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Las momias de Gachantivá
Entre las evidencias del poblamiento prehispánico en Gachantivá, sobresalen los descubrimientos de decenas de momias muiscas, en especial el denunciado por Manuel Vélez, viajero que consignó que hacia 1845, en una barranca cerca a las minas de cobre “un hombre perseguía con un perrito un zorro, cuando de repente [los animales] desaparecieron por un agujero. Tratando aquel hombre de agrandarlo, a fin de encontrar su perro, se desprendieron algunas piedras y dejaron descubierta una gruta muy grande llena de momias, de vestidos y de diferentes objetos. En la entrada de la gruta estaba una de estas momias, sentada sobre una silla de madera, baja y sin brazos, teniendo un arco y una flecha, en actitud de una persona pronta en lanzar fuera su dardo: se aseguraba que llevaba también una corona de oro en la cabeza. El hombre espantado no se atrevió a tocar nada. Corrió hacia los vecinos para prevenirlos, volvió acompañado de muchos de ellos, penetraron en la gruta, arrancaron de las momias los vestidos, y las arrojaron después. Sacaron gran cantidad de objetos curiosos que eran incapaces de apreciar, sobre todo vestidos, mantas de algodón muy finas y muy bien conservadas, con las cuales se vistieron en toda la comarca.” Un año después Vélez visitó la zona y con no poca dificultad localizó el lugar que ya estaba completamente saqueado, pero logró adquirir entre los vecinos “una pequeña silla
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Recreación del momento del hallazgo de un grupo de momias en una cueva de Gachantivá.
de madera, un busto de tierra cocida, dos fragmentos de manta de algodón, un collar de huesos muy artísticamente trabajado, ligado por medio de un cordón que forma un tejido curioso, dos figuras pequeñas de animales, en oro, arrancadas de tumbago, de buen gusto y muy ricas, [y una] cabeza de un ciervo pequeño, con sus cuernos, recubiertos de una capa de cera negra de abejas”.
La práctica de la momificación entre los muiscas pudo ser una forma de mantener la presencia y el vínculo de sus ancestros muertos con el territorio, y según algunos cronistas, esta solo se realizaba a los cuerpos de los principales miembros de la élite política, militar y religiosa o de sus parientes cercanos. Se disponían en cuevas en conjuntos que podrían tener mas de 25 individuos. Aunque estaba ampliamente extendida por todo el territorio, de esta práctica solo se han podido rescatar muy pocos ejemplares debido a la intensidad del saqueo de los lugares de enterramiento indígena desde la invasión europea en el siglo XVI hasta nuestros días.
Un par de momias de Gachantivá y los objetos que las acompañaban terminaron en el Museo Británico de Londres, donde aún se conservan, aunque parecen corresponder a hallazgos anteriores a los que consigna Vélez, pues en los registros de dicho museo aparecen con fechas de ingreso de 1838 y 1842. Una de estas (Reg. 1838-11-11-1) corresponde a una mujer en posición sentada, con pelo y leve deformación craneana, que porta un collar con 10 colgantes de concha marina horadados en el extremo superior y tres colmillos de animal en una cuerda de algodón. Según estudios de la Universidad de Oxford data del año 850 d.C. La otra (Reg. 1842-11-12-1) parece ser de un hombre en posición muy flexionada que presenta una gran abertura en el costado ventral izquierdo, practicada para extraer los organos internos, con el fin de rellenarlas con objetos de metal o piedras precisosas. El cuerpo presenta señales de las mantas que lo envolvían. Data del año 1160 d.C.
Otra momia hace parte de la colección del Museo del Oro en Bogotá, y corresponde a un infante de aproximadamente 11 años de edad que fue depositado junto con una ofrenda o ajuar conformado por una copa cerámica y 40 figuritas o “tunjos” de cobre, y parece datar de la época de la Colonia.
Estos hallazgos confirman que en Gachantivá habitaron indígenas desde el periodo muisca temprano, y que buena parte de sus saberes y quehaceres se mantuvieron durante al menos 6 siglos, incluso a pesar de la influencia europea.
Momia de infante procedente de Gachantivá que se conserva en el Museo del Oro en Bogotá. Momia de mujer indígena procedente de Gachantivá, con registro 1838-11-11-1 del Museo Británico de Londres. Posee un ajuar con conchas marinas que evidencia el intercambio de productos con lugares tan distantes como la costa Caribe. El cuerpo no presenta incisiones por lo que pudo haber
sido eviscerada por el ano. British Museum, Londres, 2020.
Momia de hombre indígena procedente de Gachantivá, con registro 1842-11-12-1 del Museo Británico de Londres. Encontrada en una cueva, en septiembre de 1842, con otras 27 momias. El cuerpo presenta señales de las mantas que lo envolvían y una gran abertura en el costado ventral izquierdo por