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3.5 Exploración de los procesos de centralidad en ciudades fluviales del sur de Chile: el caso de Valdivia

Antonio Zumelzu, Daniel Ostrowski, Sebastián Navarro, Matías Murua y Antonella Bernucci

Introducción

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Los rápidos procesos de urbanización están emplazando a las ciudades de los países del sur del globo en el centro de la agenda de desarrollo del siglo XXI (ONU-Habitat, 2012). Estos procesos de transformación plantean tanto retos como oportunidades para pensar y actuar sobre el futuro de las ciudades (Zumelzu, 2015). En Latinoamérica, el espacio urbano ha evolucionado desde una forma compacta hacia una forma fragmentada y expandida, en la cual sus formas de habitar han sufrido importantes cambios en las ultimas décadas. Su rápido crecimiento y la fragmentación de sus periferias, así como la proliferación de nuevas estructuras residenciales, afectan directamente el modo de vida urbano, obligando al habitante a redefinir tanto sus relaciones sociales como su propia identidad (Truffello e Hidalgo; 2015, Guevara, 2015; Atkinson, 2014; Grigonis, 2013; Rodríguez, 2012). La progresiva dispersión de la población en asentamientos suburbanos y la relación cada vez más estrecha entre las personas y los automóviles, se ha convertido en la base de un consumo voraz de recursos, cuando incluso se compara con la vida moderna en ciudades.

En Chile, los resultados preliminares censales del año 2012 muestran que las ciudades se encuentran en la escala intermedia, con un rango entre 100.000 y 300.000 habitantes, siendo casi la mitad de las ciudades dentro de Latinoamérica (48,1 %) con tamaño intermedio (Inzulza, 2014). Este panorama expone los acelerados cambios socio espaciales y morfológicos que han experimentado las ciudades en Chile y sus consecuencias sobre los centros urbanos a toda escala durante el presente siglo. El aumento de la escala habitable del espacio urbano ha contribuido principalmente a la reducción de la actividad residencial en áreas centrales. Estas zonas se vuelven menos pobladas y más devaluadas, en la cual su ciclo de deterioro va empeorando progresivamente (Abramo, 2012; Smolka y Mullahy, 2007). La relación que hay entre el control de la expansión territorial y el apoyo de la densificación urbana está en el corazón de la discusión sobre la regulación del uso del suelo en América Latina (Marengo y Elorza, 2016; Lungo, 2001).

El centro de una ciudad se define como el área de mayor concentración de actividades y mixtura de usos de suelo en un lugar prominente dentro de una zona urbana. Desde el punto de vista morfológico, la condición de los centros no resulta ser un estado permanente, sino más bien un proceso de constante cambio y transformación: los centros crecen, se encojen, se expanden, cambian de ubicación y se diversifican, en el que sus límites son normalmente difusos en el territorio (Hillier, 1996, 1999). El

objetivo de este capítulo es aplicar un concepto clave de centralidad urbana a la realidad morfológica de una ciudad intermedia chilena: el concepto de ‘centralidad viva’, que se caracteriza por la presencia de usos tales como comercio, mercados, restaurantes y entretenimiento, así como también otras actividades que usualmente se benefician del movimiento de las personas. El concepto de centralidad viva, también conocido como ‘live centrality’, es central en la teoría de Hillier (1999) acerca del estudio de los procesos de formación de centralidades. El concepto establece que los patrones de movimiento peatonal son influenciados por la trama urbana, dando lugar a la aparición de redes de centros conectados que contienen comercio y otras actividades impulsadas por el movimiento. El desafío es entender cómo se configuran los procesos de formación de centralidades en la ciudad de Valdivia, una ciudad fluvial de rango intermedio en el sur de Chile.

La hipótesis apunta a comprobar que las deficiencias de los procesos de centralidad en la ciudad de Valdivia están directamente relacionadas a los procesos de expansión urbana de la ciudad.

