Historia de la catedral de Huesca

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HISTORIA DE LA CATEDRAL DE HUESCA



Antonio Durán Gudiol

HISTORIA DE LA CATEDRAL DE HUESCA

Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación de Huesca)


FICHA CATALOGRÁFICA DURÁN GUDIOL, Antonio Historia de la Catedral de Huesca / Antonio Durán Gudiol. — Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1991 248 p.: il. col. ; 30 cm. —(Colección Monumenta ; 1) ISBN 84-86856-47-7 1. Catedral de Huesca-Historia. I. Instituto de Estudios Altoaragoneses. II. Título. III. Serie 726.6 (465.22 Hu) (091)

Edita: Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación de Huesca) Colección: Monumenta, n.2 1 Diseño de la colección: G. dilianni Cubierta: Foto Miguel Ortega Ilustraciones: César Valero Eugenio Benedicto Fernando Alvira Adolfo Castán (color) Fotolitos: EBROlibro, S.L. Fotocromos: Brut Scanner, S.A. Encuadernación: Encuadernaciones Raga, S.A. Imprime: Grafic RM Color S.L. C/. Comercio, parcela I, nave 3 - Huesca I.S.B.N.: 84-86856-47-7 Depósito Legal: HU-173/91


ÍNDICE

I.

LA CATEDRAL EN EL SIGLO XII, 11 Restauración de la sede episcopal, 11 Los primeros canónigos, 13 El cabildo en el siglo XII, 19 Patrimonio catedralicio, 22 La Domus Elemosine, 27 El hospital de San Miguel, 28 La mezquita-catedral, 31 Claustro románico, 34 Dependencias canonicales, 37 Culto litúrgico, 38

II.

LA CATEDRAL EN EL SIGLO XIII, 43 La reforma de 1202, 43 Restauración de la regularidad, 47 Secularización, 48 Las "casas de la vispalía", 52 El claustro, 55 La Prepositura, 60 La Limosna, 66 Las capellanías perpetuas, 66

III. LA NUEVA CATEDRAL, 69 El rey Jaime I de Aragón, 69 Medios económicos, 71 Primeros trabajos, 74 Capillas de la nave septentrional, 77 Capillas de la nave meridional, 79 Sacristía y archivo, 81 Reanudación de las obras, 81 El campanario, 85 El cabildo secularizado, 87 La casa del preboste, 91 La casa de la Almosna, 93 La casa de la Sagristanía, 95

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IV. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XV, 99 Medios económicos, 99 Sillería coral, 102 El claustro nuevo, 105 Terminación del campanario, 106 La torreta, 108 Reloj, 109 Ornamentación, 110 Orfebrería, 113 Indumentaria litúrgica, 114 El cabildo, 116 El clero catedralicio, 117 Liturgia, 119 La biblioteca, 122 La música, 124 Un canónigo del siglo XV, 125 Una capellanía, 126

V.

'TERMINACIÓN DE LA FÁBRICA, 127 Preparativos, 127 Financiación, 129 Crucero y ábside mayor, 131 La nave central, 136 Pavimentación, 139 Reloj y bancos, 143 El entorno de la Catedral, 143

VI. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XVI, 147 El cabildo, 147 Hábitos corales, 150 Administración, 151 Capilla de Santa Ana, 154 El retablo del altar mayor, 157 La sacristía nueva, 162 El mirador de la plaza, 165 Vidrieras, 167 La Casa de la Sacristía, 167 Maestre Tomás de Peliguet, 169 La Sala de la Limosna, 170 Capilla de los Reyes, 173 La plaza de la Seo, 174 Las capillas, 174 Indumentaria litúrgica, 178 8


Los órganos, 179 La sillería coral, 181 La capilla de música, 185 La custodia, 188 El claustro, 189 Vasallos, 191 El palacio episcopal, 193 El canónigo Belenguer de Sant Vicient, 196 Una vivienda canonical, 198 La Catedral y la Universidad, 200

VII. LA CATEDRAL EN LOS SIGLOS XVII y XVIII, 203 El cabildo, 203 El archivo, 210 Reformas, 213 Capilla nueva de la Sacristía, 215 La capilla del Santo Cristo, 215 Las otras capillas absidiales, 217 Capillas del crucero, 219 Las capillas adosadas al coro, 221 Capillas de la nave meridional, 222 Capillas de la nave septentrional, 226 La sacristía, 228 Orfebrería, 229 El campanario, 230 La capilla de música, 232 Últimas obras, 235

VIII. MONUMENTO FUNERARIO, 237 El Obituario del claustro, 238 "Oscenses sex presules", 240 Sepulcros episcopales, 241 Otros enterramientos, 245 El panteón de los Lastanosa, 246

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I. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XII

RESTAURACIÓN DE LA SEDE EPISCOPAL

n el verano de 1096 el rey Pedro I de Aragón y Navarra se dispuso a consumar la conquista de la ciudad islamizada de Huesca, en cuyo cerco había encontrado la muerte el 4 de junio de 1094 su padre el rey Sancho Ramírez. Desechadas por el monarca aragonés sus propuestas, el jefe oscense Abd al-Rahman solicitó ayuda a al-Mustain, rey de la taifa de Zaragoza, y a Alfonso VI de Castilla, pero a pesar de habérsele prestado, no pudo resistir la presión del ejército de Pedro I, el cual, tras derrotar en el término de Alcoraz a zaragozanos y castellanos, tomó la ciudad el 19 de noviembre del citado 1096. Probable-mente no se realizó la entrada oficial del rey en la plaza, abandonada sin duda por un contingente de musulmanes notables, aunque no por la totalidad de la población islámica. Los conquistadores aragoneses encontraron en Huesca no menos de siete mezquitas —la mezquita aljama, la de la Zuda, otra en el barrio de San Pedro el Viejo, la llamada mezquita verde en el barrio de Pedro Jiménez y otra extramuros junto a la almeco-

ra—, dos iglesias cristianas —la de San Pedro el Viejo, probable catedral mozárabe, y la de Santa María Magdalena— y una o más sinagogas judías. Conforme al derecho consuetudinario aragonésnavarro, que atribuía al rey la libre distribución de iglesias de nueva construcción y mezquitas situadas en territorio conquistado, Pedro I no tardó en distribuir según sus preferencias el botín eclesiástico oscense: donó la mezquita del barrio de San Pedro al monasterio de Leyre en 1097 para convertirla en iglesia dedicada al Salvador; concedió la de ibn Atalib a la Catedral de Roda, siendo consagrada a San Vicente mártir; la mezquita verde, al parecer, continuó al servicio de los musulmanes de la ciudad hasta 1212 en que Pedro II la cedió a los esposos Juan Pectavín y Sancha de Torres; una cuarta mezquita fue entregada a Pedro Jiménez, que la poseyó hasta 1128, año en que fue reclamada por el obispo y los canónigos. En cumplimiento de una promesa del rey Sancho Ramírez, formulada en 1093, la abadía agustiniana de Montearagón tomó posesión de la mezquita aljama. Y Pedro I donó San Pedro el Viejo al abad Frotardo y al monasterio de Saint Pons de Thomiéres. El obispo Pedro y la Catedral de Jaca no recibieron parte alguna del botín eclesiástico a causa de las frías relaciones entre el obispado jacetano y la corte aragonesa desde los tiempos del obispo infante García. 11


Interesados en trasladar la sede a Huesca, el obispo Pedro y los canónigos jacetanos no permanecieron inactivos tras la conquista de la ciudad, cuya especial situación canónica —prácticamente quedaba sujeta a la jurisdicción exenta de la abadía de Montearagón— era mantenida con firmeza por el rey no sólo en la plaza recién conquistada, sino también en el territorio comprendido entre los ríos Alcanadre y Gállego. Pedro I cometió un error en la aplicación del derecho navarro-aragonés a la libre distribución de iglesias en territorios conquistados, al donar la iglesia de San Pedro el Viejo al poderoso abad Frotardo, legado de la Santa Sede: las catedrales eran excluidas de la facultad del rey. Gracias a la invalidez de la concesión real, el obispo Pedro pudo reclamar San Pedro el Viejo, que Frotardo se vio obligado en justicia a cederle. Gracias a esto, pudo trasladar a Huesca la sede de Jaca. Por su parte Pedro I, acaso presionado por el abad-legado, que permaneció en posesión de la iglesia de San Pedro por concesión del obispo, asignó para Catedral la mezquita aljama, por cuya pérdida fue recompensado el abad de Montearagón con la mezquita de la Zuda, el palacio-fortaleza de los walíes de la ciudad y cora. La restauración de la sede oscense implicó una cuestión de no poca importancia, determinar a quién correspondían los diezmos de la ciudad y sus términos, que pretendían el obispado y el monasterio de Montearagón, concedidos como habían sido a éste por el rey Sancho Ramírez. En marzo de 1098, en el cerco del castillo de Calasanz, se tuvo una reunión, presidida por el rey, en la que negociaron la cuestión el obispo Pedro y el prepósito Jimeno de Montearagón. A base de mutuas concesiones ambos suscribieron, refrendada por Pedro I, una avenencia, en virtud de la cual se atribuyeron al monasterio los diezmos del término jurisdiccional del castillo montearagonés y los del alodio de la capilla de Santa Cruz —antigua mezquita— del palacio real —antes Zuda—, quedando para la sede episcopal los de la ciudad, exceptuando el diezmo de las posesiones de

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la casa real que habían de pagarse a Montearagón. Presentada ante la Santa Sede por el" arcediano Lope de Jaca y el citado prepósito montearagonés, la avenencia fue aprobada por el papa Urbano II en sendas bulas, fechadas el 4 y 11 de mayo del mismo 1098. En ellas, además, se confirmó el establecimiento de la sede oscense en la mezquita aljama, sometiéndole el territorio de la diócesis jacetana y el de la oscense conforme a los límites que tuvo en el pasado. El obispo Pedro moría el 1 de septiembre de 1099 y pocas semanas después fue elegido para sucederle el clérigo, acaso bearnés, Esteban, quizá en rápida maniobra de los cabildos de Huesca y Jaca con el fin de evitar que les fuera impuesto un obispo adicto a Pedro I y a los prohombres de la corte real. Fue Esteban un obispo luchador incluso en el uso de las armas contra los musulmanes, intrépido hasta la rebeldía frente al rey y a la Santa Sede, hombre de escasas dotes diplomáticas. Reivindicó los derechos jurisdiccionales de su sede sobre la zona entre los ríos Alcanadre y Gállego contra los intereses de Montearagón, sobre el territorio aragonés al oeste del Gállego contra el obispado de Pamplona y, más tarde, sobre la zona entre los ríos Alcanadre y Cinca contra el obispado de Roda. En abril de 1101 se negó a aceptar la sentencia dada por los legados pontificios, el cardenal Ricardo de Marsella y el obispo Gibelin de Arlés, en el pleito que sostenía contra el obispo de Pamplona acerca de las parroquias aragonesas a occidente del río Gállego. Fue llamado por el papa Pascual II, pero no acudió a la curia papal. Sin embargo, en 1102 llevó a la Santa Sede la causa que sostenía contra Montearagón y San Juan de la Peña, que mermaban considerablemente los derechos del obispado en materia de diezmos. Con ello sólo consiguió provocar la reacción de Pedro I, que presentó al papa una serie de cargos contra él y la expedición de bulas pontificias favorables a los dos monasterios. Según un memorialista oscense contemporáneo, la defensa de los derechos de su sede acarreó al obispo Esteban «una tremenda persecución» por parte del


rey Pedro I. Es el propio papa Pascual II quien corrobora la verdad de esta aseveración, al recriminar al prelado oscense «haber molestado de muchas maneras y provocado la ira» del monarca. Fue en el año 1103 cuando el rey le sometió a juicio de corte y le condenó por unos delitos que se desconocen. En carta a Pedro I el papa calificó de justo este juicio, pero de poco canónica la pena que le impuso, consistente probablemente en emprender una peregrinación a Tierra Santa, formando acaso parte de alguna cruzada. La situación política del obispo Esteban cambió radicalmente durante el reinado de Alfonso I el Batallador, que lo convirtió en su hombre de confianza. Sin embargo, nunca consiguió borrar la imagen de rebelde que de él se teníá en la Santa Sede. Participó activamente en la lucha contra los musulmanes; fue decisiva su intervención en la conquista de Zaragoza; junto con el rey y los nobles de la ciudad, expulsó de Barbastro al pacífico Ramón, obispo de Roda, y anexionó a su diócesis oscense el territorio entre el Cinca y el Alcanadre; acompañó al Batallador en su quijotesca expedición a Andalucía; y murió el 14 de mayo de 1130 en una algarada contra la taifa de Valencia, capitaneada por él y el vizconde Gastón IV de Béarn, cuando acababa de reunir bajo su mitra los obispados de Huesca, Jaca y Zaragoza.1

LOS PRIMEROS CANÓNIGOS

rasladada la cátedra episcopal de la iglesia mozárabe de San Pedro a la mezquita mayor de Huesca, consagrada al mismo príncipe de los apóstoles, se organizó la nueva canónica, planeada, en teoría por lo menos, como prolongación de la jacetana, fundada por el obispo infante García hacia 1076 y puesta bajo la regla de San Agustín. Mientras en la sedes sancti Petri de Iacca se observó la regularidad canónica en su cabildo catedralicio, en la sedes sancti Petri de Osca se practicó un modelo mixto, poco ortodoxo, que permitió durante todo el siglo

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XII la simultaneidad de canónigos regulares y seculares. Pero de este aspecto se tratará más adelante. Aquí se intenta descubrir la formulación de la canónica oscense en un momento particularmente interesante, cuando se reorganiza conforme a nuevas ideas la vida eclesiástica en la primera gran ciudad conquistada por los aragoneses y profundamente islamizada, cuya nueva situación política afectó profundamente no sólo a la mayoría musulmana, sino también a la minoría mozárabe que se vio precisada a abandonar la disciplina y liturgia hispánicas. Esta real reforma eclesiástica no produjo, que se sepa, reacción alguna contraria, antes bien parece cierto que los mozárabes oscenses aceptaron tanto cambio en sus costumbres y ritos con complacencia, motivada sin duda por la satisfacción de pasar los cristianos de dominados a dominadores. La euforia de la victoria aragonesa debió distraerles de cualquier nostalgia de las antiguas normas eclesiásticas, reemplazadas por otras —la liturgia romana y la reforma gregoriana—, que cambiaban su manera de vivir en la Iglesia. Por su onomástica o por alguna otra circunstancia es de creer que procedían de la clerecía mozárabe oscense los canónigos Teodorico, Lope Fortuñones y Menendo, citados documentalmente entre los años 1097 y 1108. Teodericus figura como prior claustral en una carta fechable hacia 1097 y simplemente como prior en otra de 1106. Lupus Fortunionis ejercía el cargo de prepósito desde 1097 hasta 1108, apareciendo como arcediano en un documento episcopal del mes de diciembre de este último año; en el acta fundacional de la Casa de la Limosna signó con caracteres árabes. Menendus es mencionado en una carta sin fechar y en otra del año 1098 se le intitula arcediano.2

1. Véanse mis estudios La Iglesia de Aragón durante los reinados de Sancho Ramírez y Pedro 1, Roma 1962; •La Santa Sede y los obispados de Huesca y Roda en el siglo XII., en Anthologica Annua 13 (Iglesia Nacional Española de Roma 1965), pp. 37-134, y La abadía de Montearagón en los siglos XII y X111, Zaragoza 1987. 2. DURÁN Gun►oL, A.: Colección diplomática de la Catedral de Huesca, I, Zaragoza 1969, núm. 90, 91, 97, 194, 105, 106, 418.

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Escritorio medieval. San Marcos evangelista escribiendo su Evangelio. Retablo de la Coronación de la Virgen, obra de Pere Zuera, s. XV (Museo Diocesano).

Son dignos de nota los casos de los canónigos Juan de Igriés y Pedro de Almería. El primero poseía con anterioridad a la conquista aragonesa, es decir, bajo el dominio musulmán, un alodio en Igriés y Banastás. El segundo, natural de Almería, había ido a Aragón al servicio del rey Sancho Ramírez. La documentación conservada no proporciona más datos que permitan descubrir la personalidad de estos dos canónigos oscenses. Parece obvio que Juan de Igriés, terrateniente de las cercanías de Huesca, fue oscense, pero ya no es posible saber si se trataba de un mozárabe o de un judío o musulmán convertido al cristianismo. En cuanto a Pedro de Almería hay que preguntarse si era un mozárabe procedente de esta ciudad andaluza o un sabio judío o musulmán al servicio de la corte aragonesa y el que tuvo a su cuidado la educación del rey Pedro I, el cual, como es bien 14

sabido, signaba los documentos en caracteres árabes.3 A juzgar por sus nombres y los topónimos que los acompañan, es verosímil que se tratara de dos conversos que recibirían en Huesca quizá el bautismo, casos paralelos al de Pedro Alfonso, cuyo apellido se debió a su padrino el rey Alfonso I. En un documento del 29 de mayo de 1097 —en el mismo año en que fue tomada la ciudad de Huesca»—, otorgado por Pedro de Almería, se dona por mandato de Pedro I toda la honor que por concesión real poseía en Huesca «a San Pedro y a la antigua iglesia del mismo en Huesca» para que la poseyeran después de su muerte los seniores monachi. Podría ser indicio de su procedencia islámica la fórmula con que Pedro de Almería acompaña la mención al rey Pedro I: quem Deus salvet et benedicat amen —sálvele Dios y le bendiga—, corriente en textos árabes y desconocida en los cristianos.4 El ingreso de los dos canónigos en el cabildo oscense se daría en unas circunstancias en que las conversiones al cristianismo debieron darse con alguna frecuencia y, posiblemente, no por motivaciones oportunistas. Un conocido ejemplo que hace al caso es el de la conversión del judío rabí Mosse Sefardí, médico de la corte aragonesa primero y después de la de Enrique I de Inglaterra. Apadrinado poi: Alfonso I, fue bautizado en la Catedral de Huesca por el obispo Esteban, tomando el nombre de Pedro Alfonso. Es posible que la conversión de este intelectual, autor de la Disciplina clericalis, de unos Dialogi contra iudeos y de un tratado de Astronomía,5 fuera la misma que siguiera Pedro de Almería, otro intelectual formado en la cultura árabe, si bien éste fue más allá del bautismo e ingresó en el cabildo de Huesca. Se conserva sin fechar el documento de admisión en la Catedral del terrateniente Juan de Igriés, hecho que se produjo antes del año 1122, en que fue elegi-

3. UBIETO ARTETA, A.: Colección diplomática de Pedro 1 de Aragón y Navarra, Zaragoza 1951, p. 19. 4. Archivo Parroquial de San Pedro el Viejo, Cartulario, folios 101 y 145. 5. Véase DucAY, E.: Pedro Alfonso. Disciplina clericalis, Zaragoza 1980.


do obispo de Pamplona el canónigo también oscense Sancho de Larrosa, que figura como testigo de la carta de oblación de su persona y del «alodio que tengo en Igriés y cuanto compré y poseí en tiempo de moros»,6 con licencia, concedida por el obispo y canónigos, de continuar en la posesión de sus bienes «durante su vida y mientras estuviera en hábito secular», aunque sin facultad de enajenar y con la condición de emplear las rentas en su vestido y necesidades personales, siendo el sobrante de la Catedral, de la que había de recibir alimentación como los otros canónigos. Pedro de Almería, nacido en esta ciudad andaluza —in Atinaría natus—, vino a Aragón, explica él mismo, para servir al «nobilísimo rey Sancho»; en cumplimiento de las promesas que éste le hizo, Pedro I le recompensó con la concesión de alodios en Huesca, Arascués y Cuarte «con todos los cuales —añade— me hice canónigo de Huesca». Efectivamente, en la primavera de 1097 Pedro I le concedió, recompensando «su servicio y fidelidad», la mitad del alodio de Arascués —casas, tierras, viñas, olivos y un molino—, que había sido de ibn Zalema. En vida aún de este rey, por tanto antes de 1104, Pedro de Almería donó a la Catedral las fincas que tenía en Arascués y Cuarte y en consideración de ello, el obispo Esteban con el consentimiento del prepósito Lupo y de los canónigos oscenses le concedió la almunia de Séptimo «con su monasterio y su iglesia de San Pedro con su terreno y su molino», bien entendido que esta almunia y aquellas fincas fueran de la Catedral después de su muerte o antes «si quiera salir de esta tierra». Era Séptimo un antiguo monasterio desierto, situado cerca de Sabayés, que tenía en propiedad el judío Zavaxorda cuando el ejército aragonés conquistó la Hoya de Huesca y que Pedro I en septiembre de 1098 había donado al obispo Pedro y a la Catedral porque, aclara el documento, «no es de derecho que un judío tenga una iglesia o propiedades de una iglesia».7 Profesaría en la Catedral y vestiría el hábito regular en 1105: una nota añadida al testamento de Froila Vimaraz, fechado el 20 de agosto de este año, registra que «Pedro de Almería donó

Claustro del papa Luna (s. XV).

todos sus bienes a Dios y a San Pedro, a saber, en los días... (espacio en blanco): desde este día no me sea lícito sacudir de mis hombros el yugo de la regla».8 Deseoso, quizá, de mayor recogimiento, sin duda difícil de conseguir en la Huesca de la época, capital del reino y centro político y militar del movimiento expansivo aragonés hacia el Valle del Ebro, Pedro de Almería se trasladó a la Catedral de Jaca y, finalmente en el año 1116, al antiguo monasterio de San Adrián de Sasau. Se conserva el pacto —p/acitum que se convino entre él y Sancho de Larrosa, canónigo de

6. Totam meam alodem quam babeo in Idres et Banastas et reliqua omnia que comparavi francas et tenui in tempore de mauros. DuRÁN GUDIOL, A.: Col. diplomática, núm. 418, 65, 73 y 91. 7. 8. Petrus de Almaria fecit cartam de tota sua Deo et Sancto Petro de Osca in diebus (lac.), ab bac die in antea non mihi liceat collum excutere regule.

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Huesca y regens ecclesiam Sancti Adriani bajo la jurisdicción del obispo Esteban, para su definitivo aposentamiento en Sasau, donde dispuso ser enterrado. Con tal motivo donó a este monasterio los alodios que poseía en Huesca, Monzón y Cuarte, más una cabaña compuesta de diez vacas y cien corderos, con licencia de sus «amigos» Sancho de Larrosa y el prior Galindo de Jaca para poder disponer libremente así de las rentas de sus fincas, como de la «carne, queso, leche y lana» de sus rebaños para alimentación y vestido de su propia persona y de los pobres. El documento, otorgado con esta ocasión, presenta como signum de Pedro de Almería tres líneas escritas en caracteres árabes.9 El 24 de marzo de 1126 ingresó como canónigo de Huesca un clérigo que quizá fuera mozárabe; don Ezo o Ez capellano que había sido del rey Pedro I. Con tal motivo donó a la Catedral una casa con su heredad en Barbastro, que había recibido de aquel rey, para obtener de la canónica victum et vestitum como los demás canónigos.'° Al ser puesto en libertad el obispo de Santiago de Compostela, Diego Peláez, que había sido depuesto en el concilio de Husillos (Palencia) de 1088, se refugió en Aragón bajo la protección del rey Pedro I, acompañado de una pequeña colonia de gallegos que fueron favorecidos por el monarca aragonés. Dos de ellos interesan a este estudio: Froila y Asuero Fafilaz. Alrededor del año 1100; don Froila —a quien un documento episcopal de 1108 llama Fruila Gallecianus— otorgó una carta de donación a favor del obispo y de los canónigos oscenses, cediendo cuatro casas en Huesca con sus heredades —tierras, viñas y uno ortale de berzas—, parte de un molino, otro molino hermo que compartía con un moro, un pallare, una casa en Almuniente, la almunia que había sido de ibn Zabala y casas en Sariñena. Entre los testigos figura el obispo Diego Peláez. Parece tratarse del documento de ofrenda personal y de bienes, previo al ingreso en el cabildo oscense. Sin embargo, Froila otorgó al poco tiempo testamento «de las cosas que tengo por la gracia de Dios y de mi señor el rey

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en Huesca», legando todo a San Pedro de Huesca, sin renunciar, empero, a vender y donar en caso de necesidad, si moría sin dejar hijos habidos de esposa legítima.11 Si este Froila fuera, como parece, la misma persona que Froila Vimaraz, no habría realizado su decisión y habría contraído matrimonio, del que tuvo dos hijos, Pedro Froilaz y Visclavara Froilaz. El 20 de agosto de 1105, Froila, que procedía de Lugo a cuya iglesia de Santa María cita en la carta, hallándose enfermo y en presencia del prior y canónigos de Huesca, dispuso de sus hereditates ecclesiasticas et laycasias, que no especifica, con detallada casuística en orden a su distribución entre los hijos y su hermano Meniudo Vimaraz. Sea lo que fuere, en diciembre de 1108 el obispo Esteban asignaba a la Casa de la Limosna, entre otros bienes, «el predio de Almuniente donado por el gallego Froila, con cuanto éste posee allí por donación del rey Pedro de buena memoria, y con la mitad de la almunia de ibn Zabala, propiedad del mismo Froila».12 Gallego fue también, con toda probabilidad, Asuero Fafilaz, ingresado en la Catedral de Huesca en mayo de 1106 según documento redactado en correcto latín. Formado en las aecclesiasticis disciplinis en su adolescencia, después de haber pasado por «inmensos trabajos», decide volver a su vocación y entrar en la canónica oscense, dado que «en estas partes muy raramente se encuentra un lugar idóneo para someterse de nuevo al amor de Cristo». Se adivina Asuero como de edad madura, baqueteado en su Galicia por las luchas internas que llevaron al obispo Diego Peláez a la cárcel y al destierro, y que se resiste a someterse plenamente a la regla agustiniana: «aunque todavía no obligado —explica— a la obediencia con censura canónica, sí sometido fielmente a la autoridad episcopal, entrego a Dios y a San

9. Ibídem, núm. 120. 10. Ibídem, núm. 120 y 154. 11. DURÁN GUDIOL, A.: La Iglesia de Aragón, p. 100; Colección diplomática, núm. 88, 89, 104. 12. Ibídem, núm. 93 y 104.


Portada lateral (s. XIII).

Pedro mi alma y mi cuerpo».13 Con esta ofrenda personal donó a la Catedral los bienes que había recibido de su «señor el rey Pedro de dulce memoria»: casas con heredades en Monzón, los exaricos Kalef y Zaid de una almunia cercana a Monzón, bienes muebles e inmuebles en Huesca y una casa en Jaca «delante de la iglesia donde se solía acuñar moneda»,14 con licencia de disponer de todo ello durante su vida y que, a su muerte, dispuso se repartiera entre las sacristías de Huesca —las fincas de Monzón— y Jaca —la casa sita en esta ciudad— y el cabildo de Huesca —los bienes en ésta—. A cambio, los canónigos se obligaron a proveer de alimentos a él, a sus dos sirvientes y tres iumentis y a proporcionarle vivienda provisional en la domus infirmorum, junto al claustro catedralicio, hasta que fuera posible aposentarlo en otra «casa competente' .15 Junto a los citados canónigos formaron parte del cabildo oscense otro grupo de clérigos procedentes del Pirineo: tales pudieron ser Fortón, Bernardo, el

clavario Sancho, el cellarario Sancho, Galindo Juanes, citados en documentos correspondientes a los años inmediatamente anteriores a 1100; García de Broto, que figura como arcediano en un documento episcopal de 1108, y Sancho de Larrosa. Cabe que algunos de ellos fueran ultrapirenaicos del vizcondado de Béarn. Sancho de Larrosa aparece entre 1098 y 1101 como scriptor de cuatro documentos relacionados con el obispo y el cabildo, escritos en buena letra carolina y signados con signo especial, consistente en un rostro imberbe que le acredita, además de buen pensolista, como hábil en el dibujo. En un instrumento episcopal, fechable en 1108, aparece entre

13. Etsi nondum canonica censura restrictum obedientiae, tamen sub episcopali ditione fideliter obnoxium, trado Deo et Sancto Pedro animam et corpus meum. 14. Ante aecclesiam ubi moneta solebat fieri. 15. Ibídem, núm. 88, 90, 97.

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las de otros canónigos la firma con el signo característico de Sancho de Larrosa, intitulándose arcediano. Como queda apuntado antes, el obispo Esteban le confió la «regencia» de la iglesia monástica de San Adrián.16 Circunstancialmente fue scriba del rey Pedro I, para cuya cancillería redactó el 2 de mayo de 1098 el privilegio que concedió a Santa María de Monzón la villa y castillo de Conchel. Al acostumbrado formulario de la corte añadió superno nutu, en vez del gratia Dei, a la intitulación real de Pedro I y el adjetivo gloriosus referido al nombre del rey Sancho Ramírez.17 El 6 de febrero de 1122 moría el obispo de Pamplona, el gascón Guillermo, y en junio del mismo año ceñía ya la mitra de la diócesis navarra Sancho de Larrosa, promovido acaso por el rey Alfonso I por influencia de su gran privado el obispo Esteban de Huesca. Después de un largo pontificado, Sancho murió el 10 de septiembre de 1142.18 La reunión de hombres de tan diversa procedencia y formación cultural en la Catedral de Huesca hubo de imprimir profunda huella en la recién conquistada ciudad, que contó en los primeros años del siglo XII con un excelente centro de cultura árabe y bíblica, de la que participarían los canónigos mozárabes y quienes, como Pedro Alfonso, pudieron ser conversos. El correcto latín de Asuero Fafilaz parece indicar que la antigua cultura clásica tamizada por la tradición visigoda se entroncó con la árabe en el cabildo oscense, que recibió también de los clérigos pirenaicos el caudal de la liturgia y de la disciplina romanas. El momento histórico con su necesidad de textos litúrgicos para la reorganizada vida eclesiástica, una vez abolida la antigua liturgia hispánica, es motivo suficiente para creer en la existencia de scriptorium en la Catedral. Hubo canónigos que, como se ha escrito, conocían el árabe y la escritura visigótica; los clérigos procedentes del Pirineo trajeron a la Catedral con la liturgia romana la letra carolina, la preferida en los documentos episcopales y catedralicios, no obstante el uso oficial de la visigótica en la corte real. A 18

la espera de un estudio profundo sobre el particular, son de mencionar dos producciones del scnptorium oscense: el memorial «Garsias frater regis Sancü», que relata acontecimientos de 1086 a 1115 acerca de la contienda entre los obispados de Jaca, Huesca y Roda, escrito en letra carolina contemporánea más propia de un códice que de un simple documento; y el Prosarium-Troparium, conservado en el archivo catedralicio, escrito en letra carolina y musicado con neumas aquitanos, que demuestra cómo en la Catedral no sólo se copiaban manuscritos, sino también se producían textos literarios originales.19 Himnólogos medievalistas han revelado la importancia del centro eclesiástico de Huesca en la producción poética de textos litúrgicos, principalmente prosas, en los primeros años del siglo XII, cuando aún era fresco el recuerdo de la liberación de la ciudad y la restauración de la sede episcopal. Un grupo de tales composiciones, las correspondientes a la festividad de San Pedro y de San Pedro ad Víncula, han sido estudiados por J. Schóvérffy quien, tras el examen de cinco prosas netamente oscenses, destaca como notas características del centro eclesiástico una desacostumbrada concentración de elementos bíblicos que no se encuentran en otros textos de este género; la profusión de símbolos militares cuya terminología debía gozar de gran actualidad; la preocupación por los diversos credos religiosos que convivían en la misma ciudad cristianos, judíos y musulmanes—, y la exaltación de la conquista aragonesa en comprensible triunfalismo. Interesará sin duda la traducción de un fragmento de la prosa Alleluia festivum psallat, que es en buena parte un canto a la reciente conquista de Huesca —y quizá también de Barbastro— y a la restauración de la sede episcopal:

16. Ibídem, núm. 67, 78, 84, 85, 106, 120. 17. 1.113LETO ARTEFA, A.: Pedro 1, núm. 50 y p. 168. 18. GONI GAZTAMBIDE, J.: «Los obispos de Pamplona en el siglo XII», en Anthologica Annua 13 (Roma 1965), p. 204 y ss.; BALAGUER, F,: «Un obispo aragonés, Sancho de Larrosa«, en Fac 1 (Huesca 1950). 19. DURÁN GUDIOL, A.: Los manuscritos de la Catedral de Huesca, Huesca 1953.


«Gozoso aleluya salmodie ahora la iglesia, entonando agradecidos cantos a Cristo, quien, llevado de su gran misericordia, le ha devuelto Pedro, liberado de siniestra cárcel para fortalecer las multitudes de fieles arruinados con la lejanía del pastor. Animados, al fin, por su brillante fuerza, toman las armas de la fe y corren los anchos caminos de la tierra, entregados otrora a ritos inmundos y ¡ay! a vanas simulaciones. Y al aire el estandarte, magnífica cohorte incapaz de ceder ni por miedo a la muerte ni por amor a la vida, se decide a emprender las batallas del Señor hasta conseguir devolver a Dios los reinos que fueron sojuzgados. Caen los sólidos castillos, son asaltadas las murallas de las ciudades y rotos los terribles reductos del demonio y vence por doquier la excelsa bandera de la Cruz».20

EL CABILDO EN EL SIGLO XII

a creación de la ciudad de Jaca y la erección de su obispado alrededor del año 1076, coincidieron con el gran momento de dos movimientos eclesiásticos europeístas: la reforma monástica promovida por el monasterio borgoñón de Cluny y la propagación de la vita canonica por la Santa Sede, que intentaba el acercamiento del clero secular al monacato. Cinco años antes, en 1071, los cluniacenses se introdujeron en el reino de Sancho Ramírez, en los monasterios de San Juan de la Peña y San Victorián de Sobrarbe. La vita canonica o reforma gregoriana fue promocionada por el primer obispo de Jaca, el infante García, hermano del rey, que la estableció en la Catedral jacetana, sometiendo a los canónigos a la regla de San Agustín, Al conquistarse la ciudad de Huesca y establecerse la catedralidad en la mezquita aljama, el cabildo oscense fue estructurado conforme al modelo de Jaca, parte de cuyos clérigos se trasladaron a la nueva sede. Sin embargo, la configuración agustiniana de ésta no se ajustó totalmente a la normativa de una canónica regular.

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De aquí que, como se verá más adelante, cuando a principios del siglo XIV se falló el largo y ruidoso pleito de la secularización del cabildo de Huesca, no fuera posible aclarar si había sido regular o no desde su principio. La documentación conservada señala la dicotomía de la canónica oscense a partir de la conquista de la ciudad: hubo en ella a un tiempo canónigos regulares y seculares. Así, Pedro de Almería profesó como regular en 1105, donándose a Dios y a San Pedro y sometiéndose a la regla de San Agustín. En cambio, el gallego Asuero Fafilaz ingresaba en el cabildo en mayo del año siguiente, «sometiéndose fielmente al dominio del obispo, pero sin obligarse con censura eclesiástica», es decir, sin abrazar la regla.21 Aunque datado en los inicios de los años 80, ilustra la práctica observada en el primer tercio del siglo XII el documento referente al canónigo Pere Poc —Petrus Paucus—, el cual «al comienzo de su juventud» fue admitido canónigo por el obispo Esteban con la condición de «tomar el hábito canonical según la regla de San Agustín» cuando quisiera o se lo exigieran el prelado y el cabildo. Hábito que no tomó hasta el final de su vida, hacia 1082, en que «se donó en cuerpo y alma a Santa María de la Seo de Huesca, al obispo y a los canónigos y tomó el hábito canonical conforme a la regla de San Agustín, de manera que en adelante no le sea permitido ingresar en otra casa religiosa ni vestir otro hábito». Pere Poc, después de haber sido canónigo secular desde su juventud hasta su vejez, se sometió a la regla sólo cuando por la edad vio próximo el fin de su vida. Secular o regular, el canónigo recibía de la Catedral la procurationem in beneficium o el victum et vestitum. Caso semejante al de Pera Poc, Pascual, rector de Yéqueda, fue admitido por el obispo Esteban de San Martín en 1176-1177 y agraciado con un canonica-

20. Archivo de la Catedral de Huesca (ACH), Prosarium-Troparium, ms. sign. 4, fol. 85v-86v. Cfr. ACHOVERFFY, Joseph: «Huesca et les himnes de saint Pierre., Hispania Sacra IX (1956), pp. 87-110. 21. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 93 y 97.

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tum et victum in Oscensi claustro para que tomara el hábito «libremente y en paz el día que quisiera».22 El ingreso de un canónigo implicaba cuatro actos o elementos: 1) tradere seipsum Deo et Sancto Petro de Osca, es decir, el ofrecimiento de la propia persona que se entregaba al culto catedralicio bajo la obediencia al obispo y cabildo; 2) facere cartam de bonis, otorgar documento de donación de los bienes propios a favor de la Catedral; 3) recipere victum et vestitum de las rentas de la Catedral durante su vida; y 4) accipere habitum, profesar según la regla de San Agustín, si había de ser regular, con compromiso de estabilidad en la propia Catedral.23 No queda clara, a causa de la precariedad de testimonios, la observancia de la pobreza canonical, que parece fue objeto de cierta flexibilidad tanto en lo referente a canónigos regulares como seculares, aparte la licencia repetidamente concedida de usufructuar los bienes propios durante la vida del canónigo. A Muero Fafilaz se le permitió la asistencia de dos servidores y tres animales, así como a Pedro de Almería la libre disposición de sus rentas. En fecha más tardía, en el año 1182, el obispo Esteban de San Martín, al recibirle in filium et canonicum, facultó a Fortuño de Asín para que «cuando quisiere, fuera con la curia episcopal, acompañado de dos cabalgaduras y dos escuderos que, alimentados por la casa del obispo, le sirvieran». Pronto comenzó a introducirse el abuso de admitir canónigos laicos, siendo el primer caso conocido el del pirenaico Fortuño Garcés de Novales, cuyos bienes patrimoniales radicaban en las poblaciones de Broto, Linás y Torla, en la región de Las Valles, señor de la novena parte de las casas, viñas y campos de Novales, adquirida sin duda a raíz de la conquista de la Hoya de Huesca. En la segunda decena del siglo XII, en presencia de Sancho de Larrosa, Fortuño Garcés se entregó en cuerpo y alma a San Pedro per canonicum con el consentimiento de su esposa Toda.24 Además de los canónigos regulares, seculares y laicos, formaban parte del personal adscrito a la Catedral los fratres et familiares —hombres y muje20

res— tan ligados al cabildo que se distinguen poco de los canónigos laicos. Tal fue el viudo Dardón, que en el año 1173 se ofreció en cuerpo y alma a la Seo y al obispo junto con todos sus bienes, comprometiéndose a serles fiel y obediente. El obispo Esteban de San Martín, con el consentimiento de los canónigos, al recibirle «como hermano y familiar» le hizo partícipe «de todos nuestros beneficios así espirituales como temporales».25 Tres años después, el 21 de diciembre de 1176, el mismo obispo, con el beneplácito del cabildo, concedió a Martina, esposa de Íñigo, libram et iustitiam «como una de las mujeres familiares nuestras» con la condición de que sirviera fielmente al cabildo en Florén o en Huesca, «donde fuera mandada». Por su parte, Íñigo, marido de Martina, se ofreció en vida y muerte a la Catedral, cuyo clavigero le había de dar alimento y vestido. Se trata, al parecer, de un canónigo laico más, quien para la admisión de su esposa como fratrissa et familiaris donó a la Catedral una viña en Abincaraz, una cuba con capacidad de treinta metros y el tributo anual de duas canales de carnero cada 15 de agosto, más la cantidad de 100 sueldos o la tercera parte de sus bienes muebles para después de sus días. Cantidad que aumentó en otros 100 sueldos para el caso de que la muerte le sorprendiera en el camino de su peregrinaje a Jerusalén. Si esto sucedía, obligó a sus hijos que satisficieran al cabildo los segundos 100 sueldos.26 Quizá constituya un temprano precedente del caso de Martina e Íñigo, el de otro matrimonio, formado por Fortuño Sánchez y la infanta Ermesinda, hija del rey navarro García de Nájera, en el sentido de que tanto el primer marido como el segundo confiaron al cabildo la custodia de sus esposas con motivo de emprender el largo y costoso viaje a Tierra Santa. Sin embargo, es posible que los esposos Fortuño y la

22. 23. 24. 25. 26.

Ibídem, núm. 333 y 375. Ibídem, núm. 03, 97, 120, 128, 333 y 375. Ibídem, núm. 125 y 373. Ibídem, núm. 300. Ibídem, núm. 327.


infanta emprendieran juntos la peregrinación a Jerusalén ya que, según documento redactado por el canónigo Sancho de Larrosa, ambos «habían decidido ir al Santo Sepulcro del Señor» y, al no contar con el dinero necesario y que no consiguieron «de amigos cristianos, ni judíos ni sarracenos», vendieron por mil sueldos de dineros de rege a los canónigos en el año 1100 el alodio que había sido del musulmán Alchocen y que ellos poseían por donación del rey, más una viña, dos linares y un huerto en términos de Huesca.27 Tal como está redactado el documento, se deduce que el peregrinaje fue planeado para ser emprendido por Fortuño y Ermesinda, pero la avanzada edad de la infanta, cuyo padre García de Nájera había muerto en 1054, induce a pensar que la venta por su esposa, además de conseguir dinero para el viaje, fue hecha con el fin de encomendar al cabildo la custodia de Ermesinda, que sería recibida, como Martina, en familiaris de la Catedral. Pudo corresponder a la categoría de familiar o a la de canónigo laico el título de concanonica et socia de la Catedral. En enero de 1190 el obispo Ricardo, con el consentimiento del prior y del cabildo, donó in beneficio et caritate los derechos episcopales sobre la iglesia de Anzano a Lopalinz de Anzano, señor seguramente de este castillo, sito en la Hoya de Huesca. Al mismo tiempo aceptó a su esposa, llamada Narbona, «en concanónica y socia nuestra tanto en lo espiritual como en lo temporal» y le concedió a título de «beneficio y honor» la villa de Alboret en presencia del obispo Juan de Tarazona. Seis años después, en marzo de 1196, muerto Lopalinz de Anzano y tras muchas discusiones, el cabildo oscense y Narbona firmaron un acuerdo en virtud del cual la concanónica renunció a «todo beneficio y caridad» en la villa de Alboret, a cambio de recibir diariamente de la Catedral tres raciones alimenticias canonicales en el refectorio de la comunidad: III canonices panis, vini, carnium, piscium seu

omnium aliorum ciborum mense seniorum Sedis, como un canónigo más.28 Otro concanónigo y socio fue Ramón de Pueyo, admitido como tal por el obispo Ricardo en marzo de

1190, fecha en que además le concedieron parte de los bienes legados a la Catedral por Fortuño de Tena, con la condición de pagar la mitad de las deudas dejadas por éste. Ramón donó su cuerpo ad sepeliendum a la Seo en el caso de que antes no hubiese ingresado en algún monasterio del Císter, único hábito que se comprometió a tomar si decidía «renunciar al mundo».29 La comunidad canonical se componía de una treintena de clérigos, presididos por el obispo» y un prior,31 a los que seguía en preeminenCia el prepositus, en romance preboste, dignidad que desapareció en la primera decena del siglo XII y que reapareció a raíz de la división de las mensas episcopal y canonical en 1202, como se dirá más adelante. El primero y único conocido en esta primera etapa fue el clérigo mozárabe Lope Fortuñones. En este mismo tiempo se cita un cellararius y un claviger, así como un sacrista o sacristanus. El cargo de succentor o cantor no aparece hasta 1121. Y en 1133 el capellanus, canónigo al que competía la cura de almas, posteriormente intitulado capellanus maior. El elemosinarius era el administrador de la domus Elemosine y atendía a los pobres: el primer limosnero fue García, elegido en 1108, cuando fue instituida la casa de la Limosna. Un documento de 1108 cita cinco archidiaconi: Sancho Juanes, Lope Íñiguez, Sancho de Larrosa, García de Broto y Menendo, pertenecientes seguramente a las catedrales de Huesca y Jaca, cargos que respondían a los arcedianatos jurisdiccionales en que estaba dividido el territorio diocesano. En 1144 es nombrado el canónigo Pedro como archidiaconus

27. Ibídem, núm. 78. 28. Ibídem, núm. 447 y 514. 29, Ibídem, núm. 448. 30. Obispos de Huesca después de la conquista aragonesa de la ciudad: Pedro (1096-1099); Esteban (1099-1130); Afluido Dodón (1130-1134); Dodón (1134-1160); Esteban de San Martín (1165-1186); Ricardo (11871201). 31. Durante el siglo XII fueron priores de la Catedral: Teodorico (1096-1106); Galindo (1108); Sancho (1121); Durando (1133); Pedro (1139, 1140); Jimeno (1144, 1150); Pedro (1150, 1155); Jimeno (1169-1176); Fortis (1178-1184); Juan (1185-...). Cfr. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, II, Índices.

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Oscensis in Cesaraugusta, que en el siglo XIII será la dignidad de prior Sanctarum Massarum, al que competía el gobierno y las rentas de la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza, donada en 1121 por el obispo cesaraugustano Pedro de Librana al obispo Esteban de Huesca en recompensa por la contribución de éste a la conquista de la ciudad del Ebro.32 En 1133 el canónigo Sancho era camerarius, cargo que no vuelve a aparecer hasta 1181, en que lo era Andrés, al que se da el título de camerarius Oscensis et laccensis; esta dignidad, posteriormente llamada archidiaconus Camere, era la única, aparte la episcopal, que tenía silla en las catedrales de Huesca y Jaca. Dos arcedianatos jurisdiccionales, residentes en la Seo de Huesca, fueron los de Las Valles y Sobrarbe, más el de Serrablo que no es mencionado en la época aquí estudiada. El archidiaconus Vallensis es citado en documentos de 1171 en adelante; archidiaconus Suprarbensis fue desde 1176 el canónigo Ramón de Castillazuelo, hasta 1185, año en que fue promovido a la sede episcopal de Zaragoza, que rigió hasta su muerte en 1216.33

PATRIMONIO CATEDRALICIO

a bula «Pie postulatio», otorgada en Letrán el 14 de abril de 1139 por el papa Inocencio II, es el primer documento que reseña las posesiones del obispado de Huesca. Un patrimonio no demasiado brillante a causa de la animadversión profesada durante largos años por la casa real aragonesa hacia el obispado altoaragonés. Escaso fue el beneficio que produjo la conquista de Huesca al patrimonio catedralicio, ya que el favor de los reyes Sancho Ramírez y Pedro I se centró principalmente en la abadía de Montearagón. A petición del obispo Dodón, el papa expidió la bula a la «iglesia oscense», confirmando las posesiones que tenía in pago Aragonensi e in pago Oschitano. En la mente de Inocencio II estaba sin

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duda la idea de que las canónicas de Huesca y Jaca formaban un solo ente bajo la presidencia de un único obispo. El patrimonio de la Catedral de Jaca, de contenido sustancialmente eclesiástico, se había formado a base de la anexión de patrimonios de monasterios antiguos, como los de Sasau-Laurés, Sietefuentes, Santa Eugenia, Raya y otros. Se incrementó a lo largo del siglo XI con el hospital de Jaca y las iglesias jacetanas de Santiago, San Ginés y San Pedro el Viejo —ésta llamada en la bula alia ecclesia Sancti Petri para distinguirla de la Catedral, dedicada también al apóstol—. En el pago Oschitano, desde el río Gállego a oeste hasta el Alcanadre al este, con una considerable población de musulmanes que acataban el nuevo poder aragonés. Territorio sometido mayoritariamente por cesión de los reyes a la abadía de Montearagón. La Catedral oscense poseía los castillos de Fañanás, Sesa, Tabernas, Pueyo y Escanilla, las villas de Banariés e Igriés, un baño con horno en la ciudad y el monasterio de Acelún, que no ha sido localizado. Aunque no se dio una dotación formal de la Catedral por parte del rey Pedro I, al establecerse en la mezquita aljama la sede episcopal, este rey un tanto forzado por las circunstancias donó los diezmos de la ciudad, que constituyeron el fundamento de la financiación del cabildo, más la almunia de Alcoraz en marzo de 1098; en septiembre del mismo año le concedió el antiguo monasterio de San Pedro de Séptimo, cerca de Sabayés, en poder del judío Zavaxorda; la almunia de Alboret, junto al río Sotón entre Montmesa y Tormos, en agosto de 1100; los castillos de Fañanás y Tabernas y la villa de Banariés, quizá en 1097; y el castillo de Sesa fue donado en 1103 con cierto recelo por parte del rey donante, que

32. Ibídem, núm. 88, 90, 91, 105, 106, 162, 163, 199, 216, 371, 376, 377 y 178. 33. Ibídem, núm. 93, 96, 106, 126 y 135. Cfr. DURÁN GUDIOL, A.: «La Santa Sede y los obispados de Huesca y Roda...•, p. 72.


impuso la condición de que esta fortaleza en manos del obispo no había de ocasionarle contrariedad.34 Durante el reinado de Alfonso I, fue poco lo que consiguió del rey la Catedral a pesar de haberse resuelto el viejo contencioso entre la corte aragonesa y el obispado de Huesca. Y fue que el obispo Esteban dedicó todo su interés e influencia en conseguir la incorporación de la ciudad de Barbastro y del territorio entre el Alcanadre y el Cinca a la diócesis oscense contra las pretensiones del obispo Ramón de Roda. Lo consiguió con alguna violencia con el apoyo del rey Alfonso I. Obtuvo también, como queda dicho, la iglesia de Santas Masas de Zaragoza, cedida el año 1121 por el obispo Pedro de Librana. El patrimonio catedralicio fue incrementado por el rey Ramiro II, quien agradecido por la actuación del obispo y del cabildo en su elevación al trono aragonés, donó en 1134 la villa de Igriés, al año siguiente un baño y un horno en Huesca y en 1137 el castillo de Escanilla y Lamata. La última donación importante, posterior a la bula de Inocencio II, fue la almunia de Florén, en término de la ciudad, por la vizcondesa Talesa de Béarn en 1147.35 Cesiones de menor entidad, como casas, viñas, campos y otros bienes muebles e inmuebles, acrecentaron el patrimonio considerablemente a lo largo del siglo )(EL En este aspecto el enriquecimiento del cabildo se debió sobre todo a las aportaciones de patrimonios o dotaciones personales que los nuevos canónigos cedían a la Catedral en ocasión de su admisión e ingreso. A medida que la expansión militar aragonesa se fue alejando hacia el valle del Ebro, fue iniciándose una amplia política de repoblación y población, asentando nuevos moradores y labradores en las heredades abandonadas por los musulmanes —que no fueron demasiadas— y de poblar antiguos castillos que habían perdido ya su función militar, y almunias. Pronto el cabildo oscense se alineó en esta política, procediendo a la población de los castillos de su señorío —Sesa, Fañanás y Tabernas— y de la almunia de Alboret, creando nuevas villas ya directamente, ya confiándolas a intermediarios.

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Alfonso II de Aragón confirma los privilegios de la Catedral (1174).

La población de los castillos de Fañanás y Tabernas debieron encomendarla obispo y canónigos a un aragonés, al parecer de procedencia pirenaica, llamado Sancho Garcés, con anterioridad a 1130. Enseguida surgieron dificultades entre el poblador y el cabildo. A fin de terminar la vexationem discordie, las dos partes llegaron a una concordia en 1139, establecida en notable asamblea, en la que estuvieron presentes Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón y conde de Barcelona, el obispo Guido legado de la Santa Sede, Arnal Mir conde de Pallars y muchos próceres aragoneses, reunidos en Huesca. El obispo Dodón y el cabildo cedieron el castillo de Tabernas

34. Ibídem, núm. 135; 358, 362, 369; 272, 276, 341, 358, 376; 344; 324, 344, 376, 398, 466, 520, 551, 555, 658 y 713, y núm. 64, 68, 73, 77, 148. Uso.° ARTETA, A.: Pedro I, p. 396. 35. DURÁN GUDIOL, A.: «La Santa Sede y los obispados de Huesca y Roda....; Colección diplomática, núm. 139, 144, 145 y 181.

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al hijo de Sancho Garcés, Lope Sánchez de Belchite, para que lo poseyera él mismo durante su vida y, después de muerto, uno de sus hijos, a cuyo fallecimiento el castillo volvería al pleno dominio de la Catedral. Por su parte, el agraciado cedió la parte que tenía por su padre en Fañanás, renunciando a cualquier derecho.36 Fue el antecesor de Dodón, el obispo Arnaldo, quien con el consentimiento de los canónigos, decidió en 1133 proceder a la población del castillo de Sesa, a cuyo fin invitó tanto a cristianos como a musulmanes con la promesa de dar a cada poblador una heredad libre e ingenua —casa y hacienda— y la condición de tributar diezmos y primicias los cristianos y la novena parte de sus rentas los musulmanes, limitando la facultad de enajenar sus bienes sólo a vender o empeñar entre los propios vecinos de Sesa.37 Más explícita es la documentación referente a la población de la almunia de Alboret, donada en 1100 por Pedro I a la Catedral.38 Su temprana población fracasó y la villa de Alboret iacebat deserta en 1139. Este año el obispo Dodón y el cabildo la donaron a Lope Galíndez de Bolás para que la repoblara bajo el señorío eclesiástico y la poseyera durante su vida. Muerto él, el castillo y la villa se dividirían en partes iguales, siendo una para la Catedral y la otra para el heredero del poblador, sin que perdieran los canónigos el dominium. Realizada con éxito la población en 1154, obispo y canónigos junto con Lope Galíndez de Bolás concedieron a los pobladores las respectivas heredades, limitada también la facultad de enajenar a sólo vender o empeñar entre los vecinos, que se obligaron a satisfacer diezmos y primicias y a los que se concedieron istos fueros «para que los guardéis entre vosotros para siempre: si hubiese riñas entre vosotros, el que hiera a otros, si hay dos hombres que lo testifiquen, pagará cinco sueldos; si le sacara sangre, habiendo testigos, pagará diez sueldos y si no hubiere testigos, se estará al fuero de la tierra; si uno matare a otro, pagará cien sueldos y, además, se guardará de sus enemigos; serán vuestras medidas de pan y vino como las de Huesca; quien hiriere a

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otro estará a salvo mientras permanezca en la villa, en su casa; y el hombre que tuviere riñas y no admitiere el laudo dictado por sus vecinos, sea entregado al fuero de derecho y acuda al fuero de la tierra».39 No se conservan noticias de otras poblaciones efectuadas por el cabildo oscense hasta el pontificado del obispo Esteban de San Martín, quien junto con los canónigos procedió en 1172 a la creación de la Villa Nova de Monzón —el llamado en el siglo XVI «el cuartel de Villanova» de esta ciudad—. Poseía la Catedral de Huesca en la misma plaza una p/4arn, que fue dividida en veintiséis partes, que fueron dadas a otros tantos pobladores «para que la poblaran y construyeran casas», que habían de someterse al dominio del obispo y canónigos, con la obligación de pagar anualmente al prelado o a su baile ocho dineros o una libra de cera cada 14 de enero.40 Poco después, entre los años 1176-1177, el obispo y cabildo donaron a Pedro de Laternuda la almunia d'Adarant, situada en término de Monzón, para que la poblara y pagara la undécima parte de los frutos del campo y de los rebaños. Por las mismas fechas entregaron a cuatro pobladores la almunia de Laarrova en término de Castejón del Puente, con la condición de vasallos, para tenerla bene populatam, y la de pagar, una vez satisfechos los diezmos y primicias, que debían a sus respectivas iglesias, la undécima parte de las cosechas y del ganado.41 La población del castillo de Sesa fue la que llegó seguramente a mejores resultados, alcanzó la nueva villa de señorío eclesiástico el centenar de vecinos a mediados de siglo. Tuvo la Catedral mayores dificultades en las villas de Tabernas e Igriés, que trataron de solucionar en 1182 el obispo y los canónigos. Los vasallos de Tabernas habían iniciado el abandono de sus casas y heredades, al parecer porque

36. 37. 38. 39. 40. 41.

Ibídem, núm. 153. Ibídem, núm. 135. Ibídem, núm. 77. Ibídem, núm. 159 y 216. Ibídem, núm. 289. Ibídem, núm. 335 y 336.


por ser novenarii podían obtener vasallajes más ventajosos en otras poblaciones. El obispo Esteban de San Martín y el cabildo intentaron frenar la despoblación de Tabernas y aun recuperar los vecinos emigrados, dispensándoles del pago de la novena parte de las cosechas a cambio de una contribución anual de cinco cahíces de trigo, cinco de ordio y dos de avena, que en la fiesta de San Miguel habían de llevar los vasallos a la Catedral. Además de esta reducción, seguían obligados a satisfacer diezmos y primicias, cultivar bien los campos y las viñas y «llamar a los otros vecinos que habían abandonado sus haciendas para que volvieran».42 También los vasallos de Igriés consiguieron el mismo año 1182 cierta reducción de sus contribuciones. Obispo y canónigos les concedieron que de los rebaños de ovejas y cabras no pagaran más que diezmos y primicias, cuando anteriormente pagaban el noveno, bien entendido que debían comprar más ovejas y cabras con el fin de aumentar la producción ganadera.43 Los vecinos de Sesa estaban obligados a dar la faneca ad areas pro colligendis decimis, contribución consistente en el pago de cierta cantidad de grano en las mismas eras con motivo de la recolección del diezmo —quizá una fanega por vecino cosechador— para sufragar los gastos de desplazamiento del baile que fiscalizaba las aportaciones decimales. El obispo les dispensó de esta obligación a cambio de que los vasallos abrieran por su cuenta una acequia nueva destinada al molino y de que contribuyeran a la edificación del mismo molino con cincuenta peones. Una vez levantado éste, adquirirían el derecho de regar un día y una noche por semana, la tarde del domingo y todo el lunes.44 En líneas generales la economía catedralicia durante el siglo XII se desenvolvió más bien entre estrecheces, principalmente a causa de la precariedad de su patrimonio, cuyas acciones de población y repoblación de sus señoríos consiguieron éxitos reducidos. Cierto que los patrimonios propios de cada canónigo, aportados para que pudieran mantenerse durante su vida y para que engrosaran el fondo

común al fallecer, aseguraban la subsistencia del cabildo. Sin embargo, las adversas circunstancias en que se vio inmersa, lógicamente con el obispo, motivaron que la Catedral se viera abrumada de deudas. Circunstancias que prácticamente se reducen a los esfuerzos económicos que precisó a causa de los pleitos en defensa de la jurisdicción diocesana frente a otros organismos eclesiásticos y laicales. Los pleitos que llenan todo el siglo XII comprometieron gravemente la economía catedralicia íntimamente ligada a la episcopal, ya que los bienes del obispo y del cabildo eran comunes. Las excelentes relaciones entre la sede oscense y los reyes Alfonso I y Ramiro II y la sentencia pontificia a favor de Huesca en el pleito sobre el territorio entre los ríos Cinca y Alcanadre, incluidos la ciudad de Barbastro y el priorato de Alquézar, presagiaban un apacible futuro económico para el obispo y el cabildo oscenses, que si no vieron incrementado su patrimonio, habían de obtener buenos ingresos con la percepción de los derechos episcopales en la zona incorporada, que importaban, al menos, la cuarta parte de los diezmos de la zona. Pero no fue así a causa de la política eclesiástica del conde Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón, que repartió sus preferencias entre los obispados de Roda y Tortosa y la abadía de Montearagón en perjuicio del obispado y de la Catedral de Huesca. El yerno del rey monje obstaculizó la ejecución de la sentencia pontificia, apoyando al obispado de Roda, a cuyo titular, el obispo Guillermo Pérez, acabó por brindar el traslado de la sede rotense a la recién conquistada ciudad de Lérida. Ello supuso la continuación del pleito sobre Barbastro y su comarca entre el obispado de Huesca y el de Roda-Lérida. Introdujo, además, en la zona otro elemento de discordia en perjuicio de la sede oscense, al conceder el priorato de Alquézar al obispo de la lejana ciudad de

42. Ibídem, núm. 371. 43. Ibídem, núm. 374. 44. Ibídem, núm. 345.

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Tortosa.45 Favoreció sobremanera, asimismo, el conde-príncipe a la abadía de Montearagón, cuyo gobierno confió a su hijo natural, el abad Berenguer. El aspecto del obispado de Huesca era desolador a la muerte del obispo Dodón y durante el pontificado de Esteban de San Martín. La autoridad episcopal era prácticamente preterida dentro de los límites teóricos de la diócesis entre los ríos Alcanadre y Gállego, la mayor parte y la mejor perteneciente a la jurisdicción de la abadía montearagonesa, cuya posición canónica quedó reforzada con la obtención de un importante privilegio concedido por el papa Alejandro III en 1170, que puso la canónica de Montearagón bajo la protección directa de la Santa Sede y confirmó sus posesiones, entre las que la bula pontificia registró setenta y una iglesias en la diócesis de Huesca y diecisiete en la de Pamplona. A pesar de varias sentencias favorables, dictadas por la curia papal, el obispado de Huesca no pudo recuperar la mitad de la comarca de Barbastro, ni el priorato de Alquézar en poder del obispado de Tortosa. Por otra parte, el clero y el pueblo rehuían la satisfacción del cuarto decimal correspondiente al obispo o lo libraban a otros organismos eclesiásticos. Los nombramientos de cargos parroquiales se hacían al margen de la autoridad episcopal, a la que no acudían ni siquiera para la obtención de la cura de almas. Los templarios, si necesitaban los servicios de un obispo, acudían con preferencia al de Lérida. Éste insistía en que los límites de su jurisdicción llegaban hasta Barbastro y el Alcanadre. Y el de Pamplona reivindicaba la propiedad de varias iglesias sitas al oeste de la diócesis oscense. Aunque la experiencia había enseñado en múltiples ocasiones que las sentencias pontificias favorables a Huesca difícilmente conseguían efectividad, el obispo Esteban de San Martín, quizá porque no hallaba otro medio, buscó ante la Santa Sede la solución de los problemas diocesanos. Obtuvo ciertamente el apoyo del papa Alejandro III, que intentó el restablecimiento de la autoridad episcopal y la observancia de las leyes canónicas en Aragón, sobre todo en cuanto a la posesión de iglesias por laicos, entre los

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cuales figuraba la propia corte real. Fue seguramente por influencia del cardenal legado Jacinto —futuro papa Celestino III— por lo que el rey Alfonso II expidió dos privilegios a favor de la Seo oscense: el primero confirmaba los privilegios concedidos por sus reales antecesores, al tiempo que se comprometía en nombre propio y el de sus sucesores a no promover acción alguna contra el obispo ni los canónigos de Huesca y Jaca; en el segundo, deseoso de «restaurar el orden eclesiástico tan confuso en Aragón a causa de la negligencia y malas costumbres», concedió a la Catedral las iglesias de Pertusa, Berbegal y Plasencia del Monte que le eran propias. Pero no fue hasta 1182, en que, obedeciendo al papa Lucio III, el rey donó al obispo la libre disposición de las iglesias de la diócesis y de las que pertenecían a la casa real. Esteban, agradecido o forzado, cedió a Alfonso II el diezmo del pan y del vino de las fincas explotadas directa o indirectamente por la casa real. La ya tradicional postura de la Santa Sede y la nueva actitud del rey parecían dar ocasión a un cambio favorable al obispado oscense. Sin embargo, el éxito del obispo Esteban se redujo a conseguir una disminución de la intervención de los laicos en los asuntos eclesiásticos y, si se quiere, una relativa ayuda a las maltrechas finanzas de la mitra y de la Catedral: no significó la consecución de las contribuciones que se necesitaban para enfrentarse a la poderosa abadía de Montearagón. Los pleitos seguidos personalmente en Roma por el propio obispo fueron costosos y no se habrían afrontado seguramente a no ser por la ayuda recibida del monasterio cisterciense de Poblet, del que Esteban fuera abad antes de su promoción al episcopado. El célebre cenobio prestó a Huesca unas 3.800 monedas de oro, respetable cantidad que no pudo ser totalmente reintegrada.46

45. DURÁN GUDIOL, A.: “La Santa Sede y los obispados de Huesca y Roda...», pp. 115-117. 46. DURÁN GUDIOL, A.: “L'abat de Poblet Esteve de Sant Martí bisbe d'Osca•, en Miscellanea Populetana (1966).


Acertaron los canónigos de Huesca y Jaca a la hora de elegir sucesor a Esteban de San Martín. Interesaba que la elección recayera en algún eclesiástico de prestigio e influencia cerca de la casa real, que estaba en la raíz de todos los problemas planteados. Y escogieron al arcediano de la Catedral de Tarragona, Ricardo, bien visto por el rey Alfonso II, quien le encomendó gestionar el matrimonio de la infanta Constancia con el rey Emerico de Hungría, país al que viajó el nuevo obispo con esta misión en 1190-1191. Unos pocos años después, muerto Alfonso II, se ensombreció el prestigio del obispo Ricardo con motivo de las discrepancias entre Pedro II y su madre, la reina Sancha, de la que debió ser considerado partidario el prelado oscense. Este rey, tratando de represaliarle, confirmó en diciembre de 1197 a favor del obispado de Tortosa la donación del priorato de Alquézar, hecha por su abuelo el conde-príncipe Ramón Berenguer IV. Se habría impuesto la normalidad en las relaciones entre el rey y el obispo, cuando en junio del año siguiente Pedro II concedía a Ricardo y a los cabildos de Huesca y Jaca el señorío de la villa de Pardinilla y los derechos de la casa real sobre trece iglesias, entre las cuales se contaban las de Almudévar, Lagunarrota y Grañén. En marzo de 1200 reconoció el mismo rey la obligación de tributar al obispo y sus sucesores el diezmo de la moneda, facultando, además, al obispado para acuñar mensualmente treinta marcas en plata o bossonalla. Aparte esta actitud de la corte real aragonesa ante los problemas eclesiásticos oscenses, el obispo Ricardo sólo consiguió la solución de los que planteaban las relaciones entre el obispado y las órdenes militares del Temple y de San Juan de Jerusalén. Subsistieron con toda su virulencia los pleitos contra el obispo de Tortosa y el de Lérida y nada obtuvo en la polémica de contenido jurisdiccional con la abadía de Montearagón, convertida en feudo de la casa real.47

LA DOMUS ELEMOSINE

ntre 1106 y 1107 el obispo Esteban fundó la Casa de la Limosna de Huesca —domus elemosinaria sedis Oscensis—, dependiente de la Catedral, siguiendo el modelo de la Limosna de Jaca, instituida por el obispo infante García.48 Para la dotación del organismo asistencial, Esteban le asignó el diezmo de todas las rentas eclesiásticas de la zona comprendida entre los ríos Gallego y Alcanadre y de las tierras sitas más allá de éstos si «pluguiere a la bondad divina y al favor de los príncipes devotos» aumentar los derechos episcopales. Donó también a la Limosna el monasterio de Samitier y el diezmo de las rentas de los castillos concedidos por Pedro I a la Catedral.49 En los años siguientes el patrimonio de la Limosna fue aumentando con la adquisición de las iglesias de Almuniente, Senés y Liesa. La de Almuniente, construida por el limosnero y operarius de la Catedral, Íñigo, fue cedida junto con la de Senés a la Elemosina de Osca por el obispo Esteban y el cabildo en diciembre de 1108. Dentro del término de esta parroquia —de enante de Almunien— se ubicaba la almunia llamada de ibn Zabala, donada hacia 1118 por Sancho Íñiguez antes de partir a Jerusalén. La parroquial de San Pedro de Liesa fue cedida al obispo Dodón y a la Catedral por los señores de la población Ferriz y Toda con el consentimiento de los vecinos y asignada a la Limosna en 1153. En 1198 Juan, hijo de Jamila, se ofreció a la Limosna y a San Pedro de Liesa con su heredad, compuesta de seis campos, dos linares y tres viñas más la casa. El arcediano y limosnero Juan de Perola le admitió como uno de los clérigos o capellani con derecho a alimentación y a una capa, una saia et cakas de burel, dos camisas, dos bracas de drapo de lino et zapatas, una pel et un pelon, anuales.50

E

47.

DURÁN GUDIOL, A.: “La regla de Santa María de Sixena., en

Monastica 1 (Montserrat 1960). 48. DURÁN GUDIOL, A.: La Iglesia de Aragón, p. 39. 49. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 104, 105, 121. 50.

Ibídem, núm. 205, 544.

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Aunque no se ha conservado un catálogo de los bienes patrimoniales de la Casa de la Limosna, se sabe que a fines del siglo XII poseía, además de las iglesias citadas, un molino en Huesca, dos campos en Tierz, una heredad en Piracés y tres tiendas en el barrio mudéjar de la Alquibla, las cuales fueron dadas en mayo de 1211 por un tributo anual de 15 sueldos a Abdella de Hafara, Abraim de Pez y Juzeph Alfanaquí.51 Parece ser que todo el lote patrimonial financiaba la asistencia de pobres en alimentos que eran entregados dentro del recinto catedralicio con ocasión del reparto de las sobras del comedor capitular y de las raciones de canónigos difuntos. La obra asistencial se completaba con el Hospital de San Miguel, del que se trata a continuación.

EL HOSPITAL DE SAN MIGUEL

on cierta solemnidad un día del año 1110 el rey Alfonso I, en presencia de la clerecía, de sus prohombres y de los ciudadanos oscenses, «bajó del caballo y recorrió un lugar situado en la puerta de Sircata, de la ciudad de Huesca, desde donde estaba el horno hasta encontrar el antiguo cementerio de cristianos y desde el muro interior hasta el de fuera», delimitando con su paseo a pie el espacio que, a ruegos de todos los ciudadanos, donaba a su magister el obispo Esteban, a San Pedro y a los canónigos para que levantaran en él una iglesia dedicada a San Miguel y construyeran allí «un cementerio común de todos los cristianos».52 Aunque la iglesia de San Miguel comenzó a construirse, parece que no prosperó la idea del cementerio cristiano común. Pasan los años y nada se sabe de la proyectada necrópolis hasta el pontificado del obispo Dodón, quien hacia 1144, con el consentimiento del cabildo, adscribió esta iglesia a la sacristía de la Catedral.53 Fue alrededor del 1180 cuando cobró especial interés con motivo del establecimiento de un movimiento ascético, del que debió formar

C

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parte el conocido Durán de Huesca y que quizá deba considerarse como el inmediato precedente de los Pauperes catholici, fundados por aquél en los primeros años del siglo XIII. Se calcula que Durán de Huesca naciera en esta ciudad hacia el año 1160 y que murió en el Languedoc alrededor de 1224. Posiblemente era de una familia de inmigrados francos, aposentados en el barrio oscense de la Zapatería. Quizá sea el propio fundador de los Pobres Católicos un don Duran, acaso hijo de Paian Rossel, citado en un documento de marzo de 1181 por Guillem de Osca nepto de un don Rener. Y es probable que sea el citado fundador un Durandus scriptor que en 1182 redactó el documento de ofrecimiento y admisión como canónigo de la Catedral de Fortuño de Así.54 Durán de Huesca, clérigo de órdenes menores, poseía una sólida formación humanística y eclesiástica: conocía la Sagrada Escritura, sabía latín y griego, había estudiado los Santos Padres y la literatura clásica. Aunque la documentación oscense conservada no es suficientemente explícita, la cronología y las circunstancias de su persona y época inducen a formular la hipótesis de que las primeras actuaciones de Durán, que le condujeron a la fundación de los Pobres Católicos, se desarrollaron en su ciudad natal en el entorno de la iglesia de San Miguel ad Portas

Sircatas. En enero de 1182 una señora llamada donna Oria de Estallo donó a la Limosna «y a los pobres que allí sirven», en manos del limosnero Galindo de Perola, sendas heredades en Estallo y Aracastiello, en el arcedianato de la Cámara, y sus rentas en Bentué del valle de Rasal. Es obvio que la frase pauperibus ibidem servientibus, referida a los destinatarios de la donación, admite dos acepciones: «para los que sirven a los pobres en la Limosna» o bien «para los pobres que sirven en la Limosna». Parece preferible el

51. 52. 53. 54.

Ibídem, núm. 270, 323, 488, 738, 739, 740. Ibídem, núm. 108. Ibídem, núm. 163. Ibídem, núm. 351, 361.


segundo sentido, ya que, conforme a los formulismos de la época, en caso contrario la frase se completaría de esta manera: «para los que sirven a Dios y a los pobres en la Limosna». Estos pobres servidores de la Casa de la Limosna son con toda seguridad los fratres Helemosine Domus Oscensis ecclesie, quienes pidieron al papa Lucio III la protección de la Santa Sede. Protección que les fue concedida con la bula «Cum aliqua», expedida en Veroli el 1 de mayo de 1184 y dirigida «al maestro Galindo y a los hermanos de la Casa de la Limosna de la Catedral de Huesca», que, como señala el documento papal, «estaban dedicados al servicio de los pobres de Cristo». Es de notar que el papa se refiere a una comunidad organizada, presidida por un maestro, cargo que ostentaba el canónigo Galindo de Perola. Esta comunidad oscense, si no fue fundada por Durán de Huesca, es muy probable que lo contara entre sus miembros y que desarrollara su ideario con la fundación de los Pauperes catholici. Consta que con anterioridad a la bula de Lucio III, la iglesia de San Miguel no era sólo una iglesia cementerial, ya que se había construido junto a ella un hospital, el ospitale Sancti Michaelis, llamado también hospitale Elemosine de Osca y Spital de l'Almosna. En un documento particular fechado en marzo de 1182 y referido a la compraventa de doce campos en Huesca, se cita uno que lindaba con el hospital de San Miguel. De años sucesivos, dentro de la última decena del siglo XII, son otras donaciones, siendo de destacar la de una casa —mayo de 1195— que aplica al hospital el superlativo gloriosissimo. Corresponden a este período las noticias referentes a leprosos, enfermos que eran atendidos en él: son los malautos y leprosi de San Miguel, a los que se destinaron varios legados testamentarios.55 Sabido es que el rey Pedro II, después de haberse adherido Durán de Huesca y sus compañeros al movimiento de los Valdenses, los condenó al exilio bajo la amenaza de quemarlos vivos. Años más tarde, Durán, que se había refugiado en Francia, de donde pasó a Milán, donde fundó una escuela destruida después de su excomunión, se reconcilió con la igle-

sia de Roma y fundó la orden de los Pobres Católicos. Ésta fue aprobada en 1208 por el papa Inocencio III, el cual en la bula «Eius exemplo», fechada en Letrán el 18 de diciembre de dicho año, comunicó la noticia de la reconciliación, el contenido de la profesión de fe y el texto de la regla de vida, que Durán le había presentado, a los obispos de la provincia tárraconense, a los que mandó procedieran a la admisión de los Pobres Católicos. La orden fundada por Durán se asentaba en la práctica de la .pobreza evangélica y en la predicación. Sus miembros renunciaban al mundo, se desprendían de todos sus bienes, donándolos a los pobres, y vivían al día sin previsión alguna para el futuro, guardando como preceptos los consejos del Evangelio. En sus schole, los clérigos más instruidos «en la Ley del Señor y en las sentencias de los santos padres» se dedicaban con especial empeño a la predicación de la Palabra a los hermanos, a los amigos y a los herejes. Los hermanos laicos habitaban ,en conventos, dedicados a las obras de misericordia y viviendo del trabajo de sus manos, sin eximirse de pagar diezmos y primicias a la Iglesia. Todos los hermanos, clérigos y laicos, rezaban siete veces al día quince Padrenuestros, credos y salmo Miserere, guardando virginidad y castidad; vestían hábito modesto y calzaban sandalias, que les distinguían de los excomulgados Pobres de Lyon, y observaban dos cuaresmas al año.56 La aprobación pontificia de la nueva orden no fue bien recibida por el episcopado de las provincias narbonense y de Tarragona, que se apresuraron a presentar al papa varias acusaciones contra Durán de Huesca y sus compañeros. Inocencio III, desde Viertbo a 5 de julio de 1209, recomendó a los prelados comprensión y mandó a Durán que tratase de evitar cualquier malentendido, evitando sobre todo el

55. Ibídem, núm. 363, 390. 56. Ibídem, núm. 368, 458, 497, 500, 675, 722.

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trato con los herejes valdenses.57 A pesar de los deseos del papa, los obispos de la tarraconense y de la narbonense se resistieron a admitir a los Pobres Católicos y el 12 de mayo de 1210, el mismo Inocencio III volvió a insistir y les escribió mandando que declarasen ortodoxos a Durán de Huesca y sus compañeros, que acababan de hacer una segunda profesión de fe ante la Santa Sede, y que no permitieran que nadie les molestase. Dos días después, concedió a Durán y a los hermanos facultad para elegir el prepósito de la orden.58 Es particularmente interesante de cara al conocimiento de los Pobres Católicos la intervención de Inocencio III cerca del obispo de Elna para que concediera permiso para la fundación en su ciudad episcopal de una casa, compartida en una mitad por la comunidad masculina y por la femenina en la otra, junto a la cual habían de levantar un xenodochium para el cuidado de ancianos y pobres, la atención y ayuda de enfermos, la crianza de niños abandonados, la alimentación de futuras madres y el socorro invernal de los necesitados. Desde Letrán el 25 de mayo de 1212, Inocencio III mandó al obispo de Elna que les concediera permiso, previniendo que en la predicación no cayeran en herejía y asegurando que habría una real separación entre las comunidades masculina y femenina.59 Es probable que el hospital oscense de San Miguel no difiriera mucho del modelo de la proyectada casa de Elna. El año 1212 significó para los Pobres Católicos la última y definitiva batalla del papa Inocencio III, que había tomado decidido partido a favor de ellos a pesar de la recia oposición de los obispos de las provincias de Narbona y Tarragona. Fechada en Letrán el 28 de mayo, el papa mandó al rey de Aragón que no permitiera fueran molestados los Pobres Católicos y al día siguiente expidió un privilegio de protección de sus personas, bienes y amigos. Y el día 30, en sendos escritos dirigidos a los obispos Berenguer de Barcelona, García Gúdal de Huesca y Raniero de Marsella, les urgía al reconocimiento de la ortodoxia del «acólito» Durán y de sus compañeros, antiguos valdenses reconciliados, a no molestarlos a causa de 30

su pasado, a guardarlos de infamia y escándalo y a otorgarles letras testimoniales.60 Ha parecido oportuno prestar alguna atención a la cuestión de los Pobres Católicos porque parece hay que relacionar este movimiento con el hospital de San Miguel de Huesca. Cuando se produjo la expulsión de Durán y sus compañeros por el rey Pedro II, se modificó un tanto la administración del hospital oscense, que quizá pueda atribuirse a una momentánea supresión de los hermanos de la Limosna de Huesca, de los que no se tienen más noticias hasta después de la bula que se acaba de citar, dirigida al obispo García de Gúdal. En marzo de 1196 el ospitide ante cimiterium Sancti Michaelis fue confiado a Salvador Pescador, quien, después del ofrecimiento de su persona y bienes in vita et in morte, asumió la administración del hospital «al servicio de los pobres» con la cooperación de sus hermanos Guillermo y Español y sus respectivas esposas, obteniendo los cinco derecho a recibir alimento y vestido de las rentas de la Limosna. La encomienda del hospital a Salvador y a los dos matrimonios fue otorgada conjuntamente por cinco altos clérigos y cinco prohombres oscenses. Fueron los primeros el obispo Ricardo, el prior Fortis, el arcediano Galindo de Perola, el sacrista Benedicto y el arcediano Pedro del Mas; y los segundos, el justicia Pedro de Abena, el zalmedina Jimeno Marroquí y los jurados García Pedó, Juan Pectavín y Pedro Cuende. No se encuentran más noticias documentales hasta abril de 1214, en que Pedro de Ayerbe se ofreció al hospital y al limosnero Galindo de Perola, el magistro a quien Lucio III dirigiera en 1184 la bula de aprobación de la hermandad de la Limosna. Donó cuanto poseía en Banastás y el limosnero con el consentimiento del cabildo le recibió ín fratrem et

57. MANSILLA, Demetrio: •La documentación pontificia hasta Inocencio III., Monumenta Hispaniae Vaticana 1 (Roma 1955), p. 410 y ss.; pp. 420421. 58. Ibídem, pp. 460, 462, 468. 59. Ibídem, p. 504. 60. Ibídem, p. 506 y ss.


socium de la Limosna, prometiéndole alimentación y vestuario.61 El año siguiente Galindo de Perola, que continuó siendo arcediano, había dejado de ser limosnero, cargo que en adelante estuvo prácticamente unido al priorato de la Catedral. Así, en agosto de 1215 el prior y limosnero Pedro Belini aceptó el ofrecimiento de los esposos Domingo de Orna y Oria, quienes tras donar a la Limosna una viña en Almuniente se comprometieron a tributar anualmente «dos carneros de un año o de cuatro dientes» a cambio de ser recibidos como partícipes de las buenas obras de la Casa y de «ser amparados y defendidos por el cabildo oscense».62 En mayo de 1226 Benayas, viuda de Juan Preciado, se ofreció a la Limosna y fue recibida in eadem domo, en la que había de ser alimentada y vestida. En noviembre la viuda donó una viña al prior y limosnero Pedro Pérez, el cual, al mes siguiente, determinó que la fratrissa obtuviera de las rentas de la propia viña el vestitum que recibía de la Casa de la Limosna.63 Fueron los esposos Pedro de Belsué y Marta de Marcén quienes en mayo de 1227 ofrecieron «sus cuerpos» a la Casa, «en la que día y noche se dispensa un fiel cuidado y una eficiente administración a los pobres y a los servidores de Dios y donde cumplen misericordiosamente las obras de piedad». Dieron dos casas y dos viñas y fueron admitidos con derecho a alimento y vestido en la Limosna. Otro hermano de ésta, Pedro de San Miguel, recibió en enero del mismo 1227 del prior y limosnero Pedro Pérez una viña, con cuyas rentas habían de sufragarse las necesidades de vestido.64 No se encuentran más noticias sobre los hermanos de la Limosna y es presumible que el hospital de San Miguel no tardara en decaer hasta su práctica desaparición. Parece que se refiera al decadente hospital de San Miguel, cuyo vacío se trataría de subsanar, el testamento dictado el 6 de febrero de 1244 por Inés de Goyolo, legando a su nepta Sancha, hija de Felipe de Aragoneses, una casa sita en el barrio del hospitali vetulo, para después de la muerte de su

marido Domingo de Goyolo, con la condición de que construyera en la camera un hospital «donde sean acogidos los pobres».65

LA MEZQUITA-CATEDRAL estaurada la sede episcopal de Huesca por el obispo Pedro de Jaca, accedió el rey Pedro I a que la Catedral fuera trasladada de la iglesia de San Pedro el Viejo, donada al monasterio de Saint Pons de Thomiéres, a la mezquita aljama, que fue solemnemente consagrada para el culto cristiano por los arzobispos Berenguer de Vic-Tarragona y Amado de Burdeos con los obispos Pedro de Pamplona, Folc de Barcelona, Sancho de Lescar y el citado Pedro. Asistieron a la ceremonia el rey, su hijo Pedro, su hermano Alfonso —futuro rey— y su tía, la condesa Sancha, así como el abad Frotardo de Thomiéres, el abad Ramón de Leyre, el abad Ponce de San Victorián de Sobrarbe y el abad Gregorio de Generes. Fue ello seguramente el 5 de abril de 1098, pocas semanas después de firmada la avenencia del cerco del castillo de Calasanz por el obispo y el prepósito de Montearagón,66 monasterio éste al que la mezquita aljama había sido prometida durante el asedio de la ciudad por el rey Sancho Ramírez, promesa que cumplió su hijo y sucesor Pedro I. El documento que da la noticia de la consagración explica que el rey aragonés, «vencido el rey de Zaragoza y su numeroso ejército de sarracenos y falsos cristianos, de los que cayeron casi cuarenta mil, conquistó la ciudad de Huesca», en cuya mezquita aljama —»la más excelente de todas las mezquitas de ciudades hispánicas»— se estableció la Catedral, que fue dedicada a Jesús Nazareno, San Pedro, Santa

R

Colección diplomática, núm. 519.

61.

DURÁN GUDIOL, A.:

62. 63. 64. 65.

ACH: 2-723. ACH: 5-35, 3-700, 6-684, 4-15. ACH: 3-718, Libro de la Cadena, p. 548. ACH: Libro de la Cadena, p. 469. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 64, 68.

66.

31


Sta. María de la Seo

CLAUSTRO •

Cementerio

MEZQUITA CATEDRAL et

»

E

ti

LA CATEDRAL—MEZQUITA siglo XII

10m.


María, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Con tal motivo el rey le concedió las tiendas adosadas a los muros de la mezquita, «desde uno a otro ángulo», a excepción de las que había donado antes a Saint Pons de Thomiéres.67 Los vestigios arquitectónicos conservados y la documentación bajomedieval permiten descubrir el emplazamiento de la mezquita aljama en el llamado claustro viejo, emplazado al norte del actual templo catedralicio y desfigurado a raíz de la construcción a fines del siglo XIX de la iglesia neogótica que ha servido hasta fecha reciente de parroquia de la Catedral. En el costado septentrional del cerro, ocupado por el conjunto catedralicio, se conserva una puerta de arco de herradura, abierta al norte de cara al palacio-fortaleza de la Zuda, donde según el Libro de Aniversarios de 1453 se levantaba el campanal viello o torre viella del campanal. Con toda seguridad se refiere a este elemento islámico la concesión hecha por el obispo Martín López de Azlor y el cabildo a Guillermo de Orós, racionero de la Catedral, que había fundado un aniversario por sus familiares: el 23 de marzo de 1305 se le asignó para sepultura de los suyos «un lugar cerca del huerto del claustro delante de la torre», cuando todavía no se había comenzado la construcción de la más tarde llamada torre mayor. Otra referencia se encuentra en el estatuto de 1337, en una de cuyas cláusulas se ordenó que el sacrista rehiciera el claustro desde el campanili hasta la capilla de San Pablo, es decir, de las crujías norte y este.68 En esta fecha se celebraba ya el culto en la nueva Catedral y debió proyectarse para claustro el solar resultante del derribo de la mezquita. Estas noticias documentales motivaron una cata que descubrió los fundamentos de un edificio cuadrado de unos 5 x 5 m, al que se ingresaba por la mencionada puerta de arco de herradura. Todo induce a creer que el campanal viello era el alminar de la mezquita aljama, que tuvo la función de campanario cristiano hasta que el maestro Pedro Jalopa terminó en 1422 la torre proyectada en 1302, que se levantó encima de la primera capilla de la nave septentrional, la de San Juan Evangelista, de la nueva Catedral. Alminar que había

Puerta del alminar

ya desaparecido cuando se redactó el Libro de Aniversarios de 1560. La mezquita debió presentar en planta un recinto de aproximadamente 27 x 27 m, en cuyo muro septentrional, probablemente en el centro, se hallaba el alminar, seguido por el parto abierto de las abluciones y adosada al muro meridional —la alquibla— la sala de oración con su mihrab. Quizá no exageraba el documento de Pedro I que dice de la excelencia de la mezquita: es probable que el único vestigio conservado de la sala islámica de oración sea un capitel de alabastro de talla árabe, encontrado hacia 1920 en la excavación para una casa cercana a la Catedral y guardado por un particular. La sala de oración fue adaptada a las exigencias del culto cristiano y dotada de varios altares: el mayor, dedicado a Jesús Nazareno, y los laterales de Santa María, San Pedro, Santa Catalina, Santísima Trinidad, San Gil y San Nicolás. En los capítulos generales de 1302, apenas iniciada la nueva fábrica, se acordó que todos los sábados se celebrara misa solemne de Santa María in altari Ihesu Nazareni; de los altares laterales dan noticia las fundaciones de capellanías y ofrendas para lámpara en el siglo XIII. Por lbs capítulos generales de 1299, que determinaron el orden de precedencia de los canónigos,

67. Ibídem, núm. 64. 68. ACH: 4-964, 4-1.029.

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consta que la mezquita-catedral tenía recinto coral, en cuyo centro se hallaba la cathedra episcopi y a ambos lados las sillas —stallis— del coro del prior a su derecha y a la izquierda las del coro del prepósito.69 Aquí fue bautizado el converso Pedro Alfonso, antes rabí Moisés Sefardí, por el obispo Esteban y apadrinado por el rey Alfonso I, el 29 de junio, fiesta de Santos Pedro y Pablo, de 1106. También fue cristianizado en la mezquita-catedral el rey Pedro II de Aragón, según propio testimonio, contenido en un privilegio de 1206 al obispo García de Gúdal y a la Catedral, «en la que había recibido los primeros alimentos de la vida espiritual».70

CLAUSTRO ROMÁNICO

n la primera mitad del siglo XII la configuración del conjunto islámico fue alterada en su lado norte-sur con la construcción de elementos característicos de las iglesias cristianas colegiales: cementerio, claustro y una pequeña iglesia dedicada a Santa María. Se prolongó el muro septentrional hacia oriente y, formando ángulo con él se levantó otro al este. Ambos muros presentan imposta en su parte superior y se decoraban con lápidas necrológicas, que recuerdan la fecha del óbito de algunas personas: la más antigua es la del miles Jimeno Aznárez, fallecido el 12 de abril de 1162. Era el claustro románico, de cuyas galerías sólo se conservan en pie tres arcos de medio punto, apeados en capiteles con motivos florales y columnas, en la crujía septentrional. Se conserva también el muro exterior de la crujía meridional, oculta en parte por un pasillo abovedado moderno. En el muro de la oriental se abrió una puerta, en parte conservada, que daba ingreso a la ecclesia Sancte Marie Sedis Osce, frecuentemente mencionada en documentos de 1164 a 1202.71 Debió ser una pequeña fábrica de una sola nave con ábside semicircular orientado al este.

E

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Las tiendas adosadas a la mezquita, mencionadas en el documento de Pedro I, subsistían aún en febrero de 1165 y eran propiedad del cabildo, que las arrendaba o donaba a treudo. En este mes Guillermo del Mozárabe devolvió dos de ellas a Santa María y a los canónigos. Probablemente tales tiendas se apoyaban en el exterior del muro de la alquibla de la mezquita-catedral, abiertas a una gran plaza —probable alcaicería— en la que comenzó a levantarse a fines del siglo XIII el actual templo catedralicio; en el curso de las recientes obras de restauración de éste se practicaron zanjas hasta encontrar la tierra virgen y no se halló vestigio alguno arqueológico anterior al siglo XV. Cerraba la plaza por el lado oriental el barrio de la Zapatería. Debe referirse a ella un curioso documento de Jaime I, fechado en abril de 1275, prohibiendo correr y acankare vacas por las calles de la ciudad, jolgorio que solía terminar en la plaza y con frecuencia los perseguidos animales entraban en la mezquita-catedral y en el claustro. Para salvar el desnivel de la presunta alcaicería en su costado meridional, se construyó en 1279 una escalinata de piedra con arco y columnas, que, a falta de éste y éstas derruidos en 1586, comunica aún la calle de Palacio con la de doña Petronila. Una lápida conmemorativa rezaba: «Nos don Gil Castiello et don Gabriel de Arguis et don Domingo de Almunien en remisión de los pecados faciemos fer esta escalera de piedra kalendas aprilis era M CCC XVII».De otro documento de Jaime I, de igual data que el antes citado, se deduce que, probablemente junto al muro occidental de la mezquita-catedral, estaba emplazado el officium curie de la ciudad. El rey ordenó que se trasladara a lugar alejado con el fin de evitar que el sosiego del templo fuera turbado por las frecuentes alteraciones del orden público que se producían con motivo de

69. DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, pp. 21, 50, 16. 70. ALFONSO, Pedro: Disciplina clericalis, trad. E. DUCAY, Zaragoza 1980; y DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 669. 71. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 241, 242, 375, 381, 565, 572, 610, 702.


peleas a veces sangrientas, de sentencias de muerte y de pleitos sobre «indecencias y deshonestidades» El claustro y cementerio catedralicios dominaban desde lo alto del cerro el barrio de la Puerta de Montearagón, donde se encontraba el mercadal de granos. En junio de 1165 Urraca, viuda de Fortún Garcés Maza, donó a la iglesia de Santa María de la Seo, «que está en el cabo del mercadal», una plaza de su casa, contigua a la Catedral. Un documento de mayo de 1153 aclara que se vendía en él ala cevera y que Petita, viuda de Jofre, poseía unas tiendas que limitaban al norte con otras del rey, al este con casa de Gazolo, con la de Mahomat Alcareg al sur y con carrera pública al oeste. La venta de noviembre de 1169, conservada incompleta, de una casa y casale por 206 sueldos cita en los lindes otras cuatro casas en el mismo barrio y mercadal. Debe referirse a la población de una zona de éste la carta expedida el 25 de noviembre de 1179, en la que el obispo Esteban de San Martín donó a un número indeterminado de pobladores un ferrianal, sito junto a un huerto del claustro de la Catedral para que edificaran casas, con la obligación de pagar anualmente un censo de 12 dineros. Podría ser la actual calle de Forment.73 Extramuros de la ciudad y cerca de la Puerta de Montearagón, María, viuda de Jofre de Montfort, tenía una lacuna, que vendió en 1165 por siete sueldos a Jofre Isaac; lindaba al oeste con la muralla y al este con una mezquita; fue a su vez vendida en septiembre de 1189, entre otras fincas, por María Ramírez a Pedro Marta. La aludida mezquita se referirá seguramente a la almechora de los moros de la Puerta de Montearagón, documentada en el Cartulario del Temple de Huesca: en febrero de 1175 Lop de Lavata donó a los templarios un campo que lindaba al este con la almecora y con el río Isuela al sur; en las mismas fechas Girart le vendió por 65 sueldos un campo en la Puerta de Montearagón, que limitaba al este con la misma almecora; y en junio de 1186, compraron por 30 sueldos otro campo asimismo vecino a «la almecora de la Puerta de Montearagón». Almecora que debió ser desmantelada en 1276, si se refiere a ella como parece la licencia

1 Arcadas del claustro románico (s. XII).

concedida por Jaime I a la aljama mudéjar de la ciudad para dar o vender la piedra de esta institución islámica —cementerio—.74 No quedarían lejos de ella el baño y horno contiguo que Ramiro II donó a la Catedral en 1135 y que fueron concedidos por el obispo Ricardo en mayo de 1199 al cocinero Alamán con la obligación de pagar anualmente una libra de pimienta. Según el privilegio real el baño con su horno se encontraban «fuera de los muros de la ciudad en el camino de Montearagón».

