Ruta de los Templarios. De Monzón a Fraga

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Una aureola de misterio envuelve a la Orden del Temple. Disueltos y perseguidos a instancias del Papado, las tierras del río Cinca fueron uno de los últimos reductos europeos y el último de la Corona de Aragón. Sus posesiones, asociadas a la encomienda de Monzón, son el hilo conductor para visitar los pueblos y monumentos que se asoman a estas fértiles orillas.

Ruta de los templarios De Monzón a Fraga 2

I PASEOS POR LA HISTORIA I 2

Otros títulos de esta colección 1 Ruta de las brujas del Alto Gállego

Castillo de Monzón


Ruta de los templarios De Monzรณn a Fraga


Ruta de los templarios. De Monzón a Fraga Coordinación: equipo de redacción de Prames Textos: José Antonio Adell y equipo de redacción de Prames Fotografías: Archivo Prames Diseño, maquetación y tratamiento de imágenes: Equipo gráfico de Prames Edita: Prames • Camino de los Molinos, 32 • 50015 Zaragoza www.prames.com ISBN: 978-84-8321-397-1 DL: Z 1517-2013 Imprime: INO Reproducciones

Izquierda: emblema del sello de la orden del Temple

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ÍNDICE Prólogo 5 Templarios de Monzón 6 La ruta 15 Castejón del Puente 16 Selgua 19 Conchel 20 Cofita 21 Personajes de la historia 22

Monzón 24 Binéfar 30 Valcarca 32 Binaced 32 Albalate y Belver de Cinca 34 Alcolea de Cinca 35 Personajes 38 Chalamera 40 Ballobar y Velilla de Cinca 42 Fraga 43 Datos de interés 46 3



I PRÓLOGO I

Pasear por la historia es acercarse a su legado, principalmente, en forma de restos, obras de arte y monumentos, y recuperar en ese marco la memoria de sus hechos más emblemáticos. Por eso mismo, la historia no es nada sin nosotros, porque el pasado solo existe desde el presente. Y nosotros somos quienes tenemos la responsabilidad de que ese pasado, nuestro pasado, no sea borrado por el tiempo. Para lograrlo, además de estudiar y conservar esa herencia, es necesario divulgarla. Nada ilustra mejor la historia que los parajes que enmarcaron sus acontecimientos. De ahí que la Diputación Provincial de Huesca, en su continuada labor de difusión del patrimonio, inaugure con este libro una colección titulada Paseos por la historia, en la que diferentes escenarios enmarcan un periodo determinado de ese pasado que ha contribuido a ser lo que ahora somos los oscenses. En el caso que nos ocupa, Ruta de los templarios. De Monzón a Fraga, recorremos los dominios de la que fue la encomienda más importante de la Corona de Aragón, que tenía su centro en Monzón. En su castillo se educó, bajo la tutela de estos monjesguerreros, el infante don Jaime, el futuro Jaime I el Conquistador, que siempre tuvo en gran estima a esas tierras del Cinca. Y muy cerca, en Chalamera, resistieron los últimos templarios que trataban de evitar la humillante desaparición de la orden a principios del siglo XIV. Pero junto al misterio templario, la ruta es un buen motivo para conocer muchas de las poblaciones de este entorno, perteneciesen o no al Temple, pues entre todas ellas dibujaron y dibujan el paisaje de este extracto de la historia de Huesca que ahora presentamos. Javier Betorz Miranda Presidente de la Comisión de Promoción, Turismo y Medio Ambiente de la Diputación Provincial de Huesca

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

Templarios de Monzón La encomienda templaria de Monzón (1143-1309) fue la más importante de la orden en tierras aragonesas. Su estancia supuso un período de gran trascendencia en la historia de las tierras cinqueñas, cuyas huellas son perennes en el castillo de Monzón y en varios pueblos de la zona. La regla que rigió la vida de los caballeros templarios, señores de la encomienda, fue la que les entregó san Bernardo de Claraval a Hugo de Payns, primer gran maestre. Consta de setenta y dos capítulos en los que se señala, entre otras normas, que debían vivir en estricta pobreza. Tenían derecho a comida y vestido. Lo demás, ya dependía de las necesidades que pudiera observar el comendador. Las diversiones, como jugar al ajedrez o a los dados, estaban prohibidas y la disciplina era severa. Sin embargo los templarios se hicieron con un importante patrimonio. A pesar de estas riquezas, nunca las consideraron suyas: Nada para nosotros, Señor, sino para dar gloria a tu nombre, rezaba una de sus máximas.

Abajo Amanecer en el río Cinca, al fondo el castillo de Monzón

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

Organización de la encomienda Alfonso I, al fracasar en su matrimonio con Urraca de Castilla, dejó como herederos del reino aragonés a partes iguales a las órdenes militares del Temple, Hospitalarios de San Juan y Santo Sepulcro. El testamento no convenció ni a las mismas órdenes, que buscaron la persona más próxima al linaje real, el hermano benedictino Ramiro, de San Ponce de Tomieres. Casaron al monje con Inés de Poitiers y fruto de aquel matrimonio nació Petronila, a quien con tres años casaron con el conde barcelonés Ramón Berenguer IV. El conde, para compensar la renuncia de las órdenes militares al testamento, se reunió en Gerona con representantes de la nobleza, de la Iglesia y de los templarios, y allí se entregó como compensación a la Orden diversas propiedades, entre ellas, el castillo de Monzón y sus posesiones. En Aragón existía un maestre que actuaba como representante del gran maestre, la máxima autoridad de la orden. De él dependían las encomiendas templarias de Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca y el Rosellón. Algunos maestres eligieron la fortaleza de Monzón como residencia, convirtiendo el castillo en sede administrativa de la provincia templaria.

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

El comendador dependía de ese maestre, que es quien lo nombraba. Monzón tuvo veinte comendadores. El primero, Raimundo de Cubells. A este le siguió Guillem de Peralta. Algunos nombres destacados fueron: Pedro Jimeno, Dalmacio de Fenollar, Bernardo de Huesca, Bernardo de Altarriba, Pedro de Caralt, Guillem de Ager, Guillem de Montrodón, Guillem de Miravet o Dalmacio de Serra. Los últimos fueron Dalmacio Timor, Raimundo de Falcés y Berenguer de Bellvís. El territorio de la encomienda abarcaba desde Crespán por el Norte, hasta Ballobar, en el Sur y desde Morilla, Castelflorite y Sena, en el Oeste, hasta San Esteban, Binéfar y Calavera, por el Este. En estos años se repoblaron nuevos lugares como Torregrosa, Valonga, Alfages, Casasnovas, Cunill o La Figuera. Hubo muchas fricciones con el obispo de Lérida. Los templarios dependían directamente del papa y no del obispo. En el año 1160 se decidió que todos los décimos y primicias del término de secano de Monzón fueran comunes entre las iglesias de Santa María, que pertenecía al obispo, y la de San Juan, que era de los templarios, por lo que se dividieron en dos partes iguales.

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Arriba Sala capitular o refectorio del castillo templario de Monzón Abajo Iglesia de San Juan de

Monzón


ITEMPLARIOS DE MONZÓN I

Algunas poblaciones de la encomienda dependían del obispado ilerdense en el pago de diezmos y primicias. Así, Binéfar, Estiche, Esplús, Ráfales, Albalate, Osso y Zaidín. Los templarios se reservaron Crespán, Cofita, Ariéstolas, Castejón Ceboller, Almunia de San Juan, San Esteban de Litera, Ballobar, Ficena, Sena, Chalamera, Pomar, Santalecina, Morilla, Monesma, Ontiñena, Sijena, Calavera, Casasnovas, Valcarca, Alfántega, Pueyo de Moros o Ripol. Los vecinos de la encomienda dependían del temple, al que estaban sometidos. Trabajaban las tierras; algunas se regaban por diversas acequias que se construyeron en aquellos años. El Cinca daba excelentes huertas y las tierras de secano, si llegaban las lluvias, producían cereales, vino, aceite, y se empleaban también para leña y para apacentar los rebaños. Otros tenían diferentes oficios: tejedores, sastres, carniceros, piqueros, canteros, guarnicioneros, etc. El comendador nombraba al justicia, al bayle y a los jurados, que se encargaban del gobierno de la ciudad. También al zalmedina, que actuaba de juez en nombre del comendador, y al almotacín, que se encargaba de las compras y ventas y, especialmente, del control de las medidas. El zabacequia era el responsable de los turnos de aguas y el cursor anunciaba los edictos del comendador. 9