La investigación aplica el enfoque de economía en movimiento de Hillier (1996), utilizando el método space syntax para explorar los patrones y actividades espaciales que existen en la ciudad. Primero, el capítulo aborda el análisis de la sintaxis del espacio en el caso de estudio utilizando la herramienta Dephmap para la construcción de mapas axiales. Después, la plataforma SIG fue utilizada para catastrar y analizar las actividades que determinan la configuración del espacio central. El estudio explora cómo las diferentes configuraciones espaciales son influenciadas por el concepto de centralidad viva y cómo éstas juegan un papel fundamental en la formación y localización de centros, tanto a escala local como a escala ciudad. Además, la presencia de diferentes actividades que definen la localización de centros son identificadas y medidas.

Los resultados indican que las actividades de comercio de carácter minorista tienden a concentrarse en áreas con un alto grado de integración morfológica, siendo determinantes en la conformación de redes de centros de mayor vitalidad peatonal. Además, se observa una alta correlación entre la distribución espacial de éstas actividades y la localización del centro topológico de la ciudad.

El fenómeno de centralidad como un proceso

El término ‘centro’ aplicado a los asentamientos es definido como una concentración de mixtura de usos de suelo y actividades en una determinada localidad (Hillier, 1999). Sin embargo, el concepto de centralidad urbana hace referencia a la capacidad de ciertos espacios o elementos urbanos de articular flujos de todo tipo. La articulación de estos flujos depende del grado de influencia de estos espacios sobre los demás componentes del sistema urbano (Sohn y Kim, 2010). La condición de centralidad no resulta ser permanente, sino que cambia y se transforma: cambia su ubicación, se desplaza y

diversifica. Simultáneamente a un proceso centrífugo, que se manifiesta sobre el borde urbano. Ambos procesos, tanto hacia la periferia como hacia el propio centro, denotan una instancia de conflicto que pone en juego la condición de centralidad a diferentes niveles (Tella, 2007).

Históricamente, el fenómeno de centralidad ha sido debatido como un proceso histórico y evolutivo, fundando sus sistemas en variables económicas y espaciales (Krafta, 2008). En planificación urbana -bajo diferentes términos como “accesibilidad” o “proximidad”– el concepto de centralidad ha entrado en escena haciendo hincapié en la idea de que algunos lugares son más importantes que otros, ya que son más centrales (Porta, Crucitti y Latora, 2008; Wilson, 2000). Una redacción diferente -‘integración’ y ‘conectividad’- ha acompañado una discusión pionera de centralidad para el propósito específico de diseñadores urbanos.

Hansen, por ejemplo, ya sugería que la accesibilidad sería un factor relevante en la formación de centralidad (Hansen, 1959). Su estudio how accesibility shapes land use demuestra que centralidad urbana puede ocurrir a partir de ventajas de locación comparativas. Mejor accesibilidad confiere mayor visibilidad, mayor exposición a un conjunto de consumidores y los convierte en preferenciales para la localización de actividades que justamente dependen de estos factores. Tella (2007) y Sohn y Kim (2010) concuerdan en que un espacio adquiere el rango de centralidad cuando incorpora por lo menos tres funciones: equipamiento social, institucional, de comunicaciones, de finanzas o transporte.

Una centralidad podría proporcionar la situación para un determinado número de sobreposiciones e interacciones de actividad, que junto con los encuentros casuales de ámbito público crearían una mayor interacción social que la simple suma de las partes (Barton, 2000). Por otro lado, si bien la centralidad se reconoce cuando se dan ciertas condiciones espaciales y funcionales -estas últimas descritas como concentración y diversificación de actividades en un área determinada-, parece explicar de manera más acertada la cuestión que la centralidad es más bien un componente espacial, entendida como un modelo que determina la componente clave de lo que se define como ‘proceso’ (Hillier, 1999).