72.

Ibídem, núm. 242; ACH, 2-201, 2-127; ACH, NOVELLA, V.:

Ceremonial de la Catedral de Huesca, manuscrito III, p. 374. 73. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 203, 244, 260, 264, 268. 74. Ibídem, núm. 245, 444. GARGALLO, A.; TRANZO, M. T., y SÁNCHEZ, M. J.: Cartulario del Temple de Huesca, Zaragoza 1985, núm. 53, 54, 110.

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Capitel del claustro románico.

Parece localizable frente al muro occidental de la mezquita el barrio de illa sede, a la que asomaría el antes mencionado officium curie, según la noticia que da un documento de febrero de 1193, en que Domingo de Olsón vendió por 305 sueldos al arcediano Pedro del Mas unos casales —solares— que habían pertenecido a Fortuño de Tena, lindantes con vía pública y con casas de García Pedón, Galindo Cocinero e Íñigo de Pere Poc. A juzgar por sus inmuebles debió ser notable la actividad del barrio de la Zapatería: la documentación conserva los nombres de más de una docena de zabateros entre los años 1147 y 1151, en su mayoría procedentes de más allá del Pirineo, según se desprende de sus nombres: Perurín, Robert, Bucard, Galdín, Bonet, Robín, Passagaret, Bricet, Guiralt, Pere Lombardo... La Zapatería limitaba con el cementerio catedralicio y el claustro y debió extenderse al oeste hasta el 36

lugar ocupado actualmente por la cabecera de la Catedral. Hay noticia de dos carreras públicas, una en dirección norte-sur, que llevaba al claustro, y otra de este a oeste, que saldría a la plaza de la presumible alcaicería. Se documenta la existencia de no menos de siete tiendas, valoradas en 50 sueldos cada una, y un número parecido de casas, apreciadas entre 70 y 150 sueldos, al finalizar el siglo XII. Limitaban con el cementerio de la mezquita-catedral una casa de Jofre Isaac, legada en 1183 a su hijo Berenguer; la de Bonet Pelaio, vendida al sacrista Benedicto en 1196, y la casa de Juan de Salas, que en enero de 1200 compró a su hija el arcediano García de Gúdal y que lindaba también con «la iglesia de Santa María».75 Se interesaron en la adquisición de las tiendas y casas del barrio un acaudalado ciudadano, llamado Jofre Isaac, y los canónigos. Jofre adquirió entre 1169 y 1181 la tienda de Juan de Mazariefo, dos que le vendió Passagaret y una cuarta que legó en 1183 a la Catedral. En 1179 el sacrista García Bellit compró una a la hija de Paiam Rossel. También los templarios poseían dos tiendas, una de las cuales estaba contigua a otra de Jofre Isaac y la segunda que donaron en 1191 a Domingo Tallaferro.76 El cabildo adquirió por compra en el último cuarto del siglo XII la casa de Paián Rossel, la de Bonet Pelaio, la de Juan de Salas y la de Ramón y Pere Gil, por medio de los sacristas García Bellit y Benedicto y del arcediano y futuro obispo García de Gúdal. Se conocen, además, a través de los lindes registrados en estas compras, las casas de Jofre Isaac, Pedro Pectavino y Guillermo de Berag.

75.

DURÁN GUDIOL, A.:

Colección diplomática, núm. 144, 148, 473,

553; 179, 196, 197, 572, 574; 384, 513, 572. 76. GARGALLO, A.; IRANZO, M. T., y SÁNCHEZ, M. J.: Cartulario del Temple..., núm. 120.


DEPENDENCIAS CANONICALES

bviamente la mezquita aljama no reunía las condiciones precisas para la vida comunitaria de los canónigos regulares de la Catedral, que se vieron forzados a levantar las dependencias necesarias, además del claustro y cementerio, tales como el refectorio, la sala capitular, el dormitorio y la enfermería, así como la cocina, la bodega y el granero. Como queda dicho el claustro se construyó en el lado oriental de la mezquita y a su mismo nivel. La primera noticia de esta dependencia catedralicia es del año 1120: en el acta de ingreso del canónigo Juan de Igriés se dejó constancia de que había de recibir alimento en el claustro. La misma formalidad se halla en la admisión del canónigo Pascual de Yéqueda, fechada en 1176. La función del claustro como cementerio es puesta de manifiesto en una donación de junio de 1177 por la que María, viuda de García de Abena, y sus hijos concedieron a la Catedral una viña con el fin de obtener el derecho a ser enterrados en el claustro. En documento sin fechar, sin duda anterior, una tal Lucía legó en testamento un campo para que «los señores de Santa María tomen honoríficamente mi cuerpo y lo entierren en el claustro>'. Puede significar que se hallaría en proceso de construcción aún el dormitorio canonical un documento de mayo de 1106 por el que se concede al canónigo Asuero Fafilaz la domus infirmorum para habitación provisional. La primera mención explícita del refectorium se encuentra en la admisión de la concanonica —enero de 1190—, a la que el cabildo prometió dar diariamente dos raciones de pan, vino, carne, pescado y demás alimentos, igual que a los canónigos, «dentro del refectorio».77 En los capítulos generales de 1302, al secularizarse legalmente la Catedral, se estableció que el comedor se denominara en adelante domus pauperum, en la que el canónigo limosnero había de dar cada día alimentos a veinticinco pobres? Desaconsejada sin duda la construcción de dependencias canonicales en los lados meridional y

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Prosarium-Troparium, manuscrito de principios del s. XII.

occidental de la mezquita-catedral, a causa de la actividad comercial de las tiendas tributarias del cabildo, se aprovechó para ello la fachada norte, al pie y a ambos lados del alminar. A un nivel inferior al de la mezquita se levantaron los edificios necesarios para la vida en común de los canónigos, formando un rectángulo de unos 68 x 9 m. El desnivel se ganaba mediante una escalera que, saliendo probablemente por la puerta del alminar, conducía a la sala capitular, de la cual es aún visible, además del muro septentrional, una ventana en arco de medio punto, abierta al norte. El largo y estrecho rectángulo fue casi todo rellenado en época muy posterior.

77.

DURÁN GUDIOL, A.:

Colección diplomática, núm. 416, 514; 329,

565; 97; 447, 514. 78.

DURÁN GUDIOL, A.:

El derecho capitular, núm. 54-56.

37


El Libro de Aniversarios de 1453, al registrar los sepulcros del área de la sala capitular —capita—, menciona cuatro grupos: uno «delant la puerta del capítol»; otro «cerca del capítol»; el tercero era «un vaso plano que se tiene con la atarbea del capítol», y el cuarto se hallaba «en la scalera del fossar que baxa al capítol». Queda claro que la sala capitular estaba a nivel más bajo que el claustro, al pie del alminar. El sustantivo atarbea parece ser la palabra vasca atarbe —`portal, vestíbulo'—, seguida a manera de sufijo por el artículo singular a. En la escalera que descendía a la sala capitular se hallaban el «vaso voltato» —arcosolio sepulcral— de Bartolomé de Zacarías; otro de Ramón de Sangüesa «en una vuelta de la scalera a mano dreyta»; otro, también de los Sangüesa, «a mano ezquerra»; el de Ximén Pérez de Moriello era «el tercer vaso de la scalera a man squerra», y otro de Pero Ximénez de Coscullano «en la arcada primera guando salen de la scalera del fossar al capítol a man dreyta». El Libro de Aniversarios de 1560 añade que cerca del sepulcro de Bartolomé de Zacarías había una imagen de Santa María y, entre ambos, la tumba del racionero Pedro Garrapún. Unas pequeñas noticias pasan desapercibidas entre las partidas del Libro de Fábrica de 1422, referentes a las obras que este año se realizaron en la torre —campanal nuevo— del actual templo catedralicio. Parecen fechar el derribo de la mezquita, cuyo solar se utilizó para la ampliación del fossar de la claustra, después de respetar del oratorio islámico sólo el alminar —campanal viello—. En el mes de julio de este año Mohama Aroz y otros tres mudéjares de Huesca separaron el tejado del alminar delant el capítol, en el que instalaron una viga nueva —fuste—, previo el trabajo de retirar las tejas. El 24 de diciembre el fabriquero mandó limpiar la zona de los cascotes que quedaban del derribo: «La viespra de pasqua de Nadal fizié —escribe— tirar a dos ombres las piedras de la eglesia de guando derrocaron las capiellas». Y el 17 de enero de 1423 Mohama Aroz «guisó las finiestras de sobre la puerta mayor en la puerta del capítol».

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CULTO LITÚRGICO a iglesia principal de una diócesis es la Catedral o Seo —de los sinónimos latinos cathedra y sedes—, en la que tiene su residencia y cátedra el obispo. Estructurada la de Huesca según el modelo europeo surgido de la reforma gregoriana del siglo XI, albergaba una comunidad monacal de clérigos que vivían en común bajo la regla de San Agustín —canon, de donde la voz canonicus, canónigo—. El colectivo de sus miembros era designado con el nombre de capitulum —cabildo— o canonica, con competencias jurídicas, como el gobierno de la diócesis en las vacantes y la elección de obispos. Desempeñaron los canónigos oscenses un papel de primer orden en el campo cultural desde su taller de códices y su escuela catedralicia, en el asistencial con el sostenimiento del hospital y de la Limosna, e incluso en lo social con su cooperación en la política repoblacional del siglo XII. Con todo, la función primordial del cabildo, presidido por el obispo y el prior, era la celebración solemne del culto litúrgico, cuyos cánticos, lecturas y ceremonias ocupaban a la comunidad no menos de ocho horas diarias. A medianoche se oficiaba el Nocturnum u Officium nocturnale; al salir la aurora, las Matutine Laudes; hacia las siete de la mañana, la hora menor de Prima con lecturas de la regla agustiniana, del Martirologium —memoria de los santos del día— y del Necrologium para recordar los aniversarios de difuntos, y a continuación la Missa Matutinalis; a las nueve, canto de Tertia y de la Missa conventualis, solemne; al mediodía, antes de la comida, la segunda hora menor de Sexta; la cuarta hora menor, Nona, a las tres de la tarde; a la puesta del sol, las Vespere, y antes de acostarse, el Complectorium. Abolido el rito hispánico o mozárabe desde 1071 en Aragón, en la Catedral oscense se observó desde el primer momento de su restauración la liturgia romana, cuya sobriedad primitiva se había enriquecido notablemente con nuevos textos literarios y musicales a partir del renacimiento carolingio. Los códices litúrgicos conservados en el archivo catedralicio, de los siglos XI y XII, testimonian la impresionante

L


solemnidad del culto en la antigua mezquita aljama de Huesca. Los libros cultuales se repartían en dos bloques. Uno era el de los códices al servicio del altar, confiados a la custodia del canónigo sacrista: el Orationale o Missale, correspondiente al celebrante de la misa, con las oraciones, prefacios y canon; el Epistolarium con textos del Antiguo y Nuevo Testamento, primera lectura de la misa, cantada por el subdiácono; el Evangeliarium con las perícopas del Evangelio, que cantaba el diácono de la misa, y el Pontifícale, libro de los ritos episcopales, como ordenación de clérigos y consagración de iglesias. Formaban un segundo grupo los libros de coro, guardados por el canónigo precentor o cantor, con los textos y melodías correspondientes a la misa y al oficio, ejecutados desde el coro canonical por la comunidad y solistas: el Troparium o libro de tropos, composiciones cortas que se añadían o intercalaban en algunos introitos y generalmente en los Kyries, Gloria y Sanctus de la misa; el Prosarium, libro de prosas o secuencias, largos poemas vagamente rimados que se cantaban después de la epístola de la Misa y, probablemente también, en las Laudes y Vísperas de algunas solemnidades; el Graduale o Proprium Misse con los cantos variables de la misa, que eran el introito, el gradual, el aleluya o tracto, el ofertorio y la poscomunión; el Psalterium o libro de salmos, cuyos versículos se cantaban alternativamente por los canónigos de cada uno de los dos brazos de la sillería coral, el del obispo y el del prepósito; el Hymnarium con los himnos de las horas mayores y menores; el Antipbonale con los textos y melodías de las antífonas de las horas canónicas, cortas composiciones que se ejecutaban antes y después de cada salmo; el Lectionarium, libro de lecturas bíblicas, patrísticas, hagiográficas y homiléticas del oficio de medianoche para todos los días y fiestas del año litúrgico; el Responsoriale contenía los cantos para después de las lecturas del Leccionario, y el Processionale o ritual de las procesiones. No era sólo la riqueza literaria y musical la nota más destacada de los libros litúrgicos reseñados; no

eran menos sobresalientes artísticamente tanto por las miniaturas que los ilustraban, como por sus encuadernaciones. En el inventario de los libros de la sacristía, redactado en 1537, se registran entre otros libros viejos un Evangeliario o «Testamento Nuevo con las cubiertas de madera e la madera cubierta de plata en la parte de fuera, en que ay Dios Padre y un Crucifixo de esmalte», y «una cubierta de libro de cobre esmaltado con Dios Padre y los quatro evangelistas». Son de la centuria aquí estudiada tres códices de letra carolina y notación musical aquitana, conservados en el archivo catedralicio: un Hymnarium musicado, recientemente editado en facsímil por la Institución «Fernando el Católico» de la Diputación Provincial de Zaragoza (1987), con un total de noventa y cuatro himnos del oficio diurno y nocturno; un Prosarium, musicado también, con treinta y ocho prosas del temporal y cincuenta y nueve del santoral; encuadernado con éste, un Troparium con dos tropos de introitos; veinticinco Kyries, algunos sin tropar, distribuidos por tonos, cuatro Glorias tropados y dos sin tropos, y quince melodías para el Sanctus, varias de ellas tropadas; en un tercer volumen se reúnen los cuatro libros indispensables para la celebración de las horas canónicas en el Proprium de tempore —no se ha conservado el Sanctorale—: siguiendo el orden de cada hora diurna y nocturna, presenta los himnos, las antífonas, el leccionario y el responsorial con sus respectivos textos y melodías, en letra carolina y notación musical aquitana, adornados muchos de sus folios con bellas iniciales policromas. Así la misa como el oficio coral constituían una fiesta musical, ya que todas sus partes eran cantadas, salvo el canon de la misa que se decía en secreto y las lecturas del nocturno, de las que no consta si eran simplemente leídas o semitonadas, a excepción de las del triduo sacro de Semana Santa, las conocidas como Lamentationes, que tenían melodías propias. Para una aproximación a la solemnidad del culto catedralicio, puede ser buena una somera descripción de la liturgia de la noche de Navidad, partiendo

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de los textos contenidos en los tres códices mencionados y correspondientes al Officium nocturnale o Maitines, a la misa del gallo y a las Laudes matutine, tres actos litúrgicos que en esta ocasión se celebraban sin solución de continuidad. Se comenzaba con el canto del Invitatorium —el salmo 94— por uno o dos solistas en diálogo con el coro que repetía, a manera de estribillo, la frase «Christus natus est nobis; venite adoremus». Seguía el himno de Sedulio «Christe redemptor omnium» y a continuación la salmodia del primer nocturno —salmos 2, 18 y 44 con sus respectivas antífonas—, tres lectiones escogidas del profeta Isaías, cada una de las cuales se completaba con un Responsorium de complicada melodía. Terminado el tercer responsorio, se ejecutaba una prosula o verbeta, corta composición que en otras festividades se cantaba después de la sexta lectura. De semejante factura era el segundo nocturno con su salmodia —salmos 47, 71 y 84— y la lectura de dos sermones del papa San León y de San Agustín. La sexta lectio —tercera del segundo nocturno—, una vez mediada, se interrumpía para dar paso al canto de la Sibila, un poema acróstico de veintisiete versos hexámetros, incluidos en el libro De civitate Dei, de San Agustín. Narran cómo una de las sibilas —vírgenes paganas a las que se atribuía el poder de emitir oráculos por inspiración del dios Apolo—, la de Eritrea, había vaticinado el nacimiento, pasión, resurrección y segundo advenimiento de Jesús. Según el códice oscense, el acróstico daba en griego IESVS SCREISTOS TEVDNIOS SOTER. Terminada la salmodia —salmos 88, 95 y 97— del tercer nocturno se leían o semitinaban las tres últimas lectiones: una homilía del papa San Gregorio sobre el Evangelio de San Lucas 2,1 con su responsorio; otra del obispo San Ambrosio sobre el mismo San Lucas 2,15, con su responsorio; y una tercera homilía de San Agustín sobre el Evangelio de San Juan 1,1, igualmente con su responsorio, terminado el cual un solista —acaso el prior o el obispo— cantaba el Liber generarionis Ihesu Christi según San Mateo 1, 1-16, con melodía propia. Daba fin al oficio nocturnal el

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canto del Te Deum laudamus, al tiempo que sonaban las campanas de la Catedral, para comenzar seguidamente la celebración de la misa del gallo, la primera de las tres correspondientes a la liturgia navideña. El Troparium presenta los tropos de dos introitos, el de Navidad y el de Resurrección, consistentes en el canto de sendos diálogos que precedían la primera pieza musical de la misa. El de Navidad era entre un ángel y los pastores y entre un ángel y las Marías el segundo. He aquí el tropo, traducido, del primero: Ángel: Decid, pastores, ¿a quién buscáis en el pesebre? Pastores: A Cristo el Salvador, el Señor, un niño envuelto en pañales, siguiendo el anuncio angélico. Ángel: Aquí está el niño con su madre, acerca de la cual profetizó Isaías »una virgen concebirá y parirá un hijo»; id, pues, y veréis que ha nacido. Pastores: Aleluya, aleluya, sabemos en verdad que Cristo ha nacido; cantad con el profeta. INTROITO: Un niño nos ha nacido (Isaías 9,6).

Seguía al introito el canto litánico del Kyrie eleison, cuyos tropos eran reducidos textos, cuyas sílabas se adaptaban a cada una de las notas de los melismas originales. Sirva como ejemplo la primera de las nueve invocaciones de una conocida melodía, que se encuentra en el citado tropario y en el Kyriale Romanum moderno: Kyrie fons bonitatis pater ingenite a quo bona cuneta procedunt eleison. Kyrie eleison

En la fiesta navideña se tropaba también el himno «Gloria in excelsis Deo», que se cantaba sin interrupción hasta la frase Tu solos altissime Ihesu Christe, después de la cual se ejecutaban los tropos, que el tropario oscense llama prosas, tras cuya inserción se terminaba el himno en su última frase Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris . Amen. Una hoja de guarda del Troparium de Huesca contiene con letra carolina del siglo XII la epístola de la misa del gallo (Isaías 9, 2-7), también tropada con la intercalación de frases cortas que glosaban las del texto profético, en un diálogo cantado entre el subdiácono de la misa y uno o dos cantores. Éstas son las primeras líneas:


Subdiácono: Lectio Ysaie prophete. Cantor.• In qua Christi vaticinatur nativitas. Subdiácono: Hec dicit dominus. Cantor: Pater, Filius, Spiritus Sanctus. Subdiácono: Populus qui ambulat in tenebris. Cantor: Quem creasti et fraude subdola hostis expulsit paradiso. Subdiácono: Vidit lucem magnam. Cantor: Fulserunt et immania nocte media pastoribus lumina.

El mismo prosario —folios 6-16— ofrece diez prosas para la fiesta del Natale Domini, largos poemas de versos libres para cantarse después de la epístola y, probablemente también, en algunas horas canónicas como Laudes y primeras y segundas vísperas, a juzgar por el elevado número de tales composiciones navideñas, superado sólo en la Pascua de Resurrección con un repertorio de trece prosas. Éstos son los íncipits de las correspondientes a la Navidad, en letra carolina y notación musical aquitana: Alleluia. Psalle iam turba leta. Alleluia. Prome verba consona voce. Alleluia. Pangat vox humana. Eia recolamus laudibus plis digna. Alleluia. Adest precelsa annuata festa. Celebranda satis nobis est diei presentis.

Alleluia. Angelica resonat clara camenas. Christi hodierna pangimini omnes una. Alleluia. Nato canant Domino pia agmina. Celeste organum hodie sonuit in tenis.

En el repertorio de melodías del canto del Sanctus entre el final del prefacio y el comienzo del canon, el tropario oscense no especifica en qué festividades había de ejecutarse cada una de ellas. Es de creer que en las mayores festividades, como la navideña, se escogerían las piezas musicalmente más floridas entre las tropadas. Ofrece siete cantos de esta clase que alargaban el texto con tropos que el códice llama prosas, cuyos íncipits son los siguientes: Patri sapientia per quem vivunt omnia. Clangat hodie vox nostra melodum simphonia. Osanna nunc tuum plasma. Osanna salvifica tuum plasma. Osanna dulcis est cantica melliflua. Plebs tibi mente pia genitor. Laudes Deo ore pio corde sereno.

Se terminaba la misa del gallo después de la comunión con el canto de la salmodia —cinco salmos con otras tantas antífonas y el cántico del Benedictus con antífona propia— de Laudes, hora mayor, de la que esta noche se suprimía el capítulo y el himno.

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II. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XIII

LA REFORMA DE 1202

n el otoño de 1202, posiblemente en septiembre, los canónigos eligieron obispo al arcediano de la misma Catedral García de Gúdal, el cual, al cabo de sus treinta y cinco años de pontificado, fue duramente reprendido por la Santa Sede, que le obligó a renunciar a la mitra oscense. Entre otros excesos, en una bula de Gregorio IX, fechada en Asís el 17 de septiembre de 1235, se le acusó de haber menospreciado la observancia de la regla de San Agustín en las catedrales de Huesca y Jaca y arruinado los patrimonios de las dos iglesias.1 La precaria fidelidad a la vida regular en el último decenio del siglo XII es puesta de manifiesto con la admisión de canónigos seculares e incluso laicos. García de Gúdal sancionó la coexistencia de canónigos que profesaban la regla y vestían el hábito de San Agustín con prebendarios que no se sometían a la regla, ni vestían el hábito pertinente. La mala administración del patrimonio catedralicio, reprochada por el papa Gregorio IX, tuvo su origen en la reforma de los cabildos oscense y jacetano, que García de Gúdal emprendió con sorprendente

E

diligencia pocos meses después de su consagración episcopal: el 2 de febrero de 1202 la del primero y a fines de marzo la del segundo. Reforma que consistió en dividir el patrimonio eclesiástico en dos administraciones separadas e independientes, que se denominaron mensa episcopi y mensa communis o mensa canonicorum. Con el consentimiento de los dos cabildos, García de Gúdal justificó la medida como medio para recuperar el esplendor y ejemplaridad que las dos catedrales habían perdido y para erradicar las alteraciones de la paz, provocadas ppr «la maldad de muchos», aludiendo a la intromisión de laicos en los asuntos eclesiásticos, incluida la misma casa real. Fueron asignados a la mensa canonical los derechos dominicales y eclesiásticos sobre las posesiones de que disfrutaban obispo y cabildo entre los ríos Flumen y Gállego, más algunas heredades en Labata, Zaragoza, Banastás y Corbinos. Le fue adjudicada también una tercera parte del diezmo de la moneda, quedando las otras dos para la mensa episcopal y la catedral de Jaca. Se reguló asimismo la parte que los

1.

DURÁN GuDIOL, A.: García de Gúdal, obispo de Huesca y Jaca., en

Hispania Sacra vol. 12, n.° 24 (1959); y •La obra de García de Gúdal• en Argensola XI (1960).

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canónigos habían de percibir de las oblaciones en dinero y de los sufragios de difuntos. En cuanto a las oblationes canonicorum, se acordó que las ofrecidas por canónigos regulares se distribuyeran en tres partes: una para el obispo, otra para la mensa canonical y una tercera para el camerario, el canónigo encargado del vestuario; si se trataba de un prebendado secular, la tercera parte era para el obispo y las otras dos para la mensa canonical. Los ingresos del cabildo se gravaron con la obligación de dar a la mensa episcopal dos raciones diarias y anualmente cien cahíces de trigo, cincuenta de avena, sesenta nietros de vino puro o, en vez de éste, 40 nietros de mosto y 20 de mallolo, más mil sueldos. También había de abastecerla en las diez principales fiestas del año, atendiendo al obispo y a su comitiva hasta un total de quince cabalgaduras y cuarenta hombres. Los minuciosos documentos de la reforma fueron presentados personalmente por el obispo García a la Santa Sede, que la confirmó en la bula «In eminenti sedis», otorgada en Ferentini el 27 de mayo del mismo 12022 por el papa Inocencio III, con una importante salvedad: «que se observe perpetua e inviolablemente la ordenación canónica según la regla de San Agustín, establecida en la Catedral» y la prohibición de admitir canónigos laicos. Aunque, a partir de esta bula no se admitieron más canónigos laicos, poco caso se hizo a la norma papal, ya que los nuevos canónigos seculares continuaron en el seno del cabildo, como Bernardo de Aquelmes, ofrecido por su padre en 1209, y Simón, hijo de Pere Poc, ingresado en 1210. Es posible que el obispo y los canónigos, para la consecución de los fines propuestos con la reforma, trataran de atraer al canonicato a personas letradas y procedentes de familias influyentes, objetivo claramente expuesto unos años más tarde, cuando se trató en largo proceso de legalizar la total secularización de los canónigos de Huesca y Jaca. A este respecto, es significativo el acuerdo que figura en el acta de la misma división del patrimonio, el de satisfacer

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21 áureos anuales al canónigo que saliera a estudiar en alguna universidad con licencia del obispo. También se reguló el nombramiento de dignidades y oficios de la comunidad canonical: el obispo se reservó el derecho de elegir el prior, el sacrista, el cantor, el limosnero, el camerario y los arcedianos; el prepósito había de ser escogido por el cabildo y confirmado por el obispo; el enfermero por el cabildo; y se dejó a la competencia del obispo la admisión de los clérigos catedralicios, los canónigos simples, «conforme a la costumbre antigua», menos los capellanes de la Seo o racioneros, que había de nombrar y destituir el prepósito. Tuvo García de Gúdal, en los primeros años de su pontificado, algunos roces con el rey Pedro II, pero las relaciones entre ambos se suavizaron en 1206, cuando el segundo se prestó a la confirmación de los privilegios concedidos por los reyes de Aragón a las catedrales de Huesca y Jaca, a las que también donó la iglesia de Almudévar y otras dieciséis parroquiales que retenía la corona. En compensación el obispo concedió al infante Fernando y a la abadía de Montearagón, feudo de la casa real, la cuarta parte del diezmo correspondiente al obispo en doce iglesias del abadiado. Como medida de emergencia asumió García de Gúdal durante cinco años la administración de la mensa canonical, sin conseguir enderezar su economía. La dejó en 1207, gravada con más deudas aún. En esta fecha el cabildo nombró cinco canónigos, entre los cuales distribuyó cinco lotes de rentas de la mensa común —cinco preposituras—, con la obligación de satisfacer las raciones canonicales cada uno en determinados meses y la de liquidar parte de las deudas contraídas —3.000 sueldos— hasta la Pascua de Resurrección del año siguiente. Con la intención de reducir gastos, se disminuyó la ración diaria de cada canónigo y racionero, a excepción de la carne de los domingos, martes y jue-

2.

DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 592, 595 y 633.


\\

PALACIO EPISCOPAL Primera Planta

IMI=111=C1

10m.

Claustro de la Catedral


Studio

Cambra de ‘•‘ Parament

\ •\

Tinel Mayor

Porge de la Part de la Claustra

Claustra

_-_ -_1~111111~ Puerta del Vispe

CASAS DE LA VISPAL/A. S. XIII-XIV Segunda Planta


ves, días en que se daría la acostumbrada cantidad. Los lunes, en cambio, sólo habría carne para los canónigos regulares, a los que se ofrecía pescado los días de abstinencia, pero no a los seculares. Los miércoles, viernes y sábados recibirían sin distinción queso y cuatro huevos por persona. Se proveía también a todos en las fiestas dobles ianar et carnem ac mortero!, y en las festividades principales due carnes de ianar et presentalla et III quartas boni pigmenti et cc nebulas. Diariamente se daba presentalla y vino en la comida y en la cena generalem et presentalla y media libra de pan.3 En Monzón a 5 de abril de 1210, Pedro II, arrepentido por haberlo negado antes, reconoció a favor del obispo y de las catedrales de Huesca y Jaca el derecho a percibir el diezmo del lucro de la moneda que se acuñara en estas dos ciudades o en cualquier otro lugar.4 Sin embargo, los canónigos acordaron en 1215 continuar el régimen de restricciones y tres años después aún estaban endeudados en 160 áureos con el canónigo Juan de Lac y en 240 con el mercader B. de Boncaval. La crisis económica no se superó hasta 12271228, en que el cabildo pudo exigir a los nuevos prepósitos la satisfacción «integérrima de las raciones de pan, vino, carnes y otros alimentos». Se concedió a cada canónigo licencia para un invitado una vez al mes y se facultó al prior para agasajar con una comida en el refectorio a cinco clérigos catedralicios las fiestas de rito doble, con cargo a la mensa común, que, además, fue obligada a mantener un barbero —barbitonsor ad opus rasurationis— y a invertir 100 sueldos en el plazo de un mes en obras nuevas y de reparación del claustro. Contribuyeron al mejoramiento de la economía catedralicia las buenas relaciones del obispo y canónigos con la casa real y la incorporación del territorio entre el Alcanadre y el Cinca, incluida la ciudad de Barbastro, al obispado de Huesca. Parece no caber duda en que buena parte de la responsabilidad por el desastre económico de los primeros decenios del siglo correspondía al obispo García de Gúdal, como señaló el papa Gregorio IX en la bula de 1235. Sin

duda la división del patrimonio catedralicio en 1202 fue precipitada. No obstante, la documentación de la época señala otras causas del endeudamiento: las malas cosechas y la violentia regis vel principis en la incautación de derechos eclesiásticos.

RESTAURACIÓN DE LA REGULARIDAD

bligado a renunciar el obispo García de Gúdal, los canónigos de Huesca y Jaca no lograron ponerse de acuerdo en la elección de nuevo obispo, debido probablemente, como sucederá años después, a disensiones entre regulares y seculares. Ello motivó la intervención del papa Gregorio IX, quien, en Viterbo el 15 de julio de 1237, expidió un mandato, delegando a Pedro de Albalat, obispo de Lérida, San Bernardo Calvó, obispo de Vic, y San Ramón de Penyafort, dominico de Barcelona, para el nombramiento del sucesor de García de Gúdal, que recayera en un canónigo de la Catedral o, si no lo encontraban idóneo, que lo escogieran de otra parte. Los tres comisionados pontificios nombraron obispo de Huesca a Vidal de Canellas, canónigo de la Catedral de Barcelona, que había de ser el recopilador del derecho aragonés. Delegado sin duda por la Santa Sede, el mencionado Pedro de Albalat, que había ascendido al arzobispado de Tarragona, se personó en Huesca, donde el 4 de enero de 1239 dictó estatutos con el fin de restablecer la observancia de la vida en común según la regla de San Agustín en las catedrales oscense y jacetana. Mandó que los canónigos comieran juntos en el refectorio y pernoctaran en el dormitorio, el cual, dada su incapacidad, determinó fuera ampliado en el plazo de un año. Prohibió que consumieran carne los miércoles. Estableció que el prior fuera

0

3. 4.

Ibídem, núm. 694. Ibídem, núm. 713.

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Puerta de ingreso al Palacio episcopal, antes de la restauración.

ordenado de presbítero y de alguna orden sagrada —presbítero, diácono o subdiácono— los demás canónigos, quienes no saldrían del recinto catedralicio sin licencia del prior y vestirían el hábito canonical —capa de un solo color sin pieles de conejo, sobretúnicas redondas, sobrepelliz y caligas sine pedulis—. Insistió también en la obligación de los canónigos de no poseer bienes propios. Por su parte, el obispo Vidal suprimió las cuatro o cinco preposituras, que administraban por meses la mensa canonical, cuyas rentas confió a un solo canónigo, el prepósito. Redujo, además, considerablemente las prestaciones en especie y dinero, que la mensa común pagaba a la episcopal conforme a la reforma de 1202. Habida cuenta de que aquélla disponía de pocas rentas y estaba gravada «con grandes e inevitables gastos y con cargos enormes», el 15 de mayo de 1240 dispuso que la Catedral satisficiera al obispo sólo cien cahíces de trigo y cincuenta de avena anuales. Para completar la recuperación de la economía catedralicia, trataron los canónigos de revalorizar sus propiedades en dos direcciones: una mejor explotación de las fincas urbanas y la plantación de viñas. Dieron a treudo en poco tiempo nueve casas y tres tiendas en barrios de la ciudad de Huesca y procedie48

ron en 1252 a la población de uno nuevo, el llamado «del Saco» con capacidad para diez viviendas, que se habían de construir en el plazo de un año. Dieciocho campos poco productivos en distintos términos fueron convertidos en viñas. La buena administración de la mensa canonical o prepositura permitió ya en 1239 al prepósito asegurar una subvención anual de 100 áureos al canónigo camerario —denominado arcediano de la Cámara— para mejorar el vestuario de cada canónigo. También los demás departamentos catedralicios —la limosnería, la enfermería y la sacristía—, al igual que la prepositura, desarrollaron la misma actividad de revalorización y expansión de sus respectivos patrimonios: en Almuniente y Liesa, el limosnero; el enfermero compró por 900 sueldos una casa en el barrio del Colliello de Huesca; y el sacrista, algunas fincas junto al complejo asistencial de San Miguel, que él regía junto al obispo y al concejo municipal.5

SECULARIZACIÓN

u e rt o el obispo Vidal de Canellas, volvió a relajarse la observancia de la vida en común y se reavivó el deseo de abolir la regla de San Agustín y secularizar definitivamente el cabildo catedralicio. Se restableció la práctica de admitir canónigos seculares, como el infante Sancho, hijo del rey Jaime I, a la sazón abad de Valladolid y futuro arzobispo de Toledo, y García Pérez de Zuazo, que ya era canónigo de Lérida y canciller del infante Pedro. El primero fue impuesto por la Santa Sede, la cual, comprometida a asignarle rentas eclesiásticas por valor de 500 marcas, le concedió la prepositura de la Catedral de Huesca, que administró por medio de procurador desde 1259 hasta 1267. El segundo fue agraciado por el obispo Domingo Sola. Poco antes de saberse el nombramiento del infante Sancho —el 26 de junio de 1259—, obispo y

:AM

5.

DURÁN GUDIOL, A.:

«Vidal de Canellas, obispo de Huesca, en

Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón IX (1973), pp. 267-370.


cabildo promulgaron una nueva ordenación de las obligaciones de prepositura con sentido todavía secular, con el añadido de contratar y mantener dos niños cantores «dóciles y de voz agradable» y de dar la ración diaria a «dos, tres o más canónigos» que cursaran en alguna Universidad. No tardó en darse un nuevo paso hacia la secularización del cabildo en enero de 1262 con la práctica supresión de las raciones canonicales por convenio entre los canónigos y los procuradores del prepósito, el infante Sancho. La ambigua situación de la Catedral entre la regularidad y la secularización fue subsanada por el obispo Domingo Sola en abril de 1265, al declarar, con el consentimiento de la mayor parte del cabildo, que la comunidad catedralicia era secular desde su fundación, a pesar de haberse observado algunas prácticas dictadas por la regla de San Agustín que impedían el ingreso de canónigos «letrados y nobles». Algunos canónigos, partidarios de la regularidad, apelaron contra la declaración a la Santa Sede, la cual encomendó en agosto del mismo año que resolviera la cuestión a Benedicto de Rocabertí, arzobispo de Tarragona, que no tomó al respecto decisión alguna. Reunidos el obispo y cabildo con la presencia del infante Sancho promulgaron solemnemente el estatuto «Ob honorem», insistiendo en la línea de la secularización y de reducción de gastos de la mensa común, el 27 de abril de 1266. Establecieron que la comunidad canonical no sobrepasara el número de veinte —a la sazón la componían treinta y cuatro canónigos—, pero para no disminuir los clérigos catedralicios, determinaron la creación de diez racioneros, tres de los cuales habían de ser subdiáconos, diáconos otros tres y presbíteros los cuatro restantes, con un salario de 8 dineros diarios y 12 dineros en las fiestas de rito doble; la ración canonical se fijó en 12 dineros los días ordinarios y 2 sueldos los festivos, más 10 cahíces de trigo al ario. El sucesor del infante Sancho en la prepositura, el arcediano Pedro López del Valle, fue nombrado por el papa Clemente IV al tiempo que confería el arcedianato que quedaba vacante a García López, canónigo regular de la abadía de Montearagón. Y fue éste

quien replanteó ante la Santa Sede la cuestión de la regularidad. Consiguió del citado papa en julio de 1267 un mandato al arzobispo de Tarragona para que indagara personalmente en Huesca y restableciera en su Catedral la vida en común. Esta vez el arzobispo Benedicto de Rocabertí tomó en serio el mandato y redactó un largo informe de 89 folios, durante los tres meses que permaneció en Huesca, donde le sorprendió la muerte el 4 de mayo, quedando sin terminar la cuestión. El obispo Sola promovió el aumento del clero secular al servicio del culto catedralicio no sólo con la creación de los racioneros, que compensaban la disminución del número de canónigos, sino también con la fundación de capellanías. A tal fin, se vendieron por 500 morabetinos alfonsinos de oro cada una, las raciones canonicales suprimidas, calculando que la inversión de esta cantidad aseguraba una renta suficiente para la congrua sustentación de cada capellanía, cuyo titular —capellanus— había de ser letrado y, a poder ser, miembro de la familia del laico fundador, celebrar misa diaria en la capilla pertinente y asistir a los divinos oficios diurnos y nocturnos en el coro de la Catedral.6 A la muerte del obispo Domingo Sola, acaecida el 1 de marzo de 1269, se recrudecieron las disensiones internas en el cabildo y se produjo un a manera de cisma: los partidarios de la secularización, reunidos en el palacio episcopal oscense, eligieron nuevo obispo al canónigo secular y prepósito García Pérez de Zuazo, al tiempo que los defensores de la regularidad —eran minoría— designaron para ceñir la mitra vacante a Juan Alfonso, arcediano de Sevilla. Fueron los días 14 y 15 del mismo mes de marzo. La conflictiva situación creada, que sólo podía solucionar la Santa Sede, se agravó en gran manera, al tomar partido por la regularidad del cabildo el concejo y el pueblo oscenses, que motivaron, bajo el pretexto de defenderlos, la ocupación de bienes ecle-

6. DURÁN Gunioi., A.: Historia de los obispos de Huesca y Jaca de 1252 a 1328, Huesca 1985, pp. 15-27.

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siásticos por parte del rey Jaime I, mientras se debatía en la curia papal la causa de la secularización, la elección episcopal de García Pérez de Zuazo y el nombramiento de prepósito a favor del canónigo secular maestro Adelberto. Con el fin de atraer personajes influyentes, que favorecieran la postura secularizadora y por indicación del obispo electo García, el cabildo de Huesca el 7 de septiembre de 1272 nombró canónigo secular de la Catedral a Jaime Sarroca, sacrista de la de Lérida, deán de la de Valencia y canciller de Jaime I. García Pérez de Zuazo, que ya había contraído deudas antes de emprender el viaje a Italia, se encontraba en Roma el 16 de marzo de 1273, día en que recibió de un grupo de mercaderes de Siena un préstamo de 300 libras turonesas. Pocas semanas después, el 24 de abril, fallecía en Orvieto sin haber conseguido la confirmación de su elección episcopal, cuando parecían bien encaminadas sus gestiones y las del maestro Adelberto ante la curia pontificia. Muerto el electo, Adelberto consiguió de Gregorio X licencia para que el cabildo de Huesca procediera a la elección de nuevo obispo con el consentimiento y aprobación de fray Ramón de Penyafort. Resultó elegido el canónigo secular Jaime Sarroca, el canciller del rey, en sesión capitular del 10 de agosto de 1273, en la creencia de ser, por su propio valer y por sus poderosos amigos, el más capacitado para defender los derechos de las catedrales de Huesca y Jaca y de devolverles la paz y tranquilidad. Otra vez la mensa canonical era aquejada por apuros económicos, a causa de las deudas contraídas con motivo de los procesos en curso y de la disminución de las rentas retenidas por clérigos y laicos hasta el punto de imposibilitar el cumplimiento de las obligaciones de la prepositura. El obispo Sarroca asumió en abril de 1275 la administración de ésta para un plazo de siete años con el compromiso de reducir sus deudas hasta la cantidad de 5.000 sueldos. Pero un año después continuaban las dificultades económicas

Palacio episcopal. Sala de la primera planta (s. XIII).

y para poder satisfacer las raciones canonicales hubo necesidad de contraer nuevas deudas. Por esta razón tres años después los canónigos, casi unánimemente, acabaron enfrentándose al obispo. A la muerte de Jaime I, al que asistió hasta el último momento, Sarroca vivió tiempos difíciles a causa de la animosidad que le profesaba el nuevo rey Pedro III de Aragón, que le acusó de malversación de fondos en su mandato de canciller del reino. Posiblemente angustiado por la pérdida de prestigio, que le acarreó no pocos conflictos con clérigos y laicos, el obispo determinó restablecer la regularidad del cabildo de Huesca con el fin de satisfacer al pueblo oscense, que acababa de radicalizar su postura contra los partidarios de la secularización. El 19 de julio de 1278, sintiendo lesionados sus derechos, los canónigos apelaron a la Santa Sede contra la medida tomada por Sarroca de no dar ración canonical a los canónigos que no observaran la regla de San Agustín. La apelación implicaba la suspensión de la decisión episcopal hasta que se pronunciara la curia papal. Antes de cumplirse el septenio, durante el cual la prepositura catedralicia había de ser administrada por el obispo, el cabildo eligió nuevo prepósito en la persona del sacrista Pedro Bernardo, al que Sarroca hubo de aceptar en 1281, a posesionarle de la casa de la prepositura con la entrega de documentación, mobiliario, enseres, vino, granos y animales y a consentir que el elegido tuviera plenas facultades en orden a la solución de los apuros económicos. Además, ello significó la reconciliación con los canónigos, pero cuatro de ellos, partidarios de la regularidad, se mantuvieron en la oposición y se aliaron con el concejo y pueblo oscenses. Revocando su anterior decisión de restablecer la regularidad, el obispo Sarroca y el cabildo juraron defender la secularización de la Catedral y defenderse en el conflicto creado por el concejo, los jurados y algunos clérigos de la ciudad, que se habían incautado de las rentas catedralicias. Un mes más tarde se querellaron ante el rey Pedro III contra el concejo de la ciudad. Los hombres de Huesca le denunciaron, habían despojado de sus bienes a los canónigos, pre-

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pósito, sacrista, precentor, capellán mayor, limosnero y otros, así como a los racioneros, apoderándose de sus casas, lugares y rentas, de sus animales grandes y pequeños, de su vino y trigo, de sus dineros y paños, por un valor de 30.000 sueldos, a los que había que sumar otros 15.000 en concepto de daños y perjuicios. En noviembre de 1284 el rey envió con plenos poderes a su hermano Pedro, señor de Ayerbe, a Huesca para que impusiera la paz en la ciudad, pero fue hostilmente recibido por el concejo obstinado en su postura y los oficiales reales no se atrevieron a apoyar al comisario real. Pedro III tomó muy a mal la desobediencia de los prohombres oscenses y dirigió en marzo de 1285 una serie de mandatos a las autoridades laicas, tildándoles de desobedientes y ordenándoles que restituyeran al obispo y canónigos los castillos, casas y bienes incautados, garantizándoles sus libertades. Como no se consiguiera el efecto buscado, el rey, dispuesto a no tolerar desobediencias, comisionó en junio del año siguiente al justicia de Aragón, Juan Gil Tarín, para que les obligara a restituir. Tampoco dio resultado y Alfonso III, sucesor de Pedro III, hubo de insistir en parecidos términos cerca de los sobrejuntero, merino, justicia, zalmedina y jurados de Huesca en enero de 1286. Todo fue en vano y continuó firme la actitud del concejo contra la secularización de la Catedral, cuya mensa común precisó de notables préstamos para poder acudir a sus obligaciones. La hostilidad, no exenta de violencias, alcanzó su punto culminante en los primeros años del sucesor del obispo Sarroca, el dominico fray Ademar, que fue trasladado del obispado de Ávila al de Huesca por el papa Nicolás IV en marzo de 1290. El concejo juró defender la regularidad y el cabildo junto con el obispo juraron observar el estatuto de la secularización. Pasados los meses de mayo y junio de 1296, Rodrigo Tello, arzobispo de Tarragona, dispuesto a solucionar la «escandalosa situación», falló a favor del concejo de la ciudad de Huesca, sentenciando que era ilícito el estatuto secularizador. La sentencia significó nuevas ocupaciones de fincas y rentas eclesiásti-

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cas por laicos y la rebelión de la baja clerecía de la ciudad frente al obispo, que hubo de lanzar excomuniones y entredichos. Este mismo año los canónigos presentaron querella ante la curia real, consiguiendo del rey Jaime II la condena del concejo y un mandato a los ciudadanos para que restituyeran al obispo, cabildo y canónigos los bienes incautados. Dadas las contradictorias sentencias del arzobispo y del rey, la solución definitiva sólo se podía esperar de la Santa Sede. Y así fue: la superior autoridad del papado en 1299 declaró injusto el fallo del arzobispo y en 1303 Bonifacio VIII terminó el ruidoso pleito, declarando que la Catedral de Huesca era secular, bien entendido que, de no haber sido así anteriormente, la declaraba perpetuamente secular. La inapelable sentencia papal restableció, al fin, la paz entre la alta clerecía y el pueblo oscense.7

LAS «CASAS DE LA VISPALÍA»

a reforma de 1202 implicó no sólo el reparto del patrimonio catedralicio, sino también la construcción de la residencia episcopal independiente, que estaba terminada en 1214: en enero de este año Domingo de Calasanz vendió por 80 sueldos al obispo García de Gúdal en el barrio de la puerta de Montearagón una casa que lindaba al este y al sur con el establo del palacio episcopal —cum stabulo vestri palatii— 8 Entre los mencionados años se levantaron cuatro edificios de una sola planta, dispuestos en zig-zag, adaptándose a la configuración de las laderas del cerro donde se hallaba la mezquita-catedral, al mismo nivel que las dependencias canonicales, es decir, unos cinco metros más bajos que el claustro románico. En dirección a oriente, el palacio episco-

L

7. 8.

Ibídem, pp. 78, 92, 112, 138. ACH: Libro de la Cadena, p. 276.


pal se ubicó entre el cabezo, desde el que la iglesia de Santa María de la Seo dominaba el mercadal, y la vecindad de la puerta de la muralla, llamada de Montearagón. Las dos primeras salas, las más cercanas al claustro, formando ángulo, se dividían en siete tramos cada una, separados por seis arcos, y se cubrían con techumbre de madera. Las dos han sido objeto de restauración y consolidación por la Dirección General de Arquitectura, bajo la dirección del arquitecto don Francisco Pons Sorolla. Junto a la segunda sala, la más oriental, formando ángulo con ella, una tercera en estado ruinoso en la actualidad con tramos separados también por arcos de mayor altura que en los edificios anteriores; y adosada a su muro meridional otra sala de reducidas dimensiones, cubierta con bóveda ligeramente apuntada. Entre una y otra corre en sentido descendente una conducción de aguas, quizá de época romana, formada por losas dispuestas en escalonamiento. Es probable que en el pontificado de Vidal de Canellas, durante el cual obispo y cabildo gozaron de paz interna y de buenas relaciones con el laicado oscense, se procediera a la ampliación del palacio episcopal con la construcción de segundas plantas en los edificios anteriores, quedando al mismo nivel que el claustro románico y la mezquita-catedral. En esta ocasión, salvo los marcos de puertas y ventanas de piedra, las paredes se construyeron de tapia. Las casas de la vispalía fueron reconocidas en 1384 por Domingo Montagut, «maestro de obra de fusta» y por Johan de Quadras, «maestro de obra de piedra» para evitar el peligro en que se encontraban de derrumbamiento. En el informe que redactaron se registran las estancias del palacio episcopal, al que entraron por la puerta del claustro románico, llamada «del vispe», que comunicaba con un porge, junto al cual se hallaban el tinel, el repost y la cozina. Formando ángulo con el edificio de estas dependencias, estaba el tinel mayor, actualmente conocido como «salón del Tanto Monta», el lavatorio de la capiella y la capiella. Una puerta abierta en el muro oriental daba acceso a la cambra de parament y al

studio. Sobre la estancia abovedada de la primera planta, la cambra do suelen dormir los vispos. Otra ampliación del palacio debió consistir en la edificación de otra sala de una sola planta a la altura del claustro, de la que se conservan los fundamentos y una arcada, a occidente del tinel mayor, que correspondería a lo que los citados maestros denominan «cambras de canonges, capellanes, scuderos e otras personas que suelen habidar con los vispos». La entrada principal del palacio se emplazaba en la calle del Desengaño y se accedía a ella por una rampa que salvaba el desnivel entre la vía pública y las primeras plantas de la residencia episcopal. Frente a éstas se levantó un edificio subsidiario para graneros, masaderías, establías y letrinas o necesa-

rias. Dictaminaron los maestros que eran necesarios 2.000 sueldos para reparar el conjunto, no atreviéndose a dar presupuesto de restauración del tinel mayor, la estancia que ofrecía «grant e evident periglo de cayer e que si cayha, será destrucción de las casas de la vispalía e mayorment que todos los celleyros que son jus aquell e los vexiellos que y son perdrían e destruirían».9 No consta en qué consistió la restauración, pero sí es seguro que, efecto del dictamen pericial, fue la construcción del contrafuerte escalonado que recorre aún casi todo el muro oriental de la primera planta del tinel mayor, utilizada como cellero. Era numerosa la companya episcopal, la pequeña corte del obispo. En la partición de bienes de 1202 se previó que fueran comensales del obispo unos cuarenta hombres, a los que el cabildo fue obligado a dar de comer en las diez principales fiestas del año, así como en las mismas fechas el pienso de las cabalgaduras, unas trece. Durante el pontificado del dominico fray Ademar, muerto el 30 de junio de 1300, estuvieron a su servicio una treintena de personas, entre ellas tres parientes suyos, algunos socios de su orden y clérigos seculares. En su testamento se acordó de la mayoría, los que ostentaron los cargos de

9.

ACH: 2-137.

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Palacio episcopal. Sala principal de la primera planta (s. XIII).

coquo, scutifero, pincerna —una mujer—, citator, claviger, portario, phisíco —lo era un cristiano— y medico —el judío Juceph—. No debió de faltar el maiordomus, ni uno o más acemileros.' 0 Habitualmente el obispo emprendía sus viajes, acompañado por un pelotón de escuderos armados de a pie y a caballo, además de otros miembros de la comitiva episcopal, con un total de una veintena de personas. Gente armada al servicio del obispo debieron ser los cuatro hombres que el 25 de septiembre de 1276 envió Jaime Sarroca al castillo de Sesa, custodiando un grupo de diez moros cativos.11 En el inventario de este castillo episcopal, redactado en 1274, se registra el armamento de la guardia del obispo: 8 siellyas e una loriga, 8 ballestas las dos de cuerno e la otra de torno, 10 scudos, 9 lanpas, 2 bisandros, 13 capiellos de fierro, 6 chophas de fusta, 3 mapas de fierro con sus cadenas, 3 tornos de ballestas y 500 sayetas.12

54

El 24 de febrero de 1274 una comisión de canónigos entregó a Arnaldo de Cascalls, procurador de Jaime Sarroca recién elegido obispo de Huesca, los ornamentos de la capilla episcopal con el correspondiente inventario, que se conserva en estado un tanto deficiente. Es el más antiguo que queda y ha parecido oportuno transcribirlo, señalando con puntos suspensivos las palabras que no se han podido leer: In primis unam casullam de vestibus dempne Marie quondam infantis que est de filo auri, argenti et serici —duas capas de xamit bermeyl cum ofres de londres —unam tunicam de examit bermeyl cum ofresio —unam dalmaticam de baldaquí —unam stolam et unum manipulum cum signis regalibus —duas camisas missales —unam corigiam nigram cum capitibus de argento —quatuor amitos —duas camisas romanas

10. DURÁN GUDIOL, A.: Historia'de los obispos, p. 133. 11. BARRIOS, M.' D.: Libro del castillo de Sesa, Zaragoza 1982, p. 65. 12. ACH: 6-59.


Sala del "Tanto monta". Detalle de una ménsula.

—I beaguero de seda blanca de fustanio blanco con I peyne de bori —unam causam de reliquiis —unas tanayllas de las caxas —I librum qui dicitur Inimis qui incipit »Incipit ordo' —unam tunicam de examit cum aurifrigio —unas cendalias de baldaquí —dos pares de corporales e dos pares de guantes viellos —duas pallas —una corna de bori —una cinta de seda vermella —una mitra viella —unas fnatellas —unas tiseras doradas —una caupseta on va la crisma —I tabernacle con ymagenes de bori con so oral —una mitra con piedras preciosas e una mitra con orla d'argent —un calk d'argent dorado —un encensero d'argent —I casulla con campo... aves e bestias d'oro e forrada de cendat amarielo —una casulla con castiellos e aguilas e leones d'oro

—un cendat vermello e una capa d'estos senyales con flocos de seda, forrada de cendat amarielo —una dalmatica... con piedras d'oro e forrada de cendat vermeyllo —...capas con campos verdes con bestias... con scudos e senyales de LiQana.13

EL CLAUSTRO

uperada la crisis económica provocada por la división del patrimonio catedralicio en 1202, se advierte a partir de 1227 cierta actividad en la revalorización y ampliación del ámbito claustral, a cargo de los dos prepósitos a los que se impuso la obligación de sufragar los gastos de reparaciones y obra nueva.

S 13.

ACH: Extravagantes-Papel.

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Las fuentes en aragonés dan al conjunto los nombres de procesión y claustra. Después de la construcción de la crujía gótica, distinguen entre procesión viella y claustra nueva y llaman claustra del preboste a las alas septentrional y oriental, desde el campanal viello —el alminar— hasta la capilla de San Pablo y la puerta del vispe. Aparte su función litúrgica, las procesiones y centro de la vida comunitaria, el claustro se destinó a lugar de enterramiento, ya en arcosolios practicados en los muros, ya en los tránsitos cubiertos de cada ala, ya en el patio a cielo abierto. Los arcosolios son llamados vasos voltados, de los que se conservan cuatro de arco apuntado, el tímpano de uno de los cuales presenta en relieve la flagelación de Jesús y el Calvario. La sepultura excavada en el suelo de los tránsitos y cubierta con losa de piedra es denominada vaso plano. Los sepulcros de piedra colocados entre las columnas o pilares son designados tumbas en el antepeito: se conservan in situ tres en las arcadas románicas y algunos más entre pilares de las crujías oriental y septentrional. Los enterramientos del patio, también cubiertos con losas, se conocen como tumbas en el fossar. No se conservan inscripciones ni ornamentación —salvo el citado relieve— pero se sabe que presentaban títulos y senyales, esculturas y pinturas murales. Tras la desaparición de la mezquita, se aprovechó el solar resultante para ampliar el fossar, cerrándolo en el lado oeste con el llamado claustrón, que lindaba al sur con los muros de la nueva Catedral hasta que se construyó el ala gótica. El cementerio del claustro se dividió en cuatro parcelas: el fossar de la claustra, que designaba el emplazado en el claustro románico; el fossar del olmo, en razón del árbol que lo presidía; el fossar del capítulo, frente a la puerta de ingreso a la sala capitular, y el fossar de la cisterna o de l'almosna, situado cerca del antiguo refectorio canonical. Ala meridional El ala meridional del claustro románico no sufrió alteración con motivo de la construcción de la nueva Catedral. Actualmente queda encubierta por un pasi-

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llo abovedado moderno que comunica el claustro gótico con el palacio episcopal. Se conserva el muro exterior y consta documentalmente de su galería, en cuyos antepechos se ubicaban sepulturas de piedra. Conocida en el siglo XV como cuesta de Todos Santos por estar a espaldas de la capilla de esta advocación en el crucero de la nueva fábrica catedralicia, se accedía a esta ala por unas puertas brescadas o puertas rexadas de fust. Según el Libro de Aniversarios de 1560, en el antepecho de una de las arcadas se encontraba una sepultura in qua sunt quidam martires, cuya identificación no se ha podido averiguar. Subsiste la capiella de Sanct Tiago, actualmente tapiado su acceso con ladrillo y utilizada como sacristía de la mencionada capilla de Todos Santos. Es una estancia rectangular, en cuyo fondo hay un arco ciego lobulado que encuadra dos bellas ménsulas adornadas con rostros humanos. Es posible que éstas sustentaran una urna de piedra en la que se habrían depositado las cenizas de los obispos oscenses enterrados en el interior de la mezquita-catedral en ocasión de su derribo. Se cubre con bóveda de crucería en ladrillo. En la visita pastoral de 1560 se registró en ella «un retablo de madera sin pintura alguna» y la memoria de un beneficio, cuya fundación se ignoraba.14 Ha de referirse a esta capilla claustral la fundación de una capellanía en 1218 por Pedro de Maza, que la dotó con dos heredades en Pebredo, cuatro campos y una viña en Huesca.15 Otra fundación semejante, ésta de 1287, en la misma capilla, fue la dotada por el obispo Jaime Sarroca en memoria del rey Jaime I y redotada en su testamento de 1289.16 Ala oriental Subsiste el muro exterior del ala oriental del claustro románico y gran parte del antepecho de su galería, sobre el que reposan, entre pilares anodinos,

14. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 96v. 15. ACH: noticia en el Lumen ecclesiae, p. 210. 16. DURÁN GuDI0L, A.: Historia de los obispos, p. 95.


Capiella de Sta. María

Capiella de S. Pablo

Puerta del Vispe

Claustra del Preboste

- _--_- Dormitorio T í

Fossar de la Claustra

Capiella de 1 `), ' Santiago

4' Puerta Brescada

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OBRA

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Feiqs-ir del Olmo

Puerta Rexada

I• • \ 7/ 1 /`, II , II / , 1 I\ I I i •

„ 1 Puerta i I, de la Seo

Fossar del Capitol

Fossar de la Cisterna o Fossar de l'almosna

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Puerta de la Claustra

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1

10m.

CLAUSTRO DE LA CATEDRAL siglo XV


tres sepulcros de piedra. Galería que fue tapiada con motivo de la construcción de la iglesia neogótica del Salvador en 1884. El historiador oscense Diego de Aynsa pudo leer una docena de lápidas obituarias, fechadas entre 1162 y 1282 y encajadas en el muro, siete de las cuales están depositadas en el Museo Diocesano. Según el Libro de Aniversarios de 1453, se abrían en este muro cuatro huecos, por este orden en dirección sur-norte: la puerta del vispe, la capiella de Sant Pablo, la capiella antiga de Santa María y la capiella

de Santa María. Descubren los restos conservados que la puerta del vispe era de arco de medio punto con una o más archivoltas. Fue en gran parte destruida con el fin de engrandecerla y adintelarla para permitir el paso de carruajes a la galería construida en el siglo XVI por el obispo Juan de Aragón y Navarra como primera estancia del palacio episcopal. En una jamba de la puerta se conserva una lápida obituaria muy deteriorada, en letra del siglo XIII hoy ilegible. La citada fuente informativa sitúa en la misma crujía dos capillas marianas, calificada una de ellas de capiella antiga, sita «en la processión viella en la claustra del preboste y de los beneficiados». El mismo Libro de Aniversarios del siglo XV, al localizar la tumba del canónigo Gil Pérez Fatás, que vivía en 1321,17 escribe que se hallaba junto al «vaso de los Pueyos, do solía seyer el altar de Santa María». Cerca del sepulcro del canónigo o de «la capiella antiga de Santa María» se encontraba la tumba de María López Belsué. Sugiere el citado Libro que el arcosolio sepulcral de los Pueyo ocupaba el hueco de la puerta de la iglesia de Santa María de la Seo. Bien documentada desde 1164, las últimas noticias de la ecclesia Sancte Marie Sedis Osce son de 1202 y 1209: el 2 de agosto del primer año se vendía una casa que tributaba a su sacristán; y el 3 de febrero del segundo, Pedro Maza de Sangarrén le legaba un cáliz.18 Cabe sospechar que fue derribada poco después con el fin de favorecer la ampliación del palacio episcopal, iniciado por el obispo García de Gúdal, respetándose la puerta, que, como queda

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dicho, continuaría en el muro del ala, enmarcando posiblemente la sepultura de los Pueyo. El culto mariano siguió celebrándose muy cerca de la puerta de la iglesia románica en la llamada capiella de Santa María. La desaparición de la iglesia románica es acreditada por un documento del 24 de diciembre de 1234, que se refiere a un elemento nuevo, el altare beate Marie quod est in claustro: el canónigo sacrista García Pérez fundó en la data señalada una capellanía en este altar. Otra en el mismo fue creada el 9 de marzo de 1258 por el noble Alamanzón de Orna, que señaló al capellán, entre otras obligaciones, la de rezar por su hija Ozenda delante de la puerta de la capilla de San Pablo» Situada cerca de la puerta del Dormitorio, según el Libro de Aniversarios de 1453, fue registrada en la visita pastoral de 1560 la capiella de Santa María de la Claustra, presidida por «una imagen e Nuestra Señora muy vieja sin Jesús en el altar dentro de un rexado de maderas». Se conserva, tapiado, el arco de entrada de la capilla en el extremo del muro oriental en su conjunción con el septentrional. Atestiguan este emplazamiento la lápida obituaria, colocada a la izquierda de la puerta del Dormitorio, referente al prior Pedro Pérez, fallecido el 2 de enero de 1257, ilustrada con versos octosílabos que invocan la intercesión de Santa María;20 y los fragmentos de pintura mural al temple que decoraba unos metros de los muros oriental y septentrional del claustro románico con temas marianos: la dormición de María, su asunción y su glorificación.21 En la visita pastoral de 1560 se juzgó que tanto la capilla de Santa María como la de San Pablo —de la que se tratará enseguida— «estaban en lugar indecente y por mucho que se reparasen o mandasen reparar, sería siempre inhonesto para celebrar misas». En

17. ACH: 3-468. 18. DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, núm. 610, 702. 19. ACH: 8-5, 8-1. 20. Véase en el cap. 8 el apartado »El obituario del claustro. 21. LACARRA, C., y MORTE, C.: Catálogo del Museo Episcopal y Capitular de Huesca, Zaragoza 1984, pp. 66-69.


consecuencia, se mandó cerrarlas al culto, obligando a sus capellanes a celebrar las misas en el altar de Todos Santos del templo catedralicio. La capiella de Sant Pablo es localizada por Diego de Aynsa «entrando por el claustro —desde la Catedral— a mano derecha al lado de la puerta del palacio episcopal y sobre ella un rótulo que dize»: Anno Domini M CC LX IIII fundata est hec capella in honorem beati Pauli quam domnus Petrus de Ariguel et domna Willelma uxor sua fecerut edificad et ibidem elegerunt sibi et suis sepulturam.22

El historiador oscense no leyó correctamente la fecha, ni el apellido del fundador, que no era Ariguel sino Arigulis, el topónimo Riglos. En diciembre de 1254 el ciudadano oscense Pedro de Riglos fundó la capilla de San Pablo por 500 morabetinos de oro y él mismo dotó la capellanía con otros 2.500 en junio de 1270.23 Según la visita pastoral de 1560, la capilla se cerraba con «un rexado de madera» y se decoraba «con un retablo de madera pintado». En esta ocasión, al igual que la de Santa María, se prohibió el culto en ella.24 Se conserva tapiado el arco de ingreso.

Ala septentrional Como se ha explicado arriba, en enero de 1239, siendo obispo de Huesca Vidal de Canellas, el arzobispo tarraconense Pedro de Albalat dictó una provisión para restablecer la estricta observancia de la regla de San Agustín en la Catedral oscense. A tal fin mandó que los canónigos comieran en el refectorio común y pernoctaran en el dormitorio conventual, que dispuso fuera ampliado en el plazo de un año. No debía de resultar agradable la vida en las dependencias canonicales orientadas al norte y recostadas en el desmonte del cerro en que se ubicaba la mezquita-catedral. Probablemente fue a raíz del mandato del arzobispo por lo que se levantaron segundas plantas con tapiales, que comunicaron la crujía septentrional del claustro románico con el alminar o campana! viello. Los Libros de Aniversarios de los siglos XV y XVI, con sus noticias sobre entena-

mientos, ayudan a conocer las nuevas dependencias, actualmente en estado ruinoso. En el extremo oriental del ala en ángulo con la capilla de Santa María, una puerta pequeña con arco de medio punto daba acceso a una estancia, que originalmente debió destinarse a enfermería de canónigos, subsistiendo como tal hasta su supresión en 1266. En los citados libros es mencionada como puerta del dormitorio. Seguían a continuación cuatro arcosolios sepulcrales, de los que sólo se conserva íntegro uno con su sarcófago y tímpano esculpido; de los otros tres quedan únicamente las arcadas. Frente a ellos, los tres arcos de la galería románica. Contigua al dormitorio estaba la Obra, que comunica con el claustro por una puerta de arco apuntado y que estuvo rexada, según las citadas fuentes. La total ruina de esta estancia impide el conocimiento de su configuración original. Entre el claustro románico y el alminar se registra en el Libro de Aniversarios de 1463 la sepultura del prior Montaner de Santa Engracia, que dictó testamento en 1265.25 El libro homónimo del XVI escribe de este prior que estaba enterrado in fossali in quadam tumba ubi sunt signa crucis, seguramente debajo de una estela que presenta una cruz, encontrada en el recinto del alminar en el curso de la excavación efectuada en este lugar. Al pie del campanal viello y a nivel inferior, como se ha explicado antes, estaba la sala capitular, a la que se descendía por la scalera que baxa al capítol, en los muros de la cual se abrían vasos sepulcrales. Después de la demolición de la mezquita, se alargó la crujía septentrional del claustro a partir del antiguo alminar y la sala capitular, quedando incluidas en ella las fachadas del refectorio canonical y de la casa de la Prepositura. Junto a la puerta del refitorio

22. 23. 24. 25.

DE AYNSA, Diego: Historia de Huesca, Huesca 1619, p. 515. ACH: 8-114, 8-116, ACH: Libro de visitas 1560, fol. 119 y 124v. ACH: 2-670.

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se hallaba un arcosolio con el vaso pintado de Jimeno de Yasa. Obispo y cabildo determinaron en 1302, suprimida definitivamente la regularidad, que en adelante el comedor común de los canónigos se denominara domus pauperum o casa de l'Almosna, en la que diera diariamente de comer el limosnero a veinticinco pobres.26 La dependencia más occidental de la mezquitacatedral era la domus Prepositure o casa de la Prebostía, de la que se tratará más adelante, edificio de dos plantas con tres estancias en la primera y la segunda, más el granerio. En el siglo XV el ampliado recinto claustral se cerró con una nueva crujía, la occidental, que el Libro de Aniversarios llama «vuelta de la claustra davant l'Almosna» y en alguna ocasión la designa como claustrón. Los Artasona tenían su enterramiento «en el principio del claustrón que sale al ciminterio de la cisterna et ha senyales de una banda travessera de alto entró a baxo». La correspondiente galería es mencionada en el Libro de Aniversarios del siglo XVI, cuando registra que Sebastián Pueyo tenía la sepultura de los suyos en el fosal debajo del tercer arco. En el muro exterior de esta ala occidental se hallaba la puerta de la claustra de l'Almosna con salida a la plaza de la Catedral.

nical diaria, más otros 9 dineros en las fiestas de rito doble; a los racioneros, posteriormente llamados menores, se les asignaron 2 dineros diarios en concepto de ración de carne y 1 dinero pro pulmentis, y a los capellani 5 dineros y medio los días ordinarios y 5 en los de ayuno y abstinencia. Sin embargo, los canónigos que prefirieran comer en el refectorio, debían recibir 1 dinero y medio pro presentalla et pro

pulmentis.28 El régimen alimenticio de los canónigos regulares aparece con más detalle en el acuerdo sobre raciones tomado en 1263 por el obispo de Huesca y los canónigos claustrales de la Catedral de Jaca: a cada uno se le asignaron diariamente un pan «de una libra mayor de treinta onzas; todos los días ordinarios menos los miércoles, dos raciones de carne de cordero «vulgarmente llamadas pielas y janarum» en la comida y en la cena dos espaldas asadas —spalle asse—, que distribuía el prior entre los canónigos presentes en el refectorio; diariamente también y en todo tiempo, media cuarta de vino, valorada en 2 dineros y medio; en los días de abstinencia, pescado o dineros; en los de ayuno, cuatro huevos en la comida para cada canónigo y en la cena el prior distribuía entre los presentes veinticuatro huevos en tortilla, fritos o pasados por agua —ova assa, frixa vel

elixa—.29

LA PREPOSITURA

a última disposición capitular referente a la ración alimenticia de los canónigos en el refectorio común fue acordada en 1259: cada uno debía recibir diariamente dos panes de cinco libras y doce libras cinco onzas de vino puro; en los días ordinarios, un cuarto de cordero cada dos canónigos y un buen pigmentum o, a elegir en sustitución de éste, 6 dineros; los días de ayuno y abstinencia, queso y huevos por valor de 3 dineros o pescado valorado en 4 dineros por individuar El primer acuerdo sobre retribución de los clérigos catedralicios emancipados de la vida regular se tomó en 1262, fijándose en 9 dineros la ración cano-

L

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En el estatuto «Ad honorem» promulgado el 27 de abril de 1266, por el que se redujo a veinte el número de canónigos y se crearon los diez racioneros, después llamados mayores, se determinó que el canónigo secular recibiera de Prepositura 12 dineros diarios, más 2 sueldos en las fiestas de rito doble y 10 cahíces anuales de trigo; el racionero había de ser retribuido con 8 dineros diarios y 1 sueldo en las fiestas de rito doble. También se estableció la penalización por faltas de asistencia a los cuatro grandes actos litúrgicos de la jornada: cada ausente debía ser multado con un

26. 27. 28. 29.

DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, núm. 54. Ibídem, p. 30. ACH: 2-193. ACH: 2-122.


dinero si faltaba a Maitines o a Prima y misa matutinal o a Tercia y misa mayor o al oficio vespertino, distribuyéndose su importe entre los presentes. El estatuto fue contestado al año siguiente por el prepósito, que apeló al papa, obligando al cabildo a suspender temporalmente las raciones dinerarias acordadas.30 La administración de las rentas de la mensa común se llevaba por el prepósito con sede en la casa de la Prevostía, sita, como queda dicho, en el extremo oeste de la crujía septentrional del claustro, lindando con la plaza de la Catedral. El 15 de abril de 1281 se levantó inventario de cuanto contenía cada una de las estancias de esta casa de Prepositura. En la primera planta, al mismo nivel que los edificios canonicales del siglo XII, al ran del huerto y de la actual calle de Forment, se registraron tres dependencias: el pristignum, en el que se guardaban (hacías, arcas, una caldera de aramne, pesos de fierro, alcofa y baturiellos»; el orreo con «fabas, ansuenyas, queso, arrobas de mesurar, palas de fust, purgadós, cabazos de palma, quarterons de lino, cinco tocinos porcorum, quatro trueyas prenyadas y quince porcos sanatos», y el palacio con «una tabula de comer, una destral, forcas de fierro, unos ganchos de torcularibus de ferro, un mulo negro e una acémila con su albarda». A la altura del claustro se hallaba la segunda planta con estas estancias: la camera super pristignum con «dos literas, un cabezal cum palea, un scampnum de fust sine ropa, once sarcinas covanortim, dos somartederas, una premedera e una litera de la manceba o ancilla de la casa»; en la camera do yace Guillem de Monzón —el administrador nombrado por el obispo Jaime Sarroca— «una arca vetula, una marfega, dos cabezales cum palea, seze tocinos porcorum, una ansuenya, un alguenyo magnum et alium parvum, doze tovallyós, un pellón, una tabula de comer e quatro bancos de fust parvos»; en la coquina «caldero de aramne, clamoscos de fierro, espedo de fierro, tallyo, lops de ferro, trepites de ferro, un cultellum de carnicero, crusoles de fierro, scutellas, tallyadós, gradales, torniola de ferro, morte-

Ventana de la Cambra del Parament (s. XIV).

ro de petra, mortero de fust, coopertaria de ferro»; en el granerio se hallaron «dos kafices de avena, una scalera, una faxina de sarmentis, treinta cargas de ligna sicca de monte e claves». Completaban las dependencias de la casa dos bodegas: en el cellarario domus Prepositure se contaron un total de veintitrés toneles con una capacidad de 261 metretas de vino, siendo el mayor capaz de 35 metretas y de 11 el más pequeño; en el cellarario de illa platea había once dolia magna, de los que sólo uno contenía 10 metretas de vino. Se inventarió, además, la domo ornalium, al parecer en edificio exento, un ornale capaz de 30 metretas y dos ornalia minima, tres cubas con cercos de hierro, otra con cercos de madera, tres inbutes uno grande y dos pequeños, una quarta con aros de hierro, una media quarta y una lampada cum sua corda. La función del ornale o la ornal es clarificada en el inventario del castillo de Sesa, de 1274: registra en el cellero de suso seis cubas e una ornal por trasmudar y en el cellero d'iuso cinco cubas con 12 nietros de vino y dos ornales por trasmudar.31 Noticias posteriores mencionan, además, el forn, que en 1353 «se adobó socalzando con piedras sus tapias e con cien adovas

30. ACH: 1-96. 31. ACH: 2-114, 6-59.

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cia la porcio canonica, que incluía tres conceptos -el pan, el companaticum y el vino- en la nueva práctica de la secularización. Desconocido el montante del primero en el mencionado cuaderno, las cuentas registran que el canónigo, incluido el prior, percibía diariamente de Prepositura 6 dineros de companage -vianda que se come con pan- y 5 por vino; la porcio del racionero importaba 3 dineros por companage y 2,5 por vino. Se incrementaba el salario del canónigo con la percepción de 12 dineros en cada fiesta de rito doble y con 3 el racionero. Los ingresos del prior se incrementaban con diversas cantidades que percibía por varios conceptos, como se anota en el siguiente cuadro: Por fiesta doble Por fiesta de capas Por día de ayuno Por cada sábado Por cada viernes Por cada día ordinario

22 dineros por .,vaca e piment» 4 dineros «por morterol» 4 dineros por companage 3 dineros por companage 3 dineros por companage 2 dineros por companage

Desde agosto de 1278 a junio de 1279 las retribuciones mensuales del prior, canónigo y racionero fueron en sueldos y dineros: Sala del "Tanto monta" (s. XV).

l'alcanor».32 En 1303 el cabildo asignó para vivienda del prepósito y su familia la segunda planta de la Prepositura.33 Como se ha explicado anteriormente, el obispo Jaime Sarroca tomó a su cargo en 1275 la administración de la mensa común, que no volvió al prepósito hasta 1281, año en que se redactó el inventario que se acaba de recensionar. Del período de gestión episcopal se conservan las cuentas de la mensa común de julio de 1278 a junio de 1279. Es un cuaderno de once folios de papel, doblados y escritos a doble columna, en el que se contabilizan los gastos correspondientes al personal catedralicio, pobres, carne, vino y cocina. Se han perdido las partidas de ingresos y de prestaciones de panes. Excluidos los capellanes perpetuos, cuyos ingresos no procedían de la mensa común, el prepósito satisfacía a cada miembro de la comunidad catedrali62

Mes agosto septiembre octubre noviembre diciembre enero febrero marzo abril mayo junio

Prior 45.5 47.7 35.0 24.11 26.0 26.11 24.0 29.0 35.10 39.7

Canónigo 36.8 38.10 27.7 17.0 16.0 18.6 15.0 17.6 28.7 30.6

Racionero 15.7 14.6 15.0 8.0 7.9 8.6 7.3 8.3 13.9 14.6

14.3 29.6 36.10 Los totales mensuales en retribuciones satisfechas a canónigos y racioneros fueron en sueldos y dineros: Mes agosto septiembre octubre

Canónigo 381.3 390.3 281.0

32.

ACH: Libro de prepositura, s. f.

33.

DURÁN GUDIOL, A.:

Racionero 76.1 74.3 64.9

El derecho capitular, núm. 93.


noviembre diciembre enero febrero marzo abril mayo junio

332.6 343.0 409.11 334.6 375.6 616.1 672.7 618.6

63.9 61.6 68.0 58.0 65.6 122.1,5 124.3,5 123.8

Tanto el trigo como el vino se daban en especie a cada canónigo y racionero para consumo propio y de sus repectivos familiares. El libro de cuentas anota su valor en dineros: el canónigo recibía diariamente una quanta de vino, valorada en 5 dineros, y el racionero media, equivalente a 2 dineros y medio. El vino como el trigo procedía de las rentas de la mensa común, que no dispuso de existencias en los meses de julio a octubre, ambos inclusive, y precisó comprarlo. Ello pudo deberse a la carestía de la cosecha o, quizá mejor, a la retención de las rentas catedralicias por parte de clérigos y laicos, partidarios de la regularidad del cabildo, como se ha explicado antes. Es probable que la compra de vino, que supuso la respetable suma de 2.361 sueldos en los cuatro meses, ocasionara su espectacular subida de precio: de 5 dineros la cuarta a principios de junio hasta duplicarse en los últimos días de septiembre, como se refleja en el siguiente cuadro: julio, del 13 al 16 julio, del 17 al 31 agosto, del 1 al 13 agosto, del 14 al 17 agosto, del 18 al 31 septiembre, del 1 al 24 septiembre, del 25 al 26 septiembre, del 27 al 30

5 dineros 6 dineros 6 dineros 7 dineros 8 dineros 8 dineros 9 dineros 10 dineros

En los meses primeros —julio y agosto— de los que se conservan las cuentas completas, los canónigos y racioneros recibieron en total en concepto de vino las siguientes cantidades en sueldos y dineros: Mes 1278 julio agosto

Canónigos 284.4 362.0

Racioneros 62.0 79.0

Desde noviembre de 1278 a marzo de 1279 no se repartió vino, provocando una disminución de los salarios de canónigos y racioneros, como se advierte en el cuadro de retribuciones. La normalización se

produjo en el mes de abril, cuando la Prepositura dispuso de existencias suficientes y pudo satisfacer las acostumbradas cuartas y medias cuartas a canónigos y racioneros, valoradas respectivamente en 5 y 2,5 dineros. El vino, que volvió a subir a fines de junio de 1279, se cotizó a 6 dineros la cuarta entre los días 22 y 27 y a 7 dineros del 28 al 30. El tercer grupo de clérigos catedralicios eran los capellani de Prepositura, en número de seis, que recibían los alimentos elaborados en la antigua coquina canonicorum. Instituidos por el obispo y cabildo en 1201, asistían al canónigo capellán mayor de la Catedral en la cura de almas, a modo de coadjutores.34 Entre los capellanes que figuran en las cuentas aquí contempladas, son mencionados maestre Belio y maestre Felip, del que consta que era el físico del obispo Domingo Sola y que en 1264 tomó a treudo por 3 morabetinos alfonsinos de oro una casa en la Carnicería mayor de Huesca.35 Dos compañeros de ellos, Tomás y G. de Santa Katarina, convinieron en mayo de 1279 con el prepósito la sustitución de los alimentos de la cocina por una cantidad de dinero: 5,5 dineros diarios, más 5 dineros cada fiesta de rito doble «por vaca e piment», suponiéndoles una retribución mensual de 14 sueldos 7 dineros, ligeramente superior a la de los racioneros mayores. Los otros cuatro capellanes continuaron siendo comensales de Prepositura, en cuyo libro siguió el administrador anotando sus habituales derechos en fiestas, ayunos y abstinencias: Fiesta doble Fiesta doble Fiesta de capas Día de ayuno Día de abstinencia

2 dineros por vaca 3 dineros por piment 1 dinero por morterol 3 dineros por companático 2.5 dineros por companático

En estas partidas no se incluyen el pan y el vino de todos los días, ni la carne que se servía los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves. Los viernes y sábados eran días de abstinencia, así como todo el

34. Ibídem, núm. 146-147. 35. ACH: 4-1.055.

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raciones en la cocina de Prepositura a cambio de su valor en dinero, lo que les supuso una retribución mensual de 3 sueldos 6 dineros. Así se redujo de veinte a doce el número de comensales: cuatro capellanes, cinco pobres, el portero, el capiscol menor y el cocinero, a los que se unían ocasionalmente un número variable de pobres d'aniversario —asistidos en fechas determinadas en virtud de ciertos legados que incluían la limosna entre los sufragios por difuntos—, con un total de 184 de julio de 1278 a junio de 1279 a los que se dieron alimentos por valor de un dinero al día más pan y vino. En sueldos y dineros los totales mensuales de gastos de manutención, excluidos el pan, la carne y el vino, fueron:

Ventana de la Cambra del Parament (s. XIV).

tiempo de Adviento —alrededor de un mes— y de Cuaresma —unos dos meses—. En virtud de la reforma de 1257 se traspasaron ciertas cantidades anuales de trigo, vino y dinero de la Limosna a la Prepositura con la obligación por parte de ésta de asistir diariamente en el antiguo comedor canonical diez pauperes, quedando a cargo del limosnero la provisión de otros seis pobres y de los racioneros menores. Sin embargo, en las cuentas de 1278-1279 la Prepositura mantenía en igual trato cinco pobres y ocho portionarii minores, probablemente laicos en su mayoría, entre los cuales se citan los cargos de «dormitorero, enfermero, portero y capiscol menor». En mayo de 1279 cinco racioneros menores, por avenencia con el prepósito, dejaron de recibir sus

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Mes agosto septiembre octubre noviembre diciembre enero febrero marzo abril mayo junio

1278 julio agosto

Capellanes 21.2 20.3 13.9 20.0 40.6 20.0 41.6 46.6 54.7,5 86.10,5 65.8

Racioneros y pobres 13.8,5 13.9 7.6 11.6 27.2 12.9 24.7,5 37.3 10.1 28.8 18.6 22.7

VINO 41.0 53.0

24.2 33.7

El administrador registró con detalle las cantidades de carne en libras y su importe en sueldos y dineros, correspondientes a los días ordinarios —unos veinte al mes— y destinadas a capellanes, racioneros menores y pobres, así como el importe de la carne servida en las fiestas señaladas. Carnes arietine o de carnero de domingo a jueves y carnes vaccine en festividades de rito doble. El cordero se cotizó a unos 3 dineros la libra, menos en las primeras semanas de abril, que subió a 3,5 dineros. De la carne de vaca no se registra el peso, sino sólo el valor de la servida a cada capellán —2 dineros—, racionero —un dinero— y pobre —un dinero— en las fiestas, cuando se aderezaba con piment o pebre, que


costaba 3 dineros, sólo para las raciones de la capellanes. En las festividades de menor solemnidad, llamadas «de capas», se daba a éstos 1 dinero en morterol, acaso carne picada según se desprende de la cuenta del día de Navidad, en que se sirvió carne de cordero ad opus de morterol y carne de vaca. No se menciona ni una sola vez la carne de cerdo, a pesar de que, según el inventario de 1281, la casa de Prepositura poseía una zolle con cinco tocinos porcorum, cuatro trueyas prenyadas y quince porcos sanatos,' más dieciséis tocinos porcorum —acaso jamones— que se guardaban en el dormitorio del administrador. Durante los meses contabilizados en el libro se consumieron libras de carnero un número determinado de días, cantidades que se registraron junto a su valor en sueldos y dineros: Mes julio agosto septiembre octubre noviembre diciembre enero febrero marzo abril mayo junio

Días 21 21 19 20 19 5 21

20 19 21

Libras 360 350 335 340 328

348

326 188.5 233

Sueldos. Dineros 92.8,5 90.4 84.1 94.3 79.9 22.1 84.6

92.4,5 48.6,5

56.6 En las fiestas de rito doble recibían 2 dineros por vaca o por carne San Lázaro, «el fornerio, el molinerio» y en ocasiones el carnicero. Los demás alimentos servidos a capellanes, racioneros menores y pobres, procedían principalmente de la despensa de Prepositura y en el último apartado del libro de cuentas se registran sólo los comprados, indicando que los no contabilizados constituían «l'otro de casa» o «relica de domo» y no se sumaban. La mayor partida de los llamados gastos de cocina corresponde a julio de 1278 y se transcribe a continuación:

item mantega e leyt e telas de carnero e queso viello olio III solidos IIII denarios pebre comprado XII denarios l'otro de casa

En los meses siguientes las cuentas de cocina se limitan a consignar el valor de olio et oleribus, significando probablemente las verduras aliñadas con aceite, consumidas sobre todo en los días de abstinencia y ayuno. En febrero se compraron espinax por valor de 2 sueldos y en marzo se gastaron 8 sueldos en spinargis et oleo. En noviembre se registra que la salsa era de la casa. Para el consumo de vino por los pobres y racioneros menores se destinaba la cantidad diaria de una cuarta y media por el valor de 7.5 dineros en tiempos de precio normal —5 dineros la cuarta—. Cantidades que se incrementaban con motivo de la asistencia a pobres de aniversario. Véase el siguiente cuadro: Mes

julio agosto marzo abril mayo junio

Vino (cuartas) 52 53 10 43.5 45 48

Sueldos. Dineros 24.4,5 33.7 4.6 16.0 18.0,5 20.3

Pobres diarios 5 5 5 5 5 5

Pobres aniversario 12 15 47 8 16 53

A falta del valor del trigo suministrado a todo el personal catedralicio —no se conservan las cuentas—, los totales expendidos por el administrador alcanzan la cifra de 10.329 sueldos, según se sigue de los gastos mensuales: 1278 julio agosto septiembre octubre noviembre diciembre 1279 enero febrero marzo abril mayo junio

1.013 sueldos 1.157 sueldos 1.260 sueldos 1.171 sueldos 533 sueldos 567 sueldos 600 sueldos 462 sueldos 557 sueldos 1.007 sueldos 1.066 sueldos 936 sueldos

In coquina canonicorum. agral per totum mensem XVIII denarios item berlas, carabalas e cebolas in diebus veneris sabatinis III solidos IIII denarios

65


LA LIMOSNA 1 23 de julio de 1257 obispo y cabildo decidie-

ron la reestructuración de la Elemosina Sedis Oscensis, que estaba unida desde las primeras decenas del siglo al priorato de la Catedral, del que a la sazón fue separada, adjudicando su administración a un canónigo elemosinarius, que debía rendir cuentas el día de Todos Santos al prelado y al prior. La Almosna o Limosna catedralicia sostenía dos instituciones: la domus Elemosine, que daba de comer diariamente a un número determinado de pobres, y el Hospitale para enfermos y transeúntes. En la reestructuración se decidió que la Limosna aportara anualmente 30 cahíces de trigo, 30 metretas de vino y 390 sueldos jaqueses a la Prepositura con el fin de que ésta asistiera todos los días a diez pobres en el antiguo comedor común de los canónigos en desuso a raíz de su secularización, obligándose la Limosna a dar de comer una vez al día a seis pobres en la casa de la Almosna con un presupuesto anual aprobado por el obispo y el prior. Nada se innovó en cuanto a la administración del hospital a cargo del mismo limosnero. Para el buen desempeño de su cargo, se pusieron a su disposición dos cabalgaduras y una acémila, y a sus órdenes un clavario, un escudero, un corredor —trotarium—, un acemilero y dos criadas —pedisotas—, una en la casa de la Limosna y otra en el hospital, dependencias ambas sitas fuera del recinto catedralicio. Para la manutención de los pobres en la casa se dispuso que el limosnero invirtiera una cantidad anual de las rentas de la Limosna con la aprobación del obispo y del prior. Además, podrían disponer de cien morabetinos alfonsinos al año para su propio salario y para retribuir al escudero y al corredor in victu et vestitu, conceptos que incluían salarios, alimentación, vestido y calzado, y para los gastos de los tres animales en sillas, frenos, herraduras y espuelas.36 Fue la Limosna objeto de modificación en el estatuto del 11 de mayo de 1302, unos meses después de que el papado declarara definitivamente la seculari-

66

dad del cabildo oscense. Se obligó al limosnero a dar de comer y alimentar convenientemente a veinticinco pobres diariamente en el refectorio canonical, «que en adelante será llamado casa de los pobres» —domus pauperum—. Se acordó que el prepósito contribuyera con un tributo anual de 32 sueldos y con la décima parte de los diezmos de habas, lino, cebollas y cáñamo, recolectados por la Prepositura, a la que no se eximió, sin embargo, de la manutención de los cinco pobres igual que en años anteriores, si bien a partir del estatuto se unieron a los veinticinco de la Limosna.37

LAS CAPELLANÍAS PERPETUAS

apellanía perpetua es un beneficio eclesiástico que obliga al cumplimiento de misas y cargas pías con derecho a la percepción de las rentas dotacionales. El número de capellanías se incrementó notablemente en la Catedral oscense durante el siglo XIII, sin que sea posible determinar el número de las fundadas en el curso de esta centuria. Un estatuto de 1303 afirma que había muchas en este año, sin concretar más. En la práctica del cabildo de Huesca la fundación de una capellanía podía hacerse de dos maneras: una, con la venta de una ración canonical; y otra, dotándola con bienes propios, donados por el fundador. En ambos casos, éste y su descendencia obtenían el derecho de patronato, consistente en elegir y destituir libremente al capellán, de ordinario perteneciente a su familia. El 18 de junio de 1256 el obispo y los canónigos vendieron por 500 morabetinos alfonsinos de oro al laico Esteban de Salinas los frutos de una canonjía para la creación de una capellanía perpetua. Esta

C

36. ACH: 9.291. 37. DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, núm. 54-57 y 90.


cantidad se consideraba suficiente para que su renta anual cubriera los gastos de manutención del capellán y su vestuario. Las obligaciones que contraía el agraciado eran: decir misa diaria en la capilla de la Trinidad; rezar sobre el sepulcro de la familia del fundador; mencionar a éste en el canon de la misa, en el memento de difuntos, y asistir a todos los oficios litúrgicos de la Catedral, nocturnos y diurnos. La provisión de cera, vino y hostias para el altar correspondía al canónigo sacrista.38 Acerca del patronato de capellanías es ilustrativo el documento otorgado por Juan de Zonar, canónigo prior de Raya, a favor de su sobrino Juan de Seres y sus descendientes. Había fundado la capellanía de Santa Catalina —como la de la Trinidad en la mezquita-catedral— y cedió a su sobrino el derecho a elegir y presentar el capellán con tal que éste fuera de la familia.39 Capellanía dotada con rentas propias fue la fundada el 22 de abril de 1267 por el obispo Domingo Sola en el altar de Santa María, «llamada de la Capilla», en el claustro románico, donde se celebrara diariamente una misa matutina y se rezase por su alma y

las de los obispos de Huesca. Gravando la mensa episcopal, la capellanía fue dotada con las rentas de cuatro huertos, siete casas, un ferreginale y una viña en Huesca, por un valor de 8 morabetinos y 192 sueldos.40 Otras capellanías no siguieron el procedimiento de ser dotadas con la aportación de un capital o de fincas propias, sino que gravaban la hacienda de la familia fundadora, que remuneraba directamente al capellán. En los capítulos generales de 1303 se denunció que las rentas de muchas capellanías habían disminuido y que los herederos de sus fundadores defraudaban los salarios pertinentes, motivando ambos extremos dificultades en la aceptación de nombramientos por parte de los capellanes, a no ser que éstos no fueran viles et ignaros. En consecuencia, el cabildo estatuyó que en adelante los clérigos propuestos para las capellanías, antes de ser admitidos al coro de la Catedral, fueran examinados en canto por los canónigos y en sus costumbres por el deán. Asimismo se eximió del cumplimiento de cargas a los capellanes que no percibieran el salario íntegro.41

38. 39. 40. 41.

ACH: 8-128 y Libro Cadena, p. 267. ACH: 8-41, original, y 8-42, 8-43, copias. ACH: Libro Cadena, p. 111. DuRkN GUDIOL, A.: El derecho capitular, núm. 148.

67



III. LA NUEVA CATEDRAL

EL REY JAIME I DE ARAGÓN

n Alcira de Valencia, el 9 de noviembre de 1273 Bernardo de Olivella, arzobispo de Tarragona, confirmaba la elección de Jaime Sarroca, canciller real, para el obispado de Huesca, hecha por los canónigos de esta Catedral y de la de Jaca.1 Diez días después, estando en la citada ciudad valenciana, el rey Jaime I, tío de Sarroca, el obispo electo, expedía un privilegio destinado a promover la construcción de una nueva Catedral oscense. La ciudad de Huesca —explica el rey Conquistador— fue librada por sus antecesores del poder de los paganos y el edificio de la iglesia mayor, que había sido mezquita de sarracenos, se hallaba en el mismo estado que en los tiempos anteriores a la conquista. Entendía el rey que era preciso y honesto renovarlo en honor del Supremo Señor conforme al estilo de las iglesias cristianas. En consecuencia, donó a Dios para la obra de una nueva Catedral durante los cinco años siguientes todas las primicias de las villas y lugares de realengo, sitos en la diócesis de Huesca, que podía y debía recibir el rey, según

E

costumbres, con la condición de invertirlas en la obra y construcción de una nueva fábrica.2 Jaime I, atento a la dignificación de la Seo, libró en Lérida los días 28 y 29 de abril de 1275 tres mandatos, sugeridos probablemente por su canciller, el obispo Sarroca. Los carniceros oscenses, antes de sacrificarlas, solían soltar y acanicare vacas en la ciudad, costumbre que se practicaba también con motivo de algunas bodas. Frecuentemente los animales acorralados entraban en el claustro y hasta en la misma mezquitacatedral, extremo que el rey calificó de deshonesto, torpe y horrible, prohibiendo que en adelante se practicase este abuso, no sólo en cuanto a la profanación de lugares sagrados, sino que se corrieran vacas «en la plaza que hay entre el olmo y la iglesia», bajo pena de cien morabetinos.3 Por el segundo mandato se sabe que la curia u officium curie de la ciudad se ubicaba junto a la Catedral, siendo motivo de peligros y daños a la iglesia, personas, canónigos y ministros de diversas clases a causa de peleas sangrientas, condenas de muer-

1. 2. 3.

