Ruta de los Reyes de Aragón

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El reino de Aragón fue uno de los territorios fundacionales de la Corona de Aragón, cuya trayectoria peninsular y mediterránea fueron claves en la evolución histórica de estos ámbitos europeos hasta el día de hoy. La Ruta de los reyes de Aragón por tierras de Huesca visita ciudades, villas, castillos y monasterios, en un repaso por los escenarios más relevantes de este proceso histórico.

Ruta de los reyes de Aragón I PASEOS POR LA HISTORIA I


Ruta de los reyes de Aragรณn


Ruta de los reyes de Aragón Coordinación: equipo de redacción de Prames Textos: Carlos Garcés Manau Fotografías: José Luis Acín: 47 (ab.) Antonio García Omedes: 10 (ar. y ab.), 23, 37 (ar. y c.), 38, 46 Prames: 32, 36; Julio Foster: 7, 8 (ar.), 9 (ar.), 18 (c.), 19, 20, 28 (ar.), 43 (ar.); Fernando Lampre: 8 ab.; Javier Melero: 13, 15, 18 (ar. y ab.), 28 (ab.), 43 (ar. y c.), 44; Javier Romeo: portada, 6, 9 (ab.), 10 (c.), 11, 12 (ar.), 14, 21, 22, 24, 25, 26, 27, 29, 30, 31, 33, 34, 35, 37 (ab.), 40, 41, 42, 45, 47 Diseño, maquetación y tratamiento de imágenes: equipo gráfico de Prames Edita: Prames • Camino de los Molinos, 32 • 50015 Zaragoza www.prames.com ISBN: 978-84-8321-456-5 DL: Z 1363-2015 Imprime: INO Reproducciones

Foto portada Detalle de la techumbre del palacio de Villahermosa. Huesca

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ÍNDICE Prólogo 5 Introducción 7 La ruta 13 Jaca 14 San Juan de la Peña 21 Aínsa 24 El monasterio de San Victorián 25

Loarre 29

Roda de Isábena 26

Huesca 32

Graus 28

Barbastro 41 Monzón 43 Fraga 45 Sijena 46

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I PRÓLOGO I

La provincia de Huesca fue el escenario donde surgió un condado que vino a llamarse como los dos ríos que surcan sus tierras más noroccidentales: el Aragón Subordán y el, propiamente, Aragón. Este condado devino en reino y, más adelante, dio nombre a una Corona que integró diversos territorios peninsulares, llegando a ser una potencia hegemónica en el Mediterráneo. La unión de las Coronas de Aragón y Castilla supuso, a la larga, la creación de la actual España, y todo ello tiene en Huesca una parte fundamental de sus orígenes. La colección Paseos por la historia, que promueve la Diputación Provincial de Huesca, se detiene con este nuevo libro en el papel que tuvieron algunas localidades oscenses en todo este proceso histórico. Bajo el título de Ruta de los reyes Aragón, van desfilando los principales protagonistas de esta historia y algunos de los hechos más relevantes que dieron lugar a la formación del reino y la Corona aragoneses. También se habla de batallas, anécdotas históricas, sistemas monetarios o de la importante actuación legislativa que llevaron a cabo estos monarcas, sin que tampoco falte algún relato legendario. Los enclaves por los que discurre esta ruta son bien conocidos por todos –algunos son panteones reales–, pero no siempre se ubica en ellos la presencia de tal o cual rey, lo que aconteció en dichos lugares o el brillo que lucieron en una determinada ocasión, debido a esa vinculación con la casa real de Aragón. Devolver parte de ese brillo, aunque solo sea a través del conocimiento de nuestra propia historia, es uno de los objetivos de esta colección. Miguel Gracia Ferrer Presidente de la Diputación de Huesca

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I REYES DE ARAGÓN DURANTE LA EDAD MEDIA I

Inscripción de «Aragonum» en la tumba de la reina Violante de Hungría, en Vallbona de les Monges, Cataluña

~Reyes de Aragón durante la Edad Media~ ermesinda —oo— ramiro

1035-1063

isabel de urgel —oo— sancho

i

ramírez i —oo— felicia de rouci

1063-1094

pedro i

ramiro ii —oo— inés de

alfonso i

1094-1104

1134-1137 poitiers

1104-1134

ramón berenguer —oo— conde de barcelona sancha de castilla —oo— maría de montpellier —oo— violante de hungría —oo—

petronila 1137-1162

alfonso ii 1162-1196

pedro ii 1196-1213

jaime i

1213-1276

constanza —oo— pedro iii de sicilia 1276-1285

alfonso iii

jaime ii —oo— blanca de anjou

1285-1291

1291-1327

teresa de entenza —oo— alfonso

iv

1327-1336

leonor de sicilia —oo—

juan i

1387-1396

pedro iv 1336-1387

martín i 1396-1410

leonor —oo— juan de de aragón castilla

[ interregno 1410-1412 ] compromiso de caspe

leonor de —oo— fernando 1412-1416 alburquerque

alfonso v 1416-1458

i

juan ii —oo— juana enríquez

1458-1479

isabel de castilla —oo— fernando 1479-1516

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I INTRODUCCIÓN I

Introducción La provincia de Huesca es la cuna de Aragón. Lo fue además tres veces, pues en sus tierras se originaron sucesivamente el condado, el reino y la Corona de Aragón. En la mitad norte, montañosa, nacieron el condado de Aragón en el siglo IX y el reino de Aragón en el XI. Y las tierras llanas del sur, una vez conquistadas a los musulmanes, fueron en buena medida las forjadoras de la Corona de Aragón, en el XII.

Dos unidades naturales convertidas en frontera de civilizaciones Aragón está constituido por tres unidades naturales: los Pirineos, el valle del Ebro y el Sistema Ibérico. La provincia de Huesca incluye dos: la cordillera pirenaica, con poblaciones como Jaca, cuyo límite sur lo forman las Sierras Exteriores, una cortina de montañas que se extiende de oeste a este. Y las primeras tierras del valle del Ebro, donde se hallan ciudades como Huesca, Barbastro o Monzón. La inmensa diversidad que ello representa es la que va de los 3.404 metros del Aneto, la cima más alta del Pirineo, a los apenas 118 metros de las tierras de Fraga. El hecho decisivo es que, una vez se produjo la conquista islámica, ambas zonas se convirtieron en ámbitos políticos y religiosos distintos. En las tierras montañosas nacieron tres condados cristianos, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Mientras, las tierras del sur se islamizaban profundamente. La frontera entre cristianismo e islam se fijó precisamente en la línea de sierras que marca el límite entre los Pirineos y el valle del Ebro. Y en ella se construyó en el siglo XI una fantástica serie de torres y fortalezas cristianas, cuyo ejemplo paradigmático es Loarre. Los Pirineos desde el mirador de la Tres Huegas, en la sierra de Alcubierre

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I INTRODUCCIÓN I

La conquista musulmana y la islamización de las tierras llanas El sur de la provincia formó parte de al-Ándalus durante casi cuatro siglos (y en el caso de Fraga, todavía más). El islam se convirtió en la religión mayoritaria, y solo sobrevivieron algunos núcleos de cristianos mozárabes –por ejemplo, en Huesca, en la iglesia de San Pedro el Viejo–. Y el obispado oscense terminó por desaparecer. En cuanto al árabe, pasó a ser la lengua común. De ello dan fe los fragmentos de cerámica o hueso con inscripciones árabes halladas en Huesca o Barbastro. Otros testimonios impresionantes son el propio nombre de Huesca, que deriva seguramente del que dieron los musulmanes a la ciudad, Wasqa. O, también, dos ríos entre Huesca y Barbastro: el Guatizalema –que significa, posiblemente, «río de los Salama», por los Banu Salama, un linaje árabe– y el Alcanadre –de «al-qanatir», «los puentes»–.

Los núcleos cristianos de las montañas: de los condados al reino de Aragón La zona pirenaica quedó libre pronto del dominio musulmán. Y en el siglo IX surgieron dos condados cristianos, Aragón y Ribagorza. Aragón, en la zona occidental, tomó su nombre de los dos ríos Aragón existentes en ella. El condado estuvo vinculado, y en ocasiones sometido, al reino de Pamplona. En la zona oriental nació por su parte el condado de Ribargoza, más relacionado con los condados catalanes.