Desde el punto de vista morfológico, el concepto de centro topológico hace referencia al estudio de ciertas propiedades morfológicas del espacio, tales como integración o accesibilidad, que determinan su localización. Dependiendo de éstos factores, la localización del centro topológico se espera que pueda cambiar con menos frecuencia que otras partes de la grilla (Hillier, 1999). Hillier establece que la centralidad no es un estado fijo, sino más bien un proceso ‘vivo’ determinado por las relaciones entre actividad y movimiento peatonal. Esta se consolida cuando cierta configuración espacial es influenciada por determinados flujos de movimiento que convierten un área en un atractor, cuyos diferentes niveles de intensidad cambian producto de continuos procesos espacio-funcionales. Esto se complementa con lo planteado por Burger, van

der Knaap y Wall (2014) en relación al enfoque morfológico, el cuál se centra en las características de los nodos o centros identificados en lugar de las características de los enlaces entre centros. En el enfoque morfológico, la importancia de los centros por lo general se evalúa en función de su tamaño relativo.

En general, se entiende que la centralidad es un proceso evolutivo, fundando sus sistemas en variables económicas, sociales y espaciales, siendo en sí un proceso en constante modificación y transformación. Morfológicamente, la centralidad no es clara ni estable, ya sea en su enfoque o en sus límites.

Centralidad viva o ‘live centrality’

Un componente clave del análisis de centralidad es el concepto de ‘centralidad viva’ o ‘live centrality’, que sostine que los ‘centros vivos’, es decir, las funciones de comercio, mercados, restaurantes, ocio y otras actividades, se benefician particularmente del movimiento peatonal. Esto, debido a que los procesos espaciales que rigen la centralidad viva aparecen para invocar requerimientos espaciales más allá de los relacionados con otras funciones centrales, tales como la administración, los empleos de oficina o religión (Hillier, 1999, pág. 107; Batty, 1998). Para Hillier, la clave presente en aquellos lugares que logran convertirlos en centros vivos está determinada cuando el componente espacial es influenciado por un proceso económico en movimiento (Hillier, 1996). Esto es posible de investigar a través de las relaciones entre las dinámicas espaciales y funcionales, ambas intersectadas por la actividad socioeconómica de cada sociedad urbana, donde los patrones espaciales operan en los diferentes niveles de centralidad. Tanto planificadores como geógrafos, que vienen desde una perspectiva diferente, han priorizado tradicionalmente al comercio como la medida clave de la vitalidad urbana y determinante de la posición de un centro en la jerarquía urbana (Burger, van der Knaap y Wall, 2014; Wang et al., 2014; Vaughan et al., 2010).

Análisis de integración: un aspecto clave de la sintaxis del espacio

En este estudio, nos enfocamos en el análisis de integración como aspecto clave de la sintaxis del espacio, para entender qué configuraciones y comportamientos de la trama urbana definen la condición morfológica de un centro. Por definición, la integración es la medida del promedio de cantidad de pasos que toma desplazarse de un nodo de la grilla a otro, o de una línea a otra dentro de mapas axiales o mapas de superficie (Hillier, 1999; Porta, Crucitti y Latora, 2006). Un mapa axial es un análisis gráfico basado en un conjunto de líneas, dibujadas en el espacio abierto de un plano. Espacialmente, el proceso de integración funciona en dos niveles en la generación de un patrón de centralidad: a nivel global y nivel local. Globalmente, el proceso selecciona ubicaciones que tienen el grado apropiado de integración con respecto al asentamiento en su conjunto. Localmente, lugares son seleccionados siguiendo ciertas condiciones locales de la trama. Ambos aspectos del proceso son dinámicos. Como los asentamientos crecen, el patrón de integración global es probable que cambie, y esto va a crear una presión espacial para un cambio en el foco de centralidad (Krüger y Vieira, 2012; Porta et al. 2009; Hillier, 1996, 1999).

Análisis: La ciudad de Valdivia

Se entiende a la ciudad de Valdivia bajo una serie de dinámicas sociales y económicas que se han visto marcadas por catástrofes naturales y sucesivas transformaciones geográficas y sociales: el incendio de 1909, la llegada del ferrocarril en 1920, el terremoto de 1960, y la consolidación suburbana a partir de 1995 (Almonacid, 1995; Guarda, 2001).