ACH: 6-161, perdido; Lumen, fol. 181. ACH: 6-203. ACH: 2-201.

69


CATEDRAL, siglos XIV—XV /1‘ /• // 1 'Sacristía \ ,/ 1306-1308 •/5/ //5 • 1 /' • • 11 / / • • • ,

••

• Descendimiento de la Cruz • Sta. María

S. Pedro

Sta. catalina

S. Nicolás •,

SS. Fabián \ • s•5 y Sebastián

I. , Todos sil Santos

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1 S.Gil • ••

S. Andrés 1297 / /

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` S. Martín / h. 1297 ,'

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Sta. Lucía 1297 I

• • S. Mateo \ 1412 / /5, /

/ 1% • S. Antón ,/ • /5 \1412 , 1, / \ CORO 1401-1403

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515

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Sta. Engracia 1413

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Sta. Magdalen 1299

S.Juan Bautista 1.301 ,

• / S Miguel , •• ‘,1412 / ,A 5 1, •

Sta. Cruz y / Sta. Elena 1 ` , i •• / / í 1372 i , ., i ,'• s. 1 // •

1 1 1 1 1 1

S. Juan Evangelista 1302

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te, alteraciones del orden público por litigantes y la vista de pleitos indecentes y deshonestos. Para evitar estos males, mandó que la curia se trasladase a otro lugar de la ciudad, apartado de la Catedral.4 En el tercer documento, dirigido al obispo y cabildo, y considerado como «privilegio del vino», anuló un estatuto promulgado por el concejo que restringía la importación y venta de vino por parte de los canónigos. Jaime I les faculta para que puedan entrar libremente en la ciudad y vender el vino procedente de diezmos, primicias y otras rentas eclesiásticas.5 Al año siguiente murió Jaime I en Valencia y el pontificado de Sarroca, que se prometía feliz gracias a la protección del rey, entró en un período azaroso a causa de las divergencias del obispo con Pedro III y con el justicia de Aragón, y sobre todo por la dura oposición de los oscenses al proceso de secularización del cabildo.6 Los secuestros de bienes y rentas eclesiásticas que se produjeron, y la inseguridad personal de la alta clerecía de Huesca, retrasaron la realización del proyecto de la nueva Catedral hasta el último decenio del siglo, siendo obispo oscense el dominico fray Ademar.

descubrieron vestigio arqueológico alguno anterior al siglo XV. Por las anómalas circunstancias, antes mencionadas, es probable que los primeros recursos económicos, concedidos por Jaime I, no fueran siquiera percibidos por el cabildo. Puesto que éste no contaba con dotación para la fábrica, en los capítulos generales de 1294 el obispo y los canónigos promulgaron el estatuto «Cum ex debito»8 con el fin de conseguir los primeros medios económicos, mediante la gravación de las rentas del clero catedralicio por un período de diez años, al cabo de los cuales se podrían haber invertido en la obra entre diez y doce mil sueldos jaqueses. La contribución anual, conforme a categorías, fue la siguiente en sueldos y dineros: obispo prepósito sacrista arcediano de Serrablo arcediano de las Valles arcediano de Sobrarbe prior de Santas Masas cantor capellán mayor arcediano de la Cámara prior de Raya arcediano de Ansó sacrista de Lérida cantor de Lérida Pedro Bernardo Bernardo Oriol canónigo simple enfermería racionero maestro de gramática maestro Felipe capellán

MEDIOS ECONÓMICOS

e cree con Ricardo del Arco que para la nueva Catedral se aprovechó la cimentación de la mezquita aljama de planta cuadrada.7 No es verosímil que el obispo y los canónigos decidieran derribar el edificio islámico para reemplazarlo por el templo cristiano, que no podían creer obra de rápida realización. No se conserva la más pequeña noticia de que el culto catedralicio se interrumpiera durante la construcción o se trasladara a otra iglesia. El solar elegido para la nueva Catedral fue la plaza abierta contigua al muro de la alquibla de la mezquita y parte del barrio de la Zapatería, cuyas casas y tiendas, como se ha explicado antes, fue adquiriendo el cabildo desde fines del siglo XII. Las catas efectuadas en el subsuelo de la Catedral, a raíz de las obras de restauración, no

S

300.0 110.0 122.0 33.0 30.0 42.0 15.0 15.0 14.0 15.0 20.0 10.0 11.6 10.0 39.0 12.6 11.6 20.0 5.0 5.0 5.0

6.0 Cuatro años después, el 1 de junio de 1300, se trató de incrementar los recursos para «la fábrica de Jesús Nazareno de la Seo de Huesca». Obispo fray

4. 5. 6. 7.

8.

ACH: 2-127. ACH: 2-58 y 2-17. DURÁN GUDIOL, A.: Historia de los obispos de Huesca. DEL ARCO, R.: Catálogo monumental de Huesca, p. 99. ACH: 5-194, sello episcopal pendiente.

71


Ademar y cabildo acordaron que en los diez años siguientes fueran para la obra, administrada por el operarius, las rentas y provechos de las dignidades, personados y oficios, deducidos los gastos perentorios, durante los doce meses siguientes a la muerte de los que los disfrutaban; además, determinaron que se procediera de igual manera en las vacantes de rectorías, vicarías y otros beneficios, cuyas colaciones o confirmaciones correspondieran al obispo, bien entendido que, en cuanto a los beneficios vacantes en iglesias fuera de la Catedral, la anata del primer año se repartiera a partes iguales entre la fábrica y el nuevo beneficiado.9 Se arbitró otra fuente de ingresos en la cooperación de clérigos y laicos en cuanto a la construcción de las capillas laterales, abiertas a estas naves, todas ellas de igual factura, excepto una proyectada como primera planta de la futura torre-campanario. El cabildo vendió los ocho espacios destinados a capillas, valorada cada una entre tres mil y cuatro mil sueldos, a particulares, concediendo al comprador y su familia derecho de enterramiento en arcosolios —vasa lapiden— practicados en los muros, menos en el oriental donde se había de emplazar el altar, o en el carnale excavado en el pavimento. Tales son los casos de las capillas de Santa Lucía, sufragada en 1297 por el maestro Ramón Agut,10 de San Juan Evangelista en 1302 por el laico Juan Martín de los Campaneros,11 ambas en la nave septentrional, y de San Juan Bautista, en la nave meridional, por el notario real Gil de Jaca.12 Los tres, además de satisfacer los gastos de construcción, invirtieron 500 morabetinos de oro cada uno en la fundación de otras tantas capellanías.13 La administración de los recursos económicos de la obra de la nueva Catedral era confiada a un canónigo operarius o procurator fabrice Oscensis ecclesie, cargo que ostentó en el primer decenio del siglo XIV el maestro Guillermo de Monzón, que encontró algunas dificultades en la cobranza del impuesto de 1300 que gravaba las vacantes de los beneficios eclesiásticos, sobre todo en el obispado de Jaca. Entre otros, se negaron a satisfacerlo el prior, el sacrista y el arce72

diano de Gorga, canónigos de la Catedral jacetana, y fueron formalmente requeridos bajo pena de suspensión a pagar cuanto debían a la fábrica de Huesca el 20 y 22 de julio de 1302.14 En mayo de 1310 el obispo Martín López de Azlor y los catorce canónigos residentes, reunidos en capítulo general, extendieron solemne certificación de haber rendido el maestro Guillermo de Monzón buena cuenta de las cantidades invertidas en la construcción.15 La falta de noticias a partir de 1310 induce a creer que decreció notablemente el ritmo de las obras, probablemente por falta de medios económicos, e incluso puede sospecharse que se interrumpió la fábrica. Se adivina un intento de reanudarla en 1327, siendo obispo Gastón de Montcada, con motivo del sínodo diocesano que se reunió en Barbastro el 18 de marzo. En las constituciones sinodales aprobadas, una interesa, la rubrica de opere Ihesu Nazareni: para la terminación de esta fábrica —se explica— se necesita la cooperación de los fieles; a este fin se decretó que cada rector, vicario y capellán de iglesias parroquiales explicara al pueblo las indulgencias concedidas y le exhortara a dar limosnas para la feliz terminación de la obra de la Catedral.16 Nuevo impulso trató de darse a la recaudación de fondos en 1338, cuando el deán Martín López de Azlor, sobrino del obispo de los mismos nombre y apellidos que falleció en 1324, y el cabildo urgieron el cumplimiento del estatuto de 1300 sobre el gravamen de las rentas del primer año de los beneficios vacantes en todas las iglesias no exentas de los obispados de Huesca y Jaca, con efectos retroactivos. Prácticamente, todos los clérigos tenían pendiente el pago de sus respectivas primeras anatas, que no habían satisfecho en el momento oportuno.

9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16.

ACH: 1-14, sellos episcopal y capitular pendientes. ACH: 8-31. ACH: Libro de visitas del obispo Agustín, fol. 74. ACH: 8-144, trasunto de 1404. ACH: 4-987 y 8-29. ACH: 5-200. ACH: 2-253. Archivo Catedral de Jaca, Libro de la Cadena, fol. 78.


Tímpano de la portada. La Virgen, bajo rico dosel, de pie sobre la imagen de la lujuria. Dos ángeles y las escenas de los Reyes Magos y la aparición de Cristo a la Magdalena.

A la sazón eran dos los obreros de la obra de Ihesu Nazareno: el canónigo Ramón Porcel y el ciudadano oscense Pero Sora, la actuación del cual señala, probablemente, que el concejo de la ciudad, superadas viejas rencillas, cooperaba en la financiación de la nueva Catedral. Ambos obreros enviaron a todas las iglesias a su procurador Jimeno Pérez de Hueso, acompañado por el escribano Ramón Pérez, quienes, previa la presentación de un mandato del vicario general, en ausencia del obispo fray Bernardo Oliver, requerían a cada clérigo el pago de su vacante en un plazo de diez días bajo pena de excomunión. Los dos mencionados emprendieron viaje el 23 de mayo de 1338 y lo dieron por terminado el 4 de agosto, después de visitar a todos los clérigos de la jurisdicción episcopal. No encontraron inconvenientes graves en las iglesias del obispado de Huesca, pero no sucedió lo mismo en las de Jaca, en las cua-

les no sólo no fueron aceptados los mandatos, sino recibidos los emisarios oscenses con hostilidad hasta el punto de prenderlos y llevarlos presos a Jaca, donde el concejo de la ciudad, en apoyo de los canónigos, les obligó a volver a Huesca sin visitar las iglesias y los clérigos de la diócesis jacetana, ya que, según Francés Zalba, prior de jurados «el senyor vispe de Huesca ni sus vicarios pueden fer estatuto que sia pagada la vagant de la obra de Ihesu Nazareno menos del capítol de Jacca, e luego enviaremos de pan del deán e capítol e de nosotros jurados a todos los clérigos los que han feyto taxación encara que deven en cartas, que no paguen, e a los que no son citados que no obedescan las dictas citaciones».17

17. DURÁN GUDIOL, A.: •Un viaje por la diócesis de Huesca en 1338•, en Argensola VII (Huesca 1956), pp. 367-372.

73


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Portada. Tímpano y arquivoltas (s. XIV).

Una vez más, en 1346, se recurrió a la concesión de gracias a quienes donaran limosnas para la fábrica, ahora con un fin especificado: el de inaltare y testudinare —alzar y cubrir— el opus inceptum de la Catedral. El 7 de agosto, el obispo Gonzalo Zapata expidió una circular a todas las iglesias y parroquias de la ciudad y obispado de Huesca, mandando a sus rectores, en virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión, acoger al nuncio o nuncios de la obra catedralicia cuando se presentasen a pedir y recoger limosnas para la fábrica.18 Tampoco en esta ocasión se conoce el resultado de la iniciativa episcopal, pero, fuere cualquiera, la obra no debió adelantar a causa de la peste negra que asoló la ciudad y diócesis, provocando unos largos años de crisis y carestías, durante los cuales el cabildo se vio precisado a poner toda su atención en el enderezamiento de los bienes de su patrimonio, que había quedado casi abandonado. Un documento del monasterio femenino de Santa Clara del 21 de febrero de 1350, refirién74

dose al tiempo de las mortaleras, explica que ,,por la persecución que Nuestro senyor Dios ha enviado en las gentes, las messiones de las lavores costan el doble e muyto mas».19

PRIMEROS TRABAJOS

unque no se conservan los libros de fábrica, a documentación de que se dispone permite ijar la cronología de la primera fase de construcción de la Catedral: desde 1294, cuando se arbitran los primeros recursos para su financiación, hasta 1310, en que el canónigo Guillermo de Monzón, canónigo fabriquero, rendía cuentas de su administración al obispo Martín López de Azlor y a los canó-

l A.

18. ACH: 5-199, sello pendiente. 19. Archivo del monasterio de Santa Clara.


Portada. Tímpano. Jesús se aparece a la Magdalena.

nigos residentes. La solemnidad dada al acto, del que se levantó acta notarial, tiene todas las trazas de señalar el final de una actividad constructiva desarrollada durante una quincena de años.20 Apreciación ésta que puede considerarse confirmada por el subsiguiente silencio documental hasta 1338, en que debieron reanudarse los trabajos de construcción de la nueva Catedral. Se documentan en esta primera fase las fechas de construcción de las capillas de las naves laterales entre 1294 y 1304, así como la de la sacristía, levantada entre 1306 y 1308. La data de la sacristía, adosada a los ábsides laterales del lado de mediodía, aprovechando los huecos de los contrafuertes para la escalera de subida a la segunda planta y para el sacrarium, testifica que la obra se realizó después de terminada la cabecera catedralicia con cargo a los medios económicos de que disponía el cabildo. Hay que atribuir al mismo el levantamiento de los muros norte y, por lo menos en parte, sur del crucero, con la puerta románica de arco

de medio punto, archivoltas y la escultura de la Virgen en el tímpano. La pérdida de los libros de fábrica no permite conocer al detalle el proceso constructivo de los ábsides y crucero. Según modelo uniforme, cada capella de lapidibus de las naves laterales había de construirse sobre un espacio de unos 12 x 12 m, cubriéndose con bóveda de crucería e iluminada por una ventana abocinada de arco de medio punto, abierta al exterior. Concedida cada capilla como lugar de enterramiento del concesionario y sus deudos, el cabildo facultaba a éste a practicar en los muros vasa lapidea voltata y a excavar un carnale en el pavimento. Los arcosolios no podían practicarse en el muro oriental, reservado al emplazamiento del altare lapideo y del retablo. Era condición que los cadáveres se enterraran en el carnale hasta que se corrompiera la carne y, pasado un

20. ACH: 2-253.

75



año, se permitía colocar los huesos en el sarcófago mural. «Y esto se hará —aclaran las concesiones de capillas— para evitar el hedor de los cadáveres, si se pusieran recién muertos, en los vasos, y por reverencia al Cuerpo de Cristo que se sacrificará diariamente en la capilla». Se construyeron en este primer período cuatro capillas en la nave lateral del norte y otras cuatro en la del sur.

CAPILLAS DE LA NAVE SEPTENTRIONAL a primera capilla del lado norte, contigua al crucero, fue la de San Andrés, que estaba terminada en 1297. No se conserva la concesión por el cabildo, pero consta que se confió su construcción a una dona Préyada, viuda de Bernart don Ucs y madre de Pere Andreu don Ucs, la cual el 28 de mayo de 1289 había comprado por 4.000 sueldos jaqueses el castillo de Orillena a Atón de Foces.21 Para la capilla de Santa Lucía el canónigo y arcediano de Serrablo Ramón Agut fundó una capellanía el 6 de febrero de 1297 con la promesa hecha a fray Ademar, obispo, y al cabildo de construir la capella lapidea post illa domne Prevate en un plazo de cinco años. En 1304, después de terminada, fundó en la misma otras dos capellanías, dotándolas con bienes en la Hoya de Huesca.22 La tercera capilla fue la de Santa María Magdalena, terminada ya en 1300 y fue enterrado en ella el obispo fray Ademar, que falleció a fines de junio. Fue sufragada su construcción a partes iguales por Guillermo de Valseniu, canónigo sacrista, y dos hermanos clérigos de Huesca, llamados Berenguer y Jaime de San Martín. El 18 de octubre de 1318 el sacrista reconoció el derecho de estos dos a ser enterrados en la capilla en arcosolios diferentes de los del citado obispo y del suyo propio. Muerto aquél, obis-

L

Nave septentrional.

po y cabildo les concedieron el 30 de abril del año siguiente permiso para abrir en el muro frente al altar dos voltas lapideas donde pudieran ser enterrados y un carnale en el pavimento.23 Aunque la capilla de San Juan Evangelista debía responder al modelo de las demás capillas laterales y, de manera especial, a la contigua de Santa María Magdalena en cuanto a la latitudo y altitudo, con dos arcosolios sepulcrales, dos tumbas en el suelo y altar de piedra, fue objeto de tratamiento especial al haber sido proyectada como primera planta de la futura torre-campanario. Fue concedida al ciudadano oscense Juan Martín de los Campaneros, que pagó 3.000 sueldos al canónigo obrero con el compromiso por parte del cabildo de construirla en el plazo de dos años. No quedó abierta, como las demás, a la nave lateral mediante una gran arcada apuntada, sino aislada de ésta por un muro frontero en el que se practicó una puerta de comunicación con la iglesia, puerta que sólo debía abrirse durante la celebración de misas en la capilla. Tuvo otra puerta que daba al exterior de la Catedral y que constituía el ingreso habitual. El 5 de mayo de 1302 el obispo Martín López de Azlor y el cabildo otorgaron la concesión de la capilla, decididos a que se construyera «en el espacio destinado a torre de campanas, donde estará la parte principal de la iglesia», es decir, en el ángulo noroccidental de la fachada. La obra se había terminado en 1304, en cuyo 1 de septiembre el obispo Martín consagró el altar de piedra, en el que se depositó una cajita de madera con reliquias de ocho santos y un pequeño pergamino, el consabido en tales ocasiones, que escribía el Decálogo, los inicios de los cuatro evangelios, la identidad de las reliquias, los nombres del santo titular y del obispo consagrante y la fecha.24

21. 22. 23. 24.

ACH: 7-61 y 4-597. ACH: Libro de visitas del obispo Agustín, fol. 86 y; y 8-29. ACH: Extravagantes sub die 18-X-1318; y 5-225 y 8-68. ACH: Libro de visitas, cit., fol. 74.

77



En el muro del fondo se practicaron dos arcosolios de arco apuntado, decorados con pinturas murales, parte de las cuales, con ángeles músicos y turiferarios, se guardan en el Museo Episcopal y Capitular.25 El sepulcro de la esposa de Juan Martín de los Campaneros fue destruido en el siglo XVII y su hueco aprovechado para puerta de ingreso a la nueva sala capitular. Se salvó la estatua yacente del marido, de argamasa policromada, recientemente trasladada a otro arcosolio en el interior del muro de la fachada de la Catedral, junto a la puerta mayor. Es posible que interviniera en la decoración mural el pintor Fortuño Añaño —Fertunny Annyannyo—, vecino de Huesca, que en julio de 1303 compró una viña en el término oscense de Fuentseca, gravada con un treudo anual de 13 sueldos 4 dineros a la Prepositura catedralicia.26

CAPILLAS DE LA NAVE MERIDIONAL "ro se conserva la concesión de la capilla de San Martín, la primera de la nave meridional, . que se hallaba terminada en el año 1301, según mención que de ella y su concesionario se hace en la donación de la contigua, dedicada a San Juan Evangelista. En las actas de la visita pastoral de 1560 se registra que fue sufragada por Martín de Bolea, mercader y ciudadano de Huesca.27 En el mismo documento se explica que en la capilla se (encontró un retablo de sant Martín y santos Simón y Judas». Por devoción a estos dos apóstoles Martín de Crespán fundó en ella un aniversario dotado con 20 sueldos anuales por las almas de Martín de Bolea y de Simón de Crespán, padre de aquél, que incluía el canto de responsos sobre los túmulos de los dos, cantados por la comunidad canonical; fue en octubre de 1326.28

Ábside del Rosario y nave meridional.

Le sigue la capilla de San Juan Bautista, de la que se conserva documentación. Fue concedida el 13 de febrero de 1302 a Gil de Jaca, scriptor domini regis y vecino de Huesca, por 4.000 sueldos, previéndose que se terminaría en año y medio. Se le facultó para tener dos vasa lapidea y un carnale en el interior de la capilla y otros arcosolios y pudrideros en el dorso exterior. En el acto Gil de Jaca entregó 3.000 sueldos; los mil restantes, probablemente, los obtuvo de la venta por esta cantidad de una casa en el almodí viello d'Osca al clérigo racionero de la Seo Berenguer de San Martín, el 27 de septiembre de 1303. Gil de Jaca era hijo de Sancho de Jaca y Johanna de Oriol. El 16 de junio de 1304, siendo baile general de Aragón, fundó con el consentimiento de su esposa Caterina una capellanía, dotada con 150 sueldos anuales. El titular de ésta, además de la obligación de celebrar misa diaria, tenía la de asistir a los oficios corales y la de mantener dos lámparas de aceite encendidas de noche. También fundó un aniversario que debía celebrar todo el clero catedralicio, entre el que se habían de repartir 20 sueldos. Los 170 sueldos de las dos fundaciones se percibían de las rentas de una almunia que Gil de Jaca poseía en el término de Salas.29 Actualmente está dedicada la capilla a San Joaquín. La tercera capilla fue la de San Quílez o de Santos Quirico y Julita, de la que no se conserva documentación. Según el libro de Aniversarios de 1453, estaba enterrado en la capiella de Sant Quílez el canónigo Bernart Oriol, que pudo ser el concesionario de la misma en el momento de su edificación. Efectivamente, en documentos capitulares de los primeros años del siglo XIV es citado Bernardo Oriol o Ariol, canónigo de Huesca y arcediano de Ansó en la Catedral de Jaca.30 En el siglo XVI la titularidad fue sustituida por la de San Jerónimo. 25. LACARRA, M. C., y MORTE, C.: Catálogo del Museo Episcopal y Capitular de Huesca, Zaragoza 1984, pp. 70-73. 26. ACH: 4-1.009, partido por ABC. 27. ACH: Libro de visitas, cit., fol. 42 y 128. 28. ACH: 4-764. 29. ACH: 8-144, 8-92 y 4-987. 30. ACH: 7-207, del 7-XII-1301, y Libro 1 Estatutos, de 26-IV-1305, folio 31 v.

79



Tampoco se documenta la última capilla de la nave meridional, dedicada a Santos Felipe y Jaime. Contaba con una capellanía, cuyo patronato tenía a principios del siglo XV Guillermo de Oz, señor de Castillazuelo, acaso descendiente del fundador de la capellanía Pedro de Alagón, señor de la baronía de Hoz, que la habría sufragado hacia 1302.31 La capilla fue remodelada y dedicada a Santos Orencio y Paciencia en 1648.

SACRISTÍA Y ARCHIVO

n los capítulos generales del 29 de abril de 1306 se acordó la construcción de un edificio adosado a los ábsides laterales de mediodía, de dos plantas, destinada la primera a sacristía y a archivo la segunda, en la cual se guardaban los ornamentos episcopales, el tesoro y los documentos. La primera planta es una sala rectangular de tres tramos, cubiertos con bóveda de crucería, puerta y ventanas de medio punto abiertas al este. Desde ella se sube por una angosta y desigual escalera, en cuyo primer rellano se abre la puerta de una bella edícula poligonal con cúpula nervuda —el sagrariete mencionado en el inventario de la Sacristía, redactado en 1632— y, formando ángulo recto, otra puerta para subir a la segunda planta, parecida a la primera pero de sólo dos tramos. Se determinó que para la puerta del archivo se hicieran tres cerraduras, cuyas tres llaves guardaban el canónigo sacrista, el deán y otro canónigo elegido por el obispo. Se amuebló el archivo con arcas, cajas y escritorio —archa, cara, scrinium , donde depositar con claras etiquetas los instrumentos de la mitra y de cada dignidad, personado y oficio catedralicios. Dos años después —el 28 de abril de 1308— el edificio se había terminado y en los capítulos generales se estatuyó que los privilegios e instrumentos de la mensa episcopal y de la Catedral se depositaran conforme al estatuto anterior, en el sacrario novo.32

E

Fachada de la Catedral antes de la restauración.

Parece que en esta primera fase quedó cerrado el perímetro de la Catedral, salvo en su lado occidental, y que se dejaron para etapas posteriores las naves laterales y central, así como la torre-campanario. La posterior falta de noticias señala seguramente que se paralizaron las obras durante algunos años y no debido a escasez de medios económicos, sino a una nueva orientación administrativa que prefirió la rentabilidad en la inversión de capitales. A este respecto es revelador el hecho de haber invertido los canónigos entre 1308 y 1313 la considerable suma de 35.510 sueldos, con los que posiblemente se habría podido incluso terminar la fábrica de la Catedral, en la compra de fincas en Arascués, Buñales y Tabernas, del señorío de la villa de Buñales y del castillo y villa de Abrisén. Y en 1321 adquirieron por 25.000 sueldos el dominio de la villa de Yéqueda. También en los primeros decenios del siglo era excelente la caja de la mitra, que pudo en dos años —de 1322 a 1323— dispendiar 105.000 sueldos: 65.000 en la adquisición del castillo y villa de Alcalá del Obispo; y 40.000 en dos préstamos a los infantes Alfonso y Pedro. Operaciones estas dos, sin embargo, que forzaron al obispo a vender tres lugares de su señorío, los de Javierremartes, Larués y Orcaso por 30.000 sueldos.33

REANUDACIÓN DE LAS OBRAS

as obras de la fábrica catedralicia, por lo que permiten conocer las fuentes de información, no se reanudaron hasta el 1327 con motivo del sínodo diocesano reunido en Barbastro, del que se ha hablado más arriba. Al año siguiente, el 25 de septiembre de 1328, contando sin duda con los recursos previstos de la

L

31. ACH: Libro de visitas, cit., fol. 54. 32. ACH: Estatuto «Quia in Oscensi ecclesia», Libro 1 Estatutos, fol. 62 v; y 1-18 y 1-67. 33. DURÁN GUDIOL, A.: Historia de los obispos de Huesca, p. 166 y ss.

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colecta ordenada por el sínodo, el canónigo Pero Martínez de Sarvisé, obrero mayor de la obra de la Sie d'Uesca, contrató la explotación de una cantera en Quicena por concesión en alcavala e arrendamiento por los vecinos de esta villa Martín de Bolea y Domingo Aspriella: «Una pedrera que nos hemos en un campo sitiado en término de Quicena, que afruenta con campo e pedrera de Domingo Quicena e con lanna de Pero Acomuer qui fué e con campo de dona Domenja Quicena, de la fiesta de sant Miguel de setiembre en diez annos siguientes continuos. En tal manera e condición que vos o qualquiere obrero tallaredes piedra en la dita pedrera, siades tenidos de dar a nos seys soldos jaqueses en fin de cada uno de los ditos X annos, et el armo que non tallaredes piedra, que non siades tenidos de dar a nos alguna cosa, e vos pagando los ditos seys soldos talledes e podades fer tallar tanta quanta piedra querredes pora la dita obra».34

No parece que el producto de las limosnas se empleara en una posible terminación de la cabecera catedralicia, cuyos ábsides septentrionales, al igual que el mayor y los meridionales, eran anteriores a la sacristía, es decir, a 1308. Consta, por lo menos, que la capilla absidial más al norte, la de Santa Catalina, fue lugar de enterramiento del obispo Martín López de Azlor, fallecido el 25 de agosto de 1324.35 Los sillares de la cantera de Quicena debieron emplearse en la construcción de la segunda y tercera plantas sobre la capilla de San Juan Evangelista, destinadas a campanario. En la misma obra pudo levantarse la torreoncilla poligonal que encaja la escalera de caracol que conduce a las mencionadas plantas. Como se ha explicado antes, los nuncios del cabildo terminaron el 4 de agosto de 1338 el viaje por las iglesias de la diócesis, urgiendo a los clérigos la satisfacción del gravamen sobre las rentas del primer año de las vacantes. De este mismo año es la noticia del primer «maestro mayor de la obra de la Sie d'Uesca», conocido. Fue Guillermus o Gyllem Inglés, quien el 30 de septiembre y el 14 de noviembre recibió del deán Martín López de Azlor y del canónigo

Sacristía vieja.

Ramón Porcell cinco cahíces de trigo, parte de la pensión que le fue asignada, valorados en 108 sueldos jaqueses, «que la prebostía me va a dar d'est present anno».36 Tampoco se han conservado las cuentas del fabriquero, correspondientes a la obra realizada en tiempo del maestro Guillermo Inglés, pero parece que se le puede atribuir la dirección del cerramiento occidental del recinto catedralicio. Consta por la documentación de la capilla de San Juan Evangelista que la fachada no se había comenzado en 1302, ya que la donación de aquélla explica que había de emplazarse «donde estará la parte principal de la iglesia». Si la fachada fue levantada a partir de 1338, tiene sentido la determinación, tomada ocho años después —1346—, de emprender una nueva fase, la de inaltare y a continuación la de testitudinare el opus inceptum de la fábrica catedralicia, obra que consistiría en alzar los muros del crucero y de la nave central y cubrirlos con techumbre de madera con la esperanza de poderlos abovedar en otra ocasión, la que no llegaría hasta siglo y medio más tarde. En años sucesivos se perfeccionó el interior con la construcción de la puerta lateral de mediodía y de nuevos altares. En el exterior se levantó el campanario, como estaba previsto, encima de la capilla de San Juan Evangelista. La primera mención documental de la puerta lateral se halla en la concesión de la capilla absidial de San Nicolás para enterramiento del obispo Jimeno de Ribavellosa, segoviano y canciller del rey Pedro IV de Aragón: el 26 de abril de 1366 los canónigos le concedieron para su sepultura dicha capilla «sita dentro de la Catedral, en el ángulo junto a la puerta que mira a mediodía».37 Las nuevas capillas del entorno del recinto coral se montaron entre las primeras columnas de la nave central, tendiendo entre ellas —a cada lado— bóve-

34. ACH: Extrav. en la fecha indicada. 35. DURÁN GUDIOL, A.: Historia de los obispos, p. 174. 36. ACH: Extrav. en la fecha indicada. 37. ACH: 8-23.

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El campanario antes de la restauración.

das de crucería a conveniente altura. Se tiene noticia de la de San Blas: el 1 de marzo de 1368 el canónigo Pedro Martínez de Sarvisé mandó en testamento sqr sepultado en «su capilla de San Blas en la Seo de Huesca, que él edificó o hizo edificar a sus expensas»; para los gastos de sepultura legó mil sueldos al cabildo.38 Otras capillas, situadas en el trascoro, sin duda contemporáneas de la anterior, fueron las de Santa Cruz y Santa Elena, frente a las cuales mandó ser enterrado Aznar Pérez de Santa Cruz, jurisperito de Huesca, en testamento otorgado el 28 de septiembre de 1372.39 Otra capilla, ésta subterránea, emplazada debajo de la absidial de Santa María, se había construido este mismo año para lugar de enterramiento del obispo fray Juan Martínez de Barcelona: en su última voluntad dispuso que se dedicara a San Agustín —pertenecía a la orden de este obispo— y fundó una capellanía perpetua, dotada con las rentas del castillo de Morilla y legándole un misal, un cáliz y un «retablo 84

dorado» de su propiedad; a éste debe referirse el «retablo viejo pintado con imágenes de sant Agustín, sant Lorente y sant Vicente», reseñado en el acta de la visita pastoral de 1560.40 Puesta fuera de culto, esta capilla sirvió modernamente de bodega con entrada en la sacristía vieja. La cubrición del crucero y de la nave central entre los años 1338 y 1346 debió posibilitar el traslado del culto catedralicio desde la mezquita hasta el nuevo templo. A este hecho responde, sin duda, la confección de la cortina que había de ocultar el ábside mayor en determinados momentos de la liturgia cuaresmal: en 1368 el canónigo sacrista anotó en el libro correspondiente: «costoron X braps de cordel pora la cortina delant l'altar a quarayesma XV dineros».41 El traslado del culto a la nueva Catedral supuso la instalación de la sillería coral de la mezquita en la nave central y la colocación del órgano posiblemente en el muro que cerraba el recinto cara a la puerta mayor, en el lugar en que en 1413 se instaló la capilla de Santa Engracia, según parece dar a entender la actuación del organero zaragozano García Civera, que reparó «los órganos por 100 sueldos en 1386», cantidad que cobró el 14 de agosto: «Sepan todos como yo García Civera, habidant en la ciudat de Zaragoza, reconosco ayer recebido de vos don Domingo de Stadiella, canonge de la ecclesia de la Seu d'Uesca et executor qui sodes del testamento de Pero Xemeniz de Biota, ciudadano de la ciudad d'Uesca qui fue, yes a saber cient soldos dineros jaqueses, los quales vos diestes e paguestes a mi por razón del adobo de los órganos de la dita Seu por mi adobados e reparados».42

Durante unas semanas de agosto y septiembre de 1368 trabajaron unas ocho personas en la reparación del tejado del claustro románico, cuyo mantenimiento correspondía al canónigo sacrista, las alas septentrional y oriental. Los salarios satisfechos en sueldos y dineros fueron:

38. 39. 40. 41. 42.

ACH: Libro de visitas, cit., fol. 115. Ibídem, fol. 107 v. ACH: 2-31 y Libro de visitas, cit., fol. 38 v. ACH: Libro de la Sacristía 1368. ACH: 4-221.


maestro hombre con bestia peón hombre que cavava muller

3.0 2.8 1.7 1.5 1.3

y éstos los trabajos realizados: un hombre pora cavar tierra e ayudava a cargar; dos hombres con sus bestias pora carriar tierra pora'l bardo; dos hombres pora fazer bardo e pozar agua; dos mulleres pora carriar agua al bardo e prender las algaramitas a los maestros guando descobrían la claustra; un hombre prendía el bardo en el terrado a las mulleres e lo dava a los maestros.

Las partidas del Libro de Sacristía registran los materiales empleados con sus precios en sueldos y dineros: 500 canales de tierra amplas 50.0 200 algaramitas 400 faxos de sarmientos pora meter diús las canales de tierra porque la fusta era viella 4 perfilas porque las otras eran crebadas clavos de enbergar las perfilas mea dozena de fuella pora cobrir frachiles pora enclavar la fuella

9.0

12.0 2.0

0.6 2.0 0.6

EL CAMPANARIO

orno se ha explicado en páginas anteriores, hacia 1328 debieron levantarse sobre la capilla de San Juan Evangelista la planta segunda rectangular y la tercera octogonal del futuro campanario, al que se denominó torre mayor en contraposición al campanal viello o alminar. Terminada esta fase, se colocó en la tercera planta la campana de las horas y en la segunda la maquinaria del reloj, como atestigua una partida del Libro de Sacristía de 1368, en el que se anotó:

C

«costó una cuerda de cannamo pora la campana que yes en la torre mayor, diputada pora fazer senyal a las horas del día e nueyt de la ecclesia,VTI soldos e VI dineros».

Hasta terminar la obra de la cuarta planta, de la que se tratará enseguida, las otras cuatro campanas de que disponía la Catedral se hallaban en el campa-

El campanario restaurado.

nal viello; eran la campana mayor, la de maytinans y dos campanas inglesas, que sufrieron desperfectos el 27 de septiembre de 1367 con motivo de la llegada a Huesca, camino de Calahorra, de las Compañías Blancas al mando de Bertrand de Guesclin, formadas por mercenarios que apoyaban a Enrique III de Castilla contra el rey, también castellano, Pedro 1.43 Del hecho dejó constancia el Libro de Sacristía: “costoron de adobar dos batayllos de las campanas inglesas los quales eran crebados por el repicamiento que se fazía en aquellas por la venida que los franceses fizieron a la dita ciudat ultimament, II soldos VI dineros; costoron III ramales de cannamo pora la campana mayor e pora las dos campanas inglesas a tocar, II soldos; costoron un par de bergas de buey pora el batayllo de la campana mayor, XII dineros; costó una cuarda de cannamo pora la campana inglesa, VIII dineros».

43.

Anales de Zurita, ed. CANELIAS, Á.: 4, Zaragoza 1973, p. 570.

85


moco con asno hombre que carriava muller que carriava

2.6 1.10 1.0

Los manobreros trabajaban subidos a la torre, ayudando a los maestros en el asentamiento de sillares y piedras; los bastaxes tiravan del geynno o torno para subir el material; las mulleres se encargaban de carriar e puyar agua, calcina, mortero e argamasa, trabajo que compartían con los hombres. El fabriquero contabilizó un total de 656 guarradas de piedra, procedentes de algún edificio antiguo del barrio oscense de San Martín en parte y de una cantera, quizá la de Quicena. Los gastos motivados por la reparación de la grúa —geynno y torno la llama el fabriquero—, plantado en fuevas de la plaza, registran los elementos que la componían:

Portada. Escudo de Huesca.

Las cuatro campanas se documentan ya en 1337, en un estatuto sobre el campanerius, al que pagaba el canónigo sacrista 12 dineros por tañer las duas campanas maiores y 2 sueldos por las minores.44 No se conservan las cuentas correspondientes a las obras de la segunda y tercera plantas del campanario, pero sí las de la cuarta planta, también octogonal, que se comenzaron el 27 de abril de 1369 —superada la crisis de la peste negra—, según el Libro de Fábrica de este año. El conductor de la obra fue un maestro Martín, con el que colaboraron otros tres maestros y varios manobreros. Por jornal trabajado percibían los siguientes salarios en sueldos y dineros: maestre Martín Johan Alguinyero Johan de Quadres Bernart Soro manobrero en la torre bastaxe en el torno

86

4.0 3.6 3.2 3.0 2.0 2.0

guarda o soga del geynno fust de noguera pora fer poleas calcil de carolera por fer asno del geynno braco de fust pora el asno arnés corrón de fierro puant del corrón loriga de fierro canabla de fierro.

La cuarta planta, que debía albergar las campanas, se terminó a primeros de junio del mismo 1369. El maestro Johan Royo, con un salario de dos sueldos seis dineros, escuayró et obró en los fustes que deven puyar a la torre pora las campanas, es decir, el andamiaje donde colgarlas. El 15 de junio se bajó del campanal viello la campana mayor a la plaza y cinco días después fue izada hasta la cuarta planta del nuevo campanario, donde se instaló definitivamente, asegurándola con «VI sogas de caynamo grandes e XI bagas pora fer los trencafiles pora las ansas de la campana ligar». Era la campana mayor, una de las que habían sufrido desperfectos con motivo de la entrada de los franceses en 1367. Cuando quedó instalada en su lugar, «fue feyta pitanp de dos quartas de vino a los maestros».

44.

DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular,

núm. 159.


Era de la competencia del canónigo sacrista cuanto se refería a las campanas y por esto el procurador de la Sacristía asentó en su libro de cuentas el coste de los trabajos y materiales de su emplazamiento: «Pagué a Pere Ciresola porque sitió quatro campanas en la torre quando fueron feytas las estagas e adobó los corrones e canablas de fierro, costó por todo quatro sueldos». La obra se dio por terminada el sábado 7 de julio, pero en el mes de septiembre aún se trabajó en «limpiar el solar de la dicta torre que no se podiés agua retener. No se trataba de la coronación definitiva del campanario, que no pudo realizarse hasta unos cincuenta años después, en 1422, como se explicará más adelante.

EL CABILDO SECULARIZADO

, último defensor de la regularidad de la Catedral oscense fue el concejo municipal de la ciudad, el cual, después de protestar con energía ante el obispo Martín López de Azlor y los canónigos por la supresión de la dignidad de prior, sustituida por la de deán, y de la enfermería capitular, envió en 1301 al clérigo Juan de Artieda a Roma para que reanudara la causa ante la curia pontificia. Sin éxito, porque el papa Benedicto VIII, en Letrán el 31 de enero de 1303, declaró definitivamente secular el cabildo oscense. La declaración papal significó la supresión de la regla de San Agustín con la abolición de la vida en común de los canónigos y la reordenación jurídica y litúrgica de la Catedral secularizada. En el aspecto puramente formal se ratificó la sustitución del priorato claustral por el deanato y la supresión de la enfermería, del dormitorio común y del refectorio canonical, que respondían a las exigencias de la vida comunitaria y carecían de sentido después de la secularización. En sucesivos capítulos generales, presididos por el obispo Martín, se legisló sobre derechos y obliga-

E

ciones de los canónigos seculares, su elección, su número máximo y su jerarquización. En el ámbito litúrgico, se estructuró el culto litúrgico, se elevaron a seis las canonjías presbiterales y se reordenó el oficio divino en una nueva consueta super oris dicendis, fruto de la cual fue un precioso códice, muy iluminado, realizado en tiempo del obispo Gastón de Montcada, sucesor del fallecido Martín López de Azlor, y que comienza con la rúbrica «Incipit Dominicale secundum consuetudinem Oscensis ecclesie, quem dominus Martinus episcopus mandat servari in oris dicendis per totam diocesim».45 En los actos corales y en las procesiones los canónigos, racioneros y capellanes perpetuos vestían traje talar, sobrepelliz y capa negra. Los demás clérigos catedralicios, traje talar y sobrepelliz, según estatuto de 1301. Fue largo y complicado el proceso de dotación de las piezas catedralicias después de la abolición de la regularidad, durante la cual la administración de la mensa común no ofrecía grandes dificultades. Con la secularización se precisó una ajustada distribución de las rentas de Prepositura para que cada clérigo, canónigo o no, disfrutara de congrua sustentación, de mayor o menor entidad según las categorías: dignidad, canónigo simple, racionero, capellán, clérigo o sirviente. Además de las antiguas dignidades regulares —prior, limosnero y enfermero—, se suprimió el priorato de Raya, que tenía sus rentas en el antiguo monasterio de este nombre en la ribera de Fiscal. Se suprimió la dignidad de prior de Santa Masas por la de arcediano de Santa Engracia, que se consideró de mayor nobleza, cuyo titular se consideraba presente en la Catedral si residía en aquella iglesia zaragozana, perteneciente al obispado de Huesca. Se dotó al deanato con las rentas de las iglesias de Albero Alto y Olsón; a los arcedianos de Sobrarbe

45. DURÁN GUDIOL, A.: Historia de los obispos, p. 138 y ss.; y Los manuscritos de la Catedral de Huesca», en Argensola XVI (Huesca 1953), pp. 9-10.

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y Serrablo con las de las iglesias de Oto y Castejón de Sobrarbe; al arcediano de Las Valles, con las rentas del suprimido priorato de Raya, y al prepósito con las de las iglesias de Tormos, Alcalá de Gurrea, los Agudos y Alboret. Se gravaron, en cambio, los ingresos más pingües del arcediano de la Cámara, a quien se obligó en 1306 a pagar a cada canónigo 76 sueldos para vestuario, cantidad que se incrementó el año 1327 a 200 sueldos para cada dignidad y 224 a cada canónigo simple. Confirmado el estatuto que fijaba en veinte el número de canónigos seculares, ocho de los cuales habían de estar ordenados de presbíteros, seis de diáconos y seis de subdiáconos, se reestructuró el patrimonio catedralicio, la antigua mensa común, dividiéndolo en dos lotes: uno, considerado fondo común, administrado por el prepósito o preboste y que atendía a todo el personal catedralicio; y otro, distribuido en diez prebendas, que se repartió sólo entre los veinte canónigos, fueran o no dignidad. Ello se estableció el 12 de enero de 1338 en sesión capitular, presidida por los canónigos Jaime Ciprián y Ramón de Perola, vicarios generales del obispo electo fray Bernardo Oliver, agustino.46 Los bienes asignados a la Prepositura, que rentaban por todos conceptos entre diez y quince mil sueldos anuales, fueron las fincas urbanas y rústicas, propiedad de la Catedral, sitas en Huesca y sus suburbios; el diezmo de las posesiones de judíos y mudéjares; las iglesias de Lanaja, Almudévar, Tardienta, Alcalá de Gurrea y Los Agudos. Las cargas de Prepositura en especie y dinero eran:

Vino (metretas) al deán a Limosna al subprecentor al notario a cada infante al portero

Moneda jaquesa (sueldos y dineros) 270.0 al año al obispo 100.0 al año canónigo dignidad 124.0 al año canónigo simple 239.0 al año a aniversarios 0.8 por día de presencia al racionero 0.6 por día de presencia al capellán 0.5 por día de presencia al maestro gramática 0.5 por día de presencia al físico 40.4 al año al infante 40.4 al año al portero

Además de las rentas en especie y dinero señaladas, los canónigos disfrutaban de las producidas por el segundo lote que perteneciera a la mensa común y que se subdividió en diez prebendas, independientes de la administración de Prepositura. A continuación se detallan los bienes de cada una y los nombres de los canónigos que en 1338 participaron de los ingresos provenientes de las prebendas. Núm. Bienes

Prebendados

1.

castillo-villa de Buñales

2.

lugar de Igriés iglesia de la Peña

3.

castillo-villa Tabernas cuartas de las iglesias: Torres de Violada Sangarrén Molinos Yéqueda iglesia Quinzano iglesias de Anzano Nisano cuartas de Apiés Lienas

Ramón Pérez Grimón, arcediano Pedro Martínez Martín López de Azior, deán Arnaldo de Francia, prepósito Guillermo Brun, cantor Martín de Sariñena, arcediano Pedro Talarn, arcediano Ramón de Perolo, vicario general Peregrino Binyec Domingo Ezquerra

Granos (cahíces) Trigo Avena Ordio 110 50 50 50 10 10 10 10

al obispo al deán a Limosna a cada canónigo 6 a cada capellán al maestro de gramática 6 6 al físico al subprecentor 3 4 al notario a cada infante 3,5 al portero 3,5

88

Vino Mosto Mallolo Tercenco 50 10 20 3,5 4,5 4,5 4,5

4. 5.

46.

Guillermo Riquer Martín de Sariñena Bernardo Riquer

ACH: Libro 1 Estatutos, fol. 63; y 1-72, copia del s. XV.


6.

7.

8. 9. 10.

cuartas de Rasal, Bentué, San Martín, Novellano Piedrafita, Omiste, Ascaso, Escalate, Anzánigo iglesias de Algás, Juntas séptimo de Sta. Eulalia de la P. iglesia de Torralba cuartas de Riglos, Figaruelas, Caxcorba, Chovierre tercio de la iglesia de Cuarte fincas Arascués molino Buñales castillo, villa Alcalá cuartas de las iglesias: Arguis, Gratal, Lierta, Casanova, Arnés.

Gil López

Jaime Ciprián, vicario general

Bernardo Esteban Bernardo Serón Adam de Biscasielle Berenguer Saportella

El fin último que se propusieron los partidarios de la secularización del cabildo catedralicio, la elevación cultural y social de los canónigos, se alcanzó plenamente. Ya en 1259 se promovieron los estudios universitarios, al estatuir que los canónigos que fueran a cursar en algún Estudio General continuaran percibiendo las raciones canonicales, facilitándoles los medios necesarios para sufragar sus estancias lejos de la Catedral y librándolos de las estrecheces de la vida regular. En adelante es frecuente la presencia de canónigos magistri y iurisperiti en el cabildo oscense. Muchos fueron también los canónigos procedentes de la nobleza: baste citar los nombres de los López de Azlor —tío obispo y sobrino deán—, los hermanos Jaime Sarroca y Pedro del Rey, sobrinos de Jaime I. Buena prueba de la consideración social de que gozaba el cabildo son las cartas de recomendación de reyes y nobles para la admisión de familiares y protegidos que aspiraban a una canonjía.47 La disciplina más cultivada parece haber sido el Derecho, acaso por el ejemplo dado por los obispos jurisperitos como Vidal de Canellas y Domingo Sola, acaso por la necesidad vivamente sentida de contar con especialistas después de la larguísima experiencia en pleitos que, por una u otra causa, había sostenido y sostenía la Catedral ante la Santa Sede, la curia real, el metropolitano y el justicia de Aragón. El talante jurídico del cabildo oscense puede apreciarse a

través de los bien estructurados estatutos de derecho capitular, dictados en los capítulos generales.48 Es ilustrativa la primera noticia que se tiene de una biblioteca particular, la del canónigo Pedro Bernardo de Fontova, en cuyo testamento, fechado el 14 de diciembre de 1297, se mencionan los siguientes libros: Quoddam Decretum cum aparatu ordinario Quasdam Decretales cum aparatu ordinario Quemdam testum Digesti Veteris Quasdam Institutiones cum aparatu ordinario Quemdam textum Codicis Libros gramaticales Quosdam tractatus Precianum minorem Quoddam Breviarium plenarie perfectum.49

Es posible que con este legado y otros semejantes se iniciara la biblioteca catedralicia, de cuyos fondos medievales se conservan bastantes ejemplares en el archivo, biblioteca diferenciada de la de libros litúrgicos, que se guardaban en la sacristía. Es de notar también el lote de códices legados a la Catedral por el obispo Jimeno Sánchez de Ribavellosa, licenciado en Derecho y canciller del rey Pedro IV de Aragón, el 2 de octubre de 1365: Decretum, Decretales, Clementinas, Biblia, Macumano, Flores sanctorum, Isidorum de summo bono, De celebrandis ordinibus, Breviarium y Breviarium Romanum. En agradecimiento el cabildo le asignó para sepultura la capilla absidial de San Nicolás y se comprometió a fundar en ella, después de su muerte, una capellanía dotada con 300 sueldos anuales, más la celebración de un aniversario cada mes. Además de los libros, el obispo Jimeno donó a la Catedral unos cincuenta cubiertos de plata con un peso total de 41 marcas, 52 onzas y 4 quartons.50 La tradición jurídica del cabildo oscense bien pudo influir en el ánimo del rey Pedro IV para que fundara en Huesca el Estudio General por documento fechado en Alcañiz el 12 de marzo de 1354.

47. 48. 49. 50.

DURÁN GUDIOL, A: Historia de los obispos, pp. 64-65. DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, pp. 3-71. ACH: 8-159. ACH: 8-24 y 8-23.

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El clero catedralicio no se reducía a la comunidad de los veinte canónigos que formaban el cabildo bajo la presidencia del obispo. A medida que se fue reduciendo el número anterior de canonjías, unas treinta, se introdujo la figura del portionarius, racionero, que recibía de Prepositura una cantidad de dinero que se consideraba suficiente para una congrua sustentación. En los capítulos generales de 1266 se determinó que, dedicados al oficio divino, fueran diez los racioneros —tres diáconos, tres subdiáconos y cuatro presbíteros, en lugar de las diez canonjías suprimidas—, que recibían del prepósito ocho dineros diarios y un sueldo en las festividades de rito doble. Había además un número indeterminado de capellanes —capellani—, obligados a la asistencia coral y a la celebración de misas en las capillas en que se fundaron capellanías perpetuas, dotadas con rentas propias, que no participaban del patrimonio catedralicio. Rentas que muchas veces eran administradas por los descendientes del laico fundador de la capellanía, razón por la cual el capellán dependía en su manutención de la magnanimidad de aquéllos. En 1303, en vista de su degradación, que motivaba la adjudicación a capellanes «ignorantes y vulgares» que se contentaban con rentas bajas, el cabildo estatuyó que, antes de ser admitidos al coro, el capellán fuera examinado en canto y costumbres por el deán. La diversidad de las rentas de las capellanías se detecta en la disposición tomada en 1434 sobre ellas: el capellán con una renta anual de 100 sueldos debía celebrar en su capilla una misa a la semana; si la renta era de 200, dos misas semanales; y si de 300, tres misas a la semana. Se le urgió también mantener limpias y encendidas día y noche las lámparas, bajo pena de una multa de media libra de aceite por cada noche en que no ardieran, «si no era que habían sido apagadas por el viento y por el aleteo de alguna ave».51 Según el orden de precedencia, ocupaban el lugar después de los canónigos los racioneros, a continuación los capellanes y, en último término, los beneficiados de institución particular, obligados al

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servicio coral en sufragio de los familiares, vivos y muertos, de los fundadores. En el siglo XIV la clerecía catedralicia, incluidos canónigos, racioneros, capellanes y beneficiados, contaba con un total de sesenta miembros, a los que hay que añadir el subprecentor o sochantre, que aparece por vez primera en 1337, y el subsacrista o sosacristán, acerca del cual se legisló con minuciosidad en 1410 y 1434. El primero disfrutaba de una pensión de tres cahíces dos rovas de trigo y cuatro metretas y media de vino, más un salario anual de 24 sueldos; el segundo recibía un salario de las rentas de la Sacristía. El subsacristán tenía la obligación de llamar al cimbalario en la media noche para que tocara a maitines. Para asegurar que se despertara a tiempo, en 1410 se consagró en estatuto el tradicional modelo de despertador utilizado en la Catedral: «Cada noche encienda una vela de tamaño calculado para que, al consumirse, queme un cordel del que penden unos pesos que caerán sobre tablas, de manera que producirán un ruido capaz de despertar al subsacristán». Éste, según estatuto de 1434, era el encargado de proporcionar hostias, cera, vino y agua para las misas, de llevar un libro registro de las celebradas, que mensualmente presentaba al vicario general, y de tocar a vísperas.52 No formaban parte del clero catedralicio, además de los infantes, el maestro de gramática, el físico, el portero y el notario, cuyos emolumentos se determinaron en los capítulos generales de 1337, como se ha registrado en página anterior. El cabildo sostenía una escuela catedralicia, en la que profesaban el maestro de gramática, un médico magister maior, que explicaba el De consolatione philosophica de Boecio, y un teólogo, éste con un salario anual de 100 sueldos, cuya cátedra se suprimió en 1424.53 En 1435 se impuso al prepósito la

51. DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, núm. 134-137 y 147-151. 52. Ibídem, núm. 163-166. 53. ACH: De actibus capituli, I, fol. 40 y 35.


obligación de subvencionar dos estudiantes del Estudio General de Huesca y un tercero al limosnero, a los que se daban tres dineros diarios.54 En el tercer decenio del siglo XIV se revalorizaron las figuras del cirujano y del médico, contratados para asistir al obispo, a los canónigos y sus familiares. Con anterioridad el médico percibía de Prepositura seis cahíces de trigo anuales y cinco dineros diarios, pensión que se subió a 20 florines de oro al año cuando en 1424 contrataron los servicios del maestro Jaime de Santafé, fisicus Osce. Por lo que respecta al médico, el 7 de noviembre el cabildo acordó que el deán no le concediera permiso para ausentarse sin el consentimiento de los canónigos, permiso que no se daría si hubiese uno enfermo; la ausencia no podía rebasar un período de quince días o un mes, a lo sumo, una sola vez al año, siempre que no coincidiera con «los meses peligrosos de julio, agosto y septiembre» y que pusiera el médico titular un sustituto; los médicos se obligaron a visitar dos o más veces diarias al enfermo. Al día siguiente de tomados tales acuerdos, se contrató al maestro Jaime Gisbert, magistrum in medicina con una pensión anual de 70 florines de oro de Aragón.55

LA CASA DEL PREBOSTE 'o se conservan las cuentas del período aquí

contemplado de ingresos y gastos de las administraciones de Prepositura, Limosna y Sacristía, cada una de las cuales contaba con recursos propios en sus respectivas honores, formadas por la propiedad de iglesias parroquiales y colegiales, repartidas en todo el territorio diocesano: la honor de Prepositura contaba con 55, con 9 la de la Sacristía y con 5 la de la Limosna.56 Tampoco queda constancia de cómo se administraban los bienes y rentas de las prebendas creadas en 1338, pero sí las cuentas de la casa del preboste o prepósito, correspondientes al año 1353 en unos pocos folios del archivo catedralicio. Cuentas que no responden a la gran contabilidad de la honor de Prepositura, sino a los ingresos y gas-

tos del administrador y su familia, incluido el personal auxiliar de la casa. Continuaba en pie el edificio, descrito en el inventario de 1281 y cedido para vivienda del prepósito en 1303: casa de dos plantas con tres estancias en cada una, más las dependencias exentas de la estaulía o corral, los trillares y el forno, sitas en el huerto lindante con la actual calle de Forment. Los ingresos de la casa, es decir, del canónigo que ostentaba la dignidad de prepósito, provenían del diezmo de corderos de Lanaja —con un total de 256 cabezas—, Tormos —99—, Alcalá de Gurrea —43— y Los Agudos —36—; de la dezima de las uvas de los moros por un valor de 52 sueldos; y por la dezima de las uvas propias de los judíos, valorada en 285 sueldos, parte de los cuales pagó don Haym Almosnin clavero de la alyama —145 sueldos— y parte —140— el rector de Salas que los prestó a la aljama. En el mencionado 1353 el prepósito, como representante del cabildo, recibió en dos tandas un préstamo de mil sueldos: el 1 de octubre le entregó 500 la muller de don Yussé Avinardut físigo y el 28 del mismo mes este médico judío le dio otros 500. Recibían diariamente companages de carne y pescado en la casa, además de los diez pobres que alimentaba el prepósito, un clavero, un sozclavero, la manceba, los acembleros, dos mancebos, dos cellareros y una vendedera de vino, algunos de ellos con carácter eventual. La manceba, que se llamaba Domenga, percibía una soldada anual de 11 sueldos y para ella fueron un par de pipatas que costaron dos sueldos y que más tarde se tuvieron que solar por un sueldo. Otros trabajadores ocasionales —hombres y mujeres— no comían habitualmente en la casa y eran remunerados en dinero más la pitawa, que en tiempo de abstinencia era de sardinas, pan y vino, los días en que trabajaban. A continuación se registran 54. Ibídem, fol. 137 v. 55. Ibídem, fol. 77 y 77 v. 56. DURÁN GUDIOL, A.: •Geografía medieval de los obispados de Huesca y Jaca•, Huesca 1962, pp. 67-71.

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en sueldos y dineros jaqueses las remuneraciones que recibían cada jornada unos y otras, con la indicación de los trabajos que realizaban: Hombres maestro que adobó el huerto maestro que adobó el forno sacar piedras de una tapia mesurar el pan maylar el lino en casa enplir en la era la palla Mujeres juntar palla en la era encubar vino porgar trigo cariar agua pora bardo puyar bardo al terrado puyar civada en la cambra escavar lino labar las cubas

2.6 2.6 1.6 1.6 1.4 1.0 0.10 0.10 0.8 0.8 0.8 0.7 0.6 0.6

Contaba la casa con dos rocines, uno vermello, el otro frontalbo, y una asna, recién comprada por 20 sueldos, pora carriar agua. El vermello fue sangrado en una ocasión y el frontalbo fue ferrado de quatro piedes —4 dineros cada pie— antes de emprender un viaje a Valencia. Se compraron cinglas con sus ramales pora los rocines, dos albardas para los mismos, que costoron de trapos e de manos 6 sueldos y medio, y otra para la asna 1 sueldo 10 dineros. Se hicieron algunas obras en la estaulía, como reparar tapias y limpiarla de la tierra e del fiemo porque el

agua se entrava. El orno o buerio fue adobado de una litada que avía peciada por un maestro, un peón y una mujer, empleándose cuatro perfilas, clavos y fraxiles. Dos actividades propias de la casa de Prepositura eran la elaboración de pan y vino para el servicio de toda la comunidad catedralicia. En las fiestas de Navidad se cremava el forno de casa y hubo necesidad de interrumpir la cocción de pan y de descubrirlo y retejarlo con cien algaramitas para reemplazar las rotas. Las operaciones que se efectuaron fueron: socallar con piedras las tapias del forno drelar las lienas pora la boca del forno gitar tierra burenya delant la boca entre las lienas un kafil de sal pora diós las lienas cient adobas pora l'alcanor del forno guissar el forno dentro.

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Para la elaboración de vino se contaba con cuatro ornales que, al parecer, se utilizaron para responder a la demanda no sólo en la Catedral, sino también en otras entidades ciudadanas, según se sigue de las partidas de la recepta de mosto de la ciudat y de la cantidad de vino producido que fue, en el mencionado año 1353, de 319,5 mietros, sin contar los 67 que fueron sacados por partidas de las ornales antes que non fuesse acabado de bollir. Los asientos correspondientes registran las veces que se llenaron de mosto las ornales y el número de mietros producidos —impliesse la ornal, fue plena la ornal y vino que'n salió o salieu—. El resultado fue el siguiente: Ornal ornaleta chica ornal segunda ornal del deán ornal estreyta

Mietros producidos 8 + 12 = 20 72 61.5 + 63 = 124,5 58 + 45 =103

El vino se encubaba en el cellero, operación que realizaban tres mulleres. En la reparación de una cuba de 27 nietros, de la que pecióse un cerciello cerbigalero, se empleó cánnamo pora agarrotar el dito cerciello, y se arreglaron también las fruents de otras dos cubas con media liura de seno. En las transacciones de Prepositura en el repetido año se mencionan: el soldo el doblen dinero el dinero solt la mealla la puyesa

12 dineros 2 dineros 1 dinero 1/2 dinero 1/3 dinero57

Los precios del vino vendido por la Prepositura fueron: mietro de vino mietro de mosto mietro de malluelo

8 sueldos 6 sueldos 2 sueldos

Las cuentas no especifican los precios de la carne y pescado que se incluyen en el concepto companage. Para el horno y la mesa de la carne se compraron de mayo a noviembre 7 quartales de sal, cuyo precio oscilaba entre los 4 y los 8 sueldos. La liura de olio

57. «III liuras de olio a ratón de III dineros menos puyesa costoron VIII dineros».


pora companages de quarayesma e pora cremar costaba de 2 a 3 dineros. La mayor partida de aceite se compró en el mes de septiembre: 23 liuras de olio pora los crusoles pora la lámpada. No era desdeñable el consumo de cera: la libra de cuatro onzas se pagó a 16 dineros, cantidad que subía a 18 dineros si se trataba de cera obrada, ya que se incrementaba su precio con el doblén dinero de manos de obrar los cirios. El precio de la lenya para el horno y la cocina, probablemente a causa de su calidad, varió mucho, entre los 10 dineros y 1 sueldo y los 6 dineros la

carga. En tres ocasiones al año la casa de Prepositura pagaba colaciones —meriendas— para los canónigos: para la fiesta de sant Jayme se compraron a este fin 2 dineros de bathahalua —matafalúa—, 2 sueldos 2 dineros de vino y 10 dineros de frueyta; para la de sant Pablo la casa puso el vino y compró 15 dineros de frueyta, figas, nueces e avellanas; y para la del Jueves Santo, una libra de gengibrada por valor de 4 sueldos, 11 onzas de bathahalua que costaron 3 sueldos 4 dineros y dos cuartas y media de vino.

LA CASA DE LA ALMOSNA

iniciarse el proceso de secularización en tiempos del obispo Sola, hubo necesidad de eordenar la Elemosina catedralicia en cuanto a la atención de los pobres que diariamente recibían alimento del refectorio común de los canónigos, que no sólo les daba las sobras de las comidas, sino también las raciones de los ausentes y de las canonjías vacantes, más las aportaciones del limosnero —elemosinarius o almosnero—, que administraba las rentas de la honor de la Limosna. Dada la desaparición de la cocina canonical y la inutilidad del refectorio común, en julio de 1257 se organizó la casa de la Limosna, al servicio de la cual se pusieron un clavario, un escudero, un trotarius, un portero, un mozo de mulas y dos sirvientas, una para la casa y otra para el hospital, más dos yeguas y

A1

una acémila. En la casa habían de recibir asistencia diaria diez pobres, que sólo podían recoger y consumir los alimentos en el antiguo comedor común. Formalizada ya la secularización, en los capítulos generales de 1302 se estableció la supresión de la antigua dignidad de limosnero, cuya función desempeñará en adelante un canónigo simple. Se aumentó a veinticinco el número de pobres a socorrer en el comedor común, que dejó de ser llamado refectorium para denominarse en adelante domus pauperum. Se determinó que cada uno de ellos recibiera dos libras y media de pan y otras tantas de vino aguado; pro companatico o pora companage, los domingos, martes y jueves un cuarto de cordero cada diez pobres con un dinero de salmorejo; y los días de abstinencia —lunes, miércoles, viernes y sábados— sopa de cebolla y seis libras tres onzas de queso. En tiempo de Adviento y Cuaresma, los domingos, martes y jueves verdura o legumbres con aceite y congrio con salmorejo. El día de Jueves Santo la Prepositura había de dar la comida a cuarenta pobres forasteros o peregrinos, a los que se lavaban los pies en la ceremonia litúrgica del lavatorio. Se obligó al limosnero a proveer en el comedor servilletas, vasos, cuchillos, cucharas y platos, y cuando un pobre moría en el hospital de la Limosna, a sufragar los gastos de mortaja, ataúd, sepultura y cera para los funerales. La Limosna se mantenía de las rentas eclesiásticas de su honor —las iglesias de Castejón de Sobrarbe, Arcusa, Liesa, Almuniente y Senés—; de 32 sueldos de treudos que tenía en el Algorri; del diezmo de fincas de Florén, y de varias viñas en Huesca. La Prepositura contribuía con la aportación del diezmo de habas, lino, cáñamo, ajos y cebollas que entraban en su casa, y de las oblaciones hechas en la Catedral, más 10 cahíces de trigo, 10 de avena, 10 de ordio, 20 nietros de mosto, 10 de majuelo y 100 sueldos.58

58.

DURÁN GuDI0L, A.: El derecho capitular, pp. 22-23.

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LA CASA DE LA SAGRISTANÍA

l canónigo que ostentaba la dignidad de sacrista se encargaba de administrar las rentas de la Sacristía de la Catedral y de atender las necesidades del culto —hostias, vino, iluminación e incienso—, de las puertas y de las campanas. Disponía de edificio propio la casa de la Sagristanía, con las dependencias precisas como el orreo, cellero, cozina y dormitorios. Se conserva el libro de cuentas del año agrícola de agosto de 1368 a julio de 1369, que llevó el procurador Pedro Panzano, racionero, que se hospedaba en la casa junto con otros cuatro comederos ordinarios, que formaban el personal fijo: dos escolanos, el campanero, el primiciero y la manceba, cada uno de los cuales recibía diariamente en concepto de companage una libra de carne o, en su lugar, huevos, queso y pex fresco los días de abstinencia, dos dineros de vino y un promedio de tres cahíces anuales en pan. Eventualmente se hospedaban y comían en la casa los idores e venidores extraordinarios con licencia o mandato del sacrista. También comían periódicamente los clérigos que ayudaban en la elaboración de hostias, considerados comederos ocasionales. Es curioso el hospedaje de ocho cabalgantes y cinco hombres de pie, que el 29 de abril cenaron un gravito y medio que costó 10 sueldos; y el de nueve personas para las que compró otro cabrito por valor de 6 sueldos. En caso de enfermedad la casa sufragaba los gastos de médico y de botica, como sucedió en julio, cuando se pagaron al mege que guareció a Petri Sanz de la cama 38 sueldos y 16 y 2 dineros al especiero por medecinas que prendiemos para el enfermo. Además de la alimentación, el personal fijo recibía en dinero una soldada anual y zapatos, y la manceba un sobresueldo de cuatro coudos de trapo. He aquí los gastos de personal en sueldos y dineros:

E

Portada y lonja de la Catedral antes de la restauración.

Soldadas escolano Petro de Lusar escolano Exemenot de Santa Cruz campanero Johan de Casoas manceba soldada 4 coudos de lienzo 4 coudos de stopalo 1 toca Zapatos 16 pares pora los escolanos 7 pares pora la manceba 2 pares pora el campanero 8 pares pora el procurador

60.0 60.0 70.0 50.0 6.0 4.8 6.0

66.8

77.0

Los ingresos de menor cuantía procedían del loguero de trapos pora defunsiones —15 sueldos por trapo de seda y 40 por un panyo de seda— y del te/y de la *randa de los domingos de todo l'anyo, que sumaron 12 sueldos 7 dineros e mealla. Por estos conceptos se ingresaron 187 sueldos, 7 dineros e mealla. El grueso de las rentas de Sacristía provenían de la primicia de granos, habas y uvas de la ciudad y términos de Huesca y del diezmo de las iglesias de la honor —Tramaced, Fraella, Plasencia del Monte y Banastás—. He aquí los totales de la recepta de áridos, correspondientes a la cosecha del año: Trigo Ordio Civada Centeno Mestura

Cafices 141 58 79 33 2

Rovas

Quartales

3

3

2 1 2 3

2 4 2

Buena parte de estas cantidades se invirtieron en el pago de pensiones y treballos al portero del rey, al mandedero de la cort del oficial, a un sastre judío, al procurador, al advocado, al primiciero de Huesca, al alcaide y dezimero de Banastás, al dezimero de Fraella y Tramaced, al dezimero de Plasencia y, en concepto de soldadas, a los vicarios de Fraella, Tramaced y Plasencia. En total la Sacristía gastó en tales menesteres: Trigo Ordio Centeno

Cafices Rovas Quartales 66 2 18 30 4

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La venta de granos sobrantes por medio del procurador produjo a la Sacristía un total de 3.363 sueldos 11 dineros en los meses de octubre, noviembre —1367— y marzo —1368—. La recolección del diezmo de áridos se celebraba en Plasencia con un convite —caridat—, ofrecido por el sacrista oscense al concello de la población, formado seguramente por los veinte vecinos con que contaba, incluidos los jurados. Además de un cahíz de trigo, la Sacristía catedralicia gastó por este concepto en agosto de 1368: 16 pares de pollos a 2.4 el par 1 pernil de tocino a 1.4 la liura 2 carneros a 0.9 la liura 2 guarras de vino 2 cargas de lenya pora cozinar 2 onzas e mea de pebre 1 quart de lafrán vinagre pora janar huevos una muller que carió agua e fizo las scudiellas e ayudó a cozinar

16.6 sueldos.dineros 6.0 21.7 16.8 5.4 17.0 0.6 0.2 1.6

1.0

Fue considerable la actividad de la Sacristía en la recolección de la primicia de uvas de Huesca y del diezmo de Banastás y en la elaboración de vino. E116 de septiembre se preparó el cellero, se repararon y lavaron las ornales y cubas y se alquilaron a loguero tres trillares y varios odres. Las cuentas citan dos cubas con capacidad de 30 y 20 nietros respectivamente. El 4 de octubre se contrataron once primicieros pora plegar las uvas en otros tantos términos de la ciudad —Alguerdia, Conillenigue, Balfarta, Sant Jorge, Alcoraz, Balcencos, Floren, Morillón, Guatatén d'Iuso, Almeriz y Miquera— con salarios de 1 sueldo 3 dineros por jornada. El transporte de racimos en cuevanos comprados en Banastás a la casa de la Sacristía se realizó en treinta y un días de octubre y noviembre por un promedio de siete carriadores con sus animales, cuyos jornales oscilaron entre 2 y 3 sueldos.

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Recibidas las uvas en la casa se procedió en dos ocasiones, una en octubre y otra en noviembre, a estas faenas: pisar las uvas del trillar pozar el mosto levar el mosto a la omal e brisas nacesarias pora bollir el mosto chitar en las brisas X mietros de malluelo pasar el malluelo del trillar al cellero encubar en el cellero el vino de las omales

Se invirtieron en cada una de las dos ocasiones un total de 16 sueldos en salarios de los pisadores, a los que también se daba una pitawa de carne por valor de 15 dineros diarios. Todas las messiones de vendemar costaron a la Sacristía 902 sueldos y medio. Del vino encubado pora vender e pora beber en casa se vendió un total de 84 mietros 15 cantaron, a 6 dineros la quarta, por un valor de 1.527 sueldos. Sin incluir el importe de las hostias y vino de misa, se destinaron al culto catedralicio —despensa del sagrario— 1.028 sueldos por varios conceptos. Los gastos menores correspondían a la limpieza de la Catedral tres o cuatro veces al año, que importaban 10 dineros cada una a la muller que escopava la ecclesia; al adobo de capas y sobrepellices; a dos fazatelas guarnidas de seda que valieron 3 sueldos; al junco de Banastás que se esparcía por el templo en algunas festividades —una carga valía 9 dineros—; a la palla de centeno con que se cubría el suelo del coro y de la sacristía en invierno —quatro dotzenas de 14 sueldos—; ramales de cannamo pora las campanas, 2 sueldos; un par de bergas de buey pora el batallo de la campana mayor, 12 sueldos; 12 liuras de olio pora la crisma, 4 sueldos; una carga de carbón pora las brasas del encensero, 3 sueldos y medio; y una sartén de fierro pora aduzir brasas pora calentar las manos a los canónigos e pora los encenseros, 1 sueldo y medio. Las mayores cantidades se invirtieron en la iluminación y en incienso. El valor de la libra de cera y del incienso fue en sueldos y dineros:


iiira~1~111.11~Iller

1"r tij r".•

5

11

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0,7:4 r

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41

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11

Vista general desde el sur.

1 liura de candelas 1 liura de cirio 1 liura de brandones 1 libra de encens 1 pan de cera pora fazer candelas de 26 liuras cirio pasqual de 20 liuras

1.10 2.2 2.0 4.6 48.8 43.3

El balance final de la administración de la casa de la Sacristía arrojó las siguientes cifras en la suma mayor de todo: Suma de recepta 6.167 sueldos y 7 dineros Suma de expensa 6.141 sueldos y 5 dineros con un superávit de 26 sueldos 2 dineros.

97



IV. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XV

MEDIOS ECONÓMICOS

l comenzar el siglo XV, en orden a la prosecución de las obras de la nueva Catedral, se planteó el problema de la sustitución de la techumbre de madera por bóvedas de crucería en la nave central y en el crucero, más el adecentamiento del solar resultante de la demolición de la mezquita aljama, mediante la construcción de un nuevo claustro. Puesto que la fábrica carecía de rentas propias, hubo necesidad, como en el pasado, de arbitrar procedimientos para la captación de recursos. En el pontificado del normando Juan de Baufés, obispo que, dedicado al servicio del rey navarro Carlos III el Noble, apenas residió en Huesca, su vicario general, el canónigo Ramón de Oliet, bachiller en Decretos, dirigió una circular a la clerecía de la diócesis con fecha del 16 de junio de 1399, imponiendo un gravamen sobre el producto de la primicia de todas las iglesias —la mitad de su importe—, que había de destinarse a la terminación de la testudine —abovedamiento— de la fábrica catedralicia y a la obra de un nuevo claustro, conforme al estatuto promulgado previamente por el vicario y los canónigos.

A

A causa probablemente de la resistencia del clero de Jaca, la colecta de primicias no pudo realizarse hasta obtener la confirmación pontificia, que fue concedida por el papa Benedicto XIII en bula fechada en Marsella el 17 de septiembre de 1404, en la que se excluía del tributo a las iglesias de la diócesis de Jaca. El 15 de junio del año siguiente, el maestro Jaime Lidón, canónigo comisionado por el obispo fray Juan de Tauste, mandó a los rectores y vicarios y a los jurados y prohombres de las poblaciones diocesanas que en el plazo de seis días después de recibido el mandato se colectara la parte de la primicia de cada parroquia destinada a la fábrica de la Catedral.1 Aunque no se conoce el resultado, la recolección de las primicias se efectuó en 1406, año en que el fabriquero compró una mula pora ir a las montanyas por las primicias, animal que costó 30 florines de oro de Aragón. Parece que resultó complicada y costosa la captación de este recurso económico y es de creer que se simplificó en documento expedido por el mismo Benedicto XIII en Barcelona el 15 de diciembre de 1409, estableciendo que el cabildo oscense eligiera

1. ACH: 5-209, que transcribe la bula papal y da la lista de las iglesias de la diócesis afectadas.

99


procuradores de la fábrica, facultándolos para escoger en cada parroquia de diez o más vecinos el diezmo anual de un feligrés para destinarlo a las obras de la catedral hasta terminarlas, al claustro y otras dependencias necesarias. El mismo día el papa envió un mandato al abad del monasterio de Santa Fe de Zaragoza y a los oficiales eclesiásticos de Zaragoza y Lérida para que ejecutaran el contenido de la bula pontificia.2 Aunque los procuradores de la fábrica —obreros— estaban obligados por decisión papal a rendir anualmente cuentas de su administración, éstas no se han conservado y es preciso recurrir a las de los años 1422 y 1423 para conocer el montante de los ingresos de la fábrica, que oscilarían entre los tres o cuatro mil sueldos al año. Sólo a finales de siglo se emprendió el abovedamiento de la nave central y del crucero, como se explicará más adelante. En el curso de esta centuria las obras más importantes llevadas a cabo fueron la construcción de un ala del nuevo claustro como prolongación de la crujía meridional del claustro románico, y la terminación del campanario. El Libro de Fábrica, correspondiente a 1422-1423, registra las receptas de las primicias feytas por el obrero de la Seu de Huesca, que fueron, respectivamente, los clérigos racioneros Sancho Burro y Sancho Las Cañas. En el cuadro que sigue se señala el número de iglesias de cada demarcación eclesiástica del obispado y el total de la recaudación, en sueldos, de los dos años: Iglesias Demarcación 15 Mensa episcopal Honor de Prepositura 39 4 Honor de la Limosna 28 Arcedianato de Serrablo 28 Arcedianato de Las Valles 23 Arcedianato de Sobrarbe Ciudad de Barbastro 9 22 Arciprestazgo de Barbastro 4 Honor de San Pedro el Viejo Recepta de clérigos (vacantes) Recepta de spensas de primicia 172 Totales

100

1422 187 281 60 307 220 366 250 492 26 875 71 3.135

1423 171 258 35 306 227 389 250 500 32 2.658 21 3.847

Con el superávit del año anterior la caja de la fábrica dispuso en 1422 de 5.548 sueldos 11 dineros. Califica el Libro de Fábrica estos ingresos como provenientes de la recaudación de primicias, sin embargo la recepta de los clérigos responde a otro concepto, al gravamen sobre las rentas beneficiales del primer año de las vacantes, como aparece en la partida de noviembre de 1422: «pagué al notario del senyor vispo por sacar un scripto de los clérigos que avían beneficios de nuevo». Dos correus —Johan de Mur y Bertrán de Mur— recorrieron las parroquias del obispado pora levar letras de la obra durante veintiún días entre mayo y agosto con un salario de 3 sueldos diarios, cada uno. El primero de ellos viajó trece días de noviembre «con letras por posar entredictos en las eglesias» que no habían satisfecho el impuesto de la fábrica catedralicia. Por los mismos años se abandonó el viejo procedimiento de recaudar directamente las rentas de la Prepositura y se introdujo un nuevo estilo, el de rendación, más cómodo, por unos años o collidas a un precio fijo. En 1421 el cabildo arrendó el castiello del lugar de Moriella al arcediano Pedro de Bolea por cinco años y 700 sueldos anuales; en 1426 los diezmos, primicias y demás derechos de Prepositura en las iglesias de Almudévar, Lanaja, Tardienta, Alcalá de Gurrea y Los Agudos lo fueron a Jaime de Bolea, mercader oscense, por 1.500 florines de oro de Aragón; en 1430, a Martín de Anzano, señor de Siétamo, el diezmo de pan, vino, corderos, lana y queso de Los Agudos y Alcalá de Gurrea por tres años y 300 sueldos; el mismo año los canónigos, senyores del logar de Moriella, arrendaron al rector de esta parroquia los derechos dominicales por seis años y 65 florines anuales, y a un clérigo racionero de Almudévar la grangia casa o pardina de Avariés por diez años y 550 sueldos cada uno.3 El sistema de

2. 3.

ACH: 5-208, original; y 2-217, con sello de plomo pendiente. ACH: De actibus capituk I, fol. 2v, 54, 65, 92v, 93 y 94v.


rendaciones se hizo habitual en los años siguientes. El procedimiento tradicional de donación a treudo perpetuo, que tendía a la obtención de rentas fijas en bienes inmuebles, se siguió en el castillo y lugar de Salillas, cerca de Sesa. El 26 de noviembre de 1425 el cabildo compró por 10.000 sueldos el castiello e lugar de Saliellas a mossén Sancho Pérez de Pomar, cavallero, y a su esposa Violante de Ayerbe, con «toda la senyoría, jurisdicción alta e baxa, mero e mixto imperio civil e criminal e todos montes, términos, rendas e dreytos d'aquellos e de cada uno. d'ellos». Casi un mes después, el 18 de diciembre, los canónigos «atorgaron, dieron e liuraron a trehudo perpetuo a dreyto emphiteótico e a generación» a los antiguos señores, que les vendieron el castillo y lugar de Salillas con la obligación de pagar anualmente a la Catedral 555 sueldos y de «mantener el dito castiello en pie, cerrado e cubierto e los campos bien laurados e las vinyas bien podadas e cavadas».4 No sólo fue la Prepositura en el procedimiento de arrendar las rentas, sino también los canónigos, como en el caso de Buñales, donde radicaban las prebendas de dos miembros del cabildo. El 1 de julio de 1427 se facultó al arcediano Pedro de Bolea ad arrendandum el señorío del castillo y lugar de Buñales y tres días después éste, personado en Albero Bajo, «arrendó a los moros e aljama de Albero de luso los términos, castiello e rendas decimales e primiciales e otros dreytos de senyorío del lugar de Bunyales por tiempo de vint annos, comerwantes a contar el primer día de mayo del anno M.CCCC.XXVIII, por precio de sixanta e cinco florenos de oro de Aragón pagaderos cada un armo a los prebendados del dicho lugar de Bunyales dentro de la ciudat de Huesca, e con muytas otras condiciones en los capítoles de la dita rendación contenidas. Son fianlas Guillerm Tallada scudero habitant en Huesca e García Alamán alcayde del dito lugar de Albero. Testes Tomás de Anlano alias Morisco e Zalema Marguan alfaquí moro filio de Abrayme de Marguan quondam Osce'. 5

La administración de las prebendas era llevada directamente por los canónigos prebendados. A este respecto es ilustrativa la acción del canónigo Martín López de Gurrea, prebendado en el lugar de

Tabernas, quien renunció a las rentas que le correspondían para invertirlas en la reparación de la abadía y, en el plazo de dos años, en la reconstrucción y repoblación de cuatro casas que estaban deshabitadas con otros vecinos «que asumieran los cargos ordinarios a que estaban obligados los vasallos de Tabernas». Fue el 5 de mayo de 1427.6 En el primer libro de Sacristía se conservan las cuentas de una explotación directa por el cabildo entre los años 1404 y 1406 en los planteros de los canonges: el quatrón alto, los planteros chicos o tiernos y los planteros mayores. Las labores que se efectuaron fueron las siguientes: en febrero, la de esconbrar las cequias de los planteros; en abril o marzo, podar, exarmentar y cavar planteros, más gitar los sarmientos e faxinarlos en la sarmentera; regar en dos ocasiones, una a principios de mayo y otra, pasada la fiesta de San Juan en junio; en septiembre, des-

faxinar los sarmientos e sacarlos de la sarmentera a la carrera o fuera del calizo y carriarlos a la entrada del campo; y entre septiembre y octubre, vendemar los planteros, racimarlos, carriar los racimos a los cuévanos, pisar las uvas y gitar malluelo con los racimos en la ornaleta. Las labores de poda se ejecutaron en un promedio de doce días por año con un total de alrededor de 83 jornales. En la vendimia, que duró tres días, se emplearon unos 26 jornales; en esta labor, además de los carriadores de uvas en canastas, trabajaron carriadores con bestia en el transporte de las cargas al cellero, donde entraban en acción los pisadores y las mulleres. Jornaleros de poda Podadores Exarmentadores Cavadores Carriadores

4. 5. 6.

1404 14

9 64 2

1405 11

1406 11

7

10

54 3

52 3

Ibídem, fol. 47. Ibídem, fol. 65. Ibídem, fol. 62v.

101


Jornaleros de vendimia Vendemadores Carriadores Bestias Pisadores Mulleres

12 3 5 2 3

19 3 6 3 3

Salarios por día de trabajo en sueldos.dineros Podador 3.0 2.2 Exarmentador Exarmentador 2.1 Exarmentador 2.0 Exarmentador 1.10 Cavador 3.8 más vino Cavador 3.4 Cavador 2.10 Cavador 2.8 Cavador 2.6 Carriador 1.8 Carriador 1.2 Carriador con bestia 5.0 J Vendemador 1.2 • Pisador 1.6 más vino, pan, Muller 0.6 carne o pescado

Las reseñadas labores importaron en los tres años un total de 1.084 sueldos 11 dineros: Año 1404 1405 1406

Sueldos.dineros 373.6 316.1 373.4

su 1 FRÍA CORAL egún las cuentas correspondientes a los años 1401-1403, presentadas por el canónigo fabriquero, la obra de la nueva sillería coral se inició el 3 de agosto de 1401. Trabajaron a sueldo tres mudéjares -los maestros, menestrales o moros Mahoma de Borja, Mahomico Alborginí y un hermano de éste, cuyo nombre no se registró-, ayudados por algunos operarios y peones cristianos. La pintura de la sillería se confió a maestre Beltrán el pintor, contratado por un total de 120 sueldos, que percibió en tres tandas, siendo a cargo del cabildo el material. Los salarios percibidos por día de trabajo fueron en sueldos y dineros:

S

102

Mahoma de Borja Mahomico Alborginí hermano de éste menestral menestral ayudante serrador serrador serrador serrador ayudante tornero

3.6 3.6 1.6 3.6 2.6 2.9 2.6 2.4 2.2 3.0

En algunos trabajos de peón se acompaña el salario con raciones de vino a consumir durante la jornada, como en el caso de tres serradores que racoron, seroron e squadrioron una noguera, los cuales bebieron vino por valor de 10 dineros y emplearon pora tronzar la noguera una sierra de loguero que costó 6 dineros. Las mayores partidas de gastos efectuados por el fabriquero corresponden a la madera empleada. Son las siguientes, valoradas en sueldos y dineros: 1 noguera 2 nogueras 1 noguera 1 carga de noguera 1 troQ de noguera 2 trallos de noguera pora canetes 11 taulas de noguera de Saranyena de 12 x 3 palmos 8 taulas de noguera de Saranyena de 16 x 3 palmos 10 taulas de noguera de Olevito de 12 x 2 palmos 5 taulas de Castiella pora grades 8 docenas de taulas compradas a Jucefiel 4 perfilas quadradas 9 perfilas pora los respaldos 1 perfila de 14 palmos obrada 12 témpanos de Alcobierre 9 témpanos pora formas 40 témpanos de bara alhaceras 3 docenas de quadrados pora pilares

20.0 50.0 15.0 25.0 5.0 5.0 150.0 96.0 50.0 33.0 10.0 38.0 9.0 8.0 12.0 10.3 34.4 20.0 45.0

Para la clavazón se compraron: 1 liura de claus 33 claus redondos pora las formas 26 claus redondos pora do corren los sitios

0.8 9.0 4.4


200 tayetas agullas de fierro 150 marcavils 4 docenas de adriellos

2.8 0.10 1.9 5.0

Por las cuentas del fabriquero se conocen los elementos obrados por los maestros mudéjares, los que componían la sillería coral, dispuesta en dos hileras —la del lado del obispo y la del prepósito— en los dos primeros tramos de la nave central: Grades Pilares Sitios Respaldos Pilaretes torniados Canetes Formas

De los trabajos encomendados al pintor maestre Beltrán sólo se mencionan los de engesar los pilaretes, fazer las fuellas en pilaretes y pintar las vueltas de las formas, pero a juzgar por el coste del coro de la part del vispe de pintar —50 sueldos— y por el material empleado, es presumible que se decorarían también los respaldos. Los materiales, valorados en sueldos y dineros y sufragados por el cabildo, fueron los siguientes: 1 hura de verdet mea hura de vermelló 3 onzas de vermelló 1 onza de vermelló 1 onza de indio 1 onza de indio 1 onza de belarmino 1 onza de orpiment blanquet mea liura de berniz 2 onzas de berniz mea hura d'agua cozida cola pora engesar güevos pora estemprar los colores

2.6 3.0 2.0 0.6 1.0

1.6 0.6 0.6 0.4 1.0 1,0 0.6 0.4 1.9

Mientras se trabajaba en el coro, el cabildo llamó a un maestro organero, cuyo nombre no cita el Libro de Fábrica, a quien se pagaron 100 sueldos por adobar los órganos, instrumento que se colocó sobre una bóveda de capilla del trascoro. La operación consistió en confeccionar nuevos fuelles, empleándose este material:

4 pieles cerbunas 3 aludas 1 aluda 2 quartas de vino blanco pora remullar los cerbunos guando los misso en el órgano 6 perfilas 200 tayetas 2 liuras de cola 1 ola nueva pora cozer la cola lenya pora cozer la cola sarmientos 1 hura de agua cozida

30.0 0.18 0.8

4.0 8.3 0.15 0.20 0.18 0.8 0.7 0.8

Terminada la sillería coral se procedió al cerramiento del recinto, cara al altar, con una reja de madera que labraron, por un jornal colectivo de 10 sueldos, los mismos mudéjares Mahoma de Borja y sus dos hijos. El cabildo puso el material: dos cargas de buxo y una canya de noguera pora fazer las rexas del coro, que serraron a destajo tres serradores que cobraron 9 sueldos. También asentaron la reja, ayudados por un peón que fizo el mortero con un salario de 2 sueldos más 4 dineros en vino. Mahoma Alborginí volvió a la Catedral en 1424 para fazer un sitio en la forma del senyor vispo, que costó 24 sueldos de fusta e de manos, según el Libro de Fábrica. En agosto de 1405 se comenzó a pavimentar con regolas el recinto coral, operación que realizaron dos moros, cuyos nombres no revela el citado Libro, con sendos salarios de 3 sueldos. Un hombre que con su bestia carrió tierra al coro cobró 2 sueldos 6 dineros. El miller de regyolas costaba 60 sueldos y 7 el cafiz de calzina con su arena. Compró también el cabildo dos batiguelos pora dar mortero guando se losó el coro. Este mismo año el fabriquero encargó un facistol de hierro, que le costó 10 sueldos de manos y otros 10 de la ferrarnienta. El coro se alfombraba desde noviembre hasta la víspera de Pascua con alfaceras de sparto, una de las cuales, comprada a un moro de Albero Bajo, costó 12 sueldos. Constituían el mobiliario auxiliar una taula do posan las capas y un armario do estan los liuros del coro, según el Libro de la Fábrica, en el que se

103



registra también una partida de 33 sueldos que se pagaron al pintor que pintó la taula que sta en el cabo del coro, la tabla movible con la inscripción His est choros, que se colocaba por semanas alternas en una u otra de las dos hileras de la sillería. La sillería mudéjar debió sustituir el antiguo coro que había sido trasladado de la mezquita a la nueva Catedral y emplazado en los dos primeros tramos de la nave central. Adosadas a sus laterales, dos capillas entre columnas en el coro del obispo —la de San Mateo y la de San Miguel— y otras dos de igual factura al dorso del coro del prepósito —la de San Antón y la de San Blas—. Un muro cerraba el trascoro frente a la puerta mayor y en él había dos capillas, la de Santa Cruz y la de Santa Elena, anteriores al año 1372; en 1413 se le sumó una tercera dedicada a Santa Engracia. El órgano, instalado en 1386, se situó en la bóveda de crucería de la de San Antón o en la de San Blas.7

EL CLAUSTRO NUEVO

obres son las dos fuentes que dan noticia sobre la construcción del claustro nuevo, del que sólo se terminó un ala, adosada al paramento septentrional de la fábrica catedralicia. Son unos pocos fragmentos de los libros de Fábrica y de Sacristía. Sería en 1404 cuando el fabriquero contrató con un menestral tallador, cuyo nombre no se registra, el trabajo de tallar mille piedras por un importe total de 30 florines de oro de Aragón, la tercera parte de los cuales le pagó en enero del año siguiente. Y compró a un ferrero una bara de fierro pora fazer paTalos e picos, que costaron 20 sueldos. Previamente al transporte, fue preciso adobar el puent de la puerta de Montaragón y la carrera desde ésta hasta la Catedral, por donde habían de transitar

p

Retablo de La Coronación de la Virgen, de Pere de Zuera, s. XV (Museo Diocesano).

las caretas de piedras. Trabajaron en ello tres maestros con un salario de 2 sueldos 6 dineros cada uno, que emplearon seis trozos de fusta pora enclavar el dito puent de traves y una lliura de claus. En el acondicionamiento de la carrera d'on pasasen las caretas intervinieron jornaleros con sus animales que carrioron glera, por un salario individual de 2 sueldos 6 dineros, más un sueldo en vino para todos. El transporte fue confiado a Johan el caretero, al gerno de Romero, a Blasquiello, a Salvador y a Johan de Calahorra, quienes entre enero y marzo llevaron a la Catedral sobre 300 caretadas desde la cantera. No se registra el importe de los portes y sólo el Libro de Fábrica anota que los transportistas Johanet y Blasquiello cobraron 70 florines de oro el primero y 14 el segundo por los viajes realizados entre el 13 de marzo y el 23 de abril. Cabe suponer que en este último mes habían llegado a la Catedral la mitad de las mil piedras contratadas con el tallador. El Libro de Sacristía aclara que cada caretada constaba de cuatro piedras sin labrar, operación ésta que efectuaron los piqueros a pie de obra. En el mes de mayo obraron siete piqueros con un salario de 3 sueldos 6 dineros y un mozo que percibía 2 sueldos diarios. Otros dos manobreros, con este mismo jornal, trabajaron en scombrar el fundamiento de la paret de la claustra y un peón carrió arena. El sacrista compró un azaren pora cerner la calcina e la arena, una taula de noguera pora reglar plumo y un cántaro. El sábado 10 de julio anotó el fabriquero: compecé de abrir los fundamientos de la claustra con cinco peones que cobraron 2 sueldos por jornal cada uno y 9 dineros en vino entre todos. No se hallan más datos, pero consta que la única ala que se construyó estaba terminada en 1423, cuando se contrató la torreta de regola del campanario —de ella se tratará más adelante—, que había de tener la alteza de los tramos del claustro desde el suelo hasta la clau del crucero.

