apuntalar interiormente la bóveda de la iglesia, la zona bajo la torre, retirar su chapitel ya a punto de caer —se deshacía entre las manos de los operarios al retirarlo— y colocar otro absolutamente provisional. Nada se pudo hacer en la zona segregada de los pies, que como contaré está ocupada por los vecinos de la casa adosada. —Desde luego que el apuntalamiento es perfecto, has puesto hasta la cimbra de la bóveda para poder trabajar sobre las grietas. Es impecable y parece de una innegable solidez. —Bueno, pienso que al ver que esto va a aguantar decenios, las cosas se han enfriado más. Claro que la gente de Urmella no tiene iglesia hace muchos años; han preparado un localito en su lugar. Y como son muy pocos no tienen fuerza para lograr que se arregle la iglesia.
217
Hacia el valle de Benasque
Urmella. Arco lombardo cegado que separa el atrio lombardo de la nave central. Nótese encima la rasante del suelo y el inicio de la jamba derecha de la tribuna interrumpida.
—Pero no veo el atrio lombardo de que hablas; sí que se ven los muros que hicieron para conformar la nueva cabecera en los pies de la iglesia, parece que han estado ahí toda la vida. —Fíjate en ese arco embutido en la base del muro, el recrecido del pavimento solo deja asomar el arco, sus jambas están por debajo de ese nivel, el atrio está detrás. Y mira cómo encima se nota la rasante del suelo de la tribuna y un comienzo de la jamba derecha del vano que se iba a abrir hacia la nave, iba a ser una tribuna abierta a la nave, pero con lo demás quedó interrumpida. Ese arco, que es inequívocamente lombardo, es el mejor de todos los que nos llegan en el románico lombardo del Pirineo aragonés. Toda esta zona tiene una importancia arqueológica e histórica fundamental. Además, ya has notado las bóvedas de arista que cubren la nave norte, que es la nave norte lombarda original, sus dos primeros tramos están englobados por los muros de esta cabecera reorientada. —¿Y esos capiteles? Parecen antiguos. —Y lo son. Son lombardos, aunque ahora el revoco deforma su imagen original, son de esos llamados no sé por qué otonianos.
218
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Urmella. Nave norte lombarda. Semicolumna con capitel lombardo enjalbegado.
Pero, como he mencionado, el atrio, toda la parte de los pies de la iglesia y su zona superior están hoy ocupados por la propiedad vecina, que compró y ocupa ya hace muchos años la casa abadía adyacente; y que hace suyo todo esto para qué; porque el atrio oficia de bodega para tener frescas algunas cosas, y los pisos superiores con sus forjados en manos de Dios, y para los ateos en las de la Divina Providencia, están colmados de enseres y muebles abandonados que pesan lo suyo, a punto de caer y arrastrar con ellos esta parte de la iglesia. —Pero, si esto sucede, parte de toda esta zona puede caer encima de la casa de esos vecinos. ¿No están preocupados? —No lo parece, insisten en que eso es suyo y en mantener cerrados todos los accesos a esta parte de la iglesia. Y el riesgo de derrumbe es muy elevado. Lo he repetido a todos los que me han querido oír e incluso a los que no. Pero todo sigue igual. Como anécdota que refleja bien la situación aquí existente, te diré que, en el transcurso de esas
219
Hacia el valle de Benasque
obras de apuntalamiento, se tuvo que demoler el altar, no era sino mampostería reciente sin ningún valor que se empotraba en el muro que cegaba la embocadura desde la nave central al atrio lombardo. Como ese muro quedó afectado, se demolió, quedando a la vista el interior del atrio. Yo no lo había vuelto a ver desde los años setenta, cuando era establo para cochinos, con espesas y tremendas telarañas. La cuestión es que el muro de marras se logró demoler en mi presencia no de forma completa, cuando era ya la última hora de la tarde de un viernes y los operarios debían de volver a sus casas. Quedé en volver al lunes siguiente, pero cuando salía de Zaragoza me llamó el constructor para decirme que no subiera, que el hueco abierto había sido cegado durante el fin de semana con una pared de ladrillo que no se atrevía a tirar. ¿Cómo es posible que toda esta zona de la iglesia, tan cargada de historia e importancia arquitectónica, permanezca así ante la inacción general? Ya ven.
Vicente Domingo se había interesado en Urmella y quería seguir con ella en siguientes ejercicios. Yo casi no lo creía. Pero era necesario ocupar la dichosa zona del atrio porque es lo primero que hay que asegurar, y los vecinos opusieron tal resistencia que esa cuestión sigue sin resolverse; las gestiones llevaron unos meses, justo los que Vicente tardó en irse del departamento a otro destino, hasta hoy. En que ni siquiera el razonable desalojo de esa zona se quiere iniciar. No quiero abandonar Urmella sin contar lo siguiente. La guerra de la Independencia, las sucesivas supresiones de las órdenes religiosas en 1808 y 1809 y las subsiguientes desamortizaciones fueron golpes demoledores para lo que de San Victorián y el priorato de Urmella quedaba. Así, en 1807 Urmella dejó de ser priorato de San Victorián y pasó a ser una simple parroquia. Todavía, hacia 1844, los pocos monjes supervivientes en San Victorián perdieron a su último abad, fray José González. Pero en 1825 había ingresado como novicio fray Antonio Bergua, que iba a ser el último monje y vicario capitular de San Victorián y fundamental defensor, desde Urmella, de los pocos restos y derechos del mismo. Es Ambrosio Sanz quien recoge estos hechos y los que a continuación extracto.40
Sanz (1955: 223 y ss.). En ellas se describen los principales acontecimientos acaecidos en San Victorián y Urmella hasta después de la Guerra Civil.
40
220
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera
Las condiciones impropias para la vida monástica hicieron que los pocos monjes de San Victorián que quedaban se dispersaran en su mayor parte, siendo acogidos en las parroquias de dicho monasterio. Antonio Bergua se exclaustró en Urmella donde le sorprendió la muerte de fray José González, y desde allí consiguió en 1849 ser nombrado vicario capitular del agonizante abadiado de San Victorián; lo que le otorgaba la máxima autoridad y representación del mismo, aunque los monjes a su cargo fueran tan solo cinco y sobrevivieran dispersos. Así, de forma imprevisible, Urmella se erigió en el lugar de gobierno de tan venido a menos patrimonio «[…] en plena selva y a la sombra del pico Gallinero, lejos de todo tránsito y comunicación […] pero estaban al menos a cubierto de las razzias revolucionarias […]». Fray Antonio, hombre enérgico y de acción, no tenía una formación adecuada, teniendo que atender complejos asuntos, incluso la resolución de los numerosos conflictos con el obispado de Barbastro que pretendía la anexión de todo ese patrimonio restante. Así, se vio en la necesidad de recabar ayuda para todo ello, encontrándola en Vicente Solano, un sacerdote culto y de sólida formación canónica que ha pasado a la historia local con el apelativo de el cura de Grustán. Desde aquel año de 1849, Vicente Solano se convirtió en asesor fiel de fray Antonio y en firme defensor de los bienes y derechos del abadiado. Ambos, desde Urmella, prosiguieron en esa tarea enfrentando soledades y dificultades, hasta que en 1853 falleció don Vicente y en 1854 fray Antonio, que entonces era ya el último monje de San Victorián. Una patética y tenaz lucha que hoy debería ser mejor reconocida y no olvidada como lo está. En muy poco tiempo los restos del abadiado de San Victorián y con él Urmella, pasaron definitivamente a la jurisdicción y pleno dominio de la diócesis de Barbastro. La ruina se cernió progresivamente sobre los edificios de San Victorián y Urmella. —Oye, con lo que nos ha costado subir esta cuesta, hay que ver lo agradable que es bajarla, y con el agua rumorosa que va por el margen de la cuesta.
Marchemos hacia Castejón de Sos, dejando de lado la pista que conduce a Arasán. Volveremos cuando recorramos el camino del Solano. Ya en la carretera, muy pronto veremos un desvío que lleva a 221
Hacia el valle de Benasque
Liri, junto a una antigua y superviviente serrería, es uno de los dos accesos a la pista del Solano que ahora dejaremos atrás. Tras una cerrada curva embocaremos una larga recta que nos lleva directamente a Castejón de Sos, entrando en lo que fue El Ral o El Real, que no es hoy sino la carretera que atraviesa Castejón y a cuyos lados crece la población. Y cómo ha crecido desde que lo conocí por primera vez.
222
El valle de Benasque
Ă?NDICE
AL PARQUE NATURAL DE POSETS-MALADETA BENASQUE
CERLER ERISTE
ANCILES
A L’AMPRIU
GUAYENTE SAHÚN AL PUERTO DE GISTAÍN ERESUÉ SESUÉ VILLANOVA
RAMASTUÉ
SOS
LIRI ARASÁN
CHÍA URMELLA
EL RUN
CASTEJÓN DE SOS A LASPAÚLES
A GRAUS
Mapa 4.
Castejón de Sos Es la primera población que encontramos en el valle; es un lugar antiguo, aunque hoy no lo parezca. Tuvo una iglesia dedicada a san Sebastián y un castillo ya totalmente desaparecido hacia los años 964979/1003, según nos citan en sus estudios Ramon d’Abadal y Martín Duque,41 lo que acredita la existencia aquí de una muy antigua población. Nada sabemos sobre la iglesia ni de su emplazamiento, solo cabe sospechar que estuviera bajo la posterior iglesia vieja de Castejón, por aquello de que se solía construir sobre lugar sagrado. Tampoco sabría identificar el lugar donde ese castillo se emplazaba. Castejón está en una zona llana del comienzo del valle y solo tiene en su flanco occidental un pequeño promontorio elevado inmediatamente anexo a la población que ofrece un lugar de relativa posibilidad de haberlo albergado, hoy conocido como Montisiello que cuenta con una pequeña ermita. Pero este lugar forma parte de una ladera que se eleva por encima de él desde la que sería fácilmente dominable. En los primeros años del siglo xi, el actual valle de Benasque es citado en la documentación con el nombre de Valle Sositana.42 Comprendía tres territorios: el territorio Cerle 43 (Cerler, ¿1015-1019?); el territorio Benaschum44 (Benasque, ¿1015?) o territoriu Benascu45 (1015¿1019?); y el territorium de Villanova.46 Galtier Martí (1981: 75 y 321). Abadal y de Vinyals (2007: 24-25); Galtier Martí (1981: 148-149) y (1979, I: 69). 43 Martín Duque (1965: doc 57, p. 57). 44 Ibidem: doc 23, pp. 26-27, y AHN, Códice 1239 (47). 45 Martín Duque (1965: doc 58, pp. 57-58). 46 Galtier Martí (1981: 148). 41
42
227 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
No sé explicar de dónde procede el nombre que define con esta denominación global altomedieval al valle de Benasque como Valle Sositana, es algo extraño, ya que ninguna de las partes en que se dividió territorialmente tiene este nombre. Y además la zona donde se levanta Castejón de Sos se integra con la de Villanova, que en cambio sí ostentaba la titularidad de esta parte del valle. ¿Proviene esa denominación de Castejón de Sos? Por otra parte, está Sos, en el Solano, aldea que dentro de este territorio de Villanova y cercana a Castejón, tuvo un castillo en una peña emergente y aislada que domina el valle y del que apenas quedan los mínimos restos que delimitan su recinto amurallado y en ese recinto una iglesia del siglo xii con los mínimos restos de una pequeña iglesia de comienzos del siglo xi, que denuncian un castillo de cierta entidad. Aunque hay que considerar que estando tanto Castejón de Sos como Sos, en el territorium de Villanova, esta parte del valle no lleva su nombre. En fin, una cuestión que queda para la investigación. El espacio comprendido por el territorium de Villanova estaba delimitado por el actual congosto de Ventamillo y la sierra de Chía al sur, de modo que el estrechamiento del valle que define al este la peña de Castellazo lo separaba del territorio de Benasque. Las laderas del Solano eran su límite norte, incluyendo Urmella. No conocemos dónde terminaba este territorio en su conexión con las tierras de la Super Aras altomedieval, que se extendían desde la actual Bisaurri hasta el río Noguera Ribagorzana. Situados en El Ral, veremos emerger al fondo el pico del Posets, antes con su glaciar pleno de nieve que hoy ha perdido en su totalidad. A la derecha el Solano, con sus pueblecitos salpicando las faldas del pico Gallinero que señorea poderoso esta zona del valle. A la izquierda está la Serreta, que es una sierra más baja que se adelanta a la más poderosa sierra de Chía que se alza detrás de ella. Las laderas de los montes cierran el valle detrás de nosotros, hacia Bisaurri y Urmella, por un lado, y, por el otro, hacia Gabás, la Canal del Oso y el congosto de Ventamillo, que cierran el valle. Desde Castejón y hacia el fondo del valle todo son praus delimitados por chopos, algunos robles, álamos y deliciosos caminos para pasear a la caída de la tarde de cualquier día del verano. El río Ésera discurre cerca ya de la Serreta, dando algún susto que otro con sus crecidas, de las que afortunadamente está alejado Castejón. Aunque siendo esto una amenaza 228
El valle de Benasque
periódica, la mayor inundación que yo recuerdo no venía del río sino del barranco de Liri que desciende del Solano y que convirtió El Ral en su natural continuación, con buen susto de los vecinos. Castejón es hoy lugar de afluencia de un importante turismo que antes era casi todo de carácter familiar; con una buena oferta hostelera y de servicios y con un relativo mejor clima que en Benasque, donde es más frecuente que las nubes se cierren. Hoy Castejón ofrece a los aficionados al parapente y otros arriesgados vuelos similares, que aquí afluyen masivamente, una extraordinaria y bien organizada oferta con convocatorias internacionales. Y, entre otras cosas, unas acreditadas jornadas sobre periodismo internacional con importante afluencia. Lo normal es que si el tiempo acompaña podamos ver varios parapentistas surcando su cielo. Ya estábamos algo cansados y decidimos buscar alojamiento en Castejón; aquí había lugares propicios para ello y para poder cenar en condiciones. Mientras me duchaba recordé tantas cosas sobre tantos años pasados en Castejón… He pasado muchos años veraneando en Castejón, con Maite, nuestra hija Clara y la madre de Maite. Naturalmente, los recuerdos se me agolpan, mucho podría contar, pero no debo extenderme. Diré que desde aquellos años aún hay cosas que permanecen y otras no, pero que conservo en el recuerdo. Casa Prujente, se decía en plan de broma: «¿Adónde va la gente?… A casa Prujente», una a modo de tienda-almacén en que casi se podía encontrar de todo y de la que conservo varios paraguas de pastor, rotundos y verdaderamente protectores de la lluvia, que además me han servido en alguna ocasión de poderosa arma defensiva. Sigue ahí el estanco en el que paró el autobús que me llevó a Castejón por primera vez; es lugar de obligada concurrencia para comprar periódicos, tabaco y revistas. Un pequeño supermercado adyacente al estanco ha cerrado ya. En estos lugares, además de ir a comprar, se iba a alparcear con los clientes que acudían y a enterarse de las cosas que pasaban a uno u otro del pueblo o a los ocasionales veraneantes, y se salía bien informado de las cosas de actualidad. Nada más entrar en el pueblo desde Bisaurri, junto a la carretera, estaba el hotel Alto Aragón, que ya ha desaparecido dejando lugar a unas casas de apartamentos. Tenía delante una pequeña terracita con dos crecidos y notables árboles que daban una acogedora som229
Hacia el valle de Benasque
bra bajo la que me sentaba a leer y tomar algo; la carretera entonces apenas estaba transitada y el lugar me era grato. El dueño del hotel, siempre amable conmigo pese a que se le atribuía un fuerte genio, se acercaba a charlar y me traía algo para picar. Era de ver cuando, estando en esto, alguien le requería para cosas del hotel: a la tercera o cuarta llamada se levantaba refunfuñando y muy molesto por tener que atender a algún cliente o lo que fuera. Yo creo que cuando le compraron el hotel para eso de los apartamentos le dieron la alegría de su vida. Ya podía hacer lo que le viniera en gana, sin que nadie le molestara para atender a nada ni a nadie. Recuerdo a Toñet, uno de los últimos criados sobrevivientes de casa Larriba, de la que descendía el padre de Maite. Toñet era pequeño, enjuto, corvado ya de espalda, con rostro arrugado y enrojecido por el sol y el frío, con negra boina que parecía ser parte consustancial de su cabeza. Se apoyaba en una gancha espectacular que parecía arma defensiva contra los osos. Tenía voz aguda, de pito, con la que siempre se dirigía cariñosamente a saludar a Maite. También estaba en los primeros años don Ramón, el párroco más antiguo que allí he conocido, siempre con sotana y alzacuellos. Era un cura de los de antes, buen hombre, pero severo y vigilante de la disciplina de sus fieles tal como él la entendía. Hoy son sacerdotes más jóvenes, de Polonia, Japón o sudamericanos, los que atienden la parroquia, y menos mal que están… En fin, recordaba estas cosas cotidianas con la nostalgia de los años pasados. Castejón, ya me perdonarán sus vecinos, no conserva edificios que visitar, la mayor parte de su caserío es nuevo o con alguna casa vieja arreglada con aires más de hoy. Una parte del antiguo casco conserva algunas casas de interés, pero nada más. Es su carácter de centro comarcal, toda esa afluencia de gentes, su hostelería, sus servicios y la gran actividad del parapente su soporte económico y lo que le da prestancia. Que dure. No vaya a ser que alguien quiera prohibirlo porque esos vuelos perturban a los buitres o a otras aves del lugar. En esto estaba cuando Bernardo llamó a la puerta: —Te espero abajo, no tardes, vamos a cenar y dar un paseo por el pueblo. —No sé si esta iglesia es un buen o un mal recuerdo para mí —al fondo de una corta calle sin salida se veía la fachada de la iglesia vieja
230
El valle de Benasque
de Castejón con su torre—; es uno de los rincones más agradables del pueblo que se ha conservado bien y sin alteraciones. —Es pintoresco este rincón. ¿Pero qué te pasa con esta iglesia? —Pues fue cosa poco agradable. Un día entré en la iglesia que ya estaba abandonada hace años y vi primero mucha luz, lo que era inusual, y luego un notable agujero en la bóveda; había caído y el escombro y los maderos de la cubierta enronaban parcialmente una furgoneta que aquí se había guardado, su techo era un amasijo casi plano por lo que le había caído encima. Precisamente, la bóveda cayó sobre donde estaba. Quedé un momento desconcertado y enseguida comencé a hacer fotos, sin poder evitar un sentimiento de ya lo había dicho yo. Hacía tiempo que avisaba a Teodoro, entonces párroco de Castejón, de que esa bóveda se caía ya.
Castejón de Sos. Iglesia antigua de San Sebastián. Acceso y ruina de la bóveda.
—¿Tan claro estaba? Bueno, tú tienes costumbre de estas cosas. Yo si veo grietas ya llamo a rebato, tienen muy mala leche. —Hombre, no todas, pero cuando en la clave de una bóveda de medio cañón aparece una grieta corrida, que se llama coloquialmente de pico de cuervo, porque se abre en -v- invertida y tiene sus labios notablemente abiertos, la bóveda está en manos de Dios y ya lo he
231
Hacia el valle de Benasque
dicho, para los ateos en las de la Divina Providencia. Y aquí era notoria. Así que la bóveda fue honrada y se cayó, no me dejó en mal lugar, no podía hacer otra cosa. Inmediatamente pasé a la abadía al lado de la iglesia a decirle a Teodoro lo que había pasado. No se había enterado. Llamé al secretario del Ayuntamiento, tampoco sabía nada. No oyó nadie ni el tremendo golpetazo que produciría esa caída, ni notó el polvo ni nada. Nadie sabía cuánto tiempo había pasado con la bóveda en el suelo. —Pues ya es triste que acabara así esta vieja iglesia, en soledad, abandono y silencio.
Fue la iglesia de Castejón hasta el siglo pasado en que se construyó otra nueva y moderna, más nueva que moderna. Su construcción viene de los años 1665-1670 y en ella se celebraron durante siglos todas las ceremonias del pueblo, bodas, bautizos, funerales; estaban las capillas de algunas de las más importantes casas del pueblo y aun una de Roda de Isábena y algunos enterramientos, aunque hay aún un cementerio al lado. Pero lo malo no fue esto, con serlo. Aunque afortunadamente para mí, en mis trabajos sobre el patrimonio de toda la zona, había estudiado, fotografiado y levantado planos de planta de esta iglesia. Menos mal, porque hoy ya no es como era. Era una iglesia tardía de una nave con capillas abiertas en sus flancos y la torre. Ricardo del Arco nos cuenta que «[…] Se han encontrado cuatro tablas pintadas, del siglo xvi, con la Epifanía, Jesús camino del Calvario, San José y San Antonio, y una buena escultura de la Virgen con el niño, policromada, del mismo siglo y un metro de altura […]».47 Debieron de proceder de esta iglesia. Pasado un tiempo, Ernesto Durán, entonces párroco del pueblo, me dijo con gesto serio y de reflexión: «Oye, Roberto…». Cuando Ernesto comenzaba así una frase, era señal inequívoca de que quería decir algo importante que le preocupaba. Me pedía opinión sobre qué había pensado sobre que el obispado, que mostraba su acuerdo, cediera la iglesia al Ayuntamiento para que la recuperara y dispusiera de ella para algo útil. Yo le dije que era una buena idea, pero que en el documento de cesión se hiciera constar que el nuevo uso al que se destinara la iglesia fuera acorde y respetuoso con su significación. Le pareció bien lo que le dije, y comenzó ese proceso. Arco Garay (1942: 274).
47
232
El valle de Benasque
—Ya veo por dónde vas, porque lo que hasta ahora cuentas no es nada malo, o por lo menos anormal, el abandono de estas cosas solo puede traer la ruina. —La cosa fue que, al poco, me entero por la prensa de que la iglesia de Castejón de Sos va a ser un polideportivo. —¿Un polideportivo?… Pero si al dar una carrerita corta aquí dentro uno se sale de la iglesia… ¿Cómo se va a jugar, pongamos que a baloncesto, con tan baja altura? ¿No hubo protestas? —Pues que yo sepa no, ya ves. En fin, que me pareció un despropósito y publiqué en la revista local Guayente un indignado artículo al respecto. No conseguí nada, salvo la enemiga del alcalde y de su grupo, promotores de ese reaprovechamiento, que, por otra parte, ya tenía de antes por estar en Guayente y ser un fascista. Ya sabes lo que pasa, que no querían saber de Guayente pero leían su revista. Ahí está eso, que yo no he querido ver nunca, aunque creo que ahora sirve para campeonatos de guiñote y cuestiones similares, al menos más razonables. —Pero eso te pasa por no saber callarte y olvidarte de que estas cosas que tú y yo comprendemos perfectamente no le interesan a la gente en general. ¿No te acuerdas de aquello de Machado, que tantas veces hemos repetido?: «Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va». —Venga, que te pones muy literario. Tú tampoco te hubieras aguantado. Vamos para abajo. —Oye, esta tapia es bastante original, con esas curvas, y la casa que se ve al fondo no debe de ser mala casa, el césped está bastante cuidado. —Es casa Larriba. De esta casa era el padre de Maite, ahora es de los hijos de la casa que son primos de Maite, y sí, era una de las casas importantes del valle. Yo conocí a los padres. El amo, como entonces se decía, era don José Subirá, hermano del padre de Maite, que se quedó aquí después de la guerra y fue el único médico de la zona desde aquellos años hasta hace poco tiempo en que se jubiló, ya ha fallecido. Un hombre delgado y alto, siempre con traje, de porte elegante y muy de Castejón. ¿Te acuerdas de aquello que se decía sobre que en un pueblo mandaban el médico, el cura y el maestro? Pues así era aquí en los años posteriores a la guerra. Aún queda gente que recuerda con cariño a don José, iba a los pueblos para atender a los enfermos con una mula que en invierno tenía que andar entre la nieve, hasta que llegó el coche y le llevaban y traían, nunca quiso tener
233
Hacia el valle de Benasque
uno. Pero vamos a sentarnos en esa terracita y a tomar algo, que te voy a contar una historia que te va a gustar. —De esta casa era la querida tía Carmen, que lo era de Maite, pero todos la llamábamos así. Carmen era hermana del padre de Maite y durante los años de la Guerra Civil quedó sola en la casa cuidando del padre ya de avanzada edad. Era una mujer de recio temple y firme carácter, que ante las frecuentes y amenazadoras visitas de los milicianos a esa casa, que como te he dicho era una de las importantes del valle, resolvía la cuestión con un «Venga, que tenéis cara de cansados, os voy a hacer unos buenos huevos fritos con tocino que os van a gustar», y con eso aquietaba el peligro que esas visitas podían tener. Cuando nos lo contaba yo pensaba que posiblemente eso incrementó las visitas de los milicianos. En los primeros meses de la guerra, Carmen, que guardaba en casa hostias consagradas, las llevaba por el valle, como si nada, a los curas que aún andaban escondidos por estos pueblecitos. Eso era valor, temple y profundo espíritu religioso. Siempre lo tuvo. —¿Sabes que recuerdo que mis padres me contaron eso alguna vez? A lo mejor se conocieron, mira tú qué cosas.
Acabada la guerra y fallecido el padre, ingresó como monja de clausura carmelita. Su consagración fue en Tordesillas y a ese acto naturalmente acudió la familia. Maite era una niña entonces y sus padres la vistieron de monjita carmelita, debió de ser algo estupendo. Es de imaginar la ternura que eso despertó entre las monjas, con el cristiano orgullo de su tía Carmen. Más tarde la trasladaron al convento de Huesca, donde yo la conocí. Ese convento estaba en el centro de Huesca, en la plaza de Navarra, ahora está en las afueras porque su solar era apetecido para construir viviendas y las monjitas tuvieron que marchar. En las repetidas visitas que le hacíamos desde Zaragoza, con Josefina, la madre de Maite, en las que Carmen siempre le decía a Maite que era su sobrina preferida —lo de Tordesillas no lo olvidó nunca—, llevábamos grandes cajas con frutas, pasteles y cosas así, para que no cupieran en el torno y tuviera que abrirse la puerta de la clausura a la que salían Carmen y la abadesa. Era la única manera de abrazarla y darle un beso. Mientras la abadesa, más por cumplir que por otra cosa, vigilaba que ninguno de nuestros pies traspasara el umbral de la puerta y hollara la clausura. Los últimos años de Carmen, con un serio alzhéimer, la tornaron a los años de su infancia y era una niña. A mí me decía que tuviera mucho cuidado 234
El valle de Benasque
por la carretera; no por lo que era evidente, sino porque me creía el chófer de Maite. Creo que fue afortunado el que sus últimos años de vida en ese estado los pasara rodeada de la atención y el cariño de las monjitas del convento. ¿Quién mejor que ellas para cuidarla? —Pues sí, es una hermosa historia, y ejemplar. Tratar así a los milicianos que seguro no iban con buenas intenciones a esa casa, correr el riesgo y tener la piedad de llevar el Santísimo a esos pobres curas que debían de estar tan asustados, sin saber qué hacer… Tu tía Carmen tenía que acabar en monja. —Quiero contarte otra cosa. En un extremo del pueblo, hacia el Solano, había un árbol de gran porte, tanto que contaba con protección legal como un extraordinario ejemplar de la zona, un caixigo, que es como aquí se llama al roble. Antonio Subirá, hijo de casa Larriba y primo de Maite, que había nacido aquí, querido por todos, y que se sentía muy de Castejón, tenía una gran predilección por ese árbol, incluso cariño, en la medida en que puede hacer sentir un árbol. Te diré que a los pocos días de que Antonio falleciera, hace pocos años, ese caixigo no pudo aguantar más, ya enfermo, se desarraigó y cayó. Ahora su tronco caído con las raíces al aire está sobre la hierba, han recortado sus importantes ramas que habrán servido para arder en alguna chimenea. El formidable tronco sigue ahí, sobre la hierba. Se pensó en colocarlo enhiesto en algún lugar visible del pueblo. Pero entre unas y otras cosas eso no cuajó. Hubiera estado bien. ¿Qué te parece? —Sobrecogedor, qué cosas pasan. ¿Y ese edificio que hay enfrente con esa cristalera oscura?… Parece raro por aquí. ¿O es que ha pasado algún arquitecto posmoderno? —Es el ayuntamiento, lo arreglaron así hace ya algunos años.
Fue en este ayuntamiento, hace ya muchos años, donde a instancias mías y de Guayente pudimos reunir a los entonces tres diputados provinciales de la zona: Pepe Marión, por Alianza Popular; Marcelino Iglesias y Miguel Méndez, entonces también alcalde de Castejón y ambos por el grupo socialista; a don Manuel Iglesias, que era delegado del Patrimonio de la diócesis de Barbastro, y a aquel amigo que corría conmigo por la sierra de Abi para escapar de los caballos. Pretendía lograr de ellos algún tipo de acuerdo y poder comenzar a restaurar las iglesias del valle que estaban en un estado de abandono total. Todo parecía ir bien, hasta que a Marcelino se le ocurrió que era imposible que un Ayuntamiento colaborara económicamen235
Hacia el valle de Benasque
te aportando dinero para obras en otro municipio. Bueno, objetaba yo, siempre podía aprobarse un razonable plan de intervenciones que soslayase eso, distribuyéndolas adecuadamente. Todos tenían suficiente autoridad para, al menos, apoyar un plan de acción así y las cosas estarían en su momento, pero era urgente comenzarlas. Méndez apoyó fervientemente la objeción de Marcelino y todo se fue diluyendo. No hubo más, nada se logró. Al salir, Pepe me apartó un poco y me dijo: «No sé cómo lo has hecho, pero esta es la primera vez que nos reunimos los tres diputados del valle fuera de la Diputación en todo lo que llevamos de legislatura». Ya se ve que poco había que hacer, en esos años el patrimonio no era objeto aún de preocupación política, como más tarde lo fue. —Vamos a ir a la fonda Plaza. Recuerdo con tanta nostalgia los platos de judías verdes, col de hoja, coliflor y la lechuga que servían allí, riquísimos.
Allí fuimos, al entrar me reconoció la dueña que nos enseñó todo; era un hostal muy agradable y tranquilo, pero no había restaurante. Nos dijo que estaba sola para atender todo y que no podía mantener un restaurante abierto. —Tus nostalgias son ya irrecuperables, vamos a otro sitio.
Cenamos bien, un recau, que es un potaje local de antigua tradición en el valle, calentito y muy rico. Bernardo quiso tomar chiretas, otro plato local a base de tripas de cordero fritas y enrolladas. —Te van a sentar mal, en lo que llevamos de viaje no hemos cuidado nada lo que tomamos y no estamos para estas cosas. Yo no he probado nunca eso, me dan asco. ¿Cómo puedes tomártelas? —Bien ricas que están. Me has hablado de un tal Ernesto Durán, ¿quién es? —Fue aquí en Castejón allá por el año 1980 cuando conocí a Ernesto Durán, con el que conservo una buena amistad. Otro cura misionero que buscaba la unión de todos y el bien de su feligresía, aunque aquí eso era más difícil. En algún lugar he escrito, hace muchos años, que «[…] Ernesto es un árbol, que hinca sus raíces en la tierra para poderse alzar. Poneos a su sombra y todos creceremos […]», y sigo pensando lo mismo, si me oyera ya se estaría poniendo colorado. —Pues ya veo que este Ernesto te ha impresionado. ¿Anda por aquí? Me gustaría conocerlo.
236
El valle de Benasque
Ernesto tiene ya una avanzada edad, está jubilado pero sigue con las cosas, aunque el tiempo todo lo sosiega. Ernesto es más bien enjuto y nada alto, parece tímido, pero lo que pasa es que es prudente; tiene un rostro entre rellenito y afinado que se ruboriza con facilidad, con sus mofletes permanentemente encendidos, con pelo blanco y bien afeitado siempre. Te mira a los ojos, bien con una amplia sonrisa y mirada chispeante o con gesto serio que acompaña con el ademán de su mano, cuando empieza con eso de «Oye, Roberto»…, o te pone gesto contrariado cuando le hablas de algo que se prepara y no te gusta: «Esto ya está decidido, así que…», y lo hace cerrando los ojos y echando levemente atrás la cabeza con claro gesto de agobio. Es hombre, al que tras las consultas que crea necesario hacer y afirmado en su opinión, no para nadie hasta conseguir lo que pretende, que suele ser siempre bueno y santo. Comenzó por tratar de que en Castejón hubiera una residencia de ancianos para toda la zona, no había ninguna y era un grave problema para atender a las personas que por su estado no podían seguir en las casas y se veían en la necesidad de ir a Barbastro, alejadas de sus familias. Con tiempo y dificultades logró convencer a quienes podían hacerlo, y ahí sigue esa residencia cumpliendo su magnífica función. Decían sus feligreses que sus sermones eran estupendos, llanos y plenos de espiritualidad. Tras unos años dejó Castejón, cursó estudios de Teología y volvió al valle, colaborando con las parroquias de la zona de Laspaúles, para trasladarse a Guayente y después a regentar la parroquia de Benasque. En el año 1981 se inventó Guayente, convenciéndome, junto con el entonces amigo con quien corría por la sierra de Abi, para entrar en la primera junta de gobierno de la inicial Asociación Guayente. Más adelante trataré de esto. —Yo hace mucho tiempo que no subía a Castejón. Hay que ver cómo ha crecido y la gente que hay. Cuando lo conocí, esto estaba solitario y no había casi restaurantes ni tanto hotel, me acuerdo de ese Alto Aragón de que has hablado.
Recuerdos del valle de Benasque Los jóvenes no han conocido cómo era este valle hace años, sería 1970 cuando llegué aquí por primera vez. Con Maite y sus primos 237 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
—no podíamos quedarnos quietos en Castejón— hacíamos continuas excursiones por los altos valles y montañas. Entonces Maite y yo éramos jóvenes y nada se nos ponía por delante. Íbamos a cenar a Benasque, a Eriste o a Liri, por carreteras semidestrozadas, con baches que en las curvas, si había llovido, era mejor no meterse por si acaso; además de que al final de agosto las tormentas eran más frecuentes y dejaban dispersos aquí y allá, bajos y duraderos halos de niebla, que por la noche eran más peligrosos que otra cosa. Esas nubes bajas siguen quedando después de las tormentas o días de lluvia, sobre todo en la zona del lago de Linsoles. En Liri había una casa en que daban de cenar, avisando; menú único y repetido: patatas con sang, tortilla de mouchardinas y natillas con galleta María en un vasito de duralex; la galleta servía de tapa al vaso —a lo mejor es aquí donde se invento eso de las tapas—, naturalmente en cuanto me enteré que era eso de la sang dejé de tomar las patatas, quedándome a medio cenar. —Yo he estado en el Tres Picos, en Eriste, que aún está. Daban riquísimas judías verdes aquí cultivadas, de esas de las que tienes nostalgia, y una excelente trucha al limón. El postre era lo de menos, pero podían ser nuevamente natillas.
En Benasque estaba La Parrilla, entonces en la calle de la iglesia y no donde hoy está; servía excelente carne y costillas. A alguna de estas cenas acudían unos amigos de Maite que vivían en Francia; tenían amistad personal con Tarradellas que aún en esos años vivía exiliado en un pueblecito francés cercano a donde estos amigos residían. Uno de ellos, que era francés, parecía sentirse muy catalán. Es la primera vez que me di cuenta de lo que iba a suponer esto del nacionalismo catalán, y eso que para esos años era asunto naciente; hay que ver qué trabajo tan eficiente ha hecho el nacionalismo en tan pocos años. En Benasque estaba también el Rabasón en los bajos de una vieja casa de la calle Mayor, que sigue abierto y que hoy presume con cierta justicia de solera y de antañón; era un pequeño y oscuro bar en el que servían lo que a mí me parecía un recio vino intratable, cacahuetes y longaniza curada, pero que concitaba la asistencia de todos los que teníamos tiempo para perder. —Lo recuerdo, sobre todo lo del vino, yo tomaba Coca-Cola. Y recuerdo que entonces había pocos hoteles y fondas abiertas. El hotel
238
El valle de Benasque
Benasque de los Valero era el único de cierto tamaño, aunque ya tenía entonces años encima, y mesas de billar para jugar. —Poco más había. Recuerdo que en mis continuos y posteriores viajes desde Zaragoza a reuniones en Guayente, hacia los años ochenta, llegaba a Benasque sobre las cuatro y media, con la intención de tomar un café. Nada, casi todo vacío y con los pocos bares cerrados la mayor parte de las veces. Sube ahora y verás…
Aquí sobrevivían los tilos que dividían en dos direcciones el paseo de circunvalación —la avenida de Francia, que nunca ha permitido llegar a Francia, el túnel sigue sin abrirse— y que fueron talados —todos— cuando se remodeló ese paseo tal como hoy está. Esto fue más tarde, y yo escribí entonces en la revista Guayente un breve artículo criticando esa tala. Marión, alcalde de Benasque y promotor de esta obra, me decía: «Quita, chiquet, no va a ser por unos pocos árboles, con todos los que hay fuera de Benasque», y me añadía a partir de ahí con mala leche que yo era como las sandías, verde por fuera pero rojo si se rascaba un poco. Lo cierto es que yo estaba atravesando una época un poquito roja, pero mi amistad con Marión se consolidó con fidelidad hasta su muerte. —Eso de llamar a esa avenida de Francia, ¿era una reivindicación más del túnel?