El análisis se enfoca en las transformaciones morfológicas de la ciudad, para examinar su estructura axial en el tiempo. El análisis de integración (figuras 105a y 105b), confirma que el centro urbano de Valdivia ha sufrido un proceso de constante modificación y transformación, producto de factores espaciales, económicos y catastróficos.

Topológicamente, en el año 1905 los niveles de integración global se presentan altos en gran parte de la ciudad, principalmente por lo compacto de su estructura urbana. La centralidad se concentra al interior de la trama urbana, definida por sus límites morfológicos, principalmente los segmentos más largos: las calles Cochrane (Cs) hacia el sur y Picarte (Pi) hacia el este. La ciudad experimentó una variación importante en 1909, fecha del mayor incendio que haya sufrido Valdivia en su historia, en la cual gran parte de la zona céntrica fue consumida por el fuego. Ese mismo año el parlamento aprobó la ley de transformación urbana de Valdivia. Se diseñó un nuevo plano para la zona afectada, que regularizaría el trazado de las calles, su ancho y los accesos al río. Se eliminaron algunas calles y callejuelas, y se extendieron otras. Así, en 1920 los niveles más altos de integración global coinciden con el centro fundacional de la ciudad, principalmente en las calles General Lagos (Gl) y Picarte (Pi), ésta última con la llegada de la industria del ferrocarril y la expansión sur de la población obrera.

Figura 105a. Evolución del mapa axial de Valdivia: A) periodo 1905; B) periodo 1920.

Fuente: Elaboración propía.

En 1945 la ciudad se mantiene integrada por su trama compacta, en donde los niveles más altos de integración se presentan hacia los anillos periféricos de la ciudad. Esto, debido a la aparición de las obras de infraestructura del hospital base, el regimiento, y

la implementación de viviendas sociales al sureste como una solución a los conventillos (Almonacid, 1995). En 1960 el terremoto fue la lápida al decaimiento de la economía industrial de la ciudad (Guarda, 2001). La morfología urbana de Valdivia se vio reconfigurada al punto que la ciudad debe adaptarse a los terrenos que ésta dispone. Así, los niveles de integración global más altos se desplazan hacia el sector este de la ciudad, configurándose aquí la centralidad topológica en Avenida Picarte (Pi), por la expansión urbana hacia los sectores altos de la ciudad –sector suroriente.

Figura 105b. Evolución del mapa axial de Valdivia 1979.

Fuente: Elaboración propía.

Con el desplazamiento del centro topológico hacia la calle Picarte (Pi) en 1979, el nivel de integración de la calle aumenta gracias a la formación del barrio Pablo Neruda, un barrio de emergencia post-terremoto que se consolida en los sectores más altos de la ciudad (figura 105b). En 1995, la calle Picarte se consolida como la más integrada del sistema total, ante la inclusión de nuevos polos comerciales en el sector sur. El centro topológico se desplaza desde el centro histórico progresivamente hacia el sur-este de

la ciudad, donde se establece su nivel más alto en la calle Picarte a la altura del Barrio Estación. Actualmente, la ciudad de Valdivia se ve afectada por la expansión urbana. Proyectos inmobiliarios expansivos y desarticulados no logran consolidar nuevas áreas urbanas, provocando la conformación de suburbios en el sector sur, este y oeste de la ciudad, generando una pérdida de la ciudad compacta orientada hacia su río que antiguamente existía.

Figura 106. Situación actual de Valdivia. El mapa de integración muestra la centralidad topológica a lo largo de la Avenida Picarte, en color más oscuro.

Fuente: Elaboración propía.