7.

ACH: Libro de Visitas de 1560, fol. 103v y 111v.

105


No se han encontrado más cuentas del fabriquero ni del sacrista que permitan descubrir el proceso constructivo del claustro nuevo. Sólo se conocen obras de menor entidad: la reparación del reloge en 1403, por la que se pagaron 15 sueldos al Buro, más la cantidad anual que satisfacía la eglesia —150 sueldos— al relojero encargado del funcionamiento y mantenimiento del reloj; y la construcción de las puertas de la procesión —claustro— y del campanal a cargo de maestre Bernart y otros dos menestrales con salarios de 3 sueldos 6 dineros, ayudados por un mozo que cobró 1 sueldo de jurnal. Para la puerta del campanario se emplearon tres taulas de jopo, valoradas en 10 sueldos 6 dineros. Los gastos correspondientes a la puerta del claustro fueron en sueldos y dineros: jurnal de los dos menestrales que obroron los batederos de la puerta de la procesión, cada baras pora las puertas quatro algallyevas 5 liuras e mea de agullas 1 toron con su tanyabla las frontizes del postigo pesó la clavazon 5 dozenas e 7 liuras 3 liuras de claus

3.6 7.3 1.6 2.9 1.0 3.0 44.8 2.0

TERMINACIÓN DEL CAMPANARIO

n la sala capitular el 19 de enero de 1422 los canónigos rescindieron —revocoron— el contrato del maestro mayor de la obra de la Seu, Rodrigo Pérez, y el mismo día dieron el cargo —pensionoron— a maestre Pere Jalopa, al que prometieron una retribución anual de tres cahíces de trigo, dos mietros de mosto y uno de vino malluelo, más 4 sueldos por jornal cada un día que en la dita obra obrará, con la obligación de fer continua habitación con su muller en Huesca.8 El Libro de Fábrica, bajo la rúbrica «Éstos son los jornales que Pedro Jalopa piquero obró con los companyeros en los pinacles de la Torre», da cuenta puntual de los gastos ocasionados con motivo de la ter-

E

106

minación del campanario, cuyos trabajos comenzaron el 9 de enero de 1422 los mozos del maestro, Nicolau y Arnaltón, más el piquero Johan de Escalate, a los que se unió el día 18, uno antes de la firma del contrato, el maestro e guiador de la obra. En junio se incorporó al equipo Pedro Zacosta, piquero habitant en Casp. Los salarios de maestro y oficiales eran en sueldos y dineros: Pere Jalopa Nicolau Pere Zacosta Johan de Escalate Arnaltón

4.0 3.6 3.6 3.6 2.2

Trabajaron también en la obra una quincena de manobreros temporales, cuyos salarios fueron, también en sueldos y dineros: hombre con bestia bracero mozo peón

3.3 2.4 2.2 1.10

Al final del ejercicio de 1422 sumaron los jornales del maestro y piqueros 1.674 sueldos y 413 los de los manobreros. Los trabajos se interrumpieron unos días de junio a causa de la fiesta del Corpus: el día 6 el fabriquero pagó a dos peones «por meter la piedra que yera en la plaza que se avía de linpiar pora la feria»; cuatro días después, pasó cuentas con Johan de Barbastro, bolsero de la ciudat, «de lo que se avía desprendido en las representaciones de Corpore Christi e tocó a la part de la obra» 178 sueldos 3 dineros. Como señala el Libro de Fábrica, la obra consistió en la coronación del campanario en su cuerpo octogonal, mediante la colocación de pinacles o almenas; F. Diego de Aynsa, historiador de Huesca, que conoció el campanario antes de su primera remodelación en 1653, precisa que medía unos 37 metros desde el suelo de la plaza hasta las almenas. Para facilitar el desagüe de la terraza se colocaron, como aclara el fabriquero, gárgolas que presentaban rostros humanos o de animales:

8.

ACH: De actibus capituli,1, fol. 5 y 5v.


,,Compré

de Johan d'Exea speciero olio de linoso pora provar quanto ende avía necesario en cada gargola e costó una liura II soldos. Item compré blanquet una liura a Johan de Cortillas, XI dineros. Día IV d'agosto. Compré el día que conpecaron a puyar e assentar las gargolas pora vino e pan e frueyta X dineros. El dicto día compré rasina e cera pora consultar las orellas e narices de las gárgolas que las avían crebado e una oleta pora regalarlo todo, XI dineros. Día VIII d'agosto. Obró Ezbelii que se trencava la grúa, avió a posar fustes grossos devant que le ajudás. Obró Ezbelii que esblanquió las gárgolas e las fizo blancas con olio de linoso. Un mocet molía el blanquet. Compré de Johan d'Exea blanquet IIII liuras e una onza, costoron VIII soldos. Parece que las piedras utilizadas para la talla de la gárgolas, por lo menos, procedían del derribo de la mezquita aljama, amontonadas en el cementerio claustral. El 21 de junio pagó a ares onbres por meter piedras del fossal de fuera que yeran pora las gárgolas». El mismo día compró el fabriquero «dos axadas la una ampla e la otra streyta pora sacar las piedras pora las gárgolas».

A punto de terminar la labra de los elementos que habían de coronar la torre, el mudéjar Mahoma Aroz, con un jornal de 3 sueldos 8 dineros, comenzó el 30 de junio a levantar una grúa en la plaza, «guando devían asentar e puyar las piedras pora las gárgolas». A este fin se compraron dos correas de fierro pora la grúa claus pora la dita grúa dos parpales grandes e dos xicos pora la roda soga pora la grúa unos ganxos pora puyar las gárgolas.

Adquirió también para el maestro Jalopa una regladera gran y cordel pora reglar y mandó construir un caretón que costó 25 sueldos. El 4 de agosto comenzó la operación de subir las piedras por medio de la grúa, accionada por manobreros. Cuatro días después se rompió y se llamó para recomponerla a un moro de Zaragoza, Mahoma Ezbelii, que empleó un alfardón pora la roda fustes grossos devant la grúa una soga gran e otra soga quatro corones pora las caruxas de la grúa

Se dispuso, además, de una «canya de noguera torniada con su soga pora puyar mortero, agua e calcina». Trabajaron en la operación cinco mudéjares

con los siguientes salarios en sueldos y dineros: Mahoma Aroz Mahoma Ezbelii un joven un mocet

3.8 3.8 1.0 1.0

Pagó el fabriquero a otros artesanos diversas facturas de materiales. Se citan la de un balystero «que tornió una caruxa con el torno» por 6 dineros; al ferrero Martín Camón le pagó 53 sueldos »por un pico que fizo nuevo, anaceraduras de scopres, doce picos nacerados y 774 puntas»; al zaralyero Martín 4 sueldos «pora el fuste do sta la soga de la campana del reloge alto en la torre» y por «adobar el mazo que se trencó que yera de fierro»; al menescal Alfonso de Orellano 17 sueldos por 304 «puntas que fizo e picos que socalzó e más que fizo un pico de nuevo». El mayor proveedor de la Fábrica en 1422 en la obra del campanario y otros menesteres fue el mudéjar Mahoma Alezcandar, frenero, que cobró cerca de cien sueldos por fazer dos parpales grandes e dos xicos fazer un alfardón pora la roda 6 puntas aceradas 3 puntas calcadas 1 cisel de una liura 1 cisel de liura e mea 1 cisel acerado 1 ansa de posadero con dos cerciellos de fierro 1 ferrullado en la puerta de caracol 3 cullyares pora l'asentar 1 ganxo pora puyar las gárgolas eslargar las baras de fierro que son ocho de la staga do va el Corpus Christi que yeran curtas e grossas fazer una cruz de fierro pora el quadrant de piedra por el candelero que fizo devant l'altar.

La mayor cantidad pagada fue para el soguero Gil de Bolea por «fazer una soga grossa» y otra que pesó dos quintales y medio y siete libras, valoradas respectivamente en 15 y 6 florines de oro de Aragón, moneda que se cotizaba a 10 sueldos 2 dineros, importando, por tanto, la factura 213 sueldos 6 dineros. A primeros de diciembre del mismo 1424 se dio por finalizada la primera fase de la terminación del campanario, pero en febrero del año siguiente se trabajaba aún en la terraza, seguramente para resolver el problema de filtración de agua, según se despren107


de de estas partidas del Libro de Fábrica: 12 febrero. Compré a Johan de la Cambra plumo pora la torre, VII liuras e mea, III soldos VI dineros. Item compré a Zalema Marguan plumo LVIII liuras menos III onzas, XXXVIII soldos. 26 febrero. Fizié fazer gafas de fierro pora la torre que pesoron LXXXXVIIII liuras e mea e fízolas Compas moro, =EH soldos X dineros.

Mahoma Albatiel, Taer moro y Abrayme Albatiel proveyeron para el asentamiento de las piedras un total de 156 cahíces de calcina al precio de 3 sueldos el cahíz. La Fábrica invirtió en la obra 4.408 sueldos, de los cuales 2.063 fueron para el maestro y los piqueros y 413 para los peones.

LA TORRETA

l 9 de agosto de 1423 el cabildo ajustó con el maestro Pere Jalopa por 60 florines de oro de Aragón «la obra de la torreta de regola sobre el campanario de la Seu» según el proyecto presentado previamente. Era el último cuerpo, éste pentagonal, que Diego de Aynsa describe como «hermoso chapitel con sus torreoncillos» de unos doce metros de altura. Según la carta publica feíta por el notario Martín de Arguis en la fecha indicada, los canónigos

E

«dieron a obrar a maestre Pere Jalopa maestro de la obra de la dita Seu una torreta de regola de cinquo quadros sobre la torre de piedra del campanal de la antedita Seu, segund la muestra que'l dito maestre Pere les ha dado en un paper. La qual torreta sia de alteza segund el crucero de la entrada de la claustra, yes assaber de tierra entró a la clau del dito crucero».

El cabildo se comprometió a satisfacerle la cantidad de dinero convenido entre la fecha del contrato hasta primeros de diciembre, en que había de terminar la obra, y a proporcionarle a cargo de la Catedral «regola, aljez, calcina, agua e fusta al pie de la torreta», así como a «adobar la grúa si se crebasse».9 Pedro Jalopa, que continuó percibiendo su pensión de maestro mayor de la Seo, cobró el importe de la

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torreta en dos tandas de 152 y 458 sueldos, cantidades que incluían los salarios de sus mozos y peones. Al comenzar la obra se aderezó la grúa y «el fuste gran pora en que va la caruxa». Como se había previsto, la grúa se crebó el 6 de septiembre y fue reparada por Mahoma Ezbelii, el cual también «fizo caruxas e vacías e un poQadero e reglas e otras cosas necessarias». El fustero Abrayme Avintar «fizo los coudales de la torreta» y ayudó al maestro en lds cindrias y finiestras cindrias. Aparte la fusta que los mozos de Jalopa llevaron a la Catedral desde la cort del justicia, se emplearon cuatro docenas de «fuella pora la vuelta de la torreta e pora la staga —o stagas— tres docenas de dueytos, cinco taulas, tres docenas de alcaynes e claves». Unas 13.000 regolas o rigolas se pagaron a 50 sueldos el millar. Fueron sus proveedores los mudéjares Taer moro, Abrayme Albatiel, Farag Alguazir y Mahoma Albatiel. Algunas partidas de acarreos dan a entender que las regolas se obraban cerca de la ermita de San Jorge: «por aduzir mil rigolas de Sant Jorge V soldos VIII dineros». Al cristiano Martín de Bolea se le compraron 3.000 regolas más caras, a 60 sueldos el millar, que costaron «de levarlas a eglesia del corral do eran» 8 sueldos. Otro mudéjar, llamado Mahoma Navarro, vendió al fabriquero 500 «adriellos que fizo pora la torre» a 19 florines el millar. Los mismos mudéjares proveedores de la cerámica aportaron desde la Morería oscense a la Catedral un centenar de cahíces de calcina a 3 sueldos el cahíz. Cuatro dineros más barata fue la calcina comprada a un vecino de Apiés por haberse terminado la de la Morería. Casi 55 cahíces de aljevez se adquirieron a diversos precios —3.6 y 3.8 el cahíz— de los vecinos de Almudévar Martín Royo, Mateu Just y Jaime de Pano, de Pasqual de Valencia y la fila de Antón de Nabal —el de estos dos últimos a 4 y 5 sueldos el cahíz—. Se invirtieron 176 sueldos en aljevez, 820 en regolas y 330 en calcina. 9.

Ibídem, fol. 21v.


Retablo de la capilla de San Felipe y Santiago, s. XIV (Museu d'Art de Catalunya).

RELOJ

punto de terminarse la torreta del campanario, se encargó la fundición de una campana a emeno Carnoy, de Zaragoza, a quien el fabriquero pagó a cuenta el 1 de mayo de 1423 la cantidad de 10 florines de oro «por razón de la campana que faze por mandamiento del capítol». Compró también a Johan de la Cambra 83 libras de stanyo y otras 30 a Zalema Marguán, al precio de 17 dineros la libra. Arnalt, mozo del maestro Jalopa, «obró una finiestas en la torre do pasás la cuerda pora puyar la campana» y el maestro, ayudado por un bracero, construyó «el pilar do ste la campana». Para subirla Mahoma Ezbelii fizo un torno y se compró «una soga grossa pora puyar la campana» destinada a dar las horas en el nuevo reloj, que había de reemplazar el reloge viello. El reloj fue contratado conjuntamente por el obispo Hugo de Urriés, el cabildo y el concejo de la ciu-

Ax

dad el 17 de octubre de 1424 por 60 florines de oro con el maestro Johan Esteban, relojero de Zaragoza, el cual se comprometió a «fazer un reloge bueno e bastant a fer tocar la campana nueva feyta en la Seu» y a entregarlo antes de la fiesta siguiente de Todos Santos, una vez instalada a su costa «toda la andaría o ferramienta e cuerdas necesarias en la cambra de la torre de la Seu» —la tercera planta del campanario—. Obispo, cabildo y concejo se obligaron a pagar por su cuenta a los maestros que le habían de ayudar, la madera y la clavazón. Además en los capítoles firmados se concedió al maestro Esteban una pensión anual de 15 florines para que se ocupara del mantenimiento del reloj, «yes a saber que si se sbaratava o se crebava, tornar a adobar aquél e venir de Zaragoza e repararlo», a no ser que el reloj fuera roto por un rayo. Aparte la revisión periódica, en virtud de la pensión el maestro se comprometió a acudir a Huesca «si el reloge se sbaratava», pero percibiendo en este caso un salario de 3 sueldos 109


por día «andando, veniendo e stando». Los contratantes —obispo, cabildo y concejo— se obligaron a satisfacer «por eguales partes el pago del precio del reloj, de la pensión anual del relojero y «en las spensas facederas en el asentar el reloge et en fazer aquél et en la campana asentar et en los maestros, fusta e clavazón necesarios». La capitulación fue formalizada en Zaragoza, en la fecha indicada, por el notario Johan de Azuara.10

ORNAMENTACIÓN 'o se emprendió en años sucesivos obra

importante alguna en la fábrica catedralicia. Sólo se realizaron pequeños trabajos de mantenimiento, sobre todo en «socorrer los terrados de la eglesia», operación en la que se trabajaron algunos jornales cada año, como en el verano de 1422, los de un equipo de mudéjares que pusieron 300 tellas compradas a Brayme Albatiel por 15 sueldos. En esta ocasión trabajaron seis moros que percibieron los siguientes salarios en sueldos y dineros: Mahoma Ezbelii Mahoma Aroz Mahoma Alyoro Ayte un moro de Zaragoza un mocet de Ezbelii

3.8 3.8 3.8 3.8 2.6 1.11

El mismo equipo de fusteros se encargó de obrar el caracol de la capilla de San Felipe y Santiago —la primera capilla lateral de mediodía— para subir al torreón del esconjurador. Proporcionó la madera Zalema Marguán y la clavazón Juzé Alborgí. El material empleado fue 16 quadriellos 1 taula fuella dos dozenas 8 taulas dos alcaynes grandes claves grandes taulas grandes pora los scalaranos dos dozenas dos fuestes.

Y para la puerta

110

4 taulas a 0.8 e mulla por taula correas con los golfos un ferrullado.

Para adornar la Catedral con motivo de la fiesta de Navidad de 1422 el fabriquero compró 34 cargas de sisca a Mahoma el cestero de Alerre, y a otro moro de Huerrios más cargas de distintos precios: 9, 10 y 12 dineros la carga. En octubre del mismo año se construyeron los confesionarios, a cargo probablemente de los carpinteros mudéjares antes citados y decorados por un pintor, cuyo nombre no cita el Libro de Fábrica, probablemente el maestro Beltrán. Se compraron una dozena de fuella y dueytos a Johan de Lopiñén, «que se avían a posar en el racón do confiesan con claves e taxetas». Y para su pintura orpiment mea onza indic almagrq huevos

0.6 0.6 0.2 0.2

En julio de 1423 el maestro Jalopa, ayudado por su mozo Bicolau, labró «las pilas de agua bendita», que decoró con esfullage, con un salario de 4 sueldos diarios. Obra del mismo sería la pila de batizar, que se colocó debajo de un templete de madera, obra de Mahoma Ezbelii y demás fusteros mudéjares, y en cuya construcción se empleó «un fuste grande pora sobre la pila» que costó dos florines y medio y ayudaron nueve hombres a puyar, más «dueytos grandes pora la obra de sobre la pila». El conjunto de madera fue decorado por maestre Beltrán, pintor, para el cual compró el fabriquero en varias tiendas de la ciudad el material necesario: mea libra de bermillón tres onzas e mea de bermillón una liura de blanquet una liura de orpiment un onza de inde una liura de cola una liura de almagraz huevos pora los colores

10.

3.6 2.0 1,2 2.6 0.10 0.6 0.3 0.2

Archivo Municipal de Huesca, Libro antiguo de privilegios, fol. 10.


En enero de 1434 pagó el fabriquero a Perico el caretero 14 «caretadas de piedras pora las gradas do se an de asentar las rexas devant l'altar mayor», que fueron labradas por el maestro Pedro Jalopa y Johan de Gay, que cobraron 28 sueldos por su trabajo. La colocación se hizo en febrero: «un onbre que ajudó en la tierra cavar» percibió 8 dineros; Pedro Barluenga «alias Malaslanas que sacó con su bestia la tierra delant l'altar» cobró por tres jornales 12 sueldos; maestre Jalopa «con dos companyeros» —Nicolau y Arnalt— asentó los sillares, el maestro con un jornal de 4 sueldos y los otros dos de 3 y 6 dineros; y dos «braceros que ajudoron a fazer mortero» los tres días recibieron 9 sueldos 6 dineros cada uno. No se han encontrado noticias sobre la reja con que se cerró el ábside mayor. En cada capilla había un altar de piedra, adosado al muro oriental del que pendía el retablo, de manera que el sacerdote celebraba la misa de cara a Mediodía. Esta norma fue cayendo en desuso en el siglo XVI. En las capillas de las naves laterales los otros dos muros encerraban arcosolios sepulcrales. El Libro de Visitas de 1560, que reseña una por una las numerosas capillas de la Catedral y del claustro, permite descubrir el proceso decorativo del interior de la fábrica desde que se organizó el culto en ella hasta el citado año. Distingue entre retablos viejos, unos con solas imágenes en madera o piedra, otros con pintura sobre tabla, que sin duda eran anteriores al siglo XV; retablos de pincel, correspondientes a esta centuria; y retablos con imágenes de bulto y retablos nuevos de pincel, ambos renacentistas con toda seguridad. La primera noticia sobre el retablo del altar mayor es dada por la Consueta Oscensis del siglo XV, cuando describe entre las ceremonias de Semana Santa la del Descubrimiento de la Cruz, que realizaban dos canónigos revestidos con capas negras, con un Crucifijo que sostenían tapado con un velo negro también. Mientras lo iban descubriendo en tres tiempos, un escolano reproducía sus gestos, subido al Crucifixum magnum quod est supra altare, que también había sido cubierto con un paño negro.

Después los dos canónigos salían fuera de la raxa ferrea del presbiterio con la Vera Cruz para que el pueblo la adorara. El «Crucifijo grande que está encima del altar mayor» formaba parte de un grupo escultórico que representaba el Descendimiento de la Cruz, que conoció en la Sacristía el historiador Diego de Aynsa y describió. Grupo tallado en madera que presentaba las imágenes exentas del Crucificado, Santa María, San Juan y José de Arimatea, éste en actitud de desclavar una mano de Jesús. El calificativo magnum que la Consueta da al Crucifijo da pie para suponer que se trataría de tallas casi de tamaño natural. Se estaba labrando este retablo en el año 1400, según el testamento del deán Ramón de Oliet, fechado el 18 de septiembre en Huesca: una de sus cláusulas reza «item lexo al altar de Ihesu Nazareno el retaulo que yes empezado e quaranta florines más pora complirlo».11 Otras capillas presididas por esculturas eran: la lateral de Santa María Magdalena «con la imagen de bulto de la santa», probablemente de la época de su construcción a principios del siglo XIV; en la también lateral de San Juan Bautista el visitador no encontró «retablo, hay en medio una imagen de la figura de sant Joan de bulto, hecha de piedra»; en la absidial de Santa María del Alba se registró «una imagen de Santa María de bulto y un Jesús en brazos» —incorporada después al retablo gótico, perdido, se conserva actualmente bajo la advocación de Virgen del Rosario—; otra imagen de talla era la de la capilla de San Blas en el trascoro, fechable en 1368, año de su fundación por el canónigo Pedro Martínez de Sarvisé; y en el centro del trascoro se hallaba la capilla del Santo Cristo que conoció y describió Diego de Aynsa con estas palabras: «en las espaldas del coro hay un espacioso trascoro con tres capillas muy curiosamente labradas; en la de en medio está la figura de Cristo Crucificado de relieve entero, muy devoto, y a los lados la Virgen y San Juan» —las tres imágenes se

11. ACH: 3-626.

111


Detalle del retablo de la Coronación.

conservan: el Cristo en la ermita oscense de Las Mártires, a la que fue donado en el siglo XIX, y las otras dos en el Museo Diocesano—. Siguiendo el criterio cronológico sugerido por el Libro de Visitas de 1560, es de creer que datarían del siglo XIV los siguientes retablos viejos: el de la capilla absidial de San Nicolás «con la imagen del santo y su historia de pinzel pintada y con unos escudos por él pintados con las armas de Aragón», retablo probablemente encargado por el obispo Jimeno de Ribavellosa, a quien fue concedida la capilla absidial en 1366 o por sus herederos; en la capilla subterránea de San Agustín había un «retablo viejo con las imágenes de sant Agustín, san Lorente y sant Vicente», sin duda el retabulum deauratum que regaló en 1372 el obispo Juan Martínez, fundador de la capilla; en la capilla lateral de San Felipe y Santiago, otro retablo viejo «con imágenes de los dos santos con las armas de Aragón y unos escaques negros y blancos» —pieza que se expone en el Museo de Arte de 112

Cataluña, procedente de esta Catedral, los «escaques» corresponden al escudo del condado de Urgell—;12 en un altar lateral del trascoro, siempre según el Libro de Visitas mencionado antes, «un retablo viejo con la historia de la Cruz de pinzel y otro medio retablo con la imagen de Santa Elena de pinzel», posible obra de 1372, año en que la capilla fue dotada por Aznar Pérez de Santa Cruz; no queda claro si era de pintura o escultura el retablo de la capilla de San Juan Evangelista que, sin ser calificado de viejo, presentaba «las imágenes de sant Joan y Nuestra Señora» —acaso se debiera al pintor que decoró los arcosolios sepulcrales de la familia fundadora de la capilla a primeros del siglo XIV—. Durante el siglo XV se renovaron con retablos góticos no menos de seis capillas. En la absidial de

12. GUD1OL, J.: La pintura medieval en Aragón, Zaragoza 1971, p. 75, fig. 110.


Santa María del Alba el visitador de 1560 encontró «el retablo dorado historiado con las historias de los gozos de Nuestra Señora, tiene en las pulseras unos escudos con las armas de los Gurreas y unas puertas pintadas con la Asunción y Presentación al Templo; un barrado viejo a modo de repostero con las armas de los Gurreas y una campanica con su yugo puesta en la pared; y un altarcico do sta el Corpus Christi». Debió renovarse la capilla poco después de 1405, fecha en que el cabildo la concedió para sepultura de Miguel de Gurrea, señor de Antillón y de su linaje. En la también absidial capilla de San Pedro se registró un «retablico de pincel con las imágenes de sant Pedro y sant Pablo en medio dél con las armas de los Urrieses señores de Nisano». No se ha encontrado el documento de donación de la capilla para sepultura de los Urriés, que probablemente fue contemporánea de la hecha a los Gurreas. El Libro de Aniversarios del siglo XV certifica que estaban enterrados en ella Pedro Jordán de Urriés y Violant de Urriés. La capilla de San Miguel, en el costado sur del recinto coral, fue fundada y dotada por el canónigo Martín de Ruesta hacia 1412, fecha alrededor de la cual debió pintarse el «retablo de pinzel con la imagen de sant Miguel en medio dél», que viera el visitador de 1560. Dataría de 1413 ó 1429 la capilla de Santa Engracia, fundada y dotada por el canónigo Juan de Oto y decorada con un «retablo de pincel con la imagen de la santa». Para la capilla de San Martín, en la nave lateral sur, el bachiller in utroque iure Pedro de Bolea, arcediano de Serrablo, pagó una verja de hierro, que' costó 25 florines, y mandó pintar por 80 florines «un retablo de pinzel con las imágenes de sant Martín y santos Simón y Judas». Terminadas ambas obras, fundó en ella un beneficio el 13 de septiembre de 1438. Había en la capilla absidial de Santa Catalina «un retablo de pinzel con la imagen de la santa en medio dél con unos escudos de diversas armas», que parece haber sido encargado por el citado canónigo Pedro de Bolea, corriendo los gastos a costa de la Prepo-

situra, al pintor leridano Pere Texidor, según dos partidas del libro de esta administración de 1445: Día sábado a X días del mes de jullio del dito anyo, por mandamiento de don Pedro Bolea, dié a maestre Pere Texidor, pintor habitant en Leyda, son a saber ciento soldos por razón que'l dito Pere Texidor pintor debe fer un retaulo pora la capiella de sancta Catarina segunt consta en albarán testificado de mano de Vitorián de Allo notario. Día sábado a XXV días del mes de septiembre pagué a don Pedro Bolea porque havía pagado XVIII dineros a los que trayeron el retaulo de sancta Catarina a la Seu I soldo VI dineros.

ORFEBRERÍA

1 25 de junio de 1425 Juan de Alguinyero, canó-

nigo capellán mayor, donó al obispo y cabildo «una custodia y centro de plata dorada, en la que llevar el Corpus Christi en la procesión de esta festividad, con su palio de seda y con las armas o escudos del rey de Aragón, del mencionado obispo —lo era Hugo de Urriés— y del mismo don Juan de Alguinyero».13 Esta custodia está descrita en el inventario de la Sacristía, redactado en 1537: «Custodia en donde se lleva el Corpus Christi en su día, de plata sobredorada con las armas de Alguinyero; enant ay una sierpe con un sant Jorge de plata, el qual tiene una crucecica de oro con el Lignum Domini de dentro, con tres ángeles tienen una corona en las manos con un bericle donde se pone el Corpus, faltan dos cabicos de pilares, ay un cabico de la cruz de arriba está atado a la custodia, pesa la dicha custodia diziocho marcos y medio».14 Son pocas las piezas registradas en el inventario que no sean anteriores al siglo XVI. Se conservan tres arquetas que se describen en el documento: «una arca de metal esmaltado con un Crucifixo y los reyes, a modo de túmulo; una caxica a modo de túmulo de cobre esmaltado con imágenes de bulto de una parte

13. ACH: De actibus capituli, 1, fol. 43v. 14. ACH: Prot. Pilares, A-38, sin foliar, sub die 4-X.

113


y seis ángeles en la otra; otra arquilla de cobre a modo de túmulo esmaltado de unos roldes en un cabo y los reyes en la otro». Arquetas del estilo de Limoges, de la primera mitad del siglo XIII.15 Los objetos de orfebrería registrados y que no se conservan eran: Una cruz de plata sobredorada con las armas del papa Luna y de Aragón, fecha en dos piezas, en la una está el Lignum Domini con cruz y título, con los quatro evangelistas esmaltados, pesa ocho marcos y medio, lliébase los días solempnes. Un cáliz con su patena, que se llama episcopal, con seys imágenes esmaltadas en el piet del cálice, la copa guarnecida y esmaltada es de plata dorada con la patena con los quatro evangelistas esmaltados sobrepuestos con un Crucifixo en medio sobrepuesto, pesa quatro marcos seys onzas. Un cáliz con su patena de plata dorado con las armas de Alguinyero —el donante de la custodia—, fecho de puntas, en la patena ay un Agnus Dei, pesa dos marcos tres onzas. Un relicario de plata con las armas del obispo Espés (11484) con su bericle o vidrio, con una muela de sant Climent, son dos piezas, falta la cruz de arriba, pesa dos marcos tres onzas, el relicario medio dorado, el vidrio cremado. Un libro que es el Testamento Nuevo sirbe para el Mandato, con las cubiertas de madera e la madera cubierta de plata en la parte de fuera en que ay un Dios Padre y un Crucifixo de esmalte, faltan dos pedacicos. El báculo de plata con un mango de fusta, todo sobredorado, muy rico, con un Crucifixo, la María y sant Johan, en medio seis imágenes, seis pilares, pesó todo con el palo diziocho marcos y una onza. Dos patenas de cobre esmaltadas de Flandes. Una cruz de plata sobredorada con su madera y otra cruz encima más pequenya con el Crucifixo, Dios Padre, una águila encima de Dios Padre, con diez apóstoles a los cotados, la qual era del obispo don Johan de Aragón y Navarra (t1526), con la madera que ay dentro pesó cinco marcos, tiene su peanya de madera con el monte Calvario sobredorado.

No menciona el inventario el Lignum Crucis, la «gran jocalía» en relicario de plata que, según la Consueta del siglo XV, regaló el papa Clemente IV al rey Jaime I, quien, a su vez, la donó a la Catedral junto con la bula de autenticidad que el redactor del códice viera en el santuario oscense de Santa María de Salas. 114

INDUMENTARIA LITÚRGICA

a Sacristía catedralicia disponía de un buen surtido de indumentos litúrgicos, la mayor parte de los cuales —capas y casullas— formaban una colección de piezas bordadas de una riqueza artística comparable a la de los retablos góticos de la época. Desgraciadamente no se conserva ni un solo ejemplar de los descritos en el repetido inventario de 1537. Con vistas a la formación del ajuar litúrgico, el cabildo legisló en tres ocasiones: en 1301 dispuso que, a la muerte de cada obispo, su capella fuera entregada a la Sacristía, donde había de guardarse bajo dos llaves, una en poder del deán y otra del sacrista; en 1306 se estatuyó que cada canónigo sufragara una «bella capa coral» en el plazo de un año, contado a partir de la fecha de la admisión como canónigo; y en 1366 se derogó el primer estatuto, al establecer que cada obispo, dentro de los tres primeros años de pontificado, donara a la Catedral una capella episcopalis solempnis —casulla, túnica, tunicela, dos dalmáticas y tres capas procesionales, ornamentos necesarios para la celebración de misas pontificales—.16 En el inventario, entre otras de menos valor, se citan: «una mitra mayor con pedrería, perlería y alchofar, en la que faltan ocho piedras entre grandes y pequenyas, forrada de raso carmesí, con dos piedras azules en las puntas y con cada quatro cascabillos de plata en los cabos de las toballolas, en la dicha mitra no falta piedra ni perla salbo las sobredichas»; y «otra mitra de brocado raso con guarnición de plata sobredorada, en que hay muchas piedras y alchofar, en que no falta piedra ninguna, con cada quatro cascabillos en las toballolas de plata». También se registran «seis pares de zapatos del obispo» y «un par de guantes de aguja blancos con dos roldes de plata en que están sant Pedro y sant Pablo esmaltados».

L

C., y MORTE, C.: Catálogo del Museo Episcopal y 15. LACARRA Capitular de Huesca, Zaragoza 1984, pp. 197-202. 16. DURÁN GUDIOL, A.: El derecho capitular, núm. 36, 38 y 128.


La capella episcopalis, según el inventario, no incluía la túnica y la tunicela ni las capas, como se estableciera en 1366, sino una casulla, dos dalmáticas y un gremial, las piezas menores —manípulos, estolas y collarines—. La que donó el obispo Guillermo de Siscar (1443-1457) era de «altibaxo carmesí con faldones de brocado carmesí con las armas del obispo Siscar». La del obispo Juan de Aragón era «de brocado morado de pelo de tres altos y el grimial de brocado carmesí con las armas del obispo». Como en escultura y pintura también afectó a los bordados el tránsito del gótico al renacimiento, según se advierte en la descripción de la más moderna capella episcopal de las registradas en el inventario: era «de brocado de tres altos y el raso es de oro en seda blanca, todo esguarnecido de brosladura al romano sobre raso blanco y el fres de la casulla es de oro fino broslado con quatro evangelistas y un sant Jerónimo de oro matizado». Si en este caso se trata de un bordado al romano, en el apartado de capas se cita una de brocado con cenefa flamenca. Se menciona una capilla no episcopal, donada por el canónigo Juan de Alguinyero (1426) «de chamelote blanco con las armas de Jhesús Nazareno —de la Catedral— y las armas de Alguinyero, con faldones y collares de chamelote de grano». Se registran en el documento que aquí se sigue unas setenta capas procesionales, en su gran mayoría sufragadas por los canónigos en cumplimiento del estatuto de 1306, que estuvo vigente hasta tiempos modernos. De cada una de ellas se describe la materia —brocado, terciopelo, damasco, seda, raso, jamelot...—, el color —carmesí, blanco, verde, morado, azul y negro— y la imaginería bordada en la capilla —capuchón en forma de escudo— y en las cenefas —listas delanteras—. Habitualmente en las cenefas se bordaban figuras de santos, dos, tres o cuatro a cada lado, dispuestas verticalmente, y en la capilla una escena evangélica o hagiográfica. Sirva de ejemplo una capa de brocado blanco, en cuyas cenefas se presentaban las imágenes de San Pedro, San Pablo, San Miguel, San Cristóbal, San Juan Bautista y San Juan Evangelista; y

en la capilla, la visitación de Santa María a Santa Isabel. Era excepcional otra de brocado carmesí en cuyos bordes se describían los goyos de Santa María y en la capilla la Resurrección de Jesús y el escudo del obispo Antonio de Espés (t 1484). Por debajo de las prendas mencionadas el clérigo vestía en las celebraciones litúrgicas el amito a modo de humeral y la camisa —vestido talar blanco— que se ceñía con cintos o cordones. También los altares de piedra se cubrían con ropajes: las tobajas o manteles, algunos alamandiscos, otros de grano de ordio, a menudo con escudos bordados; el delantealtar o frontal de terciopelo, damasco, brocado, tela o paño —uno era de raso de Flandes— también con bordados: uno presentaba la «ystoria de los Reyes», otro el Crucifijo entre Santa María y San Juan con el escudo de los Bolea, otro la figura de la Virgen y el escudo del canónigo Alguinyero y un cuarto, curioso, «se llamaba boca de infierno con vinte ystorias» que el inventario no describe; y el sobresuelo o facereta, como el «de brocado de terciopelo azeituní con armas de Aragón, Güesca y Alguinyero, aforrado de tafetán pardillo». Este mismo canónigo regaló el 19 de marzo de 1426 a la Catedral un paño de damasco blanco, rojo y azul, en cuyo centro había depicta o brotata la imagen de Santa María con margaritas, piedras y argentería alrededor de una diadema.17 Se mencionan también tobayllolas «para limpiarse las manos» y tobayllolas de terciopelo, tafetán, randa y «terciopelo negro francés», con las que se cubrían atriles y facistoles. Guardaba también la Sacristía unos sesenta panyos del altar mayor de empanyar. He aquí algunos: «quatro panyos grandes de raz de figuras de Flandes que fueron del obispo don Johan (de Aragón) quasi nuevos»; y gran número de reposteros «de diversos colores y diversas armas», entre ellos tres con los escudos de Aragón y de la ciudad de Huesca. A modo de ejemplos: «panyo de terciopelo carmesí con

17.

ACH: De actibus capituli, I, fol. 54v.

115


Santo Cristo de los Milagros (s. XV).

atoques de tela verde con iscudos del regno y de la ciudat de Huesca, enforrado de tela azul»; otro «panyo de bandas de terciopelo carmesí y brocatello con los atoques de raso verde con las armas de los Sampere brosladas de oro, afforado de tela verde; otro «panyo de brocado carmesí, el carmesí azeutuní con atoques de seda verde con las armas de los Sessa, con un aforro muy viejo»; y otro «panyo de damasco blanco con los atoques de pinzel con las armas de los Gurreas, enforrado en tela verde». Con estos paños se cubrían los muros del ábside mayor en determinadas festividades, como se ordena en la Consueta del siglo XV para la fiesta de San Vicente Mártir: pallietur totum presbiterium de pannis rubeis; añade que en otras ocasiones se pongan paños de color blanco.

EL CABILDO

os cabildos de Huesca y Jaca ejercieron por última vez el derecho de elegir obispo en 1345, año en que nombraron a Gonzalo Zapata. En lo sucesivo se arrogó este derecho la Santa Sede, que lo conservó hasta 1528, cuando fue promovido al obis-

pado oscense Diego Cabrera por el rey en virtud del privilegio del papa Adriano IV, concediendo a Carlos I y a sus sucesores el nombramiento y presentación de todos los obispados y abadías consistoriales del reino de España. Superada la etapa de adaptación de la Catedral y su cabildo al estado secular, fueron escasos en el siglo XV los capítulos generales que dictaron estatutos incorporables al derecho capitular propio. Dos temas ocuparon principalmente a los canónigos de esta centuria: la regulación de las vacantes y la corrección del clero catedralicio, aparte dos estatutos de menor entidad. Fueron éstos, ambos del 1434, la introducción del cargo de subsacrista con funciones de auxiliar del titular de la Sacristía y la determinación del número de misas que gravaban las capellanías, cuyas rentas, disminuidas, no compensaban que los capellanes las celebraran por obligación diariamente: si la renta llegaba a 100 sueldos, el capellán había de celebrar una a la semana; dos si llegaban a 200 sueldos; y tres, cuando fueran de 300.18 En un intento de independizarse un tanto del obispo, los canónigos acordaron que la collatio y provisio de canonjías, prebendas y raciones correspondían al cabildo, aunque reconociendo que los nombrados debían prestar obediencia manual al prelado.19 Minucioso fue lo estatuido acerca de las defunciones de los canónigos en cuanto a sufragios y derechos de la mitra llamados de anillo y cabalgadura. En 1445 se determinó que los herederos de los fallecidos debían pagar al obispo: los del deán, del prepósito y del sacrista 60 florines; los de los arcedianos, 40; los del cantor y del capellán mayor, 30. En 1476 se acordó que de la anata del primer año de los obispos y canónigos de nuevo ingreso se pagaran las siguientes cantidades a invertir en sufragios por sus antecesores:

L 116

18.

DURÁN GUDIOL, A.:

El derecho, núm. 149-151 y 163.

19. Ibídem, núm. 28 y 137.


obispo deán prepósito sacrista arcediano de Las Valles arcediano de Serrablo arcediano de Sobrarbe arcediano de S. Engracia arcediano de la Cámara capellán mayor cantor canónigo simple

200 sueldos 400 sueldos 400 sueldos 400 sueldos 300 sueldos 300 sueldos 250 sueldos 200 sueldos 300 sueldos 50 sueldos 50 sueldos la mitad de la anata

Conforme al estatuto de 1301 se sancionó la costumbre de disponer libremente los canónigos de sus bienes por testamento, tanto de los que habían adquirido en razón de su prebenda, como de los patrimoniales, si los tenían, salvo los cargos de la dignidad o personado y el derecho del obispo. Y en 1493 determinó el cabildo que le correspondía el derecho de heredar los bienes de los canónigos fallecidos sin testamento.20 También se redactó en 1434 un pequeño avance de penas pecuniarias: por faltar a Maitines de Difuntos, que se cantaban después de Completas, en Adviento y Cuaresma, el canónigo era penado con un dinero y con medio el beneficiado; el subsacrista, si era negligente en llamar a Maitines, con 12 dineros; con dos dineros el precentor si no se hallaba en el coro para entonar el himno de cada hora canónica; el beneficiado y el capellán con un dinero por cada hora litúrgica a la que faltaren; con 10 libras jaquesas el canónigo que fuera padrino de algún bautismo y con 10 sueldos si asistía a una boda; con 2 dineros por trasladarse de un coro a otro; por hablar en el coro con un dinero y dos si reincidía; y con 8 dineros el que, teniendo obligación, no celebraba misa. Mereció especial atención la correctio canonicorum en cuanto a faltas o delitos de alguna gravedad. En 1408 el obispo Fray Juan de Tauste y el cabildo, derogando el estatuto de 1201 que reservaba al prelado el juicio, estatuyeron que las causas criminales y civiles contra un canónigo fueran vistas y falladas conjuntamente por el obispo o su vicario general y el cabildo. Dos años después el obispo Domingo Ram y los canónigos reafirmaron que el castigo al canónigo

delincuente no fuera impuesto sólo por el prelado, sino por éste y el cabildo en sesión capitular. Este estatuto fue incorporado a la lista de los diez que habían de jurar los obispos y los canónigos en su ingreso.21 Las faltas de menor cuantía, sobre todo referentes a buenas costumbres y a las funciones propias del canónigo, se veían y eran castigadas en los capítulos generales.

EL CLERO CATEDRALICIO or concesión del papa Inocencio IV al rey Fernando el Católico, se gravaron durante tres años las rentas eclesiásticas del reino de Aragón como contribución a la guerra contra mauros del reino de Granada. Se impuso a los clérigos aragoneses un gravamen de un sueldo por cada libra jaquesa —el 5%— del valor real de las rentas de cada uno, deduciendo los gastos ordinarios, los aniversarios y las distribuciones cotidianas. La concesión supuso un total de 320.000 sueldos en la provincia eclesiástica de Zaragoza. En los meses de agosto y septiembre de 1488 fueron nombrados comisarios para la colecta del subsidio correspondiente a su segundo año, Miguel Asensio, vicario general de Huesca, el canónigo de la Catedral Pedro Colón y Felipe de Escaray, canónigo de Montearagón, con atribuciones sobre la diócesis oscense y el abadiado montearagonés. Ante ellos Juan de Lárraga, notario del número quindenario de Huesca, redactó el Liber taxe seu adverationis fructuum beneficiorum et aliorum proventuum ecclesiasticorum episcopatus Oscensis scitra iugum et abbatiatus Montisragonum, que recoge las rentas de todas las piezas eclesiásticas, una por una, de las dos jurisdicciones separadas, la episcopal y la abacial. Se conserva en el Archivo de la Catedral de Huesca.

p

20. Ibídem, núm. 124, 125 y 131. 21. Ibídem, núm. 254.

117


El clero catedralicio se componía de unos setenta miembros, veinte de los cuales eran canónigos, diez racioneros, once beneficiados y veintiocho capellanes. Obviamente no se computaron los salarios de los servidores —clérigos y laicos—. Las cifras consignadas no reflejan los totales de los provechos eclesiásticos, sino sólo los sujetos a tributación. Son los siguientes, expresados en sueldos y dineros jaqueses: Dignitates episcopatus decanatus prepositura archidiaconatus Suprarbensis archidiaconatus Vallium archidiaconatus Camere archidiaconatus Serrablensis sacristia precentoria capellania maior

29.888.0 4.325.5 3.403.0 1.500.0 1.800.0 1.300.0 1.000.0 5.500.0 491.8 240.0 49.448.5

Prebende

6 en Igriés 2 en Torralba 2 en Buñales 2 en Tabernas 1 en Quinzano 1 en Arascués 2 en Apiés 1 en Aniés 1 en Rasal 1 en Oto

2.040.0 1.440.11 560.0 1.800.0 1.392.0 890.2 1.080.0 1.400.0 440.0 11.743.1 700.0

Canonicatus 14 canonjías 6 canonjías

7.840.0 2.760.0

10.600.0

Beneficia 10 portiones 7 beneficia 1 beneficium 1 beneficium 1 beneficium 1 succentor

2.673.4 2.436.0 398.0 404.6 125.0 171.0

6.207.10

Capellanie 28 capellani

6.470.11 6.470.11

No figuran las rentas especificas del arcedianato de Santa Engracia, cuyo titular —siempre era un canónigo oscense— las percibía en esta iglesia sita 118

en la ciudad de Zaragoza y perteneciente a la diócesis de Huesca. Es de notar la gran diferencia entre las rentas del alto clero catedralicio —veinte canónigos— y del bajo —cuarenta y nueve racioneros, beneficiados y capellanes—. Los primeros se repartían 48 piezas eclesiásticas en los conceptos de dignidad, prebenda y canonjía, con un total de 41.906 sueldos jaqueses, .a un promedio de 2.095 sueldos por canónigo; mientras entre el numeroso clero bajo se distribuían 12.678 sueldos, a un promedio de 258 sueldos por clérigo y año. Los de la Catedral representaban el 62,5% de los clérigos seculares de la ciudad; el 37,5% estaba al servicio de las demás iglesias, cuyas rentas, a excepción del prior de San Pedro el Viejo que percibía 2.000 sueldos anuales, alcanzaban raramente las del bajo clero catedralicio, con un promedio de 140 sueldos por clérigo y año. He aquí los totales en sueldos jaqueses: San Pedro el Viejo prior, 6 racioneros y 6 capellanes 4.169 San Lorenzo vicario y 12 capellanes 1.409 San Martín vicario y 3 capellanes 494 San Ciprián vicario 50 San Miguel vicario y 1 capellán 383 San Vicente del Mercado 1 capellán y 1 beneficiado 490 San Vicente del Sepulcre 1 comanda 200 Santa Magdalena 1 capellán 158 Santa María de Foris 1 capellán 100 Santa Cruz 2 capellanes 558 Merced 1 comanda 800 Loret 2 capellanes 778 7.589 El Liber taxe no menciona los santuarios de Santa

María de Salas y Santa María de Jara, la ermita de Las


Mártires, las iglesias del Temple y del Hospital y declara libres del subsidio los conventos oscenses del Carmen, Predicadores, Franciscanos y Clarisas. Cabe incluir en el estamento del alto clero oscense al abad y canónigos de Montearagón, exentos de la jurisdicción episcopal. En el Liber se registran sólo las rentas procedentes de su territorio enclavado dentro de los límites del obispado, faltando las que procedían de las extensas posesiones que tenía la abadía en el reino de Navarra y en la zona aragonesa del obispado de Pamplona. A falta de tales ingresos, que aumentarían considerablemente los provechos montearagoneses, se atribuyó al abad una renta anual de 23.450 sueldos, siendo el promedio de las correspondientes a la docena de canónigos regulares de unos 1.380 sueldos.

LITURGIA

anto los canónigos como los demás clérigos catedralicios obligados a coro estaban plenamente dedicados a la celebración de los divinos oficios, que les ocupaban la mayor parte de las horas de cada día. La jornada se iniciaba al amanecer con el canto de Prima y de la misa matutinal. Celebrada ésta, los sacerdotes racioneros y los capellanes decían las suyas en los altares laterales y del claustro. A media mañana se cantaba Tercia y la misa conventual, celebrada por un canónigo presbítero, asistido por un diácono y un subdiácono cuando eran racioneros los días de labor y canónigos en las festividades. Por la tarde se cantaban las horas de Sexta y Nona y al atardecer Vísperas, al final de las cuales se rezaban responsorios en las fiestas de santos que tenían altar en la Catedral. Era ya de noche cuando se tenían las Completas y los Maitines del Oficio de Difuntos. Poco después de la medianoche las campanas convocaban al oficio de Maitines y Laudes. El obispo, asistido por dos canónigos, los más antiguos, y otros dos como diácono y subdiácono, celebraba misa pontifical en las fiestas de Navidad,

T

Epifanía, Pascua, Ascensión, Pentecostés, Corpus Christi, Transfiguración del Señor, Asunción de la Virgen y Todos Santos. Se predicaba a los fieles en Navidad, Pascua y Pentecostés.22 Según la Consueta del siglo XV, el hábito coral de verano era el sobrepelliz de lino sobre el traje talar y almula —muceta—, forrada de tercanello o grises; en invierno ésta era sustituida por una capa negra. La actividad litúrgica de la Catedral fue regulada en 1303 por el obispo Martín López de Azlor y el cabildo, después de la secularización. A este fin se redactó este mismo año una Consueta con normas sobre la celebración del oficio divino y sobre el desarrollo del año litúrgico. Tras sucesivas modificaciones, se procedió a su recopilación en 1470, en el pontificado de Antonio de Espés, formando el códice —Consueta Oscensis— que se conserva en el archivo catedralicio. Es una apreciable fuente de conocimiento del ceremonial y solemnidad del culto, en el que participaba toda la ciudad en las festividades más señaladas: las parroquias, el concejo, la universidad y los gremios. Puede ser de algún interés la recensión de los ritos más sobresalientes. La vigilia de Navidad, mediado el canto de Prima, la clerecía iba procesionalmente a la sala capitular para oír un sermón en latín, recibir la absolución general y leer la kalenda —conmemoración de los santos, incluida la fiesta navideña— y los estatutos de la Catedral. El miércoles de Ceniza, después de bendecida e impuesta a clérigos y laicos, el vicario introducía en la Catedral la procesión de penitentes públicos descalzos, desceñidos y con la cara tapada, al tiempo que los iba flagelando simbólicamente. Se dirigían todos al claustro, deteniéndose y arrodillándose ante el altar de Santa María, donde se había preparado un sitial para el obispo. Después de varios cantos y oraciones, se reemprendía la procesión penitencial hacia el altar mayor de la Catedral, al tiempo que se cantaban las Letanías de los Santos. Terminadas éstas, los

22.

Ibídem, núm. 266 y ss.

119


penitentes se sentaban sobre un tapeto delante de la reja del presbiterio para escuchar un sermón de circunstancias: «la Iglesia había introducido la penitencia pública para que los padres se mostraran más diligentes en la custodia de los hijos y para exhortarles a la humildad y paciencia, convencidos de que, después de ser expulsado del templo por sus pecados, como Adán en el Paraíso, serían reconciliados el Jueves Santo». A continuación los penitentes eran conducidos a la puerta mayor entre cánticos y un sacerdote, tomándoles la mano, los expulsaba uno a uno fuera de la iglesia.23 El Domingo de Ramos acudían a la Catedral los párrocos y feligreses de las parroquias de la ciudad, llamados por la campana mayor. Después del canto de las horas menores, se organizaba la procesión solemne hacia la plaza de la Zuda, donde previamente se había preparado un altar con el Lignum Domini, el Evangeliario y el libro de bendición de ramos, más una trona para predicar el sermón y un púlpito para cantar el Evangelio, la sede del obispo, sitiales de canónigos y clérigos y lugares para poner las cruces procesionales de la Catedral y parroquias. Bendecidos los ramos de palma y laurel, se pronunciaba un sermón, después del cual se reordenaba la procesión de regreso a la Catedral, mientras sonaban todas las campanas. Al llegar a la plaza, cerradas las puertas de la Seo, dos niños, situados en lo alto, cantaban la antífona Gloria laus et honor y se abrían las puertas. Era especialmente denso el ceremonial del Jueves Santo. De buena mañana, mientras en el coro se cantaban las horas menores, el vicario reunía frente a la puerta mayor a los penitentes públicos descalzos y arrodillados en la plaza. El obispo, canónigos y demás clérigos catedralicios iban a su encuentro y cantaban los siete salmos penitenciales. Seguidamente un arcediano rogaba al obispo que los reconciliara, éste le respondía cantando con los ministros y se rezaba el salmo 33. A una insinuación del arcediano los penitentes se levantaban y daban unos pasos hacia el obispo, que, cantando, les invitaba a acercarse. Se arrodillaban a sus pies y, mientras el clero can-

120

taba un responso y un salmo, el obispo, cogiendo la mano de cada uno, los introducía en la Catedral, donde se cantaba la Letanía y se rezaban seis oraciones. El obispo, a continuación, explicaba in lingua materna cómo con la aspereza de la penitencia pública se perdonaban los grandes pecados, les exhortaba a no reincidir y les dirigía palabras de consuelo. Los penitentes, en acabar, rezaban la confesión general in romancio, diciendo el «Yo pecador o pecadora», besaban la mano del obispo y asistían a la misa, en el curso de la cual se predicaba, se bendecían los santos óleos y, al terminarse la liturgia, se colocaba una hostia consagrada en el monumento y se cantaban vísperas. La misma mañana, terminado el sermón de la misa, salían dos canónigos y algunos clérigos al claustro para lavar los pies de los pobres que eran alimentados en el refectorio de la Limosna y distribuían 20 sueldos entre ellos. Anota la Consueta que en tiempos de regularidad los canónigos comulgaban después de la consagración de los óleos. Al secularizarse, esta obligación se trasladó a la misa mayor de Pascua. Por la tarde del mismo Jueves Santo, convocados al son de la matraca del campanario, se reunían en la Catedral el obispo y los clérigos de la Catedral para celebrar el Mandatum en la sala capitular, donde el arcediano de la Cámara había preparado jofainas, toallas y agua caliente para el lavatorio de pies. Salía de la iglesia la procesión formada por un diácono con el Evangeliario ante el pecho entre dos ceroferarios, el obispo y, en dos hileras, los canónigos, racioneros, beneficiados y capellanes, dirigiéndose al ala del claustro donde se ubicaba la sala capitular y la de la Limosna. Acomodados en la primera, se cantaban antífonas y cánticos mientras el obispo procedía al lavatorio de los capitulares. Finalizado éste, el deán lavaba los pies del obispo y cesaban los cantos. Un arcediano leía el Evangelio hasta que el obispo man-

23. DURÁN GUDIOL, A.: •La penitencia pública en la Catedral de Huesca., en Argensola III (Huesca 1952), pp. 335-348.


daba levantarse a todos para dirigirse al lugar donde el prepósito había preparado una colación, durante la cual el arcediano continuaba la lectura del Evangelio. A otra indicación del obispo, se reemprendía la procesión camino del coro para cantar Completas y el oficio de Maitines del Viernes Santo. A las cuatro de la madrugada del Viernes se rezaba Prima, terminada la cual la comunidad catedralicia se dirigía a la sala capitular para recitar en dos coros todo el Salterio, la Letanía y la Kalenda. Luego se volvía al coro y se tenían Tercia, Sexta y Nona. Sin solución de continuidad, la paraliturgia del día: canto de profecías y de la Pasión del Señor, sermón, recitado de oraciones y adoración de la Cruz. En esta última ceremonia los dos canónigos más ancianos, revestidos con capas negras, portaban una cruz cubierta con un paño negro también y la descubrían en tres acciones sucesivas, al tiempo que un infante, situado en lo alto del retablo, imitaba sus gestos descubriendo la imagen «del Cristo grande que está sobre el altar mayor», previamente cubierto con un paño negro. A continuación se colocaba el Lignum Domini sobre un coxino en el presbiterio y era adorado por la clerecía. Después los dos canónigos lo llevaban fuera de la reja y lo presentaban a la adoración del pueblo, mientras se cantaba un himno. Terminada la adoración, se llevaba el Corpus Domini, bajo palio sostenido por oficiales del rey, desde el monumento, situado en la capilla absidial de Santa María del Alba al altar donde lo consumía el obispo. Al amanecer del Sábado Santo se cantaba Prima en el coro hasta que la comunidad se trasladaba a la sala capitular, donde se predicaba un sermón in verbis latinis y se terminaba con la absolución general impartida por el obispo. Al quedar solos éste y los canónigos se leían en la misma sala los estatutos de la Catedral. A media mañana, al son de las matracas, se llamaba a la celebración de las horas menores y de la vigilia pascual. Seguían la bendición del fuego y del incienso en el altar mayor y la del cirio pascual en el coro al tiempo que un diácono cantaba desde el púlpito el Exultet. A continuación la lectura de textos

bíblicos, la bendición de la fuente bautismal, el bautismo de niños y adultos, si los había, y la misa, que se iniciaba con la entonación solemne del Gloria in excelsis Deo por el obispo y se tañían las campanas de la torre y del coro, así como los dos órganos de la Catedral. Terminaba la ceremonia del día con el canto de Vísperas. El 20 de abril, en que se celebraba el aniversario de la dedicación y consagración de la Catedral, se adornaba el presbiterio con nueve reposteros blancos y se colocaban en la cima del campanario los estandartes y banderas correspondientes. Para la fiesta de Pentecostés el sacrista había de preparar palomas y otras aves, gran cantidad de rosas, estopa y acopio de coets. La Consueta registra cuatro procesiones generales, en las que junto con las parroquias asistía el cabildo y beneficiados: el 8 de diciembre al convento de franciscanos, el 22 de enero a la iglesia de San Vicente, el 23 de abril a la ermita de San Jorge y el día de Santa Cruz de mayo a la ermita de Las Mártires, el día de la Asunción a Santa María de Salas y el 10 de agosto a San Lorenzo de Loret. En todas las iglesias citadas se celebraba misa solemne. En la ermita de Las Mártires, sita «en el pueyo de Cimath», el canónigo capellán mayor bendecía los términos con la asistencia de todos los curas y cruces procesionales de la ciudad. Especial solemnidad se daba al triduo de rogativas con procesiones generales, en el curso de las cuales se visitaban quince iglesias de Huesca; en tres de ellas se tenía la statio, que implicaba la celebración de misa cantada. Saliendo siempre de la Catedral, a la que acudían previamente las parroquias, el lunes se visitaban, por este orden, las iglesias de San Vicente, San Francisco, San Lorenzo, Santo Espíritu, San Pedro el Viejo, en la que se celebraba la estación, y San Salvador. El martes, las del Hospital, Santa Cruz, Santa María Magdalena, Hospital de San Juan, San Miguel Extramuros —estación— y Santa María del Carmen. Y el miércoles las de Santa María de Fuera —estación y sermón—, San Martín y Santo Domingo.

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Virgen del Alba, en piedra pintada (s. XV). Capilla del Rosario.

LA BIBLIOTECA

os libros de la Catedral se guardaban en sendos armarios del coro y de la sacristía: en el primero se alineaban los precisos para el canto del oficio y de la misa, tales como el Antifonario, Responsorial, Gradual, Leccionario, Sermonario, Salterio...; en el segundo, los libros de altar, como el Oracional, el Misal, Epistolario, Evangeliario y Pontifical, así como los códices litúrgicos en desuso, los de encuadernación preciosa y otros de distintas materias legados al cabildo.

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A principios del siglo XV se vio la necesidad de dotar la Catedral de una biblioteca diferenciada de las dos anteriores librerías. En 1410 el deán Lázaro Martín de Bordalba al dictar testamento, legó a su hermano, el maestro Roiz de Bordalba, una de las dos Biblias que poseía, la que éste eligiera; a su sobrino García de Borau todos los libros gramaticos et logicos et philosophie y los de derecho; y a la Catedral los comentarios de Nicolás de Lira sobre la Biblia, mandando guardarlos en la sacristía «hasta que esté a punto la librarla del cabildo»,24 que ya lo estaba cinco años después. Efectivamente, en Valencia el 19 de junio de 1415, el canónigo oscense Pedro de Aysa dictaba testamento, legando a la Catedral de Huesca un Decretum y unas Clementinas, que había empeñado al escudero Pedro de Anyón por 210 sueldos, y todos sus libros, «los cuales mando sean puestos y guardados perpetuamente in libraria capituli memorati»,25 que se había instalado en la segunda planta de la Sacristía, donde estaba el archivo. En el inventario de los bienes del canónigo micer Benedet de Monzón, redactado en 1476, se registraron cuatro libros de su propiedad depositados en el Archiu de la Catedral, junto con «una ymagen de bori de Nostra Dona». Eran «una lectura sobre el quarto de las Decretales, un libro de sermones, otro clamado Albunizar de medecina» y un cuarto, sin título, de derecho canónico, todos ellos scriptos en paper.26 La creación de la biblioteca capitular hubo de deberse a la conveniencia de separar del armario de la sacristía los libros no litúrgicos, legados por obispos y canónigos, para ponerlos a disposición de los miembros del propio cabildo. Aunque no faltaron textos de Sagrada Escritura, Teología, Gramática, Filosofía, Literatura y Medicina, la biblioteca se nutrió especialmente de libros de derecho civil y canónico, disciplinas éstas de lasque fueron versados y diplomados muchos canónigos de la época.

24. ACH: 2-548. 25. ACH: 2-334. 26. ACH: Papeles varios.


Índice de cómo valoraba el cabildo la adquisición de libros es la contraprestación en el caso de la biblioteca del obispo Jimeno de Ribavellosa, canciller del rey Pedro IV de Aragón. En vida aún y reservándose el usufructo hasta que muriera, la donó a la Catedral junto con la vaxella argenti de su propiedad en documento otorgado en Zaragoza el 2 de octubre de 1365; el 26 de abril del año siguiente, en agradecimiento el cabildo asignó para sepultura del obispo la capilla absidial de San Nicolás, comprometiéndose, además, a adquirir las rentas necesarias para la fundación de una capellanía dotada con 300 sueldos anuales, y para la celebración de doce aniversarios cada año. Jimeno de Ribavellosa murió en Huesca en enero o febrero de 1369.27 Acerca del valor en dinero de los libros en el siglo XV sólo se pueden citar una pocas noticias: la impignoración, antes mencionada, de dos textos jurídicos del canónigo Pedro de Aysa en 1414 por 210 sueldos; en la subasta pública de los bienes muebles del canónigo micer Benedet de Monzón, los corredores judíos Adder y Ambrón vendieron su Breviario por 300 sueldos, unas Clementinas por 85 y un Misalet que adquirió por 50 sueldos el obispo Antonio de Espés el 23 de diciembre de 1476 en la plaza de la Catedral. Es curiosa la rentabilidad de un Breviarium Oscense, legado al cabildo por Guillem de Torrellas, obispo sucesivamente de Huesca, Barcelona y Tortosa, fallecido en 1379 y enterrado en el coro de la Catedral oscense. Valorado en 80 florines de oro de Aragón, el cabildo lo confió in comandam al obispo Hugo de Urdes el 19 de diciembre de 1421, obligándole a devolverlo sano a la Catedral o a pagar dicha cantidad, a más de tributar cada 24 de junio 20 sueldos para la celebración de un aniversario en sufragio del obispo donante. El 5 de mayo de 1424 el cabildo lo donó a threudo al canónigo Johan de Lobera en documento que lo describe: «Un Breviario grant del reverent don Guillem quondam vispo de Huesca con cubiertas e dos gaffetas d'argent e con su estuch de cuero negro, el qual Breviario yes de la costumbre del vispado Osce e capdinelado d'oro». Fue donado

en acta notarial al canonge durante su vida a cambio de tributar anualmente los 20 sueldos del aniversario del 24 de junio, con la condición de «que sia tenido el dito Breviario neto, bien ligado, cubierto, mellyorado e non piorado e que no lo pueda vender, empenyar, lixar, ni transportar a persona alguna; item que en fin de su vida los spondaleros o herederos suyos sian tenidos rinder e liurar el dito Breviario a los canónigos». Sin embargo, el 8 de mayo del año siguiente Johan de Lobera devolvía el citado Breviarium magnum, que el 6 de abril de 1426 fue también donado a treudo con las mismas condiciones al canónigo Martín López de Azlor. Otro Breviario que había sido del obispo Guillem de Ribavellosa fue entregado el 18 de enero de 1436 al mencionado Johan de Lobera por un tributo anual de 20 sueldos cada 15 de agosto.28 Una parte de los códices de la biblioteca capitular y de los libros litúrgicos de la sacristía se conserva en la sección de manuscritos del archivo catedralicio.29 Un hecho notable se produjo en los últimos decenios del siglo XV, la sustitución de los libros litúrgicos manuscritos por ejemplares impresos. Según Andrés Uztárroz, el primer Breviario oscense impreso se debió a la iniciativa del obispo Antonio de Espés, extremo que niega el P. Ramón de Huesca, pero sin razón: en el inventario de la Sacristía del 1527 se registra «un Breviario viejo de estampa del obispo Espés». Este incunable hubo de editarse antes del año 1484 en que murió este prelado, en la prensa de Pablo o Juan de Hurús, dos hermanos que, procedentes de Colonia, se habían establecido en Zaragoza. Durante el pontificado de Juan de Aragón, fue impreso el Missale Oscense en 1488 por Juan de Hurús; la segunda edición salió en 1504 del taller del también alemán Jorge de Cocci, igualmente estableci-

27. DURÁN GUDIOL, A.: Noticia de los obispos de Huesca en el siglo

XIV, de próxima publicación. 28. ACH: De actibus capituli, I, fol. 4v, 27v, 42v, 52v y 147. 29. DURÁN GUD1OL, A.: «Los manuscritos de la Catedral de Huesca, en Argensola XVI (Huesca 1953), pp. 293-322.

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do en Zaragoza, quien al año siguiente dio a luz la segunda edición del Breviarium Oscense. Una tercera edición de este libro se decidió en la villa episcopal de Sesa el 23 de octubre de 1515 por acuerdo tomado por el obispo y el cabildo; el 20 de enero del año siguiente se firmó el contrato «de los breviarios que se han de fazer» con «maestre Jorge Quocci maestro de la estampa». A fines del mismo año se encomendó la distribución de los ejemplares impresos a los canónigos micer Pedro Lobera y mosén Pedro Pueyo, los cuales entregaron para su venta a los hermanos Antón Capa, canónigo de Jaca, y Pedro Capa, ciudadano de Huesca, doscientos ejemplares valorados en 200 «castellanos a razón de 29 sueldos breviario y castellano». Parece que la edición se había agotado en 1522, en que el canónigo jacetano Beltrán Ademuz recibió ochenta «mixtos nuevamente imprimidos» al precio de dos florines de oro ejemplar.30 El Breviario Oscense estuvo vigente en la Catedral y diócesis hasta el 19 de julio de 1569, en que el cabildo acordó la adopción del Breviarium

universale Romanorum.31

LA MÚSICA

esde un principio contaba la Catedral con voces blancas en el canto gregoriano: eran los niños donados por sus padres para que, al llegar a edad conveniente, ingresaran en la canónica regular. A causa de la secularización, hubo necesidad de contratar infantes que sirvieron al culto hasta mudar la voz. En 1259 se estatuyó admitir dos niños dóciles y de voz agradable, con salario de racioneros, para el servicio coral. Número que fue elevado a cuatro en 1399. Bajo la jurisdicción del canónigo precentor o cantor se hallaban a principios del siglo XV, además de los cuatro pueri chori, dos succentores —sochantres, uno para cada coro—, un magister musice y un magister cantus. Como estos dos maestros recibían escasa retribución, eran contados entre los clérigos pobres y en 1429 se les confió el levantamiento de

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cargas de beneficiados no residentes con los correspondientes emolumentos que aligeraran su precaria situación económica. Es de creer que en el curso de este siglo actuaban ocasionalmente cantores extraordinarios, probablemente de polifonía como sucedió en 1481, en cuyo mes de diciembre intervinieron en la Catedral «unos franceses maestros en canto», para cuya alimentación gastó la Prepositura 24 sueldos en trigo. A la espera de una fórmula que determinara su congrua sustentación, se acordó en 1445 recompensar al organista con 46 florines de oro de Aragón al año, producto de una contribución especial del obispo y los canónigos. Cinco años después, el arcediano Pedro de Bolea redotó la capellanía fundada por sus familiares en el altar de San Martín con la condición de que el futuro capellán fuera perito y maestro en arte musical, se dedicara a la enseñanza y rigiera en el coro los oficios nocturnos y diurnos, con una retribución anual de 500 sueldos jaqueses. Se le obligaba, asimismo, a educar musicalmente en módulos y salmodia a los infantes de coro y a tener escuela abierta a quien quisiera, cobrando mensualmente de cada alumno de cantu plano 5 sueldos y 7 al que estudiara pro organo. No queda claro si estos alumnos aprendían el manejo del instrumento o canto polifónico. Dígase lo mismo de una noticia de 1274, contenida en el testamento del arcediano Pelegrín de Otal, que legó a su sobrino, el prior Pedro López de Bagón, entre otros de derecho, «un liuro de órgano».32 El órgano era utilizado en la Catedral por lo menos en la primera mitad del siglo XIV. Era reparado —o acaso trasladado de la mezquita-catedral— en 1386 por el organero García Civera de Zaragoza, y en 1401 otro organero, cuyo nombre no se conoce, restauraba los fuelles. Johan de Berdún sonador e maestro de fazer órganos, vecino de Zaragoza, recibía del prepósito mil sueldos en parte de pago «de unos órganos pora la Seu que yo so tuvido de fazer», el 5 30. HUESCA, P.: Teatro histórico, VI, pp. 309 y 311. 31. ACH: De actibus capituli, VII, fol. 256; cfr. Prot. Pilares en la fecha indicada y sub die 2-XII-1570. 32. ACH: 2-333 y 2-707.


de mayo de 1465. A partir de este año y hasta el siglo XVIII la Catedral dispuso de dos órganos. Al parecer la capellanía del arcediano Bolea dio origen a la figura del maestro de capilla, perito en canto gregoriano y polifonía, diferente del organista. El primer pulsator organorum conocido es el laico Palacín de Porrog, documentado en 1463, con un salario de 260 sueldos anuales que pagaba la Prepositura; murió en 1502 y cobró esta cantidad su hijo. En 1492 es citado un organista segundo, Luis de Novales alias Bavari, al que recompensaba el común de Maitines.33

UN CANÓNIGO DEL SIGLO XV uede dar una idea del estado social de los canónigos de Huesca en el siglo XV la noticia que se conserva de la casa y bienes muebles que poseía micer Benedet de Monzón, doctor en Decretos y canónigo de la Catedral. Disfrutaba, además de la canonjía y prebenda, de las rentas del arciprestazgo de Sobrarbe y Las Valles, de la rectoría de Banaguás en el obispado de Jaca, de un beneficio en la iglesia de Quinto del arzobispado de Zaragoza y de otro beneficio en la capilla de San Nicolás del palacio real de Huesca de la jurisdicción del abad de Montearagón. El 10 de diciembre de 1476 otorgó testamento y tres días después moría en su casa «de la carrera clamada de l'Almosna». El mismo día 13 levantó acta de su fallecimiento el notario Bartolomé del Molino y el 17 se inventariaron sus pertenencias por los ejecutores testamentarios, los canónigos micer Ferrer Ram y micer Martín de Sangüesa, doctores también en Decretos. Y el 23 Adder y Ambrón, judíos corredores, sacaron a pública almoneda en la plaza de la Catedral los bienes muebles del canónigo difunto. Legó a su hermana María Monzón, casada con Pero Perales, 500 sueldos, 137 a su servidor Miguel Andreu, 100 a su mozo Colanico de Tella y 63 a su sirvienta Violant de Orta.

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Santo Cristo de los Milagros. Detalle.

La casa del canónigo tenía tres plantas con un total de veintiún huecos. En la planta baja, las estancias auxiliares: el palacio junto a la puerta mayor, el patio, el palacio baxo, el palacio do sta el pozo y la bodega. En la segunda planta, el studio, la cambra sobre el studio, la cambra de los pilares, la cambra clamada el comedor, la cambra de la privada, la sala mayor, la retreta de la sala, el rebost, la cambra de la dona y la cozina. Y en la tercera planta, las cambras altas del mirador, la cambra clamada de la munición, el mirador y el granero.

33. DURÁN GUDIOL, A.: Órganos,

organistas y organeros de la Argensola X (Huesca 1959), p. 297 y ss.; y •La Catedral de Huesca, en capilla de música de la Catedral de Huesca, en Anuario musical XIX (1966), p. 30 y ss.

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Poseía micer Benedet una biblioteca de veintiún libros, dos de los cuales —un Breviario y un Oficio de Difuntos con los siete salmos penitenciales— fueron copiados por él mismo. Componía su escritorio una taula de tener liuros en la paret, un tintero de plomo, otro de madera y un fagistol poca escrivir. Aparte de los libros de eglesia viellos y nuevos y los de derecho, contaba con uno del dramaturgo latino Terencio, otro de filosofía, un Flos sanctorum, un libro de sermones, un Manipulus curatorum y un liuro de medezina. En la subasta de sus bienes, se vendieron el Breviario copiado por él por 300 sueldos, unas Clementinas por 85 y un Misalet por 50. Nueve trapos de pinzel adornaban las paredes de las principales estancias de su casa: en las del estudio la «ystoria de los Reyes de Orient», la Pasión y la Asunción de la Virgen; en la sala mayor, la «ystoria de sant Johan Babtista guando batió en el flumen a Nuestro Senyor», la Invención de la vera Cruz por Santa Elena, la storia de San Cristóbal, la «ystoria de sant Johan Batista» y el Crucifijo, y en el comedor, «un trapo de pinzel do avía tres perros e un puerco fiero». Cinco de ellos se vendieron, alcanzando los siguientes precios: 10 sueldos la historia de los Reyes Magos; 20 la escena de la Pasión; 32 el bautismo de Cristo; 18 la Invención de la Cruz, y 25 la historia de san Cristóbal. Había depositado en vida en el archivo de la Catedral cuatro libros y «una ymagen de bori de nostra Dona».34

UNA CAPELLANÍA

orno queda explicado las capellanías se fundaban en altares de la Catedral, dotadas con rentas fijas sobre bienes inmuebles, de las que disfrutaba cada capellán con la obligación de celebrar un número determinado de misas. Obviamente la administración, independiente de la catedralicia, la llevaba el titular de la capellanía. Ésta es la razón de que no se conserven cuentas más que de una de ellas, correspondientes al año 1411, la de Esteban de Alfajarín. Esta capellanía rentaba al año unos 148 sueldos, procedentes de una docena de trehudos sobre casas, viñas, huertos y campos en la ciudad y términos de Huesca. He aquí los ingresos en sueldos y dineros que tuvo el capellán en el citado año, que, según lo establecido, le obligaban a celebrar una misa semanal en un altar que no se conoce:

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De un huerto en Almeriz De María Fraella tanda de janero De Johan Jamorro De Antonio Tarazona De María Fraella. dos tandas De Miguel Royo De Migalico Caranyena De Johan d'Ara De Anthon de Santper De García de Perola, de la vinya De Pere d'Otal del huerto a los Colandrás De Johan Simón del trehudo del huerto

18.0 7.6 9.0 3.4 15.0 9.0 20.0 2.0 20.0 6.0 8.3 30.0

34. DURÁN GUDIOL, A.: «La casa de micet Benedet de Monzón en la Huesca del siglo XV», en Rey. del Museo Camón Aznar XVIII (1984), pp. 85-94.

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V. TERMINACIÓN DE LA FÁBRICA

PREPARATIVOS

l finalizar el siglo XV el obispo Juan de Aragón y de Navarra y el cabildo decidieron la terminación de la fábrica de la iglesia catedralicia, abovedando el crucero y la nave central. Se presentaron dos proyectos, uno por maestre Sariñena, procedente de Almudévar, y otro por Johan de Olótzaga. El primero debió proponer y presupuestar la cubrición del crucero y de la nave central con bóvedas de ladrillo, según se desprende de la anotación del Libro de Fábrica: aconsejó —escribe— »en la obra que se tenía de fazer y para que contase por regola el gasto que terrúa». El día 3 de febrero de 1497 fue compensado por el fabriquero con 3 florines de oro, moneda que a la sazón se cotizaba a 16 sueldos jaqueses. Coincidió con él en Huesca maestre Johan de Olótzaga, cuyo proyecto contemplaba la elevación de los muros —respaldos— del crucero y del ábside mayor y su abovedamiento con sillares. Desechado el proyecto de maestre Sariñena, el 4 del mismo febrero Olótzaga fue contratado como maestro guiador de la obra, recibiendo del fabriquero «por su venida» 12 florines, más otros 8 que «él tornaría, en

A

conto de lo que ganaría» en la Catedral de Huesca, ausentándose seguidamente de la ciudad. En sus apuntes el fabriquero lo llama en varias ocasiones «maestro de Pamplona», detalle que induce a sospechar que fue a Huesca procedente de la capital navarra, donde acaso estaría terminando su Catedral. Como tardara en avecindarse en Huesca y en ponerse al frente de las obras, el 9 de agosto fue enviado Domingo Albistur a San Sebastián con el fin de urgir al maestro a avecindarse definitivamente en Huesca, gestión que costó a la fábrica 2 florines de oro. No se consiguió y «por zaguera vegada» se mandó volver a llamarle por medio del aparexador, cuyo nombre no consta, que gastó en el viaje 3 florines. Olótzaga, probablemente ocupado en alguna obra del País Vasco, no se encargó personalmente de la dirección hasta el 7 de marzo de 1498, un año después de firmada la capitulación. El fabriquero tuvo buen cuidado de anotarlo con esta fecha en su libro de cuentas: «Vino a la obra maestre Johan de Olótzaga, maestro principal de la obra; por memoria: tiene dados de sus trabajos VIII florines d'oro —los que había recibido el 4 de febrero de 1497 a cuenta de su futuro salario—, mas le dié V metros de vino», adelantando parte de la pensión que debió asignársele al redactar el contrato, en el que, como de costumbre, se incluiría el dibuxo de la muestra. 127


CATEDRAL, planta actual

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La prolongada ausencia del maestro obligó al cabildo a gastos extraordinarios para perfilar presupuestos, contratar un segundo maestro y seguir la evolución de las obras. Gastos que el fabriquero llama expensa de consexo y que importó la cantidad de 970 sueldos. A fines de febrero de 1497 estuvo seis días en Huesca, llamado por el cabildo, maestre Gombau, «maestro mayor de la Seu de Zaragoza», que fue recompensado con 100 sueldos. Su misión consistió en «parar la obra en el Campo del Toro por medida», operación en la que se emplearon una libra y media de cordel y una de claus. Pocos días después, a primeros de marzo, asesoró al cabildo el maestro Virón de Barbastro sobre el coste de la piedra, como se anotó: «para que aconsexase y contase por piedra el gasto que temía la obra»; estuvo dos días y se le pagaron 2 florines. Con cierta solemnidad el 22 de abril del mismo 1497 se puso la primera piedra, como dejó registrado el Libro de Fábrica: Día sábado vispera de sant Jorge que se contava a XXII días del mes de abril de anyo del Nascimiento de nuestro Senyor Ihesu Christo M.CCCC.LXXXX siete, se puso la primera piedra en la rehedificación de la sglesia katedral de la Seu de Huesca, la qual asentóse para fazer el archo sobre donde se tiene de fazer el caracol que stá cerca la capiella de sant Gil, la qual se puso dicha la missa de edifficatione ecclesie et andando procesionalment por el illustre e reverandisimo senyor don Johan d'Aragón e de Navarra, obispo de Huescha, día, mes e anyo sobredichos. Por memoria. Para sustituir al ausente Olótzaga en la dirección de las obras, el vicario general llamó a maestre Domingo, piquero de Zaragoza, el cual estuvo seis días de marzo en Huesca, donde volvió el 28 de abril, trabajando ininterrumpidamente en la Catedral hasta el 8 de agosto, con un total de setenta y tres jornales que importaron 244 sueldos. En el segundo semestre de 1497 fueron varios los maestros consultados por el cabildo: en junio pagó 7 florines a maestre Ferrando, «el de Lumbierre», por sus viajes y estancia de ocho días en la ciudad; en agosto 2 florines a maestre Penya, «que vino de Navarra y stuvo aquí dos días»; otros 2 florines en

noviembre a maestre Miguel de Ydroaga de Tafalla, procedente también de Navarra; y 2 florines más a maestre Pedro Ligorreta, «que pasava a Salsas y fezímoslo quedar por reconocer la obra»; por segunda vez inspeccionó los trabajos maestre Ferrando de Lumbierre, que cobró 4 florines.

FINANCIACIÓN

l problema de la financiación de las obras no se abordó hasta dos días después de puesta la primera piedra, como anotó el diligente fabriquero el 24 de abril de 1497: El senyor obispo y el deán, canonges e capítol de la Seu de Huesca statuyeron e se imposaron cinco anyos de décima primero venientes para la obra de la dicha sglesia; y ordenaron que los familiares del obispo no se pudiesen scusar de pagar la dicha décima y fábrica. Y más statuyeron que los fabriqueros no pudiesen fazer gracia de lo que a cada qual tocaría de fábrica durant el tiempo de cinco anyos. El estatuto fue publicado en la misa mayor del tercer día de Pentecostés, el 16 de mayo. Obispo y canónigos previeron que los recursos de que disponía la fábrica no serían suficientes para ejecutar totalmente el proyecto de Olótzaga y decidieron recurrir a la concesión de indulgencias a los fieles que dieran limosnas para las obras. En el oportuno documento otorgado por el obispo Juan de Aragón se explica que constituía «una gran vergüenza» que la Catedral estuviera «cobierta indecentemente e imperfecta»; que «se havía compezado a obrar y proseguir la obra, en la qual ya son gastados sobre cient mil sueldos»; y que «los gastos que se ofrecen son tan grandes que no se puede buenamente dar fin adequado sin las limosnas y caridades de los fieles christianos». Subraya, asimismo, la bula episcopal con el fin de incentivar las almas de los fieles que en la Catedral «por Jesús de Nazareno se han fecho y fazen de cada día muchos milagros, mayormente después que la maravilla del Sancto Crucifixo en nuestros días se siguió», aludiendo a la imagen del Santo Cristo de los

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El obispo concedió al feligrés de sus dos diócesis —Huesca y Jaca— que diera dos sueldos o su valor para la fábrica una larga serie de facultades espirituales en orden a la absolución de pecados, unas y otras al tiempo de entredicho. Las siguientes: Facultad de elegir confesor secular o religioso para la absolución de sentencias de excomunión reservadas al obispo; homicidio casual cometido en persona laica; votos quebrantados; quebrantos de domingos y fiestas de precepto; pecados de ofensa a padres o madres; las mujeres «que voluntariamente habrán procurado de afollarse o habrán procurado que otras se afollasen, pues sea oculto y el parto no fuesse animado•; perjurio extrajudicial; comer carne en Cuaresma y «otros deyunos mandados»; intervención en matrimonios clandestinos. Además el confesor elegido podía conmutar votos si una limosna se entregaba a la fábrica, a excepción de los votos de peregrinar a Jerusalén, Roma o Santiago, y de los de religión y castidad; y de «absolver de cosas falladas o mal ganadas en qualquier manera, no sabiendo cuyas son, ni a quien se deban restituir, dándolas para dicha obra». Facultad en tiempo de entredicho de oír misa, enterrarse en lugar sagrado, oír misa las parturientas, solemnizar el matrimonio «en faz de iglesia»

Clave central del crucero. Escudo del obispo Juan de Aragón y de Navarra.

Milagros y al portento que había mostrado en fecha reciente, documentalmente avalado. Diego de Aynsa copió de los protocolos del notario oscense Juan García —que lo era del cabildo en los últimos años del siglo XV—, que en su tiempo —1619— eran guardados en la notaría de Mgu-el, de Fenés de Ruesta, la siguiente nota: Martes en la noche a 12 de setiembre de 1497 en la Seo de Huesca, pasando procesión para dezir la Salve, llevando el Crucifixo delante, como es costumbre, llevávalo Juanet Cavero, fillo de Pedro Cavero escudero Osce; cayóle en la mano al niño dos o tres gotas de agua y mirando de adonde cayeron, vieron al ojo cómo sudava el Crucifixo e baxáronlo, y Miguel Assensio, vicario general, limpiólo con el sobrepelliz e vieron al ojo cómo le cayan gotas por el brazo abaxo y cómo tenía los sobacos sudados. Violo Assensio, Jayme d'Asso y Jayme de Vielsa y otros muchos, por donde lo pusieron delante del altar mayor e hizo muchas maravillas en los que se encomendavan y luego cesó la mortalera».1

La interrupción de las obras a mediados de agosto de 1497 confirma la declaración de una peste, causante de la mortalera registrada en el acta notarial. La actividad constructora se reemprendió tímidamente a fines de noviembre y de modo normal en febrero del año siguiente.

130

También concedió para los difuntos de quienes dieran limosnas de un sueldo o su valor a la fábrica participación en las misas, horas canónicas y demás oraciones de la Catedral y de todas las iglesias de la diócesis y, especialmente, en los méritos de «l'almosna que cada día se faze en la dicha Seu en la refection de los pobres». En doble folio y a una sola cara se editaron la bula de los vivos en la primera hoja y dos textos iguales de la de difuntos en la otra. La bula de los vivos se encabezó con un bello grabado dividido horizontalmente en tres partes: en la primera se presenta el escudo del obispo Juan de Aragón; en la segunda, el Descendimiento de la Cruz entre la Virgen y San Juan con José de Arimatea, acaso reproducción del conjunto escultórico del retablo mayor; y en la tercera, el escudo de la ciudad de Huesca —lienzo de muralla

1.

DE AYNSA, F. Diego:

Historia de Huesca, p. 511.


surmontado por una muesca—. Las dos bulas .de difuntos inician el texto con sendas viñetas con Cristo en la Cruz entre la Virgen y San Juan, y la Piedad entre dos ángeles. La impresión se realizó probablemente en la imprenta de Jorge Cocci, de Zaragoza, a mediados de 1499 la primera edición de seis mil ejemplares, que costaron 195 sueldos 9 dineros, incluido el plomo y el estaño de los grabados; en enero de 1500 salió otra edición de siete mil ejemplares por 190 sueldos; y una tercera en marzo, de cinco rasmas, que valieron 180 sueldos. Se encargó de la predicación de las bulas en las iglesias de los obispados de Huesca y Jaca a fray maestre Loys Guillem, quizá del convento de dominicos de Valencia. Predicación que duró del invierno de 1499 hasta abril del año siguiente, importando el salario del preycador unos 1.200 sueldos. Le acompañaba Pero Pérez como distribuidor de las bulas. El fabriquero adelantó una cantidad indeterminada para «el gasto que fize al rocín y aprés a la mula de las bullas del tiempo que vinieron y acabaron de preycar en cebada, paxa, yerba, medecinas e menescal ferrar». Pero Pérez cobró por su trabajo 331 sueldos. El fabriquero vendió la mula del frayre por 100 sueldos el 22 de octubre de 1500. Se tiene noticia de las cuentas correspondientes a las obras de dos años: el primer balance se pasó el 7 de noviembre de 1499 y el segundo el 14 de marzo de 1500 por micer Martín de Sangüesa y mosén Bernardino Samper, ambos canónigos fabriqueros. Éstos fueron los resultados: 1499 recepta expensa déficit 1500 recepta expensa

45.225 sueldos 46.569 sueldos 1.344 sueldos

43.419 sueldos 43.364 sueldos superávit 55 sueldos

La venta de las bulas produjo a la fábrica un total de 13.263 sueldos, ingresados desde el 5 de octubre de 1500 hasta mayo de 1501.

CRUCERO Y ÁBSIDE MAYOR

l 8 de marzo de 1497 se comenzaron los trabajos previos, siendo el primero el acondicionamiento de la cuesta que iba de la puerta de San Miguel a la plaza de la Zuda para facilitar el tránsito de las caretas cargadas de pedruscos con destino a la Catedral. Participaron en el «adobo de la dicha caretera» siete peones y dos piedrapiqueros. Dentro del mismo mes se allanó una parte del fosal, donde debía almacenarse la piedra y tallarla, y otra parte «pora donde avía de star la calcina». Además en el recinto cementerial «se fizieron cequias para recoger el agua». Se derribó —enronó— la antigua enfermería para construir en su lugar, cerca de la sala capitular, la oficina de administración, llamada Casa de la Obra, que, con alasefes, un pilar y tapias, levantó el mudéjar Alfarán, asistido por sus nietos quienes también «obraron en barar el pozo de la Seu» y cubrieron el órgano. El mismo 8 de marzo compró el fabriquero parte de la madera necesaria: «tablas, fuella, dueytos, foxa e fustes». El día 13 llegó la primera partida de piedra, seis caretadas, que se pagaron, conforme al convenio con varios proveedores, a 3 sueldos y medio cada una, precio que incluía «cortar y carear las piedras puestas en la Seu». Durante el primer año, de marzo a agosto del mismo 1497, se almacenaron unas 1.532 carretadas. El 13 de abril comenzaron los piqueros a trabajar la piedra en el fosal. Entre esta fecha y el mes de mayo trabajó un promedio de veintiséis canteros, que percibían un salario de 3 sueldos y medio. A juzgar por los apellidos vasco-navarros de buen número de ellos, puede sospecharse que se trataba de cuadrillas que habrían trabajado antes en la terminación de la Catedral de Pamplona, al igual que maestre Juan de Olótzaga. He aquí la lista de los maestros y oficiales mencionados en el Libro de Fábrica:

E

Maestre Joan d'Andutz. Su fijo.

131


Bóvedas del crucero (1497-1499).

Joan d'Azpeitia. Maestre Pedro Durán. Joan de Balaguer. Maestre Martín Guirnialde. Pasqual de Sabe. Martín Alquetabete. Maestre Joan Olano. Joan Azpea. Tomás Albistur. Pero Aya. Joan Alquitabete. Luis Otayo. Maestre Sebastián. Joan d'Ozato. Maestre Pedro Licerate. Su mozo. Maestre Remiro. Su mozo. Joan de Gurrea. Martín d'Ascaso. Pasqual de Ysangarandía.

La primera partida de calcina se registró el 20 de abril: fue de 53 cahíces que, puestos en el fosal, se 132

pagaron a 2 sueldos el cahíz al moro hilero Mahoma de Huesca. Se compró también calcina de Apiés a sueldo y medio el cahíz. En el mismo 1497 se enviaron a Igriés dos piedrapiqueros a fazer calcina, de la que «trayeron onze caros de calcina de piedra», más otras 81 caretadas en febrero de 1498, año durante el cual adquirió el fabriquero 137 cahíces de Apiés a 23 dineros el cahíz. El 30 de abril de 1497 se comenzó a descubrir el crucero, según nota del fabriquero en esta fecha: «quitó las texas de los terados», previo el montaje de andamios, en el que se emplearon «tablas, albatares squadriados pora la bastida y cibillas». De aparatos utilizados mencionan las cuentas «una muela pora smolar la ferramienta, la grúa, el torno chico, el torno grande y la caruxa». En la grúa, que se terminó el 20 de junio, trabajó maestre Joan, su hijo y un mozo con la cooperación de un ferrero, un ayudante de fustero y un buydador. La fábrica pagó las operaciones y material:


Bóveda de la nave central (1500-1513).

echar el árbol de la grúa y squadriarla fuste pora el gavilán buydador que fizo los dos dados de cobre pora la caruxa de la grúa la obra que fizo el ferrero en la grúa una sirga pora la grúa sebo pora la sirga.

El 5 de julio se cayó la grúa y fue llamado maestre Martín Etsabe, que estaba en Echo. Trabajó dieciséis días en: el albar principal de la grúa quadrados pora la grúa cerciellos pora la grúa fustes pora la grúa.