I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

Los pasadizos El castillo alberga diversos pasadizos y galerías. Cuando los templarios sufren el largo asedio de Artal de Luna, algunos caballeros los emplean por la noche para conseguir entrar a los asediados víveres y leña. Estos pasadizos aún se conservan en la actualidad, pero no se permite descender por ellos por el peligro que entrañan, y una buena parte se encuentran cegados Un pasadizo partía desde el ábside del templo, al lado del altar. Estaba perfectamente disimulado al estar tapado con una piedra que aparentemente era una más de las que cubrían el suelo. Sin embargo se podía levantar. De aquí partía un túnel que iba descendiendo por el interior de la falda de la montaña. Por ello, ese túnel tomaba el sentido de una escalera de caracol. Normalmente había mucha humedad y se debía caminar con cierta lentitud por lo resbaladizo e irregular que era. Las curvas eran estrechas y sinuosas y en algunos momentos se transitaba a duras penas. Había que entrar con antorchas, candiles o faroles cuando se introducían en aquel angosto agujero. En ningún momento faltaba el aire para respirar, por lo que se suponía que existían pequeñas galerías de respiración. Una vez se iniciaba el descenso más pronunciado, el pasadizo se bifurcaba en dos. Una de estas bifurcaciones posiblemente era la que llegaba hasta la iglesia de Santa María y la otra hasta una de las casas próximas a la iglesia de Santo Domingo. Otro de los pasadizos partía de la sala del comendador. Este se dice que llegaba a la plaza de San Juan e, incluso, extramuros de la ciudad.

Arriba Detalle de una ménsula de la iglesia del castillo de Monzón y cruz inscrita en un sillar, en el interior de la misma

Arriba Puerta lateral cegada de la iglesia del castillo de Monzón Izquierda Recinto del castillo de

Monzón

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

La infancia de Jaime I El rey Jaime vivió en su vida muchos peligros. En su infancia, tras la muerte de su padre Pedro II en la batalla de Muret, su madre María de Montpellier intercede ante el papa por su hijo. El pontífice decidió que fuesen los caballeros templarios quienes se hicieran cargo de él. Con seis años se convocaron Cortes en Lérida, que presidió en brazos del arzobispo de Tarragona, donde le juraron fidelidad y obediencia. Después fue llevado a Monzón. Aquí permaneció entre agosto de 1214 y junio de 1217. Fue educado por el maestre Guillem de Montrodón y los caballeros templarios. Con nueve años fue proclamado rey y tomó rumbo a Zaragoza. Se cuenta que en una ocasión se escapó del castillo por uno de los pasadizos. Atravesó nadando el río y en Selgua lo detuvieron, y fue devuelto a la fortaleza. El niño no veía peligro alguno y la curiosidad le llevaba a estas tretas. La campana del castillo es la que dio la alarma de sus ausencias. En agradecimiento a esta protección, cuando entró en Valencia y Mallorca, entregó a los templarios un tercio de lo conquistado por haberle ayudado en su empresa. El monarca regresó en numerosas ocasiones a Monzón y sus alrededores. Fue también muy devoto de la Virgen de la Alegría, cuyo eremitorio había conocido en su estancia en Monzón.

Derecha y abajo Vista de la ermita

de la Virgen de la Alegría

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

El último reducto templario en la Corona de Aragón El rey Jaime II, siguiendo las instrucciones del papa Clemente V, procedió, al igual que el rey francés Felipe IV, a perseguir a la Orden. Se levantaron acusaciones falsas y diversas calumnias sobre los caballeros del temple. El uno de diciembre de 1307 el monarca ordenó proceder contra los templarios y confiscar todos sus bienes. El maestre provincial, Jimeno de Lenda, que se encontraba en Valencia, fue apresado. En ese mes cayó el castillo de Peñíscola y varias fortalezas valencianas. La mayor parte de los comendadores prefirieron fortificarse y encastillarse, y así en enero de 1308 no acudieron a Valencia como les ordenó el rey. Berenguer de Bellvís, comendador de Monzón, preparó las defensas, aunque seguía enviando a algunos caballeros a realizar servicios a Monzón e incluso a algún pueblo de la encomienda para dar la impresión de normalidad en los lugares que estaban bajo su dependencia. El castillo fue asediado en el mes de marzo por las tropas de Artal de Luna, mientras que las de Alfonso de Castelnou rodearon Chalamera, que también dependía de la encomienda montisonense. Las tropas del rey rodearon la muralla, acampadas junto al cerro de Santa Quiteria. La resistencia se tornó muy difícil. Las catapultas y mangoneles no solo disparaban piedras, sino bolas de fuego encendidas que provocaron enormes daños. Mientras, fueron cayendo las principales encomiendas: Cantavieja, Gardeny, Tortosa o Villel, y el cerco sobre Monzón se intensificó. Llegaron más máquinas de asalto desde Zaragoza y Huesca. En los inicios del otoño el ejército se introdujo en la ciudad. A partir de ese momento los templarios quedaron cercados en su propia fortaleza.

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I TEMPLARIOS DE MONZÓN I

Arriba Detalle de arquitectura popular en Chalamera Abajo Chalamera, bajo el montículo

que alojó su castillo

Tras la caída de Miravet, en el mes de diciembre de 1308, solo quedaban Monzón y Chalamera. En este último castillo resistían el comendador y seis templarios, pero se encerró mucha gente de las poblaciones próximas apoyando la causa templaria. En Monzón aguantaron el cerco cuarenta templarios y una docena de acompañantes. El día 16 de mayo de 1309, los asediados se encontraban prácticamente sin víveres. Cayó el Morrerón y por allí se lanzaron los soldados de Artal. Los templarios resistieron, pero su situación era desesperada. El 23 de mayo, al atardecer y tras una jornada de nuevos ataques, Berenguer ordenó la rendición. Entregaron todos los bienes y los caballeros de la orden fueron apresados. Chalamera también se rindió y los templarios fueron llevados a diversas mazmorras, entre ellas, la de Belver. Algunos murieron por el hambre y enfermedades. Otros fueron torturados por la inquisición en Lérida. Al final, en 1212, tras el concilio de Tarragona, y con la orden disuelta, se les dio la libertad. Berenguer de Bellvís se retiró a Chalamera. José Antonio Adell Castán 13


I MAPA DE LA RUTA I

a Barbastro

Castejón del Puente

Cofita Ariéstola

La Almunia de San Juan

Selgua

Monzón a Fonz

Conchel Pomar de Cinca

Binéfar

Pueyo de Santa Cruz

a Tamarite de Litera

Valcarca Binaced

Estiche de Cinca Alfántega

La Mora

a Lérida

Santalecina Albalate de Cinca

Alcolea de Cinca

Belver de Cinca

Virgen de Chalamera

Chalamera

Osso de Cinca Almudáfar

Ballobar

Zaidín

Velilla de Cinca San Valero

Villa Fortunatus Los Zafranales

Fraga a Zaragoza

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Torre de los Frailes

a Lérida


LA RUTA

Detalle de la portada de Santa MarĂ­a de Chalamera


I CASTEJÓN DEL PUENTE I

Castejón del Puente En 1219, el rey Jaime I otorgó a los templarios la villa de Castejón del Puente con todas sus pertenencias (que incluían el castillo y el puente que hoy le dan nombre), a cambio de 1.000 sueldos anuales, aunque en 1259 se condonó el impuesto por la colaboración de la orden en diferentes empresas militares. Por aquel entonces y hasta el siglo XIV, la localidad se llamaba Castejón Cebollero (Castillon Cepollero o Cevollet), un topónimo que, por un lado, hacía referencia al castillo que vigilaba el gran puente que cruzaba el Cinca y, por otro, o bien a su renombradas cebollas o bien a que se situaba en una frontera o límite («cap»), a lo que haría referencia la raíz «ceb», cuando el lugar fue conquistado por el rey Pedro I en 1099.

Abajo Panorámica de Castejón del Puente Derecha arriba Ermita de la Bella Derecha abajo Tramo de la vía Ilerda-Osca

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El primer seminario de Aragón Con el paso del tiempo, al lado del templo medieval de la Bella creció una importante hospedería y en esas mismas instalaciones, actualmente desaparecidas, nació a principios del siglo XVIII el primer seminario de Aragón, que más tarde se trasladó de Barbastro.