En esos años se abrieron Les Arcades, junto a la iglesia. En Les Arcades solíamos prolongar las cenas, tanto las del amplio círculo familiar de Maite como las de mi círculo más cercano, con Maite, Enrique Calvera, Raúl Gabás y, en alguna ocasión gozosa, con Fernando Galtier. Bien fumados, bien servidos de libaciones variadas, hablando horas y horas de asuntos intelectuales que nos eran particularmente gratos. Al salir de allí, despuntando el día y antes de coger los coches para volver a casa, la conversación se prolongaba en el cruce junto al puente, y Raúl, con su mente de filósofo y buen discurso, concluía tratando de resumir pomposamente la esencia de lo tratado. En alguna ocasión con propuestas de ir a localizar el perdido monasterio de San Martín, a los pies de las Tucas de Ixea. En fin, que nos resistíamos a volver a casa. La vuelta con el alba era ya cansina y algo abotargada. Por otra parte, recuerdo parajes que ya hemos perdido. La hermosura del camino que unía Benasque con Anciles, bordeado en su 239
Hacia el valle de Benasque
primer tramo de chopos que en otoño amarilleaban y tapizaban los lindes del camino con sus caídas hojas amarillas y que quedó inmortalizada en una genial foto de Rodolfoto, que no se dónde conservo y aún se puede ver por algún lugar. Aún quedan en ese camino algunos gloriosos chopos aislados que son un gozo. El ya desaparecido puente de nieve a la entrada del valle de Estós. El sosegado paseo por los praus que desde Castejón se podían recorrer libremente y sin cablecitos de esos con las pilas para las vacas, cogiendo de vez en cuando mouchardinas, unas setas pequeñitas que en tortilla eran deliciosas y que si se dejaban en ristras a secar duraban y duraban. Mis prolongadas lecturas a la sombra de los dos gloriosos cedros que crecían en el jardín de Villa Montisiello, donde veraneaba la familia de Maite; solo queda uno, el otro lo talaron porque sus ramas incidían en las casas cercanas, así que el que sobrevive cuenta con protección ambiental, tan importante ha llegado a ser. Como el sol se enredaba al atardecer por el bosque que descendía desde el puerto de Gistaín hacia Sahún —el hondo—. El hermoso bosque de Villanova hoy fragmentado por nuevas pistas… Antes llovía más, y las tormentas eran más frecuentes desde mediados de agosto. Era esa fecha cuando se daba por finalizado el verano. Recuerdo alguna de ellas verdaderamente espectacular; los continuos y fragorosos rayos caían con rotundo estrépito solo sobre la sierra de Chía, iluminando la noche de forma gloriosa, mientras que desde enfrente, en Liri, desde donde contemplábamos el tremendo espectáculo, no caía una gota de agua. Los charcos que se formaban en la carretera eran un peligro constante para conducir, y por el día la lluvia conformaba un paisaje restallante de fresco verdor, en el que de tanto llover, algunos retazos de nubes se habían venido abajo, prendidas en los bosques y en algunas peñas. El aroma a hierba mojada y a bosque profundo lo llenaba todo. Cuando conocí el valle, la ganadería era la principal fuente de una relativa riqueza; si había algunas huertas eran de cultivo familiar, los campos eran para pastar y hacer hierba, que se recogía en su momento para almacenar y alimentar a las vacas en los periodos invernales de estabulación —y ojalá que la hierba rebrotara a tiempo para recoger el rebasto y aumentar con él lo almacenado—. La vaca del diablo, que era fácil oír decir cuando, rebelde, la vaca escapaba del rebaño, o se le ocurría parir a altas horas de la noche. Era 240
El valle de Benasque
frecuente encontrarse por la carretera rebaños de vacas, ovejas y cabras que iban o venían dejando un reguero de emplastos con sus excrementos. —Pero antes de eso eran mulas y caballos lo que aquí se criaba. Esa era la principal fuente de ingresos, lo de las vacas criadas masivamente en las casas fue después. Había ferias de este ganado mular en Benasque y Castejón, y se las llevaban a la tierra baja y a Francia. Lo de las mulas y caballos hace años que ha desaparecido totalmente del valle. Claro, con los coches y los tractores ya no hacen niguna falta.
El turismo masivo no había llegado al valle, era sobre todo una moderada afluencia de turismo familiar la que había en verano. La estación de esquí de Cerler comenzaba su brillante camino. Pero desde Guayente, previsores e ingenuos que éramos, planteábamos a los alcaldes del valle la urgente elaboración de un Plan de Ordenación Integral de todo el valle. Sabíamos que el turismo iba a crecer y a transformarse en una fuente de riqueza y trabajo fundamental, pero que eso no debía de producirse sin una sensata regulación. Era necesario prevenir los lugares adecuados, la forma y las características de las urbanizaciones y de los innumerables apartamentos que se iban a construir; era necesario proteger esta naturaleza, haciéndola compatible con la ganadería, el deseado desarrollo y otros servicios; era necesario proveer la recogida de basura, las necesarias depuradoras, había que mejorar la carretera y, sobre todo, los accesos por las destrozadas pistas de tierra a los pueblecitos; recuperar el numeroso patrimonio para ofrecérselo al visitante como un medio más de interés. Bueno, tantas cosas… No nos hizo caso nadie. El valle ha crecido sin graves afecciones y con cierto respeto hacia las cosas, pese al importante proceso de construcción al que ha sido sometido, hoy absolutamente parado por la crisis que sufrimos. Ha mejorado notablemente y más que crecerá. Aunque hoy, la explotación ganadera en el valle se ha reducido notablemente. Desde hace años los hijos no quieren seguir con lo de la vaca, estudian fuera y se van; algunos cursan estudios en Guayente y abren o se emplean en negocios de hostelería, o en lo del esquí, o abren comercios aquí ante el creciente turismo que afluye, sobre todo en invierno, a esquiar en Cerler.
241
Hacia el valle de Benasque
—Pero el valle ha crecido sin industria ni manufacturas, solo hay dos talleres mecánicos, no siempre abiertos, un pequeño y reciente polígono industrial en Benasque, donde se ha instalado alguna empresa constructora o de carpintería, y poco más. Pero, en cambio, cuenta con una nutrida y excelente oferta hostelera, tiendas de todo tipo, y con una aceptable asistencia sanitaria. Hoy es el turismo el motor de la economía del valle, y por él crece. —He leído en algún sitio una relación de antiguos oficios en el valle, que por otra parte habría en tantos lugares. Pastores, leñadores, herreros, carpinteros, guarnicioneros, sastres, modistas, tejedores, esquiladores, albañiles, castradores, músicos, molineros, campaneros, alguaciles, pregoneros, paragüeros, comadronas… eran los oficios propios de una vida como aquella, de aislamiento y supervivencia, todos ellos han desaparecido, quedan carpinteros, pocos, o albañiles que ahora son constructores. —Y hasta hace poco canteros. Al pie de Castellazo se explotaba una cantera de mármol que se tuvo que cerrar no hace demasiados años; ya no había dónde colocarlo. Vinieron el terrazo y los pavimentos de cerámica… —Sí, pero eso del turismo puede ir a menos, solo con que no nieve a tiempo la preocupación cunde, y con esta crisis más. Y aquí sin el turismo no hay casi nada para constituirse en soporte económico y de trabajo. —Bueno, no solo aquí, en casi todo el Pirineo. Yo creo que eso de no implantar alguna empresa o actividad al margen del turismo es un error. Pero hay que reconocer que eso es difícil de lograr, aunque en estas cosas quienes debían pensar son los políticos, facilitándolas. —Además, el turismo que aquí afluye normalmente no es de gastar. Son los supermercados los que tienen mayor afluencia de gente. Es un turismo de temporada y el resto del año nada o casi nada. Y eso tiene que ser un serio problema para tantos hoteles, restaurantes y tiendas como se han abierto. —Pues sí, ojalá que todo siga al menos igual. De todas formas, de como era antes todo esto hasta hoy se ha avanzado tanto…
242
El valle de Benasque
Chía Iniciemos desde Castejón nuestra visita al valle de Benasque. Inmediatamente encontraremos el desvío a Chía. La carreterita recientemente arreglada y con excelente firme asciende con fuerte pendiente por la ladera de la Serreta, ofreciendo una magnífica vista sobre esta parte del valle. Si paramos arriba, antes del túnel para disfrutarla, vemos abajo Castejón de Sos con su caserío tendido a ambos lados de la carretera y sus praus circundantes, como si todo formara parte de una estupenda fotografía aérea, casi de un plano perfectamente dibujado sobre el que se alzan los picos Gallinero y Urmella. Enfrente se despliegan las laderas del Solano y a su derecha la carretera hacia la tierra Super Aras altomedieval, que asciende hacia Bisaurri; los montes que respaldan Castejón, la Canal del Oso y el congosto de Ventamillo sobre el que se alza la sierra de Abi. El Turbón emerge aquí por encima de todo, solemne y aislado. Es un soberbio espectáculo que en otoño es sublime con los tonos dorados de los árboles. Chía es un pequeño pueblecito citado ya en el siglo xii, que se alza arriba, al principio del vallecito que se forma entre las suaves crestas de la Serreta y la verdadera sierra de Chía, alta y potente vista desde aquí. Chía tiene dos pequeñas iglesias, la actual parroquial es románica, muy perdida y transformada, que esconde los restos de una portada románica dentro de la torre; sobre esta portada nos llega un crismón, ya muy alterado, que tiene aquellas -V- y -E-. La de San Martín, que se alza junto a la pista al salir de Chía, estaba hasta hace pocos años dentro de una finca particular, hoy con buen criterio se ha segregado de ella con un pequeño entorno accesible desde la pista. Es románica del siglo xii, sencilla, y se conserva tal cual. De aquí es el valioso frontal de altar de San Martín de Tours, el que compartió su capa con el mendigo, que se conserva en el Museo de Arte Románico de Cataluña; una más de las obras de arte expoliadas que forman parte de aquel conjunto de piezas largamente reclamadas a Cataluña desde Aragón.
243 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
San Martín de Chía.
Chía tiene un restaurante recientemente abierto que va adquiriendo renombre y que no he visitado aún; hay que reservar con tiempo, con espléndidas y rotundas calabazas que asoman entre el verdor de las yedras agarradas a los muretes de piedra de su acceso. La patata en Chía es de excelente calidad, lo es en toda la montaña, pero parece que la de Chía es especial o que aquí se han decidido a promocionarla. En Chía se celebra desde hace poco tiempo la Feria de la Patata. —Suena raro eso de que la patata concite una feria. —Pues ya se ha celebrado varias veces para difundir este producto, lo hacen en noviembre y acude bastante gente, sobre todo porque se ofrece una degustación gratuita de uno de los platos de patata más típicos de la zona, las patatas colgadas. Sobre las brasas de una hoguera se asan patatas y cebollas, hoy envueltas en papel de aluminio; una vez en su punto se mezclan con pimientos rojos y sardinas saladas, se aliñan con sal, aceite, y a comerlas. Dicen que están muy ricas, aunque yo no las he probado nunca. —¿Y por qué se llaman patatas colgadas?
244
El valle de Benasque
—Y yo qué sé. —Hace poco vi una película sobre Guinea Ecuatorial, Palmeras en la nieve creo que era, trataba de gentes de esta parte del Pirineo que se fueron allí para trabajar en el cacao. Eso de que fueran hasta allí gentes del Pirineo me intrigó, la película no me causó mayor sensación, pero me esperé a los rótulos finales a ver si salía algo de las escenas en el Pirineo y vi que se basaba en una novela de Luz Gabás. Me metí en Internet para saber algo más. Resultó que esa gente venía precisamente de Chía, de aquí. —Yo tampoco sabía nada de eso. Pese a que la madre de Maite nos llevaba todos los veranos a Chía a visitar a unos amigos suyos, la familia Nerín, que tenía un hermoso caserón en Chía a la salida del pueblo. En esa finca estaba la ermita de San Martín, allí pasaban los veranos. Ahora sé que fue precisamente Mariano Nerín, de casa Castán, el que en los primeros años del siglo pasado, probablemente harto de las vacas, del frío y de las nieves, de tanta soledad y silencio, se lio la manta a la cabeza y se fue a Guinea, concretamente a Fernando Poo, con nítida intuición, y allí hizo fortuna con plantaciones de cacao y café. El ejemplo cundió muy pronto y, según Carmen Castán,48 llegaron a ser unos ciento cincuenta, entre vecinos de Chía y habitantes del valle, los que allí marcharon a buscarla, con desigual fortuna, pero muchos la hicieron trabajando no pocos años, hasta que Macías les quitó tierras y medios, teniendo que volver. Maite me cuenta que la casa que allí construyó este Mariano Nerín se la quedó Macías para su residencia. —Pues debía de ser toda una casa, como aquella de Lo que el viento se llevó. Sí, señorita Escarlata… —Imagínate. Otro de los que fue a Guinea fue Sebastián Espot, del que ya he hablado, que poco después de volver fue alcalde de Laspaúles y diputado. Lo conocí y lo traté, pero como no sabía yo nada de Guinea no hablamos nunca de esto. Si lo veo me ha de contar lo que allí vivió. Más tarde he sabido que estos benasqueses que se fueron allí no lo fueron, como la película cuenta, como maltratadores de los negritos, sino todo lo contrario. Construyeron carreteras, hospitales, escuelas y cosas así, todo desde la nada. Al marchar se llevaron el cariño y el respeto de las gentes. Bueno, ya después de la Guerra Civil fue gente de Graus como albañiles para construir cosas allí, y les fue bien. Desde luego, encontraron trabajo y una vida mejor, que por aquí no había. Castán (2011: 166-167).
48
245
Hacia el valle de Benasque
El valle de Chía y el puerto de Gistaín Por el vallecito que comienza en Chía discurre una pista de tierra, hoy bastante arreglada, que tras una media horita larga de coche nos llevará hasta lo alto del puerto de Gistaín, del que ya he tratado al hablar de Barbaruens. Recorrer esta pista, que asciende dulcemente entre bosques que descienden hacia el fondo del valle de Benasque, es un regalo para el sosiego. —Pero ¿dónde va ese? Mira a qué velocidad baja, vaya nube de polvo que nos vamos a tragar. ¡Apártate! —Ni hablar, me pondré en medio y verás cómo para. No es la primera vez que me pasa esto, verás cómo se cree que nos pasa algo y para, así la nube decrecerá y se pasará, y si responde mal, le recriminaré esta falta de atención por quienes no nos merecemos tragar ese polvo; hasta ahora las cosas no han pasado de esto.
En los tramos finales, la pista abandona el bosque y se introduce por laderas de yermos herbosos que permiten ver ya las magníficas vistas que desde aquí se ofrecen. Para quien guste de recoger lo que la naturaleza da, este recorrido les ofrece matas de moras y chordón, ahora raras matas de fresas, almendras, abundantísimas y variadas setas en el interior de estos bosques, clavelinas, cardos, lavanda… —En fin, que te puedes traer setas, postre, adornar la casa y darte un buen paseo… —La de veces que por esta pista hemos entrado Maite y yo, andando no con el coche, en los bosques que bajan hacia Villanova y hemos vuelto con mochilas llenas de setas, sobre todo de rusiñol que crece abundante por aquí, como el sept, y en raras ocasiones la amanita muscaria y la amanita cesárea. La muscaria es venenosa, puede ser mortal, y en cambio la cesárea dicen que es la seta más deliciosa que hay. Bueno, dicen que su nombre viene de Julio César, que gustaba de ellas. Pero como mi conocimiento no era lo sutil que se necesitaba para distinguir una de otra, nunca cogí ninguna. Me pasaba horas por estos bosques que llegué a conocer bien, incluso me topé con algún jabalí, que se asustó más que yo. A veces al volver, alguien de la zona que me veía con las setas me decía que eran malas. —Sería para que se las dejaras a él, qué morro. Pues vendré cuando pueda, eso de recoger setas me sosiega tanto… es un ejercicio excelente, sobre todo para la cintura, y de lo más entretenido.
246 ÍNDICE
El valle de Benasque
—Ahora no sé si te gustará. Yo lo dejé hace años. Abrieron pistas entre los bosques y me encontraba en mitad de un bosque una furgoneta y en el entorno todo eran gritos y voces de «Venid, venid»… Traían gente aquí para recogerlas y bajarlas a vender a los restaurantes del valle, a Barbastro, a Zaragoza… Hasta desde Barcelona venían. Un desastre que me quitó las ganas de volver. Ahora solo venimos a por lavanda, cuando hay. En esta zona sobreviven algunos restos de crómlech que yo no he visto nunca, y eso que he andado por toda ella. —¿Crómlech, exactamente qué es eso? —Un crómlech es un círculo delimitado por menhires, que son piezas verticales de piedra hincadas, más o menos labradas o sin labrar. A veces de notable altura como en la Bretaña francesa. Configuran recintos que pensamos que son de carácter sagrado, y que en ocasiones se han relacionado con observatorios astronómicos y cosas así. Aunque en realidad desconozcamos su finalidad real. Los que los estudiosos de esto han detectado por aquí, tienen que ser de muy poca relevancia o sus restos. En otro caso serían mejor conocidos. Corresponden en esta zona a un periodo que seguramente anda por el 2000 a. de C.
Villanova Volviendo a la carretera principal hacia Benasque, que discurre entre tendidos praus a izquierda y derecha, hasta encontrarse con las faldas de los montes que delimitan el valle, llegaremos a Villanova, que al menos desde 1006 es citada por la documentación como cabeza de aquel territorium altomedieval de Villanova. Accederemos a Villanova por el primer desvío viniendo desde Castejón, que nos lleva directamente a San Pedro; solo por esta pista tendremos algún lugar para aparcar. Villanova es un pequeño pueblo recostado sobre el pie de la Serreta, que avanza sobre el río, anunciando a la más poderosa sierra de Chía. El pueblo abre sus casas hacia el valle y las cierra hacia la sierra, de modo que al mirar —enfrente— siempre está el Solano bajo la presencia serena del pico Gallinero. Villanova es lugar de frescos atardeceres y espléndidas mañanas. El agua, que se hace misteriosa caverna en la sierra, aflora en espesos bosques de abedules y prados 247 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
frescos, y de vez en cuando revienta en piedras que guardan antiguas tradiciones ya casi perdidas. Este aún es hoy un lugar dulce en los otoños, callado y solitario en los inviernos, pero siempre hermoso. —De eso de las piedras hablaba hace poco Alberto Serrano.49 Y acompañaba el reportaje con una foto haciéndose el forzudo, como sujetando una enorme roca de esas que parecía estar a punto de rodar hacia abajo, el cantal de Arnaldico.
Alberto Serrano emulando a Atlas para que la roca no caiga sobre Villanova. (Foto: Alberto Serrano)
—Sí, es una antigua tradición que el agua que hay en el interior de la sierra revienta de vez en cuando y deja rocas como esta en situación de poder caer sobre Villanova, aunque esta está algo lejos del pueblo. Casi siempre se asocian estas cosas con los moros, para darles antañona antigüedad, unos moros que nunca habitaron en este valle.
Serrano Dolader (2005: 10).
49
248
El valle de Benasque
San Pedro de Villanova. Desde el sur y cabecera.
249
Hacia el valle de Benasque
Desde la carretera, donde más pronto ha llegado el progreso, Villanova se ofrece como desplegada y su silueta arropa la nobleza de las dos iglesias que la presiden50 adelantándose al caserío y que se empeñan en no mostrarse enteras a la mirada del que llega. Son primero los ábsides los que surgen espléndidos en recodos del camino que pasa bajo la peña sobre la que se levanta la iglesia de San Pedro, en un extremo del pueblo, antes arropada por la maleza que le abrigaba los inviernos. Más antiguo y acompañado por una torre el de Santa María. Al acercarse a San Pedro surge su imagen austera y plana, coronada por una espadaña sencilla y añadida. Ahora su entorno está pavimentado, se hizo con buena intención, pero se perdió la cercanía de la hierba, su aroma y aquel pequeño y amable entorno. Detrás, su ábside se alza sobre la misma roca en un escorzo que lo llena todo desde una breve plataforma de la ladera, lleno de majestad, coronado por arquillos. Es menester entrar por una sencilla portada labrada en piedra e incrustada en el muro, antes protegida por un pórtico rústico y breve que ya no está. La iglesia tuvo coro a los pies con sus vigas talladas terminadas en cabezas, doce, una por apóstol. «De aires mudéjares», según Ricardo del Arco. Alguna de ellas informe e irreconocible se conservaba en la sacristía. Un magnífico retablo que ante la anterior ruina de la iglesia se trasladó a Santa María y ha retornado a San Pedro. Dos capillas torpemente ampliadas y una sacristía de recios y rústicos muros modificaron la iglesia. Sobre la puerta actual de San Pedro existe un crismón incrustado en el muro, tallado en bajorrelieve en una losita de piedra sensiblemente cuadrada. Se enmarca en un circulito y presenta ocho brazos, el horizontal más corto. Repite la simbología usual en la zona con la -v- y la -e-. Es uno más de aquellos crismones parlantes. Por las estrechas calles de Villanova —asomando entre las casas el Solano— la imagen de la iglesia de Santa María se nos acerca. Sus muros con restos de revocos y el cementerio con fechas de la guerra se adelantan a la torre, sencilla, con su primer cuerpo románico interrumpido y sobreelevado con el tiempo. Bajo un breve porche se entra al interior, ampliado, modificado y alargado. Los arcos fajones, Benedicto Salas (2014).
50
250
El valle de Benasque
San Pedro de Villanova. Coro alto, ya desaparecido.
deformados y mutilados, son con las dos capillas añadidas el único relieve del espacio hoy oscuro y pobre. Al salir, la vista se te irá hacia San Pedro, en la cresta de las ramas, prendida por la luz. Antes de marchar hay que entrar por la Colonia al patio y ver allí la mejor estampa de Santa María, de su cabecera lombarda, que guardaba en sus arquillos debilísimos restos de pintura de almagre lombarda ya desaparecidos, la capilla añadida y el gesto gastado por el aire de puerto que la enfrenta. Santa María tiene una cabecera lombarda del primer tercio del siglo xi, otra vez interrumpida, lo que la hace notable; se prolongó y terminó en tiempos románicos con un primer cuerpo también interrumpido de su torre y con el paso de los siglos se le abrieron capillas en sus flancos y se sobrealzó la torre, hasta hoy. Hace pocos años pudimos realizar una primera fase de obras renovando todas las cubiertas y el chapitel de su torre, del que se conservaron las armaduras de madera que llegaron en buen estado sustituyéndose las que no y esperando que las obras de recuperación de esta iglesia se pudieran continuar en su interior que permanece hecho un desastre. Hoy es de propiedad municipal y está cerrada al culto y a todo.
251
Hacia el valle de Benasque
Santa María de Villanova. Cabecera, flanco norte.
—Este interior no merece estar así, con ese terrazo y esa pintura. Y lo que se ve tapando el ábside deben de ser las tablas y los soportes del retablo que aquí había. Los podían haber quitado, al menos se vería el ábside y la luz entraría por las ventanas, seguro que el espacio mejoraba solo con eso. —Se conserva la foto de una estupenda Virgen sedente con el Niño en sus rodillas, del siglo xiii, de madera tallada y ya sin policromía en esa foto; tanto la Virgen como el Niño tienen las manos cortadas. Además de otra foto de una cruz procesional, de las que nada más sé.51
Tierra nuestra, arte y fe en el valle de Benasque, catálogo de la exposición celebrada en la iglesia de Anciles, pp. 64-71.
51
252
El valle de Benasque
San Pedro de Villanova. Espacio interior antes y después de la colocación del retablo.
San Pedro fue mi primera intervención en las iglesias del valle. Es una iglesia románica del siglo xii. Me fue complicado y difícil, sin colaboraciones de nigún tipo, gestionar la inversión necesaria, con alguna triste anécdota que me reservo. En tres o cuatro años se logró terminarla, pero al poco aparecieron canalones y negras bajantes, impertinentes focos, una generalizada pavimentación con piedra de todo su entorno que acabó con lo que era un dulce lugar que se debía de haber mejorado, pero conservándolo. Como aún se conserva en Santa María, y que dure. Con el paso de poco tiempo más, el magnífico retablo del siglo xvi que aquí estuvo y pasó a Santa María, el único de esta calidad conservado en la zona, se colocó delante del ábside; sin hacer caso a mis continuas recomendaciones al respecto de que no se colocara allí, sino a los pies de la iglesia. Ahora entre eso y los negros focos esta iglesia ha perdido la notable calidad que tenía su espacio interior, que me sorprendió cuando la conocí en ruinas y que no anuncia la sencillez de su volumen formal exterior. La luz 253
Hacia el valle de Benasque
que entraba en la iglesia por las tres ventanas del ábside y, sobre todo, por la pequeñita abierta sobre su arco de embocadura cuando dejaba filtrar un recortado y nítido haz de sol, conferían a su espacio interior una proporción y belleza espacial inusual en este tipo de iglesias. La hemos perdido, claro que si alguien no le pone remedio. Entremos. —¡Qué razón tienes! Hasta el retablo desmerece, y eso que es bien hermoso y de innegable calidad. Seguro que a más de uno le parecerá estupendo todo esto, te vuelvo a repetir lo que te dije sobre Machado, y esos focos…
El retablo, magnífico y totalmente conservado, consta de trece tablas pintadas distribuidas en cinco calles y tres pisos coronados por Dios padre. Tiene dos puertas laterales pintadas con san Pedro y san Pablo y un sagrario. La doctora Carmen Morte lo data en el siglo xvi,52 es renacentista y atribuye su posible autoría, con dudas manifiestas, al maestro de Canillo.
San Pedro de Villanova. Retablo. (Foto: Ángel Noguero Ibarz)53 Morte (1982: 8-9). Noguero Ibarz (2016: 132).
52 53
254
El valle de Benasque
Dos iglesias románicas de relativo fuste en un pueblecito pequeño es algo poco frecuente. Primero se inició Santa María, llamando para ello a los prestigiosos maestros lombardos que en aquellos años trabajaban en Urmella y Conques, en el mismo valle de Benasque. Probablemente aquella condición de capitalidad requirió de adornarse con esta iglesia. Claro que en ese momento no se debía de conocer aún ese inquieto comportamiento de los maestros lombardos que les impelía dejar sus obras abandonadas y sin terminar, como aquí sucedió otra vez. Solo conocemos de esos años el nombre de un tal Aznar de Villanova, personaje relevante en la primera época condal ribagorzana, que podría hipotéticamente relacionarse con la construcción de Santa María. Años más tarde se erigió San Pedro, que curiosamente conserva mínimas partes del inicio de una torre, nunca lograda, que parecía tratar de emular a la iniciada y no continuada de Santa María, ambas torres se interrumpieron. Todo esto y el hecho de que las dos iglesias se levanten en los extremos del pueblo, como rigiendo los destinos espirituales —y el cobro de las primicias— de dos distintas partes del mismo, podrían hacer pensar en dos señoríos distintos ejerciendo en aquellos años su autoridad sobre Villanova. Pero esto no es sino una conjetura indemostrable hoy. Villanova fue señorío de una rama de los Bardaxí, de los que hablé al tratar de Campo, que se inicia aquí con Antonio de Bardaxí ya desde finales del siglo xv. De esa larga saga de señores de Villanova que lo fueron también de Las Vilas del Turbón, quiero destacar alguna cuestión de interés relativa a Joseph de Bardaxí, que además ostentaba el cargo de presbítero y que en 1696 tomó posesión de este señorío. Para ello, extraigo estas cuestiones del estupendo texto que Severino Pallaruelo publicó en 1993.54 Cuando Joseph de Bardaxí vino desde Puyarruego, en el Sobrarbe, donde residía, para tomar posesión de su nuevo señorío, al visitar Santa María vio el retablo existente y pensó «[…] que era mejor un nuevo retablo de colores limpios que el viejo de colores apagados […]». Y es que ese retablo llegó a aquel momento oscurecido y en mal estado por el largo paso del tiempo y tantas y tantas velas consumidas en este espacio cerrado. Lo componían tablas pintadas alrededor del Pallaruelo Campo (1993).
54
255
Hacia el valle de Benasque
siglo xv que debieron ser de calidad y buen oficio. Pero lo importante era que en su tabla central se reflejaba un hecho milagroso relacionado con el primero de los Bardaxí que señoreó en Villanova: «[…] Sus enemigos querían matarlo y una noche entraron en su casa para tal fin, encontrando al caballero revestido de su armadura y rezando ante una imagen de la Virgen del Rosario. La Virgen, cuando los asesinos iban a descargar el golpe mortal con sus espadas, bajó de su peana, tomó su corona y la colocó sobre la cabeza del caballero. Los asesinos al ver el prodigio huyeron presos de pavor […]». La tabla central de ese retablo representaba estos hechos, al par que el retablo ostentaba los escudos de los Bardaxí y sus devociones particulares. Así, Joseph hizo desmontar ese retablo y lo transportó hasta Puyarruego. Allí, Pedro Salinas de Boltaña, pintó un nuevo retablo con los mismos contenidos, que estaba ya colocado en Santa María el 15 de octubre de 1743. Ese día Joseph celebró una misa solemne y consagró el retablo. Con gozo y contento por lo hecho. Al morir, su cuerpo fue inhumado en el presbiterio de la iglesia donde aún tiene que estar, no sé si lo saben en Villanova. Este retablo fue destruido y desapareció totalmente en la Guerra Civil. Esta destrucción de retablos, imágenes, archivos, saqueos, etc., fue generalizada en la zona durante esos años. Hoy podemos ver en muchas iglesias del valle otros pequeños retablos de sencilla madera de pino sin pintar realizados después de la guerra y que los han sustituido. Pero lo curioso es que a comienzos del siglo pasado las últimas descendientes de esta saga de los Bardaxí eran las señoritas de Bardaxí, un apelativo, casi un mote simpático, por demás. Estas señoritas residían ya en Zaragoza tratando de mantener a duras penas el ya casi inexistente patrimonio familiar. —En la plaza Mayor de Graus se conserva la casa-palacio de Bardaxí, prácticamnente cierra un lado de la plaza y tiene una magnífica fachada. —Mira, aquí en la plaza, cerca de San Pedro, todavía está este ajado caserón, ese con esas sencillas escaleritas. Fue construido por estas señoritas a modo de chalecito en el solar de la que había sido sede de esa casa en Villanova, no sin serios problemas que les planteaba el Ayuntamiento de aquellos tiempos; con lo que se ve en cuanto había venido a menos, hasta desaparecer, el importantísimo poder feudal que los Bardaxí ostentaron largamente sobre Villanova.
256
El valle de Benasque
Graus. Palacio de los Bardaxí.
—Esto que me cuentas pasó en tantos sitios… Refleja bien el proceso de rebelión hacia los señoríos que se inició en tantos lugares ya en los primeros años del siglo xix. Fue un largo proceso que poco a poco cambió todo y logró desterrar aquellos señoríos feudales que sometieron a la gente a su caprichoso dominio.
Severino Pallaruelo nos cuenta que «[…] Los campesinos no sabían leer, lo ignoraban todo, desconocían las leyes, pero detectaban que el mundo había cambiado. Captaban algo en el ambiente y comenzaron a probar, robaban un poco, usurpaban algo y esperaban la respuesta del señor […]». En concreto y para Villanova, tenemos las noticias que Severino Pallaruelo nos da en el texto referenciado. Su párroco, que actuaba como representante y gestor del señorío, calificaba a los vecinos como «[…] gente desaforada, no querían pagar […] el antiguo señor, que vivía lejos, no respondía. Incrementaron el ritmo de las apropiaciones, de las usurpaciones, de los agravios, se sabían invencibles […]». Bueno, los tiempos cambiaban. Como anécdota de este proceso, Severino Pallaruelo nos cuenta que en un momento dado llegó a Villanova el cultivo de la patata. 257
Hacia el valle de Benasque
Algo tan interesante fue cultivado aquí. Pero los aldeanos se negaban a dar al señor la parte que le correspondía, aduciendo que eso crecía tierra adentro y, por tanto, no era objeto de diezmo. El señor de Villanova no probó esas patatas.
Sos Enfrente de Villanova un desvío que atraviesa el Ésera por un puente nos llevará a Sos y a Sesué. Justo a la derecha de donde se bifurcan ambas carreteritas está El Remós. Una cosa estupenda y otro invento de Ernesto que fue secundado con entusiasmo por la Asociación Guayente. A Ernesto le preocupaba ver a los chicos y las chicas descapacitados que vivían en el valle, con un más que un incierto futuro y con la normal preocupación de sus padres. Así que se inventó El Remós. Una pequeña empresa en la que a estos chicos se les enseñaron los asuntos relativos a la jardinería y que una vez asimilados con buen interés por su parte, ofreció sus servicios a los ayuntamientos y particulares del valle. Fue cosa muy bien aceptada en la zona y un éxito, tanto que aún sigue en boyante actividad. Ha recibido premios y ayudas económicas por su labor y significación. Hoy, además, se ha creado El Remós Garden, que es lugar de ventas. Se ha ampliado la actividad del centro a la limpieza de interiores y exteriores, comunidades de vecinos, oficinas y hasta de alguna central eléctrica, aumentando el número de profesores especializados y el de chicos y chicas. En realidad, es ya un importante centro ocupacional. De forma que El Remós creció y los chicos y las chicas, que ya también han crecido y trabajan dando sentido a sus vidas en esto de la jardinería y todo lo demás, parecen tener un futuro esperanzador. Espero. —Este tipo de cosas es el que a falta de otras se necesitan aquí. Ese Ernesto me interesa. ¿Cuándo lo veremos? Yo sabía que en esos años Guayente era algo estupendo, pero no conocía tan al detalle lo que se hacía y esto de El Remós es extraordinario.
Vayamos hacia Sos. Una carreterita estrecha y empinada nos conducirá a él. Veremos un relativo número de casas recientes y al final del pueblo una iglesia, que tiene más un compacto torreón que una 258 ÍNDICE
El valle de Benasque
torre a sus pies, con lo que fue su abadía y ahora es una casa particular. —¡Mira que he conocido abadías que el obispado ha vendido a particulares!… —¿Y qué iba a hacer con ellas? Hasta la Guerra Civil había curas en casi todos los pueblos. En la parroquia de Benasque eran casi diez o doce los canónigos que allí vivían. Después de la guerra, los curas poco a poco se trasladaron a los pueblos más importantes y atendían a los de su entorno desde ellos. Las abadías quedaron vacías y se fueron degradando hasta llegar algunas a un estado ruinoso que implicó su demolición. Venderlas era una solución para quitarse de encima esos problemas y que al menos alguien las mantuviera. Así que se hizo bien. Salvo en el caso de Urmella, que ha sido para mal.
Desde el emplazamiento de la iglesia se ofrece una estupenda vista con la sierra de Chía enfrente y el Turbón emergente y nítido a la izquierda, presidiendo el valle. La iglesia es del siglo xii, pero lo que vemos se levantó sobre otra anterior de la que apenas queda nada. Notaremos en su interior que el ábside actual está recrecido y apoyado en la roca tallada con planta de herradura. Esta parte pertenece a esa iglesia anterior ya desaparecida de la que queda solamente este resto, que ya hace años ha perdido unas pinturas de juntas polícromas de almagre que trataban de dibujar un despiece sobre la superficie de la roca y que pude documentar. Esta parte se corresponde con la primera arquitectura románica construida en la Ribagorza por maestros locales en los primeros años del siglo xi, de la que he hablado anteriormente al referirme a San Aventín de Bonansa y los Santos Juan y Pablo de Tella. De forma que aquí existió una pequeña iglesia de esa tipología y fechas. Para esta iglesia se encargó en el año 1513 a Martín García, un pintor zaragozano, un retablo del que no tenemos más noticia.55 Al salir veremos un altero mojón rocoso, y cómo desde él, aquí y allá, descienden hasta la iglesia los mínimos restos de lo que fue el límite del recinto del castillo altomedieval que aquí existió y del que no queda nada más.
