Alberto Sabio Alcutén
Mediano EL OJO DEL PASADO
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PRÓLOGO José María Campo Olivar
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Y DONDE HAY AGUA, UN PANTANO. Mediano, un pueblo bajo el embalse Alberto Sabio Alcutén
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Presentación
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Impetuoso Cinca
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La infraestructura hidráulica: los orígenes de la presa
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Soldados obreros y trabajadores forzosos
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Por cuatro perras: las expropiaciones
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Los dueños del kilovatio y el recrecimiento
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Con el agua al cuello: historia de una inundación
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Diáspora y rapiña
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La torre de Mediano, el ojo del pasado
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Paisaje de la emoción: el espejo del alma en el agua
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EPÍLOGO. Punto y seguido Concha Monserrat Muñoz
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Fuentes consultadas
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Bibliografía
IMPETUOSO CINCA 2. Acerca de los datos pluviométricos, los ingenieros que redactan los planes de comienzos del siglo XX se muestran casi siempre inseguros y utilizan a menudo el condicional: «Resultaría que por el desfiladero del Entremón, unos años con otros, deben pasar anualmente más de mil millones de metros cúbicos. Pero es evidente que no puede contarse con caudal tan grande». ACHE, Plan de Obras Hidráulicas de 1911.
Desde Mediano, «en medio del llano», se dibuja a lo lejos el horizonte silencioso de los gigantes macizos pirenaicos, rocas calcáreas con millones de años a las espaldas. Las montañas delimitan cuencas hidrográficas, crean valles, generan microclimas, perfilan horizontes, contienen variados estratos de vegetación en función de la orientación, la latitud y la altitud… y desempeñan un papel sustancial en casi cualquier estrategia económica e hidráulica. De las caudalosas aguas del Cinca, que con tanto ímpetu pasaban en primavera bajo el escarpe de Mediano (A Petriza), se desconfiaba con razón: «En Cinca traidora, las piedras se ven y la gente se ahoga». Esas aguas nacían al pie de la enorme presencia de las Tres Sorores y hasta su incorporación al Segre, unos 10 kilómetros aguas abajo de Fraga, recorrían 172 kilómetros, perdiendo nada menos que 2 520 metros de altura. Resulta una pendiente verdaderamente elevada, aunque, claro está, no uniforme. El Cinqueta, importante afluente que se le une al Cinca a los 22 kilómetros, y el Ara que, después del Ésera, es su principal tributario, aportan al Cinca caudales considerables procedentes de las montañas de Brazato y Tendeñera, y de los macizos Lardana y Cotiella, que alcanzan alturas superiores a los 3000 metros, «donde las nieves no se funden nunca por completo y las precipitaciones deben ser abundantísimas»,2 según se indica en el Plan de Obras Hidráulicas de 1911 con indisimulada incertidumbre.
Mediano, en su atalaya sobre el Cinca, visto desde el camino de Palo. En el proyecto inicial del pantano el pueblo no quedaba inundado. Década de 1960.
En Mediano no se regaba directamente desde el Cinca; en todo caso, desde los arroyos y barrancos laterales, aguas que permitían el cultivo en las huertas de hortalizas y legumbres, sobre todo nabos, y de ahí que a los habitantes de Mediano se les conociese en los pueblos del entorno como bufanapos, según recoge Lisón Arcal en su relación de motes locales, aunque convendrá recordar que la palabra bofanapo o bufano significa en occitano «presuntuoso y ufano». Bien se ve que, como en todo pueblo que se precie, no faltaban las maledicencias de los municipios colindantes. Pero, a los efectos que ahora nos interesan, esas aguas del Cinca reunían caudal y recorrían importantes desniveles, dos vocablos fetiche para la ingeniería hidráulica. Durantes siglos la vida se organizó en Mediano en torno a la casa, donde regían principios de autoridad, así como derechos y deberes que afectaban a todos sus 27
Los dos edificios con revoco encalado son el viejo ayuntamiento y la escuela de niñas, donde se aprecia el mástil vacío para la bandera. Al lado, casa Pardina, excelente ejemplo de arquitectura popular. Las escaleras de la derecha corresponden a la tienda de Almazor, luego de José Cortina. 1936.