I CASTEJÓN DEL PUENTE I

Puente y castillo están, prácticamente, desaparecidos, pero queda la antigua iglesia de la fortaleza, la ermita de la Virgen Bella, de origen románico del siglo XIII. En la portada se puede apreciar la calidad de esta construcción en piedra arenisca, donde no faltan las marcas de cantero. La única nave se cubre con bóvedas ligeramente apuntadas –un rasgo tardorrománico– y se dirige litúrgicamente hacia el Este, en donde una cabecera recta y un camarín para la Virgen sustituyen al ábside semicircular que tuvo, fruto de las reformas llevadas a cabo tras el incendio de 1896. Los muros conservan restos de pinturas de transición del románico al gótico, en las que aparecen personajes y una cabeza de dragón. 17


I CASTEJÓN DEL PUENTE I

Otros atractivos de Castejón del Puente

Restos del puente sobre el río Cinca

Trinchera del ejército republicano

Para visitar En lo alto de Castejón se levanta la iglesia de la Asunción, del siglo XVI, construida por Juan de Aracil, a quien se atribuye un relieve de la Virgen que decora la fachada renacentista de la hermosa casa consistorial. Enfrente del pueblo, en el tozal de las Aguaderas, se pueden visitar las trincheras construidas en ladrillo por el ejército republicano durante la guerra Civil, con el objetivo de defender la carretera Barbastro-Monzón y el aeródromo al otro lado de esta. Pese a su estudiada distribución de fosos, nidos de ametralladora y estancias subterráneas, de poco sirvieron ante la ofensiva franquista de 1938. El Centro de Interpretación de las Comunicaciones «La Malena» (974 404 466) da una excelente visión de todo el pasado de Castejón del Puente. 18

Tal vez, el nombre de Bella, derivado, en realidad, de las palabras Vella o Viella (vieja) proceda de una antigua devoción de la Virgen asociada al puente y que los templarios trasladaron a su actual ubicación. Incluso puede evocar algún culto precristiano anterior, puesto que el gran puente que cruzaba el Cinca, cuya longitud superaba los 300 m, es muy anterior al momento en el que los templarios comienzan a controlar su paso, y a cobrar por ello. Algunos estudiosos apuntan un origen islámico, pero otros lo remontan a época romana, incorporando esta magna obra a la calzada IlerdaOsca, en realidad, un tramo de la vía De Italia in Hispania o Ab Asturica Terracone. Su ruina definitiva llegó con las guerras carlistas del siglo XIX, derrumbándose su último arco en 1903 y siendo sustituido por una barca con polea. Utilizando esta vía, no faltaron peregrinos camino de Santiago de Compostela o simples transeúntes se refugiarían en el antiguo Hospital de San Salvador, luego reconvertido en ermita de los Santos Justo y Pastor, que los mismos templarios debieron promover.


I SELGUA I

Selgua Selgua se enclava junto a la antigua vía romana Ilerda-Osca y hay quien remonta hasta esa época el pozo-fuente conocido como pozo Gil, que mana en las inmediaciones. Hasta esta pequeña localidad no vamos exactamente al encuentro de los monjes-guerreros, sino al de un caballero de la época. La ermita de San Salvador se levanta sobre un montículo, al noreste del pueblo. Es un pequeño edificio construido en piedra arenisca, de origen románico, pero muy transformado. Nada en él Detalle de la torre de la iglesia parroquial hace sospechar acerca del singular monumento funerario que guarda en su interior. Es una obra del siglo XIII, a medio camino del románico y del gótico inaugural. El sarcófago apea sobre unas columnitas, con capiteles profusamente decorados, y lo protege un arco solio, asimismo enriquecido con diversos motivos. Sobre él yace un guerrero vestido con cota de malla y casco, y armado con espada corta y escudo, al que acompaña un séquito funerario, al fondo. Encima, los ángeles portan su alma al cielo. Una galería de arquillos y un friso vegetal dan paso a una cornisa, con ménsulas de rostros grotescos y adornos de entrelazo vegetal y geométrico de aire mudéjar. Este desconocido caballero se ha relacionado con Fernán Sánchez, hijo ilegítimo del rey Jaime I y fundador de la baronía de Castro; pero también con Ermengol III, conde de Urgel, y con algún miembro de la casa de Erill, señores de Selgua. Sepultura medieval de la ermita de San Salvador y detalles decorativos de la misma

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I CONCHEL I

Conchel La localidad que sí perteneció a la encomienda templaria fue Conchel. Esta población formaba municipio con Selgua hasta que ambos núcleos se incorporaron a Monzón. La parroquial, dedicada a Santa María Magdalena, lleva fecha de 1702, aunque sustituye a un edificio románico anterior del que se reaprovechó parte del material. Su diáfano interior barroco custodia una de las escasas reliquias existentes en Aragón de la Vera Cruz, procedente de la Cruz de Caravaca que los templarios custodiaban en el castillo de Monzón.

Iglesia Santa María Magdalena

Restos del castillo de Conchel

Pero su monumento más emblemático es el torreón que se eleva en un extremo del caserío, desde donde se obtiene una hermosa y estratégica vista sobre las ondulantes riberas del Cinca, así como de Monzón y la popular ermita de la Virgen de la Alegría. Los restos de la fortaleza de Conchel corresponden a una torre edificada en el siglo XV, que debió tener hasta 4 pisos sobre su base en talud y que se construyó adaptada para el uso de armas de fuego, como muestra el tipo de troneras que rasgan los muros de piedra sillar. Su construcción supuso una adaptación a los nuevos tiempos del castillo altomedieval que, junto a la villa, Pedro I concedió a la iglesia de Santa María de Monzón en 1098. También se conservan restos de muralla y de un aljibe.

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I COFITA I

Cofita Al norte de Monzón y, aproximadamente, enfrente de Castejón del Puente, las localidades de Ariéstolas y Cofita también pertenecieron a la Orden del Temple. Ariéstolas es hoy el reducido núcleo de una finca, con una ermita dedicada a San Juan. Por su parte, Cofita siempre fue un lugar más relevante para la encomienda montisonense, al situarse enfrente de Castejón y, por tanto, al otro lado del puente que cruzaba el Cinca. Por eso también, tuvo un comendador subalterno, supeditado al que residía Ejemplo de los grabados templarios en Monzón. Cofita pasó a depender del Temple en 1146, cuando su poseedor, Sancho Aznar, a quien le había entregado el lugar Alfonso I el Batallador, lo donó al gran maestre Pedro de Zameira. La iglesia de Santa María Magdalena de Cofita es de finales de ese mismo siglo. Es un templo austero, construido en buena cantería de piedra, algo Santa María Magdalena de Cofita desvirtuado al haber sido acortado por la parte de los pies, que pasó a pertenecer a una vivienda particular. Lo más interesante y lo que atestigua su vinculación a la orden son algunos grabados de monjes-guerreros que aparecen en algunos sillares del exterior y, dentro, la cruz de malta que decora el frente del altar.

Almunia de San Juan Esta localidad fue otra de las posesiones templarias de la encomienda de Monzón. Conserva ciertas casas de interés, entre las que se enmascara un antiguo castillo nobiliario. La parroquial de San Pedro en un edificio del siglo XVI levantado en ladrillo, pero que integra restos del templo románico anterior; sobre el caserío se eleva la ermita de la Magdalena, reutilizando un torreón medieval; y a las afueras está la ermita de la Piedad, que también se levanta sobre una edificación anterior. De camino a ella se puede contemplar un curioso calvario, con unas escaleras talladas en la roca arenisca. La población tiene una singular vinculación con el agua, siendo varios los aljibes y sistemas de conducción tallados en la roca que se remontan a época musulmana. Pero la infraestructura hidráulica más sobresaliente es el canal de Aragón y Cataluña y, concretamente, el sifón del Sosa, que Alfonso XIII inauguró en 1906.