Arriba Restos de un puente romano sobre el río Alcanadre, en Pertusa Abajo Escudo de Sobrarbe en la iglesia de Santa Eulalia de Olsón, siglo XVI

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I INTRODUCCIÓN I

En ambos se crearon obispados: el de Aragón, que se trasladó después a Jaca, y el de Ribagorza, que tuvo siempre su sede en Roda de Isábena. Los condados participaron igualmente en el nacimiento de dos lenguas romances. En Aragón, la lengua aragonesa o navarro-aragonesa, y en Ribagorza, el catalán. Ambas lenguas descendieron más tarde hacia el sur, al ritmo de los avances reconquistadores frente a los musulmanes. Entre Aragón y Ribagorza se extendía un espacio en el que la presencia musulmana, favorecida por la vía de penetración que representa el río Cinca, perduró más tiempo. En esta área apareció el tercer condado, Sobrarbe. Este surgimiento tardío hizo de Sobrarbe terreno abonado para el nacimiento de leyendas de carácter político, muy importantes en la historia de Aragón, como las de los fueros y los reyes de Sobrarbe. A comienzos del siglo XI, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza formaban parte de los dominios del rey Sancho III el Mayor de Pamplona. A su muerte en 1035, Sancho III legó Aragón a su hijo Ramiro y Sobrarbe y Ribagorza a otro hijo, Gonzalo. En 1044, Gonzalo murió de forma violenta y Sobrarbe y Ribagorza quedaron en manos de Ramiro, que unificó los tres condados y dio origen, así, al reino de Aragón. Sancho Ramírez (1063-1094), el hijo de Ramiro I, fue en varios aspectos el verdadero fundador del reino. Estableció estrechas relaciones con el papado; elevó a Jaca a la categoría de ciudad y le concedió su famoso fuero; se emitieron las primeras monedas aragonesas; y fue entonces cuando el románico pleno llegó a Aragón (catedral de Jaca, monasterio de San Juan de la Peña y castillos de Loarre o Montearagón). Otro hecho trascendental fue la incorporación, en 1076, de buena parte de Navarra, incluida Pamplona. Este importante fortalecimiento, unido al debilitamiento simultáneo del reino islámico de Zaragoza, permitió a Sancho Ramírez poner en marcha, a partir de 1083, la reconquista aragonesa. Arriba Calzada de Puerto del Palo en el valle del Aragón Subordán Abajo Torre de Fantova, levantada en el condado independiente de Ribagorza

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I INTRODUCCIÓN I

La conquista de las tierras llanas musulmanas Cuando el reino de Aragón nació en el Pirineo, Huesca y Zaragoza y las tierras en las que se levantaría Teruel eran musulmanas. La formación definitiva de Aragón fue el resultado de un siglo de conquistas frente al islam, de finales del siglo XI a las postrimerías del XII. La trascendencia histórica de tales hechos la pone de manifiesto el que tres de los cuatro primeros reyes de Aragón murieron como consecuencia de enfrentamientos con los musulmanes: Ramiro I en 1063, al intentar apoderarse de Graus; Sancho Ramírez en 1094, cuando trataba de conquistar Huesca; y Alfonso I el Batallador en 1134, semanas después de la derrota de Fraga. El primer gran objetivo de los aragoneses era Wasqa (Huesca). Sancho Ramírez construyó a pocos kilómetros el castillo de Montearagón, para preparar su conquista. Pero el monarca perdió la vida ante la ciudad, y fue su hijo y sucesor, Pedro I (1094-1104), quien entró en ella en 1096, tras vencer al rey de Zaragoza en la batalla de Alcoraz. Pedro I conquistó también Barbastro. A Pedro I, que murió sin hijos, le sucedió su hermano Alfonso I el Batallador (1104-1134). La expansión por el valle del Ebro fue obra suya. Para ello hubo de enfrentarse a un nuevo poder musulmán, el imperio norteafricano de los almorávides, que se había apoderado de Zaragoza. El rey Alfonso obtuvo su triunfo más importante en 1118, con la conquista de la propia Zaragoza. En los años siguientes se apoderó de Tudela, Tarazona, Calatayud y Daroca. En 1134, la muerte de Alfonso I el Batallador, que tampoco tenía herederos, sumió al reino en una grave crisis. El monarca dejaba tras de sí un testamento imposible, por el que legaba su extenso reino, que incluía, además de las aragonesas, tierras navarras, De arriba abajo Miniatura con las efigies de Ramiro I y su hijo Sancho Ramírez; Alfonso I, en el cuadro El barranco de la Muerte, de Agustín Salinas, en el Palacio de Sástago de Zaragoza; e imagen de rey en la ermita de Santiago de Agüero, que ha sido interpretada como Pedro I o Ramiro II Página siguiente Tumba de Jaime I en el monasterio cisterciense de Santa María de Poblet, Vimbodí

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I INTRODUCCIÓN I

vascas, riojanas y sorianas, a las tres órdenes surgidas en Tierra Santa (Temple, Hospital y Santo Sepulcro). A la muerte de Alfonso I, los navarros eligieron nuevo rey, García Ramírez, y se separaron para siempre de Aragón; Alfonso VII de Castilla-León se adueñó de los territorios riojanos y sorianos que habían pertenecido al rey aragonés, y se apoderó, temporalmente, de Zaragoza; y los musulmanes aprovecharon para recuperar posiciones perdidas, incluyendo Monzón. En lo que quedaba del reino sucedió a Alfonso el Batallador su hermano Ramiro II el Monje (1134-1137), que era entonces obispo electo de Roda-Barbastro. Ramiro II casó con Inés de Poitiers (tía de la célebre Leonor de Aquitania) y tuvo una hija, Petronila, quien casó a su vez con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Y con ello nació la Corona de Aragón. La Corona de Aragón llegó a ser uno de los estados más poderosos e influyentes de la Europa medieval. Durante los siglos siguientes formaron parte de ella el reino de Aragón, que le daba nombre; el condado de Barcelona, el más poderoso de los condados catalanes (desde el siglo XIV se hizo común, para referirse a todos ellos, el nombre de Principado de Cataluña); el reino de Mallorca, que terminó incluyendo a todas las Baleares; el reino de Valencia; los reinos italianos de Sicilia, Cerdeña y Nápoles; y los ducados griegos de Atenas y Neopatria.

La provincia de Huesca y el nacimiento de la Corona de Aragón Las tierras altoaragonesas tuvieron un protagonismo fundamental en la primera época de la Corona de Aragón. La reina Petronila nació en Huesca en 1136. Al año siguiente se firmaron en Barbastro los acuerdos matrimoniales con Ramón Berenguer IV. Los dos primeros reyes de la Corona de Aragón, Alfonso II y Pedro II, nacieron también en Huesca. Y Pedro II fue sepultado en el monasterio de Sijena, siendo, de hecho, el único monarca de la Corona de Aragón que se enterró en tierras aragonesas. El hijo y sucesor de Pedro II, Jaime I el Conquistador (12131276), pasó parte de su infancia en el castillo de Monzón, bajo la protección de los templarios. Y en el siglo XIII tuvieron lugar en tierras altoaragonesas decisivas reuniones de cortes, como las de Huesca de 1247, de las que salió la primera compilación de los Fueros de Aragón. 11


I MAPA DE LA RUTA I

F R A N C I A

Puerto de Somport

a Puente la Reina

CAMINO DE SANTIAGO ARAGONÉS

Jaca Sabiñánigo San Juan de la Peña

Aínsa

Monasterio de San Victorián

Loarre

Roda de Isábena

Huesca

Graus

Castillo de Montearagón

Barbastro

a Benabarre

a Ejea de los Caballeros

Ayerbe

Monzón

Sariñena a Binéfar

Monasterio de Sijena

Zaragoza

a Alcañiz

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Fraga a Mequinenza

a Lérida

Bujaraloz


LA RUTA

Detalle de una puerta lateral de la iglesia del castillo de Monzรณn

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I JACA I

Jaca La ciudad de Jaca se halla a orillas del río Aragón, en el punto en que este, tras discurrir en dirección norte-sur desde su nacimiento en el Pirineo, gira hacia el oeste para continuar por el ancho valle, la Canal de Berdún, que corre paralelo a la cordillera pirenaica, en dirección a Pamplona. No es extraño que Jaca se convirtiera en la etapa más importante del Camino de Santiago en su tramo aragonés, que sigue justamente ese recorrido. Jaca, en época romana, acuñaba moneda de bronce con el nombre Iacca. La conquista musulmana está relacionada con una leyenda, la del conde Aznar, que se conmemora en la fiesta del Primer Viernes de Mayo. Cuando se formó en el siglo XI el reino de Aragón, Jaca se hallaba ya estrechamente vinculada con los monarcas, que fijaron en ella una de sus residencias principales. La fecha decisiva en el devenir histórico de Jaca es el año 1076, cuando el rey Sancho Ramírez logró la anexión de buena parte de Navarra. El monarca, deseoso de contar con un núcleo urbano similar a Pamplona, elevó a Jaca a la categoría de ciudad. Ello se plasmó en tres grandes hechos: la concesión de una ventajosa carta de población (el Fuero de Jaca); la creación de la ceca, en la que se acuñaron las primeras monedas aragonesas; y el traslado a Jaca del obispado de Aragón y la construcción de su catedral románica. Jaca se convirtió así en la primera «capital» de Aragón (aún teniendo en cuenta lo anacrónico que, seguramente, resulta ese término en una época en la que el rey y su corte eran esencialmente itinerantes).