Morte García (2006: 183).
55
259
Hacia el valle de Benasque
San AndrĂŠs de Sos desde el este. Detalle de la roca emergente que ya ha perdido las pinturas de almagre, eliminadas por alguien.
260
El valle de Benasque
—Se aprecian bastante bien los límites de la muralla que tuvo este castillo y no parece pequeño, domina perfectamente toda esta zona del valle. Debió de ser construido por los condes de la Ribagorza altomedieval.
San Andrés de Sos desde el este. Recinto del castillo.
—Y aunque sea difícil de distinguir, si no sabes dónde está, desde aquí se ve la lomita en que estuvo la desaparecida torre de aviso de Dos y hacia la derecha Castellazo, que es ese peñón tan emergente que se alza en mitad del valle hacia Benasque. El nombre de Castellazo tiene que derivar de algún tipo de castillo o torreón que serviría a esta red de comunicaciones hacia Benasque. —Por cierto, ¿no dice nada Bienvenido del nombre de Sos? —Pues sí, dice que significa la ‘propiedad de So’ y en extenso ‘la propiedad (del hombre) vigilante’. Y desde luego que quien allí habitaba tenía todas las condiciones para poder vigilar. Desde Dos hasta Castellazo no había nada ni nadie que se pudiera escapar a su inquisitiva mirada.
261
Hacia el valle de Benasque
—La comunicación entre todos estos puntos era fácil. Tengo por ahí una novela que llevo a medio leer, que compré porque hablaba de que la condesa Mayor vivió aquí un tiempo. —Sí, la escribió no hace mucho una amiga, Marisa García. La novela era Voces tras las sombras, es entretenida, y aún escribió otra novela ambientada en los mismos años y los mismos asuntos: Ava parió un lobezno. Te refieres a aquella condesa Mayor que repudió Ramón de Pallars y que parece que se refugió inicialmente aquí. Pero al final, con el condado sometido por Sancho III, Mayor se retiró al monasterio castellano de San Miguel de Pedroso, donde acabó sus días como abadesa; una condesa, era una condesa, y no iba a estar fregando platos.
En Sos se conservaba hace años, guardada en una de las casas, una estupenda imagen románica de la Virgen con el Niño, que se restauró algo excesivamente en su pintura, no sé si aún sigue aquí o está en el Museo Diocesano de Barbastro. Desde Sos hay un caminito que baja hasta el fondo del valle y otro que asciende hacia los pueblos del Solano. Los dos, según se suba o se baje, son cantimpiano y están ya prácticamente abandonados, aunque son adecuados para andarines que quieran recorrerlos disfrutando del paisaje y de tanta naturaleza.
San Andrés de Sos. Talla románica de la Virgen sedente con el Niño.
262
El valle de Benasque
Sesué Retornando nos dirigiremos a Sesué, que ha crecido mucho, sobre todo en las márgenes de su carretera de acceso, donde las nuevas casas se adelantan largamente al pueblo antiguo. —En Sesué se celebraban unas de las fiestas más concurridas del valle, en agosto; he ido algunas veces a los bailes que celebraban por las noches, hasta las tantas, y guardo de ellos buen recuerdo.
Si se quiere llegar a Sesué desde la alta pista del Solano por cualquiera de los caminos que discurren entre prados y acogedores bosques, ese paseo es un regalo. Al que se añade el de poder visitar la ermita de San Pedro Apóstol, ya cerca de Sesué. Bueno, las ruinas de sus restos que se confunden terrosas con el paisaje que al fondo cierra Castellazo. Una ermita abandonada, románico-lombardista del siglo xii que solo espera su desaparición total.
San Pedro de Sesué.
263 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Sesué conserva alguna casona de interés. Junto a su casco antiguo está la iglesia románica de San Ginés. La iglesia conserva un entorno inmediato, cercano, grato y cuidado, con pavimentos de canto rodado en su escalera de acceso desde la calle, y la hierba con aires de césped rodeando a la iglesia. Un entorno sin agobios de pavimentos de piedra y cemento que solo hieren los nichos adosados a su flanco sur. Es románico-lombardista del siglo xii, fue posteriormente ampliada, modificada y maltratada. Al llegar veremos una alta y poderosa torre probablemente del siglo xvii, y, sobre todo, un blanco, emergente e inconveniente cuerpo de nichos adosados. Avanzando un poco más veremos la sencilla portada gótica tardía, del siglo xv. Es similar a las de Eresué, Sahún y Benasque, debió de andar por aquí en esas fechas una cuadrilla de canteros que hicieron todas ellas. —Pero mira esas tres cabecitas labradas en el arco superior de esta portada. ¿Qué quieren explicar estas cabezas, con los ojos abiertos y la boca cerrada? La de la clave sobre todo es bien expresiva. Fíjate que hay también dos crucecitas labradas en bajorrelieve junto a las cabezas inferiores y la de la izquierda es una cruz patada.
San Ginés de Sesué. Cabecita tallada en la clave de las arquivoltas de la portada.
264
El valle de Benasque
—Hombre, si me pongo culto y arqueológico, he de decir que el antecedente más antiguo y noble que conozco está en la Porta all’Arco de Volterra, en la Toscana italiana. Es una puerta etrusca de los siglos iii-ii a. de C., ahí es nada, y se conserva perfectamente en su muralla. Tiene tres cabezas notoriamente emergentes exactamente en la posición de las de aquí. Aunque ya son irreconocibles, los estudiosos dicen que corresponden a Júpiter y a los dos Dioscuros, Cástor y Pólux, considerados divinidades protectoras y colocados según la tradición oriental, que colgaba las cabezas de los enemigos como advertencia de que allí no se andaban con bromas. En Volterra mostrando la calidad de con quién se metía el invasor. También hay cabecitas en el glorioso triforio de la catedral de Burgos y en algunos crochets góticos, de fechas mucho más recientes. Las últimas que he visto están en la nave reconstruida del claustro de San Martín del Canigó, en el Conflent, aunque aquí están recolocadas y no se sabe dónde estaban, siendo de notable antigüedad. Pero saber qué quieren significar y por qué están aquí, vete tú a saber. Hoy esto de las cabecitas forma parte del patrimonio tradicional del valle, ciertamente que un tanto esotérico. Y lo de las cruces es utilizado por algunos para establecer ignotas relaciones con la Orden del Temple y basar en ello una relación de esta iglesia con esa gloriosa orden, tan traída y llevada. No obstante, en Sahún, Benasque y Eresué veremos más cabecitas. Yo no sé decir qué significan ni por qué se colocaron precisamente en las portadas de estas iglesias.
Pero vamos a ver la cabecera. Un faldón de Uralita la cubre a modo de inclinada boina de manera inexplicable; produce una fuerte sensación de rubor, ahí se hizo y ahí sigue. El muro del ábside, semienterrado, se corona con los característicos arquillos de tipología lombarda que caracterizan a lo lombardista, muy alterados y perdidos, y que en su flanco sur aún conservan sobre ellos una hilada de esquinillas labradas en piezas enterizas de piedra. El interior de la iglesia, repicado, revocado y pintado no presenta hoy especial interés. En la proximidad de Sesué y entre el bosque que asciende por la ladera del Solano, en lugar muy difícil de acceder si no te llevan y entre la maleza que la ocultaba, pude ver los restos de otra iglesia, Nuestra Señora del Puy. Totalmente abandonada, con su bóveda en el suelo e inundada por la maleza, no la conocía y no he vuelto a ella. Era románica y de regular tamaño, no era una ermita al uso, y no 265
Hacia el valle de Benasque
San Ginés de Sesué. Cabecera, con su anárquica cubierta.
puedo explicar qué hacía allí separada de los núcleos próximos de población. En fin, estará aún más caída y arruinada. Con el tiempo alguien podrá explicar su origen.
El patués Prosiguiendo hacia Benasque por la carretera principal y a nuestra derecha se alza la peña de Castellazo, que forma un estrechamiento del valle y dividía en los tiempos altomedievales los territorios de Villanova y Benasque; hasta hace poco los ha dividido a efectos sentimentales, la antigua rivalidad vecinal entre Castejón y Benasque, que con las nuevas generaciones ya ha desaparecido, tenía aquí su límite territorial y aún lingüistico, dentro de las variantes que el patués presenta entre una y otra zona. 266 ÍNDICE
El valle de Benasque
—Porque el patués aún se habla aquí con normalidad y de forma cotidiana entre las personas que lo conservan, para estas gentes es un modo de comunicarse que aprendieron en su niñez que no han olvidado y no quieren que se olvide. —El patués es una lengua local que se habla desde antiguo en la Alta Ribagorza de forma exclusiva. Aunque no se escribía apenas en patués, aún hoy se habla. Es una lengua aún viva, aunque reducida a esta parte de Aragón. Los que estudian estas cosas nos dicen que tiene parte del aragonés antiguo, del gascón y del catalán.
En Guayente, entre otras cosas, trabajaba en la organización de las llamadas Semanas de Estudios de la Alta Ribagorza, que se celebraban en Guayente y en otros lugares del valle desde el año 1981, en agosto y con masiva afluencia de gentes. Conferencias, exposiciones, algunos conciertos, jornadas de cine, gastronomía…, en fin, sobre las cosas de la cultura local que tratábamos de recuperar y dar a conocer. Un día, eran los primeros años de nuestra autonomía, en las reuniones preparatorias de estas jornadas se nos propuso dedicar la siguiente semana monográficamente al patués. En Guayente ya andábamos en lo de fomentar esta lengua, se habían establecido algunos premios para quien escribiera cosas de interés en patués y alguna de ellas se publicaba como pequeños libritos. Pues bueno, se nos pidió que Guayente tenía que involucrarse en que en las escuelas del valle se instaurara una asignatura obligatoria de patués. Yo me opuse con todas mis fuerzas —¿por qué obligatoria?—. Estaba muy de acuerdo en hacer lo que pudiéramos por dar a conocer esta lengua y tratar de conservarla, ya se hacía como un precioso patrimonio que era de la Ribagorza. Pero imposiciones ninguna, si acaso una asignatura optativa para quienes desearan conocerla y aprenderla. Hubo algún rifirrafe, pero finalmente se acordó dedicar esa semana al patués. Como yo era persona que no conocía esta cuestión, me aparté del asunto y se delegó la organización de los actos en quienes lo conocían mejor. La primera conferencia con la iglesia llena fue sobre el aragonés, quien la impartió hablaba exclusivamente en ese aragonés. Yo estaba sentado entre dos amigos nacidos en el valle que hablaban patués con toda perfección. Al poco ambos me dicen: «¿Entiendes algo de lo que dice? No entendemos nada…», así que yo me levanté y salí a fumarme un cigarrito esperando que eso acabara. Probablemente 267
Hacia el valle de Benasque
muchos de los asistentes se quedaron sin saber qué decía el orador. Así fue toda la semana, a la que yo no asistí. —Es que lo que no puede ser, no puede ser. ¿Qué tendrá que ver el conservar lo nuestro con tratar de imponerlo a todos? Hace poco leí un artículo de Guillermo Fatás56 sobre este «aragonés moderno» que hace algunos años trataban de difundir como imprescindible. —Bueno, Guillermo Fatás es de los pocos que de vez en cuando, harto de lo que se dice sobre cosas de este jaez, se esfuerza en escribir y contestar brillantemente a esas tonterías, que no son tonterías, porque buscan fines políticos. —Pues Fatás explicaba, con toda su autoridad académica, que el aragonés se habló en Aragón con normalidad. Que no es cierto, como se dice, que con los Trastámara, allá por el siglo xv, se impusiera el castellano a la fuerza, desapareciendo el aragonés. Fatás añade que el aragonés antiguo, vamos, el aragonés, se habló y se escribió como testimonian no pocos documentos muchos años más, hasta que las cosas y el paso del tiempo lo relegaron a algunos pocos lugares. Y sobre todo incide en que esto del aragonés moderno es un invento caprichoso en el que todo cabe, desde palabras que vienen del aragonés de siempre hasta palabrejas como condau, zebil (por civil), Alifonso, Remiro, perfeuto y lo que tú quieras poner… —A eso te contestaré con que el amigo Juan Antonio Frago, catedrático emérito sobre estas cosas, como Guillermo Fatás, afirma lo contrario: «El aragonés tenía las condiciones precisas para haberse consolidado como lengua oficial, pero la entronización de Fernando de Antequera […] torció su suerte. A finales del siglo xv no encontraremos textos en aragonés, sino en latín, catalán y castellano, estos con sus reminiscencias aragonesas».57 —En estos días ha surgido una cierta agitación en el valle sobre el patués: «[…] Los ayuntamientos del valle de Benasque han reaccionado conjuntamente contra la pretensión de negar la identidad de su lengua propia, el patués, uniéndola a “la aragonesa” […]».58 Y es que se plantea un intento de lograr una ortografía común para el aragonés y sus variedades, entre las que se incluye el patués, negando por Fatás Cabeza (2016: 28). Juan Antonio Frago Gracia, «Lengua y cultura en los fondos del ACA», Heraldo de Aragón. Disponible en https://www.rasanluis.net/wp-content/uploads/2018/04/ Frago-Heraldo-ACA-2018-.pdf [consulta: 3/1/2019]. 58 «Benasque y el patués, un ejemplo», Heraldo de Aragón, 27 de marzo de 2017. 56
57
268
El valle de Benasque
tanto su propia identidad y especificidad como una lengua propia y distinta al aragonés; lo que motiva esta reacción. —Mira, vamos a desviarnos un poco a ver si está abierto. Hay un restaurante de un amigo de Sesué, junto a un camping, donde hace años me dieron un ternasco estupendo.
Estaba abierto aunque ese amigo no estaba. Pero el ternasco sí, y bien en su punto. Así que después de disfrutar de él y con varios cafés para alejar el soporcillo, seguimos camino. Al poco, se llega a una parte de la carretera desde la que se realizó hace ya algunos años una variante que evitaba algunas curvas en herradura. Era entonces de ver la oposición que esta mínima obra originó, con pública recogida de firmas y alegaciones. Lo de la entonces ecología, hoy medio ambiente, puede llegar en ocasiones a estas absurdas situaciones ajenas a la razón. Pero antes, como hoy, transitando por un corto tramo de la carretera que enfrenta el barranco de Sahún, que desciende de los altos lagos de montaña, es posible ver cómo la rasante luz del sol del atardecer resalta en un verde espléndido los espesos bosques de Sahún, salpicados aquí y allá por masas de abedules, hayas y robles, cuyas copas se doran en tonos de ocres y amarillos, o con el brillante verde de los pinos y que se encienden en tonos rojizos allí donde han crecido los cerezos. Es como para pararse a disfrutarlo. Menos mal que esto no ha cambiado.
269
El camino del Solano
Ă?NDICE
—Mira ese puentecillo, es el inicio de la carretera del Solano. Como tenemos todo el tiempo del mundo tomemos esa carreterita que recorre las faldas del Solano. Mañana proseguiremos desde este punto. Dicen que el Solano recibe este nombre por ser la zona que cuenta con más horas de sol en este valle.
La pista se ha arreglado recientemente. Pero no se ha finalizado por cuestiones de dinero. Hasta Castellazo está perfecta, pero después sigue con los antiguos y rotundos baches, que pasado Liri, y por el momento, son más abundantes y hasta peligrosos. A Maite y a mí nos gusta recorrerla con el coche, despacio y con calma, sobre todo al atardecer, disfrutando del paisaje y del aroma de los bosques. Normalmente acompañados de la Pasión según san Mateo de Bach, Chopin, Las cuatro estaciones de Vivaldi o incluso del magnífico Leonard Cohen; cuando éramos más jóvenes también eran las canciones de Labordeta las que nos acompañaban. —No es nada mala, esa música. ¿No llevarás algún CD de esos? Yo no soy Maite, pero vamos a poner… a Leonard Cohen, es algo soberbio. Como lo demás que me has dicho que pones, pero tengo sensaciones más mundanas ahora.
Por la pista poco transitada que discurre amablemente entre bosques y praus y que lleva a todos los pueblecitos del Solano. Empezó a sonar aquello de Suzanne, la nostalgia nos invadió a los dos. —¡Qué recuerdos!… —Pues créeme si te digo que mis alumnos no conocían a Leonard Cohen, ni a Aznavour, ni a Brassens, ni a Jacques Brel. La mejor música de nuestra juventud, que además, como andábamos en eso del franquismo, nos parecían algo así como signos de libertad.
273 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Bueno, tampoco muchos conocían a Astérix ni a Mafalda. Yo les insistía en que se bajaran sus canciones de Internet. Y solo algunos alumnos me lo agradecieron. Pero la mayor parte que se bajó esas canciones, pocos por otra parte, las consideraban aburridas y carrozonas. Ya ves qué mayores somos. —Es que los temas de Leonard Cohen comenzaban con su voz y uno o dos instrumentos y poco a poco la canción crecía con otros, fantásticos solos de violín, clarinete, guitarra o piano, coros. Bueno, obras verdaderamente magistrales. Por eso eran tan hermosas. —Estuve con Maite en el último concierto que dio Leonard Cohen en Madrid, ya hace siete años o así. Todo abarrotao y con mucha gente que se quedó en la calle. Fueron tres horas gloriosas. Es increíble que este hombre con su edad aguantara eso. Pero tengo que decir que en el escenario, sobre un fondo oscuro, solo estaban sus músicos y él, desgranando magníficamente sus canciones. No había fuegos artificiales, ni pantallas proyectando sabe Dios qué, ni grupos de bailarines, ni otros explosivos efectos. Solo Leonard Cohen y sus palabras cantadas y engarzadas en los espléndidos solos instrumentales de acompañamiento. No era preciso nada más.
En el momento en que repaso este texto, Leonard Cohen ha fallecido. Puestos a dar premios Nobel a cantautores, en vez de darle el Nobel a Bod Dylan se lo tenían que haber dado a él. Ningún otro ha cantado cosas con tanta profundidad literaria ni de forma tan hermosa. Dylan tuvo una innegable atracción en nuestra juventud, pero solo algunas canciones, las demás eran repetitivas y cansinas. Pudimos asistir Maite y yo a un concierto que dio en Zaragoza ya hace años, pero en general fue aburrido y su comportamiento con el público displicente. Me ha faltado tiempo para comprar el último CD de Cohen, que ya estaba agotado a los pocos días de su puesta a la venta.
Castellazo En poco rato llegamos a la ladera que respalda la peña de Castellazo, a la derecha, en donde hay unas mesas con bancos, asomadas a un magnífico mirador, propicias para las meriendas o a estar allí con amigos sin más tomando unas cervecitas que hay que llevarse hasta aquí. 274 ÍNDICE
El camino del Solano
—Es un lugar estupendo para mirar los profundos y bellísimos cielos estrellados que desde esta soledad se pueden contemplar sin cansancio rato y rato, claro que bien abrigados con mantas. Clara se aficionó pronto a esto. Es un soberbio espectáculo el de estas profundas noches, sobre todo hacia el 11 de agosto, con las lágrimas de san Lorenzo, y la cantidad de aviones que van y vienen con sus lucecitas rojas. A veces se ven hasta satélites que andan por allá arriba. —Ya lo creo, pero eso hay que verlo en sitios como este, sin luces de casas, farolas ni cosas así que perjudiquen la oscuridad necesaria. Este verano me sorprendió ver unos carteles por Benasque que ofrecían, pagando no mucho y de forma debidamente comentada, contemplar este espectáculo de las lágrimas de San Lorenzo; hay gente que se espabila para todo. —Bueno, en Laspaúles se organizan a finales de julio unas jornadas astronómicas, con conferencias, cenas-coloquio y, naturalmente, noches de observación astronómica.
Desde este lugar se abre un paisaje amplísimo y de gran belleza; desde el Turbón a la izquierda, enfrente la sierra de Chía con el puerto de Gistaín, y a la derecha el Posets, con el fondo del valle y sus pueblecitos. En este lugar era una maravilla disfrutar, sobre todo en los atardeceres de los últimos días del verano, del olor a hierba con un tenue aroma al humo de las chimeneas de las casas que hasta aquí ascendía, acompañado con los lejanos tintineos de los badajos del ganado en la hora en que todo se recoge y prepara la noche. El ruido de los coches, camiones y demás maquinarias lo han apagado ya. Por un caminito al pie de esta pequeña ladera se llega enseguida a la ermita de San Saturnino y a zonas de matas de moras. La ermita es simple y escueta, bien conservada, pero lo notable es su emplazamiento en una repisa de la peña de Castellazo que cae vertiginosamente hacia el fondo del valle, es para sentarse un rato y disfrutar. Ahora vienen aquí a practicar la escalada.
Eresué Eresué es un pequeño pueblecito con algunas nuevas casas, las antiguas lucen escudos y llamadores de forja de interés, como en casi todos los pueblos de este valle. En algunas casas reconstruidas 275 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
desde su estado anterior se pueden ver nuevos escudos tallados ahora que buscan una cierta prosapia. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Juan Evangelista, en un entorno cuidado y cercano donde la hierba crece, con cuidadas flores que rinden recuerdo en las tumbas del cementerio que aquí hay. La iglesia es románico-lombardista en su cabecera, del siglo xii. Lo primero que llama la atención es una informe y absurda cubierta, recientemente construida, con impertinentes losetas de pizarra más propias de chalets que de una iglesia, completamente ajena a su disposición natural y que se tiende desde la casa adosada a su flanco norte, viéndose obligada por su indebida conformación a cambios de vertientes que se han de adaptar a las capillas y a los elementos salientes del sur de la iglesia. Especialmente es inconveniente la que cubre su ábside, que desde antiguo presenta un recrecido de mampostería cilíndrico. Una cuestión que hace a esta iglesia en esto, similar a la de Sesué. Todo ese conjunto de cubiertas se respalda con una potente torre del siglo xvii.
San Juan Evangelista de Eresué. Cabecera con sus reformas y esa cubierta imposible.
276
El camino del Solano
El ábside se corona con arquillos tardíos de tipología lombarda, que tapan lateralmente las dependencias ampliadas y la casa. La ladera oculta el ábside hasta la parte inferior de su ventana. Si avanzamos por el flanco sur, veremos un potente cuerpo ampliado para sacristía, que en su ángulo tiene otra vez unos blancos, llamativos y molestos nichos y otra capilla. Encajonado entre la torre y esta capilla está un estrecho atrio cubierto que da paso al interior de la iglesia mediante una sencilla portada tardía, más sencilla que las de Sesué, Sahún y Benasque, pero aquí coronada con un crismón. —Es un crismón tallado en bajorrelieve en una pieza cuadrada de piedra, pero está tan ennegrecido que es difícil ver su composición, aunque se adivinan las características -v- y -e-. Hay otra vez aquí dos cabecitas talladas en los arcos de la puerta, pero están tan desgastadas como el crismón. Ya lo podrían limpiar. ¿No ha estudiado nadie algo sobre estas cabezas? Es de lo más intrigante. —Pues yo no lo sé. Pero creo que hay que mirarlas más desde lo etnológico que desde una interpretación de significación religiosa.
El interior de la iglesia es sencillo. Se han eliminado todos los revocos y no se sabe nada de las pinturas románicas que se afirma que existieron aquí. El espacio está cubierto por bóveda de medio cañón sobre arcos fajones, muchos de ellos se han cortado en su prolongación hasta el suelo para que no estrecharan tanto el menguado espacio. Quizás la disposición en su primer tramo de una cúpula sobre pechinas sobre su coro, parezca algo distinto en las iglesias de la zona, pero no es así, hay cúpulas de mayor o menor fuste en no pocas iglesias del valle, que corresponden a reformas o ampliaciones tardías. Liri, Guayente, Benasque… Carmen Morte nos dice que en el año 1513 se encargó al pintor de Zaragoza Martín García un retablo para esta iglesia, como en la de Sos, nada se sabe de él.59
Ramastué Prosiguiendo entre bosques que se van cerrando sobre la carretera, llegaremos a Ramastué, que atraviesa la pista. Fue señorío de los Bardaxí desde mediados del siglo xiv, con don Blasco de Bardaxí que Morte García (2006: 183).
59
277 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
era ya señor de Concas (Conques), de Benasque, temporalmente de Villanova y Las Vilas del Turbón. Como hemos visto, otra rama de los Bardaxí fueron luego señores de Villanova y Las Vilas del Turbón. Como de otros lugares fuera del valle de Benasque. —Ahora te voy a dar yo una pequeña conferencia —dijo Bernardo—. Lo de los Bardaxí en el siglo xvi es un asunto que siempre me ha interesado. Ribagorza se integró en el reino de Aragón con Ramiro I. Resulta que Jaime I desmembró de Aragón para Cataluña las tierras desde el Cinca, vinculando Ribagorza a Cataluña, de forma abusiva y contra derecho; lo mismo hizo respecto a los territorios ultrapirenaicos de la Corona de Aragón, salvo el Rosellón y Montpellier. Así que en ese periodo Ribagorza osciló entre lo catalán y lo aragonés, con profundo descontento de ribagorzanos y aragoneses, que con otras cosas más produjo en pocos años la desobediencia manifiesta de la nobleza aragonesa hacia Jaime I, que culminó más tarde con la imposición y la obligada aceptación por Pedro III del Privilegio de la Unión que, entre otros graves asuntos reivindicados por la nobleza aragonesa, recogía la devolución de Ribagorza a Aragón. Si bien hay que esperar a que en 1300 Jaime II haga de esto una realidad. —Será Jaime II quien recupere un nuevo periodo de implantación del título de conde de Ribagorza, cuando en 1322 lo otorga a su hijo don Pedro como feudo para su beneficio. Es en estos años cuando resurge aquel espíritu de identidad ribagorzana que has explicado con los monjes de Obarra y La canción del pros Bernard. Ahora Ribagorza comprendía una mayor extensión territorial, con Benabarre como capital, y con Benasque, Campo y Graus como villas destacadas. Hasta entonces era feudo de los reyes de la Corona de Aragón. Se inaugura así un nuevo periodo histórico que terminó con la rebelión de las gentes del condado y las trágicas convulsiones del siglo xvi.60 A este Pedro, primer conde ribagorzano de este segundo periodo condal siguieron otros,61 siendo con Martín de Gurrea y Aragón, duque de Véase supra, nota 16, Iglesias Costa (2001: 253-299). Don Alonso de Aragón (1358-1412); don Alonso el Joven (1412-1422), que murió sin descendencia, por lo que el condado pasó a la Corona con Alonso V de Aragón; este lo cedió a su hermano Juan, que sería rey de Navarra y luego de Aragón con el nombre de Juan II de Aragón; a este, en 1458 le sucede en el título su hijo Fernando, el que fuera rey Católico. En 1469 el rey Juan cede el condado a su hijo ilegítimo Alonso (1417-1485), saliendo el condado del señorío real y pasando a una nueva serie de condes; don Juan de Gurrea (1477-1512); don Alonso de Gurrea (15121550) y don Martín de Aragón, duque de Villahermosa (1550-1581), con el que se dan inicio las sublevaciones del condado.
60 61
278
El camino del Solano
Villahermosa, cuando en Ribagorza se inicia un periodo de sublevaciones y enfrentamientos en 1578 que finalizarán en 1591. —Hay un librito que se ha difundido muy poco, que cuenta lo que sucedió en el condado en esos años, yo lo he tenido que consultar repetidamente. Es El señorío de Concas, de Manuel Agud Querol.62 —Sí, sí, lo tengo fotocopiado. Felipe II, que deseaba acabar con esas revueltas, reducir el poder de la nobleza en todo su reino y que Ribagorza pasara a su dominio directo, veía además con preocupación la evolución de la reforma protestante en Europa y los graves acontecimientos que se desarrollaban en Francia, con serias amenazas de extenderse a España y con más que posibles incursiones de tropas de hugonotes por el Pirineo. Ya sabes que Felipe II era, como lo fue su padre, Carlos V, adalid del catolicismo frente al protestantismo. A ello se sumaba la anarquía, la opresión y los hechos violentos que acaecían en Ribagorza de la mano de la nobleza local y sus sucesivos condes, con expolios sobre los tesoros de Roda de Isábena y Obarra, sin la presencia de la Iglesia que enderezase estas graves cuestiones, el obispado de Barbastro ya no existía, fue Felipe II precisamente quien lo refundó para tratar de contener en parte estas tropelías y garantizar un control eclesiástico de la frontera. —Así que tomó varias decisiones al respecto. Retiró al duque de Villahermosa el título de conde de Ribagorza, que asumió directamente, y en 1567 refundó en Barbastro la diócesis perdida. Pero don Martín consiguió sentencias que le devolvieron la autoridad sobre el condado. El pueblo ribagorzano, que ya contaba con estructuras municipales, ante esta nueva situación, se sublevó en 1578 buscando que el condado retornara al más suave dominio real. Los del condado se amotinaron en Benabarre y nombraron representantes para guiar esta lucha que durante siete años arraigó suficientemente, fortaleciendo ese espíritu de rebeldía, hasta la muerte de don Martín y su sucesión por don Hernando de Aragón (1581-1591), duque de Villahermosa, con el que las luchas se recrudecieron. Aquellos años fueron de continuos enfrentamientos, represiones, crímenes, robos y destrucciones, entre otras las de numerosos archivos y documentos, con asaltos de uno y otro bando a Benabarre, Graus, Roda de Isábena y otros lugares, según quien dominara en ellos circunstancialmente; con intervención de bandoleros como el Miñón de Montmelar y Juan de Ager, que asolaron buena parte del condado.
Agud Querol (1951).
62
279
Hacia el valle de Benasque
—Hasta que Felipe II, que maniobró con habilidad para recuperar el dominio del condado, terminó con esta situación, adquiriendo su propiedad mediante permuta. Finalizando así los disturbios, aunque no totalmente con el dominio de los señores sobre sus feudos. Así, Ciprián de Azcón fue nombrado procurador general del condado en nombre del rey, el primero de la serie. Hubo paz, pero las mejoras que el condado esperaba no llegaron y sí el aumento de impuestos y de exacciones. Además, Felipe II para asegurar su control hizo derribar numerosos castillos y casas fuertes. Era 1591. Creo que sobrevivió solamente el de Benasque por su alto interés militar para el control de la frontera. Es probable que entonces se demoliera el castillo que había en Sos. —Ese castillo debía de ser un lugar molesto. Pero voy a lo de los Bardaxí. Durante ese periodo los Bardaxí militaron con todo su poder al lado de los duques de Villahermosa, en defensa de sus propios feudos. Especialmente, el señor de Ramastué, Juan de Bardaxí, tuvo un papel decisivo durante estos graves conflictos, siendo el directo apoyo del duque del que era pariente. Pero falleció por enfermedad en el momento más crítico de las luchas. Otro Bardaxí, don Antonio, señor de Concas y Benasque, se distinguió en ese apoyo. De forma que fue nombrado procurador general del condado por el duque, cargo importante y de mando. Benasque estaba sometido a don Antonio, y la villa sirvió de refugio seguro a los partidarios del duque. Tras la muerte de don Juan, Ramastué siguió como señorío de los Bardaxí mucho tiempo. Así que ya ves. Te dejo en Ramastué.
Ramastué es pueblo de pocos vecinos que crece con nuevas casas y otras reconstruidas, en las que pueden verse algunas portadas y piezas de forja de interés. Tuvo una iglesia románica dedicada a santa Eulalia, que fue sustituida en el siglo xvi por la que durante muchos años pude ver totalmente arruinada. Ha sido recientemente reconstruida para fines culturales y uso popular. Cerca de Ramastué quedan los restos de un dolmen, que yo no conozco, pero sé que están entre una zona de espesa maleza. Preguntando se llega. —Oye, pero al final ¿qué es un dolmen? —Bueno, no es este un lugar para dar una clase sobre esto como hacía con mis alumnos. Incluso para ellos publiqué un librito,63 en
Benedicto Salas (2010).
63
280
El camino del Solano
el que trataba de las construcciones megalíticas, entre ellas los dólmenes. Les dije a mis alumnos que lo dejaría tener en los exámenes, con lo que se vendió bien hasta que dejé la escuela, aunque pronto aprendieron que les salía más barato dejárselo entre ellos. Así que al editor aún le deben de quedar ejemplares por vender. Dios se lo pague. Yo hacía preguntas sobre cosas muy sencillas que estaban en el libro, una planta, una sección… solo tenían que copiarla, algunos me confundían planta por sección o al revés. Ya ves. —No me digas. —Ya te lo he dicho. Un dolmen es una construcción megalítica funeraria, hecha con grandes piezas de piedra, enormes y de muchísimo peso, que cobijan una cámara cubierta por enormes losas de piedra sobre otras verticales en que se apoyan, los ortostatos. Algunos tienen un acceso en forma de bajo corredor cubierto por el mismo sistema, pero a veces tan bajo que no se puede entrar de pie. Otros no tienen este corredor. Otros en vez de grandes losas se cubren con falsas cupulitas de aproximación de hiladas construidas con lajas de piedra mucho más manejables, que evitan el importante trabajo de tener que levantar y colocar aquellas pesadas losas encima de los ortostatos. Toda esta construcción se englobaba en un túmulo de tierra compactada, que conformaba más o menos una lomita delimitada por un círculo de piedras hincadas verticalmente en el perímetro de su base para contener los posibles corrimientos de la tierra del túmulo. —Esas cupulitas de lajas nos inducen a pensar que suponen un progreso en la construcción de estos dólmenes y que son la clara demostración de que el hombre megalítico pensaba en cómo simplificar sus construcciones y evitar desproporcionados esfuerzos. Pero asombrosamente existen en la Bretaña francesa conjuntos de dólmenes bajo un mismo túmulo, como en Barnenez, en que ambos sistemas de cubrición aparecen simultáneamente. Ya se ve que nos falta mucho por saber a este respecto. Eran lugares de respeto, generalmente destacados en el paisaje, para inhumar los cuerpos de los difuntos que se habían hecho acreedores a esta consideración del grupo social al que pertenecían. De modo que tras un tiempo, cuando solo quedaban los huesos, se cogían y se depositaban en otro lugar de ese interior de la cámara, para hacer sitio a los que vinieran. —Pero los que por aquí hay son muy pequeños y están muy destrozados. Además, yo he visto en algunos libros dólmenes que no estan construidos con esas piedras tan enormes, sino con otras mucho más pequeñas.
281
Hacia el valle de Benasque
—Los primeros dólmenes aparecen ya alrededor del 5000 a. de C., en la Bretaña francesa, en el mismo momento que los cairns, que es a los que te refieres. Se diferencian de aquellos por estar construidos con muros de mampuestos tomados con barro, pero algunos tienen también grandes losas que cubren su cámara. El famoso de La Table des Marchands, en Locmariaquer (Bretaña) es así, aunque su paramento interior presenta puntas de menhires reaprovechados a modo de ortostatos que se recubren exteriormente por la mampostería del cairn y se cubre con partes de un gran menhir roto aprovechado al efecto a modo de losas. Las variantes sobre el mismo tema son frecuentes. El cairn de la cueva del Romeral en Antequera, tiene su cámara de falsa bóveda de lajas que nace desde el suelo y su largo corredor se cubre con losas de piedra sobre muros de mampostería. Hay dólmenes de todos los tamaños, pequeños como estos de aquí o con cámaras amplias en las que puedes estar de pie. El dolmen de Menga en Antequera es uno de estos gloriosos ejemplares, un dolmen importantísimo con respecto a los europeos, ignorado por los españoles, siendo como es timbre de gloria. Además, en Menga sus enormes losas se apoyan perfecta y simétricamente sobre pilares de piedra enteriza centrales y todo él está construido con una perfección en sus juntas y en su organización global que pone claramente de manifiesto que el constructor megalítico antes de comenzar sus obras pensaba cómo resolver todos los problemas que se le iban a plantear, como siempre ha sido, resolviéndolos con una brillantez que comparada con lo rudimentario de los medios de que disponía la hace genial. —Así que los de aquí son cosa más fácil de construir. De cualquier manera, se han dicho tantas tonterías sobre cómo se construyeron esos grandes conjuntos megalíticos que no se sabe qué pensar. —Desde luego que sí. Sobre todo respecto a Stonehenge, que no es un dolmen sino un conjunto de círculos concéntricos de ortostatos adintelados o no. Es tan famoso ese lugar que sobre él han opinado sin pudor todos los aficionados al tema. A lo mejor ahora mismo andan turbas de gentes disfrazadas de druidas, hasta las trancas de droga, esperando sentir los ignotos influjos sagrados y trascendentes del lugar en los equinoccios y los solsticios. Sucede algo así con las pirámides. Para esas gentes y para las tonterías que afirmaban sobre las casi infinitas teorías de la construcción de la pirámide se acuñó el nombre de pyramidiots o piramidólogos. Imagínate, entre otras cosas, que en la construcción de la pirámide de Keops, al llegar a su vértice, resultara que las cuatro caras no confluyeran en un punto.