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I PERSONAJES DE LA HISTORIA I

Personajes de la historia Fernán Sánchez, barón de Castro Fernán o Ferrán Sánchez es uno de los nombres propuestos para el caballero enterrado en Selgua. Fue hijo natural del Jaime I el Conquistador, quien le donó el lugar de Castro y Estadilla como premio a su ayuda en la toma de Valencia, naciendo así la baronía de Castro. En 1269, embarcó con su padre rumbo a Tierra Santa para luchar contra los turcos, recalando en Acre. A su regreso, hizo escala en Sicilia, donde el rey Carlos de Anjou le agasajó y nombró caballero. Sus gestas y ese reconocimiento aumentaron los celos de su hermanastro, el infante don Pedro, quien lo intentó asesinar en Burriana (Castellón), salvándose gracias a su esposa, Aldonza Ximénez de Urrea. Tras este fracaso, lo acusó de traición y de intento de magnicidio, mediante el uso de venenos y prácticas de hechicería. El de Castro, enfadado y desasistido por su padre, se puso al frente de una confederación de nobles descontentos, no tanto con el rey como con el infante. Las tropas de don Pedro atacaron el castillo de Castro, mientras Fernán renunciaba a su vínculo de vasallaje con el monarca. De camino a Antillón, logró evitar una celada y huyó al castillo de Pomar, a orillas del Cinca, donde ante lo insostenible de la situación urdió un plan de fuga. Mientras uno de sus vasallos vestido con sus ropas fingía una huída, él intentaba escapar disfrazado de pastor. La estratagema no funcionó y el barón fue capturado al no poder vadear el río. Don Pedro actuó rápidamente y lo mandó ahogar en aguas del Cinca. Ermita de San Salvador. Selgua

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I PERSONAJES DE LA HISTORIA I

El maestre Guillem de Montrodón Guillem de Montrodón fue maestre de la Orden del Templo en Aragón, Cataluña y condado de Provenza, y ejerció de educador del futuro Jaime I en el castillo de Monzón. Nacido en el seno de la baja nobleza catalana de la comarca de Osona, ingresó en la Orden en 1203. Cuatro años después fue nombrado comendador de Gardeny, cargo que ocupó hasta 1211, pasando a ser el máximo representante del Temple en la Corona de Aragón. En 1212 luchó al lado del rey Pedro II en la batalla de las Navas de Tolosa y, al año, siguiente en la de Muret, donde el monarca perdería su vida defendiendo sus intereses al otro lado de los Pirineos, frente a los del Simón IV de Monfort, que estaba ocupado en reprimir la revuelta albigense. El entonces infante don Jaime, que ya era rehén del vencedor, en virtud del acuerdo matrimonial al que habían llegado su padre y el barón de Monfort, quedó ahora retenido por este. Guillem de Montrodón viajó a Roma para pedir al papa Inocecio III la libertad del heredero a la Corona de Aragón, que quedó liberado en 1214. Fue así como el maestre templario se convirtió en tutor del infante, de los seis a los nueve años. Nombrado Procurador General de las rentas reales en Cataluña en 1220, murió en 1225. Más adelante, Jaime I el Conquistador elogió la lealtad de su protector en el Llibre dels Fets.

El homenaje a Guillen de Montrodón En 2001 Monzón celebró el primer Homenaje a Guillem de Montrodón, el maestre templario que fue tutor del rey Jaime I. Durante un fin de semana de mayo, la ciudad cinqueña acoge un animado y nutrido mercado medieval, pasacalles y espectáculos de cetrería, cuentacuentos, conciertos e, incluso, justas, pero lo más vistoso del programa es el gran desfile templario que recorre las calles del centro urbano y asciende hasta el castillo, todo un regreso al siglo XIII.

Derecha

Guillen de Montrodón Abajo

Sepulcro de Jaime I en el monasterio cisterciense de Santa María de Poblet

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I MONZÓN I

Monzón Monzón fue conquistado a los musulmanes por el Cid Campeador en 1083, pero fue una posesión efímera. Más adelante, el futuro Pedro I volvió a conquistar la plaza en 1089 y su padre, el rey Sancho Ramírez, se la cedió en tenencia bajo la denominación de ‘regnum’. Tras esa primera toma se comenzó a construir la iglesia de Santa María del Romeral, aunque Monzón se volvería a perder y a recuperar en sucesivas ocasiones hasta su definitiva integración en el reino de Aragón en 1141, para ser cedido a los templarios dos años después. Actualmente, el templo de Santa María del Romeral es concatedral de la diócesis de Barbastro-Monzón. Al exterior, las reformas ocultan sus orígenes románicos, pero por dentro muestra bien su aspecto primitivo, con tres naves cubiertas con bóveda de cañón, separadas por pilares cruciformes y dirigidas a sendos ábsides, de los que el central y el meridional son los originales. Entre los siglos XVI a XVIII fueron varias las capillas que se añadieron a este interior. Asimismo, en el siglo XVII se levantó la actual torre mudéjar.

Panorámica de Monzón

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Interior de Santa María del Romeral


I MONZÓN I

La decoración, muy sobria, se limita a los capiteles de la nave, que presentan motivos geométricos o florales, con lazos, palmetas, líneas cruzadas y alguna pequeña cabeza humana. Pero, sin duda, la imagen de la capital del Cinca Medio está asociada a su castillo, alzado sobre una gran roca y que ya tenía una larga historia cuando fue entregado a los templarios. Pese a que su aspecto es fruto de toda una larga y activa Capitel de la concatedral de Santa María vida militar y, en buena medida, de las reformas realizadas entre los siglos XVII a XVIII, tiene algo de Krak de los Caballeros, con el que está emparentado. Sin estar claros sus precedentes hispanoromanos, hay suficientes testimonios acerca de su importancia en época musulmana, siendo muy disputados entre los walíes o gobernadores de Huesca y Lérida, como después lo fue entre caudillos y reyes cristianos y musulmanes. A partir Castillo de Monzón de 1143, el castillo se convierte en la principal encomienda de la Orden del Temple en Aragón, adquiere su fisonomía románica de los siglos XII y XIII, y alcanza una fama que aún le acompaña. Del mismo modo, la disolución de la orden en 1308 acarrea su decadencia. Un año después, Jaime II asediaba y derrotaba a los templarios resistentes y en 1317 traspasaba el castillo a la Orden del Hospital de San Juan. No obstante, la fortaleza mantuvo una importante actividad militar a lo largo del tiempo, participando en todas las guerras peninsulares desde el siglo XVII al XX.

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I MONZÓN I

Castillo de Monzón 8

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7 6

2

2 1

5 4

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1 Rampa de acceso Larga y acodada, termina por adentrarse en una gran sala excavada en el cerro. Siglos XVII-XVIII.

2 Baluartes, muros, polvorines y garitas

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Están realizados en ladrillo y son fruto de la modernización del castillo que se lleva a cabo a raíz de las guerras de Cataluña (1640-1657) y Sucesión (1704-1711).

3 Entrada al recinto románico En ángulo y bajo una bóveda de ladrillo, da paso a un recinto con planta ligeramente triangular.

4 Torre de Jaime I

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La tradición dice que sirvió de aposento al futuro Jaime I el Conquistador, cuando, tras la muerte de su padre Pedro II en la batalla de Muret (1213), se encomendó la educación y custodia del entonces niño al maestre Guillem de Montrodón. La torre, elevada entre dos laderas, protege la entrada y su planta inferior fue cárcel de la encomienda.

5 Iglesia de San Nicolás

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Románica, es un punto destacado del castillo. Su ábside, con terraza al exterior, es una defensa más que protege la entrada. Al interior, el espacio es una amplia nave con bóveda apuntada de inspiración cisterciense. Su portada principal se adorna con un crismón y en el muro sur, una entrada secundaria muestra decoración visigoda. Acoge el Centro de Interpretación de los Templarios.


I MONZÓN I

6 Torre de las Dependencias 6

Los caballeros templarios tenían aquí dormitorios y otras instalaciones de intendencia. Fue bastante modificada en épocas posteriores.

7 Torre del Homenaje Aislada, centraliza el espacio. Su aparejo es singular: sillares en las esquinas y cantos rodados dispuestos en espiga para los paños. La restauración recuperó un ventanal doble, con vanos en arco de herradura apuntados. Sería una construcción anterior al periodo templario.

8 Sala capitular o refectorio Espaciosa nave rectangular cubierta con bóveda apuntada de los siglos XII-XIII. Comunica con el aljibe. Hay otros aljibes junto a la rampa de acceso. 7

Túneles Son numerosos y parten desde diversos edificios (capilla, torre de Jaime I, torre de las Dependencias, etc.). Algunos proceden de época medieval y otros corresponden a las minas y contraminas realizadas durante de la guerra de la Independencia.

