III Concurso “Cartas a un Maltratador”

Page 1


Mar Marín Hoy te he visto. Caminabas cabizbajo con la espalda encorvada. Parecías un anciano. Si no hubiera sabido quien eras, me hubieras enternecido. Sin embargo, te conocía y sabía que en el momento que elevaras la cabeza tus ojos iban a mostrar todo el odio que llevas dentro. No me apetecía encontrarme contigo y decidí cambiar de dirección. La vida dibuja círculos que por inesperados no dejan de ser sorprendentes. Me percaté que era nuestro aniversario. Hubiéramos cumplido nuestras bodas de plata. Me entristecí porque los recuerdos se agolpaban en mi cabeza. ¡Qué niña era! ¡Sólo veintiún años! Tú tenías treinta y ocho. ¡Cuántas ilusiones vagabundeaban en mi cabeza! Me sentía como una princesa a la que iban a mimar, a cuidar, a amar. ¡Sería feliz! Aquella ilusión que me tenía en las nubes duró lo que tardaste en darme la primera bofetada en plena luna de miel. Ese día se estrenaría la función de teatro en la que iba a interpretar a la protagonista. Me convertí en la gran actriz que siempre sonreía ante los demás y que lloraba por dentro en soledad.

No fui mimada, no fui amada, no fui feliz. Me convertí en un ser anodino, sin ilusión, triste. Tú me eras infiel con el alcohol. Cuando estabais juntos, confabulabais, de tal modo, que mi cuerpo siempre era el indemnizado por las maravillosas ocurrencias que a los dos os producía ese estado de pasión perpetua. Mi embarazo supuso una pequeña tregua en aquellas orgías que te montabas. Digo pequeña porque sustituiste los golpes por un lenguaje peyorativo, denigrante, soez. Me avisaste que elegirías la vida de nuestro bebé a la mía en caso de sufrir algún contratiempo en el parto. Recuerdo, como si fuera ayer, el momento en el que me dijiste aquello. Tus ojos estaban llenos de ironía, burla, odio. La presencia de nuestro hijo no cambió tu comportamiento hacía mí, En mi mente aún viven palabras como miedo, temblor, lágrimas, desesperanza..., basura, nada, derrota, vergüenza, secreto, mentira, ausencia..., moratones, contracturas, sangre, dolor, violación..., insultos, ridículo, culpa, depresión, soledad..., gritos, gritos, gritos..., ayuda, ayuda, ayuda… Y una madrugada la recibí. Apareció la policía en nuestra casa. Un vecino dio el aviso. No sé quién fue pero tendrá mi agradecimiento eterno. Intentó salvarme pero yo…no me dejé. Aquellos


agentes me tendieron su mano para llevarme a una casa de acogida junto con el niño. Te miré y me diste pena. Llorabas con tanta angustia... No acepté. Aún hoy me llamo estúpida. Me hubiera ahorrado un año de sufrimiento. Nadie de la familia y de nuestros escasos amigos conocía mi situación. Sólo nuestro hijo consiguió darme fuerzas con su miedo. Porque tú no lo sabes, pero todas las noches, cuando llegaba de trabajar, él se acercaba a mí y, mientras me abrazaba, me decía al oído: hoy no le hables porque está enfadado… Hubo otros momentos, en los que, creyendo que jugábamos al escondite, salíamos corriendo de casa para ocultarnos en el descansillo de la escalera. Desgraciadamente, a medida que iba creciendo se daba cuenta que eso no era un entretenimiento divertido. Al contrario, se trataba de huir de ti, su padre. Estaba paralizada. Me hiciste creer que yo era la que provocaba toda esa violencia. La máxima responsable de tu insatisfacción. Tú eras un pobre inocente que no tenías más remedio que utilizar tu agresividad para llevarme por el buen camino. ¿Buen camino?, ahora sonrío al recordar esa frase tantas veces escuchada.

Por fin, saqué fuerzas y pedí ayuda a mi familia. Durante meses me acompañaron a asociaciones, psicólogos y una noche, cuando tu mano volvió a juguetear con mi cuerpo, decidí salir de nuestra casa para siempre e ir a comisaria. Fue el cuatro de Julio. Toda una noche de confesión, de liberación. Emulando a los americanos, también celebré mi independencia, mi libertad. No fue fácil porque tus hermanas me conminaron a retirar la denuncia reprochándome la vergüenza que iba a sentir nuestro hijo por tener a su padre en la cárcel. ¡Hipócritas!, sí, pero consiguieron su propósito porque yo, entonces, era vulnerable, era nada, no creía en mí. Era basura. A los pocos días, al enterarte que ya no había cargos contra ti, me llamaste por teléfono, y mofándote de mí, dijiste que ibas a brindar con champán por mi buen comportamiento. Aquel tiempo parece tan lejano…y hoy, cuando te he visto de lejos, tan desvalido, no he sentido ni un ápice de compasión por ti, sólo una alegría infinita al constatar que no formo parte de tu vida. ¿Sabes? Por fin ha caído el telón y dejaré de representar a aquella mujer que nunca merecí ser. Hoy más que nunca miro a la vida de frente.