Arriba Vista de Jaca desde el Rapitán Abajo Catedral de Jaca

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I JACA I

Primer Viernes de Mayo La conquista islámica de Hispania, que dio origen a al-Ándalus, y la posterior reconquista cristiana, de la que surgieron los estados hispánicos medievales, incluido Aragón, son hechos tan trascendentales que continúan siendo recordados, mediante fiestas o recreaciones, en toda la península. El Alto Aragón no podía ser una excepción. Y así, a los pies mismos del Pirineo tienen lugar desde hace siglos dos celebraciones extraordinarias, que nos hablan de triunfos legendarios sobre los musulmanes: el Primer Viernes de Mayo de Jaca y la Morisma de Aínsa. El Primer Viernes de Mayo reúne cada año a los jacetanos en una multitudinaria conmemoración de la legendaria victoria del conde Aznar, ocurrida, según la tradición, en el año 758. El relato de la batalla atribuye, además, un papel protagonista a las mujeres de Jaca. La fiesta se inicia en el llano llamado significativamente de la Victoria, donde tiene lugar un concurrido almuerzo. Más tarde se forma un desfile, encabezado por el conde Aznar, que recorre las calles de Jaca. Y la celebración termina ante el ayuntamiento, en una abarrotada calle Mayor en la que los jacetanos cantan el himno en el que se reafirman, una vez más, en que «Jaca libre sabe vivir a la sombra del monte Oroel». Fiesta del Primer Viernes de Mayo

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I JACA I

El Fuero de Jaca Aragón tuvo un derecho propio, los Fueros, desde sus orígenes, que ha llegado vivo hasta hoy, sobre todo por lo que respecta al derecho civil –el derecho matrimonial o sucesorio, por ejemplo–. Los antecedentes de los Fueros de Aragón son las cartas de población que los reyes otorgaron, desde finales del siglo XI, a muchas ciudades y villas. La de mayor trascendencia fue sin duda el Fuero de Jaca. El Fuero fue concedido por el rey Sancho Ramírez hacia 1077. Su objetivo era atraer a Jaca a nuevos pobladores, y que las actividades comerciales y artesanas tuvieran en la ciudad, que no en vano era una importante etapa del Camino de Santiago, un protagonismo destacado. El Fuero de Jaca libraba a sus beneficiarios de diversos tributos y regulaba aspectos como el derecho de propiedad, que quedaba garantizado. El Fuero de Jaca, breve y escrito en latín, tuvo un éxito excepcional. Se extendió, con cambios y adaptaciones, a las tierras conquistadas a los musulmanes, como Huesca y Barbastro (1100) o Zaragoza (1119). Y llegó también a territorio navarro, que formaba parte entonces del reino. El Fuero de Jaca se otorgó a Estella (1090), Sangüesa (1117) o el barrio de San Cernín de Pamplona (1129) –y más tarde, en 1180, incluso a San Sebastián–. El Fuero de Jaca fue, en el siglo y medio siguiente, comentado y ampliado. De esta etapa se conservan varias compilaciones, redactadas en lengua romance. Los distintos fueros locales, finalmente, quedaron unificados en un solo código legal, los Fueros de Aragón, en latín, que se aprobaron en las cortes de Huesca de 1247.

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I JACA I

La moneda jaquesa Jaca fue también el lugar donde se acuñaron las primeras monedas aragonesas, en época del rey Sancho Ramírez. Las monedas, inspiradas en acuñaciones navarras, llevaban en el anverso el busto del monarca y la leyenda «Sancius Rex·. Y en el reverso, el nombre de la ceca («Aragon» o «Iacca») y una cruz procesional con decoración vegetal. Las monedas eran de vellón (una aleación de plata y cobre). Con Sancho Ramírez se acuñó también una excepcional moneda de oro, el mancuso, del que solo se conservan unos pocos ejemplares. El sistema monetario aragonés estaba basado en tres unidades: la libra, el sueldo y el dinero. Y por haber sido Jaca la primera ceca del reino, dichas unidades se conocieron históricamente como libras, sueldos y dineros jaqueses. Una libra equivalía a veinte sueldos y un sueldo a doce dineros. Tales equivalencias, tan llamativas desde nuestra perspectiva, eran comunes en la Europa medieval. Esas mismas eran, por ejemplo, las de la libra esterlina y sus divisores hasta la introducción del sistema decimal en el Reino Unido en 1971: una libra esterlina equivalía a veinte chelines y un chelín a doce peniques. La libra, el sueldo y el dinero jaqueses perduraron en Aragón, como unidades de cuenta, hasta el siglo XIX.

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I JACA I

Catedral y Museo Diocesano La cronología de la catedral jaquesa ha sido desde hace tiempo tema de debate entre los especialistas. Se acepta, por lo general, como fecha de comienzo la de 1076, en estrecha relación con la elevación de Jaca a la categoría de ciudad. La catedral recibió como titular a San Pedro, que era también el de una antigua iglesia que se levantaba en las proximidades. Las obras tuvieron una primera fase de 1076 a 1082, y después quedaron interrumpidas, hasta reanudarse finalmente en época de Alfonso I el Batallador (1104-1134). Durante dicha interrupción tuvo lugar la conquista de Huesca. El obispo de Jaca, que tenía su catedral románica inacabada, reclamó para sí la mezquita mayor de Wasqa y se instaló en ella, dando comienzo de ese modo la historia de la diócesis doble de Jaca-Huesca. La catedral de Jaca es un inigualable compendio de arquitectura, escultura y pintura románicas. Solo hay que acercarse para comprobarlo a la portada principal, con su bellísimo crismón flanqueado por dos leones, o a la lonja sur, con capiteles como los del Sacrificio de Isaac o el rey David. Además, por supuesto, de recorrer las salas del Museo Diocesano, donde se exponen obras como el capitel del Sátiro, recientemente restaurado, con un desnudo masculino sin apenas paralelos en el arte románico europeo, o un destacadísimo conjunto de pintura románica, procedente de distintas localidades de la diócesis de Jaca, como los extraordinarios frescos de Bagüés. Arriba Interior de la catedral de Jaca Centro Capitel con la representación del sacrificio de Isaac en el pórtico sur Abajo Pinturas procedentes de Bagüés en el Museo Diocesano

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I JACA I

El sarcófago de Doña Sancha El sarcófago en que fue enterrada la condesa Sancha, hija de Ramiro I y hermana de Sancho Ramírez, fallecida en 1097, es una de las obras más notables de la escultura románica española. Sancha casó hacia 1063 con el conde de Urgel Errmengol III, quien participó al año siguiente en la conquista de Barbastro. El rey musulmán de Zaragoza, sin embargo, recuperó la ciudad en 1065 y en los combates murió Ermengol III. Viuda apenas dos años después de casarse, la condesa Sancha regresó a Aragón. Sancha se convirtió en un importante apoyo para su hermano, el rey Sancho Ramírez. Llegó incluso a regir los destinos del monasterio masculino de Siresa y de la diócesis de Pamplona. Estuvo también muy vinculada al monasterio femenino de Santa Cruz de la Serós, donde fue finalmente enterrada. El sarcófago, que se puede admirar en el convento de las benedictinas de Jaca, se halla esculpido por sus cuatro caras. La primera presenta el alma de la condesa, en forma de pequeña figura desnuda en una mandorla, conducida al cielo por dos ángeles. A la izquierda hay un obispo, con dos clérigos, y a la derecha se ha representado a la propia Sancha junto a dos figuras femeninas. En el lado opuesto, dos jinetes con lanza y un hombre en lucha con un león. Finalmente, en los lados cortos se dispusieron una pareja de aves, de carácter fantástico, y un espléndido crismón trinitario, tan característico del románico aragonés.

Detalle del sarcófago de Doña Sancha

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I JACA I

El Camino de Santiago Una de las dos entradas del Camino de Santiago en la península, camino de Compostela, es aragonesa y tiene a Jaca como etapa más destacada. El siglo XII fue, seguramente, la época de apogeo del Camino. En la catedral de Compostela se labró entonces el pórtico de la Gloria. Y se redactó el famoso Códice Calixtino, uno de cuyos cinco libros es la Guía del Peregrino. La guía detalla las dos vías por las que los peregrinos europeos cruzaban los Pirineos. Una era la de Roncesvalles y Pamplona. La otra, en el Pirineo aragonés, entraba por Somport procedente de Toulouse. En Somport se pueden visitar los restos del hospital y monasterio de Santa Cristina, enormemente elogiados en la Guía del Peregrino. El Camino de Santiago continuaba desde allí hasta a Jaca, para seguir después por el valle del Aragón, hasta unirse con la ruta que descendía de Roncesvalles. En Jaca existe una activa Asociación de Amigos del Camino de Santiago, que tiene como objetivo la difusión del tramo aragonés. Entre 1076 y 1134, cuando Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso I el Batallador fueron a la vez reyes de aragoneses y pamploneses, controlaban las dos grandes entradas del Camino, Roncesvalles y Somport. A fines del siglo XII peregrinó hasta Santiago Alfonso II, el primer rey de la Corona de Aragón –aunque la peregrinación no le probó muy bien, pues falleció en Perpiñán al poco de regresar, con 39 años–.

