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nocturnos de la tierra. Amparo Prieto Monreal
Norte claro y sur oscuro: una reflexión sobre ruralidad y despoblación en los mapas nocturnos de la tierra
Amparo Prieto Monreal1 ■ Doctorado Patrimonio, Sociedades y Espacios de Frontera Campus Íberus/ Universidad de Zaragoza
1 ■ LA TRANSICIÓN RURAL/URBANO DESDE LOS MAPAS NOCTURNOS
Durante el encuentro “Predicar en el desierto. Jornada profesional de cultura, territorio y despoblación” realizada en Espacio Pirineos, Graus el 2019, tuve la oportunidad de mostrar algunas experiencias artísticas llevadas a cabo en diversos contextos que comparten el haber sido desarrollados en espacios transfronterizos rural/urbanos.
La invitación a pensar en el fenómeno de despoblación en el contexto de lo que se ha denominado “La España vaciada” nos motiva a reflexionar sobre la dicotomía rural /urbano, como una relación de mutua implicación en la que se entretejen las redes ecológicas, socio-técnicas y culturales a través del intercambio permanente de información, materia y energía. Sin embargo, un desequilibrio de aquellos traspasos puede transformar una deseada armonía de los opuestos, en la tensión que finalmente desemboca en nuestra actual crisis ecológica, energética y simbólica.
A través del presente texto, recojo la invitación a exponer con mayor profundidad las reflexiones de mi actual tesis doctoral, que examina, dentro de la función mediadora de las transiciones, el espacio y el tiempo donde se han desarrollado las trasformaciones del entorno socio-ecológico y los imaginarios colectivos emanados de los usos y hábitos de consumo energético de nuestra era, aún industrial.
Esta investigación, enmarcada a su vez en una práctica artística de largo aliento, busca observar, describir e interpretar nuestras tradiciones perceptivas cotidianas desde los paradigmas donde se suceden y yuxtaponen las guerras desatadas al interior de la gran relación naturaleza-cultura.
Interesa observar el intercambio energético entre lo social, lo ecológico y lo cultural como un registro socio-técnico de la industrialización moderna, donde la artificialización de la superficie terrestre es representada visualmente por el asentamiento de la luz en la physis, a través de la expansión territorial de la electricidad. Los mapas nocturnos que muestran la tecnificación de la tierra son, al mismo tiempo, un reflejo de las derivas simbólicas y el funcionamiento de los sistemas perceptivos y regímenes de visibilidad experimentados a raíz del encuentro de la luz eléctrica con la oscuridad territorial.
Una base del imaginario ocupado por mi investigación lo constituyen los mapas nocturnos y satelitales de la tierra (fotografía del mapa nocturno de la tierra en la página) los que muestran un norte iluminado y un sur a oscuras dando cuenta del auge o declive energético y distinguiendo lo rural de lo urbano. Como si en cada rincón del planeta pudiéramos ver reflejada, en la dialéctica luz/oscuridad, la gran división naturaleza-cultura, moderno-premoderno, rural-urbano, norte y sur global.
Sin embargo, es en aquellos lugares que no han sido alcanzados del todo por la electricidad, donde nos interesa preguntar por la subsistencia de una memoria socio-ecológica de la oscuridad, abordando la relación entre sistema, entorno e imaginarios.
La presente investigación y propuesta de creación, pretende explorar el significado que la memoria colectiva asigna a la oscuridad mediante sus relatos culturales en tiempos de crisis ecológica y transición energética.
1 Sobre la autora: Artista visual e investigadora en prácticas territoriales. Doctoranda del PhD Patrimonio, Sociedades y Espacios de Frontera. Universidad de Zaragoza. 2018-2022. Becaria Anid, Gobierno de Chile; Máster en Métodos y Técnicas Avanzadas de Investigación Histórica, Artística y Geográfica, UNED. 2018. Máster en Diseño de iluminación. Universidad de Salamanca. 1996-1997. Licenciada en Artes. Universidad de Chile. Santiago, Chile. Página web: www.amparoprieto.com
De esta manera he especulado en torno a las trasformaciones de los regímenes de visibilidad y representatividad en relación a la dialéctica luz/oscuridad, los que describen un panorama de los modos socio-técnicos en que el imaginario social, científico y artístico, es mediado por las condiciones y actores técnicos de producción, circulación y consumo de imágenes.
Mapa nocturno de la tierra. Ver el espacio de descargas de mapas nocturnos del NOAA http://ngdc.noaa.gov/eog/dmsp/downloadV4composit.