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I MONZÓN I

La judería de Monzón

Para sumergirnos en el Monzón medieval, sobre el que velaban el castillo y la iglesia de Santa María, nada mejor que recorrer las calles de su antigua judería. Según el especialista Miguel Ángel Motis, la floreciente comunidad judía de Monzón tuvo su origen en la definitiva conquista cristiana y fue decisiva la llegada de los templarios, de los que fue vasalla, pasando más adelante a depender de la Orden del Hospital. Su ámbito de influencia desde 1289 incluía a comunidades hebreas menores, como las de Albalate de Cinca, Pomar, Estadilla, Alcolea y Granella. Aún hoy, su red viaria mantiene su identidad, adaptada a las faldas del castillo y en torno a la calle de Arriba, con embocaduras en la calle Huertos, al Oeste, y en la plaza de Santa María del Romeral, al Este, además de otro paso ocluido en la calle del Obispo. La sinagoga estaba cerca de la parroquia de Santa María.

Detalles de la judería de Monzón

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I MONZÓN I

Casas y calles El trazado urbano de Monzón cuenta con unos cuantos ejemplos de buena arquitectura civil. El principal es el ayuntamiento, un edificio del siglo XVI, que sigue las pautas de las casas solariegas aragonesas en ladrillo. Otros son la casa Pano (C/ San Antonio), del siglo XVII, donde nació el humanista aragonés Mariano de Pano; y el palacio de los Zacurca, en la misma calle; la casa natal de Joaquín Costa (calle Mayor), que alberga el museo dedicado a su figura y la sede del Centro de Estudios de Monzón y Cinca Medio; la casona que aloja el Museo Etnológico y los palacios de Luzán y los Fortones, con un hermoso alero de madera (todos, en la Calle Blas Sorribas); además de los bonitos edificios de líneas modernistas de la calle Barón de Eroles. Finalmente, la iglesia de San Juan es un hermoso ejemplo de iglesia de planta de salón del siglo XVI. Otro punto a visitar es la cercana ermita de la Virgen de la Alegría, a donde se va en una concurrida romería que se celebra cada Lunes de Pascua.

Arriba

Escudo heráldico de la casa Pano y plaza Mayor de Monzón

En la orilla derecha del Cinca, aguas abajo de Monzón, Pomar de Cinca, Estiche de Cinca y Santalecina conforman el municipio de San Miguel de Cinca.

Pomar fue el escenario de la muerte del barón de Castro, Fernán González, el hijo

bastardo de Jaime I, que fue asesinado por orden de su hermanastro, el futuro Pedro III. No quedan restos que ambienten aquellos hechos, tampoco su pasado templario, pero sí un bonito caserío, de calles irregulares y alguna recia casona, y un buen ejemplo de arquitectura religiosa del siglo XVI en la iglesia del Santísimo Salvador. Además acoge el Centro de Interpretación de los Humedales (974 413 001).

Siguiendo las aguas del Cinca, Estiche es otra bonita población bajocinqueña, con buenos ejemplos de arquitectura popular, que presentan vistosos aleros y enrejados. La parroquial de San Miguel es un edificio barroco que integra tanto elementos anteriores como reformas posteriores. Por último, Santalecina fue villa amurallada que, a finales del siglo XII, pasó a pertenecer a la encomienda templaria de Monzón. En sus inmediaciones se encuentran los restos de una villa romana (Tozal de los Moros), entre otros muchos restos de la antigüedad que hablan de rico pasado de esta zona. La parroquial de San Salvador es del siglo XVI, aunque como en el caso anterior integra elementos de diversas épocas. 29


I BINÉFAR I

Binéfar Binéfar perteneció al Temple y en el siglo XIV pasó a los sanjuanistas. Cerca de la población se pueden visitar el yacimiento de La Vispesa (ubicado en el término de Tamarite de Litera), donde se encontró la conocida «estela ibérica de Binéfar», hoy en el Museo de Huesca, y el poblado medieval de Tarradellas (ubicado en el término de San Esteban de Litera), con cías y un interesante lagar. La población ha quintuplicado su población en el último siglo, debido entre otros factores a la llegada del ferrocarril, del canal de Aragón y Cataluña y a las importantes empresas agroganaderas surgidas en la población. Su lonja es un referente nacional del precio del vacuno. Una visita por el casco antiguo nos lleva a la iglesia parroquial de San Pedro, que fue sede de las Cortes de Aragón en 1585, presididas por el rey Felipe II. Se edificó en el siglo XV y se amplió en el siglo XVIII. Tiene planta rectangular y está formada por tres naves, crucero, ábside con capillas, coro y torre. La nave central se compone de cuatro tramos cubiertos con bóvedas nervadas de crucería estrellada, pertenecientes a la primitiva iglesia gótica. Las naves laterales son más bajas que la central y corresponden al estilo barroco. Sobre el crucero se sitúa un amplio cimborrio, quedando los brazos cubiertos con bóvedas de lunetos. La torre presenta planta octogonal con cuatro cuerpos separados por impostas. En el lado opuesto se encuentra el baptisterio, en el que podemos admirar una puerta gótica convertida en ventanal con vidrieras. La portada es un ejemplar singular de gótico flamígero, único en Aragón. El retablo mayor, quemado en la última contienda, era obra de Damián Forment.

Izquierda

Detalle de la estela funeraria del yacimiento de La Vispesa, en Tamarite de Litera, expuestas en el Museo de Huesca

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I BINÉFAR I

Recorriendo las dos calles que unen la plaza de la iglesia (plaza Padre Llanas) con la plaza de La Litera encontramos algunos edificios de interés, aunque desgraciadamente la mayor parte de ellas se han derribado en el pasado siglo. Se pueden admirar la actual casa de Cultura, que fue ayuntamiento y cárcel de la villa, restaurada en la década de los ochenta; casa Ruata, con escudo de armas, y algunas casas solariegas de la calle Mayor y de la plaza de La Litera. La cruz de término gótica, derribada en 1931, fue restaurada por el artista Pepe Beltrán. Se pueden admirar en la plaza de la iglesia y en la calle Mayor algunas cías, de la gran cantidad que Iglesia parroquial de San Pedro existen, que se han protegido. Un recorrido por la población nos indica también numerosos árboles notables. En su término destaca la sierra de San Quílez, auténtico pulmón verde de la villa, y la ermita de la Virgen del Romeral. Las fiestas mayores de la población son el 14 de septiembre (Santo Cristo de los Milagros). Destacan la ofrenda floral al patrón con paloteado, incorporado en los últimos años, el desfile de carrozas y la actividad de las peñas. El día 6 de enero se celebra por la tarde la procesión, misa y hoguera en honor a San Quílez, a cuya ermita se acude el lunes de Pascua. A la Virgen del Romeral se va el primero de mayo, según singular voto de la población de 1690. Debe destacarse también su mercado mensual cada día 12, su Feria de la Ternera y la Muestra de Teatro Imaginaria, promovida por el Ayuntamiento y «Los Titiriteros de Binéfar». Mirador de la sierra de San Quílez

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I VALCARCA I

Pueyo de Santa Cruz

Ábside románico de la Iglesia de San Salvador

Valcarca Volviendo a la comarca de Cinca Medio y dentro del municipio de Binaced, Valcarca también perteneció a los templarios de Monzón. A ellos correspondió la construcción de la iglesia parroquial, dedicada a la Transfiguración, un edificio románico de mediados del siglo XIII que guarda gran semejanza con las iglesias de Cofita o Monzón. Es una obra austera, pero de proporcionadas medidas y cuidada sillería, en la que resalta el gran espesor de sus muros, de hasta 2,10 m, lo que permitió practicar en su interior capillas y una pequeña sacristía. Su nave única, terminada en el correspondiente ábside, contó con dos entradas, la principal, reformada en ladrillo. En las inmediaciones, sobre un saso que domina la fértil huerta de la localidad, se eleva la ermita de San Elías, también de origen románico, aunque su aspecto obedece a una reforma del XVIII. Y de la cercana vía romana Ilerda-Osca que pasaba por las cercanías de la localidad, procede un miliario conservado en la finca particular Casasnovas. San Elías

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Esta localidad también perteneció a la encomienda montisonense y su actual iglesia del siglo XVIII sustituye a un templo anterior, perteneciente a la orden militar. Pero lo más interesante de Pueyo es su taller alfarero tradicional, con hermosas piezas en las que predominan la decoración pintada en tonos azules.