Casa de construcción moderna de finales de los años cincuenta, promovida por los hermanos José y Joaquín Pera para viviendas de alquiler. Debido a las obras, muchas familias vinieron a trabajar y vivir al pueblo y se integraron en él. El nombre de esta casa fue cambiando según el apellido o el mote de los inquilinos.
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Niños sentados en el pedriño de casa Latorre en mayo de 1936 bajo un cartel de «Venta de pan». A la izquierda, casa Pardina, y al fondo, casa López; en un balcón se ventila la ropa y en la falsa germinan los semilleros.
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LA INFRAESTRUCTURA HIDRÁULICA: LOS ORÍGENES DE LA PRESA 10. Para el caso de Riegos del Alto Aragón, Sabio (2006). 11. Esta idea de que los regadíos inducirían a una parcelación inmediata se subraya también en los escritos del católico social Severino Aznar (por ejemplo, Aznar, 1930).
El embalse de Mediano forma parte de las obras generales de Riegos del Alto Aragón que se aprobaron en 1915, aunque no serían adjudicadas hasta 1928, en concreto a la empresa Valentín Torres Solanot, de Zaragoza. En realidad, el proyecto se había iniciado hacia 1911, con la Ley de Regadíos de ese año, cuando la Administración pública contempló seriamente la posibilidad de hacerse cargo de las infraestructuras hidráulicas y realizar las obras por cuenta propia, despojando a la iniciativa privada del papel preeminente, aunque discreto, que había tenido hasta entonces, incapaz de aprovechar las posibilidades abiertas por las leyes despatrimonializadoras del agua. Frente al liberalismo doctrinario anterior, que había relegado al Estado a un papel subsidiario de la iniciativa privada, ahora el Estado asumía un mayor protagonismo en la construcción de obras hidráulicas, más aún a partir de 1926 con la creación de las confederaciones hidrográficas, que reforzarían esta vía basada en la obra pública. Las elites políticas y económicas de cada época nunca son ajenas a las grandes opciones concernientes al agua, aunque a veces esas oligarquías muestren su oposición a los proyectos hidráulicos, contemplados como una amenaza que podía alterar las estructuras sociales vigentes.10 De hecho, muchos terratenientes altoaragoneses callaron al principio ante la perspectiva de que llegaran acequias y canales, pues temían a los riegos por su potencial de parcelar tierras.11 Otras veces esas elites se autoproclamaron campeonas y defensoras de los Riegos del Alto Aragón, pero a condición de que la empresa se dejara en manos de unos terratenientes «de miras amplias y enfoque racional», y no en las de unos pequeños campesinos no siempre bien valorados. En todo caso, el regadío podría ayudar a modelar las conductas de ese campesinado, si se dejaba instruir, y actuar como disolvente de la masificación proletaria/jornalera y, por ende, de ideologías socialistas y anarquistas en tanto que este regadío contribuiría al proceso de campesinización, es decir, a la formación de una sociedad de pequeños productores en línea con los planteamientos georgistas y costistas, relativamente cercanos al pensamiento social católico inspirado en la encíclica Rerum novarum del papa León XIII. El obrero del campo tenía, en definitiva, la aspiración legítima de convertirse en propietario de un pedazo de tierra, bien fuese gracias a la división del 61
comunal, a la presión roturadora, al mercado ordinario de la tierra o, sobre todo, merced al regadío. El desarrollo de la agricultura debía reposar sobre el mantenimiento de un campesinado numeroso y apegado al terruño, presentado como el fundamento de la nación porque eran esos campesinos quienes conservaban los valores patrióticos y morales esenciales. El regadío garantizaría todo esto. Hubo incluso un claro interés por mostrar que la difusión de la pequeña propiedad reflejaba el equilibrio social y la prosperidad de la agricultura, en lo que constituía una falsa visión idílica porque con los mismos datos se hubiera podido destacar la permanencia de una gran propiedad dominadora. Frente al mínimo atisbo socialista y la menor amenaza al estatuto de la propiedad privada, se trataba de universalizar la función social de la propiedad como estrategia de hegemonía y como factor de estabilidad, pero sin plantear el debate en términos de redistribución más justa de los recursos. Esto sirvió también, a partir de 1911, para capitalizar la enorme pujanza