Puente de San Miguel sobre el río Aragón

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I SAN JUAN DE LA PEÑA I

San Juan de la Peña El monasterio de San Juan de la Peña recibe su nombre por su impresionante emplazamiento natural, al abrigo de una enorme roca, en una sierra distante una veintena de kilómetros de Jaca. Su origen está envuelto en leyendas, como las del ermitaño Juan de Atarés, los hermanos Félix y Voto o el mítico reino de Sobrarbe. Su trayectoria histórica se aclara en el siglo XI, época en la que se convirtió en un monasterio benedictino dependiente de Cluny. San Juan de la Peña se halla indisolublemente unido al nacimiento del reino de Aragón. Sus tres primeros reyes, Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I, se enterraron aquí. Y fue en San Juan de la Peña, en 1071, la primera vez en la península en que el rito visigodo o mozárabe fue sustituido por el romano, como consecuencia de la alianza establecida por Sancho Ramírez con el papado. Fue también con este rey cuando se construyó la iglesia románica, con sus tres ábsides embutidos en la peña. El claustro, con sus capiteles esculpidos, es ya sin embargo del siglo XII. Al monasterio está ligada igualmente la Crónica de San Juan de la Peña, que narra la historia del reino. Se trata de la versión en aragonés de la crónica –conservada también en latín y catalán– que hizo componer el rey Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387). San Juan de la Peña sufrió varios incendios. El de 1675 obligó a los monjes a construir un nuevo monasterio en la pradera de San Indalecio, encima de la peña

Arriba Claustro románico Abajo izquierda Iglesia alta del

monasterio viejo Abajo derecha Detalle del panteón de Nobles

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I SAN JUAN DE LA PEÑA I

que da cobijo al viejo cenobio. En el siglo XVIII se reconstruyó en el monasterio medieval el panteón real. El conde de Aranda, promotor de la obra, decidió enterrarse en San Juan de la Peña. El monasterio nuevo ha sido convertido, por el Gobierno de Aragón, en una moderna y acogedora hospedería, que alberga un centro de interpretación sobre el reino de Aragón y la historia de San Juan de la Peña.

Tumbas y anillos reales Las tumbas de los tres primeros monarcas aragoneses y otros miembros de la dinastía real se hallan inmediatamente debajo de la gran roca en que se fundó el monasterio. A lo largo de los siglos, los sepulcros fueron abiertos y saqueados y los restos óseos resultaron mezclados. Así se constató en las excavaciones realizadas en los ochenta. Recientemente se ha llevado a cabo un estudio multidisciplinar de los restos reales de San Juan de la Peña y de los exhumados en el sarcófago de la condesa Sancha, en Jaca, y el panteón real de San Pedro el Viejo, en Huesca, que ha permitido un mejor conocimiento de la casa real de Aragón en los siglos XI y XII. En el panteón real de San Juan de la Peña se hallaron, en las excavaciones, tres anillos de oro. Uno de ellos llevaba inscrita la palabra Pax y tenía engastada una pequeña piedra romana con un águila portando una corona de laurel. Un anillo similar se conservaba desde antiguo en el monasterio, hasta que en 1903 fue regalado a Alfonso XIII, durante su visita al Alto Aragón. Se pensaba que había quedado depositado en las colecciones reales, pero lo cierto es que se ha perdido todo rastro del mismo. Lápidas del panteón real aragonés

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I SAN JUAN DE LA PEÑA I

El Grial En la catedral de Valencia se venera desde el siglo XV un extraordinario cáliz que procede de San Juan de la Peña. Sus monjes lo entregaron en 1399 al rey Martín I el Humano, y tras breves estancias en Zaragoza y Barcelona el cáliz terminó en Valencia. Ya entonces era considerado el de la Última Cena (y también, por tanto, el Grial de las leyendas sobre el rey Arturo y sus caballeros). El cáliz es una pieza compuesta. Presenta un vaso superior de piedra semipreciosa que sí podría datar de la época de Jesús. La base, igualmente de piedra, posee una inscripción árabe. En cuanto a la obra de orfebrería que lo completa

es, asimismo, de época medieval. En torno al cáliz de San Juan de la Peña se tejió una singular tradición, en tres etapas. Cuando los monjes lo entregaron al rey, se puso por escrito, en un documento que existe en el Archivo de la Corona de Aragón, que era el cáliz de la Última Cena y que san Lorenzo, el mártir muerto en Roma en el siglo III, lo envió al monasterio. Ello, sin embargo, es imposible, dado que San Juan de la Peña no surgió hasta siglos después. Para solventar tal dificultad, en el siglo XVII autores como Juan Briz Martínez, que era abad de San Juan de la Peña, comenzaron a afirmar que san Lorenzo mandó en realidad el cáliz a Huesca (su ciudad natal, según tradiciones surgidas en la Edad Media), y que en ella permaneció hasta la conquista musulmana, momento en que fue llevado a San Juan de la Peña. Finalmente, en los años veinte del siglo pasado, el canónigo de Jaca Dámaso Sangorrín ideó todo un recorrido para el cáliz. Desde Huesca habría viajado, tras la conquista islámica, a Yebra de Basa, San Adrián de Sasabe, el monasterio de Siresa, Bailo, la catedral de Jaca y San Juan de la Peña. En la actualidad, a partir de la ruta creada por Sangorrín, se llevan a cabo recreaciones, como en Bailo, y se está desarrollando un proyecto turístico-cultural, denominado Grail Project.

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I AÍNSA I

Aínsa La villa de Aínsa se halla situada en la confluencia de los ríos Cinca y Ara. Su casco histórico, maravillosamente conservado, ocupa una posición elevada entre ambos ríos. En él sobresalen la iglesia de Santa María, la plaza Mayor y el castillo

La Morisma y la Cruz Cubierta Los años pares se celebra en Aínsa la Morisma, en la que participa gran parte de sus habitantes. Se trata de uno de los dances aragoneses, surgidos en los siglos XVI y XVII, que tienen en el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes uno de sus hilos argumentales. Pero la Morisma es también mucho más, al estar relacionada con una de las leyendas fundacionales de Aragón, la de los reyes y los fueros de Sobrarbe. La Morisma, que había dejado de celebrarse, se recuperó a principios de los 70. En ella se recrea la conquista legendaria de Aínsa a los musulmanes, en el año 724, por el no menos legendario Garci Ximénez, primer rey de Sobrarbe. Durante la batalla se produjo un singular milagro, la aparición de una cruz roja sobre una encina o carrasca. Dichas leyendas han estado presentes en Aínsa desde hace siglos. A un kilómetro y medio del castillo se halla la Cruz Cubierta, un templete circular del año 1655, con una encina de piedra en su centro rematada por la cruz, que se levantó en el lugar en que la tradición situaba la batalla y el prodigio. El pequeño monumento, sufragado por el reino de Aragón, lleva esta inscripción: «En este puesto apareció milagrosamente la cruz llamada de Sobrarbe, blasón de este reino y de la villa». Y es que, en efecto, la cruz y el árbol de Sobrarbe, además de figurar en el escudo de Aínsa, constituyen desde 1499 el primer cuartel del escudo de Aragón.

Arriba Plaza Mayor de Aínsa Centro La Morisma Abajo Cruz Cubierta con Peña Montañesa al fondo

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I AÍNSA I

El monasterio de San Victorián San Victorián, situado a pocos kilómetros de Aínsa, bajo la imponente mole de la Peña Montañesa, fue uno de los monasterios más importantes de Aragón. Se trata asimismo de uno de los más antiguos, pues existía ya en época visigoda, pero entonces se llamaba de Asán. A él llegó un italiano, Victorián, que fue allí monje y abad. Tan profunda huella dejó en el cenobio que cuando este reaparece en la documentación, tras la etapa de dominio musulmán, su nombre es ya de San Victorián. En San Victorián es tradición que fue enterrado Gonzalo, conde de Sobrarbe y Ribagorza. Tras su muerte su hermano Ramiro se hizo con el dominio de ambos condados y fundó, así, el reino de Aragón. El rey Pedro I y su ejército llevaban consigo las reliquias de san Victorián en la batalla de Alcoraz, que les abrió las puertas de la Huesca musulmana. A partir de entonces se rindió culto a dos cuerpos distintos de san Victorián. Los religiosos de Montearagón, a las puertas de Huesca, afirmaban tener uno. Y el otro se veneraba en el monasterio de San Victorián. Y allí protagonizaba una tradición realmente singular, la mazada. Era creencia, en efecto, que poco antes de que falleciera un monje se oía, desde dentro del arca de las reliquias, un fuerte golpe, como si el antiguo abad estuviera llamando.