La ciudad de Valdivia se expande desde el centro urbano hacia el sur-este, siendo esta zona la de mayor integración. Esta aproximación establece que el centro histórico de la ciudad de Valdivia no coincide con las áreas de mayor integración topológica a nivel global de la ciudad. Existe un desplazamiento de la centralidad topológica de la ciudad hacia el sureste. La figura 106 ilustra que las unidades urbanas, ambas del sur y noreste, son de carácter residencial, con la mayoría de sus usos de suelo destinados a vivienda y escasez de otras funciones como comercio local, recreación y equipamientos. Por otra

parte, a nivel global se destacan los segmentos de mayor integración de la avenida Picarte en color más oscuro. Como se aprecia en la figura 106, cuatro potenciales centralidades son sintácticamente distintivas, destacadas por su mayor integración a lo largo de la avenida, de norte a sur: las intersecciones con calles Baquedano (Bq), Simpson (Sp), con la Avenida Francia (Fr), y finalmente con Ruben Darío (Rd). La avenida Picarte es la centralidad topológica de la ciudad, no sólo por su relevancia en evolución histórica, sino que también por ser el principal lugar de movimiento en la ciudad, que conecta el centro histórico con el sector sureste de Valdivia. La ciudad presenta un crecimiento expansivo unidireccional que está determinado por los límites geográficos generados a partir del terremoto de 1960. A medida que la ciudad se expande, existe una tendencia de desplazamiento del centro topológico hacia el sur, y a su vez, una disminución en sus valores de integración global.

Figura 107. Localización de comercio y actividades a lo largo de la Avenida Picarte y el centro histórico de Valdivia.

Fuente: Elaboración propía.

Identificación de centros vivos

Se utilizó la plataforma SIG para la identificación de actividades que definen un centro

vivo. En esta etapa, se lograron identificar 1.110 actividades distribuídas en el radio que abarca desde la Avenida Picarte hasta el centro histórico de Valdivia. La figura 107 ilustra un mapa axial de integración global que muestra la superpocisión de las actividades identificadas y situadas espacialmente.

Figura 108. Concentración de actividades por tipo a lo largo de las dos zonas identificadas: a) comercio; b) gastronomía; c) entretenimiento; d) mercados.

Fuente: Elaboración propía.

En la figura 107 se identifican dos zonas de agrupación de actividades: el centro histórico y la avenida Picarte. El centro histórico se compone por una agrupación convexa de sus actividades, mientras que en Picarte las actividades se organizan linealmente a lo largo de la calle, de manera dispersa desde el noroste al sureste. La mayoria de las actividades identificadas se localizan en el centro histórico de la ciudad, con un total de 814 actividades, en las que predominan las de tipo comercial al por menor; mientras que en Picarte existen 296 actividades. La figura 108 ilustra cuatro gráficas de las actividades identificadas y organizadas por tipo, que determinan la formación de un centro vivo. En las gráficas es posible apreciar que en ambas zonas existe un

importante dominio de actividades comerciales que, sin embargo, no es igual al resto de actividades. Las actividades relacionadas a la gastronomía, entretenimiento y mercados se concentran principalmente en el centro histórico, tal como se muestra en las gráficas b, c, y d respectivamente. En la Avenida Picarte, predomina ampliamente el comercio de carácter minorista al por menor, junto a poca variedad de otro tipo de actividades, relacionadas al emprendimiento barrial.

Figura 109. Análisis transect de Picarte (Pi) y el centro histórico de Valdivia (Ch).

Fuente: Elaboración propía.

El centro histórico sigue siendo el principal foco de toda actividad de la ciudad, no sólo en relación a la cantidad de actividades identificadas espacialmente, sino que también en relación a la diversidad de actividades que se desarrollan. La variedad y la cantidad de actividades identificadas en el centro histórico determinan la localización del centro vivo predominante. Sintácticamente, las condiciones que reúne la avenida Picarte son favorables para el desarrollo de centralidad viva. Sin embargo, ésta presenta un comercio escaso en variedad, agrupado linealmente en torno a la avenida, siendo un centro con escasa variedad de actividades y de poca vitalidad peatonal. Según la literatura, la localización de centros vivos se define por dos aspectos: por su posición –de mayor integración- dentro del sistema total y por las condiciones de la

trama urbana local (Hillier, 1999; Kafta, 2008; Read, 1999; Porta et al, 2009). A pesar de que existe un importante desplazamiento del centro topológico desde el centro histórico hacia la Avenida Picarte, esto no ocurrió con su centro vivo. Las condiciones de la grilla local tienden a ser la variable clave asociada a la definición de la centralidad local.