Alfántega Con un nombre de inconfundible raigambre árabe (al-fûnduq: posada donde se alojan los mercaderes), fue otra posesión templaria en torno a Monzón. La iglesia de Santa María Magdalena es una sencilla construcción barroca y de esa época es la cruz de Malta, de la Orden de San Juan, que puede verse en la fachada de una casona. En las inmediaciones se puede visitar la fuente de la Mora.


I BINACED I

Binaced Al sur de Monzón, Binaced fue otra de las posesiones del Temple. En la localidad son numerosas las casas solariegas, que junto al ayuntamiento, del siglo XVI, forman un agradable conjunto urbano; mientras que la iglesia parroquial de San Marcos, destruida casi totalmente en 1936 y reconstruida en la década de 1970, solo conserva la cabecera y parte de la torre de la construcción original del siglo XVIII. Para ambientar su pasado medieval hay que llegar hasta el castillo de la Mora o de las Carboneras, a unos 2 km al sur de la localidad, que pudo estar asociado a un despoblado medieval denominado Castillón de Carboneras. La fortaleza también parece tener un origen musulmán, aunque mantuvo cierto relieve en época cristiana: en el siglo XII Alfonso II lo cede a Bertrán de San Esteban y en el XIII pasa a los templarios de Monzón. Su historia está ligada a una rebelión contra Pedro IV en 1336, protagonizada por Sancho de Novellis, lugarteniente del sobrejuntero o jefe administrativo de Sobrarbe, quien se acantonó con a una partida de bandoleros hasta que fue detenido y juzgado, y el castillo devuelto a su legítima propietaria, la dama Martina Pérez de Lázano, conocida como la Mora.

El pontón Es un pequeño puente de un solo ojo que salva el llamado arroyo o barranco de la Mora. Se pone en relación con la red viaria romana, en concreto, con una vía secundaria que se desviaba desde Fraga para llegar a Graus. La calzada es perfectamente visible hacia el Norte, donde, pese a la erosión, se aprecian partes del firme enlosadas, rodadas, andenes y taludes laterales.

Acceso al castillo de la Mora: saliendo de Binaced hacia Albalate de Cinca, se toma el desvío a la ermita de Santa Ana para, inmediatamente, tomar la pista de la izquierda, por donde se puede seguir hasta divisar el castillo enfrente, dejando el vehículo. Se sigue a pie hasta el castillo (unos 20 min andando). Abajo

Castillo de la Mora o de las Carboneras

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I ALBALATE Y BELVER DE CINCA I

La ruta prosigue hacia pueblos que se sitúan frente a frente, a ambas orillas del fértil río Cinca, una riqueza que favoreció el asentamiento humano desde antiguo, como testimonian los diversos restos romanos y musulmanes, como árabes son algunos de sus nombres. Abajo Portada del palacio ducal de los

Solferino junto al torreón Almohaje, en Albalate de Cinca Casa Camilo en Belver de Cinca

Albalate de Cinca Albalate de Cinca muestra sus orígenes medievales en su urbanismo de sus calles y en el torreón Almohaje, su monumento más significativo. Es un resto del castillo-palacio de la familia Espés, del siglo XIII, y en su interior se pueden contemplar pinturas renacentistas, en grisalla, sobre la historia bíblica de Judit. Anexo se encuentra el palacio ducal de los Solferino, renacentista y con elementos barrocos en su fachada. También son notorias otras casonas renacentistas, entre las que destaca el ayuntamiento. Sobresale también la portada románica de la iglesia, austera y tardía, del siglo XIII.

Portada románica de la iglesia de Albalte de Cinca

Belver de Cinca Belver de Cinca es una fundación de la encomienda templaria de Monzón en el siglo XII. De esas fechas es su disposición alargada, con portales de acceso al núcleo más antiguo. Entre calles se pueden ver algunas casas palaciegas, como las de Camilo y Abadía, levantadas en lo que fue castillo y donde se conservan las mazmorras en las que fueron encerrados los últimos templarios, unos 40, que resistieron el edicto de disolución del temple, después de que la Inquisición y don Artal de Luna rindiesen el castillo de Monzón, en 1309. Durante este 34


I ALCOLEA DE CINCA I

cautiverio, murieron 12 miembros de la orden, que fueron enterrados en la cripta de la ermita de Nuestra Señora de Gracia. Cerca, se conserva una pequeña capilla elevada en el lugar donde estuvo la primitiva iglesia templaria de San Juan Bautista.

Alcolea de Cinca En cuanto a Alcolea de Cinca, está documentada su pertenencia al Temple desde 1143, si bien de aquel pasado solo queda el trazado medieval de su urbanismo. En la plaza de Neptuno se puede admirar el molino de agua, que conserva su maquinaria original. En el pueblo también se pueden contemplar una iglesia barroca y vistosas casas solariegas de los siglos XVII y XVIII, entre las que sobresale a casa consistorial, ubicada en el antiguo palacio del duque de Alba, señor del pueblo. Aunque, sin duda, son la famosas «ripas», los espectaculares cortados formados por el río, el principal atractivo de Alcolea. De gran importancia natural, permiten paseos tanto por su base como por su cima.

La magia de las «ripas» Por las ‘ripas’ de Alcolea sonaban los aullidos del hombre lobo Manuel, sobre todo, los días de fuerte viento, y sobrevolaba la bruja Cristineta, según cuenta Sender. Otro que «voló» fue Pedro Saputo, en el relato de Braulio Foz. Para lograr vender el vino sobrante en Alcolea, este avispado personaje anunció su vuelo desde las «ripas», atrayendo a mucho curioso ingenuo, a la vez que lo iba posponiendo, mientras los asistentes consumían el vino. Finalmente, Pedro lanzó su gabán y huyó a refugiarse al monasterio de Sijena. Abajo Vista de Alcolea ante

las «ripas»

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I OSSSO DE CINCA, ALMUDÀFAR I

Osso de Cinca Esta población, conformada junto a la iglesia, se vertebra, actualmente, en varias calles que confluyen en la carretera que recorre la orilla izquierda orográfica del río Cinca. Posee distintos elementos de interés, como Casa Pirla (o Mora), del siglo XIX, ahora casa consistorial, de estilo aragonés, en cuya fachada aparece en el arco de la puerta el año 1847. La iglesia de Santa Margarita, patrona de la localidad, es de estilo barroco con nave rectangular, seis capillas laterales y portada entre pilastras, con arco de medio punto decorado con motivos geométricos. Sus fiestas son para Santa Margarita (20 de julio) y la fiesta de la Rosa, el primer domingo de mayo, donde en la misa se regala una rosa roja a todos los asistentes. Destaca también la concentración ecuestre que se realiza cada año en el mes de junio.

Arriba Calle de Osso de Cinca, al fondo la torre mudéjar de la iglesia parroquial de Santa Margarita

Almudáfar

Abajo Portada de

casa Pirla, en la calle Mayor. Almudáfar

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La población se levanta sobre una terraza que domina el Cinca y las casas se agrupan a lo largo de una única calle. Destaca casa Pirla, del siglo XVIII. En las dovelas aparecen rombos y símbolos solares y en la clave de su arco una rueda solar. Un relato histórico-legendario nos dice que cuando Ramón Berenguer IV conquistó Lérida en 1149, el último reyezuelo moro, de nombre Almudáfar, aceptó la rendición con algunas condiciones. Una de ellas era ser desterrado en algún lugar junto al río Cinca y que allí nadie le molestara. De ahí tomó su nombre la población.