Monasterio de San Victorián

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I RODA DE ISÁBENA I

Roda de Isábena El condado de Ribagorza contó con obispado propio, cuya sede se encontraba en Roda de Isábena, que es hoy la localidad más pequeña de España con catedral (en la provincia de Huesca, como resultado de su larga historia, hay nada menos que cinco catedrales: Jaca, Huesca, Roda, Barbastro y la concatedral de Monzón). A finales del siglo XI surgió una leyenda que afirmaba que los obispos de Lérida habían huido a Roda tras la conquista islámica, por lo que era justo que recuperaran ahora la sede perdida. De esta forma, los obispos de Roda se trasladaron primero a Barbastro y, por fin, a Lérida, tras la toma de esta ciudad en 1149. Dicho traslado generó un conflicto que sigue vigente. Durante siglos, la parte oriental del Alto Aragón, incluidos lugares tan emblemáticos como Roda, Monzón, Fraga o el monasterio de Sijena, perteneció al obispado de Lérida. Esta situación llegó a su fin en 1995, cuando las 111 parroquias altoaragonesas que formaban parte de la diócesis leridana quedaron integradas en el obispado de BarbastroMonzón. Muchas obras de arte de dichas parroquias, que se guardaban en el Museo Diocesano de Lérida, no han sido sin embargo devueltas, pese a que se han producido varias sentencias eclesiásticas y civiles en tal sentido. El más conocido de los obispos rotenses fue san Ramón, muerto en 1126, del que se conserva un magnífico sarcófago románico en la catedral de Roda. El templo catedralicio tiene como titular a san Vicente, el gran mártir aragonés. En relación Claustro de la catedral de Roda de Isábena

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I RODA DE ISÁBENA I

Arriba Sarcófago de San Ramón Abajo izquierda Cripta de la catedral Abajo derecha Pórtico de entrada a la catedral

con ello nació otra tradición, la de que en Ribagorza se hallaban las reliquias de san Valero, el obispo de Zaragoza al que acompañaba siempre san Vicente. En el siglo XII, tras la reconquista de Zaragoza, el cráneo de san Valero fue trasladado desde Roda a la capital aragonesa, tal y como aparece representado en el retablo mayor de la Seo zaragozana, y san Valero se convirtió en el patrón de la ciudad. La catedral de Roda destaca por sus ábsides de tipo lombardo, pertenecientes al primer románico, por su cripta descubierta y por la existencia, igual que en las catedrales de Jaca y Huesca, de claustro, como en los monasterios (en las tres catedrales existieron, entre los siglos XI y XIII, comunidades de canónigos que vivían en común). 27


I GRAUS I

Graus Graus, situado en la confluencia de los ríos Ésera e Isábena, se hallaba en época medieval en la frontera misma entre cristianos y musulmanes. De ello nos habla, seguramente, el fascinante nombre de un despoblado a pocos kilómetros de Graus: Portaespana, la «Puerta de Hispania» (Hispania y no al-Andalus era la manera en que algunos documentos designaban al Arriba Escudo con los emblemas conjunto de la España musulmana). de Graus y del monasterio de San Graus era, por tanto, una de las primeras fortalezas Victorián en el santuario de Nuestra Señora de la Peña de Graus que los aragoneses debían conquistar. Y fue Ramiro Abajo Vista de Graus I, el primer rey de Aragón, quien lo intentó, en 1063. Ramiro, sin embargo, encontró la muerte ante Graus. Contra el rey de Aragón luchó, al parecer, su propio sobrino, el infante Sancho de Castilla, acompañado de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, que comenzaba aquí, frente a los aragoneses, su legendaria carrera militar. Los castellanos acudieron a Graus en virtud de su alianza con el rey musulmán de Zaragoza, que les pagaba a cambio abundantes parias. Otras fuentes cuentan que quien dio muerte a Ramiro I fue un musulmán de la frontera, llamado Sadada, que sabía hablar la lengua romance de sus adversarios. Ello le permitió infiltrarse en las líneas aragonesas, acercarse al rey y asestarle un lanzazo mortal en un ojo. Graus fue conquistada veinte años después por el sucesor del rey muerto ante sus muros, Sancho Ramírez. La población fue entregada, como señorío feudal, al monasterio de San Victorián, en cuya condición permaneció hasta el siglo XIX.

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I LOARRE I

Loarre El castillo de Loarre es la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Se construyó en varias etapas. En una fase inicial, correspondiente sobre todo al reinado de Sancho III el Mayor de Pamplona (10001035), se levantó un primer recinto amurallado, en el que sobresalen la torre de la Reina y una torre exterior o albarrana –la del Homenaje–, así como la pequeña capilla situada en la parte alta del castillo. La fortaleza experimentó una decisiva ampliación con Sancho Ramírez (10631094). Las nuevas obras corresponden ya a un románico pleno. En el castillo se instaló una comunidad de canónigos y para ellos se construyó la revolucionaria iglesia de San Pedro. El templo se erigió en parte sobre la roca natural y en parte sobre la impresionante escalera de acceso a la fortaleza. Esta gran iglesia de nave única se cubrió con una enorme cúpula. Su abundante decoración escultórica tiene paralelos claros en el sur de Francia (Toulouse y Moissac, por ejemplo). En la zona superior del castillo se pueden apreciar, asimismo, los restos de lo que debió ser un notable palacio, destinado probablemente al uso de los monarcas. En la portada del recinto se conserva la inscripción funeraria de Tulgas, cuya fecha, noviembre de 1096, es enormemente significativa. Por un lado, nos indica que en ese momento el castillo se hallaba terminado. Y por otro, esos son el mes

Castillo de Loarre

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I LOARRE I

y el año de la batalla de Alcoraz y la conquista de Huesca, un enorme éxito que, paradójicamente, dejaba sin función a la fortaleza. Desde Loarre se divisan las tierras llanas que, comenzaban ahora a ser conquistadas. Resulta visible también Bolea, una de las fortalezas que defendían la Huesca musulmana (Bolea tardó aún varios años, hasta 1103, en ser tomada por los cristianos). El avance de la frontera dejó sin sentido a fortificaciones como Loarre. El castillo, no obstante, vivió todavía episodios importantes de la historia aragonesa, como la sublevación de Jaime de Urgel tras la elección de nuevo rey y dinastía en el Compromiso de Caspe, a comienzos del siglo XV. Pero su magnífica estampa románica no sufrió ya grandes alteraciones. Y ello, junto con su privilegiada situación natural, lo ha convertido en un recurso turístico y cultural de primer orden. Y también, en escenario de múltiples rodajes, –como el de El reino de los cielos, la película de Ridley Scott sobre las Cruzadas–. Arriba Iglesia de San Pedro Abajo izquierda Torre de la Reina Abajo derecha Interior de la torre de la Reina

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I LOARRE I

La tumba del conde don Julián Una singular tradición situaba en el castillo de Loarre la tumba de uno de los grandes «malvados» de la historia de España, el conde don Julián. Julián fue, según se creía, quien abrió las puertas de Hispania a la invasión árabe. Rodrigo, el último monarca visigodo, había violado a la Cava, la hija de don Julián –según otras versiones, su mujer–. Para vengarse del rey, Julián se presentó ante los árabes y preparó junto a ellos la conquista de la península. Desde el siglo XVI se aseguraba que el conde don Julián había

sido apresado finalmente por los musulmanes, y encerrado en el castillo de Loarre, donde habría encontrado la muerte. Quien primero mencionó esta curiosa tradición fue, según parece, el cronista Jerónimo Blancas, en sus Comentarios de las cosas de Aragón, del año 1588. El Padre Huesca, a fines del siglo XVIII, menciona todavía el sepulcro del conde don Julián. Su tumba era identificada con un antiguo enterramiento, protegido por un arcosolio de piedra, que se hallaba frente a la puerta de la iglesia del castillo. En tiempos del Padre Huesca, por desgracia, la tumba había sido ya saqueada.