2 ■ PAISAJE DE MONTAÑA, HIDROELECTRICIDAD E IMAGINARIO
Resulta especialmente estimulante que esta reflexión se haga desde una región de los Pirineos, tomando en cuenta que sus localidades han corrido un destino común a gran parte del paisaje de montaña que cubre una cuarta parte de la superficie terrestre, experimentado la instalación de la industria hidroeléctrica durante el siglo XX y hasta nuestros días2. El punto de inflexión con el cual la intervención industrial en los ríos y afluentes pirenaicos definieron las fases de la gran producción de energía eléctrica forman parte de nuestro interés en tanto sus cumbres montañosas se constituyen como un gran reservorio energético para toda España.
Por un lado, el paisaje de montaña ofrece la hidrología adecuada para que saltos y caudales produzcan la potencia necesaria mediante intervenciones hidroeléctricas, con la consecuente alteración de los caudales ecológicos, erradicación
2 En Europa se invertirán 180.000 millones de euros en centrales hidroeléctricas hasta el año 2030, según un estudio de la consultora DNV GL. Consolidando así una tendencia: Europa es la región del mundo con la mayor capacidad instalada de generación hidroeléctrica. (…) Con más de 1200 represas de al menos 15 metros de altura, España es el primer país de Europa y el quinto del mundo en número de presas, solo por detrás de gigantes de la talla de China, Estados Unidos y la India, además de Japón. (…) Porcentualmente el Estado español es el segundo país del mundo en densidad de diques por kilómetro (Marcos y Fernández, 2019: 12).
poblacional, estrés hidrológico, etc., pero, por otra parte, es en la montaña donde va disminuyendo la población a medida que se sube en altura. Por ejemplo, con un promedio de altura de 3.000 mts., el Alto Pirineo corresponde al escaso 21% de población de montaña que habita en Europa por sobre los 1000 metros de altura, considerando que por sobre los 2500 la montaña europea se encuentra deshabitada y a oscuras. (En contraste, en América Latina y el Caribe un 17% de la población que habita en altura de montaña lo hace entre los 2500 a 3500 mts. y un 7% por sobre los 3500 mts. (Borsdor; Sánchez e Hidalgo, 2014). Esto conduce nuestra reflexión a considerar la oscuridad territorial como parte sustancial de las altas montañas que, sin embargo, constituyen verdaderas torres de agua para el abastecimiento de energía y luz de las regiones bajas. Esta paradoja, la abordamos situando nuestro campo de análisis en lugares que experimentan al mismo tiempo la oscuridad territorial y la intervención de la industria hidroeléctrica. Esta última desarrollada, particularmente, en los paisajes de montaña, vinculando los recursos hídricos de la montaña con los imaginarios socio-técnicos de la hidro-energía.
Es por esta razón que se hace necesario construir modelos de traducción donde se vinculan los modelos de transformación tecnológica, expresados en las revoluciones tecnológicas, con la producción simbólica de los colectivos, a través de una multiplicidad epistemológica que afecta, como campo expandido, tanto al arte como a la ciencia y en ambos, sus modelos de representación.
Es así como las dimensiones invisibles que se ocultan tras la maraña de cables de alta tensión o redes subterráneas, en diversas localizaciones y escenas situadas me han permitido desarrollar mecanismos de rastreo dentro de lo que he llamado una “ecología socio técnica de la visibilidad” en entornos como el Complejo hidroeléctrico de Colbún Machicura (Chile) o las minicentrales hidráulicas en Balmaseda (Bizkaia), así como entornos rurales como Hervás (Extremadura), experiencias que serán referidas a lo largo de este texto.
3 ■ CLAROSCURO COMO MEDIACIÓN TECNO-ESTÉTICA
Sustentado en fuertes pilares filosóficos que sitúan a los agentes humanos separados de la naturaleza, el pensamiento moderno, nos recuerda Ballesteros citando a Descartes, parece abogar por el abandono de una filosofía especulativa que en su lugar ejerza “una práctica, gracias a la cual se puedan aprovechar la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire y del cielo y hacernos así dueños y poseedores de la naturaleza” (Ballesteros, 1985: 169).
Sin embargo, desde las epistemologías plurales surgidas a partir de los cambios paradigmáticos que ha provocado la incorporación del contexto como un objeto de análisis oscilante, Feyerabend nos insiste que “el dominio de la naturaleza es sólo un principio de orden entre muchos” (Feyerabend, 1996: 69), instándonos a concebir dicho aprovechamiento energético de las fuerzas de la naturaleza como una forma discursiva del acoplamiento estructural naturaleza-cultura que reproduce los enunciados de la modernidad industrial.