En ambas ocasiones trabajó en la grúa el ferrero maestre Belenguer, que aportó «grapas, puntas, agujas, cerciello y refizo los fierros del torno de la grúa». Dispuestos los andamios y con la ayuda de los citados aparatos, una vez descubierto el crucero y la antigua bóveda del ábside central, se procedió al levantamiento de muros bajo la dirección del maestro Domingo de Zaragoza, que con su mozo trabajó

setenta y dos días desde abril a agosto de 1497, mes éste a mediados del cual se paralizó la obra, probablemente, como queda dicho, a causa de alguna epidemia. El maestro zaragozano, en ausencia de Johan de Olótzaga, asumió la dirección de obra y percibió por su trabajo un total de 344 sueldos, cuya última paga le fue dada en enero del año siguiente. En el escaso movimiento registrado en el invierno, cuando ya no se trabajaba en la fábrica, se acusa la presencia de maestre Pedro el fullagero, que «vino de Pamplona a igualarse con la obra de los fullages y obró con su mozo aquí dos días, diéle por el camino e por lo que trabajó dos florines». Posiblemente trabajó una muestra de la imposta que había de correr el crucero. Los muros del crucero y del ábside mayor no debieron subir lo suficiente durante 1497 y hubo necesidad, al reemprender las obras el 6 de febrero del año siguiente, de adquirir entre esta fecha y el mes de mayo tanta cantidad de piedra como en la 133


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Recrecimiento de Id fachada (1513-1515).

fase anterior a la epidemia, unas 1.500 carretadas, que fueron talladas por los maestros antes mencionados y que, sumadas a las de 1497, importaron 10.875 sueldos. El 7 de marzo de 1498 llegó a Huesca, por fin, el maestro Johan de Olótzaga a tomar la dirección de la obra más delicada, la de abovedamiento del crucero y del ábside mayor, que debió iniciarse en el mes de junio. Ello significó un cambio en la administración, que ya no llevó directamente el fabriquero, sino el maestro que tomó la obra a contrata, limitándose el Libro de Fábrica a registrar los trabajos y materiales, cuyos costes no entraban en el contrato establecido con Olótzaga. Cesó el acarreo de piedras para ser talladas a pie de obra y en su lugar adquirió la Catedral piezas labradas, como registró el fabriquero en la partida «Entrada de la piedra pora el staxo», entre junio y diciembre por valor de 4.098 sueldos: piezas a 4 sueldos la carretada, achilares a 3 y medio y dobelas a 3. Entre la madera pagada para el abovedamiento se registraron tablas de 8, 9 y 10 palmos, albares, 134

quayrones, dueytos, quadrados y tempanos de 10 palmos, más ocho docenas de tablas pora cindrias. Toda la madera procedía de la villa de Biel. A primeros de septiembre se habían terminado las dos escaleras de caracol en los extremos del crucero, una cerca del altar de San Gil y otra «cerca la pila de batiar», la que actualmente conduce al órgano. Para la cima de la primera maestre Belenguer obró «la cruz y veleta del caracol» que stanyó el mudéjar Abrayme Farayg y en la que se emplearon quatro rovas de plumo. Se les pusieron puertas, cerraxas, llaves y ferrullados. A fines de año se procedió al acristalamiento de las ventanas, a cuyo fin se compraron 56 coudos de vitre a 20 dineros el codo, 2.050 tagetas a 5 dineros el ciento, una caluela, frontizas, claus de quaranta, dos manos de paper y dos piezas beta blanca pora las ventanas, que costaron 4 sueldos. Los coudos de vitre fueron comprados a Juan Gómez. Capítulo aparte de los gastos del segundo semestre del mismo 1498 es el de las filateras, obradas por un maestre Gil, que podría ser Morlanes padre o un Gil apellidado Machín, con la ayuda de su mozo Juan de Mazote. Para la confección se compraron a un cubero, un soguero y al ferrero maestre Belenguer 5 tempanos de 14 palmos. 4 tempanos de 10 palmos. 8 tempanos de 6 palmos. 14 taulas de 8 palmos. Fierro pora las filateras.

Distinguen las cuentas la filatera mayor, que costó 5 florines, las filateras y las filateras pequeñas, obradas por maestre Gil. Así llama el Libro de Fábrica a las tallas de madera que habían de adornar las claves de las nervaduras del crucero. La filatera mayor ha de ser la que se conserva en la clave central con el escudo policromado del obispo Juan de Aragón, otra mediana sería la que tenía el escudo del deán Juan de Espés, que se ha perdido. Estos elementos son llamados en la contrata para la nave central de 1509 filaterias o pinajas de fusta doradas. Terminada la talla, que costó 1.039 sueldos, procedió a dorarlas —y a policromar la mayor— el maestro Pedro de Oviedo con sus mozos los doradores de las filateras.


Se emplearon unos 4.471 panes de oro, azur y engicler. Pedro de Oviedo cobró por dorar la llave mayor y dos pequeñas, 378 sueldos. La suma total de la «expensa de los doradores de las filateras» subió a 953 sueldos 11 dineros. El abovedamiento del crucero se dio por terminado el sábado 23 de noviembre de 1499 y al día siguiente el fabriquero obsequió con una comida a los trabajadores. Lo anotó puntualmente: «Domingo a XXIII de noviembre pagué por dos carneros que mandó el capítol darse a los obreros porque cerraron el crucero mayor, pesoron XXX liuras II terzas, que suman XXX sueldos VIIII dineros. Este mismo día les di a los ditos obreros pora pan y vino I florín, XVI sueldos». Con la cubrición del crucero se terminó la contrata establecida con maestre Olótzaga y retomó el fabriquero la administración de los trabajos de abovedamiento del ábside mayor, que habían comenzado el 14 de julio del mismo 1499 y se terminaron la víspera de Navidad. Durante estos meses se invirtieron 2.921 sueldos en piedra —piezas, dobelas y achilares—, 1.452 en jornales de peones manobreros y 1.755 en peones piqueros, éstos en su mayoría vasco-navarros: Domingo Albistur. Pedro Seytza. Joan de Lizarraga. Aguinaga. Garaya. OChoa. Martín d'Aguerri. Pedro Arratza. Domingo Ybarra. Joan Olano. Maestre Pedro Arrozpide fustero. Martín Betelu.

El salario del manobrero era de 2 sueldos, 2 dineros por día de trabajo y el piquero cobró 3 sueldos. Cooperaron también los mozos del maestro Olótzaga con treinta y tres jornales a 2 sueldos y medio, cantidad que aumentó a 3 sueldos el fabriquero, al pasar cuentas con Olótzaga el 5 de diciembre, que fueron las siguientes:

33 jornales del tiempo que sus mozos obraron 82.6 le refice seis dineros por jornal más por 100 coudos de algibas más por arco perpeny más por las puntas más por 7 mietros de vino

16.6 50.0 18.0 30.0 70.0

En el abovedamiento del ábside mayor, después de dar a sus muros la misma altura que al crucero, no se siguió el modelo ideado por Olótzaga, sino que se rehízo la bóveda anterior, incluida la clave de piedra esculpida, como se conserva. La última obra de cantería, ejecutada entre el 20 de febrero y el 30 de mayo de 1500, fueron cuatro pilares o japiteles, que se concertaron a staxo por 900 sueldos con maestre Pedro el gabach y un maestro gascón, cuyo nombre no cita el Libro de Fábrica y que cobró aparte 26 sueldos por doce filadas. Tales japiteles deben equivaler a los pináculos o pilaricos que se concertaron cuando se obró el abovedamiento de la nave central en 1509: «pilaricos que han de parecer en la sumitat de la obra como en la obra nueva» —la del crucero—. En el curso de 1500 se tendieron los tejados sobre la obra nueva. Se emplearon muchas docenas de: vigas de 16 palmos vigas de 16 palmos, 2 manos y 1 dedo veguetas de 18 palmos veguetas de 14 palmos fustes quayrones taulas quadrados.

Se compró todo a Juan de Marco y Pedro Serrano, madereros de Biel, y el transporte a la Catedral se contrató con Francisco, el caretero de Biel. En el mes de noviembre de 1499 el fabriquero adquirió con destino a los tejados —terados—, por lo menos, 8.300 tejas —tellas, texas— al precio de 55 sueldos el millar a un tellero innominado, así como a Juanto y Martiatxo; en junio de 1500 otras 3.000 tejas con destino al tejado del presbiterio; y en septiembre 3.900 para reponer los tejados de los ábsides laterales.

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—respaldos—, hasta la altura de la mitad de las ven-

Ventana de la sacristía.

En noviembre del mismo año Joan de Arayz y el maestro Domingo rehicieron las gradas del altar mayor y repusieron la verja. Siete peones «trabaxaron por apartar la tierra pora fazer las gradas y en sacar la tierra de la Seu».

LA NAVE CENTRAL

l abovedamiento de la nave central no se comenzó hasta el 12 de octubre de 1509, fecha en que se formalizó el contrato de los dos primeros tramos, los contiguos al crucero, entre el cabildo y maestre Johan de Olótzaga en la cantidad de 18.000 sueldos.2 El maestro se comprometió a terminar en el plazo de un año los dos tramos —capillas siguiere nabadas— a la perfección, más a recrecer los muros

E

136

tanas, de los demás tramos «entá la puerta de la plaza de la Seu». Los dos tramos contratados habían de responder al modelo del crucero: «las quales capillas aya de fazer —el maestro— con aquellos japiteles, molduras, pilares, arcos botantes, algibas, jargas, arcos perpenyes, adobelas y personages siguiere molduras y fullages, conformes a la obra nueva primeramente fecha, ansí e según está la capilla fecha por el senyor obispo y la capilla del senyor deán» —los tramos central y lateral del crucero—. Las nervaduras de cada bóveda habían de tener siete claus y se habían de abrir cuatro ventanas, dos a cada lado. Corrieron a cargo del maestro los gastos de «piedra, calcina, arena, manos y manobreros», aunque se le permitió aprovechar las piedras «que se salen del ciminterio y en la plaza o en las trasteras o en la iglesia de dicha Seu». El cabildo se comprometió a pagar por su cuenta «las filateras o pinojas de fusta y dorar; dar al maestro la fusta pora bastidas e cindrias e la clavazón necesaria; el fierro e plomo pora los pilaricos que han de parecer en la sumitat de la obra, como en la obra nueva; y los tejados que vernán encima de las dichas dos capillas». El maestro y los obreros juraron «no obrar ni poner ninguna piedra mala, ni mala calcina, ni mala arena, ni consentir que ninguno la ponga, así como «no poner ninguna piedra en tiempos de gelos ni de fríos». Después de terminar los dos tramos concertados, se reunió el cabildo con Johan de Olótzaga y su garante, el mercader oscense Alfonso Gómez, para «declararse contentos cada una de las partes de lo que le toca en la capitulación de la dita obra y obligaciones que los unos a los otros son tenidos». Y el maestro junto con Alfonso Gómez extendió recibo de

2. AHPH: Protocolo de Juan García 1509, fol. 203-206; publ. DEL ARCO, R.: »Documentos inéditos de arte aragonés», en Seminario de arte aragonés IV (1952), p. 20.


los 18.000 sueldos más otros 2.000 de las strenas. Fue el 20 de junio de 1511. Al mes siguiente, 29 de julio, el mismo Olótzaga fue contratado para la construcción de los otros dos tramos que faltaban para la terminación de la nave central. No se conoce el contenido del documento notarial, pero es de creer que su redacción no diferiría sustancialmente de la capitulación de 1509.3 No se detecta en los libros catedralicios la posibilidad de que se financiara la obra con el producto de las bulas. En cambio queda claro que los canónigos encontraron nuevos ingresos en el concejo municipal y en el obispo. El 22 de septiembre del mismo 1511, el obispo y el cabildo de una parte y de otra «los magníficos senyores prior, jurados y concello de Huesca firmaron e seguraron ad invicem una concordia o capitulación sobre la promesa e dádiva siguiere socorro que la ciudat da e promete para la obra de la Seu». Y el 6 de diciembre la fábrica de la Catedral recibía del obispo Juan de Aragón 4.000 sueldos «de aquellos ocho mil que su senyoría mandó para la obra de la Seu del servicio que le fazía el clero».4 Una cuarta capitulación debió firmarse, terminado el abovedamiento de la nave central, entre el cabildo y el maestro Olótzaga, probablemente en 1513, documento que se desconoce, como desconocidos son también los anteriores referentes al crucero y a los dos últimos tramos de la nave central. En esta ocasión los canónigos confiaron al mismo maestro las milloras de la delantera de la Seu, consistentes en levantar la fachada hasta alcanzar la altura requerida por la nave central y en introducir ciertas mejoras en relación con cuanto se había ornado en el crucero: a diferencia de los muros norte y sur de éste, la fachada se milloró con una ornamentación más complicada en las columnas que la dividen verticalmente en tres tramos, en las sofisticadas ventanas sin vanos de iluminación, una a cada lado del rolde central que no difiere de los óculos del crucero, en la barbacana cimera y en los pináculos. Mejoras que, a la hora de liquidar el coste, motivaron diferencias entre el maestro y los canónigos5. De esta última etapa sólo se conoce la cantidad que se pagó por el cabildo:

Ventana ciega de la fachada recrecida.

40.500 sueldos, que el maestro y Alfonso Gómez declararon haber percibido en su totalidad el 31 de enero de 1515.6 A los pocos meses surgieron las «diferencias» entre las partes, seguramente después de repasar las cuentas el maestro y su fiel Alfonso Gómez menor, quien cobraba y administraba el dinero que en diversas tandas pagaba la fábrica. Olótzaga entendió que había perdido dinero y reclamaba una cantidad que le resarciera.

3. ACH: De actibus capituli, fol. 128, 130. 4. Ibídem, fol. 131 y 134v. 5. Debido al fuerte cierzo que azotó la ciudad en diciembre de 1698, se deterioraron los pináculos de la fachada: wFue grande dicho aire que derribó un torreón o almena de los que están sobre la puerta mayor y otros los dejó con sobrado riesgo de caer, porque fue preciso rebajar dichas almenas; hízose el rebaje en 15 de dicho mes y ario, (ACH: Libro del maestro de ceremonias). 6. ACH: De actibus capituli, fol. 190.

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Detalle de la cornisa de la nave central.

De común acuerdo cabildo y maestro acordaron el 21 de abril someter el conflicto, «que tenían entre ellos sobre la obra e milloras de la delantera de la Seu», al arbitraje del canónigo Jorge Samper y de maestre Gil de Morlans de Zaragoza, cuya amigable composición, a pronunciar en el plazo de cuatro días, se obligaron las partes a cumplir so pena de mil florines.7 El arbitraje no fue posible y el 2 de mayo eligieron árbitros al mismo canónigo Samper y al mercader Alfonso Gómez mayor para que sentenciaran en el plazo de quince días, plazo que se les prolongó otros quince días en compromiso firmado por las dos partes el 10 de mayo.8 La sentencia arbitral se pronunció, por fin, el 15 del mismo mayo: «ultra los quaranta mil sueldos que ya tiene el maestro, pronunciaron y mandaron darle

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seis mil seiscientos sueldos inclusos aquellos quinientos sueldos que el capítol le dio poco ha, pagaderos dentro de diez días, et absolvieron al dito capítol de qualesquiera acciones e peticiones que les puedan demandar por la dita obra». Los árbitros tasaron sus honorarios en sendos pares de guantes y en un florín los del notario. «Item pronunciaron y condempnaron a lohar dita sentencia». El mismo día el notario Juan García comunicó el arbitraje a los canónigos, que lo aceptaron y aprobaron. Dos fechas más tarde realizó la misma gestión con Olótzaga, «el qual dixo que no lohaba la senten-

7. 8.

Ibídem, fol. 190v. Ibídem, fol. 192 y 192v.


cia ni aprobaba aquella». Sin embargo, se contentó el 3 de junio con que el cabildo le pagara una cantidad ligeramente superior, 7.000 sueldos.9 El 8 de diciembre de 1516, tras decidir la terminación de los tejados de la iglesia, el cabildo y maestre Miguel de Villabona firmaron una capitulación «sobre el cubrir la Seu y un pedazo del cuarto de la claustra y delantera de la Seu», que fue formalizada por el notario Juan García de Huesca.10 Son numerosas las cuentas del fabriquero de 1516 a 1519, referentes al acristalamiento de las nuevas ventanas de los muros realzados del ábside mayor, del crucero y de la nave central. El primer vano que se trató fue la ventana circular de la fachada, que el Libro de Fábrica llama la O y el rolde encima la puerta mayor de la Seu, en la que se puso una vidriera policroma que presentaba, al decir del fabriquero, «la istoria del Nacimiento, digo los Reyes», obra de maestre Francisco de Valdibieso, maestro de vidrieras, entre los meses de octubre y noviembre de 1516, con la cooperación del mudéjar Mahoma Compas, ferrero. El material de soporte fue de 298 libras y media de fierro pora las barras de la vidriera, que costaron 48 sueldos, y seis madexas de fierro pora hazer la red por valor de 72 sueldos. Mahoma cobró por obrar el aro y la red 95 sueldos 2 dineros. Valdibieso percibió por su trabajo y vidrios 35 ducados equivalentes a 770 sueldos. El mismo maestro continuaba en los primeros meses de 1517 en la Catedral el trabajo de «poner vidrio en las claraboyas o ventanas» del crucero y de la nave central. En febrero, previa la labor de Mahoma Compas en aros y redes, acristaló las ocho ventanas del crucero, cuatro sobre los ábsides laterales y otras cuatro en el muro de enfrente. Y entre marzo y abril colocó las vidrieras de la nave central, ocho a cada lado. Se pagaron 295 sueldos a Mahoma y 1.408 a Valdibieso. El acristalamiento se terminó entre noviembre de 1518 y abril del año siguiente, también por obra de Valdibieso, vidriero. Trabajó primero en las ventanas circulares de los extremos del crucero, en las que

puso vitrales historiados que presentaban el Juicio Final y la Transfiguración del Señor; a continuación hizo lo mismo en tres ventanas altas del ábside con representaciones de la Crucifixión en la central y en las laterales la Salutación de María y la figura de san Pedro. De esta última etapa se conserva memoria en el Libro de Fábrica, por el asiento detallado de las cuentas.

PAVIMENTACIÓN l suelo de la Catedral estaba enlosado, menos en el recinto del coro, que se enladrilló en 1405 por dos mudéjares, cuyos nombres no son conocidos. Entre los cargos ordinarios de la fábrica en los primeros decenios del siglo XVI, registra el libro correspondiente la pensión de 50 sueldos anuales «al que scoba cada sábado y fiestas la iglesia y el coro», así como el coste del «mantenimiento de las steras necesarias al coro y a las muxeres». El coro, cuando no se cubría con esteras, que era desde la Ascensión hasta el 1 de octubre, se barría diariamente. En invierno, además del coro, se colocaban esteras en parte de la iglesia para sentarse las mujeres. A la terminación de la fábrica se pensó en una nueva pavimentación a base de azulejos o ladrillos de colores, como se dice en la documentación conservada en su totalidad. El 30 de junio de 1522 se formalizó ante el notario oscense Luis Pilares el contrato de fabricación de las piezas necesarias y dos años después, el 14 de julio de 1524, un segundo contrato para su colocación. La fabricación corrió a cargo de Mahoma Tendillo, Mahoma el Toledano y Alí Sotillo, «moros maestros de azulejos habitantes de present en la ciudat de Huesca», que firmaron y juraron por villeille alladíla capitulación »sobre los azulejos o ladrillos de colores que han de hazer para el suelo de la Seo»,

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9. Ibídem, fol. 194v. 10. Ibídem, fol. 213v.

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Sacristía nueva.

con la mediación de maestre Damián Forment, imaginario, que estaba trabajando en el retablo del altar mayor. Los tres mudéjares se obligaron a fabricar los azulejos y cadenillas necesarios para la pavimentación de la iglesia, las capillas, la sacristía y el coro «en quatro o cinco colores, los que a los canónigos parecerá, es a saber, blanco, verde, azul, amarillo y negro, y de los cinco colores scojan dichos canónigos los que querrán». Azulejos «de muy buenos colores y muy eguales y bien squadriados y drechos y de la gordura necesaria», que los maestros habían de garantizar por un año después de colocados en el pavimento y que, fabricados en Huesca, los entregarían en la Catedral, es decir, con el acarreo a sus costas. Se convino que el proceso de elaboración se hiciera sólo en los meses de verano, desde abril hasta septiembre.

Se fijó el precio de cada azulejo «en dos dineros y pujesa y media pujesa, digo dos dineros y miaja menos pujesa», y el de la cadenilla «del tamaño de la metad del ladrillo de color en la metad del precio del ladrillo de color». En las cuentas del fabriquero no se menciona la recepción de cadenillas, sino la de cintas y triángulos, además de los azulejos tres piezas de cintas equivalían a dos azulejos, y a uno dos triángulos. Los canónigos, en la misma fecha del contrato, adelantaron mil sueldos a los maestros mudéjares y se reservaron el derecho a encargar a otro maestro, si lo creían conveniente, diez mil azulejos. Con otros tres cristianos fueron testigos Alí de Cuellas, moro ballestero, y Andallá Espital, moro de Cuarte.11 Los primeros lotes de azulejos comenzaron a ser recibidos por el fabriquero en marzo de 1524, procedentes de las fábricas de Alí Sotillo y Mahoma Tendillo, sin que aparezca en el libro de cuentas la producción de Mahoma Toledano, que acaso formara compañía con algunos de los dos anteriores, quienes continuaron suministrando en el verano de 1525. Las mayores partidas las constituyeron los azulejos blancos, negros, verdes, azules o cárdenos y amarillos; eran de los mismos colores los triángulos; y blancas y verdes las cintas. Otras piezas no mencionadas en la capitulación y destinadas también, al parecer, a la pavimentación del coro, fueron las xairas «blancas, azules, pintadas, los quadrados» de lazo y pintados, y las cinticas de lazo, que se cotizaron a 4 sueldos la docena de piezas. La producción de la fábrica de Alí Sotillo durante 1524 fue de un total de 23.298 piezas, como se expresa en el siguiente cuadro: Mes Azulejos mayo 4.104 junio 1.700 junio 1.368 julio 1.812 agosto 1.348 septiembre 1.214 octubre 4.453 Total 15.999 11.

140

Cintas

294 180 537 648 1.220

300 3.179

Triángulos Total piezas 4.104 1.994 1.548 360 2.709 1.170 3.166 4.224 1.790 800 5.553 23.298 4.120

Ibídem, fol. 62; Protocolos Pilares 1522, en la fecha indicada.


Alcanzó unas cifras similares la producción de Mahoma Tendilla en el mismo año: un total de 23.420 piezas. En 1525 los dos maestros fabricaron, además de las piezas consabidas, 1.748 xairas y 264 quadrados Sotillo, más 864 xairas y 126 quadrados maestre Tendilla ayudado por su hijo Alí. La suma total de las piezas recibidas en la Catedral fue: Año 1524 1524 1525 1525

Maestro Mí Sotillo Mahoma Tendilla Alí Sotillo Mahoma Tendilla Total

Piezas 23.298 23.420 11.738 7.026 65.482

La obra de pavimentación se comenzó el 28 de junio de 1524, probablemente en la capilla de San Martín, acaso para calcular el presupuesto total, ya que en el contrato, del que se tratará enseguida, se expresa que en el suelo de la Catedral 'los quadros no sean de menos coste que la obra de la capilla de San Martín». La capitulación «en et sobre el assentar de azulejos de toda la Seo a estaxo» fue formalizada ante el notario Luis Pilares el 14 de julio de 1524 entre el cabildo y maestre Alí Guarras, «moro habitant en el lugar de Tortoles cabe Tarazona, maestro de asentar azulejos», por la cantidad de 3.300 sueldos jaqueses. El mudéjar se comprometió a «arrancar y sacar todas las piedras de la iglesia; poner o echar la tierra necesaria; cerner calcina y arena; amasar la argamasa; y assentar todo el suelo, digo todos los azulejos en toda la iglesia, capillas y coro a toda costa suya así de su persona como de peones necesarios». El cabildo se obligó, por su parte, a «dar al maestro la calcina y arena necesaria en la claustra de la Seo y a dar los azulejos necesarios, cintas y triángulos». Se encargó también a Alí Guarras que proporcionara los «moldes o patrones de los triángulos a los maestros que fazen los azulejos a fin de que los hagan como los patrones para que quadre bien el suelo». En el Libro de Fábrica se registran 8 sueldos que se pagaron a maestre Damián fustero «por los moldes que fizo para los moros para la muestra de los ladrillos avían de hazer para el coro, porque los

Exterior de la cabecera y sacristía.

señores del capítol mexor se pudiesen determinar de la suerte los querrán». Se le recomendó a Mí que escogiera los azulejos, cintas y triángulos más lucidos para «los lugares que estén más en vista» y, sobre todo, para «el coro que será de mejor labor y la entrada de la puerta mayor de la plaza», es decir la nave central. Y también que «al tiempo que descantille los azulejos por debaxo que no descantille más de la mitad». Fue testigo de la capitulación con otros dos cristianos Ceyza Navarro, moro del lugar de Quinto.12 La cuadrilla comandada por Alí Guarras —el fabriquero a veces escribe Galii— estuvo formada por maestre Mahoma de Ay, maestre Mahoma Berros,

12.

Ibídem, fol. 98; Protocolos Pilares 1524, en la fecha indicada.

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maestre Ibraim y «dos moros para serrar los azulejos». Los proveedores de calcina, Zalema, Abrahim y Moriel, mudéjares de Huesca.

RELOJ Y BANCOS

D

e común acuerdo el cabildo y el concejo de la ciudad, decidieron la confección de un nuevo reloj —reloge— en sustitución del que había en el campanario de la Catedral, que daba las horas pero no los cuartos. A tal fin contrataron a maestre Jaime Ferrer el 6 de julio de 1521 ante el notario Felipe de Lizana. Se estipuló que se pagaran 1.700 sueldos al maestro más «la obra viexa del reloge», cantidad a satisfacer a medias por el cabildo y el concejo municipal. Para la señal de los cuartos se compró una campana que se trajo de Siétamo con carreta y costó 790 sueldos, más 120 «de traer, subir y assentar». Finalizada la construcción e instalación, se pasaron cuentas ante el citado notario el 20 de febrero de 1525: Precio concertado del reloj Estrenas 1 Campana de los cuartos Asentar la campana Total

1.700 sueldos 44 sueldos 790 sueldos 120 sueldos 2.654 sueldos

El mismo día se asignó una pensión anual de 40 sueldos, también a satisfacer a medias entre el cabildo y el concejo, al maestro Jaime Ferrer como encargado del mantenimiento del reloj. Pocos meses después se averió y fue llamado el maestro «que fazía la rexa de la capilla del canónigo Santángel —la de Santa Ana—, por adobar el reloge y quartos que estava desbaratado». El Libro de Fábrica, del que proceden las noticias del reloj, silencia el nombre del maestro, que acaso fuera Arnau Guillem. Un maestro piquero labró los contrapesos, reforzándolos con anillos de hierro y con plomo. El 7

Ventanas, pináculos y arbotantes de la nave central (1509-1513).

de junio de 1526 se pagó un ducado a maestre Arnau Guillem —11 sueldos el concejo y 11 el cabildo— «por adobar los quartos, se eran desbaratados». El mismo día este maestro cerrallero fue contratado para el mantenimiento del reloj, con la obligación de «mantener el reloge y quartos bueno y fino a todas sus costas de todas las cosas necesarias de adobar, remiendos y otras cosas nuevas pertenecientes al dicho reloge y quartos». Se determinó que cobrara aparte «si las ruedas y fusos de las dichas ruedas ansí del reloge como de los quartos y la balanza se uviesen de fazer de nuevo, y el cabildo y la ciudat le ayan de pagar lo que fuere justo». Ambas instituciones le asignaron una pensión anual de 50 sueldos. La primera vez que se mencionan bancos en la Catedral para la feligresía, pagados por la fábrica, fue el 24 de febrero de 1525, fecha en que el Libro de Fábrica asienta la «expensa fecha en los bancos de delante del coro». Trabajaron en su construcción diecinueve días maestre Damián, fustero, con el salario de 4 sueldos, un obrero con 3 sueldos, 6 dineros y con 2 sueldos, 6 dineros el criado del maestro, empleando el material que vendió el mismo Damián. Los siguientes son sus precios en sueldos y dineros: 11 tablas grandes a 6.0 tabla cuairones de 12 palmos a 1.2 tablas de 14 palmos a 0.8 16 tablas de 6 palmos a 0.6 3 tempanos pora recolzes para los bancos mayores a 1.0 claus de 20 y de 40 700 marcavises a 1.0 el ciento.

EL ENTORNO DE LA CATEDRAL

D

espués del abovedamiento y de la pavimentación de la Catedral debió quedar en estado deplorable el recinto del claustro, utilizado durante largos años como lugar de almacenamiento de material diverso de construcción. En junio de 1524, según el Libro de Fábrica, se procedió a «la reparación de la claustra», que consistió, en palabras del fabriquero, en «derrocar la claustra, fazer los pila143



res de la claustra y las paredes de enderedor y limpiar la claustra». Operaciones que realizó el maestre Martín piedrapiquero con sus mozos. La zona afectada fue seguramente la de las alas oeste y norte, en las que se conservan algunos de los pilares levantados este año. Alas que cubrió el maestre Joan de Villabona con este material y sus precios en sueldos y dineros: Tablas de foxas a 0.5 y mealla la docena Dueytos a 5.4 la docena Fustes a 5.3 cada uno Fustes pequeños o bigetas a 0.20 cada uno. Claus de quaranta Marchavises a 0.10 el centenar.

Se trabajó también en la estancia de la obra y en su escalera, así como en el adecentamiento de los umbrales —lindares— de las puertas, labor ésta que también se efectuó en las tres puertas de la fachada de la Catedral, en la de la capilla de San Juan Evangelista y en las del crucero. En el curso de las obras de reparación del claustro se produjo un desgraciado accidente: un infante de coro se cayó en el pozo de la plaza y para rescatar

su cuerpo se requirió el oficio del maestro Martín piedrapiquero, al que se retribuyó el 11 de mayo de 1525 «por un jornal suyo y tres jornales de tres obreros por sacar el infant Conpen del pozo de la plaza de la Seu y por hazer cierto ingenio pora trobarlo, que no lo podían trobar». Son frecuentes en años sucesivos más trabajos de reparación del recinto claustral: retejar «la claustra que va a l'Almosna», la sala capitular, la casa de la Obra —ala septentrional—, que se allanó para resolver el problema del agua que entraba en la Catedral, como anotó el fabriquero: «la iglesia se inchía de agua». Entre 1524 y 1525 se adecentó el fosal de la Sacristía, emplazado a espaldas de los ábsides, y la «carrera de la puerta de la pila» —actual calle de Palacio—. Se sacaron 16 carretadas de tierra del fosal «de las spaldas de la Seu», que se pagaron a 7 dineros cada una. Además se adquirieron tres docenas de palos de Biel a 9 sueldos la docena, para cubrir la torreta del esconjurar, que a veces es llamada de las nubes, situada al sur de la fachada.

Pináculos y gárgola.

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VI. LA CATEDRAL EN EL SIGLO XVI

EL CABILDO

n el curso del siglo XVI el clero catedralicio alcanzó el mayor número de miembros de su historia: veinticuatro canónigos, entre titulares y coadjutores, doce racioneros, ocho beneficiados y cuarenta capellanes, que suman ochenta y cuatro clérigos dedicados, por lo menos en teoría, a la celebración de los divinos oficios diurnos y nocturnos. Buen número de ellos procedían de conocidas familias de la nobleza, como los Urriés y Gurrea, o habían estudiado en universidades, sobre todo juristas como señala el tratamiento de micer que se les da, o habían pasado largas temporadas en la curia romana, como Carlos de Urriés y Juan de Lobera, parafrenario éste y familiar del papa Clemente VII. Algunos canónigos eran de ascendencia judía, como Pedro y Juan Gómez y Martín de Santángel, fundador de la capilla de Santa Ana, la primera manifestación renacentista en la Catedral oscense. El derecho capitular local no estableció la obligatoriedad de que los canónigos tuvieran la condición de cristianos viejos hasta 1597. El ambiente artístico de la ciudad se animó extraordinariamente sobre todo a partir de la instalación

E

del taller de maestre Damián Forment, verdadero seminario de escultores, pintores y mazoneros, que impusieron las tendencias renacentistas —lo romano o italiano— en detrimento de la tradición goticizante —lo moderno o flamenco—.1 Casi de forma paralela se produjo en el seno del cabildo la formación de dos bandos, que bien pueden ser calificados de afectos uno a la novedad del Renacimiento y de apegado a la tradición el otro. División que enfrentó a las dos partes hasta llegar incluso a la violencia y a la incautación de bienes eclesiásticos, creando una situación tan crítica como la motivada por la cuestión de la secularización de la Catedral en los siglos XIII y XIV. Los dos bandos canonicales se agruparon en torno a dos obispos coadjutores con derecho a sucesión del obispo Juan de Aragón, nombrados sucesivamente. Pueden llamarse tradicionalistas los canónigos partidarios de Felipe de Urriés, prepósito de la Catedral oscense, nombrado obispo titular de Filadelfia y coadjutor del de Huesca-Jaca por el papa León X en 1517 y confirmado por el emperador Carlos V. Dos años después, fruto de las gestiones

1. DURÁN GUDIOL, A.: «El proceso de maestre Sebastián Ximénez, mazonero•, en Cuadernos internacionales de historia psicosocial del arte 2 (Barcelona 1983), pp. 13-29.

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realizadas por Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza y abad de Montearagón y de San Victorián de Sobrarbe, el mismo papa nombró administrador de los dos obispados unidos al joven clérigo Alonso de So Castro de Pinós, hijo de los vizcondes de Evol, alrededor del cual se agruparon los canónigos de talante renacentista. La consecuencia fue la colisión de derechos a la muerte del obispo Juan de Aragón el 13 de diciembre de 1526, originando un verdadero cisma en la iglesia oscense, que llegó al uso de las armas para imponer uno u otro aspirante a la sede vacante, a cuya mitra los dos tenían derecho. La solución del cisma fue dada en 1529 por Carlos V, que presentó al papa para el obispado de Huesca Jaca a su confesor Diego de Cabrera, que no llegó a tomar posesión por haber muerto en septiembre del mismo año. Seguidamente el emperador presentó para sucederle al cardenal Lorenzo Campeggio, al que nombró administrador de la sede vacante el papa Gregorio VII en septiembre de 1530 con la oposición de la Diputación del Reino de Aragón en defensa del fuero, uso y privilegio sobre la inhabilidad de «los extraños y alienígenas» a obtener prelaturas aragonesas. A pesar de ello, dos años después Carlos V presentó para el obispado oscense al cardenal Jerónimo Doria, al que el cabildo se negó a admitir y darle posesión. Por fin, en 1534 el emperador se vio precisado a presentar al papa a un aragonés para la mitra oscense: Martín de Gurrea, abad de Alaón y deán de la Catedral de Huesca, nieto del infante Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza. Con este nombramiento se restableció la normalidad canónica y renació la paz en el seno del cabildo catedralicio y en la ciudad.2 La estructura jurídica y litúrgica de la comunidad canonical continuó el esquema trazado a raíz de la secularización. Una notable innovación fue la sustitución de los misales y breviarios manuscritos por libros impresos, como se ha explicado en el capítulo anterior.3 Durante el siglo fue habitual la figura del subdeanato, vicedeanato o vicegerente de deán, a veces designado por el propio deán habitualmente ausente

148

de la Catedral, y otras elegido por el cabildo. En 1566 se propuso un plan para la institución y dotación de la mestrescolía, que no pudo realizarse hasta 1571 tras la desmembración del abadiado de Montearagón en virtud de una bula del papa Pío V, que suprimió el oficio de canciller de la Universidad, atribuyendo su jurisdicción al maestrescuela. En el mismo documento pontificio se ordenó que la primera canonjía que vacare se proveyera en un maestro en Teología con el cargo de lector y penitenciario; y que la segunda vacante fuera para un doctor en cánones con el cargo que se llamó doctoral. Ambas canonjías nuevas, instituidas conforme al Concilio de Trento, habían de proveerse siempre previo examen de los aspirantes. Nada se dice en el derecho capitular oscense sobre el coadjutor de canónigo, sin embargo fue práctica habitual en el siglo XVI que el canónigo prebendado ausente lo nombrara para que le sustituyera en sus obligaciones catedralicias, retribuyéndole a su arbitrio. El titular adquiría de esta manera la condición de presente y percibía los emolumentos pertinentes, aunque carecía, si su presencia no era física, de voz y voto en las sesiones capitulares, y los años de su sustitución no contaban para la jubilación, que se concedía a los treinta y cinco años de servicio. A los oficios ordinarios tradicionales y retribuidos —officia ordinaria— de procurador de ausentes, procurador de Maitines, auditores de cuentas, asignados a la Universidad, regidor del Hospital y silenciero, que se ejercían por elección durante un año, se añadió el de maestro de ceremonias con carácter vitalicio y el de secretario de actas capitulares. En 1554 se estatuyó que «por suerte se designara al canónigo que ha de ser diputado del Reyno, el qual tendrá la obligación de dar una ternera, la qual se haya de dividir por la festividad de san Lorenzo entre los capitulares residentes en la iglesia».

2. DURÁN GUDIOL, A.: Juan de Aragón y de Navarra, obispo de Huesca•, en Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita 49-50 (Zaragoza 1984), pp. 31-86. 3. Ibídem, p. 41.


Tuvo singular relieve en orden al mayor esplendor del culto litúrgico la reestructuración del grupo de racioneros, la mayor parte de los cuales carecía de buena voz o de habilidad musical. En 1503, a fin de sufragar los gastos de manutención de cantores ocasionales, determinó el cabildo que los frutos de una o dos raciones se invirtieran en salarios de uno o varios de ellos; en 1522, que la totalidad de las diez raciones se destinaran a otros tantos capellanes peritos en canto y con carácter nutual. Estatuto que se reformó dos años después, al reservar dos o tres raciones a algunos confesores con el grado de bachilleres en Teología o Derecho Canónico. En 1559 se aumentó a doce el número de racioneros para que en adelante hubiera cuatro confesores, un organista y siete cantores. La buena administración de Prepositura permitió, también en 1559, aumentar las raciones canonicales, consistentes hasta este momento en 10 cahíces de trigo para el obispo y 10 para cada canónigo más 11 nietros de vino puro y 5 de mallolo, así como 8 cahíces de ordio al prebendado que dispusiera de alguna mula. Se estableció que en adelante la Prepositura proveyera al obispo 12 cahíces de trigo y a cada canónigo otros 12, 16 nietros de vino puro y ninguno de mallolo o vino aguado. Con el fin de promover la asistencia a coro, este estatuto fue reformado en 1572: el canónigo ausente recibiría las cantidades establecidas, pero al que asistiera a coro se le incrementaron los ingresos hasta 18 cahíces de trigo, 18 nietros de vino puro, 2 sueldos por día de presencia coral y 200 sueldos del común, más los 200 habituales que satisfacía a título de vestuario el arcedianato de la Cámara. Se entendía que cumplía con la residencia coral el canónigo dignidad que asistía a los oficios divinos al menos durante siete meses al año y cuatro el canónigo prebendado. El esplendor del culto litúrgico se incrementó notablemente en la Catedral de Huesca en el siglo XVI con la introducción de la polifonía, como se explicará más adelante. Obviamente se requería de cada canónigo y clérigo catedralicio no sólo cierta aptitud literaria, teológi-

ca y musical, sino también ejemplaridad de vida. En este aspecto es notable el estatuto dictado en 1524, ordenando que ningún presbítero osara celebrar misa si antes no se había reconciliado con la recepción del sacramento de la Penitencia, para la administración del cual se designaron este mismo año dos o tres sacerdotes racioneros. Se promovió, asimismo, el culto a la Eucaristía —a su reserva se destinó un lugar preeminente en el retablo de Forment—, sobre todo en la solemne y vistosa celebración del Corpus. Tradicionalmente se predicaba en la Catedral las fiestas de Navidad, Pascua de Resurrección y Pentecostés hasta 1554, en que el cabildo dispuso se hiciera también el tercer día de Navidad, el segundo de Pascua y el tercero de Pentecostés. Por infuencia del Concilio de Trento, en los capítulos generales de 1581 se estatuyó que se predicara todos los domingos tanto en invierno como en verano. Los llamados capítulos generales se celebraban, desde 1300, en la sala capitular del claustro la semana del segundo domingo después de Pascua de Resurrección, con sesiones diarias: el domingo se celebraba misa del Espíritu Santo, después de la cual el notario leía los diez estatutos que habían de jurar en su ingreso todos los obispos y canónigos; el lunes se establecía el orden a seguir; el martes se trataba de la vida y costumbres de los canónigos y clérigos, sesión de la que no se levantaba acta, como en los otros días; el miércoles se ventilaban temas tocantes al culto divino; el jueves sobre economía y gobierno de la Catedral, y el viernes, cuanto se refería a la Sacristía y a la Fábrica y asuntos generales. Para la buena administración y gobierno, en 1557 se estableció que cada viernes por la mañana se celebrara capítulo ordinario, habitualmente en la capilla de San Felipe y Santiago, y que un canónigo levantara acta en el libro que se llamó De Resoluciones. Desde un punto de vista ascético revistió importancia la sesión del martes de los capítulos generales, dedicada a «la corrección y enmienda de los canónigos» o «de la vida y costumbres de los canónigos». Según este estatuto, aprobado en su día por el papa

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Benedicto XIII, la correctio de cualquier canónigo competía no al obispo solo, sino a éste a una con el cabildo. Si el delito era de cierta gravedad y requería proceso, como sucedió en 1546 con el canónigo Capa, el cabildo elegía un capitular que junto con el obispo o su vicario general instruían y fallaban la causa, sin que la sentencia surtiera efecto hasta ser promulgada en la sala capitular ante todo el cabildo.4 Esta sesión del martes es descrita en el Libro de Resoluciones con fecha del 26 de abril de 1592: Se trató de vita et morum correctione y cada uno dixo sus culpas y faltas, así en respecto del ministerio de su orden, como en respecto de los oficios que cada uno ha tenido, y en lo demás que toca ad mores, porque en este día se trató así de las faltas que cada uno haze como canónigo, como de las que haze como hombre eclesiástico, no miraldo por su reputación y honor, de las quales no se acusa al señor obispo, y qualquier otro de gremio le puede advertir y el obispo con el cabildo multar conforme a la culpa y contumeria.5

Coincide la descripción con la que escribió posteriormente el deán Puyvecino: En la hora de vispras se tiene el capítulo general en el capítulo viejo y se principia a tratar de la corrección y emendación de la vida y costumbres. Principia el señor obispo a dezir y referir lo que se le ofresce, y si tiene qué dezir de alguno lo dize para que se corrija y enmiende. Y habiéndolo acabado el obispo, el deán y sucesivamente todos los demás dizen sus faltas, a más que cada qual puede dezir las que otro tuviere para que se corrija y enmiende. Como se hizo en respecto a lo que trataban con seculares más frecuentemente de lo que convenía, así en juegos como en otras conversaciones que no convienen a la decencia de los eclesiásticos, y también en respecto de los canónigos que dentro de la iglesia tratan negocios seculares y se pasean por ella.

En la mencionada sesión, pues, cada uno de los canónigos confesaba públicamente sus culpas y faltas, menos el obispo, y podía también acusar a sus compañeros. El castigo era impuesto de común acuerdo por el obispo y cabildo. El estatuto De correctione, después del Concilio de Trento, fue impugnado en repetidas ocasiones por los obispos oscenses hasta conseguir que fuera derogado por el papa Clemente VIII en 1602.

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HÁBITOS CORALES

arece que el hábito canonical de la época de la regularidad del cabildo consistía en traje talar, sobrepelliz y muceta, modelo que continuó llevándose durante la Baja Edad Media, más la birreta para cubrir la cabeza, una especie de gorro cuadrado, ligeramente apiramidado, de paño negro y armado con varios pliegues de pergamino. La primera innovación en materia de hábitos se produjo en los capítulos generales del 19 de junio de 1299, en los que se estableció el uso de capa negra en invierno —de Todos Santos a Domingo de Ramos— en sustitución de la muceta, que se dejó para los meses cálidos. Capa que no ha de confundirse con la pluvial o procesional de color, como las que se guardaban en la Sacristía para las fiestas solemnes. Según el estatuto de 1410 el sobrepelliz blanco debía ser no demasiado breve ni demasiado largo, redondo y cerrado, es decir, una pieza de ropa completamente circular con un agujero en el centro por donde pasar la cabeza. La muceta de paño negro, de forma semicircular, abierta por delante, probablemente con capucha en la espalda al igual que la capa invernal. El 9 de mayo de 1527 se estableció que los forros y las vueltas de las capas de invierno fueran de color morado para los canónigos y de raso negro para los racioneros. Las mucetas, en cambio, de los primeros habían de tener el forro y las vueltas de raso carmesí y las de los segundos de raso negro. Pero este estatuto fue combatido por algunos como contrario a la tradición y en los capítulos generales de 1529 se convino en que los forros de la capa y de la muceta de los canónigos fueran de color gris. Otro estatuto, -éste de 1531, determinó que la capa debía llegar hasta los talones y su parte derecha con una doblez que permitiera verse el forro, pero sin vuelta en la parte izquierda.

p

4. 5.

ACH: Libro de Resoluciones, 1, fol. 191v. Ibídem, fol. 221v.


El 11 de abril de 1554 volvió a suscitarse la cuestión de los forros y vueltas, estatuyéndose que las mucetas de paño negro se forrasen de raso carmesí con vueltas del mismo alrededor del cuello y en la abertura del pecho, sujetadas con pespuntes de hilo de seda encarnada. El modelo de hábito coral de verano del siglo XVI puede verse en la estatua orante del canónigo Martín de Santángel, en la capilla de Santa Ana.6

ADMINISTRACIÓN

e constató en los capítulos generales de 1509 que habían disminuido las ofrendas y limosnas de los fieles, hecho que indujo a aplicar a la Sacristía rentas de la Fábrica, que eran también de escasa cuantía. En consecuencia acordaron los canónigos suprimir la dignidad de canónigo sacrista y que la Prepositura asumiera tanto sus ingresos como sus gastos.? Por lo que respecta a la Fábrica se determinó que ésta sufragara con sus ingresos los cargos ordinarios y que la Prepositura corriera con los extraordinarios. Aunque no solían arrojar déficits, eran efectivamente reducidos los ingresos de Fábrica en sueldos:

S

Año 1510 1516 1518 1520

Ingresos 6.079 7.769 2.358 5.580

Gastos 2.768 8.060 2.315 4.688

Saldo + 3.311 - 491 + 43 + 892

Se reputaban gastos ordinarios de Fábrica las cantidades anuales que en concepto de pensión recibieron en los años citados El que rige el reloge El que tañe el órgano El secretario El maestro de reloges, visita anual El que scoba la iglesia El maestro que tiene los texados

50 sueldos 50 sueldos 25 sueldos 16 sueldos 50 sueldos 50 sueldos

más el mantenimiento de las esteras del coro y de las mujeres, la colación del Corpus para los canónigos y el carbón para la noche de Navidad. Eran más sustanciosas las rentas de Prepositura o Mensa Común, que pudo asumir, además de sus gastos ordinarios y extraordinarios, los de la Sacristía y la

Fábrica. Los ingresos más importantes eran los de dinero, trigo y vino. He aquí una muestra de las cuentas de algunos años del siglo XVI: Año

Ingresos

Gastos

Saldo

1516 1539 1561 1569 1581 1590

Dinero (sueldos jaqueses) 20.420 18.744 60.333 58.946 66.422 62.924 96.263 111.400 148.245 141.316 102.804 111.809

+ 1.646 - 3.387 + 3.458 - 15.137 + 6.928 - 9.336

1516 1539 1561 1569 1581 1590

Trigo (cahíces.cuartales) 362.12 362.10 390.0 553.5 401.22 392.22 412.9 880.9 690.1 675.13 628.4 629.10

- 0.1 + 163.5 + 9.0 + 467.14 +14.12 - 1.6

1516 1539 1561 1569 1581 1590

Vino (nietros.cántaros) 353.11 359.13 355.5 355.5 358.1 358.1 369.8 400.0 639.10 639.10 917.8 917.8

+ 6.0 o o - 30.8

o

0

Salían de los fondos de Prepositura las remuneraciones en dinero y especie del clero catedralicio, es decir, las raciones correspondientes a los canónigos y clérigos de inferior categoría. Durante la primera mitad del siglo XVI consistían en ciertas cantidades de trigo, vino, malluelo y dinero y, a partir de 1559, se aumentaron las cantidades de trigo, vino y dinero, más para los canónigos porciones de cebada, avena y centeno. Los ingresos de cada canónigo se incrementaban con las rentas de las prebendas que se administraban independientemente. He aquí la evolución de las distintas raciones en tres períodos de la centuria en cahíces/cuartales, nietros/cántaros y sueldos/dineros:

6. DURÁN GUDIOL, A.: «Los hábitos corales de la Catedral de Huesca, en Argensola IV (Huesca 1953), pp. 218-222. 7. DuRÁN Gota, A.: El derecho capitular, núm. 47.

151


1516-1558

1559

1560-1590

10.0

12.0 11.0 1.0

24.16 12.0

Canónigo Trigo Cebada Avena Centeno Vino Malluelo Dinero

11.0 5.0 269.0

13.0

1.17 24.8

300.7

1.054.0

Racionero Trigo Vino Dinero

4.0 4.2 130.0

687.2

1.012.7

Beneficiado Trigo Vino Dinero

6.0 4.0 145.7

6.0

6.0

240.6

240.6

Succentor Trigo Vino Malluelo Dinero

3.12 3.8 1.8 45.0

3.12 3.8 1.8 45.0

3.12 4.0

Infante Trigo Vino Malluelo Dinero

3.12 3.8 1.8 45.0

3.12 3.8 1.8 90.0

3.12 4.0

45.0

120.0

Aparte de sus raciones canonicales y prebendas, te nían asignaciones especiales el prepósito, el deán y el obispo: Obispo Trigo Vino Dinero

152

Deán Trigo Cebada Avena Vino Malluelo Prepósito Cebada Vino Malluelo

1516-1558

1559

1560-1590

10.0 0 365.0

12.0 0 365.0

12,0 12.0 549.0

16.11

50.0 50.0 50.0 33.5 16.11

50.0 50.0 50.0 38.5 0

15.0 10.0 5.0

15.0 10.0 5.0

15.0

50.0 50.0 50.0

33.5

11.11 0

En un informe preparado en 1568 para el proyecto de desmembración del abadiado de Montearagón, creación del obispado de Barbastro y separación del obispado de Jaca, se afirma que el común de los canónigos, la Prepositura, era rico y que a la sazón estaba arrendado en 4.000 'escudos anuales -80.000 sueldos- y que invertían al año 990 sueldos en «el entretenimiento de la fábrica». Se añade que el común tenía pendientes deudas por un total de 300.000 sueldos a causa de los pleitos que venía sosteniendo, entre otros, contra la ciudad de Barbastro sobre el obispado que pretendía -pleito que se prolongó durante cuarenta y dos años-, contra el arzobispado de Zaragoza sobre la parroquia de Santa Engracia y sobre la proyectada Universidad zaragozana y en defensa de los intereses del cabildo en materia de impuestos. Puede dar una idea del significado económico de la Prepositura catedralicia su comparación con las rentas del concejo municipal. Según el informe citado, «los propios de la ciudat de poco más de mil casas de gente noble y principal, pero no muy rica» rendían anualmente unos 40.000 sueldos -la mitad de las rentas de Prepositura- «en yerbas, montes y otros derechos que tienen ciudades y en las rentas del lugar de vasallos de 40 casas, llamado Apiés». Estimó el mismo informante que las rentas propias de las dignidades capitulares alcanzaban estas cifras: 13.000 sueldos Deán 11.000 sueldos Prepósito 1.400 sueldos Chantre Arcediano de Serrablo 5.000 sueldos 5.000 sueldos Arcediano de Sobrarbe Arcediano de la Cámara 10.000 sueldos 1.000 sueldos Capellán mayor

El clero catedralicio contaba con veinte canonigados y otras tantas prebendas, número del que formaban parte las siete dignidades. Cada canónigo -siempre según el informe- recibía unos 600 sueldos a título de vestuario y las distribuciones corales entre presentes, que le suponían unos 1.000 sueldos anuales, más la prebenda: la de mayor cuantía, la de Quinzano, con unos 4.000 sueldos, y la de menor volumen, la de Rasal, con unos 1.600.


Eran también desiguales -continúa el informante- los frutos de las doce raciones que tenían otros tantos clérigos: oscilaban entre los 1.000 y 1.200 sueldos, más los «aumentos» que algunos obtenían del cabildo, como el organista, el maestro de capilla y los cantores. Una tercera categoría la formaban los ocho beneficiados de Prepositura con salarios comparables a los de racionero. Un llamado beneficiado del rey recibía al año 100 reales -200 sueldos-. Y una cuarta categoría era la de los beneficiados blancos o capellanes de creación y patronato particular, que eran cuarenta con rentas de 600, 400 ó 200 sueldos.8 Además de los ochenta clérigos que componían la comunidad catedralicia dedicada al culto litúrgico, la Prepositura remuneraba no menos de siete cargos por lo común desempeñados por laicos. Eran los siguientes, con los respectivos emolumentos en cahíces y cuartales de trigo, nietros y cántaros de vino, sueldos y dineros jaqueses: Maestro en medicina Trigo Vino Malluelo Dinero

1516-1559

1569

1560-1590

6.0 6.0 3.0 150.0

6.0 6.0

4.11 4.11

150.0

100.0

5.0 6.0

5.0 6.0

150.0

150.0

4.0 5.0

4.0 5.0

4.0 4.0 100.0

4.0 300.0

3.12 4.0

4.12 5.0

100.0

100.0

Maestro en artes Trigo 5.0 Vino 5.0 Malluelo 2.8 Dinero 150.0 Notario Trigo Vino Malluelo

4.0 4.0 2.0

Secretario Trigo Vino Dinero

37.6

Portero Trigo Vino Malluelo Dinero

3.12 3.8 1.8 45.0

Crucero Trigo Vino Malluelo Dinero

2.0 2.0 2.0 50.0

3.0 3.11

3.0 3.11

50.0

210.0

Cirujano Dinero

100.0

100.0

100.0

Abogado Dinero

100.0

100.0

100.0

Procurador Dinero

50.0

50.0

50.0

En 1570 desaparece el cargo de nuncio que, con su retribución, se acumuló al de portero. Como ha podido observarse los salarios no se alteran en el curso del siglo, a no ser el vino, debido a la supresión del malluelo, y la pensión del maestro en medicina, cuya soldada se rebajó un tercio. Otros «apensionados» al servicio de la Catedral fueron el maestro organero, encargado del buen estado de los órganos; el maestro de obras, con la obligación de mantener y repasar los tejados; el maestro pintor, que abría y cerraba las puertas del retablo mayor, y el bordador, al cuidado de la indumentaria litúrgica. Sus emolumentos no eran fijos, sino sujetos a las condiciones del contrato que se firmaba individualmente.9 No fueron raras las inversiones dinerarias del cabildo, sobre todo en la compra de censos. En 1511 compró el 9 de febrero a Pedro de Orna y Johan de Orna y sus respectivas esposas «el lugar e términos e montes clamado Puent de Fanlo en el reino de Aragón, que confruenta con el lugar e términos de Baranguá, con el lugar de Iborz e con el río Gállego», por 2.000 sueldos. Lugar que al día siguiente fue donado a treudo a los mismos vendedores con la obligación de tributar anualmente 179 sueldos y con la condición de poderlo recuperar si devolvían el precio de la venta.m 8. DURÁN Gublot, A.: »Un informe del siglo XVI sobre el obispado de Huesca, en Argensola VIII (Huesca 1957), pp. 273-297. 9. Las cuentas de Prepositura han sido estudiadas por LATORRE CIRIA, J. M.: Las rentas del común del Cabildo de Huesca (1502-1590), Tesis de Licenciatura en la Universidad de Zaragoza, 1979, inédita. 10. ACH: De actibus capituli, III, fol. 118v.

153


Al concejo de Radiquero, San Pelegrín, 2.000 s. capital, 100 s. pensión. Al concejo de Morilla, 5.000 s. capital, 300 s. pensión.

CAPILLA DE SANTA ANA

a primera manifestación de estilo renacentista en la Catedral de Huesca fue la capilla de Santa Ana, San Jerónimo y San Martín, que, sufragada por el canónigo mosén Martín de Santángel, se terminó en 1522, según una inscripción, desaparecida a raíz del enlucido de los muros en 1796, que pudo leer y transcribió el doctoral Novella:12 DIVIS ANNAE HIERONIMO ET MARTINO SACRUM MARTINUS SANTANGEL FECIT TRMA M. D. XXII Santángel formó parte de la comisión de canónigos que trató con maestre Damián Forment la labra del retablo del altar mayor en septiembre de 1520, y uno de los capitulares partidarios de que el famoso maestro lo esculpiera <al romano o italiano», estilo al que responde la capilla de Santa Ana. La amistad que unió a Santángel y Forment se manifiesta en los capítulos matrimoniales de Úrsula Forment, hija del maestro, fechados el 10 de agosto de 1527 ante el notario Pilares: fueron testigos 4nosén Martín de Santángel canónigo de la Seo de Huesca y Jayme Morcat jurista habitant en Huesca».13 Santángel era canónigo de la Catedral desde el 25 de septiembre de 1503.14 El 25 de marzo de 1526 fue delegado por Martín de Gurrea, abad del monasterio de Alaón y deán de la Catedral oscense, para ejercer de vicegerente de deán, cargo que ocupaba en los difíciles años de lucha por la sucesión del obispo Juan de Aragón y Navarra hasta 1535, en que, por la promoción de Martín de Gurrea a la mitra oscense, el

L

Retablo de Santa Ana.

Se encontraría con dificultades económicas Guillem Ramón de So Castro y de Pinós, vizconde de Evol, cuando el 13 de agosto de 1520 hubo de vender sendos censales en dos lugares de su señorío al cabildo de Huesca: el señor, »ensemble con el concello de cristianos y la aljama de moros de Vicient y Albero Bajo», vendió dos censales uno en cada población, de 150 sueldos jaqueses por el precio de 6.000 que pagaron los canónigos. Entre los testigos de ambas ventas figuran los mudéjares Jucé de Ranobia, ferrero de Vicién, y Zalema de Calvo, de Albero." Entre 1561 y 1586 compró el cabildo cuatro censos por un valor total de 17.000 sueldos, que, al 5%, le rendían una pensión anual de 850, a cuatro concejos cristianos: Al concejo de Alcalá de Gurrea, 6.000 s. capital, 300 s. pensión. Al concejo de Loporzano, 3.000 s. capital, 150 s. pensión. 154

11. Ibídem, IV, fol. 20v. 12. ACH ms. NOVELLA: Ceremonial de la Catedral de Huesca, III, página 355. 13. ACH: Protocolos Pilares 1527, en la fecha indicada. 14. ACH: De actibus capituli, I, p. 39v.


papa Paulo III nombró para el deanato a Jaime Ram, a la sazón deán de la Catedral de Jaca.15 Conocida la ascendencia judaica del canónigo, es significativo que sus padres no fueran enterrados en su capilla y que ni siquiera los nombre en su testamento, otorgado ante el notario Pilares el 6 de diciembre de 1535.16 Es probable que hubiesen formado parte de los conversos judaizantes condenados por la Inquisición. En el momento de dictar el testamento, vivía su hermana Leonor de Santángel, viuda de Tomás de Bolea y madre de María de Bolea, casada con Jerónimo de Ribas, ciudadano de Zaragoza. También vivía Joana de la Caballería, viuda del hermano del canónigo, micer Luis de Santángel, residente en Zaragoza, a los que nombró herederos. Y eligió ejecutores testamentarios a las dos viudas. Acaso fuera pariente de ellos un Jayme Santángel, ciudadano de Huesca, que el 4 de noviembre de 1526 cambió con maestre Jayme Serbeto —posible familiar del célebre heterodoxo Miguel Servet— una casa en Monzón por una mula de dos o tres años, de pelo negro, y 1.560 sueldos.17 Mandó ser enterrado en su «capilla de Santa Ana fabricada por mi», fundar en ella una capellanía con un capital de 10.000 sueldos que rentara 500 anuales, los cuales habían de ser para su sobrina María de Bolea mientras viviera, y un legado de 50 ducados a Joan de Albira, «notario y criado suyo», con la condición de que no contrajera matrimonio. Puede ser pariente del canónigo el testigo del testamento Pedro Santángel, notario de Huesca. La capilla, que conserva perfecta su factura original, está practicada en el muro de la fachada de la Catedral, a mano izquierda de la puerta mayor. Cubierta con bóveda estrellada, forma un rectángulo de cortas dimensiones, presenta retablo renacentista, la imagen orante del canónigo en la hornacina del lado del Evangelio y una reja de hierro con algún resabio goticizante. No se ha encontrado documentación referente a la capilla, ni a los elementos que la componen. El retablo ha sido atribuido a Alonso Berruguete, a Juan

de Moreto y a algunos maestros más, entre ellos Damián Forment, de cuyo taller debió salir realmente con anterioridad a que el maestro se estableciera en Huesca para la labra del retablo mayor. De haber sido contratado después de haberse avecindado el maestro en la ciudad, es seguro que quedaría constancia en los protocolos de Pilares, cuyos servicios notariales eran requeridos no sólo por el cabildo, sino también por Forment y el mismo Santángel. Quizá fuera el de Santa Ana el modelo renacentista que presentaría el maestro como alternativa «de lo flamenco» del retablo del Pilar de Zaragoza. Podrían ser obra directa de Forment las figuras principales —San Jerónimo, Santa Ana y San Martín— y la estatua orante del canónigo, todas ellas de alabastro, e indirecta, como realizada por sus discípulos, las esculturas del remate y del banco, también de alabastro, la mazonería y la pintura.18 A los tres años de terminada la capilla, se trabajaba en la forja de la verja, según asiento del Libro de Fábrica del 24 de julio de 1525 sobre el pago de dos florines al maestro —para escribir su nombre se dejó un espacio en blanco—, «que fazía la rexa de la capilla del canónigo Santángel por adobar el reloge y quartos que stava esbaratado». Ricardo del Arco creyó que se trataba de Arnaut Guillem,19 pero fue maestre Jaime Ferrer, hijo de Jaime Ferrer, maestro del reloge, quien terminó el reloj contratado por su padre en 1521 y fue pensionado con 40 sueldos anuales para tener cuidado de él a 20 de febrero de 1525; le sucedió en el cargo el 7 de junio de 1526 Arnaut Guillem, cerrallero, al que se le subió la pensión a 50 sueldos.20

15. ACH: Protocolos Pilares 1526, sub die 5 julio; y Protocolos Pilares 1535, sub die 4 de junio. 16. ACH: Protocolos Pilares 1535, en la mencionada fecha. 17. ACH: Protocolos Pilares 1526, en la mencionada fecha. 18. CAVERO, M. Pilar: «El retablo de santa Ana de la Catedral de Huesca«, en Aigensola XIII (Huesca 1962), pp. 153-182. 19. DEL ARCO, Ricardo: La Catedral de Huesca, p. 104. 20. ACH: Libro de Fábrica, en las fechas indicadas.

155


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EL RETABLO DEL ALTAR MAYOR 1 10 de septiembre de 1520 se formalizaba ante

el notario Pilares el contrato entre el cabildo y maestre Damián Forment para la construcción del retablo mayor del ábside central. Dada la importancia de la obra proyectada, se eligieron cuatro canónigos para que trataran con el maestro valenciano las condiciones pertinentes. Ellos fueron los capitulares Martín Cortiles, vicegerente de deán, Miguel Jaime Gilbert, Micer Pedro Lobera y Martín de Santángel. El nuevo retablo había de sustituir el grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz, que se ubicaba entre la mesa-altar y el muro del ábside central, deseoso sin duda el cabildo de emular los ejemplares de la abadía de Montearagón —obra en alabastro de Gil Morlanes el Viejo entre 1506 y 1511—, de la iglesia de San Pablo de Zaragoza y del Pilar, ambos debidos al maestro Forment. Tres veces se cita en la capitulación el retablo de Nuestra Señora del Pilar: al referirse a las pulseras y sotabanco y al obligarse el maestro a que su obra oscense fuera tan perfecta o mejor que el retablo de Zaragoza. La muestra presentada por Forment contemplaba con detalle la materia —de alabastro el retablo y de madera el guardapolvo—, las medidas —75 x 48 palmos de coudo—, el entablamiento, el banco y el sotabanco y sus proporciones, quedando indeterminados el programa iconográfico del cuerpo y el estilo. El guardapolvo —polseras—, al igual que el modelo del Pilar, había de tallarse en madera con fullages; el cuerpo, dividido verticalmente con cuatro pilares enriquecidos con imágenes y tabernáculos, en alabastro, había de narrar cinco historias, las que prefiriera el cabildo, debiendo figurar en la calle central «la invocación de Jesús Nazareno que será el Crucifixo con el acompañamiento que a la misma historia pertenesce; y encima de dicha istoria a de fazer la O para en donde esté el Corpus con sus sera-

Retablo del altar mayor. La Crucifixión y el Descendimiento de la Cruz.

fines a la redonda y muy acompañada de nubes como pertenesce»; sobre las otras cuatro historias se convino que el cabildo las eligiera y que Forment las dibujara y presentara «una y otra vez ate que los dichos señores queden contentos de la ordenanza de dichas istorias y de cada una dellas»; se obligó Forment a coronar y separar las escenas del cuerpo con «unos tabernáculos bien labrados, rebestidos de imágenes», escogidas también por el cabildo. El cuerpo había de apoyarse en un «entablamiento de fullages y molduras bien labradas y encima del dicho entablamiento su corona de mazonería bien labrada como pertenesce a dicha obra». El banco, dividido en dos calles horizontales, había de presentar en la superior «los doce apóstoles de dos en dos en cada casa del tamaño que el lugar sufrirá y en medio de los apóstoles a de estar Nuestro Redentor y sobre cada casa de los apóstoles a de fazer su tabernáculo bien rebestido como el lugar lo sufriere»; en la calle inferior, «siete istorias las quales serán de la creación del mundo con sus pilares entre istoria e istoria bien rebestidos de sus imágenes y con sus tabernáculos»; se comprometió Forment a deboxar tales historias y someterse a lo que decidiera el cabildo o «los señores electos por él». En cuanto al sotabanco se ofrecieron dos opciones: «fecho al romano de la fantasía que el maestro deboxará o, si quisiere el capítol, que se haga como está el de nuestra Señora del Pilar de Zaragoza». En los extremos del banco y sotabanco habían de practicarse dos puertas, «una en cada parte con sus pilares y su copada de fullage y encima de cada una de dichas puertas a de fazer una casa con una imagen de sant Lorente y en la otra de sant Vicente con su tabernáculo que sufriere y dichas imágenes an de estar asentadas porque no pueden estar de pies porque el lugar no lo sufre». Quedó pendiente en el contrato la decisión sobre el estilo: «item más, es obligado el maestro de fazer la dicha obra del dicho retablo o al romano o italiano o a lo flamenco, como al capítol parecerá en una de las maneras predichas». Es probable que Forment se inclinara por el estilo renacentista, en el que acababa

157



de esculpir el retablo de San Miguel de los Navarros en Zaragoza y en el que labró, ya establecido en Huesca, el retablo mayor del monasterio catalán de Santa María de Poblet, pero el cabildo prefirió el modelo del Pilar de Zaragoza. Forment se comprometió a terminar y asentar el banco en un plazo de cuatro años, y a labrar todo el retablo en el taller que estableció en la ciudad de Huesca. El cabildo, por su parte, se obligó a «fazer el fundamiento y respaldo de la paret donde a de star asentado el retablo, y dar la calcina y arena y lo que pertenesce y maestros a contentamiento de maestre Forment y respaldos de la paret y andamios parados y maestre Forment con esto se obliga a asentar el retablo a sus costas, dándole como queda dicho todo el aparejo de aljez». El precio total del retablo se estipuló en »cinco mil ducados, digo cient y diez mil sueldos buena moneda corrible en el reyno de Aragón», pagaderos en distintos plazos: en el mes de noviembre del mismo 1520, 500 ducados —11.000 sueldos— y en lo sucesivo, cada año 6.000 sueldos «en sus tercios de cuatro en cuatro meses asta ser pagado del todo». Como «parte de solución y paga» del retablo, los canónigos se obligaron a venderle «al precio que el capítol lo acostumbre de taxar para ellos» 50 cahíces de trigo y 30 nietros de vino al año, a no ser que la cosecha fuera mala, en cuyo caso sólo le vendería la mitad de estas cantidades. Y se reservaron los canónigos el derecho a «enmendar o anyadir con tal que no sea multiplicar o anyadir más istorias de las que arriba están specificadas y nombradas, con esto empero que dicha enmienda, en caso que se haga, sea ante de meter mano en la obra del retablo y no en otra manera».21 El anticipo concertado del diez por ciento no lo cobró Forment hasta el 21 de octubre de 1521, fecha en que, establecido ya su taller en Huesca, comenzó

Retablo del altar mayor, obra de Damián Forment (1520-1534).

a trabajar en el retablo. El mismo día el maestro, «porque soy tenido dar al capítol fianza tuta e segura por los onze mil sueldos que por la capitulación se me an de vistraher pora el retablo, doy en fianza en caso que yo no acabase la obra a cumplimiento de los onze mil sueldos, a Luys Gómez, mercader y ciudadano de la ciudat de Huesca».22 No se realizó del todo el programa iconográfico propuesto en el proyecto de Forment: el cuerpo del retablo no se repartió en cinco escenas, sino en tres, coronadas por un complicado sistema de tabernáculos con buen número de imágenes; leídas de izquierda a derecha presentan, respectivamente, Cristo con la Cruz a cuestas, la Crucifixión y el Descendimiento de la Cruz, cada una con grupos de magnífica factura y movimiento. Y en el banco las planeadas siete historias de la creación del mundo fueron sustituidas por siete pasos de la Pasión de Cristo. En cambio se respetó la idea del compartimiento central, la Crucifixión, y del apostolado a ambos lados de Cristo Redentor en la parte superior del banco, en cuyos extremos se esculpieron, como se había previsto, las imágenes sedentes de San Lorenzo y San Vicente encima de las puertas. Terminada la obra, por acuerdo del cabildo y Forment, se confió la visura el 24 de julio de 1534 a maestre Miguel de Penyaranda y maestre Nicolás de Orliens, imaginarios Osce, que declararon haber cumplido el maestro Forment en todo el contenido del contrato, «excepto las cosas en la presente nombradas, la qual mandaron por el dicho maestre Damiant Forment ser cumplidas». Valdrá la pena transcribir el dictamen de los dos visores: Magníficos senyores: nosotros avemos mirado lo que vuestras mercedes nos dieron cargo y aliamos en el tabernáculo de medio que se a de azer una lanza a sant Jorge, y a sant Sebastián unas cuantas saetas, y a santa Lucía una palma, y algunas juntas a retondir. Item en el tabernáculo del portamiento de la cruz falta a

21. ACH: Protocolos Pilares 1520, sub die 10 de septiembre. 22. ACH: De actibus capituli, IV, fol. 36v; y Protocolos Pilares 1521, en la fecha indicada.

159


Retablo del altar mayor. Ecce Horno.

santa Catalina una espada de madera y a la misma santa un dedo, y a sant Gregorio una cruz, y a sant Agosten una pluma de madera, una cresta de pilar en el remate de arriba, y a un ombre de cavallo un dedo. Item en la istoria de medio falta a un ángel un arco de madera para la vihuela, y debaxo de los ángeles en los rincones nos parece que estaría bien el sol y la luna de madera, y a un ombre de cavallo una vara de madera en la mano, y al mal ladrón un dedo pulgar del pie. Item en los pilares faltan algunos dedos a los profetas que están en elos. Item en la istoria del baxamiento de la cruz faltan a tres figuras tres dedos, y falta una corona de espinas. Item en la istoria del portamiento de la cruz no allamos que falte ninguna cosa, salvo una corona d'espinas para el Cristo que lleva la cruz. Item en las polseras allamos algún inconveniente para asentar las puertas, que no se podrá serrar el retablo si no con dificultat, pero ahí está mastre Forment que lo remediará con su consexo y es obligado remediarlo. Item en el banco primeramente allamos en la portada que está en la parte de la capilla de sant Pedro, falta a sant

160

Vicient una palma y en la copada de lo fullage un pedazo de foxas, y en el pilar de la misma puerta al sant Mateo un dedo. Item más en la istoria de la cena faltan a los apóstoles algunos dedos que s'an de remediar. Item más a los doce apóstoles de cima de las istorias faltan sus insignias en las manos. Item más en la istoria del prendimiento de Cristo, a sant Pedro (falta) un cocha. Item en la istoria del asotamiento de Cristo faltan unos azotes a un bochín y a otro los dedos de la mano, y un serafín a un lado de la caxa de dicha istoria. Item en la istoria de la coronación a un bochín falta un pedazo de la barba y a los bochines unas canyas. Item en la istoria del ecce homo debaxo él entre parte falta el remate de la cresta. Item en el entaulamiento en la sarmentana falta una rosa. Item en la portalada de la parte de la sacristía, en la copada faltan algunos pedazos de foxas las quales se an de remediar. Item en el sotabanco en un quadro falta a un páxaro la cabeza y en dos columnas dos cartones. Item en el epitafio de medio un pedazo. Item en la moldura de baxo un pedazo que falta. Item avemos medido la alzara de la punta de lo más alto de la polsera de la punta ata donde asienta el dicho retablo: aliamos que tiene setenta y seis palmos y dos dedos, y de ancho de polsera a polsera tiene sinquenta palmos.23

Al comenzar el año 1532 Damián Forment había vuelto a establecerse en Zaragozá y el 13 de febrero su esposa Jerónima de Alborea, en nombre del maestro imaginario habitant en Zaragoza, recibió del cabildo 8.000 sueldos, cantidad a la que se añadieron los 2.728 que antes había cobrado el criadojohan de Landeraín, mazonero de piedra. En agosto de 1534 Forment volvió a Huesca para cobrar 10.000 sueldos que se le debían por el retablo y dejar en comanda al cabildo 3.966 sueldos, que los canónigos prometieron devolverle «siempre que por parte vuestra (del maestro) seremos requeridos». Comanda que Forment dispuso le fuera restituida «por toda la feria del Corpus Christi» de 1536, «con esto empero que yo aya fecho en el altar mayor de la Seo de Huesca aquellas cosas que por maestre Miguel Penyaranda e

23.

ACH: Protocolos Pilares 1534, en la fecha indicada.


maestre Nicolás Orliens, imaginarios Osce como árbitros, mandaron fazer y complir». No parece que Forment cumpliera el dictamen de los dos visores en orden a sanar los defectos que hallaron en, el retablo, motivo por el cual el cabildo debió retrasar el pago de la carta de comanda, que el maestro vendió a maestre Johan de Landeraín, «piedra-piquero vecino de la villa de Rexín de la provincia de Guipúzcoa e habitant de present en la ciudat de Zaragoza», el cual requirió el 22 de agosto de 1537 para que le pagaran los 3.966 sueldos que importaba la comanda; los canónigos prometieron obrar en justicia, pero no pagaron. Forment murió en 1540 en Santo Domingo de la Calzada sin haber cobrado la comanda, ni la cantidad que restaba —4.000 sueldos— de los estipulados 110.000, precio total del retablo, conforme a la capitulación de 1520. Tardaron aún seis años —1546— en cobrarla los herederos universales del maestro, sus hijas Isabel Forment, vecina de Zaragoza, y Esperanza Forment, casada con Juan de Calinar, «habitantes en el castillo siguiere fortaleza de la villa de Monroyo del regno de Aragón». En las mismas fechas —marzo, abril— recibía del cabildo, como fin de pago del retablo, 4.000 sueldos Johan de Landeraín, piedrapiquero.24 Entre los años 1521 y 1546, el cabildo liquidó el precio total del retablo, según se muestra en el cuadro siguiente, en el que se registran las personas que recibieron algunas cantidades (en sueldos) debidas a Damián Forment. 1521 agosto, Damián Forment, anticipo 1522-31, Damián Forment, anualidades 1532, feb., Jerónima de Alborea 1532, nov., Bartolomé Pero y Agustín de S. Esteban 1532 dic., Johan de Landeraín 1533 jun., Bartolomé Pero y Agustín de S. Isteban 1534 ag., Damián Forment 1546 abr., Hijas de Forment 1546 abr., Johan de Landeraín Total

11.000 s. 60.000 s. 10.728 s. 3.272 s. 2.640 s. 4.728 s. 10.000 s. 3.966 s. 4.000 s. 110.334 s.

Probablemente el pico de 334 sueldos sea el importe del interés de la comanda hecha al cabildo

Retablo del altar mayor. San Vicente.

por Forment en agosto de 1534. Las cantidades entregadas por el cabildo a Bartolomé Pero y Agustín de San Esteban, vecinos de Zaragoza, lo fueron por delegación de Jerónima de Alborea, esposa del maestro. Podrían parecer exageradas las cantidades de trigo y vino que el cabildo, en la capitulación, se comprometió a vender a Forment todos los años, para el consumo de una familia compuesta por él, su esposa Jerónima de Alborea, sus tres hijas Úrsula, Esperanza e Isabel y una criada negra. Es de tener en cuenta que la casa oscense del maestre albergaba varios criados, aprendices y maestros de escultura, pintura y mazonería, buen número de los cuales se

24. ACH: De actibus capituli, V, fol. 4v; y Protocolos Pilares 1534, 153 7 y 1546, en las fechas indicadas.

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establecieron y trabajaron en Huesca por su cuenta durante y después de la obra del retablo.25 Pueden dar una idea de la posición social de Damián Forment los capítulos matrimoniales de su hija Úrsula, cuya efigie figura en el sotabanco del retablo oscense, firmados en Huesca el 10 de agosto de 1527. Casó con mosén Johan de Osso, domiciliado en La Codoñera, barrio de Alcañiz, propietario de casa y heredad en éste y de un casal y heredamiento en Calaceite. Forment dotó a su hija con un total de 26.000 sueldos en ropa y pagos fraccionados, más una casa en San Pablo de Zaragoza y otra en la calle de San Vicente de Valencia. El dinero le fue entregado, según lo estipulado en los capítulos, de la siguiente forma: En ropa y una sílaba negra Enero de 1528 Enero de 1530 Enero de 1531 Enero de 1532 Total

4.000 s. 8.800 s. 4.400 s. 4.400 s. 4.400 s. 26.000 s.

Se dice en el proceso a maestre Sebastián Ximénez de 1548, que con motivo de la boda de Úrsula, Forment dio en Huesca «no una fiestecilla, sino una gran fiesta».

LA SACRISTÍA NUEVA ecién terminado el retablo del altar mayor, el cabildo decidió la construcción de un nuevo edificio, adosado a la parte posterior del ábside central, en el fosal llamado de la Sacristía y destinado al servicio de ésta en sustitución de la que se levantara en 1306, que sin duda resultaba insuficiente. Es de planta irregular en sus lados meridional y septentrional, se cubre con bóveda estrellada y se ilumina con tres ventanales de bella factura renacentista en su exterior.26 A partir del 19 de junio de 1534 se limpió y acondicionó el fosal y el 9 de septiembre se comenzaron a abrir los fundamentos. Parece que el proyecto fue trazado por maestre Joan de Segura, «maestro de la 162

iglesia de Barbastro», al que se pagaron 48 sueldos por la muestra que fizo. La obra se confió a maestre Francisco, cuyo apellido se desconoce, que la emprendió a jornal, es decir, a cuenta del cabildo tanto la mano de obra como el material, del que llevó buena cuenta el canónigo Martín de Santángel. En una primera fase, de septiembre de 1534 al mismo mes del año siguiente, se levantaron los muros por el maestro Francisco, su criado, asentadores y otros obreros eventuales, a todos los cuales el canónigo Santángel pagó los respectivos salarios en sueldos y dineros por persona y día trabajado: maestro criado aprendiz asentador peón manobrero

4.0 2.0 3.6 2.6 2.0

La talla de los capiteles de las columnas con un solo tema, el escudo del cabildo sostenido por ángeles, fue encargada a maestre Nicolás de Urliens, al que se pagaba el jornal a 5 sueldos. La piedra necesaria procedía de la Morería de la Alquibla —seguramente de la mezquita vendida por «los nuevamente convertidos» a Luis Gómez, platero—, de una casa llamada Casa Carrasco y de la Pedrera. Se pagó a 3 sueldos y medio la carretada. La zaborra costaba un sueldo la carretada, precio que se pagó también por la carretada de arena. Fueron proveedores de calcina el morisco Vicient de Novalla y otros «dos cristianos nuevos», pagada a un sueldo y medio el cahíz. La obra se financió con el importe de los derechos de la Sacristía y con subvenciones de la Prepositura. El 6 de septiembre de 1535 se pasaron las primeras cuentas, que arrojaron un déficit de 4.372 sueldos 5 dineros. Para la segunda fase, que suponía la colocación de ventanales, terminación de los muros y aboveda-

25. Sobre los discípulos de Forment, véase DURÁN GUDIOL, A.: «El proceso de maestre Sebastián Ximénez...«. 26. EscAR HERNÁNDEZ, E.: Aportación al estudio histórico-artístico de las sacristías de la Catedral de Huesca, Tesis de Licenciatura leída en 1986 en la Universidad de Zaragoza.


1

Armario de la sacristía (s. XVI).

miento, se propuso dar la obra a estaxo por un importe de 13.000 sueldos, sin contar «toda la fustería y clavazón» para andamios y cindrias, cuyo importe satisfacía aparte el cabildo. A este fin, en el mes de diciembre de 1535, se llamó a Johan de Landeraín, al que se pagaron 44 sueldos «por lo que se detuvo por causa del estaxo de la sacristía», pero no se llegó a un acuerdo y «se desconcertó de dar la sacristía a estaxo». El canónigo Santángel, que continuó como en la fase anterior la administración de la obra, lo consignó en su cuaderno «en memoria por ver lo que costará». El dibujo del exterior de las ventanas fue presentado en el mismo mes por maestre Nicolás de Urliens, que cobró por él 5 sueldos. Los trabajos se reemprendieron el 11 de febrero de 1536, pasados los meses de frío, reincorporándose el maestro Francisco y su criado, con un salario conjunto de 7 sueldos por día. Intervinieron también canteros en la labra de la piedra nueva y Pedro de Sariñena, que el 15 de julio recibió 108 sueldos «por fazer la grúa».

En esta segunda fase trabajaron las siguientes categorías profesionales con estos salarios en sueldos y dineros: Maestre Urliens Maestre Francisco Su criado Piquero Asentador Obrero Manobrero

6.0 4.0 3.0 3.6 3.6 3.0 2.0

La obra, a falta del tejado, se dio por terminada en la segunda semana de diciembre de 1536, en el curso de la cual se aumentó el personal «por acabar», con dos obreros y cuatro peones con jornales diarios de 3 sueldos 6 dineros y 2 sueldos, respectivamente. En las cuentas que se pasaron el día 14 el canónigo Santángel presentó un déficit de 4.977 sueldos.27

27.

ACH: Cuaderno de Sacristía, del canónigo Santángel.

163


Se incluyó en la construcción de la sacristía una pequeña estancia rectangular, destinada a capilla del Santísimo Sacramento, emplazada por encima de la bóveda y a la altura del óculo del retablo, ideado por Forment para esta finalidad. Se sube a ella por una bien trabajada escalera de caracol, se cubre con bóveda estrellada y se decora con yeserías. Las cuentas de esta capilla se encuentran en el Libro de Fábrica, en el que se anota con la fecha del 17 de octubre de 1543 el costo total de la obra de albañilería: «se gastaron en la capilla del Sacramento» 570 sueldos. Este mismo día se contrató a destajo la decoración con el pintor maestre Esteban de Solórzano y el mazonero Nicolás de Urliens por 50 ducados —1.100 sueldos—. Maestre Urliens cobró aparte 55 sueldos por la mazonería de la puerta. Por dos veces, en enero y octubre de 1544, se compraron cien docenas de azulejos a 4 dineros la unidad a maese Antón Belbiz azulejero, y a un tal Gallur tablas «para el letrero» y tempanetes. La carpintería de puerta y el altar de madera fueron obrados por el carpentero Joan de Larumbide. Terminada la decoración en diciembre del mismo 1544, aún trabajó en la capilla el mazonero Sebastián Ximénez, enemigo declarado del maestro Solórzano, y cobró el 10 de julio de 1545 la cantidad de 22 sueldos «por hazer la bastida de la vidriera de la capilla y por las puertas de la chaminera del Sacramento.28 Con anterioridad a la decoración de la capilla, los maestros Solórzano y Urliens fueron contratados para labrar un retablo para la sacristía nueva en capitulación que se formalizó el 21 de febrero de 1541 por el notario Luis Pilares. Presentaron la consabida muestra que no acabó de agradar a los canónigos, quienes les obligaron a presentar otra en tabla o papel a escala natural. Se convino que el retablo había de tener «siete historias de bulto, dos profetas en el banco, pilares con resaltes, un Crucifixo en la punta, molduras, cornisas, alquitrabas a la perfección» y que se pagaría por él la cantidad de cien ducados. Se les encargó, además, que instalaran en la Sacristía «un Crucifixo antiguo que estaba en el altar mayor» —el

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grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz—. Todo debía estar terminado dentro de la octava de la siguiente festividad del Corpus —el 16 de junio del mismo año—.29 Terminó el plazo de entrega del retablo y los dos maestros no habían cumplido su compromiso. El 16 de julio maestre Esteban Solórzano ante el notario Pilares declaró a los canónigos contratantes que «el dicho retablo no se ha podido dar acabado por algunos impedimentos dentro del dicho tiempo» y pidió le concedieran un nuevo plazo, hasta la Pascua de Resurrección —9 de abril— de 1542, so pena de 50 ducados de oro. El cabildo consintió.30 Los dos maestros procedían del taller de Damián Forment, con quien fueron a Huesca en 1521; los dos se establecieron por su cuenta en esta ciudad. Esteban Solórzano era natural de la Montaña de Santander, casó con Catalina Reig, hija del pintor oscense Pau Reig, y a partir de 1553 fue bedel de la Universidad. Nicolás de Urliens, casado con María Pilares probablemente de Barbastro, residía aún en Huesca el 25 de septiembre de 1561, año en que casó su hija María de Urliens con Joan Bernet calcatero de la ciudad; el escultor la dotó con 1.600 sueldos y la cama matrimonia1.31 Hay un tanto de misterio en la actitud de Solórzano en cuanto al retablo de la Sacristía. No se adivinan los impedimentos que imposibilitaron su realización en el tiempo previsto y no se entiende por qué fue él solo a pedir el nuevo plazo. Dado el talante pendenciero del pintor, cabe imaginar que habría tenido diferencias con maestre Urliens, sin la aportación del cual o de algún otro escultor no era posible que Solórzano cumpliera la capitulación. Urliens ciertamente no ejecutó su parte y consta, en cambio, que el retablo de la Sacristía fue labrado por los mazoneros maestre Gil de Brabante y maestre

28. 29. 30. 31.

ACH: Libro de Fábrica 1530-1545. ACH: Protocolos Pilares 1541, fol. 50-52. ACH: Protocolos Pilares 1561, fol. 515 y ss. ACH: Protocolos Pilares 1541, fol. 183v-185.


Sebastián Ximénez que habían formado compañía, como se puso de manifiesto en el proceso que sufrió en 1548 Ximénez, al declarar éste, sin que nadie le contradijera, que sólo habían salido del taller de la compañía tres retablos, uno de ellos el de la Sacristía de la Catedral, que no se ha conservado.32 Puede sospecharse que, al no poder contar con Urliens, Solórzano encargó su parte a Ximénez y Brabante. Sin embargo, hubo de darse, de ser como se sospecha, que Solórzano y Urliens, reconciliados, recibieron en 1543 el encargo de la capilla del Sacramento. Esta capilla se enriqueció artísticamente con un legado del canónigo Jorge Samper en testamento dictado el 16 de junio de 1543: «un retablo de alabastro que yo tengo de presente en mi cámara donde duermo, en el qual está de bulto la Adoración de los Reyes, el qual está guarnecido de madera, pintado y dorado, con sus puertas, en una capillica en dicha mi cámara, para el siguiente efecto y no otro, que el capítulo lo ponga y sirva para la capilla que está detrás del retablo del altar mayor, que se haze para reservar el Santísimo Sacramento del altar».33 El canónigo Samper murió el 8 de septiembre del año siguiente y su relieve de la Epifanía en alabastro policromado fue entregado por los ejecutores testamentarios al cabildo y colocado en el altar de madera de la capilla, construido por el carpentero Johan de Larumbide por el precio de 48 sueldos en enero de 1545. El pequeño retablo, una joya renacentista que se conserva, se atribuye no sin fundamento al maestro Damián Forment.34

EL MIRADOR DE LA PLAZA

ntre los años 1539-1542 se completó el frente occidental del conjunto catedralicio con un nuevo edificio de dos cuerpos formando ángulo, que el Libro de Fábrica llama mirador de la plaza, adosado al ala oeste del claustro y alineado su primer cuerpo con el campanario y la fachada. No se conservan las cuentas completas de la obra de albañilería, pero sí las de su cubrición y, sobre todo, las de

E

mazonería de su raf o rafe —alero—, contemporáneo del raf de la lonja de la puerta mayor. Los dos cuerpos del mirador —conocido ahora como «Casa de los canónigos— son de dos plantas, separadas por un techo, en cuya construcción se emplearon 77 quadrados de 26 palmos 8 quadrados de 20 palmos 13 fustes quadrados de 24 palmos 16 fustes quadrados de 22 palmos 6 tozuelas y 1 quayrón de 16 palmos 1 puente redondo de 32 palmos 1 puente redondo de 28 palmos 3 puentes redondos de 24 palmos.

El mirador presenta tres tramos de diferente concepción: el contiguo al campanario consta de dos plantas sobre base de sillares hasta cierta altura y muros de ladrillo en el resto, incluida la segunda planta, con vanos rectangulares en cada una; en el tramo central, cara al Ayuntamiento, la segunda planta está formada por cuatro pares de arcos de medio punto, apeados en columnas, de piedra, con puerta de entrada al claustro también de sillares pero con arco semicircular de ladrillo; formando ángulo con éste, el tercer tramo presenta en la planta inferior dos grandes arcos de ladrillo, originalmente practicables para dar paso a las dependencias de la casa de la Prepositura, uno y otro a la calle actualmente llamada de Forment. Las dos plantas superiores formaban dos galerías abiertas y servían ocasionalmente de talleres para bordadores, sastres y estereros; y de almacén las plantas bajas a ambos lados de la puerta del claustro. El tramo contiguo a la torre, en su primera planta, fue remodelado para la instalación de una nueva sala capitular en 1668. Y muy modernamente el mirador se acondicionó para cuatro viviendas de canónigos. La cubrición del mirador se realizó en el segundo semestre de 1541 por maestre Joan Muñoa, maestro

32. DURÁN GUDIOL, A.: «El proceso de maestre Sebastián Ximénez...», página 23. 33. ACH: Protocolos Pilares 1543, en la fecha indicada. 34. LACARRA, M. C. y MORTE C.: Catálogo del Museo Episcopal y Capitular de Huesca, Zaragoza 1984, pp. 24-27.

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de retexar, que con sus hombres comenzó a trabajar el 14 de septiembre con estos salarios en sueldos y dineros: maestro 3 obreros, cada uno 2 mozos, cada uno 2 peones, cada uno 1 masador

4.0 3.8 2.9 2.0 2.4

La carpintería había corrido a cargo de los fusteros maestre Salvador Marañón, alias Sariñena, y maestre Joan de Larumbide con sus cuadrillas. Además de las 12.700 rejolas, suministradas a 46 sueldos el millar por Joan tillero, se pusieron en la cubierta del tejado, según cuenta del fabriquero, 20 fustes redondos de 34 palmos 12 docenas de palos 7 soleras donde cargan los fustes del tejado 40 tablas de 8 palmos 1 remo 7 bigones 123 docenas de recha para el tejado 4.000 marcabises 17 clavos suleares para enclavar los maderos del tejado 29 carretadas de aljez 22 carretadas de arena.

No se conocen los gastos de albañilería que importó la galería del mirador, obra que probablemente sería contratada a destajo, razón por la cual no se contabilizó en el Libro de Fábrica. Sólo se conoce la intervención de un piedrapiquero llamado Joanes, acaso el mismo que «fizo el fundamiento del portal» de entrada al claustro y al mirador. En cambio aparecen detalladas las cuentas del alero, cuya talla coincidió con la del rafe de la puerta mayor de la Catedral. La talla, al parecer, fue confiada a maestre Nicolás de Urliens, que comenzó a trabajar en los cabezales del mirador en 1540, pero dejó la labor después de dedicarle catorce jornales, a 6 sueldos cada uno. Volvió a la obra en abril de 1542 para tallar 21 coudos de alquitraba, a 3 sueldos 6 dineros el codo. Sustituyó a Urliens maestre Jaques de Herrera, mazonero, en julio de 1541 para trabajar el rafe de la lonja, obrando trece cabezales al precio de 4 sueldos/unidad, que fueron colocados por los carpinteros Larumbide y Sariñena en el alero que protege el cuerpo salidizo de la puerta mayor de la Catedral. 166

Para el alero del mirador, maestre Herrera «limpió siete cabezales que dexó desbastados maestre Nicolás», por 14 sueldos, y talló otros cuarenta y cinco a 4 sueldos cada uno. Entre fines de 1541 y abril de 1542 se unieron a la obra del alero del mirador los maestros mazoneros Gil de Brabante y Sebastián Ximénez, junto a Herrera y Urliens. En esta última etapa, terminados ya los cabezales, se procedió a la labra de los demás elementos. En el mes de diciembre Brabante y Ximénez tallaron 19 «coudos de assolar la cornisa» y 5 piezas de óvalos, y Herrera 21 «coudos de follage de la cornisa» y otras cinco piezas de óvalos. En marzo de 1542 se aserraron 11 filos para los antipecbos y para la madera de los artesones, para los que se necesitaron 12 tablas de 8 palmos que labraron los fusteros Sariñena y Larumbide. En marzo y abril los torneros Martín de Biniés y Francisco Artiga trabajaron 130 balagostos con sus colgantes para el mirador, más 136 balagosticos «para el techo del raf partidos por medio». En abril maestre Urliens talló 21 codos de alquitraba y otros 16 en junio maestre Gil de Brabante. El nombre y función dados al nuevo edificio catedralicio son aclarados a principios del siglo XVIII por el manuscrito Ceremonial práctico del maestro de ceremonias, conservado en el archivo. El 3 de julio de 1703, ante la proximidad de la fiesta de San Lorenzo, para la que el concejo preparaba una corrida de toros en la plaza de la Catedral, el cabildo acordó que con este motivo se obsequiara a los canónigos con un refresco y que se prohibiera en los miradores altos la presencia de mujeres «ni con el pretexto de ser criadas o sirvientes de canónigos». Un año después, el 19 de noviembre, se celebró el nombramiento del canónigo Foncillas para obispo de Jaca con «una corrida de toros sueltos», sirviendo «de toril el espacio bajo los arcos de la Prepositura». El electo, los canónigos y el concejo contemplaron la corrida desde el mirador y el clero se situó en los bancos dispuestos en la lonja de la Catedral, a manera de gradas.