Detalle de uno de los capiteles de la fachada del castillo

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I HUESCA I

Huesca La ciudad se ha llamado siempre igual y siempre distinto. Los romanos encontraron a su llegada, hace dos mil doscientos años, un asentamiento urbano de nombre Bolskan, al que ellos denominaron Osca. Los conquistadores musulmanes transformaron a su vez Osca en Wasqa. Y tras la conquista aragonesa, Wasqa terminó dando origen a Huesca, su nombre actual. Wasqa fue la ciudad más al norte de todo al-Andalus. Ello la convirtió en un enclave de frontera frente a los cristianos, fuertemente fortificado con un triple recinto defensivo (la ciudadela o zuda en la parte alta, las murallas de piedra construidas en el siglo IX, y el muro de tapial que protegía los arrabales exteriores). No resulta extraño que Sancho Ramírez, el segundo rey de Aragón, encontrara la muerte cuando trataba de tomarla. Tras la conquista aragonesa de 1096, Huesca se convirtió en el siglo XII en la ciudad por excelencia de los reyes de Aragón, sustituyendo en dicho papel a Jaca. En Huesca se enterraron reyes (Alfonso el Batallador en Montearagón y Ramiro el Monje en San Pedro el Viejo), nacieron reyes (Petronila, Alfonso II y Pedro II) y se construyó un gran palacio real. Murallas musulmanas, al fondo, el torreón del palacio de los Reyes de Aragón

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I HUESCA I

El castillo de Montearagón La silueta del castillo de Montearagón, erguido sobre un altozano carente de vegetación, resulta inconfundible tanto desde Huesca como llegando a la ciudad desde el este. Fue construido por el rey Sancho Ramírez, a partir de 1085, para preparar la conquista de la Wasqa islámica. El que los habitantes de la ciudad y su entorno permitieran construir semejante fortaleza indica bien el grado de sujeción al que se hallaban ya sometidos por los guerreros aragoneses. Porque hay que recordar que Montearagón se edificó diez años antes de que se conquistara, en 1096, Huesca. Montearagón es, por todo ello, un símbolo. El emblema de la sucesión de conquistas, que se iniciaban en esos momentos, que dio forma a Aragón a lo largo de un siglo. Y lo es, también, en sus nombres. Pues no en vano el castillo, construido en tierras aún musulmanas, era el Monte de Aragón. Y la iglesia y la abadía que se edificaron en su interior fueron puestas bajo la advocación de Jesús Nazareno (el mismo titular de la catedral de Huesca todavía hoy, pues fueron los clérigos de Montearagón quienes cristianizaron la mezquita mayor de la ciudad, antes de ser convertida en catedral, y le pusieron la advocación de la iglesia de su castillo). El castillo-abadía fue beneficiado por los reyes con enormes donaciones, tanto en Aragón como en Navarra. En la cripta de su iglesia se enterró a Alfonso el Batallador. Miembros de la casa real fueron, en más de una ocasión, sus abades. Y su magnífico retablo de alabastro, ejemplo temprano del renacimiento, fue sufragado por otro abad de sangre real, Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico, que era también arzobispo de Zaragoza. Montearagón quedó vacío de religiosos con la desamortización y sufrió un pavoroso incendio en 1844, que lo arruinó en gran parte. En Huesca existe desde hace años, por fortuna, una Asociación de Amigos del Castillo de Montearagón, que aboga por su estudio y recuperación. Castillo de Montearagón

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I HUESCA I

La muerte de Sancho Ramírez El rey Sancho Ramírez murió en 1094 ante Wasqa. En crónicas posteriores se afirma que el monarca murió a causa de un flechazo. El relato más detallado es el de la Crónica de San Juan de la Peña, del siglo XIV. El rey, acompañado de sus guerreros, inspeccionaba las murallas. Al descubrir un punto peor defendido, levantó el brazo y apuntó en esa dirección. Pero entonces, un ballestero musulmán que contemplaba la escena disparó su ballesta, con tanta puntería que la saeta hirió mortalmente al rey en la axila, que había quedado desprotegida. En Huesca se suelen situar estos hechos en el entorno de la Porteta, la única de las nueve puertas de la muralla que ha llegado hasta hoy. Y no sin buenas razones. En esta parte de la ciudad es donde se hallan los tramos amurallados mejor conservados. Y la Porteta era conocida en la Edad Media como puerta de Montearagón, pues desde esta zona se divisa en el horizonte el castillo de Montearagón, construido por el propio Sancho Ramírez. Cuando hablamos de hechos históricos tan lejanos las cosas, sin embargo, no suelen ser tan sencillas. Ricardo del Arco y Antonio Ubieto mantuvieron La Porteta una conocida controversia sobre este tema. Ubieto defendía que el rey había muerto por un flechazo. Del Arco, por el contrario, argumentaba que falleció de enfermedad, basándose en un documento de San Pedro el Viejo muy poco posterior a los hechos. Por otro lado, una historia similar, la de la muerte de un rey por una saeta mientras dirigía su brazo hacia las murallas de una ciudad, figura en otras crónicas, pero referida en este caso a otro monarca, Alfonso V de León. Sea más o menos histórico, el relato de la muerte de Sancho Ramírez a manos de un afortunado ballestero de Wasqa nos habla de uno de los momentos más decisivos de a la historia de Huesca y Aragón. Y eso es lo importante.

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I HUESCA I

La aparición de san Jorge en Alcoraz La conquista de Huesca, lograda en 1096 tras la batalla de Alcoraz, fue el primer gran éxito del reino de Aragón frente a los musulmanes. No es extraño por ello que pronto surgieran leyendas en torno a ella. Las crónicas medievales mencionan la participación de dos santos en la batalla. Los textos más antiguos cuentan que el ejército aragonés llevaba consigo las reliquias de san Victorián, y que el propio santo se apareció al rey la víspera del combate, anunciándole la victoria. La leyenda de la aparición de san Jorge, mucho más conocida, surge por primera vez en crónicas del siglo XIV. Según estas, san Jorge estuvo el mismo día en dos batallas, la de Antioquía, durante la Primera Cruzada, y la de Alcoraz. En Antioquía montó en su caballo a

un guerrero alemán y lo transportó milagrosamente ha sta Huesca. Más adelante se atribuyó al rey Pedro I la creación de uno de los cuarteles del escudo de Aragón, el de la cruz roja y las cuatro cabezas de reyes moros. La cruz roja haría referencia a la aparición de san Jorge y las cabezas serían de cuatro reyes musulmanes muertos en Alcoraz. Dicho emblema, sin embargo, es casi doscientos años posterior, pues no apareció hasta fines del siglo XIII. La leyenda de la aparición de san Jorge se conmemora todavía en Huesca en la ermita del cerro de San Jorge, construida en 1554, a la que los oscenses acuden cada 23 de abril, fiesta del santo y día de Aragón. Escena de la batalla de Alcoraz, con san Jorge, en el panteón real de San Juan de la Peña

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I HUESCA I

La Campana de Huesca La Campana de Huesca, que protagoniza Ramiro II el Monje, es la leyenda oscense más conocida. Cuenta que el monarca no era obedecido por sus nobles. En busca de consejo, decidió enviar un mensajero al monasterio francés de San Ponce de Tomeras, donde se encontraba su antiguo maestro. Pero este no dio ninguna respuesta al mensajero del rey; se limitó a llevarlo al huerto, donde, sin decir palabra, cortó las coles que más sobresalían. Ramiro II comprendió que el huerto simbolizaba su reino y que las coles eran sus nobles más poderosos. Decidido a terminar con la nobleza, convocó una reunión de cortes en Huesca, pretextando que quería fundir una enorme campana que se oyera en todo el reino. Al llegar a Huesca, los nobles más sobresalientes fueron ejecutados; y tras semejante castigo Ramiro II fue obedecido por todos. La versión más antigua de la leyenda figura en la Crónica de San Juan de la Peña, del siglo XIV. No obstante, dicha crónica utilizó como fuente un poema épico anterior, desgraciadamente perdido. Con todo, lo más notable es que la leyenda de la Campana parece estar inspirada en relatos Cuadro de La Campana de Huesca, de Casado de Alisal, en el ayuntamiento de Huesca similares presentes en autores de la Antigüedad, como Herodoto, Aristóteles o Tito Livio. Dichas historias narran, igual que la leyenda de la Campana, cómo un gobernante, tras recibir el enigmático mensaje del corte de unas plantas (amapolas o trigo), acaba violentamente con sus adversarios. Estamos, pues, ante una narración legendaria. Sin embargo, por otras fuentes (los documentos aragoneses de la época, anales y crónicas castellanas o Ibn Idari, un autor árabe), sabemos que Ramiro II ajustició efectivamente en Huesca a varios de sus nobles. La leyenda de la Campana ha inspirado a escritores o artistas a lo largo de los siglos. Lope de Vega le dedicó una de sus obras y otro tanto hizo Antonio Cánovas del Castillo, presidente del gobierno durante la Restauración. La representación pictórica más conocida de la leyenda es el cuadro que Casado del Alisal pintó en 1880, que se puede contemplar en el ayuntamiento de Huesca.

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I HUESCA I

Panteón real La ciudad de Huesca es panteón real. Alfonso I el Batallador y su hermano Ramiro II el Monje están enterrados en la capilla de San Bartolomé, en el claustro románico de la iglesia de San Pedro el Viejo.