I ZAIDÍN I

Zaidín Conserva un tramo de su antigua muralla con dos torres cilíndricas y una rectangular. Esta muralla constaba de cinco puertas. En algunos de sus edificios de la parte antigua aparecen inscripciones de los siglos XVI y XVII. Su iglesia parroquial es barroca con planta de cruz latina, puerta con arco de Arriba Ermita de San Antonio. Zaidín medio punto y hornacina. El ayuntamiento conserva su puerta originaria fechada en 1766. En la calle Mayor aparece un portal con escudo y fecha de 1577. Casa Andrevet, fechada en 1780, conserva su zócalo de sillería y el resto de las plantas de ladrillo. En su fachada encontramos, a un lado, una enorme puerta con arco y, en el otro, se abre un pasadizo por donde comienza la calle del Arco. En las afueras, la ermita de San Antón, del siglo XVIII, corona un cerro, donde el día del titular (17 de enero) concurren las gentes con espectaculares carrozas. Sus fiestas mayores son para la Asunción. El escritor Ramón J. Sender menciona a los duendes de Zaidín. Dice que aquellos seres diminutos tenían un agrio sentido del humor y un gran apego por la familia con la que habitaban. Por las noches tejían y provocaban extraños ruidos. Entre 1915 y 1919 se les comenzó a temer por los desmanes que, se creía, ocasionaban. En esta población nació el científico Alberto Galindo, pionero de la Física Teórica en España, el periodista Joaquín Ibarz, los escritores Mercé Ibarz, Mario Sasot y Francesc Serés, y el cantautor Antón Abad.

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I PERSONAJES I

Personajes

Teodoro Bardají BINÉFAR, 1882 – MADRID, 1958

Padre Llanas Binéfar, 1843 – Zaragoza, 1904

El Padre Eduardo Llanas, ilustre escolapio, que destacó como orador, publicista y escritor religioso, nació en Binéfar en 1843. Inició su apostolado en Cuba, siendo rector del colegio de Gauanabacoa, donde presidió la asociación de católicos e implantó un seminario. Regresó a Barcelona, donde fundó el colegio Samá de Vilanova i la Geltrú. De voz robusta, clara, con estilo ameno y culto, sus conferencias y sermones reunían lo más granado de la sociedad catalana. Pronunció las oraciones fúnebres de la reina María de las Mercedes y de Alfonso XII. Dejó diversas publicaciones. Fue elegido miembro de la Academia de las Buenas Letras y dirigió la Academia Calasancia. En 1900 fue nombrado vicario general de las Escuelas Pías de España. Leyó el discurso inaugural de la Asociación Excursionista catalana en 1883, que dedicó a una visita realizada desde Binéfar a los restos de la vía romana Ilerda-Osca.

Joaquín Costa Monzón, 1846 – Graus, 1911

Es uno de los aragoneses más ilustres, siendo el mayor representante del Regeneracionismo español, empeñado en la modernización de la España decimonónica. De origen humilde, después de estudiar en Graus y Huesca, se licencia en Derecho y Filosofía y Letras, doctorándose en ambas disciplinas más adelante. Vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, fue profesor auxiliar de la Universidad Central, y trabajó como letrado y pasante en varias ciudades, hasta ganar una plaza de notario en Jaén, ocupando después la notaría de Graus. Gran estudioso e investigador, fue también un prolífico escritor de temas políticos, económicos, jurídicos e históricos. Abogó por los regadíos en el Alto Aragón y, desde su ejercicio político, defendió el colectivismo agrario y denunció la corrupción política y el sistema oligárquico y caciquil de la España de entonces.

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Diversas recetas de cocina llevan el nombre de Binéfar y en los fogones españoles del pasado siglo se popularizaron platos aragoneses. Ello fue debido al más ilustre cocinero aragonés y uno de los grandes de la coquinaria española: Teodoro Bardají. Nació en Binéfar en 1882. A los dieciséis años se trasladó a Madrid. Estuvo en las cocinas de los grandes hoteles de la capital, en la del palacio Real en los momentos solemnes, y en las de importantes aristócratas de la época. Entre sus obras destaca La cocina de ellas (1935), donde aparecen 1.300 recetas.


I PERSONAJES I

Ramón J. Sender Chalamera, 1901 – San Diego, EEUU, 1982

Miguel Fleta Albalate de Cinca, 1897 – La Coruña, 1938

Miguel Burró Fleta es uno de los grandes tenores de la lírica mundial. Tras sus primeros pasos musicales en el entorno familiar y aragonés, se trasladó a estudiar al Conservatorio Isabel II de Barcelona, donde conoció a su primera mujer, la profesora belga Luise Pierrick, quien le dirigiría la brillante carrera que llevó durante la década de 1920. Debutó en Trieste, en 1919, con la ópera Francesca da Rimini, y actuó en los mejores escenarios de Europa y América. Su separación en 1926 y la aguda faringitis que padeció en 1927 marcaron su declive como cantante. Vuelto a casar y recuperada su voz, aunque ya no volvió a ser la antes, reanudó sus giras internacionales, por Japón, China y América del Sur, pero su vida en la década de 1930 estará marcada por su afiliación a Falange Española de las JONS. En su carrera destacan su participación en Turandot, bajo la dirección de Toscanini, en la Scala de Milán, y sus interpretaciones de Radamés, en Aida, y de Don José, en Carmen.

Es uno de los mejores escritores de lengua castellana. Vinculado a grupos anarquistas desde muy joven, cuando con 17 años viajó a Madrid para ser escritor, participó como soldado en la guerra de Marruecos y, posteriormente, se alistó como voluntario para defender la República. El fusilamiento de su esposa, la separación de sus hijos, que logró trasladar a Francia, y sus desencuentros con los comunistas, le hicieron retirarse de la lucha y exiliarse con sus hijos a Méjico en 1939 y, tres años después, a Estados Unidos, donde se dedicó a dar clases de literatura y formó una nueva familia. Regresó a España en 1969, pero no hizo realidad su deseo de instalarse definitivamente. Fue Premio Nacional de Literatura por Míster Witt en el cantón (1935) y Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell (1969). Entre sus obras más conocidas, mencionar Imán, Réquiem por un campesino español y Crónica del alba.

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I CHALAMERA I

Chalamera Los frailes templarios de la localidad de Chalamera resistieron entregarse todavía más que los de Monzón, cuando la orden fue disuelta. También aquí, las «ripas» del Cinca enmarcan a la población y sobre ellas se alza uno de los monumentos románicos más hermosos de Aragón, Santa María de Chalamera, desde donde se domina todo el corredor verde que genera un río llamado en la antigüedad Cinga rapax: el voraz Cinca. Es un templo majestuoso, realizado en una excelente sillería de piedra, con abundantes marcas de cantero, cuya existencia solo parece explicarse si se pone en relación con la Orden del Temple, afincados en Chalamera en fechas de su construcción. Pero no habría que excluir algún tipo de relación con el monasterio benedictino de Alaón, en Sopeira, que también mantenía una fuerte vinculación con la localidad bajocinqueña.

Derecha arriba Portada e interior de Santa María de Chalamera Abajo Vista del exterior

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I CHALAMERA Y SENDER I

Arriba Detalle de las arquivoltas de la portada Abajo Sarcófago

visigodo y detalle de la roseta del dintel de una puerta secundaria

El poderío de sus promotores se hace visible en un gran templo de planta de cruz latina, con cabecera semicircular, otros dos remates absidiados al interior de los brazos del crucero y cimborrio sobre el crucero. La portada monumental, abierta a los pies de la nave, se adentra en un muro de 4 m de espesor. Sus arquivoltas abocinadas apean en columnillas con capiteles figurados. Encima se abre un hermoso ventanal que repite el esquema de la portada y remata la fachada una espadaña. Hay otro acceso lateral, con un rosetón grabado en el tímpano, que tal vez comunicó con dependencias anexas desaparecidas. En el interior, austero y vacío, la luz que penetra por los ventanales genera sugerentes juegos de luces y sombras, presencias casi fantasmales, como la del bello sarcófago, con decoración de estrellas, que hay en el absidiolo sur, al que se suele atribuir una cronología visigoda. A su lado, está la tapa de una segunda tumba, con relieves, y hubo otro enterramiento en el exterior, bajo arcosolio, ahora vacío, junto a la puerta secundaria.

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I BALLOBAR Y VELILLA DE CINCA I

Ballobar Ballobar también dependió de los caballeros templarios y, como el resto de posesiones de estos, pasó más tarde a los hospitalarios. El acceso a la localidad se realiza por el puente viejo que, formalmente, es una construcción bajomedieval, aunque muy reformada en el siglo XVI. Otro testimonio medieval de interés es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de origen románico en el siglo XIII, si bien añade ya rasgos góticos. De siglos posteriores datan el campanario, renacentista, y el altar mayor, barroco. También quedan restos de las torres defensivas llamadas El Castillazo y La Forza y, por otro lado, son numerosas las casas solariegas con diversos detalles. Como en Alcolea y Chalamera, el paisaje de Ballobar está dominado por «ripas», sobre la confluencia de los ríos Alcanadre y Cinca y a las que se puede acceder por un bonito y, al principio, empinado recorrido que lleva a la ermita de San Juan.