VIDRIERAS

omo se ha explicado más arriba, entre 1516 y 1519 el maestro Francisco de Aldibieso acrista16 las ventanas de los muros realzados de la Catedral y puso vitrales en las tres ventanas circulares y en las tres altas del ábside central, las seis con figuras. En el verano de 1539 trabajó Enrique Doliege, maestro de vidrieras, por la cantidad de 1.012 sueldos y se pagaron 72 a Joan de Muñoa «por los jornales de las vidrieras de baxar y poner el aljez». Es posible que la labor consistiera en sustituir con vitrales algunas ventanas acristaladas del crucero y de la nave central. Otro vidriero, cuyo nombre no registra el Libro de Fábrica, reparó en 1546 el vitral del capítulo —el de la ventana central del ábside mayor que presentaba la Crucifixión—, en la que fue preciso sustituir «una medalla entera con su rostro». El innominado maestro cobró 17 reales, equivalentes a 34 sueldos. Ante el notario Pilares se formalizó el 24 de mayo de 1549 la capitulación entre el canónigo Gabriel Ferrer de los Busquetes y maestre Rodrigo Mellero, «vecino y habitant del lugar de Xelsa», para la hechura de 200 piezas de vidrieras de 4 palmos de largo y 2 y medio de ancho, blancas, limpias y «sin rozas», al precio de 3 sueldos 4 dineros la pieza. El canónigo adelantó 100 sueldos y se obligó a pagar el resto previo el informe favorable de maestre Sebastián Ximénez, mazonero.35 Tales cristales habían de llegar a Huesca en la octava de San Miguel —29 de septiembre— del mismo año. Sin embargo, antes de esta fecha, quizá trabajando con una partida anterior, maese Jaime Ferrer y maese Pedro Tapias recibieron de la Sacristía 200 sueldos «por hazer las dos vidrieras y historias de sanct Orentio arzobispo y la de sanct Johan ebangelista», tasadas por maese Johan Navarro, «el qual vino dende Alcalá del Obispo y por su trebajo» se le pagaron 8 sueldos.36 Con la intervención de maestre Tomás Peliguet, que fue a Zaragoza para negociar los pactos, el cabildo contrató el 21 de marzo de 1568 a Francisco

C

Treffel, vidriero o maestro de hazer vidrieras, «sobre la reparación de todas las vidrieras de la Catedral». En siete cláusulas se convino que el maestro pusiera vidrios de colores y blancos donde fuere necesario en la Catedral: «adobar la vidriera de la istoria del Crucifixo y de la istoria de la Transfiguración y lo mesmo en la de san Pedro y san Pablo y la del Bautismo de Cristo; adobar la vidriera del capítulo y de la capilla de San Juan; y hazer el vidrio nuevo de la O del Santísimo Sacramento —en el retablo mayor—, si es posible en una pieza de blanco». El maestro prometió empezar a trabajar en abril por el precio de 150 libras jaquesas —3.300 sueldos—, siendo a cargo del cabildo las barras de hierro, andamios, maestros, aljez y calcina.37

LA CASA DE LA SACRISTÍA

n sesión capitular del 23 de febrero de 1559 el cabildo comisionó dos canónigos para que terminaran la obra de la Sacristía.38 Uno de ellos, Gabriel Ferrer de los Busquetes, llevó las cuentas en unas hojas que se conservan. Se trataba de tender el tejado, a cuyo fin se entregó al canónigo administrador la cantidad de 5.100 sueldos, más 10.000 regolas, aljez, tablas de 9 palmos, cayrones de 10 y 12 palmos y témpanos de 14 palmos. Compró más madera en Bolea por un valor de 700 sueldos: tablas, cayrones de 10, 12 y 14 palmos, 51 quadrados y 53 redondos, compró también aljez en Almudévar, más regolas en Igriés, 38 tejas para canales a 9 dineros unidad y algunas carretadas de piedra vieja. Trabajaron en la obra, que comenzó el 14 de marzo y terminó el 27 de mayo del mismo 1559, el

E

35. 36.

ACH: Protocolos Pilares 1549, fol. 110. ACH: Libro de Sacristía 1549, sin foliar.

37. ACH: Resoluciones ,1, fol. 19v. 38. Ibídem, fol. 4.

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cuyo tejado se terminaría dos meses después. Parece no caber duda de que en esta etapa se levantaba, junto a la sacristía vieja, la Casa de la Sacristía, un edificio rectangular de tres plantas con muros de ladrillo, que se conserva. El mismo 17 de julio de 1560 maese Joan, su mozo, maese Francisco y dos peones comenzaron la construcción del «cobertizo para el aljez», que terminaron el 29 del mismo mes. Enseguida fueron llegando de Almudévar a la Catedral carretadas de este mineral de yeso, a 10 sueldos la carretada, que majaba un masador por 1 sueldo 5 dineros la carretada. En agosto se acopiaron 15.000 regolas de Tabernas y de madera 2 docenas de témpanos de 14 palmos a 6.0 la pieza 31 docenas de cayrones a 24.0 la docena 4 docenas de tablas de 9 palmos a 15.0 la docena.

Casa de la Sacristía. Reja del s. XVI.

carpintero Joan de Larumbide y su mozo, el maestro de casas Francisco y maese Joan de Salas, cuyo trabajo no aclaran las cuentas del canónigo, más un promedio de ocho peones por día de trabajo. El 28 de mayo el canónigo entregó al cabildo 882 sueldos «de los dineros que le sobraron de la obra de la Sacristía», cifra que puede significar que el tejado costó unos 4.200 sueldos. Más de un año después, el 17 de julio de 1560 anota el cuaderno de cuentas «que comenzóse a gastar en la obra de la Sacristía por mandado del cabildo», que destinó a este fin 9.200 sueldos. No aclara el asiento qué trabajos se efectuaron entre la citada fecha y el 21 de enero de 1562, en que «los maestros y peones acabaron de retejar». En una sola ocasión el canónigo da una pista: cuando el 10 de noviembre de 1561 da entrada a cinco carretadas de aljez y dos de arena «para la obra de la casa de la Sacristía vieja», 168

Durante unas cuantas semanas de agosto y septiembre trabajaron los fusteros Martín de Lezina y Jaime con el salario de 4 sueldos cada uno, y desde julio hasta fin de año maestre Joan, maestre Francisco con jornales también de 4 sueldos, el mozo del primero con 3 sueldos 6 dineros y dos peones. Hasta diciembre de 1561 se adquirieron 117 carretadas de aljez y después de los meses fríos, en mayo y junio del año siguiente, se compraron otras 38 carretadas, como anota el administrador de la obra, «para acabar la sacristía del estaxo», razón por la cual dejó de registrar los jornales de los trabajadores. Destajo que fue confiado a maese Joan el Izquierdo, que recibió el 25 de octubre 1.200 sueldos «por acabar la sacristía que le dieron a estaxo». Unos días antes, el 14, se pagaron 4 sueldos a unos peones «por desfazer el cobertizo del aljez». Y, como se ha dicho antes, el 21 de enero de 1562 «los maestros y peones acabaron de retexar». Tampoco aclara el canónigo el destino de 8.000 azulejos que compró en Zaragoza por 1.661 sueldos más 224 de portes. Es probable que sirvieran para pavimentar la sacristía nueva a la manera como estaba el suelo de la vieja y de la Catedral. El coste total de la Casa de la Sacristía fue de unos 10.333 sueldos, incluidos algunos otros gastos, como las rejas del archivo, de la sacristía vieja y de la


misma casa. Ésta ciertamente existía a principios del siglo XVII, según testimonio del historiador oscense Diego de Aynsa, el cual, refiriéndose a la antesacristía —como se conoció la vieja, de 1306—, escribió que «por la mano derecha desta antesacristía se entra a unas espaciosas salas alta y baxa con sus aposentos y repartimientos, que todos ellos sirven para oficinas desta Iglesia».39

MAESTRE TOMÁS DE PELIGUET

n los años sesenta del siglo XVI trabajó intensamente en la Catedral un pintor, acaso italiano, acaso de Toledo, pero formado artísticamente en Italia, Tomás Peliguet, renacentista innovador que rompió los esquemas, vigentes aún en Huesca, de la escuela de Forment. Excelente tracista, ideó la complicada maquinaria del monumento de Semana Santa, concebido como edificio clásico de mármol, bronce y oro; diseñó la reja de hierro de la capilla de los Reyes y pintó en blanco y negro el mismo monumento, la capilla y la sacristía vieja; trabajó en la pintura del órgano y terminó la capilla de la Sala de la Limosna entre los años 1561 y 1568. Está acreditada su vecindad en Zaragoza, que registran también las capitulaciones que firmó en Huesca. El 12 de julio de 1561 formalizó ante el notario Pilares de esta ciudad un largo contrato con el cabildo oscense «para el efecto de la obra o hechura del monumento que se ha de hazer para la Catedral». En detalladísimas cláusulas, sin duda escritas por el propio pintor como explicación de la muestra o traza que presentó a los canónigos, se describe minuciosamente y con terminología técnica el futuro monumento. De los setenta y ocho capítulos, sólo los cinco últimos fueron escritos de otra mano, seguramente la de algún canónigo, y se refieren a las obligaciones contraídas por el cabildo. El proyectado monumento, más semejante a una decoración teatral que a un retablo, es presentado únicamente en su vertiente artística, sin otra referen-

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cia a su complicado montaje más que la armadura se ensamblara de modo que pudiera montarse y desmontarse con relativa facilidad. El gran ingenio habría de guardarse todo el año en algún almacén catedralicio y armarlo sólo tres días de Semana Santa en el tramo meridional del crucero en el muro frontero de los ábsides laterales. Peliguet concibió el monumento como un edificio clásico de mármol, jaspe y bronce, con un primer cuerpo de unos 8 x 8 m y un segundo de 6 m, de madera que alcanzara el conjunto una altura máxima de 14,5 m. El efecto deseado había de conseguirse con el empleo de madera y lienzo, pintura en blanco y negro y con enriquecimientos dóricos y corintios en su factura al romano, con algunas matizaciones de purpurina, algunos ribetes de oro y algunos elementos dorados, como basas y columnas. Proyectó, además, imágenes «pintadas conforme a mármoles unas y otras conforme a bronzo» y «algunas historias a modo de bajorrelieves». Sobre una base de veinte piedras, en el primer cuerpo se abría la puerta de la capilla de la caxa del Sacramento, de unos 4 x 4 m, a la que se subía por una escalera de tablones de 1,30 m. Capilla ochavada de arco de artesones, columnas, pilastros flanqueando figuras, arcos con rosas doradas y plateadas y cubierta «de media naranja». A los lados de la capilla, había de tener el primer cuerpo, en lectura ascendente, los siguientes elementos: Piedestales de abaxo plinto dórico de un palmo de altura pilastros de jaspe con capiteles y basas dóricos cornisa con enriquecimientos dóricos piedestales de las columnas con istorias en blanco y negro a modo de bajo relieve columnas con basas y capiteles dorados cornisa alquitravada alquitrave de labores corintias frisa con figuras cornisa con algún filete dorado remates en blanco y negro

39,

DE AYNSA, Diego: Historia de Huesca,

p. 514.

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frontespicio con epitafio Y en el segundo cuerpo piedestal de los cimborios, tarjas con insignias de la Pasión y festones en blanco y negro cimborios con columnas y pilastras, labores de romano y artesones con rosas doradas y plateadas cimborio grande alquitrave con hojas, cuentas y fusaruelas frisa con serafines de buldo dorados campo a lo musaico cornisa de labores corintias cimborios pequeños con las mismas labores tímpanos de musaico labrados frisa dorada.

Peliguet se comprometió a entregar el monumento acabado en el mes de enero de 1562 y el cabildo a pagarle 6.000 sueldos y a proporcionarle «fusta, lienzo y clavos y foxa de Valencia», aceptando el presupuesto de 1.318 sueldos por este material: Dentrará de foxa tres gruesas que valdrán De lienzo De clavos de roda Diez millares de marcabises Dos mil tachas de sillero Diez mil tachas de cedacero Aros de cedazo, cercillos, sogas desparto

240 s. 800 s. 60 s. 100 s. 8 s. 30 s. 80 s.

El pintor recibió del cabildo un adelanto de mil sueldos, por los que presentó como fiador al piquero Miguel de Betanya. Se liquidó definitivamente la cuenta el 8 de febrero de 1564.40 El complicado montaje de la obra de Peliguet creó problemas y el capellán mayor denunció al cabildo el 30 de octubre de 1599 «que él no podía acudir con el gasto que se ofrecía en parar el monumento por ser la machina tanta».41 Sólo se conservan seis piezas de forma alargada, terminadas en medio punto, con las figuras en grisalla de Salomón, Aarón, Isaías, Jeremías, Moisés y David.42 Gustó la obra de Peliguet al cabildo, al cual, con el voto en contra del canónigo Pedro Gómez, se encargó la decoración al fresco en blanco y negro de los muros y bóvedas de la sacristía vieja. La pertinente capitulación se formalizó ante el notario Pilares el 11 de diciembre de 1562, conviniéndose que los nervios y las bóvedas se pintaran «al romano con molduras» y en las claves se pusieran «tres rosas doradas de

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oro fino»; los muros habían de decorarse con «ystorias de blanco y negro y donde no hubiere lugar alguna imagen y debajo de las ystorias, de lazo sea pintada toda la sacristía», conforme a las indicaciones que dieran el arcediano Fort y los canónigos Samper y Santángel. El cabildo se obligó a proporcionar la madera para los andamios y a pagar en total 2.600 sueldos a Peliguet, comprometido a terminar la obra en mayo de 1563; fueron fianzas el piquero Miguel de Betanya y los fusteros Francisco Cerbantes, Joan de Villacampa y Joan de Sant Vicient.43 Peliguet trabajó también, como se verá en su lugar, en la capilla de los Reyes y en la Sala de la Limosna. Y en 1568 fue comisionado por el cabildo para que viajara a Zaragoza a contratar con el vidriero Francisco Treffel el arreglo de las vidrieras de la Catedral, según se ha explicado antes.

LA SALA DE LA LIMOSNA

n el antes citado informe sobre el estado de los obispados y abadías altoaragoneses, redactado en 1565 con vistas a la erección de los obispados de Jaca y Barbastro, se escribió que el templo catedralicio de Huesca «no es muy grande, pero está muy bien labrado y tiene las claustras en el suelo». Sin embargo, este claustro en ruinas se animaba diariamente con la presencia de los pobres que mantenía la Casa de la Limosna con rentas propias, con aportaciones de Prepositura y con limosnas de clérigos y laicos. El mismo informe explica que

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hay una casa dentro de las claustras de la iglesia, que llaman la Almosna, adonde se da de comer todos los días a quantos pobres llegan que algunas veces pasan de 200 y de ordinario son 70 ó 80.

40. ACH: Protocolos Pilares 1561, fol. 379 y ss.; publ. MORTE GARCÍA, C.: •Monumentos de Semana Santa en Aragón en el siglo XVI«, en Artigrama 3 (Zaragoza 1986), p. 203. 41. ACH: Resoluciones, I, fol. 355v. 42. LACARRA, M.ª C. y MORTE, C.: Catálogo del Museo, p.100 y ss. 43. ACH: Protocolos Pilares 1562, fol. 554.


Es grandísima limosna y se precian los de Huesca mucho della porque dan allí de comer ordinariamente, adrezando sus ollas de carnero para los pobres y muchas fiestas del año cabritos y aves. Tiene de renta hasta 600 escudos, consiste en algunos beneficios suprimidos y si alguna cosa falta, súplese con las rentas comunes de la Catedral.44

En años de carestía y de hambres el número de pobres asistidos se multiplicaba, como sucedió de mayo a octubre de 1578, en que comieron ochocientos pobres cada día, cifra que subió a mil doscientos los restantes seis meses, de noviembre a abril de 1579 con la asistencia a hombres, mujeres y niños procedentes de los obispados de Huesca, Jaca, Barbastro, Zaragoza, Tarazona, Pamplona y Lérida, así como a la casi totalidad de las aldeas de Sariñena y de la baronía de Pertusa. Diego de Aynsa, que leyó esta noticia en un cartel de la misma Sala de la Limosna, aporta su propio testimonio acerca de las comidas de mil a dos mil pobres diariamente en los años 1614 y 1615, lo que supuso al cabildo, agotados sus recursos, un dispendio de 34.000 sueldos.45 Según las cuentas de la Limosna del siglo XVI, conservadas en el archivo catedralicio, los ingresos ordinarios de la Casa provenían de fincas treuderas, urbanas y rústicas en Huesca —14 casas, 2 tiendas, 10 planteros, 5 huertos, 15 viñas, 27 campos, 2 eras y 3 corrales—, de las rentas de la honor de la Limosna —Castejón de Sobrarbe, Arcusa, Almuniente y Liesa— y de contribuciones especiales de Prepositura y Fábrica de la Catedral, del concejo de Senés y de la parroquia oscense de San Martín. Son ilustrativos los resultados del ejercicio de 1564, en sueldos, cahíces y nietros: Recepta de dineros Treudos Monte de Collarada Corrieros Montaña de Sobrarbe Diezmo corderos de Liesa Diezmo lana de Liesa Ventas, limosnas Recepta en especie Trigo Centeno

2.525 s. 77 s. 44 s. 4.100 s. 158 s. 140 s. 1.097 s.

64 c. 92 c.

Ordio Avena Expensa en dineros Trigo Carne Otros alimentos Extraordinarios Gastos de cocina Expensa en especie Trigo en pan cocido Vino

115 c. 147 c.

1.670 s. 1.554 s. 1.698 s. 2.427 s. 885 s.

90 c. 44 n.

Del balance de 1570 resultaron Receptas 15.154 s. Expensa 17.506 s. Déficit 2.352 s.

Los pobres eran alimentados, según fueran o no días de abstinencia, con olla de verdura, tocino y cordero; habas, garbanzos, judías y lentejas; huevos o queso; congrio, pescado cecial, curadillo, abadejo o sardinas arencadas; pan y vino. Las comidas se sazonaban con comino, pimienta, clavo, canela, azafrán y jengibre. En el extraordinario de Navidad, vino blanco, media gallina por pobre, castañas, higos, nueces y naranjas; y en el de Año Nuevo, turrones y vino blanco. La Sala de la Limosna, que fue castigada por obuses en la guerra civil de 1936 y se ha derrumbado recientemente, era una amplia estancia rectangular que una gran arcada dividía en dos partes. Contaba con una capillita renacentista con púlpito de yesería mudéjar —se conserva aún entre escombros— y un retablo con elementos de estuco, uno de los cuales representaba el busto del Padre Eterno rodeado de ángeles. La parte central era ocupada por un retablito dedicado a San Martín en actitud de partir la capa. Fue enajenado en los años 1920.46 El antiguo refectorio canonical parece que fue sustituido por la reseñada Sala de la Limosna, que

44. DURÁN GUDIOL, A.: •Un informe del siglo XVI..... 45. DE AYNSA, Diego: Historia de Huesca, p. 515. 46. DEL ARCO, Ricardo: La Catedral de Huesca, p. 124.

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pudo construirse alrededor del año 1563. Consta que el cabildo contrató a maestre Tomás de Peliguet el 10 de febrero del año siguiente para que terminara a sus expensas por 1.800 sueldos la mazonería y pintura del retablo con las figuras de bulto de San Martín en el acto de partir su capa con un pobre, en la parte central; en los laterales, las de San Lorenzo y San Vicente; en el banco la Piedad —Angustia— entre las imágenes de Santiago y San Miguel; y en el remate, Jesús Crucificado, acompañado de la Virgen y San Juan»

CAPILLA DE LOS REYES

l 18 de julio de 1562 el cabildo concedió licencia al canónigo arcediano Tomás Fort para suprimir la puerta lateral de la fachada, contigua al campanario, y construir en su lugar una capilla «so la invocación que quisiere». Destruida la puerta, su vano se amplió con la apertura de una arcada de medio punto, abierta a la nave septentrional, y se construyó la capilla adosada a la fachada, resultando una estancia rectangular, cubierta con cúpula y linterna —ésta se suprimió en la restauración de la década de 1970—. La obra debió comenzarse poco después, pero no se había terminado aún en 1565, en cuyo 27 de septiembre el arcediano Fort contrató con maestre Johan Vuyso, el domicilio del cual no se conoce, la construcción de la bóveda y «dar cumplimiento a los pilares que están comenzados, con su cornisa lisa y su moldura». Sigue el contrato, bastante confuso, indicando que además había de levantar el maestro «una bóveda o cimborio —probablemente la linterna— con su frontespís» y «para el portal de dentro una Nuestra Señora y un Dios Padre y una cruz encima del cimborio y la ara del altar y asentarla». Todo ello por el precio de 110 escudos.48 En octubre de 1565 micer Tomás Fort encargó el retablo de alabastro y madera al entallador Juan Rigalte, vecino de Zaragoza, con la adoración de los

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Retablo de la Epifanía.

Reyes Magos, titulares de la capilla, como tema central. Por su parte el escultor, el 2 de diciembre de 1566, contrató al pintor zaragozano Pedro Pertús para «dorar, pintar y hazer todo aquello que a oficio de pintor toca», en el plazo de un mes, en el retablo de los Reyes por 2.200 sueldos jaqueses. El retablo se hallaba ya instalado en 1569 y satisfecho su importe.49 Aun antes de la terminación y colocación del retablo y previendo su emplazamiento, micer Fort concertó el 29 de mayo de 1566 con Tomás de Peliguet la forja «de una rexa de fierro» y la decoración mural de la capilla. Obligado a inspirarse en el modelo de la capilla de Santa Ana, del canónigo Santángel, Peliguet diseñó una reja de tres cuerpos: cerraban los laterales cuatro «pilastros labrados a lo romano con sus basas y capiteles», sobre los cuales se habían de poner «dos compartimientos de fierro con cornisa»; en el cuerpo central, la puerta entre «dos pilastros llanos para sostener un arco con frisa» y encima «dos niños de fierro» aguantando el escudo de micer Fort, más como remate «una cornisa con frisa jónica y arquitrave y dos vasos de fierro en las esquinas». Se convino que la reja se dorara «con oro mate digno que no ha de ser bruñido, asentado con sisa y fino»; los niños del escudo «sean encarnados al aceite y los campos de las frisas sean puestas de azul con algunas otras colores». También se comprometió Peliguet a decorar la capilla con filetes de oro mate en la entrada y con rosas doradas en el interior, así como con pinturas «de blanco y negro al fresco». Se previó también pintar «los costados de donde ha de estar el retablo hasta cinco palmos de cada parte». Reja y decoración se concertaron en 8.000 sueldos, que micer Fort había de pagar al terminar la Navidad de 1566.50

47. ACH: Protocolos Pilares 1564. 48. Arch. Hist. Prov. de Huesca: Protocolo de Cleriguech, signatura 830, folio 170. 49. MORTE, C.: «Documentos sobre pintores y pintura del siglo XVI en Aragón», en Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar XXX (Zaragoza 1987), p. 227. 50. ACH: Protocolos Pilares 1566, sub die 29 de mayo.

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LA PLAZA DE LA SEO a construcción en 1539 del mirador catedralicio, del que se ha tratado antes, significó la primera obra de embellecimiento de la plaza de la Seo, situada al oeste del claustro antiguo y de reducidas dimensiones. Fue, al parecer, el cabildo la entidad que procedió a su ampliación hasta alcanzar su perímetro actual, con el fin de realzar la fachada de la Catedral, cuya puerta principal se abría a una estre— cha carrera. El Libro de Aniversarios de 1560 sitúa dos sepulcros, los de Martín Pérez de Buey y Pedro de Buey, al pie de los escalones de la puerta mayor de la Seo, frente a la puerta y ventana de una casa. La calle es mencionada por un documento de 1490: el canónigo Simón de Lobera fundó un aniversario en la capilla de Santos Lorenzo y Vicente, ubicada en la puerta lateral tapiada en 1435; encima de la capilla, detalla el acta de fundación, había «una finiestra la qual salle a la carrera que va a la scalera devant la casa de don Joan Alguinyero», el canónigo que regaló en 1425 la custodia del Corpus a la Catedra1.51 La ampliación de la plaza, pensada para despejar la fachada de la Catedral, implicó la supresión de la calle que la obstruía y, a tal fin, el 1 de agosto de 1567 el cabildo compró por 1.400 sueldos a Joan de Cetina, platero, y a su esposa Agustina Ferrando una casa que lindaba con la citada carrera, con la plaza de la Seo y con la casa de otro platero, Joan Ferrando.52 Con anterioridad los canónigos habían delegado al chantre Jerónimo Ferrández para «la obra de la plaza de la Seo» y le adelantaron 2.200 sueldos para los gastos el 30 de junio del mismo 1567. La Prepositura, por su parte, entregó al canónigo Ferrández diversas cantidades entre esta fecha y el 21 de enero de 1570, hasta un total de 8.892 sueldos 10 dineros. Si a esta cifra se añade el precio de la casa del platero Cetina, la suma de 10.292 sueldos debe significar el coste de la ampliación y urbanización de la plaza, que sufragó el cabildo.53 La desaparición de la carrera permitió la construcción de una «lonja ante las puertas mayores y

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principales de la Seo», entre los meses de febrero y octubre de 1574, obra que el canónigo fabriquero Araus, alias Forner, contrató en 5.500 sueldos con el cantero Joanes de Ceolatza.54 La acción del cabildo en la obra de ampliación y valorización de la plaza debió de ir emparejada con la iniciativa del concejo municipal de restaurar la Casa de la Ciudad, obra en la que trabajó el maestro Miguel de Altube en los años 1569 y 1577.55

LAS CAPILLAS ara el conocimiento del estado del interior de la Catedral en la primera mitad del siglo XVI son fundamentales las actas de la visita pastoral, muy detalladas, efectuada en 1559-1560 por el obispo Pedro Agustín y una comisión de canónigos. Se conservan en el archivo catedralicio. Subsidiariamente ha de recurrirse al manuscrito del doctoral Novella, Ceremonial de la Santa Iglesia de Huesca, en cinco volúmenes escritos en 1786, diez años antes de que unos italianos enlucieran los muros de la Catedral —fue en 1796—, lo que le permitió dar noticias sobre elementos actualmente desaparecidos.56 En la mencionada centuria se crearon nuevas capillas, como las antes estudiadas de Santa Ana y los Reyes, se renovaron retablos y se erigieron nuevos altares sin que se ajustaran a la norma tradicional de orientarse hacia el este. Todo se confió a la iniciativa de particulares, razón por la cual no se hallan en los libros capitulares cuentas que ilustren sobre los costes y artistas que intervinieron.

p

51. ACH: Libro de Visitas 1560, fol. 54. 52. ACH: De actibus capituli, VII, fol. 210v; y Protocolos Pilares 1567, II, fol. 543. 53. ACH: Libro de Prepositura 1567, fol. 102 y 108. 54. ACH: De actibus capituli, VII, fol. 390v, 396 y 407; y Protocolos Pilares 1574, fol. 124, 139, 317 y 680. 55. BALAGUER, F.: «Los maestros vascos y la Casa de la Ciudad de Huesca, en Actas del IV Coloquio de Arte Aragonés, Zaragoza 1986, pp. 135-136. 56. DURÁN GUDIOL, A.: «Los manuscritos de la Catedral de Huesca», en Argensola XVI (Huesca 1953), p. 21.


La capilla de Santos Lorenzo y Vicente, situada en el hueco de la puerta lateral de la fachada desde 1490, fue decorada hacia 1558, año en que el cabildo fundó en ella un beneficio invirtiendo los bienes legados por el canónigo Simón de Lobera, con un nuevo retablo, descrito en la visita pastoral: «retablo nuevo de pinzel con las imágenes de los santos Vicente y Lorente y armas de los Lobera, que son quatro lobos en campo dorado y dos encinas».57 La titularidad de la capilla de Santos Quílez y Julita fue sustituida por la de San Jerónimo en 1546, en que el ejecutor testamentario de Francisco Ricardo Sidrach instituyó un beneficio bajo la advocación de este santo «en el altar e capiella ya construida en la Seo de Huesca». Hubo en ella a partir de esta fecha dos altares, el primitivo de San Quílez y Santa Julita y el de San Jerónimo, éste dotado con «un retablo con sus puertas>'.58 En esta capilla se colocó un tercer altar con su retablo, dedicado a san Bartolomé en diciembre de 1594.59 En la capilla de San Juan Bautista se instaló un segundo altar en 1522 con »un retablo muy bueno con una imagen de santa Bárbara de bulto de alabastro y sus puertas», probablemente sufragado por mosén Marco de Riglos, racionero, que fundó también un beneficio. La imagen de la santa puede ser la que actualmente se halla en el retablo dedicado a san Joaquín. En la visita pastoral de 1560 se registra que el altar de San Juan no tenía retablo, sino sólo una imagen del mismo que se creyó era de alabastro.69 En la capilla de Santos Martín, Simón y Judas se colocó a un lado «una imagen de san Cristóbal en lienzo, colgada de la paret», según el repetido libro de visitas.61 El 11 de mayo de 1534 el fabriquero pagó a maestre Nicolás de Urliens 36 sueldos de manos y 8 por el alabastro de la pila bautismal, que se colocó junto al muro del crucero entre la capilla de la Santísima Trinidad y la nave lateral del sur. No parece ser ésta la que conoció el doctoral Novella, »una grandísima redonda conca de argamasa, la sostenían cuatro leones de piedra y se cubría con una tapa plana de madera sin pulimento ni adorno encima

alguno» y tenía piscina con puerta levadiza en el pavimento.62 La capilla de la Santísima Trinidad, practicada en el muro meridional del crucero, se decoraba en 1560 con »un retablo de lienzo pintado con la imagen» del titular.63 Situada en el mismo muro, la capilla de Santos Fabián y Sebastián fue concebida como enterramiento de la familia Samper, uno de cuyos miembros, el canónigo Jorge Samper, testó el 16 de junio de 1543, disponiendo ser enterrado en ella junto con su padre y su madre y legando al cabildo el precioso relieve de la Adoración de los Reyes para el retablo de la capilla del Sacramento, como se ha explicado antes.64 El Libro de Visita Pastoral se limita a registrar «el retablo con las imágenes de sant Sebastián y sant Fabián», probable obra de la primera mitad del siglo XVI.65 La capilla subterránea de San Agustín -debajo de la absidial de Santa María- fue clausurada en esta centuria y su antiguo retablo trasladado a la capilla absidial de San Nicolás, en la que se encontraba en 1560 como parte de un segundo altar.66 La única innovación en la capilla de Santa María del Alba, llamada de los Gurreas y sede de la parroquia, fue la apertura de una puerta para entrar en la sacristía vieja, según acuerdo del cabildo del 13 de abril de 1559, año en que decidió el traslado de la parroquialidad a la capilla de San Juan Evangelista,67 El ábside mayor fue destinado a sepultura de los obispos en sus paredes y pavimento. Según los

57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67.

ACH: Libro de visitas 1560, fol. 54. Ibídem, fol. 48 y 53. ACH: Resoluciones, fol. 209. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 44v y 46v. Ibídem, foL 42 y 128. ACH: Ceremonial, II, p. 167. ACH: Visita pastoral 1560, fol. 121v. ACH: Protocolos Pilares 1543, sub die 16 junio 1543. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 41. Ibídem, fol. 38v. ACH: Resoluciones, I, fol. 5.

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Retablo de la Epifanía. Detalle.

Libros de Aniversarios de los siglos XV y XVI estaban enterrados «drento de las rexas del altar mayor» los obispos Pedro de Urrea, muerto en 1336; Hugo de Urriés, en 1443; Guillermo de Torrellas, en 1361, Guillermo Ponz de Fenollet, en 1465; Juan de Aragón y Navarra, en 1526; Pedro Agustín, en 1572; Martín Cleriguech, en 1593. El Libro de Aniversarios del siglo XV registra también en el presbiterio la sepultura de un fray Guillem Sudre, cardenal de Ostia, «tío del canónigo Jayme Manso, davant el altar de la Seu». Escribió el doctoral Novella que «en el lado del Evangelio, fuera de la pared, se descubre un túmulo de piedra cubierto con lápida y sobre ella efigie de un obispo; a la cara principal del túmulo se ven dos escudos de armas y en medio de ellos una imagen de Nuestra Señora». Era el sepulcro del obispo Hugo de Urriés, del que se conserva en el Museo Episcopal y Capitular la «cara principal» de alabastro policromado, 176

con el busto de la Virgen con el Niño en medallón, las armas del obispo y una inscripción.68 Se halla empotrada en el muro del lado de la Epístola la lápida de alabastro del sepulcro del obispo Guillermo Ponz de Fenollet. En la parte superior figuran dos ángeles sosteniendo su escudo y en la inferior una inscripción. El obispo Juan de Aragón y Navarra estaba enterrado en el pavimento del presbiterio bajo una lápida de alabastro que presentaba la figura yacente del prelado, su escudo y una inscripción. No se conserva. Semejantes serían las lápidas sepulcrales del obispo Pedro Agustín —era de alabastro con su figura yacente también— y la del obispo Martín Cleriguech —ésta de piedra con figura yacente—.69 En una esquina del ábside central se ubicaba el púlpito —preycadera, trona— mencionado en el Libro de Aniversarios del siglo XV, al registrar las sepulturas de algunos canónigos «al piet e delant el pilar de la preycadera». El 14 de marzo de 1542 el cabildo contrató a maestre Ylario Arnau, rexero, para que por 33 ducados forjara «una áliga de fierro muy suntuosa para el púlpito que sirva de fagistol cuando digan el Evangelio, y ésta según la muestra quel dicho maestre Ylario ha hecho de barro».70 Entre abril y mayo de 1544 fue cubierto con un tornavoz —chapitel para el púlpito— por los maestros Joan de Larumbide, fustero, y Nicolás de Urliens, imaginario, por el precio de 662 sueldos. Entraron en la obra dos barras de hierro, por las que se pagaron a maestre Nicolás Ribera, cerrajero, 48 sueldos, más otros seis sueldos por «nueve libras de plomo para encasar las barras del púlpito». No experimentó ninguna innovación la capilla absidial de Santos Pedro y Pablo, llamada de los Urrieses, señores de Nisano, en la que celebraban misa los racioneros. La capilla absidial de Santa Catalina, la última del lado del Evangelio, era conocida en el siglo XVI

68. LACARRA y MORTE: Catálogo del Museo, p. 19. 69. ACH: Ceremonial, V, pp. 468-469. 70. ACH: Protocolos Pilares 1542, en la fecha indicada.


como del Santo Cristo de los Milagros, talla gótica que fue depositada en ella, procedente de su primer emplazamiento en la capilla de Todos los Santos. En esta ocasión se descubrieron los restos mortales de seis obispos que en los siglos XII y XIII fueron enterrados en la mezquita-catedral. Los depositaron detrás del altar de la capilla de Santiago, abierta al claustro, bajo esta inscripción que pudo leer Diego de Aynsa: Oscenses sex presules hec urna preclaros celso quorum nomina servantur olympo.71 El libro de visitas de 1560 registra «en la capilla y altar del Santo Crucifixo de los Milagros, un retablo de lienzo con las imágenes de Nuestra Señora y san Joan y dos ángeles de pinzel y un Crucifixo en una cruz de palo de bulto; en la parte de fuera una palanca travesada con camisas de lienzo de presentallas».72 En 1588 el cabildo dio licencia a los herederos para sepultar en la capilla «los huesos del obispo don Diego de Arnedo», con tal que le pusieran «una losa llana o labrada para que esté allí por senyal».73 En el muro septentrional del crucero, entre la capilla absidial de Santa Catalina y la puerta del claustro, se ubica la capilla de Todos Santos, concebida a modo de minúscula iglesia con un primer tramo rectangular y un pequeño ábside de planta poligonal con bóveda de abanico. Un arco apuntado sencillo la comunicaba con el crucero. En la visita pastoral de 1560 se registró «un retablo de pinzel con la imagen de Nuestra Señora y un Cristo en medio», que debía ser el retablo de la Coronación de la Virgen, obra del pintor Pere Zuera, del siglo XV, actualmente depositado en el Museo Episcopal y Capitular.74 De 1497 a 1500 se veneró en esta capilla la talla del Santo Cristo de los Milagros. Desde 1621 comunica a través de una puerta practicada en el pequeño ábside con la capilla de Santiago, actualmente cerrada, que se abría al claustro. Concedida la capilla de San Andrés —la primera de la nave septentrional— a la familia Oliván, se decoró en 1559 con un nuevo retablo, registrado en la visita pastoral del año siguiente: «retablo de pinzel con la imagen de sant Andrés, antealtar de madera con las armas de los Olivanes».75

En la capilla de Santa Lucía se encontraron en 1560 tres altares: el de la santa, seguramente gótico; el de la Passio Imaginis, pintado, y el de San Roque «de lienzo con la imagen del santo pintada en él». Los dos últimos altares y retablos instalados en el siglo XVI y mencionados en el Libro de Aniversarios de esta misma centuria y no en el de la anterior.76 El doctoral Novella llama a esta capilla de la Pasión del Crucifijo de Berito y explica, según los textos litúrgicos de la propia Catedral, el milagro acaecido en la ciudad turca de Beirut: un judío compró a un cristiano una casa, en la que encontró un Crucifijo; fue acusado de apóstata por sus correligionarios, que lo expulsaron de la sinagoga, y apoderándose de la imagen, trataron de reproducir en ella los tormentos de la Pasión, y al herir su costado, salió sangre; la recogieron en un vaso y ungieron con ella a los enfermos, que curaron; sorprendidos y apesadumbrados, pidieron el bautismo al obispo; se convirtieron veintitrés mil personas sin contar mujeres y niños.77 En la capilla de Santa María Magdalena había' en 1560, además del retablo viejo de la santa, otro altar dedicado a Santo Tomás con un «retablo de lienzo pintado con un Cristo y los apóstoles»; y un tercero «con retablo nuevo de pinzel con la imagen de sant Orencio y en los lados las armas de los Molinos». Éste fue sufragado por el canónigo mosén Martín del Molino y el señor de Torresecas en 1548. El de Santo Tomás era anterior, pero del mismo siglo? En la capilla de San Juan Evangelista el 16 de mayo de 1569 mandó el cabildo cerrar la puerta que salía a la plaza y que en su güeco se hiciese un armario.79

71. DE AYNSA, Diego: Historia de Huesca, p. 511. 72. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 119. 73. ACH: Protocolos Pilares 1588, fol. 171v. 74. LACARRA y MORTE: Catálogo del Museo, pp. 78-79; ACH: Libro de visitas 1560, fol. 118v y 96v. 75. Ibídem, fol. 95. 76. Ibídem, fol. 86 y 86v. 77. ACH: Ceremonial, IV, p. 261. 78. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 82v. 79. ACH: Resoluciones, I, fol. 28v.

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La capilla de San Julián, en el muro de la fachada entre la capilla de los Reyes y la puerta mayor, fue originalmente un arcosolio sepulcral, donde debió enterrarse Martín de Anzano en el siglo XV. A principios del siguiente sería concedido para instalar un altar y fundar un beneficio a Martín de Sellán, señor de Alerre, que participó activamente en el conflicto por la sucesión del obispo Juan de Aragón en 15261528. En la visita de 1560 se registró en ella «un retablo de pinzel con la imagen de sant Julián, santa Basilisa y santa Marta».80 El doctoral Novella escribió: «en 1796 se cerró el nicho de esta capilla, que más parecía hecho para sepulcro, en el retablo estaba san Julián en el medio, santa Marta a un lado y santa Basilisa a otro, de pintura sobre tabla, horroroso todo».81 En la reciente restauración ha sido reabierto el arcosolio de arco apuntado y se ha trasladado a él la estatua yacente de Juan Martín de los Campaneros, que se hallaba en la capilla de San Juan Evangelista. De las capillas del entorno del coro sólo se innovaron la de San Antón con un «retablo nuevo de pinzel con la imagen de sant Antón en medio»; y la de San Mateo con 'un retablo de madera bueno de pinzel con la imagen del santo en medio», según las anotaciones de la visita pastoral de 1560.82

INDUMENTARIA LITÚRGICA uprimida en 1509 la dignidad de canónigo sacrista, el cargo de subsacristán que éste nombraba y pagaba fue sustituido por un clérigo elegido y contratado por el obispo y el cabildo, con un salario anual de 300 sueldos. El 3 de mayo de 1537 se confió el servicio de la sacristía al beneficiado Juan de Otal con las obligaciones del antiguo subsacristán y en «las aventuras por el trebajo de repartir crisma, poner olio y algodón, así como en las funerarias». Además de tener cuidada la sacristía, se le obligó a «conjurar las nubes con el Lignum Domini, el cirio pascual y los Evangelios; hazer empañar y desempañar la iglesia; y fazer senyal al campanero a tanyer a

S

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maitines en todo tiempo», bien entendido que «ni en tiempo de peste, ni en otros tiempos pueda dejar el servicio sin licencia del capítulo».83 Uno de los apensionados por la caja común del cabildo era el broslador o bordador, encargado del buen estado de la indumentaria litúrgica. El 14 de abril de 1522 en sesión capitular se contrató a maestre Jayme Moyano, bordador, asignándole una pensión anual de 3 cahíces de trigo, 4 nietros de vino, 3 nietros de vinada y 60 sueldos, más dos florines —32 sueldos— por el oro y sedas que tuviere que poner a su costa en la reparación de capas, casullas, dalmáticas, gremiales, delantealtares y paños en general: «si algo se desflora tórnelo, diademas y imágenes que se levanten asentarlas y perfilar las cuerdas que se desvían y rostros». Ayudado por Gracia Navarro, brodadera, cada vez que se lavaran, había de volver a coser los faldares de las camisas —albas—.84 El mismo maestro Jayme Moyano, broslador de Huesca, fue contratado por el concello de Lanaja, cuya parroquial pertenecía a la honor de Prepositura, el 15 de julio de 1537, para confeccionar, supervisado por el canónigo Santángel y por el canónigo Lobera, «una capilla de damasco blanco con sus cenefas, brosladuras y otras cosas». Se obligó «de fazer una capa de damasco blanco, una casulla, dos dalmáticas, un gremial con sus cenefas y un delante altar con la imagen de Nuestra Señora; con sus guarniciones de terciopelo de grana con sus franjas» en el plazo de un año por 4.000 sueldos. El conjunto de las seis piezas reseñadas constituían la llamada capilla.85 También en el arte del bordado se había sustituido el estilo flamenco por el renacentista sin alterar el rico esquema ornamental de los indumentos góticos. De este estilo debió ser la capa del canónigo Martín de Santángel, el fundador de la capilla de Santa Ana,

80. 81. 82. 83. 84. 85.

Ibídem, fol. 73v. ACH: Ceremonial, I, p. 152. ACH: Libro de visitas 1560, fol. 118 y 103. ACH: Protocolos Pilares 1537, en la fecha indicada. ACH: Protocolos Pilares 1522, en la fecha indicada. ACH: Protocolos Pilares 1537, en la fecha indicada.


el cual, ingresado en 1503, cumplió como estaba determinado con la obligación de regalar una capa a la Catedral; de brocado carmesí, presentaba seis historias bordadas en la cenefa y un San Martín a caballo en la capilla. Figura en el inventario de la sacristía de 1537, que cita también una capa de damasco blanco con cenefa de cendal «broslada al romano» con un San Juan Evangelista en la capilla; dos de damasco blanco «con cenefas de oro sobre raso carmesí romano» y San Miguel en la capilla; otras dos de raso carmesí también «con cenefas de oro sobre raso azul al romano y San Jerónimo en la capilla», y otras tres de raso falso «con cenefas del romano sobre raso colorado falso de oro de Luca». A fines de siglo se interesó el cabildo en la adquisición de unos tapices que habían pasado por varias manos. El 22 de marzo de 1594 comisionó a los canónigos Ferrer y Lacasa para que gestionaran cerca del colector apostólico unos «panyos de la historia de Estere para la Catedral con un presupuesto de 300 libras —6.180 sueldos—. Lograron su propósito y por un precio ligeramente superior, 309 libras, compraron a Martín de Luna, colector apostólico, el 7 de diciembre, los tapices, cuyo historial se registró en el libro de actas: »Estos panyos fueron de la princesa de Salerno, hija de Villamarín, mujer del último príncipe que murió en Francia, y guando la princesa vino a Hespania por orden del rey Felipe II de Castilla y I de Aragón, se vendieron y se compraron para don Pedro Agustín, obispo de Huesca, y después de su muerte (1572) quedaron en su heredero Joan de Morcat, y después los compró don Martín Cleriguet, obispo que también fue de Huesca, y por su muerte (1593) los tomó la Cámara Apostólica, de la qual se han comprado».86 Trató también el cabildo de encargar una maza —insignia de la Catedral que, llevada por el macero, precedía al clero catedralicio en las procesiones— y, a tal efecto, pagó el 20 de agosto de 1549 a maese Mateu, flamenco pintor, 12 sueldos «por los debuxos que hizo para la maza que se a de azer del capítol».87 Es posible que el proyecto no llegara a realizarse, ya que años después, el 3 de agosto de 1568, el cabildo

acordó escribir al deán Olivito, que se encontraba en Roma, encargándole «que comprase una maza de plata para la Catedral de algún lance que le viniese de algunos cardenales que mueren, que sea buen expediente».88

LOS ÓRGANOS

comenzar el siglo XVI había en el coro de la Catedral oscense dos órganos, uno pequeño, in duda el que se reparaba en 1386 por el organero zaragozano García Civera, emplazado en el muro del trascoro encima de la capilla de Santa Engracia, y el grande, construido en 1465 por el maestro Juan de Berdún, que se debió situar sobre las bóvedas de una de las capillas del entorno del coro del lado de la sede episcopal, la de San Mateo o la de San Miguel. Para el mantenimiento de ambos instrumentos fue contratado el 15 de mayo de 1522 maestre Joan Martínez, maestro de hazer órganos, del lugar de Cascante, avecindado en Zaragoza o en Huesca, con un salario de 100 sueldos que había de recibir cada año «en la Pascua de las flores» —Pentecostés—. Se obligó a «visitar los dos órganos, los grandes y los pequenyos, una vez al año y esto sin llamarlo, afinarlos y mantenerlos de afinados, limpios y drezados; y más es obligado el maestro venir siempre que el capítulo lo llamare». Si había necesidad de reponer algún material, éste era pagado por el cabildo y «el maestro ponía las manos francas».89 Un contrato semejante se firmó entre el cabildo y maestre Gonzalbo de Córdoba, maestro de fazer y afinar órganos, de Zaragoza, el 27 de octubre de 1526, «por afinar los órganos».90

A1

ACH: Resoluciones, fol. 208. ACH: Libro de Sacristía, sin foliar. ACH: Resoluciones, fol. 20v. ACH: Protocolos Pilares 1522, en la fecha indicada; y De actibus capituli, 4, fol. 61. 90. ACH: Protocolos Pilares 1526, en la fecha indicada; y De actibus capituli, 4, fol. 152v. 86. 87. 88. 89.

179


En 1561 el organero de turno, pensionado con 100 sueldos anuales era maese Fermín Granollis, que cobró su pensión el 15 de mayo del año siguiente. Un mes después, el 22 de junio de 1562, el cabildo contrató con él por 60 escudos —1.200 sueldos— el traslado del órgano pequeño a la bóveda de la capilla de San Antón, adosado al coro del prepósito. Previamente preparado por un grupo de piqueros y por maestre Joan fustero, que trabajó «en el antipecho y capilla de San Antón, intervinieron en el traslado el organero maese Fermín Granollis y su criado maese Joan de Orliens, el cual percibió un total de 414 sueldos; el maestro Tomás de Peliguet, que ayudó con sus mozos a desmontar las flautas y castillo y pintó el órgano por 1.185 sueldos; y el fustero maestre Joan que cobró 91 sueldos. El fabriquero llevó cuenta del material empleado en sueldos y dineros: 6.000 marcavises 66.8 tachas 4.000 sobretachas media roba de clavos varas, clavos, ganchos, tornillos 3 docená de aludas 1 roba de cola 23 libras y media de estaño 1 filo de arambre brasil para hazer las teclas panyo para cubrir las teclas témpanos y taulas

2.0 13.4 15.0 28.0 70.0 39.0 47.0 14.0 17.0 4.0 240.0

Terminado el traslado del órgano pequeño, maese Joan de Orliens en el mes de septiembre reparó el grande, para lo que fue menester comprar por 38 sueldos «plomo para el temblante y un filo de fierro y un estanyo para los conductos del órgano grande». Era éste el construido en 1465 por el maestro Joan de Berdún, órgano por el que se pagaron 200 sueldos a un organero, cuyo nombre no se cita, que lo había •afinado y metido ciertos tubos». También fue reparado a fondo en 1584 por maestre Juan de la Fuente, al que se pagaron 200 sueldos. En el cabildo celebrado el 14 de agosto de 1585 se acordó gestionar la construcción de un órgano nuevo, cuando ya se estaba en tratos para el nuevo coro con Nicolás de Berástegui, como se explicará 180

más adelante. El presupuesto para el órgano se cifró en 400 libras jaquesas, más otras 160 que importaban «el estanyo y otras cosas».91 Se aplazó la realización del proyecto hasta el 25 de febrero de 1588, en que se formalizó la capitulación entre el cabildo y Gaspar Marín, «maestro de hazer órganos, residente en la ciudat de Logronyo», con estas características: El caño mayor tenga trece palmos sin el pie que será la mayor entonación para la capilla y de mas perfección. El maestro ha de hazer la delantera del órgano repartido en nueve castillos, en delantera bien repartidos. Más ha de llevar detrás del flautado una flauta de seis palmos y medio que responda unísono del flautado de la cara, la qual ha de ser tapada. Más ha de llevar una octava abierta, octava del flautado. Otrosí ha de llevar otra flauta tapada de espiguilla unísonus de la octava de tres palmos y medio de largo, clara puesta en buen diapasón. Más llevará otra quinzena del flautado mayor, abierta como conviene que sea para el dicho órgano. Más ha de llevar una quinta gruessa docena del flautado mayor. Más ha de llevar otra quinta ancha anazarda octava de la pasada, que sea ancha como conviene que sea el diapasón. Más ha de llevar otra quinta de largo de la pasada en diferente diapasón, que se entiende octava de la quinta gruessa. Más ha de llevar otros dos registros en cada dos caños por punto en la composición mejor y que más claro salga el lleno y en buenas especies de música. Más ha de llevar una diferencia dulzainas en su secreto de por sí sobre el juego con su registro partido. Todas estas diferencias son once registros con las dulzainas, los quales se han de mandar juntos y de cada uno de por sí, sin que se levante el tañedor de su asiento. Otrosí el secreto del dicho órgano ha de ser sin conductos ni reducción, hecho a lo moderno. Más que los tres flautados han de ir sobre sus tabones por más perfección que quede la demás cañutería más desenfadada para que se pueda afinar mejor. Más toda la cañutería ha de ser hecha de buen estaño excepto las dos flautas y quinta anazarda que han de ser mezcla de plomo y estaño.

91. ACH: Resoluciones, fol. 118.


Más ha de llevar este órgano tres fuelles grandes, todos hechos de madera a uso de Italia. Más que las canales de viento sean todas aforradas de baldres o cubiertas. Otrosí ha de llevar otra diferencia de temblante y un juego de quarenta y dos puntos bueno y bien hecho de buen boj.

El órgano había de terminarse en el plazo de un año, poniendo el maestro «su industria y manos solamente», y a cargo del cabildo el material —estaño, plomo, madera, hierro, cola y lo que fuera menester—, además de proporcionar un aposento donde construir el órgano, los gastos de la caja —que construyó maestre Joan de Berroeta— y entregar 500 sueldos para el traslado de herramientas a Huesca. El precio del trabajo del maestro se cifró en 10.000 sueldos. Fue testigo de la capitulación mosén Sebastián Aguilera, organista de la Catedral oscense. El órgano estaba terminado en el plazo previsto y el 27 de junio de 1589 se liquidó la cuenta con maestre Marín.92 Construida la caja por el maestro de la sillería coral, el 26 de mayo de 1591 el cabildo acordó «se comprase lienzo, trenzaderas, tachetas y otras cosas necesarias para las puertas del órgano nuevo».93 Se emplazó sobre la bóveda de la capilla de San Mateo y, probablemente, se aprovecharon en su construcción materiales del órgano de maestre Joan de Berdún. El órgano pequeño continuó en el coro opuesto, sobre la capilla de San Antón donde estuvo hasta 1793, en que, según el doctoral Novella, «se quitó el órgano de la izquierda, llamado organillo».94 El órgano de Marín fue retocado en 1613 por el organero Gaudioso de Lupe, el cual se comprometió el 2 de abril a hacer sonar el flautado más de lo que ahora suena y sacar los caños de modo que estén iguales con las columnas. Quitar las dulzainas de donde están y ponerlas más arriba en el secreto y hacer registro nuevo en ellas y hacer quarenta y dos canalejas nuevas en ellas. Quitar el flautado de madera y poner en donde está quarenta y dos caños nuevos de metal y hacer todo lo que fuere necesario para el asiento dellos. Poner otras dos diferencias para que suene más el órgano, que han de tener ambas ochenta y cuatro caños nuevos de metal y poner asila, en los caños que tuvieren necesidad de ellas quitar los malos vecinos.

Limpiar, afinar y repasar todos los caños que en dicho órgano huviere y poner en él una contra más de las que tiene.

También trabajó en la misma ocasión el maestro Lupe en el órgano pequeño, llamado realexo, que limpió, reparó y afinó «dejándolo en el ínfimo punto» del órgano grande.95

LA SILLERÍA CORAL

ue largo el proceso de construcción de la sillería del coro catedralicio, que sustituyó a la mudéjar obrada en 1401: se comenzó en 1577 y se terminó en 1591. Los primeros contactos entre el cabildo y maestre Nicolás de Beráztegui, architero vecino de Pamplona, fueron anteriores al 19 de noviembre de 1577, en que los canónigos le adelantaron 12.116 sueldos «por razón de la madera que ha traído y ha de traer para hazer las sillas del choro y por la madera y manos de tres sillas que ha hecho para el senyor obispo y asistentes suyos», conforme a una capitulación firmada entre las partes. Y el 14 de enero de 1579 le pagaron 3.000 sueldos «en parte de la obra de las sillas y para proveer de madera».96 En fecha indeterminada maestre Beráztegui trasladó su taller a Huesca y el 14 de junio de 1586 el cabildo nombró una comisión de siete canónigos, presidida por el deán, para que examinaran las sillas que había tallado y trataran con él «de la manera que se han de asentar y cómo se ha de adrezar el coro de ancho y de largo y hagan una capitulación sobre el concierto del coro y asiento de las sillas, la qual traigan a capítulo». Ordenaron también pagarle 150 libras «a buena cuenta, a más de lo que tiene hasta hoy recibido».97

F

92. ACH: Protocolos Pilares 1588, folio 82; y De actibus capituli, 5, folio 236. 93. ACH: Resoluciones, I, fol. 148v. 94. ACH: Ceremonial, V, fol. 511. 95. Arch. Hist. Prov. de Huesca: Protocolo Santapau 1613, en la fecha indicada. Cfr. DURÁN GUDIOL, A.: «Órganos, organistas y organeros de la Catedral de Huesca», en Argensola X (Huesca 1959), p. 297 y ss. 96. ACH: De actibus capituli, 7, fol. 509v; Protocolos Pilares 1577, fol. 850v; y Protocolos Pilares 1579, fol. 40. 97. ACH: Resoluciones, I, fol. 123.

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El coro en la nave central, antes de la restauración.

Nicolás de Beráztegui, mazonero, al que también se llamó en ocasiones Nicolás de Berroeta, era «natural de la probincia de Guipuscoa», había residido en Pamplona, como se ha dicho, y se estableció en Huesca para la obra de la sillería. Casó con María Artiga y tuvo un solo hijo, Joan de Berroeta, que de él aprendió el oficio y que, al terminar el coro oscense, se trasladó a la villa navarra de Sangüesa. A los diez años de trabajo, maestre Nicolás había construido e instalado en la sala capitular de la Catedral la casi totalidad de las sillas sin que hubiera mediado contrato formal alguno. Fue el 9 de enero de 1587 cuando el cabildo y el maestro firmaron ante el notario Pilares una capitulación cuyo objeto era la fijación de precios, la labra de los remates de las sillas altas y de algunas piezas menores, como atriles y puertas laterales, así como el montaje del conjunto coral.

182

El maestro había construido cuarenta sillas altas y treinta bajas, de roble, que, según el documento, «son y están las que el dicho maestro a armado y puesto en el capítulo viejo de la dicha Seo». Faltaban por hacer «los remates a la definición de las dichas sillas», que Beráztegui se obligó a obrar de conformidad con las indicaciones que le diera el cabildo; más dos puertas pequeñas —chicas— destinadas a los dos laterales del coro; dos facistoles, actualmente colocados a manera de ambones en el presbiterio; y, en la colocación de la sillería, los pasillos —tránsitos— entre las sillas altas y las bajas. Se había concertado que la sillería sustituyera a la mudéjar y que se dispusiera en forma de U con la sede episcopal al fondo entre dos sillas para los asistentes del obispo, de cara al altar mayor, disposición que requería la construcción de cuatro sillas rinconeras —dos altas y dos bajas—. Los precios acordados fueron: silla alta silla baja 4 sillas rinconeras silla episcopal y de asistentes 2 puertas chicas

90 libras 35 libras 300 libras 270 libras 250 libras

alcanzando un coste total de 5.370 libras, equivalentes a 107.400 sueldos jaqueses. Además el cabildo donó al maestro «el choro viejo con su madera que oy está en la iglesia en parte del precio de dichas sillas».98 Maestre Nicolás de Beráztegui murió en Huesca en 1589, después de haber dictado testamento «estando enfermo» el 19 de abril del año anterior, eligiendo sepultura en la Catedral y nombrando usufructuaria de sus bienes a su esposa María Artiga «durante su vida no casando», y heredero a su hijo Joan de Berroeta,99 el cual le reemplazó en la obra de la sillería en compañía con Joan de Allí, que venía trabajando en ella desde su inicio, y con Joanes de Luébana, que se incorporó a la muerte de Beráztegui.

98. ACH: Protocolos Pilares 1587, sub die 9 enero. 99. ACH: Protocolos Pilares 1588, en la fecha indicada.


El 11 de diciembre de 1969, a raíz de la restauración de la Catedral, al desmontarse el remate de la silla episcopal, apareció un papel, firmado por Joan de Berroeta el 10 de abril de 1591, en el que se lee: Año 1591 se acabó de rematar la obra de las sillas del coro. Fue la dicha obra principiada por Nicolás de Berroeta, natural de la probincia de Guipuscoa, murió el año 1589 y guando principiada la dicha obra, la qual acabé yo Juan de Berroeta su hijo en compañía de Joan de Allí, el qual asistió a la dicha obra en todo el tiempo des del principio asta el fin; también asistió Joanes de Luébana en mi compañía por tiempo de dos años, el qual se alló asta el fin de la obra... y se acabó en el día 1591 por el mes de abril y a 10, y fue escrito sobre el propio remate do se alla (este papel), estando con la una rudilla sobre la pared. Juan de Berroeta.

Joan de Berroeta, entallador de Huesca, tomó a su cargo la terminación del coro con motivo de la enfermedad y muerte de su padre y cobró del cabildo el 18 de agosto de 1588 la cantidad de 4.300 sueldos «en parte de pago de las sillas que su padre hizo para el coro de la Seo».100 Terminada la obra pasó a Navarra y el 12 de julio de 1593 recibió del cabildo oscense 7.840 sueldos y otros 5.000 el 17 de noviembre «en parte de pago de las sillas del coro y caja del órgano». El 1 de junio del año siguiente se liquidó la cuenta y Joan de Berroeta, «entallador habitante en la villa de Sangüesa», en nombre propio y en el de su madre, cobró 3.000 sueldos «en fin de pago por haber acabado la obra del choro».101 En el libro de actas capitulares se anotó el 14 de junio del mismo 1594 que con la última cantidad satisfecha a maestre Joan de Beráztegui por las obras del coro y órgano «fue rematada toda la cuenta que la yglesia tenía con dicho Joanes y por su memoria se advierte dicho choro costó más de 7.000 libras —140.000 sueldos— y el órgano 2.000» —40.000 sueldos—,102 suma ésta correspondiente a la caja del órgano contratado en 1588 con Gaspar Marín, obrada por Joan de Berroeta. Cada una de las sillas altas se componía de asiento con misericordia abatible, respaldo alargado con imagen de santo en relieve y doselete ricamente tallado con motivos ornamentales y escenas hagiográficas. Las sillas bajas, colocadas a nivel inferior, son de

Hornacinas del remate de la sillería coral:

la misma factura, pero carecen de respaldos y doseletes. A continuación se reseñan las figuras de santos que decoran los respaldos, con indicación del orden de precedencia: LADO OCCIDENTAL 1 silla episcopal Cristo Resucitado 3 San Pablo 2 San Pedro 5 San Andrés 4 San Juan Evangelista 7 San Felipe 6 Santiago 9 Santiago el Menor 8 San Simón 11 Santo Tomás 10 San Tadeo CHAFLANES una virtud 12 San Bartolomé una virtud

una virtud 13 San Matías una virtud

100. ACH: De actibus capituli, fol. 205. 101. ACH: Ibídem, fol. 393, 394; y Protocolos Pilares 1587, fol. 14. 102. ACH: Resoluciones, I, fol. 198v.

183



LADO MERIDIONAL 14 San Mateo 16 San Juan Bautista 18 San Sebastián 20 San Gregorio 22 San Jerónimo 24 San Martín 26 San Nicolás 28 Santa María Magdalena 30 Santa Engracia 32 Santa Águeda puerta lateral 34 San Ivón 36 Santa Orosia 38 Santa Bárbara 40 Santa Nunila 42 Santa Alodia 44 San Pastor 46 San Justo 48 San Lorenzo

LADO SEPTENTRIONAL 15 San Miguel 17 San Esteban 19 San Sixto 21 San Agustín 23 San Valero 25 San Roque 27 San Orencio 29 Santa Paciencia 31 Santa Catalina 33 Santa Lucía puerta lateral 35 San Jorge 37 Santa Elena 39 Santa Eulalia 41 Santa Apolonia 43 Santa Inés 45 San Cosme 47 San Damián 49 San Vicente

El coro y el tramo central del crucero fueron los lugares preferidos para enterramiento de los canónigos que no tenían capilla propia. Eran sepultados en el pavimento, cubiertos con losa que, en general, presentaba el nombre y escudo del difunto, como la de Fortuño Garcés de Salvatierra, canonge e capiscol, muerto en 1450, que, según el Libro de Aniversarios del siglo XV, «yaze en el plano o ámbito que yes saliendo del coro envés en altar mayor a mano dreyta en tomba de piedra do yes su títol e senyales de avecilla o garza». Dos obispos, antiguos canónigos oscenses, estaban enterrados dentro del recinto coral: el obispo de Huesca Martín López de Azlor, muerto en 1324, y el obispo de Tarazona Bertrando Cornudella, fallecido en 1343. El Libro de Aniversarios del siglo XVI registra las tumbas de seis canónigos de esta centuria en la vía sacra, el pasillo que iba del coro al altar mayor. Serían seguramente destinadas a lápidas sepulcrales las dos losas que por 3 sueldos y medio preparó un llamado maestre Martín, y que procedentes «del fosal de los moros», costaron 12 sueldos que se pagaron a fray Arguinales y se hallaban en enero de 1530 «en la claustra laura-

Presidencia de la sillería coral, obra de Nicolás de Beráztegui, Juan de Berrueta y Juan de Allí (1577-1591).

das y puestas en orden para asentarlas», según el Libro de Fábrica. En el momento de redactar el Libro de Aniversarios, se habían excavado ya en el centro del crucero dos fosas comunes, que se encontraron en la reciente restauración de la Catedral: los carnale dextrum y carnale sinistrum canonicorum, cada uno abovedado y con escalera, en la que en 1560 se habían enterrado ocho canónigos en el primero y cinco en el segundo. Los dos carnales fueron abandonados en 1677, en cuyo 4 de agosto el cabildo decidió que los canónigos se enterrasen en las criptas —cisternas o bóvedas— de los dos ábsides laterales, capillas entonces y ahora dedicadas al Santo Cristo de los Milagros y a la Purísima.103

LA CAPILLA DE MÚSICA ""o fue menor que el exhibido en el embelleci-

miento plástico de la Catedral el interés del cabildo por el esplendor musical de las celebraciones litúrgicas o simplemente festivas. En el curso del siglo XVI institucionalizó la capilla de música, compuesta por los pueri chori, infantes chori o infanticos, la schola cantorum y la cobla de ministriles, además de regularizar los cargos de maestro de capilla y organista, que adquirieron rango de racioneros, al igual que los cantores adultos. Los infantes, a los que se exigía buena voz y saber leer, solían vivir en casa del maestro de capilla, encargado de su formación musical: en ocasiones eran preferidos los niños capones. Era su traje de calle valona con caperuza, jubón de media falda, medias de lana teñida, zapatos y sombrero; y su hábito de coro, sotanilla carmesí con botines de seda encarnada, roquete blanco circular y bonete color grana ribeteado de cordón rojo. Participaban en el canto llano coral y, sobre todo, en la polifonía.

103. Ibídem, sub die 4 agosto 1677.

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Aunque el canto polifónico se practicaba con frecuencia en la Catedral oscense desde 1450, por lo menos, no se encontró la fórmula de estabilizar el cuerpo de cantores hasta 1519, en que, con la aprobación del papa León X, se estatuyó que las diez raciones beneficiales de Prepositura se concedieran a otros tantos clérigos in cantu periti, número el de racioneros que se aumentó a doce en 1559, cuatro de los cuales habían de dedicarse a oír confesiones, seis cantores, un maestro de capilla y un organista. Estos ocho, junto con los infantes, formaban la schola cantorum, cuyas voces contaban normalmente con dos tenores, dos bajos, dos tiples y dos contraltos. Obviamente los cantores racioneros estaban obligados también a sostener el canto llano coral. No se desconocía en la Catedral oscense la música instrumental, ejecutada ocasionalmente por menestriles, como los que actuaron «y hicieron música en la iglesia al tiempo de los oficios» navideños de 1570, a los que se recompensó con 250 sueldos. Pero la cobla catedralicia no se inició hasta 1577, cuando el cabildo contrató a Melchor Rey «para tanyer el baxón en la capilla de cantores de la Seo de Huesca siempre que hubiere capilla», con un salario anual de 1.800 sueldos y la obligación de «ensenyar a tanyer a los escolares, infantes y otros de dicha iglesia sin pagar cosa alguna por ello». Al año siguiente, el número de instrumentistas fue aumentado a tres con la incorporación de otros dos «músicos de baxón, menestriles y flautas». Por las mismas fechas se compró una cheremía en Zaragoza, un bajón en Valencia y un tenor a Melchor del Rey, más un sacabuche del menestril Contreras, que se fue endeudado de Huesca. En 1584, ante el cese de Melchor y Contreras, el cabildo contrató nuevos músicos para la copla: consignó a Eugenio, «que toca el sacabuche», 20 escudos anuales, con la obligación «de baxón en la capilla»; 10 escudos a otro bajón y otros tantos a un tercero «por tanyer la chirimía». Completó el conjunto en 1586 Juan Sebastián «para músico de la cobla y para baxón y corneta, con la obligación de hazer plática en la cobla un día a la semana o dos y ser cabeza della,

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consignándole distribución de canónigo antiguo y reconozca la tabla de los días que hay en el año, capilla, fabordón, órgano y cobla de chirimías para que se guarde y asistan todos». La copla de ministriles se desajustó en 1595, cuando se fue de la Catedral el corneta director, hasta el punto de que, «pues no había forma de cómo tanyer los menestriles por faltarles Juan Sebastián», el cabildo decidió despedir a todos. Sin embargo, trató de reorganizarla al año siguiente, acordando prestar a Juan Arcas el bajón, la chirimía y una flauta. Dos años después, ante el interés demostrado por el concejo municipal, que se comprometió a contribuir con 80 escudos anuales al sostenimiento de la copla, el 8 de febrero de 1598 fue contratada la familia Castilla, compuesta por padre y cuatro hijos procedentes de Valencia, «por ministriles para el servicio de la iglesia», con una pensión colectiva de 20 cahíces de trigo, 2 nietros de vino y 350 escudos —7.000 sueldos—. Hacia 1604 se despidió la familia Castilla y el cabildo se encontró otra vez sin instrumentistas hasta junio de 1605, en que, presionados por el concejo de la ciudad, los canónigos acordaron admitir unos ministriles catalanes que habían demostrado su habilidad en la reciente fiesta del Corpus. Se convino en que el cabildo y el concejo pagarían a medias el salario de los músicos, que habían de estar al servicio de las dos corporaciones. Los ministriles estaban obligados »a tañer siempre la copla entera con las quatro voces como ahora están y asistir a la iglesia los días de capilla que se cantan a canto de órgano conforme a la tabla que está en la sacristía»; y servir a la ciudad en sus fiestas —las de San Juan, San Lorenzo, San Jorge, corridas de toros, procesiones y actos públicos— cuando asistieren los jurados. Según la consueta, redactada en 1603, era denso el programa anual de actuaciones de la capilla de música en las modalidades de canto de órgano, fabordón, contrapunto y alternando con el canto llano. En las principales festividades se ejecutaban «a canto de órgano» las primeras y segundas vísperas en su integridad —salmos, himno, Magnificat y Benedicamus—, así como la misa. En Completas, «a fabor-


dón» los salmos, Nunc dimatis y Salve. Y en Tercia, «contrapunto en los salmos y antífonas». Todos los domingos se cantaba la misa a canto de órgano y en las de Adviento y Cuaresma los Kyries y el Credo, alternando con el canto llano. En los Maitines de Navidad se ejecutaban a canto de órgano nueve villancicos después de las lecciones y el Te Deum; en Laudes, el Benedictus a fabordón. El domingo de Ramos y el Viernes Santo se cantaba en polifonía todo el Passio, colocados los cantores de la turba en el púlpito grande, cuatro en el púlpito del lado derecho y el Ihesus en el del lado izquierdo. En la misma modalidad se cantaban la primera Lamentación y los responsos de los nocturnos de Maitines de Semana Santa y a dos coros el salmo Miserere. Advierte la consueta que los tenores y bajos estaban obligados a asistir a coro y «a psalmear y cantar el canto llano». No escasean en los libros de Prepositura y Fábrica las partidas de gastos por las representaciones que la capilla de música, bajo la responsabilidad del maestro, celebraba en la Catedral en el siglo XVI y que respondían probablemente a la tradición medieval de los dramas litúrgicos. La noticia más antigua es de los años 1482 y 1483, en los que el administrador capitular pagó respectivamente 50 y 34 sueldos al maestro de canto «en adjutori por fazer el entremés o la representación de sant Vicent». Para la representación de Navidad —llamada también fiesta de los infantes— se preparaba un tablado y algún decorado, como una «boca de infierno» que obró un platero siciliano en 1561. Los representantes eran los infantes y «muchachos», seis por lo menos, para los que el cabildo compraba zapatos hechos ex profeso y se ataviaban con «vistidos, cetros, barbas, saias y cascabillos». Amenizada por los ministriles, la representación incluía «coetes y cluxidores», comprados a un escopetero, como sucedió en 1581. De la representación de Pascua de Resurrección sólo se sabe que se compraron en 1582 cinco pares de zapatos «para tres infantes y dos mochachos que representaron». No consta si la había en la fiesta de

Pentecostés, de la que sólo se conoce que se repartían papeles de aleluyas, se soltaban doce palomas y se encendían tronadores colgados de una cuerda. Las cuentas de Fábrica de 1515 a 1535 dan a entender que en este tiempo se daba una representación el día de Corpus, en cuya procesión figuraba un grupo de veinte reyes, tocados con coronas o diademas y acompañados por infantes vestidos de ángeles. En 1515 se pagaron 17 sueldos a Pau Reig por pintar las coronas de los seniores; en otra ocasión el yerno de éste, maestre Esteban Solórzano, cobró 8 sueldos y medio por «hazer una diadema para el día de Corpus de nuevo». En 1529 en «la fiesta de la procesión del Corpus» se pagó un sueldo a cada uno de los doce «reyes que cantaron» y medio a los ocho «que no cantaron». En igual ocasión de 1535, maestre Sebastián Ximénez, mazonero, cobró 22 sueldos «por los tres pares de alas para los infantes, de manos y la madera», alas que pintó el citado Solórzano. Los representantes —doce de ellos probables miembros de la capilla de música— eran agasajados con «la colación de los reies para la procesión del Corpus»: en 1524 consumieron 25 libras de cerezas, 25 de guindas, un cántaro y medio de vino, rosquillas y pan; al año siguiente, 50 libras de cerezas, un cántaro y medio de vino y roscas. Parece que en las últimas décadas del siglo XVI se modificó la comitiva de reyes y ángeles de la procesión del Corpus por una escenificación sobre tablado y con decorados, como consta en las cuentas de Fábrica de 1588, referentes a la «representación del día de Corpus», que costó 333 sueldos: Por 7 pares de zapatos para los representantes 64 s. Por 6 papelones 12 s. A Marañón por hazer el tablado Por el gasto que hizo el maestro de capilla

24 s. 133 s.

Fue en 1606 cuando se habló por primera vez de comedia del día de Corpus. Jusepe Nadal, maestro de capilla, pidió permiso al cabildo para representar una y no sólo le fue concedido, sino que los canónigos acordaron que los gastos fueran a cargo de la Fábrica. Nadal y los actores fueron recompensados con 12 sueldos para que celebraran el éxito obtenido con pollos. 187


La primera noticia sobre el repertorio polifónico es de junio de 1520, cuando un mosén Johan de Usón se comprometió por capitulación a «fazer dentro de un año un libro de canto de órgano y otro libro para motetes y magníficats». El cabildo, que le adelantó 10 florines de oro, se obligó a pagarle 19 sueldos «por cada oficio que escriba en el primer libro y en el segundo a darle 2 sueldos de cada parte». Un escribano de libros, llamado Clemente Perbiller, trabajó en 1581 tres libros de canto de órgano y otros de tamaño grande, probablemente de canto llano, para el coro. Todos fueron encuadernados por el librero Pedro de Pisa. En 1593 se pagaron en Madrid a Tomás de Victoria 20 escudos «por el libro de canto que había enviado» al cabildo. Y en 1594 se pagaron 50 sueldos «por un libro de música que se intitula de Robledo», comprado por el maestro de capilla. Es probable que el mayor repertorio fuera debido a maestros de capilla y organistas de la propia Catedral. Compositores de mérito fueron, que se sepa, el maestro Juan de Olorón (1551-1566), del que se conservan varios Passios a cuatro voces en el archivo catedralicio, y el organista Sebastián Aguilera (1585-1603), que después lo fue de la Catedral de Zaragoza y al que el cabildo oscense pagó en 1618 la cantidad de 300 sueldos «por un libro que ha compuesto y ha inviado al capítulo».104

LA CUSTODIA arece natural que a fines del siglo XVI no gustara a los canónigos la custodia gótica que regalara a la Catedral en 1425 el canónigo Alguinyero. De ahí que el cabildo acordara el 15 de febrero de 1594 encargar una nueva custodia de gusto renacentista. Para su financiación convinieron los capitulares en gravar sus propias rentas con unos 500 sueldos las de cuatro dignidades, con 200 las de otra y con 100 las de los demás prebendados, alcanzando un total de 3,200 sueldos, cantidad a la que

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había de sumarse el legado de 3.900 del maestro Antón Jaqués, más la plata de la Sacristía que no era necesaria. Es probable que el cabildo intentara alguna contribución por parte del obispo recién elegido, Diego de Monreal, el cual debió negarla. Por ello se retrasó la firma de la capitulación pertinente con un platero hasta dos años más tarde, «después de muchos tratados entre el señor obispo y el capítulo», con una nueva fórmula de financiación. Josepe Velasques de Medrano, platero vecino de Pamplona, presentó el proyecto de custodia, dibujado en un pergamino, y el 22 de junio de 1596 se firmó el contrato en poder del notario oscense Andrés de Castro, tras la aprobación de las cláusulas por el cabildo, el cual acordó que para la confección de la custodia «se pueda tomar de la plata de la sacristía toda la que pareciere no ser necesaria para el ministerio de la iglesia y también puedan tomar otras cosas de la sacristía, como sedas, que no fuesen necesarias», corriendo todos los gastos a cargo de la Sacristía. El 9 de octubre Diego Velázquez dio al cabildo un instrumento de fiadores, fechado en Tarazona del reino de Aragón, por la cantidad de 60.000 sueldos jaqueses. Realizada esta formalidad, los canónigos le entregaron la plata necesaria —mil onzas—, parte en objetos de este metal —unas 580 onzas— y parte en dinero, como anotó el secretario capitular: plata aragonesa plata catalana plata acondrada en reales

193 onzas 204 onzas 183 onzas 7.237 onzas

Aceptado el proyecto, el platero se comprometió a labrar la custodia en forma de templete, rematándola con la figura de la Fe; a trabajar la plata a martillo y limarla bien en los interiores; a armarla a su costa con la madera y hierro necesarios, y a terminarla en el plazo de dos años y medio.105

104. DURÁN GUDIOL, A.: La capilla de música de la Catedral de Huesca, en Anuario musical XIX (1966), pp. 29-55. 105. ACH: Resoluciones, I, fol. 264.


La custodia no llegó a la Catedral hasta abril de 1601 y fue tasada en 72.240 sueldos por dos plateros elegidos por el cabildo y por Velázquez: fueron Jerónimo Pérez de Villarreal, vecino de Zaragoza, y Hernando de Oñate, vecino de Olite. No había terminado el orfebre pamplonés todas las figuras, cuando el 14 del mismo mes se comprometió a labrar tres más. Y unos años después, en mayo de 1605, a petición del cabildo, sustituyó lá de Cristo Resucitado por otra mayor. De un peso total de 6.606 onzas, la custodia es un templete de cuatro cuerpos con columnas: en el primero presenta a Cristo saliendo del sepulcro; en el segundo, los apóstoles rodeando el viril; en el tercero, la Virgen; y en el cuarto, el Agnus Dei. Remata el conjunto, conforme al proyecto, la figura de la Fe. Costó en total 181.936 sueldos.

a CLAUSTRO os canónigos no aplicaron al deteriorado claustro el mismo celo renovador que al interior de la Catedral. Las antiguas capillas de Santa María, Conversión de San Pablo y Santiago dejaron de tener culto y se encontraban en estado ruinoso. En cambio, continuaban activas algunas dependencias del ala septentrional, como la Sala capitular, la Casa de la Limosna y la Casa de la Prepositura. El ala meridional, gótica, seguía como en el siglo XV, sin terminar. La capilla de Santiago, en el ámbito del claustro románico, fue objeto de renovación, no documentada, a fines del siglo XVI: fue cubierta con bóveda de crucería en ladrillo, pero se cerró su arco de entrada en 1621 y se incorporó como sacristía a la capilla de Todos los Santos, abierta al crucero catedralicio. Las capillas del ala oriental, las de Santa María y Conversión de San Pablo, en estado ruinoso, no fueron restauradas, a pesar de un intento de renovación de la segunda en el año 1593. El 24 de abril el cabildo acordó concederla al obispo Martín Cleriguet de Cáncer «para readrezalla y servicio suyo», con facul-

L

Custodia del Corpus, obra de lusepe Velazques de Medrano (1594).

tad de abrir una puerta que la comunicara con el palacio episcopal. Una nota marginal del acuerdo explica que el obispo «no la tomó y murió», el 19 de noviembre." Recién estrenado el siglo XVII, el obispo Diego de Monreal y el cabildo proyectaron conjuntamente la continuación del inacabado claustro gótico, añadiéndole el primer tramo de la propuesta ala occidental. Los representantes del prelado y de los canónigos contrataron el 11 de enero de 1602 a los canteros oscenses Juan Combarel y Juan Valén para que construyeran el primer tramo ajustado al modelo del siglo XV. La obra a realizar consistía en levantar «tres pilares de piedra buena, los dos de medio labrados conforme a los otros que están ya hechos en la otra

106. Ibídem, sub die 24 abril 1593.

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parte de la claustra con sus estribos y todos ellos con el fundamento necesario para poder cargar la bóveda y las demás obras; y hacer los antipechos que van de un pilar a otro de buena piedra de la misma traza, labor y proporción que los que hoy están hechos». Incluidos algunos arreglos de la lonja y de un estribo en la esquina de la fachada, la obra se ajustó en 320 escudos.107 La bóveda del nuevo tramo es de crucería en ladrillo. El ala iniciada no se continuó. En el ángulo noroccidental, correspondiente al patio de la parte trasera de la Casa de Prepositura, lindante con una «placilla» y con la actual calle de Forment, se conservan trece depósitos circulares de diversos tamaños, de piedra en el exterior y revestidos de azulejos en el interior. Son conocidos con el nombre de truxares. Una capitulación, fechada el 15 de diciembre de 1568, entre el cabildo y los piqueros Pedro Cabanes y Pedro Tellos, residentes en Alcalá de Gurrea, sobre la construcción de dos truxares en la villa de Almudévar, cuya parroquial dependía de la Prepositura oscense, ilustra sobre los elementos del truxary sus funciones. Los dos, de piedra, habían de tener una altura de cuatro varas, dos «debaxo tierra y dos encima de tierra», Cada uno había de «colar 60 mietros de mosto». Los piqueros se comprometieron a obrar también «un truxarico y más dos piezas agujereadas para sacar el vino y el laquillo por donde se ha de sacar el vino», además de la pisadera de piedra y de «una ventana para descargar las uvas». Terminada la construcción, se obligaron a «hazer el betumen que será menester y embetunar los dichos truxares». El precio estipulado fue de 95 libras, equivalentes a 1.900 sueldos.108 Para la Casa de Prepositura, en el lugar antes indicado, el cabildo contrató dos truxares el 14 de julio de 1596 con maestre Esteban Casañas, piquero vecino del lugar de Apiés, en 100 escudos. Se convino que, con una capacidad global de 600 a 700 cargas, se construyeran «de ladrillo para adentro y guarnecidos por afuera con su piedra picada, bien algamasados como conviene y muy tenientes». El maestro aportó a su costa «la piedra gruesa y menuda, graba,

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arena, agua, manos y todo lo demás», proveyendo, por su parte, el cabildo »la cal, aljez y ladrillos». Previamente se suprimieron dos ornales y se derribó «un arco de piedra que hay en el dicho patio». Se incluyó en el contrato «continuar el banco de la calle que está para los otros truxares lo que fuere necesario para el descargadero de dichos dos truxares, y más ha de cerrar el maestro la puerta, dexando una ventana competente para poder descargar en los dos truxares, y ha de hazer las canillas de dichos truxares que vengan a vaciar en un cubo y hazer dicho cubo de piedra muy bueno». El maestro se obligó a terminar la obra en el mes de septiembre del mismo año y a sufragar los gastos «de todo el pan y vino y lo demás que fuere menester para sus comidas, almuerzos y meriendas y bebidas entre día para él y todos los que trabajasen en dicha obra».109 Según las cuentas del Libro de Prepositura el coste total fue de 3.623 sueldos 10 dineros, dos mil de los cuales corresponden al precio concertado con el maestro Casañas y el resto a la cantidad satisfecha en material por el cabildo. Al año siguiente se gastaron 647 sueldos en «embetunar los truxares» y se compró un cahíz de calcina por 2 sueldos 10 dineros para «asentar la poza de los truxares nuevos». En el verano de 1598 se rehicieron los truxares que estaban junto a la Casa de la Limosna por 2.248 sueldos. La construcción de otros tres trujares se comenzó el 8 de marzo de 1606 y costó 8.540 sueldos. Al año siguiente se invirtieron 1.586 en la reparación de uno de los pequeños que «no salía». El conjunto de los depósitos, llamado «la Primicia», estaba cubierto con un tejado «hecho a la teja seca» y fue objeto de restauración en 1610. El 16 de junio firmaron la correspondiente capitulación el canónigo Francisco Colón, en nombre del cabildo, y Juan Rochel, piquero vecino de Huesca. Se encargó a

107. BALAGUER, F.: «El claustro y los canceles de la Catedral de Huesca., en Argensola II (Huesca 1951), p. 273. 108. ACH: Protocolos Pilares 1568, II, fol. 829. 109. Arch. Hist. Prov. Huesca: Protocolo 10.360, fol. 492v-496.


éste descubrir el tejado, conservando las tejas, deshacer «el trujar que está en la calle baja» y parte del muro que delimitaba el recinto, en una primera etapa. Y en la segunda, abrir los fundamentos de un trujar nuevo y de la tapia y construirlo. El trujar, de piedra en su exterior y de ladrillo en el interior, se dispuso que tuviera «27 ladrillos de ruedo y 14 de fondo», bien reforzados para que «la fuerza del vino no le haga reventar», con sus pasaderas en la parte superior y una taponera nueva. La tapia, de ladrillo y medio de grueso, en sus caras de argamasa se había de reforzar con cuatro pilares de ladrillo y medio con sus trabas. No se concertó la reposición del tejado, que probablemente se confiaría a un maestro de casas. La obra se valoró en 185 escudos, equivalentes a 3.700 sueldos.110

y

VASALLOS

; el siglo XVI la Catedral poseía el señorío de cinco lugares con un total aproximado de ochenta casas de vasallos —Tabernas, Banariés, Ipiés, Yéqueda y Banastás—, cuyas rentas se aplicaban a prebendas, razón por la cual no se conservan datos de su rentabilidad. La intervención dél cabildo se limitaba al nombramiento de justicias y bailes en cada una de las cinco poblaciones. La condición de vasallos de la Catedral no diferiría sustancialmente de la que tenían los vecinos de Lierta, reflejada en la concordia que el 24 de febrero de 1521 firmaron con sus señores, Vicente de Samper y su esposa Violante Tolón, reunidos en concejo en la puerta de la iglesia parroquia1.111 El señor temporal tenía la propiedad de la tierra, incluida la yerba, el agua y el bosque, así como la «del molino, forno, carnicería, panacería y tavierna». Sin embargo, los vasallos gozaban de libertad para enajenar bienes muebles e inmuebles a personas de su condición, con tal que éstas prestaran «juramento de homenaje» al señor. También estaban facultados a tener horno en casa, a sacrificar animales para su consumo y a «vender vino a cántaros».

Cada vecino estaba obligado a pagar anualmente «el onzeno de todos los panes, el quinzeno del vino, una carga de lenya por la fiesta de Navidad y una gallina». Cada casa aportaba al cultivo de las fincas del señor «una junta para labrar, un peón para cavar o segar», y participaba en el «carriar y trillar una carga de los panes». Cuando el señor quería edificar una nueva casa, el concejo contribuía con veinticinco peones, sólo «para levantar las paredes foráneas». También designaba un hombre, si era requerido para acompañar al señor; y cuando éste iba personalmente «en alguna vallenza», ordenaba la comitiva con todos los hombres que él quisiese, «dándoles el senyor la costa». La concordia entre el señor y los vasallos de Lierta sustituyó, probablemente incrementándolo, el régimen tributario anterior: en su virtud los vecinos fueron obligados a pagar 400 sueldos anuales «por todos los drechos, azofras, pechas y rentas»; por su parte, el señor renunció al «senyorío de la yerba» a cambio de 100 sueldos cada año y al «drecho de agua, cáñamos, lino y otros ortalicios». Así el señor como los vasallos estaban obligados a satisfacer diezmos y primicias a la iglesia. Por lo que respecta a los lugares dominicales de la Catedral, es interesante una especie de norma procesal, aprobada el 7 de diciembre de 1544 por el «consello de los justicia, jurados y universidat» de Igriés, reunido en la iglesia parroquial, con la intervención de dos canónigos «procuradores de los muy reverendos senyores deán, canónigos y capítulo de la Seo de Huesca, senyores del dicho lugar de Igriés», a quienes con toda seguridad se debió la redacción, aprobados por unanimidad ante el notario oscense Luis Pilares, de unos «statutos, stablimientos, capítulos y ordinaciones», que habían de aplicarse en adelante por el justicia y jurados de Igriés. En el artículo primero se determinó que fueran presas y detenidas en la cárcel común del pueblo

110. ACH: Protocolos Pilares 1610, fol. 226. 111. ACH: Protocolos Pilares 1521, en la fecha indicada,

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las persona o personas de qualquiere ley, estado, grado, sexo o condición que en Igriés o sus términos fará o farán, perpetrarán o cometer mandarán homicidios, feriadas, furtos, robos, raptos de bienes, de mulleres o adúlteras, alcogotamentos, soladamientos de muros, transgresiones de muros, crebanto de puertas o de casas y clausuras de aquellas o de caminos públicos, bregas, pordenyales, resistencias a oficiales del senyor rey o del dicho lugar, invasiones, feridas o mutilaciones de miembros, mampolios, convencidas, movimientos, sediciones, escándalos, bregas de nueit, bregas de día con ballestas o otras armas, invasión de casas, fuego meter en aquellas o disponer meter lenya ad aquellas por meter fuego, fer pazes o treguas voluntarias, justas pora don pornán por cometer homicidio o ferir, pozones o brebages o yerbas verinosas o mortíferas o amatorias darán dar.

El acusado había de ser procesado por el justicia de Igriés brevemente, sumaria, simple y de plano sines discriptu y figura de juicio, attendiendo sólo el fecho de la verdat, no curando del orden foral, ni de algún otro orden procesal, toda natura de difugio, dilaciones y malicias, tirados, apartados y removidos, admesas empero legítimas defensiones.

La acusación correspondía al concejo «por vía de los presentes estatutos», debiendo los vecinos en particular acusar «por la vía foral», a no ser que consiguieran licencia del concejo. El delito había de probarse con cartas públicas, testimonios cristianos, judíos, moros, mulleres aun que sian putas de burdel, ninyos mayores de doze años, presumptiones vehementes, judicios, conjeturas y argumentos.

Los mismos estatutos aclaran el motivo de su promulgación: el temor a que Igriés se despoblara a causa de los desafiamientos y de los bandos. En el artículo decimotercero se lee: Item, como speciencia haya demostrado que, por haberse fecho desafiamientos en el dicho lugar de Igriés ad algunos vecinos y habitadores de aquél y de aquellos se ha seguido muchos y diversos devises y bandos y muertes y otros enormes delictos en aquél et ansí el dicho lugar venir en punto de destruirse; et por tal remediar quieren y ordenan que qualquiere persona que dentro del dicho lugar y términos por sí o como procurador de otro desafiará o desafiar fará directament o indirecta o menazará o menazar fará ad alguna otra persona, o el tal desafiant o menazant por el justicia sia preso y en la presión común preso detenido tanto y tan largamente fins que haya 192

renunciado mediant carta pública los desafiamientos o menazas.

Los «favorecedores del desafiante y su procurador debían ser condenados a la multa de 100 sueldos jaqueses. También se prohibió llevar armas y volver a Igriés aquellos que hubiesen participado en bandos.112 En fechas próximas a la redacción del documento de Igriés no eran infrecuentes el bandolerismo y la violencia. Por vía de ejemplo, cabe citar el caso del pintor Pedro López, acusado en 1548 de bandolero, quien, para no ser reconocido, en sus fechorías hablaba en catalán y no en su lengua aragonesa; de haber desafiado a los vecinos de Morrano, de los que obtuvo 40 sueldos; de fingirse inquisidor y chantajear a los cristianos nuevos, como los de Puibolea; de haberse apoderado de un preso en Aguas contra la voluntad del justicia, «en hábito de bandolero y con siete u ocho lacayos»; y de otros delitos semejantes.113 Otro estatuto, éste para el lugar de Banastás, fue promulgado por el concejo en presencia de un canónigo regidor, representante del deán y cabildo catedralicio de Huesca, señores temporales, el 22 de mayo de 1610. Contiene sólo dos artículos precedidos del siguiente preámbulo: Por quanto al buen gobierno de la república, paz y quietud della y conservación de los buenos y de las haciendas de los que trabajan, conviene esté limpio el lugar de gente vagamunda, olgazana y otras personas de mal vivir, que son polilla de los buenos y de muchas maneras perniciosas,

estatuyeron que el justicia «de su mero oficio y sin instancia de parte alguna pueda mandar salir del lugar con cominación de azotes y destierro por el tiempo que le pareciere a las personas dañosas a la república»: vagamundos, olgazanes que viven sin trabajar, amancebados, rufianes, alcahuetes, alcahuetas, bruxos, bruxas, echiceros, fulleros, ladrones, robadores de fructos, faxuelos y leñas, encubridores de hurtos y crímenes y otras personas de mal vivir e infamadas de tales crímenes.

112. ACH: Protocolos Pilares 1544, sub die 7 diciembre. 113. DURÁN GUDIOL, A.: «El proceso de maestre Sebastián Ximénez...», página 22.