Alfonso I estaba sepultado, en realidad, en el castillo de Montearagón. Pero cuando este quedó abandonado, sus restos fueron trasladados, a mediados del siglo XIX, a esta iglesia oscense. Y también fue traído otro miembro de la casa real, el infante Fernando, hermano de Pedro II y tío de Jaime I, que fue abad de Montearagón en el siglo XIII. Arriba Capilla de San Bartolomé de San Pedro el Viejo Ramiro II, por el contrario, vivió y murió Centro Sarcófago romano reutilizado como tumba de Ramiro II Abajo Detalle de la portada de San Pedro el Viejo en San Pedro el Viejo. Recibía este nombre, el Viejo, porque había sido la iglesia de los mozárabes durante la época musulmana. Tras la conquista aragonesa, fue entregada al monasterio benedictino francés de San Ponce de Tomeras, que hizo de ella otro monasterio. En el siglo XII, los monjes derribaron la antigua iglesia para construir los actuales templo y claustro románicos. Ramiro fue monje en Tomeras. Y vivió largos periodos de tiempo en San Pedro el Viejo, tanto antes de alcanzar el trono como después de dejar el poder. A su muerte, en 1157, fue enterrado en un magnífico sarcófago romano, de iconografía pagana, en el que está representado el retrato del hombre para el que se labró originalmente en el siglo III. La capilla de San Bartolomé se utilizó para realizar exorcismos. En el siglo XVII todavía se guardaban las piedras que los endemoniados arrojaban por la boca al ser exorcizados. 37


IHUESCA I

El palacio real Alfonso II (1162-1196), un rey que nació en Huesca, construyó en la ciudad un gran palacio real, en el interior de la ciudadela o zuda desde la que se había gobernado Wasqa. El principal elemento que se conserva del palacio es un torreón hexagonal, con dos salas superpuestas. La inferior es llamada de la Campana, ya que la tradición sitúa en ella los ajusticiamientos narrados en la leyenda de la Campana de Huesca (ello es imposible, sin embargo; el palacio es posterior al reinado de Ramiro II el Monje). La sala superior es la de Doña Petronila. Se trata, seguramente, de la capilla del palacio, que tenía como titular a san Nicolás. Su arquitectura y la decoración escultórica de sus capiteles están estrechamente relacionadas con las de la iglesia de San Gil, en Luna. El palacio real sirvió como sede, de 1513 a 1845, a la Universidad de Huesca, que construyó en él un paraninfo, una capilla y un gran edificio octogonal para albergar las aulas. Entre 1845 y 1936 estuvo aquí el instituto en el que estudiaron Santiago Ramón y Cajal y Joaquín Costa. Y desde 1968 es la sede del Museo de Huesca.

Palacio real

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I HUESCA I

Las Cortes de 1247 y los Fueros de Aragón En 1247, Jaime I celebró en Huesca unas trascendentales cortes de Aragón, en las que se aprobó una colección de fueros en latín, que sería la base de todo el derecho aragonés posterior. Los fueros salidos de las cortes de Huesca se aplicaron en todo Aragón, salvo las comunidades de Teruel y Albarracín, donde ello no ocurrió hasta el siglo XVI. Los fueros de las cortes de 1247 fueron recopilados por el obispo de Huesca, Vidal de Canellas, un experto jurista que había estudiado en Bolonia. Su trabajo está también en el origen de una magnífica obra de arte, que conocemos, precisamente, como Vidal Mayor. Se trata de un espectacular códice en pergamino, escrito en lengua aragonesa e iluminado con más de 150 miniaturas. Vidal de Canellas, además de la que se convirtió en colección oficial de los Fueros de Aragón, había preparado una segunda compilación de los Fueros, también en latín, más amplia y con mayor influencia del derecho romano, que los aragoneses, sin embargo, rechazaron. Esta compilación amplia se ha perdido, pero conservamos su traducción al navarro-aragonés, que es, justamente, el Vidal Mayor. El Vidal Mayor fue, al parecer, escrito e iluminado en tierras navarras hacia el año 1300. Todavía en el siglo XIX se conservaba en Zaragoza. Fue vendido sin embargo a un mercader inglés, y durante el siglo XX estuvo en Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania. Finalmente, en 1983 lo compró el museo Paul Getty de California. En 1989 la Diputación Provincial de Huesca publicó una edición facsímil del Vidal Mayor. 39


I HUESCA I

Las barras de Aragón Las barras rojas y amarillas del escudo y la bandera de Aragón surgieron a mediados del siglo XII, a la vez que nacía la propia Corona de Aragón. Su testimonio más antiguo es un sello de cera de Ramón Berenguer IV, de hacia 1150, el año en que la reina Petronila y Ramón Berenguer contrajeron matrimonio. A partir de entonces los reyes de la Corona de Aragón utilizaron las barras como enseña propia. Y con el paso del tiempo se convirtieron en emblema de los distintos territorios de la Corona. De esta manera, las barras son en la actualidad la bandera de Aragón, Cataluña, Valencia y las Baleares. Huesca conserva ejemplos medievales muy notables de las barras de Aragón. Techumbre mudéjar del palacio de los Azlor (actual palacio de Villahermosa) Es la techumbre mudéjar civil más importante de Aragón. Las barras decoran profusamente sus vigas. Y en ella figuran también los escudos del rey Pedro III el Grande (1276-1285) –las barras, de nuevo– y de su esposa Constanza de Hohenstaufen –un águila negra sobre campo blanco–. Portada principal de la catedral Techumbre del palacio de Villahermosa Se trata del conjunto de escultura gótica monumental más destacado de Aragón. Sobre el dintel hay tres escudos: las barras de Aragón; el escudo medieval de Huesca, con la muralla y la muesca; y el de los Azlor, con varias hoces, en referencia al obispo Martín López de Azlor (1300-1313), durante cuyo episcopado se labró la portada. Techumbre mudéjar del Tanto Monta Cubre el salón principal del palacio que los obispos de Huesca construyeron junto a la catedral. La techumbre fue realizada en 1478, durante el episcopado de Antonio de Espés. En ella se pintaron escudos con las barras, el de los Reyes Católicos (sin la granada, lo que confirma que la techumbre se realizó antes de 1492) y el emblema del Tanto Monta, que da nombre al techo (un yugo de bueyes y unas cuerdas anudadas, en alusión al nudo gordiano, que Alejando Magno cortó con su espada; dicho emblema era el símbolo de Fernando el Católico). La techumbre se halla en restauración, tras la cual se convertirá en uno de los atractivos patrimoniales de la ciudad. 40


IBARBASTRO I

Barbastro Barbastro fue una fundación islámica del siglo IX. Su nombre, sin embargo, no es musulmán, pues se adoptó para ello, curiosamente, el de un asentamiento romano anterior, relativamente cercano, Barbotum (en tierras de Coscojuela de Fantova). Barbotum dio nombre, primero, a un amplio distrito territorial –la terra Barbotana– y luego a la nueva población musulmana de Barbastro.

Derecha Catedral de Barbastro Izquierda Torre de la catedral

Un precedente de las cruzadas Barbastro fue tomada en 1063 por un ejército formado en gran parte por guerreros europeos, que acudieron en respuesta al llamamiento hecho por el papa para combatir contra el islam. Por esa razón, esta campaña barbastrense es considerara un precedente directo de las cruzadas a Tierra Santa, convocadas también por el papado en 1095, treinta años después de estos hechos. La toma de Barbastro, que deparó a los vencedores un enorme botín, se volvió pronto materia de leyenda. En Francia se compuso en el siglo XII un cantar de gesta en el que Barbastro era ¡puerto de mar! Solo un año después, sin embargo, el rey de 41


I BARBASTRO I

Zaragoza, Abu Yafar Ahmad, recuperó Barbastro; su victoria le hizo adoptar el sobrenombre de al-Muqtadir Billah (el poderoso por Alá) y, en los años siguientes, construir el palacio de la Aljafería en Zaragoza. Barbastro siguió siendo musulmana treinta y cinco años más, hasta ser finalmente conquistada en 1100 por el rey Pedro I, que ya había tomado Huesca. En Barbastro se instaló el obispo de Roda. En las décadas siguientes, sin embargo, los obispos de Huesca-Jaca reclamaron, incluso de manera violenta, Barbastro y sus tierras. Después de un siglo de pleitos y conflictos entre la diócesis de HuescaJaca y las de Roda primero y Lérida después –desde 1149, fecha de su conquista–, Barbastro fue incluida por el papa en el obispado oscense. Y en tal situación permaneció hasta 1571, en que nació el obispado de Barbastro.