La relación naturaleza-cultura da forma a las líneas principales por las cuales se conectan estética, ecología y cultura: estética en un sentido amplio de la experiencia sensible y fenomenológica del mundo; ecología como pensamiento complejo y holístico de lo socio-ambiental y cultura como el lugar donde convergen las proyecciones imaginarias de dicha nomenclatura. A esto, Jaime Vindel, lo llama Estética fósil, en su “triple acción sobre la naturaleza, los cuerpos y la imaginación” donde las imágenes que generamos colectivamente del universo y la naturaleza actúan como dispositivos de la mirada: La estética fósil es la forma del imaginario moderno en la que la materialidad de las sensaciones corporales (la estética surgió como un discurso del cuerpo, contrapuesto al énfasis en la vida del espíritu de la filosofía de Descartes), la implantación del capitalismo industrial y la cosmovisión energética del universo se encuentran (Vindel, 2021: 14).
Concebimos así la transición energética como mediación, proceso y función referencial de cadenas de signos que conectan los agenciamientos territoriales con los dominios del lenguaje, para lo cual apelamos a una Sociología de las traducciones3 .
3 La Sociología de la Traducción y la Teoría Actor-Red (TAR), son dos perspectivas teóricas y metodológicas de los estudios sociales que ve a la ciencia como una red socio-técnica cuyo pilar básico es “la existencia de un conjunto de actores, la asociación de estos actores en un entramando o red, y la continua transformación de los actores y de la red: proceso denominado traducción-traslación. (…) Sus postulados teóricos intentan describir los actores, ideas e interacciones que se tejen entre las redes socio-técnicas. (Romero y Pulido, 2018: 155).
Desde el punto de vista de la Teoría del Actor-red, y en la intersección de los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad, integramos el concepto Latouriano de cadenas de mediación que nos permitan conectar crisis de la representación y crisis energética. Una expresión de esta relación la vemos manifestada en el factor energético de las imágenes: Mediante el término “imagen-energía” apelo a la finitud de aquello que, a pesar de ser intangible, tiene un impacto medioambiental muy preciso, para poder entender críticamente las complejidades que rodean hoy a lo visual; una imagen cada vez más acelerada, que ha roto con la linealidad de su producción para ser recombinada una y otra vez en electricidad, en calor, en luz; pero nunca desprendida de su herencia ideológica, colonial y capitalista (San Gregorio, 2020: 1).
La condición fisiológica de la visión de nuestra especie determina entonces que aquel rango electromagnético de visibilidad llamado luz, sea definitorio al momento de situar el ojo humano como el vértice del cono de visión del modelo euclidiano y la luz su vector direccional. Lo que queda fuera de ese rango de visibilidad y del cono de visión, es nombrado oscuridad. De esta manera, desde la perspectiva lineal, hasta la invención de los grandes instrumentos ópticos, el modelo mecánico concibe la luz como vector principal del cambio de velocidad que ha experimentado la cultura moderna, especialmente desde fines del siglo XIX y principios del XX, cuando fue posible fabricar luz eléctrica.
La imagen de una casa rural en el sur de Chile, donde se encuentra emplazada la infraestructura hidroeléctrica más grande del país, al borde del derrumbe y atravesada por filamentos de luz, intentó generar esa imagen-energía que diera cuenta no solo del descalabre medioambiental sino también de la crisis de la metáfora visual basada en el régimen esópico de la luz.
Sobre la aplastante metáfora de la luz se han generado los modelos paradigmáticos que se asientan en su expansiva capacidad de convertir la visión humana en la principal herramienta del modelo de evidencias que ha guiado el saber científico y filosófico, así como la producción tecnológica: Sin ir más lejos, la luz sería el impulso tecnológico mediante el cual su desmaterialización queda incluida, paradojalmente, dentro de las cajas negras de los aparatos tecnológicos; tanto en el andamiaje material de la hidroelectricidad, como en los filamentos de tungsteno, vapor de sodio o mercurio de las lámparas, y hasta en los rayos catódicos de las pantallas, la luz sufre un proceso de “cajanegrización” concepto desarrollado por Latour (2001), en el que la oscuridad ejerce su poder de ocultamiento, invisibilizando la multiplicidad en el interior de cualquier estructura. Es en este momento en que la luz eléctrica transita, en intermitencia y claroscuro, rumbo a su propia oscuridad. (Prieto, 2021: 10)
Es así como, a través de una práctica artística que incorpora el contexto socio eco cultural, he explorado las llamadas “fábricas de luz”4 que, convertidas luego en templos de la modernidad, me han planteado la paradojal relación entre estructura energética, entorno rural y paisaje de montaña.