populista y electoralista que tenía el asunto de los riegos. Y esta estrategia la cultivaron tanto conservadores como liberales, estos últimos desde El Diario de Huesca, siempre cercano al barón de Romañá, principal impulsor del Plan de Riegos del Alto Aragón en Madrid y en el despacho de Alfonso XIII. La aprobación de las obras de Riegos del Alto Aragón se publicó en la Gaceta de 9 de enero de 1915. Pero desde tiempo atrás todo un discurso de aliento regeneracionista había puesto en práctica las tesis conciliadoras de Joaquín Costa: con la fuerza del agua podrían compaginarse los intereses, casi siempre enfrentados, de agricultura y ganadería, de grandes y pequeños propietarios. En suma, las obras de regadío se contemplaban como el único medio de redención para el campo aragonés; se consideró «asunto de interés general», por encima de clases sociales, caciques e inclinaciones políticas, aunque todos intentaron acaparar las promesas de regadío en su favor y llevar el agua a su molino. Si además el regadío acercaba a los propietarios a sus tierras y reducía el absentismo, la justificación parecía completa. La proclama tenía un indudable componente popular. Pero apenas se percibe una perspectiva crítica frente a la distribución de la riqueza; más bien se subraya la tesis de la unidad agraria fraternal y la «comunión de miras» en el campo: «como en la tierra han de encontrarse todos, preciso es que se miren con recíproca buena voluntad el propietario grande, el mediano, el chico, el colono y el bracero».12 62
12. El Diario de Huesca, 14 de febrero de 1914.
Esta imagen de 1921 muestra algunos obreros que trabajaron en el embalse delante del edificio que fue la primera sede de la CHE. Aunque era conocido como el almacén, sirvió como vivienda. La familia López fue la última que vivió allí tras la inundación del pueblo. 63
Proceso de construcción de las ataguías o muros que posibilitarán el secado del lecho del río Cinca a la par que este es desviado por los túneles laterales. Se aprecia el espacio que adquirirá forma de cuenco sobre el que cimentar la presa definitiva. El Cinca, salvaje e indómito, inundará este espacio a lo largo de los años una y otra vez . Arriba, 1932; abajo, 1935.
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En las imágenes se puede ver la construcción de las dos ataguías que permiten el vaciado del cuenco resultante entre ambas, primero del agua y después de las gravas de la glera hasta llegar a la roca del lecho del río. Obsérvese la insignificancia de los obreros y la tecnología del momento para acometer esta gran obra. 8 de mayo de 1935.
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Las tareas de excavación y limpieza de gravas y materiales sueltos del cuenco fueron especialmente largas y penosas, debido al agua, a las inundaciones por rebosamiento y a la rotura de la ataguía superior. En esta fotografía se advierten las duras y difíciles condiciones de trabajo. 1935. 104
Durante los años cuarenta, tras la Guerra Civil, innumerables prisioneros, conocidos como esclavos de Franco, fueron obligados a trabajar en batallones y campos de concentración. La presa de Mediano fue uno de esos lugares a los que se enviaron presos políticos; unos 60 trabajaron allí forzados como mano de obra muy barata. 105
La presa inicial se finalizó en 1958. Dos años antes, el Gobierno español aprobó el proyecto de recrecimiento. Se iniciaba la que se ha denominado época dorada de los embalses. El Estado argumentó esta modificación con razones técnicas y económicas. 140
Este proyecto sería modificado en menos de una década por el nuevo dique, más elevado, que se añadiría y permitiría más capacidad al pantano. 1958. 141
Pili Herrero —a la izquierda—, con Begoña Olivar, Luisa Millaruelo y Pepita Fantova —detrás de la vagoneta—, y Dorita Pac —a la derecha—, posando en uno de los escenarios más visitados por los jóvenes de aquellos años: una de las vagonetas utilizadas en las obras de la presa. 1950. 144
Ante casa Pardina, muy pinchas y con zapatos de moda rabiosa. Se identifica, entre otras, a Pilar y María Raval junto con Rosario, del Mesón de Samitier. Década de 1950. 145
Imagen de Mediano recién inundado. La noche anterior las últimas familias que resistieron en el pueblo se afanaban por salvar parte de toda una vida: muebles, libros, vajilla…, recuerdos que se perdieron en la inmensidad del pantano y que nunca llegarán a recuperar. 30 de abril de 1969.