Pintura gótica de San Miguel, Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

Las capitulaciones matrimoniales de 1137 Los acuerdos que se alcanzaron en Barbastro en agosto de 1137 (completados después, ese mismo año, con otros tres documentos) entre el rey Ramiro II el Monje de Aragón y el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona, que preveían el matrimonio de este, que tenía 24 años, con Petronila, la hija de un año de edad de Ramiro, constituyen el origen de la Corona de Aragón. Dichos acuerdos condujeron a una unión permanente de dos territorios, el reino de Aragón y el condado de Barcelona, que en esos momentos no tenían frontera común. Ramiro I conservaba el titulo de rey, pero abandonó el poder y se retiró al monasterio de San Pedro el Viejo, donde fallecería veinte años después. La dirección política y militar de ambos estados correspondió por tanto a Ramón Berenguer, que a su condición de conde de Barcelona unía ahora la de príncipe de Aragón. Y fue él quien, en 1149, conquistó Fraga, Lérida y Tortosa. En la mezquita mayor de Lérida, convertida en catedral, fue donde se casaron, en 1150, Petronila, que había cumplido 14 años, y Ramón Berenguer. En Barbastro se celebran anualmente, en agosto, unas jornadas de recreación histórica que conmemoran las trascendentales capitulaciones matrimoniales de 1137. 42


I MONZÓN I

Monzón Monzón y su emblemático castillo, cuyos restos más antiguos son de época musulmana, fueron testigos de algunos de los hechos más importantes de la historia aragonesa. Monzón fue conquistado en 1089, una fecha muy temprana, por el infante Pedro –el futuro rey Pedro I–, cuando solo tenía 21 años. Su padre, Sancho Ramírez, había puesto bajo su gobierno Sobrarbe y Ribagorza, y el infante emprendió desde ellos un audaz avance por el Cinca, hasta llegar a Monzón. Pedro I, que conquistó a los musulmanes Monzón, Huesca y Barbastro, firmaba por cierto sus documentos en árabe. En Monzón se estableció incluso una ceca, en la que se acuñó moneda aragonesa de vellón. Tras la muerte de Alfonso el Batallador, los musulmanes recuperaron fugazmente el dominio de Monzón. En 1143, para compensar a los templarios por el incumplimiento del testamento del Batallador, que había legado su reino al Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro, les fueron Arriba Castillo de Monzón, dominando la localidad mediocinqueña entregados Monzón y su castillo. Centro Sala capitular o refectorio del castillo Los templarios lo convirtieron en Abajo Concatedral de Santa María del Romeral una de sus principales encomiendas de la Corona de Aragón. Y cuando dio comienzo en Francia el proceso que terminaría con la disolución de la orden, los caballeros del Temple resistieron en el castillo de Monzón, entre 1307 y 1309, el asedio del ejército real, hasta hacer de él, junto con la cercana Chalamera, las últimas encomiendas que rindieron sus armas. En Monzón se reunieron en diversas ocasiones Cortes Generales de la Corona de Aragón, a las que acudían aragoneses, catalanes, valencianos y, en algún caso, mallorquines. Ya en 1289, mientras el castillo seguía siendo templario, se produjo una reunión de este tipo. Las últimas Cortes Generales que se celebraron en Monzón tuvieron lugar en el siglo XVI, en presencia del emperador Carlos V y del rey Felipe II. 43


I MONZÓN I

Recinto del castillo de Monzón

Los templarios y Jaime I El rey Pedro II murió en 1213 en la batalla de Muret, cerca de Toulouse, en combate con los cruzados de Simón de Monfort, a los que el papa había enviado a luchar contra la herejía cátara. La Corona de Aragón quedó en una situación crítica, pues el único hijo del rey muerto, Jaime I, de solo cinco años de edad, se hallaba en Carcasona, bajo custodia del propio Simón de Monfort. Los aragoneses y los catalanes solicitaron del papa que les fuera entregado el niño-rey. Y cuando ello ocurrió, fue acordado por todos que se llevara al castillo de Monzón y quedara allí bajo la protección de los templarios. Jaime I permaneció en el castillo, a cuyo frente se hallaba el maestre Guillem de Montrodón, entre 1214 y 1217, de los 6 a los 9 años. Junto a él se encontraba también su primo, Ramón Berenguer V, que era el heredero de Provenza. ¿Qué influencia pudo tener, en el larguísimo reinado de Jaime I, esta prolongada estancia en el castillo templario de Monzón? Resulta difícil de saber, pero lo cierto es que el espíritu cruzado, tan relacionado con la orden del Temple, fue una de las directrices de la actuación de Jaime I. Llevó a cabo la conquista de los reinos musulmanes de Mallorca y Valencia, por la que ha pasado a la historia con el sobrenombre de El Conquistador. Y en 1269, cuando tenía ya 61 años, emprendió una fracasada cruzada a Tierra Santa, que las tormentas desbarataron nada más zarpar. En Monzón, para recordar los años que el rey niño Jaime I permaneció en el castillo templario, se celebra anualmente un homenaje al maestre Guillem de Montrodón. 44


I FRAGA I

Fraga Fraga se halla situada en la fértil ribera del Cinca, próximo ya a su unión con el río Segre –y, a su vez, con el Ebro–. Estas tierras atesoran una larga y rica historia. Muy próximo a Fraga se encuentra Villa Fortunatus, una villa tardorromana en la que se han descubierto espléndidos mosaicos y que es testimonio igualmente de la llegada del cristianismo, pues el yacimiento incluye una basílica decorada con un crismón. Cerca está también Zafranales, un pequeño recinto militar de época islámica que servía de defensa a Fraga, en el que se hallaron piezas de una ballesta y, sobre todo, un tesoro formado por 223 monedas aragonesas de vellón, de Sancho Ramírez y Pedro I –monedas cristianas, así pues, Arriba Vista panorámica de Fraga Centro Capiteles románicos de la iglesia parroquial de en un yacimiento musulmán. ¿Cómo San Pedro llegaron hasta allí? ¿Un botín, quizá?–. Alfonso I el Batallador puso sitio a Fraga en 1134. Al parecer, el rey no aceptó entablar negociaciones de rendición, decidido como estaba a tomar la población –con lo que ello suponía: muerte o esclavitud de sus habitantes–. Esto, por supuesto, hizo aún más férrea la resistencia de los fragatinos. El monarca fue derrotado finalmente por un ejército almorávide de socorro. Alfonso I, que moriría en las semanas siguientes, logró escapar con apenas un puñado de guerreros. De la gravedad de la derrota da buena cuenta el que dos obispos murieran en la batalla, los de Huesca-Jaca y Roda-Barbastro. Fraga fue musulmana medio siglo más que Huesca o Barbastro, pues solo sería conquistada en 1149, junto con Lérida. Y ya no fue un rey aragonés quien lo hizo, sino Ramón Berenguer IV. Fraga terminó formando parte de Aragón, mientras Lérida se integraba en Cataluña. Pero no sin problemas, porque más adelante el rey Jaime I adjudicó a Cataluña todas las tierras hasta el Cinca, incluidas Ribagorza, Monzón o Fraga. Dicho reparto fue modificado a comienzos del siglo XIV, estableciendo con ello las fronteras definitivas entre Aragón y Cataluña, todavía vigentes, por otro rey de igual nombre, Jaime II (1291-1327), que recibió, por decisiones como esta, el sobrenombre de El Justo. 45


I SIJENA I

Sijena El monasterio de monjas sanjuanistas u hospitalarias de Santa María de Sijena fue una fundación real, a finales del siglo XII. Su fundadora fue la reina Sancha, hija del rey Alfonso VII de Castilla-León, que estaba casada con Alfonso II, el primer rey de la Corona de Aragón. Sijena se convirtió asimismo en panteón real. La propia Sancha se enterró allí (su esposo, Alfonso II, lo hizo sin embargo en el monasterio catalán de Poblet). Y también fue sepultado en Sijena el hijo de ambos, Pedro II –el rey murió en el sur de Francia, pero años después su cuerpo fue trasladado a Sijena–. Pedro II fue el único monarca de la Corona de Aragón que se enterró en tierras aragonesas. Los demás están en Cataluña –ocho en Poblet, dos en Santes Creus y uno cada uno en Lérida y Barcelona– o Granada –Fernando el Católico–. El monasterio de Sijena, pese a ser femenino, pertenecía a una orden militar, la de San Juan de Jerusalén o del Hospital, nacida en Tierra Santa tras la Primera Cruzada –desde el siglo XVI, sus miembros son llamados también caballeros de Malta–. En Sijena ingresaban, sobre todo, hijas de importantes familias de la nobleza aragonesa. Las monjas sanjuanistas se marcharon de Sijena en los años ochenta del siglo XX. En la actualidad hay en el monasterio una comunidad de religiosas de la orden francesa de las Hermanas de Belén. Sijena, por ser fundación regia, reunió un imponente conjunto de obras de arte. Su estancia más célebre era la sala capitular, cuyos arcos y muros estaban Portada del monasterio de Sijena

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I SIJENA I

decorados con pinturas, de influencia inglesa y siciliana, con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. La sala capitular y otras partes del monasterio quedaron muy gravemente afectadas cuando el monasterio fue incendiado al comienzo de la Guerra Civil. Los restos de la reina Sancha y el rey Pedro II fueron asimismo destruidos. Las pinturas de la sala capitular se arrancaron y trasladaron a Barcelona, y hoy se exponen en el Museo de Arte Nacional de Cataluña. Su devolución es una reivindicación de la sociedad y las autoridades aragonesas, así como la de las obras de arte que las últimas monjas sanjuanistas vendieron a la Generalitat cuando abandonaron Sijena. El monasterio de Sijena, pese a tales pérdidas, sigue constituyendo, tras su restauración, una visita imprescindible para quien desee conocer la historia de Aragón y sus monarcas.

Arriba Ventanal exterior Abajo Detalle de la arquería monumental de los dormitorios

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