En el artículo segundo se prohibió a los vecinos alquilar casas y acoger personas forasteras sin licencia del justicia.114 En su doble condición de señor de Yéqueda y propietario de la iglesia parroquial, el cabildo contrató en 1568-1569 con maestre Miguel de Orliens, mazonero de Huesca, por 1.400 sueldos la obra del retablo mayor, cantidad que fue liquidada en su totalidad el 26 de septiembre de 1569.115 El retablo de Orliens, en el color natural de la madera, fue colocado en el altar mayor de Yéqueda: medía 25 x 15 palmos. En el centro del banco, colocado sobre el altar había el tabernáculo o sagrario; el centro del cuerpo presentaba en la caxa la imagen de San Martín, tallada en madera, con dos tableros a cada lado en blanco; y el tablero de arriba o frontispicio sin decorar. La pintura fue contratada por el cabildo con maestre Raphael Joan de Monzón, vecino de Huesca, el 19 de febrero de 1571 en 2.800 sueldos. El maestro pintor se obligó a dorar la mazonería

—guardapolvos, arquitraves, resaltes, artesones, columnas, bolantes, frisos y difiniciones— «de plata corlada con sus campos de azul»; a dorar «de oro fino» la talla de San Martín; a decorar el interior del sagrario con «estrellas de oro sembradas en campo azul» y pintar en sus puertas dos ángeles ceroferarios; a ilustrar con imágenes de santos, a elección de los canónigos, los cuatro tableros del cuerpo; y a representar en el frontispicio, según costumbre, «la imagen de Dios Padre y Spiritu Santo y bajo en el tablero de la punta el Crucifixo, Nuestra Señora y San Juan». Para una vez terminada la pintura, año y medio después, el cabildo se reservó el derecho de encomendar su visura «a pintores ábiles y expertos en el arte».116

EL PALACIO EPISCOPAL

espués de las de 1384 no se conservan más noticias de obras en el palacio episcopal hasta 1478, cuando el obispo Antonio de Espés procedió a reformar el tinel mayor, conocido en lo sucesivo como sala mayor y actualmente como

D

salón del Tanto Monta. Es una estancia rectangular, grande, de paredes de tapial, cubierta con un artesonado de gusto mudéjar, en cuyas vigas policromadas se inscribe el mote «Tanto monta» de los Reyes Católicos, presentando sus zapatas el escudo del obispo entre ángeles. El historiador Diego de Aynsa pudo leer la inscripción conmemorativa que recorría los cuatro muros: «En el año 1478 fue fecha la presente obra por el noble don Antón de Espés, por la divina gracia obispo de Huesca, regnante la magestad del rey don Juan y en Castilla su glorioso hijo don Ferrando rey de reyes». Probablemente se debieron a su sucesor, el obispo Juan de Aragón, los entresuelos o cámaras bazas, que dividieron horizontalmente las salas con arcadas del primitivo palacio episcopal, sitas debajo de la sala mayor y de las cambras del retraimiento de su senyoría. Fueron cinco reducidas estancias en la primera —actualmente desaparecidas— y cuatro en la segunda en estado de simple ruina. Es posible que su construcción fuera motivada por la sustitución de las antiguas cambras de la companya, edificio exento de una sola planta ubicado entre el tinel mayor y la cabecera de la Catedral. Otra reforma, ésta ciertamente comenzada por el obispo Juan de Aragón, fue la sustitución del primer cuerpo del palacio medieval —el tinel, repost y cozina—, contiguo al claustro románico, por una nueva construcción de dos plantas, conocida como quarto nuevo, con un pórtico de cinco arcadas de medio punto, en cuyo frontispicio figura en piedra el escudo del prelado fallecido en 1526, y que comunica el claustro con el salón Tanto Monta. La segunda planta, actualmente suprimida, se dedicó a oficinas del vicariato y oficialato de Huesca. Parece que, durante el pontificado del mismo, se construyó una segunda planta en el edificio subsidiario que se hallaba junto a la puerta principal de la

114. ACH: Protocolos Pilares 1610, fol. 123. 115. ACH: Resoluciones, 1, fol. 34 y 35v. 116. ACH: Protocolos Pilares 1571,1, fol. 28.

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calle de Desengaño. En ella se ubicaban las instancias del comisario general y tres cambras de otros familiares del obispo Juan de Aragón; y en la planta baja continuaban el reposte de lenya y cebada y las caballerizas. Las primeras plantas, correspondientes a las salas del palacio episcopal de principios del siglo XIII, después de la construcción de los entresuelos, se destinaron a comedor, cocina, instancia de comer de verano, despensa y bodega. A través de los inventarios de bienes muebles de los obispos difuntos es posible una aproximación al estado del palacio episcopal durante el siglo XVI. Se conocen tres de tales documentos, redactados en 1526 a la muerte del obispo Juan de Aragón, en 1574 tras el fallecimiento del obispo Diego de Arnedo y en 1584 el del obispo Pedro del Frago, describiendo cuanto se guardaba en las diferentes estancias «de las casas y palacio do suelen residir los obispos de Huesca, las quales se tienen con el claustro y patios de la Seu de dicha ciudad». Entrando por la puerta del vispe, desde el claustro románico, la primera dependencia era la del parto nuevo, que no debía estar terminado aún del todo en 1526, ya que no se menciona en el inventario del obispo Juan de Aragón. La primera cámara de este edificio se amueblaba con una mesa de nogal y un arca grande; la segunda cámara con arcas de pino, cerradas con llave, en la que se guardaban los vasos sagrados y la indumentaria episcopal; y en la alcoba había en 1574 una mesica de nogal y en 1584, además de ésta, un repostero con las armas del obispo Frago, una imagen de alabastro de la Magdalena y algunas armas. En el cuerpo contiguo se halla el salón de Tanto Monta, llamado tinel mayor en el siglo XIV y sala mayor o sala grande en el XVI. El inventario de 1574 no la menciona. A la muerte del obispo Juan de Aragón se registraron «unas ystorias del rey don Ferrando pegadas en las paredes», que serían los «ocho lienzos de diferentes historias», registradas en 1584, cuando, además, los muros se decoraban con tres reposteros con el escudo del obispo Frago, «seys

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panyos de raz con figuras» y un lienzo con la Oración del Huerto; amueblaban la sala dos mesas de nogal con pies romanos y una docena de sillas, unas «de respaldo alto negras», otras de terciopelo negro y otras «comunes»; en el suelo, esteras y alfombras. Parece que el salón Tanto Monta terminaba en una estancia más reducida, que podría haber sido destinada a despacho episcopal: era la cambra paramenti, en la que se encontró en 1526 «un destrado solo de fuste» y mejor amueblado en tiempo del obispo Arnedo con «una arquimesa de nogal guarnecida de mazonería, un cofre guarnecido de cuero, una silla de cuero y un arca de pino grande» en la que se encontraron manteos, sotanas, bonetes y otras ropas del obispo. En el cuerpo contiguo, que forma ángulo con el anterior, se ubicaban las dependencias privadas del obispo, llamadas en 1526 del retraimiento de su senyoría. A pesar de las muchas obras de reforzamiento de su estructura, realizadas modernamente, no se pudo evitar la ruina de sus muros de tapia, en los que se encontraron dos ventanales góticos con tres arquitos y columnas cada uno. Constaba de tres piezas: la cambra primera de la chaminera con su hogar, correspondiente al studio del siglo XIV y llamada scrivanía y cámara de la librería en 1574: en tiempo del obispo Aragón había en ella «tres sillas de cuero con respaldos, una mesa castellana con su pie, un banco encaxado de madera, una mesa con sus pies de campaña y un armario con tazas, redomas de vidrio y unos potes y azeiteras de tierra y dos agullas de sagnar»; en el inventario de 1574 se registraron «tres estantes» con un total de 520 libros, «una mesa con sus piedes, un banco encaxado con sus caxoncicos de pino, un cofre guarnecido de cuero con su cerraja y llave y un baúl guarnecido de cuero»; a la muerte del obispo Frago —1584— se inventariaron en el estudio, además de los libros de su rica biblioteca, «un antefuego de fierro y una gelosía para delante del fuego, un espejo grande de vidrio, una arquimesilla pequeña, un relox de azero con su causa y llavezica, una arquilla o cofrico de fierro, una causilla como


de arquimesa de taracea, una mesica con tapete verde viejo, una arquilla cubierta de tafetán con su cerraja y llave y dentro de ella cinco sortijas de oro». La sala contigua era la cambra segunda del retraimiento del obispo Aragón, a la muerte del cual se habilitó para capilla ardiente con un altar cubierto con tres manteles alamandiscos y una imagen de la Piedad, encontrándose el cadáver «en un lecho de madera con sus pies, una cubierta de cendal, quatro colchones y una hijuela, un panyo de seda negro con una cruz bermeja de cendal, quatro almohadicas de cuero bermejas y una de raz», y presidiendo «un Crucifixo con su peaña»; muerto el obispo Arnedo, sólo se encontró en esta sala »una cama con tablas y dos pies de pino». La cambra postera del retraimiento o cámara que sale al fosal debió ser la antigua cambra do suelen dormir los vispos, del siglo XIV. Parece que ha de localizarse en el edificio contiguo de cantería, del que se conservan parte de los muros, los arranques de arcadas y vestigios de ventanas, frente al fosal de la Sacristía de la Catedral. En 1526 se inventariaron «una cama de cuerdas con dos colchones, un sobrelecho pardo lampado, una arquilla que es antorchera, un repostero rasgado echo todo con las armas de su senyoría, en un armario un juego de tinguillos de bronze y dos potecicos de carne de menbrillo»; en 1574 «se alló una cama de campo con pilares de noguera, un buffet de nogal con su pie, una mesa con su pie de pino, tres pies de mesa y una vasija vieja»; y en 1784, en la «alcoba donde dormía el obispo Frago» se encontraron «una cama de galera con su pavellón de tafetán azul, quatro colchones, cinco lienzos de pintura, un quadro con el rostro de Nuestro Senyor y un bufete». Carecía de relevancia el comedor, situado en la primera planta del palacio, debajo de los entresuelos, así como la cocina y la despensa. A la muerte del obispo Juan de Aragón se inventariaron en el comedor una mesa de madera, tres bancos y un armario. En tiempo del obispo Arnedo era comedor de los criados, con una mesa de pino grande y dos bancos

también de pino. Contigua a él se encontraba la cocina y a continuación la instancia de comer de verano, en la que «no se falló nada» en 1526; era el repostero de la cocina en 1574; y la espensa o despensa en 1584, en la que se guardaban «tenajas de tierra, una mesica de pino, un banquillo de pino, cántaros, botejos, un odre, vasos de vidrio para azeitunas y una perola de arambre». Muerto el obispo Frago, se encontraron en la caballeriza «tres mulas grandes negras con sus sillas y frenos, un coche con sus guarniciones para las mulas, dos pardas y una roya de carro, un carro cubierto y un carro descubierto». Y en el corral del huerto en 1574, «seis gallinas, un gallo, dos capones y unos quantos conejos».117 Se conservan incompletas las cuentas de ingresos y gastos de la casa episcopal, correspondientes a 1463-1464, en el pontificado de Ponz de Fenollet, en un cuadernillo de 22 folios de papel. He aquí la suma de los ingresos, que abarcan de enero de 1463 a agosto de 1464, y de los gastos de enero de 1463 a agosto de este mismo año, en sueldos y dineros: Rentas ordinarias Arrendamiento del obispado 31.471.10 Señorío de Sesa 2.000.0 Derechos ocasionales 587.0 Ingresos extraordinarios Cobro de deudas Ventas Sisas de Huesca Gastos no realizados Restos de cuentas anteriores

3.130.0 2.827.0 1.875.0 1.501.6 250.3

Gastos ordinarios Gastos de casa Salarios Ropa y calzado de familiares Ropa para el obispo

5.317.6 560.0 275.8 369.1

43.642.7

117. Los tres inventarios se encuentran en ACH: Protocolos Pilares 1526, sub die 13-XII y Protocolos Pilares 1574, II, fol. 622; y en Arch. Diocesano de Huesca: Commissiones apostolicae Petri Fragi, sign. 3.658, que en parte publ. More, C.: «El testamento y colección del obispo don Pedro del Frago, en Artigrama II (Zaragoza 1985), p. 69 y ss.

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Gastos extraordinarios Persecución de ladrones Armas Joyas y plata Varios Préstamos

908.0 482.8 749.0 161.10 3.900.0

12.723.9

Destacan los gastos extraordinarios que importó la persecución de unos ladrones que en la noche del 26 al 27 de enero de 1463 robaron dinero y plata del palacio episcopal. Sin pérdida de tiempo se enviaron parejas de hombres a perseguirlos: una tomó la dirección de Jaca; otra el camino de Castilla; una tercera fue a Cataluña, y la cuarta a Luna. Los ladrones, después de esconder el botín en los alrededores de Zuera, se fueron a Castilla, siendo capturados en Borobia (Soria) en el mes de mayo y conducidos a Huesca, donde llegaron el 18 de junio, recuperándose el producto del robo el 1 de julio.118 En el Liber Taxe de 1488, sobre la contribución de la clerecía oscense a la conquista de Granada, se cifra en 29.888 sueldos jaqueses la rentabilidad de la mensa episcopal, una vez deducidos los gastos ordinarios de la mitra. Según el informe del año 1560 sobre la división del obispado de Huesca, «valdrá lo que tiene de renta el obispo, contando todo lo de Huesca y Jaca, tres mil y ochocientos hasta quatro mil escudos». Durante un año y diez meses —de noviembre de 1572 a septiembre de 1574— gobernó la diócesis de Huesca el obispo Diego de Arnedo, natural de esta ciudad. Había estudiado en Bolonia, fue canónigo de Montearagón, visitó comisionado por Felipe II el patrimonio real y patronazgos en Sicilia, desobedeció al papa en el desempeño de esta misión, luchó contra los turcos que le cautivaron en la isla de Gelves en 1560, fue rescatado por el rey y presentado para el obispado de Mallorca, que obtuvo después de reconciliarse con la Santa Sede en 1561, y trasladado a Huesca en 1572. Mantuvo un ruidoso pleito con el cabildo, cuyos estatutos se negó a jurar según la costumbre. En frase del comedido P. Ramón de Huesca, entre prelado y canónigos «se suscitaron tantos y tan reñidos pleitos, que por más que se interpuso la Ciudad y otras per196

sonas autorizadas, no hubo medio de atajados... Fue (el obispo) varón de grande sabiduría, entereza, constancia y de un zelo extremado, que lo hizo poco aceptado aun en su patria».119 Otorgó testamento ante un notario de Sariñena el 14 de abril de 1574, legando buena parte de su erario —con un total de unos 14.000 sueldos— a sus sirvientes: a su mayordomo, 30.000 y una cadena de oro; al maestresala 2.000, al camarero 3.000 y una sotana; a dos criados 8.000; al mozo de cámara una sotana y un manteo; al paje Antonico el mallorquín 1.000; a otros cuatro pajes 240 sueldos cada uno; a dos capellanes 2.000, y 1.000 a su secretario. Debieron completar la familia palaciega del obispo sus dos esclavos, a los que se refiere en una de las cláusulas: «Quiero y mando que mis esclavos de aquí adelante sean libres y los dexo francos». También legó a su hermano Juan de Arnedo, infanzón de Huesca, 20 escudos de legítima; a su sobrino Juan de Arnedo, «criado de la reina nuestra señora», 200 ducados; a sus tres sobrinas Gracia, Aynés y Joana, 30.000 sueldos; y fundó con un capital de 40.000 sueldos cuatro beneficios en la iglesia de San Vicente el Alto de Huesca.

EL CANÓNIGO BELENGUER DE SANT VICIENT l oscense Belenguer de Sant Vicient, maestro de Artes y canónigo de la Catedral, proyectó la fundación de un colegio mayor en Huesca, adscrito a la Universidad, dispuesto a invertir en ella todos sus bienes. Consideró cofundador al maestro mallorquín Diego Pujol, abad del monasterio cisterciense de Santa María la Real de Mallorca, que aportó la hacienda que poseía en Huesca, heredada de una

E

118. LALIENA, C.: «La administración de un patrimonio eclesiástico. Un libro contable del obispo de Huesca Ponc de Fenollet», en Aragón en la Edad Media VII (1987). 119. DE HuEscA, P. Ramón: Teatro histórico de las iglesias del reyno de Aragón, VI, pp. 346-350.


hermana suya y valorada en 500 ducados de oro, en marzo de 1532. Interesó al concejo de la ciudad, que donó al colegio el término oscense de Alborge de un valor de 5.000 ducados, y pidió al emperador Carlos V en las cortes de Monzón de diciembre de 1533 la supresión del priorato de San Pedro el Viejo y la aplicación de sus rentas al colegio. En noviembre de 1534 Belenguer cedió formalmente a la fundación su casa y bienes, más los del abad Pujol; se declaró a sí mismo patrono y rector del colegio; y nombró patronos del mismo al rey, al obispo y cabildo oscenses, a los inquisidores del reino, al justicia de Aragón y al señor de la baronía de Ayerbe. Estableció también que los colegiales fuesen trece, en memoria de los apóstoles y Jesús, y todos ellos estudiantes de Teología en la Universidad. Al año siguiente obtuvo la aprobación de la Universidad, del obispo Martín de Gurrea, del arzobispo de Zaragoza y del justicia de Aragón. En mayo del mismo 1535 Carlos V confirmó la fundación y facultó al colegio para utilizar su escudo. Y el papa Paulo III le concedió los privilegios de las universidades y colegios de Salamanca, Alcalá y París, a la vez que, con el asenso del emperador, suprimía el priorato de San Pedro el Viejo y aplicaba sus rentas al colegio, puesto bajo la advocación del apóstol Santiago. La concesión pontificia implicó el traspaso a éste del señorío temporal de los lugares de Bentué, Santa Cilia, Belillas y de las pardinas de San Úrbez y Orlato y los diezmos de estas parroquias y de las de Panzano, Morrano, Bastarás y Yaso.120 Sin embargo, el proceso de erección del Imperial Colegio Mayor de Santiago no resultó fácil al canónigo Belenguer, incluso parece que le amargó los últimos años de su vida. Es significativo a este respecto el cambio radical que dio en 1538 a la constitución del colegio, cuando nombró patronos únicos del mismo al justicia, prior y jurados del concejo de la ciudad; estatuyó que se formaran en él no los trece teólogos, como fue su idea primera, sino sólo dos teólogos, diez alumnos de las facultades de Cánones y Leyes y uno de la de Medicina; y pidió a Carlos V el nombramiento de los inquisidores de Aragón para visitadores del colegio, a

lo que accedió el emperador. El cambio supuso la total adhesión de Belenguer al concejo y la eliminación del estamento eclesiástico —obispo y cabildo— del gobierno del colegio. A última hora le defraudaron también el justicia, prior y jurados de Huesca, según se desprende de las últimas disposiciones del maestro Belenguer, fechadas en 1543. El 7 de julio, hallándose enfermo e imposibilitado de firmar, dictó testamento ante el notario Luis Pilares. Dispuso ser sepultado en la Catedral, a la que legó 400 sueldos para la fundación de un aniversario, en cumplimiento de la costumbre que en tal sentido obligaba a los canónigos; 7 sueldos 4 dineros al obispo «por razón de la mazmudina», y 10 ducados a los pobres de la Limosna catedralicia. En recompensa a sus criados y sirvienta, legó 5 ducados y una loba a Andrés Blanc, 5 ducados y una sotana a mosén Pedro Rodríguez, 20 ducados a la viuda Leonor de Villanúa, «llamada La Fatasa», y a mosén Juan Pérez Marcuello 10 ducados. Nombró ejecutores testamentarios a los canónigos Gabriel Ferrer de los Busquetes y Cristóbal Cortiles, y herederos universales a los inquisidores de Aragón. El mismo 7 de julio, en documento aparte, vendió al citado canónigo Cortiles por mil sueldos una mula, un cáliz y unas vinajeras de plata y todos sus vestidos menos los legados a los criados. Signó la venta el testigo Pedro de Roda «por estar indispuesto el dicho vendedor». Dos días después el notario Pilares levantaba acta de la muerte del maestro Belenguer, cuyo cadáver se hallaba en «un escaño delante del altar mayor» de la Catedral. No se nombra una sola vez en el testamento el Colegio de Santiago, que, a pesar del tiempo transcurrido desde la fundación, no se había puesto en funcionamiento. En cambio, el maestro dispuso que su casa fuera habitada por el canónigo Cortiles, durante su vida, si su criado Andrés Blanc consentía servir al prebendado.

120. DE HUESCA,

P. Ramón: Teatro histórico de las iglesias del reyno de

Aragón, VII, p. 234 y ss.

197


En la cláusula testamentaria referente a los herederos, Belenguer impuso a los inquisidores «que hayan de cumplir todo lo contenido en una plica de paper, la qual doy al notario cerrada y sellada, que no pueda ser abierta hasta yo ser muerto». La plica, escrita de mano del maestro, fue abierta el 13 de julio: consta de dos partes, la que registra cuanto se le adeudaba, por un total de 20.822 sueldos, y lo que él debía, unos 6.100 sueldos jaqueses y 20 libras catalanas. En este documento sí es citado el Colegio, cuya construcción no se había iniciado por desidia del concejo municipal, al que habían de pedir responsabilidades los inquisidores herederos del canónigo. El escrito patentiza la amargura del maestro Belenguer: A mí me deben de buena conciencia 85 ducados que tenía para comenzar a obrar el Colegio. Viniéronme micer Morcat y Alonso Gómez que diese aquellos ducados al bolsero, que ellos comenzarían la obra y no lo hicieron. Yo di a dicho bolsero, que era micer Johan Capa, dichos 85 ducados y, como he dicho, ellos no hicieron nada. De manera que (los inquisidores) han de citar a micer Morcat y Alonso Gómez, pues por palabra suya los di al bolsero y no se efectuó lo que me prometieron, que me tornen mis dineros. Lo qual consta por acta que tiene Johan de Canales. Me deven, pues yo soy el senyor absoluto del Colegio y no tuvieron causa justa para danyarme, ansí lo que se hallaron en el consejo son obligados a restituirme mil sueldos que me hicieron perder por empararme 8.000 sueldos que havía yo de recivir de Burgos, no cobré sino 3.000 sueldos por su causa dellos y hice muchos gastos, de manera que me deven los 5.000 limpios y sin gastos. Me inventariaron la casa y me desecharon las mulas del Colegio, tomándome de mi hacienda todo lo que quisieron, ansí del trigo como demás que quisieron abriéndome las arcas, hiciéndome todos los danyos que pudieron. Juzgo que me hicieron de danyos más de 3.000 sueldos. Pues soy senyor universal del Colegio, el censo que se fundó (el término de Alborge) proviene de mí. Y ansí conociendo esto, me pagaron como a senyor dos o tres anyos y les hice albarán de lo que recivía. Me deven nueve o diez anyos, que no me han querido pagar el dicho censo, que es cada anyo 5.000 sueldos.

Según sus cuentas, el concejo municipal le había defraudado 14.870 sueldos jaqueses, que posiblemente no permitieron al maestro Belenguer morir en paz. 198

4 F

UNA VIVIENDA CANONICAL

1 29 de mayo de 1610 moría en su casa de

Huesca el canónigo doctoral Jerónimo Batista Rudilla, doctor por la Universidad de Pisa, sin haber otorgado testamento, motivo por el cual, según el derecho capitular oscense, la herencia de sus bienes correspondía al cabildo catedralicio. Al día siguiente se levantó acta notarial de su muerte y se procedió a inventariar sus bienes muebles y a tomar posesión el cabildo. El notario Luis Pilares, acompañado por el deán y otros dos canónigos, redactó el inventario de cuanto se hallaba en las distintas estancias de la casa del difunto. Parece que la casa era de dos plantas con dos grandes salas en la primera y en la de arriba otras cinco o seis. Casi todas estaban entapizadas o entoldadas con guadamaciles. El recorrido inventarial se inició en una sala baxa que debía ser de considerables dimensiones a juzgar por el mobiliario que contenía: 18 sillas de respaldo sillas sin brazos de cuero 2 bufetes de nogal 1 banco de nogal de respaldo 9 lienzos de montería y verduras, guarnecidos de guadamacil 1 almario.

En el aposento contiguo registraron: 1 estante de pino de tener libros 1 bufete de pino nuevo 1 cama de madera dorada 9 guadamaciles grandes y 3 pequenyos con que estaba entapizado el aposento 1 Cristo grande de madera 3 sillas viejas de respaldo.

En la segunda planta, la primera sala de arriba, al parecer la estancia noble de la casa, se registraron: 3 bancos de pino de respaldo 1 silla de cuero de respaldo 1 mesa de nogal con sus pies a la castellana 2 bancos de pino largos 27 cuadros guarnecidos de madera de papas y pontífices 13 guadamaciles y una antipuerta con que estaba entoldada dicha sala.

En el segundo aposento


3 xarras de Talavera 1 candelero de azófar 2 cuadros de lienzo guarnecidos de madera blanca, uno de Nuestra Señora y otro de sant Antonio 2 cruces de madera negra 11 piezas con que estaba entoldado el aposento.

En el mismo aposento más adentro, acaso alcoba, el canónigo Rudilla guardaba su tesoro y documentación en una arquimesa de nogal y adornaba la estancia «una figura de Cristo de madera y siete cuadros medianos de lienzo guarnecidos de madera blanca, de figuras diferentes». Bajo llave en la arquimesa, se encontraron dos talegos con un total de 12.874 sueldos; cuarenta y ocho objetos de plata y oro, y documentos de censales, comandas y empeños. Es probable que la totalidad de objetos de plata blanca, plata sobredorada y oro hubiera sido obtenida por préstamos impagados, pero los inventariadores, que detallan el peso de cada uno en onzas y arienzos, sólo mencionan la procedencia de unos pocos: una taza de plata blanca de 7 onzas 12 arienzos había sido empeñada en 5 libras jaquesas por Pedro Gavín, de Oliván; un «tazonico» de 9 onzas 12 arienzos en 7 libras jaquesas; una copa de Antón Esquerra de 9 onzas 12 arienzos; dos brazos de cruz de plata sobredorada se creyó empeñada por un platero llamado Frías, con un peso de 9 onzas y media; una cuchara de 1 onza, empeñada en 14 sueldos; y «una cinta y unas manillas de plata» que eran del justicia de Alerre. Entre los objetos de oro «una gargantilla de oro con aljófar de 14 arienzos, de la mujer de Marruecos, empeñada en 130 sueldos». Sólo se inventariaron dos cartas de comanda: una de cuatro cahíces de trigo y otra de 4.000 sueldos prestados a dos hermanos del lugar de Sin. Otras debió de haber ya redimidas entre los papeles del canónigo, contenidos en «nueve mazos siguiere ataduras de scrituras de cuentas en el caxón más alto de la arquimesa». Otra actividad notable de Rudilla fue la compra de censales, en la que invirtió la considerable suma de 121.530 sueldos jaqueses que le rentaban anualmente 8.079 sueldos. Buena nota de éstos tomaron los herederos:

Pensión 480 329 1.340 500 400 348 1.000 1.000 268 106 220 400 260 360 534 200

Propiedad 7.200 4.940 20.100 7.500 6.000 5.220 15.000 20.000 4.020 1.600 3.300 5.600 5.400 7.416 3.000

Censatario lugar de Tierz lugar de Tierz villa de Maella concejo de Sardas concejo de Orós Alto y Bajo concejo de S. Olaria de la Peña villa de Ayerbe lugar de Puibolea concejo de Poleñino concejo de Casbas concejo de Oliván lugar de Chimillas lugar de Osán lugar de Senegüé y Sorripas lugar de Orós Alto y Bajo concejo de Sieso

En el estudico, junto a la estancia anterior, se encontraron: 1 arquimesa pequeña labrada de taracea con seis caxones 1 caballo con su caballero de bronce 1 escritorio pequeño labrado de taracea con tres caxoncicos 1 banco de respaldo de nogal 1 silla de respaldo sin brazos 1 estante de pino con 152 libros 1 estante pequeño con papeles y 7 libros de empremta 1 cuadro de paper de N. Señora del Rosario, guarnecido de madera con los estremos dorados 3 reposteros de raz 1 alombra de raz 2 esteras 1 redoma media de aguardiente.

En el tercer aposento, 1 tablero de pino con papeles 2 arcas de pino con ropas 12 guadamaciles entre grandes y pequeños con que estaba entapizado el dicho tercer aposento.

En el cuarto aposento, 1 silla de cuero de respaldo alta 4 guadamaciles 1 cama de pino 1 cofre cerrado con ropas 1 camica de nogal con mantas y almohada 1 arquilla de tener especias con 1 caxoncico de clavillos 1 caxoncico de pimienta 2 papeles de azafrán un poco de canela

199


1 Cristo de madera 1 arquimesa de nogal con medallas y papeles 1 privilegio del dotorado del dicho canónigo Rudilla echo en la Universidad de Pisa.

El inventario no registró el menaje de cocina, pero sí la vajilla que encontró en el reposte: 235 platos de Talavera blancos y azules, grandes y pequeños de diferentes pinturas 4 conquillas de Talavera 12 escudillas blancas de Talavera 5 escudillas de Talavera azul 6 platos de Malega grandes 49 platos de tierra de Muel 3 jarricos de tierra de Malega 13 escudillas de tierra de Muel.

La última sala inventariada, quizá en una tercera planta y contigua al mirador, un aposento en que ay una rexa, con 1 cama de campo 1 bufete de nogal 1 caxón largo de pino 2 sillas de cuero altas de respaldo 3 lienzos franceses de pinturas guarnecidos de guadamacil 7 guadamaciles con que estaba entoldado el aposento.

LA CATEDRAL Y LA UNIVERSIDAD a Universidad de Huesca, fundada en 1354 por el rey Pedro IV de Aragón y financiada por el concejo municipal, sufrió mediado el siglo XV una grave crisis económica que puso en peligro su propia pervivencia. Con el fin de enderezarla, el rey Juan II instituyó en 1463 la cancillería universitaria, para la que nombró a Antonio de Espés, doctor en Leyes, canónigo de la Catedral y futuro obispo oscense; además acudió a la Santa Sede, y el concejo hizo lo mismo, solicitando para la de Huesca los privilegios pontificios de las universidades de Tolosa, Lérida y Bolonia. Accedió el papa Pablo II en bula fechada en Roma el 19 de octubre de 1464, posibilitando la participación de la iglesia de Huesca en la financiación del Estudio General.

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Efectivamente, siendo obispo, Antonio de Espés y el cabildo catedralicio acordaron el 11 de julio de 1473 ayudar a la Universidad con las rentas de cuatro piezas eclesiásticas, dos dependientes de la mitra — sendas raciones de Alquézar y Berbegal— y dos de la Catedral —una en Almudévar y otra en Lanaja—, con destino al pago de salarios de los profesores. El mismo día se concertó por la iglesia y el concejo la formación de una junta de asignados con competencias en la contratación de catedráticos y en la satisfacción de salarios. Junta compuesta por el obispo o su vicario general, un canónigo elegido por el cabildo, el prior de jurados y un ciudadano nombrados por el concejo. El obispo Juan de Aragón y Navarra, de acuerdo con los canónigos de las catedrales de Huesca y Jaca, incrementó la aportación eclesiástica a la Universidad con la concesión de las rentas de catorce parroquias en el obispado oscense y de cuatro en el jacetano, concesión que fue confirmada por el papa Julio II en 1505. Las finanzas de la «real y pontificia Universidad» se aumentaron en 1571 a raíz de la desmembración del patrimonio de la abadía de Montearagón. El papa Pío V dispuso la supresión del arcedianato de la Cámara y de la cancillería del Estudio General, con cuyas rentas dotó la Maestrescolía como dignidad del cabildo catedralicio, más 300 escudos del priorato montearagonés de Bolea. Destinó 865 escudos, procedentes de la jurisdicción de la abadía en Ayerbe, Arbaniés y Poleñino a la contratación de profesores por la junta de asignados. Concedió 200 escudos en Bolea al Colegio Mayor de Santiago; 500 en Lupiñén y Loarre al «Seminario de clérigos pobres», que mandó fundar conforme a lo dispuesto por el Concilio de Trento; y las rentas de los prioratos de Estella y Luesia al nuevo Colegio de monjes benedictinos. En total Pío V aplicó a la Universidad 1.165 escudos equivalentes a 23.300 sueldos jaqueses.121

121. DURÁN GUDIOL, A.: «Estatutos de la Universidad de Huesca. Siglos XV y XVI», Huesca 1989, pp. 21-34.


La Catedral fue siempre escenario de las solemnidades académicas: en su púlpito se proclamaba en la misa conventual de un domingo de junio la elección de rector; en su sala capitular se realizaba la toma de puntos para el examen secreto y riguroso de los licenciandos; y en el marco del templo catedralicio se desarrollaba el vistoso ceremonial de los grados de doctor y maestro. Estatutariamente en el siglo XV se estableció que el canciller de la Universidad concediera el grado de doctor o maestro de cada una de las cinco facultades —Teología, Cánones, Leyes, Medicina y Artes— en acto público celebrado en la Catedral. De lo contrario no se consideraba válido el grado. La ceremonia de la investidura del doctorado se iniciaba en casa del canciller, donde se reunían el rector, los doctores con sus togas, a pie o a caballo, el graduando con su padrino y un grupo de trompeteros. La comitiva se dirigía procesionalmente a la Catedral, en cuyo presbiterio se habían preparado previamente la cátedra y los sitiales. Presidía el canciller —más tarde el maestrescuela—, sentado entre el justicia y el prior de jurados. Asistían en el crucero los canónigos, el concejo municipal, todos los doctores de la Universidad con sus togas y birretes, los bachilleres, estudiantes y pueblo. Explicada la lección magistral por el doctorando y después de responder a los argumentos de dos

bachilleres arguyentes, los doctores se trasladaban a la sacristía, donde votaban la aprobación del graduando. Volvían luego a sus sitiales para la ceremonia de la investidura. Después de un corto discurso en alabanza del aspirante a doctor y del juramento de éste, puestas las manos sobre la maza de la Universidad, el canciller daba licencia al padrino para la entrega de las insignias doctorales. El juramento se refería a estos puntos: no maquinar contra el canciller, el rector, ni la Universidad; no obrar contra la Santa Sede, ni contra la ciudad; juzgar con recta conciencia los exámenes y guardar secreto. Posteriormente se añadió jurar la observancia de los decretos del Concilio de Trento. La entrega de las insignias doctorales, según la costumbre sancionada en los estatutos del siglo XVI, consistía en las siguientes acciones: acompañar al nuevo doctor a la cátedra, dándole posesión de la misma; otorgarle el poder de interpretar con la donación del libro cerrado y abierto; darle el anillo, símbolo del desposorio con la Universidad; imponerle el birrete con flecos, cuyo color significaba la ciencia profesada; y finalmente, el ósculo de paz. Seguidamente tocaban las campanas, las trompetas y otros instrumentos músicos, al tiempo que el nuevo doctor se acercaba al canciller, al rector, a los doctores y a los oficiales del rey para darles las gracias.122

122. Ibídem, pp. 44, 87, 103, 119 y 126.

201



VII. LA CATEDRAL EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII

EL CABILDO

1 papa Pío V dispuso en 1571 que las dos primeras canonjías que vacaren se proveyeran en un maestro de Teología y un doctor en Derecho Canónico, previo examen de los aspirantes. No aclaró a quién había de corresponder el examen y decidir la elección, prerrogativas que reivindicaron el obispo y el cabildo. Ceñía la mitra oscense el obispo Diego de Monreal, quien, planteado pleito ante la Santa Sede, fue condenado en 1601 a pagar 100 ducados, a razón de trece reales por ducado, y se le negó el derecho exclusivo a las provisiones del canónigo lector-penitenciario y del canónigo doctoral, que debían hacerse en la forma acostumbrada.' La sentencia pontificia tampoco determinó la fórmula conveniente y, al producirse la vacante de la doctoralía por muerte del canónigo Rudilla, acaecida el 29 de mayo de 1610, se replanteó la cuestión, esta vez promovida por el obispo fray Berenguer de Bardaxí. Sin pérdida de tiempo, ante la pretensión de éste a intervenir en la oposición y provisión, se llegó a una concordia entre él y los canónigos. Éstos accedieron a la asistencia del prelado en esta ocasión

solamente y sin crear precedente, conviniendo ambas partes que la provisión de la doctoralía correspondía sólo al cabildo y al obispo la de la lectoralíapenitenciaría.2 El 3 de junio, «el deán, canónigos y cabildo de la Santa Seo de Huesca» fijaron en la puerta de la Catedral edicto convocando a los aspirantes a la doctoralía, doctores en Decretos, para que se presentaran al deán en un plazo de diez días. En el documento se aclaraba que la provisión pertenecía a los canónigos, previa oposición. Se presentaron dos candidatos: Remigio Bandrés, doctor en Cánones por la Universidad de Huesca, catedrático de Prima en la misma y oficial eclesiástico del obispado; y el doctor Melchor Alayeto, catedrático de Instituto de la misma Universidad. Ambos opositores habían de explicar una lección de derecho canónico y responder las objeciones que se formularan mutuamente. A Bandrés le correspondió en suerte el capítulo De simonía del libro quinto de las Decretales; y a Alayeto el libro segundo de las mismas, De restitutione spoliatorum. Después de los ejercicios, el 17 de junio, reunidos el obispo, a título

1.

ACH: Resoluciones, II, fol. 8.

2.

ACH: Protocolos Pilares 1610, fol 220.

203


CATEDRAL

Fosal de la sacristía hasta 1559

siglos XVI—XVIII

Sacristía Nueva 1534-1559

Capilla 1641 Sacristía riliCapilla del f Sto. Cristo

Retablo Mayor 1520 Elevación del ábside 1500

Purísima 1631

Todos Santos 1621

Sacristía vieja

Oratorio 1616

Rosario 1651

Pilar 1764 Elevación y abovedamiento del crucero y nave central 1499-1515

S. Gil 1629 S. Andrés 1788

Sta. Lucía 1782

Pópulo 1631

Sta. Catalina 1651

101 S. Juan Nepomuceno 1751 S. Blas 1766

S. Pedro de Arbués 1751

Sillería Coral 1577-1591

S. Miguel 1764

S. Cristo S. Lorenzo 1789 S. Vicente 1789 1789

• Sta.1 1520 Lonja 1574

Trinidad 1621/1788

S. Martín

S. Joaquín 1655

S. Jerónimo 1762 SS. Orencio y Paciencia 1645


de capitular, y el cabildo declararon inhábil por esta vez al doctor Alayeto, por no estar ordenado de prima tonsura, y eligieron al doctor Bandrés.3 La nota más destacada en la vida interna de la Catedral en el siglo XVII fue la polémica entre el obispo y el cabildo sobre mudanzas del hábito coral. Su origen se debió al estatuto del 17 de abril de 1641, en virtud del cual los canónigos habían de vestir en la temporada de invierno roquete sin mangas debajo de capa negra con bordes y dobleces de color púrpura y, encima de ella, capuz con piel de armiño en la parte del pecho; y en verano, sobrepelliz de mangas anchas y muceta de paño negro con vueltas y forro de seda púrpura. De momento nadie contestó el estatuto y fue en 1622 cuando se planteó la cuestión, como se dirá más adelante. La guerra de secesión de Cataluña, conocida como de los Segadores (1640-1652), afectó seriamente al cabildo oscense, el cual, «temeroso de una repentina invasión de los franceses y catalanes», decidió el 14 de abril de 1642 llevar a la ciudad de Jaca el oro, plata y ornamentos de la Sacristía. En otra sesión capitular, celebrada al día siguiente, los canónigos acordaron enviar al concejo municipal a los prebendados Arascués y Lastanosa para pedir la movilización de todos los ciudadanos eclesiásticos y laicos y la inclusión de dos capitulares »en las juntas de la ciudad en que se trata de las cosas tocantes a la defensa del enemigo». Además, el cabildo pidió armas al virrey y al obispo y aprobó la iniciativa del concejo de confiar a eclesiásticos la custodia y defensa de una de las tres puertas de la muralla que se decidió mantener abiertas. El silencio del Libro de Resoluciones, en el que no se escribieron actas capitulares desde el 29 de abril hasta el 28 de julio, no permite conocer la evolución del peligro de invasión, que debió desaparecer el 8 de agosto, día en que los canónigos delegaron al deán y a Arascués para que fueran a Zaragoza »a besar la mano de su Magestad» Felipe IV de

cipal comunicó al cabildo que, aunque no se había declarado, parecía peste la enfermedad de «bobones y granos» que padecían algunos ciudadanos, para cuya curación se había decidido sacarlos de sus casas y recogerlos en el convento de San Agustín extramuros. Asimismo el concejo pidió a los canónigos «ayuda en lo espiritual y temporal». Dos días más tarde, el 15 del mismo septiembre, «se declaró ser contagio la enfermedad que corría» ante el hecho de que muchos morían, entre ellos el párroco de la Catedral. El diligente secretario del cabildo escribió en el libro de actas detallada memoria, que bien merece ser transcrita: Desde el 15 al 20 de septiembre se ausentaron de la ciudad mucha gente y de esta Catedral los capitulares muchos, tomando en esta resolución muy buen acuerdo, pues con menos gente había de tener el mal menos en qué herir. La turbación del pueblo fue grande. Los religiosos de San Agustín trasladaron su habitación a las dos casas más vecinas de San Vicente el Alto, donde vivieron todo el tiempo de la enfermedad, pero después se resolvió se quedasen en el mismo Hospital, pues por el sitio y comunicación de los vientos sin daño a la ciudad era mejor para que los sirvientes y convalecientes pudieran todos acomodarse, se dispuso que en el Hospital, Seminario, Universidad, las casillas vecinas a las aulas de Gramática, San Juan y todo lo que ocupaba este sitio, cerrado por la calle del Hospital, por el Palacio, la Magdalena y bajo el Hospital, de manera que no pudiese entrar dentro nadie, sino enfermo o sirviente, médicos, boticarios y cirujanos y los religiosos para administrar sacramentos, con esta prevención se acudiese a un tiempo a la curación de los enfermos y a librar a los sanos del dañarse. Con que así como se sabía estaba enfermo algún herido, luego en un carretón lo subían al Hospital y apartando los que quedaban en la casa, los sacaban fuera y dentro de la misma casa se les asistía y daba lo necesario por mano de religiosos capuchinos y de otras órdenes. La enfermedad, aseguraron los médicos, comenzó aunque sin declararse en el mes de julio de 1651 y declaradamente desde el 15 de septiembre, aunque desde su principio hasta el fin, que se le tuvo cumplida cuarentena, a

España.4 Nueve años después, la peste conmocionó a la

ciudad. El 13 de septiembre de 1652 el concejo muni-

3. 4.

Ibídem, fol. 229. ACH: Resoluciones, en la fecha indicada.

205


28 de mayo de 1652, en la más cierta opinión murieron 1.400 personas entre niños y grandes, los que murieron en el Hospital y fuera. Fueron tantos que hicieron cementerio a más de los comunes algunos otros, el mayor a unos campos a los muros de Gramática, a las espaldas de San Lorenzo, en otro corral y muchos que en casas y corrales se enterraron, porque en la priesa en los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre hasta el día de la Concepción y día de Año Nuevo, en que se conoció alguna mejora, aunque después hasta abril siempre murieron algunos, fue grande.

Se ausentaron de la Catedral dieciséis canónigos y permanecieron sólo cinco y el obispo Esteban de Esmir, que, al enterarse de la peste, estando en Graus, villa de la que era natural, acudió rápidamente a Huesca. El cabildo cerró el comedor de la Limosna y contribuyó al sostenimiento de los mil doscientos a mil cuatrocientos pobres, asistidos diariamente en las aulas de Gramática con seis fanegas de trigo cada día. En su alimentación, más la de los enfermos y convalecientes del Hospital, se gastaron 3.400 libras jaquesas, según el escrito del mencionado secretario capitular.5 Según el P. Huesca, la peste se propagó desde Barcelona a Aragón por Alcañiz y Caspe y se declaró extinguida el 13 de abril de 1652, habiendo gastado el concejo municipal la suma de 28.123 escudos.6 Volvió el cabildo al tema de la reforma del hábito coral el 31 de diciembre de 1662: «considerando la deformidad e indecencia de no traer los brazos cubiertos con mangas de lino», estatuyó que en invierno los canónigos llevaran roquetes de mangas ajustadas debajo de la capa negra adornada con seda encarnada y piel de armiño en el pectoral del capuz; y en verano, roquete de mangas estrechas y muceta de lana negra con vueltas y forro de seda encarnada. El estatuto se promulgó en ausencia del obispo Fernando de Sada Azcona, el cual, a su vuelta de Madrid, lo declaró nulo, alegando que toda mudanza en materia de hábitos incumbía a la Santa Sede. Dio cuenta de todo al rey Felipe IV, a quien los canónigos, por su parte, elevaron un alegato impreso en defensa de la legalidad del «estatuto de las mangas», fundándose en el derecho del cabildo «de poder 206

hacer estatutos para el gobierno espiritual y temporal, singularmente en mudanza de hábitos de coro». El alegato fue firmado por el poeta Manuel de Salinas Lizana, canónigo prepósito de la Catedral. El rey dictaminó a favor del cabildo, viéndose obligado el obispo a retirar la declaración de nulidad. El diseño del hábito coral definitivo —vigente hasta el Concilio Vaticano II— fue convenido el 26 de mayo de 1688 entre el obispo Pedro de Gregorio Antillón y los canónigos: en todo tiempo, túnica y roquete de mangas ajustadas; desde Todos Santos hasta el Sábado de Gloria, capa o manto con forro y vueltas de púrpura con dos aberturas por las que sacar los brazos, más un halda o cauda recogida en el brazo izquierdo menos en algunas funciones litúrgicas solemnes, en las que había de extenderse; en el resto del año se sustituía la capa por una cota o mantelete con aberturas para los brazos, como la capa, y con las mismas vueltas que ésta; se completó el hábito, para ponerlo encima de la capa y el mantelete, con el capuz con pechera de armiño en invierno y de raso carmesí en verano. Abandonando el tradicional color negro, se dispuso que la túnica, la capa, el mantelete y el capuz fueran «del color llamado comúnmente de rossa seca».7 En las actas capitulares queda constancia de otra calamidad, una plaga de langostas, que afligió el reino de Aragón en la década de los 1680: «una porción de langosta pareció en la retuerta que llaman Pino baxo de Zaragoza y aunque los naturales de aquel lugar llevaron talegas llenas de cañutillos de dicha langosta a Zaragoza para que les asistieran con algún donativo para ayuda de extinguirla, no hicieron caso de esta petición, volviéndose desconsolados. Se aumentó dicha plaga por espacio de ocho o nueve años por todo el reyno». En esta ocasión el secretario capitular no consignó los efectos económicos de la plaga, ni pormenorizó las rogativas que se celebraron. En cambio escri-

5. 6. 7.

Ibídem, en las fechas indicadas. HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 375. DURÁN GuDI0L, A.: Los hábitos corales de la Catedral de Huesca, en Atgensola XV (Huesca 1953), pp. 222-224.


bió detenidamente sobre «los medios humanos para librarnos de tan perniciosa epidemia» en la página del Libro de Resoluciones correspondiente al mes de mayo de 1687. Dada su curiosidad, se transcribe a continuación: Es de suponer que la langosta fenece y hace su cría en lo más riguroso del verano, que es la canícula. Puesta en tierra hace algunos abujerillos quanto puede caber la extremidad de la cola o cuerpecillo, y así metida o clavada en tierra perece y se corrompe aquella porción, en donde quedan formados veinte o treinta güevecillos, y después a la primavera, mediado abril o antes con el calor del sol se avivan y van saliendo como hormigas con tal abundancia que parece que se ha cubierto de negro la campaña. En este estado está hasta que se puede levantar y volar, y hasta entonces es el daño más considerable, pues siega quanto encuentra, porque como aún no se puede levantar, no deja nada sobre tierra, y de esto no hay que admirar, pues habrá un cordón de langosta que tirará de largo y ancho una y dos leguas y esto una mano de recio que sólo el verlo es una gran confusión. En este verano, pues, es cuando se ha de procurar matarla. Y para esto se hacen unos que llamamos mandiles de sacage de lo grande y ancho de una buena sábana con un bolso en medio a modo de una talega, y cada uno de éstos llevan dos hombres y otros dos van ojeando la langosta y ella se mete en el mandil, el cual levantándolo cae en el talego y de este modo hasta que está lleno prosiguen y después lo entierran en unos hoyos que se hacen para esto. También se pierde mucho labrando en el invierno en los puestos que ha criado y para esto no es menester sino mover la cara de la tierra, pues aún está dos dedos de honda y deste modo los fríos y las aguas corrompen y se gastan los huevos y esto aprovecha mucho, pues lo ha enseñado la experiencia.

Delicada fue la situación del cabildo en los primeros años del siglo XVIII con motivo de la guerra de sucesión, llamada en los libros capitulares «de los sublevados de Cataluña» y «rebelión de los Viguetanes» —alusión ésta a los vecinos de la ciudad catalana de Vic, centro de conspiración de los partidarios del archiduque Carlos de Austria—. No encontraron inconveniente los canónigos oscenses en rendir homenaje al rey Felipe V en las Cortes de Aragón, que se tuvieron en abril de 1702, presididas por la reina María Luisa, en Zaragoza. Asistieron como representantes del cabildo el deán Latre y el canónigo Claver, a quienes se dieron ins-

trucciones sobre temas a tratar, sobre todo en materia de contribuciones económicas y en cuanto a la defensa de «las preeminencias que tenía el justicia de Aragón». El 5 de enero de 1703 se cantó en la Catedral un solemne Te Deum «por la llegada con salud a estos reinos del serenísimo rey don Felipe Quinto, que venía de Milán». La primera noticia de la guerra del archiduque llegó a Huesca el 19 de septiembre de 1704: se recibió una carta de Felipe V, solicitando ayuda económica para la defensa de la frontera de Portugal y la recuperación del puerto de Gibraltar, ocupado por «los holandeses enemigos de nuestra fe cathólica». El cabildo acordó contribuir con 200 reales de a ocho. Al año siguiente donó para ayuda del ejército felipista 1.100 escudos, 12.000 cahíces de cebada y 4.000 de trigo. A raíz de la entrada del archiduque Carlos en Barcelona —octubre de 1705— y ante la gravedad de la situación, el virrey felipista de Aragón ordenó el cierre de la Universidad de Huesca, medida a la que se opuso el 8 de noviembre el cabildo con excesivo optimismo, al juzgar «estar mudadas las circunstancias que en tiempo pasado había de amenazas de guerra». Mientras los canónigos intensificaban las rogativas por el éxito de las tropas de Felipe V, éste fue derrotado en mayo de 1706 en su intento de sitiar la ciudad de Barcelona. Huesca se puso en pie de guerra y cerró las puertas de la muralla. No tardó Aragón en caer bajo el dominio del archiduque, que fue reconocido como rey Carlos III de España por los aragoneses. Según las fuentes catedralicias, la ciudad de Huesca «se rindió a sus armas y le aclamó después públicamente». El 10 de julio el obispo Pedro de Gregorio Antillón, nombrado comisario por el archiduque, recibía en solemne acto celebrado en la Catedral el juramento de fidelidad a Carlos III por parte de los estamentos de la ciudad: por la mañana juraron el jurado en cap, los jurados, ocho ciudadanos, un doctor por cada facultad universitaria, los curas de las parroquias, los superiores de las comunidades religiosas, los militares y los nobles; y por la tarde, los canónigos.

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El autor del manuscrito Libro práctico del maestro de Ceremonias, testigo ocular de los acontecimientos, escribió esta reflexión: O inconstancia de este miserable mundo! Quién dijera que el rey Felipe 5.2 de España, hijo del cristianísimo rey de Francia, no había de permanecer en estos Reynos, habiéndole admitido y jurado! Pero le duró tan poco que antes de seis años fue sacado del trono de España y puesto en él el Sr. Carlos 3.° de Austria, hijo del Emperador.

Un tanto remiso se mostró el cabildo en la prestación de ayudas en dinero y granos que se le pedían esta vez para los ejércitos del archiduque en sus campañas por el Altoaragón, sobre todo en Jaca y Ejea a fines de 1706. La detención y encarcelamiento en enero del año siguiente de los canónigos Mateo y Calvo «por fieles al rey Felipe», obligó a los canónigos a no retrasar su contribución y el 22 del mismo mes acordaron aportar 100 libras «para manutención de las tropas que se hallan en el sitio de Jaca» —ciudad fiel al rey Borbón—; al día siguiente, «servir a Su Magestad Carlos III para la manutención de las tropas en la montaña con 100 escudos, 50 cahíces de ordio y 50 nietros de vino»; y el 4 de marzo, «hacer un donativo a Su Magestad para conseguir la liberación de los dos canónigos encarcelados», que no se consiguió. Recuperados por Felipe V los reinos de Aragón y Valencia después de la batalla de Almansa, anota el Libro del ceremoniero que en abril de 1707 «volvióse a reintegrar por medio de sus armas el Señor Felipe 5.°, dándole esta ciudad de Huesca y Reyno de Aragón obediencia». El 31 de mayo delegó el cabildo a dos canónigos «para dar la obediencia al Sr. Duque de Orleans». Los dos canónigos encarcelados por felipistas fueron liberados en diciembre, según registró el acta de la sesión capitular del día 28: se felicitó el cabildo «por haberse restituido de la prisión el señor Mateo y el señor Calvo, en que han estado detenidos once meses por fieles al rey Felipe 5.0», subrayando que su «prisión ha sido esmalte para el cabildo, pues con ella ha calificado la fidelidad que esta Santa Iglesia siempre ha tenido a su Magestad». Fidelidad que, reconocida por el rey Borbón, fue recompensada con el nombramiento del canónigo Claver para el 208

obispado de Nicaragua «en las Indias de la Nueva España», en 1708.8 La primera reducción moderna del clero catedralicio se dio en 1764 por el decreto episcopal promulgado por el obispo Antonio Sánchez Sardinero con el fin de promover una mejor residencia de canónigos y beneficiados, que se ausentaban con mucha frecuencia, y de conformar las retribuciones de aquéllos a las normas emanadas del Concilio de Trento. Suprimió la Prepositura, el arcedianato de Las Valles y dos canonjías, dejando siete dignidades —deán, arcedianos de la Cámara, Serrablo y Sobrarbe, chantre, maestrescuela y capellán mayor— y dieciocho canonicatos. Reunió en una masa común las rentas de Prepositura y de las antiguas prebendas, para dividirla en veintiséis porciones a distribuir entre canónigos y dignidades, y una de ellas para distribuir a partes iguales entre el deán y la clerecía menor catedralicia. Dos partes de cada porción constituían la gruesa, que había de percibir cada canónigo, destinando la tercera parte a distribuciones entre los canónigos que asistían a los oficios corales, después de perderla el ausente. Se mantuvo, al menos en teoría, la antigua división de las canonjías: siete eran para presbíteros, seis para diáconos y otras seis para subdiáconos, con un total de veinte miembros del cabildo, incluido el deán. De manera semejante, redujo a treinta el número de racioneros y beneficiados, reuniendo también en un solo cuerpo las rentas de todos para ser distribuidas con igualdad entre el clero menor, que distribuyó en tres grupos: uno de patronato del rey, otro de patronato laical y el tercero de provisión por el cabildo. Al igual que los canónigos, la ración de cada uno de los treinta se dividía en tres partes, dos como gruesa y la tercera para distribuciones entre los presentes. La nueva planta del cabildo oscense fue aprobada por el rey Carlos III de España y la Real Cámara.9

8. ACH: Resoluciones, en las fechas indicadas; y Libro práctico del maestro de ceremonias, ms. HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 400. 9.


A fines de siglo debió causar honda impresión en los ambientes eclesiásticos y ciudadanos la llegada a Huesca de ciento cincuenta clérigos franceses huidos de la Revolución. Tanto el obispo como el cabildo no regatearon esfuerzos para ayudarlos. El 23 de marzo de 1793 los canónigos acudieron al arzobispo de Toledo, pidiendo estipendios de misas que celebrarían los refugiados; mandaron a los capilleres—escolanos de las capillas de la Catedral— que los atendieran «aunque no den propinas»; y les proporcionaron celebraciones y otros socorros. En octubre del mismo año el cabildo envió 400 reales de vellón al obispo de La Rochelle, refugiado en Guadalajara. El obispo oscense Joaquín Sánchez de Cutanda, que se encontraba en Zaragoza, siendo vocal de la Suprema Junta Gubernativa presidida por el general Palafox, escribía al cabildo el 11 de junio de 1808 para comunicarle que había sido proclamado rey «el señor Fernando VII a nombre de todo el reino de Aragón y otras partes». El 5 de febrero del año siguiente el general Mortier se apoderaba de la ciudad de Huesca, provocando la dispersión de los canónigos, al tiempo que el obispo se refugiaba en la población de Fañanás, en la que murió el 27 del mismo mes. El 29 de julio llegó a Huesca el general Suchet, que fue cumplimentado por dos delegados del cabildo, los canónigos Severo Andriani y Vicente Abellanas, quienes, con el canónigo Mariano Báguena, fueron los portavoces del cabildo en las relaciones con las autoridades francesas. La actitud contemporizadora de los canónigos, sin embargo, no significó dejación de firmeza frente a la intromisión del ejército ocupante en los asuntos eclesiásticos. El 8 de enero de 1810 se anunció públicamente que el rey José Bonaparte había nombrado obispo de Huesca al capuchino fray Miguel de Santander —en el siglo Joaquín Matías Suárez—, que era auxiliar del arzobispo Ramón José de Arce, de Zaragoza. Debido seguramente a la resistencia del cabildo a admitirlo, al día siguiente era encarcelado Lorenzo López, deán y vicario capitular. Ante este atropello no tuvieron más remedio los canónigos que enviar una delega-

ción, de la que formó parte Andriani, al obispo Santander, al que manifestaron estar dispuestos a una «obediencia pronta y total a las reales órdenes». El obispo recibió a los delegados el 27 del mismo enero y pidió le dieran posesión del obispado oscense. El cabildo dio largas a la formalidad, alegando que a las reales órdenes de nombramiento episcopal faltaba la confirmación pontificia. Las actas capitulares anotan que el acuerdo irritó al general Suchet, el cual exigió personalmente que no se demorase la toma de posesión de fray Santander. Decididos a mantener su postura, los canónigos propusieron al general, como fórmula de transacción, delegar al obispo para que, a título de vicario capitular, gobernara la diócesis, comprometiéndose a darle la posesión formal en cuanto les llegara la confirmación pontificia del nombramiento de fray Santander. Pero no fue aceptada la fórmula y «por orden del conde del Imperio Suchet, general de Aragón y comisario regio», el cabildo fue obligado a dar la discutida posesión a fray Santander en persona el 17 de febrero. A pesar de los buenos oficios del canónigo Andriani y del canónigo Báguena en sus intentos de suavizar la política eclesiástica del general Suchet, el cabildo fue objeto de represalias y de imposiciones. Sufrieron cárcel el deán Lorenzo López en dos ocasiones y los canónigos Acisclo Lasala y Pedro Espinosa. Fueron privados de sus prebendas el chantre Dionisio Bardaxí de Azara, auditor de la Rota Romana, el maestrescuela Jerónimo Castillón, que se ausentó de Huesca, y el arcediano de Serrablo Antonio López de Orós. El general francés nombró chantre a Juan Herrando, hombre de confianza de fray Santander; arcediano de Serrablo a Manuel Rubio, «director de pages de Su Magestad» José Bonaparte; y maestrescuela a un tal Bonilla. Poco antes del final del reinado del francés —junio de 1813— el obispo fray Santander, en vísperas de su huida a Francia, nombró vicario general de Huesca al canónigo Pedro Blecua, cuya autoridad no fue reconocida por el cabildo, el cual, entendiendo que todos los nombramientos eclesiásticos hechos por el gobierno francés eran nulos por decreto de las

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Cortes Generales, volvió el 18 de agosto del mismo año a declarar vacante la sede oscense por muerte del obispo Sánchez de Cutanda y eligió vicario capitular al deán Lorenzo López. Vacante que fue ocupada el 4 de diciembre de 1815 por el obispo Eduardo Sáenz de Laguardia. Restablecida la paz, recuperaron a instancias del general Mina sus canonjías los destituidos chantre Bardaxí de Azara —elevado a cardenal en 1816— y el maestrescuela Castillón, que fue nombrado obispo de Tarazona en 1815 e inquisidor general en 1818. El canónigo Severo Andriani fue promovido a la maestrescolía en 1816, nombrado rector de la Universidad de Huesca dos años después y elegido obispo de Pamplona en 1819. Cuando la desamortización de Mendizábal, el clero catedralicio continuaba estructurado según la nueva planta de 1764, con un total de cincuenta y siete piezas: siete dignidades, dieciocho canonjías, treinta raciones y dos beneficios, cuyas dotaciones se redujeron casi a cero con grave amenaza de desaparición. Para obviarla se firmó un concordato en 1651, por el que la Iglesia reconoció la desamortización como hecho consumado e irreversible y renovó el patronato regio que permitió la intervención directa de la Corona en los nombramientos de obispos, canónigos y párrocos; el Estado, por su parte, se comprometió a dotar el culto y el clero. La comunidad catedralicia de Huesca fue reducida a cinco dignidades —deán, arcipreste, arcediano, chantre y maestrescuela—, cuatro canonjías de oficio —magistral, doctoral, lectoral y penitenciario—, siete canonjías de gracia y doce beneficiados. Las dotaciones correspondientes fueron: obispo canónigo-dignidad canónigo de oficio canónigo simple beneficiado culto catedralicio

90.000 reales 14.000 reales 14.000 reales 12.000 reales 6.000 reales 70.000 reales

La mitad de los doce beneficios eran provistos por oposición: maestro de capilla, organista, maestro de ceremonias, tenor, bajo y sochantre. Con cargo al culto subsistió la antigua institución de los infantes de coro con cinco o seis voces blancas. 210

Durante la Revolución Burguesa el cabildo estuvo unánimemente al lado del obispo Gil y Bueno, expulsado por la Junta Revolucionaria, que suspendió las retribuciones al alto clero, y residente en la parroquia oscense de Santa Engracia de Zaragoza, en su lucha contra la libertad de cultos y «las diversas emboscadas y asaltos a nuestra sacrosanta religión», en la celebración de actos de desagravio en la Catedral, y en la defensa de la integridad del archivo, defensa que fue tema de muchas sesiones capitulares en todo el año 1869. Sin previo aviso el gobernador civil de Huesca, acompañado por el bibliotecario del Instituto, se incautó del archivo el 23 de enero, ejecutando un decreto del Ministerio de Fomento, en el que se disponía la incautación de los archivos, bibliotecas, objetos de ciencia, arte e historia en poder de la Iglesia. El gobernador se apoderó de las llaves del archivo, de los cajones, arcas y armarios, y selló varias puertas. Menudearon las protestas del cabildo y del desterrado obispo, que no surtieron efecto. El 9 de noviembre el deán declaró a los canónigos haber sabido que un comisionado del gobierno pedía objetos de la Catedral con destino al Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Cuatro días después, el gobernador, el jefe provincial de Fomento y el bibliotecario del Instituto se llevaron del archivo una Biblia manuscrita en pergamino y miniada, que se conserva aún en el citado Museo Arqueológico. Las llaves fueron devueltas el 30 de enero de 1875.

EL ARCHIVO

D

esde 1308 el archivo de la Catedral ocupa la sala de la segunda planta de la sacristía vieja, sala proyectada para la custodia de los documentos del obispado y del cabildo, así como a partir de principios del siglo XV, la de ejemplares de la Libraría del capítol.


A partir de 1590 mereció especial atención por parte del cabildo, que acordó en sesión del 9 de mayo delegar seis canónigos «para poner en orden las escripturas del dicho Archivo y reconocellas y rubricallas». La nutrida comisión canonical no debió de dar el fruto deseado y a 24 de diciembre de 1594 se trató de «nombrar un clérigo para scrivano del Archivo y para poner orden en él», dándole casa y un salario de 25 libras, sugiriéndose el nombre de mosén Cristóbal Fortunyo, al que se nombró efectivamente el 27 de enero del año siguiente para el cargo de scrivano del Archivio. En la correspondiente acta capitular se detallan las obligaciones del secretario-archivero: «ha de estar subordinado a todo lo que ordenasen los clavarios del Archivo —los administradores de los depósitos de dinero guardados en el Archivo—, así para ordenar como para scrivir y copiar las scrituras de dicho Archivio y obras de la iglesia y reconoscer en las cosas de los notarios, los protocolos de aquellos, las scrituras tocantes a dicha iglesia, de modo que el cargo de dicho secretario ha de ser poner en orden dichas scrituras y copiar aquellas y buscar las demás tocantes a dicha iglesia y hazer inventario y registro dellas y hazer todo lo demás que a los clavarios de dicho Archivio les paresciere que acerca de lo sobredicho conviene; al dicho secretario se le da casa gratis y 25 libras, digo 500 sueldos de salario en cada un año, pagadero por el Corpus y san Martín; y más que siempre que esté ocupado en dicho oficio sea habido por presente a las horas (canónicas); y todo esto durante el beneplácito del cabildo». Se le ratificó el nombramiento el 26 de enero de 1602, en que era beneficiado de la Catedral. Tres años después, el 6 de marzo de 1609, el cabildo comisionó cuatro canónigos «para poner las scripturas del Archivio como conviene, encargándoles que luego lo tomasen a su cargo». Tampoco en esta ocasión se obtuvo el fin deseado y, una vez más, el 17 de abril de 1614 el cabildo delegó a dos canónigos «para reconocer las exceptiones, privilegios y todas las demás scripturas del Archivio, atento el

daño grave que se ha seguido de no haberlo hecho, y se les ofreció remuneración por su trabajo a conocimiento del capítulo». Un trabajo eficaz de organización de los fondos documentales no se consiguió hasta 1633, en cuyo 25 de julio el cabildo acordó nombrar una comisión de seis canónigos, al frente de ellos el deán Ignacio Pérez de Nueros, para que »se compusiese el Archivio». La labor desarrollada por ellos entre el 1 de septiembre de 1633 hasta el 31 de octubre de 1634 consistió en distribuir los fondos del archivo en nueve armarios o secciones, dando a cada documento una signatura de tres números que remiten al armario correspondiente, a la ligarza —grupo de pergaminos enrollados— y al que individualiza el instrumento dentro de aquél. Se ajustaron al siguiente organigrama o tabla de las escrituras: Armario 1 Gobierno espiritual y temporal Estatutos capitulares Sínodos Anales de los actos del cabildo Libros de gestis Libros de Visita Libros de Cofradías Consuetas Cuestiones de precedencia con el Pilar Armario 2 Mensa capitular en común Bulas apostólicas Privilegios y donaciones reales Diezmos de iglesias del cabildo Dominicatura del cabildo Donaciones de particulares Testamentos Donaciones entre particulares Ventas del cabildo Ventas entre particulares Armario 3 Hacienda de administraciones particulares Censales y tributaciones de Aniversarios Presbiterados Distribuciones Decanato Armario 4 Fábrica, Sacristía y Limosna Armario 5 Mensa episcopal Treudos y derechos

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Armario 6 Pleitos de Barbastro Jaca Alquézar Santa Engracia de Zaragoza Armario 7 Derechos de los prebendados Dominicatura Lugares dados a treudo Dignidades Armario 8 Clero Institución de beneficios Treudos y rentas de ellos Armario 9 Antigüedades De la Catedral en particular De otras iglesias De la Iglesia en general Subsidios pagados a los papas Subsidios pagados a los reyes Breves apostólicos.

Terminada la organización, el 14 de octubre de 1634 el cabildo nombró al canónigo Felipe de la Cadena para que escribiera el Lumen Domus del archivo. El resultado fue un gran volumen en papel, encuadernado de pergamino, que se titula Luminare maius totius ecclesiae Oscensis iusu capituli collectum, en el que se da la regesta, fecha y signatura de los documentos de cada armario, siguiendo dentro de éste un orden alfabético no demasiado riguroso. Realmente interesado por el archivo, el cabildo acordó el 1 de septiembre del mismo 1634 encuadernar dos libros: una Biblia manuscrita —la antes mencionada con motivo de su incautación— y el Libro de la Cadena, un voluminoso códice en pergamino del siglo XIII, en el que se transcriben unos 1.095 documentos, fechado el más moderno en junio de 1274. Posiblemente se encuadernó también en esta ocasión el Breviarium Oscense del obispo Gastón de Montcada, rico en miniaturas, de principios del siglo XIV, que se conserva. Dentro del repetido 1634, el 1 de diciembre, se acordó en sesión capitular recompensar a los cuatro canónigos que más habían trabajado «en componer el Archivo y escrituras dél»: se dieron 50 escudos a Martín de Iribarne, 20 a Jerónimo Arascués, 20 a Juan Navarro y 20 también a Felipe de la Cadena, aunque, respecto a éste, «aguardando a hacerle mayor com212

pensación por lo mucho que ha trabajado escriviendo de su mano el Lumen Domus», que no debía estar todavía terminado en esta fecha.10 En el mes de febrero de 1637 realizó el cabildo intensas gestiones para adquirir las Notas de Luys Pilares que habían heredado los esposos Marcela Pilares y Bartolomé de Armella. En la sesión del día 4 se planteó la cuestión de la compra de los ciento treinta y dos volúmenes de protocolos de los notarios de la familia Pilares —Luis, Jerónimo y Luis, padre, hijo y nieto—, fechados entre 1507 y 1625, de especial interés para la Catedral, ya que los tres notarios lo fueron sucesivamente del cabildo y sus manuscritos contenían la mayor parte de la documentación, otorgada y recibida, de la Catedral durante ciento dieciocho años. Se delegó al canónigo Ribera para que indagara las condiciones de venta cerca del citado matrimonio. Dos años después el delegado notificaba al cabildo que se pedían entre 350 y 400 libras y para negociar la compraventa se comisionaron tres canónigos. El 20 del mismo febrero se acordó capitularmente comprar los protocolos por medio de los canónigos Navarro y Vitale, asistidos por los juristas micer Panzano y micer Asín.11 Fue probablemente en estos años 1630 cuando el archivo fue dotado de nuevo con mobiliario de madera en su color natural, adosado a los muros de la sala: una serie de armarios situados sobre cajones, de excelente factura. Asimismo se trasladaron al archivo los libros litúrgicos antiguos que se guardaban en la Sacristía. Sería en 1634 cuando el cabildo determinó «que no se den libros ningunos ni por viejos ni por duplicados que estén en el Archivo a persona alguna».12 A lo largo de sus casi siete siglos de existencia el archivo no ha sufrido daños en su integridad, pero sí algunos expolios. A causa de los numerosos pleitos

10. ACH: De actibus capituli, fol. 260; Resoluciones, I, fol. 210 y 214v; II, fol. 27v; III, sub die 17-IV-1614; y IV, sub diebus 1-IX, 14-X y 1-XII-1634. 11. ACH: Resoluciones, V, sub diebus 4-II, 6-II y 20-11-1637. 12. Véase Guía de los archivos y bibliotecas de la Iglesia en España, León 1985, pp. 266-269.


sostenidos por el obispado de Huesca sobre la posesión de la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza, han desaparecido los documentos referentes a ella, al priorato de Santas Masas y al arcedianato de Santa Engracia, dos dignidades de la Catedral oscense, cartas sin duda incluidas en los procedimientos judiciales de la curia pontificia y de otras jurisdicciones eclesiásticas y civiles. Desde 1869 falta la Biblia Oscense, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, y es de lamentar la desaparición de buen número de viñetas de algunos códices medievales. En cambio han sido incrementados sus fondos con la incorporación del rico archivo medieval de la colegiata de Santa María de Alquézar, depositado posiblemente a raíz de la Revolución Burguesa de 1869. Es posible también que en esta ocasión se trasladaran al archivo los grandes cantorales, profusamente iluminados, procedentes del monasterio jerónimo de la citada iglesia de Santa Engracia de Zaragoza, unos pocos ejemplares de cuya colección se encuentran asimismo en el citado Museo Arqueológico de Madrid.

Mártires. Las actas correspondientes sólo mencionan el de Santa Catalina y el de Santa María, que decoraban los ábsides laterales de ambas advocaciones. De los demás sólo se dice que eran retablos viejos «que se quitaron de las capillas y no aprovechaban a la iglesia».13 La actividad reformadora de esta iniciativa del cabildo se desplegó en el Oratorio en 1616, la capilla de éste en 1641, la sala capitular nueva en 1668 y la fachada del trascoro en 1789. Las demás renovaciones se confiaron a la iniciativa privada con la concesión a particulares de licencia «para adecentar capillas con derecho a enterramiento» y a aprobar los planes de reforma, desentendiéndose la Catedral tanto de la financiación como del proceso de realización. Por esto no figuran en las cuentas de Fábrica o de Prepositura los costes de la mano de obra y de materiales, ni los nombres de los maestros que obraron. Tales reformas no se limitaron a lo meramente material, supusieron en muchos casos la sustitución de los santos titulares de capillas por nuevas advocaciones, las preferidas por los concesionarios. Los cambios habidos en este aspecto pueden apreciarse en el siguiente cuadro: Siglo XVI

Siglos XVII-XVIII

REFORMAS

n la prosecución de las reformas del interior de la Catedral, iniciada en el siglo XVI, se advierten en las dos centurias siguientes dos períodos: uno que va del año 1610 al 1668, durante el cual se realizaron unas diecisiete innovaciones; y otro de 1751 a 1789, en el que se instalaron unos catorce retablos nuevos. La modernización que se procuró llevar a cabo implicaba la desaparición, en cuanto era posible, de lo medieval: se cerraron los arcosolios sepulcrales, se borraron los relieves de los sarcófagos y se retiraron «los retablos viejos». De éstos sólo se salvó el de la Coronación de la Virgen, obra de Pere Zuera, actualmente en el Museo Episcopal y Capitular. En sesiones capitulares entre 1639 y 1656 se trató de la cesión de cinco o seis retablos góticos a las iglesias parroquiales de Banastás, Igriés y Yéqueda y a la ermita de Las

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Capillas absidiales Sta. Catalina Sto. Cristo de los Milagros Stos. Pedro y Pablo Inmaculada Concepción Sta. María del Alba Virgen del Rosario cripta: San Agustín San Nicolás Sta. Catalina Capillas del crucero Todos Santos Todos Santos Oscenses San Gil San Gil Stos. Fabián y Sebastián Sta. María del Pilar Stma. Trinidad Stma. Trinidad

13. ACH: Resoluciones, sub diebus 5-VII-1639, 12-XII-1649, 13-1-1651 y 1-IV-1656.

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Siglo XVI

San Antón San Blas San Mateo San Miguel Sta. Engracia Sto. Cristo Sta. Elena

Siglos XVII-XVIII Capillas del coro San Juan Nepomuceno San Blas San Pedro de Arbués San Miguel San Lorenzo Sto. Cristo San Vicente Capillas de la nave sur

San Martín San Juan Bautista altar Sta. Bárbara San Jerónimo altar San Quílez Stos. Felipe y Jaime

San Martín San Joaquín San Jerónimo Stos. Orencio y Paciencia

He aquí la cronología de las reformas: Primer período 1610 Sta. Engracia, retablo 1616 Oratorio de la Sacristía 1621 Stma. Trinidad, capilla y retablo 1621 Todos Santos, capilla y retablo 1622 Sto. Cristo de los Milagros, capilla y retablo 1630 San Martín, retablo 1631 Inmaculada Concepción, retablo 1631 Virgen del Pópulo, retablo 1636 San Lorenzo, retablo 1636 San Vicente, retablo 1641 Oratorio, capilla 1645 Stos. Orencio y Paciencia, capilla y retablo 1645 Antesala capitular 1650 Sta. Catalina, retablo 1651 Rosario, retablo 1655 San Joaquín, capilla y retablo 1668 Sala capitular

Capillas de la nave norte San Andrés Sta. Lucía altar Passio Imaginis altar San Roque Sta. María Magdalena altar Sto. Tomás altar San Orencio, obispo San Juan Evangelista

San Andrés Sta. Lucía

Virgen del Pópulo

Antesala capitular

Capillas del imafronte Reyes Magos San Julián Sta. Ana Stos. Lorenzo y Vicente

Reyes Magos Sta. Ana Pila bautismal

Altares del Oratorio Sta. Engracia San Lorenzo San Vicente

Aunque la cronología de las reformas introducidas en los dos siglos puede establecerse con seguridad, son escasas las noticias de los maestros que intervinieron, cuyos nombres quizá descubran algún día investigaciones en los protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial. De momento la principal fuente de información se encuentra en el manuscrito del doctoral Novella, titulado Ceremonial de la Iglesia de Huesca, redactado en 1786 en cinco volúmenes que se conservan en el archivo." 214

Segundo período 1748 Canceles del crucero 1751 San Pedro de Arbués, retablo 1751 San Juan Nepomuceno, retablo 1762 San Jerónimo, retablo 1764 San Miguel, retablo 1764 Sta. María del Pilar, retablo 1766 San Blas, retablo 1780 San Gil, retablo 1782 Sta. Lucía, talla y baldaquino 1788 Stma. Trinidad, retablo 1788 San Andrés, retablo 1789 San Lorenzo del trascoro, retablo 1789 Sto. Cristo del trascoro, retablo 1789 San Vicente del trascoro, retablo 1789 San Julián, capilla tapiada 1789 Barbacana de la lonja 1796 Enlucido de los muros de la Catedral

14. Véase DEL ARCO, R.: La Catedral de Huesca, Huesca 1924, y Catálogo monumental de la provincia de Huesca, Madrid 1942; DURÁN GUDIOL, A.: Huesca y su provincia, Barcelona 1957, pp. 13-48; NAVAL Mas, Antonio y Joaquín: Inventario artístico de ,Huesca y su provincia, I, Madrid 1980, pp. 19-45.


CAPILLA NUEVA DE LA SACRISTÍA

1 norte de la Sacristía mayor y adosada en parte al ábside mayor y al lateral de San Apedro, se edificó «la capilla nueva de la sacris-

tía», el último ejemplar arquitectónico del conjunto catedralicio, trazado según el modelo renacentista aragonés. De planta irregular por imperativo del espacio disponible, es obra de ladrillo con bóvedas de crucería nervada. Conocido modernamente como «el Oratorio», contiene una gran calajera y, procedentes del trascoro, los altares de las reliquias o de Santa Engracia, de San Lorenzo y de San Vicente. Una puerta, practicada en el muro del ábside de San Pedro —actualmente de la Purísima— se abre a la escalera que conduce a dos criptas, cubiertas con bóvedas apuntadas, situadas debajo del citado ábside y del de Santa Catalina —hoy capilla del Cristo de los Milagros— y destinadas desde el 4 de agosto de 1677 a enterramientos de canónigos en sustitución de los dos carnales del crucero, utilizados con el mismo fin hasta esta fecha. La capilla se construyó entre el 22 de febrero y el 30 de julio de 1616, según el Libro de Fábrica, en el que figura el resumen del cuaderno de menudo que llevó el fabriquero tanto de la mano de obra como del material (en sueldos). Sólo se mencionan las cuadrillas de Juan Martínez y de Royo el piquero: Jornales Peones Juan Martínez Royo el piquero

1.891 s. 2.172 s. 1.509 s.

Materiales Aljez Calcina, arena, graba, losas, clavos Rexa 24.600 ladrillos 3.000 ladrillos para enladrillar Texas y texones Tablas y maderos

2.222 s. 1.222 s. 374 s. 2.294 s. 360 s. 211 s. 436 s.

El costo total de la capilla se elevó a 634 libras, 11 sueldos, equivalentes a 12.691 sueldos. Con motivo de la construcción de la capilla del Santo Cristo de los

Milagros, fue derribado el muro norte y parte de la bóveda del Oratorio. En sesión capitular del 3 de mayo de 1641 el cabildo delegó al deán y al canónigo Lastanosa, fabriquero, «para abrir una capilla en la sacristía y gastar en ella lo necesario».15 Se trata de una estancia de planta cuadrada, abovedada, que originalmente debió tener linterna, y comunica con el Oratorio.

LA CAPILLA DEL SANTO CRISTO

l fosal de la Sacristía, situado entre la cabecera de la Catedral y las segundas plantas del palacio episcopal, fue cayendo en desuso en el siglo XVI, sobre todo a partir de la construcción de la Sacristía nueva. El solar resultante de la desparición del fosal fue objeto de avenencia entre el obispo y el cabildo, que se lo repartieron en 1610. El 5 de marzo el obispo fray Berenguer de Bardaxí pidió a los canónigos «el patio del cementerio tras la sacristía» con el fin de «edificar una galería y jardín o soleador junto a su casa y su palacio episcopal por la poca habitación que tenía de casa». Al día siguiente ante el notario Pilares, se formalizó el reparto del fosal entre las dos partes. «Atendido que el cementerio está fuera de la iglesia y fuera mano y que ha muchos años que no se sepulta nadie en él sino en el otro que está dentro del claustro», el cabildo consintió que el obispo «creciera y ampliara la casa episcopal hasta la parte y espacio que por el cabildo se señalará al tiempo de abrir los fundamentos» y con algunas condiciones: que el obispo levantara un muro que había de separar los espacios de la Catedral y del palacio —que todavía subsisten—; que en ellos no le fuera permitido al prelado «abrir puerta, ventana ni lumbrera alguna, ni hacer vesante de agua que caiga a parte de la iglesia,

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15.

ACH: Resoluciones, I, en la fecha indicada.

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Capilla de Santa Catalina (1650).

sino hacia la calle o casa episcopal»; y que se reservaba el cabildo «el derecho de utilizar esta pared si decide edificar de su parte». Condiciones que fray Berenguer prometió guardar en su nombre y en el de sus sucesores.16 El muro «de ladrillo o argamasa con su fundamento de piedras» se conserva todavía, pero no queda nada, a no ser un escaso jardín, de la reforma que se realizara en el palacio: la edificación de dos «quartos alto y baxo»,17 como prolongación del salón Tanto Monta, que hubieron de ser derribados recientemente a causa de su estado ruinoso. No responde al modelo aragonés el último elemento arquitectónico renacentista de la Catedral, que es la capilla del Santo Cristo de los Milagros, sufragada por el obispo Juan Moriz de Salazar y proyectada por el maestro Pedro de Ruesta, de la ciudad de Barbastro, en 1622 y 1625. A tal fin el cabildo, en sesión del 29 de agosto de 1622, cedió el ábside septentrional, originariamente capilla de Santa Catalina, 216

y aprobó el proyecto de la nueva capilla del Santo Cristo, presentado por el obispo. Previo el derribo de los muros frontales del ábside, los canónigos accedieron a que se construyera un primer cuerpo de planta cuadrada «con un zimborio en medio», un segundo a manera de ábside rectangular, que en la concesión se llama «otra capilla más pequeña donde esté el Cristo y el altar», y un tercero destinado a sacristía. En lugar de los muros que cerraban el ábside se había de abrir «un arco de piedra negra de. Calatorau y cerrarlo con una reja de yerro y bronze». Se impusieron algunas condiciones: «a la entrada de la capilla pequeña del Cristo se ha de echar una rejita baja que impida entrar a los laicos»; abrir en ella «una puerta por donde se entre a la sacristía del altar»; «hazer un retablo proporcionado al tamaño de la capilla y dorarse la capilla, todo a costas del señor obispo», al que se facultó para «poner en la capilla, arco, rejado y retablo los escudos de armas y letreros que le pareciere y en la luna o patio de sus casas episcopales pueda hacer una puerta por donde entrar en la sacristía y della a la capilla, durante su vida solamente y después della la pueda cerrar el capítulo».18 La capilla en su estado actual responde al proyecto del maestro Pedro de Ruesta. En sendos nichos de las pilastras del arco de entrada hay hornacinas con las imágenes de Santa Bárbara y Santa Catalina, no reseñadas en el acta de donación. Sobre la cornisa, son medios frontones con dos matronas los que sostienen el escudo del obispo Moriz de Salazar. Se conserva también la verja y el zimborio, cúpula con ocho cariátides sobre cornisa y linterna. La capilla fue solemnemente inaugurada el 20 de julio de 1625 por el obispo fundador con la asistencia del cabildo, del concejo municipal y del claustro de la Universidad. Se celebraron con este motivo feste-

16. Ibídem, II, sub die 5-111-1610; y ACH Protocolos Pilares 1610, folio 54. 17. HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 366. 18. ACH: Protocolos Pilares 1622, fol. 302v.


jos populares: iluminaciones, hogueras, cabalgatas y una corrida de ocho toros en la plaza de la Catedral. Acaso sea de este mismo tiempo el retablo del Santo Cristo, que el obispo se obligó también a costear y del que no se ha encontrado documentación. Presenta cuatro columnas estriadas, cornisa y frontones truncados, con estatuas de Santos Justo y Pastor, pinturas alusivas a la Pasión y escudos del obispo Moriz. Dos grandes lienzos —jesús en casa de Simón Mago y entrada de Jesús en Jerusalén— decoran los muros laterales del presbiterio. Fueron encargados por el cabildo al pintor Vicente Verdusán en 1693. Una tormenta de nieve a primeros de febrero de 1698 movió al concejo municipal a pedir la celebración de rogativas en la capilla y, pasado el peligro, la ciudad donó 40 libras que se invirtieron en los marcos de la obra de Verdusán. La mesa del altar de jaspe con embutidos se colocó en 1780.19

LAS OTRAS CAPILLAS ABSIDIALES

a capilla dedicada originalmente a San Pedro y San Pablo, en la que tenían derecho de enterramiento los Urriés, fue concedida en 1631 al canónigo Cristóbal Colón, que mudó la advocación primera por la de la Inmaculada Concepción de María. Como en otros casos, es de suponer que el canónigo se comprometió a costear el nuevo retablo, el actual que sustituyó el gótico en cuyas polseras figuraba el escudo de la baronía de Ayerbe. El titular de ésta reivindicó en 1657 la «propiedad» de la capilla contra el derecho que pretendía el canónigo José Castilla.20 El retablo de madera dorada presenta en hornacina la imagen de la Purísima y se completa con bajorrelieves de tema mariano y columnas estriadas en espiral. En el mismo tiempo debió de reformarse la capilla de Santa María del Alba, propia de los Gurrea y sede de la capellanía mayor —parroquia— hasta 1559. No se han encontrado noticias de la reforma

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que la dedicó a la Virgen del Rosario. El retablo es de madera dorada con una pintura sobre tabla que presenta a San Jacinto y relieves de San Lorenzo y San Vicente en la predela; columnas estriadas señalan las tres calles del cuerpo, en cuyo centro se halla la hornacina con la imagen gótica del anterior retablo, repintada, y en los laterales tallas de San Pedro y San Pablo. Suprimida la advocación de San Nicolás, dada a la capilla absidial más meridional, se trasladó a ella en 1621 el retablo gótico de Santa Catalina, cuya capilla, como se ha explicado antes, se había destinado a la veneración del Santo Cristo de los Milagros. La reforma se realizó en 1650 a cargo de la Cofradía de Santa Catalina: el 6 de julio los cofrades pidieron al cabildo licencia para suprimir «una tumba o sepulcro para que estuviese mejor la capilla que blanqueaban y aliñaban»; los canónigos no accedieron, pero les permitieron «entrarle adentro de modo que se vea la cara de la tumba». Era la del obispo Jimeno de Ribavellosa, muerto en 1369. El retablo actual se asentó el 13 de enero de 1351 y se destinó la cripta de esta capilla a enterramiento de clérigos catedralicios. Se construyó también una pequeña sacristía, que ha sido eliminada en las recientes obras de restauración de la Catedral. El mismo día trató el cabildo sobre la cesión del retablo gótico anterior a las parroquiales de Banastás o Yéqueda o a la iglesia del Seminario.21 Trabajó desde 1648 en el retablo el mazonero Jusepe Garro, que percibió 180 libras jaquesas; el dorado corrió a cargo de Juan Ribot, al que se pagaron 200 libras; y parte, por lo menos, de los lienzos fueron pintados por Jerónimo Agüesca, a quien en 1651 se dieron 4 libras «por pintar en el pedestal a San Miguel y San Antón».22

19. ACH: Libro práctico del maestro de ceremonias; y NOVELLA: Ceremonial de la Catedral de Huesca, manuscritos. 20. ACH: Resoluciones, sub diebus 2-XI-1656 y 14-XII-1657; y NOVELLA: Ceremonial, V, fol. 131. 21. ACH: Resoluciones, sub diebus 6-VII-1650 y 13-1-1651. 22. ACH: Libro de la Cofradía de Sta. Catalina, ms.

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Las criptas de los dos ábsides laterales del norte, por acuerdo del cabildo del 4 de agosto de 1677, se destinaron a «enterramiento común de los canónigos», en sustitución de los dos panteones sitos en el subsuelo del crucero. Según el acta capitular, «dio motivo a esta mudanza lo ventajoso del nuevo sitio y la indecencia y poca disposición que avía para vaxar los cadáveres a los sepulcros de que antes se usaba en el cuerpo de la iglesia».23 La cripta del ábside del Rosario ha venido sirviendo de bodega, desde la supresión de la capilla de San Agustín.

CAPILLAS DEL CRUCERO

odos Santos: se conserva el acta de concesión de esta capilla, fechada el 12 de septiembre de 1621. El cabildo la cedió al doctor Juan Miguel Olcina, catedrático de Prima en la facultad de Leyes, y a su esposa Catalina Adrián, «para poderse enterrar ellos y sus descendientes con cargo de hacer a sus costas un carnerario». Los concesionarios asumieron las obligaciones de ensanchar el arco de entrada, pagar un retablo dedicado a Todos los Santos, «muy bueno que tome toda la frontera de la capilla», abrir una puerta en el diminuto ábside gótico para comunicar con la capilla de Santiago del claustro, que había de destinarse a sacristía, poner «un rexado de yerro tan bueno y perfeccionado como el de la capilla de los Reyes» y fundar doce aniversarios.24 El doctoral Novella pudo leer la inscripción

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SACELLUM OMNIBUS SANCTIS ET SPECIALITER PATRIIS DICATUM.

Efectivamente, en el gran lienzo del retablo figuran las figuras de los santos oscenses Orencio, Paciencia, Lorenzo, Vicente y Orencio, obispo de Auch, más la de San Martín, obispo de Tours especialmente venerado en la ciudad desde su conquista aragonesa.25 Remata el retablo el escudo de los Olcinas.

Capilla de la Purísima (1631).

San Gil: no llegó la reforma de esta capilla hasta 1780 y consistió en el revestimiento de madera dorada de sus paredes y bóveda y en el asentamiento de un retablo, que en lienzo grande presenta el santo titular. Consta que el dorado, y posiblemente la reforma, fue sufragado por el canónigo Juan Pardina. El doctoral Novella, contemporáneo de la obra, escribió: «Es de notar que el cuadro del altar lo pintó en un día fray Manuel Bayeu, religioso lego de la Cartuja de Las Fuentes, hermano de don Francisco Bayeu, pintor del rey, 1780».26 Virgen del Pilar: la capilla de Santos Fabián y Sebastián, que pertenecía a la familia Samper, fue concedida por el cabildo al canónigo Luis Rubira, que pagó el retablo, en cuyos laterales se hallan las figuras de los dos santos de la advocación anterior. La cesión se acordó el 5 de octubre de 1764. Completaban la decoración de la capilla, en la que recientemente se ha emplazado la pila bautismal, dos óleos sobre lienzo que presentan la aparición de la Virgen a Santiago en Zaragoza y el milagro de Calanda, expuestos actualmente en el Museo Episcopal y Capitular. Fueron atribuidos al pintor zaragozano José Luzán Martínez, pero, según Ansón Navarro, cabe la posibilidad de que fueran obra del pintor Juan Andrés Merklein, de origen flamenco, avecindado en Zaragoza, maestro y suegro de Francisco Bayeu.27 Santísima Trinidad: el Libro de Aniversarios del siglo XVI no registra enterramiento alguno en esta capilla, que el 17 de septiembre de 1621 fue concedida a los cónyuges Martín de Estallo e Isabel Gaxías, vecinos de Huesca, con la condición «de adrezar la dicha capilla y asentar y poner un retablo so la invocación de la Santísima Trinidad que tienen de bulto dentro tiempo de un mes y que el retablo haya de

23. ACH: Resoluciones, sub die 4-VIII-1677. 24. ACH: Protocolos Pilares 1621, fol. 242. 25. ACH: NOVELLA, Ceremonial, IV, p. 183. 26. Ibídem, V, p. 512. 27. Ibídem, IV, página 149. LACARRA y MORTE, Catálogo del Museo, páginas 114-117.

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quedar en la capilla perpetuamente».28 Sin embargo, fue reformada por el canónigo Juan Dex, al que le fue concedida el 5 de agosto de 1788. Explica el doctoral Novella, testigo ocular, que el retablo fue inaugurado el 23 de mayo de 1790 y que el lienzo fue pintado por el cartujo fray Manuel Bayeu.29 El 2 de enero de 1748 el cabildo contrató los canceles de las dos puertas del crucero con los «maestros arquitectos» Juan Abad y Benito Sola en 180 libras jaquesas. El maestro Sola, autor del proyecto, se comprometió, además, a esculpir los adornos, el principal de los cuales es el escudo de la Catedral —el Crucifijo entre la Virgen y San Juan—, labor que se valoró en 34 libras jaquesas.30

LAS CAPILLAS ADOSADAS AL CORO

as capillas situadas en el entorno del coro, dos abiertas a cada una de las naves laterales y tres en el trascoro, han sido suprimidas a raíz del traslado de la sillería coral en diciembre de 1969, en el curso de las obras de restauración de la Catedral. Dos de ellas, las de San Antón abad y San Mateo fueron concedidas al canónigo Francisco Miranda, que las dedicó, respectivamente, a San Juan Nepomuceno y a San Pedro de Arbués y costeó ambos retablos en 1751.31 El 14 de junio de 1766 el cabildo facultó a Bernardo Oliván »para adornar la capilla de San Blas, con un nuevo retablo en sustitución del anterior, que se destinó a altar de reliquias en la sacristía, función que cumplió hasta 1791 en que los relicarios se colocaron en el retablo de Santa Engracia, a la sazón colocado en el Oratorio de la Sacristía. El conde de Viñaza atribuyó los adornos del nuevo retablo al pintor Bernabé Polo.32 La capilla de San Miguel fue renovada por el canónigo Miguel Broto con licencia del cabildo, con-

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Capilla de San Joaquín. Retablo.

cedida el 3 de noviembre de 1764.33 Las imágenes y lienzos de esta capilla se hallan depositados en el Museo Episcopal y Capitular. La primera renovación de dos capillas o altares del trascoro se realizó el 17 de abril de 1610, en que se sustituyó la tabla medieval de Santa Engracia por uno nuevo que, a pesar de su modernidad, fue retirado y reemplazado en 1636 por el recién labrado en honor de San Lorenzo. En la misma ocasión el segundo retablo, dedicado a Santa Cruz y Santa Elena, cedió su lugar a otro nuevo también, el de San Vicente. Los dos santos diáconos compartían anteriormente la capilla emplazada en la puerta lateral de la fachada. Los dos retablos fueron asimismo trasladados en 1789 al Oratorio de la Sacristía, donde se conservan.34 Se alteró el pavimento frente a la puerta del coro, abierta al crucero, con la concesión de sepultura a Faustino Cortés, vizconde de Torresecas, fallecido el 5 de septiembre de 1641. Tres días después el fabriquero de la Catedral pagaba 25 libras 12 sueldos por excavar la tumba, para tratar cuya cubrición se delegó al canónigo Juan Orencio Lastanosa: se cerró con una lápida de alabastro con la figura en relieve, del vizconde, que se expone actualmente en el Museo Episcopal y Capitular.35 La fachada del trascoro, que se suprimió en la restauración de 1970, era un elemento de madera, de grandes proporciones, pintada imitando mármoles, «según el orden compuesto», al decir del doctoral Novella. Se construyó entre los años 1789 y 1794, conforme al proyecto de Pascual Ypas, académico de San Fernando, que esculpió las imágenes de San

28. ACH: Protocolos Pilares 1621, fol. 251. 29. ACH: NoYaLA, Ceremonial, III, p. 43. 30. BALAGUER, F.: «El claustro y los canceles de la Catedral de Huesca., en Argensola II (Huesca 1951), p. 276. 31. ACH: Nown.A., Ceremonial, IV, p. 62 y II, p. 496. 32. Ibídem, I, p. 313 y III, p. 361; Da ARCO, La Catedral, p. 113. 33. Ibídem, II, p. 452. 34. ACH: Resoluciones, V, sub diebus 12-XII-1636 y 5-VII-1639; y Ceremonial, I, p. 231 y III, p. 415. 35. ACH: Resoluciones, sub die 5-X-1641; Libro de Fábrica, sub die 8-

1X-1641.