282
El camino del Solano
¡Qué desastre! El arquitecto ya podía correr, porque si no iba a ser arrojado a los cocodrilos, como poco. Todos estos constructores habían previsto todo lo que hacer para hacer sus obras perfectas. Vamos, que demostraron una enorme genialidad. —Pero, sobre esto de las pirámides, habría mucho que hablar. Es una cosa apasionante. —No tantas cosas, esto no es lugar para aquí. Pero me has puesto el palito y me subo solo un poco. Herodoto, que escribió la Historia de Egipto en el siglo v a. de C., nos dejó expresamente escrito que las pirámides se construyeron «[…] con machinae de madera, escalón por escalón […]». Y nadie le hace ningún caso. Por otra parte, nadie sabe cómo está construido el interior de las grandes pirámides, ni con qué materiales. Cuestión que pese a las reiteradas investigacines permanece en el misterio, tal es el espesor y potencia de las mismas. Y esto sería decisivo para entender los procesos de su construcción, sobre los que no se para de establecer teorías que analizadas con rigor no se sostienen. No pocas de las pirámides posteriores a estas, siempre de notable menor entidad, que nos llegan deshechas en buena parte, muestran núcleos de adobes revestidos por potentes sillares. Ya te pasaré el libro que te he dicho y los apuntes del curso sobre este tema en que me explayo sobre eso.
Pasaremos tramos de la pista que se abren en estupendas vistas hacia el valle, siempre presididas por la sierra de Chía y el Turbón, y pronto veremos Liri, en una loma emergente coronada por su iglesia tardía y alrededor de la que se arraciman las casas. Al llegar, la pista presenta fuertes rampas descendentes con curvas que rodean el pueblo dejando en su margen izquierdo fértiles y cuidados huertos, en los que no es extraño ver a gente trabajando. Al final y a la derecha, veremos un caserón aislado, casa La Pllana, hoy disminuida en su forma original, fue casa fuerte destacada que aún conserva algún blasón en su portada relacionado con los Azcón, que señorearon el lugar largamente.
Liri Hace muchos años, cuando andaba estudiando las iglesias del valle, visité la de Liri. Es la iglesia de San Martín, citada ya en 1170 y reconstruida en el siglo xvii, muy modificada y entonces en seria y 283 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
peligrosa ruina; ya se ha arreglado. Y pude ver junto a la entrada una losa que lleva inscrita la palabra gara tres veces y una fecha, 1627. Para mí eso de gara era críptico, aunque en la fachada del ayuntamiento viejo de Castejón había visto y fotografiado, por algún lugar tengo esa foto, una pieza de piedra con ese nombre tallado. Hoy esa pieza forma la clave de un arco que se puede ver en la fachada de ese ayuntamiento y tiene tallada sobre la palabra gara un arpa, que puede referirse a un tal Juan de Arpayón, un noble de origen francés que fue personaje notable en el valle en el siglo xvii. Así que ahí lo dejé sin saber qué era esto. Tiempo después leyendo a Bienvenido Mascaray vi con sorpresa la explicación que da de esa triple inscripción de Liri, y resulta ser hermosa y trascendente. Gara significa ‘somos’, y la inscripción de Liri del año 1627 dice: «Somos, somos, somos». Para Bienvenido […] es un grito, fue un grito en 1627, de un pueblo derrotado y desesperado que se veía en trance de perder su identidad histórica […]. Extinguido el condado por haber regresado a la Corona real, arruinado el país en sus castillos, casas y campos, muertos en combate, ejecutados o asesinados sus hombres más esforzados. Metido a la fuerza en el saco de la uniformidad, unos hombres con el corazón dolorido, la mente enfebrecida y el pulso firme. Ante la iglesia-fortaleza de San Martín en ruinas, quieren grabar en la piedra, resumida en tres palabras, la historia y la esencia de su pueblo: SOMOS, SOMOS, SOMOS.64 —Pues más bien es estremecedor, eso que cuenta Bienvenido. No podía ni imaginar estas cosas.
Liri conserva casas antiguas de interés con algún escudo y forja antigua. Pero su crecimiento reciente viene por lo del turismo y, sobre todo, por el parapente. En la parte alta de sus laderas se han habilitado puntos de despegue y es normal ver subir desde Castejón coches y camionetas con los parapentes, algunos de ellos espectaculares, más propios de los rallys que de andar por estas tierras. Desde Liri se asciende hasta el pico Gallinero por sus faldas del Solano, unas dos o tres horitas. Aunque hoy es más frecuente hacerlo desde L’Ampriu, por encima de Cerler. A la salida de Liri hay varias cascadas que son un gozo, que se forman por los desniveles que aquí Véase supra, nota 8, Mascaray Sin (2000: 36-37).
64
284
El camino del Solano
Liri con la iglesia coronando la población.
encuentra el barranco de Liri en su descenso desde las altas laderas de Gallinero y pico Urmella. Hace muchos años iba con Maite a coger truchas con la mano a las pocetas que se formaban en ese barranco. Cuando me lo propusieron, pensaba que estaban de broma, coger truchas con la mano… pero sí, las cogíamos con facilidad. La trucha se queda quieta bajo los rincones que cubren las matas de los remansos y solo se precisa de cierta habilidad para que al sentir su suave piel, con un rápido movimiento de la mano, sacarla del agua. Limpias, abiertas, con un poco de jamón, fritas, y con una salsita de naranja, buen aceite y almendra picada son un plato delicado. La pista que baja a Castejón, que se arregló hace unos años para los del parapente, tiene agujeros más que baches. Desciende entre choperas, abedules, robles y hayas hasta Castejón de Sos; antes un desvío nos llevaría a Urmella, que ya hemos visitado, y a Arasán. Aquí 285
Hacia el valle de Benasque
hay un restaurante con una agradable terracita, que ofrece un rico recau; es un potaje de judías verdes y secas, patata, algo de col, ajo y cebolla, alegrado con morcilla, algo de buen tocino y longaniza. Una delicia que calentita reconforta y es quizás el plato más tradicional del valle, con las consabidas natillas. En Arasán se venera un Cristo de cierto renombre en el valle. Es una estupenda talla de madera policromada: «[…] Su origen, y la de su culto es inmemorial, y de ninguno fabida […] fiendo tanta fu perfección, que fon en ella vifibles fus venas, y arterias: fu roftro eftá al efpirar, y tan laftimofo, que bafta para mover a ternura, y fentimiento, al corazón más duro […]».65 Este Cristo fue milagroso, se conserva la tradición de que sudaba agua milagrosa, favoreciendo siempre la devoción de las gentes de Arasán por haberle construido una iglesia para albergarlo en 1680, con un magnífico retablo profusamente dorado. Al final de la pista que enlaza con la carretera que viene de Laspaúles y que ya hemos recorrido, sobrevive aún una pequeña serrería. Termina aquí nuestro recorrido por el Solano. Volvimos a Castejón para pasar la noche. A la mañana siguiente nos entretuvimos mucho desayunando en la terracita al dulce sol de la mañana, lo de la pereza matutina es cosa compartida con Bernardo y la aceptamos con benevolencia, porque nos es hasta agradable. Era tarde cuando volvimos al puentecito en que habíamos comenzado la pista del Solano para reanudar nuestro camino.
Siguiendo hacia Benasque: Sahún —Oye, para, que hay un cartel de radar. No la liemos ahora. Es el primer cartel de estos que hemos visto. —Nada, no te preocupes, no hay radar. El buen humor de un alcalde anterior de Sahún dispuso en la carretera placas de velocidad controlada por radar, que no se corresponden con ningún radar fijo, hasta hoy, como en el próximo pueblo de Eriste. Pero causan su efecto y la gente baja la velocidad.
Faci (1979 [1730 y 1750]: 119-120).
65
286 ÍNDICE
El camino del Solano
Sahún es un pueblo con noble caserío en su parte antigua, pequeña pero apiñada en la ladera, con calles en cuesta, alguna de ellas fuerte de verdad, que ha crecido notablemente. Aquí en casa Falisia queda la hoy última empresa familiar entre las que produjeron el queso de Benasque. Desde la Asociación Guayente se pensó en tratar de sacar de la leche, siempre vendida a bajo precio, un mejor provecho. En Guayente se instalaron los medios para obtenerlo, se dieron cursos para que la gente del valle interesada aprendiera los procesos que esto conlleva, y el queso de Benasque fue una realidad, con sello de homologación de calidad y todo. Queda esta empresa familiar que mantiene abierto un localito para su venta y degustación. Hay que ir por el centro del pueblo porque si vas por abajo la cuesta es de bigotes. Hoy, además de dos variantes de ese queso conocido como El Benasqués, una de vaca y otra de oveja, producen unos tarritos de crema de queso para untar. Han obtenido premios por su calidad, así que has de probarlo.
San Juan Bautista de Sahún.
287
Hacia el valle de Benasque
La iglesia de San Juan Bautista de Sahún, a la que se le han renovado recientemente sus cubiertas, está levantada sobre una anterior románica, cuyos mínimos restos pueden apreciarse accediendo al interior de la torre y en su cuerpo inferior, con dificultades ya casi insalvables. Un paño del muro sur adyacente al ábside románico perdido y oculto por la torre aún conserva arquillos lombardistas y en la torre quedan partes de la anterior románica. A la iglesia se accede por un bajo atrio que se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos y que alberga la puerta de entrada. Esa puerta es de artificio gótico tardío, similar a la de Eresué, presenta tres arquivoltas molduradas que se continúan en sus jambas y tienen basas informes ya, de caracter igualmente gótico tardío. Pero es el arco que subraya superiormente las arquivoltas lo que hay que mirar. En él no tres, sino cinco cabecitas sobresalen de su rosca.
San Juan Bautista de Sahún. Arquivoltas de la portada de ingreso con cabecitas.
Sobre el arco exterior de embocadura del atrio se ha recolocado un crismón que muy probablemente procede de la iglesia anterior románica. Está labrado en una pieza de piedra blanca y tiene la -V- y la -E-. El interior de la iglesia no presenta mayor interés. Desde hace 288
El camino del Solano
poco tiempo cuenta con un notable icono con la Virgen y el Niño pintados por Valeriu Purdea, un artista rumano que ha dejado algunos más por el valle.66 Pero abajo, al otro lado de la carretera y enfrente del desvío que sube hasta el pueblo, están las ruinas de San Aventín de Sahún, del siglo xii, en una finca particular a la que se puede acceder sin problemas. Estando como está a muy poca distancia de la carretera es difícil verla, los árboles y la maleza la ocultan, pero enseguida se llega a ella. Algunas matas de endrino que sirve para hacer una variante local del pacharán, crecen en su entorno. Esas ruinas permanecen igual desde que las vi por primera vez en los años setenta del siglo pasado. Un ábside con su coro atrofiado cubierto con bóveda de medio cañón, posteriormete prolongado por otro corto tramo, son obra lombardista del siglo xii. A esta parte románica se le añadió en época que desconozco un alto y ancho cuerpo rectangular de mampostería, a modo de borda que hoy es una pura ruina. Lo curioso de la cabecera de la ermita es que sus arquillos están labrados en piezas enterizas de piedra y se conservan en su lugar casi todos ellos, con alguno en el
San Aventín de Sahún entre la maleza. Noguero Ibarz (2016).
66
289
Hacia el valle de Benasque
suelo, que pronto se llevará alguien si no se recoge. Un hombre ya de edad me contaba que de niño, su madre le llevaba a esta ermita a oír misa en los años anteriores a la Guerra Civil. He querido arreglarla muchas veces, pero todo ha sido inútil, nadie se interesa en ello. Y eso que siendo tan pequeña el gasto es mínimo.
Guayente Pronto y a media ladera aparece desplegado con prestancia el santuario de Guayente. La leyenda dice que en 1070 don Hernando de Azcón, que tenía casa en Liri, pasando por estos lugares —a las nueve de la noche, dice la leyenda, ya es decir— escuchó coros angelicales entonando la Salve.
Guayente desde la carretera.
290 ÍNDICE
El camino del Solano
—Sería para el tal Azcón una sorprendente delicia, porque entonada por los ángeles, imagínate, a esas horas. —La cosa es que aquel don Hernando buscó de dónde procedía aquella dulce melodía y siguiéndola trepó por unas peñas, que siguen junto al actual santuario, y en ellas encontró en una cueva una pequeña imagen de la Virgen iluminada por resplandores celestiales. —Pero en esas peñas, que son rocosas y casi verticales, he estado recogiendo té de roca, buenísimo. Y en alguna ocasión las he pasado canutas, porque trepar se trepa pero bajar ya es otra cosa, que acojona más. —Bueno, Bernardo, ¿me vas a dejar contar esto? Don Hernando la llevó a Sahún, pero como en tantas y tantas leyendas la imagen se empeñaba en retornar a su lugar de origen. Por tres veces, dice la leyenda, bien que ratificada por el pergamino al que inmediatamente me refiero. Don Hernando entendió la indirecta e hizo construir sobre la peña una pequeña ermita para albergarla. Es casi una leyenda tipo.
Fue don Pedro de Azcón y Abarca quien en el año 1292 dejó a sus descendientes un pergamino escrito en el que les recordaba estos hechos y quien tuvo la fortuna de volver a escuchar en la ermita aquella melodiosa Salve envuelta en místicos resplandores. Sobrecogido y lleno de alegría, puso allí capellán e inició las obras de una mejor iglesia, que probablemente se edificó al pie de las peñas, donde nos llega la actual. Para eso llegaron […] dos Mancebos de famofo talle, y fe ofrecieron a fabricarla […] en tres folos mefes: y defpués defaparecieron, fin poderfe faber, de dónde eran, ni de dónde avían venido. De ellos folo dize el Cavallero, que hazían vida muy exemplar, y fanta, y advierte con gran fervor, y dize en aquella Memoria a los fuyos. No pongan duda mis descendientes, que fueron Miniftros embiados del Buen Señor; pongo efto, para que mis defcendientes fe affeguren del Patrocinio de efta Señora, y para que confte […].67
Ese pergamino o memoria estuvo en el archivo de la casa de Azcón, hoy no sé si ha desaparecido o dónde se conserva. Para los siguientes Azcones, que tuvieron muy en cuenta la recomendación de don Pedro, la Virgen de Guayente fue devoción muy Faci (1979 [1730 y 1750]: 198-199).
67
291
Hacia el valle de Benasque
particular y así la veneraron rogándole su ayuda en sus empresas. Particularmente, uno de ellos, don Francisco de Azcón, también caballero de la Orden de Malta, participó con éxito en la batalla de Lepanto, por lo que donó a la Virgen una bandera de seda bordada que ganó a los turcos. Se conserva en el santuario y se conoce como el manto de Lepanto. Los Azcón constituyeron una importante saga familiar en el valle, relacionándose por matrimonio con muchas de sus casas importantes, hasta constituir una notable estirpe que a finales del siglo xvi y principios del xvii alcanza todo su esplendor.68 Ya han aparecido en nuestra narración como señores de Castarné. Lo fueron también de Liri y señorearon en otros lugares fuera del valle. Nada se sabe de aquella cueva ni de la ermita sobre ella. La iglesia construida por aquellos mancebos ya no existe, hoy hay una iglesia del siglo xviii, de cierto tamaño, con nave, capillas laterales, transepto, crucero con cúpula y cabecera recta. En la portada de entrada, un tanto ecléctica, se puede ver un escudo de los Azcón sostenido por dos ángeles. No se sabe bien si eran los del coro angelical o los dos mancebos. No se buscaban mala compañía para sus emblemas.
Guayente. Foto con la Virgen que había en el retablo desaparecido. Sort (2004: 25-26 y 2015: 28-29.
68
292
El camino del Solano
En la iglesia se conserva una imagen de la Virgen de Guayente, patrona de Guayente y Sahún, muy venerada en todo el valle. Es de los años cuarenta del siglo pasado y trata de reproducir la anterior imagen que se destruyó en la Guerra Civil como todo el patrimonio de esta iglesia. Se conservan en el interior de la iglesia dos fotos de la Virgen románica perdida. En una aparece sedente con el Niño sobre sus rodillas, magnífica y policromada. En la otra un notable manto solo deja ver su rostro y no existe ningún niño. No puedo explicar esto, ¿es la misma imagen o son dos distintas? En particular se quemó y destruyó su estupendo retablo que llenaba todo el muro de su cabecera. Conservo una antigua foto de él, realizada poco antes de su destrucción. Cinco calles con tres pisos y ático. Sobre el que estaba pintado el busto de una Virgen, cubierta la cabeza con un manto, que inclinaba con mirada acogedora hacia el retablo. Esta imagen se acompañaba con cortinones pintados a los lados de modo que la Virgen y las cortinas completaban el espacio restante entre el retablo y la bóveda. El altar, engalanado con manteles de fino encaje, presentaba un frontal tallado o pintado. No se aprecia bien. Presidiendo el retablo aparece la imagen de la Virgen de la fotografía cubierta con el manto. La calidad de la foto no permite distinguir las pinturas, así que para mí es difícil datarlas. Pero su mazonería yo la situaría en el siglo xvi y como mucho en el xvii, es de un sabor claramente renacentista. De haber llegado a nuestros días sería algo magnífico. Bueno, lo hemos perdido a manos de la barbarie y del odio sin sentido. Hoy se conservan allí unos pirograbados recientes. Pero mi sorpresa fue cuando conocí esta foto, que a ambos lados del retablo colgaban unas sencillas pero hermosas lámparas que parecían de latón dorado, no de hierro; la foto era en blanco y negro. Una de ellas me la encontré enronada por la palomina, bajo las cubiertas de la iglesia de Eriste. De ello hablaré en su lugar, porque para mí fue causa de disgusto. —Como conoces tan bien lo de Mascaray, seguro que me vas a decir qué significa Guayente. —Pues hasta hace muy poco no lo había consultado. Siempre me pareció un nombre hermoso por demás, como su versión en patués: Guayén. No te imaginas lo que Mascaray dice que significa este nombre: ‘el aguaje’. Bueno, Bienvenido lo explica por la abundante presencia de agua, como lugar propicio para aprovecharse de ella.
293
Hacia el valle de Benasque
Guayente. Retablo perdido.
—Pues ahí hay una cascada, bueno, es un chorro importante de agua más que una cascada que cae desde arriba a la carretera y va al Ésera. A lo mejor es a esa agua a lo que se refiere. —Hace muchos años vinimos a merendar a la ribera del río, aquí abajo. Y faltaba agua. Así que me vine a esta cascada y llené unas botellas que llevaba en el coche. Todos los que la tomaron cogieron una descomposición de cuerpo que les duró bastantes días. Como no sabían de dónde había traído el agua no podían sospechar que esa era la causa, pensaban que la llevaba embotellada yo en el coche, y se decían que si el paté, que si el jamón de York… —Claro, y tú te callaste como un muerto, y hasta a lo mejor no la probaste y no te pasó nada. —Pues sí, justamente. Bueno, eso sí que es agua pasada.
Guayente estaba más abandonado que otra cosa, y en los últimos tiempos se adaptó para residencia de verano de los jesuitas, así estuvo muchos años y buena parte de lo aquí construido se hizo entonces. Después pasó a propiedad del obispado de Barbastro que la utilizó también para colonias de verano. Hoy el santuario sigue en pie y es sede de la Asociación Guayente y de su Escuela de Hostelería. 294
El camino del Solano
—Oye, que el desvío a Guayente estaba ahí y te lo has pasado. —Es tarde ya. Vamos a comer en Eriste, que está ahí mismo, y te cuento lo de Guayente.
Eriste Poco antes de llegar a Eriste está la presa de Linsoles, de buen tamaño. Es impresionante si se puede ver cuando descarga agua; una o varias potentes cascadas caen con inusitada fuerza y estrépito desplegando limpiamente arcos que caen al cauce del río que bulle de espuma. En los pies de esa presa había un vertedero que de tarde en tarde al quemar las basuras incendió algún árbol cercano; era un peligroso vertedero que ya se ha eliminado. En dos ocasiones vi un árbol ardiendo, fui rápidamente a Eriste a avisar enseguida sofocaban el fuego, pero no clausuraron ese vertedero hasta años después. Hoy la basura en todo el valle se recoge y se baja en camiones no sé si a Graus o a Barbastro, donde hay un centro de recogida y tratamiento. Ya era hora. Tras la presa y abrigado por el bosque de Conques, con Cerler y la alta montaña al fondo, está el lago, que no pantano, de Linsoles. Porque tiene un sugerente nombre que recuerda a una bella y grácil dama medieval que bien pudo ser cortejada por algún caballero de la tabla redonda. Porque es hermoso y presume de espejo cuando la luz del sol del atardecer refleja en sus serenas aguas con límpida nitidez y colores asombrosos el bosque de Conques, como si la imagen real y la reflejada se hubieran desplegado en dos. Y porque algunos cisnes blancos se deslizan con elegancia por sus aguas; siempre interesados en acercarse a quienes se asoman a sus orillas por si les dan algo de comer; alguno con más hambre sale del agua a reclamar lo suyo y lo hace con tal ímpetu que acojona algo. Mascaray no habla de este nombre de Linsoles, pero Juan Luis Román, que vivía por Levante y andaba preguntando siempre cosas sobre los nombres y el paisaje, nos ha dicho que Linsoles significa ‘la casa del llano pantanoso’. También he oído que quiere decir ‘donde se aquieta el agua’. Y los dos sentidos me gustan y se ajustan a la realidad. Antes de construir la presa era así, porque el río se ensanchaba pausadamente por los praus, después de descender hasta aquí con brío desde la alta montaña, 295 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
y aquí estuvo la casa de los señores de Conques, aún se conservan algunos restos de ella. Hoy buena parte de esos praus están ocupados por urbanizaciones, pero aún queda la soberbia belleza de lo que cuento.
Eriste con el lago de Linsoles y las estribaciones de la selva de Conques.
El viento inclinaba las ramas de los árboles y en alguno de ellos hacía titilar sus hojas, que espejeando mostraban alternativamente el verde intenso de su haz o el más claro de su envés. Se escuchaba el rumor del viento sobre las hojas. Uno se podía pasar el rato absorto en ese espectáculo cambiante y rumoroso. —«Aire de Puerto, als tres díes muerto», dicen por aquí, aunque este vientecillo viene desde abajo, del valle.
Eriste es lugar antiguo, al menos desde 1068 en que es citado en la documentación. Ha crecido notablemente alrededor de su antiguo caserío sobre el que emerge de forma singular la delgada torre de su iglesia. Hoy está totalmente repicada mostrando la mampostería 296
El camino del Solano
de sus muros, pero hasta hace poco estaba revocada, protegidos sus muros por ese revoco y pintada de blanco, lo que con su esbeltez le confería una airosa imagen que ya ha perdido. Eriste se levanta en la margen izquierda de la carretera directamente enfrente del lago, respaldado por los dos picos de Eriste, entre los que sube un vallecito fragoroso, que bien subido y andado lleva al refugio Ángel Orús y desde allí al Posets. El comienzo de este camino es una pista transitable para coches que finaliza en un agradable rincón con una cascada que forma la Aigüeta de la Bal al descender de la alta montaña. A partir de este punto es una fuerte y larga senda la que lleva hasta el refugio. A los pocos días de nacer mi hija Clara la llevamos allí en una especie de mochileta que yo llevaba a la espalda. Clara, con sus pocos días, estaba en la gloria, no lloró, no hizo sino sonreír, comer, dormir y entretenerse dando manotazos a las moscas. Lo recordamos alguna que otra vez. Eriste tiene casas de interés, antiguas chimeneas y adecuados servicios. Su iglesia de San Félix es muy tardía, pero si puedes acceder bajo las cubiertas y te arrastras entre la copiosa palomina se pueden ver, como en Sahún, los restos del muro románico norte adyacente al otra vez ábside de una iglesia románica anterior perdida, coronados por una serie de arquillos lombardistas sobre parte del muro original. Desde hace pocos años la iglesia, que se ha arreglado, cuenta con otro icono, otra vez del ya citado Valeriu Purdea, que pintó en el año 2005. Es un magnífico tríptico conocido como el Icono de la Intercesión. —Y creo que entre otras cosas se conservan algunos llamadores, o aldabas, de lo más curioso. Son de elaborado hierro forjado y reproducen falos, con sus cojoncitos y todo. Bueno, de estos hay en otros lugares, pero dicen que aquí están los mejores, aunque no sé a qué se refiere esto, si es por el tamaño o por lo explícito de la cuestión. —Sí, es otra cosa etnológica. Has de pensar que en tiempos anteriores el tener hijos era una bendición para las casas: no solo aseguraban su continuidad, sino que eran una ayuda necesaria. Como hemos hablado del Tres Picos, ahí está, vamos a entrar a ver si aún dan aquella gloriosa trucha.
Quien primero nos salió a recibir fue un perrito pequeño que estaba tomando el sol en la terraza. Nos olisqueó a placer, porque Bernardo lo acariciaba, le hizo gracia, y el perro se tumbaba tripa 297
Hacia el valle de Benasque
arriba porque quería más. Tenían trucha, así que pedimos dos cada uno, ya se sabe que la trucha es cosa ligera de tomar, una cosa deliciosa. Natillas no había, era crema catalana, que estaba tan rica que repetimos. —Bueno, cuenta eso de Guayente, que tenemos tiempo. Vamos a tomar el café en la terraza.
Más sobre Guayente Guayente, algo he adelantado sobre algunas cosas que desde allí se hicieron, fue algo muy importante para mí, que ya he perdido hace muchos años. Fueron tantas y tantas las cosas allí vividas y tanto tiempo, que necesitaría un buen rato para hacerles justicia, pero no me extenderé. Guayente fue y es una parte muy importante de la reciente microhistoria local. Las cosas se olvidan con mucha facilidad. Desde aquel año de 1981 en que entré a formar parte del primer patronato de la Asociación Guayente hasta el año 1995 en que la situación que se produjo me obligó a abandonarla, pasaron catorce años, se dice pronto, una buena parte de mi vida. Ernesto Durán se inventó Guayente y Pepe Marión le secundó inmediatamente. Los dos fundaron Guayente en 1981, con la idea inicial de crear aquí una Escuela de Hostelería, otra de Mecánica y una residencia para los futuros alumnos; la de Mecánica se cerró tras algunos años. Se entendía que las dos enseñanzas eran útiles para la formación de la juventud del valle y de otras zonas más o menos cercanas y que así la juventud podía tener un oficio y no sentir la necesidad de irse de aquí a buscarse la vida. En especial lo de la hostelería era algo que se consideraba muy necesario, con mucho futuro, y no nos equivocamos. La Escuela sigue hoy abierta y en función. Guayente era de antiguo un lugar que era sentido como algo compartido en el valle. Para Ernesto fue otro intento de unir a las gentes del valle en esta empresa común. Para Pepe algo que como benasqués adoptivo tenía necesariamente que apoyar. Pepe Marión —«Quita, chiquet»—, al que casi todos se referían como Pepito, claro que no en su presencia, que imponía bastante y exigía el don José a los no cercanos, fue alcalde de Benasque por la derecha durante muchos años 298 ÍNDICE
El camino del Solano
(1979-2003). Pepe regentaba la única farmacia de toda la parte alta del valle que luego traspasó para dedicarse exclusivamente a la Alcaldía. La dejó por voluntad propia antes de las elecciones del 2004, en ella pasó un montón de años, contando con el apoyo mayoritario de sus vecinos, todo un récord. Si preguntabas a la gente de Benasque que a quién iban a votar, respondían: «¿A quién quieres que vote?… A Pepito». Fue diputado provincial y en las Cortes de Aragón, hombre bien relacionado políticamente, trabajó bien por su pueblo durante todos esos años en que Benasque creció de forma muy notable. Inmediatamente se creó la Asociación Guayente como órgano rector de Guayente y se organizó un grupo inicial que comenzamos este camino común con ilusión, total desinterés y trabajo por parte de todos. Para impartir la enseñanza se tuvo el acierto de acudir a los Hermanos de Lasalle con total éxito. Sin ellos Guayente no hubiera sido posible; sin su trabajo y absoluta generosidad no habría prosperado. Guayente era el lugar adecuado para acoger este proyecto, sus edificios lo permitían y se acondicionaron con lo que se precisaba. Pero no solo se pretendía esto, queríamos hacer de Guayente un centro de cultura no solo local, sino de cultura sin apellidos y un lugar de encuentro y promoción del valle tan necesitado entonces de todas estas cosas. Queríamos recibir a todo el que viniera a ayudar para hacer de Guayente un lugar abierto a todo y a todos. Ernesto, Pepe y los Hermanos de Lasalle fueron otra vez más los hombres necesarios en el momento oportuno. Cuando se fundó Guayente, el santuario estaba casi abandonado y solo la iglesia era utilizada para esporádicos cultos. Ernesto y Marión, que fue su presidente durante catorce años, tuvieron que explicar poco al entonces alcalde de Sahún, de donde dependía administrativamente, y al obispo de Barbastro para lograr sus apoyos y poner en marcha Guayente. Pero la implantación de ambas escuelas y el reconocimiento como centro docente de Guayente, con las consiguientes e indispensables ayudas económicas, no fueron nada fáciles de lograr. Las oposiciones surgieron enseguida. Un centro presidido por Pepe Marión, jefe de la derecha comarcal, perteneciente al obispado de Barbastro y, por tanto, apoyado por todos los curas de la zona, en un lugar como Guayente, no podía ser para un determinado sector otra cosa que un nido de la reacción fascista, solo habían pasado seis años desde la muerte de Franco. 299
Hacia el valle de Benasque
Pero el apoyo de las gentes crecía dentro y fuera del valle. Las gestiones para lograr la implantación de la Escuela fueron llevadas a cabo por Marión y Ernesto fundamentalmente, con colaboraciones crecientes. Fueron difíciles y penosas dado el importante nivel político de oposición local, provincial y autonómico. Al final se tuvo que conseguir en Madrid donde enseguida comprendieron la utilidad de Guayente. La autorización fue inmediata y se acompañó sin solicitarla con la declaración de interés público para la Asociación Guayente. Aquellos se quedaron estupefactos. Pero todo pudo comenzar y Guayente empezó su trayectoria ya sin problemas. Con el paso de los años comenzó a tejerse la idea de que Guayente no podía estar presidido por un político como Marión, y que en todo caso era un pedestal político para él, representante máximo de la derecha en el valle. Así me lo repetía un amigo, opositor político local de Marión al que hace muchos años no veo. Me aclaraba que me lo decía para que me diera cuenta de qué era lo que yo hacía trabajando allí. Yo le contestaba que aquí a nadie se le consideraba en más o en menos por su ideología, a él se le aceptaba y apreciaba a pesar de ser un tocapelotas y venir con esas melodías, y que, en todo caso, ya me gustaría que Marión fuera ministro, mejor nos iría. Pero esa idea creció con esa cantinela, y la Asociación retiró a Marión de la presidencia que ostentaba desde su fundación, era 1995. Cuando se lo comunicaron a Marión, él estaba completamente ignorante, como yo, y eso que era el presidente de la Asociación; fue para Pepe un disgusto. Yo había asistido a todas las reuniones del patronato, como siempre, pero nadie me dijo nada de lo que se preparaba, no lo supe hasta que fue una realidad, y no por fuentes de Guayente. Así que con un monumental cabreo dejé Guayente. Yo quiero recordarle ahora y agradecerle su amistad, su desinteresado trabajo y su confianza. Se me agolpa el recuerdo de tantos amigos que allí hice y que ya no veo, andan en otras cosas por el mundo… José Luis Mongrell, hermano de Lasalle y director del centro en los años iniciales, los más difíciles, que supo superar siempre con su proverbial buen humor, brillantemente; Faustino, siempre con las herramientas en la mano para arreglar cosas, una astralica de mano, que decimos en Aragón; Corcuera, que fue director del centro; Pedro Gil del que trataré; Ricardo, Juanjo… todos ellos hermanos de Lasalle. Teodoro, sacer300
El camino del Solano
dote, que sustituyó a Ernesto en la parroquia de Castejón cuando la dejó, fue eficaz y generoso secretario de Guayente hasta su muerte. Antonio, que era entonces párroco de Seira y Villanova y que hoy atiende a la parroquia de Graus, seguro que lo conoces; como Seira era tranquilo y con muy poca gente en invierno, le gustaba echar la partidita en el casino y trabajaba en cosas de la tercera edad. Ernesto, naturalmente, con el que conservo buena relación de amistad. Y otros más a los que ya no logro poner nombre, aunque tengo presente su recuerdo y sus rostros. Es un recuerdo agradecido, grato y de cariño. Todos trabajamos durante muchos años con esfuerzo y sin buscar nada a cambio Con el objetivo fundamental de mantener la Escuela de Hostelería de la que han salido tantos y tantos buenos cocineros, camareros y gestores de hostelería, se hicieron tantas cosas… algunas ya las he adelantado. Las Jornadas de Estudios del Alto Ribagorza comenzadas en 1981 y en las que me involucré directamente. Eran semanas anuales celebradas fundamentalmente en la iglesia de Guayente, siempre en agosto que era cuando había más gente por el valle, con conferencias, actos diversos, cine, conciertos, exposiciones, teatro y hasta concursos gastronómicos. Recuerdo una conferencia que solicité a José Manuel Mata, muy relacionado con el valle y con la familia de Maite, que era entonces subdirector general de Archivos y Bibliotecas en Madrid. Su conferencia trataba sobre la microhistoria local, un tema bien elegido para Guayente y lo que hacíamos. José Manuel estaba nervioso y emocionado; un hombre acostumbrado a hablar en los organismos de Bruselas, ministerios y en otros altos lugares similares, no podía contener la emoción al hablar en Guayente. Desde mi situación junto a él en la mesa de presidencia del acto, que yo presenté, apreciaba cómo le temblaban las manos y la voz. Nos emocionó a todos. Cuento lo de la gastronomía. Queríamos difundir la cocina local y mostrar a los restaurantes que su recuperación era algo muy interesante para las personas que nos visitaban. Éramos una Escuela de Hostelería y los alumnos trabajaban también sobre ella. Se organizaron concursos entre las amas de casa del valle y sus antiguas recetas. Fue un éxito desbordante y total por la calidad, la presentación, el número y la variedad de los platos. Teníamos que abreviar en la previa entrega de premios, para dejar que el multitudinario público que 301
Hacia el valle de Benasque
desbordaba masivamente la capacidad del santuario, dispuesto a dar buena cuenta de lo presentado, lo hiciera. Eran avalanchas con indisimulados empujones lo que entonces se producía, dejando el patio de Guayente como si hubiera habido allí un botellón masivo, cuando no se hacían aún botellones, con restos por todas partes. Esas situaciones nos indujeron a abandonar pronto esos concursos. Pero en los restaurantes del valle empezaron a proliferar los recaos, los guisos, los asados y la pastelería del valle. También recuerdo con cierta nostalgia un concierto que Labordeta dio en Benasque. Le comenté esa posibilidad y con generosidad la aceptó sin titubeos, diciéndome que a ver si no llovía, porque había cantado en Benasque una sola vez y le jarreó un diluvio en el recital. No llovió e hizo una noche espléndida. No quiso cobrar, me correspondía con eso a que yo había trabajado desde el Colegio de Arquitectos en la organización de los actos del homenaje a su hermano Miguel, uno de los mejores poetas del siglo pasado. Pusimos una entrada de 100 pesetas, entonces no existía aún el euro, para compensar algo el viaje y a los músicos que le acompañaban. Se recogió una nada despreciable cantidad que le di. Me pidió que en el descanso le llevara un whisky, lo necesitaba. Al terminar el recital, a las tantas, pude ofrecerles con la atención del hotel Valero donde los alojamos, que fueron muy amables de darnos algo para cenar a esas horas, unas tortillas de patata, quesos y embutidos. El recital fue algo hermoso y con más que masiva afluencia; eran los años de ese sentimiento aragonesista que Labordeta supo despertar. Para ello Marión destinó una carpa de notable tamaño que en Benasque existió durante algunos años. Antes de comenzar hubo que levantar los faldones que la cerraban porque había mucha gente fuera que no podía entrar, el recinto estaba a tope; así que hubo mucha gente a la que no se pudo cobrar la entrada. Raúl Gabas al oír por primera vez el Canto a la Libertad insistía en que eso era un resumen de la filosofía de Kant o de Hegel, no lo recuerdo bien. Él sabrá. Los días en que se celebraban estas jornadas eran ocasiones de reencontrar a muchos amigos que solo nos veíamos en ellas. El público asistente era variopinto, pero muchos de ellos eran gente de importante nivel intelectual y profesional vinculada o no con el valle, que venían interesados por Guayente y para apoyar lo que aquí 302
El camino del Solano
se hacía. Así que las cenas subsiguientes a los actos eran agradables, aunque para mí, agotadoras. Muy pronto se comenzó a editar la revista Guayente. Yo entré a formar parte del equipo de redacción desde el inicio. Fue a partir del segundo o del tercer número cuando me hice cargo de la revista, que maquetaba en mi despacho. Fueron unos siete u ocho números seguidos los que así salieron de mi despacho, sin ordenadores ni nada de eso, solo con una máquina de escribir electrónica que manejaba mi hermano Domingo. Algunos de ellos merecieron elogios de la prensa. Muy pronto, alguien pensó que esos números tenían un aire demasiado culto, intelectual me decía alguno, y, finalmente, otras personas tomaron la revista que se confeccionó y editó en imprenta hasta hoy. En realidad, aunque eso me contrarió, fue un alivio. Poco a poco procuré distanciarme de esto, aunque aportaba colaboraciones con artículos y editoriales de cuando en cuando, hasta que abruptamente me vi obligado a dejar Guayente. Se instituyó el Premio Guayén desde 1986, que premiaba a las personas e iniciativas que hubieran aportado al valle cosas de interés. La primera entrega de este premio fue en 1987 y se concedió conjuntamente a Bienvenido Mascaray, por el éxito en la dirección de la oposición al pantano de Campo, a José Luis Mongrell, a los Hermanos de Lasalle, por el excelente trabajo realizado en Guayente, y a Ernesto Durán. Tenían sobrados méritos para recibirlo. Pero a Pepe Marión sobre el que concurrían méritos más que sobrados nunca se le ha dado. Se celebró en una cena con muy nutrida concurrencia, aquí en el Tres Picos, en un local que había abajo, con un discurso mío muy preparado que mereció algunos «¡Sí, señor!», y alguna ovación espontánea y cerrada. Estuvo bien. Creo que aún se sigue con esto. Lo cierto es que no todos los años, como es natural, había méritos suficientes para otorgar el premio. Yo pedía que se declarara desierto, pero eso no gustaba. El inicio de las primeras acciones para implantar el turismo rural en el Sobrarbe y la Ribagorza fue hacia 1988. Con respecto a esto, fui testigo de su nacimiento en la barandilla del patio de Guayente. Pedro Gil, hermano de Lasalle, estaba allí con Marión y conmigo charlando. Pidió a Marión una subvención inicial, poco dinero, para formar a unas pocas personas en estas cuestiones y situarlos en sencillos localitos en los pueblos más significativos de las comarcas de 303
Hacia el valle de Benasque
nuestro entorno, donde debían explicar a los vecinos la conveniencia de promover este tipo de alojamientos. Fue un éxito total y arrollador. Tanto que la Diputación General se hizo con la idea y la naciente organización para desarrollarla, marginando a Guayente y llegando a lo que se ha llegado. Algo estupendo. Se comenzó la promoción de campos de trabajo sobre pequeñas iglesias y ermitas del entorno, para jóvenes dispuestos a pasar unos días en esas actividades y en convivencia. Tuvieron una nutrida respuesta y los chicos y las chicas se lo pasaban pipa con las vivencias directas con las gentes y los lugares que los acogían, siempre encantados de ver tanta alegre y a tan bien dispuesta juventud. Estas cosas se dejaron de hacer hace ya años, porque precisaban de dirección y no la podíamos dar. Continuaron un tiempo más con otro tipo de trabajos, pero finalmente eso terminó. Destacaré la formación de una biblioteca y archivo sobre temas relacionados con el valle y sobre las materias que se impartían en la Escuela, que creció con las aportaciones de los socios, y creo que hoy es una buena biblioteca de referencia sobre estos asuntos y otras cosas. Muy pronto también se potenció la fiesta de Guayente con la celebración en esos actos del ball de Guayén, que con el ball de Benás es uno de los de mayor tradición del valle, que cuenta con un nutrido número de variantes de ball, en Castejón y Laspaúles, por ejemplo. Pero el trabajo de Guayente no se limitaba solo a este campo de lo cultural. He hablado de El Remós y del queso de Benasque. Se iniciaron acciones y se organizaron reuniones de gentes para tratar de sacar adelante asuntos relacionados con la ganadería, la montaña, el turismo, la despoblación, las cuestiones de carácter social, etc., así que Guayente fue entonces algo muy importante para esa zona de la Ribagorza. Por lo menos, nadie me quita, como a Marión, el haber colaborado en todo eso y haber conseguido con todos estabilizar y dar prestigio a Guayente. Que lo tenía y bien reconocido. Aquí sigue la Escuela de Hostelería y las continuas acciones de la Asociación Guayente, con importantes cambios en su estructura de gestión que cuenta hasta con gerente. Es abrumador ver en la dirección de Internet www.guayente.org la actividad que despliega. Bueno, que se nos hace tarde y un paseíto nos va venir muy bien. Vamos a Conques.