El transecto muestra que la grilla local de centro histórico (CH) es mucho mas completa en comparación con Pi. Además, la profundidad y densidad de la grilla de CH es mayor que el de Pi, con mayor cantidad de líneas y alcance. Esto, debido principalmente a que la configuración de Pi es más bien lineal, alargada y fracturada por su funcionalidad (figura 109).

Figura 110a. Mapa de integración local del centro histórico de Valdivia y los potenciales centros vivos identificados.

Fuente: Elaboración propía.

Centro histórico (CH)

Se reconoce el centro histórico (CH) como un espacio de alta integración local dado por las caractéristicas de su trama: trama urbana con características ortogonales, que configura calles paralelas y perpendiculares, formando una cuadrícula tipo damero, originaria de la ciudad colonial. Además, la grilla ofrece manzanas geométricamente pequeñas, que en su totalidad conforman anillos de circulación local que favorecen

el movimiento peatonal y la conectividad; ambos necesarios para el desarrollo de centralidades y economías en movimiento.

En este sentido, la trama de CH posee condiciones favorables para la creación de centros vivos. Los segmentos de mayor integración son las calles Arauco (Ar), Camilo Henríquez (Ca) y Pérez Rosales (Pz). Arauco (Ar) es una calle comercial activa que coincide con ser el integrador principal de centro urbano a nivel local. Escencialmente, esta calle se relaciona al comercio minorista al por menor -retail-, con pequeñas tiendas, galerías y bazares. En la intersección de Arauco (Ar) con la calle Beaucheff, la presencia de un centro comercial, un colegio y restaurantes aledaños indican la formación o emergencia de un potencial centro vivo. A pesar de la precaria calidad espacial, la condición de los servicios comerciales y el tamaño alargado de las manzanas, otorgan una dinámica peatonal funcional que conforma una centralidad viva, de carácter compacta, en esta intersección (figura 110b).

Por otra parte, pequeños y grandes negocios, los cuales dependen principalmente del movimiento peatonal, tienden a concentrarse en áreas al interior del CH, especialmente en los segmentos de mayor integración local. Por ejemplo, en la intersección de las calles Camilo Henríquez (Ca) con Picarte (Pi), se acomodan la mayoría de las actividades comerciales al por menor. Tambíen en esta zona, cafeterías y restaurantes se insertan en edificios mixtos de viviendas y oficinas, las que se ubican próximos a lugares de fuerte vitalidad como la Plaza de la República. El comportamiento de este centro vivo, a diferencia de Arauco (Ar), es más bien expansivo, en la cual la plaza cumple un rol esencial en la atracción de actividades que promueven la permanencia en el espacio, como cafeterías, galerías comerciales y restaurantes (figura 110a).

Figura 110b. Potencial centro vivo formado en la calle Arauco (Ar).

Fuente: Elaboración propía.

El centro topológico Avenida Picarte (Pi)

La estructura espacial de Picarte (Pi) se extiende en una sola dirección lineal, de noroeste a suroeste, atravesando toda la ciudad y transformándose el centro topológico

del sistema total de Valdivia. Esto, debido principalmente a dos hechos puntuales: primero, al crecimiento en expansión de la vivienda como consecuencia de los hechos catastróficos enmarcados por el maremoto de 1960; y segundo, a la expansión inmobiliaria de la vivienda residencial de clase media en los años 1980 y 1990. A pesar de que Picarte es la calle de mayor integración en la ciudad, a nivel local presenta deficiencias en su trama urbana.

Figura 111. Actividades económicas localizadas a lo largo de Picarte (Pi).

Fuente: Elaboración propía.

Tal como se ilustra en la figura 111 el transecto Picarte (Pi) aparece como un segregador a nivel local entre dos sectores colindantes norte y sur, mostrándose desconectado axialmente con sus barrios aledaños. Se presenta una trama incompleta en ambos lados, norte y sur, con calles irregulares asociadas a una fragmentación de las manzanas. A su vez, hacia el sector sur se aprecian manzanas demasiado grandes que no favorecen a la circulación peatonal y dificultan la conectividad a nivel local. Las condiciones de trama fracturada y desintegrada de Pi se deben principalmente al rápido crecimiento

expansivo que ha experimentado la ciudad hacia el sureste, y al ser también el acceso principal intraurbano, tomando la condición de autopista al interior de la ciudad.