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«Lo que se veía era el agua anegando las casas, la entrada de la torre, muebles flotando en un paisaje de tristeza, de pérdida, de desolación». Así lo relata una de las últimas vecinas de Mediano, Rosario Toda.
Las lluvias torrenciales caídas en abril de 1969 provocaron una subida espectacular del nivel del agua. En pocas horas alcanzó e inundó la totalidad de las viviendas. Algunos, ayudados por vecinos de Samitier y Ligüerre de Cinca, intentaron salvar lo imprescindible. Lo demás lo subieron a la falsa con la esperanza de recuperarlo una vez descendiese el nivel del agua.
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La iglesia fue uno de los primeros edificios alcanzados por el agua. En la torre se divisa la campana de Nuestra Señora de Monclús, que cuarenta años después, en septiembre del año 2009, fue colocada de nuevo en su lugar. Las otras campanas fueron fundidas durante la guerra. Esta daba las horas, llamaba y avisaba a los vecinos. Abril de 1969.
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La plaza de Abajo, con casa LĂłpez a la derecha y casa Latorre de frente. La imagen del pueblo vivo es de mediados de los aĂąos sesenta.
DĂŠcada de 1970.
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El agua ha destruido los tejados, aunque las paredes resisten con orgullo. Después de las voladuras con dinamita solo faltó la rapiña: desaparecieron las mejores piedras, sillares, ventanales, dinteles de las puertas… Finales de la década de 1980.
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PAISAJE DE LA EMOCIÓN: EL ESPEJO DEL ALMA EN EL AGUA
85. Este testimonio lo recoge Gaspar Mairal (1996: 72). 86. Entrevista a Begoña Olivar Senz, febrero de 2010. 87. Mairal (1996: 67). En este texto indica también el autor: «fue aquí en Mediano donde descubrí descarnadamente a la memoria colectiva en acción» (p. 71). 88. Entrevista a Begoña Olivar Senz, febrero de 2010.
Mediano es también un paisaje de la emoción. Únicamente en años de sequías violentas permite la naturaleza la visión fantasmagórica del antiguo pueblo. Tras una larga sequía, cuando baja el nivel del pantano y resurgen las ruinas del viejo Mediano, entonces «mi mujer aún siente. Porque vamos a casa y en la habitación que hemos dormido desde que nos casamos hasta la inundación, pues aún hay baldosas ahí; y también una bóveda debajo del agua, que aún no ha tenido alma para derribarla. Mira, aquí dormíamos cuando… En este rincón… Aún está ahí el arco de la puerta».85 Cuando bajan las aguas resurge el retorno emocional al pasado y las viejas piedras se convierten en retazos de vida, en un dormitorio donde se habían pasado tantas noches, en una cuadra o en un detalle decorativo del comedor. Otra vecina insiste en que «salía de casa y no quería ir al pueblo viejo cuando bajaban las aguas, pero una fuerza especial me llevaba y me paseaba por todo el pueblo. Ahora no tengo valor. Cuando yo iba, aún se veían las calles y la plaza. Ahora todo es un peñascal».86 Y es que entre los antiguos habitantes de Mediano, convertidos hoy en informantes, la memoria es intensa y viva. El antropólogo Gaspar Mairal la definió muy bien como una memoria colectiva «fuertemente arraigada y plenamente en acción».87 Hablaba el gran profesor Maurice Halbach de la capacidad que tiene el espacio para estabilizar el tiempo. Eso les ha ocurrido a algunos vecinos del pueblo viejo de Mediano. El sentimiento entre los más mayores es que la inundación les robó el futuro. «Para mí ha sido una experiencia muy dolorosa y además no la olvido; yo creo que cada día la recuerdo más. Cierro los ojos y veo las calles, todo, todo, de memoria, oye. Sueño con el pueblo viejo. Y cuando no puedo dormir ya estoy en Mediano, por la calle. Me recorro las casas, la gente, lo veo tal cual era, igual».88 El psiquiatra Álvaro Monzón subraya que para algunos vecinos la inundación de Mediano fue una especie de quiste interno de no comprensión por parte de los demás: «Pena, melancolía, la pérdida del pueblo y de todas las vivencias contenidas es tan importante a veces como la pérdida de un familiar. Si la pérdida no se integra de alguna forma, puede degenerar en pérdida de autoestima. Solamente se subsana si se la reubica simbólicamente en la vida; entonces es posible 271