304
El camino del Solano
Conques —Por cierto, es Conques, no Conqués, como por ahí se escribe.
Cruzando desde Eriste al otro lado del lago por un puente, accedemos a una pista que desde aquí lo bordea por su margen izquierda, es un paseo muy agradable que en verano se ve perturbado por gente que no deja el coche para nada. En su comienzo arranca otra pista señalizada, relativamente suave pero de constante pendiente; en una media horita llegaremos a Conques, Concas en los tiempos anteriores. Queda en pie un torreón tardío junto a un caserón que albergaba colonias veraniegas de la tercera edad procedentes creo que de Bujaraloz. Tenían la mala costumbre, que remitió ante mis protestas, de poner música altísima para amenizar a sus ocupantes, que atronaba toda esta parte del valle, como si fuera un hotel de playa, con sus animadores de los que es preciso alejarse cuanto antes. Detrás de estos edificios quedan otros en ruina ya abandonados que formaron parte de lo que fue solar de la casa de Concas. Estamos inmersos en la parte baja de la Selva de Conques que asciende por estas laderas, espesa, impenetrable en muchas partes y rica en variado arbolado. Una delicia para el caminante sobre todo si la baja desde arriba, desde la pista del Solano, en vez de subirla, claro. —Este fue solar de los Bardaxí, señores de Concas —inició Bernardo—, que de muy antiguo fueron señores de Benasque, pasando a serlo también de Concas antes de 1350. Concas, rica en pastos, era un buen lugar para la ganadería. Así en 1567, don Antonio de Bardaxí ostenta esos señoríos. Durante los años de sublevación del condado, don Antonio fue fiel defensor de los intereses del duque de Villahermosa, que fueron los suyos, tratando de mantener la integridad de sus feudos, llegando a ocupar el cargo de procurador general del condado desde Benabarre. Para este don Antonio y para la casa de Concas, la finalización de la sublevación del condado, que se produjo con su asunción por Felipe II, fue nefasta. Aunque acudía a las llamadas que Felipe II, lo hacía en defensa de la frontera, que sufría algunos intentos de invasión francesa en la zona de Jaca. —La fuga de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, su llegada y protección según los fueros aragoneses en Zaragoza y los trágicos acontecimientos que esto produjo, que entre otras cosas terminaron con el ajusticiamiento de Juan de Lanuza, justicia de Aragón,
305 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
mientras Antonio Pérez trataba de escapar hacia Francia, fueron la causa de aquella desgracia. Al señor de Concas se le ordenó prender a Antonio Pérez y evitar su fuga, cosa que no logró, siendo acusado de permitirlo por falta de interés. Estuvo en prisión durante más de dos años en Barbastro y Zaragoza, con sentencia de destierro por siete años más; su castillo fue demolido y se le quitó su casa y hacienda en Benasque con lo que la Casa de Concas quedó muy malparada. Tras múltiples gestiones fue rehabilitado con su autoridad sobre sus señoríos muy debilitada ya, muriendo en 1609.
Conques, en su delicioso paraje, conserva la pequeña ermita de San Esteban de Conques, cuyo emplazamiento inmediatamente próximo a los edificios citados es difícil de ver, porque los árboles que han crecido mucho desde mi primera visita al lugar, prácticamente la ocultan a la vista. Es una venerable, abandonada, maltratada, importante y pequeña iglesia. Viene del primer tercio del siglo xi y es obra lombarda interrumpida como todas las de la Ribagorza en esos años. Puedes encontrarla abierta, vamos a verla.
Planta de San Esteban de Conques.
306
El camino del Solano
—¡Pero cuántas telas de araña, cuántos trastos y cajas hay aquí! Esto es hoy un almacén de cosas abandonadas. Y esta pintura malpintada… Es un desastre. Fíjate cómo asoman en los muros pilastras con articulaciones de triple esquina lombardas, que se alzan hasta el plano de imposta de la bóveda que hay. Ya ves que voy aprendiendo tus lecciones. —Aquí está esto ante la indiferencia generalizada. Es justo en ese plano de imposta donde los maestros lombardos dejaron interrumpida la iglesia sin iniciar siquiera las bóvedas de arista que tenían que cubrirla, nunca se hicieron. Años después se hizo esta bóveda de cañón apuntado que cubre el interior. Esta pequeña iglesia tiene la particularidad de ser, inacabada como está, la mejor muestra en toda la Ribagorza de las pequeñas iglesias rurales lombardas del primer tercio del siglo xi. Justo en la vertiente francesa del Pirineo, en el valle de Larboust, hay otras dos iguales a esta, Saint-Martin de Cazarilh y Notre-Dame de Trébons. Pero la que refleja mejor lo que estas iglesias pudieron ser es la verdaderamente hermosa y totalmente lograda de San Caprasio en Santa Cruz de la Serós, muy cerca del monasterio de San Juan de la Peña. Esta de Conques fue parroquia de algunas casas de Eriste hasta que la distancia provocó su abandono.
Al salir de la iglesia hay un banquito adosado a su fachada bajo un árbol acogedor, nada más verlo nos sentamos y nos pusimos a fumar. —Este silencio y todo esto es impagable. Lo de los lombardos en la Ribagorza es un caso. Aquí no terminaron nada y en el Larboust y en San Caprasio, sí. ¿Qué es lo que pasó? —Estos abandonos de las obras fueron una constante en los maestros lombardos, no solo aquí, sino también en otros lugares de la España cristiana y de Europa. En San Vicente de Cardona, que es la iglesia lombarda mejor lograda, dejaron sin construir todas las bóvedas altas, las que hay son posteriores; en otra fantástica iglesia lombarda de la Liguria, San Paragorio de Noli, hicieron lo mismo, como en más casos. Ignoramos las razones de este comportamiento que no solo hay que relacionar con que fueran culos de mal asiento o, como se ha dicho, a algún tipo de incapacidad técnica de quienes demostraron tenerla en alto grado, ya que fueron muchos y distintos los casos y las situaciones en que esto se produjo por razones que no sabemos explicar. Aquí en la Ribagorza, probablemente los acontecimientos relacionados con la anexión del condado por Sancho III provocaron la interrupción de las obras por la incertidumbre y por la implantación de una nueva política, que como he contado afectó
307
Hacia el valle de Benasque
gravemente a lo religioso. Y aún se podría aducir el que estos maestros fueran trasladados a reforzar la red de castillos del sur.
¡Se estaba tan bien en el banco!… Hasta que la piedra nos hizo sentir su dureza nos quedamos allí, en silencio. Bernardo, de forma perezosa, dijo de ir a ver la iglesia por fuera.
San Esteban de Conques.
—Vaya cubierta que tiene, parece más una cosa francesa que de aquí. No le pega nada de nada. —La cabecera lombarda se recreció torpemente, como toda la iglesia, para construir en fechas no lejanas esta aparatosa cubierta de faldones con modernas lositas de pizarra, absolutamente ajena a la zona y a estos monumentos. Pero se conserva toda la parte original del ábside con sus arquillos y lesenas que enmarcan las tres ventanas de doble derrame, un ábside lombardo bien conservado. —Si no fuera por el impertinente revoco de mortero de cemento encalado de blanco, granulado por demás para decorarlo mejor, que lo cubría indignamente. Hoy ha sido repicado, pero tan duro y firme era que quedan sus restos y abundantes fragmentos. Me parece absolutamente incomprensible e inaceptable que la belleza que esta
308
El camino del Solano
ermita encierra y el fundamental valor histórico y arquitectónico que me cuentas, sea tratado con este olvido y desdén. —Ya ves, eso es lo que hay.
La vuelta ya no es cansina porque es cuesta abajo, es una delicia. Hay que bajar despacio, como paseando; entre tramos de rumorosos regueros de agua abundantes por aquí, que discurren entre abetos, almendros, hayas, robles, chopos, abedules, y hasta algunos acebos; una verdadera sinfonía contrapunteada de color en el otoño; cuando el bosque se refleja en las aguas de Linsoles, es sublime. Todo eso está adornado por matas del fresco y verde boj y el aroma del musgo que se acerca a los lindes del camino adelantándose a la fresca umbría del bosque. Algunas matas de fresas y moras se te ofrecen, como algunos manzanos que se han plantado en los límites de los praus. Es mejor dejarlas, son pequeñitas, verdes y ácidas. Las amas de casa del valle las saben preparar para hacer deliciosas tartas, mermeladas y bizcochos, nosotros nunca hemos sabido sacar de ellas nada bueno. Por cierto, las almendras aún sin hacer del todo, cogidas del árbol y con su suave amargor, son deliciosas. —La de veces que he cogido esas manzanas con piegadera, un alto palo con tres ramitas en la punta a modo de tridente. Has de recoger la manzana con él y girar hasta que se rompa el rabito, luego bajas el palo y la recoges. Claro, se necesita paciencia, pero si no a ver quién llega hasta las manzanas si están altas. —Hace muy poco tiempo que se cultivan manzanos aquí, en Anciles, son las llamadas pomes d’Ansils, ‘manzana de Anciles’; que por el momento creo que solo cultiva un agricultor, y la producción es reducida. Pero todo necesita un comienzo. Ojalá que esto crezca y se difunda, aunque competencia va a tener demasiada.
Existen en esta gran masa forestal algunas pequeñas casas prefabricadas de madera, alguna tenía una barbacoa; están totalmente inmersas en el bosque y se ocupan temporalmente. Son un gravísimo riesgo. Un incendio en esta gran masa forestal sería incontenible, su propagación llegaría inevitablemente a otros bosques y es un enorme peligro para todo y para todos. ¿Cómo es que se hace la vista gorda ante esto, que conocen todos, y no se elimina este gravísimo peligro, mayor que el del vertedero de que he hablado?
309
Hacia el valle de Benasque
Volviendo al lago de Linsoles, continuamos nuestro camino. La pista remonta el río por su margen izquierda, inmediatamente aparecen importantes núcleos de urbanizaciones, y nos topamos con hileras de gentes a caballo, previo pago, dando un paseo por estos caminos y dejando un rastro de excrementos en los que se arremolinan moscas y tábanos, que nadie limpia y que acaban en difusas manchas de amarillento marrón que solo lavan las tormentas. Es esto algo que se da en otros muchos lugares, no es especial aquí, aunque viene de hace muchos años. El Ayuntamiento de Benasque ha reducido los caminos por los que pasear con estos caballos, antes iban por cualquier sitio, y como los caballos gustan de desahogarse, dejaban la calle principal de Anciles y los caminos aledaños hechos una pena, había que andar sorteando los excrementos. Al final de las urbanizaciones está la cuadra donde guardan a estos caballos y de donde parten esas excursiones. Y había un pequeño campo de golf. Era de ver la gente que acudía revestida del perfecto uniforme del golfista arrastrando carritos con los palos de lo más sofisticado y caro. A nuestra derecha, la selva de Conques baja hasta aquí. Pasadas las urbanizaciones, la pista está arreglada con pavimento de piedra y muretes que delimitan a nuestra derecha bellísimos y grandes praus respaldados por el bosque, mientras a nuestra izquierda vemos el pedregoso y amplio cauce del río Ésera.
Anciles Casa Suprián nos recibe al llegar a Anciles. Fue casa de los Azcón y Bardaxí, con los que emparentaron. Precisamente su escudo, con la inscripción «De los Azcones, 1677» y las armas de los Azcón y de los Bardaxí, con la cruz de Malta, se conserva en un arco del torreón. Casa Suprián es una magnífica muestra de casona señorial, con sus patios, torres cubiertas por apuntados tejados de pizarra, rafes y portadas, que aún permanece habitada y bien conservada. Anciles tiene un pequeño caserío muy bien cuidado, con notables casas señoriales de mayor o menor fuste, que conforman una pequeña trama urbana verdaderamente deliciosa para pasear por sus estrechas calles que engloban una pequeña iglesia con cubierta de aires franceses, y que al decir de las gentes es muy mona; su antesala es 310 ÍNDICE
El camino del Solano
un pequeño cementerio con flores y cuidada hierba, casi parece algo de Marie Claire. La iglesia es tardía y conserva en su interior unas estupendas pinturas de carácter popular y desde hace poco tiempo un icono que representa a la Virgen María. Dice don Ángel Noguero que es del grupo panagia blanquernitissa y que fue pintado en un monasterio de Ucrania. Merece destacarse Casa Barrau en la calle principal, un formidable y compacto caserón con fachada austera y plana de la que resalta su portada que ostenta la fecha de 1813. A su través, si está abierta, se ve el corto zaguán y un hermoso y pequeño patio abierto ajardinado con esmero. Interiormente la casa es casi un museo, difícil de visitar ya que es casa privada. Fue casa solar de los Ferraz Cornel, de posicionamiento liberal, cuyo apoyo a la proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812, implicó después su cese y apartamiento de los altos cargos que ostentaban. En especial José Ferraz Cornel, que llegó a ser con Isabel II ministro de Hacienda, de la Guerra, presidente del Consejo de Ministros y alcalde de Madrid. Ahí es nada. Desde el pueblo, el que quiera subir una buena cuesta puede llegar a Cerler. —En Anciles hay un buen restaurante, el Ansils, al que somos Maite y yo muy afectos, aunque lo podemos frecuentar muy poco, y que se especializa en guisos de caza y cocina local. Como hacía una tarde estupenda, solicitamos a los dueños cenar en un jardincito que tienen enfrente y que utilizan como terraza del bar, no fue posible, no servían cenas ni comidas en él y es una pena porque con buen tiempo lo llenarían de gente.
Ya de mañana salimos hacia Benasque; nada más salir de Anciles sobrevive un glorioso chopo, que se dice milenario, no lo sé, mucho parece. Tiene un notable tronco del que parten gruesas ramas que se cortaron hace tiempo. La verdad que con ellas debió de ser espectacular, aún lo es. —¿Seguimos la pista hacia Benasque? —Sí, por la carretera solo hay casas de apartamentos y esta pista ofrece un camino más cercano a los praus y mucho más agradable.
Agradable, asfaltado y llano por demás, es uno de los paseos frecuentados por los benasqueses y veraneantes, algo así como era el paseo de la Independencia de Zaragoza cuando era una rambla arbolada, casi un lugar de encuentro. 311
Hacia el valle de Benasque
Enseguida se llega a un pequeño desvío que lleva a un pequeño hotel —La Selva d’Ansils—, en el que me alojé hace poco con Maite. Es estupendo, dan ganas de quedarse a pasar más días aquí. Cruzaremos pronto una palanca sobre el barranco del Remáscaro. —Tiene un nombre sonoro e inquietante, y hay que ver la de piedras enormes que ha arrastrado hasta aquí. Debe de ser cosa seria. —Es el barranco más peligroso del valle. Menos mal que va solo de vez en cuando, porque es arrasador, sobre todo cuando el Ésera va de avenida y las aguas del río y del barranco se juntan en el llano.
El Remáscaro recoge las aguas de todas las vertientes por encima de Cerler, una extensísima zona de yermos donde la falta de arbolado hace que el agua baje hasta aquí con fuerte pendiente y violencia. Se construyeron diques de contención, pero si va, va. Y es temible. Fíjate en el importante cono de deyección que tiene, lleno de bolos enormes que ha arrancado y arrastrado hasta aquí la fuerza del agua. Aunque ahora solo baja una poca. Más adelante se llega al lugar en que había otro gran vertedero donde se depositaban todas las basuras de Benasque y Anciles, afortunadamante ya ha sido clausurado. Al acercarnos a Benasque, comienzan las casas de apartamentos y los hoteles. No hace mucho, esta parte del camino, que era de tierra, tenía chopos que crecían en ambas márgenes, tapizándolas gloriosamente con sus doradas hojas caídas. Un ocasional espectáculo que ya se ha perdido.
Benasque Al llegar a Benasque, no verás el Benasque que buscamos. Son todo modernas casas de apartamentos, tiendas, restaurantes y hoteles lo que se ve. Hoy no tendremos problemas para aparcar, en verano esto está imposible y tienes que ir a los aparcamientos que se han dispuesto en las afueras del pueblo, que también están llenos en no pocas ocasiones. El gran crecimiento de Benasque, al menos, no se ha llegado a producir como por ejemplo en Viella, que yo conocí cuando era una pequeña población con sus casitas cubiertas por tejados de losas arracimadas alrededor de su iglesia; hoy eso ha sido subsumido por altos edificios de apartamentos que 312 ÍNDICE
El camino del Solano
han multiplicado por mucho su extensión y han anulado su amable carácter. —¡Y tanto! El parador nacional al que entonces se iba como a un lugar de lujo extremo estaba separado de Viella, y desde allí el pueblo se veía abajo, como tú dices. Ahora las casas ya lo engloban.
A la izquierda de Benasque transcurre el cauce del Ésera que delimita el casco por ese lado, con las faldas de las altas Tucas de Ixea, que descienden hasta el río. A la derecha estaba y está aquella avenida de Francia, en que se talaron los tilos que la dividían en dos direcciones para hacer la actual avenida que es la carretera que bordea el pueblo por su lado derecho; un poco más allá comienzan las laderas de la montaña de Cerler y al fondo el valle penetra en la más alta montaña. Así, el lugar en que se alza Benasque está cerrado lateralmente y al fondo por la montaña. Y esto da pleno sentido a la significación de su nombre que Bienvenido Mascaray nos da, Benasque, Benás, ‘debajo del límite’, del que estas montañas significan respecto a su emplazamiento; de la última zona habitada del valle, más allá solo están los altos y fragorosos valles, los altos picos y los puertos para pasar a Francia y al valle de Arán. La alta montaña para el pastoreo y ahora también para el turismo y los escaladores. El Ésera, a su paso por Benasque, cuenta con muros de protección. Aunque se den entre largos periodos de años, las crecidas del río son temibles. La última hace unos cinco años afectó gravemente a algunas de sus casas, a Eriste y también a la zona baja de Castejón. Aún se recuerda la crecida del río que en la noche del 6 al 7 de octubre de 1925 inundó el pueblo; la calle Mayor inmediata al río era parte de su propio cauce de aguas tumultuosas que arrastraban piedras, troncos, maleza y barro, inundándose buena parte de las casas de Benasque. Es de imaginar el fragor de las aguas en la oscuridad y el pavor que esto debió de provocar en los benasqueses. El Ésera gasta estas bromas de vez en cuando. La construcción de la presa de Paso Nuevo, aguas arriba, que no se realizó hasta los años sesenta del siglo pasado, no ha conseguido evitar estas avenidas. A la entrada de Benasque está la tienda de Barrabés. Es un edificio completo de varias plantas, casi un lugar de peregrinación para los amantes de los deportes y la alta montaña. Todo empezó con una tienda almacén en la que se podía encontrar de todo, que estuvo en 313
Hacia el valle de Benasque
la plaza de entrada a Benasque junto a la farmacia y durante muchos años, siempre abierta y que regentaba el padre de la familia. Esta tienda pasó a su actual lugar dedicada ya a material de deportes y alta montaña, con gran éxito comercial. Es entonces cuando los hijos de la casa comienzan a trabajar en la empresa familiar y en pocos años alcanzan un nivel de ventas extraordinario con eso de la venta por Internet, abriendo tiendas en varias ciudades y logrando una difusión importantísima de la empresa. Hasta el rey en las pocas veces que vino a esquiar a Cerler la visitó en alguna ocasión. Esa difusión llegó hasta Estados Unidos en los años noventa, logrando con esa venta online tan altos niveles de negocio que se formó allí un lobby para expulsarla. Cosa que finalmente lograron, no podían soportar una competencia de ese nivel. Hoy el desarrollo de las empresas Barrabés alcanza a veinte empresas, dedicadas a las más modernas tecnologías de Internet. Algunas con nombres crípticos para mí. Pero que han hecho que Carlos Barrabés haya sido nombrado por el Foro de Davos uno de los líderes mundiales entre los grandes empresarios. Una cosa extraordinaria. —Y que por las cosas de la vida ha salido desde aquí, por el empuje y amor a su trabajo del padre de la familia y el continuo trabajo e inteligente visión de los hijos.
Benasque está respaldado al norte por una pequeña colina aislada sobre la que existió el castillo de Benasque, ya totalmente desaparecido, que fue la causa de repetidos sitios, abusos y desgracias para su población. Este castillo fue fundamental para la protección de la frontera con Francia y el valle de Arán, ante las continuas invasiones que desde allí se producían, sobre todo desde el valle de Arán por el Coll de Toro situado en la divisoria con Cataluña, en la parte final del valle. Aunque hubo no pocas ocasiones en que esas amenazas venían desde Cataluña por Laspaúles, de la tierra baja desde Campo y aun por Gistaín. Era un imponente castillo con altas murallas de protección como correspondía a su función.69 La existencia de un castillo en este lugar ya es citada en los años 1064-1092 y, probablemente, existió años antes, aunque nada más sabemos al respecto. Nos llegan Martínez de Baños Carrillo (2012).
69
314
El camino del Solano
algunos grabados y planos de su estado en diversos momentos, en los que se destaca un alto y potente torreón con planta cuadrada que pudo tener un origen altomedieval. Y especialmente en el plano conservado en el Archivo General Militar de Madrid, publicado por Martínez de Baños, puede verse en su extremo derecho un ábside con una nave rectangular, aunque el ábside parece oficiar de torreón defensivo. Debió de ser la pequeña iglesia del castillo, la tuvo necesariamente que tener y nos consta por Martínez de Baños, que aquí existió un anexo para el capellán y que en el Archivo Castrense del Ejército de Tierra se conserva el libro de la capilla del castillo, escrito por los diversos capellanes castrenses. En él se relacionan datos preciosos para conocer los nombres de muchos de los que habitaban el castillo y la población. En todo caso, sabemos que en 1521 se construyó una torre en el castillo por los entonces condes de Ribagorza, quizás recrecida sobre la parte inferior de aquella torre altomedieval.
Grabado del castillo sobre Benasque.
315
Hacia el valle de Benasque
—Hablando de documentos antiguos sobre Benasque, está el rótulo de Benasque, similar al que antes has citado de Ballabriga, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y que transcribe documentos entre los años 1000 y 1045 por los que se pueden conocer no pocas circunstancias relativas a la vida en esta zona. —Sí, Pepe Marión anduvo empeñado en lograr un facsímil para tenerlo en el Ayuntamiento, al final no lo consiguió. Pero se conserva también en el Archivo Municipal el Lucero de Benasque, es una colección de documentos notariales que tratan de censos y cosas así, en el que se transcriben un importante número de documentos relacionados con Benasque entre el año 1122 y 1851, aunque su redacción se produjo en el siglo xviii y parte del xix. Es de gran interés por los datos y nombres que aporta.70
Pero, volviendo al castillo: se fortificó, consolidó y amplió en 1592 por orden expresa de Felipe II, como otros del Pirineo, ante las amenazas de invasión de tropas de hugonotes que presionaban en la frontera con Francia. Nos consta que estas obras se realizaron reforzando lo existente, con lo que se continuó con esto su larga trayectoria histórica. Tiburcio Spannocchi, ingeniero mayor y arquitecto militar del rey, fue encargado de las obras a realizar.71 Y así, el castillo y Benasque fueron tomados y reconquistados en las sucesivas guerras de los Segadores, de Sucesión, de la Convención y de la Independencia, con las perturbaciones, destrucciones y graves situaciones que afectaron fundamentalmente en toda esta zona a Benasque precisamente por el dominio de su castillo, entre las que el tener que albergar los vecinos en sus casas a las tropas no fue la menor. Por otra parte, los benasqueses y las tropas allí albergadas tuvieron que salir en no pocas ocasiones valle arriba a detener, con éxito o no, a los invasores que ya habían pasado los puertos. Fortificando en esos lugares algunos emplazamientos y construyendo algunas trincheras; quedan algunos restos en la zona de Los Baños. Finalmente, el castillo fue totalmente demolido en los años 1858-1859 dejando sin protección a Benasque durante las guerras carlistas.
Pueblas Rodríguez e Hidalgo Arellano (1999). Martínez de Baños Carrillo (2014: 5-9).
70 71
316
El camino del Solano
Planta del primer piso del castillo. (Foto: Fernando Martínez de Baños)72
Destacaré algunos acontecimientos. En la guerra de Sucesión, Benasque tomó partido por Felipe V, pero rodeado por zonas austracistas, fue tomado por sus tropas con graves quebrantos, lo que originó dos sitios por los borbónicos, el primero rechazado en 1709 y el segundo logrado en 1711. Como consecuencia de esto, se derribó la cabecera medieval de la iglesia que posiblemente ya estaba entonces muy afectada, para emplazar cañones y atacar al castillo; fue reconstruida posteriormente. Durante la guerra de la Independencia, Benasque no se doblegó ante las órdenes francesas de rendirse efectuadas desde la Zaragoza conquistada, y así resistió hasta 1809 en que tropas francesas que entraron por Gistaín lo tomaron. Su reconquista definitiva la logró Espoz y Mina en 1814, siendo esta capitulación el último episodio de la guerra de la Independencia. Así que los franceses salieron por los puertos de la alta montaña, no sin antes destruir la iglesia del monasterio altomedieval de San Martín de Benasque, que había llegado hasta entonces en un estado que desconocemos. Por tanto, la presencia de este castillo en Benasque fue algo decisivo para su población y causa de innumerables y graves problemas.
Foto tomada de Martínez de Baños Carrillo (2012: 97).
72
317
Hacia el valle de Benasque
Al otro lado del río, muy cerca de la población y junto al inicio de las faldas de las Tucas de Ixea, estaba el monasterio altomedieval de San Martín; los franceses lo demolieron a fondo en 1814, ya en el tramo final de la guerra de la Independencia, de modo que buscar su emplazamiento o sus restos, fue para mí causa de buenos e infructuosos paseos por la zona hasta que entre la abundante maleza encontré unos restos de muros que me parecieron medievales. Ahí tenía que estar, pero todo quedó en la sospecha de haber encontrado su emplazamiento. Ya he comentado que tras las largas, fumadas y bebidas noches que pasaba con algunos amigos en Benasque, siempre proponíamos ir allí para encontrarlo, claro que a esas horas de la madrugada nunca fuimos. Un día, ya hace años, me encontré en el restaurante del Hospital de Benasque a su dueño y buen amigo Jorge Mayoral comiendo con algunos amigos, me invitó a acompañarles con un estupendo ternasco al horno que disfruté con esa interesante compañía. Sus amigos estaban trabajando en el entorno del hospital, eran espeleólogos y estaba José Luis Ona, eminente arqueólogo, que estaba excavando el viejo hospital de Benasque y abriendo otros yacimientos en el entorno inmediato. El trabajo de todos ellos era promovido y financiado por Jorge. De todo esto hablaré más adelante. Así que la conversación fue grata, y en un determinado momento les expuse la posibilidad de tratar de excavar el monasterio de San Martín, que no conocían. Pasó el tiempo y un día me llama Jorge al despacho y me dice que lo han encontrado y lo están excavando. En la primera oportunidad que tuve fui a verlo, pero todo estaba cubierto por azules lonas de protección, como debía de ser, así que entonces nada pude ver. Con el tiempo he podido tener mejor información y pude comprobar la realidad de lo excavado. Son los restos de los muros de una pequeña iglesia que apenas afloran hoy del terreno, de 19 metros de longitud exterior y 5 metros de anchura interior con una sola nave y su ábside; quedan los restos parciales de un ábside sur englobados en lo que parece una capilla, los de otra dependencia ya informe que la continúa hacia el oeste, un pequeño atrio y otro pequeño espacio entre este y un contrafuerte exterior en su esquina sureste. El grosor de los muros se correspondía con una bóveda de medio cañón para cubrir el espacio de la nave que tuvo un ancho arco fajón apilastrado; su puerta se situaba en el centro del 318
El camino del Solano
muro oeste y ya no existía; cinco gradas descendentes que se tienden a lo largo de todo el espacio entre los muros de los pies de la iglesia permitían acceder al interior de la nave a notable bajo nivel.
Planta excavada de San Martín de Benasque. (Dibujo: José Luis Ona)
Me sorprendió su pequeño tamaño, que yo imaginaba mayor, correspondiente a una iglesia de mayor fuste. Pero la excavación que dirigió José Luis Ona sacó a la luz restos del siglo xi con lo que efectivamente esta era la iglesia abacial del monasterio de San Martín, que Ona identifica como tal. Con los restos de un cementerio anexo. Ese ábside sur es algo desconcertante, no hay restos de su homólogo al norte, ni de otras construcciones adosadas. Del monasterio de San Martín conocemos su primera cita documental en 1015, en la que se habla del «[…] aba de sancti Martini […]».73 Es decir, casi ya en el tramo final del altomedieval condado de Ribagorza. Desde esa fecha no he podido conocer nada sobre él, hasta que en 1442 Berenguer de Bardaxí, compromisario de Caspe, que probablemente yace enterrado en San Martín, le hace donaciones. Antonio de Bardaxí en 1609 dispuso en su testamento que Martín Duque (1965: doc. 23).
73
319
Hacia el valle de Benasque
su cuerpo se inhumara en San Martín, que ya era entonces el lugar donde reposaban sus antepasados, pero la nieve no permitió acceder hasta allí, por lo que su cuerpo se depositó provisionalmente en Santa María, la actual parroquia de la que trato inmediatamente. Sabemos que en la iglesia existió un retablo con las armas de los Bardaxí, tres horizontales barras azules en campo de oro. San Martín pasó a Santa María y esta pequeña iglesia quedó como una ermita en las afueras de la población que tuvo ermitaño. Tras su demolición en 1814 sus restos fueron progresivamente cubiertos por la tierra, la maleza y, posteriormente, la zona fue labrada con sus campos y bancales hasta el momento de su localización y su excavación. Nada se ha comprobado sobre los ilustres enterramientos de los Bardaxí; no se encontraron en el interior de la iglesia, el cementerio no fue excavado, así que solo cabe que esas tumbas estén aún en este cementerio y deben de tener ajuares de interés. Pero el dinero, que no llueve del cielo, se acaba pronto y esto quedó en el estado en que hoy está, que merecería ser concluido y, sobre todo, contar con un mejor destino y divulgación; no hay señales que indiquen dónde está, ni se difunde su existencia hacia los visitantes, con lo que nadie o casi nadie lo visita, una pena, porque se ha arreglado el entorno. Por un puentecito moderno que salva el cauce del río, construido en el lugar en que estuvo el antiguo puente de piedra que se llevó el Ésera, accedemos al final del paseo de los Tilos, por los que crecen a ambos lados de él. Es hoy la entrada principal a Benasque, bancos, tiendas, restaurantes con sus terracitas y hoteles lo flanquean. Se conservan numerosas fotos antiguas en las que toda esta zona estaba sin ocupar, eran campos; las casas que ahora hay se levantan desde hace poco como denota su moderno aspecto. —Ha sido un buen paseo y es interesante lo que se puede ver. También a mí me parece una iglesia pequeña para un monasterio que estuvo vinculado a los últimos condes de Ribagorza. Y como dices que no se han continuado las excavaciones en el entorno y no se han encontrado restos de dependencias que tuvo que haber con seguridad… Oye, un cafecito en esa terracita nos va a venir muy bien.
Allí estuvimos un rato, había poca gente por la calle, pero de vez en cuando alguno saludaba sin pararse, menos mal porque no recordábamos quién era y hubiera sido algo embarazoso entablar una conversación sin que se trasluciera nuestro olvido. 320
El camino del Solano
Benasque desde la carretera de Cerler.