Figura 112 Secciones del análisis transect en Picarte.

Fuente: Elaboración propía .

La mayor parte de las actividades en Picarte se agrupan linealmente a lo largo de eje. Las actividades en su mayoría son de uso mixto, hogares con comercio de barrio y proveedores (figura 111), con mayor densidad especialmente entre las intersecciones de la calle Pedro Montt (Pm) y la calle Simpson (Sp), donde la organización espacial cambia levemente de lineal a convexa debido a que la trama local se presenta levemente más integrada; ésto dada la geometría completa de manzanas especialmente en el lado norte. Estas manzanas poseen valores de integración altos, a pesar de tener baja conectividad con Picarte. Por otra parte, pequeños negocios de talleres mecánicos, tiendas de materiales de

construcción y tiendas de repuestos se acomodan en una embrionaria formación de comercio y servicios especializados a lo largo del eje, más cercanos a la periferia sureste, donde la trama de los barrios colindantes se presenta más fracturada y desconectada (sección 3 de la figura 112).

Figura 113. Centro vivo identificado en la sección 1 del transecto Picarte.

Fuente: Elaboración propía

En el análisis transecto la Avenida Picarte fue dividida en tres secciones, tal como se muestra en el mapa en la figura 112. Además, la tabla 12 resume los principales valores sintácticos obtenidos en las tres secciones evaluadas en el transecto urbano. Cuatro valores sintácticos fueron elaborados: el número de líneas en las que ocurren las actividades comerciales y servicios, los valores de integración local, valores de integración global y, finalmente, el número de actividades identificadas. En el análisis, una correlación fue identificada: los valores de integración local y el número de actividades localizadas espacialmente en el eje. En la figura 112, el transecto urbano Picarte muestra diferencias tanto en su morfología

como en sus actividades. En la sección 1, el área cubierta forma una trama regular convexa. Además, sus calles son relativamente más cortas que en las otras dos secciones, lo cual permite que su morfología urbana pueda ser entendida como una serie de manzanas ortogonalmente bien definidas y conectadas. Por otra parte, esta sección de la calle incluye la mayor concentración y diversidad de actividades: 123 actividades en total. La diversidad de actividades de uso mixto (principalmente de comercio de abastecimiento local y con vivienda) organizadas en la trama urbana convexa definen una vitalidad urbana que configuran el único centro vivo de la calle (figura 113). La sección 2 posee el mayor número de líneas del transecto. A pesar del hecho de que las líneas no definen completamente las manzanas, el número de ellas es mayor que cualquier otra sección analizada.

Aunque la avenida se relaciona a una alta concentración de tiendas (156 tiendas comerciales identificadas), las condiciones urbanas no logran conformar un centro vivo. Estas condiciones se relacionan principalmente a la disgregación de las actividades comerciales a lo largo de la avenida, que no propician espacios públicos que incentiven al encuentro y a la permanencia. Por último, la sección 3 se muestra como un conjunto de líneas disgregadas que no son capaces de dar forma a manzanas. Esto puede estar relacionado a una situación periférica en la que no existen actividades comerciales relevantes que generen vitalidad urbana. Aquí se acomodan talleres mecánicos, tiendas de materiales de construcción y repuestos, aprovechando la funcionalidad y velocidad que genera la calle en este tramo.

Tabla 13. Principales valores sintácticos para las secciones del transecto de Picarte (Pi) y el centro Histórico (CH).

