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Una ofrenda de cobre
Tomografía de la momia de un infante muisca de Gachantivá
Fontanela cerrada Debió medir casi 1m de estatura
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Envoltura en mochila de fique y manta de algodón
Copa muisca del tipo cerámico Guatavita Desgrasante Tiestos (GDT), que hacia parte del ajuar de la momia del niño muisca de Gachantivá.
Pieza C13544. Museo del Oro, Banco de la República. Clark M. Rodríguez
Restos de mezcla de arcilla y carbón Collar de varias vueltas y colgante circular Huesos sanos
Postura fetal ¿el difunto nacía en el otro mundo? Cuero de animal
Museo del Oro, Banco dela República. Bogotá, 2013
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¿Representa a un guerrero?
¿Arma? ¿Lanzadera? Sexo femenino
Corrosión. Óxidos de cobre
Escudo
“Tunjos”de cobre de Gachantivá.
Piezas O33908, O33919 y O33917 (pág. op). Museo del Oro, Banco de la República. Clark M. Rodríguez La momia del infante, referida en la página anterior, se encontró en una cueva en Gachantivá, dispuesta en posición fetal, envuelta en capas de tejidos en fibras vegetales (fique y algodón) y cuero, y con una ofrenda o ajuar conformado por una copa cerámica y 40 figuritas de metal o tunjos elaborados en cobre.
Este conjunto de objetos resultan excepcionales, pues sus materiales y formas responden a los cambios y adaptaciones que tuvieron que hacer los indígenas tras la invasión europea. Por ejemplo, la base de la copa es más alta y las serpientes pintadas aparecen sobre el cuerpo y no en el borde como es común en piezas prehispánicas del mismo tipo. Pero lo que más llama la atención es el material de los tunjos, ya que no fueron fundidos en oro, como generalmente se hacía, sino totalmente en cobre, que con el tiempo se oxidó y les dió un tono verdoso. Estas 40 figuras son muy pequeñas, pero permiten advertir que representan a diversos personajes, tanto hombres como mujeres, en postura de “canasto” y portando collares, colgantes, escudos y bastones o lanzaderas, por lo que parecerían mostrar a líderes, guerreros o a la gente de la comunidad con sus atuendos para ocasiones especiales. Algunos conservan pequeñas muestras de hilos de algodón en los que parecen haber estado envueltos, como imitando la envoltura de la misma momia. Es muy probable que el cobre con que se realizaron provenga de las mismas minas que existen en Gachantivá y
que debieron ser explotadas desde tiempos prehispánicos. Aunque los muiscas solían mezclar el oro con el cobre (en una aleación denominada “tumbaga”), el exclusivo uso del cobre en estas piezas parece responder a que ya en la colonia el oro escaseaba entre los indígenas o les era fácilmente arrebatado por los españoles.
La necesidad de momificar a sus muertos y acompañarlos con objetos que no tenían una utilidad práctica, pero que requerían especial esfuerzo y destreza técnica en la consecución de sus materiales y su elaboración, indicaría que los indígenas muiscas seguían conservando parte de sus tradiciones, y en especial su visión del mundo y de la muerte, como una forma de resistencia simbólica a la imposición de la religión de los invasores europeos. En este sentido los ajuares y las ofrendas cumplían un papel fundamental en la intermediación entre el mundo de los vivos y el “más allá”, como objetos portantes de las intenciones o solicitudes de los indígenas a sus entidades espirituales, o como una forma de retornar a la tierra lo que esta les había brindado en vida. Para este caso valdría preguntarse si la muerte de este infante fue accidental o se trató de un sacrificio ritual, y si su ajuar quizás fue representativo de su corta vida o llevaba implícitas intenciones que su comunidad quería hacer llegar a través de él a la “otra vida”.
Fragmento de hilo de algodón que envolvía toda la figura
Conjunto completo de los 40 “tunjos”
de cobre que acompañaban a la momia del niño muisca de Gachantivá.
Piezas O33908 -47. Museo del Oro, Banco de la República. Clark M. Rodríguez