El casco de Benasque, visto desde la alta carretera de Cerler, tiene forma de almendra delimitada por el río y la carretera. Las fotografías antiguas muestran sus casas con sus fachadas en las que revocos blanqueados se ven deteriorados y semiperdidos, mientras que algunos benasqueses del tiempo con sus avejentadas ropas, a veces cogidas al cuerpo con cuerdas, con sus gastadas y deformadas abarcas, con rostros secos, morenos y surcados por el frío sonríen a la cámara o la miran con gesto solemne, y algunas chiquillas y señoras visten largas faldas con sus delantales y pañuelos en la cabeza, mientras alguna vaca anda calmosamente por las calles. Casi todas de tierra, salvo alguna como la calle Mayor que estaba empedrada con cantos rodados ya semiocultos por la tierra y el barro. —Hasta que esto de la piedra vista ha adquirido ya un valor plenamente aceptado, que no se corresponde con lo que fue, todas las
321
Hacia el valle de Benasque
casas y casonas estaban revocadas, no solo aquí, sino en todos los lugares. Nada más útil y sensato; esos revocos protegían la piedra de los muros y dificultaban le entrada del agua en ellos siendo imprescindibles en estos lugares. Su acabado de pintura de cal se renovaba periódicamente y su color blanco solo era resaltado por tonos de azulete o similares y la piedra vista en las jambas de ventanas y puertas, vanos en los que se colocaban ramilletes de plantas y algunos pequeños amuletos que trataban de exconjurar a todo lo maligno que por ellos pudiera penetrar a las casas, o simplemente para atraer la buena suerte. —Esto de los revocos es algo de muy larga trayectoria, basta recordar cómo el templo egipcio y, sobre todo, el griego cuyas piezas de mármol o elegida piedra tenían una talla y juntas absolutamente perfectas, se revestían de un fino estuco de mármol pintado con rotundos colores. O cómo la gloriosa escultura griega estaba revestida por análogos estucos pintados con para nada sutiles tonos de color. Todo eso lo hemos perdido hace siglos y de la misma manera hemos asumido y elevado a categoría cultural indiscutible el mórbido aspecto de sus delicados y desnudos mármoles; la arquitectura ha seguido utilizando estos protectores procedimientos durante siglos y siglos, hasta hace relativamente pocos años en que estos oficios y costumbres se han perdido.
El caserío, ya arreglado y reconstruido, se conserva en buena parte, de forma que deambular por sus calles es reconocerse en un pueblo de montaña afortunadamente conservado. Por la calle Mayor, prolongación de la avenida de los Tilos, encontraremos a la izquierda un viejo y poco notable torreón, en un tiempo ofició de cárcel. Frente a él se alza lo que fue palacio de los condes de Ribagorza, un palacio renacentista de la segunda mitad del siglo xvi. Carmen Morte nos explica que fue iniciado por el conde Martín de Gurrea y Aragón y que concluyó su hijo Fernando de Gurrea y Aragón, último conde ribagorzano de esta casa.74 Fue recientemente transformado en casa de cultura, y en él se hacen algunas exposiciones, pero está fundamentalmente vacío. Su fachada luce con prosapia, es de mampostería que ha perdido todos sus revocos, encintada por sillares en sus esquinas y subrayada por una importante cornisa moldurada que la articula en dos plantas. Morte García (2006: 177).
74
322
El camino del Solano
Palacio de los condes de Ribagorza.
Una magnífica portada da acceso al palacio, con su buen patio hoy muy transformado. Ventanas enmarcadas en blanco mármol, algunas con frontones, se abren en su amplia fachada; son destacables los dos pequeños bustos tallados en relieve de los condes a los que se atribuye la construcción del palacio y que albergan los frontones de dos de estas ventanas y una alta garita de guardia que se conserva en una esquina. Inmediatamente antes del palacio y separado de él por una estrecha calle estuvo la que fue Casa de los Bardaxí. Cuando la conocí era ya una pura ruina abandonada con sus cubiertas en el suelo; tuve ocasión de fotografiar lo que de más valor encontré, sobre todo en su interior, por ahí guardo esas fotos. Lo que quedaba, portadas, chimeneas, restos de techos y algún busto ya irreconocible, denotaba la importancia de la casa como correspondía a la casa de los Bardaxí. Se derribó ya hace unos quince años. Un edificio antiguo se prolonga por la callecita, hoy interiormente recuperado con sus arcadas y espacios. ¿Formó parte de la casa de los Bardaxí? 323
Hacia el valle de Benasque
—Los Bardaxí —dijo Bernardo— fueron muy pronto señores de Benasque incorporando el señorío de Concas a mediados del siglo xiv y su dominio sobre Benasque fue total y de carácter feudal, originándose no pocos conflictos con la población que no son de narrar aquí. Ya hemos hablado de Antonio de Bardaxí, que fue decidido defensor del duque de Villahermosa en los conflictos del siglo xvi, y que acabó encarcelado. Su dominio sobre Benasque hizo que los benasqueses tomaran partido por el duque, siendo Benasque su refugio durante esos conflictos. Pero uno de los Bardaxí ha pasado a la historia con honor, Berenguer de Bardaxí, que en 1412 fue compromisario en las decisivas deliberaciones del Compromiso de Caspe, que tras la muerte del rey Martín sin descendencia, evitaron a la Corona de Aragón una guerra civil. Berenguer era desde un principio partidario de Fernando de Antequera y supo ejercer su influencia para que esas deliberaciones concluyeran con su pública designación como rey de la Corona de Aragón introduciéndose en el reino la casa de los Trastámara. La casa de los Bardaxí de Benasque, como todos los señoríos, fue muy a menos hasta su desaparición. Entre los años 1793 y 1807 era ya José Alvar arrendatario y administrador de la disminuida hacienda. Hacia mediados del siglo xix con la muerte de Magdalena de Bardaxí desaparece ese título en Benasque.
Caminando entre las calles llegamos a casa Juste, no la he visitado nunca. Tiene un importante torreón almenado que emerge potente y airoso desde la calle y asoma sobre el caserío desde la avenida de Francia. Llaman la atención los encintados de piedra blanca que lucen sus ventanas, las esquinas de sus ángulos y los múltiples vanos abiertos en sus muros de mampostería, ya ennegrecida por el paso del tiempo. Como la magnífica fachada a la calle del caserón anexo. Las ventanas que se abren sin un orden claramente establecido son del mayor interés. Sus vanos se enmarcan con jambas y dinteles de piedra que fue más blanca, estupendamente molduradas, algunas presentan un alfiz también moldurado. Todo ello con claro sabor renacentista propio del siglo xvi, y puede que con alguna influencia francesa. Pero lo que a mí me llama más la atención de ellas es su carpintería y sus vidrios. No me atrevería a decir que son originales, porque estas cosas se deterioran mucho con el paso del tiempo y se han de sustituir. Pero su artificio, incluso el de algún contraventano, es de notable antigüedad y los vidrios siguen la técnica de los vidrios de color emplomados, formando rombos amarillos, azules y rojos. 324
El camino del Solano
Torreón de casa Juste.
Poyos moldurados cierran inferiormente esos vanos y protegen la fachada. Pero aún hay más que destacar, y mucho, una notable puerta presenta un arco con importantes dovelas de piedra características del siglo xvi y en su clave un delicado escudo en relive con ¿un corazón?, y bajo él la fecha de 1567, que puede ser la fecha de finalización del caserón y de la torre. Directamente encima hay un interesante escudo enmarcado rectangularmente por una sencilla moldura. Notables róleos vegetales lo enmarcan. Entre sus cuatro cuarteles distingo una pequeña cruz templaria o ya de Malta y ¿un lagarto? Ya se ve que mi conocimiento de las cosas de la heráldica es nulo. Encima de ella y conformando un eje vertical compositivo con la puerta hay una ventana de aquellas características, esta sin alfiz, y sobre ella un destacado matacán, probablemente mutilado superiormente sobre cuatro potentes ménsulas boceladas. Esta casa Juste, que en su interior debe de guardar espacios del mayor interés, refleja la prosapia y la grandeza de esta familia. Y añado yo, que el respeto y el cuidado que ha 325
Hacia el valle de Benasque
tenido por esta importante pieza del patrimonio benasqués. No suele ser lo normal. Cerca de ella está lo que queda de casa Antón Cornel con su característico escudo de cinco cornejas que es el de la saga de estos señores, antigua e importante. Un Cornel participó en el sitio y toma de Zaragoza en 1118, otros intervinieron en las conquistas de Mallorca y Valencia, y Ximeno Cornell lo hizo en Las Navas de Tolosa, así que vienen de prosapia antigua. Entre unas calles y otras llegaremos a la plaza de la Iglesia. Se conservan fotos en las que la plaza es de tierra. Casa Faure se alza magnífica cerrando un lateral con un potente y cuadrado torreón de cuatro pisos, que se prolonga con un caserón de tres, con su portada y ventanas enmarcadas con blanca piedra. No he estado nunca en su interior que debe de ser estupendo. Pero sí diré que, en sus bajos y entrando por el jardincito que tiene junto al torreón, se abrió hace ya algunos años la primera librería de Benasque —El Estudiet—, hasta entonces solo se vendían algunos libros en el estanco, hoy se ha abierto una segunda librería en la avenida de Francia, Las Letras de Baber. De forma que solo estas dos librerías hay en toda la zona que hemos recorrido en este viaje, no han sido precisamente los libros una cosa demandada aquí.
Casa Faure.
326
El camino del Solano
—Sí, es una pena, salvo casos emergentes y completamente singulares, como Ángel Ballarín Cornel, nacido en Benasque, maestro nacional, concejal, secretario del Ayuntamiento y escritor. De él tengo la segunda edición de su libro El valle de Benasque: formación, pasado, presente y porvenir del valle, edición que es de 1974 y lo editó ni más ni menos que Talleres Gráficos La Editorial, hace muchos años desaparecidos, fíjate si hace tiempo de eso. Un libro delicioso, muy a pie de valle, y con una notable ambición de contar cosas como indica su subtítulo. Eso del porvenir para aquellos años es enternecedor. La dedicatoria del libro es muy clara al respecto: «A BENÁS. Otros con más saber, nadie con más cariño». Yo lo devoré. Publicó además otros textos: Diccionario del benasqués y Civilización pirenaica, entre los más destacados. Y aún está Vicente Juste Moles, de casa Juste, y a quien probablemente debemos que esa casa siga ahí. Don Vicente no nació en Benasque sino en Barcelona, ya fallecido, publicó en 1990 Aproximación a la historia del valle de Benasque, otro libro primicial sobre Benasque. —Compré y leí los dos en su momento como algo precioso. El de Ballarín ya solo se encuentra en bibliotecas. Pero es asombroso que el de don Vicente se anuncia repetidamente en la televisión local y en las radios. Ha dejado huella. Pero no te debes olvidar de la copiosa obra que Manuel Iglesias Costa comenzó a publicar desde 1975 sobre la Ribagorza. Y de ninguna manera de la de Fernando Galtier, que en 1979 escribe su tesis sobre L’art roman lombard en Aragon (circonstances historiques et problèmes artistiques) y su posterior y mucho más conocido Ribagorza, condado independiente, de 1981. Especialmente la obra de Galtier ha sido para mí una referencia constante y fuente de conocimiento riguroso. —Tienes toda la razón, se puede decir que esos son los precursores en esto de contar las cosas de aquí. Afortunadamente, hoy hay más gentes que escriben sobre todo esto. —Afortunadamente.
El Estudiet está regentada por mi emprendedora y entusiasta amiga Felisa, de casa Faure, que alterna esto con su docencia en Zaragoza; hay que vivir y los libros no dan para ello. Pero Felisa ha sabido reconducir esta situación organizando en los meses de verano continuas tertulias literarias de interés y generando en la librería una interesante actividad cultural. He de agradecerle a ella y a Ernesto Durán que me hayan permitido presentar en ellas siete de mis libros. Acudo a estas presentaciones con ilusión, no solo como decía Paco 327
Hacia el valle de Benasque
Umbral cuando se le requería para alguna entrevista y le preguntaban cosas variopintas sin hablar del libro que motivaba la entrevista —«Oiga, señorita, que yo he venido aquí para hablar de mi libro»—, sino porque es ocasión de reencontrarme con amigos que amablemente vienen a acompañarme. Siempre acudo con Joaquín Casanova, mi amigo y editor de Mira Ediciones, que se lo pasa pipa, no solo en el viaje desde Zaragoza en su furgoneta, que conduce con la prudencia y la precisión de su afición a la conducción de competición, y en la que fumamos dejando las colillas en un tarro de Nescafé con agua que lleva al efecto. Sino porque le llevo a comer a sitios de cuidada cocina o a restaurantes con mesas exteriores ante espectaculares y gratas vistas que nos permiten fumar. El viaje y esas comidas nos dan ocasión de conversar larga y gratamente. Joaquín —un irreductible de la edición de libros— al que la situación actual le complica mucho las cosas, comienza siempre las presentaciones con divertidas anécdotas y cosas que son una delicia. En fin, que por mí seguiré subiendo mientras tenga libros que presentar, año tras año. Como lo del cierzo que cantaba Labordeta. La parroquial de Santa María se alza en la plaza del Ayuntamiento, en un lado está Casa Faure y en otro el caserón del Ayuntamiento, y presidiendo todo la potente torre de la iglesia. Un notable tilo se conserva en su centro. Es precisamente en esta plaza y alrededor de este tilo, cuando en las fiestas de Benasque celebradas a finales de junio y dedicadas a san Marcial, patrón de Benasque y un santo francés que es venerado en las dos vertientes pirenaicas de la zona, finalizan los recorridos por las calles de Benasque de los dos ball de Benás, con repetidos bailes efectuados alrededor de la imagen del santo. Ambos balls son los más destacados y antiguos que se celebran en el valle. Son dos, el ball dels homes y el ball de les dones. Primero se baila el dels homes, por parejas formadas entre ellos, y al día siguiente el de les dones, que bailan formando parejas con los hombres. La música que bailan es bien conocida por todos como el Himno de Riego. En los años anteriores a la proclamación de la Constitución de Cádiz, Rafael de Riego estuvo de guarnición en el castillo de Benasque y de allí tomó esta cancioncilla para componer su conocido Himno de Riego: «Si las monjas y curas supieran la paliza que les van a dar…». Ya ves qué cosas. 328
El camino del Solano
—Debió de sentir dura la soledad del invierno en Benasque y en algo había que entretenerse. Este himno tuvo un gran éxito, fue adoptado como himno nacional liberal por las Cortes de Cádiz y posteriormente las sucesivas repúblicas lo hicieron suyo. —Es una melodía repetida y muy pegadiza que invita a bailar. Los danzantes van vestidos con abarcas negras, altas medias blancas que se recogen por debajo de las rodillas en un ajustado pantalón negro de paño, asomando puntillas en función de las antiguas puñetas. Un paño rojo recogido alrededor de la cintura sujeta el pantalón, aunque tienen que llevar cinturón porque si no eso no agunta con tanto baile. Llevan camisa blanca de mangas largas y chaleco negro sin mangas. Pero lo más característico son las flores que lucen a modo de corona emergente, sujetas con un pañuelo a la cabeza. Con los brazos extendidos y con castañuelas en las manos que hacen sonar al ritmo de la música, despliegan los pasos del baile, perfectamente coordinados y melodiosos. Mientras, desde la campana de la torre de la iglesia, la Marciala, llamada así en honor del patrón, vuelve a sonar un clamoroso, rítmico y estupendo repique. La campana desapareció durante la Guerra Civil: al tratar de retirarla cayó al suelo y se rompió en trozos. Desde entonces hasta 2007 en que se logró reponer una réplica no pudo sonar, ya repica gloriosamente, ahora electrificada, acompañada por las otras dos que se bandean a mano. Las mujeres lucen amplia falda negra fruncida y mantón negro sobre los hombros. Esta vestimenta es análoga a la que lucen otros danzantes del valle que interpretan balls similares: Guayén, Castejón, Laspaúles… Es una de las tradiciones más cuidadas del valle.
Aquí existió una iglesia románica anterior de la que nada sabemos, ni sabremos; no queda ni el recuerdo. Se ha afirmado que en el año 1015 existía ya la iglesia de Santa María en Benasque. Pero Fernando Galtier, que habla para esa fecha del monasterio de San Martín y Santa María, que bien pudo tener esta doble advocación, lo hace refiriéndose al monasterio no a dos iglesias distintas, y cita el documento anteriormente referenciado,75 en el que para nada se cita a Santa María y sí a un abad de San Martín. Por otra parte, lo que queda de medieval en esta iglesia es del siglo xii. La iglesia que nos llega tiene su única nave cubierta por una interesante bóveda de cañón apuntado sobre arcos fajones, y con todo lo Galtier Martí (1981).
75
329
Hacia el valle de Benasque
sucedido aquí, muy reconstruida. En ambos lados de la nave se abren capillitas de distintas alturas y de fechas posteriores. Como he dicho, su cabecera medieval se perdió y fue reconstruida con obra barroca que conforma un amplio transepto y cabecera recta, con importante crucero cubierto por una cúpula sobre pechinas englobada en un cimborrio exterior. Una destacada cornisa moldurada subraya esta parte de la iglesia. A ella se accede por un agradable patio que tuvo que ser cementerio. Una magnífica portada con arquivoltas góticas de medio punto apilastradas y basas de complicada tracería tallada, se corona con un magnífico rosetón de dovelas profusamente esculpidas; no conozco otro en toda la Ribagorza. Y sobre él un saliente rafe es sostenido por ménsulas de piedra boceladas en la zona coincidente con la portada. Según Agud Querol76 en Santa María existió un retablo en el que estaban representados los escudos de los Bardaxí, y coronándolo el de los condes de Ribagorza, que para eso eran los condes; así que debió de hacerse ese retablo en ese periodo condal, desconociéndose todo sobre él. Este retablo estaba en pie en 1690, y para Merino Mora77 se destruyó con la demolición de la cabecera de la iglesia en el sitio de 1711, y en 1757 se finaliza la construcción de otro nuevo, pagándose por dorarlo en ese mismo año. Todavía en 1876 se conserva otro retablo con el escudo condal y un púlpito que también lo ostenta. Este retablo dedicado a la Asunción de la Virgen es sucintamente descrito por López Novoa.78 Pero ya desapareció. Sean cuales fueran las fechas, conocemos la existencia a lo largo del tiempo de al menos dos retablos mayores en Santa María, que sin duda eran importantes obras de arte. Tras la demolición de la cabecera en 1711, la iglesia quedó en un estado lamentable, solo los pies de la iglesia quedaban en pie seriamente afectados. Se reconstruyó años después la nueva cabecera, a costa de la villa. Durante la riada de 1925 la iglesia que se halla a buena distancia del cauce del Ésera se inundó con más de un metro de agua. El párroco tuvo que entrar como pudo en ella para poder sacar Agud Querol (1951: 74, nota 1). Merino Mora (2015a: 157-492). Extraigo de este texto algunas otras noticias sobre la iglesia de Santa María. 78 Merino Mora (2015a: 501-502).
76 77
330
El camino del Solano
Santa María. Interior hacia los pies después de las obras. Con las absolutamente inconvenientes lámparas. (Foto: Ángel Noguero Ibarz)79
las Sagradas Formas, mientras los benasqueses retiraban lo que podían. Ese año fue una desgracia para la iglesia; hay años que es mejor no levantarse, porque poco después un arrasador incendio quemó todo lo que podía arder; incluso las cubiertas, reconstruyéndose todo en los siguientes años pero quedando la iglesia sin apenas nada de su equipamiento mueble. Y nuevamente durante la Guerra Civil, el comité antifascista de Benasque, los Aguiluchos, arrasó la iglesia, con el asesinato de sacerdotes, saqueo, robo de las campanas y quema de retablos y enseres. Estos tristes acontecimientos se repitieron en casi todas las iglesias del valle con incendios provocados y la persecución y asesinato de los sacerdotes que no pudieron escapar. En los años cuarenta se reconstruyó lo que se pudo.
Noguero Ibarz (2016: 40).
79
331
Hacia el valle de Benasque
—Por cierto, en esos años y ante la falta de moneda, el Consejo municipal revolucionario emitió una moneda propia, unos billetitos de peseta y de cincuenta céntimos, que solo eran respaldados por ese Consejo.
La tradición nunca demostrada insiste en que la puerta y el óculo se reubicaron aquí desde San Martín en el momento de su demolición. Pero, por un lado, se me hace raro que la rencorosa destrucción francesa, que ya tenía acreditada costumbre de haber arrasado en Francia monumentos importantísimos como la gran iglesia abacial de Cluny, que es el mejor ejemplo de esto, vesánico y abyecto, parara en mientes respetando estas cosas y tuviera la sutileza de salvaguardar estas dos piezas de la apresurada destrucción del monasterio. El óculo, que se conserva por encima de la puerta, es algo a la par soberbio y enigmático, algo deforme, tiene un notable derrame hacia el exterior y un dovelaje de cuidadas piezas con juntas convergentes hacia su centro. En su embocadura conserva un importante número de tallas en relieve que desde el suelo es imposible de distinguir por lo pequeñas que son. Lo probé con prismáticos, pero aunque todo se veía estupendamente se me olvidaba, así que al final fotografié todos esos relieves con teleobjetivo que no suelo usar y ahora quedan claros y archivados. Entre ellos, por su innegable interés destaca en su dovela superior un pequeño relieve de un Cristo con su cara definida, falda y las dos piernas juntas con sus pies clavados, se ha dicho que es una representación de san Marcial; a la altura de sus piernas hay
Santa María. Óculo sobre la puerta.
332
El camino del Solano
tres cabecitas, dos a un lado y otra al otro. En la dovela inferior hay representado un pequeño escudo tallado con cuatro cuarteles, tres barras en relieve, lo que parece una puerta de un castillo, un animal rampante con larga cola y otras tres barras; el escudo es sostenido por dos rudas representaciones de hombres tumbados, uno a cada lado de su base. Es el escudo de Juan de Aragón, conde de Ribagorza hacia el primer tercio del siglo xvi. Una dovela alargada, a la derecha, representa un ser antropomorfo erguido con cuerpo de hombre y cabeza de león. Enfrentada a esta, en el lado izquierdo, hay un indescifrable aninal erguido. Motivos vegetales tallados, una cabecita coronada, más cabecitas, algunos bultitos agrupados a modo de clavos y una inscripcción en la que se puede leer «PETRUS», completan la rosca exterior del óculo. El óculo está perfectamente integrado en el aparejo de relativamente cuidada mampostería del muro en que nos llega y su cronología es incierta. La puerta presenta un único vano cubierto por tres arquivoltas compuestas y molduradas de medio punto en degradación, que se apilastran hasta el suelo lateralmente. Se entregan a tres pequeñas basas de carácter bulboso que hoy están semiperdidas. Un arco sobre las arquivoltas las subraya, entregándose en el plano de imposta a cabecitas ya informes de las que se destacan lo que fueron sus ojos. Es una puerta de concepción gótica bastante tardía. El conjunto de puerta y óculo es subrayado en el nivel del actual alero por cinco ménsulas de piedra aboceladas en degradación que apean el rafe y que presentan una cabecita en relieve por cada uno de los boceles, estas ménsulas se atribuyen al soporte de un matacán del que nada queda. Algo extraño y extemporáneo aquí. Probablemente fue reaprovechado de algún caserón fortificado de Benasque. Añadiré que existe junto a la puerta y accesible desde el exterior, una capillita cubierta por bóveda de crucería del siglo xiv que podría relacionarse cronológicamente con esta puerta. Con respecto a la procedencia desde San Martín de la puerta y del óculo, diré respecto a la puerta, que la anchura del vano de la puerta excavada en San Martín es menor que la de la puerta existente en Santa María, y que su artificio total de arquivoltas sería desproporcionado en la fachada excavada de San Martín. Que la puerta conserva en sus flancos aparejo de sillares que aparecen destacados en el resto de la mampostería del muro. A mi juicio, con mayor motivo es impo333
Hacia el valle de Benasque
Santa María. Puerta, óculo y rafe.
sible que en una iglesia del tamaño de la de San Martín hubiera una puerta como esa con un óculo encima como el que he estudiado. Con todo ello es muy complicado asegurar la procedencia que se afirma de estas tres piezas. Existe un crismón parlante, tallado en bajorrelieve en una plaquita de piedra ya desgastada y rota que casi pasa desapercibida. Su simbología es análoga a los que hemos visto en la zona, aquí con la -v- superior con muy poca entidad y con la -e- de cuatro brazos. En 1942 Ricardo del Arco80 nos da una completa relación de algunos objetos de culto que aquí se guardaban y que fueron quemados Arco Garay (1942: 268).
80
334
El camino del Solano
en la Guerra Civil, «[…] a excepción de los de plata y oro, que se los llevó la horda roja antes de abandonar Benasque […]». Y que transcribo por su indudable interés y porque es algo solo conocido por unos pocos: […] En los muros doce tablas de comienzos del siglo xvii, procedentes del antiguo retablo mayor. Representan pasajes de la vida de san Marcial, titular, y de la vida de Jesús. Son tablas de gran tamaño, de excelente mano. En la capilla de San Marcial, efigie del santo, suplicante, o sea, fijado en cruz, aunque sin clavos. Es románico-gótico del siglo xiii, pero en el xviii lo revistieron de plata repujada, con cabujones, a modo de túnica […]. En la capilla de San Martín, efigie de este obispo de Tours, sedente, de la misma época, de madera dorada y policromada […]. En la capilla, al pie de la iglesia, precioso Cristo de madera, de tamaño casi natural. Es románico-gótico del siglo xiii, y parece francés. Tipo de cuatro clavos y cuerpo muy arqueado. El brazo de la cruz conserva un resto de inscripción pintada, que dice: CRISTVS JESVS NAZARENVS. La cruz está tallada a modo de leño […]. En la sacristía, otros interesantes objetos, como una efigie de san Benito, que se coloca en el altar mayor, de madera (siglo xv) […]. Crucifijo de madera, de tamaño casi natural, escultura excelente del siglo xvii. Piedad del siglo xv […]. Lignum Crucis de plata (siglo xvi) […]. Píxide de plata, con labores, ramatando en crucifijo (siglo xvi). Arca de plata, de estilo plateresco […]. Ostentorio de plata, con pie en forma de jarrón (siglo xvii) [Sigue con la relación de algunas ropas litúrgicas].
Todo el exterior de la iglesia y aquel patio fue restaurado por mosén Adolfo, anterior párroco de Benasque que aquí hizo un excelente trabajo. Alguna película se rodó en el patio aprovechando el excelentemente conservado ambiente medieval del mismo, extendiendo tierra a modo de medieval suelo que ocultara las losas del actual. Don Adolfo, al que no veo desde hace años, debe de andar por otras parroquias; me consultaba cómo seguir las obras en el interior de la iglesia y yo le decía que no lo tenía claro. ¿Se debían conservar los revocos mal pintados de la nave y su cabecera, o no? En esas estábamos cuando el obispo lo trasladó a otra parroquia. Después de la marcha de Adolfo, fue Ernesto Durán quien asumió la parroquia de Benasque, y para continuar el trabajo de Adolfo me 335
Hacia el valle de Benasque
pidió colaborar en eso. Para sustituir a los retablos mayores perdidos se pensaba colocar una gran tabla pirograbada, similar a las que se colocaron ya hace años en la iglesia nueva de Castejón de Sos o en Guayente, y que parecía gustar al personal. Pude convencer a Ernesto y a la Junta Parroquial de que no se hiciera así, recomendé para hacerlo a Martín Ruiz Anglada y se aceptó mi propuesta. Martín ya ha fallecido, su corazón ya andaba entonces débil y con serios problemas; Martín era ya un acreditadísimo pintor, no solo de asuntos religiosos por los que se le conocía más. Eran de ver sus pinturas sobre temas de tauromaquia, retratos y otros asuntos, magníficas y de trazo rápido. Con este motivo le llamé para comunicárselo y pude conocerle; solo sabía de su estupenda obra. En poco tiempo acordamos cómo sería la pintura que había que hacer. Sería una gran pintura sobre tablas que llenaría el espacio del muro de la cabecera de la iglesia adaptándose a él. El tema principal sería una Asunción gloriosa de la Virgen, la iglesia estaba dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Martín comenzó su trabajo muy ilusionado por poder dejar aquí lo que casi consideraba su obra póstuma, intuyendo que le quedaba poco tiempo para pintar, desgraciadamente no se equivocó. Aún realizó en esos días en la iglesia parroquial de La Magdalena de Conchel (Monzón) una pintura dedicada a la Vera Cruz. En Benasque logró una importante obra de arte, plena de espíritu verdaderamente moderno. Cuando esto sucede en todos los campos del arte, la obra no suele ser entendida fácilmente. Yo le decía que tenían que pasar algunos años para que se apreciara todo su valor y él con gesto de duda me decía que no se iba a enterar. —Ya dijo Goya que el tiempo también pinta, te lo vuelvo a decir.
Sucedieron muchas cosas que no cuento, pero sí explicaré algunas que creo que no se conocen y son importantes para comprender bien esa gloriosa pintura. El coste de esa pintura y de su montaje resultó ser un serio problema para poder abordarlo, no había mucho dinero disponible. Pero eso se pudo solucionar en poco tiempo gracias a Aurelio García Salinas, entonces miembro de la Junta Parroquial y al mismo tiempo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Benasque que presidía Pepe Marión. Su gestión fue rápida y eficaz, y así el Ayuntamiento enten336
El camino del Solano
dió que debía de colaborar en las obras que se iban a llevar a cabo en la iglesia y asumió el coste de esa pintura. Con lo que Martín, impaciente, pudo comenzarla. En las largas conversaciones durante los viajes que ambos realizábamos a Benasque hablamos de muchas cosas, pero especialmente recuerdo la que trataba sobre cómo hacíamos ambos hasta saber lo que teníamos que hacer, yo para mis obras y él para pintar. En ambos casos ante el papel en blanco. No le extrañó nada que le contara que con los años mi forma de proyectar comenzaba en el sillón, en silencio y soledad, pensando en cuál debía de ser el tema principal, para ir al papel y retornar al sillón buscando como desarrollarlo acompañado con los temas secundarios. Tuve como profesor de proyectos en la Escuela de Barcelona a Coderch, un destacadísimo arquitecto que nos dejó escrito que su método de proyectar comenzaba con largas sesiones en el sofá; yo entonces no entendía qué quería decir con eso hasta que años más tarde me vi haciendo lo mismo, claro que mis resultados no alcanzan a los gloriosos de Coderch. Martín me aseguraba que hacía lo mismo, pero no en el sillón sino con largos paseos, y a ambos nos alegraba comprobar estas coincidencias. Un día le llevé con el coche a que conociera solo el inicio del Parque Natural de Benasque, hasta la presa de Paso Nuevo, y al volver le llamé la atención sobre un trozo de paisaje. Es el que se ve al salir de un pequeño túnel hacia Benasque, las montañas ascienden desde el valle enmarcando un relativamente estrecho paisaje que cierra la lejana sierra de Chía, Benasque está allí, al fondo. Para poder acometer una pintura de ese tamaño gestioné en el arzobispado de Zaragoza para el que trabajaba entonces, que se le proporcionara a Martín un lugar adecuado y se le facilitó el mejor. En ese momento la iglesia de los jesuitas en la plaza de San Pedro Nolasco de Zaragoza estaba sin uso y esperando ser acondicionada para alojar el Museo del Rosario de Cristal que ahora alberga, era un lugar muy adecuado. Mi despacho estaba muy cerca y visitaba a Martín con cierta frecuencia para ver cómo crecía la pintura. Las tablas sobre las que pintaba estaban extendidas y unidas en el suelo de la nave y Martín con su bata blanca manchada de pintura, como su rostro y sus manos, pintaba agachado sobre ellas incansablemente, horas y horas mientras la luz se lo permitía.
337
Hacia el valle de Benasque
En una de esas visitas con la pintura ya avanzada, subimos al coro de la iglesia que era el lugar desde donde se veía bien la pintura. Me sorprendió ver que la Virgen se elevaba sobre unas montañas exactamente iguales a las que vimos al salir de aquel túnel, así que Martín conservaba ese recuerdo en su cabeza y lo plasmó en su gran lienzo. La Virgen se elevaba al cielo desde Benasque. Pero no menos me sorprendió que la Virgen no tuviera rostro, en su lugar había un espacio en blanco perfectamente delimitado que lo identificaba como tal. Martín quería expresar con ello que su Virgen ofrecía a cada cual el rostro y el gesto que esperaba, que así acogía a todos. Era una idea genial y plena de modernidad, así se lo dije felicitándole. Pero como sigo siendo un inconsciente, ya al salir y sin darle por mi parte la menor importancia le comenté: «Bueno, al final eso no les va a dar ninguna devoción a las abuelas de Benasque». Ahí quedó, hasta que en mi siguiente visita, Martín había pintado un rostro sublime a la Virgen. Yo le protesté por haber abandonado la idea inicial, pero se empeñó en que mi apresurado cometario estaba lleno de razón y así quedó. No hubo forma de hacerle volver atrás. No aprenderé nunca a callarme a tiempo. —Es bellísimo y dulce, ese rostro, parece pintado por Murillo. Y ese foco que has puesto con su haz de luz que lo enmarca lo resalta y ennoblece en la tenue luz de la iglesia. Una Virgen sin rostro hubiera sido algo que se comprendería más tarde, cuando alguien lo explicara y, sin duda, entonces hubiese sido considerado una cosa genial, todos hablarían de eso con admiración.
Martín no quiso pintar los habituales querubines sonrosados y regordetes con sus alitas, entre estupendas nubes iluminadas por los rayos de luz que emanasen de la Virgen. Pintó cuatro ángeles, dos abajo y otros dos sobre ellos algo más difuminados y en segundo plano. Los cuatro alzaban sus brazos abiertos hacia la Virgen. Excepto el primero de la izquierda que dirigía, sin dejar de mirar a la Virgen y de forma algo descuidada, su brazo izquierdo hacia el lugar entre montañas donde —abajo— se situaba Benasque, como mostrándolo a la Virgen. —Es el mismo artificio que se representó en la Santa Capilla del Pilar. Allí se llevaban años y años, proyectos y proyectos para resolver un problema: el que la Santa Columna se situaba de manera excéntrica
338
El camino del Solano
Santa María. Pintura de Martín Ruiz Anglada. (Foto: Ángel Noguero Ibarz)81
Noguero Ibarz (2016: 42).
81
339
Hacia el valle de Benasque
al eje de la iglesia que se había comenzado y esa columna debía de ser el eje y foco principal de la iglesia, sobre todo en una cultura barroca como la imperante. Ya sabes que el arzobispo del tiempo, ante tantas dudas, pidió al rey que le mandara al mejor arquitecto para resolver este difícil problema. Fue Ventura Rodríguez el encargado para ello. Vino a Zaragoza y reformó todo el revestimiento paramental del interior de la basílica, tal y como hoy es, diseñó la fachada este que iba a ser la principal y no se llegó a hacer nunca. Y respecto a aquel problema, lo resolvió con un artificio barroco verdaderamente genial, pleno del efecto teatral del Barroco. La Virgen, que preside el espacio de la Santa Capilla, vuelve su cabeza y su mirada al grupo de Santiago y sus discípulos, mientras que su brazo derecho y con su dedo señalando la posición de la Santa Columna, les indica su presencia. Por si el gesto fuera poco, el ángel situado un poco por debajo de ella, repite la misma actitud mostrando con el dedo la Santa Columna al grupo de Santiago. Con solo esto el eje de la composición queda reconvertido y es la Virgen sobre su columna la que toma el total protagonismo del espacio. Que, por otra parte, al estar cerrado por el muro de la Santa Capilla reduce este artificio a reconvertir así el eje de su espacio. Con esto detrás de él el problema no existía. Una idea genial que resolvió esa peliaguda cuestión y fue del agrado de todos. Ahí está con las magníficas tallas que la conforman y ese nimbo glorioso de rayos de luz que tanto recuerda a la sede de Pedro en la cabecera de San Pedro del Vaticano. —Pues Martín pudo hacer lo mismo aquí con ese ángel, no lo sé. Los rostros de estos cuatro ángeles dirigidos hacia la Virgen, pintados con hábiles trazos muestran adoración y súplica. Pero estos fueron lo ángeles finalmente pintados por Martín, antes yo pude ver que los de abajo mostraban torturados brazos y gesto. Eran los años en que finalizaron las trágicas guerras en los Balcanes, iniciadas otra vez por criminales y estúpidos sentimientos nacionalistas, en las que el genocidio y los terribles asesinatos de los que supimos poco después se produjeron masivamente. Martín quería expresar con sus ángeles ese dolor, aquella tragedia, y así me explicó que quería plasmarlo —brillantemente— en su lienzo. Pero fuera por lo que fuera no le complació verlo y lo cambió. Sus ángeles ya no muestran ese suplicante sufrimiento. La Virgen asciende con su mirada dirigida hacia Dios, hacia la luz de Dios, que en el lienzo está representada por una zona luminosa y difusa, en realidad pintada de blanco. Toda la pintura está realizada con magistrales trazos de color, al modo de la pintura de Goya de quien Martín era especialmente devoto.