SECCIÓN

Centro Histórico (Ch) Avenida Picarte (Pi) Sección 1

Nº LÍNEAS

179

406

139

INTEGRACIÓN GLOBAL HH

1,610

INTEGRAXIÓN LOCAL HH3

1,963

1,520

1,192 1,998

1,979

Sección 2

Sección 3

Correlación1

233 1,653 1,778

41 1,182

1,397 1entre integración local y número de actividades Fuente: Elaboración propía

NÚMERO DE ACTIVIDADES

243

196

123

73 0

0,94

Conclusiones y discusión

El estudio realizado en este capítulo demuestra que la transformación urbana que experimentó Valdivia en los últimos 100 años ha generado un desajuste entre el

centro histórico y el centro topológico de la ciudad, proliferando la expansión de su centro urbano hacia el sureste y el desplazamiento de su centro topológico. Tres potenciales centros vivos pueden ser identificados dentro de dicha expansión. Esto en efecto, contrasta con lo que ocurre en ciudades de Europa central, en donde la integración global del sistema total es un factor relevante para la localización de centros vivos (Hillier, 1999). El desplazamiento del centro topológico se relaciona a dos eventos históricos que han generado la expansión urbana hacia el sur de la ciudad: la relocalización de áreas residenciales marcadas por el terremoto de 1960 y la liberación del uso del suelo para el desarrollo inmobiliario en la década de 1990. Ambas dinámicas han sido gravitantes en la modificación de la trama urbana de la ciudad. El crecimiento residencial e inmobiliario lidera este tipo de desarrollo. Esto, corrobora la hipótesis con respecto a que las deficiencias de los procesos de centralidad están relacionados con los procesos de expansión de ciudad.

Los resultados indican que las actividades de comercio al por menor -retail- tienden a concentrarse en segmentos con mayores valores de integración local, los cuales tienden a formar potenciales centros vivos. El desplazamiento del centro topológico de Valdivia generó alteraciones en la estructura global del centro histórico que modificó la localización del foco de centralidad vital y también el desplazamiento de actividades. Esta modificación ha influenciado en el cambio de las actividades comerciales desde el centro de la ciudad hacia los bordes del centro urbano, a través de las rutas más integradas de su red de calles.

En la comprensión de la centralidad como proceso, las condiciones locales de la grilla han demostrado ser la variable clave asociada con el atractivo de un centro local, en el sentido de que la intensificación de la grilla ayuda a sostener el beneficioso movimiento circulatorio para el desarrollo de la actividad comercial en el corazón del centro de la ciudad. Esto puede ser observado en el centro vivo identificado en la sección 1 del transecto Picarte (figura 112), en donde las condiciones de la trama urbana resultan ser claves a la hora de configurar espacios públicos que potencien el encuentro y beneficien el desarrollo de actividades. Aquí, los usos mixtos potencian aún más esta condición, que no se comprueba con los mismos resultados para la sección 2 del transecto estudiado. En otras palabras, el uso mixto de actividades no es la panacea para el aumento de vitalidad urbana. Existen otras condiciones morfológicas que deben ser consideradas para favorecer a la generación de centros vivos. En el caso de la sección 1 del transecto de Picarte, el ensanche de veredas y el desarrollo de fachadas continuas se enmarcan como factores relevantes, en donde actividades comerciales relacionadas con necesidades de escala barrial -fruterías, almacenes y restaurantes de comida rápida- promueven la permanencia y el encuentro social, siendo una variable directamente relacionada a la condición del espacio público.

Estos resultados sugieren que en ciudades de escala intermedia, los procesos de formación de centros vivos y diversidad de actividades se ven condicionados por patrones de integración local. Además, los resultados destacan la importancia de seguir

estudiando los impactos de la expansión urbana en obstaculizar o consolidar la vida urbana en zonas históricas o centrales de ciudades de escala intermedia. Por otra parte, la metodología utilizada construye datos que abren nuevas posibilidades para que planificadores y responsables de la creación de políticas puedan diseñar nuevas ordenanzas que favorezcan el desarrollo de subcentros en las periferias de crecimiento y/o la imposición de controles de crecimiento efectivos sobre el suelo, prestando especial atención a la morfología de crecimiento. Esto último es relevante para los gobiernos locales de la mayoría de las ciudades chilenas de escala intermedia, que experimentan en la actualidad problemas de expansión y entrega de servicios urbanos.

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