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La minería del cobre

Explotación de mina. Grabado de Simonin en “La vie Soutterraine ou les mines et les mineurs” 1867.

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“Herramientas que se piden para el trabajo de las minas que [...] se han de beneficiar en este Nuebo Reyno de Granada”. (Barrenos, Atacadores, Abujas, Barretas, Combas, Cuñas, Famulias, Azadones, Palas).

Archivo General de la Nación. Mapoteca: SMP.4 - CO.AGN.SMP.4,REF.200A.

Sector de un mapa que muestra la localización

de Gachantivá y las “minas de cobre de Ygua“. Descripción geográfica. Mapa que comprende la visita del Sr. Doctor Francisco Antonio Moreno y Escandón, fiscal del crimen de la Real Audiencia de Santa Fé de Bogotá. A consecuencia de Real Cédula fecha a tres de agosto de 1774.

En el extremo noroccidental del municipio de Gachantivá, en la vereda Minas y sobre la margen derecha del río Moniquirá, se encuentra un importante yacimiento de cobre cuya explotación ha representado un significativo hito en la historia del territorio. Aunque por algunas evidencias arqueológicas se sabe que este habría sido explotado desde tiempos prehispánicos (ver capítulo “Una ofrenda de cobre”), su mayor aprovechamiento se dió desde finales del siglo XVIII hasta comienzos del XX.

Segun Manuel Ancízar (1853), el “descubrimiento” moderno de estas minas se dió hacia 1750, lo cual se puede corroborar en un mapa de la visita de Moreno y Escandón de 1774 en que se les denomina “Minas de cobre de Ygua”. Según documentos que reposan en el Archivo Histórico de Tunja, para 1777 ya existe una “Licencia para beneficiar y laborar dos minas de cobre en el sitio de Atillo”, y en el tiempo en que se nombran a los primeros alcaldes pedáneos del pueblo (desde 1784), a este se le denomina “Gachantivá y Minas“. En 1787 se vuelve a pedir una extensión del permiso de explotación para “abastecer la real fábrica de artillería de los cobres necesarios para su fundición”.

Para 1807 en un documento en que se registra el testamento de Don José Flórez, habitante de lo que entonces se llamaba “Viceparroquia de Minas”, se describe el inventario de su capilla, que tendría un valor de $13.000 y poseía cuadros de Santa Bárbara, Nuestra Señora de los Dolores, un Cristo de bulto y 3 campanas, es decir que era mas “rica” que la misma del pueblo de Gachantivá que ya en esos años se encontraba ruinosa. Para 1808 las minas pasan a manos de los padres Calendarios de Tunja. En 1838 se presenta un litigio por la devolución de las tierras de “Matarredonda, Socha i Atillo en las minas de cobre de Gachantivá” por parte de José María Neira, primo del prócer de la independencia.

Como parte de los trabajos de reconocimiento de los territorios de la Nueva Granada que emprendieron los criollos tras el proceso de Independencia, hacia 1850 Manuel Ancízar visita el cantón de Leyva y realiza una detallada descripción de las minas de Gachantivá, las cuales estaban siendo explotadas por una compañía de “capitalistas granadinos” de Bogotá y Medellín. Comenta que el laboreo de las minas se había interrumpido durante las guerras de independencia, pero que se reactivó en 1842.

“Tres galerías encontramos abiertas i corrientes. La principal de ella perfora el cerro por su base i la portada se halla a ocho metros sobre el lecho del río donde hace un salto: a poco andar comienzan las tinieblas que por lo pronto, i hasta que los ojos se acostumbran a ellas, impiden ver más allá del reducido círculo alumbrado por la vela que se lleva en una mano, mientras la otra se adelanta instintivamente por los novicios en este jénero de viajes para palpar obstáculos que no existen, pues el estrecho sigue desembarazado por entre los órdenes de maderos gruesos que lo sostienen con un techo de vigas el peso del cerro”. (Ancízar, 1853).

Río Moniquirá Puente de Matarredonda

Detalle de plano del sector y corte de las minas de cobre de Gachantivá.

Levantado por Siace Minera Industrial de Colombia

en 1955. Levantamiento y dibujo de G. Bohórquez Raymond.

Entre 1892 y 1900 la mina fue explotada por una compañía inglesa que finalmente la cerró por los altos costos del transporte que hacían poco rentable su explotación. Al parecer los predios fueron abandonados y los colonos que los habitaban se fueron adueñando de ellos para dedicarlos a la agricultura, en especial de caña de azúcar.

De este último periodo quedó alguna infraestuctura del complejo minero, cuyos restos aún se podían identificar a mediados del siglo XX, entre ellos las ruinas de dos intalaciones de metalurgia, las viviendas de los mineros, una capilla, botaderos de escoria, caminos de herradura, varios hornos para calcinar calizas y fabricar tejas y ladrillos, una acequia de varios kilómetros que conducía agua de la quebrada La Honda hasta la metalurgia, y algunos socavones o galerías excavadas cuya boca ya se encontraba tapada por densa vegetación.

Entre 1945 y 1982 se hicieron algunos estudios geológicos para reactivar las minas, incluida una prospección adelantada en 1954 por la empresa Siacé Minera Industrial de Colombia para instalar una fábrica de Sulfato de Cobre, pero que no fructificó por la poca viabilidad económica del proyecto.

La explotación de este yacimiento fue muy significativa para la economía de Gachantivá durante el siglo XIX, tanto que su cercanía al sitio de Quebradas parece haber sido una de las causas para el traslado desde su antiguo emplazamiento junto al río Cane.

Antiguas instalaciones y horno de fundición de las

minas de Gachantivá. Rosas y Villegas, 1982.

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Cañon del río Moniquirá donde se encuentran las minas de cobre de Gachantivá. Francisco Correa, 2021.

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