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dorada, obra del escultor Antonio Sanz; y se labró un nuevo facistol de cuatro caras, capaz de mantener abiertos los grandes cantorales en el centro del coro, en cuya cima se colocó una imagen dorada del rey David, tallada por José Sanz, que sucedió a su hermano Antonio tras el ingreso de éste en La Cartuja; intervinieron también el escultor Pascual Ypas y el dorador Baltasar Panzano.36

CAPILLAS DE LA NAVE MERIDIONAL

an Martín: es la primera de las capillas de la nave meridional y su advocación no ha sido variada. No se han encontrado noticias sobre su reforma, que realmente se produjo mediado el siglo XVII. Se pintaron con motivos decorativos sus bóvedas y paredes y se obró el retablo actual, presidido por un gran lienzo con la figura del santo obispo, atribuido al pintor Vicente Verdusán (1630-1697).37 San Joaquín: capilla dedicada originalmente a San Juan Bautista, en la que se instaló en el siglo XVI un segundo altar con retablo de Santa Bárbara. El 1 de diciembre de 1654 Bartolomé Santolaria pidió el patronazgo de la capilla «para adornarla a devoción de San Joaquín y Santa Bárbara», con derecho a enterramiento para él y los suyos. Accedió el cabildo y el hijo de aquél, el canónigo José Santolaria, se obligó a sufragar los gastos del retablo en el término de dos años por un valor de 600 libras jaquesas.38 La reforma de la capilla no se redujo a la sustitución del retablo renacentista de Santa Bárbara por el de San Joaquín y a la supresión del altar de San Juan Bautista: se procedió a la demolición de la bóveda de crucería original y a la construcción de una nueva capilla con cúpula sostenida por cuatro pechinas con cornisa y balaustrada, profusamente decorada. Los

S Capilla de San Joaquín. Verja de 1654.

Lorenzo y San Vicente, que sustituyeron los «quadros» de 1636, actualmente depositadas en el Museo Episcopal y Capitular, y retocó, según el citado doctoral, la talla del Santo Cristo. Los tres nuevos altares —San Lorenzo, Santo Cristo y San Vicente— fueron obrados por Lorenzo Sola, escultor de Huesca; las imitaciones de mármol se confiaron a Baltasar Panzano, maestro dorador de Zaragoza; intervino también Antonio Sanz, escultor de esta misma ciudad. El conjunto fue inaugurado el 6 de diciembre de 1794. Al año siguiente, en los laterales del coro se levantaron sendas tribunas para cantores, situadas sobre la sillería; se cerró la parte delantera del recinto coral con una verja —actualmente en el santuario de Torreciudad— con sendas tribunas a los lados, llamadas canarieras, desde las que los canónigos escuchaban los sermones, verja que se remató con varias tallas blanqueadas menos la central, del Salvador, 222

36. ACH: Ceremonial, III, p. 418 y V, p. 525. 37. DEL ARCO, R.: »La pintura en Aragón en el siglo XVII», en Seminario de arte aragonés (Zaragoza 1954), p. 64. 38. ACH: Resoluciones, en la fecha indicada.


muros laterales se cubrieron con grandes lienzos con marcos de madera dorada con escenas de la vida de San Joaquín e infancia de Jesús y figuras de algunos santos, como Santa Teresa, San Felipe Neri, San Ignacio y San Francisco Javier. Se cerró la capilla con una verja de piedra, alabastro, metal y madera, con el escudo de los Santolaria y talla de la Inmaculada. El retablo de madera dorada y muy trabajada y con elementos de alabastro está presidido por la imagen de San Joaquín; en los intercolumnios, las de Santa Bárbara, Santa Eulalia, San Lorenzo y San Vicente; y en el ático, las de San Juan Bautista y Santos Justo y Pastor. Son de alabastro las figuras del titular, Santa Eulalia y Santa Bárbara —la de ésta podría ser renacentista y correspondería al retablo calificado de «muy bueno» en la visita pastoral de 1560—. No se conocen los nombres de los maestros que intervinieron en la renovación de la capilla, pero se atribuye a Vicente Verdusán la parte pictórica. El canónigo José Santolaria, natural de Huesca, maestrescuela de la misma Catedral y catedrático de Cánones en la Universidad, fue promovido en agosto de 1673 al obispado de Jaca y murió, sin haber tomado posesión de la mitra, el 6 de enero del año siguiente.39 San Jerónimo: la primera reforma de esta capilla, primitivamente dedicada a San Quílez y Santa Julita, se registró en el siglo XVI al instalar en ella un segundo altar en honor de San Jerónimo. La renovación definitiva no se realizó hasta 1762: el 24 de abril el cabildo la concedió al obispo Antonio Sánchez Sardinero, que no alteró su estructura original. El retablo de madera dorada presenta en la predela la pequeña imagen de la Virgen del Voto, así llamada por el que formularon en defensa de la Inmaculada Concepción de María el cabildo catedralicio, el concejo municipal y la Universidad, al cesar la peste de 1651-1652; en el cuerpo central bajorrelieve de San Jerónimo penitente, y en los laterales, tallas de San Francisco de Sales y San Antonio de Padua; y en el cimal, relieve con la figura de San Pedro. Los muros laterales se decoraron con dos grandes lienzos con escenas de la vida de San Jerónimo; en sendos relieves ovalados, San Jorge y San Roque. Se cerró la

Capilla de San Joaquín. Imagen de Santa Bárbara en alabastro.

capilla con una verja de mármol, hierro y madera. Gastó el obispo en la obra 3.000 escudos. No se conocen los nombres de los maestros que trabajaron en la renovación y se atribuye la autoría de los lienzos laterales al pintor zaragozano José Luzán. La reforma se había terminado ya el 24 de septiembre de 1764, día en que el cabildo trató sobre la manera de agradecer al obispo «por la capilla de San Gerónimo que ha compuesto», acordándose fundar «una función correspondiente a misa y claustro».40 El obispo Sánchez Sardinero murió el 5 de mayo de 1775 y fue enterrado en el subsuelo de la capilla,

39. HuEsa, P. Ramón de: Teatro histórico, VIII, p. 181. 40. ACH: Resoluciones, sub diebus 24-IV-1762 y 14-IX-1764; y Ceremonial, IV, p. 115. Véase HuEsa, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p.

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bajo una lápida que recuerda la obra de renovación, que la mitra que él amó fue la de Huesca, que había despreciado la de Palencia y rechazado la de Zaragoza. Santos Orencio y Paciencia, presuntos padres de San Lorenzo. Capilla antes dedicada a San Felipe y Santiago, en la que celebraba el cabildo las sesiones ordinarias. En la reunión capitular del 18 de marzo de 1645, el deán dio cuenta de la petición formulada por el canónigo Juan Orencio de Lastanosa y su hermano Juan Vincencio de Lastanosa, que solicitaban la concesión de la capilla de San Felipe y Santiago para construir otra nueva, dedicada a santos Orencio y ibciencia. El cabildo delegó al déan para «firmar los cabos propuestos para la capilla» en el acta que se formalizó el 21 de abril ante el notario Vincencio de Santa Pau. La capilla fue concedida a los dos hermanos con una larga serie de condiciones, entre las que destacan las referentes a la renovación de aquélla: sustituir el arco apuntado de entrada por otro apeado en pedestales o columnas, con licencia para poner las armas de los Lastanosa; cerrar la capilla con un rexado de bronze, parecido al de la capilla del Santo Cristo de los Milagros, también con el escudo de la familia; poner un altar y retablo, dedicado a San Orencio y Santa Paciencia, «de mazonería a solas o con pintura dorado», en el cual figuraran las armas mencionadas y las de Caterina Gastón, esposa de Juan Vincencio; abrir en el suelo un panteón abovedado para enterramiento de los ascendientes y descendientes de la familia; azulegar la capilla y el pavimento; sustituir la bóveda de crucería por «una media naranja con su lanterna y vidrieras»; suprimir uno de los arcosolios sepulcrales para abrir la puerta de la sacristía de piedra o de ladrillos en la que deberá guardarse el antiguo retablo de san Felipe y Santiago con su altar e instalar en ella almarios y calages; instalar en la capilla una lámpara de plata y obrar «un sagrario como en su devoción se espera, donde pueda estar el Santísimo Sacramento de la parroquia».

Capilla de San Jerónimo. Retablo anónimo (1762).

En el convenio los Lastanosa se obligaron a entregar al cabildo un capital de 100 escudos para el mantenimiento de la lámpara, que había de arder día y noche, y se comprometieron a dotar la capilla con 300 escudos, entregados una sola vez o en censales que rentaran 30 escudos al año, a invertir en la misma capilla y en ornamentos. Esta cantidad dotacional «para la conservación de la fábrica de la capilla y lucimiento de ornamentos» no había sido satisfecha aún en 1664, según confesaba, a raíz de la fundación de oficios en honor del Santísimo Sacramento, el canónigo Lastanosa, el cual reconocía que no había podido concluir el retablo, «aunque hay mucha parte de él hecho». Como garantía de la reforma a realizar, los dos hermanos extendieron carta de comanda por 60.000 sueldos a favor del cabildo, el cual se comprometió a no ejecutarla si no era en el caso de que los concesionarios muriesen o si, pasados dos o tres años, no se había terminado la nueva capilla.41 La reforma arquitectónica de la antigua capilla se había terminado en 1648, año en que se instaló en ella la parroquia de la Catedral, hasta esta data residenciada en la capilla de San Juan Evangelista. Confirman la fecha sendas inscripciones puestas a los pies de los retratos del canónigo y del infanzón, atribuidos al pintor Jusepe Martínez, expuestos a los lados del retablo, afirmando en su inscripción que los dos hermanos hoc sarcophagum posuerunt y hoc sacellum dedicarunt anno M DC XLVIII Probablemente se había colocado ya el altar y acaso empezado el retablo, inconcluso aún en 1664, como se ha explicado. En el gran lienzo de éste figuran las figuras de San Orencio y Santa Paciencia, obra que se atribuye también a Jusepe Martínez. Ajustándose al convenio se había levantado la cúpula en su linterna y la sacristía en cuerpo saliente de ladrillo, eliminada en las obras de restauración de la Catedral.

41. ACH: Resoluciones, sub die 18-111-1645; De actibus capituli, 10, fol. 295 y 297; Protocolos Pilares 1626, fol. 226.

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cupulilla y figuras pequeñas. En la predela del retablo, paneles con incrustaciones de tema floral y aves con piedras de varios colores. Enmarcan el lienzo central de los santos titulares columnas salomónicas de jaspe. El panteón, presidido por altar y retablo dedicado a la Purísima Concepción, guarda los sepulcros de la familia con grandes inscripciones en latín de gusto clásico, destacando los sarcófagos y estatuas orantes en alabastro de los hermanos Juan Orencio y Juan Vincencio Lastanosa.

Capilla de San Joaquín. Cúpula pintada por Vicente Verdusán.

Debajo de la capilla, a considerable profundidad, se labró la cripta para panteón de los Lastanosa, ciertamente terminada ya en 1651, año en que se trasladaron a ella «los cuerpos, huesos y cenizas» de los antepasados de la familia. La decoración mural de la capilla, cúpula y linterna, que se atribuye al pintor Juan Jerónimo Jalón, pudo ser realizada después del 1664 con los motivos eucarísticos que se conservan en regular estado. Ricardo del Arco escribía en 1924 que el 27 de junio de 1646 se formalizó la capitulación sobre la construcción de la capilla entre los Lastanosa y Juan Jerónimo Jalón ante los testigos Lorenzo Ahuesca, grabador oscense, y Bartolomé González, pactándose que Jalón cobrase 16 sueldos por jornal de diez horas y su aprendiz 16 reales mensuales. El mismo historiador afirmaba en 1942 que los muros y la bóveda fueron pintados en 1666 por el mencionado Jalón.42 La capitulación no se ha encontrado hasta el presente. El arco de entrada de la capilla es de medio punto, inscrito en frontón partido, apeando en pilastras de alabastro. De este material, más metal y madera, es la verja. Encima de la mesa altar, magnífico sagrario, expositor con columnillas de metal y jaspe, 226

CAPILLAS DE LA NAVE SEPTENTRIONAL

an Andrés: extinguido el patronazgo de la familia Oliván, esta capilla no tenía culto en la segunda mitad del siglo XVIII. La cerró en 1781 el cabildo con una verja de piedra, metal, hierro y madera, para concederla siete años después al obispo Pascual López Estaún, antiguo canónigo y profesor de Sagrada Escritura de la Universidad oscense, obispo de Jaca y después de Huesca. Era natural de Santa Eulalia de la Peña. Invirtió en la renovación de la capilla unos mil escudos, según el P. Huesca, su contemporáneo, que también lo fue el doctoral Novella, quien da detalles sobre la obra, que se terminó en 1792. Se debe el retablo de jaspe al cantero zaragozano Joaquín Insausti; el gran lienzo central con la figura del titular fue pintado por fray Manuel Bayeu, cartujo de Las Fuentes; los lienzos laterales y las tallas de Santo Tomás de Aquino y San Pascual Bailón —piezas las cuatro depositadas en el Museo— se confiaron a Luis Muñoz, pintor y escultor de Huesca. La decoración pictórica de la bóveda y muros fue hecha por Baltasar Panzano.43 En esta ocasión se tapiaron

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42. DEL ARCO, La Catedral, p. 97; y Catálogo monumental de Huesca, página 102. 43. ACH: Ceremonial, N, p. 344; HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 409.


los cuatro arcosolios sepulcrales de la capilla, que se descubrieron en 1970 cuando la restauración de la Catedral. Santa Lucía: esta capilla, al igual que la contigua de San Andrés, estuvo abandonada y sin culto durante el siglo XVIII y en estado lamentable los tres altares y retablos que en ella había, el de la santa titular, el de la Passio Imaginis y el de San Roque. En sesión capitular del 8 de julio de 1774 los canónigos decidieron «darle luz» para que se viera mejor su abandono y propiciara que alguna persona piadosa se decidiera a renovarla. No tardó en ofrecerse un donante anónimo dispuesto a sufragar los gastos, que no era otro que el deán Martín Lorés. La capilla reformada fue inaugurada solemnemente el 13 de diciembre de 1782. En lugar de retablo se colocó detrás del altar la talla de Santa Lucía, de madera imitando mármol, sostenida por una nube, a manera de peana, con ángeles, obra del escultor de Urdués Pascual de Ypas; altar y talla fueron protegidos con un vistoso baldaquino que presenta en su cara el escudo de la Catedral y que actualmente se guarda en la parroquial de Robres; los muros laterales se decoraron con lienzos, atribuidos al pintor fray Manuel Bayeu, hoy en el Museo Episcopal y Capitular.44 Virgen del Pópulo: originalmente dedicada a Santa María Magdalena, se instalaron en esta capilla dos altares más con sus retablos, el de San Orencio, obispo de Auch, y el del apóstol Santo Tomás. El 10 de agosto de 1630 el cabildo acordó poner la capilla bajo la advocación de la Virgen del Pópulo con el consentimiento del maestrescuela Juan del Molino, un antepasado del cual, el canónigo Martín del Molino, había fundado en 1548 un beneficio en la capilla y sufragado el retablo de San Orencio. La iniciativa capitular de la nueva advocación implicó la sustitución de los retablos anteriores por uno nuevo, para la construcción del cual los canónigos proyectaron pedir donativos y a tal fin el mismo 10 de marzo acordaron delegar al racionero doctor Liarte para recoger «limosnas para la fábrica del retablo de la Virgen del Pópulo, por que de lo que diesen se ha de pagar al maestro que lo ha hecho y

dorado». No fue necesario, porque el maestrescuela Molino corrió con todos los gastos. El 7 de febrero de 1631 este canónigo entregó al cabildo 5.840 sueldos jaqueses para fundar con su renta de 500 sueldos la celebración de dos misas semanales, y habida cuenta de que «ha gastado en la fábrica del retablo y adorno de dicha capilla muchas cantidades», se le reconoció la propiedad de la capilla de Nuestra Señora del Pópulo, Sant Orencio y Santo Tomás, con derecho a enterramiento para él y sus herederos. Unos años después, en 1639, fue contestado el traslado de la Virgen del Pópulo —una sarga del siglo XV— por Tomás Jordán, alguacil real, heredero de los Jordanes de Huesca, «que tenía la dicha imagen con reserva de la sepultura que tiene al pie de la columna que está al lado de la capilla de San Mateo». El 21 de octubre el cabildo reconoció que la sarga era de la familia Jordán, con lo que el demandante obtuvo satisfacción. La Virgen del Pópulo debió estar anteriormente en el muro lateral del coro, correspondiente a la nave lateral sur, cerca de la capilla de San Mateo. El canónigo Juan de Alguinyero, del siglo XV, estaba enterrado «a un lado de la capilla de San Mateo delante de una imagen de santa María», según el Libro de Aniversarios de 1560. El retablo, presidido por la sarga, es de madera dorada, con profusión de tablas pintadas con figuras de santos, destacando la del obispo San Orencio. Parecen un poco posteriores dos grandes lienzos que presentan la Navidad y la Adoración de los Reyes, atribuidos al pintor Jusepe Martínez, que decoraron los muros laterales y actualmente están depositados en el Museo, así como dos retratos en lienzo del maestrescuela Molino y de un caballero, ambos contemporáneos del retablo.45

44. BOLOQUI, Belén: Datos para una biografía del escultor Pascual Ypas y su familia., en Homenaje a F. Balaguer, Huesca 1987, p. 344 y ss. 45. ACH: Resoluciones, sub diebus 16-111-1630, 29-VII-1630 y 7-II1631; De actibus capituli, 9, fol. 456v; y Arch. Hist. Provincial de Huesca: Protocolo 1321, fol. 131-134.

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Capilla de Lastanosa (1645).

Sala capitular: como se ha explicado más arriba, la sala capitular se ubicaba en el claustro antiguo. No fue hasta 1645 cuando el cabildo proyectó sustituirla por la antigua capilla de San Juan Evangelista. Lo testifica la inscripción que se puso al pintarla «Illustre cavildo de la Santa Iglesia de Huesca año 1645». Con este motivo se decidió trasladar la parroquialidad que tenía esta capilla desde 1559, a la nueva capilla de los hermanos Lastanosa, la de Santos Orencio y Paciencia. Según una partida del Libro de Fábrica, el 6 de febrero de 1651 se pagaron a Jusepe Garro 28 libras jaquesas «por gastos hechos en los bancos para poder escribir en ellos los estudiantes en el capítulo viejo». Pareció pequeña a los canónigos y en la sesión capitular del 12 de mayo de 1667 se propuso la construcción de un aula capitular más capaz, dado que había «algunos medios para poderse hacer ahora sin detrimento de la iglesia». Se nombró una comisión de

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cinco prebendados para que vieran «la forma y la hacienda que puede haber para este efecto y que si les parece suficiente dispongan la obra cuanto antes para emplear la piedra que se ha sacado de la capilla del señor Santolaria» —la de San Joaquín—. El lugar escogido fue la planta baja del mirador de la plaza, la contigua a la antigua capilla de San Juan Evangelista, hasta la puerta del claustro. La construcción se contrató con José Alandín, maestro de obras de Huesca, el 13 de marzo de 1668 en 300 escudos, que incluían mano de obra y materiales. La sala rectangular había de tener 30 palmos de anchura, 45 de largo y 33 de altura. Se le dio entrada a-través de un hueco practicado en el arcosolio sepulcral de la esposa de Juan Martín de los Campaneros, de principios del siglo XIV y adornado con pinturas murales. El cielo raso se puso en 1737 y presenta en su centro el escudo de la Catedral —un Calvario—. La entrada medieval a la capilla, convertida en antesala capitular, fue sustituida por la actual en 1791: obró el frontispicio y puertas el escultor Antonio Sanz; las basas y pilastras de jaspe, Joaquín Insausti; y el dorado e imitación de piedra, Baltasar Panzano.46

LA SACRISTÍA

orno se ha expuesto antes, los últimos elementos arquitectónicos de la cabecera de la Catedral se levantaron en 1616, el llamado Oratorio, y en 1641, su anexo, la capilla de San Francisco de Asís. En 1624 el cantero Juan Roche recibía de la Sacristía 67 sueldos, importe de una mesa-altar en el Oratorio. Y en 1642 se pagaron 30 libras jaquesas por la mazonería del retablo de San Francisco, en la capilla anexa, al escultor José Garro. En 1657 el cabildo acordó instalar en el Oratorio, donde se celebraban

C

46. ACH: Resoluciones, sub diebus 6-11-1651 y 12-V-1667; Ceremonial, II, p. 320; Da ARCO, La Catedral, p. 106.


los capítulos ordinarios que antes se tenían en la capilla de San Felipe y Santiago, el retablo renacentista de Santa Bárbara, cuya imagen de alabastro probablemente se incorporó al nuevo, dedicado a San Joaquín. A fin de sustituirla, el 14 de octubre acordaron los canónigos encargar la talla de Santa Engracia, que aún se conserva en el retablo remodelado en 1791 para guardar en él las reliquias de santos que poseía la Catedral. Tres años antes, 1789, se habían instalado a los lados del mismo Oratorio los retablos de 1636 dedicados a San Lorenzo y San Vicente, retirados a raíz de la construcción del trascoro. En la sacristía mayor se conserva un armario-calajera renacentista bellamente tallado, acerca del cual no se ha encontrado documentación. El grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz, que presidía el ábside central antes del retablo de Forment, estuvo emplazado en la sacristía hasta 1790, en que fue sustituido por la calajera, procedente de la iglesia de San Vicente de los jesuitas expulsados y comprada por el cabildo el 17 de octubre de 1788. En 1797 los canónigos adquirieron dos espejos con destino a la sacristía y un cuadro de la Purísima por 213 libras 12 sueldos. En la planta baja de la Casa de la Sacristía con entrada por la sacristía vieja, con motivo de destinarla a vestuario de los canónigos se instalaron en 1858 los actuales armarios para guardar los hábitos canonicales.47

ORFEBRERÍA

n sesión capitular del 13 de noviembre de 1637 se acordó la confección de dos testas o bustosrelicarios de plata repujada sobre soporte de madera, que representaran a San Orencio y Santa Paciencia. La obra se contrató el 9 de abril del año siguiente con los hermanos Jerónimo y Juan Carbonell, plateros de Zaragoza. A tal efecto el cabildo entregó plata amonedada por valor de 800 escudos, fijándose el precio total de mano de obra en 300 escudos, sin incluir el oro que se empleara, que había de pagarse aparte.48

E

Capilla de Lastanosa. Cuadro central del retablo de los santos Orencio y Paciencia. Obra de Iusepe Martínez.

Con ocasión de un donativo de mil escudos, entregados por el obispo Fernando de Sada Azcona para un busto de plata de San Orencio, obispo de Auch, el 4 de abril de 1670 el cabildo acordó mandar hacer a sus costas otro de San Martín, obispo de Tours, así como las respectivas peañas «para llevar las testas en las procesiones». También acordó la hechura de otras piezas de plata, entre ellas la de «una custodia con su pie y rayos como ahora se acostumbra». Los dos bustos y la custodia se guardan en el armario renacentista, al igual que los de San Orencio y Santa Paciencia.49

47. ACH: Resoluciones, sub diebus 3-VI-1641,14-X-1657 y 10-XI-1657;

Ceremonial, III, pp. 361, 321, 585 y 595. 48. ACH: Resoluciones, sub die 13-XI-1637; Ceremonial, I p. 6; DEL ARCO, La Catedral, p. 140. 49. ACH: Resoluciones, sub die 4-IV-1670.

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jada y labrado por el platero oscense José Estrada, regalo del maestrescuela, catedrático de Leyes y vicario general Vicente Castilla.52 La colección de bustos relicarios se completó en 1780 con la adquisición de los de San Lorenzo y San Vicente, debidos al platero César Estrada.53 El dosel, las tres gradas y los seis bustos constituían el llamado altar de plata, que en las grandes solemnidades del año litúrgico se colocaba delante del retablo de Forment, que sufrió algunos perjuicios y desperfectos a causa de las complicadas operaciones de montaje y desmontaje. Ordinariamente, como ahora, se guarda en el armario renacentista de la sacristía.

EL CAMPANARIO

l remate de la torreta del campanal, construida en 1423, fue objeto de una profunda reparación en el verano de 1598. El 9 de abril de este año los canónigos trataron en sesión capitular «de la necesidad que tiene de repararse el chapitel del campanario y deliberaron conforme a lo que estaba trazado se proveyera de lo necesario y se pusiese mano en él por el peligro en que está y se dio cargo a los fabriqueros».54 La obra, realizada entre junio y octubre, fue confiada a maese Beltrán, obrero de villa, con su cuadrilla y a los fusteros Pascual Marañón y Salanova. El jornal del maestro y de los dos fusteros se ajustó en 8 sueldos; en 6 el del oficial albañil; y en 4 el de peón, más, para cada uno de ellos, 6 dineros en «bebidas y meriendas». La cuadrilla del maestro de casas estaba formada por un promedio diario de dos oficiales y cinco peones.

E Capilla de Lastanosa, cúpula (1664).

En 1705 el deán Raimundo Artigosa donó a la Catedral dos grandes blandones de plata repujada con el punzón del platero José Palacio; y Orencio Suelves, antes de 1725, regaló seis candeleros de gran tamaño, también de plata repujada.50 Se guardan en el citado armario. En la fiesta del Corpus de 1730 se estrenó en la Catedral un frontal de plata repujada con apliques de bronce dorado y las efigies de la Virgen, ángeles, San Lorenzo y San Vicente, regalado por el obispo Pedro de Padilla; pesó 1.204 onzas 8 arienzos y costó 1.915 escudos 14 sueldos.51 Aunque se fijó en la mesa-altar mayor, sólo se descubría en las fiestas principales, ocultándolo ordinariamente con frontales de tela de los diversos colores litúrgicos. Dejó de utilizarse a raíz de la reciente restauración de la Catedral, al ser trasladado el altar medieval al centro del crucero. El 11 de junio de 1756 recibió el cabildo un alto dosel de 18 palmos y tres gradas, todo de plata repu230

50. 51. 52. 53. 54.

ACH: Ceremonial, I, p. 7. HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 391. ACH: Resoluciones, en la fecha indicada. ACH: Ceremonial, I, p. 7. ACH: Resoluciones, en la fecha indicada.


Intervinieron también los cerrajeros maese Antón y maese Juan, como proveedores de planchas de hierro y clavos y en los trabajos propios de su oficio. Un operario, llamado Audet Pradilla, cobró 9 libras «por hazer los nueve o diez caños de la torre»; se pagaron al citado maese Juan 4 libras 12 sueldos por «cinco cruces»; y a maese Antón 43 libras 5 sueldos «por las planchas de fierro que fizo para el chapitel y por estañar las bolas y hazerlas y por plomo», más por «un cerciello gran donde encaxan todos los fustes del chapitel», 20 sueldos. Este mismo cerrajero Antón pudo ser el apellidado maese Aguilera, que percibió 10 sueldos «por un pedazo de cuadrado para las bolas de las pirámides» y 8 dineros «por soldar las bolas en las pirámides». Terminada la colocación el pintor Pedro Mendoza cobró 9 libras por pintar las bolas, cruz y hela —la veleta—. Para sustituir la «oja de la vieja», además de las planchas de hierro, el fabriquero adquirió 89 piezas de plomo en barras y 67,5 en roscas, que le proporcionó su antecesor, más otra cantidad por un total de 97 libras 11 sueldos 1 dinero, al precio de 28 sueldos la arroba. También invirtió 5 libras 3 sueldos 7 dineros en «estaño para estañar las planchas», al precio de 2 sueldos 6 dineros, 3 sueldos y 3 sueldos 8 dineros la libra. Además, gastó 4 libras 12 sueldos en cinco mil marcabises y 5 libras 18 sueldos en 23 docenas de clavos tasados, según tamaño, en 10, 8 y 6 dineros. Los fustes para los andamios, montados por maese Beltrán, procedían del palacio del rey y de las monjas de Santa Clara. Para la reparación del chapitel el fabriquero compró 16 quayrones a 2 sueldos 6 dineros unidad. Se emplearon en la obra 7.400 rejolas, compradas a 4 libras jaquesas el millar, más 10 sueldos de portes, y 1.000 azulejos a 20 sueldos el ciento; 6 cahíces de calcina a 2 sueldos 8 dineros cahíz con portes; 27 cahíces 4 fanegas de aljez a 8 sueldos cahíz; y dos carretadas de arena, que costaron 4 sueldos.55 El reloj del campanario, quizá el mismo que se instaló en 1424, era objeto de diligente cuidado a cargo de un especialista que lo revisaba todos los

Capilla de Lastanosa. Sagrario.

años por una pensión que satisfacían a medias el cabildo catedralicio y el concejo municipal. En 1589 Pedro Abadía, reloxero de la villa de Madrid, recibió 3.200 sueldos, «los quales son por la obra y hechura de un relox pequeño que ha fecho para la Seo y por el adrezo y remiendo del relox mayor de la dicha Seo de Huesca».56 Fue considerable en el siglo XVII la renovación de campanas: por una recibió en 1603 Bartolomé de la Rosada 70 escudos; en 1626 se liquidó el importe de otra a Francisco Llanos; Lucas de la Riva labró un cimbalillo en 1639; y otro cimbalillo fue comprado en 1649 a Pedro del Campo.

55. ACH: Libro de Fábrica 1581-1631, sin foliar. 56. ACH: Protocolos Pilares 1589, fol. 655v.

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Hay que añadir a esta lista dos campanas de 1619, de las que se conoce la capitulación, formalizada el 30 de junio entre los canónigos fabriqueros y Lucas de la Riva Agüero, campanero de Huesca. Aprovechando el material de dos campanas viejas —«la campana mayor que dicen de Nuestra Señora y la campana de Prima—», Lucas se comprometió a fundir otras dos «con buena voz y haciendo proporción con las otras», rematando cada una con siete asas y, si era necesario, «a templar el metal poniendo platina y otro metal campanil» hasta un peso de dos quintales: la mayor había de pesar 24 quintales o más y 12 la pequeña. El campanero se obligó a poner los materiales necesarios, subirlas a la torre y «asentarlas en sus puestos y juegos». Por su parte, el cabildo había de proporcionar las sogas, el torno y la madera, así como pagar al oficial 150 libras una vez terminado todo en el mes de agosto del mismo 1619.57 En sesión capitular del 12 de septiembre de 1653 acordóse proceder a la reparación del chapitel, otra vez. Por el Libro de Fábrica del año siguiente consta que se pagaron 10 libras «al artífice del plomo que vino primero para tratar de la obra del chapitel» y que se invirtieron 4.203 sueldos en la compra de 120 arrobas de plomo. Según el acta de la sesión del 17 de abril de 1687, «se determinó el hazer de nuevo el chapitel de la torre por reconocer el peligro tan evidente de caerse y la gran ruina que se podía seguir á la iglesia». Como «la administración de la fábrica era tan limitada y perdida para este empeño», se acordó que la renovación se sufragara con el concurso económico de cada canónigo. Ricardo del Arco cita, fechada el 13 de agosto de 1688, una capitulación para la obra del chapitel con los maestros Juan y Ramón de Lastanosa, vecinos de Barbastro, testificada por el notario oscense Lorenzo Antonio Latre. Pero en el correspondiente protocolo aparecen en blanco los folios en que debería estar la capitulación.58 Durante el año 1785 se trabajó en lo alto del campanario en la sustitución de las antiguas almenas y gárgolas por una barbacana con sendos torreoncillos en cada esquina.59 232

Nuevamente fue problema en 1859 el chapitel en estado de inminente ruina, cuya estructura de madera fallaba. Ante la penuria de medios económicos de la Catedral, que había perdido su patrimonio en la Desamortización, los canónigos pidieron el 30 de julio al obispo Pedro de Zarandia interviniera cerca del gobierno nacional para conseguir una subvención. Requerido el gobierno civil de la provincia, encargó el proyecto de restauración al arquitecto de Obras Públicas José Secall, que presupuestó la obra en 15.584 reales de vellón. El 17 de julio de 1862 el Ayuntamiento denunció el peligro de desplome del chapitel y el 3 de agosto el cabildo volvió a insistir cerca del nuevo obispo Basilio Gil Bueno, el cual decidió que se eligiera el arquitecto y se le encargara el presupuesto y una memoria para enviar al gobierno de la nación. Se encargó al mismo José Secall, que calculó el coste de la restauración en 19.460 reales de vellón. El obispo y el cabildo dieron su aprobación y se realizó el remate del campanario que subsistió hasta la guerra civil de 1936, en que cayó incendiado por un cohete cuando se celebraba la toma de Santander por los nacionales.60

LA CAPILLA DE MÚSICA

uso buen cuidado el cabildo en mantener la estructura de la capilla de música del siglo XVI, pero no siempre fue posible a causa de las diversas crisis económicas provocadas por pestes, plagas y malas cosechas del siglo XVII. En tales adversas circunstancias, solía recurrirse a la disminución de los salarios de los músicos o a la supresión total o parcial de instrumentistas. Las exiguas retribuciones motivaron un incesante venir y marcharse de

p

57. ACH: Protocolos Pilares 1619, fol. 250. 58. DEL ARCO: La Catedral, p. 70. 59. ACH: Resoluciones, sub diebus 7-X y 18 y 25-X1-1785. 60. LLANAS ALIRIDÉVAR, A.: »Obras en la Catedral de Huesca en el siglo XIX», en Nueva España (Huesca), núm. del 10-VIII-1974


maestros de capilla, organistas, cantores de polifonía y ministriles. Gracias a los beneficios de que disfrutaban fue mayor la estabilidad de los capiscoles, encargados de sostener el canto llano, al tiempo que los infantes de coro nunca fueron objeto de privaciones. El grupo más zarandeado fue el de la cobla o capilla de menestriles, que a principios de siglo había casi desaparecido y no por razones únicamente económicas. El cabildo decidió restablecer la cobla en 1620, confiando en el presbítero Agustín de Sesé, músico de ministril, corneta y bajón, al que contrató como flauta tiple y bajón y como director de la cobla que había de formar más instrumentistas para emplear las ocho flautas pequeñas y una grande-bajón que, procedentes de Inglaterra, dormían en un rincón de la sacristía. La cobla funcionó hasta que Sesé contrató al sacabuche Méndiz, quizá no demasiado hábil. En 1631, por falta de «avenencia», el cabildo acordó despedir a todos los chirimías, provocando la protesta del concejo municipal, interesado en el mantenimiento de la cobla por cuanto participaba en las fiestas religiosas y profanas de la ciudad, y presionó al cabildo para que readmitiera a los músicos despedidos. Los canónigos accedieron con la condición de no reintegrar al sacabuche Méndiz, al que se culpaba de la falta de «avenencia y concierto» de la cobla. Pero una mala cosecha, la de 1635, motivó una considerable reducción de salarios y los músicos fueron abandonando el conjunto instrumental. Un año después eran contratados sólo el citado Sesé como corneta y ministril, un bajón y Bernardino Parera como corneta-chirimía-bajón-bajoncete. Quedó en consecuencia la cobla reducida a tres ministriles. Una innovación se produjo en 1650, al incorporar al conjunto de corneta, bajón y sacabuche a un «músico de arpa», llamado Valero Vergara, que agradó a los canónigos hasta el punto de no negarle las subidas de salario cuantas veces las solicitó. La cobla tradicional, sin embargo, ya no se restableció y la capilla de música se configuró definitivamente a partir de 1672, reduciéndola a un maestro de capilla, un organista, tres cantores adultos, cuatro

voces blancas y un instrumentista de bajón. Para proveer este último oficio el cabildo subvencionó en 1702 al sacristán de la capilla del Pópulo para que fuera a Zaragoza «a aprender de bajón y violón».61 El órgano principal, obra del maestro Gaspar Marín de 1588, reformado en 1613 por maestre Gaudioso de Lupe, fue reparado en 1648 por maestre Bartolomé de Rueda y «mejorado» en 1696 por el maestro Juan José Longás, que puso algunos registros nuevos, pero su trabajo no fue calificado de bueno por el visor llamado por el cabildo, el agustino calzado fray Juan de Otín, quien emitió su dictamen el 31 de agosto de 1697. Este mismo día fue enviado un propio a Luna y Castejón de Valdejasa a llamar al maestro Longás para que acudiera a Huesca a subsanar los defectos detectados. No se presentó y el cabildo dispuso el 6 de diciembre un nuevo reconocimiento de la «mejora del órgano» a cargo de Ambrosio Moliner, maestro organero de Zaragoza. Fray Otín recibió por su peritaje 2 doblones —un doblón equivalía a 64 sueldos— y a Moliner se le recompensó con 8 doblones, cantidad ésta que se restó de las 80 libras que se debían aún al maestro Longás.62 En sesión capitular del 17 de agosto de 1759 se nombró una comisión de dos canónigos para que trataran «de componer el órgano por la mucha necesidad que había de ello». El 3 de septiembre del año siguiente el cabildo acordó «que se haga de nuevo el flautado mayor del órgano por haberse encontrado que el que había del órgano viejo no servía». Además se decidió la construcción de una nueva caja y donar la vieja —obra de Juan de Berroeta en 1591— a la parroquial de Almudévar, en la que se estaba instalando un órgano nuevo. Fue en la sesión capitular del 12 de diciembre del mismo 1670. La instalación del flautado y la caja se terminó en febrero, en cuyo día 28 se realizó la visura. El 7 de marzo se liquidaron

61. DURÁN GUDIOL, A.: »La capilla de música de la Catedral de Huesca., en Anuario musical XIX (1966), p. 44 y ss. 62. ACH: Libro de Fábrica, p. 62 y ss.

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Capilla de San Joaquín. Detalle de la cúpula.

las cuentas, acordando el cabildo gratificar «al maestro y oficiales que han trabajado en el órgano» con 30 pesos por los perjuicios que le había causado el retraso en la terminación de la caja y «por el nuevo registro que ha hecho» el maestro, al que se pidió que de la cantidad donada distrajera 2 escudos para recompensar a cada oficial. Por no encontrarse las cuentas del Libro de Fábrica, ni la capitulación, si es que la hubo, no se conoce el nombre del maestro organero.63 Según el doctoral Novella, testigo ocular, el 14 de junio de 1793 «se quitó el órgano de la izquierda del coro, llamado organillo»,64 el realexo afinado y reparado en 1613 por el maestro Gaspar Marín. El órgano principal, situado sobre la capilla de San Pedro de Arbués, presentaba una sola fachada en la nave central con los fuelles emplazados en un balconcillo abierto a la nave lateral de Mediodía. Por acuerdo capitular del 27 de julio de 1799, se instalaron los fuelles encima de la bóveda, accionándolos 234

mediante cuerdas para que el aire producido llegara al órgano a través de conductos. En esta ocasión se reparó y limpió el instrumento y se cerró la parte posterior con celosías y una barandilla. El trabajo fue confiado al maestro organero Tomás Sánchez y, según el Libro de Fábrica, el coste total fue de 9.208 sueldos: traslado de fuelles y limpieza dorado y pintado albañilería y carpintería

5.272.8 1.466.4 2.469.0

De acuerdo con un proyecto presentado el 15 de febrero de 1879, presupuestado en 66.000 reales de vellón, se «modernizó» el órgano por la organería Roqués e Hijos de Zaragoza, dándole dos fachadas, una a la nave central y otra a la nave lateral de Mediodía. La profunda renovación consistió en la

63. ACH: Resoluciones 1759-1761, fol. 497, 501 y 510. 64. ACH: Ceremonial, V, p. 511.


construcción de unos juegos de secreto; hechura de tres teclados de marfil para las blancas y de ébano para las negras; colocación de tres juegos de mecánica con maderas de roble norteamericano, cedro y pino; instalación de nuevos movimientos desde el tirador al secreto; factura de fuelles nuevos «como actualmente se hacen»; construcción de una caja de grandes dimensiones, llamada arca de expresión o eco con persianas; reforma de todos los tubos aprovechados del órgano anterior; extensión de todos los registros y juego hasta 56 notas, menos tres del segundo teclado en mano derecha, que había de tener 31, y composición de registros nuevos, entre los cuales los organeros destacaron los de viola y violín «por su difícil y extraña embocadura y particular carácter de voz, presentados en la última exposición de París como nueva innovación por un distinguido maestro». Del órgano anterior, el construido por Gaspar Marín en 1588 y reformado por Gaudioso de Lupe en 1613 y por un organero anónimo en 1759, se conservaron los siguientes registros: Teclado principal Flautado de 13 Flautado de 26 Flautado violón Octava Docena Quincena lleno de 5 puntos Corneta de 5 puntos Flauta travesera de 2 puntos Trompeta real Trompeta magna Teclado segundo Octava Nasardos en 12', 19 y 17 Trompeta batalla Bajoncillo Teclado tercero Flautado dulce Tapadillo

Trompeta batalla Bajoncillo y clarín Fagot y oboe Teclado segundo Flautado de 13 de madera Viola de nueva invención Violín de nueva invención Teclado tercero Trompeta real en eco Clarinete en eco Voz humana Pedales de combinación Para el trémolo Para la expresión o eco Para fuerte de lengüetería Para el timbal Reunión de los teclados principal y segundo Teclado pedal Contras de 26 tapadas Contras de 13 abiertas Contras en octava Registro de comunicación Tambores, pájaros y cascabeles.65

Después de la restauración de la Catedral en los años 1970, el órgano se trasladó al muro meridional del crucero, dispuesto en una sola fachada.

ÚLTIMAS OBRAS

D

os obras de menor cuantía se realizaron en el entorno de la Catedral durante el tiempo contemplado en este capítulo, una en la lonja y otra en las escaleras que, construidas en 1279, salvan el desnivel entre las actuales calles de Palacio y doña Petronila. La lonja de la puerta mayor, construida en 1574, como se ha apuntado más arriba, fue adecentada en 1598, según consta en el acta capitular del 3 de septiembre con el acuerdo del cabildo de pagar 3 libras 2 sueldos al canónigo Rudilla, que había adelantado

Los nuevos registros fueron los siguientes: Teclado principal Trompeta bombarda 65.

ACH: Papeles varios, proyecto y presupuesto.

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esta cantidad para «empedrar la delantera de la puerta de la iglesia de piedra menuda».66 Se trabajó en el mismo lugar en 1789 para proceder a la renovación del pavimento y a la construcción de una barbacana en sustitución de 4as esquinas, pilares y cadenas» que había.67 El 6 de abril de 1606 se firmó una capitulación entre los dos canónigos fabriqueros y Domingo Ygola, cantero de la villa de Loarre, sobre la obra «de las escaleras del Asseu» que, conocidas como «Las Escaleretas», se conservan aún. Se concertó la hechura de veintidós o veintitrés gradas de dos palmos de ancho, un palmo de alto y 6 de largo, con sendas canales de piedra en los laterales junto a las casas de los canónigos Rudilla y Segura, «para que caigan las aguas de la calle de arriba» —la de Palacio—. Se convino que la piedra necesaria se cortara de una cantera de Quicena, cerca del puente de Montearagón, ajustándose la obra total en 1.700 sueldos jaqueses.68 La depauperada Catedral oscense del siglo XIX apenas contó con medios para el solo mantenimiento de su fábrica. Para obras de mayor cuantía, como la restauración del ruinoso chapitel del campanario, la protección de la lonja por medio de una verja y la pavimentación del deteriorado suelo de la iglesia, hubo de recurrir en 1859 y 1864 a subvenciones del gobierno de la nación, que sumaron 180.402 reales de vellón para las tres iniciativas. El 30 de marzo de 1864 el ministerio de Gracia y Justicia autorizó la subasta pública, reduciendo la cantidad presupuestada a 80.000 reales. Al quedar desierta, obispo y cabildo pidieron al ministro, y la obtuvieron, facultad de invertir la subvención de las obras por administración. La verja, goticizante, fundida en hierro dulce, fue proyectada por Hilario Rubio y dibujada por el joven

Joaquín Costa, a la sazón estudiante que con su trabajo trataba de costearse los estudios. La fundición y asentamiento de la verja costó 71.207 reales y ha sido suprimida en la década de los setenta de la presente centuria. Por estas fechas el obispo Basilio Gil Bueno acondicionó el claustro gótico como corredor de entrada al palacio episcopal. Quedó sin resolver el problema de la pavimentación de la Catedral, a cuya obra, presupuestada en 104.000 reales por el arquitecto Secall, destinó en testamento el obispo Gil Bueno una cantidad. Su sobrino, el canónigo chantre Saturnino López Novoa, se encargó de realizarla, añadiendo de su peculio al legado de su tío el dinero necesario para el coste total, que fue de 69.730 reales, pagados al maestro albañil Marcelino Artero. En acta capitular de abril de 1887 se consignó: ,,se enlosa el pavimento de mármoles blancos y negros de Bélgica a expensas del chantre don Saturnino López Novoa». En sustitución de los azulejos labrados y asentados por dos cuadrillas de mudéjares en 1522-1524, se cubrió el suelo catedralicio de las naves laterales, trascoro y extremos del crucero. En la restauración de 1970 se asentó el actual pavimento, siguiendo el mismo dibujo en blanco y negro, proyectando las nervaduras de las bóvedas, que el de López Novoa, que se hallaba en lamentable estado. La obra de mayor volumen, realizada dentro del recinto catedralicio, fue la iglesia neogótica de nueva planta que, levantada en medio del claustro, se destinó a parroquia del barrio de la Catedral. Se edificó en 1885 a expensas del obispo Honorio de Onaindía con la sana intención de remediar, según sus posibilidades, la crisis de trabajo que padecía la ciudad.

66. ACH: Resoluciones, en la fecha indicada. 67. ACH: Ceremonial, III, pp. 69 y 541. 68. ACH: Protocolos Pilares 1606, fol, 124.

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VIII. MONUMENTO FUNERARIO

a renovación interior de la Catedral, llevada a cabo en los siglos XVII y XVIII, tendente a la eliminación de todo vestigio medieval, afectó no sólo a altares y capillas, sino también al aspecto funerario que ofrecía. El proceso culminó en 1795, al '<lucir y despejar la iglesia'>, en frase del P. Huesca. A cielo abierto se contaba con los enterramientos del fosal del claustro y del fosal de la sacristía y, al abrigo, había sepulcros en el interior y exterior de los muros de la fábrica catedralicia con numerosos vasos voltados y en el pavimento, sembrado de vasos planos así en la iglesia como en los tránsitos del claustro. Eran éstos sepulcros cubiertos con losa en la que se solían esculpir escudo e inscripción referentes a la persona enterrada. Por vía de ejemplo cabe citar el del canónigo Fortuño Garcés de Salvatierra, muerto en 1450, descrito en el Libro de Aniversarios del siglo XV: «yace en el plano o ámbito que yes saliendo del choro envés el altar mayor a mano dreyta en tomba de piedra do yes su títol e senyales de avecieIla o garra». Con la renovación desaparecieron inscripciones, relieves y pinturas murales de los sepulcros, se cerraron los arcosolios de las capillas y no se permitieron

IL

más enterramientos que los episcopales, aunque no con carácter definitivo por cuanto fueron desapareciendo también sucesivamente a medida que su número rebasaba la capacidad del suelo del presbiterio. Menos dos sarcófagos empotrados en los muros laterales del ábside mayor —los de los obispos Hugo de Urriés y Guillermo Pons de Fenollet, ambos del siglo XV— tales sepulturas fueron desapareciendo a pesar de su calidad artística, de modo que la última serie de obispos enterrados en el presbiterio correspondía a siete prelados fallecidos entre 1792 y 1870. No obstante su claro carácter de monumento funerario, la Catedral no sugería tristeza, ni infundía temor. Se sabía por la fe que los sepulcros eran estancias temporales en espera de la resurrección de la carne que ha de producirse a fin de los siglos, mientras las almas gozan ya de la contemplación de Dios. La muerte, como se cantaba en el prefacio de difuntos, no significa el fin sino la transformación de la vida. Traduciendo tal creencia al arte medieval, los sepulcros no son tenebrosos, se decoran con temas que aseguran el hecho de la salvación y despiertan sentimientos de alegre esperanza. Un ejemplo: los arcosolios sepulcrales de la capilla de San Juan Evangelista, de principios del siglo XIV, se iluminaron en vivos colores con ángeles músicos y turiferarios. 237


se introduce en la capilla y panteón de los Lastanosa, en cuyas inscripciones se tiende a exaltar la nobleza y virtudes de la familia. Esta misma línea, aunque sin intención literaria ni artística, se detecta en los sepulcros episcopales del siglo XIX. El carácter funerario de la Catedral no se reducía a su aspecto plástico, ya que no menos sobresaliente fue en su vertiente cultual. Paralelamente a la celebración del oficio divino diurno y nocturno —razón de ser de la canónica—, fue desarrollándose a través del tiempo la liturgia funeral en virtud de las fundaciones de sufragios por determinados difuntos —capellanías, beneficios, funerales, aniversarios y conmemoraciones—, que obligan «a perpetuidad» al cabildo a numerosos actos de plegarias rituales por los muertos, a cambio de determinadas rentas que se repartían entre los canónigos y clérigos catedralicios.

EL OBITUARIO DEL CLAUSTRO Arcosolio sepulcral del claustro (s. XIV).

Siguiendo con los testimonios de la misma Catedral, es de significar cómo el Renacimiento añade a la creencia en la vida eterna dos vertientes muy humanas: la muerte entendida como una forma de castigo y como causa de desconsuelo, sentimientos no exentos de paganismo que campean en el recuerdo epigráfico que maestre Damián Forment dedicó en 1522 a su discípulo Pedro Muñoz, muerto a sus diecisiete años de edad: «Me has sido arrebatado por ley de naturaleza y por irritados dioses... Te ofrezco lo que tengo, una lápida y lágrimas». Salvo en los sepulcros del obispo Juan de Aragón, cuya ascendencia real se recuerda, y del obispo Pedro Agustín, del que se cita su asistencia al Concilio de Trento, las inscripciones funerarias son sobrias desde el siglo XII hasta fines del XVIII, limitándose prácticamente a consignar nombres, cargos y fechas. Un estilo nuevo con cierta elegancia clásica 238

onforme a la práctica de las catedrales y monasterios altoaragoneses, los muros del claustro románico de la Seo oscense se utilizaron para la colocación de lápidas conmemorativas, a manera de Necrologium epigráfico, en los siglos XII y XIII. Con letra gótica y abundancia de abreviaturas y nexos, registran las fechas de fallecimiento y los nombres de las personas recordadas, en orden probablemente a la celebración de aniversarios. Casi todas las conservadas se hallaban en el muro de la crujía oriental y actualmente se exponen en el Museo Diocesano. Sólo una de ellas, la de la capilla de San Pablo, perdida, referente a su fundación, aludía a la sepultura de la familia fundadora; las demás no se relacionan con el lugar de enterramiento. A continuación se transcriben, resueltas las abreviaturas, las inscripciones que subsisten en mayúsculas y en minúsculas las que sólo se conocen por la edición de Diego de Aynsa.1

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1.

AYNsA, Diego de: Historia de Huesca, p. 515.


1162, 12 abril Óbito del infanzón Jimeno Aznárez II IDUS APRILIS OBIIT EXIMINUS AZNAREZ MILES ERA M CC Siglo XII Óbito del canónigo Fortuño Garcés t VI IDUS DECEMBRIS OBIIT FERTUNO GARCEZ CANONICUS

1298, 25 octubre Óbito de Guillermo Rayner VII kalendas novembris obüt willelmus rayner era M CCC XXXVI

Parece ser esta lápida, la primera que leyó Aynsa, la encontrada recientemente, muy borrosa, en una jamba de la puerta del vispe. Siglo XIII Óbitos de dos canónigos XVI kalendas madii obüt egidius (Petri) oscensis canonicus quinto idus augusti obiit dominicus (Petri) oscensis canonicus anime eorum requiescant in pace amen

1207, 4 diciembre Óbito del infanzón Cipriano de Arguis PRIDIE NONAS NOVEMBRIS OBIIT CIPRIANUS DE ARGUIS MILES ERA M CC XL V

Cipriano de Arguis se ofreció a la Catedral como vasallo e hijo espiritual en marzo de 1202.2 1220, 6 febrero Óbito del infanzón Sancho de Arascués VIII IDUS FEBRUARII OBIIT SANCIUS DE ARASCOS MILES ERA M CC LVIII 1254 Capilla de San Pablo, en el claustro armo domini M CC LIIII fundata est hec capella in honorem beati pauli quam domnus petrus de arigulis et domna willelma uxor sua fecerunt edificad et ibidem eligerunt sibi et suis sepulturam

Desaparecida, esta lápida fue leída por Aynsa, que transcribió Eliti en lugar de Petri. En la documentación catedralicia de 1285 a 1297 se mencionan los canónigos Gil Pérez Grimón y Domingo Pérez de Barecha, a quienes ha de referirse la inscripción. Siglo XIII Óbito del canónigo Juan III noNAS septemBRIS obilT iohannes CANONICUS

Se conservan de esta lápida las letras transcritas en mayúsculas; las minúsculas corresponden a la lectura de Aynsa. Siglo XIII Óbitos de cuatro canónigos t NONAS IULII OBIIT GArcia t IIII KALENDAS OCTOBRIS OBIIT LUpus t XI KALENDAS APRILIS OBIIT t • •• KALENDAS IANuarii obüt

1257, 2 enero Óbito del prior Pedro Pérez t MATER DEI SANCTISSIMA ATQUE VIRGO PIISSIMA OFFER ME TUO FILIO IN CELESTI PALACIO t HEN NONAS IANUARII OBIIT PETRUS PETRI PRIOR ET ELEMOSINARIUS OSCENSIS ERA M CC DOOCX V 1269, 18 noviembre Óbito de Juan de Zonar, prior de Raya XIIII kalendas decembris obiit iohannes (de zonar) prior de raba et ecclesie oscensis era M CCC VII

Aynsa leyó iohannes dedusay, pero el prior de Raya y canónigo de Huesca de los años inmediatamente anteriores al año 1269 se llamaba Iohannes de Zonar3 1282, 30 mayo Óbito del infanzón Miguel Sánchez de Nisano t III KALENDAS IUNII OBIIT MICHAEL SANCII FILIUS DOMPNI PETRI SANCII DE NISANO MILITIS CUIUS ANIMA REQUIESCAT IN PACE ERA M CCC XX

Siglo XIII Óbito de un canónigo II kalendas februarü obüt canonicus 1522, 15 diciembre Óbito de Pedro Muñoz, discípulo de Forment

Cerca de la Sala de la Limosna, en el claustro, leyó Aynsa una sentida lápida del maestro Damián Forment, dedicada a la memoria de su discípulo Pedro Muñoz, valenciano, muerto a la edad de diecisiete años. No se conserva.

2.

DURÁN GUDIOL, A.: Colección diplomática, II, p. 570.

3.

ACH: 4-619.

239


DOM Lex mihi naturae et te Petre offensa tulerunt numina Quod possum do lapidem et lachrymas Petro Monyosio patria valentino Damianus Forment arte statuaria Phidiae Praxitelisque aemulus alumno suo charissimo et clienti bone memorie flens posuit Vixit annos XVII menses X dies XXVIII Obiit XVII kalendas ianuarii M D XXII

«Me has sido arrebatado, Pedro, por ley de naturaleza y ofendidos dioses. Ofrezco a Pedro Muñoz, valenciano, lo que puedo: una lápida y lágrimas. Desconsolado Damián Forment, émulo de Fidias y Praxíteles en el arte de escultura, a su carísimo discípulo y recordado pupilo, que vivió diecisiete años, diez meses y veintiocho días y murió el 15 de diciembre de 1522».

«OSCENSES SEX PRESULES»

n la obra de adaptación de la capilla absidial de Santa Catalina para la instalación del altar del Santo Cristo de los Milagros en el año 1500, se encontraron los restos de seis obispos de Huesca fallecidos, según Aynsa, entre 1324 y 1484. Pero ninguno de los que menciona el historiador de Huesca fue enterrado en esta capilla: el primero, Martín López de Azlor —que confunde con el imaginario obispo fray Martín Oscabio—, fue enterrado en el coro; Pedro Clasquerí murió en 1380 en la ciudad languedociana de Aigüesmortes, siendo arzobispo de Tarragona; Guillem de Torrellas, que ocupó después de Huesca las sedes de Barcelona y Tortosa, murió en 1379 y, trasladado su cadáver a Huesca, fue enterrado en el altar mayor de la Catedral; fray Francisco Riquer Baster murió en 1409, siendo obispo de Segorbe y enterrado en el convento franciscano de Barcelona; Guillermo de Siscar falleció en Roma en el año 1457; y el obispo Antonio de Espés fue enterrado en 1484 en la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza.4 Los restos encontrados no podían ser otros que los de los obispos de los siglos XII y XIII enterrados en la mezquita-catedral y, a raíz de la demolición de ésta, trasladados a la capilla absidial de Santa Catalina. De los doce prelados oscenses de estas cen-

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turias, dos murieron en lucha contra los musulmanes: el obispo Esteban en 1130 y el obispo Arnaldo en 1134; Domingo Sola fue enterrado en 1269 en Santo Domingo de Huesca; el electo García Pérez de Zuazo murió en Viterbo en 1273; su sucesor, Jaime Sarroca, muerto en 1289 fue enterrado en Poblet; y fray Ademar, que falleció en 1300 y con toda seguridad enterrado en la mezquita-catedral, fue trasladado hacia 1310 a la capilla de Santa María Magdalena, costeada por dos de sus ejecutores testamentarios, el sacrista Guillem de Valseniu y el racionero Berenguer de San Martín, y por el hermano de éste, Jaime de San Martín. De los mencionados siglos XII y XIII no se tienen noticias de las sepulturas de otros seis, a quienes correspondían los restos encontrados en 1500: los obispos Pedro, muerto en 1099; Esteban de San Martín, en 1185-1186; Ricardo, en 1201; García de Gúdal, en 1240, y Vidal de Canellas, en 1252. Los huesos de los seis fueron colocados en un sarcófago y depositados, según Aynsa, «tras el altar de Santiago», esto es, en la capilla de este santo, sita en el claustro, en la que se conservan aún dos ménsulas esculpidas, que debieron sostener el sarcófago, con esta inscripción: OSCENSES SEX PRESULES CLAUDIT HEC URNA PRECLAROS CELSO QUORUM NOMINA SCRIPTA SERVANUR OLYMPO «Eñcierra esta urna seis ilustres obispos de Huesca, cuyos nombres están escritos en el alto Olimpo».

Aunque subsistía en esta capilla el beneficio fundado por el obispo Jaime Sarroca en sufragio de Jaime I, era deplorable su estado en 1560, según el visitador, que registró en ella un retablo de madera sin pintura alguna. Retablo que, con el sarcófago y la inscripción, debió desaparecer en 1621, cuando la capilla fue incorporada como sacristía a la de Todos Santos.

4. Véase AYNSA, Diego de: Historia de Huesca, p. 511 y HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, pp. 267-307.


SEPULCROS EPISCOPALES os primeros obispos enterrados en la nueva Catedral fueron el ya mencionado fray Ademar en la capilla de la Magdalena y el obispo Martín López de Azlor en 1324, que lo fue en el suelo del coro junto a la sepultura de su sobrino del mismo nombre y apellido deán de la Catedral, según reza el Libro de Aniversarios de 1453: «vispo Martín López de Azlor yaze en el coro a la entrada guando vienen del altar mayor». También fue sepultado en el coro el antiguo canónigo oscense Bertrán de Cornudella, que murió en 1361, siendo obispo de Tarazona. El obispo Pedro de Urrea, muerto en 1337, fue el primero en recibir sepultura en el ábside central; el citado Libro de Aniversarios afirma que fue enterrado «el vispo Pedro d'Urrea al altar mayor do stan sus senyales dentro de las rexas». Unos años después recibieron sepultura en el mismo presbiterio «fra Guillem Sudre, cardenal de Ostia, tío del canónigo Jayme Manso, davant el altar mayor de la Seu»; este canónigo lo era de la Catedral desde 1383,5 Cerca de la sepultura del cardenal estaba la de Guillem de Torrellas, antiguo obispo oscense que murió en 1379, siéndolo de Tortosa. El obispo Gonzalo Zapata, muerto en 1348, según descripción del P. Huesca, «está sepultado en el crucero de la Catedral junto a la capilla de San Gil, frente al Santo Cristo de los Milagros; hace como tres meses (1795) que, con motivo de lucir y despejar la iglesia, se quitó el sepulcro que estaba elevado del pavimento unas dos varas, cuya lápida presentaba la figura de don Gonzalo de medio relieve; han quedado en la pared dos escudos de las armas de los Zapatas en medio de los cuales estaba el túmulo».6 Agradecido el cabildo por la donación que le hiciera de libros y vajilla de plata en 1365, concedió al obispo Jimeno Sánchez de Ribavellosa la capilla absidial de San Nicolás para su sepultura y en ella fue enterrado al morir en los primeros meses de 1369. Su sucesor, el obispo fray Juan Martínez, fue sepultado en 1372 en la capilla subterránea de San Agustín, fundada y dotada por él. Los seis obispos que le sucedieron desde este año hasta 1421, en que

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fue nombrado Hugo de Urriés, no murieron en Huesca sino en otras diócesis a las que habían sido trasladados. El obispo Hugo de Urriés, fallecido en 1443, fue enterrado en el presbiterio y se conserva parte de su sepulcro en el Museo Diocesano: una lápida de piedra que presenta en relieve el busto de la Virgen con el Niño en su brazo izquierdo dentro de orla circular, flanqueada por el escudo repetido del difunto; la inscripción corre el friso rectangular que enmarca el conjunto. Según el doctoral Novella, «en el lado del Evangelio del altar mayor, fuera de la pared, se descubre un túmulo pequeño de piedra cubierto con lápida y sobre ella efigie de un obispo; a la cara principal del túmulo se ven dos escudos de armas y en medio una imagen de Nuestra Señora». Añade el P. Huesca que en 1795 se entró este sepulcro, igualándolo con el muro.7 La inscripción en minúscula gótica explica: AQUI JAZE DON HUGO D URRIES POR LA GRACIA DE DIOS VISPO DE HUESCA EL QUAL MURIO A XXI DE FEBRERO DEL ANYO M CCCC XLIII

Es el suyo el último obispo mencionado por el Libro de Aniversarios de 1453. Su sucesor, el obispo Guillermo de Siscar, no fue enterrado en la Catedral, ya que murió en Roma en diciembre de 1457. Se conserva aún en el muro de la Epístola del ábside central la lápida sepulcral del obispo Guillem Pons de Fenollet, fallecido en 1465. En la parte superior figura el escudo episcopal y en la inferior la inscripción en minúscula gótica: SEPULTUS EST HIC REVERENDUS IN CHRISTO PATER DOMINUS GUILLERMUS PONZ DE FENOLLETO EPISCOPUS OSCENSIS ANNO DOMINI M CCCC LXV

Después de más de cuarenta años de episcopado, falleció en 1526 el obispo Juan de Aragón y Navarra, hijo del príncipe de Viana. Registra el Libro de Aniversarios de 1560 que tenía su sepulcro «deba-

5. ACH: 6-249. 6. HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 277. 7. ACH: Ceremonial, V, p. 467; HuFscA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 301,

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jo de las lámparas del presbiterio donde su figura y escudo». Según el P. Huesca se trataba de «un sepulcro con lápida y estatua yacente de alabastro, más su escudo e inscripción».8 Acaso fue labrado en el taller de Damián Forment, que a la sazón trabajaba en el retablo mayor. El mismo P. Huesca editó, quizá con no total fidelidad, la leyenda: HIC IACET ILLF QUIDEM PRESSUL TAM INCLYTUS OSCAE REGIUS IPSE IOHANNES GALLORUM ALMA PROPAGO LUCIA COEDES HIC SUPERAVIT NESTORIS ANNOS IDIBUS IN AURORA A CHRISTI NATIVITATE DECEMBRIS 1526

OSCENSEM REXIT EPISCOPATUM ANNOS XXI OBIIT DIE 8 AUGUSTI ANNO 1707

Figura episcopal y escudo tenía también la lápida del obispo Pedro de Padilla, fallecido el 24 de octubre de 1734, y la sencilla inscripción HIC JACET ILLUSTRISSIMUS D D PETRUS DE PADILLA EPISCOPUS OSCENSIS

En la capilla de San Jerónimo se conserva la lápida sepulcral del obispo Antonio Sánchez Sardinero, fallecido en 1775. Presenta tres mitras, una al principio y dos al final de la inscripción:mitra OSCENSIS DILECTA ILLUSTRISSIMUS D D ANTONIUS SANCHEZ SARDINERO EPISCOPUS OSCENSIS OBIIT DIE V MAII ANNO M DCC LXXV ET HOS APICES SCULPERE MANDAVIT TERRA CADUCA SALVE VERMES SALVETE REQUIESCAM

«Aquí yace un ínclito obispo de Huesca, el regio Juan, santa estirpe de los galos. Se lo llevó Lucía, superada aquí la edad de Nestorio, al amanecer del 13 de diciembre de 1526».

Bajo lápida de mármol con figura episcopal e inscripción fue enterrado en el lado del Evangelio del presbiterio el obispo Pedro Agustín, muerto en 1572. Según el P. Huesca, que pudo ver aún un fragmento suelto y fuera de su lugar,9 decía la inscripción: PETRUS AUGUSTINUS ANTISTES ET EPISCOPUS OSCENSIS ET IACCENSIS EX HELENENSI EPISCOPATU ET ROTENSI PRIORE QUI BIS TRIDENTINI CONCIIII CAUSA AFFUIT VIXIT ANNOS LX DIES IIII SEDIT ANNOS XXVI MENSES VIII DIES XVIII IN ANNO DOMINI V KALENDAS MARTII M D LXX II

El obispo Martín Cleriguet, muerto en 1593, fue también sepultado en el presbiterio bajo lápida con figura episcopal y sin inscripción. Inauguró la serie de sepulcros episcopales del siglo XVII el obispo fray Berenguer de Bardaxí, fallecido en 1615. En la lápida de color negro, figura episcopal, escudo y la inscripción: FRATER BERENGARIUS A BARDAXI EPISCOPUS OSCENSIS OBIIT DECIMO TERTIO KALENDAS IANUARII ANNO M DC XV

Bajo lápida de iguales caracteres —algunas losas del siglo XVII se conservan en el claustro, arrumbadas— se enterró al obispo Fernando de Sada Azcona, muerto el 5 de marzo de 1670: ILLUSTRISSIMUS D D FERDINANDUS DE SADA ET AZCONA EPISCOPUS OSCENSIS

Presentaba también figura episcopal y escudo la lápida del sepulcro del obispo Pedro de Gregorio Antillón y la inscripción: ILLUSTRISSIMUS AC REVERENDISSIMUS D D PETRUS A GREGORIO ET ANTILLON TERVICENSIS EPISCOPUS

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mitra

mitra

CESARAUGUSTANA REJECTA

PALENTINA DESPECTA

•Amada la mitra de Huesca. El ilustrísimo doctor don Antonio Sánchez Sardinero, obispo de Huesca, murió el día 5 de mayo de 1775 y mandó esculpir estas mitras. Adiós, tierra caduca; gusanos, os saludo; descansaré. Rechazada la mitra de Zaragoza. Despreciada la mitra de Palencia».

El obispo Pascual López Estaún, muerto en 1789, fue enterrado en la capilla de San Andrés bajo lápida en que se lee: JACET HIC ILLUSTRISSIMUS D D PASCHASIUS LOPEZ ET ESTAUN VIRTUTUM ET LI FIERARUM GLORIA INSIGNIS PUBLICUS IN SERTORIANA SACRAE PAGINAE PROFESSOR CANONICUS ET EPISCOPUS OSCENSIS JACCENSIS ANTEA DIMISSAQUE CONCHENSI DOCUIT SCRIPSIT NIMISQUE LABORAVIT AC DEMUM IN ANIMARUM SALUTE PROCURANDA DEFATIGATUS OBIIT PRIDIE IDUS OCTOBRIS ANNO M DCC LXXXIX AETATIS SUAE LXXXII VIXIT IN PONTIFICATU ANNOS XXXIV NATURAE DIU PATRIAE PARUM GLORIAE SEMPER

«Aquí yace el ilustrísimo doctor don Pascual López Estaún, insigne en virtudes y letras. Profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Sertoriana. Canónigo y obispo de Huesca, antes obispo de Jaca. Renunció al obispado

8. 9.

HUESCA, P. Ramón de: Teatro histórico, VI, p. 324. Ibídem, p. 339.


Urna sepulcral del obispo Hugo de Urriés (s. XV).

de Cuenca. Enseñó, escribió y trabajó mucho. Al fm, fatigado en su labor pastoral, murió el 13 de octubre de 1789, a sus 82 años de edad, largo tiempo para la naturaleza, poco para la patria y siempre para la gloria».

edad obispo de Huesca, murió un bienio después, el 15 de octubre de 1792».

En el curso del siglo XIX fueron desapareciendo las lápidas sepulcrales de los obispos anteriores para dar sitio al enterramiento de los prelados de esta centuria. Al procederse a la reciente restauración de la Catedral, se levantaron y suprimieron siete lápidas, correspondientes a otros tantos obispos, sepultados entre 1792 y 1870. No presentaban las acostumbradas figuras episcopales yacentes, ni los respectivos escudos. He aquí las inscripciones que las ilustraban:

DOM HIC JACET JOANNES FRANCISCUS ARMADA ET ARAUJO GALLAICUS ARNOIENSIS SANCTAE ECCLESIAE OSCENSIS EPISCOPUS VIXIT IN EPISCOPATU ANNOS III MENSES IX DIES XVI ET MORTUUS EST III NONAS APRILIS ANNI M DCC LXXXXVII «Aquí yace Juan Francisco Armada Araujo, gallego de Arnoya, obispo de Huesca durante tres años nueve meses dieciséis días y murió el 3 de abril de 1797».

Obispo Cayetano de la Peña Granda, muerto en 1792 DOM HIC EXPECTAT RESURRECTIONEM CAIETANUS PENA ET GRANDA MATRITENSIS QUI QUADRAGESIMO SEPTIMO AETATIS SUAE ANNO OSCENSIS EPISCOPUS CREATUS BIENNIO POST CESSIT E VITA IDIBUS OCTOBRIS ANNI DOMINI M DCC DOME «Aquí espera la resurrección Cayetano de la Peña Granda, madrileño, el cual, creado a sus cuarenta y siete años de

Obispo Juan Francisco Armada Araujo, muerto en 1797

Obispo Joaquín Sánchez de Cutanda, muerto en 1809 DOM HIC YACET JOACHIM SANCHEZ A CUTANDA ARAGONIUS OPPIDO VULGO RUBIELOS SANCTAE ECCLESIAE OSCENSIS EPISCOPUS VIXIT IN EPISCOPATU ANNOS XI ET MORTUUS EST PRIDIE KALENDAS MARTII ANNI M DCCC IX «Aquí yace Joaquín Sánchez de Cutanda, aragonés del lugar de Rubielos, obispo de Huesca durante once años y murió el 28 de febrero de 1809».

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Obispo Eduardo María Sáenz de Laguardia, muerto en 1832 DOM HIC IACET EDUARDUS MARIA SAENZ DE LAGUARDIA OPPIDI DE MOREDA ALABENSIS PROVINCIAE SANCTAE ECCLESIAE OSCENSIS EPISCOPUS VIXIT IN PONTIFICATO ANNOS 16 MENSES 4 DIES 26 MORTUUS EST NONIS FEBRUARII ANNI 1832 «Aquí yace Eduardo María Sáenz de Laguardia, del pueblo alavés de Moreda, obispo de Huesca durante dieciséis años, cuatro meses y veintiséis días. Murió el 5 de febrero de 1832».

Obispo Lorenzo Ramo de San Blas, muerto en 1845 HIC JACET EXCMUS ET REVMUS D D LAURENTIUS RAMO A SANCTO BLASSIO EPISCOPUS OSCENSIS ANTEA MINISTER GENERALIS SCHOLARUM PIARUM OBIIT DIE XV SEPTEMBRIS ANNO M DCCC XXXXV RIP «Aquí yace el excelentísimo y reverendísimo doctor don Lorenzo Ramo de San Blas, obispo de Huesca antes ministro general de las Escuelas Pías. Murió el 15 de septiembre de 1845».

Obispo Pedro de Zarandia Endara, muerto en 1861 mitra mitra SUB HOC MARMOREO LAPIDE IACET ILLMUS D D PETRUS JOSEPH A ZARANDIA ET ENDARA IN VILLA LESACA POMPELONENSIS DIOCESIS ORTUS PRIMUM AURIENSIS DEIN OSCENSIS ECCLESIAE ANTISTES MULTA APPRIME DOCUIT VERBO ET EXEMPLO AFFABILIS VIR PRAECLARUSQUE VIRTUTIBUS AC DOCTUS IN LINGUARUM INTERPRETATIONE ALACER AD CHARITATEM PERAGENDAM ET ECCLESIAE JURIUM ACTUOSUS DEFENSOR VIXIT IN PONTIFICATU ANNOS XIII DIES V AETATIS SUAE LXXVII RIP «Bajo esta lápida de mármol yace el ilustrísimo doctor don Pedro José de Zarandia Endara, nacido en Lesaca, diócesis de Pamplona, antes obispo de Orense, después de Huesca, enseñó mucho con la palabra y el ejemplo, varón afable y preclaro en virtudes y letras, docto en interpretación de lenguas, presto al ejercicio de la caridad y activo defensor de los derechos de la Iglesia. Vivió en el episcopado trece años y cinco días. Murió el 24 de mayo de 1861 a sus setenta y siete años de edad».

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Obispo Basilio Gil Bueno, muerto en 1870 DOM HIC JACET EXCMUS ET ILLMUS D D BASILIUS GIL ET BUENO OSCENSIS EPISCOPUS REGIAE ORDINIS CAROLI III NECNON ELISABETH CATHOLICAE MAGNA CRUCE INSIGNITUS EQUES NOBILIS ROMANUS ETC IN SEGUNTINAE DIOECESIS OPPIDO PALAZUELOS ORTUS EX DECANATU BARBASTRENSI AD SEDEM OSCENSEM EVECTUS EST PRAECLARUS ISTE PONTIFEX VERBO ET EXEMPLO FORMA GREGIS FACTUS EFFORMANDIS CLERI POPULORUMQUE MORIBUS IN DOCTRINA SANA TOTUS INCUBUIT JURIUM ECCLESIAE STRENUUS VINDEX AD PRAELIANDUM PRAELIA DOMINI SEMPER INTENTUS PERSECUTIONES PROPTER JUSTITIAM FORTITER SUSTINUIT INTER PATRES CONCILIO OECUMENICO VATICANO ADSTANTES RELATUS DEO DISPONENTE ROMAE OBIIT XII FEBRUARII DIE ANNO DOMINI M DCCC LXX AETATIS LIX PONTIFICATUS VERO SUI VIII EX ROMA IN CIVITATEM OSCENSEM CORPUS DEFUNCTI PRAELATI POSTEA TRANSLATUM ET MAGNA POMPA INGENTIQUE CLERI ET POPULI CONCURSU FUNERE CELEBRATO HOC TUMULAMINE RECONDITUM EST XVII MARTII ANNI M DCCC LXX VII RIP «Aquí yace el excelentísimo e ilustrísimo doctor don

Basilio Gil Bueno, obispo de Huesca, de la Real Orden de Carlos III y Gran Cruz de Isabel la Católica, caballero noble de Roma, etc. Nacido en Palazuelos, diócesis de Sigüenza, siendo deán de Barbastro fue promovido a la sede episcopal de Huesca. Este ilustre pontífice se dedicó con la palabra y el ejemplo a reformar las costumbres del clero y de los pueblos en la sana doctrina. Activo defensor de los derechos de la Iglesia y siempre pronto a combatir los combates del Señor. Sufrió grandes persecuciones por la justicia. Siendo uno de los padres del concilio ecuménico Vaticano, por voluntad de Dios murió en Roma el 12 de febrero de 1870, a los cincuenta y nueve años de edad y ocho de pontificado. Más tarde el cuerpo del difunto prelado fue trasladado de Roma a la ciudad de Huesca y enterrado en este sepulcro, después de celebrarse un funeral con gran pompa y gran concurso de clero y pueblo, el 27 de marzo de 1877. Descanse en paz•.


4 F

OTROS ENTERRAMIENTOS

1 lugar habitual de enterramiento de los canónigos, si no disponían testamentariamente otra cosa, era el pavimento del coro y del crucero. Los Libros de Aniversarios de 1453 y 1560 mencionan una cuarentena de prebendados sepultados delante de las capillas absidiales, «al pie de la preycadera» o »coram tronam ubi predicatur», delante de las capillas de San Gil y de la Trinidad, en la vía sacra —el pasillo que conducía del altar mayor al coro— y en el interior del recinto coral, como el sepulcro del prepósito Jaime Samper «dentro del coro delante del facistol, donde ponen los pies los que cantan» y el del precentor Jaime Fernández «en el coro en el lugar donde los cantores cantan el Miserere». Los dos canónigos murieron en la primera mitad del siglo XVI. Fue probablemente en este período cuando se excavaron a ambos lados de la vía sacra dos sepulturas comunes para canónigos, llamadas carnale dextrum y carnale sinistrum canonicorum, en las que se hallaban enterrados en 1560 ocho prebendados en el primero y cinco en el segundo. Son dos amplias estancias abovedadas, subterráneas, a las que se accedía a través de rampas —actualmente impracticables— y escalerillas. Examinadas durante las obras de restauración, recientemente, se hallaron en el interior buen número de copas de fino cristal que, recubiertas de cera para simular cálices, se colocaban junto al birrete del difunto encima del féretro durante los funerales. Ambos carnales dejaron de utilizarse a partir del 4 de agosto de 1677, cuando el cabildo acordó destinar a enterramiento común de canónigos las criptas de las capillas absidiales del Santo Cristo de los Milagros y de la Purísima, antes de Santa Catalina y San Pedro. Otra sepultura común, ésta destinada a la clerecía menor de la Catedral, era el carnale clericorum, emplazado en el subsuelo de la capilla absidial de San Nicolás, dedicada actualmente a Santa Catalina. Como el de los canónigos, es mencionado sólo por el Libro de Aniversarios de 1560. Esta misma fuente registra otros dos carnales, uno sito delante de la capilla absidial de San Pedro y otro

frente a la puerta del crucero que comunica con el claustro, correspondientes respectivamente a los señores de Torresecas y a la familia Sangüesa. Los dos Libros de Aniversarios, escritos en aragonés el del siglo XV y en latín el de 1560, dan detalles precisos para la localización de los sepulcros de multitud de laicos y clérigos, ante los cuales había el cabildo de celebrar sufragios —seguramente cantar responsos—, pero raramente describen las lápidas que los cubrían y no suelen registrar la fecha de las defunciones. Así, del sepulcro de Pedro Boil se dice que estaba «al costado de la capiella de Sant Miguel, do son las armas del dicto don Pero pintadas»; y del correspondiente a Pedro Sasé, muerto en 1381, que se ubicaba «a spaldas y caga de la capiella de Sant Mateo do ficieron sus senyales». Registran en el claustro los sepulcros y escudos de los Foces, Grimón, Artasona —éste «en el antepeito del claustrón ha senyales de una banda travesera de alto entró abaxo—, Nadal de Aguas, Navardún, Sellán y Vallés de Ordás, éste fallecido en 1373. Debieron presentar decoración pictórica o esculpida los arcosolios sepulcrales, tan numerosos en las capillas laterales, en el exterior de los muros de la Catedral y en el claustro. Se conservan en parte las pinturas murales de las sepulturas de Juan Martín de los Campaneros y su esposa, de la capilla de San Juan Evangelista, actualmente en el Museo. También subsiste en un arcosolio apuntado del claustro románico un relieve con temas de la Pasión de Jesús; en el sarcófago se encontró un cadáver momificado envuelto en sábana blanca y un fragmento de pergamino del siglo XIV con una fórmula de absolución. En los repetidos Libros de Aniversarios se mencionan algunas sepulturas, también del claustro, decoradas: la de los Grimón, que presentaba el escudo de la familia y una imagen de Santa María; la de Jimeno de Yaso en el refectorio «en vaso pintado»; la de Catalina de Miz en «la claustra nueva» con un Crucifijo pintado; y el de Jaime Sacosta, que presentaba los Reyes Magos y una imagen de Santa María.

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DOMS IOHANNES ORENTIUS A LASTANOSA CANONICUS OSCENSIS V I D ET IOANNES VINCENTIUS A LASTANOSA EQUESTRIS ORDINIS NATI FRATERNO NEXU ET AMORE CONIUNCTI MORTALITATIS MEMORES SIBI ET SUIS HOC SARCOPHAGUM P ANNO M DC XL VIII

«Juan Orencio de Lastanosa, canónigo oscense, doctor en ambos derechos, y Juan Vincencio de Lastanosa, hijos de la orden de caballería, unidos en hermandad y amor, recordando la muerte, construyeron este panteón para ellos y los suyos en el año 1648».

En la capilla, al pie del retrato del infanzón Lastanosa: AUGUSTISSIMAE SYNAXI DIVO ORENTIO PLUVIARUM PATER ET DIVAE PATIENTIAE CONIUGI CONCORDI IOANNES ORENTIUS A LASTANOSA OSCENSIS CANONICUS V I D AC IOANNES VINCENTIUS A LASTANOSA EQUES GERMANI FRATRES HOC SACELLUM DEDICARUNT ANNO M DC XL VIII

«A la santísima Eucaristía, a san Orencio padre de las lluvias y a su inefable esposa santa Paciencia, Juan Orencio de Lastanosa, canónigo de Huesca y doctor en ambos derechos, y Juan Vincencio de Lastanosa, caballero, hermanos carnales, dedicaron esta capilla en el año 1648».

Estatua yacente de Juan Martín de los Campaneros, hacia 1310.

En la cripta, sepulcro de los ascendientes, lápida de mármol: DOMS LASTANOSARUM ILLUSTRIS FAMILIAE CORPORA OSSA CINERES VIRORUM AC MULIERUM QUORUM VITA VIRTUS FAMA RETROACTIS SAECULIS RELIGIONE FACTIS NOBILITATE PRAECLARA NOMEN SIBI AC POSTERIS AETERNUM PEPERERUNT HOC IN MARMORE HINC INDE COLLECTA AD RESURRECTIONIS ET BEATITUDINIS SPEM POSTREMUM ANGELICAE TUBAE CLANGOREM EXPECTANTIA D IOANNES VINCENTIUS A LASTANOSA EORUM OMNIUM HERES MONUMENTO IN DEFUNCTOS MONIMENTO IN VIVOS RELIGIOSUS CONDIDIT ANNO M D IX SVTC

EL PANTEÓN DE LOS LASTANOSA

omo se ha podido comprobar en páginas anteriores, la construcción y renovación de las distintas capillas implicaban el carácter de panteones familiares. El más suntuoso de todos es sin duda el de la familia Lastanosa, con su capilla de Santos Orencio y Paciencia y su cripta sepulcral con altar dedicado a la Purísima Concepción, cuyas fábricas se iniciaron en 1646, previa licencia del cabildo concedida el año anterior. La brillantez artística del conjunto corre pareja con la epigráfica: seis elegantes inscripciones latinas, dos en los laterales de la capilla y cuatro en la cripta, editadas todas por vez primera por Ricardo del Arco.10 Se transcriben a continuación. En la capilla, al pie del retrato al óleo del canónigo Lastanosa:

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10.

Don Vincencio Juan de Lastanosa, Huesca 1911, p. 26 y ss.


«Bajo este mármol, en espera de la resurrección y de la felicidad, aguardando el último son de la trompeta angélica, se hallan recogidos de todas partes los cuerpos, huesos y cenizas de la ilustre familia Lastanosa, la vida, virtud y fama de cuyos varones y mujeres en siglos pasados, de acreditada nobleza y religión, merecieron para ellos y sus descendientes imperecedera celebridad. Don Juan Vincencio de Lastanosa, su heredero, erigió filialmente este monumento a los muertos y amonestación a los vivos en el año 1651. ¡Tened buena compañía en la tierra!». En la cripta, sepulcro de Catalina de Gastón

Guzmán, esposa de Juan Vincencio de Lastanosa; urna cerrada con losa de mármol: MULIER FORTIS BONA SAPIENS DOMS DOMINA CATHARINA DE GASTON ET GUZMAN CF HISPALI EX PATRE CELTIBERO MATRE VERO BAETICA AD VIRTUTIS IMPERIUM NATA VIRUM CONIUX FIDELITATE FECUNDITATE FERMOSITATEQUE BEAVIT PRUDENI1AE IN SPECULO SE SPECULUM PRUDENTIAE VIDENS IGNEM AQUAM AD INFLAMANDOS HONESTI AFFECTUS AD EXTINGUENDUM INHONESTOS MANU CORDIS GESTANS TER SUPRA DECEM ENIXA QUATUORDECIM PIGNORA TULIT QUORUM SEPTEM VIROQUE SUPERSTITIBUS OBIIT OSCAE X KALENDAS MAII ANNO MDC XL N IOANNES VINCENTIUS A LASTANOSA IN ACUTORE IPSO LAETUS CHARISSIMAE CONIUGI P STTC

•Mujer fuerte, buena, prudente. Doña Catalina de Gastón y Guzmán, esclarecida mujer, nacida para el ejercicio de la virtud en Sevilla de padre celtíbero y madre bética. Esposa fiel, fecunda y hermosa dio felicidad a su marido. Reflejo de la prudencia, era fuego que encendía afectos honestos y agua que apagaba los deshonestos. En trece partos alumbró catorce hijos. Sobreviviéndole siete y su marido, murió en Huesca el 22 de mayo de 1544 a la edad de treinta y dos años. Juan Vincencio de Lastanosa, sereno en el dolor, lo dedica a su carísima esposa. ¡Hayas buena compañía en la tierral. En la cripta, sepultura del canónigo Orencio Juan

de Lastanosa: estatua de alabastro en hornacina, sar: cófago sobre el suelo e inscripción en el muro:

Ángeles músicos del sepulcro de Juan Martín de los Campaneros (s. XIV).

DOMS SISTE SOSPES ANTE NEC ATRATUM NEC INCRUSTATUM MARMOR IN QUO D D ORENTIUS IOANNES A LASTANOSA REQUIESCIT QUEM OSCAE NATUM ECCLESIA CANONICUM AMAVIT ACADEMIA IURIS DOCTOREM COLUIT OCTOVIRUM ARAGONIAE REGNUM SUSPEXIT VIRUM PROBARUNT CONSTANTIA IN ARCTIS SAPIENTIA IN ADVERSIS IN SECUNDIS MODERATIO CUI IN DEUM PIETAS IN PATRIAM FIDES INMORTALEM GLORIAM APERUERE TANTO VIRO OMNIUM AMORE CONSUMPTO DOLORE DEPOSITO SANGUINE ADFECTU FRATER D IOANNES VINCENTIUS A LASTANOSA IN AMORIS VADEM IN RECORDATIONIS PIGNUS MARMOREUM MONUMENTUM DEDICAVIT

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»Tú que vives, detente ante el mármol ni enlutado ni encalado, en que descansa el doctor don Orencio Juan de Lastanosa, nacido en Huesca, al que la Iglesia distinguió como canónigo, como doctor en Derecho la Universidad y como dignatario el reino de Aragón. Varón de reconocida constancia en el trabajo, prudencia en la adversidad, moderación en la prosperidad. El amor a Dios y la fidelidad a la patria le abrieron la gloria inmortal. Al eminente varón, asumido el amor de todos y olvidado el dolor, su hermano en la sangre y el afecto, don Juan Vincencio de Lastanosa dedicó este monumento marmóreo en prueba de amor y prenda de recuerdo».

En la cripta, sepulcro del infanzón Vincencio Juan de Lastanosa, situado en el muro frontero del de su hermano y de la misma factura. Al pie de la estatua orante se lee: EL CAPITAN D VINCENCIO IUAN DE LASTANOSA AÑO M DC LX VIII

Éste —1668— es sin duda el año en que construyeron los dos sepulcros con las estatuas, en vida aún de los dos hermanos. El infanzón murió dieciséis años después a la edad de setenta y siete. En el muro esta inscripción sobre mármol: DOMS CONSISTE SOSPES DIGNARE OCULIS VENERARE OSCULIS MINOREM TANTO HEROE TUMULUM HIC IACET D VINCENTIUS IOANNES A LASTANOSA URBIS VICTRICIS CIVIS EQUES ET FILIUS SUPRA NATURAM FORTIS SUPRA FAMAM AUGUSTUS SUPRA INVIDIAM VENERANDUS CUIUS PIETATI LIBERALITATI MORTALES HAE LASTANOSARUM EXUVIAE MARMORA SUA ORNAMENTA GRATULANTUR FUNCTUS MUNES PUBLICA USUS FELICITATE ORE GRAVIS VITA INTEGER URBI ET FILIIS DESIDERANDUS IMMORTALITATIS MEMOR HONORARIUM SIBI MONUMENTUM EXCITAVIT

Detente tú que vives a honrar con la vista y venerar con besos este túmulo pequeño para tan gran señor. Aquí yace don Vincencio Juan de Lastanosa, ciudadano, caballero e hijo de la ciudad vencedora, sobremanera fuerte, augusto más allá de la fama, honrado sin envidia. A su amor y liberalidad deben los despojos mortales de los Lastanosas estos mármoles y ornatos. Eficaz en los cargos, empeñado en el bienestar público, preciso en el habla, íntegro en las costumbres, venerado por la ciudad y los hijos, pensó en la inmortalidad y se levantó este honroso monumento».

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Frente a la puerta de la sala capitular, al levantar el pavimento en el curso de las obras de restauración de la Catedral, se descubrió un sepulcro que no llegó a utilizarse, cubierto con una lápida de mármol, en cuya inscripción se dejaron en blanco los espacios destinados a registrar los años de vida y la fecha del fallecimiento de Engracia de Lastanosa, hermana de Orencio Juan y Vincencio Juan: DOMS AQUI LACE LA VIRTUOSA NOBLE DONA ENGRACIA DE LASTANOSA HIJA DE DON JUAN DE LASTANOSA I DE DONA ESPERAM VARAIZ I VERA MUJER DE DON ALEXANDRO CLERIGUET I FORT VIVIO ANOS MURIO EL DE SU HERMANO DON VINCENCIO IUAN DE LASTANOSA EN SENAL DE AMOR MANDO LABRAR ESTE SEPULCRO DSPFC STTC

Las abreviaturas empleadas en las siete inscripciones responden en su mayoría a la epigrafía romana. Casi todas van encabezadas con D O M S, Deo Optimo Maximo Sacrum, siglas omitidas sólo en la referente a la dedicación de la capilla, que lo fue a la Eucaristía y Santos Orencio y Paciencia, a los cuales atribuye la sigla D, Divo, Divae, en vez del adjetivo sancto, sanctae. Se sustituye con una P el pasado posuerunt y posuit, aludiendo al panteón construido por los dos hermanos y al sarcófago de la esposa de Vincencio Juan. Al nombre de ésta, la abreviatura clásica C F Clara Femina. Terminan la inscripción de los antepasados Lastanosa las letras S V T C, Sit Vobis Terra Comes, que en singular, en el sepulcro de la citada esposa, da S T T C, Sit Tibi Terra Comes, que se ponen también en la lápida de Engracia de Lastanosa, precedidas por la sigla D S P F C, De Sua

Pecunia Facere Curavit. No son clásicas, sino de la época, las siglas V I D, Utriusque luris Doctor —doctor en derecho canónico y civil—, la D de Dominus, Domina y las D D,

Doctor Dominus.


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Acabóse de imprimir esta Historia de la Catedral de Huesca de Antonio Durán Gudiol en los talleres de Grafic RM Color de Huesca el día 19 de noviembre de 1991, octingentésimo nonagésimo quinto aniversario de la toma de Huesca por el rey Pedro I de Aragón y Navarra.


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