340
El camino del Solano
—Pues esto que me cuentas debería ser conocido para valorar la importancia que tiene esta pintura; me parece magnífica, aun no conociendo las razones de Martín para pintar las cosas de este modo. Conociendo estas cosas que se notan en una segunda mirada, se me hace más cercana. Este Martín era un hombre de su tiempo. Y su admiración por Goya está latente en toda la pintura. Queda bien la bóveda de la nave revocada y pintada de blanco con sus muros y fajones vistos en piedra, le da fuerza y proporción. Y en cambio en toda la cabecera hay un revoco pintado, supongo que será para diferenciar las distintas fases de obra que tiene la iglesia. A mí me parece acertado porque eso de la piedra vista no va nada con el refinamiento propio del Barroco. —Tienes buen ojo, es por eso precisamente. Bueno, eres de los muy pocos que lo encuentran bien. —Gracias, pero esa cornisa… no me gusta cómo está pintada. Es algo muy sobrecargado. —Está como era. No quise meterme en líos y se repitieron los colores que tenía. Al final no me agradó, pero ya estaba hecho.
La actual situación que ha elevado a categoría cultural plenamente aceptada el aspecto de la piedra vista no se corresponde con la realidad. Salvo casos aislados en que el aparejo de piedra de los paramentos, muy cuidado y expresamente dejado a la vista, o en los casos en que se practicaron en él juntas polícromas pintadas, los paramentos estaban revocados y pintados de color. En gloriosas ocasiones con magníficas pinturas. Así que, realizadas aquí todas las catas necesarias y comprobando que ninguna pintura ni sus restos existían, porque de existir todo debía de haber girardo hacia su recuperación. La cuestión, que ya mosén Adolfo no veía claro, era qué hacer con esos revocos y paramentos. Lo más frecuente en estas iglesias románicas es encontrarse ante una complicada situación. En la mayor parte de los casos, sí existen revocos; normalmente en algunas zonas; o son de reciente ejecución con morteros de cemento y pinturas desastrosas, o llegan totalmente descompuestos por la humedad y separados de su soporte mural o situaciones similares. El restaurador debe proveer un acabado mural conveniente. Tender un nuevo revoco pintado con un color que debe de elegir arbitrariamente, por muy cuidadoso que se sea, conduce en la mayor parte de los casos a situaciones que neutralizan la calidad 341
Hacia el valle de Benasque
del espacio románico. Limpiar los paramentos y las bóvedas dejando la piedra vista y ha sido normalmente la opción elegida, situación que ha generado esta opinión que ya me parece difícilmente reversible. Aquí, elegir una o varias pinturas me parecía asunto difícil y en cualquier caso no sería sino una elección personal mía, seguramente arbitraria y más o menos efectista. Dudé mucho tiempo sobre qué hacer. Y fue precisamente esa cuestión que tú has notado de diferenciar la fases por medio de los revocos la que me pareció adecuada, uniendo espacialmente las dos mediante la pintura blanca en la cabecera y en la bóveda de la nave. Dejé los muros de la nave con su aparejo de piedra vista, para diferenciar nave y cabecera. Pero alguno me acusó públicamente y con indisimulada indignación de despellejar la iglesia, por lo de los muros de la nave. Porque supongo que no se referiría con eso a haber eliminado el revoco unos cuantos centímetros en la parte baja de los muros revocados y dejar la piedra del muro a la vista. Eso se ha hecho para que la humedad ascensional pueda ventilarse por esa zona. —Pero estas lámparas que hay no me parecen nada oportunas, ya me perdonarás. —Ni a mí. Yo había propuesto hacer unas lámparas para iluminar la iglesia siguiendo el modelo de aquella que me encontré abandonada sobre la palomina y la suciedad de las bóvedas de la iglesia parroquial de Eriste. Era una de las que colgaban a ambos lados del retablo de la Virgen de Guayente y que se veían en la foto de la que he hablado anteriormente. Por lo que fuera, una de ellas acabó donde yo la encontré. Era magnífica, sencilla, de latón ya absolutamente oxidado, llena de proporción y me pareció muy adecuada. Solo se trataba de reproducirlas a un tamaño algo mayor. Se llevó ante la Junta Parroquial y se acordó hacerlas. Además, pensé en hacerlas en latón dorado y no en hierro, porque entendía que esas lámparas doradas, colocadas en la nave serían un nexo de enlace entre la arquitectura medieval de la nave y la barroca de la cabecera, confiriendo a la iglesia esta sutil unión. Se hicieron de otra manera muy distinta, resultó un desastre, con tulipicas, que decía Martín, y colgaduras inexplicables, que en el salón de un hotel no hubieran llamado la atención pero que aquí… No hubo remedio y ahí siguen. Tuve que hacer de tripas corazón y pronunciar unas palabras en la misa mayor que se celebró para la consagración del retablo y como
342
El camino del Solano
final de las obras, que se celebró precisamente un día de San Marcial, patrón de Benasque, con ball y todo. Yo estaba en eso de tierra trágame. Desde entonces no he pisado esta iglesia, soy de los que piensan que ojos que no ven, corazón que no siente. Pero no es cierto, no lo olvido. Periódicamente eso me va por las tripas y me causa dolor. A ver si alguien quita esas lámparas de una vez. No será por no insistir en ello.
Pero Benasque son muchas más cosas, la gente viene aquí a pasear y a encontrarse con amigos, a comprar, a cenar o pasar un rato, a buscar quien le arregle las cosas en casa, a misa, a alojarse en sus hoteles y pasar unos días. Y en cualquier caso es paso obligado para casi todas las excursiones. Ya he contado algo de los primeros años en que lo conocí. El Rabasón sigue ahí. Cerca está la pastelería Clarita, que no sé si se sigue llamando así, adonde acudíamos golosamente a tomar un glorioso chocolate con torta y bollos y a comprar excelentes bizcochos, tartas o pasteles. Benasque ha progresado notablemente y más que lo hará, aunque yo haya perdido a mi amigo Pepe Marión, con el que ocasionalmente me encontraba en la puerta de su casa vigilando a sus nietos que correteban por allí. En esas ocasiones siempre salía en la conversación lo de Guayente, Pepe no lo olvidó nunca. Yo tampoco. Benasque tiene su razón de ser en el hoy parque natural que conforma su montaña y en la estación de esquí de Cerler, que son los principales focos de atracción del importante y creciente turismo que aquí llega. Aunque hay más cosas y rincones placenteros y hermosos, poco transitados, que entran ya en el ámbito personal. De algunos he tratado. Quiero recordar que en los últimos años del siglo pasado la estación de esquí de Cerler, que se creó en 1971, se vio sumida en una gravísima situación económica que amenazaba con su cierre inmediato. Pepe Marión, como alcalde de Benasque de quien dependía Cerler, encabezó e inició las acciones necesarias para reconducir esta situación con muchas dificultades que salvar —buscar dinero es siempre difícil y en esas cantidades más—; al final se logró con la eficaz colaboración de los ayuntamientos del valle que no podían permitir que esa estación desapareciera, con pleno éxito hasta hoy en que es una de las más reputadas y frecuentadas de España. Ese título ha conseguido repetidamente en los tres últimos años. Del año 1986 viene la puesta en marcha por el Ayuntamiento de Benasque del Premio Literario Villa de Benasque, que hoy deriva 343
Hacia el valle de Benasque
a premios anuales de poesía, investigación, narrativa… y que sigue en marcha con ya treinta ediciones. Mi amigo Ángel García fue el alma de este asunto. Ángel es catedrático de Lingüística en la Universidad de Valencia, donde vive, y su relación con el valle viene de antiguo. Es un importante investigador de estas cosas con numerosas y muy interesantes publicaciones, premios, organización de centros de investigación y ya largos años de docencia, que no podía dejar de colaborar en las cosas del valle. En 1994, presenté a este premio, y me lo adjudicaron, mi primer librito, Guía de la arquitectura románica del valle de Benasque, que creo que está ya agotado. ¡Qué tiempos! Aunque esto me originó un serio problema que no es de contar aquí. Fue también Pepe Marión y el Ayuntamiento de Benasque quienes promovieron la construcción de un edificio para Casa de Cultura de Benasque, fue durante muchos años el lugar de reuniones y actividades de todo tipo. También se construyó un pabellón polideportivo que aloja desde ya hace muchos años el Open de Benasque, un reconocido torneo internacional de ajedrez, que en este mismo año cumple su treinta y siete edición que ha contado con cuatrocientos participantes, ya son años. La afluencia de gentes a este torneo es agua de mayo para Benasque. Pero aún hay más, en 1994, creo, se construyó el Centro de Ciencias Pedro Pascual, un estupendo edificio bien acompasado al paisaje de la montaña. Los catedráticos Pedro Pascual, José Ignacio Latorre y Manuel Asorey plantearon la necesidad de crear en Benasque un instituto científico de verano de alto nivel. Pepe acogió esa iniciativa y el edificio se construyó, así se desarrolló con encuentros anuales. Hoy acoge congresos científicos del mayor nivel al que asisten especialistas mundiales de física cuántica y otras especialidades, situando a Benasque en el mapa de la ciencia a nivel mundial. Un éxito pleno. Vamos a comer algo, que hay que subir a Cerler.
Cerler La carretera que sube a Cerler está hoy perfectamente arreglada y ha dejado atrás los problemas que tenía, aunque tiene agudas curvas que solo precisan ser tomadas en segunda y con prudencia. Hacia 344 ÍNDICE
El camino del Solano
la mitad del recorrido hay un mirador desde el que se ofrece una magnífica vista de esta parte del valle, de los altos picos y, sobre todo, de Benasque que se ve abajo como dibujado en un plano, respaldado por las Tucas de Ixea, con el lago de Linsoles a la izquierda y al fondo del todo el Turbón presidiendo otra vez el paisaje. —A Cerler le pasa lo mismo que me has dicho sobre Benasque, está detrás, como escondido. Una nube de edificios de apartamentos que se han construido a lo largo de la carretera que sube a las pistas lo llena todo. Yo no hubiera permitido construir nada a la derecha de esta carretera, la gloriosa vista sobre el valle queda semioculta por estas casas y se pierde un extraordinario valor que tenía que haberse conservado. Total, sitio hay más que suficiente para no haberlo hecho así. —Y de esos edificios hay dos que deben de ser de 1982, creo recordar. El edificio Basibé y el Labert. En su momento escribí en la revista Guayente un breve artículo resaltando su valor y su inteligente arquitectura, perfectamente adaptada a la montaña, pero con clara modernidad. Me parecieron estupendos y de lo mejor que hasta entonces se había construido en el valle. Bueno, varios amigos me dijeron que no sabía lo que decía, que parecía mentira… Ya ves. Sigo pensando lo mismo que escribí.
La mayor parte de los edificios de apartamentos se extienden por encima de la ladera y aun por encima del pueblo antiguo de Cerler. Su crecimiento ha sido muy importante en los últimos años y aunque ahora todo esté parado por continuos pleitos, seguirá. Hay proyectos para hacer grandes urbanizaciones que esperan una mejor oportunidad. El pueblecito es pequeño, pero conserva estupendamente su antiguo caserío que se tiende cuesta arriba a lo largo de su estrecha calle central. Algunas casas ostentan escudos que pertenecieron a una nobleza ya perdida, y estupendos llamadores de forja; el ambiente es grato. Disfrutar de una cañita en la plaza, delante de la iglesia con el paisaje al fondo merece la pena. En Cerler, desde no hace muchos años se hacen mermeladas y compotas que están a la venta. —Lo malo es que, cuando llegan las fiestas de Cerler, se empeñan en organizar festejos con baile y cosas así, con grupos musicales de actualidad que atronan el valle hasta altas horas de la madrugada. ¿Cómo lo pueden soportar? Tengo amigos residentes en Cerler que cuando esto sucede se van de allí. ¡Qué bien hacen!
345
Hacia el valle de Benasque
En la proximidad de Cerler se encontró un hacha de bronce bien conservada, de cuerpo rectangular con aletas y fino reborde, que los investigadores relacionan con otras encontradas en Francia y creen que esta es de importación, datándola en el Bronce final entre los siglos ix-viii a. de C., es por tanto una pieza excepcional. Ignoro dónde se conserva. El paseo a pie, largo y esforzado, o lentamente en coche, ascendiendo desde Cerler a L’Ampriu es estupendo. Nada más salir de Cerler pasaremos por un edificio aislado de carácter militar, lo cito aquí por un hecho trágico y bien curioso a la vez. Un grupito de militares que hacían prácticas en invierno por la zona murieron al ser arrastrados y sepultados por un alud. Fue una cosa que afectó a todos y hondamente sentida en el valle. Esto fue lo trágico, pero lo curioso fue que pasado algún tiempo corrió el insistente rumor de que en ese cuartel pasaban cosas extrañas, voces, ruidos, sombras, presencias… hasta alterar los nervios de algún residente. Bueno, Iker Jiménez incluyó estas cosas en algún programa suyo, pero el carácter militar de esta residencia hizo que lo que corría de voz en voz se sumiera en el silencio, hasta que todo se olvidó. —Es lo normal. El soldadito español no se moja cuando llueve y, además, no ve fantasmas.
Arriba están las instalaciones de la estación de esquí con sus telesillas y arrastres, hay una cafetería tipo propia de estas estaciones con una amplia terraza al sol que permite el descanso y la contemplación del paraje. Naturalmente, se ha hecho una enorme explanada asfaltada para el estacionamiento de los innumerables coches, desbordada en temporada. Estuvimos un buen rato tomando el sol contemplando las laderas ahora sin nieve y el paso de las nubes que a estas alturas parecían poder tocarse con las manos. Algunas adoptaban momentáneamente formas de rostros o de cosas que el viento disolvía en un visto y no visto. Era entretenido contemplarlas. —Pero sin contarlas, como dice Zapatero que quería hacer cuando se retiró a contar nubes.
En verano uno de los telesillas ofrece un agradable paseo hasta una alta zona desde la que se puede ascender a pie al pico Cerler. Así se llama, porque es una montañita emergente y aislada de forma pira346
El camino del Solano
midal, con laderas muy pedregosas de piedra suelta, a la que no poca gente quiere ascender al verla ahí tan cerca. Es de ver cómo lo inician con chancletas, sandalias o zapatos normales, viéndoseles caminar como bamboleantes y quejumbrosos patos sobre el suelto pedregal y al poco abandonar con alguna que otra lesión en los pies. Para andar por estos sitios hay que ir razonablemente preparado. No obstante, el que llega tiene una soberbia vista sobre Benasque, el valle, y el macizo de la Maladeta, que está oculto detrás de la montaña de L’Ampriu. El final del telesilla ahorra camino para ascender también al pico Gallinero, unas dos horitas de fuerte ascensión por empinados yermos. El descenso desde L’Ampriu es mucho más agradable que la subida, no solo porque se baja sino porque entonces los picos del Posets y Perdiguero se ven enfrente llenando todo de paisaje y sobrecogedora belleza, especialmente a esta hora en que el sol comenzaba a declinar y teñía esas montañas de un meloso tono dorado. —Mira, Bernardo, si tenemos suerte, con la tarde tan clara y limpia que hace, vamos a asistir a un soberbio espectáculo que no puedes imaginar. En una ocasión subiendo a Cerler en los precisos momentos en que el sol se ponía por la sierra de Chía, Maite y yo pudimos verlo. En verano lo hace por el puerto de Gistaín y los picos de Eriste, pero no es lo mismo. En las curvas iniciales el sol me daba en los ojos, rasante y con tal fuerza que me impedía ver bien la carretera y preferí pararme y esperar a que eso pasara. Nos sentamos en unas piedras asomados hacia el valle. Y pudimos ver cómo los nítidos rayos del sol poniente proyectados desde el lado de la sierra de Chía conformaban un gran haz de luz perfectamente delimitado en el limpio y fresco aire del atardecer de aquel día de octubre, que ascendía progresivamente por las laderas de los montes que aquí cierran el valle. En la zona que iluminaban todo era dorado y sutil, por debajo y en el fondo del valle todo eran tonos grises, mortecinos y sin relieve, pero amables y cercanos, transmitiendo esa sensación de recogerse ante un buen fuego para esperar la noche. Durante unos momentos más asistimos a este soberbio espectáculo hasta que los picos dorados perdieron poco a poco ese color y el sol se puso totalmente. En tantos años que hemos pasado en Benasque no habíamos visto esto. Quizás ahora se repita y lo podamos disfrutar. Voy a parar aquí a esperar.
En poco rato aquel haz de luz se hizo presente y comenzó a ascender desde el fondo del valle lamiendo las laderas de los montes de enfrente. Conforme el sol se ponía, el halo de luz subía, sober347
Hacia el valle de Benasque
bio, majestuoso, pero esta vez un sutil y finísimo polvo luminoso lo conformaba. No era menos impactante lo que podíamos contemplar. En poco tiempo más, todo desapareció y el valle y los altos picos, ya grisáceos y sin los especiales relieves que esa luz les había conferido, quedaron mortecinos cerrando el paisaje. —Ha sido espectacular y para mí imprevisto e inimaginable. Te queda una sensación de ser algo muy pequeñito ante las cosas de la naturaleza, ante tanta hermosura. Y sí que dan ganas de ir a un lugar recogido, como si ese haz de luz al desaparecer te sumiera en una amable y abrigada soledad. —Eres un poeta, pero algo así se siente.
De vuelta a Benasque Al volver a Benasque, como era fin de semana, la gente bullía por las calles. Vamos a cenar en esa terracita y verás qué bien. La terraza del Ciria estaba aún instalada y allí nos sentamos. Buen vino, setas variadas, ciervo guisado que le gustaba a Bernardo y un solomillo delicado, de ternera y no de vaca o buey grasiento y argentino como dan en casi todos los sitios. —Lo de tomar una buena ternera es cada vez más difícil. Y no te digo un ternasco bien hecho, parece mentira que estemos en Aragón donde este plato debería ser el rey. Casi siempre te sacan el jarrete y eso no tiene nada que ver. Y mira, este ciervo está de toma pan y moja. Has elegido muy bien, aunque barato no es. —Hay bastantes restaurantes en Benasque, como en el valle, de todo tipo, económicos o no, pero yo suelo venir aquí con Maite. —Y es de agradecer este silencio y que no haya impertinentes músicas ambientales. No recuerdo que en las veces que he estado en Benasque me hayan atormentado con esas insoportables músicas de golpeteos continuos que están hoy tan a la moda y con las que me siento acosado en bares y desde algunos coches que atronan todo, mientras su conductor se mueve compulsivamente en su interior al ritmo de esos terribles sonidos y que si te ve poner gesto de desaprobación, eleva el sonido mirándote con cierto orgullo, como reafirmándose en esa abominación. —Recuerdo una deliciosa cena con Maite en esta terraza del hotel Ciria acompañado por una suave música ambiental, ni más ni menos
348 ÍNDICE
El camino del Solano
que los Nocturnos de Chopin. Ahora es una suave música de jazz la que se escucha de fondo, parece tocada por la banda de Woody Allen. ¿Te imaginas eso en estos tiempos?, lo digo y cito el lugar para que se sepa, en claro elogio para sus dueños. Que dure. —Bueno, por la noche aquí todo es silencio. Como no sea cerca de la discoteca, eso ya es otra cosa. La afluencia es masiva en verano y con lo del esquí, vienen de todo el valle. Yo he estado alguna vez acompañando a amigos que se empeñaban en venir a tomar una copa. Es horroroso, como no soy de bailoteos compulsivos has de estar de pie con la copa en la mano, no se puede hablar, la música no deja oír nada. Y me parece inexplicable cómo de pie y sosteniendo la copa en una mano la gente se mueve como con tics nerviosos al pretendido ritmo de la atorrante música. Yo no hago más que esperar a que se cansen y nos vayamos. Salir fuera es como volver a respirar aire fresco. —¿Qué me vas a contar? No he pisado una discoteca en decenios. Y esos carteles que anuncian «El Trail 2 Heaven, unidos por la montaña», ¿qué es eso? —Algo increíble. Este año quinientos corredores de catorce países han venido aquí con sus bicicletas especiales a competir en una carrera que se llama así. ¡Ojo, desde los pies del Aneto suben hasta el puerto del Portillón, bajan hasta Bagnères-de-Luchon y vuelven a subir por otro puerto para bajar hasta el Hospital! Y el que gana, gana. ¿Cómo tendrán fuerzas para hacerlo? Pero esto aún me parece poco comparado con la carrera, al trote o como pueden, que desde Benasque asciende al pico del Aneto y vuelve a Benasque. ¿Te lo imaginas? Pues pasan de los mil los participantes. Dos sobrinos de Maite, Ana y Lucas, no se pierden una y no suelen quedar en mal puesto. —Esta juventud es de acero inoxidable.
Al terminar la cena aún fuimos a ver si Las Arcadas seguían en su sitio. Estaba lleno de gente. Nos fuimos al Rabasón por aquello de la nostalgia y allí seguía, con algunas modificaciones. Así que entre unas cosas y otras nos retiramos al hotel, el frío de la noche de la montaña comenzaba a notarse.
349
Hacia el valle de Benasque
El Parque Natural de Posets-Maladeta Saliendo de Benasque y aguas arriba del Ésera encontraremos antes de cruzar el puente de San Jaime el camino antiguo a los puertos que viene desde Benasque; desde aquí asciende hasta el final del valle. Pasado el puente está el desvío a Estós, un bellísimo vallecito que ofrece otra vía de ascensión al Posets y al refugio de Estós, o subir a los idílicos laguitos y praderas de Batisielles, o simplemente disfrutar de sus muchos y hermosos rincones. En su comienzo, con un camino que sube con fuerte pendiente, estaba el Puente de Nieve; ya no está, me lo mostraban como una cosa del mayor interés. Era un lugar en que los aludes de nieve se habían helado y el agua del barranco de Estós los había perforado generándose por encima de ella un arco de hielo. Mientras la nieve era abundante el puente se mantuvo, pero su disminución lo hizo desaparecer. Afortunadamente para el caminante la importante reducción del ganado que pastaba en verano por toda la alta montaña ha hecho desaparecer los impertinentes y molestos tábanos, con sus picotazos y los fuertes habones subsiguientes que duraban tiempo impeliéndote a rascarte continuamente. A mí, particularmente me acudían y no me dejaban estar, terminé yendo absolutamente tapado por jerseis y largos pantalones para no ofrecer ninguna posibilidad a esos temibles bichos, pero me acudían a la cara y a las manos, así que era un tormento que gracias a Dios y a las cuestiones económicas ha desaparecido ya, aunque alguno quede. Estós es un valle que quien viene a Benasque tiene que conocer, aunque cueste algún esfuerzo andar por él. —Pero he visto carteles que anuncian excursiones por Estós y por otros valles con todoterrenos. Así sí me animaría a visitarlos. —Hasta hace pocos años hasta con mulas y caballos, que podían penetrar más al fondo de los valles. Aunque barato no era. Subiendo a los lagos de Batisielles me ocurrió una cosa que aún recuerdo con desasosiego y que me ha hecho coger miedo a los perros de cierto tamaño.
Íbamos de excursión, con Maite y sus primos al primer lago de Batisielles; hay una fuerte cuesta pero no es muy larga. El camino se toma tras media horita larga de ascender por el valle de Estós. Hay tres lagos en Batisielles que se escalonan en altura, particularmente 350 ÍNDICE
El camino del Solano
el primero de ellos está en un paraje verdaderamente idílico presidido por la aguja de Perramó, un pitón rocoso desnudo emergente y exento de notable altura. Al llegar y ya tumbados por la hierba, noto que he perdido la cartera que llevaba inprudentemente en el bolsillo de detrás del pantalón. Y recuerdo que me los ajusté al inicio de la subida. Así que bajé la cuesta corriendo y dando saltos para ir más deprisa, entonces era joven e impetuoso. En un momento, visto y no visto, veo a corta distancia dos dóberman grandes. Si los hubiera visto a tiempo me hubiera subido velozmente a un árbol, aunque nunca había subido a ninguno, no me dio tiempo ni de asustarme. Uno se lanzó hacia mi cuello y el otro me fue por detrás, para rematar. Fue todo en un instante, mientras yo hacía un movimiento instintivo para esquivar la acometida del perro, el dueño que iba más abajo y lo vio, gritó. Menos mal, porque el perro no llegó a morder. Yo me quedé sin saber qué hacer. Llegó el dueño con su mujer, su suegra y un perrito de nada que no paraba de ladrar, este sí cogido con una correa. —Me pasa a mí y me quedo en el sitio. Pero ¿cómo llevaban dos perrazos de esos sueltos por donde va la gente? ¡Qué horror! —Yo con el susto no supe reaccionar, reclamar y pedir la acreditación sanitaria de los perros. En cambio, el señor de los perros sí que me pidió la documentación, que naturalmente no llevaba, seré imbécil. Total, que ellos siguieron su camino y yo bajé hasta abajo y gracias al cielo allí estaba mi cartera. Volví sudoroso y jadeante, como zombi y con notable esfuerzo hasta donde me esperaban ya intranquilos. Conté lo sucedido y Maite me hizo quitar el jersey. Tenía dos leves muescas de los dientes del perro en el hombro. Me dio colonia y ni yo ni nadie dimos mayor importancia al asunto.
Ya en casa, tras la ducha y tumbado gloriosamente bajo los cedros de Villa Montisiello, en Castejón, entre la normal somnolencia del caso, veo alzado ante mí a don José Subirá, el médico de Castejón del que he hablado y tío de Maite, que me dice: «A ver, eso del hombro…». Lo mira, lo toca y me anuncia que o encontramos a esos perros en tres días o me pone la vacuna de la rabia y son varios pinchazos en la tripa que molestan más que otra cosa. Imagínate, aquella noche no dormimos nada. Los tres días siguientes me los pasé yendo con el coche por todos los sitios del valle para ver si me encontraba a esos perros o alguien 351
Hacia el valle de Benasque
me daba noticia de ellos. Por otra parte, don José había dado parte a los forestales y a la Guardia Civil, para que en sus recorridos trataran de encontrar a esos perros. Nada de nada. Ya me veía con la tripa rampante recibiendo la primera de las inyecciones. Pero la Providencia Divina quiso evitármelas. Era la tarde del tercer día y no recuerdo por qué motivo Maite y yo tuvimos que llevar a don José a Benasque. Y oye, fue entrar en la plaza y se me cruzan por delante del coche la familia de marras, dueño, mujer, suegra, perrito chillón y los dos dóberman. «Esos son, esos son…». Don José saltó del coche y se fue a por ellos, el dueño se enfrentó a él. Pero justo enfrente, en la puerta de la farmacia estaba Pepe Marión hablando con un teniente de la Guardia Civil, y al ver que alguien se enfrentaba abruptamente a don José se lanzaron contra él hasta que se aquietó. Mientras el perro pequeño organizaba un escándalo de ladridos que llamó la atención de toda la gente. Resultó que los perros estaban debidamente vacunados, que aquel hombre era un guardia civil retirado, que estaban acampados ilegalmente en un rincón de Ballibierna por lo que era imposible encontrarlos. Y que esa familia tuvo que retrasar su vuelta y alojarse en otro sitio, pagando, para tramitar los subsiguientes papeles. Creo que le cayó una fuerte multa, por ir con perros sueltos como esos por la montaña y por acampada ilegal. Ya ves. —Siempre he tenido prevención por los perros, sobre todo por los de este tipo que pueden llegar a ser más fieras que perros. Solo esos de los ciegos o del tipo labrador me son gratos y cercanos. Es que donde menos te lo esperas te pasan cosas así. Hay que ir com mil ojos y denunciar a los que los llevan sueltos.
Siguiendo la carretera más adelante está la presa de Paso Nuevo, construida en 1971 para producir energía elécrica y regular las avenidas del Ésera. Aquí se inicia uno de mis paseos predilectos, llano y cortito. Atravesar la presa contemplando el agua con el fondo del pico Salvaguardia y si se tiene suerte cuando se suelta agua es estupendo, porque el agua cae con fuerza al río en forma de un amplio abanico; aunque sorprendentemente tanta agua no parece aumentar el agua de su cauce. Al otro lado de la presa el sendero transcurre entre la fresca umbría de un bosquecillo, antes con abundantes matas de fresas riquísimas, que sabían gloriosamente a fresa, hasta llegar 352
El camino del Solano
a un pequeño prau por el que se accede al viejo camino que desde Benasque sube a los puertos. Siguiendo por él un poco más y tras bordear el pantano, hay almendros que en la época propicia ofrecen tiernas y suavemente amargas almendras, con alguna serpiente inofensiva enroscada en sus ramas que algún susto nos ha dado. En un poco más encontraremos el final del barranco de Ballibierna con sus aguas rumorosas. En este lugar nos sentamos Maite y yo mirando el agua saltar entre las piedras, y uno se sume en un placentero y dulce sosiego, que interrumpen impertinentemente grupitos de gente con niños que gritan como posesos, o algún coche que pretende aventurarse por estas pistas. Si se quiere ir un poco más alla, está el Pla de Sanarta, que ahora es lugar de acampada veraniega, pero que yo he conocido en agosto absolutamente vacío, mientras asábamos longaniza sobre lajas de piedra; eran años en que esto no se había prohibido como afortunadamente hoy lo está. Y un poco antes de Sanarta está el comienzo de la pista que entra en Ballibierna; menos mal que la declaración de Parque Natural ha prohibido el tránsito de los coches por ella. Andando, se entra en un valle fragoroso en su comienzo, por el fondo del que discurre el barranco que se abre después con algunos bosquecillos de pinos, abetos y acebos; en unas dos horitas de agradable camino se llega a una especie de refugio y desde él comienzan las ascensiones al lago de Llosás, en la base de un alto farallón rocoso y por los lagos de Coronas al Aneto, y a esta vertiente de la Maladeta. Son sendas muy concurridas por los montañeros y los caminantes. Volviendo a la carretera principal y justo al comienzo de la pista que baja a Sanarta, brota el agua junto a la carretera donde se han dispuesto algunos caños para recogerla; es un agua estupenda, algo dura, que no sienta bien a los estómagos delicados, pero que la gente recoge en bidones para llevársela a casa. Siguiendo más arriba se llega a la pista que baja al Pla de Los Baños, en su comienzo hay abundantes acebos que ahora están seriamente protegidos de los devastadores apetitos navideños que provocan. Bueno, todo está protegido, estamos inmersos en el Parque Natural que costó muchos años sacar adelante y que ha supuesto una importante mejora de la naturaleza. Hay que ver la capacidad que tiene para regenerarse si se la deja en paz. Era absolutamente necesario, había que impedir el desaforado acceso de los cuatro por cuatro por todas partes, de ruidosas motos y 353
Hacia el valle de Benasque
amenazadores ciclistas simulando ignotas competencias y aventuras, de la suciedad abandonada y, sobre todo, del peligro del fuego, que más tarde o más pronto hubiera causado aquí una enorme tragedia. Ahora están ya plenamente aceptadas por todos las limitaciones impuestas y se puede disfrutar de tanta naturaleza en paz. Aunque se permite el acceso controlado de coches hasta el Pla del Hospital y a Los Baños. Que siga así. —En esta zona del valle hay restos de trincheras y alguna casamata que los benasqueses construyeron para defender el acceso a Benasque ante las invasiones que se producían desde el valle de Arán. —Sobre todo vienen de la guerra de la Convención, allá por 1795. Se construyeron aquí para rechazar la entrada de los franceses que desde Arán pretendían conquistar Benasque. En esta defensa los Ferraz Conel de Anciles alcanzaron grados de coronel y brigadier. Un poco después se construyó en esta misma zona una pequeña torre defensiva, la llamada torre de Los Baños. Todo esto está ya claramente arruinado y desperdigado por la zona.
Arriba del Pla de Los Baños está el edificio de los Baños de Benasque, al que se puede subir en coche o andando por una fuerte pendiente. Se inauguró en 1801 y durante un tiempo fue propiedad de la Casa de Alba. ¿Qué hacía por aquí? Hoy sobrevive con su fachada gris de revoco de cemento y con sus instalaciones que precisan hace años de renovación, pero es muy frecuentado por sus benéficas aguas. Es imprescindible tomarse un café en su terraza, sobre todo si hace buen día y a la sombra de una sombrilla. —Pega el sol lo suyo aquí. Trae ese toldo. El paisaje es magnífico, allí enfrente se ve el valle de Lliterola que se tiende espléndido y con fuerte pendiente entre yermos herbosos hasta el lago Blanco y el Perdiguero. Sí que da la impresión de que el edificio esté bastante dejado, es como si hace años estuviera así. Si se renovara todo este sería un lugar casi de lujo. —Es que esto se explota bajo concesión municipal y creo que está próxima a vencer. Aunque yo lo he conocido siempre como ahora está. Hay que pensar que quienes vienen a tomar las aguas y están aquí un tiempo no son turistas de mucho gasto, uno de los atractivos es lo económico de los precios. Y ahora que vence la concesión y con la crisis que tenemos encima, es sin duda un problema para ponerse a invertir aquí lo que se necesitaría. Ya veremos en qué queda esto.
354
El camino del Solano
—Y cerca de aquí está la boca de entrada a la cueva de Alba, que recibe este nombre por la presencia de la Casa de Alba. Es una larga y enorme cueva, con cascadas y río interior que viene siendo estudiada por los espeleólogos desde hace muchos años. —No somos partidarios de estos asuntos. ¡Qué horror, qué claustrofobia! Los espeleólogos son gente de otra raza. —Y está el pico de Alba. También cerca de Los Baños se inicia la muy fuerte y prolongada subida al lago de Cregüeña, primero entre cerrados bosques y luego por yermos y canchales, es uno de los lagos más grandes y alteros de la zona.
Volviendo nuevamente a la carretera, pasaremos por el puente que salva el barranco de Lliterola con su cascada que cae al lado de la carretera. Desde aquí se comienza la ascensión de este alto valle, al final del cual está el lago Blanco ya casi al pie de Perdiguero. Antes todo ese lago estaba repleto de nieve perpetua; de ahí el nombre. Hoy se ha perdido casi toda esa nieve. En esta zona de la carretera y junto a su margen caen pequeñas cascadas de agua. Maite gusta de parar el coche cuando bajamos de vuelta para respirar la nubecilla de fina agua que producen; es refrescante y muy agradable. Un poco más adelante comienza el camino de subida al alto valle de Remuñé, más solitario y poco frecuentado, con sus Fitas del Pintrat, y luego un desvío baja hacia el fondo del río y llega al Pla del Hospital. Si sigues por esta misma carretera que desde Benasque se prolongó en el año 1959, se llega a su final, que es donde quedó interrumpida en espera de que se hiciera aquel subterráneo a Francia que sigue sin hacerse. Una estupenda vista se ofrece desde este lugar, al fondo el amplio Pla del Hospital con el río serpenteando con calma y con una pequeña cascada entre árboles que conforman un lugar muy agradable, que frecuentábamos mucho para organizar comidas. A nuestra izquierda el paisaje se cierra con los altos picos que separan Francia de España y en los que se abren los puertos, y enfrente se alzan majestuosas las laderas del macizo de la Maladeta. En este final de la carretera comienza la ascensión a Gorgutes y a uno de los puertos de paso a Francia más transitados hasta el siglo xvi, el de la Glera. A su derecha está el pico de Salvaguardia y el puerto de Benasque o del Portillón que tomó importancia cuando el de la Glera o de Gorgutes fue paulatinamente abandonado por la dificultad que tenían sus fuertes pendientes y las enormes cantidades de nieve 355
Hacia el valle de Benasque
que allí dificultaban el acceso. El paso por el Portillón o puerto de Benasque hacia Francia se mejoró tallando la roca en 1325, y el último tramo del camino fue excavado artificialmente en la brecha que había abierta, mejorando el camino descendente que desde allí llegaba al fondo del valle francés; los reyes ordenaron cerrarlo porque su apertura perjudicaba a los aduaneros de los pasos de la Picada y el valle de Arán, a su derecha. Pero los benasqueses no hicieron caso y aquí está abierto desde entonces. Un poco más allá está el puerto de la Picada; los tres eran los pasos utilizados para pasar a Francia; al fondo del valle está el de Coll de Toro que comunica con el valle de Arán y que era el frecuentado por las tropas invasoras que iban a conquistar Benasque. La relación de las gentes del valle con la vertiente norte francesa fue durante siglos mucho más intensa e importante, incluso familiar, que con las tierras del sur, muy distantes por las condiciones de los caminos de comunicación. Por otra parte, estos puertos fueron continuamente utilizados por los contrabandistas, que sabían eludir las esporádicas vigilancias, y fueron la razón de un soporte económico importante. Pasaban todo tipo de cosas, desde frutas y comestibles a mobiliario de pequeño formato, armas, tejidos y productos de lujo, de todo. Muchas casas del valle conservan excelentes relojes de aquellos años traídos desde Francia. Especialmente los Bardaxí y otros señores del valle ejercieron durante muchos siglos el contrabando de caballos y mulas que les era muy productivo pese a estar prohibido. Estos puertos fueron utilizados durante la Guerra Civil; los que pudieron escapar por ellos sorteando con peligro y dificultades de todo tipo la vigilancia de los milicianos, fueron acogidos por familias con las que mantenían relación al otro lado de los puertos; por si acaso algunos solían llevar algunas monedas de oro. —He conocido a algunas personas de Castejón de Sos, que en su juventud iban desde allí a Bagnères-de-Luchon atravesando el puerto de Benasque, solo para bailar; siempre las francesas han ejercido una particular atracción. Así que se echaban al cuerpo esa larga caminata con o sin mulas para ver qué pasaba. En particular y en mi caso, fue subiendo a Gorgutes cuando ya hace algunos años decidí que hasta aquí habíamos llegado con esto de subir cuestas, desde entonces solo transito por caminos llanos y cuesta abajo.