1er Premio


Leonardo Ruiz Escribiré en esta carta las cosas que quiero decirte, reflejaré en ella lo que he vivido contigo, las cosas que pienso y, mucho me temo, que el final te va a encantar querido amigo mío. Me entristece preguntarme: cómo puede ser que una persona que despertó en mií los sentimientos más profundos, los más lindos, que ha compartido a mi lado los recuerdos más hermosos, el nacimiento de mis hijos, ¿cómo puedes tú ahora confundirme tanto? ¿Cómo puedes producirme tanta incertidumbre? ¿Cómo puedes regalarme tanto miedo? ¿Por qué cambias del blanco al negro en fracción de segundos? ¿Por qué no puedo ver en tus oscuros ojos al hombre del que me enamoré? Esa mirada iluminada, feliz, tranquila y clara se ha tornado sombría, fría y vacía; aquí está la cuestión, que quiero saber ¿dónde fue mi amor, mi luz, mi sol? Quiero saber qué hago yo para despertar la furia loca que te consume a ti y me destroza a mí. Deberías pensar que yo he seguido estando aquí, a tu lado, a pesar de todo, sí, pero puede que no durante mucho más tiempo; porque cada palabra fea con la que te diriges a mí está borrando una de las muchas palabras

bonitas que provocaron que me enamorara de ti, y cada golpe que me das evapora el recuerdo de tus besos, esos besos ahora ya tan lejanos. Me alejas de ti a una velocidad tan vertiginosa que da miedo, me alejas a mí que me aparté de todos y de todo. Sólo porque creí en tus promesas, esas mismas promesas que no has podido cumplir y no te lo reprocho porque siento en mí tu frustración, porque a diferencia de ti, yo sé que cuando amas a alguien intentas protegerlo, cuidarlo, y apoyarlo, no haces que se sienta inútil, pisoteado, hundido, no intentas acabarlo, destruirlo o anularlo. Ven conmigo y te llevaré lejos, me dijiste hace años…, y lo conseguiste, me has llevado tan, tan lejos de mi misma que casi no puedo recordar cómo fui, cómo era cuando te conocí, no consigo recordar ni cual era mi pizza favorita, en cambio sé que la tuya es la barbacoa. Agredes y te arrepientes, al segundo, acaso piensas que soy una pizarra en la que puedes escribir una historia de terror y al siguiente minuto una comedia romántica. Si te contesto a la pregunta la verdad es que no, ya no funciona así, existe algo que se llama memoria, aunque me la estás borrando a bofetadas. Dices que piense que no todo es malo, y yo creo que lo único malo en mi vida ahora eres tú. Hace tiempo pensaba que en mi vida tú eras lo único bueno, y eso me tenía confundida. Me rom


-piste la boca ¿Cómo puedes pretender que te siga dando besos? Muchas personas creen que fui cobarde por no huir de ti, que me dio miedo estar sola. Yo en cambio pienso que fui valiente cuando me quede ¿o podrían ellos dormir con Mike Tyson estando borracho aunque fuera dos días? ¿Podrías tu dormir con alguien que te dobla en peso y te da palizas? esta gente que critica no se da cuenta de que cuando tu vida es solo tu amor por tu familia, tomar la decisión de acabar con todo lo que conoces es terrible.

que te querré siempre, aunque a partir de hoy lo hare desde la distancia. Adiós amor, mi locura, adiós veneno mío . Posdata 1: Te he dejado pollo y patatas en el horno . Posdata 2: Como has podido comprobar aún me río de mis desgracias, a lo mejor esta vez te toca empezar a llorar a ti.