Velilla de Cinca A diferencia de Ballobar, Velilla de Cinca fue una posesión de realengo. Su iglesia parroquial de San Lorenzo también tiene origen románico del siglo XII, aunque de esta época solo conserva detalles, como losas con inscripciones en los muros, incorporados a la gran remodelación que se llevó a cabo en época barroca. El románico es mucho más evidente en la ermita de San Valero, que encontramos siguiendo por la carretera hacia Fraga, aunque con la singularidad de no tener ábside ni de estar orientado litúrgicamente hacia el Este, hacia la salida del Sol y hacia donde se espera la llegada de Cristo al final de los tiempos. Su portada, con decoración geométrica, y los canecillos bajo la cubierta la datan a mitad del siglo XIII, por lo que sus peculiaridades se explican al proceder de un mausoleo romano reutilizado. Izquierda arriba Cruz de Malta en la ermita de San Juan. Ballobar Izquierda abajo Ermita de San Valero. Velilla de Cinca

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Fraga El último destino de este viaje es Fraga, importante ciudad de señorío medieval y, hoy, capital de la comarca del Bajo Cinca. Su casco histórico es de calles sinuosas, con callejuelas, pasajes y plazoletas, donde asoman casonas y restos de las murallas, como se puede ver paseando por calles de Santa Catalina, Tamarite, Las Arribas, Barranco, y la explanada de Santa Ana (con el cercano Murallot y espléndidas vistas de la ciudad moderna). El palacio Montcada, linaje al que Jaime I donó la ciudad en 1255, se construyó detrás la zuda o sede fortificada del walí (gobernador) de la Afraga musulmana. Este espacio acoge una exposición permanente sobre la ciudad.

Arriba

Detalle de la portada de San Pedro. Calle Barranco cruce con la Redorta Baja. Ábside románico de San Pedro

La plaza Hort del Hospital y las calles Redorta Baja, de la Cárcel, Doctor Barraquer y Collada limitan el antiguo barrio de la judería, llamado en las fuentes con la acepción catalana de «call» y conocido como barrio de la Collada. Su primera noticia se remonta a 1264 y su ordenamiento interno le fue concedido por Guillén II de Montcada en 1328. Junto a este barrio, dominando la ciudad, están los escasos vestigios del castillo, que corresponden a la portada y parte de los muros y los arcos de la bóveda de la iglesia románico-gótica de San Miguel; además de unos cuantos pasadizos del subsuelo. Hoy este espacio ha sido rehabilitado para fines culturales, y aloja la exposición permanente del pintor fragatino Gregorio Viladrich. En una cota inferior, centralizando el casco histórico se levanta la iglesia de San Pedro, construida a finales del siglo XII, en honor de la reina doña Petronila, presumiblemente sobre la mezquita mayor musulmana. Tras sucesivas reformas, de su fábrica original solo conserva, además de la planta, el ábside, el cuerpo inferior de la torre y la portada, adornada con un friso y capiteles esculpidos que recogen escenas de la lucha entre el Bien y el Mal, como el diablo tentando a Cristo, o los arcángeles san Miguel y san Gabriel matando monstruos. En Fraga también merece la pena visitar la casa museo del pintor Salvador Sabaté (974 471 718). 43


I FRAGA I

Arriba

Cruz de Malta en la torre de los Frailes Abajo

Torre de los Frailes Página derecha arriba

Yacimiento de los Zafranales

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Al sur de la capital bajocinqueña, junto a la salida de la AP-2, se eleva la sugerente la torre de los Frailes. Es un torreón de aspecto macizo, de planta rectangular y cuatro pisos coronados por unas almenas. Un matacán, que sobresale en esa terraza para proteger directamente el acceso, dos ventanales geminados y otro más apuntado ayudan a confeccionar su elegante envoltura gótica que luce. De hecho, para algunos autores es una construcción gótica del siglo XV, en la que se reutilizó material de época romana. Sin embargo, otros, tal vez por romanticismo o por el propio apelativo de la torre, apuntan a los caballeros templarios y a una posible fundación agrícola, un poblado o, tal vez, una almunia. En cualquier caso, poco después de la disolución de la Orden del Temple, pasó a pertenecer a la Orden del Hospital de San Juan.


I FRAGA I

Quienquiera seguir ambientándose en el pasado medieval de Fraga puede visitar el yacimiento de los Zafranales. Para ello hay que salir de Fraga, en dirección a Zaidín, y tomar el primer camino a la derecha, a unos 750 m. Llegados a una casa de piedra y ladrillo, se sube por la ladera de la montaña que queda a la derecha hasta la cima, donde está el yacimiento. Una torre de luz eléctrica sirve de referencia. Es una corta pero fuerte subida y se recomienda llevar buen calzado El yacimiento se remonta a la Edad de Bronce, aunque el nivel más reciente corresponde a un fortín de época musulmana, del siglo XI, perteneciente al cinturón defensivo de Fraga, y que se construyó ante el avance del infante Pedro (futuro Pedro I), que había tomado Zaidín en 1092. Este pequeño puesto defensivo continuó en actividad, durante el sitio que Alfonso I, hermano y sucesor del anterior, impuso a la ciudad y que terminó con la victoria musulmana en la gran batalla de Fraga, entre los llanos de Monreal y La Litera. Al año siguiente el rey Batallador moría a causa de las heridas recibidas. Su importancia estratégica desaparece con la definitiva conquista de Fraga en 1149, a manos del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Las excavaciones depararon el hallazgo de un tesorillo de 220 monedas de plata y bronce, acuñadas por el rey Sancho Ramírez. Mayor interés arqueológico tiene el yacimiento de Villa Fortunatus, entre el río Cinca y la A-1234. Los vestigios más antiguos de este lugar corresponden a una villa romana del siglo IV, cuyos mosaicos se pueden contemplar en el Museo de Zaragoza. Pero el lugar también conserva restos de una iglesia visigoda del siglo VI, el templo cristiano más antiguo de Aragón. Mosaico en el yacimiento de Villa Fortunatus 45


I FIESTAS I

La faldeta: un homenaje al traje típico fragatino Cada 23 de abril, día de San Jorge, patrón de Aragón, Fraga celebra el Día de la Faldeta, declarado Fiesta de Interés Turístico de Aragón. Se trata de una representación teatral basada en la celebración tradicional de las bodas en Fraga hasta mediados del siglo XX. La fiesta comienza en la plaza de San Salvador, donde se escenifica el atavío de los novios y se concentran los numerosos vecinos, unas 1.500 personas, que participan en la comitiva de la boda, ataviados con trajes típicos. Los contrayentes e invitados recorren luego las calles de la localidad, por donde se representan distintas estampas de la vida tradicional, recuperando trajes muebles y ajuar, como una taberna o las labores de bordado. La «boda» concluye con el reparto de peladillas y confites y con un vermú popular con orquesta. La misa baturra y un mercadillo de artesanía completan el programa de este día, con el que los vecinos de Fraga reivindican el legado cultural de su indumentaria tradicional.

Día del Pilar Otro importante día del calendario festivo fragatino es el día del Pilar. De los actos de su semana de fiestas destacan varios tradicionales, que incluyen correfocs, la trobada de gigants y carreras de galeras, carratons y rucs (carromatos y asnos).

Día de la Faldeta

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I DATOS DE INTERÉS I

Datos de interés Centro de Interpretación de los Templarios Está instalado en la capilla de San Nicolás del castillo de Monzón y en él se puede encontrar diversa información acerca de la evolución de la Orden del Temple y su presencia en Monzón a través de paneles, una mesa interactiva y el audiovisual histórico El último templario. www.domustempli.com Visitas al castillo y Centro Interpretación Templarios Oficina Comarcal de Turismo, Desarrollo y Consumo C/ Blas Sorribas, 7 Bajos Monzón (Huesca) Tel.: 974 415 973 www.monzon.es www.turismocincamedio.es

Centro de Interpretación de los Templarios

Lecturas recomendadas El último Templario de Aragón José Antonio Adell, Pirineo, 2008 El último templario Juanfer Briones GP ediciones, 2011 Adaptación al cómic de la novela de Adell El castillo de Monzón Francisco Castillón Ayuntamiento de Monzón, 2001.

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