356
El camino del Solano
Los hospitales de Benasque Pero pasar estos puertos en invierno, además de las grandes dificultades, conllevaba grandes riesgos, las tormentas y sobre todo la temible neu polvina, ligera y fina, que podía formar las temibles turberes que cegaban a los caminantes envolviéndolos y desorientándolos; podían hacer que se despeñaran, como sus mulas. «Dios mos llibre de la neu polvina y de la mala vesina». No era infrecuente la muerte de algunos viajeros, que en todo caso necesitaban de lugares de refugio al pie de los puertos para esperar a que el tiempo fuera más favorable o para descansar y pasar la noche. Por esto se fundaron los hospitales a uno y otro lado de los puertos. El nombre de hospital viene de la hospitalidad que en ellos se ofrecía. La construcción de los hospitales en esta zona arranca de los años finales del siglo xii y los primeros del xiii con la fundación del llamado Hospital Viejo de Benasque, que en su inicio dependió de la Orden de San Juan del Hospital.82 Fue Alfonso II, el primer rey de la Corona de Aragón, quien donó en 1172 a la Orden de San Juan del Hospital amplias zonas de pastos en Gorgutes. Con ello estos monjes comenzaron a atender a los viajeros, era su primordial vocación para la que se constituyeron en Jerusalén, y construyeron el Hopital Viejo de Benasque. Ya con Roma en tiempos de Augusto esta zona comenzó a ser objeto de alguna atención. Hay que considerar que en la inmediata vertiente francesa está Bagnères-de-Luchon, la Aquae Onesiorum romana, lugar con excelentes aguas termales que aún son su principal atractivo, en las que el bañista sentía la presencia de pequeñas anguilas y pececillos. Pero hoy Luchon ofrece más cosas de interés, desde él se accede rápidamente al valle de Larboust que se tiende paralelamente a estos puertos de alta montaña y en cuyo pie, en esa vertiente, existen los correspondientes hospitales. En este valle se pueden visitar tres iglesias románico-lombardas del primer tercio del siglo xi: Saint-Aventin de Larboust es una de las pocas finalizadas por los maestros lombardos, bellísima, importante y que integra en sus muros interesantísimos relieves romanos. Un poco más allá están las dos pequeñas iglesias lombardas de Saint-Andres de Caza Ona González (2009).
82
357 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
rilh y Sainte-Marie de Trébons, estas dos pequeñas iglesias siguen la tipología de planta y estructura de San Esteban de Conques. Cerca de Luchon está Saint-Bertrand-de-Commenges, que fue capital del romano Lugdunum Convenarum, donde se conservan hoy importantes restos romanos; además de una importante iglesia gótica con su interesante y bellísimo claustro románico. Y a los pies del montículo en que se alza esta bella y cuidada población, casi de Marie Claire que merece mucho ser visitada, una interesante iglesia románica y un extenso campo de ruinas romanas. Durante la excavación de la pequeña iglesia del Hospital Viejo de Benasque, alguien al que debía remorderle la conciencia dejó en su interior los restos del pie de un ara votiva romana que fue inmediatamente recogida por los arqueólogos; se ignora su procedencia aunque se supone razonablemente que perteneciera a algún lugar próximo. Ya se conocía la existencia de los restos de otra ara votiva similar encontrados en uno de los hospitales desaparecidos que se conserva en el Museo de Huesca. Ambas aras siguen la tipología usual y son restos preciosos por su valor arqueológico e histórico que acredita una relativa presencia romana en esta tan alta zona.
Restos del Hospital Viejo de Benasque, con la pequeña iglesia.
358
El camino del Solano
—Por ser riguroso, te recuerdo el miliario romano de Llert en el valle de Bardají. Y aun la placa inscrita romana de Asterdumari en Obarra y lo encontrado en Labitolosa, que aunque pertenezcan a lugares más alejados son preciosos testimonios de la presencia romana en la actual Ribagorza.
Precisamente, al lado del final de esta carretera y en el comienzo de la ladera que desciende hacia el río, están los restos excavados y consolidados de lo que fue el Hospital Viejo de Benasque; sobre una breve plataforma emergente de la ladera y en un lugar que domina todo el valle. Corresponden a una pequeña y sencilla iglesieta románica del siglo xii, al caserón que servía de refugio, a la casa del hospitalero y a sus cuadras. Este hospital estuvo en uso hasta el siglo xvi, construyéndose otro nuevo un poco más adelante cuando el puerto de la Glera dejó de ser el más transitado y lo fue el Portillón. El hospital viejo quedó para fines militares y se sumió en el abandono hasta hoy en que sus restos se han excavado por el equipo dirigido por José Luis Ona y Jorge Mayoral, con campañas realizadas entre 1977 y 2008, poco a poco, y ya están recuperados. En el nuevo emplazamiento, mejor comunicado con el puerto de Benasque, se construyeron otros tres hospitales entre 1583 y 1870, sucesivamente arruinados por aludes. El último y quinto hospital se construyó en un nuevo lugar al refugio de aludes donde hoy se levanta el hotel Llanos del Hospital, que se construyó no hace muchos años a partir de sus restos ya abandonados. Hasta hace no demasiados años, en el Pla se alzaban las ruinas de lo que fue este último Hospital de Benasque. Jorge Mayoral se hizo con la concesión de su explotación y poco a poco logró construir aquí un excelente complejo hotelero en este soberbio lugar pleno de naturaleza y en este bello paisaje, que ya con las primeras nevadas del invierno se ve inmerso en un grueso manto de nieve que llena todo. Hasta el punto de que de vez en cuando y por los aludes su carretera de acceso queda interrumpida y el hospital está algunos días aislado. Es hotel frecuentadísimo en invierno por quienes practican el esquí de fondo y gustan de estos parajes con abundante nieve; y en verano como lugar de alojamiento incomparable y de reposo tras las largas caminatas y escaladas por los picos y los vallecitos de su entorno o simplemente para ocasionales visitas. El verano pasado Jorge Mayoral me pasó un texto, Historia verídica del fantasma del Hospital de Benasque, que narran Antonio Daza y 359
Hacia el valle de Benasque
Pepín Aranda, sobre lo que les acaeció en el edificio del arruinado hospital anterior al actual hotel. Es muy sugerente. Se refugiaron en él por el mal tiempo y se quedaron a dormir. Al filo de la medianoche comenzaron a oír pasos por una escalera desvencijada de madera y luego por el piso superior, muy reales según cuentan; pasaron la noche sin dormir apenas y a la mañana siguiente inspeccionaron todo sin encontrar rastro ni razón de aquellos pasos. Como el mal tiempo continuaba, se vieron obligados a pasar otra noche allí, pero colocaron a mano velas, mecheros y sus piolets. Nuevamente a medianoche se repitieron los pasos: Se iniciaron en las escaleras los tétricos crujidos en los escalones y los pasos en el piso superior. Un escalofrío recorrió nuestros espinazos, encendimos nuestras velas, cogimos los piolets y salimos a la escalera. Afuera soplaba un fuerte viento que ululaba, gemía y silbaba fuertemente. ¿Quién va ahí? ¿Quién es? Todo estaba en silencio, tan solo se escuchaba el latir de nuestros corazones que casi se salían de nuestra boca. Nada, nadie. Recorrimos todo, y a la mañana siguiente exploramos concienzudamente el alrededor nevado. Ningún vestigio, ni humano ni animal, las huellas no se hubieran borrado de la nieve.
El remate de todo esto es que pasado algún tiempo conocieron a unos montañeros franceses que les contaron haber escuchado los mismos pasos y pasado el mismo miedo, precisamente durmiendo en este viejo hospital. Claro, estos salieron de allí precipitadamente y no han querido volver. —Pues eso se tenía que publicitar más. Seguro que había gentes dispuestas a alojarse aquí, por si volvía a suceder. Se haría famoso ese fantasma del Hospital de Benasque.
Jorge no solo es un notable empresario, emprendedor le llamarían hoy con mal gusto. Tiene pasión por las cosas del lugar, de su historia y su cultura, y así financió, como he contado al hablar de San Martín, las búsquedas de aquellos espeleólogos en las cuevas del entorno; me mostró colmillos de mamut y huesos de otros animales prehistóricos encontrados en algunas cuevas. Es de imaginar cómo en esas cuevas, muchas de ellas con agua helada, esta gente se sumergía buscando restos de épocas paleolíticas. También financiaba a los arqueólogos, con José Luis Ona a la cabeza, que hicieron un gran trabajo. No solo encontraron en el entorno inmediato restos funerarios 360
El camino del Solano
neolíticos tardíos de gran interés. Estudiaron los distintos hospitales y recuperaron lo que quedaba del primero de ellos, el Hospital Viejo de Benasque. Localizaron y estudiaron los restos de cabañas de pastores ya abandonadas y sin uso que se levantaban dispersas por la zona, reconstruyendo y musealizando algunas. Pero no paró Jorge en esto. Ha creado un pequeño museo y biblioteca de gran interés sobre todas estas cosas en el propio hotel. Ha estudiado los hospitales de Arán, Bielsa y los del lado francés, publicando las cosas,83 ha creado la Fundación Hospital de Benasque, que hoy es el medio para gestionar y publicitar toda esta gran actividad, y sigue con todo ello. —Y, además, manda constantemente a los telediarios de algunas cadenas fotos de la zona, que siempre le sacan. E informa por Internet a todo tipo de gentes de lo que aquí pasa y se hace.
Tomando la pista que desde la carretera principal baja hacia el Pla del Hospital, si es verano, ya en la entrada al Pla, los guardas del parque no dejan pasar coches desde este punto y es obligado aparcar en una amplia zona habilitada para ello, que muchas veces está llena. Si les dices que vas al hotel del Hospital, dejan pasar, pero hay que tomar solo un poco más allá el desvío que baja hasta él y aparcar delante. En este lugar una barrera impide definitiva y permanentemente el paso de coches hacia el fondo del valle, con muy buen criterio. En invierno no hay guardas y el primer control no existe, por lo que se puede llegar hasta el Hospital. —Vamos a aparcar aquí, luego iremos hasta el Hospital. Mira qué suerte, hemos aparcado justo delante de lo que quería enseñarte. Mira ese círculo de piedras, han hecho bien en vallarlo, aunque como la valla es baja algún animalico se meterá dentro a fastidiar esto. —Parece algo megalítico, ¿o es el resto de un dolmen desaparecido que solo conserva su corona de piedras? —Son los restos excavados y musealizados de un emplazamiento funerario, es de la Edad del Bronce, hacia el año 1000 a. de C. Fue excavado por el grupito de arqueólogos que dirigía José Luis Ona, cuyos nombres no recuerdo, y por iniciativa de Jorge Mayoral. Entre los similares yacimientos encontrados en esta zona de la alta montaña de Benasque es el mejor conservado. Como ves, en su centro quedan los restos de lo que fue una cista o cajita conformada con pequeñas pie Ona González (2009).
83
361
Hacia el valle de Benasque
Restos del emplazamiento funerario.
dras. En su interior se encontró una pequeña urna de cerámica con restos de incineración y un sencillo ajuar funerario. Sobre esta cista se construyó un montículo de tierra que debió de ser más bien bajo y que con el tiempo fue cubierto y ocultado por el manto vegetal. Ese montículo se delimitó con el círculo de piedras que ves. El conjunto pasó así desapercibido durante muchos siglos. Se han encontrado otros en peor estado en la misma zona.
La Edad del Bronce corresponde a los tiempos en que el hombre inventó y utilizó este material, una aleación de cobre y estaño que superaba en compacidad y dureza al cobre que se venía utilizando. Las fechas a que corresponde ese periodo son ciertamente variables según los lugares, se pueden situar entre finales del iv milenio hasta el 1300 y aun en los años 800-700 a. de C. A este periodo siguió la Edad del Hierro, cuando el hombre logró fundir este mineral y obtenerlo, lo que supuso un progreso de la mayor importancia, para armas, herramientas de trabajo, etc. Se ha hecho un gran trabajo y se han sacado a la luz y dado a conocer todas estas cosas adecuadamente con las subsiguientes publicaciones en la web de la Fundación, que suponen un notable progreso en el conocimiento de las raíces de la ocupación del valle, desconocida hasta hace poco. En los últimos años se han logrado 362
El camino del Solano
conocer más de trescientos yacimientos, de todo tipo, cabañas, cuevas, círculos funerarios y los relacionados con los distintos hospitales, que abarcan cronológicamente desde el 1200 a. de C., hasta fechas recientes. Y todo gracias a Jorge Mayoral al que no creo se le haya reconocido públicamente ese emprendimiento empresarial en el mejor sentido del término, por potenciar la zona y darla a conocer. Yo al menos se lo agradezco y lo cuento para que no se olvide según es costumbre aquí. Para facilitar el acceso de las personas al fondo del valle en los meses de verano, junto a la caseta de los guardas se toma un autobús que va y vuelve del final del Pla d’Estanys. Otro autobús enlaza Benasque con el Pla de Sanarta y desde allí con el fondo de Ballibierna. Es muy de agradecer este alivio. Maite y yo somos muy afectos a tomar el que va al fondo del valle, nos quita el subir hasta allí que aunque no es duro sino relativamente suave, una horita de andar; evitamos hacerlo. El lugar donde deja el autobús es punto de partida de los fuertes caminos que llevan al refugio de la Renclusa y al Aneto, a los que ascienden hacia el macizo de la Maladeta y sus picos, hacia el pico Salvaguardia y los puertos del Portillón y la Picada y, en general, a esta estupenda zona de naturaleza de alta montaña. Aunque la excursión más frecuentada es la del Foráu y Pla d’Aigualluts, a una horita más o menos. Ese Pla y ese Foráu son lugares verdaderamente idílicos y hermosos. Desde ellos se ve gloriosamente erguido el Aneto y su glaciar. —Precisamente ahora se celebra el centenario del refugio de la Renclusa, que fue fundado en el año 1916, por el Centro Excursionista de Cataluña. Sus miembros están entre los pioneros que practicaron el alpinismo por todos estos picos. Desde allí parte el camino que por el glaciar del Aneto asciende al pico.
En el punto donde deja el autobús y en verano, hay un pequeño bar con algunos banquitos que siempre reconfortan. Nuestra excursión se reduce a bajar desde allí hasta el Hospital, en una paz y un silencio irrepetibles solo interrumpidos por el saludo cordial con los caminantes con quien te cruzas. Al bajar por la pista que hemos subido con el autobús, el macizo de Perdiguero está enfrente con su estupenda estampa. El paseo discurre primero por el Pla d’Estanys, cuesta abajo como a nosotros nos gusta. Es posible ver algún caballo 363
Hacia el valle de Benasque
que se ha dejado suelto pastando por aquí. Notaremos que el Ésera no discurre por este Pla, aunque lo recorre un cauce mínimo normalmente sin agua. Si se quiere prologar un poco más la vuelta, al bajar del lugar donde nos ha llevado el autobús tomaremos un caminito que por la margen derecha del fondo del valle va hacia un bosquecillo, un poco más adelante el camino baja en fuerte pendiente hasta la zona de valle situada detrás del Hospital, por la que llegaremos a él siguiendo el curso del río. No hay que equivocarse, casi en el mismo punto en que comienza esta senda sube otra hacia Salvaguardia y el Portillón, y eso necesita algunas horas, empuje y ganas. Siguiendo la pista por la que hemos venido nos adentraremos en un delicioso bosque. Es aquí cuando empezamos a sentir el rumor del agua y parece que aflora el río Ésera. Nos gusta frecuentar ambos caminos, que no nos cansan sino que nos reconfortan. Al llegar al Hospital hay que sentarse en su terraza a tomar una cervecita al sol, si no molesta, o buscar la sombra. Y comer en su acreditado restaurante. La vuelta a Benasque, despacio con el coche, disfrutando del paisaje y de los aromas que lo llenan y escuchando una buena música, es algo estupendo. —Recuerdo que en el Pla d’Estanys, hace muchos años a comienzos de septiembre, no sé si se seguirá haciendo, me llevaron a ver cómo todo el ganado que pastaba por estas montañas bajaba y se concentraba allí. Era algo increíble ver tanta vaca junta. Y cómo los dueños de esas vacas y los pastores las identificaban como suyas, dedicándose a vacunarlas y a marcar a los terneros que habían nacido en ese verano. Era de ver cómo los acorralaban y tumbaban para poder hacerlo, como en los rodeos del oeste americano. —Yo también pude asistir a esto, y era de lo más entretenido. Ahora con menos vacas no será lo mismo, además hay quien las tiene todo el año por el monte; es una nueva forma de hacer. Cuando habían terminado esas labores y juntado todo su ganado, poco a poco cada rebaño volvía a los establos de los pueblos de origen. En esos días y en las carreteras te las encontrabas caminando con su característica parsimonia, tapizando de rotundas boñigas todo; iban bien nutridas de los frescos pastos de la alta montaña. Vámonos al Hospital.
Sentados en esa terraza, preguntamos por Jorge, pero no estaba allí. 364
El camino del Solano
—¡Qué paz, qué sosiego, qué silencio!… Esto es irrepetible, disfrútalo. —Bernardo volvió a repetir estas palabras y volvió a inhalar fuerte el humo del pitillo varias veces.
Toda esta ingente naturaleza ofrece deliciosos paseos, excursiones de media distancia, esforzadas ascensiones a los picos y a los altos vallecitos, una naturaleza desbordante y variada según la altitud; plena de bosquecillos de abetos, acebos, robles, hayas, abedules… con una rica vegetación de diversos arbustos en la que el boj es el rey. Hoy, afortunadamente todo esto está vigilado y cuidado con la declaración de Parque Natural; es sorprendente comprobar cómo desde esa declaración la naturaleza que lo puede todo ha revivido y se multiplica. Una naturaleza que se ofrece al visitante como incomparable lugar de paz e infinito sosiego, que amamos. Al volver, despacio, y con Las cuatro estaciones de Vivaldi acompañándonos, íbamos en silencio. Sentíamos que este corto viaje terminaba aquí y un sentimiento de agridulce tristeza nos embargaba a los dos. Pasada la presa de Paso Nuevo, encontramos aquel corto túnel al que me referí al hablar de la pintura de Martín Ruiz Anglada. Y, al salir de él, Bernardo comentó: —Pues sí, esta es la vista que Martín pintó, es el fondo de valle desde el que se alza la Virgen. No recuerdo si pintó el fondo que se ve desde la sierra de Chía. —Yo tampoco lo recuerdo. Pero con todo lo que sucedió respecto a eso, al menos, me reconforta que pude colaborar a que Martín pintara esa magnífica obra, que el paso del tiempo hará famosa. Benasque no se ve. Pero está ahí. Vale.
365
Bibliografía Abadal i de Vinyals, Ramon d’ (2007), Els comtats de Pallars i Ribagorça, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans. Agud Querol, Manuel (1951), El señorío de Concas (Benasque), San Sebastián, s. n. (Estudios de Historia de Aragón). Arco y Garay, Ricardo del (1942), Catálogo monumental de España. Huesca, Madrid, CSIC / Instituto Diego Velázquez. Benedicto Salas, Roberto (2010), Introducción a la construcción megalítica, Zaragoza, Mira Editores. — (2012), La arquitectura románica de los maestros lombardos en Aragón, Zaragoza, Mira Editores. — (2014), Las iglesias de Santa María y San Pedro en Villanova, Zaragoza, Mira Editores. — (2015), La catedral de Roda de Isábena. Arquitectura, Zaragoza, Mira Editores. — (2017), El monasterio de Santa María de Alaón, Zaragoza, Mira Editores. — y Fernando Galtier Martí (2011), Una piedra preciosa en la Ribagorza. El monasterio de los Santos Justo y Pastor de Urmella, Graus, Comarca de Ribagorza. Castán, Carmen (2011), Cinco rutas con los cinco sentidos por el valle de Benasque y la Ribagorza, Benasque, Barrabés Editorial. Faci, Roque Alberto (1979 [1739 y 1750]), Aragón, reyno de Christo y dote de María Santísima, Zaragoza, Diputación General de Aragón, ed. facsímil de la edición: Zaragoza, Imprenta de Francisco Moreno, 1750. Fatás Cabeza, Guillermo (2016), «La lengua aragonesa perdida», Heraldo de Aragón, 14 de febrero, p. 28. 367 ÍNDICE
Hacia el valle de Benasque
Galtier Martí, Fernando (1979), L’art roman lombard en Aragon. Circonstances historiques et problèmes artistiques, tesis doctoral inédita, Centre d’Études Supérieures de Civilisation Médiévale. Université de Poitiers. — (1981), Ribagorza, condado independiente: desde los orígenes hasta 1025, Zaragoza, Libros Pórtico. — (2012), «Las primeras fases constructivas de la catedral de Roda de Isábena», en Roberto Benedicto Salas, La arquitectura románica de los maestros lombardos en Aragón, Zaragoza, Mira Editores, pp. 159-199. — (2016), «Del popule meus al quem quaeritis: imágenes románicas que interpelan al fiel», en El arte público a través de su documentación gráfica y literaria. Homenaje a Manuel García Guatas, Zaragoza, IFC / Universidad de Zaragoza, pp. 399-415. Galtier Martí, Fernando, y Roberto Benedicto Salas (2012), Santa María de Obarra. Entre la historia y la leyenda, Zaragoza, Mira Editores. García Gallego, Aurelio (2009), «Neril, habitantes llenos de vida», Guayente, 85, pp. 21-22. Gracia, Juan Antonio (2009), «Mosén Leminyana», Guayente, 85, pp. 9-10. Iglesias Costa, Manuel (1975), Obarra, Jaca, Instituto de Estudios Pirenaicos (Monografías del Instituto de Estudios Pirenaicos, 105). — (1980), Roda de Isábena, Jaca, Instituto de Estudios Pirenaicos (Monografías del Instituto de Estudios Pirenaicos, 108). — (1990), El monasterio de Alaón en Ribagorza, Huesca, IEA. — (2001), Historia del condado de Ribagorza, Huesca, IEA. Jiménez Martín, Alfonso (1982), Carta del Restauro ’72, Sevilla, COAAO. Leigh Fermor, Patrick (2010), Mani. Viajes por el sur del Peloponeso, Barcelona, Acantilado. — (2011), Roumeli: viajes por el norte de Grecia, Barcelona, Acantilado. — (2015), Un tiempo para callar, Barcelona, Elba. Martín Duque, Ángel (1965), Colección diplomática de Obarra, Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos. Martínez de Baños Carrillo, Fernando (2012), Benasque y su castillo. Una relación militar centenaria, 1592-1858, Benasque, Fundación Hospital de Benasque. — (2014), «El castillo de Benasque», Guayente, 99, pp. 5-9. Mascaray Sin, Bienvenido (2000), El misterio de la Ribagorza. Orígenes, historia y cultura a través de la toponimia, ed. del autor. 368
Bibliografía
Menjón, Marisancho (2017), «Tàpies y la Virgen de Obarra», Heraldo de Aragón, 18 de noviembre, p. 28. Merino Mora, Antonio (2015a), Historia de la villa de Benasque, Anciles y Cerler, Benasque, Ayuntamiento de Benasque. — (2015b), «El ferrocarril y el túnel por carretera a Luchon. Una esperanza desde 1850 hasta hoy», Aragón, Turístico y Monumental [SIPA], 379, pp. 75-78. Morte García, Carmen (1982), «El retablo de San Pedro», Guayente, pp. 8-9. — (2006), «El Renacimiento en la comarca de la Ribagorza», en Javier del Valle Melendo y José Espona Vila (coords.), Comarca de la Ribagorza, Zaragoza, Gobierno de Aragón, pp. 177-188. Noguero Ibarz, Ángel (2016), La pintura religiosa en el valle de Benasque, [Sesué], Asociación Guayente. Olañeta Molina, Juan Antonio (2016), «De Roma a los Pirineos. Génesis, evolución y lectura del crismón», en Peridis y Domingo J. Buesa Conde (coords.), Enciclopedia del románico en Aragón. Huesca. 1. Jacetania, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, pp. 97-133. Ona González, José Luis (2009), Los Hospitales de Benasque y Bañeras de Luchón, Benasque, Fundación Hospital de Benasque. Pallaruelo Campo, Severino (1993), Bardaxí, cinco siglos de historia de una familia de la pequeña nobleza aragonesa, ed. del autor. Pla, Josep (2016), Viaje en autobús, Barcelona, Planeta. Pueblas Rodríguez, Martín de las, y María Asunción Hidalgo Arellano (1999), El Lucero de Benasque. Edición y estudio lingüístico, Zaragoza, Departamento de Educación y Cultura, Gobierno de Aragón. Roca Barea, María Elvira (2016), Imperiofobia y leyenda negra, Madrid, Siruela. Rojo Guerra, Manuel, y otros (2014), «Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza», en I. Clemente, E. Gassiot y J. Rey (eds.), El Sobrarbe antes de Sobrarbe: pinceladas de historia de los Pirineos, Huesca, Centro de Estudios de Sobrarbe / IEA, pp. 127-151. Sanz, Ambrosio (1955), «El abadiado de San Victorián», Argensola, 23, pp. 211-236. 369
Hacia el valle de Benasque
Serrano Dolader, Alberto (2005), «El cantal de Arnaldico», Heraldo de Aragón, 3 de diciembre, p. 10. Sort, José de (2004), «Sagas familiares: los Azcón», Guayente, 66, pp. 2526. Artículo recogido en Guayente (2015), 100, pp. 28-29. Stendhal (Henri-Marie Beyle) (2007-2015), Paseos por Roma, Madrid, Alianza Editorial.
370
Índice Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Advertencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 De camino al valle de Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Desde Graus, remontando la carretera por el río Ésera . . . . . . . . 31 El monasterio budista de Panillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Sobre los nombres del río Ésera y su nacimiento . . . . . . . . 39 La civitas de Fantova . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 El castillo de Perarrúa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Besians . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Campo y el proyecto de pantano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 El valle de Bardají . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Senz y Viu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Avi y Seira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 San Pedro de Tabernas y Barbaruens . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 El congosto de Ventamillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 El Run . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88 Desde Graus, por el río Isábena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Roda de Isábena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Beranuy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 Calvera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126 Santa María de Obarra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 Raluy y Ballabriga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
371
Hacia el valle de Benasque
372
Bonansa y Bibiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Santa María de Alaón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Aneto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Montanuy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
149 152 157 158
Del Noguera Ribagorzana hacia el Ésera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Castarné y Pegá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Castanesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Neril y Ardanué . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Laspaúles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Turbiné . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Abella y las piedras del rayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Espés Alto y Bajo, el Siñó de Espés y el coll de Fadas . . . . . San Feliu de Veri y el yacimiento neolítico de Els Trocs . . El Turbón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Renanué . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bisaurri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El monasterio de Urmella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
161 165 169 173 175 182 191 192 196 204 207 209 212
El valle de Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Castejón de Sos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recuerdos del valle de Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Chía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El valle de Chía y el puerto de Gistaín . . . . . . . . . . . . . . . . . Villanova . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sesué . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El patués . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
223 227 237 243 246 247 258 263 266
El camino del Solano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Castellazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Eresué . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ramastué . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Liri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Siguiendo hacia Benasque: Sahún . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Guayente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
271 274 275 277 283 286 290
Índice
Eriste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Más sobre Guayente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anciles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cerler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De vuelta a Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Parque Natural de Posets-Maladeta . . . . . . . . . . . . . . . . Los hospitales de Benasque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
295 298 305 310 312 344 348 350 357 367
373
OTROS TÍTULOS DE LA COLECCIÓN 1. M.ª José Gayán Laviña y Lourdes Languiz Salcedo, El cuero en el Altoaragón (1987). 2. M.ª Carmen Mairal Claver, Juegos tradicionales infantiles en el Altoaragón (1987). 3. Ángel Vergara Miravete, La música tradicional en el Altoaragón (1987). 4. Manuel Benito Moliner y Francisco Domper Gil, Azara (1988). 5. M.ª Pilar Benítez Marco, Contribución al estudio de La Morisma de Aínsa (1988). 6. Vicente Bielza de Ory y Gilbert Dalla-Rosa, Las relaciones socioeconómicas transpirenaicas (1989). 7. Rafel Vidaller Tricas, Dizionario sobre espezies animals y bexetals en o bocabulario altoaragonés (1989). 8. Herminio Lafoz Rabaza, Cuentos altoaragoneses de tradición oral (1990). 9. Carlos Ascaso Arán, Estudio sobre el cultivo y comercio de la almendra en la comarca de la Hoya de Huesca (1990). 10. Agustín Faro Forteza, Tradició oral a Santisteba (La Llitera) (1990). 11. Hèctor Moret i Coso, Pere Pach i Vistuer: articles ribagorçans i altres escrits (1991). 12. José M.ª Satué Sanromán, El vocabulario de Sobrepuerto (Léxico comentado de una comarca despoblada del Altoaragón) (1992). 13. José Damián Dieste Arbués, Refranes ganaderos altoaragoneses (1994). 14. Luciano Puyuelo Puente, Castillazuelo: tal como éramos (1994). 15. Inmaculada de la Calle Ysern y Ángel M. Morán Viscasillas, Cara y cruz en Nocito (El ayer y el hoy de una comunidad en la sierra de Guara) (1994). 16. Joaquín Salleras y Ramón Espinosa, La ermita de San Salvador de Torrente de Cinca (1995). 17. VV.AA., Del esparto a la PAC. Primeras Jornadas Agrarias (Lalueza, noviembrediciembre 1993) (1995). 18. Pedro Lafuente Pardina, Al calor de la cadiera (Relatos y vivencias del Altoaragón) (1996). 19. José Antonio Llanas Almudébar, La pequeña historia de Huesca. Glosas, I (1996). 20. José M.ª Satué Sanromán, Semblanzas de Escartín (1997). 21. José M.ª Ferrer Salillas y M.ª Ángeles Abió Zamora, Angüés. Historia, vida y costumbres de una villa del Somontano oscense (1998). 22. Francisco Castillón Cortada, Santa María de Valdeflores y San Miguel, las dos parroquias de Benabarre (1998).
23. Ester Sabaté Quinquillá (coord.), Albelda, la vida de la villa (1999). 24. Jeanine Fribourg, Fiestas y literatura oral en Aragón (El dance de Sariñena y sus relaciones con los de Sena, Lanaja y Leciñena) (2000). 25. Chabier Tomás Arias, El aragonés del Biello Sobrarbe (1999). 26. Ramon Vives i Gorgues, Costumari de Castellonroi (Ànima d’un poble) (2001). 27. Mariano Constante, Crónicas de un maestro oscense de antes de la guerra (2001). 28. M.ª Celia Fontana Calvo, La iglesia de San Pedro el Viejo y su entorno. Historia de las actuaciones y propuestas del siglo xix en el marco de la restauración monumental (2003). 29. Ignacio Almudévar Zamora, Retablo del Alto Aragón en el último tercio del siglo xx (artículos, charlas y conferencias) (2005). 30. M.ª Dolores Barrios Martínez y Pilar Alcalde Arántegui (eds.), Antonio Durán Gudiol y la prensa escrita (artículos) (2005). 31. Ramón Lasaosa Susín (ed.), Enrique Capella. Folclore y tradición (2006). 32. Ángel Huguet Canalís, Plurilingüismo y escuela en Aragón. Un estudio sobre las actitudes ante las lenguas aragonesas (aragonés, castellano y catalán) y las lenguas extranjeras (2006). 33. José M.ª Ferrer Salillas, Bespén: recuerdos del pasado y una mirada al presente (2007). 34. Pablo Martín de Santa Olalla Saludes, Javier Osés: un obispo en tiempos de cambio (2007). 35. María José Navarro Bometón, Nueve siglos frente al cierzo: la iglesia de Santa María la Blanca de Berbegal (2008). 36. Encarnación Visús Pardo, La villa de Berdún, entre la naturaleza y el arte: un hermoso contrapunto (2009). 37. Francisco Bruballa Angusto, Vocabulario del habla de La Puebla de Castro (Baja Ribagorza) (2009). 38. Cristino Gasós, Líneas cortas y otros poemas (ed. a cargo de Fidel Sebastián Mediavilla) (2011). 39. Ángela Abós Ballarín, La mirada del esparvel: contando Aragón (1982-2012) (2014). 40. Miguel Jarne Maisonave, Martes, un lugar en la historia (2016). 41. Juan José Ferrer Miranda, Tierz al cierzo: trayectoria policroma y vital de acontecimientos locales (2016).
IBIC: RGL, HBJD, 1DSEC ISBN: 978-84-8127-293-2
colección
Enrique Capella.
urilingüismo y udio sobre las as aragonesas n) y las lenguas
n: recuerdos del nte (2007). Saludes, Javier cambio (2007). ón, Nueve siglos Santa María la
villa de Berdún, e: un hermoso
Es este un viaje supuestamente Es este un real viaje a losupuestamente largo del cual elreal autor a lorecorre largo del y cual el au
Vocabulario del el valor y la hermosura aprecia apreciade eldistintos valor y lalugares hermosura ribagorzanos de distintos partiendo lugares ribagorzan Baja Ribagorza)
de sus propios recuerdos. de sus Ha propios elegido los recuerdos. caminosHa máselegido directos loshacia caminos el más dire valle de Benasque, los valle del Ésera de Benasque, y el Isábena, los del que Ésera no pueden y el Isábena, dejar de que no pue y otros poemas conocerse en un viaje por conocerse la Ribagorza en unaltoaragonesa. viaje por la Ribagorza Por hacerlo altoaragonesa. más Po ián Mediavilla) ligero, quedan al margen ligero, las tierras quedan dealBarbastro, margen lasBenabarre tierras deyBarbastro, Monzón, Benabarr da del esparvel: el Montsec y algunas deellas Montsec bañadasy algunas por el Noguera de las bañadas Ribagorzana, por el Noguera ricas Ribag ) (2014). también en monumentos también y acontecimientos en monumentos y parte y acontecimientos importante dey parte im tes, un lugar en nuestra historia. Se trata nuestra de una historia. reflexión Se trata muy de personal una reflexión —en buena muy personal medida medida sobreautobiográfica— los hechos históricos sobre los sucedidos hechos en históricos s da, Tierz al autobiográfica— esos de lugares, algunos ya esos sumidos lugares, enalgunos el olvido yapor sumidos el paso en del el olvido tiempopor el paso a y vital ). y el creciente desinterés y elpor creciente nuestrodesinterés pasado. Hoy por esta nuestro parcela pasado. de laHoy esta microhistoria recientemicrohistoria de este territorio, reciente y sobre de este todoterritorio, de las gentes y sobre todo d que trabajaron generosamente que trabajaron por sugenerosamente progreso, es poco por transitada su progreso, y es poco merece la pena recordarla. merece La laafición pena del recordarla. autor por Lalaafición literatura del autor de por la li viajes, tan espléndida viajes, y atractiva, tan espléndida le ha llevado y atractiva, en buenaleparte ha llevado a ello. en buena