Que no sirvo para nada me has dicho miles de veces, que cada vez estoy más fea y más vieja. Pues voy a contarte un pequeño secretito, algo que tu ignoras, algo que yo no he dejado de saber ni un solo día; puede que mi cuerpo ya no tenga 18 años, pero la chica lista, divertida, y soñadora jamás se ha ido de aquí. Me rompiste la cara, dos costillas, el cúbito, el radio, la tele, el corazón y casi toda la vajilla, ya no queda nada más que romper entre tú y yo. No puedo seguir intentando salvarte de ti mismo, pero puedo salvarme yo, puedo salvar a nuestros hijos. Empezando de cero, no tenemos nada que perder. Termino esta carta diciéndote que te quise, que te quiero,

2º Premio


Alberto López Langa Hola Juan, te lo he dicho muchas veces, pero como cuando me dices “sí, sí” no sé si es que me mientes o si es que se te olvida en cuanto nos despedimos, te escribo esta carta. Es para que la leas, y la guardes, y la releas y reflexiones sobre ella. Ojalá te sirva, aunque permíteme que tenga muchas dudas al respecto. Mira, nos conocemos de toda la vida, así que no me vengas con cuentos. Ya te lo decía cuando jugábamos juntos al fútbol y empezamos a salir con chicas. Me acuerdo de aquella que te dejó porque no querías que se pusiera minifaldas, o aquella otra que también lo hizo porque la echaste la bronca de su vida cuando te dije que había estado tomando unas cañas con ella. Sí, machote, sí, que la zarandeaste mientras la gritabas porque se había tomado unas cañas con tu mejor amigo. ¿Que cómo lo sé? Porque me encontré hace poco con ella y me contó toda la historia. Sí, me acuerdo que tú presumías de haberla dejado. Pero no, fue ella la que te mandó a hacer gárgaras después de sentir tu respuesta violenta. A mí no fuiste capaz de decirme nada, ¿eh machote?

Ya entonces te comportabas de una forma…digamos… rara con las mujeres. Te gustaban mucho, te enamorabas enseguida, pero en cuanto empezabas a salir con alguna tu obsesión era cambiarla. Sí, querías que dejara de ser esa mujer de la que te habías enamorado para que fuera un diseño que tú tenías en la cabeza. ¡Cuántas chicas, cuántas mujeres se fueron de tu lado! Pero por fin la encontraste. Encontraste una mujer que, aún no sé por qué, decidió compartir su vida contigo. Y eso que su vida cada vez fue menos suya, porque para estar contigo tenía que adaptar su forma de vestir a aquello que tú considerabas que no era provocativo, tenía que dejar sus amistades a un lado, tenía que encerrarse en su casa hasta que tu decidieras ir a buscarla para salir. “En toda relación hay que adaptarse a los gustos del otro”, me decíais. Pero veía que la única que se adaptaba era ella, y que tú, al contrario, ibas cada vez poniendo más y más requisitos, más y más normas que sólo le afectaban a ella. Creía que te estabas equivocando, creía que os equivocabais ambos, pero era vuestra vida y tenías derecho a vivirla como más os apeteciera.


Pero has cruzado el Rubicón. La verdad es que ya no sé si lo acabas de cruzar o lo cruzaste ya hace mucho tiempo y yo he estado en Babia. Cuando el lunes la vi con las gafas de sol a pesar de la lluvia que nos estaba cayendo… ¡¿Cómo has podido?! Quién te crees que eres. Ni a ella ni a nadie, pero menos a ella. Te ha dado los mejores daños de su vida, te ha dado un hijo “clavadito, clavadito a su padre”, te ha dado su vida y tú, maltratador, le haces esto. Sí, eres un maltratador. Puede que siempre lo hayas sido. Podría dedicarte muchos insultos, todos los que se me vienen a la cabeza, pero creo que no hay un insulto mayor para un hombre que llamarle maltratador. Aprovecharte de tu fuerza física para golpear a una mujer, a tu mujer… No hay “es que” que valgan. Me da igual lo que ella haya hecho, me da igual el día que tuvieras, me da igual todo. No se debe emplear nunca la violencia, pero lo más repulsivo es que la emplees contra quien ha decidido compartir su vida contigo y debería sentirse la persona más segura del mundo dentro de su casa.

Pero has convertido su casa, tu casa, en una mierda. No, machote, no. No eres un machote, eres un maltratador. Sigo siendo tu amigo. La verdad es que me cuesta decirte que soy tu amigo, pero lo soy. Y precisamente por eso, en cuanto deje esta carta en tu buzón, voy a ir a la comisaría a denunciarte. No sé si la denuncia prosperará, no sé si ella me apoyará o preferirá decir que no pasa nada. Pero es mi obligación, precisamente por ser tu amigo, denunciarte. No puedes volver a hacerlo, no puedes volver a imponer por la violencia nada. No puedes seguir destrozando su vida, o la de cualquier otra que la comparta contigo en un futuro. Reflexiona sobre lo que has hecho, sobre lo que estás haciendo. Estás destrozando su vida, y la de tu hijo, y también la tuya. Creo que es lo mejor que puedo hacer y, porque quiero poder seguir llamándote amigo, te he denunciado.

3er Premio



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.