En el trabajo “Soles negros en las fábricas de luz” realizado el 2019 en la Residencia Fundación Bilbao Arte Fundazioa, exploré este tránsito mediante un recorrido por una serie de minicentrales hidráulicas antiguas rehabilitadas a partir de 1982, en la provincia de Bizkaia, abordando de forma crítica la visibilidad que se incorpora a muchos relatos post fenomenológicos del paisaje.
“Soles Negros en las Fábricas de luz”, Fundación BilbaoArte, Balmaseda, Bizkaia, España. Diciembre de 2018. Fuente: A. Prieto. Ver proyecto completo en https://amparoprieto.com/Soles-negros-en-las-fabricas-de-luz.
4 Durante la primera década del siglo XX, las minicentrales hidroeléctricas emplazadas en los ríos que dieron suministro a molinos harineros y fábricas textiles, fueron denominadas “fábricas de luz”, cuya producción era de pequeña escala y sólo distribuida al entorno más próximo. De igual manera y mientras la demanda de electricidad se mantuviese limitada, los aprovechamientos hidráulicos no pasarían de formar un sistema de producción de electricidad de carácter minifundista, que se distinguió por la dispersión de las instalaciones y por su modesta capacidad (Arroyo, 2012).
Planteamos de esta manera un modelo de investigación en clave metafórica, que construye un recorrido de ida y vuelta, de la luz a la oscuridad, situando nuestro punto de vista en una zona intermedia, en una tercera vía epistemológica del claroscuro. La zona de transición se da entonces en un rango que es alcanzado por la luz en su difracción hacia la oscuridad y viceversa, tanto como en los dos extremos del infrarrojo y el ultravioleta, límites del espectro visible. Por su parte lo que ha quedado fuera del rango de visión, la oscuridad, constituiría su contra modelo, oposición que vemos reflejada en las grandes metáforas de la visión y percepción humanas.
Pensar en claroscuro, es traducir toda imagen como estimulación sensorial de la visión humana, que hace transitar al ojo de la luz a la oscuridad, atravesando la transición del claroscuro mediador o en términos físicos, de la difracción de la luz, en su viaje hacia la oscuridad.
“Soles Negros en las Fábricas de luz”, Fundación BilbaoArte, Balmaseda, Bizkaia, España. Diciembre de 2018. Captura de video. Ver vídeo completo en https://vimeo.com/307658685
Finalmente, una posible mediación socio-técnica de la oscuridad abordada como una construcción natural, discursiva y narrada (Latour, 2007) plantea una traducción donde se incluye la memoria ecológica a la vez que simbólica, la que he podido recoger en entornos rurales como Hervás, en el marco del Programa de arte en la ruralidad SuperTrama 2019. En esta residencia pude abordar, desde una preocupación empírica y metodológica, el registro de las memorias rurales, volviéndose la oscuridad territorial el espacio inmersivo de trabajo.
Una compensación de las fugas y pérdidas de las traducciones se hizo posible gracias a una comprensión multisensorial del paisaje. Los lugares de conexión entre entornos ecológicos y dinámicas de extracción y abastecimiento son las inmediaciones donde se pueden establecer las conexiones para una nueva mirada post fenomenológica: “específicamente, un trabajo que ha buscado alejarse de la idea de paisaje principalmente como algo visto (un campo externo mudo) o como una ‹forma de ver› (una representación visual del significado cultural), hacia una comprensión más relacional del paisaje, con un énfasis en el proceso, el movimiento y el devenir” (Morris, 2011: 322).
l “La casa a oscuras”, Programa de arte en la ruralidad SuperTrama, 2019, Hervás, Extremadura, España. Ver el proyecto completo en https://amparoprieto.com/ HERVAS-2019
j “La casa a oscuras”, Programa de arte en la ruralidad SuperTrama, 2019. Hervás, Extremadura, España. Fuente: A. Prieto. Ver vídeo en https://vimeo.com/435504468
Nos preguntamos entonces por la posibilidad cierta de establecer las traducciones de la oscuridad en las que se incluyan las memorias sociales y colectivas como actuantes de sus sistemas de significado. Cuando ello lo planteamos desde para un territorio rural, lo hacemos en coherencia con la restauración de redes dentro de una práctica simétrica y con la recuperación premoderna que concibe sociedad y naturaleza como un solo conjunto.
En tanto tránsito epistemológico desde el logos claro de la modernidad hacia el logos oscuro de la premodernidad, recordemos que el norte claro y urbano del mapa nocturno terrestre contrasta con su opuesto sur oscuro y rural, dejando sin embargo grandes espacios intersticiales de un claroscuro sin límites, donde lo moderno se difracta y oscila con lo premoderno como expresión de una permanente transición energética.
BIBLIOGRAFÍA
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